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Staff Moderadoras de Traducción Tessa, Yess & Neera
Traductoras Sarita
Purple Girl
Lvic15
Mich Fraser
Neera
Corazón_De_Tinta
Jessibel
∞PurpleGirl∞
Florpincha
Claudiavero
Moderadoras de corrección Neera, Florpincha & Maggih
Correctoras Yess Jessibel Florpincha Maggiih Claudiavero Neera
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Diseño JanLove
Índice Sinopsis Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11 Epílogo 1 Epílogo 2
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Sobre el autor
Sinopsis Amelia Green
se está trasladando a traves del país para ser la
nueva fisioterapeuta del equipo de la NFL de su padre. Está lista para el cambio de escenario, pero no está preparada para los dos jugadores de fútbol que quieren hacerla suya.
Wes y Dean han sido inseparables desde el día en que se conocieron. Incluso fueron a la misma universidad y fueron reclutados para el mismo equipo. Han sabido toda su vida que querían una mujer para compartir. Y el día que ven a Amelia, saben que es la indicada.
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Advertencia: estos tipos son exagerados, pero caen por la persona que aman. Este ménage está lleno con el doble de alfas, el doble de posesión y el doble de dolor. Ven a jugar con nosotros!
1 AMELIA Traducido por Sarita Corregido por Neera
—Esa es una menor de edad. Mis ojos se abren ante el sonido de una profunda voz masculina que es rica como el chocolate negro. Me brota piel de gallina y momentáneamente me olvido dónde estoy. Parpadeo un par de veces y veo a dos hombres enormes llenando todo el espacio frente a mí. Mi corazón se detiene por un segundo cuando me doy cuenta a quién estoy mirando, luego comienza a latir tan fuerte que me pregunto si pueden oírlo. Los dos están de pie junto a mí, así que me siento derecha y me limpio la boca en caso de que estuviera babeando mientras dormía. La vergüenza me inunda y trato de alejarme de ellos para que no puedan verla escrita en toda mi cara. Después de un segundo, miro hacia atrás y trato de evitar que mi lengua se salga de mi boca. Wes es el más grande de los dos y sus ojos son duros e ilegibles. Miro a Dean, que está sonriendo, con malicia en los ojos. Después de un momento de silencio, Dean golpea a Wes en la espalda.
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—Estás asustando a la pequeña cosa. Los miro a ambos, incapaz de encontrar palabras. Estos son dos hombres que he soñado conocerlos desde que fueron reclutados para la NFL hace un par de años. Todos saben quiénes son y he estado muriendo por conocerlos desde que firmaron con el equipo de mi padre. Había estado tan ocupada en los últimos años con la universidad que nunca tuve la oportunidad de volar y ver un juego. Sabía que mi padre me habría presentado en un abrir y cerrar de ojos si le hubiera preguntado. Ser súper tímida fue otra razón por la que pospuse ir a uno de los juegos. Me preocupaba que se me atascara la lengua, lo que claramente acaba de suceder. No puedo creer que así sea como voy a conocerlos. Así no era como lo había planeado en mi cabeza. Sabía que los conocería pronto. Solo que no tan pronto.
Mi mano vuela hacia mi cabello y lo acaricio para asegurarme que no sea un desastre. Apuesto que me veo como un vago. Voy a matar a mi padre cuando lo vea. Alguna advertencia hubiera sido agradable. Dean empuja a Wes hacia un asiento que está justo frente al mío, luego se sienta al lado de él. Más jugadores entran en el avión y me lanzan miradas inquisitivas. Estoy segura que se preguntan por qué estoy aquí. El entrenador Barnes sube al avión con un teléfono presionado en su oreja. Él me da un levantamiento de mentón en reconocimiento antes de volver a gritarle a quien quiera que esté en la línea. Él es el único que conozco en el equipo. Mi papá me dijo que el avión del equipo haría una parada en Nueva York en el camino de regreso a Las Vegas, y que necesitaba estar en él. No me había dado cuenta que quería decir que se detendría para recoger al equipo de su último juego de la temporada. Soy una tonta por no poner dos y dos juntos, pero he estado corriendo con nada más que cafeína durante los últimos días, preparándome para mudarme a Las Vegas. Si lo hubiera sabido, no me vería como lo hago en este momento. Mis ojos se posan en mi regazo y me maldigo por usar pantalones de correr de terciopelo rosa y una sudadera holgada que cuelga de un hombro. Dios sabe cómo se ve mi cabello en este momento, y no tengo una partícula de maquillaje. No es que use una tonelada para empezar, pero si hubiera sabido que los dos hombres que protagonizan todas mis fantasías iban a estar frente a mí en este mismo momento, me habría puesto un poco de brillo labial. Cuando les doy un vistazo a través de mis pestañas, veo que ambos aún están mirándome. Wes frunce el ceño y Dean sonríe como si tuviera un secreto. Jesucristo, ¿cómo voy a sobrevivir esto durante seis horas? Alguien entra en mi línea de visión y miro hacia arriba para ver a Nelson, una de las estrellas de reserva del equipo, parado allí. Sus ojos vagan sobre mí antes que una sonrisa se forme en sus labios. Estoy segura que eso derrite a la mayoría de las chicas, pero mi mente aún está concentrada en los dos tipos frente a mí. —¿Y quién podrías ser? —pregunta. Su voz es suave y dulce, y está claro que está coqueteando conmigo. Nelson es muy conocido por ser un hombre de mujeres, y cada vez que veo entrevistas suyas, siempre es arrogante, pero divertido al mismo tiempo.
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—No es tu maldito asunto. ―Escucho a Wes gruñir, y me pone los pelos de punta. —Mueve tu culo, Nelson —agrega Dean, y hay un borde en su voz. Nelson niega con la cabeza, sin siquiera mirarlos. Sus ojos todavía están en mí, pero quiero que se mueva también. Está bloqueando mi visión
de Wes y Dean, y aunque tal vez no pueda encontrar las palabras para hablar con ellos en este momento, quiero poder mirar. —¿Este asiento está ocupado? —me pregunta, asintiendo hacia el asiento vacío junto a mí. Hace un movimiento para sentarse, luego grita cuando unas manos aterrizan sobre sus hombros. —No me hagas repetirlo —advierte Wes. Mis ojos se mueven entre los tres mientras el aire a nuestro alrededor se siente más grueso. —Sabes lo mucho que a Wes le gusta golpear la mierda de la gente, Nelson. No lo presiones. Tomará cinco de nosotros para sacarlo de ti, y necesito tu culo la próxima semana. Entonces, ¿por qué no te sientas en la parte trasera y mantienes tu culo y tu cabeza en el mismo cuerpo? —dice Dean con una sonrisa en su rostro. Nelson se sacude fuera del agarre que tienen sobre él y se voltea para mirarlos. Antes de irse, me mira y luego vuelve a mirarlos. —¿En serio? —pregunta, levantando una ceja en duda. —Muévete —dicen al unísono. Nelson suelta una carcajada. —Nunca pensé que vería el día. —Niega con la cabeza y finalmente se mueve hacia la parte posterior del avión. Dean y Wes se sientan en sus asientos, visiblemente relajados. Saco mi libro del bolso en el piso y finjo leer. Ni Wes ni Dean dicen nada, pero puedo sentir sus ojos en mí cuando pasan los segundos. Me moría por conocerlos desde que mi padre los firmó con el equipo, y aquí estoy tratando con cada centímetro de mi cuerpo de ignorar al dúo dinámico.
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Los dos firmaron juntos, ambos declarando que no irían a ningún lado sin el otro. Después de escuchar esa historia, leí tanto sobre ellos como me fue posible. Dean era un buen chico, nacido y criado en una granja en Idaho. Su padre era un mariscal de campo retirado que estaba en el Salón de la Fama. Dean parece estar en los talones de su padre para hacer lo mismo. Todo sobre su vida es Todo-Americano. Wes viene de la parte equivocada de la ciudad y perdió a sus padres a una edad temprana. Pero tenía un talento en bruto que surgió de la nada y ha sido una bestia desde que puso los pies en el campo. Él y Dean fueron mejores amigos mientras crecían y los padres de Dean lo aceptaron. Al menos eso es lo que encontré en línea. Son casi hermanos, lo que hace que algunos de los rumores sobre ellos parezcan un poco extraños. Se ha dicho que son amantes, pero no hay fotos de ellos que parezcan románticos de ninguna manera. A menos que cuentes ellos
abrazándose después de un juego. El mismo tipo de abrazo que los demás jugadores se dan el uno al otro. El rumor tiene vida porque ninguno ha sido visto con una mujer y viven juntos. Difícilmente van a ningún lado sin el otro, así que la gente simplemente asume. Mi corazón se rompió un poco el día que leí ese artículo. Aun así, a mi cuerpo no le importa que no les gusten las mujeres; tengo mis fantasías y nada las va a cambiar. Y no es como si pudiera elegir solo a uno para fantasear. Ambos tienen su propio atractivo. Wes es oscuro y melancólico y Dean es sonrisas y risas. Al menos por lo que he visto de ellos en el campo o en entrevistas. Wes está construido como un maldito camión. Siempre me recuerda a un hombre de las cavernas, y la forma en que pisa fuerte ha solidificado mi impresión. Su largo cabello oscuro cuelga un poco más allá de sus hombros, y cuando está caliente y sudoroso en el campo se pone ondulado con rizos. Tiene al menos un metro noventa y ocho de alto y es extremadamente musculoso. Me sorprende cuando veo que alguien toma uno de sus golpes en el campo y luego logra levantarse. Bueno, algunos se levantan. Dean es su opuesto en la mayoría de los sentidos. Es unos centímetros más bajo que Wes, y es delgado. Por lo que he visto de él, es el mariscal de campo más rápido de la liga. Su cabello rubio es corto y siempre tiene una sonrisa fácil en los labios. Incluso tiene un maldito hoyuelo, lo que lo hace parecer aún más maravilloso. Tiene manos del tamaño de guantes de béisbol y labios de los que cualquier mujer estaría celosa. Ambos son guapos a su manera, pero ¿cómo podía sentirme tan atraída por dos personas que se ven tan diferentes? Pensaba que las mujeres normalmente tenían un tipo, pero ¿qué sé yo? Apenas he tenido una cita.
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Mi educación no ayudó con mi vida amorosa. Nací en Las Vegas, pero crecí en Nueva York. Mi madre se mudó lo más lejos posible de mi padre. Probablemente habría ido a Alaska si hubiera podido, pero supongo que su vida social y su adicción a las compras no lo permitían. Por alguna razón, no quería que mi padre y yo estuviéramos cerca, pero siempre fui la chica de papá. Nunca supe un momento en que mis padres estuvieran juntos. Solo unas pocas fotos me hubieran hecho creer que es verdad. Mi madre y mi padre se conocieron una noche cuando mi papá la vio en uno de sus espectáculos. Ella era una corista en Las Vegas, que es algo que trata de ocultar a sus amigos de la alta sociedad en Nueva York. No quiere que nadie sepa de dónde vino. Aunque puedo ver por qué mi papá se enamoró de ella. Es hermosa, incluso años después. Nunca se calmó, pero ha habido hombres dentro y fuera de su vida. Probablemente se le han propuesto una docena de veces,
y siempre pensé que estaba esperando el correcto. Pero descubrí que si ella volvía a casarse, su pensión se detendría. Sabía que nunca se daría por vencida. Aún más ahora que no recibirá manutención infantil. Solo la obtenía si yo estaba inscrita en la escuela, y me gradué justo antes del verano. Nunca se ha dicho, pero tengo la sensación de que mi padre solo se casó con mi madre porque quedó embarazada. Mi padre siempre está tratando de hacer lo correcto cuando se trata de mí, incluso sonríe y es educado cuando él y mi madre tienen que estar en la misma habitación. Como en la graduación. Intento olvidarme de ese día. Dios, amo a mi madre, pero todo con ella tiene que ser un gran evento. Pudo haber sido mi graduación, pero ella era el centro de atención. No es que me importara. No soy de las que ama ser el centro de atención. No había visto a mi padre en meses y quería pasar el día con él, o al menos esconderme con él durante la fiesta. Pero mi madre me mantuvo a su lado, mostrándome como una especie de premio que le pertenecía. Uno nunca hubiera sabido que ella estaba en contra de que obtuviera mi doctorado en fisioterapia. Se quejaba de eso a diario. Tuve que escucharla porque vivía en casa mientras iba a la escuela. Entre ir a una escuela para chicas, quedarme en casa cuando fui a la universidad y tomar tantas clases como pude para graduarme lo más rápido posible, mi vida social era nula. Mi objetivo principal era graduarme porque sabía lo que me esperaba cuando lo hiciera. Probablemente sea por eso que mi madre odia mi elección de carrera. Todo lo que tenía que hacer era graduarme y obtener una A y mi padre me prometió un trabajo en su equipo. El sueño me alimentó. No solo quería el trabajo, sino también quería estar cerca de mi padre.
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Nuestra relación es diferente a la que tengo con mi madre. Mi padre siempre ha sido más cariñoso y amoroso. Siempre quiso estar involucrado en mi vida. No pasa un día sin que escuche su voz. Cuando no tenía que trabajar, siempre estaba en Nueva York para verme o hacíamos un viaje juntos. Incluso tiene un segundo hogar en el mismo edificio que mi madre. Nuestro tiempo juntos siempre se sintió especial y estoy más que entusiasmada de estar viviendo en la misma ciudad que él. Mi madre no está feliz con eso, pero estoy segura que después de un tiempo se acostumbrará. No es como si estuviéramos juntas mucho a menos que me vistiera y llevara a un evento. Aparte de eso, somos como dos extraños corteses que se cruzan en los pasillos de la casa. Me rendí hace mucho tiempo tratando de tener una relación profunda con ella. La amo, pero no creo que alguna vez seamos nosotras.
Salgo de mis pensamientos cuando siento que el avión comienza a moverse. —Cinturón de seguridad. —Escucho a Wes gruñir. Tal vez no sea un gruñido y así es como habla. Intento recordar las entrevistas que ha hecho pero no recuerdo. Normalmente Dean habla todo el tiempo. Siempre animé al equipo de mi padre, pero lo hice aún más cuando crecí y me llevaba a los juegos. Devoré todo lo que pude sobre los jugadores y equipos desde que mi papá me hizo la promesa de venir a trabajar para él. Busco a tientas mi cinturón de seguridad, totalmente nerviosa sabiendo que ambos están mirándome. Realmente necesito componerme. Voy a trabajar y viajar con ellos a los juegos. No puedo ser la hija torpe del dueño frente a ellos. Dos manos cálidas y fuertes cubren las mías, haciendo que mi respiración se detenga por un momento. —Déjame, cariño. Miro hacia arriba, encontrando los ojos azules claros de Dean y me pierdo por un momento. Sus pulgares me frotan las manos, luego se mueven hacia el cinturón de seguridad. Él hace clic en su lugar fácilmente y me siento cálida por todas partes. —Gracias —digo cuando finalmente consigo que las palabras escapen de mis labios. —Hablas. —Me muestra un hoyuelo mientras me da una sonrisa burlona—. Cierra tu boca o haré algo con ella. Mi boca se cierra con fuerza y estoy segura que mi cara es de color rojo brillante. Suelta una risa antes de guiñarme un ojo y volver a sentarse al lado de Wes. —Es incluso más suave de lo que parece —le dice, y Wes suelta un gruñido. Miro hacia mis manos, donde su toque aún persiste. Sus palabras golpean en mi cabeza. ¿Qué haría él con mi boca? Mis dedos se dirigen a mis labios y un torrente de visiones me viene a la mente.
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—Jodida mierda —murmura alguien. No miro. Sé que fue Dean quien lo dijo y parece enojado. Estos dos son tan confusos. Abriendo mi libro de nuevo, me pierdo en las páginas, tratando de sacar todo lo demás para que mi mente pueda despejarse y este sonrojo se desvanezca. Necesito componerme. Mis ojos se abren cuando siento que algo acaricia mi mejilla. Debo haberme quedado dormida. Mis ojos se bloquean sobre Wes, que frota
suavemente mi mejilla con el pulgar. Su toque es tan diferente de lo que pensé que sería. —Estamos aquí, pequeña. —Su cara es suave ahora, pero no puedo leer sus ojos oscuros. Hay algo allí, pero no sé qué es. Se ven casi tristes. —Gracias. —Me siento. Wes se agacha y abre mi cinturón de seguridad. Es dulce, pero tal vez estos dos piensen que soy tan incompetente que ni siquiera puedo abrocharme y desabrocharme. —¿Lo eres? —Wes me pregunta en su voz profunda. No entiendo la pregunta. —¿Soy qué? —Menor de edad. Miro hacia abajo y niego con la cabeza. Sé que luzco joven, y mi pequeño tamaño no ayuda con eso. Ni tampoco cómo estoy vestida y envuelta hoy. No queriendo mirarlo, tomo el bolso y meto mi libro adentro. —Pero estás muy cerca, ¿no? —Miro por la ventana, deseando que el avión se detenga en la pista para poder salir—. ¿Pequeña? —Mi nombre es Amelia. Dean está parado junto a él ahora. El avión deja de moverse y, un momento después, oigo que se abre la puerta del avión. Me paro, pero Wes y Dean no se mueven mientras bloquean mi camino. —¿Quién eres, Amelia? —pregunta Dean. Lamo mis labios, mirándolo. Jesús, son aún más grandes en persona. Verlos en el campo a través de un televisor no les hace justicia. —Yo... ah —tartamudeo, pero me corto cuando escucho la voz de mi padre. —¡Melly! —Mi papá siempre me llama por el apodo que me dio cuando era bebé. Tanto Wes como Dean se voltean para ver a mi padre, que acaba de entrar al avión, claramente incapaz de esperar que yo salga. Me encanta que esté tan emocionado de verme como yo.
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—¿Ella le pertenece? —Las palabras de Wes suenan mortales. Los empujo y me lanzo a mi papá. No pude verlo todo el verano. Estaba ocupada consiguiendo todas mis certificaciones en línea. Nunca hemos pasado tanto tiempo sin vernos. Mi papá me abraza fuerte y me besa en la mejilla. Antes de dejarme ir, me da vuelta y veo a todo el equipo de pie, tratando de salir del avión. —Sí, me pertenece. —Dean y Wes dan un paso hacia nosotros. Todo el equipo me está mirando. Dejan de moverse cuando mi papá continúa—. Esta es mi hija, la Dra. Amelia Green. —Las expresiones de Dean y Wes cambian, y no lo entiendo—. Es la nueva fisioterapeuta del equipo.
2 AMELIA Traducido por Sarita Corregido por Neera
—Papá, este lugar es demasiado. Miro a mi alrededor al condominio completamente decorado, mi entusiasmo hierve a fuego lento con la idea de que este espacio sea mío para hacer con él lo que quiera. El lugar es increíble. Más de lo que podría haber esperado, y solo he llegado a la sala de estar. Hay una gran chimenea y un gran sofá seccional gris suave que se ve esponjoso y cómodo. Grandes cojines alineados en su mayoría y se ve muy acogedor. Hay luz por todas partes, brillando desde las ventanas de piso al techo que miran a Las Vegas. Me vuelvo para mirar a mi papá. Su cabello es un poco más gris que la última vez que lo vi. Usa traje como siempre, pero hoy está un poco menos tenso de lo normal. Se ve relajado. Es guapo, y siempre me pregunté por qué nunca se volvió a casar. Tal vez mi madre arruinó la idea para él. Nunca trajo a ninguna mujer tampoco. —Este lugar es perfecto. —Pone sus manos en los bolsillos—. La mayor parte del equipo vive aquí durante la temporada. La seguridad es de primera clase. —Asiente hacia un teléfono—. Puedes pedir comida cuando quieras y tienen un gimnasio y un spa abajo. Todo lo que necesitas en una sola llamada.
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»Es seguro —presiona—. Podrías quedarte conmigo si lo prefieres. Me encantaría tenerte en casa, pero pensé que podrías querer tu propio lugar. —Es perfecto. —Amo a mi papá y estoy muy feliz de estar aquí, pero quiero mi propio espacio. Es hora de comenzar a extender un poco mis alas. —Sé que te gusta cocinar. —Asiente a la izquierda y corro hacia la cocina. No solo amo cocinar, sino que me encanta comer.
—¡Papá! —grito, y mi emoción burbujea. Apenas llegué a usar la cocina en casa. Mi madre odiaba los desastres, a pesar de que limpiaba yo misma. También odiaba tener comida con muchas calorías en casa. Solo cocinaba cuando ella se iba los fines de semana o sabía que se iría por la noche. A veces podía colarme en la casa de mi papá para cocinar. Él siempre me deja hacer lo que quiera en la cocina. Paso la mano por la encimera de granito blanco y miro todos los electrodomésticos de acero inoxidable. —No has visto nada todavía —dice mientras camina hacia una despensa. Abre las puertas y revela una pequeña habitación llena de estantes. Entro y veo que el lugar está lleno de comida. Está muy bien hecho, con etiquetas y contenedores, casi no quiero tocar nada. —¿Un diseñador organizó esta comida? —bromeo, pero la expresión en la cara de mi padre me hace pensar que di en el clavo—. Nunca podré comer todo esto. —Tendrás que invitar a tu viejo a muchas cenas. —Envuelve un brazo a mi alrededor, acercándome más y besándome en la parte superior de la cabeza. —Me gusta esa idea. —Estoy de acuerdo—. ¿Tienes hambre ahora? —Desearía poder quedarme a cenar, pero tengo una reunión. — Puedo escuchar la disculpa en su tono. —Vivo aquí ahora. Tendremos muchas cenas. Además, tengo que desempacar mis cosas y acomodarme. —Intento tranquilizarlo. Salimos de la despensa y voy al refrigerador que está lleno hasta el borde. Contengo una risa y tomo dos botellas de agua. Le lanzo una a través del mostrador y la agarra. —Las cajas que enviaste están en el dormitorio principal. Si no quieres desempacar, entonces puedo enviar a alguien para que lo haga mañana. —Papá, puedo desempacar yo misma. —Niego con profunda exasperación.
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—Sé que puedes. —Toma un sorbo de su agua—. Como dije, la mayoría del equipo vive en el edificio. —Sus ojos se dirigen hacia la puerta principal—. Estoy empezando a arrepentirme de la unidad que elegí para ti. Alzo las cejas, insegura de lo que quiere decir con eso. —Solo hay dos unidades en este piso —agrega. —Está bien.
—Pensé que mi elección era buena, pero ahora después del incidente en el avión... —Niega con la cabeza. —¿Uno de los otros jugadores vive en la otra? —Sí. Dos. —Suspira—. Pensé que sería una buena opción para ti. Pensé... ―Se calla. Mi corazón late. Ya sé de quién está hablando. Si dos jugadores viven juntos, tienen que ser ellos. —Papá, si estás hablando de Dean y Wes, estoy segura de que está bien. ¿No son, ya sabes...? Se encoge de hombros, sin responder, luego mira su reloj. —Tengo que irme. —Se acerca y me da un abrazo y un beso en la frente—. Descansa. El trabajo comienza pasado mañana. —No puedo esperar. —Lo llevo hasta la puerta y lo dejo salir. Miro al otro lado del pasillo a la otra puerta y me pregunto si están dentro. Sacudiendo mi cabeza, cierro mi puerta y la bloqueo. Cuando salimos del avión, escuché a algunos de los jugadores hablando sobre salir esta noche. Algo sobre un evento de presentación. He oído de celebridades haciendo eso antes en clubes populares. Me pregunto si Dean y Wes irán. También me pregunto si el rumor de que son homosexuales es cierto. Los comentarios indirectos que me hicieron me hacen pensar que no lo son. Tal vez solo sean discretos con sus mujeres o algo así. Exploro mi condominio un poco más y casi muero cuando veo el baño principal. Tomaré un baño en esa bañera más tarde seguro. Miro todas las cajas apiladas y abro un par para asegurarme que todo esté aquí. Saco las cosas que sé, necesitaré para los próximos días. Después de regresar a la sala de estar saco mi computadora portátil de mi bolso antes de activar el interruptor para encender la chimenea. Caigo en el sofá, me hundo en él y tomo una manta cómoda. Repaso algunos correos electrónicos antes que mi interés despierte. Tengo mensajes del sitio de citas en el que me registré el otro día. Configuré un perfil antes de irme de Nueva York. Pude haber bebido demasiadas copas de vino cuando lo hice, pero solo quería intentar salir.
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Mi mente va directamente a pensamientos sobre Wes y Dean, pero los alejo. Incluso si juegan para mi equipo, tienen un corazón roto escrito sobre ellos. Además, nunca podría elegir entre ellos. Comienzo a hacer clic en los mensajes y elimino todos menos uno. Está claro que los otros estaban buscando sexo y no estoy en lo de una sola noche. O al menos no creo que lo esté. No estoy segura de lo que me gusta, si soy sincera conmigo misma. Sé que no quiero morir virgen, pero creo que necesito algún tipo de conexión para desnudarme con otra persona.
Un tipo llamado Mason me envió un mensaje y busqué su perfil. Es lindo. Algunas de sus imágenes parecen un poco llamativas―una lo muestra de pie junto a un automóvil deportivo, y otra en una fiesta de lujo. Parece el tipo de hombre con el que mi madre trataría de emparejarme. Tiene un corte limpio con cabello castaño corto y ojos azul claro. Se ve como un tipo de chico de al lado. Dice que es un médico que ama el béisbol, nunca ha estado casado y no tiene hijos. De todos los que me han enviado un mensaje, es el único con el que consideraría tener una cita, así que le devuelvo el mensaje, haciéndole saber que me encantaría reunirme para tomar algo en algún momento. Cuando escucho risitas, coloco a un lado mi computadora portátil y me dirijo a la puerta principal. Miro a través de la mirilla y veo a dos chicas paradas afuera de la puerta de Wes y Dean. Un momento después, la puerta se abre y Dean sale, abrazando a las dos chicas antes de abrir la puerta y dejarlas entrar. Mi corazón cae cuando la puerta se cierra detrás de ellos. Cierro los ojos, odiando los celos envolviéndome. Como si tuviera un reclamo sobre ellos. ¿Cómo puedo estar molesta? Estaba arreglando una cita, así que no es como si fuera inocente. Salto cuando de repente alguien viene y se para frente a mi puerta. Puedo distinguir la cara de Nelson cuando golpea, y abro la puerta. Se ha cambiado el traje que tenía puesto. El equipo está obligado a usar trajes cuando van y vienen de los juegos. Ahora está vestido con jeans azul oscuro y un polo blanco apretado. —Oye, hermosa. Algunos de nosotros saldremos esta noche. ¿Quieres venir? ¿Puedes pasar el rato y conocer a algunos miembros del equipo? —Se apoya contra el marco de la puerta con aire informal y relajado. Echo un vistazo a la puerta de Wes y Dean y debato por un momento. —Sí, creo que sí. Dame diez minutos para prepararme. —Abro la puerta un poco más, invitándolo a entrar. Entra y la cierra detrás de él.
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—Esperaré. El lugar no está lejos de aquí. Voy a mi habitación y me apresuro a buscar algo para ponerme. Voy con un vestido y un par de tacones gruesos, luego esponjo mi cabello un poco y me pongo un poco de máscara y lápiz labial. Cuando regreso a la sala de estar, Nelson está parado donde lo dejé. Se da vuelta cuando oye mis tacones haciendo clic en el piso de madera. Deja escapar un silbido y me río. Es juguetón y no siento que me esté molestando. Me ofrece su brazo en un gesto amistoso, así que lo tomo y agarro mi bolso con la otra mano.
—Nunca he estado en un club antes —admito. —Entonces te espera el momento de tu vida.
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Bien. Necesito dejar de pensar en los hombres que viven junto a mí y las mujeres que tienen en su casa. No me va hacer ningún bien pensar en lo que están haciendo adentro.
3 Wes Traducido por Lvic15 Corregido por Neera
Odio cuando termina la temporada. Hay demasiado tiempo de inactividad. Soy una bestia y necesito ser entrenada. Me he pasado toda la vida trabajando duro para poder ser el mejor cuando llegue el momento de salir al campo. La temporada baja vuelve a los jugadores perezosos. Gracias a Dios tengo a Dean empujándome, porque le hago lo mismo a él. Normalmente soy bastante tranquilo y simplemente gruño cuando lo necesito, pero estoy más de mal humor cuando no estoy quemando toda la energía acumulada. Mis pensamientos derivan de nuevo a la zona de piel desnuda en el hombro que me quedé mirando durante seis largas horas. Enciendo la ducha fría y espero a que el frío me quite la necesidad de ese pequeño pedazo de culo de la rubia. Amelia.
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Joder, ese nombre me crea un nudo en el estómago y no sé cómo voy a controlarlo. Agarro el champú y trato de lavar mis pensamientos. Podía sentir la energía fluyendo fuera de Dean en oleadas y me puso nervioso. Su necesidad desencadenó la mía y allí nos quedamos sentados a centímetros de lo que queríamos. Escucho los susurros. Siempre ha habido charla cuando se trata nosotros dos. Desde el momento en que nos conocimos fuimos inseparables. Después de que mis padres murieran fui puesto en una casa hogar. La gente que llevaba la casa eran lo suficientemente amables, pero era sólo un trabajo para ellos. Los padres de Dean me criaron como un hijo, así que cuando digo a la gente que es mi hermano lo digo en serio. Incluso llamo a sus padres mamá y papá. Tenía una cama en su habitación donde dormía más que la de mi casa. Fuimos a la misma universidad, compartimos la misma habitación en la residencia, e incluso vivimos fuera de la escuela juntos. La gente pensó que estábamos locos porque siempre compartíamos habitación, pero nunca nos gustaba estar
solos. Nunca he tocado a Dean en una forma que no fuera fraternal, y no me siento atraído sexualmente a él. Pero es mi alma gemela en cada sentido de la palabra, y no me gusta estar lejos de él. Es la razón por la que entramos en las selecciones juntos y éramos un paquete. Me importa un carajo lo que la gente piense de nosotros. Cuando estábamos en el instituto fuimos a acampar solos un fin de semana. Estábamos en el lago pescando cuando Dean me preguntó si pensaba en tener relaciones sexuales. —Eso es todo en lo que pienso. —No. Lo sé. Pero eso no es lo que quiero decir. No lo estoy diciendo bien —dice. —¿Qué quieres decir entonces? Explícame. —Dejo el carrete y Dean se queda en silencio durante tanto tiempo que estoy a punto de preocuparme. Siento una agitación en mi estómago y sé lo que viene. —Alguna vez has pensado en tener sexo. Con la misma chica, al mismo tiempo. Le miro y me mira. Por un latido hay un entendimiento entre nosotros, y asiento. —¿Nos convierte en monstruos? —pregunta, y puedo escuchar el miedo en su voz. —¿Importa? —gruño y tiro de mi caña de nuevo. El silencio pasa de nuevo y le escucho dejar escapar un suspiro. —Supongo que no. Es sólo... que pienso en follar a una chica y luego pienso en ti. No quiero follarte, pero te amo. —Se encoge de hombros y puedo decir que esto era una gran confesión para él.
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—Te amo, también —es todo lo que digo. Somos una familia. Tuvimos un par de conversaciones como esa a lo largo de nuestras vidas, y en la universidad lo probamos. Éramos los jugadores de fútbol estrella y teníamos chicas golpeando nuestras puertas, pero nunca fue la correcta. Siempre les gustaba más uno que el otro, o no querían hacerlo todo el tiempo. Era más una fantasía para ellas, una sola vez. Éramos un circo y simplemente querían su turno en el espectáculo de los monstruos. Después de un par de veces odiamos la forma en que se sentía y decidimos no hacerlo más. No hasta que encontrásemos a alguien que nos quisiera a los dos y estuviera en esto para siempre. Tratar de dividirnos rompería nuestra relación, y aprendimos que no estábamos dispuestos a conformarnos. Salgo de la ducha y me seco mientras voy al lavabo y agarro mi navaja. Miro hacia abajo para ver que la hoja está sucia así que voy al otro lado de la pileta y agarro la de Dean. Compartimos un cuarto de baño y
dormitorio como hacíamos en la universidad. Nuestra madre decía que debíamos haber sido gemelos unidos en una vida pasada, y no estábamos en desacuerdo. Si no estamos en la misma habitación, por lo general vamos a buscar al otro para poder pasar el rato. Algunas personas pueden encontrar este extraño, pero por lo general mantenemos nuestra vida privada en privado. Hay un golpe en la puerta y atravieso el dormitorio hacia la sala para ver a Dean abrir la puerta. Cassie y Emma entran y asiento con la cabeza en señal de saludo antes de ir al cuarto de baño. Cassie es la hermana mayor de Dean y Emma es su hermana menor. Son mis hermanas, también, para lo que de verdad cuenta, y están en la ciudad durante el fin de semana. Saben acerca de nuestra situación, después de haber crecido con nosotros dos siempre juntos. Supongo que, mirando hacia atrás, podría haber parecido raro a los extraños, pero en nuestra familia es sólo la forma en que funcionaba. Tengo mucha suerte de que la familia de Dean me diera la bienvenida y nunca me hiciera sentir diferente. Cassie viene al baño y abre los armarios de debajo del fregadero. —¿Tenéis algún tampón? —No —digo, mientras me enjuago la cara y voy al armario de la habitación. Emma entra en el dormitorio con Dean tras ella. —Todavía no habéis traído a una chiquilla a este lugar. Lo que sea, simplemente tomaré algunos cuando salgamos esta noche —escucho decir a Cassie desde el baño. —No hay chiquillas. Pero creo que hemos encontrado a la de verdad —dice Dean, cayendo sobre la cama y extendiéndose sobre ella. —¿¡Cómo!? —Nuestras hermanas chillan al mismo tiempo. Cierro la puerta del armario y me visto, pero oigo a Dean murmurando para ellas. Les está contando sobre Amelia y nuestro vuelo a casa.
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Amelia. Me froto los ojos y tomo una respiración profunda. No hablamos de ello cuando regresamos. Sabía lo que Dean estaba pensando todo el tiempo sin tener que decir una palabra. Siempre está pensando y planeando. Ella es la correcta. Hemos estado esperándolo durante años, pensando que lo sabríamos cuando llegase el momento. Resulta que teníamos razón. Me puse un par de pantalones vaqueros y un polo antes de salir del armario. Dean está tumbado en la cama a medida que pedimos cuando compramos el lugar. La compartimos, pero es lo suficientemente grande para poder darme la vuelta tres veces y todavía no tocarlo.
Cassie y Emma están sentadas al final de la misma, pendientes de cada palabra que dice. —¿No compré esa camisa para Dean? —Emma pregunta mientras sacude la cabeza. —Me queda mejor —digo mientras el material se estira firmemente a través de mi pecho. —Así que la encontraron —dice Cassie, sonriendo de oreja a oreja—. No puedo esperar para conocerla. —Ni siquiera la conocemos —dice Dean, y meto mis manos en los bolsillos—. Es complicado, pero es ella. —¿Wes? —pregunta Emma, esperando confirmación. Asiento y ella da un pequeño aplauso excitado mientras rebota sobre el extremo de la cama. —Deberíamos celebrarlo. ¿Tienen algo de comer? —dice Cassie mientras se levanta y camina hacia la cocina. Tenemos un nutricionista que llena nuestra nevera dos veces a la semana, así que sabe bien que tenemos comida allí. Cassie es como nosotros cuando se trata de comida y no va más de una hora sin algo que comer. Todos vamos a la cocina y tomo un vaso de agua, mientras que Dean y Emma se preparan comida. Después de una hora o así Cassie nos dice que ella y Emma se van a un club, algo que sucede con frecuencia cuando vienen a Las Vegas a vernos. —Estoy fuera —digo, y los tres ruedan sus ojos. —Lo sabemos —dice Emma, y ella y Dean se ríen. El teléfono de Dean suena y mete la mano en su bolsillo para tomarlo. Bebo un trago de agua, pero siento la energía cambiar en la habitación. Le miro y veo como su cara se vuelve blanca. —¿Qué pasa? —pregunto, y estoy a su lado al instante. No habla, sólo gira su teléfono hacia mí. En la pantalla hay una imagen de Nelson y Amelia juntos en un club de Las Vegas, los dos riéndose y sosteniendo bebidas. Hay otro timbre y es un mensaje de Nelson.
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NELSON: Se lo están perdiendo Dean aprieta tan fuerte el teléfono que pienso que la pantalla puede romperse. Por lo general, soy quien tiene los problemas de manejo de la ira, pero no hoy. Tomo el teléfono de su mano y le devuelvo el mensaje. DECANO: ¿Dónde están?
NELSON: El Strip... ¡venid y nos vemos! Gruño cuando le entrego el teléfono a Dean, pero antes de que pueda dárselo, Cassie me lo arrebata de las manos. —Parece que Nelson tiene algo que desean —dice, mostrándoselo a Emma—. Están en Viper. —¿Cómo lo sabes? —pregunto, y ella rueda sus ojos. —¿Vamos o no? —dice Cassie, mirando entre Dean y yo.
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Ni siquiera hay que hablar para saber la respuesta a esa pregunta. Ya estamos en marcha para cuando ha terminado de preguntarlo.
4 Dean Traducido por Neera
Cuando llegamos a Viper, caminamos hasta el frente de la fila y el gorila abre la cuerda de terciopelo. Asiento hacia él y le doy algo de dinero en efectivo, y Wes, Cassie, Emma y yo nos abrimos paso entre la multitud. Dirijo el grupo y me dirijo a la parte trasera de la sala VIP. Si Nelson está aquí, ahí es donde estará. Cuando llegamos al siguiente gorila, se quita del camino y estrecha nuestras manos, dándonos la bienvenida y ofreciendo servicio de botellas. Wes y yo lo rechazamos porque no bebemos. Ni siquiera en la temporada baja. Cassie y Emma inmediatamente comienzan a pedir bebidas cuando una camarera se acerca a nosotros. Estoy escaneando la habitación y siento a Wes a mi lado haciendo lo mismo. —¡Ahí! —grita sobre la música y señala hacia la parte trasera donde está la cabina de DJ. Nelson está arriba con auriculares señalando a la multitud. Los corredores son siempre presumidos. Miro a mi alrededor otra vez pero no veo a Amelia en ningún lado. —Joder —murmuro mientras avanzamos. Cuando llegamos al stand, Nelson nos ve y por un segundo se ríe, entonces, cuando ve nuestra reacción, deja caer su sonrisa y sale de la cabina del DJ. —Sabía que podría conseguir que ustedes vi…
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—¿Dónde está ella? —Wes y yo dijimos al mismo tiempo. Normalmente Wes es el malhumorado mientras que yo soy cómico y tranquilo, pero ahora ambos tenemos el mismo objetivo. Encontrar a Amelia y sacarla de este lugar. En el camino, Cassie y Emma nos contaron todo sobre el Viper y sobre qué tipo de celebridades vienen aquí. Es uno de los mejores clubes de Las Vegas en este momento, y hay mucha gente aquí que estamos seguros de que no queremos alrededor de lo que es nuestro.
—Cálmate, fue al baño —dice Nelson, levantando sus manos. Él mira más allá de mí, sonriendo y guiñando el ojo. Miro por encima de mi hombro y veo a Cassie levantando una bebida hacia él y luego dándole un guiño de vuelta. —Aléjate de mi hermana —ordena Wes antes de girar e ir hacia los baños. Veo a Cassie encogerse de hombros mientras se acerca a Nelson y le da un abrazo. Se han visto algunas veces cuando mis hermanas vienen de visita, pero nunca pensé nada al respecto. Ahora me pregunto qué tan bien se conocen. Emma está bailando con uno de nuestros muchachos, Linsley, y le doy una mirada que dice que cuide de ella. Él asiente mientras cambia su bebida por agua y sigue bailando. Él y Emma suelen salir juntos cuando estamos todos juntos, pero ella dice que no está interesada. No quiere salir con un atleta, lo que personalmente encuentro ofensivo. Pero como sea, tiene veintiún años y puede tomar sus propias decisiones. Wes y yo no tenemos problemas si Emma sale con Linsley, es un buen tipo de una buena familia y no bebe ni festeja. Estoy realmente sorprendido de que esté aquí esta noche, pero cuando miro a mi alrededor veo que la mayoría del equipo lo está. Nelson, por otro lado, es un jugador, y Cassie lo sabe muy bien. Ella es demasiado buena para él, pero no puedo decirle a mi hermana mayor qué hacer. Mi familia es muy unida, así que estoy seguro de que pronto sabré lo que está sucediendo, pero por ahora tengo cosas más importantes en las que concentrarme, y tiene la forma de un reloj de arena con una piel tan suave como la seda. Cuando llego al baño de mujeres, hay una larga fila. Molestando. Wes y yo vamos a la puerta y hay algunos abucheos mientras vamos. Los ignoramos y entramos. Hay tres puestos dentro con unas diez mujeres de pie frente al espejo. Miro a mi alrededor y no la veo, entonces decido probar el plan B. —¡Oye! Amelia, ¿estás aquí, nena? —grito sobre la música y el ruido. El baño estalla en una ráfaga de risitas y pongo los ojos en blanco. Después de un segundo de nadie respondiendo decido probar de otra manera.
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—¡Llamando a Amelia Green! ¡Tienes diez segundos para sacar tu trasero de este baño antes de que Wes y yo vayamos a buscarte! De repente, una de las puertas se abre de golpe y ella sale frunciendo el ceño, enojada como el infierno. Las chicas en el baño comienzan a animar, y su cara se pone roja. Se acerca al fregadero y se lava las manos tranquilamente antes de tomar una toalla de papel y
secarlas. Cuadra los hombros y marcha hacia donde estamos parados, pero en lugar de acercarse a donde estamos, pasa junto a mí y me da un codazo en el costado a medida que avanza. —Gahh —grito mientras agarro mi costado. Siento que Wes se ríe a mi lado mientras la vemos regresar al VIP—. ¿Qué hice mal? —Eres un idiota —dice Wes.
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—Un idiota que va a hacer que venga a casa con nosotros —le digo, y la persigo.
5 Amelia Traducido por Neera
Respiro hondo, tratando de recuperar fuerzas. Estaba pasando un buen rato desde que llegué aquí. Después de unos tragos y perderme en la música, pude olvidarme de Wes y Dean. Está bien, no olvidar, pero no estaban inundando todos mis pensamientos con lo que podrían estar haciendo con las chicas a las que dejan entrar a su casa. Un nudo me llena el estómago una vez más al pensarlo. Vi a los cuatro entrar juntos. Eran difíciles de pasar desapercibido. No solo por su tamaño, sino porque todos voltearon a mirarlos cuando entraron y se movieron por el club. Un grupo de personas gritó sus nombres y los aplaudió. Mis ojos se llenaron de lágrimas al verlos con las otras mujeres y supe que tenía que recuperarme. El lugar más seguro fue el baño. No les haría saber que me molestaba porque tengo que trabajar con estos dos. Pero mi escapada al baño fue efímera. ¿Por qué estaban incluso en el maldito baño buscándome para empezar? Me abro paso entre la multitud, viendo que el club se ha vuelto más concurrido desde que llegamos. La gente está en todas partes, por lo que es difícil moverse. Me aplastan, pero necesito salir de aquí.
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Así como me estoy frustrando, la gente de repente comienza a apartarse de mi camino por sí misma. Cuando siento calor en mi espalda, sé por qué. Ni siquiera tengo que darme vuelta para saber que ambos están detrás de mí. Dios me ayude, el recordatorio me hace agregar un poco de meneo a mis pasos mientras camino. No sé si eso es lo mío o el alcohol que nada en mi sistema. Veo a Nelson en la mesa que nos consiguió anteriormente, junto con algunos otros jugadores del equipo. Ya me presentó a muchos de ellos, y todos fueron amables. Me alegré de conocer a algunos de ellos fuera del entorno de trabajo. No quería que me etiquetaran como hija del jefe. Quiero que me vean más que eso y quiero que todos me quieran. Quizás es algo que heredé de mi madre y no sé si es bueno o malo. No estoy acostumbrada a estar con tantos hombres.
Nelson está haciendo tragos cuando me acerco a la mesa. Noto que una de las chicas con la que vinieron Wes y Dean está de pie junto a él. Ella es hermosa. Tiene el cabello rubio que cuelga alrededor de sus hombros en ondas largas. Tiene un vestido negro ajustado y tacones que tienen que ser de al menos cinco pulgadas, lo que le da altura de supermodelo. Se balancea con la música y hace que su cabello rebote con cada movimiento. No solo es bonita, es sexy. Nunca me he considerado sexy. Me han llamado linda y adorable, pero no sexy. De hecho, el vestido que tengo esta noche es lo más sexy que tengo y se ve desaliñado en comparación con lo que lleva puesto. La mirada de Nelson está en la mujer. Tengo que contener un bufido mientras lo veo derramar los tragos que está vertiendo porque no puede quitar sus ojos de ella. —¡Nelson! —Escucho a Wes ladrar detrás de mí, lo suficientemente fuerte para ser escuchado sobre la música. Me hace saltar y tropiezo con mis tacones bajos. Manos calientes me atrapan antes de caer sobre mi culo. No estoy segura de quiénes son, pero trato de liberarme del agarre. Las manos solo se tensan y los dedos se hunden en mis caderas en un agarre posesivo. —Déjame ir —corto, pero luego me congelo cuando los labios llegan a mi oído. —Dean tenía razón. Eres incluso más suave de lo que pareces. Siento los labios de Wes detrás de mi oreja y cada célula de mi cuerpo se pone en alerta máxima. Nelson y la otra mujer nos están mirando. Nelson tiene una sonrisa arrogante en sus labios, mientras que la boca de la chica se ha formado una O perfecta. Supongo que está enojada porque uno de estos dos hombres es suyo y ambos están conmigo por alguna razón. La mano de Wes se desliza desde mi cadera hasta mi estómago y él se envuelve a mí alrededor. Entro en pánico, uso mi codo y me vuelvo hacia atrás con fuerza. Wes suelta un pequeño gruñido y yo silbo. Es como golpear una maldita pared y me pregunto si me hice más daño a mí misma que a él.
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Wes me suelta y salgo de su agarre, asustada de que intente agarrarme de nuevo. Camino directamente hacia Nelson y tomo uno de los tragos sobre la mesa. Lo tiro hacia atrás y un sabor amargo y áspero llena mi boca. Agarro otro y lo bebo también. Un zumbido cálido fluye por mi cuerpo y trato de ignorar el sabor. Nunca antes había bebido realmente, y no sé lo que esto me va a hacer. He tomado unas copas de champán en los eventos a los que mi madre me
llevó, y de vez en cuando he bebido un vaso de vino tinto cuando salgo a cenar, pero esto se siente diferente. Antes de que sepa lo que está pasando, el vaso sale de mi mano y Dean me lo quita. Lo deja caer sobre la mesa y le da a Nelson una mirada dura. Alejo mis ojos de Dean para mirar a Nelson, quien tiene su brazo alrededor de la mujer. Él pone los ojos en blanco y deja caer su brazo a su alrededor al mismo tiempo que Dean me abraza. Siento a Wes a mis espaldas, su cuerpo se siente familiar y fuerte. Hago una pequeña zambullida para soltar el brazo de Dean a mi alrededor, luego me giro para mirarlos a los dos. Son como una pared humana ocupando todo el espacio frente a mí, ya que ambos tienen los brazos cruzados sobre el pecho. Parece que podrían ser los gorilas de este club. Debo inclinar mi cabeza hacia atrás para incluso hacer contacto visual con ellos. Pongo mis manos en mis caderas y cuadro mis hombros. —Mantengan sus manos lejos de mí —les grito a los dos. Dean sonríe, dándome ese hoyuelo, y la cara de Wes es ilegible. Estoy bastante segura de que está luchando contra una sonrisa, lo cual es irritante. Un pequeño gruñido me abandona y la sonrisa burlona que Wes está luchando se libera. Dios, él es aún más guapo cuando sonríe. Quiero borrar las miradas de sus caras. —No va a suceder —dice Dean. —No. Por supuesto, la respuesta de Wes es solo una palabra gruñida. —¿Es suya? —Miro entre los dos. Wes asiente y Dean responde afirmativamente. Me quedo allí sorprendida por un momento. —Algo como, ¿la comparten? ¿Entre ustedes dos?
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Siento que me sonrojo y aparto la mirada de ellos. Estoy segura de que mi sorpresa está en mi cara. Entonces los celos me inundan. No debería sorprenderme que alguien tan bonita como ella pueda tenerlos a ambos. Miro hacia ellos y parecen que me están estudiando. —No importa. No respondan eso. —Agito mi mano frente a mí. No quiero saber sobre su vida sexual. Lo que ya he empezado a armar es desgarrar mi corazón con sentimientos que no entiendo. Quiero que sean míos. Pertenecer a ambos y que ellos me pertenezcan. Me vuelvo a la mesa. Nelson tiene un trago en su mano y está a punto de tomarla, pero yo se la quito.
—Amelia. Ignoro la voz mientras lanzo el trago hacia atrás y siento el ardor, feliz de centrarme en otra cosa en este momento además de mis celos. —¿Quieres bailar? —pregunta la mujer. Ella tiene un hoyuelo en su mejilla y su sonrisa es amistosa. Se acerca a mí, y aunque no quiero que me guste, no tengo una razón real para no hacerlo. Me sorprende que no me esté tirando dagas. —Sí —le digo y le tomo la mano. —Cassie, ella no está bailando —le dice Dean. —Haré lo que quiera —le respondo. Sonrío cuando veo que ya no están usando esas sonrisas. —Tal vez todos deberían quedarse en la zona VIP y pasar el rato —le dice Nelson a Cassie. Él se humedece los labios mientras sus ojos la recorren. Está claramente enamorado. No tomé a Nelson como el tipo para enamorarme de una mujer. Parecía un jugador para mí. Cassie pone los ojos en blanco. —No nos vestimos para nada. —Me tira de la mano. —Cassie —gruñe Wes. —Ignóralos. Eso es lo que hago cuando tratan de controlarme. —Me guiña un ojo. Me muerdo el labio para no decirle que no me importaría que me den órdenes si tuviera la oportunidad. Aunque después de esta noche sé que no me gustaría pertenecer a ellos. Claramente no tienen ningún problema yendo de mujer a mujer justo en frente de mí. Cuando Cassie me lleva a través de la multitud, mi mente comienza a vagar. Tal vez vinieron a buscarme porque mi papá les pidió que me vigilaran o algo así. Tal vez es por eso que me estaban buscando, y no son los jugadores que creo que son.
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Mi cuello hormiguea en el lugar donde Wes colocó sus labios, recordándome que probablemente estoy equivocada. No puedo creer que estoy tratando de ponerles excusas. Odio la idea de que los dos hombres que he estado esperando conocer durante años sean unos idiotas de mala calidad. Veo a la otra mujer con la que vinieron bailando con Linsley cuando llegamos a la pista de baile principal. Lo conocí cuando llegamos al club por primera vez. Él fue realmente agradable y tenía algunos de los mejores modales que jamás había visto. La está abrazando mientras se mueven juntos.
—Esa es mi hermana, Emma —grita Cassie por la música. Asiento y comienzo a bailar. Me pierdo en la música por un tiempo, pero puedo sentir los ojos. Cada vez que miro, veo a Dean, Wes y Nelson mirándonos a Cassie y a mí. No puedo evitar lanzarles miradas de vez en cuando. —¡Necesito un trago! —grita Cassie después de algunas canciones. Ella toma mi mano y me saca de la pista de baile. —¡Muévanse! —les grita a los hombres, y se apartan de su camino. Golpeamos nuestra mesa y tenemos otra ronda de tragos y bebidas antes de volver a bailar. Dean y Wes siguen metiendo botellas de agua en mis manos a medida que avanza la noche. Los bebo porque el baile me está poniendo sedienta. Trato de mantener la distancia de ellos lo mejor que puedo, pero cada vez que me doy vuelta me encuentro con ellos. Son como sombras gigantes. Por mucho que quiera caer en ellos, me gusta Cassie y nunca le haría eso a otra mujer. No estoy segura de que Nelson tenga el mismo código que yo, porque claramente está tratando de llamar la atención de Cassie. Después de unas horas, me dejo caer en uno de los sofás en el área VIP. Creo que mi noche llega a su fin. Mis ojos se sienten pesados. Dean y Wes se sientan a mi lado, uno a cada lado. Siento que mis ojos se vuelven pesados mientras que el agotamiento y la bebida tratan de dormirme. —Solo voy a cerrar los ojos por un momento —murmuro. Mi cabeza cae sobre el hombro de Dean y siento la mano de Wes sobre mi muslo. Su dedo me acaricia hacia adelante y hacia atrás, el contacto me calma y me hace sentir aún más adormilado.
—Te tenemos.
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Es lo último que recuerdo antes de dispararme en la cama. Miro a mi alrededor, sin saber dónde estoy, pero inmediatamente sé con quién estoy. Por un lado está Wes y el otro lado, Dean. La luz del sol entra por las ventanas del piso al techo y me doy cuenta de que estoy en su lugar. En su gigante cama. Trago saliva, tratando de recordar cómo llegué aquí, pero está completamente en blanco. Nada. Todavía estoy en el vestido que usé la noche anterior, pero Wes y Dean están sin camisa. Cierro los ojos y los abro de nuevo para asegurarme de que no estoy soñando.
Nop. Aún aquí. Intento pellizcarme, pero eso solo pica y no cambia mi entorno. Mis manos pican para alcanzarlos y tocarlos a los dos. Quiero pasar los dedos por sus pechos, pero sacudo la cabeza y me siento bajo control. Cambio un poco y me doy cuenta de que cada uno de ellos está agarrando uno de mis muslos. Levanto la manta un poco y confirmo con mis ojos. No hay dolor entre mis piernas, así que no creo que haya pasado nada. Lentamente, saco mis muslos de su agarre y tengo que tragar un bufido cuando Wes gruñe. Cuando finalmente estoy libre, me deslizo hasta el final de la cama. Al ver mis zapatos y mi bolso cerca, los agarro antes de salir de su habitación. Me pregunto dónde está Cassie. Me siento como una idiota. ¿Cómo terminé en la cama con sus hombres? Mi corazón se siente pesado y no estoy segura si es culpa por Cassie, o si es el desaliento de que pertenecen a otra persona. ¿Cómo podrían todavía llevarme a su cama mientras tienen a alguien? Eso no es lo que yo pensaba que eran. Mi pregunta de dónde fue Cassie se responde cuando entro en la sala de estar. La veo moverse en la cocina. La mujer que dijo que es su hermana está sentada en la barra del desayuno. —Hola —Cassie chilla, volteándose para mirarme, espátula en mano. —Oye. —Mi cara arde de vergüenza, pero ella no parece enojada conmigo por alguna extraña razón—. Perdón por lo de anoche. —No hay nada que lamentar. —Sus cejas se unen en confusión. Tal vez están en una relación abierta o algo así. —Estoy preparando el desayuno. ¿Quieres unirte a nosotros? — pregunta ella. —Realmente necesito irme —le digo. Ella mira hacia abajo por el pasillo de dónde vengo. —¿Los chicos saben que te vas? Su hermana tiene una sonrisa en su rostro, pero no tengo idea de lo que está sucediendo aquí. Además, ¿cómo podría alguien llamar a esos dos "chicos"?
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—Hazles saber por mí. —Me apresuré a decir mientras me dirigía a la puerta principal. —Amelia. —La oigo llamar después de mí, pero ya tengo la puerta abierta. —¡Hasta luego! —grito mientras salgo por la puerta. Busco a tientas mi bolso, buscando mis llaves, y me lleva un segundo encontrarlas y deslizarlas hacia la puerta. Apenas la abro antes
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de escuchar gritar mi nombre otra vez. Esta vez, es más fuerte y proviene de lo que parece ser dos hombres muy enojados. Me las arreglo para cerrar la puerta con llave justo antes de que comiencen los golpes.
6 Dean Traducido por Jessibel Corregido por Florpincha
—Continúa golpeando la puerta así y es una manera segura de conseguir que ella la mantenga cerrada. Me giro, sorprendido de ver a Emma detrás de nosotros. Tiene sus brazos cruzados y nos mira como si fuéramos idiotas. —Dale un segundo. Ha despertado en un lugar extraño con dos hombres extraños. —No somos extraños —digo a la defensiva. —Bien, ¿qué tal intimidantes? —modifica ella. Miro a Wes, quien encoje sus hombros como si tuviera la razón, y sacudo mi cabeza. Girando de regreso hacia la puerta de Amelia, coloco mi mano en ella y trato de sonar calmado. —Oye, sentimos haberte asustado. Ven a desayunar con nosotros. Puedes conocer a nuestras hermanas y comer algo. —¿Hermanas? —Escucho un chillido ahogado desde el otro lado de la puerta. —Si, Cassie y Emma —respondo, a la espera de que abra la puerta. Pero después de unos pocos golpes no pasa nada. —Les dije que le den un poco de espacio —dice Emma, levantando su mano y regresando dentro de nuestra casa.
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—Solo queríamos asegurarnos de que llegaras bien a casa anoche. Nada pasó. Si abres la puerta te prometo mantener mis manos quietas. —Mentiroso —dijeron Amelia y Wes al unísono. Sonrío y le doy un guiño a Wes. Estoy mintiendo totalmente, pero quiero conseguir que abra la puerta. —Tenemos café —expone Wes, y la cerradura de la puerta gira.
Después de un segundo, la puerta se abre y sus suaves ojos marrones echan un vistazo. —¿Café? En un instante me siento aliviado cuando puedo posar mis ojos en ella otra vez. Cuando nos mira a ambos, su mirada viaja hacia abajo, a nuestros pechos desnudos y toma toda mi resistencia para no flexionarlos para ella. Quiero que piense que me veo bien sin mi camisa puesta. —Café —confirma Wes y asiente. Siempre ha sido un hombre de pocas palabras hasta que realmente consigues conocerlo. Entonces, él conversa un poco más, pero siempre consigue el punto. —Está bien, pero deja que me cambie —expresa, mirando nuestros cuerpos otra vez, de arriba abajo. Maldición, me voy a excitar con su mirada en mí, y estos corredores grises no harán nada para ocultarlo. —Tienes tres minutos —digo. —Regresaré cuando haya terminado —prometió, pero sacudí mi cabeza. —Estamos esperando. Ahora tienes dos minutos y cincuenta y dos segundos. —¡Bah! —Cierra de golpe la puerta. Escucho mucho ruido llegando desde el otro lado de la puerta y miro a Wes, quien se encoge. Realmente no estoy contando los segundos, solo quiero que nos tome en serio. Después de lo que parecieron ser tres minutos, abre la puerta luciendo igual de hermosa que anoche. Su pelo rubio está en un desordenado moño y viste una corta sudadera y corredores a la cadera. La banda de piel que muestra su abdomen es suficiente para hacer que caiga sobre mis rodillas para así olerla. —Maldita sea —murmura Wes a mi lado, y esta vez soy quien se queda sin palabras.
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—¿Alguien dijo algo sobre café? —Ella sonríe y me golpea directo al pecho. Aclaro mi garganta mientras caminamos a través del vestíbulo y dentro de nuestra casa. Cierro la puerta con firmeza detrás y giro el seguro. No quiero que se marche tan fácilmente otra vez. Cuando caminamos a la cocina, Emma y Cassie están llenando sus platos. Amelia las sigue al comedor, Wes y yo tomamos asiento a cada lado suyo.
—Esto es una tonelada de comida —dice Amelia, sus ojos se agrandan cuando fija su mirada en la mesa. —Somos chicos en crecimiento —digo y le guiño un ojo. Sus mejillas se sonrojan un poco y cambia su enfoque a la servilleta en su regazo. —Ya. Creo que eso es todo —expone Emma, colocando el café en la mesa—. Chicos, disfruten. —Espera, ¿ustedes dos se marchan? —dice Amelia a ella y a Cassie. Cassie toma su bolso del bar en la cocina y lo cuelga de su hombro. —Si, Emma y yo vivimos en Los Ángeles. Venimos a visitar a nuestros hermanos cuando tenemos el fin de semana libre al mismo tiempo. Esto fue solo una visita rápida para decir felicitaciones por otra grandiosa temporada. —Ella mira a Emma, quien llevaba un bolso de viaje en su hombro también—. ¿Estás lista? —Si. Gracias nuevamente por la divertida noche. Fue realmente genial conocerte, Amelia. Esperamos verte mucho más. Ambas sonríen y se despiden agitando sus manos mientras se marchan. Cuando la puerta se cierra, finalmente estamos solos y una excitada anticipación rueda sobre mí. —Así que, ¿ellas son sus hermanas? —pregunta, sin mirar a ninguno de nosotros. Wes toma el café y vierte un poco para ella mientras tomo su plato y comienzo a apilarlos con comida. —Sí. Ahora, ¿quieres explicarnos por qué saliste corriendo de nosotros esta mañana? —pregunto. —Ehh. —Toma un gran bocado de huevos. Se demora por un momento. —¿Estás tratando de alejarte de nosotros? —pregunta Wess. Su voz ha cambiado y puedo decir que está excitado también. La mujer por la que hemos estado esperando está entre nosotros en este momento.
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—No necesariamente. —Se protege, y ambos esperamos a que se explique—. Solo recuerdo haber estado en un club y nada más después. Me levanté en una cama extraña con dos hombres que no conozco y no estaba segura de lo que pasó. ¿Puede una mujer tener unos segundos para conseguir unir sus pensamientos? —Nos gusta acurrucarnos —digo, estirando mi mano y tomando un mechón suelto de su pelo tras su oreja para poder ver su cara mejor. —Oh —dice, y el rubor en sus mejillas aumenta—. ¿Lo haces? Eh, quiero decir, ¿ustedes dos, eh… se acurrucan?
Dejo salir una carcajada ante la manera en que ella parafrasea la pregunta. —Wes y yo dormimos en la misma cama, pero no, no nos acurrucamos. Tenemos realmente un fuerte vínculo. Uno que esperamos compartir contigo un día. Ella levanta su cabeza de golpe para mirarme, y sus suaves ojos marrones están llenos de más preguntas luego de mi audaz declaración. —Ni siquiera me conoces —susurra, luego aparta su mirada. —Nos gustaría conocerte —respondo. Toma un sorbo de su café y espero a que decida qué va a preguntar después. Prácticamente puedo ver las ruedas girando en su cerebro. —¿Han vivido aquí por mucho tiempo? —Nos mudamos hace un par de años cuando fuimos reclutados en Las Vegas. Wes y yo tenemos una habitación adicional para que nuestra familia se quede cuando nos visitan, pero por otra parte nos gusta llevar una vida tranquila. Somos hogareños, tendemos a pasar nuestras noches jugando juegos de video o viendo Netflix. —Me brinda una sonrisa y puedo ver algo del miedo deslizarse en su cuerpo—. Wes es también un buen cocinero y me gusta comer. —¿Tú cocinas? —pregunta, girando hacia Wes. Él limpia su boca y asiente. —Tomé algunas clases en el colegio. —Encoje sus hombros como si no fuera de la calidad de Iron Chef. —También pasamos mucho de nuestro tiempo en el gimnasio aquí. Es probable que estemos haciendo algo de eso hoy si quieres acompañarnos. —Los pensamientos de una Amelia sudorosa y agachada ocupan mi mente y paso la lengua por mis labios. Apuesto a que sabe muy bien. —He escuchado que hay un spa —dice y se inclina en su silla—. Me serviría un masaje después de anoche.
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Cruzo mi mirada con Wes y veo que estamos pensando en la misma cosa. Queremos ser los que la cubrimos con aceite. El pensamiento de un extraño colocando sus manos en ella… sí, eso no va a pasar. —¿Estás adolorida por lo de anoche? —pregunta Wes, y sé que lo está haciendo para cambiar el tema del spa. —Un poco —expresa, sonrojada—. Supongo que ha de ser por bailar. Nada, eh, pasó, ¿cierto? Dijeron que solo nos acurrucamos. —Es correcto —digo—. Wes te llevó adentro y yo te metí a la cama. Nos quedamos con los pantalones puestos. Todos nosotros.
—¿Pero dormimos todos juntos? —Mira a Wes, quien asiente. —Así que, ¿salen con chicas juntos o cómo es que funciona? Ahí está, la pregunta que ha esperado para hacer. —Nunca hemos salido con nadie por un término prolongado. Pero esa es la idea. Una mujer para ambos —digo, tratando de ser tan abierto como honesto mientras pueda con ella. Quiero que esto funcione, y no la quiero asustar brindándole todos los datos que puedan ayudar con eso. Abre su boca para hablar, pero es interrumpida por el timbre de su teléfono. Está establecido en la mesa, frente a ella y su mirada baja para ver papá en la pantalla. Mis vellos se erizan y pienso en que no debería estar enojado, debido a que es su padre, pero estoy contrariado por cualquier tiempo robado de nosotros. —Discúlpenme —dice ella, levantándose y agarrando su teléfono—. Hola, papá, ¿qué tal? Miro a Wes y él sacude su cabeza ligeramente, diciéndome que me calme y no la siga. Ella camina hacia la sala de estar y aún podemos verla desde donde estamos sentados. Incluso puedo entender algo de su conversación, a pesar de que está tratando de permanecer callada. —Sí, alguna de las cajas, pero no me había dado cuenta de lo mucho que tenía. —Hay algo de silencio y luego, la escucho de nuevo—. No puedo esta noche. Tengo planes. Claro, puedo hacer eso. Bien, te veo en poco tiempo. —¿Planes? —me pregunta Wes y encojo mis hombros, sé tanto como él lo hace. —Sí, me parece bien. Te amo también. Adiós. Amelia se dirige hacia nosotros, pero no se sienta. —Muchas gracias a los dos por el desayuno, pero tengo que irme. —¿Por qué? —pregunta Wes, como si tuviera el derecho de saber. —Mi padre necesita que vaya a por unas cosas antes de mañana. Es mi primer día de trabajo —contesta, y puedo ver lo animada que está. Se ve muy feliz.
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—Entonces, ¿te veremos esta noche? —pregunto, esperando que seamos los planes de los cuales ella hablaba. —Yo, eh, no creo que pueda esta noche, pero tal vez mañana. —Ella se dirige hacia la puerta y Wes y yo estamos pisando sus talones—. Ustedes dos no van a derribar mi puerta, ¿verdad? Muerde su labio y mira de uno a otro de ida y vuelta. Quiero levantarla e inmovilizarla contra la pared.
—No ahora mismo. Pero cuando estés en nuestra cama otra vez, tu pequeño trasero se quedará —dice Wes y se inclina hacia abajo, dándole un rápido y suave beso. Cuando la libera, hago lo mismo, sintiendo el toque delicado de sus labios contra los míos. No es tan largo como quiero que sea, y es perfecto no profundizo demasiado, pero por ahora, es lo que le daremos. —No huyas de nosotros —expreso, tomando su barbilla y haciendo que me mire a los ojos. Después de un momento, asiente y entonces, doy un paso hacia atrás para dejarla salir por la puerta y atravesar el corredor. La observamos irse a su casa y mirar de regreso hacia nosotros una vez más antes de cerrar la puerta. Cierro la nuestra después de eso y miro a Wes. —Es mejor que sepas lo que haces —dice él cuando se gira y regresa a la mesa.
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—Yo también —murmuro para mí, antes de unirme a él.
7 Amelia Traducido por Mich Fraser & Purple Girl Corregido por Jessibel
Corto el sándwich por la mitad y lo deslizo a través de la encimera hacia mi papá. —¿Ya me dirás por qué estás tan arreglada ahora? —No estoy demasiado arreglada —digo a la defensiva, mirándome. Tengo puestos unos pantalones de yoga y camisa holgada y estoy descalza. Mi papá me levanta una ceja. —Tu cabello y cara. —Oh. Mi papá no llegó hasta el atardecer. Quería mantenerme ocupada, así que tomé un largo baño y después pasé un tiempo extra con mi cabello, uñas y maquillaje. Sabía que iba a estar atareada entre mi papá aquí y los planes que hice para la noche. Escogí un conjunto sencillo para poder vestirme rápidamente cuando mi papá se vaya. Aparentemente no soy tan lista como pensé. Ni siquiera estoy tratando de arreglarme para mi cita, es más como mantenerme ocupada para dejar de preguntarme sobre los dos hombres de al lado. —Tal vez pueda tener una cita. —Me encojo de hombros y ahora sus cejas se levantan—. Quiero decir, es una especie de cita. No… nada especial. —Lanzo mis manos al aire.
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Papá me sonríe. —¿Con quién? Agarro mi móvil de la encimera de la cocina y le muestro el perfil del chico.
Mi papá lo escanea antes de devolverme el móvil. —Es médico. Asiento. —No me agrada. Pongo mis ojos en blanco. —¿Cómo no te agrada? No lo has conocido. ¿No se supone que los padres quieren que sus hijas conozcan a médicos? —Los médicos trabajan demasiado —reclama. —No sabes eso. —Tomo una uva del tazón que puse para acompañar al sándwich que le hice a mi papá—. Ambos estamos en el tema de la salud. El cuerpo humano. —Agrego, tratando de sacar algo. Ni siquiera sé porque me estoy molestando. Realmente no importa porque no estoy emocionada por la cita. —Estoy seguro que a él le interesa mucho el cuerpo humano —dice mi papá, entornando los ojos y mis mejillas arden. Le lanzo una uva y ríe. —¡Papá! Tengo que salir de mi caparazón. Necesito salir y conocer gente. —Conocerás a personas cuando vengas a trabajar. Así es como la mayoría de la gente hace amigos. —Quiero más que amigos, papá, y no sé si es sensato salir con alguien con quien trabajo. —No puedo evitar dejar de echar un vistazo a la puerta de mi casa. Mi mente va directo hacia Dean y Wes. —Sí, tal vez esa no es una gran idea. —Miro a mi papá y veo que sus ojos ahora están en la puerta—. No quería hablar de esto mientras íbamos al trabajo, pero desde que terminamos todo eso estoy entrando en modo papá. —Ah, oh —murmuro y le sonrío. Le da una mordida a su sándwich y me pregunto a dónde va esto.
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—Escuché que saliste anoche con el equipo. Que Dean y Wes estaban allí. —La mayoría del equipo estaba allí. —Trato de seguir la corriente. —Sí, pero Dean y Wes estaban allí. —¿Y?
—Ellos no hacen la escena de la fiesta. —Oh. —Levanto el tazón de uvas, lo llevo al refrigerador y lo guardo. No estoy segura qué quiere decir con eso, pero mi estómago se siente cálido. Ellos dicen la verdad sobre lo que les gusta hacer. Son discretos y me gusta eso. —Sí. Oh. Algo tuvo que hacer que salieran y creo que sé lo que es ese algo. Me doy la vuelta para enfrentar a mi papá y sus ojos están fijos en mí. —¿Yo? —pregunto. Quiero que el tema salga y no andarme por las ramas. Mi papá deja su sándwich. —Sí, tú. —Deja escapar un profundo suspiro. —¿Eso te molesta? —pregunto. No me gusta la idea que mi padre no le guste algo que estoy haciendo. —No estoy seguro de lo que pienso sobre ello. —Yo tampoco —admito. No le digo que me hacen sentir cosas que nunca antes había sentido. Cuando descubrí que esas chicas eran sus hermanas, nunca sentí tanto alivio en mi vida. Fue cuando supe que estaba en problemas. Estos hombres podrían poseerme y actúan como si lo quisieran. No sé cómo manejar a un hombre y mucho menos a dos. Para colmo, no son hombres normales. Son unos malditos genios que están llenos de testosterona. Suspiro. —Bueno, no pasó nada y quién sabe si algo pasará. No nos preocupemos por algo que no podría tener lugar. —No estoy segura si estoy tratando de convencer a mi papá o a mí.
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—Salieron del club por ti. Dejaron que el equipo supiera que estás fuera del alcance. Muerdo mi labio, insegura de cómo tomar eso. Estoy en conflicto… ¿debería enojarme si se ponen celosos de mí o debería estar feliz por ello? —Así que, ¿sabes sobre ellos? ¿Sobre cómo ellos…? Mi papá levanta su mano para detenerme.
—Junté las piezas entre ayer y hoy. —La habitación se queda en silencio por un momento y podría morir de vergüenza. Mi madre y yo nunca hablamos sobre sexo. Ella trataría de hacer que saliera con personas con las que quería establecerme, pero nunca hablamos sobre otras cosas que iban con las citas—. Eres una adulta, Melly. Pero como tu papá, no quiero que te lastimen o se aprovechen. —¿Crees que harían eso? —pregunto. Quiero su opinión sobre esto. —Demonios si lo sé. Parecen buenos chicos. —Quiero reírme de que mi padre los siga llamando chicos—. Pero no creo que hayas salido mucho. —Asiento en acuerdo—. Entonces tal vez esa cita de esta noche podría ser buena para ti. Mira qué hay por ahí. No hay prisa. Después de anoche, no estoy segura de que Wes y Dean estén de acuerdo con eso. Y después de lo que dijo mi padre, estoy segura de que no les pidió que me cuidaran anoche en el club. Encajo las piezas durante el desayuno, pero es bueno saber que lo hicieron ellos mismos. Son territoriales. Probablemente estarían enojados si supieran que tengo una cita esta noche. —Ve a la cita, Melly. —Mi papá se levanta de su silla—. Asegúrate de encontrarlo donde sea que vayas; no le pidas que venga aquí. Ve a un lugar ocupado, y luego ve a casa sola. Lucho para no poner mis ojos en blanco. En cambio, me acerco y abrazo a mi padre. Me encanta cómo él siempre está en mi equipo. Es tan diferente de mi madre. —Saldré de aquí para que puedas terminar de prepararte. —Gracias, papá. —Lo llevo hasta la puerta y la abro para él. Cuando lo hago, miro la puerta de Wes y Dean por un momento. Debato una vez más la cancelación de mis planes por bebidas. Me pregunto si estarán adentro descansando en su sofá y viendo Netflix. Eso suena mucho más divertido que tener una primera cita incómoda.
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Me despido de mi padre y cierro la puerta. Echo un vistazo al reloj, veo que se supone que debo encontrarme con Mason en veinte minutos. —Mierda. —Corro a mi habitación para prepararme. Es demasiado tarde para cancelar y solo son unos tragos. Tendré uno y luego me iré. Tener una pequeña charla debería ser lo suficientemente fácil. Me quito la ropa, agarro el vestido rosado que dejé, luego pongo los pies en un par de zapatos. Agarro mi bolso del sofá, tomo mi teléfono de la encimera y salgo. Cuando llego al frente del edificio, llamo al primer taxi
que veo y entro. El lugar no está lejos, pero no conozco el camino, así que caminar no es una opción. El taxi se detiene afuera de un casino. Salgo y deambulo adentro. Voy a un mapa y trato de encontrar el bar que estoy buscando. Este lugar es enorme Mientras estoy allí, siento que alguien me está mirando y miro por encima de mi hombro. Una gran figura me llama la atención. Wes. Él no me está mirando, sino a algún lugar a la izquierda y está negando con la cabeza. ¿Me siguió? No, no hay forma. Él ni siquiera está mirando en mi dirección. Intento ver qué está mirando y por qué está sacudiendo la cabeza. Luego veo a Dean aparecer detrás de un cartel. Claramente, Dean se está ocultando de algo, y Wes no quiere saber nada de eso. Doy vuelta y estudio el mapa para encontrar a dónde voy. Echo una pequeña mirada por encima de mi hombro una vez más para ver a Dean agarrando a Wes, tratando de atraerlo detrás del letrero con él. Lucho para no sonreír. Pretendo no darme cuenta mientras camino por el casino. Me detengo de vez en cuando para fingir mirar algo, y cada vez los veo no muy lejos de mí. Dean está tratando de esconderse y Wes niega con la cabeza como si Dean estuviera siendo ridículo. Debería estar irritada, pero todo en lo que puedo pensar es lo adorable que es esto. Son ambos imposiblemente grandes. ¿Cómo podrían no ser destacados en una multitud? Cuando llego al bar, miro alrededor. —¿Señorita Green? —La anfitriona pregunta. Ella tiene un vestido corto que se parece a lo que puedes ponerte en un club. Miro alrededor, preguntándome si estoy mal vestida, pero no parece, comparado con la atmósfera. Me recuerdo que esto es Las Vegas y la mayoría de las mujeres se visten así a diario. —Sí —digo, dándole una sonrisa.
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—Por aquí. —La sigo y veo a Mason mientras nos acercamos a la mesa. Se ve como su foto de perfil. Se pone de pie y creo que va a abrazarme, así que le tiendo la mano. Él sonríe, la toma y se la lleva a la boca. Le da un beso y una sensación incómoda retumba en mi estómago. El beso en mi mano se siente mal. No es nada como cuando los labios de Wes y Dean estaban sobre mí.
Escucho algo romperse detrás de mí, pero no giro para mirar. Tengo la sensación de que sé quién lo rompió. O si tuviera una suposición, eso me daría una probabilidad de cincuenta por ciento para hacerlo bien. —Disfruten su noche —la anfitriona dice y se apresura, supongo, para limpiar el desastre que acaba de hacerse. —Eres aún más impresionante en persona, Amelia —Mason retira la silla de la mesa y me siento. Su mano corre a lo largo de mi espalda, haciéndome saltar ante el toque no deseado. —Gracias —me las arreglo para decir. Se acerca una mesera y toma nuestros pedidos de bebidas. Caemos en conversaciones educadas sobre a dónde fuimos a la universidad. Miro por encima del hombro mientras Mason sigue hablando de sí mismo. Ya puedo decir que le gusta hablar de sí mismo. Tenía la sensación de que él podría ser así por su perfil y algunos de los mensajes largos que me envió. Probablemente ni siquiera se dará cuenta de que no estoy prestando atención a lo que está diciendo. Mis ojos se cierran sobre Wes y Dean, quienes están medio escondidos detrás de los menús mientras la bella anfitriona coquetea con ellos. Aprieto los dientes, la odio. Sé que no tengo derecho sobre ellos, y no es como si tuviera espacio para estar molesta. Estoy en una maldita cita, pero no puedo evitarlo. La idea de que otras mujeres les presten atención me hace querer irrumpir allí y golpearlos a todos.
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Los celos fluyen a través de mí. Dos pueden jugar este juego, pienso mientras me vuelvo a Mason.
8 Wes Traducido por Florpincha Corregido por Yess
La mesera dice algo y miro hacia arriba para ver que se inclina sobre nosotros e intenta acercarse. Me reclino en mi silla y vuelvo a mirar a Amelia. —Agua —le digo cuando ella no se va, y después de un segundo capta la indirecta. Dean sigue tratando de mantener los menús en frente de nosotros para que podamos escondernos detrás de ellos, pero no me importa si nos ve. Estamos aquí para vigilarla, y no me disculpo por eso. Es posible que hayamos escuchado a través de su puerta cuando estaba hablando con su padre para descubrir que tenía una cita esta noche. Eso podría ser considerado por la mayoría de la gente, pero para mí es solo sentido común. Nos preocupamos por Amelia, y queremos asegurarnos de que esté a salvo todo el tiempo. Además, queremos asesinar a cualquiera que intente apartarla de nosotros, y necesitamos saber dónde está para poder hacer eso. —Se supone que debemos estar de incógnito —susurra Dean, y giro los ojos. —Ella sabe que estamos aquí. —Mierda. ¿Lo crees? —pregunta, y quiero golpear mi cabeza sobre la mesa.
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¿Qué demonios estamos haciendo? ¿Vamos a sentarnos realmente aquí y permitir que nuestra mujer sea tocada por otro hombre? Esto no es lo que somos. —Hemos esperado toda nuestra vida por ella —le digo, mirando a Dean. Hay silencio entre nosotros, entonces escucho a Amelia reírse. Me vuelvo para mirarla y veo cómo toca al tipo con el que está. La risa es
falsa. Sé cómo suena cuando está feliz, y eso no fue todo. Ella está haciendo un espectáculo para nosotros solo para ponernos celosos. Oh diablos, no. Me levanto de la silla tan rápido que cae hacia atrás. Dean está instantáneamente a mi lado. Me dirijo a la mesa con nada más que determinación y posesión en mis pasos. No me sentaré y miraré esto por más tiempo. Cuando llegamos allí, su cita me ve y parpadea en estado de shock al vernos de pie allí. —Oh, Dios mío, eres Wes Long y Dean Farmer. Guau, ¿me puedo hacer una selfie? —pregunta, poniéndose de pie y sacando su teléfono del bolsillo. —Amelia se está yendo —le digo, tendiendo mi mano esperando a que ella la tome. Ella abre la boca para decir algo, pero niego. —Levántate de la mesa, pequeña. Es hora de irse a casa. Dean camina detrás de ella y agarra su bolso. Lo mira y él le da una gran sonrisa que muestra el hoyuelo que sé que ama. Ella vuelve sus ojos hacia mí y asiento, haciéndole saber que esto está bien. Pero justo cuando creo que va a poner su mano en la mía, cuadra los hombros y vuelve a mirar a su cita. —Creo que voy a terminar mi trago primero —expresa ella, con el tono claro en la voz. —¿Conoces a estos muchachos? Eso es genial. ¿Me pueden dar algunos boletos de temporada? —indaga el chico, y quiero golpearlo en la parte superior de su cabeza. Habiendo sido arrinconado, decido que estoy cansado de ser educado. Me inclino para que mi cara esté a la par con la de ella y espero a que me mire. Tarda un segundo, pero ambos sabemos que no puede resistirse. —Voy a darte hasta la cuenta de tres. Entonces te lanzaré sobre mi hombro y te sacaré de aquí. Esto no es una amenaza. Te estoy dando la jugada que estamos a punto de ejecutar.
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—¿Le diste eso a aquella camarera? —Cruza sus brazos sobre su pecho y levanta su barbilla hacia mí en un desafío. —Espera, ¿estás saliendo con él? —pregunta el chico. —Nosotros dos, en realidad —responde Dean, sin avergonzarse ni un poco.
—Oye, eso es genial. Solo estaba buscando anotar de todos modos. Como ustedes comparten, ¿les importa si la llevo al baño? Hay un eco en mis oídos, y mi visión se vuelve roja. Parpadeo un par de veces, pero la ira sin filtro nubla todos mis sentidos mientras giro mi cuerpo para mirar al hijo de puta más estúpido que he conocido. —¿Qué demonios acabas de decir? —cuestiona Amelia antes de que Dean o yo podamos hablar. —Sin ofender —dice, levantando las manos—. Solo pensé que, si estos dos tipos manejaban un tren, quiero subir a bordo. —Él tiene las pelotas para guiñarle el ojo, y ahí es cuando se desata el infierno. Me lanzo hacia él al mismo tiempo que Dean lo hace, sacándolo de su silla y tirándolo al piso. Escucho los sonidos de cristales y platos romperse, y otras personas en el bar comienzan a gritar. En algún lugar en el fondo de mi mente escucho a Amelia rogándonos que no matemos al tipo, pero yo soy como un toro y él es una bandera roja. Necesito asegurarme de que este tipo no use su boca otra vez. Nunca. La adrenalina está bombeando en mis venas y no sé exactamente qué sucede, pero cuando siento fuertes manos sobre mis brazos sacándome de él, no lucho porque sé que es Dean. —Joder, la gente está filmando —dice, y miro alrededor de la barra para ver que tiene razón. No está súper lleno de gente, pero un video vendido a las personas indicadas y podría ser el Super Bowl. Me doy vuelta y veo a Amelia parada allí, congelada, con sus manos sobre su boca. Antes de que sus ojos puedan encontrar los míos, me acerco a ella y hago lo que dije que iba a hacer. La tiro sobre mi hombro y miro cómo Dean arroja algunos billetes sobre la mesa y agarra sus cosas.
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Está en silencio mientras atravieso el casino, jodidamente molesta y muerta de miedo. La idea de que alguien la trate como menos que una reina me enfurece. Ese es nuestro trabajo. Nosotros somos quienes cuidaremos de ella y nos aseguraremos de que tenga todo lo que quiere. Y me da mucho miedo ver cuán fácilmente podríamos perderla. ¿Qué pasaría si ella viera lo que le hicimos a ese tipo y ya no quiere estar cerca de nosotros? Eso no es lo que somos, pero lucharemos hasta la muerte por ella. Dean saca su teléfono y veo que le envía un mensaje de texto a nuestro conductor. Cuando salimos al frente del casino, él espera con la puerta abierta y nos deslizamos dentro. Aprieto a Amelia en mi regazo mientras Dean le dice que nos lleve a casa. Condujimos en silencio y miro hacia adelante. Me aterroriza ver el miedo en sus ojos cuando me mira, y no estoy preparado para enfrentarlo.
Dean está en su teléfono, probablemente enviando un mensaje de texto al coordinador de medios de nuestro equipo para asegurarse de que lo que acaba de suceder no se vuelva viral. Y que el chico que golpeamos no nos demande. Esto va a repercutir negativamente en el equipo, y aunque nunca quiero quitarles nada, no me arrepiento ni un segundo de lo que hicimos. Si esto se convierte en algo importante, me iré del fútbol si es necesario. Amelia es más importante para nosotros que eso. Cuando llegamos a nuestro edificio, la llevo en brazos al ascensor y Dean pulsa el botón para que podamos subir. Cuando llegamos a nuestro piso, no voy a la casa de Amelia. En su lugar, voy a nuestra puerta y Dean lo abre para nosotros. Cuando llegamos, me dirijo directamente al dormitorio. Necesitamos hablar y es más fácil hacerlo allí porque podemos evitar que corra. La siento en la cama, luego Dean se sienta a su lado y me arrodillo frente a ella. Abro la boca para decir algo, pero ella levanta la vista y estalla en lágrimas. —Lo siento mucho —llora, y miro a Dean, que parece tan sorprendido como yo. —No, cariño, nosotros lo sentimos —dice, envolviendo su brazo alrededor de ella. —Probablemente los metí en tantos problemas. Solo estaba siendo una mocosa. No quería irme porque me puse celosa de que estuvieran coqueteando con esa anfitriona caliente. —¿Quién? —decimos los dos al mismo tiempo. —Esa que estaba hablando con ustedes chicos. Ella estaba siendo coqueta, así que pensé que podría hacer lo mismo y vengarme de ustedes. —Ella mira a través de la película de lágrimas en sus ojos y limpia las gotas que ruedan por sus mejillas. Ayudo a limpiarlas y sacudo la cabeza. —Soy un hombre de pocas palabras... —Dean se ríe y ella sonríe—. Eres todo lo que vemos, Amelia. Solo te queremos a ti.
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—Tiene razón —indica Dean, acariciándola—. No somos buenos en todo esto, y no somos buenos en las citas porque nunca lo hemos hecho. Pero te hemos estado esperando. Sabíamos que en el momento en que te vimos en el avión eras la indicada. Cuando escuchamos a hurtadillas fuera de tu puerta, te oímos decir que ibas a salir y nos volvimos locos. —¿Me han escuchado a escondidas a mí y a mi papá? —jadea, con los ojos muy abiertos por la sorpresa. —Sí, no nos arrepentimos de eso —le digo y me encojo de hombros.
Una sonrisa tira de sus labios, y le agradezco a Dios que sus lágrimas hayan cesado. No puedo soportar que esté triste. —Solo necesitábamos llegar a ti y detener lo que estaba sucediendo, pero luego pensamos que tal vez deberíamos dar un paso atrás y darte espacio —dice Dean y luego niega—. Obviamente no fue de esa manera. Lamentamos que tuvieras que ver la pelea, pero no nos arrepentimos de haberlo hecho. Si eso tiene sentido. —Eres nuestra. Ella asiente y luego se muerde el labio mientras mira entre nosotros. Veo que sus ojos viajan arriba y abajo por mi cuerpo, luego hace lo mismo con Dean. Un leve rubor de color golpea sus mejillas y sé lo que está pensando. —Y ahora qué te tenemos de vuelta aquí, no te permitiremos resbalar entre nuestros dedos otra vez —expresa Dean, inclinándose hacia delante y besando sus labios. Observo cómo el beso suave se vuelve profundo y atrapo el borde de sus lenguas cuando se encuentran. Mi pene palpita ante la vista y me siento de rodillas y extiendo los muslos. Froto mis manos por sus piernas desnudas y debajo de su vestido mientras Dean saborea sus besos. El sonido de sus pequeños gemidos es embriagador mientras mis dedos van debajo de su vestido a sus bragas. Trazo el borde de ellas antes de tirar del material y bajarlas por sus piernas. Ella rompe su beso con Dean mientras empujo su vestido el resto del camino, exponiendo su pequeño coño.
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—También quiero un beso —le digo, y pongo su pierna en mi hombro.
9 Dean Traducido por Jessibel Corregido por Florpincha
Siento el cuerpo de Amelia tensarse cuando Wes abre sus piernas y mira fijamente hacia abajo, al más hermoso sexo que jamás haya visto. —Shhh. Solo necesita una probada —susurro contra su oído. Retiene su respiración mientras recorro con mi mano su cuello, bajando hasta su pecho, entre sus senos. Uso mi otra mano para bajar la cremallera de su vestido y luego, desengancho su sujetador. —Vamos a cuidar bien de ti —prometo, mientras miro a Wes inclinarse y lamer su sexo. Él hace un sonido entre un gemido y un gruñido, y mi miembro palpita. No puedo esperar para estar allí dentro y derramarme en su cálida humedad. —Oh Dios —jadea, mientras trata de cerrar sus piernas. —Mantenlas abiertas, dulce chica. Déjame ver. —Tomo un muslo y la sostengo abierta para Wes mientras miro hacia él devorando su sexo—. ¿Cómo sabe? —pregunto, inhalando muy profundo para poder olerla. —Demonios, tienes que conseguir una probada —Wes se maravilla, reclinado—. No sabía que podía ser dulce. No dudo en inclinarme y dar una larga lamida, consiguiendo su miel en mi lengua. Demonios, es tan cremosa como el cielo y doy un par de lamidas, goloso por ello. Wes ríe cuando me reclino, sin querer detenerme.
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—Lo sé, hermano. No quiero parar tampoco —expresa y entierra su rostro de regreso entre sus piernas. Espero y después de un segundo, se aparta y entonces me sumerjo. Amelia deja caer su espalda en la cama, mientras su cuerpo se sacude de placer. Lamo el azúcar de su sexo, llevándola cerca y más cerca del borde antes de retirarme y Wes tomar su turno. Justo cuando ella consigue estar
cerca de su orgasmo, cambiamos de nuevo, ambos queriendo comer su pequeño sexo. —Maldición —exhala Wes cuando Amelia lloriquea y sus caderas se levantan de la cama. Asiento hacia él para terminar mientras me subo a su cuerpo. La beso duro, dejando que pruebe su dulce néctar que acaba de entregar mientras quito su vestido y su sujetador. Muevo mis labios por su cuello y a su pecho, donde sus senos redondos y listos esperan por mí. Sus pezones están duros como piedras, rogando por mi boca. Tomo uno, lo chupo y luego le doy una larga lamida antes de moverme al siguiente. —Yo… Voy a morir —dice, y sonrío contra su pezón. —No. Solo vas a venirte tan jodidamente duro —digo, chupando otra vez en ella. Su cuerpo se estremece mientras cada músculo de su cuerpo se tensa. Hay un completo silencio mientras ella jadea por aire y lo retiene antes de gritar en el cuarto por su orgasmo. Wes y yo no nos detenemos, mientras las olas de placer la derriban y nosotros disfrutamos del momento tanto como podemos. Su lloriqueo se convierte en gemidos y luego chilla de excitación mientras se retuerce bajo nosotros. En un punto, es tan intenso que suena como si se está riendo, pero luego jadea por aire y ralentizamos. Suavemente beso sus senos, mientras me muevo hacia arriba de su cuerpo, y luego beso sus labios suavemente. Se retuerce, pero estamos lejos de haber terminado con ella. Solo le estamos dando un momento para que tome aliento. Cuando me paro de la cama, extiende su mano hacia mí, y alegra a mi corazón. —Estaremos de vuelta enseguida —comento, mientras comienzo a quitar mi ropa. Wes hace lo mismo, luego se inclina y quita su vestido que está enrollado alrededor de su cintura. Deslizo mi mano bajo su espalda y la levanto hacia el centro de la cama. Wes y yo nos metemos con ella, todos completamente desnudos.
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Mirando a su mojado y rosado sexo, pienso en cómo se va a sentir alrededor de mi miembro. —Pequeña, Wes y yo no queremos usar condones —digo y observo sus ojos abrirse y mirar a ambos—. Te queremos descubierta. Necesito conseguir mojar mi miembro con tu sexo y sé que una vez que esté dentro, no querré salir. Ni siquiera quiero intentarlo. —¿Usas la píldora? —pregunta Wes y ella niega.
Mi miembro palpita ante su respuesta, goteando pre semen en la cama. —Bien —digo, agarrando mi eje y llevando mis manos hacia arriba y abajo. —Esto muy cerca —expresa Wes, y miro que él tiene la base de su miembro en un agarre apretado para evitar venirse. Asiento y extiendo mi mano a Amelia. —Ven aquí, pequeña. —Ella toma mi mano y se sienta en la cama—. Wes está adolorido por ti. Necesito que cuides de él como él cuidó de ti. ¿Crees que puedes hacer eso por los dos? Acaricio su barbilla mientras se sonroja y asiente. —Buena chica —indico, y me inclino, depositando un suave beso en sus labios—. Voy a prepararte. —Cuando ella frunce sus cejas a manera de pregunta, le sonrío—. Vas a tomar a ambos esta noche. Y no queremos lastimarte. Así que, quiero que chupas a Wes con esa pequeña boca apretada tuya mientras me ocupo de ello. Wes se acerca y la ayudamos a ponerse de rodillas. Ella se inclina hacia el frente, por lo que su trasero está directamente frente a mí y su rostro está frente del miembro de Wes. —Nunca he hecho esto antes —dice suavemente, cuando me inclino y beso su espalda. —Demonios —gruñe Wes cuando frota la punta de su miembro con los labios. Recorro con mis manos sus nalgas, agarrando a los lados y apretando. Cuando estiro mi mano hacia atrás y azoto a una de ellas, se estremece y me mira. —Abre tu boca, pequeña —ordeno y asiento hacia Wes. Cuando ella hace lo que le digo y Wes empuja la cabeza de su miembro por sus labios, coloco mi mano entre sus piernas y acaricio suavemente su sexo. Su trasero empuja hacia atrás mientras toma más del miembro de Wes en su boca. —Maldición, Dean, ella ha hecho esto antes —sisea Wes.
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—Amelia, ¿has chupado un pene antes? ¿Nos estás mintiendo? — pregunto, frotando su clítoris. Ella trata de sacudir su cabeza, pero Wes tiene su cabello agarrado y su boca está llena con su miembro, por lo que no puede contestar. —¿Tal vez sea natural? —sugiero, y Wes gruñe—. Tal vez ha estado pensando sobre conseguir un pene en su boca desde que nos conocimos, y ahora va a trabajar muy duro para hacerlo bien.
—Demonios, su boca está ordeñando mi miembro. Deslizo un dedo por su empapado sexo y empujo dentro y fuera de ella. Necesito probar y estrecharla tanto como sea posible porque Wes y yo somos enormes. Demasiado grandes para su pequeño culo y sexo, pero lo haremos funcionar. Funcionará. Ella fue hecha para nosotros. —¿Cómo se siente? —pregunto, observándola moverse arriba y abajo de su longitud. Incluso llevó su mano arriba para acariciar la parte que no puede meter en su boca. —Como si tuviera una maldita aspiradora en su garganta —dice él, mientras tira de su cabeza hacia atrás y empuja sus caderas hacia adelante—. Quiero estallar en su boca. —Hazlo —digo, trabajando un segundo dedo en su sexo. Quiero verlo pasar mientras me masturbo con mi mano libre. Wes agarra su cabello con ambas manos, mientras sus caderas se mueven hacia atrás y adelante. No es profundo y no lo hace con fuerza, pero usa la boca. Los músculos en sus brazos y muslos están tensos con cada empuje y puedo ver su fuerza ser controlada. Él está cerca, y tengo que detenerme de acariciar mi miembro, porque no quiero ir sobre su trasero. No todavía. Con mis dedos aún en su sexo. Lamo mi primer dedo en mi otra mano y lo llevo al agujero de su trasero. Mientras Wes gruñe más profundo, empujo contra el apretado agujero y lo deslizo dentro de ella. Ella gime alrededor del miembro de Wes y estoy tan excitado con solo mirarlos. —Buena chica. Estás haciendo un muy buen trabajo, Amelia. —Me vengo —gruñe Wes antes de sostenerse en su boca y gemir. —Demonios, eso luce bien —digo, conociendo el tipo de alivio que él está sintiendo. Observo mientras ella traga ávidamente lo que él le entrega. Empuja su trasero contra mí, y dejo escapar una risa. Está excitada de nuevo, después de tener un pene en su boca y un dedo en su culo. Deslizo otro dedo en su apretado agujero y gime. Fue hecha para nosotros. Wes saca su miembro de su boca y se inclina para besar sus labios hinchados.
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—Eres tan jodidamente perfecta —dice, con cansancio en su voz. Amelia irradia orgullo mientras mueve sus caderas contra mis dedos. Wes se tumba en la cama debajo de ella y comienza a chupar sus pezones.
—Vamos a tomar turnos en tu sexo por pequeños momentos. Luego, te tomaremos al mismo tiempo. Uno aquí —dije, frotando el dulce lugar dentro de su sexo—. Y otro aquí —continuo, flexionando mis dedos en su culo—. ¿Crees que puedes hacer eso para nosotros, pequeña? —Sss… Si —tartamudea mientras el placer devana su cuerpo, queriendo esto tanto como nosotros. —Lo estás haciendo muy bien —señala Wes, mientras se mueve entre sus piernas. Estoy de rodillas detrás de Amelia y ella está encima de Wes. Muevo mis dedos fuera de su sexo y empujo sus caderas hacia abajo para que Wes pueda deslizar su miembro dentro de ella. Mantengo mis dedos en su culo mientras toma cada pulgada de su miembro. —Demooonios —gruñe él mientras su apretado sexo rosado baja lentamente. Él sisea mientras ella toma pulgada tras pulgada, su cuerpo está predispuesto y listo para ser tomado. Cuando está a la mitad, él la levanta y la sostiene firme para mí. Entonces, tomo mi turno, deslizándome en su pequeño y dulce tarro de miel y consiguiendo empapar mi miembro. —Jesús, te sientes bien. Es tan jodidamente apretada. —Estoy a medio camino también, y tengo que parar. Salgo y Wes está allí listo para tomar mi lugar. Estuvimos así por mucho tiempo, cada uno de nosotros penetrando su pequeña abertura una pulgada más cada vez. —Maldición, mi turno —dice Wes, ansioso y tomándola fuera de mi miembro. Se empuja dentro de ella y golpea su sexo varias veces antes de sacarla y sostenerla para mi otra vez. Ambos estamos impacientes y luchando por su sexo. Es demasiado bueno, demasiado apretada y ambos queremos estar dentro de ella. Estoy bolas profundas ahora y ella gotea sus jugos. Solo puedo manejar unos pocos golpes antes de que Wes la esté necesitando tanto. Ambos ansiosos y veo que sus bolas están tensas. Mi miembro se está volviendo púrpura y no sé cuánto tiempo más puedo aguantar.
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—Una más, una más —gruñe, empujando una vez, dos, tres—. Demonios, uno más. Él va rápido, moviendo su miembro dentro y fuera antes de que un rastro de semen sea disparado cuando él la retira de su miembro. Veo la crema que cubre su sexo mientras me hundo y hago lo mismo. La penetro muy duro cuatro o cinco veces antes de sentir su sexo salir de mí y mi propio rastro de semen brota de su sexo. Wes está de regreso dentro de ella, y observo cuando la crema fluye hacia abajo a los lados de sus
muslos ahora y por todo su eje. Corre hacia abajo de ellos mientras gruñe por su liberación. Él apenas tiene tiempo para vaciar sus bolas antes de yo tomarla de vuelta y moverla encima de mí. Una vez que comienzo a derramarme, gruño y lo libero todo dentro de ella, entonces lo retiro y sacudo un poco en el miembro de Wes. Ambos haciendo un desorden en su sexo, pero no hemos terminado aún. Wes agarra su miembro y sacude un poco de su semen en mi miembro antes de sacar mis dedos del culo de ella. Llevo mi miembro cubierto de semen a su apretado agujero, y cuando presiono dentro de ella, no lucha por ello. Se desliza suave y fácil, y ella jadea cuando la lleno. Wes desliza su miembro de regreso a su sexo y siento la presión de su longitud a través de la delgada barrera que nos separa. Nuestros miembros se frotan juntos dentro de ella, mientras los tres los disfrutamos. Las piernas de Amelia están temblando, mientras la sostenemos firme y entramos y salimos de ella. Alternamos nuestras embestidas, así que la cresta de nuestros miembros y cabezas gruesas pueden tocarla en todos los lugares correctos. Ella se aferra a Wes mientras agarro su trasero y beso su espalda. —¡Oh dios, me vengo! —lloriquea mientras su espalda se arquea contra mí y su cuerpo se estremece. —Te tenemos —digo, y estiro mi mano para pellizcar su pezón. Asiento hacia Wes, dejándole saber que vamos al mismo tiempo. Él extiende su mano entre sus muslos para frotar su clítoris, dándole el toque exacto que necesita. Ella es incapaz de luchar más y grita por su liberación, cayendo sobre el precipicio. Cada terminación nerviosa de mi cuerpo está en sintonía en este momento y no tengo más alternativa que hundirme en ella una vez más y liberar todo lo que le puedo dar. Siento las pulsaciones del miembro de Wes cuando se derrama dentro de su sexo.
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Los tres juntos estamos desordenados y salvajes, pero es el sueño que Wes y yo siempre tuvimos. Una mujer para los dos amar, adorar y cuidar. El sexo es lo que siempre hemos querido, pero eso solo era parte de ello. Cuando retiramos nuestros miembros de su cuerpo, ella colapsa en el pecho de Wes. Él se gira, así que ella está a un lado y yo me acurruco tras ella. Los tres tumbados allí, tratando de recuperar nuestro aliento, mientras Wes y yo dejamos besos por todo su cuerpo. —No creo que vaya a sobrevivir a ambos —dice sin aliento y reímos.
—Solo espera hasta que te llevemos a esa gran tina —digo, levantándome de la cama. —¿A dónde vas? —pregunta, girando para alcanzarme mientras sostiene a Wes con su otra mano.
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—A abrir el grifo. Tomará una hora para llenar esa piscina.
10 Amelia Traducido por Corazón_De_Tinta. Corregido por maggiih
Ruedo, buscando a uno de mis hombres y me encuentro solamente con una almohada gigante. Me siento y echo un vistazo a la habitación. Me rio con nerviosismo. Ropa, almohadas, zapatos y sábanas por doquier. Vuelvo a desplomarme sobre la cama y me pregunto a dónde fueron. No puedo evitar sonreír. La noche anterior fue más de lo que alguna vez soñé. Me preguntaba cómo podían estar juntas tres personas, pero me demostraron cómo. Fue la experiencia más perfecta y alucinante de mi vida. Nunca me había sentido tan conectada con alguien antes, y mucho menos con dos personas. Se sintió correcto. Me hace pensar que no le había dado una oportunidad a esto de las citas antes porque salir con un hombre no era lo mío. Esto es lo que necesitaba. Siempre había sentido atracción por Wes y Dean cuando los veía en la televisión y ahora sé por qué. Estaban hechos para mí como yo lo estaba para ellos. Eso tenía que suceder. ¿De qué otra manera puedo explicar lo rápido que caí rendida a sus pies? ¿La profundidad de mis sentimientos?
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Ruedo y echo un vistazo al reloj en la mesa de noche. Cuando veo la hora, salgo volando de la cama. —Mierda, ¡llegaré tarde el primer día! —grito. Salto de la cama, prácticamente cayendo sobre mi trasero porque mis pies se enredan con las sábanas. Dejo escapar un pequeño jadeo cuando siento los efectos de la noche anterior en mi cuerpo. Es una quemazón dulce y deliciosa que me hace sonreír y olvido, por un momento, que necesito ponerme en marcha. Agarro una camisa que encuentro en el suelo y la deslizo sobre mi cabeza. El olor de Wes llena mis pulmones y me detengo cuando veo una nota en la mesa de noche. La recojo.
Tuvimos que ir al estadio. No dejes el condominio. Ruedo los ojos y vuelvo a depositar la nota sobre la mesa. Debo ir a trabajar. Quizás si sus traseros estuvieran aquí, podrían convencerme de quedarme. No puedo llegar tarde en mi primer día. Además, ni siquiera están aquí. Me debato dejarles una nota, pero luego decido no hacerlo. Y preferiría verlos en el estadio. Me sorprende que estén allí; ya se acabó la temporada para ellos. Busco mi bolso. Lo encuentro y me dirijo a mi condominio, donde tomo la ducha más rápida del mundo. Odio tener que lavarme su olor. Me recuerdo que fácilmente puedo conseguirlo esta noche. Mi núcleo se aprieta ante la idea. Me trenzo el cabello y me pongo un poco de labial y máscara para pestañas. Me detengo frente al espejo por un segundo y admiro mi cuerpo. Pequeños chupetones marcan mis pechos y unos pocos moretones pequeños decoran mis caderas. Paso el dedo por uno. Es pequeño y puedo decir que sus dedos lo causaron. No recuerdo cuándo los hicieron, tampoco si dolieron, pero me gusta verlos allí. Me inclino hacia adelante, contemplando mis labios hinchados que están entrañables y me sonrojo. Nunca me habían besado antes, pero Dean y Wes compensaron el tiempo perdido anoche. La prueba está en toda mi boca y me pregunto si la gente lo notará. Encuentro un par de jeans y me detengo cuando veo el interior de mis muslos. El calor inunda mi núcleo cuando veo pequeñas marcas por toda la piel suave de allí. Mierda, en verdad se estaban asegurando que recordara nuestra noche juntos. Mi cuerpo está todo marcado. Sonrío porque no me importa si es demasiado cavernícola y posesivo. Quiero eso.
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Agarro mi polo blanco de trabajo con el logo del equipo en él. Decido usar zapatillas porque no estoy segura de en qué consistirá mi día. Soy terapeuta física, por lo que no creo que esperen que aparezca en pantalones de vestir o un vestido. Creo que casual pero prolijo es lo mejor. Sé que estaré mucho tiempo de pie, pero quizás no al principio ya que ha terminado la temporada. No estoy segura de qué estaré haciendo hasta que regresen. Saliendo, echo un vistazo a la puerta de los chicos. Los oiría si ya hubieran regresado porque estarían gritando mi nombre. Resoplo ante el pensamiento mientras oprimo el botón del ascensor y saco mi teléfono del bolso. Quizás debería enviarles un mensaje a mis hombres. Pensar en ellos como míos hace que mariposas bailen en mi estómago.
Me sorprendió que se hayan ido sin despertarme. Estaba tan apresurada que no había pensado en ello hasta ahora. Después de lo que compartimos, ¿qué podía ser tan importante que tuvieron que salir corriendo? Quizás no significó tanto para ellos como creía. Alejo ese pensamiento de mi cabeza. Eso no es posible. No después de la manera en que tocaron mi cuerpo. Las cosas que me dijeron e hicieron. Puede que no haya conocido a Wes y a Dean por mucho tiempo, pero sé que nunca me lastimarían. Puedo sentirlo en el alma. Desbloqueando mi teléfono, entro al ascensor. Algo debe haber ocurrido y comienzo a preocuparme. No hay otro motivo. Veo que tengo algunas llamadas perdidas de mi papá y unos pocos mensajes de texto de mi amiga Mindi de Nueva York. Vivíamos en el mismo edificio y fuimos a la misma secundaria. Se casó hace unos años y seguimos manteniendo el contacto principalmente mediante mensajes de textos en estos días. Tomamos distintas direcciones en la vida. Ella no era como la mayoría de las otras chicas con las que iba a la escuela. No había una pizca de arrogancia en ella. Solía escaparme a su casa cuando mi madre estaba entretenida y necesitaba irme. Su casa siempre fue un refugio y sus padres eran muy dulces, también. Me llevo una decepción cuando no tengo noticias de Dean o Wes, pero luego recuerdo que no tengo sus números y ellos tampoco el mío. Mierda. Supongo que me olvidé de ello durante el sexo y el acecho de su parte. Resoplo ante mi recapitulación de nuestra relación hasta ahora. Relación. Esa única palabra hace mella en mi cabeza. Estamos en una relación, ¿verdad? Ellos dijeron que estaban esperando a la indicada y creo que lo soy. Se siente más como un territorio de novia y novio. Bueno, al menos para mí, pero ¿qué se yo? Es mi primera relación. Estoy a punto de llamar a mi papá, pensando que quizás él tenga el número de Dean o Wes, cuando otro mensaje de Mindi ilumina mi pantalla. Mindi: ¿¡les diste tu virginidad a dos hombres!?
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Qué. Diablos. ¿Cómo podría saberlo? Ni siquiera transcurrieron horas desde que pasó. Nadie debería saberlo. Mi corazón comienza a bombear. Oh, Dios. Si ella lo sabe, eso significa que ese video que el chico grabó en el restaurante anoche debe haberse filtrado o algo así. No existe otra manera. Otro texto aparece en la pantalla.
Mindi: ¡Respóndeme, mocosa! Hago clic en sus mensajes. Veo enlace tras enlace de artículos con mi nombre, además de Wes y Dean. Selecciono uno mientras las puertas del ascensor se abren. El artículo comienza a cargarse cuando salgo del edificio. Me congelo cuando oigo mi nombre siendo gritado desde todas las direcciones. Levanto la vista cuando veo a los paparazis por doquier. Empujan micrófonos en mi rostro y gritan preguntas. Me congelo, insegura de qué hacer. —¿Es cierto que estás saliendo con Dean Farmer y Wes Green? —¿Estabas engañando a Wes y Dean con el hombre de anoche? —¿Son conocidos por ponerse violentos? —¿Alguna vez te han golpeado? —¿Qué opina tu padre de esto? —¿Eras parte del trato cuando firmaron un contrato extendido esta mañana? Esa pregunta me golpea como una bofetada en el rostro. —¿Por cuánto tiempo crees que los suspenderá la NFL? Mi estómago se retuerce. Me abro paso entre toda la gente. Necesito llegar al estadio lo más rápido que pueda. Encontrando un taxi, me subo y le digo al conductor que me lleve al estadio. Me tiemblan las manos mientras intento llamar a mi papá. Las lágrimas caen por mi rostro. Todo esto es mi culpa. —Papi —lloro cuando responde el teléfono. —¡Melly! He estado intentando comunicarme contigo. No dejes el edificio. Recibí una llamada que… —Es demasiado tarde —esnifo.
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Mi imagen probablemente saldrá en todos lados y me encojo cuando pienso en mi madre viéndola. Me sorprende que todavía no haya hecho explotar mi teléfono. Estará furiosa. Le gusta todo brillante y limpio y supongo que su hija salga con dos hombres no se asemeja en nada a brillante y limpio para ella. —¿Dónde estás? —Se apresura él a preguntar. —Estoy en un taxi yendo al estadio. ¿Estás allí? —Sí, estoy aquí. Dame el número de taxi.
Le doy el número de cuatro dígitos y lo escucho hablar con alguien más sobre dejar pasar mi taxi para que no tengamos que hacer ninguna parada. —¿Dónde están Wes y Dean? —Mi voz tiembla cuando hago la pregunta. Necesito verlos. —Están aquí. Voy a detenerlos ahora. Estaban a punto de marcharse para ir a buscarte. —El alivio me inunda—. Les diré que esperen. —Gracias —vuelvo a esnifar. —Todo estará bien —intenta asegurarme mi papá, pero todas las preguntas que hicieron los periodistas bombardean mi cerebro. No estoy segura de por qué nunca pensé en lo que dirían los demás cuando descubrieran que dos estrellas de fútbol de la NFL compartían una mujer. Debería haber sabido que saldría en todos lados. Pero ¿cómo es que todos ya lo saben? Quizás porque nunca los habían visto con una mujer antes y mi papá es el dueño del equipo para el que juegan. Aun así, quiero saber cómo es que todo el mundo ya lo sabe. —Te veré pronto, papá. Cuelgo antes de que pueda intentar detenerme. No puedo evitarlo. Tengo que echar un vistazo a algunos de los artículos. Vuelvo a hacer clic en los enlaces en mi teléfono y comienzo a leer. La pelea. Todo estaba grabado y se hizo viral. Me estremezco cuando veo el video una y otra vez. Si nunca hubiera ido a esa estúpida cita, esto no hubiera ocurrido. Niego para mí misma. Ni siquiera lo lamento por ese chico. Era un idiota y necesitaba un buen golpe. Sin embargo, estoy enojada conmigo y me siento terrible por causar este lio para dos hombres que se han convertido en mi mundo en tan poco tiempo.
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Hago clic en otro enlace. Una entrevista con la anfitriona de la noche anterior ocupa mi pantalla. Al parecer, escuchó todo lo que se dijo, que Wes y Dean querían follarme y el otro chico quería unirse pero ellos no estaban dispuestos a compartirme. Puedo ver los celos en los ojos de la mujer. Lo cierro, sintiéndome triste y humillada. Artículo tras artículo sobre lo que pasó. La mayoría es mierda inventada, pero algunos son verdaderos. Hay mucha especulación y odio que las personas estén deshonrando lo que Wes, Dean y yo compartimos. La gente quiere respuestas a preguntas que ni siquiera yo puedo responder. Acabo de conocer a estos hombres y la gente ya está hablando sobre bodas y bebés. Otros hablan sobre clubes de sexo e intercambio de parejas.
Mi corazón palpita ante el pensamiento de bebés y casamiento, pero mi estómago se retuerce ante la mención de intercambio de parejas y clubes de sexo. No veo a Dean y Wes en eso, pero ¿qué se yo? Perdí mi virginidad con dos hombres a los que les gustaba compartir una mujer. ¿Quién sabe qué más viene con eso? Quizás podría gustarles compartirme entre ellos, pero nunca aceptaría compartirlos. Nunca. El pensamiento me hace enfurecer. Le doy la bienvenida en comparación con las lágrimas. El taxi atraviesa las puertas y va directamente hasta la parte posterior del estadio. Le arrojo el dinero al conductor y salgo del auto, luego me dirijo a la puerta trasera. Antes de que pueda alcanzarla, mi padre sale de allí. Apenas me da un abrazo antes de arrastrarme adentro, donde Wes y Dean me envuelven entre los dos. Me fundo en ellos, sintiéndome mejor por solo tenerlos cerca. —Lo lamento —murmuro a uno de sus pechos. No sé a quién pertenece, pero tampoco me interesa. —Pequeña. Todo estará bien —responde uno. —No quiero que se metan en problemas. Todo esto es mi culpa. No debería haber ido a esa estúpida cita —digo sobre el pecho de Wes. Puedo decir que es él ahora por lo ancho que es. Unos brazos me levantan y me aferro a él, no queriendo dejarlo ir, siempre a su lado. Me siento segura aquí. —No haremos esto aquí. Danos un momento —dice Dean, supongo que a mi papá. Wes nos lleva por el pasillo antes de ingresar a una habitación y cerrar la puerta. Me sienta sobre la encimera. —Tus lágrimas me están matando —gruñe Wes. Dean usa su pulgar para limpiar mi rostro. Me reclino sobre su pecho, necesitando su toque tanto como el de Wes. —Se acaba de limpiar la nariz en ti —ríe Wes. Tengo de devolverle la sonrisa porque de hecho lo hice. —No me importa una mierda —dice Dean.
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Manos recorren mi espalda. —¿Cuántos problemas tienen? —pregunto. Me acomodo y los miro a ambos. Tienen miradas preocupadas en sus rostros—. Oh, Dios, es malo, ¿verdad? —Tranquilízate. —Dean acuna mi rostro antes de inclinarse y besarme suave y dulcemente. Cuando su boca deja la mía, Wes le sigue. Siento que estoy empezando a calmarme. Sigo recomponiéndome.
Wes aleja su boca de la mía y quiero volver a estar en su cama gigante, oculta y sin tener que lidiar con esto. La noche anterior fue tan perfecta. Ni siquiera llevamos veinticuatro horas juntos y tenemos que lidiar con toda esta mierda. —¿Están… Dean me interrumpe. —Podríamos estar suspendidos por algunos juegos. —¿En verdad? —pregunto, esperando que no sea cierto. —Quizás no. —Wes le da un codazo a Dean—. El chico no está presentando cargos. Sin los cargos, es probable que la liga no venga tras nosotros. —¿No lo hará? ¿Por qué? ¿Quiere dinero o algo? Dios, ¡todo esto es mi culpa! No debería haber ido a esa cita. Peor, no debería haber intentado ponerlos celosos. Wes envuelve mi trenza con una mano, dándole un pequeño tirón para que tenga que mirarlo a los ojos. —Todo estará bien. Nos encargamos de ello. El chico es un idiota con un pasado de mierda. Ni siquiera pienses en él. Asiento. No debería estar caliente en este momento, pero lo estoy. Los labios llenos de Wes se tuercen en una media sonrisa. Probablemente está leyendo mi rostro. Siento un dedo bajo mi mentón, girándome para mirar a Dean. —Lo único que importa es que estamos juntos. El resto es basura de la que nos encargaremos de una forma u otra. Siempre y cuando estemos juntos, el único equipo que importa al final del día somos nosotros tres. —Me enamoraré de ustedes dos si no tienen cuidado —bromeo. —No pretendas que no lo estás ya. —Dean me devuelve la broma. Mi corazón galopa porque tiene razón. Estoy enamorada de ellos.
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Un golpe en la puerta nos saca del momento. Mi padre la abre y entra en la habitación. —¿Estás bien, Melly? —pregunta mi papá, la preocupación reflejada en su rostro. —Sí. Estoy mejor. ¿Estás enojado? —pregunto. Si Wes y Dean terminan de alguna forma suspendidos por algunos juegos y afectan al equipo, odiaría que mi papá lamentara haberme traído
aquí y contratado para ayudar con el equipo. Que pueda recordar, mi papá nunca estuvo molesto conmigo. —¿Qué tal si te cuento algo y no puedes estar molesta conmigo por ello? ¿Sería justo? —Mis cejas se alzan ante ello. Dean y Wes se apoyan contra la encimera en la que estoy sentada, uno a cada lado de mí, enfrentando a mi padre. —¿Qué es? —Entrelazo mis dedos ante el por qué podría estar molesta con mi papá. Quizás va a despedirme. Dean y Wes toman una de mis manos cada uno. Mi papá observa sus movimientos con una mirada inquisitiva. —Esto es algo a lo que tendré que acostumbrarme. —Niega. —Ya hablamos sobre esto —gruñe Wes. —Lo hecho, hecho está. Es nuestra —añade Dean. Sonrío mientras me pregunto qué fue lo que hablaron. Asumo que fue antes de que llegara aquí. —Sí, eso lo veremos después de que ella se entere los términos de la extensión de su nuevo contrato. —¿Qué tiene que ver eso conmigo? —Miro alrededor de la habitación, a todos ellos. Tienen miradas culpables en sus rostros. Me recupero. Wes solo se encoge de hombros, su rostro sin revelar nada. Ni siquiera culpa. —Llamé a los chicos esta mañana cuando salieron las noticias. Les dije que vinieran para que pudiéramos hablar. —Mi padre les echa un vistazo a ambos.
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—Íbamos a hablar contigo sobre ello. Las cosas progresaron más rápido de lo que pensamos. —No necesito esos detalles —dice mi padre, interrumpiendo a Dean—. Luego de ver el video, supe lo serios que eran sobre ti. Estos chicos no causan problemas. Mantienen sus narices limpias, por lo que involucrarse en una pelea significó algo. También supe que habría un efecto colateral. Nada demasiado grave. Quizás una suspensión por dos juegos como mucho. Además, hubiera estado más molesto si no le hubieran pateado el trasero a ese chico después de lo que dijo sobre ti. — Mis mejillas se enrojecen al oír que mi papá sabe lo que el hombre dijo. Tanto Wes como Dean me aprietan las manos. —Los jugadores suelen cambiar de equipo —continúa mi papá—. Su contrato terminará pronto y, bueno, quería mantenerlos aquí. No solo
porque lo valen, sino también porque no quería que te alejaran de mí. Te quiero aquí. —Papá. —Mi corazón se derrite ante eso. —No la alejaremos de ti. —Dean se mete en la conversación. —Tampoco la compartiremos con un montón de personas —gruñe Wes. Le echo un vistazo, sin saber qué quiere decir con eso. —El contrato estableció que tú eres su terapista física —dice papá, atrayendo mi atención de regreso a él. —Bueno, si ellos juegan para el equipo, claro que lo soy —respondo, sin entender a qué va con eso. —Tú eres únicamente su terapista física. Estás siempre a su lado en caso de que necesiten algo. Tengo el presentimiento de que no me llamarán por mis capacidades de terapia física la mayoría de las veces. No estoy segura de cómo responder. No sé si debería reírme, gritar o estallar en lágrimas de felicidad. —Yo… —Seguirás supervisando a los otros dos terapistas físicos que tenemos en el equipo, asegurándote de acordar con lo que están haciendo y ser el ejemplo. Estarás a cargo de todo. —No te enojes con nosotros —dice Wes, reclinándose hacia atrás. Lo miro a los ojos—. Hemos estado buscándote desde siempre. Te necesitamos cerca ahora que te encontramos. —Mi estómago hace una voltereta. —Danos esto y te daremos todo lo que quieras —añade Dean. —Tengo el presentimiento que los veré bastante seguido, ¿verdad? —Me sonrojo cuando me doy cuenta de lo que dije. Dean se ríe y Wes cubre su risa con una tos. Mi papá murmura algo que no logro entender y tampoco quiero saber.
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Dean me besa y me pierdo en el momento hasta que mi papá se aclara la garganta. —Llévenla a casa y manténgala oculta por un tiempo. Esperen a que todo se tranquilice. —Claro —dice Wes mientras me levanta y me lleva sin decir otra palabra.
11 Amelia Traducido por ∞PurpleGirl∞ Corregido por maggiih
Afortunadamente, hay un garaje subterráneo en nuestro edificio. Entramos sin ser realmente notados. Las ventanas oscuras del SUV evitaban que la gente mirara y se aseguraba de que no nos fotografiaran. Me siento en el centro de la cama mirando hacia abajo a mi teléfono, que se prende cada dos segundos. Me sorprende que la batería no se haya acabado ya. Wes y Dean están hablando por teléfono con sus padres. Sus teléfonos siguen explotando con llamadas de ellos. Querían llamarlos más tarde, pero les dije que los llamaran ahora. Aman a su mamá y a su papá, y no quería que se preocuparan por preocuparlos. No iba a ninguna parte. Podrían tomar unos minutos para llamarlos. Mi teléfono se enciende de nuevo y el nombre de mi madre aparece en la pantalla. —¿Vas a responder eso? —Wes pregunta, apoyándose contra el marco de la puerta de la habitación. Dean entra y se arroja sobre la cama junto a mí, su peso me hace rebotar. Mira hacia mi teléfono. —Es tu madre. —Por lo tanto, no estoy respondiendo. —Lo apago y lo tiro sobre la mesa auxiliar. En el borde de la mesa vislumbro la nota que dejaron—. También, no dejen una nota cuando se vayan. Despiértenme. —Intento regañarlos, pero solo me sonríen.
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—Queríamos solucionar las cosas antes de que despertaras. Pensamos que volveríamos antes —admite Dean. —Estaba seguro de que te desgastamos lo suficiente como para que eso sucediera —Wes agrega, alejándose de la puerta y uniéndose a nosotros en la cama—. ¿Todavía estás jodidamente enojada con esos tipos con la cámara en tu cara?
Busco a Wes y me envuelvo alrededor de su espalda antes de que pueda ponerse de pie. Él sigue queriendo bajar y darles su opinión. De acuerdo, tal vez un pedazo de su puño. Lo detengo porque solo añadirá leña al fuego y les dará lo que quieren, otra historia para que mis hombres perfectos se vean mal. No dejaré que eso suceda. —Qué se jodan. Además, después de que todos nos casemos y tengamos el apellido Farmer, sabrán que no es una mierda jodida, no es un juego o algo así. Sabrán que esto es real. También saben que el hijo de puta merece ser golpeado después de cómo habló sobre nuestra chica. Entonces explotará. Wes se da vuelta y me pone en su regazo para que ambos nos enfrentemos a Dean, quien tiene su mano detrás de su cabeza, con las piernas estiradas, con aspecto de estar hablando del clima y no de que todos nos casemos. —¿Quieres que tenga tu apellido? —Wes pregunta. —¿Quieres casarte? —sigo. Nos mira como si fuéramos los locos. —Bueno, sí. —Se sienta. Sus ojos van a Wes—. Eres mi hermano, hombre. Eres una parte tan importante de esta familia como cualquiera de nosotros. Eres un Farmer. —Sus ojos vienen a mí después—. Ella será una, también. Giro la cabeza para mirar a Wes, cuyos ojos parecen estar llorando. —Sé que no todos podemos estar casados, pero pediremos a los abogados que preparen un poco de papeleo para que esté todo unido. Pero creo que legalmente Wes debería ser el que esté en la licencia de matrimonio. Tal vez él logre atravesar ese grueso cráneo, lo serio que soy de que sea un Farmer. Con eso, una lágrima se filtra por mi mejilla. —¿Ustedes no creen que esto es demasiado rápido? —pregunto. —Joder no —Dean chasquea. La boca de Wes se dirige a mi cuello.
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—Te hemos estado esperando, pequeña. Ya no estamos esperando. Te amamos y sabemos que nos amas. —Lo hago. —Lo admito. Mi espalda golpea la cama y Wes sujeta una de mis manos y Dean la otra. —De nuevo. Dilo otra vez — exige Dean. —Los amo. A los dos.
—Mierda, yo también te amo. —La voz de Dean sale áspera. Él mira a Wes—. Los amo a los dos. Eres mi familia. Somos una familia. Wes traga saliva. —Los amo a los dos también. Más de lo que creí posible. —Sus palabras son casi estranguladas. —Ahora que lo hemos resuelto, hagamos que su pequeño cuerpo tiemble y grite una y otra vez hasta que quiera ser nuestra esposa. —Y tener nuestros bebés. —Wes agrega. —Mierda, no digas eso en voz alta o me corro demasiado rápido. — Dean gime. Siento que me mojo entre mis piernas. —Ella ya podría estar embarazada de cuántas veces vinimos dentro de ella anoche. —Oh Dios. —Respiro mientras miro entre ambos, la salvaje necesidad en sus caras.
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Ambos se abalanzan, haciendo realidad sus palabras.
Epílogo 1 Amelia Cuatro meses después Traducido por Claudiavero
—¿Qué es ese ruido? —Trato de sentarme, pero no lo consigo. Estoy atrapada entre dos gigantes. —Deben haber llegado temprano —dice Dean y Wes gruñe. —¿Quién llega temprano? —Intento liberarme, pero de nuevo no llego a ninguna parte. La mano de Dean se aprieta en mi pecho mientras Wes se desliza entre mis muslos. Mi movimiento se detiene cuando la otra mano de Dean agarra mi pierna, la arroja sobre la suya y extiende mis muslos para Wes. —¿Chicos? —gimo mientras la otra mano de Wes cubre mi boca. —Shh. No quiero que nadie oiga esos dulces gemidos. Esos nos pertenecen —susurra Dean en mi oído—. Deja que Wes te masturbe. Todos sabemos lo malhumorada que eres cuando no alcanzas tu orgasmo matutino. —Tira de mi pezón antes de rodarlo entre sus dedos. Jadeo en la mano de Wes. Nuestros ojos se miran el uno al otro mientras él trabaja sus dedos contra mi clítoris. Dean besa mi cuello, sus dedos cavando sobre mi muslo, su agarre posesivo como siempre.
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Los fuertes golpes que estaba escuchando se desvanecen y lo único en lo que puedo pensar es en sus manos sobre mí, ya que me empujan cada vez más cerca del orgasmo. No puedo creer que ya esté a punto de venirme. Pasamos toda la noche en la cama después de nuestra pequeña pelea. Bueno, no es tanto como una pelea cuando los dos hombres con los que estás discutiendo te interrumpen besándote, poniéndote la polla en la boca o haciéndote gritar de placer. Estos dos nunca juegan limpio. Siguieron hasta que me desmayé y, por mi vida, no puedo recordar por qué estábamos peleando.
La pierna de Dean se envuelve alrededor de mí mientras su mano se mueve a mi muslo desde la raja de mi culo. Muevo mi trasero contra él. Los dedos de Wes en mi clítoris se mueven rápido mientras Dean entra por detrás, empujando dos dedos dentro de mí. Echo la cabeza hacia atrás, mi orgasmo me empuja. Dean sigue empujando mientras Wes trabaja mi clítoris, enviándome al límite. Arrancan mi orgasmo mientras caigo inerte entre ellos. Mis ojos se cierran y sus manos se mueven para ahuecar mi estómago, haciéndome sonreír. —Vuelve a dormir, pequeña. Todavía es temprano. Murmuro, me gusta esa idea. Hasta que otro fuerte estallido me despierta de nuevo. —Ustedes dos. ¿Qué está pasando? Me muevo de nuevo, peleando un poco más para salir. —¡Amelia! Me congelo y mis ojos se abren. Tanto Dean como Wes se masturban. —¡Mi madre! —chillo. La he estado evitando durante meses. Parece que mi tiempo se acabó. Nuestra única llamada telefónica después de que los medios sacaron a la luz nuestra historia no fue tan bien. Le colgué, que es algo que nunca había hecho en mi vida. Me sorprende que haya tardado tanto en aparecer en mi puerta y exigir mi atención. Nadie la ignora. —Déjenme ir. —Intento liberarme y los miro a los dos—. ¡Vendrá aquí y no los va a ver desnudos! —grito la última parte, no me gusta la idea de que alguien los vea desnudos. Dean sonríe. —Solo tú nos ves desnudos. —Wes agarra mi rostro y me besa profundamente antes de finalmente dejarme ir. Me apresuro a levantarme, pero no antes de que Dean me golpee el trasero, haciéndome saltar y moverme más rápido.
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Encuentro mi ropa interior y la deslizo en su lugar. A continuación, tomo una camisa del suelo y me la paso por la cabeza. Me giro para ver a Dean y Wes acostados en la cama, casuales y relajados. Bueno, excepto por sus erecciones que piden atención. Mis ojos van y vienen entre ellos. Realmente quiero volver a la cama con mis hombres y no salir y enfrentar a mi madre. —¡Amelia! —grita de nuevo. —¡Me estoy vistiendo! —le respondo, haciendo que ambos sonrían. Pongo los ojos en blanco y salgo de la habitación. Me detengo cuando veo a mi madre hablando con tres hombres en trajes de construcción. Todos
están abiertamente coqueteando con ella. Los hombres se sienten atraídos por mi madre como una polilla a una llama. —Madre. Se vuelve para mirarme. La sonrisa en su rostro se aleja. —¡Oh, es mi hija que no me ha hablado en meses! —Llamaste dos veces y enviaste un mensaje de texto una vez, madre. No creo que te mueras por hablar conmigo. De hecho, creo que estabas enojada conmigo y evitándome. Su mandíbula se aprieta. —No tuve elección. Ya tenía planeado un viaje a París por unos meses. No iba a dejar que esta fase salvaje que estás teniendo interrumpa mi vida. ¡Hasta esto! —Levanta una revista que tiene tres meses. —Sí, me casé —lo admito—. Lo siento, no te invité, pero era algo pequeño y después de las cosas que dijiste por teléfono pensé que era lo mejor. Mi madre frunce los labios. Echo un vistazo para ver a Dean y Wes entrando a la sala de estar. —¡Fuera! —ladra Wes a los obreros de construcción—. Vuelvan mañana. —No llevas jodidos pantalones, pequeña —murmura Dean a mi lado, sonando enojado. Lo miro. —Estaré con ustedes dos en un minuto. —Señalo hacia el gran agujero en la pared, recordando de qué se trataba nuestra pelea la noche anterior. Intento fulminarlos con la mirada, pero tengo que contener una pequeña sonrisa por lo exagerados que pueden ser a veces. Mi madre se aclara la garganta. Claramente no le gusta no ser el centro de atención en este momento. Todos la miramos. Ella ha terminado como siempre. Su cabello y maquillaje son perfectos. Siempre viaja con un equipo de personas para asegurarse de verse lo mejor posible.
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Sus ojos recorren tanto a Wes como a Dean. Mi cuerpo se queda quieto mientras me pregunto qué piensan de mi madre. Todo el mundo siempre piensa que es impresionante, pero cuando los miro, ambos me miran con preocupación en sus rostros. Mi madre no tiene nada de su atención. —Ni siquiera llamaste y me dijiste. Así es como me enteré —sisea mi madre mientras agita la revista. —Esa revista tiene tres meses. —Niego. El que nos casáramos es noticia vieja. Los paparazzi ya han terminado esa historia. —Acabo de verlo —responde.
—Madre, si estuvieras tan preocupada por mí, hubieras tratado más arduamente de acercarte después de haberte colgado. No solo eso, nuestros nombres han estado sobre todo. Si quisieras saber lo que me estaba sucediendo, lo habrías buscado. —¡No podría soportar mirar! Dos hombres, Amelia. ¿De verdad? Sabes cómo te hace ver, ¿verdad? Extiendo mis brazos, agarrando a Wes y a Dean, sabiendo que perderían el control ante sus palabras. Ambos se quedan quietos ante mi toque. La mirada de mi madre va y viene entre Wes y Dean, furiosa. —Te amo, pero tienes que llegar a un acuerdo con ellos. Estoy casada con ellos. —¿Sabes cómo nos hace ver esto? —No me importa cómo me hace ver. Estoy feliz, eso es lo único que importa. —Debería irse —gruñe Wes, sin siquiera dirigirse a mi madre. —No necesitas este estrés —agrega Dean. Se da vuelta, su mano toca mi vientre. —¡No! —jadea mi madre—. ¿Si quiera sabes cuál es el padre? Grita, su cara se pone roja.
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—Nosotros dos —ambos chasquean, haciéndome sonreír. Como si importara quién es el padre. Somos una familia. Punto. No importa. —Creo que deberías irte —le digo. Sus hombros caen y veo una mirada en su cara que nunca había visto antes. Paso junto a Dean y Wes para ir hacia mi madre—. Esta es mi vida ahora. Tienes que acostumbrarte a eso. —Tu padre… —No lo hagas —la interrumpo—. No quiero la vida que hay en Nueva York aquí, y si quieres estar en mi vida debes aceptar esto. Dean y Wes tienen razón. No quiero que me estreses ahora mismo. Su cabeza cae hacia adelante, su cabello cayendo en su rostro. —Bueno. —¿Bueno?
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—Eres igual que tu padre. Esto es final. No te moverán. —Los amo. Amo mi vida aquí. —Agarro su mano—. Te amo mamá. —Yo también te amo. —Mete un poco de cabello detrás de la oreja, sorprendiéndome con su afecto. Lo enmascara rápidamente—. Debería irme. —Me besa en ambas mejillas antes de darse la vuelta para irse. Se
detiene en la puerta y se vuelve para mirar a mis hombres—. Cuiden de ella. —Siempre —dicen los dos antes de que mi madre asienta, luego se da vuelta y se va. La miro salir por la puerta y me quedo allí por un momento. He llegado a un acuerdo con lo que es mi madre. Más aún después de pasar una semana con Wes y la familia de Dean en la granja. Su familia me absorbió como si hubiera sido parte de ella desde que nací. Sus hermanas ya eran como hermanas para mí y su madre fue cálida y dulce. Por primera vez tuve la sensación de tener una verdadera mamá. No es una madre. No quiero a mi madre fuera de mi vida, solo sé que nunca seremos cercanas. Y estoy de acuerdo con eso. Tengo más de lo que podría haber pedido. Me vuelvo para mirar a Dean y a Wes, que tienen los brazos cruzados sobre el pecho, pero sus rostros están llenos de preocupación. —¿Ustedes dos quieren hablar de esto? —Sonrío, señalando el agujero gigante en la pared y haciéndoles saber que no estoy molesta por mi madre. Es lo que es. Wes se encoge de hombros. Dean sonríe. Han estado sobre mí para que mude mis cosas desde mi apartamento. Tenía intención de llegar a eso, pero hemos estado en movimiento desde que nos convertimos en nosotros. Desde casarme, hasta viajar por pequeños campamentos de equipos, hasta enterarme de que estaba embarazada y pasar el tiempo en la granja de su familia, simplemente no había llegado a eso. Muchas de mis cosas aún están en cajas, pero no veo la prisa. Entiendo que tengo un contrato de arrendamiento por un año, entonces, ¿qué importa?
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La pelea llegó cuando llegaron a casa de una reunión con su agente para encontrarme desmayada en mi cama. Desde que descubrí que estaba embarazada, soy propensa a ataques de siesta al azar en cualquier momento. Estaba en mi antiguo lugar, tratando de encontrar algo que se adaptara a mi vientre cada vez más grande y podría haberme desvanecido en mi cama. No les gustó encontrarme dormida en mi vieja cama. Entonces estalló una pequeña pelea. No duró mucho porque estaba inmovilizada en la cama debajo de ellos. No me dejaron hablar, solo gemir hasta que me desmayé. Cuando me desperté, fue para construir en ambos lugares. —Quieres mantener el lugar. Bien. Estás a punto de obtener un gran condominio —dice Dean viniendo hacia mí con Wes justo detrás.
Pongo mi mano sobre mis caderas, a punto de abrir mi boca, y ambos están sobre mí. Realmente no me importa el condominio o la construcción. Más bien estaba tratando de decirles que estaban siendo tontos ayer. —Saquemos de nuevo la pelea de ella, Dean —dice Wes. Finjo un gruñido mientras me clavan en la cama antes de que empiecen a arrastrar besos con la boca abierta por mi cuerpo, deteniéndome y prestando atención extra a mi barriga. Me recuesto disfrutando de su plan, pensando que puedo jugar tan sucio como ellos.
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Me gusta el sonido de eso.
Epílogo 2 Amelia Siete años después Traducido por Claudiavero
—¡Malidición! ¿Dónde está Wes? —pregunta Dean mientras se entierra profundamente. —Dijo que estaba en camino —gimo mientras mueve su gran polla dentro y fuera de mí. —No sé si puedo esperar para correrme. —Será mejor que puedas —le advierto, calmando mis caderas. —Joder —gime de nuevo y toma un respiro. Justo en ese momento, la puerta de nuestra habitación de hotel se abre de golpe y Wes se para allí como una bestia. Mi coño se aprieta alrededor de Dean y él grita. —Maldición, pequeña, baja la velocidad de tu coño. ¡Está aquí! Estoy encima de Dean, cabalgándolo mientras mantengo contacto visual con Wes. —Te necesito —gimo e inclino mi trasero hacia él. Wes no duda mientras se quita la ropa y agarra el lubricante que le tiendo. Endurece su polla mientras se sube a la cama y se pone detrás de mí. Cuando siento la punta de su pene en mi entrada trasera empujo contra él, necesitándolo. —¿Dónde estabas? —gimo mientras me hundo en él.
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Mis dos hombres me tienen llena y ahora finalmente me siento completa. —Me atraparon en el vestíbulo y no pude escapar. Tuvo que venir un equipo de seguridad a sacarme —dice Wes y empuja todo el camino hacia adentro—. Joder, estás apretada, cariño.
—Hermano, no puedo esperar mucho más —dice Dean, mientras arrastro mis uñas por su pecho. —Será mejor que esperes, Dean —amenazo, y él asiente antes de mascullar estadísticas de fútbol para distraerse. Estamos en Texas por el último juego de la temporada. No solo eso, sino que es el último juego de las carreras de ambos de mis maridos. Han decidido retirarse y pasar tiempo con nuestra familia y no podría estar más feliz. Todavía viajo con ellos a los juegos fuera porque no soportan estar lejos de mí y de los niños por más de unos días. Pero viajar con cinco niños cada semana es estresante para todos nosotros. Y estar al margen y ver a tus maridos siendo golpeados todos los domingos hace que los nervios de una esposa se alteren. No sabía cuánto más podría tomar, pero afortunadamente ambos me conocen mejor de lo que sé y me dijeron que ya era hora. Incluso mi papá se retiró de algunas de sus responsabilidades para ayudar con los niños y pasar tiempo con ellos. Dice que la vida es corta y que no quiere gastarla gritándoles a los jugadores de fútbol cuando podría estar luchando con sus muchachos. —Solo piensa niña, niña, niña —le dice Wes a Dean, y tengo que morderme el labio para no reírme. Ambos quieren tanto una chica que no pueden soportarlo. Es la razón por la que intentamos tener el bebé número seis. Dijeron que me mantendrían embarazada tanto como fuera posible y fueron fieles a su palabra. Tenemos una gran familia llena de chicos que es ruidosa, huele mal y siempre se sube a las cosas. Pero no cambiaría nada. Amo a todos mis hijos más que a nada, y aunque la vida es caótica, es divertida y estoy tan enamorada que apenas puedo respirar. —¡No estás ayudando! —gruñe Dean. Siento los labios de Wes en mi espalda y puedo decir que también está tratando de sofocar una risa. Los tres acordamos que se turnarían para llenarme y Wes lo consiguió esta mañana antes del juego. Dean dijo que quería hacerlo después, pero está tan nervioso que no va a durar mucho.
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—¿Quieres correrte y luego inclinándome y besándole el cuello.
correrte
de
nuevo?
—pregunto,
—¡Sí! —ruge Dean mientras se corre dentro de mí en ese segundo. —Joder —escucho decir a Wes mientras su polla pulsa en mi culo y también se corre—. Mierda, se corrió y me obligó a hacerlo también —dice, tratando de recuperar el aliento. —¿Qué hay de mí? —Finjo un gemido y saco mi labio inferior.
—Pequeña, ¿de verdad crees que te vamos a dejar colgando? —dice Dean, empujando y aun moliéndose dentro de mí. —¿Alguna vez te hemos dejado tambalear sin que te cuidemos? — pregunta Wes mientras agarra mi trasero. —¿Qué voy a hacer con ustedes dos? —digo, balanceándome entre los dos. —No tenemos nada más que tiempo en nuestras manos para averiguarlo —responde Dean, tirando de mis pezones. Ahora que están jubilados, podemos hacer lo que queramos. Lo que significa que voy a pasar mucho más tiempo en la cama. Gimo y alcanzo atrás, frotando las piernas de Wes. Son tan fuertes y gruesas, y me sujeto de ellas mientras mis hombres me penetran. Dean agarra mis caderas y sonrío. Me sorprende que no se hayan dado cuenta ahora. He tenido cinco bebés, así que mi cuerpo no es exactamente como el día que nos conocimos. He ganado algunos kilos que parece que no puedo evitar, y el peso se ha movido alrededor de mis caderas y culo. Mis maridos dicen que me hace aún más bella, pero también enmascara el hecho de que estoy embarazada ahora y ellos no tienen ni idea. Todavía es pronto, pero me escapé al obstetra la semana pasada para una ecografía temprana y descubrí que les estoy dando su bebé. Todo el mundo estará tan emocionado y será el mejor regalo para la jubilación. Tengo un pastel con lazos rosas que será entregado por el servicio de habitaciones en una hora. Incluso pedí que entregaran cinco docenas de globos rosados, así que debería ser divertido ver cómo los van a traer aquí. Ha sido el secreto más difícil de guardar, pero va a ser tan emocionante ver sus rostros. Los quiero mucho y quiero darles todo, tal como me lo han dado a mí. Nunca imaginé que mi vida sería así. Llena de amor y risas con más sonrisas de las que puedo contar. Soy protegida y necesitada; ¿no es eso todo lo que una mujer realmente quiere? Mi cuerpo se tensa mientras mis hombres me tocan como un instrumento. Ellos saben exactamente lo que me gusta y de qué manera me gusta, sin dejar que olvide quién está a cargo.
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Esta vez, cuando se corren, los sigo. Es tan estremecedor que me derrumbo sobre Dean mientras Wes me besa por la espalda mientras nos limpia. —Los amo —les murmuro a los dos. —Yo también te amo, pequeña, —dice Dean, besando la parte superior de mi cabeza.
—Te amo, nena —dice Wes y me azota el culo—. Es mi turno ahora, así que voltéate.
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Me río mientras Wes me pone de espaldas y se mueve entre mis piernas. Podría decirles que ya tienen lo que quieren. Pero, ¿qué hay de divertido en eso?
Sobre el autor Alexa Riley es un seudonimo tras el que están dos amigas descaradas que se reunieron y escribieron algunos libros eroticos. Ambas casadas, son mamás de dos niños que aman el futbol, los donuts y los heroes de libros. Se especializan en las historias de amor insaciables, sobrecargadas, dulces y cursis que no toman todo el año leer. Si quieres algo seguro, corto y siempre con un final feliz, entonces ¡Alexa Riley es para ti! Alexa Riley son dos amigas atrevidas que se juntaron y escribieron algunos libros sucios. Ambas son madres casadas que aman el futbol, donas y tienen una obsesion por los heroes de los libros.
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Se especializan en historias de amor insta-love, exageradas, dulces y cursis que no toman todo el año para leer. Si quieres algo seguro, corto y siempre con un felices para siempre, entonces, ¡Alexa Riley es para ti!
Traducido, corregido y diseñado por:
Paradise Books, Love Books & Book Escape
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