Scott Westerfeld - Stupid Perfect World

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Staff Moderadoras Hanna Marl & GrizeldaDC Traductoras

Correctoras

Kmi25

GypsyPochi

_alial98-

GrizeldaDC

Annie D

Pily

Eva Gomez

Lexie

MaryJane♥

Hanna Marl

Diseño

Revisión & Recopilación

Hanna Marl

Hanna Marl

Índice Sinopsis Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 9 Sobre el autor

Sinopsis E

n esta novela futurista por el reconocido autor Scott Westerfeld, Kieran Black vive en un mundo "perfecto". Las enfermedades y el hambre han sido erradicadas, el sueño es innecesario, y se necesita muy poco tiempo para ir desde las Bahamas hasta la luna. Pero ahora Kieran tiene que tomar "Escasez", una clase sobre cómo se vivía en los viejos tiempos. Y como si sentarse a través de una hora en Escasez cada día no fuera bastante deprimente, están los proyectos finales. Cada estudiante debe escoger una forma de la antigua dificultad para experimentar durante dos semanas enteras. Kieran elige tener que dormir ocho horas por noche, lo que no parece demasiado molesto. Maria Borsotti nunca ha pensado mucho en Kieran, pero ella decide que se apiadara de él y lo ayudará con su proyecto. Pronto, Kieran duerme y tiene sueños vívidos, mientras Maria, cuyo proyecto de escasez es renunciar a toda la regulación hormonal adolescente, está experimentando emociones que nunca supo que tenía. A medida que sus asignaciones los acercan más, empiezan a preguntarse si los viejos tiempos no eran tan malos. ¿Tal vez algo ha estado ausente de sus vidas perfectas después de todo?

Capítulo 1 Traducido por Kmi25 Corregido por Hanna Marl

C

omo la mayoría de los días, apenas estuve a tiempo para clase de Escasez.

No era una asignatura real, con calificaciones y todo lo demás, así que solo los más ñoños trabajaban duro en ella. El resto de nosotros solo nos presentábamos y tratábamos de no quedarnos dormidos. Nadie quería reprobar, por supuesto, porque eso significaba repetir otro largo semestre observando a todas esas antiguas personas muertas de hambre y estando enfermas. Al menos Historia regular tenía batallas; Escasez era solo deprimente. Así que cuando caminé dentro y vi lo que el señor Solomon había escrito en el antiguo tablero, solté un ruidoso quejido.

PARA HOY, PROPUESTAS DE PROYECTOS FINALES.

—¿Olvidaste algo Kieran? —Era María Borsotti del escritorio junto al mío, su viejo cuaderno de papel fuera y listo para garabatear en él. —Esto no es justo, —dije, dejándome caer en mi asiento. Las tareas se suponían que debían aparecer en el headspace automáticamente. Pero una de las reglas del salón de Escasez era que toda la tecnología decente era desconectada. Justo como nuestros miserables, enfermos ancestros, teníamos que depender de nuestros propios cerebros, o como María Borsotti, rayar garabatos en la pulpa de la madera muerta. ¿Aprender a escribir a mano? ¿Para pasar o perder una clase? Que sumiso. Me refería a ponerme un recordatorio a mí mismo. Los proyectos eran el primero en llegar, primer azote de enfermedades (Humor de Escasez = Divertidísimo,) así que la mayoría de las personas se había lanzado directo a la cabecera en el momento en que la

clase había terminado el viernes, corriendo para buscar las enfermedades más fáciles antes de que alguien más las demandara. Se suponía que teníamos que “personificar” alguna forma de antigua debilidad, gastando las próximas dos semanas siendo ciegos o lo que fuera. Se suponía que esto nos enseñaría como eran las cosas realmente en los viejos tiempos, como si atravesar una hora de Escasez cada día no fuera lo suficientemente deprimente. Pero había sido distraído por Barefoott Tillman, quien salió después de clase queriendo ayudar en un viaje de Campo a la Antártica. Es difícil decirle no a Barefoott—quien mide unos dos metros de alto y es la chica más bonita del colegio. Después de hablar con ella sobre forros térmicos y pingüinos, me teletransporté directo a mi curso opcional de montañismo en los Alpes. Ese fue el comienzo de una ocupada semana sin peste o guerra o necesidades: fui de compras con mi madre a la luna, me zambullí en la cabecera para trabajar en mi viejo idioma (Mi clase de actuación estaba haciendo Hamlet) y pasando todo el domingo construyendo mi casa en el Polo Sur para Ingeniería Avanzada. El único momento en que Escasez había surgido su enfermiza cabeza fue cuando mi amigo Sho y yo estábamos simulando alguna batalla y yo era como — ¡Guau, En aquella época mucha gente moría!— Pero luego su avión me estaba bombardeando, así que lo olvidé de nuevo. Entonces llegó el lunes, muy tarde para hacer alguna investigación. Mientras la clase oficialmente empezaba, el headspace desapareció—mi horario, los resultados de la liga de gravedad cero, incluso la hora del día, todo se fue. El mundo tomó ese aspecto extraño y monótono de Escasez: solo una capa visible, nada más que ver, salvo la sonrisa autosatisfecha de María Borsotti. —Pobre Kieran, —dijo. —Ayúdame, —Susurré. Ella apartó la mirada. —Bueno, tal vez me hayan sobrado un par de ideas… El señor Solomon comenzó aclarando su garganta. Él dijo que así era como las personas obtenían tu atención en los viejos tiempos, porque las personas siempre estaban enfermas. —Bien, gente, espero que estén listos para una experiencia de las que cambian la vida. Gruñidos de bajo nivel retumbaron a través de la clase.

Solomon alzó sus manos para callarnos. —La perspectiva es la clave para las próximas dos semanas. El proyecto no debe consternarlos. De hecho, cuanto mejor entiendan como las cosas solían ser, más felices van a estar sobre su vida ahora. Y ese era el auténtico punto de la clase de Escasez: convertirnos a todos en pequeños sumisos agradecidos quienes nunca protestaban—incluso sobre cosas realmente irritantes como, por ejemplo, las clases de Escasez. María se movió más cerca y murmuró— Oh, qué mal. Parece que no puedo encontrar mis notas. Pero el señor Solomon dijo que tenía unas cuantas ideas extra. Tragué. Nuestro profesor había amenazado con un crítico trabajo de pesadilla a quienes no aparecieran con el suyo. Plaga Bubónica, tal vez. O el pie de atleta, que sonaba como algo bueno, pero no lo era. Me sentía como uno de esos chicos cerebritos quienes no podían encontrar un amigo en clase de gimnasia y tienen que correr vueltas en lugar de jugar Zero-g. —¿Quién quiere ir primero? —preguntó el señor Solomon. Manos se dispararon hacia arriba, todos entusiasmados por asegurar sus proyectos. Me senté congelado, mi cerebro sin ayuda, girando sin esperanza. Solomon llamó primero a Barefoott Tillman. —¿Puedo hacer el resfriado común? —preguntó. Le lancé una mirada de odio. Por culpa de Barefoott era que había olvidado mi trabajo, ¿y ella estaba escogiendo el resfriado? ¿Después de todas esas hambrunas y pandemias que habíamos visto este semestre? Incluso hoy en día algunas veces las personas contraían resfriados. Como abajo en el Polo, mi traje térmico siempre estaba cubierto de hielo cuando me lo ponía en las mañanas. Claramente desagradable. Y el “Resfriado común” sonaba más idiota que un resfriado del Polo sur. Una sonrisa se extendió a través de la cara del señor Solomon. —¿Estás segura de que quieres intentar algo tan… desagradable? Eso pareció tomar a Barefoott por sorpresa y vi por la sonrisa de María que ella ya había investigado ese “Resfriado común,” y si una asertiva como María no quería ser parte de ello, Barefoott estaba en un gran problema. —Me las arreglare, —dijo, sincera. Sus pulgares se retorcieron en un gesto inconsciente del Headspace, tratando de verificar. Conociendo a Barefoott, no había

logrado pasar del nombre. Es la clase de trabajo descuidado de Escasez que se suponía, te enseñaba a no confiarte, porque la gente solía morirse por ser perezoso. Por supuesto, Barefoott aún estaba por delante de mí. —Bien, entonces, —dijo el señor Solomon —El resfriado común es todo suyo, señorita Tillman. Disfrútelo. Más manos se disparan hacia arriba. La mirada de Solomon se pasea aleatoriamente alrededor del salón. Toda esa cosa de levantar tu mano era otra de las disminuciones tecnológicas que hacían a Escasez tan frustrante. Tenias que esperar tu turno en lugar de discutir en múltiples niveles de audio o escribir el mensaje en un gran hilo. No es de extrañar de que siempre estuvieran peleando en ese entonces—discutir algo complicado con un solo nivel de audio era como tratar de sorber un alquitrán a través de un pitillo. Lao Wrigley tenía su mano levantada más alto que cualquiera. —Me gustaría hacer el transporte físico. Nada de teletransportación. —Apartó su pelo—. De todas formas mi padre vuela conmigo a la escuela. —Que grupo tan ambicioso, —dijo Solomon, el sádico regocijo en su cara haciendo a mi estómago voltearse. —¿Pero que hay sobre tus clases en otros continentes? Lao barajó el papel en su mano con suficiencia. Ella no era una inteligente como María Borsotti, pero siempre chorreaba sus notas desde el headspace a la pulpa de madera antes de clase. —Bien, mis clases en Asia son todas en el headspace este semestre, así que no tengo que teletransportarme. Mi asignatura de buceo es abajo en las Bahamas, pero ahí está ese ferry de carga que opera dos veces al día y tiene varias sillas viejas de pasajeros. El señor Solomon asintió. —Excelente investigación, Lao, pero creo que encontraras esos barcos sorprendentemente lentos. ¿Sabes cuánto tiempo toma? Lao asintió solemnemente. —Dos horas enteras, Señor S. Pero me las puedo arreglar si nuestros ancestros podían. —¿Y qué hay de su vida social, Señorita Wrigley? Esto significa no fiestas en la Luna por dos semanas. Aun usando su cara seria, Lao cruzó sus manos. —Bueno, Escasez no significa mucho a no ser que renuncié a algo.

Puse los ojos en blanco—Como si Lao Wrigley tuviese una vida social de un salto planetario. Incluso María enarcó su ceja, como si acabara de mandarme un mensaje al headspace (Esa era la única cosa buena acerca de la clase: te hacia darte cuenta cuanto te podías comunicar solo usando tu cara.) Nos las arreglamos para no reírnos fuerte. El señor Solomon asintió y empezó a buscar a su próxima víctima. Ahora mi cerebro realmente estaba corriendo. No se me había ocurrido que se podía renunciar al teletransporte. Me había estado enfocando en los clásicos: enfermedades, hambruna o tener un miembro paralizado. Tal vez un retroceso tecnológico era más seguro que alguna bacteria descontrolada corriendo en mi cuerpo. Traté de recordar todas las dificultadas de los viejos tiempos. No teletransporte (Tomado). No headspace (Si, perfecto). No trajes térmicos (¿Así que moriría de frio abajo en el Polo?). Ningún nivel de crédito garantizado (¿Y que significaría eso?— ¿obteniendo un empleo?) Cada idea sonaba horripilante. Creo que ese era el punto de la clase: una mierda incuestionablemente. —¿Cómo van esas ideas Kieran? —susurró María. Apreté mis dientes, teniendo la malhumorada comprensión de que mis ancestros habían gastado un montón de esfuerzo resolviendo como no sufrir de hambre, ataques de leones y gérmenes aleatorios creciendo dentro de ellos. Muy apreciado, antiguos antepasados, pero ¿Por qué yo debía hacer ese desafío de nuevo? Aunque la idea de los leones era algo genial. Me preguntaba si podría hacer la depredación y encargar a un fabricante que construyera alguna bestia grande para que me persiguiera de vez en cuando. Pero eso probablemente incomodaría a mi profesor de actuación, lograr saltar por la cueva de los osos mientras ensayaba Shakespeare. Solomon pasó por mis compañeros, uno por uno, la soga ajustándose mientras las manos disminuían. Mi amigo Sho tomó la hambruna, diciendo que sería divertido ponerse delgado. Después de todo, su armazón biológico no lo dejaría morir y las personas solían ayunar por dos semanas todo el tiempo. Solomon dijo que estaba bien, pero lo hizo prometer que bebería un montón de agua. Judy Watson eligió analfabetismo, lo que significaba que solo podía usar iconos y órdenes verbales en el headspace. Ese era un excelente truco, dado cuantas personas ya

no se molestaban en leer. Traté de pensar en alguna variación en la idea, pero nada funcionó—Y necesitaba ser culto para aprenderme mis líneas de Hamlet. La mayoría de las personas escogieron enfermedades: Cáncer o infecciones, incluso unos pocos parásitos. Dan Stratovaria escogió la oncocercosis, así que sus ojos serian socavados por las próximas dos semanas. Solomon lo dejó mantener los medios visuales en el headspace para hacer con ellos su tarea y de cualquier forma Dan había estado planeando obtener nuevos ojos, así que otro más que lo tenía fácil. Las únicas enfermedades que podía recordar eran las que tenían nombres graciosos, como la tos ferina. Pero dos semanas tosiendo no sonaban divertido. —Eres lindo cuando estas nervioso, —susurró María. La mirada del señor Solomon se desplazó hacia nuestra dirección. —María y Kieran, ¿Qué es lo han estado discutiendo tan intensamente desde que la clase empezó? —Bueno, Kieran tiene una idea espectacular, señor Solomon, —dijo María y contuve la urgencia de golpearla. —No lo dudo, María, —dijo—. Pero escuchemos la tuya primero. María solo sonrió. —Me gustaría suspender mis estabilizadores hormonales. Solomon asintió lentamente—aparentemente esas palabras tenían sentido para él. —Un poco peligroso a los dieciséis años ¿No crees? —Sera divertido, descubriendo como era ser un adolecente en ese entonces. —Se encogió de hombros—. Siempre suena realmente intenso cuando lees sobre ello. —Ciertamente lo es. Entonces, dejemos que las hormonas corran libres. ¿Y qué hay de tu espectacular idea Kieran? Ignoré la expresión entretenida de María. —Bueno, Estaba pensando en intentar algo…diferente. —Grandioso. ¿Y qué seria eso? ¿Qué ciertamente? ¿Qué? Traté de pensar en algo que me ayudaría con mi alpinismo, como un miedo a las alturas. O motivara mis habilidades Antárticas, como la posibilidad de la congelación. O ayudarme a entender a mejor a Hamlet, porque esos momentos isabelinos habían sido todos sobre las potentes escaseces…

Y con ese pensamiento, William Shakespeare llegó a mi rescate. —Dormir, —dije. —Ah. — El señor Solomon juntó sus dedos, luciendo complacido. —Muy original. —Por supuesto, no me refiero a dormir por montones, —agregué rápidamente. —Sino un rato cada noche, como solían hacerlo. Eh, ¿Verdad? —Bueno, no se supone que lo voy a poner a dormir ocho horas, —dijo. —Siempre y cuando baje a la fase REM. Asentí pretendiendo que tenía alguna idea de lo que “REM” era, mientras estaba pensando ¿Ocho horas por noche? ¿Cómo hacia la gente de los viejos tiempos para tener todo listo? La mayoría de los meses me saltaba mi hora de relajación cerebral. Un indicio de pánico debió arrastrarse por mi rostro, porque Solomon dijo—: Creo que los antiguos dormían tan poco como tres o cuatro horas en la noche. Quizás puedes hacer alguna investigación en el asunto. Sonreí avergonzadamente, agradecido de que escapé de la peste bubónica.

Capítulo 2 Traducido por _alial98Corregido por GypsyPochi

N

o es como si Kieran Black me pareciera lindo o algo así.

Su manía de estar al aire libre tenía cierto encanto, la forma en que se tele trasportaba de las clases directamente hasta la Antártida, los carámbanos en su pelo, sus labios recién agrietados por los vientos helados. Y había sido atractivamente despistado ese día, sin darse cuenta de que pasar un rato en el polo sur era más o menos un proyecto de escasez ya. Quiero decir, ¿Quién se va fuera al frío en estos días? Así que cuando terminó la clase, decidí tener piedad de él. —¿Necesitas ayuda? —Ofrecí—. En mi unidad de Bio, tenemos este hámster que duerme. Kieran me miró como si pensara que le estaba tomando el pelo otra vez, pero luego asintió levemente. Se suponía que nuestros proyectos comenzarían de inmediato, y que probablemente él no sabía nada acerca de llegar a dormir. Sho Walters se paseó por delante de nosotros y golpeó el hombro de Kieran. —Bonito proyecto, amigo. Mentir no hace nada. —Bastante bien, ¿Eh? —dijo Kieran, golpeándole la espalda—. Pero no es como si olvidarse de comer fuera difícil. —¡Hey, disfruto de comer! —llamó Sho, y me dió una mirada divertida mientras se deslizaba por el pasillo. Puse los ojos en blanco, preguntándome si este programa de extensión tenía sentido. Sho vivía por las normas de que el trabajo escolar era estúpido, comprensión estaba sobrevalorado, y el esfuerzo fue para nada. Si Kieran era de la misma manera, yo no tenía tiempo para esa actitud.

Pero luego murmuró—: Y yo no disfruto mentir por ahí. Tengo un hábitat de nieve para construir. Sonreí. ¿Un hábitat de nieve? Tal vez este chico valiera la pena mi esfuerzo. Como los últimos estudiantes se deslizaron fuera de las aulas, una expresión de desconcierto se instaló en el rostro de Kieran. —¿Así que esto es todo lo que pasa cuando uno se duerme? ¿Tumbarse ahí sin hacer nada? —Eso es lo que Mikey, el hámster hace —le dije—. Respira, pero eso es todo. —Sí, pero es un hámster. ¿Acaso la gente de atrás no está realmente aburrida? —No se puede estar aburrido cuando estás inconsciente, tonto. —Oh, cierto, inconsciente. ¿Así como cuando tienes una gran cirugía? —No, es como... —Negué con la cabeza—. Kieran, no hiciste ninguna investigación sobre esto, ¿verdad? —En realidad no. Yo estuve ocupado todo el fin de semana. —¿Cómo te las arreglas incluso para llegar a dormir? —Bueno, es por esta obra que estamos haciendo. Este psicótico príncipe que está pensando en el suicidio, y diciendo que la muerte podría no ser tan mala, porque se imagina que es como el sueño. —Se encogió de hombros—. Así que pensé que sería totalmente inútil. —¿Tú has leído Hamlet? —le dije, perpleja. ¿Podría Kieran Black ocultar algo profundo? Seguro, él acaba de llamar al mejor personaje de la literatura: "Este príncipe psicótico", pero aun así. —Sí, puedo leer —dijo—. No fue mi intención asustarte. ¿Tal vez pensaste que yo andaba en una pequeña rueda todo el día? —Oh, eso sería tan lindo. Él puso los ojos en blanco, y luego miró hacia el espacio vacío y suspiró. —Deberíamos irnos. Durante las próximas dos semanas, estaré perdiendo tres horas al día. Tomé a Kieran directamente de mi salón de clases Bio, teníamos un hámster y un motor de personalización para bioframes. Yo ya tenía el programa que apagaría mis

hormonas balanceadoras, los pequeños widgets que nos mantienen tranquilos y serenos y aburridos todo el tiempo. Angustia adolescente, allá voy. Algunas otras personas de Escasez ya estaban allí, necesitan que el motor de defensas inmunitarias y la reparación de órganos se apagaran. La máquina estaba tardando mucho, revise las hojas de permiso y la simulación corriendo para asegurarme de que nadie había alterado su bioframe de manera legal o ilegal. Y, por supuesto, Barefoott Tillman había arreglado todo para estar en primera fila. Kieran se acercó al hábitat de Mikey y miró su pequeña forma temblorosa. —¿Está durmiendo ahora mismo? Metí un dedo a través del campo de confinamiento, y toque a Mikey. —Nope. Sólo descansa. ¿Ves cómo sus pequeños ojos están abiertos? Kieran llegó a través con cautela y le acarició el pelaje al hámster. Mikey se movió, luego se acomodó hacia abajo. —¡Hey, esta con los ojos cerrados! ¿Así que él está durmiendo ahora? Suspiré. —Creo que tarda más de dos segundos, Kieran. En las viejas historias, a veces la gente no puede llegar a dormir en absoluto, es como si estuvieran inquietos por cosas emocionales. Se le llama “dar vueltas en la cama”. El levantó la vista hacia mí. —¿Cómo sabes todo esto, de todos modos? —Por la lectura histórica, supongo. Es impresionante cómo sus emociones trabajaban en ese entonces. Tenían estos pequeños episodios de locura temporal todo el tiempo. — Miré su dedo que estaba dirigiéndose por la espalda de Mikey—. Sólo encontrándose un chico o una chica linda podía hacer que se volvieran locos. —Eso todavía sucede. —dijo—. Me había olvidado de ese proyecto sólo porque Barefoott Tillman me habló. —Eso no es lo que estoy hablando —le espeté—. Barefoot solo te distrajo, no épicamente en absoluto. En aquel entonces, gritabas por pelear y llorabas por horas. Tirándote de los pelos. Y dabas vueltas en la cama toda la noche. Él se echó a reír. —Suena como un dolor.

—¿No le prestas atención a Escasez? El dolor es una buena cosa. Es por eso que nunca se curó. —Oh, cierto. La manera natural de decir. “Saca la mano del fuego, doofus” —Mientras hablaban, Kieran levantó sus dedos suavemente del campo de confinamiento. Mikey parecía que en realidad estaba dormido ahora. Supongo que la habilidad de Kieran sobre las discusiones sobre hámsteres eran bastante decentes. Me permití sonreír, mi molestia sobre la cuestión de Barefoott Tillman estaba resuelta. —¿Es por eso que quieres hacer esa cosa de la hormona? —Preguntó Kieran—. ¿Para volverte loca? —Bueno... no totalmente loca. Pero no te has preguntado ¿Cómo lo hicieron en aquel entonces? Especialmente la gente de nuestra edad. Era más extREMa, más... dramática. Quiero decir, ¿Por qué tienes que bajar hasta el Polo Sur y presentarte con este frío que te congela? Es porque debe ser intenso, ¿No? Kieran estaba mirando hacia abajo al hámster de explanación. —Sí. Pero el frío no me hace perder mi mente. —Aun así, es algo que ya nadie más siente. No en estos días. —Creo. —Se encogió de hombros y sonrió—. Eso sí, no te pongas demasiado loca o te asfixies a ti misma, María. O empieces a escribir poesía. Me tuve que reír. —No te preocupes, voy a tratar de no ir completamente hacia Ophelia. Siempre y cuando no cumpla con todos los príncipe psicóticos de las próximas dos semanas. La línea para el motor de personalización llegaba a su fin. Las personas se dirigieron hacia fuera para el resto de sus clases de la tarde, algunos riendo nerviosamente. Dan Stratovaria se frotaba los ojos, como si estuviera tratando de sentir los gusanos extinguidos de hace mucho tiempo creciendo dentro de ellos. Yo estaba un poco nerviosa, ahora que mi momento de desequilibrio hormonal estaba en realidad tan cerca. Las próximas dos semanas, probablemente serían embarazosas. Aunque mi bioframe no me dejaría matarme, había un peligro definitivo de la poesía.... —Vamos, vamos a hacer un poco de investigación. —Encendí el espacio superior al máximo, la sala de Bio y el hábitat de Mikey desaparecieron delante de mis ojos—. Si no averiguamos cómo funciona el sueño, vas a estar dando vuelta toda la noche.

Capítulo 3 Traducido SOS por Annie D Corregido por GypsyPochi

E

l primer problema estaba en encontrar el mueble correcto. Cuando llegué a casa, le pregunté a papa si podía sintetizar una cama para mi cuarto. Él inmediatamente puso su cara seria y me mandó a sentar.

—A los dieciséis se es muy joven para tener una cama en tu cuarto, Kieran. Recuerda cuando hablamos de esto, como la modificación de un pequeño biocuerpo puede hacer esos sentimientos menos... ¿Persistentes? Gemí. —¡No se trata sobre eso, papá! —¿Quién era esa chica con la que estabas obsesionado el último verano? ¿Chrissy? —Christine —dije—, y esto no tiene nada que ver con chicas. Es para un proyecto escolar. Él rió tan fuerte en una forma realmente vergonzosa, que de hecho estaba golpeando sus muslos. —Buen intento, amigo. —No, en serio. ¡Es para Escasez! —Comencé a explicarle mi proyecto, pero como siempre, el cerebro de mi papá se apagó. No había clases de Escasez en sus tiempos, y nunca había entendido como podía trabajar tanto para un curso sin nota. Para el momento en que había terminado mi explicación, su rostro serio estaba de vuelta. —Así que, Kieran. ¿Hay alguien especial de quien me quieras hablar? Gemí de nuevo. Esto era inútil. Al menos mamá no estaba cerca, lo cual sería el doble de vergonzoso. —Solo olvida que lo mencioné. —¿Estás seguro, hijo? Sabes que estoy aquí si me necesitas.

Puse mis ojos en blanco y me dirigí a mi cuarto. Alrededor de la medianoche hice mi mejor intento. Una pila de abrigos no era exactamente una cama terrible. Era mucho más cómoda que el mueble que había estado haciendo con la nieve. Me hundí en las fibras calientes, cerrando mis ojos y tratando de sentir algunos cambios dentro de mí. Había pasado cerca de ocho horas desde que María había apagado el nano metabolismo que mantenía mi cuerpo ocupado de actividad las veinticuatro horas del día. Por las próximas dos semanas, las células iban a dividir su tiempo de la antigua forma. Rompiéndose en moléculas complejas mientras estaba despierto, y construyendo nuevas mientras dormía. No era eficiente como hacer ambas a la vez, pero no debía controlar nada conscientemente. Incluso el hámster de Mikey podía hacerlo. Oscurecí mi cuarto para hacerlo como de noche, luego me acosté con mis ojos cerrados, esperando por algún tipo de cambio. De acuerdo con el espacio frontal, había cinco etapas del sueño. La Etapa uno era la gran cosa, como esa sensación después de una sesión de relajamiento del cerebro, cuando todo esta borroso por unos pocos minutos. La Etapa dos era exactamente como dormir aparece en las viejas películas, estar acostado inconsciente, como después de una cirugía o de ser golpeado en la cabeza. Básicamente como usualmente pierdes el tiempo, excepto que no podías estar aburrido, lo que es una ventaja. No estaba ansioso por la Etapa tres, la cual incluía esas extrañas interrupciones como caminar dormido, hablar dormido, pesadillas, y algo llamado “mojar la cama” —No preguntes—. Afortunadamente, esa parte usualmente pasaba rápido, y luego estaba la Etapa cuatro y cinco, pero no era como si ya hubiese investigado sobre cada detalle aún. Solo estaba esperando entrar en la Etapa uno esta noche. Asi que esperé más. Y esperé… No diré que nada pasó. Pensé sobre muchas cosas. Mis líneas para Hamlet, la cojera de mi papá, Barefoott Tillman en traje de baño, Mikey el hámster, la forma en que María Borsotti podía ser linda cuando no eran tan sumisa. Pero no fue exactamente dormir. Tenía tantos pensamientos, era lo opuesto de inconsciencia; estaba de repente consciente de cada sonido de mi cuarto, de cada preocupación en mi cabeza, y especialmente de cada picazón y calambre en mi cuerpo inmóvil.

No se suponía que me moviera, pero mis músculos seguían demandando movimientos al azar. Para el final de la primera hora, estaba enredado en los abrigos y terminé arrojando la mitad de ellos a través del cuarto. ¿Es de allí de donde proviene lo de “dar vueltas en la cama”? No había notado nada de inconsciencia, porque no deberías estar consciente para notar nada de eso, lo que tenía mi cabeza dando vueltas en pensamientos y pensamientos y más pensamientos. Finalmente, me senté, no importándome si fallaba Escasez, lo que sea para escapar del aplastante y sudoroso aburrimiento de no dormir. Y he aquí el resultado, mis tres horas casi habían terminado. Pero no había parecido tanto tiempo. ¿Era acaso por qué nunca antes había permanecido tanto tiempo quieto, así que no tenía nada con que compararlo? ¿O había perdido algo de tiempo en todo eso de dar vueltas en la cama, una pequeña pizca de sueño? Si era así, era algo genial, casi como una patética forma de viaje en el tiempo. Mi cabeza se sentía un poco confusa, pero sabía que un poco de viento del Antártico aclararía eso. Me deslicé en un traje temporal y me dirigí al tele-transportador, por primera vez pensando que este proyecto podría no apestar del todo. No fue hasta más tarde ese día en que me empecé a sentir realmente extraño.

Capítulo 4 Traducido por Kmi25 Corregido por GrizeldaDC

K

ieran Black lucia como la mierda. Mierda cubierta con carámbanos. —¿Estás bien?

Un escalofrió viajo a través de él. —Sí, bien, María. Solo estaba abajo en la base Amundsen Scott. Eso es en el Polo Sur. —Um, ¿Kieran? No bromeo. —Extendí mi brazo entre el espacio de nuestros escritorios y arranqué un pequeño carámbano pegado a su pelo. Le dieron a mis puntas de los dedos una pequeña y fría caricia, luego se derritieron en mi palma. —Pasó esta cosa rara, —dijo—. Estaba igualando el exterior de mi hábitat con un soplete, y empecé a sentirme raro. Así que me senté en la nieve, lo que realmente no se supone que hagas en invierno. Estaba sentado ahí y perdí la noción del tiempo…hasta que mi bioestructura me dio una advertencia de congelación. Mi boca cayó. —¿Quieres decir que te quedaste dormido? ¿Ya? Él asintió y suspiré. Incluso Kieran Black estaba más adelantado que yo. No había sentido nada hasta ahora, excepto tal vez más fastidio que el usual a mi madre, quien persistía criticando cada cosa de la ropa que vestía hoy. Como si nunca hubiese estado en un humor todo negro antes. —No estoy totalmente seguro, —dijo Kieran. Una brillante astilla de forro térmico sobresalía del cuello de su camisa, irradiando calor como si hubiese olvidado apagarlo. Los carámbanos se estaban derritiendo rápido. —Definitivamente no dormí mucho la noche pasada. —¿Pero dormiste algo? ¿Cómo fue? —No lo sé. —Parpadeó. —Creo que cuando estas dormido no lo sabes. Así que…no es como nada.

Fruncí el ceño. Había estado esperando este proyecto para crear a un Kieran Black más interesante. Pero aparentemente solo estaba haciéndolo una especie de flojo. Empecé a revisar y ver si eso era normal, pero tan pronto como la headspace había aparecido esta se había disipado de vuelta en la plana realidad. Escasez iba a empezar. —¿Así que como estuvo el primer día de todos? —Preguntó el Señor. Solomon. —Tengo que cambiar mi proyecto, Señor Solomon, —Lao Wrigley empezó—. No es seguro. Había hablado sin levantar su mano, lo que el Señor. Solomon usualmente corregía. Pero hoy calmadamente entrelazó sus dedos, como si hubiese estado esperando unas cuantas quejas. —¿No es seguro? —¡No del todo! —Lao sujetó los lados de su escritorio—. Esta mañana tomé el barco ese y ¡El océano estaba completamente hecho un desastre! —¿Puede ser que te estés refiriendo a las olas, Señorita Wrigley? Barefoott Tillman, quien siempre presumía sobre sus estúpidos trofeos de surf, ahogo una carcajada, y yo le sonreí a Kieran. Él no respondió. Su expresión era extrañamente tranquila y no se movió mientras los últimos carámbanos en su cabello se derritieron, gotas rodando bajo su cuello y su camiseta. Viéndolo, sentí un hilo de sudor en mi propia espalda, caliente en lugar de frio. Esa fue una interesante sensación. —Sí, el océano tiene olas, —explicaba pacientemente el Señor Solomon—. Pero los barcos están diseñados para las olas. Estoy seguro perfectamente seguro de que es seguro allí afuera. Lao sacudió su cabeza. —Ah ¿Si? Bueno, si los barcos son tan seguros, ¿Por qué hay una palabra para cuando se dan la vuelta? —¿Qué es? —¡Zozobrar, Señor Solomon! —dijo Lao—. Esa es una palabra especial solo para cuando los barcos se dan vuelta. Verifiqué en el headspace y ¡No pude encontrar una solo palabra para los trenes volcados, los carros o aerodeslizadores! Solo los barcos. ¡Piénselo!

—Señorita Wrigley, dudo que un barco de carga esté en peligro de zozobrar. —¡Pero es horrible! —Su cabeza cayó entre sus manos. —También hice el cálculo mal. —¿El cálculo? —¡Resulta que se demora dos horas cada trayecto! Una sonrisa destello en la cara de Solomon. —Por supuesto, Señorita Wrigley. ¿Ha olvidado que tenía que regresar? Levanté una ceja. Esas horas extras también se me habían pasado a mí. No era como si alguna vez me tomara más de cinco segundos ir a cualquier parte del mundo. Incluso marte estaba a solo tres minutos de teletransporte. Lao levantó la vista de sus manos, tragando y noté que su piel era más pálida que lo usual. —¡Cuatro horas cada día! ¡Y cuando traté de tener alguna lectura lista esta mañana las olas me hicieron sentir realmente rara! —Ah…—El señor Solomon asintió. —Creo que tienes algo llamado mareo. Si revisas el headspace después, probablemente encontraras algunos viejos parches de bioestructura para esto. Tu proyecto de escasez no tenía restricciones médicas después de todo. —Se rió entre dientes. —Pero no hay cura para tener que ir los dos trayectos en un viaje. Temo que estas atascada con eso. ¿Alguien más? Mientras más manos se levantaban, mire de cerca a Lao. Ahora que me fijaba, ella definitivamente tenía un color raro. Un toque de azul-verdoso en su cara, como el mar. ¿Es por eso que lo llamaban mareo? Barefoott levantó su mano. —Mi resfriando común va fabuloso. Me gusta la forma en que hace que mi voz suene. Fruncí el ceño. Su voz estaba de una forma más baja, como un suave gruñido. Eso deja que Barefoott tomara un proyecto que la hiciera aún más sexy. Por lo menos Kieran no estaba mirándola hoy. Su mirada estaba perdida en la negra profundidad del tablero. Levanté mi mano. — ¿Señor. Solomon? Pienso que hay algo mal con Kieran. Con el sonido de su nombre, Kieran se sacudió de su estado catatónico para fulminarme con la mirada. —No, estoy bien.

—Solo verificaba. —Sonreí dulcemente. —Estoy seguro de que Kieran simplemente se siente un poco diferente, —dijo Señor Solomon—. Creo que el término específico es “Soñoliento.” Pero te vas a sentir más extraño mientras este proyecto avanza. Hoy es solamente el comienzo, así que para de mordisquear tu manga, Sho. —¡Mi manga no es comida! —No, pero es irritante. —El Señor Solomon suspiró, mirando hacia Lao Wrigley de nuevo. Ella había empezado a hacer sonidos raros en la parte de atrás de su garganta y su cara estaba definitivamente del verde del mar poco profundo. Mire hacia abajo a mi cuaderno en blanco, mis dedos enrollándose alrededor del bolígrafo. El verde de un mar superficial, escribí. Las palabras lucían delicadas y frágiles en mi larguirucha mano. Todo el tiempo invertido aprendiendo a escribir y apenas había tomado notas este semestre. Repentinamente, quería tallar en la blanca superficie del papel. Lao hizo un sonido distinto al de atragantarse. —Hmm, tal vez debamos terminar la clase temprano hoy—dijo Señor Solomon—. En un reporte de mareo. Tú y yo podemos ir directamente al departamento de Biología, Lao. Y todo el resto de la clase trate de gastar más de esta inesperada hora de libertad pensando sus proyectos. Tomen nota de los cambios dentro de ustedes. Sonreí por sus palabras, escribiendo los cambios a través de mí… Tenía un montón de notas por tomar.

Capítulo 5 Traducido por Eva Gomez Corregido por GypsyPochi

E

ste proyecto me absorbía.

Además de perder tres horas al día, estaba en muerte cerebral las otras veintiuna. Toda la semana me había arrastrado por las clases como un zombie en los juegos de combate de Sho. De repente todas mis líneas de Hamlet habían desaparecido de mi cabeza. Intenté explicarle a la señora Parker que todo era culpa del señor Solomon, pero ella dijo que eso no era una excusa porque los actores en los viejos tiempos habían dormido cada noche. Si… ¡Pero sabían cómo! Así que a medianoche, ahí estaba yo otra vez, mirando fijamente mi cama improvisada con mis complicadas emociones. Por un lado, mirar a mi parka arrugada me hizo querer estrangular al señor Solomon con una manga del forro polar. Pero al mismo tiempo, de alguna manera, la pila se veía encantadora. No había nada que quisiera hacer más que acostarme en ella. Olas de mareo flotaban sobre mí. Tal vez esta noche finalmente funcionaría. Me lancé sobre la pila, mi cara aterrizando en un cuello de piel sintética, los cabellos rizados suavemente sobre mis labios mientras exhalaba y expiraba. Le dije a la habitación que se oscureciera, y el silencio empezó a establecerse a mí alrededor… Un timbre de comunicación sonó, rompiendo el encanto. —¿Si? —suspiré. —Soy yo —dijo la voz de Maria—. ¿Puedo entrar? —Um… ahora no es un buen momento.

—Hey, suenas como una especie de… ¡Oh mierda! Olvidé que hora era. ¿Estabas durmiendo? —Aún no —murmuré—, tal vez en la etapa uno. —Oh, lo siento —suspiró ella pero no colgó. Su aliento flotaba invisible en el aire a mi alrededor, relajante en la oscuridad. Me sentí rara, juntas en silencio así, y dije—: Creo que va a ir mejor esta noche. Por supuesto, pensé eso la noche anterior, también. —Mmm, ¿Es cómoda tu cama? —Bueno… —No quería ir a todas las cuestiones de la cama de Papa con Maria—. No he llegado a resolverlo todavía. Simplemente estoy durmiendo en una pila de parkas. —¿Sin cama? —Su risita viajó a través de la habitación. Espero que tengas pijamas al menos. —¿Pi-qué? Ella se rió otra vez. —No se supone que lleves puesta ropa constante para dormir, boba. En los viejos tiempos la gente tenía esa ropa especial para dormir. Tienen imágenes soñolientas de ellos. No es de extrañar que no funcionara. —No creo que ese sea el problema —murmuré. —Pero no creo que todo el mundo tenga pijamas. Algunas personas sacaron estas cosas, sábana sobre ellos y estaban desnudos debajo. —Ahora tiene sentido. —Me arranqué la camiseta por la cabeza, Era más cómodo de esta manera, así que me quité los zapatos y me deslicé los pantalones fuera—. Si, esto está mucho mejor. —¿Acabas de…? —Comenzó ella, pero contuvo el aliento. —Mm-hmm. Gracias por la sugerencia. —Me senté en la pila, la lana y las fibras térmicas suaves contra mi piel—. Se siente raro aquí en la oscuridad. Como si me estuviera quedando sin gravedad. —Sin gravedad en la oscuridad —repitió ella lentamente.

El vacío detrás de mis parpados se había vuelto más profundo, pesadez descendiendo sobre mí, finalmente exprimiendo el rápido fuego de mis pensamientos. —Si, es raro. Como si el mundo se estuviera borrando. —El mundo borrándose… —¿Qué estás haciendo? —Oh, sólo estaba copiando algunas cosas —dijo ella—. Estoy como… llevando un diario de mi proyecto. —A Solomon le encantará eso —murmuré. —No es por él. Es sólo por mí… ¿Quieres escuchar algo? Debería haber gruñido, porque Maria empezó a leérmelo. Era más aleatorio que cualquier diario, más que frases arrancadas de conversaciones, palabras repitiéndose y enredándose sin decir nada. Dulzura sin sentido, como nubes de lenguaje a la deriva. Pero lo que sea que hubiera escrito, el sonido de su voz lo hacía maravilloso. Un encantamiento cayó sobre mí. La oscuridad me llevó rápidamente a la etapa dos, el mundo finalmente evaporándose. No hay duda de que pasé la tres y a la cuatro en una rápida sucesión. Y más tarde esa noche, definitivamente, caí hasta el final de la etapa cinco… donde soñé.

Capítulo 6 Traducido por Eva Gomez Corregido por GypsyPochi

D

espués de que él se quedara dormido, le escuché respirar un largo tiempo. Mi propia piel se sentía mal, híper sensitiva a mi ropa pegajosa, a todos los cambios en el aire.

Después de haber estado hablando, atenué las luces para que coincidiera con mi imagen mental de la habitación de Kieran, y ahora la oscuridad parecía tangible a mí alrededor, una cosa física, presionando contra mi pobre piel. Las páginas blancas de mi blog de notas brillaban en mis manos, todavía exigiendo atención. Era como si el papel se hubiese vuelto más sediento de palabras conforme yo las leía de él. Especialmente cuando le leo en voz alta a un desnudo, y casi durmiendo chico. Podría imaginármelo allí en su pila de abrigos hinchados, vulnerable y completamente inmóvil. Me enfureció que estuviera tan lejos, fuera del alcance de mi dolorida piel. Pero también había algo intenso en la incorporeidad, como si la distancia amplificara nuestra conexión. Mis hormonas estaban definitivamente conmocionadas ahora, flexionando sus músculos. Pero estar fuera de equilibrio no era lo que yo me esperaba, no había repentinos ataques de locura, ni epifanías impresionantes. Era casi sutil, como los destellos de deseo que subían y bajaban con el sonido de la respiración de Kieran. Comencé a garabatear de nuevo, tratando de derramar la lenta presión que había dentro de mí en el papel. Conforme las palabras se derramaban, un estruendo se incorporó poco a poco a mí alrededor. Me llevó años darme cuenta de que el sonido no estaba en mi cabeza —venía de la ventana—. Lluvia golpeando contra ella, borrando las luces de los otros rascacielos.

Salté de la cama y puse la mano sobre el cristal, sentí el frío y la condensación, y de repente quería estar fuera, en la lluvia. Eso era lo que las heroínas enamoradas siempre hacían en las antiguas historias, ¡salían afuera y gritaban sus frustraciones! Y entonces se enfermaban y casi morían, pero yo podría saltarme esa parte. Me quedé mirando el aguacero, dejando escapar un lloriqueo…. El apartamento de mamá no era como la vieja y pasada de moda casa en la que habíamos vivido cuando papá estaba vivo. Los rascacielos no tenían puertas que dan al exterior; tú ibas y venías en tele-transportador. El césped y los jardines alrededor nuestro eran solo para mirar, las montañas en la distancia, todo el parque nacional, prohibido y protegido. Estúpido perfecto mundo. Mis uñas patinaron por los bordes de las ventanas, pero no había botones que pulsar, sin picaporte ni cerradura. ¡Todo lo que quería era sentir la lluvia en mis manos! Pero las ventanas que se abrían eran demasiado peligrosas. La ebullición bajo mi piel era mucho peor ahora; mis hormonas habían olido la libertad. Mi sangre se sentía atrapada dentro de mi. Y encima de todo, oía a Kieran Black respirando otra vez, la llamada de voz aún conectada. Era como si él estuviese dentro de mí. Su ritmo lento pegado en mi cabeza, algo invisible y antiguo conectándonos. Me senté en el suelo con mi cuaderno, agarré el bolígrafo, y tallé en el papel con trazos rápidos. En esta torre sin puertas. Mi dolorida piel vibra. Como su respiración en mi oído. Tan cerca y sin embargo… —Oh, mierda. —Lloré, mirando las líneas escalonadas escritas a mano. No había estado llevando un diario… Había estado escribiendo poesía. Tenía que salir de aquí, fuera en la lluvia y el oxígeno. Cogí mi chaqueta otra vez y corrí hacia el tele-transportador, comprobando en headspace por algún lugar —cualquier lugar—, en el que estuviera lloviendo. La Vigilancia Del Clima me informó de que en París estaba lloviendo, lloviznando en Delhi, y que un monzón estaba bordeando Madras, todo a cinco segundos de distancia. Pero dudé dentro del tele-transportador; parecia equivocado irse a diez mil kilómetros. Yo quería esa lluvia aquí misma, al otro lado de mi ventana.

Entonces vi las pegatinas de evacuación de incendios en la pared —mapas y procesos para cuando la tele-transportación fallara—, y sonreí. —Cielo cubierto —le dije al tele-transportador, no queriendo subir treinta pisos de escaleras de emergencias. La enorme sala brillaba a la vista. Estaba vacía, por supuesto. Nada que ver esta noche desde las ventanas que iban desde el suelo hasta el techo, rachas de lluvia que cubrían las oscuras montañas en la distancia. Las estrellas en el cielo fueron arrastradas, incluso la Luna era un borrón…. ¿La luna un borrón? Argh. ¡Estaba pensando en poesía ahora! Busqué alrededor el rojo y suave botón de la salida de incendios, tirando de la chaqueta sobre mis hombros mientras corría. La tormenta era ensordecedora aquí, la lluvia impulsada por los vientos de gran altitud. EVACUACION SOLAMENTE, advirtió la puerta, menos poética. Puse la palma de mi mano contra su superficie de metal frío, mordiéndome el labio inferior, teniendo un último momento de meditación. Asustada de romper las reglas. —Meeker —me susurré a mí misma. Eso es lo que pensó Kieran Black de mí, con mi cuaderno y mi bolígrafo de la época de La Escasez. Garabateando para impresionar al señor Solomon. Bueno, esta era la puerta de salida de mi estúpido mundo perfecto, una puerta a las calamidades y las conflagraciones, y para cuando las cosas estaban en llamas… Empujé con fuerza, y unos chillidos llenaron mis oídos. Un vuelo de escaleras sucias se alzaba, luces parpadeantes por encima de los gastos generales de vida. Una voz enlatada irrumpió en la alarma, preguntando la naturaleza de la alarma, pero la ignoré y corrí hacia el techo. A dos tramos de escalera había otra puerta, cubierta con pegatinas de advertencia de fuertes vientos y bajas temperaturas, de bordes sin barandillas de seguridad, de no-filtrado, de luz solar causante de cáncer, todos los incontrolables peligros de el exterior. Empujé la puerta cautelosamente, pero el viento la alcanzó y la abrió de golpe con el estruendo del metal. La lluvia irrumpió en el interior, derramándose sobre mí. Estaba congelada por un terrorífico momento; la precipitada oscuridad parecía demasiado extensa y poderosa. Pero esa calma, la exasperante voz aún preguntándose dónde estaba el fuego, conduciéndome afuera.

El viento se hacía más fuerte con cada paso que daba. A unos cuantos metros de la puerta, mi chaqueta se había despojado de mis hombros, desapareciendo en la oscuridad. Gotas medio congeladas rayaban el oscuro cielo, golpeando mi cara y mis brazos desnudos, alimentando mi piel hambrienta. Abrí las manos para sentir la lluvia chocar contra mis palmas, y abrí la boca para beber el agua fría, riendo y deseando que Kieran Black estuviera aquí a mi lado. Dos minutos después, la seguridad llegó y me llevó a mi habitación.

Capítulo 7 Traducido por Annie D. Corregido por Pily



¡Mas drama, gente! —gritó la Señorita Parker. Todo el mundo la miró, las espadas cayendo. Habíamos estado practicando esta escena por horas, intentando obtener bien el bloqueo. Más que todo era culpa de William Shakespeare; es muy difícil intercambiar dos espadas en la mitad de una pelea por accidente. Por favor. El tan llamado ejército esperando fuera del escenario estaba impacientándose. Cada vez que se preparaban para marchar como guerreros, la Señorita Parker cortaba, quejándose acerca de la falta de drama. Muy mal que nadie había tomado la muerte por envenenamiento para su proyecto de Scarcity, ellos pudieron habernos mostrado cómo... —De acuerdo, tomen un descanso —dijo ella finalmente disgustada. Todo el mundo se dirigió al cuarto verde o a los tele-transportadores, pero yo envainé mi espada y la deslicé hacia el borde del escenario, por encima de los asientos vacíos. La quietud aquí era un alivio lejos de las líneas olvidadas, del bloqueo imposible, y de las exigencias de drama de la Señorita Parker. Me senté en la última fila, unos asientos lejos del pasillo, y llevé mi cabeza hacia atrás. Mis ojos se cerraron automáticamente, y sentí la tranquilizadora oscuridad cerrarse alrededor de mí. Dormir, resultó ser, asombroso. Estaba cronometrando a seis horas por noche ahora, más siestas. El tiempo perdido estaba matando mis notas, pero amaba escabullirme al olvido y la consumación. Y el loco príncipe se había equivocado en preocuparse: la Etapa 5 de sueño no era un problema para nada. Tenía todo el drama que a nuestra producción le faltaba, y yo era devotamente adicto a ella. Desde esa primera vez de sueño real, María había estado leyéndome cada noche. Era de hecho una tradición antigua llamada “cuentos para dormir”, de acuerdo con María. Y a pesar de que su diario eran solo frases aleatorias, ella colocaba esas historias en mi cabeza. El sonido de su voz hacia los sueños aparecer.

Se sentía como hablar en el antiguo idioma de Shakespeare, usando “soñar” para referirse a la Etapa 5. Esa vieja definición había desaparecido junto con el sueño mismo. Hoy en día, las personas solo “soñaban” con casas más grandes o en volverse famosas. Pero me seguía preguntando cuan cercano eran los dos significados. ¿Realmente quería algo de lo que vi en el sueño REM? ¿Debería arriesgarme a hacer real lo que hice allí, o debería mantenerlo a salvo escondido en mis sueños? —Kieran. —Un susurro vino desde mi lado derecho. Salté, mis ojos abriéndose de golpe. —¿Estás bien? —preguntó María suavemente. —Oh, lo siento. —Pestañeé, por un momento preguntándome si era real o no—. Estaba solo durmiendo una siesta. —Genial. —Su sonrisa brillando en la iluminación del escenario—. ¿Cómo va Bard? —No lo suficientemente dramático para la Señorita Parker. —Dejé salir un suspiro—. No estoy seguro de lo que lo sería, excepto tal vez un huracán volando el techo. —Ooh... —Respiró suavemente—. Un huracán sería divertido. Sonreí. Me había dicho sobre su viaje al techo, su baile desenfrenado y su hambre por la piel, todo eso había hecho su camino a mis sueños. Se inclinó acercándose, su aliento en mi oreja. —Tengo una pregunta para mí. —No tienes que susurrar —dije—. Estamos en un descanso. —Pero me gusta susurrar. Hace las cosas más… dramáticas. Un escalofrío me recorrió. —Hablando de eso. —María le dio la espalda al escenario, donde las luces estaban moviéndose entre las paletas, de rojo-escena-de-pelea a soliloquio azul—. Esta noche cuando te lea… tal vez sería mejor en persona. Es decir, más dramático, desde al lado de tu cama. Sabía lo que estaba pidiendo, por supuesto. Me lo había estado preguntando un momento antes. Pero no estaba seguro como había ido de sueños a realidad sin la magia filtrándose, o convirtiéndose en algo muy desenfrenado y poderoso. La verdad era, que estaba algo asustado de María en estos días. Su mirada se había vuelto más intensa cada día del proyecto. Aquí en la oscuridad del auditorio lucía lista para uno de sus preciados ataques de locura. Especialmente si decía algo equivocado. —María, es increíble cuando me lees. Me encanta tu voz, no creo que pudiera dormir sin eso. Pero creo que… —¿Qué solo te gusta mi voz? —preguntó. —¡No! —Mis sueños habían ido más allá de la voz de María. Imágenes vinieron a mi mente, tan vívidas como memorias de eventos reales. Pero, ¿cómo podría decir eso en voz alta?—. Es solo que… soñar puede ser extraño.

Su respiración quedó atrapada en la oscuridad. —¿Empezaste a soñar? ¿Desde cuándo? —Desde la primera vez que me leíste —dije. —Y ¿no me dijiste? —Bueno, es algo embarazoso. Se inclinó más cerca, sus ojos parpadeando enfurecidos. —¿Qué es embarazoso? Me retorcí en la dura silla de madera, mi cerebro rechazando esta colisión entre la vida de sueños y la realidad. Pensé en como la Etapa 5 de sueño hace tus parpados contraerse, tus manos temblar, y como me despierto cada mañana con baba en mi rostro. ¿Tal vez eso sea algo que ella entendería? Ahora, en la segunda semana, todos los proyectos se estaban volviendo extraños. El resfriado común de Barefoott Tillman se había vuelto extraño, sus ojos estaban todos abultados y rojos. Extraños colores de sustancia viscosa salían de su nariz, y ella debía cargar toallas de papel para limpiarlo. Incluso, Dan Stratovaria, sus ojos estaban muy blancos y su piel llena con venas blancas, estaba evitándola. Él había estado ciego durante el fin de semana, pero había aprendido a evitar los sonidos nasales que Barefoott hacía. —Está bien, te diré. Pero es extraño. —¿Extraño cómo? Tragué. ¿Realmente quería decirle a María sobre mi babeo? —Bueno, sabes cómo Barefoott… —Barefoott Tillman —siseó— ¡Estas soñando con ella! —¡No! Solo… —Solo estas usándome —chilló—. ¡Es mi voz con la que te vas a dormir todas las noches! —Un grito salió de sus labios y a través del auditorio—. ¿Qué soy, algún tipo de Cyrano de Bergerac1 para rubias tontas? —¡No! Um… ¿Cyrano quién? —Tú, analfabeta, patética excusa de persona. ¡No puedo creerlo! Ella saltó de su asiento y salió enfurecida por el pasillo. —¡María, espera! —grité—. Eso no es lo que… —Adiós, Kieran… y ¡ten una buena noche! —gritó desde la salida. La puerta se cerró de golpe detrás de ella, un sonido haciendo eco a través del auditorio silencioso. Mientras me desplomaba en mi asiento, me di cuenta que el escenario y la audiencia habían sido invertidos: el elenco reunido y el equipo estaba mirándome, con los ojos muy abiertos y sus mandíbulas abiertas. Llevé mi cabeza hacia atrás, rogando que esto, también, fuera un sueño.

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Cyrano de Bergerac: poeta, dramaturgo y pensador francés.

El sonido permaneció por un momento, y luego un par de manos comenzaron a aplaudir en un ritmo lento. Era la Señorita Parker posada en la punta del escenario, aplaudiendo con una gran sonrisa en su rostro. —Tomen notas, gente —proclamó— ¡Porque eso fue drama!

Capítulo 8 C

Traducido por Kmi25 Corregido por Pily

asi era medianoche y Kieran aún no había llamado. El agua del baño justo burbujeaba por debajo de mi nariz, su calor envolviéndome, apenas manteniendo mi ansiosa piel a raya. Cerré mis ojos y me sumergí hasta que el movimiento tapó mis oídos, excluyendo el ensordecedor silencio. Aun no podía creer lo que él había hecho, robando mi poesía para soñar con Barefoott. Y a su robo se añade la cobardía, escondiendo la traición dentro de su propio subconsciente. Y aún no había llamado. Tal vez lo que quedaba entre nosotros era el silencio. Estuve debajo del agua, sosteniendo el aliento, imaginando la cara de Kieran cuando mi trágica muerte por ahogamiento fuese anunciada. Después de mi explosión en el auditorio, todo el mundo se daría cuenta que me había matado con su pequeño y sucio sueño. Visualicé a todo el mundo sabiéndolo, mis poemas encontrados y posteriormente un programa a través del Headspace, junto con la comparación de mi muerta mascara angelical con la hinchada, llena de mocos cara de Barefoott. Mientras la fantasía progresaba, el oxígeno de mis pulmones se agotaba, mi cerebro se tornaba confuso, mi corazón latía más fuerte y más fuerte dentro de mi pecho… …Hasta que mi biotraje me impulsó hacia arriba en el aire, escupiendo en busca de aliento. ─¡No lo iba a hacer realmente! —murmuré entre jadeos. Estúpido mundo perfecto. Me hundí de vuelta a la altura del hombro en el agua, la memoria de mi explosión en el auditorio retorciendo mi estómago. Todos esos momentos en que había imaginado enloquecer con las emociones de los viejos tiempos, la locura había tomado lugar en un páramo escocés, un balcón alto o en un lujosamente amueblado tocador, nunca en frente de una audiencia. Aparentemente las hormonas iban de la mano con la humillación. Traté de recordar que había pasado en la pelea, exactamente cuándo y cómo todo se había vuelto tan malo. Mientras salía vociferando, él había tratado de gritarme algo, pero mi cerebro había estado muy confundido para oír las palabras.

Pensé en todos los libros que había leído, las historias donde las cartas se perdían o eran entregadas muy tarde o a la persona equivocada; donde el orgullo, prejuicio y los juicios accidentales distanciaban a los amantes. Entonces ¿Qué era lo que él había dicho? Valía la pena solo saber que Kieran quería hacer lo correcto, pero solo para tirar sus explicaciones de vuelta en su cara. Sonó la medianoche, oficialmente su hora de dormir había llegado. Había marcado el recordatorio después de la primera noche, la de mi danza en la tormenta. ¿Por qué no había llamado? Gemí con frustración, hundiéndome lentamente en el agua. Había jurado que no iba a llamarlo. Un juramento en mi vida, que repentinamente se sentía tan poderoso como las órdenes de mi bioestructura dentro de mí. Con certeza moriría si la rompiese. Los minutos pasaron. ¿Realmente estaba durmiendo sin mi voz esta noche? Me extendí enfadada, imaginándolo llamando a Barefoott y pidiéndole que estornudara y sonara su nariz para entrar en el país de los sueños. Ni de chiste. El me necesitaba… Pero no había forma de que lo llamara. Una verdadera heroína nunca rompe un juramento. Su padre se sorprendió al verme. —¿Señor Black? Soy María, una amiga de Kieran. —¿Ah? —Miró hacia mi largo vestido negro adhiriéndose a mi húmeda piel, el agua goteando de mi pelo. —Estoy en su clase de Escasez. Tengo que hablar con él. En persona… —¿Clase de Escasez…? —Una luz se iluminó detrás de los ojos del viejo hombre y sonrió—. Ah, sí. Creo que me había hablado de ti. —¿De verdad? —Bueno, no por el nombre. —Se rió entre dientes. —Pero un padre nota esas cosas. —¿Cosas?—pregunté. Sus ojos ampliándose un poco y decidí controlarme en mi intensidad—. Um, sé que puede estar dormido, pero si pudiese solo verlo por un minuto… —¿Dormido?—El hombre dijo la palabra como si viniese de otro idioma—. En realidad, no está aquí en este momento. Fruncí el ceño. Pero era medianoche… y luego un maravilloso pensamiento me vino a la cabeza. ¡Estaba muy molesto! ¡Incapaz de dormir! —Dando vueltas en su cama —murmuré —¿Disculpa?—preguntó su padre. —¿Dónde está él?—demandé, mi determinación contra mi intensidad deteriorada. —Tal vez tú y yo deberíamos tener una pequeña charla sobre Kieran. Los dos son muy jóvenes y… —¿Dónde…está…él?

Se detuvo, el miedo empezó a mostrarse en su cara. —Um, creo que tal vez deberías ir a casa y revisar tu bioestructura, jovencita. Gruñí y cerré mis puños, y el viejo hombre dio un paso hacia atrás, haciendo oscilar los abrigos que colgaban a lo largo del vestíbulo. Grueso, blanco, anoraks inflados, con abrigos forrados en piel… Sonreí. —¿Está en el polo Sur, no es cierto? —Ahora, jovencita… Agarré uno de los anoraks y me lo puse. Luego metí mis pies, calzados con zapatillas, dentro un alto par de botas esperando junto al tele transportador. —¡No puedes ir hacia allá!—gritó—. ¡No es seguro! —¡Seguro! —Me reí—. Está hablándole a una chica que camina en huracanes, Señor Black. —Tambaleante en mis botas demasiado grandes, entré en el tele transportador—. ¡Al polo Sur, por favor! —¿Amundsen Scott Station?—preguntó la máquina. —¡Si, ese es el lugar! —¡Espera!—dijo el padre de Kieran, una temblorosa mano alzada como para detenerme. Pero él venía de lo suave, el mundo de hormonas balanceadas que yo había dejado atrás, y escasamente podía esperar que creyera que una loca, medio ahogada chica se había empujado dentro de su casa y ahora estaba yendo directamente al Polo Sur. Murmuré hacia él una loca melodía mientras desaparecía. El débil sol era bajo en el horizonte. Estaba oscuro, frio y blanco. Jalé del anorak más fuerte, tirando de la peluda capucha hacia arriba sobre mi cara. En esta parte, el interior del tele transportador había sido cubierto con todo tipo de precauciones: clima extREMo, exposición, congelación, muerte. Pero los pegantes estaban desgastados y despegados, y no calmada, la voz automatizada me había preguntado qué estaba haciendo allí. Al parecer, nadie venía al final del mundo desprevenido. Descendí el pequeño tramo de escaleras; las construcciones estaban en pilotes, como si estuviesen asustadas de tocar la nieve. El viento se precipitó bajo mi vestido, golpeó mis rodillas desnudas como algo en llamas. Una mujer caminó arduamente en un traje térmico y un anorak, parando por un momento para mirarme fijamente con sus ojos protegidos por gafas. —¿Dónde está Kieran Black? —demandé, mi lengua deshidratándose por la congelación en mi boca mientras hablaba. —¿El estudiante? —Se detuvo por un momento, luego señaló con una gigante mano enguantada hacia un iglú a unos cien metros de distancia—. Pero no creo que debas…

Gruñí y le di la espalda, empezando una sombría marcha más allá de una fila de banderas atascadas en el hilo, harapientas sobras de países que ya no existían. Mi vestido se solidificó mientras caminaba, quitándome los granizos de la congelada agua de baño. Mientras el frio envolvía mi cuerpo, finalmente creí en esos libros donde las heroínas morían por deambular alrededor del exterior. Tal vez había solo tomado una fría lluvia para matarlas en aquella época, pero el viento de la Antártida hacía toda la cosa mucho más creíble. Cada aliento destruía mis pulmones, mi húmedo cabello crujía dentro de la capucha de mi Anorak. Mi bioestructura estaba amenazando con llamar por atención médica, pero la ignoré, Kieran siempre alardeaba de que la respuesta medica tomaba largos minutos aquí. Mantenía la caminata, mis ojos entrecerrados enfocados en el distante iglú. La nieve compacta dio paso a una ventisca a la altura de las rodillas y la nieve cayó sobre la parte superior de mis botas, adormeciendo mis pies. Me tropecé y fui forzada a tirar de mis manos fuera de sus calientes bolsillos por balance. Si caía, me destrozaría como un carámbano caído. Mi cerebro se estaba haciendo borroso, mi corazón latiendo lento, el mundo reduciéndose a un pequeño túnel de la capucha del anorak. Luego una brillante estrella resplandeció ante mí… Una forma humana estaba haciendo su camino alrededor del iglú, agitando una llama a través de la superficie curva del hilo. Mi deshidratado cerebro recordaba a Kieran diciendo algo acerca de un soplete. Traté de llamarlo, pero mis pulmones solo podían absorber pequeños tragos de aire, como respirando cubos de hielo. Mi cuerpo se mantenía en movimiento, conduciéndome hacia la promesa de la brillante braza en las manos de Kieran. El fuego era caliente, recordé este dato de alguna existencia Pre-Antártica. Continué hasta que estaba lo bastante cerca para sentir el calor. Mis desnudas manos se estiraron por la flama, mis puntas de los dedos algo azules. Kieran finalmente escuchó el crujir de la nieve bajo mis pisadas y giró su cara hacia mi dejando salir un aullido de sorpresa. —¡María! ¿Qué estas…? —La antorcha cayó de sus manos en la nieve, donde chisporroteó y murió. Caí de rodillas junto a ella, gimiendo con decepción. Traté de agarrar el aún resplandeciente metal… y luego las manos de Kieran estaban alrededor de mis hombros y quería matarlo por llevarme a la fuerza de esa astilla de los restos del calor. A través del túnel de la capucha de mi anorak, vi mis botas patinando a través de la nieve hasta la pálida luz solar ensombrecida. Repentinamente estaba caliente, magníficamente caliente, tal vez aun por encima de la congelación. Mi capucha fue

echada hacia atrás, la cara preocupada y con gafas de Kieran frente a mí, las paredes del interior del iglú brillando con luz artificial. —¿Qué estás haciendo aquí? —Se quitó sus gafas y anorak, quitándose su traje térmico justo en frente de mí—. ¿Estás loca? Medio desnudo, envolvió el plateado traje térmico alrededor de mí, sus elementos quemando mi piel como carbones calientes. Solo podía asentir y mirar fijamente. Se sentía como que mis ojos se destrozarían si parpadeaba. —Vine a verte —Lo logré. —Lo siento tanto —dijo—. ¡Nunca soñé sobre Barefoott, ni una vez! ¡Fuiste solo tú desde la primera noche!—Tragó—. Pero era tan raro e increíble y todos siempre dicen que lo sueños no son reales. Pero hay veces… ¿Sabes lo que quiero decir? —Sííí—aseguré a través de mis agrietados labios. Hay más en el cielo y en la tierra y todo que…. mucho más que decir. Pero justo después, mi agitada bioestrucutra se dio cuenta de que había conseguido de alguna parte algo de calor y seguridad, y entonces obedientemente me noqueó, no queriendo tomar el riesgo de congelarme de nuevo. Estúpido mundo perfecto.

Capítulo 9 Traducido por MaryJane♥ Corregido por GypsyPochi



Así que aquí estamos en el final de nuestra pequeña aventura —comenzó el Sr. Solomon.

Barefoott Tillman estornudó en su rincón de cuarentena. Había estado mucho mejor el último par de días; la sustancia viscosa había dejado de correr desde su nariz. Pero todo el mundo aún mantenía su distancia. —Gesundheit —dijo María, después de haber buscado un par de viejas tradiciones en nombre de Barefoott. Nos sonreímos. —Pero antes de que todos regresemos al mundo moderno, tal vez deberíamos compartir nuestras experiencias. —Él extendió las manos—. ¿Alguien? Lao Wrigley levantó la mano. —Bueno, siento como si estuviera mucho más cerca de mi padre. —Hmm —dijo el Sr. Solomon—. ¿Debido a lo hiciste llevarte desde y hacia las Bahamas todos los días? —La necesidad es la madre de la invención. —Lao movió su cabello. —¡Echa un vistazo a estos abdominales! —gritó Sho, de pie en la primera fila, dando vueltas y levantando su camisa—. Puede que nunca coma de nuevo. —Lo dudo —dijo Solomon—. Y creo que esas son costillas, Sr. Walters, no músculos. ¿Alguien más con profundidades que compartir? Sí, ¿Sr. Stratovaria? —Bueno —dijo Dan—, he descubierto que no hay nada divertido sobre parásitos. —Ah, la visión de los ciegos. Alguien, por lo menos, aprecia la gravedad de la escasez. Tal vez este semestre no ha sido totalmente desperdiciado.

—No es broma —dijo Dan, agitando su bastón en una mano blanca—. Mi mamá está tan asustada, que ha de desembolsar a lo grande para los reemplazos. ¡Mis nuevos ojos van a patear traseros! El Sr. Solomon suspiró. —En efecto. ¿Y hay alguna gran sabiduría de ustedes dos tortolitos tomados de la mano por la espalda? Nos separamos cuando todo el mundo se dio la vuelta, todavía burlones por los dos juntos. Mis amigos culparon a William Shakespeare por convertirme en un manso. Ellos pusieron los ojos en la vieja jerga que a veces yo parloteaba. Pero los cambios habían venido de un lugar más primitivo del que pensaban. El Bardo no tenía nada en mi subconsciente. —Bueno, Sr. Solomon —dijo María—, aprendí que esas heroínas de los viejos días no eran tan cobardes como yo pensaba. Resulta que realmente puedes morir por correr al aire libre en el frío. Especialmente si está mojado. —Con la mano libre, señaló a la mancha oscura en la mejilla izquierda, que brillaba como un ojo negro fuera de lugar. Su madre le había hecho a María prometer poner un injerto de piel pronto, pero mientras tanto estaba seriamente explotándolo. —Fascinante —dijo Solomon—. Aunque tal vez no tan relevante a su proyecto original como era de esperar. —Oh, se lo aseguro, Sr. Solomon —dijo María—. Hormonas desequilibradas y exposición de la Antártida van de la mano. —Una observación interesante. ¿Y usted, señor Black? ¿Qué tiene que decirnos acerca de los rigores del sueño? ¿Qué? Tomé una respiración profunda y me pregunté qué iba a hacer después de que la clase de hoy terminara. Ahora que los proyectos finales habían terminado, podría restablecer mi bioframe, conectar todos esos pequeños nanos que harían mis procesos anabólicos y catabólicos simultáneos, una vez más, sin necesidad de dormir nunca más. ¿Todavía quiero mis sueños? Ellos no eran tan diferentes de la vida real, ahora que María y yo habíamos conectado allí en el mundo de vigilia. Pero no dejaba de preguntarme qué más me podría mostrar, qué magia perdería si nunca temblara y parpadeara a través de la fase cinco de nuevo. —Me alegro de intentarlo, Sr. Solomon. —¿Atravesó hasta el sueño REM?

—Por supuesto —le dije—. Sueños, movimiento ocular rápido, babear, todo el asunto. María me lanzó una mirada astuta. Habíamos decidido no hablar de lo que ella había soñado una vez, también, por cortesía de la hipotermia aguda, combinado con un poco de jugo noqueador de su bioframe. O decirle a Solomon que mis hormonas habían seguido a las de ella fuera de balance, ya que los widgets de hoy en día no eran calibrados para alguien que duerme seis horas por noche. Me había vuelto lo suficientemente loco como para haber tele-transportado a un diluvio en Dinamarca la noche anterior, sólo para sostener la mano de María en la lluvia helada. Nuestros proyectos se habían superpuesto en todo tipo de formas interesantes. —¿Y qué es exactamente lo que soñó, señor Black? —preguntó Solomon. María se acercó para apretar mi mano de nuevo, uñas mordiendo carne. —Escasez, Sr. Solomon —le dije—. Guerra, peste, hambre. Todos los golpes y dardos de la insultante fortuna que este mundo no permite. —¿En serio? —Él levantó una ceja—. Las pesadillas son el término antiguo, creo. Por lo que deben estar aliviados de estar aquí al final. —Definitivamente —le dije, al oír el sonido de Maria garabateando en su cuaderno, enredando más palabras e imágenes inspiradas en mis mentiras. Y decidí: no ajustes para mi bioframe esta tarde, todavía no. Por lo menos una noche más de sueños.

Acerca del autor S

Scott Westerfeld

cott Westerfeld nació el 5 de mayo de 1963 en Texas, Estados Unidos, aunque su vida adulta transcurrió a caballo entre Nueva York y Sydney. En 2001 contrajo matrimonio con la escritora Justine Larbalestier. Si bien es conocido por sus tres series de novelas de corte juvenil, Westerfeld es también un reconocido compositor de música de danza moderna. Se licenció en filosofía en Vassar y se dedicó profesionalmente a la música y a actuar de negro literario para diversos autores y editoriales, además de crear software educativo para niños. Ha publicado asimismo un puñado de novelas de ciencia ficción para adultos. Tiene varios premios en su haber (entre ellos una mención honorífica al Philip K. Dick de 2000 y un Victoria´s Premier). Dos de sus libros fueron incluidos en la lista de Best Books for Young Adults de 2006.

Traducido, corregido & diseñado en Infinity Books

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Scott Westerfeld - Stupid Perfect World

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