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EL SÍNDROME DE WOLF-HIRSCHHORN Guía básica para padres y profesionales de la salud
Asociación Española del Síndrome de Wolf-Hirschhorn Madrid, 2012
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‐PRÓLOGO .................................................................................................... 4 ‐CARACTERÍSTICAS FÍSICAS EXTERNAS ASOCIADAS AL SÍNDROME DE WOLF HIRSCHHORN .................................................................................... 5 ‐EL SÍNDROME DE WOLF‐HIRSCHHORN ES UNA ENFERMEDAD GENÉTICA ...................................................................................................... 6 ‐Cromosomas y cariotipo ........................................................................ 6 ‐Diagnóstico molecular del WHS. Detección de la deleción en el cromosoma 4 ........................................................................................... 9 ‐PROBABILIDAD DE TENER OTRO HIJO CON SÍNDROME DE WOLF‐ HIRSCHHORN ............................................................................................... 13 ‐SEVERIDAD DEL SÍNDROME DE WOLF‐HIRSCHHORN Y PRONÓSTICO 14 ‐DETECCIÓN DEL SÍNDROME DE WOLF‐HIRSCHHORN ........................... 15 ‐COMPLICACIONES ASOCIADAS AL WHS ................................................... 17 ‐Retraso en el crecimiento y dificultades para la alimentación ........... 18 ‐Alteraciones del aparato digestivo ...................................................... 21 ‐Crisis convulsivas ................................................................................. 22 ‐Defectos cardíacos ............................................................................... 24 ‐Problemas renales y genitourinarios .................................................. 25 ‐Problemas esqueléticos y ortopédicos ................................................ 27 ‐Hipotonía‐tono muscular reducido .................................................... 28 ‐Deficiencias inmunes y susceptibilidad a infecciones ....................... 28 ‐Problemas de audición ........................................................................ 29 ‐Reacciones adversas a la vacunación .................................................. 29 ‐Problemas oftalmológicos ................................................................... 30 ‐Discapacidad intelectual y retraso en el desarrollo ........................... 30 ‐Educación especial ............................................................................... 31 ‐CONSIDERACIONES FINALES ................................................................... 32 ‐APÉNDICE: BIBLIOGRAFÍA ESPECIALIZADA ........................................... 35
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PRÓLOGO El síndrome de Wolf‐Hirschhorn (síndrome de Wolf, síndrome 4p, WHS) designa el conjunto de características patológicas que presentan los individuos con una alteración genética poco frecuente, causada por la pérdida de material genético del brazo corto del cromosoma 4. Cuando los padres, o incluso algunos médicos, escuchan este diagnóstico, sobre un síndrome del que probablemente nunca antes han oído hablar, se les plantean numerosas dudas y preguntas. La información disponible con respecto al síndrome de Wolf‐Hirschhorn (WHS) está restringida fundamentalmente a revistas biomédicas altamente especializadas en inglés o, en un tono más divulgativo, a páginas web de asociaciones de familiares de pacientes con WHS que no se encuentran tampoco disponibles en español. El presente texto, preparado por miembros de la Asociación Española del Síndrome de Wolf‐Hirschhorn (AESWH), pretende cubrir ese vacío y servir de guía informativa para las familias de niños con WHS, sobre todo para aquellas que se enfrentan por primera vez a este diagnóstico. También pretender servir de primer punto de introducción al WHS para aquellos profesionales de la salud que lo desconozcan. Para ello, hemos incluido al final del texto un listado exhaustivo con las referencias de los artículos más relevantes de la bibliografía biomédica especializada. Con el fin de no lastrar el carácter eminentemente didáctico del texto, no hemos incluido las citas a dichas referencias en el mismo, pero las hemos agrupado en bloques temáticos en la lista bibliográfica final para facilitar su búsqueda por los profesionales de la salud que estuviesen interesados en un determinado aspecto de las patologías asociadas con el WHS. Dado el carácter fundamentalmente informativo y técnico del texto, y los muchos problemas de salud que pueden presentar los pacientes con WHS, esta guía puede en ocasiones parecer fría y a veces un tanto descorazonadora. Nada más lejos de la realidad. Si bien es cierto que al principio el diagnóstico nos asusta y que, como cualquier otra discapacidad, nos obliga a replantearnos totalmente nuestra vida, todos los que hemos tenido la fortuna de conocer, querer y cuidar a pacientes con WHS, sabemos que no hay experiencia más enriquecedora que compartir nuestra vida con ellos y que ellos, con nuestra ayuda y cariño, pueden vivir muchos años (30, 40… ¿quién puede saber lo que la vida nos tiene a cada uno reservado?) de una vida feliz en la que, con sus problemas y a pesar de ellos, puedan llegar a desarrollar todo su potencial y alcanzar metas que, con los diagnósticos médicos que tuvieron al nacer, jamás habríamos soñado. Los que hemos tratado, de una manera u otra, con niños con WHS sabemos que ellos tienen ese potencial y que es nuestra obligación y, al mismo tiempo, nuestra mayor alegría, ayudarles a desarrollarlo. Esta guía pretende ayudaros con la parte más dura de lo que el WHS implica. Para entender la otra parte, lo maravilloso que es vivir con nuestros niños y la enorme suerte que tenemos de poder compartir nuestra vida con ellos, os animamos a que leáis las historias de los padres en la web de la Asociación (http://www.aes‐wolf‐ hirschhorn.es/?page_id=226).
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CARACTERÍSTICAS FÍSICAS EXTERNAS ASOCIADAS AL SÍNDROME DE WOLF HIRSCHHORN Al igual que los niños con síndrome de Down poseen unas características físicas comunes a todos ellos, los niños con WHS presentan también una fisionomía característica, que hace que todos ellos se parezcan en cierta medida. De forma general, los rasgos faciales más definitorios, presentes prácticamente en todos los afectados por el WHS (y también en la mayoría de los pacientes del síndrome de Pitt‐Rogers‐Danks, una forma más leve y menos frecuente, que hoy se considera englobada dentro del WHS) son la cara con forma de “casco de guerrero griego” con la parte superior de la nariz y zona del entrecejo anchas, los ojos separados, el labio superior estrecho, la mandíbula inferior pequeña y las comisuras de la boca curvadas hacia abajo. A continuación se muestra una lista detallada de todas las características físicas externas que se han descrito como asociadas al síndrome, aunque es importante indicar que no todos los afectados tienen todas ellas, y que algunas de ellas dependen del grado de severidad del síndrome: ∙ Baja estatura ∙ Microcefalia (pequeño perímetro craneal) y/o asimetría del cráneo ∙ Nariz grande o en “pico de loro” ∙ Cara con forma de “casco de guerrero griego”: glabela prominente (es decir, parte superior de la nariz y zona del entrecejo anchas) ∙ Hemangiomas (zonas más vascularizadas de la piel, como verrugas rojas, a veces abarcan extensiones grandes y se enrojecen más con el calor o el llanto. A veces se ven sólo como áreas enrojecidas de la piel) ∙ Orejas implantadas más abajo de lo habitual ∙ Foseta preauricular (orificio o cavidad situada delante de la oreja) ∙ Excrecencias cutáneas en las orejas (como “costras”) ∙ Orejas poco desarrolladas ∙ Orejas prominentes ∙ Hipertelorismo (ojos muy separados) ∙ Estrabismo ∙ Ptosis palpebral (párpados superiores “caídos”) ∙ Microftalmia (ojos más pequeños de lo que debieran ser, generalmente un ojo menor que el otro) ∙ Coloboma en la pupila (la pupila en vez de ser redonda, presenta defectos de forma) ∙ Fisura palpebral oblicua y pliegue epicántico (párpados similares a los de las personas con síndrome de Down y las personas de razas asiáticas) ∙ Arco superciliar muy arqueado (cejas muy arqueadas)
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∙ Conducto lacrimal obstruido (las lágrimas no drenan desde los ojos hasta el interior de la nariz). ∙ Filtrum labial corto (es el surco que hay entre en centro del labio superior y la nariz). Esto implica que el labio superior es corto y los dientes superiores son visibles. ∙ Labio leporino frecuente ∙ Paladar hendido ∙ Comisuras de la boca inclinadas hacia abajo. ∙ Dentición muy retardada ∙ Dentición incompleta, dientes deformes o fusionados ∙ Micrognatia (mandíbula inferior pequeña, poco mentón o barbilla). ∙ Huellas digitales poco marcadas ∙ Huellas digitales con dos “remolinos” ∙ Pliegue en la palma de la mano de forma transversal ∙ Uñas muy curvadas ∙ Clinodactilia (dedos curvados, “torcidos” en el plano de la mano) ∙ Dedos afilados y largos ∙ Pulgares alargados ∙ Hoyuelos en los hombros y los codos ∙ Hoyuelos sacrales ∙ Tronco alargado ∙ Brazos y piernas delgados ∙ Malformaciones en los dedos de los pies ∙ Pies deformados ∙ Pubertad precoz ∙ Hipotonía (tono muscular reducido) ∙ Defectos en los órganos genitales externos (p.ej., hipospadias: en los varones, la uretra no desemboca en la punta del pene, sino por debajo del mismo). EL SÍNDROME DE WOLF‐HIRSCHHORN ES UNA ENFERMEDAD GENÉTICA Antes de poder profundizar en temas como el diagnóstico, el pronóstico, o las probabilidades de tener más hijos que padezcan el WHS, tenemos que entender cuál es la causa de la enfermedad. Para ello, a su vez, tendremos que hacer previamente un breve repaso de algunos conceptos de genética. Cromosomas y cariotipo Los seres vivos estamos formados por millones de células. Dentro de las células, en el núcleo, se encuentra el ADN (Ácido DesoxirriboNucleico), en el que está 6
toda la información genética. El ADN es una molécula larga y espiral que contiene los genes que, a modo de libro de instruccio‐ nes, tienen toda la información para que nuestro cuerpo sea como es. Los cromosomas son como pequeños carretes de hilo formados por el enrollado de todos los genes que están en cada célula (Figura 1), y son distinguibles unos de otros al micros‐ copio mediante el uso de determina‐ dos colorantes, que les dan una apariencia de ban‐ Figura 1. Organización del ADN en cromosomas. La hebra de das o franjas ca‐ racterísticas (Figura ADN se va empaquetando progresivamente en una estructura compacta, 2). El conjunto de todos los cromosomas de un individuo es lo que se denomina cariotipo. El ser humano tiene un total de 46 cromosomas: 22 autosomas (no relacionados con el sexo del individuo) por duplicado y 2 cromosomas sexuales. El sexo femenino tiene 2 copias del cromosoma X, y el sexo masculino 1 copia del cromosoma X y una del cromosoma Y. Prácticamente toda la información contenida en los cromosomas es necesaria para el correcto desarrollo y funcionamiento del organismo, y cualquier alteración de dicha información (por defecto, por exceso, o por alteración de la secuencia del ADN) causa daños en el organismo, de diferente gravedad según el número y la importancia de los genes afectados. De hecho, la mayor parte de las alteraciones cromosómicas son mortales para el feto en etapas muy tempranas, y son responsables de muchas de las interrupciones espontáneas del embarazo. 7
Figura 2. Cariotipo humano normal. A) Foto de los 23 pares de cromosomas humanos con sus bandas características. B) Esquema de los cromosomas.
Los cromosomas son, por tanto, el resultado del “empaquetamiento” del ADN del individuo, y están formados por una parte superior y una inferior (“brazos”) separados por el centro por un estrechamiento (centrómero). El brazo más corto del cromosoma se conoce como “p” y el más largo como “q” (Figuras 1 y 2). En los niños con WHS se ha perdido (en lenguaje especializado, 8
“delecionado”, ver Figura 3) una sección (cerca del extremo) del brazo corto “p” del cromosoma 4, y con ella la información contenida en los genes que estaban localizados en esa parte del cromosoma. De las dos copias del cromosoma 4, una es normal y la otra presenta la deleción, con lo cual, de esa parte de ese cromosoma, faltan en la célula la mitad de los genes, ya que sólo existen los del cromosoma 4 normal. De aquí que el Síndrome de Wolf‐Hirschhorn se conozca también como síndrome 4p‐. Diagnóstico molecular del WHS. Detección de la deleción en el cromosoma 4 El diagnóstico del WHS es inicialmente sugerido por la fisionomía característica de los pacientes, asociada con el retraso en el crecimiento y psicomotor, y la presencia de convulsiones. La confirmación del diagnóstico sólo puede efectuarse verificando la existencia de pérdida de material genético en el cromosoma 4, en concreto en la región que se conoce como región crítica del WHS (WHSCR, en la zona conocida como 4p16.3, identificada porque es la región mínima común que falta en la gran mayoría de los pacientes con WHS). Actualmente se dispone de diversos test genéticos que permiten a los genetistas detectar específicamente un gen de interés. También es posible obtener una imagen amplificada de los cromosomas dentro de la célula y ordenarlos. La imagen de los cromosomas, conocida como cariotipo, puede entonces ser estudiada más en detalle. Cada individuo tiene un cariotipo único (Figura 2A), que refleja su dotación cromosómica. Una vez realizado el cariotipo del niño, el médico puede detectar si en el brazo corto (p) de una de las copias del cromosoma 4 existe algún fragmento que falta. Los primeros estudios que se realizan son los conocidos como de “bandeado citogenético”, en los cuales los cromosomas se tiñen con un compuesto que hace que aparezcan bandas características para cada Figura 3. Esquema de una deleción o cromosoma (ver Figura 2), con lo cual pérdida de material de un cromosoma. se pueden identificar los fragmentos que se han perdido. El tamaño del 9
Figura 4. Esquema de la técnica del FISH (Hibridación Fluorescente In Situ). A) Una molécula de ADN puede ser reconocida por otra que tenga su misma secuencia de forma complementaria. De esta manera, utilizando una sonda artificial con una secuencia definida podemos identificar si esa secuencia está presente o ausente de los cromosomas de un individuo. Si a esa sonda se le añade un compuesto que genere fluorescencia, podremos ver dónde se encuentra esa secuencia en los cromosomas. B) Esquema de la sonda FISH utilizada para diagnosticar el WHS. La sonda representada en rojo está diseñada para reconocer la región 4p16 del cromosoma 4 humano. En un paciente con WHS esa secuencia está ausente en uno de los dos cromosomas 4. En la foto de la derecha, se han marcado los dos cromosomas 4 con una sonda verde, y se puede ver como uno de ellos sí tiene la región 4p16 (en rojo) siendo, por tanto, normal, mientras que el cromosoma responsable del WHS carece de dicha región.
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fragmento que se pierde en el WHS es muy variable, pudiendo llegar a ser del 50% del brazo “p” en algunos casos, o ser en otras ocasiones tan corto que no es identificable con este método rutinario de análisis, de tal forma que sólo aproximadamente un 50‐60% de las deleciones se pueden identificar con este sistema. Así, en ocasiones puede ser que el cariotipo inicialmente no indique ninguna alteración, pero que las características del niño hagan pensar lo contrario. En esta situación el médico puede realizar otro tipo de test, conocido como FISH (hibridación Figura 5. Translocaciones cromosómicas balanceadas fluorescente in situ). Con y su transmisión a la descendencia. Ver explicación detallada en el texto. esta técnica, que usa sondas fluorescentes específicas que reconocen determinadas regiones de los cromosomas, es posible detectar pérdidas de material de muy pequeño tamaño, que han pasado desapercibidas con los estudios estándar del cariotipo. El FISH permite identificar correctamente el WHS en más del 95% de los casos. En la Figura 4 se explica cómo funciona el FISH y cómo se utiliza para diagnosticar el WHS. Hoy en día existen otros métodos aún más sofisticados que permiten determinar con gran precisión las zonas concretas del genoma afectadas y el número y tipo de genes que se pierden en cada paciente. Esto se consigue mediante técnicas como el CGH‐array (hibridación genómica comparativa en matriz) que permiten determinar las pérdidas (y ganancias, si las hubiese) de material genético de forma muy precisa y con muy pequeñas cantidades de material. Esto es importante porque, aunque el 55% de los pacientes con WHS tienen lo que se llama una “deleción pura” (o sea, la deleción es la única anomalía que tienen en su genoma), el resto tienen alteraciones más complejas, como un cromosoma 4 en anillo (“ring‐chromosome 4”) o, más frecuentemente (40‐45% de los casos) una translocación cromosómica no balanceada. 11
En una translocación cromosómica, hay un intercambio de material genético entre dos cromosomas (Figura 5A). Se dice que una translocación es “balanceada” cuando no hay pérdida de material, es decir, toda la información genética sigue intacta, solamente cambia de sitio. Una persona con una translocación balanceada está totalmente sana. Sin embargo, al generarse las células reproductoras o gametos (óvulos o espermatozoides) se produce una reducción del número de cromo‐ somas a la mitad, de manera que cada gameto sólo recibe una copia de cada tipo de cromosoma (para que al unirse el óvulo y el espermatozoide haya de nuevo dos copias de cada uno) (Figura 5B). Si el gameto recibe las dos copias normales, o las copias de la trans‐ locación balanceada, de nuevo toda la informa‐ ción estará en cantida‐ des correctas y el embrión será normal. Si el gameto recibe una copia con la trans‐ locación y otra normal, la información genética no será correcta: habrá Figura 6. Ejemplo de translocación cromosómica una falta de material balanceada en un progenitor (panel superior) que se genético (haploidía o transmite de forma no balanceada al descendiente (panel inferior) causando el WHS. Ver explicación detallada en hemizigosis) y en su el texto principal. lugar habrá un exceso de otro material (triploidía). Un ejemplo de este caso se describe en la Figura 6: el progenitor tiene una translocación balanceada entre el cromosoma 4 y el 1. El descendiente recibe de este progenitor el cromosoma 4 defectuoso (al que le falta un extremo y que, en su lugar, tiene un fragmento del cromosoma 1) y un cromosoma 1 normal. Así, el descendiente tiene WHS (pues sólo tiene una copia 12
de la información del extremo del cromosoma 4) y además tiene tres copias (trisomía) del extremo del cromosoma 1. Esto es frecuente en este tipo de casos y, dado que las trisomías también están asociadas con muchos problemas de desarrollo y malformaciones, los síndromes de este tipo presentan, en general, un peor pronóstico que los casos con una deleción pura. En este aspecto la nueva tecnología de CGH‐arrays ha permitido una caracterización más precisa de las alteraciones, pues hay casos en los cuáles éstas son demasiado pequeñas como para apreciarlas con técnicas basadas en microscopía. Así, hasta hace poco se pensaba que las translocaciones no balanceadas representaban sólo un 15% de los casos de WHS, y los últimos estudios hechos usando CGH‐arrays sugieren que este porcentaje llega hasta el 40‐45%. Otra forma poco frecuente en la que también pueden presentarse las anomalías cromosómicas es lo que se denomina “en mosaico”, porque no todas las células del individuo tienen las mismas alteraciones genéticas, y pueden coexistir dentro del mismo individuo células de dos tipos, con cromosomas defectuosos y también con cromosomas normales. En este caso las manifestaciones del síndrome no son generalmente tan severas. Los adelantos tecnológicos, la generalización de los métodos de diagnóstico avanzados y la mejora en los cuidados médicos explican el número creciente de casos diagnosticados, no debido a un aumento de la incidencia sino a que hoy el WHS se diagnostica más fácilmente que hace años, cuando es muy posible que haya habido niños que padecían el WHS pero que no fueron diagnosticados. Finalmente, un aspecto que es importante comentar es que no está claro qué es lo que provoca la deleción del cromosoma. Por lo que se sabe hasta el momento, el hecho de que ocurra la deleción no está relacionado con aspectos que podamos controlar, es decir, no hay relación entre el modo de vida, efectos externos (humo, alcohol, drogas, estrés...), mala salud de los progenitores, etc., con la probabilidad de que ocurra la deleción 4p. Por eso los padres no deben pensar que es culpa suya que su hijo tenga el WHS. PROBABILIDAD DE TENER OTRO HIJO CON SÍNDROME DE WOLF‐ HIRSCHHORN Como hemos visto, hay dos grandes mecanismos por los cuales se puede producir el WHS. Si la deleción del niño afectado del síndrome es “de novo” (es decir, NO es hereditaria como consecuencia de una translocación balanceada de un progenitor), entonces la probabilidad de tener otro niño afectado es muy baja 13
(como las del haber tenido el primero, aproximadamente de 1/20.000 a 1/50.000), pues la deleción tendría que volver a producirse “desde cero” y eso es altamente improbable. Sin embargo, en el caso de que se deba a la presencia de una translocación balanceada en uno de los padres, entonces la probabilidad es muy alta. Efectivamente, como ya hemos comentado (ver Figura 5) la mitad de los gametos que se generan lleva una distribución de cromosomas “defectuosa”, de forma que los embriones que se generen con esos gametos tendrán anomalías. Los porcentajes exactos varían con cada paciente, pero en cualquier caso el riesgo es muy alto y es aconsejable pedir consejo a un genetista, realizar estudios de genética molecular detallados tanto de los hijos afectados como, si fuese preciso, de los padres, y considerar opciones alternativas, si existen, y en función de los criterios éticos de los padres (diagnóstico preimplantacional, inseminación artificial con semen u óvulos de donante, etc.). SEVERIDAD DEL SÍNDROME DE WOLF‐HIRSCHHORN Y PRONÓSTICO El WHS es lo que se denomina un “síndrome de deleción de genes contiguos”, dado que la pérdida de material genético del cromosoma 4 conlleva la pérdida de todos los genes (dispuestos en secuencia unos a continuación de otros) que se encuentran en esa zona. La falta de esa copia de esos genes (pues existe otra copia intacta en el cromosoma 4 normal) es lo que causa el síndrome. Estudios en los que se comparan las deleciones en varios pacientes han permitido definir unas regiones “mínimas”, ausentes en todos los pacientes, y que se consideran las regiones críticas del síndrome (WHSCR), de las que se han definido dos (WHSCR‐1 y WHSCR‐2) que comprenden un pequeño grupo de genes. Actualmente hay numerosos estudios que intentan definir las funciones precisas de dichos genes para comprender cómo la falta de una copia de los mismos puede causar los defectos en el desarrollo y la fisiología que se observan en los pacientes con WHS. Un aspecto muy importante, y aún controvertido, es la relación que existe entre la cantidad de los genes que se pierden (y su identidad) y la gravedad del síndrome. En general parece bastante demostrado que, cuanto mayor es la cantidad de información genética que se pierde, más severa es la patología y peor es el pronóstico. Sin embargo, hay otros aspectos que condicionan esta asociación. Por un lado, la identidad de los genes implicados. Así, parece que la pérdida de una copia del gen WHSC1 es la principal responsable de las malformaciones faciales que confieren el aspecto característico del síndrome, o que la falta de una copia del gen LETM1 causa las convulsiones que presentan la mayor parte de los afectados, o que la pérdida del gen MSX1 es la causante de las alteraciones en la dentición. Otro condicionante de la gravedad es si se trata de una deleción pura, o es el resultado de una translocación no balanceada. En este último caso, además de la pérdida de la región en 4p, existe una copia extra 14
(trisomía) de material de otro cromosoma, y esto suele, incluso por sí sólo, causar patologías que se suman a las producidas por la falta del 4p. Finalmente, el resto de los genes del individuo también condicionan la gravedad del fenotipo de forma imposible de determinar y, al igual que no hay dos personas sanas iguales, tampoco hay dos pacientes con WHS iguales, aunque el material genético que hayan perdido sea muy parecido. Por todo lo anteriormente expuesto, hablar de pronósticos es difícil y arriesgado. Los estudios estadísticos más recientes (Shannon y colaboradores, 2001), usando como punto de partida a un total de 159 pacientes muestran que los dos primeros años de vida son los más críticos, con una mortalidad que oscila entre el 17% y el 21%, generalmente asociada a las convulsiones, a la susceptibilidad frente a infecciones respiratorias o a malformaciones graves (corazón, riñones). Los pacientes con deleciones más largas (que lleguen hasta la región p15.2 del cromosoma 4) tienen 5,7 veces más probabilidades de fallecer que los pacientes con deleciones más cortas (riesgos de mortalidad del 51,5% frente al 9,7%, respectivamente). Una vez superado el umbral de los dos años, la esperanza de vida es de al menos 34 años o más para los pacientes con deleciones de novo y de 18 o más para pacientes con translocaciones. De hecho, estos números son estimados, pues la mayor parte de los pacientes vivos son más jóvenes de esa edad, con lo que las esperanzas de vida serán con seguridad bastante más altas. Así, con los datos actuales, es bastante claro que, excepto un 20% de casos más graves, la mayor parte de los pacientes con WHS pueden, con los cuidados médicos necesarios (especialmente durante su primera infancia) vivir una larga vida. Esto, junto con el hecho de que, como veremos, los afectados presentan un lento pero constante desarrollo cognitivo y psicomotor, debe ser el principal aspecto que tengamos en cuenta al escuchar por primera vez el diagnóstico “síndrome de Wolf‐Hirschhorn”. DETECCIÓN DEL SÍNDROME DE WOLF‐HIRSCHHORN Cuando se habla de síndrome nos estamos refiriendo a un conjunto de signos y síntomas que están asociados a una condición o enfermedad determinada. Es la combinación de estos signos lo que permite definir un determinado síndrome. Algunos de estos signos del WHS, como un retraso en el crecimiento o un perímetro craneal reducido, un mayor grosor del pliegue de la nuca, etc. son identificables en la etapa prenatal con los análisis rutinarios (ecografías), y pueden dar una pista de que algo anormal ocurre. Es frecuente que, si el médico detecta alguno de estos signos, aconseje hacer un diagnóstico prenatal, mediante punción del vello coriónico (si el embarazo está en semanas 10‐12; esta prueba se hace generalmente de manera ambulatoria), o amniocentesis o punción del 15
cordón umbilical (en semanas 15 a 18 o más) para realizar un estudio de los cromosomas del feto (cariotipo) con las metodologías que ya hemos descrito. Con las nuevas técnicas de ecografía en 3D, incluso se puede, en algunos casos, identificar las principales características faciales del WHS en el feto, aunque esto no tiene valor diagnóstico. Una detección precoz puede, no solo ayudar a los padres a preparase para la nueva situación, buscando información y apoyo en las asociaciones existentes, sino también al equipo médico que realice un seguimiento detallado del embarazo (con el fin de detectar otras posibles alteraciones en diversos órganos). En algunas ocasiones, dado el retraso de crecimiento, se opta por adelantar la llegada del bebé, decidiendo a veces realizar una cesárea con el fin de evitar sufrimiento fetal, y de tener todo preparado para afrontar posibles problemas que ocurran al nacer (acceso a la UCI infantil, etc.). En general, el signo más claro de los asociados con el WHS que se detecta mediante las ecografías, es el retraso en el crecimiento. En un determinado momento se aprecia que el feto no gana peso ni longitud y sigue viable, pero no crece. Esto puede ya poner en la pista de un defecto, aunque hay otros muchos síndromes, también raros, que pueden producir problemas parecidos. La prevalencia (presencia en la población) del WHS se calcula en alrededor de 1 en 50.000 nacimientos, pero probablemente es superior, pues muchos casos es posible que queden sin diagnosticar. Lo que sí es claro que afecta más a niñas que a niños, en una relación de 2 a 1. Cuando no se detecta el síndrome antes del parto, es posible que en el nacimiento el médico detecte en el bebé características físicas peculiares: cabeza pequeña, frente muy grande, los ojos muy separados, orejas insertadas más bajo de lo habitual… o también puede ocurrir que detecten defectos en algunos órganos, como los riñones, los genitales, el corazón, etc. El hecho de que estén presentes varias de estas características puede hacer al médico pensar en la posibilidad de que exista un síndrome asociado, y sugerir una posible alteración cromosómica. En este caso es posible que se decida realizar un estudio de cariotipo del bebé, que indicará si tiene o no el síndrome. En caso positivo el médico puede sugerir hacer el análisis del cariotipo de los padres, para saber si alguno de ellos, sin estar afectado, puede tener en sus cromosomas la alteración genética que ha trasmitido a su hijo, o si por el contrario la alteración ha ocurrido “de novo” y no ha sido heredada. En algunos casos, dado el desconocimiento generalizado de este síndrome, se puede tardar años en diagnosticarlo como tal. En este aspecto es fundamental el papel de las asociaciones, de los padres y médicos en general para hacer que, si bien está catalogado como una enfermedad rara, el WHS no sea un desconocido en el ámbito médico. Un mayor conocimiento ayudará a un mejor tratamiento de los pacientes, integrando los diversos aspectos en los que se necesite atención (controles médicos, 16
estimulación precoz, logopedia, fisioterapia, etc.) y a mejorar así la calidad de vida de los afectados. COMPLICACIONES ASOCIADAS AL SÍNDROME DE WOLF‐HIRSCHHORN
Algunas de las características físicas asociadas al síndrome no tienen mayor efecto en la vida del niño, pero hay una serie de ellas que influyen en numerosos aspectos. Algunos de los niños presentan complicaciones que pueden poner en peligro su vida. La descripción del síndrome refleja todas las características asociadas al mismo, pero no tienen por qué presentarse todas, y depende de cada individuo la severidad de las mismas, sin tener que estar presentes todos los síntomas clínicos en todos los niños. TABLA I Hallazgos Clínicos
Frecuencia (% de pacientes afectados)
Rasgos faciales característicos Retraso en el crecimiento (pre y/o postnatal) Discapacidad intelectual Hipotonía (bajo tono muscular) Poca masa muscular Convulsiones y/o anomalías en el electroencefalograma Malformaciones en el sistema nervioso central Problemas de alimentación Problemas de sueño Cambios en la piel (hemangiomas, piel seca) Alteraciones del esqueleto Asimetría craneal y/o facial Ptosis (párpados caídos) Dentición anormal Deficiencias en anticuerpos Defectos de audición Malformaciones cardiacas Defectos en los ojos y/o el nervio óptico Labio leporino / Paladar hendido Malformaciones genitourinarias Malformaciones en el cerebro Movimientos estereotípicos (repetitivos: “lavado de manos”, rodar de cabeza) Anomalías en: ‐ Hígado ‐ Vejiga ‐ Intestino ‐ Diafragma ‐ Esófago ‐ Pulmones ‐ Aorta
>75%
50%‐75%
25%‐50%