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OCULTISMO CURSO-Leccion 13 (ALQUIMIA) LOS HERMETISTAS Y LA ALQUIMIA :
La Tradición hermetista, extendida en Europa durante la Edad Media y el Renacimiento, desciende directamente de los santuarios de Egipto antiguo. Los egipcios atribuían la invención de las artes y de las ciencias a Hermes-Thot, personaje mítico que designa sin duda el primer colegio iniciatico de Egipto, formado por los enviados de los reyes divinos de la Atlántida. Ese colegio de iniciados reveló la Alquimia, extendida a continuación por Arabla y Grecia, donde se llamó arte hermético. Se lo llama aún arte sagrado o arte real. En la Edad Media, los alquimistas penetraron en las sociedades secretas a fin de encontrar la seguridad propia a sus trabajos. Disimularon entonces su doctrina bajo símbolos oscuros: los tratados que han dejado son ilegíbles para aquellos que no tengan la clave. Durante el renacimiento,la alquimia se populariza, se "desocultiza" si se puede decir así, pero es solamente su lado exóterico el que interesa a los "sopladores", ávidos por encontrar el secreto de la piedra filosofar que debe transformar los Metales viles en metales preciosos. Esta alquimia primaria está en boga y todos esperan sobre el atanor con vanas esperanzas. Parece que si, por otra parte, los verdaderos adeptos han llegado a la transmutación de los metales -la cual además no era más que una rama, la mejor, de la alquimia-, los "sopladores", que no poseian las reglas exactas, no encontraron la piedra filosofal. Su obra no es, sin embargo, desdeñable, ya que permitió descubrimientos importantes v la ouímica moderna si no nació de los "sopladores" como a menudo se pretende, le debe mucho. El gran químico Berthelot lo reconoció en numerosas obras que consagró a la alquimia y a la química moderna. Para los hermetistas, "la gran obra alquímica es un extracto reducido a las proporciones v a las posibilidades humanas de la obra divina. La búsqueda de la materia prima, ese pri'mun ens de la Obra, debe ser el primer trabajo del discípulo que camina hacia la iniciación, ya que la identificación de esta materia primera constituye un punto de progreso importante, cuya dificultad reside sobre todo en su simplicidad". Esta materia primera de la gran obra de Hermes, que los "sopladores" buscaron por todas partes en vano y únicamente llegaron a descubrirla aquellos que comprendieron que residía en ellos, como en cualquier otra cosa. Era necesario en primer lugar conocerse y descubrir en sí al Ser real, para poseer luego, por analogía "el tema de los sabios", el imán susceptible de captar los rayos del Sol y de la Luna a fin de llevar a la materia a su mayor perfección.
Se comprende de inmediato que para la alquimia real, los metales no son los únicos ob'etos de la transmutación y que es necesario primero realizar esta transmutación en sí mismo, antes de poder operar en la Naturaleza. Por ello, puede decirse justamente que, ara el adepto, que poseia en su mano la primera parcela de oro salida del huevo hermético, ese oro no podía tener ningún valor en el sentido normal del término. Además, hay dos especies de alquimistas: los primeros que se limitaban a la búsqueda de los secretos naturales y los demás, para los cuales ese arte era sólo un pretexto para dogmatizar sobre temas místicos y ocultos considerados heréticos. El jargon (argot) incomprensible de los hermetistas les daba la licencia para exponer sin peligro doctrinas que, expuestas claramente, habrían llevado- a sus autores directamente a la hoguera. Paracelso, Fludd, Van Helmont, john Dee v muchos otros fueron grandes místicos y no es azaroso afirmar que el objetivo material de la alquimia, es decir la transformación de los metales viles en oro puro no era el menor de sus problemas. La alquimia es la parte del esoterismo sobre la que mas se ha escrito. Las obras de alquimia abundan tanto -impresas como manuscritas. Y sin embargo ese "arte sagrado" es aún desconocido. El renacimiento del ocultismo, a fines del siglo último, ha dejado a la alquimia en las tinieblas y tal vez esto ha sido bueno: la alquimia no debe ser divulgada. La alquimia moderna se enorgullece de los nombres de Cambriel, Cyliani, Albert Poisson, Fulcanelli, jolivet Castellot, Haatan, Mayéric, etcétera, y la mayoría han dejado obras notables. Y continuamos con una línea célebre. Nombrar a todos los alquimistas sería escribir la historia del hermetismo, y esto sobrepasa el marco de este libro. Contentémonos con enumerar a los principales: Roger Bacon, Alberto el Grande, Santo Tomás de Aquino, Arnaud de Villeneuve, Raymundo Lull,Ripley, Bernar el Trevisano, Basile Valentín, jean de Meung, Nicolas Flamel, etcétera. Se pretende inclusive que Newton, Locke y Goethe fueron también alquimistas. Hoy, los alquimistas trabajan en silencio y velan pacientemente sobre el atanor (horno), no se desespetan por encontrar algún día el gran secreto que les dará la piedra de los sabios, el elixir de la larga vida y la panacea universal. Su patrón es el santo Juan; en el segundo capítulo de su Apocalipsis habla de la piedra blanca, que es la piedra de los Sabios.