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Él estaba haciendo lo posible para no perder su herencia, pero… ¿iba también a encontrar una esposa? Marc Huntington trataba de evitar la venta de la finca propiedad de su familia desde hacía más de cien años. Por suerte, vigilar a la competencia no le resultaba difícil: Torie Sands era tan bonita como misteriosa… Torie era la hija del antiguo mayordomo de la familia Huntington y había regresado a su antiguo hogar con el firme propósito de limpiar el nombre de su difunto padre, no para enamorarse del enigmático Marc… una vez más. ¿Cómo iba a ganarse la confianza de ese hombre duro y desconfiado, en quien años de servicio en la Marina de los Estados Unidos habían dejado profundas cicatrices?
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https://www.facebook.com/novelasgratis Capítulo 1
TORIE Sands temblaba y los dientes le castañeteaban. No solo tenía frío sino que también… sí, estaba asustada. ¿Qué iba a hacer? Había ido a aquel lugar cuando el sol brillaba en el cielo, estilo playa californiana, para rememorar su niñez en las cuevas. Pero se le había olvidado la rapidez con la que el clima podía cambiar allí, eso sin mencionar el nivel del mar. Y ahora no podía salir de allí. La marea había subido y el cordón litoral se había convertido en una isla. Para colmo, se había asentado una niebla espesa. Ahora lo recordaba. Llamaban a ese fenómeno niebla mortal cuando ella era solo una niña y vivía arriba, en lo alto del acantilado, la hija única del mayordomo de la familia Huntington. Sabía que debería serle posible nadar hasta la playa, pero no podía ver la tierra firme al otro lado y la corriente la llevaría al mar abierto. Un trueno la hizo dar un salto. Estupendo. Ahora, además, iba a llover. ¿Cómo iba a salir de ahí? No le había dicho a nadie adónde iba a ir. El móvil no tenía cobertura. ¿Tendría que pasar la noche allí? ¡No! Bien, había llegado el momento de pedir ayuda. No se había encontrado con nadie por el camino al cruzar las dunas y el puente de arena mojada, pero quizá… Al fin y al cabo, ¿qué otra opción le quedaba? –¡Socorro! –gritó con todas sus fuerzas–. ¡Socorro! ¡Estoy atrapada, en la isla! ¡Socorro! Nada. En la distancia, lejos, pudo oír una sirena antiniebla. Se abrazó a sí misma y parpadeó cuando el viento movió sus cabellos y estos se le pegaron a los ojos. La situación en la que se encontraba no tenía ninguna gracia y estaba a punto de un ataque de histeria. –¿Señorita Marino? –era una voz viril–. ¿Está ahí? 3
https://www.facebook.com/novelasgratis Sintió un inmenso alivio. ¡Un humano! Quizá ya no fuera a morirse de frío. Le llevó un momento darse cuenta de cómo la habían llamado. ¿Señorita Marino? ¿Qué? Ah, sí, era el nombre que había dado con el fin de que la familia Huntington no se enterase de que estaba allí. Por eso, siguió con la farsa. –Sí –respondió ella, gritando–. Estoy aquí. ¿Qué puedo hacer? ¿Cómo puedo salir de la isla? –No se mueva. Ahora mismo voy a buscarla. Respiró hondo y cerró los ojos momentáneamente. Acababa de enamorarse de esa voz. Era una voz firme, la voz de alguien seguro de sí mismo. Sí, esa era la palabra clave en aquel lugar. Con suerte, ese hombre la rescataría y pronto estaría a salvo. Con suerte.
Marc Huntington lanzó un gruñido mientras se quitaba la chaqueta y luego el jersey de punto. No había contado con pasar las primeras horas de la tarde rescatando a buitres que habían ido a Shangri-La, la propiedad de su familia, a aprovecharse. Era consciente de la situación. No quedaba dinero. Había vuelto a casa justo a tiempo de ver su herencia destruida. Desgraciadamente, el dinero ganado en los diez años que había pasado en el ejército no era suficiente para devolver a Hacienda el importe de los impuestos que su madre no había pagado. Vender la propiedad en su totalidad era la única salida al problema que su madre veía, y ella era la propietaria oficial. Era decisión de ella. Así pues, Shangri-La estaba en venta. Su madre había organizado ocho visitas de posibles compradores ese fin de semana. –Hable, diga algo –ordenó a la mujer–. Mientras atravieso el agua, me ayudaría que me hablara para localizarla con facilidad. –Está bien –respondió ella con voz menos asustada–. ¿De qué quiere que le hable? Él volvió a gruñir. ¿Qué importancia tenía de qué le hablara? Lo único que le importaba era el sonido de la voz. Las palabras daban igual. Aunque quizá debería preguntarle la clase de oferta que iba a 4
https://www.facebook.com/novelasgratis hacer con el fin de quedarse con la propiedad. –Cante –sugirió él–. Recite un poema si lo prefiere. Lo que quiera. Se metió en la gélida agua, la niebla era tan espesa que apenas podía ver nada. Mientras cruzaba el brazo de mar, oyó el canto de aquella mujer. Tenía una bonita voz. Se detuvo a escuchar. Le pareció reconocer la canción, un canto celta. ¿Dónde lo había oído? Sacudió la cabeza. Daba igual. Si ella seguía cantando, no tardaría en encontrarla.
Torie lo oyó. Se estaba acercando. Sintió una inmensa gratitud. Alzó el rostro y cantó con más ganas, en un intento por facilitarle su localización. Entonces oyó el salpicar del agua, muy cerca. Después la forma de un hombre avanzando hacia ella. –Oh, gracias –gritó Torie–. Estaba asustada, creía que iba a tener que pasar la noche aquí. Poco a poco, cuando él se acercó lo suficiente, a Torie le pareció reconocerle. Frunció el ceño. ¡No, no, no podía ser! Él se detuvo a unos pasos de ella. –Señorita Marino, soy Marc Huntington. Marge es mi madre. Solo para que sepa que no soy un chulo de playa. El corazón le latió con fuerza. Marc Huntington. ¿Qué estaba haciendo ahí? Por lo menos hacía quince años que no lo veía. Había oído que estaba en el extranjero, en el ejército. –¿Cómo ha llegado hasta aquí? –gruñó él–. ¿Y por qué? Marc no la había reconocido. Qué alivio. Pero no tenía nada de extraño, ella tampoco le habría reconocido de no ser porque él le había dicho quién era. La última vez que le había visto Marc había sido un adolescente que apenas sabía de su existencia. Pero ahora tenía el pecho musculoso, anchas espaldas, el cabello oscuro que le caía por la frente y unos ojos azul cristalino que la miraban con extraordinaria hostilidad. En resumen, Marc Huntington 5
https://www.facebook.com/novelasgratis era el hombre más guapo que había visto en su vida. Respiró hondo y no fue capaz de pronunciar palabra. –¿Se encuentra mal? –preguntó él arrugando el ceño. Ella sacudió la cabeza. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para contestar. –Yo… me… llamo Torie. Pero supongo que eso ya lo sabe. Estaba viendo las cuevas y la niebla se ha echado encima y… y… –Está bien –dijo él con impaciencia–. No se preocupe. Su marido se ha puesto nervioso al ver que no había vuelto para la hora del té. Todos la están buscando. ¿Marido? ¿Qué marido? Ella no tenía ningún marido. Ah, sí, tenía a Carl Marino, que se estaba haciendo pasar por su marido. No debía olvidarlo. –Siento las molestias que estoy causando –dijo Torie, recuperando la compostura, por fin, tras el reencuentro con el hombre en el que se había convertido el adolescente del que había estado enamorada años atrás. No debía olvidar que él era su enemigo, como cualquier otro miembro de la familia Huntington, el enemigo al que había ido a destruir–. Había perdido la noción del tiempo. Él asintió mientras paseaba su mirada azul por su cuerpo, cubierto solo con un vestido veraniego. –La próxima vez, traiga una chaqueta –sugirió él–. Aquí refresca enseguida. Torie lo sabía muy bien, no en vano había pasado todos los veranos de su infancia allí, en aquella playa. Pero ya hacía quince años de su última visita. –Estoy bien –insistió Torie, aunque le castañetearon los dientes. Él la miró de arriba abajo; esta vez, con una chispa de humor en los ojos. –Bueno, deje que la alce en mis brazos. –¿Qué? –Torie retrocedió unos pasos–. No. No puede llevarme en brazos todo el camino. –¿Por qué no? Estoy preparado para cargar bastante peso y, además, no parece que usted pese mucho. 6
https://www.facebook.com/novelasgratis Ella le lanzó una mirada hostil. ¿Se estaba riendo de ella? –Señora Marino, su marido está esperándola, en la casa, hecho un manojo de nervios. Tenía miedo de que se hubiera caído por el acantilado o algo por el estilo. Así que tengo intención de llevarla sana y salva. Vamos, cuanto antes nos pongamos en marcha, antes llegaremos. Torie se lo quedó mirando. El corazón le latió con fuerza. Antaño había soñado con tocarle, pero eso había sido cuando estaba medio enamorada de él. Ahora, la idea de que la tomara en sus brazos le aterrorizaba. Ese hombre era el enemigo. –No –respondió Torie–. Iré detrás de usted. –No, voy a llevarla en brazos. Torie sacudió la cabeza. –No, de ninguna manera. A él se le estaba agotando la paciencia y se le notó. –Preste atención a lo que voy a decirle: la corriente es muy fuerte en la parte más profunda del canal, justo el sitio por el que tenemos que cruzar. Podría tirarla y arrastrarla mar adentro; de ser ese el caso, tendría que ir a buscarla a nado, y no sé si conseguiría agarrarla. Es mucho más seguro llevarla en brazos. –¿No hay otra manera de cruzar? Marc Hungtinton frunció el ceño. –¿Qué le pasa? ¿Cuál es el problema? Torie respiró hondo antes de contestar enfurecida: –Por si no se ha dado cuenta, está casi desnudo. Él la miró como si estuviera loca. –Y a usted tampoco le sobra mucha ropa. Escuche, cuanto más tiempo pasemos aquí, peor se pondrá la situación. Venga, vamos –le dedicó una sonrisa burlona–. Tendré cuidado, se lo prometo. Estaba sumamente enfadada con él. Marc Hungtinton no había hecho el mínimo esfuerzo por comprender su punto de vista y no parecía dispuesto a considerar ninguna otra alternativa. Ella miró a su alrededor, tratando de dilucidar la forma de evitar aquello, y justo en ese momento él dio un paso hacia delante, la agarró y la levantó en 7
https://www.facebook.com/novelasgratis sus brazos. Y ella no tuvo más remedio que agarrarse a su cuello en el momento en que Marc se puso en marcha. El contacto la excitó, el calor que se desprendía del cuerpo de ese hombre era como una droga. Se aferró a él. Cerró los ojos y trató de olvidar quién era. Pero no podía olvidar que fue la familia de él quien acusó a su padre de horribles delitos, le despidió y les arrojó de su hogar. En resumidas cuentas, la familia Huntington había destruido a su familia y había destruido sus vidas basándose en una mentira. Y el resentimiento y el rencor seguían vivos en ella. Sin embargo, nunca la habían sujetado unos brazos tan fuertes. La sensación era extraordinaria… si olvidaba quién era él. Poco a poco, mientras avanzaban, la niebla fue levantándose y comenzó a ver la orilla. –Bueno, ya hemos llegado –dijo Marc al pisar arena seca. Entonces, él la dejó en el suelo y Torie sintió un repentino vacío. –Póngase mi chaqueta –dijo él, que se agachó, agarró la chaqueta que estaba en la arena, y se la dio. Torie obedeció. La chaqueta era grande y pesada, vaquera, y aún conservaba algo del calor del cuerpo de Marc. Se volvió de cara a él, que en ese momento tenía alzados los brazos y se estaba metiendo una camiseta por la cabeza. Maravillada, contempló los músculos de ese duro pecho y jadeó al ver la cicatriz que Marc tenía sobre las costillas. Marc se bajó la camiseta por el cuerpo y la miró. Ella, casi sin aliento, parpadeó. Quería preguntarle cómo se había hecho esa cicatriz, pero la expresión de los ojos de él la hizo desistir. No obstante, tenía que decir algo. Era lo correcto. –¿Se debe a alguna heroicidad? –preguntó ella, quizá con demasiada rapidez. –No. Lo que hice fue una estupidez y acabé con una herida. Torie decidió no insistir en ello y, al mismo tiempo, le pareció que debía hacerle saber que agradecía lo que él había hecho por ella. 8
https://www.facebook.com/novelasgratis –Gracias –dijo Torie por fin, casi con timidez–. Le agradezco mucho lo que ha hecho. –Y yo le agradecería que respondiera a unas preguntas – respondió él con voz calma. –¿Responder a unas preguntas? ¿Sobre qué? –inquirió Torie, mirándose fijamente. –Me gustaría saber qué está haciendo aquí. ¿Por qué ha venido? Torie parpadeó, presa de un súbito pánico. ¿Se había dado cuenta de quién era? –Yo… hemos venido a ver la propiedad, naturalmente. Está a la venta, ¿no? Él asintió. –Bueno, hemos venido a ver si a Carl le interesa… es decir, si nos interesa comprarla. ¿Le parece extraño? Sin dejar de mirarla a los ojos, Marc contestó: –No, eso no tiene nada de extraño, a eso es a lo que han venido ustedes dos y las otras seis personas, a pasar el fin de semana en la propiedad con el fin de evaluarla y ver si les interesa –sus ojos empequeñecieron–. Pero suponía que la casa es lo más interesante; la casa, la parcela, la cascada, el jardín delantero… Sin embargo, usted ha venido a las cuevas nada más dejar las maletas. Y su marido se ha ido a husmear por la zona de los viejos viñedos –Marc enarcó una ceja–. ¿Qué pasa aquí? Torie frunció el ceño. No sabía que Carl había ido solo a explorar. Tenía que admitir que podía parecer raro que los dos hubieran salido nada más llegar y lo hubieran hecho por separado. Ahora, tenía que hacer lo posible por eliminar toda sospecha. –Nada, no pasa nada. Nos interesa todo: la casa, el terreno y las playas. Había oído hablar de las cuevas y… y quería verlas. Pero él no pareció convencido. –Las cuevas son frías, no son uno de los principales atractivos de la propiedad –la miró con expresión interrogante–. Tienen importancia histórica, ya que parecen gustarles a los contrabandistas… desde los tiempos de los españoles. 9
https://www.facebook.com/novelasgratis Marc empequeñeció los ojos y añadió con ironía: –¿Es eso lo que les ha traído aquí? ¿Esconden algo? –De ser así, no iba a decírselo, ¿no le parece? –pero se mordió los labios al instante, arrepentida de las palabras que acababa de pronunciar. «No te pongas agresiva, Torie», se ordenó en silencio. «Guárdate la ira para cuando llegue el momento». –Voy a verlo todo –se precipitó a añadir Torie–. Parece una propiedad maravillosa. –Sí, lo es. Y vale mucho más de lo que mi madre pide por ella – Marc esbozó una burlona sonrisa–. Pero eso ya lo sabe, ¿verdad? Un trueno enfatizó la fuerza de las palabras de Marc y gordas gotas de agua comenzaron a caer. Torie volvió a temblar.
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https://www.facebook.com/novelasgratis Capítulo 2
SE OYERON truenos y la lluvia comenzó a caer copiosamente. Marc miró al cielo y lanzó una queda maldición. –Tan pronto como se despeja la niebla empieza a llover – protestó él–. Vamos. Así no podemos cruzar las dunas de arena, así que vamos a ir al cobertizo detrás de la fábrica de hielo. Marc señaló una construcción de madera a unos cien metros de donde estaban y echaron a correr hacia allí. Llegaron enseguida y, por suerte, la puerta no estaba cerrada con llave. Una vez dentro, Marc cerró la puerta y entonces se volvió hacia ella. –No creo que la tormenta dure mucho –dijo él–. Será mejor que nos sentemos a esperar a que pase. El interior del cobertizo estaba relativamente limpio: a un lado, herramientas; al otro, sacos de grava y turba. Se sentaron encima de los sacos de plástico acompañados del ruido de la lluvia golpeando el tejado del cobertizo. Guardaron silencio, el ruido habría ahogado su voces. Marc había vuelto la cabeza en dirección a una pequeña ventana y ella aprovechó para mirarlo, paseando los ojos por la cabeza, el cuello, las anchas espaldas. Tembló, pero no de frío. Empezaba a darse cuenta de que no iba a ser fácil. ¿Cómo se le había ocurrido imaginar que iba a serlo? Llevaba quince años odiando a la familia Huntington. Para ella, eran monstruos. Solo quería encontrar la forma de limpiar su apellido. Pero ahora que se encontraba cara a cara con un Huntington, lo veía de modo diferente. Si quería lograr su objetivo tendría que ser muy lista. Y fuerte. La realidad traicionaba la fantasía. Eran solo personas. Lo que no significaba que no fueran culpables de cosas horribles. Pero eran humanos… de momento. Primero estaba Marge, la madre de Marc. Al subir las escaleras del amplio porche, acompañada de Carl, cruzarlo y colocarse delante de la enorme puerta delantera, había temido que las piernas no la sujetaran, había temido desmayarse. Y, al abrirse la puerta, una mujer 11
https://www.facebook.com/novelasgratis bajita y pelirroja vestida con un sencillo traje pantalón les había sonreído cálidamente y les había dado la bienvenida a Shangri-La. No tenía aspecto de Cruella de Vil, en contra de lo que recordaba de ella. En cierto modo, le había decepcionado. La hermana mayor de Marc, Shayla, les había acompañado a sus habitaciones. Se ajustaba más a la imagen que recordaba: altiva y segura de sí misma. Pero tampoco parecía un monstruo. A parte de Shayla y Marc, estaba Ricky, también mayor que Marc. Ella había supuesto que tanto Ricky como Marc estarían ausentes; por tanto, encontrar a Marc allí había sido una auténtica sorpresa. Por supuesto, la persona con más culpa de lo que habría pasado, el padre de Marc, Tim Huntington, llamado Hunt, había muerto años atrás, se había ahogado al volcar su velero. Llevaba años soñando despierta con volver a Shangri-La, encontrar las pruebas que demostraran la inocencia de su padre, presentárselas a Marge y Shayla, y verlas hechas un mar de lágrimas y deshaciéndose en disculpas. Entonces, las obligaría a retractarse públicamente, a través del Alegre Beacon, el periódico local. El pequeño pueblo de Alegre se mostraría escandalizado por lo ocurrido. El alcalde declararía un día de fiesta para celebrar el descubrimiento de la verdad y le daría una placa en conmemoración de ese día. Y ella volvería con la placa a Los Ángeles y se la ofrecería a su madre. Sí, ese era su sueño. Al menos, lo había sido durante unos años. Sin embargo, hacía poco que un descubrimiento había despertado en ella ciertas dudas. ¿Habría en ese asunto más de lo que había imaginado? Quizá. Y por eso precisamente había ido allí. Estaba escampando. El ruido de la lluvia sobre el tejado había disminuido. Marc se volvió y la miró, sus ojos azules mostrando escepticismo. –Bueno, hábleme de Carl –dijo él sin preámbulo. Torie agrandó los ojos. No había esperado nada semejante. –¿Qué pasa con Carl? –¿Cuánto tiempo llevan ustedes casados? –preguntó Marc. 12
https://www.facebook.com/novelasgratis Torie frunció el ceño. No soportaba esa clase de preguntas. No le gustaba mentir. Pero… ¿qué podía hacer? Andarse con rodeos. –No mucho –contestó ella alegremente. –Así que son recién casados, ¿eh? Torie le dedicó una vaga sonrisa. No lograba imaginar a Carl como un recién casado. Era una persona fría y poco dado a manifestar emociones. Lo único que parecía importarle eran los negocios. Acompañarla ahí había formado parte de un trato. Carl necesitaba aparentar que tenía esposa y ella necesitaba ayuda para ir a ShangriLa sin que la familia Huntington descubriera quién era. Sí, ese había sido el trato. –¿Hijos? –No, no. –No me extraña, teniendo en cuenta que han pedido habitaciones separadas. Torie enrojeció, pero se contuvo. –Carl ronca –declaró ella, empleando la misma excusa a la que había recurrido al hacer las reservas. Marc empequeñeció los ojos. –Carl es algo mayor que usted, ¿no? Torie no estaba dispuesta a contestar. De repente, se levantó y estiró las piernas. No había demasiado espacio para pasearse, pero hizo lo que pudo. –¿Dónde se conocieron? Ella lo miró. Estaba ruborizada y le temblaban las manos. Si seguía así, Marc iba a descubrir la verdad. Pero ella tenía que hacer lo posible por impedirlo. –Yo… él me contrató para preparar unas fiestas para sus clientes. Unos cócteles. –¿Se dedica al catering? –Sí –Torie asintió, contenta de poder hablar de algo que conocía bien, de no tener que mentir–. Organizo eventos, a pequeña y a gran escala. Se me da muy bien. –No me cabe duda –respondió él con sonrisa burlona–. 13
https://www.facebook.com/novelasgratis Entonces, ¿preparó usted una fiesta y se enamoraron? Torie frunció el ceño, no se fiaba de él. –En cierto sentido. No podía permitirle seguir por ese camino. –Oiga, Marc… ¿a qué se debe este interrogatorio? ¿Por qué le interesa tanto mi vida privada? Marc torció los labios. Quizá se hubiera excedido. Sospechaba de todos los visitantes que iban a pasar el fin de semana en la casa. La última vez que habían tenido una avalancha de desconocidos había sido cuando su padre murió al volcar el velero. Después de que se extendiera la voz de que el tesoro de Don Carlos se había hundido con él, los cazadores de fortunas habían invadido la zona. Por supuesto, ninguno de ellos había creído que la vieja fortuna española en manos de la familia Huntington durante más de cien años se encontraba en el fondo del océano; sin embargo, todos creían que, si buscaban, encontrarían el lugar donde estaba escondida. Y el sitio en el que más buscaban era en las cuevas. Sí, en las cuevas era donde se había encontrado el tesoro y las cuevas era el lugar donde había estado escondido cuando desapareció por primera vez. Pero no la última vez. Gran número de expertos habían buscado sin éxito. No, ya no había tesoro. La nota que su padre había dejado escrita antes de suicidarse lo explicaba todo. El tesoro de Don Carlos había vuelto al fondo del océano, al lugar de donde había venido. Entonces… ¿era eso lo que esa bonita joven había estado haciendo en las cuevas? Sí, claro, ¿qué otra cosa la habría llevado allí? Incluso tenía el aspecto de una cazafortunas. Marc la miró fijamente, con una chispa de humor en los ojos, pero eso no la hizo sentirse mejor ni más cómoda. Por fin, le vio sonreír. –Por nada en particular –respondió Marc–. Solo estaba entablando conversación, pasando el tiempo –Marc también se puso en pie–. Bueno, creo que ha dejado de llover. Vámonos ya. Torie tuvo que correr por la arena mojada de las dunas para seguirle. Las piernas de Marc eran mucho más largas que las suyas. A 14
https://www.facebook.com/novelasgratis mitad de camino, él se detuvo, se volvió y se la quedó mirando. –Descanse un poco –dijo Marc. –No necesitaría hacerlo si usted no fuera tan rápido –comentó ella. –Perdone –pero la mirada de Marc mostraba inquietud, no dejaba de viajar hacia la casa blanca en lo alto del acantilado–. No dejo de preguntarme qué estarán haciendo. ¿Qué está pensando ella? –¿Quién? –preguntó Torie, aunque estaba segura de que Marc se había referido a Marge–. ¿Qué pasa? –Dando vueltas y más vueltas –murmuró él, además de otras palabras que ella no pudo entender, sin dejar de clavar los ojos en la lejanía–. El centro se pierde. –¿Qué? Marc la miró directamente a los ojos. –Creo que necesito un poco de «intensidad apasionada» – declaró él. Esas palabras le recordaban algo… –Yo también –respondió ella–. ¿Cómo se consigue? Marc sonrió brevemente. –Yeats –sugirió él–. Esa es la respuesta. Y, de nuevo, él echó a andar. Torie le siguió y, entre dientes, mencionó el nombre de Lawrence de Arabia, pero Marc andaba algo más despacio y ella consiguió no rezagarse apenas. –Querida señora Marino, hemos llegado al final del camino –dijo Marc con cierto sarcasmo–. Será mejor que nos separemos. –¿No va a ir a la casa? –Todavía no. Antes tengo que hacer unas cosas. –Ah, bien. Entonces… hasta luego. –Por desgracia. Entonces, Marc la sorprendió agarrándole las solapas de la chaqueta vaquera y, con el rostro muy cerca del de ella, añadió: 15
https://www.facebook.com/novelasgratis –Sigo queriendo saber qué estaba haciendo en las cuevas. ¿Me lo dice ya o prefiere esperar? Torie lo miró fijamente, temblando. El rostro de Marc a escasos centímetros del suyo. –Yo… no estaba haciendo nada. Solo he ido a echar un vistazo. Adoro… esa playa y… De repente, Marc, con los ojos fijos en el rostro de ella, frunció el ceño. –¿La conozco de algo? –preguntó él con voz suave. A Torie el corazón le latió con fuerza. –No, no creo –respondió rápidamente–. Y ahora, si no le importa… –Sí, claro que me importa –Marc tiró de las solapas de la chaqueta hacia sí y ella sintió su aliento en el rostro–. Se lo advierto, no voy a permitir que destrocen Shangri-La. Si descubro algo que pueda descalificar a cualquiera de ustedes, lo utilizaré. Torie se sintió hipnotizada por su voz y sus ojos. De repente, oyeron a alguien gritar desde lo alto del acantilado, y ambos se volvieron. Carl estaba bajando las escaleras de madera. –¡Torie! ¡Menos mal que estás bien! Torie miró a Marc. Él continuó mirándola sin soltarle la chaqueta. Se mantuvieron la mirada durante unos instantes. En las profundidades de los ojos de Marc había algo que la hizo pensar que era un hombre algo solitario, un hombre que no lograba confiar en nadie. El corazón se le derritió. Alguien debería enseñarle a confiar en el prójimo. Una pena que ese alguien no pudiera ser ella. Torie le había mentido. Cuando Marc lo descubriera, la despreciaría. Pero Carl se estaba acercando y, evidentemente, debían separarse. –No olvide lo que le he dicho, señora Marino –declaró Marc fríamente–. La estaré observando. Tras una última e impenetrable mirada, Marc giró sobre sus talones y se alejó. 16
https://www.facebook.com/novelasgratis Torie se volvió justo en el momento en que Carl llegó hasta ella. Alto, delgado y con espesos cabellos castaños, Carl era un hombre guapo, aunque mayor que ellos, y era una persona segura de sí misma. Pero en ese momento, parecía nervioso. Quizá Marc le había amenazado a él también. –¿Pero qué haces? –le susurró Carl, mirando al arbusto tras el que Marc había desaparecido–. Si te dedicas a ligar con hombres jóvenes vas a estropearlo todo. ¿A ligar? –Me ha salvado –respondió ella, ofendida–. Me encontraba en una situación peligrosa. Más o menos. –¿Dónde estabas? –preguntó Carl, perplejo. –¿Dónde estabas tú? –contraatacó ella–. Por lo visto, te estabas paseando por los viñedos. Creía que lo que te interesaba era la casa. En vez de contestar, Carl la agarró del brazo y, murmurando para sí, la condujo hacia las escaleras. Al llegar, Carl volvió la cabeza un momento antes de decir: –Mantente alejada de ese tipo. Estoy convencido de que solo los acarrearía problemas. –Se llama Marc Huntington –le informó Torie–. Es el hijo de Marge Huntington. –No te ha reconocido, ¿verdad? –preguntó Carl alarmado. Sabía que ella había pasado allí su infancia. –No, no lo creo. –Menos mal. Torie lo miró con curiosidad. –¿No te convendría hacer amistad con él, en vez de evitarle? Podría ser una valiosa fuente de información respecto a la propiedad. Carl se encogió de hombros. –Lo que mejor me vendría es poder examinar la propiedad a mi antojo, solo –respondió Carl–. Y tú vas a ayudarme. –¿Sí? –Sí –contestó él, asintiendo–. ¿Por qué crees que te he traído 17
https://www.facebook.com/novelasgratis conmigo? Tú te criaste aquí. Conoces todos los secretos de este lugar –Carl le sonrió–. ¿No es cierto, querida? Cuando llegaron al ancho porche, vieron a Marge Huntington sujetando la puerta. Inmediatamente, Marge le dijo lo preocupados que habían estado todos por ella, librándole de tener que contestar a Carl. Pero no pudo dejar de pensar en ello. Y mientras subía las escaleras para ir a su cuarto con el fin de vestirse para la cena, las palabras de Carl resonaron en su mente: «Conoces todos los secretos de este lugar». No sabía por qué exactamente, pero esas palabras le produjeron escalofríos. Trató de ignorar su aprensión porque Carl le había proporcionado la oportunidad de volver a Shangri-La; de no haber sido por él, no habría podido ir allí. Carl le había dicho que quería ir con ella para dar la impresión de ser un hombre casado y estable, para así incrementar las posibilidades que tenía de comprar la propiedad. Pero ahora que estaban allí, empezaba a sospechar que había algo más. ¿Qué era lo que Carl buscaba allí? Sintió un escalofrío, a pesar de llevar puesta la chaqueta de Marc. La habitación que le habían asignado era excesivamente rosa para su gusto, pero no carecía de encanto. La cama tenía un cabecero estilo antiguo y había cojines por todas partes. A un lado de la puerta de la habitación había otra que daba a un cuarto de baño, al otro lado había un amplio balcón. Se quitó la chaqueta de Marc, la dejó sobre el respaldo de una silla, se acercó al balcón y se asomó, apoyándose en la barandilla de madera estilo victoriano. Desde ahí, logró divisar el tejado de teja de la casa del mayordomo, la casa en la que se crio. Se le hizo un nudo en la garganta. –He vuelto, familia Huntington –susurró para sí–. Voy a descubrir qué pasó hace quince años, cuando despedisteis a mi padre y destruisteis a mi familia. Torie echó la cabeza hacia atrás, sacudiendo con decisión su rubia y espesa cabellera.
Shangri-La, cuyo nombre sugería imágenes del misterioso 18
https://www.facebook.com/novelasgratis Oriente, se hallaba en el centro de la costa californiana. Era una casa enorme de estilo victoriano anclada en un acantilado y no tenía nada de misteriosa. Torie se había ido a dar un paseo y le desilusionó ver los cambios que habían tenido lugar durante su ausencia. La preciosa rosaleda, de la que el señor Huntington había estado tan orgulloso, estaba hecha un desastre, y la celosía a lo largo del acantilado había desaparecido. Se habían erigido unas cuantas construcciones a lo largo del camino y, donde antiguamente estaban las pistas de tenis, ahora había una piscina. Los cambios despertaron en ella una sensación de pérdida y la hicieron volver a la casa. Allí, sigilosamente, recorrió una serie de pasillos con el fin de comprobar si también ahí había habido cambios. Encontró la cocina y, justo en el momento en que iba a salir, Marc apareció en el marco de la puerta. –¿Qué está escepticismo.
buscando?
–preguntó
Marc,
mirándola
con
Torie parpadeó. Se sintió culpable, aunque no tenía motivos para ello. –Solo quería un vaso de agua. Marc se acercó a un mueble de cocina, sacó un vaso, agarró una jarra con agua que había al lado del fregadero y le dio el vaso. –¿No debería estar con su marido? –¿Mi…? Tenía gracia. Cuando estaba cerca de Marc, se le olvidaba que se suponía que estaba casada con Carl. –No –respondió ella forzando completamente autosuficiente.
una
sonrisa–.
Carl
es
–Qué suerte para usted –respondió él con mirada fría. Torie le sonrió, pero Marc no le devolvió la sonrisa. A pesar de que ese lugar se llamaba Shangri-La, no era el paraíso.
Durante la cena, Torie paseó la mirada disimuladamente por sus 19
https://www.facebook.com/novelasgratis compañeros de mesa. Uno de ellos era Tom, un jovial texano de risa estruendosa. A su lado, elegantemente vestida, estaba Lyla, una joven y bonita viuda de Los Ángeles que trataba a todo el mundo con cierto desdén. Andros, propietario de un restaurante griego, y su esposa, Nina, eran bastante simpáticos. Phoebe, la voluptuosa rubia de bajo escote, y Frank, un agente inmobiliario de aspecto siniestro, le daban escalofríos. Marge Huntington, a la cabeza de la mesa, representaba su papel de anfitriona admirablemente. De rojizos cabellos, no aparentaba los cincuenta años que tenía. Al principio, Torie había temido que Marge la reconociera, pero sus temores habían sido infundados. No, no la había reconocido y no tenía motivos para reconocerla. Quince años atrás, la llamaban Vicki, abreviatura de Victoria, y por aquel entonces era bajita, regordeta, de cabellos castaño indefinido y carente de personalidad. En resumidas cuentas, una chica en la que nadie se fijaba, con pocos amigos y asustada de su propia sombra. Pero ahora… Ahora era más alta, más delgada, rubia y mucho más segura de sí misma. A pesar de lo cual, sentada a la mesa con Marge, estaba nerviosa. Cada vez que Marge la miraba, le resultaba imposible evitar que el corazón le diera un vuelco, temerosa de que la anfitriona acabara reconociéndola. Pero quizá no ocurriera. Al fin y al cabo, Marge solo pensaba en sí misma. Siempre y cuando fuera el centro de atención, no parecía importarle nada más. La cena estaba buena: trucha fría y pollo asado; de postre, tarta de manzana caramelizada. Notó que el mayordomo, un joven medianamente atractivo al que llamaban informalmente Jimmy, intercambiaba miradas íntimas con Marge, lo que solo podía significar que compartían la cama. Y se alegró de que su padre no estuviera allí y presenciara la falta de profesionalidad del mayordomo. Se habría escandalizado. Marge decidió entonces detallar los planes para el fin de semana. –Quiero que todo el mundo se enamore de Shangri-La –Marge sonrió a los comensales–. Quiero que sientan lo que es tener el mar al 20
https://www.facebook.com/novelasgratis fondo del jardín delantero de la casa. Quiero que se paseen por los jardines, los viñedos y los acantilados. Quiero que vayan al pueblo y visiten nuestras bonitas tiendas. Una vez que se familiaricen con este lugar, estoy segura de que se darán cuenta de hasta qué punto puede enriquecer sus vidas. El texano lanzó un gruñido no falto de humor. –Y, a su vez, usted se enriquecerá cuanto más subamos las ofertas de compra, ¿no? Marge no pestañeó. –Por supuesto. De eso se trata justamente. Todos se echaron a reír, tímidamente, mirándose los unos a los otros. Al fin y al cabo, si todos se enamoraban de Shangri-La, pronto se pelearían los unos con los otros. Lyla comenzó a hablar de las ventajas de la brisa del mar para la salud, mientras Phoebe lanzaba coquetas miradas en dirección al texano. Ella, por su parte, miró a Carl, sentado a su lado, y lo sorprendió con los ojos fijos en el plato de comida y expresión ausente. Fue entonces cuando ocurrió algo extraño. Se le erizó el vello de la nuca, alzó el rostro inmediatamente y vio a Marc apoyado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados y mirándola fríamente. Llevaba un jersey de manga larga con una insignia de un avión. Torie alzó la barbilla y decidió ignorarle.
Marc se quedó contemplando a los comensales. Sospechaba de todos y cada uno de ellos, de los motivos que les habían llevado allí. Aunque… ¿no sería que estaba paranoico? Meses en el frente, luchando, podían causar paranoia. Debía tener cuidado. Había visto a muchos acabar con manías persecutorias, viendo enemigos por todas partes. No quería que a él le ocurriera lo mismo. Sin embargo, el principal problema al que se enfrentaba en esos momentos era no poder apartar los ojos de esa Torie durante mucho tiempo. Tenía que reconocer que, por mucho que le pesara, algo en ella 21
https://www.facebook.com/novelasgratis le atraía irresistiblemente. Era algo visceral. Le salía de dentro y no podía evitarlo. No se fiaba de ella y mucho menos de Carl. Ya había llamado a un amigo, un policía local que a veces colaboraba con el FBI, y le había pedido que tratara de averiguar lo que pudiera sobre Carl. Ese hombre tenía aspecto de pertenecer a una organización delictiva. No podía comprender qué demonios hacía una mujer como Torie con ese tipo. Y no quería creer lo que era de suponer, que ella era tan poco de fiar como Carl. Pero daba igual porque no se iba a encaprichar de ella. Al fin y al cabo, él era un miembro de los Comandos de la Marina de USA. Le habían disparado, le habían atacado con cuchillos y había participado en peleas en bares. Le habían amado hermosas mujeres y otras le habían odiado. Había vivido y estaba decidido a seguir viviendo. Pero, desde luego, no había imaginado que experimentaría esa vorágine de emociones al volver a Shangri-La. La belleza del lugar le había impactado. También le había hecho pensar en el pasado, en su padre, su hermano… y en lo que habían significado los unos para los otros. Los sentimientos se le habían agarrado al corazón. Sus ojos continuaron desviándose hacia Torie. Le gustaba su aspecto. Le gustaba el humor que veía en sus expresiones y su viva inteligencia. Pero había algo más. De vez en cuando, cuando la miraba, veía en ella una expresión que no lograba analizar. ¿Era tristeza? ¿Remordimiento? ¿Temor? Pero de una cosa no le cabía la menor duda: Torie no estaba enamorada de Carl. Quizá estuviera enamorada de otro, pero no de ese tipo. Tenía que reconocer que esa mujer le atraía, pero era intocable. Estaba casada con Carl, aunque no estuviera enamorada de él. Desvió la mirada hacia su madre. Bueno, en realidad, no era su madre. No, no era su verdadera madre, sino su madrastra. Marge y su hija, Shayla, habían aparecido en su vida tras la muerte de su madre natural. Y ahora, reinaba en Shangri-La. Shayla y él siempre se habían llevado a matar. Pero Shayla era mayor que él y su hermano, Ricky, no había tenido más remedio que vérselas con ella. Por su parte, él se había mantenido alejado de ella y 22
https://www.facebook.com/novelasgratis había tratado de ignorar su existencia. Pobre Ricky. Ahora se preguntaba cómo su hermano había podido soportar la situación. Él debería haber apoyado a su hermano. Y ahora volvía a su casa a tiempo de ver cómo su madrastra y su hermanastra estaban a punto de deshacerse de la propiedad que había estado en manos de la familia Huntington durante más de cien años. Para él, Shangri-La no tenía precio, lo que sentía por ese lugar no se podía comprar con dinero. Sin embargo, Marge y Shayla querían vender para irse a vivir a las Bahamas. Pero él no iba a consentirlo. Shangri-La era propiedad de la familia Huntington y seguiría siéndolo costara lo que costase.
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https://www.facebook.com/novelasgratis Capítulo 3
UNOS minutos después de la cena, Torie tuvo que pasar al lado de Marc para salir de la estancia. –¿Qué, esperando a que nos vayamos para dar cuenta de las migajas? –Con esta panda de hambrientos no debe quedar nada – contestó él en voz baja–. Además, yo siempre elijo… de primera mano –añadió él con arrogancia. Torie se ruborizó. Había jugado con fuego. Tras sacudir la cabeza con gesto altivo, apartó la mirada de él y reanudó la marcha. Sintió los ojos de Marc en la espalda, pero continuó andando. Había ido a Shangri-La para descubrir la verdad y limpiar el nombre de su padre, y eso significaba husmear. No debía dar a Marc motivos para que sospechara de ella y la siguiera. Se reunió con los otros invitados en la terraza. La lluvia había ahuyentado la niebla y aquella también había desaparecido. Marge sugirió, antes de que anocheciera del todo, ir a dar un paseo al muelle. Se pusieron en marcha al instante. Pero Torie, al notar que Carl se había separado del grupo y se había marchado por su cuenta, decidió rezagarse. –Antes voy a ir por una chaqueta –le dijo a Marge–. Luego me reuniré con vosotros. Al encaminarse a las escaleras, oyó un ruido ahogado procedente de la biblioteca y se dirigió hacia ahí. Y vio a Carl, empujando y tocando paneles de madera como si esperase que alguno se abriera. –¿Buscando mordazmente.
una
cámara
secreta?
–le
preguntó
ella
Carl se volvió con expresión intensa. –Solo estaba examinando la calidad de la construcción – contestó él de un modo que no habría logrado convencer a nadie. –Te diré cómo es la construcción de esta casa: de hace cien 24
https://www.facebook.com/novelasgratis años. Y sigue en pie. Yo no me preocuparía por su solidez. Aunque, por supuesto, si estás decidido a comprar, tendrás que contratar a ingenieros y arquitectos. –Sí, claro –Carl frunció el ceño, mirándola como si fuera un estorbo, paseando los ojos a su alrededor con impaciencia–. Pero estas casas tan viejas tienen pasadizos secretos. ¿No conocías ninguno? ¿No descubriste nunca un pasadizo secreto? Torie negó con la cabeza. El comportamiento de Carl era muy extraño. –Carl, cuando vivía aquí, jamás entré en la casa. Mi padre trabajaba aquí, pero yo no. Nosotros vivíamos en la casa del mayordomo, junto a la puerta de la verja. Ni siquiera llegué a pisar el porche. –¿Estás segura? –Claro que estoy segura. Carl, con un gesto, indicó una vitrina en un rincón de la biblioteca. –¿Así que nunca viste la bolsa con monedas de oro españolas que estaba en esa vitrina? Torie se volvió y miró el mueble. Una vitrina vacía era algo deprimente. ¿Por qué estaba vacía? ¿A la espera de encontrar el tesoro de Don Carlos? Por lo que ella sabía estaba en el fondo del mar. –No, nunca la vi. Al menos, no ahí. Se oyó un ruido en el vestíbulo y, de repente, Jimmy, al actual mayordomo, apareció en la puerta. No disimuló su sorpresa de verlos allí. Torie le dedicó una amistosa sonrisa y, volviéndose a Carl, dijo: –Voy por mi chaqueta. Deberías ir a reunirte con los demás. Iban al muelle. Te interesaría verlo. Carl asintió, pero miró a Jimmy con gesto interrogante. Ella aprovechó la ocasión para marcharse antes de que Carl comenzara a hacer preguntas al mayordomo sobre la construcción. 25
https://www.facebook.com/novelasgratis Torie corrió escaleras arriba, entró en su habitación y, cuando estaba a punto de agarrar su sudadera con capucha, vio que la chaqueta vaquera de Marc aún estaba en el respaldo de la silla donde la había dejado. Titubeó. Debía devolvérsela. En vez de eso, se la puso y se miró al espejo. Se la pegó al cuerpo, deleitándose en el aroma de él que aún impregnaba la chaqueta. Durante unos instantes, recordó lo que había sentido en los brazos de Marc y eso la hizo sonreír. –No se preocupe, puede seguir poniéndosela –dijo la profunda voz de Marc. Torie, horrorizada, se volvió. Marc estaba ahí, en el umbral de la puerta del cuarto de baño, con una llave inglesa en la mano. Enrojeció visiblemente y se quitó la chaqueta con suma rapidez. –¿Qué hace aquí? –gritó ella sorprendida, avergonzada y humillada. –Había venido a hacer un pequeño arreglo en la pila –respondió Marc indicando la llave inglesa que tenía en la mano–. Creía que se había ido al muelle con el resto del grupo. Torie dejó caer la chaqueta al suelo y lanzó a Marc una mirada furiosa. –Le detesto –declaró ella de forma poco convincente. Marc lanzó una carcajada, logrando solo irritarla aún más. –Totalmente comprensible. –Yo solo… solo estaba… –pero no había forma de explicar lo que había estado haciendo, mirándose en el espejo con la chaqueta de él–. No debería sorprender a la gente en sus cuartos de baño. Marc encogió los hombros y no pudo evitar volver a sonreír. –He hecho notar mi presencia –contestó él–. Por cierto, debo admitir que le sienta bien la chaqueta. Quizá debiera quedársela. Torie le lanzó una furibunda mirada. –No la quiero –respondió ella con énfasis–. Y dígame, ¿qué es lo que realmente ha venido a hacer aquí? ¿Trataba de encontrar respuestas a las preguntas que mencionó antes? –¿Por qué? –Marc arqueó las cejas–. ¿Podría encontrarlas 26
https://www.facebook.com/novelasgratis aquí? –Eso lo sabrá usted mejor que yo –dijo ella empequeñeciendo sus verdes ojos. Marc sacudió la cabeza. –No he rebuscado en sus cosas –declaró Marc con impaciencia– . Y no tengo intención de hacerlo. Al menos, todavía no. –¡No lo hará nunca! Marc se quedó pensativo un momento. –Le voy a proponer una cosa –dijo él por fin–. Usted responde a unas preguntas ahora y yo, a cambio, le prometo no indagar. Torie titubeó, buscando en la mirada de Marc si estaba siendo sincero con ella. ¿Y qué quería indagar? ¿Acaso la consideraba una estafadora? ¿O que Carl lo era? Eso la dio que pensar. Al fin y al cabo, incluso ella dudaba de las intenciones de Carl. –Está bien, podríamos probar –dijo Torie esforzándose por mostrarse razonable–. Los dos podríamos hacer preguntas, por turno. –Si eso es lo que quiere… Está bien, usted primero. Pregunte lo que quiera. Torie se quedó pensativa durante unos segundos y luego dijo: –¿Por qué es usted tan mezquino? Marc echó la cabeza hacia atrás y lanzó un gruñido. –Esa clase de preguntas solo la hacen las mujeres. Imposible contestar. Torie se encogió de hombros y lo miró con desdén. –Está claro que no puedo fiarme de usted, no juega limpio. Marc la miró furioso. –Lo que pasa es que tiene que preguntar sobre cosas reales, hechos, no sentimientos. –Está bien, veamos qué se le ocurre preguntar a usted. –De acuerdo –Marc se la quedó mirando durante unos segundos; después, se metió las manos en los bolsillos de los 27
https://www.facebook.com/novelasgratis vaqueros y frunció el ceño–. Dígame, ¿por qué ha mentido respecto a estar casada? A Torie le dio un vuelco el corazón. –¿Me está llamando mentirosa? –pregunto ella casi sin respiración. –Sí, sin duda alguna. Torie se ruborizó. ¿Qué podía decir? Marc tenía razón. –Está tratando de enfadarme –le achacó ella, consciente de su posición de debilidad–. No tiene pruebas. –No necesito pruebas, tengo sentido común y dos ojos –Marc esbozó una sonrisa ladeada–. De hecho, hay un montón de detalles que me dicen que no está casada. –¿Un montón de detalles? –Sí. Torie volvió la cabeza, el pánico se le había agarrado a la garganta. –Esto es imperdonable, es… –pero se interrumpió al oír un grito que parecía proceder de la playa. Rápidamente, los dos salieron al balcón y miraron en dirección al mar. –Ya vuelven –declaró Marc–. Me parece que se ha perdido el paseo por el muelle y el cobertizo para barcos. Los dos, apoyados en la barandilla, contemplaron el hermoso atardecer. El cielo estaba teñido de rojo y violeta, y el mar se veía azul plateado. Marc se frotó los ojos como si estuviera cansado y sacudió la cabeza. –Este sitio es increíblemente bello –dijo él en voz queda, como para sí–. Se me había olvidado lo bonitos que son aquí los atardeceres. Torie lo miró de reojo. –¿Hacía mucho que no venía? –Sí, mucho. He estado casi todo el tiempo en el extranjero. 28
https://www.facebook.com/novelasgratis Torie se quedó pensativa. De haber ido allí antes no habría visto a Marc. Y eso habría sido mejor para ella. ¿O no? –¿Cuándo dejó el ejército? –Hace un tiempo. Pero solo hace dos días que volví a casa – Marc hizo una mueca–. Hace ya diez años que no venía por aquí, pero está casi como siempre. Uno podría suponer que la tierra muestra las cicatrices… En fin, no puedo creer lo mucho que este sitio aún significa para mí. Dondequiera que mire, se esconde un recuerdo. Marc suspiró, señaló un lugar en el jardín, y añadió: –¿Ve la puerta de verja medio caída, la que da a la rosaleda? La rompió mi novia, que estudiaba conmigo en el instituto, cuando le dije que yo no pensaba casarme nunca. Me dio una bofetada y le dio tal golpe a la puerta que la sacó de las bisagras. Torie trató de recordar quién era la chica, pero la memoria le falló. –Al menos, lo superó –murmuró ella. –Sí. Más o menos. Esta vez, la sonrisa de Marc fue honesta, sincera, y a ella se le aceleraron los latidos del corazón. –¿Ve esa pila de piedras al lado del roble? Ahí es donde mi hermano y yo enterramos a nuestro perro, Neville. –Ah –Torie se había olvidado de Ricky, dos años mayor que Marc y un genio de los ordenadores. ¿Qué había sido de Ricky? –Le hicimos un funeral a nuestro perro y todo –Marc sacudió la cabeza. –¿Y su hermano, dónde está ahora? Marc tardó en contestar. Cuando lo hizo, su voz era grave. –Desgraciadamente, mi hermano murió hace más de diez años. –¡Oh, no! Torie no podía dar crédito a lo que había oído. Se echó a temblar. Nunca había tenido trato con él, pero sentía de verdad que hubiera fallecido. Ricky, el padre de Marc, su propio padre… todos muertos. Los ojos se le llenaron de lágrimas y se cubrió la boca con una mano. 29
https://www.facebook.com/novelasgratis Marc la observó mientras se preguntaba por qué la muerte de su hermano había afectado tanto a esa mujer. Y eso era, en parte, lo que lo atraía de ella: no dejaba de sorprenderlo. Marc volvió a mirar en dirección al jardín y trató de darle otro rumbo a la conversación. –¿Ve ese tejado rojo a cierta distancia? Era la casa del mayordomo –al parecer, había logrado distraerla, porque ella estaba mirando en la dirección indicada–. Tenía una hija, una niña que solía esconderse detrás de un manzano casi siempre que yo me ponía a lavar el coche al lado del cobertizo. Ella se ponía a comer manzanas al lado del árbol hasta que yo acababa de lavar el coche; y cuando me marchaba, tiraba los restos de las manzanas al coche que acababa de lavar. –¡No, no hacía eso! –exclamó Torie, sin pensar. Y no era verdad, ella jamás había hecho una cosa así. ¿O sí? Marc, sorprendido, la miró. –¿Cómo lo sabe? Torie se ruborizó una vez más mientras se secaba las lágrimas de los ojos. Iba por mal camino. Tenía que cambiar de tema inmediatamente. Se dio media vuelta, entró en la habitación y se sentó en la cama. –¿No iba a decirme qué le hace pensar que Carl y yo no estamos casados? –preguntó ella. Mejor eso que el recuerdo de una niña regordeta al lado de un manzano–. Había mencionado un montón de detalles. –Sí, así es. ¿Quiere oírlo? –Marc la había seguido al interior del dormitorio y estaba de pie delante de ella. Torie respiró hondo y forzó una sonrisa. –Claro. Adelante. –Bien –Marc se aclaró la garganta–. Yo diría que Carl tiene una pasión, pero esa pasión no es usted. –Vaya, muchas gracias. –Espero que mi comentario no le haya destrozado el corazón – Marc le dedicó una mirada curiosa. 30
https://www.facebook.com/novelasgratis –No, en absoluto. Continúe. –Veamos… No llevan anillo de casados, duermen en habitaciones separadas, en la mesa se comportan como si fueran dos desconocidos… –Pruebas circunstanciales –declaró ella. Marc la miró fijamente a los ojos durante unos instantes. Después, dijo con voz suave y ronca: –Y la forma como me mira a mí. Torie jadeó y sus mejillas enrojecieron de nuevo. –No juega limpio –comentó ella casi sin respiración, mirándolo con ojos muy abiertos, consciente de que su expresión debía mostrar pesar más que enfado. Marc vaciló y ella notó indecisión en sus ojos. Entonces, él alargó un brazo y le rozó la mejilla con las yemas de los dedos. –Torie, no era mi intención insultarte –dijo tuteándola–. Solo he querido hacer constatar que, como a toda mujer joven y atractiva, le gustan los hombres. Y no solo yo. Podría gustarte cualquiera. No tienes novio y se te nota. Marc tenía razón en todo, por eso era por lo que le resultaba tan irritante. Cuanto más hablaba él, más difícil le resultaba a ella rebatirle. –En cualquier caso, eso no es asunto tuyo. –Te equivocas –Marc encogió los hombros, sus ojos fríos y misteriosos–. Has venido aquí engañando, haciéndote pasar por quien no eres. Debería obligarte a hacer las maletas y a marcharte. Torie tomó aire. –No. Tu madre sí puede echarme, pero tú no. No eres tú quien nos ha invitado. –Cierto, no he sido yo quien os ha invitado –reconoció él con amargura–. Tienes razón, es asunto de mi madre. Y si a ella no le importa que le hayan mentido, ¿por qué va a importarme a mí? –En eso te doy la razón. –Dime, Torie, ¿quién eres exactamente? –¿Yo? 31
https://www.facebook.com/novelasgratis –Sí, tú –Marc sacudió la cabeza–. No estás casada con Carl. No te importa si compra esta propiedad o no. ¿Qué es lo que pretendes sacar de todo esto? –Yo… Torie cerró los ojos. Quería decirle la verdad. Quería decirle que su familia había destruido a la suya y que debían enfrentarse a los hechos y descubrir la verdad. Eso era lo que quería. Pero no tenía pruebas que apoyaran su teoría. Todavía no. Pronto. Muy pronto. –Estoy ayudando a Carl –dijo ella–. Aunque no lo creas, Carl piensa que me necesita. En su opinión, cree que aparentar ser un hombre casado le da más posibilidades de comprar esta propiedad. –No –Marc negó con la cabeza despacio–. No es eso. Estoy convencido de que Carl no tiene intención de comprar Shangri-La. Torie alzó las manos con gesto de exasperación. –Está bien, sabelotodo, ¿a qué crees que hemos venido? –Todavía no lo sé –respondió Marc mirándola fijamente–. No sé a qué habéis venido. No sé qué estabas haciendo en las cuevas. No sé quién eres realmente. Pero voy a averiguarlo –Marc le dedicó una sonrisa ladeada, sus ojos traviesos–. Así que ten cuidado, cielo. Voy a estar vigilándote todo el tiempo.
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https://www.facebook.com/novelasgratis Capítulo 4
–¿QUÉ ha sido eso? –los ojos negros de Lyla se agrandaron. Su pelo negro corto, con raya en medio, enfatizaba su sorpresa–. ¿Un lobo? Era de noche y Jimmy había hecho una hoguera en una zona del jardín con vistas al mar. Los invitados se habían congregado alrededor del fuego. –Parece más bien un coyote –le dijo Torie a la bonita mujer–. Son tímidos, suelen huir de los humanos. No te preocupes. –Eso, no te preocupes –interpuso Frank con una sonrisa–. Nadie va a permitir que los lobos se coman a una mujer tan bonita como tú. –Con eso de lobos… ¿a quién te refieres? –le preguntó Phoebe, su esposa, mirando a Lyla con ojos asesinos. Torie volvió la cabeza, no iba a meterse en ese lío. Llevaban una hora tomando copas y a algunos se les estaba subiendo el alcohol a la cabeza. Para ella, era una ventaja. Llegaría el momento en que no notarían si se iba, así podría ponerse a investigar. Cambió de postura en el sillón de mimbre y clavó los ojos en las llamas. Poco a poco, se abstrajo de la conversación a su alrededor y se sumió en los recuerdos. Pensó en fiestas en el pasado, fiestas a las que ella nunca había asistido. Recordó a Ricky y a Marc ahí, reunidos con sus amigos del colegio, y cómo había envidiado su alegría y había deseado… no sabía qué exactamente. De repente, miró en dirección a los árboles y le vio. Marc no estaba exactamente escondido, pero estaba observando. Aunque, en ese momento, tenía los ojos fijos en otra persona, lo que la hizo sonreír. Marc parecía decidido a vigilar a todo el mundo. ¿Por qué estaba tan paranoico? Marc volvió la cabeza entonces y la miró, y ella le hizo una mueca, para enfadarle. Luego, le guiñó un ojo sin motivo alguno. Captó la sombra de una sonrisa antes de que él se volviera a observar al texano, que se había puesto a contar anécdotas de sus días de 33
https://www.facebook.com/novelasgratis cowboy. Torie paseó la mirada por el círculo de gente y notó que, de nuevo, Carl se había escabullido. Frunció el ceño. ¿Qué demonios le pasaba? Alguien le pasó una especie de palillo largo con algo blanco en un extremo. –¡Dios mío! –gritó Lyla cuando otro le pasó a ella uno también–. ¡Malvaviscos para asar en la hoguera! Torie parpadeó al darse cuenta de que Lyla tenía razón. Como se esperaba de ella, comenzó a asar su malvavisco en las llamas, aunque no estaba especialmente interesada en eso. –Se te va a quemar –le dijo una voz a sus espaldas. Marc le quitó el palillo con el malvavisco y, poniéndolo en el fuego, lo asó por todas partes. Después, se lo dio. Torie le lanzó una mirada interrogante. –¿Se supone que tengo que comerme esto? –Te va a encantar. –Lo dudo. Marc sacó el malvavisco del palo y se lo metió a Torie en la boca antes de que ella pudiera detenerle. Torie se echó a reír. Estaba bueno, dulce y tostado por fuera, cremoso por dentro. Delicioso. –Bueno, ahora te toca a ti comerte uno. La expresión de Marc le dijo que el Día del Juicio Final. –¿Dónde está Carl? –preguntó Marc mirando a su alrededor. –Ni idea. No sé dónde ha ido ni qué está haciendo. Marc la miró con expresión interrogante; luego, sacudió la cabeza. Sus ojos eran tan intensos que le produjeron un escalofrío. –Vámonos de aquí –dijo Marc en voz baja. –¿Qué? ¿Tú y yo? –Sí. Quiero hablar contigo. A solas. Torie se mordió el labio inferior. No tenía tiempo para hablar. 34
https://www.facebook.com/novelasgratis Tenía que poner en marcha su plan y no quería que él la siguiera. Lo primero que tenía que hacer era entrar en la casa en la que había vivido de pequeña, la casa con el tejado de teja roja, y echar un vistazo dentro. Por suerte, Jimmy no vivía ahí, así que suponía que estaba vacía. De hecho, daba la impresión de que hacía años que no la ocupaba nadie. –No, no creo que sea buena idea –Torie volvió el rostro–. Qué pensaría la gente… –¿Y qué más da? ¿Por qué iba a importarte eso? Torie frunció el ceño. –Porque soy una persona decente, Marc. No quiero que piensen mal de mí. Quizá a ti no te importe, pero a mí sí. Y otra cosa, mírame a los ojos. ¿Te parece que me gustas? –Torie echó chispas por los ojos–. ¿En serio ves a una mujer dispuesta a rendirse a tus encantos? Si eso es lo que ves, los ojos te engañan. Y quiero que lo sepas. Mark la miró y sacudió la cabeza como si creyera que se había vuelto loca. –Está bien, mensaje recibido. No te gusto. Lo acepto. –¿En serio, Marc? Está bien, me alegro de que lo aceptes, porque no me gustas. Marc disimuló una sonrisa. –Está bien, siento haber sacado el tema. –Vale –Torie respiró hondo. –Pero no estás casada con Carl. En eso estamos de acuerdo, ¿no? Torie suspiró y echó la cabeza hacia atrás; después, desvió la mirada hacia la hoguera. Cuando volvió a mirar en dirección a Marc, este se había marchado.
Pero no se había alejado mucho. Estaba alerta. Ahí pasaba algo, estaba en el aire. No sabía qué exactamente, pero iba a averiguarlo. ¿Estaba Torie involucrada? Sí, sin duda. Notaba algo en ella… ¿Y por qué le daba la impresión de que la conocía de algo? 35
https://www.facebook.com/novelasgratis ¿Y también estaba Carl? Por una parte, quería ir a buscarlo; pero si lo hacía, estaba seguro de que Torie desaparecería. Mejor quedarse. Alguien tenía que vigilar a Torie. En ese momento, Marge decidió anunciar los planes que tenía para sus invitados: –Atención todo el mundo. Le he pedido a Jimmy que traiga más leños para la hoguera. Acerquémonos al fuego y contemos historias. –¿De fantasmas? preocupación.
–preguntó
Lyla
con
expresión
de
–No –Marge lanzó una carcajada–. Preferiría que cada uno contara por qué ha venido aquí. Creo cada uno debería contar sus impresiones sobre Shangri-La y también qué sería lo que cambiaría en este lugar. ¿Qué os parece? Torie no pudo ocultar su sonrisa. Marge estaba resultando ser una buena vendedora. Lanzó una mirada en dirección a Marc, que estaba de pie con una cerveza en la mano observando a la gente. «No, no soy yo la única a la que está vigilando esta noche. Es evidente». –Vamos, animaos. Pensar en la infancia. Pensar en canciones alrededor del fuego. Imaginad el potencial de este lugar –Marge miró a su alrededor–. Vamos, Lyla, dinos qué harías si Shangri-La fuera tuyo. Lyla sonrió y, con expresión de ensoñación, contestó: –Esta propiedad me parece perfecta para un centro de entretenimiento. Levantaría un escenario para representar obras de teatro e intentaría atraer al público de la bahía y de la ciudad de Los Ángeles. –No creo que tuvieras mucha suerte –irrumpió el texano–. No creo que consiguieras más de ocho personas por representación teatral. Lyla se encogió de hombros. –Quizá al principio, pero luego, cuando se corriera la voz, vendría más público. –Yo, en cambio, lo utilizaría como centro de descanso espiritual –declaró Phoebe, alegremente–. Para artistas y políticos, que vendrían para reponerse del estrés. Pondría una piscina justo aquí, una piscina 36
https://www.facebook.com/novelasgratis con cascada y lianas. Y la rodearía de estatuas griegas. –Nina y yo tenemos un sueño distinto –declaró Andros–. A nosotros nos gustaría convertir Shangri-La en un destino turístico para clientes procedentes del Mediterráneo, gente que quiera algo diferente. Tendríamos el mejor restaurante griego del mundo y convertiríamos la casa en un hotel… Nina, entonces, les habló de las recetas de cocina que sus abuelas les habían enseñado. –Estilo antiguo, pero con los adelantos de la tecnología –declaró Nina–. Ese es nuestro plan. –Una locura –dijo el texano–. Todos los que habéis hablado fracasarías el primer año. –¿Sí? –contestó Frank–. Dinos, cowboy, ¿qué es lo que harías tú? –Lo primero que haría sería contratar a un geólogo y a un ingeniero de minas y les pondría a cavar agujeros en la tierra. –¿Agujeros? –Naturalmente. Yo apuesto por el oro. Por el siglo XIX descubrieron una buena veta de oro por aquí cerca. Estoy seguro de que se podría encontrar y… –¿Hablas en serio? –preguntó Marc mirándolo con fiereza. –Oro de California. Este Estado es famoso por eso. Tiene que haber oro en estas colinas. –Estás loco –interpuso Frank, y todos parecieron estar de acuerdo. –¿Y tú, Torie? –preguntó Marge–. ¿Cuáles son los plantes que tenéis Carl y tú? Torie trató de evadirse. –Tendrás que preguntárselo a Carl. Todos se volvieron y la miraron. –Te lo estamos preguntando a ti –observó Frank. –¿A mí? –Claro. ¿Es que tú no tienes nada que ver con esto? 37
https://www.facebook.com/novelasgratis –Sí, claro –Torie se aclaró la garganta. ¿Qué podía decir? No tenía ni idea de lo que Carl quería. Todos esperaban. Se sintió entre la espada y la pared. Pero entonces… se atrevió a soñar. No era el sueño de Carl, sino el suyo. Era el recuerdo de lo que Shangri-La había sido veinte años atrás, cuando ella era una niña. Ahora se daba cuenta de lo mucho que amaba ese lugar, de que había sido el centro de su universo, el lugar que había moldeado su personalidad. –Si Shangri-La fuese mío, construiría una celosía a lo largo del sendero que va por encima del acantilado y a lo largo plantaría rosales silvestres. Torie continuó, sumida en los recuerdos, reviviendo al detalle lo que ese sitio había sido en sus días dorados, cuando ella era niña. Y mientras hablaba, sonreía. Marc se sintió hipnotizado al principio. Después, las palabras de Torie se le clavaron como cuchillos. Torie hablaba de un Shangri-La que él reconocía, el Shangri-La de su infancia y juventud. Torie conocía ese lugar. Había estado allí antes. Miró en dirección a su madrastra para ver si ella también lo había notado, pero Marge tenía toda su atención centrada en Jimmy. Le dieron ganas de vomitar. Entonces, volvió a mirar a Torie. ¿Quién era esa mujer?
Torie salió de su ensimismamiento y miró alrededor suyo. Había acaparado la atención de todos. ¿Por qué? Sus ojos se encontraron con los de Marc, que la miraba como si no pudiera creer lo que acababa de oír. Entonces, con un gesto con la cabeza, Marc le indicó que quería hablar con ella en privado. Y algo en su expresión le dijo que sería mejor no poner objeciones. Torie esperó y cuando los demás parecieron dejar de prestarle atención, se levantó y se alejó de allí, reuniéndose con Marc en el sendero que corría entre unas palmeras. –¿Qué pasa? –le preguntó ella. Marc estaba quieto, con los brazos cruzados, mirándola 38
https://www.facebook.com/novelasgratis fijamente. –¿Quién eres? –Yo… soy Torie. –¿Torie qué? ¿Cuál es tu apellido? Y no me vengas con que te apellidas Marino, por favor. Dime tu verdadero apellido. Torie sacudió la cabeza. El engaño no había durado mucho. –Escucha, Marc… –No, escúchame tú a mí. Lo que has contado ahí delante de la hoguera ha sido una perfecta descripción de lo que este lugar era hace veinte años. ¿Cómo lo sabías? Torie trató de sonreír, pero Marc tenía cara de pocos amigos. –Yo vivía aquí –confesó ella por fin. Marc se la quedó mirando; después, negó con la cabeza. –Es verdad –insistió ella–. Soy Torie Sands. –¿Sands? ¿Sands de…? Torie respiró hondo. –Jarvis Sands era mi padre. –El mayordomo. –Sí. –El que robó el tesoro de Don Carlos. –¡No! –negó ella con vehemencia–. Mi padre no robó nada. Lo acusaron falsamente. –Si no recuerdo mal, fue a la cárcel… –No se formularon cargos contra él formalmente y se encontró el tesoro. Le soltaron –Torie deseó poder evitar las lágrimas que afloraron a sus ojos–. Fue una equivocación. Marc frunció el ceño mientras estudiaba sus facciones con intensidad. –Vivías en la casa de al lado de la puerta de la verja. Torie asintió. –Pero no te llamabas Torie, ¿no? 39
https://www.facebook.com/novelasgratis –No, me llamaban Vicki –Torie encogió los hombros–. Mi nombre de verdad es Victoria. Él la miró como si estuviera maravillado. –Eras una niña regordeta que solía tirarme cosas desde el manzano. –Yo nunca te tiré nada –respondió ella. –Vicki Sands –Marc asintió despacio–. Sí, ahora sí que te reconozco. Aunque casi no puedo creerlo. Pero dime, ¿a qué has venido aquí, Torie? ¿Por qué has vuelto? Torie paseó los ojos por el hermoso rostro de Marc debatiéndose entre si sincerarse con él o no? Quería hacerlo, pero… ¿Debía? Además, Marc no iba a ayudarla a descubrir nada. Torie trató de contestar con una evasiva. –Supongo que por nostalgia. Quería volver a ver este sitio. –Ya –respondió Marc sin ocultar su escepticismo–. Por eso has ido directamente a las cuevas, ¿no? ¿Segura que no has ido por algo relacionado con el tesoro de Don Carlos? –No. He ido ahí porque solía jugar en esas cuevas cuando era pequeña y quería volver a verlas. –Sí, claro. Marc no la creía, pero trató de ignorarlo. Al fin y al cabo, ¿qué le importaba a ella si Marc la creía o no? Lo único que quería era que Marc la dejara sola. Sin embargo, aún tenía que decirle una cosa. –Yo… me enteré de lo de tu padre –dijo ella–. A pesar de todo, sentí que muriera así. Marc frunció el ceño. –¿Qué quieres decir con eso de a pesar de todo? Torie parpadeó. ¿Acaso no recordaba lo que había pasado? Era el padre de Marc el causante de que hubieran arrestado a su padre. Torie volvió la cabeza mientras intentaba controlar la emoción, pero él no pareció notar que ella no le había contestado. –Espera… ¿No murió tu padre ese mismo año, poco después de que os fuerais a Los Ángeles? Me parece que fue eso lo que mi padre me dijo. 40
https://www.facebook.com/novelasgratis Torie asintió, conteniendo las lágrimas. No quería llorar delante de él. –Sí –respondió ella con voz ahogada–. Mi madre dice que murió de pena. Pero… la verdad es que se suicidó. Se pegó un tiro. –¡Dios mío! –exclamó él con voz queda–. Así que tanto tu padre como el mío se suicidaron… ¿No te parece extraño? –No… no lo sabía –Torie se lo quedó mirando. Los ojos de él se habían oscurecido–. En los periódicos dijeron que… Yo creía que… –¿Que se ahogó? ¿Que fue un accidente? Sí, eso es lo que dijimos que pasó y así quedó la cosa. Pero mi padre dejó una nota escrita. Sabíamos que había muerto intencionadamente. Torie se sintió como si le hubieran dado un golpe en el estómago. Llevaba años odiando al padre de Marc, y ahora resultaba que se había sentido tan mal como para quitarse la vida. Impulsivamente, Torie agarró la mano de Marc. –Marc, no sabes cómo lo siento. No lo sabía. Marc la miró y vio que Torie tenía los ojos llenos de lágrimas. Se fijó en la bonita boca de ella y sintió un incontenible deseo de besarla. ¿Por qué? ¿Porque era bonita? ¿Porque estaba muy cerca? Con un esfuerzo, se apartó de ella. –Carl –dijo Marc–. ¿Qué hay de Carl? ¿Qué ha venido a buscar aquí? Torie sacudió la cabeza. –La verdad es que no lo sé, no me lo ha dicho –Torie sabía que debía ser discreta, no revelar demasiado–. A mí me ha dicho que está interesado en la propiedad y por eso quería venir, es todo lo que sé. Y debe ser cierto. –Pero no estás segura, ¿eh? Torie se mordió los labios. ¿Qué podía decir? –La verdad es que no lo conozco muy bien –admitió ella. No tenía sentido insistir en que estaban casados, demasiado tarde–. Me ha contratado en varias ocasiones. Se enteró de que yo me había criado aquí y, cuando decidió venir a ver la propiedad, me pidió que lo acompañara y fingiera ser su esposa. 41
https://www.facebook.com/novelasgratis Torie miró a Marc a los ojos con la esperanza de que la creyera, que creyera en su inocencia. Porque lo era. ¿O no? Cierto que estaba utilizando a Carl, pero Carl la estaba utilizando a ella. Los dos habían hecho un trato. –Me apeteció venir y accedí –Torie se encogió de hombros. En la distancia, oyó a los demás invitados preparándose para abandonar el jardín y marcharse a sus habitaciones. Por su parte, era ya tarde para ponerse a investigar como había planeado. Pronto se pondrían a buscarla al ver que no estaba con ellos. Miró a Marc y le sorprendió ver que, con cada minuto que pasaba, le veía más y más guapo. –Bueno, será mejor que vuelva a reunirme con los demás. Marc asintió. No obstante, la agarró por el brazo y la atrajo hacia sí. –Cierra con llave la puerta de tu habitación esta noche –dijo él con voz ronca. Torie agrandó los ojos. –¿Crees que…? –No me fío de Carl –le aclaró él–. Repito, cierra con llave la puerta de tu dormitorio. –Exageras. Carl nunca haría… Pero Torie vio una sombra en los ojos de Marc. –Carl es un hombre, ¿no? Y tú eres una mujer muy atractiva. No me fío de él. Cierra la puerta con llave. –Está bien, lo haré. –Me pasaré por tu habitación para comprobar que has cerrado la puerta. Llamaré así… –Marc le hizo una demostración en el tronco de un árbol–. Así sabrás que soy yo. Solo para asegurarme. Torie lo miró a los ojos y sacudió la cabeza. –¿Por qué haces esto? Marc se quedó pensativo un minuto, con el ceño fruncido. Después, él también sacudió la cabeza. –No lo sé –respondió Marc con sinceridad–. Digamos que por los 42
https://www.facebook.com/novelasgratis viejos tiempos. Al fin y al cabo, eres una especie de hermana pequeña, ¿no? Torie lanzó una queda carcajada. –No. Marc encogió los hombros y le soltó el brazo. –Bueno… Digamos que quiero estar seguro de que estás bien. –De acuerdo. Eso lo entiendo. –Vale. Y ahora, buenas noches, Victoria Sands. Que duermas bien. Hasta mañana. Y Marc desapareció en las sombras de la noche. Torie respiró hondo, tratando de calmar los latidos de su corazón. Sabía que Marc Huntington no era para ella. Nunca lo sería.
De vuelta en la casa, Torie, que había logrado esquivar a Carl cuando este pasaba por la hoguera, se dirigió rápidamente a su dormitorio con el fin de evitar que él pudiera darle alcance. –Eh, espera –dijo Carl empujando la puerta con el hombro antes de que a ella le diera tiempo de cerrar–. Tenemos que hablar. –Carl, estoy muy cansada. Necesito acostarme ya. –Ya dormirás todo lo que quieras. Antes necesito que me ayudes a actualizar el mapa. Torie suspiró. El mapa que ella había dibujado de Shangri-La era muy esquemático. Lo había hecho basándose en lo que recordaba y se lo había dado tras quedar para aquella pequeña aventura. –¿Qué es lo que te falta? –preguntó ella. –Las cuevas –Carl se sacó del bolsillo de la chaqueta un folio de papel doblado y la miró con expresión fría–. Dime, ¿por qué no dibujaste las cuevas? Era una buena pregunta y Torie no estaba segura de la respuesta. –Carl, lo mejor será que me dejes el mapa, tendrás las cuevas dibujadas mañana al mediodía. 43
https://www.facebook.com/novelasgratis –No –Carl apenas podía contener el enfado–. Necesito el dibujo esta noche. Necesito… –¿Algún problema? Los dos se sobresaltaron y, al volverse, encontraron a Marc en el pasillo caminando hacia ellos. –¿Puedo ayudar en algo? –preguntó Marc con los ojos fijos en Carl. Carl se metió el mapa en el bolsillo de la chaqueta y sacudió la cabeza con gesto de enfado. –No. No tiene importancia –entonces, comenzó a dirigirse a su habitación–. De acuerdo, Torie, mañana por la mañana. Hasta mañana. Ella miró a Marc, que alzó las cejas. –Lo sé –Torie sabía que Marc no tenía que volver a decírselo–. Cerraré con llave. No te preocupes, voy a hacerlo. Marc tenía razón, pensó Torie mientras se preparaba para acostarse. Carl le había parecido inofensivo al principio, cuando decidieron ir allí juntos, pero Carl había cambiado. Ya no se fiaba de él. Al cabo de un rato, cuando se estaba durmiendo, le pareció oír gritos. Se sentó en la cama y trató de analizar qué había sido, pero el ruido se había desvanecido cuando logró despejarse lo suficiente. Quizá lo había soñado. Volvió a tumbarse, pero no durmió mucho. Le resultó difícil dormirse sabiendo que tenía que levantarse al cabo de un par de horas para ir a investigar.
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https://www.facebook.com/novelasgratis Capítulo 5
TORIE se levantó de la cama, se puso un pantalón elástico y una sudadera que le caía casi hasta las rodillas. Se recogió el cabello rápidamente y abrió la puerta con cuidado. Era una casa antigua. ¿Crujirían mucho los peldaños de la escalera? Bajó pegada a la barandilla y casi no hizo ruido. Abajo todo estaba en silencio y pronto se encontró fuera de la casa. Al instante, se puso a recorrer el camino que tan bien conocía. Al llegar a su antigua casa, probó a abrir la puerta. Estaba cerrada con llave, pero no le importó, sabía otras formas de entrar. Se dirigió a la parte posterior, a la ventana de su antigua habitación. Se la veía bien cerrada, pero sabía que tirando de aquí y allá lograría aflojar el pestillo de la ventana de guillotina. Y al cabo de un minuto se encontró dentro del dormitorio que tan bien conocía. Torie encendió la linterna y, al alumbrar las paredes, le sorprendió ver que nadie había pintado las habitaciones desde que su familia abandonó la casa. Salió al pasillo y de allí se dirigió al cuarto de estar. De ahí fue a la cocina y entonces se dio cuenta de que alguien debía haber vivido allí después de que su familia se marchara: el frigorífico no era el que ella recordaba, los muebles de la cocina estaban pintados de blanco y eran relativamente nuevos y había un microondas nuevo. Decidió darse prisa y, cruzando el cuarto de estar, salió al pasillo, para bajar la escalerilla que un mecanismo sujetaba al techo, con el fin de subir a la boardilla, su objetivo principal. Accionó el mecanismo y logró liberar la escalerilla. Rápidamente, subió los peldaños y fue a abrir la puerta de la boardilla, pero estaba cerrada. Empujó y empujó, pero no se abría. Fue entonces cuando oyó unos pasos, unos pasos de hombre. Apagó la pequeña linterna y, con el corazón latiéndole con fuerza, trató de no hacer ruido. El hombre entró en el pasillo, pero no se detuvo, a pesar de la escalerilla, sino que siguió andando. De repente, se detuvo y ella temió que el corazón se le fuera a salir del pecho. ¿La había visto? 45
https://www.facebook.com/novelasgratis No. El hombre, que llevaba también una linterna, debía de haber oído algo o a alguien, porque se volvió y se dirigió a la puerta. Y ahora ella tenía miedo de que él se le escapara, porque no había conseguido descubrir quién era. Así que rápidamente bajó la escalerilla y salió sigilosamente por la puerta. Él estaba caminando hacia la carretera. Ella fue siguiéndole, valiéndose de los árboles para esconderse lo mejor que pudo. ¿Era Marc? ¿Sería Carl? Por eso, cuando unos fuertes brazos la agarraron por la espalda, lanzó un grito antes de que una mano le cubriera la boca. –Sssss –le susurró Marc al oído–. Soy yo. Torie suspiró y se relajó. Era Marc. No pasaba nada. Pero Torie no podía dejar de temblar y él la estrechó contra sí con el fin de tranquilizarla. Durante unos momentos, Marc se permitió disfrutar de la proximidad con ella. Torie olía muy bien y le gustó tenerla en los brazos. No quería soltarla. Quería abrazarla, deslizar las manos por debajo de la sudadera y… Pero no iba a hacerlo. No era tan estúpido. Demasiado peligroso. Y, sobre todo, le impediría hacer lo que se había propuesto hacer. Por lo tanto, Marck la soltó y ella se volvió para mirarlo. –Hola –dijo Torie–. ¿Qué haces aquí? –Buscarte, supongo –respondió Marc en tono burlón. Torie frunció el ceño. –¿Quién era ese hombre? –le preguntó ella–. No he podido verle la cara. –¿No? –¡No! ¿Era Carl? –¿No habías venido aquí para reunirte con él? –¡Marc! –ella alzó los brazos con exasperación–. No, no había quedado aquí con él. No había esperado encontrarme con nadie. La verdad es que me sorprende que haya tanta gente merodeando por aquí en mitad de la noche. Quién sabe, igual nos encontramos a 46
https://www.facebook.com/novelasgratis alguien más. –Nunca se sabe, pero no me sorprendería tropezarme con un cierto texano –contestó él. –¿También le estás espiando a él? –No, no es necesario que lo haga. Ese tipo es un libro abierto – respondió Marc sonriendo súbitamente. –Al contrario que Carl y yo, ¿eh? –Torie no pudo evitar una nota de resquemor en la voz. Marc decidió ignorar el comentario. –Dime, ¿qué es lo que Carl está buscando? –le preguntó él. –Ni idea –dijo Torie encogiéndose de hombros. –Eres tú quien le ha traído aquí –comentó Marc frunciendo el ceño. –No. Yo me he valido de él para venir aquí, eso es todo por mi parte. Marc la miró fijamente. El instinto le decía que Torie era sincera. Qué demonios, iba a tener que fiarse de su instinto. Normalmente le funcionaba. –Me gustaría saber qué se trae entre manos ese tipo –le dijo Marc–. Le vi salir de la casa; entonces, fui a tu dormitorio y, al ver que no estabas, salí para seguirle. –¿Dónde ha ido? –A ningún sitio en particular. Torie frunció el ceño. –¿Por eso decidiste seguirme a mí, para ver adónde iba yo? –¿Qué tiene de raro? Torie lanzó un gruñido. –Esto es una locura. Estamos aquí en mitad de la noche siguiéndonos los unos a los otros sin ir a ninguna parte. –Yo sí sé adonde voy –Marc sonrió y le agarró una mano–. Ven conmigo. –¿Adónde vamos? 47
https://www.facebook.com/novelasgratis –De vuelta a la casa donde vivías. Quiero que me digas qué estabas buscando. –No –Torie tiró de él para detenerle–. Lo que estaba haciendo ahí no es asunto tuyo. No puedes interferir. Marc, frustrado, tiró de la mano de ella otra vez, atrayéndola hacia sí, mirándola con enfado. –Es asunto mío mientras estés aquí, creía que había quedado claro. Pero por si no se te ha metido en la cabeza, lo repetiré: puedo echarte de aquí en el momento que quiera. Y te aseguro que no tengo que pedirle permiso a Marge para hacerlo. Así que mejor que seas amable conmigo. –Siempre soy amable –protestó ella. –Demuéstralo –la voz de Marc se tornó ronca–. Dime qué estabas haciendo. Dime qué esperabas conseguir. Torie respiró hondo. Sabía que la única forma que iba a poder entrar en la buhardilla era si Marc la ayudaba. ¿Valía la pena arriesgarse, confiar en él? –Está bien, te diré lo que estaba haciendo. Estaba buscando algo, cualquier cosa, que me ayude a descubrir qué pasó cuando despidieron a mi padre. Marc la miró fijamente y sacudió la cabeza. –Torie, de eso ha pasado ya mucho tiempo. Torie alzó la barbilla. –Sí, exactamente, ya es hora de descubrir la verdad de lo que pasó. Marc respiró hondo. –Querías mucho a tu padre, ¿verdad? –Sí, muchísimo. Más que a nadie en el mundo. Marc parpadeó y ella frunció el ceño, preguntándose por qué. ¿Acaso Marc no quería a nadie? ¿Acaso no sabía lo valiente que el cariño volvía a la gente? ¿O era al revés? ¿Acaso Marc pensaba que nadie le había querido tanto? Pero no era el momento para pensar en esas cosas. 48
https://www.facebook.com/novelasgratis La puerta de la casa estaba como la había dejado, abierta. Entraron rápidamente. Marc encendió su linterna y la paseó por las vacías paredes. –Aquí no hay nada. ¿Cuánto tiempo ha pasado, quince años? ¿Qué esperabas encontrar? –preguntó Marc–. ¿O es que esperabas que las paredes te hablaran, que contaran sus secretos? –Quiero subir a la buhardilla –le informó ella–. No he conseguido abrir la puerta. Marc se le acercó, clavando los ojos en las verdes profundidades de los de ella. –¿Qué hay en el ático? –preguntó él con voz suave. –No estoy segura. Marc sacudió la cabeza. –Vamos, dímelo. Debes tener una idea. Torie se encogió de hombros, era como rendirse. Le diría lo que fuera necesario, pero no todo. –Mi madre me ha dicho que se quedaron cosas nuestras en la buhardilla –respondió Torie despacio–. Como tuvimos que marcharnos tan rápidamente, no pudimos llevárnoslo todo. Marc asintió. –Pero de eso ya hace mucho –volvió a observar él–. Aquí ha vivido más gente desde entonces. Torie respiró hondo y forzó una sonrisa. –Lo sé, pero tengo que ver la buhardilla –no pudo evitar una mirada de súplica–. Por favor, Marc, necesito ver qué hay allí. Marc se la quedó mirando. La dulzura y suavidad con que le había hablado le hicieron desear ayudarla más que cualquier otra cosa en el mundo. –Está bien, echemos un vistazo –contestó Marc. Con frustración, Torie le vio abrir la puerta de la buhardilla sin ningún problema. Una vez ahí, la luz de la linterna de Marc proyectó misteriosas sombras en los rincones. El techo era bajo y los dos tuvieron que agacharse para acercarse al lugar donde había apiladas unas cajas y unas maletas. 49
https://www.facebook.com/novelasgratis Torie examinó rápidamente las cajas y después volvió su atención a las maletas. La mayoría de los objetos que había allí pertenecían a otras personas, pero reconoció una de las maletas. Marc abrió los pestillos ayudándose de una navaja y la maleta se abrió. Torie miró el contenido de la maleta, más conmovida de lo que había temido. Aquellos objetos eran restos de otra vida, una vida lejana y próxima al mismo tiempo. Ahí estaba el abrigo de lana de su madre, su uniforme del colegio, unos jerseys de su padre… Y debajo de todo un álbum de fotos y unos papeles. Con el corazón latiéndole con fuerza, examinó los papeles. Marc la observaba, preguntándose qué estaba haciendo. No quería preguntárselo. Torie había dejado el álbum de fotos a un lado y él se preguntó por qué. Él lo agarró y lo abrió. Había una foto de una regordeta Torie y la imagen le hizo sonreír. –¿Cómo conseguiste dejar esa pequeñaja tan irritante que eras? –comentó Marc burlonamente. –Por arte de magia –respondió ella sin levantar los ojos de los papeles. –Vale. Las fotos mostraban una encantadora familia que vivía en Shangri-La, su casa, sin ser familia suya. Extraño. Jarvis, el mayordomo, había sido un hombre de gran dignidad y algo reservado. También se acordaba de la madre de Torie, una bonita mujer de aspecto frágil y con una constante expresión de preocupación. –Maldita sea, no está aquí –murmuró Torie. –¿Qué es lo que no está? ¿Qué estás buscando? Pero Torie le ignoró y comenzó a volver a meter las cosas en la maleta. Suponiendo que Torie querría el álbum de fotos, no lo soltó. –Eh, echa un vistazo a las fotos –dijo Marc abriendo el álbum por la página con la foto de una Torie bastante redonda. Torie lanzó un suspiro, sacudió la cabeza y se negó a mirar. –No puedo –contestó ella con voz ahogada. 50
https://www.facebook.com/novelasgratis Marc la miró con curiosidad, enternecido por la emoción que ella no podía ocultar. La vida, tarde o temprano, hacía sufrir a todo el mundo, y Torie parecía haber recibido ya unos cuantos reveses. No obstante, pensando que Torie acabaría queriendo ver las fotos, se echó el álbum bajo el brazo y la guió hasta que salieron de la casa. –¿Y ahora qué? –preguntó Marc. Torie parecía cansada y desilusionada. Era evidente que le había afectado no haber encontrado lo que había estado buscando. Tuvo la sensación de que, si la presionaba, ella acabaría diciéndole lo que había esperado encontrar. Pero no pudo hacerlo, no cuando Torie tenía esa expresión tan triste. Quizá en otro momento. –Supongo que será mejor que me vaya a la cama –contestó ella haciendo un esfuerzo por levantar el rostro–. No puedo ir a buscar en ningún otro sitio hasta que no sea de día. Marc arqueó una ceja. –¿No vas a darme una pista? Entonces, ella alzó el rostro y lo miró. –¿Qué quieres decir? –Nunca se sabe –contestó Marc con voz suave–. Puede que yo ya haya encontrado lo que buscas. Puede que lo haya escondido. –¿Que hayas escondido qué? –preguntó Torie en tono retador al tiempo que pestañeaba rápidamente. Marc se encogió de hombros. –Lo que tú estás buscando. ¿Por qué no me dices qué es? Torie respiró profundamente, mirándolo de soslayo. Lo que acababa de decir Marc tenía sentido y, además, estaba irresistible. No era justo. No era justo que hubiera hombres como Marc. Él estaba seguro de poder manipularla. Y quizá no se alejara de la verdad. Debía saber que a ella, desde niña, le había gustado. En cualquier caso, no sabía qué más podía hacer. Ya había buscado en las cuevas y en la buhardilla. No tenía más pistas. –Mi madre cree que mi padre tenía un diario –respondió ella con voz queda, evitando los ojos de Marc–. Mi madre piensa que mi padre escribió cosas para que yo las leyera con el fin de que me ayudaran a descubrir la verdad –Torie sacudió la cabeza–. No lo sé seguro. Yo 51
https://www.facebook.com/novelasgratis nunca vi ese diario. Lo que pasa es que esperaba que… La voz se le quebró. Los ojos se le llenaron de lágrimas. Él se la quedó mirando y deseó abrazarla. Torie parecía tan triste, tan sola… Pero él aún albergaba dudas respecto a los motivos de Torie. Todavía no se fiaba. No obstante… ¿qué tenía esa mujer que penetraba sus defensas, que le llegaba al alma? –Yo no he encontrado ningún diario –le dijo Marc. Al menos, podía ser honesto con ella–. ¿Estás segura de que existe? Torie negó con la cabeza, evitando su mirada. –No, no estoy segura de nada –entonces, lo miró, con los ojos iluminados por las lágrimas–. Ni siquiera estoy segura de que mi padre sea inocente. ¿Qué te parece? Marc se pasó los dedos por el cabello, revolviéndoselo. Quería abrazarla y decirle que todo iba a salir bien. Pero no podía hacerlo. –¿Y qué te parecería que te dijera que he odiado a tu familia durante quince años? –añadió Torie–. Creo que tu familia hizo que mi padre se suicidara. De no haber sido por la forma en como vosotros os portasteis con él y de lo avergonzado que le hicisteis sentirse, ahora estaría vivo. ¿Qué piensas? Vamos, dímelo. Las palabras de ella le dolieron. Apartó los ojos. En circunstancias normales, le habría respondido como pensaba que se merecía, pero se contuvo. Lo que Torie decía no tenía sentido. Quizá fuera porque no tenía pruebas de lo que decía. Todo eran conjeturas, un intento por transformar un pasado que no comprendía. No obstante, podía ver el dolor que ella sentía, su agonía… De repente, se dio cuenta de algo importante. Si era verdad lo que Torie le había dicho, si realmente ella no sabía si su padre era culpable o inocente, si lo que intentaba hacer era descubrir la verdad, no solo pruebas que exculparan a su padre, entonces Torie poseía una integridad difícil de encontrar en la mayoría de la gente. No obstante, también podía tratarse de una estratagema para conseguir lo que fuera que quisiera conseguir. Su lema era no fiarse nunca de nadie. –Mi padre era un hombre honesto –dijo Marc con voz suave, 52
https://www.facebook.com/novelasgratis conteniendo el enfado–. Si hizo daño a tu padre, estoy seguro de que tenía motivos para ello. Mi padre era una persona fundamentalmente bueno. Las lágrimas resbalaron por las mejillas de Torie. –Lo sé –susurró ella–. Yo… le tenía mucho cariño a tu padre. Siempre fue bueno conmigo. No puedo creer… ¿Es que no lo entiendes? Eso es parte del problema. No tiene sentido que tratara a mi padre como si fuera un malvado que… Pero no pudo seguir. Marc extendió una mano hacia ella, pero Torie se dio media vuelta. –Volvamos ya –Torie echó a andar por el sendero. Marc la siguió, sin saber qué hacer. Sabía que su padre no era un villano. Pero al mismo tiempo, sospechaba que al padre de Torie se le había tratado injustamente. ¿Por qué? Él también quería llegar al fondo del asunto. –Por cierto, los griegos se han marchado –comentó Marc mientras se dirigían a la casa. Torie se detuvo y se volvió a él, recordando los gritos que le había parecido oír. –¿Por qué? ¿Qué ha pasado? Marc encogió los hombros. –Resulta que no eran griegos. Y mucho menos que les iba bien. –Oh, no. Me caían bien. –Sí, claro, caer bien es parte de su juego. Pasan gran parte del tiempo participando en este tipo de situación, tratando de entablar amistad con gente de dinero para ver si les sacan algo. Torie suspiró tristemente, mirando a la casa, ya próxima. Las ventanas estaban a oscuras. Con un poco de suerte, todos estarían durmiendo, incluso Marge y Jimmy. Al llegar al porche, subieron despacio los escalones y se detuvieron delante de la puerta. –¿Cómo lo has descubierto? –preguntó ella, volviéndose de cara a él. 53
https://www.facebook.com/novelasgratis Marc se metió las manos en los bolsillos de la chaqueta. –Tengo contactos en la policía y he hecho algunas llamadas. Torie ladeó la cabeza y se lo quedó mirando. –¿Qué te han contado tus contactos sobre mí? –preguntó ella directamente, sin andarse por las ramas. –Te lo diré cuando me den un informe completo. Eso no le gustó nada a Torie. No era lo que había querido oír. –Eres despreciable. Despreciable y… y… El beso la dejó sin palabras. Marc no había podido evitarlo, le había resultado imposible. Era solo un beso. Un beso no significaba que se rindiera. No significaba que creyera en ella. Era solo una expresión de deseo… aunque quizá se tratara de algo más profundo. Pero eso daba igual. –Buenas noches, Torie Sands –dijo Marc–. Ve a acostarte. Torie se sintió mareada. –¿Adónde… adónde vas? –Voy a dar una última vuelta por los alrededores. A ver qué pillo –Marc le dedicó una sonrisa y se volvió para marcharse–. Nos vemos mañana. El desayuno es a las nueve.
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https://www.facebook.com/novelasgratis Capítulo 6
SIRVIERON el desayuno en una mesa de mimbre en la terraza del jardín, de cara al mar y bajo un cielo azul. Hacía una mañana preciosa. Torie se sentó al lado de Carl, que tenía un aspecto terrible, como si tuviera una resaca espantosa. –Bueno, ¿qué te parece? –le preguntó ella en voz baja al tiempo que alargaba la mano para agarrar un vaso de zumo de naranja que había en una bandeja de plata. –¿A qué te refieres? –preguntó él en tono brusco. –A Shangri-La, naturalmente. ¿Vas a comprar esta propiedad? –¿A comprar…? Ah, ya… –Carl, inquieto, cambió de postura–. No he visto lo suficiente. Y tú no me has ayudado gran cosa. Siempre que quiero tu ayuda, desapareces. –Anoche fuiste tú quien desapareció –declaró ella–. ¿Qué estabas buscando por ahí en mitad de la noche? Carl le lanzó una mirada furiosa. Entonces, se inclinó sobre ella para que los demás no pudieran oírle. –Oye, al principio, cuando hablamos de venir aquí, me dijiste que solías acompañar al viejo Huntington en esas excursiones que él hacía en busca de piedras. ¿Es verdad o no? Torie asintió despacio, preguntándose dónde quería ir a parar Carl. –Y yo te pedí que me dibujaras un plano con los sitios a los que ibas con él. A sus sitios preferidos. ¿No es eso? –Sí. –Pues no dibujaste las cuevas en el mapa –Carl echaba chispas por los ojos. –Sí que lo hice. Las coloqué a lo largo de la costa. –Sí, pero vagamente, no en detalle. Y al ir a verlas, me di cuenta de que no iba a lograr explorarlas –su enfado era más que evidente–. Son un auténtico laberinto. Me resultaría imposible encontrar todos los 55
https://www.facebook.com/novelasgratis escondrijos dentro de las cuevas. Torie se lo quedó mirando sin comprender la irritación de él. –¿Sabes una cosa, Carl? Si me dijeras qué estás buscando, quizá pudiera serte de más ayuda. Torie clavó los ojos en los de él. Carl le sostuvo la mirada. «Vamos, Carl, confiesa que estás buscando el tesoro de Don Carlos. Admítelo. Suéltalo ya». Carl tomó aire, echaba chispas por los ojos. –Tú limítate a hacerme un mapa de las cuevas –dijo él–. Eso es lo único que te pido. Torie sonrió y saludó a Lyla, que acababa de aparecer en la terraza y dar los buenos días. Pero su sonrisa se desvaneció al ver el camino que Lyla había tomado. Marc estaba sentado en el muro de piedra, con las piernas colgando. Lyla se echó a reír y se quitó los tacones para encaramarse al muro y sentarse al lado de Marc. Torie se volvió hacia Carl. –Carl, era una niña cuando andaba por las cuevas. De eso hace quince años. ¿En serio esperas que me acuerde de cómo eran? Carl se inclinó sobre ella, echándole el aliento en la mejilla. –¿Qué estabas haciendo allí ayer? –quiso saber él–. ¿Qué hay en esas cuevas? –Nada –Torie se echó hacia atrás–. Las cuevas no fue el único sitio al que fui. Me paseé por la playa, por el muelle; fui al cobertizo de los barcos y fui al desfiladero donde está la selva roja. –¿La selva roja? ¿Qué selva roja? –Carl se sacó el mapa y lo abrió–. No has dibujado ninguna selva roja. –Se me ha debido olvidar –respondió ella fríamente. Estaba harta de Carl y se alegró de que, momentáneamente, se hubiera olvidado de las cuevas–. Aquí, deja que te la señale. Torie agarró el mapa y un bolígrafo, y rápidamente dibujó un árbol en el sitio donde debía estar el desfiladero. –Ahí lo tienes. Que te diviertas –le dijo ella con ironía. Torie comenzó a recoger sus cosas con la intención de dejar a Carl e ir al muro de piedra para ver qué hacían Marc y Lyla, pero 56
https://www.facebook.com/novelasgratis decidió que debía ponerle al corriente de la situación. Se volvió a Carl, preguntándose cómo se le había ocurrido pensar que ese hombre estaba en sus cabales. Cualquiera podía darse cuenta de que era una persona que solo podía causar problemas. –¿Te has enterado de lo de los griegos? –No. ¿Qué pasa con los griegos? –Carl miró a su alrededor y no los vio. –Resulta que no eran lo que parecían –Torie tosió levemente y lanzó una queda carcajada–. Igual que nosotros. Tiene gracia, ¿no? Carl pareció incómodo. –¿Qué dices? Se inclinó sobre él y le dijo en voz baja: –Marc tiene contactos en la policía. Pidió informes sobre ellos y los ha obtenido. Los griegos ni siquiera son griegos, por eso no están. –¿Hablas en serio? –preguntó Carl, mirándola fijamente. –¿Crees que me inventaría una cosa así? Carl se puso en pie. –Tengo que marcharme –Carl se miró el reloj–. Pero volveré. Y quiero que estés disponible a las doce del mediodía –Carl le lanzó una mirada de advertencia–. Vas a venir conmigo a las cuevas y vas a hacer de guía. Torie tragó saliva. Carl empezaba a ponerla nerviosa. –Le he dicho a Marge que iba a unirme al grupo que va a ir a dar un paseo por el acantilado después del desayuno. No sé si volveré a tiempo de… –Asegúrate de que estás de vuelta al mediodía –le dijo Carl fríamente. Entonces, le agarró el brazo y se lo apretó–. Voy a necesitarte. ¿Me has comprendido? –De acuerdo –respondió ella casi sin respiración–. Está bien. Tranquilo. Aquí estaré. –No lo olvides. Carl la soltó y se marchó en dirección a la rocosa costa. 57
https://www.facebook.com/novelasgratis Torie se frotó el brazo. Ese hombre empezaba a asustarle. Se volvió con la intención de ir a ver a Marc, pero él se había ido. Lyla estaba sentada sola. Torie decidió volver a la casa. Había llegado la hora de prepararse para el paseo por los acantilados.
Una hora después, el pequeño grupo se encontraba a un kilómetro de la casa camino de los acantilados. Torie iba detrás de Frank y Phoebe, y no dejaba de preguntarse dónde se habría metido Marc. Estaba nerviosa y no sabía qué hacer. Se arrepentía de haberse aliado con Carl. Estaba claro que Carl era una persona de poco fiar y ya no quería tener nada que ver con él. La asociación con él la perjudicaría. ¿Qué pensaría Marc? Marc debía haber visto muchas cosas durante su servicio en el ejército, cosas horribles, cosas de las que no parecía dispuesto a hablar. Lo veía en sus ojos. No parecía fiarse de nada ni de nadie. Pero al besarla… el sueño de ella, desde su infancia, se había vuelto realidad. Hizo un esfuerzo por salir de su ensimismamiento al oír a Marge dirigiéndose al grupo: –Si prestáis atención, es posible que veáis nutrias marinas por las rocas de la bahía. Y, por esa playa, un poco más adelante, veréis leones marinos tumbados al sol. En el grupo estaban Phoebe y Frank, Lyla y el texano, Marge y ella. Torie, a pesar de que la mañana era muy hermosa, no podía disfrutar de la belleza del lugar. No hacía más que preguntarse qué asunto se traía Carl entre manos y si Marc podría detenerle. Ella debería estar haciendo algo más fructífero. ¿Qué estaba haciendo ahí, disfrutando de la Naturaleza, cuando le quedaba tan poco tiempo? Tenía que volver a centrarse en lo que le había llevado allí. No había averiguado nada la noche anterior, pero había clarificado algunos asuntos. Ahora sabía que a Carl no le interesaba comprar Shangri-La, lo que no sabía era qué había ido a hacer allí. Sin 58
https://www.facebook.com/novelasgratis embargo, parecía decidido a alcanzar su objetivo. Unas de las cosas que tenía que hacer era tratar de encontrar a alguno de los viejos empleados, alguien que hubiera conocido a su padre. Sabía que no iba a resultar fácil. Para conseguirlo, tendría que simpatizar con algún empleado. Marc no quería que vendieran la casa de su familia. Ella lo comprendía muy bien. Y Marc no se fiaba de ella, pero tampoco la odiaba. ¿Cambiaría de parecer? ¿Comenzaría a odiarla una vez que se enterara de que… de que ella tenía una pequeña bolsa llena de doblones de oro españoles escondidos en el forro de la maleta? Un temblor le recorrió el cuerpo y cerró los ojos, casi sin respiración de solo pensarlo. Tenía que descubrir la verdad antes de que alguien descubriera esos doblones. Los leones marinos aparecieron a la vista. Movían sus pesados cuerpos por la cálida arena, amenazándose los unos a los otros. El pequeño grupo se arremolinó al borde del precipicio y todos se quedaron mirando a los animales, fascinados. –Sacad fotos –les aconsejó Marge–. Pero no se os ocurra acercaros a ellos. Atacan si se sienten provocados. Lyla se colocó al lado de Torie mientras observaban a los animales. –Me recuerdan a algunas de las mujeres con las que suelo almorzar –dijo Lyla con una carcajada–. Nunca están contentas. Dime, ¿vais a pujar por esta propiedad? Torie rio. Nada le parecía tan lejos de la realidad como eso. –Me temo que no. ¿Y tú? Lyla suspiró. –Me encanta –arqueó una maquillada ceja–. Y si el hijo formara parte del lote, puede que me sintiera tentada. –¿Te refieres a Marc? –preguntó Torie, perpleja–. Dudo que esté a la venta. –Vamos, cielo, todo el mundo tiene un precio –fue Lyla quien se echó a reír en esta ocasión–. Lo importante es encontrar cuál es el precio de cada uno. Seguía riendo cuando se apartó de Torie, como si la encontrara 59
https://www.facebook.com/novelasgratis excesivamente inocente. Torie se mordió los labios para no darle la contestación que se merecía, pero el comentario no la había ayudado a mejorar su humor. El incesante ruido de las focas comenzó a ponerla nerviosa. Se apartó del borde del acantilado y, haciéndose visera con la mano, miró en dirección a la casa… Y un caballo grande apareció avanzando hacia donde estaba el grupo. Se quedó como hipnotizada mientras contemplaba el avance del animal. Cuando se acercó lo suficiente, pudo reconocer al jinete. Marc, por supuesto. Marc. Sintió como si se le hubiera encendido una luz dentro del cuerpo. Sabía que Marc iba en busca suya. Se quedó donde estaba, esperando. –Vaya, mirad –gritó Lyla–. Marc a caballo. ¡Me encanta montar a caballo! ¡Marc! ¡Aquí! Al acercarse, Marge comenzó a gritarle, pero él no hizo caso. El caballo era grande y negro, una hermosa yegua, y él la hizo detenerse delante de ella. Torie resistió la tentación de dedicarle una sonrisa a Lyla, pero no se contuvo y sonrió a Marc. –Ven –le dijo él, extendiéndole la mano–. Quiero llevarte al pueblo. Quiero presentarte a una persona. Marc la ayudó a alzarse y a montar sin aparente esfuerzo. Marge seguía gritando. Ella volvió la cabeza y les sonrió a todos. Al instante, comenzaron a alejarse. Cabalgaron por la cima del acantilado, el mar a un lado y eucaliptos al otro. Se sentía en la gloria. El viento le revolvía el caballo, los duros y fuertes brazos de Marc la rodeaban, sujetándola, y la yegua bajo su peso. Era un momento mágico y nunca lo olvidaría. Cuando divisó el pueblo, se dio cuenta de que la magia se iba a desvanecer, y lo sintió. Se echó hacia atrás y sintió el rostro de Marc ahí, junto a un oído. –¿Quieres que demos un paseo por la playa antes de ir al pueblo? –le preguntó Marc. 60
https://www.facebook.com/novelasgratis Torie suspiró y asintió. –Sí, vamos a la playa. Un camino de tierra bajaba por la colina y daba a otro camino asfaltado que llevaba a un embarcadero. La playa estaba desierta. Se bajaron del caballo y se quedaron contemplando las olas. –¿Por qué será tan hipnotizante el mar? –preguntó ella. –No lo sé –Marc la miró con expresión ilegible–. Quizá sea porque algo en nosotros nos hace querer volver al mar. –Cuando era pequeña me encantaba la película de La Sirenita. Me daba por ir de un lado a otro, apoyándome en los muebles, por ejemplo, cantando la canción de Ariel hasta hacer enfurecer a todo el mundo –Torie lanzó una carcajada–. Solían amenazarme con taparme la boca con cinta aislante si no me callaba. Marc sonrió traviesamente, mirándola de soslayo. Se acordaba de haberla oído cantar en alguna ocasión. –Empiezo a acordarme de algunas cosas de ti –comentó él–. Cosas de las que no me acordaba al principio. –Quizá cosas en las que nunca habías reparado –comentó ella. –Es posible –Marc se encogió de hombros–. De una cosa estoy seguro… Ahí en el acantilado, al ayudarte a subir al caballo, me he dado cuenta de que eso ya lo habíamos hecho antes. Torie agrandó los ojos. Ahora era ella la que recordaba algo que había olvidado. –¡Sí, es verdad, tienes razón! Fue aquella vez cuando volvía del pueblo a casa… –Sí, eso, que te habías encontrado un perro extraviado, un perro muy pequeño de color blanco. –Con una nariz negra preciosa –Torie sonrió–. Lo llevaba en brazos, pero también llevaba la bolsa con las compras que mi madre me había encargado que hiciera en el pueblo, y se me estaba cayendo al suelo la compra. Marc asintió, sus ojos azules llenos de humor. –Yo debía tener unos dieciséis años. –Y yo once. 61
https://www.facebook.com/novelasgratis –Yo montaba Brown Sugar, mi caballo favorito. Nos cruzamos en el camino y te dije hola. –¡Ya! –Torie fingió una furiosa mirada–. No me dijiste nada. Marc frunció el ceño. –¿Cómo que no? Debí decirte hola. –No, no me saludaste. No podías rebajarte a hablar a una niña como yo. Marc la miró durante unos instantes y después suspiró. –Creo que estás equivocada –dijo él–. De cualquier forma, volví la cabeza justo en el momento en que se te cayó una bolsa de papel marrón con unos macarrones, la bolsa se rompió, los macarrones se desparramaron por todas partes, y el cachorro saltó de tus brazos y comenzó a ladrar como un loco. Torie hizo una mueca al acordarse de la humillación que sintió aquel día. –Así que volví. Pero cuando llegué a tu lado, tú ya habías recogido las cosas, pero se veía que iban a volver a caérsete enseguida. Así que te dije que me dieras el perro y la bolsa de la compra. –Y yo creía que te ibas a marchar con mis cosas y a dejarme ahí. –Pero no hice eso. Puse la compra en mi mochila, el perro en mi camisa y luego te di la mano para subirte al caballo. Torie rio suavemente, con los ojos fijos sen el horizonte. –Me sentí como Cenicienta –confesó ella. Por aquel entonces, Marc se le había antojado un príncipe. El chico más guapo que había visto en su vida había sido amable con ella y la había llevado a su casa a caballo. Algo inmejorable. –Le puse de nombre Snowcone –comentó Torie–. Adoraba a ese perro. –¿Qué le pasó? Una sombra cruzó la expresión de ella. –Mi padre insistió en poner un anuncio en el periódico por si los dueños del perro aparecían y así fue, aparecieron a los tres días – 62
https://www.facebook.com/novelasgratis Torie sacudió la cabeza–. Le rogué que no lo hiciera, pero ya sabes cómo era mi padre. Sumamente estricto. Marc la miró y la hizo subir la barbilla. Ella sabía que le estaba dando una versión subjetiva de su padre, pero no le importaba. Era la verdad. Quizá Marc no lo supiera, pero debía enterarse. –En fin, supongo que será mejor que nos pongamos en marcha. Torie asintió y le siguió hasta el caballo, sorprendida de que Marc se acordara de tantas cosas respecto a ella. Cabalgaron hasta que, finalmente, Marc hizo detener al caballo. –Bueno, ya hemos llegado –le dijo él junto al oído, y ella enderezó la espalda y miró a su alrededor. Era un bonito pueblo. Las antiguas casas, diseminadas por las laderas, tenían tejados de teja roja, y la mayoría de los jardines rebosaban de flores. El pequeño muelle estaba lleno de barcos, algunos de ellos eran barcos de pesca. La zona comercial tenía un café, un pequeño mercado con tienda de artículos de pesca, una inmobiliaria y una taberna rústica con una estatua de madera de un marinero a la entrada. El pueblo debía haber presentado el mismo aspecto en los años veinte. –¿Lista? –¿Para qué? –preguntó Torie. –Para hablar con Griswold. Torie se volvió para mirarlo. –¿Quién? –Griswold. ¿No te acuerdas de él? El chófer. Trabajaba en casa cuando pasó todo eso. –Ah –Torie tembló–. ¡Ah! ¡Claro, Griswold! Era verdad, podía ser que él supiera algo. Justo la persona con quien debía hablar. Sonrió a Marc. –Perfecto –dijo ella animada. Y entonces se dio cuenta… se dio cuenta de que Marc iba a ayudarla–. Gracias. Te estás portando muy bien conmigo. Marc lanzó una queda carcajada y sacudió la cabeza, aún sujetándola contra su pecho, como si no quisiera soltarla. 63
https://www.facebook.com/novelasgratis –No me des las gracias todavía, vamos a ver qué nos dice antes –le advirtió él–. Nunca se sabe. –Sí, claro. Se acercaron un poco más a la entrada de la taberna y desmontaron. Marc ató el caballo al poste de la entrada. –¿De dónde has sacado este bonito caballo? –le preguntó Torie acariciando la testuz del animal. Sabía que ya no tenían caballos en Shangri-La, aunque los establos habían estado llenos cuando ella era pequeña. –He ido a hacer una visita a un viejo ranchero –respondió Marc, acariciando también al animal–. Sus dos hijos eran amigos míos en el colegio y ahora ambos están en el ejército. No tiene gente suficiente para llevar a los caballos a hacer ejercicio, así que me he ofrecido voluntario para llevar de paseo a esta dama. –Es una preciosidad –comentó Torie. Dos chicas con bikini y toallas al hombro pasaron por su lado camino de la playa. Al pasar junto a Marc lo miraron con entusiasmo y Torie lanzó una carcajada. –Siempre has gustado a las chicas, ¿verdad? –observó ella cuando las dos chicas desaparecieron al doblar la esquina. –¿Te parece gracioso? –Marc la miró enfadado–. Insufrible. Aparecen por todas partes y son una pesadez. Torie continuó riendo. –Pobrecito. Qué carga tan pesada. Marc le lanzó una furiosa mirada; después, la miró fijamente, como si fuera la primera vez que la veía. Entonces, una sonrisa asomó a sus ojos. –Apuesto a que tú también tienes el mismo problema –comentó él. La risa de ella se desvaneció; de repente, se sintió incómoda. –No, yo no tengo ese problema, te lo aseguro. –Mentirosa. Los ojos de Marc se endulzaron y a ella se le inflamaron las mejillas. 64
https://www.facebook.com/novelasgratis –No estás muy pagada de ti misma, ¿verdad? –comentó Marc al tiempo que acababa de atar a la yegua. Torie se había puesto como un tomate. Nunca se había considerado guapa y, en el fondo, sabía que no lo era. Era bonita, agraciada, pero no hacía que la gente volviera la cabeza para mirarla. Sin embargo, algo en los ojos de Marc le estaba diciendo que sí era hermosa y, de repente, le pareció encontrarse flotando en una nube. Marc le sonrió e indicó la taberna. –¿Entramos? Torie miró hacia la puerta. –¿Cómo sabes que Griswold está aquí? –Por lo que me han dicho, está aquí siempre. Marc le agarró la mano y ella respiró hondo. Podía ser que ahí descubriera la verdad de lo que había pasado años atrás. Torie alzó el rostro y miró a Marc. Él le guiñó un ojo y ella sonrió. Era el momento de enfrentarse al pasado de su padre y al suyo propio. Alzó la barbilla y dio un paso adelante.
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https://www.facebook.com/novelasgratis Capítulo 7
CUANDO entraron en la poco iluminada taberna, Marc miró a su alrededor. Había gente sentada en las mesas y también a lo largo de la barra del bar, hombres la mayoría. Un joven rubio entrado en carnes lo saludó con la mano, pero él no lo reconoció. No parecía haber ningún conocido allí. Torie aún estaba ruborizada tras los piropos que él le había dedicado hacía unos minutos, y estaba más guapa que nunca. Sonrió maliciosamente al notar que todos los hombres la miraban disimuladamente. Y ella, por supuesto, no parecía darse cuenta. Fue entonces cuando vio al hombre al que habían ido a ver. Estaba sentado a una mesa en un rincón, con aspecto de ser el propietario de esa mesa desde hacía tiempo y dispuesto a conservarla costara lo que costase. Marc guio a Torie a la mesa. Griswold estaba borracho. Parecía la sombra de lo que había sido. Alzó el rostro y miró a Torie con ojos legañosos, y ni después de que ella le dijera su nombre consiguió reconocerla. Sin embargo, sí le sonaba el nombre de Jarvis Sands. –¿Jarvis? ¿Jarvis? ¿Se refiere al mayordomo de Shangri-La? Sí, ya sé quién dice. ¿Por qué? –¿Se acuerda de él? ¿Recuerda lo que pasó? Griswold frunció el ceño. –Deberían haberme dado su puesto de trabajo. Me contrataron como chófer solo porque la señora quería que la pasearan en el coche para presumir delante de sus amigas. No me necesitaban. Me pasaba el día lavando los coches –Griswold sacudió la cabeza–. No. No me acuerdo de nada. –¿Tampoco se acuerda de la desaparición del tesoro de Don Carlos? De eso tiene que acordarse. Griswold seguía con el ceño fruncido y no dio señales de haber oído la pregunta. –Él me dijo que no fuera, pero yo no le hice caso y fui –dijo 66
https://www.facebook.com/novelasgratis Griswold con tristeza–. Fui y resultó que él tenía razón, no debería haber ido. –¿Quién tenía razón? ¿Mi padre? Griswold no parecía lograr razonar y Marc la agarró del brazo para sacarla de allí. –No vamos a sacar nada en limpio –dijo Marc en voz baja–. Griswold no está en condiciones de hablar; es más, dudo que tenga momentos de sobriedad. Y si sabía algo de lo ocurrido, debe haberlo olvidado. Torie, con desgana, asintió. Se sentía sumamente frustrada. Había contado con poder encontrar a algún antiguo empleado y, ahora que había encontrado a uno, no le servía de nada. –No sé si lo has notado, pero es muy extraño que casi todo el mundo de aquella época esté muerto o haya acabado muy mal –le dijo a Marc mientras se marchaban. –Una coincidencia –murmuró él guiándola hacia la puerta–. No dejes que la vida te deprima, tiene muchas cosas buenas. Torie le miró al rostro y sacudió la cabeza, aún desilusionada, pero no de mal humor. –¿Tú hablando de lo bueno de la vida? Increíble. –Tengo mis ratos buenos –protestó él–. Incluso, a veces, me muestro optimista. –No creo que te dure mucho –comentó ella irónicamente. Ya habían salido de la taberna y los dos se fijaron en el rubio que habían visto antes dentro del establecimiento y que ahora estaba en la calle, apoyado en una enorme moto Harley negra. El rubio los saludó con una mano cuando ellos se aproximaron; después, se enderezó y salió a su encuentro. –¿No os acordáis de mí? –dijo el joven con una amistosa sonrisa. Torie jadeó. –¿Eres Billy Darnell? Él asintió. –El mismo. 67
https://www.facebook.com/novelasgratis Torie le estrechó la mano. –Te acuerdas de Billy, ¿no? –le dijo a Marc–. Alice era su madre. Alice, vuestra cocinera por aquel entonces. –Eso es –declaró Billy, complacido. –¡No sabes cuánto me alegro de verte! ¿Cómo está tu madre? –Está bien. Ahora vive en Los Ángeles. Se ha mudado allí para estar cerca de su hermana y de la familia de su hermana. –Sí, es natural –respondió ella. Torie hizo cálculos rápidamente. Billy era un año menor que ella. Como hijos de empleados en Shangri-La, habían pasado bastantes ratos juntos, aunque nunca habían sido grandes amigos. Pero a los once y doce años, cualquiera era buen compañero de juegos. –Billy y yo solíamos acompañar a tu padre a buscar minerales – le dijo ella a Marc–. Muchas veces salíamos al amanecer con mochilas llenas de bebida y comida para explorar los acantilados. Tu padre nos llevaba a los sitios más interesantes que te puedas imaginar, con él descubrimos resquicios y rincones que, de otra forma, jamás habríamos visto. Tu padre, cuando encontraba cuarzo u otro mineral que le interesaba, rompía las piedras con un martillo que llevaba para hacer trozos más pequeños y manejables. Billy y yo envolvíamos las piedras con papel, las metíamos en unas bolsas de tela y las llevábamos a la casa. Torie sonrió a Billy y añadió: –Lo pasábamos divinamente, ¿verdad? –Sí, desde luego –Billy le devolvió la sonrisa. Marc asintió y prestó atención a lo que le contaban, pero las anécdotas le dejaron una sensación de vacío. Sabía que su padre había coleccionado piedras, pero nunca había prestado demasiada atención a esa afición, apenas disimulando su impaciencia en las ocasiones en las que su padre había intentado hablarle de sus minerales. Por eso debía ser por lo que su padre nunca le había invitado a sus excursiones. Quizá había sido demasiado mayor cuando su padre se aficionó a coleccionar piedras; él habría tenido diecisiete años, Torie solo doce. No obstante, sentía mucho no haber participado. Tenía la 68
https://www.facebook.com/novelasgratis impresión de que había muchas cosas de su padre que le eran desconocidas. Le habría gustado conocerle mejor. Pero ya era demasiado tarde. Hizo una mueca. No estaba acostumbrado a mostrarse tan emocional. No le gustaba. Miró a Torie y, sin saber por qué, se sintió mejor. Torie era como una luz que iluminaba el pasado, estaba ayudándolo a aclarar ciertas cosas. Por primera vez, se dio cuenta de que se alegraba de que Torie hubiera ido a Shangri-La. Torie sacó el tema del tesoro y él comenzó a prestar más atención a la conversación. Billy lo recordaba, pero aseguró que no sabía qué había pasado con el tesoro; lo único que sabía era lo que habían dicho los periódicos, que Hunt lo había arrojado al mar. No creía que hubiera nadie que supiera lo que realmente había ocurrido. –No queda nadie de los que trabajaban en Shangri-La por aquel entonces –declaró Billy–. Excepto Griswold, claro, pero no se puede contar con él. Charlaron durante unos minutos más. Torie se despidió de Billy con un abrazo. Billy se marchó en su motocicleta y ellos volvieron a montar a su caballo. –Te dejaré en la casa y luego yo me iré a casa del vecino a devolverle la yegua –le dijo Marc. Torie cerró los ojos y se permitió disfrutar de la cabalgata mientras reflexionaba sobre las vueltas que daba la vida. Hasta ese momento, el día no le estaba reportando nada que le sirviera respecto a su objetivo principal. ¿Qué pasaría si no descubría nada sobre su padre? ¿Y si la verdad estaba escondida en alguna parte y nadie sabía dónde? ¿Podría soportarlo? ¿Lograría olvidarse de todo y ser feliz? ¿Conseguiría su madre salir de la depresión en la que llevaba sumida años? Nada probable. Lo peor sería descubrir la verdad y que esta resultara lo contrario a lo que había supuesto. ¿Y si su padre era culpable? ¿Y si había hecho otras cosas? La cabeza le dio vueltas. Divisaron Shangri-La demasiado pronto. Se acordó de la cita que tenía con Carl. Demasiado tarde, se había pasado la hora y con mucho. Carl iba a estar muy enfadado con ella. 69
https://www.facebook.com/novelasgratis En fin, ya no tenía remedio. Volvió el rostro y miró a Marc. –¿Puedo acompañarte a casa del vecino? –le preguntó–. No me apetece volver a la casa todavía. Marc asintió, pero su expresión era ilegible. –Sí, claro –fue todo lo que él respondió. Pero no se quejó cuando ella se apoyó en él. Era fuerte y su cuerpo desprendía calor, y ella tuvo la repentina fantasía de convertirle en su caballero andante. El problema era que no creía que a Marc le interesara una chica como ella. Al fin y al cabo, ya había tratado de llamar su atención… cuando era una cría regordeta. Y no le había salido bien. Ahora ella había vuelto y a Marc solo le interesaba porque ella estaba amenazando la reputación de su familia con sus locas teorías e investigaciones. Pero al menos le estaba prestando atención. Sonrió al reconocer lo irónico de la situación. –¿Cómo es posible que ocurran cosas importantes, cosas que cambien el rumbo de nuestras vidas, y unos cuantos años después nadie se acuerde de nada? –preguntó Torie volviendo la cabeza. Marc no respondió al momento. Por fin, se inclinó hacia delante y le dijo al oído: –Lo recuerda la gente que se vio afectada directamente. A veces, algunos necesitan una sorpresa para reflexionar sobre un pasado que han intentado olvidar, pero que recuerdan si tienen que hacerlo. Torie no sabía si creerlo. Le daba la impresión de que su padre había pasado por la vida sin pena ni gloria, sin que nadie se fijara en él. Se había esforzado por ser un buen hombre y por hacer su trabajo bien, y había conseguido ambas cosas. Pero la tragedia destrozó su vida y la de la familia entera. Y a nadie parecía importarle. Ojalá no hubiera desaparecido nunca el tesoro. Ojalá no hubieran tenido que marcharse de allí y ella hubiera seguido viviendo en ese lugar, al que pertenecía. Su padre aún seguiría vivo y su madre no se habría convertido en la sombra de lo que había sido. Todo sería completamente diferente. 70
https://www.facebook.com/novelasgratis Volvió el rostro a Marc. El padre de él también estaría vivo. ¿Y Ricky? No sabía qué le había pasado y a Marc no le gustaba que le preguntaran sobre ello. Ojalá encontrara la posibilidad de descubrir lo que había pasado con su padre. En el fondo, siempre había estado convencida de que demostrar que su padre había sido inocente lo cambiaría todo. Por supuesto, no lograría devolver la vida a los que ya habían muerto, pero la vida de su madre y la suya propia mejorarían. Era extraño, pero en cierto modo comenzaba a sentir un lazo de unión con Marc. Él era parte de su pasado. Incluso se podía decir que formaba parte de su presente. Le intrigaba lo reservado que era. Frunció el ceño al preguntarse si no era su dignidad lo que le distinguía. Dejaron la yegua con el vecino y se subieron al bajo coche deportivo de Marc. Ella esperaba que Marc tomara el camino de la casa, pero él se dirigió a la serpenteante carretera de las colinas Al cabo de un rato, Marc detuvo el coche en un alto con una maravillosa vista y apagó el motor. –Flores silvestres –dijo él a modo de explicación. Torie miró a su alrededor y suspiro. –¡Qué preciosidad! Las colinas estaban cubiertas de doradas amapolas californianas luchando por conseguir espacio contra lupinas azules y color mostaza meciéndose con la brisa. En la distancia, el lugar de donde procedían, el mar azul. Robles y arbustos de flores moradas llenaban los valles. Era uno de los lugares más bonitos que había visto en su vida. Salieron del coche y se acercaron al borde del mirador, apoyándose en la barandilla de madera. Respiró hondo, llenándose los pulmones, respirando toda esa belleza… y sin ignorar la presencia del hombre a su lado. Por fin, se volvió y le sonrió. Marc no le devolvió la sonrisa, pero su mirada era cálida. El corazón empezó a latirle con fuerza. Y entonces… Marc la hizo volver a la realidad. –¿Sabes ya qué es lo que Carl está buscando aquí? –preguntó Marc. 71
https://www.facebook.com/novelasgratis Carl. Torie dejó caer los hombros y se vio presa de un repentino sentimiento de culpa. Carl debía estar preguntándose dónde se había metido. Pero ella sabía que Carl quería de ella algo más que un simple dibujo en un mapa. Carl iba a insistir en que le acompañara a las cuevas y le llevara a todos los rincones que conocía. Y ella quería evitarlo a toda costa. –No –respondió Torie–. ¿Por qué? ¿Y tú, cuál es tu teoría? Marc encogió los hombros y miró a las colinas. –Creo que está buscando lo mismo que la mayoría de la gente que viene aquí: el tesoro de Don Carlos. –Pero… –Torie vaciló y se mordió los labios. Eso era lo que le preocupaba–. Yo creía que tu padre lo tiró al fondo del mar cuando salió con el barco aquel fatídico día. ¿No era eso lo que dijeron? El barco volcó y tu padre… tu padre… –Mi padre se hundió junto con el tesoro. Al menos, eso era lo que decía que iba a hacer en la nota que dejó, dando a entender que se iba a suicidar. –¿Hay algo que demuestre que el tesoro se hundió con él? ¿Sabe alguien, con seguridad, que el tesoro está en el fondo del mar? Marc no respondió. Ella vio cómo su hermoso rostro se tornaba de piedra. Alargó la mano y le tocó el brazo. –Lo siento, Marc. Sé que te entristece hablar de ello. Marc volvió el rostro y la miró. –Si no hablamos de ello, nunca descubriremos la verdad. Puede que te sorprenda lo que voy a decir, pero yo deseo tanto como tú averiguar lo que pasó. Torie buscó en los ojos de él. ¿Era verdad lo que había dicho? Y, por otra parte, ¿qué pasaría si la verdad empeoraba las cosas? Marc se había tornado reflexivo. Se inclinó sobre la barandilla y, con los ojos fijos en el mar, se puso a hablar como si lo hiciera consigo mismo: –Hacía mucho tiempo que no pensaba en estas cosas. Años. 72
https://www.facebook.com/novelasgratis Creo que lo había bloqueado –la miró de soslayo–. Por aquel entonces, hubo mucha gente que se hizo las mismas preguntas que estás haciendo tú ahora: ¿Cómo estábamos tan seguros de que el tesoro se había hundido? Marc hizo una pausa y suspiró antes de continuar: –Vino gente en manadas. Muchos entraban a escondidas en la propiedad y se ponían a cavar en la rosaleda, otros se dedicaban a mover troncos para ver si debajo estaba el tesoro. Era como en la época de la fiebre del oro aquí, en California. –Qué horror –comentó Torie. Torie se preguntó si Marc no la consideraría un animal carroñero a ella también. ¿Y por qué no? En cierto modo, era como esa gente a la que él se había referido. Solo que ella tenía parte del tesoro. Marc no lo sabía y ella esperaba marcharse de allí sin que él lo hubiera descubierto. Lo que ella buscaba era una explicación. Eso era lo único que buscaba. –Y eso duró bastante tiempo. Marge se pasaba la vida llamando a la policía. Hubo enfrentamientos. Yo me libré de todo eso porque estaba en el extranjero, pero me lo contaron. –¿Quién, Marge? –Sí. Ella quería vender la propiedad desde el principio y yo no quería que lo hiciera. –Ha seguido aquí muchos años, ¿no? –comentó Torie. Marc asintió. –Eso debo reconocerlo. Pero ahora… No sé, me da la impresión de que está totalmente decidida a vender –Marc se pasó los dedos por los cabellos–. Esta vez va a vender. –Pero tú quieres impedírselo, ¿verdad? –adivinó Torie. Marc guardó silencio durante unos instantes y ella, a pesar de la proximidad, tuvo la impresión de que Marc estaba muy lejos. Se daba cuenta de que Marc no soportaba la idea de que Shangri-La fuera a parar a manos de unos desconocidos. Lo que no sabía era cómo descubrir lo que había pasado con el tesoro iba a ayudarlo a él. Deseó poder ayudar a Marc, pero era consciente de que no podía hacer nada por él. 73
https://www.facebook.com/novelasgratis –Así que ya no estás en el ejército, ¿eh? –comentó Torie, más para interrumpir el silencio que para obtener información. –No, ya no… teóricamente. Pero cuando alguien ha pasado tanto tiempo en el ejército como yo, forma parte de uno. Se lleva en la sangre. Torie asintió, lo comprendía. El ejército debía ser una experiencia muy intensa, una experiencia que podía cambiar la vida de las personas. –¿Qué vas a hacer ahora? –le preguntó cándidamente. Marc lanzó una carcajada, se volvió de espaldas al parapeto, echó los brazos hacia atrás y apoyó los codos en la barandilla. –Eso es lo que me gusta de ti, Torie –dijo él mirándola de una manera que le produjo un cosquilleo en todo el cuerpo–. No te andas con rodeos. Si quieres saber algo, lo preguntas y ya está. Ella le dedicó una sonrisa. –Al contrario que tú, que cambias de tema de conversación cuando no quieres responder a una pregunta. –¿Quieres una respuesta? Pues ahí va –Marc respiró hondo y su mirada se perdió en el horizonte–. Durante mis años en el ejército, gané experiencia en muchos campos: seguridad, dirección de empresas, electrónica, diplomacia, espionaje… Marc se interrumpió unos segundos y añadió: –Incluso llegué a actuar como cantante en bodas y banquetes. –¡No me lo puedo creer! –exclamó ella, riendo. –En serio –le aseguró Marc, riendo también–. Se me daba bien. Tuve bastante éxito. –De eso no me cabe la menor duda –a Torie no le resultó difícil imaginar a un montón de adolescentes merodeando a su alrededor. Marc alzó los ojos hacia el cielo y continuó: –Así que, cuando salí del ejército, me puse a buscar trabajo en algo que me interesara. Pero no podía dejar de pensar en Shangri-La. –Es natural –murmuró ella. Torie también había pensado en Shangri-La. Todo el tiempo. 74
https://www.facebook.com/novelasgratis –Me entraron unas ganas terribles de volver a casa. Y cuanto más pensaba en este lugar, más ganas me daban de venir –Marc la miró fijamente–. Este sitio es maravilloso. Aquí se pueden hacer muchas cosas. Mi abuelo amasó su fortuna con la cría de caballos de carreras. Mi padre, en unos años, logró un gran éxito con la viticultura y vendía sus uvas a los mejores productores de vino de la costa. –Sí, me acuerdo muy bien. Marc la miró con el ceño fruncido. –¿Qué te parecería si montara aquí una bodega? –Diría que necesitas mucho dinero, ¿no? Marc asintió. –Sí, así es –Marc se encogió de hombros y su mirada volvió a perderse en el horizonte–. ¡Ah, qué demonios! Será mejor que deje de soñar. Da igual lo que yo quiera porque Marge va a vender ShangriLa. Está totalmente decidida. Quiere marcharse de aquí y yo no tengo dinero para comprar la propiedad. La nota de dolor en la voz de Marc le llegó al alma. –¿Te va a dar parte del dinero de la venta? –No creo. ¿Por qué iba a hacerlo? Torie se encogió de hombros. –¿No eres como un hijo para ella? Cosas más raras… La carcajada de Marc fue breve y fría. –No conoces a Marge. Lo único que ella quiere es agarrar el dinero y marcharse de aquí. Y no me debe nada. Ella es la viuda y yo el hijastro, y nuestros intereses están opuestos. –Me parece… –Mancomunidad de bienes –dijo Marc, interrumpiéndola. Entonces, se apartó del parapeto y comenzó a caminar hacia el coche–. Yo estoy fuera. Torie le siguió. –No parece justo –comentó ella. –Puede parecer injusto desde el punto de vista emocional, pero eso a los tribunales les tiene sin cuidado –Marc se volvió para mirarla– 75
https://www.facebook.com/novelasgratis . Además, ya soy una persona adulta, se supone que puedo ganarme la vida por mí mismo. Torie se lo quedó mirando y, de repente, se dio cuenta de que Marc era una persona tan frustrada como ella. Ella no podía seguir adelante con su vida mientras no aclarase los misterios del pasado. Y a Marc le ocurría lo mismo. Marc no podía dejar de amar Shangri-La, a pesar de no tener ninguna posibilidad de vivir allí como lo habían hecho sus antepasados. ¡Vaya una pareja! Los dos estaban solos y se sentían perdidos, y ambos buscaban un hogar. –Que uno tenga que ganarse la vida es una cosa –dijo ella con voz queda–, pero perder el hogar es otra muy distinta. Llegaron al coche. Marc le abrió la portezuela y la sujetó para que ella entrara. Torie no pudo evitar fijarse en sus revueltos cabellos, y el azul de sus ojos, en la increíble belleza del rostro de Marc… Una intensa emoción la embargó. ¿Era afecto? ¿Quizá la sensación de que eran almas gemelas que debían unir sus fuerzas para abrirse paso entre las tinieblas? Fuera lo que fuese, siguiendo un incontrolable impulso, se puso de rodillas, le rodeó el cuello con los brazos y le dio un beso en la boca. –Gracias, Marc Huntington –dijo ella, sonriendo al ver la expresión de sorpresa de Marc cuando se apartó de él–. Gracias por ayudarme y llevarme a casa aquel día con Snowcone. Y gracias por estarme ayudando ahora. –De nada –murmuró Marc. Pero Marc no la rodeó con los brazos, como ella había esperado que hiciera, y en su expresión no vio nada que le diera una indicación de lo que estaba pensando. Realizaron el camino de regreso a Shangri-La en silencio, pero Torie no se arrepintió de haberle besado.
Encontró al resto del grupo descansando en el patio, disfrutando del paisaje. Se oía el rumor de las olas en la distancia, los graznidos 76
https://www.facebook.com/novelasgratis de las gaviotas, los pelícanos… todo ello atractivos del lugar que ayudarían a Marge a vender la propiedad. Torie pasó rápidamente por la terraza, saludó a todos con la mano y se dio cuenta de que Carl no estaba allí. Marge alzó el rostro y preguntó: –¿Dónde has estado? Torie la miró fijamente y contestó: –Por ahí –esbozó una fingida sonrisa–. En busca de hechos. En busca de la verdad. –La verdad –repitió Marge con voz burlona. Pero la miró más detenidamente, como si notara algo que le resultaba familiar en ella por primera vez–. Buena suerte, no creo que encuentres nada parecido en este mundo. Torie se volvió de espaldas y se encaminó hacia la escalinata mientras se preguntaba qué lograría sonsacarle a esa mujer de estar a solas con ella en una sala de interrogatorios, apuntando una lámpara directamente a sus ojos y acompañada de dos policías tipo gorila. Torie sonrió al conjurar esa imagen. –Ah, a propósito, Carl ha dicho que te diga que se ha ido a dar un paseo por las cuevas otra vez –dijo Lyla gritando a sus espaldas. –Gracias –contestó Torie alzando la voz. Rápidamente, subió las escaleras y, al pasar por la puerta del cuarto de Carl, lanzó una rápida mirada. La puerta estaba cerrada. Si Carl estaba en las cuevas, aquella era una oportunidad perfecta para examinar su dormitorio. Pero… ¿por qué quería hacerlo? Por qué no. Al fin y al cabo, ella buscaba hechos, pruebas. Y Carl estaba buscando otra cosa. Creía saber qué era lo que él estaba buscando, pero no le vendría mal confirmar sus sospechas. Además, deseaba averiguar qué se traía entre manos. Miró a un lado y a otro del pasillo. Nadie. Rápidamente, se deslizó en el dormitorio. Carl parecía ser un hombre muy ordenado: ni ropa tirada por el suelo, ni nada colgando de los respaldos de las sillas. La maleta 77
https://www.facebook.com/novelasgratis estaba cerrada y apoyada en el escritorio. Al ver unos papeles, bien colocados, encima de la mesilla de noche, les echó un vistazo. Parecían antiguas solicitudes de seguros y no le pareció que hubiera en ellas nada que pudiera interesarle. Una esquina del portafolios de Carl sobresalía de debajo de la cama, lo agarró y lo abrió. Dentro había recortes de periódicos. El primero que llamó su atención tenía escrito en un encabezamiento: Aparecen Doblones de Oro en la Costa Californiana. Doblones de oro. El tesoro de Don Carlos contenía, sobre todo, doblones de oro. Torie agarró el recorte, lo escondió debajo de su camisa y se dispuso a salir. Lo que menos quería en el mundo era que la descubrieran husmeando en la habitación de Carl. Le tembló el cuerpo solo de pensarlo. Y justo en ese momento oyó pasos en el pasillo, acercándose.
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https://www.facebook.com/novelasgratis Capítulo 8
EL MIEDO le cerró la garganta. Miró a su alrededor, clavó los ojos en el armario empotrado, el único lugar en el que podía esconderse. Pero si la descubría ahí dentro, sería mil veces peor que quedarse donde estaba; de esta manera, podía poner la excusa de que le estaba esperando. Rápidamente se sentó en la cama y miró en dirección a la puerta. Si Carl entraba, le diría: –¿Dónde está el mapa? Pensé que podía estar aquí. Como me habías dicho que querías que señalara unas cuantas cosas más… Carl no la creería, pero la excusa era plausible. Las pisadas se detuvieron, era como si alguien fuera a llamar a la puerta. Torie se mordió los labios y contuvo la respiración. Se oyeron un grito y risas procedentes del piso de abajo. La persona que se había detenido delante de la puerta cerrada, pareció darse la vuelta y sus pasos se alejaron en dirección a las escaleras. Torie dejó soltar el aire que había estado conteniendo y aguzó el oído. Después, rápidamente, salió de allí y se metió en su habitación. Una vez dentro, se dejó caer en la cama y trató de calmarse. Lo había pasado muy mal. No quería repetir la experiencia. La persona que se había parado delante de la puerta no debía haber sido Carl. Fuera quien fuese, volvería. Torie se sacó el recorte de periódico de debajo de la camisa. Tenía que enseñarle eso a Marc. Pero antes debía arreglarse un poco. Se levantó de la cama, se quitó la ropa y se puso unos pantalones vaqueros limpios y un jersey azul. Fue entonces cuando ojeó con atención el artículo. El artículo databa de nueve años atrás y parecía haberlo publicado un periódico del condado. Aparecen Doblones de Oro en la Costa Californiana. El artículo decía que debían haberse encontrado 79
https://www.facebook.com/novelasgratis doblones de oro poco tiempo atrás porque expertos en monedas antiguas estaban informando sobre un extraordinario incremento en el número de ventas, algo que no se veía en años. –¿Hace nueve años? –murmuró ella con el ceño fruncido. ¿Qué podía tener eso que ver con el presente? Debería haber agarrado más artículos. Demasiado tarde. No iba a volver a la habitación de Carl. Torie se metió el recorte de periódico en uno de los bolsillos de los pantalones vaqueros; después, se agachó y sacó de debajo de la cama la maleta. La abrió y palpó el forro. Sí, la bolsa con los doblones de oro seguía ahí. El corazón volvió a latirle con fuerza. ¿Podía ser eso parte del tesoro? ¿Qué otra cosa si no? ¿Y por qué la había encontrado entre las cosas de su madre apenas unas semanas atrás? Sacudió la cabeza. –Papá, papá, ¿qué hiciste? –susurró en voz baja. Entonces, cerró la maleta con llave y volvió a dejarla debajo de la cama, fuera del alcance de la vista de cualquiera que pudiera estar interesado en averiguar si escondía algo. Era lo único que podía hacer. Con un suspiro, salió del cuarto y comenzó a bajar las escaleras. Pasó por la cocina para agarrar un sándwich, porque de repente le había entrado mucha hambre, y salió. Desde el umbral de la puerta vio al pequeño grupo en la terraza. Marge y el texano estaban discutiendo. Phoebe y Frank, también participando en la discusión, habían adoptado posturas contrarias. Lyla coqueteaba con Jimmy. Decidió hacer lo posible por evitarlos. Tenía que encontrar a Marc. –Eh, aquí –le susurraron por la espalda, desde el centro del vestíbulo. Torie se volvió. Ahí estaba él, que parecía haber salido de la biblioteca. –Sígueme –le hizo una indicación con la cabeza. Torie le siguió hasta una puerta de hoja doble que había en el 80
https://www.facebook.com/novelasgratis cuarto de estar y que daba afuera. Al cabo de unos momentos, se encontraron en el sendero de los eucaliptos. –Menos mal que has aparecido –le dijo ella–. No quería por nada del mundo reunirme con esa gente. –Eres muy sabia –comentó él volviendo la cabeza para lanzar una rápida mirada a la casa. Después, volvió el rostro hacia delante, sus ojos azules brillando–. ¿Has estado alguna vez en la cochera? Torie nunca había estado allí, aunque había oído hablar de ellas. La cochera había sido territorio de Ricky, aficionado a las carreras de coches. –No, nunca –respondió Torie. –Pues ahora la vas a conocer. Era un largo paseo hasta allí y no tenían prisa. Había bancos de piedra diseminados por el camino. Pasaron quince minutos paseando por allí y recordando momentos del pasado. –Los árboles no eran tan grandes –recordó ella mirando a las altas secuoyas–. Desde aquí se podía ver el mar. Marc asintió. –Sí, desde aquí se podía ver toda la costa, desde las cuevas al pueblo. –Me pregunto si Carl habrá vuelto ya de las cuevas –murmuró Torie. Entonces, se acordó del artículo del periódico–. ¡Ah, a propósito, tengo que enseñarte una cosa! Torie se sacó el recorte del bolsillo. –A ver qué te parece esto. Se acercaron a un banco y se sentaron. Marc leyó el artículo del principio al fin. –¿De dónde has sacado esto? Torie no pudo evitar la expresión de culpabilidad de su rostro. –De la habitación de Carl. Tiene un montón de recortes de periódico y papeles de una empresa de seguros. –¿Y esto es lo único que le has quitado? Torie asintió. 81
https://www.facebook.com/novelasgratis Marc se la quedó mirando un momento; después, encogió los hombros. –Me acuerdo perfectamente de esto –comentó él–. Yo no estaba aquí, pero un amigo me envió este mismo artículo. Marc sacudió la cabeza, como si no le diera importancia al contenido del recorte de periódico. –Cuando lo leí, pensé que alguien tenía una imaginación calenturienta o que se había encontrado otro lote de doblones de oro. Marc la miró a los ojos y ella frunció el ceño. Torie no acabó de creer la apariencia de frío sentido común de Marc, le sonaba a falso. ¿Acaso trataba de engañarla por algún motivo que a ella le resultaba desconocido? –Shangri-La no es la única propiedad grande a lo largo de la costa, no lo olvides –dijo Marc a la defensiva–. Hay montones de grupos de cuevas, cañones ocultos. En los siglos XVII y XVIII, los españoles ocuparon toda esta costa. No me cabe duda de que encontraron muchos escondrijos donde guardar sus tesoros. Y tampoco me cabe duda de que, cuando alguien encuentra alguno, no se lo dice absolutamente a nadie. –Pero cuando los venden, las personas que los compran se tienen que enterar –replicó ella. Marc asintió. –Sí, claro. Pero no ocurre con frecuenta. En su mayoría, la gente que descubre un tesoro lo guarda, no lo vende. Para las personas como mi padre, el valor histórico del tesoro es mayor que su valor monetario. ¿Tenía eso sentido? Quizá. –¿Quién fue el primero en descubrir el tesoro de Don Carlos? –Mi abuelo, William Canford Huntington. Lo encontró en los años treinta. Estaba haciendo un mapa de las cuevas y, para poder avanzar, tuvo que derrumbar una cornisa. Detrás de la cornisa encontró un montón de doblones de oro junto a otras monedas y algunas joyas. La bolsa estaba rota, pero las monedas estaban tan brillantes como cuando las acuñaron –Marc sonrió al recordar las historias que había oído al respecto–. Pero tú debes haber visto las 82
https://www.facebook.com/novelasgratis monedas, mi padre las tuvo durante años en una vitrina en la biblioteca. Torie sacudió la cabeza. –No, creo que no las he visto. –Estaban en casa. –Y yo nunca entré en tu casa. No era una invitada, no lo olvides –Torie parpadeó con falsa inocencia–. Solo era la hija de un sirviente. Marc alzó los ojos al cielo y lanzó un gruñido. –Por supuesto, era una estupidez tener el tesoro ahí, sin ningún tipo de seguridad. Deberían haberlo guardado en el banco. Pero si lo hubieran guardado allí, no habrían podido enseñárselo a nadie ni presumir del tesoro. –Ah, la vanidad. –Vanidad y avaricia. Marc se puso en pie y le ofreció una mano. Torie la aceptó y lo miró a los ojos para ver si descubría en ellos lo que Marc sentía o pensaba de ella. De nuevo, Marc le causó una profunda desilusión. Ese hombre no sentía por ella lo que ella sentía por él. Qué pena. Por fin, llegaron a la cochera. Ella sola jamás la habría encontrado. Era una especie de garaje muy grande cavado en la ladera de la colina. La entrada era una enorme puerta de dos hojas, pero muy difícil de distinguir entre la vegetación. Todo tipo de maleza había crecido a su alrededor, cubriéndolo todo a lo largo de los años. Por suerte, Marc recordaba el emplazamiento y, una vez que lo encontraron, los dos pasaron unos veinte minutos apartando maleza y despejando las puertas antes de poder abrirlas. –Quién sabe lo que nos vamos a encontrar dentro –comentó Marc. Antes de entrar, Marc buscó el interruptor de la luz con el fin de poder ver dentro de la cochera. Lo que vieron una vez dentro les sorprendió. La puerta debía haber cerrado herméticamente y lo había sellado todo porque el interior estaba libre de polvo. Fue como viajar 83
https://www.facebook.com/novelasgratis en el tiempo, como volver al pasado. Estaba todo tan limpio como debía haberlo estado cuando Ricky vivía. Había seis espacios para coches y había ocupados cuatro. Dos de los coches eran elegantes modelos de los años veinte y treinta; uno de ellos restaurado y el otro a medias. Los dos una preciosidad. –Este es un Auburn Boattail –le dijo Marc con orgullo–. Ayudé bastante a Ricky con él. Es precioso, ¿verdad? –Maravilloso –respondió ella–. Parece salido de una película. Marc asintió. –El otro es un viejo Mercedes. Los dos coches eran de mi abuelo. Cuando mi abuelo se dio cuenta de lo bien que se le daban a Ricky los coches, se los regaló, y también la cochera. Ricky pasaba aquí las horas muertas. Es más, creo que incluso llegó a vivir aquí los últimos años. Marc abrió una puerta lateral que daba a una pequeña habitación con una cama. –El apartamento de Ricky –dijo Marc con una sonrisa–. Incluso tenía una pequeña cocina y comida en esos muebles. –Y un microondas muy antiguo –observó ella. –Sí, así es. Menudos banquetes debía organizar aquí –comentó Marc irónicamente. Después, su mirada se perdió–. Ricky y yo no estábamos muy unidos, pero era mi hermano. Le echo de menos. Se le quebró la voz ligeramente e hizo un gesto de impaciencia, como si quisiera pensar en otra cosa. A Torie se le había hecho un nudo en la garganta. Cada vez se sentía más compenetrada con Marc. O lo intentaba por lo menos. Posiblemente debiera evitarlo. De lo contrario, quizá acabara sintiendo por Marc algo profundo. Trató de recordar a Ricky. Había sido más alto y más delgado que Marc, y unos años mayor. Con aspecto de estar siempre ensimismado y distraído, no parecía haber notado la presencia de ella casi nunca. Para Ricky, ella había sido invisible. Se había pasado la vida hablando de coches y, evidentemente, jamás había mostrado el mínimo interés por una niña. Por supuesto, no había sido nada personal, no había sido que tuviera algo personal contra ella. 84
https://www.facebook.com/novelasgratis Lo que sí le había dolido había sido la falta de interés de Marc en ella. –Creo que, alguna vez, mi padre vino aquí a ver qué era lo que hacía Ricky –comentó ella–. Creo recordar que llegó a mencionarlo en una ocasión. Sé que mi padre apreciaba bastante a Ricky. Marc asintió. –Marc, ¿qué le pasó a Ricky? ¿Cómo…? Una sombra de dolor cruzó el semblante de Marc, pero solo brevemente. –¿Qué crees tú? –Marc indicó con un gesto los otros dos coches: un Mustang y otro coche que ella no reconoció–. Se estrelló en una carrera de aficionados y se mató. Unos consiguen llegar a profesionales y otros se matan por el camino. Marc había pronunciado las palabras con amargura. Ella lo miró, pero él volvió el rostro. –Al menos murió haciendo lo que más le gustaba –comentó ella. Marc se volvió hacia ella lanzando chispas por los ojos. –¿Y eso me tiene que hacer sentir mejor? Es lo que dice todo el mundo, pero a mí no me ayuda en nada. Es una tontería. Torie parpadeó. Marc tenía toda la razón. –Perdona. Yo solo intentaba… Fue a ella a quien se le quebró la voz esta vez. Marc lanzó un gruñido; después, tiró de ella hacia sí, la abrazó y apoyó el rostro en su cabeza. –Perdóname, no debería haberte hablado así –dijo Marc–. Eres una mujer muy dulce y no debería haberte gritado. Torie levantó el rostro. Se sentía muy bien en los brazos de Marc, no quería apartarse de él nunca. ¿Iba Marc a besarla esta vez? Marc había dejado pasar muchas oportunidades. Quería besarlo. ¿Acaso no podía verlo él en sus ojos? Marc se la quedó mirando. Sus ojos, llenos de sensualidad, de anhelo… de deseo. Ella contuvo la respiración y se inclinó ligeramente sobre él. Más y más… Los labios de Marc tan cerca de los suyos… Entonces, el rostro de él ensombreció, se separó de ella y retiró 85
https://www.facebook.com/novelasgratis las manos. A continuación, Marc se dio media vuelta y se acercó a los coches. Torie cerró los ojos y respiró profundamente. ¿Cuándo iba a aprender? Pasaron un rato más mirando los coches mientras Marc le hablaba de ellos. Hacía ya quince años que Ricky los había dejado allí y apenas tenían una mota de polvo. –Me da la impresión de que, en cualquier momento, vaya a entrar por esa puerta –dijo Marc–. Todo está igual que como estaba. Torie asintió. –Me alegro de que me hayas traído aquí –le dijo a Marc–. Me alegro de saber algo más sobre tu hermano. Marc estaba hurgando en un mueble. –Eh, mira esto –Marc sacó del mueble una botella de vino–. De la bodega Alegre. Embotellado en 1994. Hecho con nuestras uvas. Torie se echó a reír. –Solo nos faltan unas copas. Y Marc, con una reverencia, sacó un par de copas del mueble. Incluso había un sacacorchos. Fue a descorchar la botella, pero se detuvo de repente y miró a su alrededor. –No podemos beber este vino aquí, sentados en el suelo de un garaje –comentó Marc–. Mejor un sitio un poco más elegante. Al Mercedes de los años treinta le sobraba elegancia. Marc abrió la puerta y la sujetó para que ella entrara; después, rodeó el vehículo y entró por la otra puerta, botella y copas en mano, y se sentó a su lado. Sirvió el líquido color granate en las copas de cristal. Ella alzó su copa y Marc la chocó con la suya. Brindaron mirándose a los ojos: –Por Shangri-La –dijo ella–. Por Shangri-La y por todo su esplendor. –Por la verdad –dijo él–. Y por nosotros, por que la descubramos pronto. Torie se mordió los labios. No quería pensar en aquello en esos momentos. Estaba ahí, en un hermoso y lujoso coche, la clase de vehículo en la que la gente rica iba a sus mansiones en los viejos 86
https://www.facebook.com/novelasgratis tiempos, la clase de coche del que salían las estrellas de cine para recorrer la alfombra roja las noches de estreno de sus películas. Olía a cuero, veía el brillo de la madera, tocaba la suave piel y tenía una copa de un magnífico vino en la mano. Pero lo mejor era que estaba a apenas unos centímetros de distancia del hombre del que había estado medio enamorada toda la vida. Aquel era un momento mágico y no quería desperdiciar ni un segundo con temas dolorosos. Bebió un sorbo de vino, dejó que el líquido le bajara cálidamente por la garganta y sonrió a Marc. No solía beber. El alcohol se le iba a subir a la cabeza inmediatamente. Debía tener cuidado. –¿Más vino? –preguntó él alzando la botella. –Sí, gracias –respondió Torie, sorprendida al ver que tenía la copa vacía. Nunca había bebido un vino tan bueno. Y parecía que tenía sed. Charlaron en voz baja durante unos minutos. Hablaron de ese día, del viaje al pueblo, de la parada en el mirador y las flores silvestres… Ella le habló de una amiga suya que participaba en maratones y Marc mencionó un amigo que criaba gatos siameses. La botella estaba vacía, pero Marc abrió otra. Y entonces, mirándola fijamente a los ojos, Marc le dijo: –¿Sabes cuál es tu principal problema? «¿Que no me vas a besar?» Pero no, no podía decirle eso, a pesar de que el vino la estaba envalentonando. –No –contestó Torie, derritiéndose bajo la mirada de él–. ¿Por qué no me lo dices? De repente, Marc le pareció la sabiduría personificada al contestar: –Que te fías demasiado de la gente. A Torie no acabó de gustarle el comentario. –¿Por qué lo dices? –preguntó ella con precaución. Marc la miró como si dudara en contestar o no. Por fin, extendió un brazo y le agarró la barbilla con una mano, como si quisiera 87
https://www.facebook.com/novelasgratis examinar su rostro. Y ella se lo permitió mientras trataba de calmar los latidos de su corazón. Cuando Marc dio por concluido el examen y la soltó, ella suspiró. –Has acompañado a Carl aquí, a pesar de que probablemente sea un delincuente –dijo Marc serenamente–. Crees lo que la gente te dice siempre que te lo dicen con amabilidad. Marc sonrió y añadió: –Y lo peor de todo es que te fías de mí. –No es verdad –respondió ella. Marc esbozó una traviesa sonrisa. –Sí lo es. Torie parpadeó repetidamente. –Bueno, al menos no emito juicios de valor nada más conocer a una persona, al contrario que tú. Tú no te fías de nadie, ¿verdad? Marc empequeñeció los ojos. –Solo los idiotas se fían de la gente. Ella se echó hacia atrás, con el ceño fruncido. –Tu actitud es horrible. Marc sacudió la cabeza, como si pensara que ella no entendía nada, y le tomó la mano. –Deja que te cuente una cosa. Seré breve. Se trata de un bosquejo del mundo en el que yo vivo y del porqué de que crea que uno no se puede fiar de nadie. Torie sonrió y dobló los dedos alrededor de la mano de él. No sabía por qué, pero le parecía gracioso lo que Marc acababa de decir. –Vamos, muñeco, cuéntamelo –dijo ella al tiempo que se inclinaba hacia Marc. La expresión de él mostró una súbita alarma. –Eh, ¿cuánto vino has tomado? Torie rio. –No sé exactamente. Está muy bueno. Con calma, Marc le quitó la copa de la mano y la dejó fuera del 88
https://www.facebook.com/novelasgratis alcance de ella. –Justo a eso me refería. Si fueras lista, habrías tenido más cuidado con el fin de evitar que me aprovechara de ti si te emborrachabas. –No te preocupes, no he perdido el control –comentó ella valientemente. Y, contradiciendo lo que acababa de decir, se echó a reír sin ton ni son. Marc sacudió la cabeza, pero continuó con lo que había empezado a decir. –Lo que voy a contarte pasó hace años, cuando yo todavía era joven e inocente. –Todo lo contrario a como eres actualmente. Ya –Torie asintió sabiamente. Marc frunció el ceño tras el comentario, pero prosiguió: –Al contrario que ahora, por aquel entonces estaba en el Sudeste Asiático. Había ido a cumplir una misión y la situación era peligrosa. Y me enamoré. Por fin había conseguido la completa atención de ella. –Ah –pronunció Torie suavemente. –La zona en la que estaba era maravillosa: playas de arena blanca, gente amistosa y encantadora… Mi misión consistía en sacar una cosa de uno de los cajones del escritorio del propietario de una plantación. La tarea que se me había encomendado era ir, obtener lo que me habían dicho que obtuviera, y marcharme inmediatamente de allí. Bajo ningún concepto debía interferir en los asuntos locales ni hacer amistades ni nada. Torie asintió para demostrarle que había comprendido. –No me cabe duda de que hiciste tu trabajo a la perfección, ¿verdad? –comentó ella. Marc la miró fijamente un momento; después, lanzó una queda carcajada. Entonces, le acarició la mejilla y la miró con expresión de gustarle lo que veía. –Sí, cariño. Siempre he hecho bien mi trabajo. Pero de lo que 89
https://www.facebook.com/novelasgratis estoy hablando es de la chica de la que me enamoré. –Ah… –de repente, Torie sintió una profunda tristeza, aunque no sabía por qué. La expresión de Marc se tornó distante. –Era sumamente bonita: menuda y frágil como una flor. Yo era bastante joven y perdí el sentido por ella. Me hechizó. Me dijo que su familia era tan pobre que la había vendido al propietario de la plantación. Tenían otros ocho hijos a los que alimentar. Ella sobraba. –Es terrible. –Sí. El propietario de la plantación les había prometido cuidar de ella, pero había mentido. Ella era muy infeliz. Me contó un sinfín de ejemplos de la crueldad de ese hombre. Marc sacudió la cabeza al recordar su inocente reacción antes de continuar: –Yo estaba escandalizado y quería protegerla, salvarla. No podía dejar de pensar en ella. Así que hice una estupidez. –Oh, no… –Sí, así fue. Cuando cumplí con mi misión, agarré a la chica y la llevé conmigo. Torie había estado segura de que Marc era un héroe. –Bien hecho. –No, nada de eso –la expresión de Marc se tornó sobria–. Viajamos durante dos días y, por fin, llegamos a la ciudad. Allí reservé una habitación en un hotel. Había hecho un montón de planes. Creía que… Marc se interrumpió, la miró y sonrió ligeramente antes de añadir: –¡Qué demonios! A la mañana siguiente, al despertarme, ella se había ido… y se había llevado todo mi dinero. Torie jadeó. –¡Vaya faena! Marc la miró, se echó a reír y sacudió la cabeza. Torie, con el rubio cabello alrededor del rostro y los ojos verdes brillándole, parecía un ángel. Sintió unas incontenibles ganas de besarla. Tuvo que volver 90
https://www.facebook.com/novelasgratis el rostro y apartar la mirada de ella para poder respirar y recuperar la compostura. –En resumen, la bonita chica de la que creía haberme enamorado no solo me robó el dinero sino también habló de mí a la mafia local. Logré salir con vida de allí, pero me llevé un recuerdo. Marc se abrió la camisa y le enseñó la cicatriz. Torie, con los ojos muy abiertos, jadeó al ver la enorme cicatriz de Marc debajo de las costillas. –¿Lo ves? Esto es lo que uno consigue al fiarse de la gente. Torie le acarició la cicatriz. Entonces, sin pensar, se inclinó sobre él y lo besó en los labios. Al sentir el calor de la boca de Torie, Marc respiró hondo. –Torie, será mejor que no… Pero Torie acabó en sus brazos. ¿Qué era lo que iba a haber dicho? Lo había olvidado. Solo podía pensar en el calor del cuerpo de Torie, en lo maravilloso que era sentirla tan cerca, en la tentación de su boca… La besó y se sintió culpable. Al fin y al cabo, de no ser por el vino Torie no se comportaría así. Pero era demasiado tarde para razonar. La estaba besando y era lo más delicioso que había hecho en la vida. Torie suspiró y se echó hacia atrás como si le ofreciera algo más que un gesto. Ese movimiento despertó una salvaje respuesta en él. El deseo floreció en él como una explosión. Quería poseerla. Quería besarla, acariciarla con la lengua y era lo que estaba haciendo. Pero quería más y la pasión amenazaba con escapar a su control. Necesitaba estrecharla contra sí, acariciar esos pechos, hacerla gritar de placer y… y… Tenía que detenerse. Empezaba a resultar evidente que Torie no iba a pararle y él había contado con eso. Ahora se daba cuenta de que todo estaba en sus manos. –Torie… –trató de separarse de ella. Torie gimió cuando sus bocas se separaron y trató de abrazarlo. –Torie. –No –gimió ella, pegándose a él–. No, no me dejes. 91
https://www.facebook.com/novelasgratis –Torie, tenemos que parar. –No –Torie sacudió la cabeza y cerró los ojos como si así pudiera hacerle perder el sentido común. –Sí, Torie, tenemos que parar. Torie continuó abrazada a él, con el rostro apoyado en su pecho. Suspiró y él le acarició la cabeza. Al cabo de unos instantes, se durmió. Marc se quedó como estaba, sujetándola, respirando su suave aroma. Una profunda emoción lo embargó, aunque no sabía qué era, pero sí que le llegó al corazón. En parte, era deseo sexual, pero se trataba de algo más. Sentía afecto por ella, quería protegerla y, al mismo tiempo, no podía evitar mirarla y pensar en lo bonita que era. Sin embargo, también sabía que era una locura. Se había enamorado antes y nada bueno había salido de ello. Por lo general, acababa con el corazón destrozado. Hacía ya cinco años que no le pasaba y se había prometido a sí mismo no volverse a enamorar. De esta forma, estaba protegido. No obstante, iba a disfrutar el momento. Estaba seguro de poder controlarlo. Por lo tanto, se quedó donde estaba, sujetando a Torie, esperando a que se despertara. Y pensó en la situación en la que se encontraba. ¿Por qué estaba allí? ¿Qué quería lograr? Quería evitar que se vendiera Shangri-La, eso era. Quería quedarse en la casa de su familia. Y ya que él era el último Huntington de verdad que quedaba, eso significaba que quería Shangri-La para él solo. Había intentado convencer a Marge de que le contratara como guarda de Shangri-La y le dejara a cargo de la propiedad mientras ella se iba a viajar, pero Marge se había negado en redondo. Marge quería dinero. Quería el dinero suficiente para vivir de las rentas en el extranjero durante el resto de su vida. En cuyo caso, ¿qué opción tenía él? Su posición era muy débil. Si los cazadores de fortunas tenían razón y había un tesoro escondido en la propiedad, entonces la cosa sería diferente. Pero él no creía que fuera ese el caso. La nota que su padre había dejado al suicidarse lo explicaba perfectamente: su padre creía que el tesoro traía mala 92
https://www.facebook.com/novelasgratis suerte y por eso lo había arrojado al fondo del mar. Y él no dudaba de que su padre hubiera hecho lo que había dicho que iba a hacer. Por lo tanto, ¿por qué estaba ayudando a Torie? ¿Por qué la estaba permitiendo que siguiera soñando? Quizá porque el objetivo de ella y el suyo propio eran compatibles. Torie quería devolver el honor al apellido de su padre, él quería exonerar el suyo. ¿Y por qué quería ayudarla a encontrar el diario? Porque quizá hubiera algo en el diario que aclarase muchas cuestiones y alejase los fantasmas. Miró el bonito rostro de Torie, las sombras proyectadas por las pestañas… Sonrió. No obstante, no acababa de confiar del todo en ella. Le costaba hacerlo. Le habían mentido tantas veces… No se fiaba de nadie y, si era honesto consigo mismo, Torie no le había demostrado ser digna de confianza. Lo que pasaba era que le atraía y por eso estaba dispuesto a concederle el beneficio de la duda… de momento. ¿No era eso?
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https://www.facebook.com/novelasgratis Capítulo 9
A TORIE le sorprendió despertar sola en el asiento posterior de un lujoso coche antiguo, pero se estiró, bostezó y sonrió. Aún sentía pesada la cabeza, pero sabía que algo bueno había ocurrido. Fue entonces cuando recordó lo que había pasado, se incorporó en el asiento y suspiró feliz. Ahora, el único problema sería si Marc se arrepentía. Se preguntó dónde se habría metido, pero en ese momento oyó unas pisadas en el otro cuarto y supuso que sería él. Volvió a suspirar. No tenía demasiado sentido seguir sentada ahí, esperando a repetir la experiencia, porque algo le decía que iba a esperar en vano. Acarició el cuero del asiento y se volvió a examinar el precioso cuadro de mandos del coche de madera de caoba. Ya no hacían coches así, este tenía incluso una bandeja alargada debajo del cuadro de mandos, una bandeja que cruzaba el ancho del coche. La bandeja debía haber sido para que las damas de entonces dejaran allí sus largos guantes a la salida de las fiestas. Sonrió… Fue entonces cuando lo vio. Había algo al fondo de la bandeja. Solo se veía si uno se fijaba mucho. Parecía un cuaderno de notas. Quizá un cuaderno en el que anotar el kilometraje. O… El corazón comenzó a latirle a un ritmo salvaje y se le hizo un nudo en la garganta. ¿Un diario? ¿El diario de su padre? Torie se inclinó hacia el asiento delantero y alargó la mano. Y justo en ese momento, apareció Marc. –Hola, bella durmiente –dijo él, dejando en una estantería un par de botes de cera que llevaba en las manos. Torie retiró la mano apresuradamente, el rostro encendido. –Ah… hola. Marc le dedicó una traviesa sonrisa, debía pensar que su sonrojo se debía a la intimidad compartida hacía un rato. Mejor. Porque de repente se había dado cuenta de que no iba a decirle lo que había visto. Si resultaba ser el diario de su padre, quería tiempo para leerlo a 94
https://www.facebook.com/novelasgratis solas, con tranquilidad. En realidad, no sabía qué podía revelar su padre en el diario. –¿Has encontrado algo? –preguntó él con curiosidad. –No. No –Torie sacudió la cabeza y trató de sonreír. –Yo he estado examinando las estanterías –Marc hizo un gesto indicando el almacén–. Tampoco he encontrado nada. Torie lo miró a través de la ventanilla del coche. –Gracias por dejarme dormir una siesta –dijo ella animadamente–. Siento no aguantar bien la bebida, pero mejor dormir que hacer una tontería. Marc volvió a sonreír. –No sé, no sé… Las tonterías también pueden ser divertidas. Torie le lanzó una significativa mirada y luego se echó a reír. Y Marc desapareció en el almacén. Rápidamente, Torie agarró el cuaderno de notas y las manos comenzaron a temblarle. Sí, era el diario de su padre. Su nombre, Jarvis Sands, estaba grabado en la cubierta en letras doradas. Dentro, la letra de su padre, que ella conocía tan bien. Pasó las hojas rápidamente. En las últimas páginas vio la letra de otra persona. Solo necesitó leer un par de líneas para darse cuenta de que la otra persona que había escrito en el diario tenía que ser el padre de Marc. Pero al oír los pasos de Marc, aproximándose otra vez, agarró el diario y se lo guardó en uno de los bolsillos traseros del pantalón. Al cabo de unos minutos salieron de la cochera y fueron al acantilado. El sol había descendido. En la casa, todos debían estar preparándose para la cena. Tenían que decidir qué iban a hacer. Pero aún disponían de un rato. Se sentaron en un árbol caído a contemplar la puesta de sol. Marc no intentó acercársele y ella, instintivamente, supo que no iba a volver a besarla. ¿Se arrepentía de haberlo hecho? No lo sabía. Pero, de ser así, sería una pena. No obstante, no iba a pensar en ello. –La vista es preciosa –comentó Torie con voz queda. Marc asintió. 95
https://www.facebook.com/novelasgratis –Imagínate lo que debió ser para los indios de aquí ver la llegada de los galeones españoles –comentó él–. Un año vino un estudiante de Arqueología a preparar su tesis aquí. Descubrió que a esta costa vinieron muchos barcos. ¿Te imaginas lo que debió ser? Sí, claro que se lo imaginaba. Había soñado con aquella época y con los conquistadores españoles en multitud de ocasiones cuando jugaba en las cuevas, de niña. Los ojos se le llenaron de lágrimas y parpadeó, enfadada consigo misma por ponerse tan sentimental. Clavó los ojos en el mar. De repente, la nostalgia la invadió. A pesar de sus inseguridades, había sido muy feliz allí durante la infancia. Pero todo se había venido abajo aquel día fatídico, el día en que acusaron a su padre de robar. Y, desde entonces, la vida había ido de mal en peor. Por supuesto, había pasado sus ratos buenos. Además, tenía amigas y éxito en su trabajo. No todo había sido malo, por supuesto. Sin embargo, el dolor de su padre había ensombrecido la vida de su familia hasta el punto de llevar a su padre al suicidio y sumir a su madre en una profunda depresión. ¿Lograría ella alcanzar la felicidad si no lograba descubrir lo que había pasado? De momento, le parecía imposible. Torie se puso en pie, se acercó al borde del acantilado y miró abajo, a las rocas. Entonces, se volvió a Marc y, mirándolo fijamente, preguntó: –Dime cuál fue la versión oficial. ¿Qué fue lo que te contaron? ¿Qué cree que pasó la mayoría de la gente de aquí? Marc la miró fríamente. –¿Sobre qué? Ella empequeñeció los ojos. –Sobre por qué echaron de aquí a mi padre. Marc suspiró. Se le notaba que no quería hablar de ello. Pero lo hizo. –No es que yo sepa mucho de lo que pasó, pero te contaré lo que sé. Yo estaba estudiando en la universidad y vivía en un apartamento en la ciudad universitaria con un par de amigos. Un 96
https://www.facebook.com/novelasgratis domingo por la noche mi padre me llamó y me dijo que el tesoro de Don Carlos había desaparecido. –Espera. ¿Cómo fue, en qué circunstancias? –preguntó Torie, volviendo al tronco para sentarse al lado de él otra vez. –¿Circunstancias? –Marc se encogió de hombros–. No sé. –Por lo que yo recuerdo –dijo ella–, mis padres y yo nos habíamos ido fuera a pasar el fin de semana. Habíamos ido a Monterrey a ver el acuario. Tu padre estaba en Los Ángeles, había ido a una conferencia de Geología. Tu madre había ido de viaje con unas amigas, creo que a Palm Springs. Ricky estaba en una convención de comics en Oregon. Marc sacudió la cabeza. –No me acuerdo de nada de eso, pero tú estabas aquí y yo no. –Se trata justo de eso. Ninguno estábamos aquí. Y mis padres y yo fuimos los primeros en regresar. Ni siquiera estaban los otros empleados, que no tenían que estar de vuelta hasta el lunes por la mañana. Pero aproximadamente una hora después de que volviéramos, mi padre subió a la casa a trabajar, aunque no tenía por qué hacerlo –Torie alzó los ojos al cielo–. Mi padre tenía un extraordinario sentido de la responsabilidad respecto a esta propiedad y respecto a tu padre. Quería que todo estuviera perfecto para cuando volviera el señor Huntington. Marc asintió y casi sonrió. –Sí, de eso es de lo que más me acuerdo de él. Y sé que mi padre le tenía mucho aprecio. Torie asintió. –Ese día, tu padre regresó inesperadamente a eso de las ocho. Mi padre fue al camino a recibirle. Mi padre había ido a la biblioteca y fue cuando vio la vitrina vacía. Había buscado por todas partes, pero nada. Luego, juntos, estuvieron buscando durante horas. Marc frunció el ceño. –¿No llamaron a la policía? Torie negó con la cabeza. –Mi padre volvió a casa a medianoche y nos contó lo que había pasado. Nos dijo que el señor Huntington no quería llamar a la policía 97
https://www.facebook.com/novelasgratis hasta no hablar con todos los de la casa, prefería asegurarse antes, por si alguien lo había robado y lo devolvía. No quería escándalos. Marc se la quedó mirando. –¿Sabes si mi padre sospechaba de alguien en particular? –No –respondió ella suspirando–. Al día siguiente, después de que todos regresaran, tu padre llamó a la policía. La policía habló con todo el mundo y alguien acusó a mi padre. Marc la miró fijamente. –¿Por ser quien había estado solo en la casa cuando desapareció el tesoro? Torie titubeó. –Yo creo que debió ser por algo más. Por lo que he podido deducir, y no tengo pruebas de nada, alguien robó el tesoro e hizo que pareciese que lo había hecho mi padre. Alguien que necesitaba dinero. –Alguien que necesitaba dinero –repitió Marc en voz baja–. Ahí está el motivo. –Es posible. Los dos guardaron silencio durante unos minutos. Después, Marc dijo: –Hace quince años mi familia pasó por un mal momento económicamente. ¿Lo sabías? –No, no lo sabía –eso la sorprendió. –Por lo que recuerdo, tenía que ver con los impuestos. Sé que Marge tuvo que renunciar a hacer reformas en la casa porque no teníamos dinero para ello. Mi padre tenía propiedades en Hawái y tuvo que venderlas. Tuvimos que apretarnos el cinturón durante un tiempo. –No lo sabía. Marc la miró. –No sospechas de mí, ¿verdad? –No digas tonterías. Claro que no –respondió ella. –¿Y sospechas de mi padre? –No. 98
https://www.facebook.com/novelasgratis –¿De la cocinera, de Griswold, de algún otro empleado? Torie encogió los hombros. –No. Marc arqueó las cejas. –¿Sospechas que fuera Ricky? –¿Ricky? –la idea le pareció absurda–. No, naturalmente que no. Marc sabía de quién sospechaba ella, pero prefirió no mencionarlo. –¿Y si fue un desconocido, un ladrón, quien se llevó el tesoro? Quizá alguien del pueblo. Torie volvió a encoger los hombros. –Siempre es una posibilidad. –Y también está la persona a quien se culpó, tu padre. Torie hizo una mueca de dolor. –Eso es lo que decidieron que había pasado y al cabo de unos días lo arrestaron. Lo llevaron a una comisaría. Fue horrible. –Sí. Torie respiró hondo, en un intento por borrar las imágenes del pasado que acudían a su mente. –Mi padre se declaró inocente. Mi madre se desmoronó. Yo tuve que dejar el colegio y quedarme en casa para cuidar de mi madre – Torie sacudió la cabeza–. Nunca lo superó. –Lo siento mucho, Torie –Marc se pasó una mano por el cabello–. Yo no me enteré de gran cosa. Lo único que recuerdo es que luego encontraron el tesoro escondido en las cuevas, justo donde los españoles lo habían dejado al principio. Parece una ironía del destino, ¿verdad? –Sí –Torie hizo un esfuerzo por calmarse–. Sin embargo, las pruebas contra mi padre eran circunstanciales. La policía encontró el tesoro y, después de eso, le soltaron. Pero… pero de todos modos le despidieron. Le despidieron y su reputación se había venido abajo. Marc hizo una mueca y volvió el rostro hacia el mar. –Mi padre consideraba a tu padre un buen amigo, además del 99
https://www.facebook.com/novelasgratis mejor mayordomo que había tenido nunca –comentó Marc volviendo la cabeza para mirarla a los ojos–. No me cabe duda de que intentó no despedirlo, pero creo que otros le aconsejaron que no lo hiciera. –Te refieres a Marge, ¿no? –sugirió Torie endureciendo la voz. Marc titubeó unos instantes. –Mi padre no tenía defensas en lo que a Marge se refería, hacía lo que ella quería. Torie respiró hondo antes de decir algo que sabía que a él no le iba a gustar. –Así que, como tu padre no podía llevarle la contraria a Marge, a nosotros nos pusieron de patitas en la calle. Marc frunció el ceño, pero no pareció enfadarse. –Eso no me lo creo. Estoy seguro de que os fuisteis en coche. –Sabes perfectamente lo que he querido decir –dijo ella sacudiendo la cabeza. –Lo sé y sé que debió ser terrible para vosotros. E injusto. Pero la vida no es justa… y la mayoría de la gente se las apaña. Torie le lanzó una furiosa mirada. Sabía que lo que Marc decía era cierto, pero en esos momentos no quería oír verdades. –¿Y qué más? ¿Qué más te contó tu padre de lo que pasó? ¿Qué dijo de mi padre? Marc reflexionó unos minutos; después, alzó el semblante y la miró. –Cuando volví a casa ese año, en vacaciones, mi padre no me contó mucho. Era algo de lo que no se hablaba. Todos evitaban el tema. –Ah. Pero era evidente que esa contestación no iba a satisfacer a Torie, por lo que Marc suspiró, sonrió a pesar suyo y añadió: –Un año después, cuando Ricky murió, mi padre me habló de ello. Fue la noche después del funeral de mi hermano. Mi padre había bebido mucho y no dejaba de llorar. Ni yo. Me sentía fatal. En cierto momento, comenzó a hablar del tesoro. Mi padre dijo que creía que debería haberlo dejado en las cuevas, que quizá el destino, o el 100
https://www.facebook.com/novelasgratis fantasma de Don Carlos, había intentado devolverlo al sitio de donde procedía. Torie sacudió la cabeza. –Ojalá pudiera creer que fue eso. –Sí –Marc la miró de reojo–. Fue entonces cuando mi padre dejó el tesoro en una caja de seguridad en el banco, nada de vitrinas. Torie asintió. –¿Te dijo alguna otra cosa? –Sí –Marc suspiró y estiró los brazos. El sol ya casi había desaparecido en el horizonte y empezaba a refrescar–. De hecho, echó la culpa de todos nuestros problemas a esa bolsa de oro. Según él, era la maldición de la familia. Nada bueno había pasado desde que el tesoro entró en la casa, empezando por la muerte de mi madre, después su matrimonio con Marge, el mal momento económico que estaba pasando, el despido de tu padre y por último la muerte de Ricky. Torie casi sonrió. A pesar de todo, siempre le había tenido cariño al padre de Marc. Se puso en pie otra vez y volvió a acercarse al borde del acantilado. El cielo estaba rojo por donde el sol había desaparecido. –¿Cómo es que no queda nadie de los que estaban allí en aquella época? –preguntó ella al viento–. ¿Por qué nadie ha dicho nunca nada? Tengo la sensación de que… Torie alzó los brazos y se encogió de hombros al mismo tiempo. Después, se volvió de cara a Marc y añadió: –¿Sabes que durante este último año he estado en contacto con las autoridades de aquí para ver si podían ayudarme a averiguar algo? Pero nadie ha podido informarme de nada. Todos los que trabajan en la policía son jóvenes, no hay ninguno de los antiguos. Nada. Marc asintió. –Se han perdido las pistas. –¿Cómo vamos a descubrir nada? –dijo ella alzando la voz, con gran frustración–. ¿Por qué pasó todo esto? –Torie, hazte a la idea de que nunca descubrirás lo que ocurrió – 101
https://www.facebook.com/novelasgratis le dijo Marc con impaciencia. –Eres un cínico, ¿verdad? –Torie lo miró fijamente. –Intento serlo –Marc le sostuvo la mirada. –Dime Marc, ¿qué crees tú que pasó? –preguntó ella apasionadamente–. Di la verdad. ¿Crees que mi padre robó el tesoro? Marc la miró fijamente. ¿Que qué pensaba él? ¿Tenía que hacer una declaración? ¿Acaso tenía ella que saber lo que le pasaba por la cabeza? No. No le haría ningún favor. –Olvídalo, Torie –Marc se levantó y se acercó a ella–. No voy a seguirte el juego. Cuando se encontró a unos pasos de ella, fue cuando se dio cuenta de que las lágrimas resbalaban por las mejillas de Torie. –Torie… Pero en el momento en que fue a tocarla, ella se dio media vuelta y echó a correr. –Torie, espera. Marc corrió tras ella. Entonces, Torie se tropezó con una piedra y cayó al suelo, al borde del acantilado. No se había dado cuenta de que estaba tan cerca del borde, y se estaba escurriendo… –¡Torie! Marc la agarró en cuestión de segundos, poniéndola a salvo. Ella se aferró a él, temblando de miedo. –¡Dios mío! Menos mal que me has agarrado a tiempo. «Siempre me aseguraré de que estés a salvo». Marc la estrechó contra sí y tragó saliva. ¿Había pensado eso realmente? Por suerte, no lo había dicho en voz alta. –¿Estás bien? –le preguntó él. –Me parece que no –confesó ella–. Creo que me he hecho daño en el tobillo. Marc la levantó en sus brazos, la llevó otra vez al tronco del árbol caído y la sentó. Entonces, le quitó las zapatillas de deporte y le examinó el tobillo, que estaba hinchándose rápidamente. 102
https://www.facebook.com/novelasgratis –Me parece que no vas a poder andar –comentó él. –¿Cómo que no? Claro que sí –Torie apoyó el pie en el suelo e intentó hacer presión–. ¡Ay! Marc sacudió la cabeza y no pudo evitar sonreír. –¿Lo ves? Voy a tener que llevarte en brazos a la casa. –¡Ni hablar! Estamos a casi un kilómetro y medio y por un terreno accidentado. –No hay problema. –No. Yo… –pero no se le ocurrió nada más. Nada en absoluto. –Ah, espera –dijo Marc de repente–. Quiero llevar a la casa un poco de esa cera para coches. ¿Te importa llevarla tú? –No, no me importa. De repente, ella asintió, esperanzada. –Está bien. Entonces, espera, ahora mismo vuelvo –y Marc fue de nuevo a la cochera y volvió enseguida. Entonces, le dio unos cuantos botes de cera y dijo: –Bien, pongámonos en marcha ya. Al instante, Marc la alzó en sus brazos otra vez y, con un suspiro, ella se agarró a su cuello. Comenzaron a cruzar el bosque ya muy a oscuras, y él tuvo que andar con cuidado. –¿Estás bien? –le preguntó él. –Sí, muy bien –respondió Torie con toda honestidad, respirando el aroma de él. –¿Qué tal el tobillo? –Me duele bastante, pero espero que no me vaya a impedir seguir con mis pesquisas –Torie frunció el ceño–. Estaba pensando en ir a hablar otra vez con Billy. Parece ser la única persona que sabe algo de lo que pasó. Marc vaciló antes de responder con cautela: –Me parece bien que lo hagas, pero… Sabes que Billy te estaba mintiendo, ¿no? 103
https://www.facebook.com/novelasgratis –¿Mintiendo? –Torie le miró al rostro–. ¿Sobre qué? –Sobre mi padre. –¿Pero qué dices? ¿Mintiendo respecto a qué? –¿Respecto a no saber nada del tesoro ni de lo que pasó con él? –¿Cómo lo sabes? Marc se encogió de hombros. –No olvides que he trabajado en el servicio de inteligencia. Noté cómo parpadeaba, un tic que indicaba que mentía cuando salió el tema. Torie se quedó pensativa unos segundos. –¿En serio crees que sabe algo? –Sé que sabe algo. –En ese caso, vamos mañana a verle otra vez, a hablar con él. –No –con suavidad, Marc la estrechó contra su pecho–. Dejémoslo estar por el momento, a ver qué pasa. Torie hizo una mueca, pero lo aceptó. Al fin y al cabo, tenía el diario de su padre y quizá era mejor no hacer nada hasta no haberlo leído.
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https://www.facebook.com/novelasgratis Capítulo 10
VIERON al grupo sentado alrededor de la hoguera, las llamas proyectando luces y sombras en sus rostros. –¿Puedes ver si Carl está ahí? –preguntó Torie estirando el cuello. –Sí –le respondió Marc–, está ahí. –Maldición. Esperaba que, a estas alturas, se hubiera hartado y se hubiese marchado a su casa. –Escucha, voy a llevarte ahí y a dejarte al lado de Carl –le dijo Marc en voz baja, deteniéndose antes de acercarse al grupo–. Quiero que le distraigas porque, después de llamar al médico para que venga a verte el tobillo, quiero ir a registrar su habitación. –¿Qué? –dijo ella, alarmada–. No, no deberías hacerlo. –Claro que sí. Quiero ver esos papeles de la empresa de seguros. Podrían ser importantes. Marc la llevó a reunirse con el grupo y anunció: –Tenemos una herida. La dejo aquí, voy a ir a llamar al médico. Todos se arremolinaron alrededor de ella para ver cómo se encontraba. –Es solo el tobillo. Me duele, pero no tiene la mayor importancia. –Deja que le eche un vistazo –dijo Lyla abriéndose paso–. Antes de casarme con mi difunto esposo, era enfermera. –Ah, bien. Gracias, Lyla –respondió Torie. Marc le guiñó un ojo y se alejó. Después de un breve examen, Lyla dijo: –Creo que te has hecho un esguince. Te vendría bien ponerte un poco de hielo y, por supuesto, no apoyarte en él. Si hay vendas en la casa, podría vendártelo, lo que te permitiría apoyarlo ligeramente. Pero debes evitar andar, o hacerlo lo menos posible. –Estupendo –respondió Torie, realmente agradecida. 105
https://www.facebook.com/novelasgratis Marge fue a buscar vendas, Jimmy le llevó hielo y luego se fue, y Lyla entró en la casa para lavarse las manos. Phoebe y Frank, tras charlar con ella un momento, también se fueron a la casa, ya que estaba refrescando. Y, por fin, ella se quedó a solas con Carl. –¿Te importaría decirme qué demonios pasa? –Carl, yo… –Te he traído aquí por un motivo y tú no haces más que desaparecer –comentó él furioso y en tono amenazante. Ella, tensa, le sostuvo la mirada. También estaba furiosa. –Y yo acepté hacerme pasar por tu esposa y acompañarte aquí porque creía que querías comprar la propiedad. Sin embargo, es evidente que no has venido aquí por eso. Me mentiste. –¿Y eso qué puede importarte? –Claro que me importa. Me molesta que me mientan. No voy a ayudarte. –Sí, claro que vas a hacerlo –dijo Carl con dureza–. Mañana vas a ir conmigo. –¿Adónde? ¿A hacer qué? –A guiarme por las cuevas. –No sé si lo has notado, pero tengo un esguince en el tobillo. No puedo ir a explorar las cuevas en estas condiciones. Carl lanzó una mirada al tobillo, que estaba visiblemente hinchado. Y después, tras unas cuantas palabras malsonantes, se puso en pie bruscamente y echó a andar hacia la casa… justo cuando Marc debía estar registrando su habitación. –No, Carl, espera –gritó ella–. Espera, vuelve. Tenemos que hablar. –Yo ya no tengo nada que decirte. –Vamos, Carl, quizá podamos… –Hazme un dibujo detallado de las cuevas, es lo único que quiero –respondió Carl tras volverse a acercar a ella. Torie se inclinó hacia delante, le agarró la falda de la camisa y tiró de él hacia sí para decirle al oído: 106
https://www.facebook.com/novelasgratis –Estás buscando el tesoro, ¿verdad? Carl pareció sorprendido y trató de zafarse, pero Torie se negó a soltarle, desesperada por evitar que fuera a su habitación. Fue entonces cuando apareció Marc. Torie lanzó un suspiro de alivio, soltó la camisa de Carl y se recostó en el respaldo del asiento. –Hola, Carl –dijo Marc fríamente–. ¿Cómo estás? –He estado mejor otras veces –respondió Carl con desgana. –De eso no me cabe la menor duda –Marc esbozó una sonrisa falsa. Marc llevaba unos papeles en la mano y no intentó disimular. Carl miró los papeles y entonces volvió el rostro hacia otro lado. –Carl, creo que todavía no nos has dicho cómo te ganas la vida –dijo Marc mirándolo fijamente. –¿Quién? ¿Yo? –Carl parpadeó, su nerviosismo resultaba evidente–. Bueno, hago varias cosas. Soy un hombre de negocios. Últimamente me dedico a la exportación más que nada. –¿Nunca te has dedicado a los seguros? –le preguntó Marc sin darle importancia en apariencia. –¿A los seguros? –Carl se lo quedó mirando–. ¿Qué quieres decir? –¿Nunca has trabajado en una empresa de seguros, Carl? ¿Nunca te has dedicado a investigar fraudes? ¿Cosas así? Carl palideció visiblemente. –Oye, mi vida profesional no tiene nada que ver contigo. Marc sonrió; al parecer, contento consigo mismo. –Gracias, Carl. Es todo lo que quería saber. Marc dio a Torie los papeles; después, se agachó y la levantó en los brazos. –Vamos a mi habitación –le dijo Marc–, allí estarás más cómoda. Lyla te va a vendar el tobillo y entonces ya veremos qué hacemos. Torie miró a Carl mientras Marc subía los escalones del porche con ella en brazos. Carl los miraba fijamente, debía estar 107
https://www.facebook.com/novelasgratis preguntándose qué eran esos papeles que Marc le había dado. Y, a juzgar por la expresión de su rostro, estaba preocupado.
En la habitación de Marc, después de que Lyla le vendara el pie y le aconsejara que al día siguiente la llevara al pueblo para que se hiciera una radiografía del pie, se despidió y se marchó, y Marc y ella se quedaron a solas. Marc le dio un par de analgésicos con un vaso de agua y después le dio su pijama y su cepillo de dientes. –Vaya, ¿también has entrado en mi habitación? –preguntó Torie agrandando los ojos. Marc frunció el ceño. –¿Te molesta? –No, no me molesta –mintió Torie. Pero Marc notó que sí le molestaba. Frunció el ceño. Volvía a tener la sensación de que Torie le estaba ocultando algo. Le disgustaba no poder confiar en ella plenamente, pero Torie le daba motivos para ello. «Cuanto antes descubra qué es lo que esconde, mejor», se dijo Marc a sí mismo en silencio, vuelto de espaldas mientras ella se desnudaba y se ponía el pijama. Pero cuando se volvió de nuevo y vio las mejillas de Torie sonrojadas y su irresistible sonrisa, ignoró el consejo que acababa de darse. –Lo único que he buscado en tu habitación ha sido el pijama y el cepillo de dientes –le informó él–. En el cuarto de Carl, la cosa ha sido muy distinta. –¿Encontraste los papeles de los que te hablé? Él asintió. –He visto más recortes de periódico sobre la aparición de doblones de oro en esta parte de la costa en aquel tiempo. Y certificados referentes a un seguro. –¿Quieres decir que el tesoro de Don Carlos estaba asegurado? –Sí. Marge trató de cobrar el dinero del seguro, aunque no lo 108
https://www.facebook.com/novelasgratis logró. Y cada vez que lo intentó, enviaron a agentes de seguros a investigar. –¿Cómo es que Carl tiene esa información? –Tú misma has oído lo que ha dicho, prácticamente ha reconocido que, en el pasado, trabajó en una compañía de seguros. Debió leer algunos artículos sobre el tesoro y se le ocurrió indagar; y luego debió decidir venir a ver si podía encontrar él el tesoro. –¡Menudo embustero! Y a mí me hizo creer que quería comprar Shangri-La. –Ni en sueños. –¿Crees que alguno de los que han venido va a comprar Shangri-La? –preguntó ella con expresión sobria. –No si puedo evitarlo –respondió Marc–. En fin, dejemos esto por ahora. Dime, ¿tienes hambre? Tengo que ir a hacer algo, pero luego puedo volver y traerte un poco de sopa o algo que vea por la cocina. ¿Te parece bien? Torie asintió. –De acuerdo, gracias –respondió ella. Marc le sonrió y se marchó, y ella cerró los ojos. Ahí estaba, en la cama de Marc. ¿Cómo era posible? Se acomodó sobre las almohadas, sintiéndose como si estuviera flotando en una nube. Fue entonces cuando se acordó del diario de su padre. Con cuidado, se levantó de la cama, agarró los vaqueros, que colgaban de una silla, y sacó el diario del bolsillo de los pantalones. Volvió a la cama y comenzó a leer.
Cuando Marc regresó, ella ya había leído lo suficiente como para saber que su padre no había sido un ladrón. Su padre había comenzado a escribir el diario unos meses antes de que el tesoro desapareciera, y la mayoría de lo que había escrito no tenía nada que ver con el tesoro… Pero tras la desaparición de los doblones, empezó a escribir sobre la angustia que sentía al ser acusado del robo del tesoro. 109
https://www.facebook.com/novelasgratis Ella conocía a su padre y sabía que él no había participado en ese robo. No obstante, no sabía cómo explicar la existencia de la pequeña bolsa de doblones de oro. ¿Cómo había llegado a manos de su familia? ¿Por qué la había encontrado entre las cosas de su madre? Y a su madre, en el estado de depresión en el que se encontraba, no podía preguntárselo. Pero fuera como fuese, debía descubrir la verdad. No le dio tiempo a leer lo que el padre de Marc había escrito en el diario. La letra de ese hombre le resultaba ilegible, así que tendría que pedirle a Marc que la ayudara a descifrar lo que había puesto. Las páginas escritas por el padre de Marc eran bastante posteriores a las de su padre, justo antes de su muerte. ¿Había Huntington descubierto la verdad? ¿Sabía lo que había ocurrido cuando se hundió con su barco? Cuando oyó a Marc delante de la puerta, rápidamente escondió el diario debajo de la almohada. Sabía que debía enseñárselo pronto, pero todavía no. Antes tenía que intentar leer lo que el padre de Marc había escrito, tenía la sensación de que esa era la clave de todo. –Hola –dijo Marc al entrar, con un plato de sopa en las manos–. Tenía miedo de que te hubieras dormido ya. –No –Torie agradeció la sopa, olía maravillosamente. Marc la observó mientras ella comía. Se le veía impaciente. –Carl se ha marchado –declaró él. –¿Qué? ¿Adónde ha ido? ¿Por qué? –Le dije que se fuera. No había venido aquí a lo que había dicho que venía, así que no he visto motivo alguno para permitirle quedarse. –Ah. –No te preocupes por cómo vas a volver a tu casa, yo mismo te llevaré… pero todavía no. En estos momentos, no voy a permitir que te vayas a ningún sitio. Torie sonrió, no pudo evitarlo. De repente, se acordó de algo. –Por cierto, Marc, anoche… ¿no trajiste el álbum de fotos de mi familia, el que encontramos en la buhardilla? Él asintió. 110
https://www.facebook.com/novelasgratis –¿Por qué? ¿Quieres echarle un vistazo ahora? –preguntó Marc. Torie se mordió los labios. Podía serle difícil, dado el estado emocional en el que se encontraba. Pero debía enfrentarse a ello. –Sí, si lo tienes a mano. –Sí, lo tengo aquí –Marc se acercó al armario empotrado, sacó el álbum y se lo dio–. ¿Te importa si lo veo contigo? Torie le sonrió y Marc, tomándolo como una invitación, se tumbó en la cama al lado de ella. Había fotos de su madre, de su padre… ¿Cómo podía habérsele ocurrido pensar a nadie que su padre podía ser un ladrón? Conmovida al pensar en su padre, pasó una hoja y se vio a sí misma, más bajita y regordeta. Se echó a reír. Marc miró la foto de ella y sacudió la cabeza. –¿Cómo es posible que no me diera cuenta de en lo que te ibas a convertir? –bromeó Marc–. Menos mal que has vuelto. Torie se echó a reír. Entonces, él dejó de sonreír, se inclinó sobre ella y la besó. Marc, agarrándola, la tumbó encima de sí y ella suspiró y tembló de placer. La fuerza y dureza del cuerpo de Marc le quitaron la respiración. La idea de hacer el amor con él la dejó casi mareada. Mientras él le exploraba la boca con la lengua y la piel con las manos, ella sintió prender la llama del deseo. Cambiaron de postura y Marc se colocó encima, y esa llama de deseo se transformó en una vorágine de pasión. –Marc… –susurró Torie, pero Marc no pareció oírle–. Marc, para… Marc lanzó un gruñido y se apartó de ella, y Torie se sintió sola y vacía. Cerró los ojos y trató de calmarse. De repente, Marc volvió a su lado. Pero esta vez, con dulzura y suavidad. –Lo siento –dijo Marc acariciándole las mejillas–. Nada más lejos de mi intención que asustarte. Torie, escucha, jamás, jamás te haría daño. Y si quieres que pare, no tienes más que decírmelo. Torie le sonrió tímidamente. 111
https://www.facebook.com/novelasgratis –No quería que parases –admitió ella–, pero tenemos que hacerlo. No podemos… Marc asintió, le agarró una mano y le besó los dedos. –Lo sé. Tienes razón –Marc sonrió y se tumbó a su lado. Torie no recordaba haber sido nunca tan feliz. ¿Se había enamorado? Qué tontería. Llevaba toda la vida enamorada de ese hombre, desde los diez años. Tardaron unos minutos, pero acabaron volviendo a hablar de su mutuo problema. Aún no habían descubierto el misterio del tesoro de Don Carlos. –Me he acordado de una cosa –comentó Marc–. Mi padre, antes de morir, me envió una carta muy, muy larga. En la carta no me decía lo que tenía pensado hacer, pero si uno presta atención, entre líneas se nota que estaba planeando algo. Y escribió cosas que, en su momento, no logré comprender –Marc hizo una mueca–. Ojalá tuviera la carta. Tengo la sensación de que aclararía muchas cosas. Torie titubeó. La carta de él, junto con el diario, quizá lograra desvelarlo todo. –¿Sabes dónde la tienes o la has perdido? –Creo que no la he perdido. La buscaré. Torie sabía que debía enseñarle el diario. –Marc… Iba a decírselo, pero unos golpes en la puerta la interrumpieron. –Marc, ¿podrías bajar a la biblioteca? –era la voz de Jimmy desde el otro lado de la puerta cerrada–. Tu madre quiere hablar contigo. Marc lanzó un gruñido antes de contestar: –Sí, claro, ahora mismo bajo. Marc le dio un beso a Torie en los labios y se levantó de la cama. –Duérmete. Necesitas descansar. Torie asintió. Por una parte, sentía no poder decirle a Marc lo del diario en ese momento; por otra, estaba aliviada. 112
https://www.facebook.com/novelasgratis –Está bien –Torie le sonrió–. Hasta mañana. –Hasta mañana, Torie. Que duermas bien.
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https://www.facebook.com/novelasgratis Capítulo 11
A LA mañana siguiente, cuando Torie se despertó, el sol iluminaba la habitación y Marc entraba por la puerta con la bandeja del desayuno en la mano. –Te traigo café, huevos revueltos con tostadas y una noticia. –La noticia primero –dijo ella estirándose perezosamente–. Después, ya veremos, depende de la noticia. Marc dejó la bandeja. –No es una buena noticia –Marc la miró fijamente–. El texano ha decidido comprar Shangri-La. –¡No! –exclamó ella–. Oh, Marc, ¿qué vas a hacer? –Todavía no lo sé –confesó Marc controlando su ira–. El problema es que, después de pedirle a mi amigo que investigara, no ha descubierto nada malo en él. No se trata de ningún delincuente. Y tiene dinero. –Oh. –Pero tiene que haber algo que yo pueda hacer –dijo él. Entonces, le sonrió–. Y, además, cuento contigo, ¿no? Quizá entre los dos… Torie deslizó la mano debajo de la almohada. Ya era hora de enseñárselo. Le dio el diario sin decir nada. Marc se lo quedó mirando y luego lo agarró. Justo en ese momento alguien llamó a la puerta. Era Jimmy otra vez: –Eh, Marc, ha venido un tal Billy a verte. Dice que tiene que decirte algo sobre tu padre, algo que es importante que sepas. Marc miró la puerta y luego a Torie. –¿Desde cuándo tienes esto? –le preguntó él con aspereza. –Desde ayer. Lo encontré en el coche, cuando me desperté. La mirada de Marc oscureció. 114
https://www.facebook.com/novelasgratis –¿Lo has leído todo? –No. Solo lo que escribió mi padre. Pero tu padre también ha escrito algunas páginas, las del final. Eso no lo he leído. Marc le lanzó una prolongada mirada; después, se metió el diario en el bolsillo y se volvió hacia la puerta. –Ya voy –dijo él. Y no se volvió hacia ella antes de salir.
Tenía que bajar y darle una explicación, las cosas no podían quedar así. Torie se levantó de la cama, se quitó el pijama y, rápidamente, se puso los vaqueros y un jersey. A continuación, entró en el cuarto de baño a asearse y a peinarse. A penas había salido del baño cuando Carl entró en el dormitorio y cerró la puerta tras de sí. Torie jadeó; a los pocos segundos, deseó haber gritado. Carl la agarró rápidamente por la espalda, con un brazo alrededor del cuello y algo duro y frío contra la espalda. –Ni se te ocurra gritar –le dijo junto al oído–. Tengo una pistola y no dudaría en usarla. Estoy metido en un lío y solo tú puedes ayudarme. Torie apenas podía respirar. –Vamos a ir a las cuevas ahora mismo. Y o me llevas al sitio donde está escondido el tesoro o ninguno de los dos va a regresar. –No puedo… –consiguió contestar ella. –Ya sé, tu maldito pie. Pero no te preocupes, tengo un carro de golf delante de la puerta de atrás de la casa. Solo tienes que ir hasta allí, el resto del camino lo haremos montados en el carro de golf. Carl la empujó hasta la puerta sin que ella pudiera hacer nada por evitarlo, la estaba ahogando prácticamente. Recorrieron el pasillo y bajaron las escaleras sin ser vistos. Unos instantes después, Carl la hizo subir al carro de golf, lo puso en marcha y comenzó a conducir en dirección a la playa. Ella respiró hondo. Carl ya no la tenía sujeta, pero 115
https://www.facebook.com/novelasgratis le apuntaba con la pistola. Torie nunca había estado tan asustada.
Billy le estaba esperando en la biblioteca y parecía nervioso. –Hola, Billy. ¿Qué pasa? –Hay algo que tengo que contarte. Debería habéroslo dicho ayer a Torie y a ti, pero no sabía seguro si… –No te preocupes. Adelante, soy todo oídos. Billy cambió el peso de una pierna a otra con movimientos tensos. Entonces, respiró hondo y dijo: –Verás, más o menos una semana antes de que tu padre… saliera en el barco, vino a verme. Yo todavía estaba estudiando en el instituto, pero tenía pensado ir a estudiar a la Universidad en Oregon. Tu padre me preguntó cómo iba a pagarme los estudios y yo le respondí que no lo sabía, que intentaría conseguir un trabajo a tiempo parcial y algún préstamo… En fin, que haría lo que pudiera –Billy se miró los pies y sonrió–. Cuando le dije que lo que quería era estudiar Geología, se puso muy contento. Y entonces… me dio algo que pensó que me ayudaría cuando llegara el momento. Pero me prohibió tocarlo o decírselo a nadie durante un periodo de cinco años. Marc asintió. Sabía los derroteros que iba a tomar el relato. –¿Cuánto dinero te dio? Billy sacudió la cabeza. –No me dio dinero… exactamente. –No. Te dio doblones de oro, ¿verdad? Del viejo tesoro español. –Sí, así es –contestó Billy con expresión de culpabilidad–. Un puñado de doblones de oro, muy valiosos. Esperé cinco años, como él me dijo, y luego… La verdad es que esos doblones me han pagado los estudios. Marc se lo quedó mirando fijamente y luego sonrió. –Me alegro. Y gracias por venir a decírmelo. Billy suspiró. Después, tras mirar a su alrededor como si quisiera 116
https://www.facebook.com/novelasgratis cerciorarse de que nadie le oía, añadió en voz baja: –Pero no fui el único a quien le dio doblones de oro. También le dio a Griswold, a mi madre y a otro par de empleados que habían trabajado aquí, en la casa. Marc lanzó un gruñido. Eso explicaba por qué se había corrido la voz de que había doblones de oro en la propiedad. Tras hablar unos minutos más con Billy y entonces salió con él y le acompañó hasta donde Billy había dejado su moto. Fue entonces cuando oyó que alguien ponía en marcha el carro de golf y volvió la cabeza mientras se preguntaba quién estaría usándolo. Y cuando vio el carro dirigirse a la playa, vio quién conducía y el acompañante. Carl y Torie. ¿Qué significaba aquello? ¿Iba Torie a llevar a Carl a las cuevas por voluntad propia? No, no podía creerlo. Y, sin embargo, ella le había ocultado el diario. –Maldita seas, Torie –murmuró cerrando las manos en dos puños. Pero… ¿y si Carl la llevaba a la fuerza? Un escalofrío le recorrió el cuerpo. –Dame las llaves de tu moto –le dijo a Billy–. ¡Rápido!
Torie trató de orientarse. Aún no podía hablar, era como si Carl le hubiera machacado las cuerdas vocales. Al mirar hacia delante, logró divisar las cuevas. ¿Qué iba a hacer cuando llegaran? Conocía muy bien las cuevas y, aunque no sabía que allí hubiera un tesoro escondido, sí conocía un lugar de difícil acceso, oculto, al que solo se podía llegar si se iba ahí expresamente. Podía llevar a Carl a ese sitio; entonces, saldría de allí a toda prisa mientras que a Carl le resultaría imposible. Sí, eso era lo que iba a hacer. Fue entonces cuando oyó la moto. Torie alzó los ojos y vio a Marc en la moto por el camino. El pulso se le aceleró. Miró a Carl y se dio cuenta de que él también 117
https://www.facebook.com/novelasgratis había visto a Marc… Y le vio levantar el brazo y apuntarle con la pistola. –¡No! –gritó ella. Torie se lanzó sobre el brazo de Carl y consiguió que se le cayera la pistola. Al mismo tiempo, el carro de golf entró en arena blanda y volcó. Torie salió despedida del carro, mientras que Carl quedó bajo el vehículo. Cuando Marc llegó, corrió hacia ellos. Y Torie perdió el conocimiento.
Cuando Torie se despertó, estaba en un sofá y una manta la cubría. Movió los brazos y las piernas, sin problemas, aunque le dolía la cabeza. Al sentarse, vio a Lyla entrar en la estancia. –Vaya, hola, Torie, ¿cómo estás? –dijo Lyla. –Bien, gracias –respondió Torie algo confusa–. Dime, ¿qué ha pasado? –Qué pena, te has perdido buena parte de la fiesta, ¿eh? – comentó Lyla sonriendo–. En fin, resulta que Carl, por supuesto, no es tu marido, pero sí un delincuente. Tú has ayudado a Marc a atraparlo. La policía se lo ha llevado. –Ah. Y Marc, ¿está bien? Lyla se encogió de hombros. –A mí me lo parece. Se ha ido con la policía, y con Carl, a la comisaría, a rellenar papeles –Lyla suspiró–. Pero yo me voy ya. Ahora que el texano va a comprar la propiedad, no tengo motivos para seguir aquí. Torie hizo una mueca. –¿Adónde vas? –A casa. A Los Ángeles. Torie respiró hondo. Quería volver a su casa. –¿Podría ir contigo? Con Carl en la cárcel, no tengo cómo volver. 118
https://www.facebook.com/novelasgratis Lyla se echó a reír. –Claro, cariño. Encantada de tener compañía durante el viaje. Lo único es que quería salir dentro de diez minutos. ¿Podrías estar lista en ese tiempo? –Sí, claro –Torie se levantó del sofá cojeando ligeramente–. Voy por mi maleta. Nos encontramos en tu coche, ¿de acuerdo? Arriba, fue a su dormitorio y sacó la maleta de debajo de la cama. La abrió y sacó la bolsa con los doblones de oro. Después, se dirigió al cuarto de Marc y dejó la bolsa de monedas de oro encima de la cama. Entonces, agarró un papel y un bolígrafo y le escribió una nota: Creo que esto te pertenece. Lo encontré entre las cosas de mi madre, cuando no me quedó más remedio que llevarla a una residencia. Creo que era por esto por lo que tenía miedo de que mi padre hubiera tenido algo que ver con el tesoro. Ahora sé que mi padre no lo robó, pero sigo sin saber por qué tenía estos doblones de oro. En cualquier caso, creo que es mi deber devolverlos. Torie agarró su maleta, salió de la casa y se dirigió al coche de Lyla. –Adiós, Shangri-La –susurró mirando la casa–. Adiós, Marc. Adiós, sueño. Y se fue de allí.
Había transcurrido una semana y no había tenido noticias de Marc ni de nadie de Shangri-La. La policía se había puesto en contacto con ella para tomarle declaración respecto a lo que había pasado con Carl; después, le dijeron que quizá tuviera que presentarse como testigo en un juicio, lo que no le agradó. Era viernes y le había prometido a su madre llevarla a una heladería. Aparcó el coche delante de la residencia y, se dirigió a la habitación de su madre. –Hola, mamá –dijo según entraba. 119
https://www.facebook.com/novelasgratis Fue entonces cuando vio a Marc, sentado al lado de su madre, y con la mano de ella en la suya. Se lo quedó mirando y luego a su madre, que tenía los ojos brillantes y las mejillas sonrojadas. Su madre parecía haber rejuvenecido. –Hola, Torie –dijo Marc como si tal cosa–. Le estaba diciendo a tu madre lo que me ha alegrado volver a verte otra vez. Por eso se me ha ocurrido venir a verla a ella también. Torie se sentó en una silla y lo miró. –Hola –dijo ella débilmente. Empezó a sonreír como una tonta. Y a sonrojarse. Lo notaba. La sonrisa que vio en los ojos de Marc hizo que le cantara el corazón. Todo estaba bien. Marc no la odiaba. Los ojos se le llenaron de lágrimas. –Eh, ¿te pasa algo? –Marc soltó la mano de su madre y fue a agarrar la de ella–. Vamos, Torie… –No te preocupes, estoy bien –respondió Torie avergonzada, con voz ahogada–. ¡Oh, Marc…! Las lágrimas comenzaron a resbalarle por las mejillas. Marc se puso en pie, la agarró, la levantó de la silla y la abrazó. –Torie, Torie… ¿cómo has podido pensar que no iba a venir? –No sé… Marc se volvió y sonrió a la madre de Torie. –Discúlpenos, señora Sands. Torie ha pasado mucho esta última semana y tengo que encargarme de ella. –Adelante, yo también la quiero –respondió la mujer. –¡Mamá! Pero Torie se derritió en los brazos de él y lloró hasta que no le quedaron ya más lágrimas. Después, Marc la besó y los tres se fueron a la heladería. Allí, Marc le dio todo tipo de explicaciones. Y más tarde, después de dejar a la madre en la residencia, fueron al piso de Torie y Marc le contó aún más cosas. –He encontrado la carta que me envió mi padre antes de morir – 120
https://www.facebook.com/novelasgratis dijo él–. Ahora que sé a qué se refería, tengo claro que mi padre quería que encontrara el diario sin que nadie, como Marge, se enterara. –Así que el diario era la clave de todo, tal y como yo pensaba. –Sí, tenías razón. Tu padre dejó el diario y mi padre lo encontró en la buhardilla de la casa donde vivíais. Mi padre se dio cuenta de que ya no podía seguir ocultando la verdad. Había sido injusto con tu padre y no podía perdonarse a sí mismo. Y, sin embargo, no fue lo suficientemente fuerte como para hacer a Marge pagar por lo que había hecho. –¿Y qué era lo que Marge había hecho exactamente? –Marge quería dinero. Necesitaba dinero para viajar, para hacer obra en la casa, para fiestas… Mi padre estaba arruinándose. Así pues, Marge fraguó un plan: esconder el tesoro de Don Carlos en las cuevas y reclamar el dinero del seguro. –Y escondió el tesoro ese fin de semana. –Sí. Volvió a la casa, agarró el tesoro, lo escondió y después se marchó otra vez, fingiendo haber estado fuera todo el tiempo. –Y cuando los investigadores del seguro comenzaron a indagar y a sospechar de ella… –Marge acusó a tu padre de haber robado el tesoro. Nunca encontraron pruebas de ello, claro está. Y cuando los del seguro encontraron el tesoro en una de las cuevas, Marge tuvo que despedirse del dinero del seguro. –Y tu padre se sintió culpable por haber despedido a mi padre. –Sí, y no pudo soportar seguir viviendo con ese sentimiento de culpa –añadió Marc. Torie frunció el ceño. –Por eso decidió hundir el tesoro en el fondo del mar, y hundirse él también. –Exacto. –¡Dios mío, qué triste! –entonces, otra idea acudió a su mente–. Sin embargo, empezaron a aparecer doblones por todas partes. –Sí –Marc cambió de postura en el asiento–. Eso es lo que me 121
https://www.facebook.com/novelasgratis parecía extraño, porque mi padre no era dado a mentir. Si había dicho que iba a hundir el tesoro, lo iba a hundir. –En ese caso, ¿de dónde proviene la bolsa con los doblones de oro? Al encontrarla fue cuando pensé que quizá mi padre fuera culpable –comentó ella. –Mi padre lo explica en el diario de tu padre. Le dio la bolsa de doblones a tu madre como recompensa por lo que os había hecho pasar. Al parecer, le hizo un regalo semejante a algunos de los que habían trabajado en casa. Una especie de agradecimiento por los servicios prestados antes de suicidarse. Torie sacudió la cabeza. –¿Pero cómo…? –Espera, a eso voy. Y ahora viene lo mejor. El tesoro de Don Carlos está en el fondo del mar, pero hay más oro en las cuevas. Montones de oro –Marc sonrió traviesamente–. El tesoro de un pirata, para ser exactos. Y, en el diario, mi padre explica cómo acceder a él. –Oh. –Incluso después de leer sus explicaciones, no estaba seguro de que no fuera una fantasía de mi padre. Me ha costado mucho trabajo encontrarlo, incluso he tenido que derribar una cornisa de piedra para acceder al escondrijo –Marc sonrió–. Pero lo he encontrado, está en mi poder. Podemos utilizarlo. Torie lo miró sin comprender. –¿Qué quieres decir? –He ofrecido más que el texano y Marge ha accedido. Estoy en pleno proceso de compra de Shangri-La. –¡No! –gritó ella llena de alegría. –Sí. Marge y Shayla se han marchado ya a Las Bahamas. Le he prometido a Marge no denunciarla a condición de que se marchara inmediatamente. Por supuesto, ha accedido. –¡Oh, Marc! La mirada de Marc la hizo derretirse. –Así que ya no tenemos problemas. –¿Tenemos? 122
https://www.facebook.com/novelasgratis –Claro. Siempre has querido vivir en Shangri-La, ¿no? Torie apenas podía respirar. –Sí, claro, pero… Marc le acarició la mejilla. –Vamos a casarnos en el patio, de cara al mar. –¡Oh! –Y nos llevaremos a tu madre a vivir en Shangri-La, en su antigua casa. Y contrataremos a alguien para que esté todo el tiempo con ella. Torie se lo quedó mirando. No podía creerlo. –Ven aquí –dijo él, sonriéndole–. Todavía no te he besado de verdad. Torie sacudió la cabeza despacio. Todavía estaba preocupada. –No me puedes besar. –¿Por qué no? –Porque no hemos venido aquí para eso. Marc le puso una mano en la nuca y tiró de ella hacia sí. –Cambio de planes. Vamos a besarnos. Torie parpadeó. –¿En serio? –El deseo que tengo de besar a una hermosa mujer es irresistible. Me he contenido todo lo que he podido, pero se acabó. Torie lo miró realmente preocupada. –Eh, déjate de bromas. –No estoy bromeando. Eres la mujer más bonita que he visto en mi vida. Y vas a ser mía. Torie clavó los ojos en los de él. –¿En serio? ¿De verdad me deseas? –Creo que la cuestión es si tú me deseas a mí, Torie –Marc sonrió–. ¿No quieres besarme? Torie se estaba derritiendo otra vez. 123
https://www.facebook.com/novelasgratis –Marc Huntington, llevo queriendo besarte desde que tenía diez años. –En ese caso, ven aquí. Tenemos que recuperar el tiempo perdido.
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