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DESEAR CON ÉXITO 7 Reglas para hacer realidad los sueños
Pierre Franckh
Desear con Exito
Los deseos se realizan. Cada día, cada minuto, cada segundo. Permanentemente deseamos algo. Consciente o inconscientemente. Creámoslo o no. Nosotros deseamos incluso cuando no lo queremos en absoluto. ¿Qué desea usted? ¿Qué debe realizarse en su vida?
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Prefacio Mi historia Cuando tenía seis años se cumplió mi primer deseo. Le había escrito una nota a mi ángel protector, y para que mi madre no la encontrara, la había escondido bien. El deseo se cumplió pese a eso. Recibí justamente la bicicleta que quería. Incluso exactamente del color deseado y con la campanilla con el ratón. Cuando tenía nueve años, ya no creía, sino ya sabía que los deseos se cumplen. Por los menos los míos. Entretanto había escrito muchos deseos en papelitos y se me habían cumplido. Los milagros no eran para mí un asunto de fe, sino que habían llegado a ser un asunto de la realidad. Pese a eso, el jovencito quería someter todo a una prueba. Seguro es seguro. Por esa razón tuve que intentar algo “imposible”, algo que en realidad no puede funcionar en absoluto. Y así, les encargué a los “seres de allá arriba” que yo quería participar en una película de cine. Debía ser un papel realmente bueno y mi nombre tenía que aparecer en los títulos. Esa vez escribí en el papel de deseos, “… que yo debía ser notorio para todos”. Y efectivamente, ya en el mismo año asumí en la película “Historias de niños traviesos” el papel de adversario del actor principal. Mis padres creían en un milagro, yo en mi encargo, que nadie aparte de mí había tomado en serio. Yo lo tomé incluso muy en serio, porque desgraciadamente el encargo se había cumplido más exactamente que lo que había pensado. Yo había cometido justamente un pequeño error fatal. Había escrito en el papel, que todos debían verme en la película. De escuchar no había dicho nada. Durante los trabajos de filmación, el director decidió que el joven, cuyo papel yo hacía, debía ser un joven prusiano con dialecto berlinés. Para mi horror, me sincronizaron, es decir, recibí otra voz en la película. Así, yo tenía mi primer gran papel en el cine, el deseo se había cumplido. Cualquiera podía verme, pero nadie podía escucharme. Dificilmente podía recibir una prueba mejor y desgraciadamente más dolorosa de deseo inexacto. (Por eso le dediqué un capítulo completo a la formulación correcta). Por algún tiempo insulté a los “seres de arriba”. Hasta que tuve en claro que ellos no podían hacer absolutamente nada al respecto. Simplemente hablaban un idioma diferente al mío. No sabían lo que desde mi punto de vista era bueno o malo. 3
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No tenían ninguna experiencia de cómo era aquí en el mundo, ellos simplemente sólo cumplían mis instrucciones. Desde entonces no hubo ninguna duda más para mí: Los deseos se cumplen. Y exactamente como se piden. Cuando era niño yo sabía eso. Cuando niño todavía tenía contacto con mis deseos y esperaba simplemente que éstos se cumplieran como me lo imaginaba. En todo caso, la pequeña fábrica de notas funcionaba en ese entonces. Pero el joven llegó a ser grande y un día se sintió adulto. Y así, del muchachito, que en ese entonces poseía más conocimiento que más tarde como adulto, resultó un escéptico y “realista”. En el camino a la pubertad, alguna vez le había creído más a todos los adultos que a sí mismo. Su talento de “desear” había caído cada vez más en el olvido. En su mundo de adulto quería lograr algo él mismo, quería estar orgulloso de sí mismo, creía en la fuerza propia y encontraba absurda y vergonzosa la ayuda ajena, especialmente la ayuda “de arriba”. El muchachito había dejado de permitir milagros en su vida. Su vida se puso más difícil, más seria, y se encontraba frecuentemente con obstáculos insuperables. Comencé a luchar y a compararme cada vez más a menudo con otros, con lo que constaté que aparentemente siempre tenía las peores cartas. Que el mundo es injusto, se había convertido entretanto en una certeza para mí: ¿Por qué a algunos les resulta todo y a otros no les resulta nada? ¿Por qué algunos tienen siempre tanta “suerte”, mientras que a otros todo les resulta mal? ¿Por qué a algunos les va tan increíblemente bien y a otros no les va bien en absoluto? La respuesta a esas preguntas y con ésta el cambio para mi vida, la encontré cuando muchos años después me topé con un librito blanco con el título “Milagros”. En éste, Stuart Wilde relata exactamente sobre las mismas experiencias que yo había tenido cuando era niño. A esa particular forma de desear él la llama encargar – un término maravillosamente apropiado – y asegura que funcionaría en cualquier momento y para cualquier persona. Yo estaba profundamente conmovido. Comencé a acordarme otra vez de mis tiempos de niño. 4
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En ese entonces habían sido posibles justamente esos milagros de los que hablaba Stuart Wilde. En aquel tiempo éstos estaban simplemente a mi disposición. ¿Pero por qué eso solamente debía serle posible a un alma infantil? ¿Por qué no también al adulto? ¿ No era tal vez la vida en absoluto tan injusta? ¿La única diferencia entre los exitosos y los fracasados no era tal vez solamente que los ganadores jamás dudaban de sí mismos y de sus deseos? Ellos simplemente sabían que les correspondía lo que deseaban. Era normal para ellos que sus expectativas se cumplieran. Sus pensamientos se realizaban, y permanentemente. ¿Pero qué “pensaban” ellos tan diferente a otros? Las personas exitosas no dudan y siempre están enfocadas positivamente hacia sus propósitos. Al final siempre existe sólo una diferencia. Unos desean conscientemente y con un objetivo, los otros inconscientemente y sin coordinación, sin darse cuenta que ellos son igualmente los causantes de sus circunstancias. Por medio de ese libro de Stuart Wilde mi vida ha cambiado por completo. Desde entonces he puesto nuevamente en mi vida innumerables deseos exitosos de ese tipo. ¡Y funciona! Solamente hay que hacerlo – la vida puede ser tan sencilla – y aprender algunos pequeños trucos y artimañas. Porque también con desear con éxito se pueden hacer algunas cosas erróneas y pueden salir algunas cosas mal.
También a desear hay que aprender Los deseos se cumplen cada día, cada hora, cada minuto. También los nuestros. Y justamente todos. Pero eso significa que también se cumplen nuestras dudas. Y nuestros pensamientos sobre nuestra propia inferioridad. Porque esos son también deseos, aunque involuntarios. Pese a eso se cumplen. Comencé entonces a observarme minuciosamente. Sobre todo me interesaban naturalmente mis deseos inconscientes y cómo podía adquirir control sobre ellos. Nuestras expectativas se ven a menudo frustradas, sólo porque nosotros esperamos desilusionarnos.
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El universo no puede diferenciar entre bueno y malo. Simplemente entrega. Al universo le da lo mismo si el cumplimiento del deseo produce un efecto positivo o negativo en nuestra vida. El universo no conoce lo justo o lo injusto, lo bueno o lo malo, lo positivo o lo negativo. El universo simplemente entrega de acuerdo a nuestras imaginaciones. ¿El universo? ¿Qué es eso? Pues bien, la idea de que el universo es algo así como una gigantesca empresa de venta por correspondencia, es muy útil al principio, cuando se trata de hacer que nuestros deseos se realicen. Tomado al pie de la letra, ocurre también algo parecido con nuestros deseos. Éstos son procesados y entregados. Más adelante trataré la real interacción física entre el envío de nuestros deseos y su cumplimiento en nuestra vida, es decir, de qué manera está conectado eso con la energía y su manifestación en el plano material. Pero por el momento nos ayuda muy bien la idea de una empresa universal de venta por correspondencia, cuando se trata de aprender el modo adecuado de desear. Sobre todo nos ayuda a tratar con eso de manera lúdica. Eso es ventajoso, porque todo lo que es lúdico y liviano se cumple esencialmente más rápido y más pronto. Igualmente importante para lo liviano es saber que siempre está a nuestra disposición y que, cuando obtenemos algo, eso no le falta a otro. (Naturalmente eso no es así si deseo al esposo de mi amiga). En el transcurso de los últimos 30 años he aprendido mucho en todo caso, como funciona el desear con éxito. De esas experiencias y fallas propias y de las de muchos otros, he concretado siete reglas que nos ayudan a llevar la vida que deseamos. Si deseamos de la manera correcta, se cumple todo en nuestra vida. También lo imposible. También lo inalcanzable. Lo fascinante es justamente que al desear adecuadamente no hay límites. Sea dinero, casa, auto, pareja, trabajo o amor, todo es posible. No hay límites. Las limitaciones existen solamente en la cabeza. Ahí creamos nuestro mundo diario. Y porque nosotros los adultos no sabemos eso o no queremos saberlo, la mayoría de las veces estamos muy descontentos con nuestro mundo que hemos creado nosotros mismos.
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¿Pero cómo se eliminan entonces esas limitaciones, cómo se desea adecuadamente? ¿Cómo logra uno expresar sus deseos clara e inequívocamente, sin interrumpir permanentemente la entrega de éstos o incluso desear cosas que en realidad no se quieren? ¿Y cómo se logra no desaprovechar la entrega? ¿Y cómo se logra excluir todo lo horrible de su vida? Todas esas son preguntas que me hacen una y otra vez en mis conferencias. Pero por fin se trata siempre solamente de una pregunta: ¿Cómo logro permitir todos los milagros en mi vida? Los deseos se realizan. ¿Qué debe realizarse en mi vida? Mientras más a menudo he informado entretanto en mis conferencias vespertinas sobre desear con éxito, mayor ha llegado a ser el interés por saber más al respecto. Incluso muchos de aquellos que ya habían escuchado de las diferentes maneras de desear y que las habían practicado por un tiempo, un día tiraron la toalla porque eso no funcionaba adecuadamente para ellos. Yo estaba asombrado. Aquello que entretanto era completamente normal para mí y para mi vida, para otros no era en absoluto obvio. Y mientras más explicaba, más preguntas surgían. También en mí. También yo comencé a preguntarles a mis auditores cómo deseaban. Con eso se me aclaró cada vez más por qué con tantos no funcionaba y dónde estaban las fallas. Y así, me pedían cada vez más a menudo que por fin escribiera algo sobre el funcionamiento de desear con éxito. Muchas gracias a todos los que me impulsaron una y otra a vez a hacerlo. Sin ustedes no existiría este libro. Todavía me acuerdo de la dama que me sonrió tan amablemente y que me dijo: “Yo sé que usted escribirá el libro”. “¿Por qué?”, pregunté asombrado. “Porque yo deseo eso”.
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Regla 1 Simplemente comience Para aprender a desear con éxito, lo mejor que podemos hacer es simplemente comenzar alguna vez. Y por cierto con algunos ejercicios fáciles para familiarizarse. Por fin queremos ver muy rápidamente los primeros resultados. ¿Y como se llega de la manera más rápida a los primeros resultados? Con deseos pequeños. ¿Por qué con “pequeños”? Con éstos es posible acercarse más fácilmente a los deseos, tomándolo como un juego y en forma objetiva. Las cosas que a uno menos le significan, también le producen menos miedo. Uno se las puede imaginar mentalmente y a continuación olvidarlas nuevamente, es decir, desprenderse de ellas y por consiguiente enviarlas al viaje energético. Con cosas sin importancia se confía más en que el deseo se cumplirá, porque a uno no le interesan tanto. Justamente la confianza es una de las cosas más importantes para desear con éxito. La confianza crea la fe. La fe en el éxito produce el éxito. Por lo tanto, lo importante es solamente la fe. Ésta es la fuente original que nutre permanentemente al deseo con energía. Siempre es la fe la que mueve montañas.
El asunto de la razón La razón, en cambio, quiere explicaciones lógicas y tratará por lo tanto de convencernos de que todo eso no puede funcionar. Ella todavía no lo sabe mejor. Pero cada nueva experiencia positiva y cada experiencia de éxito, contribuirán a que también la razón esté pronto convencida de que tenemos la capacidad de desear con éxito. Por fin ésta tiene una enorme capacidad para aprender. Pero sólo puede saber lo que ha experimentado y lo que comprende. Todo lo demás no quiere y no puede percibirlo. Por eso la razón no está a cargo de los milagros. Ésta intenta incluso categóricamente, impedir todos los posibles milagros. Todo lo que no se adapta a su concepto del mundo, no puede ser. Por ese motivo explico más adelante – para la razón mediante conocimientos científicos -, por qué nuestros deseos no sólo se pueden 8
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cumplir, sino que incluso siempre se cumplen, y por cierto sin excepción. Eso le podemos entonces contraponer a la razón, cuando ésta quiere comenzar nuevamente a dudar. Para dejar algo en claro: Los grandes milagros podrían funcionar de la misma manera. Al universo le da lo mismo cuán grande o pequeño es nuestro deseo. Siempre es solamente nuestra imaginación la que permite o impide algo. Pero como justamente nuestra imaginación está hecha de tal manera, que no creemos realmente en el cumplimiento de nuestros deseos, inconscientemente trabajamos muy intensamente contra la realización de cosas aparentemente grandes. Los “milagros” más pequeños, por el contrario, podrían tal vez ocurrir bajo ciertas circunstancias, según el lema: “Una gallina ciega también encuentra a veces un grano”. Pero después del primer “milagro” más pequeño, tal vez uno encuentre el valor para otro milagro pequeño más, que después tal vez ya no sea más un milagro, sino algo así como la entrega exitosa de nuestro deseo. El cuarto y quinto milagro llegan a ser cada vez más una confirmación. Nuestra razón se da cuenta que al parecer ahí hay algo más, que no puede explicar. Ésta se adapta y construye un nuevo concepto. Y repentinamente comienza a aceptar el nuevo mundo, porque desear con éxito es algo que le parece obvio a la razón: Ella envía y recibe. Con el tiempo se siente también como creadora. Y de repente creemos en la mayor ley física: La energía sigue a la atención. Si eso es verdad, se dice la razón, entonces también se podrían intentar los deseos mayores. Naturalmente. Primero, sin embargo, es importante convencer realmente a nuestra razón. Y la manera más fácil para que eso ocurra, es empezando con los deseos más sencillos. Lo único a lo que tenemos que poner atención es a perseverar. Imperturbablemente. Comenzamos por eso con una pequeña fase de prueba. Lo que necesitamos es justamente una experiencia de éxito, para que se le demuestre a nuestra razón: “Mira, funciona”. 9
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Lo que necesitamos es algo concreto, para que podamos deshacernos de nuestras arraigadas convicciones – de que no funciona.
La práctica hace al maestro Además, nosotros somos principiantes en el arte de desear con éxito conscientemente. Considerémonos como aprendices. A un aprendiz de orfebre, por ejemplo, no se le encomienda como primera tarea la fabricación de un valioso collar de brillantes. Él sabe que esa es su meta. Al final de su tiempo oficial, él también se puede manejar con los materiales valiosos, que requieren una experiencia adecuada. Esa es también nuestra meta, queremos que desear, tanto cosas grandes como pequeñas, nos resulte fácil y que obtengamos el resultado deseado. Por eso practiquemos de preferencia primero con los deseos pequeños y juntemos así nuestras experiencias. Y juntar experiencias significa también: Cometer errores y aprender de éstos. Tal como me fue con el deseo del papel en el cine. Practiquemos entonces en las cosas con las que veamos rápidamente un resultado. La reserva de estacionamiento ¿Cómo sería, por ejemplo, con el famoso estacionamiento que no existe, porque siempre otros nos lo arrebatan ante nosotros? Eso tendría dos ventajas.
Ventaja I
Los estacionamientos son el ejercicio más fácil, porque en su carácter de juego no son tan peligrosos ni serios para nosotros y para la fe que tenemos hasta ahora. Si nos podemos conseguir un estacionamiento por medio de desear con éxito, eso todavía no haría tambalear nuestra forma de pensar. Eso es tan importante, porque de lo contrario nuestra razón, como “pensador jefe” lo consideraría como el mayor peligro para ella y trabajaría en contra. Pero un estacionamiento es más bien una diversión, un juego. En caso de que eso realmente resultara, todavía no demostraría nada.
Ventaja II Un estacionamiento tampoco es en realidad suficientemente importante, como para que pudiéramos creer: “No nos corresponde”. Con cosas mayores es muy diferente. 10
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Con cosas que realmente son importantes para nosotros, dudamos mucho más y creemos esencialmente más rápido que no ocurrirán, porque secretamente estamos convencidos de que algo tan maravilloso no nos corresponde. “Para eso no soy suficientemente hermoso, hábil, rico o inteligente”. Pero conseguir un estacionamiento tiene carácter de juego, para no tomarlo realmente en serio. Y exactamente eso queremos aprovechar. ¿Cómo se hace? Mi pedido de estacionamiento Al abandonar la casa envío una pequeña petición. Como compañero de conversación tomo simplemente al ángel del estacionamiento. También podría decir naturalmente “querido cosmos” o “querido universo” o “querida energía del deseo”. Cómo se lo llame es en el fondo lo mismo. Lo principal es que funciona. En todo caso yo prefiero los ángeles. Los siento más personales y más cercanos. Sea cual sea el compañero de conversación que se elija, es importante: no burlarse, no dudar y no considerar una estupidez desear con éxito. Queremos un estacionamiento y esa es nuestra fase de prueba. En una fase de prueba también se pueden hacer cosas inusuales. “Pues bien, querido ángel del estacionamiento. Tengo un estacionamiento en la calle… Éste ya está ahora destinado para mí. Yo lo obtengo, y justamente cuando llegue allí”. Pero no se debe formular su deseo demasiado poco antes del cumplimiento, porque también el universo necesita un cierto tiempo preliminar. Por lo tanto, lo mejor es pronunciar el deseo ya al salir de la casa. ¡¡Y!! ¡¡Funciona!! Hoy queremos creer en eso. Hoy probamos nuestra fuerza de pensamiento y vemos cuán fácil puede ser la vida. En el viaje hacia allí no debemos pensar más en eso que lo que es necesario. Lo mejor es no pensar en absoluto. Porque cuando todavía no se tiene práctica en desear con éxito, se instalan más bien dudas, que la certeza de que todo trabaja para uno para mejor. En todo caso, el hecho es que cuando lleguemos a nuestro destino con nuestro auto, ocurrirá el milagro. O hay ya un estacionamiento libre justamente allí donde lo necesitamos, o alguien se va en ese momento. 11
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Desde que Michaela y yo deseamos con éxito, ya no tenemos problemas con buscar estacionamiento. ¡Desde hace décadas ya no más! Entretanto emitimos la petición incluso casi de paso, porque sabemos que la comunicación está y que nuestro deseo llega. A veces incluso ocurre que no veo el estacionamiento y pregunto “allí arriba” o pido una señal. También eso funciona. O uno toca la bocina o alguien se comporta de manera tan llamativa que mi vista se dirige hacia allí. Pero no siempre anda todo perfecto. A veces también olvidamos desear y luego tenemos siempre que reírnos mucho, porque todo está lleno con autos estacionados. Entonces siempre le pregunto a Michaela: “¿Has encargado tal vez demasiado tarde?” Su respuesta es también siempre igual. “Yo pensaba que tú ya habías ordenado uno hacía rato”. En ese momento, de repente se nos aclara mucho nuevamente la diferencia entre desear con éxito o tener que luchar uno mismo por todo. Trabajar con el universo es esencialmente más sencillo que esforzarse uno solo al máximo. Por lo tanto, utilicemos la fuerza que está siempre a disposición de todos nosotros. Aunque se trate de algo tan simple como un estacionamiento. Michaela y yo nos alivianamos la vida cotidiana con esos deseos más pequeños desde hace tanto tiempo, que eso ya nos parece completamente obvio. Solamente con esos “milagros” más pequeños podríamos llenar un libro completo. En búsqueda de plantas Así por ejemplo, hace algunos años queríamos tener plantas para nuestro acogedor hogar. Naturalmente debían ser grandes. Lo mejor era que llegaran hasta el techo. Fuimos a diferentes negocios de plantas y viveros de árboles. Pero rápidamente tuvimos en claro que lo que nosotros queríamos sobrepasaba nuestras posibilidades económicas. Las palmeras grandes y otras plantas costaban una fortuna. Ni hablar de maceteros hermosos. Entonces solamente nos quedó una cosa: Desear, agradecer y confiar. Ya una semana después sonó el teléfono. Un amigo nos preguntó si teníamos ganas de acompañarlo. 12
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Una firma grande iba a vender sus muebles por quiebra. Nosotros no queríamos muebles de oficina en realidad, pero nuestro amigo muy bien podía necesitar nuestra ayuda. Cuando entramos al edificio de las oficinas se nos aclaró todo. Gigantescas cubetas hermosas con enormes plantas nos sonreían. Y como nadie las quería, las obtuvimos del síndico de quiebra casi regaladas. Arrendamos un camión de carga y las llevamos el mismo día a la casa. Las plantas eran realmente tan grandes, que primero tuvimos que hacer lugar en la casa. Elija varios de aquellos deseos pequeños. Sea exitoso con éstos. Convénzase usted y convenza a su razón, obtenga confianza. Con eso puede dedicarse también tranquilamente a deseos mayores. Solamente tiene que hacerlo. Aunque al principio tal vez le parezca absurdo. Por lo demás, solamente su razón lo encuentra absurdo. Pero su razón no está justamente a cargo de “milagros”.
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Regla 2 Formular correctamente El principio “Yo soy” El mayor error que se comete una y otra y otra vez al desear, es que ya a través de la formulación se envía un mensaje totalmente diferente al que se tenía la intención de enviar. Aunque uno tenga muy buena intención, no se acerca a su propósito. Al contrario. La mayoría de las veces uno formula sus deseos incluso de manera que se consolida la situación desdichada en la que se encuentra. Si se desea, por ejemplo, mucho dinero, es completamente erróneo formular la orden “Yo quiero ser rico”. Lo que se obtiene entonces es la condición de “Yo-quiero-ser-rico”. Esa condición ya la conocemos. Es la condición de “querer algo” y “no tenerlo”. De ese modo reforzamos entonces nuestra carencia. No cree la condición de querer-algo, sino de ser-algo. Por eso, la formulación adecuada es: “Estoy preparado para la riqueza en mi vida”. O: “Yo soy rico y feliz”. O: “El dinero que está designado para mí ya existe y está encontrando el mejor camino para entrar en mi vida”. Nuestra frase es: “Yo soy rico”. Y no: “Yo quiero ser rico”. Si queremos una relación feliz de pareja, no tenemos que desear: “Quiero tener la pareja apropiada en mi vida”, o “Quiero encontrar la pareja adecuada”. De ese modo, todo queda como antes. El universo entiende que queremos algo y nos envía la condición de querer. El universo no conoce ninguna diferencia entre presente y futuro. Se entrega aquello que pensamos y sentimos. Para nuestra formulación de deseo eso significa: Siempre deseamos en la forma presente, nunca en la forma futuro.
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“Quiero ser feliz”, nos trae por desgracia justamente eso: el querer. Nosotros seguiremos queriendo eso. El universo entiende que nuestro deseo es querer algo. “Yo soy feliz”, nos trae la situación que realmente deseamos. “Estoy abierto y dispuesto para permitir el amor”, abre las puertas. La búsqueda tiene un término. “Yo sé que la pareja adecuada ya existe y ahora entra en mi vida”, me trae la persona deseada a mi vida.
Hacer como si ya Si deseamos un armario para la pieza de estar, entonces lo mejor es sacar de inmediato el armario antiguo y regalarlo o hacer que se lo lleven. Partimos de la base que el deseo ya se está procesando. Ya hemos “comprado” el armario. El nuevo armario ya existe entonces y sólo es cosa de tiempo para que esté en nuestra sala de estar. “Hacer como si ya”, obliga a reaccionar al universo. Mientras más claro exista ya nuestro deseo en nuestra imaginación, más rápidamente el universo tiene que equilibrar el extraño desequilibrio entre fuerza de pensamiento y realidad. Aquello que deseamos ya lo tenemos De ese modo, la presión de nuestro deseo aumenta enormemente. La energía enviada es tan fuerte, que el encargo está bien arriba en el montón de papeles de nuestro “funcionario”. Independiente de si se trata de un armario, de dinero o de nuestra nueva pareja. Mientras hacemos como si ya fuéramos ricos o como si ya tuviéramos la pareja deseada, más rápidamente se realiza lo deseado, porque enviamos en forma permanente una energía increíblemente fuerte. Atraemos verdaderamente el suceso a nuestra vida. Eso no significa que si queremos ser ricos, debamos ya antes gastar mucho dinero y sobregirar nuestra cuenta. Significa más bien, ya sentirnos como ricos. La riqueza ya es parte de nuestra vida. Podemos reforzar nuestros deseos, al hacer como si ya se hubieran cumplido. ¿Por qué esa condición de “hacer como si ya” es tan importante? Porque con eso nos ocupamos una y otra vez de lo que viene de manera positiva y ya nos preparamos confiados para eso. Es decir, nos ponemos en la vibración apropiada.
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Además, disminuyen nuestras dudas, reforzamos nuestra confianza y sentimos en forma puramente emocional, cuán hermoso será ese esa condición para nosotros. Al mismo tiempo le damos poco espacio a la razón para buscar argumentos en contra. Cada vez que ésta nos quiera convencer de lo imposible que es en realidad nuestro proyecto, nosotros ya poseemos como contrapeso la experiencia de la satisfacción y de la vitalidad que se está manifestando en nuestra vida a través de lo que viene: “Así se siente eso cuando está presente”. Las emociones son cada vez más fuertes y más intensas que los argumentos de la razón. Por medio de “tantear el terreno” emocionalmente, nos reforzamos en nuestro deseo y no empezamos tan fácilmente a vacilar. Pero ante todo transformamos nuestra consciencia de carencia en una consciencia de bienestar. Aquello que deseamos lo tenemos, porque nos corresponde por naturaleza. Nosotros no seguimos creando pobreza emocional o económica, sino que tomamos cada suceso o cada encuentro como algo verdadero que nos acerca a nuestro deseo. “No” y “ninguno” – o el asunto del miedo Hay que tener cuidado con los deseos que van acompañados de una porción propia de miedo en el fondo. El miedo es como un imán gigantesco. Los miedos atraen justamente los sucesos que queremos impedir. Los pensamientos poseídos por el miedo están muy cargados emocionalmente. Tienen, por consiguiente, una energía extraordinariamente fuerte. Además, nosotros nos ocupamos en forma especialmente considerable de las cosas que tememos. Nos imaginamos permanentemente los peores escenarios con todos los detalles posibles y los hacemos pasar una y otra vez por nuestra mente. Aunque les tenemos miedo, pensamos más en esas cosas que en las cosas agradables de la vida. Incluso cuando nos va bien y todo transcurre muy bien, no nos damos cuenta de lo maravilloso que hay en nuestra vida, sino que nos sumergimos en una sofocante energía de miedo.
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Pero la energía sigue siempre a la atención. Eso significa que siempre atraemos los sucesos de los que nos preocupamos. Pero exactamente eso es lo que no queremos, porque en estricto sentido queremos justamente evitar lo terrible. Todo lo que tratamos de evitar lo atraemos a nuestra vida. Si deseamos de un modo temeroso, en verdad queremos evitar algo. Da lo mismo cuán positivo tratemos de expresarlo – en realidad la mayoría de las veces se esconde detrás de eso la idea de “Yo no quiero que…”, o “No deseo ningún…” Pero el universo no conoce las palabras “no” y “ninguno”. No sabe qué hacer con la negación. Tampoco con el intento de querer evitar algo, es decir, de no hacer algo. Un deseo así se realiza casi siempre en forma completamente contraria a nuestro verdadero deseo. El universo simplemente saca justamente las palabras “ninguno” y “no” del formulario de pedidos y los cumple como si deseáramos exactamente eso. “Yo no quiero estar enfermo” significa como energía de deseo: “Yo quiero estar enfermo”. ¿Por qué eso es así? Nosotros no podemos no dejar producirse algo. Siempre podemos solamente crear algo y no no crear algo. Solamente el hecho de pensar en no crear, crea lo no deseado. No solamente porque el universo simplemente anula la palabra “no” por no conocerla - ¿cómo se puede también no llegar a ser algo? -, sino también porque detrás de ese deseo está el miedo a una enfermedad esencialmente mayor que el deseo de estar sano. Por consiguiente, querer evitar algo no se puede. Pero podemos hacer que se produzca lo contrario de eso. Tenemos entonces que dedicarnos al equivalente positivo. La orden que se entiende allá “arriba” tendría en realidad que ser: “Yo estoy sano”. Esa orden es simple y clara. Con ese deseo nos ocupamos justamente de nuestra salud y no de enfermedad. Pero bien francamente. ¿Cuántos de esos deseos negativos pensamos y pronunciamos cada día? “No quiero llegar a estar cesante. No quiero morir. No quiero tener ningún accidente. No quiero que me abandonen. No quiero ser pobre”.
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Sin embargo, de ese modo nos ocupamos en realidad solamente con los aspectos negativos y enviamos esa energía. Lo que llega allá “arriba” de acuerdo con eso, ya lo sabemos. Eso, deseado correctamente, tendría que ser: “Tengo trabajo”. Soy feliz en mi relación. Tengo todo lo que necesito”. Tal vez comprenda ahora el uno o el otro, por qué algunos deseos han sido entregados tan erróneamente. En realidad no fueron efectuados en absoluto erróneamente. La entrega fue incluso muy inmediata y exacta. Solamente el formulario de deseos fue llenado equivocadamente.
Anote por escrito el deseo De ese modo el deseo se refuerza. Éste abandona nuestro cuerpo por primera vez físicamente. Ya con eso gana fuerza. De pronto lo pensamos en serio. Abandonamos el espacio de las especulaciones y sueños, en el que todavía no creemos tan de verdad en esto. Si escribimos nuestro deseo, lo manifestamos Desde ahora él está en la materia. Es nuestra firme voluntad. Inquebrantable, claro e inequívoco. Especialmente cuando se es principiante en desear, se debería retener su deseo por escrito. Después, cuando ya se tiene una rutina y una fe firme y se pueden mirar hacia atrás suficientes éxitos, se puede ocasionalmente prescindir de la escritura. Después se puede también encargar sin más ni más o lanzar una breve mirada hacia arriba o lo que a uno se le ocurra. Pero la desventaja es que si solamente deseamos de paso, alguna vez ya no sabremos todo lo que hemos deseado y tarde o temprano perderemos la visión global. Además, no solamente deseamos siempre algo de paso, sino que permanentemente dejamos también de desear algo, o modificamos el deseo. Muchas veces no lo habíamos pensado así en absoluto, sólo estábamos por un momento entusiasmados con eso y enseguida deseamos otra vez algo diferente. Al universo le da lo mismo. Aquello que es deseado, es entregado, aunque tal vez ya no nos sirva en absoluto. Y de pronto estamos en un revoltijo de deseos enviados y ya no tenemos ninguna visión global sobre nuestra vida. Ocurren entonces innumerables cosas diferentes y contradictorias alrededor de nosotros y en todo el caos ya no nos damos cuenta de que somos los creadores de todas las cosas. 18
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Se agregan también todos nuestros deseos inconscientes, que no queremos tener en realidad. Y estamos nuevamente allí donde ya no quisiéramos estar. Ocurren cosas y nosotros no tenemos idea quién ha encargado todo eso. Nuestros primeros deseos deberíamos entonces realizarlos mejor totalmente conscientes. Y darles, con la anotación por escrito, una clara orientación e importancia. Por lo menos para el comienzo, recomiendo también crearse un pequeño ritual. Mi deseo me es tan valioso, que vale la pena que me dedique a él. Por eso deja que el momento se convierta en un momento especial. Tómate el tiempo y la tranquilidad En este momento configuras tu vida. Tal vez puedes poner bonita música, encender algunas velas o bien permanecer en absoluto silencio. Lo importante en eso es que te relajes. Cuando estamos relajados, la vida se ve mucho más agradable y nuestro deseo se forma de manera esencialmente más positiva. Y los pensamientos positivos son un catalizador para nuestra energía de deseo. Más adelante hablaremos detalladamente de por qué eso es así. Cuando hayas formulado tu deseo en forma totalmente clara para ti, anótalo por escrito, con la profunda certeza de que se cumplirá. Dobla el papel y colócalo en un lugar especial. Debe ser un lugar bonito, porque ese lugar nos indica cuán importante y “sagrado” es nuestro deseo para nosotros. Puede ser un lugar secreto y no visible para ojos extraños. Lo importante es solamente que sabemos de la fuerza del deseo enviado, y eso se refuerza, entre otras cosas, por medio de un lugar especial para nuestro pequeño papel. El hecho de anotar en una hoja de papel o en una tarjeta o en un diario, tiene, además, otras ventajas. Es al mismo tiempo una argumentación fabulosa para nuestra razón. Porque ya después de poco tiempo, la mayoría de las veces ya no sabemos muy exactamente lo que hemos escrito. Por cierto conocemos todavía el sentido aproximado de nuestro deseo, pero las palabras se tergiversan en nuestro recuerdo con el correr del tiempo. No es de asombrarse, ya que cada día vienen hacia nosotros numerosas influencias nuevas. 19
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Nosotros cambiamos, nuestros pensamientos cambian, y con eso también nuestro recuerdo, que la mayoría de las veces nos simula una mezcla de verdad, cosas pensadas y cosas esperadas que no se pueden separar. Si el deseo es entonces entregado y se puede volver a leer el pedido original, se experimenta casi siempre una maravillosa sorpresa. Lleno de asombro se constatará cuán exactamente se ha cumplido el deseo, efectivamente de acuerdo con nuestro encargo escrito. Sin la anotación por escrito del deseo, con seguridad se estará muchas veces ante problemas sin solución. En todo caso, así me ha ocurrido a mí. Aunque mi deseo había sido expuesto con toda exactitud, al principio no sabía que hacer con él, porque no lo había anotado por escrito y naturalmente dentro de mi alegría había olvidado la redacción exacta de mi deseo. El paquete de regalo llegó, pero no se puede abrir Hace más o menos diez años, después de nuestra última película de cine “Y este es recién el comienzo”, estábamos casi en quiebra. Habíamos invertido todo nuestro dinero en nuestra propia firma productora. Aunque la película tuvo una acogida asombrosamente buena, no produjo suficiente dinero. Además, Michaela y yo habíamos trabajado renunciando a una gran parte de nuestros sueldos, en favor de la película. Después que se agotaron todas las posibilidades financieras, tuvimos finalmente que cerrar nuestra firma y no sabíamos exactamente cómo sería nuestro futuro económico. Eso también se puede expresar en forma un poco más drástica: Habíamos perdido todo y estábamos ante un riguroso nuevo comienzo. La situación era más que tensa. De mi actividad como autor todavía no podíamos vivir, y cuando también nuestros últimos ahorros se acabaron más rápidamente que lo que habíamos pensado, se extendió lentamente el pánico en mí y le comuniqué a Michaela todas mis preocupaciones. Le pinté los peores escenarios y en mi temerosa desesperanza yo era completamente convincente. Por lo menos así me parecía. Le dejé en claro en forma inequívoca que, o comenzábamos de inmediato nuevamente con las actuaciones, o debíamos dejar la casa costosa. Lo mejor sería que nos instaláramos lo antes posible en un departamento chico. Sólo así tendríamos la oportunidad de mantener todos los gastos dentro de un marco soportable, hasta que tal vez ganara la primera cantidad de dinero con la escritura. 20
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Michaela sólo sonrió. Y cuando Michaela sonríe, no se le puede negar nada. Por lo menos yo no. Cuando Michaela sonríe, sonríe su alma y se sabe que todo estará bien. Al mismo tiempo yo tenía en claro que ninguna de mis proposiciones sería aceptada. La única solución que era aceptable para ella era entregarle al universo un deseo con garantía de éxito. Michaela hacía eso desde que tenía once años de edad y lo maravilloso en ella es que hay sólo pocas cosas que podrían asustarla. Por que por fin ella tiene un importante aliado en su vida – sí, naturalmente aparte de mí – el universo. Cuando Michaela y yo nos encontramos por primera vez, se encontraron dos “deseadores” activos. Y cada vez que uno de nosotros está “abajo”, el otro lo levanta nuevamente y nos recordamos mutuamente que en realidad no necesitamos hacer otra cosa que emplear nuestra fuerza de deseo. Esa tarde era Michaela la que sonriente proponía la única solución realmente práctica. Sólo teníamos simplemente que desear con éxito. Cuando ya no se puede hacer nada más, desear se puede siempre. Naturalmente. ¿Cómo pude olvidar eso? Solamente a través de la seguridad que irradiaba Michaela, encontré el camino de vuelta hacia mi antigua confianza. Si escribir es verdaderamente mi “asunto” y en el futuro debía seguir escribiendo, el universo tenía que encargarse por la seguridad económica. Entonces era obvio que mi encargo sería recibido y de inmediato entregado. En ese entonces todavía pensaba que necesitaba una especie de autorización así para mis deseos. ¿Cuándo dinero necesitaba? ¿Cuánto tiempo tendríamos que vivir de eso? ¿Cuánto sería una hermosa suma? ¿Cuánto dinero habíamos perdido a través de la firma? ¿Cuánto dinero había dejado de recibir, por medio de renunciar a la mayor parte de mi sueldo como director y autor? Nosotros debíamos poder vivir con ese dinero por lo menos un año sin preocupaciones y debía ser más o menos igual a la cantidad a la que yo había renunciado por nuestra película. Pronto llegué a una suma aproximada a los 80.000 marcos. Pero una cantidad realmente hermosa sería 77.777 marcos. Finalmente el deseo estaba claro.
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Agradecí de inmediato el cumplimiento del deseo, pues estaba seguro que llegaría el dinero y no quise pensar más en eso, para no caer así en la tentación de dudar. Mi deseo debía mantener su fuerza y energía. Algunas semanas después fuimos invitados los dos en Düsseldorf a la gala de Unesco, para vender allí boletos para un sorteo con un buen propósito. Como cada vez, también nos compramos nosotros mismos algunos. Pero esa tarde no ganó ninguno de nuestros números. Ni siquiera un libro o un secador de pelo o un simple CD. Todos los números premiados ya habían salido y habían sido repartidos a los felices ganadores, aparte de uno: el premio principal, un flamante auto Jaguar nuevo. De pronto, en el mismo segundo, cuando la enorme rueda con los números comenzó a girar por última vez, supe que ese era el momento en que se materializaba mi deseo. Ese era el gran momento. En ese instante yo estaba consciente del universo y todos sus regalos. Yo sabía que en ese momento se cumplía mi deseo. Yo estaba conectado, yo era uno y balbuceaba: “Oh, mi Dios, ahora sucede”, y Michaela me miraba desconcertada. Y sin embargo, aunque yo lo “presentía”, estaba igual de perplejo que Michaela, cuando Kai Pflaume, el moderador de la tarde, anunció mi número. Kai estaba tan sorprendido de verme sobre el escenario, que de inmediato revisó mi boleto varias veces. Pero no había duda, yo había ganado el premio principal de la tarde, un auto Jaguar de un valor de 111.000 marcos. Ahora surgía la pregunta, qué precio podríamos obtener por el auto, porque que no queríamos quedarnos con él, lo teníamos en claro Michaela y yo. El ingreso era por fin para asegurar que yo siguiera escribiendo. Una prestigiosa empresa automovilística se hizo cargo de la venta y fijo el precio en 104.000 marcos. Pasó una semana, una segunda y todavía otra. El auto no se vendía. Había suficientes clientes, pero todos pasaban de largo por nuestro auto y compraban el mismo modelo, pero por el precio total. Después de tres semanas bajamos el precio a 99.000 marcos. A la empresa no le pareció bien. Temían perjudicar ellos mismos sus precios. Pero finalmente cedieron a mi presión. Pasó una semana, una segunda, y el auto no se vendía. Después de mucho luchar, se bajó nuevamente el precio a 88.000 marcos. En vano. El auto seguía sin venderse. Nadie lo comprendía. El auto era una ganga, no faltaba clientela, pero nadie quería tener ese auto, que entretanto estaba directamente en la entrada. Tampoco por 85.000 marcos. 22
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Michaela y yo ya no comprendíamos el mundo. El dinero deseado estaba prácticamente ante nuestros ojos, pero parecía no haber ninguna forma de cómo podía llegar a nosotros. Con seguridad la solución tenía que ser simple. Al fin y al cabo hasta ahora siempre habíamos deseado con éxito. El hecho de ganar el auto era una prueba suficiente. Pese a eso no comprendíamos qué había andado mal. Entonces nos sentamos bien tranquilamente y preguntamos hacia dentro. De pronto nos dimos cuenta de las verdaderas circunstancias. No lo comprendíamos. Pero la razón rara vez lo puede ayudar a uno con una entrega exitosa. La mayoría de las veces es la intuición la que le indica el camino correcto. La respuesta era tan lógica como obvia. Yo había pedido que se me compensara la suma de nuestra película a la que había renunciado y nosotros debíamos vivir un año con eso. La cantidad que yo había pedido era aproximadamente de 80.000 marcos. ¿O no? Pero entonces – naturalmente – me pude acordar. A mí me había gustado la repetición del número divino 7. Eso significa que la cantidad exacta que yo había deseado era de 77.777 marcos. Agitado llamé por teléfono a la empresa automovilística, pero allí no se mostraron en absoluto entusiasmados. Se negaban a entregar el auto a un precio tan bajo. Recién después de una larga discusión, aceptaron de mala gana. Pasó una semana, una segunda, el auto no se vendía. Yo ya no comprendía el mundo. Ahora todo estaba correcto. ¿Por qué mi pedido no era entregado? Llamé de nuevo por teléfono. ¿Se había ofrecido el auto realmente a 77.777 marcos? Después de largos rodeos, me confesaron que yo recibiría de ellos por cierto los 77.777 marcos, pero que ellos también querían ganar un poco, y habían ofrecido el auto en 82.000 marcos. Tan sólo una vez que insistí en forma vehemente que se le colocara al auto el precio acordado, aceptaron. Tal vez solamente por deshacerse por fin de mí. No habían pasado dos horas cuando sonó el teléfono. Habían vendido el auto de inmediato a ese precio. En medio de la alegría, comencé también a enojarme un poco. ¿Por qué yo, idiota, no había deseado 88.888 o 99.999 – o el dinero para dos años? Entonces habría recibido mucho más por el Jaguar. ¿Pero habría recibido en realidad más de 77.777? Con ese dinero nos arreglamos los dos excelentemente bien. Probablemente era exactamente la cantidad adecuada que me correspondía. ¿O simplemente el pedido fue hecho con toda exactitud? ¿O fue solamente una sucesión de casualidades? 23
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Pero lo más asombroso en toda esa historia es lo siguiente. ¡Menos de un año antes, mi maravillosa Michaela también había ganado un auto! Un pequeño Toyota rojo, que todavía tenemos actualmente. ¿Cómo ocurrió eso? Pues bien, Michaela dijo que algunas semanas antes le había indicado al universo que deseaba ese auto. Pero sobre ese maravilloso premio relataré más adelante en forma detallada. Volvamos al Jaguar: Si en ese entonces hubiera anotado mi deseo por escrito, me habría ahorrado algunos quebraderos de cabeza y algunas semanas de espera. Cuando el deseo se cumplió, yo sabía sólo vagamente lo que en realidad había deseado exactamente. Lo que por cierto también ocurre bastante a menudo, es que ciertas partes de la entrega no nos gustan o ya no nos gustan. Tal vez tampoco las habíamos pensado jamás así. Entonces la mayoría de las veces estamos firmemente convencidos de que el pedido fue hecho en forma errónea. Pero lo escrito verifica la formulación original del deseo y nos indica cuán exactamente ha trabajado el cosmos y cuán inexactamente hemos formulado. Justamente por medio de la anotación por escrito del deseo, se aprende, dentro de poco tiempo, a manejarse con la diferencia entre lo deseado y lo efectivamente entregado. Ya por medio del trabajo comparativo, rápidamente uno habrá precisado su deseo de tal manera, que la vida se organiza maravillosamente. Con la formulación adecuada, desear con éxito es bastante sencillo. En todo caso, por medio de anotar por escrito nuestro deseo, tenemos una prueba de que nuestra pequeña fábrica de deseos funciona y que no es ninguna fantasía. Dentro de poco tiempo tendremos finalmente muchos de esos pequeños papelitos y nuestras dudas iniciales se convertirán por fin de asombro creyente en conocimiento convencido. Nada es tan exitoso como el mismo éxito, porque atrae más éxito hacia él. Cuando comencé nuevamente a desear, coleccioné muchos de esos papelitos. Necesitaba muchas de aquellas pruebas, porque al fin y al cabo yo venía de un colegio científico. Como se sabe, allí se forman principalmente escépticos realistas. Yo necesitaba, por lo tanto, un cierto tiempo para reeducar mi mente y convencerla de la efectividad del hecho de desear. 24
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Pero finalmente las notas también fueron suficientemente convincentes para mi razón. Ésta comprendió que eso funcionaba y ahora seguía trabajando en la dirección deseada. Me gusta por cierto trabajar con notas. En mi cuarto de trabajo, dos tableros para clavar notas cubren el largo de la pared, y de esa manera el “caos creativo” se puede abarcar con la vista. Pero esa “papelería” no es asunto de cualquiera y muchos me han contado que prefieren escribir sus deseos en un libro diario extra para deseos o en libro diario normal, con otro color. Eso tiene efectivamente varias ventajas: Por un lado, se puede comprender después cómo se ha desarrollado la formulación del deseo, desde el primer impreciso: “Yo quiero muchísimo…”, hasta la versión definitiva. La próxima vez es posible ahorrarse muchos de los pasos intermedios. Otra ventaja es que en todo momento se tienen para consultar, los deseos y el modo en que se cumplieron. Incluso años después. De eso no sólo se puede aprender para formulaciones futuras. También se tiene una prueba irrefutable en blanco y negro para la razón, cuando ésta dude nuevamente y quiera atribuirlo todo a la “casualidad”. Además, con eso siempre se encuentra nuevamente suficiente motivación para desear con éxito algo otra vez. No siempre se piensa justamente en esa posibilidad, sobre todo cuando uno nuevamente tiene el agua hasta el cuello. ¡Y al fin y al cabo simplemente entretiene anotar por escrito sus experiencias de éxito!
Formular claro, corto y preciso Mientras más preciso se es con la formulación del deseo, más exactamente se efectúa el pedido. Mientras más vaga y difusamente se procede, más posibilidades existen de obtener algo diferente a lo que uno se ha imaginado en realidad. Si se desea, por ejemplo, un armario para su sala de estar, hay que describir qué aspecto debe tener el armario y dónde debe encajar. Qué color, cuál madera, qué tamaño e igualmente qué objetos deben caber en él. Si uno no es verdaderamente preciso, hay simplemente mucha distancia entre lo pensado y lo entregado y tal vez uno reciba algún armario que ni siquiera se puede usar. Sin importar cuántos puntos tenía nuestro pedido, y cuán detalladamente lo hemos anotado, todos los puntos son entregados correctamente. 25
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Pese a eso, a veces con la entrega nos llama la atención de que había otros puntos que hemos olvidado y que ahora nos molestan mucho. Por eso no es en absoluto tan importante elaborar un catálogo con mil puntos, porque habrá otros cien mil puntos que no se nos han ocurrido y que entonces son entregados como más bien no los hubiéramos deseado. Trate de expresarlo en dos o tres frases. Eso suena como contradicción, pero no lo es. Porque mientras más preciso y corto hay que ser, más se está forzado a llegar hasta la verdadera esencia de su deseo. Si uno puede expresarlo con dos frases, sabe más exactamente lo que realmente desea. Cuando un autor debe presentar su idea a los productores, siempre se pide expresar la idea en una frase. Porque si uno no logra transmitir su historia con pocas palabras, menos lo logra con muchas. Por eso los autores trabajan muchas veces durante mucho tiempo en expresar la idea principal de la historia lo más brevemente posible. Algo muy similar les ocurre a los redactores de textos publicitarios, que a veces deben usar sólo dos o tres palabras. No obstante, en esas pocas palabras tiene que estar contenida con exactitud la esencia total. Por lo tanto, mientras más corto se formula, más preciso es el deseo. Mientras más palabras se usan, más vago y difuso es el pedido, y por consiguiente también la entrega. Una formulación de deseo más corta y exacta es esencialmente más poderosa que un escrito de dos páginas. Cuán poderosas pueden ser pocas palabras, lo he podido experimentar con suficiente frecuencia. Deseado sin querer y, sin embargo, exitosamente Con 22 años yo ya era muy conocido a través de la televisión. Pero no en el teatro. La televisión y el teatro no eran compatibles en ese tiempo. En el mundo del teatro los actores de televisión eran despreciados y se los consideraba como actores de segunda categoría. Que una estrella de televisión como yo pudiera obtener alguna vez un buen papel en un teatro famoso, se consideraba como extremadamente poco probable. Pero un día vi en el Teatro Residencial la función “Hamlet”, con Michael Degen. 26
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Esa presentación me dejó impresionado y quería a toda costa trabajar también en ese teatro. Una pretensión imposible. Ni siquiera obtuve una cita con el director Kurt Meisel o con el dramaturgo de aquel entonces. Eso me molestó tanto, que escribí toda mi frustración en una hoja grande de papel. Furiosamente decía ahí con grandes letras: “¡Yo actúo en ese teatro! ¡Todavía en este año! ¡Y yo mismo me elijo el papel!” Y para que todos pudieran ver mi sublevación, coloqué ese papel en mi pared. Corto, preciso y certero. Y yo estaba convencido de que eso ocurriría. Tres meses después me llamaron por teléfono del Teatro Residencial. Ellos querían que fuera. ¿Qué había ocurrido? Michael Degen estaba produciendo Fausto 1 y Fausto 2 y no quería ocupar los papeles con actores del mismo teatro, sino con personas nuevas, frescas, no gastadas, con actores como yo. Entonces fui a hacerle una demostración. Primero el papel de director de teatro de Fausto 1. Michael Degen me envió a la casa y después de tres días me hizo hacer el papel de alumno. Y después me preguntó de hecho, cuál papel me gustaba más y cuál quería representar. Pedí un tiempo para pensarlo y le pregunté a mi padre. Él me recomendó representar al alumno, un papel clásico que en Fausto 2 sería muy importante. Y así ocurrió que todavía en el mismo año actué en el Teatro Residencial en München, en un papel que yo mismo había elegido. Todavía en la misma semana estaba sentado con el director Kurt Meisel, quien me ofreció un contrato de tres años. Pero yo no quería comprometerme por tanto tiempo con un teatro fijo. Yo había visto a todos los colegas, que recién en la cartelera se enteraban, cuál papel tenían que representar posteriormente. Para eso simplemente yo pensaba demasiado libremente. Sin saberlo, ya entonces había deseado en forma muy exacta y precisa y lo había manifestado con una nota en mi pared. Para mí no había ninguna duda de que así tenía que ocurrir.
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Regla 3 Agradecer – el generador para desear con éxito Una vez que hemos anotado nuestro deseo en un papel, terminamos el pedido con un agradecimiento. ¡Eso es muy importante! Agradecer contiene tantos aspectos positivos para nuestro desear con éxito, que aquí sólo los puedo mencionar de pasada.
Incrementar lo bueno
Con el agradecimiento comenzamos a considerar en nuestra vida las cosas que andan bien. Dirigimos nuestra atención a los maravillosos sucesos que nos ocurren cada día. Les entregamos atención y reconocimiento. Con eso ya reconocemos que increíblemente mucho en nuestra vida ya está completamente en orden. Tomamos consciencia de cuánto hemos aceptado hasta ahora como algo obvio y de cuánta atención le hemos prestado a lo poco que tal vez todavía no esté en orden. Si escribimos espontáneamente una pequeña lista en la que estén todas las cosas que andan bien en nuestra vida, nos asombraremos de cuántas hay en esa lista. Muchas veces es justamente así, que de diez cosas ocho funcionan maravillosamente, pero nosotros siempre nos fijamos en los pocos puntos negativos. Naturalmente la carencia obtendrá importancia entonces y todo lo maravilloso se perderá cada vez más. Si siempre sólo observamos justamente lo que no nos agrada, alguna vez dejará de agradarnos la vida completa. La permanente mirada a nuestra carencia nos bloquea la vista hacia nuestra riqueza Tal vez simplemente miremos básicamente demasiado lo negativo. O vivimos demasiado intensamente comparándonos con otros. Porque la mayoría de las veces es solamente la comparación la que nos hace ser infelices. Extrañamente siempre observamos en otros justamente sólo las cosas positivas y con eso caemos en sentimientos de inferioridad, porque no podemos tener todo eso tal como ellos. El pequeño ejercicio siguiente con la lista, nos ayuda bastante bien a observarnos alguna vez a nosotros mismos desde afuera. 28
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Elige un momento tranquilo y siéntate relajado. Concéntrate en ti mismo. Obsérvate con una sonrisa. Y acuérdate de todos los momentos hermosos en tu vida. Cuánto ya has logrado. Todo lo que ya has logrado. A cuántas personas ya has ayudado. Quién ya ha sido feliz a través de ti. Obsérvate nuevamente en esos maravillosos momentos de tu vida. Obsérvalos sin melancolía. De todo eso has sido capaz hasta ahora. Esa es tu fuerza, tu talento y tu capacidad. De eso también serás capaz una y otra vez en el futuro. Todo eso lo puedes lograr reiteradamente. Y ahora obsérvate en tu entorno. Observa a tu familia, a tus amigos, a tus parientes. Tú eres importante para ellos. Porque significas algo en su vida. Tu amor hacia ellos es tu riqueza. Tú eres un apoyo y un ejemplo para ellos. Por medio de la fuerza de tus palabras, por medio de cada una de tus acciones, también cambias su vida. A través de ti ellos logran muchas cosas que sin ti quizá no las hubieran logrado. Sin tu aliento, tu protección y tu amor. Muchas veces incluso fue tal vez solamente tu pura presencia. Siente tu agradecimiento por las posibilidades que la vida te ha ofrecido hasta ahora de mostrar grandeza. Y ahora concéntrate en los momentos en que tus amigos y conocidos y tu familia te han ayudado hasta ahora. ¿Cuántas personas piensan bien sobre ti? ¿Cuántos te quieren, aunque no siempre puedan demostrarlo? ¿Cuánta fuerza y satisfacción te dan ellos una y otra vez? ¿Cuán a menudo luchan ellos contigo por la verdad, porque tú les eres importante? Y ahora obsérvate en tu entorno directo. Qué maravillosamente lo has logrado hasta ahora, pese a las condiciones a veces difíciles. Echa un vistazo mentalmente. Todo eso los has creado de la nada. Eres creador de tu propio mundo. Obsérvate lleno de bondad y calor. La vida también te da abundantemente. Siente cuán maravilloso es todo eso. Siente tu agradecimiento. Y ahora abre tus ojos y comienza a escribir todas las cosas maravillosas en tu pequeña lista. Estarás asombrado de cuánto ya marcha maravillosamente en tu vida. Y con eso ponemos en movimiento un ciclo de otro tipo. En vez de cavilar siempre sobre nuestros problemas, reconocemos lo bueno que ya existe en nuestra vida. Mientras más a menudo hacemos el ejercicio, más claramente nos damos cuenta de las cosas de nuestra vida que trabajan para nosotros. Nos damos cuenta que la vida ya fluye en muchas áreas.
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Por medio de agradecer se multiplica lo maravilloso. A lo que uno dirige su atención, le suministra energía. Por medio del agradecimiento se multiplican todas las cosas buenas que ya hay en nuestra vida, porque se les suministra más energía. La vida se hace cada vez más maravillosa, porque uno adapta su consciencia a las cosas buenas de su vida. El agradecimiento llena el corazón. El agradecimiento lo convierte a uno en una fuente pura de energía. Mientras más clara y pura sea la energía, con mayor rapidez y precisión pueden actuar todos nuestros deseos.
Traer al presente Pero la idea básica del agradecimiento no es solamente unirse con el universo y con el flujo de la vida, sino también trasladar al presente el suceso deseado. En el momento en que agradecemos, el deseo es escuchado y ya se manifiesta. Porque agradecer traslada el deseo al presente. Eso es comparable con el amén al final de una oración. Amén, traducido, significa: ¡Realmente, ciertamente! Así es ahora. Las energías de la oración y del deseo son muy parecidas. En ambos casos llamamos a un orden superior y pedimos una solución. Las dos las sellamos o las terminamos con el amén o con el agradecimiento.
Fortalecer la fe
El agradecimiento elimina también todas las dudas y preocupaciones. Se cree en la realización. Se está seguro. Tal como en la vida cotidiana, uno agradece solamente por las cosas que ya están confirmadas. “Gracias porque haces eso por mí”. Se agradece entonces solamente por aquello que se está absolutamente seguro de que se realiza. Con el agradecimiento confirmamos nuestra petición. El deseo está sellado. Es como la firma en un documento. Ahora ya no hay más espacio para dudas. Eso funciona también en las situaciones más desesperadas, como las que experimentamos una y otra vez Michaela y yo. Tal como ya he mencionado, Michaela y yo nos ganamos dos autos dentro de un año. Del asombroso premio del Jaguar ya he relatado. Y menos de doce meses antes, había sucedido un “milagro” muy similar.
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El deseo de tener un auto Michaela tuvo un accidente con uno de los dos autos que teníamos y vendimos ese viejo cacharro que había quedado gravemente abollado. En ese tiempo yo tenía que viajar todos los días de Bonn a Köln para la preparación de nuestra película “Y ese es recién el comienzo”. Es decir, necesitábamos urgente un segundo auto para Michaela. ¿Pero de dónde sacar? Simplemente desear. En vez de enojarnos por el accidente, le dimos la bienvenida al cambio en nuestra vida y estábamos dispuestos a permitir un nuevo auto. ¿Cómo? Eso ya no debía ser nuestro problema. Algunas semanas después, cuando ya habíamos olvidado el deseo hacía tiempo, estábamos invitados a una gala en Köln, donde compramos formalmente números de rifa para un beneficio, pero el sorteo se hizo esperar eternamente. Al final ya estábamos cansados, le entregamos los números a una pareja de amigos y nos fuimos a casa. A la mañana siguiente el amigo nos despertó. Pasaría de inmediato por nuestra casa, uno de nuestros números había ganado, pero solamente algo pequeño, pero él quería entregarnos personalmente nuestro pequeño premio. Estábamos grabando en nuestra cocina. Allí habíamos construido una pequeña cámara y Clelia Sarto hablaba para un papel en nuestra nueva película, cuando apareció el mencionado amigo. El regalo que él mantenía en alto era realmente pequeño. Era una llave. Una llave de auto. El auto al cual pertenecía esa llave estaba en el salón de los estudios MCM listo para retirarlo. El número de sorteo de Michaela había sido efectivamente sacado en la noche como ganador principal. ¡Y todo eso sin que la prensa hubiera sabido algo! – Era casi fantasmal, porque el deseo más secreto de Michaela era, que incluso si alguna vez ganara algo grande, nadie debía saberlo. A ella no le gusta cuando tales cosas se divulgan. La situación era realmente casi grotesca. Cuando entramos al salón, los operarios ya estaban desmontando la gala. Y en medio de todo el movimiento estaba nuestro auto solitario, abandonado, olvidado y, sin embargo, todavía a la vista de todos. Nadie se preocupó de nosotros cuando fuimos hacia el auto. No se hicieron preguntas, cada uno estaba ocupado consigo mismo. Sacamos la llave, entraba bien. Con el corazón palpitando hicimos funcionar el auto. El motor ronroneaba en forma sobresaliente. Michaela no podía entender en absoluto su suerte. Metimos todos los globos de felicitaciones en el auto y salimos inadvertidos del salón, pasando por el 31
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lado de los operarios y de las maquinarias de construcción, en medio del mayor tumulto. Michaela se sentía profundamente agradecida y aceptada por el universo. Algunos días después nos enviaron los documentos. A propósito, todavía andamos en ese auto e incluso es el único que tenemos actualmente. Nuestro deseo se había cumplido nuevamente entonces del modo más maravilloso. Estábamos felices. ¿Quién no lo estaría naturalmente? Pero en rigor, simplemente sólo había sucedido lo que habíamos deseado y atraído a nuestra vida al desearlo. Increíble, pero, sin embargo, tan simple.
Simplemente entregar los problemas El agradecimiento ofrece, además, otra ventaja. El agradecimiento confirma que finalmente uno ha entregado la búsqueda de la solución de sus problemas. Lo maravilloso de desear con éxito es que podemos simplemente entregarles a “otros” nuestras preocupaciones y problemas y confirmar eso con el agradecimiento. “Querido cosmos, queridos ángeles, querido Dios o quienquiera que esté encargado de eso, encárguense por favor de eso y háganme saber si puedo hacer algo. Pero yo espero señales claras. Porque ahora yo hago lo que ustedes más prefieran. Dejo que me vaya bien. Les agradezco por su ayuda”. Desde ese mismo momento no necesitamos más dedicarnos a eso. Porque de lo contrario eso significaría que dudo de aquellos a los que les he encomendado el asunto. Cuando hemos realmente entregado nuestros problemas, sabemos que se están encargando de ellos y podemos disfrutar el día nuevamente de buen humor. Entregar los problemas en vez de hacerlos girar Eso es exactamente lo que yo hago desde hace años con mis preocupaciones. Simplemente los entrego. Ya no cavilo más, no hablo más permanentemente conmigo mismo o mentalmente con otras personas, ya no pienso variantes y alternativas, no hago girar problemas de un lado para otro, no trato de forzar una solución de acuerdo con la razón. Simplemente entrego. Y tan sólo cuando recibo un impulso para entrar en acción, lo hago. Y de hecho eso es la mayoría de las veces lo correcto. El “entregar los problemas” he tenido primero que aprenderlo por cierto.
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Cuando fui abandonado de la noche a la mañana Hace muchos, muchos años, yo había sido hundido en la más profunda desesperación en forma totalmente sorpresiva. Mi pareja de aquel entonces, con la cual había convivido cinco años, había conocido a otro hombre. Ella quería estar junto a él. Pasaba sus días y sus noches con él y yo me encontraba en la más profunda desdicha. No comía nada y no podía dormir bien de puro mal de amores. Eso me destrozó el corazón. Lloraba, rabiaba, me desesperaba. Además, la prensa informaba ampliamente del feliz nuevo romance de ellos dos y me consideraba como perdedor, como la innecesaria quinta rueda, como fracasado, que solamente estorbaría el nuevo amor. Herido profundamente en mi interior, expuesto a la opinión pública, alcancé el punto más bajo. Entonces, después de una semana, me llegó un libro a las manos, en el cual, entre otras cosas, aparecía esta oración: Señor, dame la serenidad para aceptar cosas que no puedo cambiar, y el valor para cambiar lo que puedo cambiar. Y la sabiduría para diferenciar lo uno de lo otro. Leí eso más bien de pasada. ¿Qué podría ayudarme una oración en mi situación? A la mañana siguiente, después de diez días de la más profunda desesperación, pronuncié de nuevo esa oración mentalmente. En mi agotamiento ya no había nada más que retener, nada más por qué luchar. Mi pareja quería vivir con ese otro hombre, ya no había nada que cambiar. Me di por vencido. Estaba derrotado. Me entregué por completo. Entonces las palabras dichas en forma distraída comenzaron repentinamente a desarrollar una vida propia. Yo estaba animado. Como si alguien hubiera encendido una luz, yo estaba satisfecho, inundado de la más profunda confianza. En mi casa comencé a bailar, a cantar, a cocinarme algo; en mi más profunda desdicha yo estaba feliz. La experiencia de felicidad era tan enorme, que repetidamente se me asomaban lágrimas en los ojos. 33
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Ese estado duró casi un año. Invadido de profunda felicidad, yo experimentaba el mundo de un modo completamente nuevo. Lleno de esa sensación de ser llevado, de la conexión con el universo, o con Dios, o con mi Yo superior, o como se le quiera llamar, yo estaba completamente feliz. Todo era irrelevante y fundamental al mismo tiempo. Mi pareja regresó a mí. Ella sentía la fuerza que salía de mí. Pero yo ya no encontré el amor anterior hacia ella. Sentía deber de protección y respeto, aprendí a perdonar y a reconocer errores propios. Pero ante todo aprendí a permitir que el amor viniera hacia mí y a dejarlo fluir dentro de mí en cada acción. La prensa me ofreció informar detalladamente sobre mi visión de las cosas, me ofrecieron desagravio, pero de pronto eso ya no era importante. Yo estaba feliz y satisfecho. No, la opinión pública ya no me era importante. Quien quisiera ver la verdad, la vería. Mi razón habría dicho seguramente algo diferente, pero yo le pregunté a mis sentimientos, a mi intuición y desde ese día eso me ha resultado muy bien. Tan sólo mucho después estuve consciente de qué había causado mi sensación de felicidad: Yo simplemente había entregado mis preocupaciones. Todo el peso había salido de mí. Desde ese momento pude organizar mi vida libremente y con naturalidad. Podía disfrutar mi vida. No había nada que tenía que forzar. Se cuidaba de mí. ¿Para qué preocuparse por algo que no se puede cambiar? No tiene sentido y es un derroche de energía. Yo podía utilizar toda mi energía para la creación de lo hermoso en mi vida. A través de esa experiencia me enteré que la mayoría de los problemas extrañamente sólo lo son en nuestra mente. Porque casi siempre lo que primero he sentido como negativo, después ha resultado ser por mi bien. Da lo mismo si ha sido el tranvía que se me ha ido, el guión rechazado o el rechazo de mi pareja. Detrás siempre ha esperado algo superior y me ha guiado hacia un nuevo “milagro” fantástico. Todo sucede por mi bien Esa es la profunda certeza que tengo desde ese entonces. Todo lo desagradable, “negativo”, es solamente una corrección, que me lleva de vuelta a mi camino hacia la felicidad. Por medio del drama del amor quedé nuevamente libre para otra pareja, y de ese modo conocí a Michaela. La mayor felicidad en mi vida. 34
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Regla 4 Convencer a la razón De nuestra infancia hemos aprendido la manera más rápida de que se nos cumplan nuestros deseos: mendigar, lloriquear y gritar todo el tiempo necesario hasta que por fin recibamos el chupete. Pero con desear funciona justamente al revés: No mendigamos, no indicamos lo que nos falta ni lo desdichados que somos por eso – totalmente al contrario: Nosotros sabemos que recibimos lo que deseamos, que eso nos corresponde y que siempre está a disposición. Eso significa para la mayoría de nosotros, cambiar primero su modo de pensar: ¿Cómo es eso de que todo está siempre a disposición? ¿Por qué funciona en realidad desear? Hasta ahora he usado la idea del universo como una enorme empresa de venta por correspondencia, pero ahora dediquémonos un poco a los aspectos físicos de fondo, para que también nuestra razón esté convencida de que nuestros deseos efectivamente se cumplen. No hay que preocuparse, no es difícil, solamente tiene suspenso. La mayoría de eso ya lo hemos escuchado en clase de física, aunque tal vez eso era un tema aburrido que no tenía ninguna relación con nuestra vida. Ahora los hechos adquieren una nueva vida. Conectados unos con otros, producen una imagen completamente nueva de la realidad. Solamente tenga valor y aventúrese en ese viaje al mundo más allá de lo visible. Para nuestra razón ese viaje es indispensable, para que desear con éxito se haga “comprensible” para ella y apoye nuestros esfuerzos en el futuro.
Un poco de física Todo es energía. No existe otra cosa que energía. También la materia es pura energía. También nosotros los seres humanos estamos formados exclusivamente de energía. Igualmente los pensamientos, los sentimientos, las emociones, sucesos y situaciones, son solamente diferentes manifestaciones de energía. 35
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¿De qué consta entonces la materia? De partes diminutas que se llaman átomos. Los objetos se diferencian básicamente sólo por el tipo de átomos de que están compuestos y por la forma en que éstos están ordenados. Toda la materia de este mundo está compuesta solamente de esos átomos. Los átomos se unen con otros átomos, contraen cohesiones mayores o vuelven a separarse. Los átomos se pueden dividir en partículas subatómicas todavía más pequeñas, básicamente en protones, neutrones y electrones. De un modo simplificado, podemos imaginarnos eso así: Entre los protones y neutrones que forman el núcleo del átomo, y los electrones que giran en órbitas alrededor de éstos, hay mucho espacio vacío. Inimaginable pero cierto: Si el núcleo de un átomo fuera del tamaño de una arveja, la cubierta de electrones estaría a 170 metros de distancia. Entonces la mayor parte de lo que “vemos” es sólo vacío. Sin embargo, lo percibimos como materia. Solamente lo percibimos así, en realidad no es así. Nada es como lo vemos. Nosotros solamente captamos las diferentes vibraciones y procesamos las informaciones en nuestro cerebro, formando la idea de algo concreto. Las “traducimos”. Después que casi todas las personas las traducen de un modo muy similar, por lo menos suponemos eso, también “vemos” y “sentimos” las cosas de un modo muy similar. Los colores, por ejemplo, en realidad no existen en absoluto tal como los percibimos. Llegan vibraciones a nuestros ojos, ahí son transformadas en impulsos eléctricos y nuestro cerebro produce lo que “vemos”. Las diferentes frecuencias de colores producen incluso emociones en nosotros, hacen vibrar algo en nosotros. Por eso sentimos algunos colores como fríos o cálidos, aunque el material mismo siempre tiene igual temperatura. Todo se compone entonces de átomos, éstos a su vez de partículas subatómicas y éstas son a su vez una enorme acumulación de energía. Tan sólo una vez que comprendamos que cada objeto de esta Tierra, cada persona y cada situación solamente son energía en diferentes formas, podremos darnos cuenta de qué manera podemos influir sobre la materia. En 1933 los físicos Marie y Pierre Curie observaron cómo se puede originar materia de la “nada”. Descubrieron científicamente que la energía se puede transformar en masa.
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Aquí entra en juego ahora un elemento muy importante para nuestro desear con éxito: la energía se puede dirigir, y justamente por medio de la fuerza del pensamiento. Nuestros pensamientos son algo así como una pistola láser que puede dirigir la energía sobre un punto. La luz de una ampolleta y la de un láser se diferencian esencialmente en que una es difusa, los protones se mueven en todas direcciones, y la otra es dirigida. Exactamente así, nuestra fuerza de pensamiento dirige la energía que existe siempre y en todas partes, de manera que ésta se condensa en una forma determinada. • Nada es como lo vemos. • La materia es energía, se origina por medio de energía y es mantenida en su estado por medio de energía. • Si no hay energía, no hay materia. • La energía se puede dirigir. • Cada pensamiento es pura energía y actúa a su vez sobre la energía. Si la energía produce materia y los pensamientos son pura energía, permanentemente se originan, alrededor de nosotros, cosas que nosotros materializamos. Porque al fin y al cabo nosotros pensamos permanentemente. Para dirigir concretamente nuestros deseos a nuestra vida, solamente tenemos que hacer las siguientes cosas: • Utilizar la fuerza de los pensamientos. • Desarrollar la capacidad de hacer repercutir lo que deseamos. Para eso hacemos uso de dos leyes. 1. La ley de la conservación de energía Existe una ley física fundamental, según la cual se forma toda nuestra vida. Ésta dice, tal como ya hemos escuchado, que cada forma manifestada se compone de energía y se puede convertir en otra forma. Pero también dice que la energía jamás se pierde, sino solamente se puede transformar. Puede cambiar, se puede transformar, pero jamás desvanecerse en el aire. El filósofo naturalista Demócrito (460-371 a.C.) descubrió que en realidad nada de este mundo puede desaparecer, sino siempre sólo transformarse. Sobre esa teoría se basa nuestra física actual. 37
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¿Pero qué significa eso para nuestro desear con éxito? Tal como la materia se puede convertir en otras formas o en energía invisible para nosotros, también una energía, que primero ha sido invisible, se puede convertir en materia. Y nosotros podemos influir sobre esa conversión de las formas. Siempre es solamente la energía la que crea nuevas formas. La energía es dirigida y mantenida por medio de la consciencia. Lo que pensamos se materializa. Eso también puede ser lo aparentemente imposible. Como ganar dos autos dentro de un año, encontrar el gran amor de su vida, el trabajo adecuado, la casa ideal o también solamente una lavadora usada. Porque cada deseo es energía. Éste es enviado y quiere concretarse, es decir, transformarse en materia. Mientras más intensos son los pensamientos que se envían, más poderosa es la energía. Mientras más fuertemente estén cargados emocionalmente, más fuerza de empuje adquieren. Desgraciadamente en lo negativo también es así. También los pensamientos negativos quieren consolidarse. A la energía le da lo mismo lo que nosotros pensemos. No hace diferencia entre bueno y malo, no conoce moral y tampoco evalúa. A la energía le da lo mismo en lo que se transforme. Simplemente sólo cambia de forma. Al hacerlo, obedece a la ley fundamental: La energía sigue siempre a la atención. Si somos desdichados, enviamos muy a menudo pensamientos negativos al cosmos. “Soy tan desdichado”. “Me va tan mal”. “Nadie me quiere”. “Soy para compadecerse”. “”Todo es irremediable”. – Todas esas son órdenes energéticas para el universo. Nuestra desgracia se reforzará. Pero el mismo principio puede trabajar para nosotros. – La energía mental es enviada y se condensa. Se juntan diferentes energías, personas las cogen al vuelo, las consideran ideas propias, experimentan y trabajan en eso y de pronto está ante la puerta la pareja deseada, el suceso esperado o el objeto largamente anhelado. Todo es solamente una forma de energía.
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En rigor existe en nuestro mundo un surtido increíble de todo. Es sólo cuestión de distribución. Hay de todo. Para todos. También para nosotros. Es sólo cuestión de oferta y demanda. Depende de lo que demandemos energéticamente, se distribuye o se construye de manera que entre en nuestra vida. Si vivimos en un mundo de carencia, nosotros hemos encargado justamente esa carencia. Lo que recibimos es la experiencia de carencia, mientras que nuestro vecino tal vez nada en riqueza, porque simplemente sólo ha pedido riqueza en su vida. Una vez que hayamos comprendido que hay de todo y que nuestra realidad solamente se orienta por lo que pedimos, nuestra vida se desarrollará de un modo completamente diferente. Porque la energía puede adoptar cualquier forma. Todo existe en abundancia, pero sólo se distribuye según la demanda. Desear no es otra cosa que una gigantesca bolsa energética de cambios. Buscado – encontrado. Entregamos energía, recibimos energía. Nosotros construimos nuestro mundo según nuestro mundo imaginario. Formamos, condensamos, impedimos o destruimos. La energía está siempre presente y podemos formarla a voluntad o atraerla de acuerdo con nuestros deseos. Aquí entra ahora en juego la ley de resonancia. 2. La ley de resonancia Ésta dice que lo igual siempre atrae a lo igual. Lo diferente, en cambio, se repele. Lo igual se refuerza incluso por medio de lo igual. Repercute. Conocemos eso del piano. Si se toca una cuerda, las cuerdas afinadas iguales comienzan también a vibrar, mientras que las otras cuerdas, que están afinadas en otra frecuencia, permanecen completamente inalteradas. Nuestros pensamientos también son energías que vibran en una frecuencia determinada. Por lo tanto, pensemos lo que pensemos, ponemos en movimiento lo que vibra en la misma frecuencia. Eso naturalmente también funciona al revés. Todo lo que allá afuera en el mundo vibra igual que nuestros pensamientos, también nos pone a nosotros en movimiento. Nuestros pensamientos son como imanes invisibles, que atraen todo lo que se les parece. ¿Por qué reciben aún más justamente aquellos que más tienen? Porque ellos piensan así. Porque en su mundo imaginario no existe otra cosa. Porque viven en la vibración de la riqueza. 39
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El éxito atrae al éxito, la desgracia atrae cada vez más desgracia. Cuando estamos enamorados, adicionalmente a nuestra felicidad amorosa, también funciona mejor todo lo demás. Naturalmente, porque observamos el mundo con ojos positivos. Pensamientos positivos crean un mundo positivo. Todo parece entonces resultarnos bien. Nuestras frases son entonces: “Soy tan feliz”. “El mundo entero está a mis pies”. “Todo va bien”. Y efectivamente el mundo está realmente a nuestros pies, porque el cosmos también toma esas frases y las procesa. Sin embargo, en el momento en que cambiamos nuestra opinión y ya no nos sentimos llevados por el amor, observamos el mundo de un modo más crítico y nuestras frases de deseos son entonces muy diferentes: “Él no me quiere”. “Ella con seguridad me engaña”. “A mí no se me puede amar en absoluto”. “No soy hermoso”. “Me siento chico y feo”. “Todo el mundo está en mi contra”. Y de acuerdo con el cambio de nuestras frases de deseos, dentro de poco tiempo cambiará por completo la experiencia. Uno recibe la confirmación de sus pensamientos, sin saber que uno mismo es el verdadero causante. Si nos observamos una vez durante un día, podemos constatar cuántas de aquellas frases de mandato pronunciamos interiormente casi en forma permanente. La vibración es vibración y repercute con nuestros pensamientos y opiniones. Eso rige naturalmente para todas las áreas. Sean positivas o negativas. Si algo vibra completamente diferente a nosotros, no lo percibiremos en absoluto. Pero eso no significa que para otras personas tampoco exista o que en general no exista.
Además, un poco de biología “Yo creo solamente lo que realmente veo”, “Energía, vibración – eso tienes primero que mostrármelo”; esas y otras frases parecidas escuchamos una y otra vez de parte de los “realistas” empedernidos. Lo chistoso de eso es que ellos, además, están orgullosos de eso. Por qué eso es un chiste y qué podemos explicarle a nuestra propia razón, si ésta ocasionalmente nos confunde con tales dichos, lo sabrá usted con esta excursión en la biología. Es un hecho que nosotros podemos percibir con nuestros órganos de los sentidos sólo la más mínima parte de la realidad que nos rodea. 40
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Con nuestros ojos podemos ver solamente el 8% del espectro de luz existente.
Nosotros no podemos darnos cuenta de la realidad. Eso significa que el 92% de la realidad se cierra ante nuestros ojos. Y con los otros órganos de los sentidos es todavía peor. Aunque sabemos que existe ese 92%, hacemos como si no existiera en absoluto. Y eso solamente porque no podemos percibirlo. Confiamos más en nuestra percepción que en la verdadera realidad. Mantengámonos en que nuestra percepción de la realidad no es en absoluto real. Hay una historia al respecto que lo ilustra muy bien. Unos ciegos tocan un elefante. Aquel que toca una pierna dice: “Un elefante es redondo y duro”, otro toca la trompa y opina: “Un elefante es delgado y vuela permanentemente de un lado para otro”. Exactamente así nos formamos una idea: Lo poco que percibimos, lo completamos formando una idea propia y luego estamos convencidos de que esa es la realidad. ¿Y según qué criterio formamos la idea? ¡De acuerdo a lo que ya conocemos! ¿Qué ocurre entonces con las cosas que por lo menos, gracias a nuestros sentidos, podríamos reconocer? ¿Cómo nos manejamos con el “escaso” ocho por ciento que podemos percibir? ¿Lo captamos realmente por completo? Lo que no “percibimos” no existe para nosotros Aunque es solamente un ocho por ciento de la realidad, se trata, pese a eso, de millones de diferentes influencias por día. Tonos, ruidos, imágenes, pensamientos, conversaciones, música, ruido, reaccionamos al peligro, a las emociones, al ajetreo y a la rapidez, contestamos cartas, llamadas telefónicas, E-Mails, tomamos decisiones para nosotros y para otros, leemos libros, revistas, revistas técnicas, somos bombardeados con propaganda, experimentamos desilusiones y rechazos e interactuamos con otras personas. Hay que procesar diariamente informaciones tras informaciones. De un mínimo de éstas podemos ocuparnos realmente, porque ocuparse de algo significa tomarse tiempo para eso. Pero justamente es el tiempo lo que solamente tenemos limitado.
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Por ese motivo, la razón no quiere y no puede procesar todo; eso simplemente haría estallar su capacidad. Por eso ella simplemente se desconecta para muchas cosas. Principalmente son cosas que ya conoce y con las cuales está familiarizada. ¿Por qué debería alarmarse por cada auto que se acerca? La mayoría de lo que conocemos es suprimido entonces de manera completamente obvia e inconsciente, para que tengamos suficiente tiempo para las cosas que nos son importantes. Si uno, por ejemplo, está parado en un paradero de buses, con seguridad no podrá decir después cuántos autos han pasado. Simplemente no era suficientemente importante como para ocuparse de eso. Igualmente no es importante, cuáles personas y cuándo subieron o bajaron a un bus o cuántos transeúntes atravesaron la calle con la última luz verde del semáforo. Tal vez hayamos enfocado nuestra percepción al periódico o mentalmente estábamos todavía con nuestra pareja o ya en la futura reunión en la oficina. Nosotros siempre captamos conscientemente sólo una pequeña parte del mundo perceptible. Y justamente aquella parte que consideramos importante y apropiada para nosotros. Inconscientemente captamos aproximadamente 11.000 impresiones por segundo y las almacenamos en nuestro cerebro, sin que sepamos algo de eso. En forma consciente percibimos solamente nueve impresiones por segundo. Eso significa que nuestro subconsciente almacena innumerables cosas de las cuales no sabemos nada en absoluto. En forma consciente percibimos solamente una milésima de las cosas que fluyen hacia nosotros. • Del ocho por ciento de todas las cosas, percibimos conscientemente otra vez sólo una milésima y consideramos eso como la verdad universal. La realidad que experimentamos es entonces extremadamente pequeña en relación con la realidad total que nos rodea. No podemos percibir el mundo en toda su magnitud. Cada día decidimos una milésima parte consciente y predominantemente en forma inconsciente, hacia dónde dirigimos nuestra atención. Todo lo demás no existe para nosotros. 42
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Si hemos suprimido ciertas cosas de nuestras vidas por un tiempo suficiente, ni siquiera creemos que para otros puedan existir. ¡Pero esa no es la verdad! Ese es solamente el intento de la razón de formar una imagen de tres piedrecitas de mosaico. Las otras mil piedrecitas de mosaico que están alrededor no las percibe, no entran en la imagen. De ese modo se confirma ella misma que su percepción es correcta y nos simula que no existe nada más que lo que experimentamos. “No tengo ni la más mínima molécula de confianza que habrá otro viaje en aeronave que no sea con un globo”. (Lord Kelvin, físico) ¿Pero qué hacer si queremos tener una imagen con más facetas, si deseamos vivir en una realidad más colorida que nos ofrezca más posibilidades? ¿Si queremos invitar a otra realidad a nuestra vida? Lo primero es tomar consciencia de que efectivamente existe más de lo que hasta ahora hemos percibido. La razón acepta nuevas cosas desconocidas en capas más profundas, tan sólo una vez que por lo menos las haya escuchado o leído tres veces. Por eso es bueno e importante para la razón leer este capítulo a menudo. Le ayuda a desprenderse de sus arraigados patrones de pensamiento. Lo segundo es dirigir nuestra atención a las áreas deseadas. Tenemos entonces que hacer vibrar otros pensamientos, para que en nuestra vida ocurra algo diferente y nuevo.
Elevar la frecuencia de vibración Eso es como cambiar una emisora en la radio. Giramos un poco en nuestra propia frecuencia, con la que dejamos entrar cosas. ¿Pero cómo hacemos eso? Podemos, por ejemplo, elevar nuestra vibración, al pensar en cosas hermosas o al entonar nombres sagrados. Ya el hecho de cantar la palabra sagrada OM o la repetición de frases positivas de afirmación, eleva nuestra vibración mental en áreas que hasta el momento no conocíamos, y con eso deja entrar en nuestra vida cosas que en el plano del mundo físico externo son aparentemente inalcanzables. Los pensamientos positivos tienen también una vibración más alta que los negativos. 43
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Enviar deseos positivos es en todo caso igualmente un giro en la emisora. Se llega a estar más despierto para las cosas que hasta el momento no existían en nuestra vida, pero que igualmente revolotean ahí “afuera” ofreciéndose. Mientras uno no se haya metido en la frecuencia deseada, no las puede percibir. No las puede ni oír ni tocar. Si uno quiere desear con éxito, tiene que meterse en lo nuevo, de lo contrario no lo puede percibir. El hecho es que cuando retenemos algo por un tiempo suficientemente largo en nuestra consciencia, eso es forzado a materializarse en el mundo exterior. Pero desgraciadamente nuestra consciencia no es la única instancia que envía energía regularmente. Tenemos una parte mucho más insistente en nosotros, que igualmente pronuncia deseos permanentemente. Y por eso nos ocuparemos ahora de la siguiente pregunta: ¿Qué es exactamente lo que uno retiene constante y repetidamente en su subconsciente? ¿Con qué filtra uno inconscientemente boicoteador interno?
sus deseos? ¿Existe un
Creencias Cuando los deseos no se cumplen, casi siempre existe un segundo deseo que es más fuerte que el primero. Ese segundo deseo, con seguridad trabaja entonces contra el primero. Y por cierto en forma más permanente y con una convicción esencialmente mayor. ¿Qué ocurre entonces la mayoría de las veces que deseamos algo? Si uno observa con más exactitud su procedimiento para desear, se da cuenta que se dedica a su deseo tal vez diez minutos al día. Uno lo refuerza, tal vez también se lo imagina, lo visualiza y pasa entonces nuevamente a la vida cotidiana. Pero las 23 horas y 50 minutos restantes uno cree que eso de todos modos no funciona, que todo es una tontería y que en realidad a uno de todas maneras no le corresponde el cumplimiento del deseo. Uno es un perdedor. La suerte la tienen siempre los demás. ¿Cuál deseo tiene tal vez más fuerza? ¿Cuál deseo es tal vez más perdurable y poderoso?
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A menudo los pensamientos en la consciencia y las convicciones en el subconsciente son muy diferentes o incluso opuestos. Incluso cuando el deseo se hace perceptible, no sabemos que hacer con el regalo, la oportunidad pasa sin ser aprovechada. Entonces ocurre que uno desea algo intensamente, pero interiormente no está en absoluto dispuesto a aceptarlo. El anhelo va en una determinada dirección, pero en verdad no somos en absoluto capaces de desempeñar realmente el nuevo papel. En todo caso, a mí me ha ocurrido así. Años de adelanto a mi desarrollo Ya hace 20 años yo tenía el profundo deseo de escribir. ¿Pero qué? ¿A quién le interesaría lo que yo tenía que comunicar? Yo no sabía exactamente sobre qué debía escribir y tampoco para quién. Pero tenía el deseo. Claro y rotundo. Quería que apareciera un libro mío. Pronunciaba el deseo, agradecía y confiaba. Algunas semanas después yo estaba tarde en la noche en el bar de una discoteca en Berlín. Inesperadamente un hombre se dio vuelta hacia mí y me habló. “Usted escribirá. Y para mí”. Yo no entendía lo que quería ese hombre de mí y sólo me reí simplemente. Pero él permaneció completamente imperturbable. “Escribirá algo que solamente usted puede escribir. Y yo lo editaré”. Me pasó su tarjeta. Era efectivamente editor. Y de una de las casas editoras más grandes. “Usted ni siquiera sabe si yo puedo escribir”, contesté. “O si quiero escribir siquiera”. ¿Le habría hablado de lo contrario?, me preguntó sonriendo. “Usted escribirá algo, y por cierto algo que irá muy profundo. Cuando ya esté listo, llámeme por teléfono”. Yo estaba conmocionado. Mi deseo se había cumplido. Sin haber escrito ni una línea, ya tenía un editor. Pero yo todavía no estaba en absoluto preparado para eso. De puro miedo de no poder ser capaz, naturalmente no lo llamaba por teléfono. No escribía ni una sola línea. En vez de eso tenía enormes conflictos con mi pareja. Ella estalló en lágrimas porque yo por fin había encontrado mi destino y ella no. Por muchas semanas me acosó con su envidia y sus celos y yo caí en mi sensación de inferioridad. No se podía esperar que yo fuera capaz de escribir. 45
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El cumplimiento de mi deseo solamente me había traído disgustos. En vez de aprovechar la oportunidad, me escondía ahí donde tenía éxito: en el escenario y decía los textos de otros autores. Al mismo tiempo tenía la deprimente sensación de no haber aprovechado la oportunidad en el momento preciso. Me sentía como un fracasado. Y todo solamente porque había deseado algo que todavía ni siquiera podía efectuar. Mi deseo se había cumplido, pero yo no podía aprovechar la oportunidad, porque profundamente en mi interior había convicciones totalmente diferentes. “No puedo escribir. Eso no le interesa a nadie. Solamente hago el ridículo. Soy un fanfarrón. Soy un charlatán. Si realmente me muestro, todos podrán ver que no soy capaz de nada”. El mundo se origina por medio de la fuerza del pensamiento. Una y otra vez de nuevo. Cada día y cada noche. Nosotros llegamos a ser lo que pensamos. Sólo tenemos entonces que examinar lo que pensamos. ¿Cuáles programas mentales transcurren realmente, para que nuestra vida se forme como la estamos experimentando? No siempre es realmente simple detectar todos los programas propios. Muchos transcurren en forma completamente inconsciente. ¿Qué tipo de programas son esos? La forma más fácil de reconocerlos es en nuestras actitudes y opiniones hacia la vida. Los programas más fuertes trabajan a través de nuestras creencias. ¿Cuáles patrones de creencia tenemos?
Reconocer patrones de creencia Desde nuestra infancia suprimimos de nuestra vida innumerables cosas. Adoptamos las ideas de nuestros padres y abuelos, de nuestros hermanos y profesores. Crecemos en el mundo de ellos. Todo lo que hemos aprendido de ellos, cómo nos trataban, lo que nos decían, y naturalmente también, cómo trataban con ellos mismos y con otros, cómo solucionaban sus problemas, cómo llevaban su vida de pareja y cómo enfrentaban al mundo, todo eso nos ha marcado intensamente. Sin cuestionar esas cosas o examinar su contenido de verdad, las hemos adoptado para nosotros. Desde entonces limitamos nuestra percepción a las cosas que creemos Y porque solamente lo que percibimos es verdadero para nosotros, nos 46
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sentimos reforzados en nuestra creencia. Lo que yo creo, se hace realidad. Lo que no creo, no puede ocurrir en mi vida. El hecho es que uno mismo se aparta de la plenitud de la vida por medio de su creencia. Las creencias son órdenes. Vivimos en un ciclo de experiencias que siempre se repiten, porque las creamos permanentemente por medio de nuestros limitadores pensamientos. Nos construimos nuestro mundo de acuerdo con nuestra creencia. Nos sentimos confirmados en nuestra creencia y pensamos todavía más intensamente en esa dirección. Aquello que creemos nos ocurrirá. Pero nosotros también podríamos pensar totalmente diferente. Entonces algo muy diferente se haría realidad en nuestra vida. Sin embargo, no siempre es tan fácil cambiar su forma de pensar. Muchas de nuestras creencias están tan arraigadas en nosotros, que muchas veces cuesta desprenderse de ellas o modificarlas. La mayoría de las veces es incluso difícil distinguirlas siquiera. Pero existe un medio de ayuda muy bueno. Antes de que siga leyendo: Marque con una cruz cuáles de las siguientes frases podrían provenir también de usted. ¿Cuáles de esas declaraciones son también declaraciones suyas? ¿Cuáles cosas ha adoptado de los padres, hermanos, profesores, amigos o de la televisión?
Yo no sirvo para nada Eso no me corresponde Nunca seré feliz ¿Quién me va a querer a mí? Yo no logro eso Otros son mejores que yo No existe ningún dios El sexo es malo El amor es siempre utilizado No existe el verdadero amor Quien ama es engañado Jamás tengo dinero Otros son mejores que yo en la cama No creo que de eso resulte algo Jamás haré eso correctamente 47
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El amor hay que merecerlo De todos modos no me toman en cuenta ¿Qué diablos puedo cambiar yo? Es preferible ceder que entrar en conflicto De todos modos voy a perder otra vez Tal como soy realmente, no es posible que alguien me quiera Jamás obtengo lo que quiero Si demuestro cómo soy realmente, todos me abandonarán Debería avergonzarme Todo estaría bien si… En asuntos de dinero se acaba la amistad En realidad… Yo no debería… Todo es culpa mía Nadie me hace caso No comprendo a las mujeres No comprendo a los hombres Nadie se preocupa por mí Yo no puedo bailar No puedo calcular Hago todo mal Otros tienen mejor sexo que yo Realmente no puedo satisfacer a un hombre Realmente no puedo satisfacer a una mujer Jamás haré carrera Siempre tengo mala suerte No hay que hablar de sexo Me miento constantemente a mí mismo Ya no confío en nadie Ya no confío ni en mí mismo Masturbarse no se debe hacer La vida es difícil El trabajo es agotador Solamente por medio de mucho trabajo se llega a tener dinero El dinero corrompe el carácter No puedo retener nada en la memoria Yo pienso demasiado lento No tengo nada que decir 48
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No se me considera A mí no se me puede amar No puedo vivir sin pareja El que descansa se oxida No puedo relajarme Nada corresponde a mis expectativas El amor hace vulnerable El amor es pasajero Tengo que alcanzar todo con mi trabajo Siempre soy solamente utilizado Para conseguir belleza hay que sufrir El autoelogio fastidia No soy capaz de hacer eso Él no me merece Primero tengo que pagar mi culpa Eso yo no lo merezco en absoluto Sin esfuerzo no hay premio No debo tener tales deseos Me siento chico y feo Todo el mundo está en mi contra En mi vida no hay milagros Mi trabajo no vale nada Nunca hay lo suficiente Yo no basto Nadie me quiere
Y a eso se agregan las autodefiniciones en forma de “Yo soy”. (A propósito, definición significa literalmente “delimitación” y autodefinición significa, yo fijo límites y excluyo el resto de la realidad).
Yo soy insignificante Yo estoy solo Yo soy tonto Yo estoy desamparado Yo soy una persona que no vale nada Yo soy inútil Yo soy solamente una carga Yo soy demasiado bueno para este mundo 49
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Yo soy culpable Yo soy malo Yo soy temeroso Yo soy una persona sin talento musical Yo soy flojo Yo estoy enfermo Yo soy demasiado gordo Yo soy demasiado flaco Yo soy demasiado chico Yo no soy suficientemente hábil Yo soy una persona mala Yo soy tímido Yo soy demasiado serio Yo no puedo ser serio Yo estoy muy a gusto solo Yo soy inmaduro Yo no soy atractivo Yo soy conservador Yo soy arraigado Yo soy superficial Yo soy adicto al sexo Yo no soy sensual Yo no soy elocuente Yo soy impotente Yo soy frígida Yo soy perverso Yo no soy normal Yo soy fácil de tentar Yo soy débil Yo soy falto de imaginación Yo soy pretencioso Yo soy duro, pero justo Yo estoy siempre distraído Yo soy diferente a los demás Yo soy una persona sin humor Yo no soy locuaz Yo soy un pobre diablo Yo soy demasiado viejo 50
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Yo no soy simpático Yo soy egoísta Yo no soy suficientemente importante Yo estoy siempre muy cansado Yo soy torpe Yo no soy hermoso Yo estoy permanentemente enfermo Yo soy desdichado
¿Cuáles de esos patrones de creencia son aplicables a usted? ¿Con cuáles se identifica usted? ¿Cuáles han penetrado tanto en usted, que se han convertido en su verdad? Con seguridad usted ha marcado con una cruz varias declaraciones. Pues bien, entonces ahora sabe cuáles deseos envía permanentemente en forma inconsciente. Con eso a menudo frenamos o transformamos nuestros deseos conscientes en lo contrario. Los patrones de creencia son deseos increíblemente fuertes. Éstos son justamente pronunciados o pensados con incansable constancia. Si uno cree, por ejemplo, que el amor se tiene que merecer, envía exactamente eso permanentemente y se le cumple también permanentemente. Si uno cree que solamente se puede hacer dinero por medio de mucho trabajo, la experiencia irá exactamente en esa dirección. • De esa mezcla de diferentes creencias construimos nuestra personalidad. • Lo que está más allá de nuestras creencias personales, lo combatimos inconscientemente. Si queremos pensar deseos y creencias nuevas, diferentes, completamente opuestas, y enviarlas al mundo, no necesitamos pensar otra vez mil veces lo nuevo, para disolver lo antiguo. No, el universo reacciona más rápidamente que lo que consideramos posible. Sin embargo, tal vez eso necesite algún tiempo, ya que nosotros mismos no creemos realmente nuestras nuevas estipulaciones y junto con el deseo enviamos una buena porción de duda. 51
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Y con eso, al “funcionario” le llega una extraña mezcla de deseos. ¿Cuál tiene prioridad? Naturalmente aquel que tiene una larga historia. Cualquier otro funcionario en nuestro mundo procedería de manera similar. Miraría en las actas antiguas y luego decidiría de acuerdo a lo que aparentemente corresponde a nuestra costumbre. Muchos deseos se formulan desde la consciencia de carencia. Si mi deseo consciente es, por ejemplo, “Yo soy hermoso”, sirve de poco si yo no creo realmente eso. Si yo realizo mi deseo diez minutos al día en forma totalmente consciente, pero las restantes 23 horas y 50 minutos estoy convencido de lo contrario, ¿cuál deseo se cumplirá entonces?
Disolver patrones de creencia ¿Pero cómo podemos disolver antiguos patrones de creencia? Al darnos cuenta de dónde vienen realmente y cuándo y por qué se originaron. Mejor escribir en un papel todos los puntos que se han marcado con una cruz y pensar de dónde provienen en realidad esas convicciones. ¿Cuándo y dónde se originaron? ¿Cuáles experiencias llevaron a éstas? ¿Cuál persona ha utilizado reiteradamente esas frases? ¿Cuáles personas tenían esas convicciones de sí mismas? ¿Y quién nos ha hecho creer una y otra vez que nosotros tenemos esa determinada actitud? Si vamos nuevamente allí, si regresamos al origen, descubriremos la verdad. Siéntese tranquilo y relajado y elija uno de los puntos marcados con una cruz. Cierre los ojos y hágase una y otra vez la pregunta: “¿Dónde comenzó todo?” Usted estará asombrado de las imágenes largamente olvidadas que se presentarán. Sucesos que al parecer ocurrieron hace mucho tiempo, pero que todavía hoy marcan su idea de sí mismos. Y de pronto constatamos que muchas de nuestras convicciones ni siquiera pertenecen a nosotros, sino que tal vez provienen de nuestro padre o de nuestra madre. Quizás esas son frases que nos han predicado ellos una y otra vez. Alguna vez las hemos adoptado como válidas para nosotros. Hemos comenzado a identificarnos con ellas. Desde nuestra infancia llevamos con nosotros esos falsos patrones de creencia. Si comenzamos a darnos cuenta que esa es solamente una supuesta convicción y no la única verdad legítima, cambiará la opinión que tenemos de nosotros mismos. Nos observaremos con otros ojos. Ya no estaremos tan seguros de la convicción que hemos tenido hasta ese momento. Y está bien así. Porque eso le quita la fuerza a nuestras frases negativas de mandato al universo. 52
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El propósito del ejercicio es debilitar las frases negativas de mandato y fortalecer las positivas. Eso ocurre en forma fluida. Los espacios se vacían y empiezan a llenarse con cosas nuevas. Y por eso debemos comenzar, en forma paralela a nuestra “acción de freno”, con el trabajo en nuestra lista positiva de deseos. Los milagros ocurren por medio de frases positivas de deseo. Recordemos: • La materia se origina a través de la energía y es formada por medio de energía dirigida. • Pensemos lo que pensemos, se materializa. • A la energía le da lo mismo lo que deseemos. Ella trabaja como lo esperamos, a favor o en contra de nosotros. • Nos limitamos nosotros mismos por medio de nuestros pensamientos. • Nos limitamos nosotros mismos por medio de nuestras creencias. • Nos limitamos nosotros mismos por medio de frases negativas de mandato. • Nosotros siempre experimentamos solamente lo que creemos. • Todo es posible si lo consideramos posible. Tomemos, por ejemplo, el deseo de ser más atractivo. ¿Cómo comenzamos entonces a convencernos a nosotros mismos que somos hermosos? Ejercicio para la belleza Elige un momento tranquilo, desconecta el teléfono y búscate un lugar en tu casa dónde puedas permanecer por algún tiempo sin ser interrumpido. Sería bueno una agradable luz suave y necesitamos un espejo grande. Tal vez el del pasillo o el del baño. Y entonces siéntate delante del espejo grande, de preferencia desnudo. ¿Qué ocurre normalmente? Vemos de inmediato nuestras fallas corporales. Demasiado gordo, demasiado suave, demasiado flácido, demasiado colgante, demasiado viejo, demasiado grande, demasiado chico, demasiado claro, demasiado arrugado, demasiado deforme. La mayoría de las veces nos concentramos de inmediato solamente en nuestra celulitis, en imperfecciones y en las impurezas de la piel. Si alguien nos dice que somos hermosos, nos defendemos en forma vehemente y mostramos rápidamente y con una llamativa disposición, dónde hay algo incorrecto en nuestro cuerpo. Es asombroso. 53
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Todos nosotros queremos ser hermosos, pero cuando alguien efectivamente ve algo hermoso en nosotros, de inmediato lo convencemos de lo contrario y mostramos totalmente sin inhibiciones nuestros defectos, que en realidad queremos ocultar. Pero de ese modo no solamente convencemos de nuestra fealdad a la persona que tenemos al frente, sino que también nos convencemos nosotros mismos. Y lo hacemos permanentemente. ¡Nosotros somos nuestros mayores críticos! Dejamos el asunto tan sólo una vez que la otra persona ve su “error”. ¡Realmente no somos hermosos! Después de terminar el trabajo de convencimiento, casi siempre caemos en una profunda tristeza. No ser hermoso es en realidad desagradable. Pese a eso, cada día nos convencemos nosotros y convencemos a otros de eso. Volvamos a nosotros y a nuestro espejo, delante del cual estamos sentados. Hoy lo haremos diferente. Hoy nos observamos muy tranquilos y relajados. Sin evaluar. Observamos nuestra respiración, nuestra piel, nuestras articulaciones. Sentimos el calor y la intimidad del momento. Ese es nuestro cuerpo que tanto trabajo realiza. Cada día, cada minuto, él está presente para nosotros. Jamás se da por vencido. Da lo mismo cuánto lo maltratemos y le exijamos. Da lo mismo cuánto lo ofendamos y lo despreciemos. Nuestro cuerpo es maravilloso. Sin él no podríamos experimentar todas las cosas maravillosas. Por algunos minutos entreguémosle a nuestro cuerpo todo el respeto por su incansable desempeño. Sintamos el agradecimiento que le demostramos a nuestro cuerpo. Después de algún tiempo dirijamos nuestra concentración a lo que nos gusta de nuestro cuerpo. Pueden ser los cabellos, la boca, los hombros, un dedo, el dedo grande del pie, los pechos o las asentaderas. Tal vez sea “ solamente” el ombligo. Siempre habrá algo que nos gusta. Ahora nos concentramos en eso, mientras establecemos: “Estoy abierto y dispuesto a que mi deseo de belleza se manifieste ahora. Ahora puedo permitir ese milagro en mi vida. Sé que los pensamientos negativos no me pertenecen y cada día se debilitan más y más. Amo a mi cuerpo y lo observo lleno de admiración. Soy hermoso y atractivo. Y me corresponde ser así”. Si repetimos esto durante algunas tardes, si por algún tiempo nos tratamos y tratamos a nuestro cuerpo respetuosamente, descubriremos cada 54
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vez más partes en nuestro cuerpo que nos agradan. Cada día aceptamos más de nosotros. Nuestro cuerpo es hermoso y maravilloso. Tiene un enorme rendimiento y ahora que le entregamos nuestro respeto y reconocimiento, comienza a ser cada día más hermoso. No es que nuestro cuerpo de inmediato cambie y se ponga más hermoso (como si hubiera un cuerpo feo), sino que nuestra imagen de nosotros mismos cambia. Ya no ponemos una medida que no es natural y decimos: Tan sólo si mi cuerpo se ve como el de Claudia Schiffer o como el de Brad Pitt, es hermoso. Nosotros vemos la belleza de nuestro cuerpo ahora. La belleza interior atrae a la belleza exterior. Y con eso nuestro cuerpo llega a ser efectivamente cada vez más hermoso y nuestra irradiación aumenta. Si enviamos ahora el deseo “yo soy hermoso”, nuestra secreta resistencia ya ha disminuido esencialmente. El deseo se puede finalmente manifestar. Yo permito la belleza Nos colocamos más y más en la frecuencia de belleza. Enviamos esa energía y al mismo tiempo elevamos nuestra vibración. La ley de conservación de la energía y la ley de resonancia trabajan para nosotros. Tal vez se nos diga pronto cuán hermosos somos. Y entonces ya no cometemos más el error de convencer a otra persona de lo contrario. “Sí, yo soy hermoso. Y cada día me pongo más hermoso”. ¿Imposible? No, nada es imposible. Aquí hay otro ejemplo de que nada es imposible, si solamente lo consideramos posible. Simplemente tenemos solamente que dejar de relatarnos constantemente por qué algo no puede resultar bien. A veces buscamos directamente motivos para el fracaso. Junto con eso, algunos deseos son incluso entregados de inmediato. Solamente no debemos olvidar jamás que nosotros organizamos nuestra vida por medio de nuestras propias creencias conscientes e inconscientes. Lo imposible se ejecuta de inmediato Cuando hacíamos los trabajos finales en München para nuestra película “Y este es recién el comienzo”, nos sentíamos tan bien, que queríamos regresar sin falta a München. El tiempo estaba bueno, la gente era amable y todos nuestros amigos estaban otra vez allí. München era simplemente nuestro hogar. Pero de inmediato se presentaron miles de creencias, referentes a por qué con seguridad eso no podría resultar bien. 55
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• Volver a nuestra ciudad no es tan simple, porque Julia, nuestra hija, asiste a una escuela internacional en Bonn. • Ponerla en una escuela en München sería con seguridad imposible, porque todas las escuelas angloparlantes están totalmente excedidas. • Las listas de espera duran varios años. • Naturalmente podríamos desear eso, pero visto en forma realista nuestro deseo necesitaría algún tiempo y faltan solamente dos días de escuela para las vacaciones de verano. • Probablemente ya no hay nadie en las escuelas. • Seguramente las listas de los cursos ya están hechas y distribuidas desde hace tiempo. • No hay lugar. Ni para nosotros ni para nadie de todo el mundo. • Este año ya no puede resultar. Incluso si lo deseáramos mucho. Posiblemente ni siquiera el próximo año. Pero entonces tomamos consciencia de que nuevamente habíamos caído en la propia trampa de frases negativas de creencia. Es decir, estábamos justamente creándonos el propio fracaso. De inmediato cambiamos y comenzamos a desear eso. Al fin y al cabo, desear con éxito ya se había convertido en algo así como nuestra segunda naturaleza. Pero dedicarse al deseo no nos pareció especialmente realista. ¿Por qué no? Nuevamente había entrado por la puerta de atrás la razón con sus dudas. ¿Por qué no dejamos ahora que eso simplemente venga hacia nosotros? Y extrañamente, apenas nuestro deseo fue formulado y enviado, sentí permanentemente el impulso de llamar por teléfono a una de las mejores escuelas internacionales. Michaela solamente sonreía. Naturalmente eso era una estupidez, me decía mi razón. Naturalmente el cumplimiento del deseo era completamente imposible. Naturalmente eso no puede funcionar en absoluto. Pero después del envío de un deseo, Michaela escucha muy exactamente las energías más finas. No habían pasado dos minutos, y ella puso en práctica mi impulso y llamó por teléfono a la dirección de la escuela. El milagro increíble tomaba forma. Le dijeron que efectivamente había todavía un lugar para el segundo curso – otro niño se había retirado - y que debíamos ir mañana, el último día de escuela del año. 56
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Sin embargo, no nos dieron esperanzas, porque normalmente es necesario un largo proceso de admisión. A la mañana siguiente estábamos sentados entonces asombrados en la oficina de la directora. Por el lado de nosotros había pasado una pareja de padres llorando, porque su hijo no había obtenido un lugar, por lo cual iban a volver a Inglaterra. En rigor teníamos en claro que pese a toda la amabilidad de la directora, también nos rechazarían, como a otros miles cada año. Por otro lado, nosotros habíamos deseado eso y el deseo nos había conducido hasta aquí. Al medio de la oficina de la directora, que como por un milagro, todavía tenía un lugar libre para conceder. El único lugar en toda la escuela. Y ese lugar era, además, justamente en el segundo curso, al que Julia tenía que asistir. La directora habló largo rato con Julia, la hizo hacer algunas pruebas, conversaron intensamente en inglés y luego, después de una hora, el milagro se hizo realidad. La directora nos inclinó la cabeza en señal de aprobación e ingresó a Julia en la lista de los alumnos nuevos. Si algo realmente había sido imposible, era: Recibir dentro de un día un lugar en esa escuela. Todavía años después, otros padres nos confirmaban lo inconcebible de ese milagro.
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Regla 5 Confiar en vez de dudar Las dudas son otra forma de creencias, que producen un efecto muy negativo sobre los deseos. Si se quiere desear con éxito, es muy importante no nutrir las dudas, porque dudar no es otra cosa que creer en el nocumplimiento del propio deseo. Quien asegura no creer en lo que desea, en realidad igualmente cree: Cree en lo opuesto a su deseo. Nosotros siempre creemos algo. Y aunque sólo sea que algo no funciona. Extrañamente nosotros somos mejores y más intensos en nuestra duda que en nuestra fe en desear con éxito. Pero con dudar solamente nos obstaculizamos nosotros mismos. Con la duda uno hace volver sus deseos, apenas después de haberlos enviado. A menudo se dice o se piensa en forma paralela al deseo: “Esto de todos modos no funciona”. Pero también ese pensamiento no es otra cosa que un deseo pronunciado. La actitud de expectativa es entonces: “Esto no funciona”. O: “En mi vida esto no funciona”. ¿Y qué ocurrirá entonces? Ese deseo enviado es entregado tal cual.
La duda es también un deseo muy claro Cuando uno decide entonces limitarse, experimentará exactamente esa limitación. También con pensamientos temerosos uno frena su deseo. Detrás del pensamiento: “Qué hago si esto no resulta ahora”, se oculta en el fondo igualmente la duda. Si uno estuviera convencido de que el deseo se cumple, no necesitaría preocuparse más. La preocupación sólo le muestra a uno que uno se aferra más bien a la duda que al cumplimiento. Muchos dicen entonces: “He deseado tanto eso, pero no ha ocurrido. Lo sabía de antemano”. - ¿Pero qué sabían de antemano? Con seguridad sabían que desear no funciona en ellos. Enviaron ese conocimiento al mismo tiempo que el deseo y con eso le quitaron toda la energía. El deseo formulado conscientemente es eclipsado la mayoría de las veces por dudas pensadas sin querer. 58
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Con la insistencia que entra en nuestra vida el deseo negativo, es decir, el impedimento, vemos lo exitoso que es efectivamente desear. Nosotros somos siempre exitosos. La mayoría de las veces logrando nuestro fracaso. Ni todos los pensamientos positivos, ni todos los mantras del mundo ayudan, cuando nosotros constantemente pensamos profundamente en nuestro interior en carencia y limitaciones. Porque la duda es una actitud profundamente arraigada. Es una creencia firmemente establecida que igualmente se hace realidad. Quien no cree en el éxito, no puede tener éxito.
El camino hacia fuera ¿Qué hacer entonces con las dudas? ¿Con la pequeña voz que dice permanentemente que eso no le corresponde a uno, que eso no funciona de ningún modo? ¿Cómo se logra no escucharla o no pensar en eso? Eso es como con el chocolate, en el que no se debe pensar si se quiere bajar de peso. Uno trata entonces en forma completamente consciente de “no” pensar en el chocolate y con eso piensa aún más en él. No pensar en algo no es posible, porque a través del intento de no pensar en eso, hay que pensar incluso más en eso. Evitar es entonces una mala estrategia, porque justamente con eso se crea el pensamiento. Lo mejor es entonces permitir los pensamientos y no evaluarlos. Ellos están presentes, burbujean hacia arriba, son considerados brevemente – por fin son solamente pensamientos, a los cuales no les damos más fuerza e importancia – y sin comentarios uno los suelta y los expulsa. Llegan nuevos pensamientos, algunos de lo que ha ocurrido en el día, otros de nuestro pasado. Son solamente pensamientos, en ellos no hay nada malo. Tan sólo cuando uno se enoja a causa de ellos, comienzan a molestarlo. Tan sólo cuando uno quiere evitarlos adquieren poder. Porque con la convicción “simplemente no logro eso” o “mis pensamientos molestan permanentemente y destruyen todos mis deseos", uno crea ese escenario. 59
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Por lo tanto, permitir y no evaluar es el único camino. Los pensamientos vienen y van y no perturban la acción de desear con éxito. Uno confía en sus deseos. Los pensamientos perturbadores no tienen fuerza, porque no se les otorga fuerza. Podemos todavía avanzar un paso y dar vuelta la tortilla: ¿Por qué dudar siempre de lo bueno? ¿Por qué no poner en duda lo malo? Después de todo, podemos dudar de si los pensamientos negativos realmente son nuestra verdad. Con la duda podemos también frenar la permanente manifestación de nuestras estorbadoras creencias. Por experiencia propia sé, sin embargo, cuán rápido se puede sucumbir a sus propias dudas negativas. Sobre todo si aumenta la presión personal.
El deseo de la casa ideal Cuando queríamos mudarnos de Bonn a München, sólo teníamos mi pequeña oficina en München. Michaela tiene un carácter muy alegre y quería sin falta encontrar una hermosa residencia que estuviera muy cerca, para que yo no tuviera que manejar todos los días en el tráfico de las horas punta. Ella fue incluso un poco más lejos. Estaba convencida de que encontraríamos una hermosa casita para arrendar, que estaría máximo a tres minutos de distancia caminando. Yo también estaba convencido de eso. Por fin nuestro deseo ya estaba enviado. Pero donde preguntáramos solamente recibíamos incrédulos meneos de cabeza. Los corredores de propiedades competentes rápidamente nos dejaban en claro que en menos de un año con seguridad no encontraríamos nada; no en ese sector. Nos dijeron, además, que ya tenían gente que vivía en un hotel, porque en ese sector simplemente no había ninguna oferta de arriendo. Nuestros anuncios del periódico ni siquiera los contestaron. Mientras más intensamente buscábamos, más imposible parecía ser el cumplimiento de nuestro deseo. Cuatro semanas antes de la planeada mudanza, la firma de mudanzas comenzó a inquietarse. Querían saber por fin adónde debían ser transportados todos los muebles. Yo por cierto también. Ellos tenían que conseguir autorización para estacionar y colocar letreros que indicaran prohibición de estacionar. Pero la casa “deseada” todavía no se divisaba. Por el contrario. Yo tenía en claro que fracasaríamos. Habíamos desafiado demasiado a nuestra suerte. 60
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Y entonces comenzaron a trabajar dudas en mí. Ya reflexionaba si no deberíamos, por seguridad, arrendar un lugar para nuestros muebles. Yo estaba convencido que esa vez las cosas no saldrían bien. Pero Michaela permaneció firme en su creencia. “La casa va a llegar, nosotros la hemos deseado, ¿entonces por qué dudarlo?” Naturalmente ella tenía razón. Naturalmente. Pero esto se convertía lentamente en una situación bastante seria. ¿Qué ocurre si el cosmos tenía otra comprensión del tiempo que nosotros? ¿O si en el universo ingresó una cantidad increíble de otros deseos y éstos eran trabajados de acuerdo a la fecha de ingreso? ¿O tal vez nuestro “funcionario” se ocupaba, además, de otras cosas totalmente diferentes? Esencialmente más importantes que nuestro pequeño deseo de tener una casa absolutamente cerca de mi oficina. ¿Y qué debíamos decirle a la gente encargada del traslado? “Acabamos de enviarle un deseo al universo y no se debe dudar de éste”. Todos nos considerarían completamente chiflados. A decir verdad, ha habido momentos en que yo también he considerado a Michaela como… Bueno, digamos testaruda. Pero por fin nuestro matrimonio me era más importante que el peligro cada vez más inminente de estar sentado en la calle con los muebles. En realidad la idea me parecía muy chistosa: Con tasas de café en el sofá entre autos estacionados. ¿Pero si comenzaba a llover? Yo me puse cada día más nervioso. Sobre todo porque Michaela, en su ilimitada confianza interior, había suspendido oficialmente los trámites con los corredores de propiedades que no pensaban, tal como ella, en el éxito (y eran todos). Por qué debía rodearse de energías que trabajaban contra su deseo, pensaba ella. Poco antes de la mudanza todavía no teníamos casa y tampoco a nadie más a quien le habíamos encargado buscar una. Hasta ese momento yo había sido muy bueno en desear con éxito, pero ahora claramente habían surgido límites. Pero no para Michaela. Las mujeres son increíblemente irracionales. Cualquier pensamiento racional les parece extraño. Pero la fecha se acercaba más y más. Alguna vez Michaela también tendría que mirar la verdad cara a cara. Y la cruel verdad era tan evidente. Esta vez no había resultado la entrega inmediata. Nuestros muebles serían puestos en la calle. Pero – para mí inconcebible – Michaela no quería mirar esa verdad a la cara. Para ella no había ninguna razón para dudar. Por el contrario, ella me animaba a no darle más espacio a mis dudas y a aferrarme lleno de confianza al cumplimiento de nuestro deseo. 61
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Y entonces efectivamente ocurrió el milagro. Comenzó primero en forma poco notoria en una farmacia. La dueña nos reconoció. Ella nos había vendido hacía muchos años un test de embarazo y dos horas más tarde un segundo, porque el resultado no era claro y yo fastidié a Michaela hasta que ella le pidió consejo a la farmacéutica. ¿El color de la franja del test era rojo o azul? Ella todavía se podía acordar muy bien de eso. Comenzamos a conversar y de pronto nos contó que uno de sus antiguos amigos se mudaría y su casa sería arrendada. Aquí, justo a la vuelta de la esquina. Antes de diez minutos llamamos allí por teléfono y acordamos una reunión para el día siguiente. Pero naturalmente nosotros no aguantábamos tanto. Ese mismo día en la tarde anduvimos furtivamente alrededor de la casa y la observamos por fuera. Nos gustó. Esa era nuestra casa. Se sentía como nuestra casa. Pero al día siguiente era la cita oficial para todos los demás interesados. ¿Por qué debíamos justamente nosotros obtener esa casa? “Tal vez porque la hemos deseado y está siendo entregada”, sonrió Michaela con su inquebrantable fe. Y entonces ocurrió el segundo milagro o la segunda cuota de la entrega. Cuando nos alejábamos lentamente de la casa, vino una dama de edad avanzada y quiso abrir la puerta del jardín. Pero ésta estaba atascada. Nosotros ya estábamos muy lejos, pero ella nos llamó y nos pidió que la ayudáramos. Nosotros no solamente abrimos la puerta del jardín, sino también la puerta de casa, y cuando le explicamos a la mujer que al día siguiente queríamos visitar la casa con todos los demás, nos invitó a hacerlo de inmediato. De ese modo tuvimos una visita guiada totalmente privada a través de “nuestra” casa. La casa era justamente lo que habíamos buscado. Estábamos entusiasmados. Ya veíamos mentalmente la distribución de las piezas y sabíamos dónde queríamos poner los muebles. Pero todavía no se había llegado tan lejos. La anciana dama no quería anticipar ninguna decisión, pero simpatizamos y dijo que iba a hablar por teléfono con su hijo, que era el encargado de pactar todo. Al día siguiente conocimos a toda la familia, antes de que llegaran los demás interesados. Era una tarde maravillosa y todos tenían en claro que nosotros obtendríamos la casa. Aunque otros a continuación ofrecieron una cantidad considerablemente mayor de dinero y probablemente podían presentar un ingreso esencialmente más seguro que el de nosotros, poco después teníamos el contrato de arriendo en nuestras manos. 62
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¿Milagro? ¿Casualidad? ¿O la entrega de nuestro deseo? Sin embargo, había un gran impedimento. La casa estaba a disposición recién en tres meses. Todavía estaba completamente amoblada y para los arrendatarios no había ninguna posibilidad de dejar la casa en una fecha anterior. Pero incluso eso no fue ninguna dificultad. Se nos permitió poner de inmediato todos los muebles en la casa y pasaríamos las noches en la oficina por un tiempo corto de transición. Poco tiempo después se mudaron antes de lo planeado y por consiguiente nosotros también. A nuestra maravillosa casa “de acuerdo con nuestro deseo” y entregada dentro del plazo fijado. La situación mejoró todavía más. No solamente nuestra casa correspondía exactamente a nuestros deseos y mi oficina estaba tan sólo a tres minutos de distancia caminando, sino también los arrendadores eran un verdadero ejemplo de humanidad y los vecinos un caso extraordinario de suerte. Por lo tanto, Michaela tenía razón. Siempre se entrega. ¿Por qué entonces dudar de eso? La duda es algo así como una cancelación del deseo. La duda es algo así como un deseo en contra. Se cancela todo lo pedido. La duda envía la información de que eso de todos modos no va a resultar. El deseo es entonces bien simple: “Eso sale mal” Lo que el universo entrega entonces es la confirmación de nuestra idea de que eso no puede resultar. Con seguridad esa habría sido mi experiencia, si Michaela no hubiera permanecido tan firme.
Guardar silencio Otro punto muy esencial para el éxito al desear es no hablar de eso. No hable con nadie sobre su deseo, hasta que éste se haya cumplido. Por un lado, la energía se pierde por medio de hablar demasiado del asunto. Por otro lado, convocamos rápidamente a oponentes, envidiosos e incrédulos al plan y les damos espacio a sus creencias y a sus convicciones. Hablar del propio deseo lo debilita.
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¿Por qué es así? Todas las ideas realmente grandes se originan en la reserva. Toda idea es al principio solamente un impulso, un pensamiento, que si no se lo atrapa desaparece. Primero hay solamente una idea vaga que lentamente se concreta cada vez más y finalmente, después de algún tiempo, está en la mente como un producto u objeto claro. Tan sólo cuando la propia idea de éste se consolida, se originan de ésta visiones mayores y planes concretos. Tan sólo cuando la propia estructura y la propia idea se fortalecen suficientemente, se va con ésta al mundo exterior, para convencer a otros del nuevo proyecto y entusiasmarlos y comprometerlos. Si eso se hiciera demasiado pronto, uno mismo no estaría suficientemente estable. Algunas palabras despectivas o desfavorables, tal vez conducirían en esa fase a abandonar el proyecto. Pero si nos hemos familiarizado con nuestra propia idea y hemos llegado a estar suficientemente firmes con los nuevos planes, entonces eso ya se ha concretado de tal manera, que podemos realmente abogar por ese proyecto. A pesar del viento en contra y de los opositores. Todos los grandes inventores de este mundo pueden confirmar ese proceso. Mantener algo en secreto no es tan importante entonces solamente a causa del peligro del robo de ideas, sino también para que uno mismo esté primero suficientemente seguro. ¿Quién va a querer ponerse en ridículo con ideas que no se hacen realidad? La próxima vez confiamos menos en nuestras propias ideas y alguna vez estamos tan convencidos de nuestra inferioridad, que ya no permitimos nuevas ideas o conceptos propios. Con desear se agrega todavía un aspecto completamente diferente. Tememos que se nos considere completamente locos. ¿A quién se le puede contar algo tan “estrafalario”? Tenemos temor de que repentinamente se nos rechace por chiflados o esotéricos y no nos tomen más en serio. ¿Y quiénes son con seguridad los que más se burlan de nosotros? Aquellos cuya propia vida está menos en orden todavía y que por eso no quieren que todo mejore para nosotros. Lo que ellos no creen, de preferencia tampoco debe ocurrir en nuestra vida. Lo mejor es entonces quedarse callado. Cuando hemos juntado suficiente experiencia y algunos deseos se han cumplido, podemos con mucho gusto poner a otros en conocimiento de eso. Porque ahora estamos suficientemente consolidados. Sabemos de nuestra fuerza de pensamiento. Para nosotros ya no hay más “casualidades”. Y nuestro ejemplo incluso les puede dar valor a otros. 64
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Olvidar Y como estamos justamente con callar, lo mejor es que conservemos silencio también frente a nosotros mismos, que no pensemos más en el asunto respectivo y que simplemente lo olvidemos. Olvidar tiene varias ventajas. Por un lado también olvidamos de dudar y por consiguiente de anular todo el pedido. Por otro lado demostramos lo mucho que confiamos, ya que estamos tan seguros de que lo deseado entrará en nuestra vida, que ya no nos ocupamos de eso. Eso, por fin, deben hacerlo otros por nosotros. Con eso también estamos abiertos a aceptar lo deseado. Sin importar cuán precaria pueda ser nuestra situación en este momento. De ese modo nos dejamos guiar en el momento preciso al lugar apropiado. Así es como me ocurrió a mí hace poco tiempo. El aeropuerto de Amsterdam es cerrado Desear con éxito resulta en todas las situaciones. Y naturalmente de preferencia cuando las cosas no andan especialmente bien en la vida. Sin embargo, sobre todo en esos momentos, a veces olvidamos por completo desear algo oportunamente y tratamos de luchar agitados. Pero igualmente rápido podemos también liberarnos de la absurda actividad. Así me ocurrió, por ejemplo, en el aeropuerto de Amsterdam. La enorme nevazón fue para muchos completamente inesperada y había paralizado todo el aeropuerto. Durante varias horas de paciente espera, la precipitación de nieve había aumentado tan severamente, que finalmente fue cerrado todo el aeropuerto por la noche. La situación era irremediable. Se entregaron bebidas, como también mantas y cojines para la noche. Innumerables personas estaban molestas, furiosas, agotadas y discutían. Pero su actitud negativa frente a lo que no se podía cambiar, no les ayudaba a organizar la noche de manera más agradable. Por miles estaban paradas en las boleterías, por miles trataban de llegar a su equipaje que se encontraba guardado en alguna parte de los guardaequipajes de los aviones. Nadie sabía realmente lo que ocurría y todos caminaban desamparados de un lado para otro. A mí me pasó algo muy parecido al principio. También yo me dejé contagiar por la agitación. Al fin y al cabo al día siguiente tenía importantes citas que no podría cumplir. Comencé a transpirar con mi gruesa chaqueta y me perdí en acciones sin objeto. Pero de pronto me acordé nuevamente de desear con éxito. Lo que no se puede cambiar, no se puede cambiar. 65
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“Disfruta la vida cada momento, conserva tu buen humor y simplemente encarga siempre la mejor solución”. Eso también regía para esa noche. Mi pedido era muy sencillo y decía: “Tengo para hoy en la noche una hermosa y tranquila pieza de hotel y obtengo la mejor posibilidad para volver a München. Ahora estoy abierto y preparado para esas informaciones”. Agradecí, además, por el cumplimiento de mi deseo, y con eso concluí el deseo y estaba dispuesto a olvidar lo apremiante de mi situación. Yo sabía que desde ese momento se cuidaría de que todo ocurriera para mi bien. Primero me senté con toda tranquilidad y observé el inusual movimiento. Que un aeropuerto se cierre no sucede todos los días. Es decir, había cosas para ver que antes todavía no había visto. Y así, de pronto percibí un espectáculo maravilloso. Mientras innumerables personas peleaban por un pasaje para el día siguiente, no siendo todavía en absoluto seguro de que al día siguiente se pudiera reanudar el funcionamiento del aeropuerto, yo estaba sentado y tomaba café. Simplemente sabía que ocurriría lo adecuado para mí. Aunque el hotel del aeropuerto fue cerrado por estar repleto e igualmente los hoteles cercanos, yo me tranquilicé cada vez más. Había gente desesperada, niños lloraban, la situación parecía tener menos remedio con cada minuto que pasaba. Los arriendos de autos habían cerrado, porque todos los vehículos disponibles estaban ocupados. La razón se presentó y me sacó en cara por qué no me había preocupado oportunamente por un vehículo, pero la emoción estaba todavía tranquila. Un auto de arriendo parecía entonces no ser la mejor solución. Me dio hambre, caminé de un lado para otro, me apoyé en la barra de un bar con una taza de café y observé toda la turbulenta masa humana. De pronto se dobló un letrero, un vidrio fue tirado hacia el lado y una voz femenina me preguntó adónde quería ir. Yo me había apoyado en una boletería. “A München”, respondí confundido. “A las 7.03, tiene que hacer transbordo una vez”, dijo la dama y antes de que yo pudiera contestar algo siquiera, me entregó un pasaje. “Usted puede viajar mañana temprano desde aquí o desde la estación central de Amsterdam”. Sin pensar mucho rato compré el pasaje y cuando me dí vuelta, detrás de mí había una fila interminablemente larga de personas. Cuando me había apoyado en la boletería cerrada, yo era el único y ahora estaba repleto y los últimos tenían que esperar seguramente una hora o más. 66
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Como no sabía lo que podía hacer hasta las siete de la mañana, dí un paseo alrededor del recinto y sin verdadera intención fui al sótano. Allí había un tren local a la estación central de Amsterdam. Me subí a él. En el mismo segundo partió. El inspector me preguntó dónde pasaría la noche y sin que le preguntara me recomendó un hotel que quedaba a diez minutos de la estación en un callejón lateral, ya que todos los otros con seguridad estaban completos a causa de la nevazón. En la estación había de treinta a cuarenta personas alrededor de un taxi y discutían, de dos hoteles de la estación vi salir viajeros que habían sido rechazados, con equipaje pesado y buscando. Caminé con calma por el camino recomendado, encontré el hotel y obtuve la última pieza. La última de todas en esa noche. Una pieza hermosa, grande y tranquila. Pedí algo para comer, y para coronar la exitosa noche, incluso una copa de champaña. Sin luchar con otros en una larga fila de espera por un lugar, se había presentado rápidamente y sin problemas la mejor solución para la noche. Ahora yo estaba expectante si el tren sería realmente la posibilidad adecuada y la más rápida. Al día siguiente de madrugada vi viajeros dormir en la antesala del hotel y me enteré que el aeropuerto todavía estaba cerrado y que probablemente tampoco abriría en todo el día. Algunos habían pasado incluso hasta cuatro horas esperando en sus aviones, hasta que agotados y decepcionados tuvieron que bajar nuevamente. En mi tren a Alemania estaban sentados otros viajeros que habían pasado toda la noche en el repleto recinto de la estación y supe por ellos que todos los que en la noche habían conseguido un auto, ya después de pocos kilómetros tuvieron que volver, porque las autopistas habían sido igualmente cerradas. El tren era, por lo tanto, no solamente la mejor posibilidad, sino también la única, para viajar ese día de Amsterdam a München. Sin desear con éxito, seguramente yo habría pasado una noche atroz y, además, permanecido en vano durante mucho tiempo en el aeropuerto. Pero así, yo estaba sentado, habiendo dormido bien, desayunando feliz en el carro-comedor, mientras por mi lado pasaba un blanco paisaje nevado. Cada uno siempre decide entonces él mismo si una situación es en realidad horrible o maravillosa. Si conduce hacia más decadencia o si se desarrolla para mejor. Las cosas son como son. Se puede decidir en cada segundo si éstas trabajan a favor o en contra de uno. Lo decisivo es siempre solamente la forma de verlas. Mi forma de ver la vida es, siempre esperar lo mejor. Y la forma más fácil en que puedo hacerlo es desear con éxito. 67
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Regla 6 Estar abierto para “casualidades” No es posible imaginar el modo en que se hace la entrega. Porque casi siempre el deseo se cumple de una manera que jamás se hubiera considerado posible. Por lo tanto, sólo hay que estar simplemente dispuesto a que el deseo se cumpla. Si siempre sólo se mira justamente en la dirección desde la que se espera la entrega, podría suceder que a uno se le vaya la entrega, por esperar con impaciencia que el pedido se lleve a cabo exclusivamente de la manera exacta en que encaja en nuestra pequeña capacidad de imaginación. Pero el universo es esencialmente más ingenioso. Después nos gusta decir que ha ocurrido un milagro, porque estamos completamente sorprendidos de que repentinamente ha habido tantas “casualidades” en nuestra vida para que se pudiera cumplir nuestro deseo.
El cosmos entrega de maneras sorprendentes En verdad simplemente sólo se materializa nuestro deseo. Y eso ocurre a menudo justamente de un modo con el que no hemos contado. Pero eso solamente expresa algo sobre nuestro poder de imaginación y no sobre las muchas posibilidades que existen para que se realice nuestro deseo. Si deseamos entonces, por ejemplo, dinero, debemos dejar completamente abierto, de qué manera el dinero llega a nosotros. Pero si estamos convencidos de que la tía Erna nos dará el dinero deseado, nos impedimos, con nuestra estancada imaginación, reconocer la verdadera entrega. El cosmos elige siempre la manera más rápida y más fácil. Tal vez la tía Erna no quiere en absoluto darnos el dinero. Entonces ella tampoco capta nuestra energía mental del deseo. Simplemente no resuena con ésta. Por eso nuestra energía enviada no se queda con la tía Erna y se sigue expandiendo permanentemente, hasta que se encuentra con algo que tiene la misma vibración y que responde. Nuestra energía de deseo no rinde entonces un trabajo de convencimiento, sino que no es otra cosa que una máquina cósmica de búsqueda. 68
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Después que no podemos saber qué o quién reacciona a nuestro deseo, tampoco tenemos idea naturalmente desde qué dirección podría llegar el dinero. Pero como no tenemos ninguna idea, es bastante insensato fijarse en una determinada dirección. Pese a eso lo hacemos. Yo mismo también me sorprendo siempre de que tengo una idea prefabricada y por eso muchas veces no noto de inmediato el cumplimiento de mi deseo.
“¿Dónde se ha metido mi pedido?” – O “¡Estoy sentado en el tren equivocado!”
Yo viajo cada vez más seguido en tren en vez de volar. Encuentro que se puede aprovechar mejor el tiempo. La mayoría de las veces me siento en el carro-comedor y veo una película en mi computador portátil. Así me lo había propuesto también esta vez. En las mañanas, cuando salgo de la casa, formulo rápidamente mi deseo y lo envío. Yo quería primero café y kuchen y a continuación ver una película y llevaba todo lo necesario. Mi computador portátil y un DVD. En el tren expreso hay siempre enchufes eléctricos. Pero de pronto estaba sentado en un tren interurbano que no era expreso. Ahí no había ni restaurant ni enchufes. Además, el tren estaba repleto. El único lugar libre estaba en una mesa en la que, además, había personas sentadas frente a mí, que me miraban amablemente con curiosidad. ¿No había llegado esta vez mi pedido? Si el tren ya está tan lleno, habría sido bueno estar sentado en un rincón, ¿pero aquí en medio de un carro grande? En todo caso yo no estaba en absoluto satisfecho con el universo y maldecía interiormente. De pronto el hombre que estaba frente a mí chocó con la rodilla contra algo y se sobaba la parte que le dolía. “Un enchufe”, se quejaba malhumorado con su esposa. “¿Quién necesita algo así?” ¡Yo!, grité interiormente y miré asombrado debajo de la mesa. Efectivamente, allí había un enchufe. Tenía corriente para mi pequeña película. Y además, ese matrimonio suabo desempacó un canasto con provisiones. Como para no creerlo, pusieron la mesa para ellos y colocaron una taza de café para mí. Y kuchen. “Porque café sin kuchen sería algo incompleto”, dijo el hombre sonriendo y me deseó que me divirtiera mucho con mi película. El pedido había salido y el universo entregó. Mi idea había sido quizás un poco diferente, pero la entrega se había llevado a cabo rápidamente. Y justamente eso es lo entretenido en desear con éxito. Los deseos se cumplen siempre; solamente hay que confiar y estar alerta.
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Porque el modo en que se realiza la entrega, la mayoría de las veces es sorpresivo. ¿Pero cómo se hace para no dejar pasar la entrega?
Intuición ¿Cómo se cumplen nuestros deseos? Con seguridad de un modo diferente a como lo esperamos. Lamentablemente no siempre resulta que deseamos algo y ese algo ya viene hacia nosotros. Como todo es cuestión de energía, a veces también somos “solamente” conducidos muy suavemente. Y justamente allí donde se puede encontrar lo deseado. ¿Pero cómo somos conducidos? Eso puede ser a veces una conversación que se coge al vuelo y que contiene una información importante para uno. También puede ser una idea que se persigue. O de pronto uno quiere ir por otro camino que por el acostumbrado y “casualmente” se encuentra ahí con un antiguo conocido, que de pura “casualidad” le habla de alguien que hay que conocer. Y “extrañamente” esa persona tiene justamente lo que uno desea. Una casa, la herramienta para la cañería tapada, o conoce a alguien que puede solucionar el problema del computador. O alguien se golpea la rodilla y le indica a uno dónde está el enchufe oculto. Las energías conducen, guían, dirigen. Solamente hay que estar abierto para eso. Si uno ha enviado un deseo, simplemente sólo hay que permanecer con el oído atento y despierto. Entonces se obtendrán todas las informaciones necesarias. El modo más seguro de que eso ocurre es por medio de la intuición. Intuición, ¿qué es eso? La intuición es la admisión de sí mismo Si uno quiere tomar contacto con su intuición, no hay que hacer otra cosa que seguir lo que se siente bueno. Sin importar cuán extraño, embarazoso o ridículo nos parezca en el primer momento. La intuición no es otra cosa que una acción espontánea. Cuando a uno se le ocurre algo que desea hacer, entonces se hace. No se buscan razones a favor o en contra. No se evalúa. Se sigue el impulso. Intuición es lo contrario de razón. Es decir, no podemos reflexionar al respecto. La intuición no es una consecuencia lógica de una reflexión intensa. La intuición pasa a través del sentimiento y de las sensaciones. 70
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Si se quiere hacer caso a la voz de la intuición, sólo hay que dejarse llevar. Sin fijarse un objetivo. Si no se cuestiona y no se evalúa, si se pone atención en los silenciosos pensamientos y simplemente se siguen, si se permanece en el momento, sin quedarse en el pasado o mirar al futuro, se tomará contacto con su intuición. El funcionamiento de la intuición se desarrolla solamente en el presente. Con ayuda de la intuición, la acción se vuelve espontánea y crece la confianza en la propia percepción. En vez de tener que enfrentar nosotros mismos los desafíos de la vida cotidiana, nos dejamos llevar a la solución deseada. En realidad eso no es otra cosa que recoger nuevamente la energía de materia fina que hemos enviado. Volviendo hacia nosotros, ésta nos guía entonces hacia donde obtenemos lo deseado. Dicho simplemente, es nuestro presentimiento el que nos guía. Naturalmente al principio uno está todavía inseguro. Como con todo, se necesita un poco de ejercicio y experiencia. Pero incluso si al principio todavía es difícil darse cuenta cómo se siente la intuición, después de solamente un corto tiempo de familiarización, se forma un buen sentido para el fuerte aliado nuestro. Pronto uno se convierte en una unidad cerrada. Ya no se está solo. Nunca más. Existe en nosotros una instancia superior que nos dirige y nos guía hacia la respuesta deseada. No hay que preocuparse, desear con éxito funciona siempre. También sin intuición. Pero con ella resulta esencialmente más rápido. Nuestra intuición es simplemente algo así como nuestra dirección postal, adonde se envían las informaciones acerca de dónde podemos retirar lo deseado. Pero yo también he actuado muchas veces consciente contra mi intuición y la entrega ha llegado pese a eso. Sólo que algunas veces con atraso. Aquí hay dos pequeños ejemplos de cuán concreta y directamente trabaja la intuición.
Entregas rápidas Cuando quiero que se me entregue algo en forma especialmente rápida, hago el pedido a través de preguntas. “¿Dónde encuentro lo deseado?” o “¿Cómo obtengo de la manera más rápida…?” Es decir, le encargo totalmente consciente a la energía enviada que se presente ante mi intuición. 71
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Y después me relajo y pongo atención a las más leves señales. A veces la respuesta es una frase que un vecino dice en el restaurant, o los titulares de un diario o la letra de una canción en la radio. Hace muchos años, cuando todavía no estaba tan familiarizado con mi intuición, todavía tenía algunas dificultades para reconocer las señales. Muchas veces tampoco sabía si yo mismo trataba de convencerme de algo o si empujaba conscientemente a mi razón en una dirección. Todavía me acuerdo muy bien del tiempo en que a pesar de mi éxito profesional me sentía cada vez más solo y vacío. En ese tiempo mi profundo deseo era solamente comprender cuál era el sentido de mi vida. Todavía recuerdo cuando estaba sentado en el café en Schwabing y pensaba sin parar en voz alta. ¿Qué significa en realidad toda esta porquería? ¿Dónde está el sentido en lo que hago? Yo estaba realmente enojado. “Estoy dispuesto para respuestas, pero éstas deben venir ahora mismo”. Entonces descubrí sobre mi mesa una antigua boleta arrugada, a la que no le dí ninguna importancia. Cuando había pagado y me iba del café, el mozo me siguió y me dijo que se me había quedado algo. Era la boleta arrugada. Era de una librería de ahí cerca. Pero yo seguía sin interesarme realmente por ésta. (Como ya dije, todavía no era entendido en reconocimiento de señales). Poco después me detuvo un transeúnte y me preguntó por una calle que yo no conocía. No había andado dos pasos y me acordé que esa era la calle de la librería de la boleta. Entonces, al darme curiosidad (por fin) pasé por ahí. Era una extraña tienda. Con platillos sonoros en la vitrina y al entrar uno se encontraba con vapores de humo que salían de un incinerador. Era una de las primeras librerías esotéricas en München. Hasta ese momento yo ni siquiera sabía que existía algo así. Después llegó a ser mi librería habitual. Inseguro pasé a lo largo de los estantes de la librería. Allí había nombres de autores de los cuales yo no había escuchado jamás. No tenía idea cuál libro debía comprar, ni sabía siquiera por qué estaba en esa tienda. Entonces se dio vuelta una mujer, con el pelo bien corto y con unos pantalones de algodón casi ridículos, y me dijo: “Tiene que leer este libro, es fabuloso”. Con una sutil sonrisa indicó un libro que había en un estante. Más por cortesía que por interés, lo compré. Ese libro ha cambiado radicalmente mi vida. Era “El manual de la consciencia superior” de Ken Keyes.
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Tenía todas las respuestas a mis preguntas. Por medio de ese libro comprendí de repente el sentido de lo que hago. ¿Pero había sido eso realmente algo así como desear con éxito y me había guiado esa tarde realmente un orden superior hacia ese libro? Nosotros sabemos justamente cómo trabaja la razón. Duda y afirma incesantemente que todo ha sido solamente una secuencia de casualidades. Por lo tanto, poco después quise saber eso nuevamente. Yo estaba buscando otro libro más, que por lo menos produjera un efecto igual de intenso sobre mi vida. Esta vez fui esencialmente más directo y audaz con la formulación de mi deseo. Quería tener el libro en mis manos el mismo día y esperaba que solamente se me comunicara el título. Además, en esta ocasión no quería facilitarle tanto las cosas al destino. Yo no quería salir de la casa. Tampoco sentía en absoluto el impulso por salir. Una hora más tarde me llamó mi agente. Ella quería saber si yo por fin había leído el guión del nuevo “Lugar del suceso”. Naturalmente no, ni siquiera lo había recibido. Ella estaba horrorizada. Yo tendría que haber leído el guión ya hace tiempo. Ese sería el papel de mi vida. Tenía que ponerme de inmediato en camino y pasarlo a buscar donde ella. En el camino de regreso a casa se me ocurrió nuevamente mi deseo. Con todo el alboroto lo había olvidado por completo. Pero según las apariencias, el universo también me había olvidado a mí. ¿Dónde estaba entonces mi libro? Esa tarde fui también a pasear a la calle Leopoldo. Naturalmente estaba despierto y atento: Tal vez alguien me dé nuevamente información. O pesco al vuelo una frase que contiene el título del libro. Pero no ocurrió nada semejante. Me senté en un banco y leí mi guión. Entonces vi a un muchacho. Estaba parado frente a una tienda llorando y no podía abrir la puerta. Yo le ayudé. Era una librería, no, no esotérica, pero a menos de tres pasos al lado de la caja me dio un pequeño sobresalto. Allí me miraba fijamente un libro cuyo título era “Guión para la maestría en la vida”. Un libro que me acompañaría durante todo un año. Era como si Ron Smothermon hubiera escrito ese libro exclusivamente para mí. ¿No había dicho mi agente que yo debía leer el guión, que sería el papel de mi vida? Siempre se entrega. Si no tenemos suficiente buen oído, se nos seguirá con el “paquete” todo el tiempo que sea necesario hasta que ya no podamos evitarlo. Pero si queremos recibir la entrega lo más rápidamente posible, hay que estar atento. 73
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Regla 7 Descubrir los verdaderos grandes deseos Los deseos son tan variados como la personalidad de cada individuo. Uno desea aprender a bailar y nunca ha tenido tiempo para eso o no tiene condiciones, el otro busca verdaderos amigos, porque siente cada vez más fuerte la carencia en su vida, y un tercero anhela una pareja ideal. Ninguno de esos deseos es más grande o más pequeño, más importante o reprobable que otro. También da lo mismo si los deseos parecen razonables, es decir, lógicos para la razón. Cada deseo sólo nos muestra simplemente la carencia que sentimos en ciertas áreas de nuestra vida. Entretanto sabemos que nuestros deseos se cumplen. La pregunta esencial es, si con el cumplimiento de nuestro deseo también se elimina nuestra carencia. ¿O se hace notar muy rápidamente en otra parte? La verdadera pregunta es entonces: ¿Hacia qué quiere hacernos dirigir nuestra atención esa carencia en nuestra vida? Lo que deseamos es simplemente un cambio. Algo no nos gusta en nuestra vida y no sabemos cómo podemos cambiarlo de un modo “normal”. Pero la mayoría de las veces tampoco sabemos cómo será realmente en cuanto el deseo se haya cumplido. ¿Mejora realmente nuestra vida con eso?
Cuáles deseos encajan conmigo Esa es la pregunta esencial. No tiene tal vez ningún sentido desear algo que no corresponde en absoluto a la propia naturaleza. Pese a eso lo hace la mayoría de nosotros. A menudo deseamos algo solamente porque otros lo desean o por que ya lo tienen. Muchas veces perseguimos un ideal que no es en absoluto el nuestro. Pero no porque otros encuentran “fabuloso” algo, eso tiene que ser adecuado para nosotros. ¿Y qué hacemos si lo anhelado se cumple? ¿Si se realizan deseos que no encajan en absoluto con nosotros? Antes de desear algo, deberíamos en realidad tener en claro, qué necesitamos verdaderamente para nuestra vida. ¿Nos sentimos después realmente mejor, más aceptados, más dignos de ser queridos o más felices? El cumplimiento de algunos deseos, nos puede poner justamente bajo mucha presión. El trabajo soñado tal vez nos puede exigir demasiado, el deseo de un hijo puede cumplirse demasiado pronto o el anhelado cambio de casa nos puede hacer perder amigos. 74
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Los deseos que se cumplen nos cambian siempre. ¿Pero estamos también realmente preparados para los cambios y las consecuencias? Nuestra maravillosa relación amorosa, ardientemente anhelada, tal vez nos ponga en contacto con nuestro miedo de no corresponder bien o de perder lo largamente anhelado. Quizá no nos sentimos en absoluto capaces de conducir el auto grande y a causa de su impresionante tamaño no encontramos nunca un estacionamiento. O no nos acostumbramos a la deseada fama y a la atención ligada a ésta. Los deseos que se cumplen no siempre nos traen verdadera felicidad. Por eso, antes de atrevernos a los grandes deseos, deberíamos saber lo que realmente esperamos de nuestro deseo. Cada deseo exitoso cambia nuestras circunstancias de vida. Por eso deberíamos examinar con exactitud si realmente estamos dispuestos a ese cambio. Tal vez nuestro anhelo va en una dirección determinada, pero nosotros todavía no somos en absoluto capaces de desempeñar realmente el nuevo papel.
El deseo de dinero Recibir mucho dinero significa tal vez abandonar el entorno habitual, porque entonces uno se puede comprar una casa. Quizá también se pierda el trabajo, porque simplemente ya no es necesario y ya no se ve ningún sentido en él. Se puede por cierto hacer y dejar lo que uno quiera todo el día, ¿pero se tiene realmente ganas de eso? Tal vez uno eche de menos su antigua casa, sus vecinos, sus colegas. Contra el deseo de recibir mucho dinero no hay nada que objetar, sólo se debería simplemente tener en claro que cada deseo tiene también consecuencias. Por eso tal vez sea esencialmente más importante pensar sobre las condiciones de vida que a uno le gustaría lograr. Porque solamente mucho dinero no es ninguna garantía para ser feliz. Muchos millonarios de la Lotería, después de pocos años ya eran nuevamente más pobres que las ratas y más infelices que nunca antes. Por eso, Michaela y yo hemos hecho un pequeño pacto con el universo.
Nuestro convenio con el cosmos
Después que habíamos ganado dos autos dentro de un año, estábamos profundamente impresionados de nuestro desear con éxito. ¿Pero por qué hacer siempre pedidos únicos? 75
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¿No es posible hacerlo como suscripción permanente? Inmediatamente después de pensar eso, Michaela y yo deseamos en todo caso que nunca más tuviéramos que preocuparnos por dinero. El dinero simplemente debía estar presente. No debía ser una cantidad excesiva, para que siguiéramos sintiendo suficiente alegría y motivación por nuestro trabajo, pero tampoco debía ser demasiado poco. En todo caso debía ser suficientemente abundante en nuestra vida, como para que pudiéramos hacer realidad lo que anhelábamos. Eso era como un convenio con el cosmos. Nosotros cumplimos con nuestra parte y el universo se encarga en el futuro que entre dinero regularmente. Las posesiones deben estar a nuestro servicio y no nosotros al servicio de ellas. Desde ese día no existió nunca más para nosotros el tema del dinero. El dinero llega simplemente a nuestra vida. A veces de un modo totalmente inesperado. Cuando se comienza a desear, uno tiene rápidamente en claro justamente lo siguiente: No se llega a ser rico por medio de trabajar mucho. Se llega a ser rico deseándolo e invitando a la riqueza a su vida. Sólo si uno está convencido de que le corresponde eso, está realmente abierto y preparado para la entrega deseada. Pero el dinero es solamente una parte del bienestar. En realidad la riqueza contiene esencialmente más. Por eso, para ser verdaderamente felices, al desear deberíamos pensar también en los siguientes aspectos: • Salud • Una maravillosa vida de pareja • Una profesión satisfactoria • Verdaderos amigos • Suficiente tiempo para uno mismo y para los demás • Paz y serenidad interior Esta lista se puede ampliar a voluntad. Solamente es importante saber que la verdadera riqueza contiene más que dinero. Pero el dinero, la “despreciable riqueza”, es un ingrediente muy deseable para más satisfacción y paz interior en la vida.
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La vida de pareja soñada El mayor deseo de nosotros, los seres humanos, es tal vez: Encontrar a alguien que esté con nosotros en las buenas y en las malas, que nos comprenda, con quien nos sintamos queridos y aceptados. El deseo de una pareja es tal vez el que influye más profundamente sobre nuestra vida. Justamente con el deseo de tener una pareja es entonces importante que nos preguntemos: ¿Qué quiero realmente?, es decir, qué cualidades debe tener esa persona. Modificando el conocido refrán: “Por eso, quién se compromete eternamente, examina …”, podemos decir: Por eso, examina lo que realmente deseas, porque se cumplirá. Por lo menos igual de importante es, sin embargo, preguntar por la propia motivación: ¿Por qué quiero una pareja? ¿Qué debe ésta traerme? La mayoría de las veces ocurre que lo que deseo obtener exteriormente, en realidad falta en mi interior. Si mi deseo está, por ejemplo, expresado así: “Quiero a alguien que me ame incondicionalmente”, eso significa en realidad: “No soy amado, No soy digno de ser amado. Yo mismo no me amo”. Muchos buscan entonces una pareja que los ame incondicionalmente, sólo porque ellos mismos no se aman. La verdadera base de partida para el deseo tendría, sin embargo, que ser: “Yo soy digno de ser amado tal como soy. Acepto todas mis carencias y fallas y me acepto tal como soy ahora. Yo soy único y hermoso y cada día me acerco más a mi amor por mí mismo. Por medio de mi amor hacia mí mismo atraigo a la persona que me mira con los mismos ojos que yo me miro a mí mismo. Estoy abierto y dispuesto a permitir el amor hacia mí mismo, como también el amor de otra persona. No le doy más fuerza a mis obstáculos y bloqueos y el amor en mí puede fluir libremente. Estoy abierto y dispuesto, para que el amor se presente en mi vida”. Si simplemente sólo deseara a alguien que me ame, pero sin aceptarme a mí mismo, no podría en absoluto aceptar el amor que se me demuestra. Tan sólo por medio de la disposición interior, puedo permitir todo lo que necesito. Ya no tengo entonces que buscar más, a mí me encuentran. Porque con la disposición adecuada, nos encuentra aquello que realmente necesitamos. Pese a eso, hay algunos deseos que no funcionan en absoluto. 77
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Los deseos no deben, por ejemplo, forzar a otras personas a hacer algo contra su voluntad. No podemos inducirlas entonces a que se enamoren de nosotros. O a hacer algo bien determinado para nosotros. El libre albedrío está sobre todas las cosas, también sobre todos los deseos. Eso está muy bien, ya que de lo contrario cualquiera podría desear algo de nosotros y nosotros tendríamos repentinamente que efectuar acciones que no nos gustan en absoluto. ¿Pero cómo encuentro entonces a la persona que me ame? Por medio de desear con éxito no consigo en todo caso que una determinada persona, elegida por mí, que se imagina mi mente, se una conmigo. Pero si yo, por medio de mi deseo, invito a mi vida a una persona que deba tener exactamente mi vibración y que naturalmente deba corresponder a mi amor, obtengo con seguridad la pareja que es igual a mí y que encaja conmigo.
Pedir la pareja apropiada En mis conferencias sobre vida feliz de pareja me hacen reiteradamente la misma pregunta: “¿Cómo logro conocer y atraer a mi vida a la pareja apropiada?” En el fondo eso es muy simple. En el fondo eso es tan simple, que llega a ser increíblemente difícil para la mayoría de nosotros. En estricto sentido tenemos que hacer mucho menos de lo que pensamos. Simplemente tenemos que dejar de buscar tan agitadamente y con tanto pánico. Porque justamente la búsqueda con pánico y agitación indica solamente que en realidad no confiamos en todo el asunto. Profundamente en nuestro interior estamos casi siempre convencidos de que ya no encontraremos a nadie. Por lo menos no el “adecuado”. Buscar es lo contrario de encontrar. Para encontrar sólo tenemos que abrir nuestros ojos y nuestro corazón y estar dispuestos a recibir. Desear con éxito significa estar dispuesto a permitir todos los milagros en nuestra vida. La búsqueda obstaculiza en todo caso la permisión. Mientras buscamos, estamos ligados a un determinado objeto o propósito. 78
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A una proyección que diseñamos en nuestra limitada consciencia y la cual buscamos incesantemente. En nuestra imaginación siempre habrá alguien que no tiene ninguna falla. Naturalmente, algo sin defectos e inconvenientes es solamente una mera ilusión. Porque algo así no existe. Algo así existe solamente en nuestra fantasía, que en todo momento podemos encender y apagar o modificar según nuestra imaginación. Pero nosotros buscamos una persona que se ajuste a nosotros. Es decir, ésta tendrá inconvenientes muy parecidos a los nuestros. En estricto sentido también nos buscamos a nosotros mismos, porque al fin y al cabo queremos reflejarnos en nuestra querida pareja. Ésta debe ser similar a nosotros. Debe desarrollarse con nosotros y observar el mundo con ojos parecidos a los nuestros. Debe pensar parecido a nosotros sobre las cosas más esenciales. Sobre fidelidad, familia, amor, Dios y sobre el modo de superar la vida. Nuestra fantasía no nos ayuda entonces en este caso. Tampoco nos ayuda la constante búsqueda, con la que más bien impedimos que experimentamos el verdadero amor. Antes de enviar un deseo tan importante, tenemos que tener en claro lo que verdaderamente queremos tener. Para dejarlo en claro nuevamente, el pedido no es difícil, pero es muy importante para nuestra vida. Los errores al llenar nuestro formulario de deseos tienen entonces igualmente amplias consecuencias. Y no obstante, aunque eso tenga tal importancia, a menudo no nos hacemos una verdadera idea de cómo debe ser nuestro deseo de una pareja “adecuada”. Aunque pensamos que lo sabíamos, no tenemos ninguna idea cuál pareja nos hace realmente bien. Tampoco queremos pensar mucho tiempo en eso, simplemente queremos tener una pareja. Pero muchas veces detrás de eso hay un deseo completamente diferente. No queremos estar más solos. Por lo tanto, antes de enviar nuestro pedido deberíamos tener en claro qué pareja queremos realmente tener a nuestro lado en nuestra vida. Para eso ayuda la lista que describí detalladamente en mi libro “Reglas de felicidad para el amor”; aquí entrego solamente un breve resumen. Con esa lista se nos aclara bastante rápido qué esperamos de una vida de pareja, qué estamos dispuestos a aportar y cuál pareja se ajusta mejor a nosotros. En mis conferencias y en las sesiones individuales trabajamos muy seguido con esa lista. Ésta es rápida, efectiva y proporciona una claridad asombrosa.
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Si queremos entonces la pareja “adecuada”, tenemos primero que tener en claro qué debe buscar el cosmos para nosotros. De ese modo se originó también la lista. La desarrollé cuando yo mismo, después de muchas confusiones y equivocaciones y de innumerables intentos fallidos, quise finalmente tener la pareja apropiada para mi vida futura. En ese entonces me había aislado por un tiempo, para descubrir qué pareja se ajusta realmente a mí. Para obtener claridad al respecto, experimenté con diferentes medios de ayuda y posibilidades y siempre solamente me dediqué a la pregunta “¿Cómo puedo darme cuenta de la mejor forma, quién realmente encaja conmigo?” Entonces se me ocurrió la idea de escribir una lista. Descrito brevemente, hice lo siguiente: En una hoja grande de papel hice dos columnas. En la primera columna escribí todo lo que esperaba de mi futura vida de pareja. Esa columna fue llenada muy rápidamente y era bastante extensa. Todos mis deseos y anhelos ingresaron allí. En la segunda columna escribí todo lo que yo mismo estaba dispuesto a aportar. Y véase, esa columna era esencialmente más corta. Pero lo que yo mismo no puedo aportar en una relación, tampoco lo encontraré ahí. Entonces era muy evidente que yo buscaba una pareja con la que pudiera desarrollar todas las carencias. Quien desee enterarse en forma más exacta sobre este trabajo, que lea por favor el libro “Reglas de felicidad para el amor”. Ahí describí todo detalladamente. Cuando tuve cada vez más en claro cómo debía ser mi futura pareja, lo escribí todo en una hoja de papel y la dejé en un lugar solemne. La forma maravillosa en que ese deseo se cumplió, me asombra todavía hoy.
Cómo atraje a mi vida a la pareja adecuada En todo caso reflexioné algunas semanas sobre mi deseo de una pareja con mucha exactitud y lo elaboré basándome en mi lista. Tan sólo una vez que realmente estaba absolutamente seguro de la pareja que mejor encajaba conmigo, le entregué mi lista de deseos al cosmos. Porque una cosa tenía en claro: Mi deseo se cumpliría. Pero en estricto sentido, realmente no le facilitaba al universo el cumplimiento de mi deseo, porque en ese tiempo me había aislado por completo y permanecí durante 80
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varios meses casi exclusivamente en mi casa. Aparte de dos horas en la tarde, en las cuales estaba en el escenario del teatro de Kurfürstendamm y de una única comida colectiva con gran asistencia, a la que los colegas me habían forzado amablemente a asistir, porque pensaban que estar permanentemente solo en mi casa no me haría bien, yo permanecía en mi soledad. ¿Cómo debía entonces el universo cumplir mi deseo? Algunas semanas después, sonó el teléfono. Al habla estaba una mujer con la que yo había conversado algunas semanas antes en esa comida. Pero yo ya no podía acordarme de ella con exactitud. Solamente sabía todavía que era rubia, delgada y que usaba lentes gruesos. Pero de inmediato nos entendimos tan bien, que hablamos cuatro horas por teléfono y al día siguiente otras siete horas. Y como no nos podíamos ver, ya que ella actuaba en el teatro de Bremen y yo en Berlín, al día siguiente hablamos otra vez siete horas por teléfono. Había una comprensión tan profunda en tantas cosas, que en la noche siguiente, después de otras ocho horas al teléfono, acordamos ir juntos de vacaciones. El sentimiento que nos unía era tan intenso, que al día siguiente incluso decidimos por teléfono vivir juntos y Michaela, que era capaz de una verdadera entrega, renunció de inmediato en su trabajo y puso fin al arriendo de su casa. Un día después decidimos casarnos, sin habernos visto realmente. ¿Pero realmente no nos habíamos visto? Tal vez no físicamente, pero conocíamos uno del otro cada milímetro de nuestras almas. Nos habíamos contado todo. No había secretos. Incluso sabíamos cosas de nosotros que no le habíamos confiado nunca a ninguna otra persona. Nos habíamos mostrado. Habíamos abierto nuestro interior y revelado nuestra alma sin reservas. Los dos sabíamos que éramos el uno para el otro. Todos mis amigos me consideraban completamente loco. Pensaban que ahora estaba totalmente demente. Trataban de hacerme cambiar de opinión. “No sabes en absoluto qué olor tiene, qué sabor tiene y si en general se entienden físicamente”. Pero yo sabía que si no le daba oportunidad a la posibilidad de vivir mi verdadero gran amor, lamentaría toda mi vida la pérdida de esa posibilidad. Cada vez que en otra parte las cosas no anduvieran muy bien, yo pensaría en esa oportunidad única. En mi fracaso y en mi indecisión. Por otra parte, ¿qué riesgo corría yo? Si Michaela y yo realmente no nos comprendiéramos físicamente, teníamos entonces la oportunidad de llegar a ser los mejores amigos. Porque espiritualmente ya estábamos unidos. 81
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Ella pensaba tal como yo, veía el mundo con los mismos ojos, tenía los mismos anhelos y esperanzas y estaba igualmente dispuesta a trabajar en ella misma, tal como yo, para que pudiéramos disolver juntos todos los defectos de la propia personalidad. Y cuando yo, seis semanas más tarde, después de muchas otras largas conversaciones telefónicas, aparecí delante de su casa con un vehículo de mudanzas y por primera vez la vi tan claramente, estaba muy feliz. Lo primero que pensé fue: Tuve suerte. Michaela era la mujer más hermosa que yo podía imaginar. Pero lo más asombroso era que cuando después saqué nuevamente mi lista y miré mi pedido, Michaela correspondía exactamente a esa lista en todos los detalles. Naturalmente también recibimos siempre extras, cosas y cualidades que no hemos formulado en nuestra lista de deseos. Al fin y al cabo no podemos pensar en todo. Pero todo lo que aparecía en mi papel se cumplió. ¿Casualidad? Quien siga creyendo eso, debe seguir dejando tranquilamente su vida en manos de la casualidad y esforzarse mucho. Esencialmente más simple es, sin embargo, desear con éxito y determinar uno mismo su vida. Pero como se puede ver bien en mi ejemplo, no se debe esperar una determinada forma en la que debe realizarse la entrega. Sólo consiste en estar dispuesto. Nuestra nueva pareja nos puede hacer caer, ocasionar un accidente o demandarnos. ¿Quién dice que el primer encuentro tiene que ser positivo? En todo caso atraerá toda nuestra atención hacia ella. Muchos matrimonios felices han comenzado no soportándose, pero extrañamente no siéndose indiferentes. Naturalmente eso puede igualmente ocurrir en forma completamente romántica y ambos saben desde el primer segundo, que esa es la pareja para la vida. Lo importante simplemente es, solamente no tener una opinión e idea fija acerca de cómo debe transcurrir eso. De lo contrario, el universo podría estar entregando y uno no se da cuenta de la entrega a causa de ausencia interior. A menudo me preguntan si Michaela envío también al mismo tiempo al éter, deseos de tener la pareja adecuada. No, no lo hizo. Pero estaba abierta y dispuesta a involucrarse. Naturalmente ella también habría podido decir que no, pero eso habría sido una extraña entrega de mi deseo. “Aquí está la mujer más maravillosa que se ajusta exactamente a ti, pero ella no te quiere en absoluto”. 82
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Pues bien, en todo caso el cosmos no entrega así. Michaela estaba dispuesta y abierta, y yo había buscado la pareja ideal, que naturalmente debía estar dispuesta y abierta para una relación amorosa. Por lo demás, se puede realmente escribir todo lo que a uno se le viene a la cabeza. También aspecto y figura y rasgos característicos. No obstante, esa no es ninguna garantía de que uno será feliz con esa pareja, porque quizás uno se exige demasiado a sí mismo con sus deseos. Imaginémonos, por ejemplo, que la pareja debe ser atlética y deportiva y naturalmente tener buen aspecto. Pero entonces tenemos que partir de la base, que a esa futura pareja le gustan las actividades deportivas y desea también practicarlas con nosotros. ¿Se quiere eso realmente? O uno desea una pareja que sea un cohete en la cama y que siempre tenga deseos. El sueño de todos los hombres. Pero si eso se hace realidad, pronto se puede transformar en una pesadilla. ¿Qué ocurre si después de un mes uno ya no quiere tan seguido como ella o ya no se ajusta a la velocidad o alguna vez tiene otros intereses? O cuando se teme ser abandonado si uno ya no rinde en la cama. O se tiene miedo de no bastar. Si se desea una pareja que sea hermosa, pero uno mismo se encuentra poco atractivo, se puede llegar rápidamente a tener sentimientos de inferioridad. Formular deseos solamente debido a la carencia actual, puede ser bastante peligroso. El deseo se cumple. Si éste es para nuestro bien, no está, sin embargo, garantizado. Por eso, especialmente al desear una pareja se debería pensar muy exactamente qué pareja se desea atraer.
¿Llega a ser más feliz la vida? ¿Se llega a ser más feliz por medio de desear con éxito? Sí, en todo caso, pero de un modo diferente a como se ha pensado. La felicidad es una actitud interior y tiene solamente poco que ver con la realidad exterior experimentada. Si no somos felices sin dinero o pareja, tampoco lo somos con ellos. Al fin y al cabo cada uno de nosotros conoce personas que han logrado tener dinero y pareja o fama y, sin embargo, están eternamente de mal humor o son infelices. Si queremos experimentar felicidad, no la obtendremos por medio de influencia externas.
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La felicidad se origina siempre justamente desde adentro. Experimentamos felicidad cuando emitimos felicidad. En eso no influye si vivimos en una mansión o en una casa de 30 metros cuadrados. En las dos podemos igualmente ser felices como también infelices. La felicidad se origina de una serenidad interior. La felicidad se origina siempre cuando queremos compartir con otros. La felicidad es un estado en el que nos encontramos con o sin pareja, con o sin dinero, con o sin casa y prestigio. Pero muchos creen que solamente podrían ser felices si tuvieran algo determinado. Y justamente esa palabrita “si” no nos deja ser felices. Y por cierto nunca. Nosotros no queremos en absoluto ocuparnos de por qué estamos justamente allí donde estamos, y simplemente sólo queremos salir. Pero después que determinadas circunstancias, y por cierto nuestros deseos y creencias inconscientes, nos han dado la situación que no queremos aceptar, también con influencias externas modificadas sentiremos y actuaremos muy parecido. Siempre nos llevamos consigo. También a la supuesta felicidad, que naturalmente siempre está en otro lugar que en el que nos encontramos. Y por eso también seremos infelices en la felicidad esperada. Siempre faltará algo en nuestra vida para experimentar la verdadera felicidad. Hace muchos años yo tenía aparentemente todo. Dinero, prestigio, éxito profesional, mujeres y buena salud. Y a pesar de eso no era feliz. Me sentía vacío e inquieto. Todavía estaba convencido de que a todos los demás les iba mejor que a mí. Estaba convencido de que tenía que obtener todavía más para acercarme a la felicidad. Tenía entonces que ser más exitoso, acumular más bienes, conseguir más mujeres para ir a la cama, y entonces aparecería la sensación de profunda felicidad. Y justamente esa creencia no me dejaba ser feliz. Justamente esa creencia en mi carencia, me hacía sentir la carencia. Sin saberlo, yo trasladaba al futuro mi situación de felicidad. La creencia en la carencia acallaba todos los demás deseos. Yo creía tanto en esa carencia, que por lo visto me impedía ser feliz, que incluso cuando se hicieron realidad los primeros deseos, no fueron para mí los adecuados o llegaron demasiado tarde. Por esa razón, nada, pero realmente nada de lo que fue entregado de los pedidos, podía ser recibido con alegría y agradecimiento, porque al mismo tiempo yo estaba convencido de que a otros se les había cumplido el deseo esencialmente mejor. 84
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Yo estaba en búsqueda de la felicidad, pero mientras más buscaba afuera, más la perdía de vista. Mi deseo inconsciente era en ese entonces: “Yo no soy feliz. Mi felicidad está en el futuro. Necesito todavía más para ser feliz”. Con eso yo pedía en forma muy concreta: “No sentir nunca felicidad en el presente”. Mi posición fundamental era ser infeliz. Y en eso tampoco podía cambiar nada el cumplimiento de algunos, o bien, de muchos deseos. Tan sólo cuando renuncié, y dejé de ser llevado por la idea de llegar a ser feliz por medio de otros, comencé a encontrar satisfacción profunda y amor. Al fin y al cabo, detrás de mi búsqueda estaba siempre sólo una cosa: Ansiaba amor y seguridad, y como no los tenía esperaba obtenerlos por medio de influencias externas. Pero si no sentimos en nosotros el amor y la seguridad, ninguna persona de este mundo nos lo puede dar. Eso significa, por mucho que me duela, que el cumplimiento de todos los deseos no cambia nada en nuestra actitud hacia la felicidad. Si ahora no somos felices, tampoco lo seremos por medio de influencias externas. Incluso cuando a veces creemos eso. La felicidad que experimentamos entonces, es solamente de corta duración, porque no corresponde a lo que sentimos en lo más profundo de nuestro ser.
¿Desear con éxito me ha hecho más feliz? ¡Sí, absolutamente! No tanto porque ahora se cumplan todos los deseos en mi vida, sino porque manejo más conscientemente mi vida y me encomiendo a mi conducción. Ya el hecho de que experimento una y otra vez que mis deseos se hacen realidad cuando quiero, me hace saber que no tengo que esforzarme solo aquí en la Tierra. Incluso en los momentos más quietos y solitarios, yo estoy satisfecho y feliz. Esté totalmente aislado o bañándome en una multitud, yo estoy conectado. Y lleno de agradecimiento. Trabajar con el universo es esencialmente más fácil que esforzarse solo. Desear con éxito cambió todo mi mundo. Mi forma de experimentar las cosas, mi forma de ver las cosas, mi percepción, mi vida de pareja y mi amor por mí mismo.
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Cada día me acerco más a mí mismo. Desear con éxito me ha ayudado a hacerlo. Con cada nuevo deseo que se me ha cumplido, me he dado cuenta de cuáles cosas en mi vida eran realmente importantes. Cuando podemos lograr todo, cuando podemos tener todo, comenzamos a examinar con más exactitud los verdaderos deseos. Por fin siempre es sólo el amor lo que buscamos. Al fin y al cabo siempre es sólo el amor lo que nos hace felices. El amor hacia nosotros mismos. Y hacia los demás.
Sobre el autor Pierre Franckh, siendo niño ya estaba sobre el escenario e hizo su debut en la película de Helmut Käutner “Historias de niños traviesos”. Desde 1958 actuó en muchas películas de cine y en más de 200 producciones de televisión y en el año 2000, con la película “Y este es recién el comienzo”, hizo su exitoso debut como autor y director. Desde 1996 se dedica más intensamente a su actividad como autor.
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