Lexi Ryan - The Blackhawk Boys 02 - Rushing In

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Kath

Brisamar58

Lectora

Nayelii

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Lingos05

Nelly Vanessa

JandraNda

Mona

Yiany

Kath

Nayari

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Kath

Dabria Rose

El favor parecía simple: Mantener a mi nueva hermanastra fuera de problemas durante un verano. Nunca he conocido a Grace Lee, pero mamá me dice que es una callada y artística estudiante universitaria con un pasado problemático, pensé que no era gran cosa. Esperaba compartir mi apartamento con una taciturna chica que pasaría horas encerrada en su cuarto. No esperaba una fantasía andante determinada en hacerme perder mi tranquilidad. No esperaba una mujer con secretos tan oscuros, tan profundos, que habría tirado todo por la borda si eso la hubiera salvado de su pasado. En el afán de hacer este favor mi vida está poniéndose de cabeza; y no solo porque Grace necesita que le azoten el trasero. ¿Mantenerla fuera de problemas? Grace es el problema. Y la deseo. RUSHING IN es una novela única y la segunda en la serie The Blackhawk Boys. Fútbol americano. Secretos. Mentiras. Pasión. Estos chicos no juegan limpio. ¿Qué chico Blackhawk te robará el corazón?

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Antes de conocer a la novia de mi padre, Becky Dupree, por primera vez, mi madre la describió como “relajada y fácil, el tipo de mujer a la que le gusta el tequila barato y el sexo duro con hombres extraños”. Naturalmente, decidí que Becky iba a ser mi nueva mejor amiga. Cuando descubrí que Becky no era como mi madre la había descrito, ya me había ganado con su gran corazón y su cabello aún más voluminoso. Es nativa de Champagne, Texas, después de todo, y por lo que puedo decir, la mitad de las mujeres de mediana edad en esa ciudad no recibieron el memo que los años noventa murieron y se llevaron con ellos el Aqua Net1. Puede que a mi nueva madrastra no le guste el tequila barato, como lo prometió mamá, pero sí le gusta el buen café, por eso, aunque me estoy retrasando un poco para la cita de la compra de ropa, me detengo en Common Grind antes de reunirme con ella. Personalmente, no me gusta el café. Ese término es demasiado casual y no habla de mi verdadera devoción por la sagrada bebida. Requiero café. En este punto, puedo ser más grano tostado que carne y hueso. Y ante la remota posibilidad que esta vieja idea texana de la “perfecta” dama de honor incluya lentejuelas o un gran lazo rosa en mi trasero, quisiera algo cálido y reconfortante para lograr pasar por ello. Tomo aire y empujo las puertas de la cafetería donde trabajé el verano pasado, con mi mente en el mocha y el mocha en mi mente. Una ráfaga de aire acondicionado me golpea en el rostro, levanto mi barbilla y doy pasos largos hacia el mostrador, donde le doy la orden a un tipo de cabello grasiento que nunca había visto antes. —Dos café con leche mocha, saliendo. —Toma mi dinero, y mantengo los ojos bajos, temerosa de ver quién más está trabajando hoy. Es una marca de spray para el cabello que fue muy famoso en los años ochenta y se usaba para dar volumen al cabello. 1

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Lamentablemente, toda la estrategia de “no veo” no es efectiva. —Escuché que pasarías el verano en Indiana —dice alguien detrás de la máquina de espresso. Me obligo a encontrarme con la mirada de mi antigua compañera de trabajo. —Hola, Jewel. —¿Te quedaste sin chicos para acostarte en Champagne? Mi instinto se revuelve con algo tan agrio como leche cortada y caliente como lava. No me gusta la sensación que tengo en la boca del estómago cuando estoy en esta ciudad. La sensación que tuve cuando tenía catorce años y mi padre dejó de mirarme a los ojos. La sensación que tuve cuando fui lo suficientemente estúpida como para terminar el verano pasado con un estallido. Fui a una fiesta, bebí demasiado y ejercí mi criterio sistemáticamente pobre. No creía ser el tipo de chica que se acostaba con el chico del que estaba enamorada una amiga, pero aunque recuerdo muy poco de esa noche, mi cerebro me ha proporcionado bastantes fragmentos mentales para saber lo suficiente y arrepentirme. Típico de Gee-gee la Fácil. 6

A la mañana siguiente, todas las chicas con las que trabajaba en la cafetería me trataron como si fuera una ETS ambulante, y fue como si tuviera catorce años otra vez. Pensé que Jewel ya me habría perdonado, pero obviamente estaba equivocada. —¡Oh! —El tipo de cabello grasiento en la registradora aplaude y luego me señala—. ¡Eres Gee-Gee Lee! ¡Maldita sea! —Mira su reloj—. Tengo un descanso en diez minutos si quieres salir. —Se agarra la entrepierna—. ¿Sabes de lo que estoy hablando? La lava caliente sube a mi garganta de nuevo. Ardiente. Mi reputación me precede. Jodidamente maravilloso. —No hay posibilidad —murmuro, pero no hay fuerza en mis palabras porque mi voz se volvió pequeña, y odio eso, lo odio tanto como esta sensación en mi estómago de haberme perdido el verano pasado, de volver a caer en viejos hábitos, de haberme emborrachado y permitir una vez más creer la mentira que solo soy tan buena como la cantidad de hombres que me desean, la cantidad de penes que ponga duros. Odio que esta ciudad me haga sentir como la puta que decidieron que era cuando tenía catorce años. —Dos mochas, ¿verdad? —pregunta Jewel antes de escupir en dos tazas. Se ríe, y el sonido hace que el pecho me duela. Ella y yo nunca fuimos cercanas, pero a fines del verano pasado, la consideraba mi amiga. Lo que hice con Isaac terminó con eso.

Me doy vuelta, abandonando mi búsqueda de cafeína, y me dirijo hacia la puerta, moviéndome lo suficientemente rápido para poder fingir que no la escucho mascullar palabras feas. “Gee-Gee la Fácil”. Ya no soy esa chica. Ya no soy esa chica. Pero no estoy segura de nada.

—¡Oh, cariño! —Becky se tapa la boca con las manos mientras salgo de mi vestier—. Oh, simplemente te ves tan elegante, cariño. Me trago la risa histérica. “Elegante” no es una palabra que la gente use para describirme, y para ser justos, no es una característica que haya buscado alguna vez. Pero de Becky, y después de mi encuentro con Jewel en la cafetería, es el mejor tipo de cumplido. Me gusta más de lo que quiero. —Te ves bien, cariño —dice mi padre, con los pulgares metidos en los bolsillos. Mi papá es un tipo grande, un ex policía que se apoya con la espalda a la pared y siempre se para con las piernas abiertas, luciendo como si estuviera preparándose para una pelea. Becky se me acerca y toma mis hombros. —¿Crees que cubre demasiado? Como soy la única dama de honor, Becky decidió que esperaría hasta que llegara a la ciudad antes de elegir mi vestido de dama de honor. En secreto me encanta que sea lo suficientemente relajada como para permitirme comprar algo de una tienda normal para su gran día. Papá gruñe. —Si fuera por mí, cubriría más. Becky pone los ojos en blanco. —Es una joven hermosa, Eddy. Papá hace una mueca y da un paso atrás, cediendo el control de las decisiones de vestuario a su novia. Me encanta que lo llame Eddy. Todos, incluida mi madre, han llamado a mi padre Edward desde que tengo memoria. De vez en cuando alguien lo llama Ed, pero sinceramente dudo que alguien antes de Becky Dupree haya tenido las pelotas para llamarlo Eddy. Me giro a la pared de espejos para mirarme. El simple vestido ajustado de color negro es largo y de manga tres cuartos. Cubre todos mis tatuajes excepto la hiedra

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en mis omóplatos. Si ya no amara a Becky, la amaría ahora por darme la oportunidad de objetar a cubrir tanta piel. Pero este vestido no se trata que Becky quiera que me cubra. Nunca ha sido así. De hecho, cuando me conoció el pasado mes de octubre, creo que estuvo encantada con mi cabello, en ese entonces rosado, mi vestuario loco y fuerte personalidad. Nunca me ha hecho sentir como si necesitara calmarme o cubrirme, y ahora está haciendo lo que mejor hace conmigo, dejando absolutamente claro que tampoco me pide que lo haga para su boda. —Creo que es bonito. —Es hermoso, pero habría estado feliz de usar algo que fuera menos mi estilo, siempre y cuando no fuera un terrible color lavanda o rosa chicle o cubierto con ese irritante encaje que pone mi piel toda roja y llena de manchas. Papá asiente. —Me alegra que mis chicas estén de acuerdo. —Besó la frente de Becky—. Tienes mi tarjeta de crédito. Estaré en la tienda profesional de golf cuando me necesiten. Tómense su tiempo. Becky lo ve irse antes de volverse hacia mí con una dulce sonrisa. —Gracias por no habérsela puesto difícil a tu padre por lo de este verano. Te agradecemos que aceptes quedarte con Dash. —No gran problema. —Me remuevo torpemente. No quiero hablar sobre mis planes de verano, y definitivamente no quiero que Becky analice mis motivaciones para ellos. Papá me pidió que me quedara con mi hermanastro porque cree que necesito una niñera. Acepté porque no quiero vivir en Champagne, Texas. —Le dije a Eddy que eres una chica grande y que puedes quedarte en la casa sola. No quiero que pienses que estábamos preocupados porque hicieras fiestas salvajes o algo así. Pero conoces a tu padre. Siempre serás su bebé, y no soporta la idea que estés sola aquí sin nadie alrededor que cuide de ti. —Vamos. —Sonrío y empujo a mi futura madrastra—. ¿A quién no le gustaría quedarse en la zona rural de Indiana para un verano salvaje mientras están en la universidad? ¿No está eso en la lista de deseos de todas las chicas? Becky se ríe. —Blackhawk Valley es realmente bonito. Lo he visto por mí misma. Y Dash tiene un buen grupo de amigos allí. Pero no es Nueva York. — ¿Estás segura que a Dash no le importa que me quede con él? —Ya le hice a papá esta misma pregunta, y se puso todo: “¿Por qué le importaría? ¿Estás planeando

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hacer su vida difícil? Hazte útil, y a nadie le importará tenerte cerca”. La conversación terminó allí. —Estoy segura —dice Becky—. Me sentiría mal por pedirte el favor, pero creo que ustedes dos se llevarán bien. No sé mucho sobre mi futuro hermanastro, y no me molesté en descubrir más. Sé que es jugador de fútbol, que es una desventaja en él, pero no todos los hombres que juegan fútbol son imbéciles. O eso me dicen. Es el hijo de Becky, lo que es algo a su favor, porque Becky es una de las mejores personas que he conocido en mi vida. No solo hace feliz a mi padre, lo cual honestamente no creía que fuera posible, sino que también es muy divertida, y su bondad brilla a través de su sonrisa. Pero lo principal a favor de Dash es que no vive en Champagne, Texas, y en mi lista de requisitos para la vivienda de verano, el número uno es “Nada en Champagne”. Si mi hermanastro va a ser mi boleto de salida de Texas para el verano, está bien conmigo. —Me mantendré fuera de su camino —prometo—. No quiero que sienta que estoy interrumpiendo su vida. —No se sentirá de esa manera —dice—. Dash es un buen chico y siempre lo ha sido. Es útil y hace lo que le pides. Trago y me pego una sonrisa. No quiero pasar el verano con un pendejo de ninguna manera, pero si es la mitad de dulce de lo que su madre lo hace parecer, podría caer en un coma de aburrimiento antes de llegar a la ciudad. —Es dulce y atento, también —agrega. —Debió sacar eso de ti. —¡Ja! —Golpea mi hombro con uno de los suyos—. Desearía poder darle crédito por ello, pero solo era una madre soltera tratando de salir adelante. Creo que esa es la forma en que nació. Realmente desearía que hubieras venido a casa para conocerlo en primavera. Está emocionado por conocerte. —Lo siento por eso. —Muevo mi mirada hacia el dobladillo que cae sobre mis rodillas—. No podría haber justificado el tiempo fuera de la escuela. —Me giré para evitar sus ojos—. ¿Te importaría bajar el cierre? Baja la cremallera a la mitad. —Lo conocerás pronto. Volará esta noche, ¿pero tu papá dijo que ya tienes planes?

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—Me quedaré con Willow —le digo—. Pero le prometí a papá que estaría en casa por la mañana para que todos desayunáramos juntos. —Eso suena maravilloso. Haré panqueques. —Sonríe, y regreso al vestidor. Cuando me cambio de nuevo a mi ropa: jeans desgastados y una blusa rosada sin tirantes, Becky me está esperando en la caja registradora, conversando con una rubia de ojos brillantes. Cuando pongo el vestido en el mostrador, la rubia me mira y sus ojos se iluminan con reconocimiento. —Te conozco —dice—. Gee-Gee, ¿verdad? A pesar que mis “amigos” en la cafetería, no me han llamado Gee-Gee desde que tenía catorce años. Al escuchar el nombre, el ácido se agita en mi vientre. Levanto mi barbilla. —Solo Grace ahora. —¡Oh Dios mío! Tu tartamudeo ha, como, desaparecido. Eso es increíble. Escuché que estuviste aquí el verano pasado, pero nunca te vi. Como que desapareciste totalmente después de… —Mueve su mirada hacia Becky, luego la deja caer al mostrador antes de encontrarse con mis ojos otra vez. 10

—Tuvimos que mudarnos por el trabajo de papá —miento. Incluso si una mudanza por la carrera de papá fue la excusa que usamos, todos sabían por qué nos mudamos después de esa noche. Si papá no hubiera querido volver aquí cuando se jubiló anticipadamente, nunca habría regresado. Pero es un tipo de Texas de corazón, y aquí es donde pertenece. Miro fijamente las manos de la chica, deseando que se mueva más rápido para poder pagar el vestido y salir de aquí. No se mueve, y cuando alzo la mirada, me mira y se muerde la comisura de los labios. ¿Me está deseando la muerte, como tantas otras chicas en ese entonces, o está tratando de reunir el coraje para preguntar si comencé una carrera como prostituta? Un par de personas me preguntaron eso mientras estuve aquí el verano pasado. Aparentemente era un rumor que circuló por un tiempo. Dios, odio esta ciudad. —¿Recibes Visa? —pregunta Becky. —Oh sí. Claro que sí. —La chica sale de su inspección y se pone a trabajar en la venta. Cuando salimos de la tienda, Becky está demasiado callada, y se detiene en un local de Starbucks en el centro del centro comercial. —¿Quieres algo? —pregunta.

—Un la-la —Mierda. Respiro y cuento las sílabas en mi cabeza antes de pronunciarlas—. Latte con cuatro raciones de caramelo. Me está estudiando. No pregunta si estoy bien o me pide que le explique de qué estaba hablando la cajera. Por una parte, podría contar la cantidad de días que pasé con Becky, pero a veces parece que me ve más claramente de lo que lo hizo mi padre. En este momento, desearía que fuera tan ajena a todo como todos los demás.

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—¡Oh Dios mío! ¡Grace Lee! ¡Mi chica favorita! —Willow Myers sale a la noche oscura y lluviosa y me abraza tan fuerte que apenas puedo respirar. —Te extrañé. —La aprieto de vuelta. Existe el tipo de amiga que te hace sonreír, con la que siempre sabes que te divertirás mucho, con la que puedes contar para reír y tomar una copa después de que un examen te haya chupado la vida. Y luego está el tipo de amiga que te conoce por dentro y por fuera, que conoce los secretos que nunca imaginaste compartir con nadie, que conoce tus piezas y partes más feas y aún piensa que eres hermosa. Esa es Willow para mí. —Yo también te extrañé. Salgamos de esta lluvia. —Me arrastra dentro de la casa de ladrillos de tres pisos de sus padres. Pasé mucho tiempo aquí el verano pasado. Willow y yo fuimos prácticamente compañeras de habitación durante todo el tiempo que pasamos juntas entre aquí y la casa de papá. Quizás este verano hubiera sido igual si las cosas hubieran sido diferentes. Pero las decisiones estúpidas y borrachas del verano pasado hicieron que mi pasado me persiguiera, así que en su lugar hago todo lo que puedo para evitar largos períodos en Champagne. —¿Cómo estuvo tu vuelo? —pregunta mientras me quito los zapatos—. ¿Ya viste a tu papá? ¿Qué hay de tu nueva madrastra? Dijiste que es amable, pero ¿es extraño saber que estás a punto de tener una nueva madrastra cuando eres una mujer adulta? ¿Ya decidiste si vas a llamarla mamá? Solo puedo negar ante el aluvión de preguntas. Nos mandamos mensajes de forma incesante, pero Willow no es nada menos que curiosa. —Bien, sí, sí, más o menos… —Me cuesta recordar la última pregunta. —¿La llamarás mamá? —Oh. No. No lo creo.

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—Nos preparé daiquiris de fresa —dice—. ¿Qué dices si tenemos una fiesta de pijamas en toda regla? Miro hacia mi ropa. Está lloviendo mucho, estoy empapada solo por caminar desde el automóvil. —Si por “fiesta de pijamas en toda regla” te refieres a ponernos nuestros pijamas y a beber demasiado, cuenta conmigo. Inclina la cadera hacia un lado y arquea una ceja. Siempre he pensado que combina con su nombre, largo cabello negro y extremidades largas. Es una diosa, lo juro, con belleza por dentro y por fuera. Esta chica es la luz dentro de la oscuridad que siento cuando estoy aquí. —¿Hay otra definición? La sigo arriba a su habitación, llevando mi bolso para la noche. Willow saca pantalones y una camiseta de mujer maravilla de su cómoda, y tomo mi pantalón de dormir y camisa de mi mochila. Los padres de Willow son el tipo de personas que pasan más tiempo viajando que en su propio hogar, y ahora están en Roma, así que no tengo que preocuparme porque su padre me vea paseando sin sujetador por su casa. Uso su baño para quitarme la ropa mojada y, a través de la puerta del baño, puedo escuchar a Willow cantando: —¡Reunited and it feels so good! Una vez que nos cambiamos, volvemos a bajar a la cocina. Vertimos nuestros daiquiris en vasos altos antes de acomodarnos en los mullidos almohadones del sofá de su sala de estar. —Por las fiestas de pijama sin sostén —dice Willow, levantando su vaso. Lo toco con el mío. —Estoy bastante segura que ese es el nombre de una película pornográfica, pero beberé de todos modos. —Tomamos un largo trago de nuestras bebidas azucaradas y espesas. Mi pecho se llena de un calor que se debe en parte a la proximidad de mi mejor amiga y en parte a la relación irresponsable de la mezcla de ron que llena mi vaso. —No puedo creer que vayas a vivir con tu hermanastro este verano —dice. Me encojo de hombros. —No hay nada que pueda mantenerme en Champagne durante todo un verano, ya que estarás viviendo la glamorosa vida en Londres. Resopla.

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—Oh sí, cambiar pañales y limpiar narices es tan glamoroso. ¿Crees que debería empacar mis diamantes? Willow es unos años mayor que yo y acaba de graduarse en Baylor. Está dándole un buen uso a su título en Arte y pasará el verano en Londres. Será la au pair de una pareja de Hollywood que está filmando una película allí. La agencia que la investigó y le consiguió el trabajo le dijo las edades de los niños y la duración y el lugar de la tarea. No sabrá quiénes son las celebridades hasta que llegue. —¿Crees que sean Brad y Angelina? —pregunto. —Esta pareja solo tiene dos hijos —dice—. ¿Brangelina no tienen, como, cuarenta y tres niños o algo ahora? —Qué mal. Estaba teniendo fantasías de visitarte y conocer a Brad. —¡Ja! Estoy segura que Angelina no dejaría que ninguna niñera se acercara a su marido. De vuelta al hermanastro, por favor. ¿Qué pasa si es un pervertido o algo así? —Entonces le cortaré el pene. —Sonrío y tomo otro trago. No me puedo imaginar a la dulce Becky teniendo a un pervertido por hijo—. Suena como un buen tipo. Becky dice que es voluntario de Big Brothers, Big Sisters2 y es un estudiante aplicado. Si se parece a ella, las aves probablemente comiencen a cantar cuando salga. —¿Entonces estás diciendo que tu hermanastro es una princesa de Disney? Me encojo de hombros. Tal vez debería sentirme rara por comprometerme a pasar mi verano con un chico que nunca había conocido antes, pero ya estaba luchando por encontrar una excusa para no volver a Champagne entre semestres. Cuando papá y Becky me dijeron que querían viajar por Europa para su luna de miel, tuve la excusa perfecta. Papá no se sentía cómodo conmigo quedándome en su casa sola, incluso si ahora soy una adulta legalmente, así que aproveché la oportunidad de vivir en otro lugar. Traté de convencer a mi padre para que pagara por un apartamento para mí en Nueva York, pero como no pude conseguir una pasantía o un trabajo más “educativo” que mi habitual cafetería, no lo aceptó. Aparentemente, la idea que viva sola en Nueva York aterroriza más a mi padre que la idea que viva en Champagne sin que alguien me vigile. —De cualquier manera, me dará una habitación para el verano. Conseguiré un trabajo y me mantendré sola. Papá estará feliz, y yo no estaré en Champagne. Funcionará bien. 2

Fundación de apadrinamiento y acompañamiento para menores de edad.

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—Supongo. —Frunce el ceño—. Todavía me gustaría tener la oportunidad de conocer a ese chico para poder sentirme mejor con tu arreglo. —Al escuchar a Becky hablar de él, parece prácticamente perfecto en todos los sentidos. —¿Qué es? ¿Una princesa o Mary Poppins? —Es jugador de fútbol americano. —Hice una mueca ante el desafortunado hecho sobre mi nueva compañera de habitación. —Ahora me estoy imaginando a Mary Poppins con un casco de fútbol americano. —Apoya las piernas en el sofá y las pone debajo de ella—. ¿Cuál es su nombre otra vez? —Dash. —¿Qué clase de nombre es ese? Es como si Becky supiera que su hijo se convertiría en jugador de fútbol americano y le pusiera su nombre en consecuencia. Willow agita su bebida en su vaso, mirando el granizado girar. —¿Dash qué? —Dupree. —¿Lo has buscado en Facebook? Le dedico una mirada fija. —Ya sabes cómo me siento sobre las redes sociales. —Te sigo diciendo que hagas una cuenta falsa para poder espiar a la gente. Me estremezco. —Pasaré. —Oh bien. Lo buscaré más tarde yo misma. Dash Dupree —dice su nombre como si estuviera tratando de ubicarlo, y niega—. Tendré que preguntarle a Robbie si lo conoció en la secundaria. —Podría ser. Ambos jugaron al fútbol en Towers, pero el nombre no me suena de nadie. —Willow fue a la secundaria católica de Champagne, por lo que no conocía a ninguna de las personas que me torturaron en Champagne Towers. Fui allí menos de tres meses antes de mudarnos a Maine, pero mi tiempo allí ciertamente causó una gran impresión. Willow y yo nos conocimos el verano pasado después que papá se mudó aquí y ella y yo tuvimos una charla en la cafetería local. Fue la mejor parte de estar atrapada en esta ciudad, y cuando mi verano, por lo demás despreocupado, terminó

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en una tormenta de mi propia creación, estuvo allí para mí de una manera que nadie más pudo estar. —No todos los jugadores de fútbol son imbéciles —dice. —Aceptaré que Robbie es una excepción —digo. El novio de Willow juega en Baylor y es muy dulce, aunque un poco denso. Lo conocí durante mi breve estadía en la secundaria Champagne Towers, y es posible que no haya registrado mi existencia, pero al menos nunca se burló de mi tartamudeo llamándome “Juh-JuhGee-Gee” como la mitad de los otros chicos del equipo—. Hablando de Robbie, ¿cómo está manejando tu inminente partida? Pone su bebida en la mesa de café y suspira. —Todavía lo odia, pero sigo diciéndole que el verano pasará rápido. Estará ocupado con el fútbol, y yo volveré pronto. Hablamos sobre la universidad y nuestros planes para el otoño, y cuando la jarra de bebidas está vacía, pone otra, y pronto nos reímos sin razón y me cuenta sobre la vez que Robbie y ella tuvieron sexo en el vestuario. Baylor y ella terminaron con hongos en los pies y un hematoma en el trasero con la forma de las ventilas de un casillero. —Es deprimente que esté tan privada de sexo que incluso estoy celosa del sexo que te deja con hongos en los pies —le digo. —¿Qué hay de ese tipo con el que estabas saliendo cuando fui de visita en las vacaciones de primavera? ¿El que tiene todos los tatuajes? Niego. —Era atractivo pero no le subía mucho al piso de arriba. —Para ser sincera, lo sabía cuando comencé a salir con él, pero pensé que podría manejar un coeficiente de inteligencia más bajo a cambio de abdominales duros y bíceps del tamaño de un barril. Sé que es un cliché, pero tengo una debilidad seria por los músculos, lo que probablemente explica mi historia con los jugadores de fútbol. Arquea una ceja. —Eres tan exigente. Un hombre no tiene que ser un genio para tratarte bien. —Willow, un día dije algo sobre mi comandante en jefe, y su respuesta fue: “No sabía que eras nativa americana”. —¡No! —He rechazado a idiotas bonitos, pero echo de menos el sexo. —Mi pobre y cachonda Grace.

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—Eso es correcto. —Tomo otro trago largo de mi bebida. No estoy segura si el mareo por el azúcar o el mareo por el alcohol me va a golpear primero—. En realidad, “cachonda” es una palabra terrible. No la uses para describirme nunca, por favor. —No me digas, pero no hay una buena alternativa aparte de llamarte libidinosa, y eso me hace sentir que debería estar recogiendo hombres en el club local de ancianos. Arrugué la nariz. —Libidinosa podría ser peor que cachonda. Pero sea lo que sea, culpo a esos libros que recomiendas. Esos libros me hicieron… ¿Qué hay de pensativa? Son los pensamientos los que nos meten en problemas, ¿no? ¿No es así? —Prefiero sedienta. —Asiente, satisfecha con la elección de su palabra—. Tienes sed y ¿quién podría culparte? Tal vez tu hermanastro tenga un buen amigo con el que te puedas entretener este verano. Me tomo mi vaso y cierro los ojos, imaginando hogueras y campesinos tatuados con los músculos desgarrados por cargar heno, o lo que sea que hagan en Indiana. Seguramente Dash tendrá algunos amigos guapos que podrían entretenerme. —Dios, es patético, pero estoy contando con eso. El teléfono de Willow zumba y lo agarra de la mesa de café y sonríe mientras mira la pantalla. —Es Robbie. Quiere venir. ¿Te parece bien? Me encojo de hombros. Estoy toda cálida y confundida por el ron. Podría traer una docena de amigos con él y probablemente no me importaría. —Está bien por mí. —¿Estás segura? —Tienen dos días juntos antes que te vayas a Londres. En serio, vívelo. Estaba pensando en meterme en la cama con mi libro de todos modos. Quiero leer otra vez sobre el pescador. —No necesitas irte a la cama. Robbie y yo podemos estar juntos sin tener sexo. Giro la cabeza y le frunzo el ceño. —¿Quieres decirme que estás medio borracha y que viene tu novio, y quieres sentarte aquí y charlar antes que saltar sobre sus huesos? Se ríe. La risa de Willow tiene que ser uno de los mejores sonidos del mundo, completo, real y sin complejos.

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—Me conoces demasiado bien. —Está bien —le digo—. En serio. Dormiré en la habitación de tu hermana. — Su hermana mayor estará fuera de la ciudad durante el fin de semana, y probablemente hubiera dormido en su habitación de todos modos solo para tener mi propia cama. —Eres la mejor. Suena el timbre, y me levanto. —Necesito usar el baño. Hablaré con ustedes, tortolitos, por la mañana. —No sientas que debes irte de inmediato. Tengo otra jarra de daiquiris esperando en el congelador y una pila de novelas de Christina Lauren en la isla de la cocina. Creo que el pescador número uno está en algún lugar de allí. —Dios te bendiga —grité por encima de mi hombro mientras iba hacia el baño. Me demoro una eternidad en el baño, realmente bebí demasiado del brebaje de ron de Willow; y me lavo las manos. Oigo risas, luego pies en las escaleras y el golpe de la puerta de la habitación de Willow antes de salir del baño. No pierden el tiempo para ponerse a trabajar. Bien por ellos. Al menos alguien tiene suerte. 18

Planeé irme a la cama, pero me gusta más la sugerencia de Willow. Nunca me resulta fácil dormir, así que los daiquiris y una deliciosa novela romántica suenan como la forma perfecta de pasar un par de horas. Excepto que hay un hombre de hombros anchos sentado en el sofá de Willow, con la cabeza de cabello ondulado inclinada. Gruño por dentro. El músculo es mi kryptonita. Estoy seriamente borracha y sedienta, y no necesito ser tentada a tomar malas decisiones con algún atleta que Robbie arrastró con él a casa de su novia. —Hola —dice el tipo—. Perdón por invadir tu espacio así. —No te preocupes —digo, luego levanta la vista y mi aliento deja mis pulmones apresuradamente cuando veo sus ojos azules. Maldita sea. Una cosa es estar sedienta y tener partes y pedazos debajo del cinturón metiendo ideas en mi cerebro. Otra cosa es cuando mis otros órganos se involucran. Como mi corazón. Y tal vez mis pulmones, porque la respiración no es muy natural en este momento. Conozco a este tipo. No estuvo presente el verano pasado, pero fuimos a la misma secundaria cuando tenía catorce años. Hace cinco años, antes que papá nos alejara de Champagne y me alejara de mi dañada reputación, y antes de esa noche, conocía ese rostro y esos ojos azules claros que hacían tropezar a cualquier chica. Su cabello revuelto era más corto entonces, sus hombros un poco menos anchos, y tenía las mejillas lisas donde esta noche están cubiertas de barba. Pero

conocería el rostro de Chris Montgomery en cualquier lugar. Una chica no olvida esos ojos azules, especialmente cuando fueron de los primeros que se enamoró. Especialmente cuando todo terminó con una nueva vida y un corazón roto. —Hola —dice nuevamente, mirándome esta vez. Sonríe. Santa mierda, esa sonrisa. Esos hoyuelos me devuelven en el tiempo, y todos los sentimientos vuelven con prisa. El enamoramiento de la secundaria del que no me atreví a hablar. El chico que estaba tan fuera de mi alcance que no podía obligarme a hablar con él. El dolor que sentía en mi corazón cada vez que estaba en la misma habitación que yo. Chris Montgomery es jodidamente perfecto. Es el chico por el que todas las chicas de la secundaria se desmayan. Todo lo que tenía que hacer era pasar, destellar esos hoyuelos y guiñar el ojo, y las chicas prácticamente se golpeaban mutuamente por el honor de dejar caer primero las bragas. Es sexy. Es listo. Es una especie de genio del fútbol, o lo era en la secundaria. Y es un maldito caballero. Siempre fue tan amable conmigo, genuinamente amable, no como otros chicos que se burlaban y coqueteaban, pero que nunca se molestaban en mirarme a los ojos. Cuando estaba rodeado de hombres que no podían apartar la vista de mis senos, Chris me prestaba atención cuando hablaba. Para ser justos, eso solo sucedió una vez, pero tenía catorce años y el contacto requerido para enamorarme era mínimo. Era tan patética. Todavía lo soy aparentemente, porque mis mejillas se calientan y la habitación gira hacia los lados. Siento que tengo catorce años otra vez, todavía loca, ingenuamente enamorada del chico que no sabe que existo. Solo que ahora ya no soy esa chica, y estamos solos en la sala de estar de Willow con una tormenta retumbando afuera. —Perdón por molestarte. Solo seguí a Robbie para poder tomar algunas toallas de papel, pero la tormenta realmente arreció, y quería dejar que la lluvia disminuyera antes de conducir a casa. —Levanta una mano ensangrentada—. ¿Hay alguna posibilidad que tengas un vendaje que pueda poner en esto? Estaba tan ocupada con mi viaje por la calle de los recuerdos que ni siquiera noté que su mano derecha estaba envuelta en toallas de papel empapadas de sangre. —¡Oh Dios mío! ¿Estás bien? —No es tan malo como parece, pero quiero asegurarme que no se infecte. — De hecho, sonríe mientras lo dice, como si la herida no fuera siquiera dolorosa, a pesar que las toallas ensangrentadas sugerían que sí. —Espero que no.

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—Mis entrenadores me van a matar. Si se salieran con la suya, caminaría con las manos en una caja de vidrio cada vez que no estuviera en el campo. —¿Todavía juegas fútbol? —Estoy tan impresionada que las palabras salgan sin problemas, sin ni siquiera la más leve señal de tartamudeo. Lo acredito a años de logopedia. Y al alcohol. Incluso cuando mi tartamudeo estaba en su peor momento, un zumbido bueno y fuerte lo hacía casi inexistente. (Vamos a archivar eso en: Cosas que no debes aprender a los catorce, un archivo bastante grueso en mi caso). —Sí. Juego en la Universidad Blackhawk Hills. —Entorna los ojos y me estudia. Se me encoge el estómago y espero a que me reconozca como “Juh-Juh-Gee-Gee” o, lo que es peor, como “Gee-Gee la Fácil”. Espero que su recuerdo de esa noche le quite toda la amabilidad de su rostro. En cambio, su sonrisa se mantiene firmemente en su lugar, sus hoyuelos me saludan sin dudarlo. Fuerzo una sonrisa, pero me cuesta. No me gusta sentirme tan vulnerable, tan dependiente de la aprobación de otro ser humano. —¿Eres la hermana de Willow? —pregunta. No me recuerda. Tal vez debería ofenderme, pero en cambio estoy aliviada. Creo que debería agradecerle a mi cabello teñido de negro por su ignorancia. Sí, o tal vez nunca fuiste lo suficientemente importante como para que te recuerde. Me señala, su frente arrugada en concentración. —Robbie me dijo que Willow tenía una hermana de nuestra edad. Mary o… —Morgan —digo. Extiende su mano izquierda, la que no está envuelta en toallas de papel empapadas de sangre, y la tomo, estúpidamente. —Encantado de conocerte, Morgan —dice—. Soy Chris. Robbie bebió demasiado, así que lo traje. No lo hubiera seguido si supiera que iba a desaparecer en la habitación de su novia de inmediato. Puede que no sea la más inteligente después de cuestionables cantidades de ron, pero algunas cosas se me ocurren a la vez. Una, Montgomery no ha cambiado. Sigue siendo el dulce caballero sureño con modales ejemplares que cuida a sus amigos. Ejemplo: Traer a Robbie aquí para que no conduzca después de beber demasiado. Dos, a pesar de los rasgos caballerescos y el historial de mantener sus ojos lejos de mis activos en la secundaria, está luchando seriamente para mantenerse concentrado en mi rostro ahora. Tal vez sea culpa de mi ajustada blusa azul claro, o

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del hecho que hace un poco de frío aquí, pero definitivamente me está mirando. E incluso después de todos estos años, eso es jodidamente satisfactorio. Excepto que, tres, no me recuerda. Santa mierda. Ah, y cuatro, piensa que soy la hermana de Willow, Morgan. —Morgan. —Entrecierra los ojos, como si tratara de colocar una pieza del rompecabezas. Podría ayudarlo, pero no lo hago—. Pareces familiar. ¿Nos juntábamos con las mismas personas o algo así? Solo una noche. Niego. —No. Estábamos en diferentes círculos. —Bueno, es un placer conocerte o verte de nuevo. —Su sonrisa es tan genuina, y tener esos hoyuelos dirigidos hacia mí se siente tan bien que me doy cuenta de una quinta cosa: Prefiero mentir y pretender ser Morgan Myers que contarle al sexy Chris Montgomery quién soy realmente. Especialmente cuando me mira como si fuera el aperitivo perfecto para ir a dormir. ¿Le gustarían papas fritas con eso? 21

Los ojos de Morgan me dan una leve sensación de déjà vù. Son de este hermoso color verde esmeralda enmarcado por largas y oscuras pestañas. En la parte superior de su brazo, tiene un tatuaje de ojos de gato del mismo color. Esos ojos. Debemos habernos conocido en algún momento de la secundaria. —Lamento si interrumpí tu noche. —No interrumpiste nada. —Tira de su labio inferior entre sus dientes. Realmente me gusta la forma en que está mirándome, todo de mí, como si le gustara lo que ve y no pudiera observarme lo suficientemente rápido. Es genial para mi ego maltratado y, por lejos, es la mejor parte de mi noche. Hace cinco minutos, estaba irritado y deseando no haber dejado que los chicos me convencieran de venir a esta fiesta. Había parecido una buena idea. Mamá y Edward estaban cenando con algunos amigos que están en la ciudad por la boda, y la hermanastra que necesito conocer también tenía planes. Así que dejé que los chicos me trajeran al tipo de fiesta que usualmente evito: Demasiado alcohol, tanta hierba que no podrías alejarte sin estar drogado y solo Dios sabe qué está pasando en las habitaciones de arriba. Seguro, era genial ver a todos, pero esperaba que los chicos con los que fui a la secundaria hubieran madurado lo suficiente para que sus pasatiempos favoritos ya no fueran reunirse y emborracharse. No estuve en la fiesta por más de una hora antes que esas esperanzas se derrumbaran. Y como siempre pasaba, demasiado alcohol guiaba a peleas, y corté mi mano intentando separar una. Mi mano de lanzamiento. Estaba listo para salir de allí, no hay nadie de la secundaria que me importe lo suficiente como para soportar ese tipo de mierda. Pero luego Robbie agarró sus llaves y estaba hablando sobre conducir a la casa de su novia, y los idiotas no iban a detenerlo. Está lloviendo tan fuerte que fue difícil conducir incluso sobrio. Me estremezco al pensar lo que pudo haber pasado si se hubiera puesto detrás del volante. Ya había

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perdido a un amigo gracias a un conductor borracho, y eso es más que suficiente para esta vida. Pero ahora estoy feliz que los eventos de esta noche me trajeran aquí, porque la hermana de Willow es esa combinación asesina de sexy y linda. No me agrada mucho el sexo de rebote, pero luego de la fea ruptura que soporté la semana pasada, tener a una chica así de hermosa examinándome se siente jodidamente bien. Su largo y sedoso cabello negro cae sobre sus pálidos hombros, rozando la cima de sus senos, y sus shorts de dormir ceñidos muestran sus largas y pálidas piernas. Sé que está vestida para la cama y no para mí, pero demonios. Sus mejillas rosadas se vuelven rojas, y se dirige hacia la cocina y abre un armario tras otro, solo deteniéndose cuando encuentra una caja negra cuadrada. Entonces, bum. Un segundo estoy comiéndome con los ojos a la hermana de la novia de Robbie, y al siguiente estamos en total oscuridad. El horno suena y el refrigerador se apaga cuando un fuerte trueno golpea y sacude la casa. Las ventanas se iluminan, mostrando un destello de la lluvia cayendo a cántaros afuera. —Ahí van mis planes. —Su voz viene de la dirección de la cocina, pero no puedo ver nada entre relámpagos. —¿Y cuáles eran tus planes? —pregunto. —Leer y beber hasta que mi insomnio se rindiera. —Estoy seguro que la electricidad volverá pronto. —De pie, cuidadosamente me muevo hacia la cocina y busco su silueta en la oscuridad. Desearía que hubiera suficiente luz para verla. Escucho el deslizamiento de un cajón abriéndose y después un clic. Luz ilumina el piso de madera a mis pies. —Linterna —dice, sosteniendo la luz debajo de su barbilla. Sonríe, y es un puñetazo en las entrañas porque es una gran y amplia sonrisa que ocupa la mitad de su rostro y la hace lucir incluso más hermosa—. Supongo que ahora puedo leer mi libro sucio después de todo. Toso. —¿Libro Sucio? —Muy sucio —dice. —¿Eso significa que lo dejaste caer en el barro o…?

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—Significa que los personajes tienen mucho sexo caliente. —Sus labios rosados se curvan en una sonrisa—. Sucio del buen tipo. ¿Alguna vez lees libros sucios, Chris? Dios, es linda, incluso sosteniendo la linterna en una posición reminiscente a alguien contando historias de fantasmas en una fogata. Quiero besarla. ¿Cuán ridículo es eso? Quiero besar a una mujer que acabo de conocer. Está bien, soy un hombre, y ella está hablando sobre leer libros pornográficos, así que quiero hacer más que besarla. Quiero deslizar mi mano en alto hasta su costado y descubrir si esas curvas son tan suaves como parecen. Quiero continuar sonriéndole y ver si su sonrojo puede ser más profundo. Quiero escucharla decir su nombre de nuevo. Morgan. Dios, le queda. Sexy y lindo. Y después quiero escucharla decir mi nombre. —¿Lo haces? Oh, mierda. Estoy haciendo esa cosa de chicos donde estoy demasiado ocupado pensando con mi pene para realmente escuchar lo que la chica linda está diciendo. —Lo siento. ¿Qué? Se ríe. Es un sonido rico y profundo, y viene tan naturalmente de sus labios que me sorprende la idea que es una de esas mujeres que ríen en la cama. —¿Alguna vez lees libros sucios? —Mmm, soy un chico. Usualmente… —Aclaro mi garganta, queriendo responder (Dios sabe por qué), pero no queriendo sonar como un pervertido—. Usualmente los chicos optamos por lo visual. Gruñendo, desliza la linterna por mi pecho, y si no lo supiera mejor pensaría que disminuyó la velocidad cuando el camino de luz cruzó sobre mi entrepierna. La trae de vuelta a su rostro. —Si piensas que las mujeres no son visuales, estarías bastante sorprendido por mi historial de navegación. —¿Sucio? —pregunto, usando su palabra. —Tumblr es algo hermoso. Es oficial. Estoy hablando de pornografía en un apagón con la mujer más sexy que he conocido. Esta noche definitivamente ya no apesta. Mueve la luz a través de la cocina y abre el congelador. Saca una licuadora llena de líquido rojo antes de mover la luz de vuelta a mí, cuidadosamente apuntando a mi pecho y no a mi rostro.

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—¿Quieres un daiquiri? Beber en un apagón mientras hablo de pornografía con la mujer más sexy que he conocido definitivamente me encantaría, pero niego. —Gracias, pero tengo que conducir. —Señor Responsable —dice, sirviéndose un vaso. Me río. —¿Por qué dices eso como si fuera algo malo? Llena demasiado el vaso, y gotea por el lado. Lame el exceso con un rápido movimiento de su lengua antes de responder. —Créeme, no es algo malo. Hay una escasez de hombres responsables en este mundo. Intento no hacer un gesto. Ella dice responsable donde Olivia usó la palabra aburrido. “¿Puedes culparme?”, preguntó ella. “Nunca haces nada impulsivo. Necesitaba recordar que estaba viva”. Aparto la discusión de mi mente y veo que Morgan pone la licuadora de vuelta en el congelador. Mete la linterna debajo de un brazo y carga la caja negra y su daiquiri hacia la sala de estar. Sí, este es un mejor tren de pensamientos que Olivia y los juegos mentales que jugó en el semestre de primavera. En la tenue luz, lucho por distinguir el balanceo de sus caderas en sus shorts cortos, pero tengo una mejor vista con la linterna que sin ella, así que contaré mis bendiciones. Dicho eso, no me quejaría si la electricidad volviera ahora mismo. Algunas vistas merecen completa iluminación. El trasero de Morgan vale mucho más que la luz de un foco. Coloca su bebida en la mesa auxiliar y la linterna junto a ella así que está apuntando hacia el techo. Cuando se hunde en el sofá, golpea el cojín junto a ella. —Ven aquí. Déjame echarle un vistazo a esa mano. Casi me olvido del corte sangriento. Soy perfectamente capaz de atender mis propias heridas, pero obedezco, sentándome a su lado para estar más cerca. Toma mi mano entre las suyas. —¿Es tu mano dominante? —Sí. —Mi voz es pesada porque sus manos son suaves y porque realmente estoy jodidamente curioso de saber lo que ve en Tumblr. Abro la palma de mi mano mientras desenvuelve la toalla alrededor de ella para exponer el corte rojo furioso. —Qué mal. ¿Puedes hacerlo con tu mano izquierda?

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—No puedo lanzar ni mierda con mi mano izquierda. Resopla. —¿Quién dijo que estaba hablando sobre lanzar? Santa mierda. ¿Realmente me está preguntando si puedo masturbarme con mi mano izquierda? —¿Esa es una pregunta inapropiada o acaso tengo una mente sucia? —Oh, fue totalmente inapropiada. ¿Eso te hace sentir incómodo? Gruño, más intrigado que sorprendido. Definitivamente nunca había conocido a una chica como ella antes. —Podría si las luces estuvieran encendidas. Me mira a través de sus pestañas. —Las luces no están encendidas. Trago pesadamente. No quiero leer demasiado en sus largas miradas, pero infiernos. —Lo sé. —¿Qué pasó? —pregunta, su mirada fija en mi mano de nuevo. —Robbie se metió en una pelea con un idiota borracho empuñando una botella de cerveza. Detuve al tipo para que no la dejara caer en la cabeza de Robbie, y obtuve esto a cambio. Mis entrenadores van a estar molestos, pero al menos nadie tiene la cabeza abierta. —Ser un héroe viene tan naturalmente para ti. Me río. —Créeme, no hubo nada heroico en entrometerme entre un par de idiotas borrachos. —¿Por qué estaban peleando? Me encojo de hombros. —¿Quién sabe? Robbie es bastante temperamental. Probablemente alguien dijo algo estúpido que tomó de la manera equivocada. La fiesta entera estaba así. Un buen recordatorio de cuánto no extraño esta ciudad. —Tú y yo —murmura. Suspira pesadamente—. La próxima vez puedes venir aquí y beber conmigo en cambio.

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—Me gusta esa idea. —Raramente bebo más de una cerveza en una noche, pero pasar tiempo con Morgan y su boca descarada mientras me permito unos cuantos tragos suena bastante atractivo. Quita la ceja negra de la mesa y la abre para mostrar el contenido de un botiquín de primeros auxilios. La observo en la tenue luz mientras moja una bola de algodón con peróxido de hidrógeno. Sostiene mi mano con una de las suyas y utiliza la otra para limpiar el corte. Tomo una respiración a través de mis dientes, y se detiene. —¿Duele? —pregunta. —Está bien. Sonriendo sacude su cabeza y termina su tarea. —Por supuesto que lo está. Chico duro. —Sigue con el ungüento antibacteriano antes de envolver mi mano con gaza. —¿Ahora quién es el héroe? —Claramente no me conoces. —Es tan cuidadosa mientras la envuelve y asegura con cinta médica blanca—. Listo. —Levanta mi palma a sus labios y presiona un beso en el vendaje—. Todo mejor. —Gracias. Encuentra mis ojos y sus labios se separan como si planeara decir algo para después decidir hacer lo contrario. —¿Qué? La linterna parpadea. —¿Dónde está tu novia esta noche, Chris? Una imagen de Olivia viene a mi mente, su cabello y ojos oscuros, esa sonrisa dulce que siempre me pareció inocente. La alejo. Eso se terminó. Terminó dramáticamente y antes que todo empezara oficialmente. —No tengo novia. Arquea una ceja y baja su mirada hacia mi pecho y de vuelta a mi rostro. —¿Cómo es eso posible? —¿Dónde está tu novio? —pregunto. —No tengo novio. Sonrío y le doy un vistazo similar. —¿Cómo es eso posible? —Se ríe, y digo—: No, en serio.

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—¿Realmente quieres que responda eso? —Realmente quiero. Toma su bebida de la mesa de centro y toma un sorbo. Su lengua sale para atrapar una gota de su labio inferior. —Me enamoré de un chico una vez. Era joven y estúpida, y él era… mejor que la pornografía de Tumblr. —Gran elogio. —¿Lo sé, cierto? —Sonríe y toma otro trago. —¿Qué pasó? ¿Cómo enamorarte de él te trae a esta noche sin un novio? Levanta sus ojos para encontrar los míos, y algo pasa sobre sus rasgos, como si estuviera reviviendo un doloroso recuerdo. —¿Te lastimó? Toma otro trago, luego otro. —¿Por eso se llama enamoramiento, cierto? —Si quieres que lo rastree y le dé su merecido, solo dilo. Echa su cabeza hacia atrás en carcajadas. —Tan entretenido como eso suena, es completamente innecesario. —Su expresión se vuelve seria cuando trae sus ojos de vuelta a los míos—. Prometo que ya se olvidó de mí. —Encuentro difícil de creer que alguien pueda olvidarte, Morgan. Baja sus ojos a mi entrepierna. —Eso no es bueno. —¿Qué? —Por un segundo tengo miedo que se esté refiriendo a la semi erección que he tenido desde que empezó a hablar sobre libros sucios, luego sigo su mirada y me doy cuenta que está viendo a mi herida, no a mi entrepierna. Bien. Creo… Baja su bebida y toma mi mano vendada nuevamente. —Ya está sangrando a través del vendaje. Es posible que necesites puntos de sutura. —Está bien. Truenos retumban afuera y la linterna parpadea otra vez, pero esta vez no regresa.

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—Lo siento —dice, sin soltar mi mano—. La batería debe ser vieja. Espero que no le tengas miedo a la oscuridad. Giro la mano que esta inspeccionando para apretar una de las suyas. —Puedo pensar en peores momentos para estar atrapado en la oscuridad. — Mi voz suena graciosa, más profunda, como si algo tuviera un agarre en mi garganta. —¿No te importa estar aquí con una chica que te ha preguntado sobre tu mano para masturbarte? —Eres real. Sin juegos. Me gusta eso. No puedo ver sus ojos, pero oigo su suspiro. —¿Alguna vez has querido ser alguien más solo por una noche? Joder, sí. No sé lo que significa para ella ser alguien más, pero puedo entender el sentimiento. Desde que empecé a jugar fútbol de tacleo en tercer grado, he sentido la presión de ser el hijo del famoso entrenador Colt Montgomery. Por mucho que ame el fútbol, algunos días desearía poder jugar sin que las expectativas de todos los demás pesaran tanto sobre en mis hombros. —Probablemente pienses que estoy loca por preguntar. —Para nada. Sé exactamente cómo te sientes. —Trago pesadamente—. Puedes ser quien quieras ser conmigo. —¿Lo prometes? —En realidad, no lo sé. ¿Podemos esperar hasta que pueda echar un vistazo a través de tu pornografía de Tumblr? Látigos y cadenas no son lo mío en realidad, y si estabas planeando llevarme a tu Cuarto Rojo, tal vez es mejor que no seas tú misma hasta que salga de aquí. Se ríe más fuerte ahora, pero no puedo verla así que tengo que imaginar su rostro inclinado hacia arriba, su cuello largo y pálido expuesto. No estoy seguro qué me hace hacerlo. Tal vez es la tormenta o el hecho que todavía no ha soltado mi mano. Tal vez las acusaciones de Olivia que solo me engañó porque no soy lo suficientemente espontáneo llegaron a lo más hondo de mi alma. O quizás Morgan y yo solo somos dos personas sentadas en la oscuridad que entienden lo que es querer ser alguien más. Por una vez, no sé por qué actúo. Solo lo hago. Me inclino, tomo su rostro en mi mano buena, y muevo mis labios sobre los suyos.

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Exhala un suspiro ahogado y retrocedo, listo para disculparme. Un relámpago destella a través de las ventanas, y por un segundo puedo ver su rostro. Sus ojos están cerrados, su cabeza medio inclinada, como si estuviera diciendo una oración o tomando una decisión importante. —Lo siento… Se estira por mí antes que pueda terminar, deslizando una mano detrás de mi cuello y llevando mi boca a la de ella otra vez. Me muevo lentamente, y cuando mis labios están justo encima de los de ella, susurra: —No puedo creer que estoy haciendo esto. —Y luego cierra el último centímetro entre nosotros. Su boca es suave y dulce, y sabe a daiquiris de fresa. Cuando abre su boca y desliza su lengua contra mis labios, escucho un gemido dándome cuenta demasiado tarde que viene de mí. Entonces es una maraña de lenguas y labios, y mis manos se deslizan por sus costados. —No esperaba esto —le digo. —Lo sé. Lo último que necesito es que Robbie le diga que sugirió que nos liáramos. Ella pensaría que era un completo idiota y vine aquí buscando esto cuando realmente solo quería algunas toallas de papel para detener el sangrado. Se reclina en el sofá, y seguirla es lo más natural del mundo. Como si ella fuera mía y lo hubiéramos hecho cientos de veces. Me encanta su sensación debajo de mí, y me encanta aún más cuando pone sus rodillas a cada lado de mi cintura, y más aún cuando le beso el cuello y mece sus caderas debajo de mí y hace los sonidos más increíbles.

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Es salvaje y tan poco reservada como lo imaginé. Mete su mano en mi pelo y me guía hacia los puntos dulces en su cuello. Encuentra mi buena mano a su lado y me lleva a ahuecar su pecho. Con cada beso, sus gemidos se vuelven más desesperados, y con cada toque su mano se aprieta en mi pelo. Apago mi cerebro y me muevo por instinto. Levanto mi boca abierta sobre su clavícula y hacia abajo y paso mis dientes sobre la curva de cada seno mientras mis pulgares encuentran sus pezones a través de la fina tela de su camiseta sin mangas. —Chris. —Jadea cuando paso el pulgar sobre su pezón. Cristo, se siente bien—. Esto es una locura. Está en lo correcto. Esto es una locura y completamente diferente a todo lo que he hecho antes. Parte de mi cerebro lo sabe. —No puedo parar. —Bien —dice—. No lo hagas. Aún no. Gruño de alivio. Locura o no, necesito más de ella antes de poner fin a esto. Me encantan los sonidos que hace cuando la toco, amo la forma en que mece su cuerpo debajo del mío. 31

Deslizo una tira de su hombro y jalo la tela para que pueda saborearla, y cuando mi boca se engancha en su pecho, se arquea debajo de mí. —Sí. Por favor. —Te sientes tan bien, Morgan. En un destello cegador, las luces vuelven a encenderse. Sus ojos se abren. —Para. —Empuja mis hombros, sin aliento—. Está bien, tenemos que parar. Me echo hacía atrás, tomo una respiración profunda, y paso una mano por mi rostro y espero a que mi cuerpo redirija un poco de flujo de sangre a mi cerebro. Eso se movió rápido. —¿Estás bien? Frunciendo el ceño, se levanta la camisa, se cubre el pecho y reposiciona la tira. —He bebido demasiado. —Niega—. No debería haberlo hecho… Sus palabras se registran y respiro entrecortadamente. Cuando llegué aquí, estaba tan preocupado por lo excitado que estaba y lo mucho que quería besarla que no pensé si estaba o no sobria. Y cuando la besé y todo fue tan rápido, solo pensé en acercarme, tocarla más y provocar más de esos dulces y sexys ruidos. No cuestioné si esa jarra intacta de daiquiris podría no ser la primera.

—Mierda, Morgan. Lo siento. No pensé cuánto habías estado bebiendo. Solo pensé… Endereza los hombros y pega una sonrisa que no me engaña ni por un segundo. —Está bien. —No digas eso si no es así. —No estoy borracha, así que no te castigues. Es solo… esto es un error. Ve a casa y prueba con tu mano izquierda, y fingiremos que nunca sucedió. Me estremezco. No estoy seguro si estoy más insultado por el hecho que lo que hicimos no es más que un error para ella o herido por la idea que ella podría olvidarlo tan fácilmente. No importa su sugerencia de que tendré que masturbarme, está bien, lo haré totalmente, pero ese no es el punto. —No necesito olvidar esto solo porque querías parar. Lo siento, nos dejamos llevar, pero… —Saco mi teléfono de mis jeans—. Déjame tener tu número. Te enviaré un mensaje de texto por la mañana. Cuando estés sobria. Dios, parezco un idiota, pero no quiero alejarme y dejarla ir. Hay algo especial acerca de ella. Es hermosa, pero esto es más que unos ojos verdes y una sonrisa que podría derribarme. Me gusta. Es atrevida, hilarante e indulgente. Es tantas cosas que yo no soy. Me hace querer aprender las partes secretas de sus historias, las partes que dejas afuera cuando le cuentas a tus amigos más cercanos. Agarra mi teléfono y programa su número, luego se para y se dirige a las escaleras. —Debería dormir un poco. —¿Quieres que te arrope? Ella me mira por un momento, y me pregunto qué está pasando en esa mente suya. Estaba tan receptiva antes, haciendo preguntas como si no hubiera un filtro entre su mente y su boca. Quiero eso de vuelta. Baja su mirada al suelo y niega. —Si te tuviera tan cerca de mi cama, no estoy segura de tomar decisiones acertadas. Gruño ante la idea que tome decisiones imprudentes. Mierda. Alejarse de ella esta noche no debería ser tan difícil. Así no soy yo. —Está bien. Agarro mis llaves de la mesa auxiliar y me dirijo hacia la puerta, pero me detengo cuando llego a las escaleras. Ella está agarrando la barandilla, esperando que me vaya. Cuando camino hacia ella, se lame los labios.

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—¿Puedo darte un beso de buenas noches? —Doy un paso más cerca, mirándola mientras tira de su labio inferior entre sus dientes—. Prometo mantener mis manos en mis bolsillos. —Me estremezco—. Mierda, ahora sueno como un bicho raro. No me refiero a las manos en los bolsillos de la manera pervertida. Tenía sus labios apretados, pero se separaron cuando estalló en carcajadas. —No te preocupes. No pensé que ibas a manosearte mientras estábamos besándonos. —Aprieta los ojos y respira profundamente—. Pero aun así, no creo que sea una buena idea. Soy un idiota. —No hay problema. Duerme bien. —Me giro hacia la puerta. —No —dice, deteniéndome—. Puedes besarme, pero no quiero tus manos en tus bolsillos. Me doy vuelta. —Prefiero tenerlas en mi cabello. Avanzo lentamente hacia ella, inclino su rostro hacia el mío y deslizo mis manos en su cabello. Es sedoso entre mis dedos y huele a champú de lavanda. Sus labios se separan, y un puño se aprieta en mis entrañas. —Eres tan hermosa. —Le rozo el labio inferior con el pulgar, y sus ojos se cierran. —Bésame. —Como desees. —Bajo la cabeza y rozo mis labios sobre los de ella. Cuando chupo su labio inferior entre mis dientes, hace un pequeño sonido en la parte posterior de su garganta, y abro mi boca sobre la de ella. Tira de mí hacia adelante por un ojal del cinturón, y en el siguiente aliento la presiono contra la barandilla y una de mis manos ha dejado su cabello y se desliza bajo su camisa. Es tan suave y cálida, y se arquea en mi toque como si quisiera absorberlo. Rompo el beso cuando me doy cuenta de lo que estoy haciendo, y apoyo mi frente contra la de ella. Los dos volvemos a respirar con dificultad, pero esta vez se aferra a mí en lugar de alejarme. —Te llamaré mañana —susurro en su cabello. —Eso es lo que todos dicen. —Sube dos escalones y se aleja de mis brazos. Su sonrisa es una máscara que me da una clara impresión de que podía verla mejor antes que las luces volvieran a encenderse—. Buenas noches.

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Se da vuelta, subiendo las escaleras. Cuando desaparece en la oscuridad de arriba, me voy. La lluvia se ha ralentizado, y mi mente está tan llena de Morgan que el corto trayecto a casa de Edward va rápido. La casa está oscura, pero mamá dejó la luz del porche encendida para mí. Utilizo la llave que me dio para entrar a la casa de su prometido. Sé que debería empezar a pensar que es la casa de mamá, pero eso todavía es extraño para mí. Mamá y yo vivíamos en la misma casa de dos habitaciones desde el día en que nací hasta que me fui a la universidad. Es el lugar que siempre me imaginaré cuando pienso en mi hogar, pero lo vendió este invierno cuando se mudó con Edward. Cuando llego a la habitación de invitados, me despojo de mis calzoncillos y me siento en el borde de la cama. Que noche tan loca. Dejé Blackhawk Valley ansioso por alejarme de mis amigos durante unos días, porque si tienes una relación secreta con la hermana de un compañero de equipo, no puedes quejarte con tus amigos después que ella te engaña. Y Olivia me jodió cuando la atrapé con Keegan. “Fue solo un beso, y simplemente sucedió”. La forma en que sus manos se enredaron en el cabello de Keegan hizo que pareciera mucho más que “solo un beso”. Como todo se fue a la mierda el pasado fin de semana, esta fue la primera vez que pasé sin pensar en la ruptura. No es como si tuviera el corazón roto. Olivia no tenía mi corazón para romper. Pero hizo un maldito agujero en mi ego. Buscar Morgan Myers. Agarro mi teléfono. Sé que le dije que esperaría hasta mañana, pero no me puedo resistir. Encuentro el contacto de Morgan y redacto un mensaje.

Yo: Gracias por vendarme la mano. Y para que conste, no tengo intención de olvidarme de esta noche. A pesar de lo que ese primer amor tuyo te hizo pensar, una chica como tú sería imposible de olvidar.

Tiro el teléfono a la cama y me froto las sienes. Treinta segundos más tarde, mi teléfono zumba, y no puedo agarrarlo lo suficientemente rápido.

Morgan: ¿Quién es?

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Arrugo la frente. Sé que no tenía mi número, pero creo que sería obvio por mi mensaje.

Yo: Soy Chris. ¿Eres Morgan?

El próximo mensaje viene en segundos y me hunde el estómago.

Morgan: Tienes el número equivocado.

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Es el día más soleado en la historia de los días soleados, y a las nueve de la mañana. Ya hace tanto calor que el corto paseo de medio kilómetro desde la casa de Willow hasta la casa de mi padre es suficiente para hacerme sudar. Tengo resaca, e incluso el más mínimo calor hace que mis resacas se sientan exponencialmente peor, así que eso no está haciendo demasiado para ayudarme a amar a esta ciudad. Todavía no entiendo por qué alguien elegiría mudarse a un clima donde la temperatura promedio es solo unos pocos grados más fría que el infierno de fuego y azufre que mi madre tanto le gusta describirme. Mi cabeza está latiendo fuerte. Estoy bastante segura que hay un niño pequeño con baquetas allí que está golpeando todo para su propia diversión. En mi estómago, hay una guerra entre la mitad que imagino como un vendedor de autos usados que se deshace del inventario: ¡Todo debe irse! Y la mitad que se parece más a la planta de La pequeña tienda de los horrores: ¡Aliméntame, Seymour! —¡Grace! —me llama Becky desde la parte de atrás de la casa cuando entro por la puerta principal—. Buenos días cariño. ¿Quieres café? Amo a esta mujer. —Sí, por favor. —Deambulo por la cocina sin quitarme las gafas de sol. Al menos la casa está fría, lo que debería ayudarme a mantener el café en mi estómago. Me acomodo en un taburete en la isla de gran tamaño, y ella me pone una cálida taza de café en las manos. —¿Se quedaron despiertas hasta tarde en casa de Willow? —pregunta en voz baja. —Daiquiris. —Es la única explicación que ofrezco, y como Becky no tiene un palo en el culo como mi padre, me da una palmadita comprensiva en el hombro. —Todos hemos estado allí.

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Agarro el azucarero y echo unas cuantas cucharadas en mi café. No pude dormir después que Chris se fue, así que hice lo siguiente más obvio y me terminé la jarra. Normalmente no me gusta mucho beber ron, pero no podía dejar de pensar en la forma en que me miraba con esos ojos azules soñadores. ¿Y ese beso de buenas noches? Hola, enfermera. Nada de eso me habría llevado a beber si mi cerebro hiperactivo no hubiera insistido en reproducir mi recuerdo de hace cinco años. Tomo un sorbo pequeño y experimental de café, y cuando mi estómago no lo rechaza, lo sigo con un largo trago. Me encanta el café de Becky. Le da a los granos el respeto que merecen y muele fresco todas las mañanas. —¿Cómo está Willow? —pregunta. —Está bien. Emocionada sobre su trabajo de verano. —Estoy segura que lo está. Ni siquiera puedo imaginarme un verano en Londres trabajando para algunos tipos importantes de Hollywood. Hubiera sido bienvenida para el desayuno, ¿sabes? —Tiene algunas cosas que hacer. —Por cosas, quiero decir que todavía tiene a Robbie en su cama. La verdad es que dejé una nota y me escapé antes que se levantara. No estoy lista para hablar de lo de anoche, y Willow me vería y sabría que algo sucedió. Willow no fue a Champagne Towers High School, así que los únicos detalles que sabe sobre esa noche son los que le dije. Sabe sobre el mariscal de campo que detuvo todo antes que pudiera salirse de control, pero estoy segura que no tenía idea que mi héroe/ex enamoramiento/el tipo que rompió mi estúpido corazón de catorce años era el compañero de Robbie anoche. Demonios, después de haber vivido aquí todo el verano pasado sin toparme con él, estaba convencida que no me importaba si volvía a ver a Chris Montgomery. Luego, después de solo diez minutos de tener esos ridículos hoyuelos apuntados en mi dirección, le estaba saltando encima como la puta que todos en esta ciudad piensan que soy. Ni siquiera sé cómo sucedió. Estaba achispada en el mejor de los casos, así que no puedo culpar al alcohol. Ese nivel de intoxicación no me hace hacer cosas; hace que sea más fácil hacer lo que quiero hacer. Y anoche, quise hacer a Chris. Me gustó la forma en que me miró, la forma en que se rió de mi humor crudo, y la forma en que me hizo preguntas y se aferró a mis respuestas como si importara. Y tal vez me sentí un poco vindicada porque él me quisiera. El perfecto Chris Montgomery quería a Gee-Gee la Fácil.

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Solo que no era así. Quería a Morgan, la hermana de Willow. La luz regresó cuando dijo su nombre, y me sacó de mi fantasía y me hizo darme cuenta de lo imprudente que estaba siendo. Mal juicio, eso fue lo de anoche. ¿Qué estaba tratando de demostrar al besarme con el Chris Montgomery? El recuerdo hace que me duela el estómago, cierro los ojos y exhalo lentamente. Nunca lo volveré a ver, así que no importa de todos modos. —Solo los drogadictos y los hombres ciegos usan gafas de sol en el interior — dice papá mientras entra a la cocina. Oh, papi. Soy su mayor decepción. Cuando mamá y papá se separaron cuando yo tenía diez años, papá soñó con obtener mi custodia y que tuviéramos esta idílica relación padre-hija. Así que peleó con mamá en la corte y obtuvo la custodia, aunque, para ser justos, realmente no creo que ella haya peleado tan duro. Nunca supo qué hacer conmigo. De hecho, mamá y yo somos tan diferentes que si no hubiera visto las fotos de ella cargándome, su barriga al final del embarazo, el cansancio en su rostro, no creería que nos relacionáramos en absoluto. Papá consiguió la custodia, y mamá se mudó a Dallas. Resultó que papá todavía era un adicto al trabajo, un oficial de policía por encima de todo, y no tenía idea de cómo relacionarse con una hija que tuvo senos demasiado pronto y que miraba a los chicos con demasiada frecuencia. —¿Dónde están tus modales, Grace? —pregunta, frunciendo el ceño ante mis gafas de sol. —Olvidé empacarlos —murmuro, sin molestarme en quitarme el objeto ofensivo. A papá no le hace gracia. —Te perdiste el desayuno, no es que estuviera sorprendido. —Dale un respiro, Eddy —dice Becky—. También fuiste joven una vez. Ella y Willow celebraron demasiado anoche, pero estaban a salvo, y no es como si estuviera enganchándose con hombres al azar o algo así. Nop. Definitivamente no fue al azar. Papá me mira y frunce el ceño. Estoy bastante segura que ha pasado la mayor parte de su vida esperando el día en que me maten o empiece a prostituirme. O ambos. Me mantiene muy controlada porque está convencido que si no lo hace, me autodestruiré. Para ser justos, no le he dado muchas razones para creer lo contrario. —Dash vino ayer —dice Becky—. Se está bañando, pero bajará en cualquier momento.

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Oh, yupi y hurra. Hoy me encuentro con el santo hermanastro. Qué alegría. Por supuesto, este tipo me está salvando de un verano en Champagne, así que debería estar agradecida, pero esta resaca no me pone de buen humor para ser amable. —¡Oh! ¡Ahí esta! Sigo su mirada hacia las escaleras, y en ese momento mis partes femeninas hacen el chachachá y mi corazón envía una advertencia a mis ovarios bailarines con toda la sutileza de una batiseñal. Es hermoso, sus anchos hombros cubiertos con una camiseta ajustada que abraza gruesos bíceps y está moldeada a lo largo de una cintura estrecha. No puedo distinguir exactamente sus abdominales a través de la camisa, pero su estómago duro como una piedra y su amplio pecho son tan obvios debajo de esa camiseta como mi resaca sin estas gafas de sol. Él entra a la cocina y envuelve a Becky en sus brazos. —Buen día, mamá. Maldita mierda en una galleta. Estoy muerta. Muerta. Por un lado, este es el tipo de hombre que ve a su madre y la abraza de inmediato, lo cual, vamos, es la señal que es un hombre en especie de extinción, seguro. Y dos, lo conozco. Después de escribir un número falso en su teléfono la noche anterior, creí que nunca tendría que ver sus hoyuelos perfectos ni mirar esos soñadores ojos azules nunca más. Esto no puede estar sucediendo. Esto debe ser una pesadilla. El tipo que abraza a Becky es Chris Montgomery. El hijo de Becky es Dash Dupree, un tipo que nunca había conocido antes. ¿Por qué Becky abraza a Chris Montgomery? Él la aprieta con fuerza. —Te ves hermosa en ese color, mamá. Becky se ríe. —Guarda tus adulaciones para mañana, Dash. Quiero que conozcas a Grace. —Lo toma por los hombros y lo gira para encararme. Afortunadamente, le está dando la espalda así que no ve la manera en que su sonrisa se cae de su rostro cuando me mira. —¿Morgan? Trato de tragar, pero toda la garganta se siente paralizada. No puedo hablar, apenas puedo respirar. Lo conozco. Mi futuro hermanastro. Mi futuro compañero de cuarto. El mal juicio de anoche. —Su nombre es Grace —replica Becky—. Te lo dije, Dash.

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Hace una mueca y murmura: —Claro. —Sin quitarme los ojos de encima. No hay hoyuelos para mí ahora. Solo disgusto. Extiende su mano vendada—. ¿Grace? Becky está mirando, así que tomo su mano, y pequeños estremecimientos de placer recorren mi brazo ante el contacto. Mi cuerpo es mi mayor enemigo en este momento, y aunque normalmente no me castigo por las manifestaciones físicas de un impulso sexual saludable, me gustaría bloquear mi libido en una jaula y tirarla en el ático. Me aparto rápidamente y coloco mis manos en mi regazo debajo de la barra. —¿Ustedes dos se conocen o algo así? —pregunta Becky. Chris, o Dash, o como diablos se llame, solo me mira, dirigiendo toda clase de ira en mi dirección. —Fuimos juntos a la escuela secundaria —le digo. Miro los ojos de Chris buscando esa chispa de reconocimiento. Nada. Ahora me veo un poco diferente que en ese entonces, me hice algunos agujeros en los orejas, me puse un poco de tinta en la piel, cambié el color de mi cabello más veces de las que puedo contar, pero sigo siendo la misma chica que él encontró en ese sótano, y él no tiene ni idea. Es algo bueno, Grace, me digo. Pero es bueno en la forma en que es bueno no ser atrapado robando una casa cuando sabes que en cualquier momento, alguien va a mirar el video de vigilancia y serás descubierto. —Ah, claro —dice Becky—. Grace, siempre me olvido que fuiste a Champagne Towers por unos meses. ¿Lo sabías Dash? ¿Por qué no me dijiste antes? —No me había dado cuenta. —Mi corazón hace esa cosa simultánea de contraerse y expandirse de nuevo, que realmente no puede ser saludable. No estaba preparada para esto. Los nudos en mi estómago se tensan alrededor de los fragmentos puntiagudos de mis remordimientos. ¿Qué he hecho? Esto es tan malo. Malo como, hay que presionar el botón de pánico. Todos mis planes geniales para el verano están convirtiéndose en humo ante mis ojos, y sigo esperando despertar y darme cuenta que esto es solo una terrible pesadilla. Miro a Chris. —Cuando lo conocí, era Chris Montgomery. Becky le sonríe a su hijo cariñosamente. —Montgomery es el apellido de su padre, y lo he llamado Dash desde que tenía tres años y hacía carreras en el patio trasero. Nunca había visto a un niño

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pequeño moverse tan rápido. Veamos, cuando eras una estudiante de primer año, Dash habría estado… —En tercer año —digo. No necesito ayuda para recordar. Se vuelve hacia su hijo. —¿Y tú también la recuerdas? Su cuello se mueve mientras traga. —No de la escuela secundaria, pero nosotros sí… —Traga de nuevo y su rostro se contorsiona mientras trata de contener su burla, sin duda por el bien de su madre—. Nos encontramos en la casa de un amigo anoche. Becky frunce el ceño a su hijo. No es estúpida. Puede ver que hay algo entre nosotros, que algo está mal y no estamos compartiéndolo. Fuerza una sonrisa y se vuelve hacia mí. —¿Estás lista para la emoción que es Blackhawk Valley? Solo me río porque sé qué se espera, pero mi mente se acelera, repitiendo esa noche de mi primer año en la escuela secundaria en un ciclo de avance rápido en mi cabeza justo al lado de las imágenes parpadeantes de la noche anterior. Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda. Me recuerdo que el oxígeno es importante y que necesito tomar respiraciones profundas. Si tan solo pudiera recordar quién y dónde estoy, puedo superar esto. Puedo resolverlo. Lo llaman un flechazo porque duele. Cuando tenía catorce años, no esperaba que mi enamoramiento por Chris fuera a ninguna parte, pero tampoco estaba preparada para lo mucho que me dolería. No estaba preparada para volver a verlo, no estaba preparada para lo codiciosa que sería cuando me ofreció esas sonrisas la noche anterior, o cuánto me gustaría lo que sentiría cuando me tocara. Nunca imaginé que terminaría como su hermanastra o que pasaría un verano viviendo con él. No estoy segura que la última parte vaya a suceder, a juzgar por la ira en los ojos de Chris. —¿Estás listo, hijo? —pregunta papá a Chris. —Los muchachos irán a la tienda de esmoquin a recoger sus trajes esta mañana —dice Becky. Aplaude y sonríe—. No puedo creer que mañana sea el gran día. Chris finalmente aparta esos penetrantes ojos azules para sonreírle a su madre. —Estoy feliz por ti, mamá.

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Papá se interpone entre ellos y besa la frente de Becky antes de susurrarle algo al oído que la hace reír. Su teléfono repica contra la encimera de granito mientras vibra, y ella lo agarra rápidamente. —Lo siento, es la planificadora de bodas. Necesito atender esto. Chicos, diviértanse. Vuelvo enseguida, Grace. —Toca la pantalla y luego presiona el teléfono en su oreja mientras se dirige al estudio de papá—. Hola, Patrice. —Te veré en el ensayo esta noche —me dice papá—. Significaría mucho para mí si pudieras llegar a tiempo por una vez. Y deshazte de esas malditas gafas de sol. Estoy tan acostumbrada a las críticas de mi padre que ni siquiera me sorprendería si Chris no estuviera parado aquí, pero algo sobre él siendo testigo de esto me calienta las mejillas. Afortunadamente, ha pasado de una mirada intensa a evitar mirar en mi dirección por completo, por lo que no puede ver. —Sí, papá. —Podrías aprender algo de Dash aquí —dice papá—. Sabía que teníamos un día ocupado hoy y nos despertamos a una hora decente. Regresaba de trotar antes que Becky y yo hubiéramos logrado salir de la cama. Espero que su ética de trabajo se te contagie este verano. Los veo salir al garaje, y luego me escondo en el baño de arriba. Me quito la ropa, pongo la ducha en la posición más caliente e intento lavarme la resaca. Me siento atrapada y expuesta. Se suponía que Chris nunca descubriría que no fui quien dije que era anoche, y definitivamente no se suponía que fuera el chico con el que pasaría mi verano. No es solo que me besé con mi hermanastro. Quiero decir, eso es un desastre por sí solo. Pero el verdadero problema es que no quiero pasar mi verano, ni cualquier otro momento, con nadie que sepa sobre esa noche, especialmente no con el tipo que me salvó. Puede que Chris no haya establecido la conexión entre “Gee-Gee la Fácil” de catorce años y yo, pero es solo cuestión de tiempo. Tengo que encontrar otro lugar para quedarme este verano.

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—Entonces voy a pedir los anillos —dice el predicador, dándome una mirada penetrante—. Ponlos en un lugar seguro pero de fácil acceso. No querrás que se caigan de tu bolsillo antes de la ceremonia. Recomiendo el interior de la chaqueta de tu traje en lugar del bolsillo del pantalón. Asiento. —Puedo hacer eso. —Al igual que cuando entregaras a tu madre al comienzo de la ceremonia, el intercambio de los anillos es simbólico. Se siente bien hacer las cosas bien y hacer que todo funcione sin problemas —dice el predicador—. Tu madre cuenta contigo. Mis ojos vuelven a Grace, como lo han estado haciendo desde que llegamos al ensayo. Ella está usando este vestido rojo con grandes lunares blancos y tacones rojos. Con el lazo rojo atado en su pelo oscuro y los tatuajes asomándose por la espalda de corte bajo de su vestido, se ve como Minnie Mouse ardiente. Anoche noté los ojos de gato en su brazo, pero de alguna manera me perdí la hiedra que corre por sus omóplatos. Es tan detallada que parece casi tridimensional, y quiero trazarla con mis dedos y seguirla hasta donde desaparece debajo de su vestido. Y ahí radica el problema. —Diré algunas palabras sobre tu nueva familia —dice el predicador—, y hablaré sobre la importancia de los roles de Chris y Grace en este matrimonio y su nueva relación como hermano y hermana. Grace mantiene su mirada puesta en el suelo, pero se muerde el labio ante “hermano y hermana”. Me alegra ver que este lío que creó es al menos un poco incómodo para ella. Lo que sea que estaba pensando anoche, ella me ha estado evitando hoy. Su papá y yo volvimos de conseguir nuestros trajes, y ella se había ido. Le dejó una nota explicando que había pedido prestado su coche viejo porque tenía que hacer recados que necesitaba. Prometió reunirse con todos en la iglesia a tiempo para el ensayo.

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Llegué temprano, con la esperanza de poder hablar antes que comenzaran todas las cosas oficiales. Necesitamos resolver lo que sucedió anoche. Yo necesito saber qué demonios estaba pensando. Solo que llegó cinco minutos tarde, y en el momento en que entró por la puerta tuvimos que empezar. —Esto es típico —dijo su padre—. Siempre tarde. Siempre en problemas Cuento contigo para mantenerla alejada de problemas este verano, hijo. Supongo que la forma en que succioné su lengua en mi boca y la manoseé anoche no era exactamente lo que él tenía en mente. —Entonces la pareja se besará y comenzará el himno de fin de oficio —dice el predicador, y me doy cuenta que no he oído una sola palabra desde “hermano y hermana”—. Edward y Becky, saldrán primero. —Mamá toma el brazo de Edward y se dirigen por el pasillo—. Y Christopher y Grace siguen. —No muy lejos —dice la planificadora de bodas indicándonos en el pasillo—. Quiero que el fotógrafo obtenga algunas fotos de toda la familia caminando juntos por el pasillo. Evitando mi mirada, Grace me toma del brazo y caminamos por el pasillo. Tocarla me recuerda a anoche, su piel bajo mis manos en el sofá, la forma en que me apretó contra ella mientras la despedía con un beso. En el momento en que llegamos el atrio de la iglesia, se aleja de mí y se dirige a la salida. La agarro del brazo antes que pueda llegar lejos. —Grace. —Su nombre sale como un insulto porque, bueno, porque si ella me hubiera dicho anoche que su nombre era Grace en lugar de mentir sobre quién era, no estaríamos ahora en esta difícil situación—. Necesitamos hablar. Mamá ha estado tan emocionada porque todos nos unamos para formar una nueva familia. Estaría tan decepcionada si supiera la verdad, que todo en lo que podía pensar al estar frente a Grace hoy era cómo se sentía bajo mis manos, la forma en que sabía, y los sonidos que hacía cuando ponía mi boca en sus senos. El único pensamiento que no era completamente no apto para menores era que Grace es una maldita mentirosa. Y, por suerte para mi cordura, he estado pensando mucho en eso. Grace se detiene y mira mi mano en su brazo y hace una mueca. —Bien —susurra. Mamá merece ser feliz, merece la pequeña familia perfecta en la que se imaginó que nos estábamos convirtiendo, y no puedo evitar pensar que jodí todo anoche.

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Excepto que no jodí nada. No es que estuviera pensando con claridad suficiente para evitar ir allí, si Morgan; Grace, hubiera estado interesada. Pero ella me detuvo. Gracias a Dios. Jesús. Es difícil de creer, pero cuando se trata de eso, esto podría ser peor. Construí una reputación en el fútbol y en la vida en general por ser fresco, tranquilo y sereno. Eso es lo que soy, pero eso no fue lo que fui anoche. ¿Realmente dejé que la mierda con Olivia me afectara tanto que necesitaba demostrar que podía ser espontáneo? Esa tiene que ser la explicación. De lo contrario, no habría tocado a una chica que no conocía y no estaría en este lío retorcido en el que estamos atrapados hoy. —¿Dash? —Mamá frunce el ceño y baja la mirada hacia donde estoy sosteniendo el brazo de Grace. Lo libero—. ¿Está todo bien? Mierda. Sobre todo, no quiero que mamá sepa lo que pasó. Minnie Mouse ardiente sonríe. —Dash y yo solo necesitamos un minuto para hablar sobre tu regalo. La miro cuando usa mi apodo. Solo mi mamá me llama así. El rostro de mamá se relaja. —¡Oh, ustedes dos! ¡No se atrevan a gastar dinero en nosotros! Grace levanta sus palmas, la imagen de la inocencia, luego se escabulle en el pasillo. Estoy simultáneamente agradecido y molesto. Agradecido que mi madre permanezca ajena a nuestro drama y molesto porque Grace es una mentirosa consumada. Sigo a Grace, y ella me lleva a un armario de almacenamiento. El espacio es oscuro y apenas lo suficientemente grande para los dos. Cuando se acerca a mí para cerrar la puerta, su cuerpo se presiona contra el mío. Solo así, la lujuria me golpea en el estómago. Esto es lo que quieren decir cuando hablan de química. La química no es la respuesta biológica simple de excitarse cuando es el momento adecuado. Es esta atracción poderosa e innegable lo que me tiene duro a pesar que el momento es totalmente incorrecto. Y joder, estoy excitado. Porque ella es tan suave. Porque huele a primavera y lavanda. Porque incluso si es una mentirosa y es el peor tipo de problemas, no puedo olvidar el recuerdo de lo bien que sabe.

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No sé qué esperaba lograr con sus mentiras anoche, pero no voy a ser parte de eso. Incluso si quiero besarla de nuevo. Incluso si me muero por saber si tocarla podría ser tan bueno como recuerdo. —¿Qué tipo de juego estás jugando? —pregunto, recordándome quién es ella y que no se puede confiar en ella. —¿Juego? —La palabra sale en un gruñido bajo—. ¿Te refieres a aquel en el que no le digo a mi padre que su precioso nuevo hijo me tenía debajo de él anoche? —¿Estás tratando de chantajearme? —¿Qué? —Hace otro sonido de gruñido—. No, estoy tratando de no arruinar el día de su boda, que es exactamente lo que sucederá si dices acerca de nuestro lapso momentáneo de juicio compartido. —¿Mi lapso de juicio? Mentiste acerca de quién eras. —Hiciste suposiciones. Simplemente no te corregí. —¿Pensaste que sería gracioso? ¿Algo para tener en mi contra todo el verano? ¿Pensaste que sería divertido follar con tu nuevo hermano? —Antes que nada, no hay manera que pasemos juntos el verano —habla en un susurro que se hace cada vez más fuerte con cada palabra—. Segundo, esto no es completamente mi culpa. Creí que mi nuevo hermanastro era Dash Dupree. —Oh, lo siento, Morgan. malinterpretaras quién era yo.

Debería

haberme

asegurado

que



no

Levanta las manos, o al menos creo que eso es lo que intenta hacer cuando golpean mis brazos, pero el espacio es oscuro y no puedo ver, y estamos tan hacinados aquí que no hay mucho espacio para moverse. —No pensé que importara. —Agarra mis bíceps y me empuja, solo que no tengo a donde ir—. Nunca se suponía que volveríamos a vernos. —¿Por eso programaste un número falso en mi teléfono con tu nombre falso? —Sus manos todavía están en mis brazos, y me imagino que podría besarla así. ¿Cómo se supone que voy a tener esta conversación cuando es tan malditamente distractora? —¿Llamaste? —Suena sorprendida. —¿Estaba actuando como un tipo que no estaba interesado en verte de nuevo? Deja caer sus manos, y las yemas de sus dedos se deslizan por mis brazos en el proceso. ¿Está tratando de hacerme perder la cabeza, o simplemente tengo un cableado defectuoso en mi cerebro que interpreta cada movimiento que hace como sexy?

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—Envié un mensaje de texto cuando llegué a casa —digo—, pero creo que la broma se volvió contra mí. Número equivocado. —Aprieto los dientes. No quise hacerle saber lo mucho que me molestaba el número equivocado. Es la menor de mis preocupaciones en este momento—. ¿Podrías explicar por qué mentiste acerca de quién eras si no sabías que estamos a punto de ser hermanos? —No hermanos. —Se estremece contra mí—. Eso es asqueroso. No estamos relacionados. —Lo que sea. Responde la pregunta, ¿por qué, Grace? —Ha pasado mucho tiempo para mí, ¿de acuerdo? Tomé malas decisiones porque estaba demasiado… demasiado sedienta para tomar buenas decisiones. ¿Qué diablos? —¿Sedienta? ¿Estás culpando de esto al alcohol? —No, no sedienta. —Suspira—. Sedienta. Ya sabes. Esta chica no tiene sentido. —¿Por qué no compraste un poco de agua? Gime, y desearía poder decir que el sonido no me afecta, pero me arroja de vuelta a anoche en el sofá, y mi polla se pone aún más dura. —No sedienta, idiota. Sedienta. Como que, no he tenido mis necesidades satisfechas en… un rato. —¿Tus necesidades? Oh. Mierda. Sus necesidades —Eres tan tonto. Estoy diciendo que he estado valiéndome por completo en mi cuenta de Tumblr durante meses. Muchos meses. Esta chica es un problema. Doy un paso atrás, pero mis hombros tocan el metal frío de un estante de almacenamiento. Pensar en sus necesidades jode con mi cerebro, por lo que estoy a punto de dejarla libre cuando me doy cuenta que todavía no ha respondido a la maldita pregunta. —Si no sabías que era el hijo de Becky, ¿por qué no me corregiste cuando te llamé Morgan? —Porque me gustaba la forma en que me estabas mirando. —Eso no tiene ningún sentido. No puedo ver su rostro, pero escucho su exasperado suspiro fuerte y claro. —Te recordé de la escuela secundaria, pero obviamente no me recordabas. No quería ayudarte a recordar.

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—¿Por qué no? Otro suspiro. —Porque eras Chris jodido Montgomery, y yo solo soy… He tenido suficiente de la oscuridad, me está dando ideas sobre cómo puedo ayudarla con su sed. Y sus necesidades Necesito luz para recordarme por qué estamos aquí. Estiro la mano sobre su hombro y la paso por la pared hasta que encuentro el interruptor de la luz. Las bombillas fluorescentes sobre nuestras cabezas cobran vida, y ahora puedo verla claramente. Sus grandes ojos verdes, sus labios rojos llenos, la ondulación de su escote en ese maldito vestido tan distractor. ¿A quién estoy engañando? Ver a Minnie Ardiente a la luz le da a mi pene más ideas que estar con ella en la oscuridad. —¿Tú solo eres qué? —pregunto, tratando de devolver mi cerebro al tema que tenía entre manos. Grace entrecierra los ojos, y cuando sus ojos se ajustan, los enfoca en sus pies. —No soy nadie, Chris. —Se da la vuelta, empuja la puerta para abrirla, y se precipita hacia el pasillo, dejándome solo con un montón de suministros de la iglesia y pensamientos sucios acerca de una Grace sedienta.

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Confesión: Después de mi ducha esta mañana, es posible que haya espiado por internet a Chris usando la computadora de papá. La cuenta de Facebook de Becky estaba abierta, así que fui capaz de ver fotografías de Chris y “sus chicos” después de los partidos de fútbol, fotos de él aceptando premios, e incluso un enlace a un artículo de un periódico con una foto de él frente a un ataúd con su cabeza inclinada. Me dije que era por investigación. Por auto preservación, necesito saber todo lo que pueda saber de él. ¿Y si pasé demasiado tiempo mirando fijamente las fotografías de él en la playa la primavera pasada, demasiado tiempo admirando la V de músculos que se zambullía en su bañador de cintura baja, qué? Soy una mujer adulta con partes funcionales. Ver es natural, saludable, incluso. La verdad es que, el tiempo solo ha hecho a Chris más sexy. Como estudiante de tercer año en la secundaria, era solo una sombra de su yo actual. Pero incluso cuando sus hombros eran la mitad de anchos de lo que son ahora y la barba incipiente en su barbilla era escasa, parecía como este sexy y sorprendente chico. Adelantándonos cinco años, es un jodido Adonis, lo cual es injusto. Quería que desarrollara un problema de acné o tal vez una panza de cerveza por asistir a demasiadas fiestas de fraternidad. La cena de ensayo es en este restaurante de carnes por el río en el centro de Champagne, y el lugar está repleto con amigos de papá y Becky. Va a ser una de esas largas, y prolongadas noches donde te hacen soportar una hora de socialización con las personas y aperitivos con nombres elegantes antes que te sirvan la cena. Cuando veo a Chris mirándome desde el otro lado de la habitación, mi estómago hace una serie de vueltas y volteretas dobles hacia atrás. Si la gimnasia estomacal fuera un deporte olímpico, su presencia en esta sala me haría una contendiente para el oro. Su cabello es más largo ahora que como lo usaba en la secundaria, y cae sobre uno de sus ojos hasta que lo empuja hacia atrás metiéndolo detrás de sus orejas. Está

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noche, está usando pantalones color caqui y una camisa polo azul que se estira sobre su pecho y hombros. No soy el tipo de chica que ve a un chico y fantasea sobre una noche romántica en sus brazos, pero hay algo sobre Chris y sus grandes brazos y esos hoyuelos que me hace preguntarme qué se siente ser la chica acurrucada a su lado en una mesa iluminada con velas. Aún mayor razón del por qué necesito poner un alto a nuestros planes anteriores. Aparto mi mirada lejos de Chris y me concentro en mi padre, que está sentado en otra mesa. —¿Papi? —Fuerzo una sonrisa mientras me siento en la mesa frente a mi padre. Llegué un par de pequeños e insignificantes minutos tarde para el ensayo, y todavía está enojado. Borra eso, está decepcionado, lo cual es mucho peor. Estaba decepcionado de mí cuando tenía catorce años y la madre de Isaac lo llamó para que me recogiera de la fiesta. Estaba decepcionado el verano pasado cuando mis elecciones borrachas les dieron a las chicas locales todo el combustible que necesitaban para acosarme en línea. Su decepción siempre es algo que gano, y eso me carcome por dentro—. Lamento llegar tarde está noche. —Me tomó el doble de tiempo en arreglarme de lo que normalmente me toma, y preferiría no analizar el por qué. —Las mejores disculpas son las acciones, Grace. Oh, Dios. Ese discurso. Hoy ha sido un paseo regular por la calle de los recuerdos. —Quería hablar contigo sobre este verano. Me pregunto… —Trago pesadamente. Me siento tan culpable por mencionar esto esta noche, pero se supone que vuele a Indiana el domingo, así que si quiero evitar vivir con Chris necesito encargarme de eso ahora. Papá coloca su bebida en la mesa. Whiskey en las rocas. —¿Qué pasa? —Estoy sintiéndome culpable sobre toda la situación con Chris… Dash… como se llame. —¿Qué situación? —Mmm… —¿La situación donde tuvo su boca sobre mí anoche? ¿La situación donde no tiene idea que soy Gee-Gee de esa noche en la secundaria? ¿La única que no quiero que recuerde? ¿Nunca?—. Solo quedarme con él, ¿sabes? Después de tener la oportunidad de hablar con él, me estoy dando cuenta qué tan ocupado está, y no estoy segura si es buena idea que lo moleste. No quiero alterar su vida.

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—¿Te dijo que no te quería allí? —No, nada de eso. —Eso hubiera sido demasiado fácil—. Solo me estaba preguntando si podemos reconsiderar la idea de quedarme en Nueva York. Tengo una amiga que me dejaría rentar una habitación en su departamento en la ciudad. —Estaría rentando un sofá, no una habitación, y el apartamento está en Harlem, no en Manhattan, pero ahora no es el momento de pensar en la logística—. Si trabajo en la cafetería, solo necesitaría un poco de ayuda de tu parte para que esto pasara. —Hablamos sobre esto, ¿no es así? No me siento cómodo con que vivas en Nueva York sin algún tipo de supervisión. Mantengo mi espalda erguida, imaginando que está hecha de acero para no desplomarme bajo la fuerza de su falta de fe en mí. Acabo de finalizar mi primer año en la universidad lejos de casa y logré hacerlo sin fallar ninguna clase o adquirir algún problema de abuso de sustancias. No soy una niña que necesita pedirle permiso a su padre para conseguir un apartamento. Y sin embargo lo hago. Sin su dinero, no puedo vivir en Nueva York. Sin su aprobación, no puedo hacer ni una jodida cosa que quiera, porque lo necesito para pagar mis clases cuando vuelva a Carson. Y eso todavía ni siquiera está cerca de tomar en cuenta la obvia verdad que todavía estoy hambrienta por la aprobación de mi padre. Agita su bebida en círculos, haciendo tintinear el hielo contra los lados del vaso. —Si hubieras obtenido un lugar en ese campamento de escritores… —El programa de autores de verano —corrijo. Estoy convencida que su inhabilidad de nombrar mi especialización bien no es debido a una memoria defectuosa, sino parte de sus grandes y muchos esfuerzos para que me especialice en algo más práctico. —Correcto —dice—. Si hubieras entrado al programa en la universidad, esta sería una conversación diferente. Pero no lo hiciste. Mis hombros caen ante el recuerdo de ese fracaso. —Lo sé, pero… —Cuando estás allí con un propósito no me molesta, pero no voy a dejarte suelta en esa ciudad. Aún no. Lo siento, Grace. Soy tu padre, y ya tomé una decisión. Vas a quedarte con Dash, y a menos que tengas una excelente razón para cambiar nuestros planes a estas alturas del juego, no quiero escuchar nada más sobre ti pasando el verano sola en la ciudad.

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Podría decirla a papá quién es Chris, que él fue el único que detuvo todo esa noche, pero solo reforzaría la noción de papá que Chris es la perfecta brújula moral para mi verano. —No me siento bien sobre eso —murmuro. —Tu madre amaría que te quedarás con ella —dice. Inclina su barbilla y entrecierra ligeramente sus ojos, diciéndome que sabe que ha lanzado su carta ganadora. Reprimo un escalofrió mientras imagino un verano dentro de la iglesia sin aire acondicionado que es el segundo hogar de mamá en Dallas, día sí y día no haciéndome rezar con ella, escuchándola que me prometa a mí misma y mi “pureza” a Dios mucho después que la perdí con el chico mayor de al lado. Tal vez podría tolerar todo eso si tuviera alguna tipo de conexión con mi madre, pero nunca hemos sido cercanas. Puede que papá me mantenga con la correa ajustada, pero la versión de mamá de expresión religiosa borda el “fanatismo” y aunque no estoy culpándola por mis decisiones de mierda en la adolescencia, sospechó que sus visiones poco saludables de la sexualidad femenina tuvieron el efecto contrario de lo planeado en su hija rebelde. —No voy a quedarme con mamá. —Eso es lo que pensé —dice papá. Se pone de pie y presiona un beso en mi cabeza en un gesto que me hace sentir simultáneamente querida y subestimada. Papá me ama, pero a veces siento que todo lo que ve cuando me mira son mis errores—. Sabes que me preocupo por ti. Quédate con Dash y considéralo como un regalo de bodas para mí y Becky. Asiento, pero no encuentro sus ojos. —Sí, señor.

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Vacilo entre estar agradecido y frustrado porque mamá invitó a la mitad de la ciudad a esta cena. Por un lado, teniendo tantas personas aquí que quieren hablar conmigo hace fácil ocultar la incomodidad entre Grace y yo. Si mamá nunca se entera que manoseé a su nueva hijastra, será demasiado pronto. Por otro lado, tengo que hablar con un montón de idiotas que no darían ni dos mierdas por mí si no jugara fútbol y no fuera el hijo de Colt Montgomery. Pero lo hago y lo soy, así que soy bombardeado con preguntas toda la noche: ¿Serás profesional el próximo año? ¿Estás emocionado por el reclutamiento? ¿Qué va a hacer BHU con respecto a su repentina vacante de entrenador? ¿Has conocido a Peyton Manning? Y mi menos favorita: ¿Has visto a tu padre recientemente? Cuando terminamos de comer y somos libres de movernos de nuevo, estoy agradecido de alejarme de todos los extraños bienintencionados y sus interminables preguntas. Estudio el bufé de postres, pretendiendo estar considerando mis opciones. Desde que llegamos, Grace ha mantenido su distancia, pero una y otra vez, me atrapo observándola. Ordenó una patata y ensalada cuando los demás ordenaron filete o salmón. Escuchaba mucho más de lo que hablaba, pero noté que es una de esas personas que son tan buenas escuchando que ellos sienten como si participara más en la conversación de lo que hace. Pasando las opciones cargadas de azúcar, tomo una cucharada de fresas frescas en mi plato y me paro en la esquina en lugar de regresar a la mesa. Ahí es donde mamá me encuentra. Está retorciendo sus manos, y “madre preocupada” está escrito sobre todo su rostro. —¿Quieres hablar sobre lo que está pasando entre tú y Grace? A pesar de los altibajos que mamá y yo hemos pasado, siempre soy honesto con ella. Esta podría ser la única vez en la que he sentido que no puedo serlo.

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—¿A qué te refieres? —Quiero saber qué pasó entre ustedes dos anoche. No, mamá. No quieres. Realmente, realmente no quieres. Toma una profunda respiración. —Le dije a Eddy que quiero cancelar nuestro viaje. Aparto mi mirada de Grace, porque de alguna manera estoy mirándola de nuevo, y giro para ver a mamá. —¿Qué? No. ¿Por qué harías eso? Inclina su cabeza hacia el lado. —Nunca debí pedirte que hicieras esto por nosotros. Aceptar a Grace es demasiado, y claramente ustedes dos no se caen muy bien. Por lo que yo veo, el problema está más cerca de la línea de nosotros cayéndonos muy bien, pero no planeo decirle eso a mamá. —¿Por qué dirías eso? Arquea una ceja. —Te di a luz. Sé cuando alguien te hace sentir incómodo. Y, de todas formas, Eddy me dijo que Grace está tratando de convencerlo para que no la deje quedarse contigo. —¿Lo está? —Bueno, joder. No es como si estuviera entusiasmado, pero nunca tuve la intención que los problemas entre Grace y yo interfirieran con los planes de Edward y mamá. —Lo está haciendo, y estaba bien con el acuerdo ayer. Obviamente, ustedes dos no se cayeron bien o no sería un problema. —Levanta una mano antes que pueda protestar—. No estoy culpándote. Sólo quiero saber lo que está pasando. ¿Pasó algo entre ustedes dos en la secundaria? Sacudo mi cabeza, pensando en lo que dijo Grace en el armario de almacenamiento sobre cómo no quería decirme su nombre anoche porque no quería que la recordara. No necesitaba molestarse con una mentira porque no recuerdo a Grace y no puedo imaginarme olvidar un cuerpo como ese. —No la recuerdo. Mamá frunce el ceño. —Bueno, obviamente ella te recuerda. Sí, obviamente, pero mi drama con Grace no es lo que importa aquí.

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—Un verano en Europa siempre ha sido tu sueño. No te atrevas a cancelarlo. —Sería más un retraso que una cancelación. —Frota sus brazos desnudos, la preocupación poniendo una arruga entre sus cejas cuando encuentra a Grace al otro lado de la habitación. —Mamá, ¿podrías explicarme por qué Edward necesita que la vigile? Va para su segundo año en la universidad. ¿Por qué cree que necesita un guardián? —No sé los detalles —dice mamá—. Eddy se niega a hablar sobre ello. Pero sé que tuvo momentos difíciles en la secundaria. Estuvo en muchos problemas, y él se preocupa. La única razón por la que la deja ir a la universidad en Nueva York es porque vive en dormitorios libre de sustancias y con estrictos toques de quedas. Él parece pensar que el asistente de residencia la mantiene vigilada. Es ferozmente protector. ¿Dormitorios libre de sustancias? —¿Tuvo un problema de drogas o algo parecido? —Realmente no puedo tener esa mierda en mi departamento este verano. El equipo está bajo un feroz escrutinio después de lo que pasó la primavera pasada cuando nuestro corredor ofensivo fue arrestado por tener una abundancia de drogas en su casillero. Arrow terminará su arresto domiciliario y estará de vuelta en BHU antes que termine la temporada, pero todavía tenemos que ver si esos errores le han costado su carrera. —No lo creo. —Mamá frunce el ceño—. Pienso que comenzó a beber muy joven y excesivamente de vez en cuando, pero no sé de problemas con otras drogas. Eso es un alivio. Pero por otra parte, suena como si mamá podría estar tan despistada como yo lo estoy. —Ella es una adulta. Tendrá que dejarla ir alguna vez. —Tú sabes eso y yo sé eso, pero la madre de Grace culpa a Eddy por el pasado problemático de Grace, por lo que Eddy también se culpa a sí mismo. No hay nada que yo pueda decir para cambiar eso. —Vuelve su atención hacia mí y me da una sonrisa triste—. Eddy y yo tenemos el resto de nuestras vidas para estar juntos. Viajaremos en otra oportunidad. Yo no… —Absolutamente no. No vas a cancelar este viaje. —Dash, no voy a pedirte que abras las puertas de tu hogar a una chica que apenas conoces si no se llevan bien. No debería haberte pedido que lo hicieras en lo absoluto. —Me alegra que lo hayas pedido. Me encanta que puedas vivir tu sueño este verano. Grace y yo estamos bien. Por favor no pienses en cancelar tu viaje de nuevo. —Fuerzo una sonrisa y envuelvo mi brazo alrededor de los hombros de mamá,

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girándola para enfrentar la fiesta—. Ahora, ¿podrías por favor ir a hablar con todos tus amigos y dejar de preocuparte por mí? Se gira e inclina su cabeza hacia atrás para encontrar mi mirada. —¿Estás seguro? —Muy seguro. —Y haré lo que sea necesario para poner a Grace en la misma página. Mamá toma la mano que había puesto en su hombro y la aprieta. —Sé que estoy siendo egoísta, pero espero que me creas cuando digo que quiero que Grace se quede contigo este verano tanto por su bien como por el mío. Ella es solitaria, Dash. Y tal vez depresiva, también. Y no espero que tú arregles eso, pero creo que quedándose contigo ayudará. —Sonriendo, presiona la palma de su mano sobre el centro de mi pecho—. Tú traes alegría a todos los que te rodean. Tal vez puedas hacer algo de magia con tu hermana. Mi hermana. Realmente deseo que podamos prohibir esa palabra de aquí en adelante, pero son las otras dos palabras que atrapan mi atención: Solitaria y depresiva. Y encima de todo estaba borracha anoche. ¿En qué me he metido? Pero una mirada hacia los ojos de mamá y sé que tengo que hacer que esto funcione. 56

—Únicamente es por el verano. Estoy feliz de hacerlo.

Cuando estaciono el viejo sedán de papá en el camino de entrada después de la cena de ensayo, Willow está sentada en el porche delantero, sus pies en zapatillas Converse color rosa brillante, y cruzados por los tobillos. Después de un largo día de evitar a todos, pero no mis propios pensamientos, estoy tan feliz de verla que podría llorar. Estaciono, saco las llaves del contacto y prácticamente me lanzo del auto para saludarla. —¿Cómo estuvo el ensayo? —pregunta, colocándose de pie. —¿La parte donde me encerré en un pequeño armario con el hombre sexy que no puedo tener, o la parte donde mi padre me amenazó con enviarme a vivir con mamá si no mantenía el rumbo de sus planes para mí para el verano? Sus ojos se abren, y niega con la cabeza como para aclararla. —Lo siento. Retrocede. ¿Qué pasó? —Soy una zorra, y mis comportamientos de zorra jodieron todo. De nuevo. Porque Zorra McZorrison se comporta demasiado como una puta. De todos modos, ¿qué hay de esta ciudad que la trae al frente y al centro? Willow me mira severamente y aprieta la mandíbula. —Grace, corta esa mierda. Suspiro pero mi estómago está en nudos. ¿Por qué lo jodo todo? —¿Quieres salir a caminar? Da un paso atrás e inclina la cabeza hacia un lado en la evaluación. —Así de serio, ¿eh? —Tan en serio que contemplé correr esta mañana para sudarlo. Jadea y se lleva una mano a la boca.

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—¡No lo hiciste! Niego. —No te preocupes. No llegó a eso, después de todo. Conduje al centro y visité Ben & Jerry's. —Crisis evitada —dice solemnemente. Nos dirigimos al final del camino de entrada, tomadas del brazo. Cuando papá se mudó aquí para su retiro el verano pasado, compró una casa en este vecindario de club de campo donde todas las calles tienen aceras y están bordeadas con magníficas farolas de bronce pulidas, así que aunque el sol se puso hace horas, nuestro camino está bien iluminado . Vagamos en silencio un rato, dirigiéndonos hacia la parte posterior de la subdivisión, donde las casas son tres veces más grandes que la de papá y tienen vistas hacia el campo de golf. —¿Recuerdas que te conté sobre Chris Montgomery? —pregunto finalmente cuando ya no puedo contenerlo. Esta nueva información me devora por dentro, y no tengo idea de lo que haría ahora si no tuviera a Willow para hablar. Tenía un plan y era perfecto porque era un plan que hizo que mi obstinado padre pensara que se estaba saliendo con la suya mientras que yo estaba saliéndome con la mía. Me quedaría con mi hermanastro. Papá estaría feliz porque no estaría sola en Champagne, y yo estaría feliz porque no estaría en Champagne en absoluto. —¿Chris Montgomery? —pregunta. Se muerde la comisura de los labios como lo hace cuando piensa mucho en algo. No pensé que el nombre no significaría nada para ella. —¿Recuerdas la noche en el sótano cuando tenía catorce años? ¿Con los jugadores de fútbol? Chasquea los dedos. —Chris Montgomery fue el mariscal de campo. El chico bueno. Amo a esta chica, tan buena escuchando. —Ese mismo —¿Te encontraste con él o algo así? Es un mundo pequeño, ¿no? —No me encontré con él. Él fue quien trajo a Robbie a tu casa anoche. —¡Oh! ¡Chris! Robbie nos presentó brevemente antes que nosotros… —Sus ojos se abren, y aparto los míos de los suyos y estudio el paisaje alrededor del estanque—. ¡Oh Dios mío! ¿El Chris en mi casa era ese Chris? ¿Qué dijo cuándo te vio?

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—No me recuerda. De hecho, pensó que yo era tu hermana. Resopla. —No te pareces en nada a Morgan. —No creo que la haya conocido. Simplemente asumió que esa era la razón por la que estaba allí, y no lo corregí. Y luego me besé con él. Un poco. —Inclino mi cabeza para mirarla, pero no puedo sostener su mirada cuando sus ojos se abren—. O mucho. —Santo guacamole. Te besaste con Chris Montgomery. ¿Era bueno? ¿Se sintió como si hubieran pasado cinco años? ¿Él te rescata, y años después se encuentran y las chispas vuelan? ¿Vas a verlo de nuevo? —Está bien, antes que nada, no fue solo bueno. Fue muy ardiente, casi incendiamos el sofá de tus padres. En segundo lugar, definitivamente lo volveré a ver. —¿Sí? —chilla. —Oh sí. Como, todo un jodido montón. Porque a partir de mañana será mi hermanastro. Se detiene en el medio de la acera. —Pensé que Dash Dupree era tu nuevo hermanastro. —Dash Dupree es Chris Montgomery. Solo que él nunca fue Dupree en absoluto porque el apellido de su padre es Montgomery, y su nombre no es realmente Dash. Su madre solo lo llama así. Dash es Chris y Chris es Dash. Ellos son uno y lo mismo. Porque el universo me odia o algo así. —Bueno, mierda. ¿Cómo no sabías antes? Esa es una buena pregunta. La cosa es, papá y Becky sólo han estado juntos desde septiembre, y durante ese mismo periodo de tiempo he evitado volver aquí a toda costa. Me excusé en Acción de Gracias, y el fin de semana que dejé la universidad por Navidad, lo pasé con mamá. Me ofrecí como voluntaria durante las vacaciones de primavera, así que fue una salida fácil. Tal vez si tuviera un perfil de Facebook, habría visto fotos, pero aparte de una cuenta privada y anónima de Tumblr, ya no uso las redes sociales. Jewel escupiendo en mi café no era nada en comparación con el fuego del infierno que ella y sus compinches llevaron a mi muro de Facebook después de mi borracho desmayo sexual con Isaac. —Simplemente no sabía —digo—. Es patético, y probablemente demuestre lo egocéntrica que he sido con todo, pero en realidad nunca me preocupé por quién era mi hermanastro. Incluso cuando papá sugirió que me quedara con él, era irrelevante. Un medio para un fin.

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—Pero luego se besuquearon y sacudió tu mundo. Haciendo una mueca, empiezo a caminar otra vez, y Willow me sigue. —Deberías haber visto la forma en que me estaba mirando anoche, Willow. No era Gee-Gee la Fácil. Era una chica de la que seriamente no podía apartar la vista, una chica con la que quería hablar. Me gustó. Y tal vez tengo la culpa de lo rápido que fueron las cosas anoche. Estuve un poco emocionada y dije algunas cosas inapropiadas que pueden haber puesto ideas en su cabeza. —¿Tú, inapropiada? ¡Nunca! Pongo los ojos en blanco. —Pero luego esta mañana, Becky presentó a su hijo a su nueva hijastra y… allí estábamos. —Dios mío, ¿qué dijo él? ¿Lo sabe Becky? ¿Qué tan loco es todo esto? —Se detiene nuevamente y aprieta mi mano mientras sus ojos se abren—. Santo cielo, tu padre lo va a castrar. —No fue obvio con Becky, y no creo que ninguno de los dos cometa el error de contárselo a papá. Chris está enojado conmigo por mentir acerca de quién era, pero creo que su principal preocupación es que nuestro error no arruine la boda de su madre. Las nubes se mueven con la brisa y bloquean la luna. —Entonces, ¿es tan amable como dice Becky? ¿Material de princesa de Disney? Arqueé una ceja. —En este momento, está enojado y no lo oculta tan bien. Incluso si lo supera, no veo cómo puedo quedarme con él este verano. —¿Porque te preocupa follen hasta sacarse los sesos? Resoplo y le doy un codazo en el costado. —Porque él no recuerda esa noche. —Bueno, no quieres que lo haga, así que eso funciona, ¿verdad? —No me recuerda todavía. Tarde o temprano lo hará. —Quizás —dice. Ve pasar un Ferrari rojo antes de volver a centrar su atención en mí—. O tal vez no. Tal vez una noche que te cambió la vida fue solo una noche más para él. —¿En serio? —No me refiero a eso.

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—¿Crees que se apresura a salvar el día para chicas idiotas todo el tiempo? —Tal vez —dice—. Quiero decir, por la forma en que hablaste de él, parece que ese es el tipo de hombre que es, ¿verdad? Robbie me dijo que paró una pelea la noche anterior, probablemente salvó a mi hombre de un cráneo roto. Chris es la versión masculina y sexy de una princesa de Disney. A veces esa memoria suya me muerde el culo. —Pensé que era Mary Poppins. —Creo que podemos estar de acuerdo en que es prácticamente perfecto al estilo de una princesa de Disney. —Supongo. Pero, ¿qué se supone que debo hacer este verano? Cómo puedo vivir con él cuando… Willow espera, mirándome, y cuando no termino, pregunta: —¿Cuando qué? ¿Cuando era el único tipo decente en toda tu escuela secundaria? Cuando puso fin a algo que era… —Bueno. Suficiente. Solo me siento atrapada. Esto no es para lo que firme. —No me digas que estás pensando en quedarte aquí. —Incluso si papá me deja, sabes que no haría eso. —Me estremezco—. Me encontré con Jewel ayer, y la perra escupió en mi café. No, tres días aquí es suficientemente malo. —Bueno. Me alegro de escucharlo. —Me lleva alrededor del último callejón sin salida, y nos dirigimos hacia la casa de papá—. Entonces, ¿qué es lo peor que puede pasar? Que recuerde esa noche, ¿y luego qué? —Baja la cabeza para mirarme a los ojos—. ¿Todavía te gusta? —No seas ridícula. Fue un enamoramiento de la infancia. —Mmm. ¿Eso es todo? Parece que fuiste lo bastante rápida como para meter tu lengua en su garganta anoche. —Te dije que estaba sedienta. —Mhmm. ¿El problema es que ustedes dos tienen una historia que él no recuerda, o es que te gusta y temes que no le gustes cuando tenga esa historia enfrente de él? Niego. —Ya tengo un psiquiatra, genia. Deja esa mierda. Sonríe.

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—Solo digo que creo que te hace sentir vulnerable, y tal vez eso es bueno para ti. —Y solo estoy diciendo que nada bueno sucede cuando me encuentro confrontada con esa noche. —No lo confundas con los otros chicos de por aquí —dice Willow—. Estamos hablando de Chris. El chico. El héroe. El sonido de las cigarras llena el aire de la noche de verano mientras proceso su respuesta a mi desastre. —¿Crees que debería decírselo? —pregunto finalmente. —Creo que esa sería la forma más fácil de manejarlo, en lugar de pasar todo el verano esperando que él lo descubra. Trae el pasado a la luz bajo tus términos. —Y pasar el verano haciendo que mi compañero de cuarto piense que soy una sucia, sucia puta —¿Dejarías de decir puta como si fuera algo malo? Uno, no lo eres, y dos, si lo fueras, apoyaría totalmente tu derecho a serlo. —Suspira—. Desearía que pudieras quedarte conmigo. —¿Quieres que me quede contigo en Londres? —Arrugo la nariz—. Y, como, ¿cambiar pañales y cosas así? Se ríe. —Obviamente no es el trabajo de tus sueños. Solo digo que desearía poder ayudar. No quiero que te sientas estancada, pero como no puedo, esas son tus elecciones. Dile y arranca esa bandita, hazle saber que una vez fue un héroe superestrella. O espera hasta que el tema salga solo, y quizás no salga. Regresamos y nos encontramos en la calzada de papá mientras se está estacionando. Se detiene frente al buzón y baja la ventana. Becky se inclina sobre él desde el asiento del pasajero y sonríe. —Dash te estaba buscando. Dijo que dejaste la cena antes que tuviera la oportunidad de ponerse al día contigo. —Medio saliste corriendo de allí —dice papá—. ¿Todo está bien? Desde cócteles hasta el postre, estuve allí por más de dos horas. No sentí que saliera corriendo. —Todo está bien. Solo estoy cansada.

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—¿Están saliendo esta noche, chicas? —pregunta Becky—. Chris se dirigía al Bull. Se está juntando con algunos de sus amigos. Estoy segura que pueden unirse a él. Estoy segura que le encantaría eso. Willow y yo intercambiamos una mirada. —No, no lo creo —dice Willow antes que pueda hablar—. Solo puedo verla un par de días antes de irme a Londres, así que creo que nos quedaremos. Dios, amo a esta chica.

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Ni siquiera son las 11 p.m. y la casa está en silencio. Papá se ha ido a dormir, pero es madrugador por naturaleza. Él nunca cambiará su horario. Nunca he sido una persona madrugadora. Es todo lo que puedo hacer al irme a dormir después de la medianoche, y nunca antes. Así que estoy en la cocina comiendo un tazón de cereal cuando Chris entra por la puerta principal. Es silencioso, sosteniendo la perilla mientras la cierra para que golpee el pestillo. Este no es un chico que está llegando tarde y trata de no meterse en problemas. Este es un tipo que no quiere despertar a su mamá porque no quiere que esté cansada en su día especial. Eso dice mucho sobre él, la forma en que envolvió a su madre en un abrazo esta mañana lo decía todo, y también lo hace este simple acto de consideración. Grace, eres patética. Él no es un santo. Desliza el cerrojo de la casa antes de girar hacia la sala de estar y verme. —Hola —susurra, levantando una mano. Se quita los zapatos y las medias en la sala de estar para reunirse conmigo en el área del comedor, justo al lado de la cocina. Desearía haberme ido a la cama. Obligarme a cerrar los ojos cuando el sueño todavía está lejos a kilómetros de distancia sería mejor que otra conversación con Chris. No quiero hablar con él. No quiero recordar lo que hicimos anoche, me hace sentir jodida de una manera que es demasiado familiar. Por otra parte, tal vez él tampoco quiere hablar conmigo. Tal vez viene por aquí para comer o algo así. —¿Podemos hablar? No tengo suerte. Sin esperar mi respuesta, saca una silla y la gira. Sentado a horcajadas para mirarme, descansa sus brazos en la parte posterior. —Claro. —Intento mi mejor cara de póker.

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Se encuentra con mis ojos, y tal vez me estoy engañando a mí misma, pero parece que parte de su ira se ha ido y ha sido reemplazada por arrepentimiento. Prefería la ira. No quiero ser algo de lo que él se arrepienta. No quiero ser el sucio error. —¿Por qué estás tratando de dejar de vivir conmigo este verano? Parpadeo hacia él. Hasta ahí llegó la cara de póker. —Después de anoche, ¿de verdad crees que somos aptos para ser compañeros de habitación? Levanta sus manos, sus palmas hacia arriba. —¿Por qué no? Porque solo mirarte a los ojos me hace sentir vulnerable. Porque verte todos los días será un recordatorio constante que nunca seré lo suficientemente buena. —¿De verdad quieres que viva contigo? Se encoge de hombros. —Ese es el plan, ¿verdad? Estaremos bien. Anoche fue solo un bache en el camino. Me quedaré con Chris. Mi breve conversación con mi padre fue el recordatorio perfecto de que realmente era mi mejor opción. Pero Chris no está estancado como yo, y no puedo entender por qué no insistió en que encontrara otra persona para el verano. Me enderezo y dejo que mi mandíbula se relaje, pretendiendo tener una epifanía. —Ooooh, lo entiendo. —Asiento—. Crees que porque fui fácil contigo anoche, voy a estar dispuesta a follar siempre que te convenga. Como esperaba, sus ojos se abren y respira profundo. —Por supuesto que no. Jesús, Grace, no estoy… —Lo sé. —Pongo los ojos en blanco. Lo que acabo de sugerir es lo contrario de quién es Chris, que es exactamente por qué lo dije. Niega. —Quiero que te quedes conmigo para que nuestros padres puedan pasar el verano en Europa. No tengo una agenda más allá de eso. —¿Qué pasa con lo de anoche?

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—Anoche fue… —Toma un respiro y parece buscar la palabra. Puedo pensar en algunas. Caliente, sexy, húmedo, una fantasía que cobraba vida, pero no creo que esas sean las palabras que está buscando. Termina diciendo—: Complicado. Pongo los ojos en blanco. —¿No estás de acuerdo? —No, complicado no le hace justicia. —Así que vamos a resolverlo. Somos adultos. Creo que podemos dejarlo atrás y seguir adelante como si nunca hubiera pasado. —Muestra sus hoyuelos, y a la mierda, esos hoyuelos podrían ser mi perdición—. Quiero decir, estamos a punto de convertirnos en hermanos, ¿verdad? Vamos, hablemos de esto. Tu papá se dará cuenta que estás enojada conmigo. De todas las cosas que una vez imaginé que Chris Montgomery me diría: “Estamos a punto de convertirnos en hermanos” nunca se me hubiera pasado por la mente. La vida es muy extraña. —No estoy enojada contigo. Gruñe. —¿En serio? Si quieres que me crea eso, entonces tal vez deberías al menos cambiar tu tono de voz Me burlo. —¿Qué pasa con mi tono? —Suenas como si quisieras cortar mis bolas. —Sufro de voz de perra en reposo. —No creo que eso sea una cosa. Arqueo una ceja. —Oh, es una cosa. Confía en mí. —Señalo mi boca—. ¿No puedes oírlo? —Dijiste algo esta noche sobre no querer que te recuerde de la escuela secundaria. ¿Es por eso que intentas salir de esto? ¿Fue algo que hice en la escuela secundaria? Sé que podría ser un verdadero idiota en aquel entonces. Resoplo. —Difícilmente. —En absoluto. Excepto por esos cinco segundos que rompieron mi corazón. Suspiro. La calle de los recuerdos no es mi calle favorita en la ciudad, entonces ¿por qué sigo regresando allí?

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—Ah, así que obviamente hice una especie de impresión. —Su frente se arruga en confusión—. Solo dime. Si vamos a vivir juntos este verano, es mejor que me digas por adelantado si he sido un idiota. Puedo manejarlo —No estoy enojada, solo estoy sorprendida que no te acuerdes de mí. —De nuevo, fuerzo una sonrisa. No soy el tipo de chica que regularmente fuerza sonrisas. Sé que este es un mundo que dice que las chicas deberían sonreír, pero yo les digo que se jodan. No es mi trabajo hacer que otras personas se sientan cómodas. Cuando quiero sonreír, sonrío. Cuando no quiero, no. Y sin embargo, desde que mi avión aterrizó en Champagne, he estado forzando sonrisas en todos lados. —Lo siento —dice Chris—. Realmente estuve atrapado en mi propio mundo en ese entonces. Arqueo una ceja. Déjaselo a Chris ser totalmente racional acerca de sus deficiencias adolescentes. —No seas duro contigo mismo. Chicos como tú suelen ser así, especialmente en la escuela secundaria. —¿Chicos como yo? Recorro su rostro con mis ojos y bajo hacia sus anchos hombros. —Apuesto, encantador, con el mundo entregado en bandeja de plata. Chris hace una mueca y se agarra al respaldo de la silla. —Sí, claramente tienes una impresión equivocada de mí. Lo que sea que haya hecho, lo siento. Si ayuda, estoy seguro que eras increíble y yo me lo pierdo por no haberte prestado más atención. Su amabilidad y sinceridad me dan ganas de frotar cada rastro de mi maldad en su rostro. Es injusto porque no se lo merece, pero no puedo permitir que me mire con tanta compasión, como si estuviera pensando que tal vez podamos ser amigos. No puedo tener eso. Es muy difícil proteger tu corazón de un amigo. —Estás acostumbrado a salirte con la tuya, ¿verdad? Le pides a una chica salir, dice que sí. Le dices un chiste, se ríe. Le pides que deje caer sus bragas, y están en el suelo antes que puedas terminar la frase. Sus ojos se abren, y suelta el respaldo de la silla. —Vaya. Eso es mucha hostilidad para una chica que supuestamente no está enojada. —No estoy siendo hostil. Solo declarando hechos. ¿Lo niegas? —No tengo el hábito de pedirles a las chicas que se quiten las bragas simplemente porque que sí.

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—Deberías probarlo. Creo que descubrirás que es como un súper poder sin explotar. Entorna los ojos hacia mí. ―¿Tuvimos algo en la escuela secundaria? ¿De eso se trata? Tengo que detenerme. Lo estoy enojando, y eso solo lo hará sentir más curiosidad por el pasado. Pero eso es todo. La mitad de mí espera que él nunca se acuerde y la otra mitad quiere sacarle el recuerdo a la fuerza. Él va a estar en mi vida durante el tiempo que Becky esté, y quiero que la revelación termine y sea olvidada. Excepto al mismo tiempo, no quiero que haya ninguna revelación en absoluto. Soy un desastre. —Prometo que no tuvimos nada ―murmuro. —¿Podemos hacer una tregua, entonces? —Me ofrece una mano, y luego agrega—: No se trata solo de la boda de mañana, aunque para ser justos, sería bueno si no estuvieras lanzándome puñales con tus ojos mientras caminamos por el pasillo. —Claro —digo—. Tienes que ser mi niñera todo el verano. Una arruga aparece entre sus cejas mientras frunce el ceño. —Si te sirve de consuelo, creo que tu padre está siendo ridículo. Mamá dijo que intentó convencerlo que te dejara quedarte aquí. Tal vez si ella… Exhalo fuertemente. —No. Está bien. —Estoy siendo una perra, y eso no es justo para él. No recuerda nuestra historia compartida, y aunque lo hiciera, no sabría que rompió mi corazón o cómo lo hizo. ¿Y por qué lo haría? Solo era una chica que necesitaba desesperadamente creer que los buenos chicos la veían por más de un par de tetas y las cosas que podía hacer con su boca, y él fue solo el tipo que vio más que la larga fila de tipos no la habían visto como nada más que eso—. Preferiría quedarme contigo que estar aquí —admito—. No es que papá me dejara tener esa opción de todos modos, pero ahí está. —¿Estás segura? ¿Le dejarás saber a tu papá que estás de acuerdo con el plan? Estoy realmente preocupado porque mamá lo haga cancelar. Estoy un poco aturdida mientras la sangre se drena de mi rostro. —¿Quiere cancelar? —Por nosotros. —Desliza una mano por su cabello—. No hemos hecho un buen trabajo ocultando nuestra animosidad, y esta noche me dijo que quiere cancelar el viaje para que no tengamos que vivir juntos este verano. No quiero que pierda esta oportunidad.

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Si cancelan, no solo estoy atrapada en Champagne, una idea que me hace subir la bilis en la garganta, sino que papá y Becky pierden su luna de miel. Ni siquiera soy lo suficientemente egocéntrica como para querer eso. ―Quiero que vayan a Europa. Por favor, no la dejes que cancele. ―¿Estamos de acuerdo, entonces? —Sí. Si estás de acuerdo en que me quede contigo, me quedaré contigo. — Asiento. Es un verano. Me guardaré para mí misma, y luego Chris y yo nos separaremos. Regresaré a Carson, y nunca más tendremos que volver a vernos—. Estoy segura. Mira mi tazón de cereal de Lucky Charms. —Comida saludable para la hora de dormir. Sonriendo, deslizo una gran cucharada en mi boca. —Mmm —tarareé alrededor de eso—. Mágicamente delicioso.

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Entré en esta conversación decidido a convencerla a quedarse en mi departamento, y debería sentirme victorioso en este momento. En cambio, me siento realmente jodido. Grace me sonríe mientras traga su bocado de cereal azucarado. En mis entrañas, algo desagradable e inesperado se agita. La lujuria nunca está lejos en lo que a ella concierne. En mi cerebro, las señales de advertencia son sonoras. Mamá me pide favores una vez cada cinco años, si eso. Ella ha hecho todo por mí. Me educó sola y puso cada centavo de manutención infantil en un fondo para la universidad. Cuando el dinero era escaso, siempre encontraba la forma de pagar los costosos honorarios de uniformes para mis deportes, e incluso cuando tenía dos trabajos, nunca se perdía un juego. Nunca he tenido la oportunidad de hacer nada por ella a cambio, así que en el momento en que me preguntó si podía alojar a Grace el verano, dije que sí. Hasta esta noche, no me había dado cuenta que el padre de Grace estaba más interesado en mí cuidando a Grace que en el techo que podía poner sobre su cabeza. Es una adulta. Por cualquier juicio convencional, no debería necesitar supervisión. Incluso si no hubiéramos tenido nuestro desafortunado encuentro anoche, conocerla esta mañana hubiera sido un golpe en el estómago. Cabello negro, largo y sedoso, ojos verdes llamativos y el tipo de curvas que, en cualquier otra circunstancia, le garantizarían un papel protagónico en mis fantasías durante el próximo mes. Cuando acepté esto, no imaginé que me sentiría tremendamente atraído por la chica que iba a vivir conmigo todo el verano. Toma otro bocado. Nunca pensé que masticar cereales podría ser sexy, pero sospecho que esta chica podría comer babosas y hacer que se vea bien. Mastica y se encuentra con mis ojos mientras traga, sacando su lengua para limpiar una gota de leche de su labio inferior. Mis entrañan se aprietan y mi polla se pone dura.

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No creo que esto sea lo que mamá tenía en mente cuando dijo que pensaba que me gustaría Grace. Debo dejar de pensar en ella como la chica sexy que presionó su boca contra la mía y puso sus rodillas alrededor de mi cintura. Necesito comenzar a pensar en ella como mi hermana. —Dime algo sobre ti. Deja su cuchara y entrecierra los ojos. —¿Qué dices? Me inclino hacia adelante, apoyándome en el respaldo de la silla en la que estoy a horcajadas para acercarme a ella. Huelo un toque de lavanda de nuevo, y me pregunto si es de su detergente para la ropa o su champú. —Empecemos de nuevo. Una pizarra en blanco. —¿Crees que puedes pretender que anoche nunca pasó? —Ya lo he olvidado. —Extiendo una mano—. Mi nombre es Christopher, y entiendo que nuestros padres se van a casar. Encantado de conocerte. Traga de nuevo, aunque no ha comido otro bocado desde que se tragó el último. Me mira con cautela antes de contestar. —¿Que estás tratando de hacer? —Vamos a pasar mucho tiempo juntos, ¿verdad? Así que quiero llegar a conocerte. Dime algo. Se mueve en su asiento, y algo brilla en su rostro. ¿Es miedo? Pero tan pronto como está allí, se va de nuevo y levanta la barbilla y sostiene mi mirada. —Odio el ejercicio, y la leche en este cereal es la cosa más saludable que he comido todo el día. Gruño. Me está atacando, tratando de demostrar que no somos iguales, así que no me molestaré en tratar de conocerla, y no lo aceptaré. Porque tal vez si la conozco, esta atracción primordial se apaciguará. Tal vez empiece a pensar en ella como mi hermana en lugar de una mujer a la que me gustaría desnudar lo antes posible. —¿Programa de televisión favorito? —¿Vas en serio? —No eres una de esos tipos artísticos intelectuales que piensa que es demasiado buena para ver televisión, ¿o sí? Porque la televisión se prende mucho en mi departamento. Entorna los ojos.

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—Big Bang Theory. —El mío es Sports Center, gracias por preguntar. —Típico —murmura. La ignoro y continúo. —¿Qué estudias? Traga saliva antes de responder, y creo que eso podría ser una señal, tal vez una señal de que he encontrado un tema que realmente le importa. —Literatura. Dios, eso le queda. Tiene ese aire de artista despreocupada en ella. —¿Eres escritora? —Quiero serlo. —Se encoge de hombros—. Tal vez. —¿Escritura creativa o técnica? Retrocede horrorizada, como si le hubiera preguntado si le gustaría oler mi mierda ahora o más tarde. —¿Alguien quiere ser un escritor técnico? —Estoy estudiando Comunicaciones —le digo, a pesar del hecho que no mostró ningún interés en mí desde que cerramos el carril de conversación de la noche anterior sobre la masturbación y las preferencias pornográficas. No estoy seguro que deberíamos comenzar nuestra nueva relación como hermanastros que saben más sobre lo que excita a la otra persona que sobre cosas que les contarías a las ancianas en la iglesia—. Si todo lo del fútbol no funciona, me gustaría dedicarme al periodismo deportivo. También es escribir, y me gusta pensar que estoy bien con eso, aunque apesto en las cosas creativas. —Bien por ti. De acuerdo, claramente no está interesada en compartir sus esperanzas y sueños conmigo. Está bien. Cambio de marcha, decidido a ponernos en la misma página. Ella es obstinada, pero yo soy impávido. —¿Tienes algún plan para el tiempo en Blackhawk Valley? Jala su labio inferior entre sus dientes y ladea la cabeza hacia un lado. —¿Todas estas preguntas significan que me has perdonado por no decirte mi nombre anoche? —No sucedió, ¿recuerdas? —Sería muchísimo más fácil tragarse esa mentira si ella hubiera dejado de morder ese labio inferior. El hábito nervioso me recuerda cómo se sentía entre mis dientes y me da ganas de probar el cereal azucarado de su

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boca. Apretando mis manos, miro lejos de la tentación encarnada—. Empezar de cero. Toma un respiro. —Bien. Nunca sucedió. Exhalo, aliviado de que parezca estar a bordo. No quiero que mamá abandone este viaje, y aunque no entiendo por qué, sé que para que eso ocurra, Grace debe venir conmigo a Blackhawk Valley. —Estará bien —digo, más para mí que ella—. Te presentaré a mis amigos. —Y ella regresará a Nueva York para ir a la universidad en un santiamén. —No necesitas presentarme a tus amigos. Soy capaz de conseguir unos propios. —Estás viviendo conmigo. Te guste o no, eso significa que estarás pasando tiempo con mis amigos. —¿Y estos amigos son un grupo de jugadores de fútbol? —¿Es eso un problema? Se encoge de hombros. —No tengo el mejor historial con jugadores de fútbol. —¿Un ex novio? —No exactamente. Entre la respuesta cortante y la forma en que no me mira a los ojos, sé que no dirá más sobre el tema, así que lo guardo con las otras pistas que me ha dado para pensar más adelante. Es mucho más inteligente centrarse en su aversión a los jugadores de fútbol que en la forma en que se sintió en mis brazos. Ella es toda piel lisa, pálida y curvas suaves. Honestamente, el tipo de chica tatuada y ruda no suele ser mi tipo. Chicas dulces como Olivia son mi tipo. Pero hay algo acerca de Grace. Algo sobre su boca perversa, sus ojos y esa gran sonrisa que ocupa la mitad de su rostro. Ella no se ajusta a ningún estándar prescrito de belleza. Ella solo es. —¿Por qué me miras así, Montgomery? Niego, tan incapaz como para nada dispuesto, a explicar las emociones complicadas con las que he luchado desde que bajé las escaleras esta mañana y descubrí que mi fantasía andante estaba a punto de convertirse en una parte muy grande y muy permanente de mi vida. —¿Crees que son felices juntos? —pregunto.

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La pregunta que me molesta es si su padre es lo suficientemente bueno para mi madre, pero esa no es una pregunta justa para hacerle a la hija de Ed, así que lo hago de esta manera. Mamá nunca ha tenido citas. Parecía importante para ella esperar hasta después que estuviera fuera de la casa antes de comenzar a ver a alguien. Pero luego conoció a Edward el otoño pasado, y todo desde allí pareció pasar tan rápido. —Sí, lo creo —dice Grace. Suelta una bocanada de aire que es casi una risa—. Honestamente, no sé lo que tu madre ve en mi padre —agrega, y da lo que podría ser la primera sonrisa real que he visto de ella todo el día—. No conozco muy bien a tu mamá, pero ella es especial. —Lo sé. —Estoy contenta por mi papá. Me alegra que se hayan encontrado. Egoístamente, me alegro que tenga a alguien que lo distraiga de preocuparse constantemente por mí. Antes de tu madre, se preocupaba como si fuera su trabajo a tiempo completo. —¿Y por qué se preocupa tanto? Levanta sus ojos verdes para encontrarse con los míos y sostiene mi mirada antes de alejarse de repente. —Simplemente es sobreprotector, supongo. —Cambia su mirada hacia la mesa—. Pero tal vez le he dado razones más que suficientes para preocuparse. —¿Cómo es eso? Se encoge de hombros, y puedo decir por su expresión reservada que no dirá más sobre eso esta noche, pero lo archivaré para más adelante. Obviamente hay más sobre Grace Lee que nadie me está diciendo. ¿Por qué si no su padre querría que su hija adulta se quedara conmigo mientras él está fuera del país? Me pongo de pie y me estiro, bostezando. —Necesito dormir. Te veré en la mañana. —La primera de muchas —dice, haciendo una mueca.

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Nunca he visto a mi madre tan feliz. La ceremonia fue corta. Mamá y Edward escribieron sus propios votos, y cuando mamá dijo los suyos, su voz era tan suave que solo pude distinguir sus palabras porque estaba muy cerca. La recepción está llena de amigos y familiares. Cenamos y vimos a la pareja feliz cortar el pastel y bailar su primer baile, y ahora se ha convertido en una verdadera fiesta. El alcohol está fluyendo, y en la pista de baile, la gente muestra sus movimientos, o la falta de ellos. —Dash. —Levanto la mirada y veo a mi nuevo padrastro tomando asiento frente a mí. —Llámame Chris —le digo, no es que haya sido de ayuda antes. Estoy seguro que es difícil para él pensar en mí como algo más que Dash, ya que ese es el nombre que usa mamá. —Chris —dice cariñosamente—. Solo quería agradecerte por hablar con Grace anoche. No sé lo que dijiste, pero le dejó claro a tu madre esta mañana que está deseando pasar su tiempo en Blackhawk Valley este verano. Ya sea cierto o no, tu madre está convencida, y tengo mi luna de miel con mi esposa. —No creo que la convenciera de nada —le digo con sinceridad—. Ella quiere que ustedes dos tengan su viaje, y sabe que quedarse conmigo lo hace posible. Libera una respiración pesada y me da una sonrisa torcida. —Estoy aliviado, egoístamente. No creo que haya estado tan emocionado de viajar como lo estoy con este viaje con tu madre. Ella se ilumina cuando habla de Europa. —Gracias por llevarla. —Me aclaro la garganta. No conozco a este tipo lo suficientemente bien como para sentirme cómodo siendo demasiado cursi, pero la

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felicidad de mi madre es todo para mí—. Estoy agradecido porque te haya encontrado. La haces feliz. Suspira. —Ella también me hace feliz. —Se gira de lado en su silla y escanea la fiesta hasta que la encuentra, luego sonríe—. Somos tan afortunados. —Cuando se vuelve hacia mí, su sonrisa se va—. Gracias de nuevo por llevarte a Grace este verano. Es una buena chica en el fondo. Solo necesita algunas influencias positivas en su vida. No es solo por ella por quien me preocupo. Son los chicos por aquí que parecen arrastrarla a problemas con ellos. —¿Qué tipo de problemas? —pregunto. Estrella su mano en la mesa mientras su mirada se posa en su hija, y es como si no hubiera escuchado mi pregunta. —Contigo, sé que estará con el tipo correcto de personas. —Cuando vuelve su mirada a la mía, sus ojos están cansados e intensos—. ¿Prométeme que la cuidarás como si fuera tu propia hermana? Estoy seguro que a Grace no le importará ni una mierda lo que tengo que decir. Es una mujer adulta y toma sus propias decisiones, para bien o para mal. El hecho que se quede en Blackhawk Valley no significa que va a cambiar como es. —Lo haré lo mejor que pueda. Edward se pone de pie. —Voy a buscar a mi novia y hacerla bailar con este anciano. ¿Por qué no bailas con Grace? —Asiente hacia el bar, donde Grace se está riendo con un tipo que tiene el rostro lleno de perforaciones—. Alguien tiene que alejarla de ese barman. — Niega—. A esa sí que le atraen los problemas. Hago lo que me piden, y si hay una parte de mí que se siente incómoda con su padre hablando de ella como si fuera una niña pequeña, está silenciada por la parte de mí que no ha podido quitarle los ojos de encima toda la noche. Se ve increíble en ese vestido. Es negro, ajustado y muestra sus curvas de una manera que me pica las manos por tocarla. Se está riendo de algo, pero su sonrisa se desvanece a medida que me acerco. —¿Quieres una cerveza? —pregunta, ya volviéndose hacia el barman. Levanto una mano cuando me mira expectante. —Estoy bien. —Metiendo mis manos en mis bolsillos, me balanceo sobre mis talones y estudio a Grace. Extraño la forma en que me miró en la casa de Willow,

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como si quisiera devorarme por completo. Ahora, me mira con algo que vacila entre la irritación y la extrema precaución—. En realidad, esperaba que bailaras conmigo. Arquea una ceja. —¿En serio? Estamos en una boda. La gente baila en las bodas. ¿Es tan difícil de creer que me gustaría bailar con ella? —En serio. —Estoy segura que tu decisión de invitarme no tiene nada que ver con el hecho que acabas de hablar con mi padre. Y ahora me veo como un imbécil. —Yo… Agarrando mi brazo, me arrastra hacia la pista de baile. —Ven entonces. Tenemos que alegrar al novio en su gran día. —Le hace un gesto al barman—. Nos vemos, Tommy. —¿Cómo conoces a ese tipo? —pregunto. Se encoge de hombros. Una vez que llegamos a la pista de baile, deja caer mi brazo y me estudia con cautela. —Vamos, Grace. —Dando un paso adelante, pongo mis manos en sus caderas y la acerco—. No soy tan malo. Su pecho se encuentra con el mío y suelta rápidamente un suspiro. Nuestros ojos se encuentran, y estoy casi paralizado por la maraña de emociones que nublan mi cerebro hasta que ella mira hacia otro lado. —¿Quién es el chico en el bar? —pregunto, más para distraerme de la suave curva de sus caderas bajo mis manos que porque realmente me importe. —Mi traficante —dice ella. Puede que a Edward no le interese el tipo tatuado y muy perforado, pero en mi experiencia, la cantidad de tinta en el cuerpo de una persona y el número de agujeros en su piel es un indicador de mierda para si son o no un problema. —Eres graciosísima —murmuro, y tal vez la acerqué un poco más. Porque puedo. Porque es suave y cálida y está aquí mismo. Es tan difícil concentrarse en aprender lo que necesito saber. Es imposible imaginarme como su hermano mayor protector, pero si voy a cumplir mi promesa a Edward, tengo que intentarlo. Quiero saber exactamente en qué tipo de problemas estaba esta chica. ¿Borracha y caótica? ¿Drogas? ¿Algo más? Creo que podría preguntarle a Edward

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directamente, pero a pesar que necesito mucha más información de la que tengo, no me siento bien obteniendo la información de nadie más que de Grace. —Eso no va a ser un problema, ¿verdad? Frunce el ceño. —¿Qué? —¿Drogas? —Tomo aire cuando su confusión se convirtió en una mirada ceñuda—. ¿Me puedes culpar por preguntar? Nadie me cuenta una mierda sobre lo que está pasando contigo, solo que es mi trabajo mantenerte fuera de problemas. Retrocede dos pasos y mis manos caen a los lados. —¿Eso es lo que él dijo? ¿Quiere que me mantengas alejada de problemas? Acabo de joder esto. Todo lo que hago con ella, lo jodo. —Tu papá se preocupa por ti —digo, tratando de desenredar todo—. Él te conoce mejor que nadie, ¿verdad? Entonces, si cree que necesitas a alguien que te vigile… Se ríe, pero es un sonido duro y seco. —Piensa que necesito una niñera. —Grace. —Doy un paso hacia ella, pero me detengo cuando levanta una mano. —Escucha —dice, todavía de cara a mí y caminando hacia atrás en la pista de baile—. No te preocupes por mí. Me quedaré contigo porque eso es lo que tengo que hacer. Pero me mantendré alejada de tus asuntos. No soñaría con portarme mal con mi niñera.

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Yo: Blackhawk Valley no es la ciudad de Nueva York.

Le escribo un mensaje de texto a Willow mientras conducimos a través de la ciudad, más para distraerme de mirar a Chris que porque creo que ella necesite saberlo. 79

Willow: ¡Oh no! ¿Acaso me perdí la hora de la trivia de la capitana Obvia?

Reprimo una carcajada y deslizo mi teléfono de vuelta a mi bolso, justamente cuando Chris se estaciona frente al edificio de ladrillos de cuatro pisos. No soy una esnob de ciudad. Crecí en los suburbios, después de todo. Pero el viaje en auto desde el aeropuerto fue casi surrealista. Tantos campos de maíz y después, más cerca de Blackhawk Valley, rodamos por pastos verdes que se extendían por kilómetros. No es el tipo de lugar en que esperarías que un chico de veintiún años de edad viviera voluntariamente. Cuando apliqué a las universidades, busqué las ciudades más grandes. Quería emoción y luces, cierto. Pero también quería desaparecer en la multitud. Todo es tan abierto aquí, si esta fuera mi ciudad natal, me sentiría como si estuviera viviendo bajo una lupa. Chris deja caer mi maleta más pesada y ajusta su bolso de lona en su hombro mientras sostiene la puerta para mí. Entro en su departamento, dejo caer mis otros dos bolsos, y veo alrededor con ojos muy abiertos. Cuando te preparas para mudarte con un par de chicos universitarios, no esperas que su apartamento sea limpio y ordenado. Obviamente a Chris no le gusta ir de fiesta, no es el estilo del señor Perfecto, pero todavía no me habría sorprendido ver una fila de botellas de cervezas vacías en el mostrador o botellas de licor vacías puestas como trofeos a lo largo de

la cima de los gabinetes. Pero el apartamento no se ve como si perteneciera a chicos universitarios. Es ordenado y limpio, por decir poco. Delante de mí está la sala de estar con un sofá azul desteñido y un sillón reclinable a juego frente a un televisor. En la mesa del centro hay una taza de café vacía y un par de controles remotos de una consola. Detrás del sofá, una isla separa el espacio de estar de la modesta cocina en la pared opuesta del televisor. Más allá de la cocina está una pequeña mesa de cuatro asientos. —Mason —llama Chris—. Estamos en casa. En el pasillo oscuro en el otro lado del espacio principal, una puerta se abre, entonces un chico negro entra a la sala. —Tú debes ser Grace —dice—. Soy tu compañero de habitación temporal, Mason. Él es tan hermoso que sonrío. Tomo la mano que me ofrece. Es grande, y áspera, y coincide con el resto de él. Puede que mi cerebro sienta antipatía por los jugadores de fútbol americano en ese sentido de completa culpa por asociación, pero mis ojos definitivamente no están de acuerdo. El cabello de Mason está cortado en un corte bajo, y sus ojos son de un tono verde que están a punto de botarme sobre mi trasero. —Y tú debes ser el señor Alto, Oscuro y Apuesto. Mason mira a Chris. —Me agrada. Chris gime. —Por supuesto que sí. Cuando Mason suelta mi mano, sonrío y sostengo su mirada. —Chris no me dijo que su compañero de cuarto era tan sexy. —Grace —dice Chris, una advertencia en su tono. —¿Qué? —Arrugo mi nariz y pregunto a Mason—: ¿Eso te hace sentir incómodo? Mason regresa mi sonrisa y se balancea en sus talones. —Para nada. Por favor, continúa. —Su ego no necesita ser inflado más de lo que ya está —dice Chris. —Todo sobre Mason es grande. —Una voz femenina grita desde el oscuro pasillo. Una rubia entra en la habitación usando un top de bikini y shorts. Es baja, con cabello largo que toca su caja torácica y una complexión bastante parecida a la

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mía. Cuando se mueve al lado de Mason, me pongo rígida, preguntándome si acabo de meter la pata. No espero hacer amigos aquí este verano, pero tampoco necesito que la novia de mi compañero de cuarto me odie, y estoy bastante segura que acaba de salir de la habitación de Mason. Por otra parte, no tiene cara de una novia celosa. En cambio, está sonriendo hacia mí mientras toma el brazo de Mason—. Su ego no es la excepción. —Pasa su brazo alrededor de su cintura, y luego, como respondiendo a mi pregunta no hecha, dice—: Puedes dejar de verte tan incómoda. No soy la novia. Mason mira hacia ella y frunce el ceño. —Aunque no por mi falta de intentos. Sonríe malignamente y le da golpecitos con su codo. —Soy Bailey —dice—. Tú debes ser la nueva hermanastra. —Esa soy yo. ¿Eres una compañera de cuarto? Niega. —No, solo una amiga. Pero no necesitas preocuparte sobre mí estando en tu espacio demasiado. Honestamente, cuando todos pasamos tiempo juntos, solemos ir a la casa de Arrow. Él no puede venir a nosotros, y su casa es un absoluto resort con piscina, sala de cine y todo lo demás. —¿Arrow es…? —Uno de los chicos del equipo —responde Mason. —¿Y por qué no puede venir hacia ustedes? Bailey mira a Chris, quien se encoge de hombros, y después vuelve su mirada hacia mí. —Está en arresto domiciliario. Drogas. Es una larga historia, pero estoy segura que obtendrás todos los sucios detalles antes que te dirijas de vuelta a casa. Le frunzo el ceño a Chris. Estaba tan ofendida cuando me preguntó sobre las drogas anoche. Nunca se me ocurrió que el señor Perfecto pudiera tener amigos que tengan problemas. Chris niega. —No te hagas una idea equivocada. Arrow es un buen chico. Solo tuvo un momento difícil. —Suena como un ganador —digo, el sarcasmo haciendo mi voz quebradiza. No tengo una gran estima por los jugadores de fútbol, pero me pongo evidentemente inquieta con los chicos que usan drogas, momentos difíciles o no. Ellos dicen “momentos difíciles” y yo escucho que otro chico rico fue atrapado.

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Chris levanta una mano y hace un gesto alrededor de la habitación. —Entonces, este es nuestro apartamento. —Su teléfono vibra, y mira la pantalla—. Es mamá. Deben estar en Nueva York en su escala. Voy a tomar esto. Mason, ¿quieres ayudarla a llevar sus maletas a su habitación? Mason se encoge de hombros. —Seguro —dice, mientras Chris desliza la pantalla para aceptar la llamada. Recojo dos de mis maletas, y Mason agarra la grande y pesada antes de guiarme por el corredor. Hay tres puertas, y la única a la izquierda está abierta a un pequeño baño. Mason gesticula hacia la habitación opuesta al baño. —Ese es mi cuarto. —Señala la puerta al final del pasillo—. Y tú y Chris están allí. Me detengo en mis pasos, pero él continua. ¿Chris y yo? Sabía que estaría viviendo con él este verano y que sería probablemente más acogedor de lo que me gustaría, pero compartir una habitación con Chris no solo está fuera de mi zona de confort, está en un nuevo código postal. Demonios, ni siquiera está en el mismo planeta que mi zona de confort. Mason parece darse cuenta que no estoy siguiéndolo, y se gira e inclina su cabeza. Aturdida, lo sigo. —¿Hay otra habitación? —pregunto, mi voz pequeña. —¿Otra además de la mía? —pregunta Mason—. No. Lo siento. La habitación es pequeña y, como el resto del apartamento, ordenada y limpia. Hay un pequeño escritorio debajo de una ventana, y contra la pared más alejada hay una cama alta con una cama completa debajo de esta sobresaliendo en un ángulo perpendicular. Tal vez viendo dos camas en lugar de una debería ayudarme a respirar más fácilmente, pero solo refuerza la idea que esto realmente está pasando y no es ninguna pesadilla. ¿Acaso nadie pensó en consultarme? ¿Nadie pensó que necesitaba saber que estaríamos compartiendo una habitación? No se trata solo de dormir, son todas las otras cosas para las que necesitas tener tu propia habitación, cambiarse de ropa, esconderte del mundo, escuchar música. Estaba contando con tener un pequeño espacio para mí donde pudiera evitar a Chris Montgomery, los ojos sexys y grandes manos todo el verano. Estaba planeando en sacar el incómodo y mortificante

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momento de “cuando él recuerde” de la ecuación al nunca pasar demasiado tiempo con él para darle la oportunidad. Y luego están las cosas que asumo que él quiere hacer allí. Quiero decir, es un encantador de veintiún años de edad con el cuerpo de Adonis. E incluso si no trae chicas a casa, ¿no requerirá un poco de privacidad para otras actividades con la mano izquierda? Mis mejillas se calientan, y calidez se apresura a mi bajo vientre. No voy a excitarme al pensar sobre cosas para las que Chris podría necesitar privacidad. Soy inmune a esos sexys hoyuelos y gruesos bíceps. Lo he decidido. Giro sobre mis talones y marcho de vuelta a la sala de estar. Mientras Chris desliza su teléfono en su bolsillo, pongo mis manos en mis caderas y anuncio: —Esto no va a funcionar. —¿Hay algo mal con la habitación? Lo miro boquiabierta. —¿En serio? Mason detrás de mí dice: —¿Supongo que no le mencionaste que estaría compartiendo habitación contigo? —Ella no está compartiendo una habitación conmigo —dice Chris. —¿Entonces dónde esperas que duerma? ¿En el sofá? —pregunta Mason. —En tu vieja habitación —dice Chris. —Si por mi vieja habitación, estás refiriéndote a mi actual y única habitación en este apartamento, entonces jodidamente no. —Se gira hacia mí, sonriendo—. Sin ofender. Solo necesito mi espacio. Tú y yo. —No lo hiciste. Chris niega. —Mase, específicamente pregunté si estabas de acuerdo que se quedara aquí. Dijiste que estabas bien con eso. Los ojos de Mason se amplían. —Por supuesto que lo dije. Porque no soy un idiota egoísta. Chris retrocede como si Mason lo hubiera golpeado. —¿Ahora soy egoísta?

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Mason se gira hacia Bailey. —Puedes adelantarte a la casa de Arrow sin mí. Te alcanzaré. Se burla. —¿Y perderme esto? Como si fuera a hacerlo. —Teníamos un plan —dice Chris—. Dormirías conmigo, y Grace estaría… —Ese no fue el acuerdo, tú preguntaste si ella podía quedarse con nosotros por el verano. Nunca dijiste nada sobre darle mi habitación. —¿Pensaste que estaba planeando compartir una habitación con ella? —El horror es tan pesado en su voz que soy lanzada cinco años atrás en el tiempo, escuchando a Chris e Isaac hablar en la habitación junto a mí. “¿Quieres follarla tú mismo o algo así, Montgomery?”. “Como si pondría mi pene cerca de eso.” —Es solo por el verano —le dice Chris a Mason. Me siento como una basura, y ellos están discutiendo sobre quién tiene que vivir con el olor debajo de su cama. Quiero decirle a ambos que pueden tener sus preciosas habitaciones y que encontraré otro lugar donde quedarme, pero estoy sintiéndome tan vulnerable que sé que las palabras no saldrán sin tartamudear, así que mantengo mi boca cerrada. —El objetivo de rentar este apartamento era por privacidad —dice Mason—. No voy a renunciar a eso por unas cuantas semanas luego que acabamos de mudarnos. —Deténganse. —La voz de Bailey es dura, y los chicos detienen su batalla de miradas furiosas y se giran hacia ella—. Dejen de pelear sobre esto frente a ella. Jesús. Para ser chicos agradables, están actuando como idiotas. Ella es su invitada, y la están haciendo sentir como basura. Estaría agradecida que hubiera detenido esto, pero estoy tan avergonzada porque fuera necesario. Nunca pensé sobre la parte de la ecuación del compañero de habitación para este verano. En mi mente no era algo tan importante para Chris alojarme. La mayor vergüenza allí es que él necesitaba hacerlo. Que mi padre no confía en mí para estar por mi cuenta, y que más allá de mi dependencia financiera de mi padre, dependo tanto de su aprobación que no encontré una manera de quedarme en mi propia ciudad por el verano, maldita sea su aprobación. Pero ahora me doy cuenta que realmente nunca pensé sobre Mason. Si Willow y yo compartiéramos un apartamento por el verano y ella de repente trajera a casa a algún compañero de

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habitación, algún pariente que nunca había conocido antes, no me gustaría. ¿Y si ella pensaba que iba a renunciar a mi propia habitación para que eso pasara? Infiernos no. Tomo una respiración y mido mis palabras. —Fue agr-agra-agradable… —Hago una mueca de dolor, pero Chris y Mason están demasiados ocupados mirándose furiosamente al otro para notar mi tartamudeo—. No quiero molestar a nadie. Dormiré en el sofá hasta que pueda encontrar otro lugar donde pueda quedarme. El rostro de Chris se suaviza. —Grace, no necesitas encontrar otro lugar para… Lo veo fijamente. ¿Acaso tiene alguna idea de lo que se siente escucharlo discutir por una manera de sacarme de su habitación? Me siento tan sucia. Todo lo que quiero es un largo llanto en la ducha, y sé que eso es irracional. Mis sentimientos lastimados por toda esta cosa son irracionales. Solo es Gee-Gee sacando su cabeza hacia mi consciencia y recordándome que sin importar que cosas dulces me dijo Chris la noche del jueves, lo que pasó en la casa de Willow es una evidencia que puedes cambiar tu nombre y tu cabello e incluso la forma que hablas, y todo permanece igual. Su horror al estar cerca de mí me hace sentir barata. Mi yo de catorce años está raspando con sus uñas en el pizarrón de mi conciencia, gritando: Te lo dije. No le gustas. No eres especial. Estaba tomando lo que estabas ofreciendo. Gee-Gee la Fácil siendo fácil.

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Grace me mira como si la hubiera golpeado, y me siento como un pedazo de mierda por arruinar esto. Seguramente entiende que no puedo compartir una habitación con ella. Seguramente entiende que incluso si su padre está fuera de lugar al pedirme que cuide de ella este verano, me tomo en serio esa responsabilidad, y eso significa mantener mis manos para mí. —¿Puedo hablar contigo en privado por un minuto? —pregunta Mason. Arranco mis ojos de Grace para ver a Mason dirigiéndose a su habitación. —Lo resolveré —digo a Grace antes de seguirlo. Entro en la pequeña habitación y cierro la puerta detrás de mí. Mason se frota la parte posterior de su cuello mientras estudia el techo. —Me siento como un imbécil aquí, hombre. Tú y yo, ambos. Inhalo profundamente. —Es mi culpa. Pensé que hablamos sobre eso, y dado que hemos compartido en los dormitorios, no pensé que sería un gran problema. Me mira con una ceja arqueada. —¿Y has olvidado por qué cambiaste con Arrow? Me aclaro la garganta. No lo he olvidado. Parecía que había una fila interminable de chicas entrando y saliendo de la habitación de Mason, y me cansé de llegar a casa para ver ese maldito calcetín en la puerta. —Eso es diferente ahora —digo. Entonces me estremezco. Es diferente porque él está completamente colgado de una chica que se niega a ser más que su amiga con derechos—. Lo siento. Simplemente no lo pensé bien. —Cuando decidimos obtener este departamento —dice, caminando de un lado a otro entre la ventana y la puerta—, el atractivo era tener mi propia habitación. Un poco de privacidad de verdad.

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—Por Bailey. Mirando a la puerta cerrada de la habitación, respira profundamente. —Con el tiempo entrará en razón, pero esa no es la única razón por la que necesito una habitación propia. —¿No lo es? —Reprobé A&F. —Señala el gordo libro de anatomía y fisiología de su tocador—. El profesor accedió a darme una parte de la nota y me permitió volver a tomar el final este verano debido a toda la mierda que estaba pasando con Arrow. Pero tengo una oportunidad. Necesito pasar este verano partiéndome el trasero estudiando, y necesito un espacio tranquilo para hacer eso. No tenía ni idea. —¿Por qué no me dijiste que estabas teniendo problemas en tus clases? Niega. —No quería hablar de eso. Como yo, Mason va para su último año en BHU y, como yo, espera ser reclutado en la primavera. Pero necesitas un poco de atención para ser reclutado, y necesitas jugar para llamar la atención. Y si no tienes las calificaciones, no juegas. —Eso no es bueno. —Lo sé, pero estoy trabajando para arreglarlo. —Mueve la cabeza de lado a lado y hunde sus dedos en los músculos de la nuca—. Escucha, lo haré. No quiero ser un idiota. Si necesitas que ella tenga mi habitación, haremos que funcione. Niego. —No. Tienes razón. Necesitas espacio para estudiar. —Me paso la mano por el pelo y reprimo un escalofrío mientras trato de imaginar la posibilidad de una temporada sin Mason Dahl como mi receptor número uno. Con Arrow fuera por la primera mitad de la temporada, ya vamos a tener problemas, pero sin Mason, estaríamos jodidos—. Yo necesito que pases esa final. Mantén la habitación. —¿Estás seguro? —Puedo dormir en el sofá. No es gran cosa. Se ríe. —Dios, sabes, pensé que era raro; tú compartiendo habitación con tu hermana todo el verano. Creo que debería haberlo mencionado, pero no quería ser ese tipo que hace todo sobre el sexo. —Hermanastra. No estamos relacionados.

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La esquina de su boca se tuerce. —¿Sí? —¿Qué? —Se ve demasiado malditamente entretenido. —Es interesante que la distinción sea tan importante para ti, eso es todo. —Es… —Respiro profundamente—. No es importante. Solo estoy agotado. —Y eso también es interesante, ¿no? Frunzo el ceño. —¿Por qué? Se encoge de hombros. —No es propio de ti, hombre. Eso es todo. —Mason me da una palmada en el hombro—. Se supone que Bailey y yo estemos con Arrow. ¿Te veo luego? Tiene razón. De hecho, no he actuado como yo desde que vi a Grace en la sala de estar de Willow el jueves por la noche. Ella me hace algo. Algo que me vuelve tan loco por lo que sé que no puedo tener, lo que ni siquiera debería querer, que voy a pasar por un verano de entrenamientos brutales de dos veces al día mientras duermo en un maldito sofá.

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No puedo distinguir nada más que murmullos bajos procedentes de la habitación de Mason, pero de todos modos me esfuerzo para escuchar. Si Bailey no estuviera parada aquí, probablemente me acercaría furtivamente a la puerta para espiar. O no. Tal vez no quiero saber lo que Chris está diciendo. —¿Estás bien? —pregunta Bailey. Me mira con la cabeza inclinada hacia un lado, como si temiera perder algo si no se concentra en mi rostro. Preferiría que olvidara que estaba en la habitación. —Estoy bien. —Entro en la cocina y empiezo a abrir gabinetes para hacer algo con mis manos, pero cuando encuentro el gabinete con la comida, frunzo el ceño—. ¿Polvo de proteína de clara de huevo es una cosa? —Beben batidos de proteínas como locos. Se ejercitan demasiado y no tienen tiempo para masticar la cantidad de calorías que se necesita para mantener ese tipo de músculo. Abro la nevera y mi ceño fruncido se vuelve más profundo. Aparte de algunas sobras de pizza y una caja de comida para llevar, la nevera está llena de verduras, frutas, pollo y carne. —¿Dónde está la verdadera comida? Bailey se ríe y camina hacia un gabinete bajo el fregadero. Se pone en cuclillas y alarga la mano, sacando una caja de Pop-Tarts cubiertas de fresa de tamaño familiar. —¿Esto es lo que estás buscando? Mis ojos están probablemente del tamaño de platillos y tal vez babeo un poco, porque se ríe y me da un envoltorio antes de volver a colocarlos debajo del fregadero. —Eres mi salvadora.

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—Los chicos comen saludablemente —dice, cerrando el gabinete mientras desgarro mi paquete de delicia azucarada—. Toman sus cuerpos muy en serio. Se atiborran de proteínas para no perder músculo y evitan el azúcar procesado para no acumular grasa. Es suficiente para darle a una chica un complejo sobre su propio cuerpo. Doy un mordisco y gimo a su alrededor. —El azúcar es mi droga de elección. Si alguien se opone al tamaño de mi culo, pueden besarlo. En ese momento, Mason entra en la habitación y se ríe, dejando que su mirada se sumerja en mis caderas antes de volver a encontrarse con mis ojos. —No hay objeciones aquí. —Bailey le da un codazo lo suficientemente fuerte como para hacerlo tambalear, y levanta sus manos—. ¿Qué? Pensé que ella podría querer mi opinión. —Hace girar su mirada hacia mí—. Si ella no quiere que mire a otras chicas, solo tiene que aceptar ser mi novia. No estoy pidiendo mucho. Bailey pone los ojos en blanco. —Nunca dije que no pudieras mirar. Ahora, ¿qué resolvieron tú y Chris? 90

Mason mira hacia el oscuro pasillo antes de encogerse de hombros. —Dejaré que él se lo diga. Tú y yo llegamos tarde. —Agarrando llaves de la isla, se dirige a la puerta de entrada. —Gracias por los Pop-Tarts —digo a Bailey—. Eres un salvavidas. —En cualquier momento. —Me estudia por un momento—. ¿Tienes planes esta noche? Mia y yo saldremos a tomar algo. Podrías venir. —No tengo veintiuno. Resopla. —Eso no importa. ¿Te recogeré a las ocho? Chris todavía tiene que salir de la habitación de Mason, y se siente un poco raro hacer planes cuando mi destino está en el aire. Por otro lado, Bailey ha sido la mejor parte de mi experiencia en Blackhawk Valley hasta el momento, y realmente me gustaría que fuera mi amiga. —Eso sería increíble. Gracias. —Dalo por hecho. —Golpea el trasero de Mason y sale por la puerta. Él se estremece y luego niega. —Te veo luego, Grace. —Nos vemos.

Cierran la puerta detrás de ellos, y tomo otro bocado de mi Pop-Tart. Tendré que ir a la tienda de comestibles. Por su refrigerador, Chris y Mason son una ensalada verde frondosa lejos de ser carnívoros completos. Yo, por otro lado, no como carne y odio las verduras. A menos que cuentes chocolate, del árbol de cacao sagrado, que por supuesto sí tengo en cuenta. —Oh, bien. Encontraste algo de comer. Levanto la vista de mi bomba de cubierta de glaseado y contengo un gemido. Por alguna razón, incluso unos pocos minutos fuera de la compañía de este tipo, olvido la magnitud de su sensualidad. Creo que es una posibilidad real que sus hombros se hayan ensanchado aún más durante su rato en la habitación de Mason. Tiene todo el pelo revuelto, lo que no es sorprendente, ya que le entra en los ojos todo el tiempo y no puede mantener sus manos fuera de él. Tomo otro bocado de Pop-Tart para amortiguar otro gemido. —¿Qué es eso? —Comida —digo alrededor de mi bocado doble. Avanza e inspecciona el contenido del paquete de aluminio. 91

—Eso no es comida. Eso es diabetes con chispas en la parte superior. —Mmm. —Trago—. Mi favorito. —¿Mason y Bailey se fueron? —Sí. ¿Qué pasa con ellos, de todos modos? Ella dijo que no es la novia, ¿y qué? ¿Simplemente se acuestan? —Ya no. Son mejores amigos, pero Mason decidió que los amigos con beneficios ya no funcionaban para él, por lo que detuvo esa parte de su relación. Arrugo la frente. —¿Qué hombre en la historia de los hombres no querría un acuerdo de amigos con beneficios con una chica que luce como Bailey? Riendo, Chris saca un batido de proteína premezclado de la nevera, desenrosca la tapa y traga la mitad de una vez. —Un hombre que quiere más que los beneficios. Mason está loco por Bail. Quiere la historia de amor. Los planes y las promesas. Estoy impresionada y más que un poco embelesada. ¿Quién no animaría a Mason sabiendo todo eso? —Vaya. ¿Qué la retiene? —No tengo idea. —Se encoge de hombros y toma otro trago de su batido.

Arrugo mi nariz. —¿Mi comida no es comida, pero eso sí? Inspecciona la botella. —Lo será hasta que tenga la oportunidad de hacernos algo de cenar. ¿Quieres pollo o carne? —Ninguno. —Puaj—. ¿Qué quieres decir con que nos preparas la cena? ¿Eres mi chef personal y también mi niñera? —No soy tu niñera, pero me gustaría hacerte la cena. Es lo menos que puedo hacer después de la forma de mierda en que comenzó tu visita. Dime lo que quieres, y correré a la tienda y lo conseguiré. Odio/amo la forma en que su amabilidad me hace sentir cálida desde la punta de mis dedos hasta los dedos de mis pies. Odio/amo la forma en que esos hoyuelos hacen bailar a las mariposas en mi estómago. Odio/amo que él pueda entrar aquí y encender el hechizo y hacerme olvidar completamente que hace diez minutos me hacía sentir más baja que la suciedad en sus botines de fútbol. —Me encantaría ir a la tienda —digo—. Tengo que comprar algo de mi propia comida, y ¿podríamos pasar por Target o algo así para conseguir algunas sábanas que encajen en el sofá? Drena el resto de su batido de proteínas antes de tirarlo a la basura. —No estás durmiendo en el sofá. —Mete las manos en sus bolsillos traseros y suspira—. Realmente lo siento por la confusión de la habitación, pero lo hemos arreglado. —¿Mason está compartiendo habitación contigo? —¿Por qué no lo dijo cuándo Bailey preguntó? —No. Él necesita su propio espacio. Puedes tener mi habitación, sin embargo. Yo dormiré en el sofá. —No me siento bien con eso. —Si fuera una persona madura, señalaría que hay dos camas en su habitación, y no hay ninguna razón por la que no podamos tomar una cada uno. Pero no soy una persona madura. Soy una persona inmadura cuya Zorra McZorrison probablemente se arrastraría a la cama de Chris mientras dormía si tuviera la oportunidad. Y de todos modos, incluso si es irracional y un poco hipócrita, su reacción de antes ante la posibilidad que nosotros compartiéramos una habitación todavía duele, así que si va a suceder, quiero que él lo sugiera—. Déjame tomar el sofá. —Absolutamente no. —Niega y pone la mandíbula de una manera que me dice que no está en debate—. Este es mi lío. No necesitas sufrir por eso. Tal vez Mason

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tiene razón y yo supuse. Honestamente, en realidad no recuerdo una conversación específica. Las cosas han estado tan locas por aquí. —Inhala lentamente—. Lo siento, Grace. Siento que realmente arruiné todo. Retengo una sonrisa. Es imposible que no te guste este chico. —Está bien, remedios. —¿Acabas de llamarme remedios? —Sí. —¿Y qué se supone que significa eso? —Si esto constituye una cagada, no creo que jamás hayas arruinado realmente algo en tu vida. Es decir, más allá de esa vez que manoseaste a tu hermanastra, eso fue algo retorcido. Pero, aparte de eso, tus habilidades de cagada son remediables en el mejor de los casos. Chris parece ofendido, sus cejas fruncidas para igualar su boca fruncida. Deja caer su mirada a la papelera y mira fijamente su batido descartado. —Lo arruino tanto como cualquier otra persona. —¿Sí? —Dios, es aún más adorable frustrado—. De acuerdo, dame alguna prueba, aparte de asumir que tu compañero de habitación es tan desinteresado como tú y que estaba dispuesto a renunciar a su propia habitación durante el verano por una chica que ni siquiera conoce. Dime una vez que lo jodiste. Solo una. Una sombra cruza su rostro y se lleva su ceño fruncido con él. —Solo confía en mí —dice—. Lo he hecho. Realmente lo dudo, pero como sé que habla en serio y cree que hizo algo terrible, lo dejo pasar y arrojo mi envoltorio de aluminio al basurero. —Entonces, ¿compras de comestibles? Sus hombros se relajan marginalmente. —Por supuesto. Luego cena. Sea cual sea tu comida favorita, lo haré. Agarro mi bolso y lo tiro sobre mi hombro. —Quiero decir, si insistes, pero he sido bastante buena en servir mi propio cereal a lo largo de los años.

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Bailey me recogió en el departamento de Chris un poco después de las ocho, me dio una licencia de conducir para una chica de veintidós años llamada “Beatrice”, que podría ser mi gemela por completo si solo miras su cabello y color de ojos, pero quien no se parece en nada a mí si se consideran pequeños detalles como la estructura facial y el peso; y me llevó a un bar llamado Tracy's. El tipo que estaba en la puerta echó un vistazo a Bailey y nos hizo señas para que entráramos, sin siquiera molestarse en revisar mi identificación falsa. Ya hemos tomado dos chupitos y estamos sentadas en una gran mesa en la parte trasera cuando una bella latina se acerca a nuestra mesa y se desliza junto a Bailey. —¿Es esta nuestra nueva amiga? —pregunta. Me sonríe y ofrece una mano—. Soy Mia Mendez. —Mia —dice Bailey—, me gustaría que conocieras a Grace, la nueva hermanastra de Chris. Grace, esta es mi mejor amiga en todo el mundo, Mia. —Lo siento si actúo como tonta —dice Mia—. ¡Estoy tan emocionada de conocerte! —Prácticamente hay una risita en su voz. Miro a Bailey, quien contiene una sonrisa. —Puede que le haya contado a Mia sobre lo que sucedió hoy en el apartamento —dice—. Estamos muy contentas de conocer a alguien que pueda alterar a Chris así. —¿Eso fue alterar? —pregunto. Realmente, teniendo en cuenta nuestra situación, pensé que hizo un trabajo bastante decente manteniendo la calma. —¿Viste su rostro en el momento en que comprendió que va a compartir una habitación contigo? —Bailey chilla y aplaude mientras mira el techo—. Es lo mejor que he visto. Todavía estoy confundida.

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—No se sentía como lo mejor de mi parte. Ese chico es probablemente sesenta centímetros más largo que el sofá viejo, pero prefiere dormir allí que en la misma habitación que yo. —Frunzo el ceño. Culpo al licor por mi diarrea verbal. Estaba en la escuela secundaria cuando descubrí que estar un poco achispada hacía que mi tartamudeo desapareciera, y desde entonces la cantidad que bebo es directamente proporcional a la cantidad que hablo. Niego—. No es que me importe. Lo que sea. Mia y Bailey intercambian otra mirada, y luego Bailey se inclina sobre la mesa y dice: —No es que no quiera compartir una habitación contigo lo que tanto nos gusta. Es el por qué. Mia asiente con fuerza. —Exactamente. —Voy a preguntar. ¿Por qué? —Entonces, lo sospeché mucho antes de hablar con Mason; quiero decir, por favor, la tensión sexual entre ustedes dos es fuera de serie, pero luego Mason confirmó mis sospechas. —Llama al camarero y señala a Mia—. Va dos chupitos atrás, así que los necesitaremos y otra ronda, por supuesto. El camarero le sonríe. —Claro. —Le guiña un ojo antes de irse. Mientras tanto, me muero de curiosidad. —¿Mason confirmó tus sospechas sobre qué? —Acerca de cómo se siente Chris por ti —dice Bailey, como si fuera obvio. Mis mariposas cachondas usualmente reservan sus bailes para cuando Chris estaba en mi presencia, pero ahora saltan prestando atención. —¿Qué dijo él? Mia sonríe. —Mason te llamó su hermana, y Chris lo corrigió rápidamente. Mis hombros se hunden, y las mariposas les enseñan un dedo a mis nuevas amigas. —Oh. Eso no significa nada. Bailey golpea la mesa. —Significa que él no piensa en ti como su hermana, y quiere asegurarse que los muchachos no lo hagan. Eso no es nada.

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—No es porque esté interesado ni nada. —No puedo creer que aún esté hablando. El movimiento inteligente aquí, sería no decir nada. Pero ahí está mi boca, todavía corriendo como si tuviera una mente propia—. Es porque tuvimos algo antes de saber quiénes eran nuestros padres y él se siente muy raro al respecto. Bailey se queda boquiabierta y Mia le pone una mano sobre la boca. —La trama se complica —dice Bailey, recuperándose antes que Mia—. Entonces cuando dices tener algo… Niego. —Nada demasiado escandaloso. Nos besamos en la casa de una amiga. Había estado bebiendo y se fue la luz. —Suspiro ante el recuerdo—. Mal juicio de mi parte, así que ahora solo soy esto de lo que él se arrepiente. —¿Te crees lo que está diciendo? —le pregunta Bailey a Mia, quien niega. —Nop —dice Mia—, pero creo que ella podría estarlo creyendo. —Sonríe—. Este verano va a ser divertido. Solo estoy enterrándome más tratando de explicarlo, así que estoy agradecida cuando el camarero aparece con nuestras bebidas. Pone tres frente a Mia y otros dos frente a Bailey y a mí. —Espera —le digo, poniendo mi mano sobre la bebida de Bailey—. ¿Quién nos está llevando a casa? Mia sonríe. —¡Una chica igual a mí! —Mason estuvo de acuerdo en recogernos esta noche —dice Bailey—. Llegará con algunos de los muchachos en un momento, y nos llevará a casa en mi auto. — Bailey entrega su teléfono a nuestro camarero, que parece estar más interesado en Bailey que en atender a sus otras mesas—. ¿Nos tomarías una foto? —Por supuesto. —Digan “whisky” chicas —dice Bailey. Todas levantamos nuestros vasos y sonreímos a la cámara. —¿Qué te debo por las bebidas? —pregunta Bailey cuando le devuelve el teléfono. El camarero niega. —Esta ronda va por mí. —¡Aww! —Lo mira—. Eres el más dulce. —Sus mejillas se ponen rosadas, seguidas por la parte superior de sus orejas.

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—Hazme saber si hay algo más que necesites. —Se aleja lentamente. —Es lindo —dice Bailey, lo suficientemente fuerte para que pueda escuchar— . Muy lindo. Frunzo el ceño, haciendo una evaluación rápida de su figura retirándose. —Lindo, sí. Pero Mason es sexy. Como, S-E-X-Y. ¿Qué está pasando ahí? Bailey se encoge de hombros, pero no puedo dejar de notar, incluso un poco achispada, que parte de la alegría que parece ser parte de su personalidad se desvanece. —Es complicado. —Realmente no lo es —dice Mia—. No va a esperar por siempre. Uno de estos días, vas a tener que admitirte que… —No esta noche, ¿de acuerdo? Mia cubre la mano de Bailey con la suya encima de la mesa y la aprieta antes de volverse hacia mí. —Cuéntame sobre tu primer día en Blackhawk Valley. —Bueno, fue bastante tranquilo. Chris me llevó a la tienda de comestibles, me miró como si dijera que comía niños pequeños cuando le dije que era vegetariana, y luego fui a presentar solicitudes de empleo. —Qué horror —dice Bailey—. ¿Hay algo prometedor en el frente de trabajo? —Muchos lugares estaban felices de dejarme completar una solicitud, pero nadie realmente indicó que estaban contratando. Mia respira profundamente entre dientes. —Es difícil encontrar trabajo de verano por aquí después que BHU está en vacaciones. Todos los chicos de la universidad que quieren quedarse engullen todos los trabajos. —Supongo que eso significa que ustedes dos no saben de nada —pregunto. —Trabajo como niñera —dice Mia. —Oh, mi mejor amiga es un au pair. Consiguió un puesto con esta pareja de Hollywood. —Mia trabaja para su novio —dice Bailey. Bajo mi trago sin tocar. Esos dos primeros me golpearon demasiado fuerte, y mi cabeza se siente más pesada que el resto de mi cuerpo y no quiere permanecer en posición vertical.

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—¿Tu novio necesita una niñera? Mia pone los ojos en blanco. —Trabajo como niñera de la hermana pequeña de mi novio y soy empleada del padre de mi novio. —Oh —digo—. Eso tiene más sentido. —Es un trabajo cómodo —dice Bailey—. Todos la odiamos. Mia pone los ojos en blanco. —Me amas. —¿Qué hay de ti? —pregunto, volteándome hacia Bailey. —Sí —dice, sonriendo—. Si quieres trabajar conmigo, eres bienvenida. Siempre estamos buscando nuevos “talentos”. —Utiliza sus dedos para poner comillas en el aire alrededor de la palabra “talento”. —Bailey es una stripper —dice Mia. Bailey arquea una ceja y me mira, como esperando que haga una mueca. Me encojo de hombros. —No hay juicio aquí. ¿El dinero es tan bueno como dicen? —Oh, demonios, sí —dice—. Pero estoy a punto de dejarlo. Después de este verano tendré suficientes ahorros para poder alimentarme y pagar los dos últimos años de la universidad. Va a ser difícil, pero estoy tan lista para dejar de sacudir el culo y dejar que los tipos se queden mirando mis tetas. —Me lo puedo imaginar. —Me río, imaginando lo que Chris diría si comenzara a desnudarme. Oye, tal vez vendría a mirar. Lo más probable es que viniera y me sacara del escenario. Eso podría ser interesante. Disfruto la imagen mucho más de lo que debería. —Así que quiero saber más sobre tu noche con Chris, el episodio: “No saben que están a punto de ser familia” —dice Bailey, y Mia la golpea en el costado con el codo—. ¡Ay! Es una buena pregunta. —Deja de ser tan entrometida —dice Mia. Se vuelve hacia mí—. Lo siento. Bailey se saltó los días en el jardín de infantes, donde aprendimos sobre los límites personales. —No —dice Bailey, sonriendo sin pedir disculpas mientras juguetea con su teléfono—. Mi telenovela favorita fue cancelada, pero esto tiene el potencial de ser aún mejor, así que discúlpame mientras lleno el vacío.

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—Vas a tener que llenarlo en otro lugar —le informo—. No tengo nada. — Tomo mi chupito, ¿por qué diablos no?, y el calor recorre mi garganta y se arremolina en mi vientre. Esto será todo. Otro, y pasaría de estar achispada a aterrizar en territorio ebria. —Tienes que venir a casa de Arrow mañana —dice Mia—. Los muchachos tienen práctica por la mañana, y luego tienen el resto del día libre porque traen a un pez gordo que podría asumir el puesto de entrenador jefe. Sin mencionar que la bebé estará con su madre, así que también tengo todo el día libre. Hago una mueca. —¿Quieres que pase el rato con un grupo de jugadores de fútbol? —No —dice Bailey, apartando la mirada de su teléfono para fruncir el ceño—. Queremos que pases el rato con un grupo de jugadores de fútbol sin camisa. Mia suspira. —La distinción es importante. —Y también estamos nosotras —agrega Bailey antes de volver a su teléfono— . Muchachos musculosos sin camisa y las chicas más geniales del pueblo. No puedo evitar reír. —Bueno, si lo pones de esa manera… Bailey se ríe. —¿Cuál es tu apellido, Grace? —Lee. ¿Por qué? —Guarda tu teléfono —le dice Mia a Bailey—. ¿Qué estás haciendo allí? —Estoy subiendo nuestra foto. —Bailey frunce el ceño ante la pantalla y luego me mira—. Grace Lee: L-E-E-¿correcto? —Ese es mi nombre. —¿Por qué no puedo encontrarte en Facebook? —Gira su teléfono para que pueda ver su pantalla—. Ninguna de estas Grace Lee se parece a ti. Me encojo de hombros. —¿Porque no tengo una cuenta? —Oh. —Vuelve a mirar su teléfono y toca la pantalla—. ¿Cuál es tu usuario de Insta, entonces? Niego. —No estoy en Instagram tampoco.

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Sus ojos se agrandan, y luego ella y Mia intercambian una mirada que sugiere que soy una forma de vida alienígena. —¿Eres Amish o algo así? —pregunta Bailey, y Mia dice: —¿Por qué no? —Porque la gente es mala —respondo, y me salvan de una explicación más detallada cuando un tipo barbudo se acerca a nuestra mesa. Señala el espacio vacío en la mesa contigua a mí. —¿Está ocupado este asiento? —Hay un requisito mínimo de dos chupitos para sentarse en esta mesa —dice Bailey, y el chico se desliza a mi lado sin esperar a que responda. —Soy Sebastian Crowe. —Me ofrece una mano grande y áspera, y la tomo—. ¿Eres la hermanastra de nuestro intrépido líder? —Su voz es el sonido del sexo líquido, bajo y desaliñado como su barba, y tiene tatuajes en sus bíceps asomando de las apretadas mangas de su camiseta. Si me mostraran hombres en un elegante menú encuadernado en cuero, pediría dos Sebastian Crowe, uno para ahora, y uno para disfrutar en casa más tarde. —¿Líder intrépido? —pregunto, ya que supongo que su pregunta fue retórica. —Chris es el mariscal de campo —dice Mia—. El mariscal de campo es, como, el que está a cargo de la ofensiva después del entrenador. Muevo mi mirada hacia ella y estrecho mis ojos. —Gracias por la lección, pero no tengo que amar el fútbol para entender eso. —Me vuelvo hacia Sebastian—. Ese es un gran tatuaje. Sonríe y asiente hacia el tatuaje de ojos de gato en mi brazo desnudo. —Lo mismo digo. —Cuidado, Sebastian —dice Bailey—. Conozco a alguien que podría tener problemas contigo por coquetear con nuestra nueva amiga. Sonríe. —¿Por qué asumes que estoy coqueteándole? Bailey se burla. —¿Tus ojos están funcionando? Es sexy. Hago una mueca. —Porque esto no es incómodo.

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Sebastian sonríe antes de bajar su mirada a mi rostro y darme una mirada que solo puedo describir como ardiente. —Oh, mis ojos funcionan bien. —No a muchos hombres les funciona la mirada ardiente, pero de aquellos que pueden, Sebastian es el campeón. Me muerdo el labio inferior, su conversación desapareciendo en el estrépito del bar mientras un grupo de chicos de anchos hombros se dirige hacia nosotros desde el otro lado de la habitación. Chris me mira a los ojos inmediatamente, y por un segundo, mi corazón se contrae y me da un vuelco el estómago, y me siento muy especial porque toda su atención se centra en mí. Entonces me doy cuenta que está enojado. —¿Qué sucede? —pregunta Bailey, girándose en su asiento para seguir mi mirada. Suspirando, le digo: —No mires ahora, pero mi niñera está aquí, y no creo que esté muy feliz.

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Jodida Bailey. Debería haber sabido que no sería bueno que Grace saliera con ella, pero en lugar de usar mi cerebro e intentar cambiar sus planes, me sentí aliviado porque Grace ya estuviera haciendo amigos y supuse que estarían en casa de Bailey o saliendo al karaoke Cuando Mason me dijo que se dirigía al maldito bar con Keegan para estar allí cuando las chicas estuvieran listas para irse a casa, me di cuenta del error en mi lógica. Enfrente de Bailey, Grace se acomodó junto a Sebastian Crowe, y la visión me hizo querer presentarle a mi nuevo atleta mi puño por razones que preferiría no analizar. —Oh, mira, Grace —dice Bailey cuando me acerco a la mesa—. Es tu compañero de cuarto. —Se vuelve hacia Sebastian y nos señala a Grace y a mí—. ¿Sabes que estos dos compartirán una habitación este verano? Sebastian levanta una ceja. —Eso es… interesante. —Fue un malentendido —gruñí—. Estoy durmiendo en el sofá. —Estaba empezando a conocer a tu hermana —dice Sebastian. Supongo que puede ver las ganas de matar en mis ojos. —En realidad no son hermanos —dice Bailey. —Sí —dice Grace—, es más mi niñera que mi hermano. —Sus palabras suenan arrastradas. Por supuesto que suenan así. Porque ha estado bebiendo. En un bar. Ilegalmente. Muchas gracias, Bailey. —Si soy tu niñera, ¿eso significa que puedo azotarte el culo? —Joder. Quería hacerle saber que estaba enojado y sugerir que tal vez necesita la niñera que me acusa de ser. Pero en el momento en que las palabras salen de mi boca, escucho toda

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la tensión sexual que llevo desde el jueves, y estoy bastante seguro que mis amigos también la escuchan. Bailey se muerde el labio y Mia agacha la cabeza mientras trata de ocultar su risa. Incluso el rostro de Sebastian dice que está peleando como un infierno para contener su diversión, y desearía poder retractarme, pero demonios, Grace me vuelve tan loco. Sebastian se desliza fuera de la mesa y me dirige a su lugar, pero Grace ya está parándose. —No estoy segura que sea lo mío, pero estoy dispuesta a intentar cualquier cosa una vez. Bailey no es tan amable como Mia, y se ríe tan fuerte que resopla. —Bail —advierto—. No quieres comenzar conmigo. En serio. —Bajo la voz para que nadie más escuchara—. Ella no tiene veintiún años. —Oh, Dios mío —dice Grace—. ¿Alguna vez has roto una regla en toda tu vida? —No es un gran rompedor de reglas —dice Mia. Sostiene sus manos separadas por un par de centímetros y entrecierra los ojos al espacio que hay entre ellas—. Recto y estrecho. —¿Estás borracha? —pregunto, luego veo la mezcla de vasos vacíos sobre la mesa. Era difícil ver algo más cuando todo en lo que podía enfocarme era en lo acogedores que Grace y Sebastian se veían uno al lado del otro. Suspiro—. Jodidamente fantástico. Me llevo a Grace a casa. Mason está aquí, y las llevará a casa cuando estén listas. —Me estás avergonzando —dice Grace. Mira a las chicas y hace un puchero— . No quiere ser un aguafiestas, pero se toma su trabajo muy en serio. —¿Y ese trabajo sería como tu niñera? —pregunta Sebastian, cayendo en su juego. Grace levanta la mirada hacia el techo, como si estuviera contemplando la palabra. —¿Mi nana? Las chicas estallaron en carcajadas, y Mason se une a nosotros en la mesa. —¿Qué es tan gracioso aquí? —Chris —dice Bailey—. Es aún más lindo cuando está alterado. Cierro los ojos y respiro hondo, esperando encontrar la paciencia pero, en su lugar, captando el aroma de Grace. El olor de ella no logra calmarme. De hecho, me

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siento un poco loco, y parte de mi cerebro está reflexionando la posibilidad de arrastrarla fuera de aquí, llevarla a casa, y darle unos azotes en el trasero solo para ver qué haría. —Vamos, Grace. —Envuelvo mi brazo alrededor de su cintura para estabilizarla—. Vámonos. —Miro a Bailey y a Mia, que todavía se están riendo a mi costa—. Los veré mañana, chicos. Mientras caminamos hacia la salida trasera, Grace inclina su rostro hacia mí y sonríe. —No estoy tan borracha. Puedo caminar sola. —Bueno, hay un oficial de impuestos en el frente, así que prefiero mantenerte cerca y salir a hurtadillas si no te importa. —Simplemente no intentes manosearme o algo así. —No soñaría con eso —murmuro. —¿No confías en tus amigos? Me volteo para verla mirándome, sus ojos se entrecerraron como si estuviera tratando de entenderme. —Confío en ellos. —Entonces, ¿por qué llegaste allí y me arrastraste así? Simplemente estábamos pasando un buen rato. Porque no me gustó la forma en que le estabas sonriendo a Crowe. Porque odio que no estés prohibida para él, pero sí para mí. Cuando fui al bar de Tracy´s, me dije que debía vigilar a Grace, para asegurarme que no hiciera nada estúpido en un lugar donde no debería haber estado desde el principio. Fue solo después que la vi con Sebastian que me puse como loco. —Le hice una promesa a tu papá —le digo, e incluso si es la verdad, se siente como una excusa débil junto a todo lo demás que siento—. ¿Podemos simplemente aceptar que te abstendrás de todas y cada una de las actividades ilegales? Resopla y tropieza un poco mientras rodeamos una camioneta para llegar a mi auto. —¿Todas ellas? Eso no parece probable, considerando algunas de las anticuadas leyes que todavía hay en los libros. ¿Sabías que el sexo oral todavía es ilegal en Indiana? ¿También que es ilegal tener una erección en público? —¿Qué? —Froto mi frente. Puede que no logre sobrevivir este verano—. Ni siquiera voy a preguntarte cómo sabes esas cosas…

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—Las extrañas leyes sobre el sexo son fascinantes. —Sonríe. Sus ojos se cierran un poco, lo cual me hace pensar en meterla en mi cama, lo cual me hace pensar en Grace en mi cama, lo cual me hace pensar en la noche del jueves y las leyes extraña para el sexo en Indiana, lo cual me hace pensar en lo mucho que la deseo. Cada minuto que estoy con ella, me importa menos que estemos relacionados por matrimonio. A pesar de las bromas de mis amigos, somos adultos, y el matrimonio de nuestros padres en realidad no impacta nuestra relación aparte de empujarnos a estar juntos para empezar. Pero lo que sí importa es que me mintió. No tengo que saber en qué tipo de problemas se ha metido en el pasado para ser cauteloso con una mentirosa. He sido engañado antes por alguien que solo tenía un compromiso causal con la verdad y, francamente, apestaba. No voy a cometer ese error otra vez, sin importar cuán tentador sea. Llévala a casa, llévala a la cama y mantenla a salvo. La ayudo a subir al auto, asegurándome que pueda ponerse su propio cinturón de seguridad. —Estoy bien —me promete. Cierro la puerta, y mientras camino hacia mi lado del auto, me encuentro cara a cara con la hermana pequeña de Sebastian. —Olivia —le digo, levantando mi barbilla. Está apoyada contra la parte trasera de mi auto con pantalones cortos de jean recortados y una blusa oscura—. ¿Qué estás haciendo aquí? —Vi tu auto. Quiero hablar. Exhalo fuertemente. —Te dije la semana pasada que no tengo nada que decirte. Eso no ha cambiado. Cuando hago un movimiento para rodearla, cierra la distancia entre nosotros y coloca sus brazos detrás de mi cuello. —Te he extrañado. —Eres una mentirosa —murmuro. —Vamos. —Poniéndose de puntillas, inclina el rostro hacia arriba y frota su nariz contra mi barbilla—. Me has echado de menos también, ¿verdad? —Te atrapé con Keegan. —Doy un gran paso hacia atrás, y ya no puede alcanzarme, así que sus brazos caen a los costados—. Te dije que todo había terminado.

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—¿Realmente es tan fácil para ti? —Envuelve sus brazos alrededor de su cintura, como si necesitara protegerse de mí—. Porque no lo es para mí. —¿Es esta la novia? —pregunta Grace. Mierda. Ni siquiera escuché a Grace salir del auto, y ahora está apoyada en este, mirándonos como si fuéramos entretenimiento gratuito. ¿Cuánto acaba de ver y escuchar? —No —le digo, y al mismo tiempo, Olivia dice: —Sí. Me vuelvo hacia Olivia. —¿Qué estás haciendo? Nuestra “relación”, si así lo quiere llamar, fueron unos meses que consistieron en vernos a escondidas para que su hermano no supiera que estábamos saliendo. Todo el arreglo me hizo sentir como un imbécil. Uno, Sebastian es mi compañero de equipo, y no te metes con la hermana de un compañero de equipo. Dos, si debes violar la regla número uno, lo enfrentas directamente. Pero Olivia insistió en que mantuviéramos nuestra relación en secreto, y me gustaba lo suficiente como para estar de acuerdo, a pesar que se sentía mal. Luego, no mucho después de enterrar a uno de mis mejores amigos, la sorprendí besando a Keegan y detuve todo. ¿Y ahora le va a decir a Grace, de toda la jodida gente, que somos una pareja? Olivia frunce el ceño hacia Grace, mirándola de arriba abajo. —Soy Olivia Crowe. ¿Eres la nueva hermanastra? Grace vuelve sus ojos hacia mí. —¿Hay alguien a quien no hayas preparado para mi llegada? —Ya nos íbamos —digo a Olivia, evitándola para llegar a la puerta del conductor. —Encantada de conocerte, Olivia. Subo al auto y cierro la puerta. Me abrocho y espero a que Grace haga lo mismo. Una vez que nos dirigimos a casa, respiro un poco más hasta que Grace dice: —¿Entonces Sebastian sabe que estás follando con su hermana?

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Me pregunto si estas personas tienen idea de lo afortunados que son. Llegamos a la casa de Arrow Woodison (tos-mansión-tos) hace treinta minutos, y desde entonces, ha sido puras risas, sonrisas y hermosas personas sin una preocupación en el mundo. Es irreal. Como un comercial extendido de cerveza, solo que con menos alcohol. A pesar de todos los ambientes de fiesta en que he estado con Chris en los últimos cinco días, aún no he visto a Chris beber más de una cerveza. Arrow no está bebiendo en absoluto. Mason agarró una cerveza cuando llegamos, pero toma de a tragos pequeños, no de golpe. De la mitad de una docena de los otros invitados a la fiesta, solo una pareja tiene una cerveza en la mano, y el resto está bebiendo ya sea té o agua. La casa de Arrow es irreal. Vive en esta hermosa propiedad justo a las afueras de Blackhawk Valley, y el área de la alberca pertenece a un folleto de vacaciones. Vine con Chris, pero mientras que ha estado platicando con sus amigos, he estado pasando el tiempo en las sombras cerca de las puertas traseras. Él sigue alejándose de su conversación para encontrarme con sus ojos, y yo sigo negando cuando me hace señas para que me acerque. Anoche fue extraño, desde la parte donde entró al bar y me arrastró fuera como un padre desaprobador (ya tengo uno de esos, gracias), hasta la chica haciéndole ojitos en el estacionamiento, a su insistencia en el camino a casa que no pasa nada entre él y la hermana de Sebastian. “Pensé una vez que podría ser, pero no funcionó”, me dijo. Llegamos a casa del bar, y me dio un vaso de agua y un par de ibuprofenos, y se excusó para ir a la ducha. Subí a la cama, demasiado cansada para pensar en Chris durmiendo en el sofá, demasiado emocionada para pensar en lo que estaba vistiendo o no, o si duerme con sus manos a sus costados o sobre su cabeza. Entonces, como un reloj, mi insomnio me despertó en el momento que la sensación de ebriedad se fue. Salí a la cocina para encontrar un bocadillo y ahí estaba

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él, durmiendo con una pierna saliendo por el lado del sofá, el otro pie colgando del brazo. Estaba sin camiseta y hermoso, una sábana delgada enredada alrededor de sus piernas, y cuando lo escuché a él y Mason levantarse antes del amanecer para practicar, me sentí como una perra total por no insistir en que Chris tomara la cama. Tengo un plan para esta noche, sin embargo. Voy a reclamar el sofá antes que tenga una oportunidad. Entonces será forzado a conseguir una buena noche de sueño en su propia cama. Las puertas francesas en la parte trasera de la casa se abren y Mia sale al patio. Chilla cuando me ve. —¡Grace! ¡Viniste! —Envuelve sus brazos alrededor de mi cuello, dejo salir un pequeño chillido de sorpresa y froto su hombro en un incómodo intento de regresar su abrazo. No estoy acostumbrada a esto. No es como si no fuera una persona afectuosa, pero nunca he sido del tipo de abrazar extraños. Pero Mia y Bailey parecen haber decidido que no soy una extraña, o que no voy a serlo por mucho. Willow y yo somos cercanas, pero es la brillante excepción a todas mis experiencias con amistadas femeninas. Cuando papá se mudó de regreso a Champagne el verano pasado, conseguí un empleo en Common Grind para ahorrar algo de dinero para mi primer semestre en la universidad. Ella me entrenó para usar la registradora y de alguna manera supe que éramos espíritus afines. Se hizo mi amiga, pero me tomó un tiempo confiar en ella. Nunca lo he hecho muy bien con otras chicas. No es que no me guste estar alrededor de ellas o alguna mierda misógina como esa. Es solo que a veces se siente como que no sé hablar su lenguaje. Pero Mia y Bailey lo hacen fácil porque no se siente como si esperan algo de mí o como si están esperando que las avergüence. Solo decidieron que soy parte de su grupo, y por lo tanto, lo soy. —¿Vas a nadar? —pregunta Mia. Todos los demás están en sus trajes de baño y ya sea en flotadores en la alberca o en las tumbonas alrededor. Hay una fogata en el césped detrás de la alberca, y Chris, Sebastian, y un par de chicos que no reconozco siguen alimentando el fuego con leña como si no hicieran cuarenta grados aquí. Probablemente debería quitarme el vestido y salir de las sombras. Es tonto. Nunca he estado incómoda sobre mostrar mi cuerpo, pero debido a dónde estoy y alrededor de quién, soy inusualmente consciente de mí misma.

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—Vamos —dice Mia—. Nadie muerde. ¿Quieres un trago? Bailey hizo algo de sangría. —Mmm… —Recuerdo a Chris diciéndome que le gustaría que evitara todo lo ilegal, y asiento. Podría bromear sobre él siendo mi niñera, pero no intento dejarlo ser el jefe este verano—. Me encantaría un trago. —Ya lo traigo. —Mia me da una gran sonrisa—. Vuelvo enseguida. Cuando desaparece dentro de la casa otra vez, me quito el vestido de verano y lo meto en mi bolsa, entonces camino a una tumbona vacía debajo de una gran sombrilla de sol roja. Mi piel no es solo pálida, está malditamente cerca de traslúcida, y no me bronceo, me quemo rojo brillante si me acuesto al sol. —Sangría para mi nueva amiga —dice Mia. Me tiende la copa de vino y baja su voz—. Cuidado con esa fruta. Ha sido empapada en vodka. Encontré a mi gente. —Gracias por la advertencia. —Lindo traje —dice una voz profunda. Me doy vuelta para ver a un gran chico bajándose sobre la tumbona al lado de la mía. Se sienta de lado, enfrentándome, y sin vergüenza corre su mirada desde mi pecho hasta la parte inferior de mi bikini. En lo que respecta a bikinis, este no es exageradamente revelador. Es una cosa retro con una cintura alta y puntos blancos. Tengo una cosa por los puntos. —Gracias. —Voy a necesitar esta sangría. No me gusta emborracharme en grandes grupos como este, pero un poco de emoción es una muleta social en la que no me da vergüenza apoyarme. Deslizo mis gafas de sol para cubrir mis ojos. Extiende una mano. —Soy Keegan. La sacudo brevemente. —Grace. Keegan tiene hombros anchos, con brazos musculosos y un cañón de pecho. No está nada cerca de “gordo”, pero es el chico más grande aquí. Tiene cabello oscuro, una sombra de barba, y una linda sonrisa, del tipo que dice que ha tenido una vida de usar su encanto para salirse con la suya cuando sea que quisiera. —¿Eres la hermanastra? —pregunta. —Sí —digo. Es raro que todas estas personas me conocieran antes que yo los conociera. Conociendo a Chris, probablemente los preparó para mi llegada y les dijo

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a todos que tenían que ser agradables. Amigos incorporados. Maldición. Medio odio esto. Todos han sido tan amables, y sería maravilloso pensar que les gusto y no que se sintieran obligados—. ¿Chris les dijo a todos sobre mí? —Seguro —dice Keegan—. Pero no me dijo lo sexy que eras. Pongo los ojos en blanco. —¿Los chicos generalmente hablan sobre lo sexys que son sus hermanas? Se ríe. —Buen punto. Pero aun así, desearía haber estado preparado y traído un respirador. —¿Un qué? —¿Un respirador? ―Apoya sus codos sobre sus rodillas y se inclina hacia mí— . Porque, nena, me robas el aliento. Bufo. —Dios, esa es una línea terrible. —Te hizo reír —dice, encogiéndose de hombros—. ¿Así que a dónde vas a la escuela? —Carson College en Nueva York. —Es una pequeña universidad de artes liberales que ganó mi cariño debido a su programa de escritura, eso y el hecho que está localizada en mi ciudad favorita del mundo. —Nunca antes la había escuchado. —Probablemente porque no tiene un equipo de fútbol. —Touché. —Se ríe—. Entonces eres una chica de ciudad. Eso es bueno. Alguien aclara su garganta desde detrás de nosotros, y me doy vuelta para ver a Chris frunciendo el ceño a Keegan. —¿Qué crees que estás haciendo? —Solo conociendo a tu hermana. ¿Es un problema? —Fuera. De. Los. Límites —dice Chris, y siento un inoportuno y no tan pequeño revoloteo en mi vientre ante su tono sin tonterías. —Quizás para ti —dice Keegan. —Para ti. —La mandíbula de Chris se endurece. ¿Esa mirada en sus ojos son celos, o solo está advirtiendo a Keegan que se vaya porque cree que es su trabajo como el hermano protector? Parece haber tomado ese rol bastante bien, lo cual podría hacer un verano realmente aburrido.

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Sebastian pasa, el bañador mojado colgando bajo en sus caderas, y retoma la conversación. —Deja en paz a la hermanastra. —Golpea el hombro de Keegan cuando pasa— . Hay un código, hombre. Keegan mira mientras Sebastian desaparece dentro de la casa entonces voltea una ceja arqueada hacia Chris. —Estoy pensando que eres la última persona que debería darme sermones sobre las hermanas estando fuera de los límites —dice Keegan, sin ceder. Chris no se inmuta ni se balancea o llama a Keegan idiota, y considerando la conversación que escuché anoche, todas y cada una de esas reacciones serían apropiadas. Simplemente aprieta su mandíbula, cierra sus ojos, y exhala lentamente. Estoy comenzando a entender a lo que las chicas se refieren cuando dicen que él no se altera. —Está bien, Chris —digo. Sonriendo, le empujo la pierna con mi codo, tratando de conseguir que se relaje—. Keegan está solo hablando conmigo. Prometo que conseguiré tu aprobación antes que nos fuguemos. Chris se mueve incómodo. —Deja de actuar como mi perro guardián —digo—. Estamos hablando. —Cierto. —Traga duro y le da a Keegan una mueca de disgusto antes de alejarse. —Bueno, esto es interesante —dice Keegan. —¿Qué cosa? ¿Qué me trate como si tuviera cinco? Se ríe. —No te está mirando como si tuvieras cinco. Trato de ignorar el revoloteo en mi estómago. Hay definitivamente una tensión entre Chris y yo que ha crecido en los últimos dos días, pero a pesar de las sugerencias de Bailey y Mia en el bar, asumí que era unilateral. La verdad es que me gusta tanto Chris que quiero que Keegan y Bailey y todos los demás que piensan que le gusto tengan razón. Sigo recordándome que mis sentimientos no son realmente acerca de quién es Chris ahora. Todo este asunto de mariposas cachondas y revoltosas es en realidad sobre una niña de noveno grado que todavía necesita demostrar que es lo suficientemente buena para Chris Montgomery. —¿Cuánto tiempo estás en la ciudad? —pregunta Keegan—. ¿Te estás transfiriendo a BHU? Niego.

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—Solo por el verano. —¿Estás tomando algunas clases? —Nop. Me encantaría hacer algo de dinero, pero estoy teniendo problemas para encontrar las vacantes de empleo para las que estoy calificada. —Podría ser capaz de ayudar con eso. Arqueo una ceja. —¿Estás contratando? Se ríe. —Nah, tengo un tío en la ciudad. Tiene una beca con la universidad por el verano, y uno de sus asistentes de investigación renunció después de su primera semana con él. Podría ser capaz de conectarte si estás interesada en ese tipo de cosa. —¿Cuál es su campo? —Puedo investigar bien, pero no sé de cuánta ayuda sería para un investigador químico o médico. —Es un escritor. Drama, en su mayoría. Su nombre es Drew Gregory. Mis ojos se abren. —¿Tu tío es Drew Gregory? ¿El dramaturgo? —Dramaturgo —dice Keegan—. Esa es la palabra. Nunca puedo recordarla. Parece redundante o algo. Pero sí. Es él. Uno, estoy un poco impresionada porque Keegan conozca lo que la palabra redundante significa. Dos, nunca habría imaginado que este musculoso jugador de fútbol podría estar relacionado con Drew Gregory. —¿Estás interesada? —pregunta. Solo puedo mirarlo boquiabierta. No hay manera que Drew Gregory vaya a querer trabajar conmigo. Absolutamente no hay manera. Quiero decir, ni siquiera estoy segura que esté lista para una oportunidad así. Mis manos están temblando solo de pensarlo. ¿Cómo sería capaz de enfrentarlo o formar oraciones completas? —Olvida que dije algo —dice Keegan. —¡No! —Muerdo mi labio y me fuerzo a respirar profundo—. Quiero decir, no lo olvides. Recuérdalo. Soy una gran fanática de tu tío. Si puedes convencerlo de siquiera considerarme, te deberé una grande. —¿Grande como que me hablarás en público, o grande como que me dejarás llevarte a cenar? Me río.

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—¿Tienes que sobornar a la mayoría de las chicas para que te hablen en público? —Ah, pero no eres la mayoría de las chicas —dice, destellando la sonrisa de sabes que me amas. —¿Y qué pasa con la hermana de Sebastian? La sonrisa cae de su rostro. —¿Qué sabes sobre Olivia? Me encojo de hombros. —Más de lo que se supone y menos de lo que quiero. ¿Chris dijo que lo engañó contigo, pero ahora me pides salir? —¿Te dijo eso? No, es lo que supe de escucharlos a él y Olivia hablar anoche, pero Keegan no necesita saber eso, así que no respondo. —Primero, no sabía que estaban involucrados. Y segundo… —Arrastra una mano por su cabello—. No todo es lo que parece. —Este chico ha tenido una postura relajada en todos sus rasgos desde que vino aquí, pero se evaporó cuando mencioné a Olivia. Ahora, sus hombros están tensos y su mandíbula apretada, haciéndolo lucir sombrío e irritado en vez de feliz y despreocupado—. No hay nada entre Olivia y yo. —¿Ella en verdad jodió con tu cabeza, cierto? La esquina de su boca se contrae en una sonrisa torcida. —Sí, y en realidad necesito que una chica linda despeje mi mente del corazón roto. ¿Qué dices? —No estoy segura que salir con uno de los amigos de Chris sea una buena idea. —Lo bueno es que a Chris en realidad no le agrado entonces, ¿eh? Me río. No puedo evitarlo. Esto chico es divertido. —Bueno, le diré a mi tío sobre ti de todos modos, pero no soy tan malo como piensan, sabes. Quiero decir, me gustan las chicas y me gusta mirarlas y estar con ellas, pero soy bueno con las que estoy. Seré bueno contigo. —Sus labios se curvan en una sonrisa tentativa, entonces se aleja de mí por primera vez y estira sus largas piernas frente a él mientras mira hacia la alberca. Su silla está justo fuera de la sombra de mi sombrilla, y la luz del sol ilumina su pecho musculoso.

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Está bien que no esté interesada en Keegan. No voy a estar aquí mucho tiempo, y no necesito complicaciones para atarme a Blackhawk Valley cuando vuelva a la ciudad para el otoño. Mis ojos van a Chris. Está de pie al otro lado de la alberca hablando con Arrow, pero su mirada está sobre mí. Gracias a mis gafas de sol, supongo que no sabe que lo he atrapado mirando, y no desvía la mirada. Sus bañadores están colgando de sus caderas, y mis ojos se mueven sobre él por su propia voluntad. Sobre su pecho duro y a través de los duros planos de su abdomen y a esa sexy V de músculos que se hunde debajo de su cintura. Una lenta sonrisa curva mis labios sin mi permiso. Me gusta la forma en que me mira, y la forma en que mi piel se calienta como si estuviera en el sol y no en la sombra. No necesito complicaciones, pero podría ser demasiado tarde para eso.

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Ella no puede ser real. Nada así de hermoso existe fuera de Photoshop. Grace pertenece a uno de esos calendarios con modelos pinup de los cincuenta: Las que tienen curvas, grandes ojos y suaves muslos. A mi lado, Arrow se ríe en voz baja. Mia lo golpea con un codo en las costillas. —Para. 115

—Es gracioso —dice Arrow—. Nunca lo había visto actuar así. Es todo lo que puedo hacer para apartar mis ojos de Grace. Desde que se quitó su vestido y se paseó por la terraza de la piscina, no he apartado la mirada. Ella está jugando el papel de la Sexy Minnie Mouse otra vez, esta vez en un traje negro de dos piezas con puntos blancos y un moño rojo atado al final de su larga trenza. El traje cubre su cuerpo más modestamente que ninguna de las otras chicas aquí, pero de algún modo eso solo acentúa sus curvas. Su piel de marfil es pálida y perfecta hasta la parte superior de sus muslos. Estoy simultáneamente agradecido porque el bikini es tan modesto y desconsolado porque no consigo ver más. Se levanta de su silla y tira del moño de su cabello antes de saltar en la piscina, chillando cuando el agua fría toca su piel. Bailey está en el agua y ríe antes de empujar un flotador en el camino de Grace. Grace niega y dice algo sobre una quemadura de sol. —¿Necesitas bloqueador solar? —pregunta Mia—. Tenemos un poco en la casa. —Eso sería increíble —dice Grace—. Pensé que traía el mío, pero debe haberse caído de mi bolsa. Cuanto mayor sea el SPF, mejor. —Usa el de bebé —dice Mia—. Es el mejor y acabo de comprar, así que hay más de lo que ella necesitará. Está en el baño. —Me da una mirada penetrante—. Chris, ¿le mostrarías dónde está el baño?

Grace sale de la piscina, su cabello húmedo, el agua corriendo por su espalda y sobre la curva de sus pechos. Trago con fuerza y aparto mis ojos, solo permitiéndome mirar desde mi visión periférica mientras agarra una toalla de su silla y seca sus extremidades. —¿Te importa? —pregunta, entrecerrando los ojos mientras envuelve la toalla bajo sus brazos. —En absoluto. Retuerce su cabello, y la conduzco a través de la puerta trasera. El interior de la casa es un tranquilo contraste a la charla de todos afuera. Está fresco aquí, caliente afuera. Privado aquí, demasiados ojos afuera. Me hace querer tomar ventaja de la privacidad en la mejor forma posible. Cuando se trata de apagar mi atracción por Grace, podría ser una causa perdida. Me sigue al baño de invitados, y la siento detrás de mí mientras abro el gabinete y encuentro el bloqueador solar. Cuando me doy vuelta, chilla y salta hacia atrás, y la parte trasera de sus rodillas golpean contra el inodoro. —Aquí. —Le tiendo la botella, y sus dedos rozan mi mano cuando la toma. Algo espeso obstruye mi garganta. Probablemente sea aquí donde debería salir, pero no puedo hacer que mis pies se muevan. Sacude la botella y echa un chorro en su mano mientras apoya un pie en la tapa del inodoro. Cuando comienza a aplicar la loción en sus piernas, estoy tan extasiado, que me pierdo la mitad de su oración antes de darme cuenta que me está hablando. —Lo siento. ¿Qué? —Keegan dijo que su tío podría ser capaz de darme un empleo este verano. Es probablemente una posibilidad remota, ¿pero te molestaría si lo tomo en cuenta? —¿Keegan tiene un tío en la ciudad? —Es un escritor y necesita una asistente de investigación. De hecho, no es solo un escritor. Es uno de mis escritores favoritos. —Suena como una gran oportunidad. ¿Por qué me molestaría? —Es tu amigo. Gruño. —Solo en la más vaga definición de la palabra. ¿Qué tiene eso que ver contigo tomando el empleo? Suspira.

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—Obviamente, ustedes tenían algo raro sobre Olivia, y no quiero contribuir a cualquier problema entre ustedes. Me muevo torpemente. No puedo decidir si no me gusta que sepa sobre Olivia o si solo estoy incómodo con alguien sabiendo cuando nunca le dije a Sebastian. —¿Estás planeando hacer un mal trabajo? Me sonríe y frota la loción en la parte superior de su muslo, sus largos dedos barriendo a lo largo del borde de su bikini. —Hago un gran trabajo. Habla de la seria privación de oxígeno ocurriendo en mi cerebro justo ahora que la primera vez que proceso su oración, creo que está haciendo algún tipo de insinuación sexual. Difícilmente puedo pensar alrededor de esta chica bajo las mejores circunstancias, pero ver sus largos dedos frotar bloqueador solar sobre su suave piel, estoy sorprendido de que los órganos al norte de mi cintura estén funcionando. Suspira y me tiende la botella. —¿Podrías ponerme en la espalda? —Sin esperar mi respuesta, se da vuelta y levanta su cabello húmedo de su cuello. Hijo de perra. Mi boca se seca, y mis manos pican por hacer un infierno más que aplicar bloqueador solar. Trago duro, vierto algo de loción en mi mano buena, y hago el trabajo. Seguramente puedo ser más maduro que un púbero por noventa segundos que me tomará terminar esto. —Me quemo fácilmente, así que ponlo espeso. Lamo mis labios y comienzo en la nuca de su cuello. Tiene un tatuaje de hiedra en la base de su cuello que se hunde a lo largo de su omóplato. Desaparece en la cima de su bikini y reaparece otra vez debajo de su brazo, donde se pasa bajando por su costado y en su bikini. Me digo que no piense en a dónde va desde ahí, pero maldición si no quiero saber. Me muevo tan rápido y clínicamente como puedo mientras trabajo en la loción, pero deja salir pequeños gemidos cuando froto su piel. Son apenas audibles, pero de algún modo eso los hace incluso más sexy. Cuando arrastro mi pulgar por la hiedra en su omóplato derecho, inclina su cabeza al lado y muerde su labio. Sus ojos están cerrados, y aprovecho la oportunidad para estudiar su rostro, sus labios rojos, y las pestañas negras. —Tienes manos geniales.

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Salto, como atrapado haciendo algo que no debería. Y técnicamente, supongo que lo estaba haciendo. —Eso o estoy en desesperada necesidad de un masaje. —Abre sus ojos y me sonríe, pero es una sonrisa soñadora, relajada, del tipo que me hace sentir como si podría hacer cualquier cosa para mantenerla mirándome así por tanto tiempo como sea posible. Cierro mi mano alrededor de su hombro y hundo mis pulgares en el músculo. —Estás tensa —digo. Estaba demasiado concentrado en mi propia respuesta física a ella que ni siquiera me di cuenta. —Ajá —dice, y entonces sus ojos flotan cerrados otra vez y gime—. Manos geniales. —Fútbol —explico, mi voz un poco áspera—. Tienes que tener manos fuertes para mantener un agarre del balón cuando estás siendo lanzado al suelo y cinco chicos diferentes están tratando de quitártelo. —Me muevo a su cuello y cavo en los nudos con mis pulgares. Soy recompensado con un gemido con el que definitivamente soñaré esta noche y cada noche por toda la eternidad. —Mmm. Quizás debería reconsiderar mi postura con los jugadores de fútbol. Solo uno. Vierto más loción en mi mano y la uso para trabajar los músculos en cada lado de su columna. —¿Alguna vez vas a decirme qué tienes contra el deporte? —Oh, amo el deporte. Solo no me importan los jugadores. —Eso es prejuicio. Gruñe. —No, no lo es. Es sabiduría. —No gustarte alguien por el deporte que juega es prejuicio por definición — digo, más para mantener mi mente fuera de mis manos sobre su piel que porque me importe. No importan todas esas historias horribles en las noticias; he conocido suficientes jugadores de fútbol idiotas para entender por qué las personas podrían odiarnos como un todo. Pero no me importan algunas personas. Quiero saber por qué Grace tiene un problema con los jugadores de fútbol. Quiero saber un montón de cosas sobre ella—. ¿Qué tal? —pregunto, apretando su cuello una última vez. —Increíble. Gracias. —Señala a la tira de piel expuesta entre las partes superior e inferior de su traje—. ¿Podrías poner algo de loción ahí, también? Bien podría preguntarme si me gustaría un caso crítico de bolas azules.

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—Seguro. —Mi voz se rompe, pero no parece notarlo. Vierto algo más de loción en mi mano y cubro su piel con ella, la froto sobre su columna mientras tengo cuidado de no ponerla sobre mi vendaje. Si mis manos duran demasiado en sus costados o pasan más tiempo del necesario cubriendo la vid de hiedra, no lo dice. Deslizo mis dedos debajo de la cintura alta antes de darme cuenta que mi mano está más debajo de lo que necesita ir. Me alejo rápidamente—. Ahí tienes. Se da vuelta, y esos grandes ojos verdes se clavan en los míos. Estamos parados cerca, y por un segundo pienso que podría sentir algo de las mismas cosas que yo. Pero entonces dice: —¿Entonces, crees debería aplicar para la pasantía? Doy un paso atrás, saliendo al pasillo. —Sí. Definitivamente. —Gracias, Christopher. —Pasa junto a mí, y la veo empujar a través de las puertas francesas y salir a unirse al grupo. Cuando se ha ido, me dirijo a la cocina. No estoy en condición de unirme a los otros. Tengo plena intención de pararme frente al refrigerador abierto hasta que mi cerebro o mis bolas se congelen, lo que pase primero. En vez de encontrar la sala de estar de la casa vacía, veo a los chicos reunidos alrededor de la TV en la sala justo fuera de la cocina. —¿Qué está pasando? —Entro en la habitación y frunzo el ceño cuando veo la imagen en la pantalla: una instantánea de mi padre caminando con su cabeza metida en su pecho. El titular en la parte inferior de la pantalla dice: Entrenador Colt Montgomery informó haberse reunido hoy con la junta de Blackhawk Hills University. Una opresión caliente y necesitada se arremolinó en mi estómago durante mi tiempo en el baño con Grace, y ahora se vuelve fría y dura. Arrow mira sobre su hombro y encuentra mis ojos. —No sabemos lo que significa. BHU ha sido completamente cerrada sobre a quiénes están considerando en su búsqueda por un nuevo entrenador principal, y esa es básicamente la nota predominante para llenar un puesto como ese, quizás incluso más después de la salida de nuestro anterior entrenador de alto perfil de su posición. Keegan frota sus manos juntas, sus ojos brillantes cuando los gira hacia mí. —¿Te ha dicho algo? Qué broma. Mi papá no ha hablado conmigo desde que cumplí dieciocho y solicité a la corte que cambiara mi nombre. Al final, mamá me convenció,

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discutiendo que haría una reputación por mí mismo como Montgomery, pero mi padre tomó el intento como el insulto que pretendía ser y no me ha perdonado. Pero Keegan todavía está esperando una respuesta, y para darle algo de crédito, al menos está intentando controlar su alegría ante la posibilidad de jugar para el entrenador Montgomery. —No me lo ha mencionado —digo. Mason frota la nuca, sus ojos pegados a la pantalla. —Podrían haberlo contratado como un consultor. ¿Quién mejor que Colt Montgomery para ayudarlos a elegir entre algunos candidatos potenciales? Me hundo en una silla. Los chicos están todos parados y bloqueando mi vista de la pantalla, pero no quiero ver el rostro de ese idiota de todos modos. Arrow gira su espalda a la pantalla para enfrentarme. —¿Estás bien? Encuentro sus ojos y solo puedo rezar para que me conozca lo suficientemente bien para entender lo mucho que esto va a joder con mi cabeza. Este año es posiblemente el más importante de mi carrera. El año pasado, llegamos a un juego del Super Bowl por primera vez en la historia de BHU, y todos están mirando para ver si puedo llevar a mi equipo ahí otra vez… esta vez sin Arrow para ayudarme a dirigir la carga. Añadido a eso, es mi último año en BHU, y mi último año antes de entrar al proceso de reclutamiento. No importa lo bien que haya jugado en cada temporada antes de esto. Si tengo una temporada de mierda ahora; como, digamos estar la banca porque mi entrenador me odia, toda la demás mierda fue en vano. Mason gira su espalda a la pantalla, también. —¿Chris? Sebastian sigue su ejemplo, dándole la espalda a la pantalla y enfrentándome. —Somos tus chicos primero. —Quizás eso sea lo más importante viniendo de él porque no soy tan cercano a Sebastian como lo soy de Arrow y Mason, y desde que estuvo sentado el año pasado debido a su transferencia, necesita una gran temporada este año más que yo. Quiero creer que su lealtad es simbólica para el equipo. Keegan también se gira. —¿Qué podemos hacer por ti, hombre? Inhalo profundamente y exhalo lentamente. No hay razón para enloquecer sobre algo que está completamente fuera de mi control. —Necesito una cerveza.

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Hago un pequeño nido de sábanas en el sofá, abro una botella de vino tinto barato, enciendo The Very Best of Prince, y me preparo para una noche emocionante de llenar solicitudes de empleo para restaurantes de comida rápida. Espero que el empleo con el tío de Keegan se logre, pero no quiero poner todas mis esperanzas en la cesta de la Oportunidad de una Vida, así que estoy buscando otras, menos emocionantes posibilidades, por las dudas. Bajo la pila de aplicaciones está mi diario, un lugar donde esbozo escenas e ideas para obras de teatro e historias cortas, y si logro acceder a esas aplicaciones, escribir en el diario será mi recompensa. La tarde se volvió extraña después de mi interludio con Chris en el baño. Cuando Bailey ofreció poner loción en mi espalda y le dije que Chris ya lo había hecho, declaró que era su alma gemela, y entonces juro que se rió-resopló por media hora. Pero no fue el sexy, completamente, demasiado, disfrutable proceso de aplicación de bloqueador solar lo extraño. La parte extraña fue cuando los chicos entraron y nunca volvieron a salir. Bailey y Mia me dijeron que estaban en medio de algún “drama de equipo” y que los dejara, pero toda la cosa fue bizarra. Cuando me aventuré dentro para orinar, los chicos estaban reunidos alrededor del televisor, y el humor en la habitación era definitivamente más sombrío. ¿Hay algo así como emergencia de fútbol? Recuerdo vagamente el drama sobre los balones parcialmente desinflados de los Patriots de New England, una noticia que solo me interesaba por su potencial de comedia, pero en realidad no sé suficiente sobre el deporte para especular lo que podría haber estado pasando. Eventualmente, hubo risas viniendo de la casa, Bailey me ofreció un aventón a casa, y acepté. No tengo que entender el deporte para entender cuando un chico necesita a sus amigos, y Chris me dio una llave del apartamento ayer. Bailey se

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detuvo en una licorería por vino barato y entonces me trajo aquí, prometiendo llamar mañana. Porque aparentemente somos mejores amigas ahora. No estoy segura de qué hacer con eso. Cuando mi teléfono zumba justo después de las diez, espero que sea ella. En cambio, es un mensaje de Willow.

Willow: ¿Cómo te está tratando la bulliciosa metrópolis de Blackhawk Valley, Indiana?

Leer el mensaje es lo segundo mejor que escuchar su voz, y sonrío cuando escribo mi respuesta.

Yo: Mejor de lo esperado. ¿Cómo va el nuevo empleo? Willow: Oh, no es nada. Solo estoy trabajando para Maverick Christianson y Eva Connelly. 122

Miro mi teléfono. Maverick Christianson es por mucho el villano más sexy en Hollywood.

Yo: ¿Me estás jodiendo? Willow: No mentiría sobre Maverick. Yo: Bueno, santa mierda. ¿Has conocido a algún sexy británico para distraerte del sexy estadounidense con el que vives? Willow: En donde quiera que mire. Lo cual es bueno, ¡desde que Robbie jodidamente terminó conmigo por MENSAJE DE TEXTO hoy!

Respiro. Sabía que ese idiota no la merecía. Está bien, en realidad, no sabía eso. Pensé que era un tipo correcto que estaba loco por Willow, y la ruptura fue una sorpresa. Su patética forma de hacerlo es menos que impactante.

Yo: ¡No lo hizo! OMD. ¿Estás bien? Willow: Sintiéndome un poco superficial y perra porque me sentí aliviada, pero por lo demás bien.

Yo: No eres ni superficial ni perra. De hecho, estás exenta de la abstinencia post ruptura porque lo hizo por mensaje de texto. Willow: Gracias por eso. ¿Cómo está Mary Poppins? Yo: ¿Quién? Willow: ¿El señor Prácticamente Perfecto en Todo Sentido?

Hay un arañazo en la cerradura y la puerta se abre. —Hablando del diablo —digo mientras Chris entra por la puerta principal. Después de una sesión tan larga en casa de Arrow, espero que se tropiece en la puerta medio borracho, si no es que pasado de borracho. En cambio, me da una sonrisa completamente sobria, con hoyuelos, y deja caer sus llaves en la isla. Mason lo sigue dentro, igualmente sobrio, pero menos de ojos brillantes. —Buena música —me dice. —Gracias. —Escribo una rápida respuesta a Willow. 123

Yo: Mary Poppins está bien. Dulce. Considerado. Jodidamente hermoso. Willow: ¿Y tú? ¿Cómo estás? Yo: ESTOY SEDIENTA.

—¿A quién le estás enviando mensajes de texto? —pregunta Chris atrás del sofá. Salto y meto mi teléfono debajo de mi pierna así no puede leerlo. —Willow. —¿Willow? —Arquea una ceja—. Dile que le diga a su hermana que dije hola. —Guiña, y las mariposas cachondas hacen la ola como si estuvieran en las gradas en un juego de béisbol. —Necesito dormir un poco antes de mañana —anuncia Mason—. Buenas noches, ustedes dos. Agarro mi bocina portátil de la mesa de café y bajo el volumen. Chris me mira inquisitivamente. —¿Es ese Prince? Levanto mi barbilla.

—Sí. Y antes que preguntes, era una fan mucho antes que muriera y todos recordaran lo increíble que era. Cruza sus brazos sobre su pecho y arquea una ceja. —Por supuesto. Y conseguiste tus tatuajes antes que estuvieran de moda, ¿cierto? Riendo, le lanzo una almohada. —Cállate. La agarra en el aire, la pone de regreso en el sofá, y toma el lugar junto a mí. —¿Qué es todo esto? —¿Mi idea de una noche emocionante? —Levanto el fajo de papeles—. Solicitudes de empleo. —Señalo a mi desbordante copa de vino—. Y alcohol para hacerme olvidar que en realidad no quiero trabajar en el Taco Bell. Hace una mueca. —No puedo culparte, pero me refiero a todas las sábanas. ¿Tienes frío? ¿Quieres que apague el aire acondicionado? —¡No te atrevas a tocar ese termostato! —grita Mason desde el baño sobre el agua corriendo. Juzgando por sus palabras amortiguadas, supongo que está en medio de lavar sus dientes. —¡No soñaría con eso! —grito antes de volver a Chris—. No tengo frío. Las sábanas son para acostarme. Voy a dormir aquí. Chris se estira a través de mí con su gran brazo y toma mi copa del extremo de la mesa. Toma un trago y hace una mueca. —A ti y a Bailey les gusta la misma mierda dulce, ¿cierto? Me encojo de hombros. Me gusta todo lo que no hace que mi lengua se sienta como papel de lija, así que estuve feliz de dejar a Bailey elegir. Mucho más interesante que mi elección en vino es que Chris solo agarró mi copa y bebió después de mí. ¿Es así de familiar con todos? No es que vaya a sobre analizarlo. Definitivamente no. Razón por la cual mi cerebro ya está examinando veinticinco posibles explicaciones para sus acciones. Toma otro sorbo, hace una mueca otra vez, y suspira. —Hemos pasado por esto. No vas a dormir en el sofá.

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Tomo mi copa de vuelta y la bebo del todo. Porque si va a sentarse así de cerca y beber después de mí y luego continuar como si esto no lo afectara en absoluto, lo necesito. —Lo he decidido. No sirve de nada tratar de convencerme de lo contrario ahora. —¿Has decidido? —Arquea una ceja—. ¿Tengo palabra en esta decisión? —No, pero tus largas piernas sí, y cuando vine aquí en el medio de la noche, estaban por todo el lugar. —Muevo mi trasero, me meto en las sábanas y tiro una almohada a mi pecho—. Eres demasiado grande para este sofá, pero puedo dormir aquí muy cómodamente. —Seguro. Dormirás bien hasta que Mason y yo estemos haciendo ruido aquí para prepararnos para la práctica de la mañana y te despertemos. —Si quieres sacarme de este sofá —mi copa vacía tintinea mientras la pongo en el extremo de la mesa—, vas a tener que levantarme y moverme. Suspirando, se pone de pie. —¡Ja! ¡Y mi papá me dijo que ser terca no me llevaría a ninguna parte! —Deberías escucharlo. —Chris se agacha frente a mí, desliza sus brazos bajo mis muslos y mis sábanas, y me levanta en un cómodo nido en sus brazos. Grito, instintivamente agarrándome a él de su camiseta. —¿Qué estás haciendo? Niega y camina hacia su habitación. —Fin de la discusión. —Me deja caer en la cama grande—. Mi madre no me educó para poner a los invitados en el sofá. —No hagas eso. —Agarro una almohada de la cama y se la lanzo—. Oh mi Dios, mis ovarios nunca serán los mismos. Frunce el ceño y se hunde de rodillas mientras estudia mi estómago. —¿Te lastimé? ¿Estás bien? —No, no estoy bien. —Golpeo su mano cuando viene hacia mi camiseta—. Solo me cargaste, Christopher. Me levantaste y cargaste, y ahora todos los hombres débiles que intenten impresionarme con sus cerebros van a hacer a mis partes de chica bostezar. ¡Estoy arruinada para hombres normales, y todo es tu culpa! Su rostro se divide en una sonrisa. —Levanto más que tú en mis calentamientos, Grace. —Bien. Dormiré en la cama, pero por el amor de Dios, para —gruño—. Esa información no está ayudando. —Me lanzo hacia atrás en la cama y miro al

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ventilador del techo sobre mi cabeza. Cuando giro mi cabeza para mirarlo, esa sonrisa come mierda está cubriendo todo su rostro. Necesito poner un alto a esto—. ¿Qué pasa con Sebastian? ¿Él puede levantarme? Eso funciona. Su sonrisa cae en un pestañeo. —¿Necesitas algo de la sala antes que me duerma? Quiero decirle que estaba bromeando sobre Sebastian, pero contengo la disculpa y señalo la litera superior. Mi orgullo sea condenado, tenemos que ser maduros sobre esto. —¿Por qué duermes en el sofá cuando hay una cama perfectamente buena aquí arriba? Levanta sus ojos a la cama elevada luego vuelve a mirarme. ―Quería que tuvieras tu propio espacio. Cada minuto con este chico solo confirma todo lo que ya pensaba de él. Es todo un Gran Chico, con G mayúscula y C mayúscula. Y no sé si es a pesar o debido a la única excepción hace cinco años que, cada pieza adicional de evidencia hace doler mi corazón. “¿Quieres follarla tú mismo o algo así, Montgomery?”. “Como si pondría mi pene cerca de eso”. El recuerdo es como un atizador caliente al corazón cada jodida vez. —Tendré mi propio espacio —digo, sometida ahora—. ¿Estás a punto de comenzar doble entrenamiento al día, cierto? Estarás tomando residencia en el campo de fútbol. Eso me dará todo el tiempo que necesito. Sin importar el hecho que tengo insomnio, y quiero acceso a la cocina por bocadillos de medianoche. De hecho, necesito uno ahora. —¿Estás segura? ¿No sería raro para ti? Salto de la cama y me dirijo a la puerta. —No es raro en absoluto. —Entonces, porque siento como que puede ver la vulnerabilidad en mi rostro, agrego—: Quiero decir, asumiendo que no vas a golpear al mono mientras duermo debajo de ti. —Golpear al… —Arrastra una mano por su rostro—. ¿Sabes que las mujeres normales no hablan sobre la masturbación como del clima, cierto? —No soy normal. —Y yo no soy un pervertido total. No tienes que preocuparte sobre mí haciendo eso cuando estés en la habitación.

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Me encojo de hombros, solo un poco decepcionada. —Entonces no tenemos un problema. Buenas noches, Chris. —Cierro la puerta antes que pueda responder.

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Es solo una entrevista de trabajo, me digo, alisando mi falda por enésima vez porque estoy a punto de ser entrevistada para un puesto de asistente de investigación, nada menos que con Drew Gregory. No soy buena mintiéndome a mí misma, y esto es solo una entrevista de trabajo de la misma manera que el helado es solo comida. Sucedió tan rápido. Ayer, estaba en la piscina de Arrow hablando con Keegan sobre su tío, y esta mañana, el sonido estridente de mi teléfono me sacó de un sueño profundo. Era el departamento de drama de BHU, y querían saber si podría estar allí a las dos para una entrevista con el señor Gregory. Dije que sí: ¡Por supuesto que sí!, y después de una serie de mensajes llenos de pánico, descubrí que obtuvieron mi número de Keegan, quien lo obtuvo de Chris. Es decir, no solo estoy a punto de tener la entrevista más importante de mi vida hasta la fecha, todos lo saben. Subo la escalera y me dirijo al departamento de drama de BHU para encontrarme con el tío de Keegan. Me he pasado la mayor parte de la mañana entrenando para pensar en Drew Gregory como el tío de Keegan y no como un dramaturgo que adoro o un posible mentor. Y definitivamente no como la mejor oportunidad que me han brindado en la vida y una que me odiaré por siempre por joderlo. La oficina del ponente invitado está justo más allá de la oficina de la secretaria, y me quedo inmóvil en la puerta. Esperaba dar un paseo por los pasillos antes de llegar a mi destino, cualquier cosa para posponer esto. En cambio, estoy aquí, de pie frente a su oficina mucho antes que esté lista. Me coloco el pelo detrás de las orejas y me aliso la falda nuevamente. —¡Bueno, no te quedes afuera, pasa! Mierda. Esbozo una sonrisa y entro en la oficina. Es más grande de lo que hubiera esperado. Hay un sofá y una silla de cuero de gran tamaño frente a las ventanas dobles que dan a las colinas en el centro del campus. La otra mitad del

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espacio está llena de un gran escritorio de nogal, amontonado con libros y pilas de papel al azar. Una pequeña laptop está posada torcida encima de un libro abierto. Luego está el hombre en persona, de pie junto a la gran estantería y pasando el dedo índice por los lomos. El señor Gregory es más grande de lo que imaginaba, en altura y en amplitud. Tiene la misma estructura de anchos hombros que su sobrino y el mismo cabello castaño oscuro. —Una biblioteca de mierda es lo que tienen aquí —dice, negando—. Salinger, como si alguien hubiera recibido una buena palabra de ese hombre. Personalmente, me encanta J.D. Salinger y todo lo que escribió, pero decido mantener ese dato personal para mí. El señor Gregory se vuelve hacia mí y arquea una ceja mientras dirige su mirada desde mis zapatos planos negros, a mi falda negra ajustada que llega debajo de mis rodillas y mi blusa de lunares blancos y negros. Se detiene cuando llega a mis ojos y asiente satisfecho. —Keegan me dijo que eras bonita. Bueno, mierda. Estoy segura que no está buscando una chica bonita para hacer su investigación este verano. Necesita a alguien talentoso, y no estoy segura que cumpla esos requisitos, francamente. Las chicas de todo el mundo quieren ser bonitas. Me han dicho que soy bonita toda mi vida, con tatuajes, sin estos, con cabello rojo, cabello rubio y cabello negro. Bonita es fácil. Es literalmente tan simple como mi ADN, y aunque la belleza tiene sus ventajas, mi temor más grande y secreto es que ser bella sea y siempre será la cosa más notable acerca de mí. —¿Por qué quieres el trabajo? —pregunta. Estoy un poco desconcertada. No hay presentaciones o cómo-estás, pero tal vez es mi culpa por esperar fuera de la oficina de forma tan torpe. —Mmm… eh… —Mmm no paga las cuentas, cariño. Keegan me dijo que eras inteligente, ¿así que supongo que puedes unir algunas palabras para crear lo que llamamos una oración? Se me calientan las mejillas y quiero dar la vuelta, salir corriendo y no volver más. Tal vez haya una razón para que su primer asistente de investigación lo “abandonara” tan rápido. Esta es la oportunidad de mi vida, me digo, enraizando mis pies en su lugar. Claro, esta no es la mejor primera impresión, pero soy la que supuestamente intenta impresionarlo, no al revés. ¿Y no son todos los grandes artistas un poco extraños?

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Trago saliva y me recuerdo tomar respiraciones profundas y hablar despacio y en oraciones cortas. Aunque la tartamudez es un problema bien conocido, las personas todavía asocian el tartamudeo con la estupidez y la falta de confianza en sí mismos. No quiero tartamudear nunca, pero especialmente no ahora con un hombre que respeto tanto. —Estoy estudiando dramaturgia en Carson College en Nueva York. —¿Te crees escritora, entonces? Trago duro. —Sí, señor. —¿Alguna vez has hecho alguna gestión de escena? —¿Pensé que esto era un puesto de asistente de investigación? —Es un puesto de asistente, y estoy encargado de montar una nueva obra antes de abandonar este Pueblito. Cualquiera puede llamarse a sí mismo escritor, pero ¿puedes ser parte de hacer que esa escritura cobre vida? —Hace un puño y golpea su pecho—. El corazón del teatro. Necesito a alguien que pueda ayudarme a crear algo completamente original y ponerlo en el escenario. —¿Está escribiendo y produciendo o simplemente produciendo? —Ya no puedo escribir ni mierda —dice, y trato de ocultar mi sorpresa, porque es como escuchar a Santa decir que ya no da regalos—. No les importa lo que pongamos en ese escenario mientras el verano termine con algún tipo de producción que le dé a esta universidad algo de prensa. Es todo acerca de la prensa, ya sabes. — Lanza un gruñido y niega—. Por lo tanto, tú y yo, tenemos que encontrar algo que valga la pena producir. Algo que ya sea genial, y podemos agregar el toque distintivo de Drew Gregory para hacerlo mejor. Bueno, joder. Tenía la esperanza de poder trabajar para él y sobre todo esconderme en la biblioteca. —Nunca antes he hecho algo así, pero estaría dispuesta a aprender. Asiente fuertemente y me da otra mirada de pies a cabeza. —Bueno, mi sobrino parece respetarte mucho, así que haremos esto. Estás contratada. A modo de prueba, por supuesto. Si después de dos semanas, no estás contenta o no estoy contento, nos libramos, sin preguntas. Esta es oficialmente la entrevista de trabajo más extraña que he tenido. —Suena justo. —Bien. —Toma una pila de papeles encima de su escritorio, los mete en un folder de manila y cruza la oficina para empujar la carpeta en mis manos—. Esto es

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con lo que estamos trabajando. Lee mis notas esta noche y vuelve mañana con tus ideas sobre diferentes proyectos. Recuerda, necesito algo original. Tengo miedo de mirar. No quiero disolverme en un charco de papilla de fanática y decir lo emocionada que estoy por la oportunidad que me ofrece. Así que solo asiento y aferro los papeles a mi pecho. —Entonces, vete de aquí —dice—. Ve y completa la documentación con la secretaria. Te veré mañana a las ocho a.m. No llegues tarde. No soporto esperar a la gente. —Sí, señor. Gracias —digo, y me apresuro a salir de la habitación y a la oficina de la secretaria. La miro fijamente durante unos sólidos treinta segundos antes de poder encontrar las palabras para pedir lo que necesito. Voy a pasar mi verano trabajando para un famoso dramaturgo. Santa mierda.

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Chris está esperándome cuando entro por la puerta. Está sentado en el sofá con pantalones cortos de baloncesto y una camiseta, y se ata un par de zapatos para correr. —¿Cómo estuvo la entrevista? —Parándose, apoya sus manos en sus caderas. Sonrío, y sé que es una de esas sonrisas gigantes que ocupan la mitad de mi rostro y me hace parecer más una caricatura que una persona real, pero estoy tan emocionada que ni siquiera me importa. —Estuvo bien. Yo… lo conseguí. —Se siente extraño decirlo. Creo que no esperaba que eso sucediera—. Fue la entrevista más extraña de todas, honestamente. Ni siquiera es para investigación. Él necesita una asistente para ayudarlo a producir una obra de teatro. Devuelve mi sonrisa y mis entrañas se vuelven cálidas, pegajosas. —Bueno, Keegan habló bien de ti. Eso tiene que ayudar. Y apuesto a que tienes talento. Pero no lo tengo, y me siento como una farsante por no haberlo corregido, pero contarle la verdad lo haría sonar como si estuviera buscando elogios de un tipo que nunca ha leído mis escritos. Confío en los profesores de mi escuela, y aunque son elogiosos de mi trabajo, nunca ha sido lo suficientemente bueno para ser elegido

como una de las obras de los estudiantes que producen cada semestre. Bueno no importa si no es lo suficientemente bueno. —¿Cuándo empiezas? —pregunta Chris. —Supongo que de inmediato. Me dio algunas cosas para trabajar esta noche, y nos reuniremos para hablar de eso mañana. —Mi estómago se encoge de nervios ante la idea. —Eso es increíble —dice Chris. Asiente a la puerta—. Estoy a punto de salir a correr, pero quería saber sobre la entrevista antes de irme. —Pensé que estabas haciendo entrenamientos dobles con el equipo. Asiente y suspira. —Sí, estoy un poco ansioso. —Se encoge de hombros como si no fuera nada, pero puedo decir que algo lo está molestando—. Necesito descargar algo de esta energía. Me sentiré mejor después de unos pocos kilómetros. Asiento estúpidamente, como si supiera algo sobre entrenar para el fútbol o incluso hacer ejercicio básico. —Si alguna vez quieres venir conmigo —dice—, serás bienvenida. Parpadeo hacia él. —¿Como a correr? Ladea la cabeza hacia un lado. —Sí. El complejo de apartamentos no tiene gimnasio, y como no eres estudiante no puedes utilizar el de la universidad, y creo que no quieres gastar dinero en una membresía en un gimnasio. Solo quería que supieras que podrías correr conmigo si quisieras. Dejo caer mi mirada a mis pies y luego regreso a él. —Estas piernas no corren. No entiendo por qué alguien se infligiría tal tortura a sí mismo. —No es una tortura una vez que te acostumbras. —Puedes seguir mintiéndote a ti mismo, pero estoy bien sabiendo la verdad. —Eres rara —murmura, frotando su palma y girando hacia la habitación. —Oye, espera un momento —digo, deteniéndolo—. Déjame echarle un vistazo a esa mano. Se vuelve hacia mí y extiende su mano. La herida ya no está vendada y está cicatrizada en una fina línea roja.

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—Está bien —dice, su voz áspera. —Creo que vivirás. —Alzo los ojos para encontrarme con los suyos y lo encuentro estudiando mi boca. Quiero que baje la cabeza y me bese, tanto que casi no puedo respirar. Apartando su mirada de mis labios, se encuentra con mis ojos. —Tengo que tomar mis auriculares —dice, pero no se aparta. —¿Chris? Sus labios se separan. —¿Sí? No tengo idea de lo que quiero decir. ¿Bésame? ¿No me mires así? ¿Sientes esto entre nosotros? Libero su mano. —Gracias por permitirme quedarme aquí este verano. Parpadea hacia mí. —No hay problema. El momento terminó, va al dormitorio y abro el armario y encuentro la caja de Lucky Charms, sirviéndome un cuenco y añadiendo leche antes de tomar asiento en el mostrador con mi cereal y la pila de papeles del señor Gregory. Necesito pensar en algo más que Chris y sus ojos en mi boca. Y de todos modos, quiero impresionar al señor Gregory cuando lo vea mañana. Quiero aprender todo lo que pueda de este hombre. Cuando abro la carpeta y comienzo a hojear los cientos de papeles, mi estómago se hunde. Quiero impresionar a Drew Gregory, y ya lo he jodido.

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Agarro mis auriculares de mi cajón superior y los empuño en mi mano, forzándome a respirar profundamente antes de regresar a la cocina. He utilizado correr y hacer ejercicio como una herramienta para aclarar mi mente desde que era un niño. A juzgar por la experiencia pasada, debería ser capaz de olvidar este día si corro aproximadamente seiscientos cincuenta kilómetros. Porque mierda. Nunca me he sentido en menos control de mi vida de lo que me siento ahora. Tenía menos de dieciséis horas en las que me había metido a mí mismo y pretendido que tal vez, solo tal vez, mi padre no estaba en la ciudad para una entrevista para el puesto de entrenador. Ese optimismo fue disparado al infierno en el momento en que entré al vestuario esta mañana y todos estaban emocionados con la noticia que Colt Montgomery está considerando dejar Texas Bright University para tomar el puesto en BHU. Me presioné duro durante la práctica de la mañana e hice que Mason se quedara durante una hora de su descanso para correr circuitos. Lancé, lancé y lancé hasta que mi brazo se sintió como plomo y Mason me estaba maldiciendo. Luego Grace. Grace. Planeé una buena carrera para sacar esta fealdad de mi sistema, pero luego ella tomó mi mano en la suya. Su simple toque envió una onda de choque a través de mi cuerpo y me imaginé otra cosa que sería mucho más efectiva para despejar mi mente de lo jodido que está por ponerse mi temporada. Me siento frenético y caótico por dentro, pero en el momento en que entró por esas puertas y sonrió, todo se desvaneció, y durante unos segundos, el fútbol no importó. Anoche, me quedé dormido antes que ella entrara en la habitación, pero eso no me impidió pensar en ella mientras me quedaba dormido. Acerca de cómo se sentía

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su suave cabello deslizándose entre mis dedos y cuánto me gusta tener esa amplia sonrisa apuntada en mi dirección. Lo que pasa es que, sé que ella significa jodidos problemas. Lo sé por la forma en que terminamos besándonos en la casa de Willow, y lo sé por las preguntas que salen de esa boca perversa suya. Siempre he evitado problemas y nunca me he sentido atraído a ellos, pero los problemas en forma de Grace Lee parecen ser mi excepción. Todo lo que quiero es estar cerca de ella. En este momento, quiero romper cada promesa que hice a su padre y a mí mismo y estar más cerca de lo que debería. Ella callaría el caos en mi cerebro. Haría que todo se sienta bien de nuevo. En cambio, voy a correr rápido y fuerte hasta que mis pulmones quemen. Cuando regreso a la cocina, está sentada en la barra revoloteando frenéticamente entre papeles, con tensión en todo el rostro. —¿Grace? —Pongo mi mano en su brazo. Salta y luego niega cuando ve que soy solo yo. —¿Qué pasa? —Se supone que debo revisar sus notas y obtener ideas para una producción. Pero no hay notas aquí. No sé si las perdí, o si están en tinta invisible, o si él me dio el archivo equivocado, pero hay páginas en blanco con las puntas dobladas, y siento que estoy perdiendo la cabeza. Seguramente no me habría dado un archivo lleno de páginas en blanco, ¿verdad? —Sus manos tiemblan, y las tomo en las mías y las aprieto con fuerza. —Estará bien. Lo solucionaremos, ¿está bien? Niega. —Estoy tan fuera de lugar, y no quiero joderlo. Siento que fallé en mi primer trabajo, y es mi culpa porque me dio el archivo y no quise ver lo que había dentro. Ni siquiera pregunté qué obra tenía en mente. Te-te-tenía tanto miedo que di-didijera algo es-es-es-estúpido. —Se detiene, aprieta sus ojos cerrados y respira larga y lentamente—. Solo quería irme. —Oye, mírame. —Agacho mi cabeza y la obligo a encontrarse con mi mirada. Se muerde el labio cuando sus grandes ojos verdes se encuentran con los míos—. Estará bien. Lo resolveremos. —Sus hombros caen un poco mientras se relaja—. ¿Están todas en blanco? Asiente. —Cada página. ¿Crees que es una especie de broma? Quizás no quiso decir que trabaje para él. Quizás sabe que soy… —Se muerde el labio otra vez.

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—¿Lo has llamado? —¿Qué? —Al tío de Keegan. ¿Cuál es su nombre? —Drew Gregory. —¿Has llamado a Drew a su oficina para decirle qué hay en el archivo? Niega. —Va a pensar que soy una idiota. —Grace. —Miro hacia abajo a la pila de papel blanco y los hojeo—. No eres una idiota, y este fue probablemente un error sin intención. Solo llámalo y dile que irás a recoger el archivo correcto para que puedas empezar para mañana. Asiente y respira profundamente. —Normalmente no me vuelvo loca así —dice en voz baja, con los ojos fijos en las páginas en blanco—. Realmente no quiero joder esto. —Este trabajo significa mucho para ti, ¿no? Asiente, y mi pecho duele por ella. Puedo ver en todo su rostro la ansiedad que siento cada vez que alguien quiere hablar conmigo sobre el reclutamiento. Que alguien te entregue tu deseo en bandeja de plata parece una razón para celebrar, como una felicidad sin fin, pero la realidad es que es aterrador. Alguien envuelve en papel regalo una oportunidad para ti; tu sueño, y lo entrega, y aunque estés agradecido de tenerla, no puedes dejar de pensar en cómo está en tus manos ahora, y si cae al suelo y se rompe, es tu culpa. El semestre pasado, vi a Arrow casi desechar su carrera futbolística. Casi perdió su sueño. Ahora soy el que tiene el balón en la línea de cinco yardas y la defensa se alinea para cubrir el pase, y necesito el coraje para ir corriendo. No sé nada sobre la escritura o las obras de teatro, pero puedo verlo en su rostro. Trabajar para Drew Gregory es su reclutamiento de la NFL. Me doy cuenta que todavía estoy sosteniendo una de sus manos, y me obligo a dejarla ir. Agarro su bolso de la mesa auxiliar y lo llevo al mostrador, saca su teléfono del interior y me lanza una sonrisa de agradecimiento mientras marca. Un minuto después, frunce el ceño mientras termina la llamada. —No está respondiendo. ¿Supongo que le enviaré un correo electrónico?

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—Gran idea. Va a estar bien. Ya lo verás. —Apenas me resisto a la tentación de inclinarme hacia adelante y presionar un beso en la arruga de su frente—. ¿Estás bien? Asiente lentamente. —Le enviaré un correo electrónico. Ve a correr. —Bueno. Tengo mi teléfono. Llámame si es necesario, ¿de acuerdo? —Claro —dice, y me obligo a abandonar el departamento. Porque todo lo que quiero hacer es permanecer a su lado y convencerla que todo va a estar bien, y de alguna manera eso parece mucho más peligroso que lo mucho que quiero volver a tocarla.

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Después que Chris se fue, le escribo un correo electrónico rápido a Drew Gregory; ¡Dios mío!, mi primer correo electrónico a Drew Gregory y es para admitir que soy una idiota. ¡Genial!, y luego mi teléfono vibró con un mensaje de texto.

Con una mirada rápida me dice que es de un número desconocido, y toco mi pantalla para abrirlo. 138

Desconocido: Corre el rumor que el padre de Chris podría ser su nuevo entrenador. Me pregunto si el entrenador sabe qué clase de puta es la nueva "compañera de cuarto" de Chris. Dudo que lo aprobara.

Lo sé sin dudar que el mensaje es de Jewel o uno de sus amigos. Desearía que no supiera nada de mi vida o mi situación, pero en Champagne, los chismes se propagan más rápido que la sífilis en un club de sexo. Leí el mensaje tres veces, y con cada lectura algo diferente me apuñala en el estómago. La palabra puta. Las comillas de compañera de cuarto. La amenaza implícita. El hecho que si lo que dice es cierto, es una gran noticia para Chris y él no ha dicho una palabra al respecto. No responderé. No caes en las trampas de los bravucones. Dejaré que piense que no lo vi, que se pregunté si cambié mi número, cualquier cosa menos darle el placer de saber que me lastimó. Pero no hacer nada me da ganas de arrancarme el pelo, así que hago lo siguiente más obvio. Saco una botella de vino barato recomendado por Bailey y comienzo a beber. Media botella de vino y una fiesta de lástima de tamaño desproporcionado más tarde, decido que no hay razón para estar con la ropa de mi entrevista cuando puedo

estar en pijama. Encuentro pantalones cortos de dormir de algodón y una camiseta ajustada sin mangas con lunares y peino mi cabello en una cola de caballo. Cuando regreso a la sala de estar, me detengo en seco. Chris está acostado en el medio del piso, sin camisa y sudoroso, y haciendo abdominales. Está tan concentrado en el movimiento que no se da cuenta de mí al principio. Solo me quedo ahí por un minuto, admirando la forma en que los músculos de su abdomen se tensan y flexionan, y creando fantasías inapropiadas en cuanto pongo la mirada de pura concentración en su rostro en otro contexto. Cuando me ve, se detiene y se levanta del suelo. —¡Hola! —Toma su camisa del respaldo del sofá y la usa para secarse el sudor del rostro. Trago duro solo para evitar que la baba se deslice por mi barbilla. —¿Fuiste expuesto a una sustancia radioactiva cuando eras pequeño? —Lo juro, su pecho se ha expandido aún más desde la última vez que lo vi. Frunciendo el ceño, mira su piel sudada, confundido. —¿Qué? —¿Ya sabes, como las Tortugas Ninjas? ¿Estuviste expuesto a la sustancia que los convirtió de adorables criaturitas a héroes gigantescos? Se ríe y se dirige a la cocina, donde llena un vaso de agua. —Ninguna sustancia, ni rata entrenadora. Se lo lleva a los labios y lo bebe de una vez, su cuello trabajando mientras traga y traga. Una gota de sudor baja por un lado de su rostro y por su cuello, y prácticamente tengo que contener un gemido cuando golpea sus pectorales. Su camisa todavía está en su mano y no cubre su cuerpo. Voy a necesitar que no haga eso. No creo que pueda soportar un verano entero con él caminando sin camisa y sudoroso. —Vamos a tener que establecer algunas reglas —le digo, examinando su pecho. Deja el vaso vacío. —¿Sí? ¿Reglas? ¿De qué? —Tal vez deberías ponerte una camisa. —Asiento. El vino me dejó confundida—. Creo que las camisetas deben ser requeridas. Si vamos a vivir juntos este verano, ambos debemos mantenernos la camisa puesta. Tose y se limpia la parte posterior de la boca con la mano.

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―Vaya. Mmm… ¿esto te molesta? —Baja su mirada a su pecho desnudo, y cuando la levanta de nuevo para encontrarse con la mía, hay una sonrisa burlona en su rostro. Bastardo—. Ni siquiera pensé en eso. No quise hacerte sentir incómoda. No estoy incómoda. Estoy sedienta. De Chris. —Es bueno que te sientas cómodo con tu propia piel, pero dado que tu madre probablemente no quiere que engendre fantasías sucias sobre su bebé, sería una buena idea cubrirlo. Entrecierra sus ojos y desliza su mano por su rostro, murmurando algo que no pude entender. Abre un ojo para mirarme. —¿Qué tan sucio? ¿Quiero saber? —Realmente sucio. Porno sucio. Sucio como para mayores de dieciocho. No es personal. Estoy genéticamente programada para babear sobre el exceso de músculo. Por lo tanto, regla número uno: Usa tus camisetas. Devolveré el favor en su lugar. Su mirada se desliza hacia abajo a mi camiseta de lunares. —Entendido, jefa. ¿Algo más? ¿Alguna otra regla que deba conocer? He revelado mucho. Iba a ser audaz y no me disculparía, pero siento que puede ver que mi atracción es más que por sus músculos, y el mensaje de Jewel me ha dejado en carne viva. —Si traigo una cita a casa, necesitamos algún tipo de sistema para que, ya sabes, pueda tener privacidad. —Sus ojos se abren de par en par y le digo—: Haría lo mismo por ti, por supuesto. Quiero decir, en algún momento de este verano vas a querer tener esa habitación para ti solo, ¿cierto? Se congela, y es como si ni siquiera estuviera respirando. Luego exhala lentamente. —¿Esto es por Sebastian? —No importa de quién se trate, ¿no? Su mandíbula se aprieta. —¿Crees que es una buena idea tener algo este verano? —¿Estabas esperando que me mantuviera abstinente bajo tu vigilancia? —No estaba… yo… No es como si… —Lo esperabas. —Exhalo fuertemente—. Noticia de última hora, señor Perfecto: A las chicas también les gusta el sexo. —Lo sé. —Es adorable cuando está a la defensiva. Frunce el ceño y esos hoyuelos desaparecen, como si nunca existieran.

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—No solo hacer el amor. A las chicas les gusta follar. Hacer cosas sucias. —¿Es importante la distinción? —A veces. —Sonrío—. Vamos, Chris. No soy una monja, y no es como si estuviera buscando un esposo. El verano dura mucho tiempo, y me imagino que podría ir a una cita o dos. —Solo me mira fijamente, así que agrego—: ¿Si mi niñera está de acuerdo con eso? Quiero decir, ¿supongo que tú no planeabas estar sin eso todo el verano? —Jesús, Grace. —Se da la vuelta y pasa una mano por su cabello—. No creo poder trabajar en un sistema donde colgar un calcetín en el pomo sea lo que tu padre tenía en mente cuando… —Déjame adivinar. Probablemente usó las palabras “equivocada” y “buscando atención”. ¿Mi pobre juicio probablemente fue mencionado una o dos veces? —Solo está preocupado por ti. Apoyo mis manos en mis caderas. —Realmente eres mi niñera, ¿no? —Deja de llamarme así. —Si el zapato te queda. —Quiere que te vigile de cerca. Pero escúchate, Grace. ¿Puedes culparlo? Ni siquiera has tenido una cita y estás planeando… Voy a arrancarme el pelo. —No seas tan sexista. —¿Cómo estoy siendo sexista? —Si un chico planeaba con el tiempo tener relaciones sexuales incluso cuando no ha tenido una cita, no lo etiquetarías como un problema o como si necesitaras a alguien para cuidarlo. Pensarías que es un tipo normal y saludable. —Niego—. Pensé que estabas por encima de toda esa mierda de dobles estándares, Chris. Levanta sus manos. —Bien. Quieres la habitación, avísame. Dormiré en el sofá. —Y si planeas traer a una chica a casa —le digo—, puedes avisarme con anticipación. —Eso no es probable. No sé por qué eso me molesta. No es como si quisiera que estuviera con otras chicas.

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—¿Por qué no? —Yo no… ―Niega. —¿No tienes citas? ¿No follas? ¿No te gusta complacerte de vez en cuando? — Me acerco a él, así que estamos a centímetros de distancia. Levanto mi barbilla y encuentro sus ojos. Quiero frotarle en la cara lo que soy. Puede que no sea lo suficientemente valiente como para decírselo, pero de todos modos lo descubrirá muy pronto. Jewel se asegurará de eso. Soy la puta. Gee-Gee la Fácil. Y su padre ciertamente no lo aprobaría—. ¿Nunca traes a una chica a casa y la pones de rodillas? ¿Nunca deslizas tu mano en su cabello y le muestras lo rápido que necesitas que se mueva mientras te chupa? —Grace… —Su voz es baja y retrocede un paso—. Eres un problema. Y no lo olvides. —No respondiste mi pregunta. —Niego—. Pero no, solo sales con chicas buenas, ¿verdad? ¿No del tipo que viene a casa contigo solo para follar? ¿No del tipo que se alegra de complacerte? No te atraparán con la clase de chica a la que le importa más complacerse, que llamar al día siguiente o no. No querrías a ese tipo de chica, ¿verdad? Sus ojos se deslizan hacia mi boca, y su manzana de Adán se balancea mientras traga saliva. —¿Y qué clase de chica eres, Grace? —Soy una chica fácil. —Y jódeme, porque las palabras salen tristes. Quiero decirlo sin disculparme, decirle quien soy en su cara y no retroceder. Pero ahí está, la tristeza en mi voz. Porque Christopher Montgomery fue mi héroe una vez, y luego se dio vuelta y se convirtió en el recordatorio qué me convertí accidentalmente, un recordatorio de quién no podría ser y qué no podría tener. —No quiero verte lastimada, Grace. Esta podría ser una ciudad pequeña, pero eso no significa que todos sean buenos. —Niega y deja caer los hombros. Luego gira sobre sus talones y desaparece por el pasillo, y oigo el portazo del baño y la ducha abriéndose. Froto mis palmas contra mis ojos. No soy la chica que acabo de ser. No soy la chica que acabo de aparentar ser. No necesito un psiquiatra ni otros cinco años de terapia para saber que solo dije todo eso como un mecanismo de defensa, una reacción instintiva al mensaje de texto de Jewel. Quiero que piense que soy el tipo de chica que él evita. Porque entonces el que no me quiera estará bajo mi control. Mi mente es una mezcla de emociones, y deslizo mis manos por mi cabello y jalo.

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No me importa lo que Chris piense de mí. No debería importar si soy o no el tipo de chica con la que querría estar. Pero me importa. Joder, lo hace. Los primeros amores son difíciles de olvidar, supongo.

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Mi ducha está llena de más visiones de Grace de rodillas y abriendo la boca, de lo que me gustaría admitir. Es un tipo de fantasía tormentosa. Imágenes agrias por la horrible posibilidad que traiga a Sebastian o Keegan a mi apartamento y me pidan que duerma en el sofá para que puedan tener la habitación para ellos solos. Es una adulta y es capaz de tomar sus propias decisiones. Lo sé, a pesar de lo que piense su padre, no puedo evitar que haga lo que quiera o a quien quiera este verano. Y sé que mis razones para no querer que se folle a mis compañeros de equipo o a alguien más tienen más que ver con la cantidad de horas que he pasado pensando en esa boca, ese cuerpo y la forma en que se sentía en mis brazos, más que en las promesas que hice a Edward. Quince minutos tormentosos después, salgo de la ducha, me seco, me visto y voy a buscarla a la cocina. Me digo que debo asegurarme que no beba vino y que beba un poco de agua antes de acostarse, pero sé que también quiero asegurarme que todavía está aquí, que no está con Keegan ni con ningún otro idiota que no merezca su atención. Me pongo pantalones cortos de algodón y me dirijo a la sala de estar. Grace está en el sofá con las piernas dobladas debajo de ella, y está garabateando en un cuaderno sobre su regazo. No me doy cuenta que estoy mirando hasta que Mason se aclara la garganta. Me doy vuelta. Ni siquiera me di cuenta que había llegado a casa, pero está de pie en la cocina. Arquea una ceja y luego se da la vuelta y raspa el pollo de la tabla de cortar a una sartén en la estufa. Chisporrotea cuando toca el aceite caliente. —¿Vas a comer pollo con nosotros, Grace? —pregunta. Levanta su cabeza y parpadea a Mason y luego a mí. Me da la impresión que estaba tan perdida en lo que estaba escribiendo, que no tenía idea que no estaba sola en la habitación.

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—No, gracias. No como carne. Mason me mira, y asiento en señal de confirmación. Vuelve la cabeza hacia Grace. —¿Qué comes, entonces? —Corazones de hombres enamorados, en su mayoría. Mason gruñe. —No es de extrañar que tú y Bailey se lleven tan bien. Grace se baja del sofá y se estira, levantando sus brazos por encima de su cabeza y dejando al descubierto una franja de piel entre sus pantalones cortos y la camiseta sin mangas de lunares. —Voy a trabajar en el cuarto por un rato —me dice—. ¿Necesitas el escritorio para algo? —Es todo tuyo. —Gracias. —Agarra su cuaderno contra su pecho y se dirige al dormitorio, cerrando la puerta detrás de ella, y cuando se va, me doy cuenta de lo mucho que quería que se sentara y cenara con nosotros. —¿Cómo va la cosa de compartir la habitación? —pregunta Mason, revolviendo el pollo. Tomo un vaso del armario, lo lleno de agua y lo miro como un psíquico leyendo las hojas de té. —¿Alguna vez conociste a una chica que se mete debajo de tu piel tanto que no puedes ver bien? —Una vez —dice. Deja la espátula y se gira para estudiarme. Su escrutinio me da la sensación de ser un bicho bajo el microscopio—. Entonces se escabulló, y desde entonces mi piel parece que no encaja bien. ¿Mi consejo para ti? Agárrate fuerte.

Mi estómago es una maraña de nervios cuando llego a la oficina del señor Gregory. La puerta está cerrada, y cuando llamo, no responde. Dijo que no podía tolerar las tardanzas, así que llegué cinco minutos antes. Toco de nuevo, por si no me escuchó la primera vez, pero nadie abre la puerta.

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Después de unos minutos, consulto con la secretaria, quien dice que aún no lo ha visto esta mañana. Me siento junto a la puerta, mis piernas extendidas frente a mí, mis pies cruzados en el tobillo, la gran y estúpida carpeta de páginas en blanco en mi regazo. Y espero Son las 9:07 a.m. cuando Drew Gregory se acerca a la puerta de su oficina. Sus ojos están nublados, su camisa abotonada está arrugada y fuera del pantalón. Me mira fijamente mientras abre su puerta, y me pongo en pie. —¿Está bien? —pregunto. Gruñe y murmura algo ininteligible, pero encuentro esta situación demasiado incómoda para pedirle que me repita. Bajo la cabeza y lo sigo a la oficina. —Sobre este archivo que me dio anoche… Me frunce el ceño por encima del hombro. —Déjame detenerte allí. —Oh. Lo siento. —Coloco el archivo en la silla que está justo dentro de la oficina—. ¿Quiere que espere hasta que se instale? —Café, niña. ¿No me veo como un hombre que necesita una taza de café? Mi estómago se hunde, pero no soy demasiado orgullosa para ir a buscar una taza de café. —Vuelvo enseguida. Encuentro algunas tazas desechables en el área de la cocina y una olla a medio llenar en la cafetera. Sirvo una taza y me muerdo el labio mientras miro el azúcar y la crema. Me habría dicho si quisiera algo de esto, ¿verdad? Tomo un par de paquetes de azúcar y crema en polvo y regreso a su oficina. Está sentado en su escritorio y se ha enrollado las mangas de la camisa hasta los codos. Dejo el café en el escritorio frente a él. —Aquí tiene, señor. Mira la taza como si acabara de presentarle un roedor muerto. —Tú primero. —¿Disculpe? —Ya me escuchaste. Bebe un poco.

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¿Piensa que estoy tratando de envenenarlo o algo así? No puedo decidir si soy la peor interna del mundo o si este hombre tiene algunos tornillos sueltos. Al ver que no hay razón para discutir, levanto la taza a los labios y tomo un sorbo rápido. Entonces hago una mueca. Es por eso que muelo mis propios granos y preparo mi propio café. ¿Cómo sabe el café tan débil y tan quemado al mismo tiempo? —Pedí un café —dice. Saca su billetera y arroja un billete de cien dólares sobre el escritorio—. Hay un Starbucks en la zona común. Asiento mirando el billete. —Exactamente, ¿qué café desee que compre? —Venti café oscuro. Negro. Necesitaré café todas las mañanas, pero no lo compres hasta que llegue. Odio el café frío. —Está bien. Hace un gesto breve. —Y apresúrate. Necesitamos hablar. —Sí, sobre esos papeles… —No antes del café. Claro. En el momento en que compro el café y regreso a su oficina, me relajo un poco sobre la carpeta de archivos de páginas en blanco y sobre mi incapacidad para cumplir adecuadamente su pedido de café en el primer intento. Todavía no sé qué espera exactamente de mí este verano, pero sea lo que sea, puedo manejarlo. No voy a dejar que me asuste. Incluso si planea tratarme como una chica de recados. Le doy el café y pienso dos veces antes de abrir la boca otra vez. Me siento y miro la carpeta, dándole la oportunidad de tomar el café antes de admitir que no estoy preparada. Finalmente, dice: —¿Qué lograste hacer? Trago duro. —Señor, creo que tal vez me dio el archivo equivocado. Traté de llamar y enviar un correo electrónico, pero no pude contactarlo. —¿Qué pasa con este? —Es… —Me aclaro la garganta—. ¿Es solo un montón de páginas en blanco? —¿Y qué? ¿Creías que las hadas iban a venir a llenarlas por ti? —Entrecerró los ojos—. ¿Cuál es el problema?

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—Pensé que eran sus notas. ¿Que se suponía que debía obtener algunas ideas para la producción? ¿Poniendo su toque especial en la obra de otra persona? —Eres una escritora, ¿verdad? Normalmente, responder esa pregunta en forma afirmativa no sería un problema, pero este es Drew Gregory. Levanto mi barbilla. —Lo intento. —¿Intentar? —gruñe—. Eres una escritora. Entonces escribe algo. Estoy más que confundida. —¿Quiere que junte notas para usted? ¿Ideas para una nueva obra, tal vez? Se pasa una mano por su cabello castaño claro. —Qué bien te quedaría eso. No, quiero que escribas una obra de teatro. Pensé que eso era lo que querías. —Pero pensé… —Compras mi café y buscas mierda cuando este viejo cerebro mío sale con algo que tenga la suficiente importancia, pero con todo el tiempo restante, escribes una obra de teatro, y me aseguraré que no sea una mierda antes de ponerla en el escenario. ¿Te parece una buena forma de pasar el verano? Bueno, que me jodan. —Sí, señor. Eso es… increíble, realmente. Gracias.

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He descubierto algo que Grace comerá que no sale de una caja de cereal o de Pop-Tart. Esto se siente como una victoria no tan insignificante, y cuando evite contraer escorbuto antes de cumplir los veinticinco años, me tendrá que agradecer. Agarra una caja de arroz frito vegetariano de la mesa de centro y la revuelve con sus palillos. Durante la última semana y media, hemos caído en una rutina. Mason y yo nos levantamos temprano para la práctica, y en algún momento después de irnos, ella ingresa al BHU, donde busca el café de Drew Gregory y hace búsquedas ocasionales en Google sobre un tema si la inspiración lo golpea. En su mayoría, sin embargo, por lo que puedo notar, pasa su día con su computadora portátil trabajando en una obra de teatro. Al final del día, cenamos aquí juntos, y algunas noches vamos a casa de Arrow a pasar el rato, y algunas veces ella se retira a la habitación para escribir en el escritorio. Después de encontrarla en el bar con Bailey en su primera noche en la ciudad, me preocupaba por los problemas en que debería evitar que se metiera, y si podría o no, pero desde que Drew Gregory le dijo que le escribiera una obra de teatro, ha estado contenta con mantener su nariz en el trabajo en lugar de hacer de mi vida un infierno, emborrachándose o hablando de follar con mis amigos. Baja el arroz y va a la cocina. —Siento que estamos dominando esta rutina de hermano y hermana. Cuando se pone de puntillas para alcanzar el gabinete y mi mirada se posa en su culo, muerdo mis nudillos. Sí, estamos aprendiendo bien sobre esta cosa de hermano y hermana, excepto que no puedo dejar de mirarla. —Estás totalmente metido en el fútbol, ¿verdad? —Agarra un vaso y lo llena de agua antes de girar para mirarme. Arqueo una ceja.

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—Eso es como preguntarle a Hulk si es verde. —Claro. Es lo que esperas hacer como carrera y lo que más has amado desde que eras un niño. —Sí. —Pongo mi plato sobre la mesa de centro e inclino mi cabeza hacia adelante, mis codos sobre mis rodillas, para estudiar su rostro. No estoy seguro de a dónde va con esto, pero la arruga en su frente me dice que es importante. —¿Por qué te fuiste de Texas? Tu mamá me dijo que podrías haber ido a cualquier parte para la universidad, que todo tipo de escuelas intentaban reclutarte. ¿Texas no es el lugar indicado para el fútbol universitario? —Pensé que no sabías nada sobre el fútbol. Regresa a la sala de estar con un vaso lleno de agua y se sienta a mi lado en el sofá, con una rodilla contra su pecho, así que se volvió para mirarme. —Dije que no me gustaba, no que no sabía nada. Papá es un fanático del fútbol. Sería difícil crecer en su casa y no saber nada sobre el deporte que consume tanta de su atención. Sé un poco, y sé que Texas está donde está, y sé que BHU tiene un gran programa, pero los Blackhawk no son los Longhorn. 150

Agarro mi agua y tomo un trago largo antes de limpiarme la boca con el dorso de la mano. —No quería terminar jugando para mi papá. Sí me encanta el deporte. Me encanta ser parte de un equipo y presionar mi cuerpo con el entrenamiento. Me encantan los aspectos físicos y mentales del juego. —Tomo aliento, reflexionando sobre la pregunta que nadie más desde el entrenador de fútbol de mi escuela secundaria se ha molestado en preguntar—. Papá ha sido seleccionado en diferentes programas de fútbol de Texas desde que era un niño, y quedarse en Texas significaba que existía la posibilidad que fuera mi entrenador algún día. Él es lo único que podría matar mi amor por el fútbol. Grace traga un bocado de su cena y luego coloca su caja junto a la mía en la mesa de centro. —Pero ahora será tu entrenador en Indiana. Me encojo de hombros. —Tal vez. —¿Ustedes dos no se llevan bien? —No hemos tenido la oportunidad de llevarnos bien o no llevarnos bien. Nunca ha sido parte de mi vida, de ninguna manera que contara. Después de empezar a jugar al fútbol en la escuela secundaria y obtener algo de atención de los

medios, me llamaba de vez en cuando y me daba consejos basándose en las imágenes que veía. —Mi estómago se revuelve con el recuerdo de esas llamadas telefónicas, cuán emocionado me ponía por estas al principio, lo emocionado que estaba con los restos de atención que arrojaba en mi dirección—. Una vez que terminaba la temporada, estaba demasiado ocupado como para llamar, muy irónico, ya que su época más ocupada del año es la temporada de fútbol. —Es una mierda. Me encojo de hombros. Cuando se trata de mi padre, no dejo que los hechos me duelan más. —Es lo que es. Los padres que no se molestan en ser padres son más comunes de lo que la gente cree. A veces parece que la mitad de los chicos de cualquier equipo de fútbol fueron criados por madres solteras. Tal vez eso no sea exacto, pero comienza a sentirse de esa manera cuando escuchas las historias año tras año. Mi padre no golpeaba a mi madre, ni siquiera le rompió el corazón, por lo que sé. Sé que podría haber sido peor. Se muerde el labio inferior. —El hecho que no haya sido peor no significa que pierdas tu derecho a estar enojado. Él te falló. Y ahora podría estar tomando un trabajo en BHU por el prestigio de entrenar a un equipo que tú hiciste genial. —No fui yo. Tenemos tantos jugadores increíbles en este momento. Arrow probablemente sea el primer corredor elegido en el reclutamiento del año que viene, y apuesto a que Mason también irá en la primera ronda. Tengo una línea ofensiva ruda y… Pone dos dedos contra mis labios, silenciándome. —Y todos están dirigidos por el mariscal de campo más hábil y carismático del juego. Tiene un gran brazo y puede lanzar al otro lado del campo cuando es el momento adecuado. También puede correr y romper a través de la defensa como un corredor de la NFL de la vieja escuela. Deja caer su mano como si de repente se diera cuenta que me estaba tocando, y se echa hacia atrás en el sofá. Pero ni siquiera son sus suaves dedos contra mis labios los que me joden la cabeza. Es todo lo demás que dijo. Todo lo demás que necesitaba escuchar. Es el hecho que ella, una autodenominada enemiga del fútbol, se preocupa lo suficiente como para prestar atención a mi forma de jugar. Quiero tanto besarla que ni siquiera confío en mí mismo para hablar. —Lo siento. —Grace se aclara la garganta—. Necesito ir a vestirme. Bailey va a estar aquí para recogerme en cualquier momento.

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La veo limpiar sus platos y no la detengo hasta que llega al pasillo. —¿Grace? Se da vuelta y sus ojos se encuentran con los míos. —Gracias por decir todo eso. —Trago saliva—. Significa mucho. Sonríe. —Es verdad. —¿Qué harás este fin de semana? Se encoge de hombros. —Bailey y yo hablamos de ir con Mia a casa de Arrow esta noche, pero no tengo ningún otro plan. —No planees nada para mañana, ¿de acuerdo? Frunce el ceño. —Supongo. ¿Todo está bien? —Sí. —Levantándome, agarro mi plato y lo apilo con mis cajas vacías—. Solo quiero pasar el día contigo.

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—Así que el tío de Keegan es un poco idiota —dice Bailey, recapitulando nuestra conversación—. Pero es un imbécil que admiras, lo que significa que estás dispuesta a ser su saco de arena durante el verano. ¿Qué hay de Chris? Tomo un sorbo de mi vino antes de volver a ponerlo en la mesa de café. Estamos reunidos en la sala de Arrow, mientras Arrow está en el sótano, entrenando. Mia tiene un poco de música pop de fondo, y solo nos relajamos como chicas que han sido amigas desde siempre. Se siente bien, pero estoy decidida a ser buena esta noche y no beber demasiado. No quiero tener resaca para lo que Chris haya planeado para nosotros mañana. —¿Qué hay de Chris? —Estás durmiendo en la misma habitación ahora —dice Bailey desde el otro lado de la mesa de café—. Prácticamente puedo oler la lujuria en el aire cuando están en cualquier lugar a menos de cien metros el uno del otro. —¿A qué huele la lujuria? —pregunto, esquivando. Mia se encoge de hombros. —Ella no está mintiendo. Definitivamente hay química. —Le pregunté a Mason —dice Bailey—, e insistió en que no hay momentos sexys sucediendo. —Puedo confirmarlo. Absolutamente no hay momentos sexys. —Y después de mi conversación de borracha con él sobre querer poder follar chicos en su habitación, he estado comportándome muy bien. Por mucho que no quisiera ser afectada por el mensaje de Jewel, lo estaba, y me comporté como idiota frente a Chris por eso. —Me parece un desperdicio. ¿Alguna vez leíste Stepbrother, Dearest? —No puedo decir que lo haya hecho. Gime y golpea su frente.

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—Oh Dios mío. Te conseguiré una copia. Es tan sexy. Y quizás te ayude a superar cualquier reserva que tengas. Pongo los ojos en blanco. —Prometo que nuestros padres estando casados no tiene nada que ver con que no tengamos algo. Entorna los ojos y se reclina en la mesa. —Si no es eso, entonces ¿qué los detiene? —¿Crees que la gente tiene que tener una razón para no liarse cuando están solos en una habitación? Bailey levanta sus palmas. —Mmm, sí. Mia suspira. —Ella realmente lo cree. —Creo que las personas que se miran como ustedes dos, deberían tener una razón, sí. —Sonríe Bailey—. Vamos, dime de qué se trata. Niego. —No está interesado. —Es lindo que pienses eso —dice Mia—. Pero definitivamente lo afectas. —Chris puede estar cachondo por mí, pero no me quiere. —No a mi yo verdadero, al menos, y maldita sea, eso apesta, porque solo mirarlo me hace doler por todas partes—. No soy su tipo. —¿Y cómo sabes cuál es su tipo? Inmediatamente pienso en Olivia y su cabello oscuro y sus ojos conmovedores. De alguna manera, todo sobre sus gritos dulces e inocentes, y eso fue antes que descubriera que la niña estaba especializándose en educación infantil. Por supuesto, una vez que Chris mencionó que ella le había engañado, fue difícil para mí mantener la idea que era una persona dulce que no podía hacer nada malo. Si no fuera por esa información, podría ver a Chris con una chica como ella. No sé por qué se metió con Keegan, pero sí sé que la única vez que vino con Sebastian y estuvo en casa de Arrow con el resto de nosotros, parecía devastada cada vez que miraba en dirección a Chris. Me sorprende que nadie más lo vea. Por otra parte, tal vez sea tan claro para mí porque sé exactamente lo que es querer a Chris y saber que te rechace. Bailey confunde mi silencio con la incomodidad y levanta las manos. —No estoy presionando. Sólo tengo curiosidad.

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—Escuché que Keegan te invitó a salir otra vez —dice Mia—. ¿Estás interesada? —No. —Me río—. Pero, Dios, es adorable, ¿no? Bailey resopla. —¿Keegan? ¿Adorable? Es una especie de hombre puto. Mia se encoge de hombros. —Los hombres putos adorables existen. —Se vuelve hacia mí—. Pero me alegra que no estés interesada. Creo que siente algo por la hermana de Sebastian, y me preocupaba que solo intentara utilizarte para distraerse. —¿Olivia? —dice Bailey—. ¿Seriamente? Ella no parece ser de su tipo. —El mujeriego y la dulce virgen —dice Mia—. Sucede. —En novelas románticas —dice Bailey. Me muerdo el labio, pero mi risa sale en un bufido. Estoy bastante segura que Olivia no es virgen, pero no puedo mencionarlo sin explicar lo poco que sé sobre el triángulo amoroso Chris-Keegan-Olivia, así que no digo nada en absoluto. —¿Quién es Gee-Gee la Fácil? —pregunta Mia, frunciendo el ceño a su teléfono—. Y para el caso, ¿quién es Jewel Feldman? Me congelo, mi vaso a medio camino de mis labios, mi piel fría. —¿Qué? —Mi voz es pequeña, pero trago mi miedo y alzo los ojos para encontrar a Mia—. ¿Qué estás mirando? —Se necesita todo en mí para hacer la pregunta. Todo lo que quiero hacer es levantarme y salir corriendo de aquí. Siento que alguien se robó mi ropa, pero en lugar que Bailey y Mia me miren y me vean desnuda, están a punto de ver mi pasado. —Esta mañana publiqué una foto en Facebook de la fiesta de la piscina del pasado fin de semana con Arrow. —La nariz de Mia se arruga mientras hace una mueca en su teléfono—. Esta chica Jewel acaba de comentar. —Toca en la pantalla— . Oh, parece que es amiga de Facebook con Chris. Bailey agarra el teléfono de la mano de Mia. —¿Qué clase de perra hace un comentario como este en la foto de otra persona? No, no, no. —¿Qué dice? Me da su teléfono y mis entrañas se entrelazan en un complejo patrón de origami. La foto es del patio trasero de Arrow, y Mia captó el momento en que estaba hablando con Keegan, y tanto Chris como Sebastian estaban de pie junto a nuestras

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sillas. Mia puso en la foto: Amigos. Nuevos y viejos, y etiquetó a los chicos, pero no pudo etiquetarme porque ya no tengo una cuenta. El comentario de Jewel amenaza con tirarme a la oscuridad que no quiero volver a ver, y tomo aliento profundamente y presiono contra ese viejo odio hacia mí misma mientras leo las palabras que a las chicas de Champagne Towers les gustaba susurrar. Gee-Gee la Fácil, siendo fácil. Un desagradable insulto de alguien cuya opinión ni siquiera debería importarme, pero bien podría haber venido a Blackhawk Valley y haberme pateado el culo. La maldad es peor aquí de alguna manera. En Champagne me duele y apesta, pero he estado envuelta en este capullo de amistad desde que llegué a Blackhawk Valley. No soy Gee-Gee aquí porque nadie me trata como si lo fuera. Es la diferencia entre enfrentar a alguien mientras lanza un golpe y recibir una patada en la espalda mientras disfrutas del atardecer. —¿Está hablando de ti? —pregunta Bailey. Levanto mi barbilla. Chris fue etiquetado en esta publicación. ¿Vio el comentario? Si lo hiciera, ¿lo haría recordar? ¿Siquiera sabe quién es Gee-Gee la Fácil? —¿Grace? —dice Mia, la preocupación suaviza su voz. —Cuando era niña, me decían Gee-Gee. Era un-n-n-n apodo. —Niego, pero mi visión se vuelve borrosa con lágrimas. Incluso lejos de Champagne, no puedo escapar de esa fealdad. Las lágrimas calientes ruedan por mis mejillas, y las limpio con las palmas de mis manos—. Muy estúpido. Los ojos de Bailey brillan de ira. —Y, déjame adivinar, ¿Gee-Gee la Fácil es como esta perra te llamaba? —No solo ella. Mucha gente. —Sentí que la mitad de la escuela secundaria me llamó así, aunque en verdad, dudo que mucha gente siquiera supiera quién era yo. Estuve solo en Champagne Towers por un par de meses—. Tenía una reputación. Bailey agarra el teléfono de Mia y toca la pantalla. —Lo eliminé —dice. Sigue jugueteando con el teléfono, luego frunce el ceño y murmura—: Perra. —Cuando le devuelve el teléfono a Mia, levanta los ojos hacia los míos, y hay una tarjeta de felicitación de Hallmark con emoción escrita en su rostro—. La bloqueé para que ya no pueda publicar en las cosas de Mia. La bloquearé de mi página, también. Mia frunce el ceño.

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—Pero esta chica vio el mensaje porque conoce a Chris. ¿Cómo te conoce ella? ¿Pensé que eras de Maine? —Crecí en Champagne, pero Chris y yo fuimos a la escuela secundaria juntos brevemente. Estaba enamorada de él. —Me sorprende oírme decirlo en voz alta, pero ahí está. —¡Oooh! —Bailey presiona su mano contra su pecho—. Sabía que había algo entre ustedes dos. —Tienen una historia —dice Mia. —Sin historia. —Dibujé un corazón en la condensación de mi vaso y luego lo borré—. En ese entonces, lo escuché decir a alguien que no era su tipo. —Eso es a) un eufemismo parecido a “el Titanic podría haber sido un tanto hundible”, y b) solo una pequeña parte de la historia. Sin embargo, todavía estoy sorprendida de escucharme compartir eso. Willow, que sabe todo lo demás acerca de esa noche en el sótano, ni siquiera sabe lo que Chris dijo mientras esperaba que mi papá llegara allí. —Eso fue hace mucho tiempo —dice Mia—. No creo que debas asumir que él siente lo mismo ahora. No puedo explicar cómo el rechazo casual de Chris hacia mí es algo que llevo conmigo durante años, algo que configuró mi definición de mí misma durante toda la escuela secundaria. —No te mira como si no fueras su tipo —dice Bailey—. Te mira como si quisiera devorarte por completo. Niego. Chris podría sentirse atraído por mí, pero no es tan intenso como Bailey lo hace parecer. Está imaginando cosas, viendo el drama que quiere ver. Paso los dedos sobre la alfombra una y otra vez, centrándome en los colores de los hilos individuales. —El caso es que Chris no me recuerda. Ha olvidado todo sobre Gee-Gee. Mi cabello era diferente, y nadie más que mi madre me llamaba Grace. —Trago saliva— . No me recuerda porque no era tan importante para su vida, pero si vio esa publicación, lo haría. —Me odio a mí misma por esperar que no lo haya visto. —No quieres que recuerde —dice Bailey. Sin levantar la vista, sé que ambas me están mirando. Bailey siempre pareció entenderme. Siento que puede ver a través de mí, y dado que este nuevo e impresionante mundo mío podría desmoronarse en cualquier momento, quiero hablar. Quiero que estas chicas que fueron tan inexplicablemente amables conmigo

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desde el principio, entiendan lo que soy antes que alguien más pueda envenenar su idea de mí. —No —lo admito—. No quiero que él recuerde. No quiero que recuerde a GeeGee la Fácil o Juh-Juh-Gee-Gee. —Alzo mis ojos hacia los de Bailey y fuerzo una sonrisa mientras cambio mi mirada a la de Mia—. Juh-Juh-Gee-Gee —repito—. Un apodo inteligente para una chica que tartamudea, ¿no? —Mierda —respira Bailey. —Eso es horrible —dice Mia. Apaga la música, y dejo que el silencio se extienda entre nosotras una y otra vez, y suaviza mis bordes erizados. —Perdí mi virginidad cuando tenía trece años. —Si las chicas tienen alguna reacción a esto, no lo veo. Mantengo la vista en la alfombra, examinando los hilos como si examináramos el trébol en los campos que crecen. Excepto que no hay trébol de cuatro hojas escondido en esta alfombra. No hay suerte esperando a ser encontrada—. Tenía un tartamudeo y todos se burlaron de mí por eso, incluido este chico de secundaria que vivía al lado. Su nombre era Isaac. Era cuatro años mayor que yo, un jugador de fútbol americano, y tan malditamente lindo. —Respiro profundamente—. Cuando tuve tetas, fue el primero en hacerme darme cuenta que podía usar mi cuerpo para distraerlo del tartamudeo. Lo preferí de esa manera. Si me estaba tocando, no podría hacerme sentir estúpida por no poder controlar mi habla. —Grace —susurra Mia, pero Bailey se queda en silencio. Siento que la historia se revuelve dentro de mi boca, y aparto los ojos y cuento las sílabas. Cuando todavía no quieren salir, cuento los hilos de la alfombra. Llegué a los veinte antes de respirar y comenzar de nuevo. —No pasó mucho tiempo para darme cuenta que no era solo él. Todos los chicos de la escuela que me molestaban, los que me llamaban Juh-Juh-Gee-Gee, podía hacer que se detuvieran. Si estaban pensando en sexo, en lo que querían de mí, serían dulces conmigo. —Oh, Dios mío —dice Mia—. Eras solo una niña. —Hice una elección. Quería que se centraran en mi cuerpo en lugar de las palabras que salían de mi boca. No podía controlar mi tartamudeo, a pesar de los intentos de mi madre de quitármelo rezando. —La amargura endurece esas palabras. Necesitaba terapia del habla, no oración, pero la idea de fe de mi madre excluye las intervenciones médicas. Dárselo a Dios siempre ha sido su razón y excusa para no ayudarse a sí misma. —Pero puedes controlar a los chicos —dice Bailey, y cuando me arriesgo a mirarla, veo que me comprende mejor de lo que Willow lo hizo. Tal vez es su

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experiencia como stripper lo que le permite entenderme en un nivel que ninguna de mis otras amigas puede. Después de todo, de una forma u otra, tanto Bailey como yo hemos usado nuestros cuerpos y nuestra sexualidad para obtener lo que necesitábamos de los hombres. Para ella era dinero, y para mí era un tipo diferente de atención. Asiento. —Estaba en octavo grado. Dejé de hablar en la escuela, excepto cuando era absolutamente necesario, y usé mi cuerpo para hacer amigos. Al menos, me dije que eran amigos. Salí con tantos chicos, durante la escuela, después de la escuela, debajo de las gradas, detrás de los garajes. A veces hicimos algo más que besarnos. Me encantó la atención. Me encantó que todos olvidaran ese horrible apodo: Juh-JuhGee-Gee. No fue sino hasta el año siguiente cuando comencé la secundaria que me di cuenta que me habían dado un nuevo apodo. Uno que solo usaban cuando no podía escuchar. Juh-Juh-Gee-Gee se había convertido en Gee-Gee la Fácil. Nunca habían dejado de burlarse de mí. No estaba en control en absoluto. Solo era una chica idiota. Mia está callada, pero sus labios están retorcidos y su ceño fruncido. Puedo decir que toda esta historia la sorprende. Raramente tartamudeo, y Gee-Gee la Fácil es una reputación que descarté como un viejo par de jeans cuando salí de Texas. Pasé por la escuela secundaria gustándome el sexo y los chicos, pero aprendí a discriminar sobre con quién compartía eso —Conseguí una reputación en Champagne —continúo—. Me gané esa reputación. Y se puso feo. Cuando se descontroló, papá me sacó de allí. Nos mudamos a Maine, donde me presenté a todos como Grace y aprendí a controlar mi tartamudeo. La escuela secundaria pasó de ser una pesadilla a ser soportable allí y nos quedamos hasta que me gradué. Ambas se quedan calladas por unos pocos segundos, y cuando ya no lo soporto, miro hacia arriba para ver a Bailey mirándome. —¿Llamaron a un estudiante de primer año de la escuela secundaria Gee-Gee la Fácil? Eso es jodidamente cruel. —Me lo gané. —Dejo caer mi mirada en mis manos. —Al diablo con eso. Eras una niña. —No era una niña el verano pasado. —Alzo mi barbilla. Decidida a mirarlas a los ojos mientras confieso esto—. Volvimos después de graduarme de la escuela secundaria. Papá se retiraba y allí es donde quería comprar su casa de retiro. Creo que pensó que estaría bien. Iba a ir a la universidad en el otoño, y aunque había tenido más novios de los que él había aprobado, nada había sido tan horrible como en Champagne. —De hecho, mi vida en Maine había sido tan cercana a normal que

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casi había olvidado lo que era ser el blanco de la broma—. La mayor parte del verano estuvo bien. Los recuerdos de la gente duraron más de lo que papá anticipó, pero logré estar bien hasta el final. —¿Qué pasó el verano pasado? —pregunta Mia. —Justo antes de irme a la universidad, fui a una fiesta y bebí demasiado, y la buena de Gee-Gee la Fácil regresó con toda su fuerza. Bailey niega. —Grace, no te hagas eso a ti misma. No hables de ti así. —Es la única vez que he perdido el conocimiento por el alcohol. —Mi espalda se pone rígida—. Pero me propuse emborracharme y tener sexo, y eso fue exactamente lo que sucedió. O eso me dijeron. Fui a la fiesta y, a la mañana siguiente, todos cuchicheaban sobre mí. Recuerdo lo suficiente como para saber que me acosté con Isaac. —El chico de al lado —dice Mia. Suelto un suspiro. —Sí. Y tal vez eso hubiera estado bien, pero Jewel era mi amiga, y sabía que ella sentía algo por él. Lo arruiné. —Mierda. —Bailey niega—. Y ella te culpa. —¿Puedes culparla? Levanta sus palmas. —Por supuesto que puedo. Si estabas lo suficientemente borracha como para no recordarlo, este tipo no tenía nada que hacer contigo. —Tiene razón —dice Mia. —Chicas, si Chris vio su comentario, si ve ese nombre, estoy segura que lo recordará. Mia toma aliento. —De vuelta a la escuela secundaria, Chris no era uno de los tipos que… Niego. —No. Él fue uno de los buenos. —Bueno, eso lo explica —dice Bailey. —¿Explica qué? —Comenzaste la escuela secundaria con un grupo de idiotas que se aprovecharon de ti y te llamaron cosas terribles a tus espaldas, pero Chris no lo hizo.

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—Inclina la cabeza hacia un lado, y un largo mechón de cabello rubio cae de su descuidado moño y sobre su hombro—. Y eso explica por qué lo miras con amor.

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—¿A dónde vamos? —pregunta Grace. Se ve tan malditamente linda hoy. Lleva un vestido blanco con lunares negros y un par de Converse Chuck Taylors rojos. El vestido es sin tirantes, exponiendo la parte superior de su tatuaje de hiedra. Nunca he sido un tipo que le gusten los tatuajes, pero los tatuajes de Grace son hermosos, reflexivos, y ver un pequeño trozo de hiedra cuando sé que hay más me da ganas de bajar el cierre de su vestido y quitárselo para que pueda comenzar en las pequeñas hojas en su omóplato derecho y seguir hacia abajo. La forma en que recorre su costado está impregnada en mi cerebro, pero desapareció en su bikini de cintura alta y me muero por ver el resto. Quiero rastrearlo con mis dedos. Probarlo con mi lengua. —Chris —dice—. ¿Por qué me miras así? Mierda. Porque soy el peor. Fuerzo una sonrisa y trago duro. Pensé que podría mantener mis fantasías sobre Grace bajo control, pero cada día es más difícil. —Espero que no te importe hacer algo un poco diferente. Estás bien con estar al aire libre, ¿verdad? —Si no fuera así, lo habría mencionado cuando sugeriste que me pusiera protector solar. —Me sonríe, recordándome la forma en que se paró frente a mí en la sala de estar, frotando una loción en su piel cremosa—. Si vamos a construir una casa de Hábitat para la Humanidad o algo así, desearía que me lo hubieras dicho para poder haberme vestido más apropiadamente. De repente imagino a Grace en una escalera y yo sosteniéndola debajo de ella, mirando bajo ese vestido. Es una fantasía bastante juvenil, pero no es mala. —No vamos a construir una casa —le digo, aclarando mi garganta—. Creo que te va a gustar esto.

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La verdad es que no tengo idea de qué pensará de mis planes para nuestro día. Su padre me pidió que la vigilara y la mantuviera fuera de problemas, y como no podía manejar otro día de Keegan comiéndosela con la mirada en la piscina de Arrow, decidí que deberíamos intentar algo más. Y, sí, tal vez la quiero para mí solo por un día. Quiero que su atención esté en mí y que sus palabras sean para mí. Siempre hay demasiada gente alrededor, en casa de Arrow, en el departamento, en Tracy’s. La quiero para mí esta tarde. Manejamos en silencio. Ella juguetea con la radio y agarro el volante para evitar estirarme sobre la consola y deslizar mis dedos sobre la suave piel de marfil de su muslo debajo del dobladillo de su vestido. Ella es una gran contradicción para mí. A veces parece que todo lo que hace es escupir sarcasmo, y otras veces es como si no lograra que me dijera dos palabras. Tal vez no es ninguna contradicción. Tal vez yo soy el problema. Anoche, después que Bailey la dejó, no pude decirle ni una palabra. Traté de pasar tiempo con ella en la sala de estar, pero mantuvo su cabeza enterrada en su computadora portátil, sus dedos afanosamente tocando las teclas. Me sentí como un idiota por querer su atención cuando estaba tratando de trabajar, así que me fui a la cama, pero me quedé despierto hasta que escuché el agua corriendo en el baño y el suave clic de la puerta del dormitorio. Cuando entró en la habitación, se deslizó bajo las mantas, y en realidad envidiaba las sábanas de mierda por tocar sus piernas desnudas. Ella dio vueltas durante un rato, suspirando de vez en cuando. Quería decirle que todavía estaba despierto, pero pensé que podría avergonzarse de descubrir qué tan bien he llegado a conocer sus patrones de sueño insomne de las últimas semanas. Cuando llego a la puerta del parque estatal a las afueras de Blackhawk Valley, Grace me mira de reojo. —¿Acampar? Le entrego mi pase de temporada al asistente. —Pensé que comenzaríamos con un picnic, pero si lo haces bien, tal vez podamos quedarnos para acampar la próxima vez. —Me gustaría eso. —Se da vuelta para mirar por la ventana, y no puedo ver su rostro—. Me encanta acampar. El asistente me devuelve la tarjeta y mi sonrisa se desvanece porque ahora eso es lo que quiero. Acampar con Grace. Un fuego, unas pocas cervezas, nuestros cuerpos manteniéndose calientes dentro del saco de dormir, el golpeteo de la lluvia nocturna en la tienda.

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Dejo a un lado la fantasía y me concentro en el camino cuando paso por la puerta y sigo el camino para encontrar el área de picnic. Estaciono el auto, y Grace me da una tímida sonrisa antes de quitarse el cinturón y salir. Agarro la nevera del asiento trasero y la sigo, malditamente orgulloso de mí mismo por mantener mis ojos alejados de sus caderas con ese vestido.

Es como si a Chris le dieran el rol de “hermano mayor” y lo aceptara y siguiera la corriente de este. No solo aceptó que voy a ser parte de su vida; se dispuso a hacer lo que hace Christopher Montgomery con cada rol que se le ha asignado: Ser el mejor. Si quisiera un hermano, estaría eufórica. Pero nunca quise un hermano. Sin embargo, sí quería a Chris. Si vio el comentario de Jewel en la foto de Mia, no lo ha mencionado, y no me está tratando de manera diferente, así que solo puedo suponer que no se ha acordado de mí por lo de ayer. Pone la nevera sobre la mesa, y miro mientras saca un recipiente tras otro de comida. Uno tiene sándwiches, otro fresas y arándanos, otro una ensalada que parece que podría tener quinua y frijoles negros. El último artículo que saca de la nevera es un recipiente con galletas con chispas de chocolate, y mi corazón se derrite. Raramente come azúcar. Empacó esas para mí. Tomo asiento frente a donde está parado, apoyo mis codos sobre la mesa y apoyo mi barbilla en mis manos. Cuando mira hacia arriba y me atrapa mirando, deja de moverse. —¿Qué? Suspiro dramáticamente. —Solo estoy pensando en lo romántico que es esto. Un picnic en el parque con un chico lindo. Parpadea, y espero que objete mi elección de palabras y me diga que no se trata de romance, que solo está tratando de pasar el rato conmigo como debería hacerlo un hermano mayor. En cambio, la esquina de su boca se curva en una sonrisa y aparece ese hoyuelo. —¿Piensas que soy lindo?

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Pongo los ojos en blanco. —Sabes que eres lindo. Deja de pescar cumplidos. —Es posible que sepa que hay mujeres que me consideran atractivo, pero no sé cómo te sientes acerca de cómo me veo. —Saca dos platos de la nevera y los coloca a ambos lados de la mesa antes de quitar las tapas los diversos contenedores. Cojo una botella de agua de la nevera y giro la tapa. —¿Vas a pretender que me necesitas para acariciar tu ego? —No rechazaría una buena… caricia. Toso en mi agua. —Mierda. —¿Qué? —Sonríe—. ¿Hay algo malo con el agua? —No puedo creer que hayas dicho eso. —Me trago la risa y empiezo a llenar mi plato—. Papá llamó esta mañana. Quería asegurarse que no te estaba causando demasiados problemas. —Estoy ocupada evitando sus ojos estudiando mi comida, así que no es hasta que miro para ver por qué está callado que me doy cuenta que se ha puesto tenso. Quiero patearme a mí misma por mencionar a nuestros padres. No necesita un recordatorio de lo que se supone que es para mí, y no quiero que tenga uno. —Hablé con mamá esta mañana también —dice, relajando un poco los hombros mientras llena el plato—. Parece que la están pasando genial. Dijo que esperaba fuéramos con ellos la próxima vez. Tomo un bocado de la quinoa y gimo. —Esto es tan bueno —le digo, señalando con el tenedor. Sonríe. —Cuidado. Creo que casi califica como comida sana. —¡Shh! —Sacudo la cabeza y tomo otro bocado con mi tenedor—. Voy a pretender que no escuché eso. —Estuviste terriblemente callada después que llegaste a casa anoche —dice, y cuando levanto los ojos de mi plato, me está estudiando—. ¿Todo salió bien? No te peleaste con las chicas, ¿verdad? Trago y lamo mis labios. —¿Con Bailey y Mia? No. Ellas son geniales. Solo quería trabajar. —¿Estabas trabajando en la obra que estás escribiendo para Gregory? — pregunta entre bocados de su sándwich.

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Está tan sinceramente interesado, y a la luz del comentario de Jewel anoche, su dulzura hace que me duela el pecho. —Estaba… —Niego. Siempre me siento un poco estúpida hablando de mis proyectos. Cuando los veo en papel, parecen importantes y muy grandes, pero cuando trato de resumirlo en pocas frases, inevitablemente me siento como un idiota—. Estaba trabajando en otra cosa. —Le doy un mordisco a mi galleta con chispas de chocolate porque esta conversación requiere valentía alimentada por el azúcar. —¿Entonces estás escribiendo dos obras ahora? —Apoya los codos en la mesa y se inclina hacia adelante—. Eso es tan increíble para mí. Todos los detalles y personajes, ¿cómo mantienes su línea de historia? Me encojo de hombros mientras mis mejillas se calientan. —Es solo la forma en que funciona mi cerebro. —Muevo mi mano por mi cabeza—. Siempre hay demasiadas historias corriendo por ahí, pero estos dos proyectos son fáciles de seguir. Uno es una obra de tres actos más tradicional, y la otra es un conjunto de monólogos unidos por un tema común. —Me muerdo el labio. La segunda obra es una con la que he estado trabajando por años y en la que he tenido que trabajar desde que llegué aquí este verano. La escribo completamente para mí, y aunque envié parte de esta a Willow en la mañana, dudo que alguna vez deje que alguien más lo lea. Confío en que ella vea el yo impetuoso, tosco y enfadado que aparece allí, pero es demasiado personal para que alguien más lo vea. —Cuéntame sobre la que estás trabajando para el señor Gregory. —Se llama Pinkerton y Polly, y se trata de un hermano y una hermana que dirigen una agencia de investigadores y terminan investigándose entre ellos. Sonríe. —¿Es una comedia? Me muerdo el labio. —Creo que sí. Espero. —Riendo, sacudo la cabeza—. Escribir es difícil. El hecho que piense que algo es gracioso no significa que alguien más lo haga. —Y luego está el hecho que sigo poniéndola a un lado para trabajar en mi proyecto de monólogo. Si no puedo mantenerme a mí misma interesada en Pinkerton y Polly, ¿cómo voy a mantener involucrada a una audiencia? —No creo que tengas nada de qué preocuparte. Me haces reír todo el tiempo. Lo miro y siento una calidez total que no tiene nada que ver con el sol que nos golpea. Sus suaves ojos azules son tan amables y dulces, y casi puedo imaginar lo que sería ser otra persona y estar aquí en una cita de verdad con él.

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—¿Por qué obras de teatro? —pregunta—. Creo que es increíble, pero la mayoría de los escritores de nuestra edad quieren ser poetas o novelistas, y tú quieres ser una dramaturga. ¿Quieres actuar también? Mis ojos se abren. —Absolutamente no. —Me estremezco—. No. No tengo ganas de estar en el escenario. Lo contrario, de hecho. Dobla sus brazos sobre la mesa y se inclina hacia adelante. Respiro profundamente e intento descubrir cómo explicar una pasión que doy por sentada. —Cuando era más joven, pasé muchos años sin querer hablar delante de la gente. —Me encogí de hombros—. Todavía no me gusta, sinceramente. Hablar en público es aterrador para mí. Pero un día, mi papá me llevó a una obra de teatro, y los personajes en el escenario fueron audaces, graciosos e irreverentes. Me encantó la idea que alguien entre bastidores escribiera a esos personajes y les diera las líneas perfectas y los viera decirlas sin problemas. Era brillante. El autor llega a tener su opinión sin hablar. —Apuesto a que tienes mucho que decir. Sonrío. —No tienes idea. Su mirada se sumerge en mis labios, y mi estómago revolotea. —Tienes… —Señala a la esquina de su boca y las mariposas cachondas arden a fuego lento, agachando la cabeza en señal de mortificación. Llevo mis dedos a mis labios, y él extiende la mano sobre la mesa. Ahuecando mi barbilla en su gran mano, pasa su pulgar sobre mi labio inferior—. Chocolate —dice—. Yo me encargo. Las mariposas se desmayan y exigen la resucitación boca a boca. —¿Qué sigue? —pregunto. Porque el momento es incómodo y está cargado de algo que estoy segura es más unilateral que lo que esas mariposas cachondas quieren admitir. —Pensé que podíamos ir al mirador —dice. Señala un camino en los árboles— . Es solo una corta caminata allá. Todo fácil y pavimentado. —¿Pavimentado? Se ríe. —Suenas decepcionada.

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—No sé. —Levantándose, empiezo a colocar tapas en los contenedores y a empacar la nevera—. Estaba mirando el folleto, y tienen algunos senderos geniales. De los de verdad, sin pavimentar. Arquea una ceja y examina mi cuerpo con su mirada, corrección, mi vestido y Chucks. —¿Vas a hacer senderismo en eso? Me encojo de hombros. —No es como si fuera de cuerpo entero y se enredara alrededor de mis piernas o algo así. Su mirada recorre mi cuerpo otra vez, esta vez aterrizando en la liga visible debajo del dobladillo de mi vestido. —Ciertamente no —murmura, y la forma en que lo dice tiene mis mejillas ardiendo y buscando mi agua. Jodidamente sedienta. Terminamos de empacar el almuerzo juntos, y después de volver a poner la nevera en el automóvil, saco el folleto del parque del asiento delantero. —Vamos —digo, asintiendo en la dirección del mirador—. Es mi turno de estar a cargo. El parque es hermoso, pero tan pronto como entramos en el bosque y veo el mirador, mi respiración se detiene. Desde aquí, tenemos una vista del barranco abajo y el arroyo corriendo al fondo. Las piedras cubiertas de musgo forman las paredes rocosas y los árboles sobresalían de ellas. Posiblemente es lo más hermoso que he visto en mi vida. Me dirijo al mirador y bajo las escaleras hasta el barranco. Es sombrío aquí y se siente diez grados más frío que nuestra mesa de picnic bajo el sol. Al pie de las escaleras, el camino se divide en tres direcciones, y cuando sigo el cartel con un tres, Chris me pone la mano en el brazo. —Oye, este tiene escaleras. Arqueo una ceja y bajo la mirada hacia mis zapatos. —Puedo manejarlo. Algo que no entiendo pasa por su rostro, y luego suspira y asiente. —Está bien, pero subiré las escaleras detrás de ti. Si algún pervertido estará mirando debajo de tu vestido, seré yo.

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Mis mejillas se calientan, y mi cerebro diagrama instantáneamente sus palabras y comienza a analizar los matices de cada una. ¿Solo comedia o más? Estúpido cerebro. —Es lo suficientemente justo. Él murmura algo que suena como “Los sueños realmente se vuelven realidad”, pero no estoy segura. El sendero conduce al barranco y a lo largo de la orilla del arroyo. Hace mucho más frío aquí abajo, y me encanta el sonido de las rocas del arroyo crujiendo bajo mis pies mientras caminamos. Hay una familia más adelante: Mamá, papá, un Golden Retriever y una niña pequeña con una larga cola de caballo montada en la espalda de su padre. Cuando me vuelvo hacia Chris, veo que los está mirando. —¿Los conoces? Enseña una sonrisa tímida y niega. —No. Me gusta ver a las familias juntas. Ya sabes cómo es. —¿Qué significa eso? —¿Cuándo se divorciaron tus padres? —Oh. Tenía diez años. —Giro mi cabeza, estudiándolo por un momento—. No soy una de esas personas que piensa que el divorcio de mis padres fue esta terrible tragedia que tuve que soportar. Fue algo bueno Mis padres se sentían miserables juntos, y le agradecí a mamá que no se quedara con una idea equivocada de lo que era mejor para mí. Él hace una mueca. —Supongo que tienes una perspectiva diferente. Tal vez idealizo a la familia tradicional más de lo que debería. Nunca tuve a ambos padres cerca. A mi papá no le interesaba. Mamá compensaba su ausencia, lo mejor que podía, al menos. Siempre tuve todo lo que necesitaba, pero parecía que ella sufría las consecuencias. Me alegra que haya encontrado a tu papá. —Yo también. —Trago saliva porque siento que hay muchas cosas que no está diciendo, pero no quiero presionar a menos que él quiera. Cuando llegamos a la primera escalera, la familia con el perro ha regresado al inicio del camino y no hay nadie más cerca. —Las damas primero —dice, señalando hacia la escalera. —Pervertido —murmuro, pero avanzo y comienzo mi ascenso. Los peldaños están cubiertos de barro, y cuando estoy a mitad de camino, un pie se resbala y de

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repente las manos de Chris están allí, manteniéndome firme, sus manos fuertes y cálidas contra la parte posterior de mis piernas. Se me corta la respiración y me esfuerzo por respirar y encontrar mi equilibrio. La sensación de sus manos sobre mi piel hace que algo se arremoline caliente y apretado en mi vientre. —¿Estás bien? —pregunta, su voz tan espesa como el bosque más allá del camino. No estoy bien. Tengo miedo de moverme Miedo de no moverme. Atrapada por un miedo que no tiene nada que ver con una escalera resbaladiza y todo que ver con la caída. Luego, lentamente, sus pulgares comienzan a deslizarse sobre mi piel. Sus manos se deslizan por mis muslos hasta que las yemas de sus dedos rozan el borde inferior de mi ropa interior y se deslizan hacia abajo para trazar la curva inferior de mi culo. No puedo respirar. Me obligo a girar la cabeza y mirar hacia abajo. Tiene la mandíbula apretada, una imagen de autocontrol, pero cuando sus ojos se encuentran con los míos, su rostro se relaja y me lanza una sonrisa infantil. Intento mi mejor cara de póker. —¿Estás manoseándome, Christopher Montgomery? Su sonrisa se ensancha, haciendo una completa exhibición de sus hoyuelos. —No sé de lo que estás hablando —dice, su acento sureño arrastrando sus palabras—. Solo estoy tratando de realizar una misión de rescate necesaria. —¿Parezco que necesito ser rescatada? —pregunto. Bajo el borde del encaje de mis bragas, su pulgar acaricia de nuevo, un movimiento lento y prolongado que me hace querer cerrar los ojos y gemir. Me resisto y sostengo su mirada. —¿Quién dijo que eres a quien estoy rescatando? Tal vez estoy tratando de salvarme a mí mismo. —Deja caer las manos y agarra los asideros de los lados de la escalera, luego se sube detrás de mí para que su cuerpo se presione contra el mío, mi espalda contra su frente. Su boca se cierne sobre mi oreja, su aliento caliente y desigual—. Porque te juro que si tengo que pasar mucho más tiempo sin tocarte, voy a explotar. Sus labios rozan el lóbulo de mi oreja y mis ojos se cierran. Mi cerebro no tiene espacio para ver cuando está sobrecargado de sensaciones. Sus labios en mi oreja. Su duro pecho contra mi espalda. Su aliento contra mi cuello. —Necesito saber, Grace.

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Abro los ojos y trago duro. No quiero hablar No ahora. Tengo demasiado miedo de arruinar este momento con mi tartamudeo. —¿Qué? —Necesito saber… —Apoya su frente contra mi hombro, y veo sus nudillos ponerse blancos mientras aprieta su agarre en el lado de la escalera. En el suelo debajo de nosotros, alguien se aclara la garganta. —¿Ustedes dos suben o bajan? Chris murmura una maldición y baja un escalón para darme la libertad de moverme. Subo la escalera con él detrás de mí. Cuando llegamos a la cima, no puedo mirarlo. —Perdón por eso —dice a la gente de abajo, luego me agarra de la muñeca y me lleva hacia la derecha hacia una cueva rocosa justo al lado del camino. Un letrero de madera me dice que es “La caja de hielo del diablo”, y más allá del letrero, una delgada cascada llovizna en un charco de agua cristalina. Chris lidera el camino, siguiendo el borde rocoso hasta la parte trasera de este espacio semi-aislado y deteniéndose junto a la cascada. Paso a su lado, fingiendo interés en las rocas y el agua, así no tengo que mirarlo a los ojos. Hay una caverna detrás de la cascada, un refugio del agua que cae. —Tengo que saberlo —dice Chris, sus palabras casi ahogadas con el caer del agua—. ¿Se trata sólo de mí? ¿Todo lo que siento cuando estás cerca de mí? Dime que tú también lo sientes. Sin mirar atrás, escapo a través del agua que cae y grito. Estoy empapada antes de aterrizar a salvo en la soledad de la caverna. No estoy sola por mucho tiempo. Chris viene a través de la cascada detrás de mí. Estoy goteando con agua. Corre por mi rostro y mi vestido está pegado a mí, y debajo de aquí, con el rocío de la cascada contra nuestra piel y la roca que nos protege del sol, un escalofrío me recorre y me hace temblar. Chris da un paso hacia mí y pasa una mano por su cabello ahora mojado. Su camisa está empapada y se pega a su pecho. —No sé lo que quieres de mí —le digo, pero prácticamente tengo que gritar para que pueda oír. Se acerca a mí, y sus fosas nasales se ensanchan con su exhalación. —¿No es obvio?

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No estoy segura si el tiempo realmente se ralentiza cuando baja su boca a la mía, o si simplemente se mueve lentamente y me da la oportunidad de evitar esto antes que vaya más lejos, dándome la oportunidad de decirle que no quiero su beso Después de mudarme a Maine, me entregué a las fantasías de este momento. Imaginé lo bien que se sentiría si, un día, el perfecto e indeleble Christopher Montgomery quisiera besarme. Lo miraría a los ojos y le diría que no era mi tipo, que no quería que su pene estuviera cerca de mí. Pero esa era la fantasía de Gee-Gee, y hoy, no siento que esa niña con el corazón roto sea algo más que un personaje de una película triste que vi una vez. Chris quiere a Grace, no a Morgan, no a Gee-Gee. Y quiero su beso. No lo detengo. No le digo que él no es mi tipo ni le recuerdo que no soy el suyo. Espero, suspendida en el tiempo, mientras su boca termina su lento viaje. Y cuando sus labios rozan los míos, suaves y dulces, es como soltar una válvula de presión, y toda la tensión sale corriendo. Huele tan bien, a jabón y su loción para después del afeitado, y cuando sus labios se rozan con los míos por segunda vez, dejo escapar un gemido que parece sacado directamente de mi pecho. —¿Está bien? ¿Por qué tenía que preguntar? ¿Por qué no puede ser como todos los demás y solo tomar? —Grace —dice contra mis labios. Cuando estoy demasiado tiempo callada, sin dar el permiso que busca con mis palabras o mi cuerpo, se aleja—. Lo siento. No debería haberlo hecho, no lo… Por una vez, no soy la que lucha contra mi boca para formar las palabras correctas, y esa comprensión me presiona tan fuerte que cierro la distancia entre nosotros, envuelvo mis brazos detrás de su cuello, y presiono mi boca contra la suya. Se pone rígido por una fracción de segundo mientras inhala, luego sus manos están en mi pelo y su cuerpo presiona contra el mío, y me está besando. El sonido del agua corriendo llena mis oídos, bloquea el mundo y luego desaparece por completo, ya que mis sentidos no tienen más espacio que Chris, su lengua deslizándose contra la mía, sus manos enredándose en mi pelo, sus fuertes brazos acunándome y acercándome a la vez. Podría besarlo para siempre, quedarme aquí, aislada del mundo, lejos de todo lo demás. Quiero que el beso me llene por completo. Me olvido de quién soy, de modo que me pierdo a mí misma y a todo lo que he conocido. Quiero borrar las cosas que hice y lavar a la chica que una vez fui. Y ahora, suspendida en este momento mágico, parece que podría.

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Rompe el beso antes que yo esté lista, moviéndolo de mi boca al costado de mi cuello. Su boca caliente se abre contra esa tierna piel, y mi decepción se disuelve bajo el hechizo de los labios suaves y la lengua exploradora. Encuentra el punto dulce detrás de mi oreja, y cuando gimo, gruñe y chupa ligeramente. Una mano se cae de mi cabello, corre por mi costado y vuelve a cubrir mi pecho. Jadeo. —Chris. —Me tenso, sorprendiéndome a mí misma—. No puedo… Asiente mientras deja caer sus manos a los costados. —Está bien. —No. —Trago saliva, ni siquiera estoy segura de lo que trato de decir o por qué, pero sabiendo que tengo que resolverlo y decírselo—. Yo no… no p-p-p… — Joder. Hazlo despacio, Grace—. Sin sexo. Los besos están bien, pero nada de sexo. Su sonrisa es lenta y satisfecha, y asiente antes de acercarse nuevamente, su boca se cierne sobre la mía. —Eso no es un problema, Grace. No es un problema en absoluto. Nos quedamos más tiempo de lo que deberíamos: besándonos, tocándonos, sus manos explorando mi vestido, pero nunca debajo, su boca deslizándose por mi cuello, pero nunca más abajo. En algún punto, nos dirigimos al suelo, y su cuerpo está sobre el mío, su delicioso peso encima de mí. Los dos estamos sin aliento. Los dos estamos aferrados y queriendo más. Se retira, se apoya en los codos y estudia mi rostro. —Tus labios están azules. —Niega—. Soy una cita de mierda. Déjame llevarte a casa y calentarte. Abro la boca para hacer una pregunta sarcástica sobre si tiene el hábito de mojar a las chicas en la primera cita, pero aprieto los labios antes que la pregunta pueda escapar. No quiero hacer eso. No con esto. Una chica como yo no tiene muchos momentos románticos perfectos en su vida. Merece la pena protegerlo, así que no me permito joderlo.

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Todo el viaje a casa puedo saborear Grace en mis labios. Mi mente está demasiado enredada en el recuerdo de su cuerpo debajo del mío para enfocarme en el camino. Maldita sea, deseo más. Ninguna chica me ha hecho esto antes. Estaba tan ansioso por llevarla a casa y, una vez más, abrigada y a solas, mis manos prácticamente temblaron cuando puse las llaves en el contacto. Dijo que no al sexo y me miró como si esperara que discutiera, como si me fuera a alejar si besarla no iba a provocar que lo hiciéramos. No sé qué clase de imbéciles han jodido con su cabeza. Todo lo que sé es que estoy dispuesto a ser lo que sea que necesite, darle todo lo que necesite y no pedir más de lo que puede dar. Cuando entro en el estacionamiento del complejo de apartamentos y estaciono el auto, toma mi mano antes que pueda abrir la puerta. —Chris… —Hunde los dientes en su labio inferior, y de nuevo me impactan estas versiones conflictivas de Grace. La bocazas y la chica que tiene miedo de hablar. La estrafalaria bromista que se hace llamar “fácil” y la chica que se puso tensa cuando mi mano encontró su pecho. —¿Qué pasa? Suelta su labio de sus dientes, y está rojo e hinchado, y me sorprende la urgencia de lamerlo. —¿Podemos mantener esto entre nosotros? Algo en mis entrañas se enfría. —¿Qué quieres decir? —Podemos no hablar de esto con… ¿nadie? No es que acabáramos de tener una aventura de una sola noche, un accidente que planeamos nunca repetir. Nos besamos. Intercambiaron caricias que eran casi inocentes. Y me dice que no se lo diga a nuestros amigos. Es un déjà vù, y no se siente bien.

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—No estoy lista para que sepan sobre esto. —¿Y qué es esto, Grace? Se mueve en su asiento y mira por la ventana, evitando mi mirada. Entiendo lo que quiere. Simplemente no entiendo por qué. —Escucha, no estoy tratando de presionarte —le digo, pero me siento muy parecido al hombre agresivo que sé que no necesita en este momento—. Sé que tú y yo somos complicados antes de empezar, y no creo que tengamos que complicarlo más por estar en páginas diferentes. Entonces, te estoy preguntando, ¿qué es esto? Mira afuera y retuerce sus manos en su regazo. —¿Tenemos que ponerle una etiqueta? —Creo que sería prudente, sí —le digo, y se estremece. Me froto la parte de atrás de mi cuello. Estoy realmente jodiendo esto—. Nunca te habría tocado hoy si no hubiera pensado mucho sobre lo que siento por ti. No te hubiera besado si no tuviera sentimientos por ti. Esto no fue como la noche en la casa de Willow. —Lo sé. Es diferente, y… tengo sentimientos por ti también. —No parece feliz al respecto, pero al menos se vuelve hacia mí y me mira de nuevo. Tomo su mandíbula y le acaricio el labio inferior con el pulgar—. Es tan complicado. —Claro, pero no te hubiera besado si no creyera que valías una pequeña complicación. —No quiero que tus amigos hagan más de lo que esto es. —Sus ojos buscan los míos. —Tal vez soy yo quien hace más de lo que es. —Trago saliva, ahogando toda mi vulnerabilidad para poder darle la honestidad que se merece—. Entonces, ¿qué es para ti? ¿Es este el comienzo de algo que estamos dispuestos a dar una oportunidad? ¿O es una aventura de verano? ¿Es un error? No digo lo último. Tal vez porque me temo que, para ella, lo es. —No tienes que responder ahora —me escucho decir. No me gusta dejar que el miedo me impida seguir tras lo que quiero, pero eso es lo que acabo de hacer. Quiero una respuesta. Quiero saber lo que soy para ella y lo que está dispuesta a dejar que sea. Pero me temo que si la apresuro, lo rechazará antes que tengamos la oportunidad de comenzar. Aguanto la respiración y cuento hasta diez mientras cambio mentalmente de marcha. Porque si soy sincero, estaba listo para entrar al apartamento rodeando a Grace con el brazo y dejar claro a todos que es mía ahora. —No les diremos hasta que tengas la oportunidad de decidir lo que quieres.

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Escanea mi rostro. No sé lo que está buscando, pero espero que vea que puede confiar en mí. —Gracias. Quizás esto es un error. Tal vez solo estamos pidiendo problemas y drama. Mierda. Está aquí porque su padre quería que la cuidara, y no creo que esto sea lo que tenía en mente. Pero ella tiene mi corazón en su puño desde que vendó mi mano en la sala de estar de Willow. Estoy dispuesto a arriesgarme si eso significa que ella podría darle una oportunidad a esto.

Mason y Bailey están estudiando en la sala de estar cuando entramos. Soy un cobarde, así que en lugar de enfrentar a nuestros amigos, voy directamente al baño antes que tengan siquiera la oportunidad de levantar la vista de sus libros. Me quito el vestido mojado y me meto a la ducha, dejando que Chris se ocupe de las explicaciones de por qué los dos llegamos a casa empapados. Sé que eso es injusto porque soy yo quien no quiere que sepan la verdad. Estoy conmocionada por todo el día, por la forma en que planeó algo tan especial solo para mí, por la forma gentil en que rozó sus labios con los míos. Si Bailey descubre que Chris y yo estamos involucrados, querrá saber si le dije quién soy. No creo tener el valor para hacer eso todavía, pero solo porque estoy asustada no significa que eso no sea lo correcto. Me quedo en la ducha caliente un largo rato, y cuando salgo, me tomo mi tiempo para hidratar e incluso me aplico una capa rápida de rímel antes de acomodar mi toalla debajo de mis brazos para salir en busca de mi pijama. No llego a la habitación cuando me doy cuenta que nuestros amigos se han ido. Chris está sentado frente al televisor. Su frente está arrugada mientras mira a un par de cabezas parlantes en ESPN. —Para ser honesto, los Blackhawk son un gran signo de interrogación para mí —dice un tipo calvo a la izquierda de la pantalla. —No se puede negar que tienen talento —dice el hombre de la derecha—. Incluso sin Woodison, ese equipo está repleto de talento. Mason Dahl como receptor abierto y Sebastian Crowe sustituyendo a Woodison, Christopher Montgomery tienen muchos objetivos.

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—Mi pregunta —dice el calvo, levantando un dedo—, es ¿pueden pasar la primera parte de la temporada sin estallar antes del regreso de Woodison? Con un cambio inesperado en el entrenamiento, los Blackhawk no necesitan que Montgomery sea su mariscal de campo, necesitan que sea su líder. —Ciertamente es capaz —dice el hombre de la derecha, y pongo mi toalla más apretada debajo de mis brazos y lanzo al aire el puño en señal de victoria. Estos idiotas perezosos se sientan allí y se ganan la vida hablando de chicos que tienen más presión sobre ellos de lo que podrían imaginar. Es bueno escuchar a uno defender a Chris. —No hay duda que Chris Montgomery tiene las habilidades técnicas requeridas para cualquier mariscal de primera división —dice el tipo calvo. La cámara cambió a unos videos de Chris lanzando touchdowns y haciendo carreras en la zona de anotación mientras el hombre repasa las estadísticas de Chris—. Pero veamos sus estadísticas en situaciones de presión —dice—. En las últimas dos temporadas, ha habido ocho juegos que se han reducido a maniobras de dos minutos donde tenían posesión y estaban abajo por un touchdown o más. Ganaron cinco de esos juegos, que es un número respetable. En los cinco casos, Arrow Woodison fue responsable de la jugada que ganó el juego. Las tres veces que se dejaron a los brazos o pies de Montgomery, cuando necesitaba hacer algo fenomenal para llevar a su equipo a la victoria (estoy hablando de un pase de Hail Mary o una jugada loca), jugó a lo seguro, y como resultado, el juego se perdió. No digo que hubieran ganado si hubiera ido por lo imposible, pero me gustaría verlo intentarlo. El otro analista asiente. —Este es un chico que tiene la habilidad de su ADN, pero estoy de acuerdo en que la grabación respalda tu afirmación. —Es tan controlado y mecánico que no toma los riesgos necesarios para ganar esos juegos difíciles. Si los Blackhawk quieren otra temporada en el superbowl sin Woodison en esos primeros juegos, su mariscal de campo necesitará encontrar un fuego en su estómago que, personalmente, aún no he visto. —¿Quién sabe? —responde el otro tipo—. Tal vez si los rumores son ciertos y Colt Montgomery está considerando el trabajo como el nuevo entrenador en jefe de los Blackhawk, podrá encender ese fuego en su hijo. Pasan a las especulaciones sobre Ohio State, y aparto los ojos de la pantalla para mirar a Chris. No se ha movido, pero sus ojos están cerrados. Camino alrededor del sofá y me siento en su regazo, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello. Abre esos preciosos ojos azul bebé y revisa mi rostro.

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—¿Tuviste una buena ducha? Toco mi frente con la suya. —No los dejes entrar en tu cabeza. No dejes que decidan quién eres. Solo tú puedes decidir eso.

Ver a los analistas deportivos destrozar a tu equipo es siempre un juego de ruleta rusa para el orgullo, pero saber que Grace oyó lo que tenían que decir sobre mí hace que las palabras duelan como un golpe en el coxis. —No se puede discutir con las estadísticas. Arquea su espalda y presiona su pecho contra el mío. —Esas supuestas estadísticas se basaron en tres juegos en dos años. Eso es una mierda, y lo sabes. ¿La idea que no juegues con pasión solo porque no pierdes los estribos o te sientes tranquilo en el campo? Eso es una mierda, también. Mantienes unido a ese equipo. No necesitan un impulsivo en este momento; te necesitan a ti. Esta chica dice que no le gusta el fútbol, y sin embargo, cada vez que mi carrera futbolística es tema de conversación, parece que tiene las palabras que necesito escuchar. —¿Cómo sabes exactamente qué decir? —Solo sé lo que es verdad. Y justo así, los imbéciles en la pantalla no importan. Tengo una hermosa mujer en mi regazo que está cubierta con nada más que una toalla delgada. Deslizo mis manos por sus muslos desnudos y debajo del material afelpado, manteniendo mis ojos fijos en los de ella. Su lengua se dirige a sus labios, deslizo mi mano en su cabello mojado y bajo su boca para encontrar la mía. Aprieto sus caderas debajo de la toalla pero las obligo a permanecer quietas y me recuerdo a mí mismo que debo tomarlo con calma. Puedo darle despacio. Puedo darle gentileza. Puedo darle cualquier cosa. Sacudiendo mi cabeza, deslizo mi mano detrás de su cuello y deslizo mi pulgar hacia un lado de su mandíbula. —No pensé que pudieras ser más sexy, pero me gusta cuando hablas de fútbol.

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—Mmm, tal vez debería decirte lo que siento por la forma en que se ven estos hombres en sus mallas de fútbol. Gruño y la acercó más. —Uno, esos son pantalones, no mallas. Y dos, no necesito escuchar lo que sientes por los culos de mis amigos. —¿Incluso si todo es bueno? —Sonríe inocentemente. —Especialmente si es bueno —gruño. —Probablemente debería decirte que Keegan me ha invitado a salir un par de veces. —¿Qué dices? —Me lo pidió durante mi primera visita a casa de Arrow. Pero lo volvió a mencionar una o dos veces. Estaba bromeando antes, pero ahora los celos en mis entrañas son reales y me recuerda cuánto odio la idea de mantener esta cosa entre nosotros oculta de mis amigos. —¿Qué dijiste? —Dije que sí, obviamente. —Toma la parte delantera de mi camisa y me empuja hacia adelante—. Estoy con él en este momento, fingiendo escucharlo hablar mientras fantaseo con lo sexy que se ve su mariscal de campo en sus mallas de fútbol. Quiere invitarme a su casa, pero voy a hacer una excusa para poder llegar a casa con este chico que me gusta. —Joder, sí lo harás. Se ríe, pero presiono mi boca contra la de ella y me trago el sonido con mi beso. Nunca he estado celoso antes. Incluso cuando descubrí a Olivia con Keegan, no describiría lo que sentí como celos. Me sentí enojado y traicionado, pero no celoso. No puedo decir que la diferencia esté en la insistencia de Grace en mantener esto en secreto, porque Olivia tenía el mismo requisito. Pero es diferente. Quiero que todos sepan que Grace es mía. Quiero besarla delante de mis amigos cuando quiera y dejar de andar sigilosamente como si estuviéramos haciendo algo de lo que deberíamos avergonzarnos. Cuando rompe el beso, está respirando con dificultad. Apoya su frente contra la mía y se lame los labios. —Debería ponerme algo de ropa.

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—Lo que sea que necesites hacer. —Aprieto sus caderas y dejo que una mano rebelde se arrastre hasta su vientre, dejando que mi pulgar le rodee el ombligo—. Me gustas así, pero tal vez te toque demasiado fácil. Toma una respiración desigual. —Me haces no querer ir despacio, y eso es… —Se retira y busca en mis ojos—. Es exactamente por eso que necesito hacerlo. —Todo lo que necesites es tuyo. No te disculpes. Pero en lugar de alejarse de mí y dirigirse a vestirse, se inclina hacia un lado, se echa hacia atrás y apoya su cabeza contra el brazo del sofá, sorprendiéndome cuando me arrastra con ella. Cuando me acomodo sobre ella, gime. Paso mi boca por el costado de su cuello, encontrando el punto dulce detrás de su oreja. Deslizo mi mano entre nuestros cuerpos, y su toalla se abre, dándome acceso a la suave curva de su pecho. Grace está desnuda debajo de mí, emitiendo pequeños y sexys sonidos cada vez que mis labios se deslizan sobre su piel, arqueándose a mi toque con cada roce de mi pulgar. —He querido esto desde la primera noche —le digo. 180

—Yo también —susurra. —No podía olvidar cómo te sentías debajo de mí, o el sabor de tu boca. Justo cuando mi pulgar roza su pezón otra vez, grita y empuja mis hombros con sus palmas. Me retiro rápidamente, sentándome. Y luego lo escucho El roce de una llave en la cerradura y las voces al otro lado de la puerta.

Me bajo del sofá, me pongo de pie y corro hacia el dormitorio justo cuando la puerta se abre, dejando a Chris aturdido en el sofá. Oigo las voces de Bailey y Mason cuando entran al apartamento, el sonido de las llaves soltadas en el mesón y los armarios abriéndose y cerrándose. —Voy a robarme un Pop-Tart, Grace —grita Bailey mientras me apoyo contra el otro lado de la puerta de la habitación. —¡Adelante! —Mi voz está tranquila, pero me tiemblan las manos al tirar la toalla y caminar hacia el armario para buscar algo de ropa. —Vístete —grita de nuevo—. Mia quiere ir al Cavern y hacer karaoke. Escucho el profundo estruendo de los muchachos hablando, pero no puedo entender sus palabras. Tomo mi teléfono para enviar un mensaje de texto rápido a Willow y veo que tengo uno esperando de ella.

Willow: Dios mío. Esta obra de PUTA ENOJADA es la mejor jodida cosa de la historia. ¡Envíame más!

Reprimo una sonrisa. He estado trabajando en la obra para el señor Gregory, pero cada vez que me siento a escribir eso, termino queriendo pasar el tiempo en el proyecto tonto, que solo dejaré que Willow lea.

Yo: Necesito centrarme en PINKERTON Y POLLY para el señor Gregory, pero cuando termine, terminaré PUTA ENOJADA solo para ti. Willow: No quiero esperar. (Imagínate eso con la voz más quejica posible). ¿Cómo está Chris? ¿Todavía estás muriendo de sed?

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Miro la pantalla y respiro profundamente.

Yo: Me besó hoy. Le devolví el beso. Es tan complicado. No creo que nos estuviéramos besando si supiera sobre Gee-Gee. ¿Qué debo hacer?

Me pongo ropa interior y una camiseta sin mangas, y estoy hurgando en una canasta de ropa limpia y sin doblar, cuando alguien toca la puerta. Me imagino que es Bailey, así que grito: —¡Adelante! Chris entra a la habitación y recorre con sus ojos mis piernas desnudas y vuelve a mi ropa interior de lunares. Mis mejillas se calientan con un rubor que irradia por todo mi cuerpo cuando empuja la puerta con una palma abierta. —¿Por qué me miras así? —Has arruinado mi cerebro —dice en voz baja. Camina hacia mí, con los ojos ardientes—. ¿Tienes alguna idea de cómo me excito cada vez que veo lunares? Trago una risa, y sonríe. —Es en serio jodidamente incómodo, Grace. —Se acerca y coloca dos dedos debajo del fino algodón sobre mi cadera, e instintivamente me inclino hacia él. El anhelo que he estado cargando en mi vientre se hunde y pide atención—. Pero me hacen pensar en ti. Y saber que incluso tu ropa interior tiene lunares no va a ayudar a mi problema. —Erección vía lunares —susurro, inclinando mi rostro hacia él—. Suena como una aflicción seria. —No tienes idea. —Deja caer su boca sobre la mía y presiona un duro beso antes de soltar mi ropa interior. Rompe el beso y gime—. Tengo que irme. Mason, Sebastian y yo iremos a casa de Arrow y veremos el video del juego del año pasado. ¿Vas a ir al karaoke con las chicas? Me encojo de hombros, estirando mi cuello para mirarlo. —Si está bien con mi niñera. —Le da a mi culo un golpe fuerte, inesperado, y lo miro boquiabierta—. ¿Qué fue eso, señor Buen Tipo? Sonriendo, frota su mano sobre la piel punzante y arquea una ceja. —Seguiré golpeándote el culo si sigues llamándome tu niñera. —¿Qué pasa si me gusta?

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Gime y agarra mi cadera con una mano, tomando un puñado de mi cabello mojado en la otra mientras me besa. El beso es largo y ansioso, y para cuando se aleja, estoy lista para decirle al mundo que estamos juntos solo para tener una excusa para mantenerlo en esta habitación conmigo esta noche. —Quiero averiguar todo lo que te gusta —susurra—. Y quiero saber qué te asusta para poder demostrarte que no debes temer eso de mí. ¿Lo entiendes? Asiento. Retrocede y se lame los labios, pasando su mirada sobre mí una vez más antes de salir de la habitación y cerrar la puerta detrás de él con un clic. Pasan otros cinco minutos antes que logre ponerme mis jeans, y luego noto el mensaje de Willow.

Willow: DILE.

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Los chicos me mantienen fuera hasta muy tarde, y aunque se siente bien revisar jugadas con Arrow, estoy ansioso por volver con Grace. Para tenerla sola. Cuando llego a casa, su cama está vacía. Busco mi teléfono instintivamente, luego me obligo a ponerlo en el escritorio sin enviarle mensajes de texto. Ya me está haciendo pasar un mal momento por actuar como su niñera, y no quiero darle más munición. Pero es difícil. Por lo menos, quiero enviar un mensaje de texto a Bailey y averiguar si todavía están en Cavern, pero no lo hago. Confío en que Bailey no dejará que Grace conduzca si ha estado bebiendo, y sé que Bailey y Mia nunca subirían al auto si tomaron algo para beber. Me despojo de mis calzoncillos y observo la cama vacía de Grace una última vez antes de subir a mi plataforma alta. En el momento en que trepo al colchón, sé que hay alguien dentro. Alcanzo la cortina y la hago a un lado. Gracias a la luz de las farolas que entran inclinadas a través de mi ventana, la veo. Grace no sigue afuera con nuestras amigas. Está durmiendo en mi cama, su cabello extendido sobre mi almohada, sus curvas debajo de mis sábanas. Hay suficiente luz para distinguir el rubor soñoliento de sus mejillas y el ángulo de su mandíbula, la parte ligera de sus labios. Dios, cómo me

gustaría despertarla saboreando esos labios. Sus pestañas no tienen su habitual capa de rímel, y se ven casi rubias. Entre la forma en que se tensó cuando la toqué hoy y su insistencia en que comprendiera que no estaba lista para el sexo, me sorprende encontrarla en mi cama. Trago saliva, tratando de no pensar qué clase de invitación podría ser. Y fallo. —¿Grace? —Estiro la mano para tocar su hombro desnudo, y sus ojos se abren. No quiero mover mis dedos de esa piel suave y pálida. ¿Lleva ropa o solo está cubierta por mis sábanas y el tatuaje de enredadera que corre a lo largo de su espalda?—. ¿Estás bien? Me sonríe, sus ojos medio abiertos. —Bien —murmura antes de dejar que sus ojos se cierren. —¿Hay algo mal con tu cama? —pregunto—. ¿Querías cambiar? Gira hacia un lado y murmura algo que no puedo entender, así que respiro, cierro la cortina y regreso a la escalera. —Quería dormir en tus brazos —dice—. ¿Te quedas? 184

Había planeado esperarlo, pero entre el largo día y el olor de él en la almohada, me sentí tan relajada que fue como si me hubiese fundido en sueño. Ahora se está deslizando debajo de las sábanas detrás de mí, y estoy completamente despierta. Me doy la vuelta, para mirarlo. —¿Tuviste una buena noche? Toma mi mandíbula con la mano y desliza sus dedos en mi cabello. —Sí, pero no podía dejar de pensar en ti. Eso me deja sin aliento. Es tan malditamente dulce. —¿Qué tal estuvo tu noche? ¿El karaoke estuvo bien? —Sí. Mia está muy loca. —Mmm sí. De verdad lo está. Deslizo mi mano sobre su pecho. Duerme sin camisa, y he fantaseado en innumerables ocasiones sobre cómo me acomodaría en este amplio y fuerte pecho mientras dormía. Solo que ahora que puedo, no quiero dormir.

—¿Estás seguro que estás de acuerdo con mi regla de no sexo? Se queda sin aliento, y se mueve para acercarse un poco. Retira mi pelo hacia atrás antes de pasar su pulgar por la base de mi cuello. —¿Por qué no debería estarlo? Esto no se trata de querer echar un polvo. Esto es sobre quererte. La dulzura en esas palabras hace que mi corazón se detenga. —Solo necesito que me digas lo que está permitido y lo que no. —Yo… —No lo sé. Realmente no lo he pensado bien. Sé que es una mala idea tener sexo antes de encontrar el valor para decirle la verdad. Baja la cabeza y presiona sus labios en el punto dulce detrás de mi oreja. —¿Puedo besarte aquí? —susurra. El anhelo en mi pecho se convierte en calor, y asiento. —Sí. Su boca se abre contra esa tierna piel y avanza hacia abajo. Inclino mi cabeza para darle un mejor acceso a esa articulación sensible de mi cuello y hombro. Encuentra el dobladillo de mi camisa y juguetea con este. —¿Puedo quitarte esto? —Sí. Nos movemos torpemente en la cama, tratando de maniobrar lo suficiente para que me quite la camiseta en el espacio pequeño. Se inclina hacia atrás y coloca la cortina detrás del pie de cama para mantenerla en su lugar. La luz de las farolas me ilumina y, cuando se da la vuelta, se abren sus fosas nasales. Estoy acostada frente a él en su cama, vistiendo nada más que un par de bragas de algodón de lunares, y sus ojos están sobre mí, observando cada centímetro de mí como si no tuviese otra oportunidad. —¿Puedo tocarte aquí? —Sus nudillos rozan la parte superior de mis pechos, y tiemblo en sus brazos. —Sí. —Quiero gritar que sí, sí, sí. Quiero que me toque en todas partes. Que deje de preguntar y comience a hacer. Quiero… Quiero exactamente lo que está haciendo. Porque parece saber que esto es lo que necesito. No sé cómo ni por qué, pero lo entiende. Entiende esta parte profunda, secreta y aterrorizada de mí mejor que yo.

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—¿Puedo poner mi boca aquí? —pregunta, rozando mi pezón desnudo con su pulgar. Mis pezones están muy apretados, duelen—. Me muero por probarte aquí otra vez. Trago con fuerza. —Sí. Se sienta de costado sobre la cama para apoyar la espalda contra la pared y me lleva a su regazo. Estoy a horcajadas sobre él. Sus ojos se oscurecen. —Jesús, Grace, eres un sueño. Y eso es lo que me asusta. Sé que cree las palabras, pero no quiero que se enamore de alguien que no soy. —No soy el sueño de nadie. Ríe. —¿En serio? Dile eso a mi subconsciente. Has consumido mis fantasías desde que entraste por la puerta. —Me besa, sus manos se enredan en mi cabello, nuestros cuerpos se presionan juntos. Siento su dureza entre mis piernas, su longitud y calor a través del algodón, y es difícil no llevar esto más lejos. Es difícil no caer en viejos hábitos y follarlo solo porque siento que no tengo nada más que ofrecer. Pero este no es cualquier tipo. Este es Chris, y sus besos me convierten en un juguete de cuerda que hace clic con fuerza. Cada caricia me hace querer creer que nuevos comienzos son posibles. No sé por cuánto tiempo nos besamos antes que nos deslice hacia abajo en la cama y tire de la manta para cubrirnos. —Duerme bien —susurra. —¿Pero, estás bien? Ríe. —¿Estás bromeando? ¿Tienes idea de cuántas veces te he imaginado así? ¿Desnuda? ¿En mis brazos? —Traga antes de agregar—. Mía. Mi corazón duele por esa palabra. Quiero ser suya. Quiero darle mi cuerpo y rogarle que nunca lo suelte. Pero no puedo hacer eso hasta que le dé la verdad. Dile.

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Un hombre se para en mi puerta, mirándome como si supiera por qué está aquí. Es alto, tiene una cabeza de cabello rubio rizado y grueso y hombros anchos, y apenas puedo mirarlo a los ojos sin fruncir el ceño. —¿Puedo ayudarte? —pregunto, mirando a los ojos azules que coinciden con los que veo en el espejo todos los días. Mi padre mete sus manos en sus bolsillos y pasa su mirada sobre mí. —¿Podemos hablar? Asiento, sin confiar en mí mismo para hablar. —Entra. —Mi voz se rompe en la palabra, como una bisagra oxidada que nunca se ha utilizado. Este tipo se alejó de mí cuando era un bebé. Nunca se molestó en enviarme tarjetas de cumpleaños o regalos de Navidad. Y ciertamente no fue quien me enseñó a tirar una puta pelota de fútbol. Doy un paso atrás y abro la puerta de par en par. Entra, mirando alrededor del pequeño departamento. No sé si tiene curiosidad sobre quién soy o cómo vivo, o si esto es tan incómodo para él como lo es para mí. —¿Estás tomando el puesto? —pregunto. Sé que no hay otra razón por la que estaría aquí. —Estamos entrando en negociaciones, así que está casi hecho. —Metió las manos en los bolsillos y se volvió para mirarme—. Pensé que deberías saberlo primero. —Si te preocupa que espere un tratamiento especial porque eres mi padre… —Probablemente sea mejor que no me llames así. —Sus ojos buscan los míos, algo que parece arrepentimiento arruga su frente—. Chris… —Suspira y cuelga la cabeza—. Vine aquí para hablar contigo porque quería dejarlo en claro ahora, en privado, creo que es mejor que dejemos las cosas como han estado. No quiero que

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te hagas una idea equivocada sobre por qué estoy sopesando la oferta. Este trabajo no cambia nada. Todo el mundo ama a Colt Montgomery. He leído entrevistas con sus jugadores diciendo que no era solo un entrenador, era una figura paterna. Para mí, no es más que una vieja herida que se niega a sanar, y al venir a mi puerta para decirme algo así, la abre de nuevo con sus propias manos. —No te estoy pidiendo nada. Asiente, se muerde la parte interior de la mejilla y baja la vista al sofá, como si un tercer miembro invisible de esta conversación estuviera sentado allí y esperara que interviniera. —Tengo una familia. Tengo una esposa y una hija. —Tienes un hijo —le digo. Y me odio a mí mismo por decirlo, pero joder, ¿qué tan imbécil puede ser? —¿Qué quieres de mí? ¿Qué es lo que necesitas en tu vida que crees que puedo ofrecer? Tu madre lo hizo bien. —Tienes razón. Lo hizo. —Nos miramos el uno al otro, el silencio entre nosotros cada vez más tenso, como una cuerda a punto de romperse—. Te puedes ir. Lo miro irse, este hombre que no se parece en nada a lo que imaginé que era, este hombre que no tenía ninguna buena razón para abandonarnos a mí y a mi madre. —Puto egoísta —murmuro mientras cierro la puerta detrás de él. Camino hacia el mostrador, paso mis manos por la parte posterior de un taburete y lo aprieto. Grace está con Bailey, y de repente desearía que estuviera aquí. La necesito. Cuando escucho que la puerta se abre de nuevo, miro al refrigerador abierto, mirando el contenido y luchando por recordar para qué lo abrí. —¿Acabo de ver a tu padre irse? —pregunta Mason. Cierro la nevera y me vuelvo hacia Mason. —No es mi papá. No es más que un donante de esperma.

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Un día en la piscina de Arrow es justo lo que necesito para distraerme de la visita de mi padre. Tacha eso. Lo que necesito es pasar el día con mis amigos, con Grace a mi lado, recordándome lo que realmente importa. Pero como ella no está lista para eso, me conformaré con un día con nuestros amigos. Sebastian está en la cocina cuando entro a buscar una botella de agua. La tomo de la nevera. —Montgomery —dice, deteniéndome antes que pueda regresar afuera. El vello en mis brazos se eriza. Cuando se trata de Sebastian, estoy atrapado entre la espada y la pared. Por un lado, no es propio de mí guardar secretos de mis amigos o compañeros de equipo, y no me gustaría nada más que confesarme con Sebastian sobre lo que pasó entre su hermana y yo. Por otro lado, le debo a Olivia mantener el secreto, incluso si nunca entendí por qué era importante para ella. Una cosa sería si aún estuviéramos juntos, pero desde que eso terminó y ella todavía no quiere que su hermano lo sepa, no estoy seguro si haría algún bien que se lo dijera. De hecho, parece que saldría peor que bien. No solo estaría enojado conmigo, sino que eso generaría problemas en el campo. Querría saber por qué rompimos, y eso también causaría odio entre él y Keegan. No quiero que mi equipo se rompa debido a mi mal juicio. Va a ser bastante difícil mantener arriba el ánimo de todos con el intento de mi padre de “reconstruir” un equipo que ya se mantiene fuerte. Sebastian se rasca la barba y baja la mirada al suelo. —Me siento incómodo como el infierno al mencionar esto —dice. Mierda. —¿Qué? —Necesitas poner cuidado a Keegan con Grace. Sé que está interesado, pero le diría a ella que se ande con cuidado. Se me revuelve el estómago ante la idea de Keegan buscando algo con Grace. Si me dejara decir a todos que estamos juntos, eso pondría fin a esa mierda. Podría decirle que necesita retroceder. Pero ella es tan insistente con guardar el secreto como Olivia. ¿Qué demonios pasa conmigo? Por mucho que no quiera comparar la petición de guardar el secreto de Grace con la de Olivia, me resulta demasiado familiar. Con Olivia, nunca pude quitarme la sensación que estaba jugando conmigo, y que no se trataba de que no quisiera que Sebastian supiera de nosotros y más acerca de que no quería que los demás lo supieran. Luego la encontré besando a Keegan, y todas mis sospechas se

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solidificaron. Y aunque no creo que Grace me esté engañando, su reticencia a compartir nuestra relación con nuestros amigos corta en una vieja cicatriz. —No estoy tratando de comenzar nada entre tú y K —dice Sebastian, pareciendo confundir mi silencio con la ira. Tensa su mandíbula—. Tú y yo comprendemos que hay reglas. No jodes con la hermana de un compañero. —Mira por encima del hombro hacia las ventanas que dan al área de la piscina. Grace está afuera, parada en ese bikini con lunares y luciendo como algo sacado de un calendario pinup—. Sin embargo, a Keegan no le importa eso. —Gracias por el aviso. —No estoy seguro de qué más decir. Sebastian se ve demasiado inquieto, y aunque estoy contento de que esté cuidando a Grace, no estoy seguro de por qué le importa tanto. —Alguien rompió el corazón de Olivia —dice—, y creo que fue Keegan. No quiero que Grace sea la próxima. Bueno, joder. —No creo que haya nada entre Olivia y Keegan. —Es todo lo que puedo ofrecerle, y me siento como un idiota por ocultar la verdad que importa. Si Olivia tiene el corazón roto y es mi culpa, debería pararme aquí y aceptarlo. —Siempre estaba coqueteando con ella y persuadiéndola, y luego se detuvo de repente, y ahora camina por la casa como si le hubieran dado una paliza. Ella no me dirá por qué o qué está pasando, pero vi el cambio en la forma en que actúan el uno alrededor del otro. Solo quería darte un aviso. —Pasando a mi lado, deja la cocina y empuja las puertas francesas hacia el patio trasero. Grace se ríe de algo que Keegan le dice. Están uno al lado del otro, entrando en la piscina y tiene su sonrisa a todo voltaje. Arrastro una mano por mi cabello. Cuando se trata de Grace, me siento tan perdido que podría arrancármelo. —¿Estás bien? Me alejo de la ventana para ver a Olivia entrar en la cocina. —Estoy bien. Se acerca, esos dulces ojos sobre mí. —Te ves enojado. —Su voz se quiebra, como si temiera hablar conmigo. ¿Fui tan imbécil cuando terminamos? Sebastian lo hace sonar como si ella fuera miserable, pero honestamente no creía que se preocupara lo suficiente como para tener el corazón roto. —¿Qué pasa conmigo? —Me escucho preguntar—. No querías que nadie supiera que estábamos juntos, y luego besaste a Keegan… —Inspiro profundamente—. Como si fuera inconsecuente.

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—No fuiste tú. Había estado tratando de llamar mi atención durante semanas, y ese día simplemente se acercó a mí y me besó. —Pone sus dedos sobre sus labios, luego deja caer su mano y niega como si estuviera alejando el recuerdo—. Pero me alegra que lo hayas mencionado. Esperaba que pudiéramos hablar. Sobre nosotros. Dejo escapar un largo suspiro. —No quiero pasar por esto de nuevo. No tengo la paciencia o la energía para repetir por qué hiciste lo que hiciste o por qué no podía dejarlo ir. —Sus grandes ojos marrones se llenan de lágrimas. Soy un imbécil—. Lo siento. —Joder—. Escucha, tal vez las cosas podrían haber sido diferentes, pero tengo sentimientos por alguien más. Sus labios se separan, y una lágrima baja por su mejilla. —¿Grace? —pregunta ella—. ¿Te estás enamorando de ella? —Sí. —No voy a mentir acerca de cómo me siento—. Prácticamente desde el momento en que la conocí en Texas este verano. —¿Están juntos? Niego. —No sé lo que somos. Una segunda lágrima se une a la primera, y baja su mirada al suelo. —Ya veo. Arrastro una mano por mi cabello. —Escucha, si tú y yo estuviéramos destinados a estar juntos, no hubieras besado a Keegan. —Me besó —dice, su voz rompiéndose—. Ni siquiera sabía que iba a hacerlo. Sonrío. —Sí, pero cuando entré definitivamente estabas besándolo. —Estaba confundida. Quería que tú me quisieras de la manera que él me quería. —¿Qué significa eso? —Nunca sentí que quisieras estar conmigo. Cuando dije eso sobre que nunca eras impulsivo, quise decir conmigo. Quería que estuvieras tan encantando conmigo qué harías lo que fuera necesario para que estuviéramos juntos. —Limpiándose las mejillas otra vez, se encoge de hombros, y estoy confundido como el infierno. —Lo siento si te hice daño.

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Asiente. —Sí. Lo mismo digo. O tal vez lamento que no te importara lo suficiente como para salir lastimado.

Sonrío ante mi reflejo en el espejo sobre el lavabo en el baño de visitas de Arrow. Pensé que mi piel pálida solo podía ser blanca o roja por el sol, pero en las tres semanas desde que llegué a Indiana y empecé a pasar días en la piscina de Arrow, desarrollé un bronceado dorado claro. Me lavo las manos y salgo del baño para unirme a mis amigos, pero tan pronto como salgo al pasillo, Chris está allí. Me agarra de la muñeca y me empuja hacia la esquina más oscura y lejana del pasillo, presionándome contra la pared antes de acercar su boca a la mía. Me derrito debajo de él, deslizando mi mano en su cabello, y su beso va de duro a dulce, exigente a tierno. Lo he estado mirando todo el día. Amo y odio fingir que no somos más que amigos. Por un lado, me encanta tener el secreto y disfrutar la relación sin las opiniones de nadie más. Por otro lado, significa que tengo que conformarme con miradas cuando quiero caricias. Rompe el beso con un jadeo ahogado. —Estoy perdiendo la mente. —Creo que me gusta —susurro contra su boca. Desliza una mano debajo de mi mandíbula, y la otra sobre mi costado y hacia abajo para ahuecar mi trasero. —Quiero que seas mía. —Lo soy. Toda tuya. —No, no lo eres. —Su agarre se tensa—. No hasta que estés dispuesta a hacerles saber que estamos juntos. Hasta entonces, solo conseguiré parte de ti una parte del tiempo. Mi corazón acelerado se detiene. No es solo mi pasado el que me está frenando. Si le digo o no, la verdad es que Chris es demasiado bueno para mí. Tengo tanto miedo que una vez que le digamos a todo el mundo, va a hacerlo realidad, y una vez que sea de verdad, se derrumbará. Como cuando sueñas que puedes volar y

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despiertas sintiéndote como si te cayeras sobre tu colchón. No estoy lista para despertar todavía. —¿Por qué no es eso suficiente? —Porque no lo es. —Empuja su cuerpo más cerca y coloca su rodilla entre mis muslos. Todo lo que tendría que hacer es rotar mis caderas un poquito y me estaría frotando contra él—. Porque quiero todo de ti. ¿Es la posición de su cuerpo contra el mío o las palabras mismas lo que hace que algo aletee bajo en mi vientre, como las ascuas calientes de una fogata que ardió toda la noche? La mano en mi mandíbula se desliza en mi cabello. —Me vuelves jodidamente loco, Grace. Sonrío, decidida a mantener la calma, decidida a no dejarle ver cuánto quiero lo que me está pidiendo. —No pensé que alguien pudiera volverte loco. Pensé que eso era por lo que se te conocía; ser un mariscal de campo que nadie puede desequilibrar. ¿Verdad? Su pulgar traza mi labio inferior con una caricia tan tenue, tan ligera, que envía mariposas deslizándose por mi vientre. —¿Por qué estás tan decidida a atormentarme? —pregunta—. ¿Por qué no quieres que esto sea real? ¿Es por nuestros padres? Si estás preocupada por tu padre, te prometo que seré quien… —No se trata de mi papá. —¿Entonces qué es eso? Quiero estar contigo, y quiero que sea verdadero. Y es como si ya tuvieras un pie fuera de la puerta. Eso está muy lejos de la verdad, pero no puedo explicar sin decir más de lo que estoy lista para decir. —Estoy aquí. Contigo. —¿Sí? Porque podrías haberme engañado. —Se aleja y niega, su mandíbula tensa—. Sé que dije que jugaría según tus reglas, pero me estoy quedando sin paciencia. —Se da vuelta y me abandona. La puerta de atrás se cierra cuando se une con los demás afuera. Cierro los ojos y respiro profundamente para encontrar el equilibrio, pero no hay suficiente oxígeno en el aire como para hacer que el mundo se arregle solo. No puedo estar con Chris de verdad hasta que sepa la verdad sobre quién soy y decirle ahora se siente como un suicidio emocional.

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Me doy la vuelta en la cama, y allí está ella. Todavía está oscuro en la habitación, y el reloj me dice que es justo después de la una a.m., pero la comprensión de que Grace está en mi cama me despierta como el sol que entra por la ventana. Me quedé dormido antes que ella llegara a casa. Envolviendo un brazo alrededor de su cintura, la acerco, presiono mi nariz en su cabello y respiro profundamente. Gime en su sueño, y la beso en la frente, pasando mis manos por su espalda. Me encanta cómo se siente su cuerpo, sus curvas y su suavidad que contrastan con esa boca perversa. —Hola, tú —susurra en la oscuridad. Rueda hacia un lado y desliza una mano detrás de mi cuello y presiona su boca contra la mía. Estoy tan contento de tenerla aquí. En mis brazos. En mi cama. De repente, no me importa. En este momento, en este instante, no me importan todas sus reglas. No importa que quiera mantener esto en secreto. Solo la necesito. Desliza su lengua contra mis labios y nuestras bocas se abren y nuestras lenguas se enredan, lentamente y buscando. La ruedo sobre su espalda, y levanta sus rodillas a cada lado de mi cintura, acercando mi polla para acurrucarse entre sus muslos. Me encantan los sonidos que hace, algo parecido a un quejido, cerca de un grito ahogado, y casi un gemido. Sus manos se tensan en mi pelo, y si no estuviera ya duro, lo estaría ahora. Se balancea contra mí. Nuestros cuerpos están muy cerca, con nada más que la tela de sus pantalones cortos y mis calzoncillos entre nosotros. Le beso la comisura de la boca y sigo por la mandíbula, por el cuello y vuelvo a subir, chupando el lóbulo de su oreja entre mis dientes. Levanta sus caderas de nuevo, hace círculos, las levanta y las gira, frotándose contra mí hasta que tengo que cerrar los ojos porque sería tan fácil correrse así. Me excita tanto, me pone tan duro, podría correrme en mis pantalones cortos sin

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siquiera meterme dentro de ella. Podría correrme por la simple fricción de su cuerpo retorciéndose debajo de mí. Deslizo mi mano por su camisa, y su piel es tan suave, su respuesta a mi tacto tan eléctrica que jadeo junto con ella mientras agarro su pecho, mientras aprieto su pezón. Todo es más lento en la oscuridad, como si tuviéramos todo el tiempo del mundo. Me tomo mi tiempo, explorando cada centímetro de su cuello, su clavícula, usando mi lengua y mis dientes para estudiar su piel y memorizar su sabor. No puedo perderla. El pensamiento invade mi mente, y el miedo que viene con eso casi me hace jadear. No estoy listo para pensar en eso todavía. No estoy listo para contemplar lo que sucederá cuando termine el verano y ella regrese a Nueva York. No estoy listo para imaginar noches sin ella durmiendo en mi cama. Pero siguen apareciendo en mi mente. No le pediré que se quede cuando su sueño está en Nueva York, pero sí quiero que esto sea verdadero, y eso significa aguantar hasta que pueda convencerla que lo intente. Significa aferrarse hasta que esté lista. —Chris —susurra. Bajo la cabeza y beso mi camino por su cuerpo, aferrándome a su pecho sobre su blusa y chupando su pezón a través de la tela. Grita y frota sus caderas más fuerte contra mí. Se arquea, y mantengo mi boca en su pecho porque reconozco su respiración laboriosa, el desesperado tirón de su mano en mi cabello. Sus rodillas se tensan a mis lados, y es tan fácil imaginar cómo sería deslizarse dentro de ella así. Qué bueno sería. Entonces se viene, arqueándose, jadeando. Grita, y cubro su boca con la mía, besándola para silenciarla solo porque sé que eso es lo que querría. Pero la verdad es que quiero escucharlo. Silenciarla es doloroso cuando quiero saber cada sonido que hace cuando llega al clímax. Aprieta las caderas y monta el orgasmo, sin aliento, su cuerpo suave debajo del mío. Todos esos músculos tensos parecen derretirse debajo de mí, y se relaja contra su almohada. —¿Qué fue eso? —pregunta. —Creo que se llama orgasmo —le digo con una sonrisa que sé que no puede ver. Se ríe y acaricia mi brazo. —Sé lo que es un orgasmo. —¿Estás segura? —Beso su hombro desnudo—. Porque estaré feliz de pasar algún tiempo haciéndote conocer íntimamente el concepto si lo necesitas.

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—Honestamente puedo decir que nunca he hecho eso antes. —¿Nadie te ha hecho venir con tu ropa todavía puesta? Niega y se lame los labios. —¿Qué hay de ti? Me encojo de hombros. —Una vez fui un adolescente. Definitivamente tuve un par de trabajos manuales que terminaron de una manera desafortunadamente desordenada. Se ríe. —No. Quiero decir, ¿qué puedo hacer por ti? —Empuja contra mi pecho con sus palmas, y capto la indirecta y ruedo a mi espalda. —Grace. —Ya besa su camino hacia mi pecho, y mi garganta está obstruida por esta maraña de deseo, necesidad y jodida adoración. Mete los dedos en la cinturilla de mis calzoncillos y los tira hacia abajo. Entonces sus labios están sobre mí, y no puedo respirar porque es tan bueno. El calor de su boca, su lengua girando, la vibración de su suave gemido. No puedo respirar porque es Grace, y esto se siente enorme, un gran paso que no esperaba y para el que no pensé que estaba preparada. Me acerco y encuentro su cabello. Deslizo mis dedos en las hebras sedosas para darme esa conexión con ella, para enraizar este placer en la conexión entre nosotros. Se toma su tiempo, se mueve sobre mí y lame, chupa y gime hasta que mi espalda se arquea y el placer me baja por la columna vertebral. —Grace. —Una advertencia susurrada en la oscuridad—. Jesús. No puedo… No se detiene, y lo dejo ir, mis caderas se sacuden, y el placer da vueltas y soltándose en un caliente disparo. Cuando sube de nuevo por mi cuerpo, la atraigo hacia mí y la abrazo fuertemente. —Eres tan jodidamente increíble —susurro en su cabello. La siento encogerse de hombros. —Doy buenas mamadas. Algo sobre la forma en que dice eso me hace sentir incómodo, y retrocedo, deseando poder verla mejor en la oscuridad. —No hagas eso. —¿Hacer qué?

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—No pretendas que esto entre nosotros solo se trata de placer. No es así. Al menos no lo es para mí. —La tomo en mis brazos y respiro profundamente—. Si no sabes eso, entonces no estoy haciendo esto bien. —No es… —Su voz se quiebra, y respira profundamente antes de deslizar una mano detrás de mi cuello y apoyar su frente en mi pecho. Todo lo que puedo hacer es esperar en la oscuridad, paralizado en ese espacio entre querer más de ella de lo que me ha ofrecido y estar aterrorizado de que la espantaré. Presiona sus labios sobre mi pecho, justo sobre mi corazón—. Tampoco es solo sexo para mí.

Mi teléfono suena con una alerta de mensaje, y veo que es de Jewel. Debería eliminarlo sin mirar. No debería torturarme viendo lo que tiene que decir. Pero ignorarlo se siente como elegir no mirar con qué armas vas a ser atacado. Abro el mensaje y veo que me envió un enlace a un video en Instagram. Lo veo sin sonido, pero sé lo que dice la chica de la pantalla. Observo sus labios mientras dice, “Tendré sexo esta noche”. Veo su sensual sonrisa y el movimiento de su cabello, recuerdo a papá haciéndome ver la publicación de Jewel en Instagram justo antes de irme a la fiesta el verano pasado. Ella tomó ese video de mí mientras nos vestíamos para la fiesta y lo publicó en Instagram como una broma. No parecía una broma a la mañana siguiente. Fue embarazoso. Y ahora Jewel me lo vuelve a echar en cara. Después de cerrar todas mis cuentas en las redes sociales y de irme a Nueva York, se detuvo con su incesante intimidación. ¿Por qué empezó otra vez? Cierro el video y dejo mi teléfono. —Si pudieras comenzar de nuevo con Mason, ¿harías algo diferente? —le pregunto a Bailey. Estamos sentadas en el suelo de su sala de estar, el bajo suave de su música sonando en el fondo. Llamó esta mañana y me preguntó si le hacía compañía mientras estudiaba. “Y lo que quiero decir con “hacerme compañía” es obligarme a hacerlo, porque literalmente preferiría ver pintura secarse”.

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Quería escribir un poco hoy, así que fui a su departamento a la hora del almuerzo. Compartimos una comida nutritiva de pizza de queso de ayer, y hemos estado trabajando en silencio desde entonces. Me estudia, su cara de póker específica para Mason vacila. —Todo, tal vez. —Deja caer su lápiz y respira profundamente—. ¿Esto es por Chris? Me encojo de hombros. —Mi amiga Willow cree que debería recordarle de Gee-Gee, así realmente sabe quién soy. —¿Pero es eso quien eres? —Empuja su libro de texto hacia un lado. —No lo sé. No lo creo, pero entonces… —Me encojo de hombros—. No puedo huir de mi pasado. Suspira pesadamente. —Pero no puedes seguir adelante si sigues aferrándote a este. 198

He esperado por esta noche desde que hicimos planes hace una semana. Quiero a Grace a solas. En mis brazos bajo el fuego, junto al lago, bajo las estrellas. Existe una posibilidad de lluvia, pero cuando le pregunte si quería reprogramar para un fin de semana con un pronóstico sin lluvias, solo se rió de mí y me dijo que no era una chica delicada. Para ser honesto, me gusta eso sobre ella. Me gustó que cuando salimos de paseo no tuviera miedo de enlodar sus zapatos o de caminar bajo la cascada. Y me gusta que esté tan emocionada como yo, y que un poco de lluvia no la asuste. Pero en mayor parte, me gusta que finalmente pueda estar a solas con ella. Cuando estuve de acuerdo en no decirles a nuestros amigos, no creo que pensara en lo mucho que tendríamos que escabullirnos, pero definitivamente se está volviendo agotador. Pareciera como si alguien siempre estuviera alrededor, Mason, Bailey, Mia. Incluso Keegan había estado más tiempo que en el pasado. Y desde que voy a estar trabajando con Sebastian tan de cerca en el otoño, él también ha pasado más tiempo en el departamento. Pero siempre tenemos alguien alrededor, deteniéndome de tocarla cuándo y dónde y cómo quiera. ¿Tener una noche para inclinarme y besarla? ¿Una noche donde pueda deslizar mi mano por su cabello y mirarla a los ojos, o tocar su brazo para que pueda recordar cómo se siente su piel contra la mía? Estoy más que listo. Esta noche ya está muy retrasada. El papá de Arrow tiene muchas propiedades y estuvo de acuerdo en que acampáramos en la parte trasera esta noche. Julio es popular para acampar, y llegamos muy tarde para alcanzar un lugar en alguna zona decente a la que llegar conduciendo. De todos modos, la propiedad de los Woodison es perfecta. Está a más de un kilómetro de la casa, esta apartada, e incluso tiene un lago.

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—¿Eso es todo? —pregunta Grace, colocando su mochila sobre su hombro y mirando a la camioneta llena. He traído una tienda de campaña para dos personas, una hielera con lo necesario para la cena y desayuno, y un par de botellas de vino. —¿Estás segura que no necesitas un colchón inflable? —pregunto—. Podemos ir a Target por uno. —Puedo soportar una noche en el suelo. No soy todavía una anciana. —Claramente. —Deslizo mi mirada por su cuerpo aprobándolo. Está usando una camiseta roja y shorts que muestran sus largas y pálidas piernas y se ajusta a la curva de su trasero—. ¿Sin lunares el día de hoy? Se encoje de hombros. —Contrario a lo que parece que piensas, no todo lo que tengo tiene lunares. —Me gustan en ti. —Doy un paso hacia adelante para llevarla a mis brazos, y se tensa y mira hacia la ventana de arriba de nuestro departamento. Realmente dudo que Mason esté parado mirándonos, pero noto su incomodidad y retrocedo. Odio que no quiera que sepan, pero dije que estaba dispuesto a hacerlo bajo sus términos, así que es lo que es. —¿Estás lista? Asiente y sube al carro. Desde mi abrazo rechazado, el aire entre nosotros se ha tensado con todo lo que no dijimos. Ella sabe cómo me siento. Yo sé cómo se siente. ¿Por qué repetirlo? Conforme nos acercamos a la propiedad de Arrow, se gira hacia mí. —¿Debería de esconderme para que no me vean mientras conducimos? —Realmente dudo que alguien vaya a mirar tan de cerca —digo, tratando y fallando en ocultar la molestia en mi voz—. Pero si quieres hacerlo, no voy a detenerte. —Oye. —Levanta la cabeza y frunce el ceño—. ¿Estás seguro que estás bien con esto? Asumo que con esto quiera decir, continuar con nuestra relación en secreto. —Ya sabes cómo me siento. —¿Pero no es algo divertido? ¿Tener un secreto? ¿Escabullirnos? De este modo, lo que está sucediendo aquí es solo nuestro. Trago pesadamente. Quiero verlo a su manera. De verdad. —No quiero tenerte como mi secreto, Grace. Quiero que vean que eres mía. —Qué primitivo y posesivo de tu parte.

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—No es reclamarte como si fueras una pieza de propiedad. No eres algo de lo que me avergüenzo. Eres una de las partes más importantes en mi vida. ¿Por qué querría ocultarlo? —Aparto la mirada hacia ella antes de regresar al camino y ver que sus mejillas están sonrosadas. —No eres de verdad. ¿Sabías eso? Un genuino chico bueno. Pareciera que cuando Grace usa las palabras “chico bueno”, normalmente las dice en burla, pero esta vez suena impresionada. Entro en la propiedad, y suelta un grito y baja su cabeza a mi regazo. Su rostro contra mi entrepierna, y me pongo duro en un instante. Juro que se acurruca contra mi polla dura, y suelto un gruñido, un sonido que puede que tenga su nombre, pero suena mucho más desesperado. —¿Ves? —dice—. Los secretos pueden ser divertidos. Me aferro al volante más fuerte y me concentro en el camino. No es que tengamos tráfico aquí, pero no quiero distraerme al grado de no ver a un niño paseando por ahí. Me sonríe mientras pasamos la casa, y sigo el camino hacia el lugar en el lago, donde deberíamos de tener la privacidad que necesitamos. Cuando estaciono el auto, no mueve su cabeza. Se queda ahí y me mira, su cabeza en mi regazo, su suave cabello negro esparcido alrededor de su rostro, sus labios curveados en una suave sonrisa de satisfacción. Mi garganta se pone tensa, y parece que mi corazón fue atrapado en un puño. —¿Grace? —¿Sí? Las palabras están ahí, pero las trago antes que pueda decirlas. No puedo pensar en algo que la asustaría más rápido que un te amo. Así que me lo guardo. Aunque sea verdad. Aunque sea lo que necesite escuchar más que nadie que conozca. Quiero quedarme con ella por todo el tiempo que me lo permita. En su lugar, digo: —Gracias por venir conmigo esta noche. Desliza su mano por debajo de mi camisa y araña mi pecho. —Quizás, solo quería tenerte a solas. —Claro que sí. Levanta la cabeza, y me agacho, y nos encontramos a la mitad para un suave y dulce beso. Se siente tan bien besarla bajo la luz del día. No cambiaria nuestras noches juntos, pero desearía que cada momento significativo de nuestra relación no

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tuviera que suceder en secreto en la oscuridad. Esta noche, sentados alrededor de la fogata y durmiendo con ella entre mis brazos, puedo pretender por un minuto que somos una pareja normal y que esta es solo otra noche. Es uno de esos besos que sientes pueden durar para siempre, hasta que es roto ante el sonido de un claxon detrás de nosotros. Ella se endereza rápidamente. Apenas tengo tiempo de procesar que el auto de Bailey se está acercando antes que se estacione junto a nosotros. Nos mira y saluda alegremente, sin tener idea de lo que acababa de interrumpir. Unos segundos más tarde, otra camioneta se estaciona detrás de ella. Es Sebastian, con Mason en el asiento de atrás. —¿Invitaste a tus amigos? —pregunta Grace. —Joder no. ¿Por qué lo haría? Dios, los amo a todos, pero últimamente son como parásitos de los que no me puedo deshacer. Respira profundamente antes de colocar una sonrisa y salir del auto. Bailey pisa las piedras. Del otro lado de su auto, Mia está bajando. —¡Sorpresa! —dicen. —Seguro que lo es —murmuro. Saco las llaves e intento pensar en una buena excusa para explicar la presencia de Grace. —Arrow nos dijo que Chris iba a acampar aquí este fin de semana. Pensamos que querría compañía. —Los ojos de Bailey se dirigen a Grace, y entonces algo parece encajar en su mente porque sus ojos se abren y su boca comienza a abrirse y cerrarse—. Grace, pensé que estabas visitando a un amigo este fin de semana. Grace se inclina sobre mi auto y mira sobre su hombro. —No, Bail. Eso fue lo que dije para poder estar el fin de semana a solas con Chris. —¿Qué? —dice Bailey. Su expresión cambia de sospechosa a una de alegría, y sonríe—. ¿Ustedes dos están cogiendo? ¿En serio? Odio que asuman que esto no es importante, pero antes que pueda decir algo, Grace dice: —En realidad, estamos saliendo. —Se da la vuelta y sus ojos se encuentran con los míos—. Chris es una parte importante en mi vida. Y me quedo sin palabras. Pero Bailey no. Ella está aplaudiendo y bailando en su lugar.

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—Sabía que ustedes dos estarían bien juntos. Pero Dios mío, ¡míranos! Interrumpiendo su noche romántica. ¿Quieren que nos vayamos? Deberíamos de irnos, ¿no es así? Grace camina hacia mí y coloca su brazo alrededor de mi cintura. Se muerde el labio mientras me mira. —Nunca he acampado con amigos. Es tan hermosa, dulce y perfecta, y justo ahora podría decirme que quiere nuestra tienda a mitad del lago, y yo encontraría el modo de hacerlo funcionar. —Quédense —digo—. Será divertido.

Acampar con amigos significa risas y cervezas y malvaviscos en la fogata. Acampar con Chris significa acurrucarme contra su pecho mientras él juega con mi cabello, y escuchar a Mason y Sebastian hablar mierda de los reclutas de primer año. No vine aquí esperando compartir nuestra relación con nuestros amigos, pero cuando vi su rostro después que se estacionaron, supe que era lo que tenía que hacer. De repente me di cuenta lo que estaba haciendo menospreciando lo que me estaba dando al rehusarme a compartirlo. Lo hice por él, porque merece más que un romance secreto. Di el salto y caí en sus brazos. Es tarde y la luna esta alta en el cielo cuando Bailey se levanta de su lugar en la fogata y se estira. Es imposible no sonreír ante la manera en que Mason la mira moverse, la manera en que sus ojos la observan cada vez que él piensa que ella no se da cuenta. Mia se levanta también. —¿Les importa si me salto la parte de acampar y regreso a la casa? —Ve a dormir con tu novio —dice Bailey, sonriendo—. Dile que estamos contando los días hasta que pueda reunirse con nosotros. Mia sonríe. —Lo haré. —¿Estás lista para entrar? —me pregunta Chris después que la vemos irse. La noche ha sido tan perfecta que no quiero que termine. Las estrellas se reflejan en el lago y el fuego crepita. Le di mi obra al señor Gregory hoy, y el lunes

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por la mañana se supone que me dirá qué opina. Eso me aterra. Pero este momento es cálido y tranquilo. Me siento segura y más como yo que en toda mi vida. De algún modo, de alguna manera, me he encontrado a mí misma en este corto verano con estos extraños. —Ve a la cama —dice Bailey, como si estuviera leyendo mi mente—. Grace, si tengo que verlo haciéndote ojos por otro minuto, voy a follarlo yo solo para sacarlo de su miseria. Riendo, bajo del regazo de Chris y de la silla. Uso una botella de agua para lavar mis dientes, y un paño húmedo para mi rostro. Cuando regreso a la tienda, Chris está rodeado de almohadas, su pecho desnudo y sus piernas estiradas sobre una pila de sábanas, una linterna de batería junto a él. Subiéndome en él, deslizo mis dedos por su pecho. Soy adicta a ver sus músculos bajo mis manos. Demasiadas veces estamos en la oscuridad, y no puedo verlo lo suficiente. Amo el calor de su piel bajo la mía y la manera en que me mira a los ojos como si esperara mis secretos. Amo que estoy comenzando a creer que mis secretos quizás no importan. Quiero estar con él de todas las formas posibles. Quiero darle todo lo que pueda. Inclino la cabeza para besarlo, y toma mi camisa en sus manos y la levanta por los costados. Levanto mis brazos sobre la cabeza mientras la saca, y luego nos volvemos a besar, sus manos en mi cintura, sus pulgares acercándose a mis senos. —¡Vaya! —Desde afuera de la tienda, Bailey se aclara la garganta—. Si no quieren que veamos la silueta de todo lo que están haciendo ahí, probablemente deberían de apagar esa linterna. Chris se estremece, y yo me río. —Gracias, Bail. —Cuando quieras, amiga. Ahora a lo tuyo. Chris presiona el interruptor, y la tienda se oscurece. —Uno de estos días, voy a tocarte a la luz del día, para que pueda apreciar lo jodidamente hermosa que eres. —Mueve a un lado las sábanas y se mete en la cama improvisada—. Ven aquí. Trago fuertemente antes de buscar en la oscuridad de mi bolsa. La abro y encuentro lo que buscaba antes de unirme a él bajo las cobijas. Afuera de la tienda las linternas se están apagando y Bailey dice:

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—Buenas noches. Sebastian y Mason no tendrán un trio conmigo, así que todos estamos en nuestras tiendas solos. Contengo la risa y siento a Chris reír junto a mi cuello. —No lo dice en serio —dice—. Mason y Sebastian lo saben. —Lo sé. —Suspiro en la oscuridad. —Creo que siente que no puede estar con Mason por como su relación inicio, pero no creo que lo haya visto tan loco por alguien como lo está por ella. —Eso no es estar loco —dice suavemente—. Es amor. Él la ama, y ella no puede aceptarlo porque no entiende como un chico como él pueda amar a una chica como ella. Chris nos hace girar así que estoy debajo de él y está sobre mí, su peso en sus palmas. No puedo ver su rostro en la oscuridad. —Necesita dejar de dudar de su valor y aceptar lo que le está ofreciendo — dice. Deposita pequeños besos en mi cuello, tanto contenidos como juguetones. Me muevo debajo de él, abriendo mis piernas y doblando mis rodillas y colocándolas a ambos lados de sus caderas. Está duro, y el peso de él entre mis piernas causa un dolor que se enreda con las emociones en mi pecho. —Quizás tiene miedo que se dé cuenta que no es lo suficientemente buena para él. Quizás piensa que él se merece algo mejor. —Mejor es irrelevante cuando tu corazón le pertenece a alguien más. —Toma mi rostro y me besa, largo y dulce—. Sabes que ya no estoy hablando de Mason y Bailey, ¿verdad? —Eso esperaba —susurro. Es como si estuviera abriendo sus manos para mostrarme mi propio corazón, demostrándome que sigue intacto, demostrándome que puedo confiar en él para protegerlo—. Tú no sabes quién soy. —Entonces muéstramelo. —Perdí mi virginidad cuando tenía trece. Me besa el cuello. —Eso no cambio lo mucho que te deseo ahora. —He dormido con seis chicos desde entonces. Estoy limpia. Quiero decir, me han hecho pruebas, pero… sí, seis. —Seis chicos lo suficientemente tontos como para perderte.

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Soy Gee-Gee la Fácil y cuando tenía catorce años, dijiste que nunca acercarías tu polla a mí. En mis labios se encuentran las palabras, pero no puedo. Ya no quiero ser GeeGee. No quiero invitarla a esta tienda o dejarla ser parte de este momento. Sus labios se mueven por mi cuello. —No necesito que seas perfecta. Solo necesito que seas mía. Eres la única cosa que quiero. —Se desliza bajo mi cuerpo en la oscuridad, besando su camino hacia mi ombligo, con una cálida y abierta boca, luego se arrodilla entre mis piernas y presiona su lengua en mi centro, lamiendo sobre mis bragas. Me arqueo contra ese húmedo calor, queriendo más cercanía, más, otra vez. Cuando retrocede, pasa sus nudillos sobre mí. —Déjame besarte aquí. Después de sentir su boca sobre mí, no puedo negarme aunque quisiera. Levanto mis caderas, y saca mi ropa interior antes de colocar su rostro de regreso entre mis muslos. Su toque es gentil al inicio. Las caricias de sus dedos sobre mi clítoris, el deslizamiento de su lengua alrededor de mi calor. Mueve algo dentro de mí, con su lengua, con su toque, con su paciencia. Es el calor del sol cubriendo las flores para que giren sus cabezas y abran sus pétalos. Es la tierra rica debajo de mis pies, manteniéndome arraigada a su cuerpo y a este momento. Poco a poco, comienzo a desenvolverme, y él parece hacerlo también. Sus caricias se hacen más desesperadas, sus lamidas y succiones más demandantes antes que finalmente deslice un dedo. Tengo que morder mi labio para no gemir, pero el sonido aun así se escapa, y mientras me retuerzo bajos sus dedos, cubre mi cuerpo con sus besos y silencia mi gemido. —Mañana —susurra en mi oído mientras desliza su mano entre mis piernas— . Te voy a dejar en la cama conmigo, y finalmente voy a ver tu rostro cuando te vengas. Comienzo a buscar alrededor de las mantas hasta que encuentro el condón que saqué de mi bolso. —Toma —susurro. Permanece en silencio por un momento, y escucho el ruido del empaque mientras trata de averiguar qué está sosteniendo. —¿Esto es…? —Estoy lista. Su repentina inhalación laboriosa es tan gratificante que no puedo evitar sonreír.

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—¿Estás segura? Quiero ser valiente, pero tengo miedo. No miedo del sexo, sino asustada de lo que significa. Y aterrada porque lo que siento por él es tan fuerte que estoy dispuesta a ignorar el temor. —Muy segura. Observo su silueta en la oscuridad mientras se pone el condón y luego baja sobre mí. Sisea entre dientes mientras se acomoda entre mis piernas, y quizás también lo hago porque se siente tan bien, he estado esperando esto por tanto tiempo. Sus caricias son lentas y con constantes y me besa mientras se mueve; mi boca, mi cuello, mi hombro; sus manos deslizándose por todas partes, tocando cada parte de mí que pueden. Susurra en mi oído, diciéndome que soy hermosa, que es tan bueno, que ha pensado en esto por mucho tiempo. Se mueve, susurra, me besa y toca. Al principio, no quiero que sea tan cuidadoso. No quiero que me trate como si fuera tan frágil como el cristal soplado. Pero cada segundo que paso bajo su gentil toque, me vuelvo más frágil. Su dulzura remueve mi caparazón y me vuelve quebrantable. Y luego mueve sus caderas y se inclina para tomar mi pezón entre sus dientes, y no solo soy quebrantable, estoy hecha trizas, un millón de brillantes piezas en las mantas hasta que besa, golpea, y me elogia en susurros, y me vuelve a unir. Cuando termina, su rostro esta clavado en mi cuello, sus manos enredadas en mi cabello. Se me ocurre que después de todos los chicos con lo que dormí y todas las veces que permití que un hombre entrara en mí, esta es la primera vez que he hecho el amor.

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El lunes por la mañana, me despierto con el sol entrando por la ventana de la habitación, las sábanas enredadas entre mis piernas. Estoy sola en la cama de Chris, pero no solitaria. Este verano está resultando bueno después de todo. Necesito levantarme, vestirme, cepillar mis dientes, y comer algo antes de dirigirme a BHU para escuchar lo que piensa el señor Gregory de mi obra. Estoy tan animada por el fin de semana, que entumece mis nervios sobre recibir sus opiniones. Tomo ropa limpia y me apresuro al baño para tomar una ducha. Me seco rápidamente, me pongo la ropa, seco mi cabello, y cepillo mis dientes. Chris me verá ahí para el almuerzo, y cuando me descubro alborotando mi cabello en el espejo, quiero golpear mis propias manos. No voy a ser esa chica. A Chris le puedo gustar como soy o no gustarle. Soy una mentirosa. Llego al campus con mucho tiempo para ir por mi café de la mañana antes de la llegada del señor Gregory, pero cuando regreso, me congelo a unos pasos dentro de la oficina. El señor Gregory está sentado frente a su escritorio, con mi obra frente a él. Reconozco el folder negro y rosa que usé cuando se lo di antes del fin de semana de descanso. Pero tiene el ceño fruncido frente a este. Eso… no es bueno. —¿Señor Gregory? Tengo su café. —Me obligo a caminar hacia él y apartar los ojos de las notas escritas de mi obra. Toma su café con una mano, y con la otra, levanta mi obra y la lanza sobre su escritorio. Aterriza en el suelo, y los papeles están esparcidos por todas partes. —Hazme un favor —dice—. Quema esas tonterías. Mi estómago se hunde, y todo mi cuerpo se paraliza. No pude haberlo escuchado bien. No me hubiera pedido que escribiera para él si iba a decir algo tan cruel.

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—¿Qué? —Quema esa basura. No te aferres a la mediocridad porque tienes miedo de algo bueno. —¿No le gustó? —Pregunta estúpida, Grace. —Es una pérdida de tiempo para todos. Mío. Tuyo. Cualquiera con el suficiente cerebro sabe que existen mejores formas de pasar su tiempo. No existe absolutamente nada extraordinario en esa obra. No puedo decidir si quiero hacerme bolita y llorar o gritarle por ser tan cruel. No sé qué decir, pero no importa porque después de esa serie de golpes no puedo recuperar el aliento. Duele mucho inhalar aire en mis pulmones. Saca una botella de whisky de su bolso y vierte un poco en su café. —Vuelve a intentarlo —dice, sin mirarme. ¿Por qué? ¿Cuál es el punto? Esa obra fue lo mejor que pude hacer. Lo mejor que tenía para dar. Y su respuesta fue “quémala”. Me estoy engañando. ¿Cuál es el punto en volverlo a intentar? Lo miro, realmente estaba muy orgullosa de lo que había creado, y su reacción no solo duele, tiene a mis sueños agarrados de la garganta. Da miedo estar aquí y saber que nunca podré escribir nada lo suficientemente bueno para impresionarlo. Aterra saber que lo mejor que puedo dar es mediocre. Quizás todo lo que tengo es una cara bonita. Gruñe, como si lo hubiera insultado. —Deja de mirarme como si acabara de patear a tu cachorro, y ve a trabajar. — Mueve la mano hacia la puerta, despidiéndome. Mientras me voy, quiero decirme que él es un estúpido viejo ebrio, que su ego se está entrometiendo y no deja ver mi talento, que me estaba haciendo menos para sentirse mejor por su propia inhabilidad de producir. Quiero decirme todas esas cosas, pero no las creo. Quiero creer que el orgullo que sentí por esa obra provino de mi confianza en esta y no por una tonta esperanza que horas y horas en mi teclado serían suficientes. Supe todo el tiempo que mi obra no tenía la magia que me llevó a escribir obras, que no había nada particular o remarcable en lo que había creado. No existe nada extraordinario en mí. Dejo su oficina y bajo las escaleras rápidamente, fuera del edificio, y directo a casa. Todo lo que quiero es ver a Chris. Él me tomará entre sus brazos y callará esta horrible voz en mi cabeza.

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Pero cuando llego a la puerta, escucho tres voces en el departamento. No está solo. La puerta no está cerrada, y cuando entro, encuentro a tres chicos alrededor de la mesa de centro. Mason en la silla y Chris en el sillón. Otro chico esta junto a Chris, dándome la espalda. Chris alza la mirada primero, y amo como su rostro se suaviza cuando me mira, como la esquina de su boca se inclina en una sonrisa torcida. —Buenos días. Mis mejillas se encienden porque esa sonrisa me hace pensar en anoche, la manera en que sus manos se movieron sobre mí, la manera en que se movió dentro de mí. —Buenos días. —¿Cómo dormiste anoche? —preguntó Chris. Mason se aclara la garganta. —No mucho, por como sonaron las cosas. Chris entrecierra los ojos a Mason. —¿En serio? Mason levanta sus manos. —Lo entiendo. No diré nada. El otro chico me mira, sonriendo y extendiendo la mano, luego su sonrisa cae y también la mía. —Gee… —Grace —digo, moviendo mi mano hacia la suya, y suplico con los ojos que mantenga la boca cerrada. Toda la calidez feliz que sentí bajo la sonrisa de Chris se ha desvanecido. —Sí. Jewel me dijo que estabas viviendo con Montgomery. —Sonríe—. No sé si has escuchado, pero estamos juntos ahora. Ha estado jodidamente molesta sabiendo que tú y yo estaríamos en el mismo pueblo este verano. Es celosa, todo bien. Es por eso por lo que me ha estado molestando de nuevo. Isaac mueve sus ojos de Chris a mí. —¿Ustedes dos…? Joder. Joder. Joder. Joder.

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Quiero hacerme bolita. Quiero escapar. Esconderme bajo las sábanas, bajo la cama, en la parte trasera de una fría y oscura cueva. Al inicio del verano, me dije que no me importaba si Chris sabía quién era. Me dije que dejar ir el pasado significaba no tener que decirle, que era lo suficientemente fuerte para cargar con el recuerdo para que él no tuviera que hacerlo. Pero aquí estoy, a segundos que descubra la verdad, y no me siento para nada fuerte. Quiero esconderme. —¿Ustedes se conocen? —pregunta Chris. Mueve su cabeza—. Cierto, secundaria. Grace me recuerda, y me siento como un idiota porque no puedo recordarla. Trago con fuerza e inclino mi cabeza. No puedo mirar directamente a Isaac. Isaac se aclara la garganta y se ríe incómodamente. —Sí, recuerdo a Grace. Me sorprende que no lo hagas, Chris. ¿Por qué está aquí? ¿Esta es alguna clase de broma? ¿Acaso Jewel lo envió para asegurarse que no pudiera escapar de mi pasado de zorra? No puedo obligarme a mirar hacia arriba. ¿Algo está encajando para Chris? ¿Está recordando? 211

Camino hacia la cafetera. Tomó una taza para llevar de la estantería, la lleno, y coloco la tapa con más fuerza de la necesaria. —¿Qué sucede, Grace? —pregunta Chris. —Tengo que regresar al trabajo —miento. No necesito regresar hoy, a menos que el señor G. me llame—. No puedo almorzar. —Está bien. Vierto crema y azúcar a mi café y empujo la puerta solo para encontrarme con Chris detrás de mí. Cierra la puerta detrás de mí y me toma una muñeca, luego la otra. Me jala hacia él. —Te voy a dejar ir, solo… —Inclina la cabeza y estudia mi rostro—. ¿Qué sucede? ¿Es sobre el fin de semana? Por favor no entres en pánico. —Toma mi mandíbula—. Podemos ir despacio. Desacelerar. Lo que necesites. No. No es sobre lo que hicimos el fin de semana. No es sobre lo especial que me hizo sentir o lo dulce que fue cuando me tocó. —Solo estoy de mal humor —digo, retrocediendo—. ¿Por qué asumes que es sobre el sexo? No soy una chica frágil que acaba de perder su inocencia y ahora no puede separarse de ti. —No soy Olivia. Frunce el ceño, todavía estudiando mi rostro como si estuvieran ahí las respuestas, y hago todo lo que puedo para asegurarme que no encuentre ninguna.

Me siento terrible. Mis palabras son feas y todo es porque tengo miedo por cómo se va a sentir acerca de mí cuando me vea por quién soy. —Tengo que irme. Me suelta. —Está bien. Ten un buen día, y llámame cuando termines, ¿está bien? —Tengo planes —digo—. Te enviaré un mensaje o algo. Doy la vuelta y me voy. Estoy corriendo y me odio por ello, pero no tengo idea qué alternativa hay.

La veo irse y no tengo ni una jodida idea de qué hice. No es como si siempre fuera amable y tierna, pero las cosas habían estado diferentes entre nosotros. Se ha suavizado en mis brazos. Y me gustó ver ese lado de ella, vulnerable y abierta. Me gustó tener un minuto donde no estuviera lanzado un montón de mierda para alejar al mundo y evitar que descubrieran quién era. O quizás, solo quería creer que me estaba dejando ver a la verdadera Grace. Cuando regreso al apartamento, Mason me da una mirada severa y asiente hacia Isaac. —Quizás ustedes dos deban hablar —dice, y luego se disculpa para ir al baño. Segundos después, el agua comienza a caer. Isaac se recarga en el sillón, sus ojos oscuros estudiándome, y me siento en la silla. —¿Qué sucede? Y luego todo tiene sentido. Cuando el humor de Grace cambió, cuando esa suavidad dejó su rostro, fue cuando lo vio. Él es parte del equipo de papá, un recién graduado de entrenamiento atlético que era interno de papá y se mudaría a BHU. El chico siempre me había dado mala espina, pero jugamos juntos por algunos años en Champagne, y cuando se invitó hoy. No sentí que pudiera decir que no. Hubiera encontrado una forma si me hubiera dado cuenta lo mucho que molestaría a Grace. Mierda.

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—¿Qué tan bien se conocen tú y Grace? —pregunto. No quiero la dureza en mi voz, pero ahí está, mostrando mi irritación, haciéndome sonar como un novio celoso que no puede soportar la idea que su mujer haya dormido con otro chico. —¿De verdad no la recuerdas de la secundaria? —pregunta Isaac. —No. Pero obviamente tú sí. —Es difícil de olvidar. —Levanta sus manos—. Lo siento. Probablemente no quieras escucharlo si están juntos ahora. —Hace una pausa e inclina la cabeza—. ¿Lo están? Juntos, quiero decir. No sé qué somos, pero ciertamente no quiero hablarlo con él. —¿Importa? Se ríe y se pone de pie, pasando su mano sobre su cabello. —Interesante. No es una pregunta difícil. Pero supongo que es lo que es, ¿no es así? Mi estómago se revuelve, pero no respondo. Odio la idea que este imbécil pueda conocer mejor a Grace que yo. —El entrenador va a ir a ver al equipo practicar esta noche. No llegues tarde. Si las negociaciones van bien y firma, nadie puede dar por sentada su posición. Aprieto la mandíbula y escucho que chasquea. —¿Qué se supone que significa eso? Levanta sus manos. —Solo estoy tratando de ser un buen amigo.

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Mi padre observó la práctica del equipo esta noche, justo como Isaac dijo que haría, y juro que pude sentir sus ojos sobre mí todo el tiempo: Evaluando, juzgando, calculando. La idea de que esté cerca de mi equipo, mucho más a cargo de este, me hace querer golpear en la garganta a cada miembro de la administración que está trabajando tan duro para atraerlo a Blackhawk Valley. No ayudaba que mi corazón no estaba en ello y seguía jodiendo jugadas. Sebastian estaba inexplicablemente desaparecido, dejándome con un estúpido corredor de segundo año que no podía recordar cuándo bloquear y cuándo pasar. Cuando llego al vestidor, la luz de mi teléfono está parpadeando, y lo tomo, esperando un mensaje de Grace. Antes de que pueda leerlo, alguien me toma de los hombros y me hace girar. Veo el rostro de Sebastian por medio segundo antes que me lance contra los casilleros. Su puño se encuentra con mi mandíbula con un crack que me llena de dolor en todo el rostro y mi cuello. —¡Rayos! —Keegan abraza a Sebastian por el pecho y lo aleja—. ¿Qué demonios? Los ojos azules de Sebastian resplandecen, sus fosas nasales están dilatadas, ira sale de él como el calor de una fogata. —Pensé que eras mejor que eso. Confié en ti. Mi mano se dirige a mi mandíbula. Hijo de perra. Keegan se encuentra con mi mirada sobre el hombro de Sebastian, y todo encaja. Esto es sobre Olivia. Trago fuertemente y me enderezo mientras froto mi mandíbula adolorida. —Lamento no decirte, pero ella no quería que lo hiciera. Sebastian se vuelve a lanzar hacia mí y da unos pasos antes que Mason ayude a Keegan a alejarlo.

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—Es mi hermana. —Lo sé —murmuro—. Lo lamento. —Detrás de los chicos, veo las puertas abrirse, y mi papá me mira antes de irse. ¿Qué demonios estaba haciendo aquí? —¿En serio? ¿Lo lamentas lo suficiente para hacer lo correcto? —Vuelve a intentar lanzarse hacia mí, pero no avanza mucho con los chicos sosteniéndolo. —Se terminó, Sebastian. Terminamos hace semanas. —Sí, sabía que algún imbécil la había lastimado. Ha estado lloriqueando con el corazón roto y se ha reusado a decirme quién la lastimó. Pensé que se suponía eras un buen chico, Montgomery. Los ojos azules de Keegan se quedan mirándome fijamente. Está esperando a que lo lance debajo del autobús, pero no voy a hacerlo. Sebastian estará furioso con los dos, y eso separaría al equipo. No ayudará en nada, y ahora que tengo a Grace, me alegro que Keegan hiciera lo que hizo. Olivia y yo no íbamos hacia ninguna parte. Dejando de lado su insistencia de guardar el secreto, no teníamos la conexión que una vez creí. —Tienes todo el derecho de estar molesto conmigo, pero te juro que se terminó. —No tengo la paciencia para esta mierda esta noche. La reacción de Sebastian es innecesariamente dramática para algo que terminó hace casi tres semanas y que nunca fue mucho para empezar. Giro a mi casillero y guardo mi equipo en la bolsa. —No se terminó —dice Sebastian detrás de mí. Su voz es más suave ahora, algo de la ira ha menguado—. No si está embarazada.

Miro directamente a mi latte tibio, buscando respuestas en la espuma que sé no voy a encontrar. No quiero regresar al apartamento de Chris. No es que no creyera que nunca lo descubriría o que estaría feliz con quien soy. Honestamente, no me dejé pensar en eso. Estaba disfrutando ser su Grace. No puedo dejar de imaginarme la mirada en su rostro cuando lo descubra. ¿Se pondrá pálido? ¿El asco lo hará correr al baño? Quizás va a temblar, sabiendo que tocó a alguien tan vil como yo. Así que aquí estoy, pasando el tiempo en la cafetería con una taza de café que no beberé, evadiendo mi cama, mi habitación, y a mis compañeros de apartamento.

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Mi estómago está hecha un nudo, en caída libre y queriendo salir por mi garganta al mismo tiempo. Mi teléfono comenzó a zumbar minutos después que me fui y no ha parado de hacerlo desde entonces. Me ha enviado cinco mensajes para preguntarme si todo está bien. No puedo hacerlo. No puedo enfrentar el hecho que es hora de decirle la verdad. Quiero recordar la manera en que me miraba esta mañana, la suavidad en sus ojos. Quiero recordar la forma en que me tomó entre sus brazos anoche y susurró en mi oído. ¿Cómo podrá mirarme de la misma manera después de conocer la verdad? Soy una cobarde. Me siento tan desesperanzada que quiero gritar. Es como cuando el villano en la película coloca una bomba y sabes que en cualquier segundo todo va a explotar. La llegada de Isaac va a destruir la vida que he hecho aquí en Blackhawk Valley, y en lugar de averiguar cómo cortar el cable al último minuto, quiero correr. —¿Grace? Miro hacia arriba y veo a Olivia frente a mi mesa. Sus ojos están rojos e hinchados. —Hola. Señala el asiento frente a mí. —¿Te importaría si me siento aquí? —Vete. —No quiero ser grosera, pero en este momento, Olivia es la última persona que quiero ver. La presencia de Isaac me obligo a mirarme en el espejo y aceptar quien soy. Puesto que sé que esa persona no es lo suficientemente buena para Chris, es difícil sentarse frente a alguien que arruino su oportunidad con él por nada. —¿Vas a beber ese café o lo mirarás toda la noche? —pregunta. —En realidad estoy disfrutando el mirarlo —admito. No puedo mirarla a los ojos, así que estudio mi café en su lugar—. Está cortado con un par de chupitos de crema de Baileys. —No engañé a Chris. Levanto mi cabeza. —¿Qué? —¿Por qué me está diciendo esto? Solloza y mueve la cabeza. —Dios mío, fue tan estúpido. Keegan me besó. Yo lo dejé, pero no me acosté con Keegan mientras estaba con Chris. —Mueve la cabeza—. Desearía poder

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retroceder el tiempo, pero no puedo, y ahora… —Mueve la mirada de lado a lado, antes de volverme a ver—. Sebastian dice que ahora estás con Chris. ¿Es verdad? Cierro los ojos. No sé por cuánto tiempo estaremos juntos. Mis secretos están sobre mi cabeza como una nube tomentosa. —No es asunto mío. Sé que no. Lo perdí. —Exhala una respiración entrecortada—. Y ahora él está contigo mientras yo… no he tenido mi periodo en siete semanas. Tomo mi café y lo llevo hacia mi pecho como si el calor pudiera salvarme de lo que está diciendo. Mentalmente, calculo la línea de tiempo. Hace siete semanas, Chris todavía estaba con Olivia. Y lo estaban hace cinco semanas también, lo que significa que dos semanas antes de su último periodo, ellos todavía dormían juntos. Matemáticamente hablando, si está embarazada, podría ser suyo. —Todos te aman. —Lágrimas resbalan por sus mejillas rosadas—. Ellos no me amaran cuando esto salga. Le diré a Chris esta noche porque sé que querría saber. ¿Les dirías a las chicas que te dije primero? No quiero que me odien. Mis palabras están atoradas en la base de mi garganta, así que solo puedo asentir y ver como se levanta de la mesa y se va. Cuando estoy sola de nuevo, mi mente recorre las implicaciones de lo que acabo de descubrir. La nobleza de Chris, su insistencia en hacer siempre lo correcto, su decepcionante pasado con su padre ausente. Su mundo va a ponerse de cabeza, y todo lo que yo puedo hacer, es asegurarme de no agregarme a la carga.

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El Gosamer Inn, no es solo de los mejores hoteles en el pueblo, es el único decente a una distancia caminando de la universidad. No hace falta ser un genio para adivinar en dónde Colt y su staff se quedaron mientras negociaban con la administración de BHU. Cuando entro al vestíbulo, voy directamente a la recepción. Le sonrío a la pequeña rubia detrás. —Estoy aquí para ver a Isaac Owens. ¿Podría llamarle y decirle que baje? Arquea una ceja, y su mirada se dirige a mis hombros descubiertos. Observa mis tatuajes antes de levantar el teléfono. —¿Su nombre? —Grace Lee. —Me aferro al escritorio. No voy a dar la vuelta. No voy a permitir que mis temores del pasado me dirijan. Levanta el teléfono y marca. —¿Señor Owens? Es la recepción. Tengo a una Grace Lee que quiere verlo. — Me sonríe—. Está bien. La enviaré. —Cuelga y señala al final del pasillo y al elevador—. Tercer piso, habitación 308. Me congelo. Había imaginado esta conversación en el vestíbulo. —¿Algún problema? —pregunta. Conozco a Isaac muy bien. No solo porque crecimos siendo vecinos, y pasé mucho tiempo en su cama cuando era joven, pero también tengo un terrible historial de mal juicio cuando se trata de él. Ya no eres esa chica. —No hay problema. —Me dirijo al elevador y presiono el botón para ir arriba antes que pierda los nervios. Tengo que pensar en Chris.

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Cuando salgo del elevador, Isaac está parado con la puerta abierta, y mi estómago se revuelve con ácido. He sido tan inocente. Al mudarme al otro lado del país, papá no me salvó de mi pasado. Solo me movió de este. Y no pude huirle al venir este verano aquí. Quizás no se trate de quien soy ahora, pero es parte de lo que me formó. —Hola, Isaac. —Gee-Gee. —Mueve su mirada hacia mi vestido rosa, haciéndome desear haberme cambiado a algo menos revelador. —Es Grace. —Cierto. Ahora eres sofisticada. Un nombre sofisticado que va con tu sofisticado novio jugador de fútbol. —Sonríe. Es una sonrisa atractiva, en un chico atractivo, nada comparada con la de Chris, por supuesto, pero todavía es el chico lindo de al lado que siempre quise impresionar, el que todas las chicas en la escuela pensaban era tan encantador. Este es un chico que me ha conocido de toda la vida. No me mira y se ilusiona con quien soy—. Demonios, eres una vista impresionante. Tú cabello se ve genial en ese color. Me gustabas pelirroja también, pero el negro es lindo. Ignoro el cumplido. Isaac tiene una manera de formar un camino con ellos que te llevan a una madriguera, y no volveré a cometer el error de nuevo. —Necesitamos hablar. Arquea una ceja y mueve los brazos, inclinándose en la puerta. —Pensé que eso hacíamos. —No. Quiero hablar sobre Chris, y sobre… —Muevo una mano entre nuestros cuerpos—. Sobre nuestro pasado. Señala hacia su habitación. —Después de ti. Me enderezo y entro a la habitación, colocando mi bolsa en la mesa cerca de la puerta. Detrás de mí, escucho una voz masculina en el pasillo. —¿Vas a quedarte esta noche, Owens? —Oh, sí —dice Isaac—. Una vieja amiga vino de visita. Te veré en la mañana. —Entra a la habitación y cierra la puerta detrás de él. La habitación del hotel es de tamaño decente, una suite con un sillón y una gran televisión. También tiene una cocineta y un pequeño refrigerador, e Isaac se arrodilla frente a este mientras mezcla bebidas en dos vasos.

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—No me quedaré por mucho —digo cuando me pasa el vaso con líquido marrón—. No estoy aquí para beber. —Como quieras —dice, y bebe de la suya. La huelo. Por el puro aroma, adivino que es Coca-Cola y alguna clase de whisky. —¿Qué tiene? —Un poco de felicidad y un trago de no me importa. —Levanta su vaso—. Salud. —Justo lo que el doctor ordenó —digo. La llevo a mis labios mientras él bebe. Cuando toca mi lengua, dudo y bajo mi vaso sin tragar. Isaac se volvió un hombre decente, pero estoy aquí para alejarlo de hacerle a Chris la vida más difícil, no para pasar el tiempo con un viejo amigo con el que bebía. Me siento en el sillón y colocó el vaso en la mesa—. No le dijiste a Chris quién soy, ¿verdad? Isaac se sienta junto a mí, coloca su bebida en la mesa, y gira su rostro hacia mí. —No es mi historia para contar —dice suavemente. —No me recuerda de la secundaria. —O no se permite recordar. Frunzo el ceño e intento respirar, pero parece que mis pulmones están atrapados en una jaula que no les permite expandirse. —¿Qué se supone que significa eso? —No quiere pensar de ti de esa manera —gruñe—. Algunos chicos no pueden soportar la idea de las mujeres teniendo experiencias con alguien que no sean ellos, supongo. En este caso, la ignorancia es una bendición. —Él está pasando por algunas cosas. —Coloco mi labio inferior entre mis dientes. No quiero compartir mucho de la situación personal de Chris con Isaac. O quizás no quiero decirlo en voz alta porque lo vuelve demasiado real. Su exnovia puede que tenga a su bebé—. No quiero que cargue con mis maletas además de todo lo que le sucede en este momento. Niega. —No te preocupes. Estoy seguro que lo superará con el tiempo. Superarlo. No quiero que mi pasado sea algo que Chris tenga que superar, pero esas viejas palabras me persiguen. Como si pondría mi polla cerca de eso. Cinco años más tarde, y un par de semanas siendo el objeto de su afecto, y el recuerdo de esas palabras me atormenta más que nunca. Quizás más.

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—Eso espero. —Pero quizás no va a saberlo hasta que regrese a Nueva York. Y quizás para ese entonces estará tan atrapado en lo de Olivia que ya ni le importará— . Realmente no importa. Isaac mueve su mirada sobre mi cuerpo lentamente, antes de regresarla a mis ojos. —Eres especial, Grace. Y si Chris no puede verlo por algo que hiciste hace años, es su perdida. —Quiero defender a Chris y explicar que no es tan simple, pero antes que pueda decir las palabras, Isaac continúa—. Siempre esperé que pudieras darme una oportunidad algún día. No solo una oportunidad para tontear, sino algo real. — Mueve la cabeza—. Pero medio lo arruiné el verano pasado, ¿no es así? —Nunca fue mi intención dormir contigo —le digo. Siento el coraje comenzando a salir, había evitado la charla de esa noche, como si el silencio pudiera borrar mi error. —No debí de haber dejado que fuera tan lejos. Aunque, tú estabas sobre mí, y… —Suspira y levanta sus manos—. Desearía poder decir que era un mejor hombre. Mierda, Grace, eres hermosa. —Estaba ebria. —Supongo que no me di cuenta cuánto habías estado tomando. Estaba también bastante ebrio. Tristemente, no puedo recordar la mayor parte de esa noche. —Sonríe—. ¿Puedes perdonarme? —Nunca te culpé. —Es verdad. Cuando los rumores comenzaron a circular al día siguiente, papá me dio un discurso que conocía muy bien. No debí de haber tomado tanto. No debí de haber salido buscando por problemas. Levanta una ceja. —Entonces, si superas tu corazón roto, ¿me mantendrás en mente? —Estás con Jewel ahora —le recuerdo. Suspira pesadamente. —Jewel. Ella es increíble, pero no es Grace Lee. ¿Qué sucede entre tú y Chris? —Es complicado. —¿Porque es tu hermano? Si me hubiera preguntado esto ayer, hubiera puesto los ojos en blanco. En su lugar, la pregunta me recuerda que en la cabeza de Chris, eso es lo único que nos separa. No sabe ni la mitad de ello. —Te prometo que no es eso.

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Él estará mejor con Olivia. Ellos pueden tener una relación normal y una vida normal, y ella no va a tener un loco pasado que los perseguirá a ambos. La idea me deja vacía. Alejarme de Chris es suicidio emocional, un sacrificio de la chica que quiero ser por el bien de la vida que merece. —Es algo —dice—. Existe algo que te trajo aquí en lugar de ir directamente a él y decirle tu secreto. —Hunde sus nudillos en mi rodilla desnuda en un toque que puede ser amigable o quizás algo más—. Sin embargo, no creo que vayamos a tener un problema. Siempre has sido buena conmigo. Me alegra regresar el favor. Confundida, muevo mi pierna lejos de su toque y junto mis rodillas. —No es por eso por lo que estoy aquí. —Si piensa que vine aquí para tener sexo, es mi culpa, ¿no es así? Él aprendió de mis patrones. —Vamos, Grace. No tienes que preocuparte —dice, su voz es baja—. No le diré a Chris. No le diré nada que no quieras que le diga. Sobre el pasado o sobre nosotros esta noche. —Su mano se desliza hacia arriba de mi falda. Retrocedo en el sillón, lejos de su toque, pero sus grandes dedos están tomando mi muslo y se pone de rodillas así que se está cerniendo sobre mí, una rodilla a cada lado de mis caderas— . Shh. Está bien. Será nuestro secreto. Joder, eres hermosa. Estoy jodidamente feliz porque vinieras. Una descarga de adrenalina golpea mi sangre y lo empujo fuera de mí y giro en un rápido movimiento. Él golpea el suelo. —¡Mierda! —Se agarra la parte trasera de su cabeza. Reconozco la ira en sus ojos, pero no me importa. No es mi trabajo hacerlo feliz, y me importa una mierda si le gusto o no. Ya estoy más allá de eso—. ¿Qué fue eso? Salto del sillón, miro alrededor, y tomo mi bolsa. —Jesús. ¿Realmente piensas que está bien tocar a las chicas cuando quieres? ¿Es jodidamente en serio? —Viniste aquí buscándolo. —Se frota el cuello—. ¿Por qué demonios vendrías aquí, Grace? Tú y yo sabemos lo que estás buscando siempre que estás cerca de mí. ¿Realmente cree eso? ¿Es lo que le hice creer? La idea me hace sentir enferma del estómago y alimenta está herida de culpa y desprecio propio. No debí de haber venido. Debí haberle dicho todo abajo e irme. Papá me envió a terapia por unos años después de lo que sucedió en la secundaria. Una de las mayores metas de la terapeuta era convencerme que siempre tengo el derecho de decir que no y detener cualquier situación. Ella lo hizo sonar tan siempre, como si las expectativas sociales y lo que las personas piensan de ti no afectara tu vida, o las decisiones que tomas.

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Intento aprovechar esa simplicidad para hacerme cargo. Justo aquí. Justo ahora. Sin importar lo que dije o hice esta noche o cualquier noche anterior, no quiero sus manos sobre mí. Niego. —No quiero que me toques, y no está bien. —Me dirijo a la puerta. —Jesús, Grace. ¿Por qué estás siendo una perra al respecto? ¿Qué sucedió con Gee-Gee la Fácil? Me congelo, con la mano en el pomo. —Gee-Gee la Fácil nunca fue real. Nunca existió. Ustedes, imbéciles, solo querían pensar que lo hacía. —Podrías mostrar un poco de gratitud, sabes. —Prácticamente escupió las palabras—. No tengo que guardar tu secreto. Justo como no tenía que darle mi tiempo a la estúpida niña de al lado que tartamudeaba y me seguía por todos lados. Nunca me apreciaste. Debería decirle a tu perfecto novio exactamente quién eres y las cosas que has hecho. Giro lentamente, la ira llenándome desde los pies a mis ojos. Isaac es alto y musculoso y trabaja para mantener su físico, pero mientras lo estudio, me doy cuenta que es el hombre más pequeño que conozco. Es superficial y egocéntrico, y ha pasado toda su vida manipulando a las personas para hacer lo que quiere. —Dile lo que quieras, Isaac. Quizás él nunca podrá volverme a ver a los ojos, y si es así, es algo con lo que tendré que vivir. Dios sabe que siempre me he culpado por mis malas decisiones. Yo me cogí al chico de secundaria que vivía al lado cuando tenía trece. Yo fui a una fiesta a los catorce; yo bebí demasiado, y yo fui a ese sótano. —No olvides el verano pasado —dice, con voz fría—. Prácticamente estabas saltando sobre mí a mitad de esa fiesta. —Quizás es la forma en que Chris va a verlo. O quizás él va a ver lo que estoy comenzado a ver. Cada vez que arruiné las cosas, cada vez que hice algo que me hizo sentir barata y sucia, tú eras el denominador común. Eras cuatro años mayor que yo. ¿Qué clase de chico de diecisiete años duerme con una chica de trece? ¿Qué clase de chico de dieciocho le dice a una chica ebria de catorce que se arrodille para seis chicos? ¿Y qué clase de chico se folla a una chica tan ebria que no puede recordarlo al día siguiente? —Abro la puerta, mi cuerpo temblando con ira y dolor por la chica que alguna vez fui—. Quizás soy una zorra, pero tú eres algo peor. Azoto la puerta detrás de mí y corro por las escaleras para no tener que esperar por el elevador. Cuando llegó al piso principal, me doy cuenta que caminé hacia aquí cuando el sol se estaba ocultando y ahora está oscuro afuera.

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Tomo mi teléfono y veo mensajes de Chris y Bailey. Le marco a Bailey. —Hola, hermana. —Estoy en el Gossamer Inn, el que está por el campus. ¿Puedes venir por mí? —Mierda, estoy atorada en el trabajo. Le marcaré a Mia. Ella irá. —No hace preguntas, solo me ayuda. ¿Puede escuchar el pánico en mi voz? ¿Cómo fui tan afortunada de hacer amigas tan increíbles, tan rápido?

Cuando llamo a la puerta en el pequeño rancho de los padres de Olivia, Sebastian la abre con el ceño fruncido. —Lamento no haberte dicho que estábamos juntos. —Mi voz es áspera y llena de emociones. Una lija sería mucho más suave—. Ella no quería que supieras. —Ella es mi hermana —dice en un susurro. —Si. Lo lamento. —Respiro profundamente—. Necesito hablar con ella. Sus fosas nasales se inflan, y su mandíbula se endurece. —Está frágil en este momento. Levanto mis manos. —Sí, pero creo que necesita saber que no tiene que hacer esto sola. Sus hombros caen mientras exhala. —¿Lo dices en serio? —Mi papá nunca estuvo alrededor. No le haré eso a un niño. Si ella está embarazada y existe la posibilidad que sea mío, no me iré. —¿Qué pasa con Grace? Mi estómago se vuelve un nudo, y solo puedo mover la cabeza. —No lo sé. Solo estoy intentando dar un paso a la vez en este momento. No quiero decir que voy a casarme con tu hermana, pero te prometo que Olivia no va a tener que hacer esto sola. Asintiendo, retrocede y me deja entrar. —Está en su habitación.

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La casa es pequeña y modesta, pero meticulosamente limpia. Los viejos pisos de madera parecen recién pulidos. Un muy viejo, pero usado sofá en la sala, y fotos de Olivia y Sebastian cuando estaban en la escuela estaban colgadas. Lo sigo al pasillo, donde golpea una puerta. Olivia abre. Sus ojos hinchados, su rostro pálido y cansado. Sebastian me estudia, y puedo ver que está intentando decidir si puede confiar en mí antes de dejarnos. Olivia regresa a su habitación y se hunde en un lado de la cama, hundiendo su rostro en sus manos. Mi pecho se siente tan tenso con lío de emociones mientras la miro. La lástima por lo que debe estar sintiendo casi es sofocada por mis arrepentimientos. Hicimos lo correcto y usamos las protecciones adecuadas, y aun así estamos aquí. —Me hice una prueba —dice. Deja escapar suspiro que en otro momento podría ser de risa, pero en este momento suena lleno de disgusto—. En realidad, me hice cuatro pruebas. Tengo una cita con el doctor la próxima semana. —Levanta su barbilla—. Y antes que lo preguntes, sí, es tuyo. 225

Existen tantos pensamientos en mi cabeza que no estoy seguro por dónde iniciar. ¿Por qué somos tan desafortunados? ¿Por qué no me dijiste antes? ¿Ya les dijiste a tus padres? ¿Cómo sucedió? Levanta la cabeza y se seca las lágrimas. —No quería terminar embarazada, pero voy a tener a este bebé. Dando un paso hacia adelante, la tomo entre mis brazos, cerrando mis ojos, y respirando profundamente. Antes de este momento, nunca se me había cruzado por la mente que pudiese deshacerse del bebé y la posibilidad es tan aterradora como la posibilidad de ser padre antes de terminar la universidad. —Bien.

Cinco minutos después de colgar con Bailey, no es Mia quien viene sino Mason. Mira hacia el hotel y luego hacia mí. —Bailey me llamó porque sabía que podía llegar más rápido que Mia. Entra. Te llevaré a casa. —No quiero volver al apartamento. —No creo que pueda mirar a Chris, sabiendo lo que Olivia me dijo esta noche. Saber que tengo que dejarlo ir duele demasiado—. ¿Me llevas con Bailey? Su mirada se desplaza al hotel de nuevo. Hay preguntas en sus ojos, pero no las hace. —Lo que quieras. Subo al auto y me lleva al complejo de apartamentos de Bailey, donde estaciona, apaga el motor y se gira para mirarme en la penumbra. —¿Quieres hablar de eso? —pregunta. Niego. —¿Estás bien? Asiento. —Estoy bien. Todo está bien. Solo quería salir de allí. —¿Estabas con Isaac? —Estábamos hablando. No es gran cosa. —Sé que esas palabras son veneno. No es gran cosa. Son el veneno que nos alimentamos una y otra vez. Nos matamos lentamente para protegernos de la verdad. —¿Quieres que te acompañe? —pregunta Mason. Niego.

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—Sé dónde guarda la llave de repuesto. Estoy bien desde aquí. —Cuando abro la puerta, la luz de la cúpula inunda el automóvil. Saco un pie y dudo—. ¿Vas a decirle a Chris dónde estaba? Respira hondo y traga. —No le mentiré si me lo pregunta. Asiento, mirando el asfalto bajo mis pies. —Entiendo. —Espere. ¿Grace? Me detengo, pero le doy la espalda. —Necesitas entender lo destrozado que Chris está por ti ahora mismo. Yo nunca… Miro por encima de mi hombro, necesitando escuchar el final de la oración que cortó. —Debes comenzar a atender sus llamadas, ¿está bien? Y sé honesta sobre lo que sucedió esta noche, sea lo que sea. —No pasó nada. Estábamos hablando. —¿Has estado bebiendo? ¿Eso me disculparía? ¿Si hubiera creído sus mentiras y excusas y hubiera dejado que me tocara? ¿El alcohol disculparía mis acciones? —No. ¿Qué pasaría si hubiera estado bebiendo? ¿Y si hubiera bebido buscando coraje antes de enfrentar a Isaac? ¿Hubiera dejado que me tocara? ¿Me habría creído sus manipulaciones? Soy diferente ahora. Soy más fuerte, y sé que Chris jugó un papel en eso. Pero la chica que habría sentido que le debía algo a Chris no está tan lejos que no pueda ver un final alternativo para esta noche. —Sabes de Olivia, ¿verdad? Trago con fuerza. —Sí. Ella se encontró conmigo esta noche y me lo contó. Mason se frota la parte posterior de su cuello. —Sé que apesta, pero eso no cambia la forma en que Chris se siente por ti. Háblale. Dile cómo te sientes con respecto a él. Honestamente, no creo que lo sepa. Me río.

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—Míranos. Un burro hablando de orejas. —¿Que se supone que significa eso? —¿Le has contado a Bailey cómo te sientes? Suspira. —Ya sabe. —Sabe que no quieres que sean amigos con beneficios, pero apostaría dinero a que no tiene idea que estás enamorado de ella. Tensa su mandíbula y se aleja de mí. Tal vez ambos extrañamos la oscuridad. No hay manera de esconder nuestros sentimientos en esta luz. —No es tan simple, ¿ves? —digo. Exhala lentamente. —Ten cuidado. Envíame un mensaje de texto cuando estés dentro. Asiento y camino hasta el apartamento de Bailey, uso la llave que mantiene escondida debajo del tapete de entrada para entrar, y cierro la puerta detrás de mí. Cuando miro mi teléfono, tengo un nuevo mensaje de texto de Chris. ¿Dónde estás? Necesito hablar. Respiro hondo y escribo mi respuesta. Estoy en casa de Bailey. Me quedo aquí. Necesito algo de espacio.

Mi habitación se sintió demasiado vacía sin Grace en ella anoche, y no pude dormir en absoluto. —¿Ha llamado? —pregunta Mason. Se hunde en el sofá junto a mí y señala con la cabeza hacia el teléfono en mis manos. —No. Se frota la parte posterior de su cuello. —Mierda. ¿Crees que esto es por Olivia? —Tal vez —murmuro. Durante las últimas doce horas, me he sentido como si hubiera estado caminando por el suelo derrumbado de una realidad que cederá bajo mis pies en cualquier momento.

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Todo es tan surrealista que apenas puedo procesarlo. La bomba que Sebastian arrojó en el camerino, las lágrimas de Olivia cuando la sostuve la noche anterior, y luego el mensaje de Grace declarando que necesitaba espacio. ¿Espacio? ¿Eso tiene algo que ver con Isaac o con Olivia? La lógica me dice que es razonable que se haga a un lado con el anuncio del embarazo de Olivia, pero de alguna manera creí que sus sentimientos por mí eran lo suficientemente fuertes como para permitirle estar a mi lado en esto. Cuando llegué a casa, todo lo que quería era hablar con Grace. Ella entendería por qué estaría tan jodido por la posibilidad de un niño no planificado de cualquier forma, pero especialmente uno con una chica con la que ya no estoy involucrado. Ella diría algo que me ayudaría a sentirme menos atrapado. Me haría reír. —¿Estás seguro que no estaba con otra persona? —pregunta Mason. La privación del sueño está llegando a mi cerebro, porque al principio creo que se refiere a Grace anoche, y de inmediato pienso en su reacción a Isaac. Cuando me doy cuenta que está hablando de Olivia, niego. —Besó a Keegan, pero eso es todo. Dijo que era mío. —Lo resolverás —dice. Entonces, ¿por qué me siento tan atrapado y confundido? —Lo sé. —Tenemos que ir a la práctica. Asiento. Nunca he tenido problemas para hacer lo que se supone que debo hacer, pero esta mañana, la idea de seguir a Mason a su automóvil e ir a la práctica es una lucha. No quiero hacer lo que se supone que debo hacer. Quiero encontrar a Grace y exigir saber qué está pasando en su cabeza. Quiero estrecharla entre mis brazos y besarla tan fuerte que dejaré de sentir que el mundo se está desmoronando bajo mis pies. Pero no puedo hacer eso hasta que descubra qué hacer con Olivia. Teme que termine siendo una madre soltera y se está volviendo loca. Para ser honesto, yo también. Dios, no puedo hacerle a un niño lo que mi papá me hizo. No puedo, y no lo haré, y si Olivia está teniendo a mi hijo, no sé cómo Grace encajará en esa imagen. Para cuando Mason y yo llegamos al campo, estoy atrapado en mis pensamientos. Es como si alguien me hubiera dado un puñetazo en el pecho y hubiera dejado su puño dentro de mí, y ahora mi corazón tiene que aprender a latir de nuevo, a descubrir cómo bombear alrededor de este objeto extraño. Cuando Isaac Owens nos pasa de camino para observar con el resto del equipo de papá en las gradas, lo tomo del brazo para detenerlo. La frustración me tiene

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envuelto en su puño, dejándome impotente. Me digo que el silencio de Grace es su culpa, que el hecho que no volviera a casa cuando más la necesitaba tiene algo que ver con él. Todo cambió cuando apareció, y solo quiero saber cuál es su historia. —¿Cómo conoces a Grace? —pregunto. Se ríe. —Le dije que no la recordabas porque no querías. —Se encoge de hombros—. Pero ella me pidió que no te dijera nada, así que mis labios están sellados. —¿Te pidió que no me dijeras qué? —¿Fueron algo? ¿Por qué no querría que yo supiera eso? —De todos modos, no estoy realmente orgulloso de esa noche. ¿Esa noche? Escalo mi memoria por una noche de la que Isaac podría estar avergonzado. Un recuerdo flota en la superficie, y mi estómago se tambalea con este. Me tropiezo hacia atrás, y Mason me estabiliza. Niego. Fue una fiesta en la casa de Isaac. Todos estábamos pasando el rato alrededor de la hoguera, y el otoño venía con toda su fuerza. Recuerdo a las chicas quejándose de tener frío e Isaac diciéndoles que no podían entrar porque su madre había dicho que la fiesta tenía que quedarse atrás. Entonces pareció que un grupo de chicos desaparecieron todos a la vez. La madre de Isaac había regresado temprano de su turno en el hospital. Estaba muerta en sus pies y quería hablar con él. Le dije que se quedara en la sala, y lo buscaría por ella. Entré al sótano para encontrarlo, pero en su lugar encontré un círculo de muchachos, todos de último año, tal vez seis o siete, incluido Isaac, todos con los pantalones desabrochados y sus pollas afuera, y una chica pelirroja de rodillas en el centro del círculo. Su boca estaba sobre Isaac y los otros la estaban animando en silencio, algunos riendo nerviosamente mientras esperaban su turno. —¿Qué demonios piensan que están haciendo? —Ni siquiera había sabido cuando dije las palabras que era una estudiante de primer año a la que habían llevado a su pequeño juego. Ya era bastante malo que se pasaran cualquier chica así, pero cuando descubrí que era una niña, una estudiante de primer año que vivía al lado, me enfermó. Nunca me arrepentí de lo que había hecho esa noche, nunca me había arrepentido de haber roto lo que Isaac había empezado en el sótano ni de haber hecho que su madre llamara al padre de la niña. —Sí recuerdas —dice Isaac, mirando mi rostro. Suspira—. Para que conste, no te lo dije.

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Mason todavía está agarrando a mi brazo. —¿Estás bien? Niego. No estoy bien. Sé que es irracional, ya que sucedió hace cinco años, pero voy a enloquecer si tengo que darle espacio. Ella es mi Grace, y esa chica en el sótano era tan vulnerable y estaba perdida. No sé cómo no hice la conexión antes, pero en este momento, con ese recuerdo quemándose en mi cerebro, solo quiero envolverla en mis brazos y protegerla de todo el maldito mundo. Ya estoy buscando mi teléfono. —Tengo que salir de aquí.

Llamo a Bailey y Mia, pero ninguna ha visto a Grace. Reviso el departamento de drama y la biblioteca, pero no está en ninguno de los lugares. Decido ir con Bailey y la encuentro en el pequeño patio de juegos fuera del complejo de apartamentos. Está en un columpio, su mirada fija en la hierba deslizándose bajo sus pies. —¿Grace? Levanta la mirada y suspira cuando me ve, como si supiera que iría a buscarla, pero no estuviera lista. —Esa noche. En el sótano. —Tengo que sacarlo, tengo que decir su secreto para que ya no la pueda encadenar. Se estremece. —Debería haberte dicho. Debería haberte dicho quién era. —¿Cambia algo? —Hay un puño en mi estómago que dice que sí. Su pasado importa más de lo que quiero, pero no estoy dispuesto a dejar que nos cambie. Podemos resolver esto. Si podemos resolver lo del embarazo, su pasado es un bache en el camino en comparación. —Cambia todo. —Se muerde el labio y agarra las cadenas con más fuerza en sus manos. Un cardenal aterriza en la viga sobre su cabeza, y ella lo sigue con los ojos mientras vuela—. Durante un par de semanas solo éramos Chris y Grace. — Traga saliva. —Lamento no haberlo recordado. —Yo no —dice. El color ha desaparecido de sus mejillas. Incluso sus labios están pálidos, y todo sobre ella, desde su voz hasta su postura decaída, habla de

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agotamiento completo—. Ni siquiera puedo arrepentirme de no decírtelo, porque la recompensa por mi omisión fueron esas semanas. Me gustó no ser Gee-Gee para ti. Me gustaban nuestros días en los que solo eras Chris, no el tipo que detuvo todo esa noche, no el chico dulce que apareció justo cuando más necesitaba un héroe. —Lo que siento por ti no ha cambiado. —Casi parece una mentira, pero no dejaré que lo sea. Su pasado no importa. No dejaré que se me pase por la cabeza, y no dejaré que se interponga entre nosotros. —Estás equivocado. —Mete la barbilla en su pecho, escondiendo su rostro de mí—. No quieres creer que cambia nada porque eres bueno y amable. Pero sí lo hace. Ahora la verdad está ahí afuera. —¿Qué puedo hacer para mejorar esto? —La desesperación tensa mis palabras con fuerza, las hace chasquear en el aire como llamas en lugar de envolverse a su alrededor con el consuelo que necesita. —¿Alguna vez compraste un boleto de lotería? —No puedo decir que lo haya hecho. Suelta una risa seca, pero no sonríe mientras hace el sonido, y es vacío y hueco. 232

—Por supuesto que no apostarías. Me estremezco. Eso me duele después que lo que los analistas deportivos dijeron sobre mi juego, y no esperaría que Grace golpeara tan bajo. Está concentrada en el suelo, aparentemente sin darse cuenta que acaba de dar un golpe en mis entrañas. —Lo he hecho algunas veces. Ya sabes, cuando el Powerball está realmente alto. —Se encoge de hombros—. Es divertido. Existe este período de tiempo cuando tengo el boleto, pero aún no conozco los números ganadores, y puedo fingir que voy a ganar. Puedo fingir que obtendré la vida despreocupada de los ricos independientes, que siempre tendré tiempo para escribir y puedo hacer mis sueños realidad con mi talonario de cheques. Puedo comprar el teatro y pagar por los actores. En esos momentos, las probabilidades no importan. Puedo decirme que no solo gasté diez dólares en boletos de lotería estúpidos, porque hasta que sepa lo contrario, todavía hay una posibilidad. —Puedo entender eso. No me mira. Es casi como si estuviera hablando sola. —En el momento en que miro los números y los comparo con los míos, se acabó. El sueño se ha ido. Arrebatado. Y no puedo regresar. Pero es por eso que compro los boletos, por esos minutos entre cuando los compro y cuando descubro

que no gané. A veces no miro los números por días, semanas, incluso. Porque una vez que miras, se acabó. Se acabó. Odio escuchar esa palabra en el contexto de nosotros. Y más que eso, odio entender lo que quiere decir. —No es lo mismo. —No podemos regresar. No podemos volver a ser quienes éramos antes que supieras. —Somos las mismas personas que fuimos ayer. Una lágrima se desliza por su mejilla, y niega. —No. Porque ahora soy la chica que se emborrachó y se puso de rodillas para seis hombres. Las palabras hacen que mi pecho duela. Está confirmando lo que ya sabía, pero mi cerebro quiere entrar en guerra con la información, encontrar lo que sea para demostrar que no es verdad. Mi Grace no haría eso. No es ese tipo de chica. Y, sin embargo, nunca fingió ser de otra clase, ¿verdad? Aprieto los puños mientras trato de sacar el pensamiento de mi mente. —Y ahora eres el hombre que nunca la tocaría. No podemos regresar. —¿Por qué dices que nunca te tocaría? —Eso fue lo que dijiste esa noche. —Levanta la cabeza, pero no me mira a los ojos—. Eras mi héroe. Estaba borracha y nunca encajaba, y solo quería gustarle a todos estos tipos populares y geniales. Primero, cuando me llevaron allí abajo, me sentí especial. Estaban coqueteando conmigo, dándome todo tipo de atención que nunca había tenido antes. No me di cuenta de lo que habían planeado, y luego todo sucedió tan rápido, y supe que no podría salir de eso sin que todos se burlaran de mí. Estaba arrodillada y aterrorizada, pero más aterrorizada porque si huía, volverían a burlarse de mí, volverían a llamarme Juh-Juh-Gee-Gee. Y luego ahí estabas, y no tuve que hacerlo. No creo haber podido volver de esa noche, pero no tuve que hacerlo. Lo hiciste parar. Quiero alcanzarla y estrecharla en mis brazos, pero sé que no me dejará. Lo más importante que puedo hacer ahora es escuchar. Así que trago con fuerza, intentando, como todo el día, soportar la idea que la mujer a la que amo sea arrinconada y manipulada en esa horrible posición, tratando de retener la rabia que siento hacia esos idiotas y la protección que siento por la niña que nunca volverá a ser. —Siempre me gustaste. —Libera las cadenas del columpio y se abraza a sí misma—. Estaba tan enamorada de ti, y esa noche me salvaste.

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¿Qué tan egocéntrico fui que nunca la había visto? Estaba tan atrapado en mi mundo, y mi único recuerdo de esa pelirroja es lo que sucedió en la fiesta y la gente hablando de “Gee-Gee la Fácil” después. Estaba enamorada de mí y yo ni siquiera sabía quién era. Y este es mi castigo por ser tan ciego. —Desearía haber impedido que te llevaran allí abajo. Si hubieras estado esa noche pasando el rato conmigo, no habría sucedido. —Y no estaríamos pasando por esto ahora. No estaría aquí tan cerca de ella y sin poder quitarme esta sensación que está fuera de mi alcance. —No me hubieras querido contigo. —No te conocía. Ojalá… Inclina la cabeza y finalmente se encuentra con mi mirada. Las lágrimas en sus ojos son un cuchillo rasgando mis entrañas. —¿Recuerdas lo que dijiste sobre mí? ¿Después? Reviso mi memoria una y otra vez, pero la noche es un poco borrosa. Recuerdo lo que vi en el sótano, y recuerdo que los chicos me molestaron durante semanas después, diciéndome que estaba celoso que no me hubieran incluido, o que debía ser un maricón. No recuerdo nada de Grace. —Lo siento. No. Niega. —Estaba en el comedor, esperando que mi padre me recogiera, y tú estabas en la sala de estar con Isaac. Te preguntó si los detuviste para poder tenerme para ti. El recuerdo me golpea. Es como tener un espejo empujado delante de mí que me muestra solo lo peor de mí mismo, y cierro los ojos con fuerza. Mi estómago se revuelve. No fue la primera vez que me preguntaron, o la última. —Grace… —Dijiste: “Como si pondría mi polla cerca de eso” —dice las palabras sin emoción, como si estuviera recitando una lista de compras. El cuchillo sin filo en mi intestino sube fuerte y rápido y me golpea el corazón. —Era un niño idiota. Era un imbécil inmaduro que estaba pensando en sí mismo, tratando de controlar el daño porque me odiaban por lo que hice. Todos esos tipos estaban enojados conmigo. Todo lo que dije tenía que ver conmigo y nada que ver contigo. Estoy seguro que ni siquiera lo dije en serio. —¿En verdad no? Yo no era el tipo de chica con quien salías. No estabas interesado en chicas que chuparían seis pollas en una noche solo para gustarles a los chicos. —Una lágrima rueda por su mejilla—. En ese momento, deseé que no

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hubieras bajado allí. Pensé que quizás aguantar el horror de lo que habían planeado para mí podría ser menos doloroso que saber lo que sentías por mí. —No digas eso. Lo siento. Lo siento por lo que dije. —Gracias —susurra—. No quería que lo averiguaras. Le pedí a Isaac que no te dijera porque sabía que una vez que te enteraras, sentirías que no podías dejarme ir. Eres tan honorable, y ahora ese honor no debería desperdiciarse en mí. Sacudo la cabeza, luchando por mantener el equilibrio. —No es un desperdicio. Ven a casa. No permitas que esa noche destruya lo que tenemos. —Y si Olivia está embarazada, ¿qué tenemos? Tengo nudos en el estómago porque no tengo una respuesta. Todavía no he resuelto nada más que eso, quiero que Grace esté a mi lado en lo que sea que venga a continuación. —Bailey dijo que puedo quedarme con ella por un tiempo. —¿Es eso lo que quieres? Seca sus mejillas con el dorso de su mano. —Sí. Creo que es lo mejor. —No entiendo. —Mis palabras son una serie de sílabas rotas ensartadas por pura voluntad. Estoy desesperado por volver a armar esto, pero sobre todo, solo quiero volver a como estábamos ayer por la mañana, con ella en mis brazos y el pasado lejos de nuestras mentes—. Tal vez no recuerdo esa noche, pero tú sí. Sabías quién era yo. ¿Cómo cambia esto algo? —Porque ahora tú también lo sabes. —Se encoge de hombros—. Y eres un buen tipo, Chris. Eres demasiado amable para saber la verdad sobre la chica con la que has estado acostándote y permitirte alejarte. No voy a dejar que te atrapes en esto — mueve una mano entre nuestros cuerpos—, sea lo que sea, cuando tienes algo mucho más grande pasando.

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Con el recuerdo de la noche en el sótano de Isaac quemando agujeros en mis entrañas más rápido que ácido de batería, y Grace no devolviendo mis llamadas telefónicas, esta noche no estoy en condiciones de enfrentarme a nadie, así que tengo suerte que nuestra reunión obligatoria del equipo haya sido cancelada. Ya estoy en suficientes problemas por dejar la práctica esta mañana. Cuando Mason llega a casa, estoy en el sofá con una cerveza, deseando ser el tipo de hombre que podría beber para olvidar sus problemas. Como no lo soy, solo alcancé la cuarta parte de la botella y es posible que no me moleste en terminarla. Como me dio un aventón a la práctica, no tenía mi coche conmigo, y se negó a darme sus llaves para poder localizar a Grace esta mañana hasta que le dijera lo que estaba mal, así que le conté sobre la noche en el sótano, sobre la chica en la que no había pensado en años. Le conté sobre la chica borracha de primer año de secundaria y los estudiantes de último año. Se lo dije para que me diera sus malditas llaves, pero también se lo conté porque sé que puedo confiar en Mason y esto me destrozaba por dentro. Ahora me da una mirada larga y dura. No puedo decir lo que está pensando y no tengo la fortaleza emocional para preocuparme. Me quedo en silencio. Se deja caer en una silla y se inclina hacia adelante, con los codos sobre las rodillas. —Escucha. Entiendo que es extraño. Pero, ¿realmente cambia quién es ella? Mírame. Estoy enamorado de una stripper. Odio ver que muestra su cuerpo a cualquiera que paga para entrar en ese club, pero eso no cambia quién es. No cambia la forma en que me siento con ella. Grace solo cometió un error cuando era una niña. —Suspira y niega—. Está bien, y tal vez otro, si lo que Isaac dijo es verdad y realmente cayó lo suficiente bajo para dormir con ese idiota el verano pasado. Me estremezco. —¿Te dijo eso?

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—Sí. —Inclina la cabeza hacia un lado, estudiándome—. Pero no debería cambiar lo que sientes por ella. Parpadeo hacia él. Por ser uno de mis mejores amigos, creí que me conocería mejor. —¿Crees que estoy sentado aquí porque siento algo diferente por ella esta noche que cuando me levanté esta mañana? Mason levanta sus palmas. —No lo sé. Estabas un poco enloquecido. —Mase, estoy enamorado de ella. Y si estoy enloqueciendo en este momento es porque no está devolviendo mis mensajes de texto o mis llamadas. Es porque cuando vio a Isaac aquí tenía tanto miedo, recuerdo que no me miró a los ojos. Es porque nunca culpé a esa chica por lo que pasó esa noche, y no puedo soportar la idea que la usaran así. Si me estoy volviendo loco es porque estoy tratando de no encontrar a Isaac, terminar lo que comencé, luego volar a Texas y darle una paliza a los otros hijos de puta que la llevaron a ese sótano. —Tomo un largo aliento desigual. Siento como si me cortaran por la mitad—. Me estoy volviendo loco porque Olivia está embarazada y debería alegrarme que Grace se aleje, y en su lugar estoy desesperado por encontrar la manera de recuperarla. —Jesús. Tienes que salir. Estoy deprimido solo estando en la misma habitación que tú. —Cuando niego con la cabeza, Mason levanta una mano—. Lo digo en serio. Tuviste un infierno de semana, y entiendo que todo esto es realmente jodidamente pesado, pero no voy a dejar que te sientes aquí y te inquietes. Todos se reunirán en casa de Arrow esta noche, así que no puedes simplemente quedarte aquí lamiendo tus heridas. Será bueno para ti estar cerca de tus amigos.

Bailey se sienta en la silla a mi lado y se aclara la garganta. —Chris está aquí. Y es exactamente por eso que no quería venir esta noche. Donde hay un chico Blackhawk, hay más, y no puedo mirar a Chris a los ojos y fingir que no quiero estar con él. No puedo pretender que la idea que tenga un bebé con otra persona no me rompe el corazón, incluso si sé que hice lo correcto. Aprieta mi muñeca.

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—Keegan enloqueció desde que salió la noticia. —Porque está enamorado de ella —le digo, mi garganta densa—. Apesta ser el extraño cuando la persona que amas está a punto de tener un bebé. Tararea. —Tal vez. O tal vez piensa que podría ser suyo. Algo demasiado parecido a la esperanza surge en mi pecho. —Ella dijo que nunca se acostó con Keegan. —Eso es lo que ella dijo. —Me toma de la mano y la aprieta—. Simplemente no te des por vencida con Chris todavía, ¿de acuerdo? Amo a mi amiga, pero desearía que no intentara darme esperanza. Lo que necesito ahora es alguien que pueda ayudarme a cortar con Chris. —Tal vez esto fue lo mejor. —Dios, las palabras me rompen el corazón, pero es lo que me digo a mí misma—. Regresaré a Nueva York el próximo mes, y romper con él significa que nadie será lastimado. Bailey suelta mi mano y suspira pesadamente. —¿Es eso cierto? No puedo evitarlo, sigo su mirada a través de la piscina, incluso sabiendo lo que veré. Mi pecho se tensa al verlo. Puedo ver el dolor en todo su rostro. No puede ocultar sus sentimientos. Se lleva una botella a los labios y la bebe, y cuando la baja, sus ojos se bloquean con los míos. Hay un tirón doloroso en mi pecho donde mi corazón se rompió. Arroja su botella de cerveza en una caneca de reciclaje y se dirige hacia mí, y cuando se para junto a mi silla, con las piernas abiertas, las manos metidas en los bolsillos y los ojos recorriendo mi rostro, quiero arrojarme sobre él. —Deberíamos hablar —dice. Trago. —¿Qué queda por decir? Aprieta la mandíbula y mira hacia otro lado para tomar aliento, luego toma mi mano y me saca de la silla. —Vamos. —Chris… —Por favor. —Hay demasiado dolor en sus ojos para negarme, así que lo sigo por la casa y me lleva al pasillo trasero, solo soltando mi mano para presionarme contra la pared.

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Su cabeza está inclinada hacia adelante, sus manos a cada lado de mi cabeza, su boca cerca de la mía. —¿Por qué? —pregunta. Estoy jugando con fuego dejándolo acercarse tanto a mí, pero no tengo la fuerza para alejarlo. Es cálido y huele bien, y solo quiero que me bese. —¿Por qué, qué? —¿Por qué estás huyendo de mí? ¿De esto? —Observo cómo su manzana de Adán se balancea mientras traga, y luego una de sus manos sale de la pared y me acaricia la mandíbula. Me apoyo en su toque, amando el calor de su mano y los escalofríos que envía a través de mí. —No estoy huyendo. Estoy dando un paso atrás. —Entonces, ¿por qué te sientes tan lejos que no puedo alcanzarte? —Desliza una mano en mi cabello y lo retuerce, pero bien podría haber tomado mi corazón en su puño—. Sé que somos complicados y tal vez tendremos más, pero estoy dentro, Grace. No tenía idea de cuánto te necesitaba hasta que entraste en mi vida. —No —susurro. ¿No puede entender lo difícil que es esto? ¿No puede ver que la esperanza solo me va a hacer daño más al final?—. No hagas esto más difícil. —Te daré lo que necesites. —Se acerca más—. Pídeme espacio si no soy lo que quieres, pídelo si no te hago feliz o si te estoy haciendo daño, pero no lo pidas porque tienes miedo que no podamos resolver esto. No me estoy alejando de ti. Mi garganta se aprieta y mi corazón está en carne viva. Los últimos dos días además de nuestro intenso fin de semana juntos, todo es demasiado. —No puedo, Chris. —Podría merecer algo mejor que Olivia, pero definitivamente se merece algo mejor que yo—. Te has librado. No soy quien creías que era. —No. —Tira suavemente de mi pelo, inclinando mi rostro hacia él—. Eres más. Quiero conocer todo de ti, y acabo de comenzar. Cierro mis ojos. —Déjame ir. No soy lo suficientemente fuerte como para mirar esos ojos azules y decirle que se aleje. Así que cierro los ojos y los mantengo cerrados hasta que siento que suelta mi cabello, hasta que el aire se enfría mientras se aleja, hasta que oigo el clic de las puertas traseras al abrirse y cerrarse. Por el pasillo oscuro, escucho a alguien exhalar y respirar.

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Limpio mis mejillas. —¿Quién está ahí? Las luces se encienden y Olivia me mira con ojos rojos y mejillas llenas de lágrimas. Se frota los hombros desnudos y niega. —¿Lo qué te dijo justo ahora? Nunca luchó por mí de esa manera. —Sus palabras son tan temblorosas que rebotan en las paredes—. Ni una sola vez. Se aleja, y sé que debería volver a salir con los demás, pero en cambio me quedo adentro, donde no tengo que sentirme tentada por lo que no puedo tener.

Tomo otra cerveza y bebo la mitad sin pensar. —Reduce la velocidad —dice Mason en voz baja—. Las respuestas no están ahí.

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Sebastian me mira y levanta la barbilla. Asiento. No estoy fuera de peligro con él. Le aseguré que haría lo correcto con Olivia, pero con Grace manteniéndome alejado hasta que sepamos con certeza, no estoy seguro qué es lo correcto. —¿Estás bien, Montgomery? —pregunta Arrow. Desearía que la gente dejara de preguntarme eso. No estoy jodidamente bien. —Estoy bien —escupo a través de mis dientes. —¡Escuchamos que aquí era donde estaba la fiesta! Todos volteamos a ver a Isaac y algunos de sus compinches del personal de mi padre entrando al patio trasero de Arrow a través de la puerta. Respiro profundamente y mis puños se aprietan involuntariamente. No puedo lidiar con este imbécil esta noche. Arrow mueve su mirada hacia Isaac y compañía, y luego hacia mí. —Está bien —digo en voz baja. Si mi papá es nuestro nuevo entrenador, enviar a estos muchachos lejos coloca a Arrow en la lista de mierda desde el principio, y ya estará en desventaja al perderse la mitad de la temporada. —Perdón por arruinar la fiesta —le dice Isaac a Arrow mientras caminan hacia nosotros—. Estábamos hartos de estar atrapados en el hotel. —No hay problema —dice Arrow—. Siéntete como en casa.

—¿Está Grace aquí? —pregunta Isaac. Su amigo se ríe. —Ya que no puede mantenerse lejos de ti, pronto lo estará si ya no está. Mi sangre se hiela. —¿Qué? Isaac respira profundamente entre dientes. —Hola, Chris. No te vi allí. —Chris. —Mason se acerca a mi lado—. Vamos hombre. Vamos a agregar un poco de leña al fuego. —Alcanza mi brazo, y lo sacudo, mirando a Isaac. El chico del otro lado de Isaac sonríe. Es otro de los miembros del personal aquí con mi padre, así que lo odio por asociación, incluso antes que comience a hablar. —¿Es Grace esa chica sexy en el vestido rosa que vino a tu habitación? —Bajó la voz en un falso espectáculo de clase—. ¿Te la cogiste? —Vino a mi habitación del hotel anoche. Sus señales no fueron tan difíciles de leer, ¿sabes? —Isaac sonríe—. Probablemente no sea el mejor lugar para hablar sobre eso. —Asiente hacia mí y agrega—: Si sabes a qué me refiero. ¿Grace estaba en la habitación del hotel de Isaac? Me pongo rígido. Arrow viene a mi lado. —No creo que sepas a qué te refieres —dice, dando un paso más cerca de Isaac. Los pelos de punta en la parte posterior de mi cuello deben ser visibles desde todo el patio trasero, porque los otros tipos están rodeándome. —No te lo tomes como algo personal —me dice Isaac—. Gee-Gee la Fácil es justo el tipo de chica que necesita más de un hombre para mantenerla satisfecha. No puedes cambiar eso. —Se ríe como si esta fuera la broma más fantástica del mundo— . Aunque creo que debo hacer un muy buen trabajo, ya que siempre regresa por más. —Solo cierra la boca, Owens —gruñe Mason. Isaac mira a su alrededor y parece darse cuenta en lo que se ha metido. Todos estos tipos lanzarían un golpe para proteger a Grace. Levanta sus manos. —Ella vino a mi habitación anoche. Apareció sin invitación. No es mi culpa. — Se encoge de hombros—. Eso es todo lo que diré al respecto. Arrow se mueve hacia las puntas de sus pies y pregunta en voz baja: —¿Puedo presentarle a este imbécil a mi puño?

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Trago saliva y niego. Grace estuvo anoche con Isaac. Es por eso que nunca regresó a casa. No se quedó con Bailey como dijo. No estaba lamiendo sus heridas sobre Olivia o preocupada por nuestra relación. Estaba con Isaac. Keegan se pone a mi lado y mira a Isaac. —Es un maldito mentiroso. Quiero estar de acuerdo con él, pero mi mente se dirige a la pelirroja de rodillas en medio de ese círculo de hombres. ¿Qué tipo de chica hace eso? Me odio por dudar de ella, pero al mismo tiempo me pregunto si soy un tonto por no prestar atención a sus advertencias. —Vamos —dice Mason, agarrando mi brazo otra vez—. Vamos a revisar ese fuego. Me dirijo a él porque es el único que no defiende a Grace. —¿Qué sabes? Niega. —No sé nada. Solo necesitaba que la llevaran a casa anoche, y la recogí. —¿Un viaje a casa desde dónde? Los ojos de Mason se vuelven hacia Isaac, luego vuelven a mí. Isaac sonríe. —Ya te dije. Vino a mi hotel. Me estoy volviendo loco tratando de descubrir cómo podemos hacer que funcione cuando Olivia está teniendo a mi bebé, ¿y ella fue a su habitación del hotel anoche? Pienso en mi primera noche con Grace este verano, cuando pensé que su nombre era Morgan. ¿Qué tan fácil le salió esa mentira? Tal vez Grace tenía razón. Tal vez no es quien pensaba que era.

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Me estoy escondiendo en la habitación de Mia cuando Bailey se apresura dentro. —La bomba acaba de explotar afuera. ¿Qué estás haciendo aquí? —Está sin aliento, como si hubiera estado corriendo por toda la casa buscándome. —¿Qué pasó? —Isaac se puso de hablador diciendo que estuviste en su habitación anoche. — Haciendo una mueca, Bailey se envuelve con sus brazos como si estuviera sufriendo dolor de estómago. —Fui a su habitación para pedirle que no le dijera a Chris sobre mi pasado. Mientras estuve allí, intentó comenzar algo y… es un jodido idiota, para serte sincera. Me fui antes que sucediera algo, y fue entonces cuando te llamé. —Isaac insinuó que fuiste a su cuarto para tener sexo. Otro miembro del equipo te vio allí anoche y solo… se ve mal. Trago duro. —¿Chris piensa que me acosté con Isaac? —Si sirve de algo, todos los muchachos creen que Isaac es una mierda. Me siento entumecida mientras camino hacia la cama y me hundo en ella. ¿Chris le cree a Isaac? Le cree por lo que solía ser. ¿Quien soy? —Chris te está buscando. ¿Qué quieres que haga? —pregunta Bailey. Regresa en el tiempo y dime que no venga a esta fiesta. Inscríbete en Champagne Towers y sé mi amiga cuando más lo necesito. Enséñame que valgo más que una mamada, que merezco ser querida por más que un excelente par de tetas a los catorce años. —Hablaré con él —le digo—. Es hora de enfrentar esto. —¿Quieres que me quede contigo?

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Solo puedo negar, cerrar los ojos y esperar que todo esto sea un mal sueño. Me siento en la cama, mis ojos cerrados, esperando. Escucho la puerta de entrada y luego el clic de la puerta del dormitorio antes de tener el coraje de levantar la cabeza y abrir los ojos. Chris está frente a mí, con angustia en el rostro. Mi estómago se revuelve y gira como si alguien tratara de escurrir una mancha de un trapo mojado. Cree lo que Isaac dijo. Puedo verlo en todo su rostro, en la forma en que me está mirando. —¿Por qué no me dijiste? —pregunta—. ¿Por qué haces que me entere por él? ¿Por qué hacer que lo descubra frente a todos? Y ahora todos mis compañeros de equipo están hablando de eso. Todos saben que fuiste anoche a la habitación de Isaac como… —Niega y ríe amargamente. —¿Como Gee-Gee la Fácil? —Envuelvo mis brazos alrededor de mi pecho y aprieto con fuerza, como si estos brazos pudieran proteger el corazón que él tuvo en sus manos desde el principio. La bilis se eleva en mi garganta, caliente y espesa, y tengo que tomar un puñado de la colcha de Mia para mantenerme conectada a la tierra. —No pongas palabras en mi boca. —Niega, da un paso adelante, luego se detiene y mete las manos en los bolsillos. Parpadeo y pellizco mi brazo desnudo, centrándome en el dolor agudo de mis uñas para no tener que pensar en el dolor sordo que consume todo mi pecho—. ¿Sabes lo primero que pensé cuando descubrí que Olivia podría estar embarazada? Pensé en ti. Pensé en cómo me aterrorizaba que fuera a perderte, y necesitaba encontrar la manera de hacerlo funcionar. ¿Pero qué hiciste? Fuiste con él. Intento respirar profundamente, pero no ayuda. Las lágrimas llenan mis ojos, y el dolor en mi pecho se filtra en mis extremidades hasta que cada centímetro me duele. Hace cinco años, Chris rompió mi corazón, pero hoy me rompió todo. De alguna manera, camino hacia la puerta y la abro sin colapsar. De alguna manera, levanto mi barbilla y encuentro su mirada, enfrentando todo el dolor y la traición que veo allí. —Me gustaría que te vayas ahora. Pone su mano sobre la mía y sus ojos buscan en mi rostro, y no estoy segura qué está buscando, pero no creo que lo encuentre porque deja caer la mano y corta el contacto. —Te amaba. Ni siquiera sé por dónde empezar con la serie de golpes viscerales que me dio. Amaba. ¿Me amaba? Amaba, pasado. Se fue antes de saber que estaba allí. Porque tal

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vez podría amar a Grace, pero ni siquiera un hombre tan dulce y comprensivo como Chris podría amar a una zorra como Gee-Gee. Atraviesa la puerta y se detiene al otro lado del umbral, de espaldas a mí. —¿Qué se supone que debo hacer, Grace? Dime cómo se supone que debo hacer que este lío esté bien, porque no puedo resolverlo. —Solo déjame ir —le susurro, y deja caer la cabeza—. Tienes que hacerlo ahora. Porque, ya ves, esto es sobre lo que hice cuando tenía catorce años. Dijiste que no cambiaba nada, pero nos mentiste a los dos. Si no hubiera sido por esa noche y por los errores que cometí entonces, podrías haberme preguntado qué sucedió anoche. — Sus hombros se ponen rígidos, pero continúo—. Pero en lugar de darme la oportunidad de decirte que no pasó nada, que no me acosté con él, que lo aparté cuando trató de poner su mano en mi falda, le creíste a un idiota que pensó que tenía derecho a poner sus manos sobre mí solo porque estaba en su habitación. Se da vuelta, pero cierro la puerta antes que pueda ver su rostro y me hundo contra esta, mi cabeza entre mis manos, mi cuerpo temblando. Cierro los ojos con fuerza y escucho el sonido de sus pies en las escaleras. Ruedo hacia un lado, enrollándome como una pelota mientras lloro. No me doy cuenta que Bailey regresó a la habitación hasta que me abraza, acariciando mi cabello, susurrando en mi oído. —Tienes que respirar, Grace. Sé que duele, pero tienes que respirar. Abro la boca y lleno mis pulmones y me pregunto cómo todavía estoy en una sola pieza, aún entera cuando me he roto por la mitad. —¿Por qué tenía que hacerme creer en el cuento de hadas? —susurro—. ¿Por qué tenía que hacerme creer que una chica como yo podía tener un final feliz? —Ni siquiera reconozco el sonido de mi voz. Es torturado. El llanto de un animal herido. —Solo necesita tiempo —dice Bailey, arrastrándome de vuelta a la realidad, que es el último lugar en el que quiero estar. Alisa mi cabello—. Solo dale tiempo. Niego y respiro otra vez. El tiempo no cambiará lo que soy o lo que he hecho, y no cambiará que cuando necesitaba que tuviera fe en mí, creyó lo peor.

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Durante tres segundos, miro la puerta cerrada. No toco, ni respiro, ni espero. Solo miro, horrorizado por lo que hice. —Pensé mejor de ti —dice Bailey. Me empuja y entra a la habitación, cerrando la puerta detrás de ella, pero no antes que vea a Grace en el suelo llorando. Mis pies me llevan escaleras abajo y al patio trasero antes que mi mente pueda alcanzarlos. —Owens —digo mientras voy detrás de él. —Hola, Chr… No llega a terminar porque le golpeo en la cara. Mi puño aterriza justo, y la sangre mana de su nariz. Es malditamente satisfactorio. —Joder, hombre. —Se lanza hacia mí justo cuando Mason se interpone entre nosotros. Mason agarra a Isaac, tirando de sus brazos hacia atrás para que no pueda golpearme—. ¿Celoso? —pregunta Isaac, la sangre gotea en el patio. Todo el mundo está mirando, mis amigos, mi equipo. Siento que estoy ardiendo y la única manera de apagarlo es golpeando. —Eres una mierda. Fuiste una mierda cuando llevaste a una chica borracha a tu sótano para pasarla, y eres una mierda ahora. —Sal de aquí. —Mason empuja a Isaac hacia la puerta. Arrow los rodea para abrirla. —Me temo que ustedes van a tener que encontrar otra fiesta. Isaac le enseña el dedo y se tambalea, sosteniéndose la nariz ensangrentada con la otra mano. —Jodidos idiotas creen que dominan el mundo. Solo esperen que Colt se apodere de su equipo. Solo cuando Arrow cierra la puerta detrás de él con un ruido metálico, me doy cuenta que mis manos están temblando, y el puño que arrojé a la nariz de Isaac está gritando de dolor. —Él trabaja para tu nuevo entrenador —dice Mason—. Independientemente de lo que sientas por tu padre, eso no va a desaparecer.

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—Es bueno verte hacer algo con pasión —dice una voz profunda desde la puerta. Mi padre sale al patio, el padre de Arrow a su lado—. Es un alivio, sinceramente. No estaba seguro que sintieras algo tan fuerte por nada. Flexiono mi puño dolorido. —Tu chico es un idiota. —Coincido —dice Mason asintiendo, y Arrow y Keegan asienten también. Sebastian se estremece e inclina su cabeza a cada lado como si estirara su cuello. —Quería golpearlo cuando estaba sentado aquí llamándola Gee-Gee la Fácil. El dolor me apuñala el brazo y me estremezco. —Necesito un poco de hielo. —Mierda. —Los ojos de Keegan se abren cuando nota mi mano hinchada—. ¿Rompiste tu mano de lanzar? Abro los ojos y encuentro su mirada horrorizada. —Valió la pena. Mi padre me lleva a la oficina del señor Woodison y se pasea con las manos en las caderas. —El señor Woodison es un gran donante de la universidad, y me ha tenido aquí tratando de convencerme de mudarme a BHU. Casi me convenció antes de tu pequeño berrinche ahí. ¿Es esto lo que va a ser si tomo este trabajo? ¿Vas a actuar como un niño pequeño desesperado por la atención? Estoy demasiado caliente y en carne viva, y solo puedo burlarme de él. —No quiero tu atención. —Esta es la segunda pelea en la que has estado desde que llegué, y sé que ese no es tu estilo. ¿Quieres volver a intentarlo, con algo de honestidad esta vez? Oh, a la mierda este bastardo. —¿Honestidad? Eres un imbécil. —En nuestros intercambios limitados a lo largo de los años, me he mordido la lengua y me he contenido de decir esas palabras, pero no me arrepiento de haberlas dicho ahora. De ningún modo. Ahora estoy agradecido de tener la oportunidad de decírselo a la cara—. Cuando era pequeño, trabajé muy duro porque quería hacer que mamá estuviera orgullosa, pero también porque sabía que estabas allí afuera, y quería asegurarme de no ser una decepción. ¿Tienes alguna idea de lo que es ser un niño de diez años que solo quiere enorgullecer a su padre ausente? ¿Creer que si hubiera sido mejor, más fuerte, más rápido, más inteligente, más frío, tal vez hubieras vuelto a casa?

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»Entonces, cuando comencé la escuela secundaria, comencé a enojarme contigo. Imaginando que algún día vendrías y tratarías de tener una relación conmigo, y te diría que te fueras a la mierda. Pero incluso entonces esperaba que cuando me vieras y lo que había hecho, estuvieras orgulloso de mí. Impresionado. —Niego—. Lo entendí todo mal. No me importa si estás orgulloso de mí o no. No importa. Porque estoy decepcionado de ti. Me mira, su rostro en blanco, y si está esperando que diga algo más o intenta encontrar una respuesta apropiada, no lo sé. —No quiero tu atención, y no quiero tu aprobación. Y estoy seguro que no quiero que seas el entrenador de mi equipo. —Aprieto las manos y retrocedo para resistir la violencia que aún late en mi sangre—. Nunca te ha importado una mierda lo que quiero, pero te lo voy a decir de todos modos. No tomes el trabajo. No te pido nada, pero te estoy pidiendo esto. Da la vuelta y regresa a Texas. Estoy temblando mientras salgo de la oficina y me dirijo al piso de arriba para encontrar a Grace. Lo he arruinado y no merezco la oportunidad de disculparme, pero espero que me dé una de todos modos. La habitación de Mia está vacía, y no puedo encontrar a Grace en ningún lado de la casa. Salgo por la puerta principal. Bailey está en el camino de entrada hablando con Mason. —¿Dónde está Grace? Bailey vuelve su mirada hacia mí, y si las miradas pudieran matar, estaría muriendo ahora mismo. —No lo hagas. Simplemente no lo hagas. Dale espacio y ocúpate de tus propios problemas. Mason me lanza una mueca de disculpa y se encoge de hombros. Supongo que todos saben cuánto lo arruiné. —Vámonos a casa, hombre. Ha sido un día jodidamente largo.

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El miércoles por la mañana, me arrastro fuera de la cama y me obligo a bañarme y vestirme. Bailey hizo café y está sentada a la mesa de la cocina. Me sirvo una taza y me siento a su lado, preguntándome si el calor del café podría llenar este vacío dentro de mí. —¿Cómo estás? —pregunta ella. —Ya no duele más —digo—. Es solo… —Miro hacia otro lado, no estoy segura de cómo describir lo que no estoy sintiendo—. Es como si se rompiera todo dentro de mí y luego se evaporara. Cuando encuentro su mirada, me reconoce con una sonrisa suave. —Vuelve en oleadas. A veces son más grandes y otras más pequeñas, pero te tomarán por sorpresa. Tomo mi taza contra mi pecho, agradecida por su constante comprensión. —¿Mason te lastimó? Niega. —No, pero me temo que lo lastimé. Lo amaba, pero estaba enamorada del hermano de Mia, Nic. —Su sonrisa se vuelve temblorosa y traga saliva—. Y luego Nic murió. Después, sentí que no podía respirar, y luego me sentí como si no estuviera viva en absoluto. No sé cuál fue peor. Solo digo que el dolor viene en oleadas. Solo trata de no dejarte llevar. —No sé qué hacer. —Pongo mi taza sobre la mesa. Dice DIVA en un lado, y sigo las letras con mi dedo—. Siempre escapé cuando las cosas se pusieron feas, y sigo sintiendo que quiero irme a casa, pero no sé dónde es eso. Toma mi mano y la aprieta. —Ya estás en casa. Sé que volverás a Nueva York en poco más de un mes, pero Blackhawk Valley es tu hogar como es el mío. Eres una de nosotros ahora.

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Sus palabras se asientan contra mi corazón y hacen clic en su lugar. —No sé si pueda soportar verlo. No sé si pueda… —Ahí está, la ola de la que me advirtió. Esta viene con la imagen de Olivia y Chris con un bebé y me da una bofetada en el rostro. Debo cerrar los ojos y concentrarme en mi respiración antes de poder hablar—. Él necesita enfocarse en ella de todos modos. En ella y el bebé. —No te rindas con él solo porque duele. —Ya había terminado —le dije, mirando mi café—. Estuve con él por un tiempo prestado, viviendo un cuento de hadas cuando sé que no soy una princesa. Aprieta mi mano, y doy la bienvenida al vacío que vuelve a mi pecho. Después de largos minutos de silencio, Bailey se levanta de la mesa y lava su taza de café. Soy levemente consciente del tic-tac de la manecilla del reloj de la cocina y el sonido de la ducha que corre en el baño antes que regrese a la mesa vestida con vaqueros y una blusa rosa. —Tengo que hacer algunos recados —dice—. ¿Quieres venir? Niego. —Tengo algunas cosas de las que encargarme también. Media hora más tarde, me encuentro en la oficina del señor Gregory. Está sentado en una silla junto a la ventana, con un libro en el regazo y mirando a lo lejos. No me molesto en saludar o anunciar mi presencia. —Renuncio. Se sobresalta, luego entorna los ojos mientras los vuelve hacia mí. —Gracias por darme la oportunidad de trabajar con usted este verano. —Pero estás renunciando, así que obviamente no lo dices en serio. —No, lo hago. Estoy agradecida. —Trago saliva y tomo un largo y lento respiro. Me arden los ojos y siento que me saltan las lágrimas. No quiero llorar, pero ahora tengo tanto poder sobre mis lágrimas como sobre las olas que ruedan hacia la orilla—. Necesitaba escuchar lo que tenía para decir, incluso si no fue fácil. Pero creo que la peor parte es saber que tiene razón. Querer escribir no me hace buena en absoluto. —¿Vas a renunciar? ¿Solo así? —Sus cejas se fruncen, y su mirada se mantiene tan fija en mí que no tengo la fuerza para sostenerla. No después de hoy. —No quiero perder más mi tiempo. No quiero creer en algo que no puedo tener. —Mi voz se contrae con las últimas palabras, y todo lo que puedo hacer es mirar el techo y mis ojos se secarán. —¿Sabes lo que es ser un escritor que no puede escribir?

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—Aparentemente lo sé. —A la mierda tu autocompasión. Eres capaz de escribir. Te pregunto si tienes alguna idea de lo que es ser escritor y no tener nada que dar dentro de ti. Niego y lágrimas caen de mis ojos. Las limpio con mis palmas. —Puedes escribir. Simplemente no te lo estás permitiendo. —Eso es como decirle a un hombre con una polla medio dura que puede follar. Tal vez podría conseguirlo, pero es una pérdida de tiempo y jodidamente embarazoso. La impotencia creativa es lo peor, y estás ahí, totalmente capaz de escribir y crear, ¿y me dices que estás renunciando? —Me dijo que no era lo suficientemente buena. Arroja su libro al piso y me mira. —No pongas palabras en mi boca. Te dije que la mierda que me diste para leer no era lo suficientemente buena. —¿Cuál es la diferencia? Lo intenté. —Intentaste escribir algo que encajara. Estás perdiendo el tiempo de todos con palabras que crees que la gente quiere leer. Sé valiente y escribe la maldita obra que está atravesándote el pecho. Deja de darle a tu cerebro la pluma cuando escribir es un trabajo para tu corazón. Pero mi corazón no está preparado para el trabajo. Ha sido pulverizado. —Lo siento. —Salgo de la oficina—. No soy lo suficientemente buena.

Durante dos días, he realizado todo mecánicamente: Fútbol, entrenamientos, tiempo con mis amigos. Incluso la noticia que mi padre rechazó el puesto no trajo el alivio que debería traer. Cada minuto estoy abrumado por el cansancio y todo parece inútil. Todos se sintieron aliviados al descubrir que no me había roto la mano la noche en que le rompí la nariz a Isaac. Hubo una preocupación legítima que todo el jodido equipo fuera incapaz de sostener una pelota para cuando llegara la temporada. Personalmente, tomaría una mano rota sobre esta cosa rota que estoy cargando en mi pecho.

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Mañana por la mañana, se supone que debo ir al consultorio del médico con Olivia. Van a hacer un ultrasonido para determinar su fecha de parto, y todo lo que puedo pensar es que cuando vea a mi bebé por primera vez, Grace debería estar a mi lado. Grace debería ser la que tiene al bebé creciendo en su interior. Y se supone que suceda en años, no ahora. Me he estado escondiendo en el sótano de Arrow viendo una película antigua, pero Mason me ha enviado un mensaje de texto y me ha dicho que es hora que me una a ellos, y no tengo energía para luchar contra él, así que apago el proyector y me dirijo arriba. Cuando llego a la parte superior de las escaleras, me detengo en seco cuando escucho la voz de Keegan en la cocina. —No me dejes fuera cuando hay una posibilidad que el bebé sea mío. Mis entrañas se tensan, y mi piel se pone rígida y fría. —Cállate —dice Olivia—. Solo lo sé, ¿de acuerdo? —No puede ser suyo. Tuviste tu período la semana después que rompió contigo. —El susurro de Keegan se hace más fuerte y la frustración agudiza el tono de sus palabras. —Todavía podría ser suyo. —Es mío, y lo sabes. Deja. De. Mentir. Esto es sobre el reclutamiento, ¿no es así? Olvidas que me dijiste que estabas decidida a conseguir un jugador de la NFL. Olvidas que te conozco. Entonces ahora le estás mintiendo pensando que te recibirá de vuelta. No puedo escuchar más. Entro en la cocina, y Olivia se queda boquiabierta cuando me ve. Miro a Keegan y luego a Olivia. Ese rostro dulce e inocente, y todos sus discursos sobre cómo esto no es lo que quería. Ha estado jugando conmigo. —No es mío. —No es una pregunta, no cuando la verdad está escrita en su rostro. —No me quedé embarazada a propósito —dice. Incluso cuando el alivio saca mil kilos de mis pulmones, mi mandíbula está apretada por la ira. —¿Pero me mentiste a propósito? —Tenía que pensar en el futuro del bebé.

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Los brazos de Keegan están cruzados y se ve tan enojado como me siento, tal vez más enojado. Y por supuesto que lo está. El pobre bastardo está enamorado de una mentirosa.

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—Grace, ¿puedo hablar contigo? Aparto la vista del mocha medio descafeinado que estoy preparando para ver a Olivia en la caja registradora. La última vez que la vi en esta cafetería, me estaba diciendo que estaba embarazada del bebé de Chris. Esta vez, estoy aquí como empleada, no como cliente, y Sebastian está de pie detrás de Olivia con los brazos cruzados. Ah, y sé que el bebé es en realidad de Keegan. Chris llamó con las noticias tan pronto como se enteró, y lo dejó en un mensaje de voz, ya que aun no atiendo sus llamadas. Minutos después que dejó el mensaje, recibí mensajes con la misma información de Mia, Bailey y Mason. Todos, excepto Bailey, esperaban que volviera con Chris después de eso, pero ella parecía entender que necesitaba tiempo y espacio para recuperarme. Asiento a Olivia y termino el mocha para el cliente. —¿Te importa si tomo un descanso? —le pregunto a Ned, el inconformista de cuarenta años que maneja la registradora. —Ve por ello —dice. Me lavo las manos y voy al frente para unirme a Olivia y Sebastian. —¿Quieren sentarse al frente? —pregunto, señalando las mesas en la acera. —Claro. —Respira profundamente y mira a su hermano—. Puedes irte ahora. Me disculparé. Él levanta la barbilla. —Más te vale. —Su expresión se suaviza cuando se vuelve hacia mí—. También lo siento. Te mereces algo mejor que todo lo que sucedió. —Gracias —le digo—. Pero no me debes ninguna disculpa. La verdad es que algunas partes de mi vida en Blackhawk Valley no se fueron a la mierda la semana pasada. Por ejemplo, Bailey ha demostrado ser una amiga

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firme. Me deja quedarme en su apartamento sin pagar alquiler, y ha visto más películas cursis para superar este dolor de lo que nadie debería padecer. No he vuelto a la oficina del señor Gregory, pero he estado pensando mucho sobre lo que me dijo, y como siempre escribo mucho cuando estoy adolorida, me he dado permiso para trabajar en mi proyecto secreto, el que quiere salirse de mi pecho. No sé si alguna vez irá a algún lado, pero se siente bien sacarlo. Y luego están los chicos. Mason hizo algunos arreglos con un amigo de un amigo para conseguirme este trabajo en la cafetería, y él y Keegan pasan regularmente para ver cómo estoy. Chris me envía un mensaje de texto una vez al día, reportándose y disculpándose por ser un idiota. Ese es el problema de enamorarse tanto de un buen chico. Realmente no sabes si te quiere o si solo está tratando de hacer lo correcto. En este caso, el chico es tan bueno, que no estoy segura que incluso él lo sepa. Sebastian se va y Olivia y yo nos acomodamos en las sillas de madera en la soleada acera. —¿Cómo te sientes? —le pregunto. Luce cansada. Las bolsas oscuras tiran de sus ojos y su pelo está en un moño descuidado en lugar de su típica cola de caballo elegante. —Como una idiota. —Mantiene su mirada en sus manos—. Supongo que sabes que mentí. Tomo un respiro. —Eso fue bastante malo. —Lo siento mucho. No estaba bien, fui egoísta, y sé que arruinó todo entre Chris y tú. Le dije cuánto lo siento, y espero que puedas aceptar mi disculpa, pero entiendo si me odias, porque yo odiaría absolutamente mis entrañas. Mi mamá se embarazó joven y tenía miedo de terminar como ella y quedarme atrapada aquí, y sé que Chris será reclutado, como mariscal de campo de la NFL, y eso es un boleto de salida de este pueblo, no es que nada de eso justifique lo que hice, pero… —¿Olivia? —Espero hasta que levanta los ojos para encontrarse con los míos— . Te perdono. Parpadea hacia mí. —¿De verdad? ¿Aunque tú y Chris todavía no volvieron a estar juntos? ¿Aunque lo arruiné todo? Tiré mi labio inferior entre mis dientes, de repente deseando haber traído una taza de café aquí conmigo. Podría necesitar el consuelo ahora mismo.

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—Tu embarazo no fue lo que nos separó a Chris y a mí. Tenemos otros problemas que debemos resolver, yo tengo otros problemas que necesito resolver. Aprecio la disculpa, pero creo que la mayor disculpa que debes ofrecer es para Keegan. Una lágrima resbala de su ojo y la limpia. —Está tan enojado conmigo. —¿Puedes culparlo? —No. —Cierra los ojos e inclina el rostro hacia el cielo azul claro del verano. Intento imaginar lo que debe estar sintiendo, la maraña de miedo y hormonas. No lo entiendo. Honestamente, todavía no entiendo qué podría llevar a una mujer a mentir directamente sobre el padre de su bebé, pero entiendo estar confundida y asustada. Exhala lentamente y me mira. —Chris es muy maduro. Sabía que cuidaría de mí y del bebé. Keegan no es así. Tenía miedo… —Se lleva la mano al estómago—. Creo que pensé que podría sugerir que me deshiciera de él. —¿Lo hizo? Niega. —No. Lo subestimé. Siempre lo hago. —Tengo la impresión que mucha gente subestima a Keegan. Es hora de dejar de ser una de esas personas. Necesita eso de ti. Especialmente ahora. —¿Por qué estás siendo tan amable conmigo? Es mi turno de mirar hacia el cielo, pero no cierro los ojos. Mientras veo las nubes blancas hinchadas dar un lento paseo por el horizonte, algo hace clic en su lugar dentro de mí. —Todos cometemos errores. He cometido mi parte justa. Eso no quiere decir que no merezcamos amabilidad. —Mi hermano dice que Chris está locamente enamorado de ti. —Sonríe, y es la primera sonrisa genuina que he visto de ella hoy—. Creo que puedo ver por qué. Trago saliva e intento devolverle la sonrisa. —Ahora solo necesito verlo yo.

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—Sí, señor —repito en el teléfono, encogiéndome al máximo cuando el padre de Grace comienza otra diatriba sobre cómo envió a Grace a quedarse conmigo para que pudiera cuidarla y no para que pudiera romperle el corazón. Yo fui quien le contó lo que sucedió. Estoy bastante seguro que Grace se habría llevado esto a su tumba en lo que a nuestros padres concierne, pero entonces, ella cree que hemos terminado, y no estoy convencido. —Estoy decepcionado, Chris —dice Edward. Y gracias a Dios, está disminuyendo la velocidad, como si tal vez se estuviera acercando al final de su conferencia—. Si ibas a involucrarte con ella, tenías que probar que tenías agallas y asegurarte de poder hacerlo sin lastimarla. Ya ha tenido suficiente. —Estoy de acuerdo —digo, las palabras se atoran en mi garganta—. Y no lo culpo por estar enojado conmigo. Es su padre y es su derecho, pero debe saber que estoy enamorado. Voy a luchar por ella. —¿Cómo vas a hacer eso? —Todavía no lo tengo resuelto, pero tengo algunas ideas. Está en silencio por un momento. —No me decepciones. Grace necesita a alguien que le dé felicidad y crea en ella. —Lo sé, señor. Y solo puedo decir que quiero ser ese alguien. Terminamos la llamada y ahora decido que es un buen momento para poner en práctica mi plan. Le mando un mensaje de texto a Bailey.

Yo: Necesito un favor. ¿Tienes acceso a la computadora portátil de Grace?

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Lanzo mis llaves y mi bolso al mostrador del departamento de Bailey, y tomo una bolsa de papas fritas antes de dirigirme a la sala de estar. —Mis perros ladran3. —Me río—. Dios, ¿de dónde viene esa frase? ¿Cómo es que los pies son perros? —Tú eres la escritora —dice alguien desde el sofá, pero no es Bailey, y mi aliento se detiene cuando escucho la voz. Corro alrededor del sofá para ver a Willow tendida sobre él, sus brazos sobre su cabeza, sus pies apoyados en una almohada. Entonces lloro. Porque oh Dios mío, Willow está aquí. Es como si hubiera estado sola en el frío y de repente alguien ha aparecido con mantas recién salidas de la secadora. No he pasado por esto sola, pero nadie puede sustituir a mi mejor amiga. —¿Qué estás haciendo aquí? Rueda la cabeza hacia un lado. —En este momento, estoy sufriendo de un jetlag bastante perverso, pero en unos tres segundos, voy a estar dándote tremendo abrazo. —Se estira, luego salta del sofá y me envuelve en su gran abrazo. —No puedo creer que estés aquí. —Lloro en su hombro. —Mi niña me necesitaba. Así que aquí estoy. Y de todos modos, tuve la semana libre mientras la familia se va de vacaciones a España. Salgo de su abrazo e intento reponerme, tomando una respiración profunda y secando mis húmedos ojos. —Todavía. La. Mejor. Sorpresa. Del. Mundo. Sonríe. —Gracias. Tu amiga Bailey ayudó.

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Es una expresión en inglés para decir que los pies apestan.

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—¿Cómo estuvo tu vuelo? —Estuvo bien —dice, volviendo a sentarse en el sofá—. No había niños pidiéndome cajas de jugo, y llegué a leer un libro que no tenía como protagonistas a La Princesa Sofía ni a Jake y los Piratas del Nunca Jamás. —Suena como lo fundamental para un vuelo fantástico. —No tienes idea. —Sonríe, y sé que solo está hablando medio en serio. Realmente ama a los niños. —¿Cómo está el jefe sexy? —¿Maverick? —Tira de su larga coleta y gime—. Creo que literalmente me pongo caliente cuando me mira. Ya sabes, ¿como hacen los animales con las llamadas de apareamiento y todo eso? Sí. Excepto que trato de esconderlo y solo camino con el rostro rojo todo el tiempo. En la primera semana que pasé con ellos, su esposa me preguntaba si me estaba enfermando. Resoplo. —Dios mío, eso es glorioso. —Y adivina qué —dice—, el hermano de Maverick viene de visita después de regresar de España. Me muerdo el labio, tratando de recordar si sé algo sobre el hermano del famoso actor, luego me siento derecha. —¿Hunt? —Síp. —Willow, he visto seriamente diez películas protagonizadas por Hunt en las últimas dos semanas. Se frota las manos, y juro que hay un brillo en sus ojos. —Y Hunt está soltero. —Oh, Dios mío, ¿en serio te vas a liar con el tipo? Se encoge de hombros. —Estoy abierta a la posibilidad. Me río con fuerza y me siento tan bien después de tantos días de tanta tristeza que me siento a su lado, le rodeo los hombros con los brazos y la aprieto. —Gracias por venir. —¿Cómo estás?

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—Estoy enamorada de Chris Montgomery. —Cierro los ojos. Es la primera vez que lo he admitido a mí misma, y lo he dicho en voz alta. Para ser justos, creo que todos mis amigos aquí lo saben. La fiesta de lástima que me he permitido durante la última semana debería haberlos alertado. —¿Has pensado en perdonarlo? —No es solo que le creyó a Isaac, es por qué. Puedo perdonarlo porque es comprensible, pero eso no significa que seamos correctos el uno para el otro o que podamos funcionar juntos. Suspira pesadamente. —Bueno. Así que dime todo lo que me he perdido desde que me fui a Londres. Sonriendo, empiezo por el principio. No hay nada que ayude a sanar más rápido que compartirlo con un amigo que te salvaría si pudiera. Cuando suena mi teléfono, casi lo ignoro, ya que tengo a Willow aquí, pero miro la identificación de la persona que llama por impulso y frunzo el ceño cuando veo que la llamada proviene de la oficina de Drew Gregory. —¿Hola? —Grace. —El señor Gregory grita a través de la línea—. Tu novio dejó tu obra, y me encanta. Ésta es la indicada. Comenzaremos a hacer las audiciones la próxima semana. ¿Supongo que volverás a la oficina para entonces? —¿Mi novio? —Sí, sí. Chico alto. Jugador de fútbol, creo. ¿Cuál es su nombre? Christopher. Sí, de todos modos, la trajo, y estoy por cagarme en los pantalones, es tan jodidamente buena. Los ojos de Willow se abren como platos. El señor Gregory está hablando tan alto que probablemente ha escuchado cada palabra. Se ve emocionada. Yo, por otro lado, estoy confundida. —Mmm, ¿qué obra dejó? —Diario de una puta enojada. ¿Tienes otra como esta que me estés ocultando? Mi pecho se tensa. ¿Cómo la consiguió Chris, y por qué se la dio al señor Gregory? Estoy confundida y eufórica a la vez. —¿Le gustó Diario? —¿Gustarme? Joder, tendría bebés con esto si eso fuera factible. ¿Me dejarás ponerla en el escenario este verano o no? Es como si Monólogos de la Vagina conociera

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a Sex and the City, o eso es lo que estoy haciendo comercializar en los boletines de audición. Dime que tu novio no se equivocó y que podemos seguir adelante. —Sí, sí. Sí, estaré allí para las audiciones. —Audiciones. Para mi obra. Me pellizco la pierna y me duele, pero tal vez todavía estoy soñando. —Estupendo. Mientras tanto, hazme un favor y escribe el final. Es muy abrupto como está. Eso es porque no he escrito el final. —Bueno. Trabajaré en eso y llevaré un borrador el lunes. —Jodidamente fantástico. Tráelo con mi café. He estado bebiendo la mierda de este departamento, y creo que me está dando disentería. Nos vemos el lunes, niña. Entonces, tan abruptamente como comenzó la conversación, termina, y miro a Willow con los ojos muy abiertos. —Te dije que eras talentosa —dice cantando. —Tienes que decir eso. Está en la descripción de tu trabajo como mi mejor amiga. Sonríe. —¿Y qué hay de ese novio tuyo? Es bastante astuto. —Salta del sofá y abre la puerta de mi habitación—. Puedes salir ahora. Me giro, y me quedo sin aliento porque Chris está en el apartamento de Bailey, saliendo de mi habitación y hacia mí, con las manos metidas en los bolsillos, los hombros imposiblemente más anchos que la última vez que lo vi. —Creo que se baña en baba radioactiva cuando no estoy —le susurro a Willow sin dejar de mirar a Chris. La veo asentir por el rabillo del ojo. —Eso totalmente explica la sexy cosa de pecho de Tarzán que está pasando. Y entiendes que no pude rechazar su pedido de esconderse en tu habitación cuando me mostró esos hoyuelos. Chris se hincó de rodillas frente a donde estoy sentada en el sofá, y solo entonces noté que llevaba una pila de papeles en sus manos. La página de arriba tiene mi título en una fuente de bucles. Diario de una puta enojada. —Me metí en tu computadora portátil para encontrar esto —dice. Mi piel cosquillea ante su cercanía, y estoy tan aturdida que quiero saltar del sofá y bailar. —Eso va en contra de la ley.

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Asiente. —Sí, y sabía que podrías odiarme por hacerlo, pero tenía que hacerlo, y luego lo leí y supe lo que tenía que hacer. —Traga saliva y sus ojos azules escudriñan mi rostro—. Sé que te lastimé, y tal vez no me puedes amar después de lo que hice, pero necesitaba que supieras que estoy enamorado de la mujer que escribió esto. Es inteligente y valiente, y me hace reír. Así que me arriesgué. —Toma un respiro—. Dijiste una vez que querías ganar la lotería solo para poder comprar un teatro y pagarles a los actores para que hicieran realidad tus obras, pero no necesitas ganar la lotería para que eso suceda. Solo necesitabas creer en ti misma. Eres talentosa. Entonces lo hice. Tomé un riesgo, uno grande, porque si no querías que nadie lo leyera, solo soy un imbécil. Pero es tan intenso, divertido y conmovedor, y todo lo que eres. —Estás diciendo que el tiempo de juego estaba por terminar, y que estabas a seis yardas, así que necesitabas arriesgarte y ejecutar por tu cuenta la jugada. Sus labios se contraen en una sonrisa vacilante. —Sí, algo como eso. —Fue una buena decisión. Atrevida como el infierno, pero diría que anotaste. —El calor llena mi cuerpo y se desliza sobre mis extremidades. Me deslizo del sofá y me siento en el piso, así que estoy sentada frente a él. Quiero estar más cerca. Quiero envolverme alrededor de él y permanecer allí durante días, y luego quiero correr en círculos gritando. Porque Chris está aquí. Porque Chris cree en mí. Porque Chris sabe exactamente quién soy y qué he hecho, y todavía hizo esto por mí. —Me encanta cuando hablas de fútbol. —Pone el manuscrito a un lado y toma mi rostro con sus grandes manos—. Lamento mucho haberte lastimado. Por favor, déjame compensártelo. Seré valiente y me arriesgaré todos los días para demostrarte que quiero que esto funcione y que puede funcionar. —Cállate y bésame, rompe reglas. —Como desees, amante del fútbol. Los dos sonreímos cuando nuestros labios se tocan. Mi sonrisa se extiende desde el beso hasta el fondo de mi pecho, y la felicidad irradia a mis dedos de las manos y los pies. Hasta que Willow se aclara la garganta. —Voy a estar afuera fumando si me necesitas. Me río contra la boca de Chris, sin querer romper el contacto por el momento. Luego escucho a Bailey, que ni siquiera sabía que estaba en casa, decir: —Diablos, después de eso, también necesito un cigarrillo.

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Cuando la puerta se cierra, Chris rompe el beso y acaricia mis mejillas. —¿Quieres cerrar la puerta y bautizar la cama de invitados de Bailey antes que regrese? Me río. —Estaría decepcionada de nosotros si no lo hiciéramos.

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Cuando apliqué para el programa de dramaturgia de verano en el Carson College el año pasado, imaginé que terminaría mi verano mientras veía desarrollar uno de mis sueños, que alguien más expresaba mis palabras en el escenario. No funcionó como lo había planeado. En lugar de estar en Nueva York, estamos en Blackhawk Valley, y en lugar del drama familiar que pensé que atraería la atención de alguien, mi obra secreta solo para mí, Diario de una puta enojada, está siendo dramatizado. Mientras veo el telón caer desde la última fila, mi corazón está en mi garganta y mis ojos se llenan de lágrimas. El público se rió en los momentos correctos y se quedó sin aliento en el momento adecuado, y no sé si mucha gente lloró, pero las mujeres frente a mí definitivamente se enjugaron las lágrimas. Ver a la gente involucrarse así con algo que escribí es tan abrumador que apenas puedo respirar. Chris aprieta mi mano, inclinándose para susurrar en mi oído: —Les encantó. Estoy muy agradecida para confiar en mi voz, así que inclino la cabeza para besarlo. La próxima semana, me voy a Carson College. Hemos aprovechado al máximo cada momento junto de nuestro verano, y estamos preparados para hacer lo de larga distancia. Eso no quiere decir que no va a apestar cuando tengamos que separarnos, pero es mejor que no tenerse el uno al otro. Chris me lleva al pasillo, donde estrecho manos y siento que mis mejillas se llenan de calor mientras la gente alaba mi obra. —Grace. Mi respiración se atora. Eso no puede ser… Me vuelvo hacia el sonido de la voz de mi padre y veo a Becky y a él cruzando hacia nosotros desde el pasillo. —¿Por qué no están en Italia? —pregunto.

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Papá sonríe suavemente. —Recortamos el viaje unos días para ver tu obra. Valió la pena. —Mi pecho se llena, y podría flotar lejos por la ingravidez de mi felicidad. —Tu obra fue increíble, cariño —dice Becky, envolviéndome en sus brazos—. Casi me orino en mis pantalones riéndome, y luego me hiciste llorar. —Respira profundamente—. Eres muy talentosa. Cuando salgo de sus brazos, papá me abraza antes de tener la oportunidad de hablar. —Estoy tan orgulloso de ti —dice contra mi cabello—. Y me alegro de haber visto esta obra. Yo… —Traga y, envuelta firmemente contra su gran pecho, puedo sentir su temblorosa inhalación—. ¿Lo que dijo la chica en el escenario? Nunca te vi como la suma total de tus errores. Veo esos errores como míos. No estaba lo suficientemente cerca. Si pudiera regresar y cambiar la forma en que reaccioné, lo haría. Siempre estuve más decepcionado de mí mismo. Te fallé. Aprieto mis ojos con fuerza. Mi padre es un hombre orgulloso Piensa en las cosas antes de actuar, y como resultado, le cuesta mucho creer que hizo algo malo. —No me fallaste. Me recogiste y me llevaste a algún lugar para comenzar de nuevo. —Mi voz se resquebraja. ¿Por qué en el exterior me estoy desmoronando cuando por dentro finalmente me vuelven a armar?—. Y salí bien. —Mejor que bien —dice bruscamente. Doy un paso atrás, y Chris toma mi mano, llevándola a sus labios brevemente antes de encontrarse con los ojos de papá. —Ha sido un día largo, y nuestra escritora necesita dormir un poco. Los veremos a los dos en el desayuno. Becky sonríe, su mirada pegada a nuestras manos unidas como si fuera lo mejor que hubiera visto. —¡Hasta entonces! Chris me lleva afuera y caminamos hacia el departamento de la mano, la luna brillando sobre nuestras cabezas. —Es una noche hermosa —digo—. Me siento tan feliz y llena de cosas buenas y tristes a la vez. Frunce el ceño. —¿Triste? —Solo una semana hasta que regrese a Nueva York.

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—Oh, la ciudad, tu otro amor. Me olvido de ese bastardo Suspiro. Hemos hablado sobre nuestras opciones, y no tiene sentido que renuncie a la ciudad para transferirme a BHU cuando él ingrese al reclutamiento en la primavera. —Los Giants estarán en el mercado buscando un nuevo mariscal de campo después de esta temporada —dice, mirándome. —¿El equipo de béisbol? —Se estremece y me río—. Bromeo. Sé quiénes son los Giants del fútbol. No puedo decir lo mucho que sé sobre el fútbol en público, o podrías saltarme encima. Se ríe. —Podría. Tu conocimiento secreto de fútbol es muy sexy. Intento sonreír, pero se desvanece. —¿Estás preocupado? Quiero decir, ¿porque estemos separados tanto? —Me preocupa que pueda perder la cabeza —admite, abriendo la puerta del complejo de apartamentos para mí—. Y me preocupa que extrañarte sea lo más difícil que he tenido que hacer, pero no estoy preocupado por nosotros. El mes más largo esperando verte es mejor que el momento más corto en que pensé que te había perdido. Mi corazón se retuerce en mi pecho como si tuviera una mente propia y estuviera tratando de acercarse a él. —Me quitaste las palabras de la boca. —¿Estás segura? —Me gira contra el hueco de la escalera y desliza sus manos en mi cabello—. Déjame asegurarme que no olvidé ninguna. —Luego baja su boca a la mía y me regala un beso tan largo, profundo y dulce que puedo sentir el latido de mi corazón remendado, seguro, protegido y atado al suyo. No soy más vulnerable por amarlo. Soy más fuerte.

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Si conociera a Alexandra DeLuca por primera vez hoy, solo necesitaría una palabra para describirla: MÍA. Ella es todo lo que era cuando nos despedimos. Hermosa, terca, dulce… y fuera de los límites. Después de dos años llevando vidas separadas, nuestros mundos han chocado. Ahora que ha vuelto a casa trabajando y tomando clases a mi lado, seguramente me hará perder la cabeza. Ella es todo lo que siempre he querido, todo lo que he soñado, y la única cosa que nunca puedo tener. No porque sea la hermana de mi mejor amigo. No porque los cuatro hermanos DeLuca vendrían a mí con los puños balanceándose si la lastimaba. Ni siquiera porque es mucho mejor de lo que alguna vez merecería. Mantengo mi distancia porque no nos encontramos por primera vez hoy. Nos conocimos hace cinco años cuando era una persona diferente. Cuando mis demonios me gobernaban. Aunque he cambiado, aunque he puesto mi vida bajo control y me he convertido en un mejor hombre, no puedo cambiar el pasado. Y los secretos que me acechan la destruirían. Pero no soy el único con secretos, y cuando sale la verdad, no sé a dónde acudir. ¿Qué haces cuando tu mundo se derrumba bajo tus pies y sientes como si te estuvieras ahogando? ¿Qué haces cuando la mujer a la que prometiste que nunca tocarías es lo único que puede evitar que te hundas? GOING UNDER es una novela independiente y la tercera en la serie The Blackhawk Boys.

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Fútbol. Misterios. Mentiras. Pasión. Estos chicos no juegan limpio. ¿Qué Blackhawk Boy robará tu corazón?

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New York Times y USA Today best seller, las novelas de la autora de romance Lexi Ryan han sido descritas como intensas, emocionales y perversamente sexys. Ex profesora universitaria, ahora escribe a tiempo completo desde su casa en Indiana, donde vive con su esposo, dos hijos y un perro neurótico. Encuéntrela en Facebook o Twitter para conversar sobre libros, televisión y las últimas travesuras de sus hijos.

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Lexi Ryan - The Blackhawk Boys 02 - Rushing In

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