The Raven King [2]

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TRADUCCIONES INDEPENDIENTES El libro que ahora tienen en sus manos, es el resultado del trabajo final de varias personas que sin ningún motivo de lucro, han dedicado su tiempo a traducir y corregir los capítulos del libro. El motivo por el cuál hacemos esto es porque queremos que todos tengan la oportunidad de leer esta maravillosa historia. Como ya se ha mencionado, hemos realizado la traducción sin ningún motivo de lucro, es por esto que este libro se podrá descargar de forma gratuita y sin problemas. También les invitamos que en cuanto esté el libro a la venta en sus países, lo compren. Disfruten de su lectura. Saludos.

CRÉDITOS TRADUCTORES

CORRECTORES

Carolina C.

Ella R.

Brandy V.

Cotota

Sandra L. Irais A. Ella R. Monserrat M. Geraldine H.

DISEÑO Lu Na

Isaura V. Venus T. Viviana C. Irán

RECOPILACIÓN Y REVISIÓN Cotota

SINÓPSIS Los foxes son un desastre fracturado, pero su último desastre podría ser el milagro que siempre han necesitado para unirse como un equipo. La única persona en su camino es Andrew, y el único que puede romper sus barreras personales es Neil. Excepto que Andrew no renuncia a nada gratis y Neil es terrible confiando en nadie salvo en sí mismo. Los dos no tienen mucho tiempo para llegar a un acuerdo en su situación antes de que fuerzas externas los aparten. Riko tiene la intención de destruir la frágil nueva vida de Neil, y los foxes han pasado a ser un daño colateral. Los días de Neil están contados, pero él está aprendiendo de la manera difícil que debe luchar por lo que cree, y Neil cree en Andrew incluso cuando éste no cree en sí mismo.

CAPÍTULO I Traducido por Carolina Corregido por Cotota

Parecía que Halloween se hubiera adelantado dos meses. La semana pasada la universidad del estado de Palmetto se cubrió con serpentinas y banderines blancos y naranjos para celebrar el inicio del año escolar. Durante el fin de semana alguien había reemplazado todas las serpentinas blancas por negras. Parecía que el campus estaba de luto. Neil Josten pensó que era un tributo barato, pero podría ser solo su cinismo hablando. Se perdonó por sentirse hastiado. A la edad de dieciocho años había visto a más gente morir de la que podía contar. La muerte era desagradable, pero era un dolor conocido y tolerable en su pecho. La inesperada sobredosis de Seth Gordon la noche del sábado debió haber significado algo más para Neil ya que habían sido compañeros de equipo y de dormitorio por tres meses, pero Neil no sentía nada. Mantenerse a sí mismo vivo era lo suficientemente difícil la mayoría de los días; no tenía tiempo para pensar en las desgracias de los demás. La música rock cobró vida, llenando temporalmente el silencio en el auto, pero se desvaneció tan rápido como llegó. Neil dirigió su atención lejos de las serpentinas y miró al frente. Nicholas “Nicky” Hemmick dejó que su mano cayera lejos del tablero con una silenciosa maldición. Al otro lado de Neil, en el asiento trasero, el primo de Nicky, Aaron Minyard empujó el asiento del piloto. Neil no estaba seguro de si era un intento de pretender que las cosas estaban bien o una muestra silenciosa de apoyo. La relación entre los primos era un enredado desastre que no iba a lograr descifrar en su vida. Nicky alcanzó la radio de nuevo, Kevin Day estaba sentado de copiloto así que vio primero el movimiento de Nicky. Le empujó la mano y dijo: —Está bien. Déjalo así. —No quiero hacer esto —dijo Nicky, con un tono bajo y miserable. Nadie le respondió, pero Neil pensó que todos estaban de acuerdo. Ninguno de ellos quería ir a la práctica de ese día, pero sólo se podían tomar tanto tiempo libre cuando la temporada ya estaba en marcha. Al menos el entrenador David Wymack los estaba llamando a la cancha un miércoles en la tarde. Andrew Minyard, el hermano gemelo de Aaron, tenía sus terapias semanales los miércoles. Generalmente el humor salvaje de Andrew no era un problema, pero la alegría de Andrew no lo hacía amistoso. Un nervioso Andrew enfrentándose a la muerte de su compañero de equipo menos

favorito era una receta al desastre. El equipo debería haberse juntado para hacer el luto la mañana del domingo, pero Andrew y Matt, en cambio, se metieron en una fea pelea. Wymack forzadamente separó al equipo después de eso. Los estudiantes de último año se mudaron con la enfermera del equipo, Abby Winfield, y los primos y Kevin fueron llevados al dormitorio. Neil se habría quedado en el dormitorio también, pero Wymack no lo quería solo en el dormitorio que había compartido con Seth y Matt. En cambio, Neil pasó un par de noches en el sofá de Wymack. Neil creía que la preocupación de Wymack estaba en el lugar incorrecto, pero sabía que era mejor no discutir. Seth murió la noche del sábado y fue cremado la tarde del lunes. Por lo que había escuchado Neil, la madre de Seth firmó todo pero ni siquiera apareció en el crematorio para buscar las cenizas de su hijo. Allison Reynolds, la novia, no oficial de Seth y la defensa de los Foxes se quedó con su urna. Neil no sabía si planeaba enterrarla o mantenerla en su dormitorio el resto del año. No iba a preguntarle. Seguía sin saber qué pensar acerca del rol que pudo haber jugado en la muerte de Seth. Hasta que no lo descubriera, prefería evitar a Allison a toda costa. Allison no estaría en la práctica hoy, pero los demás sí. Neil no había visto a los de último año desde la mañana del domingo y sabía que la reunión sería ruda. Estaban a sólo dos días del segundo juego de la temporada y tenían que cooperar de alguna manera. Los Foxes nunca habían tenido buenas probabilidades, pero este año se veía desalentador. Y eran el equipo más pequeño en la Clase I del Exy de la NCAA. Ahora eran lo más pequeño que podía ser un equipo para aun calificar y jugar. Habían perdido al único alumno de último año, y la ofensiva restante del equipo consistía en un campeón nacional lesionado y un novato.

Naranja destellaba en su visión periférica. El estadio de Exy de la universidad de Palmetto era difícil de ignorar, construido para sentar a sesenta y cinco mil fans y pintado con el naranja y blanco más brillante que la universidad pudo encontrar. Gigantes huellas de zorro marcaban cada una de las cuatro paredes exteriores. Las serpentinas negras se extendían por todo el camino. Cada poste de luz en el estacionamiento y cada una de las veinticuatro puertas estaban cubiertos por serpentinas. La entrada cerrada de los Foxes estaba sumida en silencio. Fotos de Seth con amigos y notas garabateadas de profesores estaban pegadas a la puerta. Nicky paró cerca de la acera pero no apago el motor. Neil salió del asiento trasero y miro sobre el capó del coche para contar los autos de seguridad. La presencia de Kevin en el equipo significaba tener seguridad todo el tiempo, pero los números aumentaron durante el verano cuando el antiguo equipo de Kevin se trasladó al distrito sureste. Neil estaba acostumbrándose a ver a la seguridad del campus a donde quiera que fuera, pero siempre odiaría verlos. Nicky se alejó tan pronto Aaron y Kevin se bajaron. No tenía sentido que se cambiara para la práctica aun ya que tenía que recoger a Andrew del Centro Médico Reddin en media hora. Neil vio su auto salir del estacionamiento hasta la carretera, luego miró a sus compañeros de equipo. No era secreto que el grupo de cuatro de Andrew odiaba a Seth, pero Aaron y Nicky eran lo sufi-

cientemente humanos aun para inquietarse con su sorpresiva muerte. La reacción inicial de Kevin ante la notica había sido insensible, pero también había estado completamente borracho en ese momento. Neil no sabía si sintió algún remordimiento cuando estuvo sobrio. Neil tenía curiosidad sobre cuál de ellos sería más propenso a la apatía, pero era paciente. Cuando treinta segundos pasaron y nadie se había movido aún, Neil se dio por vencido y se dirigió a la entrada de los Foxes. Se suponía que había que cambiar el código cada tantos meses, pero con los Raven en el distrito, el código cambiaba cada semana. Esta semana eran los últimos cuatro dígitos del teléfono de Abby. Neil estaba comenzando a pensar que sus compañeros de equipo tenían razón acerca de la relación invisible entre Abby y Wymack. Caminaron por el pasillo hasta el vestuario. Esa puerta estaba desbloqueada y dentro las luces estaban prendidas, pero la estancia estaba vacía. Neil fue a investigar mientras Aaron y Kevin se instalaban. Un pasillo conectaba el vestuario con el recibidor, la sala oficial de reuniones donde los Foxes pueden hablar con la prensa antes y después de cada juego. La puerta en la pared de atrás del recibidor, que conducía al estadio mismo, aún estaba bloqueada. Neil retrocedió por el pasillo donde estaban los vestidores y oficinas. La puerta de la oficina de Wymack estaba cerrada, pero si Neil escuchaba por un minuto oía la voz de Wymack apagada a través de la madera. Satisfecho de que no hubiera nadie que no debía estar, se devolvió con los demás. Aaron y Kevin estaban acomodando los muebles cuando Neil entró. Neil miró mientras ellos empujaban las sillas y sillones hasta formar una V, luego preguntó: —¿Qué están haciendo? —Buscando una nueva manera de hacernos caber —dijo Aaron—, a no ser que quieras mirar fijamente una silla vacía durante toda la temporada. —Es el mismo número de cojines —dijo Neil. —Cuatro personas apenas caben en un sofá. Cinco es imposible. —¿Cinco? Kevin lo miró como si fuera estúpido. Neil estaba dolorosamente familiarizado con esa mirada para el momento, pero incluso cuatro meses después de trabajar con Kevin aun no lo apreciaba. —Si sabes cuál es tu lugar, ¿no? —preguntó Kevin. Hasta el sábado en la noche, Neil nunca había sido lo suficientemente estúpido como para pensar que tenía un lugar. Andrew le había prometido que él podía cambiar eso, pero su protección tenía un precio. Andrew protegería a Neil de su pasado si Neil lo ayudaba a mantener a Kevin en Palmetto. Sonaba lo suficientemente fácil, pero Nicky le advirtió que había más que eso. Se suponía que Neil tenía que hacerlo desde dentro del grupo disfuncional de Andrew.

Ya no se podía mantener al margen. Neil miró de nuevo el nuevo orden en la sala y lo entendió. Este verano, los cuatro de Andrew se habían apretado en el sofá. Ahora podrían extenderse, tres en el sofá y dos en las sillas de los lados. Los restantes de último año tenían el otro sofá y la silla en frente de ellos. Neil se dirigió a la silla en el extremo, ya que siempre había tenido los asientos de los extremos, pero Aaron se dejó caer en ella primero. Neil dudó un segundo muy largo y Aaron finalmente le explicó. —Vas en el sillón con Kevin y Andrew. Siéntate. —No me gusta sentirme apretado —dijo Neil—, y no quiero sentarme al lado de tu hermano. —Nicky lo soportó por un año —dijo Aaron—. Puedes soportarlo también. —Tú eres su familia —dijo Neil, no es como si significara mucho para ellos. Wymack solo reclutaba atletas de hogares rotos. En la cancha de los Foxes las “familias” eran una fantasía inventada para hacer a los libros y películas de Hollywood más interesantes. Neil sabía que era una causa perdida incluso mientras lo decía, así que tomó el lugar que Aaron le designó. Kevin se sentó después de Neil, dejando espacio entre ellos para Andrew. Neil echó un vistazo por la habitación de nuevo y se preguntó como los de último año se ajustarían al nuevo orden. Su mirada cayó en el inmenso horario colgando sobre la TV y se formó un nudo en su estómago mientras leía la lista. Octubre, viernes trece era el día en que los Foxes, últimos en clasificar, se enfrentarían con los Raven de la Universidad Edgar Allan, primeros en clasificar. Estaba destinado a ser un desastre. La puerta de Wymack se abrió hacia el pasillo, pero medio segundo antes sonó el teléfono. Wymack no se molestó en cerrar su puerta de nuevo antes de atender. Desde lo que Neil podía escuchar, alguien estaba fastidiando a Wymack por la pequeña alineación del equipo. La irritación obvia de Wymack hizo que sus afirmaciones sonaran menos que convincente, pero Neil sabía que él creía cada palabra que decía. A Wymack no le importaba si tenía nueve Foxes o veinticinco. Se mantendría con ellos hasta el amargo y sangriento final. Wymack seguía en eso cuando la puerta de la sala se abrió. La capitana Danielle Wilds fue la primera en entrar, pero su novio Matt Boyd y su mejor amigo Renee Walker entraron detrás de ella. Solo dieron un par de pasos en la habitación cuando se detuvieron. Dan apuntó a Neil pero miró a Kevin. —¿De qué se trata eso? Aaron respondió: —Sabías lo que significaba cuando lo llevamos la noche del sábado.

Wymack colgó el teléfono con un golpe. Neil se preguntaba si la discusión realmente había acabado o si había usado la llegada de más Foxes como excusa para colgar. Dio una zancada dentro de la sala unos segundos después y siguió el dedo de Dan hasta Neil. Miró desde Neil a Kevin a Aaron, luego alrededor de la habitación y al nuevo orden, luego de nuevo a Neil. —La última vez que revisé, a Andrew no le agradabas —dijo Wymack. —Aún no le agrado —dijo Neil, pero no se molestó en explicar. —Interesante —Wymack observó a Neil un minuto más antes de volverse a los de último año—. Siéntense, ¿Quieren? Tenemos que hablar. Wymack se apoyó en el mueble que sostenía la televisión y espero a que todos se instalaran. Cruzó los brazos sobre su pecho y estudió a cada uno de los Foxes. —Abby me escribió un discurso para decirles esta tarde. Sonaba bonito, tenía muchas palabras acerca de la valentía y la pérdida y estar juntos en los momentos de necesidad de cada uno. Lo rompí y lo tiré en el basurero al lado de mi escritorio. “No estoy aquí para ofrecerles lindas palabras y palmaditas en la espalda. No estoy aquí para ser un hombro sobre el cual llorar. Lleven eso a Abby o vayan a Reddin y hablen con Betsy. Mi trabajo es ser su entrenador sin importar que, mantenerlos en movimiento y llevarlos a la cancha estén listos o no. Eso, probablemente, me hace el tipo malo aquí, pero todos tenemos que vivir con eso. Wymack miró hacia las sillas vacías delante de él. El equipo de Exy del estado de Palmetto estaba en su quinto año. Wymack formó a los Foxes desde el suelo y había elegido a Seth para su primera línea. Entre los problemas personales de los jugadores, un contrato defectuoso les permitía salir, y la opción de graduarse en cuatro años en vez de cinco, Seth había sido el único en llegar a un quinto año con el equipo. Seth había sido muchas cosas, la mayoría de ellas desagradables, pero definitivamente había sido un luchador. Ahora se había ido. Wymack se aclaró la garganta y estiró una mano entre su cabello —Miren. Lo que pasó fue una mierda. Mierda va a seguir pasando. No necesitan decirme que su vida no es justa. Están aquí porque saben que no lo es. A la vida no le importa lo que queremos de ella; depende de nosotros luchar por lo que queremos con todo lo que tenemos. Seth quería que ganáramos. Él quería que pasáramos el cuarto partido. Creo que le debemos el jugar. Mostrémosle al mundo lo que tenemos. Hagamos de este nuestro año. —Hemos perdido lo suficiente, ¿No creen? —Le preguntó Dan a sus compañeros de equipo—. Es tiempo de ganar. Matt entrecruzó sus dedos con los de ella y los apretó. —Llevémoslo todo a la final.

—Las palabras no significan nada para mí —dijo Wymack—. Pruébenme en mi cancha que tienen lo necesario para ser campeones. Los quiero a todos en la cancha con equipo ligero en cinco minutos o los inscribiré para una maratón. A la extraña idea de Wymack de hablar de ánimo le faltaba su usual toque de rabia, pero sus palabras eran lo suficientemente familiares para hacer que el equipo se moviera. El vestidor de Hombres estaba en silencio mientras se vestían. Neil llevó sus cosas hacía uno de los baños para cambiarse. Lavabos separaban los baños de las duchas y Neil paró ahí para mirar su reflejo. Tenía una relación de amor odio con su reflejo por necesidad. Era la viva imagen del padre asesino del que había escapado hace ocho años. El cabello teñido y los lentes de contacto eran la mejor manera de esconder su cara, pero mantener eso viviendo con los Foxes era agotador. Revisaba sus raíces dos veces al día, todos los días y dormía de espaldas a la habitación para poder sacarse los lentes en la noche. Mantenía el estuche en la funda de su almohada y tenía un par extra en su billetera. Era complicado, pero lo ayudaba a mantenerse vivo y a salvo. Neil no creía que fuera a ser suficiente ahora. No se había dado cuenta de cuanto había estado allí hasta que Matt y Kevin entraron a buscarlo. Vio sus reflejos mientras cruzaban la puerta detrás de él pero no se giró. —¿Llevémoslo todo a la final? —preguntó Neil. —Los milagros son posibles —dijo Matt. —No te acojas de algo tan insubstancial como un milagro —dijo Kevin—. No ganarás nada quedándote ahí parado. Termina de cambiarte y ve a la cancha. —Un día quiero que busques “insensibilidad” en el diccionario —dijo Matt, molesto—. Estoy seguro que hará que tu ego se pregunte que hace tu foto impresa al costado de ella. —No —dijo Neil antes de que Kevin pudiera responder—. Tiene Razón. La posibilidad de que el entrenador nos encuentre a otro delantero cuando ya ha comenzado el año es escasa. Hasta que se le ocurra algo, Kevin y yo son todo lo que tienen y ninguno de nosotros es lo suficientemente bueno. —¿Escuchaste eso Kevin? —dijo Matt—. Tu subordinado dijo que eras incompetente. —No me importa su opinión —dijo Kevin. No negó las palabras de Neil y Neil escuchó eso incluso si Matt no lo hizo. Kevin fue criado como delantero izquierdo, pero Riko rompió su mano jugadora el pasado diciembre en un ataque de rabia y celos. Kevin había estado tratando de reaprender el juego como diestro desde marzo, pero no estaba ni cerca de lo bueno que había sido una vez. La opinión pública dijo que era un genio por arreglárselas para siquiera jugar en estos días, pero Kevin sintió su caída de gracia fuertemente. Por muy brutal que era con el equipo, era más brutal consigo mismo. Era la única razón por la que

Neil toleraba su condescendencia. Neil se empujó lejos de los espejos y terminó de alistarse. Dan y Renne estaban esperando a los hombres en la sala y entraron al estadio para el calentamiento. Después de cuarenta minutos de carreras en vuelta e intervalos, se dirigieron devuelta a los camerinos por agua. Estaban estirando como grupo cuando la puerta principal se abrió. Neil le echó un vistazo a los de último año para juzgar sus reacciones mientras Nicky y Andrew se unían a ellos en la sala. Dan volvió a sus estiramientos después de un dirigirles un vistazo en una fracción de segundo y la expresión de Matt se endureció cuando vio la cara sonriente de Andrew. Solo Renee sonrió y su voz fue amistosa, tranquila, cuando dijo hola. —Hola Renee —dijo Andrew—. ¿Te vas devuelta al dormitorio? —Esta noche —dijo Renee—. Empacamos la camioneta de Matt esta mañana. Andrew aceptó eso sin argumentos y se desvaneció hacia los vestidores para cambiarse. Nicky esperó un minuto, viéndose un poco desconcertado mientras miraba a sus compañeros de equipo por primera vez en días. Dan lo miró de nuevo, pero su imperturbable cara no era alentadora. —Hey —dijo Nicky, de manera apagada—. ¿Soportándolo? —De alguna manera u otra —dijo Dan. No preguntó cómo estaba Nicky. Probablemente porque no quería saber. Nicky no dijo nada por un momento, luego: —¿Cómo está Allison? —¿Te importa? —Preguntó Matt. —Matt —dijo Renee en un pequeño regaño. A Nicky le dijo—. Está pasando por un mal momento ahora, como se espera, pero nos aseguramos de que no estuviera nunca sola. Aún no le hablará a Betsy, pero creo que se abrirá pronto. —Sí —coincidió Nicky en apenas un susurro. Wymack esperó hasta que estuvo seguro de que estaban listos y le hizo un gesto a Nicky. —Ustedes dos vayan a la cancha y empiecen a dar vueltas. No pago por la electricidad de este lugar para que ustedes se queden parados cotilleando. El resto de ustedes terminen aquí y tomen agua. Tan pronto como Andrew y Nicky estén listos, empezaremos con los ejercicios. Tenemos… —Wymack hizo una pausa al sonido de su teléfono desde el pasillo—. Estas sanguijuelas me van a volver loco. Debería haber invertido en una secretaria. Nicky se dirigió a los vestidores mientras Wymack iba en busca de su teléfono. Neil estaba parado

al final de la sala, cerca de la pared, asique escuchó cuando Wymack contestó. A pesar de la molestia obvia de Wymack, mantenía un tono civilizado. —Entrenador Wymack, Universidad del estado de Palmetto. ¿Cómo dijo? Un segundo —Wymack salió al pasillo con el teléfono inalámbrico en la mano. Tapo el micrófono con su mano y pateó la puerta del vestidor de hombres para abrirla—. Andrew Joseph Minyard, ¿Qué mierda hiciste esta vez? —¡No fui yo, fue el hombre de un brazo! —Gritó Andrew fuera de vista. —¡Sal aquí! —Wymack gritó de vuelta mientras la puerta se volvía a cerrar. Andrew apareció unos segundos después, ya con su uniforme. Wymack lo apuntó con el teléfono y le dijo—. La policía está en el teléfono por ti. Más te vale que me vengas limpio antes de obtener su versión de esto. —No fui yo. Pregúntale a mi doble. Wymack lo miró con el ceño fruncido, sacó la mano del micrófono y puso el teléfono en su oído. —¿Cuál es el problema oficial…? ¿Higgins dijo? —Oh —dijo Andrew sobresaltado—. No, Entrenador… Wymack le hizo un gesto para que mantuviera silencio, pero Andrew lo tomó por la muñeca y arrancó el teléfono de su alcance. Wymack alcanzó su jersey antes de que Andrew pudiera escapar. Andrew no trató de liberarse, pero miró al teléfono en su mano como si nunca hubiera visto una tecnología parecida. —No lo hagas esperar todo el día —dijo Wymack. Andrew se giró, no lo suficiente para quedar libre pero si para poder ver a su hermano. Aaron se detuvo a medio estiramiento para mirarlo. Andrew levantó sus manos en un exagerado encogimiento de hombros y finalmente puso el teléfono en su oído. —Pig Higgins, ¿eres tú? —Preguntó Andrew—. ¡Oh! Sí lo es. Sí, estoy sorprendido. ¿Se te olvidó que no me gustan las sorpresas? ¿Qué? No, no te detengas. No me habrás perseguido después de todo este tiempo solo para hablar, así que, ¿qué quieres? —Andrew se mantuvo en silencio por unos segundos para escuchar, después dijo— No —y cortó. El teléfono comenzó a sonar de nuevo casi de inmediato. Los Foxes estaban muy atentos, olvidando sus elongaciones. Wymack no les ordenó que volvieran a sus asuntos, así que Matt se sentó en una de las bancas para ver a esta extraña escena desarrollarse. Andrew tiró de su jersey hasta que Wymack lo dejó libre, después se alejó de ellos tanto como pudo. Se apoyó en la pared, tapo su oreja con la mano libre y contestó el teléfono. —¿Qué? No, no te corté. No haría eso. Yo… no. Cállate.

Andrew colgó de nuevo, pero Higgins era lo suficientemente persistente como para llamar una tercera vez. Andrew dejó que sonara cinco veces antes de contestar con un profundo suspiro. —Háblame —dijo Andrew y esperó a que Higgins se explicara desde el principio. Higgins habló por unos buenos dos minutos. Lo que sea que estuviera diciendo no podía ser bueno; la conversación estaba visiblemente cortando el efecto de las drogas de Andrew. Su sonrisa se había ido y había comenzado a golpear su pie contra el suelo a la mitad de la historia de Higgins. Aparto su mirada de Aaron mientras la felicidad desaparecía de su expresión y apuntaba su mirada hacia el techo. —Vuelve atrás —dijo Andrew por fin—. ¿Quién se quejó? Oh, Pig, no me des evasivas. Sé dónde trabajas, ya ves. Sé con quién trabajas. Eso significa que hay un niño en su casa. No se supone que ella… ¿Qué? No. No me preguntes eso. Dije que no. Déjame en paz. Hey —dijo Andrew en un tono un poco más fuerte, como si tratara de ahogar los argumentos del oficial—, vuelve a llamarme y te mato. Cortó. Esta vez el teléfono se mantuvo en silencio. Andrew esperó para asegurarse de que Higgins cogiera la pista, luego puso una mano sobre sus ojos y luego rió. —¿Qué es lo chistoso? —preguntó Nicky mientras se unía a ellos de nuevo—. ¿Que me perdí? —Oh nada —dijo Andrew—. No te preocupes. Wymack miró de Andrew a Aaron y de nuevo. —¿Qué es lo que hicieron ahora? Andrew estiró sus dedos y miró por entremedio de ellos a Wymack. —¿Qué te hace pensar que es mi culpa? —Espero que esa sea una pregunta retórica —dijo Wymack, para nada engañado por el acto inocente de Andrew—. ¿Por qué la policía de Oakland te está llamando? —El cerdo y yo tenemos historia —dijo Andrew—. Sólo quería ponerse al día. —Me mientes una vez más a la cara y vamos a tener problemas. —Fue más o menos la verdad. —Andrew bajó su mano y lanzó el teléfono a través de la habitación. Golpeó el suelo tan fuerte que la parte trasera se desprendió. El teléfono se deslizó en una dirección y la batería en otra—. Trabajó con el programa PAL de Oakland. Pensó que podría salvar a niños en riesgos enseñándoles deportes después de la escuela. Algo como tú, ¿ves? Idealista hasta el núcleo. —Dejaste Oakland tres años atrás.

—Sí, sí, estoy tan halagado de que se acordara de mí o algo así —Andrew movió la mano en un gesto descuidado de “¿Qué puedes hacer?” y se dirigió a la puerta—. Nos vemos mañana. Wymack puso un brazo en su camino. —¿A dónde vas? —Me voy —Andrew apuntó más allá de Wymack, hacia la puerta—. ¿No dije que los iba a ver mañana? Tal vez lo murmuré. —Tenemos práctica —dijo Dan—. Tenemos un juego el viernes. —Tienen a Joan de Exy ahí. Háganlo sin mí. —Corta tu mierda Andrew —dijo Wymack—. ¿Qué es lo que de verdad está pasando? Andrew puso una mano en su frente de forma dramática. —Creo que me va a dar algo, cof, cof. Mejor me voy antes de infectar a tu equipo. Quedan tan pocos. No puedes permitirte perder a nadie más. La impaciencia tiró de la boca de Kevin hasta una fina línea. —Basta. No te puedes ir. Hubo un latido de silencio y luego Andrew se giró con una gran y retorcida sonrisa en sus labios. —¿No puedo Kevin? Te mostraré lo que no puedo hacer. Traten de ponerme en su cancha hoy y me aseguraré de sacarme a mí mismo para siempre. A la mierda su práctica, su alineamiento, y su maldito juego. —Es suficiente. No tenemos tiempo para tus berrinches. Andrew se giró y golpeó la pared tan fuerte que abrió la piel de sus nudillos. Kevin dio un rápido paso al frente, con la mano estirada como si pudiera detener a Andrew de dar un segundo golpe, pero Wymack estaba más cerca. Atrapó el brazo de Andrew y lo tiró lejos de la pared. Andrew no quito la mirada de Kevin para asimilar la interferencia. Sólo cuando Kevin dio un paso atrás, Andrew trató de liberarse del agarre de Wymack. —Cof, cof, entrenador —dijo Andrew—. Ahora me voy. —Entrenador déjelo ir —dijo Aaron—. Por favor. Wymack lanzó un vistazo frustrado entre ellos, pero Aaron estaba mirando sus pies y Andrew sonrió sin explicación. Finalmente, Wymack bajó su mano y dijo: —Tú y yo vamos a tener una larga charla luego, Andrew.

—Seguro —dijo Andrew, una brillante y descarada mentira. Se fue un segundo después. —En serio —dijo Nicky cuando la puerta se azotó detrás de Andrew—. ¿Qué me perdí? —Respuestas ahora, Aaron —dijo Wymack. —No sé —dijo Aaron. —Mi trasero que no sabes. —No sé —dijo Aaron de nuevo un poco más fuerte—. No sé por qué Higgins está llamando. Llámalo de vuelta o hazte amigo de Andrew si quieres respuestas. Él era el mentor de Andrew no el mío. Sólo lo vi una vez. —Obviamente dejó una impresión si aún lo recuerdas. —Oh —Dijo Nicky comenzando a entender—. ¿Es él el que…? No terminó, pero Aaron entendió lo que estaba preguntando. —Sí —Dijo Aaron—. Él fue quién me dijo que tenía un hermano.

CAPÍTULO 2 Traducido por AkiraTheUndaunted Corregido por Ella R

La críptica aclaración de Aaron era la única respuesta que ellos obtuvieron de él en la práctica. Wymack dejó de presionar al segundo en el que las cosas se volvieron personales. Neil esperaba que los estudiantes de último año dijeran algo sobre ello cuando pusieron las paredes de la cancha entre Wymack y ellos mismos, pero aparentemente compartían la impresión de Wymack. Dirigieron miradas curiosas hacia Aaron y Nicky de rato en rato, pero ninguno de ellos presionó por una explicación. Sin Seth alrededor para comenzar peleas con Kevin y Nicky, Allison disponible para protestarle a cualquiera dentro de su rango auditivo, o Andrew parloteando en el arco, sus ejercicios estaban casi alarmantemente silenciosos. La práctica pudo haber sido una completa pérdida de tiempo si no fuera por Kevin y Dan. Kevin estaba bastante concentrado en el juego como para dejar que algo lo distrajera cuando se encontraba en la cancha, y Dan conocía su papel como capitana. Aún así, Neil pensó que todos se sintieron aliviados cuando Wymack finalmente anunció el final de la práctica. Ellos dejaron el estadio al mismo tiempo, pero el desagrado de Nicky por las leyes de tráfico los llevó a la Torre de los Zorros primero. Nicky encontró un lugar cercano a la parte trasera del estacionamiento de los atletas, y se dirigieron al dormitorio como un grupo. A medio camino, notaron la figura que los esperaba en la acera. Andrew se sentó con las piernas cruzadas en la vereda y sus manos en los tobillos mientras los observaba acercarse. —No deberías estar afuera si estás a punto de enfermarte —dijo Kevin. —Cuanta preocupación —Andrew sonrió ante el tono frío de Kevin. —. No llores, Kevin. No es nada que una siesta y algo de vitamina C no puedan arreglar. Nicky se puso de cuclillas frente a Andrew. —Hey, ¿estás bien? —Haces preguntas extrañas, Nicky. —Me preocupo, es todo. —Suena como tu problema. Oh, ahí vamos, finalmente. Neil observó mientras Matt se volvía hacia el estacionamiento. Matt rondó dos veces antes de encontrar un lugar lo suficientemente grande como para que entrara su camioneta. Andrew miró al rostro a Nicky en una orden silenciosa para que se quitara del camino, así que Nicky se levantó

y se hizo a un lado. Andrew esperó hasta que Dan, Matt y Renee estuvieran lo suficientemente cerca para escucharlo antes de levantar su mano a manera de saludo y decir—: ¡Renee, lo hiciste! Bienvenida de nuevo. Te tomaré prestada. No te importa, ¿o sí? Sabía que no. Renee asintió. —¿Necesito algo? —Yo ya lo tengo —Andrew se levantó de un salto y caminó a través del estacionamiento. Renee se dio media vuelta y lo siguió. Ella lo alcanzó en un par de zancadas y se le puso a la par. Neil miró a Dan. Su boca era una fina y gruesa línea, pero ella no pareció sorprendida, y tampoco los llamó para que regresaran. Matt abrió su boca, luego tomó las señales del silencio de Dan y decidió no decir nada. Nadie más se movió hasta que Andrew y Renee alcanzaron la orilla más lejana del estacionamiento y entonces Aaron se alejó de golpe. En lugar de irse hacia adentro, caminó por la acera que serpenteaba alrededor frente a la Torre de los Zorros y llevaba de regreso al campus. —Bien —dijo Matt finalmente—. ¿Hablaremos sobre esto? Nicky frotó sus brazos como si se protegiese del frío, sin importar que afuera estuviera a cientos de grados centígrados, y sacudió su barbilla hacia la puerta. —No, sin un trago, no lo haremos. El equipo de Exy de la escuela tenía tres suites en el tercer piso. El cuarto del grupo de Andrew era el más cercano a las escaleras, las chicas estaban en el medio, y Matt y Neil estaban en el cuarto del final, el que alguna vez compartieron con Seth. Dan juntó su mano con la de Matt mientras se acercaban a la Suite y la apretó tan fuerte que sus nudillos se pusieron blancos. Matt ni siquiera parecía poder tomar fuerza de ahí. Él miraba la argolla de las llaves en su mano libre como si hubiera olvidado cuál lo dejaría entrar. —Fue un idiota —dijo Matt en voz baja. —Lo sé —replicó Dan. Matt tomó un poco de aire y finalmente abrió la puerta. La empujó, retrocedió al umbral y agarró más fuerte la mano de Dan. La triste mirada de Dan tenía a Neil propulsándose hacia adelante, pero era difícil de ver más allá de Matt. Neil no tuvo que esperar más; Dan fortaleció su ímpetu de moverse primero y jaló a Matt dentro del cuarto con ella. Neil esperó en la entrada para registrar los cambios. No había estado en este cuarto desde la mañana del domingo, y luego había pasado por allí para empacar sus cosas para la casa de Wymack. El domingo el cuarto se veía como siempre. En los pocos días desde entonces, alguien había venido y vaciado todas las cosas de Seth. El tercer escritorio ya no estaba, de igual manera la mesilla de noche que Seth había convertido en estantes para sus trabajos escolares. Esto dejó un espacio bastante evidente entre las cosas de Neil y Matt.

Neil fue a su cuarto mientras que Matt y Dan observaban el lugar vacío. Su cama y la de Matt seguían una encima de otra, pero la de Seth había sido llevada por los servicios residentes. Las dos cómodas que quedaban que alguna vez habían sido ocultadas por la cama de Seth ahora estaban expuestas en el cuarto, sus descuidadas superficies cubiertas con una fina capa de polvo. Era como si Seth nunca hubiera estado aquí, como si él jamás hubiera existido. Neil se preguntó si él podría desparecer así de fácil. Él dejó su mochila en su cómoda y regresó a la sala. Matt y Dan estaban sentados presionándose el uno contra el otro en el sillón. Matt estaba viendo la pared en la que solía estar el escritorio de Seth. Dan estudió el rostro de Neil, pero no dijo nada. Tal vez ella sabía que él no necesitaba su consuelo, o tal vez solo no había nada que decir. Kevin y Nicky no tardaron en reunirse con ellos. Nicky trajo algo de ron y abrió una botella de cola, así que Kevin fue por unos vasos de la cocina. Nicky apartó con esfuerzo su mirada lejos del espacio abierto en el cuarto. Él puso las bebidas en la mesita baja antes de arrodillarse frente a Dan y Matt. Kevin puso cinco vasos en la mesa y se sentó junto a Nicky. Neil quitó su taza de la mesa antes de que Nicky pudiera servirle algo y se sentó al final de la mesita donde podía verlos a todos. Nicky vertió sus tragos, los pasó, y levantó su vaso en un brindis silencioso hacia el cuarto. Nadie se le unió, pero Nicky no esperó. Se bebió la mitad de su trago sin tomar nada de aire. Luego lo recargó con más ron y miró de nuevo a través del cuarto a la brecha donde una vez estuvo el escritorio de Seth. —Entonces —comenzó Nicky, sonando más que un poco incómodo—. Esto es, uh… Matt no le dio tiempo para que lo entendiera. La mirada en su rostro dijo que él aún no estaba listo para hablar sobre Seth, especialmente no con él. Él arrastró la atención de Nicky de regreso a un tema seguro diciendo—: ¿Por qué Aaron no sabía que tenía un hermano? Nicky respingó, pero Neil no supo qué le molestó más: la pregunta o el áspero filo en la voz de Matt. —Ellos son gemelos —dijo Nicky. Él esperó a que ellos lo procesaran, mirando entre sus rostros en blanco, y frunció el ceño en recelo—. Piénsenlo por un momento, ¿sí? Imagina que eres mi tía Tilda. ¿Cuán dispuesto estarías a decirle a Aaron que abandonaste a su hermano cuando nació? Ella esperaba que el secreto permaneciera sepultado por siempre. —Pero Aaron lo descubrió —replicó Neil. Nicky le sonrió débilmente a Neil con los labios apretados. —Sí, y por eso creo en el destino. Mira, Aaron nació y fue criado en San José. Aparentemente la tía Tilda se cansó de tener citas con locales y empezó a visitar sitios para encontrar pareja en línea. Justo después de que Aaron cumpliera trece, la tía Tilda se ligó con este tipo en Oakland. Su novio pensó que ellos debían encontrarse en el juego de los Raiders, algo simpático, público y divertido, así que metió a Aaron en el carro y fue para allá.

»Aaron dijo que él estaba en el puesto de comida cuando este policía caminó hacia él, llamándole Andrew y hablándole como si se conocieran. Aaron pensó que estaba loco o confundido, pero no le tomó mucho tiempo al policía darse cuenta de que algo estaba mal. —Higgins— supuso Matt. —Sí. Tan pronto como Higgins se dio cuenta que él tenía al hermano equivocado, hizo que Aaron lo llevara de regreso a donde la tía Tilda estaba. Verán, Higgins pensó que la tía Tilda era otra madre adoptiva y que Aaron y Andrew quizás habían sido separados en el sistema. Higgins quería reunirlos así que la tía Tilda le dio su teléfono para pasar por Aaron y llevarlo de nuevo a casa. >>No sé por qué se molestó. Tal vez ella estaba bastante avergonzada de decir que no o no querría explicarle al policía qué estaba pasando. De cualquier manera, la madre adoptiva de Andrew le llamó al siguiente día para acordar el día del encuentro, y la tía Tilda se negó. Ella les dijo que no quería tener nada que ver con Andrew, no quería saber cómo era o lo que hacía, nada. Ella incluso hizo que le prometieran no volver a contactarla jamás. Nick terminó su segundo trago y preparó un tercero. —Pero Aaron sabía quién estaba llamando, y estaba muy emocionado por que su madre contestara el teléfono para saber los detalles. Tan pronto como ella levantó el de la cocina, él corrió a su cuarto y escuchó en el teléfono del piso de arriba. Así es como él descubrió la verdad —Nicky miró hacia su trago—. Aaron dijo que ese fue el peor día de su vida. —Dios —dijo Matt—. No lo culpo. ¿Y le dijo que la escuchó? —Oh, sí, Aaron dijo que lo habían soltado. Pero la tía Tilda no cedería, así que Aaron fue a sus espaldas y llamó al departamento de policía de Oakland. Él encontró a los coordinadores del PAL y les dio esa información para que se la pasaran a Andrew. Dos semanas después él recibió una carta por correo que básicamente decía “Jódete, aléjate”. Matt frotó sus sienes. —Sí, suena como Andrew. —Algunas cosas nunca cambian —dijo Nicky. —¿Entonces, cómo Aaron convenció a Andrew? —preguntó Dan. Nicky le dio una mirada peculiar. —No lo hizo. —Espera —dijo Dan—. ¿A qué te refieres con que no lo hizo? —Me refiero a que no lo intentó de nuevo. No sé quién les dijo a los padres adoptivos de Andrew sobre Aaron, si fue Andrew o el tal Phil, pero la madre adoptiva de Andrew escribió una carta para Aaron. Ella quería que Aaron lo intentara de nuevo, en primavera, y dijo algo sobre las vacaciones

siendo algo duras y que había muchos cambios en la casa. Así que Aaron esperó, pero esperó demasiado. En marzo, Andrew fue al centro de detención juvenil, y Aaron empezó a reconsiderar todo este asunto de su hermano. Dos meses más tarde la tía Tilda vendió la casa en San José y se mudó a Columbia. Dan se veía desconcertada. —Entonces, ¿cuándo se conocieron? —Papá supo acerca de Andrew hace cinco años, así que… —Nicky contó el tiempo con sus dedos—. Hace cuatro años y medio, más o menos. Papá fue a California para interrogar a la familia adoptiva de Andrew y pasó por el centro de detención. Un mes después, hizo que Aaron viajara para que pudiera hablar con Andrew, pero yo no considero esa sesión supervisada de media hora como la primera vez. Ellos se conocieron realmente cuando Andrew tuvo una libertad condicional un año después y papá intimidó a la tía Tilda para llevar a Andrew a casa. Nicky echó un vistazo a su bebida por un rato. —Raro si lo piensan, ¿cierto? Ellos realmente solo se han conocido por tres años. —Eso está hecho un lío —dijo Matt. —Sí, y esa es la versión bonita de la historia —dijo Nicky—. Como sea, así es cómo Aaron y Andrew conocen a Higgins. No sé por qué está llamando a Andrew ahora, pero no voy a preguntar. Yo veo la vida adoptiva de Andrew como un tema fuera de límites. No hablo de ello hasta que él lo hace. —¿Está bien eso? —preguntó Dan—. No sonó como el “Tanto tiempo sin verte” tipo de llamada; ¿qué tal si alguien desenterró algún crimen pasado para poder sacarlo de nuestra cancha? Puede que Phil estuviera llamándolo para advertirle sobre una investigación. —Andrew tendría cuidado de ello —replicó Nicky. —Eso no es muy tranquilizador —dijo Dan, pero lo dejó así. De alguna manera Nicky y Kevin terminaron comiendo con ellos. Era la primera vez desde que el tipo de último curso se había mudado al campus en junio, que Neil había visto a cualquiera de los del grupo de Andrew socializar con el resto del equipo. Neil lo atribuyó a la ausencia de los gemelos. Él había escuchado las quejas de Nicky hacia Aaron sobre el estado aislado de los primos, pero Aaron no había sido influido por el disgusto de Nicky. Ahora, sin Aaron para distraerlo o Andrew para guiarlo fuera del camino, Nicky era libre de hacer tanto como quisiera. Ellos ordenaron comida, así no tendrían que salir de nuevo, y Dan puso una película para evitar otra conversación desagradable. La película se había terminado antes de que cualquiera de los compañeros hubiera regresado, pero fue hasta entonces que a Nicky le importó presionar su suerte. —Buenas noches —dijo después de ayudar a limpiar la basura de la comida. —Te veo por la mañana —dijo Dan, y cerró la puerta detrás de él y Kevin.

Cuando ella se alejó de la perilla, se volteó con una mirada extraña hacia Matt. —Eso fue raro. —Sí Matt concordó—. ¿Alguna posibilidad de que pase de nuevo? —Matt —dijo Dan, pero lo dudaba. Ella miró a la pared lejana donde había estado el escritorio de Seth como si ella no estuviera segura de atreverse a decir las siguientes palabras en alto—. ¿Qué podría significar esto para nuestra temporada? A causa de que Wymack reclutó individuos problemáticos a propósito, los Zorros han sido un desastre fracturado desde el primer día. Ellos eran un equipo sin concepto de trabajo en equipo y determinados por su jerarquía a través de la fuerza. Pero cuando comenzaron las prácticas en el verano, noventa por ciento del conflicto comenzó con Seth. Seth siempre estaba listo para pelear con Kevin y los primos. No trabajaría en equipo con ellos en la cancha y se negaba a llegar a un acuerdo con ellos fuera de esta. Constantemente forzaba a los Zorros a tomar bandos. La expresión de Matt era cauta, como si no estuviera seguro de poder tener esta conversación tan pronto después de la muerte de Seth, pero él respondió: —No esperes nada. A ellos no les importa Seth. Ellos no se unirán a él tan fácil. —Pero —dijo Dan, porque ella y Neil lo escucharon en el tono de Matt. —Pero —Matt secundó, y miró a Neil—. Finalmente tenemos uno dentro. Neil miró a uno y a otro. —No entiendo. —Ya vimos esto antes, con Kevin —dijo Matt—. Ellos ya te reclamaron algo. Te van a arrastrar hasta su madriguera. Dan puso sus manos sobre los hombros de Neil y le dio una mirada determinada. —No te metas tan profundo para olvidarte de nosotros, ¿sí? Pon un pie en ese agujero y otro aquí, con nosotros. Debes ser la pieza que finalmente una a este equipo. No lo podemos entrar a las ligas sin ellos. Prométeme que lo intentarás. —No soy exactamente una fuerza unificadora —replicó Neil. —Tú definitivamente tienes algo que Andrew quiere —dijo Matt—. Y a donde Andrew va, ellos van. Solo tienes que tirar más fuerte de lo que él tira de ti. Ellos lo hacían sonar fácil cuando Neil sabía que no lo era. —Lo intentaré. —Bien —dijo Dan, apretando sus hombros una vez más antes de soltarlo—. Es todo lo que pedimos.

Dan se sentó en el sillón y jaló a Matt junto a ella. Neil se sentó en su escritorio y trató de ponerse al corriente con su tarea. Apenas era la segunda semana de clases y ya estaba atrasado. Trató de leer sus apuntes de química, pero a los pocos párrafos empezó a distraerse. Logró avanzar tres páginas más antes de darse por vencido y lanzar a su libro de texto lejos del escritorio. —¿Neil? —preguntó Dan. —¿Por qué la química es tan horrenda? —preguntó Neil, alcanzando las cosas de la siguiente materia. —Si lo resuelvo, serás el primero en saber —dijo Dan—. Siempre puedes pedirle ayuda a Aaron. Él se está titulando en ciencias biológicas. Neil preferiría reprobar antes que pasar más tiempo con Aaron. Su tarea de español era más fácil de realizar, pero su la de historia era bastante aburrida para soportarla. Neil tiró su libro sobre el de química y observó en blanco su tarea de inglés. Le dio al papel un lánguido esfuerzo, y luego buscó en su mochila su libro de matemáticas. Entonces se percató de que Matt y Dan lo estaban viendo. —¿Cuántas materias tomas? —preguntó Dan, frunciendo el ceño. —Seis —replicó Neil. —No es en serio —dijo Dan—. ¿Por qué? Neil la miró y luego a Matt. —Eso es lo que sugiere el programa. Dan le hizo una mueca, pero Matt contestó. —El horario es para personas que se graduarán en cuatro años. Tu contrato es de cinco por una razón. Todos saben que no puedes tomar el curso completo y jugar en un equipo. —Cuatro materias —dijo Dan, sosteniendo sus dedos hacia él—. Con eso se considera un estudiante de tiempo completo. Es lo máximo que quiero que lleves este semestre, ¿bien? Averigua cuáles dos harán tu vida más difícil y deshazte de ellas. No nos haces a nosotros ni tampoco a ti mismo un favor al consumirte esto así de rápido. —¿Puedo dar de baja materias? —preguntó Neil sorprendido. —En tus primeras dos semanas, sí —contestó Matt—. ¿Dónde está tu horario? Déjame ver. Neil sacó una carpeta y se la entregó. Dan le hizo una seña para que se sentara junto a ella. Tomó el horario para que todos pudieran ver. —¿Ves esto? —preguntó, señalando las clases de los lunes, miércoles y viernes de Neil—. Estas no se pueden quedar. Si no te das un respiro te vas a partir en dos. Cuando estaba en la preparatoria trabajaba por las noches, iba a la escuela, y era capitana del equipo de Exy. Eso me hizo odiar todo en mi vida. No quiero que te pase lo mismo. Matt me dijo que tú y Kevin tienen prácticas nocturnas,

para variar. Dime, ¿cuándo duermes realmente? —Durante clases —admitió Neil. Ella golpeó a Neil en la frente. —Respuesta incorrecta. Tienes un promedio que mantener. —Dan tuvo un par de años para perfeccionar este discurso —dijo Matt por encima de la cabeza de Dan—. Si la cancha es tu meta final, nunca vas a necesitar esas clases. La escuela solo es un fin y una excusa para jugar Exy, así que no te mates a ti mismo. Por lo que traeré mi computadora para que ingreses al portal de la escuela. Neil observó su horario mientras Matt sacaba su laptop de su mochila y se debatía cuál quitar. No era sobre cuáles consumían más tiempo, como Dan sugería, sino sobre las que no necesitaba para nada. Neil solo estaría en el Estado de Palmetto por un año, aunque no se lo había dicho a sus compañeros. Cualquiera que diera de baja, sería por su bien. Eso hizo a historia y química sus opciones primordiales, ya que las odiaba. Neil no era fan de sus clases de inglés o de oratoria, pero al menos esas lecciones podrían ser útiles cuando tuviera que fugarse. Él sin duda necesitaba sus lecciones de español, y al menos las matemáticas eran interesantes. Matt pasó su laptop a Neil cuando encendió, y Dan y Matt observaron mientras Neil ingresaba a su perfil de estudiante. Matt estiró el brazo por encima de Dan para señalarle a Neil los enlaces a los que tenía que acceder. —¿Mejor? —preguntó Dan cuando cargó el horario modificado—. Mira aquí. Tenías un descanso entre historia y oratoria, ¿verdad? Ahora tienes dos periodos libres. Puedes juntar tus horas de tutoría ahí, si quieres. Tienes una clase matutina los martes y jueves, así que tienes todo ese tiempo hasta la práctica para dormir y hacer tarea. Resulta perfecto, ¿no lo crees? Neil estaba más interesado en la parte de dormir que en la de hacer tarea. —Sí, gracias. —No nos agradezcas, recuérdanos —dijo Dan—. Somos compañeros de equipo. Estamos aquí para ayudarte con lo que sea que necesites, sea esto, los partidos o el estrés en general. Todos tenemos diferentes experiencias, pero estamos acostumbrados a necesitar ayuda. Aunque no estemos acostumbrados a recibirla. Pero ahora nos tienes a nosotros. Neil no sabía cómo responder. Él no estaba seguro qué le molestaba más: creer que ella lo decía en serio, o que él nunca podría tomar su oferta de todas maneras. Los Zorros no podían lidiar con sus demonios. El único al que le confiaba la verdad a medias era Andrew, y eso solo era porque estaba desesperado. Se salvó de contestar cuando alguien tocó la puerta. Neil comenzó a levantarse, pero tenía la computadora en su regazo aun, así que Matt le ganó. Neil pensó que podía ser uno de los otros

atletas del vestíbulo que había conocido a Seth por años, pero Renee estaba esperando en la entrada. Matt se hizo a un lado para dejarla entrar. Dan maldijo en voz baja junto a Neil. Él escuchó su tono, pero no entendió la palabra dicha; estaba distraído por la nueva cojera de Renee. —Desearía que no hicieras eso —dijo Dan. —Lo sé —replicó Renee. Ella se dejó caer en el cojín que Matt había abandonado mientras éste último hurgaba en la cocina. Regresó con una compresa fría. Renee sonrió mientras la tomaba y presionaba en sus nudillos de la mano derecha. El dolor tiró los bordes de su boca, pero por lo demás su expresión estaba calma mientras flexionaba sus dedos. Neil esperaba que Matt y Dan ahogaran a Renee con preocupación e inquietud, pero ninguno de ellos preguntó si ella estaba bien. —Dime si esto será un problema —dijo Dan. Renee sacudió su cabeza. —No para nosotros. Lo que sea que es, es estrictamente personal. Él regresará a la cancha mañana. Neil se preguntaba en qué universo alterno se había tropezado. —Andrew te golpeó. —Un par de veces —dijo Renee—. Olvidaba lo rápido que es cuando está drogado. Neil observó la sonrisa de Renee y luego su cabello con mechas arcoíris y después el collar que colgaba de su garganta. Él no entendía. Renee le advirtió que no sobreestimara lo buena que era, pero todos los demás decían que Renee era el alma amable del equipo. Ella no había sido más que conciliadora desde que la conoció. Y hasta ahora, la única parte cuestionable sobre ella era su amistad con Andrew. —Renee y Andrew son compañeros adversarios —dijo Matt. No sonaba tan ridículo para ellos como para Neil, pero aparte de preguntar frenéticamente qué hacía la chica dulce y cristiana peleando con el sociópata no oficial del equipo, Neil no sabía qué decir. Él miró a Matt para que lo ayudara, pero este solo sonrió ante su confusión. Neil entonces miró a Dan, pero ella estaba muy centrada en la mano de Renee como para notar su atención. Finalmente levantó la mirada y tuvo un poco de pena por él. —He vuelto a nacer, Neil. Andrew no está interesado en mi fé; está interesado en la persona que yo era antes. Él y yo tenemos más en común de lo que tú piensas. Es por eso que te hago sentir incómodo, ¿no es así? Dan y Matt le lanzaron miradas curiosas ante eso. Aparentemente ellos no habían notado cuán duro trataba Neil de no quedarse solo con Renee. Neil los ignoró y dijo: —Tú me haces sentir incómodo porque no tienes sentido. No te comprendo.

—Podías preguntar. —¿Es así de fácil? —preguntó Neil. —No estoy orgullosa de mi pasado, pero no puedo sanar si lo oculto. Cuando creas que estás listo para confiar en mí, házmelo saber. No quiero esperar a que haya un problema entre nosotros. Podemos conseguir una taza de café y hablar sobre cualquier cosa que quieras. Justo ahora, aunque… —Renee se apoyó en el brazo del sillón y se levantó—. Todo lo que quiero es un baño caliente y mi cama. Estoy exhausta. Dan enlazó su brazo a través de Renee, y miró a Matt y a Neil. —Ustedes, chicos, pueden pasar la noche en nuestro cuarto, si quieren. Si creen… —Ella no terminó, pero echó una mirada alrededor del cuarto que dijo suficiente—. Tenemos un futón que puedes usar, Neil. —Dormiré aquí —dijo Neil—. Pero debo practicar con Kevin esta noche, así que deberías llevar a Matt contigo. —¿Seguro? —preguntó Matt. —Seguro —contestó Neil—. Estaré bien. Matt dudó y luego le dio un beso a Dan de buenas noches. —Esperaré con él hasta que Kevin llegue. Te veo en un rato. Él las acompañó hasta la puerta y la cerró tras salir. En su ausencia, el cuarto se sentía cientos de veces más grande, y el silencio se asentó entre Matt y Neil como si fuera una piedra. —Es tarde —dijo Matt en un torpe intento por romper el silencio—. Tal vez Andrew está muy enojado como para dejarlo venir. —Tal vez. Neil se sentó en su escritorio a esperar. Kevin usualmente recogía a Neil a las diez para las prácticas nocturnas, pero Andrew se había ido por horas con Renee. Ahora faltaba poco para las once. Neil cubrió su bostezo con su mano mientras miraba el reloj. Se preguntaba si tenía que ir a su cuarto y preguntarle a Kevin si había cancelado la práctica y decidió que lo haría en media hora. Siete minutos antes de su autoimpuesta línea límite, Kevin finalmente se apareció. —En algún punto deberían dejarlo dormir —dijo Matt, siguiéndolos por el corredor para luego dirigirse a la siguiente puerta con Dan. —Él puede dormir cuando hayamos ganado las finales —replicó Kevin. Andrew estaba esperándolos en el auto como siempre. A pesar de la horrible manera en la que Kevin y Andrew dejaron la práctica, aparentemente no había tensión entre ellos ahora. Andrew no dijo nada cuando Kevin y Neil subieron a su auto y los llevó al estadio en silencio. Tal vez su

combate con Renee le quitó toda la energía, o tal vez a Andrew no le importaba lo suficiente para guardar resentimientos. Neil no estaba seguro, pero observó a Andrew subir las escaleras hasta las gradas y esperarlos, y eso lo dejó pensando. —Ahora, Neil— dijo Kevin desde la puerta de la cancha. Neil hizo todos los pensamientos sobre Andrew a un lado y siguió a Kevin hacia la cancha Foxhole.

CAPÍTULO 3 Traducido por Samn Corregido por Cotota La práctica del jueves fue más incómoda que la del miércoles. Sería fácil culpar la drogadicta aparición de Andrew en su tarde de portería, pero Andrew se comportó en su mayoría. No mencionó a Seth ni una sola vez y tuvo muy poco que decir a los chicos de clase alta. El problema era lo que Dan y Matt habían notado la noche del miércoles: el equipo se acomodaba mucho mejor sin Seth en la línea. Andrew, Aaron y Nicky podían tener problemas personales fuera del juego, pero trabajaban muy bien juntos. Matt tenía una entrada con el grupo gracias a su talento y a lo que sea que Andrew lo puso en el año pasado, Dan los lideraba y los mantenía en movimiento de su puesto como ofensivo. Kevin empujó a Neil sin piedad en las líneas de strike, pero Neil peleó a uña y diente para seguir. Renee alisaba los bordes dentados cada vez que se comenzaban a mostrar. Por primera vez en la historia de los Foxes, el equipo era una fuerza unificada. Dan y Matt podía verlo, pero Neil vio la culpa en sus rostros y escuchó la trampa en sus palabras cuando hablaban en los recesos. No querían encontrar el revestimiento plateado de la muerte de Seth y estaban dudosos de aprovecharlo. Neil quería decirles que la muerte no era una razón para detenerlo, pero encontró su humanidad interesante. Él sólo esperaba que pudieran superarlo antes del primer saque de la noche de viernes. Su segundo partido de la temporada estaba a un juego de distancia, del cual el equipo estaba agradecido. La ausencia de Seth era suficientemente notable en las prácticas; el primer partido en casa sin él sería extraño y distraído. Neil no pensaba que Allison aún estaría lista para él. Wymack los necesitaba en la cancha a las doce treinta el viernes para que pudieran ir de camino a tiempo. Los sacó de sus clases de la mañana, pero eso no salvó a Neil de sus lecciones de español y matemáticas. Después de cálculo dejó caer su bolsa en el dormitorio y se reunió con sus compañeros de equipo. Dan hizo un conteo en el pasillo para estar seguro de que todos estaban presentes, y luego se separaron entre dos autos para el corto viaje al estadio. Desde el viaje del sábado a Columbia, Neil había estado viajando al estadio con los primos. Había más espacio en el camión de Matt que el que había en los asientos traseros del de Andrew, pero Andrew le había dado una orden explícita de la noche del sábado: quédate en la línea de visión Kevin y mantén a Kevin enfocado en su potencial. Neil podría haber argumentado que no había nada que ganar por estar sentado detrás de Kevin en un auto, excepto que ahora Dan y Matt confiaban en él para unir al equipo de alguna manera. Estaban de acuerdo cuando decían que Andrew era la llave. Neil tenía que mantenerse en su lado bueno hasta que descubriera la palanca correcta, así

que tragó con disgusto e hizo lo que se le pidió. Tenía una nueva razón para sentirse incómodo cuando entraron al estacionamiento del estadio. Abby había estado afuera toda la semana para cuidar de Allison, pero su auto estaba aquí ahora. Eso significaba que Allison los estaba esperando en el vestuario. En la mañana del sábado Neil insultó a Riko en televisión nacional. Kevin les advirtió que Riko tomaría represalias el mismo día. Los Foxes debieron de quedarse juntos fuera de la vista, pero Allison y Seth fueron a los bares del centro de la ciudad con sus amigos. Neil vio a Seth justo antes de que se separaran. Recordó despedirse de los chicos de clase alta antes de seguir a Andrew al sur de Columbia. Cuatro horas después Seth estaba muerto. Pudo ser una trágica coincidencia y en un tiempo conveniente. Podría haber sido obra de Riko. Lo último era absurdo, pero lo primero era imposible. Allison sabía de los malos hábitos de Seth. Sabía que a Seth le gustaba mezclar bebidas con pastillas prescritas. Neil vio a Allison excavar en los bolsillos de Seth en busca del envase. Terminó sin nada y con un beso sacó la irritación de Seth. De todas formas terminó con una sobredosis y Andrew estaba convencido que Riko estaba detrás de esto. Neil no había sido directamente responsable de una muerte en años, aunque sabía cuanta gente había muerto por mandato de su madre al mantenerlo a salvo. Neil nunca quiso ser su padre, pero tampoco quería convertirse en su madre. Eran diferentes tipos de crueldad y Neil, por todos sus problemas conectados a otras personas, no quería ser un monstruo. Aunque, por la forma en que ésta temporada estaba comenzando, tal vez era inevitable que se convirtiera en sus padres.

Neil necesitaba más tiempo para descubrir cuál teoría se pondría de lado, pero no importaba lo que él pensara. Si Allison conectaba los puntos y le culpaba la muerte de Seth a Neil, no habría forma de lidiar con ella este año. Neil tenía que arreglar las cosas con ella de alguna forma, pero no sabía cómo empezar. Nunca había sido bueno ganando a la gente. Alguien como Allison probablemente no sería su primer éxito. Allison Reynolds fue una elección desconcertante elección para Palmetto State. Se veía como la imagen perfecta de una princesa, pero podía luchar con los mejores de ellos en la cancha. Se negaba a doblegarse a las expectativas de los demás sobre ella y podía ser honesta hasta el punto de ser cruel. Podía haber heredado los billones de dólares del imperio sus padres, pero no quería las restricciones que vendrían con esa vida. Quería tener el derecho de ser su propia persona. Quería probarse a sí misma en la cancha. Y por alguna razón, quería a Seth a pesar de sus muchos problemas y su grosero cariño. Neil esperaba que pudiera aprender a vivir con dos de ellos en lugar de tres. Andrew debió sentir a Neil tensarse; estaban sentados hombro con hombro en el asiento trasero del auto de Andrew. Siguió la mirada de Neil hasta el auto de Abby mientras Nicky entraba al espacio de estacionamiento en un corto camino hacia abajo.

—Lo logró —dijo Andrew—. Esto deberá ser interesante. Nicky sacó la llave del contacto. —Para ti, tal vez. —Sí, para mí —Andrew rio y salió del auto. Aaron era más lento para moverse, así que Neil siguió a Andrew hacia el asfalto. Dudó con una mano en la puerta y miró el autobús de los Foxes donde se habían estacionado unos espacios abajo. Andrew los vio con una sonrisa de sorna en sus labios. Neil estaba estancado y ambos lo sabían. Molesto, Neil empujó la puerta del auto para cerrarla y empezaron por la valla. Insertó los dígitos de Abby en la clave de seguridad y escucharon el zumbido antes de tratar de escalar. Andrew ya estaba sobre sus talones mientras recorría el pasillo, sin dudar que Kevin estuviera justo detrás de él, así que Neil no se permitió retrasarse. Se preparó por la posible reacción de Allison y se detuvo en la entrada de los vestidores. Neil había visto mejor a Allison, vestida perfectamente con un maquillaje impecable y rizos. La había visto fuera de la cancha, rojiza y sudada y humana. Nunca la había visto así. El platinado cabello rubio de Allison estaba perfectamente estilizado y todo lo que usaba estaba de moda y era costoso. A primera vista era como si nada hubiera cambiado, pero en sólo una mirada en un simple segundo le mostró que la lucha se había ido de ella. Se sentó con sus dedos entrelazados y las manos apoyadas en sus rodillas, sus hombros decaídos y su expresión muerta. Sus ojos estaban hinchados y miraba al suelo, aparentemente inconsciente de la llegada de sus cinco compañeros de equipo. Andrew fue directamente a su lugar del sillón como si no hubiera notado que ella estaba ahí, pero Aaron y Kevin se quedaron inmóviles al verla. Neil pensó que debería disculparse o preguntarle si estaba bien, pero su voz murió dentro de él. Sorpresivamente, fue Nicky quien encontró la fuerza para cruzar la habitación hacia ella. Se agachó frente a ella, moviéndose lentamente como si pensara que huiría de él si la sorprendía y miró su rostro. —Hey —dijo Nicky, suave y gentil como si ninguno de los dos se hubieran pasado todo el verano empujándose el uno al otro en la cancha—. ¿Hay algo que podamos hacer? No respondió, pero lo escuchó. Sus labios se volvieron blancos mientras los presionaba juntos. Nicky se quedó dónde estaba, tratando de darle un silencio de ayuda o esperando su respuesta. Pasaron años antes de que Allison se moviera de nuevo, pero no miró a Nicky. Su mirada sombría se elevó infaliblemente al rostro de Neil. Neil se quedó en silencio y de pie dentro de los vestuarios y esperó por su sentencia. Nunca llegó. Los segundos se alargaron, infinitos y terribles, y la expresión de Allison nunca cambió. No se veía enojada como pensaba que debería estar o triste como estaba seguro que tendría que estar. Sólo

estaba-ahí. Estaba respirando, pero estaba sin vida, una marioneta a la que le habían cortado sus cuerdas. Neil se salvó por la llegada del resto del equipo. Tenía que moverse para evitar ser golpeado por la puerta. Dan y Renee fueron directamente a la silla de Allison y tomaron lugar a cada lado de ella. Dan rodeó su brazo alrededor de los hombros de Allison, de alguna forma se veía más feroz que reconfortante y le murmuró algo a Allison al oído. Allison giró su cabeza hacia Dan, absorbiendo las palabras tranquilizantes que Dan tenía para ella, y Neil finalmente recordó cómo moverse. Nicky se levantó cuando fue obvio que las chicas podían encargarse de Allison. El resto del equipo se dispersó lentamente alrededor del resto de la habitación. Todos llegaron a tiempo, pero Wymack y Abby estaban visiblemente ausentes. Neil se preguntó si Wymack llegaba tarde apropósito. Su ausencia se llevó la presión y la realidad de por qué estaban aquí. Les estaba dando a los Foxes unos pocos minutos para ajustarse al regreso de Allison y al duelo. Les había dado una oportunidad de verla antes de que Wymack los forzara a regresar su atención al Exy. También les mostró a lo que se enfrentarían esta noche. Allison estaba de vuelta, pero se veía como si se estuviera sosteniendo en pedazos. Neil no sabía si lo sostendría lo suficiente para jugar. Si no podía, se quebrarían. La Universidad de Belmonte era una de las escuelas más fuertes en su distrito. No era de tan alto ranking como lo era Brekinridge, pero serían casi tan difíciles de enfrentar ahora que los Foxes habían perdido a Seth. Si también perdían a Allison, el juego terminaría antes de que comenzara.

La puerta de la oficina de Wymack se abrió por fin. Entró al salón y señaló a Allison. —Adelántate, Allison. Nicky llevará tus cosas. Nicky le hizo una cara a Wymack pero fue lo suficientemente inteligente para no quejarse donde Allison podía escuchar. Allison se liberó del abrazo de Dan y salió sin mirar atrás. Nicky esperó hasta que la puerta se cerró detrás de ella antes de hablar en voz alta. —En serio, ¿de quién fue la idea de traerla? —Preguntó Nicky—. No debería estar aquí. —Le dimos la opción de quedarse —dijo Wymack—. Quería venir. —Yo ni le hubiera preguntado —dijo Nicky, dando una mirada de preocupación a la puerta—. Sólo la hubiera dejado atrás y me disculpo después. No está lista. Andrew rió. —Tan poca fe, Nicky. No te preocupes. Jugará. Fue una muestra de apoyo del individuo menos esperado. Andrew sonrió ante los rostros en shock y sospecha de sus compañeros. No se molestó en explicar de dónde venía esa confianza pero le-

vantó sus manos e hizo un gesto a los strikers a cada lado de él. —En verdad, deberían preocuparse más por estos dos lunáticos. —Es de eso de lo que quería hablar —dijo Wymack, moviéndose para pararse frente a la TV—. Dan y yo pasamos esta semana descifrando la mejor forma para lidiar con la línea striker. Ya saben que no puedo conseguirles un sub todavía. Kevin jugó a en medio anteriormente, pero no desde el otoño pasado. No creo que alguna vez lo hayan intentado —dijo Wymack y asintió cuando Neil sacudió su cabeza—. Ninguno de ustedes puede jugar un juego entero en el estado en que se encuentran ahora. Tendremos que trabajar hasta esa semana a la vez. —Por lo mientras, combinaremos las cosas para seguir a flote —Wymack miró a Dan y Renne, quienes no se habían ido de la silla de Allison para reunirse con Matt en el sillón—. Nuestra solución no es bonita, pero es la mejor que podemos obtener con tan poco tiempo de aviso, así que pongan atención. Su tablilla estaba recargada en el centro de entretenimiento. La recogió, pasó unas cuantas páginas y empezó a leer. —La alineación inicial para la mitad de esta noche es con: Andrew, Matt, Nicky, Allison, Kevin, Neil. Primera mitad subs: Aaron con Nicky, Dan con Kevin, Renee con Allison. —Espera —Nicky le lanzó a Renne una mirada asustada—. ¿Qué? Wymack levantó una mano para interrumpir a Nicky. —Alineación de segunda mano: Aaron, Nicky, Allison, Kevin, Dan. Matt está para Nicky, Neil para Dan, y Renee está para Allison, de nuevo —Dejó caer las hojas y miró hacia arriba—. Díganme que lo entendieron, porque no lo repetiré. —¿Es una broma, Entrenador? —Preguntó Nicky—. Renee es portera. —Dan es la única que puede completar la alineación delantera —dijo Renne—, y Allison va a tocar y correrá por un tiempo. El Entrenador y yo hablamos de ello el jueves, así que he tenido algo de tiempo para modificar nuestro equipo extra. Sé que no he jugado en defensa desde la escuela intermedia, pero daré mi mejor golpe. —Por favor no te lo tomes a mal, pero no eres tú quien me preocupa —dijo Nicky—. Si vas a jugar siendo crupier, ¿a quién tendremos en la portería de la segunda mitad? Wymack miró a Andrew. Andrew miró sobre su hombro como si estuviera buscando a un tercer portero. No había ninguno, así que arqueó una ceja hacia Wymack y movió su pulgar hacia su boca sonriente. —El Entrenador sabe que mi medicina no funciona así.

—Lo sé —dijo Wymack —¿Qué me está pidiendo que haga? —No te estoy pidiendo nada —dijo Wymack—. Tenemos un trato y no voy a negarlo. Estoy ofreciendo una transacción, los mismos términos y condiciones como el año pasado. Abby tomó la botella ayer y la puso en el botiquín de primeros auxilios. Es tuya tan pronto como salgas fuera de la cancha. Lo único que tienes que hacer es jugar. Como sea que juegues ya depende de ti. —No estarán listos en una semana. ¿Cuánto tiempo piensa que mantendrá esto? —El tiempo que tú puedas —dijo Wymack—. ¿Así que puedes mantener la alineación o no? Andrew rió. —Supongo que lo averiguaremos. Nicky era persistente. —Entrenador, esta alineación está demente. —Sip. Buena suerte —Wymack les aplaudió para ahogar cualquier otro argumento—. Hay que moverse. Tomen su equipo y salgan de mi vestidor. Dan, Renee, si pudieran ordenar las cosas de Allison, Nicky las llevará al autobús. Matt, me vas a ayudar con el carrillo. Arrancaré el bus en diez minutos. Si no están en él, no vendrán con nosotros. Vayan, vayan, vayan. Se dispersaron a las salas de carga para buscar su equipo. Sus bolsas de viaje los estaban esperando en los bancos junto a los casilleros. Neil tomó la suya y la giró sobre sus manos, admirando el brillante naranja bordado. Su nombre y número estaban en un lado y una pata de zorro estaba en la otra. Olía a nuevo. Apenas había puesto su último número en la combinación de su locker cuando un golpe de metal se escuchó a lo lejos. Neil volvió su atención a sus compañeros de equipo. Andrew estaba abriendo y cerrando su casillero sin razón aparente. Sólo lo hizo dos veces antes de que Kevin tomara la puerta para detenerlo. Andrew no luchó pero tomó su equipo y lo tiró al suelo. —¿Qué sucede? —preguntó Kevin— No puedes durar un juego entero sin tu medicina. Neil agradeció que alguien lo preguntara, porque tenía sus propias dudas acerca del plan. El aislamiento empezó poco después de que Andrew se saltara una dosis y vino en tres etapas: un rompimiento psicológico y físico, una violenta enfermedad y unas dementes ansias. Neil había obtenido unos vistazos de las primeras dos etapas. No sabía cuánto tiempo pasaría para que la tercera entrara, pero Matt una vez le dijo a Neil que sería afortunado si nunca la veía. El aislamiento no debería ser un problema, ya que se le exigió a Andrew que se mantuviera en su tratamiento por tres años como parte de su acuerdo de libertad condicional, excepto que Wymack

le dejaba venir con sus drogas en las noches de juego. La cancha era demasiado frenética y el equipo de Andrew era demasiado grueso para notar cuando la maniática sonrisa dejaba su rostro. Si Andrew podía aguantar el golpe de la primera mitad, podría tomar sus pastillas durante la pausa de la mitad de tiempo y recuperarse en los banquillos el resto del juego. Andrew parecía tenerlo controlado en una forma de arte. Neil ni siquiera había notado la diferencia de la semana pasada. Pero eso fue por una mitad, y ahora se esperaba que Andrew jugara un juego entero. La obvia respuesta para eso era que Andrew tuviera que jugar con sus drogas esta noche si quería o no, pero las cosas nunca eran tan fáciles con Andrew. —No, probablemente no —Andrew sonaba demasiado alegre para alguien que iba a pasar la mitad de su noche en un serio malestar. Se agachó y comenzó a recoger el desastre que había hecho con su equipo y uniforme—. Ya se nos ocurrirá algo. —Lo hizo una vez —dijo Matt. —Sí, el pasado Octubre —Nicky no levantó la mirada de donde estaba arreglando sus cosas en su

bolsa, pero estaba sonriendo como si contara una historia—. Descubrimos que la ERC iba a eliminar de los rangos de Clase I si no dejábamos de perder. El Entrenador le pidió a Andrew un milagro y Andrew nos lo dio. Hizo que el Entrenador escogiera un número entre el uno y cinco, y esos fueron los puntos que dejó que el otro equipo tuviera antes de que los derrotara. Fue probablemente la cosa más ruda que he visto. Si se suponía que sus palabras hicieran sentir mejor a Kevin acerca de las posibilidades de Andrew esta noche, lograron exactamente lo opuesto. El rostro de Kevin era una tormentosa nube. —Así que lo intentarás —dijo Kevin a través de sus dientes apretados—, porque el Entrenador te lo pidió. Andrew apoyó sus brazos en sus rodillas, inclinó su cabeza hacia atrás y le sonrió a Kevin. —Cuidado, Kevin. Tu racha de celos se está mostrando. —Por ocho meses me dijiste no. En ocho segundos le dijiste sí. ¿Por qué? —Oh, eso es fácil —Andrew acomodó la última parte de su equipo en su bolsa y la cerró. Colgó su bolsa sobre sus hombros y se puso sobre sus pies, levantándose tan cerca de Kevin que casi golpeó a Kevin haciéndolo retroceder un paso—. Es más divertido decirte a ti no. Eso era lo que querías, ¿cierto? Querías que me divirtiera. Lo hago. ¿Tú no? Para alguien tan pequeño, Andrew hacía mucho ruido cuando se le empujaba a los casilleros. Andrew se estaba riendo mientras se estrellaba con el metal anaranjado. Neil no sabía que le divertía más a Andrew: le violencia de Kevin o la salpicada de sangre que ahora manchaba la parte frontal de la camisa de Kevin. Neil no había visto a Andrew sacar un cuchillo, pero estaba en su mano en el aire entre ellos. Kevin se alejó de Andrew con una afilada maldición.

—¡Jesús, Andrew! —dijo Matt— ¿Kevin estás bien? —Estoy bien —Kevin puso una mano en su pecho para confirmar la verdad de sus palabras. Neil estaba en la parte más lejana de ellos en los casilleros, así que no podía ver muy bien, pero la relativa falta de sangre le hizo pensar que el corte fue superficial. Era largo, pero no era serie. Aunque, iba a arder cuando Kevin se pusiera el pesado equipo sobre ella esta noche. Andrew se paró lejos de los casilleros y se metió en el espacio de Kevin de nuevo. Puso la punta de la cuchilla contra el pecho de Kevin sobre su corazón y miró hacia arriba a la cara de Kevin. Kevin se veía más enojado que intimidado mientras le devolvía la mirada. Matt comenzó a ir hacia ellos, tal vez pensando que tenía que terminar la ronda dos de su pelea. Kevin no apartó la mirada de Andrew cuando le señaló a Matt para que se apartara. Matt no se detuvo hasta que estuvo a poca distancia. Allí esperó, quieto y tenso, a que uno de ellos hacia el movimiento equivocado. Después de quedarse quieto, Andrew habló de nuevo. —Kevin, Kevin. Tan predecible. Tan patético. ¿Qué tal un tip? Una recompensa por todo tu duro trabajo, o algo. ¿Listo? Comenzarás a tener más éxito cuando empieces a pedir cosas que realmente puedes tener. —Puedo tener esto —dijo Kevin, su voz gruesa de frustración—. Sólo estás siendo estúpido. —Supongo que lo veremos, ¡pero no digas que no te lo advertí! Andrew se paró alrededor de él y limpió su cuchillo en su brazo. Lo que fuera que Andrew usara, había un accesorio que nunca se quitaba: un par de brazaletes negros que se estiraban de sus codos hasta sus muñecas. Eran más un chiste, una forma para que los extraños diferenciaran entre los gemelos, pero Andrew tenía otro propósito para ellos. En junio, Neil descubrió que Andrew estaba escondiendo unas fundas debajo del delgado algodón. Tan pronto como Andrew supo que su arma estaba limpia, el cuchillo desapareció de vista. Andrew salió de a la puerta un par de segundos después. —¿Es en serio? —Nicky sonaba exasperado mientras tomaba su bolsa— Pensé que habías renunciado a esta pelea hace unos meses. Nunca vas a ganar. Kevin irrumpió en su casillero sin responderle y empezó a empacar su bolsa. Nicky negó con la cabeza y se encaminó a la puerta. Aaron no había visto lo suficiente de la corta pelea, así que fue justo detrás de Nicky. Neil vigiló a Kevin por otra explosión, pero Kevin estaba desahogando el resto de su ira silenciosamente. Empujó su equipo dentro de su bolsa como si quisiera romperlo. La única cosa que le importaba a Kevin era el Exy. Había sido criado en este deporte y la única cosa que quería era superar a los demás delanteros que enfrentaba en la cancha. Empujaba a sus compañeros de equipo sin piedad y demandaba tanto lo doble en él mismo. Kevin no podía soportar la incompetencia y no podía tolerar nada menos que el mejor esfuerzo de sus compañeros

de equipo. Lo que Kevin más odiaba de todo era la desgarrante apatía de Andrew. Andrew tenía una de las mejores estadísticas de guardián en el sureste y eso fue sin hacer ningún esfuerzo. Kevin se había pasado la mejor parte del año tratando de llegar a Andrew. Quería que el Exy significara algo; quería la mejor actuación de Andrew como un hombre que moría pidiendo un último aliento. Andrew lo sabía y se negaba a jugar. Neil comprendía la furia de Kevin. Había estado igualmente desconcertado este verano cuando vio a Andrew jugar por primera vez. Era imposible-debería ser imposible-que alguien tan talentoso le importara muy poco. Desafortunadamente las drogas de Andrew rompieron su atención abarcada y lo mantuvieron zumbando demasiado alto para sinceramente preocuparse por el resultado del juego. Jugar contra el aislamiento podría realmente ser la mejor opción, excepto que Neil había tratado de hablar con un semi-sobrio Andrew acerca del Exy en el verano. Andrew dijo que era demasiado aburrido para que valiera la pena. Era una cosa que los problemas psicológicos de Andrew y su medicina lo hacían incapaz de tratar, pero acababa de venderle su juego a Wymack sin una verdadera discusión. Neil no sabía lo que eso significaba y no sabía cómo sentirse al respecto. Matt esperó hasta que Kevin saliera un minuto más tarde antes de mirar a Neil. —Bueno, esta noche será asombrosa. —Creo que querías decir “terrible” —dijo Neil, cerrando su bolso. Matt le dio a Neil una sonrisa y cerró su locker. Pasó junto a Neil de camino a la puerta y puso una mano en el hombro de Neil. —Sólo trata de no pensar en ello hasta que lleguemos. No te harás ningún favor si te pasas el camino estresándote por cosas que no puedes cambiar. Neil asintió y dijo: —Matt, le ayudaré al Entrenador con las raquetas. Le quiero preguntar algo. —¿Estás seguro? —preguntó Matt— Entonces dame, llevaré tu bolso al autobús. Será extraño cargar con ambos. Neil le tendió su pesado bolso y sostuvo la puerta. Matt giró a la izquierda y se dirigió a la salida, y Neil fue directamente al vestíbulo. Wymack tenía el closet de equipos abierto y ya había desplegado la carretilla donde colgaban las raquetas. Las tapas protectoras estaban abiertas para que Wymack pudiera checar las cabezas. Neil sabía que los palos estaban en buen estado, ya que el mantenimiento era una de las últimas cosas que los Foxes hacían antes de terminar las prácticas cada día, pero Wymack estaba probando las tensiones de cuerda debajo de la línea.

Wymack vio a Neil acercarse pero no le preguntó por qué estaba Neil aquí en lugar de Matt. Neil no dijo nada al principio pero se acercó y clavó sus dedos a través de la cabeza de su raqueta. Llevaría sus dos raquetas esta noche sólo por si acaso. Las raquetas estaban sólidamente construidas para poner poder detrás de sus lanzamientos y resistir todo el control del palo en la cancha, pero incluso la raqueta más fuerte se rompería con el suficiente abuso. Neil no quería estar a siete horas de casa y no tener nada con qué jugar. —Cuida tus dedos —dijo Wymack. Neil se movió para que Wymack pudiera cerrar las tapas. Los cierres de plástico hicieron click en una rápida sucesión. Wymack sacudió un poco el estante para asegurarse que ninguno de ellos se fuera a abrir y luego hizo un ademán para que Neil tomara el mango frontal. Neil hizo lo que se le pidió pero no se movió. Se detuvo, excavando mentalmente por la mejor manera de formular su pregunta. Pensó que Wymack lo apresuraría, ya que tenían un horario que seguir, pero Wymack lo esperó. —No creí que Andrew tuviera una etiqueta de precio —dijo Neil—. No parece ser el tipo de persona que puede ser comprada.

—No lo es —dijo Wymack—. Si le pidiera que lo hiciera gratis, lo haría. La única razón por la que está consiguiendo algo de esto es porque sé lo que le costará jugar con nosotros esta noche. —¿Pero por qué? —preguntó Neil—. ¿Por qué es tan especial? Wymack le arqueó una ceja: —No lo soy. —No lo entiendo. —Tal vez has notado lo mucho que dejo a este equipo salirse con la suya —dijo Wymack—. Sé qué tipo de personas he reclutado y sé que algunos necesitan un poco de ayuda para mantenerlos parejos. Así que mientras ninguno salga herido, ninguno sea atrapado y ninguno sea lo suficientemente estúpido para traerlos a mi cancha, no me importa en que se metan ustedes en su tiempo libre. No es mi asunto porque no quiero que sea mi asunto. Wymack se refería a la fiesta cubierta de drogas y alcohol que Andrew había dado a su grupo en Columbia. Neil no estaba seguro qué le sorprendía más: que Wymack supiera en lo que su alineación defensiva se metía o que dejara que sucediera. Las inacciones de Wymack no eran aprobatorias, pero un hombre en su posición no debería perdonar tales cosas ni siquiera implícitamente. Tal vez lo hacía, pero Neil sabía que no era tan simple. Alguien dijo que Wymack había reclutado atletas problemáticos como un truco publicitario. Otros pensaban que era un idealista mal aconsejado. Desenterrando talentosos desastres y dándoles la oportunidad de cambiar sus vidas, era una agradable teoría y un desastre en realidad. La verdad era

que Wymack los escogió porque él entendía de primera mano cuanto necesitaban otra oportunidad. Veía al otro lado porque sabía lo mal que algunos necesitaban unos escapes para sobrevivir. —¿Andrew sabe que lo sabes? —preguntó Neil. —Claro que lo sabe. Eso era interesante. Andrew sabía que Wymack podía mantener un agarre más estrecho en él y estaba eligiendo no hacerlo, así cuando Wymack necesitara atravesarlo lo haría. Neil pensó en ello y preguntó: —¿Es respeto o prudencia? —Iremos con lo último —dijo Wymack—. Le agrado a Andrew tanto como tú le agradas. No había nada en su tono para hacerlo una acusación, pero Neil aun así se contrajo de dolor. —Lo siento. —Discúlpate mientras caminas. Ya vamos tarde. Giraron el carrillo hacia el pasillo de salida. Neil se detuvo en el salón el tiempo suficiente para tomar su mochila y Wymack apagó las luces a medida que avanzaban. Esperaron afuera de la puerta lo suficiente para asegurarse de bloquear la salida. Metiendo el carrillo al bus fue extraño, ya que tuvieron que cargarlo de lado. Por suerte, el estuche que lo rodeaba impedía que las raquetas se arrastraran contra el piso de metal del autobús. Wymack cerró las puertas de almacenamiento con un fuerte empujón, siguió a Neil al bus e hizo un conteo desde el frente. Todos ya estaban dentro. Abby tenía la primera fila, con Dan y Matt compartiendo los asientos traseros a ella. Allison y Renee estaban sentadas juntas en el tercer asiento, eligiendo la comodidad y el compañerismo para que se extendiera sobre el lugar. Porque los chicos de clase alta se juntaron, dejaron cuatro filas vacías entre ellos y el grupo de Andrew. A comparación de sus compañeros de equipo, el grupo de Andrew se sentó uno por fila. Andrew tuvo el último asiento, con Kevin justo frente a él. Nicky había estado frente a Kevin la última vez, pero ahora Nicky y Aaron estaban en fila para dejar un lugar vacío en el medio. Neil no tuvo que preguntar por qué. Dejó caer su mochila en el tercer asiento y se hundió en el asiento. El cuero crujió cuando Nicky se giró, y Nicky le sonrió a Neil sobre su asiento. —Había comenzado a pensar que te habías perdido. —No —dijo Neil—. Sólo quería checar algo. Al terminar su conteo, Wymack fue al asiento del conductor. El autobús retumbó con vida y las puertas se cerraron. Unos minutos después estaban de camino. Neil vio por la ventana hasta que el campus desapareció de vista.

CAPÍTULO 4 Traducido por Samn Corregido por Cotota El viaje a la Universidad de Belmonte fue relativamente tranquilo. Neil había llevado el trabajo escolar para pasar el tiempo, pero no tenía suficientes tareas para completar un viaje de seis horas. Afortunadamente, Nicky pudo hablar durante días una vez que alguien lo puso en movimiento, por lo que Neil tenía a alguien que lo distrajera del tiempo que llevaban en el camino. Renee se unió a ellos en un punto para hablar sobre posibles jugadas y pedir consejo. Ella ya había hablado con Matt y Wymack, pero quería compartir ideas con la otra mitad de la línea de defensa. Abby condujo la mayor parte del camino para que Wymack pudiera dormir. Volvían en auto después del partido en vez de registrarse en un hotel para pasar la noche. Wymack conduciría ese trayecto y con suerte no los enviaría fuera de la carretera. Podrían haber contratado a un conductor como la mayoría de las escuelas, pero Wymack estaba casi tan receloso de tratar con extraños como sus Foxes. Al parecer, era mejor sentirse incómodo pero seguro que confiar en un extraño con su equipo fracturado. Se detuvieron para echar gasolina y tomarse un descanso en el baño, se detuvieron nuevamente para una cena rápida y cruzaron una zona horaria camino a Nashville. El primer servicio fue a las siete y media, pero el reloj de Neil dijo que habían llegado al estadio a las siete y cuarenta y cinco. No tenía sentido devolver su reloj una hora solo por un juego, así que se lo quitó y lo metió en su bolsa de lona. Dejaron el autobús en un estacionamiento cercado atendido por un par de desapasionados guardias de seguridad. Dos voluntarios esperaron a que los Foxes descargaran su equipo antes de

llevarlos al vestuario del equipo de fuera. Neil confió en sus pies para llevarlo allí y miró a su alrededor. El estadio de la Universidad de Belmonte era casi idéntico al de la Corte Foxhole en tamaño y construcción, pero a Neil le resultaba difícil ver las similitudes cuando la multitud que los rodeaba vestía de verde. Buscó a Orange y no pudo encontrarlo en ningún lado. Después de cuatro meses en el Foxhole Court, Neil descubrió que el diseño del vestuario de Belmonte era desorientador. Las habitaciones eran más grandes, para acomodar a los equipos más grandes de la liga, pero se sentía más pequeño y atrasado de alguna manera. Los vestuarios estaban justo dentro de la puerta por la que entraron, y el baño estaba separado. Neil supuso que era más barato tener un baño unisex que instalar inodoros en ambos vestuarios. Había una habitación que Abby podría usar en caso de que alguno de sus jugadores se lesionara. La última y más grande habitación fue para los Foxes, para discutir estrategias entre mitades y reunirse con la prensa después del juego.

Uno de los voluntarios tomó la puerta de atrás hacia el estadio para encontrar a los árbitros y alertar al entrenador Harrison de su llegada. El otro repasó una lista de verificación de reglas básicas con Wymack y Abby. Wymack tuvo que esperar a los oficiales para poder entregar sus papeles y su lista, por lo que envió a los Fox a que se cambiaran. Neil llevó su bolsa al baño y se encerró en un establo. Era un espacio estrecho para cambiar, pero había tenido mucha práctica. Se subió la camisa por la cabeza y la cubrió con la parte superior de la puerta para que pudiera ponerse la armadura del pecho. Tiró de las correas, se giró para controlar su movilidad, y chasqueó las hebillas para bloquear su equipo. Se ató las hombreras en el borde superior y las enganchó en la placa del pecho. Neil tuvo que remover el resto de su equipo para encontrar su jersey. Los Foxes tenían dos juegos de uniformes: el de casa y el de fuera. El primero era naranja con letras blancas y el último era inverso. A Neil le gustaba mejor la versión blanca, ya que era un poco más fácil para los ojos. No necesitaba esconderse para ponerse el resto de su uniforme, así que metió su camiseta en su bolsa y se dirigió al vestuario de los hombres. Solo había recorrido un metro dentro de la puerta antes de darse cuenta de que tenía un problema grave. Una puerta abierta y estrecha era lo único que separaba los armarios y bancos de las duchas comunales. Incluso desde aquí, Neil podía ver que no estaban las puertas del establo. Neil debería haber esperado esto, pero lo había olvidado, arrullado por la complacencia de la configuración de Foxhole Court. La única razón por la que los Foxes tenían puestos privados en la habitación de los hombres era porque Wymack los había encargado específicamente. Neil se centró por la fuerza en la tarea que tenía entre manos. Primero tenía que sobrevivir el juego. Solo entonces podría preocuparse por las duchas. Neil relajó su agarre mortal en la correa de su bolsa de lona y encontró un lugar para terminarse de cambiar. Sus compañeros ya casi habían terminado, ya que no tenían que preocuparse de esconderse mientras se vestían, y salieron cuando terminaron. Neil se quitó los zapatos, se quitó los calcetines y cambió los pantalones cortos de jean por pantalones cortos de punto. Tuvo que sentarse para tirar de sus espinilleras y pateó un poco con las piernas para asegurarse de que estuvieran bien ajustadas. Los calcetines hasta la rodilla cubrían a los guardias y él se puso los zapatos de juego. Sus guantes inferiores estaban sin dedos y abrochados por encima de los codos. Se abrochó los protectores de los brazos por los antebrazos, pero no necesitaría sus guantes blindados hasta que entrara en la cancha. Él los metió en su casco para más tarde. Su protector del cuello era poco más que una gargantilla naranja. Era incómodo, pero con suerte evitaría que una bola errante aplastara su tráquea. Un pañuelo naranja le quitó el pelo de la cara y lo enganchó en la parte posterior. Con eso, Neil estaba listo para irse. Wymack los estaba esperando en la sala principal. Neil fue el último en aparecer, pero debido a que era un delantero, fue puesto tercero en la fila. Estaban ordenados por posiciones, pero Dan estaba al frente ya que su capitán y Renee estaban con Allison como el dealer sustituto. Eso fue extraño, pero a Neil le preocupaba más su lugar. Pararse detrás de Kevin significaba tener a Allison a su espalda. Neil no la miró mientras cruzaba la habitación, y ella no le dijo una palabra cuando se

detuvo frente a ella. —¿Cuánto tiempo crees que puedes seguir así? —preguntó Andrew desde la parte posterior de la línea. Neil apretó los dientes ante la alegría burlona en la voz de Andrew. —¿Puedes chocar ya? —Todo a su tiempo —prometió Andrew. El Foxhole Court tenía un camino abierto hacia el patio interior. Belmonte fue diseñado de manera diferente, y el pasillo que tomaron desde los vestuarios hasta la cancha fue un túnel. Neil aún no podía ver a la multitud, pero podía oírlos. El rugido de voces emocionadas ahogó sus pasos mientras seguía a Dan y Kevin al estadio. Los asientos del estadio se llenaban rápidamente de fanáticos vestidos de verde. Los guardias de seguridad y el personal uniformado estaban apostados en el patio interior y en cada una de las escaleras que cortaban las gradas. La primera fila comenzó a unos pocos pies del piso, y una barandilla impidió que los fanáticos excitables interfirieran con los equipos. Railing no pudo evitar el ruido, pero Neil dejó que las burlas y los gritos rodaran sobre él. Neil no vio a los Vixens, al escuadrón de porristas de todas las chicas de los Foxes, ni a su mascota Rocky Foxy. Sin embargo, la mascota de Terrapin de Belmonte ya era difícil. Saltaba arriba y abajo del patio interior para irritar a los fanáticos. La máscara de gran tamaño que llevaba no le permitió ver la llegada de los Foxes, pero los estudiantes señalaron con los dedos y le gritaron advertencias. Cargó en su dirección lo mejor que pudo con un atuendo tan desigual. Se detuvo a una distancia segura de sus bancos para hacer un par de embestidas crudas contra ellos. Nicky estaba feliz de devolverlo hasta que Wymack lo aplastó contra su cabeza. La mascota huyó triunfante de los estudiantes. Andrew y Nicky habían traído el bastidor de palo con ellos al final de la fila. Dan agarró un extremo y lo tiró entre dos de los bancos de distancia. Se agachó para bloquear las ruedas, luego se levantó y abrió las tapas en rápida sucesión. Kevin estaba a su lado antes de que ella terminara. Sacó una de sus raquetas, toqueteó las cuerdas como si se hubieran soltado en el camino y se dirigió a las paredes de la cancha. No le dedicó a la multitud una sola mirada; todo lo que le importaba estaba justo en frente de él. Neil tomó su raqueta y se puso al lado de Kevin. Los Terrapins ya estaban instalados en bancos caseros al otro lado de la cancha. Eran más pequeños que el equipo de Breckenridge, pero aun así fácilmente duplicaban el tamaño de los Foxes. Neil giró los dedos tan apretados alrededor de su raqueta que la oyó crujir. —¿Algún consejo? —preguntó Neil.

No pensó que obtendría una respuesta, pero Kevin lo miró. —Te espera toda la primera mitad, así que debes mantener el ritmo. No quiero que puntúes en los primeros veinte minutos a menos que el objetivo esté justo frente a ti. Pasa, no dispara. Mantén la pelota en movimiento. Cuando Dan se ponga en camino, ve lo más que puedas hasta el descanso. “Tendrás el descanso y los primeros veinte minutos de la segunda mitad para descansar. Recupera tu racha, vuelve a la cancha y dame todo lo que tienes. Si creo que te estás retrasando solo porque estás cansado, te expulsaré de la cancha yo mismo. Te quiero muerto cuando suene el último zumbido. —Está bien —dijo Neil. Sabía que era un tema delicado, pero no pudo evitar preguntar—. ¿Crees que Andrew va a tomar su medicamento para la segunda mitad? —No —dijo Kevin agriamente—. Apuró la última dosis hace treinta minutos. Cree que le durará hasta el final. Neil miró por encima de su hombro en busca de Andrew. La semana pasada Dan dijo que Andrew calculó su dosis olvidada durante media hora antes de servir. Su energía comenzó a desvanecerse durante los calentamientos y comenzó a deslizarse lentamente hacia abajo cuando llegó a la cancha. La depresión duró quizás una hora y quince minutos antes de que empezara a enfermar. Un juego tenía dos mitades de cuarenta y cinco minutos y un descanso de quince minutos. Las sanciones y los servicios agregaron un par de minutos al reloj. No importaba que Andrew hubiera subido la dosis olvidada al primer servicio real; el juego fue demasiado largo para que aguantara. Andrew tenía que saber eso, pero no parecía en absoluto preocupado. Seguía subiendo la dosis de medicina y hablando animadamente con Renee a un lado. —Tráiganlo, zorros —llamó Wymack. Orange se movió en su visión periférica mientras Neil se volvía hacia Wymack. Neil miró por encima mientras los Vixens y Rocky entraban al estadio. El banco de las porristas estaba a solo seis metros del último de los tres bancos de los Foxes, pero Neil no podía oír su parloteo por el resto del ruido. Un par de estudiantes gritaron comentarios lascivos y dieron silbidos de lobo. Las chicas lo ignoraron por completo a favor de comprobarse las faldas y el pelo entre ellas. Debido a que se movían tanto, fue fácil para Neil ver a la única chica que estaba quieta. Ella volteó su pompón una y otra vez en sus manos mientras miraba a los Foxes. —¡Hola Katelyn! —Nicky gritó con una ola entusiasta. Aaron le dio un codazo por eso, pero Katelyn sonrió alegremente y le devolvió el saludo. Nicky le dio a Neil una sonrisa lobuna cuando Neil se detuvo a su lado—. Katelyn es la novia de Aaron. —No lo es —dijo Aaron—. Déjalo ya. —Lo haría si solo la invitaras a salir —dijo Matt—. ¿Por qué la espera?

—Oh —Andrew se golpeó la palma con el puño como si la respuesta acabara de ocurrirle. Le mostró a Matt una sonrisa maliciosa, pero respondió en alemán—. Tal vez tiene miedo de que ella muera por él como la última mujer que realmente amaba. Aaron le lanzó una mirada feroz. —Que te jodan. —Cristo, Andrew —se quejó Nicky. —Voy a adivinar que fue completamente inapropiado —dijo Matt, mirando entre los primos—. ¿Quiero saber? —¿Crees que queremos decírtelo? —preguntó Andrew en inglés. —Guarda eso —dijo Wymack—. La última vez que verifiqué esto era una reunión de equipo, no un círculo de chismes. Estamos en la cancha para los calentamientos en diez. Dan va a comenzar con algunas vueltas. Si alguno de ustedes mira a los Terrapins en pasando por sus bancos, lo dejaré caminar a casa desde aquí. ¿Bien? Entonces vamos. Dan marcó el ritmo con Matt a su lado. El resto de los Foxes los siguieron por parejas. Neil esperaba estar solo en la retaguardia, y no le habría importado, pero solo habían recorrido un cuarto del patio interior cuando Andrew y Kevin se movieron. Andrew se desvió hacia un lado el tiempo suficiente para que Neil lo pasara. Kevin tomó velocidad para caer junto a Neil. Neil miró por encima de su hombro a Andrew. —Si tropiezas con tus propios pies, no te recogeré —dijo Kevin. Neil miró hacia adelante y decidió no preguntar. Se sintió bien correr después de pasar la mitad del día en el autobús, pero Dan los detuvo después de dos vueltas. Se estiraron por los bancos hasta que los árbitros les indicaron que ingresaran a la cancha. Se pusieron los cascos y los guantes, recogieron sus raquetas y salieron a la pista durante quince minutos de ejercicios. Los capitanes se quedaron atrás cuando todos los demás fueron expulsados ​​de la cancha. Dan se encontró con el capitán de Terrapin en Halfcourt para lanzar una moneda. Dan ganó el primer servicio de su equipo, por lo que los Terrapins eligieron comenzar en la cancha local. El locutor leyó las estadísticas del equipo cuando los capitanes abandonaron los tribunales. Llamó a la formación inicial de la Terrapin con un entusiasmo excesivo e introdujo a los Foxes con cortés despreocupación. Neil estaba impresionado a su pesar. El brusco cambio de tono fue un recordatorio eficaz para el equipo de Fox: estaban lejos de su hogar y de territorio amigable. Neil fue llamado a la cancha en segundo lugar. Tuvo que pasar a los Terrapins para tomar su lugar en la mitad de la cancha, por lo que revisó su marca de la línea de fondo en su camino. Herrera

tenía medio pie sobre él, por lo que tendría un alcance más largo. Neil tendría que conformarse con ser más rápido. Neil se paró en la línea y vio al resto de su equipo unirse a él. Allison no miró a nadie mientras iba al lugar del dealer. Matt golpeó su raqueta con la suya al pasar y se ubicó en el cuarto lugar en línea recta desde Neil. Neil estaba contento de tener a Matt en su lado de la cancha, pero sabía lo que significaba. Matt era el jugador más fuerte de los Foxes, y Neil era la mitad más débil de la ofensiva. Matt estaba allí para limpiar detrás de los inevitables líos de Neil. Andrew fue el último en la cancha. Él llevó su enorme raqueta sobre sus hombros mientras se dirigía a la meta. Neil no podía ver bien su expresión a través de la pesada rejilla de su casco. Neil no se preocuparía por él hasta la segunda mitad, pero se volvió a mirar el progreso de Andrew de todos modos. Esperaba que Andrew se dirigiera directamente hacia la meta, pero Andrew se detuvo cerca de Allison. Neil estaba demasiado lejos para escuchar si Andrew le decía algo. No se demoró mucho antes de continuar por la cancha. Allison no lo vio irse, pero se puso de pie y levantó la raqueta para colocarla en posición.

El árbitro principal le entregó la pelota a Allison. Sonó un timbre de advertencia; quedaba un minuto hasta la hora del juego. Los seis funcionarios se separaron y salieron de la cancha en lados opuestos. Cerraron y cerraron las puertas con llave, y Neil vio que se extendían a ambos lados de la cancha. Neil aún podía oír el ruido de la multitud a través de las rejillas de ventilación, pero las paredes lo amortiguaron. Neil se tensó para correr y trató de contar los segundos en su cabeza. El timbre sonó y Neil lo sintió cantar a través de cada nervio en su cuerpo. Los Terrapins y los Foxes rompieron la formación al mismo tiempo, corriendo por la cancha el uno hacia el otro. El portero de Terrapin dejó escapar un grito de guerra salvaje y golpeó su raqueta contra el piso para instar a sus compañeros de equipo a seguir. Neil escuchó un servicio que no llegó. Por un segundo, temió que Allison se encerrara y se negara a moverse. Estaba a medio camino de Herrera antes de escuchar el distintivo golpe de una pelota contra la raqueta de gran tamaño de Andrew. Allison se lo había devuelto, y Andrew lo rompió en la cancha hacia los strikers. El juego comenzó duro y no fue más fácil. Neil intentó seguir el consejo de Kevin, pero era frustrante contenerse. Cómo Dan y Allison podían soportar ser repartidores y jugar como intermediarios todo el tiempo estaba más allá de él. A Neil le gustaba correr y ser más astuto que la defensa. Le gustaba la prisa de un puntaje perfecto. Le gustaba la presión y el triunfo. El resto de su vida fue un desastre aterrador; Neil necesitaba el poder y el control de un juego feroz. El único punto brillante fue darse cuenta de que sus lecciones con Kevin estaban dando sus frutos. Desde junio, Neil pasó cuatro noches a la semana aprendiendo simulacros de precisión de Kevin. Pasar no era lo que Neil quería hacer en este juego, pero ya podía ver cómo estaba mejorando. Sus disparos fueron más duros y precisos, y le llevó menos tiempo descubrir dónde lanzar.

No le llevó mucho tiempo a Herrera darse cuenta de que Neil no iba a anotar, pero Herrera lo atribuyó a la incompetencia. Siguió haciendo comentarios sarcásticos sobre la inexperiencia y debilidad de Neil. Neil quería empujar a Herrera al piso y cargar el objetivo para demostrar que estaba equivocado. Si fallaba, Herrera se lo recordaría el resto del juego. Si anotaba, Kevin aprovecharía el reinicio para regañarlo. Era una situación de perder-perder y el resto del juego no iba mucho mejor. Los Terrapins iban ganando tres a uno hasta que Kevin anotó a los veintitrés minutos. Wymack usó la posesión para enviar sus sustituciones. Neil no estaba entre Kevin y la puerta, pero Kevin se desvió junto a él cuando salía. —Destrúyelo —dijo. Neil sintió que había estado esperando esto toda su vida. —Sí. Kevin, Allison y Aaron salieron de la cancha para dejar entrar a sus compañeros. Nicky y Dan llegaron primero y trotaron a sus lugares. Renee le dio un abrazo a Allison antes de tomar su lugar en la cancha. Parecía extraña y pequeña sin su habitual armadura de portero. Neil esperaba que ella supiera lo que estaba haciendo.

El entrenador Harrison aprovechó la pausa para girar sus Terrapins. No reemplazó a ninguno de los backliners, probablemente porque la defensa de Terrapin no había tenido mucho trabajo hasta ahora, pero se enfrentó a dos nuevos delanteros. Los árbitros cerraron las puertas detrás de ellos. Cuando todos dejaron de moverse, el timbre sonó para reiniciar el juego. Renee era marchante en funciones, pero no sirvió adelante. Ella giró y le lanzó la pelota a Andrew como Allison. Andrew lo aplastó con un poderoso golpe que lo envió todo el camino hasta la pared de la cancha local. Neil y Dan corrieron por la cancha después de eso. La pelota golpeó la pared cerca del techo, rebotó para golpear el techo y luego rebotó en un ángulo pronunciado hasta la primera línea. Los backliners que ya habían comenzado a mantener a Dan y Neil fuera de su espacio se duplicaron tan rápido como pudieron. Herrera atrapó el balón y lo arrojó hacia adelante. Neil no intentó interceptarlo. Estaba más interesado en mantener a Herrera de este lado de la mitad de la cancha. Se giró para mirar la pelota, pero se presionó contra Herrera. Cuando Herrera intentó moverse hacia la izquierda o hacia la derecha para correr hacia la mitad de la cancha, Neil lo sintió y se movió con él. Neil no pudo contenerlo por mucho tiempo, pero solo necesitaba comprar tiempo a sus compañeros para ganar la posesión. La defensa sabía qué hacer; Renee había sugerido esta jugada en el autobús. No sabían cuál de ellos recibiría el balón de los Terrapins después de este tipo de servicio, pero sabían qué hacer si lo atrapaban. Matt fue quien ganó la pelea. Enganchó su palo al de su delantero y le dio un fuerte golpe para que soltara la pelota. Matt lo agarró y lo tiró. Ni siquiera se desalentó lo suficiente como para mirar, confiando en Andrew para obtenerlo desde cualquier ángulo.

Andrew golpeó la pelota hacia la izquierda, golpeándola contra la pared frente a los bancos de Fox para que rebotara en la dirección general de Neil y Herrera. Neil no esperó a que lo alcanzara. Él salió disparado en cuanto vio el ángulo del balanceo de Andrew. Sabía que Herrera estaba justo detrás de él para un control del cuerpo. Si se aplastara entre la pared y Herrera, perdería la pelota en la pelea. Neil atrapó la pelota directamente desde la pared, pero no trató de protegerla. En cambio, le dio un golpe fuerte a la culata de su raqueta con un puño. Lanzó la pelota volando directamente fuera de la red. Cayó de rodillas en el mismo aliento. Él casi no fue lo suficientemente rápido. Herrera se estrelló contra él a toda velocidad un medio segundo después, pero Neil no estaba donde Herrera esperaba que estuviera. Tropezó con el cuerpo de Neil y, sin que Neil se llevara la peor parte del golpe, se estrelló contra el casco de la pared, primero. Neil se liberó del cuerpo arrugado de Herrera y juró por la llamarada de calor en su hombro. Si no fuera por su armadura de hombro, la rodilla de Herrera podría haber dislocado su brazo en el impacto. Alguien golpeó la pared cercana. Pudo haber sido el apoyo de los submarinos para dejar caer su marca así, pero era más probable que Wymack o Kevin estuvieran furiosos por una jugada tan arriesgada. Neil se preocuparía por ellos más tarde. En este momento, lo único que importaba era la pelota, que rebotaba en el piso a solo un pie de distancia. Neil la recogió y fue hacia el gol. No miró hacia atrás para ver si Herrera se había levantado o si Dan había dejado caer su marca para desafiarlo. Miró únicamente al portero y supo que iba a marcar. Puso toda su frustración de la primera mitad detrás de su swing. El portero golpeó y falló. La pared se iluminó en rojo para confirmar el punto. Dan gritó tan fuerte que resonó en las paredes de la cancha. Neil disminuyó la velocidad y giró. Dan corrió y le dio un apretón rápido y feroz. El zumbido de arriba la interrumpió antes de que ella pudiera decir algo. Miraron uno al lado del otro mientras el entrenador Harrison llamaba a Herrera fuera de la cancha. Debido a que Herrera podría resultar herido por ese duro accidente, Harrison tenía el derecho de sacarlo a pesar de que era el saque de los Foxes. Neil vio a su nuevo backliner entrar en la cancha, pero Dan volvió su atención hacia ella. —Eso fue perfecto —dijo, y luego le dio un fuerte golpe en el hombro. Neil no pudo ocultar del todo su mueca de dolor. Dan puso su dedo en su cara—. Pero no vuelvas a hacer algo tan imprudente. No podemos reemplazarte. ¿Me oíste? —Sí, Dan. —Bien. Ahora mostremos a estos bastardos de qué se trata. Era más fácil decirlo que hacerlo, pero lucharon todo el camino hasta el medio tiempo. Cuando se acabó el tiempo, habían aumentado el puntaje incluso a cuatro. Wymack condujo a su equipo fuera de la cancha al caos de una multitud enloquecida. Kevin no tenía nada que decirles, pero Aaron fue directo a Matt y Nicky para ver cómo estaban. Allison no estaba a la vista, pero tampoco Abby,

así que Neil supuso que se habían alejado del ruido juntos. Neil esperaba que Allison pudieran mantenerse juntos por un poco más de tiempo. Wymack señaló hacia el vestuario, pero se quedó un minuto más para sonreír a las cámaras y asegurar el bastidor. Neil se quitó los guantes y el casco tan pronto como llegó al túnel. Luego tiró de su guardia de cuello, necesitando un poco más de espacio para respirar. Apenas podía sentir sus piernas. No podía sentir sus pies, pero supuso que estaban allí en alguna parte. El hombro que había lastimado en la primera mitad aún palpitaba gracias a los golpes bien dirigidos de su nueva marca de la línea de fondo. Los Foxes se esparcieron en un círculo suelto en el vestuario para arrojar ropa extraña y estirarse. Los otros parecían vencidos, pero sonaban animados. Charlaron sobre su regreso, sonando cautelosamente esperanzados para la segunda mitad. Dan y Matt incluso se reían de algo grosero que un huelguista le había dicho a Matt. Neil miró alrededor del círculo hacia ellos, empapándose de su entusiasmo, pero su atención atrapó a Andrew poco después. Neil había visto a Andrew pasar por la abstinencia antes, pero no así. Siempre había sido tarde en la noche cuando el agotamiento había puesto adentro o abajo en Columbia con las drogas y el alcohol para ablandar el borde. En ese tipo de telones, Neil no podía apreciar la escena muerta que Andrew atravesó.

Todos le advirtieron a Neil que a Andrew no le importaba Exy, pero una parte de Neil se negó a creer eso. Las piezas no cuadraban bien, especialmente cuando Andrew voluntariamente dejó sus drogas eufóricas para los juegos. La pelea con Kevin esa mañana demostró que algo extraño estaba pasando. Pero Andrew puso una piedra silenciosa en medio de ellos, mirando a miles de kilómetros de distancia de todo esto. Era un vacío que la algarabía de sus compañeros de equipo no podía tocar. —Para. Él no quiso decirlo. Ni siquiera se dio cuenta de que había hablado hasta que las conversaciones de sus compañeros de equipo se apagaron. Dan y Matt lo miraron con curiosidad. Renee miró entre Neil y Andrew, mientras que Aaron no levantó la mirada en absoluto. Kevin lo armó más rápido que nadie, ya que sentía la misma ira nauseabunda hacia la apatía de Andrew. La mirada que lanzó a Andrew fue acusatoria. Andrew deslizó una mirada aburrida a la manera de Neil. —No estoy haciendo nada. —Exactamente —Neil quería decir, pero sabía que era una discusión sin sentido. No tenía las palabras adecuadas para esa sensación de roedura en el estómago y era su culpa por ser tan ingenua. Él bajó la cabeza, frustrado, y lo dejó caer. Nicky abrió la boca, vaciló mientras reconsideraba sus palabras, y luego puso una mano en el

hombro de Neil, ya sea para consolarse o animarse. Dejó su mano allí, pero dirigió sus palabras demasiado alegres al resto del equipo. —Oye, así que en realidad estamos mucho mejor de lo que pensé que haríamos. Wymack eligió ese momento para entrar y frunció el ceño ante las palabras de Nicky. —Esto es horrible. Este tipo de juego no va a funcionar para nosotros, y hoy es la última vez que lo toleraré. Tienes que empezar a crear espacios de puntos en la primera mitad. Necesitas ese cojín cuando es tu segundo viento contra su nueva formación. —Tiene razón —dijo Dan—. Necesitamos empujar más duro antes de. Nos retenemos porque estamos tratando de mantener el ritmo durante una larga noche, pero jugar a ponerse al día es un asesinato. Necesitamos jugar más inteligentemente y equilibrar esto de alguna manera. Wymack asintió y miró hacia el otro lado de la habitación. —¿Andrew? —Presente —dijo Andrew. Wymack interpretó esa respuesta inútil como él quería y chasqueó los dedos hacia su equipo. —Vamos, estíralo —se alejó unos pasos y llamó por el pasillo—. ¿Abby? —Voy —dijo Abby a la vista, y apareció llevando dos jarras. Una tenía agua y la otra una bebida deportiva. Sirvió un poco de cada uno para los Foxes y dio vueltas para repartirlos. Ella vino a Neil la última vez y se quedó con él, sintiendo la línea de su armadura de hombro a través de su camiseta—. ¿Cómo estás? Neil vació ambas tazas antes de contestar. —Estoy bien. Nicky dio un puñetazo de triunfo. —Gracias por ser tan predecible, Neil. Me acabas de dar diez dólares con dos palabras. Matt levantó la vista. —¿Hablas en serio? ¿Quién diablos apuesta contra ti? Nicky le hizo un gesto con el pulgar a Kevin. —Hay un tonto que nace cada minuto. Kevin parecía furioso, pero esa ira estaba dirigida a Neil.

—Eres un idiota. ¿Ves esto? —Blandió su mano izquierda hacia Neil. Neil no podía ver sus cicatrices desde el otro lado de la habitación, pero sabía a qué se refería Kevin—. Las lesiones no son una broma. No son algo sobre lo que hay que pasar por alto. Si te lastiman, haces algo al respecto. Te tomas las cosas con calma, tienes al entrenador jalándote, le pides ayuda a Abby, no me importa. Si alguna vez dices «estoy bien» por tu salud otra vez, te haré lamentar el día en que naciste. ¿Estamos claros? Neil abrió la boca, pensó en discutir y dijo: —Estamos claros. —Te lo advertí —dijo Dan, sin compasión—. Creo que las amenazas de Kevin son más efectivas. Abby miró a Neil. —Preguntaré de nuevo, entonces. ¿Estás bien? —Estoy- —fue una respuesta demasiado automática; Neil se interrumpió cuando Kevin dio un amenazante paso adelante. Soltó un bufido molesto y buscó una mejor respuesta—. Es solo doloroso. Mientras pueda mantener mi marca en mi lado derecho estaré... bien. Matt se rió de la casi falta. —No veo que este experimento termine bien, Neil. —Algunas personas están programadas para ser estúpidas —dijo Wymack—. Ahora deja de ladrar y escucha. Tenemos mucho que superar. Wymack comenzó con los backliners y siguió avanzando, señalando oportunidades perdidas y destacando sus éxitos dispersos. Tenía una lista de la alineación inicial de la segunda mitad, por lo que pasó la segunda mitad del descanso revisando a sus oponentes. Los Foxes le dieron toda su atención, pero no dejaron de moverse. Matt dejó de estirarse y se paseó a lo largo de la pared. Los demás se movieron, estiraron y trotaron en su lugar mientras Wymack hablaba. Abby recogió las tazas vacías, las arrojó a la basura y repartió las recargas. Neil lo bebió tan rápido que apenas lo probó. Estaba empezando a recuperar su segunda racha, pero estaba contento de sentarse durante parte de la siguiente mitad. Quería estar completamente recargado antes de unirse a Kevin en la cancha. Un timbre sonó por encima. Llegaron a la corte interior en un minuto, y Allison seguía desaparecida. Abby asintió ante la mirada que Wymack le envió y fue en busca del dealer desaparecido. —Preparémonos para movernos —dijo Wymack. Wymack los puso en línea y agarró su portapapeles del suelo. Neil miró por el pasillo hacia donde estaba Abby afuera de la puerta del baño. Hizo un gesto a Wymack para que se adelantara, entonces

Wymack abrió la puerta y condujo a los Foxes de vuelta al estadio. Neil no necesitaría sus guantes o casco por un tiempo, así que los dejó en el banco y ayudó a Nicky a ubicar el bastidor. Cuando se enderezó, Allison ya estaba saliendo. Ella estaba vestida y vino directamente a su raqueta. Neil intentó apartarse de su camino sin ser demasiado obvio al respecto. Si ella se dio cuenta, no hizo ningún comentario. La mirada muerta en su rostro decía que había reducido toda su atención a la tarea que tenía entre manos. Se llamó a la formación inicial poco después. Neil se quedó cerca del banco con Matt y Renee y vio a sus compañeros de equipo entrar a la cancha. No estaba preparado para hablar sobre Allison con ninguno de ellos, por lo que se centró en el otro jugador inestable de su equipo. —¿Por qué Andrew hace esto? —preguntó Neil, incapaz de permanecer callado por más tiempo. —Si a él no le importa Exy, ¿cuál es el punto de pasar por esto todos los viernes? —¿Te gustaría estar loco todos los días de tu vida? —preguntó Matt. —Se pasa todo el tiempo relajándose y enfermándose —dijo Neil—. ¿Vale la pena? —Tal vez lo vale —dijo Renee con una sonrisa—. Ya verás. Los Terrapins sirvieron tan pronto como sonó el timbre, y la cancha se convirtió en un torbellino de movimiento. El repartidor inicial de Belmonte logró la mitad con un movimiento agresivo: disparó directamente hacia la cancha por la portería. Allison podría haberlo detenido, pero se apartó casualmente como si no valiera la pena su tiempo. Andrew reaccionó con la misma arrogancia tranquila y solo vio como el balón erró su objetivo por una escasa pulgada. La reacción de la multitud fue instantánea y fuerte: no iban a ser burlados por un equipo como los Foxes. Andrew le dio a la pelota un pequeño estallido en el rebote para golpearla en el suelo y de vuelta como había venido. Allison la vio pasar de nuevo, dejar que el crupier la atrapase sin oposición, y luego se estrelló contra él. Él no perdió sus pies, pero perdió el balón cuando tropezó, y Allison se apresuró a quitárselo. Pasó por la cancha y siguió adelante. Los Foxes eran conocidos por su trabajo de equipo de mala calidad, por lo que la mayoría de la gente olvidó que eran una escuela de Clase I. Wymack seleccionó a sus jugadores abatidos del mismo grupo que cualquier otro entrenador de Clase I: los mejores atletas que las escuelas secundarias tenían para ofrecer en todo el país. Si los Foxes pudieran superar sus diferencias y aprender a transigir de vez en cuando, serían una fuerza formidable. Neil había advertido a Riko sobre el programa de entrevistas de Kathy Ferdinand, y Dan pensó que el equipo tenía una mejor oportunidad ahora que Seth se había ido. Neil miró a sus compañeros de equipo por cualquier señal de que ella tenía razón. Debido a que estaba mirando tan de cerca, podía verlo, pero solo aparecía en destellos. Nicky era el defensor más débil del equipo, pero Aaron sabía cómo compensarlo. Allison y Dan nunca habían

jugado juntos así, pero habían sido compañeros de cuarto y amigos durante tres años. Dan estaba demasiado lejos como para mirar la cancha como lo hacía normalmente, pero podía evaluar la situación de un vistazo y ajustar su juego en consecuencia. Neil quería sacar a Matt y ver qué diferencia había hecho. Matt fue su mejor jugador. Podría unir la cancha con su presencia y controlar el juego a través de su agresión sin complejos. Neil quería ir allí y descubrir si realmente merecía jugar en la Clase I. Quería ser parte de esta evolución. Quería sentir que el equipo hacía clic en sincronía perfecta, incluso si solo duraba un momento. Para cuando Wymack finalmente lo dejó en la cancha, Neil zumbaba con la misma impaciencia y necesidad. Sabía que golpeó con palos a Dan cuando se cruzaron en la puerta, pero no lo escuchó. Escuchó solo los latidos de su corazón, golpeando en sus venas. El timbre sonó para que se movieran. Los Terrapins llegaron tan fuerte como pudieron, pero los Foxes repelieron con una ferocidad que el equipo local no esperaba. Estaban agotados, pero Matt reunió a la defensa a su alrededor y Neil tenía permiso para correr él mismo en la ofensiva. Neil era la persona menos experimentada en su equipo, pero él era el más rápido y el más desesperado. Cada minuto en la cancha lo llevó un minuto más cerca de despedirse de Exy para siempre. No quería arrepentirse ni un segundo.

Neil mantuvo sus ojos fuera del marcador pero sabía cuándo los Fox se adelantaron por la reacción de la multitud. Los Terrapins casi anotaron unos minutos más tarde, pero Matt lanzó su delantero contra la pared. Un segundo después, estaban peleando. Renee estaba más cerca, así que corrió a romperlo. Matt levantó las manos y se retiró en cuanto se dio cuenta de que estaba allí, pero el delantero de Terrapin estaba demasiado excitado como para preocuparse. Fue detrás de Matt nuevamente y obtuvo un par de buenos éxitos. Matt luchó con él un poco y logró alejarlo. Renee tomó la apertura. Ella cogió la parte trasera de la camiseta del delantero y le clavó el pie en la parte posterior de la rodilla. Cayó de rodillas, y Renee puso todo su peso en su pantorrilla para evitar que volviera a levantarse. Los árbitros los separaron con palabras enojadas y gestos exagerados. A los tres les dieron tarjetas amarillas por pelear. Neil pensó que era una llamada estúpida, ya que Renee no había estado técnicamente peleando con nadie, pero la multitud gritaba aprobación. Debido a que el atacante inició la pelea, a los Foxes se les dio posesión de la pelota cerca de donde los Terrapins la perdieron. Matt golpeó palos con Renee mientras encontraban sus nuevos lugares de inicio. Kevin los puso a la cabeza con un minuto restante en el reloj. Los últimos sesenta segundos fueron un impulso desesperado de ambos lados. Un punto de los Terrapins los pondría en tiempo extra, y ninguno de los Foxes tenía suficiente energía para jugar otro período de quince minutos. A ocho segundos del final, un delantero de Terrapin recibió el balón. Aaron corrió tras él, pero estaba demasiado agotado para cerrar la brecha. Los diez pasos del delantero lo llevaron a la línea de tiros libres para su disparo.

La decepción fue una sacudida enfermiza en el pecho de Neil. El objetivo era demasiado amplio y Andrew demasiado pequeño; no había forma de que Andrew pudiera detener un disparo tan cerca. El delantero apuntaba a un punto lo más lejos posible de Andrew y disparó el balón en la esquina inferior izquierda. Incluso si Andrew pudiera llegar lo suficientemente rápido, la pelota estaba demasiado baja para poder balancear su enorme raqueta. Excepto que Andrew se estaba moviendo antes de que el delantero terminara de disparar, como si ya supiera hacia dónde apuntaría el delantero, y ni siquiera intentó balancearse. Se arrojó al suelo todo lo que pudo y golpeó con la raqueta entre la pelota y el objetivo con tanta fuerza que Neil oyó crujir la madera por todo el camino a través de la cancha. Él fue lo suficientemente rápido; la pelota golpeó las cuerdas tensas de su raqueta y rebotó. Andrew soltó su raqueta y fue él mismo a buscar la pelota. El delantero también corrió hacia él, pero había perdido un precioso segundo esperando que su punto fuera bueno. Un segundo fue todo lo que Aaron necesitó para alcanzarlo, y Aaron se estrelló contra él antes de que pudiera sacar la pelota del suelo. Evitaron por poco chocar con Andrew, pero Andrew ni siquiera levantó la vista. Agarró el balón con una mano enguantada y lo tiró a un lado, despejándolo de la portería. El último zumbador fue ensordecedor, pero el rugido triunfante de Matt lo atravesó. Neil levantó la vista, necesitando ver los números para creerlo. El alivio fue suficiente para derribarlo, pero la embriagadora victoria le devolvió el aliento a los pulmones. Miró a Kevin por la cancha, pero Kevin estaba caminando hacia la meta. Neil giró un poco más para poder ver a Andrew otra vez, pero lo que le esperaba le quitó algo de emoción a su excitación.

Andrew estaba arrodillado justo dentro de la línea de gol con su raqueta en su regazo. Neil escuchó la voz emocionada de Dan mientras los submarinos podían entrar a la cancha, pero no esperó a que sus compañeros lo alcanzaran. Corrió detrás de Kevin y alcanzó la meta justo después de que Kevin lo hizo. Kevin no tuvo que preguntar qué estaba pasando. Le había mentido a las cámaras durante años y sabía cómo comprarle tiempo a Andrew. Se agachó frente a Andrew y alcanzó la raqueta de Andrew, lo que aumentó la ilusión de que Andrew estaba inspeccionando su raqueta por daños. Andrew soltó una mano e hizo un gesto. Kevin hizo un gesto hacia atrás como si estuvieran teniendo una conversación real. El único sonido que ambos hicieron fue la desesperada bocanada de aire entre los dientes apretados cuando Andrew trató de no enfermarse frente a la multitud. Kevin giró un poco la raqueta y clavó sus dedos enguantados en la cabeza. La madera rota se partió bajo la presión, mostrando un espantoso crack hasta el mango. Neil hizo una mueca al verlo y revisó el suelo de la cancha en busca de una sangría. El resto del equipo se colocó a su alrededor, llevando la celebración a los huelguistas y formando una barricada improvisada alrededor de su portero caído. Matt se golpeó los hombros y los cascos con emoción y mostró sus dientes en una sonrisa con la boca abierta. —¡Así es como lo hacemos! Así es como lo hacemos, ¡Foxes!

Andrew soltó su raqueta y se puso de pie, pero obviamente no estaba firme. Neil esperaba que cayera, pero Nicky pasó un brazo por los hombros de Andrew y tiró de él acercándolo. Le permitió tomar parte del peso de Andrew sin que fuera demasiado obvio lo que estaba haciendo. Andrew parecía listo para decir algo sobre la ayuda no solicitada, pero Nicky no le dio la oportunidad de discutir. Él bombeó su puño y gritó. —¡Fue increíble! ¡Vamos a ser dueños de esta temporada! —Eso fue descuidado —dijo Kevin mientras se ponía de pie—. Apenas lo tuvimos. —Oh, cállate, cara agria —dijo Nicky—. Guarda tus gruñidos para el viaje de regreso y deja de echar a perder nuestro momento de gloria. —Seriamente —Matt le dio al casco de Kevin un masaje vigoroso—. ¿Te mataría sonreír cuando nadie te está pagando? —Matt no esperó una respuesta, sino que se volvió hacia Allison cuando finalmente se unió a ellos. Ella ya estaba limpia y se cambió para el viaje de regreso, y su cabello mojado fue retirado de su cara en una cola de caballo apretada. Neil vio lo rojos que estaban sus ojos y miró hacia otro lado. Matt la alzó en un abrazo que la levantó del suelo—. Eres increíble. —Vamos —dijo Dan—. Démosles a estas personas nuestras condolencias y salgan de aquí. Se arrastraron en línea lo más rápido que pudieron, y los Terrapins formaron a regañadientes su propia línea más abajo de la cancha. Se cruzaron unos a otros, golpeando palos y ofreciendo un coro de «¡Buen juego!» que ninguno de los dos lados creía completamente. Los Foxes salieron de la cancha lo más rápido que pudieron y rodearon a Wymack. Andrew se separó en la conmoción y se dirigió al vestuario. Neil nunca había visto a Wymack sonreír así. Era pequeño pero feroz, tan enojado como orgulloso. —Es más como eso. Dibuja pajitas y descubre quién me está ayudando a defenderme de la prensa. El resto de ustedes consiguen sus asquerosos y apestosos asnos en las duchas. Hablaremos de compras en el autobús. —Renee y yo nos encargaremos de eso —dijo Dan mientras se dirigían al vestuario—. Neil, puedes usar la ducha de las chicas mientras estamos ocupados. Neil la miró fijamente. —¿Qué? Dan frunció el ceño, así que Matt explicó: —No hay puestos aquí. Neil lo había notado, pero no había pensado que sus compañeros lo harían. El hecho de que tenían, y que estaban haciendo algo al respecto, lo dejó sin aliento. Intentó responder, pero no supo

qué decir. Lo mejor que logró fue: —¿Está realmente bien? —Niño, me estás matando —dijo Nicky—. ¿Por qué siempre tienes ese aspecto de ciervo cuando alguien hace algo bueno por ti? —Está realmente bien —prometió Dan. Neil trató de darle las gracias, pero ella se despidió con una brisa—. No, nada de eso. Simplemente no te robes toda el agua caliente. Ella, Renee y Wymack se dejaron caer en los bancos de la sala principal para esperar en la prensa mientras los demás se iban a limpiar. Neil agarró su bolsa del vestuario de los hombres y la llevó al otro lado del pasillo. La sala de duchas para mujeres era un poco más privada. No tenía puertas, pero tenía paredes de puesto. Neil se mantuvo de espaldas a la puerta y se dio una ducha rápida. Se secó con sequedad tan rápido y duro que dejó su piel roja en algunos lugares, pero no quería que Dan y Renee tuvieran que esperar más por él. Se vistió con ropa suelta, agarró sus cosas y se apresuró a salir. Las voces animadas del final del pasillo decían que la prensa todavía estaba alrededor. Neil se arrastró por el pasillo para mirar adentro, menos para ver lo que estaba pasando y más para que Dan o Renee lo vieran y supieran que estaba fuera de su camino. Wymack no estaba a la vista, por lo que Neil supuso que ya le había dado su pieza. Renee miró en su dirección cuando vio movimiento en la puerta y sonrió reconociendo. Neil se retiró antes de que nadie lo descubriera. No había muchos lugares para esconderse de la prensa, pero la puerta de la oficina de la enfermera estaba abierta una pulgada. Neil la empujó con cautela y miró dentro. Wymack estaba sentado en la cama prístina con un paquete de cigarrillos en la mano. Neil tomó la inclinación de Wymack que contaba como invitación y se deslizó adentro. Estaba girando para cerrar la puerta detrás de sí mismo cuando vio a la compañera silenciosa de Wymack. Andrew estaba sentado con las piernas cruzadas en el suelo de la esquina. No se había molestado en cambiarse todavía, pero se había quitado el casco y los guantes. La bolsa de viaje de Abby fue volcada en el suelo frente a él. Su botella de medicina estaba abierta de lado cerca de su cadera. Un puñado de píldoras blancas estaban esparcidas por el suelo a su alrededor. Andrew celebró su premio por los esfuerzos de la noche en un agarre de dos manos con nudillos blancos: una botella de Johnnie Walker Blue. En los diez minutos que había estado fuera de la cancha ya había inhalado la mitad del caro whisky escocés. Cómo tenía suficiente sensación en sus dedos para sostener la botella, Neil no sabía. —Abby y Allison se adelantaron al autobús —dijo Wymack—. Puedes unirte a ellos o esperar aquí por todos los demás. Neil dejó la puerta abierta detrás de él para saber cuándo se iban los periodistas y reclamó el taburete más cercano a la puerta. Puso su bolsa en el suelo a sus pies, miró de nuevo a Andrew y

luego a Wymack. —¿Por qué pagaste por los puestos, entrenador? Wymack encogió un hombro. —Tal vez sabía que los necesitarías algún día. Andrew sonrió alrededor de la boca de su botella. —Neil es una tragedia ambulante. —Eres una historia de sollozos bastante patética —dijo Wymack. Andrew se rió. Estaba débil, ya que su medicina aún no había sido pateada por completo, pero Neil supo por el sonido que Andrew rebotaría antes de salir del estacionamiento. —Supongo que sí, entrenador. Eso me recuerda. Me quedaré contigo este fin de semana. —No recuerdo invitarte —dijo Wymack, pero no sonó como un no. —Kevin va a ser tan molesto de lidiar después de esta noche —Andrew atornilló la botella y la dejó a un lado. Volvió a empacar la bolsa de Abby con rapidez, la apartó de su camino y se puso de pie—. Puedo apuñalarlo nuevamente o puedo quedarme contigo. La elección es tuya. Wymack se pellizcó el puente de la nariz. —Andrew, lo juro por Dios... —Adiós, entrenador. Andrew se dirigió hacia la puerta, pero Neil puso una mano en su camino. Andrew se detuvo obedientemente y envió a Neil una mirada perpleja. Neil bajó su mano y dijo: —¿Cómo lo hiciste? ¿Cómo supiste a dónde ir? —El entrenador dijo que Watts siempre lleva sus tiros de penalti a la esquina inferior. Con el juego montado en él, estaba obligado a hacer lo mismo. Neil lo miró, sorprendido e incrédulo. Wymack mencionó eso durante el medio tiempo cuando le estaba dando al equipo un resumen de la alineación de la segunda mitad. Había sido un comentario fuera de lo común en medio de mucha otra información. Neil no había pensado que Andrew siquiera estaba prestando atención al discurso de Wymack. Cómo recordaba esa advertencia lo suficientemente bien como para usarla en un momento tan crítico, Neil no lo sabía. —Pero —dijo Neil, pero las palabras le fallaron. Andrew le dedicó a Neil una brillante sonrisa y se fue. Neil miró frustrado a Wymack—, pensé que no le importaba. Dijeron que no, y finalmente

comencé a creer en ellos, pero no podría habernos salvado esta noche si no lo hubiera hecho ¿verdad? —Si lo resuelves, házmelo saber —dijo Wymack. La prensa salió un par de minutos más tarde, por lo que Neil fue a la sala principal para esperar a sus compañeros de equipo. Vinieron en parejas disparejas con Dan y Renee de los últimos. Cargar el autobús fue un trabajo rápido. Salir del estacionamiento fue más difícil, incluso con la policía en masa para gestionar el tráfico posterior al juego. El autobús Fox fue apedreado con más de una lata de cerveza arrugada mientras se arrastraba por el campus. Nicky tiró de la ventana para gritar insultos, pero Wymack lo amenazó con guardar silencio. Nicky se conformó con sacar a los estudiantes de Belmonte. El viaje de vuelta se sintió la mitad de tiempo gracias a la embriagadora embestida de una inesperada victoria. Allison se mantuvo fuera de la celebración al dormitar al frente con Abby. Los otros estudiantes de clase alta se movieron al medio del autobús para poder discutir el juego con el grupo de Andrew. Tan pronto como lo hicieron, Andrew fue al frente, más interesado en hablarle a Wymack que en repasar las jugadas de la noche. La crítica sin tacto de Kevin fue un contrapunto necesario pero desagradable para el emocionado resumen de sus compañeros de equipo. Mientras los escuchaba, Neil se dio cuenta de que estaba feliz. Fue una sensación tan inesperada y desconocida que perdió la pista de la conversación por un minuto. No podía recordar la última vez que se había sentido incluido o a salvo. Fue lindo pero peligroso. Alguien con un pasado como el suyo, cuya supervivencia dependía del secreto y la mentira, no podía permitirse bajar la guardia. Pero cuando Nicky se rió y se inclinó para hablar sobre uno de los objetivos de Neil, Neil pensó que tal vez estaría bien solo por una noche.

CAPÍTULO 5 Traducido por Irais Corregido por Cotota

Neil tenía un cuarto de millón de dólares y direcciones para otro medio millón escondido en su dormitorio. Él y su madre habían salido a la carretera con mucho más que eso, pero años huyendo lo había desvanecido en escondite. Lo que quedó era considerado una pequeña fortuna por la mayoría de las personas y un triste futuro por Neil. Sería complicado conseguir un trabajo cuando no podía darles a los empleadores su número de seguro social, y cada vez que se mudaba necesitaba un nombre nuevo, una cara nueva y un nuevo lugar para vivir. Los costos se sumaban rápidamente. Los disfraces eran baratos. Un nuevo peinado, un nuevo color, algunos contactos y un acento generalmente eran suficientes para engañar a la gente. Neil usó el acento británico de su madre cuando estaba en el extranjero y el acento estadounidense de su padre cuando estaba en los Estados Unidos. Necesitaba una dirección, a veces un nuevo idioma, y formas de llenar su tiempo que completaran su personalidad sin llamar demasiado la atención. La suerte lo dejó en cuclillas en Millport, pero tenía que asumir que pagaría la renta en el futuro. Algunos cambios llevaron caro a un nivel completamente nuevo. Si Neil sobrevivía a este año, solo lo haría quitando todos los obstáculos. Un simple cambio en los nombres y de ciudades no pudo salvarlo después de que se enemistó con Riko Moriyama y puso su rostro en las noticias. Necesitaba cortar cada vinculo que tenía, al límite e incluyendo a los Estados Unidos. Obtener un nuevo pasaporte no era un asunto simple, pero al menos sabía por dónde empezar. Su madre nació en un sindicato criminal británico, y él había heredado una lista de contactos desagradables de ella. Como la mayoría de ellos eran europeos, estaban fuera del alcance de su padre. Neil no estaba completamente seguro de que tratarían con él en ausencia de su madre, pero esperaba que su nombre al menos aliviara el proceso. La documentación que necesitaba venía a un precio elevado, pero era uno de los mejores trabajos del mercado. Tenía que considerar cuán rápido estaba cambiando la tecnología. Como Neil podía adivinar cuánto dinero necesitaría en mayo, no quería hacer compras innecesarias hasta entonces. Había sido estúpido con su dinero en esa desastrosa fiesta de bienvenida en Columbia, por lo que quería aferrarse a lo que quedaba. Sus compañeros tenían otras ideas, no obstante, que era cómo Neil terminó de compras para la ropa en martes. Nadie le había dicho que no irían directamente a casa después de la práctica. Lo apilaron en el auto y lo arrastraron al centro comercial sin ni siquiera una consulta. Este sábado era el banquete

de otoño del distrito sudeste y todos sabían que Neil no tenía nada apropiado para ponerse. Era un evento menos formal que el banquete de invierno en diciembre, pero aún requería algo más que vaqueros raídos y camisetas desgastadas. —En algún momento vas a tener que probarte algo —dijo Nicky. —No podría solo no ir —dijo Neil. —Cállate. Vas a ir —dijo Kevin, como si no temiera esto él mismo. Los catorce equipos de Clase I del sur estarían presentes, y eso incluía a los Ravens de Edgar Allan. Kevin quería ver a sus ex compañeros de equipo incluso menos que Neil—. Los otros equipos quieren mirarte. —No me importa —dijo Neil—. El único lugar que me importan está en la cancha. —No te pierdas la fachada, Neil —Andrew sacaba sistemáticamente la ropa de sus perchas y las tiraba al suelo. Arrojó una de las perchas vacías a Nicky, quien graznó y se agachó justo a tiempo. Andrew se encogió de hombros ante su fallo y miró a Neil—. Te reíste de Riko en el show de Kathy. Si no vas, ¡te dirá que tienes demasiado miedo de enfrentarlo! Por vergüenza, Neil. Pero Neil tenía miedo, y Andrew lo sabía. —Aquí —dijo Aaron, entregándole a Neil un trozo de papel—. Toma esto antes de que lo olvide. Era una breve lista de nombres y números impresos en azul burbujeante. Nicky se inclinó para ver e hizo un ruido desdeñoso. —¿En serio, Aaron? —Dan me pidió que obtuviera una lista de Katelyn —dijo Aaron. —¿Quiénes son esas personas? —Neil preguntó. —Son las Vixens solteras. —Son todas mujeres —dijo Nicky—. Eso no nos ayuda. —Nicky —comenzó Neil. Nicky sacó la lista de los dedos de Neil y la arrugó. —Tu ignorancia es entrañable, Neil. Tienes diecinueve años y nunca has mirado las tetas de Allison. No hay forma de que seas heterosexual. Tú y yo realmente tenemos que sentarnos y hablar sobre esto en algún momento. —Sabes que, he terminado aquí —Aaron levantó sus manos y dio media vuelta—. Estaré en el patio de comidas para cuando terminen chicos.

—Deja de ser una mala influencia —le dijo Kevin a Nicky—. Lo voy a hacer corto. Será más fácil si sigue siendo heterosexual. Sabes más que ninguno de nosotros lo prejuiciosos que pueden ser las personas. Imagina el impacto que tendría en su carrera. —Realmente no estamos teniendo esta conversación —dijo Neil. Nicky llevó las manos a cada lado de la cabeza de Neil como si tratara de proteger a Neil de su discusión. Realmente no funcionó, ya que no atrapó las orejas de Neil por completo. —Tú preocúpate por la carrera de Neil. Yo me preocuparé por su felicidad personal. Vamos, Kevin. Incluso tienes que admitir que esto es realmente extraño. Andrew levantó las manos. —Noticia de última hora Nicky: ¡Neil no es normal! —Esto está más allá de lo anormal. —Estoy parado aquí —dijo Neil—, y puedo oírlos. Nicky suspiró dramáticamente y lo soltó. —Bien, bien. Lleva una porrista si quieres. —No llevare a nadie —dijo Neil—. Ni siquiera quiero ir a esta cosa. —¿Tienes alguna idea de cuán patético es mostrarse como un ciervo en un evento como este? —¿Estás trayendo a alguien? —Neil preguntó, sorprendido—. ¿Qué hay de Erik? —Está en Alemania —dijo Nicky—. Sí, llevo una cita, pero no voy a salir con el chico. Solo quiero que alguien que vaya y se divierta conmigo. Ya sabes, ¿diversión? ¿Eso que la gente tiene a veces? Ustedes dos son imposibles. Neil miró a Andrew, pero fue Kevin quien respondió. —No es de tu incumbencia. —Tres —dijo Neil—. Allison. Dos palabras mataron el buen humor de Nicky. Neil se negó a sentirse mal por ellos después de todo lo que Nicky acababa de decir sobre él, pero tampoco se sentía reivindicado. Nicky murmuró por lo bajo y se fue a mirar las camisas más abajo en el pasillo. Neil volvió su atención a los pantalones que colgaban frente a él, pero no pudo concentrarse. Empujó un par de perchas sin prestar atención al tamaño o los cortes y miró a Kevin. —¿La llevarías?

Pensó que tal vez estaba tan sorprendido por la pregunta como los dos hombres que ahora lo miraban. Neil se movió nerviosamente con las perchas, pero se negó a apartar la mirada de Kevin. —Ella y Seth estaban emocionados de ir. Era todo lo que podían hablar cuando almorzamos juntos. Ahora ella se ira y él no estará allí. —Esa es una salida barata —dijo Andrew con una sonrisa brillante y burlona. —¿Consiguiendo que alguien más limpie el desastre que dejaste? Oh, Neil. Hazlo mejor que eso la próxima vez, ¿quieres? Estás aburrido cuando tienes la cola entre las piernas. —Que te jodan —dijo Neil—. Tu teoría sigue siendo solo eso: una teoría. Cuando las pruebes—¿Qué, milagrosamente va a hacer que sea más fácil para ti que mires a Allison a los ojos? Andrew fingió sorpresa. —Cuando lo demuestre, pondrá un blanco en la espalda de Seth y un pincel en tus manos. Repiensa eso un poco, ¿quieres? Neil no tenía una respuesta para eso. Andrew solo le dio un par de segundos antes de reírse y marcharse. Neil lo miró irse y se preguntó a cuál de ellos odiaba más. —No la llevare —dijo Kevin, porque alguien tuvo que romper el silencio—. Pudiste haber traído la ira de Riko a la línea de ataque, pero yo soy la razón por la que está en el sur en primer lugar. Ninguno de nosotros tiene derecho a hablar con Allison ahora. —Crees que Andrew tiene razón —dijo Neil. —Sí —dijo Kevin. —No matas a la gente por un juego. —No es un juego de donde yo vengo —dijo Kevin—. Sé que Riko está detrás de esto. Sé cómo son las personas como él. Alégrate de que nunca entiendas cómo piensan. En cualquier otro momento, Neil se sentiría aliviado de escuchar esas palabras de Kevin. Significaba que Andrew no le había contado a Kevin la verdad sobre el pasado de Neil y que Kevin todavía no había reconocido a Neil. Por una fracción de segundo, Neil consideró corregirlo. Quería decirle a Kevin que había visto muchas cosas crueles, pero que ninguna de ellas había sido tan insensata. El padre de Neil tenía un sindicato feroz y leal. Pocas personas eran lo suficientemente estúpidas como para insultar al Carnicero; menos intentaron atravesarlo. Cuando lo hicieron, el Carnicero hizo un ejemplo de ellos, de ellos, no de su vecino o compañero de trabajo. Riko debería haber ido tras Neil por lo que había dicho, no haberse desquitado con Seth. —Oye —lo llamó Nicky desde el final del pasillo. Neil estaba agradecido por la distracción, pero

Nicky tardó en acercarse—. No puedo soportar más pesadumbre y oscuridad hoy. De lo que sea que ustedes estén hablando necesita parar antes de que llegue allí, ¿de acuerdo? Kevin respondió volteándose en silencio. Nicky todavía parecía un poco receloso cuando se detuvo al lado de Neil. Neil miró el bulto masivo de ropa en sus brazos, ninguno de los cuales parecía apropiado para un banquete. No iba a preguntar, pero Nicky notó la mirada y se enorgulleció. —Tengo buen gusto en la ropa, ¿verdad? Si quieres probártelos puedes hacerlo, pero no es necesario. Sé que te quedaran. —¿Por qué me los probaría? —Oh, porque estos son tuyos —Nicky lo dijo como si Neil ya debería saber eso, y luego continuó antes de que Neil pudiera reaccionar—. ¿Sabías que el entrenador ha estado esperando que arreglemos tu guardarropa desde, como, junio? Amenazó con inscribirnos para un maratón si no hacíamos algo al respecto. Un maldito maratón, Neil. Chicos como yo no se supone que corramos tan lejos. Hazme un favor y no discutas sobre eso. —No hay nada malo con la ropa que tengo. —¿Podemos volver a la parte en la que dije que no discutieras? Lo recuerdo claramente teniendo en cuenta que sucedió hace apenas cinco segundos —Nicky movió la ropa fuera del alcance de Neil cuando Neil se movió como para quitárselos—. Um, no. Me aferraré a esto. Se supone que debes encontrar pantalones. Neil silenciosamente contó hasta diez, pero no hizo mucho contra su ardiente impaciencia. —No volveré a comprar con ninguno de ustedes. —Eso piensas. Hombre, estoy empezando a ver por qué Andrew te dejó aquí —dijo Nicky. —Menos mal que me ignoró cuando le dije que te llevara. —¿Llevarme a dónde? —Ah, ya sabes —dijo Nicky vagamente—. Manos a la obra, Neil. Cuanto más tiempo te quedes, más tiempo estamos atrapados aquí. Neil empujó a Andrew, Allison y Riko de su mente y se concentró en encontrar algo para ponerse. Los pantalones eran fáciles de escoger, pero Nicky rechazó las primeras camisas que Neil consideró. Finalmente, Neil se dio por vencido y dejó que Nicky eligiera algo para él. Subieron a las cajas registradoras juntos, pero Nicky se negó a soltar la ropa no deseada de Neil. Golpeó las manos de Neil y se alejó obstinadamente. —¿Por qué pagarías por todo esto cuando no lo quiero en primer lugar?

—Técnicamente, la universidad lo está pagando, ya que Coach lo va a costear. Oye —dijo Nicky, retirándose cuando Neil trató de quitarle la pila de sus brazos—. Tócalo de nuevo y te morderé. No creas que no lo haré. Lo hare. Soy un mordedor. Pregúntale a Erik. —Deja de avergonzarnos —Kevin los empujó aparte—. Encuentra una caja registradora diferente, Nicky. —Puedo comprar mis propias cosas —dijo Neil cuando Nicky se pavoneó. Kevin lo miró lentamente de pies a cabeza. Los jeans de Neil estaban tan desteñidos que eran de color gris blanquecino, y los dobladillos de su camisa estaban raídos y deshilachados. Esta no era la primera vez que alguien miraba a Neil como si fuera basura callejera, pero de Kevin la condescendencia era mil veces más efectiva. El primer pico de calor en el estómago de Neil fue la vergüenza, pero se negó a dejar que se apoderara. Sus razones para dejar que su armario decayera eran válidas. Alguien como Kevin, que había crecido bajo los reflectores e hizo una fortuna con su talento, nunca lo entendería. —No te soporto —dijo Neil. —No me importa —Kevin señaló por encima de la cabeza de Neil hacia el cajero que estaba esperando—. Vamos. Cuando terminaron, arrastraron sus bolsas al centro comercial. Montaron la siguiente serie de escaleras mecánicas y Nicky los condujo a la imponente fuente que marcaba el centro del centro comercial. Andrew los estaba esperando allí, sentado con las piernas cruzadas sobre la falsa pared de mármol que rodeaba el agua. No levantó la vista a su aproximación, demasiado ocupado tocando el teléfono en sus manos. Nicky dejó caer las bolsas en el suelo frente a Andrew y se inclinó para ver mejor. —¿Qué es ese dinosaurio? —Nicky preguntó, consternado—. Nadie pone dinero en un teléfono plegable, Andrew. Arruinaste un muy buen premio. Neil ociosamente se preguntó si había algo de lo que sus compañeros de equipo no apostaran. —Muy triste —dijo Andrew, no muy comprensivo. —¿No pudiste siquiera haberle encontrado un qwerty? —¿Para qué? —Andrew terminó lo que estaba haciendo, cerró el teléfono y se lo arrojó a Neil. Atraparlo fue instintivo, pero Neil se congeló al oír las siguientes palabras de la boca de Andrew—. ¿Quién va a enviarle mensajes de texto a Neil? —Um, yo, para empezar —dijo Nicky, como su debería ser obvio. —Qué —Neil no podría siquiera hacer una pregunta.

Él desenrolló sus dedos y miró el teléfono gris que descansaba en su palma. No creía que una cosa tan pequeña como esta le doliera tanto, pero la pena que lo atravesó lo dejó en pedazos. El rugido en sus oídos sonaba como el océano. Por un momento estuvo allí en la playa viendo cómo el fuego devoraba el auto. Recordó cómo olía, la sal del agua y el hedor de la carne quemada. Aún podía sentir la arena en sus dedos, calentarse en la parte superior donde brillaba el sol y frío en el fondo donde había dejado los huesos de su madre. Había guardado sus teléfonos para el final. Cada vez que se mudaban obtenían nuevos teléfonos celulares, mecheros de prepago que podían descartar a la primera señal de problemas. Él quería quedarse con el de ella. Él quería algo real para aferrarse en su ausencia. Incluso entonces lo había sabido mejor. Los arrojó a las olas antes de salir de la playa. Nunca había conseguido uno nuevo para él. Él nunca había visto un punto; Neil no tenía a nadie en el mundo al que pudiera llamar. —Neil. El tono urgente de la voz de Nicky finalmente cortó el zumbido en los oídos de Neil. Neil arrastró su mirada hacia la cara de Nicky y se dio cuenta demasiado tarde de que Nicky había estado hablando con él. La expresión de Nicky era estricta con preocupación.

Neil tragó saliva y trató de recordar cómo respirar. Cerró sus dedos alrededor del teléfono para que no tuviera que mirarlo y se lo tendió a Nicky. —No. Nicky levantó sus manos. Se veía menos como si estuviera protegiendo el teléfono y más como si tratara de calmar a un animal acorralado. —Neil —dijo, hablando muy despacio y con cuidado—, necesitamos que te aferres a eso. Necesitamos una forma de ponernos en contacto contigo este año. —Tienes esta forma de hacer que la gente quiera matarte —dijo Andrew. Nicky parecía dolido por esa explicación sin tacto, pero no quitó los ojos de Neil—. ¿Qué pasa si el entrenador necesita hablar contigo sobre algo o los extravagantes fanáticos de Riko comienzan a causar problemas? El año pasado se volvió realmente loco hacia el final, y este año no ha tenido un buen comienzo. Ese es nuestro caso. Harás que todos nos sintamos mejor si sabemos que podemos encontrarte. —No puedo —era demasiado andrajoso y demasiado honesto, pero Neil no pudo evitarlo. Si él no se deshacía de ese teléfono, se pondría enfermo—. Nicky, yo—Está bien, está bien —dijo Nicky, tomando la mano de Neil entre las suyas—. Lo resolveremos. Neil pensó que se sentiría mejor cuando Nicky tuviera el teléfono, pero la abrumadora sensación de pérdida todavía anudaba sus pulmones. Él tiró de su mano y tomó las bolsas de ropa que Nicky había enganchado sobre su brazo. No tuvo que pedir las llaves.

Andrew las sacó del bolsillo de Nicky y las levantó ofreciéndoselas. Neil los agarró, pero Andrew las mantuvo por un momento. Andrew se inclinó hacia adelante en su percha y sonrió a Neil. —Oye, Neil. La honestidad se ve horrible en ti. Neil arrancó las llaves de su agarre y se alejó al sonido de la risa de Andrew. No volvió adentro después de eso, pero salieron a buscarlo poco después. Nadie mencionó el teléfono celular y, aunque Nicky siguió lanzándole miradas de preocupación por el espejo retrovisor, nadie le habló a Neil en el camino de vuelta al campus.

b

El silencio no pudo durar, aunque Neil deseó que lo hiciera. Salió del baño con la mitad de su equipo para su práctica nocturna con Kevin y descubrió que Kevin ya había salido del vestidor. La ropa dispersa en el banco insinuaba que había sido expulsado antes de que estuviera listo. Andrew estaba a horcajadas sobre el banco mientras esperaba a Neil, y frente a él estaba el nuevo teléfono de Neil. Neil lo miró instintivamente y rápidamente levantó su mirada hacia la cara de Andrew. Andrew ya no sonreía. Se había saltado la dosis de las nueve en punto para poder comenzar a acostarse a dormir a pesar de que por lo general estaba fuera con Kevin y Neil hasta la medianoche. —Un hombre solo puede tener tantos problemas —dijo Andrew. —No necesito un teléfono. —¿Quién necesita uno más de lo que tú lo haces este año? Andrew sacó su propio teléfono del bolsillo y lo dejó junto a Neil. El suyo era negro, pero por lo demás parecía ser el mismo modelo. Abrió los dos y presionó un par de botones. Unos segundos más tarde, el teléfono de Andrew comenzó a sonar. Neil esperaba un tono de llamada genérico, pero un hombre comenzó a cantar. No sonaba como algo que Andrew asignaría a su teléfono hasta que Neil escucho la letra. Era una canción sobre fugitivos. Neil cruzó la habitación y se sentó frente a Andrew en el banco. Levantó el teléfono de Andrew y aplastó el botón de rechazo con el pulgar.

—No eres gracioso. —Tampoco tú. Pusiste una soga en tu cuello y le entregaste el extremo suelto a Riko —dijo Andrew—. Recuerdo claramente que dije que cuidaría tu espalda. Dame una buena razón por la que me lo harías tan difícil. —Sobreviví durante ocho años porque nadie pudo encontrarme —dijo Neil. —No es por eso. —¿Estamos haciendo lo de la honestidad de nuevo? —¿Tenemos que hacerlo? —Preguntó Andrew, tomando su teléfono de Neil—. Comienzas. Neil giró su nuevo teléfono en círculos en el banco, sin ganas y sin poder levantarlo. —Sabes, la mayoría de los padres les da a sus hijos teléfonos para que puedan seguirlos durante el día. Tuve uno por las personas con las que trabajaba mi padre. Mis padres querían saber que podían contactarme si ocurría lo peor. ‹Solo por si acaso› —dijo Neil, haciéndose eco de las palabras de Nicky. “Cuando escapé, guardé el teléfono. Vi a mis padres morir, pero pensé que tal vez estaba equivocado. Tal vez un día llamarían y dirían que era un acto. Me dirían que podría ir a casa y que todo estaría bien, pero la única vez que sonó fue ese hombre exigiendo que le devolviera su dinero. No he tenido teléfono desde entonces. No debería tener uno ahora. ¿A quién se supone que debo llamar? —Nicky, entrenador, la línea directa de suicidio, no me importa. —Estoy recordando por qué no me gustas. —Me sorprende que lo hayas olvidado en primer lugar. —Quizás no lo hice —Neil empujó el teléfono hacia Andrew—. Tiene que haber una mejor manera. —Podrías ocasionalmente hacer crecer una púa —sugirió Andrew—. Sé que es un concepto difícil para alguien cuya reflejo de rodilla es huir a la primera señal de problemas, pero pruébalo en algún momento. En realidad te puede gustar. —Lo que me gustaría es poner este teléfono a través de tus dientes. —Lo ves, eso es más interesante. —No estoy aquí para tu entretenimiento —dijo Neil. —Pero, como era de esperar, eres lo suficientemente talentoso para hacer varias cosas a la vez. Pregunta para ti, Neil. ¿Te parezco muerto? —Señaló su cara, esperó a que Neil respondiera, y no

pareció sorprendido cuando Neil no lo hizo—. Aquí. Andrew le hizo un gesto a Neil para que se acercara, como si quisiera mostrarle algo a Neil en la pequeña pantalla de su teléfono. Abrió el teléfono con una sola mano y apretó con fuerza un solo botón. Hubo un silencio, luego el zumbido distante del teléfono de Andrew marcando. Entre ellos, el teléfono de Neil comenzó a cantar. Las palabras eran diferentes al tono de llamada de Andrew, pero la voz era la misma. Neil sabía que eran de la misma canción miserable. La letra duele tanto como lo hiso la de Andrew. Neil miró el teléfono y lo dejó sonar. —Tu teléfono está sonando —dijo Andrew—. Deberías responderlo. Neil lo recogió con los dedos entumecidos y lo abrió. Se ahorró solo un segundo para mirar el nombre de Andrew en la pantalla antes de responder y ponerlo en su oído. —Tus padres están muertos, tú no estás bien, y nada va a estar bien —dijo Andrew—. Esto no es nuevo para ti. Pero desde ahora hasta mayo todavía eres Neil Josten y todavía soy el hombre que dijo que te mantendría con vida. —No me importa si usas este teléfono mañana. No me importa si nunca lo vuelves a usar. Pero lo mantendrás porque algún día lo necesitarás. Andrew puso un dedo en la parte inferior de la barbilla de Neil y forzó la cabeza de Neil hasta que se miraron el uno al otro. —Ese día no vas a correr. Vas a pensar en lo que te prometí y vas a hacer la llamada. Dime que lo entiendes. La voz de Neil lo había abandonado, pero logró asentir. Andrew soltó y cerró su teléfono. Neil cerró el suyo con un clic silencioso. Después de mirar hacia abajo por otro minuto interminable, se inclinó y lo puso en su bolsa de mensajero. Andrew miró con ojos entornados hasta que Neil se sentó derecho. Neil no quería mirarlo cuando no estaba seguro de haber recuperado su expresión, pero no pudo evitarlo. Andrew lo consideró un minuto más, luego suspiró y se enderezó fuera del espacio de Neil. —Si terminaste de tener problemas, toma tu turno. Es probable que Kevin esté furioso esperándote. Neil quería preguntar por Kevin, pero los teléfonos le recordaron otro problema. Podría molestar a Kevin por una mejor explicación de su trato con Andrew. Esta otra pregunta era algo que solo Andrew podía responder. —¿Por qué la policía de Oakland te llamó? —Directo a la garganta. Tal vez no tan espinoso después de todo —dijo Andrew, divertido.

—El servicio infantil está iniciando una investigación sobre uno de mis padres adoptivos. Pig Higgins sabía que vivía con ellos, por lo que me llamó para pedir mi testimonio. —Pero no lo ayudarás. Andrew chasqueó los dedos en señal de despedida. —Richard Spear es un ser humano poco interesante, pero relativamente inofensivo. No encontrarán nada para atraparlo. —¿Estás seguro? —Neil preguntó—. Tu reacción fue un poco extrema por un malentendido. —No me gusta esa palabra. Neil vaciló. —¿Extremo? —Malentendido. —Es una palabra extraña para tener resentimiento. —No tienes espacio para juzgar los problemas de otras personas —dijo Andrew. Andrew balanceó su pierna sobre el banco y se puso de pie. Neil supuso que eso significaba que la conversación había terminado. Cogió sus pantalones cortos de entrenamiento cuando Andrew se fue. La puerta apenas se había cerrado detrás de Andrew antes de que se abriera de nuevo. Andrew tenía razón; Kevin parecía completamente molesto porque había tenido que retrasar la práctica para ellos. Neil esperaba una especie de reproche mordaz, pero los enojados movimientos de Kevin hablaban por él. Terminaron de cambiarse tan rápido como pudieron y resolvieron su estrés en la cancha. Andrew los estaba esperando cuando terminaron, parecía medio dormido en sus pies, y volvieron juntos al dormitorio. Neil se cambió para dormir, empujó su ropa descartada con un pie, y se sentó al lado de la bañera. La luz cenital se reflejó en la superficie curva de su teléfono, que estaba acurrucado en su palma. Se sintió como una eternidad antes de que pudiera abrirlo. Lentamente se desplazó por el menú y no se sorprendió al ver que Andrew ya había completado su lista de contactos. Incluso había puesto un par de marcaciones rápidas. Andrew fue primero, luego Kevin, luego Wymack. Neil no tenía idea de por qué el psiquiatra del equipo estaba programado como contacto de emergencia. No tenía intención de volver a hablar con Betsy Dobson. Neil borró su información. Cuando su lista de contactos se actualizó, Neil fue a su historial de llamadas. Un nombre estaba en la lista con dos marcas de tiempo al lado. No era el nombre de su madre, pero tampoco el de su padre. Neil aprendería a vivir con eso un día a la vez.

b

El teléfono de Neil se apagó a la mañana siguiente y espantando cinco años de su esperanza de vida. Neil estaba empacando sus cosas para dejar su clase de español cuando escuchó el zumbido distintivo. Dejó caer su libro de texto de inmediato y sacó su teléfono de las profundidades de su bolsa, con la mente yendo a un millón de millas por hora en todo lo que podría estar yendo mal. Un mensaje parpadeaba en su bandeja de entrada. El corazón de Neil se desaceleró un poco cuando vio el nombre de Nicky, porque Nicky era la última persona que Neil pensó que sería el portador de las malas noticias. Abrió el mensaje de todos modos y encontró un smiley de dos caracteres mirándolo. Neil esperó a ver si algo más llegaba, pero eso parecía ser todo. La siguiente vez que su teléfono sonó, fue Dan: “nicky dijo que tenías un teléfono y/y”. «Sí», respondió Neil, y esperaba que eso fuera suficiente. Segundos después, Dan replico con «ya era tiempo pensé que nunca conseguiría uno». Neil consideró preguntarle cómo le estaba yendo en sus clases de inglés, pero tomó el camino más largo del silencio. Para cuando Neil llegó al comedor de los atletas para almorzar, tenía veinte mensajes. La mayoría de ellos eran de Nicky, comentarios ociosos sobre nada en particular. Neil los leyó, pero no respondió a menos que Nicky hiciera una pregunta. Dos eran de Matt, primero comprobando el rumor de que Neil tenía un teléfono y luego quejándose de la apuesta que Andrew había saboteado obteniendo un modelo tan barato. —Ya nadie los usa. ¿Lo encontró en una casa de empeño? —Matt le envió un mensaje a Neil. Neil no sabía qué hacer con eso. Los Foxes pasaban siete horas juntos en las prácticas todos los días y compartían habitación en Fox Tower. Cómo aún tenían algo que decirse el uno al otro estaba más allá de él. Quería apagar los mensajes de alguna manera o decirles que no era por eso que tenía un teléfono. Los teléfonos eran para emergencias, y no incluían comentarios sobre la conferencia aburrida de un profesor. Neil se contuvo porque sabía que estaba equivocado esta vez, pero aún saltaba cada vez que su teléfono le canturreaba. Los otros no se inmutaron por su silencio. Nicky lo acribilló durante todo el día y durante la mayor parte del jueves. Finalmente, la paciencia de Neil fue lo suficientemente delgada como para decir algo. Se sentó en la escalera de la sala donde tuvo su sesión de tutoría y tipeó cuidadosamente un mensaje. “¿Qué sucede cuando agotas todos tus mensajes y luego los necesitas?»

La respuesta de Nicky fue casi inmediata. «???» Un par de segundos más tarde regresó con algo más útil: «nuestro plan tiene txt. ilimitados no podemos usarlos. Hombre, lo intenté :)». Neil suspiró y dio la pelea como una causa perdida. Tenía setenta mensajes cuando subieron al autobús el viernes por la tarde. Esta noche se enfrentaron a USC-Columbia. Columbia era el único otro equipo Clase I Exy en el estado, por lo que las dos escuelas tenían una gran rivalidad. Las probabilidades eran buenas, a pesar de que los Fox estaban jugando con la misma alineación loca que usaron la semana pasada. Nicky quería conducir a Columbia por separado para poder ir al Crepúsculo de Eden después, pero Wymack se puso de pie. Sabía de qué tipo de cosas se meterían en el club y no quería arriesgarse tan cerca del banquete. Si alguno de los funcionarios en el banquete creía por alguna razón que Andrew estaba sin sus drogas, podrían presionar para que se hiciera un análisis de sangre. Wymack no quería que apareciera polvo en los resultados. Andrew no luchó contra la decisión de Wymack, pero Nicky estaba más que un poco gruñón al respecto. Nicky se giró en su asiento para hablar con Neil sobre su respaldo. A mitad de su vocifero sobre un proyecto actual de clase, el teléfono de Neil zumbó. Neil respondió sin pensar. Era una cara sonriente de Nicky. Neil miró a Nicky, sin comprender. —¿Ves? —Nicky dijo, sonando complacido—. Así está mucho mejor. Así es como se ve un ser humano normal cuando revisa su teléfono, Neil. Neil lo miró fijamente. —¿Es realmente por eso que me has estado enviando mensajes sin parar? —Mayormente —dijo Nicky—. Andrew me dijo que lo manejara. Esa es la manera más fácil que sabía. —¿Manejar qué? —A ti, por supuesto. Pregunta —dijo Nicky—. Si no te hubiera molestado, ¿habrías tocado ese teléfono esta semana? —Lo tengo para emergencias —dijo Neil—, entonces no. —Pregunta de nuevo —dijo Nicky—. ¿De verdad crees que lo habrías usado si hubieras tenido una emergencia? No, de verdad. No viste tu rostro cuando Andrew te dio eso, Neil. Eso no fue desinterés o sorpresa. Eso fue como una crisis mental como las que no había visto en años. No sé por qué, pero sé que no se te habría ocurrido llamarnos si algo saliera mal. Neil sabía que tenía razón, pero dijo: —Tú no sabes eso.

—No pudimos arriesgarnos. No queríamos descubrir de mala manera que arruinado esta tu cableado mental. —Llamé a Matt desde Columbia cuando necesitaba ayuda. —Sí —dijo Nicky, impresionado—. Eso oímos todos. Llamaste a Matt, le diste tu canción de ‹estoy bien› y la rutina de baile, y luego hiciste autostop con extraños de regreso al campus. ¿Quizás lo recuerdes? —Nicky esperó, pero Neil no pudo defenderse de una acusación como esa—. De todos modos, de nada. Acabo de ahorrarte al menos doscientos dólares en terapia intensiva. Neil no pensó que Nicky bajándole la guardia era algo por lo que estar agradecido, pero obedientemente dijo: —Gracias. —¿Alguna vez dijiste eso como si no fuera una pregunta? —Nicky preguntó, luciendo dolido—. Oh, bueno. Me llevaré mis victorias donde pueda. Enfócate en las batallas primero, luego gana la guerra, ¿verdad? No sé cómo va la cita, pero ya sabes a qué me refiero. Entonces, ¿dónde estaba? No le llevó mucho tiempo recordarlo. Charló una milla por minuto sobre su próxima presentación. Neil lo dejó pasar por un oído y por el otro. Su mente estaba más en el teléfono todavía sentado en sus manos que el tono de la voz de Nicky. Cuando Nicky finalmente se alejó para hostigar a Aaron por algo, Neil abrió su teléfono. Pasó de su bandeja de entrada llena a su historial de llamadas. No había cambiado; El nombre de Andrew seguía siendo el único allí. No tenía sentido. Kevin afirmó que tenía algo que Andrew quería. Neil no sabía de qué se trataba, pero tenía que ser algo grande si Andrew estaba dispuesto a desafiar a los Raven y solucionar todos los problemas de Neil. Neil hizo una nota mental para hablar con Kevin sobre este fin de semana, pero primero tenían que sobrevivir al banquete de otoño. Los pensamientos de ver a Riko mañana eran suficientes para agriar su estado de ánimo. Neil enterró su teléfono en el fondo de la bolsa e intentó no pensar en nada.

CAPÍTULO 6 Traducido por Ella R Corregido por Cotota

Una lotería en julio eligió a la Universidad Blackwell como anfitriona del banquete de otoño. Fue un sorteo relativamente afortunado para los Foxes, dado que ellos estaban solo a cuatro horas de viaje, pero ninguno de ellos se sentía particularmente contento acerca de eso cuando abordaron el bus el sábado. Tomaron la Interestatal con trece personas a bordo: el equipo de los Foxes, los dos hombres del personal, y las citas de Aaron y Nicky. Nicky traía a Jim para su clase de improvisación y Aaron finalmente tuvo las agallas de invitar a Katelyn. Neil no lo creía mucho hasta que vio el dinero pasando de mano en mano entre sus compañeros. Aparentemente, Katelyn era el centro de dos apuestas entre los Foxes: si Aaron la invitaría o no y cómo respondería Andrew. La última le interesaba más a Neil. Andrew estaba muy drogado, pero no le brindó ni una sonrisa o saludo a Katelyn. Andrew la atravesó con la mirada y observó a su alrededor como si ella siquiera estuviese allí. El banquete se suponía que era un evento de dos días para justificar los costos y tiempo de viaje de los equipos más lejanos, pero los Foxes votaron por unanimidad marcharse el sábado a la noche. Pasar seis horas socializando con equipos que repetitivamente y a todo volumen los burlaban era más que suficiente. Según Dan, pocos atletas eran lo suficientemente crudos como para empezar una pelea en un evento autorizado por la ERC, pero Neil no estaba muy seguro. No estaba preocupado por los trece alborotados equipos; estaba preocupado por un horrible hombre. Neil intentó mantenerse sereno, pero Kevin comenzó a perder la calma la primera vez que pasaron un cartel que señalaba el camino hacia Blackwell. Neil oyó sus respiraciones cortas e irregulares, mientras Kevin luchaba valientemente contra un ataque de pánico que no hacía nada por los nervios de Neil. No era solo Riko a quien Kevin temía. En veinte minutos él se enfrentaría a todo su antiguo equipo. El entrenador de los Raven, Tetsuji Moriyama, albergó a Kevin después que su madre muriera. Lo había criado para que se convirtiese en una estrella, pero nunca le había dejado olvidar que solo era la propiedad valuable de Riko. Neil no sabía mucho más acerca de él. La única vez que Kevin lo había mencionado, lo había llamado “el maestro” por accidente. Neil no necesitó escuchar nada más después de eso. Blackwell aparecía lentamente en la distancia, pero no tomó mucho tiempo ubircar los dos estadios. El estadio de fútbol americano y el de Exy se erguían en lados opuestos del campus como enormes sujetalibros.

—Hey, hey —dijo Andrew, distrayendo a Neil de la vista—. Romperás algo si sigues respirando así, Kevin. Neil se dio la vuelta lo suficiente como para mirar hacia atrás. Andrew estaba de pie, inclinándose sobre el respaldo de Kevin, sus brazos doblados sobre el apoyabacezas para poder mirar la cabeza de Kevin desde arriba. Kevin abrazaba una de sus rodillas y su rostro estaba escondido en el doblez de su brazo.Sus nudillos estaban blancos en la mano que tenía cerrada en un puño. Neil no creía que fuera el bus lo que hacía a Kevin temblar así. —Mírame —dijo Andrew—. Estará todo bien. Tú me crees, ¿no? —Te creo —dijo Kevin, un sonido amortiguado pero claramente tenso. —Mentiroso. —Andrew se rio y se inclinó hacia adelante un poquito para ver por la ventana de Kevin. No eran el primer equipo que llegaba, pero una rápida cuenta de autobuses les hizo saber que

tampo eran los últimos. La mirada de Neil inevitablemente se dirigió hacia los tres buses negros en el medio del estacionamiento. La única sombra de color en ellos era una salpicadura rojo oscuro alrededor de la silueta de un cuervo. Wymack estacionó tan lejos de los autobuses de Edgar Allan como le fue posible. Wymack quitó las llaves del arranque, tomó el bolso de viaje de Abby y caminó por el pasillo hacia la parte trasera del bus. —Bájense —dijo y los estudiantes de último año fueron levantándose obedientemente mientras él pasaba. Aaron y Nicky esperaron que él pasara para apurar a sus citas hacia el asfalto. Neil se quedó en su lugar. Wymack tomó una botella de vodka de su bolso y la colocó a un lado de Kevin. —Tienes diez segundos para inhalar tanto de esto como puedas. Te estoy midiendo el tiempo. Ya. Era alarmante cuánto podía beber un hombre cuando necesitaba un apoyo emocional. Wymack tuvo que arrancar la botella de los desesperados dedos de Kevin después de eso. Kevin se pasó una mano por la boca y miró por la ventana. No podía ver los autobuses de los Raven desde este ángulo, pero la mirada enfermiza en su rostro decía que no necesitaba hacerlo. Wymack le dio a Neil una significativa mirada y Neil dejó de dar vueltas. Dejó a Kevin a su inortodoxo cuidado y bajó del autobús. Abby tenía las puertas del maletero abiertas, por lo que pudieron sacar sus mudas de ropa. Nicky ya tenía la de Neil en mano y se la entregó cuando éste se acercó. Neil tretó de no hacerle arrugas con sus dedos. Andrew guió a Kevin y a Wymack fuera del bus. Wymack le dio a Abby su gran espalda y esperó a

que Kevin y Andrew se cambiaran de ropa antes de bloquear todas las puertas del bus. Los guardias de seguridad en la entrada los obsercaron con interés mientras se acercaban y verificaron sus nombres en una lista. Uno se quedó en la entrada mientras que el otro los escortó hacia los casilleros. Madison estaba usando el vestidor principal en esos momentos para cambiarse, por lo que los Foxes tuvieron que rodear el edificio para ir del otro lado. Para cuando ya estuvierion vestidos, el alcohol había hecho un buen trabajo en el organismo de Kevin. Él se veía mucho más tranquilo mientras seguía a Andrew fuera de los vestidores. A juzgar por las nerviosas miradas que Nick le mandaba a Kevin, Nicky no estaba convencido que la calma duraría. Neil tenía la misma poca fé en la espalda de Kevin, pero tenía que confiar que Andrew fuera suficiente. Uno de los armarios de cosas en la habitación principal tenía una señal impresa que decía “ESTADO DE PALMETTO” pegada a la puerta. Ellos guardaron sus pertenencias allí y Wymack guardó la llave. Wymack contó rápidamente con la cabeza y le dio a Kevin una mirada evaluativa. No dijo nada, sino que miró a Andrew y esté sonrió en respuesta. Wymack asintió y se volvió hacia Neil. —Tú —dijo—, intenta comportarte esta vez. No busques pelearte con él hoy. —Sí, Entrenador. Wymack se veía escéptico, pero no discutió. —Vamos, entonces. El estadio Blackwell estaba siniestramente silencioso. Todos los que ya habían llegado estaban en la cancha. Alfombras gruesas y acolchonadas cubrían el suelo pulido para evitar que las patas de las mesas y sillas rayaran la madera. Todas las luces estaban encendidas, pero el marcador elevado estaba oscuro. Neil creyó oír música, pero no estuvo seguro hasta que llegó hacia el medio de la cancha. Que hubiera catorce equipos significaba que había doscientos cincuenta atletas presentes, más alrededor de noventa cuerpos entre citas y personal. Neil nunca había visto tanta gente en una cancha de Exy antes. Aún había mucho espacio para caminar alrededor de las mesas, pero Neil detestó ver una cancha reutilizada así. Wymack abrió la puerta e hizo entrar a sus Foxes. Un pequeño grupo de entrenadores estaba esperando del otro lado de la puerta. Uno tomó un megáfono y anunció la llegada de los Foxes. Las conversaciones fueron desvaneciéndose en la cancha y las sillas crujieron cuando los atletas se voltearon a ver. Wymack miró a Dan, levantó su barbilla en una órden silenciosa para que continuara moviéndose y se retiró para hacer las paces con sus colegas. Abby se quedó detrás de él después de una larga y pensativa mirada a Kevin. Los asientos estaban acomodados en la cancha. Las sillas tenían papeles en los respaldos con los colores y las mascotas de las escuelas. Encontrar una fina línea de sillas naranjas no tomó mucho

tiempo. Encontrar a los Raven fue más fácil. Los dos equipos estaban sentados uno frente al otro en la misma mesa. —Hijos de puta —dijo Dan, en voz baja pero con suficiente sentimiento que Neil no tuvo problemas en captarlo. Tenía que darle crédito, sin embargo. Dan siquiera aminoró el paso en su camino hacia la mesa. —Oh, qué cliché —dijo Andrew, sonando casi deleitado por cómo se habían dado las cosas—. Quizás esto sea divertido después de todo. Vamos, Kevin. No los hagamos esperar. Toda la sangre abandonó el rostro de Kevin, pero siguió de cerca a Andrew. A juzgar por la cuenta de Neil, los Raven no habían llevado a sus citas. No habían llevado ningúncolor, tampoco. Los veintidós de ellos estaban vestidos de negro de pies a cabeza. Los veinte hombres llevaban las mismas camisas y pantalones de vestir, y las dos mujeres llevaban vestidos idénticos. Incluso estaban sentados de la misma manera, todos con sus codos derechos sobre la mesa y sus barbillas sobre sus manos. Otro equipo se habría visto ridículo yendo tan leos, pero de alguna forma los Raven se veían imponentes. —Riko —dijo Dan, retirando la silla directamente frente a él—. Dan Wilds. Riko le ofreció a ella su mano en el saludo más condescendiente que Neil alguna vez hubiera visto. Mantuvo su brazo recto y su muñeca floja, como un lord que espera el beso de un súbdito en sus nudillos. Neil esperó que Dan lo ignorara, pero ella tomó su mano entre la suya y la apretó. Riko sonrió cuando ella lo soltó. —Sé quien eres —dijo Riko— ¿Quién no lo sabe aquí? Eres la mujer que comanda un equipo de Primera Clase. Lo has hecho verdaderamente bien, a pesar de tus desventajas. —¿Cuáles desventajas? —¿Realmente quieres que empieze a enlistarlas? —preguntó Riko— Este es un evento de solo dos días, Hennessey. Neil no entendió, pero Matt lo hizo, a juzgar por su fiero “Ten cuidado, Riko”. Dan tocó el brazo de Matt para calmarlo y retiró su asiento. Los estudiantes de último año se sentaron a un lado de ella, con Allison eficientemente metida entre Renee y Matt. El grupo de Andrew se desplegó a su derecha en el mismo orden en el que habían estado en el autobús. Neil estaba más cerca de Riko de lo que hubiese quierdo, pero tener un par de cuerpos entre ellos era un poco reconfortante. Desafortunadamente, Riko no era el único problema. El hombre a su derecha se puso de pie ni bien los Foxes estuvieron acomodados y caminó detrás de los Raven hasta situarse frente a Neil. Dos dedos sobre el hombro de la mujer hicieron que ésta se levantara y se moviera hacia el asiento recientemente vacío. El extraño se sentó frente a Neil. Al hacerlo, los Raven rompieron sus posiciones congeladas, pero sólo para reclinarse hacia atrás como si fueran uno en sus sillas. El único que permanecía sentado derecho era Riko, y el nuevo acompañante de Neil, que estaba

inclinado hacia adelante mientras lo evaluaba. Neil no reconoció al hombre, pero no necesitó preguntar. El número tres tatuado en su mejilla izquierda significaba que no podría ser otro salvo Jean Moreau. Era el nuevo defensor de los Raven y supuesto viejo amigo de Kevin. No había nada amigable en su rostro esa noche. —Te me haces familiar —dijo Jean con un fuerte acento británico. —Si miraste el show de Kathy, me viste allí —dijo Neil. —Ah, tienes razón. Debe ser eso ¿Cuál era tu nombre? ¿Alex? ¿Stefan? ¿Chris? Por un momento, Neil creyó que había caído. Sintió que el mundo se sacudía debajo suyo y sacudía a su estómago con él. Un segundo, o minuto, o eternidad después se dio cuenta que no se había movido ni un milímetro. No estaba siquiera respirando. En los ocho años que había estado huyendo, Neil había atravesado diesciseis países y veintidós nombres. Oír uno de los nombres de Jean no significaría nada. Oír tres no era una coincidencia. Era una amenaza. Andrew le había advertido a Neil que Riko desenterraría su pasado sin importar lo bien que él y su madre lo hubiesen ocultado. Neil temía que lo hiciera eventualmente, pero no quería creerlo. A veces le tomaba años a su padre encontrarlos. Era imposible pensar que Rikolo hubiese hecho en solo dos semanas. Forzar el aire dentro de sus pulmones era la cosa que más le costó hacer a Neil. Era un milagro que su respiración sonara tan calma, mientras que su garganta se estaba cerrando. —Es Neil. —¿Hmm? —Jean inclinó su cabeza a un lado como si eso lo ayudara a ver a Neil mejor—. No tienes mucha cara de Neil. —Culpa a mi madre —dijo Neil—. Ella me nombró. —¿Cómo le está yendo, por cierto? —preguntó Riko. Neil observó los ojos oscuros de Riko y se sintió morir. Podría haber respondido, pero Dan le ganó con un molesto “No hostigues a mi equipo, Riko. Este no es el lugar para hacerlo.” —Estaba siendo educado —dijo Riko—. Aún no me has visto ser hostil. Jean miró a Kevin. —Hola, Kevin. —Jean —respondió Kevin por lo bajo.

La sonrisa de Jean fue perezosa, pero la mirada en sus ojos grises era helada. Ninguno de ellos tenía algo que decirle al otro, pero se miraron sin pestañear. Andrew perdió el interés pronto y se inclinó hacia adelante. —Jean —dijo—. Hey, Jean. Jean Valjean. Hey. Hey. Hola. Jean soltó un bufido de molestia pero miró a Andrew. Andrew estiró su mano y Jean fue lo suficientemente inocente para tomarla. Los nudillos de Andrew se blanquearon mientras aplastaba la mano de Jean. Jean no pudo esconder su encogimiento y la mirada en su rostro dio paso a un irritado entrecejo fruncido. Andrew solo sonrió ampliamente al verlo. —Soy Andrew. No nos hemos conocido aún. —De lo cual estoy agradecido —dijo Jean—. Los Foxes en su totalidad son una vergüenza para el Exy de Primera Clase, pero tu propia existencia es imperdonable. Un arquero a quien no le importa que le marquen un puntono tiene derecho a tocar una raqueta. Deberías haberte quedado en los laterales como la estrategia de publicidad que eres. —Eso es pasarse un poco de la raya, ¿no lo crees? —dijo Renee. La mujer que ahora esaba a la derecha de Riko soltó una fuerte risotada. —Si alguien así te reemplazó en el arco, debes ser realmente terrible. No puedo esperar a ver uno de sus partidos. Creo que será entretenido. Podríamos hacer un juego de tomar con él pero no querríamos morir alcoholizados. —Sí, eso sería una lástima —dijo Dan sarcástica. —Esta es la primera vez que nuestros equipos se encuentran —dijo Renee sonando completamente tranquila ante palabras tan groseras—. ¿Tenemos que empezar tan mal? —¿Por qué no? Tú eres mala en todo lo demás que haces —dijo la mujer—. Honestamente, ¿es divertido ser tan terrible? —Me imagino que nos divertimos más que tú, sí —dijo Renee. Neil pudo ír la risa en su voz. No sabía cómo ella podía mantener un tono tan agradable. Su miedo era una bola de hielo en la boca de su estómago, pero escuchar las burlas de los Raven era como hacerle un agujero. Mantenerse en silencio y fuera de la conversación estaba tomando más fuerza de voluntad de la que creyó. Cuánto más estaba allí sentado en silencio, más difícil se hacía. Fugazmente Neil deseó haber heredado la paciencia de su madre en vez del temperamento de su padre. —La diversión es para los niños —dijo Jean, alejando la mirada de Anfrew. Si hubiese estado pensando en decir algo más, lo olvidó al observar a Renee. Andrew soltó la mano

de Jean mientras estaba distraído, pero le tomó a Jean otro momento para retirarla. Riko apenas se movió, pero Neil estaba tan acosumbrado a su presencia que lo notó. Al igual que lo hizo Jean, a juzgar por lo rápido que vovió a encontrar su lengua. —A este nivel, se supone que es todo acerca de la habilidad, y a tu equipo tristemente, le falta. No tienen derecho a jugar contra nosotros. —Entonces no deberían haberse transferido de distrito —dijo Matt—. Nadie los quiere aquí. —Tomaron algo que no les pertenece —dijo un Raven—. Ustedes se ganaron la humillación de este año. —No tomamos nada —dijo Dan—. Kevin quiere estar aquí. El Raven que estaba frente a Renee se rió. —No me digas que realmente crees eso. Kevin fue a ti porque alguien tenía que enseñarte cómo se supone que debe ser el Exy en una cancha. Si se hubiera quedado como el asistente del entrenador quizás hubiese aprendido a tragarse tus fallas. Ahora que está jugando contigo no hay manera que dure la temporada entera. Conocemos a Kevin mejor de lo que ustedes alguna vez lo harán. Sabemos lo que su incompetencia le pesa. —Al igual que nosotros —dijo Aaron—. No es como si fuera tímido al expresarse. Kevin finalmente encontró su voz. —Ellos saben cómo me siento, pero las palabras solas no arreglarán nada. Un equipo que necesita tanto trabajo requiere un compromiso mucho mayor que eso. —No te quedarás —dijo Jean. Sono más como una orden que una predición—. Deberías reconsiderar nuestra oferta antes que la retiremos, por tu bien Kevin. Enfrenta los hechos. Tu mascota es y siempre será un peso muerto. Es tiempo que… —¿Qué? —Andrew se volvió con una mirada aguda hacia Kevin—. ¿Tienes una mascota y nunca nos has dicho? ¿Dónde la mantientes, Kevin? Jean le dio una mirada irritada. —No me interrumpas, Doe. El sonido que Nicky hizo al lado de Neil sonó agudo y ofendido, pero Andrew sonrió ante el extraño insulto de Jean. —Oh, puntos por intentarlo, pero ahórrate la saliva. Aquí hay un consejo para ti, ¿okey? No puedes derribar a alguien que ya está en el lodo. Sólo desperdicias tu tiempo y el mío.

—Suficiente —Dan chasqueó sus dedos—. Terminenla. Este es un evento distrital y tenemos veinte oficiales a mano. Estamos aquí para conocernos, no para comenzar peleas. Si no pueden decir algo agradable, no digan nada de nada. Eso va para ambos equipos. —¿Esa es la razón por la que tu nuevo pequeño está tan callado? —Riko le izo señas a Neil—. ¿No tiene nada “agradable” para decir? —Déjalo en paz —dijo Matt. —Estaba bastante animado la última vez que nos encontramos —dijo Riko—. ¿Tal vez fue solo un espectáculo para el público? Hola, te estoy hablando a ti ¿Realmente me estás ignorando? Nicky clavó sus dedos en el muslo de Neil debajo delamesa, un silencioso y desesperado recordatorio para que mantuviera su boca cerrada. Neil dejó marcas con forma de media-lunas en el dorso de la mano de Nickycon sus uñas y contó hasta diez. Solo llego a cuatro antes que Riko volviera a abrir su boca. —Qué cobarde —dijo Riko con una exagerada decepción—. Igual que su madre. Neil dejó de contar. —Sabes, lo entiendo —dijo Neil—. Ser criado como una superestrella debió ser real, realmente difícil para ti. Siempre una comodidad, nunca un ser humano, sin una sola persona de tu familia que piense que vales más que un maldito centavo… sí, suena duro. Kevin y yo hablamos acerca de tus intrincados e interminables problemas de papi todo el tiempo. —Neil —dijo Kevin agitado, en voz baja. Neil lo ignoró. —Sé que no es enteramente tu culpa estar mentalmente desbalanceado e infectado con estas desiluciones de grandeza, y sé que eres físicamente incapaz de mantener una conversación decente con cualquier persona, a diferencia de cualquier otro ser humano, pero no creo que ninguno de nosotros deba tener que soportar tanta de tu mierda. La lástima solo te consigue una cantidad de concesiones, y tú gastantes las tuyas hace seis insultos. Así que por favor, por favor, haznos el favor de cerrar la puta boca y dejarnos en paz. Mandíbulas cayeron abiertas a lo largo de la fila; la simetría de los Raven se destrozó cuando miraron atónitos a Neil en una incredulidad estupificada. La expresión de Riko pudo haber congelado el infierno, pero Neil estaba demasiado enfadado para sentir miedo. Tendría un ataque de nervios más tarde. Ahora se inclinó hacia adelante y miró a Dan, quien se sentaba con su rostro enterrado en sus manos. —Dan, dije por favor. Intenté ser gentil. —Matt —dijo Dan, casi ahogándose con el nombre—. Matt, Entrenador. Trae al entrenador. Por

Dios. Matt salió tan rápido como pudo. —No puedes decir cosas como esa —dijo Jean. Neil no lo hubiese mirado, excepto que sonó más horrorizado que enojado. —Entonces no me hubiese pedido que me uniera a la conversación. Estaba feliz sentado aquí sin decir nada. Jean se volvió hacia Kevin y habló en un rápido y furioso francés. —¿Qué demonios es esto? —Su hostilidad es una falla de personalidad con la que estamos aprendiendo a convivir —dijo Kevin. —Convivir —repitió Jean, como si la mera idea lo ofendiera—. ¡No! Deberían haber lidiado con él dos semanas atrás, la primera vez que se pasó de la raya. Cofiamos en que lo disciplinarían, ¿por qué no conoce su lugar aún? —Neil no tiene lugar en los juegos de Riko —dijo Kevin—. Él es un Zorro. —¡Él no es un Zorro! —Qué divertido —dijo Neil en francés. Jean no estaba esperando que él los entendiera y le dio una mirada de incredulidad—. Estoy bastante seguro que el contrato que firmé decía Universidad del Estado de Palmetto. —Un contrato no cambia los hechos —dijo Jean—. ¿Acaso te olvidaste quién te compró? —Comprarme —repitió Neil—. Nadie me compró. Kevin frunció el ceño, perdido. —Jean, ¿de qué estás hablando? Jean se veía como si huiera tragado una roca. —No lo sabes —se suponía que era una acusación, pero se sintió tosco. Jean intercambió una mirada de incredubilidad entre ambos—. ¿Cómo puedes no saberlo? ¿Por qué otra razón lo habrían reclutado, Kevin? —Tiene potencial —dijo Kevin. La risa de Jean sono más que un poco histérica.

—Que Dios los salve a ambos, tontos inútiles. Nadie más puede. Cómo han vivido tanto tiempo cuando son tan miserablemente estúpidos queda más allá de mi capacidad de entendimiento. La voz de Wymack casi asustó a Neil. —¿Qué demonios está sucediendo aquí? Neil levantó la mirada para ver a Wymack de pie detrás de él. Matt regresó a su asiento pero no se volvió a sentar. Jean ignoró a Wymack, se dio vuelta en su silla y dijo algo en una ráfaga de japonés. Lo que sea que fuese finalmente terminó con la mirada hélida en el rostro de Riko. Éste miró intensamente entre Neil y Kevin antes de responder. Jean hizo señas desesperadas. Kevin miró entre uno y otro antes de decir algo en un cauteloso japonés. Wymack interrumpió antes que Kevin pudiera terminar y les hizo señas a los Foxes. —De pie. Abby les está hablando a los coordinadores del evento para que nos encuentren otra mesa. Neil no necesitó que se lo repitieran, pero no fue muy lejos. Jean se dio vuelta hacia él antes que Neil hubiera terminado de acomodar su silla y le hizo señas para que lo escuchara. Su francés fue casi demasiado rápido para que Neil lo siguiera, pero él entendió más de lo que hubiese querido. —Riko te robará un par de minutos más tarde —dijo Jean—. Te sugiero que hables con él si no quieres que todo elmundo sepa que eres el hijo del Carnicero. Oír el nombre de su padre en voz alta fue una patada al pecho. El ruido que Kevin hizo a su lado fue peor. Neil reaccionó sin pensar, clavando una mano en el pecho de Kevin y empujándolo tan lejos de la mesa como pudo. Kevin tropezó hacia atrás tan rápido que casi se cae. Neil no lo miro, pero no pudo ignorar la carrasposa negación de Kevin. —Eso no es verdad. —Cállate —dijo Neil, pero no sabía a cuál de los dos le estaba hablando—. No digas nada más. —Vete corriendo —dijo Jean—. Es en lo que te destacas, ¿no? Wymack se quedó atrás para lidiar con Edgar Allan y los Foxes volaron de allí como si sus vidas dependieran de ello. Atrayeron muchas miradas curiosas mientras cruzaban la habitación siguiendo a Abby, pero los Foxes estaban muy ocupados mirando a Kevin y a Neil como para devolver alguna. Abby y el entrenador de Blackwell los guió hacia su nueva mesa. Intercambiaron asientos con los entrenadores, lo que los dejó en la periferia del evento, pero Neil dudó que a alguno de ellos realmente le importara. Se acomodaron en el mismo orden en el que habían estado en la mesa anterior, salvo que Kevin se sentó de costado para observar a Neil. Tomó su barbilla con un agarre de hierro y volvió la cara de Neil hacia él. Neil quiso resistirse, pero ya no había razón para hacerlo. Observó a Kevin,

esperando que el reconocimiento le llegara. El miedo enfermizo estaba allí. Neil apretó sus manos juntas debajo de la mesa, donde nadie podía ver quesus dedos temblaban. Kevin abrió su boca, pero Neil no quería oírlo. No sabía lo que Kevin iba a decir, y, lo que era más importante, no sabía en qué idioma iba a decirlo. Neil habló primero en un bajo pero tenso francés. —No, Kevin. No aquí. Hablaremos mañana. Kevin dudó. —¿Andrew lo sabe? —Sólo conoce algunas partes —dijo Neil—. No sabe mi nombre. —¿Sabe quién eres? —Dije que no —Neil quitó la mano de Kevin de su rostro—. No haremos esto aquí. Kevin lo observó un par de segundos más, luego se levantó de su silla casi demasiado rápido como para arrastrar toda la mesa con él. Abby estuvo a su lado en un latido, su expresión cargada de preocupación. Kevin parecía no poder manejar las palabras, pero le hizo gestos a ella para que lo siguiera y se encaminó hacia la pierta. Abby dio un paso atrás de él, luego titubeó. —Ve, Abby, ve —Andrew le hizo señas con ambas manos—. Traélo cuando esté borracho. Tenemos a Neil, ¿verdad, Neil? Neil había usado todas sus palabras con Kevin, por lo que se limitó a asentir. Abby se apresuró detrás de Kevin, pero atravesó la cancha con la mirada hacia la mesa delos Raven. Neil la vió saludar con la mano y el gesto siguió hacia Wymack. Wymack estaba guiando a los Raven, su rostro parecía una nube de tormenta. Neil apretó sus dedos más fuerte y los obligó a que se quedaran quietos. —Neil —dijo Dan, tomando el asiento de Kevin entre él y Andrew—, ¿estás bien? —¿Te parece que está bien? —preguntó Andrew. Dan le dio a Andrew una mirada furiosa, pero la sonrisa de él le dijo que no estaba impresionado por su furia. Andrew se aferró al borde de la mesa y se inclinó hacia atrás hasta que su silla se balanceó sobre las patas traseras. Le dio una vista despejada de Neil detrás de Dan. Neil lo observó porque no confiaba en sí mismo para enfrentar a nadie más, aún. Andrew cubrió su boca con su mano pero no se molestó por bajar la voz. —Te lo dije. —Sientate, Minyard —lo cortó Wymack, desde detrás del asiento de Dan. Andrew soltó un exagerado suspiro y dejó que su silla cayera al piso. Wymack se volvió hacia Neil luego—. ¿Me dijiste que no ibas a comenzar una pelea, o no lo hiciste?

Nicky habló desde el otro lado de Neil. —En defensa de Neil… —No te pregunté a ti —lo interrumpió Wymack—. Neil, respóndeme. En su mente, Neil ya estaba contando los pasos hacia la libertad. Su nueva ubicación los ponía como la mesa más cercana a la puerta de la cancha. Sólo tendría que cruzar el patio interno y atravesar los vestidores. La cerca de puas alrededor del estadio estaba diseñada para prevenir el vandalismo y el robo, pero él podría irse por el camino en que entraron. Si los guardias lo detendrían o no era una cuestión del azar. Un hombre joven en ropas finas huyendo como alma que lleva el diablo de un evento público era sospechoso. Si tenía una excusa para salir de allí, como acompañar a Kevin con el vodka en el autobús, conservaría su energía hasta que hubiera pasado a los guardias. Desde allí solo tendría que encontrar un taxi, porque ir pidiendo aventones no sería lo suficientemente rápido esta vez. Necesitaba regresar al Estado de Palmetto y tomar sus papeles de su caja de seguridad. Necesitaba su dinero y sus números. Quizás finalmente era hora que llamara a… La ruta de escape de Neil llegó a un punto muerto en su cabeza. Separó sus dedos y presionó una mano en su bolsillo. Podía sentir los duros bordes de su teléfono a través del algodón. —Neil, si no puedes estar aquí dilo —dijo Wymack—. Abby puede llevarte a otro lado hasta que sea la hora de marcharnos. Vete de aquí a tomar un poco de aire fresco. Era la oportunidad perfecta, pero Neil no podía aprovecharla. Si lo hacía, realmente se iría, y no regresaría. Huir no era fácil, pero era más sencillo que confiar en Andrew. Sin embargo, Neil recordó el peso de una llave en su palma, el metal húmedo debido al calor corporal de otra persona. Recordó la promesa de Andrew de ver el fin de ese año con él. —No —dijo Neil, encontrando finalmente su voz—. Sabía que esto sucedería. Sólo que aún no estaba listo. Estoy bien. —¿Qué puedo hacer? —preguntó Wymack. Neil miró hacia arriba. La mirada cansada en el rostro de Wymack decía que la sorpresa de Neil fue un poco demasiado insolente. Durante un cuarto de segundo, Neil se sintió culpable, a pesar de que no estaba completamente seguro del porqué. Aplastó el sentimiento tan rápido como pudo. Tenía mucho más de lo que preocuparse en esos momentos, y estaba sintiendo demasiado como para lidiar tambén con una cosa extraña como la culpa. —No lo sé —dijo Neil. —Cuando lo sepas, dímelo. —Sí, Entrenador.

La llegada de otro equipo los ayudó a distraerse. Kevin regresó un rato más tarde, viéndose muchísimo mejor con una cantidad infame de vodka en su sistema. Cuando los catorce equipos estuvieron presentes, el entrenador de Blackwell dio un breve discurso acerca de la temporada. El personal del evento sirvió la comida y los equipos comieron con el sonido de las risas dispersas. Lejos de las presiones del juego de la noche, era más fácil para ellos comportarse. Solo necesitaban evitar traer a colación rivalidades y tensiones. Trece entrenadores habían tomado los asientos originales de los Foxes, junto a los Raven. Los Foxes estaban atrapados socializando con la otra mitad. Fue más fácil de lo que Neil esperaba que fuera. Los entrenadores eran profesionales, y por lo tanto, más reservados en sus opiniones personales. Dan y Kevin sostuvieron la mayoría de la conversación, Dan con un entusiasmo contagioso y Kevin con una embriagda bondad. Neil estaba contento por eso, ya que no quería hablar con nadie, pero de vez en cuando un entrenador le hacía llegar una pregunta directa a través de la mesa. Después de la cena, el personal despejó la cancha. Las patas de las mesas eran plegables, por lo que las mesas fueron apiladas a lo largo de una de las paredes de la cancha. Las sillas también fueron apiladas hasta que con su peso amenazaban con venirse encima. Con media cancha despejada, había lugar para poner un par de rompehielos. Neil se retorció al observar que erguían una red temporaria de voleyball donde solo se debería jugar Exy. Nadie más pareció tener un problema con eso; los equipos se separaron y se mezclaron al encontrar algo nuevo que hacer. Más aún, un equipo de sonido comenzó a tocar a todo volumen lo que era llamado música popular estos días, y la mitad de la cancha se convirtió en una improvisada pista de baile. —Vayan —le dijo Wymack a sus Foxes—. Diviértanse. O no lo hagan. No me importa. Mientras no peleen, ¿entendido? La mayoría de los Foxes no necesitaron oírlo dos veces. Dan y Matt se apresuraron para encontrar un equipo de voleyball. Aaron y Nicky condujeron a sus citas hacia la pista de baile. Allison estaba comenzando a verse un poco inestable de pie, por lo que Renee se la llevó de la cancha para un descanso. Eso dejó a Neil, Andrew y Kevin de pie solos. Wymack los miró. —¿Necesitan escucharlo otra vez? —Oh, Entrenador —Andrew lanzó sus manos hacia arriba en un desesperado encogimiento—. No puedes siquiera imaginar la diversión que estamos teniendo ahora. Es sobrecogedora. Danos un par de minutos para recobrar el aliento antes que nuestros corazones estallen en nuestros pechos. —Tienen treinta segundos. Kevin esperó solo otros veinte antes de ponerse en marcha con Andrew y Neil detrás de él. Marcó un lento circuito por la cancha, localizando a cada equipo a excepción de los Raven. No importaba lo que los atletas pensaran honestamente acerca de los Foxes; Kevin podía hacer que cualquier conversación se detuviera con un gruñido al pasar. Kevin no dejó de lado sus modales respetuosos, pero mantuvo el desdén a mano. Neil terminó estrechando más manos de las que quería. Solo un

par de personas intentaron saludar a Andrew. Andrew los observaba con una sonrisa hasta que se rendían. No era divertido, pero sí intresante, y con Kevin entre elgrupo, algunos atletas terminaron alterados. Neil no se dio cuenta cuánto tiempo habían pasado hablando acerca de juegos pasados y algunos de las mejores ligas profesionales hasta que se dio vuelta y vio a Allison en la periferia de su campo de visión. Una mirada a su reloj mostró que habían estado dando vueltas durante casi dos horas. El evento cesaría en una hora, en preparación para el largo día de mañana. Neil volvió a mirar a Allison. Ella estaba congelada en un costado de la pista de baile, sus manos flojas a sus lados y su cuerpo volteado parcialmente hacia la cancha. No estaba completamente congelada, notó Neil un segundo más tarde, porque su cabeza se estaba moviendo mientras seguía el camino de algo. Él se volvió y escaneó la multitud en busca de lo que fuere que captó su interés. Le tomó solo un par de segundos darse cuenta que los Raven se estaban acercando. El equipo entero estaba cruzando la cancha hacia Kevin, caminando ordenados en forma de V como una bandada de pájaros que se dirige al sur. —Andrew —dijo Neil. —Oh, finalmente —dijo Andrew, colocándose al lado de Neil—. Kevin, mira. Tenemos compañía. —Discúlpenme —les dijo Kevin a los Breckenridge Jackals con los que habían estado hablando. Neil oyó la tensión en su voz y esperó que los Jackals no lo hubieran hecho. Kevin se acomodó alotrolado de Andrew. Neil enterró sus manos en sus bolsillos para esconder los nudillos blancos de sus puños. Riko se detuvo más lejos de lo que Neil pensó que haría, pero Neil lo entendió un momento después. El resto de los Raven continuó avanzando, desarmando su formación en V hasta que hasta que hubieron atrapado a los tres Foxes entre ellos. Neil observó los rostros en fila y esperó que alguien hiciera un movimiento. Provino de la esquina más inesperada. Renee apareció de la nada al otro lado de Kevin. Ella entrelazó un brazo con el de Kevin y extendió la mano libre hacia Jean. —Jean, ¿cierto? Mi nombre en Renee Walker. No tuvimos oportunidad de charlar antes. La confusión se coló por la estoica máscara de Jean, volviéndolo un poco más que incomodo, pero él aceptó su saludo. —Jean Moreau. —Neil Josten —dijo alguien. Neil dejó a Renee con Kevin y se volteó para enfrentar al hombre que había hablado. Dos hombres y una mujer estaban pegados a su izquierda. El hombre le ofreció una mirada desdeñosa en vez de un saludo—. Somos los nuevos delanteros de los Raven. Queríamos que nos vieras para que supieras cómo se ve realmente un equipo de ataque.

—¿De ataque u ofensivo? —Matt se deslizó al lado de Neil. La llegada de Renee pudo haber pasado como coincidencia, pero la de Matt no. Neil supuso que Allison alertó a los estudiantes de último año acerca de la llegada de los Raven—. Matt Boyd, nuevo defensor de los Foxes. Soy el que destrozará sus metas este octubre. Encantado de conocerlos —extendió su mano, pero no se sorprendió cuando ninguno la tomó. —Supongo que el placer es todo mío. —Seguro que lo es —dijo el delantero de los Raven—, viendo y considerando que tu cita es una prostituta. —Stripper —corrigió Dan mientras aparecía y pasaba un brazo alrededor de la cintura de Matt. Sus tacones colgaban de sus dedos y ella los comenzó a balancear mientras decía—: Con suerte, eres lo suficientemente listo como para diferenciar entre las dos profesiones. Si no lo eres, tengo serias preocupaciones acerca de tu estatus académico. Neil intentó no mirarla. Él hubiera pasado por alto el insulto de los Raven como una mentira, si no hubiese sido por la rápida respuesta de Dan. Demasiado tarde recordó cuando ella le contó acerca del trabajo nocturno que había tenido en la secundaria para llegar a fin de mes. Él había asumido

que ella era una repositora nocturna en un supermercado o quizás una recepcionista en un motel. No parecía el tipo de persona que toleraría ser cosificada. Neil no tenía el hábito de hurgar en el pasado de otras personas, pero debía haber una interesante historia allí. —Hennessey, ¿cierto? —Dijo uno de los delanteros—. Qué nombre tan bueno para un espíritu fiero. —Estuvimos un poco decepcionados que no aparecieras como parte del entretenimiento de esta noche —dijo uno de los otros—. Estábamos esperando ansiosamente el espectáculo. El vistazo que le dio fue empalagosamente lento. Matt se retorció violentamente mientras se refrenaba de romper el cuello del hombre. Neil estaba sorprendido por su autocontrol, hasta que vio los dedos de Dan clavándose en la cadera de Matt a modo de advertencia. Dan no quería que nadie luchara sus batallas por ella. Ella se deslizó alrededor de Matt para meterse en el espacio personal de los Raven. El delantero le sonrió a Matt por sobre el hombro de ella, luego se inclinó hacia adelante y tomó una profunda respiración contra su cuello. Dan subió sus tacones entre las piernas de él en un glorioso golpe. El Raven retrocedió con un quejido inhumano. Sus compañeros a sus lados hicieron muecas y se encogieron. Fueron rápidos al evitar la mirada de su colega medio derrumbado. —Sí, Hennessey —dijo Dan, sonando más calma de lo que Neil creyó ante tal tratamiento—. Te trata bien si estas dispuesto a pagar y te jode a la mañana siguiente si no eres lo suficientemente bueno con ella. Lo lamento, pero esta botella ya está etiquetada. Espero que lo sientas durante un rato, idiota. No esperó una respuesta, sino que se dio vuelta y se acurrucó contra el costado de Matt. Neil no sabía si el apretado agarre de Dan era una forma de disculparse con Matt por dejarlo fuera, o

gratitud por dejarla encargarse de ello. De cualquier manera, su abrazo no hizo nada para apaciguar los rígidos hombros de Matt. Neil no lo pudo evitar. —¿Qué pasó con todo eso de ser amable, Dan? Dan se rió. —Haz lo que digo, no lo que hago, novato. —Kevin Day —dijo una voz estridente, y todos los Raven se voltearon a mirar. Neil siguió sus miradas hacia el hombre que ahora estaba de pie en el vértice del triángulo. El frío que estremeció su espalda hizo que todos los vellos de su cuello se erizaran. El entrenador Tatsuji Moriyama era indiscutiblemente el hombre más poderoso del Exy —como debería ser, considerando que él y la madre de Kevin, Kayleigh Day, fueron los inventores del deporte hace treinta años. Él había seleccionado Edgar Allan para ser hogar del primer estadio NCAA de Exy, y había estado entrenando a los Raven desde entonces. Era el fundador del Comité de Reglas y Regulaciones del Exy, una consultora del comité internacional, y dueño de dos equipos profesionales. Era una leyenda. También era un demonio: el tío abusivo de Riko y el hermano menor del jefe yakuza Moriyama. —Maestro —dijo Kevin, su voz tiñiéndose de miedo—. Ha pasado un tiempo. Moriyama se acercó a los Raven, y ellos finalmente rompieron la formación. Llenaron los espacios entre los Foxes, una pared de trajes negros y rostros fríos. Neil perdió la visión de Matt y Dan cuando los delanteros lo apartaron del camino. Apenas lo notó, más concentrado en observar a Moriyama y a Kevin. Moriyama extendió su mano y Kevin obedientemente colocó su mano izquierda sobre ella. Moriyama la levantó para inspeccionar las cicatrices blancas de Kevin. —Carnicero —dijo una suave voz en francés. Neil miró sobre su hombro. Jean había entrado en el círculo en algún momento y estaba parado a corta distancia de ellos. Él inclinó su cabeza en una orden y Neil siguió su mirada para ver a Riko alejarse de la cancha. Neil no miró hacia atrás para ver si alguno de sus compañeros notaba su salida y mantuvo un ritmo casual en su camino hacia la puerta. Entró en el patio interior justo para ver a Riko desapareciendo en el vestidor principal. Neil tomó una profunda respiraciópn para calmar sus nervios y lo siguió. Riko estaba verificando que en el vestidor no hubiera compañía indeseada cuando Neil entró. Neil esperó justo fuera de la puerta, con los brazos cruzados sobre el pecho, hasta que Riko terminara. No le tomó mucho tiempo a Riko, y gesturó imperiosamente para que Neil lo siguiera hacia la habitación principal. La habitación era lo suficientemente grande como para que el vestidor entero

de los Foxes entrara, abarrotado de gente y con sillones que hicieran juego. Alfombras con la mascota Jackrabbit de Blackwell cubría los lugares vacíos en el suelo y había fotos alineadas en las paredes. Riko observó un par de fotos antes de soltar una risita burlona. Se dio vuelta para enfrentar a Neil, y ellos se observaron a través de la habitación. Finalmente Riko sonrió. Era una expresión horrible, pero ni cercanamente mala, a comparación de las palabras que siguieron. —Nathaniel, ha pasado tanto tiempo. El miedo de Neil se sentía caliente y pesado en su pecho. Apenas podía respirar. Rezó para que su expresión no lo delatara, incluso al saber que era demasiado tarde. —Mi nombre es Neil. —No me mientras otra vez. No disfrutarás las consecuencias. —Riko le dio a Neil un segundo para responder —imagina mi sorpresa cuando los resultados estuvieron listos. Tus huellas dactilares — explicó, con una sonrisa burlona en su rostro—. Kathy me dio tu vaso como recuerdo. Todo lo que necesité fue una sonrisa y un beso. Parece que se está transformando en toda una asaltacunas.

El estómago de Neil se hizo un nudo. Él había aceptado un vaso de agua al comienzo del programa de debates de Kathy Ferdinand y no había pensado dos veces en volverlo a acomodar luego. Él había asumido que el personal de Kathy se ocuparía de ello. Su madre lo golpearía hasta dejarlo medio muerto si estuviera viva. Todo ese tiempo y dinero perdido cubriendo sus huellas —destruido por una simple pila de nervios. —Explícame algo —Riko comenzó a atravesar la habitación con pasos lentos—. Jean dice que Kevin no sabe quién eres. Después de ver la reacción de Kevin estoy inclinado a creerle. Quizás puedo entenderlo, conociendo lo ciego que Kevin se puede volver cuando se trata del Exy. Puedo siquiera perdonarlo por protegerte de mí. Pero debes saber quién eres, por lo que estoy muy, muy curioso por conocer lo que crees que estás haciendo. —Sólo estoy tratando de arreglármelas —dijo Neil, apretando sus brazos tan fuertemente alrededor de su pecho que creyó que aplastaría sus propias costillas—. Si hubiera sabido que nuestras familias eran socias, no hubiese firmado el contraro. Riko se detuvo tan cerca de él que se estaban rozando, y le tomó a Neil todo lo que tenía no alejarse. Neil no se había dado cuenta antes que eran casi de la misma altura. Los genes japoneses de Riko lo habían traicionado al igual que la pequeña madre de Neil lo había traicionado a él. Riko podría ser bajo, pero irradiaba poder y una malevolencia letal. Los dos milímetros entre los defensores se sintieron como veinte. —Estás mintiendo —dijo Riko.

—No lo estoy haciendo —Neil odiaba el hilo de desesperación que se coló en su voz—. No quiero causar ningún problema a tu familia. No quiero que causes ningún problema a la mía. Sólo estoy aquí por un año y luego me iré nuevamente, lo prometo. —Tú no quieres causarle problemas a mi familia —repitió Riko, como si oírlo una segunda vez lo ayudara a entender—. Tú ya le has costado a mi familia una gran fortuna y ocho años de problemas. —¿Cómo? —preguntó Neil—. El dinero que tomé era de mi padre. —Si crees que actuando como estúpido te salvarás, estás tristemente equivocado. —No estoy actuando —dijo Neil, finalmente dando un paso hacia atrás—.Mi madre dijo que era el dinero de mi padre. Incuso me contó acerca de ti. Si hubiese sabido que el dinero era tuyo… —¡Nada de lo que tu padre poseía era suyo! —lo cortó Riko. Las palabras de Neil murieron en su garganta. Miró sin ver a Riko. Riko le devolvió la mirada, buscando el engaño en su rostro. Lo que fuese que encontró, solo le sirvió para enfurecerlo más. Riko tomó a Neil por los hombros y lo empujó contra una pared. La cabeza de Neil golpeó lo suficientemente fuerte como que sus dientes entrechocaran. —Me niego a creer que ella nunca te lo dijera ¿Todo ese tiempo huyendo y tú nunca preguntaste el porqué? Neil le dio a Riko una mirada incrédula. —¿Has conocido a mi padre? No tenía que preguntar. Una puerta se abrió de golpe en el pasillo y Matt llamó a Neil. Solo tenían segundos antes que él los encontrara, pero fue tiempo suficiente como para que Riko se inclinara. Mantuvo su voz baja, pero sus palabras cargaron un mundo de veneno en ellas. —Tú no estabas huyendo de tu padre, Nathaniel. Estabas huyendo de su amo. La idea de que alguien controlara al Carnicero era una locura. —Él no tenía uno. Riko retrocedió, poniendo distancia entre ellos justo antes que Matt entrara. Matt le dio una mirada furiosa a Riko mientras se movía hacia el lado de Neil. —¿Qué está sucediendo aquí? Neil lo ignoró e insistió. —Él no tenía uno.

Riko señaló su rostro con un dedo y esperó. Neil le devolvió la mirada mientras su cerebro se negaba a juntar las últimas piezas. Lo que Riko estaba sugiriendo era imposible. El Carnicero era uno de los mayores nombres en la costa este. Había hecho de Baltimore su hogar, pero su territorio se extendía desde el D.C. hasta las afueras de Newark.Tenía un sindicato fieramente leal y una inclinación por las ejecuciones grotescas. Nadie le decía al Carnicero qué hacer. Pero la indignada reacción de Riko no parecía actuada, y no tenía nada que ganar mintiéndole a Neil, especialmente considerando lo fácil que Kevin podría aclarar las cosas. Kevin diría sí a todo esto. Neil lo sabía, y no estaba listo para escucharlo aún. Si los Moriyamas realmente eran lo suficientemente poderoso como para mantener a un hombre como el Carnicero bajo llave, Neil estaba tan por encima de entenderlo, que bien podría estar dos metros por debajo. —No te creo —dijo Neil, escuchando el temor en su voz. —La negación es más exasperante que la ignorancia —dijo Riko—. Hablarás con Kevin la próxima oportunidad y harás que te explique esto con palabras cortas que tu pequeña mente pueda entender. Aprende cuál es tu lugar. Nunca toleraré este nivel de irrespeto de tu parte nuevamente, ¿entiendes? Neil ya estaba en su ataúd. Bien podrían cerrarlo con clavos también. —Sí, entiendo que eres un completo idiota. Riko dioun paso hacia adelante, con una expresión asesina, pero Matt puso un brazo entre ellos. —Deja a mi equipo en paz, Riko. Provocas otra pelea más aquí en el banquete y nos aseguraremos que la ERC te suspenda. Diviértete contándole a la prensa por qué te dejan en el banco durante un par de juegos. Riko ni se molestó en mirar a Matt. Observó a Neil durante medio minuto, mientras controlaba su temperamento. El brillo violento nunca abandonó sus ojos, pero su voz era calma y segura cuando volvió a hablar. —Más tarde vendrás a mí de rodillas, rogando por mi perdón. No puedo esperar a negártelo. Riko se dio vuelta y se fue. Matt no bajó su brazo hasta que la puerta se cerró de golpe tras de Riko. Luego se volvió hacia Neil, su expresión tensa con partes iguales de enojo y preocupación. —¿Neil? Neil estaba frío y temblando hasta los huesos, pero su voz se mantuvo calma. Metió sus manos en los bolsillos, en caso que estuvieran temblando, y se aferró a su teléfono. —No creo que le caiga muy bien a Riko, ¿debería estar decepcionado? Matt miró hacia el techo como si buscara su paciencia.

—El Entrenador te matará. —Lo que no se sabe, no duele. —Esto es serio —dijo Matt—. Riko ha salido a tu caza. —No solo está tras de mí —dijo Neil—. Está tras de Dan, también. La oscura mirada en el rostro de Matt le dijo que él no olvidaría eso en mucho tiempo. —Puede intentarlo tanto como quiera, pero solo me enfadará a mí. Dan no está avergonzada de las decisiones que tomó. Esto es diferente —dijo Matt, señalándolo—. No se lo que Jean te dijo, pero Kevin tuvo que alcoholizarse para lidiar con eso. —No es lo que dijo Jean lo que puso mal a Kevin —mintió Neil—. Fue lo que yo dije. Le dije a Riko que Kevin y yo nos burlábamos constantemente de él y no dejé que Kevin se lo explicara a Jean. Hablé por él y me rehusé a dejarlo retractarse de eso. Basicamente empeoré las cosas mil veces más para él. No lo lamento, sin embargo. Matt se rio. —Eres todo un personaje, ¿lo sabías? Regresemos antes que el Entrenador note nuestra falta. Regresaron al estadio para reunirse con su equipo. Los Raven se habían dispersado, probablemente aliviados de interferir con el regreso de Riko. Dan y Renee estaban de pie con Kevin y Andrew cerca de una de las paredes. Allison se le shabía unido en algún momento, pero Aaron y Nicky seguían perdidos en la pista de baile. Neil buscó a Wymack y lo encontró hablando con Moriyama en el medio de la cancha. —Oh, Neil, regresaste —dijo Andrew—. No creí que lo harías. Neil quitó su mano del bolsillo y estiró sus dedos. Andrew observó primero el teléfono en la palma de Neil y luego su rostro. Neil no le devolvió la mirada, sino que dijo en alemán—: Hice una llamada diferente esta vez. Andrew se rió y se balanceó sobre sus pies. Su sonrisa fue lo suficientemente amplia que Neil pudo verla desde los bordes de su visión. Neil no esperaba realmente que él intercambiara idiomas, porque la conversación era probablemente más interesante cuando tenía una audiencia, pero por ahora Andrew le seguiría el juego. —Qué interesante. Qué inesperado; ¿dolió un poco? —No tanto como lo hará mi próxima conversación con Kevin. —No esta noche —Andrew agitó una mano despidiéndolo—. Te lo daré mañana.

Neil alejó su teléfono y subió la mirada para ver si los estudiantes de último año los estaban mirando. Neil sabía que Matt les hablaría más tarde y pasaría su vaga explicación, por lo que no se sorprendió cuando ni Dan ni Renee le preguntaron lo que estaba sucediendo. En vez de eso, Matt miró a Neil y a Andrew y preguntó: —¿Cuántos idiomas hablas, exactamente? —Un par —Neil se dio a la evasiva y los distrajo preguntándole a Andrew—: ¿Quién es Doe? —Oh, ese soy yo —dijo Andrew—. No entré en el sistema de adopción con un apellido, por lo que me etiquetaron como Doe. Como John Doe1, ¿entiendes? Ah, se creen inteligentes. Me cambié el

nombre cuando fui adoptado, ¿sí? Nicky dijo que te lo había contado.

Nicky solo habría confesado su indiscreción a Andrew si se sintiera culpable por dar tanta información. Neil asumió que eso significaba que el tema era más delicado de lo que un Andrew drogado podría revelar, por lo que respondió vagamente. —Él nos lo resumió. Andrew sonrió y dio por teminada la conversación. Neil estaba feliz de que así fuera, y más aún cuando sus compañeros no volvieron a nombrar a Riko. Finalmente, era hora de que se marcharan. Wymack reunió a su equipo, esperó mientras se cambiaban a ropas más cómodas y los condujo hacia la carretera. Los otros se durmieron al cabo de unas pocas millas, pero Neil se pasó el viaje entero pensando en Riko y su padre.

1

Alias usado para referirse a alguien desconocido. En español, su equivalente es Juán Perez.

CAPÍTULO 7 Traducido por Ella R Corregido por Cotota

Neil se despertó en el sofá de Wymack. Le tomó un momento recordar dónde estaba, pero la vista le era tan familiar como la que tenía desde su cama en el dormitorio. Wymack había dejado a todos los demás en el estadio, pero enganchó a Neil antes que pudiera ir a los dormitorios junto con sus compañeros. No había dicho nada la noche anterior, quizás estaba demasiado cansado para demandar una explicación por el fiasco de la noche, pero relegó a Neil a la sala de estar y se fue a dormir. Neil desenredó las sábanas prestadas de sus piernas y se sentó. El reloj en la repisa de la chimenea estaba enterrado debajo de paquetes de cigarrillos aplastados, pero la luz que se colaba por la venana era lo suficientemente brillante como para sar tarde en la mañana. No estaba sorprendido de haber dormido hasta tan tarde, considerando la hora en que habían regresado al campus, pero aún no estaba listo para enfrentarse al día. Neil sabía que la negación era algo infantil, pero quería evitar a Kevin tanto como pudiera. Se levantó del sofá y bostezó mientras hacía una bola con la sábana. El suave tintineo de la vajilla le dijo que Wymack estaba levantado y probablemente inyectándose café. Neil titubeó en el pasillo con la sábama arrugada en su pecho, tentado a escabullirse y así poder evitar esta conversación. Con un suspiro se enfrentó a lo inevitable y se alejó de la puerta principal. Metió las sábanas en el canasto de ropa sucia, al lado de la puerta de habitación de Wymack, se fue hacia el baño para refrescarse y se unió a Wymack en la cocina. Wymack no levantó la vista del periódico, sino que señaló el horno. Una tapa estaba manteniendo una sarten con papas y huevos tibia. Neil se armó un burrito para desayunar y se sentó frente a Wymack. Casi había terminado de desayunar antes que Wymack terminara de leer el periódico y lo hiciera a un lado. Neil no levantó la mirada de su plato para enfrentar la de Wymack. —¿Quieres decirme por qué te excitaste al contrariar a Riko? —preguntó Wymack. —Él comenzó —murmuró Neil a su tortilla. —Eso no significa que tengas que bajarte a su nivel. ¿Estabas escuchando cuando te dije la clase de persona que era, de qué clase de familia proviene? —Sí, Entrenador. —Dijiste eso mismo anoche, cuando te pedí que te comportaras —dijo Wymack—. Tu palabrería de

“sí, Entrenador” ya no será suficiente. No me mientas acerca de lo importante. —No puedo evitarlo —dijo Neil. Intentó masticar más lento, pero se estaba quedando sin burrito detrás del cual esconderse. Optó por evadir el tema—. ¿Cómo puedes soportar tener un equipo como el nuestro, Entrenador? ¿No es agotador tener que lidiar con nosotros y nuestros problemas día tras día? Wymack vació su café de un gran trago. —Nop. Neil se limitó a mirarlo y Wymack le devolvió la mirada. Neil se cansó del concurso de miradas primero y se terminó el desayuno. Comenzó a levantarse para limpiar su plao, pero Wymack se lo agarró de las manos. Lo dejó en el lava-vajillas y se sirvió otra taza de café. En vez de regresar a la mesa, se volvió y se inclinó contra la encimera mientras evaluaba a Neil. —Estoy comenzando a pensar que te juzgué mal —dijo Wymack—. Solo que no se cómo, ni dónde. Se que no estoy completamente equivocado, pero tú no aportas mucho para cambiarlo. —Ahora suenas como Andrew. —Eso es porque son sus palabras —dijo Wymack. Cuando Neil le frunció el ceño, Wymack se encogió de hombros y se terminó el café—. El primer día de prácticas le dije a todos que el Edgar Allan había transferido distritos, ¿recuerdas? Andrew pasó esa noche entera aquí conmigo. Al principio supuse que estaba enojado con Kevin por haberle mentido, pero estaba más alterado por ti. Me desconecté durante la mayor parte entonces, pero probablemente debí haber escuchado. —Andrew y yo estamos intentando resolver nuestros problemas de confianza. O algo así. —Él dice que eres un mentiroso patológico —dijo Wymack—. Estoy empezando a creerle. —Es lo que me enseñaron a ser —respondió Neil. —Intenta decir la verdad por lo menos una vez —dijo Wymack—. Dime por qué alguien que vino aquí temprano para escaparse de sus padres y se alejó encogiéndose la primera vez que pensó que lo iba a golpear, se empea tanto para ofender a alguien como Riko Moriyama. Creí que tenías mejores instintos de supervivencia. Neil se encorvó un poquito en su silla y jugeteó con el borde de la mesa. Wymack se merecía una clase de explicación, pero la única que Neil podía ofrecerle era la que deseaba evitar compartir. —Riko tiene mi edad —dijo Neil, intentando no ahogarse con sus propias palabras—. Si supieras de lo que eran capaces mis padres, entenderías porqué no confío en hombres que son lo suficientemente mayores como para ser mi padre. Sé que aquí —Neil señaló su templo— tú no me lastimarás, pero es un instinto al que reacciono. Lo siento.

—No pedí una disculpa, sabelotodo. —Sí, Entrenador —dijo Neil automáticamente, seguido después por una mueca. —Realmente eres todo un personaje, ¿sabes? —preguntó Wymack, reuniéndose con él en la mesa—. Tus padres deben ser de otro mundo. —Al igual que los tuyos si pasas tanto tiempo con nosotros —dijo Neil. —Lo eran —aceptó Wymack. —Oh —dijo Neil—, ¿ambos están muertos? Wymack se veía entretenido con su falta de tacto. —Mi madre murió de una sobredosis hace casi diez años y mi padre perdió una pelea en la prisión en el primer año que comencé aquí, en el Estado de Palmetto. No había hablado con ninguno de ellos desde que me fui del D.C. El corazón de Neil se salteó un latido. —¿Creciste en el D.C.? —Qué interesante que esa sea la parte que más te preocupe. Mentir era fácil, pero Neil nunca se había sentido tan culpable por hacerlo. —Nací en Alexandria. Mi madre trabajó en el D.C. por un tiempo. Solo creo que es raro que ambos hayamos comenzado allí y ahora estemos aquí. A veces el mundo se siente tan grande, pero entonces recuerdo lo pequeño que es en realidad. —Grande o pequeño, recuerda que no estás solo en él —dijo Wymack—. Tienes a tu equipo, aunque eso sea un arma de doble filo. Ellos estarán para ti cuando sea que los necesites, y te sostendrán si eso es lo que quieres, pero tus acciones tienen consecuencias para todos ellos también. Cuanto más ofensas a Riko, más difíciles les pones las cosas a ellos. —Como sucedió con Seth —dijo Neil—. Lo sé. Wymack lo observó durante un interminable minuto, luego dijo en voz muy baja: —¿Qué carajos acabas de decirme? Neil se dio cuenta muy tarde que Andrew no había compartido su teoría con Wymack. —Fue algo conveniente, ¿no lo crees? Insulté a Riko por televisión y aplaudí el pequeño tamaño de los Foxes, y esa misma noche Seth murió de sobredosis, dejándome a mí en la línea de partida. Incluso Kevin cree que Riko orquestó todo.

—Incluso Kevin —repitió Wymack—, ¿tengo acaso que preguntar de quíen fue esa idea? Mírame, Neil, ¿me estás escuchando? Seth tenía un monton de problemas y ninguna buena solución. Siempre supimos que llegaría a graduarse con un poco de suerte. Durante sus primeros cuatro años, sufrió tres sobredosis. Ya era hora que lo volviera a intentar. “No me importa lo que Andrew te haya dicho. No me importa lo que Kevin crea. Si, y este es un gran “si”, si Riko realmente estuvo detrás de eso de alguna forma, es a él a quien debemos culpar. Él escogió enfocar su patética ira sobre Seth. Él escogió cruzar los límites. Tú no, ¿me oyes? Tú no. Nunca te culpes por la muerte de Seth. Ese es un camino muy peligroso por el que andar. Mantén tus ojos en tu propio camino y continúa moviéndote hacia adelante. —Sí, Entrenador. Wymack no se veía convencido, pero no presionó más. —Entonces, ¿tenemos que hablar acerca de anoche? —No, Entrenador. —Entonces, vamos. Andrew dijo que te ibas a encontrar conb ellos en el estadio esta mañana. Te doy un aventón. —Wymack vació el resto de su café de un trago y guió el camino fuera de su departamento. Neil se sentó en silencio en el asiento de copiloto durante el corto camino hacia el estadio. El auto de Andrew y el usual auto del equipo eran los únicos en el estacionamiento. Wymack dejó a Neil cerca del cordón y le hizo señas antes que Neil cerrara la puerta; se inclinó a través del asiento delantero para mirar a Neil. —Dile a Andrew que se guarde sus teorías de mierda para sí mismo. —Sí, Entrenador. Neil cerró la puerta y no miró cuando Wymack se alejó. Tecleó el código de seguridad de esa semana en la entrada de los Foxes y atravesó el pasillo hacia el vestidor. Las luces estaban encendidas, pero todas las habitaciones estaban vacías, por lo que continuó por la puerta trasera hacia el estadio. Kevin estaba sentado en medio de la cancha, sobre el logo de la garra del zorro. No estaba vestido para la práctica. Neil se preguntó durante cuánto tiempo habría estado sentado allí, esperando que Neil se despertara. No le tomó mucho tiempo encontrar a Andrew; estaba corriendo por las escaleras de las gradas. Neil dejó caer su bolso de viaje cerca de los bancos de los Foxes y fue hacia la cancha para confrontar a Kevin. Kevin estaba enfrentándolo, pero no levantó la mirada ni dijo nada mientras Neil se acercaba. Neil se sentó fuera de su alcance y buscó en el rostro de Kevin una verdad que todavía no quería saber.

Kevin no se veía más feliz que él por esa inevitable conversación, a juzgar por la incómoda mueca de su boca, y eso solo hizo que Neil se sintiera peor. —¿Por qué Riko dijo que me compró? —preguntó Neil. Kevin se mantuvo en silencio durante tanto tiempo que Neil casi deseó que todo esto fuera un sueño enfermizo, pero finalmente Kevin habló. —No eres realmente él —dijo Kevin, tan por lo bajo que Neil apenas entendió sus palabras—. Dime que realmente no eres Nathaniel. Neil trató de no encogerse ante el sonido de su nombre real y no tuvo éxito exactamente. —No me llames así. No importa quién solía ser. Soy Neil ahora. —No es tan simple —dijo Kevin, más fuerte y consternado—. ¿Por qué estás aquí? —No tenía otro lugar dónde ir —dijo Neil—. Cuando te apareciste en Arizona, pensé que habías venido porque me reconociste, pero entonces no mostraste signos de que me recordabas. Pensé que tal vez me podría quedar hasta que descubrieras las cosas. —Pensaste —dijo Kevin, su voz afilada con algo demasiado histérico como para ser burla—. Eres un maldito idiota. —Estaba desesperado —respondió Neil. —No puedo creer que tu madre haya estado de acuerdo con esto. —Mi madre está muerta —dijo Neil. Kevin abrió su boca, pero Neil no quería escucharlo—. Murió el año pasado y la enterré en la costa oeste. No tengo nada ni a nadie más, Kevin. Esa es la razón por la cual me anoté contigo. Supuse que las chances que me recordaras serían pocas y aposté porque no supieras la verdad acerca de mi familia. —¿Cómo podríamos olvidarnos de ti? —preguntó Kevin. Neil sacudió su cabeza. —Cuando vine aquí no sabía que los Moriyamas y mi padre eran socios. —No eran socios. —Kevin sonó casi tan ofendido como Riko. —No lo sabía —repitió Neil—. Hasta que el Entrenador me contó acerca de los Moriyamas en mayo, no sabía nada de la familia de Riko. Después de eso, pensé que quizás esa fue la razón por la que nos conocimos hace tanto tiempo. Pensé que el padre de Riko y el mío estaban discutiendo sobre territorios y fronteras. Pero anoche Riko dijo que mi padre les pertenece a los Moriyamas ¿Qué quiso decir con eso? ¿Por qué dijo que me compró?

—No me mientas —dijo Kevin—. Ya estamos en suficientes problemas. —Mi madre no me dijo por qué estábamos huyendo —dijo Neil—. Nunca le pregunté por qué finalmente se había cansado. Y yo solo estaba feliz de alejarme. Nunca hablamos de nada real después de eso. Nuestras charlas eran siempre acerca del clima o nuestro lenguaje, o la cultura local; la vez siguiente que tuvo algo importante que decirme fue cuando estaba mueriendo. Incluso entonces no dijo nada acerca de mi padre. Ni una vez mencionó a los Moriyamas. Si lo hubiese hecho, yo no estaría ahora aquí, ¿no te parece? Así que dime la verdad. Kevin lo observó durante un minuto interminable, luego se refregó brutalmente el rostro y murmuró algo en un japonés ronco. Neil consideró acercársele y zamarrearlo, pero entonces Kevin dejó caer sus manos en su regazo y explicó. —Tu padre era la mano derecha de Lord Kengo, el arma más confiable de su arsenal. El territorio que mantenía, lo mantenía para los Moriyamas. Era la fuerza que mantenía el imperio formado, y el nombre que asumiría la caída si el gobierno alguna vez lo atrapaba. “Su poder te convirtió en un cabo suelto. Tú nunca podrías heredar su sindicato —dijo Kevin—. Lord Kengo escoge a su gente muy cuidadosamente para que brinden apoyo a su trono. El nepotismo fractura esa lealtad y guía a las familias a pensar primero en su propio éxito. Él podría haberte matado para mantener las cosas simples, pero te dio una oportunidad para que te ganaras el sustento. Tu madre te matriculó en pocas ligas para que pudieras aprender Exy. Tu audición fue el día que nos conociste. —Espera —dijo Neil—. Espera, ¿qué? —Se esperaba que fueras como yo —dijo Kevin—. Fuiste un milagro, otro jugador para que el maestro entrenara. Tuviste dos días para ganártelo: un melé inicial para que nosotros mostremos tu potencial y un segundo melé para probar que podías adaptarte e implementar sus instrucciones y críticas. Si después se decidía que no valías su tiempo, serías ejecutado por tu propio padre. Neil tragó sonoramente. —¿Cómo me fue? —Tu madre no se arriesgaría a fallar —dijo Kevin—. Nunca llegaste a la segunda práctica. Ella desapareció contigo de la noche a la mañana. El calor en el estómago de Neil pudo haberse debido a las nauseas o a la ira, pero no sabía hacia quién iba dirigida. Su madre había odiado su fascinación con el Exy toda su vida. Le había dicho una y otra vez que nunca volvería a tocar una raqueta, pero nunca le había dicho el porqué. Él no podía entender por qué ella nunca le había explicado la razón por la cual estaban huyendo, ni de quien. —Voy a vomitar —dijo Neil, levantándose.

Estaba poniéndose de pie cuando Kevin lo tomó de la muñeca para detenerlo. —Nathaniel, espera. Neil se retorció tan fuerte para liberarse que casi hace que Kevin se caiga. —¡No me llames asi! Retrocedió fuera del alcance de Kevin, pero Kevin se levantó como si fuera a seguirlo. Neil puso una mano entre ambos a modo de advertencia. Sus pensamientos giraban en cientos de direcciones diferentes mientras miraba a Kevin, un número y una reputación que podrían haber sido suyas en otra vida. Si hubiera impresionado al Entrenador Moriyama, habría crecido en el Castillo Evermore junto con Riko y Kevin. Estaría llevando el tatuaje del número tres que adornaba el rostro de Jean Moreau. Neil quería odiar el modo en que las cosas se dieron. Por un momento lo hizo. Había crecido como un don nadie atemorizado, cuando pudo haber sido criado para ser un Raven y posteriormente parte de la Corte. Neil amaba tanto el Exy que tuvo que resentirse al ser engañado para perder esa oportunidad. Pero todo lo que Neil tuvo que hacer fue mirar a Kevin para saber que él habría odiado esa vida también. Había aprendido del mejor y jugado para el mejor, pero habría sido un despojo encerrado y abusado. A lo mejor había pasado ocho años corriendo por su vida, pero por lo menos había sido libre. Ahora finalmente había llegado al final de esa cadena. La noche anterior Jean había dicho que Neil nunca sería un Fox. Le advirtió a Kevin que le enseñara a Neil su lugar en la jerarquía de los Moriyama y que lo disciplinara por hablar tan abiertamente en contra de Riko. Riko aun consideraba a Neil como una propiedad extraviada. Ahora que Neil sabía la verdad, Riko esperaba que él agachara la cabeza y obedeciera. “No puedo” quiso decir Neil, pero todo lo que salió fue: —No puedo ser así. —Deberías huir. —No puedo —repitió Neil. Neil se dio cuenta que sus dedos estaban temblando y paso una mano por su pelo. No hizo nada para calmar los nervios que atravesaban cada centímetro de su piel. —Huí durante ocho años, Kevin. Fue horrible incluso cuando mi madre estaba viva ¿Adónde iría ahora que estoy solo? Andrew piensa que si me quedo estaré más a salvo. —Dijiste que Andrew no lo sabía. —Andrew cree que mi padre era un recadero que robaba dinero de su jefe para los Moriyamas.

Le dije que mis padres fueron ejecutados por su traición y que yo huí con el dinero. Andrew quiere que use la mala reputación de los Foxes para mantenerme a salvo. Si estamos en las noticias cada semana, sería difícil para alguien deshacerse de mí, o eso dice. —La notoriedad no puede salvar a un riesgo para la seguridad como tú —dijo Kevin—. Sabes demasiado. Podrías destruir el territorio de tu padre solo con hablarle a la gente equivocada. Ellos sabían que tu madre nunca traicionaría a su familia con los federales, pero tú eres un niño impredecible y atemorizado. Kevin sacudió su cabeza y continuó hablando cuando Neil comenzó a discutir. —El maestro quere rescatarte. Te hará parte de la formación de los Raven en primavera. Siempre y cuando te mantengas callado y cabizbajo, él no le dirá a la familia principal que te ha encontrado. —No soy un Raven —dijo Neil—. Nunca lo seré. —Entonces huye —insistió Kevin, en voz baja y nerviosa—. Es la única manera en la que sobrevivirás.

Neil cerró sus ojos e intentó respirar. Sus latidos sonaban tan fuertes como disparos en sus oídos, haciendo agujeros en su cerebro. Clavó sus manos en su remera, intentando sentir las cicatrices a través del algodón. Cuando respiró nuevamente, sintió olor a agua salada y sangre. Por un momento, estuvo a cinco mil kilómetros, tropezando solo y roto en la autopista hacia San Francisco. Los dedos de Neil dolían con la necesidad de un cigarrillo. Sus piernas ardían con el deseo de huir. Pero sus pies se mantuvieron plantados y sus ojos se abrieron. —No. —No seas estúpido. —Huir no me salvará esta vez —dijo Neil—. Si los Moriyamas realmente me consideran una amenaza, enviarán a su gente tras de mí. Mi madre y yo apenas pudimos huir de mi padre, ¿cómo se supone que me escape de su jefe? —Por lo menos tendrías una oportunidad —dijo en voz baja Kevin. —Una oportunidad de morir en algún otro lado completamente solo —dijo Neil, y Kevin rehusó su mirada. Neil metió sus manos en los bolsillos, sintiendo sus llaves en una y su teléfono en la otra. Enredó sus dedos en la argolla de su llavero, trazando las vueltas con sus dedos hasta que encontró la llave de la casa de Nicky en Columbia. Andrew se la había dado en agosto, la primera vez que prometió protegerlo. Neil bajó la mirada hacia la garra del zorro sobre la que estaban parados. Al hablar, su miedo desapareció, siendo reemplazado por una infeliz calma.

—Si fuera a huir, debí haberlo hecho en agosto. Andrew me dijo que era mí última oportunidad de escaparme. Decidí quedarme. No estaba seguro que él fuera suficiente para interponerse entre yo y mi padre, pero quería tanto esto que no me importaron los riesgos. Quizás en ese entonces no entendí completamente lo que estaba en riesgo, pero eso no cambió. Neil se acuclillo y presionó sus manos sobre la pintura naranja. —No quiero huir. No quiero ser un Raven. No quiero ser Nathaniel. Quiero ser Neil Josten. Quiero ser un Fox. Quiero jugar contigo este año y quiero que lleguemos a los campeonatos. Y en primavera, cuando los Moriyamas vengan por mí, haré lo que temen tanto que haga. Iré con el FBI y les contaré todo. Que me maten. Será muy tarde para entonces. Kevin se quedó en silencio durante un minuto interminable, luego dijo: —Deberías pertenecer a la Corte. Fue apenas un susurro, pero le llegó hasta los huesos a Neil. Era una amargada despedida al brillante futuro que Kevin quería para Neil. Kevin había reclutado a Neil porque creía en su potencial. Lo había llevado a los Foxes con la intención de convertirlo en un atleta estrella. A pesar de su actitud condescendiente y su rechazo a los mejores esfuerzos de Neil, Kevin honestamente esperaba que él llegara al equipo nacional después de la graduación. Ahora Kevin supo que fue todo en vano; Neil estaría muerto para mayo. —¿Aun me enseñarás? —preguntó Neil. Kevin se quedó quieto nuevamente, pero esta vez no por mucho. —Cada noche. Neil tragó contra el dolor hueco en su pecho. —Matt y Dan quieren que lleguemos a las finales, ¿crees que tendremos alguna oportunidad? —Tenemos una chance de llegar a la semifinal si Nicky comienza a cumplir con su parte y Andrew coopera —dijo Kevin—. No logramos pasar al Gran Tres. USC, el Estado de Penn y Edgar Allan eran considerados el “Gran Tres” del Exy de la NCAA. Edgar Allan siempre clasificaba primero. USC y el Estado de Penn usualmente se robaban el segundo y tercer lugar, a pesar de estar constantemente sobrepasándose el uno al otro en los rankings. La única manera de llegar a las finales era venciendo a alguno de ellos en las semifinales. —Supongo que tendremos que ser lo suficientemente buenos —dijo Neil. Se volvió a poner de pie y miró alrededor, primero a las líneas naranjas y garras en la cancha, luego hacia las estradas. Andrew aparentemente había terminado su ejercicio porque ahora estaba trotando alrededor de la cancha interna. Neil envidiaba la estamina que la medicina de Andrew le

daba. —Kevin, ¿qué quiere él? —preguntó Neil. Al darse cuenta que Kevin no podía leerle el pensamiento, hizo señas hacia Andrew. —Andrew no sabe quién soy, pero sabe que mi cabeza tiene un precio. A pesar de eso, dijo que me protegería durante un año. No por mi bien, sino porque pensaba que entrenarme te distraería de las amenazas de los Raven. Neil volvió a mirar a Kevin y dijo: —¿Qué es lo que quiere para arriesgar tanto al mantenerte aquí? —Le hice una promesa. —Kevin alejó su mirada del rostro de Neil para seguir el progreso de Andrew—. Está esperando a ver si la puedo mantener. —No lo entiendo. Kevin no dijo nada durante tanto tiempo que Neil casi dejó de esperar una respuesta. Finalmente, explicó. —Cuando Andrew está drogado es inútil, pero cuando no lo está es peor. Su consejero de secundaria vio la diferencia entre su penúltimo y último año y juró que esa medicina había salvado su vida. Un Andrew sobrio es… —Kevin pensó por un momento, intentando recordar sus palabras exactas y chasqueó sus dedos cuando citó—: “destructivo y miserable”. “Andrew no tiene ni un propósito ni ambición —dijo Kevin—. Yo fui la primera persona que miró a Andrew y le dijo que valía algo. Cuando salga de estas drogas y no tenga nada más que lo sostenga, le daré algo con lo que construir su vida. —¿Accedió a eso? —preguntó Neil—. Pero pelear contigo cada segundo, ¿por qué? —La primera vez que dije que serías de la Corte, ¿por qué te enfureciste conmigo? —Porque sabía que nunca sucedería —dijo Neil—, pero lo quería de todas maneras. Kevin no dijo nada. Neil esperó, luego se dio cuenta que había respondido su propia pregunta. Dejó a Neil en silencio un par de minutos. La incredulidad lo enfrentaba incómodamente, pero Neil no sabía de dónde provenía esa inquietud. Cambió de posición y dobló sus brazos alrededor de su pecho tan fuerte como pudo. —Entonces, ¿qué? —preguntó en voz baja—. ¿Crees que se mantendrá sobrio hasta el verano y de repente se dará cuenta que después de todo le gusta el Exy? Pensé que no creías en milagros. —Andrew está loco, pero no es estúpido —dijo Kevin—. Incluso él mismo se cansará de ser un

fracaso, enventualmente. Cuando la medicina abandone su organismo y realmente pueda pensar por sí mismo nuevamente, se me hará más fácil abrirle los ojos. Neil tenía sus dudas, pero dijo: —Buena suerte. Le sorprendió sentirlo realmente. Andrew era difícil de manejar la mayoría del tiempo, pero estaba dando lo mejor de sí para mantener a Neil y a Kevin en el Estado de Palmetto. Lo mínimo que le podían dar a cambio era algo que le pertenecía. Neil no pudo negar el poquito de amargura que se le coló al saber que Andrew tendría el futuro que Neil no, pero estaría en paz con eso eventualmente. —Deberíamos irnos —dijo Neil, porque no quería pensar más en eso—. No le cuentes a Andrew nada de esto, Kevin. —No puedo —dijo Kevin—. Él no respetará tu elección. Neil se dirigió hacia la puerta, pero Kevin le puso una mano en el hombro para detenerlo. —Neil. Había todo un mundo de arrepentimiento en ese nombre, pero era una promesa, también. Neil se reconstruyó, pieza por pieza, y siguió a Kevin fuera de la Foxhole Court.

b

Por la primera vez en su vida, Neil no estaba pensando acerca del futuro. Dejó de contar los días que faltaban para el partido con los Raven y disminuyó la cantidad de noticias que veía y leía. Enfocó todas sus energías en las prácticas, se mantuvo despierto durante la mayoría de las clases y manejaba a sus compañeros lo mejor que podía. Vio al grupo de Andrew en el camino hacia y desde las prácticas y salía la mayoría de las noches con Kevin y Andrew, por lo que dedicaba sus tardes a los estudiantes de último año. Sabía cosas acerca de ellos que nunca se había molestado en aprender acerca de cualquier otro en su vida entera. El nombre real de Renee era Natalie; su madre adoptiva le había cambiado el nombre cuando la quitó del sistema de adopción. Su madre era la razón por la cual ella y Dan estaban en el Estado de Palmetto. Stephanie Walker era una reportera que había entrevistado a Wymack con la intención oculta de publicitar a Renee con él. Wymack voló a Dakota del Norte durante la competición de primavera para ver cómo el equipo de Renee se enfrentaba a sus mayores rivales. Dan tuvo la suerte de ser capitana del equipo rival, y Wymack estuvo impresionado por su feroz actuación. Los anotó a ambos ese mismo fin de semana.

—Fue bastante malo —admitió Dan cuando Renee le contó a Neil la historia—. No podía creer que el Entrenador realmente esperara que nos lleváramos bien, especialmente después que su equipo dejó fuera de competición al mío durante mi último año. —Se lo tomó muy personal —dijo Renee con una sonrisa en su rostro. Neil intentó imaginar un tiempo en el que ellas no eran amigas, y lo encontró difícil. —Lo superaste, eventualmente. —No tuve elección —dijo Dan—. Los Foxes no querían chicas en la alineación, y especialmente no querían una como capitana. —Tuvimos que enfrentarnos a nuestros compañeros como una fuerza unida —dijo Renee, señalándose a sí misma, luego a Dan y a Allison—. Fue la única manera de sobrevivir. Nuestra amistad fue una farsa que comenzaba y terminaba en la puerta de nuestro dormitorio. Nos llevó la mayoría del año darnos cuenta que ya no era una actuación. —Yo no lo supe hasta las vacaciones de verano —dijo Dan—, cuando estaba contándole a las chicas acerca de la temporada. Por “las chicas” ella se refería a sus hermanas del escenario. Dan, alias Hennessey, había conseguido una identidad falsa cuando estaba en la secundaria para poder trabajar como stripper en una ciudad aledaña. Los horarios encajaban bien entre sus clases y los horarios del Exy, y le conseguían el dinero que necesitaba. Su tía estaba desempleada y encerrada en casa con un recién nacido. Dan de alguna manera tenía que mantenerlos a los tres. Dan dijo que dejó de hablarle a su tía al minuto que se mudó, pero mantuvo el contacto con sus antiguas compañeras de trabajo. Supuestamente todas ellas estaban esperando que ella se convirtiera en una celebridad. Así fue cómo Neil supo que Dan no quería profesionalizarse después de la univerdidad. Ella quería ser entrenadora y planeaba apoderarse de la Foxhole Court cuando Wymack se retirara. Mantendría los estándares de reclutamiento de Wymack en su ausencia. Matt estaba completamente a favor de la idea. Matt era una interesante respuesta al incompleto pasado de Dan: el hijo adinerado y educado de un boxeador profesional y una cirujana plástica de alto perfil. Sus padres se separaron hace años, en gran parte debido a las interminables infidelidades de su padre, pero no estaban oficialmente divorciados. Matt creció con su padre, ya que la carrera de su madre demandaba mucho tiempo fuera de la casa. Matt trituraba las palabras al hablar de su padre, pero de su madre podía hacerlo largo y tendido. Ella era su ídola, y Neil encontró interesante escuchar sus historias, al igual que doloroso. Neil recordaba el sonido que emitió el cadáver de su madre cuando intentó quitarlo del asiento de vinilo. Dos semanas después del banquete, Allison volvió a hablarle a Neil. Neil todavía no había descubierto cómo disculparse con ella, o si tenía que hacerlo siquiera, cuando finalmente ella quebró el silencio.

Neil estaba cenando en la ciudad con los estudiantes de último año cuando Allison le pidió que pasara la kétchup. Lo sorprendió tanto que casi deja caer su hamburguesa, y le entregó la botella tan rápido como pudo. Pasaron días antes que le volviera a dirigir la palabra, pero su frío silencio lentamente comenzó a derretirse. Neil incluso la vio sonreir ante uno de los chistes negros de Matt. De ninguna manera había acabado su duelo, pero estaba aprendiendo a estar bien. Neil deseo tener algo que darles a cambio por su amistad y confianza, pero nada acerca de él era lo suficientemente seguro para compartir. Ellos nunca curiosearon, pero le llevó semanas darse cuenta que no tenían que hacerlo. No pedían secretos; se conformaban con las escasas verdades de la vida diaria. Ellos sabían que él odiaba los vegetales pero amaba la fruta, que su color favorito era el gris y que no le gustaban las películas ni la música fuerte. Eran cosas que Neil solo entendía en términos de supervivencia, pero sus compañeros guardaban esos destellos como si fueran oro. Estaban juntando las piezas de Neil y construyendo una persona real alrededor de todas sus mentiras. Encontraron partes de él que ningún disfraz podía cambiar. Nada de lo que supieran cambiaría el resultado de este año, ni les diría quién era él en realidad, pero era estremecedor de todas formas. Por suerte, los exámenes trimestrales se estaban acercando, por lo que Neil podía usar al estudio como una excusa para retraerse lentamente de su alcance. La biblioteca parecía un refugio seguro, dado que tenía cuatro pisos y doscientas filas en las que esconderse, pero Neil no era el único con exámenes. Estaba dejando el café de la biblioteca con una bien merecida taza de cafeína cuando se cruzó a Aaron y Katelyn. Aaron se detuvo de golpe al verlo, viéndose casi ofendido, pero Katelyn sonrió contenta por el saludo.

—Neil, hola —dijo ella, ofreciendo su mano—. No creo que nos hayan presentado. Neil cambió el café de mano, para poder darle un rápido apretón. —No, pero te he visto en los juegos. Eres Katelyn, ¿cierto? Estás en el equipo de las Vixen. Ella pareció deleitada de que la hubieran reconocido, pero Aaron aún se veía molesto. Neil no lo culpaba. Aaron y Katelyn siempre se buscaban en los juegos, pero Aaron nunca se acercaba a las porristas. Esta era la primera vez que Neil los veía cerca el uno del otro. Quizás Aaron estaba finalmente haciendo el movimiento que sus compañeros estaban esperando. Estaban tomados de la mano, así que debía estar yéndoles bien. Aaron notó la mirada de Neil, a juzgar por el filo frío en su “Adiós”. Katelyn se inclinó contra él en una silenciosa reprimenda, pero Neil los pasó sin discutir. No llegó muy lejos antes que la curiosidad lo hiciera darse vuelta. Katelyn y Aaron estaban distraídos en la cola para el café. Katelyn estaba acurrucada contra el costado de Aaron, un par de centímetros más alta que él, y sin embargo parecía encajar perfectamente a su lado. Se veían inesperadamente cómodos juntos, por cuán cuidadosamente se evitaban en los juegos. Neil esperaba que sus primeros pasos fueran un poco más incómodos. —¿El café es tan interesante?

Neil se preguntó si los Foxes secretamente le habían instalado un chip rastreador y se volteó ante la voz de Nicky. Nicky estaba casi en la cima de la escalera, su mochila colgando sobre un codo y sus brazos cargados de revistas. —No realmente —dijo Neil, pero Nicky se detuvo a su lado y observó dentro del café. Neil se preparó para una emocionante reacción o un rollo triunfante acerca de todas las apuestas que acababa de ganar. Lo que no estaba esperando era el asentimiento de Nicky en aprobación. —Qué inteligente de ellos escoger la biblioteca como punto de besuqueo —dijo Nicky. Luego alejó a Neil del café con una mano sobre su hombro—. Andrew sostiene que es alérgico a los libros, por lo que no viene por aquí salvo que Kevin lo obligue. Están a salvo durante otra semana por lo menos. Haznos un favor a todos y no lo menciones. —Pensé que no estaban juntos —dijo Neil, poniéndose en busca de un lugar para estudiar. —No, oficialmente no lo están —Nicky lo siguió sin ser invitado—. Aaron es demasiado listo para invitarla a salir y por ahora Katelyn está bien con la espera. No sé si ella aguantará hasta la graduación y sé que no es justo preguntárselo, pero espero que lo haga. Hacen buena pareja, ¿no lo crees? —No sabría decirte. Neil encontró una mesa vacía y apoyó sus cosas. Nicky rápidamente extendió sus revistas a través de tres cuartos de la mesa. Neil quitó un par de cosas de su camino y se sentó. Estaba medio asuatado de no poder hacer mucho con alguien tan charlatán como Nicky alrededor, pero Nicky sorprendentemente estuvo concentrado en su propio proyecto. Lo que Neil había asumido que era lectura ociosa resultó ser material para una de las clases de publicidad de Nicky. Trabajaron en silenciodurante casi veinte minutos hasta que Nicky finalmente habló. —Andrew la odia, ¿lo sabes? Le tomó un momento a Neil descubrir de quién estaba hablando Nicky. Su cabeza estaba llena de números; estaba trabajando sobre un panfleto de seis páginas lleno de ecuaciones matemáticas. Pero Nicky lo dijo como si hubiese estado pensando en Aaron y Katelyn todo este tiempo. Neil casi se queda sin decir nada, porque su informe era más importante que algo tan trivial como la posible relación de Aaron, pero se le hizo difícil ignorar un pie como áquel.—¿Por qué? —preguntó Neil. —Porque a Aaron le gusta —dijo Nicky, como si eso fuera obvio. —La última vez que me fije, a Andrew no le agrada Aaron tampoco. —Precisamente —Nicky cerró su revista, miró muy obviamente sobre su hombro en busca de alguno de sus primos, luego se inclino a través de la mesa hacia Neil. —Andrew no está muy a favor de la felicidad de Aaron, ¿ves? Por lo que si a Aaron le gusta Katelyn, Andrew no quiere que él la tenga. Andrew puede tener una sonrisa brillante, pero es un maestro del rencor infantil.

—Eso no tiene sentido —dijo Neil. —Es complicado —dijo Nicky, frotándose el cuello mientras se inclinaba hacia atrás en su silla—. No me metí en los crudos detalles la última vez porque esos no son realmente los asuntos de Dan y Matt, pero tú eres de la familia, por lo que puedo contarte —Volvió a mirar sobre su hombro—. Te dije que la Tía Tilda dio a Andrew en adopción, ¿no? Eso es apenas una parte. La verdad es que los puso a ambos en el sistema. Una semana después, cambió de parecer. —¿Pudo hacer eso? —El sistema lo permite cuando se trata de pánico y arrepentimiento —Nicky hizo una mueca—. No le tuvo que dar su nombre al empleado, pero tuvo que tomar las bandas identificatorias que marcaban cuáles eran sus niños, por si acaso. Mientras regresara lo suficientemente rápido, sí, podía tener a sus bebés devuelta. “La Tía Tilda se sintió culpable por dar a sus hijos en adopción, pero no se sintió lo suficientemente mal para llevarse a ambos. Sólo podía encargarse de uno, o eso le dijo a Papá cuando éste se enteró acerca de Andrew. No sé cómo pudo elegir con cuál de ellos quedarse ¿Habrá escogido por orden alfabético, Aaron antes que Andrew, o eligió del cajón la banda que tocó primero?

Nicky se quedó en silencio un momento mientras pensaba en ello. Pasó una mano por su frente y continuó. —Cada uno tenía un cincuenta porciento de posibilidades de joderse, ¡ha! —La sonrisa de Nicky carecía de humor—. Supongo que ambos la pasaron mal. Andrew salió del sistema adoptivo y Aaron se convirtió en el recordatorio viviente de la culpa y el fracaso de la Tía Tilda. Ella intentó tanto como pudo no lidiar con Aaron, por lo menos hasta que Andrew volviera a figurar. Ahí fue cuando Aaron dijo que ella comenzó a enojarse, en vez de su usual negligencia. —¿Ellos saben que ella los dio a ambos en adopción? —preguntó Neil. —Cuando la madre adoptiva de Andrew llamó para arreglar ese encuentro, le preguntó a la Tía Tilda cómo fue que solo uno de ellos terminó en el sistema. La Tía Tilda le contó, y Aaron la oyó en las escaleras —Nicky hizo señas como si indicara el dormitorio de Tilda—. No sé por qué demonios la familia adoptiva de Andrew se lo dijo, pero sí, lo sabe. Estoy pensando que esa es la razón por la que él no le habló a Aaron cuando éste le escribió. Estaba, justificadamente a mí parecer, furioso. —Pero no fue la culpa de Aaron —dijo Neil—. Fue la decisión de su madre. —Así es Andrew para ti: siempre buscándole el sentido a las cosas. —Nicky extendió sus palmas en un gesto desesperanzado—. Encontrar nuevamente a Andrew fue un punto de inflexión para Aaron, de todas las peores maneras posibles. La Tía Tilda los hizo mudarse al otro lado del país, comenzó a tomar más que nunca y su mano se volvió pesada con Aaron. Aaron se metió en toda clase de problemas, en una clase de rebelión traumatizada. Él tomó sus drogas y se involucró en peleas en la escuela, y en general creció convirtiéndose en una clase de pendejo. Mamá me contó

acerca de eso cuando yo estaba en Alemania, porque estaba preocupada por él. La única cosa buena que Aaron hizo en Carolina del Sur fue jugar al Exy, y sólo escogió eso para que los juegos lo mantuvieran alejado de la casa de la Tía Tilda. “Luego Papá se enteró acerca de Andrew y comenzó esta campaña de un año de duración para traerlo a casa. Te lo conté la última vez, ¿no? Desgastó a la Tía Tilda hasta que ella aceptó recibir a Andrew en su casa, después habló con la corte y Servicios Infantiles y la última familia adoptiva de Andrew. Él conoció a Andrew, quien aparentemente no estaba del todo interesado en un triunfante reencuentro con su madre, y se lo presentó a Aaron. Allí fue cuando las cosas comenzaron a moverse. Andrew de repente se motivó. Comenzó a comportarse y a obedecer las reglas y fue liberado bajo palabra cerca de un año más tarde. —Andrew decidió que quería un hermano después de todo —dijo Neil—, así que, ¿qué fue lo que sucedió mal? —La Tía Tilda murió, y Aaron culpa a Andrew. —¿Andrew causó su muerte? Nicky le hizo señas para que bajara la voz, sin importar que Nicky fuera el que estaba hablando más alto de los dos. —La noche que Tía Tilda murió, ella y Aaron se pelearon. Así fue cómo Mamá y Papá se enteraron finalmente que la Tía Tilda golpeaba a Aaron. Él apareció en su casa con cardenales frescos y cortes. Papá llamó a la Tía Tilda para esclarecer las cosas, pero ella no se quedó mucho tiempo. Tomó a Aaron y se fue. No llegaron a la casa. Ella se metió en medio del tráfico en dirección contraria, sin cinturón de seguridad. Nicky se removió en su asiento, viéndose un poco incómodo, y agregó: —Aaron no estaba en el auto. Estaba haciéndose pasar por Andrew en una sesión de estudio. Esto fue antes que Andrew se metiera en las drogas, por lo que fue una representación bastante fácil para Aaron. Él no sabía por qué Andrew le había pedido que hiciera eso hasta que la policía llamó. Aún no se lo que sucedií; si la Tía Tilda entró en pánico al darse cuenta cuál de los hijos estaba con ella, o si estaban peleando, o si fue intencional, pero… “No es que Aaron la apreciara, pero era su madre, ¿sabes? Y Aaron nunca logró arreglar las cosas con ella, nunca llegó a entender porqué estaba tan arruinada o porqué los había arruinado tanto a ellos. Aaron no puede aceptar su muerte. Él la extraa. No puede perdonar a Andrew, y Andrew no entiende, o no le importa cuánto todo esto lastima a Aaron. Punto muerto. Neil creyó entender la situación de Aaron. Él y su madre tenían serios problemas, como consecuencia del pasado de ella y la aterradora niñez de él. Al final se preguntó si fue la supervivencia o el amorlo que los mantuvo juntos tanto tiempo. El saber ahora que ella había tenido que huir para protegerlo distorsionaba un poco su perspectiva, pero él había sentido hacia ella una violenta aversión

la mitad de su vida. A pesar de eso, perderla fue la peor cosa que alguna vez le sucedió. Neil no podía decir eso cuando sus compañeros pensaban que ambos de sus padres se encontraban vivitos y coleando, por lo que se concentró en la conclusión más interesante de la historia de Nicky. Habló lentamente, dándose tiempo para pensar y desteñir el dolor en su voz. —A Andrew le importó. Eso fue lo que sucedió mal. Nicky pestañeó. —¿Qué? —Andrew volvió a su casa por Aaron, ¿cierto? No le habría llevado mucho tiempo darse cuenta que Aaron era un desastre. Andrew rastreó los problemas de Aaron hasta dar con su madre. Quizás él no la mató por haberlo dado en adopción. Quizás lo hizo para proteger a Aaron. Nicky se veía escéptico. —Ese es un gran “quizás”, Neil. —¿Lo es? —preguntó Neil—, ¿tú recuerdas cómo Andrew terminó con su medicación? —Sí —dijo Nicky, luego se quedó en silencio mientras pensaba en ello. Nicky solía trabajar en el Crepúsculo del Eden, en Columbia. Estaba en su descanso una noche cuando cuatro hombres decidieron que podían golpearlo hasta que dejara de ser homosexual. Andrew se metió para proteger a Nicky, pero fue demasiado lejos. Una cosa era unirse a la pelea, y otra completamente diferente era continuarla cuando los hombres estaban inconscientes y sangrando en la vereda. Andrew los habría matado si la seguridad del club no lo hubiera sostenido. La prensa aprovechó al máximo la situación; Neil leyó todo cuando estaba investigando acerca de los Foxes. —Ella estaba lastimando a Aaron, por lo que Andrew la detuvo —dijo Neil—. Aaron debería haber estado agradecido, pero lamentó su muerte como si no le importara lo que le hubo hecho. Se puso de su lado. —¿Realmente crees eso? —Tiene sentido para mí —dijo Neil. Incluso explicaría porqué Andrew odiaba a Katelyn, a pesar de que Neil no estaba seguro qué interpretación tomar: que Andrew no dejaría que otra mujer se interpusiera entre ellos, o que continuaba castigando a Aaron por escoger el lado equivocado hace tres años—. Supongo que ellos nunca habrán hablado acerca de su muerte. —No desde que me mudé con ellos y aparecí en el funeral de la Tía Tilda —dijo Nicky—. No hablaban siquiera acerca de las pequeñas cosas. No los veo teníendo una conversación tardía a corazón abierto sobre las intenciones de Andrew dentro de poco.

Nicky apoyó su codo sobre la mesa y escondió su rostro en su mano. La derrota se veía antinatural en su rostro y lo hacía finalmente parecer de su edad. Neil casi olvidaba que Nicky era varios años mayor que sus primos. Era un estudiante de segundo año al igual que ellos, pero era el segundo jugador más grande en el equipo después de Renee. —La única razón por la cual me quedé cuando el Entrenador me ofreció un lugar era para poder arreglar esto —dijo Nicky—. Pensé que si tenía más tiempo, podría enseñarles a Aaron y Andrew a ser hermanos nuevamente. Y no estoy vencido, ni de casualidad, pero desearía que Renee se apurara a hacer su movimiento. Neil no tenía idea cómo la conversación había pasado de un asesinato a Renee. Repitió los últimos segundos de su conversación en su cabeza, luego se rindió y preguntó—: ¿Qué? Creí que no te agradaba. Nicky se puso de pie de golpe, como si Neil lo hubiera golpeado. —¿A quién no le agrada Renee? Neil casi se voluntarió a servir como el primer ejemplio, pero no quería descarrillar la conversación aún más. Modificó sus palabras a un “A nadie le agrada lo pegada que está a Andrew.” —No quiero criticar a mi propio primo, pero todo el mundo sabe que él no es lo suficientemente bueno para ella. En un mundo perfecto, Renee sentaría cabeza con un lindo muchacho cristiano que invirtiera en sus proyectos de caridad y la amara medio hasta la muerte. En este mundo ella tiene sus ojos puestos en Andrew. Yo intervendría por su bien, pero no estoy deseperado. Andrew necesita algo que lo distraiga de todos sus problemas. Neil recordó su conversación con Kevin unas semanas atrás. —¿Qué hay acerca del Exy? —Ahora suenas como Kevin —Nicky se frotó la sien, como si quisiera alejar un dolor de cabeza—. El Exy no es una opción aquí, ¿okay? Puedes amar el Exy tanto como quieras, pero nunca te amará en retorno. Neil debió dejar el tema, pero el reto se interpuso entre ellos antes que pudiera evitarlo. —¿Y qué con eso? —Por Dios —Nicky se veía desgarrado entre el horror y la pena—. ¿En serio? Esa es la cosa más triste que alguna vez oí. Neil debió haber mantenido su boca cerrada. —Necesito estudiar.

—Ni te atrevas —Nicky arrancó el panfleto de matemática del escritorio y lo dejó caer al suelo cerca de su silla—. Escucha. Está la obsesión y está la disfunción. No puedes hacer que el Exy sea lo fundamental en tu vida. Esto no durará para siempre, ¿sí? Serás brillante, luego te retirarás, ¿y entonces qué? ¿Pasarás el resto de tu vida solo en tu casa junto a tus trofeos? —Déjalo —dijo Neil. Quizás Nicky oyó la débil advertencia en la voz de Neil, porque suavizó su tono. —No puedes ser sólo esto, Neil. Esto no es una razón suficiente para vivir. Podría llevarte a Columbia algún día, solo nosotros dos, y que Roland te introduzca. Él tiene un montón de buenos amigos. A este punto ni me importa que tenga una novia, siempre y cuando tú… —¿Por qué no te gustan las chicas? Nicky se vio sorprendido por la interrupción, pero se recobró rápidamente e hizo una mueca. —Son tan suaves. Neil recordó los nudillos moretoneados de Renee, el fiero espíritu de Dan, y a Allison manteniéndose firme en la cancha una semana después de la muerte de Seth. Pensó en su madre, plantada sin parpadear ante la violenta furia de su padre, y luego dejando cuerpos despiadadamente en su estela. Se sintió obligado a decir “Algunas de las personas más fuertes que conozco son mujeres.” —¿Qué? Oh, no —se apuró a decir Nicky—. Me refiero a que son literalmente suaves. Demasiadas curvas, ¿o no? Siento que mis manos se deslizarían fuera de sus cuerpos. Definitivamente, no son mi tipo. A mi me gusta… —Dibujó una caja con sus dedos, mientras buscaba las palabras—. Erik. Erik es perfecto. Es un super fan de las actividades al aire libre, escalar rocas, hacer senderismo y andar en bicicleta por las montañas, toda esa horrible cosa del aire fresco infestado de bichos. Pero, por Dios, deberías ver lo que le hace a su cuerpo. Él es como si fueran todos bordes duros. — Dibujó otra caja—. Es más fuerte que yo, y me gusta eso. Siento que podría estar reclinado contra él todo el día, y él no sudaría siquiera una gota. La sonrisa de Nicky fue lenta y placentera mientras pensaba en su novio a larga distancia. Era una expresión más reservada de la que Neil veía usualmente en su rostro. Le hizo a Neil preguntarse si Nicky era naturalmente ruidoso o si exageraba su naturaleza extrovertida para compensar a sus antipáticos primos. —Es divertido —dijo Nicky—. Ese no solía ser mi tipo. Ninguno de los otros muchachos que me gustaban eran así. Quizás esa es la razón por la que ninguno de ellos pudo ayudarme. Nicky puso sus manos con las palmas hacia arriba sobre la mesa y las observó. —Mis padres están algo así como locos, ¿sabes? Está lo religioso y está lo psicótico-religioso. Renee y yo somos de la clase decente, creo. Vamos a diferentes iglesias y tenemos algunas ideas

diferentes, pero nos respetamos de cualquier manera. Entendemos que la religión es solo una interpretación de la fé. Pero mis padres están locos en el sentido de blanco y negro. Sólo existe lo bueno y lo malo para ellos: llamas del infierno, perdición y juicios del cielo. “Por alguna razón intenté salir del closet con ellos —dijo Nicky—. Mamá estuvo bastante amargada. Se encerró en la habitación y lloró y rezó durante varios días. Papá tomó un camino más directo y me envió a un campamento para gays cristianos. Pasé un año aprendiendo que estaba infectado con una desagradable idea del diablo, que era una prueba viviente para cada otro buen cristiano en el planeta. Intentaron usar a Dios para que me avergonzara y me volivera hetero. “No funcionó —dijo Nicky—. Por un momento desee que lo hiciera. Volví a casa sintiéndome una abominación y un fracaso. No podía enfrentar a mis padres así, por lo que mentí. Pretendí ser hetero por el resto de la secundaria. Incluso salí con un par de chicas. Besé a un par de ellas, pero usé mi fe como una excusa para nunca llegar más lejos que a primera base. Sabía que tenía que mantenerlo así hasta la graduación. “Odiaba tanto mi vida —dijo Nicky—. No podía hacerlo, ¿sabes? No podía vivir en una mentira así

día tras día. Me sentía enjaulado. Algunos días creía que Dios me había abandonado; a veces creía que le había fallado. A mitad de mi penúltimo año comencé a considerar el suicidio. Entonces mi profesora de alemán me hizo a un lado y me contó acerca de un programa de intercambio. Ella lo arreglaría todo para mí, me dijo, si mis padres lo firmaban. Ella se encargaría de las admisiones, conseguiría una familia anfitriona y todo. Sería caro, pero pensó que necesitaba un cambio de escenario. Supongo que ella sabía que estaba cerca del límite.

“No creí que Mamá y Papá aceptarían, pero estaban tan orgullosos de mí por mi supuesta recuperación que aceptaron dejarme ir en mi último año. Solo tenía que durar otro semestre y entonces podía irme. Estaba tan desesperado por salir de allí que realmente no presté atención cuando Aaron y la Tía Tilda se mudaron a Columbia esa primavera. Todo lo que me importaba era mantener la fachada hasta mayo. Ahora sé que debí intentarlo más, pero no le habría hecho bien a él de la manera en cómo estaba. “Cuando el avión despegó de Columbia, estaba muerto de miedo —dijo Nicky—. Estaba tan aliviado de alejarme de mis padres y de todos los que conocía, pero no sabía si estar en Alemania cambiaría algo. Cuando aterricé, mi nuevo hermano anfitrión me estaba esperando en arribos. Erik Klose — dijo Nicky, sonando como si lo estuviera diciendo por primera vez—. Él me enseñó a creer en mí mismo. Me mostró como balancear mi fe y mi sexualidad, y me hizo estar bien nuevamente. Sé que suena dramático, pero él salvó mi vida. Nicky volteó sus manos y entrelazó sus dedos. La mirada que le dio a Neil era tan reconfortante como preocupada, y le hizo a Neil querer alejarse. —De eso se trata el amor, ¿ves? Es porqué el Exy nunca será suficiente, ni para ti, ni para Andrew, ni para nadie. No te puede sostener, ni hacer de ti una persona mejor o más fuerte.

—Okay. Nicky no estaba sorprendido por esa respuesta neutral. —No soy el crayón más brillante de la caja, pero no soy el más aburrido, tampoco. Me he dado cuenta que tienes todos los problemas de confianza que un gato extraviado. Pero tarde o temprano, tendrás que abrirte a alguien. —¿Puedo estudiar ahora? Nicky levantó el panfleto de matemática de Neil del piso, pero lo mantuvo fuera de su alcance. —Es tu turno. ¿Por qué no te gustan las chicas? —No es que no me gusten —dijo Neil, pero Nicky solo soltó una risita suspicaz. Neil recordó los puños pesados de su madre en su piel, y sus dedos enredados en su cabello. Ella le había dicho una y otra vez que las muchachas eran peligrosas. Ellas se meten en la cabeza de un hombre, solía decir. Ellas se meten bajo la piel de un hombre. Ellas podían hacer que un hombre quisiera cambiar el mundo, comenzando por ellos mismos. Ellas lo daban vuelta y le extraían todos sus secretos. Podrían tener buenas intenciones, pero haría que los matasen a todos al final. —Es complicado —dijo finalmente Neil—. Déjame trabajar ahora. —Por lo menos prométeme que lo pensarás. —Te lo prometo —dijo Neil. —Eres un mentiroso tan impertinente. —Nicky bufó y le entregó a Neil su hoja. Neil miró su reloj e hizo una mueca al ver cuánto tiempo habían perdido; dio vuelta la página hasta hallar la ecuación donde se había quedado. Nicky gruñó un poco por lo bajo mientras reorganizaba sus propias notas, pero se quedó en silencio cuando volvió al trabajo. Neil se quitó la conversación entera fuera de su mente para poder concentrarse. Después de unos minutos se la había olvidado por completo, y honestamente, esperaba que así se mantuviera. Volvió a él durante la práctica, cuando vio a Andrew con Renee. Estaban de pie juntos, cerca del arco, y Andrew estaba gesturando con exaltación mientras hablaban de una cosa o la otra. Neil los observó durante más tiempo del que pretendía y recordó las palabras de Nicky. No había razón en obsesionarse con ello cuando sabía cómo terminaría el año, pero por un momento Neil quiso saber. Pensó en la historia de Nicky y cómo él había conocido a Erik justo a tiempo. Nicky había estado en el fondo del pozo, pero Erik fue lo suficientemente fuerte para mantenerlo a flore. Había solo una persona en el mundo lo suficientemente fuerte para enfrentarse a los problemas de Neil y ella ahora estaba muerta. Neil no deseaba que cualquier otro cargara con sus desastres. Sin embargo, él ya había comenzado a compartir esa carga, quizás sin proponérselo. Había

dividido sus secretos entre Kevin y Andrew. Kevin había reaccionado de la manera en que Neil esperaba que todo el mundo hiciera frente a la verdad: con un horrorizado pedido que Neil se fuera inmediatamente. Andrew, en cambio, había asentido y le había dicho a Neil que se quedara. Se mantuvo firme cuando Neil le habló de asesinato y le dio una llave de su casa. Pero eso no contaba, porque Andrew era Andrew, y este era definitivamente la última cosa en la que necesitaba pensar. Arrastró su atención nuevamente a la tarea que tenía entre manos y juró nunca volver a escuchar a Nicky.

CAPÍTULO 8 Traducido por Ella R Corregido por Cotota

Octubre llegó sin aviso. Neil sabía que su partido contra los Raven estaba a la vuelta de la esquina, pero igualmente se quedó perplejo al darse cuenta que ya había pasado una semana desde que comenzara el mes. Faltaban solo seis días para el juego. Si los Foxes estuviesen teniendo una temporada típica, el partido habría atraído un poco menos de atención, incluso con Kevin en la formación. Este año, sin embargo, tenían un record sin precedentes de seis-a-uno. El único juego que habían perdido fue el primero contra Breckenridge. Habían ganado tres juegos por los pelos, pero las victorias eran victorias sin importar cómo las hubiesen obtenido. Los Foxes estaban volviéndose más unido y más fuertes cada semana. Nadie esperaba que ellos ganaran contra los Raven, pero era obvio que darían pelea de una manera espectacular. La Foxhole Court no tenía suficientes asientos para acomodar a la multitud que el partido seguramente atraería, por lo que la escuela vendió los asientos con un precio de descuento en el estadio de basketball y prometió transmitir el juego en vivo en las pantallas allí. La Universidad del Estado de Palmetto pasó la totalidad de la segunda semana acicalándose y preparándose para su día bajo los reflectores. Los jardineros recortaron cada centímetro de césped en el campus. El personal de limpieza drenó y fregó el estanque hecho a mano frente a la biblioteca. Los clubes estudiantiles fueron invitados a diseñar y colgar banderines donde sea que entraran. La mascota Rocky Foxy caminaba por el campus durante horas cada día y metía su cabeza enorme en las clases para motivar a los estudiantes. Las Vixen armaron un campamento en el anfiteatro para repartir tatuajes temporales y garras de gomaespuma. Hubo un evento cada noche hasta llegar al viernes. El coro de la escuela y la bandade jazz dieron conciertos gratis en el césped del estadio el lunes. El setenta porciento del cuerpo estudiantil vistió de naranja para el Día de Naranja el martes. El miércoles fue Día de Blanco, con una participación aún mayor. El jueves fue el espectáculo de porristas, al cual los Foxes tuvieron que asistir. Varios miles de estudiantes se detuvieron para animar y festejar. Se instalaron nuevas cámaras para televisar las festividades y hacerle comentarios al pequeño equipo. Wymack mantuvo a Neil alejado del micrófono, sin confiar en que supiera comportarse. El jueves finalmente Dan comenzó a inquietarse. Este era su cuarto año como capitana del equipo. Había sido sujeto de abuso verbal y odio desde sus comienzos. Ver que la gente la apoyaba a ella y a su equipo la alteraba. Mantuvo una mueca de valentía frente a las cámaras, pero pasó la noche del jueves e la cama de Matt.

Cuanto más se emocionaban los estudiantes, más nerviosos se sentían los Foxes y la tensión en sus prácticas esa semana fue sofocante. Estaban hechos un manojo de nervios para el viernes. Andrew era el único que no se veía afecado. Rebotaba por las paredes y molestaba a sus compañeros sin cesar. Kevin, en cambio, no dijo ni una sola palabra durante la práctica la mañana del viernes. El tráfico ese día estaba completamente fuera de control, sin importar cuánta ayuda proviviera de la seguridad del campus. Wymack retiró a sus Foxes de sus clases de la tarde y los reunió en el estadio a las tres. Faltaban como cuatro horas para el saque, pero él quería protegerlos de la locura que se esparcía por la universidad. Dan encendió la televisión e hizo zapping hasta que encontró una película. Aaron y Matt fueron al vestíbulo a hacer su tarea en paz. Neil yKevin fueron a la cancha interna y se sentaron en el banco de los Foxes en silencio. A las cinco y media Wymack les ordenó suficiente comida para alimentar a un pequeño ejército. Los Foxes se sentaron en ronda para comer pero no hablaron. Solo cuando hubieron juntado la basura finalmente se miraron. Dan tomó la alineación de los Raven y comenzó a repasarla, pero para ese momento los Foxes sabían todos los nombres y posiciones de los Raven de memoria. Comenzaron a estudiar la alineación de los Raven semanas atrás, mirando juegos viejos y memorizando las tácticas. Vieron grabaciones de juegos anteriores de los Raven para hacerse una idea de cómo jugaban sus oponentes y buscaron cualquier debilidad que pudieran aprovechar. Habían regresado con las manos vacías. La única grieta en la armadura de los Raven era la ausencia de Kevin. Kevin intentó explicar la sincronía de los Raven a principios de la semana, pero Neil casi deseó

poder olvidar esa historia. Los Raven fueron a la Universidad Edgar Allan por solo una razón: jugar al Exy. Se esperaba que cada atleta que el Entrenador Moriyama aceptara, firmara un contrato profesional cerca de la graduación. La escuela era una preocupación secundaria para todos ellos. Estaban matriculados em la misma carrera de grado y tomaban sus clases juntos en grupos de tres o cuatro. No tenían permitido ir a ningún lado sin llevar a por lo menos uno de sus compañeros consigo. Se suponía que no podían socializar con nadie fuera del equipo. Ni siquiera vivían en los dormitorios estudiantiles, pero tampoco vivían donde todo el mundo pensaba que lo hacían. La universidad Edgar Allan era más pequeña de la del Estado de Palmetto, con menos deportes y más programas de arte. Una ventaja que ofrecían era el alojamiento basado en intereses, en vez de los dormitorios usuales. Las sororidades, fraternidades y clubes mayores podían hacer una petición para vivir bajo comodidades especiales. El equipo de Exy tenía una casa propia, pero los Raven solo dormían allí cuando tenían que mantener las apariencias. El Evermore no estaba dentro del campus de la escuela por una razón. Pertenecía a Edgar Allan, pero funcionaba como el estadio del equipo nacional. Gracias a su doble función, Evermore fue construida con extra comodidades: torres para celebridades y el ERC, salas para los invitados de alto perfil y espaciosos cuartos para los equipos visitantes. Esos cuartos estaban construídos debajo del piso de la cancha, y allí era donde los Raven solían dormir. Allí fue donde Riko y Kevin crecieron. Si los Raven no estaban en clase, se esperaba que estuviesen en Evermore. Vivían y respiraban

Exy a un nivel que ningún otro equipo podía igualar. Su intenso estilo de vida, integración forzada y castigos viciosos los ponía en una escala totalemente diferente de sus oponentes. Ellos eran, por decirlo así, lo totalmente opuesto a lo que los Foxes conocían y entendían. El juego de esta noche enfrentaba la conciencia colectiva contra un manojo de rechazados fracturados. A una hora del saque, los guardias del estadio abrieron las puertas y comenzaron a hacer entrar a la gente. Neil creyó poder sentir al estadio temblar bajo el peso de diez mil pares de pies. Se vistió al compás del murmullo distante de voces entusiasmadas y se encontró con su equipo en el vestíbulo. Wymack ya tenía la raqueta en mano. Kevin abrió la tapa sobre el par que tenía e hiló sus dedos a través de la red. —¿Puedes hacerlo, Kevin? —preguntó Abby, buscando en su rostro alguna señal de que estuviera bien—, ¿puedes jugar? —Si estoy respirando, es porque puedo jugar —dijo Kevin—. Este es mi partido también. —Palabras por las que vivir y morir. —Wymack les hizo señas para que se pusieran en formación—.

Espero un número de dos dígitos en el marcador de mi línea ofensiva. Kevin, tú conoces su defensa mejor que nadie y ellos no saben cómo enfrentarte cuando utiluzas la diestra, así que llévalos a la ruina. Neil, obtén por lo menos cinco puntos o te haré correr maratones todos los meses hasta que te gradúes. Neil lo miró. —¿Cinco puntos? —Lograste cuatro la semana pasada. —No estábamos jugando contra el Edgar Allan la semana pasada, Entrenador —dijo Neil. —Eso es irrelevante —dijo Wymack sacudiendo su mano—. Cinco puntos o cuarenta y dos kilómetros. Haz las cuentas y decide cuál te hace más feliz. No le dio a Neil una oportunidad de protestar, sino que miró a Allison y a Dan. —Ustedes chicas dejen que la defensa se hunda si tienen que hacerlo. No son su preocupación. Ustedes concéntrense esta noche en mantener a flote la línea de defensa, ¿entendido? Sabemos que los Raven son más rápidos, más grandes y mejores que nosotros. Tenemos solo una oportunidad, siempre y cuando podamos controlar su puntaje. Defensores, mantengan a los delanteros lejos del arco. Punto, fin de la historia. Andrew, por una vez en tu miserable y minúscula vida, juega como si quisieras que ganáramos, ¿puedes hacerlo? Andrew se vio divertido por la petición, cosa que Neil no encontró para nada reconfortante. La chicharra de advertencia sonó por encima de sus cabezas, alertándolos que debían estar en la cancha interna en un minuto. Neil no fue el único que comenzó a dirigirse hacia allí ni bien la alarma se

apagó, y estaba más que un poco preocupado qu Kevin fuera de los que comenzaron a saltar. Abby fijó a Kevin con una intensa mirada que Kevin se rehusó a devolver. Wymack batió sus palmas a su equipo hasta que se acomodaron en formación. —Hagámoslo —dijo—. Cuanto antes acabemos con estos bastardos, nos podremos ir a emborrachar a lo de Abby. Me pasé toda la maldita mañana llenando su refrigerador. Ese no era exactamente un voto de confianza, pero logró hacer sonreir a la mayoría de los compañeros de Neil y Nicky incluso saltó un poco de alegría. No valía la pena pretender que no iban a ser totalmente masacrados esa noche. Wymack les estaba ofreciendo una oportunidad de beber hasta dormir para no tener que pasar el resto de la noche amargándose por su fracaso. Neil supuso que era mejor que nada, incluso si no lo ayudaba en nada a él. Wymack abrió la puerta. Dan le dio a su equipo una sonrisa tensa sobre su hombro antes de guiarlos al estadio. Neil no pudo ver las gradas hasta que estuvieron casi dentro de la cancha interna, pero el ruido que se aplastaba contra él parecía más sonoro que nunca. Los rugidos se convirtieron en gritos cuando los Foxes finalmente se hicieron ver. Las Vixen agitaron sus porras y rebotaron en un eufórico saludo. La banda de la escuela, las Notas Naranjas, hizo estallar el himno del equipo, tocando tan fuerte como podían. De alguna manera, sonaba amortiguada por el resto del caos. Neil levantó la vista al mar naranja. Pudo vislumbrar a los visitantes de otras ciudades por los carteles neutrales “1-2” que llevaban en tributo a Riko y a Kevin. Los fanáticos de los Raven fueron incluso más fáciles de localizar. Estaban todos de negro y se ubicaron en una sección reservada,

directamente opuestos a los bancos de los Foxes. Era como si un masivo agujero negro se hubiera tragado esa parte del estadio. Con todo ese ruido, Neil se perdió el anuncio que marcaba la entrada de los Raven, pero no pudo perderse el repentino latido de los tambores. La melodía lo golpeó, extrañamente familiar, pero le tomó solo un segundo ubicarla. Era la música que proclamó la entrada de Riko en el show de Kathy: el himno del equipo del Edgar Allan. No era alegre y segura como las otras canciones que Neil escuchaba en los partidos. Esta era una melodía oscura y pesada, un mensaje intimidatorio de muerte y dominación. Los Raven se tomaban su imagen muy seriamente. Neil supuso que tendrían una enorme cantidad de consuelo intensivo en sus futuros. La reacción de la multitud fue violenta. Los estudiantes de Palmetto empezaron a entonar cánticos despectivos y gritos de odios. La sección de Edgar Allan rugió un grito de batalla. Los fanáticos que habían viajado allí para solo para presenciar un buen espectáculo animaban a los Raven tan ferozmente como lo habían hecho para los Foxes. Los equipos fueron enviados a precalentar, pero Wymack cedió la cancha interna al equipo más grande de los Raven. Los Foxes corrieron sus vueltas en la cancha propiamente dicha, siguiendo las paredes y yendo en la dirección opuesta de sus oponentes. Neil vio a los Raven pasar como un interminable hilo negro y rojo por el rabillo del ojo, pero se rehusó a mirarlos. Mantuvo sus ojos en la camiseta naranja y blanca frente a él.

Continuaron las vueltas intercalándolas con ejercicios, pero Moriyama solo envió a la mitad de su equipo a la cancha. La defensa de los Foxes continuaba corriendo vueltas mientras que los siete delanteros y cinco bloqueadores se turnaban para disparar al arco. Incluso con apenas la mitad de su equipo en la cancha, superaban en número a los Foxes con varios cuerpos más. Los referís los sacaron de la cancha mucho antes que Neil estuviera listo, dejando solo a Dan y a Riko. De alguna forma, los capitanes se las arreglaron para darse un civilizado apretón de manos en medio de la cancha. El primer referí arrojó una moneda y señaló al Edgar Allan para el saque inicial. Se quedó donde estaba mientras Dan y Riko abandonaban la cancha. Moriyama y Wymack armaron sus líneas de partida cerca de sus respectivas puertas y esperaron. Los tres sustitutos de los Foxes pasaron por la fila, chocando raquetas con sus compañeros de equipoy ofreciéndoles sonrisas tensas. —La nueva alineación de esta noche de los Foxes —dijo el locutor—. Número dos, Kevin Day. Cualquier otra cosa que pudo haber dicho fue tragada por la multitud. Kevin ignoró el rugido extático y entró a la cancha. Los nudillos de Neil sobresalieron cuanto más fuerte él apretó sus dedos en torno a la raqueta. —Número diez, Neil Josten —dijo el locutor. —Cinco puntos —dijo Wymack. Neil suspiro y atravesó la puerta. Se dirigió a su puesto en mitad del campo y se volvió para ver a sus compañeros entrar a la cancha. Allison era la bloqueadora y Nicky y Renee entraron como los nuevos defensores. Andrew fue el último en entrar, dirigiéndose cómodamente hacia el arco. Neil no oyó el nombre de Riko, pero sí la reacción de la multitud. Riko entró a la Foxhole Court como si fuese dueño del estadio. En vez de dirigirse a su lugar, de todas maneras, se detuvo al lado de Kevin. Se quitó el casco, pero los ecos de los aullidos del público fuera de las paredes de la cancha ahogaron lo que sea que le hubiera dicho. Kevin se desabrochó su propio casco y lo enganchó en sus dedos mientras respondía. Riko no dijo nada más, aparentemente satisfecho con observar a Kevin mientras el resto de los Raven se posicionaba. Cuando el arquero de los Raven estuvo en su lugar y los referís entraron a la cancha para verificar a los equipos, Riko finalmente se movió. Neil estaba seguro que cada Fox se tensó cuando Riko levanto un brazo hacia Kevin, pero todo lo que hizo Riko fue pasar su brazo por los hombros de Kevin y darle un rápido abrazo. La respuesta del público fue eufórica y ensordecedora. Riko lo soltó después de un segundo y caminó hacia la mitad de la cancha a su puesto. Kevin se quedó congelado durante un par de segundos más. El inequívoco golpe de una raqueta contra la pared de la cancha lo sacó de su estupor y Kevin se volteó bruscamente para mirar a Andrew. Andrew golpeó su raqueta contra el arco una segunda vez a modo de advertencia. Kevin entendió la señal y se puso el casco.

El primer referí esperó hasta que Kevin levantó su raqueta para indicar que estaba listo, luego caminó hacia el bloqueador de los Raven y le entregó la pelota. Abandonó la cancha y los referís se apresuraron a cerrar ambas puertas. Neil cerró sus ojos y respiró profundamente. Encerró a un lado todo lo que era, enterrando a su padre, a Nathaniel y a los Moriyamas en una caja fuerte mental. No necesitaba ni quería nada de eso ahora. Todo lo que importaba era este juego: la raqueta en sus manos, el arco de los Raven, y el reloj que contaba los segundos para el saque por encima de ellos. Él no era Neil ahora. Él no era nada ni nadie, salvo un Fox, y tenía un partido que jugar. La chicharra sonó para dar inicio al partido y Neil se apresuró por la cancha. Vio al bloqueador de los Raven sacar, pero no buscó la pelota hasta que se hubo puesto al lado de Johnson, el defensor que tenía marcado. El bloqueador había sacado para la pared de la base. Allison fue la única que se quedó quieta el tiempo suficiente como para verlo y la enganchó con un rebote. Lanzó la pelota hacia Andrew, quien la tiró hacia arriba. Neil y Kevin siguieron subiendo por la cancha, corriendo contra los defensores por la pelota. Kevin estaba enfrentado a Jean. Jean era el defensor más fuerte de los Raven, pero Neil estaba más preocupado por el daño psicológico que podría hacerle a Kevin. Jean era más alto que Kevin, no por mucho, si no lo suficiente como para permitirle atrapar primero la pelota. Kevin golpeó su raqueta para luchar contra él por la posesión. El agudo chasquido hizo eco en las paredes mientras luchaban entre sí. Los Foxes y los Raven gritaron apoyos alrededor de la cancha. Kevin cambió la táctica y chocó su hombro contra Jean lo suficientemente fuerte para hacerlo tropezar. La pelota finalmente se liberó de la raqueta de Jean. Kevin no tuvo tiempo para apuntar, con Jean frente a él, pero lanzó la pelota hacia el arco de todas maneras. Apenas había abandonado su red antes que Jean lo tacleara tan fuerte como para hacerlo caer. La pelota golpeó la pared y rebotó en la dirección de Neil. Neil esquivó a Johnson para atraparla y Johnson fue directamente por su raqueta. Él detuvo la raqueta de Neil tan fuerte que hizo que el temblor llegara hasta sus codos y, con el mismo movimiento, se abalanzó contra Neil para alejarlo de la pelota. Neil se tropezó en una búsqueda desesperada por equilibrio. Jonhson dobló su raqueta alrededor de la de Neil en un movimiento rápido como un rayo y le dio una fuerte sacudida. Un relámpago de dolor subió por la muñeca derecha de Neil. Soltó su raqueta instintivamente y Jonhson corrió tras la pelota. Neil sacudió violentamente su mano y salió a perseguirlo. Johnson tuvo poco tiempo; Neil fue más rápido. Johnson atrapó la pelota y levantó su raqueta para lanzarla, y Neil no intentó ralentizarlo. Lo chocó lo suficientemente fuerte para tumbarlos a los dos. Neil se estrelló contra el suelo y aprovechó el impulso para rodar de vuelta a sus pies. Ignoró la amenaza que Johnson lanzó entre dientes a favor de localizar la pelota. Había caído cerca de su objetivo intencionado. Allison y su bloqueadora estaban peleándose por ella. La bloqueadora de los Raven ganó y arrojó la pelota a través de la cancha.

Neil casi la perdió de vista mientras salía disparada entre los Raven defensores. Fue hacia Riko, después al bloqueador, después al otro defensor y de vuelta a Riko en el exacto segundo en que él sobrepasaba a Nicky. Riko se movió como un rayo y el arco se iluminó de rojo. La chicharra sonó para marcar el punto y la multitud gritó. Los Raven se retrajeron a sus puntos iniciales con un triunfantes whoops. Los Foxes fueron más lentos al reaccionar, y Neil no se movió hasta que vio a Andrew hacerlo. Andrew estaba semi volteado mientras miraba la pared roja detrás de él. Apenas llevaban dos minutos del primer tiempo; fue lo más rápido que alguien hubo anotado contra Andrew alguna vez. Andrew esperó hasta que la luz se hubiera desvanecido por completo antes de volverse hacia adelante otra vez. Neil esperaba que la pérdida no lo provocara. Andrew todavía estaba aprovechando el efecto que le causaban sus drogas, el cual no empezaría a desvanecerse hasta dentro de quince minutos. Probablemente pensaba que era gracioso que les anotaran tan rápido, pero existía la delgada chance de que se espabilara y comenzara a ver a los Raven como un interesante desafío. —Vamos —gritó el bloqueador y Neil obedientemente fue hacia la línea de medio campo. La chi-

charra los hizo ponerse en movimiento y los equipos chocaron contra sí una vez más. Los Foxes estaban un poco conmovidos por el rápido punto en contra. Lucharon más duro, pero no fue suficiente. Cinco minutos más tarde, Riko volvió a anotar. —Esto es humillante —dijo el otro Raven delantero mientras pasaba al lado de Neil hacia la mitad de la cancha—. No puedo creer que estemos perdiendo nuestro tiempo aquí. Neil consideró arrojarle la raqueta a la cabeza del hombre, pero no podía alejar sus ojos de Riko. Riko no estaba regresando a su lugar, sino que se estaba dirigiendo hacia Andrew. Andrew se movió para ir a su encuentro y ambos se enfrentaron con la línea del arco entre ellos. Andrew hizo un gesto con la mano a lo que fuese que Riko le estuviera diciendo, restándole importancia, pero Riko no se fue. Los referís les dieron un par de minutos para hablar, luego golpearon la puerta de la cancha a modo de advertencia. Riko finalmente se volteó y volvió a su lugar para la próxima jugada. Los Foxes avanzaron tan rápido y tan lejos como pudieron, pero los Raven los devolvieron a sus lugares. Neil sólo podía mirar mientras la pelota volvía a la línea ofensiva de los Raven. Su estómago se hizo pedazos mientras observaba cómo los delanteros se la pasaban entre ellos. Riko la atrapó y disparó hacia el arco. Los hombros de Neil se tensaron, preparándose para otro punto perdido, pero Andrew estrelló la pelota lejos de su arco tan fuerte como pudo. Neil utilizó su intenso frenesí de alivio como combustible extra para perseguir la pelota. Los Raven no volvieron a anotar por otros quince minutos, pero no fue por falta de intentos. Eran mucho mejor que los Foxes, tanto que Neil no pudo evitar sentirse humillado. Esto era peor que la fuerza bruta de Breckenridge. Los Raven hacían ver a los Foxes como niños torpes. Riko era simplemente demasiado rápido para cometir con Nicky. Podía atrapar y lanzar con un rápido movimiento y su puntería era tenebrosamente exacta sin importar lo rápido que se moviera. La única razón por la cual los Foxes no estaban siendo completmente masacrados era porque Andrew esta-

ba concentrado, pero comenzaría a retrotraerse pronto. Después del tercer gol, los Raven hicieron dos cambios: un delantero para reemplazar al compañero de Riko y un nuevo bloqueador. Wymack aprovechó el receso para cambiar a Nicky y Renee por Matt y Aaron. A pesar de la puntuación, Matt estaba sonriendo al plantarse en su línea. Estaba destinado a marcar a Riko y se lo veía ansioso por una pelea. Neil estaba frustrado por el resultado parcial del juego, pero la obvia excitación de Matt fue casi suficiente para hacerlo sonreír. Matt era el Fox más fuerte, y Aaron podía reemplazar a Nicky cualquier día. Su llegada a la cancha marcó una diferencia inmediata, y los Foxes finalmente comenzaron a mantenerse firmes. Los Raven no lo vinieron venir, a juzgar por lo violento que se tornó el juego. Neil no estaba para nada sorprendido que las peleas comenzaran entre Riko y Matt. Riko casi logró pasar a Matt para disparar hacia el arco, pero Matt se dobló en un movimiento imposible y usó su cuerpo como un ariete. Ambos colapsaron con un sonido tan fuerte que Neil se retorció con un dolor empático. Se olvidó de ellos un segundo más tarde cuando vió lo que Andrew estaba haciendo. No estaba en contra de las reglas que los arqueros abandonaran su puesto, pero no era recomendable, considerando lo grande que eran los arcos y lo rápido que se podía mover la pelota. Un arquero sólo se arriesgaba en casos extremos. Aparentemente esta era una de esas noches, porque Andrew se estaba moviendo incluso antes que Matt y Riko tocaran el suelo. Aaron, el otro delantero y ambos bloqueadores estaban apresurándose por la pelota, pero Andrew estaba más cerca y fue más rápido. La raqueta de un arquero era plana, diseñada para evadir la pelota en vez de atraparla, por lo que Andrew no pudo enviarla hacia arriba. Sabía cómo redireccionarla, sin embargo, y le dio un golpe corto y preciso. La pelota golpeó el suelo primero, la pared después y rebotó en lo alto. Andrew despejó todo el camino en la cancha hacia sus delanteros con un fuerte giro. Neil solo necesitó un segundo para darse cuenta que Andrew se la estaba enviando a él, y su corazón latió con un triunfo salvaje. Jean y Johnson habían empujado a Kevin y a Neil hasta la mitad de la cancha. Con tanto espacio libre, Neil podía aventajar a cualquiera. No importaba que hubiera empezado con Johnson pisándole los talones, o que fuera mejor que él. Neil tenía bastante lugar para correr y era el jugador más rápido del partido. Estaba dos pasos por delante de Johnson antes de atravesar la cuarta línea más alejada, y había ensanchado el espacio para el momento en que atrapó la pelota. Perdió un segundo para buscar a Kevin y otro más para calcular su tiro. A su décimo paso, disparó la pelota hacia la lejana pared del arco. Todas esas largas noches aprendiendo los ejercicios de los Raven de Kevin tenían que valer de algo aquí. El rebote perfecto no se trataba solo de conducir la pelota a la raqueta correcta; era llegar allí en el ángulo correcto para que Kevin no tuviera que apuntar. Kevin solo tendría que llevar hacia atrás su raqueta para atrapar la pelota y disparar inmediatamente. Era el mismo truco que los Raven habían estado jugando durante toda la noche,

pero ellos no estaban listos para verlo en Kevin y Neil. Jean y el arquero pensaron que tenían más tiempo para reaccionar, pero Kevin no esperó. El arco de los Raven se iluminó de rojo cuando Kevin estrelló la pelota contra él. La reacción de las gradas fue lo suficientemente salvaje que casi ahogó el grito de Matt. Neil vio a los Foxes sustitutos y a las Vixens celebrando en la periferiade su visión, pero no pudo alejar sus ojos de Kevin para mirarlos. Ambos se encontraron cuando estaban regresando al medio de la cancha y chocaron sus raquetas casi tan fuerte como para que doliera. La sonrisa de Kevin fue breve pero feroz. No dijo nada, pero no tenía que hacerlo. Era el primer signo de aprobación que Neil había recibido de él desde que se habían encontrado y Neil sintió una ráfaga de adrenalina. Anotar finalmente en el tablero reenergizó al equipo entero. La siguiente vez que Riko intentó hacer un gol, Matt lo hizo tropezar. Un par de segundos más tarde estaban peleando, y el juego se detuvo cuando los referís entraron corriendo para separarlos. Matt obtuvo una tarjeta amarilla por lanzar el primer golpe, pero su expresión furiosa decía que Riko había comenzado la pelea. Neil no sabía lo que Riko había dicho para enfurecer a Matt, pero no podía creer que Matt se hubiera dejado llevar por su temperamento. Una falta le dio a Riko derecho a un penal. Los equipos se alinearon para ver cómo sucedía, y Andrew lo perdió por medio centímetro. El espíritu deportivo murió con ese gol. Neil perdió la cuenta de cuántas veces alguien había golpeado el suelo en los últimos veinte minutos del tiempo. Para el momento en que a Neil le dieron un codazo en el rostro durante la marca de los cuarenta minutos, cada jugador tenía una tarjeta amarilla y un Raven había sido expulsado con una roja. El referí que había marcado a Johnson llamó a Abby a la cancha al ver la sangre en el rostro de Neil. Los cascos de Exy tenían protectores que cubrían los ojos y narices de los jugadores, pero Johnson llegó debajo de él con un movimiento hacia arriba. Los guantes de Neil eran demasiado gruesos para hacer mucho más que desparramar el desastre, pero Abby trajo un trozo de gasa con ella. Su tensa expresión estaba completamente reñida con el cuidado con el que limpiaba su rostro. Este era su tercer viaje dentro de la cancha hasta ahora, y no estaba feliz con el tono violento que estaba tomando el partido. —Él pudo haber roto tu nariz con un golpe así —dijo Abby mientras limpiba la sangre de su labio superior. —Pero no lo hizo —dijo Neil—, ¿puedo jugar ahora? —Los referís no te dejarán jugar si estás sangrando—dijo Abby, sin molestarse por su obvia impaciencia. Ella dobló sus dedos alrededor de su barbilla e inclinó su cabeza. Neil sintió que la sangre volvía a salir y la aspiró hacia arriba. El amargo calor de la sangre era una quemazón familiar en su lengua. Abby no se veía convencida, por lo que Neil volvió a aspirar. Finalmente, ella suspiró y golpeteó animadamente su casco. —Volveré a chequearte en un minuto —dijo, mientras seguía al referí fuera de la cancha.

El resto ya estaba preparado para el penal de Neil, por lo que él se posicionó en lugar y atrapó la pelota que el Raven le arrojó. A Neil le gustaban los penales porque eran puntos fáciles, pero justamente por eso usualmente encontraba menos satisfacción en ellos. Contra los Raven, él tomaría lo que pudiera obtener. Era solo él, el arquero y uin gigantesco arco. Sólo se le permitían dos pasos para el tiro, pero Neil no los dio. Hizo una finta y disparó la pelota contra el extremo inferior del arco. Matt golpeó el hombro de Neil lo suficientemente fuerte para hacer que su nariz volviera a sangrar. —Quizás deberías hacer que te destrozen la cara un par de veces más si eso te da una chance de anotar —dijo Matt. —No soy muy fanático de esa estrategia —dijo Neil. Matt se rio y trotó hasta el primer cuarto. El último minuto del primer tiempo terminó en un latido y los equipos abandonaron la cancha bajo los gritos de una agitada multitud. Neil miró atrás hacia el marcador mientras seguía a sus compañeros al vestidor. Estaban seis a tres, un comienzo excelente considerando contra quién estaban jugando, pero una puntuación imposible de repuntar. El segundo tiempo fue una caída. Los Foxes estaban con un nuevo aliento enfrentándose a una completa nueva formación y Andrew no pudo mantenerse firme durante mucho tiempo. Neil sabía que estaban perdiéndolo la primera vez que lo vio tropezar. Pudo haber sido que Andrew estaba moviéndose demasiado rápido en un esfuerzo por despejar el camino de la pelota, pero Neil sabía la verdad. Andrew perdía el entusiasmo rápidamente. Era temprano para que él se estuviera poniendo tan mal, pero los Raven estaban acelerando el proceso. Neil deseó por un momento que Andrew hubiese tomado sus drogas esta noche. Despidió al pensamiento tan rápido como apareció. Andrew medicado tendría más energí, pero también sería infinitamente menos confiable. Andrew estaba obligándose a hacer esto porque sabía que era la única forma en la que realmente jugaría para ellos. Neil estaba agradecido e irritado a partes iguales. La última era dirigida hacia él mismo; Neil no era ni de cerca lo suficientemente bueno como para hacer que ese sacrificio valiera la pena, y odiaba sentirse incompetente. Sin importar lo fuerte que jugara, no podía marcar una diferencia. El partido terminó trece a seis: la mayoría de goles que alguien alguna vez le hubiera hecho a Andrew y la peor diferencia de puntos que los Foxes habían visto en tres años. La reacción decepcionada de las gradas fue esperada y entendible, pero Neil apenas la oyó a través del zumbido en sus oídos. El corazón de Neil estaba latiendo tan violentamente que él estaba seguro que estaba causando cardenales en sus pulmones. Cada respiración que lograba aspirar cortaba su garganta. La única fuerza que le había quedado, la utilizó para sostener su raqueta. Neil quería cruzar la cancha junto con sus compañeros, pero no confiaba en su cuerpo para moverse. Él y Kevin acababan de correr dos tiempos completos contra la defensa de los Raven. Él consideraba un milagro aún estar de pie. Sentía sus piernas solo por intervalos. Un segundo estaban prendidas fuego, al otro habían desaparecido por completo. Neil bajó la mirada a sus pies para asegurarse que seguían allí y parpadeó para alejar las sombras de sus ojos.

El rugido fuera de la cancha se convirtió en gritos febriles lo suficientemente altos para atravesar el agotamiento de Neil. Levantó la cabeza, preguntándose qué se había perdido y miró a través de la cancha. Las manos de Andrew se cernían vacías frente a él, y su raqueta estaba a sus pies en el suelo. Mientras Neil observaba, Andrew se agachó para recogerla. Lo intentó, de todas maneras. Apenas la había levantado unos centímetros del suelo antes que se saliera nuevamente de su agarre. Le recordó a Neil su primera práctica juntos, cuando Neil casi hizo volar sus brazos jugando contra Andrew. Levantó la mirada hacia el tablero. Los Raven habían disparado ciento cincuenta goles al arco; era increíble que Andrew sólo hubiera perdido trece de ellos. Volteó la vista cuando Andrew volvió a intentar levantar su raqueta. No le fue mucho mejor esta vez, por lo que se rindió y se sentó pesadamente a su lado. Las puertas de la cancha de abrieron y los sustitutos la inundaron. Abby y Wymack atravesaron las puertas para mirar a su equipo. Los sustitutos se estaban dirigiendo al arco, como marcaba la tradición desde que Andrew había comenzado a jugar tiempos completos, por lo que Neil tomó un par de pasos inestables en esa dirección. No llegó muy lejos antes que Kevin apareciera a su lado. Kevin no dijonada, pero descansó su raqueta contra un hombro y condujo a Neil a través de la cancha. Fueron los últimos en llegar al grupo de los Foxes, pero sus compañeros les hicieron lugar fácilmente. Neil respondio a las sonrisas cansadas con una agotada de las suyas. Kevin solo tenía ojos para Andrew al agacharse frente al arquero caído. —Entonces —dijo Kevin—, ¿te divertiste? Andrew estaba demasiado cansado para poner algo de emoción a sus palabras. —Eres despreciable, Kevin Day. No sé porqué te mantuve tan cerca. —Foxes —dijo Riko cuando los Raven aparecieron a sus espaldas. Todos los Foxes a excepción de Kevin se voltearon a verlo—. Admito que no tengo idea de qué hacer ahora. No puedo agradecerte por el juego de la noche porque no puedo llamar a este fiasco un partido. Pensé que sabría qué esperar cuando vinimos aquí esta noche, pero sigo avergonzado por tu parte. Has caído tan abajo, Kevin. Deberías haberte quedado y ahorrarnos la molestia de tener que forzarte a que te arrodilles. —Estoy satisfecho —dijo Kevin. Era la última respuesta que alguno de los Foxes esperaba de él. Se olvidaron de Riko al quedar todos boquiabiertos por Kevin—. No con el resultado, ni con su desempeño, sino con su espíritu. Tenía razón. Hay más que suficiente aquí para que yo trabaje. —¿Cuántas pelotas te golpearon en el casco? —preguntó un Raven. Kevin solo sonrió, lento, seguro y complacido, y le ofreció una mano a Andrew. Andrew la observó, después a Kevin, y dejó que lo empujara a sus pies. Renee estaba lista cuando Kevin lo soltó y enganchó sus brazos alrededor de Andrew en un feroz abrazo. Tendría que ser incómodo con toda la armadura que Andrew estaba usando, pero le dio unos segundos para encontrar su equilibrio.

Kevin distrajo a los Raven de la inestabilidad de Andrew, enfrentándolos. —Gracias por el juego de esta noche —dijo—. Los volveremos a ver en las semifinales. Será una revancha interesante, lo prometo. Riko no esperaba la tranquila confianza después de los horribles resultados de la noche. —Un hombre no puede llevarte tan lejos —dijo, sonando incrédulo y disgustado—. Incluso tú no eres tan estúpido como para creer eso. Deberías rendirte ahora. Era una amenaza, no un amigable consejo, pero Kevin respondió—: Uno es lo suficiente para comenzar. —Gracias por nada, y buenas noches —dijo Dan—. Nos vamos de aquí. Los Foxes abandonaron la cancha bajo los gritos de una irritada multitud. Wymack estaba hablando con un par de reporteros, pero se disculpó ante su llegada. Renee y Andrew no estaban esperando que los alcanzara. Renee tenía un brazo alrededor de los hombros de Andrew y lo impulsaba hacia el vestidor tan rápido como podía, sin que pareciera obvio. El resto de los Foxes se quedó atrás, saludando a las cámaras y al público. Habían perdido, pero la declaración de Kevin y el incansable apoyo de sus fanáticos los mantuvo a flote. Finalmente Wymack los hizo entrar a todos al vestidor. Renee estaba esperando en el vestíbulo, pero Andrew no estaba a la vista. Neil asumió que estaría vomitando en el baño. Wymack trabó la puerta detrás de ellos, comprándoles uno o dos minutos antes que la prensa fuera a reclamar comentarios y los enfrentara. —Cuando les dije en junio que estarían enfrentándose al Edgar Allan en su cancha, dijeron que de ninguna manera lo harían. Pero los enfrentaron esta noche, y no dejaron que abusaran de ustedes. Le quitaron seis puntos al equipo número uno del país. Deberían etar malditamente orgullosos de ustedes mismos en este momento. —¿Orgullosos de ese desastre? —preguntó Aaron, cansado y molesto—. Nos destruyeron. —Yo solo estoy contento que terminó —dijo Nicky—. Son aterradores. —Yo estoy orgullosa —dijo Allison, ganándose una mirada boquiabierta de Nicky y una media sonrisa de Wymack. Ella le dio a Aaron una mueca condescendiente, viéndose más como ella misma desde la muerte de Seth—. Esta es apenas tu segunda temporada con nosotros. No esperaría a que comprendas lo que significa un juego como este. Dan asintió. —Allison tiene razón. Perder duele, pero no fue un fracaso total. El año pasado no hubiéramos logrado ni un solo punto contra ellos. Esto es lo más fuerte que alguna vez fuimos, y a partir de aquí

solo podemos mejorar. Kevin ya lo dijo: cuando nos cruzemos con los Raven en las semifinales, los venceremos hasta la humillación. —Bien dicho —dijo Wymack—. ¿Kevin? ¿Neil? —¿Cuarenta y dos kilómetros? —adivinó Neil. —Tengo algo mejor en mente. Al comienzo de la próxima semana, todo volverá finalmente a su lugar. Si ustedes dos pueden correr durante un partido entero contra el Edgar Allan, están listos para arreglárselas solos el resto de la temporada. Todos los demás: gracias por su paciencia y cooperación mientras Kevin y Neil se ajustaban. Renee especialmente, tú has sido malditamente buena este año. Bienvenida de vuelta al arco. El salvaje grito de Dan ahogó la respuesta más modesta de Renee. Matt le dio un triunfante abrazo y Allison palmeó su hombro en una tranquila pero fiera demostración de apoyo. Neil no estaba seguro que él y Kevin no decepcionarían a los otros durante las semanas siguientes, pero no podían apoyarse en sus compañeros eternamente. Habían pasado media temporada con una alineación jodida. Él y Kevin habían estado jugando a distintas longitudes cada semana en preparación para el juego de esta noche. Ahora era tiempo que hicieran retroceder a la línea ofensiva y corrieran con ella. —Repasaremos los detalles del juego de esta noche el lunes a la mañana —dijo Wymack—. Nos encontraremos aquí en vez de en el gimnasio. Dan y Kevin, les toca encrgarse de la prensa. El resto de ustedes dejen el cotorreo y dúchense así podemos tomar. Asegurense que lleven todo lo importante con ustedes a casa esta noche. Haré que un equipo de limpiez venga mañana a limpiar el hedor que dejaron los Raven en nuestra cancha. Larguémonos de aquí a emborracharnos. Estaban agotados, doloridos y más que un poco decepcionados por el fracaso, pero los Foxes abandonaron el estadio sintiéndose campeones.

CAPÍTULO 9 Traducido por Monserrat Corregido por Cotota

Los Foxes limpiaron la casa de Abby antes del mediodía del día siguiente, pero el grupo de Andrew no regreso al dormitorio. En cambio, salieron por algo para comer. Aaron, Nicky y Kevin tenían una resaca tan terrible para comer mucho por lo que se formaron para tomar comida en sus platos. Andrew estaba ajeno y compresivo de su situación. Para cuando dejó el árbol lucía un poco más estable, por lo que Nicky condujo hacia una tienda para fiestas 15 minutos fuera del campus. Halloween cayó en martes ese año lo que significaba que El Crepúsculo del Edén había tenido un evento el viernes anterior. Neil lo sabía solo porque Nicky había estado hablando sin parar acerca de ello toda la semana, pero realmente no esperaba ir. En primer lugar, porque tendrían juego el viernes. Por otro lado, ellos estaban demasiado viejos para celebrar como niños esos días festivos. Andrew y Aaron tendrían 19 el siguiente mes, Kevin tenía 20 y Nicky 23. Aparentemente, Neil había subestimado su nivel de madurez. ―Somos un poco mayorcitos para disfraces, ¿no lo creen? ―preguntó Neil mientras bajó del auto. ―Es de mala educación ir a una fiesta de Halloween sin disfraz, Neil ―dijo Nicky―. Además, el cantinero dará una ronda gratis a cualquiera que venga disfrazado. ―Yo no bebo ―dijo Neil. ―Entonces me das tu trago, niño amargado ―dijo Nick―. Ya sé que dijiste que nunca vendrías de compras de nuevo con nosotros, pero te estamos haciendo un gran favor arrastrándote hasta aquí. No confiarías en mí para escoger tu disfraz, ¿o lo harías? Probablemente te haría poner un traje de doncella francesa o algo así. Venga. La parte delantera de la tienda estaba lleno con decoraciones, todo lleno de telarañas en forma de calavera, vasos de tragos, y fantasmas aferrados a las ventanas. Un cuervo animado aleteo sus alas y graznó a Neil mientras se acercaba. Se colocó detrás de un estante y movió un cráneo brillante de espuma de poli-estireno enfrente de ellos. Graznó una vez más mientras se aproximaban pero el sonido fue amortiguado. Neil pasó filas de pelucas, máscaras y un estante entero de pintura para la cara y maquillaje llamativo. Toda la parte trasera de la tienda estaba dedicado a los disfraces. Los 5 hombres se esparcieron entre los bastidores para buscar. Neil dudaba encontrar algo para él, pero era lo suficientemente curioso para mirar. No podía creer todas las opciones que había ahí, incluso si algo rozaba a lo ridículo.

―La gente no usa realmente esto, ¿o lo hace? ―preguntó Neil después de manosear una caja de cereal y una esponja gigante. Nicky le lanzó una mirada curiosa así que Neil puso el siguiente en el estante. Era una caja de leche con una separación para la cara del usuario y con letras resaltadas en negrita “¿Me has visto?” impreso debajo de ella. ―Oh, ese es perfecto, Neil ―dijo Andrew. Neil le lanzó una mirada repugnante. Andrew se rio y le tendió un disfraz con manchas―. ¡Nicky! ¡Mira! Una vaca. Creo que deberías ser esto. ―Tetas de vaca ―dijo Nicky, apuntando a la ubre de goma con disgusto―. Al menos déjame ser un toro, como el adorno de Matt. Misma diferencia, ¿cierto? Dan es tan suertudo. ―Voy a pretender que no te conozco ―dijo Aaron. ―¿Qué más es nuevo? ―preguntó alegremente Nicky. ―Sólo date prisa y encuentra algo. No quiero perder todo el día comprando. ―¿Tienes un lugar al que tengas que ir? ―Tengo un trabajo debido a que es lunes. ―Hazlo mañana ―dijo Nicky―. Se supone que los sábados son para vagar. ―Esa actitud explica porque tus notas son tan bajas ―dijo Aaron. Nicky murmuró en voz baja y regreso su atención a los disfraces. Kevin tiró algo largo y negro cerca de los estantes y fue al frente para ver las decoraciones. Andrew miró para asegurarse que no hubiera ido más lejos y regresó a su búsqueda. El teléfono de Neil canturreo en su bolsillo y Neil lo saco para encontrando un mensaje de Dan: “donde están chicos”. Neil tecleo el nombre de la tienda y Dan respondió casi de manera inmediata “mensaje importante cuando estén de vuelta”. Neil cerró su teléfono pero fue lento para guardarlo. Deseando saber lo que hizo Dan pensó acerca de la noche del último juego. Neil tenía se daba una idea, pero no podía solo suponer como lo tomarían los demás. Sus probabilidades de ganar esa discusión eran escasas a ninguna pero tenía que intentarlo. Metió su teléfono de regreso en el bolsillo y levantó la vista. Andrew estaba sacando disfraces de sus perchas y tirándolos al piso. ―Deberíamos invitar a los otros a venir con nosotros ―dijo Neil. Nicky se giró para mirar fijamente a Neil. ―¿Qué? ―No ―dijo Aaron―. No saldremos con ellos.

―Necesitamos hacerlo ―dijo Neil, manteniendo su mirada en Andrew. Andrew no había disminuido la velocidad, pero Neil sabía que estaba escuchando―. El talento solo no nos llevará a las semifinales. Si eso fuera suficiente, lo habrías logrado el año pasado. Tienes que dejar de dividir a este equipo por la mitad. ―No tiene que hacer nada ―dijo Andrew. ―No estoy pidiendo ser su amigo ―dijo Neil―. Estoy pidiendo que le des una pulgada. ―Dale una pulgada y se tomara toda una milla ―dijo Aaron. ―¿Realmente crees que son lo suficientemente fuertes como para tomar una milla de Andrew? ¿Crees él los dejaría? ―Neil sacudió su cabeza cuando Aaron empezó a discutir otra vez―. Kevin dijo que Riko los veríamos de nuevo en semifinales. Me gustaría que actuamos juntos antes de esa revancha, ¿no? No podemos hacer eso hasta que respetemos y entendernos unos a otros. Bien podríamos comenzar ahora, con esto. ―Dudo que estén de acuerdo incluso si los invitamos ―dijo Nicky―. Quemamos ese puente el año pasado. ―Quieres decir Matt ―dijo Neil mirando a través del árbol. Nicky le lanzo una mirada asustada, así que Neil miró a Andrew de nuevo―. Abby lo mencionó en mi primera noche aquí. Ella no quería que me hicieran lo mismo que le hicieron a él. Cuando el entrenador estaba gritándome después dijiste que era diferente. ¿Entonces que paso con Matt? ―Pregúntale a él ―dijo Andrew. ―Te estoy preguntando a ti. ―Prefiero escuchar cómo te lo cuenta ―dijo Andrew. Colgó el atuendo de un preso rayado sobre un hombro y se desvió junto a Neil en su camino hacia el frente de la tienda. Cuando Neil comenzó a discutir, Andrew enganchó un dedo debajo de su barbilla y forzó su boca a cerrarse de nuevo con un fácil movimiento de su mano―. Pregúntale, y luego dígale a sus entrometidos para que vengan si se atreven. La mandíbula de Nicky cayó. ―Espera, ¿hablas en serio? La sonrisa de Andrew era amplia y compasiva. Continuó como si no hubiera escuchado Nicky. ―No va a hacer la diferencia a largo plazo, pero encuentra uno para ti mismo. Nicky y Aaron intercambiaron una mirada desconcertada cuando Andrew se fue. Nicky inclino su cabeza en una pregunta silenciosa, si estaba seguro que no estaba imaginándoselo. Aaron solo sacudió su cabeza. Nicky se frotó la parte trasera de su cabeza, mirando una vez más a Andrew y

regresó a su búsqueda. Neil tampoco sabía qué pensar del fácil acuerdo de Andrew, pero no iba a cuestionarlo. Los demás encontraron su disfraz mucho antes que Neil escogiera uno para sí mismo. No le llevó mucho tiempo a Nicky darse cuenta de que Neil estaba estancado. Él golpeó las manos de Neil lejos del estante con un profundo suspiro. ―No importa. Encontraré algo para ti. ―Usaré como un estudiante de colegio ―dijo Neil. ―No ―dijo Nicky y empujo un par de perchas―. Serás un pistolero zombi. ―Lo estas inventando. ―Shhhh ―Nicky sacó un disfraz del estante y lo cubrió con un brazo―. Tú eres absolutamente imposible de soportar a veces. Podría prohibirte volver a comprar con nosotros nunca más. ―Traté de prohibirme la última vez ―dijo Neil―. Obviamente no funcionó. Trató de llevar su traje a la caja registradora, pero Nicky lo pateó en la espinilla y la arrojó sobre la cinta transportadora con la de los demás. Aaron arrojó un par de frascos de pintura facial y sangre falsa encima. Nicky dividió las bolsas entre él y Aaron en su camino hacia el automóvil. Cuando Neil estaba seguro de que estaban regresando al campus le envió un mensaje de texto a Dan con una advertencia de diez minutos.

Encontrar un lugar de estacionamiento en Fox Tower un sábado por la tarde fue complicado. Ellos terminaron en el estacionamiento de la calle a pocos pasos de distancia. Subieron las escaleras hasta el tercer piso y Nicky enganchó a Neil cuando Neil continuó pasando la habitación de los primos. ―¿A dónde vas? Tienes que probar esto. ―Me estoy comunicando con Dan ―dijo Neil―. Ella me envió un mensaje antes para decir algo estaba pasando. ―¿Ella usó la puntuación? ―Nicky preguntó. ―Estoy convencido de que nunca lo hace. ―Lo hace cuando esta hambrienta ―dijo Nicky―. Piensa que le da más énfasis a sus palabras o algo así. ¿Lo hizo? ―Esperó mientras Neil checaba su teléfono, luego tiro de su camiseta de Neil cuando sacudió su cabeza―. Bien. Ven. Esto solo tomará un par de minutos. ―Así será esto ―dijo Neil, apartándose de Nicky y yendo a la puerta de al lado. Dan respondió su golpe casi de inmediato. En lugar de invitarlo, ella salió al pasillo con él y tiró de su puerta la mayor

parte del camino cerrándola detrás de ella. Miró de Neil a Nicky, que estaba esperando como si pensara que Neil realmente no vendría después, y luego a la puerta abierta de los primos. ―Cierra eso ―dijo ella. Nicky frunció el ceño pero hizo lo que le dijeron. Dan esperó hasta el pestillo hizo clic antes de volver a hablar―. Tenemos visita ―Él vino por un poco mientras buscaba a Andrew. Lo envié al café de la biblioteca a esperar y lo llamé cuando Neil dijo que estabas de regreso. Me sorprende que no haya regresado todavía. ―¿Alguien importante? ―Nicky preguntó. ―Sí ―Dan vaciló cuando el ascensor sonó. Neil y Nicky se voltearon y observaron a un extraño entrar en el pasillo. Neil se tensó. El extraño estaba vestido con unos pantalones vaqueros y una camisa casual de botones, pero tenía una arrogancia de policía mientras se acercaba a ellos. Dan levantó su voz en saludo e introducción. ―Este es el oficial Higgins de la policía de Oakland. ―Whoa ―Nicky levantó sus manos como si se pudiera proteger de Higgins―. Espere. Oakland está en California, ¿verdad? Está fuera de su jurisdicción ―La boca de Higgins se torció en una media sonrisa que no tranquilizó a ninguno de ellos. ―No estoy aquí por asuntos oficiales. No todavía, de todos modos. Solo quiero hablar con Andrew donde él no pueda colgarme. Es importante. ¿Él está aquí? Dan hizo un gesto hacia la puerta de al lado y se acercó a Neil. Nicky se movió como si quisiera arrojarse entre Higgins y sus primos, pero también vaciló mucho. Higgins golpeó ruidosamente la puerta y esperó. Neil no estar más cerca de Higgins de lo que ya estaba, pero no podía ver bien la puerta de Andrew lo suficiente desde aquí. Mantuvo sus ojos en Higgins mientras se alejaba por el pasillo. Higgins echó un vistazo al movimiento, pero la apertura de la puerta lo distrajo. Como era de esperar, fue Andrew quien investigó el toque autoritario. Él solo abrió la puerta a medias antes de darse cuenta de quién estaba parado en el pasillo. Neil oyó crujir el pomo de la puerta en señal de advertencia cuando Andrew lo retorció aún más de lo que estaba destinado a ir. Fue un regalo sorprendente teniendo en cuenta la amplia sonrisa de Andrew y el tono alegre de su voz. ―Oh, debo de estar imaginándome cosas. Pig Higgins estas muy, muy lejos de casa. ―Andrew ―dijo Higgins―. Tenemos que hablar. ―Ya hablamos, ¿recuerda? ―dijo Andrew―. Le dije que no me molestara. ―Dijiste que no te llamara ―dijo Higgins―. Sólo dame unos minutos, ¿o no lo harás por los viejos tiempos? Hice todo el camino hasta aquí para verte. ¿No amerita eso un poco de consideración? Andrew sacudió la cabeza con una sonrisa.

―No viniste aquí por mí. Viniste a una caza de brujas en la que dije que no ayudaría. Dame una buena razón para no cortarte la garganta, ¿lo harás? Dan siseó por lo bajo, pero Higgins parecía completamente inmóvil por la amenaza. ―Estaba equivocado. Lo sé ahora. La investigación sobre él no arrojó nada. ―Te lo advertí ―dijo Andrew, sin compasión. Higgins tendió una mano como si pensara que Andrew cerraría la puerta en su cara. ―Estábamos mirando a la persona equivocada, ¿no? Creo que lo hice bien esta vez, pero no puedo hacer nada sin un testigo quejándose. Los otros niños no hablarán. Ellos no confían en mí tanto. Eres todo lo que tengo. Eso llamó la atención de Andrew. ―¿Niños? Niños, plural. Solo mencionaste una la última vez, Pig. ¿De cuántos estás hablando? ¿Cuántas tenía ella? ―No te importaría el número a menos que realmente haya algo allí para que lo encuentre ―dijo Higgins, callado y acusador―. Solo sí o no, Andrew. Eso es todo lo que quiero saber. Eso es todo lo que necesito en este momento. Te daré un nombre, me darás una respuesta, y prometo que me iré. ―Lo prometes ―Andrew sonaba muy entretenido por la idea. ―Romperás esa promesa en una semana, Pig. No pretendas lo contrario. ¿Tengo que acompañarte para asegurarme de que te vayas o vas a...? ―Drake ―dijo Higgins. Andrew se calló. Higgins extendió su mano más, preparándose para una violenta reacción, y miró a Andrew mientras esperaba. Andrew guardó silencio, pero no por mucho tiempo. Sus drogas no lo dejaron quedarse quieto por más de unos segundos. ―¿Cuántos niños, Pig? ―Seis, desde ti ―dijo Higgins. Andrew empujó su puerta aún más y salió, casi empujando a Higgins a un lado en su camino hacia las escaleras. Higgins caminó detrás de él, y la puerta de la escalera golpeó detrás de ellos. ―Dijiste que esto no sería un problema ―dijo Dan. Nicky le lanzó una mirada impotente. ―Dije que si lo fuera, Andrew lo manejaría.

―¿Esto es manejarlo? ―demandó Dan―. ¿Dónde está Drake? ―Nunca había escuchado de él ―dijo Nicky. Ante la expresión de Dan, él insistió―: Lo juro. Cruza mi corazón y mi aguja en mi ojo y todas esas otras cosas. Aléjate de la Mirada de la Muerte, ¿quieres? Dan cruzo sus brazos sobre su pecho y se inclinó sobre la pared a esperar el regreso de Andrew. Neil esperó con ella, muy curioso para caminar lejos de ahí. Nicky desapareció en su habitación, probablemente actualizando a Kevin y Aaron. Ninguno hablo ni Dan ni Neil mientras esperaban, y el silencio no hizo nada para mejorar el mal humor de Dan. Ella seguía frunciendo el ceño mientras Andrew regresó un par de minutos después. ―¿Una fiesta de bienvenida de la inquisición? ―se preguntó Andrew mientras lo veía. Dan se paró frente a la puerta antes de que pudiera desaparecer en su habitación. Andrew se paró obedientemente frente a ella pero ella envolvió sus dedos en su parte alta de sus brazos. Era una advertencia clara: él no dudaría en tirarla de su camino si ella no se movía lo suficientemente rápido. Dan se tensó pero se mantuvo firme. ―¿Por qué la policía está buscándote? ―Andrew inclinó su cuerpo hacia ella y le sonrió a la cara―. No estoy en problemas, oh capitán mi capitán. El cerdo es demasiado incompetente para hacer su caso sin alguna ayuda externa. No trates de hacer de esto tu asunto, ¿de acuerdo? No te dejaré. ―No dejas que interfiera con mi equipo y no lo haré tampoco ―Dan se hizo a un lado, después preguntó―: ¿necesitas a Renee? ―Oh, Dan ―dijo Andrew, divertido y con lástima. Se paró en la entrada para mirarla de nuevo―. No necesito a nadie. Adiós. Cerró la puerta y la bloqueó. Dan se quedó dónde estaba un momento más, murmuró enojada en voz baja y regresó su vista a Neil. ―Vamos. Allison, Renee y Matt estaban sentados en un círculo en la sala de estar de las chicas comiendo un club sándwich. Dan hizo un gesto hacia la cocina, una invitación silenciosa para Neil para ayudarlo a él mismo a su refrigerador y tomó lugar a un lado de Matt. Neil ya había comido, así que se sentó entre Allison y Renee. ―¿Cómo te fue? ―pregunto Matt. ―Higgins dijo algo acerca de necesitar a Andrew como testigo ―dijo Dan―. No dijo para qué y Andrew todavía no me da una respuesta directa. Simplemente nos dijo que nos mantuviéramos fuera de eso o de lo contrario. Dan no le preguntó a Neil, obviamente no esperaba que supiera lo que estaba pasando. Neil no

conocía los detalles, pero le había preguntado a Andrew sobre la llamada de Higgins hace un par de semanas. Servicios Infantiles abrió una investigación en uno de los antiguos padres adoptivos de Andrew. Andrew le dijo a Neil que no encontrarían nada. Él no había dicho que había algo que encontrar si solo hubieran mirado a la persona adecuada. Neil no sabía quién era Drake para Andrew o lo que había hecho, pero Higgins obviamente golpeó un nervio con ese nombre. Se preguntó si Andrew finalmente estaba dispuesto para cooperar o si Higgins podría obligarlo a testificar. Tenía que ser un gran caso; Higgins debe estar desesperado si cruzó todo el país por su propia cuenta para una pista. Sin embargo, Neil no dijo nada al respecto a los demás. Andrew no había revelado ninguno de los secretos de Neil, por lo que Neil no renunciaría a los suyos. Lo mejor que pudo hacer fue cambiar el tema. ―Antes de que lo olvide, Andrew me dijo que podía invitarte a la fiesta de Halloween en El Crepúsculo de Edén. Está en la veintisiete. Matt arrojo su sándwich de vuelta al plato con un plaf. ―Mierda. ―Andrew no socializa con nosotros ―dijo Dan. ―Está haciendo una excepción ―dijo Neil―. Él cree que no vendrán pero dijo que estaba bien si lo hacían. Sé que tenemos un juego esa noche, pero es un partido en casa, por lo que deberíamos estar en Columbia un poco después de las diez. ¿Vendrán? Dan y Matt intercambiaron miradas incrédulas, pero Renee dijo: ―Yo iré, ¿Allison? ―¿Quieres que festejemos con los monstruos? ―Preguntó Allison. Renee sólo sonrió. Allison chasqueó en sus uñas cuidadas mientras pensaba, luego se encogió de hombros y recogió su almuerzo. ―Podría ser interesante, supongo. La fiesta del campus de hace dos años estuvo aburrida. Dan, vamos. ―¿Cómo diablos le hablaste a Andrew sobre esto? ―Dan preguntó, mirando a Neil. ―Pregunté ―dijo Neil. ―¿Y estuvo de acuerdo así como así? ―Preguntó Matt, escéptico. ―Insinuó que serías el más difícil de convencer ―dijo Neil.

―Oh, ¿te contaron esa historia? Matt no parecía preocupado pero Neil dijo: ―No, Andrew está más interesado en cómo lo dirías, dijo él. Pero no voy a preguntar. Eso no me concierne. ―¿Por qué no? Eres el único aquí que no sabe, y sé que ya los ha visto. No es que sean sutiles. Matt giró su brazo lo suficiente como para mostrar sus marcas. Neil los había visto segundos después de conocer a Matt por primera vez. Matt nunca intentó ocultarlos. Eran cicatrices de una batalla que él había peleado y ganado hace mucho tiempo. Neil no dejó que su mirada se detuviera en ellos ahora, asintió con la cabeza. Matt les pasó una mano y recogió su sándwich. ―A papá le gustaba divertirse con las otras mierdas ricas de Nueva York ―dijo Matt―, pero los favores de su partido eran drogas. Me dejó, incluso me alentó, que probara lo que quisiera para poder encajar. Cuando mamá se dio cuenta de lo que estaba pasando, se tomó un tiempo libre de la pista para limpiarme. Pensamos que estaba bien hasta que comencé aquí. Los jóvenes que teníamos en ese entonces estaban metidos en cosas bastante pesadas, y yo estaba tentado. La única forma en que me mantuve sobrio fue ocultándome de ellos. ―Al acampar en nuestro sofá durante su primer año completo ―explicó Allison. Matt hizo una mueca, sin avergonzarse, pero culpable. ―Yo dije que lo sentía. ―Lo que sea ―dijo Allison. Matt despedazó su sándwich en tiras mientras continuaba. ―El año pasado los monstruos me unieron a su equipo. Andrew tardó dos semanas en descubrir que algo no iba bien conmigo, y él se encargó de arreglar las cosas. Me invitaron con ellos a Columbia. Cuando llegamos, Andrew me dio speedballs1. El estómago de Neil se revolvió. ―¿Que? ―No me obligó a tomarlos ―dijo Matt rápidamente―. Él simplemente los ofreció, y yo estaba borracho y estúpido y lo suficientemente desesperado como para decir que sí. ―El entrenador debería haberlo echado del equipo. ―Debería haberlo hecho, excepto que Andrew lo aclaró con la madre de Matt primero ―dijo 1

Speedballs: Droga donde se combina heroína y cocaína en una jeringa para inyectarla.

Dan, apretando la mandíbula un poco con la ira de antes―. Ella sabía que Matt estaba teniendo sufriendo un infierno aquí y ella quería que dejara el hábito para siempre. Andrew le prometió ayudar, entonces ella le dio su bendición. Ella voló durante el verano para ayudar a Matt a retirarse y le pidió al entrenador que no castigará a Andrew. Ella incluso se ofreció pagar al entrenador por el problema. ―Pero– ―No hay daño, no hay falta ―dijo Allison sin cuidado. Cuando Neil la miró, ella hizo un gesto a Matt―. Realmente no puedes tener una opinión sobre esto porque no estabas aquí entonces No viste cómo era Matt. Fue patético. Él no pudo ni siquiera mirar a cualquiera de nosotros en la cara. Míralo ahora. Los métodos del monstruo pudieron haber sido un poco extremos pero funcionó. ―No estás realmente bien con esto ―le dijo Neil a Matt―. ¿Qué pasaría si fallara? ¿Qué pasaría si no hubieras vuelto a subir de nuevo? ―Andrew había invertido demasiado en el éxito de Matt como para dejarlo fallar ―dijo Renee, hablando lentamente como si estuviera eligiendo sus palabras con gran cuidado. Neil supuso que conocía las razones de Andrew mejor que nadie, dada su amistad con él―. No sé si te han hablado sobre la historia de Aaron, pero tú entiendes a Andrew, ¿verdad? Él no tiene permitido luchar contra su adicción. Ver a Matt luchar fue muy duro para los dos. Su relación con Aaron no tenía sentido al principio, pero luego Neil lo recordaba. En su segundo viaje a Crepúsculo de Edén le preguntó a Andrew por qué se molestaba con el polvo del cracker. Andrew dijo que habían recogido el hábito por el amor de Aaron. La otra semana Nicky mencionó que Aaron usó las drogas de su madre, aunque no había especificó en lo que ella se había metido. Las probabilidades de que el polvo de cracker fuera un mísero sustituto. Ver a Matt derrumbarse bajo la tentación habría arruinado el infierno en la propia sobriedad de Aaron. Neil estaba empezando a reconsiderar cuán apático Andrew era acerca de la vida de Aaron. Matt malinterpretó el silencio de Neil. ―Llegas un año demasiado tarde para enojarte en mi nombre, Neil. Confía en mí: estoy bien. Estoy más que bien, de verdad. Pensé que la rehabilitación era malo la primera vez. La segunda vez casi me mata. Definitivamente mató cualquier oportunidad de ser tentado una vez más. Estoy limpio para siempre y me siento mejor que nunca. Neil necesitaba más tiempo para descubrir cómo sentirse al respecto, pero no era su vida, por lo que solo dijo: ―Es tu lucha. Matt sonrió en agradecimiento por la comprensión de Neil. ―Supongo que tendremos que recoger algunos disfraces esta semana si vamos a ir con ustedes.

Si esperamos más tiempo, todos los mejores serán agarrados. ¿Qué consiguieron ustedes, para que no dupliquemos nada? ―Preguntaré. ―¿No lo sabes? ―Preguntó Dan, perplejo. ―Espero que Nicky estuviera bromeando ―dijo Neil, poniéndose de pie―. Vuelvo enseguida. Resultó que Nicky no estaba bromeando, pero al menos un zombi vaquero era mejor que un cartón de leche o una vaca. Tener a nueve personas el viernes por la noche significaba que Andrew tenía que hacer una reserva real en Sweetie›s, sin importar que llegaran allí a las diez y media. Una pequeña multitud de personas estaba esperando en el stand de la anfitriona, pero la cabina de la esquina en forma de L estaba marcada con un cartel RESERVADO. El stand estaba destinado técnicamente a ocho personas, no a nueve con disfraces, pero ayudó que Aaron y Andrew fueran muy pequeños. Los Foxes se aplastaron muslo a muslo y estudiaron minuciosamente los menús. Por lo general, el lote de Andrew se conformaba con helado y polvo de galleta, pero habían pasado seis horas desde que ninguno de ellos había comido y tenían una larga noche por delante. La cena también era el rompehielos más seguro que cualquiera de ellos pudiera pensar. Los Foxes nunca se habían socializado en masa fuera de los eventos y prácticas del equipo. No estaban muy seguros de qué hacer entre ellos cuando Exy no estaba involucrado. Aaron y Andrew no hicieron nada para hacer la noche más fácil a nadie. Aaron se negó a hablar con alguno de los estudiantes de último año, incluso cuando uno de ellos le dijo algo directamente, e irradió una silenciosa ira desde su lugar entre Nicky y Neil. Neil lo encontró a partes iguales irritante e interesante. Aaron no tenía un problema serio con sus compañeros de equipo en la cancha, por lo que Neil no podía entender por qué estaba tan en contra de esto. Ahora que a Renee se le permitía volver a jugar como portero, Andrew solo tuvo que mantenerse sobrio durante la primera mitad. Había tomado una pastilla durante el descanso esta noche y todavía estaba zumbando. Pasó la mayor parte de esa energía considerable en su propio grupo o en Renee. Él era un poco más cooperativo que su hermano porque respondía a Dan o Matt si le preguntaban algo, pero sus respuestas fueron breves, rozando a mala educación, y siempre seguido de un re direccionamiento a otra persona en la mesa. Podría haber sido la cena más incómoda del mundo si no hubiera sido por Nicky. Nicky odiaba lo aislados que estaban los gemelos y estaba desesperado por hacer amigos con el resto del equipo. Era como si hubiera desarrollado una repentina alergia al silencio. Cada vez que la conversación comenzaba a desacelerarse, lanzaba otro tema para salvarlo. Renee, Dan y Matt estaban felices de seguirle el juego, pero Allison y Kevin fueron más lentos en involucrarse. Neil prefirió mantenerse al margen para poder ver la forma en que interactuaban, pero

como esta era su idea, se sintió obligado a ayudar a Nicky cada que podía. Estaban con el postre cuando la altura de Andrew comenzó a decaer notablemente, y Neil no se perdió las miradas curiosas que los de clase alta le enviaban a Andrew. La retirada de Andrew no era algo nuevo, pero siempre lo habían visto a través de la pantalla de humo de un juego. Aquí no había un corte y otro equipo para distraerlos de su lento accidente. Allison predijo que esta semana Andrew no pasaría la noche sin su medicina, por lo que Neil pensó en advertirles sobre el hábito de Andrew. Andrew facilitaría su retirada con alcohol y drogas; él iba a ser más duro y más frío de lo que los estudiantes de la clase alta lo habían visto alguna vez. Andrew reconoció su atención con una sonrisa astuta y un codo en el costado de Kevin. Kevin se removió en su asiento lo suficiente como para poner su mano en su bolsillo. El tintineo de las pastillas contra el plástico era tan suave que Neil podría no haberlo notado si no hubiera sido por la reacción de Andrew. La mirada que Andrew le lanzó a Kevin fue tan intensa que Neil quiso apartarse de ella. Andrew arrastró su mirada hacia la cara de Kevin con obvio esfuerzo. La lenta sonrisa que curvó sus labios dijo que se estaba liberando de su neblina drogada y que no le divertía en absoluto la oferta silenciosa de Kevin. ―No me hagas dañarte ―dijo Andrew―. No quiero sangre en mi helado. Kevin solo se encogió de hombros y liberó su mano. Al otro lado de la mesa, los hombres de la clase alta estaban en silencio. No sabían lo que se habían perdido, pero habían escuchado la amenaza de Andrew. Nicky le lanzó a Kevin una mirada acusatoria por hacer las cosas incómodas y distrajo a Matt al preguntar sobre una película reciente. Neil dejó que las palabras entraran por un oído y salieran por el otro. Acababa de recordar una pregunta en la que había estado sentado durante meses. Sopesaba sus posibilidades de obtener una respuesta real con tantas personas presentes, consideraba preguntar en alemán, y decidió que no quería la respuesta a medias de Andrew. Kevin estaba sentado entre Andrew y Neil, así que fue fácil para Neil obtener su atención. Le dio un codazo a Kevin con su rodilla y preguntó en un tranquilo francés: ―¿Por qué tienes sus drogas? ―Me ocupo de ellos cuando está ajustando su horario ―respondió Kevin―. Por las noches o noches de juego, como esta noche cuando quiere irse a la abstinencia, es mejor si alguien más se queda con la botella. Si tiene sus píldoras, las tomará. No podrá ayudarse a sí mismo. Kevin no hablaba más fuerte que Neil, pero los sonidos extraños llamaron la atención de sus compañeros. Neil fingió no ver las miradas curiosas que Matt y Dan le enviaron, pero volvió a su bocadillo. Kevin miró a Andrew otra vez. Andrew se lo perdió, mientras sacaba su teléfono del bolsillo. Nicky notó la distracción de Andrew y gimoteó:

―Eso no es entrenador, ¿verdad? Ganaremos esta noche. No tiene permitido hostigarnos. ―¡Solo Bee! ―Andrew dijo―. Bee siendo estúpida. Bee siendo, ja. Mira. Andrew arrojó a Nicky su teléfono. Nicky echó un vistazo a la pantalla, se rió y se inclinó sobre Aaron para mostrarle el teléfono a Neil. Neil no se preocupó por el psiquiatra del equipo pero obedientemente miró la imagen que ella había enviado. Era una imagen granulosa de Betsy Dobson con un disfraz de abeja. Nicky esperó un momento la reacción de Neil, se dio cuenta de que no iba a conseguirlo, y le devolvió el teléfono a Andrew a través de Neil y Kevin. Andrew escribió una respuesta tan pronto como la tuvo de vuelta en la mano. ―¿Ella con el entrenador? ―Dan preguntó. ―El entrenador y Abby la invitaron ―dijo Andrew sin levantar la vista. ―¿Por qué te está enviando mensajes? ―Neil preguntó. ―Oh, ella lo hace a veces. Él no pareció molesto por eso. Neil no entendió. Sabía que Andrew tenía sesiones obligatorias semanales con ella, pero suponía que alguien como Andrew detestaría la consejería. ―¿Por qué la dejas? ―No a todo el mundo le desagrada ―dijo Renee suavemente. Dan pareció sorprendida. ―¿Qué tienes contra Betsy? ―Ella es una psiquiatra ―dijo Neil―. Yo desconfío de ella por principio. ―Dale una oportunidad ―dijo Matt―. Ella es buena gente. ―Es bastante ruda, quieres decir ―intervino Nicky―. Estaba realmente preocupada por ella cuando todos fuimos a nuestro primer encuentro ―movió el pulgar entre él y Aaron. ―Andrew se encoge como si estuviera tratando de romper un récord mundial que solo él conoce. Ella es su octava al menos. ―Decimotercero ―dijo Andrew―. Ella se aseguró de preguntarme si era supersticioso. ―Un número loco ―dijo Nicky―. Pero cuando Andrew salió valientemente de su oficina al final de su primera sesión con ella, ella estaba pisándole los talones y completamente imperturbable. Bastante impresionante, ¿verdad? ―No ―dijo Neil.

Nicky suspiró. ―Come tu helado, imbécil. Neil luchó contra el impulso de poner los ojos en blanco. Cuando se marcharon, Andrew se llevó una pila de servilletas de la mesa. Neil no tuvo que preguntar por qué. No sabía cuántos de los servidores de Sweetie’s vendían polvo de cracker, pero esconder los paquetes entre las servilletas adicionales era una manera fácil de hacer entregas. Andrew esperó a que Kevin se sentara primero en el asiento del pasajero, luego dejó la pila de servilletas en su regazo para que Kevin ordenara el camino hacia el club. Para cuando llegaron a Crepúsculo de Edén, la sonrisa de Andrew había desaparecido durante la noche. Crepúsculo de Edén era una discoteca de dos pisos cerca del centro de Columbia. Nicky había trabajado allí como camarero cuando los gemelos habían terminado la escuela secundaria, y Neil tenía la sensación de que Andrew había ayudado debajo de la mesa. Habían salido de la ciudad para ir a la escuela, pero volvían tan a menudo como lo permitía la temporada. La amistad de Nicky con el personal y las generosas propinas de Andrew les brindaron acceso instantáneo y ridículos descuentos en bebidas. Los estudiantes de clase alta entraron en el auto de Allison. Cuando Nicky se detuvo en la acera frente a Crepúsculo de Edén, Allison estacionó a su lado para dejar salir a sus pasajeros. Andrew recogió pases de estacionamiento VIP del gorila de turno. Kevin le dio a Allison el suyo y le dio indicaciones rápidas para el estacionamiento en caso de que se separara de Nicky en el tráfico. Ella asintió entendiendo y se alejó.

El gorila de servicio parecía un poco confundido por la cantidad de gente que Andrew traía con él, pero él los hizo pasar sin preguntar. Andrew abrió un segundo par de puertas y los condujo al interior del club. Las puertas los pusieron en una cátedra, una sección curva llena de mesas y una barra principal. Dos escaleras cortas conducían unos pocos metros hacia una pista de baile abarrotada. A medio camino entre las puertas y el bar estaban las escaleras que subían al segundo piso. Neil aún no había subido allí, ya que el balcón estaba destinado para fiestas privadas. Andrew podría haber conseguido fácilmente el acceso, pero su barman preferido Roland siempre trabajaba en el bar de la planta baja. Tomó trabajo encontrar una mesa entre la multitud, y la que encontraron solo tenía dos bancos. Andrew se encogió de hombros restándole importancia, ya que era probable que la mayoría de los Foxes terminaran en la pista de baile de todos modos. Dejó a la mayoría de sus compañeros de equipo para proteger la mesa y arrastró a Neil a través de la multitud hacia la barra para su primera ronda. Roland tardó un par de minutos en llegar a ellos. Cualquiera que apareciera en el club disfrazado era recompensado con un trago gratis, por lo que Andrew hizo un gesto sobre su hombro hacia su

mesa. Roland miró a través de la multitud hasta que los vio. Sus cejas se levantaron cuando vio tres caras desconocidas con Kevin y Aaron. ―¿Todos crecieron e hicieron amigos? ―preguntó―. Nunca pensé que vería el día. ―Te daré una propina doble si nunca vuelves a decir cosas tan estúpidas. Roland sonrió, hizo otro recuento y comenzó a preparar una bandeja para ellos. Él no preguntó qué querían; él ya conocía los gustos de los primos y podría incluir fácilmente algunos de los brebajes más populares del bar para los de clase alta. Roland sabía que Nicky faltaba, pero no sabía incluir algo para Allison. Neil no dijo nada, creyendo que Allison podría tener su trago, excepto que Roland no se detuvo a preparar ocho copas. Él mezcló cerca de veinte. ―¿Cuántos DDs? ―Roland preguntó. ―Solo dos ―dijo Andrew. Roland añadió dos latas de refresco a la bandeja y la deslizó por el mostrador hacia Andrew. Neil abrió camino a través de la multitud e hizo sitio para Andrew mientras avanzaba. Andrew llevó las bebidas a la mesa sin derramar una sola gota. Le pasó un refresco a Renee y le dejó el otro a Neil, pero nadie bebió hasta que Allison y Nicky llegaron. Allison parecía vagamente impresionada por la cantidad de bebidas que Andrew había procurado para ellos. Les tomó a los Foxes casi nada de tiempo para vaciar la bandeja. Andrew limpió el desastre, y esta vez, Renee lo siguió para ayudarlo. Dan los miró irse, luego habló fuerte para ser escuchado sobre la música: ―¿Estás seguro de que esto es seguro? ―¿Huh? ―Nicky preguntó. ―Dejar que Andrew esté sobrio por una noche completa ―aclaró Dan―. Buena idea, mala idea, ¿no vivirás para arrepentirte? Nicky parecía confundido por su ignorancia. ―No está sobrio, nunca lo está. Lo has visto atravesar el síndrome de abstinencia en los juegos, sí, y nosotros ―movió el pulgar entre los cuatro miembros restantes del grupo de Andrew―, a veces le aguanto como a él esta noche, pero Andrew no ha estado sobrio en años. Siempre tiene algo en su sistema para echarlo a perder. Créeme, sabrías si él estaba limpio. Es, uh... Nicky miró a Aaron mientras buscaba la palabra correcta, pero Aaron le devolvió la mirada y se negó a ayudar. Nicky no se inmutó por su silencio y se conformó con decir: ―Es inconfundible. Verás el próximo verano si quieres o no. Estará fuera de su programa en mayo y debería terminar la rehabilitación para cuando inicie las prácticas de junio.

―Finalmente ―dijo Kevin, sonando molesto. ―Por supuesto que estás esperando esto ―dijo Nicky―. La curiosidad mató al gato. Zorro. Lo que sea. Solo espero que los últimos dos años de drogas y un intenso asesoramiento lo hayan suavizado un poco. ―Nueva regla del equipo ―Matt hizo un gesto golpeando un martillo sobre la mesa―. Nunca más coloque a ‹Andrew› y ‹meloso› en el mismo –oh, Dios mío. ―¿Eso todavía cuenta cómo blasfemia? ―Nicky preguntó, porque Dan y Matt venían vestidos como un par de dioses griegos. Se giró para seguir la mirada de Matt a un asistente de fiesta que pasaba. El hombre había venido vestido como un guante de cocina de neón amarillo. El rostro de Nicky se contorsionó con incredulidad y se rió lo suficiente que casi se cayó―. Creo que uno ganará el gran premio, niños. Nadie está superando a nadie en el medidor de locura. Probablemente tenía razón, pero eso no impidió que los Foxes estiraran el cuello y buscaran otros disfraces raros. Estuvieron en medio de un par de duras críticas cuando Andrew y Renee lograron regresar. La llegada de más bebidas aminoró la conversación, pero fueron los paquetes de polvo de galletas de Kevin lo que produjo que lo descarriló por completo. Matt, Renee y Neil se abstuvieron. Andrew repartió el resto, manteniendo lo mejor para él, ya que su sistema podía tolerar más que los demás. Dan tomó solo un paquete y arrojó la mitad en una bebida cerca del codo de Allison. Nicky contó desde tres y golpearon el polvo en grupo. Corrieron entre sí en su tercera y cuarta ronda antes de dirigirse a la pista de baile. Renee le prometió a Allison que se uniría a ellos tan pronto como terminase su refresco y se quedaría con Andrew, Neil y Kevin. Andrew apiló las tazas vacías en su bandeja y se fue de nuevo. No necesitaba ayuda esta vez, ya que solo estaba tomando suficientes bebidas para él y Kevin, pero Neil lo siguió. Tuvo que empujar a dos borrachos más allá en máscaras asimétricas de carnaval para llegar a la barra y se metió en el pequeño espacio al lado de Andrew. Andrew empujó su bandeja sobre el mostrador para que Roland la recuperara cuando tuviera un minuto e inclinó una mirada hacia Neil. ―Deja de esconderte. Esta fue tu idea: enfrenta las consecuencias. ―No es tan fácil ―dijo Neil. Explicar su incomodidad no fue más fácil. Andrew había prometido vigilar a Neil hasta mayo, pero cuando hizo ese trato, dijo que la creciente reputación de Neil podría mantenerlo a salvo durante el resto de su carrera en Fox. Andrew supuso que Neil podría graduarse de Palmetto, siempre y cuando Neil jugara sus cartas con Kevin. Neil aún no le había dicho que los planes habían cambiado, lo que hacía más difícil decir por qué esta noche lo estaba haciendo infeliz. Finalmente, recurrió a la verdad a medias que le había dado a Andrew ese verano. ―Nunca he estado en condiciones de poder conocer gente. Sé que tengo que dejarlos entrar si queremos pasar la temporada, pero sería más fácil si solo tuvieran nombres y caras. ¿Cómo te

mantuviste tan desconectado por tanto tiempo? ―No son lo suficientemente interesantes como para mantener mi atención. ―Kevin lo es. Así que es tu hermano, al parecer ―Neil no se sorprendió cuando Andrew no reconoció ninguna acusación. Él siguió adelante―. ¿Qué hay de Renee? — ¿Qué hay de ella? — ¿Ella no es interesante? ―Ella es útil. ―¿Es eso? ―¿Esperabas una respuesta diferente? ―Tal vez ―dijo Neil, y dudó cuando Roland finalmente apareció. Roland se quedó solo el tiempo suficiente para obtener su bandeja antes de irse de nuevo. Neil miró a Andrew y se preguntó por la sonrisa fría en la cara de Andrew. Se estaba burlando de él, pero todavía no estaba seguro de por qué―. La mayoría de la gente está esperando que algo suceda con ustedes dos. Incluso Nicky piensa que es inevitable. Pero Renee le prometió a Allison que nada saldría de eso. Allison le dijo eso a Seth. ¿Por qué? ―¿Eso importa? Neil se encogió de hombros, incómodo. ―¿Sí? No, debería ser, es irrelevante, pero... ―Vaciló, pero Andrew no dijo nada, no estaba dispuesto a facilitarle las cosas. Neil no debería sorprenderse por la actitud de Andrew, pero estaba molesto independientemente. ―Solo estoy tratando de entender. ―A veces eres lo suficientemente interesante como para mantenerte cerca. Otras veces eres tan sorprendentemente estúpido, que apenas puedo soportar verte ―Neil frunció el ceño―. Olvídalo. Le preguntaré a Renee. ―Tendrás que dejar de evitarla primero. Neil no perdió el tiempo respondiendo eso. Roland le devolvió su bandeja un par de minutos más tarde y se dirigieron a la mesa. La gaseosa de Renee había terminado, pero estaba haciendo compañía a Kevin hasta su regreso. Tan pronto como Andrew se sentó, miró a Neil. ―¿No vienes?

―No ―dijo Neil. Ella asintió y se fue a buscar a los otros. Andrew y Kevin tenían las sillas, por lo que Neil se interpuso entre ellos en silencio. Los vio beber unos cuantos cartuchos más y luego se fue solo a la barandilla que daba a la pista de baile. Las barras de metal estaban pegajosas por el sudor o el licor derramado, pero cruzó los brazos y miró la masa que saltaba debajo. Era difícil detectar a sus compañeros en un buen día. Con las luces centelleando arriba y todo el mundo disfrazado, era imposible. Esa mancha roja podría ser la capa de Caperucita Roja de Renee y la plata que seguía chispeando como una lentejuela era probablemente el uniforme de cadete espacial de Nicky, pero no había forma de estar seguro. Tenía que confiar en que estaban todos allí, a salvo y divirtiéndose. Estaba contento de mirar e imaginar. Solo, también, pero no había nada que él pudiera hacer al respecto .

CAPÍTULO 10 Traducido por Geraldine Corregido por Cotota El lunes después de su clase de matemáticas, Neil fue a buscar a Renee. Había tenido un par de meses para memorizar los horarios de sus compañeros de equipo. No quería que ese tipo de conocimiento ocupara espacio en su cabeza, pero pasó demasiado tiempo con los Foxes para no saber dónde estaban todos los días. Sabía que el horario de Renee era como el suyo: tenía dos clases consecutivas, luego un período libre antes de su próxima clase. El truco estaba en alcanzarla antes de que ella se alejara demasiado de su salón, pero afortunadamente Renee estaba a solo un edificio de él. Esa proximidad era la razón por la que había sido elegida para guiarlo de matemática a historia el día de su primer juego. Bajó las escaleras hasta la acera lo más rápido que pudo, esquivando a los estudiantes que no tenían ninguna prisa en llegar a ninguna parte y evitó cuidadosamente a los que estaban tan apurados como él. Agarró el borde de una máquina expendedora para ayudarlo a impulsarse por la esquina del edificio y divisó el distintivo cabello de Renee a unos seis metros de distancia. Neil exprimió sus reservas con un malestar profundo y se fue tras ella. Renee se volvió cuando finalmente la alcanzó, y Neil no pasó por alto la forma en que sus cejas se elevaron. ―Neil, hola. Esto es extraño. ―¿Estás ocupada? ―Neil preguntó―. Me preguntaba si podríamos hablar durante un par de minutos. Renee se rió. ―Debo dejar de apostar contra Andrew cuando se trata de ti ―dijo, y luego explicó cuando Neil la miró con el ceño fruncido―. Me dijo que vendrías a verme pero no pensé que estuvieras listo todavía. Pero para responder a tu pregunta original: no, no estoy tan ocupada. ¿Te importa hablar mientras caminamos? Neil no tenía otra clase durante las siguientes dos horas, así que la siguió en un tranquilo paseo por el campus. Entre el campus, Perimeter Road y el centro de la ciudad había un parque verde conocido como el Green. Si tenía un nombre oficial, Neil no lo había visto en ningún folleto. Supuso que Renee quería recostarse y tomar el sol como lo hacían muchos otros estudiantes, pero abrió un camino entre los aduladores y se dirigió hacia las tiendas del centro. ―¿Dijo Andrew por qué quería hablar contigo? ―Preguntó Neil cuando estaban a mitad de camino en el Green.

―Fue un poco vago en los detalles ―dijo Renee. ―Te pregunté esto una vez y no respondiste realmente ―dijo Neil―. ¿Ahora puedes decirme por qué a Andrew le gustas? ―El año pasado, Andrew llevó a algunos de nosotros a Eden’s Twilight, uno por uno ―dijo Renee―. Ahora sabes por qué Andrew invitó a Matt. Invitó a Dan a ver si ella era una mujer digna de seguir en la cancha. Me preguntó porque él, como tú, no creyó en este frente ―hizo un gesto hacia su rostro y apoyó las yemas de sus dedos en su collar con un colgante en forma de cruz―. Quería la verdad, así que se la dije. ―Andrew descubrió que él y yo tenemos mucho en común ―Renee miró a Neil mientras se detenían en un paso de peatones en Perimeter Road―. Las únicas diferencias entre nosotros son la suerte y la fe. ―Y la psicosis ―dijo Neil. Renee sonrió. ―Tal vez no. Soy una mala persona que se esfuerza mucho por ser una buena persona, pero no lo haría en absoluto si no fuera por las intervenciones externas en mi vida. Crecí con mi madre y su cadena de novios con mano dura. Parecía no molestarse por sus palabras y volvió una mirada tranquila al paso de peatones mientras hablaba. ―Tal vez fue inevitable meterme en problemas. Empecé a trabajar como vigilante y corredora1 para

una de las pandillas de Detroit. Me llevó un par de años trabajar hasta conseguir un puesto de alto rango. Hice todo lo que ellos me pidieron y no me importó a quién lastimé.

“Afortunadamente para mí, no era tan inteligente como pensé que era. Cuando tenía quince años la policía me atrapó, y mi abogado cambió mi testimonio por una sentencia reducida. Mis palabras pusieron a mucha gente en problemas, incluida mi madre. Mi abogado me explicó mi vida hogareña para que el tribunal entendiera mi falta de modelos positivos. Sus hallazgos enviaron que tanto mi madre como su amante fueran enviados a prisión por diversos cargos. Fueron golpeados hasta la muerte por miembros enojados de la pandilla que ayudé a encerrar. ―Lo siento ―dijo Neil, pero en realidad estaba un poco celoso. Tanto ella como Wymack perdieron a sus padres debido a la violencia carcelaria, pero nadie se atrevió a atacar a su padre. Resolvería un mundo de problemas para Neil si algunos reclusos pudieran desarrollar suficiente agresión y coraje. ―Yo no ―dijo Renee, sacando a Neil de sus pensamientos. Renee comenzó a cruzar la calle, 1

Corredor: Entre las pandillas, el corredor es la persona que distribuye el dinero entre los diferentes miembros o subgrupos de esta, que usualmente se distribuyen en distintas áreas, también dan reportes a otra persona de mayor rango.

pero a Neil le tomó un par de segundos antes de poder seguirla. Renee le sonrió cuando él la alcanzó―. Sé que debería, pero eso es algo en lo que aún estoy trabajando. Sé que fui directamente responsable de las circunstancias que llevaron a sus asesinatos, pero para ser honesta, los odié. Además de eso, sin la muerte de mi madre, nunca hubiera terminado aquí. “Con mi madre muerta y mi padre biológico en el esfumado viento, los tribunales no tuvieron más remedio que dejarme en un hogar sustituto después de mi año en una correccional para menores ―dijo Renee―. Hice la vida lo más difícil posible para mis familias sustitutas y pasé por ocho casas en dos años. Stephanie Walker me enteró de mí por una de mis madres adoptivas en su reunión de la escuela secundaria. Me hizo una solicitud, insistió hasta que fue aprobada y me trasladó a Dakota del Norte tan pronto como finalizó. Ella me dio un nuevo nombre, una nueva fe y una nueva oportunidad en la vida. Renee no había exagerado cuando dijo que ella y Andrew tenían mucho en común. Tuvieron crianzas violentas e inestables gracias a sus madres y pasaron tiempo tanto en correccionales como en el sistema de crianza. Sus caminos se separaron irrevocablemente después de sus respectivas adopciones. Renee permitió que Stephanie la convirtiera en un ser humano decente y la redimiera por su brutalidad pasada, mientras que Andrew asesinó a su madre en la primera oportunidad que tuvo. Neil finalmente entendió por qué Renee no le tenía miedo a Andrew. ―Entonces, ¿por qué tú y Andrew no funcionan? ―Neil preguntó. ―Lo siento ―dijo Renee―, ¿funcionar cómo? ―¿Por qué no lo has invitado a salir? La expresión de su rostro decía que era la última pregunta que esperaba de él. Ella compró tiempo haciendo un gesto a Neil para entrar en la siguiente tienda. Neil entró primero pero se hizo a un lado para que ella pudiera indicarle el camino. La mirada que le dirigió mientras pasaba era evaluativa, pero ella se concentró en la tarea que tenía entre manos y rebuscó en los estantes del aparador más cercano. ―¿De qué se trata todo esto, si no te importa que pregunte? ―ella preguntó―. Nunca antes parecías interesado. ―No lo estoy ―dijo Neil, pero eso no tenía sentido teniendo en cuenta que había sido él quien lo mencionó. Neil rebuscó en su mente una buena manera de explicar. No quería decirle que había pasado la noche del viernes pensando en morir. No había querido pensar en un futuro que no tenía, así que se quedó en la barandilla y pensó en sus compañeros de equipo en su lugar. Fue un ejercicio extraño, tan fascinante como incómodo. No estaba acostumbrado a preocuparse por nadie más que por él mismo y su madre, pero había intentado imaginar la vida de los Foxes un año o dos en el futuro. Se preguntaba qué tipo de golpeador contrataría Kevin para reemplazarlo y la cantidad de consecuencias que los Foxes tendrían después de entregarse al FBI.

Pero principalmente pensaba en ellos como las personas con las que había pasado la noche, las personas que conocía casi en contra de su voluntad. Nunca serían perfectos, pero estarían bien. Habían venido al Foxhole Court como un desastre roto, pero se estaban arreglando entre sí un semestre a la vez. Incluso Kevin saldría de esto. No iba a desvanecerse en la oscuridad como Tetsuji y Riko pensaron que lo haría; cabalgaría el resurgimiento de los Foxes hasta la cima y recuperaría su lugar en el centro de atención. El único además de Neil que no tenía una salida era Andrew. Kevin y Nicky pensaron que tenían la solución adecuada para el problema de Andrew, pero Neil ya no estaba seguro de cuál de ellos creía. Pero tampoco podía contarle a Renee eso, porque no quería explicar por qué de repente era tan importante. No significaría nada para ella cuando no supiera quién era y qué le había ofrecido Andrew. ―No importa ―dijo. Empezó a alejarse, pero Renee dijo: ―No soy del tipo de Andrew, Neil. No hay nada entre nosotros. ―Allison dijo eso ―dijo Neil, buscando en la cara de Renee la verdad―. Ella le dijo a Seth que no se preocupara porque ustedes dos estuvieran juntos. Pero los demás están esperando que algo suceda. Deben saber cuántas veces han apostado por ustedes. Si puedes decir ‘no’ tan fácilmente a mí, ¿Por qué no han intentado con nadie más todavía? ―Es complicado ―dijo Renee―, y nos beneficiamos más del silencio. Allison me creyó cuando dije que no me enamoraría de Andrew. Los demás dejaron de escuchar cuando Andrew y yo comenzamos a hablar más. Recompenso la confianza de Allison en mí al apilar las probabilidades a su favor en cualquier apuesta sobre nosotros. Ella y yo dividimos los ingresos. Dejo de lado mis ganancias para nuestro proyecto de Navidad Adopt-a-Family. Allison compra manicura con la suya. ―¿Cómo se beneficia Andrew? ―Neil preguntó―. ¿Entretenimiento gratuito viendo a todos adivinar? ―Tranquilidad ―dijo Renee después de un momento de reflexión. ―No entiendo. Renee dudó nuevamente. Neil observó mientras revolvía una colección de carteras de cuero. Ella sostuvo una y la giró de aquí para allá. ―Andrew dijo que me harías preguntas. Le pregunté qué quería que dijera si lo hacías, pero me dijo que no le importaba y que no tenía tiempo para actuar como moderador. Si él sabía que esto era de lo que querías hablar, asumiré que sabía que esto saldría a la luz. Renee devolvió la billetera, dejó que sus dedos se demoraran unos segundos más mientras debatía,

luego se volvió para mirar a Neil por completo. ―Cuando dije que no era del tipo de Andrew, lo dije en serio. No se trata de mi aspecto o fe. Es que soy una mujer. Neil escuchó sus palabras pero tardó en comprenderlas. Él parpadeó confundido, parpadeó otra vez cuando hizo clic, y dijo un poco demasiado fuerte: ―Oh, entonces Andrew y Kevin. Renee se rió y lo desechó. ―Oh, no. Conocerás a la novia de Kevin más adelante este año, estoy segura. ―Estás mintiendo ―Neil la miró fijamente―. Kevin no tiene novia. Está bajo demasiado escrutinio de la prensa y sus admiradores para ocultar ese tipo de cosas. Renee recorrió la tienda con una mirada lenta y fácil. A esta hora del día solo había otro cliente, y él estaba en el otro extremo de la tienda. ―No son oficiales, y Kevin sabe mejor que nadie lo que es ser indiscreto. ¿Te imaginas lo que el entrenador Moriyama podría hacer si una mujer distrae a Kevin de su juego? “Estoy segura de que no te sorprende que sea una jugadora clasificada por el Comité de jugadores. Kevin necesita a alguien que pueda seguirle el paso y desafiarlo. Afortunadamente también es una alumna de Raven, por lo que sabe las repercusiones de ser atrapada con Kevin. Tal vez tengan más suerte después de que hayamos arreglado las cosas con los Ravens este año. ―¿Thea? ―Preguntó Neil, sorprendido. Renee sonrió por lo rápido que puso las piezas juntas. ―Impresionante. No fue tan difícil de resolver, incluso con su vaga explicación. Solo había dos mujeres en la lista de la Comité. Uno era una distribuidora de USC. La otra, Theodora Muldani, era un backliner de Edgar Allan. Su ascenso a la selección nacional hace dos años llamó mucho la atención ya que ella era la única jugadora que había rechazado su invitación inicial. Su razón oficial era que no quería que el horario del Comité interfiriera con su quinto año en la universidad. Nadie esperaba que el equipo nacional le diera una segunda oportunidad, pero el representante del Comité la estaba esperando en su último partido de campeonato. Thea habría comenzado su quinto año con los Ravens cuando Kevin comenzó su primer año, pero Kevin y Riko crecieron en Evermore alrededor del límite de los Raven. Kevin habría conocido a Thea durante toda su carrera de cinco años como Raven. Neil se preguntó cuánto tiempo habrían tardado en enamorarse el uno del otro y qué pensó Thea de la transferencia de Kevin a los Foxes.

Tenía más curiosidad de cómo Kevin encontró espacio en su corazón para otra persona cuando vivía y respiraba por Exy. Parecía imposible que un hombre pudiera dedicarse a más de una cosa. Tal vez Nicky y Kevin tenían razón, entonces. Los pensamientos de Neil se volvieron hacia Andrew, y él dijo: ―Nadie más conoce la sexualidad de Andrew. ―Hasta donde yo sé, tú y yo somos los únicos ―confirmó Renee―. Andrew me dijo el año pasado cuando los demás comenzaron a hablar sobre nosotros. No quería que yo obtuviera ninguna idea de sus cotilleos, dijo él. ―Pero Aaron y Nicky ―protestó Neil―, sé que solo lo conocen desde hace un par de años, pero están con él todo el tiempo. ¿Cómo no podrían haberlo descubierto ya? ―Supongo que la medicina de Andrew lo hace una lectura difícil incluso para ellos ―dijo Renee―. Más importante aún, Andrew no quiere que lo sepan. Él y Aaron aún no están listos para una conversación tan seria. Tienen demasiados otros problemas para resolver primero. Y sabes tan bien como yo que Nicky no puede mantener un secreto ni para salvar su vida. Aún, había dicho Renee, lo que significaba que Andrew tenía la intención de arreglar las cosas con su hermano en algún momento. Neil no sabía si era su optimismo hablando o si ella lo aceptaba como un hecho. No sabía de qué hablaban ella y Andrew cuando se quedaban quietos. Pensar que lo hacían de las estrategias de Exy eran ridículas. Imaginar que tenían una conversación seria-tan seria sobre cuán drogado podía estar Andrew, sobre la sexualidad oculta de Andrew era igualmente imposible. ―Entonces, ¿por qué puedo saberlo? ―Neil preguntó. ―Quizás él sabe que no lo usarás contra él ―dijo Renee. Había una sutil advertencia en sus palabras, y Neil se enfureció a pesar de sí mismo. Las relaciones de sus compañeros de equipo eran interesantes para observar desde lejos, pero por lo demás intrascendentes. A Neil no le importaban la sexualidad de sus compañeros de equipo porque no tenía nada que ver con su supervivencia. La sexualidad de Andrew fue sorprendente, pero ciertamente no era una munición para usar en su contra. Le tomó un poco de trabajo mantener el margen de su voz. ―Si no le importa si lo sé o no, podría haberlo dicho en Halloween cuando le pregunté por ti. No tuvo que enviarme hasta aquí. ―Quizás pensó que ya era hora de que tú y yo nos conociéramos un poco mejor ―Renee estudió a Neil―. No soy la chica que alguna vez fui, pero la sombra de mi vida anterior siempre existirá dentro de mí. Eso es lo que me ayuda a conectarme con Andrew. Espero que me ayude a conectarme

contigo. “No conozco tu historia ―continuó antes de que Neil pudiera reaccionar―. Si has confiado en Andrew con algo, él no me ha compartido los detalles y él nunca lo hará. Pero si eres como nosotros como lo predijeron en un principio, tal vez un día también puedas venir a verme como un amigo. Todos estamos aquí porque tenemos problemas, Neil. Eso no significa que todos nuestros problemas sean los mismos. Dan y Matt intentan comprender las cosas que he visto y hecho, pero que nunca tendrán éxito. Andrew me comprende, y yo a él. Es reconfortante saber que alguien más ha estado donde estuvimos alguna vez. Si Andrew o yo podemos ayudarte, por favor recuerda que estamos aquí. Neil no respondió; no pudo. Era demasiado para pensar y demasiado para considerar. Quería preguntarle sobre el juicio y lo que era dar testimonio. Necesitaba saber cómo los tribunales la protegieron y si valía la pena. Si acudía al FBI en primavera con pruebas para derrotar a su padre, al menos le gustaría tener una idea de en qué se estaba metiendo. Sin embargo, eso abriría muchas más preguntas de las que quería tratar hoy. No estaba dispuesto a confiar en ella ni siquiera con las medias verdades que le había dado a Andrew. Renee no pareció sorprendida o decepcionada por su largo silencio. Ella le dio un minuto para tomar una decisión, luego asintió y cambió el tema con una facilidad que lo dejó tambaleándose. ―Tal vez ahora que he saciado tu curiosidad puedes ayudarme. Necesito la opinión de un chico sobre los regalos para Aaron y Andrew. Para su cumpleaños ―dijo ante la mirada inexpresiva en el rostro de Neil―. No lo celebraron el año pasado, y Nicky dice que no lo han celebrado desde que se mudaron juntos, pero espero que este sea diferente. Cumplieron veinte el sábado. Eso es algo que vale la pena conmemorar, ¿no? ―Supongo que sí ―dijo Neil. Su poca entusiasta respuesta fue lo suficientemente buena para ella, e hizo un gesto hacia el estante frente a ella. ―Estoy pensando en algo práctico que puedan usar. ¿Qué te parece? Les tomó dos tiendas y casi media hora de búsqueda antes de que Renee finalmente encontrara lo que quería. Ese momento se acercaba rápidamente a la próxima clase de Renee. Neil todavía tenía una hora para matar y estaba a solo un par de minutos de Fox Tower, así que se separó de Renee en Perimeter Road. Ella se dirigió al Green hasta el campus y Neil fue al otro lado del dormitorio de los atletas. Su habitación estaba benditamente vacía. Neil dejó su mochila en el suelo, boca abajo en el sofá de Matt, y dejó que sus pensamientos corrieran en curiosos círculos sobre todo lo que Renee le había dicho. Para cuando se levantó nuevamente para ir a clase, no sabía qué pensar.

b

Los frenéticos golpes en la puerta de la suite sorprendieron a Neil y Matt en su almuerzo televisivo el sábado. Matt se apresuró a encontrar el control remoto donde había caído entre los cojines, por lo que Neil dejó su plato a un lado y se levantó para abrir la puerta. Las chicas sabían que Matt mantenía la puerta abierta si él estaba en la habitación, por lo que Neil esperaba encontrar a alguien perdido en su camino a la habitación de otro equipo. Ensu lugar, Nicky, con los ojos desorbitados, estaba esperando en el pasillo. ―Oh, gracias a Dios ―dijo Nicky, tomando a Neil con ambas manos―. Ayuda. Matt finalmente encontró el control remoto y pausó su película. ―¿Qué demonios? ¿Estás bien? ―Estoy a dos segundos de estar muerto ―dijo Nicky―. Mamá acaba de llamar para desearle a Andrew y Aaron un feliz cumpleaños. ―¿Y eso es algo malo? ―Matt preguntó. Nicky miró boquiabierto a Matt, pero la sorpresa borró rápidamente su incredulidad. Se frotó la parte posterior de su cuello con obvia incomodidad. Neil esperaba que se riera. La primera respuesta de

los primos a los problemas personales fue cerrar filas contra los estudiantes de clase alta. A Nicky podría no gustarle, pero lo había hecho una y otra vez durante toda la temporada. Pilló a Neil y Matt con la guardia baja cuando Nicky realmente respondió. ―Uh, sí ―se cubrió Nicky―. Realmente no hablamos con mi familia, ¿sabes? Papá no me ha dicho una palabra desde que descubrió que Erik es más que mi mejor amigo. Mamá llama en Navidad para saber si he regresado a Dios y se cuelga cuando le digo que no. No creo que Aaron haya hablado con ellos desde el funeral de la tía Tilda, y Andrew los evita como si fueran una enfermedad contagiosa. Él y papá no se llevaban bien cuando se conocieron en la correccional. ―No podría haber ido tan mal ―dijo Matt―. Quiero decir, tu padre apoyó su liberación anticipada, ¿verdad? ―Sí pero… ―Nicky se inquietó. ―¿Por qué llamó ella realmente? ―Neil preguntó. ―Para invitarnos a casa para la cena de Acción de Gracias. ―¿Y? ―¡Y colgué! ―Nicky se abalanzó sobre él―. ¿Qué más se suponía que debía hacer? No podía

decirle que no, ¿podría? ―Se suponía que debías decir que sí ―dijo Matt―. ¿Qué demonios, Nicky? ―No es así de fácil ―Nicky sonaba miserable―. La oferta depende de que Aaron y Andrew vayan también. Mamá lo dejó en claro. No hay forma de que Andrew acepte. ―Nunca se sabe hasta que lo intentas ―dijo Matt. ―No creo que entiendas cuánto odia Andrew a mis padres ―dijo Nicky. ―Entonces, ¿qué se supone que debo hacer? ―Neil preguntó. ―Ser apoyo moral y respaldo ―dijo Nicky―. Si voy con Andrew, él se reirá o fingirá que no me escucha. Pero él te escucha, ¿verdad? Es decir, lo convenciste de ir a una fiesta del equipo. Tal vez de alguna manera puedas convencerlo de una cena familiar. ―No lo convencí para nada ―señaló Neil―. Dije que era lo más inteligente y él estuvo de acuerdo. Esto es más complicado y no debería opinar. Podría decirle que obviamente es importante que arregle las cosas con sus padres, pero tú y yo sabemos cómo él podría reaccionar ante eso. Nicky parecía abatido, pero se unió con un débil: ―Crecí en esa casa, pero papá no me ha dejado poner un pie en ella desde que salí del closet2. Sé que piensan que soy un pagano condenado a arder por la eternidad, y sé que debería renunciar a ellos, pero no puedo. Tal vez esta llamada significa que están entrando en razón. Tengo que saber. Por favor, ¿Neil? Quiero recuperar a mi mamá. La extraño mucho más de lo que crees.

Neil tragó saliva con fuerza contra el nudo ardiente en su garganta. Esta no era su familia. No era su problema. No era su madre. La madre de Neil era cenizas y huesos enterrados en una playa de California. Ella se había ido para siempre. Neil nunca volvería a escuchar su voz y nunca recibiría otra llamada de ella. Ella nunca lo sentaría y le explicaría por qué corría o se disculpaba por esconder su conexión con los Moriyamas. Ella nunca lo vería jugar con los Foxes en semifinales. Ella no estaría allí cuando él diera su testimonio. Ella no estaría allí cuando muriera. El dolor de Neil era un cuchillo que le daba vueltas en el estómago, haciéndolo trizas desde el interior hasta que apenas podía respirar. Respiró lentamente y contó los latidos de su corazón al exhalar. Nicky esperó, demasiado desesperado para presionar aún más su suerte. ―Espera aquí ―dijo finalmente Neil. La expresión de Nicky fue un torbellino de sorpresa y esperanza. Neil no soportaba verlo y no quería la gratitud prematura de Nicky. Pasó junto a él en el pasillo y pasó dos puertas hasta la habitación de los primos. Nicky no había cerrado la puerta de la suite detrás de él, por lo que Neil probó con un suave golpe.

Aaron estaba esperando en una de las sillas con un control en la mano. A juzgar por la sangría en la otra silla y las imágenes fijas en el televisor, la llamada telefónica de Nicky interrumpió su juego. Kevin tenía un periódico extendido sobre su escritorio mientras revisaba los puntajes de la noche anterior en toda la nación. Andrew estaba sentado en el escritorio más cercano a la ventana. Había quitado el anjeo de la ventana hace meses para poder fumar en el interior. ―¡Oh, Neil! ―Andrew sacudió su cigarrillo a Neil a modo de saludo―. Hola. ―¿Podemos hablar? ―Neil preguntó. ―Hoy no es un buen día ―dijo Andrew―. Trata de nuevo mañana. ―No arruinaría tu fiesta de cumpleaños si no fuera importante. Andrew sonrió. ―¿Sarcasmo de Neil? Tu repertorio de talentos está en constante expansión. ―Dos minutos ―dijo Neil. ―Muy persistente. Neil esperó a que Andrew tomara una decisión. Andrew tarareó alrededor de su cigarrillo mientras pensaba. Le tomó casi un minuto completo antes de que la curiosidad prevaleciera sobre su pura necesidad de ser difícil. Andrew arrojó el cigarrillo por la ventana, la cerró y se bajó de su escritorio. Neil siguió a Andrew a la habitación de los primos y tiró de la puerta para cerrarla detrás de ellos. Andrew solo dio un par de pasos dentro de la habitación antes de girarse para mirar a Neil. ―Tic tac ―dijo Andrew―. Tienes mi atención, ahora mantén mi interés. ―La madre de Nicky llamó. ―Oops, se acabó el tiempo. Neil extendió su brazo cuando Andrew dio un paso adelante, pero no había forma de que pudiera detener a Andrew si Andrew realmente quería irse. Neil había visto cuánto presionaba Andrew cuando el equipo hacía pesas en el gimnasio. Más importante que eso, había visto a Andrew prácticamente levantar a Nicky por la garganta y moverlo cuando se enojaba. El gesto fue solo un espectáculo. Andrew lo sabía, pero de todos modos se detuvo. ―La madre de Nicky lo invitó a su casa para Acción de Gracias ―dijo Neil. ―Dijo que sí ―dijo Andrew, en realidad no era una pregunta―. Oh, Nicky, un optimista hasta el día en que muera. Pensarías que ahora entiende mejor las cosas, pero irá y volverá boo-hoo-hoo ―Andrew se las ingenió para limpiarse las lágrimas―. Su amor tiene un precio que él no puede pagar. Él no va a dar a Erik por ellos.

―Esta vez no buscan a Erik ―dijo Neil―. Están intercambiando cosas por ti. Nicky no puede ir a menos que te traiga a ti y a Aaron con él. ―Problema resuelto ―La sonrisa de Andrew era brillante―. Denegado. Tal vez Abby nos cocinará un pavo en su lugar. Lo hizo el año pasado. Ella es una cocinera decente pero no podría hornear si eso salvará su vida. Tendremos que traer un pastel congelado de nuevo. Neil se negó a distraerse. ―¿Por qué no vas a ir? ―¿Por qué lo haría? Luther y yo no somos amigos. ―Lo última vez que revisé, tampoco éramos tus amigos ―dijo Neil―. Todavía nos aguantas, entonces ¿por qué no toleras a Luther? Nicky supone que tiene que ver con la forma en que lo conociste, pero Luther es quien te sacó de la cárcel y te envió vuelta a casa con tu madre, ¿no? ―Ella no era mi madre ―Andrew esperó un momento para asegurarse de que Neil lo entendiera e hizo un gesto cortante con la mano―. Cass, sin embargo, Cass? Cass lo hubiera sido. Realmente quería estar. Oh, no lo sabes. Aquí tienes una historia para ti, Neil. ¿Me oyes? Cass quería quedarse conmigo. Ella quería adoptarme. Andrew Joseph Spear, fue lo que dijo. Recopiló todos los documentos, pero no los archivó sin mi consentimiento. Ella pensó que yo era lo suficientemente mayor para elegir. ―Spear ―repitió Neil, sobresaltado―. Así como… ―Richard Spear ―Andrew terminó por él―. Te dije todo sobre él, ¿sí? Mi último padre adoptivo. ―Lo mencionaste ―dijo lentamente Neil, deteniéndose mientras trataba de procesar esa bomba. Richard Spear fue el padre que Pig Higgins intentó investigar en agosto. Todo lo que Andrew dijo de él fue que no era interesante ni inofensivo―. ¿Qué pasó para que la adopción fracasase, tu arresto? ―No, lo tienes al revés. Fui a la cárcel porque ella quería adoptarme. Pero ella no se rindió conmigo. Pensó que un hogar estable podía arreglarme ―dijo―. Su hijo biológico quería unirse a los Marines después de la secundaria, ella incluso se ofreció a reasignar parte de su fondo universitario para mí. Ella quería que yo tuviera un futuro. Mi propia Stephanie Walker, de algún modo. Neil solo reconoció ese nombre porque acababa de hablar con Renee. Él asintió para mostrar que lo estaba siguiendo. Andrew se balanceó sobre las puntas de sus pies y alcanzó a Neil. Fue todo lo que Neil pudo hacer para no tensarse cuando las manos de Andrew se enredaron en su cuello. Andrew no se agarró lo suficiente como para cortarle el aire, pero golpeó sus pulgares contra la garganta su garganta al ritmo del pulso de Neil. ―Luther hubiera dejado que ella me tuviera si eso era lo que yo quería. Sabía que la madre de

Aaron no quería tener nada que ver conmigo, pero quería arreglar las cosas conmigo de alguna manera. Si Cass tenía razón, él pelearía en su nombre. para que se aprobara la adopción. ¿No podríamos tener eso, podríamos? ―¿Por qué no? ―Preguntó Neil, buscando la expresión de Andrew―. ¿Qué te hizo Cass? Andrew pareció sorprendido. ―Cass nunca me haría nada. ―Entonces, ¿qué salió mal? ―Esa es una historia diferente. Esta historia es sobre Cass y Luther, ¿verdad? Luther dijo que podría enviarme de vuelta a Cass. Le conté secreto para asegurarme de que no lo hiciera. ―Y él se lo dijo a alguien ―Neil supuso. ―No ―Andrew tocó sus dedos un poco más rápido, un ritmo agitado completamente en desacuerdo con la sonrisa burlona en sus labios―. Eso es demasiado fácil. Este tipo de secretos no se dan a la ligera. Lo sabes. Calculamos el daño colateral y las rutas de escape. Planeamos y nos preparamos para la reacción y las consecuencias. Pero Luther no dijo nada. Eligió no creerme en todo. Y eso es mil veces peor, ya ves. ―Eso depende del secreto ―dijo Neil. ―Cierto ―Andrew soltó a Neil y se alejó―. Tal vez sea una sorpresa para ti, Neil, pero no soy una persona muy confiable. Si le digo a un hombre que el cielo es azul y él me dice que estoy equivocado, no estoy dispuesto a darle una segunda oportunidad no veo razón para hacerlo. ―Entonces, ¿Luther no te creyó o dijo que estabas equivocado? ―Neil preguntó―. Hay una diferencia significativa entre los dos. ―Oh ―Andrew medio giró para mirarlo de nuevo―. A veces me olvido que eres más brusco de lo que parece. Neil luchó con su memoria, sabiendo que la respuesta estaba fuera de su alcance. Pensó en la visita de Higgins y en los padres de Nicky, y luego Neil recordó haberse sentado frente a Andrew en un banco en el vestuario para preguntar por la primera llamada telefónica de Higgins. Había pensado que las palabras de despedida de Andrew eran extrañas, pero no las había entendido en ese momento. No estaba seguro de haber sacado las conclusiones correctas ahora, pero valía la pena intentarlo. ―Dijo que fue un malentendido. La forma en que Andrew se quedó tan perfectamente quieto, aunque fuera solo por un segundo, le dijo a Neil que tenía razón.

―Shh ―dijo Andrew, suave como si estuviera tranquilizando a un animal acorralado―. Shh, no digas eso. Odio el sonido de esa palabra. Te advertí una vez para que supieras que no debes volver a usarla. ¿Por qué arriesgarte? ―Andrew ―comenzó Neil. ―No. Andrew no levantó la voz, pero no tuvo que hacerlo para que Neil escuchara la advertencia. Si Neil empujaba el asunto más en la dirección equivocada, Andrew se desconectaba y esta conversación terminaría para siempre. Neil vaciló, buscando las palabras correctas para decir para mantener a Andrew hablando. Quizás Andrew tenía razón y los padres de Nicky nunca lo aceptarían como él, pero Nicky tenía que intentarlo. ―Eso fue hace cinco años. Quizás lo siente. ―Dices eso porque no has conocido a Luther ―dijo Andrew.  ―¿Puedo? Eso fue lo suficientemente inesperado como para llamar la atención de Andrew. ―¿Oh? ¿Qué? Neil, no sabrías qué hacer con un ministro temeroso de Dios. Apenas puedes soportar estar cerca de Renee. No hay forma de que puedas durar charla con Luther. Él terminaría exorcizándote en un chasquido.

―Podría ser entretenido ―dijo Neil. ―Podría ser ―permitió Andrew. ―Vamos todos ―dijo Neil―. Aaron estará de acuerdo por Nicky y Nicky puede ver si sus padres han entrado en razón. No hay manera de que dejes a Kevin tan lejos de tu vista, así que llévalo contigo. Te acompañaré para que puedas hostigarme en lugar de Luther. Imagina lo incómodos que estarán los padres de Nicky si tienen que lidiar con nosotros cinco. ―O podríamos quedarnos aquí. ―No es tan interesante ―dijo Neil. ―Apelar a mi atención inexistente es un truco barato ―dijo Andrew. ―¿Pero es efectivo? ―Desearías que fuera así. ―¿Por favor?

―Odio esa palabra. ―¿Tu psiquiatra sabe que tienes rencor contra la mitad del idioma inglés? ―Neil preguntó, pero Andrew solo sonrió―. Sé que no puedes entender esto porque nunca has tenido una familia real, pero Nicky tiene que volver a intentar con sus padres. Si tiene suerte, esta cena será el punto de ruptura. Nicky tiene muchas esperanzas pensando que su madre venga. Si ella lo decepciona nuevamente, él podría estar listo para marcharse para siempre. Andrew tarareaba mientras pensaba. Cuanto más tiempo permanecía en silencio, más seguro era Neil que había fallado. Finalmente Andrew lo alcanzó otra vez. Esta vez él enganchó sus dedos en el cuello de la camisa de Neil en lugar de ir por su garganta. ―Una última oportunidad ―dijo―. Eso es todo lo que le voy a dar a Nicky. Pero no pasaré Acción de Gracias con ellos, y no me portaré bien. Haz que Nicky cambie la fecha y consigue tu invitación. ¿De acuerdo? ―Está bien ―dijo Neil. ―Todos vamos a arrepentirnos de esto ―Andrew soltó a Neil con una sonrisa―. Nicky sobre todo, si su padre termina muerto. Neil vaciló, sabiendo que no debería preguntar, sabiendo que ya había preguntado demasiado. Al final no pudo evitarlo. ―¿Realmente mataste a la madre de Aaron? ―Fue un trágico accidente. ¿No leíste los informes policiales? ―Andrew afectó la inocencia pero la contracción en la esquina de su boca lo delató. Andrew abandonó la farsa un par de segundos más tarde y se rió―. Supongo que ella lo golpeó demasiado una vez. Le advertí que no le pusiera una mano encima, pero ella no me escuchó. Ella sabía las consecuencias. ¿Eso te asusta, Neil? ―Mis primeros recuerdos son personas que mueren ―dijo Neil―. No te tengo miedo. ―Es por eso que eres tan interesante ―dijo Andrew―. Qué agravante. Sonaba entretenido, no molesto, entonces Neil dijo: ―Trataré de ser más aburrido en el futuro. ―Qué considerado ―Andrew hizo un gesto entre sus caras―. Este es un secreto dado a crédito, Neil. Recuérdalo, ¿de acuerdo? Te pediré algo más tarde. Hemos terminado de hablar hoy, así que adiós. Envía pronto a mi cobarde primo. Andrew no siguió cuando Neil salió de la habitación. Neil esperaba encontrar a Nicky acechando en el pasillo esperando los resultados, pero Nicky había entrado en la habitación de Neil para esperar su regreso. Estaba sentado en el otro extremo del sofá de Matt. Nicky sonrió cuando Neil entró pero

la expresión no llegó a sus ojos. Parecía casi enfermo con nerviosa esperanza. ―Dos preguntas ―dijo Neil, cruzando la habitación para pararse frente a Nicky―. Si Kevin y yo prometemos no entrometernos en tu asunto familiar, ¿podemos acompañarnos? ―No era la pregunta que Nicky esperaba. La sorpresa y la confusión lo sobresaltaron un poco del miedo. Neil esperó a la incierta inclinación de cabeza de Nicky antes de continuar―. Además, ¿crees que tu madre puede cambiar la fecha? Andrew se niega a verlos en unas vacaciones importantes. ―Supongo que sí ―dijo Nicky―. Tendría que llamar a mamá y preguntar, pero... espera. ¿Andrew dijo que sí? No hablas en serio. Neil miró a Matt y volvió a mirarlo. ―Eso es lo que querías, ¿no es así? Nicky se puso en pie. ―Eso es lo que quería, pero realmente no pensé que lo obtendrías, especialmente en el primer intento. Solo sabía que eras mi mejor oportunidad para lograr que Andrew escuchara. Eres increíble, ¿lo sabías? ―Tiró de Neil en un fiero abrazo antes de que Neil pensara en esquivarlo―. Oh, podrías ser lo mejor que le puede pasar a los Foxes. ―Lo dudo. ―Yo no ―Nicky sonrió mientras soltaba a Neil―. ¿Cómo lo hiciste? Neil cuidadosamente eliminó el noventa por ciento de la verdad y dijo: ―Pregunté. ―Sí, claro. ¿Sabes lo que me hubiera pasado si lo hubiera preguntado? Violencia, Neil. Extrema e innecesaria violencia. Neil se encogió de hombros. Nicky lo dejó pasar, tal vez demasiado feliz como para importarle cómo Neil ganó a su primo. Sacó su teléfono del bolsillo e hizo un gesto hacia la puerta. ―La llamaré. Quizás podamos irnos el próximo fin de semana. Domingo, supongo, ya que tomaremos un autobús que regresará de Florida todo el sábado. Pronto será mejor que tarde, ¿verdad? No quiero arriesgarse a que Andrew cambie de opinión. ―Buena suerte ―dijo Neil. La sonrisa de Nicky de oreja a oreja fue suficiente respuesta, y Nicky salió para atender la llamada. Neil miró la puerta cerrarse detrás de él, luego envió una mirada interrogante a Matt. Matt lo estaba estudiando con una curiosa intensidad.

―¿Por qué eres tan especial? ―Matt preguntó. ―No lo soy ―dijo Neil, confundido. ―Andrew no cede terreno a nadie. ¿Por qué sigue diciéndote que sí? ―Está drogado ―dijo Neil, girando un dedo cerca de su sien―. Él piensa que es gracioso ―Matt lo miró un poco más, luego negó con la cabeza y se relajó contra el respaldo del sofá otra vez. Neil tomó el asiento que había abandonado antes, y Matt volvió a poner la película. No estaban mucho más allá cuando el teléfono de Neil zumbó con un mensaje de texto de Nicky. María había aceptado la fecha y los invitados adicionales. La mitad del mensaje eran caras sonrientes y signos de exclamación. La satisfacción era una suave calidez en el pecho de Neil, incómodo y desconocido. Neil lo apartó, pero a su paso estaba el lado más frío de inquietud. Neil estaba contento por Nicky, pero no era estúpido. Realmente solo estaba yendo para que pudiera vigilar a Andrew. Las drogas de Andrew lo mantuvieron feliz, pero no lo hicieron inofensivo. Si Luther se salía de la línea este fin de semana, Andrew podría lastimarlo. Las cortes encerrarían a Andrew y tirarían la llave, y la temporada de los Foxes se detendría repentinamente. Neil no podía permitir que eso sucediera. Solo esperaba ser lo suficientemente rápido si lo peor sucedía.

CAPÍTULO 11 Traducido por Isaura Vargas Corregido por Isaura Vargas

Kevin no estaba interesado en absoluto en conocer a los padres de Nicky, sin embargo era suficientemente listo para saber que él no tenía voto en el asunto. Kevin no podía manejar estar solo, en parte porque había crecido anexo a un lado de Riko rodeado por los Cuervos, y en parte porque estaba muerto de miedo de quedar atrapado sin protección. Afortunadamente para todos ellos, Kevin dejo de atacar sobre el viaje cuando se dio cuenta que podía obtener algo de ello. Cuando Neil inició para jugar Exy en Arizona, el entrenador Hernández le prestó una de las raquetas extras de la escuela. Era un modelo básico, profundidad promedio de la red y con un marco ligero. Wymack proporcionó a Neil dos mejoras del mismo modelo cuando firmó con la Cancha de los Zorros. Las raquetas ligeras eran populares con jugadores delanteros y la mayoría de los principiantes debido a que permitían una precisión más fácil. Si un delantero tenía una fracción de segundo para tomar el tiro, quería una raqueta veloz en la que no tuviera que pensar. Kevin pensaba que las raquetas ligeras eran un desperdicio del tiempo de Neil. Tan pronto Neil pasó los trece ejercicios de sus Cuervos, Kevin empezó a hablar acerca de mover a Neil a raqueta pesada. Las pesadas eran más populares con la defensa, desde que eran todo sobre fuerza y velocidad. Pocos jugadores ofensivos se molestaban con ellas, ya sea por no querer el peso extra al tratar de atravesar la defensa o incapaces de perfeccionar su puntería con un palo tan difícil de manejar. Cuando eran dominadas no obstante, las raquetas pesadas podían ser devastadoras. Kevin usaba una raqueta pesada con los Cuervos, sin embargo había cambiado a una ligera después de su lesión. Riko aún usaba una. Neil estaba receloso de cambiar raqueta tan avanzada la temporada, desde que estaba ligado a un serio periodo de ajuste, no obstante Kevin prestó oídos sordos a sus argumentos. Meses de implacables noches de práctica y la dura tutela de Kevin dieron a Neil una precisión de miedo que le hubiera tomado años aprender por sí mismo. Ahora que podía apuntar en una mirada de gatillo, necesitaba una raqueta que pusiera fuerza en sus golpes. Era hora de sumar poder a su velocidad, o eso decía Kevin. El mejor lugar para encontrar raquetas en Carolina del Sur era Exites en Columbia. Tiendas deportivas más grandes alrededor del estado tenían secciones para equipo de Exy, si bien Exites era la única tienda cien por ciento dedicada al deporte. Manejaban todo de equipo a uniformes personalizados hasta coleccionables. Neil había estado en su sitio web de vez en cuando, aunque verlo en persona envió un estremecimiento por su espina dorsal. Era una tienda de cuatro pisos al otro lado de la capital desde el “Crepúsculo de Edén”, y el estacionamiento estaba cómodamente lleno. Neil no estaba seguro de

que le gustaba más: el pensamiento de todo esperando por él dentro de esas paredes o los muchos carros que probaban la popularidad del Exy. — Esto es estúpido — manifestó Aarón por cuarta o quinta vez desde que habían dejado el campus. — Acabamos de arreglar la alineación. Ahora vas a jodernos de nuevo. Kevin lo ignoró. Había discutido la primera vez que Aarón protestó, y él no gastaría su aliento repitiéndose a sí mismo. Neil era más tolerante con la frustración de Aarón gracias a sus propios nervios, sin embargo sabía que no había cómo cambiar la mente de Kevin. Él le había dado a Kevin control de su juego y confiado en Kevin para aprovechar al máximo de su potencial. Si Kevin pensaba que él podía manejar esto, Neil no lo decepcionaría. Podía significar trabajar el doble de duro de lo que había trabajado hasta ahora, a pesar de ello había alcanzado las expectativas de Kevin de alguna forma. — Esta es la mejor semana para que cambie. — expreso Neil mientras seguía a Andrew fuera del carro. — Iremos contra JD el viernes. Ustedes chicos no podrán vencerlos sin ayuda de mi parte. A la par que los Zorros se alzaban en las clasificaciones, JD Campbell University caía. Los Tornados JD siempre se habían quedado cerca del fondo en el distrito sureste, sin embargo ahora tenían el nada envidiable rol de jugadores de último lugar. Ellos habían ganado apenas la mitad de sus juegos hasta ahora esta temporada. Kevin podía superarlos con una mano detrás de su espalda. La única interrogante era si Andrew los encontraría lo suficientemente interesantes para proteger su objetivo en contra o no. Había probabilidad de que estuviera tan aburrido por su desempeño que ni lo intentaría. JD era su último partido en Noviembre, ya que desde el próximo fin de semana estaban fuera para Acción de Gracias. Había un juego más el primero de Diciembre y con eso la temporada de otoño de los Zorros había terminado. Tenían una semana libre para estudiar para sus finales, una semana de exámenes que ninguno estaba deseando y un banquete de Navidad Exy el 16 de diciembre. Pensar sobre eso agrió un poco del buen humor de Neil. Se sentía como que él acababa de conocer Wymack ayer. Ahora la temporada estaba a un parpadeo de acabar. Los Zorros tenían garantizado un lugar en el campeonato de primavera, así que habría más juegos en enero, con todo Neil no podía soportar pensar que casi había finalizado. Él aún no sabía dónde iba a pasar sus dos semanas de descanso por Navidad. Él apostaba que los primos no iban a ir a ningún lugar, porque Kevin estaría intolerable si lo llevaban muy lejos de la Cancha de los Zorros. Con suerte, Neil podría quedarse alrededor y obtener algunas prácticas. Sólo tenía que averiguar que excusa darle al equipo por no ir a casa. Pasaron una registradora en su camino por la puerta principal a Exites, y el cajero en turno escupió

su café cuando vio a Kevin. Neil rehuyó el demasiado reconocible rostro de Kevin y empezó a mirar alrededor de la tienda. El primer piso era mayormente de ropa con material para aficionados tomando la mitad frontal y ropa de ejercicio en la parte posterior. Posters y pantallas mostraban atletas locales modelando uniformes que la tienda producía. Neil hurgó a través del equipo para aficionados de los equipos principales de Carolina del Sur. Sólo había dos escuelas Clase I en el estado, Palmetto State y USC Columbia, pese a que también había tres equipos de Clase II y el equipo de las Ligas Mayores: Los Dragones de Columbia. Las Ligas Mayores de Exy jugaban durante el verano, salvando otoño y primavera para los colegios más populares y equipos profesionales. Neil veía los juegos, aunque no tenía ningún favorito. Él ahorraba todo su amor para la NCAA y la Cancha Nacional. — Vamos. — dijo Nicky, empujando a Neil con su codo y tironeando su barbilla en la dirección de Kevin. — Él va a tardar un rato. Neil miró para ver a Kevin ahora hablando con un hombre mayor con una etiqueta con su nombre. Él estaba vestido más profesional que el cajero, así que Neil adivinó que era el gerente de turno. Neil dio un vistazo alrededor en busca de las cámaras de seguridad. Se preguntó si el cajero presionó un botón de pánico para llamar al gerente al frente o si el hombre había visto la cara de Kevin en las pantallas de computadora en la parte posterior. De cualquier forma, la respuesta relámpago se arrastró por su piel. Él asintió y siguió a Nicky a las escaleras. El segundo piso era más que nada equipo: zapatos para cancha, bolsas para equipo y libros. Estantes giratorios con llaveros, joyería y dijes ayudaban a separar las secciones. Aarón y Nicky fueron a investigar los compartimientos de ofertas, aunque Andrew llevó a Neil al siguiente set de escaleras. — Rápido ahora — Andrew lo alentó. — Acabemos con esto. — ¿Así de impaciente por llegar al lugar de Nicky? — preguntó Neil mientras continuaba hacia el tercer piso. — No estamos yendo al lugar de Nicky — contestó Andrew, sacudiendo la cabeza ante la ignorancia de Neil. — Es la casa de sus padres ahora, Neil. Nicky no tiene lugar ahí. No lo ha tenido en años. Sin embargo cuanto antes acabemos de jugar por aquí, lo más pronto que podremos ir a casa. Columbia es aburrida los domingos. Tú entiendes, claro. — Puesto que no me afectan las leyes azules, en realidad no me importa. — aclaró Neil. — Nada de espíritu de equipo — lo molestó Andrew.

— Por desgracia… oh, mira. A Neil no le tenían que decir dos veces. Las paredes del tercer piso entero estaban forradas con raquetas. Neil había pasado suficiente tiempo averiguando todo de Exy en internet para que supiera cuantos distintas tipos de raquetas estaban disponibles. Verlas en un sitio web y en persona eran experiencias completamente diferentes y por un momento Neil se quedó congelado en la parte superior de la escalera. A la izquierda del hueco de la escalera estaba una registradora. La mujer ahí parada enhebraba una red de raqueta. Ella volteó con su llegada y chirrió un saludo. Andrew la despidió con la mano sin mirar. Neil pensó que el habría respondido, no obstante estaba demasiado distraído por las raquetas para realmente prestar atención. El sonido de su voz lo puso en movimiento y lentamente hizo su camino alrededor de la habitación. Pasaron la sección de los porteros primero. Andrew mantuvo sus ojos adelante aunque se acercó mientras caminaban y arrastró sus dedos sobre las raquetas. Neil no se lo perdió, a pesar de que no pensó que Andrew lo reconociera si él comentará. Mordió cada pregunta que quería hacer a Andrew respecto a su apatía y su próxima sobriedad. La curiosidad ayudó a sacudir un poco de su aturdimiento siquiera y prestó más atención a los letreros. Las raquetas estaban acomodadas de la más pesada a la más ligera, con las pesadas justo después de la sección de porteros. Había quince opciones colgando de ganchos. La mayoría de ellos eran simples, aunque pancartas mostraban qué diseños y colores eran válidos para cada modelo. Estaban acomodados por fabricante, después por tamaño, altura y profundidades de red disponibles. Las raquetas tenían unas pocas pulgadas con margen de maniobra a cuenta de diversas estaturas de jugadores. Neil estaba atorado con las raquetas más cortas realizables. Tenía a su madre para culpar por eso: Los Hatford nunca habían sido un grupo alto. Él suponía que debería estar agradecido de ser por lo menos más alto que Andrew y Aarón. Aun así, sabiendo que requería una raqueta corta no le auxiliaba para acortar mucho sus opciones. Cada raqueta que levantaba, era un peso incomodo en sus manos, y Neil no había estado jugando suficiente tiempo para realmente entender los beneficios de diferentes profundidades de red. Él sabía que los delanteros tendían a tener redes más profundas de forma que pudieran llevar la pelota más lejos, mientras que los distribuidores y defensas tenían redes poco profundas para robar y pasar, no obstante las diferencias graduales eran un área gris de confusión. Neil levantó y dejó cada raqueta corta que pudo, estancado hasta que Kevin se apareció para decirle que hacer. — No se sienten correcto — manifestó él. — Una lágrima por tu desazón — enunció Andrew, plenamente sin simpatía. — Y tú dijiste que yo no tengo espíritu de equipo. — murmuró Neil. — Nunca afirmé que yo tenía tampoco — Andrew sonrió y se encogió de hombros.

— Tú eres el tonto que le dio su juego. Cosecha lo que siembras o quema el campo, la lección es tuya. Sé más listo la próxima vez ¿podrías? — No soy el único — mencionó Neil, colocando la última raqueta en su sitio y volteando a ver hacia Andrew. — Él me dijo porque se quedó. Me contó lo que te prometió. Por tanto ¿cómo eres diferente a mí si tú estás en esto por Exy también? — Oh, Neil, es cómo esto. — Andrew se agachó hacia adelante como si fuera a confesar un secreto y señalo entre ellos. — Él pide y tú das –bien, bien, bien. Él pide y yo me rehusó, absolutamente no. Estoy esperando que se rinda. Eventualmente, él tiene que irse. — ¿De verdad quieres que lo haga? ¿No suficientes personas se han alejado de ti ya por tu condición? Él no puede esperar para que estés sobrio otra vez ¿De cuántas personas puedes decir eso? — Es una emoción muy egoísta. — Andrew declaró. — Él quiere algo. Él va a ganar, o eso cree él. — Entonces ¿qué pasa si él está en lo cierto? ¿Qué ocurre si despiertas y te das cuenta que Exy realmente es emocionante y vale tu tiempo? ¿Mentiras solo para que puedas seguir negándolo o cederás y admitirás que ha ganado? Andrew río. — Nunca te tomé por un soñador. Eres tan extraño a veces. — Vi la manera en que jugaste contra Edgar Allan. — comentó Neil. — Por un momento, parecía que significaba algo para ti. — Oh, Neil. — Esa no es una respuesta. — Esa no era una pregunta — denoto Andrew. — Era una acusación equivocada. — Aquí hay una pregunta real: ¿Cómo has sobrevivido tanto tiempo cuando eres tan violentamente auto-destructivo? Andrew ladeó la cabeza a un lado en interrogante. Neil no sabía si Andrew estaba jugando al estúpido para irritarlo o si Andrew en realidad era inconsciente. De cualquier manera, era frustrante. Se preguntaba porque nadie más había caído en cuenta, o si la gente lo notaba y simplemente

no le importaba lo suficiente para decirlo. Ahora que Neil lo veía siquiera, él no podía ver más allá de eso. Cualquier ocasión que los Zorros mencionaban la próxima sobriedad de Andrew o que el nombre de Andrew surgía en narraciones del desempeño del equipo al jugar, el enfoque estaba en el peligro que él era. Las personas hablaban sobre su juicio y como los salvaba de Andrew. Nadie decía lo que estaban haciendo para salvar a Andrew de sí mismo. — Tú me dijiste que Cass nunca te lastimaría y te hubiera dado una buena educación, sin embargo saboteaste tu adopción. El oficial Higgins vino todo el camino hasta aquí desde la Costa Oeste para reparar algo de tu pasado pero tú no lo ayudarás. Dejaste el reformatorio y mataste a la madre de Aarón para protegerlo, solo que en lugar de arreglar tu relación con él lo retienes en una correa. No quieres que los padres de Nicky lo lastimen, no obstante no lo dejaras entrar a tu familia tampoco. Kevin prometió invertir en ti aunque ni siquiera lo intentarás. Por lo tanto ¿qué es? ¿Estás asustado de tu propia felicidad u honestamente te gusta ser miserable todo el tiempo? — Neil, observa — ordenó Andrew y apuntó a su propia cara. — ¿Parezco miserable? Neil quería arrancar esa sonrisa del rostro de Andrew, aunque la odiosa contestación de Andrew no era enteramente su culpa, Neil estaba lidiando con la pantalla de humo de la medicación de Andrew. Ninguno de los dos podía cambiar eso, sin embargo al saber porque Andrew estaba siendo difícil no lo hacía menos frustrante al lidiar con él. Todo lo que Neil podía hacer era guardar su temperamento bajo control. En caso de que Andrew obtuviera una subida de él, la conversación estaba acabada. Eso era lo que Andrew deseaba, por lo que Neil no se lo brindaría. — Te ves drogado a una pulgada de tu vida — respondió Neil. — Y cuando no estás medicado, estas bebiendo y desempolvándote. Cuándo finalmente te quiten tu medicina ¿a quién vas a lastimar en realidad? Andrew se volvió a reír. — Estoy recordando porque no me gustas. — Me sorprende que lo olvidaras. — No lo hice — dijo Andrew. — Tan solo me distraje por un momento ahí. Le dije que era un error dejar que te quedaras, aunque ella no me creyó. Ahora mira. Oh, por una vez ni siquiera me quiero molestar con el “te lo dije”. Arruinas toda mi diversión. — Renee — adivinó Neil. — Bee.

La sangre de Neil se enfrió. — ¿Qué le dijiste sobre mí? Andrew sonrío a la mirada en el rostro de Neil. — ¡Confidencialidad paciente-doctor, Neil! Pero no hagas tal cara de susto. No le conté tu pequeña triste historia. Únicamente hablamos sobre ti. Diferencia crítica ¿no? Le comenté que eres más problemas de los que vales. Ella estaba ansiosa por conocerte, aunque ella no me dirá lo que piensa de ti. No puede, tú entiendes. Sin embargo sé que le gustas. Bee tiene una cosa por causas perdidas. — No soy una causa perdida. La negación fue automática y una pérdida de tiempo. Andrew puso su mano encima de la boca de Neil para callarlo y declaró: — Mentiroso. Aunque eso es lo que te hace interesante. También es lo que te vuelve peligroso. Tendría que saber mejor por ahora. Tal vez no soy tan inteligente como creí que era. ¿Debería estar decepcionado o entretenido? La réplica perfecta quemaba la lengua de Neil, sin embargo se quedó callado en caso de que Andrew no hubiera terminado de divagar. La respuesta estaba ahí, justo fuera de alcance, suficientemente cerca. Neil podía sentirla, aunque muy lejos para que el pudiera hacer sentido aún de esta. Quizás Andrew lo sentía también, debido a que incluso en su medicado aturdimiento sabía callar. La sonrisa que disparó a Neil se burlaba de ambos por el cuasi-accidente. Él se retiró totalmente, dejando solo la memoria de su latido contra la boca de Neil y se alejó. — Encontraré a Kevin. Es muy lento. Neil lo vio irse, después resopló en frustración y se volteó hacia las raquetas. Andrew no regresó, no obstante Kevin apareció un minuto más tarde. El dio un vistazo sobre las pancartas y sacó cinco palos para que Neil probara. — Hay un campo de práctica arriba. — anunció Kevin. — Vamos. El cajero agarró un cubo de pelotas y una llave, y los guío tras la puerta detrás de la registradora. El cuarto piso estaba dividido en dos canchas pequeñas de práctica y un estrecho pasillo. La chica desbloqueó una de las canchas, así que Neil acomodó las raquetas a un lado y jaló el equipo de sobra colgando de ganchos en la pared. El chaleco balanceado proveído por Exites fue sobre sus ropas y le recordó un poco del chaleco Kevlar que su mamá le había dado en Europa. Empujó esos pensamientos a un lado y tiró de guantes y un casco. Kevin colocó las raquetas y pelotas adentro de la cancha mientras él trabajaba, luego encerró a Neil sólo para practicar sus movimientos.

Neil creyó las raquetas pesadas de tan sólo sostenerlas. Tomando tiros con ellas era peor. Las raquetas eran de cuatro a cinco veces más pesadas que las que Wymack le había dado. Quedaban diferentes en sus manos y arrastraban sus movimientos. A pesar de eso, el sonido que las pelotas hacían al rebotar en la pared envió un oscuro rizo de poder a sus venas. Cada rebote era un pequeño retumbar que Neil podía meramente imaginar como que sonaría cuando pudiera poner alguna velocidad real detrás de sus giros de nuevo. Sus tiros serían misiles dirigidos al gol, y dejaría porteros sobresaltados a su paso. Él circulo a través de las raquetas unas cuantas veces, dándose a sí mismo un par de rondas para ajustarse y después descifrar cuál se sentía mejor. Todas eran incómodas por ahora, aunque mientras más las usara, más podía entrever cuales rechazar. Una era simplemente demasiado grande, nunca se acostumbraría al sentimiento de esta. Despachó dos tras la tercera ronda. No podía decidir entre las últimas dos, así que las llevó afuera con Kevin. Kevin las inspeccionó de cabeza a trasero, volteándolas de este lado y el otro mirando la ligera curva de las cabezas. Finalmente le mostró una al cajero. — Tomaremos este modelo. Neil colgó el equipo, recogió pelotas y raquetas, y espero por la chica para cerrar la cancha. Fueron de vuelta abajo, y ella los tuvo apilando las raquetas rechazadas en una pila. Ella deslizo un formato de orden en el mostrador a Neil. Necesitaban ordenar las raquetas en colores Palmetto. Exites se encargaría de eso y las entregaría. Neil pensó que era tan sencillo como seleccionar un recuadro y avanzar, sin embargo la marca que él había obtenido ofrecía cuatro diseños distintos. Neil dudó, después marcó las más básicas y llenó la dirección de la Cancha de los Zorros. — ¿Tienes alguna en existencia hoy? — inquirió Kevin mientras Kevin escribía. — Necesitamos un palo de práctica sencillo en talla tres. — Deberíamos — respondió ella. Ella tecleó un par de comandos en su computadora, vio la pantalla, y desapareció en el cuarto de almacén. Neil había acabado antes de que ella regresara. Ella escaneo la raqueta, luego tecleó los números terminados del formulario de Neil. Neil al fin consiguió un vistazo de cuanto costaban sus raquetas y casi se ahogó en su siguiente respiración. Él podía adquirir un boleto a Inglaterra por la misma cantidad. — Eso no puede estar bien. — objetó en francés. — Cuando quieres lo mejor, pagas por lo mejor — Kevin contestó, completamente despreocupado. — No necesito tres entonces — aseveró Neil. — Dile que ponga está de vuelta

— Las raquetas con color tardaran una semana. — explicó Kevin. — No tenemos tanto tiempo que desperdiciar. Si el entrenador tiene un problema con el número él puede llevarlo conmigo, aunque él debería saber que tan caro soy por ahora. Te llevaré al campo esta noche así podrás calentar antes de las practicas mañana. Kevin pasó la tarjeta de compras del equipo para pagar y firmó el recibo con un pulcro garabato. Tarjeta y recibo fueron a su cartera para archivar con Wymack más tarde. La raqueta de práctica se la dio a Neil. Sabiendo lo que costaba la hizo sentir cien veces más pesada en las manos de Neil. Kevin asintió a la alegre despedida de la cajera y condujo a Neil hacia las escaleras. Encontraron a Aarón y Nicky en planta baja. Andrew estaba fumando en la cuneta afuera. Neil llevó su raqueta al asiento trasero del carro con él, sin querer algo tan caro abarrotado en el camión. Andrew había ya sea olvidado su argumento arriba o tenía su actitud recompuesta otra vez por su medicina, ya que anudó sus dedos alrededor de las cuerdas de la nueva raqueta de Neil y dio un tirón curioso. No dijo nada, sin embargo no tenía que hacerlo. Nicky acribilló a Kevin con docenas de preguntas referentes a la raqueta a la par que el los conducía fuera de Exites. Neil pensó que era curiosidad genuina primero, no obstante el borde creciente en las palabras de Nicky eran puros nervios. No estaba lejos la vieja casa de Nicky. Los Hemmicks vivían en una casa de dos pisos en los suburbios del sur de Columbia. Neil elevó la mirada por sobre Andrew fuera de la ventana mientras Nicky estacionaba en el bordillo. Desde fuera, la casa lucía perfecta. El césped era verde vibrante cuidadosamente recortado, los carros en la entrada estaban nuevos y limpios y la casa era azul pálido con persianas oscuras. Lucía como un hogar de clase media ordinario, lo cual hizo la reacción de los primos aún más irreales. Ni siquiera Andrew tenía nada que decir cuando Nicky acabó con el motor. Nicky tamborileó sus dedos en el volante. — Probablemente esto fue un error. — Oh, ahora lo dice. — Andrew parlotea y sale del carro. — Demasiado tarde. Neil colocó su raqueta a un lado y se salió, no obstante Andrew alcanzó detrás de él y enganchó el palo en cuanto Neil estuvo fuera del camino. Andrew le dio un giro experimental, juzgando su peso, después lo apoyo contra su hombro y se dirigió a los otros autos Nicky salió del vehículo como si estuviera en llamas. — Andrew ¿Qué estás haciendo?

— Él ha conseguido un auto realmente brillante para un ministro. — comentó Andrew. — Lo voy a hacer más humilde. Nicky corrió detrás de él y sacó la raqueta de sus manos. Andrew pudo haberse aferrado a ella, aunque estaba aparentemente más entretenido por la mirada aterrorizada en la cara de Nicky. Se carcajeó ante la evidente angustia e hizo un gesto exagerado para que Nicky guiara el camino. Nicky entregó la raqueta a Neil. Neil y Kevin se quedaron atrás mientras ellos cruzaban el patio. Aarón y Andrew esperaron en la pasarela, parados juntos por primera vez que Neil pudiera recordar. Nicky se paró callado y quieto en el porche por casi un minuto completo antes de tocar el timbre de la puerta. Tan pronto como lo hizo se retiró al borde del porche a esperar. Andrew mostró una sonrisa a Neil por encima de su hombro y Neil solo sacudió su cabeza en respuesta. Maria Hemmick atendió la puerta. Ella era más alta de lo que Neil esperaba, no obstante podía ver el parecido entre ella y Nicky en un instante. Nicky la culpó en broma cuando Neil había comentado por primera vez en que diferente se veía Nicky de sus primos. Andrew y Aarón eran pálidos y de cabello claro, en tanto que Nicky heredó la complexión más oscura de su madre. Él tenía los ojos de su madre y la misma curva en su boca. Nicky nunca había sonreído así sin embargo, tan educada y pequeña sonrisa apenas dando la bienvenida. — ¿Por qué tocaste el timbre? — ella preguntó en vez del hola. — Esta ya no es mi casa — Nicky le recordó. Ella frunció sus labios pero no discutió. Ella avanzó a un lado, así que se movieron fuera del frío al mucho más cálido vestíbulo. Maria cerró la puerta atrás de ellos y giró para enfrentar a sus invitados. Neil y Kevin eran ahora los más cercanos a ella. No había ningún reconocimiento en su mirada cuando los consideró, sin embargo inclinó la cabeza en saludo a ellos. — Ustedes deben ser Kevin y Neil — ella dijo. — Yo soy María. Kevin se puso una de sus sonrisas amistosas públicas y respondió: — Es bueno conocerla. Ella miró a los gemelos enseguida, aunque su mirada pasó a Aarón totalmente. Ella sonrió a Andrew y saludo: — Aarón, ha pasado un largo tiempo. — Aarón — señaló Aarón. Maria observó entre la sonrisa de Andrew a la expresión reservada de Aarón y de vuelta otra vez.

— Oh, sí, por supuesto. — enunció ella, aunque sonaba insegura. — Andrew ha estado en medicación por casi tres años ahora mamá. — Nicky explicó, con una pista de impaciencia. Andrew aclaró las cosas para ella con la más brillante sonrisa no amistosa que sus drogas le permitían. — Hola, Maria. Que tan muy agradable verte de nuevo, estoy seguro. Muy interesante que nos dejes entrar a tu casa otra vez y todo. Pensé que ibas a archivar una orden de restricción en mi contra. ¿Qué pasó? ¿Perdiste tu valor? — Andrew — Nicky suplicó a través de dientes apretados. Las mejillas de María se sonrojaron. — Pueden dejar sus abrigos aquí. Una estrecha puerta a su derecha era un closet con una docena de perchas de sobra. Maria los vio colgar sus abrigos, después les hizo señas para seguirla. — Justo por aquí. — No puedes al menos decirles a tus propios sobrinos… — inició Nicky, sin embargo el resto de la pregunta fue olvidada al entrar ellos en la cocina y notar al padre de Nicky. Luther Hemmick era un alto, muy delgado hombre con un rostro severo. Él no tenía mucho cabello restante aunque mantenía una barba de pimienta recortada corta y ordenada. Incluso al otro lado de la habitación Neil podía ver la tensión sobre sus hombros. Luther no estaba ansiando esta reunión más de lo que Nicky lo estaba. Neil esperaba que Luther estuviera incómodo debido a que tenía la intención de relajar viejos prejuicios. Maria fue directo al horno para revisar la cena, ocupándose y dejando la conversación tan rápido como podía. Luther no la miró mientras que tomó su tiempo inspeccionando a sus invitados. Su expresión no cambió al considerar a Neil y Kevin, y no persistió mucho en ellos. Neil no pensó que fuera su imaginación que Luther mirará más tiempo a Andrew que a su propio hijo. Le hizo cuestionarse si Luther sospechaba del involucramiento de Andrew en la muerte de su hermana, y si alguna parte de Luther lo culpaba de cualquier forma o no. Nicky había comentado que la liberación de Andrew del reformatorio condujo a Tilda más profundo en su depresión y drogas. Tal vez Luther lamentaba alguna vez averiguar que Andrew existía. Neil se distrajo mirando alrededor de la habitación, desde las pequeñas cruces y citas bíblicas colgando en las paredes a la perfecta cocina de catálogo. La mesa cuadrada sólo tenía dos sillas

para esta, sin embargo la puerta trasera estaba abierta. La puerta de tela metálica estaba cerrada, no obstante Neil podía ver a través de esta a una cubierta. Una mesa más grande estaba ahí y ya lista para acomodarlos a todos. — Nicky — enunció Luther al fin. — Aarón, Andrew. Aarón había enmudecido, no obstante Aarón replicó: — Hola, tío Luther. Luther sonrió, aunque débilmente. Él miró hacia Neil y Kevin de nuevo. — Soy el padre de Nicky. Pueden llamarme Luther. Bienvenidos a mi hogar. — Gracias por recibirnos. — agradeció Kevin. — Puedes dejar eso aquí — indico Luther mirando la raqueta de Neil. Esperó hasta que Neil la apoyó contra la pared, y luego hizo un gesto hacia la puerta de atrás. — Por favor, pónganse cómodos. La cena solo tardará un minuto más. Nicky los llevó al porche trasero. Estaba encerrado con medias paredes y una malla delgada. Se colocaron lámparas de calor en cada esquina. La malla dejaba escapar parte del calor pero también mantenía fuera la mayor parte de la brisa de noviembre, por lo que se sentía más cómodo en la parte de atrás que en la casa. La mesa tenía ocho asientos, tres a cada lado y un asiento en cada extremo. A juzgar por el pañuelo de encaje en un extremo, los Hemmicks ocupaban los asientos de los extremos y separaban a sus invitados entre ellos. Nicky tomó un asiento del medio en un lado, manteniendo una silla entre él y sus padres. Aarón se sentó entre Nicky y la silla de Maria. Kevin y Neil atraparon a Andrew entre ellos en el otro lado donde podían vigilarlo, Neil más cerca de Luther y Kevin de María. Luther y María tardaron tres viajes en sacar toda la comida. Tan pronto como estuvieron sentados, inclinaron la cabeza. Neil no se dio cuenta de lo que estaba sucediendo hasta que Luther comenzó a orar. Él inclinó la cabeza un poco tardíamente y lanzó a Andrew una mirada de reojo. Andrew ni siquiera fingía orar, incluso si por el otro lado Kevin estaba jugando educadamente. Andrew tenía un brazo enganchado en el respaldo de su silla y tamborileaba con los dientes del tenedor contra la mesa en un horrible contrapunto a las palabras de Luther. Luther tenía que estar ofendido, pero quizás había aprendido hace mucho tiempo a no rogar respeto de Andrew. Cuando terminó, se enderezó y comenzó a servir comida del plato más cercano. Los otros lo tomaron como una señal, pero Neil tuvo que esperar a que terminaran con Andrew o Luther antes de poder conseguir comida. Luther notó su ociosidad y lo miró.

— ¿Eres religioso? — No — reveló Neil. Luther le dio un momento para elaborar, pero Neil regresó la mirada en silencio. Finalmente Luther frunció el ceño en desaprobación y presionó. — ¿Por qué no? — Preferiría no entrar en ello. — explico Neil. — No quiero empezar una pelea. — Esa es una primera vez — comentó Andrew con una risa. — Tú usualmente eres tan obstinado, también. — No veo como una pregunta así constituye una pelea. — Luther agregó para Neil. — ¿Es esa de verdad la pregunta con la que quieres empezar, papá? — Inquirió Nicky — ¿No quieres preguntar cómo hemos estado o cómo nos va en la escuela o cómo está yendo la temporada? Tuvimos un juego en Florida ayer. Ganamos ¿sabes? — Felicidades — agregó Luther automáticamente. — Sí, suenas como si lo dijeras de verdad. — replicó Nicky, aunque sonó más triste que molesto. Un silencio incómodo siguió, pero Nicky lo rompió con un poco entusiasta: — ¿Cuándo volvieron a pintar la cocina? — Hace dos años — respondió María. — El contratista va a nuestra iglesia. Se ve bien, ¿no? Esperó por el acuerdo silencioso de Nicky, buscó inspiración en Luther y luego dijo: — Entonces, ¿qué estás estudiando, Nicholas? Una pequeña parte de Neil había asumido que Nicky estaba exagerando lo distanciado que estaba su familia, sin embargo Nicky estaba en su segundo año y sus padres todavía no sabían en qué se estaba especializando. Neil no sabía si María estaba preguntando ahora porque estaba interesada en conocer a su hijo nuevamente o si solo estaba tratando de llenar el silencio. Esperaba que fuera el primero; el último era demasiado para digerir. La madre de Neil pudo haber sido horrible y violenta a veces, no obstante ella era ferozmente devota a él. Eran dos mitades de un todo miserable, conspiradores inseparables. — Marketing — respondió Nicky.

— El primo de Erik trabaja para una empresa de relaciones públicas en Stuttgart. Él cree que puede meterme después de la graduación si logro las calificaciones adecuadas. — ¿Volverás a Alemania? — María le lanzó a su esposo una mirada de asombro. Nicky apretó la mandíbula, pero miró a su madre a los ojos cuando dijo. — Sí. La carrera de Erik está ahí. No le pediría que lo dejara solo por mí, y no me gustaría que lo hiciera, de cualquier modo. Amé vivir en Alemania. Es un lugar increíble. Deberías visitarnos en algún momento. — Visitarnos — pronunció Maria débilmente. — Tú aún estás… Ella no podía terminar, por lo que Nicky siguió: — Sí, nosotros seguimos juntos. Regresé para cuidar de Andrew y Aarón, no porque las cosas se volvieran agrias con Erik. Lo amo ¿está bien? Siempre lo he hecho y siempre lo haré. ¿Cuándo van a entender eso? — ¿Cuándo aceptarás tú que está mal? — increpó Luther. — La homosexualidad es… — Luther — Andrew dijo. Eso fue todo lo que dijo, sin embargo Luther le dedico una mirada cautelosa. — Lo amo — insistió Nicky. — ¿Eso no significa nada para ustedes? ¿Por qué no pueden ser felices por nosotros? ¿Por qué no pueden darle una oportunidad? — No podemos tolerar el pecado — pronunció María. — No tienen que amar el pecado — dijo Nicky, — pero se supone que debes perdonar y amar al pecador. ¿No es eso de lo que se trata la fe? — La fe se trata de seguir el credo de nuestro Señor — señalo Luther. — Pero no puedo ser tan de blanco y negro — enfatizó Nicky lastimosamente. — No lo seré. ¿Por qué nos llamaste aquí si vamos a tener la misma pelea de siempre otra vez? Luther no se conmovió por la angustia de Nicky y dijo con calma: — Recientemente han salido a la luz cosas que nos hicieron cuestionar nuestra situación actual.

Nos hemos comprometido a reparar esta familia. Miró a María, quien asintió con un alegre aliento. — Pero lo entendemos. Será un camino largo y cuesta arriba. Te trajimos aquí para que pudiéramos decidir los primeros pasos juntos. — Ilumínennos — pidió Andrew, inclinándose sobre su plato como si no pudiera esperar la respuesta. — Si el primer paso no es la tolerancia, ¿dónde comienza un par de intolerantes para arreglar un desastre como este? Luther se encontró con la mirada de Andrew con una mirada calmada propia. — Con reparaciones por errores del pasado. Es por eso que estás aquí. — Oh, no — se quejó Andrew. — Solo estoy aquí porque Neil me suplicó hasta que accedí a venir. Déjame fuera de esto. Luther frunció el ceño. Al otro lado de la mesa, María levantó una mano tranquilizadora y dijo: — Comamos. Este tipo de conversaciones son muy complicadas con el estómago vacío. Comeremos e intentaremos de nuevo, y luego recompensaremos nuestros esfuerzos con el postre. Hay una tarta en el horno. Manzana, Nicholas. Solía ser tu favorito. Era una oferta de paz escasa teniendo en cuenta las palabras duras que interrumpió, sin embargo Nicky estaba desesperado por cualquier atisbo de esperanza. Él asintió y se centró en su cena. El silencio reinó sobre la mesa por un tiempo antes de que Aarón finalmente lo rompiera. Preguntó por personas y lugares que Neil no reconoció, personas que conocía cuando Tilda lo trasladó aquí hace ocho años. Era un tema neutral que era fácil de seguir para Luther y Maria, y le dio tiempo a Nicky para calmarse. Andrew se levantó hacia el final de la cena y fue adentro. Luther empujó su silla hacia atrás y lo siguió para hablar con Andrew en privado. Neil escuchó el murmullo de sus voces a través de la puerta de tela metálica, aunque no pudo distinguir sus palabras. Forzó sus oídos, atento a los sonidos de violencia. Pensó que debería ir a jugar como árbitro, pero su presencia acabaría con la conversación. Luther había dicho que quería expiar el pasado. Si él se disculpaba, Andrew necesitaba escucharlo quisiera o no. Énfasis en el no, decidió Neil, porque la voz de Andrew era cada vez más fuerte. Neil capturó retazos de palabras, sin embargo María comenzó a hablar en voz alta para tapar el jaleo. Neil casi la calla antes de darse cuenta de que estaba hablando con Nicky sobre la temporada. Neil quería escuchar lo que Andrew estaba diciendo, no obstante más que eso quería que Nicky arreglara las cosas con su madre. Se quedó en silencio y mantuvo sus ojos en la puerta de atrás. Si Luther gri-

taba de dolor, lo oirían, sin importar qué tan ruidosos fueran Nicky y Maria. Luther regresó solo, luciendo desgastado y derrotado, aunque por lo demás ileso. Andrew no lo siguió. Luther se sentó nuevamente y volvió su atención hacia Aarón. Neil esperó, contando segundos y luego minutos para el regreso de Andrew. La medicina de Andrew pronto estrangularía su temperamento y restablecería su mal humor nuevamente a la apatía. Neil esperaría, y luego averiguaría qué respuestas necesitaba para sacar de Andrew una idea de la conversación en la cocina. María entró para ver el pastel. Ella regresó contenta. — Cinco minutos, creo. Andrew aún no había regresado. Neil pensó por un segundo que Andrew había tomado el auto y los dejó, pero Neil nunca había visto a Andrew conducir mientras estaba drogado. Él no podía; su medicina lo hacía sentir demasiado inquieto e hiperactivo como para enfocarse en el camino. Entonces Neil pensó en su raqueta en la cocina y en el costoso auto de Luther en el camino de entrada. Todos lo miraron cuando se levantó, por lo que Neil dijo: — Voy a despejar la mesa. — Kevin y yo ayudaremos — añadió Aarón con una mirada significativa a Nicky. — Eso les dará a ustedes unos minutos para hablar sin nosotros. Neil apiló los platos lo más rápido que pudo sin romper nada. Kevin tenía una mano libre para la puerta, así que él entró primero, y Neil casi le pisó los talones en su prisa por seguirlo. Primero buscó su raqueta y se sintió aliviado al encontrarla justo donde la dejó. En los talones de alivio estaba la confusión y la alarma, porque Andrew no estaba en la cocina. — Neil — Nicky llamó mientras Aarón dejaba que la puerta se cerrara detrás de él. Neil apiló los platos sobre la mesa interior y abrió la puerta de atrás. — Es Andrew, eh... Repensó lo que iba a decir y cambió al alemán. — Asegúrate de que Andrew no rompa nada valioso, ¿vale? — Eso es grosero, Nicholas — lo regañó María. — Por favor, usen un lenguaje que todos puedan entender.

— Encontraré a Andrew — prometió Neil en español. — No hay necesidad de preocuparse — dijo María antes de que Neil pudiera entrar nuevamente. — De hecho, creo que es prometedor que ha estado fuera tanto tiempo. Regresará cuando termine de hablar con Drake. El corazón de Neil se saltó un latido. — ¿Qué? — Esta cena no fue originalmente nuestra idea — aclaro Luther. — Uno de los ex hermanos adoptivos de Andrew vino a nosotros en busca de ayuda. Se separaron hace años de términos poco amistosos, y ha pasado tanto tiempo desde la última vez que hablaron que teme que su relación se haya dañado irreparablemente. Nos hizo pensar en nuestros propios problemas familiares y nos inspiró para acercarnos de nuevo. La voz de Luther era un zumbido en la cabeza de Neil, superpuesta con las insistentes súplicas de Higgins para que Andrew lo ayudara. La investigación sobre Richard Spear fue un callejón sin salida, había declarado Higgins. Richard no era el hombre que Higgins quería cargar. No era a él a quien los hijos adoptivos de Spears temían implicar. Higgins tenía un nuevo sospechoso en mente, pero Andrew lo echó de Carolina del Sur tan pronto como escuchó el nombre de Drake. — Drake — dijo Neil. — ¿Era su apellido Spear? ¿Era el hijo de Richard y Cass? Luther parecía vacilante. — ¿Andrew te ha hablado de él? Neil dejó que la puerta se cerrara de golpe detrás de él y corrió por la cocina. Andrew se había ido hacia un rato. O Drake estaba muerto o Andrew estaba en serios problemas. Neil no sabía cuál fuera, pero no iba a llegar a este enfrentamiento con las manos vacías. Era bueno escogiendo peleas, aunque rara vez las ganaba. Eso no significaba que no pudiera acumular las posibilidades a su favor. Agarró a Aarón por respaldo porque Aarón estaba más cerca que Kevin y agarró su raqueta de camino por el pasillo. — ¿Qué demonios? — cuestionó Aarón, pero Neil lo calló con un silbido violento. Tuvo que soltar a Aarón en las escaleras porque no podía arrastrar a Aarón detrás de él y esperar que se callara. Medio esperaba que Aarón se fuera de nuevo ahora que había sido liberado, sin embargo despertó la curiosidad de Aarón con su urgencia. Neil subió los escalones alfombrados tan silenciosamente como pudo. Aarón estaba casi silencioso detrás de él. Neil supuso que había pasado suficiente tiempo en esta casa para saber qué escaleras crujían bajo el peso de un hombre.

Todas las puertas del segundo piso estaban abiertas excepto una, y Neil oyó el ruido distante de algo golpeando la pared. Probó la perilla, la encontró cerrada y corrió a la siguiente puerta para ver de qué tipo de madera estaban hechas las puertas. Era un panel de fibra recubierto de madera contrachapada con un interior hueco, lo suficientemente fácil de patear abierta. Aarón levantó una mano para golpear la puerta, así que Neil empujó su raqueta hacia Aarón. Aarón lo agarró instintivamente. Neil tardó medio segundo en prepararse y empato la base de su pie lo más cerca posible de la perilla. La madera se astilló alrededor de su zapato y su talón casi quedó atrapado en los bordes irregulares cuando él lo liberó. — Joder, Jesús... — Aarón comenzó, sorprendido, no obstante Neil le dio a la puerta otra patada salvaje. Esta vez la puerta se abrió. Neil tropezó dentro. Necesitaba dos pasos para recuperar el equilibrio y alzó la vista hacia la pelea en la que habían irrumpido. Drake dijo algo. Neil no sabía qué. Recordaría las palabras más tarde, la furiosa exigencia de saber

lo que estaban haciendo irrumpiendo así. En este momento la voz de Drake era solo un rugido en los oídos de Neil, o tal vez ese sonido era el mundo de Neil derrumbándose a su alrededor. No tenía idea. Solo tuvo un segundo para asimilarlo, sin embargo ese segundo quemó los horribles detalles de una manera que nunca olvidaría. Había sangre en la cara de Drake en líneas irregulares, heridas causadas por uñas desesperadas. La gran longitud de su cuerpo, tatuado y musculoso, mantenía a Andrew clavado en el colchón solo con su peso. Un brazo en la parte posterior del cuello de Andrew forzó su cara hasta la oreja en una almohada salpicada de sangre. La otra mano de Drake estaba en la cabecera, apretada con mucha fuerza alrededor de las muñecas de Andrew. Los dedos de Andrew eran fantasmalmente blancos y sin sangre. Neil vio demasiada sangre y demasiada piel. Sabía lo que estaba viendo, sabía lo que eso significaba, pero no podía creerlo todavía. Eso no evitó que se lanzara contra Drake. Aarón fue más rápido. Pasó junto a Neil casi lo suficientemente fuerte como para tirar a Neil fuera de sus pies. Drake parecía capaz de enfrentar a cualquiera de ellos en una pelea, incluso con los pantalones alrededor de los tobillos, pero estaba demasiado enredado en las sábanas como para levantarse lo suficientemente rápido. Aarón no estaba esperando que él lo averiguara. Él trajo la raqueta de Neil y la hizo girar en un giro clandestino para que el aire duro y rápido silbara a través de las cuerdas apretadas. La cabeza atrapó a Drake en su sien, aplastando un ojo en su órbita y enterrándose profundamente en su cráneo con un crujido húmedo. La sangre de Drake se derramó desde Aarón hasta la pared y las cortinas se cerraron con fuerza sobre la ventana cercana. Su cuerpo cayó desde el otro lado de la cama, arrastrando las sábanas y golpeando el suelo con un ruido sordo.

El siguiente choque fue la raqueta de Neil deslizándose desde los dedos inanimados de Aarón hasta el suelo. Neil no podía mirarlo, no podía mirar a Drake, no podía mirar a nada ni a nadie más que a Andrew. Andrew solo usaba su camisa mientras yacía boca abajo sobre el colchón. Estaba cubierto de sangre y un centenar de sombras que se oscurecerían hasta convertirse en terribles hematomas. Se agarró a la cabecera como si tuviera las manos pegadas a ella, y se estaba riendo. Fue amortiguado a través de la almohada, pero Neil lo escuchó; el sonido de eso hizo que el mundo entero se inclinara debajo de sus pies. Quería taparse los oídos y bloquearlo, sin embargo no tenía tiempo. El ruido de pasos detrás de él dijo que Kevin estaba corriendo escaleras arriba para investigar la conmoción. Neil se lanzó hacia adelante y trepó al colchón del lado de Andrew. Se inclinó sobre él, agarró el borde de las sábanas, y dio un feroz tirón para liberarlas del cadáver de Drake. Neil apenas tenía la sábana ensangrentada sobre el cuerpo de Andrew antes de que Kevin los alcanzara. Neil no sabía cuánto Kevin vio. No podía mirar hacia atrás para ver la reacción de Kevin, aunque el ruido sordo le indicó que Kevin retrocedió ante lo que tenía delante y se retiró hacia el marco de la puerta. Un segundo después, Kevin se había ido de nuevo. Neil lo escuchó correr escaleras abajo tan rápido que fue un milagro que no se cayera y rompiera algo. Iba a buscar a Nicky y Luther, Neil lo sabía. Iba a llamar a la policía. Saber que los médicos estarían aquí pronto ayudó a aliviar un poco el nudo en la garganta de Neil, no obstante su interior aún se estaba desmoronando. — Oye — dijo Neil, o creyó haber dicho. Él no reconoció su propia voz. — Andrew. Andrew ¿estás...? No podía preguntar si Andrew estaba bien. Él no era tan cruel. Pediría a Andrew que dejara de reír si podía, pero cada palabra que pronunciaba amenazaba con desatar su reflejo nauseoso. Todo lo que podía hacer era esperar, los dedos anudados en la sábana que había subido a los hombros de Andrew. — Se calló de repente — exclamó Andrew, sonando sorprendido. Finalmente soltó la cabecera y flexionó los dedos como si se tratara de un calambre. Él plantó sus manos contra el colchón y trató de levantarse. A mitad de camino se quedó quieto y comenzó a reír de nuevo. — Oh, oh, eso es desagradable. No soy fanático de esto en absoluto. Neil podía sentir a Andrew temblando a través de la sábana, sin embargo el cuerpo y la mente de Andrew estaban operando en dos longitudes de onda diferentes. La sonrisa de Andrew era amplia y salvaje mientras se burlaba de su propio dolor. Neil quería decirle que se mantuviera quieto, no obstante Andrew finalmente se enderezó. La sábana amenazó con soltarse de sus hombros, así

que Neil la envolvió con más fuerza a su alrededor. Andrew lo dejó hacerlo con una expresión de desconcierto en su rostro. La sangre estaba untada y medio seca en una línea que bajaba por su mejilla hasta su barbilla por una herida en la sien. Andrew vio la mirada en la cara de Neil. — Creo que estoy conmocionado. O eso o este es un nuevo efecto secundario de mi medicación del que los doctores olvidaron advertirme. Si te vomito es solo intencional a medias. Neil pensó que primero podría perder la batalla con su propio estómago. El ruido estrangulado que hizo Aarón fue su mejor intento por llamar a Andrew. Era apenas inteligible, aunque fue suficiente. Andrew, que apenas había reconocido la existencia de Aarón en todo el tiempo que Neil los había conocido, miró inmediatamente a su hermano. Andrew sacó una mano de debajo de la sábana y enroscó sus dedos en una demanda. Aarón trepó a la cama y alargó la mano hacia Andrew. Andrew intentó apartarse de su camino, pero finalmente eso fue demasiado para su estómago. Neil ayudó a empujarlo hacia adelante cuando comenzó a ahogarse. — Andrew — dijo Aarón, desesperado y asustado. Sostuvo a Andrew como si pensara que Andrew desaparecería si lo soltaba. — Andrew, yo no…él… Andrew escupió un par de veces y se quedó sin aliento. — Tranquilo, tranquilo. Tranquilo. Mírame — ordenó, a pesar de que tardó un poco más antes de que pudiera sentarse y enfrentar a Aarón nuevamente. Presionó una mano sobre la camisa ensangrentada de Aarón. — Está en todas partes. ¿Qué hizo él? — No es mía — señaló Aarón. — No es mía, es... Andrew, él… Andrew tocó la sien de Aarón, donde él mismo resultó herido, como si esperara encontrar allí una herida idéntica. — ¿Te tocó? ¿Qué hizo él? Andrew anudó sus dedos en el cabello de Aarón y tiró para encerrarlo. — Respóndeme. Dije, ¿él te tocó?

— No — respondió Aarón — Lo voy a matar — dijo Andrew. — Ya está muerto — indicó Neil — Eso explica el silencio — suspiró Andrew. — Sin embargo, no me refería a él. Mira, ni siquiera tenemos que ir a ninguna parte. Él va a venir justo a nosotros. Se refería a Luther, se percató Neil. Hubo pasos en las escaleras de nuevo, demasiadas pisadas como para ser solo Kevin. Parecía que Kevin había traído un ejército entero con él, aunque tal vez parte de esos golpes fuera simplemente el latido del corazón de Neil en sus oídos. Neil miró por encima del hombro cuando Kevin y Nicky entraron por la puerta. Nicky solo necesitó un segundo para ver toda la sangre, y corrió hacia la cama horrorizado. —Oh por Dios. — No lo hagas — pidió Neil, tendiéndole una mano para rechazarlo. Neil no sabía si Nicky lo había escuchado o si se había dado cuenta de que no cabría en la cama con ellos. Se detuvo lo más cerca posible de la cama y alcanzó la cara de Andrew con ambas manos. Andrew intentó apartarse de su alcance, pero tenía demasiadas náuseas e inestabilidad para moverse lo suficientemente rápido. Nicky acunó la cara de Andrew en sus manos. — Andrew, ¿qué pasó? — Nicky preguntó, frenético. — ¿Estás bien? Jesús, hay tanta sangre. ¿Estás...? — Nicky — aclaró Andrew. — Necesito hablar con tu padre. Tienes dos segundos para quitarte del camino. Como Andrew vislumbró la llegada de Luther con Nicky en su camino, Neil no estaba seguro, no obstante Luther estaba congelado a solo un par de pies dentro de la puerta del dormitorio. Nicky miró a Andrew desde las sábanas destrozadas hasta el cuerpo sangrante en el suelo. Cuando vio el estado en el que Drake estaba, su expresión se arrugó. El ruido que hizo no sonó humano. Neil lo sintió como veneno en sus venas, pese a que Andrew solo rio. — Uno — contó Andrew. — Nicky — pidió Neil. — Baja.

Nicky se soltó y se arrodilló junto a la cama. Le dio a Andrew una vista sin obstáculos de Luther sobre su cabeza. Andrew ya sabía que Luther estaba allí, sin embargo fingió sorpresa al ver al otro hombre. La mirada que apareció un segundo después estuvo casi encantada. Neil podría haberlo creído si no fuera por el feroz agarre que Andrew todavía tenía en el cabello de su hermano. — Oh, Luther — manifestó Andrew. — Oh, bien. Lo lograste. Me ahorras la molestia de bajar para encontrarte. Oye, mientras estés aquí, ¿quieres explicar qué está haciendo Drake aquí? No puedo esperar para escucharlo. Espero que sea bueno. — ¿Qué en nombre de…? — comenzó a decir Luther, con voz ronca. — Oh, no — Andrew lo interrumpió. — No. No preguntes qué. Tú lo sabes mejor. Tú lo sabes mejor — expresó de nuevo, con vehemencia. Andrew se inclinó hacia adelante tanto como se atrevió. Empezó a balancearse, pero Neil lo tomó del hombro para evitar que se cayera. — Parece que tenía razón sobre él después de todo. ¿O todavía crees que todo esto es un gran malentendido? Continúa, cuéntame otra vez cómo estoy demasiado desequilibrado para comprender el amor y el afecto fraternal normal. Dime que esto es natural. Nicky parecía como si hubiera sido golpeado de repente. La pesadumbre de Aarón fue de cuerpo completo. Al otro lado de la habitación, Kevin estaba mirando a Andrew como si hubiera visto un fantasma. Andrew no se dio cuenta del efecto que sus palabras tuvieron en ninguno de ellos. Estaba sonriendo con una alegría despiadada mientras miraba a Luther. — Oye, Luther — inquirió Andrew. — Hablando de malentendidos, ¿estoy recordando esto mal, o no me prometiste que hablarías con Cass? Me dijiste que no iba a criar a más hijos después de mí, pero aparentemente ella tuvo seis más desde que dejé el reformatorio. Seis, Luther. No soy bueno en matemáticas pero incluso sé que seis es muchísimo más alto que cero. ¿Cuántos crees que había en su casa cuando Drake estaba en casa entre desempleos? — Ahora lo dejas entrar a tu casa — señaló Andrew. — Lo pones bajo el mismo techo que tu hijo, que mi hermano. ¿Después de todo lo que hice para mantenerlos alejados el uno del otro? Andrew le dio otro tirón feroz al pelo de Aarón, tirando inadvertidamente a Aarón más cerca de él, y finalmente lo soltó.

— Tan pronto como recupere mi equilibrio, te destrozaré, Luther. Esta es la única advertencia que recibirás. La cara de Aarón estaba blanca de miedo y horror. — Esto ha sucedido antes. Lo dijo bajo, como si temiera que las palabras lo hicieran realidad. Aarón miró a Andrew como si nunca hubiera visto a Andrew en su vida. Andrew no se molestó en devolver la mirada, entonces Aarón finalmente arrastró su atención a la cara de Luther. — Esto ha sucedido antes, y lo sabías. Sabías lo que había hecho y de todos modos lo trajiste aquí. — ¿Es eso cierto? — Nicky increpó, aunque no podía apartar la mirada de Andrew para enfrentar a su padre. Luther abrió la boca, luego la cerró de nuevo, expresión sombría. Aarón solo le dio un par de segundos para responder antes de chasquear. — Fuera de aquí— exclamó y cuando Luther no se movió lo suficientemente rápido, gritó: — ¡Fuera! Andrew rio cuando Luther se retiró de la habitación. La puerta estaba demasiado rota como para cerrarla todo el camino, a pesar de que Luther tiró de ella lo mejor que pudo. Neil escuchó sirenas a lo lejos. Andrew lo recogió un segundo después y miró por encima del hombro. Pensó por un momento, luego se encogió de hombros y soltó a Aarón. Se quitó los brazaletes uno a la vez y los dejó caer en el regazo de Neil. Él dijo algo, pero Neil no lo escuchó. El tono pálido de la piel con cicatrices era demasiado familiar y demasiado sorprendente para que él no reaccionara. Neil agarró la muñeca de Andrew. Comenzó a girar el brazo de Andrew, seguro de que había imaginado cosas, pero Andrew colocó su mano libre sobre el antebrazo de Neil. — Andrew — empezó Neil. — Solo para que estemos claros, voy a matarte. El hierro en su puño estaba en completo desacuerdo con la sonrisa drogada en su rostro. Andrew no estaba fanfarroneando. Si Neil no lo soltaba lo suficientemente rápido, Andrew le rompería el brazo. Neil aflojó su agarre pero extendió sus dedos mientras lo hacía. Sintió la ligera protuberancia y la protuberancia de la piel destruida bajo las puntas de los dedos y sintió que se le revolvía el estómago. Andrew le arrancó la mano a Neil del brazo, aunque lo hizo de una manera que mantuvo su antebrazo desnudo vuelto hacia él. — Deshazte de ellas — dijo Andrew.

— A los cerdos no les gusta cuando personas como yo portan armas. Neil no tenía bolsillos lo suficientemente profundos como para esconder los brazaletes desechados de Andrew, así que se inclinó y los metió entre el somier y el marco. Miró de Aarón a Nicky, sin embargo ninguno de ellos había notado ese intercambio. Aarón estaba mirando la puerta como si pensara que Luther podría regresar. Nicky estaba mirando la cara de Andrew, pero su expresión cerrada decía que estaba a miles de kilómetros de todo esto. Eran la familia de Andrew, pese a que eran tan ajenos como todos los demás cuando se trataba de Andrew. — Andrew— intentó Neil otra vez. — Haznos un favor — soltó Andrew. — Vamos a no hablar ninguno por un momento Neil no podía hacer otra cosa más que esperar a que llegaran la ambulancia y la policía.

CAPÍTULO 12 Traducido por Venus T. Corregido por Cotota

La sala de emergencias del Hospital General de Richmond estaba llena de gente, lío de resentimiento y enfermedad. Los asistentes del mostrador trataron de regular el desorden lo mejor que pudieron, pero había demasiadas personas para ser vistas y no había suficientes doctores. Neil estaba muy lejos para escuchar las palabras de los asistentes pero podía oír su paciencia desmoronándose en su sonó. Las estridentes protestas y argumentos de los potenciales pacientes fueron más fáciles. Neil escuchaba porque necesita algo que lo distrajera de sus pensamientos. Las cosas iban de mal en peor cuando los mejores de Columbia se presentaron en la casa de Hemmick. Los primeros responsables y paramédicos llegaron casi al mismo tiempo, pero fueron seguidos por dos grupos más de oficiales. Neil no sabía si ellos no tenían nada mejor que hacer en un domingo por la noche o si ellos habían venido siguiendo el desliz del nombre de Kevin Day sobre el radio de la policía. Neil dudaba seriamente que se necesitaran seis agentes para juzgar la muerte de Drake como un caso justificado de defensa propia. Él quería que tomaran declaraciones, mirar los detalles obvios de la espantosa escena, y sacudir la mano de Aaron al momento de irse. La última vez que Neil vió a Aaron, sin embargo, lo conducían por las escaleras esposado. Poco después, la policía cargó a un divertido Andrew a la parte trasera de la ambulancia y lo envió allí. Neil no sabía si esto era pura mala suerte de los Fox, si él los había maldecido con su presencia, o si la violación y el asesinato fueron siempre así de complicado. Él no lo sabía; él apenas podía pensar en algo más. El instinto le hizo dividir al grupo de la única forma que pudo. Kevin quiso venir al hospital a esperar la liberación de Andrew, pero su cara era demasiado reconocible. La última cosa que alguno de ellos quería esa noche era llamar más la atención sobre ellos mismos. Neil lo dejó con Nicky en la estación para esperar a Aaron. Vino aquí solo al segundo en que la policía dejó de obtener algo de él. Había estado aquí por casi cuarenta minutos ahora. Intentaba no mirar el reloj, pero no lo podía evitar. La multitud que lo rodeaba no estaba cambiando lo suficientemente rápido para ser una distracción apropiada. El hombre que caminó a través de las puertas deslizables de vidrio dos minutos después fue. Neil estaba en sus pies antes que supiera que se estaba moviendo. El repentino movimiento llamó la atención de Wymack, y apuñaló con un dedo el suelo enfrente de él. Neil se abrió paso a través de la habitación llena de gente. Wymack apenas esperó a que lo alcanzara antes de regresar al exterior. Neil abrazó fuertemente alrededor de él y lo siguió. Wymack lo condujo a una sección designada para fumar a unos seis metros de la acera. Neil miró a la bolsa de plástico colgando de su codo, pero olvidó preguntar cuando había puesto un paquete de

cigarrillos fuera de su bolsillo. Neil extendió su mano en una solicitud silenciosa. Wymack le arqueó una cejar y le dijo: —La última vez que revisé, yo no fumabas. —No lo hago —dijo Neil. Wymack le entregó el cigarrillo de todos modos y consiguió otro para él. El viento estaba lo suficientemente fuerte para que les toe trabajo encender sus cigarrillos. Neil tomó una larga calada para asegurarse que el cigarrillo realmente estaba prendido, y luego tomó el incandescente palo entre sus manos. El agrio olor a humo, débil como es una noche como esta, debería haber sido confortante. No lo fue. —¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Neil. —Kevin me llamó —dijo Wymack—. Le traje a Andrew algo de ropa limpia. Neil hizo los cálculos en su cabeza, pero no cuadraba. Kevin no había usado su teléfono en la habitación, y ellos no se habían alejado lo suficiente como para que Wymack llegara desde Palmetto State. La única forma en la que Wymack podría estar parado aquí ahora era si Kevin lo hubiera llamado cuando bajó la primera vez para alcanzar a Nicky. Conociendo a Kevin, Neil apostaría que Wymack recibió la llamada antes que 911 lo hiciera. —Arrestaron a Aron —dijo Neil. —Lo sé —dijo Wymack. —¿Por qué? —Alguien murió al otro lado de su raqueta. —No era suya —dijo Neil—. Fue mía. La policía la tomó como evidencia. ¿Me lo devolverán o voy a tener que conseguir una nueva? Wymack exhaló el humo del aire entre ellos. El viento desgarró la nube a pedazos tan rápido como se formó. Neil miró a Wymack mirándolo, luego volvió su atención a su cigarrillo. Lo giraba y giraba entre sus dedos. Todavía había sangre bajo sus uñas. Por un momento pensó que era la de su madre, pegada obstinadamente después de todos estos años. Le dio a su cigarrillo una violenta sacudida, expulsando esos pensamientos con la primera mata de ceniza. —Neil —dijo Wymack. Neil conocía ese tono muy bien. —Estoy bien.

—Dame esa respuesta de mierda otra vez y veremos qué pasa —dijo Wymack—. Paré en la estación de camino aquí y obtuve un resumen censurado de las cosas. La policía te ha etiquetado como un testigo hostil. Dijeron que no hablarías con ellos, ni siquiera para darles tu nombre. Tuvieron que obtenerlo de Kevin. —Estoy bien —dijo Neil otra vez—. Simplemente no me gusta hablar con policías. —Entonces no hables con ellos —dijo Wymack—. Habla conmigo. —¿Qué quieres que diga? —La verdad —dijo Wymack. —No. —¿Por qué no? Neil negó con la cabeza. No sabía cómo explicar el miedo comiendo un nudo hueco en su pecho. Algo como esta demandaba completa honestidad, y Neil había estado mintiendo desde que era lo suficientemente mayor como para hablar. No sabía cómo decir la verdad ahora. Si lo intentaba, ¿Seguiría siendo la verdad, o envenenaría las palabras diciéndolas en voz alta? ¿Sería instintivo retorcerlo? No se arriesgaría. Andrew no se lo merecía. —Coach, llama a Oakland —dijo Neil, porque necesitaba convertir las preguntas de Wymack en un

objetivo más seguro—. Higgins necesita saber lo que pasó esta noche. ¿Lo recuerdas? —Preguntó cuándo Wymack le frunció el ceño —Nos llamó al comienzo del año cuando estaba investigando al padre de Drake. Sé que cambió el enfoque a Drake el mes pasado, pero no sé si lo registró como un sospechoso oficial en el sistema. Si no lo hizo, los policías no sabrán que tienen que notificarlo. Wymack lo miró en silencio por un minuto, luego sacó una tarjeta de su billetera. Neil vio un escudo azul brillante impreso en el frente y supuso que era de uno de los oficiales que manejan este desastre. No planeaba quedarse para esa llamaba telefónica, así que apagó el cigarrillo con su zapato. —Voy a volver adentro —dijo, y Wymack no lo detuvo. Volvió a la sala de emergencia para encontrar su asiento ocupado. Sin embargo, había espacio en una esquina, así que recostó su espalda en la pared y volvió su atención en la recepción otra vez. Wymack apareció un par de minutos después, habló brevemente con las agotadas mujeres de la recepción, y les tendió la bolsa de plástico. Una de ellas desapareció en la parte posterior con la bolsa, y Wymack vino a esperar con Neil. No se dijeron nada más el uno al otro pero esperaron por Andrew a que sea dado de alta. Cuando Andrew finalmente atravesó las puertas traseras, Neil medio deseó haberlo dejado allí. Estaba usando la ropa fresca que Wymack le había traído, pero incluso la sudadera con capucha no podía ocultar el desastre que Drake le había hecho a su cara. Peor que las contusiones y los cortes

era la brillante sonrisa que Andrew todavía llevaba. Neil lo vió y quiso estar enfermo. Wymack se puso en camino para interceptarlo en su camino a la puerta, así que Neil lo siguió. Andrew miró cuando notó su acercamiento y rió. —Coach, hola. No recuerdo haberte invitado a este debacle. —No lo hiciste —dijo Wymack. —Kevin —adivinó Andrew—. Un traidor hasta el final. Sonaba divertido, no molesto, y le indicó a Wymack para que liderara el camino. Le ahorró a Neil solo la más mínima de las miradas mientras seguían a Wymack a la noche. A pesar de la multitud de adentro, Wymack había conseguido un lugar de estacionamiento decente a la vuelta de la esquina del edificio. Neil se detuvo cuando se acercaron para que Andrew pudiera decidir la disposición de los asientos. Andrew abrió la puerta del pasajero pero no entró. En cambio, tamborileó con los dedos sobre la puerta y consideró su asiento como si fuera un gran misterio. Neil no entendió su vacilación. Wymack lo hizo, y dijo: —Hay más espacio para estirarse atrás. —Oh, estás en lo correcto —dijo Andrew, pero se puso en frente, de todos modos. Neil vió sus nudillos blancos en la puerta mientras entraba al auto, pero no fue hasta que Andrew rió y dijo ‘Ouch’, que Neil entendió cuanto dolor Andrew todavía tenía. Se subió al asiento trasero y se abrochó el cinturón con dedos entumecidos. Wymack cerró la puerta lo suficientemente fuerte para tambalear todo el carro y puso el motor en marcha. Sin embargo, no fue a ninguna parte, y Neil casi se preguntó si Wymack iba interrogar a Andrew aquí en el estacionamiento. En cambio, Wymack le echó una mirada impaciente y agregó: —Cuando quieras. —Bien, bien —dijo Andrew—. Seguridad primero. Andrew tiró del cinturón a su lugar, y Wymack se puso en marcha. Neil esperaba volver a la estación, pero pronto empezó a reconocer las calles. Wymack los estaba llevando a la casa de los primos. El pensamiento de pasar la noche en Columbia era repulsivo, pero Neil no tuvo la oportunidad de protestar. Había un auto estacionado en la entrada, y Andrew lo reconoció incluso si Neil no lo hizo. —Hay una muy buena explicación para esto —dijo Andrew—. No puedo esperar a escucharla.

—Sabes por qué está aquí. —No lo sé, coach. Esto no es asunto suyo. —Ni siquiera he comenzado —dijo Wymack mientras se detenía detrás del auto desconocido—. Sé que honestamente no pensaste que podrías mantener todo esto de ella por mucho tiempo. Pero traerla esta noche no fue mi idea, así que no me mires de esa forma. No sabía que Abby la había invitado hasta que estuvimos en camino. —Los odio a todos ustedes —dijo Andrew, alegremente, y salió del auto. Su llegada no fue inadvertida, y la puerta principal de abrió antes de que estuvieran a medio camino de ella. Le tomó solo un segundo a Neil reconocer a Betsy Dobson en el portal y se detuvo en el césped. Andrew también lo hizo, y tiró de sus brazos como si estuviera esperando un abrazo. —¡Oh, Bee! Qué asombrosa sincronización. Justo estábamos hablando de ti. Tengo otras cosas que hacer ahora mismo, pero Neil dijo que podría hacerte de compañía en mi lugar. No te importa, ¿no es así? No creí que lo hiciera. —Me importa —dijo Neil —. No tengo nada que decirle a ella. —Estoy seguro que se te ocurrirá algo. —Andrew le sonrió por sobre su hombro a Neil—. Siempre

lo haces, ¿Verdad? No tiene que ser la verdad, ya sabes. Bee no está esperando honestidad de parte tuya. Le dije que no confiara en ninguna sola palabra que digas. ¿O has comenzado a jugar al juego de los secretos con ella también? —Dije que no. Andrew volvió su rostro completamente y puso sus manos en el inmenso bolsillo frontal de su sudadera. —No has entendido —dijo él, con un gesto de comprensión—. No estaba preguntando, Neil. Tú ayudaste a crear este lío. Lo menos que puedes hacer es ayudar a limpiarlo. ¿Dónde está tu sentido de la responsabilidad? Un cuchillo no lo habría lastimado tanto. Las palabras de Andrew le cortaron la respiración de los pulmones; dio un tembloroso paso hacia atrás en un intento desesperado por mantener el equilibrio. Él quería decir que esto no era su culpa, pero ambos sabían que lo era. Andrew no le había dicho sobre Drake, pero había dicho que Luther había traicionado su confianza. En lugar de escuchar eso, Neil se puso de parte de la aflicción llena de esperanza de Nicky. Él no había invitado a Drake a Carolina del Sur, pero había entregado a Andrew en sus brazos Culpa era, relativamente, una nueva emoción para Neil, algo que los Foxes le estuvieron enseñando a través de una exposición prolongada a ellos. Hasta este punto lo había sentido incómodo, rá-

fagas fugaces. Ahora era un calor feroz, que lo consumía todo, lo que le hizo querer cortar su propio estómago. No sabía si hiba a vomitar o gritar. Ninguno era aceptable, así que apretó sus dientes lo más fuerte que pudo. Encontrar los ojos de Andrew era casi imposible. Mirar hacia otro lado habría sido imperdonable. Buscó a través del ácido en su pecho y encontró las únicas palabras que pudo: —¿Dónde está el tuyo? Andrew inclinó su cabeza hacia un lado, fingiendo confusión. Tal vez no era una actuación. Tal vez él no entendió. Neil apenas reconoció su propia voz a través de la grava en ella. Neil tragó duro contra su debilitado reflejo nauseoso. Cada respiración que tomaba le hacía abrirse camino hacia abajo, pero su voz sonó firme cuando volvió a hablar. —¿Por qué no se lo dijiste a Higgins? —No habría funcionado —dijo Andrew alegremente—. Pig no estaba listo para escucharlo en ese momento. Él y Drake eran amigos, verás. Ellos se conocieron cuando Drake pasó por el programa PAL y lo golpeó de una manera u otra. Sabía que no me creería, así que no perdí mi tiempo intentando. —Entonces no hiciste nada —dijo Neil—. Casi pones un cuchillo entra las costillas de Nicky cuando él coqueteó conmigo, pero no levantaste ni un dedo para proteger a los otros hijos de Cass. Sabías lo que Drake les haría, pero no los protegiste. —No se suponía que hubieran otros hijos —dijo Andrew. —Pero los había —Neil se lo recordó, frío y feroz y horrible. Andrew se rió y sacó una mano de su bolsillo. Envolvió sus dedos alrededor de la garganta de Neil, no lo suficientemente apretado como para cortarle la respiración pero si lo suficiente para ser una advertencia. Neil vió a Wymack moverse en su visión periférica, pero confió en que el hombre se mantuviera fuera de su camino. Hasta que Andrew realmente le haga daño a Neil, Wymack los dejaría pelear en sus propios términos. Neil mantuvo sus ojos en el rostro de Andrew y expulsó su voz lo suficientemente baja para mantener a Wymack y Betsy fuera de la conversación. —Espero que ella valiera la pena. Andrew se inclinó hacia adelante y dijo: —Oh Neil, eres demasiado pesado para pisar hielo tan delgado. —¿Es así como te quedaste quieto? —Neil se acercó y tomó la muñeca de Andrew. No podía sentir el miedo a través de la manga de algodón, pero no lo necesitó. Sabía que estaba ahí. Andrew sabía de lo que él estaba hablando, a juzgar por cómo todavía fue. Su sonrisa ni siquiera tembló pero Neil no fue engañado—. ¿Hiciste esto así no tendrías que decirle la verdad acerca de su hijo?

—Tal vez. —¿Qué tratabas de hacer, sobrepasarle? —preguntó Neil—. Él era un senior graduado en intento de enlistarse, ¿verdad? Todo lo que tuviste que hacer era esperar hasta la graduación y luego ella te adoptaría. Entonces, ¿qué salió mal? Los dedos de Andrew apretaron lentamente hasta que Neil no pudo respirar más. Se negó a librarse de Andrew. La presión en su pecho empezó como una simple incomodidad, pero se propagó hasta que se sintió como si cada hueso en su pecho se rompería bajo la presión. El control de Neil empezó a desmoronarse, no importaba cuan ferozmente se aferrara a ella, y acababa de moverse para empujar a Andrew cuando este finalmente soltó su agarre. En lugar de dejarlo ir, Andrew deslizó su mano alrededor de la nuca de Neil y lo acercó. Puso su boca en la oreja de Neil y bajó su voz, pero Neil no tenía que ver su rostro para saber que Andrew seguía sonriendo. Podía oírlo. —Drake aplazó su alistamiento —dijo Andrew—. Quería aprovechar al máximo su último verano con su hermanito. Él incluso preguntó a Cass si podíamos invitar a Aaron por un par de semanas así todos nos podríamos encontrar. Cass me lo dejó a mí, pero cada vez que ella no miraba, Drake intentó convencerme de que lo hiciera. Quería que ambos nos encontráramos en el mismo lugar. Él podía imaginar cómo nos veríamos en la cama juntos, dijo. Sería una imagen perfecta. Neil se estremeció. Lo empujó porque necesitaba ver esa resquebrada sonrisa. Necesitaba saber si Andrew estaba gritando detrás de la euforia que producía las drogas cuando alimentaban sus venas. Pero Andrew no lo estaba, y Neil no podrías vivir con eso. La medicina de Andrew era muy fuerte o su psicosis muy retorcida; de todas formas, esta noche no significaba nada para él. Esta situación era un revés que Andrew pudo eludir o ignorar. —Hablando del otro Minyard… —Andrew dejó ir a Neil y sonrió a Wymack. Levantó la voz así Wymack podrías escucharlo y preguntó—. Él realmente lo hizo, ¿no es así? Probablemente la más decisiva situación que ha manejado. ¿Dónde estaba esa columna vertebral cuando su madre lo golpeaba? Hubiera sido conveniente todos estos años. Alguien debería felicitarlo. —Aaron está bajo arresto —dijo Betsy—. ¿Por qué no entras así podremos hablar sobre esto? Andrew le miró sorprendido. —¿Sigues aquí, Bee? —Por un momento más —dijo Betsy—. La leche casi se ha calentado. Tomé un poco en el camino así podríamos tomar un poco de cacao. Traje el frasco entero de chocolate negro de avellanas conmigo. Si comenzamos a beberlo dese ahora, probablemente para medianoche nos pondremos enfermos. Neil no le podía creer. El chocolate no era un remedio, no haría nada de esto fácil de digerir. Excep-

to que un momento después, Andrew arrastró el brazo de Neil hacia donde podría darle una vista al reloj de Neil y dijo: —Piensas en todo, Bee. Estaremos dentro pronto. Betsy asintió e ingresó. Cuando se había ido, Andrew intentó nuevamente liberar su mano. Neil seguía aferrándose. Andrew le dirigió una mirada que era muy entretenida como para estar exasperado. —Mejor suerte para la próxima vez, Neil —dijo—. Ya te advertí una vez, ¿no? No siento nada. —Ya no —dijo Neil, apenas un susurro. Las viejas cicatrices a lo largo de las muñecas de Andrew eran evidencia de cuán lejos Andrew tuvo que caer para llegar a este punto. Neil finalmente lo soltó y dejó caer su mano a su lado. Andrew se encogió de hombros exageradamente y giró en sus tobillos. Neil lo miró desaparecer a través de la puerta. Era consiente, un segundo o un minuto o una hora después de la pesada mirada de Wymack sobre él. —Neil —dijo Wymack. —Estoy bien —dijo Neil. Wymack no dijo nada inmediatamente, luego: —Estarás bien adentro donde hace más calor. Neil dio un paso hacia adelante, o tuvo la intención de hacerlo. Lo siguiente que supo fue que estaba corriendo, no hacia la casa, sino lejos. Podía seguir oliendo la sangre de su camiseta, incluso a través de su abrigo. No supo si era su imaginación, pero el aroma era tan espeso y agudo que casi podía saborear el sabor metálico de él. Cada bofetada de sus zapatos en el pavimento sonaba como disparos. Parpadeó y vió Francia, vió Grecia, vió esa larga escala en Líbano y un corto viaje por Dubai. Recordó las olas retumbantes del Océano Pacífico y los dedos de su madre arañando el aire mientras luchaba por un último respiro. Culpa, pena, y dolor eran toxinas corrosivas en sus venas, desgarrándolo desde adentro hacia afuera. Él los dejó salir, lo hizo, porque esos recuerdos eran horribles pero eran cosas que tenían sentido. Esa pérdida de dolor era todo lo que sabía y comprendía. Si los perdía de vista, todo lo que tendría era la crueldad desconocida que había presenciado esta noche. No sabía cómo enfrentar todo esto todavía. No sabía cómo compartimentarlo en algo que pudiera tolerar. Tal vez lo resolvería mañana. Tal vez lo llevaría con él hasta que los Moriyamas lo maten. Neil no lo sabía. No quería saber. Corrió hasta que no pudo respirar, pero nunca le dejó de doler.

Para el momento en que regresó, la casa estaba en silencio y a oscuras. Neil no sabía cómo los otros se habían dividido las tres habitaciones y no quería ver a nadie más esta noche. Afortunadamente la sala estaba desocupada. Apartó la mesa de café hacia un lado para tener suficiente espacio para estirarse y, como no tenía nada en que cambiarse, solo se quitó los zapatos antes de acurrucarse en el sofá. Estaba casi seguro que sus pensamientos lo mantendrían despierto toda la noche, pero el agotamiento lo arrastró mucho antes. El golpe de la puerta de un armario le advirtió que no estaba solo. Neil se despertó sobresaltado y buscó instintivamente su bolsa de lona. Su salvaje agarre volvió vacío, y su estómago tocó fondo en el segundo que tardó su mente en despertar. Se sentó en el sofá y quiso que su corazón latiera fuera de su frenético galope. Se frotó los ojos, cansado a pesar de la explosión de adrenalina, y fue a investigar el sonido. La luz de la cocina estaba apagada, pero la bombilla fluorescente tenue sobre la estufa estaba encendida. Wymack estaba revoloteando sobre la cafetera. Si Wymack estaba levantado, eran pasadas las cuatro y media de la mañana. Neil aprendió el horario matinal de Wymack por el duro mes que pasó en su sofá. Aparentemente la muerte no era causa suficiente para alterar la rutina.

Wymacl terminó de poner los moldes y preparar el café. Mientras se daba la vuelta vió a Neil en la puerta. Neil esperó a que dijera algo acerca de cómo Neil salió corriendo la noche anterior, pero todo lo que Wymack dijo fue: —¿Conseguiste dormir algo? Neil no sabía a qué hora había regresado, así que dijo: —Un par de horas, creo. —Si puedes seguir durmiendo, hazlo —dijo Wymack—. Va a ser un largo día, y necesito a todos despiertos y coherentes antes de que Waterhouse llegue aquí ―a la mirada curiosa de Neil, Wymack explicó—. El abogado de Andrew. Estamos esperando que tome el caso de Aaron. Sería una ganada fácil para él. —Ellos no debieron arrestarlo. —Están haciendo su trabajo —dijo Wymack—. Un hombre murió anoche, y hasta que ellos tengan todo lo que necesiten tienen que retenerlo. Tu testimonio podría apresurar el proceso, ya sabes. Tú eres el único aparte de Andrew quien estuvo en esa habitación cuando Drake murió, y ya que Andrew no hablará tampoco. —¿Ha confesado Luther? —¿Para qué? —Para informarlos —dijo Neil, acalorado—. Él puso a Drake en esa casa sabiendo lo que Drake le

había hecho a Andrew la última vez que ambos estuvieron juntos. Si él y Aaron dijeron la verdad y los oficiales tenían sus ojos trabajando para identificar como lucía es habitación, no necesitan nada más. Si ellos están atascando las cosas porque la historia de Andrew les perjudica, deberían darles el caso a personas más objetivas y dejar de perder nuestro tiempo. —Neil. —¿Llamaste al Oakland PD? —Neil preguntó. —Ya no tengo sus números —dijo Wymack—. Le pedí a los locales que los llamen. Trataré de entrar en contacto con el oficial Higgins hoy para ver si ha escuchado algo. Ahora deja de estar parado y vuelve a la cama. —Estoy bien. Las palabras habían salido antes de que pudiera detenerlo. Wymack no tuvo nada que decir. La mirada en su rostro decía suficiente. Neil fijó su mirada en la cafetera y trató de no enfocarse. Wymack se alejó después de lo que se sintió como un siglo y vertió lo poco que había preparado en su taza. Lo levantó del mostrador y se dirigió hacia la puerta. Neil dio un paso hacia atrás en el pasillo, así Wymack podría pasar, pero Wymack se detuvo enfrente de él. —Neil —dijo Wymack—, entre tú y yo, no creo que alguna vez hayas estado bien. Neil no tuvo una respuesta a eso, pero no necesitaba una. Wymack siguió su rutina saliendo a la fría mañana a dar un paseo. Neil observó la puerta principal cerrarse detrás de él, luego volvió al sofá a esperar. Cuanto más tiempo permanecía sentado allí, más sus pensamientos comenzaban a borrarse en los bordes a medida que el cansancio volvía a entrar. Finalmente Neil se dejó caer de costado una vez más y se quedó dormido. Brevemente se despertó cuando Wymack volvió pero volvió a dormir por una par de horas más. La siguiente vez que Neil se despertó, fue por los pesados pasos en las escaleras y la alegre voz de Andrew. Neil se perdió la primera parte de la conversación, pero se dio cuenta por el resto que Andrew estaba explicando el terrible desayuno que tuvieron en la casa. Ellos no habían esperado quedarse en Columbia durante la noche, así que lo único comestible que tenían era leche y el cacao en polvo de Betsy. Neil rodó fuera del sofá y fue hacia la puerta. Andrew parecía tan conectado y listo para el día como siempre. Iba vestido en un pesado cuello alto negro que no reconoció, presumiblemente una camisa que no había empaquetado cuando se mudó a los dormitorios del campus. Las mangas eran muy largas para él, colgando casi hasta sus nudillos, y fácilmente escondió sus brazos con cicatrices. Aunque no pudo ocultar el multicolor desastre que Drake hiso de su cara. Drake no había ganado esa pelea con facilidad. Neil no era el único que se agitó por el ruido que Andrew estaba haciendo. Los otros fueron atraídos como polillas a una llama venenosa. La habitación de los gemelos estaba escaleras arriba en

el lado opuesto del pasillo. La habitación de Nicky estaba abajo, pasando la escalera, la habitación donde Neil se había despertado en su primera noche en Columbia. Esa puerta estaba abierta ahora, y Nicky y Kevin estaban en la puerta con Betsy detrás de ellos. Betsy no lucía descansada, pero al menos se veía calmada. Nicky y Kevin parecían como si la noche los había golpeado y los había dejado por muertos. Abby estaba tratando de tener una cara de valiente mientras seguía a Andrew arriba, pero Neil vió la tensión en su sonrisa. Andrew parloteó como si no se hubiera dado cuenta. Neil sabía que él lo había hecho; las drogas de Andrew lo hacían maniaco, no estúpido. Andrew estaba disfrutando haciendo a Abby retorcerse. Andrew perdió riel de pensamiento cuando descubrió a Neil en la entrada, y se detuvo en la base de las escaleras para señalar. —Oh, Neil ha vuelto. Pensamos que quizás te habías perdido. —Nunca me pierdo —dijo Neil. —Y nunca te encuentras —agregó Andrew con un gesto de asentimiento—. Todo por lo mejor, es-

toy seguro. Pero un buen momento en ambos sentidos. Esto soluciona todos nuestros problemas. ¿Cierto, Bee? —Andrew miró sobre su hombro por el pasillo y movió una mano hacia ella en un ven-aquí. Gentilmente apartó a Kevin y Nicky para pasar. Andrew le sonrió al acercarse y apuntó otra vez a Neil—. Él sabe dónde dejamos en carro, y tú sabes dónde está la tienda. Trata de encontrarle un poco de ropa en el camino de regreso, ¿Podrías? Va a empezar a oler si lo dejamos por mucho tiempo. —¿Quieres algo en partículas para el desayuno? —Betsy preguntó —Ningún pedido en especial —dijo Andrew—. Puedes preguntar a los fantasmas allá, pero no creo que tengan mucha opinión hoy. Tal vez estás perdiendo tu toque, Bee. Oh, pero aquí. Neil va a necesitar esto. Andrew palmeó sus bolsillos, buscando, y encontró lo que buscaba en el tercer intento. Neil solo vió un flas de ello antes de que Betsy lo tomara. Betsy solo dio un paso hacia la dirección de Neil antes de que Andrew enganchara su camiseta para detenerla. —A Exites —dijo Andrew—. Kevin tiene la tarjeta. Betsy volvió al pasillo para recibir la tarjeta de compras del equipo de Kevin. Amdrew aplaudió hacia Neil para obtener su atención. —No olvides mis cuchillos, ¿Ok? Los voy a querer. Adiós. Andrew se tocó con dos dedos la magullada sien en señal de saludo y se dirigió a la cocina. Betsy hizo su camino hacia el lado de Neil antes de que se diera cuenta que había sido voluntario para hacer los recados con ella. Empezó a protestar, pero las palabras se atoraron en su garganta. La acusación de Andrew por la noche sobre la mano de Neil en todo esto seguía siento una herida

nueva que Neil no estaba listo para presionar. Neil dirigió una última mirada hacia Nicky y Kevin, luego se volvió después de Betsy y la siguió en el frio. Betsy tenía un GPS conectado a su parabrisas donde ella podía fácilmente ver la pequeña pantalla. Tan pronto como el aparato recogió la apropiada red satelital ella presionó un par de botones y vió la dirección cargada. Una sombría voz británica le indicó que se dirigiera al este. Betsy bajó el volumen hasta que era apenas audible y salió de la entrada. Neil miró por la ventana y pretendió ser invisible. La artimaña no duró mucho. —David me pidió que hablara contigo —dijo Betsy—. Sé que el escenario no es exactamente el convencional, pero por favor quiero que sepas que cualquier conversación que tengamos hoy tendrá la misma privacidad y respecto como una visita formal a la oficina. —¿De qué hay que hablar? —Preguntó Neil—. Si fuera tú estaría más preocupado en Nicky. Él vino aquí pensando que iba a reparar a su familia, pero ahora su familia entera se ha desmoronado. —Es suertudo de tener un amigo como tú, que se preocupa por él. —No soy su amigo —dijo Neil—. Soy tu compañero de equipo. —¿No eres su amigo, o él no es el tuyo? —Preguntó Betsy, y cuando Neil la miró, añadió—. Son asuntos claramente diferentes y es posible tener uno , sin lo otro. Lo siento si estoy haciendo suposiciones, pero me parece que él ve en ti un amigo —cuando Neil no respondió inmediatamente, ella dijo—: ¿Qué hay acerca del resto del equipo? ¿Son tus amigos? —¿Para qué necesito amigos? —preguntó Neil—. Vine aquí a jugar. Eso es lo que el contrato del Coach requiere de mí, así que eso es lo que voy a hacer, ¿es esto realmente de lo que deseas hablar? —Quiero hablar acerca de anoche, pero también quiero hablar sobre ti. Quiero asegurarme de que tienes una red de apoyo que pueda ayudarte durante las siguientes semanas. Si no quieres hablar sobre esto último, podemos enfocarnos en lo primero. ¿Puedes decirme lo que pasó? —¿Cuántas veces quieres escuchar esa historia? —Preguntó Neil—. Estoy seguro que la obtuviste de Nicky y Kevin. El coach probablemente te dijo lo que la policía informó. Tal vez incluso obtuviste respuestas de Andrew. No tengo nada que añadir. —¿Al menos puedes decirme porque llevaste una raqueta a la habitación? —¿Posees un arma? —Preguntó Neil, y cuando Betsy sacudió su cabeza, dijo—: Imagina que la tengas. Una noche te despiertas porque escuchas a alguien moviéndose alrededor en tu casa. Tienes el derecho a confrontarlos y, sin saber si están armados o no, eres lo suficientemente inteligente para llevar tu arma contigo. Si te ataca y tú peleas con él, la policía lo llamará defensa propia justificada. No tengo un arma, pero tengo una raqueta.

—Entiendo a lo que quieres llegar, pero nadie más sospechó que Andrew estaba en problemas —dijo Betsy. No era realmente una pregunta, así que Neil no la respondió. Cuando se detuvieron en la siguiente luz roja, Betsy consideró a Neil en silencio. Solo cuando la luz cambió a verde otra vez ella dijo—: Hay una fina línea entre autodefensa y asesinato premeditado aquí, Neil. ¿Por qué llevaste la raqueta escaleras arriba? Finalmente Neil dijo a regañadientes: —Sabía quién era Drake. —¿Cómo? ¿Andrew te habló sobre él? —Me dijo partes de la historia, no lo suficiente —dijo Neil—. Sabía que la policía de Oakland estaba investigando a las Spears y que el hijo de Cass era un Marino. No puedo enfrentarme a un marino en una pelea justa. Es por eso que agarré mi raqueta —Neil miró hacia la ventana y deseó que la conversación ya hubiera terminado―. Se la di a Aaron así yo podía romper la puerta, y no tuve tiempo de recuperarlo. —Entraste a la habitación —dijo Betsy—. ¿Qué fue lo que viste? —Drake atacando a Andrew —dijo Neil. Era la verdad, pero se sintió como una mentira mientras salía de su lengua. Cuatro palabras fueron una patética descripción de qué había pasado—. Estaba fuera de balance por patear la puerta, así que Aaron fue más rápido que yo. Atrapó a Drake aquí —tocó su cabeza donde la raqueta había destrozado el cráneo de Drake—. Era pesada, así que solo tomó un golpe. Si Andrew te dio la tarjeta-p, eso significa que la policía está manteniendo mi raqueta, ¿no es así? —¿La quieres de vuelta? —preguntó Betsy. —¿Tienes idea de lo mucho que me costó? —preguntó Neil—. Sí, la quiero de vuelta. —¿No te molestaría que fuese usada como arma de un asesinato? —No mató a alguien importante. —Interesante —dijo Betsy, pero no dijo nada más hasta que entró en el aparcamiento de una tienda departamental. Temprano en un día de trabajo, fue fácil encontrar un lugar cerca de la puerta. Ella tomó la llave del contacto, apagó el GPS y miró hacia Neil—. Dejando de lado los crímenes de Drake, él encontró un final violento a solo unos metros de ti. Sería natural y completamente comprensible si sentiste algún tipo de shock o dolor. Lo más inteligente era mentir, pero cada vez que pestañeaba, veía el agarre de Andrew con los nudillos blancos es la cabecera. Podía seguir escuchando la risa de Andrew, amortiguada por la almohada. Si él podía buscar dentro de su cabeza y sacar el recuerdo, lo haría, pero no pudo. Todo lo que pudo hacer fue arremeter contra Betsy. Ella no era la psiquiatra que había impuesto a An-

drew ese medicamento hace dos años y medio, pero estaba lo suficientemente cerca para golpear. —No lo hice —dijo Neil llanamente—. ¿Y sabes qué? Tampoco Andrew. Él quería que ella se defendiera. Quería verla intentando justificar algo de esto. La temperamento de su padre estaba caliente en sus venas, furioso por una salida. La única respuesta que él obtuvo fue una calmada: —¿Se lo preguntaste? —¿Se lo pregunté? —repitió Neil, incrédulo—. Él dijo que no podía sentir. Tú lo viste sonriendo la última noche. Lo escuchaste —Neil dio un violento tirón de su mano, dispuesto a callarse antes de decir demasiado, y se obligó a salir del auto. Tiró la puerta detrás de él, pero por supuesto Betsy estaba saliendo del otro lado. Neil intentó cortarla con un—: No vamos a hablar sobre esto. —No te puedes ahogar en todo por siempre —dijo Betsy—. Necesitas una salida, ya sea conmigo o con David o con tus compañeros. —No necesito a nadie. —¿Al menos te gustaría que uno de nosotros contactemos con tus padres? —No —dijo Neil, y miró hacia la puerta. Betsy lo siguió pero no lo forzó, y se separaron adentro. Neil era el único hojeando por el pasillo de ropa en este momento del día, pero una mujer anciana ya vigilaba el vestuario. Hizo una pausa para clasificar las devoluciones el tiempo suficiente para desbloquear uno de los puestos de Neil. Escuchó que la cerradura se enganchaba detrás de él y luego se encogió de hombros. Se quedó quieto con ambas manos en su camisa cuando vio su reflejo. La sangre de Drake lucía casi negra donde se secó en salpicaduras en su camisa. Neil pensó que era la sangre de Drake, de todos modos. Podría haber sido tan fácil como el de Andrew. Por un momento, olía a fresco: agudo, caliente y agrio. Hace unos cuantos mese Wymack los llamó para decirles que Seth había muerto por una sobredosis. Neil le dijo a Andrew esa noche que él no entendía el manejo detrás del suicidio. Andrew ignoró su interpretación. Ese despido casual enmascaró una comprensión más profunda. Andrew dijo que el comportamiento autodestructivo de Seth era la única salida de Seth. Neil no había entendido en ese entonces porque él siempre había tenido una salida. Había siempre una puerta trasera por la cual salir inadvertido, un bus que coger, un ferry que tomar. Podría ser horrible y aterrador, pero aún le daba una vaga esperanza de supervivencia. No podía imaginarse una vida sin esa comodidad. Neil giró una mano para ver su muñeca intacta. Su cuerpo tenía innumerable cicatrices de su vida huyendo, pero ninguna de ellas era auto-infligidas. Neil arrastró sus uñas romas por su brazo, observó pálidas líneas rojas florecer en su piel, y redirigió su atención a la tarea que tenía en sus

manos. No tomó mucho tiempo encontrar un atuendo que le quedara. Encontrar a Betsy era lo difícil, y mantuvo su distancia mientras ella terminaba de encoger los comestibles. Su canasta estaba lo suficientemente llena para que Neil sepa que estaba comprando para más que una sola comida. Casi pregunta cuánto tiempo piensa quedarse en Columbia, pero no quería comenzar otra conversación. Tenía que seguir lidiando con ella por la próxima etapa del viaje. Sin embargo, Betsy no dijo nada cuando llegaron al carro y los llevó a Exites. Neil entró solo con la tarjeta-p del equipo y compró un nuevo bastón de práctica. El precio no era nada fácil de digerir. Neil firmó el recibo, se guardó la copia en el bolsillo con una nota mental para disculparse con Wymack por ser tan caro, y llevó la raqueta al automóvil. Eso dejaba solo una parada en su lista. Después de su niñez en Baltimore, la casa de Hemmicks era el último lugar en el mundo en el que Neil quisiera estar. El carro de Andrew seguía aparcado en bordillo, y Betsy se detuvo detrás de él. Ella le ofreció a Neil una llave, pero Neil no hizo ningún movimiento para tomarlo. Su cerebro conectó las piezas pero se rehusaron a aceptar la imagen final. Andrew ni siquiera había dejado manejar su carro a Aaron ni a Kevin.

—Tienes una licencia, ¿no? —preguntó Betsy. Neil tenía un par, pero ninguna tenía su nombre correcto en él. —Sí. —¿Conoces el camino de regreso o te sigo? —Sigue adelante —dijo Neil, tomando por fin la llave—. Tengo que ir por los cuchillos de Andrew. —Esperaré aquí —dijo Betsy. Era la respuesta que Neil esperaba, si no la que quería, y no perdió tiempo discutiendo con ella. Cruzó el césped a la puerta delantera y presionó el timbre. Tomó tres intentos antes de que escuche movimiento al otro lado de la puerta. María abrió la puerta solo lo suficiente para que Neil viera la mitad de su cara. Neil no sabía si la culpa le ponía a la defensiva o si esperaba algún tipo de retribución violenta, pero él no tenía la energía para lidiar con ella obstruyéndolo. Enganchó una mano alrededor de la puerta, para que ella no pudiera golpearla sin romper sus dedos y clavó su zapato en la grieta tanto como pudo. —Déjame entrar —dijo Neil—. Dejamos algo aquí ayer. —Lo traeré para ti —dijo María—. Dime dónde encontrarlo. —En la cama que hiciste para tu propio sobrino —dijo Neil.

María se estremeció tanto que casi tiró de la puerta para cerrarla. Antes de que Neil tuviera que luchar para abrirse camino, ella soltó el pomo y se apartó de su camino. Se retiró fuera de su alcance y envolvió sus brazos alrededor de su cintura como si pudiera meterse en la nada. Neil pasó junto a ella y subió las escaleras. Luther no estaba a la vista. Neil esperaba que estuviera tras las rejas en alguna parte. Él había roto la puerta de la habitación la otra noche, y la llegada de técnicos y trabajadores de emergencia solo habían empeorado el daño. La puerta estaba entreabierta varias pulgadas esta mañana, pero alguien había pensado en poner una manta en el marco de la puerta como una cortina improvisada. Neil tiró de el para qué Luther y María tengas que arreglarlo de nuevo y lo arrojó a un lado. La puerta gimió cuando la abrió, y prendió la luz. Neil no era ajeno a la muerte y no se inmutó por la vista de la sangre, pero un vistazo a la cama arrugada le hizo parar. Las sabanas se habían ido, pero el colchón estaba manchado de un rojo negruzco donde Drake había sangrado. La pintura y las cortinas de la ventana todavía estaban salpicadas en algunos lugares. Neil miró a la cabecera como si hubiera visto las huellas dactilares de Andrew grabadas en la madera y tragó con fuerza contra una nausea vertiginosa. Respiró a través de su boca mientras cruzaba la habitación hacia la cama. El colchón estaba torcido por todo el manejo rudo de anoche, pero el somier lucía intacto. Neil enganchó sus manos debajo de él y lo levantó del marco. Las bandas de Andrew estaban exactamente donde Neil las había dejado, balanceándose en la tablilla de madera. Él las tomó y dejó el

somier caer. Dio un paso hacia atrás, luego se detuvo para mirar el desastre otra vez. No estaba seguro durante cuánto tiempo estuvo ahí viendo la sangre antes de que se diera cuenta qué era lo que estaba haciendo. Tenía que irse antes que Betsy venga a buscarlo. No quería que Betsy viera esto; no quería que empezara a hacer preguntas. Neil no tenía ninguna respuesta. Todo lo que él tenía era enojo y arrepentimiento. Bajó las escaleras lo más rápido que pudo sin tropezarse. María no estaba en el corredor, y Neil dejó la puerta frontal completamente abierta detrás de él. Pasó entre los carros para que Betsy pueda ver las bandas que llevaba y fue hacia el lado de la puerta del conductor del Carro de Andrew. Él abrió la cerradura, se subió y cerró la puerta detrás de él más fuerte de lo que debería. Sabía que Betsy estaba esperando por el para hacer su primer movimiento, así que ajustó su asiento y espejos lo más rápido que pudo. Deslizó la llave en el contacto, pero su mano se agarrotó antes que pudiera girarla. Neil aprendió a manejar en Europa cuando tenía trece, pero nunca antes había conducido solo. Siempre habían sido él y su madre tomando turnos mientras pasaban noches en la carretera. Desde su muerte había hecho auto-stop, caminado, y se familiarizó con las locuras del transporte público estadounidense. Ahora estaba allí solo, con el camino extendido delante de él y el volante crujiendo bajo sus dedos apretados. Respiraba a través de su nariz y expulsaba el aire por la boca, tratando de no oler la sangre y agua salada. Neil revisó los otros asientos como si esperara encontrar sangre en ellas y giró la llave en

el contacto casi lo suficiente como para romperla. Neil se apartó de la acera y condujo de regreso a la casa de Andrew. Nunca antes había conducido en Columbia, y esta era solo su segunda vez en la casa de Hemmicks, pero él había prestado atención en el viaje en coche. Todavía tenía que pensar sobre ello, pero el continuo tráfico le dio tiempo suficiente para resolverlo. Estaba agradecido por la distracción. Si estaba revirtiendo giros en su cabeza, no estaba pensando en colchones ensangrentados y en la alegría inapropiada de Andrew. Un auto desconocido estaba estacionado detrás que el de Wymack. Neil supuso que Waterhouse tenía un comienzo temprano en su día y en su nuevo caso. Se detuvo en el camino de la entrada y dejó a Betsy aparcar detrás de él. Betsy lucía como si podía con las compras, así que Neil tomó sus propias cosas y abrió la puerta. Revisó la sala primero, la encontró vacía, y continuó con la cocina. Abby y Wymack estaban sentados en la cocina. Neil le dio a Wymack el recibo y la tarjeta. —Te puedo pagar lo uno de ellos. —¿Parece que necesito tu dinero, sabio? —preguntó Wymack. El crujido de las bolsas de plástico anunció la llegada de Betsy. La habitación se sintió miles de veces más pequeña con los tres allí. Neil retrocedió un par de pasos de la mesa para darse un respiro y preguntó: —¿El abogado está aquí? —Ambos lo están —dijo Wymack, y miró a Betsy—. ¿Te importaría explicar eso? Betsy asintió pero preguntó: —¿Dónde están Nicky y Kevin? —Nicky trató de abrazar a Andrew y casi consigue una apuñalada con un cuchillo de cocina —dijo Wymack—. Kevin fue lo suficientemente inteligente para retirarse de aquí. La última vez que vi a alguno de ellos, estaban encerrados en la Habitación de Nicky. —¿Está herido? —David estaba ahí, gracias a Dios —dijo Abby—. Si hubiera sido un segundo más lento… Betsy miró a Neil. —¿Te importaría ir a verlos? Solo necesito un minuto con David y Abby. Neil puso su raqueta aparte y bajó el pasillo para cambiarse. Puso su ropa ensangrentada en la bolsa bacía de plástico y la enterró al fondo del tacho de basura del baño. Lucía limpio cuando miró

su reflejo, pero se seguía sintiendo sucio. Revisó sus uñas en busca de sangre, luego se inclinó cerca del espejo y revisó sus raíces. La última ronda de tinte aún se conservaba. Tenía su mano en el pomo cuando escuchó es sobresalto de Abby. No pudo entender sus palabras desde esa distancia, pero entendió su ira incrédula sin problemas. Puso una oreja en la puerta, pero ella fue rápida al bajar su voz otra vez. Neil giró el pomo lo más silencioso que pudo y consiguió abrir la puerta. Mantuvo su respiración, esperando a que la puerta crujiera y lo delatara, pero nada vino. Lo más pronto que pudo se escabuchó al salón. La habitación d Nicky estaba lo suficientemente cerca que nicky y Kevin habrían podido escuchar el sobresalto de Abby, pero la puerta de Nicky se mantuvo cerrada. No había ruido alguno escalera arriba tampoco. Neil dio unos pocos pasos silenciosos hacia la cocina. Era obvio que Abby estaba tratando de mantener su voz baja, pero su tono estridente ayudó a que sus palabras se transmitieran. —El tipo de trauma con otro no va a solucionar nada. Solo empeorará las cosas. Entiendo a lo que quieres llegar, pero esta no es la forma. —Esta es la única solución ética —dijo Betsy. —No puedes– —Sí puede —dijo Wymack, cortando a Abby. Abby hizo un sonido estrangulado como si no pudiera creer que Wymack estaba en contra suya. La cocina estuvo en silencio por un tnso momento antes de que Wymack hable otra vez—. Si estas segura que esta es la mejor opción, no te voy a detener. Confío en que hagas lo mejor por mis chicos. —Lo siento —dijo Betsy—. Sé lo que esto significa para tu temporada. —Estás preocupada acerca de Andrew —dijo Wymack—. Lo estaré por mi temporada. —Andrew no estará de acuerdo con esto —dijo Abby, un último esfuerzo por cambiar sus mentes—. Ir significaría dejar a Kevin detrás. Ellos no han tenido más que un campus entre ellos desde que Andrew tomó a Kevin bajo su ala. Él no va a cambiar las cosas ahora, especialmente no con Riko en nuestro distrito. —Andrew no tiene que estar de acuerdo —dijo Wymack—. Es la llamada de Betsy. Neil había escuchado suficiente. Entró en la cocina. Betsy había tomado un asiento en la mesa. Abby y Wymack estaban tan concentrado en ella que no se dieron cuenta de la llegada de Neil, pero Betsy estaba de cara a la puerta y mirando hacia su entrada. No lucía para nada sorprendida por encontrarlo espiándolos. —¿A dónde te lo estás llevando? —preguntó Neil.

Abby se sobresaltó y le dirigió una mirada culpable. —Neil, no te escuché entrar. Neil la ignoró e insistió: —¿A dónde te lo estás llevando? —Al hospital Easthaben —dijo Betsy—. Voy a sacar a Andrew de su medicación. Neil sintió el piso temblar bajo sus pies —¿Qué? —Aún no es oficial —dijo Betsy—. Necesito al Sr. Blackwell para que lo firme. Él fue el fiscal en el juicio de Andrew. Está aquí ahora con el Sr. Waterhouse para evaluar la situación. Dudo mucho que él impugne esto, así que deberíamos poder enviar a Andrew a Easthaven esta tarde. —Enviarlo, o encerrarlo —dijo Neil. —Cuando el Dr. Ellerby y el Sr. Waterhouse redactaron el acuerdo original, lo hicieron de una manera que obtendría la menor resistencia de la fiscalía. Uno de los términos con los que Andrew estuvo de acuerdo fue la supervisión de veinticuatro horas durante su rehabilitación. Easthaven es uno de los mejores hospitales del estado. Él estará en buenas manos. —¿Pero por cuánto tiempo? —No se ha establecido —dijo Wymack—. La rehabilitación de Andrew fue establecida para mayo así que estará fuera de clases. Tomará tiempo sacar las drogas de su sistema. Una vez que su cabeza se haya aclarado el personal tendrá que descubrir el siguiente paso en su tratamiento, ya sea terapia continua o algún nuevo tipo de pastilla de la felicidad. Tomemos la total incapacidad de Andrew para cooperar en cuenta y estamos calculando tal vez unas cuatro o cinco semanas. —Si lo traemos de vuelta para Año Nuevo sería un milagro —dijo Abby, con una insinuación de su antigua frustración—. Lo estás forzando a atravesar el retiro y la recuperación al mismo tiempo. —Es ambos o ninguno —dijo Betsy—. Lo sabes. —Hazlo —dijo Neil cuando Abby empezó a discutir otra vez. Su orden sin aliento tuvo la atención de los tres, pero Neil solo tenía ojos para Betsy. Quería lastimarla en el auto por reforzar las horribles reglas de la medicina de Andrew. No se había defendido porque sabía que no necesitaba hacerlo. Ella sabía lo mismo que él, lo cruel que era mantener a Andrew en sus drogas, y ya había contactado a las personas que podrían ayudarlo. La sonrisa de Betsy fue pequeña y aprobadora.

—Prometo que trataré. ¿Nos deseas suerte? Cogió una nueva barra de chocolate del mostrador y condujo a Wymack y Abby escaleras arriba. Neil realmente no creía en la suerte, pero los miró alejarse y lo esperó de todos modos.

CAPÍTULO 13 Traducido por Viv_J Corregido por Cotota

La puerta de la habitación de Nicky estaba desbloqueada, por lo que Neil pudo entrar sin llamar. Nicky y Kevin estaban en la cama de Andrew, pero no se estaban hablando. Kevin estaba rígido y silencioso al pie de la cama y Nicky estaba tendido de boca arriba en el medio. Neil miró de una cara demacrada a la otra, luego dejó la raqueta a un lado y cerró la puerta. La mirada de Kevin fue inmediatamente hacia la raqueta. Nicky no se dio cuenta, demasiado ocupado mirando el techo. Neil se sentó en la cama entre ellos. No tenía sentido preguntar si Nicky estaba bien; cualquiera con ojos podría ver que no lo estaba. Lo mejor que se le ocurrió fue un insustancial: ―Hola. ―No deberíamos haber venido aquí ―dijo Nicky, sonando tan miserable como parecía―. Debería haber escuchado todas esas veces que Andrew me dijo que renunciara a ellas. Si lo hubiera hecho, no estaríamos aquí en este momento. Andrew no... ―Nicky cerró los ojos y respiró profundo, vacilante―. ¿Qué he hecho? ―No hiciste nada ―dijo Neil. Buscó palabras, pero las que encontró no eran suyas. Eran los de Wymack, compartidas con Neil para aliviar su culpabilidad por la muerte de Seth―. No sabías que esto iba a suceder. Ninguno de nosotros lo sabía. Si lo hubiéramos sabido, no hubiéramos venido. ―Betsy también dijo eso, pero ¿realmente lo crees? ―Nicky preguntó―. ¿Lo haces? Sabíamos que Andrew no quería venir pero lo hicimos de todos modos. Debería haber confiado en él. Debería haber sabido que era algo grande si pudiera guardar rencor a todas esas drogas ―Esto es culpa de tu padre ―dijo Neil―. Puso a Andrew hasta arriba. ―Con alcohol ―dijo Nicky, con una risa rota―. Él nos contó, a la policía y a mí anoche. Habló con Andrew sabiendo que iba a terminar con una discusión. Le prometió a Andrew alcohol como una ofrenda de paz. Fue idea de Drake, ¿ves? Papá solo le dijo a Andrew que la botella estaba arriba, y Drake y Andrew tendrían toda la privacidad que necesitaban para ‹trabajar en sus problemas› ―un tono salvaje se deslizó en la voz de Nicky mientras se burlaba de las palabras de su padre. ―No había botella ―adivinó Neil. ―Hubo. Eso es con lo que Drake golpeó a Andrew. Hijo de puta ―la cara de Nicky se arrugó y se volteó dándole a Neil la espalda―. Tengo que llamar a Erik. Todavía no se lo he contado. No sé por

dónde empezar. ―Te daremos espacio ―dijo Neil, y se levantó de la cama. Nicky no respondió, pero Neil no estaba esperando. Volvió por el pasillo a la cocina y se sorprendió un poco de que Kevin lo siguiera. Kevin tomó el respaldo de una silla del comedor y miró a lo lejos. Neil esperó para ver si decía algo, luego se dispuso a buscar su desayuno. Betsy compró suficientes comestibles para el desayuno y el almuerzo, nada más. O se sentía optimista o esta noche estarían de regreso en el campus. Neil esperaba que alguien pensara en llamar a la oficina de registros sobre su ausencia a clase. Wymack también debe haber llamado a los otros Foxes. Neil se preguntó si Wymack les contó la historia completa o si simplemente canceló las prácticas del día y prometió una explicación para más tarde. Matt sabía que vendrían los padres de Nicky, lo que significaba que las chicas lo sabían. Probablemente pensaban que la racha violenta de Andrew lo había beneficiado en la reunión. ―Lo investigamos ―dijo Kevin al fin, con una voz llena de una emoción desconocida. No fue dolor y no fue muy culpabilidad―. Miramos antes de ofrecerle un lugar en la línea. No vimos nada al respecto. Nadie lo sabía. ―No quería que nadie lo hiciera ―dijo Neil, descargando los alimentos del desayuno en el mostrador. Era, en el mejor de los casos, un cocinero aceptable, pero afortunadamente Betsy se había ido a buscar comida casera básica: galletas, tocino, huevos y dos bolsas de queso del tamaño de un bulto. Incluso Neil podría manejar eso. ―Pero lo sabías. ―Sabía que la policía de Oakland estaba investigando ―dijo Neil―. No sabía por qué, pero no tiene sentido que Drake viniese aquí. Higgins estuvo aquí hace un mes. ¿Por qué esperar tanto tiempo y por qué arriesgarse? La policía puede rastrear fácilmente un boleto de avión. Kevin solo negó con la cabeza, entonces Neil volvió al desayuno. Solo había terminado un poco de tocino antes de que una puerta se abriera en el piso de arriba. Neil movió apresuradamente el tocino de la sartén a algunas toallas de papel. Las pisadas en las escaleras eran demasiado rápidas y ligeras como para pertenecer a cualquier miembro del personal, no estarian a solas por mucho tiempo. Parecía que Andrew estaba trayendo una multitud completa con él. ―Kevin ―llamó Andrew mucho antes de ser visto. Kevin casi derriba la silla en su apuro por responder. Neil miró desde la puerta cuando Andrew se detuvo casi justo contra Kevin. Andrew acaricio a Kevin por lesiones imaginarias y Kevin permaneció inmóvil hasta que terminó. Neil miró a Betsy, que se detuvo al pie de la escalera. Wymack estaba en la escalera con dos extraños detrás de él, y Abby no estaba cerca. Neil supuso que ya no quería ser parte de esto.

―Todavía en una sola pieza ―dijo Andrew con un gesto satisfecho―. Por cuánto tiempo más, me pregunto. Esta es una mala idea, Bee. Lo sabes tan bien como yo. ―¿Qué pasa? ―Kevin preguntó. ―Oh, pero no lo has escuchado ―Andrew le hizo un gesto a Kevin para que se inclinara más cerca pero no bajó la voz―. Listo, se acabó el tiempo. Se van a deshacer de todo por nosotros ―pasó el pulgar por su sonrisa maníaca y se rió―. ¡Alguien debería advertir a los médicos que estén de turno! tienen que cerrar la puerta y tirar las llaves cuando yo termine con ellos. ―Deshazte de eso ―se hizo eco Kevin, pero solo le tomó un momento darse cuenta. Fijó a Betsy con una mirada aturdida―. Es muy temprano. ¿Qué crees que estás haciendo? ―Lo correcto ―dijo Betsy. Andrew giró hacia Betsy, encantado por la reacción de Kevin. ―Mira esa cara, Bee. Él me quiere más sobrio que casi cualquier otra persona, pero solo si el momento es correcto. Te lo advertí, ¿no? ¿Quién se ocupará de Kevin si me voy? No puedo confiar en él deambulando por aquí solo, y el entrenador no puede estar con él todo el tiempo. Kevin es un tipo de trabajo de tiempo completo. ―Nos encargaremos de eso ―dijo Wymack. ―Oh, vamos, entrenador ―dijo Andrew―. Tienes que hacerlo mejor que eso. Inténtalo de nuevo; esperaré aquí mientras piensas en algo más convincente que decir. ―Yo lo cuidaré ―dijo Neil. Kevin se volvió para mirarlo, y Andrew apartó a Kevin del camino para poder ver mejor a Neil. Neil se había sorprendido de la sonrisa de la cara de Andrew al decir eso, pero desapareció en un abrir y cerrar de ojos. ―¿Tú? ―Andrew preguntó. Eso fue todo lo que dijo, pero esa sola palabra decía suficiente. Neil no respondió, satisfecho con esperar a que Andrew se acercara. No tomó mucho tiempo. Andrew dio un par de pasos rápidos en su dirección y empujó a Neil tan fuerte como pudo. Neil sabía lo que venía y trató de prepararse para ello, pero aún así retrocedió un par de pasos. Uno de los extraños comenzó a hablar, probablemente tratando de llamar a Andrew al orden. Neil vio a Wymack moverse por el rabillo del ojo, tal vez desviando la intervención por ser innecesario, pero no se atrevió a quitarle los ojos de encima a Andrew para comprobar. Cuando Andrew lo empujó de nuevo, Neil se agarró de sus brazos y tiró de Andrew con él. ―Oh, Neil ―dijo Andrew, y cambió al alemán―. Tú y yo sabemos que tienes un terrible sentido del humor, así que esto no puede ser una broma. ¿Qué crees que estás diciendo? ¿Qué estás tratando de hacer?

―Asumir la responsabilidad ―dijo Neil en alemán. ―Por lo general eres un buen mentiroso ―dijo Andrew―, pero esta vez no estás engañando a nadie. ¿Debo creer que mantendrás tu posición si Riko viene hacia ti? Tal vez regrese y tú hayas huido. ―Si me fuera a ir, lo habría hecho en el banquete cuando Riko me llamó por mi nombre ―dijo Neil―. No voy a mentir y decir que no pensé en eso, pero decidí quedarme. Confié en ti más de lo que temía. Así que confía en mí ahora si puedes. No iré a ningún lado. Me ocuparé de Kevin hasta que vuelvas. ―Confiar en ti ―Andrew enunció cada palabra como si nunca las hubiera escuchado antes. Él rió con sus dedos apretados alrededor de la barbilla de Neil―. Mientes, y mientes, y mientes, ¿y aun así, crees que voy a confiar a ti su vida? ―Entonces no confíes en ‹Neil› ―dijo Neil―. Créeme. ―Oh, pero ¿quién eres? ¿Tienes un nombre? ―Si necesitas uno, llámame Abram. ―¿Debería creer eso? ―Me llaman así por mi padre ―dijo Neil―. Abram es mi segundo nombre, es el nombre que mi madre usó cuando ella trataba de protegerme de su trabajo ―era el nombre que usaba en las prácticas de la ligas menores para que el entrenador realmente lo dejara jugar. Era extraño escucharlo en voz alta cuando alguien lo había llamado Neil en lugar de “Abram» en ocho años―. Pregúntale a Kevin si no me crees. Él lo sabe. ―Quizás lo haga. Neil esperó, pero Andrew no lo soltó. Con tanta gente mirándolos Neil no pudo levantar su camisa. Hizo lo siguiente mejor y arrastró una de las manos de Andrew debajo del borde. Presionó la palma de Andrew a la fea cicatriz en su abdomen. Los ojos de Andrew cayeron sobre la camisa de Neil como si pudiera ver la piel manchada de Neil a través del algodón oscuro. ―¿Lo entiendes? ―Neil preguntó―. Nada de lo que Riko haga, me obligará a irme y dejarlo. Los dos estaremos aquí cuando regreses. Los dedos de Andrew se movieron contra la piel de Neil. ―Alguien me mintió. Estas cicatrices se sienten un poco difíciles para un niño huyendo. ―La historia que te di era mayormente cierta ―dijo Neil―. Podría haber omitido algunos detalles críticos, pero sé que no estás realmente sorprendido por eso. Si sobrevivimos este año y sigues interesado, puedes pedírmelos más tarde. Creo que es tu turno en nuestros juegos secretos, de

todos modos. Andrew lo liberó y cruzó sus brazos sobre su pecho. Él tamborileó los dedos de una mano sobre su bíceps mientras pensaba. Finalmente se carcajeo y se alejó. Volvió al lado de Kevin y le sonrió. En lugar de preguntar sobre el nombre de Neil, dijo en inglés: ―Tendrá algo que hacer, ¿no es así? Kevin parecía que se había tragado una piedra, pero Andrew no estaba esperando su respuesta. ―Bee, veré si Nicky todavía está respirando. Entonces podemos irnos, ¿de acuerdo? Cuanto antes comencemos, antes podremos resolver este problema. ―Podrían esperar a Aaron ―dijo uno de los abogados. Neil supuso que eso significaba que era Waterhouse, el abogado del gemelo―. Estoy en camino de atraparlo ahora. ―No hay tiempo para eso ―dijo Andrew―. Él puede tomar un número y esperar. Él fue hacia el pasillo a la habitación de Nicky. Betsy vio que la puerta se cerraba detrás de él, y luego envió a Neil una mirada pensativa. Neil miró a Kevin para que no la mirara. Kevin miraba fijamente a Wymack como si esperara que Wymack pusiera fin a esto. Wymack lo ignoró y vio a los abogados afuera. ―¿Aaron? ―Neil preguntó cuándo Wymack regresó solo. ―Waterhouse cree que puede hacer que Aaron sea liberado hasta el juicio en su reconocimiento ―dijo Wymack―. La madre de Matt se ofreció a enviar dinero por su fianza, si era necesario. Waterhouse intentó reunirse con Aaron anoche y avisarle, pero él no lo vio. Esperemos saber de todo esto ―movió la barbilla como para indicar la próxima partida de Andrew―, lo pondrá en movimiento, pero ¿quién sabe cuándo se trata de esos dos? Hablando de imbéciles impredecibles, ¿cuándo sucedió eso? ―¿Cuándo hizo qué? ―Neil preguntó. Wymack lo miró. ―Olvídalo. ―No puedo creer que estés enviando a Andrew lejos ―dijo Kevin, un poco bruscamente. ―Técnicamente no lo estoy ―dijo Wymack―. Betsy sí. Y realmente no importa lo que creas, porque ya está arreglado. ―¿Qué hay de la temporada? ―Kevin preguntó―. ¿Qué hay de Riko? ―¿Qué pasa con Andrew? Intenta pensar en alguien y en otra cosa solo por un momento ―

Wymack esperó un momento para asegurarse de que la acusación se hundiera. ―Sé que tienes miedo, pero él necesita esto Kevin. No es bueno para ti hasta que no solucione su problema, y ​​no puede ordenar una maldita cosa cuando está zumbando a cinco kilómetros del suelo. Tú lo sabes. Betsy esperó un momento para ver si Kevin hablaba, y luego dijo: ―No sé, ¿cuánto tiempo llevará ingresar a Andrew, David? Probablemente sea mejor si no me esperas. ―Podríamos ―dijo Wymack, pero Betsy solo negó con la cabeza. Una puerta que se abría en el pasillo distrajo a Wymack y frunció el ceño cuando Andrew regresó―. Cuando dijiste que ibas a ver si estaba respirando, supuse que ibas a tomarte el tiempo para explicárselo. ―Sabes lo que dicen sobre las personas que asumen, Entrenador ―Andrew sonrió y metió sus manos en los bolsillos de sus jeans―. Sigue respirando y no está sangrando, así que le dije que volvería más tarde y que podríamos hablar sobre eso. Es técnicamente cierto. Deje que Neil se encargue de las consecuencias si a Nicky no le gusta. Bee, vámonos. Wymack les dejó llegar hasta la puerta antes de llamar: ―Andrew. No me dejes a solas con estos imbéciles por mucho tiempo. Me estoy volviendo demasiado viejo para lidiar con su drama. ―Oh, tanto tu como yo ―dijo Andrew. Betsy cerró la puerta detrás de ellos. Neil solo podía distinguir el sonido de su motor arrancando, y luego todo quedó en silencio. Andrew se había ido. El silencio que descendió sobre la casa fue casi sofocante, pero no duró mucho. Wymack sacó los cigarrillos de su bolsillo y sacudió uno en su mano. Lo tenía hasta la mitad de su boca antes de detenerse y mirar a Neil. Cuando le ofreció, Neil no dudó en tomarlo. Wymack le dejó usar el encendedor primero. Neil pasó el cigarrillo de mano en mano, tratando de dispersar el fino rastro de humo lo mejor que pudo. ―Mira ―dijo Wymack―. Sé que siempre les he dicho a todos que acepten sus problemas personales con Betsy o Abby. He dicho que no es mi lugar entrar en nada fuera de la cancha. Espero que ya se hayan dado cuenta, solo soplo aire caliente. No soy muy bueno para ser un hombro en el que llorar, pero tengo un par de orejas que funcionan. ―No hay nada que decir ―dijo Neil. ―Tal vez no en este momento ―dijo Wymack―, pero esa oferta no expirara. Averigua qué necesitan ustedes dos para sobrellevar esto y háganoslo saber. Nos sentaremos con todos mañana para ver cómo proceder desde aquí, pero no tienes que esperar hasta entonces para hablar. Sin embargo,

tengo que hacer algunas llamadas. ¿Estarás bien aquí por un tiempo? Cuando Kevin no dijo nada, Neil dijo: ―Sí, entrenador. Wymack salió a atender sus llamadas en el frío. Neil miró a Kevin con expresión sombría y debatiendo sobre Nicky. No tenía la energía para lidiar con la reacción de Nicky, por lo que fue a la cocina. Dejó el cigarrillo en el borde del mostrador y volvió a preparar el desayuno. Consiguió algunas rondas más de tocino antes de que Kevin se uniera a él y se sentara a la mesa. ―Riko nos va a separar ―dijo Kevin. ―Tal vez ―dijo Neil. Nicky apareció cuando Neil estaba sacando las últimas tiras de la sartén. Los miró, pero se fue sin decir una palabra. Neil lo escuchó subir y bajar por el pasillo y adivinó que Nicky estaba buscando a Andrew. Sabía que tenía razón cuando Nicky subió las escaleras y volvió a bajar casi de inmediato con Abby no muy atrás de él. Se demoró en la puerta, el teléfono aún apretado en un puño como si hubiera olvidado que lo llevaba, y miró a Kevin y a Neil. ―¿Donde esta él? ―Betsy se lo llevó ―dijo Abby―. Ahora está en desintoxicación. ―Oh, gracias a Dios ―dijo Nicky, con voz irregular. La mirada en el rostro de Abby dijo que todavía no estaba cómoda con este plan, pero sabiamente guardó silencio. Nicky caminó por la habitación y se hundió en una de las sillas vacías. Dejó caer su teléfono sobre la mesa y enterró su cara en sus manos. Abby se sentó a su lado y le pasó un brazo por los hombros. Nicky se apoyó contra ella pero no dijo nada más. Abby apoyó su mejilla en su cabello y miró por encima de la cabeza de Nicky a Neil. Neil se dio vuelta y rompió los huevos Wymack apareció un par de minutos más tarde, y los cinco se sentaron al desayuno más incómodo que Neil había sufrido. El teléfono de Wymack sonó al menos treinta veces en el tiempo que tardó en terminar su comida. Wymack leyó todos los mensajes a medida que aparecían, pero no respondió a ninguno de ellos. Neil casi esperaba que Abby dijera algo sobre el ruido, pero lo dejó caer como si no lo notara. Las horas entre el desayuno y la llegada de Aaron parecieron años, pero finalmente Waterhouse apareció con Aaron a cuestas. Los dos se sentaron con Wymack y Betsy para discutir los parámetros de la liberación de Aaron. Neil, Nicky y Kevin escucharon escondidos en el pasillo. Aaron era de ellos hasta el juicio, pero estaba muy lejos de haber terminado. Waterhouse se mantendría en contacto con él y le enviaría todos los documentos que necesitaria firmados, y Aaron debería alertar a Waterhouse cada vez que dejara el estado, pero aparte de eso, Waterhouse era optimista.

Cuando los sofás crujieron al final de la reunión, Nicky y Kevin se dispersaron. Neil se quedó donde estaba hasta que Wymack y Waterhouse pasaron, luego se metió en la sala para mirar a Aaron. Abby estaba sentada en el sofá junto a Aaron, pero el espacio entre sus cuerpos era revelador. Aaron estaba inclinado hacia adelante con sus brazos cruzados sobre sus rodillas y su mirada en el piso. ―Aaron ―dijo Abby con cuidado, como si no estuviera segura de la reacción. ―Vete ―dijo Aaron. Abby se levantó y se fue. Pasó sobre Neil como si fuera a convertir a Neil en el pasillo delante de ella, pero Neil evadió su mano inquisitiva y fue hacia Aaron. Abby esperó, probablemente esperando que echaran a Neil también. Cuando Aaron no dijo nada acerca de la presencia de Neil, Neil miró a Abby. Ella negó con la cabeza y los dejó en paz. Neil miró para asegurarse de que ella se había ido, luego se agachó para ver mejor la cara de Aaron. ―Ya se fue, ¿no? ―dijo Aaron. ―Sí ―dijo Neil―. Intentaron hacer que se quedara, pero él quería desaparecer antes de que regresaras, no quería hablar contigo. ―Eso es un cambio en el ritmo ―el tono burlón de Aaron se desinfló. ―¿Lo sientes acaso? ―Pregunto Neil―. Le quitaste a su familia. Si una mirada pudiera matar, la que Aaron le disparó a Neil debería haber desollado la piel de sus huesos. ―Ese hombre no era su familia. ―Técnicamente, estaba a solo un par de firmas de ser el hermano legal de Andrew. De todos modos, no era lo quería decir. Me refería a los padres de Drake, Cass y Richard Spear ―dijo Neil―. Iban a mantener a Andrew. Drake era un inconveniente con el que Andrew estaba dispuesto a vivir a cambio. ―Un inconveniente ―repitió Aaron mientras se ponía de pie―. Jódete. ―Y ahora Drake está muerto ―dijo Neil―. ¿Crees que Cass alguna vez perdonará a Andrew? No importa lo que Drake le haya hecho. Ella no podrá mirar Andrew sin saber que su hijo está muerto por su culpa. ―No me importa ―Aaron dio una salvaje sacudida de su mano―. No me importa si Andrew nunca me vuelve a hablar. No me importa Cass, Drake ni nadie. Lo que Drake hizo... no. Si pudiera traerlo de la muerte y matarlo de nuevo, lo haría. ―Bien ―dijo Neil en voz baja―. Entonces ahora entiendes por qué Andrew mató a tu madre.

No era para nada lo que Aaron estaba esperando. Estaba tan enojado que tomó un par de segundos para que las palabras realmente se registraran, y luego retrocedió ante Neil. ―¿Por qué él? ¿Qué? Eso no es lo mismo. Él no hizo eso por mí. ―Me dijo que lo hizo ―dijo Neil―. Ni siquiera tuve que preguntarle. Él le advirtió que dejara de golpearte y ella no lo hizo. No le quedó más remedio que deshacerse de ella. Como anoche, ¿no? Drake estaba lastimando a Andrew, e hiciste que él se detuviese. ―Excepto que mentí ―dijo Neil, poniéndose de pie―. A diferencia de ti, él no está enojado con eso, interferiste. Solo lo dije porque necesitaba que entendieras. ―No sabes nada ―dijo Aaron. ―Sé que tienes un par de semanas para pensarlo ―dijo Neil―. Cuando Andrew vuelva sobrio, vas a tener que hablar de esto. No podrás ir a ninguna parte si comienzas con Drake, así que bien podrías comenzar con tu madre. Ahora salgamos de esta ciudad. No habían traído mucho con ellos, por lo que no había nada que empacar excepto las pocas compras restantes. Neil esperó en el porche mientras Nicky cerraba con llave y revisaba la puerta, luego dijo: ―Puedo conducir si quieres sentarte detrás con Aaron. ―Andrew no lo permite ―comenzó Nicky, pero se detuvo, recordando tardíamente que Andrew le había dado a Neil su llave del coche. Nicky aún tenía que pensarlo, pero una mirada en la dirección de Aaron selló las cosas―. Sí, gracias. Neil tenía la llave del auto en su llavero cuando cruzó el patio. Él abrió las puertas para los demás y cargó su raqueta en el baúl. Wymack y Abby estaban parados a cada lado del automóvil de Wymack, esperando que los Foxes se instalaran. Neil se sentó en silencio en el asiento del conductor y cerró la puerta. Esa era la señal que necesitaban al parecer, porque Wymack y Abby subieron a su automóvil y encendieron el motor. Neil se alejó de la casa primero, y Nicky ofreció direcciones sutiles desde el asiento trasero hasta que estuvieron en la interestatal. Luego se calló, y nadie más habló. Solo faltaba una hora para llegar al campus, pero fue uno de los recorridos más largos de la vida de Neil. Observó el automóvil de Wymack desaparecer por el espejo retrovisor fuera del campus y continuó hacia Perimeter Road. Esperaba sentir algo de alivio cuando vio la Torre Fox a lo lejos, pero el dormitorio estaba donde estaban los otros. Neil no creía tener la energía para lidiar con sus compañeros de equipo hoy. Estuvo tentado de aparcar y salir a correr, pero le había prometido a Andrew que se quedaría con Kevin. Eso significaba seguir a Kevin y a los primos adentro y arriba. Wymack o Abby deben haber llamado antes, porque los de clase alta estaban esperando en el pasillo cuando salieron del ascensor en el tercer piso. Neil estaba un poco sorprendido de verlos

allí, considerando lo complicadas que siempre habían sido las cosas entre ellos y los gemelos, pero incluso Allison estaba presente. Parecía más incómoda que rota, pero eso era más de lo que esperaba. No era el único sorprendido, al parecer, porque cuando se detuvo para dejar que los demás se adelantaran a él, también se quedaron quietos. Los dos grupos se miraron el uno al otro en silencio por un minuto, ninguna facción estaba segura de cómo proceder, y luego Matt se hizo a un lado. Neil no se había dado cuenta de que Katelyn estaba parada con ellos, ya que se había escondido cuidadosamente detrás del cuerpo mucho más alto de Matt. Parecía tan insegura como agonizante, como si no estuviera segura de su recepción. No tenía que haberse preocupado, porque Aaron casi empujó a Nicky fuera de su camino cuando la vio. Tan pronto como él comenzó a caminar hacia ella, Katelyn corrió por el pasillo para encontrarse con él. Ella lo abrazó y lo atrajo hacia sí. Aaron se aferró a ella como si fuera la única cosa que lo mantenía en pie y le permitió poner su rostro en su hombro. Neil escuchó su voz, pero no lo que estaba diciendo. El sonido fue amortiguado cuando ella había presionado su rostro contra el cuello y la camisa de Aaron. Aaron no respondió, pero Katelyn no lo soltó. Renee bajó por el pasillo y le dio a Nicky un abrazo corto y apretado. ―¿Cómo estás? Nicky negó con la cabeza en silencio. Renee pasó un brazo alrededor de su cintura y se apoyó contra su costado para apoyarse. Luego miró a Kevin, pero Kevin estaba mirando a Aaron y Katelyn. Ella lo dejó solo y miró a Neil. Su mirada se desvió rápidamente de su rostro a la raqueta que había llevado desde el auto. Por la forma en que su mirada se detuvo, Neil sabía que Wymack le había dicho a los de clase alta lo que Aaron usó para golpear el cráneo de Drake. ―Deberíamos salir del pasillo antes de que la gente comience a bajar a cenar ―dijo Neil para que ella no le dijera nada―. Nicky y Aaron no necesitan lidiar con una multitud esta noche. Renee asintió y guio a Nicky por el pasillo. Tocó el hombro de Katelyn en su camino, en un silencioso llamado a seguir, pero no se detuvo a esperar por ellos. Dan y Matt entraron en la habitación de las chicas al acercarse, pero Allison esperó en el pasillo con las manos en las caderas. Estudió las caras de sus compañeras más jóvenes al pasar, pero no les dijo nada. Neil se detuvo en la entrada para ver a Aaron. Katelyn lo empujaba hacia ella, entonces Neil entró. Allison fue la última en entrar y cerró la puerta detrás de ellos. Neil se mantuvo a un lado en la sala de estar para poder pasar y observar cómo todos se acomodaban. La mesa de café estaba cubierta con botellas de licor y vasos limpios. Dan sirvió bebidas y Matt las repartió. Cuando Matt le ofreció uno a Nicky, Nicky agarró la muñeca de Matt en su lugar. ―Gracias ―dijo Nicky, un susurro ferviente―. No sé por qué lo hiciste, pero... gracias. ―Mamá dijo que aún les debía muchachos ―dijo Matt―. El entrenador no acepto su dinero cuando

lo ofreció el año pasado, así que pensó que ahora era igual de bueno. Si la madre de Matt pensó que publicar la fianza de Aaron era una respuesta apropiada a los primos que drogaban a Matt con pildoritas para dormir, tenía que ser tan disfuncional como los propios Fox. Neil estaba agradecido por su apoyo financiero, pero ociosamente esperaba nunca tener que conocerla. Neil era el único que quedaba en pie. Dan lo miró, pareció darse cuenta de que no iba a moverse de la puerta en algún tiempo, y siguió adelante. ―Mira, sé que tenemos nuestras diferencias, y sé que no hemos tenido el viaje más fácil. Pero todos somos Foxes. Somos un equipo, lo que le sucede a uno de nosotros nos sucede a todos nosotros, y nos vamos a ayudar mutuamente a través de esto. Si hay algo que necesiten, solo háganoslo saber. Ya sea espacio, una bebida, una oreja, lo que sea. Estamos contigo al cien por cien. Si no fuera tan terrible, sería genial. Esto era lo que Dan y Matt habían estado esperando todo el semestre: un catalizador para finalmente unir al equipo. Neil quería estar orgulloso de ella por aprovechar el momento de esta manera, excepto que sonaba tan sincera que dudaba de que se diera cuenta de lo que estaba haciendo. ―No sé si el entrenador te lo dijo, pero está en todas las noticias ―Matt miró desde Nicky a Aaron―. La gente nos ha estado preguntando sobre eso. ―Buscando chismes ―dijo Aaron, lleno de burla. ―Es la naturaleza humana ―dijo Allison―. Bien podría darles lo que quieren. ―Que te jodan. ―Suficiente ―dijo Dan, con una mirada de advertencia a Allison. Era demasiado tarde, porque Aaron ya se estaba levantando otra vez. Dan parecía listo para protestar, pero Aaron aún se aferraba a la mano de Katelyn. Aaron podría no querer su ayuda, pero era lo suficientemente inteligente como para saber que necesitaba a alguien en este momento. Los dos se fueron sin una segunda mirada hacia atrás, y Katelyn tiró de la puerta firmemente detrás de ellos. Neil la cerró con llave y volvió a la puerta de la sala de estar. Nicky parecía casi enfermo de su estómago mientras miraba la bebida en sus manos. Kevin estaba mirando la pared del fondo como si tuviera todas las respuestas. Renee se invitó a sí misma al espacio que Aaron acababa de abandonar y apoyó su hombro contra el de Nicky. ―¿Quieres hablar acerca de ello? ―Pasé la noche hablando con Betsy, y esta mañana hablando con Erik ―dijo Nicky―. No creo que

pueda hablar de eso ahora mismo. Pero más tarde, tal vez. Sí. ―¿Kevin? ―Dan preguntó. ―No debería haberse llevado a Andrew ―dijo Kevin en voz baja Nicky le lanzó una mirada horrorizada. ―Realmente no piensas eso. ―Siempre has sido el mayor crítico de sus drogas ―dijo Dan―. ¿Qué cambió? ―El momento ―dijo Neil―. Quedan dos juegos esta temporada y somos un gran candidato para los campeonatos de primavera. Si el ERC decide que Andrew ya no forma parte de nuestra alineación, estamos por debajo de las regulaciones de tamaño. Nos votarán de la lista y nuestro año ha terminado. Puedes apostar a que Riko será la primera de la que tendremos noticias. Kevin esta temeroso de eso’. ―A la mierda la temporada ―dijo Nicky acaloradamente―. Lo siento, pero Andrew es mi primo, y lo llevaré a campeonatos cualquier día. Si Betsy realmente lo ha llevado a desintoxicación después de lo que acaba de suceder, yo... ―no pudo obligarse a terminar, pero le dio un tirón enfático de su mano. ―Como si sintieras algo diferente ―Kevin le dijo a Neil. Neil le respondió a Kevin con una mirada pétrea. ―Tal vez si te hubieras quedado un momento más, hubieras entendido por qué ya no me importa. Cuando subiste, ¿lo oíste reír, Kevin? ―Dijo, ignorando la forma en que Nicky se estremeció y la mirada rápida que Dan le disparó a Matt―. Antes de que Drake incluso cayera al suelo. Así que sí, incluso me rendiría esta temporada. Y después de todo lo que ha hecho y cada riesgo que ha tomado por ti, será mejor que sientas lo mismo. ―No es tan simple ―comenzó Kevin. ―Entonces simplifícalo ―interrumpió Neil. Kevin se calló. Un minuto después, comenzó a beber en serio. Los demás se apresuraron a unirse a él. Renee y Neil observaron mientras sus compañeros trataban de beber a ciegas durante las siguientes horas. Cenaron en el dormitorio, aunque ninguno de ellos tenía mucho apetito. El repartidor llamó al teléfono de Renee cuando llegó a la recepción y Neil bajó con ella para recoger las bolsas. Había atletas yendo y viniendo en el vestíbulo, y Neil no se perdió la forma en que las conversaciones morían cuando los Foxes eran vistos. Afortunadamente, nadie fue tan estúpido como para molestarlos. Renee esperó hasta que estuvieron en el ascensor otra vez antes de preguntar:

―¿Y tú, Neil? ¿Estás bien? ―Estoy bien ―dijo Neil, y Renee no presionó. La cena tomó algo de ventaja sobre la embriaguez de sus compañeros de equipo, pero no para largo. Neil vio cómo se desmayaban uno a la vez. Esperaba que las chicas se retiraran a su habitación, pero solo Allison se levantó y se fue. Dan se durmió acurrucado contra Matt en el sofá, y Renee se inclinó en el piso con Nicky y Kevin. Neil escuchó su respiración apagada, el último hombre de pie, y finalmente fue a la puerta. Se sentó en una de las esquinas del salón para poder tener una pared a su espalda y así vigilar a todos. No era exactamente cómodo, dormía con las rodillas pegadas al pecho, pero enterró la cara en sus brazos y se obligó a dejar de pensar por esa noche. Las prácticas en la mañana generalmente comenzaban a las seis en el gimnasio del campus para pesas y cardío, pero en su lugar Wymack los dirigió al estadio a las diez al estadio. Neil manejó porque Nicky estaba en mal estado. A pesar de las pocas horas de descanso extra, la mayoría de los Foxes habían tenido suficiente para beber la noche anterior que todavía se veían con los ojos nublados donde se sentaban alrededor del vestuario. Aaron estaba visiblemente ausente, pero nadie se sorprendió y Wymack no hizo ningún comentario. Neil no había visto a Aaron en la habitación de los primos esa mañana y supuso que estaba escondido con Katelyn en alguna parte. ―Hablemos de la temporada ―dijo Wymack, porque era su trabajo mantenerlos en movimiento sin importar qué tragedia tratara de hacerles retroceder―. Pasé la mayor parte del día de ayer hablando con los entrenadores de Primera Clase sobre nuestra situación, comenzando con el Entrenador Rhemann.

Neil vagamente reconoció el nombre, pero estaba demasiado cansado para ubicarlo. La manera en que los demás se animaron le dijeron que el hombre era importante. Kevin, en particular, parecía sumamente interesado en escuchar lo que vendría después. ―Tengo una conferencia telefónica con el ERC esta tarde para determinar nuestro estado ―dijo Wymack―. No sé en qué dirección se van a balancear. Andrew todavía está inscrito como estudiante en Palmetto State. Easthaven y la oficina de registro acordaron esta mañana permitirle terminar el semestre a larga distancia. Eso significa que todavía tiene contrato con nosotros, entonces estamos dentro de Regs. ―Esto es un poco más drástico que tenerlo en una banca con una lesión. Una lesión es tratable y calculable. El tratamiento actual de Andrew no es en blanco y negro. Pero… ―continuó Wymack―. Rhemann se ha puesto de nuestro lado. Se ofreció a hablar en nuestro nombre si era necesario, y ayudó a que los demás lo aceptaran. Neil finalmente reconoció el nombre. James Rhemann fue el entrenador en jefe de USC Trojans, uno de los tres grandes en NCAA Exy. USC no tenía el récord impecable de Edgar Allan, pero los troyanos eran conocidos por su deportividad. Habían ganado el Premio Day Spirit por siete años consecutivos y aún no habían recibido una sola tarjeta roja: una hazaña imposible teniendo en

cuenta su larga historia y su clasificación. Tenía sentido que Wymack recurriera a ellos en busca de ayuda primero. ―A partir de esta mañana, el voto en los equipos de Primera Clase es casi unánime ―Wymack dijo―. Quieren que terminemos la temporada. ―Ellos… ¿qué? ―Dan casi se atragantó con eso―. ¿Por qué? Nunca nos han apoyado antes. ―¿Importa? ―Matt preguntó―. Si van a luchar contra el ERC por nosotros, lo tomaré. ―Tal vez se estén burlando de nosotros ―dijo Allison―. Hemos derribado demasiados equipos en el sudeste este año. Quieren que juguemos, y si fallamos al final, ellos querrán ponernos en nuestro lugar. Pero los engañaremos. Todavía tenemos a Renee, y eso es todo lo que necesitamos. ―No es una garantía ―dijo Wymack, levantando una mano para calmarlos―. El ERC tiene que escuchar, pero no tienen que aceptar. Solo quería que supieran que aún hay una posibilidad para nosotros. Eso significa que tenía que presentarlo hoy como si las noticias ya fueran buenas, ¿me entienden? y vayan a la cancha. Quiero una vuelta por cada vez que hayan dicho que la NCAA les ha dado la espalda. ―Oh, Jesús ―dijo Nicky―. Estaremos corriendo todo el día. ―Mejor comenzar, entonces ―dijo Wymack―. Muévanse, gusanos. A pesar de esa brisa, Wymack los detuvo después de recorrer tres millas. Se estiraron como un grupo, se cambiaron de ropa y corrieron a la cancha para los ejercicios. Wymack presionó hasta el mediodía, luego le dio el control a Dan y fue a atender la llamada del ERC. Saber que estaba en el piso de arriba discutiendo por su derecho a terminar la temporada era mucho más que molesto, pero Dan los mantuvo en movimiento para que no pudieran pensar en ello. Wymack se fue por casi una hora. Golpeó la puerta cuando regresó, señalando así una parada a la práctica. En lugar de esperar a que salieran de la cancha, se les unió. Los Foxes se quedaron congelados, temerosos de moverse, casi temerosos de respirar. La cara de póquer de Wymack no hizo nada por ayudarlos. Wymack se detuvo junto a Dan e hizo señas a su equipo. Neil se unió al grupo a su alrededor, con el estómago en sus zapatos. Quería decir lo que le dijo a Kevin ayer. No quería que la temporada terminara prematuramente, y definitivamente no quería perderse el campeonato, pero comprometerse con Andrew era lo correcto. ―Los necesito aquí a las seis en punto mañana por la mañana ―dijo Wymack―. Tenemos un juego para ganar el viernes. Dan gritó y saltó sobre él, y los otros Foxes se apresuraron a apilarse. Neil apenas podía distinguir el indignado chasquido de Wymack, miró a Kevin, que se estaba alejando como si no lo creyera.

Kevin no tardó en darse cuenta de la atención y miró a Neil. Parecía que estaba a punto de decir algo, pero Nicky se abalanzó sobre Neil y rompió su reprimenda. Neil se dio por vencido con Kevin, por ahora, y dejó que sus compañeros de equipo lo llevaran a su celebración.

CAPÍTULO 14 Traducido por Viv_J Corregido por Cotota

El miércoles por la mañana, Aaron apareció en la práctica. No dijo una palabra a nadie, ni siquiera a Wymack ni a Nicky, pero él estaba allí. Él estaba en el dormitorio a tiempo para el viaje a la práctica de la tarde también, así que Nicky hizo que Neil manejara de nuevo. No sirvió de nada, ya que él y Aaron no se hablaban en el asiento trasero, pero Nicky parecía esperar ese comportamiento frío. Esa tarde fue cuando los estudiantes de clase alta finalmente notaron quién conducía el auto de Andrew, y Matt se apresuró a preguntar al respecto. ―Nicky necesita más tiempo con Aaron ―dijo Neil. ―Cuando Andrew descubra que has robado su auto… ―Matt comenzó, pero dejó el resto de la amenaza sin decir. ―Andrew sabe ―dijo Neil―. Me dejó su llave. Matt lo miró, sorprendido. Él abrió la boca, luego la cerró de nuevo. Cuando Neil lo miró con el ceño fruncido, Matt solo negó con la cabeza. Neil lo dejó ir. Esa noche le pidió a Matt que le enseñara cómo pelear. Matt pareció sorprendido por la petición, pero estuvo de acuerdo, y pasaron el resto de la noche averiguando cuándo podrían reunirse para tomar clases. Las prácticas Exy ocupaban la mayor parte de su tiempo libre y Neil aún tenía sesiones nocturnas con Kevin. Afortunadamente, sus horarios se alinearon dos veces por semana entre clases. Matt prometió a Neil traerle un par de guantes la próxima vez que saliera. El jueves fue casi una repetición exacta del miércoles, excepto cuando fueron al comedor a cenar que Katelyn se unió a ellos. Quizás Aaron le advirtió a Nicky antes de tiempo, porque Nicky ni siquiera parpadeó cuando apareció con una bandeja. La reacción de Kevin fue un poco más obvia, pero parecía más calculador que desaprobador. Katelyn parecía nerviosa al principio, pero se calentó rápidamente y conversó casi sin parar durante la cena. Estaba tan entusiasmada con el hecho de que aparentemente nadie estuviera cansado de escucharla, pero Aaron se veía tan vivo en su presencia que Neil no podía sostenerlo en su contra. El viernes fue el juego. Debería haber sido una victoria fácil, pero la ausencia de Andrew y la nueva raqueta de Neil inclinaron las probabilidades un poco a favor de JD. Los Foxes aún ganaron por un margen de seis puntos, superando su récord de la temporada a once y dos, y Katelyn estaba esperando a Aaron cuando salió de la cancha.

Tal vez su abrazo fue lo que inspiró a Dan, porque tan pronto como los Foxes estuvieron en el vestíbulo ella dijo: ―Deberíamos celebrar. Nicky ni siquiera dudó. ―Solo si hay bebidas involucradas. El silencio que siguió fue revelador: Dan lo había dicho, pero no había esperado honestamente que los primos la aceptaran. Afortunadamente para todos, Renee se apresuró a unirse. ―Tenemos un par de botellas en nuestra habitación. Creo que la mayoría de ellas están medio vacías, pero debería haber suficiente para todos. Aaron miró a Renee como si le hubieran crecido tres cabezas. ―No socializamos contigo. ―Lo haces esta noche ―dijo Matt―. Dile a Katelyn que venga. ―Probablemente saldrá con sus amigos esta noche ―dijo Aaron―. No eran... ―Las Vixens también pueden venir ―dijo Dan. Cuando Allison le lanzó una mirada incrédula, Dan solo se encogió de hombros―. ¿Qué? He estado aquí durante cuatro años y probablemente solo conozco a cinco de ellos. Es triste, teniendo en cuenta que nos han acompañado todo este tiempo. No sé si podemos adaptar a todo el escuadrón en nuestra habitación, pero... ―Las salas de estudio del sótano son lo suficientemente grandes ―sugirió Renee cuando Dan se detuvo―. Dudo que alguien esté allí un viernes por la noche, para que podamos hacer tanto ruido como nos plazca. Los invitarás, ¿verdad, Aaron? ―No ―dijo Aaron, como si no pudiera creer que todavía estuvieran hablando de eso. ―Está bien, en serio ―dijo Matt―. ¿Qué tienes en contra de nosotros? a Andrew lo entiendo de algún modo. Pero lo tuyo no lo puedo entender. ¿Qué es lo que te hemos hecho alguna vez? ―Además de pagar tu fianza ―dijo Nicky amablemente―. Aaron, vamos. Aaron abrió la boca, la cerró de nuevo y miró a Nicky con una expresión de molestia. ―Estarás explicándole esto a Andrew cuando regrese. ―Oh, demonios no ―dijo Nicky, y señaló a Neil con el pulgar―. Voy a dejar eso a él. Gracias por aceptar eso por el equipo, Neil. Eres un verdadero amigo ―Nicky le sonrió a Neil, pero su diversión no duró. Parecía confundido por lo que vio en la cara de Neil y retrocedió con un―: No te

preocupes, enviaremos a Renee para respaldarte. Lo último que supe, es que Andrew solo gana la mitad de sus peleas, por lo que en realidad podrías sobrevivir. Uh. ¿Neil? Debería dejarlo ir, o al menos dejarlo para pensar más tarde, pero Neil no pudo resistirse. ―¿Estamos? ―Preguntó, porque no lo había dicho Betsy hace unos días. Él no lo había entendido entonces y ni siquiera lo había intentado, demasiado enojado y molesto por todo lo demás que estaba sucediendo. Esta noche casi significaba algo, aunque qué, Neil no lo sabía. Al darse cuenta de que Nicky no podía seguir su retorcido tren de pensamientos, Neil se obligó a decir―. ¿Amigos? Fue como si una palabra le quitara toda la alegría a Nicky, pero la mirada que cruzó su cara fue demasiado rápida para que Neil la descifrara. La sonrisa de Nicky regresó un segundo después, pero no llegó a sus ojos. Neil podría haberse disculpado, excepto que Nicky se acercó y restregó una mano enguantada sobre el cabello de Neil. ―Vas a ser la muerte absoluta para mí ―dijo Nicky―. Sí, chico. Somos amigos. Estás atrapado con nosotros, te guste o no. ―Si eso ha sido resuelto ―dijo Wymack desde la puerta de entrada―, lleven sus culos a las duchas. Estás goteando sudor por todo mi piso, apestan, y tengo mejores cosas que hacer esta noche, que ver como se ven. ―Sí, Entrenador. Los Foxes se separaron a los vestidores, pero Neil llevó la conversación con él a la ducha. Se paró bajo el rocío y miró sus palmas hacia arriba. Se preguntó qué significaba; se preguntó si podría significar algo para alguien como él. Tenía a Riko justo frente a él, el fantasma de su padre detrás de él, y seis meses antes de que Nathaniel dejara descansar a «Neil Josten» para siempre. Tener amigos no cambiaría nada. Pero, ¿realmente duele? Él no sabía. Solo había una forma de averiguarlo.

b

Acción de Gracias vino y se fue. Matt fue a su casa con su madre, Dan fue a ver a sus hermanas del escenario, y Allison fue con Renee. Los de clase alta le preguntaban a Neil solo una vez si se iba a casa para las vacaciones. No preguntaron por qué se estaba quedando, y Neil no perdió el tiempo inventando una mentira. Pasó el fin de semana de cinco días en Fox Tower con Nicky, Kevin y Aaron. Pasaron la mitad del tiempo en la cancha y la otra mitad holgazaneando en el dormitorio.

El Día de Acción de Gracias lo paso en la casa de Abby. Wymack se presentó, por supuesto, y pasaron la mañana tomando café y viendo el desfile en la televisión. Tan pronto como terminó, llegó el momento de ponerse a trabajar. Abby repartió tareas entre todos sus invitados y puso a Wymack a trabajar en la cocina con ella. La cena estaba lista a media tarde. Cuando Nicky le preguntó a Neil cuál era su plato favorito, Neil podría haber mentido y hecho referencia a cualquiera de los alimentos estereotipados que sabía que estaban asociados con Acción de Gracias. En cambio, practicó un poco de honestidad y admitió que nunca antes había celebrado Acción de Gracias. Las vacaciones no eran una prioridad en su familia. Nicky, por supuesto, reaccionó como si fuera la cosa más trágica que había escuchado. Neil no entendió la apelación. Cuando Nicky vio su rostro impasible, dijo: ―No se trata de la comida. Se trata de la familia. No necesariamente con la que nacimos, sino con la que elegimos. Esta ―enfatizó Nicky, gesticulando entre ellos―, las personas en las que confiamos serán parte de nuestras vidas. Las personas que nos importan. ―Estoy tratando de comer aquí ―dijo Wymack. ―El entrenador no tiene un hueso sentimental en su cuerpo ―le dijo Nicky a Neil―. No sé lo que Abby ve en él. Debe ser realmente bueno. ―Otra palabra y estás a punto de que re-lance el plato ―dijo Abby, y Nicky se calló sabiamente. Al final, la limpieza fue un esfuerzo grupal, ya que habían destruido la cocina de Abby en un intento de preparar todos los platos necesarios. Luego colapsaron en cualquier lugar que encajaran en la madriguera. Neil no creía que volvería a comer durante al menos un mes, pero de alguna manera los otros tenían espacio para el vino. Nicky, que nunca había visto a Neil bebiendo alcohol de buena gana, seguía siendo lo suficientemente optimista como para ofrecerle a Neil su copa. ―¿Incluso en vacaciones? ―Nicky preguntó cuándo Neil se negó. ―Es menor de edad ―dijo Abby. ―También lo son Aaron y Kevin, pero no los estás deteniendo ―señaló Nicky. ―No los estoy alentando tampoco ―dijo Abby. Kevin había visto el intercambio desde estaba sentado contra el centro de entretenimiento. Cuando Nicky suspiró y se calmó, Kevin habló en francés. ―Te vigilaré. Si quieres beber esta noche ―agregó cuando Neil lo miró―. No te dejaré decir algo de lo que te arrepentirás. ―Estarás borracho en una hora ―dijo Neil―. Entonces, ¿quién me va a detener?

Kevin lo miró con frialdad. ―Dejaría de beber. ―Grosero ―dijo Nicky, sentándose y mirando entre ellos―. ¿Qué acabas de decir? No puedo entenderte. Eso no es justo. ―Piensa en eso la próxima vez que uses alemán en mis prácticas ―dijo Wymack. ―Eso es diferente ―se quejó Nicky―. Solo veo esa expresión en la cara de Neil cuando alguien trata de hacer algo bueno por él, pero todos sabemos que Kevin es tan malcriado como todos. ¿Qué dijiste, Kevin, será necesario defender el honor de Neil o qué? Kevin no perdió el aliento respondiendo. Neil respondió, pero quería decir las palabras más para Kevin que Nicky: ―Estoy bien, gracias. Kevin aceptó eso encogiéndose de hombros y volvió a beber. Nicky miró entre ellos otra vez, se dio cuenta de que no iba a obtener una explicación, y se calmó con un suspiro. La habitación se hundió en un cómodo silencio. Cuando se fueron, Neil estaba demasiado dormido para conducir, pero los llevó de vuelta al dormitorio de una sola pieza. Nicky intentó que Neil se quedara con ellos, ya que tenían una litera abierta en su habitación y no quería que Neil estuviera solo en unas vacaciones, pero Neil regresó solo a su habitación.

La suite se sentía demasiado grande solo con él adentro. Pensó que su perspectiva estaba sesgada después de pasar todo el día con tanta gente. Por suerte, estaba demasiado cansado para pensar en ello. Se durmió casi tan pronto como su cabeza golpeó la almohada. El lunes anunció la última semana de su temporada de Exy. Los Foxes regresaron de sus vacaciones renovados y listos para terminar el año con una nota triunfante. Trajeron una energía casi salvaje a las prácticas y se quemaron unos a otros. Neil esperaba que se separaran después y pasaran las noches en sus grupos separados. De alguna manera, todos terminaron en el comedor al mismo tiempo. Neil no sabía quién lo orquestó. Realmente no le importaba, porque a pesar de que Aaron se rehusó a ver a los estudiantes de último año, no discutió. El martes, Katelyn los siguió y el miércoles se fueron juntos al centro como un gran grupo: los ocho Foxes restantes y cuatro de las Vinexs. No había muchos lugares en el área que pudieran acomodar a un grupo de ese tamaño, pero su restaurante local favorito ofrecía puestos para seis personas al otro lado del pasillo. Las porristas estaban dispuestas a dividir dos y dos, pero el arreglo de los asientos de los Foxes era más difícil de entender. La solución obvia era seguir la división habitual: estudiantes de último año en un puesto y el lote de los primos en otro. En cambio, Neil y Kevin terminaron con Allison y Renee, y Matt y Dan se sentaron al otro lado del

pasillo con Aaron y Nicky. No habría sido un problema, excepto que de alguna manera una porrista terminó entre Kevin y Neil. Neil reconoció a Marissa desde la noche en que interpretaron a JD Campbell. No recordaba mucho más de ella, excepto que ella era la compañera de habitación de Katelyn, pero a juzgar por la brillante sonrisa en su rostro, eso era lo suficientemente bueno para ella. Neil lamentó haber hablado con ella casi de inmediato, porque ella lo acosó el resto de la cena. Neil había crecido hablando en privado con un millar de desconocidos en todo el mundo, pero hacía mucho que estaba fuera de la práctica. Pasó todo su tiempo con los Foxes ahora, y habían superado esas conversaciones superficiales meses atrás. Si Marissa al menos hablara de Exy Neil, podría soportarlo, pero rebotó entre todos los demás temas posibles del mundo. Neil había tomado el asiento exterior en el banco pero aún se sentía atrapado. Dejar el restaurante después de la cena fue un alivio que dejó a Neil un poco aturdido. La zona comercial del centro era una larga calle que se bifurcaba en Perimeter Road, cerca del Green. Los Vixens tuvieron que cruzar el Green para regresar a sus dormitorios en el campus, mientras que los Foxes podían seguir la acera hacia Perimeter hacia Fox Tower. Se detuvieron en el cruce de peatones para despedirse y Katelyn se aseguró de darle un beso de buenas noches a Aaron. Neil no estaba interesado en mirar, pero cuando se volvió, encontró a Marissa en su camino otra vez. ―Puedo darte mi número ―dijo Marissa. Neil no recordaba haberlo pedido en ningún momento de la noche. ―¿Para qué? No era la respuesta que esperaba, a juzgar por la forma en que su sonrisa se crispó. Sin embargo, ella se apresuró a unirse, y le puso una mano en el brazo. ―Me gustaría conocerte mejor. Creo que podríamos divertirnos mucho juntos, solo nosotros dos. Eres muy interesante, Neil. Ella no fue la primera en decir eso, pero Neil se preguntó si la opinión de Andrew sobre él cambiaría cuando él se terminara la internación. Neil quitó ese pensamiento perdido por irrelevante e inútil y se centró en Marissa. ―No te llamaría ―dijo Neil―. Yo socializo con los Foxes o no lo hago en absoluto. Ella lo miró por un minuto interminable, y luego dijo con indiferencia que no creía para nada: ―Si cambias de parecer, sabes dónde encontrarme. Ella fue a sacar a Katelyn de Aaron, y los Vixens cruzaron la calle hacia el campus. ―Duro, Neil ―dijo Nicky―. Para alguien que por lo general es tan callado, a veces puedes ser un

verdadero imbécil. Hay una forma de dejar a las chicas con cuidado, ya sabes. ―¿Por qué? ―Neil preguntó, pero Nicky solo lanzó un suspiro de lástima. Neil metió sus manos más profundamente en sus bolsillos y miró a Dan―. ¿Las chicas necesitan un tratamiento de guantes de seda? Pensé que eran más difíciles que eso. La sonrisa de Dan fue aprobatoria. ―La mayoría de nosotros sí lo somos. Sin embargo, algunos de nosotros somos como niños y tenemos egos delicados. ―Oye ―protestó Matt. ―Si Marissa no está en la carrera para el banquete de Navidad, ¿puedo intervenir? ―Renee preguntó. Nicky la miró boquiabierto, pero Renee no reconoció su sorpresa. Ella respondió la mirada inquisitiva de Neil con una bonita sonrisa y explicó: ―Parece que mi cita habitual no está disponible, pero preferiría no ir sola. ¿Qué piensas? Neil no había planeado traer a nadie, pero dijo: ―Está bien. ―Primero robas el auto de Andrew, y luego le robas a su chica... ―Matt deslizó una mano enguantada en la de Dan y miró a Neil―. Ah, y has corrompido bastante al resto de los monstruos para salir con nosotros fuera de la práctica. Avísame si necesitas respaldo cuando tengas que explicarle todo esto. ―Gracias, pero puedo manejarlo ―dijo Neil. ―Nos dimos cuenta ―dijo secamente Dan, y tiró de Matt con ella por la acera. El resto de los Foxes cayeron a su alrededor. Caminaron rápido para vencer el frío, pero aún estaban medio congelados cuando llegaron a su dormitorio. Se fueron por caminos separados una vez que llegaron al tercer piso. Neil todavía tenía un par de horas antes de encontrarse con Kevin para la práctica, por lo que se instaló en su escritorio con sus libros de texto. Matt tomó una cerveza de la nevera y se encargó de su tarea escolar. ―No puedo creer que casi haya terminado ―dijo Matt después de un par de minutos―. De alguna manera, siento que este ha sido el semestre más largo de todos los tiempos, pero al mismo tiempo, no sé a dónde fue la caída. Es casi diciembre, ¿sabes? ―Sí ―dijo Neil, dibujando círculos sobre su contorno. El viernes fue el primer día de diciembre y el último juego de su temporada de otoño. Los Foxes irían solo a las prácticas de la mañana la semana próxima, ya que Wymack quería que pasaran las tardes estudiando. Neil y Kevin no habían

hablado de eso, pero Neil supuso que aún tendrían sus prácticas nocturnas. ―Mierda, es casi Navidad ―dijo Matt, sonando casi preguntándose―. Todavía no sé lo que obtendré de Dan. Pero bueno, hablando de Navidad, ¿ya sabes lo que estarás haciendo? ―La silla de Matt crujió cuando se giró para mirarlo―. ¿Te vas a casa o te etiquetarás con los monstruos? ―No he decidido ―dijo Neil―. ¿A dónde irán ellos? ―Si mal no recuerdo, el año pasado Erik voló desde Alemania y lo festejaron en Columbia ―dijo Matt―. Eso fue antes de que Kevin estuviera aquí para encadenarlos a la cancha, y antes... bueno, antes de que todo esto sucediera. Asumo que no van a querer ir a Columbia de pronto. Quizás estoy equivocado. Lo sabrías mejor que yo. ―No lo sé ―dijo Neil―. No lo han mencionado. ―Simplemente no lo pases aquí, ¿de acuerdo? ―Matt preguntó―. Si no tienes adónde ir, te arrastraré a casa conmigo. De todos modos, mamá ha querido conocer a los monstruos, y su casa es lo suficientemente grande como para que todos quepan. Solo házmelo saber. Neil necesitó un momento para procesar eso. ―Gracias, se los transmitiré. Matt asintió y volvió a trabajar. Neil volvió a su tarea, pero sus pensamientos se descarrilaron

demasiado para que él los devolviera. En su lugar, dibujó patas de zorro en el borde de su papel hasta que Kevin fue a por él. Neil pensó en la oferta de Matt durante todo el viaje al estadio, pero no lo mencionó. Kevin no era la persona adecuada para empezar, aunque Neil pensó que estaría de acuerdo si hubiera un tribunal lo suficientemente cerca. Nicky sería la persona más fácil de convencer, quizás. El solo podía imaginar cómo reaccionaría Aaron, pero como ninguno de ellos tenía familia, podría valer la pena intentarlo. Neil estaba un poco receloso de conocer a la madre de Matt, pero después de Acción de Gracias tenía curiosidad por ver cómo la gente normal pasaba las vacaciones. Tan normal como podrían ser los Foxes, más bien. ―Enfoque ―dijo Kevin con impaciencia, por lo que Neil lo dejó todo de lado para más tarde. *** El banquete de Navidad del distrito sureste se celebró en Breckenridge ese año. Afortunadamente, se programó con suficiente retraso para que los Fox pudieran dormir la fiesta de fin de semestre de la noche anterior, pero todavía significaba siete horas en el autobús. Con la temporada dos semanas atrás y los exámenes finalmente fuera del camino, Neil no tenía nada en qué pensar, excepto en Riko y Andrew. Andrew se había ido hacía cinco semanas y ninguno

de ellos había tenido noticias suyas. Ni siquiera Betsy sabía cómo estaba él, ya que ella lo había abandonado a Easthaven. Neil trató de no pensar en eso, pero esa era una tarea imposible, y sabía que los Foxes iban a escuchar sobre eso esta noche. Riko, sin duda, tendría algo horrible que decir. Los Foxes fueron de los últimos en aparecer en la corte de Breckenridge. Kevin había dormido la mayor parte del viaje, ya que había tomado tanto licor como café esa mañana, pero se despertó media hora fuera del campus. Permaneció en silencio como la tumba durante el resto del viaje, pero Neil le devolvió la mirada cuando llegaron al estadio de los Jackals. Kevin miraba por la ventana a los otros autobuses, y su violento estremecimiento dijo que había visto el camino de los Ravens. Wymack sacó a los Foxes del autobús y encerró sus fechas detrás de ellos. Cuando se giró de nuevo, chasqueó los dedos hacia Kevin para llamar su atención. ―Mírame. Kevin arrastró su mirada en blanco a Wymack, y Wymack hizo un gesto entre Neil y Matt. ―¿Ves estos dos? Si miro hacia tu camino esta noche y no estás a menos de metro y medio de al menos uno de ellos, no te dejaré jugar un solo maldito juego esta primavera, ¿me sigues? Ellos son tus escudos. Úsalos, úsalos a ellos. Úsame, si es necesario. Ahora dame un ‹sí, entrenador›. ―Mm ―logró Kevin. ―No te preocupes ―dijo Matt―. No puede hacer nada con tantos testigos. ―Llegó a Neil en el último banquete ―dijo Allison. Kevin miró a Neil. Neil se encontró con su mirada sin vacilar y no dejó que sus nervios se reflejaran en su rostro. Recogieron sus ropas del portaequipajes y siguieron a un guardia de seguridad adentro. Neil se cambió en uno de los vestidores y consideró su reflejo después. Los otros estaban fuera, en la sala principal, así que Neil se inclinó cerca del espejo. Deslizó un lente de contacto fuera del camino por un momento, necesitando ver el frío azul de sus ojos reales, y tomó fuerza en eso. Le había dicho a Andrew que se mantendría con Kevin sin importar nada. Él no tenía la intención de romper esa promesa. ‘Neil’ podría ser un fugitivo fácil de asustar, y ‘Nathaniel’ era un joven cazado, pero ‘Abram’ era el único protegido e intocado por los malditos negocios de su padre. Neil aprovecharía cada asesinato que había visto y cada noche interminable y desesperada, y se enfrentaría a Riko sin inmutarse. Era lo menos que podía hacer. Fue todo lo que pudo hacer. La cancha fue decorada por Navidad. Poinsettia seguía las paredes en todos los sentidos, y un enorme árbol estaba en una esquina. Neil supuso que era falso, porque no había forma de que pudieran haber conseguido pasar un árbol de ese tamaño a través de la puertas a menos que lo hubieran hecho pedazos. Las pesadas mantas debajo del atril aseguraban que no arañaran el suelo de la cancha y se amontonaban pequeños regalos debajo. Neil se preguntó por un momento si también eran falsos o si eran los regalos de los Jackals entre sí, cedidos temporalmente para la

decoración. Quien organizó la tabla de asientos fue lo suficientemente inteligente como para mantener a los Foxes y los Raven lejos el uno del otro esta vez. Los Foxes se sentaron frente al Wilkes-Meyers, Hornets y Neil terminaron entre Renee y Kevin. Los Foxes y los Hornets no se habían visto desde finales de septiembre. Neil esperaba la agresión a medias, ya que los Foxes habían ganado ese partido, pero con la temporada sobre los Hornets fueron relajados y bulliciosos. Después de que todos los equipos habían llegado, Tetsuji Moriyama tocó un micrófono inalámbrico para llamarlos a atención. Alguien cortó la alegre música navideña y Tetsuji inspeccionó a los equipos reunidos con una expresión pétrea. ―Las clasificaciones de la temporada se han decidido ―dijo sin preámbulo ni inflexión. A estas alturas ya eran viejas noticias: los entrenadores deportivos y los coordinadores habían estado sumando puntos durante toda la temporada, pero todos se animaron a escuchar―. Los siguientes cuatro equipos se han clasificado para representar al distrito sudeste en los juegos de campeonato de la primavera. Los enumeraré por orden de clasificación, del primero al cuarto. Edgar Allan, Palmetto State, Breckenridge, Belmonte.

Pasó el micrófono a un entrenador más agradable que ofreció felicitaciones entusiastas y deseos de temporada. Uno de los Hornets no esperó a que terminara, sino que se inclinó sobre la mesa e hizo un gesto hacia Kevin y Neil. ―¿Cómo diablos dos de ustedes derrotaron a Breckenridge? ―No fueron solo dos de nosotros ―dijo Neil. La mirada que le dirigió dijo que no estaba impresionado por esa modestia. Neil se encogió de hombros y lo dejó caer. Él entendió su escepticismo, pero se mantuvo al margen de sus palabras. Debido a que Palmetto State y Breckenridge finalizaron la temporada con el mismo récord de doce y dos, el ERC utilizó su proporción de goles como desempate. Era el mismo método que usaban en las semifinales, por lo que los semáforos de primavera se consideraban una ronda de comodines. La proporción de ganados-perdidos de los puntos de los Foxes fue simplemente mejor que la de los Jackals. Una gran parte de eso podría acreditarse a su línea de defensa, desde sus porteros inflexibles a sus agresivos defensas, pero la relación también se basó en gran medida en el rendimiento de los merodeadores. De alguna manera, Neil y Kevin anotaron lo suficiente esta temporada para superar a los Jackals. Neil no sabía cómo lo habían hecho, pero a él no le importaba. Los Jackals llegaron a Palmetto State en agosto con toda la intención de herir tanto a Seth como a Kevin. Neil los había aborrecido desde entonces. Colocados en el segundo lugar significaba que no tenían que enfrentar a los Jackals de nuevo, afortunadamente. Hasta las semifinales, los juegos de primavera corrían en pares e impares. Los

equipos de rango impar jugarían los viernes por la noche, y los pares se jugarían los sábados. Nicky habló justo a tiempo. ―Gracias a Dios que no estamos jugando otra vez contra ellos. Podríamos tener una oportunidad este año. ―Lo lograremos ―dijo Dan―. Tenemos que hacerlo. Le debemos a los Raven una revancha. Los Hornets intercambiaron miradas de compasión pero no hicieron ningún comentario. Las personas que servían el banquetes llenaron las mesas de comida y los equipos entraron en escena. La conversación de la cena fue ruidosa y emocionada. Kevin se unía si la conversación se desviaba hacia Exy, se mantenía fuera de ella cuando no lo hacía, y seguía enviando miradas furtivas a la mesa de los Raven. Neil no habló a menos que le hablaran y mantuvo la mayor parte de su atención en Kevin. Estaba a mitad de la cena antes de darse cuenta de que todavía no había hablado con Renee. ―Lo siento ―dijo. Renee lo miró con curiosidad. ―¿Por qué? ―No estoy tratando de ignorarte. ―Está bien si lo haces ―dijo Renee―. Kevin te necesita más que yo. Neil asintió agradecido por su comprensión. Renee sonrió y entabló una conversación con los Hornets frente a ellos. Neil finalmente se permitió mirar a través de la habitación a los Raven, la primera vez que los había buscado desde que salieron a la cancha. Parecía que los Raven estaban haciendo sus trucos habituales: todos venían solteros y vestían trajes negros a juego. Las mujeres llevaban collares de granate idénticos y los hombres llevaban corbatas rojo sangre. Eso fue tan festivo como los Raven, supuso Neil. La cena dio paso a los juegos para que pudieran digerir, y luego cada mesa excepto una fue retirada de la cancha. Los proveedores de catering volvieron cargados con cuencos y vasos de plástico. La música fuerte reemplazó a los villancicos y la cancha se convirtió en pista de baile. Los equipos se separaron para festejar. Para la mayoría de ellos la temporada había terminado, y obviamente querían salir con una explosión. Aaron y Katelyn fueron los primeros en desaparecer entre la multitud. Nicky vaciló, pero trajo una cita y no sería muy bueno si Riko provocara problemas, entonces Neil rechazó su preocupación. Cuando Nicky se fue, también lo hizo Allison, y Allison arrastró a Renee con ella. Matt y Dan fueron los últimos en irse y se pegaron a las afueras de la multitud donde podían vigilar a Kevin y Neil. A Neil le divirtió su vena protectora y se preguntó si harían lo mismo si Andrew todavía estuviera allí.

De alguna manera, él lo dudaba. Wymack no se movió esta vez para hacerlos socializar, así que Neil y Kevin se mantuvieron alejados de la multitud. Kevin no estaba de humor para celebrar y Neil no quería estar rodeado de tanta gente. No vería venir a Riko y sería demasiado fácil perder de vista a Kevin. En su lugar, protegieron la mesa de bebidas y cuidó su ponche. Tomó media hora antes de que Riko los alcanzara a ellos, pero llegó, como ambos sabían que lo haría. Jean no estaba muy atrás de él. Kevin se congeló con su taza en sus labios cuando vio a la pareja. Neil se adelantó para ponerse entre Riko y Kevin. Riko sonrió ante esa valentía, pero no fue una expresión feliz. Era más el aspecto de un niño psicótico que había encontrado un pequeño animal para torturar: un cuarto contento y tres cuartas partes hambriento. ―Su falta de instinto de supervivencia es sumamente angustiante ―dijo Riko―. Quítate esa mirada de tu cara antes de que te la quite. Neil no se había dado cuenta de que también estaba sonriendo, una mirada cruel que había heredado de su padre, bajó su taza para que Riko pudiera verla mejor. ―Me encantaría verte intentar. ¿Crees que le temo a tu cuchillo? Soy el hijo del Carnicero. ―Son tres golpes ―Riko arrastró un dedo sobre su garganta y giró su cabeza contra su gesto―. Estoy decepcionado de ti, Kevin. Prometiste al maestro que te encargarías de esto. Obviamente no lo has hecho, y tengo mucha curiosidad por saber por qué. ―Lo intentó ―dijo Neil―. No fue necesario. Riko presionó un pulgar en el pómulo de Neil, en el mismo lugar donde los tres tenían sus tatuajes numerados. ―Haznos un favor a todos y no vuelvas a hablar. Tu insolencia ya te ha costado dos compañeros de equipo. Ni siquiera puedes imaginar lo que vendrá después. Escuchar a Riko confirmar que había orquestado la muerte de Seth hizo que Neil se enfermara de ira. Andrew y Kevin lo habían dicho, pero Wymack lo había descartado por paranoia. Neil no le había creído a Andrew porque no había querido, pero eso... si lo hubiera seguido todo el semestre. Neil levantó su mano libre y le mostró a Riko sus dedos firmes. ―Estoy temblando de miedo. ―Deberías ―dijo Riko―. Crees que puedes desafiarme porque no soy tu padre, pero estás olvidando un hecho muy importante: soy la familia a la que tu padre tenía miedo. Y sí, Nathaniel, tenía mucho miedo.

Neil bajó su mano y se inclinó cerca. ―No de ti ―dijo, con énfasis feroz―. No eres parte de esa familia, ¿recuerdas? Eres el desechado. Esperaba que golpeara, pero no se dio cuenta de cuán profundo sería el corte. Nunca había visto esa expresión en la cara de Riko, pero sabía que había firmado su sentencia de muerte. ―Jean ―dijo Riko sin apartar la mirada de Neil―, toma a Kevin y déjanos. ―Ve a ver a Matt ―dijo Neil cuando Kevin vaciló. ―Ahora ―insistió Riko. Jean le dio un alto a Riko y tomó el brazo de Kevin. Neil observó a Jean alejar a Kevin tan rápido como podían sin atraer demasiada atención. Dan y Matt lo notaron, por supuesto, y se movieron para interceptarlos. Jean se quedó quieto cuando se acercaron, pero se aferró a Kevin como si su vida dependiera de ello. Matt comenzó a buscar a Neil y Riko, pero Kevin le puso una mano en el hombro para detenerlo. Cuando Matt se encogió de hombros bruscamente, Neil le hizo un gesto a Matt para que se mantuviera alejado. La mirada en la cara de Matt dijo que no aprobaba este plan en absoluto, pero mantuvo la distancia. Neil arrastró su atención de vuelta a la cara de Riko. ―Creo que toqué un nervio. Riko se movió como un rayo, golpeando la taza de la mano de Neil y agarrándole de la muñeca. Dio un giro brutal que envió cuchillos por el brazo de Neil, que se atragantó con una maldición dolorida y agarró el brazo de Riko para detenerlo. No podía quitarle la mano a Riko, pero si la giraba otra media pulgada, él rompería algo. Cada vez que Neil parpadeaba, veía las cicatrices blancas en las manos de Kevin. Era todo lo que podía hacer para respirar por el pánico que latía en sus pulmones. Luchó por mantener la calma y se obligó a mirar a Riko a los ojos otra vez. ―No lo harías ―dijo Neil―. No delante de toda esta gente. ―No me importa si ven ―dijo Riko―. Un perro que muerde la mano de su amo merece ser sacrificado. La ubicación y el público son insignificantes. ―No soy un perro. Soy un zorro. ―No eres más que lo que te digo que seas. ―Hablamos sobre tus delirios. ―Te advertí que aprendieses tu lugar.

―Suéltame, Rey. ―Yo soy el Rey ―estuvo de acuerdo Riko―, y vas a pasar la Navidad en mi castillo. Vas a ir a Evermore para las vacaciones de invierno. No ―dijo Riko cuando Neil abrió la boca para discutir―, empújame otra vez, yo soy lo único que te mantiene vivo. ―No, no lo eres ―dijo Neil. Riko lo miró por un minuto interminable, luego sonrió. El estómago de Neil cayó al verlo; sabía lo que estaba por venir antes de que Riko abriera la boca, pero se negaba a creerlo. ―Debes estar refiriéndome a ese portero. ¿Sabes a cuál me refiero, estoy seguro? El pequeño con la actitud desagradable que piensa que puede tomar mis cosas. Eso me recuerda que no lo he visto últimamente. Riko miró por encima del hombro como si esperara que Andrew se materializara desde el aire. Soltó a Neil, pero este no podía respirar, y mucho menos moverse para poner espacio entre ellos. Dos compañeros de equipo, había dicho Riko. La insolencia de Neil le había costado dos compañeros de equipo, pero Seth era solo uno. Riko se giró hacia Neil y movió un dedo como si solo recordara. ―Ah, pero eso es correcto. Escuché que se lo llevaron. Algo acerca de que su hermano lo estaba follando sin cerebro, ¿no? Qué escandaloso. Qué traumatizante. ―No lo hagas ―dijo Neil. Riko lo ignoró. ―Drake era un hombre interesante, ¿no? Debería agradecer a la policía por haberme conducido directo hacia él. Tal vez no lo hubiera descubierto de otra manera. ¿Sabías, Nathaniel? Los abogados de Oakland son algunos de los más baratos para comprar. Solo tomó tres llamadas telefónicas para arreglar todo. ―Pusiste a Andrew hasta arriba. ―Esa ni siquiera es la mejor parte ―Riko sonrió cuando Neil negó con la cabeza y continuó―. ¿Sabías que también compré a uno de los médicos en Easthaven? A menos que quieras que estas pequeñas sesiones de terapia se conviertan en recreaciones terapéuticas, mañana estarás en un avión a Virginia Occidental. Jean le dará su boleto a Kevin. ¿Me entiendes? Neil no tenía palabras, por lo que respondió con el puño. No tenía mucho espacio para balancearse, pero se recuperó y golpeó a Riko en su asquerosa boca, quien dió un paso atrás, dándole a Neil un poco más de espacio, atrapandolo, se lanzó de la mesa y se estrelló contra Riko, pero Riko ya se estaba moviendo para encontrarse con él. Neil se estrelló contra la mesa con tanta fuerza que lo hizo resbalar por detrás de él, y él y Riko cayeron al suelo. Neil apuñaló y golpeó a cualquier parte

de Riko que pudo encontrar, solo remotamente consciente de los propios golpes viciosos de Riko. Alguien gritaba sobre una pelea, o tal vez era su sangre rugiendo en sus oídos. De repente, hubo manos sobre él que no eran de Riko, y los dos fueron separados. Neil se agarró tan ferozmente como pudo, también lo hizo Riko. Riko tiró de Neil cerca una última vez antes de que la multitud los arrancara el uno del otro, el tiempo suficiente para que él dijera: ―Solo le costó algo que no quería perder. Entonces había demasiados cuerpos entre ellos. Neil reconoció a algunos de ellos: Matt primero, luego Jean, y luego un par de atletas cuyas caras solo había visto a través de las viseras del casco. El cerebro de Neil puso nombres en los rostros donde podía y los descartó por irrelevantes. Ninguno de ellos era Riko. Luchó contra la multitud lo mejor que pudo, tratando de abrirse paso y poner sus manos sobre el otra vez. De alguna manera, volvió a acercarse lo suficiente para agarrar la manga de Riko. ―Incluso piensas en tocarlo. Wymack salió de la nada y sacó a Neil de Riko como si no pesara nada en absoluto. El espacio entre ellos se llenó de entrenadores, y el alboroto excitado se extinguió casi instantáneamente. Por un momento, el único sonido fue la respiración entrecortada de Neil mientras miraba del cuerpo de Wymack a Riko. Toda la habitación temblaba, o tal vez era Neil quien temblaba lo suficiente como para derribar toda la cancha sobre ellos. ―¿Qué diablos está pasando aquí? ―El entrenador de Breckenridge exigió―. Este es un banquete de Navidad. Si te perdiste el memo, es Navidad, como para hacer feliz y buena voluntad con el hombre. Quiero una maldita explicación para esto. Ni Neil ni Riko respondieron; estaban demasiado ocupados mirándose el uno al otro. Jean había encontrado su lugar detrás de Riko otra vez y la mirada tensa en su rostro era de cautelosa desaprobación. Neil quería un arma. Se conformaría con los cuchillos de Andrew, pero esos estaban escondidos debajo de su almohada en Palmetto State. Clavó los dedos en el brazo de Wymack con la fuerza suficiente para dejarle moretones y sonrió con tanta fuerza que dolió. ―Sí ―dijo, porque ¿qué más podría decir?―. Entiendo. ―Acepto las disculpas ―dijo Riko. Los entrenadores esperaron. Cuando no salió nada más, uno de ellos barrió a la multitud con mala cara. ―La siguiente persona en comenzar una pelea aquí se está inscribiendo a perderse de los siguientes cinco juegos programados, en primavera o en otoño. ¿Debo aclararme? ―Hubo un asentimiento a

modo de coro, y el entrenador lanzó una mirada molesta entre Neil y Riko―. Ustedes se mantienen alejados el uno del otro por el resto de la noche. Wymack, sáquelo de la cancha hasta que se sienta cívico. ―Neil no estaba peleando solo ―dijo Wymack, con acero en su voz―. Si el entrenador Moriyama quiere el lado ausente, me lo llevaré a la casa. ―Por supuesto ―dijo Moriyama, mirando indiferente al caos―. ¿Riko? Partieron en una dirección, por lo que Wymack prácticamente llevó a Neil al otro. Neil sabía que Abby y los Foxes los estaban siguiendo fuera de la cancha, pero no podía apartar los ojos de Riko para mirar a ninguno de ellos. Perdió de vista a Riko cuando Wymack lo empujó a través de la puerta de la cancha, pero no fue hasta que Wymack lo plantó en uno de los bancos de la casa que Neil podía mirarlo. Wymack hizo señas a Katelyn y Nicky para que salgan con Thomas a la pista con una sacudida impaciente de su mano, luego se volvió hacia Neil otra vez. ―¿Que demonios fue eso? ―¿Entrenador? ―¿No me digas ‹Entrenador?› Tu retraso funciona mal. ―No, pero realmente ―dijo Nicky, mirando con los ojos abiertos a Neil―. ¿Qué pasó?» ―Neil golpeó a Riko ―dijo Matt―. Fue hermoso. ―¿Qué? ―Nicky graznó―. ¡No es justo! ¡Me lo perdí! Ve a hacerlo de nuevo. O no ―añadió rápidamente cuando Wymack le dirigió una mirada asesina―. No se puede culpar a un hombre por soñar, ¿verdad, Entrenador? ―Cállate ―Wymack le devolvió la mirada ceñuda a Neil―. Estoy esperando. Neil sintió su muñeca e hizo una mueca ante el dolor persistente. Abby pasó junto a Dan para alcanzarlo y se sentó al lado de Neil. Neil la dejó tomar su mano y miró más allá de Wymack en la cancha. ―Riko compró la acusación ―las palabras llegaron lentamente; eran tan horribles que pensó que estaría gravemente enfermo solo escuchándolos en voz alta otra vez. “Es por eso que Drake se arriesgó a venir hasta aquí para ver a Andrew. Riko haría que se retiraran los cargos si Drake… ―apretó los dientes y sacudió la cabeza, incapaz de terminar. Él no tuvo que decir nada más. La música seguía sonando, volando a través de los altavoces, pero el silencio entre los Foxes era absoluto.

Aaron fue el primero en recuperar su voz. ―Estás mintiendo. Neil contuvo la respiración y miró a Kevin. En francés, preguntó: ―¿Lo obtuviste? ¿Mi boleto? ―Kevin lo miró y a través de él, demasiado atónito para comprender o responder―. Kevin, mírame. ―Voy a matarlo ―dijo Nicky. ―No ―dijo Neil, con una ferocidad que incluso Matt lo había mirado con recelo―. Primero tenemos que romperlo. Si le importa Exy es lo único que tenemos, y se lo vamos a quitar. Primero destruimos su reputación, luego lo destruimos. No quiero que perdamos un solo juego esta primavera. ¿Podemos hacer eso? ―Ni un solo maldito juego ―dijo Dan con voz dura. Neil los miró a ellos, a la rabia fría en sus caras, y se centró en Kevin. Lo intentó de nuevo en francés con un insistente: ―¿Tienes mi boleto? ―No vas a ir ―dijo Kevin―. ¿Sabes lo que él te hará? ―¿Sabes lo que le hará a Andrew si no voy? ―Neil dijo―. No tengo otra opción. Tengo que irme. Tienes que confiar en mí. ―Él te romperá. ―Él desearía saber cómo ―dijo Neil―. Confía en mí. Prometo que volveré, y cuando lo haga, traeré a Andrew conmigo, va a estar bien, entonces ¿tienes mi boleto o no? Kevin presionó sus labios en una línea dura y blanca y miró hacia otro lado. ―Lo tengo. Cuando los revoltosos se callaron, Dan miró a Wymack. ―Vámonos a casa, entrenador. El banquete estaba a horas de haber terminado, pero era demasiado peligroso quedarse más tiempo. La próxima vez que uno de ellos viera a Riko, tratarían de romperle el cuello. Wymack confiaba más en el autocontrol de Renee, por lo que la envió en busca de las fechas que faltaban. Tan pronto como Renee regresó con Katelyn y Thomas, los Foxes lo subieron al autobús. Disminuyeron la velocidad para tomar sus bolsas del vestuario, pero no lo suficiente como para

cambiarse. Wymack los tenía en la carretera en minutos. El viaje de regreso a Palmetto fue silencioso. Regresaron en plena noche, pero a pesar de la hora ninguno de los Foxes podía dormir. Wymack soltó las fechas primero, luego llevó a su equipo a Fox Tower. Subieron juntos en el ascensor. Kevin le pasó a Neil una hoja de papel doblada cuando entraron al pasillo. Neil no tuvo que abrirlo para saber que era la confirmación de su vuelo. Matt intentó llevar a Neil a la habitación de las chicas para que finalmente pudieran hablar sobre lo que sucedió, pero Neil fue a la siguiente. Se quitó los zapatos, los puso a un lado y abrió la ventana. Trató de encender un cigarrillo, pero le temblaban las manos demasiado. Terminó arrastrándose a la cama completamente vestido. Revisó la hora de salida para saber qué tan temprano debía encender la alarma y luego metió el papel debajo de la almohada con los brazaletes de Andrew. Se cubrió la cabeza con las mantas para bloquear la habitación y se obligó a dejar de pensar. Cuando finalmente se durmió, soñó con la muerte y la sangre.

CAPÍTULO 15 Traducido por Viv_J Corregido por Cotota

Neil se despertó con el sonido del movimiento en la otra habitación. A pesar de lo avanzado de la noche, los Foxes se levantaron a media mañana. Hoy era el día en que el equipo se retiraba para las vacaciones de invierno, y la mayoría de ellos tenían vuelos suficientes para dormir. Allison, Renee y Dan volaban juntos a Bismarck a la hora del almuerzo y se separarían después de que aterrizaran. Dos horas después de que estuvieran en el aire, el resto de los Foxes se dirigían a La Guardia. Neil había pasado la invitación de Matt la semana anterior a los exámenes y dejó que Nicky hiciera la mayor parte del trabajo desde allí. Los planes originales de Nicky de ir a Alemania para Navidad se descarrilaron cuando Andrew se comprometió. No quería alejarse tanto de Aaron. Desafortunadamente, Erik no pudo tomarse suficiente tiempo libre para venir a los Estados Unidos. Eso significaba que Matt era la única oportunidad de Nicky para unas vacaciones divertidas. Ninguno de los llamados monstruos del equipo estaba seguro de por qué Matt estaba siendo amable con ellos, pero Nicky estaba demasiado emocionado para pasar el Año Nuevo en Times Square para preocuparse realmente. Wymack afirmó ser más feliz de lo que Nicky era sobre el arreglo, ya que su ausencia significaba que finalmente podría tener algo de paz y tranquilidad. Aaron tuvo que obtener el permiso de su abogado para abandonar el estado, pero lo resolvieron con bastante facilidad. Como se suponía que Neil le decía a cualquiera de ellos que sus planes habían cambiado, él no sabía. No había forma de que él les dijera la verdad. Ninguno de ellos lo dejaría seguir adelante. Fue un pequeño milagro que Kevin estuviera de acuerdo con esto. Kevin sabía más que ninguno de ellos de lo que Riko era capaz, así que sabía lo que estaba esperando Neil en West Virginia. Tal vez él confió en Neil para mantener su posición; Es más probable que supiera lo que Riko le haría a los Foxes si Neil se negaba. Neil no sabía y no le importaba, mientras Kevin mantuviera la boca cerrada. Neil apartó sus mantas y se sentó. Levantó su almohada para coger su teléfono, pero vaciló al ver los brazaletes de Andrew. La voz de Nicky en la otra habitación lo sacudió de sus pensamientos. Neil dejó caer su almohada de nuevo, y luego se dio cuenta de que tenía una salida. Agarró su teléfono, lo abrió y se lo llevó a la oreja. Cuando Nicky abrió la puerta del dormitorio sin llamar, Neil entabló una conversación con nadie.

―Sí, lo vi ―dijo Neil, mirando a Nicky para reconocer su entrada. Nicky tenía la boca abierta en un saludo, pero guardó silencio cuando se dio cuenta de que Neil estaba hablando por teléfono. En lugar de irse, Nicky se puso cómodo contra el marco de la puerta para esperarlo. Neil había contado con la curiosidad de Nicky. En los meses transcurridos desde que le entregaron por primera vez a Neil este teléfono, nunca lo habían visto hacer una llamada. Neil hizo una señal a Nicky de que estaba casi terminado y medio rechazado. ―¿Qué esperabas? Esperaste tanto para descubrirlo. Ya he hecho otros planes. Yo... ―Neil se interrumpió, escuchó un momento y siguió hablando―. ¿Pero cuánto tiempo has sabido que venía? Podrías haber dicho algo. No sé. Dije que no sé. Tendría que... ―Neil se pasó una mano por los ojos como si toda la conversación fuera agotador de tratar―. Vale adiós. Hizo clic en su teléfono y lo dejó caer a un lado. Por un minuto, reinó el silencio. Entonces Nicky entró en el dormitorio y cerró la puerta detrás de él. Neil se dejó caer contra la pared cuando Nicky subió la mitad de la escalera hasta su litera. Nicky cruzó sus brazos sobre la almohada de Neil y lo miró. ―¿Todo está bien allí? ―Nicky preguntó. ―Estoy bien. Nicky solo lo miró. ―Nos conocemos muy bien por ahora. Y eso señala que vas a tener que dejar de mentirme a la cara. Eso no sonaba bien y tú no te ves bien, entonces, ¿qué está pasando realmente? ―Mi tío está volando a Arizona por Navidad ―dijo Neil. ―¿Qué bueno? ¿O malo? ―¿Ambos? ―Neil se encogió de hombros contra la pared―. Es un buen tipo, pero por lo general es lo suficientemente inteligente como para evitar a mis padres. No lo he visto en años, y él nunca viene de vacaciones. Algo debe estar listo. Simplemente no sé qué. No lo hago. No sé si… ―Neil se detuvo y gesticuló impotente―. Me prometí a mí mismo que nunca volvería a casa, pero… ―Pero quieres verlo nuevamente ―concluyó Nicky. ―No importa ―dijo Neil―. Le dije a Andrew que me quedaría con Kevin. ―Pero Kevin estará con nosotros ―dijo Nicky―, y vamos a estar con Matt y la madre de Matt. Cuatro de nosotros podemos vigilarlo si necesitas pasar un tiempo con tu familia. ¿Necesitas dinero para un boleto? ―Ya tengo uno ―dijo Neil, y mantuvo su itinerario doblado―. Mi mamá me lo envió por correo

electrónico hace un par de días. Simplemente no quería tratarlo antes del banquete. ―No tienes esperanza ―dijo Nicky―. Si quieres ir, ve. Has hecho más que suficiente por nosotros este semestre, Neil. En algún momento debes pensar en ti mismo, Míralo así ―dijo cuándo Neil negó con la cabeza―. Voy a ir a contarle a los demás, y todos te dirán que te vayas a casa, ya verás. ―Pero… ―dijo Neil, pero Nicky ya se había ido. Neil se tragó el resto de su discusión. No era una pelea que quería o necesitaba ganar, de todos modos. Por un momento se compadeció de Nicky por ser tan crédulo, pero no se sintió satisfecho con lo que acababa de hacer. Desplegó el itinerario y lo estudió con una sensación de hundimiento en el estómago. Dentro de dos horas tomaría un vuelo a Charleston, Virginia Occidental, y no tenía previsto regresar hasta la noche de la víspera de Año Nuevo. Eso fue dos semanas a solas con los Raven. La puerta de la suite se sacudió cuando Nicky regresó a su habitación para consultar con Aaron y Kevin. Cuando Matt entró en la habitación un par de segundos después, Neil los estaba esperando. ―¿Qué vamos a hacer contigo? ―Matt preguntó. ―Lo siento ―dijo Neil. ―¿Por qué? ―Matt lo rechazó―. ¿Cuándo es tu vuelo? ―Once y diez, si voy. ―Te vas. Te llevaré al aeropuerto. Neil le hizo una mueca, pero finalmente se levantó de la cama. No tenía hambre, pero se obligó a comer avena y pan tostado instantáneos. Nicky regresó para decir que le había contado a todos los Foxes lo que estaba pasando. Aparentemente, todos querían a Neil en ese avión. Neil asintió y no dijo nada, y Nicky lo dejó en paz para prepararse. Neil se duchó y sacó su bolsa de lona del último cajón de su tocador. Lo tenía medio lleno cuando se dio cuenta de que la bolsa era demasiado pequeña. Durante ocho años, nunca había tenido más de lo que cabía en un equipaje de mano. En el último medio año aquí, sus posesiones se habían duplicado. Incluso cuando su bolso estaba lleno, había cosas en sus cajones. Neil estaba confundido y animado a la vez, y se llevó una mano a las camisas dobladas. Era una prueba de que regresaría, algo que no había tenido desde que era un niño. El suave golpe de una pisada le advirtió que no estaba solo, y Neil miró a Kevin. ―¿Puedo darte algo para que lleves? ―Neil preguntó―. ¿Prometes mantenerlo a salvo? No quiero dejarlo aquí, pero no puedo llevarlo conmigo”. Cuando Kevin asintió, Neil abrió su caja fuerte y sacó

su carpeta. Le tomó todo lo que tenía en él para dárselo a Kevin. Incluso cuando Kevin se apoderó de él, Neil se aferró a un extremo―. No lo abras. ―No quiero saber ―dijo Kevin. Neil lo soltó, y Kevin lo metió debajo de un brazo. Neil cerró su caja fuerte y la puso donde pertenecía. ―Neil ―dijo Kevin cuando Neil se puso de pie. ―Volveré ―dijo Neil, más por su bien que por Kevin―. Prometiste que terminarías este año conmigo. Te estoy reteniendo por eso. Se colgó la mochila al hombro y pasó junto a Kevin fuera de la habitación. Matt estaba desconectando todos sus componentes electrónicos cuando aparecieron los strikers. ―¿Listo? ―Matt preguntó. ―Sí ―mintió Neil. Matt agarró sus llaves y se fueron. Pasaron por la habitación de las chicas primero, donde Neil fue objeto de abrazos de vacaciones y buenos deseos. Aaron le asintió cuando pasaron con los primos, pero Nicky le dio a Neil un apretón de dientes. ―Has empacado tu cargador, ¿verdad? ―Nicky preguntó―. Espero que me envíes mensajes de texto todos los días. ―Lo empaqué ―dijo Neil, pero dudaba de que Riko le permitiera usar su teléfono. Dejó a Kevin con los demás para terminar de prepararse y siguió a Matt hasta la camioneta. Había espacio a los pies de Neil para su bolsa. Matt giró la llave en el encendido y apagó la radio medio segundo demasiado tarde para salvar los tímpanos de Neil. Neil trató de no sentirse mal cuando el campus desapareció detrás de ellos, pero no tuvo éxito. ―¿Cuándo es tu vuelo de regreso? ―Matt preguntó. ―Año nuevo ―dijo Neil―, pero podría volver temprano, dependiendo de cómo vayan las cosas. ―Si vuelves con suficiente anticipación deberías unirte a nosotros ―dijo Matt―. Mamá puede cambiar tu boleto. ―Gracias ―dijo Neil―. Te lo haré saber. Matt lo dejó en la acera del Aeropuerto Regional Upstate. Neil lo vio volver a deslizarse en el tráfico, luego se volvió hacia la entrada. Fue vertiginoso estar aquí de nuevo. Él y su madre nunca pasaron por el mismo aeropuerto dos veces. Apretó con más fuerza su bolsa

y atravesó las puertas corredizas de vidrio. El aeropuerto estuvo ocupado este verano, pero cerca de la Navidad fue un verdadero caos dentro. Neil se dejó perder en el alboroto. Era solo otra cara en la multitud, anónimo y sin importancia. Su aerolínea tenía un check-in de autoservicio, por lo que Neil escaneó el código de barras impreso en su itinerario. Su boleto y tarjeta de embarque salieron de la ranura en la parte inferior, y Neil se dirigió al puesto de control de seguridad. Su bolso pasó por los escáneres antes que él. Neil se puso los zapatos del otro lado, agarró su bolso y se dirigió a su puerta. La mayoría de los asientos habían sido tomados, así que se paró contra un pilar para esperar. Observó a la multitud para no ver el reloj parpadear en su puerta. Casi había esperado ver a más compañeros de clase aquí, pero tal vez lo habían visto ayer fuera de la ciudad. El aeropuerto era un mar de caras desconocidas. Neil estaba solo. Había estado con los Foxes tanto tiempo que había olvidado lo que era tener espacio para respirar. Debería haber estado agradecido de tener un par de momentos antes de que esta pesadilla comenzara, pero Neil se quedó sin aliento. Enterró su mano en su bolsillo y envolvió sus dedos

alrededor de su teléfono. Si lo abriera, su historial de llamadas solo mostraría un nombre, pero su buzón de mensajes estaba tan lleno que se vaciaba de forma semiregular. Pensó en leerlos por valor, pero no podía obligarse a hacerlo. La voz del asistente de la puerta en los altavoces encima lo sobresaltó de sus pensamientos. ―Pasajeros para el vuelo 12 a Charleston, comenzaremos a abordar pronto. Por favor, reportarse a la puerta D23 y espera a que te llamen. El asiento de Neil estaba justo detrás de la sección de clase ejecutiva. Tenía el asiento junto a la ventana, para su desagrado, pero el espacio debajo del asiento frente a él era lo suficientemente grande para su bolso. Empujó la bolsa con sus zapatos e intentó no sentirse atrapado por su compañero de asiento. Los asistentes se apretujaron por los pasillos, tratando de que todos se instalaran lo más rápido posible. Cuando todos finalmente se sentaron y los compartimientos superiores se cerraron, los asistentes se lanzaron a un discurso sobre seguridad. Neil miró hacia la puerta de salida de emergencia, pero no se sintió tan tentado como creía que estaría. Hacer frente a Riko de esta manera iba en contra de todo lo que su madre le enseñó. Había sido criado para correr, sacrificar todo y a todos para asegurar su propia supervivencia. Su madre nunca le había dado motivos para estar de pie. Tal vez por eso no había sido lo suficientemente fuerte como para salvarla al final. Un revoltijo de mentiras por el cual no tenía nada por lo que luchar. Pero Neil Josten era un Foxes. Andrew llamó a esto casa; Nicky lo llamó familia. Neil no iba a perder nada de eso. Si dos semanas con Riko era el precio para mantener a salvo a su equipo, Neil pagaría.

De alguna manera, esos pensamientos facilitaron el vuelo. Neil incluso logró dormitar a través de una parte, pero se despertó cuando aterrizaron. Jean lo estaba esperando a la llegada. Observó el enfoque de Neil con una expresión fría en su rostro, y hubo un tono en su voz cuando dijo: ―No deberías haber venido aquí. ―Vamos ―dijo Neil. El viaje fue en silencio, pero la primera vista del Castillo Evermore hizo que la sangre de Neil zumbara en reconocimiento. Evermore parecía más un monumento que un estadio, y su pintura azabache lo hacía aún más imponente. Era el doble de grande que el Foxhole Court. Neil dudaba de que los Raven pudieran llenar cada asiento en cada juego, pero el Tribunal de los E.E.U.U. probablemente se agotó unas horas después de publicar sus partidos. Neil solo podía imaginar cómo sonaban las noches de juego dentro. Jean se detuvo en una puerta y extendió la mano para escribir un código. La puerta se abrió con un chillido silencioso y luego condujo hacia el estacionamiento con barricadas. Una fila de autos ya estaba estacionada en el bordillo. Neil deseó estar sorprendido de que todos fueran idénticos. Incluso las matrículas personalizadas tenían solo un par de dígitos el uno del otro. Neil los miró fijamente hasta que pensó que había descifrado la secuencia. El EA tenía que ser Edgar Allan, y los números que seguían eran los años de la clase y los números de la camiseta. ―Este no es un equipo ―dijo Neil―. Es un culto. ―Sal ―dijo Jean, y estacionó en el lugar abierto que sus compañeros de equipo le dejaron. Neil agarró su bolso y salió. Jean lo acompañó hasta la puerta y puso otra contraseña numerada. La luz del teclado parpadeó en verde, por lo que Jean tiró de la puerta para abrirla. En lugar de entrar, miró a Neil. ―Echa un vistazo al cielo. No volverás a verlo hasta que te vayas. ―Lo he visto ―dijo Neil. La sonrisa de Jean se burló de ese pequeño desafío e hizo un gesto para que Neil lo precediera. La puerta se había abierto a una escalera que bajaba. Todo estaba pintado de negro. La única luz y color era un tubo de luz roja en el centro del techo. No fue lo suficientemente brillante. Cuando Jean cerró de golpe la puerta detrás de ellos, Neil casi tropieza por las escaleras. Puso una mano en la pared para equilibrarse y disminuyó la velocidad. En su espalda, Jean no lo apresuró. Contó los pasos, queriendo saber qué tan profundo iban, y llegó a veintiséis antes de que las escaleras terminaran en otra puerta. Jean se adelantó para introducir una tercera contraseña y Neil entró en la vivienda de los Raven.

―Bienvenido al Nido ―dijo Jean. ―Culto ―dijo Neil de nuevo. Jean ignoró eso y lo llevó de recorrido. Este espacio fue originalmente construido para albergar a los equipos visitantes, pero el entrenador Moriyama se lo dio a sus Raven. Si los Raven no estaban en clase o en la cancha, se suponía que debían estar aquí abajo. A primera vista, no fue una mala configuración. El nido era espacioso y estaba bien abastecido. Neil pasó dos cocinas de tamaño completo, un salón completo con una barra y una mesa de billar, y tres home teatre. Una sala larga conectaba las áreas sociales con una sala de pesas, y otra sala los llevaba al dormitorio. Un letrero en la pared indicaba que Black Hall estaba a la izquierda y Red Hall a la derecha. Neil miró a ambos lados, pero honestamente no podía distinguirlos. No valía la pena preguntar, así que siguió a Jean a Black. Todas las puertas del dormitorio estaban abiertas, por lo que Neil se asomó al pasar. Las habitaciones eran casi tan grandes como la suite que Neil compartía con Matt y cada una estaba equipada con solo dos camas. El Nido tenía el potencial de ser todo lo que un atleta de la universidad podría desear, a excepción de los techos bajos y la decoración oscura. El color era fugaz, y por lo general solo aparecía en tonos de rojo. Todo lo demás era negro, desde los muebles hasta las sábanas, hasta las toallas colocadas sobre las sillas de los escritorios para secarlas. Las sombras estaban absorbiendo el aire de la habitación y Neil repentinamente se dio cuenta del peso del estadio sobre su cabeza. Neil no era claustrofóbico, pero pensó que dos semanas más abajo podrían cambiar eso. ―Aquí ―dijo Jean, e hizo un gesto para que Neil lo siguiera a la última habitación―. Aquí es donde te quedarás. Deberías estar en Red con el resto de nosotros, pero el maestro ha hecho una concesión especial. Sabe que necesitas la atención personal de Riko. ―No estoy compartiendo habitación con ese sociópata. ―Si solo tuvieras voz en el asunto. ―¿El lugar de quién estoy tomando? ―Neil preguntó, porque ambos lados de la habitación ya estaban decorados. Jean se detuvo junto a una de las mesillas de noche y le hizo un gesto a Neil para que se acercara. ―Mira y ve. Neil se movió junto a él y lo lamentó casi de inmediato. Las postales de ciudades lejanas, tanto extranjeras como domésticas, estaban pegadas a las paredes. Debajo de cada uno había trozos de papel. Los garabatos ahora familiares de Kevin enumeraban las fechas y las explicaciones de los viajes. La mayoría de ellos eran juegos. Algunas sesiones fotográficas y entrevistas indicadas. Los libros se alineaban en los estantes integrados en la cabecera y Neil sabía por el roce de las espinas que eran de Kevin. Kevin se estaba especializando en historia por razones que Neil no

podía entender; estos títulos secos eran el tipo de cosas que encontraría fascinantes. A Neil le dio escalofríos ver que su espacio se conservaba así. Era como si Kevin hubiera salido a hacer un mandado, no es que se hubiera transferido a otro equipo por completo. ―Riko está en negación ―dijo Neil―. Alguien debería decirle que Kevin no regresará. ―No sabes nada ―dijo Jean―. Baja tus cosas y vámonos. Jean no lo esperó, sino que se fue. Neil dejó caer su petate en la cama de Kevin, lanzó una cautelosa mirada hacia el lado de la habitación de Riko y alcanzó a Jean por el pasillo. Un tramo de escaleras los llevó por un piso hasta el vestuario de los Raven. Jean no le dio a Neil tiempo para mirar a su alrededor, sino que lo empujó a través de una puerta trasera hacia el patio interior. Salieron cerca de los bancos de Home. Era el domingo antes de Navidad y los Raven estaban en la cancha a toda velocidad. Dos alineaciones jugaban un golpe bastante brutal, mientras que los restantes nueve Raven miraban. Las cabezas se volvieron cuando Jean avanzó junto a los nueve blindados, y los Raven miraron más allá de Jean hacia Neil. Sus expresiones iban desde el frío desinterés hasta la hostilidad abierta. Neil no esperaba una cálida bienvenida, por lo que mantuvo su atención en la cancha. No pasó mucho tiempo antes de que sonara un timbre y terminara el partido. El equipo de Riko ganó por un margen de tres puntos. Las dos alineaciones se encontraron en la mitad de la cancha para criticar las actuaciones de cada uno. Los submarinos se unieron a ellos para compartir lo que habían notado desde el exterior. La reunión duró unos buenos quince minutos, pero finalmente los Taven tocaron palos y salieron de la cancha. Riko se quitó el casco mientras él entraba por la puerta de la corte. ―Luke, cierra el marcador. Martin, enciende las luces. Tengo un invitado al que atender, así que toma un almuerzo temprano. El maestro estará a punto de verificar el progreso, así que ten tus papeles preparados para él. La práctica de la tarde comenzará a la hora habitual. Los Raven se movieron como un río negro alrededor de Jean y Neil. Riko se detuvo frente a Neil para considerarlo, pero lo despidió sumariamente a favor de Jean. ―Muéstrale sus cosas. Trataré con él cuando me duche. Jean inclinó su cabeza y sostuvo la puerta hacia Riko. Riko se fue por un lado, entonces Jean y Neil fueron por otro. Jean trajo a Neil al vestuario y abrió un armario de gran tamaño en el extremo. Neil obedientemente miró dentro. El casillero estaba lleno de equipo Raven. No fue hasta que Jean le empujó la camiseta que Neil lo entendió, porque el nombre estampado en la parte posterior era JOSTEN. ―Solo estoy aquí por dos semanas ―dijo Neil―. ¿Por qué tenía esos impresos?

―No juegues estúpido ―dijo Jean―. Kevin ya te habría dicho que te estás transfiriendo este verano. ―Lo mencionó. Le dije que no lo haría. ¿No se lo dijo? ―Neil arrojó la camiseta a un lado. Jean lo agarró del aire antes de que pudiera tocar el suelo y lo miró con expresión lívida. ―Trata de no matarnos a los dos en tu primer día,

niño ignorante.

―¿Nos? ―Neil preguntó. ―Escucha atentamente lo que estoy a punto de decirte ―dijo Jean, empujando la camiseta hacia él de nuevo. Neil se negó a tomarlo, por lo que Jean agarró su abrigo con su mano libre y tiró de Neil cerca―. Perdiste el derecho a ser un individuo cuando entraste en el Nido. Las consecuencias de tus acciones ya no son tuyas por sí solas. Los Raven operan en un sistema basado en pares, lo que significa que desde ahora hasta que te vayas yo soy el único aliado tienes. “Mi éxito es tu éxito ―dijo Jean―. Tu fracaso es mi fracaso. No irás a ninguna parte a menos que yo esté contigo. Si rompes esta regla se molestaran mucho por ella. ¿Comprendes? Quieren que fallemos. Quieren tomar la alineación inicial de mi parte. No voy a dejar que pongas en peligro mi rango. ―Tengo malas noticias para ti ―dijo Neil―. No puedo superar a los delanteros de los Raven. ―No son ellos los que debes superar ―dijo Jean―. Ya no eres un delantero. Nunca deberías haber sido uno en primer lugar. El maestro te está moviendo a la defensa donde perteneces. Él querrá saber por qué abandonaste tu posición. Espero que tengas una buena explicación para él. ―No fue mi idea ―dijo Neil―. El entrenador Hernández tenía una línea defensiva completa. Fue una ofensa o nada en absoluto y solo quería jugar. Neil le dijo a Hernández que nunca antes había tocado una raqueta porque no pudo darle a Hernández los nombres de sus entrenadores y equipos anteriores. Sin embargo, cuando Neil fue reclutado para los Milport Dingoes, no fue su ausencia de ocho años de Exy lo que lo hizo tan torpe en la cancha. Fue que Neil jugó pequeñas ligas como un defensa. Había tenido que aprender el juego una y otra vez desde cero. Al principio, Neil lo odiaba, porque creía que los strickers eran los perros de la gloria que buscaban el centro de atención. Sin embargo, cuando Neil se sintió más cómodo con el puesto, se enamoró. ―Fue una mala idea ―dijo Jean―. Ahora debes desaprender todos tus malos hábitos. Ahora prueba tu equipo para que sepamos que encaja. ―No frente a ti ―dijo Neil. ―Esa modestia será de lo primero que te despedirás ―dijo Jean―. No hay espacio para la privacidad en el Nido.

―No puedo creer que aguantes esto ―dijo Neil―. Al menos, Kevin corrió. ¿Cuál es tu excusa? ―Soy un Moreau ―dijo Jean, como si Neil estuviera siendo estúpido a propósito―. Mi familia ha pertenecido a los Moriyamas desde antes de que vinieran a los Estados Unidos. No hay otro lugar adonde ir, así como no hay lugar para ti sino aquí. Kevin no es como nosotros, él es valioso pero no es propiedad en el mismo sentido. Él escapó porque tenía familia a quien correr. ―¿Andrew? ―Neil lo adivinó. ―Dije familia, imbécil con problemas auditivos ―dijo Jean―. Su padre, tu entrenador. Tardó un momento en asimilarse. Cuando hizo clic, Neil retrocedió ante Jean en estado de shock. ―¿Qué? Sabía, lógicamente, que Kevin tenía que tener un padre. Kayleigh Day no se había quedado embarazada, después de todo. Pero nunca había mencionado el nombre del padre de Kevin, sin importar cuánto presionara la prensa. Si los rumores eran correctos, el espacio estaba en blanco en el certificado de nacimiento de Kevin. Sin embargo, había nombrado a Tetsuji el padrino de su hijo, y así fue como Kevin terminó en Evermore después de la muerte de Kayleigh. ―Estás mintiendo ―dijo Neil. ―¿Por qué más podría Kevin correr hacia un equipo tan terrible? ―Pero él nunca... y el entrenador no... ―Cifra que todavía es demasiado cobarde para decir algo al respecto ―Jean dio un golpe burlón de su mano―. Si no me crees, búscalo. La última vez que vi la carta de su madre estaba metida en uno de esos aburridos libros suyos. Lo ha leído tantas veces que podría haber usado las palabras en las páginas, pero vale la pena intentarlo. ―Si él lo supiera, ¿por qué se quedó? ―Neil exigió―. Debería haber ido al entrenador cuando su madre murió. ―Lo descubrimos hace solo unos años ―dijo Jean―. Encontramos la carta en la casa del maestro por pura casualidad. Kevin se la robó, pero nunca tuvo la intención de actuar en el descubrimiento. Sabía que eso significaba perder todo esto. No valía la pena ―Jean señaló el vestuario―. Una vez que perdió esto, por supuesto, no había razón para quedarse. ―Estás loco ―dijo Neil. ―Dice el fugitivo que se unió a un equipo de Primera Clase ―dijo Jean―. Dice el hombre que vino aquí hoy cuando debería haber huido. No eres mejor que el resto de nosotros. ¿Ahora vas a probar tu equipo o tendré que forzarte?

Neil lo pensó, luego tomó la camiseta. Jean cruzó sus brazos sobre su pecho y retrocedió un par de pasos. Neil le dio la vuelta a la camiseta para mirar su nombre. Las letras blancas estaban rodeadas por un tenue contorno rojo. El número debajo de él no era el suyo. ―¿Ni siquiera puedo quedarme con mi diez? ―Neil preguntó. ―Raven sin importancia usan dígitos dobles ―dijo Jean―. El círculo interno de Riko no. Este número te queda mejor. ¿Sabías que... en japonés, ‹cuatro› y ‹muerte› suenan igual? Es apropiado que el hijo del carnicero use este número›. Neil negó con la cabeza pero dejó de discutir. Volvió a dejar la camiseta en su casillero, endureció sus nervios y desabrochó los botones de su abrigo. Él tiró de la cremallera desabrochada a continuación y se encogió de hombros para sacárselo. Luego se quitó la camisa por la cabeza y fingió no darse cuenta de la mirada intencionada que Jean le acariciaba el frente lleno de cicatrices. Neil se quitó los zapatos, los empujó fuera de su camino con un pie, y se quitó los pantalones. Se puso el uniforme de los Raven pieza por pieza lo más rápido que pudo. Le quedaba mejor de lo que esperaba, pero Neil se sintió asfixiado por eso. ―Bien ―dijo Jean―. Ahora vuelve a ponerlo. No lo necesitarás hasta la práctica de la tarde. Neil se lo quitó todo y lo volvió a guardar. Acababa de abrochar el último botón de su abrigo cuando se abrió la puerta a su espalda, pero no se perdió la forma en que Jean palideció. Neil miró hacia atrás para ver a Tetsuji y Riko en la entrada. Tetsuji había traído un bastón adornado con él. Neil nunca lo había visto antes y esperaba que eso significara que Tetsuji estaba sufriendo algún tipo de lesión o enfermedad. Riko dejó que su tío entrara primero a la habitación y cerró la puerta detrás de ellos. Neil se tomó un momento para preguntarse quién instaló cerraduras en la puerta de un vestuario, pero apartó ese pensamiento tan rápido como pudo. No podía permitirse distraerse frente a este hombre. Tetsuji cruzó la habitación para pararse frente a él. ―Nathaniel Wesninski ―dijo, como si encontrara que faltara cada sílaba―. Arrodíllate. Neil se escondió las manos en los bolsillos para poder apretarlos en puños. ―No. Pensó que Jean dijo su nombre, pero apenas era más fuerte que una bocanada de aire. Neil no miró hacia atrás. No pensó que era su imaginación que Riko dio un paso atrás para poner más espacio entre él y su tío. Un hombre que pudiera mantener a raya incluso a Riko no era un hombre a quien desafiar tan descuidadamente, pero Neil no tenía otra opción. ―Te arrodillarás ―dijo Tetsuji.

Neil tenía la sensación de que se arrepentiría por el resto de su corta vida, pero sonrió y dijo: ―Oblígame. Vio el bastón levantarse, pero fue demasiado rápido para esquivarlo. Lo atrapó en la cara a través de su mejilla y un lado de su boca. Neil tropezó bajo la fuerza del golpe y se estrelló contra los casilleros. Él no lo sintió; no podía sentir nada excepto el fuego que le atravesaba el cráneo. Un destello agrio en su lengua podría haber sido sangre, pero la boca de Neil estaba demasiado entumecida para que él estuviera seguro. Levantó instintivamente una mano para ver si tenía fracturas en el cráneo, pero el bastón de Tetsuji lo atrapó en las costillas. Luego su hombro y su brazo, hasta que Neil no tuvo más remedio que peinarse y protegerse. Tetsuji no dejó de golpearlo hasta que finalmente se desmayó.

b

En la práctica de la tarde de los Raven corrió durante cuatro horas, y Neil no estaba en forma para nada de eso. Había estado inconsciente durante las dos horas que tomaron los Raven para almorzar; solo se despertó cuando Jean arrojó una jarra de agua helada sobre su cabeza. Neil estaba demasiado delirante y dolorido para cambiarse, así que Jean tuvo que forzar la mayor parte del equipo sobre él. Neil forcejeó, pero Jean clavó dedos crueles en los nuevos hematomas de Neil para detenerlo. Jean tuvo que llevar a Neil hasta la cancha. No fue hasta que Jean metió una raqueta en sus manos que Neil realmente se dio cuenta de que sí, se esperaba que jugara. Lo pusieron como un backliner, y Neil falló espectacularmente. No había jugado de defensa en casi nueve años y estaba demasiado mal como para mantenerse al ritmo de Riko. Cada vez que Riko pasaba junto a él, lo golpeaba con su raqueta. La armadura Exy estaba destinada a proteger contra las pelotas que se mueven rápidamente y las verificaciones corporales, no los golpes maliciosos de raquetas pesadas. Al cabo de una hora de práctica, Neil tropezaba con sus propios pies. Sin embargo, cada vez que Neil caía, Jean estaba allí para levantarlo del suelo. Jean no tenía nada que decirle a Neil sobre su pobre actuación, ni aliento ni palabras duras. Quizás ya no tenía aliento para eso. Estaban juntos en esto, justo como Jean advirtió a Neil. Cada vez que el otro equipo anotó, ambos fueron castigados. El resto de los Raven eran completamente antipáticos, incluso hacia uno de los suyos. Así era como trabajaba el equipo, y lo aceptaron sin cuestionamientos. Estos cinco años podrían ser una pesadilla viciosa, pero la fama mundial y los salarios de siete

dígitos los esperaban en el otro lado de la etapa de graduación. Estarían listos para el resto de sus vidas. En lo que respecta a los Raven, era un intercambio que valía la pena. Debido a su actuación patética, Jean y Neil tuvieron la tarea de cerrar la cancha después. Eso significaba barrer y pulir el suelo de la cancha, y luego arreglar el desorden que los Raven representaban en el vestuario. Para cuando finalmente pudieron ducharse, Neil apenas podía moverse. Ni siquiera le importaba que el cuarto de ducha de los Raven careciera de puestos. Se arrodilló en el suelo de baldosas bajo el rocío y dejó que el calor le quitara parte del dolor de su cuerpo destrozado. Neil flexionó sus dedos hinchados para asegurarse de que estaban en buen estado. Se movieron, pero él no podía sentirlos. ―Deberías haber huido ―dijo Jean, demasiado agotada y dolorido para sentir odio. ―Crecí con dolor ―dijo Neil―. Dos semanas de esto no significarán nada. ―Tres ―dijo Jean. Neil lo miró. ―Solo acordé con dos. Me voy en la víspera de Año Nuevo. Jean cerró los ojos e inclinó más la cabeza bajo el rocío. ―Tú ignorante niño. Este es el Nido de los Raven. Pasamos por nuestro tiempo, no el tuyo. Corremos en días de dieciséis horas. Verás. Neil estaba demasiado cansado para lidiar con su dramatismo, por lo que se centró en lavar los platos. Se vistió con la ropa más suelta que había empacado y arrastró a Jean a la cocina. Apenas probaba la comida que se ponía en la boca, pero necesitaba su fuerza. Jean puso sus platos en el lavavajillas y trajo a Neil a Black Hall. Riko los estaba esperando en su habitación. Neil no lo vio hasta que ya estaba adentro, y para entonces ya era demasiado tarde. Jean cerró la puerta detrás de él y se apoyó en ella. Neil consideró luchar contra él, pero no tenía la energía y no tenía adónde ir. Fue a su cama como si no le importara que estuviera atrapado aquí con ellos y se sentó en el borde del colchón. Miró los libros y pensó en la carta de Kayleigh, pensó en Jean y Kevin soportando esto día tras día, año tras año. Riko se levantó de su cama, y ​​Neil lo miró. Estaba sonriendo, y la mirada hizo que Neil se sintiera mal del estómago. Su padre lo había mirado con odio y furia. Nunca se había visto así, como la sangre de Neil sería lo mejor de su día. El Carnicero era un asesino vicioso con un temperamento desencadenante, pero prosperó con la muerte y el miedo, no con el dolor y la sumisión. ―Mantente alejado de mí ―dijo Neil. Riko sacó una navaja de su bolsillo y la abrió.

―Pensé que no tenías miedo de mis cuchillos, Nathaniel. ¿Era una mentira para hacerte sentir mejor? Riko se sentó de lado sobre el colchón al lado de Neil. Lo miró como si estuviera imaginando despellejarlo y alimentarlo con sus restos sangrientos. Su expresión decía que se estaba embarcando en la fantasía. Neil no se inmutó cuando Riko puso la punta de la hoja en sus labios, pero estaba cerca. Jean se movió junto a ellos, pero Neil no se atrevió a quitarle los ojos de encima a Riko para mirarlo. ―Me encantará hacerte daño ―dijo Riko―, como me encantará lastimar a Kevin. ―Eres una persona seriamente jodida ―dijo Neil. Riko deslizó el cuchillo en la boca de Neil y empujó, lo suficientemente fuerte como para romper la piel en la esquina de la boca de Neil pero no lo suficientemente profunda como para hacer un daño real. ―Cállate y acuéstate ―dijo Riko―. No tenemos mucho tiempo, y le prometí al maestro que te tendría en línea antes de la práctica nocturna. ―Te odio ―dijo Neil alrededor de la espada. ―Acuéstate ―dijo Riko de nuevo―, y pon tus manos en la cabecera. Neil se tendió de espaldas y extendió la mano por encima de su cabeza. Jean tomó sus manos para guiarlos al lugar correcto. Neil sintió la madera bajo la yema de los dedos y se agarró. Jean lo soltó solo para colocar el metal frío sobre sus muñecas. Neil trató de mirar, pero el cuchillo en su boca no lo dejaba moverse. Riko lo sintió tenso, aun así retiró el cuchillo. Neil levantó la vista y se arrepintió de inmediato. Puños de metal cerraban sus manos a la cabecera. Tiró de sus brazos tan fuerte como pudo, casi rascándose las muñecas en el esfuerzo, pero la cabecera ni siquiera crujió. ―¿Quién es tu Rey, Nathaniel? ―Riko preguntó. Neil le escupió a la cara. Riko se congeló, luego lentamente se acercó para tocar el globo en su mejilla. Miró sus dedos resbaladizos por un momento, necesitando ver el desastre para creerlo, y luego agarró la cara de Neil en un férreo control. Abrió la boca de Neil y escupió en ella. Una mano sobre la boca de Neil evitó que volviera a toser. Jean se subió a la cama y se sentó sobre sus piernas antes de que Neil pudiera golpear a Riko por la espalda. Riko presionó el cuchillo en el pecho de Neil y deslizó el borde debajo de su piel. ―Haré que esto sea tan terrible como sé ―le prometió Riko―. Cuando sea demasiado para ti, no dudes en llorar.

CAPÍTULO 16 Traducido por Irán Corregido por Cotota

―Pasajeros del vuelo 227 a Las Vegas, por favor repórtense a la puerta A19. El abordaje comenzará en un momento. Neil no recordaba haberse quedado dormido, pero parpadeó medio dormido y miro hacia las luces fluorescentes sobre su cabeza. El vidrio frío se sacudió contra sus hombros y cabello, donde se sentó apoyado contra una ventana. Escucho el rugido sordo de un motor a reacción mientras se precipitaba por la pista. El vidrio se detuvo antes de que el ruido se desvaneciera. Se frotó los ojos con las manos enguantadas y se arrepintió inmediatamente. Los guantes escondían sus vendajes, pero no hacían nada por el dolor. Hizo sus manos en puños, siseando a través de sus dientes por lo mucho que dolía. Satisfecho de que todos sus dedos respondían, dejo caer su mano enguantada a su regazo. ―Pasajeros del vuelo 1522 a Atlanta, les informamos que ha habido un cambio de puerta. Ahora abordaremos este vuelo desde la puerta A16. Repito: Vuelo 1522 a Atlanta, Georgia abordará ahora desde la puerta A16. Por favor presentarse a su nueva puerta inmediatamente para un rápido despegue. El anuncio volvió a aparecer un par de segundos después, esta vez en español. Por un momento Neil estaba perplejo de que no estuviera en Francés. Había pasado tanto tiempo con Jean que había olvidado que existía otro idioma. Jean tenía técnicamente prohibido usar el Francés, ya que Riko no podía entenderlo, pero se lo había susurrado a Neil cuando Riko no estaba lo suficientemente cerca para escuchar. Jean se burlaría por su confusión actual, excepto que Jean no estaba aquí. Neil miró el asiento junto al suyo y sólo vio su bolsa de lona. Jean no estaba a la vista.

Él estaba en el aeropuerto, por lo que Jean debía estar al otro lado del puesto de control de seguridad. Neil tendría que regresar y decirle que había dormido durante su vuelo. Sin embargo, cuando miró en busca de alguna señal que indicará las salidas, reconoció el mobiliario destartalado del Aeropuerto Regional del Norte. El norte del Estado estaba en Carolina del Sur, pero Neil no recordaba haber salido de Virginia Occidental. Él ni siquiera recordaba haber dejado Castillo Evermore. Neil se sostuvo de los apoyabrazos de su silla para ponerse de pie y miró sobre su hombro. Estaba oscuro afuera; la noche había caído y él ni siquiera se había dado cuenta. Pateó a su memoria no cooperativa y luego lo dejó ir. No importaba como había llegado siempre y cuando él estuviera aquí. Llegar aquí fue sólo la mitad de la batalla. La otra mitad era ponerse de pie. Neil contuvo la

respiración mientras se levantaba de la silla laboriosamente. Por un momento estaba seguro de que sus piernas se desvanecerían debajo de él. De alguna manera se sostuvieron. Le dolió apretar su mano alrededor de la correa de la bolsa de lona, pero la sostuvo de todos modos. No podía sentir el peso contra su cadera. Necesitaba saber que estaba ahí, con él. Caminó con dificultad por arribos. Debería haber sido una caminata corta, pero se movió con la velocidad y la gracia de alguien seis veces mayor que él. Cada centímetro de su cuerpo se sentía como si hubiera pasado por una picadora de carne. Llegó hasta la zona de recogida de equipajes antes de darse cuenta de que no tenía a donde ir y no había manera de llegar ahí. Neil miro estúpidamente las cintas transportadoras, luego cojeó hasta la pared. Lo siguió hasta encontrar un enchufe. Sus manos gritaban de dolor mientras hurgaba en su bolsa de lona, pero finalmente encontró su teléfono. Estaba muerto, por supuesto. Probablemente murió hace dos –¿o tres?– semanas. Neil lo enchufó y espero. Cuando tuvo suficiente energía para encender, inmediatamente comenzó a cargar cada mensaje perdido de sus vacaciones. Neil trató de pasar a través de sus contactos, pero las alertas seguían apareciendo para interrumpir su progreso. Se dio por vencido y vio los nombres destellar. Como era de esperar la mayoría de los mensajes eran de Nicky. Incluso aparecieron los nombres de Aaron y Allison El único nombre que faltaba era el de Andrew. Al menos su teléfono había descargado todo del servidor y Neil podía entrar en su lista de contactos. Neil vio primero el nombre de Andrew, luego el de Kevin, y finalmente presionó la tercera marcación rápida que Andrew había programado en su teléfono. Wymack respondió en el cuarto timbre. ―¿Tienes una buena razón para molestarme en vacaciones? ―No sabía a quien más llamar —dijo Neil. Apenas reconoció su propia voz. La última vez que había hablado había estado gritando; aparentemente sus cuerdas bucales aún no se habían recuperado. Neil presionó su frente contra la pared e intentó respirar. No podía recordar cuando respirar no era una tarea ardua. ―¿Neil? ―La postura brusca abandonó la voz de Wymack; ese borde afilado era todo alarma—. ¿Estas bien? Neil sonrió. Se sentía como si desgarrara su rostro. ―No, no lo estoy. Se que es algo repentino, pero ¿puedes venir a recogerme? Estoy en el aeropuerto. ―Espera allí —dijo Wymack―. Estoy en camino. Neil asintió, sabiendo que Wymack no podía verlo y colgó. No tenía la fuerza para mantenerse de pie, por lo que se arrodilló y puso un temporizador de quince minutos en su teléfono. Cuando se

disparó, tiró del cargador y llevo su bolsa afuera. Se sentó en la acera con los pies en la alcantarilla, ignorando la forma en como los enfurecidos conductores tocaban la bocina en señal de advertencia. Neil estaba tan fuera de sí que no se dio cuenta de que Wymack se detuvo en la acera a poca distancia hasta que una mano pesada se envolvió alrededor de su brazo. ―Arriba —dijo Wymack― Nos vamos de aquí. Neil retorció su mano en la manga de Wymack y dejó que Wymack lo levantara. Wymack abrió la puerta del pasajero para él y observó cómo Neil subía. Cuando Neil estaba asegurado adentro Wymack cerró la puerta y se dirigió al lado del conductor. Neil se preparó para las preguntas, pero Wymack no le dijo nada. Neil observó al aeropuerto desaparecer, vio signos borrosos fuera de su ventana y dejó que sus ojos se cerraran. Cuando los abrió de nuevo, estaba de espalda en el sofá de Wymack. Wymack había arrastrado su silla de escritorio a la sala de estar para vigilarlo. Una botella de whisky medio vacía estaba sobre la mesa de café entre ellos. Tenía la tapa puesta, pero Neil todavía podía olerla. Neil se levantó, haciendo una mueca de dolor durante todo el camino y devolvió la expresión cautelosa de Wymack con una propia. ―Lo siento. ―Él suena como Neil —dijo Wymack― pero no se parece a él. Tomaré tu explicación desde el comienzo y sin una orden mierda, gracias. Neil lo miró, sin comprender. La respuesta estaba ahí, fuera de su alcance, un destello azul y de pánico y cristales rotos. Neil arañó desesperadamente su memoria, pero su cuerpo se dio cuenta antes que su mente. Extendió la mano para tocar su cabello y Neil lo recordó. El miedo era acido en sus venas, comiéndolo vivo desde dentro hacia afuera y Neil se puso de pie de un salto. ―No —dijo, pero era muy tarde para cambiar las cosas. Wymack se levantó cuando Neil tropezó hacia la puerta, pero no intento detenerlo. Neil abrió la puerta del baño y encendió la luz. El rostro que lo esperaba en el espejo era lo suficientemente horrible como para sacudir sus piernas debajo de él. Neil arañó el lavabo mientras se desplomaba sobre sus rodillas, pero no era lo suficientemente fuerte para sostenerse a sí mismo. Neil se había teñido el cabello de color marrón de vez en cuando, pero nunca este tono, nunca cerca de este tono. Este era su color natural, y esos eran sus verdaderos ojos y esto era el rostro de su padre. Los vendajes y moretones no eran suficientes para disfrazar al hombre que había visto en el espejo. Neil pensó que vomitaría, pero estaba muy débil para manejarlo. ―Respira —dijo Wymack. Neil no se dio cuenta de que había dejado de hacerlo hasta que el puño de Wymack en su espalda les devolvió el aire a sus pulmones. Araño la puerta del gabinete y se atragantó con el primer aliento

que tomo. Tuvo que apretar los dientes para no gritar, no se atrevió a hablar. Era demasiado tarde para decirle a Wymack que no mirara. Era demasiado tarde para que Wymack fingiera que no lo había visto. Wymack no sabía a quién estaba mirando, pero eso no importaba. El clic de un encendedor lo empujó hacia atrás justo antes de que pasara por el borde y Neil tomó el cigarrillo que Wymack le ofreció. Lo acunó cerca e inhaló tan profundo como pudo. Le dolía inhalar, pero lo hizo de todos modos. Cada respiración sucesiva tiraba con fuerza de sus puntadas y vendas adheridas a su piel. Apretó su mano libre contra su abrigo, tratando de sentir la gaza a través de la lana gruesa. Finalmente inhaló tan profundo que se atraganto. Tosió tan fuerte que pensó que rompería algo, pero al final de su tos se estaba riendo. Sonaba retorcido e incorrecto en este espacio sofocante, pero Neil no podía parar. Se mordió la mano para amortiguar el sonido, pero eso no ayudó. La histeria estaba a un parpadeo de tomar el control. ―Neil —dijo Wymack―. Necesito que me hables. ―Creo que saque mis puntadas —dijo Neil―. Siento sangre. ―¿Dónde? ―preguntó Wymack. ―¿En todas partes? ―Neil lo adivinó y trató de deshacer los botones de abrigo con una sola mano. Wymack apartó la mano de Neil del camino. Neil dejó a Wymack pelear con los botones y la cremallera, pero les tomó a ambos quitar el abrigo de Neil. Neil atrapó la punta del dedo de un guante en sus dientes y tiro, sólo para hacer una mueca por la forma en que su mejilla punzaba. Wymack notó su expresión y alcanzó el rostro de Neil. Neil no se había dado cuenta de que tenía vendajes en la cara hasta que le quitó la gaza y la cinta. Wymack se quedó tan quieto que Neil pensó que se había convertido en piedra. ―Neil, ¿qué mierda tienes en la cara? Neil se quitó el guante y tocó su piel con los dedos desnudos. No sintió nada, así que se agarró del lavabo e intentó de ponerse de pie. Wymack lo dejo intentarlo por su cuenta, luego se levantó y tiro de Neil en posición vertical. Neil no estaba listo para ver su reflejo de nuevo. Estaba menos preparado para ver el “4” tatuado en su pómulo izquierdo. Wymack no esperaba su reacción violenta. Esa fue la única razón por la cual Neil logró echarlo del baño. Neil pasó por delante de él y corrió hacia la cocina. Para cuando Wymack lo alcanzó él ya había sacado un cuchillo del bloque de madera en el mostrador de Wymack. Wymack agarró su muñeca antes de que Neil pudiera llevarse el cuchillo a su propia cara. Neil luchó como una bestia enjaulada, pero Wymack golpeó su mano contra el mostrador hasta que Neil perdió el agarre. Neil se apresuró a buscar el cuchillo, pero Wymack arrastró a Neil al piso con él. Abrazó a Neil con ambos brazos y lo agarró con fuerza, no había nada que Neil pudiera hacer, pero se agotó tratando

de liberarse. ―Oye —le dijo Wymack al oído, agudo y consistente―. Oye, todo está bien. Nunca ha estado bien. Había llegado en manchas fugaces, en momentos robados con sus compañeros de equipo y en sus victorias el último momento, pero siempre se vio ensombrecida por esta horrible verdad. Cada vez que Neil parpadeaba recordaba un poco más de sus vacaciones de navidad. Cada vez que se movía sentía las manos y cuchillas de Riko y el fuego en su piel. Dejaría que Riko lo hiciera pedazos una y otra vez porque era la única manera de sobrevivir, porque doblarlo debería haber evitado que se rompiera, pero Neil no sabía si podría volver a unirse una vez más. No era la suficientemente fuerte para esto. Él nunca lo había sido. Su madre lo había sostenido, pero se había ido. ―Neil —dijo Wymack. Neil, Wymack lo llamó, incluso cuando tenía este aspecto, incluso con el rostro de su padre y los ojos de su padre y el número de los Moriyamas en su rostro. Neil, Wymack lo llamó, y más que nada Neil quería que fuera verdad. Dejó de luchar para liberarse; las manos que habían intentado torcer los brazos de Wymack ahora se aferraban a la vida. ―Ayúdame —dijo con los dientes apretados. ―Déjame —Wymack respondió, entonces Neil cerró los ojos. Wymack no dijo nada más hasta que la respiración laboriosa de Neil finalmente se normalizó—. ¿Qué mierda pasó? Lo último que escuché fue que estabas pasando Navidad con tu tío. ―Mentí ―dijo Neil―. Andrew regresará el martes ¿de acuerdo? Si Easthaven no ha llamado a Betsy aún para organizar lo viaje lo harán pronto. ―Llamaron ayer —dijo Wymack—. ¿Qué tiene que ver Andrew con esto? ―Todo lo que importa —dijo Neil. ―Eso no es una respuesta. ―Lo siento. ―Cállate —dijo Wymack, por lo que Neil se calmó. Se sentaron en silencio por un par de minutos más antes de que Wymack dijera—: ¿Puedo dejarte y confiar en que te comportarás o vas a tratar de cortarte la cara otra vez? Quiero comprobar tus puntos. ―Me comportaré —, dijo Neil. ―Perdóname si no confió en ti —dijo Wymack, pero lo dejo ir. Volvieron a ponerse de pie. Wymack hablaba en serio cuando dijo que no podía confiar en Neil

porque llevó a Neil de regreso a la sala de estar, fuera de la vista de los cuchillos. Wymack le hizo un gesto para que se quitara la camisa, pero Neil no se podía mover lo suficiente para quitársela. Wymack lo miró por un momento, luego se fue a buscar sus tijeras de cocina. Las blandió ante Neil en una pregunta y Neil asintió. Se mantuvo perfectamente quieto mientras Wymack le cortaba su camisa. Wymack no dijo nada sobre las cicatrices. No dijo nada acerca de cuantos vendajes Neil había envuelto alrededor de su pecho y abdomen o acerca de los moretones que se mostraban alrededor de la gaza. Él simplemente revisó a Neil con ojo clínico y hurgó en cada línea de puntadas por debilidades. Neil se quedó en silencio e inmóvil y lo dejó trabajar. Había descocido los hilos sueltos de su costado, cerca de su cintura, pero esa herida casi se había curado de todos modos. Wymack presionó la piel de Neil para ver si sangraba y regresó con los dedos limpios. Wymack retiró los vendajes cubiertos de sangre y los dejó caer sobre la mesa de café. Examinó el daño, luego se fue. Neil escuchó un cajón abrir y cerrar, se cortó el grifo por un par de segundos. Wymack regresó con un paño húmedo y un botiquín pequeño de primeros auxilios. Neil trató de tomar la tela por él, pero no pudo presionar los dedos lo suficiente para sostenerla. Wymack apartó su mano del camino y limpió la sangre seca de la piel de Neil. Dolía, pero Neil apretó los dientes y se quedó en silencio. Le hizo pensar en las largas noche en la carretera, de recuperar el aliento en casas de seguridad alrededor del mundo. Por un momento Neil recordó cómo se sentían los dedos de su madre sobre su piel. Recordó las mordeduras de las agujas moviéndose dentro y fuera mientras ella enroscaba su cuerpo destrozado para volverlo a unir. El nuevo ardor que subía por su garganta para pincharle los ojos era dolor. Neil parpadeo tan fuerte como pudo. ―Algún día vamos a hablar sobre esto —dijo Wymack en voz baja. ―Después de las finales —dijo Neil sin mirarlo―. Después de vencer a los Raven. Entonces te diré lo que quieras saber. Incluso te diré la verdad. ―Lo creeré cuando lo vea. Wymack sacó las vendas sucias y el paño fuera de la habitación. Neil se dejó caer en el sofá y miro a la botella de escocés de Wymack. El vaso vacío de Wymack descansaba a un lado. No le tomó ningún trabajo llenarlo y menos beberlo de un trago. El calor era familiar al igual que el regusto fuerte. ―Creí que no bebías —dijo Wymack desde la puerta. ―No lo hago —dijo Neil—. Sólo cuando tengo que. Usábamos el alcohol como anestésico porque no podíamos arriesgarnos de ir al hospital ―las palabras quemaron sus labios más que el whisky. Neil bajo el vaso y dejó sus dedos sobre el borde. No lo soltó hasta que estuvo seguro de que su mano no temblaba y luego trazo la más fea de sus cicatrices con su dedo índice―. Demasiadas preguntas. Demasiado tiempo perdido. Era más seguro beber el dolor.

Apretó su mano y la bajo a su regazo. —¿Es eso suficiente entrenador? Es una verdad para ofrecerte hasta primavera. ―Sí —, dijo Wymack. – Es suficiente por ahora. Wymack envolvió las heridas de Neil con vendas nuevas, luego recuperó su silla. Los dos se sentaron en silencio, Wymack observando a Neil y Neil estudiando sus manos. Neil luchó contra su poco cooperativa memoria, tratando de recordar su estancia en Evermore. Cuando la pieza más importante hizo clic en su lugar Neil finalmente pudo respirar. ―No lo firmé —dijo Neil, levantando la vista de sus manos. Levantó sus dedos a su cara. No podía sentir su tatuaje, pero había visto lo suficiente el Kevin para saber exactamente dónde estaba―. Me dio un contrato, pero no lo firmé. No pudo obligarme. Esto no significa nada. Aún soy un zorro. ―Por supuesto que lo eres —dijo Wymack. Neil asintió y miró el reloj. Eran las once cincuenta y cinco. —¿Vamos a ver caer la bola1? Quiero pedir un deseo. ―Pides deseos a estrellas fugaces —dijo Wymack―. Año nuevo es para propósitos. ―Eso está bien también —dijo Neil. Wymack sacó su control remoto de debajo de un cojín del sofá y encendió el televisor. El ruido y la música llenaron la habitación. Las cámaras recorrieron la multitud mientras una banda tocaba en el escenario. Neil buscó en la multitud las caras de sus compañeros de equipo, sabia que no los vería, pero necesitaba mirar de todos modos. Revisó su teléfono, encontró la batería parpadeando a un nivel muy bajo y abrió su buzón de mensajes de todos modos. No los leyó. No tenia tiempo y la batería no duraría lo suficiente. Sin embargo, tenía tiempo suficiente para redactar un mensaje de grupo, así que aprovecho y escribió un simple “Feliz año nuevo” para los Foxes. Betsy les había dicho que el teléfono de Andrew había sido confiscado durante su estadía en Easthaven pero Neil añadió su número de todos modos y presiono enviar. La respuesta fue casi inmediata. En el momento en que la cuenta regresiva de medianoche inicio en la pantalla, cuando Neil levantó la vista y vio la bola parpadeante iniciar su descenso él ya había recibido noticias de todo su equipo, la mayoría de ellos en mayúsculas y con extraños signos de exclamación. Los había ignorado durante la Navidad, pero parecían emocionados de saber de él ahora. Él era su familia. Ellos eran la suya. Ellos valían cada corte, moretón y grito. Neil vio la bola tocar fondo. Era enero. Era año nuevo. Dos días para la liberación de Andrew, once 1 La bola del Times Square localizada en New York es una bola de tiempo que desciende a media noche para señalar el comienzo del año nuevo.

días para el primer partido del campeonato y cuatro meses para las finales. Enfrentar a los Foxes en la cancha esta primavera sería el último error que Riko jamás había hecho.

Deseamos que hayan disfrutado de su lectura. Al igual que agradecemos que esperaran por nuestra traducción, sabemos que ha sido una espera larga y por ello nos sentimos aún más agradecidas. Los esperamos en las próximas entregas de The Foxhole Court.

PD: Un especial agradecimiento a Cotota, quien sin ella este libro no estaría corregido, GRACIAS, por siempre decir “Sí” a todos nuestros proyectos.

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The Raven King [2]

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