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Abby Blake – Fire
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TRADUCCIÓN EXCLUSIVA DEL CLUB DE LA ROSA
Abby Blake – Fire
AbbyBlake Fire Advertencia: Este libro contiene escenas de sexo explícito y lenguaje adulto y puede ser considerado ofensivo para algunos lectores. Este libro contiene contenido explícito sexual, lenguaje gráfico y situaciones que algunos lectores pueden encontrar censurables: prácticas de sexo m / m, m / m / f y menage. Por favor, guarde sus archivos con prudencia, donde no puedan acceder lectores menores de edad. Este libro es una obra de ficción. Si bien podría hacerse referencia a acontecimientos históricos reales o ubicaciones existentes, los nombres, personajes, lugares e incidentes son o bien el producto de la imaginación del autor o son usados de manera ficticia, y cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, establecimientos de negocios, eventos, o lugares es pura coincidencia.
Acerca de la Autora Abby Blake prefiere leer o escribir Romance sobre casi todo lo demás - excepto tal vez el chocolate. La mayoría de los días se la puede encontrar corriendo para hacer lo que hay que hacer de modo que pueda acurrucarse con su portátil y su último puñado de héroes.
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Abby Blake – Fire
Argumento: Jack y Reece conocen a Christina desde la escuela secundaria, pero ella nunca ha mostrado una preferencia por uno u otro. No queriendo arriesgarse a destruir su amistad de toda la vida, ninguno de los dos ha confesado sus sentimientos por ella. Christina es la chica que nadie nota. Al menos eso es lo que ella piensa. Ella está enamorada de Reece y Jack, pero la tratan sólo como una amiga. Además, aparte del hecho de que ninguno tiene ideas románticas, ella nunca podría elegir entre ellos si lo hicieran. Pero un incendio forestal devastador y la trágica pérdida de sus hogares pone de relieve a muchos de los vecinos lo preciosa que es la vida y lo importante que es agarrar la felicidad que deseas. La relación que crece es una que ninguno de ellos había pensado posible anteriormente, pero ¿va a sobrevivir a la condena de las convenciones sociales más conservadoras?
Dedicatoria Para mi marido que sabe que él es el hombre principal en todas mis historias, incluso cuando hay más de un héroe.
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Capítulo Uno Christina pasó el día protegiendo su casa contra el ataque de las llamas. El incendio forestal seguía ardiendo a varios kilómetros de distancia, pero el viento impulsó trozos de hojas y ramas en llamas a su patio y sobre el techo de su casa. Unos pocos encontraron hierba seca y esta ardió rápidamente, pero hasta el momento, se las había arreglado para apagarlas antes de que se convirtieran en un problema. Durante los últimos días, había escuchado atentamente los informes de noticias y avisos meteorológicos, asegurándose de estar informada de los avances y la dirección del fuego. En esta zona, miles de hectáreas inaccesibles de matorrales podían arder durante semanas antes de llegar a las casas pero cuando llegaran a ellas, los residentes necesitaban estar preparados. Su pequeña propiedad contaba con varios tanques de agua de lluvia y una pequeña represa1 en la parte posterior. Había comprobado y revisado de nuevo que la bomba de agua estuviera preparada y lista para funcionar si la energía fallaba y el agua de la ciudad dejaba de fluir. Llevaba su teléfono móvil en la cadera, la función de radio reproducía música en su oído mientras esperaba a la actualización más reciente sobre los incendios. Las autoridades esperaban que el viento diera la vuelta hoy, dejando efectivamente su pequeña casa fuera de la trayectoria del incendio forestal. Sin embargo, podía ver el humo, desde su ubicación, y permaneció bien preparada para enfrentarlo si el fuego llegaba. Este no era su primer viaje en este carrusel o tiovivo en particular. Los incendios forestales eran una amenaza común en estas regiones, y ella había
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Represa: En ingeniería se denomina presa o represa a una barrera fabricada con piedra, hormigón o materiales sueltos, que se construye habitualmente en una cerrada o desfiladero sobre un río o arroyo. Tiene la finalidad de embalsar el agua en el cauce fluvial para su posterior aprovechamiento en abastecimiento o regadío
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Abby Blake – Fire pasado muchas horas agotadoras y calurosas defendiendo su hogar contra el ataque de las llamas y los incendios forestales en los últimos años. La sudorosa, pegajosa y asquerosa sensación de trabajar con polvo, calor y humo le eran muy familiares. En estos días, ella no tenía el tiempo de ser voluntaria del servicio de bomberos rural. Tener su propio negocio significaba que ya no podía despegar en cualquier momento e irse durante días o semanas para luchar contra los incendios, pero igual que la mayoría de los residentes de esta zona, estaba bien informada y era capaz de quedarse a defender su propia casa. Christina miró a la casa de al lado. Sus ancianos vecinos se habían ido de crucero este verano, y Christina estaba más que dispuesta a mantener un ojo sobre su casa también. También se sentía secretamente agradecida de no necesitar preocuparse por que la pareja de ancianos sucumbiera ante el calor y el humo. Incluso ahora, cuando el fuego aún ardía a kilómetros de distancia de ella, el ácido humo le picaba en los ojos y quemaba sus pulmones. Llevaba un pañuelo sobre su cara, manteniéndola húmeda con agua para reducir la cantidad de humo que inhalaba pero no acababa de detener el impulso de toser. Sin embargo, Christina se sentía razonablemente contenta con las cosas tal como iban de momento, así que se detuvo para estirar los músculos de la espalda y beber un poco de agua. Los incendios forestales podían atravesar todo en un minuto o en días, dependiendo de la temperatura, el viento y otra docena factores, por lo que sabía que iba ser un día y una noche muy largos. Mantenerse alerta e hidratada sería crucial. Débilmente, oyó las sirenas de varios camiones de bomberos. Parecían estar dirigiéndose hacia ella, y escuchó atentamente, tratando de averiguar la dirección de la que venía el ruido. Ella casi aulló de sorpresa cuando entraron gritando por la calle lateral a media milla de distancia, pero alejándose del fuego. Mientras se volvía para ver los vehículos, una ráfaga de calor la golpeó en plena cara. Confundida por un momento, Christina se detuvo, apenas comprendiendo la visión que encontró. No se suponía que el incendio forestal estuviera detrás de ella.
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Abby Blake – Fire El cielo se llenó de humo, el aire se tornó más caliente y arenoso que cualquier otra cosa que jamás hubiera experimentado antes. El sol apareció borroso en el cielo, mientras las llamas furiosas rugieron hasta el valle detrás de ella. El calor, intenso como en unos altos hornos, robó la poca humedad de su cuerpo. La Tormenta de Fuego. Estos eran los incendios que causaban la muerte. Los incendios tan impredecibles, tan violentos, tan extremos que hasta los bomberos más experimentados tenían pocas posibilidades de escapar de ellos. El miedo se apoderó de ella, un vuelco de sus intestinos activó su instinto de supervivencia y le gritó que huyera. Tratando de aspirar una bocanada de aire limpio, Christina se tapó la boca y tosió mientras giró sobre sus talones, buscando la salida, buscando refugio. El pánico amenazó con hacerla caer de rodillas. Ya era demasiado tarde para evacuar. Demasiado tarde para esconderse en su casa bien preparada. La tormenta de fuego estallaría en su casa, devorándola lentamente. Ella solo tenía un lugar al que huir. Girando alrededor, buscando desesperadamente una salida, le pareció oír un coche a toda velocidad entrando por la calle hacia ella. Ella apenas distinguió los faros en la niebla, pero parecía estar moviéndose erráticamente, como si el conductor hubiera perdido el control.
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Jack maniobró el vehículo de tracción total por la calle. Había vivido aquí toda su vida, pero nunca había visto algo como esto. La tormenta de fuego lo devoraba todo, y se parecía como si todo el mundo estuviera en llamas.
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Abby Blake – Fire Movió el vehículo tan rápido como pudo, con la visibilidad muy baja a causa del humo. Cenizas y otros restos llameantes se arremolinaron en el aire turbio de color naranja con la mayoría de los edificios y los árboles ardiendo. Casas que habían permanecido allí durante más de cien años pronto serían sólo montones de escombros. Los árboles que habían crecido desde antes de que James Cook pisara las costas australianas yacían aplastados a través de las casas y vehículos, sus largas vidas truncadas. Hasta ahora, él y Reece no habían visto a nadie más. Se habían quedado para defender sus hogares, pero, al final, se vieron obligados a abandonar sus esfuerzos. Derrotados, se habían montado en la camioneta que habían logrado salvar sólo por aparcar en el centro de un campo desierto, recientemente labrado y se dirigieron hacia la ciudad.
-¿Sabemos quién más quedó atrás? - Reece gruñó la pregunta con una voz ronca y rasposa, un efecto secundario de la continua inhalación de humo de los incendios forestales. -Los Johnsons fueron evacuados ayer por la tarde. - incluso con las ventanas cerradas, tenía que gritar por encima del ruido del fuego - Los Kennedy y los McCormacks se quedaron, creo. Christina se habrá quedado. Solía ser voluntaria con la RFS. -Tenemos que pasar por su casa. - dijo Reece casualmente, como si estuvieran yendo a ver a un amigo, y no viajando a través de una tormenta de fuego para comprobar a una mujer a la que ambos conocían y amaban.
Jack oyó el temblor en la voz de su mejor amigo, sin dejarse engañar por la relajada actitud australiana que Reece intentó proyectar. Se dio la vuelta en la siguiente intersección, dirigiendo el camión hacia el lugar donde la casa de Christina probablemente ya no estaría.
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Christina observó horrorizada, con un grito, chillando, buscando el sonido, como el vehículo se salió fuera de control y se estrelló contra otro vehículo abandonado en la calle justo en frente de ella. El motor continuó rugiendo como si el conductor continuara apretando el pedal del acelerador. Instintivamente, ella corrió hacia el coche. A través del humo denso, tropezó, se dirigió hacia el lado del conductor y trató de abrirlo con el tirador. Un dolor agudo cruzó por su mano cuando su piel se llenó con ampollas y se pegó a la manija. Apretando los dientes por el dolor, ella abrió la puerta y cayó hacia adelante, tratando de encontrar al conductor. Con su mano sana, ella le buscó el pulso. Nada. Moviendo la mano de nuevo, trató en vano de ver lo que estaba haciendo, dónde estaba tocando. Todavía sin pulso. Ella retiró la mano, dándose cuenta demasiado tarde estaba cubierta de cieno negro. No tenía idea de lo que era y volvió a caer fuera del coche un poco desconcertada. Unos brazos fuertes la agarraron por detrás, y una linterna brilló en el coche. Incluso con la luz añadida, era difícil de entender lo que estaba viendo. El conductor del coche parecía estar mirándolos con una sonrisa espantosa, la cabeza colgando en un ángulo incómodo. La linterna reveló que el rostro estaba severamente
quemado
y
la
piel
parecía
haber
fundido
el
cuerpo
carbonizándolo. El estómago de Christina vació su magro contenido sin previo aviso. La persona detrás de ella rápidamente la apartó de la macabra escena. El rugido sonó tan fuerte ahora que nada más se oyó, ni siquiera las casas y autos que estallaron en llamas a su alrededor. Las líneas eléctricas estaban ardiendo, escupiendo chispas en el aire. El humo dificultó la respiración, y ella tosió continuamente. Sus ojos se sintieron secos y arenosos, y encontró dificultades para cerrarlos. Realmente nunca creyó en el infierno, pero temía estar a punto de vivirlo.
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Abby Blake – Fire Ella fue empujada y tirada en la cabina de una camioneta. Incapaz de mantener los ojos abiertos y tosiendo con fuerza, apenas registró el vehículo abriéndose paso en sus jardines de flores hacia la represa en el fondo de su propiedad. Estaba totalmente oscurecido por el humo y el calor, y esperaba como el infierno que quien guiaba el camión supiera a dónde iba. Un momento después, el vehículo se detuvo, y unos brazos fuertes la agarraron y la ayudaron mientras corrían. El frescor del agua inundó su ropa mientras era arrastrada hacia el centro de la presa. Su visión se volvió borrosa. Tosiendo
con
fuerza
e
incapaz
de
recuperar
el
aliento,
se
aferró
desesperadamente a la persona a su lado. Dos conjuntos de brazos se envolvieron alrededor de ella, abrazándola con fuerza, haciéndola sentir un poco más segura. Por egoísta que fuera la idea, estaba contenta de no morir sola.
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Jack mantuvo a Christina contra él, en un estrecho abrazo, vagamente consciente de que Reece la abrazaba también. Ni siquiera la había visto junto al coche accidentado. Se habían detenido para ver si el ocupante aún estaba vivo, ni siquiera estaban mirando la casa de Christina. Encontrarla inclinada sobre el conductor les había sorprendido casi tanto como el aspecto de la persona. Las quemaduras del conductor eran tan horribles que Jack esperó no volver a ver algo así de nuevo, aunque sospechaba que sería un tema recurrente en sus pesadillas de muchos años por venir. Pareció un poco más ligero ahora, el humo asfixiante un poco menos espeso, y esperaba que el incendio forestal se alejara de ellos y no fuera directamente hacia ellos. Habían dejado la camioneta en el centro del campo, con suerte aislado lo suficiente para no ser consumido por el fuego, pero lo suficientemente lejos de donde estaban agazapados en la represa por si lo
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Abby Blake – Fire hiciera. Había visto docenas de incendios en esta zona, pero ésta era la primera que había visto algo tan salvaje, tan impredecible, tan devastador. Parecía quien quedara atrás tendría pocas posibilidades de escapar. Dios, esperaba estar equivocado. Él oró de nuevo porque todos sus vecinos y amigos hubieran abandonado la zona con seguridad, sabiendo incluso mientras lo pensaba que no iba a ser cierto. Todo había sucedido tan rápido que habían tenido suerte, Reece y él, de estar en su camioneta. Si no hubieran decidido que sus propiedades eran una pérdida total y que debían moverse bajando de la colina en busca de vecinos a los que poder ayudar, podrían no haber llegado tan lejos. Habían oído el rugido y luego sintieron el intenso y caliente viento del fuego. Casi empujó el vehículo de la carretera. La visibilidad había caído a casi cero, pero Jack había estado seguro de que reducir su velocidad sería una muy mala idea, por lo que había acelerado por las calles, sólo frenando cuando divisó las luces traseras en frente de él. Casi se había chocado con la parte posterior del otro automóvil cuando chocó contra algo y se detuvo. Acallando su propio instinto de supervivencia, él saltó de su tracción a las cuatro ruedas, cerró de golpe la puerta con la esperanza de salvar a alguien y corrió hacia el vehículo para encontrar a Christina ya tratando de ayudar. Reece había acertado detrás de él con la linterna. Una mirada a la cara del conductor en la luz de la linterna le había convencido de que si el pobre no estaba muerto en ese momento, pronto lo estaría. La cara del conductor y el cabello se habían quemado completamente, al igual que todo su cuerpo había sido consumido por las llamas, y la piel estaba marchitada y dividida en la cara. Las quemaduras horribles de esa magnitud habrían estado dentro y fuera. Reece había pasado la linterna rápidamente por todo el interior del coche, Jack observo con alivio que el conductor había sido el único ocupante y no estaban contemplando los restos de una madre y sus hijos. Habían agarrado a Christina entre ellos, impulsando la camioneta a unos cientos de metros, y se han refugiado en la represa. Estaba bastante seguro de que ella se había se quemado, pero no sabía cuán mal. Ella se apoyó en él, pero podía sentirla todavía toser, por lo que se tranquilizó porque no estaba inconsciente o muerta, y rezó un poco más fuerte para que el fuego pasara de lejos.
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Se quedaron mucho más tiempo en la represa del probablemente necesario, pero el shock había dejado a Christina inmóvil mientras veía su casa y todo lo que tenía arder hasta los cimientos. Ni siquiera vio cuando cayeron árboles sobre su coche, pero la madera aún ardía sobre él. Llevaban en el agua un tiempo antes de darse cuenta de que no estaban completamente solos. Dos pequeños canguros grises, se habían refugiado en el agua también y habían tenido cuidado de darles un montón de espacio. A pesar de la apariencia plácida del marsupial, como todos los animales salvajes, los canguros podían ser letales cuando se sentían amenazados y eran capaces de ahogar a los perros de ataque si los perseguían en el agua. Christina no tenía ningún deseo de averiguar si eso era verdad. Sus peligrosos compañeros habían salido del agua un buen tiempo atrás, sacudiendo el pelaje de sus cuerpos y saltando hacia los escombros ennegrecidos, sin ni siquiera un adiós, y aún así los tres humanos se habían quedado en el agua. Ella sintió que Jack y Reece le estaban dando un tiempo, dejándola decidir cuándo moverse. Finalmente, encontró el coraje, y los tres se arrastraron unos a otros desde el agua. La represa no era muy profunda, por lo que habían estado todo el rato de cuclillas, medio sentados en el agua. Las rodillas le dolían por el ángulo, pero al menos ella no había tenido que moverse en el agua todo el tiempo. El barro salpicó desde sus botas a cada paso que dio, esperó que al menos uno de sus tanques de agua hubiera sobrevivido al infierno para poder lavarse la cara y las manos y encontrar una bebida. Fuera del agua fresca, sus dedos quemados palpitaron como el demonio, pero ella recordó haber leído en
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Abby Blake – Fire alguna parte que el dolor era una buena cosa cuando se trataba de quemaduras. Sin dolor significaba nervios dañados, por lo que prefería sentir dolor. La deshidratación se estaba convirtiendo en un problema, pero había resistido la tentación de beber el agua de la represa puesto que el agua no era totalmente potable y era preferible una deshidratación leve temporal. Teniendo en cuenta el estado de su coche, podrían verse obligados a beber de allí antes del final del día, pero hasta que la situación no fuera crítica, ella estaba dispuesta a pasar. Los sonidos se sentían apagados, aparentemente amortiguados. El rugido del fuego tenía un efecto temporal sobre la audición, algo así como el día después de un concierto de rock. Sintió puro alivio cuando vio la camioneta de Jack en buen estado y sonrió a los hombres a cada lado de ella. Entonces miró el estado de su ropa y con tristeza tomó nota de que no iba a deslumbrarlos con su aspecto, y se reprendió a sí misma por la vanidad tonta en la misma frase. Estaba viva, y estaba con dos de los solteros más codiciados de la ciudad que habían venido a rescatarla. Debería estar sonriendo.
-Mira lo que trajo el gato.
Ok, estaba claro que no eran el Príncipe Encantador.
-Gracias, Reece - de todas formas, ella le sonrió. -¿Necesitas que te lleve? - preguntó Jack mientras se acercaba a su camioneta - Estaba admirando el nuevo diseño de mi coche.
A pesar de todo lo que había pasado, a pesar de todo lo que había perdido, se encontró riéndose de su observación.
-Gracias. Me encantaría dar una vuelta.
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Abby Blake – Fire Era casi surrealista. Estaban de pie en medio de un desierto quemado, empapados, las botas llenas de barro, y hablando como si estuvieran en la barra del bar. Christina negó con la cabeza ante la típica situación Aussieness2. Probablemente habían perdido todo, sin embargo, eran los mismos irreverentes australianos que siempre habían sido. Por eso ella casi dobló las rodillas cuando Reece la arrastró a sus brazos, la apretó contra su duro cuerpo, y la abrazó con fuerza. Apenas la había puesto en libertad antes de que Jack la reclamara, sosteniendo su cabeza apretada contra su corazón mientras la sacudía ligeramente.
-Me alegra que estés bien.
Las palabras fueron bajas y tranquilas, apenas palabras en absoluto, pero incluso a través de su oído embotado, se las arregló para entenderlas igual. Varios minutos después de arrancarse el barro de las botas, ella se subió a la camioneta. No se perdió el hecho de que Jack la distrajo mientras Reece fue a revisar el coche quemado en la parte frontal de su propiedad. A pesar de pensar en sí misma como una mujer independiente, estaba muy agradecida de que la protegieran de esta manera. La cara quemada del conductor probablemente la atormentaría durante un tiempo muy largo, y realmente no tenía ningún deseo de volver a verla. Jack la ayudó a subir al camión, seguía encontrándose torpe pero ya estaba más estable, aunque el lodo sobrante entre los dedos de sus pies se estaba secando rápidamente hasta formar una corteza dura. Daría cualquier cosa por una ducha de agua caliente ahora mismo pero se conformó con un sorbo de la botella de agua que Jack apretó en su mano. Estaba realmente tentada en inclinar el agua sobre los dedos pegajosos de sus pies pegajosos pero se aferró al suficiente sentido común al darse cuenta de que todavía no estaban fuera de peligro. 2
Aussieness of the situation : extremadamente australiano, se define por una gran cantidad de consumo de alcohol, deporte en el patio trasero, haciendo una barbacoa y con un mayor consumo de alcohol.
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Abby Blake – Fire Encontrar más agua podría estar más lejos de lo que creían. El interior de la camioneta parecía un poco más frío que la temperatura exterior, y ella se deslizó en el centro del asiento con gratitud. Jack se subió al asiento del conductor y Reece en el lado del pasajero.
-Necesitamos un médico para mirar la mano de Christina - Jack dijo mientras ponía en marcha el camión. -No es tan malo, de verdad. Puede esperar. Prefiero ver cómo están nuestros vecinos primero - dijo, tratando de ocultar lo mucho que la maldita cosa palpitaba.
Le dolía hasta el final del codo, pero había visto quemaduras mucho peores. Jack empezó a negar con la cabeza, pero Reece la miró pensativo y dijo
- Vamos a girar más allá de las propiedades McCormack y Kennedy, y luego vamos a ir a la ciudad - Reece sonó casual.
Christina se preguntó por su capacidad de permanecer tan tranquilo cuando lo único que ella quería hacer era correr gritando. Las siguientes palabras salieron fuera de su boca antes de que tuviera la oportunidad de analizar el pensamiento correctamente.
-No estoy segura de que aún sea un pueblo. La tormenta llegó al valle, en línea directa desde allí. Creo que probablemente hay que dirigirse al cuartel general de SES3 o tal vez el hospital hacia el sur.
Tanto Jack como Reece se volvieron hacia ella, con una aturdida expresión en sus rostros.
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SES: abreviatura de State Emergency Service, Servicios de Emergencia del Estado.
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Abby Blake – Fire -¿Crees que este fuego pasó por la ciudad?
Ella se encogió de hombros, no muy segura de nada en este momento. "Ciudad" no describía realmente con precisión la pequeña colección de tiendas y atracciones turísticas. Realmente no era más que un pub, algunas tiendas de propiedad local, y un par de pensiones. Tenían una estación de policía, pero ni siquiera estaba abierta en temporada baja. La ciudad entera era básicamente una pequeña escapada turística y un lugar de encuentro para los pocos cientos de residentes que vivían en las propiedades de distintos tamaños arriba y abajo del lado de la montaña.
-Está bien, a los Kennedy primero.
Jack puso la camioneta en marcha y cuidadosamente la sacó alrededor de los escombros que cubrían el camino. Tardaron una eternidad en recorrer los pocos kilómetros hasta la propiedad Kennedy, el humo, los árboles caídos, y el estado de los caminos dañados dificultando el viaje. El sitio de los Kennedy parecía abandonado, por lo que continuó hacia donde los McCormacks. Una vez más, encontraron la propiedad abandonada, pero en ambos casos, los vehículos habían desaparecido, por lo que Christina rezó silenciosamente porque las familias estuvieran en el lugar seguro más cercano. Su decisión de ir a la ciudad se vio frustrada por un árbol caído sobre la única carretera de acceso, por lo que Jack giró la camioneta hacia la carretera y se dirigió a la sede central de los servicios de emergencia del Estado más cercanos. El humo aún flotaba pesadamente en el aire, incluso con las ventanas cerradas a cal y canto los tres ocupantes se atragantaron con el aire seco, tosiendo y dando arcadas de forma intermitente. Era difícil seguir la conversación en estas condiciones, y los tres se quedaron en silencio mientras Jack conducía a través de un paisaje ennegrecido por carreteras casi irreconocibles.
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Abby Blake – Fire Todos los músculos del cuerpo de Christina gritaron pidiendo socorro. Había estado tan tensa, tan asustada por tanto tiempo que el puro agotamiento la reclamó, e increíblemente, casi se quedó dormida. La camioneta se detuvo de repente, despertándola completamente. Reece estuvo fuera de la cabina antes de que ella se diera cuenta de lo que estaba sucediendo, pero la visión ante ella le hizo temer por él. Dos vehículos estaban en el medio de la carretera. Los restos de los parabrisas y las luces traseras rotas sembraban la escena. Los árboles caídos y ramas rotas todavía ardían por todas partes. Apenas capaz de comprender la destrucción Christina finalmente se dio cuenta que el sedán pertenecía a los Kennedy. Sin pensarlo, ella corrió hacia el coche y se inclinó por la ventana rota, esperando, rezando encontrar a alguien con vida. Pero los Kennedy ya estaban muertos. Ambos estaban cubiertos de sangre y hollín, sus lesiones probablemente causadas por el accidente de coche, pero el intenso calor del incendio forestal y la falta de oxígeno, probablemente, también contribuyeron a su muerte. Reece la apartó y luego la abrazó, diciendo en voz baja, palabras sin sentido pero calmantes, no obstante. Él la meció en su contra por varios minutos antes de que ella se diera cuenta de que el agudo lamento que llenaba sus oídos procedía de su propia boca. Ella pudo sentir a Jack abrazándose a ellos, manteniendo sus manos alejadas de su cuerpo, y le tomó un momento recordar cual era la causa del dolor físico que la golpeó.
-Nena, - retumbó una profunda voz junto a su oído - tenemos que avanzar. Llevarte a un hospital. -Pero debemos hacer algo. - podía oír la histeria en su voz - No podemos simplemente irnos de aquí. -Chris, cariño, se han ido. No podemos ayudarlos ahora. Se lo diremos a las autoridades tan pronto como lleguemos allí. - dijo Jack con calma.
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Abby Blake – Fire
Capítulo Dos Pareció que tardaron horas en llegar al hospital. Las carreteras que no estaban dañadas o bloqueadas estaban llenas de coches, todos tratando de dirigirse hacia la ciudad y al hospital más grande. Jack había agarrado un cubo de la parte trasera de la camioneta, donde vertió agua fresca y limpia y e hizo empapar su mano quemada. El agua ayudó un poco, pero cada sacudida de la carretera enviaba el dolor corriendo hasta el codo y en el hombro. Ella sacudió la cabeza, con lágrimas de nuevo, al pensar en los Kennedy. Habían vivido en esta ciudad toda su vida e incluso han criado un par de hijos aquí. Nunca habían tenido razones para creer que un incendio forestal podría ser tan intenso, tan mortal. Los incendios forestales eran por lo general algo predecible, y el lugar más seguro para los residentes estaba en sus propios hogares. Año tras año, los residentes de la pequeña comunidad habían apagado las brasas mientras caían, tomado refugio en sus casas mientras el fuego pasaba, y luego empapaban cualquier punto del fuego que habían descubierto. Así era como los incendios forestales en esta zona habían sido siempre. Muy a menudo, cuando el fuego estaba cerca la ciudad, los voluntarios del RFS acababan con el fuego antes de que pudiera llegar a los hogares. Literalmente luchaban contra el fuego con fuego, y pasaban días y noches prendiendo incendios controlados de modo que cuando el incendio forestal real los alcanzaba, no quedaba nada para quemar. ¿Pero las tormentas de fuego? Las tormentas de fuego eran diferentes. Los incendios forestales normales tenían llamas saltando de un lugar a otro, ya fuera por la proximidad a las llamas o a las brasas, pero con una tormenta de fuego, el calor era tan intenso que los árboles estallaban en llamas antes de que las llamas reales se acercaran.
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Abby Blake – Fire Las historias de bolas de fuego y explosiones repentinas habían parecido casi una exageración hasta que lo había visto con sus propios ojos. Ella movió los dedos de los pies, la incómoda sensación de barro seco de alguna manera se unió al dolor de su mano quemada y la pena nubló su corazón. No había conocido a los Kennedy bien pero en una comunidad tan pequeña, todo el mundo conocía a alguien que conocía a ese alguien. Echó una mirada a Jack, notando la manera dura en la que apretó su mandíbula, y se preguntó si él los había conocido mejor que ella, hasta que se le ocurrió que no había reconocido el segundo coche.
-¿Quién estaba en el otro coche? - ella soltó las palabras antes de que pudiera retirarlas, el tono de pánico de su voz hizo que su pecho se apretara, y tosió dolorosamente contra su garganta dañada.
Unos brazos fuertes se envolvieron más duro a su alrededor, y Reece la atrajo hacia sí. Realmente no la había soltado desde que ella subió al coche, y estaba agradecida por su apoyo.
-No lo sé - dijo en voz baja.
Echó un vistazo a su cara, pero no pudo leer su expresión. Él respondió jalando su cabeza contra su pecho, sosteniendo su cara contra su corazón. Supuso que, aunque él no sabía quien había estado en el coche, la visión lo atormentaba de igual forma en que los cadáveres de los Kennedy permanecerían con ella.
-¡Maldición! - exclamó en un susurro Jack mirando a través del parabrisas.
El tráfico no se había movido en quince minutos, y ahora parecía que no se movía en absoluto.
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TRADUCCIÓN EXCLUSIVA DEL CLUB DE LA ROSA
Abby Blake – Fire Un oficial de policía se abrió paso por la línea de los coches, deteniéndose para hablar con cada conductor en el camino. Muchos daban la vuelta con sus coches por el otro lado de la carretera y se dirigían de regreso por donde habían venido. Jack bajó la ventanilla cuando el oficial se acercó. Ellos, obviamente, no eran los primeros supervivientes desaliñados que había visto porque sonrió amablemente y les preguntó si había algún herido.
-Mi esposa se quemó la mano bastante mal, pero por lo demás, estamos bien, amigo.
Ella casi rió ante su contestación indignada. Mi "esposa", realmente ella sabía lo que él estaba haciendo. Él no iba a dejarla en el centro médico sin él a su lado. Todo el pueblo sabía que ella había estado sola desde la muerte reciente de su madre, y Jack se estaba asegurando de que Christina tuviera alguien en quien apoyarse.
-Está bien. - dijo el policía - Hay un accidente bloqueando la carretera más adelante. Conduzca lo más cerca que pueda, y luego aparque la camioneta en el lado del arcén. - él miró más allá de Jack hacia Christina - ¿Va a estar bien para caminar? La entrada del hospital está medio kilómetro más allá del accidente. -No hay problema. Tengo a mi maridito para llevarme. - ella sonrió al oficial, agradecida por su ayuda, pero también avergonzada por la mentira.
La quemadura era dolorosa, el codo y el hombro le dolían, pero teniendo en cuenta el alcance del fuego, probablemente sería el menor de los problemas que el hospital estaría tratando hoy. Reece besó la parte superior de su cabeza mientras aflojaba su agarre en la cintura.
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Abby Blake – Fire -Enseguida estaré con vosotros. - dijo las palabras con su característica sonrisa extendiéndose por su rostro, pero Christina no se perdió la comunicación sin palabras entre los dos hombres.
Muy probablemente, Reece iría a informar al policía sobre el accidente de los Kennedy, y aquel en frente de su casa. Jack intentó sonreír para tranquilizarla, pero el movimiento fue incómodo y rígido, y no su expresión habitualmente fácil. Puso la camioneta en marcha y avanzó poco a poco hasta que pudieron parar a un lado de la carretera. Para el momento en que salieron de la camioneta, Reece los esperaba. La corta distancia a pie hasta el hospital resultó aterradora. Alrededor de ellos, víctimas del incendio forestal hacían poco a poco su camino hacia la entrada de urgencias. Una pareja de ancianos ayudaron a un joven que cojeaba hacia el hospital, un pie y las dos manos con quemaduras graves y obviamente dolorosas. Una joven madre trató de calmar a sus dos niños aterrorizados mientras buscaba en la multitud a alguien, posiblemente, a su marido, y alrededor de ellos, las personas cubiertas de hollín ayudaban a las víctimas heridas y desconcertadas del incendio forestal. Un padre pidió ayuda mientras intentaba llevar a dos niños pequeños con los pies quemados, con sus propios pies gravemente heridos. Jack y Reece se volvieron hacia Christina, y parecieron poco dispuestos a abandonarla, pero incapaces de no ayudar a alguien tan obviamente necesitado.
-Voy a estar justo detrás suyo.- dijo.
Ambos sonrieron tristemente antes de dirigirse directamente hacia el hombre y su familia. Christina se quedó cerca, sintiendo la necesidad de Jack y Reece de no dejarla sola. O tal vez fueran sus propias emociones liando su cabeza, pero ella tampoco quiso estar sola en este momento, y tener a sus amigos cerca pareció más importante adelantar un par de minutos en la cola para la atención médica.
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Abby Blake – Fire Cuando se acercaron al hombre herido, Christina se dio cuenta de que había una mujer cojeando detrás de él, sus pies también quemados y un bebé se aferraba a su pecho. Ella había estado llorando, con la cara manchada de hollín negro y churretes más limpios, donde las lágrimas habían lavado la suciedad.
-No sabíamos.- las palabras sonaron tranquilas pero al mismo tiempo llenas de angustia - No sabíamos.
Christina trató de pensar en algo que decir, pero parecía incapaz de encontrar palabras de consuelo en estas circunstancias. Ella envolvió su brazo sano alrededor de los hombros de la mujer.
-Voy a intentar ayudar quitando algo de peso de sus pies. ¿Está bien que sostenga al bebé?
La mujer asintió. Ella no podía ser mayor que Christina, tal vez sólo unos pocos años más joven, sin embargo, allí estaba en medio de un desastre natural tratando de proteger a sus tres hijos de corta edad.
-No lo sabíamos. El bebé ha estado llorando durante días - ella dijo las palabras con dificultad, su garganta, obviamente, dolorida - Los informes de la radio dijeron que el fuego iba en la otra dirección - se quedó sin aliento en un sollozo - No lo sabíamos. - las lágrimas cayeron seguidas por el rostro de la joven de nuevo. Christina hizo lo único que pudo. Sostuvo la mujer más apretada y continuó el lento progreso doloroso a la entrada de urgencias del hospital. Jack y Reece cada uno llevaba un niño pequeño y ayudaron al padre a caminar. Mientras se dirigían más allá del accidente, Christina apartó los ojos, incapaz de dar testimonio de más tragedia.
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Abby Blake – Fire Incluso la rápida mirada que había tenido del metal arrugado quedó detrás de sus párpados. Más muerte, más destrucción, la agonía más dolorosa para los supervivientes. Cuando llegaron al otro lado del accidente, los coches estaban estacionados al azar en todo el camino, por lo que fue necesario que ellos bordearan alrededor de los vehículos. Fue lento, pero al tiempo, alcanzaron el área de clasificación del hospital que se había establecido en el césped frente a la entrada de emergencia. Casi todo el espacio estaba lleno de víctimas de quemaduras, muchos en un terrible dolor, esperando que las lesiones más graves fueran tratadas primero. Varias sirenas de ambulancias se oían en la distancia. Una mujer se acercó a ellos tan pronto como su pequeño grupo pisó el césped. Llevaba una etiqueta con su nombre, aunque con los ojos todavía borrosos a causa del humo, Christina no pudo leerlo.
-¿Qué edad tiene el niño? -Casi seis semanas. - la joven madre respondió con voz tensa y áspera. -¿Puedes caminar hasta la puerta de allá? - cuando la joven madre asintió con la cabeza, la enfermera continuó. En cuanto a Christina, ella dijo - Tenemos que evaluar a los niños primero. ¿Puede usted ayudar? -Por supuesto.
La enfermera miró rápidamente por encima de los otros dos hijos, una expresión de angustia cruzo su rostro momentáneamente antes de retomar su máscara profesional. Con todo el sufrimiento pasando a su alrededor, parecía bastante fácil olvidar que el personal médico también estaba afectado por esta tragedia. Christina se encontró a sí misma maravillada ante la formación y la profesionalidad que mantenían los médicos y enfermeras haciendo su trabajo cuando sería mucho más fácil ceder a la desesperación. Reece se acercó a ella.
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Abby Blake – Fire -Vanessa. - dijo a la mujer a su lado -Tu marido quiere que os lleve a ti y al bebé al hospital. Jack llevará a los niños. Llegaremos allí mucho más rápido.
La joven miró a su marido y luego asintió con la cabeza lentamente. Reece se inclinó y fácilmente levantó a la mujer y al bebé en sus brazos, entonces inmediatamente se dirigió hacia la puerta que la enfermera le había indicado. Jack estaba a sólo unos pasos atrás, con la enfermera a su lado.
-Gracias. - dijo una voz tranquila.
Christina miró al hombre tratando de cojear hacia el mismo lado. Ella envolvió su brazo sano alrededor de su cintura cuando Jack y Reece volvieron. Levantaron el hombre entre ellos y se dirigieron de nuevo al hospital, volviendo a su lado unos momentos después. Christina sonrió a los dos, un poco sorprendida por la forma en que su visión se nubló. Sus ojos se humedecieron, y el dolor de su cabeza desde hacía un rato sentía se acentuó pero había estado tan involucrada con llevar a la familia a un lugar seguro que no se había dado cuenta de lo mucho que su cabeza realmente le dolía. Ella se encogió de hombros, abriendo la boca para inhalar una gran bocanada de aire, pero se sintió mal de alguna manera, la respiración que ella buscaba la eludió. Ella sacudió la cabeza y volvió a intentarlo.
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Abby Blake – Fire
Capítulo Tres A Reece no le gustó el color de Christina. Él realmente no lo había notado bajo todo el hollín y cenizas, pero su piel estaba muy pálida, y sus labios parecían tener un tono azulado anormal. Mientras él y Jack se acercaban, ella negó con la cabeza, su cuerpo se balanceó al tratar de compensar la pisada apoyándose de lado. Apenas había llegaron a su lado antes de que sus piernas cedieran y se desplomara. Reece la atrapó antes de que cayera al suelo, pero maldijo por los codos cuando su mano lesionada quedó encajada entre sus cuerpos. Incluso inconsciente, ella gimió de dolor. Jack le ayudó a reacomodarla entre sus brazos, y luego se giró hacia la puerta de la sala de emergencias, decidido a conseguir su ayuda inmediata. Una enfermera se acercó a ellos rápidamente.
-¿Qué pasó? - gritó. -Ella parecía estar bien, pero luego se desmayó. - Reece oyó el desconcierto en la voz de Jack y lo compartió.
Momentos antes, Christina parecía perfectamente saludable a excepción de la quemadura en su mano, y ahora, parecía a punto de morir. El pánico amenazó con abrumarlo, pero él apretó los dientes y trató de concentrarse en las instrucciones de la enfermera. Reece llevó Christina al hospital atestado, tejiendo y esquivando entre pacientes y personal para finalmente llegar a una silla libre. No había camas disponibles, y la enfermera le indicó que se sentara en el sillón y mantuviera en posición vertical a Christina para que pudieran conectarla a una máscara de oxígeno.
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Abby Blake – Fire -Parece que es por inhalación de humo, pero tendremos que esperar al médico y, probablemente a los rayos X antes de que podamos estar seguros. El oxígeno le ayudará - la enfermera levantó la mano quemada de Christina.
Los dedos se habían hinchado y ahora parecían salchichas rojas tratando de dividir su piel.
- En su mayor parte, estas quemaduras no están tan mal. Ella tiene un par de sitios que parecen quemaduras de grosor completo, pero el resto es relativamente menor. Voy a cubrirla con un vendaje temporal hasta que el médico le pueda echar un vistazo - tomó varios apósitos estériles y cuidadosamente envolvió un vendaje por los dedos de Christina - ¿Tiene dificultades respiratorias preexistentes o afecciones médicas?
Reece miró a Jack, observando la misma expresión de frustración que él sentía en su propia cara.
-No lo sabemos. - dijo, sacudiendo la cabeza con disgusto.
Conocía a Christina desde hace mucho tiempo y siempre había planeado llegar a conocerla mejor, pero su amistad nunca se había movido un paso más. La enfermera jugueteó con los ajustes de oxígeno de Christina durante un momento, y luego se fundió de nuevo en el caos que era la sala de urgencias de este pequeño hospital regional. Afortunadamente, en cuestión de minutos, el color de Christina mejoró, sus labios dejaron el color púrpura, su piel cogió un tono más natural. Ella pareció dormir plácidamente en sus brazos mientras esperaban a un médico. Cientos de personas se trasladaron a través de la zona, una corriente interminable de pacientes heridos y enfermos que necesitaban atención. Incluso en medio de todo el ruido, las sirenas de las ambulancias todavía se oían acercarse al hospital.
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Abby Blake – Fire Un niño gritó con todas sus fuerzas y el sonido penetró hasta el oído de Reece, embotado por la experiencia con la furia del fuego. Un hombre mayor arrastró los pies a través de la concurrida zona, con los ojos llorosos y su columna vertebral inclinada, pero con una evidente determinación en cada paso mientras cogió una botella de agua de un carro y regresó al lado de su esposa. La gente se movía en todas direcciones, el área era una mezcla de borrones de un gris apagado y movimiento. Una niña se metió debajo de la cama junto a ellos, con el rostro surcado de lágrimas, el miedo evidente en cada movimiento nervioso. Jack se alejó para hablar con el ocupante de la cama y luego se sentó en el suelo y se dirigió a la niña asustada. Con todos los mecanismos debajo, la cama médica era un lugar inseguro para esconderse, y Jack pacientemente habló con la niña. Finalmente, la convenció para salir. La niña subió a sus brazos, y sus delgados brazos se envolvieron alrededor de la garganta de Jack a punto de ahogarlo. Reece observó con asombro como su mejor amigo, un hombre que consideraba un hermano, calmó a la niña y finalmente la dejó su dormida junto a su madre en la cama. Reece y Jack siempre habían sido cercanos, pero hasta este preciso momento, Reece no habría sido capaz de definir su relación. El orgullo y el respeto por su mejor amigo lo inundaron al mismo tiempo que las lágrimas nublaron su visión, cogiéndolo por sorpresa. Él parpadeó rápidamente, el shock y la vergüenza manteniéndolo inmóvil. Se había pasado la vida entera convenciendo a la gente de que era un duro australiano, y ni siquiera una tragedia tan grande como este incendio forestal iba a arruinar su reputación tan arduamente ganada. Cerró los ojos, fingiendo dormir, notando con alivio que la respiración de Christina parecía menos trabajosa, más fácil, y ella parecía haberse relajado en sus brazos.
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Abby Blake – Fire
Jack trató de permanecer cerca de Christina y Reece pero sin estorbar a nadie. No fue una tarea fácil. Una enfermera cubrió la quemadura de Christina, comprobó su respiración, y desapareció entre la multitud. Se sintió como si hubieran pasado horas antes de que un médico finalmente se acercara a ellos. El color y la respiración de Christina habían mejorado, dado que llevaba el oxígeno, y ella había entrado y salido de la consciencia varias veces. El médico usó un estetoscopio para escucharle el pecho durante un momento y luego pidió a Reece ayuda para intentar despertarla. Reece miró a la mujer que tenía en sus brazos.
-Chris, es hora de despertar. El doctor necesita hacerte algunas preguntas.
La mujer en sus brazos abrió los ojos aturdida y rápidamente los cerró de golpe contra la luz.
-Owww - se quejó en un ronco gemido que quedó amortiguado por la mascarilla - ¿Puedo responder a las preguntas sin abrir los ojos? -Por supuesto - dijo el doctor amablemente - ¿Cómo siente la cabeza? -Como si tuviera una resaca asesina.
El médico se inclinó hacia delante, examinando y pellizcando la piel de los brazos de Christina, y luego sonrió de modo tranquilizador. Jack sintió el alivio atravesándolo.
-Chris, estás un poco deshidratada, por lo que vamos a ponerte una vía en marcha.
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Abby Blake – Fire El médico miró a Reece, sonrió, y luego volvió su atención de nuevo a la mano de Christina. Desenvolviendo cuidadosamente el vendaje, examinó la herida de cerca y luego preguntó
- ¿Algún otro problema médico que necesite saber? ¿Diabetes? ¿Asma? ¿Presión arterial alta o enfermedades del corazón? ¿Cualquier cosa que pueda hacer que una quemadura como ésta sea algo más serio?
Ella negó con la cabeza, por lo que el médico cogió su historial médico e hizo algunas notas rápidas.
-Su respiración parece estar mejor con el oxígeno, por lo que quiero que mantengas la mascarilla por un tiempo más. En este momento, vamos a esperar y ver cómo evolucionas las próximas horas antes de ordenar una radiografía. Una enfermera vendrá dentro de poco para limpiar y volver a cubrir esta quemadura. ¿Necesitas algún medicamento para el dolor?
Christina asintió con la cabeza con cansancio y dio las gracias al doctor. Luego, el médico volvió su atención a Jack y a Reece.
-¿Tenéis algún problema médico alguno de los dos? - preguntó mientras sostenía el estetoscopio en el pecho de Jack. -No, sólo demasiado humo. - Reece respondió por los dos. El médico rápidamente comprobó a uno y otro y asintió con la cabeza. -Suena bien, por el momento. Hacedlo saber a alguien si eso cambia en algún momento. - saludó a una persona zigzagueando entre la multitud y luego se trasladó al siguiente paciente.
Una mujer se dirigió a ellos y les entregó una gran jarra de agua y tres vasos desechables.
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Abby Blake – Fire Unos minutos más tarde, una enfermera le entregó a Christina algunas medicinas, le aconsejó tragarse los comprimidos con agua en abundancia, la dejó conectada a una vía intravenosa, y se fue tan rápidamente como todo el resto del personal médico que habían visto. A los quince minutos, Christina cayó en un sueño confortable. Señalando su intención a Jack, Reece se movió con cuidado para poder bajar a Christina a una posición más cómoda. Ella se volvió sobre su costado, con las rodillas dobladas por lo que ocupó todo el sillón. Cogió una manta y con cuidado la deslizó debajo de su cabeza a modo de almohada. Aparentemente incapaz de estarse quieto por más tiempo, Reece habló con Jack brevemente antes de salir del hospital.
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Sentado en el suelo junto a la cama improvisada de Christina, Jack le tomó la mano lesionada y silenciosamente prestó su fuerza a la mujer dormida. Reece había vuelto a la camioneta en un intento de aparcar en algún lugar cercano al hospital. Había estado desaparecido por más de una hora, por lo que Jack no creía que hubiera tenido mucho éxito. Alguien había encendido un televisor colgado del techo en la esquina de la habitación. Cuando la noticia alcanzó por primera vez a las cadenas de televisión, Jack se sintió entumecido. Un sinfín de imágenes de destrucción parpadeaba en la pantalla. Imágenes aéreas mostraban frentes de fuego enormes y la destrucción total de muchos hogares y negocios. El número de víctimas ya confirmados como mortales era asombroso y continuó aumentando mientras miró la televisión. Una mujer apareció en la pantalla, la ropa harapienta, con el pelo chamuscado, y su cara cubierta de hollín y lágrimas. Lloró en silencio mientras el entrevistador trató de hacer preguntas acerca del escape milagroso de su familia y las lesiones horrendas de la tormenta de fuego.
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Abby Blake – Fire La mujer apenas contuvo los sollozos mientras hacía todo lo posible por responder, pero la entrevista en vivo terminó cuando el periodista ya no pudo contener sus propias lágrimas. Jack sintió un nudo en la garganta ante la evidente angustia de la mujer. Sus vecinos, sus amigos, su ciudad entera, cada persona que él, Reece y Christina conocían estaba afectada por esta tragedia. La comunidad en la que habían crecido, donde habían vivido toda su vida, se había ido, no quedaba nada más que un montón de hierros retorcidos y cenizas blancas y grises. Todo lo que poseía ahora estaba en la camioneta. Y no era el único. Miles de personas estaban ahora sin casa, sin nada más que la ropa sobre sus espaldas, y aún así los incendios rugían, destruyendo todo, personas, hogares, familias, pueblos y comunidades enteras. Jack sostuvo la mano de Christina sobre su la mejilla, y, por primera vez en su vida adulta, lloró.
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Reece finalmente regresó de nuevo con la camioneta. Dondequiera que fuese, alguien necesitaba ayuda. Había llevado a varias personas heridas al hospital incluyendo una familia con cuatro hijos, todos ellos tenían quemaduras de diferentes grados. El fuego no les había dado advertencia alguna, y que habían tenido que huir repentinamente de su casa en llamas. Los niños estaban angustiados y aterrorizados, y él había tenido dificultades para llevarlos sin llorar él mismo. Seguramente, esto tenía que ser lo más parecido al infierno sobre la tierra que una persona pudiera pensar. Por último, él regresó a la camioneta y encontró una ruta menos tortuosa hacia el hospital. Verificó la parte trasera de la camioneta para asegurarse de que nada estaba ardiendo y se sintió aliviado al encontrar que el equipo de
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Abby Blake – Fire camping y lo esencial que habían embalado estaba en bastante buenas condiciones, tan solo un poco golpeado. Había tardado casi tres horas, y cuando regresó al hospital, encontró a Jack sosteniendo la mano de Christina y mirando a la televisión. La devastación era total y absoluta. No quedaba nada en ningún lugar. La vista aérea sólo mostraba ennegrecido metal y cenizas en polvo. Todo, todo se había ido. Y el número de muertos era asombroso. La ira llenó de impotencia a Reece. Volvió a salir de la habitación del hospital, al darse cuenta que tenía que hacer algo constructivo para conseguir mantener su temperamento bajo control. Resistiendo la tentación de poner su puño contra una pared, él se dirigió hacia la multitud para ayudar a llevar más heridos al hospital.
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Abby Blake – Fire
Capítulo Cuatro Estaba completamente rodeada por las llamas, girando, girando, buscando desesperadamente escapar, su único compañero un cuerpo horriblemente quemado y ennegrecido. La mitad de la cara había desaparecido, por lo que los dientes sonreían con regocijo demente. Un brazo ennegrecido la señaló acusadoramente. Ella sintió la intensidad del infierno, el calor de las llamas, y gritó cuando cada centímetro de su piel y ropa se incendió. El círculo de llamas a su alrededor cayó entonces, y los vio. Todos ellos. Quemados, carbonizados, retorcidos más allá del reconocimiento estaban los cuerpos de todos sus vecinos, todos sus amigos, cada persona que ella siquiera había conocido. Ella gritó y trató de cerrar los ojos, pero se dio cuenta de que sus párpados se habían quemado, dejándola incapaz de protegerse a sí misma de las imágenes horripilantes. Se puso de pie en medio de un paisaje lunar ennegrecido rodeado de la escena grisácea, chillando de terror cuando las llamas la consumieron. Christina despertó de su sueño inducido dando un grito debido al dolor que atravesó su garganta reseca y áspera. Tomó un momento para orientarse, y entonces estuvo ridículamente agradecida por la voz ronca que le impidió gritar en voz alta y despertar a Jack. Se había quedado encorvado dormido en el suelo junto a ella. Parecía completamente cubierto de hollín. Sus ropas estaban rotas y sucias y el agotamiento estaba grabado profundamente en su rostro. Tenía el pelo chamuscado y sucio y parecía que había pasado varias veces sus manos a través de él. Y le sostenía la mano lesionada de manera protectora. Mirando a su alrededor, vio que estaba en un sofá que había sido arrastrado de la sala de espera del hospital. Ni siquiera estaba segura de cómo o por qué estaba allí.
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Abby Blake – Fire Su única certeza era que Jack y Reece la habían protegido en su momento más vulnerable. Eran, probablemente, la razón por la que estaba viva.
-Es un placer verte despierta - dijo una voz profunda detrás de ella.
Ella sonrió un poco mientras una cara bonita entró en su borrosa línea de visión. Tal vez no era capaz de verlo con claridad, pero reconocería la voz de Reece en cualquier lugar. Sus ojos se humedecieron al momento en que los mantuvo abiertos, y el escozor finalmente superó su necesidad de ver, de mala gana, ella los cerró. Podía sentir las lágrimas corriendo por su cara, e intentó secarlas con su mano lesionada, lamentando su movimiento casi al instante. El alivio del dolor que había sentido estaba empezando a desaparecer, y por mucho que odiara tomar medicamentos, ella deseó tomar algunos ya. Su audición todavía se sentía extraña, y el tubo de oxígeno por la nariz muy incómodo. Sintiéndose más vulnerable de lo que podía recordar, ella estrechó con más fuerza la mano que sostenía la suya. Luego, otra voz profunda y suave la calmó. Jack le dijo que estaba segura y que todo iba a estar bien. Fuertes dedos frotaron suavemente sobre el dorso de su mano sana, y otra mano acarició la piel sensible alrededor de su tobillo y la pantorrilla, animándola a relajarse un poco. Oyó la voz de una mujer hablando en alguna parte cerca de ella, pero no pudo entender las palabras, y luego se olvidó de lo que estaba tratando de pensar cuando una cálida oleada de calma la envolvió, y se deslizó en el olvido.
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Abby Blake – Fire -Parece que estará dormida durante un tiempo. - dijo la enfermera mientras comprobó la temperatura y la presión arterial de Christina - Tal vez deberían tomarse un descanso, e ir a limpiarse. Me han dicho que los voluntarios que están en la parte frontal del hospital sirven comida y reparten ropa. Quizás podríais tomar algo de ropa para ella, también.
Ambos miraron a Christina mientras dormía pacíficamente, el sentido práctico en conflicto con la terca emoción mientras cada uno de ellos decidió qué hacer.
-Vamos. - dijo Reece, entendiendo la reticencia de Jack de dejarla sola en un hospital con demasiados pacientes. - Estaré aquí para mantener un ojo en ella.
Jack estiró las piernas frente a él, sintiéndose mucho más viejo de sus treinta y dos años. Como para influir en su decisión, su estómago gruñó ruidosamente. La enfermera sonrió amablemente.
-Yo diría que ella necesitará una talla L. - dijo ella amablemente.
Jack se puso en pie torpemente, sintiéndose descoordinado y tembloroso, una sensación tan ajena a él que apretó los dientes y obligó a su cuerpo a moverse. La ira alimentó sus movimientos, y de alguna manera encontró la energía para salir del hospital a la luz del día. El cielo parecía más sucio, más oscuro ahora con la calina de los incendios forestales de cómo había estado varias horas antes, cuando por primera vez habían llegado al hospital. Siguiendo a la multitud, Jack se unió al grupo en espera de la comida en la parrilla. Casi todo el mundo aún estaba cubierto de espeso hollín negro, y le
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Abby Blake – Fire llevó un momento darse cuenta de que conocía a algunos de los que le rodeaban. Aliviado al ver que tanto él como Reece y Christina no eran los únicos que habían escapado de su condenada ciudad natal, Jack pasó varios minutos hablando con vecinos y amigos, tratando de obtener una indicación de si alguien más había logrado sobrevivir. Al ver a uno de sus vecinos moviéndose lentamente por el césped, se apresuró para ponerse al día.
-Reg - llamó moviéndose detrás de él.
Su amigo más antiguo, tanto en edad como en años conocidos, se volvió hacia él con el alivio y el placer escritos en su rostro.
-¡Maldita sea! Me alegro de verte, amigo.
Reg agarró la mano de Jack para sacudirla firmemente.
- Pensé que te había perdido. ¿Está Reece contigo? ¿Está bien? - al ver la cara de emoción de Reg, Jack le apretó la mano con suavidad antes de soltarlo. -Reece está bien. Está cuidando a Christina Andrews en este momento. - ¿Christina? ¿La hija de Mavis Andrews? Pensé que alguien dijo que se había mudado cuando Mavis murió, pero no estaba seguro. ¿Está bien? -Ha inhalado humo y se quemó la mano, pero por lo demás, está bien. -Eso es bueno - dijo Reg - Una persona más que sale con vida.
El anciano sacó una pequeña libreta del bolsillo de la camisa y añadió sus nombres a la lista que había estado guardando. Mostró el resto de los nombres a Jack. No era una larga lista, pero vio algunos nombres familiares, y aunque se
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Abby Blake – Fire sintió aliviado al ver que algunos habían sobrevivido, se preocupó más por los que faltaban. Reg miró a su alrededor, pensativo.
-Están repartiendo ropa allí. Probablemente deberías ir y conseguir un par de cosas mientras puedas. No te imaginas cuántas personas necesitan ayuda.
Jack puso su mano sobre el hombro de Reg de modo tranquilizador.
-Gracias, amigo. El telediario está diciendo que nuestra ciudad ha desaparecido. ¿Alguna idea de lo que vas a hacer ahora?
Reg lo miró con ojos rojos y llorosos.
-Creo que voy a visitar a mi hermana en el norte, mientras las cosas aquí se solucionan. Oí a alguien decir que el ejército estaba montando tiendas de campaña sobre el polideportivo, pero ir de camping simplemente no tiene el mismo atractivo para mí en estos días.
Jack asintió, aliviado de que Reg al menos tuviera un lugar adonde ir. Se había preocupado de que a sus ochenta y tres años de edad, tuviera que luchar con su salud, mientras que intentaba recuperar y reconstruir el pueblo. Agarró unos sándwiches, dos botellas de agua y una botella de zumo y se dirigió a la zona donde los voluntarios estaban ayudando a los supervivientes de los incendios forestales que no tenían nada más que la ropa que llevaban puesta. Agarró un cambio de camisa para sí mismo, una extra para Reece, y algo de ropa para Christina, aliviado de encontrar ropa interior y artículos de higiene personal que habían sido donados por un supermercado local.
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Abby Blake – Fire Un voluntario le ayudó a poner la ropa y artículos de higiene personal de Christina en una bolsa de plástico y señaló un montón cada vez mayor de ropa sucia y dañada, donde podía desechar su propia ropa dañada por el fuego. Mantuvo sus vaqueros y botas, que estaban sucios pero no gravemente dañados, pero descartó el resto, sabiendo que estaba más allá de salvamento. Esperaba que las cosas que había guardado en la camioneta no estuvieran dañadas. Sería agradable si había logrado salvar algunas de sus propias ropas. Se sentía bien estar usando una camisa limpia, sin embargo, aunque fuera de segunda mano. Otro voluntario le había sugerido que agarrara un par de sudaderas y una chaqueta del tamaño de Christina por si el clima se ponía más frío, ya que tendía a hacer eso en esta época del año. Te ahogabas de calor de día, y morías de frío a la noche, ese había sido el patrón de clima con el que había crecido llegando a acostumbrarse, pero hasta ahora, no había apreciado realmente lo fácil que resultaba ajustarse a la intemperie cuando tenías un vestuario completo de ropa. Se topó con algunos vecinos más y les señaló en la dirección de Reg para que pudieran ser añadidos a su lista. Cuantas más personas supieran que había una lista, más posibilidades tenían de conocer al menos quienes habían sobrevivido. Ansioso por volver a Christina antes de que ella se despertara, se dirigió de nuevo al hospital. La televisión en el vestíbulo volvió a mostrar imágenes aéreas de lo que quedaba de su ciudad, básicamente nada, sólo pequeños montones de escombros cubiertos de ceniza blanca. La escuela, la comisaría, el bar del pueblo, edificios declarados patrimonio nacional que habían sobrevivido a innumerables incendios forestales en los últimos cien años habían desaparecido. La esencia misma de su ciudad natal había sido borrada, y Jack se preguntó si alguna vez podría recuperarse tanta devastación. Jack cerró los ojos cuando las escenas del accidente de coche de los Kennedy destellaron en la pantalla. Las imágenes estaban grabadas en su cerebro, y respiró profundamente mientras intentó tirar de sus emociones alborotadas para controlarlas de nuevo. La ira inundó su sistema, pero de alguna manera, su impotencia pareció aún más deprimente.
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Abby Blake – Fire Volviendo al pabellón donde Christina dormía en su cama improvisada, saludó a la enfermera y luego instaló los paquetes entre el salón y la pared para mantenerlos fuera del camino. Se sentó de nuevo en el frío suelo, cerca de sus pies, y puso un brazo protector sobre su pierna, notando que Reece había reclamado su mano mientras él se había ido. Con cuidado, trató de ponerse cómodo, sin entrar en el camino de nadie, y trató de dormir un poco.
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Christina finalmente se despertó sin dolor de cabeza. Abrió los ojos lentamente, no estaba dispuesta a correr el riesgo de que la luz sacudiera sus ojos hipersensibles. Reece y Jack estaban todavía allí, uno sosteniendo su mano, uno acariciando su pierna. Ella se arriesgó moviéndose un poco para obtener una mirada más cercana. Se habían limpiado un poco, y parecían estar usando ropa diferente, pero el cansancio aún sombreaba sus rostros. Sospechaba que, como ella, habían pasado las últimas noches siguiendo los incendios forestales locales, dispuestos a defender sus hogares si es necesario. No habían podido hacer nada al final, sin embargo. El incendio que destruyó todo había venido desde la otra dirección, un fuego como nunca habían visto hasta que cayó sobre ellos. Un voluntario se apresuró a entrar la sala repartiendo bocadillos y zumo. Christina aceptó la comida y trató de sacar su mano suavemente sin despertar a su agotado salvador. Pero se despertó de todos modos.
-Hola, hermosa - dijo Reece, mientras una pequeña sonrisa arrugó su cara - ¿Te sientes un poco mejor?
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Abby Blake – Fire Ella asintió con cautela, una vez más reacia a moverse rápidamente por temor a sacudir su cuerpo y que el dolor de cabeza regresara. Una enfermera, al ver que estaba despierta, se apresuró a preguntar cómo se sentía, rápidamente tomó los signos vitales de Christina, y luego hizo una serie de preguntas. Su última pregunta fue un poco desconcertante.
-Entonces, si le damos el alta hoy, ¿tiene a donde ir?
Christina negó con la cabeza, mirando a Reece para su confirmación.
-No se preocupe. - dijo Reece - nosotros nos ocuparemos de ella. -Tendrá que ser capaz de volver al hospital para tener las quemaduras controladas y cambiar el vendaje todos los días. -No es un problema. - dijo Reece con confianza. -Está bien. - la enfermera asintió con la cabeza - Voy a hablar con el médico, y si él dice que está bien, te daré algunos medicamentos y las instrucciones, y puedo sacarte de este lugar atestado enseguida.
Christina estaba deseando salir de esta cama improvisada. No era que el sofá fuera incómodo. Era sólo que no estaba acostumbrada a dormir contra la pared, y tratar de darse la vuelta había demostrado ser muy incómodo. Echaba de menos su propia cama cómoda y sintió aflorar de nuevo las lágrimas cuando recordó que todo lo que alguna vez había poseído se perdió. Ella levantó la manta para evaluar exactamente lo que llevaba puesto, sólo para darse cuenta que sólo llevaba una bata de hospital y ropa interior. En esta etapa, ni siquiera podía estar segura de que fuera su propia ropa interior. ¿No era un pensamiento deprimente? Reece debió haber sentido su preocupación, porque se puso de pie y sacó un par de bolsas de plástico de detrás del sofá.
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Abby Blake – Fire -Jack recogió esto para ti, así que él tiene la culpa si es del tamaño equivocado, ¿de acuerdo? - dijo con una sonrisa contagiosa y feliz.
Christina levantó su mano sana para tomar las bolsas. Las colocó en el suelo junto a ella y se empujó a sí misma hasta sentarse, y torpemente abrió las bolsas para ver el contenido. Dentro había un paquete con ropa interior a estrenar de algodón, un cepillo de dientes, pasta de dientes y jabón. En la otra bolsa estaban los pantalones vaqueros, las camisetas, y sudaderas, todos parecían ser de su tamaño. La ropa era obviamente de segunda mano, pero estaban en muy buenas condiciones, y Christina nunca había estado más feliz al ver un par de vaqueros y una camiseta en su vida.
-Pensé que te gustaría parar luego en un supermercado y ver si tienen champú en los estantes y cualquier cosa que necesitemos durante unos días.
Fue entonces cuando Christina dio cuenta de que ni siquiera tenía su billetera. No tenía su licencia de conducir, pasaporte, o tarjetas de crédito y no podía acceder a sus cuentas bancarias sin alguna forma de identificación. Y, por supuesto, no podía obtener una copia de su licencia sin mostrar prueba de quién era ella. Ni siquiera tenía un miembro de su familia que pudiera dar fe de que ella era quien decía. La enormidad de la situación comenzó a apoderarse de ella, y estaba de nuevo en el borde de las lágrimas cuando dos hombres fuertes y cálidos se sentaron a ambos lados de ella y la abrazaron.
-Está bien, nena. - Reece susurró con dulzura - Nosotros nos encargaremos de ti. -Confía en nosotros, Christina. - Jack instó confiadamente -Todo va a salir bien.
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Abby Blake – Fire Se sentía tan bien, poder contar con esto, tener a alguien en quien apoyarse, además de ella. Hacía seis meses, su madre había muerto dolorosa y lentamente de cáncer, y Christina había mantenido la compostura, simplemente porque no tenía a nadie que la levantara si caía. Había estado de pie sola en el funeral, sintiéndose no lo suficientemente cercana a alguno de los amigos de su madre para buscar consuelo y después de perder el contacto con cualquiera de sus propios amigos. Reece y Jack habían estado allí, pero en ese entonces, habían sido sólo chicos que habían ido a la escuela con ella hacía mucho tiempo. A pesar de sus ofertas, no se había sentido cómoda para aceptar la ayuda de ninguno de los dos en ese momento. Ella se había topado con ellos con bastante frecuencia desde entonces, pero siempre como amigos. Nada romántico había surgido. Se sentía muy especial por tener esos dos hombres guapos cuidando de ella ahora, así que se quedó a salvo y caliente en su abrazo mientras se relajó y cayó de nuevo en un sueño confortable.
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Varias horas después, flanqueada a ambos lados por sus apuestos protectores, Christina salió del hospital. Le habían dado la medicación para el dolor y antibióticos para protegerla contra la infección, lo que podría ser una complicación grave con las quemaduras. También había recibido una charla muy severa sobre lo que podía y no podía hacer en los próximos días. Sus compañeros convencieron al médico de que estaba en buenas manos, y la habían ayudado a vestirse, una experiencia nueva y embarazosa para Christina, y luego la escoltaron de regreso a la camioneta. En realidad no había pensado mucho en ello hasta ahora, pero la parte de atrás de la camioneta tenía un área de almacenamiento grande que contenía los
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Abby Blake – Fire elementos esenciales que Jack y Reece habían podido salvar antes de que quedaran destruidos sus hogares.
-Nos las arreglamos para salvar todo nuestro equipo de camping, ropa, herramientas de construcción, ordenadores portátiles, y registros financieros, así que nos ha ido mejor que a la mayoría - dijo mientras sostenía la puerta abierta para ella.
Los oídos de Christina se animaron ante la mención de los ordenadores. Había abierto una tienda de eBay desde su casa, y había estado preguntándose cómo iba a ser capaz de informar a sus clientes acerca de sus problemas por los incendios y organizar reembolsos si fuera necesario. Eso asumiendo, por supuesto, que fuera capaz de averiguar cómo acceder a sus cuentas bancarias sin identificación.
-Así que, ¿a dónde vamos? - preguntó a los chicos cuando Jack la depositó en el asiento del medio de la cabina de la camioneta. -Pensé que deberíamos dirigirnos al campo de fútbol, ver que podemos encontrar, y averiguar cuál es el plan para las actividades de socorro. -Sip. No queremos ser dados como desaparecidos. - dijo Reece, sonriendo torvamente. -Y… - dijo Jack, mirando a Reece y luego rodando los ojos - …averiguar cuándo podemos volver a casa para evaluar los daños.
Jack saltó al asiento del conductor, y Reece se subió por el otro lado, deslizando su brazo sobre el respaldo del asiento y masajeando los músculos tensos del cuello de Christina. Ella apoyó la cabeza hacia delante un poco, cerrando los ojos para apreciar mejor la sensación celestial. Jack inició la marcha y muy casualmente deslizó su mano sobre su muslo, acariciando suavemente hacia arriba y hacia abajo la parte superior de su pierna. Se sentía tan agradable ser el centro de su atención que ella aplastó la pequeña voz le decía que era un error aceptar tales
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Abby Blake – Fire caricias íntimas de dos hombres diferentes al mismo tiempo. En este momento, se sentía bien, y no quería que se detuvieran. El viaje hasta el polideportivo local tomó menos tiempo del que hizo falta para aparcar la camioneta. Reece bajó de su asiento y mantuvo abiertos los brazos para ayudarla a salir. Era difícil maniobrar con su mano fuertemente vendada, y ella aceptó su ayuda con gratitud. No perdió de vista la rapidez con que Jack reclamó su mano ilesa para caminar con ella, y quedó un poco preocupada de quedar atrapada en medio de una lucha de egos masculinos. Dio un rápido vistazo a Reece, relajándose un poco cuando se dio cuenta de que estaba sonriendo hacia ellos y no mostrando señales de celos. ¡Santo cielo! ¿Qué estaba pensando? Ellos sólo estaban siendo protectores. La habían rescatado de un incendio forestal donde lo había perdido todo, y ahora, se sentían responsables de ella. Eso era todo. Sus toques acariciantes simplemente estaban destinados a hacerla sentir más cómoda, nada más. Ella los miró por separado. Ambos eran altos y delgados aunque Reece siempre había sido un poco más musculoso en comparación con el estilo más elegante, más atlético de Jack. El cabello de Jack se veía dorado, de color marrón claro, por la luz del sol, pero era más un color rubio rojizo debajo de todo el hollín, mientras que el cabello de Reece era mucho más oscuro, un color marrón profundo con un toque de color caoba. Ambos tenían características hermosamente robustas, magníficos ojos líquidos, y unos labios hechos para besar. Sabía a ciencia cierta que nunca habían tenido problemas para atraer a montones de mujeres. Sí, pensó, como si pudieran desearme, a mí, a una mujer socialmente torpe de veintisiete años de edad, demasiado alta y demasiado amplia para ser considerada elegante o femenina. Estos chicos eran guapísimos, y ella era la chica a la que nadie veía. Por lo menos, pensó, en un bálsamo para su orgullo, ambos son más altos que yo. Eso tenía que contar para algo. Mentalmente rodó sus ojos ante su tonto pensamiento, tratando de dejar de lado sus pensamientos confusos y concentrándose en asuntos más serios.
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Abby Blake – Fire Encontraron lo que parecía ser una zona central donde los voluntarios trabajaban afanosamente para tratar de proporcionar la mayor asistencia a los más necesitados. Christina se sintió como un poco como un fraude. Claro, ella había perdido su casa y su negocio y todas las otras cosas materiales que había poseído, pero al menos no estaba tratando de cuidar a niños pequeños o hacer frente a la pérdida de un ser querido. Muchas de las personas que la rodeaban habían perdido mucho más en el fuego que ella, y se sintió aliviada y un poco triste al ver que ella había tenido tan poco que perder. Su casa podía ser reconstruida y sus cosas reemplazadas, pero la pérdida inesperada y violenta de un ser querido era una herida abierta que nunca sanaría. Ella miró a sus dos chicos, bueno, podía pensarlo todo el tiempo aunque no lo creyera en serio, y sus miradas reflejaban sus propias emociones. Ninguno de ellos parecía cómodo pidiendo ayuda cuando otros lo necesitaban mucho más. Se dirigieron a una mesa que mostraba un letrero escrito a mano que decía "POR FAVOR REGÍSTRESE AQUÍ." Jack se adelantó dando sus nombres, sobresaltando a Christina cuando le preguntó por su número de móvil. Su teléfono había estado en su cadera cuando saltó a la represa, por lo que Jack les dio su número como contacto e hizo los arreglos para que pudieran establecer su material de acampar en el otro extremo del campo de deportes, dejando a las familias y los más necesitados quedarse con las posiciones más cercanas a las comodidades. Por último, preguntó si alguien sabía cuándo podrían ser capaces de regresar a sus hogares para evaluar los daños. Nadie pudo responder a eso.
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Abby Blake – Fire
Capítulo Cinco -Cuesta creer que es el mismo campo deportivo, donde solíamos jugar al fútbol - reflexionó Reece mientras estaban sentados en frente de su tienda de campaña un par de días más tarde.
Por todas partes se veían tiendas de campaña resistentes de varias formas y tamaños, muchas de ellas proporcionadas por el ejército para ayudar a tanta gente como pudieran.
-Recuerdo haber visto algunos de esos juegos cuando estaba en el instituto.
Christina sonrió con cariño ante los recuerdos. Habían sido buenos días. En ese entonces ella había estado rodeada de amigos y de una familia cariñosa, y su futuro estaba lleno de sueños.
-Hey, nena, ¿por qué esa sonrisa triste? Debes estar recordando cuántas veces Jack dejó caer el balón.
Jack arrojó el saco de dormir enrollado hacia Reece, apuntando a su cabeza. Reece logró esquivar el misil y riendo añadió:
-Y él no era muy bueno haciendo pases.
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Abby Blake – Fire Jack rió con buen humor, y Christina se encontró relajándose un poco. Sus risas llamaron la atención de algunos niños que estaban en la zona, y que llegaron a ver de qué se reían mientras todos los demás parecían tan serios. Christina observó con orgullo que los chicos agarraron una pelota de fútbol y rápidamente juntaron dos equipos de niños para jugar un partido. Con una pequeña sacudida de culpabilidad se dio cuenta de que estos niños estaban probablemente sufriendo tanto como todos los demás pero sin la madurez o la experiencia para comprender hasta qué punto sus vidas estaban a punto de cambiar. Reece y Jack parecían entenderlo y ahora ayudaban a estos niños a sobrellevarlo un poco proporcionando un sentido de normalidad en medio de tales circunstancias extraordinarias. Al mismo tiempo, daban a sus padres un poco de espacio para hacer su propio duelo sin tener que esconderse de sus hijos. Mientras se sentaba y miraba el partido que crecía cada vez que otro grupo de niños descubría la diversión, se dio cuenta de lo especial que eran esos chicos realmente. La habían rescatado, se quedaron con ella en el hospital, y ahora, se la habían llevado con ellos cuando no tenía otro lugar a donde ir y nadie a quien recurrir. Asombrada por su abnegación, esperaba un día ser capaz de devolverles su amabilidad y se juró a sí misma encontrar una manera. Había estado un poco avergonzada aquella primera mañana en la tienda cuando se había despertado pegada contra Jack. Él le sonrió con la expresión confusa por el sueño, la besó castamente en la frente, y la atrajo hacia sí. Ella había tenido una pesadilla de nuevo y había estado a punto de recordar algo, pero rápidamente de nuevo se había dormido cuando unos fuertes brazos habían tirado de ella en un fuerte abrazo. Reece se había reído de ellos cuando se había despertado, lamentando que haberse perdido toda la diversión. Despertar en los brazos de Reece a la mañana siguiente fue aún más vergonzoso, pero ninguno de sus chicos parecía molesto por su capacidad de dormir acabando en sus regazos. Contenta de no estar causando un problema para su amistad, ella todavía se sentía un poco fuera de equilibrio por la forma en que ambos aceptaban su presencia con tanta indiferencia.
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Abby Blake – Fire Ella no había sido capaz de resolver sus propios sentimientos sobre cualquiera de ellos, y cada vez que se convencía de que los tres compartían una amistad platónica y nada más, uno de los chicos le lanzaba un brazo posesivo sobre los hombros o la agarraba para un rápido abrazo, y ella estaba de nuevo fuera de equilibrio. El olor de la barbacoa pronto tuvo a los niños corriendo de vuelta con sus padres, hambrientos y exhaustos, pero sonriendo por primera vez en días. Muchos padres se acercaron a intercambiar un apretón de manos y unas cuantas palabras con Reece y Jack antes de recoger a sus hijos para que pudieran comer y se prepararan para la hora de acostarse.
-Tanto por un pequeño juego de fútbol - Jack trató de quejarse y luego lo arruinó al sonreír extensamente.
Tanto él como Reece se veían más felices que lo habían hecho en días. Tal vez incluso los adultos necesitaban tiempo libre de preocupaciones, pensó Christina. Mañana, trataría de encontrar algunas actividades para los niños a los que no les gustara el fútbol.
-Mejor iremos a lavarnos para que podamos a cenar algo - les sonrió Christina. -Tú quédate quieta - Jack ordenó cuando ella trató de levantarse de la silla - Estaremos de vuelta en un par de minutos para acompañarte a cenar.
Ella sonrió, un poco más que entusiasmada con la idea de ser escoltada a la cena por dos de los más guapos y generosos chicos que le gustaban de todo el país. Lástima que la cena significaba una barbacoa creada por voluntarios y probablemente iban a ser un par de salchichas en pan. Ella suspiró en voz baja. Jamás pensó aborrecería la barbacoa. Resultó que estaba equivocada. Perdida en sus propios pensamientos, Christina se sorprendió al encontrar a Reece casi frente a ella en el momento en que ella miró hacia arriba.
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Abby Blake – Fire Tenía el pelo mojado y peinado hacia atrás de su rostro, y ahora llevaba unos vaqueros limpios, botas y una camisa. Se veía tan guapo, tan delicioso, que ella quiso levantar su cuerpo e inhalar al hombre. El pensamiento apenas había fusionado en su mente cuando Jack entró en su visión, y ella pensó lo mismo de él. Señor, pensó, estoy perdiendo la cabeza. Reece sonrió como si supiera exactamente lo que estaba pensando, y se las arregló para delatarse al sonrojarse hasta el nacimiento del pelo.
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Después de cenar, vagaron de regreso hacia su tienda de campaña juntos.
-Así que, nena,- dijo Reece cogiendo su mano ilesa, mientras caminaban hacia la tienda - hemos estado apostando sobre los brazos en los que acabaras esta noche. ¿Me puedes dar alguna pista?
El shock acabó en carcajadas cuando se dio cuenta de que estaban burlándose de ella. Ella plantó una sonrisa descarada en su rostro y le guiñó un ojo a los dos.
-Supongo que tendremos que ver.
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Abby Blake – Fire Jack se acercó por detrás, tirando de ella dentro de sus fuertes brazos sobre su pecho.
-Tal vez puedas ser influenciada - él susurró en voz alta y luego pasó la lengua suavemente sobre la concha de su oreja.
Ella se rió ante la sensación cosquilleante pero chilló un poco cuando otro conjunto de brazos tiró de ella en un abrazo y comenzó a besar y mordisquear su cuello. Riendo más duro ahora, Christina levantó sus brazos en señal de rendición.
-Está bien, está bien, voy a tratar de mantenerme en mi lado de la tienda esta noche – sonrió ella.
Dos caras guapas con expresiones idénticas la miraron fijamente.
-Tal vez, - dijo Jack - deberíamos simplemente abrazarte ambos mientras duermes.
Christina se rió un poco nerviosa. Seguramente, ¿no lo dirían en serio?
-Suena como un compromiso justo para mí - estuvo de acuerdo Reece.
Más tarde, Christina no estaba segura de exactamente cómo, se las había arreglado para conseguir que sus pies andaran lo suficientemente bien como para llegar de nuevo a la tienda sin caerse. Su burla amistosa envió cohetes de sensaciones disparándose por todo su cuerpo, haciéndola cosquillear con el conocimiento de lo masculinos que eran ambos, de cómo ambos lograban convertirla en mantequilla con sólo una mirada.
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Abby Blake – Fire Tomó una gran cantidad de fuerza de voluntad convencerse de que sólo estaban bromeando a su alrededor y de que no iban realmente en serio. Cuando regresaron a la tienda, Christina pasó rápidamente a través de su ropa para agarrar la enorme camiseta que había estado utilizando como camisón. Había perdido su timidez por cambiarse en frente de ellos cuando Reece había señalado la forma en que ya habían visto la mayor parte de cuerpo, logrando hacerla ruborizarse de pies a cabeza cuando la había felicitado por sus hermosas tetas. Sólo Reece podía decir algo así y seguir tan tranquilo. Jack asintió en acuerdo, y ella les había tirado una almohada a ambos. Era muy difícil vestirse o desvestirse sin su ayuda de todos modos, por lo que la modestia parecía fuera de lugar. Reece la ayudó a sacar la blusa por los brazos mientras Jack desabrochó el cierre de los vaqueros y los bajó hasta el suelo, sosteniendo su pantorrilla suavemente mientras levantaba primero una pierna y luego la otra. Lanzó sus vaqueros sobre la silla en la esquina de la tienda. Habían hecho esto las dos últimas noches para ella, de manera rápida y eficiente, dándole poco tiempo para estar avergonzada pero esta noche, la mirada de Jack se detuvo en sus pechos lo suficiente para que sus pezones sobresalieran con fuerza, pidiendo atención. La mano de Reece recorrió lenta y suavemente arriba y abajo por su pierna desde la pantorrilla hasta la rodilla, como para conocer su forma. Christina miró a Jack un poco insegura. Él sonrió y la ayudó a ponerse la camiseta.
-Eres tan hermosa. - dijo mientras se inclinó para rozar un tierno beso contra sus labios.
Reece se levantó y le dio un abrazo rápido antes de ayudarla con su saco de dormir. Un hormigueo la recorrió por todas partes y quedó un poco avergonzada por estar tan excitada por esas sencillas acciones, Christina torpemente se puso de lado. Momentos más tarde, Jack se instaló dentro del saco de dormir delante de ella, apoyando la cabeza sobre una almohada para sonreírle.
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Abby Blake – Fire Ella sintió a Reece detrás cuando se colocó sobre su costado y tiró de ella hacia él, estilo cuchara. Incluso a través de dos sacos de dormir, podía sentir los duros músculos de su pecho y el abdomen presionando contra su espalda. Su respiración se aceleró cuando ella también notó la erección dura como una roca que presionó entre sus nalgas. Jack levantó una mano para apartar un mechón de cabello de sus ojos y se inclinó para besarla suavemente. Ella en silencio gimió excitada, así que él profundizó el beso, empujando su lengua suavemente en su boca y explorando la cavidad caliente. Reece la abrazó aún más estrechamente cuando Jack suavizó el beso y se echó hacia atrás.
-Buenas noches, Christina - dijo con cierta melancolía - Duerme ahora. Estaremos aquí si nos necesitas.
El cuerpo de Christina zumbó ante esa sensación, y no estuvo segura de poder dormir en toda la noche. Nunca había deseado tan desesperadamente algo de sexo, y allí estaba, llena de lujuria por los dos. Si era sincera consigo misma, tendría que admitir que quería algo más que sexo, pero no estaba de humor para examinar sus motivaciones. De algún modo, sin embargo, acabó cayendo dormida y se despertó a la mañana siguiente, aliviada por no haber tenido la pesadilla de nuevo. En algún momento de la noche, ella había logrado darse la vuelta, y ahora, ella yacía en cucharilla contra Jack y mirando hacia Reece. Reece la observó mientras ella abrió los ojos.
-¡Buenos días! - susurró Reece mientras se inclinó para besarla en los labios -¿Has dormido mejor?
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Abby Blake – Fire Sonriendo tímidamente, se dio cuenta de que había tenido la mejor noche de sueño en días, quizás incluso meses. Envuelta a salvo y caliente en el capullo de sus cuerpos, había dormido a pierna suelta por primera vez en mucho tiempo. El brazo de Jack se tensó un poco mientras la atrajo hacia su cuerpo y le acarició el cuello.
-Buenos días. - suspiró en su oído - Estoy tan a gusto aquí que creo que no voy a dejarte ir nunca. Te sientes maravillosa.
Aparentemente para probar su punto, él tiró de sus caderas hacia atrás sobre su furiosa erección, moliendo su polla lentamente contra la carne suave de su culo. El cuerpo de Christina inmediatamente comenzó a tararear con entusiasmo, y sintió reunirse la humedad entre sus muslos, los músculos de su coño comenzando a palpitar.
-Ah, parece que estás disfrutando de eso. - dijo Reece mientras se inclinó para besarla, empujando su lengua profundamente en su boca y enredándose con la suya.
Ella gimió un poco, y Jack se inclinó para morder su oreja suavemente, recordándole en un suave susurro que tenían que estar en silencio.
-Me encantan tus sonidos dulces, pero muéstrame lo que te gusta con tu cuerpo.
Christina sintió abrirse la cremallera de su saco de dormir, el aire fresco de la mañana por un momento enfrió su piel antes de que Jack regresara a ella, aún dentro de su propio saco de dormir.
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Abby Blake – Fire Reece pasó sus manos sobre sus caderas y su vientre, empujando la camisa arriba más allá de sus pechos y sobre su cabeza, ayudando cuidadosamente a sacar de una sola vez su brazo lesionado.
-Son aún más hermosos de lo que recuerdo. - dijo mientras pasaba sus manos sobre su cuerpo y sus pechos, los pulgares apretando los picos duros.
Jack continuó presionando su espalda sobre su erección mientras sus manos recorrían sus piernas y culo, enganchó la parte superior de sus bragas, empujándolas por sus piernas, y ayudándola a patearlas fuera. Una turbación caliente se deslizó hasta su cuello cuando se dio cuenta que ahora yacía a su lado, desnuda entre ellos, los dos hombres todavía en sus sacos de dormir.
-Permítenos enseñarte lo bella que eres. - susurró Jack en su oído, mordiendo suavemente la piel sensible en su cuello.
Tímidamente, ella asintió con su consentimiento. Reece capturó de nuevo sus labios con los suyos, sosteniendo su mandíbula firmemente en su mano grande, presionando su lengua para invadir más profundamente su boca. Las manos de Jack se movieron por su cuerpo, levantando una pierna por encima dejando su coño abierto a sus atenciones. Sus dedos se enredaron en sus rizos mojados, rodeando su clítoris con suavidad, antes de hundir uno en el coño goteando. Ella chilló de alegría sorprendida y Reece empujó su lengua más lejos en su boca, aún bromeando con los picos duros de sus pezones con sus hábiles manos. En cuanto Jack continuó empujando un dedo dentro y fuera de su coño dolorido, Reece se deslizó más abajo por su cuerpo para tirar del pico rígido del pezón hasta su boca. Rodó su lengua alrededor de la aréola. Ella gimió de nuevo, pero encontró una gran palma que se apoderó firmemente sobre su boca. Ella sonrió contra la mano y luego mordisqueó los dedos.
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Abby Blake – Fire Una pequeña carcajada malvada sonó justo antes de que Reece le devolviera el favor y le mordió el pezón. Ella gritó detrás de su mordaza improvisada, y rápidamente él calmó el dolor con su lengua. Jack comenzó a hacer círculos sobre su clítoris con la otra mano cuando varios dedos empujaron en su húmedo canal.
-Estás tan húmeda para nosotros, Christina. ¿Puedes sentir lo mucho que tu cuerpo nos quiere a ambos?
Christina gimió en éxtasis detrás de las grandes manos de Reece que aún la mantenían callada. Ella se movió rítmicamente contra las manos de Jack ahora, luchando por la cima que parecía tan tentadoramente cerca. Reece empezó a chupar con fuerza su pecho, llevando el mismo ritmo. Las sensaciones combinadas sobre su coño y sus pechos y la emoción erótica de la mano de Reece le recordaba poderosamente la necesidad de estar en silencio en sus brazos, desesperada por el orgasmo que sabía que sólo ellos podían darle. Las sensaciones fueron casi abrumadoras cuando sintió su cuerpo subir más alto y más alto. El calor la atravesó, estallando en una ducha de sensaciones. El orgasmo atravesó su cuerpo azotándola, y los brillantes colores del arco iris estallaron detrás de sus parpados mientras ola tras ola de placer robó su aliento. Poco a poco, su ritmo cardíaco volvió a la normalidad, y completamente agotada, finalmente se quedó inmóvil en sus brazos. Las fuertes manos la aferraron desde delante y por detrás.
-Vuelve a dormir ahora, amor – dijo Reece cuando la besó suavemente. -Pero ¿qué pasa con vosotros? - preguntó ella, sintiéndose un poco culpable. -Dudo que pudiera estar en silencio, por lo que parece que tendremos que esperar a otro momento.
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Abby Blake – Fire Jack asintió con la cabeza contra la parte superior de su cabeza mientras la apartó en su abrazo.
-Duerme ahora, cariño - dijo, mientras Reece tiró del saco de dormir sobre ella espalda.
Aún inundada por el letargo que venía de estar tan completamente satisfecha, Christina trató de decirse a sí misma que lo que acababa de dejarles hacer por ella era de algún modo incorrecto. Todo lo que le habían enseñado sobre el amor y la vida le decía que dejar que dos hombres le dieran placer al mismo tiempo no estaba bien, pero de alguna manera, no podía convencerse a sí misma. Se había sentido tan bien, tan natural, y ahora, se sentía tan segura y protegida en sus brazos. ¿Cómo podía ser algo malo?
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Abby Blake – Fire
Capítulo Seis Christina despertó varias horas más tarde cuando la luz de un nuevo día que se filtraba se registró en su mente. Se sintió un poco decepcionada y quizás un poco aterrorizada cuando se dio cuenta que estaba en la tienda sola. Rápidamente, sacó la cabeza por la cortina de la puerta para buscar a Reece y a Jack. Sabía que estaba siendo patética, pero después de lo que pasó anoche, necesitaba la reafirmación de que todavía estaban alrededor. Reece levantó la vista del libro que estaba leyendo, vio la expresión de su rostro, y saltó rápidamente a sus pies. Ella respiró hondo para calmarse mientras se dirigía hacia ella.
-Buenos días, dormilona. ¿Quieres un poco de ayuda para vestirte?
Christina asintió. Podía sentir la mirada de preocupación en su rostro, pero no podía evitarlo.
-¿Dónde está Jack? - preguntó con un hilo de voz.
Reece sonrió con esa sonrisa diabólicamente hermosa que ella tanto adoraba.
-¡Oh, cómo hieres mi ego masculino! - dijo dramáticamente, haciendo como que recibía puñaladas cerca de su corazón.
Christina se encontró riendo a pesar de su malestar. Reece parecía capaz de hacer siempre que se sintiera mejor, no importaba cuál fuera la circunstancia.
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Abby Blake – Fire Reece la empujó dentro de la tienda, sonriendo cuando Christina retrocedió un poco. Demonios, él probablemente podría saber exactamente lo que estaba pensando, la vergüenza y el arrepentimiento escrito por todo su cuerpo sonrojado. Todavía estaba tan desnuda como había dormido, y él no era capaz de apartar los ojos de ella. Sabía que era más alta que la mayoría de las mujeres pero tenía lo que su madre solía llamar "curvas generosas" en lugar del tipo de cuerpo de moda, delgada como un palo y por el que se consideraba hermosas a las mujeres. Reece se acercó a ella y cuando ella intentó retroceder de nuevo, la empujó con suavidad pero con firmeza entre sus brazos. Metió la cabeza bajo su barbilla y la sostuvo contra su pecho musculoso durante un momento. Ella se sintió un poco rígida en un primer momento, la vergüenza y el miedo haciendo estragos en su mente, pero pronto se derritió contra él. Tirando hacia atrás un poco para poder ver su cara, dijo:
-Mucho mejor. No vuelvas a dudar lo especial que eres para los dos. Fue maravilloso ver cómo te deshacías en nuestros brazos la noche anterior.
Cuando ella aún lo miró un poco nerviosa, se sentó en la silla y la sentó en su regazo, instando la cabeza hacia adelante para poder presionar sus labios en los de ella y demostrar bien su punto. Sus grandes manos recorrieron su cuerpo sin ropas, arriba y abajo por su columna vertebral, a lo largo de los globos de su culo, y a los lados de sus pechos. Con un pequeño gemido, él profundizó el beso. La giró cara a él, exhortándola a abrir sus piernas de modo que quedó a horcajadas sobre su regazo, abriendo su ya goteante coño a sus dedos inquisitivos. Su lengua y sus dedos trabajaron en un frenesí de necesidad y la sintieron temblar en sus brazos, desesperada por su posesión.
-Bueno, parece que me he estado perdiendo toda la diversión.
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Abby Blake – Fire La voz a sus espaldas la sobresaltó, y si Reece no hubiera estado sosteniéndola de forma tan apretada, podría haber caído de plano sobre su culo. Intentó moverse del regazo de Reece, pero él la abrazó con fuerza contra él, sus dedos continuaron bromeando con la sensible carne. Ella miró por encima de su hombro para ver a Jack que pudo sentir la vergüenza y la excitación escrita sobre su cuerpo. Jack caminó hacia ellos, tomó su cara entre sus grandes manos, y le dio un beso muy intenso.
-Buenos días, cariño. - dijo mientras le pellizcó el culo - Tenemos una sorpresa para ti. - al ver la mirada cautelosa en su rostro, añadió - Pero no podemos dártela hasta que te vistas.
Trató de levantarse, a pesar de que sus dedos todavía rodeaban su clítoris, pero Reece no soltó su agarre hasta que ella se derritió alrededor de sus dedos, su cuerpo entero ahogado en calor líquido. Empujó la cara en su cuello, ahogando sus gemidos cuando el orgasmo la reclamó y luego la abrazó mientras trataba de recuperar el aliento. Reece finalmente la ayudó a ponerse de pie, pero no antes de agarrar sus dos pezones y bromear con ellos dándole pequeños pellizcos que casi la tuvieron deslizándose al suelo en éxtasis de nuevo. Jack agarró su ropa, y Reece sostuvo su cuerpo tembloroso erguido para que poder ponerle las braguitas y los pantalones vaqueros, y luego Jack encontró otra de sus camisas y ayudó a pasar su mano lesionada a través del agujero del brazo. El suave material se aferró a su forma, delineando claramente los pezones erectos. Ambos hombres apreciaron la vista durante un momento antes de sacudirse y volver a la tarea de ponerle sus zapatos y calcetines. Parecía que hacía más frío hoy, por lo que a regañadientes la ayudaron a colocarse una chaqueta que ocultó los pezones de su vista. Reece deslizó una mano dentro de la chaqueta y pellizcó su pezón de nuevo con una sonrisa maliciosa en su rostro.
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Abby Blake – Fire -Está bien - dijo Jack - La primera parada, el hospital para que te examinen, y luego te daremos tu sorpresa.
A pesar de los vestigios de deseo que todavía corrían por su cuerpo, Christina se sintió ridículamente emocionada de tener una sorpresa, un poco como una niña la noche antes de que llegara Santa Claus. El viaje al hospital pareció tomar el doble de tiempo hoy, cuando en realidad era probablemente la misma espera, ya que habían ido todos los días desde su lesión. Finalmente, con su vendaje cambiado, se sentó en el asiento del medio de la camioneta, intercalada entre los dos chicos que se habían convertido rápidamente en una parte muy importante de su vida. El miedo y las dudas sobre el futuro se deslizaron arriba y abajo por su columna vertebral, pero empujó con firmeza esos pensamientos, decidida a disfrutar de su tiempo con estos dos hombres especiales. Cuanto más se alejaban del hospital, más entusiasmo sentía. Tiendas. La oportunidad de comprar algo de ropa y ropa interior bonita y todo lo que había dado por sentado, como el jabón y desodorante que prefería, y oh, sí, una maquinilla de afeitar para sus embarazosamente velludas piernas. Fueron con ella para solucionar lo de su licencia de conducir, para responder oficialmente por su identidad, y luego la ayudaron para obtener acceso a sus cuentas bancarias y reemplazar sus tarjetas de crédito. Ella retiró un poco de dinero para poder hacer algunas compras y comprar lo esencial y algo más de dinero por si más adelante lo necesitaba. Creyó ver sorpresa y tal vez un poco de alivio en las caras de los chicos cuando les condujo a unos grandes almacenes a comprar su ropa en lugar de las boutiques y tiendas de ropa de mujeres. Ella rápidamente seleccionó ropa práctica para acampar al aire libre, pero logró colar un elegante camisón en el montón sin que los chicos lo vieran. Cogió algo de ropa interior y trató de dirigirse a la sección de sujetadores, pero un sólido muro de músculos inamovibles apareció en su camino. Tanto Reece como Jack negaron con la cabeza hacia ella, negándose a permitirle coger uno.
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Abby Blake – Fire -No lo uses, nena - murmuró Reece - ¿De todas formas cómo vas a ponerte el sujetador sin nuestra ayuda?
Jack asintió con la cabeza. Con un suspiro de derrota fingida y tratando de ocultar su sonrisa, Christina se volvió hacia el departamento de artículos de aseo, complacida en secreto de que prefirieran sus pechos libres. Con sus compras terminadas, subieron a la camioneta y se dirigieron más allá del pueblo. Jack sonrió a toda máquina mientras aparcó en el parking de un motel. Volviéndose hacia ella con una sonrisa, le guiñó un ojo y le dijo:
-Pensamos que te gustaría alojarte en la ciudad esta noche. Nada de pensar, cariño, un largo remojón en una bañera, camas reales, café, e incluso luces que no necesitan pilas...
Christina le devolvió la sonrisa y luego se arrojó en sus brazos.
-Me pido primera para el baño. - ella se echó a reír y pasó por encima de él para salir de la camioneta.
Él golpeó su culo mientras ella se retorcía, y mientras Reece hizo la reserva y hasta que llegaron a la habitación, se sintieron alegres, sus problemas, por el momento al menos, dejados de lado para otro momento.
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Abby Blake – Fire Reece disfrutó de la camaradería que los tres habían desarrollado en los últimos días, y conocía a Jack lo suficiente bien como para saber que él también lo sentía. Christina realmente era una persona increíble. Él la había visto con los niños en el campamento. Gentilmente los animó a dibujar y pintar, ayudándoles si querían y con entusiasmo elogiando sus esfuerzos. Incluso la había visto hablar a un par de jóvenes presas de un ataque de llanto con lágrimas por todo lo que habían perdido. De algún modo, esta mujer gentil los ayudó a través de su dolor y miedo e hizo que acabaran hablando y riendo con los otros niños al momento. Y, por supuesto, ella tenía el culo más perfecto que había visto nunca, y apenas podía esperar para coger un puñado de él mientras conducía su polla en su coño caliente y húmedo. Incluso ahora, tenía una seria erección que estaba haciendo difícil concentrarse en otra cosa que no fuera conseguir desnudarla.
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Abby Blake – Fire
Capítulo Siete Christina prácticamente bailó dentro la habitación del motel. Parecía una habitación muy funcional con una cama grande en una esquina, una pequeña cocina, y un arco que llevaba al cuarto de baño. El baño parecía bastante grande en comparación. Tenía una ducha, bañera de hidromasaje y tocador con un espejo ocupando la mayor parte de la pared del fondo. Era la primera vez que Christina realmente tenía la oportunidad de ver su reflejo con una luz decente desde los incendios y ella parpadeó con horror al mirarse. Su cabello estaba quemado y ahora colgaba irregularmente sobre su frente. Su piel estaba empezando a pelarse por las mejillas en donde había rojeces por el calor, y sus ojos todavía se veían ribeteados de rojo y muy tristes. ¿Qué demonios habían estado mirando los chicos? La habían hecho sentir tan hermosa, y en realidad habían mirado un montón de mierda. Ni siquiera quería pensar en cómo se vería el vello de sus piernas. Reece entró en el cuarto de baño detrás, quitándose la ropa mientras se movía hacia la ducha.
-Voy a tomar una ducha caliente y luego iré a conseguir algunos suministros. Pensé que podríamos ir a cenar, o… - modificó rápidamente cuando vio su mirada de consternación - …podíamos pedir algo al servicio de habitaciones.
Ella se animó considerablemente con ese pensamiento.
-Me encantaría algo del servicio de habitaciones, siempre y cuando no sea barbacoa.
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Abby Blake – Fire -No hay problema.
Reece le guiñó un ojo mientras empezó a bajar sus calzoncillos. De repente ella se dio cuenta de que estaba allí de pie jadeando por él, realmente esperando ver como se desnudaba, dispuesta a echar una mirada a su rígida polla. Avergonzada más allá de cualquier creencia, Christina chirrió un adiós y salió de la habitación rápidamente.
-Cobarde. - se rió él entre dientes cuando cerró la puerta.
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Unos veinte minutos más tarde, Christina se dejó caer dentro del baño caliente. El agua estaba probablemente un poco más caliente de lo que por lo general le gustaba, pero se sentía tan bueno que quería remojarse durante un tiempo. Ella apoyó la cabeza contra el borde de la bañera, dejando su brazo lesionado en el borde para mantenerlo seco, y deseó que sus músculos cansados se relajaran. Ni siquiera activó las burbujas. Sólo sentarse así ya era el cielo. Un soplo suave de aire la alertó de que la puerta se abría. Christina miró perezosamente a Jack con los párpados pesados.
-Oh, cariño, no me mires de esa manera. – Sentenció - o soy capaz de olvidar por qué vine aquí.
Levantó una botella de champú y una taza de café.
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Abby Blake – Fire -Échate un poco hacia adelante para que pueda lavarte el pelo.
Ella hizo lo que le pidió, y pronto, una taza llena de agua tibia en cascada cayó sobre su cabeza y hombros. Otra taza de agua corrió por su rostro, el agua cayendo a través de sus ojos cerrados. El delicioso olor del champú que había comprado antes llenó el aire, y luego unos dedos fuertes trabajaron en su cabello, masajeando y calmando el cuero cabelludo, enviando un hormigueo por todo su cuerpo. Él sostuvo una mano sobre sus ojos mientras enjuagó el champú, sólo para comenzar el proceso de nuevo con el acondicionador. Cuando que Jack terminó, se sintió tan relajada que casi había olvidado sus piernas peludas. Una mano grande y cálida buscó en el agua y agarró suavemente su tobillo, lo sacó de la bañera, y lo colocó sobre el borde. Christina lo miró inquisitivamente y se preguntó si él también podía leer su deseo. Su coño se había inundado con el agua caliente cuando él había sacado sus piernas, y la deliciosa sensación estaba haciendo cosas deliciosas en su interior. Ella trató de ocultar su excitación, pero supuso que debió fracasar cuando la sonrisa de Jack se hizo aún más amplia.
-Compórtate, tentadora. - amonestó de nuevo - Voy a afeitarte las piernas. Eso es todo.
Un poco avergonzada por este giro de los acontecimientos, Christina trató de protestar, pero él la hizo callar antes de que las palabras salieran de su boca.
-He encontrado la maquinilla de afeitar, entre otras cosas, en tus bolsas de la compra y pensé que sería muy incómodo hacerlo sin tu mano derecha. Ahora, ¿quieres que tus piernas estén afeitadas o no? Personalmente, a mí no me importa en cualquier caso.
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Abby Blake – Fire Sonriendo con malicia, bajó la cabeza hasta el pie y comenzó a tomar pequeños pellizcos mordiendo sus pies y luego lamiendo y chupándolos con su boca. Luchando contra la creciente necesidad y un sentido del ridículo, Christina cerró los ojos y asintió. Nunca había estado tan excitada antes, y aquí estaba este generoso ofrecimiento de este magnífico hombre para afeitarle las piernas, simplemente porque ella quería hacerlo. Todo su cuerpo tembló con necesidad todo el tiempo hasta que terminó de afeitarle cuidadosamente las piernas desde el tobillo hasta el muslo interno. Nunca se había dado cuenta de lo erótico que algo tan mundano como quitar el vello podía ser cuando lo hacía la persona correcta.
-Está bien. - sostuvo una mano hacia ella - Es el momento de salir. El agua ya debe estar fría ahora.
Christina se sonrojó de nuevo cuando se dio cuenta de que tenía razón. Había estado tan absorta en sus movimientos seductores que no había notado realmente que el agua se enfriaba. Aunque sabía que su temblor no tenía nada que ver con la temperatura.
-Entra en la ducha rápidamente para que pueda aclarar cualquier crema de afeitar que quede.
Christina hizo lo que le mandó, y Jack la mantuvo estable sujetándola por el codo de su brazo herido mientras ella permanecía bajo el chorro caliente de la ducha. Satisfecho cuando se aclaró debidamente, Jack envolvió en una gran toalla blanca alrededor de ella y la condujo a la habitación principal. Justo cuando ella se sentó sobre la cama, la puerta se abrió, y Reece entró con un par de bolsas de la compra en sus brazos. Él la vio sentada en la cama y sonrió seductoramente.
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Abby Blake – Fire -Entonces, ¿qué habéis estado haciendo mientras yo estaba fuera?
Preguntó con una expresión no tan inocente en su cara. Dejó caer sus paquetes por la puerta y se acercó a la cama para sentarse junto a Christina. El colchón se inclinó un poco, y ella cayó hacia su cuerpo fuerte.
-Mmmm, me gusta el champú. - dijo mientras envolvía sus brazos alrededor de ella.
Ella levantó una pierna ligeramente para mostrarle la extensión ahora sin vello.
- Oh, y me gusta lo que has hecho con estas. - gruñó con picardía mientras agarraba su pierna, levantando la rodilla hacia su cuerpo, dejando al descubierto su coño palpitante para la ávida mirada de Jack.
Reece pasó la mano arriba y abajo por su muslo y pantorrilla, admirando la extremidad todavía húmeda y recientemente sin vello.
-Ahora, esto es mucho más agradable. No hay nada que oculte tu piel impecable y, oh, creo que es posible que hayas dejado unos pocos aquí. - dijo, sonriendo ampliamente mientras frotaba la mano contra la sensible piel de la cara interna del muslo, rozando suavemente sus dedos por los labios hinchados de su coño.
Christina tuvo dificultades para respirar de nuevo. Se sentía como si hubiera estado húmeda y queriendo a ambos durante días.
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Abby Blake – Fire Tirando la precaución lejos, Christina tomó una respiración profunda y olvidó los prejuicios que la habían fastidiado durante días. Hizo señas a Jack para sentarse en la cama junto a ella y trató de levantar la otra pierna sobre su regazo. Cuando él se dio cuenta de su intención, la ayudó, dejando su coño más expuesto a sus dedos suaves. Reece atrajo hacia sí su cabeza y metió la lengua en su boca, la sensación deslizándose sobre ella cuando los dedos de Jack encontraron su clítoris y lentamente hicieron círculos alrededor y alrededor sin llegar a tocarla. Cuando ella colapsó hacia atrás, ambos hombres la levantaron, uno de ellos se ocupó de desenganchar la toalla, dejándola enrollada alrededor de su cintura. La mano de Reece se deslizó por su pierna, moldeando su vientre suave y hasta llegar a la copa inferior de su pecho. Inundada con la sensación, Christina casi no se dio cuenta de que Jack se movió fuera de la cama hasta que sintió su lengua empujando en su sexo expuesto. Casi saltando de la cama por las intensas sensaciones, Christina tembló violentamente, retorciéndose contra su doble asalto. Su orgasmo la cogió por sorpresa, arrojándola contra la boca de Jack mientras éste lamió sus jugos. Reece la abrazó mientras cabalgó la tormenta y luego suavemente la depositó en la cama y la besó suavemente, con dulzura, ayudándola a través de la experiencia más intensa de su vida. El fuerte golpe en la puerta fue una interrupción no deseada. Su corazón saltó hasta su garganta cuando se dio cuenta de que su posición actual se veía muy claramente desde la puerta.
-Vosotros dos escondeos en el baño. - dijo Reece con un guiño. Él era el único de ellos aún con la ropa puesta - Voy a recoger nuestra cena.
Sonriendo maliciosamente, Jack se puso de pie y apretó las piernas de Christina en torno a él, levantándola entre sus brazos, la carne sensibilizada de su coño frotándose contra la protuberancia dura dentro de sus vaqueros. Christina gimió en voz baja ante la sensación intensa y luego chilló un poco más fuerte cuando la mano de Reece golpeó su culo.
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Abby Blake – Fire
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Para cuando llegaron al cuarto de baño y cerraron la puerta, Christina se apretaba contra la sólida y casi dolorosa erección de Jack, tratando en vano de alcanzar la bragueta de sus pantalones vaqueros sin caer al suelo. Él la apretó contra el tocador y trató de frenar el fuego creciente en su vientre. Sus brazos temblaron mientras sujetó a Christina contra la superficie. Tanteó con una sola mano la cremallera de sus pantalones vaqueros. Por último, entre ambos, el chasquido se soltó, y su erección dura como una piedra saltó libre. Estaba a punto de sumergirse en su calor acogedor cuando los últimos vestigios de cordura gritaron por un condón. Rápidamente se apartó de Christina, su movimiento repentino casi desequilibrándola y derribándola del tocador. Ella lo miró, la confusión y el dolor en sus ojos. Jack dio un paso hacia ella y con cuidado la tomó entre sus brazos.
-Cariño, - dijo en voz baja, alisando el cabello lejos de sus ojos - no tenemos condones aquí. -¡Oh, infiernos! – susurró ella - Debería haber pensado en eso.
Fue un inmenso alivio que por lo menos uno tuviera el suficiente sentido común para actuar de manera responsable y protegerla, pero aún temblaba de deseo y vio el dolor grabado en su rostro mientras trataba de calmar su furiosa erección. Jack dio un pequeño paso hacia atrás para que ella pudiera poner los pies en el suelo. En cuanto se puso de pie, ella maniobró con cuidado hacia el borde de la bañera y lo empujó hasta sentarlo.
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Abby Blake – Fire Agarrando un par de toallas dobladas, ella las dejó en el suelo frente a él y, bajando de rodillas, agarró su polla dolorida con su mano sana. Él se quedó sin aliento ante la caricia inesperada mientras ella lentamente bajó la cabeza hasta su barra sólida y lamió la gota de humedad de la punta. Ella lo miró a los ojos, sonrió con malicia, luego bajó su boca hacia él, tomándolo lentamente hacia la parte posterior de su garganta. El gemido de Jack pareció estimular su entusiasmo, y ella comenzó a chupar en un ritmo lento su polla hinchada. Él se sacudió un poco, empujando accidentalmente su polla más profundamente en su garganta. Trató de retroceder, pero ella tragó saliva a su alrededor, y él sintió su presión controlada. Él gimió, y ella volvió a tragar saliva. La puerta del baño se abrió de golpe, y luego Reece quedó detrás de ella, empujando los dedos profundamente en su coño.
-Oh, nena, realmente necesito follarte. - gimió Reece detrás de ella - Por favor, di que puedo.
Christina levantó su boca de la polla de Jack, haciendo un pop al romper la succión. Mirando por encima del hombro a Reece, dijo tímidamente:
-Realmente me gustaría eso.
Reece salió rápidamente de la habitación, regresando momentos después rodando un condón sobre su erección. Christina intentó mirarlo mientras chupaba la polla de Jack una vez más y se retorció de emoción cuando Reece se arrodilló detrás de ella y apretó su culo para que ella apoyara sus brazos sobre las piernas de Jack dejando su coño en el aire. Posicionándose en contra de lo que Jack sabía que era una apretada vaina, Reece empujó lentamente en su interior. Ella se quedó inmóvil cuando Reece estiró su carne sensible, su respiración se aceleró mientras la llenaba.
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Abby Blake – Fire Gimió alrededor de la polla de Jack, recuperando el ritmo cuando Reece comenzó a moverse dentro y fuera de su cuerpo. Jack comenzó a introducir su polla más profundamente en su boca siguiendo el ritmo de Reece. El calor líquido se enroscó a través de cada centímetro del cuerpo de Jack y su excitación alcanzo niveles insoportables cuando Christina gimió una vez más. Su polla se hinchó un instante antes de que su semen saliera disparado al fondo de su garganta. Ella continuó chupándolo mientras él se ablandó en su boca, y luego lamió amorosamente su miembro reblandecido con la lengua. Jack alzó su cara suavemente de su polla y apretó su cabeza en el vientre, ayudándola a mantenerse estable para Reece. Pasó una mano por su espalda y bajo sus pechos, encontró el pezón erecto, y apretó y apretó mientras ella jadeaba y se retorcía entre ellos.
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Abby Blake – Fire
Capítulo Ocho Ella se contoneó cuando el placer rebotó y se deslizó por todo su cuerpo. Reece golpeó su culo, cabalgándola con fuerza. El explosivo orgasmo la llevó fuera de alcance, elevándola más y más alto hasta que llegó Reece por debajo y agarró su clítoris, apretándolo con fuerza. Un intenso placer-dolor estalló a través de ella, sacudiendo su cuerpo violentamente. Reece dijo su nombre con voz ronca mientras ella lo sintió hincharse y explotar dentro de su funda húmeda. Golpeó en su interior un par de veces más antes de caer hacia delante, suavemente abrazándola y tirando de ellos hacia las baldosas del suelo. Las baldosas frías fueron un alivio contra su cuerpo acalorado. El fuerte brazo de Reece la estrechó con fuerza en su contra.
-Por Dios, mujer. - él fingió un gruñido - No creo que vuelva a caminar de nuevo.
Christina sonrió un poco aliviada, complacida de ser capaz de darle el mismo nivel de placer que él y Jack le habían dado a ella. Jack se puso de pie por encima de ellos y ofreció una mano para levantarla.
-Vamos, vosotros dos. Es la hora de la cena - mientras la ayudaba a levantarse la tomó en sus brazos y la estrechó con fuerza.
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Abby Blake – Fire Besándola tiernamente, recorrió con las manos suaves y tranquilizadoras su temblorosa espalda
- Eres increíble. - le susurró al oído.
Rápidamente le lanzaron algo de ropa, y Jack le ayudó con el camisón que había comprado ese mismo día. Era de un tono esmeralda profundo, de seda y colgaba con recato hasta la rodilla, pero la tela resbaladiza cayó elegantemente por sus curvas y suavemente enmarcó sus pechos. Se sentaron alrededor de la mesa de la pequeña cocina y comieron los alimentos que Reece había pedido. Parecía haber de todo en el menú, y todos ellos se deleitaron con el gusto de la comida real, expresando su alegría con cada nuevo plato. Y, por supuesto, Reece también pidió postre, a todos ellos, mousse de chocolate, tarta de chocolate y helado de chocolate. Christina se rió con deleite. El chocolate era desde siempre su postre favorito absoluto, y había lamentado en voz alta su ausencia más de una vez en los últimos días. Sacó una cucharada de la mousse de chocolate, envolvió sus labios alrededor de ella, y gimió. Ella cerró los ojos, agradecida de estar en el cielo del chocolate. Ambos hombres gimieron.
-Cariño, - dijo Jack, el dolor atando su voz - por favor, no hagas eso de nuevo. -¿Hacer qué? - preguntó inocentemente mientras se comía otra cucharada de dulce chocolate en la boca. -Eso. - dijo Reece sacándola de su silla y subiéndola a su regazo, moviendo su culo contra su miembro hinchado. -Oh. - ella sonrió.
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Abby Blake – Fire Jack tomó la cuchara de ella, la sumergió de nuevo en el bol, y le ofreció otro bocado. Ella abrió la boca y lamió la cuchara con la lengua, sin apartar los ojos del rostro de Jack. Reece la molió contra él de nuevo y levantó sus manos con la palma sobre sus pechos palpitantes, chasqueando sus pezones con los pulgares. La sensación se reunió en su vientre, combinada con el material resbaladizo de su camisón y la erección revestida de algodón de Reece picó y calentó su piel. Jack dejó caer la cuchara y se acercó para tomar su rostro entre sus enormes manos, lamiendo el chocolate de sus labios y luego hundiendo su lengua en su boca achocolatada. Él se empujó profundamente en ella, la fuerza de su deseo empujándola con más fuerza contra el musculoso cuerpo de Reece. Con un gruñido, Reece se levantó, la tomó en sus brazos, y luego la dejó en el centro de la cama. Ella se quedó allí jadeando, observándolos desgarrar su propia ropa. Apenas tuvo tiempo de apreciar sus cuerpos magníficos y sus pollas increíblemente duras antes de que ambos se estiraran sobre la cama, uno a cada lado de ella, y comenzaron a besarla por todas partes. Sus manos se deslizaron hacia arriba y abajo de su cuerpo sobre el resbaladizo material, multiplicando las sensaciones, aprendiendo la forma y sus reacciones a sus toques. Ella podía sentir una dura polla pecaminosamente presionada contra cada uno de sus muslos, y anheló mantener a ambos dentro de su cuerpo. Ella chilló de sorpresa cuando Jack levantó sus piernas elevándolas en el aire y se acomodó entre sus muslos. Empujó el camisón hacia arriba para exponer su coño húmedo para su mirada entonces colocó su polla revestida con un condón en su entrada y la miró. Jack no se movió. Simplemente se sentó en cuclillas observando su cara. Esperando. Ella intentó retorcerse sobre su polla, desesperada por sentirlo dentro de ella, pero Reece la mantuvo inmóvil en su fuerte agarre hasta que, casi vibrando con necesidad, Christina se dio cuenta de lo que estaba esperando.
-Por favor, fóllame. Te necesito.
Jack se hundió en su interior con tanta fuerza y rapidez que le tomó un momento recuperar el aliento.
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Abby Blake – Fire Estableció un ritmo palpitante que probablemente la hubiera empujado fuera de la cama si Reece no hubiera estado sujetándola contra su pecho. Más y más rápido bombeó en ella, sosteniendo su mirada mientras encontraba su clítoris y lo giró con sus dedos. En cuestión de segundos, su cuerpo se sacudió debajo de él, inundando de crema su vagina y hacia abajo de la unión de su culo. Y Jack aún siguió cabalgándola. De repente, salió de su interior. Alzó su culo en el aire y untó un lubricante frío contra su agujero oscuro. Sus músculos saltaron y pulsaron mientras él empujó un dedo profundamente en la fruncida apertura rosada. La sensación de ardor fue superada rápidamente por el extraordinario deseo que tuvo a su coño inundado de crema que rodó cayendo sobre su culo.
-Eso es, cariño. - Jack cantó – Confía en nosotros. Cuidaremos de ti. - dijo mientras empujaba la punta de su polla en el apretado agujero.
La sensación de ardor regresó diez veces, pero los nervios saltaron y latieron con más fuerza, y los dedos de Reece encontraron su clítoris, haciéndola estirar el cuerpo entero fuera de la cama de éxtasis. Jack se movió dentro y fuera de su culo suavemente al principio y luego con más presión, más velocidad, más demanda. Del mismo modo Christina se acercó a la cima más alta, casi lista para volar con su orgasmo, él una vez más se retiró de su cuerpo, dejándola temblando de necesidad.
-No te preocupes, nena. - la tranquilizó Reece. - Estamos empezando.
Gimiendo, ella los dejó colocarla de manera que quedó acostada encima de Jack pero frente a Reece. Jack empujó suavemente en su culo, murmurando palabras dulces al oído mientras su cabeza colgó hacia un lado, una vez más, en éxtasis. Sintió las manos de Jack agarrar el interior de sus muslos, abriéndola para Reece, ofreciéndole su hinchado coño mojado.
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Abby Blake – Fire Poniéndose un condón rápidamente, Reece se colocó entre sus muslos y empujó suavemente en su interior caliente y húmedo. La increíble emoción de ser llenada por los dos al mismo tiempo la hizo mecerse entre ellos, retorciéndose por su completa posesión. Con cuidado, se construyó un ritmo, Jack casi sacando su polla de su culo todo el camino fuera mientras Reece se hundió en su coño y luego Jack empujando de nuevo en su culo cuando Reece salía de ella. Poco a poco, se movieron en su interior. Poco a poco, construyeron una fricción. Poco a poco, la llevaron a una altura de deseo que nunca había imaginado. Y sin esfuerzo, la retuvieron allí, retorciéndose en una reacción de éxtasis, a la búsqueda de su culminación. Con un gemido torturado, Jack empezó a moverse con más urgencia. De repente, los dos estuvieron golpeando en ella, arrojándola sobre el borde hacia un intenso orgasmo. Ella gruñó con sensaciones que ni siquiera imaginó posibles golpeándola. Su cuerpo se retorció entre ellos, cada músculo palpitando en reacción, inundando sus venas con el calor líquido, terminando en llamas, y con un agotamiento absoluto. Reece se inclinó hacia delante, capturando sus labios con los suyos, con ternura besando su boca mientras tiraba de ella hasta quedar sentados y se echó hacia atrás, sacando su polla reblandecida lentamente fuera de su palpitante vagina. La besó por un largo momento, ese dulce beso trajo lágrimas a sus ojos. Entonces él ayudó a Jack volteándola hacia su lado para poder liberarse suavemente a sí mismo de su culo. Ella rodó más lejos sobre su estómago, agotada hasta el final de sus huesos.
-Vamos, nena. - dijo Reece cuando la levantó de la cama y se dirigió al cuarto de baño - Vamos a limpiarte para que puedas dormir un poco.
Reece se metió en la ducha con ella, lavándola rápidamente y pasándola a los brazos de Jack y a una toalla grande y suave. Jack guió sus pies adormecidos hasta la cama y retiró las mantas.
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Abby Blake – Fire Se tumbó sobre el colchón suave, muy agradecida de no estar durmiendo en su saco de dormir esta noche, y se instaló en una posición cómoda. Jack se sentó a su lado, tocando delicadamente su pelo, separándolo lejos de sus ojos y apartándolo de su rostro. Reece salió del baño y se metió bajo las sábanas para tirar de ella contra él, a modo de cucharilla. Ella se acurrucó en su cuerpo, necesitando su calidez y tranquilidad. Estaba casi dormida cuando sintió colocarse a Jack en el otro lado de la cama, y ella se estiró para colocar un brazo posesivo sobre su pecho, su mano apretada contra su corazón.
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Capítulo Nueve Christina despertó en algún momento posterior, ubicada de forma segura entre sus hombres. Ella se quedó mirando el techo mientras reflexionaba en su interior sobre la situación actual. Le encantaba la forma en que la hacían sentir, cómo podían convertirla con tan poco esfuerzo, y le encantaba la forma en que su cuerpo respondía a ellos. Parecía como si estuviera hecha para ellos y ellos para ella. Amaba sus maneras de cuidarla y cuán generosos eran, no sólo con ella, sino con todos los vecinos y amigos que se habían encontrado en el campamento. Le encantaba todo lo relacionado con los dos. Y, mientras ella estaba siendo brutalmente honesta consigo misma, bien podía admitir que amaba a ambos con una A mayúscula, los amaba de todo corazón, con el tipo de amor que conducía a bodas y bebés y envejecer juntos. Era extraño cómo estaba tan segura de sus sentimientos después de años de amistad casual y sólo conociéndolos íntimamente por un corto tiempo, pero ella ya había compartido más con estos dos hombres que con cualquier otra persona en su vida. Sí, ella los amaba, pero ella los quería suficiente como para no decírselo. Los amaba lo suficiente para dejarlos pensar que esto era sólo un poco de diversión, una manera de desahogarse y reafirmar la vida después de la tragedia de la semana pasada. Los amaba tanto como para no confesar que amaba a ambos y que verse obligada a elegir entre ellos sería romper su corazón. Aun así, su corazón se rompió un poco cuando pensó en una vida sin ellos, pero en silencio prometió que nunca les haría daño, y cuando llegara el momento de que se fueran, no los detendría. Empujándose más cerca, los sostuvo a su lado. Ellos sólo tenían unos días para estar aquí juntos, y se encontró deseando que nunca acabaran.
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Ella despertó con una erección muy dura situada entre los globos de su culo y otra varilla muy rígida frotándose contra su ya palpitante montículo.
-Bueno, hola, dormilona - Jack sonrió mientras cogía sus caderas para molerse en su interior más plenamente en su contra - Pensamos que nunca despertarías.
Reece le acarició el cuello por detrás.
-¿Quieres jugar? - le preguntó mientras le chupaba el lóbulo de la oreja en su boca, mordiendo hasta que ella jadeó por el erótico placer-dolor.
Jack deslizó una mano por su cuerpo, hundiendo dos dedos directamente en su coño húmedo.
-Mmmm, estás tan mojada. - gimió mientras miró por encima del hombro a Reece. -Creo que eso es un sí. - dijo Reece, momentáneamente deteniendo su asalto al lóbulo de su oreja. -Sí. - dijo ella con un gemido bajo - Por favor. - agregó por si acaso.
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Abby Blake – Fire Sintió un chorrito de lubricante frío en la unión de su culo, enviando escalofríos por sus piernas en previsión de lo que estaba por venir. Ambas cabezas romas tocaron en sus entradas al mismo tiempo, haciéndola jadear con un poco de miedo. Seguramente, ellos no iban a embestir en su carne tierna con ambas pollas a la vez. Ella se estremeció de nuevo, sin saber si era por miedo o entusiasmo, encantada ante el puro erotismo de que estar entre dos paredes sólidas de sexo masculino mientras trabajaban su cuerpo en un frenesí. Reece le susurró al oído una vez más.
-Está bien, nena. Confía en nosotros. No vamos a hacer nada para hacerte daño.
Ella se relajó entonces, sabiendo que era cierto. Ninguno de ellos le haría daño de ninguna manera. Ellos la habían llevado a un orgasmo alucinante una y otra vez las últimas veinticuatro horas, había sentido el más completo, absoluto y total agotamiento, pero nunca ningún tipo de dolor. En cuanto ella se relajó, su cuerpo se derritió sobre ellos y ambos empujaron en su interior su centímetro a centímetro desesperadamente lento. Una deliciosa sensación de estar ensartada por ambos la dejó jadeante, tratando de frenar el rápido aumento del deseo y su carrera hacia el orgasmo gritando. Al mismo tiempo, ambos se enterraron hasta la empuñadura en su cuerpo, ella no pudo contener la emoción cruda y la absoluta sensación de pertenecer a estos dos hombres increíbles. Las lágrimas amenazaron con aparecer, y ella cerró los ojos rápidamente para ocultar sus emociones.
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Abby Blake – Fire Jack se apartó, alejándose fuera de su cuerpo, agarrando su barbilla mientras trataba de evaluar qué le pasaba. No creía que estuviera sufriendo, pero no estaba dispuesto a arriesgarse a hacerle daño y comenzó a retirarse de su coño. Desesperada, ella alargó la mano y lo agarró por las caderas, tirando de él con fuerza de nuevo hacia su cuerpo, sacudiendo de paso a Reece, quien gimió con fuerza cuando su polla se empujó de nuevo en su culo y fue absorbida de vuelta en una contracción del músculo.
-Christina, cariño...
Jack intentó preguntar qué le pasaba, pero ella cortó sus palabras capturando sus labios con los suyos y chupando su lengua profundamente dentro de su boca. Movió su cuerpo entre ellos, lentamente al principio y luego con más urgencia, más desesperación, más necesidad. El fuego corrió por sus venas, transformándose en algo más fuerte y más débil al mismo tiempo, y acabó en un placer increíble mientras todos los músculos de su cuerpo se apretaron en espiral. El orgasmo de Christina estalló sobre todos ellos, sacudiendo su cuerpo en violentos espasmos y sacudidas contra él y Reece. Sin poder mantener ningún tipo de coordinación, ambos sumergidos en ella, fueron incapaces de detener sus reacciones mientras los músculos tensos de Christina les apretaban. Su orgasmo pareció no terminar nunca, todo su cuerpo tembló violentamente cuando la satisfacción silbó por la mente de Jack. Justo cuando él pensaba que su cuerpo estaba satisfecho y empezaba a relajarse, sus músculos se apretaron, y otro orgasmo golpeó a través de ella. Jack sintió a Reece hincharse en su cuerpo, la sensación extra-ajustada causando que ambos alcanzaran su clímax al mismo tiempo.
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Abby Blake – Fire Los tres se quedaron allí jadeando. Jack intentó aspirar oxígeno suficiente para calmar el mareo y la caída libre que ese orgasmo increíble le había producido. Sintió ablandarse en su cuerpo, pero se resistió a dejarla ir. A juzgar por el hecho de que Reece tampoco se movía, probablemente estaba sintiendo lo mismo.
-Cariño - Jack finalmente susurró - tengo que levantarme antes de que el condón se derrame.
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El temor la recorrió cuando se dio cuenta de que ni siquiera había pensado en la protección, tan necesitada por ellos que había estado dispuesta a correr el riesgo de sexo sin protección. Se estremeció un poco ante la autorevelación. Nunca había sido del tipo arriesgado. Gracias a Dios sus hombres habían estado pensando con claridad suficiente para ponerse los condones antes de hacer el amor con ella. Reece la sostuvo en sus fuertes brazos mientras Jack tiró suavemente de su cuerpo, sosteniendo el condón para que no se deslizara fuera de su polla reblandecida. Un momento después, Reece hizo lo mismo, deslizándose de su culo y dejándola desolada. Jack se inclinó y le dio un suave beso en la boca.
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Abby Blake – Fire -Sólo danos un minuto para limpiarnos - dijo. Asegurándose que tenía contacto visual, añadió: -Después, hablaremos.
Christina se sintió como una cobarde. Cerró los ojos, y otra vez, las lágrimas picaron detrás de sus párpados. Ella los amaba tanto. Necesitaba a los dos, y a los dos ansiaba hasta el mismo borde de la locura. En menos tiempo de lo que esperaba, la cama se hundió a cada lado, y ella se arrastró hasta quedar sentada contra el cabezal. Abrió los ojos para encontrar dos intensos pares de ojos mirándola con atención.
-Está bien, nena. - dijo Reece cruzando los brazos frente a él – Escúpelo.
Observó a Jack rodar sus ojos ante la falta de tacto de su amigo. Reece nunca había estado a gusto hablando de sentimientos, y los tres lo sabían. Con un solo dedo, Jack guió suavemente el rostro de Christina hacia el.
-Cariño, ¿por qué lloras? ¿Te lastimamos?
El corazón de Christina dolió al pensar que ellos creían que le habían hecho daño. Ella sacudió la cabeza con violencia negando hasta desequilibrar y mover la cama. Por suerte para ella, dos hombres muy capaces miraban por ella. Ella aterrizó en el regazo de Reece mientras la arrastraba en su abrazo. Jack intentó hacer su pregunta de nuevo cuando Reece la abrazó y besó la parte superior de su cabeza en un gesto muy dulce y emocional.
-Cariño, ¿por qué lloras? Puedes contarnos cualquier cosa.
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Abby Blake – Fire Christina estaba empezando a sentirse un poco como un niño haciendo pucheros, y comenzó a molestarle ser tan patética, así que hizo todo lo posible para explicar sus lágrimas sin llegar a confesar que les amaba a los dos.
-Lo siento – comenzó - No quise preocuparos. Simplemente se sentía increíble tener a los dos dentro de mí.
Todavía pensativo, Jack preguntó:
-Increíble, ¿cómo?
Christina lo miró y luego se movió para mirar por encima del hombro a Reece, no muy segura de lo que querían saber.
-Increíble, ¿cómo? - volvió a preguntar Jack – ¿Increíble como wow, dos pollas follándome a la vez? - sugirió con el disgusto claramente escrito en toda su cara - ¿o increíble como Jack y Reece ambos amándome a la vez?
Bueno, eso era todo. ¿Debía mentir y hacer que lo que ellos sentían era barato y sucio, o decir la verdad y correr el riesgo de poner fin a algo tan maravilloso? Debió vacilar un instante demasiado largo, porque Jack suspiró con impaciencia y empezó a levantarse del lecho. El pánico revoloteó a través de su pecho.
-No como dos pollas. - dijo ella, con la voz un poco quebrada – Sino como dos hombres que me importan profundamente encontrando placer conmigo.
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Abby Blake – Fire Los brazos de Reece se apretaron alrededor de ella. Jack se inclinó para besarla en los labios en un tierno saludo. Tirando de ella, Jack miró de nuevo por encima del hombro para hacer contacto visual con Reece. Ella sintió el asentimiento de Reece contra su cabeza.
-¿Ese cariño profundo podría convertirse en amor algún día? - preguntó Jack en voz baja.
Demasiado nerviosa para responder en voz alta, Christina asintió cautelosamente, sin apartar los ojos de él. Su rostro se dividió en una enorme sonrisa mientras Reece la giró en su regazo para besarla profundamente y muy, muy a fondo. Cuando él la dejó tomar aire, dijo que la única cosa Christina no había estado esperando.
-Te amo.
La mirada de Christina voló rápidamente a la expresión de Jack. Se veía feliz. Muy feliz.
-Os amo a ambos. - le exclamó, aterrorizada de que Jack pudiera alejarse y despejar el terreno para su mejor amigo.
Ella los amaba a ambos. No podía vivir sin los dos, tan segura estaba ella de sus sentimientos. Un instante colgó, congelado en el tiempo cuando Jack la arrastró del regazo de Reece y la apretó contra su corazón.
-Te amo, también. - dijo simplemente.
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Varias horas más tarde, Christina se sentó en una silla de plástico en la lavandería, mirando su ropa dar vueltas alrededor de la secadora. Sonrió para sí misma cuando se dio cuenta de que su vida en los últimos días había sido muy parecida a esa ropa. No estaba segura de qué lado estaba, pero la vida simplemente la había mantenido dando vueltas y vueltas. No estaba muy segura de cómo había terminado aquí, enamorada de dos hombres que la amaban de vuelta, pero estaba muy agradecida. Después de la conversación, volvieron a hacer el amor y recordarlo trajo de nuevo lágrimas a sus ojos. Habían sido tan cariñosos, tan cuidadosos, tan suaves que ella había gruñido con frustración y tomado la iniciativa. Sus dos hombres habían estado un poco sorprendidos, muy contentos, y muy, muy satisfechos. Jack debió haber visto la sonrisa en su cara porque la atrajo hacia él para darle un abrazo y un beso que la hizo jadear y queriendo más. Unos momentos más tarde, Reece entró por la puerta, la tomó en sus brazos, y también la besó profundamente. En cuanto la soltó, Christina se dio cuenta que tenían audiencia. Una señora mayor sentada sobre la otra máquina la observó con los ojos entrecerrados y una expresión agria en su cara. Avergonzada por ser el insecto bajo el microscopio de la anciana, Christina trató de ignorar a la mujer, se encontró alejándose un poco de los chicos, de repente preocupaba de lo que los demás pudieran pensar. Una mujer, dos hombres, ¿cuántas personas lo entenderían?
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Jack notó a la anciana mirando a Christina y vio la forma en que Christina reaccionó. Él y Reece tendrían que llevarla de vuelta al motel para que pudieran trabajar en algunos de los detalles de su relación. Jamás había realmente pensado acerca de cómo otros podrían juzgar injustamente a una mujer en una relación con dos hombres, pero él no quería ver a Christina herida. Los tres necesitaban hacer algunos planes antes de regresar al campamento. Sólo podían quedarse una noche más en el motel, ya que las autoridades habían estado organizando la vuelta a casa con autobuses para mañana o el día después para transportar a los supervivientes de los incendios forestales hasta sus casas para ver si algo aún quedaba en pie. Todos estaban ansiosos por estar en el autobús para ver por sí mismos si algo podría salvarse. No había ayudado ver las imágenes de televisión de la zona. Con tantos edificios destruidos, había sido difícil de averiguar exactamente qué área estaban mirando.
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Tan pronto como hicieron la colada, Jack los empujó de vuelta al motel, llamando por el camino al servicio de habitaciones para la cena nuevamente.
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Abby Blake – Fire Curioso por saber la causa de su comportamiento, Reece miró a su amigo con recelo. Sabía que Jack actuaba así cuando estaba planeando algo. Ya fuera su próximo trabajo de construcción, una fiesta o vacaciones, él siempre era un poco hiperactivo. Reece tenía ganas de averiguar exactamente lo que estaba planeando ahora. Se sentó a la mesa, entrelazó los dedos, y esperó.
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Al ver la expresión de Reece, Jack se dio cuenta de qué estaba haciendo. Atrapado en planificar el futuro, se le había olvidado de consultar con las otras dos personas un futuro que les afectaría a todos. Sonriendo feliz y un poco más relajado ahora, Jack tiró a Christina hacia sus brazos, metiéndola bajo su barbilla y abrazándola.
-Cariño… - dijo suavemente - …tenemos que arreglar algunas cosas antes de volver al campamento. Vi la forma en que esa mujer te miró en la lavandería.
Ella se enderezó en sus brazos y sonrió con cierta tristeza.
-Estúpidos cotillas. - dijo Reece entre dientes, claramente perturbado por el pensamiento de que Christina se llevaría la peor parte de la actitud de la sociedad - Al parecer, en este mundo, dos hombres pueden golpear a la misma mujer, pero una mujer no puede amar a dos hombres al mismo tiempo. -Eso lo resume todo. - dijo Christina en voz baja, sonando derrotada.
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Abby Blake – Fire Jack la abrazó más estrechamente.
-Cariño, queremos protegerte. Tal vez deberías casarte con uno de nosotros. - sugirió, mirando rápidamente a Reece para asegurarse de que estaba con él en esto.
Reece asintió con entusiasmo. Christina se rió en voz baja y dijo:
-Entonces, ¿cómo lo decidimos? ¿Lanzamos una moneda o algo así?
Tirando fuera de los brazos de Jack, ella lo llevó a la mesa y se sentó con Reece. Quiso agarrarlos a ambos con sus manos, pero con la mano lesionada estaba demasiado torpe, así que se conformó con sostener la mano de Jack y colocar su rodilla sobre la pierna de Reece debajo de la mesa.
-Vamos a pensar en esto por un segundo, ¿de acuerdo? Jack, si me caso con Reece, no puedo mostrarte afecto en público, no me puedes presentar como tu mujer, ni siquiera podrías reclamar a los hijos que tengamos.
Ella se sonrojó un poco con el pensamiento de los niños. No habían hablado mucho acerca de nada de eso todavía.
- Y sería igual para Reece si me caso contigo. No es justo, no para ninguno de nosotros.
Dos pares de ojos la observaron de cerca mientras consideraban sus palabras.
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Abby Blake – Fire -Así que, ¿cómo nos protegemos? - preguntó Reece, el desconcierto claramente reflejado en su lenguaje corporal.
Encogiéndose de hombros un poco, ella simplemente respondió:
-No lo hacemos. -¿Qué quiere decir “no lo hacemos”? - gruñó Reece, haciendo su mejor imitación de hombre de las cavernas. -Quiero decir… - dijo ella, mirándolo con severidad - …que no me importa lo que otros piensen de mí, y no voy a dejar que ellos dicten a quién puedo y no puedo amar.
Sorprendido por las suaves palabras de Christina, Jack se sentó muy quieto en la mesa. Poco a poco, escogiendo cuidadosamente sus palabras, se inclinó sobre la mesa y pasó los dedos ásperos y encallecidos sobre su rostro.
-Cariño, te quiero con nosotros lo suficiente como para arruinar tu reputación. - señaló, sintiendo una sonrisa llena de asombro y admiración a su fuerza de carácter asomándose en su cara - ¿Estás segura de que esto es lo que quieres?
Ella asintió con confianza, y de repente, todo estuvo mucho más claro. Jack asintió con la cabeza comprendiendo. Sí, ella los amaba a ambos, y no iba a ocultarlo. Negar su amor lo corrompía, lo hacía menos de lo que era, y no iban a dejar que eso sucediera.
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Epílogo Más de un año después, ella alzó la vista de la computadora para encontrar a dos hombres muy guapos sonriéndole ampliamente. Ella les sonrió, sabiendo que su amor por ellos también brilló en sus ojos.
-Tenemos una sorpresa para ti. - anunció Reece muy serio.
Jack dio la vuelta para agarrar sus manos y ayudarla a salir de la silla. Ella estaba embarazada de cinco meses, pero los dos hombres habían rondado siempre sobre ella desde que lo habían descubierto. Los amaba tanto más por ello, aunque a veces eso la enfadara. Ella había estado trabajando en su ordenador contestando correos electrónicos y enumerando sus existencias en eBay, con la misma empresa que había estado desarrollando antes del incendio. Jamás sería millonaria, pero pagaba las cuentas y le daba la capacidad de contribuir a los ingresos familiares. Durante los últimos catorce meses habían estado viviendo en la única caseta que sobrevivió al fuego. Recordaba muy bien el día que les habían permitido volver a la montaña para inspeccionar los daños. La devastación había ido más allá de la comprensión, e incluso los informes de noticias de televisión no les habían preparado para la realidad. Christina había perdido todo. Nada más que cenizas y escombros permanecieron en la manzana donde la casa de sus padres una vez había estado. Había sentido la pérdida con más intensidad cuando se dio cuenta que no tenía ni siquiera una foto de sus padres. Poco a poco, el autobús se había trasladado más arriba en la colina hacia los acres donde habían vivido Reece y Jack. Ambos habían visto sus casas en llamas, por lo que no esperaban ningún milagro, pero consiguieron uno pequeño de todos modos.
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Abby Blake – Fire De alguna manera, uno de los cobertizos de menor tamaño en la propiedad de Jack había quedado intacto. Sólo era del tamaño de un garaje doble, y era simplemente una variedad de chatarra olvidada. Tenía, sin embargo, un aseo, un lavadero, y una ducha al aire libre. Era el espacio suficiente para que poder vivir básicamente cuando ellos reemplazaron la electricidad con un generador. Había sido el primer rayo de esperanza para la mayoría de los ocupantes del autobús ese día, y muchos expresaron su sorpresa y humor irónico de que este único cobertizo hubiera logrado sobrevivir. De alguna manera, levantó los ánimos de muchos. Tal vez fue un poco absurdo, pero al menos algo seguía en pie, algo permaneció incluso después de que la madre naturaleza envió lo peor. Se había demostrado de forma pequeña y simbólica que su ciudad una vez había existido. Los chicos lo habían modificado un poco para hacerlo más habitable, y ella había amado la proximidad que habían desarrollado viviendo en ese pequeño espacio. La construcción de la casa ya estaba en marcha, y ambos Reece y Jack le habían asegurado que estaría terminada mucho antes de que llegara el bebé. A menudo pensaba que, a pesar de que había amado que los tres estuvieran viviendo en una habitación, el bebé necesitaría más espacio. Los tres se estaban construyendo una vida de casados, y ella pensaba en ellos como sus maridos, porque eso es lo que eran en su corazón. Está claro que era un arreglo inusual, pero estaba basado en los mismos principios de amor y confianza que cualquier otro matrimonio. Ella se dejó llevar a la casa parcialmente terminada, cada uno de sus chicos tomándola de una mano. Ella había tenido suerte. Sus quemaduras habían sanado sin infección, y las cicatrices no eran demasiado evidentes. Había tenido que trabajar duro para conseguir que sus dedos funcionaran correctamente, y los meses de ejercicios cuidadosos y órdenes de los doctores finalmente habían dado sus frutos. Su mano se sentía casi de vuelta a la normalidad. Reece y Jack la llevaron a una puerta y, empujándola hacia delante un poco, la animaron a abrirla. Más curiosa ahora, ella se adelantó y abrió la puerta a lo que sabía sería el dormitorio principal.
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Abby Blake – Fire Cuando la puerta se abrió de golpe, su aliento quedó atrapado en su garganta, y las lágrimas quemaron detrás de sus ojos. La habitación estaba lista mucho antes de lo previsto. Sus maridos habían terminado el dormitorio principal y el baño adjunto, un vestidor y una zona de estar. Ellos también habían dejado suficiente espacio para una cuna de bebé y un cambiador. La enorme cama king-size ya estaba en el centro de la habitación, y habían amontonado en alto con una variedad de ropa de cama empaquetada. Las lágrimas se filtraron a través de sus pestañas, y ella se limpió con impaciencia.
- Estúpidas hormonas. - se quejó cuando Reece la atrajo hacia su pecho, abrazándola a él y poniendo sus grandes manos sobre su vientre ligeramente redondeado.
Jack dio un paso adelante para besarla suavemente.
-Cariño, hemos querido preguntarte algo.
Un poco sorprendida por la gravedad de su tono de voz, ella se alejó de Reece y giró para mirar a los ojos a los dos. Ahora los dos estaban algo nerviosos, parecía esperar a que el otro hablara. Arqueando una ceja, ella casi se echó a reír cuando empezaron a mover sus pies, actuando como un par de niños en la oficina del director.
-Sólo escupe lo que sea ya. - le ordenó a Reece con una amplia sonrisa. -Nos preguntábamos... es decir, pensamos que... tal vez, si no te importa... si considerarías...
Reece era el mayor charlatán que había conocido en su vida, y su nerviosismo inusual estaba empezando a preocuparla. Ella miró a Jack, suplicando con los ojos que le dijera lo que querían decir.
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Abby Blake – Fire -Queríamos saber si que considerarías legalmente cambiar tu nombre y tomar los nuestros, ya sabes, con guión, por lo de que el bebé debería tener el nombre de sus padres.
Reece finalmente empujó las palabras y luego respiró aguantando la respiración hasta que ella contestó. Mirándolos, alargó deliberadamente el momento hasta estar segura de tener toda su atención y dijo:
-Él ya los tendrá.
Cuando su nerviosismo disolvió la confusión, finalmente se compadeció de ellos y explicó.
-Cambié mi nombre la semana pasada en el juzgado. Estaba esperando el momento adecuado para decíroslo. - se encogió de hombros y añadió: -Supongo que eso es todo.
La levantaron lanzándola en medio de la cama, arrastrando sus paquetes sobre el suelo, y luego los dos hombres yacieron de costado, mirando abajo. Vestían sonrisas casi idénticas y torpes en sus rostros. Ella sonrió feliz. Nada en la vida podía ser mejor que esto.
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