Susan Hatler-BDTN7-Una cita inesperada

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Una Cita Inesperada por Susan Hatler Una Cita Inesperada Derechos de Copia © 2012 por Susan Hatler Todos los derechos reservados. Sin limitar los derechos del autor, ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida por en un sistema de recuperación de información, en ninguna forma o por ningún medio (sea electrónico, mecánico, por fotocopiadora, grabado o cualquier otro) sin el permiso previo y por escrito del propietario de los derechos de copia este libro. Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares, marcas, medios de comunicación y los incidentes, son producto de la imaginación del autor o se utilizan de manera ficticia. Notas de licencia Este libro electrónico tiene licencia sólo para su uso personal. No puede ser revendido o regalado a otras personas. Si desea compartir este libro con otra persona, por favor, compre una copia adicional para cada persona con la que compartir. Si está leyendo este libro y no lo compró, o si no fue comprado para su uso exclusivo, por favor compre su propia copia. Gracias por respetar el trabajo del autor. ____________________________________________ Traducido del Inglés al Español por Gely Rivas ____________________________________________ Diseño de portada Elaina Lee, For The Muse Design www.forthemusedesign.com

Una Cita Inesperada por Susan Hatler Frustrada más allá de la creencia, dejé caer la barbilla sobre mi puño, y estudié la multitud en el Festival de las Hojas que Caen, mientras cada persona que pasaba por mi puesto Treasured Creations, sin dar siquiera una segunda mirada. Quien dijo que el amor no pagaba las facturas, sabía de lo que estaba hablando. Yo amaba vivir en Whitefish, Montana, amaba mi negocio de bisutería, e incluso amaba mi pequeño apartamento de un dormitorio. Pero, una vez más, me encontraba corta para el alquiler. Tendría que hacer una gran venta hoy o terminaría enfrentando al dueño, Barry “Tiro al Blanco” Benson, el cazador con arco. Llámame loca, pero no parece prudente molestar a un hombre que podría asegurar toda la comida de una temporada de su familia, con una flecha. Pero, nuevamente, enfrentar a “Tiro al Blanco”, sería mejor que tener que hablar con mi madre de nuevo. Ayer por la noche, tuvimos la misma conversación telefónica de siempre. —Holly, ¿cuándo vas a dejar de bromear en ese pequeño pueblo vacacional, regresar a la ciudad, y obtener un trabajo de verdad?

vacacional, regresar a la ciudad, y obtener un trabajo de verdad? —Mamá, te he dicho... —Me dijiste que querías un esposo y una familia. Si eso es cierto, entonces ¿dónde están mis nietos? ¡Nunca encontrarás a un hombre en el fin del mundo y has estado allí desde que te graduaste de la universidad! Es tiempo de crecer y volver a la civilización. Las llamadas eran frecuentes, pero aún la súplica desesperada de mi madre, no podía hacerme renunciar a mis sueños. Quiero decir, ¿aló? Tenía una vista de Big Mountain desde mi ventana de la cocina. Podría hacer bisutería, marcos de fotos o cualquier otra cosa que mi lado creativo inventara, junto a ese paisaje pintoresco. Bueno, si yo consiguiera ganar suficiente dinero, lo sería. Las voces clamaban por todo el parque, los niños chillaban, y una suave brisa sopló mi flequillo, nuevamente regresando mi atención en el presente. Instintivamente, levanté la mirada hacia la cima arbolada. A pesar de lo que mi mamá pensaba, a pesar de lo difícil que era ganarse la vida, aquí era donde yo pertenecía. Vivir en una ciudad tenía muchas más oportunidades de trabajo, salas de cine y parques temáticos, cierto… pero no calmaba mi alma como este pequeño pueblo especial con su vista de trescientos sesenta grados de sorprendentes creaciones de la naturaleza. Una pareja de jóvenes saltaban con su hija, riendo y sonriendo mientras se abrían camino hacia el puesto de limonada. El familiar sentimiento de nostalgia se

extendió por mí. Con tan sólo un mes hasta mi trigésimo cumpleaños, era difícil creer que aún estaba soltera. De acuerdo con mi mamá, yo ya estaría casada y con una familia, si no fuera por la baja oferta de solteros elegibles en este pequeño pueblo de montaña. Pero, ¿acaso el hombre adecuado no necesitaría también estas montañas y sus joyas al aire libre que lo rodean, para sentirse completo? ¿No se despertaría emocionado de experimentar cualquier aventura al aire libre que la temporada tuviera que ofrecer? ¿Conmigo? No, dejar esta ciudad, bien podría significar dejar al hombre que estaba a punto de encontrar. No podía renunciar a lo que yo quería. Había ido a la universidad que yo quería. Había comenzado Treasured Creations, como había querido. Y no dejaría este lugar. Nunca. Mientras una figura se acercaba a mi puesto, me senté y enderecé mis tarjetas de presentación. Entonces puse los collares más caros hacia adelante, para la buena suerte. “Tiro al Blanco” tendría su alquiler en su totalidad, aunque tuviera que reordenar las joyas durante todo el día. —Hola—, una voz masculina ronca, dijo. Saqué mi cabeza, sorprendida. El hombre delante de mí llevaba una camisa de franela, que complementaba sus profundos ojos azules. Ojos que eran del color exacto de ágatas, las cuales había utilizado en varios collares. Mientras me paraba, mis piernas temblaban y traté de obtener un aspecto profesional. —Hola—, dije, preguntándome de dónde era. De ninguna manera podía ser

local o me hubiera fijado antes en él. —¿Estás disfrutando del festival? —Mucho—. Miró a la familia que estaba en el puesto de limonadas, que acababa de comprar helados del color arco iris y se echaban a reír alegremente, cuando su pequeña niña se llenaba la nariz. Por un segundo, el mismo anhelo que yo había sentido antes, parecía reflejarse en sus ojos. —¿No es adorable?— Sonreí, pensando en lo divertido que sería tener mis propios hijos. —Quisiera que el helado me hiciera así de feliz. Se inclinó hacia mí y sonrió. —Tal vez no has probado el sabor correcto. Escalofrío corrió por mi espina dorsal, junto con una oleada de calor en mi rostro, mientras encontraba mi propio significado en secreto, de su comentario. Entonces me enderecé, recordando que este magnífico hombre estaba aquí para comprar joyas de mujer. Él no tenía un anillo de bodas, pero, obviamente, tenía una persona especial. Chica con suerte. —¿Hay algo en particular que estés buscando? —Honestamente, no había estado buscando—. Él se inclinó hacia abajo y estudió algunas de las piezas de plata esterlina y amatista, en serio. —Pero cuando vi tu puesto, sabía que tenía que venir. Mi corazón se apretó. ¿Este hombre había decidido de forma espontánea, buscar un regalo para su novia? Todo lo contrario de mis ex novios que, incluso para un día de fiesta o un cumpleaños, siempre esperaron a último minuto para comprar un regalo.

—¿De dónde eres?—, le pregunté, aunque tenía que ver más con curiosidad, que con completar la renta. —Seattle—. Levantó un brazalete de plata y topacio… una pieza de mis favoritas... y la examinó. —Bueno, yo solía vivir allí. Parece como hace eones, pero mis amigos y yo salíamos a Whitefish cada vacación de verano para esquiar. El lugar ha crecido un poco—. Él me miró, y luego tomó mi mirada. — Mejorado, diría yo. Un escalofrío me recorrió el cuerpo. —Nunca pensé que sería capaz de trabajar desde casa y mudarme aquí—. Giró la pulsera y el sol se reflejó en la gema de color naranja. —Qué suerte tengo, sin embargo. Compré un lugar en la montaña, cerca de la estación de esquí. Mi estómago se hizo una voltereta hacia adelante. Él no era un turista, en realidad vivía aquí, y... Oh sí, él está apartado. Tomó una de mis tarjetas y la puso en su bolsillo. —Probablemente es más información de lo que necesitas saber... Oh, yo quería saber todo sobre él. Yo sólo no quería, querer saberlo. —Felicitaciones por tu nuevo lugar. Estoy seguro que lo amarás—. Tomé una respiración profunda, inhalando el olor a humedad de las hojas caídas y su colonia de sándalo. Di un paso atrás, dándole un poco de espacio. —Bueno, déjeme saber si tienes preguntas sobre cualquiera de las piezas.

Él me dio una mirada de reojo. —¿Qué te gustaría que tu novio te comprara? Me puse tensa. —¿Yo? Yo no tengo un novio...— Entonces, mis mejillas ardieron en llamas. —Oh, eh. Acabas de pedir mi opinión, ¿no es así? El punto de vista de una chica. Se rio en voz baja. —Lo siento, no estoy siendo muy claro. Ha pasado bastante tiempo desde que... —No, está bien. Ese es mi trabajo. Por supuesto, puedo ayudarte a elegir una—. Adorable. ¿Por qué no transmitía mi inesperado enamoramiento con luces de neón en mi puesto? Manteniendo la cabeza hacia abajo, busqué en mi vitrina, las perlas rodaban por las yemas de mis dedos. Necesitaba ayuda para elegirle algo a su novia y el triste saldo de mi cuenta de cheques, me decía que debía llevarlo hacia los productos más caros. Miré hacia arriba y nuestros ojos se encontraron. Se mantuvieron. Había algo acerca de este tipo. Algo que me dieron ganas de darle mi sincera opinión. Así pues, pasé por alto todas las elecciones de los más altos en precios, e hice un gesto hacia sus manos. —En realidad, estás deteniendo mi pieza favorita. —¿En serio?— Él arremolinaba sus pulgares sobre las piedras preciosas. Observando la tierna manera en que tocaba las piedras, no podía pensar en nadie más en quien me gustaría verle esa pulsera. —Sí, definitivamente. —Muy bien, entonces. Yo sonreí. No sólo con la venta, sino por la forma en que mis preciadas

Yo sonreí. No sólo con la venta, sino por la forma en que mis preciadas creaciones eran inspiradas. —Hice esa la semana pasada. Acababa de poner la primera piedra cuando un movimiento fuera de mi ventana, llamó mi atención. Este cachorro de oso negro, se paseó hasta el arbusto de bayas en el borde de mi jardín, arrancó una rama hacia su boca y masticó esas bayas justo delante de mí. —Wow—. Sus ojos se arrugaron como si realmente estuviera tratando de imaginarlo. —Eso es increíble. —Lo más sorprendente fue que el oso, vio que yo lo observaba—. Tomé una caja blanca pequeña y puse un trozo de algodón en su interior. —Él no corrió o pareció estar asustado... se me quedó viendo hasta que arrancó todas las bayas maduras de ese arbusto. Es probable que para engordar para la hibernación del invierno. —Me has convencido de que hice la elección correcta—. Después de comprobar la etiqueta de precio, me entregó el brazalete y el cambio exacto. Sólo cubriría el alquiler si yo viviera de fideos por el resto de la semana, pero el intercambio que sentí con él, no tenía precio. Estaba triste de verlo finalizar. —Gracias—, dije, poniendo el brazalete sobre la caja y deslizándolo sobre la mesa para él. —Espero que le guste. Tomó la caja y luego se la metió en el bolsillo. —Estoy seguro de que a mi mamá le encantará. Ella me llama todos los días desde que me mudé, me pide que regrese a la ciudad. Nunca sucederá, pero al menos ahora puedo enviarle

que regrese a la ciudad. Nunca sucederá, pero al menos ahora puedo enviarle una ofrenda de paz. Cada nervio de mi cuerpo se puso en alerta roja. Había dicho... —Soy Dave—. Él estiró su mano encima de la mesa. Tomé su mano y corriente eléctrica zumbó a través de mí. —Holly. Echó un vistazo a nuestras manos entrelazadas, haciendo que me preguntara si él había sentido la misma sensación de hormigueo que yo tenía. —Gracias por compartir esa historia del oso, Holly. Me encantaría oír más. ¿Te gustaría ir a cenar conmigo? Eufórica, le di una mirada juguetona. —Sólo si tomamos un helado después. Se echó a reír. —Cualquier sabor que desees. —Hecho—. Sonreí, sabiendo que tenía el sabor exacto que había estado buscando. Quien dijo que el amor no podía pagar las cuentas, puede que haya estado en lo cierto, pero aun así vale la pena al final. Yo amaba a mi ciudad. Me encantaba mi trabajo. Y no podía esperar para ver lo que esta aventura junto con Dave, traería.

FIN

Sobre el autor: SUSAN HATLER es un autor de éxito internacional, escribiendo novelas que tienen humor y romance contemporáneo para adultos jóvenes. Siendo una optimista por naturaleza, cree que la vida es asombrosa, la gente es fascinante y la imaginación es infinita. Le encanta pasar tiempo con sus personajes y espera que usted también lo haga. Puede visitar su sitio web en www.susanhatler.com

Otros libros de Susan Hatler:

Mi Última Cita a Ciegas, contemporáneo:

es una pequeña historia de romance

Es el Día de San Valentín y Rachel Price tiene una opción: quedarse en casa y ver la televisión con su adorable perrito o dejar que su mejor amiga, Ellen, le consiga una cita a ciegas. Qué hacer... Ellen dice que el hombre es un "10", pero el último hombre que le presentó era un "-5". Rachel ha estado coqueteando con su compañero de trabajo, Noah Peterson y espera a que él se haya dado cuenta. Entonces, ella se entera que Noah tiene grandes planes. Lo que es peor, ¡aconseja a Rachel que vaya a la cita a ciegas! ¿Querrá jugar a lo seguro y pasar la falsa festividad con su leal perrito

Chester, o se arriesgará a otra cita desastrosa para intentar encontrar una vez más el amor?
Susan Hatler-BDTN7-Una cita inesperada

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