Vivir como reina y gastar como plebeya

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Contenido

Agradecimientos Prólogo Introducción 1. ESTUDIO Y TRABAJO Paso 1. Controla tu deuda Paso 2. Las metas Paso 3. Conoce tu patrón de consumo y contrólalo Paso 4. El ahorro y la inversión Mi sueño: cuatro llantas No puedes tener auto sin seguro Crédito de auto Mi sueño: un posgrado Es tu momento para prever Seguro de vida Seguro de gastos médicos mayores De lo que se habla cuando se trata de seguros Seguros básicos estandarizados Sección masculina: ¡Ayúdame, papá! 2. MI PRIMERA

CHAMBA

Escoger la mejor Afore Pensar en los seguros y potenciarlos Ahorrar hasta el tope en el plan de pensión Empezar un fondo de emergencia a la vista Escoger una buena cuenta de nómina Tu primera tarjeta de crédito Sección masculina: Gastos de novios 3. VAMOS A

VIVIR JUNTOS

¿Vivimos juntos? 3

Yo pago esto, tú eso, ¿o lo pagamos juntos? Sé feliz, pero no pierdas el piso 1. Mis deudas y sus deudas 2. Quiero una adicional de la tarjeta 3. ¿Hacemos un inventario? 4. Con los ahorros sé egoísta 5. Fondo de emergencia Lo que pagan juntos 1. Gastos fijos de la casa Seguro de vivienda Mi independencia financiera (no dejes de leer esto) Sección masculina: Juntos, pero no revueltos 4. ¡ME CASO! ¡Tan, tan, tan tan…! Una ayudadita para la boda (de la Consar para ti) La luna de miel Hablemos de dinero No hables de dinero a cualquier hora Nuestras metas La casa Los viajes Los hijos Los padres La previsión Tu cuenta, mi cuenta, nuestra cuenta La partida secreta Sección masculina: Lo tuyo es nuestro, y lo mío, mío 5. QUIERO MI NEGOCIO ¿Cuál es el primer paso? Arma un plan de negocios Conoce tus objetivos Del empleado Un grave error (aunque a veces necesario) Dinero para mi negocio Crédito PYME El crédito personal Asegura tu empresa Tu negocio El seguro de vida 4

Dejo mi trabajo, no dejo mi trabajo… Franquicia para aminorar el riesgo Sección masculina: ¡Qué nervios que no lo sepa administrar! 6. ME QUEDÉ SIN TRABAJO Si aún puedes prever ¿Y lo del seguro? Si ya no tienes empleo Que la Afore te ayude Aguas con tu hipoteca Revisa las pólizas de los seguros El desempleo sale caro Salva tus deudas Sección masculina: Lo que sí le presto y lo que no 7. VOY A

SER MAMÁ

El camino al nacimiento El día cero Opciones alternas El seguro de gastos médicos No tengo seguro Los gastos que olvidas Los objetos del deseo Quiero una familia numerosa Previendo para el futuro Por una vida de reyes Sección masculina: El pánico del proveedor 8. A COMPRAR CASA Examina tus finanzas Compra cuando te alcance Compra como inversionista y acepta el riesgo Crea patrimonio con la casa No seas “pobre con casa” Anímate si… Compra la casa adecuada Las reglas del crédito hipotecario Asegura tus ladrillos Chicas que compran casa ¿Y si tengo cuarenta y tantos? Sección masculina: El compromiso de la casa 5

9. EL DIVORCIO Irene: no habló en serio de dinero ¿Qué establece la ley? Si hay hijos Los seguros privados no son obligación ¿La casa me la quedo? Sección masculina: “Caite con la micha” de tu partida secreta 10. CON CANAS YA

NO QUIERO TRABAJAR

Lección 1. Él no te va a mantener El plan para tener más 1. La Afore famosa 2. Lo que me da mi empresa 3. El PPR 4. Tu ahorrito extra Sección masculina: ¿Tenemos para retirarnos? 11. QEPD Busca los documentos y pon orden ¿Funeral por adelantado? Cobrar seguros, ayudas y pensiones Pensión con el IMSS o el ISSSTE Ayuda funeraria Con las Afores Crédito hipotecario Plásticos Con seguros privados Haz cita con el asesor financiero El testamento Tú eres la cabeza de la familia Sección masculina: Yo me encargo de todo GLOSARIO ACERCA

DE LA AUTORA

CRÉDITOS

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Agradecimientos

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ste libro existe gracias a que mis tres Es (Eduardo, Emilio y petit Eduardo) tuvieron paciencia. Escribí y escribí y los dejé con ganas de salir el fin de semana o con la leche fría. Este libro es para ustedes. Gracias a mi hermano Ricardo por sus lecturas compartidas y explicaciones económicas; a mi prima Natalia por estar al pendiente, apapacharme y presumirme; a mi hermana Claudia y prima Leonora por darme el punto de vista de las nuevas “reinas”. Gracias a Rossana Fuentes-Berain por creer que se pueden hacer cosas grandes desde el “off road”; a Roberto Morán por ayudarme a encontrar mi voz en las finanzas personales; a Bárbara Anderson por alentarme a pensar que en mi carrera profesional siempre puede haber algo mejor; a Adina Chelminsky por ser la primera en creer que “Vivir como reina y gastar como plebeya” podía vivir fuera de la red. Gracias a todas mis fuentes que con peras y manzanas me explican sobre finanzas desde hace seis años –no todos están aquí citados, pero todos están detrás de cada línea. Gracias a quienes me leyeron y aportaron: Ivonne e Irina de Consar, y a Fernando SotoHay de Tu Hipoteca Fácil. A Marisol y Regina M. por dejarme aplicar mis rollos financieros con ellas; y a mis amigas, todas las que están en este libro, las que se dejaron entrevistar y balconear.

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Prólogo

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n el nombre Vivir como reina y gastar como plebeya, Regina Reyes-Heroles C. encierra, de un solo golpe, la magia de ese binomio que nos parece imposible: el sueño de una vida mejor, más tranquila y holgada, frente a la dura realidad diaria de hacer alcanzar el gasto. Para lograrlo, ella no nos pide que cancelemos nuestros sueños; por el contrario, nos ofrece una guía para hacerlos más reales. Aunque parezca una contradicción, Regina nos dice cómo darle un sentido de realidad a nuestros sueños y, al mismo tiempo, darle a nuestra vida cotidiana algo que pareciera pertenecer al mundo de nuestros sueños: certidumbre y tranquilidad. La magia (la fórmula) que ella emplea para resolver ese binomio es el ahorro. Sí, el ahorro modesto pero constante, inteligente y encaminado a un fin claro y concreto. Ese ahorro, y repito, aunque modesto, si se invierte bien –y ella también nos dice cómo– con el tiempo se volverá un patrimonio. El libro gira en torno a dos conceptos principales: el primero es que todas las actividades y todas las relaciones humanas tienen como contrapartida una relación económica (o también podemos decir financiera, pues para este libro ambos términos son casi sinónimos). El segundo, que con un manejo adecuado de nuestras finanzas podemos ahorrar y alcanzar las metas que nos hayamos fijado, aún si éstas parecen a primera vista lejanas e inalcanzables. En los últimos años la promoción del ahorro, a nivel individual como a nivel de toda la sociedad, se ha reconocido como un objetivo de alta prioridad para las políticas públicas orientadas a elevar el nivel de bienestar de la población y, al mismo tiempo, dotar a la economía en su conjunto de un factor fundamental para el crecimiento y el desarrollo. Desde la perspectiva de cada persona o familia, está documentado por estudios especializados que la gente que logra adquirir el hábito del ahorro puede enfrentar mejor las pérdidas temporales del ingreso o las necesidades de gasto no previstas, haciendo a la gente menos dependiente del crédito y menos vulnerable a choques económicos. El ahorro también permite a las personas hacerse de un patrimonio para su beneficio directo o iniciarse como empresarios de modo que puedan aumentar sus ingresos. Desde la perspectiva de todo el país (los economistas usamos la expresión “a nivel macroeconómico”) el ahorro individual permite al sistema financiero otorgar crédito a las empresas para que éstas, a su vez, emprendan nuevas inversiones y expandir la

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producción y el empleo. El ahorro es el eslabón que cierra el círculo virtuoso que permite a los individuos (y al país) prosperar. Si bien el ahorro tiene estas bondades, no podemos dejar de pensar en él como un sacrificio por tener que ‘dejar de consumir’. El origen de la palabra ahorro proviene del árabe “hurr” que significa “libre”. En la Edad Media la palabra se usó para designar a quien es “libre, el que no es esclavo”. Así, ahorrar consistía en “dar la libertad a un esclavo o a un prisionero”. Más adelante la expresión se empleó en el sentido de “librar a alguien de algo”, de un esfuerzo o de un gasto, es decir, “librarse del gasto”. Eventualmente la palabra tomó el significado que le damos hoy: “guardar el dinero para el futuro” o “reservar alguna parte”. Es, pues, una paradoja percibir al ahorro como un sacrificio cuando el término mismo nos dice que es el que nos hace libres, por lo menos en el sentido económico. Este es el tema que permea en el libro de Regina: cómo aplicar con inteligencia nuestro gasto para cubrir nuestras necesidades en el presente y hacer ese ahorro que nos hará “libres” para adquirir aquellos otros bienes y/o servicios que nos permitirán vivir mejor (“como reinas”). Decía antes que uno de los principales conceptos que aborda el libro es que todas las actividades y todas las relaciones humanas tienen como contrapartida una relación económica. En esto el libro es muy claro, pero además, por la manera como se explica, por la vía de las experiencias personales, lo hace extraordinariamente ameno y fácil de entender. Los ejemplos provienen de estudiantes, profesionistas, novias, casadas y separadas, y también para la segunda y tercera edad. Yo diría que, como un extra, los consejos que nos ofrece Regina en el plano económico tienen como contrapartida consejos muy sabios para las relaciones humanas que sin duda ayudan a todas (y diría que también a todos) a llevar una vida más armoniosa con nuestros semejantes. Este libro constituye un magnífico ejemplo de lo que se denomina “mejores prácticas en educación financiera”. Este concepto, como lo define la OCDE1 se refiere al proceso a través del cual las personas mejoran su conocimiento de los productos y términos financieros, del concepto de riesgo y, a través de la información, instrucción y/o consejos, desarrollan habilidades y confianza para mejorar su conciencia de las oportunidades y riegos financieros, para tomar decisiones informadas, para saber dónde pedir ayuda y tomar otras acciones que les lleven a un mayor bienestar financiero. El libro, siguiendo los lineamientos de la OCDE, ofrece información para encontrar oportunidades financieras; es un instructivo para entender mejor los términos y conceptos, y ofrece consejos para tomar decisiones informadas. Como diría Regina, ‘¿para qué sirve la educación financiera?’ Para tener una mejor cultura financiera. Y de nuevo preguntaría: ‘¿para qué sirve la cultura financiera?’ Aquí la respuesta se apoya en una amplia evidencia empírica y donde se comprueba que la gente con mayor cultura financiera tiende a modificar su comportamiento y mejorar su situación. En particular, la mayor cultura financiera está asociada a una mejor planeación, a un mayor nivel de ingreso y a un mejor control del gasto. 13

Este libro no es solo informativo, logra cambiar la actitud del lector con relación al ahorro, sobre todo por la forma en que provee la información. El libro consigue literalmente cimbrar al lector. Además de los argumentos enteramente racionales que se presentan, Regina comparte vivencias que nos conmueven, emocionan y nos hacen vivir la frustración de no haber planeado el gasto y, también, nos hace experimentar la satisfacción de haber alcanzado las metas establecidas. El último paso y más trascendente al que debería aspirar un libro en este ámbito de “mejores prácticas de educación financiera” es el de pasar de un cambio de actitud respecto al ahorro a un cambio en nuestra conducta. Me atrevo a asegurar que todos los lectores pasarán del pensamiento (y el sentimiento) a la acción; después de su lectura todos encontramos algún punto, pequeño o grande, que podemos ajustar, ya sea en la forma como gastamos, en cómo planeamos y en cómo invertimos. Así, el libro cubre las tres fases principales de la educación financiera: conciencia de la relevancia del ahorro, cambio de actitud y una nueva conducta en materia financiera. Un último tema: el género. El libro está dedicado a las mujeres: el título, las anécdotas, las etapas de la vida, etcetcétera, y sin embargo es igualmente útil para los hombres que, ojalá, se encuentren entre sus lectores. Pero más allá de ello, Regina no deja de recordarnos, e incluso advertirnos, que también los hombres tenemos una responsabilidad ‘de género’ en la ayuda y apoyo que debemos prestar a las mujeres en su educación financiera. El mérito de hacer de este libro un punto de género es de la mayor relevancia. De nuevo invoco la evidencia estadística:2 en la gran mayoría de los países y para la mayoría de las situaciones en las que se compara al hombre y la mujer en materia de cultura financiera los resultados le son desfavorables a las mujeres (quizá la excepción más importante se refiere a que ellas tienden a administrar mejor el ingreso de los hogares). Esta es una situación a todas luces inaceptable por injusta e ineficiente. No abundaré en lo injusto, pues es evidente por qué lo es, sin embargo, por ser menos evidente, ahondaré en el tema de la ineficiencia. El rezago en esta materia implica que el potencial de promover la cultura financiera es mayor en el caso de las mujeres: al cerrar esta brecha mayores serán sus oportunidades para aumentar sus ingresos, para su empoderamiento dentro del ámbito familiar, para inculcar una mejor cultura financiera a sus hijos y, en general, para alcanzar un desarrollo digno e integral. Ante el hecho de que la vida laboral de las mujeres tiende a ser más corta que la de los hombres, que sus oportunidades laborales son menores y sus ingresos inferiores y que su expectativa de vida es más larga, mayor es la relevancia de la cultura financiera para las mujeres. La necesidad de ahorro y de un adecuado manejo del patrimonio es mayor para las mujeres. Es aquí donde el trabajo de Regina cobra un marcado valor social y económico. Por si no fuesen suficientes todos los puntos señalados antes para invitar a la lectura, debo añadir que además de lo valioso de la obra por su impacto social y económico, su 14

lectura es deliciosa. La organización de las ideas y el lenguaje nos sorprenden por su frescura, por el ingenio para presentar las distintas situaciones que enfrentan todas las mujeres, por más dramáticas que sean en el fondo. Todo ello nos lleva a disfrutar el libro y olvidarnos (aunque sólo por un momento) que además de ser una obra literaria es también una obra pedagógica. CARLOS NORIEGA, Presidente de la Asociación Mexicana de Afores (Amafore) Cuernavaca, Morelos, enero 2014.

Notas 1 OECD (2005), Improving Financial Literacy. Analysis of Issues and Policies. OECD, París. doi: 10.1787/9789264012578-en 2 Hung, A., J. Yoong and E. Brown (2012), “Empowering Women Through Financial Awareness and Education”, OECD Working Papers on Finance, Insurance and Private Pensions, núm. 14, OECD Publishing.http://dx.doi.org/10. 1787/5k9d5v6kh56g-en

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Introducción

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odas las mujeres tenemos un chip financiero. Lo prometo. Muchas de nuestras historias lo comprueban. Debo confesarles que siempre pensé que eso de los números no era lo mío, y por esta razón, en parte, estudié literatura. Entre la carrera y la maestría busqué una pasantía en la revista Chilango, pero por azares del destino terminé en la de negocios Expansión. Así empezó la aventura que me lleva a escribir este libro. El tema de los negocios me gustó; me di cuenta de que, a pesar de todo lo que pensaba, era buena para y con los números. Mi encuentro con las finanzas personales llegó unos años más tarde, cuando Roberto Morán me pidió un artículo sobre Afores para la sección de finanzas personales de la revista Expansión. Me enamoré del tema, me relacioné con él y me di cuenta de que desde pequeña traía grabada una especial relación con el dinero y que explorarla sería interesante. Todos tenemos una relación con el dinero porque juega un papel importante en nuestras vidas. Diario tomamos decisiones financieras y ni nos damos cuenta: ¿retiro dinero del cajero de mi banco o de otro?, ¿pago con crédito o débito?, ¿compro a meses sin intereses? Tomar decisiones de forma inteligente o a la ligera necesariamente va a impactar tu bolsillo. Yo no sabía ni cómo, pero a mis veintitantos años tenía una cuenta de inversión con dinero de “sobras”. De alguna forma u otra había malabareado el dinero para pasarla bien y tener un colchón. Al igual que yo, la mayoría de las mujeres que he entrevistado sobre sus finanzas personales en los últimos seis años hacen malabares con el dinero para lograr lo que quieren. El problema: no hay un plan trazado, y aun cuando el dinero se percibe como una herramienta para lograr lo que se desea, es indispensable jugar al malabarista; y aun cuando esto de hacer malabares no es negativo, lo único que evidencia es falta de planeación. El propósito inicial de este libro es que podamos vivir como reinas y gastar como plebeyas. Para eso hay que tomar el control de nuestras finanzas y dejar de descartar el tema del dinero. 18

Al 51% de los mexicanos no le alcanzan sus ingresos y tiene dificultades o incluso hasta grandes dificultades en su día a día, según la Encuesta Nacional de Valores realizada por Banamex y la Fundación Este País. No nos alcanza porque no sabemos ni en qué gastamos. Este libro es para todas las que un día abrimos la cartera y dijimos: “¿Y los 500 pesos que traía?”. Recuerdo perfectamente cuando una amiga me contó que sus papás la habían llevado a ver una casa, una residencia para adultos mayores, y le dijeron que les gustaba la idea de vivir ahí y que para eso debían juntar un dinero importante. “No hablen de eso”, les dijo. Ellos estuvieron de acuerdo y se dejó de lado el tema. Siete de cada diez jóvenes mexicanos nunca han platicado del retiro laboral de sus padres, según una encuesta de la Asociación Mexicana de Administradoras de Fondos para el Retiro, A.C. (Amafore), titulada Ahorro y futuro: ¿Cómo piensan los estudiantes universitarios? Basta de no hablar de dinero porque a alguien no le gusta “discutir ese tema”. Y por “ese tema” podemos entender el testamento, seguros de vida, ahorro, inversiones, previsión financiera o lo que quieras relacionado con el dinero. Hablemos de dinero para que las decisiones financieras dejen de tomarnos por sorpresa. Este libro es para las que no hemos hablado de dinero con la familia, pero también para las que no queremos depender de los hijos en nuestro retiro o las que sabemos que nos será muy difícil mantener a nuestros padres cuando se jubilen. La idea es que esta lectura les ayude a tomar decisiones inteligentes. La última meta es llegar a tener canas con la emoción y posibilidad de vivir los mismos placeres que hoy: unas vacaciones disfrutando de un buen libro, un día soleado de compras o una botella de vino compartida con una agradable compañía. Para tener claridad de cómo trazar ese plan es que escribí este libro. Cuando doy talleres de finanzas o recibo preguntas en mi blog o Twitter, una constante es: ¿y de verdad se puede ser bien portada con el dinero? La verdad, sí, se puede. Para mí esto ha sido como estar a dieta para que me quede ese par de pantalones que tanto me gusta cómo se me ve. Yo sé que comer un pan tostado con miel es un peligro para mi cadera. Lo evito comiendo lechugas con pollo asado. Pero si un día pierdo el estilo y me como el pan, no permito que eso se convierta en mi hábito. Regreso a las lechugas. Unas veces es más fácil regresar a lo no engordador, y otras, más difícil. He tenido tarjetas hasta el tope, he pedido dinero prestado, me he gastado mi fondo de emergencia y tardado mucho tiempo en reponerlo, y he vivido eso de los plásticos rechazados en público. Pero regreso al camino del orden y trato de no cometer el mismo error dos veces.

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Conforme a los resultados de la Primera Encuesta sobre Cultura Financiera en México, realizada por Banamex y la UNAM, las mujeres jóvenes suelen llevar un registro de gastos, ahorros, deudas, y planear un poco cómo van a gastar; que eran uno de los sectores con conocimiento de productos y servicios financieros y que acostumbran leer sobre el tema. Este es el primer paso para que dejemos atrás esa mala costumbre de decir “a mí no me alcanza para ahorrar” o “invertir es para ricos”. Este libro es para todas las que –sin importar qué edad tengamos– pretendemos iniciar un ahorro para vivir mejor. No hay una receta que funcione para todas. En el tema del dinero solo hay que tomar decisiones informadas y tratar de que las que asumamos nos acerquen a nuestras metas. Y para tomar la decisión más adecuada hay que tener la información correcta a la mano. Este libro es para las que –como yo– no necesariamente somos financieras o conocemos el lenguaje de los economistas, pero nos interesa tomar decisiones inteligentes para el bienestar del dinero que tenemos. Lo escribí porque quiero que más mujeres como yo nos demos cuenta de que, aun cuando consideramos que los números no es nuestro tema favorito, podemos hacer las preguntas correctas al señor trajeado que nos vende productos financieros afuera de la oficina o en un banco. Este libro no te dirá cómo y qué hacer para pasarla genial hoy y llegar rica a tu vejez. No todas somos iguales, no nos relacionamos con el dinero de la misma forma, no todas tenemos las mismas metas, o la edad, o la aversión al riesgo, o las mismas circunstancias. Sin embargo, en la vida hay ciertas etapas por las que todas caminamos y las decisiones financieras que tomamos durante ellas son las que definirán si logramos o no vivir como reinas. Dividí este libro en momentos de vida porque en cada una de ellos nuestros intereses financieros cambian y las estrategias son distintas. No es lo mismo tener 25 y entrar a nuestro primer trabajo, que tener 35 y ser mamá. Puedes leerlo fácilmente de principio a fin porque encontrarás información relevante en cada capítulo, independientemente de en qué etapa de vida te encuentres. Aunque también puedes leer solo los capítulos que en este momento te interesen, o buscar un tema en particular y revisar aquellas páginas en las que se mencione. Es un libro para que lo leas de delante hacia atrás o de atrás hacia delante y regreses a él conforme cambien tus objetivos. Somos estudiantes, empleadas o profesionistas, hijas que ayudan a la economía familiar; somos la pareja que trae el segundo ingreso a la casa (a veces el primero, y muchas otras el único). Podemos también ser mamás, esposas, amigas y socias. Cada una de estas etapas implica decisiones y planes financieros, y aquí espero que encuentres una guía para hacer más sencilla cada transición. Existen varios libros de finanzas personales, muchos de ellos maravillosos, escritos por amigos y colegas. Con cada uno de ellos podrás mejorar tu relación con el dinero, lograr más objetivos y quizá llegar a la libertad financiera, así que haz tu parte y lee más. 20

“Para disfrutar de buena salud, para traer verdadera felicidad a la familia de uno, para traer paz a todos, uno debe primero disciplinarse y controlar la propia mente. Si un hombre puede controlar su mente, puede encontrar el camino hacia la iluminación, y toda la sabiduría y la virtud vendrán naturalmente a él” dice Buda. La clave: ¡el control y la disciplina! ¿No les dije que era un poco como la dieta? Ahora sí, a lo bueno.

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Estudio y trabajo

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A

lejandra y Michelle son estudiantes universitarias. Las dos trabajan por las tardes para ganar experiencia profesional y porque les gusta tener cierta libertad financiera. Alejandra tiene 21 años, estudia administración de empresas turísticas en el Instituto Politécnico Nacional y es mesera en un restaurante de comida californiana. Estudia de las 8 de la mañana a la 1 de la tarde, y trabaja de las 3 de la tarde a las 10 de la noche. Gana 4 000 pesos mensuales, sin contar propinas, y hasta unos 6 200 pesos con lo que le dejan los clientes. Con sus ingresos paga sus pasajes, unos 1 000 pesos al mes, sus médicos, los gastos de la escuela y sus gustos. Vive con su madre y su hermana, quienes se encargan de la manutención del hogar. Con lo que le sobra de dinero compra catálogos y vende zapatos. “Así invierto mi dinero”, dice y añade que puede tener ganancias de hasta 20% más. Ella ha estado ahorrando un poco para su graduación; además, tiene el propósito de seguir estudiando, pues quiere un título de maestría, y en el largo plazo le gustaría poner un restaurante. Michelle tiene 23 años, estudia administración en la Escuela Bancaria y Comercial y trabaja en una casa de bolsa en línea atendiendo teléfonos y resolviendo dudas de los clientes. “Quería ganarle tiempo al tiempo y tener experiencia profesional desde mi primer semestre en la carrera”, dice. Su sueldo es de 6 000 pesos mensuales. No tiene que ayudar para la manutención del hogar, pues vive con sus papás y su hermano. Sus ingresos los utiliza para el transporte, unos 1 600 pesos al mes; sus comidas, unos 2 000 pesos mensuales, y sus gustos. Además, tiene una cuenta de inversión en la casa de bolsa para la que trabaja en la que intenta depositar al mes un 10% de sus ingresos. Y cuando logra extras, le da el dinero a su mamá para que se lo guarde. “Así no lo toco”, dice. Michelle tiene varias metas. A corto plazo planea un viaje con su novio a Las Vegas, a mediano plazo quiere un automóvil, y a largo, un departamento. Ni Alejandra ni Michelle hacen un esfuerzo por ahorrar; por el contrario, se aceptan como gastalonas y con buen diente para el gasto en ropa. Ropa nueva e ir de compras es un premio por sus varias horas de estudiar y trabajar a la semana. Y es cierto, es lindo comprar cosas que te hacen sentir bien. Pero precisamente eso es lo que hacen: sacarte una sonrisa en la boca ahora que eres estudiante. 24

Hoy tu chamba es estudiar, después llegar a trabajar y ganar experiencia. El resto del tiempo lo quieres disfrutar. Hazlo, pero de forma organizada y sin despilfarrar. Piensa que si como Michelle y Alejandra tienes la ventaja de que no debes aportar para la manutención del hogar, entonces es momento de empezar a ahorrar con objeto de cumplir las metas que tienes. Si no lo haces ahora, los viajes, las graduaciones, los automóviles, restaurantes o departamentos no van a llegar cuando lo quieras. En este primer capítulo verás cómo si hoy logras controlar tu nivel de endeudamiento y no pierdes el piso con el consumo, conseguir tus objetivos a lo largo de la vida será más sencillo. ¿Por qué? Porque iniciaste con una disciplina que te permite tener control sobre tu dinero. Y prometo que no vas a tener que dejar de pasarla bien.

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Paso 1. Controla tu deuda Controlar la deuda es el principal problema y el objetivo clave para las universitarias, me explicó en una charla Robert Stammers, CFA (Analista Financiero Certificado, por sus siglas en inglés), director de Educación a Inversionistas del CFA Institute, una organización sin fines de lucro que busca promover los más altos niveles de ética y educación en los mercados de inversión. Lo que no quieres es que al terminar la carrera “las deudas adquiridas sean tan pesadas que se conviertan en un ancla”, me contó Robert. Por eso debes aprender a administrar tu dinero ya. La primera área de oportunidad para Alejandra y Michelle, que no tienen responsabilidades económicas más allá del transporte de su día a día, es controlar sus egresos. Y para eso deben tener un registro de gastos detallado y un presupuesto. El registro de gastos lo haces en unos 15 días. Anota todo lo que gastas y compras al día, hasta el más mínimo detalle, y al final de los 15 días tendrás una idea muy clara de cómo y en qué estás gastando. No olvides revisar detalladamente los estados de cuenta si muchos de los gastos se hacen con tarjetas de débito o de crédito. Sé que me vas a odiar 15 días, pero juro que esto te ayudará a iniciar con tu control, pues con esta información podrás hacer tu presupuesto. Del presupuesto hablaremos un poco más adelante. Así se ve un registro de gastos: Día

Tipo

Monto Forma de pago

3 de noviembre Botella de agua $10 Comida

Efectivo

$50

Débito

4 de noviembre Zapatos

$600

Crédito

Total

$660

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Paso 2. Las metas Las metas son esas cosas que quieres hacer en la vida y que implican un costo: los viajes, las experiencias o los bienes que quieres tener. Sin metas no hay razón para ahorrar. En el libro publicado por Leonor y Javier Villalobos, Finanzas para niños, hay un ejemplo que me gusta mucho: da a tus hijos tres alcancías: una chica, una mediana y una grande. A cada alcancía pégale una foto de lo que los niños van a adquirir con ese dinero: los dulces de la semana, el balón de futbol y la bicicleta. Esto es tener tres metas, una a corto plazo, otra a mediano y una a largo. Cuando a los niños les das el dinero que les corresponde, ellos deciden cómo organizarlo para ir consiguiendo sus metas. Haz lo mismo. Piensa en las cosas que deseas adquirir, para cuándo las quieres y cuánto dinero necesitas. Destina tres espacios en los que vas a poner el dinero para lograrlas –que no sean alcancías, sino instrumentos financieros, por favor–. El ahorro será más sencillo porque sabes para qué lo haces. Cuando sabes qué quieres lograr, mantenerte en ese camino es menos difícil.

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Paso 3. Conoce tu patrón de consumo y contrólalo Vas a ganar dinero, probablemente, por primera vez en tu vida y vas a experimentar “el llamado del consumismo”. Michelle y Alejandra dicen que pierden el control cuando llegan a las tiendas. “Creo que tengo una mala relación con el dinero porque cuando logro ahorrar algo no sé qué pasa que me lo gasto en salidas y cosas que no necesitaba”, me contó Alejandra. Este es un error que cometemos todas cuando tenemos dinero. El control no se tiene hasta que nos sentamos a hacer un presupuesto y tenemos claridad sobre nuestras metas. Ya que hayas hecho tu registro, lograrás entender un poco mejor en qué gastas. Y con el presupuesto podrás ordenar estos gastos y recortarlos cuando sea necesario. Otro aspecto importante es conocernos para saber cómo corregirnos. Por ejemplo, Alejandra dice que cuando logra ahorrar algo se lo gasta. El problema es que ese ahorro está a la mano. Si Alejandra no tuviera acceso a este dinero, le sería más difícil gastarlo en “cosas que no necesita”. Michelle, por ejemplo, le da dinero a su mamá. Así no tiene acceso a él. Si bien no es la mejor estrategia para cuidar el valor del dinero, a ella le funciona y eso le permite tener un ahorro o no gastar todo sin control. Si eres de las que tiene problemas porque descubrió la tarjeta de crédito y no paras de firmar, entonces lo que debes hacer es dejar la tarjeta en casa o pedir un límite de crédito bajo. O de plano, como en esa película hollywoodense de una chica adicta a las compras, congélala. Michelle tiene una tarjeta de crédito. Si tú como ella ya son clientes de este tipo de financiamiento debe quedarte una cosa muy clara: tu tarjeta de crédito no es una extensión de tu sueldo. Compra solo lo que puedes pagar el día que te llegue el estado de cuenta. Desde hoy hazte al hábito de ser totalera, es decir, pagar todo lo que firmes. Ahora que empiezas a tener una vida de consumo independiente de la de tus padres – ellos de seguro tenían algún tipo de límite sobre ti–, analiza tus patrones para conocerte y saber qué debes hacer para no gastar de más. Si lo haces desde ahora tendrás mayor control cuando tu ingreso aumente. Si desde tu primer ingreso tienes el hábito de no guardar nada y gastar todo, no importa cuánto suba tu sueldo seguirás teniendo la misma actitud ante el dinero que te llegue. En otras palabras, te lo vas a gastar toditito.

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Paso 4. El ahorro y la inversión A Michelle su papá le dijo que siempre debe ahorrar 10% de su ingreso y ella intenta hacerle caso. Este es un gran consejo. Michelle no solo ahorra sino que invierte. Esta estrategia del 10% es positiva porque piensa en el ahorro como una regla, algo que haces desde tu primer trabajo y con constancia. Así se crean los hábitos. No obstante, me dijo Robert Stammers de CFA, en esta etapa de la vida es más importante controlar las deudas antes de pensar en invertir. No puedes invertir dinero en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) si debes al banco por firmar de más o a una institución que te ha dado un crédito educativo, por ejemplo. Michelle no tiene préstamos educativos o mayores deudas, así que puede ahorrar e invertir pensando en el largo plazo. En general, a invertir se aprende invirtiendo, me comentó Robert. Eso es lo que Michelle está haciendo. Nada más que debe estar consciente de que el entrenamiento que está haciendo se basará en prueba y error, por lo que puede cometer un par de deslices en el camino. Si tú como Michelle no tienes un problema grave de endeudamiento y logras juntar un porcentaje de tu sueldo, ¡felicidades! El siguiente paso es que etiquetes para qué es y cuándo lo necesitas con objeto de que puedas escoger el instrumento correcto en dónde guardar ese dinero o invertirlo. La falla de Michelle es la constancia, acepta, pues hay meses en que no logra depositar ese 10% en su cuenta porque lo gasta en algo más. Ella y Alejandra me confesaron que cuando las metas son a corto plazo logran juntar el dinero propuesto. Pero les es mucho más difícil juntar dinero y no tocarlo para las metas a largo plazo. Y ese dinero es el que les permitiría comprar un automóvil o poner un restaurante. Cuando tienes veintitantos años pensar en dejar una salida el fin de semana por un futuro lejano no te hace sentido alguno. Lo sé. Pero quien logra posponer placeres también sabe saborearlos más. En la medida de lo posible debes ahorrar e invertir parte de ese dinero que ganas. El ahorro es sacrificar hoy por un bienestar mañana. Ahorrar quiere decir que Michelle y Alejandra dejen de comprar una blusa para lograr el viaje a Las Vegas, la graduación, el auto o la maestría. Y si logran convertirlo en un hábito, reservando ese ahorro en cuanto llega el sueldo y no ahorrando con las “sobras al final del mes”, entonces habrán logrado una estrategia ganadora. Alejandra y Michelle, como muchas otras universitarias, están en ese momento en el que pueden iniciar un ahorro que en el futuro les cause mucho placer. ¿Por qué? Sus familiares les ayudan con su manutención básica e incluso con lo que se sale de sus capacidades. Por ejemplo, Michelle necesitaba una computadora portátil y quienes hicieron el esfuerzo para adquirirla fueron sus padres. 29

No tienen dependientes económicos. Ninguna debe responder económicamente por nadie más que sus gastos personales. Ninguna debe ayudar con la renta, el gas o el supermercado. Esto de que gozan hoy no lo tendrán para siempre y podrían posponer gastos de impulso para lograr lo que quieren en el futuro. Por eso cada una de tus metas debe ser muy concreta: qué, para cuándo y cuánto. Para facilitarte el hábito de ahorrar, haz un presupuesto detallado de tus egresos y pon al ahorro como un gasto más, el primer gasto que tienes en cuanto llega tu quincena. (Para saber más del presupuesto lee el capítulo 3.) Ya que tienes tu ahorro como un rubro en el presupuesto, ahora hay que dar el salto y convertirse en inversionista para que el dinero no pierda su valor. Si Alejandra y Michelle, o cualquiera en su situación, logran un ahorro pero lo dejan en sus cuentas de nómina, este dinero perderá valor en el tiempo porque no está protegido de la inflación, además de que es un dinero que se convierte en una tentación –por algo, Michelle saca de ahí el dinero y pide a su mamá que lo guarde. Invertir es dejar que el dinero trabaje por ti para que puedas cumplir tus metas. Y no necesitas ser rica para encontrar dónde invertir tu dinero y conseguir rendimientos decentes. He aquí algunos lugares en donde ilustrarse sobre el tema de inversiones y comenzar: • CetesDirecto. Este es un programa del gobierno para vender deuda gubernamental a personas sin la necesidad de intermediarios y sin cobrar comisiones. Lo haces en línea tú sola: www.cetesdirecto. com. • Tu Afore. Aunque no lo creas, el ahorro voluntario en la Afore te permite tener acceso a rendimientos interesantes por poco dinero. (Para saber más sobre esto lee el capítulo 10.) • Sociedades de inversión. Esto es lo mismo que un fondo de inversión, y son instituciones que invierten el dinero de muchas personas en un cierto portafolio. Son accesibles porque no tienes que tener mucho dinero para poder invertir en ellos y te permiten diversificar en un mismo instrumento, es decir, invertir en deuda, divisas y acciones, por ejemplo. Como ves, los instrumentos existen, solo debes buscar el que te acomode, convenga y funcione. Michelle, por ejemplo, invierte en acciones. Alejandra lo hace en catálogos para vender zapatos. No hay una receta correcta, el chiste es que tu dinero produzca más dinero. Lo que debes tener claro es que el objetivo no es poseer acciones de empresas mexicanas, sino aprovechar que eres joven para iniciarte en el tema y que conforme tu edad avance no sientas que perdiste el tiempo y las oportunidades. El dinero que logres

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juntar hoy, si lo pones a trabajar, te permitirá conseguir rendimientos que pueden hacer una diferencia importante en el tiempo.

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Mi sueño: cuatro llantas Una de las metas de muchas universitarias, como lo es para Michelle, es comprar un automóvil. No te dejes ir por el deseo, compra el que responda a tus necesidades y se mantenga dentro de tu presupuesto. En serio. Es probable que el automóvil sea la primera adquisición patrimonial que hagas, así que no tomes la decisión a la ligera. Aun cuando sea parte de tu patrimonio, el automóvil no es una inversión porque no le vas a ganar a la hora en que lo vendas. Planea cuánto puedes gastar en este bien, cómo vas a pagarlo y cómo vas a protegerlo. Si vas a tomar un crédito entonces, el pago mensual de todas tus deudas, incluyendo el del auto, tarjetas de crédito y préstamos personales, no puede ser mayor del 30% de tus ingresos.

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No puedes tener auto sin seguro Tener un automóvil es cumplir una meta financiera para la que te esforzaste y es irresponsable no tenerlo asegurado. Y lo digo aun cuando suene a algo que diría tu mamá. Y sí, ella tendría razón en decírtelo. Solo piensa en lo siguiente: es una tarde soleada, vas manejando en tu automóvil nuevo que compraste después de un esfuerzo de ahorro muy largo. Te distraes pensando en tu graduación de la universidad y cuando miras al frente tienes otro automóvil encima. Intentas reaccionar y pisar el freno, pero por alguna razón tu pie no se mueve a la derecha y pisas con fuerza el acelerador. Te vas con todo hacia el automóvil de enfrente. Es tu culpa. Te bajas y no te ha pasado nada. Pero en el otro automóvil venían dos señoras, madre e hija, y a la señora mayor en el asiento del pasajero le duele el cuello y tiene un chichón fuerte en la frente. La hija te dice, no te preocupes, llamemos a los seguros. ¡Gulp! Tú no tienes seguro. Para pagar los daños tienes que usar el dinero que has ahorrado para tu primer viaje a Europa, más lo que tu familia había ahorrado para los 15 años de tu hermana. No compres un automóvil si no puedes pagar el seguro. Por lo menos debes tener uno con cobertura de responsabilidad civil. Los seguros para auto tienen tres coberturas básicas: 1. Daños a terceros. Esta cobertura paga los daños que ocasiones a personas o bienes y es la más económica. Cuando tienes un accidente no debes pagar ningún tipo de deducible, la aseguradora paga lo que hiciste al otro. 2. Cobertura limitada. Esta cubre los daños a terceros y la pérdida o robo total del auto. 3. Cobertura amplia. Esta es la más cara y cubre los daños que causes a otros y los daños que hagas a tu automóvil. Para cubrir los daños al tuyo debes pagar el deducible. También incluye la pérdida o robo total del vehículo. Contrata la cobertura más amplia que puedas pagar. No te arriesgues. Y recuerda que si no traes tus papeles y permisos en orden, la aseguradora podría limitar su responsabilidad, es decir, si resulta que tienes un accidente y tu licencia está caduca, la aseguradora puede decir que no te va a pagar nada porque estabas en una falta tú primero. Si Michelle quiere comprar un auto, debe tener el monto necesario para adquirirlo y un extra para el seguro. Y si no te alcanza para el seguro, quizá sea porque estás comprando un auto mucho más arriba de tus posibilidades. Por cierto, si sacas un automóvil a crédito, el seguro viene incluido en el financiamiento. Pregunta si se paga por adelantado cuando se financia.

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Otra táctica para conseguir un seguro más barato es preguntando en tu trabajo si ofrecen la posibilidad de incluir el seguro con la flotilla de la empresa.

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Crédito de auto En principio sería sensacional que el automóvil que adquieras lo hagas de contado. De hecho, es lo más probable si es uno usado, por ejemplo. Pero nunca está de más conocer las opciones de financiamiento, si no lo usas ahora, quizá lo hagas más adelante en la vida. En un crédito de auto debes fijarte en varios elementos juntos, no aislados. No te vayas por el de la tasa más baja o la mensualidad más baja. Analiza todo en conjunto. Un crédito automotriz está compuesto por: 1. El enganche. Es el monto del coche que tú vas a poner, el resto es lo que vas a financiar con el crédito. Haz un esfuerzo para que tu enganche represente por lo menos el 20% del valor total del auto. 2. El plazo. Este elemento tiene un impacto directo en tu mensualidad. Entre más largo sea el plazo, menor será la mensualidad. En este tipo de créditos el plazo más largo es de 5 años. No optes por el plazo más largo, intenta que sea el más corto posible. Esto no es solo para pagar rápido, sino porque también debes pensar en el plazo del crédito versus la vida útil del automóvil. Dicen los expertos que los autos se utilizan unos tres años; de hecho, algunos extienden una garantía por ese periodo. Por lo tanto, no quieres pasar el periodo de la garantía o llegar al momento en que quieras venderlo y todavía debas dinero por él. Otra razón por la que no vale la pena que alargues el plazo es que si tienes un accidente en el tercer año del crédito lo que recibas de parte del seguro no sea suficiente para pagar lo que debes todavía del auto. 3. La mensualidad. Este monto no debe pesarte mes con mes, debe ser una cantidad que puedas pagar sin mucho estrés. Si te es difícil pagar, corres más riesgo de que en un momento no puedas pagarla. 4. La tasa de interés. En promedio, las tasas de créditos de autos están en 15%. Compara y pide que la tasa sea fija, es decir, que sea la misma durante toda la vida del crédito para que sepas siempre cuánto vas a pagar. Para que entiendas cómo funciona tu crédito, pide –desde que estés comparando instituciones para los créditos– que te enseñen la tabla de amortización, donde verás cuánto dinero se va al auto realmente y cuanto a otras cosas. Pregunta por la tasa de interés moratoria para saber cuánto pagarás si te atrasas. 5. Pagos adelantados. Pregunta qué pasa si haces pagos adelantados, averigua si hay penalizaciones y a dónde se va el dinero extra que pongas. Y si vas a realizar pagos adelantados, hazlo al inicio del crédito, que es cuando la mayor parte de tu dinero se va a los intereses.

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Tip:

Entra al sitio del Registro de Contratos de Adhesión (Reca) de la Condusef y descarga los contratos de los créditos para que puedas compararlos. Busca también la calificación que otorga la Condusef a cada crédito, para que te vayas orientando hacia la mejor opción.

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Mi sueño: un posgrado Otra meta común entre las universitarias puede ser seguir estudiando. Eso es lo que quiere Alejandra, una maestría. Alejandra estudia en el IPN, si siguiera ahí sus estudios de maestría no deberá preocuparse por el pago de una colegiatura de nivel posgrado en una universidad privada. El sitio web de la Universidad del Valle de México tiene una calculadora que te dice cuánto pagarías por una maestría. Hice un ejercicio y por una maestría en administración de empresas con un promedio en la licenciatura de 8.9 se pagaría una inscripción de 7 095 pesos y cuatro pagos de 6 386 pesos. Una maestría no es barata. Dale números a tu sueño. Ve y averigua lo que te puede costar lo que quieres estudiar en la universidad de tu agrado y empieza a juntarle. Pregunta por los programas de becas, ayuda financiera y considera los crédito educativos o préstamos. Aquí dos opciones de financiamiento: 1. El bancario. Hay bancos que tienen créditos específicos para la educación. Santander es uno de ellos. Prestan hasta 215 000 pesos para el posgrado a una tasa fija de 9.9%. Lo que ofrecen es que mientras estudias y 6 meses después solo pagas los intereses del crédito. A partir de ese tiempo tienes otros 5 años para pagar el financiamiento. Las universidades tienen también arreglos con ciertas instituciones financieras para ofrecer créditos a sus estudiantes, así que puedes preguntar con ellos qué institución es la que los ofrece. 2. Préstamos. Hay instituciones que ofrecen préstamos educativos. Dos de ellas son la Fundación Mexicana para la Educación, la Tecnología y la Ciencia (Funed) y el Fondo para el Desarrollo de Recursos Humanos (FIDERH). Funed tiene un fondo revolvente con el apoyo de varias instituciones para ayudar a que estudies tu posgrado, incluso en el extranjero. Durante los estudios y 6 meses después no pagas nada. A partir de esa fecha y por 5 años pagas tu préstamo. Si lo sacas en dólares, te lo dan a una tasa de interés fija de 3.75% anual, y si lo sacas en pesos, te cobran en UDIS, más el 2% anual. FIDERH, por su parte, es un fideicomiso federal administrado por el Banco de México. Al término de los estudios, tienes 12 meses de gracia antes de iniciar la etapa de pagos. El préstamo es en pesos en 40 pagos trimestrales o 10 años y la tasa de interés es del 0.75 del Costo Porcentual Promedio (CPP) que publica el Banco de México cada mes. En octubre de 2013 la tasa fijada del cpp era de 2.85 por ciento.

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Es tu momento para prever Tú eres tu maquinita para hacer dinero, lo sabes porque en la universidad te están preparando y porque ya tienes un pie dentro del mundo laboral. No dejes de prever por si algo pasa. Michelle y Alejandra, las dos, tienen seguro social en las empresas donde trabajan y seguro de vida. A Michelle también le dieron un seguro de gastos médicos mayores (SGMM) privado. Ninguna de las dos se trata en el seguro y prefieren pagar médicos particulares. Voy a explicar ahora los detalles de estos dos seguros: vida y SGMM, porque más vale estar informada desde el inicio. Además, pregunta en tu universidad por los seguros que tienen, algunas instituciones educativas ofrecen algún producto a sus alumnos por accidentes escolares y de gastos médicos mayores en caso de que vayan a salir al extranjero en un intercambio. Finalmente, si trabajas y tienes estas prestaciones, para saber más sobre cómo aprovecharlas mejor y no pagar extra lee el capítulo 2.

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Seguro de vida El seguro de vida te ayuda a dejar protegidos a los tuyos en caso de que llegues a faltar y lo puedes adquirir desde que empiezas tu vida productiva. Sí, desde los veintitantos. ¿Quién debe tenerlo? Todos los miembros de la familia que produzcan, es decir, no es solo para los que ganan dinero y aportan a los gastos de la casa, también es para las madres que se quedan en casa y aportan su tiempo y dedicación, o para las hijas que ayudan económicamente y con los hermanos pequeños, por ejemplo. Si tu trabajo es de medio tiempo y tienes un contrato, lo más seguro es que tengas un seguro de vida otorgado por tu empleador. Revisa bien qué tipo de seguro es y designa a un beneficiario que no sea tu novio del momento o tu mejor amiga, por más peleada que andes con tu familia, lo más sensato es que el seguro le llegue a ellos. Si te peleas con el novio o la amiga no quieres dejarles un dinero en caso de que fallezcas porque seguramente se te olvidaría cambiar el beneficiario. Otro dato sobre el seguro de vida. En general, las mujeres que se dedican al hogar no cuentan con seguro porque se tiene esta idea mal concebida de que el ama de casa no aporta. Este es un grave error. Si ella llega a faltar, sus sobrevivientes serán los encargados de suplir lo que ella hacía y es probable que eso implique un costo monetario. Según me platicó Recaredo Arias, director general de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), a diciembre de 2012 había en México 7.84 millones de seguros de vida, de los cuales el 46% era para mujeres. Estos seguros tienen una prima promedio de 9 000 pesos por una suma asegurada también promedio de 295,864 pesos. No te asustes, tú no vas a pagar 9 000 pesos por tu seguro de vida, sigue leyendo. Hay cuatro tipos de seguros de vida tradicional y uno conocido como el básico estandarizado: 1. El temporal. Este seguro tiene una fecha de caducidad y es el más barato, por lo que es de los más recomendados para quienes inician en el proceso de prevención. Con este producto puedes asegurarte por 10 años; por ejemplo, si lo contratas a tus 25 te durará hasta los 35, pero cada año te cobrarán como si tuvieras 25. Si sigues viva a tus 35 años, se acaba el seguro y debes contratar otro. En el nuevo ya no te cobran como si tuvieras 25, sino la edad en que vuelves a contratar. 2. El dotal. Lo que hace este seguro es que si al final del periodo sigues viva entonces te dan el dinero por el cual te aseguraste. Si mueres, le llega el dinero a tu beneficiario. También hay dotales con miras al retiro que ofrecen beneficios fiscales, como la deducción de un monto estipulado al año según la Ley del Impuesto sobre la Renta (ISR), siempre y cuando el plazo sea de 5 años como mínimo y no saques el dinero antes de los 65 años de edad. (Para saber más sobre esto lee el capítulo 10.) 39

3. El ordinario de vida. En este seguro pagas una prima anual mientras vivas y si llegas a los 95 años de edad te dan el dinero de la suma asegurada. Otro beneficio de este tipo de seguros es que al inicio tienes un pago más alto y conforme vas siendo más vieja baja, y si un día no puedes pagarla, existe un valor de rescate. Esto quiere decir que la aseguradora te puede regresar las reservas que formó para asegurarte en una edad avanzada. 4. El universal. Además de lo que hace el ordinario de vida tiene un componente de inversión, pues las reservas se invierten con un mayor riesgo y además puedes sumarle un monto extra. Es el seguro de vida más complejo. 5. De vida básico estandarizado. Estos son los seguros más económicos en el mercado. Para una persona joven pueden llegar a costar unos 300 pesos al año y cubrirte por un monto de entre 100 000 y hasta 300 000 pesos. Guarda en un lugar seguro, pero que alguien más lo conozca, los papeles de tu seguro de vida para que si llegas a faltar la persona indicada no sufra en encontrar los documentos. (Más información sobre seguros de vida en el capítulo 5.)

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Seguro de gastos médicos mayores El seguro de gastos médicos mayores (SGMM) es para tenerlo y no usarlo. ¿Por qué? Porque no quieres que te dé cáncer, diabetes o insuficiencia renal y no tener seguro. En México, según Arias de AMIS, a finales de 2012 había unos 8 millones de mexicanos con SGMM, de los cuales el 52% son mujeres. Otro dato interesante: de las mujeres con SGMM, el 9.1% presentan una reclamación, mientras que en el caso de los hombres solo el 7.6% presentan una reclamación. Esta diferencia radica un poco en que el mayor número de siniestros reportados por las mujeres son complicaciones en el embarazo y parto. Este seguro se debe contratar cuando eres joven, bella y sana. ¿Por qué? Porque uno de los elementos más importantes es la antigüedad; entre más años lleves con tu seguro, más enfermedades o padecimientos te cubrirá. Si desde que inicias tu vida laboral te dan un SGMM empiezas un historial, y si te llegas a enfermar, te cubrirán cualquier cosa. La clave está en que no lo pierdas y para que no pase eso lee sobre el tema de seguros en el capítulo 2. Sigo con lo de la antigüedad. Si no tienes seguro sino hasta los 40 años, por poner una edad, entonces es probable que después de un estudio –te piden siempre uno para el seguro– te digan que hay preexistencias de salud que ya no te van a cubrir. Por ejemplo, resulta que tienes el azúcar muy alta e inicios de diabetes, y el seguro te dirá que esa enfermedad ya no te la va a pagar.

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De lo que se habla cuando se trata de seguros Un seguro de gastos médicos mayores está compuesto por los siguientes elementos: prima, suma asegurada, deducible y coaseguro. Cada uno tiene un impacto en el precio del seguro. • Prima: el costo del seguro. Lo puedes pagar una vez al año o cada mes. • Suma asegurada: monto total que te va a cubrir el seguro, el dinero por el que estás cubierto. • Deducible: lo que debes pagar en caso de un siniestro, se paga por cada enfermedad o accidente que sufres. • Coaseguro: el porcentaje de los gastos que cubrirías tú por incidente y más allá del deducible. Este monto suele tener un tope. Por cierto, los SGMM son deducibles de impuestos, así que si pagas por uno no olvides esto en abril cuando andas buscando deducciones como loca, sobre todo si llegas a ser un trabajador independiente. Con la nueva reforma esta deducción tiene un tope. En fin, para decidir qué tipo de seguro necesitas, debes responder a tres preguntas: qué edad tienes, a qué hospital vas en caso de emergencia y cuánto cuestan los honorarios de tu médico. • Tu edad. Esto importa porque entre más vieja, más caro tu seguro. Según tu edad, entras en un rango de costos y conforme avanzas al siguiente se incrementa tu prima. El seguro de las mujeres a partir de los 18 años es más costoso que el de los hombres, por el tema de los embarazos y las enfermedades a las que podemos tener riesgo, pero esto se invierte a partir de los 60 años. Para que no te cueste mucho trabajo mantener tu seguro cuando tengas canas y sea el momento en el que más lo podrías usar, inicia desde ya un seguro de inversión con beneficios fiscales que puedas sacar a los 65 años. Con este dinero puedes mantener tu póliza de SGMM sin que te quedes sin comer carne. • El hospital al que vas. El nivel hospitalario tiene un impacto en el costo del seguro. Las aseguradoras hacen grupos de hospitales según su costo, no su calidad, y te dicen: si quieres tratarte en un hospital como El Ángeles o Médica Sur, entonces deberás pagar más en tu póliza que si vas a un hospital como El Dalinde. Insisto, no es que uno sea mejor que el otro, la diferencia está en el costo, que puede implicar elementos como la ubicación del hospital o las comodidades para los acompañantes del enfermo. Analiza bien los hospitales que están en cada grupo para que tomes la decisión más correcta para ti. • Costo de tu médico. Este es otro elemento que puede tener un impacto en el precio de tu seguro. Entre más alta sea tu prima, más honorarios médicos podrás cubrir. Las 42

aseguradoras tienen tabuladores de lo que pueden pagar por padecimiento o eventualidad. Si quieres tratarte con la eminencia médica, entonces deberás pedirle que se ajuste al tabulador, o pagar tú la diferencia entre lo que te da el seguro y lo que cobra tu médico.

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Seguros básicos estandarizados Estos seguros están diseñados para los riesgos más comunes y todas las aseguradoras están obligadas a ofrecerlos. Son productos muy similares, por lo que los puedes comparar con facilidad. Estos son los que existen: • Responsabilidad civil para automóvil (ya hablé un poco sobre él en este capítulo) • Vida (ya lo mencioné también) • Gastos médicos • Accidentes personales • Salud • Dental Dentro del sitio de la Condusef, en el Registro de Tarifas de Seguros Básicos puedes consultar el costo de las primas de los diversos seguros básicos estandarizados que existen. Ahí puedes armar un primer plan de previsión. Por ejemplo, un seguro de vida para una mujer de 26 años por un monto de 100 000 pesos de suma asegurada puede costarte al año 192.11 pesos. Si aumentaras la suma asegurada a 300 000 pesos, el pago anual promedio se incrementa a 458.87 pesos. Una mujer de 26 años que vive en el Distrito Federal pagaría en promedio 1 772.72 pesos por un seguro de salud.

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Sección masculina: ¡Ayúdame, papá! Lo más importante que puedes hacer por tu hija es que el trabajo no le quite la capacidad para hacer una buena carrera universitaria. Si bien es importante y bueno que trabajen, debe haber un balance y la escuela siempre debe ser la prioridad, me explicó Robert Stammers, CFA, director de Educación a Inversionistas del CFA Institute. Ya sea que tu hija trabaje para pagar la escuela o sus gastos y gustos, la prioridad deben ser los estudios. Y el que esta prioridad se mantenga es tu responsabilidad como padre. La segunda recomendación de Robert es que aproveches los cuatro años que estará en la universidad para que ella entienda la importancia de tener una disciplina fiscal. ¿Qué es esto? Que sepa llevar un presupuesto, que tenga un registro de gastos, que aprenda a ahorrar y pueda sacrificar hoy para lograr sus metas a largo plazo. “Ayudarles a entender no solo el valor del dinero, también diferenciar entre el instante de gratificación a la hora de comprar algo versus el ahorro a largo plazo y el cumplimiento de ciertas metas”, añade el experto de esta organización sin fines de lucro que aboga por el comportamiento ético en los mercados de inversión en todo el mundo. La cultura financiera se hereda. Si tu hija ha visto un mal manejo de las finanzas en casa es probable que ella pueda cometer errores similares a los tuyos. Eres el ejemplo, y ahora que va a recibir sus primeros ingresos es importante que le apoyes para iniciar con el pie derecho. Ayúdala a resolver las decisiones financieras a las que se va a enfrentar. Y si tú no crees tener la información correcta, guíala para que la encuentre. Los temas que deben tener cubiertos ahora que es mayor de edad, estudia una licenciatura y tiene un ingreso: • Monto mensual que va a ahorrar. • Estrategia de ahorro: dónde ahorrar. • Metas: ayúdale a entender para qué está ahorrando. • Seguros. Revisa que esté cubierta. (Lee sobre esto en los capítulos 2 y 3.) • Cuidado con las deudas. • Consumo inteligente. Si no lo has hecho antes, es el momento para decirle que debe ahorrar. El que ella trabaje le ayudará a iniciar con su independencia financiera, pero lo que no puedes permitir es que pierda el piso y gaste lo que ingresa sin control. Haz un presupuesto de gastos con ella, ayúdale a encontrar cómo ahorrar desde el inicio para que logre sus metas. Lo que tienes enfrente es la oportunidad de que tu hija pueda establecer una sana relación con el dinero ahora que es joven y que con el tiempo pueda lograr sus metas.

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Robert me contó que tiene dos hijas y que cuando entraron a la universidad fue haciendo un ejercicio: al inicio les daba una cantidad de dinero al mes y con eso debían subsistir. Si ellas no lo lograban, él ayudaba. Pero conforme fue pasando el tiempo e hicieron presupuestos juntos, ellas aprendieron a administrar este dinero para que no solo les alcanzara, sino les sobrara. Hay que forjar esta disciplina en los universitarios, me dijo Robert. Si eres de los padres precavidos que siempre han mantenido seguros de gastos médicos mayores (SGMM) para la familia y ahora que ha entrado a la universidad y a trabajar le han dado uno, no canceles el que tienes para ella. No hagas que pierda la antigüedad (lee el apartado de SGMM en este capítulo y en el capítulo 2), mejor habla con tu asesor de seguros y pregunta por la opción de subir el deducible de tu póliza para que el de ella la cubra a partir del monto que tiene gracias a su trabajo. Hablen de dinero. Sé que quizás esto para ti sea complicado y difícil. Pero si quieres que pueda enfrentarse a la vida y tener su libertad financiera debes enseñarle que se vale hablar de dinero. Ella debe saber que es necesario hablar de dinero para poder trazar un plan de ataque y entender cómo lograr lo que quiere. Que no quede en ti.

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Mi primera chamba

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e sentí adulta hecha y derecha el día que me llamaron de Grupo Expansión para decirme que sí me darían una posición fija como editora junior en el nuevo sitio online que se lanzaría en unos meses: CNNExpansión.com. Aunque ya había trabajado con ellos como becaria y escrito artículos como freelance mientras estudiaba, esta vez era en serio: había un contrato, un sueldo, prestaciones y un escritorio con una computadora para mí. El primer lunes llegué a las nueve de la mañana y me recibió una persona de recursos humanos para revisar el contrato provisional de tres meses y prestaciones. Y vino la primera pregunta que me agarró en curva: –¿Tienes ya tu papel rosa del Instituto Mexicano del Seguro Social? –No –respondí y no tenía ni idea de lo que hablaba. –OK, te ayudamos a sacarlo para que no pierdas días porque quieren que empieces ya. “¡Fiu!”, pensé. Y sí, gracias a que les urgía que empezara a trabajar, me ahorré una visita al IMSS. La hoja rosa es una muestra de preafiliación al IMSS que obtienes en la clínica que te corresponde. El trámite es gratuito y solo lo tienes que hacer una vez. Esta hoja rosa, que trae tu número de seguridad social, te la pueden pedir en los trabajos a los que te incorpores más adelante. Firmé contrato, revisé brevemente la parte de los seguros y me entregaron la tarjeta para abrir las puertas. No pregunté mucho más, ansiaba integrarme al grupo del nuevo proyecto y que me asignaran mis temas. En retrospectiva, debí haber hecho muchas preguntas antes de firmar y revisar a fondo las pólizas de los seguros. No cometí un gravísimo error gracias a que con el tiempo seguí sana, pero si hubiera tenido una enfermedad mientras trabajé ahí quizás hubiera extrañado tener la información pertinente sobre las prestaciones que la empresa me otorgaba. Conforme fue pasando el tiempo y descubría el tema de finanzas personales visitaba la oficina de recursos humanos con dudas y “arreglaba” lo que había firmado en un inicio. El primer trabajo es un proceso lleno de emoción y responsabilidad, lo que hace que se deje a un lado la parte administrativa. Mis amigas Marisol y Ami tomaron su primera chamba casi al mismo tiempo que yo y recuerdo que años más tarde, platicando sobre finanzas en distintas conversaciones, me dijeron que a ellas les había pasado igual. Firmaron contratos, códigos de ética y pólizas de seguros sin prestar mucha atención. 49

Con el tiempo las tres aprendimos que se debía enfrentar este proceso con mucho más colmillo para que en el futuro no nos agarraran en curva eventualidades personales. Y con esto no solo me refiero a la primera chamba, sino a cada vez que firmas un contrato por un proyecto o un trabajo nuevo. ¿Qué debimos haber hecho desde el inicio para que siete años después nuestra salud financiera estuviera mejor establecida?

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Escoger la mejor Afore Sentada en mi nuevo escritorio, en lo que me parecía el sótano más lindo de Grupo Expansión, sonó mi extensión para avisarme que un señor de Afore ING –en ese entonces todavía existía– me buscaba. Nos sentamos en una mesa en el patio central de las oficinas junto a la fuente y me dijo que la Consar –yo no sabía ni qué era eso, pero es la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro– les había asignado mi Afore y debía firmar el contrato. Antes se asignaban trabajadores para que las Afores los buscaran y convencieran de firmar con ellos. Ahora funciona un poco diferente. Un poco incrédula, le pedí un par de minutos y fui a preguntarle a mi jefe directo si en serio debía firmar. Su respuesta: “Sí, firma y luego ves qué haces”. Firmé. Hoy cuando entras a tu primer trabajo si no buscas tú a la Afore que quieres en los primeros 12 meses de tu trabajo la Consar te asigna una, siempre de las mejores en términos de rendimiento neto. Mientras tanto, estás en una cuenta concentradora con rendimientos que establece el Banco de México. Cuando yo firmé, ING no era una mala opción, pero esto es lo que debí haber hecho antes de firmar (y lo que debes hacer tú al inicio de tu primer trabajo): 1) Entra a la página de la Consar (www.consar.gob.mx) y revisa la tabla de rendimientos netos de las Afores, en la Siefore correspondiente a tu edad, para ver cuál es la mejor opción. Por cierto, la persona que pide que firmes el contrato asignado debe por ley mostrarte antes esta tabla comparativa. El rendimiento neto es el indicador que integra las comisiones que cobra la Afore por administrar tu dinero con los rendimientos obtenidos en el pasado. Entre más alto sea el número, mejor la posición de la Afore y mejor para tu dinero. Hay cuatro Siefores, según la edad del trabajador, entre más joven seas más riesgo se toma en las inversiones. Lo más probable es que caigas en la Siefore 4, que es para personas de hasta 36 años. Busca esa tabla comparativa. 2) Revisa el sitio web de las tres Afores que estén en los primeros lugares. Analiza los servicios adicionales que ofrecen, como el proceso para depositar dinero en el ahorro voluntario, cómo contactarlos, dónde tienen oficinas, etcétera. 3) Escoge la que más te guste en términos de rendimiento neto y servicios, y llama para afiliarte. 4) Si entras a trabajar al gobierno serás asignado a la Afore del ISSSTE, solo hay una y ahora es administrada por XXI-Banorte. A mi amiga Ami le pasó igual que a mí y firmó en la que le asignaron y se olvidó del tema. Un día un asesor de su cuenta de nómina le preguntó dónde tenía su Afore y si no 51

le interesaría cambiarla con ellos para que todo estuviera en la misma institución financiera. A Ami eso le pareció muy lógico y cambió su Afore a la institución con la que tenía su cuenta de nómina. A ella le pareció una estrategia cómoda “tener todo en el mismo lugar”. Si bien por ley no te puedes cambiar de Afore a una con menores rendimientos netos, si Ami hubiera puesto atención se hubiera dado cuenta de que ella estaba en la Afore número 5 de la lista y la pasaron a la 4. Pudo haber escogido la 1. Lo que Ami nunca supo es que escoger una Afore que no es la de mejor rendimiento neto tiene un impacto real en su ahorro. Según datos de Consar, un punto de diferencia en el rendimiento neto equivale a 30 puntos porcentuales más a la hora del retiro. En otras palabras, si tuviera un millón de pesos en su Afore a la hora de su retiro, en una con mejor rendimiento podría tener 1.3 millones de pesos, 300 000 pesos más. Y solo por esa diferencia vale la pena fijarte en qué Afore estás. El que la Afore no te importe es como si no te interesara en dónde guardas tu dinero, al final es una cuenta a tu nombre con tus aportaciones. Es una cuenta que en el futuro puede ayudarte a tener independencia como viejita y forma parte de tu patrimonio. Te pedí que te fijaras en el proceso de cómo hacer aportaciones voluntarias para que si puedes empieces a hacer un ahorro extra en esta bolsita porque la Afore no te va a alcanzar para retirarte. El ahorro voluntario de las Afores te permite entrar con poco dinero –no hay un monto mínimo, en principio te aceptan desde un peso en las ventanillas de tu Afore– a instrumentos que de otra forma no tendrías acceso porque tu ahorro entra con el de muchos otros. Vale la pena reflexionar si deberías hacer un esfuerzo de ahorro extra e invertir tu dinero aquí. Además, si no lo sacas hasta que cumplas 65 años obtienes beneficios fiscales, es decir, pagas menos impuestos porque ahorras para cuando seas viejita. Ahora, que si decides sacarlo antes porque quieres cumplir otra meta que no sea necesariamente tu retiro, no pasa nada, solo pagas los impuestos correspondientes. (Para enterarte más de esto lee el capítulo 10 antes de que te salgan canas.)

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Pensar en los seguros y potenciarlos El seguro de gastos médicos era lo menos importante para Marisol el día que llegó a trabajar a Grupo Expansión unas semanas antes que yo. Para mí tampoco fue algo esencial. Firmamos las dos y nunca lo comentamos más. Incluso recuerdo haberle preguntado algo sobre la Afore, pero el seguro de gastos médicos o el de vida nunca lo mencionamos hasta mucho tiempo después. Estas dos prestaciones son muy importantes. En el caso de Marisol, haber tenido la información correcta a la hora de iniciar su trabajo hubiera hecho una diferencia ocho años más tarde cuando le dijeron que tenía insuficiencia renal y tendría que hemodializarse cada tercer día. Una sesión de hemodiálisis cuesta 1 586 pesos y Marisol paga al mes 19 032 pesos. Además, hay otros gastos de la enfermedad renal que ha podido pagar con su seguro médico, como la Eritropoyetina que le ponen cada mes de 8 400 pesos o la fístula que tiene para hemodializarse y que costó unos 40 000 pesos. El problema hoy es que en su seguro no queda mucho más dinero, pues la suma asegurada que tiene es de unos tres millones de pesos y Marisol está por toparlo. ¿Qué debimos de haber sabido al firmar nuestro contrato de trabajo? Que debíamos tener una póliza individual que nos permitiera mantener la antigüedad y un seguro en caso de dejar el trabajo. A esta póliza algunas aseguradoras llaman “de exceso”, es decir, que te cubre a partir de que se acaba la que te ofrece tu empresa. ¿Cómo funciona? Las empresas ofrecen un seguro de gastos médicos al puesto, no a la persona que lo ocupa, esto es lo primero que debemos entender. Si dejas de trabajar con ellos, pierdes toda prestación, antigüedad y servicio. Hay que tener una póliza individual siempre. En general, los planes de las compañías tienen sumas aseguradas de entre 1 y 5 millones de pesos. Tu póliza individual debería tener un deducible muy alto para que te salga económica y cubrirte, si es posible, a partir de lo que la empresa te ofrece y hasta lo que más puedas pagar. El límite hoy en día son sumas aseguradas de hasta 50 millones de pesos. Y esto lo puedes adquirir con la aseguradora que te guste, no necesariamente con la que tu empresa te tiene asegurado. Cuando Marisol llegó a trabajar debió haber adquirido una póliza que la cubriera a partir de los tres millones de pesos hasta –en ese entonces sí se podía– un monto ilimitado. Este tipo de pólizas son bastante económicas, no más de un par de miles de pesos al año. Con esta previsión hoy en día Marisol estaría más tranquila financieramente hablando. No tendría que preocuparse por el costo de las hemodiálisis por el resto de su vida. Cuando iniciamos nuestra vida laboral no sabíamos que esto existía y nadie nos lo dijo. Recuerda que las aseguradoras cubren riesgos y la eventualidad de una enfermedad, si adquieres una mientras tienes el seguro, será cubierta; pero si no tienes la suma en exceso 53

o tu póliza individual y la quieres adquirir cuando ya sabes que tienes una enfermedad, el seguro no te cubrirá los gastos de esa preexistencia. En cuanto al seguro de vida, Recaredo Arias, director general de la AMIS, siempre me ha dicho que el seguro de vida es una prestación que debemos tomar en cuenta pensando en eventualidades más allá del fallecimiento. Digamos que no es solo para cubrir gastos de tu familia si llegaras a faltar, también tiene la opción de ayudarte si quedas inválido, por ejemplo. A la hora de firmar por esta prestación debes establecer quién será tu beneficiario, es decir, a quién quieres dejarle un dinero si llegas a faltar. Si no tienes hijos, quizá pienses en hermanos o padres. No importa por quién decidas, lo que debes hacer es decirle a la persona que tienes un seguro de vida y enseñarle dónde están los papeles para reclamarlo. Lo que te van a ofrecer en tu empresa es un seguro de vida temporal, solo pagan si mueres en el tiempo establecido por el contrato. Como el seguro de gastos médicos, el de vida es una prestación al puesto no a ti. Revisa si hay una cláusula por invalidez parcial o total. Cuando dejes el puesto puedes continuar con tu seguro de vida, pero lo vas a pagar tú, así que pregunta a la aseguradora por las otras modalidades de este tipo de seguros, pues algunos no solo pagan si falleces, también si sobrevives, es decir, que puedes recibir la suma asegurada si vives hasta la fecha predeterminada en el contrato. Revisa esto en el contrato antes de firmar porque hay muchas modalidades de seguro de vida, algunas incluyen también un apartado de ahorro. (Lee más en el capítulo 1.) Finalmente, si tienes automóvil que vas a utilizar para ir y regresar de tu nuevo trabajo es necesario que lo tengas asegurado. Pregunta en tu empresa si tienen seguros de automóviles por flotilla. Si lo tienen, entonces ingresa tu coche con ellos en su seguro para que te salga más económico. Te descontarán de nómina el monto determinado, y así se aseguran de que pagues tu parte de la prestación. (Lee más en el capítulo 1.)

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Ahorrar hasta el tope en el plan de pensión No todas las empresas ofrecen planes de pensión, de hecho, solo las triple A o multinacionales cuentan con este beneficio. Así que es un tema bastante elite y si cuentas con esta prestación eres una suertuda y no solo lo debes tomar, sino potencializar, es decir, firma para que tu aportación a este plan sea el más alto posible. Además, ahora con la reforma fiscal esta prestación es menos atractiva para los empleadores y se espera que las empresas cambien sus formatos, así que está al pendiente. Cuando llegues al capítulo 10 te enterarás de más detalles sobre este instrumento para que no lo desaproveches. Lo que te digo desde ahora es que hoy eres joven y bella y tienes un sueldo y pocas responsabilidades financieras, estás en un muy buen momento para ahorrar todo lo que puedas para que después puedas tomar decisiones de acuerdo con lo que más quieres en la vida; por ejemplo, dejar de trabajar un tiempo para cuidar a tus hijos o emprender un negocio. Si cuando llegues a este momento sabes que tienes un buen colchón que iniciaste con tu primer ingreso, la decisión de alejarte de un sueldo fijo la tomarás más tranquila. Eso es lo que le pasa a Ami. Desde el inicio optó por aportar el máximo a su plan de pensiones y fondo de ahorro y ahora que quiere emprender un negocio propio está tranquila de que tiene algo que le va a ayudar a enfrentar el retiro con menores presiones, además de que tiene todavía muchos años por delante para hacerlo crecer y lograr pasarla muy bien.

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Empezar un fondo de emergencia a la vista Todo mundo habla del fondo de emergencia, pero pregunta a tus conocidas quién de verdad tiene uno y la respuesta será: “Bueno, lo estoy empezando desde hace un tiempo, pero no he podido ponerle lo que quería porque se me cruzó __________________”. El fondo de emergencia –en serio– es necesario y es un dinero que debe sumar entre tres y hasta seis meses de tus gastos para que en una eventualidad (emergencia) tengas de dónde echar mano sin tocar ahorros para otras metas. ¿Qué es una emergencia? Un accidente automovilístico, te despiden del trabajo, una enfermedad o accidente, tu hermana te pide un préstamo y no puedes decirle que no (aunque ojalá pudieras decirle o por lo menos establecer un contrato firmado de cómo te va a pagar), tu hijo recién nacido lo deben internar y no lo diste de alta a tiempo en el seguro, tu padre es internado en el hospital y no tiene seguro. Hay mil y un ejemplos de cosas que no puedes prever y que sí pueden mermar tu situación financiera. Y para eso es este fondo, casos extremos. Para que este dinero esté “a la mano” en una emergencia debes tenerlo en un instrumento con liquidez, es decir, que lo puedas sacar el día que lo necesites, pero no en tu cuenta de banco porque te lo vas a gastar. Busca un fondo de inversión que proteja el dinero de inflación o incluso dé un poquito de rendimiento, algo que no implique riesgos. Este dinero no es para hacer ganancias, no es el que vas a poner en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), es el que va bajo el colchón sin estar literalmente ahí perdiendo valor. Asegúrate de que sabes a detalle en qué estás invirtiendo tu dinero, es decir, no lo hagas a ciegas. Esto, por cierto, debe aplicar en cualquier inversión que estés haciendo con tu patrimonio, ya sea en la Bolsa Mexicana de Valores, en ladrillos al comprar una casa o en la caja de ahorro de tu empresa. ¿Cómo conseguir entre tres y seis meses de tus gastos fijos? Sé que esto suena muy complicado de lograr. Y lo es. Esta debe ser una de las primeras metas de ahorro que te pongas. Te juro que me lo vas a agradecer el día que te llegue una emergencia.

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Escoger una buena cuenta de nómina Un beneficio que se tiene ahora es que puedes escoger la cuenta de nómina que mejor te convenga. La empresa en la que entres a trabajar no te puede exigir que la obtengas con una institución financiera en particular. En otras palabras, hay portabilidad en las cuentas de nómina que se utiliza con poca frecuencia porque nadie en la empresa en la que entres a trabajar te dice que puedes hacerlo. Para elegir la mejor, entra al sitio de la Condusef o al de cada banco que ofrezca este producto y compara lo siguiente: número de retiros que puedes hacer al mes sin que te cobren; monto de saldo mínimo y la comisión por mantenerlo, el costo anual total o CAT; la comisión por apertura y los seguros que ofrecen incluidos sin costo extra. Con esa información puedes definir cuál es la que más te conviene. Por ejemplo, si eres de las que les gusta usar el cajero, entonces busca una tarjeta que no te cobre por usar el cajero las veces que lo necesites y un banco que tenga cajeros por donde tú te mueves. Otra cosa en la que puedes fijarte es qué otros productos tiene la institución que puedan interesarte. Si tienes una cuenta de nómina con un cierto banco es más probable que puedas recibir tasas de interés preferencial en otro tipo de instrumentos, como tarjetas de crédito, hasta un crédito hipotecario o un préstamo. Por lo tanto, si quieres adquirir un departamento pronto y usar una hipoteca, revisa los bancos que tengan este tipo de instrumentos y podrías escoger la cuenta de nómina según tus intereses a futuro. (Lee sobre hipotecas en el capítulo 8 para escoger el banco que te convenga.) Aguas con los créditos de nómina. Antes de escoger la cuenta de nómina revisa qué tipo de crédito de nómina ofrecen –sobre todo si te interesa este producto– porque hay diferencias terribles. Entre dos bancos puede haber diferencias de 15 puntos porcentuales en las tasas de interés y hasta 70 puntos porcentuales en el CAT. Entra al sitio de la Condusef y utiliza el comparativo.

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Tu primera tarjeta de crédito No hay una mejor tarjeta de crédito para todos. Así que para escoger una buena, además de fijarte en la tasa de interés, debes tomar en cuenta quién eres y cómo gastas. Si eres de los que no hay mejor premio que viajar, busca una que te ofrezca esos beneficios. Pero si eres de los que no pueden pagar el total de sus gastos cada mes, entonces olvida los beneficios y fíjate en la tasa de interés. (No ser totalero y no pagar el saldo completo de la deuda cada mes, por cierto, no se lo recomiendo a nadie, pero entiendo que suceda, así que solo hay que aprender cómo regresar al buen camino y utilizar el plástico correcto.) Define qué es lo que quieres de la tarjeta, para qué la vas a usar y cómo le quieres sacar provecho. Con esto podrás encontrar la que mejor resuelva tus necesidades y se ajuste a tu estilo de vida. Recuerda que para tener una buena tasa de interés deberás tener un buen historial crediticio, así que en tu primera tarjeta no recibirás la tasa más baja porque la institución financiera te estará calificando por primera vez, es decir, iniciarás con ellos para crear un historial. Ya con el tiempo y un buen comportamiento de pago podrás obtener una mejor tasa. ¿Por qué sacar una tarjeta cuando obtienes tu primer trabajo? Porque estás iniciando tu vida como sujeto financiero y el crédito te permitirá crear un historial y con el tiempo tener acceso a otro tipo de instrumentos, como una hipoteca o un crédito. La idea es que la saques pero aprendas a usarla con responsabilidad, no es tener el plástico para usarlo sin límite o de manera inconsciente. Compara quién te ofrece la mejor tasa y anualidad, primero, y después si tiene un sistema de recompensas por puntos que te sea atractivo y te funcione. Y como bien me ha dicho Mario di Costanzo, titular de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), en general el plástico que ofrece mucho premio o recompensa viene de la mano con un mayor costo. Si de verdad quieres los premios o los puntos y las recompensas, entonces debes comprometerte a pagar a tiempo todos los meses. Y para esto debes conocerte muy bien y nunca dejar que tus deudas, todas juntas, pasen del 30% de tus ingresos brutos. Si ganas 8 000 pesos al mes antes de pagar impuestos, tus deudas no deben ser de más de 2 400 pesos. Esta regla te ayudará a tener control. Si tienes miedo a pasarte de lanza y sobrepasar tu límite, busca una tarjeta que no permita sobregirarte, que no te deje sacar efectivo de cajeros y, si se puede, que no te cobre anualidad o comisión por apertura. Y siempre pide un límite de crédito que vaya acorde con tus ingresos. Si ganas 8 000 no puedes tener un límite de crédito de 10 000 pesos por simples matemáticas. La tarjeta no es una obligación; si no estás lista para este instrumento porque no te controlas con las compras o no te interesa el producto, no lo pidas o lo aceptes. 58

Sección masculina: Gastos de novios Hay quien cree que tener novia o novio puede llevarte a la quiebra y por eso dicen que en términos económicos nunca conviene tener una pareja. ¿Se gasta más cuando se tiene novi@? Sí, pero no es algo exclusivo para los hombres, las mujeres también y eso hay que tomarlo en cuenta, incluso cuando son de las que no abren la cartera jamás. ¿Cómo? El enamoramiento resulta en un incremento de gastos porque de alguna forma u otra se demuestra afecto con obsequios o detalles grandiosos que cuestan. No importa si gastan 15 pesos en 2 500 papelitos adheribles que pegan en tu automóvil con lindos mensajes o le inviertas a los boletos de cine y tacos en la cena. Por eso es indispensable que desde ya tengas un presupuesto. Si tú igual que ella has iniciado con un primer empleo y eres un nuevo asalariado, un ingreso fijo puede llevarte a sentirte con la capacidad de gastar más. Y por cierto, hombres, las chicas gastan mucho en verse bien, créanme que salir con ustedes implica horas de arreglo personal, un par de visitas a los salones y miles de productos de belleza. Eso sale caro. Analicen el comportamiento de la cartera enamorada y hablen con su contraparte. Hablar de dinero en pareja debe comenzar desde que se está en el proceso de enamoramiento. Sean honestos. Como hombres no crean que deben pagar todo, como mujeres no esperen ahorrar porque el novio paga. Los dos deben aprender a decir “no me alcanza” y aclaren el porqué: “acabo de pagar el seguro de mi coche”, eso es mucho más importante que la cena después del cine, y “le puse algo de dinero extra a mi Afore” también debe ser una explicación válida para quedarse en casa un viernes. Aprendan a compartir gastos pero solo los que son para ustedes como pareja, no le ayudes todavía a poner su primer negocio o le inviertas a su nuevo sitio web que le traerá miles de clientes. Estos son gastos personales que cada uno debe afrontar. No le prestes para pagar el mínimo de la tarjeta de crédito a menos de que le hayas pedido que pusiera ahí los boletos de camión del fin de semana que salieron juntos. Son novios y el dinero en esta etapa es de cada uno de ustedes, aquí no aplica “lo mío es tuyo y lo tuyo es mío”.

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Vamos a vivir juntos

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licia se mudó a la Ciudad de México para estudiar la carrera, su familia es de Baja California. En la universidad conoció a Pablo. Durante los cuatro años que estudió en la universidad, Alicia vivió con su abuela. En el último año empezó a trabajar, y en cuanto se graduó para ese momento ya era novia de Pablo, decidió dejar la casa de la abuela a cambio de independencia. Buscó un departamento chico en la colonia Condesa de la Ciudad de México. Pablo le ayudó a conseguir cosas para el departamento en las primeras semanas después de la mudanza, incluso le regaló un par de ollas viejas de su mamá para la cocina. A los dos les gusta ver la televisión y la primera compra que hicieron juntos fue esa, una pantalla para el departamento de Alicia. “Cada quién puso una parte porque a mí no me alcanzaba para toda la tele que queríamos y como él pasaba mucho tiempo en mi depa…”, dice Alicia. Al mes de la nueva independencia de Alicia, ella y Pablo empezaron a visitar la calle de Ayuntamiento los fines de semana para comprar muebles y objetos usados con qué decorar y amueblar. Pablo pasaba cada vez más tiempo en el departamento con Alicia. Un día dejó su cepillo de dientes y una muda de ropa. Llegó el día en que Pablo, quien vivía con un amigo, solo iba a su departamento a pagar la renta y a recoger más ropa o libros. De pronto, sin hablarlo o pensarlo mucho, Alicia y Pablo empezaron a vivir juntos. “Se me metió como la humedad”, dice Alicia, riendo ahora que planean casarse. Nunca hablaron de finanzas, solo querían vivir juntos. No fue hasta un tiempo después que se dieron cuenta de que durante meses pagaron cada uno una renta. Ya que Pablo se instaló, llegó a la cabeza de Alicia una preocupación: no le había dicho a sus papás que viviría con Pablo; de hecho, optó por no decirles porque ellos no aprobarían su decisión. Estrés fue lo que sintió Alicia mientras se preguntaba ¿qué haría el día que vinieran sus papás a visitarla? Mudarse y vivir con la pareja no es una decisión sencilla en términos emocionales. Aun así, en 2010 el 13.3% de las mujeres mexicanas dijeron vivir en unión libre, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). En este capítulo les voy a contar cómo enfrentar las decisiones financieras cuando estés en este momento de tu vida, o cuando tu amiga o hija pasen por esta etapa. Pero les adelanto: ¡hablen de dinero! 62

¿Vivimos juntos? Al decidir vivir con la pareja se pueden tener, quizá, dos razonamientos, dice la terapeuta Margarita Tarragona, fundadora de PositivaMente, un espacio para la psicología y el coaching: 1) voy a probar si esto funciona y entonces me caso; o 2) no creo en el matrimonio y solo quiero vivir con esta persona. Por cierto, en este último caso, después de dos años o el nacimiento de un hijo, a “vivir juntos” se le llama concubinato.

No más concubinato Cuando ya no quieres vivir con la persona con la que llevas más de dos años, sin tener un contrato matrimonial, entonces cesa el concubinato, dice mi amigo el abogado Alonso Rivero Borrell. En este caso, si una de las dos partes no tuvo ingresos o no tiene bienes suficientes para su subsistencia, tiene derecho a una pensión alimenticia por un tiempo igual al que duró el concubinato. Y cada uno conserva lo que trajo a la casa a la hora de mudarse juntos o lo que adquirieron durante el tiempo que estuvieron juntos. Si se tuvieron hijos, ambos son responsables de proveer para sus hijos y un juez, en caso de no llegar a un acuerdo, puede establecer cuánto debe aportar cada uno. Además de lo que menciona Margarita sobre probar la relación o no creer en el matrimonio, la decisión de vivir con tu pareja también puede estar apoyada por el factor financiero: paguemos solo una renta y compartamos gastos. Esto, si se piensa como un equipo, es que los dos juntos podrán vivir mejor que uno solo. El ejemplo de Alicia y Pablo es claro: la televisión que puedes pagar tú sin sobreendeudarte siempre será más pequeña que la que pueden comprar si los dos la adquieren juntos. Entonces, hay – además de lo lindo de vivir con tu pareja– un aspecto financiero positivo: pueden aspirar a vivir un poco más cómodos. Si bien Alicia y Pablo no partieron hablando de dinero, sí les ayudó –el vivir juntos– a vivir mejor, con sus dos ingresos podían comprar mejores cosas para el departamento y el esfuerzo para pagar la renta era menor. Un mes pagaba uno, el otro mes el otro. No hablaban de cuánto ganaba cada quién y si uno no podía pagar un mes, el otro lo hacía sin cuestionar mucho. El único momento raro siempre era cuando venían de Baja California los papás de Alicia y Pablo debía empacar todos sus tiliches y pasar unos días en casa de su mamá. “A veces –ya que Pablo se iba a casa de su mamá– me pasaba un par de horas buscando pistas que nos delatarían con mis papás”, cuenta Alicia y añade que una vez palideció cuando vio un

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sobre de la cuenta de banco de Pablo que había llegado por correo y que su mamá recogió en el buzón, junto con otros papeles. En fin, la visita de los padres y la salida temporal de Pablo del departamento era solo un inconveniente meramente emocional. El resto del tiempo la pasaban muy tranquilos. Alicia y Pablo tuvieron suerte. Él es muy ordenado con el dinero y sin hablar mucho del tema los dos se acoplaron y acomodaron. Cuando querían comprar algo juntos para el departamento, por ejemplo, el sillón para la sala de tele, ambos ahorraban en sus respectivas cuentas y cada mes iban viendo si les alcanzaba o no. “Él me decía, yo tengo tanto. Yo le decía, yo esto otro. Si alcanzaba, íbamos por el sillón, si no, esperábamos otra quincena”, comenta Alicia. Alicia y Pablo son un ejemplo de una pareja que logró acoplarse sin tener que poner el tema financiero sobre la mesa, pero de este tipo de casos hay pocos. Normalmente, los pleitos empiezan por el dinero. Mi amiga Denisse, por ejemplo, el día que se mudó a vivir con el novio fue el momento en que su relación empezó a deteriorarse, en parte, porque nunca pudieron sentir que el otro aportaba lo justo para esa convivencia. Él ganaba más y aportaba más, eso le parecía injusto. Por su parte, ella se sentía con la responsabilidad de atender pendientes domésticos por no poder aportar más económicamente, algo que también le parecía injusto. En pocas palabras, fue una receta para el desastre. Esto que les cuento le pasó a Denisse hace cinco años. Hoy lleva dos años viviendo feliz con otra pareja y en retrospectiva, dice, el problema con el primer novio es que nunca hablaron de cómo se sentían en cuanto a su relación financiera. Es complejo manejar las finanzas cuando se quiere compartir el techo. Los expertos en psicología y los financieros dicen: mantengan la independencia y las cuentas claras. Según me platicó Margarita, el dinero implica poder, y el que tiene más y aporta más dinero tiene más poder en la relación. En las parejas heterosexuales y homosexuales entre dos hombres, el que gana más tiene la sartén por el mango, mientras que las parejas compuestas por dos mujeres tienen menos conflicto con quién gana más dinero, me contó Margarita. Independientemente de en qué tipo de relación estés, sentarse y hablar de cómo van a pagar y qué va a pagar cada quién es importante para que la relación no se complique.

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Yo pago esto, tú eso, ¿o lo pagamos juntos? Si bien con un esfuerzo en conjunto podrían comprar un mejor sillón en menos tiempo, una segunda estrategia que funciona y que hace menos desastrosa la separación es que cada quien compre lo propio. Las parejas que deciden vivir juntas a veces muestran desidia de separarse –aun cuando las cosas no van bien– porque “separar” las cuentas y los bienes “cuesta trabajo y es complicado”, me contó Margarita. No dejes que eso sea un impedimento para ser feliz. Desde el inicio, cada quien sus cuentas y sus bienes. Alicia y Pablo tuvieron suerte. Pronto se van a casar y se mudarán del departamento en el que vivieron como novios a uno como esposos con todo y la televisión que compraron juntos. La diferencia es que ahora sí se sentaron a hacer un presupuesto. Cuando no se corre con la misma suerte que Pablo y Alicia y la relación termina, la separación puede ser mucho más sencilla si cada quien compró lo propio. Entonces, si van a comprar la televisión y un sillón, tú compra uno y que tu pareja compre el otro, así cada quien sabe qué es de quien. Esta estrategia puede ser más tardada, pues para comprar la tele y el sillón que quieren los dos deberán ahorrar más tiempo. Si no quieren esperar, entonces lo que compren será conforme al tamaño y capacidades de una cartera, mientras que al comprar una tele entre dos es probable que puedan comprar una mejor televisión. La decisión dependerá de ustedes, de sus ingresos y de cómo quieran organizarse.

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Sé feliz, pero no pierdas el piso Vivir con tu pareja puede ser una gran aventura. Para que no la eches a perder por cuestiones financieras cuida estos aspectos:

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1. Mis deudas y sus deudas Cada uno tiene una cultura financiera distinta. Aprendemos de finanzas en casa y con el ejemplo de nuestros padres. Pero no porque ellos hayan sido despilfarradores, tú lo vas a ser. Esta genética sí se puede cambiar, siempre y cuando la entendamos. Lo importante es que tú vienes de una cierta cultura financiera y tu pareja de otra, y mientras solo estén viviendo juntos y no hayan decidido formar una unidad, ya sea por el medio legal del matrimonio o por decisión propia, tus deudas son tuyas y las de tu pareja son de tu pareja. Los créditos que cada quien traiga en la maleta los deberá afrontar el que firmó el contrato. Y aunque suene terrible, si el dinero a ti no te sobra y tu pareja no tiene la capacidad de pagar sus deudas, no le des dinero para saldarlas. Esto no solo por si después terminan la relación, también porque –como dice Margarita– el dinero en una relación de pareja implica poder y siempre hay quien puede utilizar el dinero como arma. Además, solo hasta que hemos sobrevivido una deuda en serio y la hemos saldado es que nos vamos conociendo como individuos financieros y entendemos la relación que tenemos con el dinero. Por otro lado, si la endeudada eres tú, no le pidas dinero a tu pareja para pagar, en todo principio básico no es justo. Si has llegado al límite en el que es tú única opción, hazlo con conocimiento de causa y planea cómo le vas a pagar. Te parecerá terrible que te dejen endeudada o dejar a tu media naranja en números rojos, sí, pero a menos de que tengas o tenga de sobra por ahora es lo correcto. ¿Cuándo sus deudas son tus deudas? El día que deciden que no solo viven juntos, sino que hay un compromiso más allá, el día que las metas que tienen sean mutuas: “queremos un departamento”, “queremos hijos”, “queremos estar juntos”.

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2. Quiero una adicional de la tarjeta Ofrecer o dar una adicional de tu tarjeta de crédito no es un acto sencillo. En serio. Lo debes pensar igual que cuando le diste a tu pareja la llave de tu departamento. Pablo no le dio una adicional de su tarjeta a Alicia y no lo ha hecho todavía. Y Alicia dice que no se hubiera sentido cómoda usando una tarjeta de crédito que no era la propia. “Si apenas estoy aprendiendo a usar la mía, no sé qué hubiera hecho con la de él”, dice. Recuerdo perfecto una anécdota que me contaron en una cena entre amigos, y sí, les pondré como ejemplo un chisme. Llamémosles Laura y Oliver. Resulta que Oliver le iba a dar el anillo de matrimonio a Laura en unos meses. Antes de darle el anillo, con el pretexto de que ella viajaría a Estados Unidos con su mamá y él necesitaba un par de camisas para el trabajo, le dio una tarjeta adicional a la suya. Así, ella le podría comprar lo que necesitaba en el viaje, y ya que le diera el anillo –esto pensaba él– podrían ir haciendo los pagos correspondientes. Laura llegó al otro lado de la frontera y dio rienda suelta a firmar sin parar. A Oliver le trajo las camisas y un par de extritas, pero también decidió que él podía sorprenderse de alegría si ella se compraba algo a lo que le traía muchas ganas: un par de zapatos de esos de suela roja que cuestan varios de cientos de dólares. “Mira, mi vida, lo que me regalaste”, le dijo de regreso del viaje. Y él, en ese instante, decidió echar marcha atrás con lo del anillo –ella no creo que se haya enterado de que él planeaba proponerle matrimonio–. La relación acabó. Según dicen, lo que molestó a Oliver fueron dos cosas, 1) que en la primera señal de “lo mío es tuyo” ella hubiera abusado con el par de zapatos que sola no se podía comprar; y 2) que ni siquiera preguntara si él lo podía costear. Si eso lo hacía de novios, ¿qué haría de casados? Esta historia te puede causar risa, enojo o pena. No importa. Es un ejemplo de que tener o dar una tarjeta de crédito a tu pareja se hace hasta que se habla de lo que se vale y no se vale hacer con ese plástico. Juan Musi, director general del Somoza Musi y Asociados, es de esos especialistas que te cuentan su vida personal financiera para ayudarte a entender qué hacer con la tuya. Por eso sé que él ha contado siempre a su esposa qué cuentas hay y dónde están. De hecho, recuerdo que una vez me dijo que ella siempre firma, es decir, es cotitular. Pero, si todavía son novios y apenas están en el proceso de vivir juntos, lo que recomienda es cada quien su vida financiera.

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3. ¿Hacemos un inventario? Esto puede sonar exagerado, pero nunca está de más tener una lista de lo que tienen y quién ha comprado qué. Esto es lo que recomienda el abogado Alonso Rivero Borrell a las parejas que se van a casar, por ejemplo. Y creo que una pareja que quiere empezar a compartir su día a día debe tener claridad en lo que tienen y con lo que llegan a la relación. Si entre los dos han comprado todo, entonces el inventario es un poco obsoleto, a menos de que cada uno haya traído objetos de valor a la casa, como podría ser un cuadro que te heredó tu tía o alguna antigüedad. Si crees que tener un inventario es ponerle un sello negativo a tu relación, no lo hagan, pero tengan claridad sobre qué es de quién.

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4. Con los ahorros sé egoísta No dejes de ahorrar. No importa en qué circunstancia estés, me dijo Mario di Costanzo, presidente de la Condusef, siempre debes ahorrar. No importa si lo financiero fue factor para mudarte con tu pareja, o como en el caso de Alicia y Pablo, ni cruzó tu mente. El caso es que si alguien te está ayudando con la renta podrías incluso ahorrar más. Eso Alicia no lo hizo. Si bien se dio cuenta de que era poco eficiente que cada uno pagara una renta, ya que se habían mudado juntos, tampoco se dio a la tarea de ahorrar ese dinero “extra”. Eso es lo que tú sí debes hacer. Aprovecha, ahorra y ponle una etiqueta a este esfuerzo, ya sea para una vacación o para complementar tu ahorro para el retiro (créeme que vale la pena que lo hagas desde el principio, lee el capítulo 10). Y te digo que seas egoísta con este ahorro porque le vas a decir a tu pareja que lo vas a hacer y que de ese dinero no vas a echar mano por más que se les cruce una necesidad o un gusto.

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5. Fondo de emergencia Eventualidades puede haber siempre y para estar preparados cada uno debe tener un fondo de emergencia propio que les ayude a enfrentar una situación como el desempleo, una enfermedad o accidente. Además, siempre hay uno en la pareja a quien le pasan más eventualidades: un mes se le poncha la llanta, al siguiente perdió el celular y el que sigue rompió la lámpara de la sala. Para que el otro no sea el salvavidas del accidentado, cada uno debe tener su fondo de emergencia. (Lee más sobre esto en el capítulo 1.) El propósito de este fondo es que si se les echa a perder el refrigerador y no hay forma de componerlo puedan echar mano de este ahorro para reponerlo. Lo mismo con la renta, digamos que es el mes que te toca pagar o que se dividan la renta a la mitad o en porcentajes, el punto es que si hay un momento en el que no puedes pagar lo que tienen acordado puedas sacar dinero de tu fondo de emergencia para enfrentar tus responsabilidades. La única regla que no puede cambiar en cuanto al fondo de emergencia es que cada vez que sacas dinero de ahí tu prioridad de ahorro debe convertirse en reponer el monto que retiraste. Ahora que eres joven y bella y que no tienes más responsabilidad económica que verte y sentirte bien –obvio, más allá de la renta y de tus gastos y gustos– es el momento de que ahorres para este fondo. Conforme avances en etapas, edad y responsabilidades este ahorro será más difícil de lograr.

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Lo que pagan juntos 1. Gastos fijos de la casa Aquí sí no hay más que dividir todo. La renta, el supermercado, la luz, el agua, el gas, el teléfono, la televisión por cable y todo lo que implique gastos de la casa y su mantenimiento lo deben pagar entre los dos. Tu pareja es tu compañero de departamento y en este sentido debes seguir las reglas que seguirías si fuera un amigo o amiga. Para eventualidades, cada uno tendrá su fondo de emergencia, y para saber realmente cómo andan las finanzas del otro, deberán empezar a hablar en serio de su vida financiera desde ahora. No es que le tengas que decir exactamente cuánto ganas, Alicia y Pablo nunca compartieron sus recibos de nómina, pero sí se decían cuánto podían destinar a los gastos de la casa. A Pablo, por ejemplo, le encanta el futbol, pero no solo el nacional, también le gusta ver el español y la liga inglesa. Para verla contrató el paquete más caro de televisión por cable. Alicia le dijo que ella no pagaría por cientos de canales de deportes y le dijo cuánto estaba dispuesta a pagar por este servicio. Así se acomodaron.

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Seguro de vivienda Vas a decir que qué exagerada que recomiende tener un seguro de hogar cuando el hogar no es tuyo… Pero piénsalo así: Escenario 1: tienes un perro. Se sale corriendo, y como la puerta de tu vecina está abierta, el perro entra a su departamento y con la cola tira el jarrón favorito de ella y, de paso, la muerde. El jarrón lo tienes que reponer y la revisión médica de la mordida también la debes pagar. Eso lo cubriría un seguro de hogar con daños a terceros, por ejemplo. Escenario 2: tienes dos hijos muy traviesos que dejan abierta la llave del lavabo durante horas para hacer “cascaditas” (esto lo hicieron mis primos en casa de mi abuela, no es hipotético). Después, se les olvida cerrar la llave del agua, el líquido se trasmina al piso de abajo y daña todo el techo del vecino y su alfombra. Los daños los debes cubrir tú. Un seguro de hogar te ayudaría con estos imprevistos. Además cubrirá también tus muebles, los electrodomésticos y hasta tu ropa. “Cuando el dueño del inmueble o arrendador pacta mediante contrato la operación de renta, puede obligar al arrendatario a cubrir el inmueble o los daños que ocasione al inmueble rentado”, dice Arturo González Briseño, vocero de Axa para los seguros de hogar. Y me explicó que hay dos alternativas: si te obligan a cubrir el inmueble, contratas coberturas contra riesgos de la naturaleza como el rayo o el temblor, pero si solo se te obliga a hacer frente a los daños que puedas causar tú, entonces contratas un seguro de responsabilidad civil que te cubre por eventos como un incendio, explosión o lo que mencionaba del perro y el agua. ¿Pero un seguro va a salirme carísimo? Los costos van en función de los bienes que se han de asegurar y la ubicación. Según Axa, un departamento en la colonia del Valle en el Distrito Federal con un valor de los bienes por 500 000 pesos pagaría unos 3 000 pesos de seguro al año. Piensa qué te saldría más caro, ¿el seguro o incendiar el edificio porque dejaste la plancha prendida en la noche después de planchar la camisa que te ibas a poner en la mañana? (Para más sobre seguros de bienes inmuebles lee el capítulo 8.)

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Mi independencia financiera (no dejes de leer esto) En general, buscar independencia emocional se traduce en salirte de casa de tus padres o el familiar con el que vivas, la abuela, como en el caso de Alicia. Pero más allá de mejores horarios para salir o permisos para pasar la noche fuera, lo que te debe importar es que este paso implica tu independencia financiera. Pocos serán los casos en los que vivas sola y tus familiares te apoyen económicamente, quizá solo cuando sigues estudiando la universidad y necesitas cierta ayuda para tu manutención. Lo más seguro es que cuando les digas a tus padres que te vas a vivir con tu pareja, ellos sientan que su responsabilidad económicas hacia ti ha terminado. Por lo tanto, para irte a vivir con tu pareja debes saber primero que te podrás mantener. Para estar segura de que iniciarás tu vida financiera independiente con el pie derecho, debes seguir estos pasos: 1. Haz un presupuesto detallado. En él debes anotar los gastos fijos que esperas tener. Para que los tengas claros pregunta en el departamento que quieras rentar cuánto pagan de servicios los inquilinos, por ejemplo, y el mantenimiento. Pero el primer rubro en tu presupuesto debe ser el ahorro, es decir, del ingreso que recibes te quitas un porcentaje para destinarlo a tus metas a largo plazo. Después de eso vienen los gastos fijos que no podrás dejar de pagar: la renta, los servicios como el gas, la luz, el agua, etcétera. Así, más o menos, debe verse tu presupuesto: Concepto

Gastos variables

Gastos fijos

Gastos periódicos

Ahorro

1. Afore 2. Plan personal de retiro 3. Fondo de inversión

Casa

1. Renta 2. Agua 3. Luz

1. Mantenimiento 2. Mobiliario 3. Jardinería

Recreación

1. Gimnasio 2. Televisión por cable

1. Restaurantes 2. Renta de películas 1. Vacaciones 3. Cine

Totales

1. Predial

Divide también tu presupuesto según cuándo debes pagarlo, esto te ayudará a estar más organizada. Puedes adjuntar a tu presupuesto un calendario en el que sepas cuándo pagas vacaciones, cuándo pagas tu seguro de gastos médicos o el de tu auto. La idea es que tus ingresos siempre sean mayores que tus egresos, esta es tu regla número uno. Así que cuando sumes tus gastos al mes debes tener sobras o por lo menos salir tablas. Ya que logres el balance, puedes irte a vivir sola. 74

2. Encuentra las fugas. Te recomiendo que hagas un ejercicio de 15 días en el que anotes todos los gastos que hagas en tu día a día, desde el chicle hasta el supermercado. Así encontrarás tus fugas, esas que hacen que al final del mes no tengas dinero extra. (Más sobre esto en el capítulo 1.) 3. Analiza tus patrones de consumo. Debes conocer cómo compras para poder tener mejor control. Piensa que, ahora que eres independiente, debes tener más cuidado sobre tus gastos, así que si eres de las que van al supermercado sin lista o de las que siempre que andan en el centro comercial se les “pega” algo que les encanta pero no necesitan, entonces debes empezar a tener un poco de control antes de que pierdas el piso y gastes de más. Este es un ejercicio de conciencia para que cuando vayas a comprar seas autocrítica y te des cuenta de que te dejas llevar por antojos, por ejemplo, y tu carro en el supermercado termina lleno de cosas que no podrás comerte en un mes. 4. Échale un ojo a tu pareja y sus gastos. Cada uno debe hacer su presupuesto, su registro de gastos para encontrar las fugas y un análisis de sus patrones de consumo (dile que lea esta parte del capítulo también). Pero es importante que entiendas cómo gasta para remediar su relación financiera y hasta evitar problemas. Alicia ahora sabe que Pablo es muy ordenado y que le gusta estar a cargo de los gastos de la casa. Ella, para no causar problemas, lo deja. Incluso él es el encargado de revisar qué falta en el refrigerador y hacer la lista de las compras. Ella hace un esfuerzo por ajustarse a la lista –pues es de las que se dejan llevar por los antojos– y Pablo le da chance de un par de cosas extra en cada ida al súper. El que cada uno se conozca y entienda cómo funciona el otro les ha ayudado a mantener los pleitos de dinero al mínimo.

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Sección masculina: Juntos, pero no revueltos Vivir con tu pareja puede ayudar a que los dos logren una vida mejor en conjunto. Dos ingresos siempre ayudan a que la pantalla plana sea más grande y las vacaciones más largas. Pero lo que no se vale es que cada uno deje de ahorrar o de poder disfrutar su día a día por las metas en conjunto. Si tú ganas más que ella y quieren salir de vacaciones deben establecer cuánto puede aportar cada uno sin desestabilizar sus finanzas personales, es decir, sin dejar de: • ahorrar su monto mensual determinado en su presupuesto, pagar sus tarjetas de crédito y demás compromisos financieros • y sin sacrificar todo lo que le gusta hacer, aunque esto sea tomar café con las amigas y hacerse una pedicura. Tú no tienes que entender del todo cómo es que tu pareja recibe tanta satisfacción de sus gastos, solo que le causa placer y que es importante para ella. Respétalo y no le pidas que lo deje. El sacrificio de un bienestar hoy por un bien de mañana es equivalente a ahorrar, pero qué sacrificio van a hacer por el bien de mañana es una decisión personal. No puedes pedirle que deje su masaje mensual para comprar la televisión si el masaje es lo que la mantiene zen durante los pleitos en su oficina, por ejemplo. Si van a comprar la tele, cada uno aportará el monto que puede dar y ahorrará para lograrlo. Tú no debes decirle qué sacrificar para lograr el ahorro, ella lo podrá decidir sola. Busca que vivir con ella los ayude a vivir mejor, en un aspecto financiero, pero que también sea una vida en conjunto que respete la independencia de los gastos que para el otro son importantes y que no están dispuestos a dejar a un lado por una meta en común.

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¡Me caso!

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U

na boda es una celebración, no dejes que la unión con tu pareja se convierta en una pesadilla financiera. Y no me refiero solo al día de la fiesta, su felicidad no la enmarcará una boda perfecta, hay un sinfín de detalles más que sí impactarán su vida juntos: qué tan compatibles son, qué tanto están dispuestos a conceder al otro o quizá qué tanto se conocen financieramente hablando y cómo enfrentan los retos del manejo del dinero. Cómo se organizan –en cuanto al dinero– para la boda puede ser el inicio de cómo van a manejar su relación financiera como pareja. Pero no solo deben lograr una boda bajo el presupuesto, deben entender que como decidan vivir su vida y manejar el dinero será un factor que puede definir cómo vivirán su futuro. No todo es la boda, pero empecemos por ahí.

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¡Tan, tan, tan tan…! Lili se casó a finales de 2012 en una boda de cuento de hadas. Para lograr su boda ideal, Lili se puso ruda con los proveedores y aprovechó los contactos que ha hecho a través de los años como publirrelacionista. El matrimonio de Lili fue uno de las más de 500 000 que se celebran en México cada año. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), un millón de familias preparan anualmente una boda. Una de las primeras recomendaciones es planear con anticipación porque de prisa no se consiguen los mejores precios. Y claro, lo más importante que deben saber es cuánto pueden gastar en su fiesta. Lili y su prometido establecieron un monto máximo para la boda y después desglosaron cuánto pagarían a cada proveedor. Para ellos lo más importante fue escoger el lugar del evento. Ya con el sitio pactado fue que Lili negoció con cada proveedor para lograr el monto estipulado en su presupuesto. De hecho, cuenta que “paqueteó” su boda al DJ. “Una de mis amigas se casaba casi al mismo tiempo que yo, así que le dijimos que si nos hacía precio se llevaba dos bodas en la misma temporada”. Planear una boda es un periodo lleno de emociones no solo para la pareja que va a casarse, sino también para la familia. Pero que las expectativas se cumplan sin un plan financiero puede poner mucho estrés y resultar en deudas que también lastimen las relaciones personales. Los pasos a seguir: 1. Establezcan cuánto pueden gastar. No hay más, afilen el lápiz y digan cuánto tienen para este evento. Piensen que la boda es solo un día y que ya casados vienen gastos que también deberán enfrentar de inmediato. Por ejemplo, después de la boda viene la luna de miel y, después de eso, una mudanza o la compra de muebles. 2. Platiquen acerca de qué tipo de boda quieren. Hay diferencias entre un coctel y una boda formal. Otro factor que incrementa o desciende el costo de la fiesta es el número de invitados que tengan considerados. Todo esto lo deben hablar para encontrar el punto medio entre lo que quieren y lo que pueden pagar. 3. Busca a los proveedores y compara. Busca el nombre de cada proveedor en la página de internet de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) para ver si hay quejas de su servicio. Pide referencias, incluso puedes pedirles que te inviten a otras bodas en las que trabajen para ver cómo funcionan. Pide también que te enseñen su Registro Federal de Causantes (RFC) o su acta constitutiva para comprobar que la empresa existe. 4. Reserva con el mayor tiempo de anticipación los servicios. Todos te pedirán un anticipo y de ahí en adelante puedes pagar en mensualidades hasta el día de la boda. Entre más tiempo tengas, menores serán las mensualidades que debas pagar. 80

El ahorro lo vas a encontrar en la planeación, la disciplina y la comparación. Aunque Lili conocía proveedores con los que ya había trabajado en los eventos de su trabajo, no dejó de pedir cotizaciones extras y de comparar. Recuerdo perfectamente que un sábado por la noche la invité a cenar y me dijo que no podía porque iba a una boda, le pregunté de quién y respondió: “ni idea, pero voy a ver cómo la adornó una de las decoradoras que estoy cotizando”. Lili es de las novias que sí hicieron su tarea y el día de la fiesta se notó, pero lo más importante es que no sufrió consecuencias financieras porque no rebasó su presupuesto.

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Una ayudadita para la boda (de la Consar para ti) Habrá quien ahorre toda la vida para pagar la boda de sus sueños, habrá a quien le ayuden sus familiares y otros que deban juntar dinero para el festejo el día que deciden casarse. No importa cómo consigas el dinero para la boda, lo que tienen todos en común es que a partir del festejo empiezan una vida en pareja con la meta de formar un patrimonio juntos. No importa cuál sea tu caso, un dinero extra para la boda no le cae mal a nadie y la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar) te lo da. Una vez en tu vida, cuando te vas a casar, tienes el beneficio de hacer un retiro de tu Afore. En 2012, según datos de Consar, se hicieron retiros por matrimonio de 145.9 millones de pesos de 84 300 cuentas individuales. El retiro que te permiten es de 30 días de salario mínimo vigente en el Distrito Federal para gastar en la boda, luna de miel o la mudanza a la casa nueva, siempre y cuando tengas 150 semanas cotizadas al Sistema de Ahorro para el Retiro el día que te cases. Para que te den tu dinerito debes ir a la Unidad de Medicina Familiar que te corresponde y pedir una Resolución de Ayuda de Gastos de Matrimonio. Con esto vas a tu Afore y en unos 5 días tienes tu dinero. Este retiro no implica un descuento en semanas de cotización. Para finales de 2013 este retiro era equivalente a unos 1 950 pesos. Y si esto te parece poco, piensa que nadie más te lo va a regalar, y que con eso puedes pagar el banquete de unos 4 invitados, si dieras una comida de 400 pesos por persona. Y si tu pareja también lo puede pedir, entonces será el doble de dinero y podrán pagar 8 comidas o tu peinado y maquillaje.

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La luna de miel Una parte importante del gasto de la boda es este primer viaje. Aunque muchos digan “solo se tiene una luna de miel”, esa no es razón para dejarse ir y sobreendeudarse. No quieres recordar tu primer viaje de casada como ese que los dejó en bancarrota o regresar con deudas hasta el cuello que los lancen de buenas a primeras a pleitos financieros. El primer paso, como toda meta financiera, es tener un presupuesto y saber cuánto pueden gastar en el viaje. Con ese monto en claro pueden decidir qué tipo de viaje quieren y hacer una primera investigación en línea de los costos. Ya con una idea de sus posibilidades y gustos, busquen a un asesor de viajes especializado en lunas de miel. ¿Por qué no hacerlo ustedes solos? Coordinar el viaje y planear la boda no siempre se puede, además un experto sabrá organizar la logística de traslados y otros detalles más rápido que ustedes y siempre sabe cómo sacar algunas amenidades gratis para celebrar su luna de miel. Tips básicos: 1. Viajen en temporada baja. 2. Planeen con anticipación. 3. Paguen la mayoría del viaje por adelantado. 4. Nunca, nunca se queden sin efectivo durante el viaje. No sabes qué eventualidad puedes enfrentar hasta en el último minuto.

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Hablemos de dinero Hablar de dinero con la pareja causa angustia, pero prometo que será solo durante ciertos periodos de su vida juntos, no siempre. Y lo debes hacer porque deben conocer en qué situación financiera están para tomar decisiones inteligentes y las previsiones necesarias. Nunca es tarde para empezar a hablar de dinero con tu pareja, no importa si lo haces cuando están en proceso de casarse, recién casados o a los 15 años de matrimonio. Lo importante es que cuando lo hagan intenten entender de dónde viene el sentimiento del otro. Margarita Tarragona, terapeuta de PostivaMente, me ha dicho que cuando las parejas que van con ella a terapia hablan de dinero uno de los grandes errores es que no hacen un esfuerzo por entender que el otro viene de un contexto diferente. Al final, el bagaje que traemos de cómo manejamos el dinero es herencia de nuestra familia y no todas las familias se manejan igual. Como pareja tendrán metas en común y lograrlas será más sencillo si saben de dónde y con qué parten. Además, la estrategia para lograr las metas no se puede poner en blanco y negro si no hablas de dinero. Lo primero que deben hacer es compartir sus metas: ¿qué es lo que quieren lograr y para cuándo? Entender qué quiere cada uno, ver qué metas compartes y analizar cuáles pueden lograr primero les ayudará a establecer un plan de acción. Por ejemplo, desde el día que se casó mi amiga Sandra, hace cinco años, ha soñado con tener su propia casa. Desde el inicio se lo dijo a su esposo, pero él le explicó por qué esa no era una prioridad –primero iba a establecer mejor el negocio familiar–; ella estuvo de acuerdo y retrasaron su meta. La decisión la tomaron juntos y por eso no hay resentimientos. El día que puedan comprar la casa Sandra será muy feliz. Ya que tienen las metas claras hagan un presupuesto de ingresos y egresos. Les debe quedar claro cuánto dinero llega a la casa, cuánto sale y por qué. Entre más detallado sea el presupuesto que hagan más atinado será y con mayor facilidad encontrarán estrategias de recorte o se darán cuenta de dónde están gastando de más. (Lee más sobre presupuesto en el capítulo 3.) Cuando conozcan o reconozcan sus hábitos de gasto se conocerán un poco mejor y eso les ayudará a tomar mejores decisiones. No olvides que la forma en que gastamos refleja nuestros valores y prioridades, antes de criticar a tu pareja por cómo y en qué gasta, escucha por qué es importante para él o ella ese gasto. Si ya tienes hijos o alguno de sus padres vive con ustedes, inclúyelos en parte de las charlas financieras del hogar. Este no es un tema solo de la pareja, pues todos los miembros de la familia son actores financieros, es decir, gastan.

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No hables de dinero a cualquier hora Yo cometí el error varias veces de hablar con mi esposo de dinero cuando regresaba cansado del trabajo y lo que conseguía eran puros gritos y sombrerazos. Hay momentos pertinentes para hablar y otros no, pues el tema del dinero implica prioridades y valores y al tocar esos temas se puede crear resistencia de las dos partes. Yo cambié mi estrategia. Y aunque seguimos hablando de dinero por las noches, no es justo cuando llega de trabajar, sino cuando hacemos una cita para vernos y hasta nos damos chance de abrir una botella de vino, tip que me dio mi coach de finanzas personales y amiga Karla Bayly, por cierto. Finalmente, cuando van a hablar de dinero y están en medio de una crisis, ya sea la financiera global o una familiar, la plática será más compleja. Cuando la charla se va a referir a un fracaso o ideal no conseguido, haz el esfuerzo de ser más cordial. Para nadie es fácil hablar de lo no alcanzado.

Tips para organizarse 1. Habla de dinero cuantas veces sea necesario. Una vez al mes y, sobre todo, una vez al año hagan una cita para revisar presupuesto y metas. Los temas básicos de los que deben hablar: ahorro, inversión, ingresos, gastos, previsión. 2. Tengan un plan por escrito y un presupuesto al que los dos puedan tener acceso. 3. No olviden considerar sus deudas. 4. Hagan un registro de gastos como el sugerido en el capítulo 1. Este esfuerzo o ejercicio lo deben hacer los dos para que encuentren sus patrones de gastos.

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Nuestras metas Como ya dije, hay que tener un plan, una cierta estrategia trazada para que los dos construyan y caminen hacia lo mismo. Esto que inician es –en principio– a largo plazo, y entre más claro el plan, mejores serán los resultados. Algunas de las metas que pueden tener:

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La casa Bien dicen que el casado casa quiere. Hablen de cuándo pueden pensar en adquirir casa o por qué son partidarios de rentar. Sean honestos. Y si la meta es la casa con el jardín y el perro (lean el capítulo 8) empiecen el ahorro desde ahora. Lili, por ejemplo, le ha dicho a su ahora esposo que quiere casa propia cuando tengan hijos. Para lograrlo, tienen un horizonte de tiempo ya establecido también, cada uno hace depósitos mensuales a una cuenta que abrieron a nombre de los dos y que no pueden tocar. El error que cometió esta pareja es que el dinero está en una cuenta de ahorro y no está ni protegida de la inflación. Lo que deben hacer es pasar este ahorro mensual a una cuenta de inversión para no solo obtener los rendimientos parejos a la inflación, sino tratar de que según el plazo que tengan puedan maximizar sus recursos. ¿En qué instrumento lo invierto?, me preguntó Lili cuando se lo comenté una mañana de tés y parque. Mi respuesta: como su plazo temporal es menor de los cinco años, entonces no pueden arriesgar mucho este dinero, por lo que renta variable no sería una opción, pero pueden invertir en un fondo de renta fija con riesgo moderado que les permita ganar un poco más que la inflación.

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Los viajes Los viajes, como la luna de miel, son esos eventos en los que uno pierde el piso, se deja llevar y firma sin parar. Aguas. Viajar con tu pareja puede ser sensacional, pero no tiene que ser causa de endeudamiento perpetuo. Disfruten la vida, pásenla bien, viajen, pero tengan estas salidas presupuestadas. Lili y su esposo adoran bucear y en ese tipo de viajes es donde más disfrutan la vida, y ese es el gasto que merma su ahorro, confiesa Lili. Lo que debe hacer Lili es incluir los viajes dentro del presupuesto de la casa, dejar claro cuánto están dispuestos a gastar en estos viajes y, por lo tanto, cuánto más se van a tardar en conseguir el dinero para la casa que quieren. Lo ideal es que puedan disfrutar la vida, y si los viajes hacen que sus ojos brillen, viajen, pero no lo hagan endeudándose, sino planeando por adelantado. El chiste es no dejar que un gusto te agarre por sorpresa.

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Los hijos Si quieren o no hijos es un tema que deben abordar desde el inicio porque si los quieren es momento de iniciar la estrategia de bienvenida. Planeen cuándo quieren empezar una familia. Y organicen sus finanzas para que cuando los retoños lleguen ustedes estén financieramente disponibles para disfrutar de todas sus gracias. Esto no quiere decir que estén libres de sufrir eventualidades o que un día despiertes y digas: mis finanzas están listas para que llegue un bebé. Lo único que debes tener en mente es que si quieren iniciar familia en un año, quizá sea tiempo de ajustar un poco el presupuesto y hacer un ahorro para la llegada del nuevo miembro de la familia. Jana, de quien hablo mucho en el capítulo 7, cuando decidió que se embarazaría el año siguiente ahorró su aguinaldo. Ya sabrán más adelante cómo le ayudó y para qué lo usó.

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Los padres Este es un tema complejo, pero hay que incluirlo en la conversación. ¿Cómo viven sus padres?, ¿cómo viven los tuyos?, ¿van a tener que ayudarlos en su retiro?, ¿o ya los ayudan a mantenerse hoy? Tres de cada diez adultos mayores mexicanos reciben ayuda económica de sus hijos o familiares, según datos de la encuesta de la Asociación Mexicana de Administradoras de Fondos para el Retiro (Amafore). Si vas a cargar con los gastos de salud y manutención de uno de tus padres o de los suyos, díganlo desde el inicio y planeen cómo van a hacer que esto no sea un problema financiero que resulte en que ustedes no disfruten su vida.

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La previsión Siéntense y hablen de seguros. Vean qué tipo de seguro de gastos médicos tienen en sus respectivos trabajos y si tienen o no pólizas individuales (para más información sobre esto lee el capítulo 2). Establezcan si en sus seguros de vida se van a poner como beneficiarios o no y dónde están o van a estar esos papeles en su casa. (Para más sobre seguro de vida lee el capítulo 1.) No dejen fuera de la charla el seguro del automóvil, si es que tienen uno, el de la casa en la que van a vivir –independientemente de si rentan o no (más sobre esto en los capítulos 1, 3 y 8).

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Tu cuenta, mi cuenta, nuestra cuenta Van a estar juntos y deben decidir cómo van a pagar cada cosa. No hay una fórmula perfecta que le funcione a todos, las finanzas personales en la pareja son un trabajo de acoplamiento. La decisión dependerá de qué les conviene, pero no sabrán qué es mejor si no lo hablan. Existen tres opciones: 1. Una cuenta para la familia. Todo el dinero que ganan se deposita en la cuenta a nombre de los dos. De ahí se paga todo lo de la casa y los gastos que cada uno realice. Esto hace que tu cuenta de nómina solo sea de transición. Esta opción es la más abierta, pero también deben ser muy organizados, pues si uno gasta sin que el otro lo tome en cuenta pueden tener problemas de suficiencia de fondos. 2. Cada uno con su cuenta. Si cada uno mantiene su cuenta, entonces pueden dividir los gastos y cada uno se hará responsable de ciertos apartados dentro del presupuesto. Tú, el supermercado y la renta, por ejemplo, y tu pareja, los servicios fijos, las salidas y gastos de entretenimiento. Esta estrategia funciona si desde el inicio son muy claros en cuanto a qué va a pagar quién y sienten que el arreglo es justo. 3. Cada quien con su cuenta y una en conjunto. En esta modalidad cada uno tiene su cuenta de ahorro e inversión, pero también tienen una cuenta en la que los dos firman y en la cual cada quien deposita lo establecido para la casa. Esto funciona bien para las parejas que necesitan tener una cierta libertad financiera. Cada uno tiene su dinero para sus gastos y lo de la casa lo comparten. No importa qué decidan, lo que deben dejar claro es cómo y dónde van a ahorrar para lograr sus metas. Y quién será el encargado de llevar el dinero y las inversiones, porque si van a tener metas a largo plazo deberán tener instrumentos de inversión que hagan que su dinero trabaje por ustedes, no solo se proteja de la inflación.

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La partida secreta Mi amiga Elena un día me confesó que tenía una cuenta escondida de su esposo en la que ahorraba por si un día su matrimonio no funciona. Yo les confieso que no la voy a balconear y le cambié el nombre. Este tema de la partida secreta me encanta y lo he abordado en varios artículos y notas dentro del blog. Cada vez que entrevisto a alguien de una pareja de casados o de una relación comprometida pregunto si guardan dinero de su pareja. ¿Y qué creen? Resulta que el dinero tiene tal connotación emocional y de tranquilidad que en dos de cada tres entrevistas me dicen que sí tienen un guardadito. Y esto no es exclusivo de las mujeres, ellos también lo hacen. La diferencia que encontré: ellos no revelan realmente cuánto ganan, ellas guardan y guardan todos los “extritas”. En fin, Elena recibió de su mamá una cuenta un poco antes de casarse con 50 000 pesos. Resulta que su abuela le dio una cuenta a su mamá y ahora ella se la daba a su hija. Una tradición femenina para un día lluvioso. Mi amiga me confesó su secreto porque le preocupaba si esto podría causarle un problema fiscal o legal. Elena es mi personaje favorito para hablar del secreto financiero entre las parejas. Pero no es la única. Adriana, recién casada por cierto, un día le dijo a su esposo que quería ahorrar parte de su sueldo en un seguro. Él le dijo que no, que esas cosas no le convencían y que si quería ahorrar mejor lo pusiera en el ahorro que tienen en conjunto. Ahí quedó la conversación. Y Adriana decidió hacerlo sin decirle. Adquirió un seguro con ahorro a cinco años y ahí cada mes junta un dinero para algo: “no sé exactamente qué, pero es para mí y me tranquiliza”, dice. El caso de Adriana es distinto del de Elena: una heredó la tradición de la partida secreta, la otra lo hizo porque quería ahorrar para ella, además de lo que tiene en conjunto con su esposo. Esconder dinero de la pareja, la verdad, es mantenerle un secreto. Para evitarlo, la clave está en que cada uno tenga una cantidad de dinero discrecional –que puede gastar sin ser cuestionado o invertir sin ser criticado–. El esposo de Adriana debió haberle dicho: “Adelante, ahorra”; y si los seguros no le parecían el mejor instrumento, pudo haberle recomendado otro, pero no indicarle poner ese dinero en el ahorro de los dos. Eso hubiera evitado el secreto. Mi amiga Elena, por su parte, podría decirle a su marido que tiene un dinero que es de ella y su mamá. Esto podría poner un candado para que el esposo no tenga razón alguna para meterse con ese dinero. “Es que no quiero que me pida prestado”, me dijo Elena una vez. Yo le respondí que si eso pasaba, le dijera que tenía que hablar con su mamá porque el dinero es de las dos. Deberle a la suegra no es de las actividades favoritas de los esposos.

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Juan Musi, director de Somoza Musi y Asociados, te podría decir que la partida secreta es diluir el ahorro de la pareja y retrasar sus metas. Y es cierto, pero si tener tu guardadito te da seguridad, mantenlo. Solo decide si quieres seguir con el secreto o puedes encontrar una forma de ser honesta sin que esto te quite tranquilidad. Piensa que es muy probable que si tú le guardas un secreto financiero es porque él te esté también guardando uno. ¿Cómo te hace sentir eso? El dinero tiene una connotación emocional y en la pareja es un tema relacionado con el poder, la libertad y la independencia. La partida secreta se origina por el miedo de que tu pareja te deje o te traicione. Si hablas del tema con tu pareja y conforme se van conociendo –financieramente hablando–, van ganado confianza, quizá te animes a romper con el secreto. Juan coincide en que la partida secreta parte del miedo a la traición y siempre que hablamos de este tema usa su ejemplo personal: él y su esposa no tienen secretos, en las cuentas firman los dos. “Y si un día uno traicionara al otro, el otro de enojo podría vaciarle la cuenta al malo de la historia”, afirma Juan, pero añade que “ese es el extremo, en realidad lo que se busca al compartir la vida financiera es establecer un vínculo de confianza que te permita luego conseguir lo que quieren para la familia”. Es un tema de transparencia, simplemente le dices que tienes un ahorro para ti y no tienes que darle los detalles de los saldos de tu cuenta, añade Juan. En teoría, el parámetro ideal es que no haya secretos financieros con la pareja. Por eso es importante tener un dinero que sea discrecional, para que mantengas esa independencia y libertad que quieres, solo que es una partida secreta honesta y abierta. Transparente, como la llama Juan Musi. Los parámetros ideales son difíciles de lograr, cada pareja encontrará cómo funciona su relación financiera y sabrá si sigue con el secreto o no. (Lee el capítulo 9 para un poco más de información sobre las cuentas secretas, pero a la hora del divorcio.) Una de las preocupaciones de Elena con respecto a su partida secreta era la parte fiscal. Y resulta que como cada uno es una persona física individual no hay problema de esconder una cuenta. De hecho, si Hacienda le pidiera una auditoría y descubriera la cuenta secreta, lo que tiene que hacer Elena es comprobar de dónde obtuvo el dinero, y como fue una donación de su mamá, solo debe tener un papel que lo avale. Y aun si la auditaran, ella no tendría que decirle a su esposo de la cuenta si no quiere.

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Sección masculina: Lo tuyo es nuestro, y lo mío, mío Es muy probable que sientas que esta frase define la relación financiera entre tú y tu pareja. Y quizá tengas razón. Te explicaré por qué muchas mujeres lo hacen. Las mujeres tienen una expectativa de vida de 79 años, según el Banco Mundial, y los hombres de 75. Las mujeres viven más tiempo que los hombres pero ganan menos. La brecha de ingreso salarial entre hombres y mujeres en México es de 80 centavos de dólar, es decir, que por cada dólar que tú ganas las mujeres ganan 20 centavos, según un estudio del Banco Mundial. Vas a tener muchos puntos a rebatir con esta cifra porque las mujeres que conoces ganan igual o hasta más que tú. Es probable, pero sigue leyendo. Las mujeres tienen –por naturaleza– un mayor número de interrupciones en su vida laboral, lo que hace que su ingreso no se incremente proporcionalmente en relación con el tuyo. Carlos Ramírez, presidente de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar), dice que por esta realidad las mujeres deben ahorrar más y tomar las riendas de su retiro desde el inicio (hay más información sobre esto en el capítulo 10). Por lo tanto, las mujeres deben ahorrar mucho. Así que ayúdale a tu pareja a que tenga un ahorro para su futuro. Piensa que eso te quita un poco de peso de encima, pues si tú mueres antes que ella, sabrás que tiene un colchoncito extra. Esta necesidad que tienen algunas mujeres de participar menos con los gastos del hogar también viene del miedo a no tener cómo mantenerse si: • El matrimonio llega a fallar • Vive muchos años más que tú y tú no ahorraste • Poder darse algunos gustos si deja de trabajar por un periodo de tiempo La frase con la que partí, “lo tuyo es nuestro, y lo mío, mío”, no define una relación financiera de pareja justa, pero muchos matrimonios se rigen por ella. Para que a tu matrimonio no le quede este saco, deben hablar de dinero y conocer sus miedos y metas financieras. Hagan un plan para que su relación financiera sea pareja. Por ejemplo, si gana menos que tú no le pidas que aporte el mismo monto, establezcan un porcentaje. Ahorren los dos para su futuro, juntos o separados, eso ya será decisión personal de cada pareja. La idea es que no sientan que el otro da menos porque no quiere y no porque no puede. El sentimiento de injusticia debe desaparecer si hablan de dinero, de lo que tienen y de lo que quieren tener, al igual de lo que pueden y están dispuestos a aportar. La relación financiera parte de entender de dónde viene tu pareja y por qué tiene ciertas necesidades. Quizá tú seas de los que invierten todo en su negocio pensando en el largo plazo y eso a ella le cause estrés y por eso siente la necesidad de ahorrar más. Haz el 95

esfuerzo de entender qué le preocupa y qué le ilusiona, platícale también con transparencia tus planes para que ella vea por qué haces hincapié en ciertos aspectos financieros y en otros no. Ya que los dos se escuchen quizá esta frase deje de definir su relación con el dinero.

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Quiero mi negocio

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er tu propia jefa es el sueño de muchas, tener tu propio negocio y manejar tus horarios es un estilo de vida atractivo. Iniciar un negocio no es un asunto sencillo en México, donde 2 de cada 10 pequeñas y medianas empresas (Pymes) sobreviven su quinto año de operación. De hecho, el país está en el puesto 48 de 185 países en el listado de “Facilidad para hacer negocios” del Banco Mundial. Es más fácil hacer negocios en Perú, Colombia, Armenia, Chipre y Catar. México está solo un puesto arriba que Kazajistán en el listado. Aun así, 56% de la población entre 18 y 65 años de edad considera que la carrera de emprendimiento es una buena opción, según el Global Report del Global Entrepreneurship Monitor (GEM). Y 12.2% de las mujeres entre ese mismo rango de edad son emprendedoras nacientes o dueñas de un nuevo negocio. Lo que es también interesante es que de las mujeres no emprendedoras en México, 17% tiene la intención de serlo en los siguientes tres años, según el Women’s Report 2012 del GEM. Esto quiere decir que casi 2 de cada 10 mujeres quieren iniciar su negocio pronto. Entre las mujeres que ya tienen su negocio propio están María y Olga. La primera tiene un par de marcas de zapatos que produce en León, Guanajuato. Olga, por su parte, tiene una marca de productos para bebé con sede en el Distrito Federal. Los negocios permiten a Olga y a María cierta independencia financiera, les dan una actividad productiva que les gusta y han logrado un balance con los horarios. El camino no ha sido sencillo y han cometido errores, pero siguen pensando que su negocio es una de sus mejores ideas. Olga es fundadora de Miracle Baby, cuyo producto estrella es el mandil de lactancia, aunque también venden colchas, repetidores, baberos y otros productos para bebé. Ella es una mompreneur o mamá emprendedora, es decir, una mujer que tiene un negocio y es madre al mismo tiempo. El negocio se le ocurrió gracias a la llegada de su primer hijo. “Estaba en el estrés del primer bebé, pero con ganas de hacer algo propio. Soy partidaria de la lactancia materna y mientras daba de comer a mi hijo me di cuenta de que podía ayudar a otras mamás a amamantar cómodamente y sin pena”, cuenta. Para ella, dice, lo más complejo ha sido la lucha con los proveedores para que su producto final tenga gran calidad y un precio accesible.

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María inició su negocio casada. Ahora también es mamá. Y aunque sabe que revisar los pedidos de sus cuatro marcas y que los cargamentos lleguen a sus clientes finales le quita tiempo con Pedro, su hijo, no se ve haciendo nada diferente en su vida. Según datos del INEGI, 60.5% de las emprendedoras en México son casadas. En el sector de comercio, servicios y turismo, 80% de las empresarias son mamás, según la Cámara Nacional de Comercio en Pequeño, Servicios y Turismo (Canacope). Iniciar tu propio negocio puede ser emocionante, pero hay parámetros financieros que no puedes perder de vista o pondrás en juego tu negocio, tu cartera y hasta la seguridad financiera de tu familia. No dejes que la empresa acabe con tu estabilidad, mejor haz bien la tarea. Y de esa tarea hablaré en este capítulo.

Dueña de negocio o emprendedora Ser dueña de tu negocio no necesariamente te hace emprendedora. El emprendedor no solo inicia un negocio, innova para agregar valor. Ser emprendedor tiene una cierta connotación de responsabilidad social, la empresa tiene potencial de tener un impacto en la economía por medio de la multiplicación, ya sea del producto innovador o del empleo que se genera y el servicio.

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¿Cuál es el primer paso? Arma un plan de negocios No puedes tener un negocio si no tienes un plan. Olga sabía que necesitaría hacer números y aprovechó que su esposo es ingeniero y le gusta hacerlos para pedirle ayuda. Así, entre los dos hicieron los primeros presupuestos y establecieron metas de ingresos. Este es el inicio de un plan de negocios. Buena parte de tu plan debe incluir los estados financieros, que son el blanco y negro de las actividades de tu empresa y te van a ayudar a darte cuenta de su condición. Esto es lo que debes tener: • Estado de ingresos. En él debes tener tus ingresos o entradas de dinero y de ahí restas tus costos para tener tu ganancia neta. • Estado de balance. Es como una fotografía en la que muestras qué es lo que tienes, de lo que eres dueño, lo que debes y lo que vale tu empresa. • Estado de flujo de caja. Con él te darás cuentas de todas las entradas y salidas de dinero de la empresa. • Presupuesto. Lo haces anualmente, aunque debes tenerlo con visión a más largo plazo. Es tu pronóstico de cómo planeas hacer dinero y cómo gastarlo. Además de los estados financieros, haz un análisis de tus clientes potenciales y tu competencia. Entender a tu competidor te ayudará a saber cómo diferenciarte, y conocer a tus clientes te permitirá que les hagas el producto u ofrezcas el servicio que realmente requieren. María no se jugó nada. “El mundo de los zapatos es complejo y yo debía entenderlo de arriba abajo para no irme a ciegas”, dice, y contrató a un despacho de consultoría que le presentó el panorama de la realidad del zapato en México. Otras partes básicas del plan de negocios son: • Resumen ejecutivo • Panorama de la empresa • Ambiente y contexto de negocio • Descripción de tu compañía • Estrategia de tu negocio • Resumen financiero • Plan de acción

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Conoce tus objetivos Para que logres cada elemento del plan de negocios debes conocer muy bien tus objetivos, metas y expectativas, y poder responder las siguientes preguntas sin titubear: ¿cuánto vendes o debes vender a la semana, al mes y al año?, ¿a dónde quieres llegar? También enlista todos tus contactos, conocidos y hasta a los amigos de tus amigos, nunca sabes quién puede ser un cliente potencial o un proveedor y hasta socio. Desde el inicio haz un organigrama con sueldos establecidos en el que incluyas un sueldo para ti como fundador, emprendedor u operador de la empresa. Tus horas no son gratis, debes tener un sueldo. María estableció su sueldo desde el día uno y ahora, dice, lo agradece. “Si no hubiera hecho eso, no aguanto, trueno, porque no hubiera recibido ingreso alguno, pues al inicio todo es reinversión”. Debes ser honesta. Si tienes claridad en tus números y datos, sabrás qué tan bien vas al primer año, al segundo y al tercero. Si no estás logrando los objetivos, deberás tener la capacidad de analizar tu negocio para ver si logrará sobrevivir o si solo hay que ajustar algunos detalles de la operación. No arrastres de más un proceso fallido, solo te saldrá más caro. Pon una fecha límite desde el inicio, por ejemplo: si en ______ años no he logrado _________ , y _________ , debo aceptar que el negocio ha fallado. (Lee el capítulo 6 para saber qué hacer si te quedas sin negocio.)

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Del empleado Por otro lado, conforme busques a quienes van a ayudarte a hacer realidad el negocio, trata de que sean personas valiosas que estén igual de entusiasmadas que tú de tu proyecto. En ellos vas a delegar, porque tienes que saber y aprender a hacerlo para poder crecer, y si no tienen la misma pasión que tú, te convertirás en la mujer maravilla de la que depende el negocio. Si quieres tus tiempos y tus espacios, el negocio debe funcionar aunque te ausentes un par de días (esto no sucede de inmediato, te tardarás en lograrlo).

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Un grave error (aunque a veces necesario) Separa las cuentas. Ten una para el negocio y otra para ti. El peor error de quien inicia un negocio es confundir su dinero con el de la empresa. Esto es lo más difícil, María acepta que a dos años del lanzamiento de sus cuatro marcas de zapatos ella sigue siendo “la caja chica” de su empresa. Cuando María hace un pedido, el proveedor se tarda 60 días en tenerlo. Ya que ella lo entrega, el cliente se tarda 100 días en pagarle. La conclusión es que María tiene que mantenerse a flote mucho tiempo. Ahí es cuando su ahorro y su sueldo llegan a ayudar a la empresa a salir de pequeños pendientes. “Aunque todo siempre lo tengo contabilizado y después me cobro”. Ten tu tarjeta de crédito y la que usas para el negocio. No saques de una bolsa para ponerle a la otra con la promesa mental de “al rato se lo repongo”. Este es el primer ingrediente para el fracaso. Y cuando le dije esto a María, rió y me dijo que sí; a ella muchas veces le ha pasado que queda en reponerse algo y ese dinero nunca regresa, pero todavía lo llama un “mal necesario”.

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Dinero para mi negocio El financiamiento es uno de los problemas de iniciar un negocio. No pases del plan de negocio sin investigar a fondo cómo puedes ayudarte a financiar tu idea. Y contempla la opción de que toda la inversión no sea solo compuesta por tu dinero y el de familiares y amigos que confían que te irá bien. Aunque bien dicen que conseguir dinero en las fases iniciales es casi imposible. Pero por lo menos contempla en qué fase un financiamiento sería factible. Hay programas de gobierno que pueden ayudarte. En el sitio del Instituto Nacional del Emprendedor (INADEM) tienen una serie de programas de emprendedores y financiamiento, así como programas de apoyo para MIPYES, que son las micro PYMES y para franquicias. Se abren convocatorias anuales. También está el Fondo pyme de la Secretaría de Economía. Otra alternativa es el Peer to Peer lending o préstamo persona a persona (P2P). En México lo consigues en línea en empresas como Kubo Financiero o Prestadero. Básicamente estas empresas prestan el dinero de terceros. Un ejemplo, yo invierto mi dinero en una de estas empresas y recibo un rendimiento más interesante que los que recibo en el banco. Mi dinero se invierte en tu negocio. Y cuando tú pagues el préstamo que te hacen, yo recibo mis rendimientos. Prestadero, por ejemplo, ofrece rendimientos a los inversionistas y tasas de interés a los solicitantes desde 8.90% y hasta 28.90%. Para poder ofrecer tasas tan bajas tu empresa debe tener riesgos bajos. Las P2P analizarán a detalle tu empresa, te pedirán estados financieros y también revisarán tu historial crediticio. Y claro, están los conocidos créditos, ya sea el personal o el exclusivo para PYMES. En el caso de los zapatos, el tiempo que pasa entre que María hace un pedido, lo entrega y recibe su pago es de 160 días aproximadamente, por lo que para sobrevivir necesita dinero. La empresa de María tiene un crédito revolvente. Y en dos años ha experimentado con dos instituciones financieras, la primera le dio una tasa de más de 20%, y la segunda, de 14%. Igual para ella ese monto es “altísimo, apenas siento que salgo”.

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Crédito PYME Las instituciones financieras tienen este tipo de productos. No es siempre fácil conseguirlos porque requieren que la empresa tenga por lo menos dos años de vida y te pedirán detalles de cuánto gana la empresa y cuándo. Tus flujos serán la carta de presentación. Pero no solo se fijarán en tu empresa, también en ti y en tu historial crediticio, pues tú eres la cara de la empresa. Así que si tienes líos financieros personales será más difícil que te presten para tu empresa. Los bancos normalmente ofrecen tres opciones: • El crédito revolvente, una línea de crédito con vigencia de un año, que es como una tarjeta de crédito para una persona física. • El de crecimiento, que tiene un plazo de hasta 36 meses y es para la etapa de crecimiento. A veces piden que se muestren crecimientos de entre 30 y 40% anual. • Para adquirir activos, este puede ser hasta de 5 años y es para comprar maquinaria o un camión, por ejemplo. Tu activo es la garantía del crédito. Como ves, entre más ordenado seas con tu negocio y más claros tengas los números te será más fácil obtener acceso a financiamiento, por eso es que los expertos siempre dicen que tus finanzas deben estar balanceadas para que tu negocio tenga finanzas sanas. La recomendación principal es nunca mezclar tu flujo personal con el de la empresa, ya que eso podría ser la causa de que tu negocio y tu patrimonio sufran.

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El crédito personal Cualquier institución financiera –banco, Sofol o Sofipo– puede darte un crédito personal. Como es un crédito que evalúa las condiciones específicas de tu caso y perfil, las tasas de interés no son las mismas para todos los que soliciten este tipo de créditos. Se fijarán en tu capacidad de pago, buró de crédito y nivel socioeconómico. Este tipo de crédito los puedes usar para tu negocio, pero también para saldar deudas o hasta unas vacaciones. Pero ten cuidado porque puedes encontrar un CAT de 22% y otro de hasta 125%. Compara siempre el costo de este financiamiento entre varias instituciones y escoge la que mejores condiciones te ofrezca.

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Asegura tu empresa Tú y tu empresa deben tener seguro. Recaredo Arias, titular de la AMIS, me ha dicho un sinfín de veces que no puedes arriesgar tu máquina para hacer dinero –tu cuerpo– y el negocio que te da de comer. Por lo tanto, debes tener un seguro para tu empresa y uno de vida para ti y tus socios.

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Tu negocio De tu idea, producto o servicio dependen tus ingresos, no los pongas en riesgo. En México, más del 90% de las empresas son PYMES; y de ellas, más del 96% tienen hasta 15 empleados, es decir, son microempresas. La cultura de seguros en el país es casi nula. Todavía me he encontrado con personas que creen que comprar un seguro es como hacer un llamado a la mala suerte, cuando en realidad un seguro solo muestra que eres una persona precavida y cubierta para las eventualidades. Las aseguradoras que brindan seguros para PYMES te ofrecerán un producto según tu necesidad; por ejemplo, si se trata de un restaurante, será importante que tengas cobertura contra incendios; si tienes automóviles o vehículos en general en la empresa, te ofrecerán seguros para flotillas, además de que aseguran a tus empleados. Axa dice que el costo para una microempresa es de entre 2,500 y 5 000 pesos al año. Para las PYMES, el costo sería de 18 000 pesos y para las empresas medianas de entre 30 000 y 50 000 pesos al año. María, por ejemplo, tiene un seguro que cubre cualquier eventualidad en la bodega donde tienen los zapatos, para el equipo de producción y para el transporte de León a los distintos clientes finales. “Lo peor que te puede pasar es un incendio en la bodega, por ejemplo, no lo quiero ni pensar, por eso el seguro vale la pena”, dice.

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El seguro de vida Otra forma de asegurar tu empresa es por medio de un seguro de vida para ti y tus socias. Si una llega a faltar, con este dinero la sobreviviente puede seguir con la operación. Este seguro siempre es adicional al que tengas para tu familia. El seguro de vida es fundamental dentro de tu administración de riesgos. Debes pensar: ¿qué pasa con tu familia si tú faltas? Aunque esa es la pregunta clave, dice Recaredo Arias, hay dos escenarios más que debes considerar: ¿qué pasa con ellos si no muero, pero me incapacito?, ¿qué pasa conmigo si no muero, no quedo discapacitado pero sobrevivo más tiempo del planeado? Para estos tres escenarios es que existe el seguro de vida. (Lee el capítulo 1 para saber qué tipos de seguros de vida existen en el mercado.) Escenario 1. La invalidez. Si tienes un accidente y quedas inválido es probable que – por lo menos por un tiempo– no puedas realizar tu trabajo o, en un caso extremo, no puedas regresar a trabajar. Vas a pasar de proveedora en la familia a dependiente y eso implica una pérdida de ingreso para la familia. Debes tener dinero para esa posibilidad. Además, la condición implica muchos gastos extraordinarios, cuidados extras, atención médica, medicinas y quién sabe qué tantas cosas más, para eso necesitas un seguro. Escenario 2. La sobrevivencia. La expectativa de vida de las mujeres se sigue incrementando y el retiro no será barato (lee el capítulo 10 para que veas cómo desde hoy lo debes prever). Un seguro con ahorro y para retiro te ayuda a juntar un extra para tu jubilación, además de que tiene beneficios fiscales. (Más sobre esto en el capítulo 1.) Escenario 3. La muerte. Aquí la cuestión es por cuánto dinero debes asegurar. Recaredo Arias, titular de AMIS, dice que debes calcular el gasto mensual de tu familia y multiplicarlo por 12 meses para tener un aproximado anual. Lo que me ha dicho es que te asegures por un monto equivalente a dos o hasta tres años de los gastos de tu familia. Esto les permitirá encontrar las estrategias para sobrevivir sin ti. Otro cálculo es que te asegures por el número de años que les falta a tus hijos para independizarse. Si tú no eres el único ingreso de la familia, entonces no tienes que asegurarte por todo el presupuesto del gasto mensual o anual, sino por lo que normalmente aportas.

No dejes en el cajón a tu Afore Iniciar un negocio no es sencillo y es probable que lo último en tu mente sea tu Afore o tu retiro. Pero no lo olvides. Si tienes Afore de tus empleos anteriores, aunque no te hayas asignado un sueldo y dado de alta para que se te cubra tu cuota en la Afore en tu nueva empresa, haz aportaciones voluntarias y sigue ahorrando para tu retiro. (Para más sobre esto lee los capítulos 2 y 10.)

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Dejo mi trabajo, no dejo mi trabajo… Dejar un empleo fijo y con prestaciones por emprender tu propio negocio es una decisión compleja. Los riesgos de emprender, cuando tienes una seguridad laboral, parecen mucho mayores. Antes de dejar tu trabajo intenta tener lo siguiente: • Un fondo de emergencia con entre tres y seis meses de tus gastos fijos (lee más a detalle sobre esto en los capítulos 2, 3, 6, 7 y 8). De esta forma, si tu negocio tarda más de lo planeado en arrancar no tendrás problemas financieros. • Ten listo tu plan de negocios antes de renunciar. • Ten una lista de clientes potenciales. Tener apalabrados a un par de clientes te ayudaría a hacer el inicio menos complicado. • Asegúrate de que tengas seguros. Antes de salirte de tu trabajo siéntate con un asesor de seguros para tener un plan de cómo mantener tus coberturas y qué vas a necesitar para tu negocio. • Cuando renuncies, trata de salir con una buena relación con tu exempleador, nunca sabes si lo vas a querer como cliente o carta de presentación.

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Franquicia para aminorar el riesgo Si quieres un negocio propio pero no tienes una idea particular que quieras explorar, o buscas un poco menos de riesgo, puedes optar por una franquicia. Digamos que al adquirir un negocio que ha sido comprobado lo que haces es que te das una “embarradita” del éxito de la idea ajena, pero también ganas dinero. Si bien una franquicia tiene sus riesgos y no garantiza que “la hagas”, por lo menos será menos riesgoso que empezar de cero. Lo que sí debes aceptar desde un inicio es que tendrás que seguir al pie de la letra las reglas impuestas en los manuales. Busca una marca y un giro de negocio que te apasione mucho para que seguir reglas no te moleste, además de que disfrutes lo que haces. La ventaja de la franquicia: • Es una marca probada. • Te ofrecen respaldo (en los manuales está todo el trabajo que antes mencioné que debes hacer para tu negocio propio). El que te den manuales no quiere decir que no debas hacer un poco de tarea por tu cuenta. No solo te vayas por una marca que a ti te encanta. Deberás analizar si en tu ciudad o comunidad el producto o servicio que quieres ofrecer puede agradar. Debes conocer a fondo la marca que quieres vender y al público al que quieres vendérsela. Al comprar una franquicia compras un nombre y el dueño de esta marca debe mantener el nivel de la marca, por eso te ofrece manuales para que no haya líos en la operación, pero también habrá un costo a todo esto. Averigua los costos, que te desglosen los gastos al mínimo detalle y pregunta si habrá gastos extras, como la capacitación de tu personal o los gastos en publicidad, por ejemplo. Hay franquicias que te piden un gasto establecido al año en publicidad y otras en las que la capacitación de cada empleado cuesta (lo que termina saliendo caro por la rotación de personal). Lee bien el contrato, pide asesoría y no olvides preguntar qué pasa si tu franquicia no funciona, ¿la puedes traspasar?

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Sección masculina: ¡Qué nervios que no lo sepa administrar! Ella no es la única mujer que quiere iniciar un negocio o que lo haya hecho. Según el INEGI, en México hay casi medio millón de mujeres empleadoras y 4.3 millones más que trabajan por cuenta propia. Esto equivale al 26% de todas las mujeres mexicanas que trabajan. En vez de que te preocupe y angustie que el negocio falle –y sí es entendible que esto te dé miedo cuando en México solo 2 de cada 10 PYMES sobreviven su quinto año de operación–, mejor ayúdala a protegerse de este contexto. Asesórala, si puedes, a la hora de que haga su plan de negocios. Incítala a que su proceso de planeación sea detallado y con proyecciones reales. Incluso, busca la literatura que debe leer antes de lanzarse por el proyecto. Sé esa balanza que necesita: no solo le des el panorama menos alentador, también el conservador y el de mayor éxito. Pero no asumas un riesgo si no estás dispuesto o no crees en el proyecto. En otras palabras: no le prestes dinero porque es tu hija, hermana, esposa o mamá. Si quieres invertir en el proyecto hazlo no porque es de ella, sino porque igual lo harías si el proyecto te lo presentara un conocido. ¿Y si fracasa? Antes de que llegue a esto, mejor ayúdale a ser prevenida. Dile que hay riesgos y pregúntale qué haría si la pesadilla se convierte en realidad. Siéntala con un asesor de seguros o de finanzas personales que le ayude a tener claras las cuentas del negocio y las propias. Tengo una amiga que compró una casa como inversión, el novio la acompañó a verla y no le gustó mucho lo que vio. Cuando ella inició los trámites del crédito hipotecario tuvo que hacer varios ajustes para poder comprar la casa. Él se ofreció a ponerle algo de dinero para que ella no se las viera tan difíciles. Él sintió que era lo que debía hacer por ella, por lo menos ofrecer, aunque no estaba seguro de lo que estaba ofreciendo. Ella le respondió: “No, esta es mi inversión y mi riesgo, tú no tienes por qué compartir esto conmigo, y menos si no me sale bien”. Comprar una casa era su inversión. Lo mismo pasa si se trata de un negocio. Tomar la decisión de comprometer ingresos, ahorros o solicitar un crédito no se debe hacer a la ligera. Se debe planear. Si ella lo ha planeado bien, ha hechos sus números y está segura, es probable que no esté esperando que tú la ayudes o la salves.

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Me quedé sin trabajo

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ecortes, malentendidos con el jefe, incumplimientos o que tu negocio de plano no funcione y demás eventualidades laborales y profesionales nos pueden pasar a todas. Por eso hay que estar preparadas ante la posibilidad de un despido o un fracaso. Isabel fue directora de área de una empresa de medios durante varios años hasta que decidió emprender su negocio. “Quería ser mi propia jefa”, dice. Un año y medio después de lanzarse como emprendedora estaba “endeudadísima” y sin flujo de capital. Con todo y deudas, cerró su negocio. Durante un año sus tarjetas estuvieron al límite y por seis meses –ya muy desesperada– buscó trabajo. Indagó puestos en todos los portales en línea y creó una base de datos a la que después envió su currículum. “No tenía ahorros porque todo mi ‘colchón’ lo había invertido en mi negocio”, cuenta, así que en su mala racha económica se financió con sus varias tarjetas de crédito y aguantó las llamadas de los cobradores. “Tenía que aceptar que no había pagado a los que llamaban a mi casa a horas muy incómodas.” Aunque tuvo días en los que pensó que sería más fácil desistir, Isabel trató de mantenerse positiva y con la esperanza de que lograría encontrar un empleo que le permitiría regresar al estilo de vida de que gozaba antes. Como Isabel no tenía un fondo de emergencia, su familia le echó la mano para cubrir algunas deudas en tarjetas y ella recortó todo tipo de gastos. En lo que no escatimó y se endeudó un poco más fue en contratar a un headhunter profesional, quien le ayudó a saber cómo explicar en las entrevistas de trabajo el fracaso de su empresa. “Esto”, dice, “fue una gran inversión”. Para el tercer trimestre de 2013 la tasa de desempleo en México era de 4.92%, según datos del INEGI. De hecho, esta tasa ha rondado el 5% desde la crisis financiera global de 2008. La tasa de desempleo en las 32 principales zonas urbanas del país, donde el mercado de trabajo está más organizado, era de 5.88%. Y según el INEGI, la desocupación entre mujeres era de 5.52%, mientras que entre hombres era de 5.15%. ¿Puedo quedarme sin trabajo?, será la pregunta instantánea después de leer los datos anteriores. Sí, siempre hay una posibilidad de quedarse desempleado y por eso es que hay que prevenir esta eventualidad, como previenes un cáncer adquiriendo un seguro de gastos médicos mayores. ¿Cómo me cuido del desempleo? Sigue leyendo. También sigue

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leyendo si ya estás desempleada, pues hay un par de estrategias que te pueden ayudar a pasar este proceso.

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Si aún puedes prever Si todavía tienes empleo y puedes prevenir un despido o prepararte para una eventualidad laboral, hay tres cosas básicas que puedes hacer: tener un fondo de emergencia, cuidar tus plásticos y contratar un seguro médico. El famoso fondo de emergencia, del que ya hablé en el capítulo 3 y abordaré más adelante, es lo que te puede ayudar a que el proceso de conseguir trabajo no sea tan tortuoso como el que experimentó Isabel. A los tres meses de desempleo Isabel obtuvo una primera oferta laboral. No era el puesto o el sueldo que quería, pero lo tomó con la idea de seguir buscando empleo mientras trabajaba. Así podría pagar deudas y gastos fijos. En retrospectiva, dice, esto fue un riesgo importante. “Fui perseverante y seguí buscando trabajo y tomando entrevistas, pero si me hubiera acomodado un poco más en ese puesto, quizá no hubiera conseguido lo que realmente quería”. Isabel tomó ese trabajo porque pensar en más meses sin ingresos era la peor de todas las pesadillas o de las realidades. Ya había tenido que sacar efectivo de sus tarjetas de crédito para pagar sus gastos fijos y pidió dinero a sus papás para pagar al headhunter. Un fondo de emergencia con por lo menos tres meses de sus gastos fijos le hubiera ayudado a Isabel a buscar trabajo sin tanto estrés. Si lo logras tener tú, podrías buscar trabajo sin preocuparte por cómo pagar la luz de tu casa. Recuerda que este fondo debe estar en un instrumento de inversión seguro y con liquidez diaria. Para conseguir este fondo de emergencia tienes que hacer una estrategia de ahorro en la que tu “guardadito” no sean los extras que te quedan al final del mes, sino que desde que te llega tu dinero establezcas cuánto de ahí se va para juntar tu fondo de emergencia. Por lo tanto, en lugar de que el ahorro vaya abajo en tu presupuesto, debe ir arriba. No es fácil hacerlo, pero el ahorro debe ser más importante que los lujos que te permites, sobre todo cuando estás tratando de juntar para tu fondo de emergencia. En cuanto a las tarjetas de crédito, tener cuidado con su uso podría ayudarte a enfrentar un momento sin ingresos. En principio nunca es buena idea tener tus tarjetas hasta el tope, pero esto sería desastroso si además no tienes ingresos fijos ni un trabajo seguro. Solo imagina no tener trabajo y deber dinero al banco por bienes que compraste hace más de seis meses. Para Isabel eso fue lo más difícil. Tu tarjeta de crédito no es una extensión de tu ingreso, debes utilizarla solo para financiarte durante un mes y por un monto manejable. Recurrir a créditos pequeños, como el abuso de meses sin intereses, y hacer un uso constante del plástico te puede hacer caer en un problema de deudas y pagos.

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¿Y lo del seguro? Un escenario terrorífico que puede venir de la mano de la pérdida del empleo es quedarte sin seguro de gastos médicos mayores y, por lo tanto, perder la antigüedad de tu póliza. Tu empresa te ofrece dos prestaciones que puedes extrañar el día que salgas de ella: el seguro de gastos médicos y el de vida. La aseguradora, solo en el caso de este último seguro, está legalmente obligada a continuar con el servicio y la misma póliza si el empleado lo pide y lo paga. Si te interesa mantener el producto tienes 30 días desde el día de tu despido para pedir a la aseguradora la continuación de la póliza, ahora como individual. No obstante, este procedimiento no aplica para el seguro médico, pues legalmente no tiene un requerimiento la aseguradora de ofrecerte el mismo producto y mantenerte la antigüedad. En el momento en que sales con tu caja de pertenencias de tu oficina, el seguro no sale contigo. Recuerda que el seguro de gastos médicos es una prestación al puesto, no a ti. El riesgo de perder la antigüedad es que el siguiente seguro que contrates puede decirte que ya no te cubre una enfermedad que tengas –por preexistencia–. Por eso debes tener siempre un seguro por una suma asegurada en exceso, además del seguro de tu empresa. (Para leer los detalles de este seguro de suma en exceso lee el capítulo 3.) Este tipo de seguro lo puedes contratar mientras trabajas –de hecho deberías tenerlo desde tu primer trabajo– y nunca dejar de pagarlo. Lo bueno de este producto es que mientras tengas empleo pagarás muy poco porque tu empleo te cubrirá hasta un cierto monto y tu seguro será para eventos en los que sobrepases ese tope, por lo que tu anualidad será muy barata. Por ejemplo, por un seguro de suma asegurada en exceso a partir de un millón de pesos y hasta el tope establecido por tu aseguradora, una persona de 45 años podría pagar 6 000 pesos al año. Si no tienes este seguro desde hace años, contrátalo ahora que tienes un empleo. Lo puedes hacer con la aseguradora que quieras y te permitirá crear una antigüedad para ti como persona, no como empleado de una empresa. El beneficio es que, si te llegan a despedir, tendrás un pendiente menos –la pérdida del seguro puede ser muy estresante para quienes se quedan sin trabajo– y una antigüedad.

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Si ya no tienes empleo Hay dos cosas básicas que debes hacer en el instante en que te quedas sin empleo: revisar tu presupuesto y ponerte a buscar trabajo. Tu trabajo es buscar trabajo. No puedes darte el lujo, sobre todo si no tienes un fondo de emergencia ni ahorros, de darte un tiempo para el luto de la pérdida del empleo. Cuando mi amiga Marisol, la que entró a trabajar casi al mismo tiempo que yo a Grupo Expansión y con quien aprendí cómo organizar las prestaciones de la empresa, se quedó sin trabajo a mediados del año pasado recuerdo muy bien que, al igual que me sucedió a mí cuando renuncié, pasó por una serie de etapas emocionales. Primero, da tristeza y algo de enojo; después, te sientes liberada; luego, extrañas y valoras lo que tenías en ese trabajo; y, finalmente, aceptas lo que pasó y haces las paces –ya sea contigo por renunciar o con quienes te dejaron sin trabajo–. Supongo que habrá casos en que hacer las paces será complicado, y aquí me refiero a un despido injustificado. Pero regresando al tema central, quedarte sin empleo es una pérdida y toma tiempo aceptarla y aprender a vivir sin esa rutina, me explicó Margarita Tarragona, terapeuta y socia de PositivaMente. Vivir el luto de quedarse sin trabajo es un lujo que Marisol se pudo dar un par de meses porque tenía ahorros y una buena liquidación. Si este no es tu caso, como fue con Isabel, entonces ponte a buscar trabajo desde el día uno de tu desempleo. No olvides que entre más rápido busques y más puertas toques más fácil encontrarás una nueva oportunidad. El otro aspecto que debes enfrentar tan pronto como despiertes en casa desempleada es tu presupuesto. Sin ingresos no puedes gastar igual –aunque tengas un fondo de emergencia, una liquidación y un ahorro–. Al final, no sabes cuánto tiempo vas a tardar en conseguir un empleo nuevo. Por cierto, en promedio te puedes tardar unos seis meses en conseguir un nuevo trabajo, y en el peor de los casos, este proceso puede llegar a ser de hasta un año, según datos de la encuesta Motivaciones del Mexicano en el Trabajo de la empresa Randstat México. Tu presupuesto será uno de tus mejores aliados para que el desempleo sea lo más manejable posible. Y lo debes reajustar y recortar. Esto te puede ayudar a lograr un presupuesto más eficiente o a dieta: • Identifica los gastos básicos (renta, colegiaturas, hipotecas) que no puedes dejar de pagar. • Encuentra los gastos que tienes en tu presupuesto que puedes sacrificar o posponer, como comidas en restaurantes. • Mantén, por lo menos, una actividad de disfrute. Si quitas todo lo que te gusta hacer vas a sufrir mucho este proceso. Deja algo que te cause placer.

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Chica busca trabajo… Un par de recomendaciones para que trates de agilizar el proceso de encontrar trabajo. 1. Pregunta a los conocidos, excolaboradores y compañeros de trabajo si saben de algo. Revisa el montonal de tarjetas de presentación que tienes por ahí guardadas, organízalas y busca aquellas que sean de personas en tu sector que podrían ayudarte a conseguir un empleo. Envíales un correo electrónico. Lo difícil aquí es que mantengas el balance entre “te contacto para ver si me puedes ayudar” versus “soy tan intensa que parezco un caso para ayuda social”. 2. Inscríbete a los portales de empleo que están en línea. En general, puedes suscribirte gratis y subir tu currículum de inmediato. Explora muy bien el sitio para que puedas sacarle el mayor jugo, no solo es subir tu currículo y esperar a que alguien lo encuentre, sino que revisa constantemente las vacantes, los seminarios o congresos que ofrezcan, ya que esto puede ayudarte a ponerte en contacto con personas en tu medio. 3. Tu curriculum vitae no es solo tu currículo. Ahora tu página de Twitter y la de Facebook también forman parte de la información que revisan los reclutadores de ti. Ahí también debes mantener congruencia y ser cuidadosa. 4. Busca en línea toda la información que puedas sobre la empresa que quieres que te contrate o a la que vas a visitar para una entrevista. Debes conocerla bien para entender qué buscan.

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Que la Afore te ayude La Afore ofrece un dinero por desempleo. No es un seguro, sino un dinero que te permiten sacar de tu ahorro para el retiro cuando estás desempleada, siempre y cuando tengas por lo menos dos años cotizando y tres años de contar con una cuenta. La Afore te permitirá hacer un retiro de entre 30 y 90 días de tu Salario Base de Cotización. Y para obtener este dinero debes tener una autorización y certificado del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) que no podrás sacar hasta que tengas 45 días cumplidos de desempleada. Y no creas que esto es un recurso poco utilizado y que tu Afore pondrá cara de sorpresa cuando llegues a pedirle este dinero. De enero a mayo de 2013 se retiraron 3 352.6 millones de pesos de 414 325 cuentas individuales de las Afores por desempleo. De hecho, en esos cinco primeros meses de 2013 el número de retiros aumentó 3.8 por ciento. Lo que debes hacer es ir a tu Subdelegación Administrativa del IMSS y solicitar la Certificación de Baja del Trabajador Desempleado. Este papel lo llevas a tu Afore y esta te dará el dinero en unos 5 días. Este beneficio lo puedes obtener cada 5 años, entonces no es solo para una etapa de desempleo en tu vida laboral, pero tampoco para cada que cambias de trabajo. Lo que no es tan positivo del retiro por desempleo es que al hacerlo te quitan semanas de cotización en tu Afore; al final, no es un regalo, es dinero que ya juntaste. Y esto se traduce en que podrías llegar a los 65 años y enterarte de que no puedes retirarte porque te hacen falta un par de semanas para tener el número necesario para obtener el 100% de tu pensión. Para recuperar esas semanas es necesario realizar aportaciones totales o parciales a tu subcuenta, es decir, regresando el dinero que te prestaste. No olvides preguntar en el IMSS cuántas semanas de cotización se quitarán por tu retiro.

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Aguas con tu hipoteca Si tienes un crédito hipotecario en el momento en que te quedas sin empleo lo primero que debes hacer es hablar a la institución con la que tienes el crédito. ¿Por qué? Porque la mayoría de los créditos cuentan con seguros por desempleo gratuitos que te pueden ayudar con unos tres meses de tu pago mensual de la hipoteca. Además, porque no puedes seguir con el miedo de que el banco –si se entera de que no tienes para pagarle– se va a lanzar en dos segundo a quitarte la casa. El negocio de los bancos es el dinero, no los bienes raíces, así que quedarse con una casa es el último recurso. Antes, la mayoría prefiere renegociar y apoyarte para que pagues de alguna forma u otra. Las letras pequeñas del seguro de desempleo en la mayoría de los créditos –también lo tienen para los créditos de auto– es que el desempleo debe ser involuntario. En otras palabras, si renuncias, te retiras de forma voluntaria o terminas tu relación laboral por mutuo acuerdo no hay seguro por desempleo. Otro elemento que debes revisar en tu contrato es si hay un tiempo de espera o no para recibir este seguro. ¡Ah! Y otra cosa, si tu crédito es cofinanciado con el Infonavit, por ejemplo, hay instituciones que no dan seguros por desempleo porque el dinero que está en tu subcuenta de vivienda se puede utilizar para pagar las mensualidades de tu crédito en lo que consigues un nuevo trabajo. Si tienes trabajo todavía y ves una nube venir, ¿haces pagos adelantados? Pagar la mensualidad de forma adelantada en tu hipoteca lo debes hacer cuando tienes ingresos extraordinarios que no desbalanceen tus finanzas del día a día. Así que si justo es diciembre y recibiste tu aguinaldo –que no tienes comprometido– y crees que pueda haber un recorte en enero, podrías aprovechar y hacer un pago adelantado a tu hipoteca. Pero si eso hará que no puedas pagar tus tarjetas de crédito o la luz, olvídalo. (Para leer más sobre esto ve al capítulo 8.)

Las recomendaciones institucionales En el tema del seguro por desempleo estas son las tres recomendaciones que hace la Condusef: 1. Revisa a detalle las condiciones de tu póliza. En otras palabras: lee el contrato. 2. Ten como reserva por lo menos dos pagos mensuales de tu crédito. ¡Ya ven! Es lo que yo llamo fondo de emergencia. 3. Verifica los tiempos que te tardarás en tener la documentación lista para reclamar el pago de las mensualidades por desempleo, ya que podrían tardar más de 30 días y en ese caso podría vencerse el plazo de uno de tus pagos y, por lo tanto, tener penalizaciones. Esto es muy importante. 123

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Revisa las pólizas de los seguros Ya para cuando estés en casa, uno de los pendientes que debes resolver es el de tu seguro de gastos médicos mayores y el de vida. Si quieres mantener el de vida, como dije antes, tienes 30 días para solicitarlo a la aseguradora. Si ya no tienes trabajo y tienes un seguro de suma asegurada en exceso, entonces deberás ajustar tu seguro y bajar el deducible alto que tuviste. Si no te alcanza el dinero para hacer eso, no bajes el deducible, pero por favor mantén tu seguro. Quizá por un año puedas tomar el riesgo de tener un deducible muy alto y en cuanto tengas un trabajo regresar al esquema anterior aprovechando la prestación de tu nueva empresa, pero no te puedes dar el lujo de perder tu antigüedad. Éste es otro elemento para el cual te puede ayudar el fondo de emergencia. En principio, podrías sacar dinero de aquí para bajar tu deducible y pagar una mensualidad más alta en tu seguro médico. El costo del seguro de gastos médicos depende de la edad de la persona y la inflación médica. Por lo tanto, conforme más edad tengas tu seguro será cada vez más caro, hasta que cumplas 70, pues a partir de los 70 años la edad ya no cuenta y solo incrementa el costo del seguro según la inflación médica. La diferencia en el costo para seguros de personas de más de 70 años está en la compañía con la que tengas el seguro. Analiza siempre esto al contratar, pregunta y compara.

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El desempleo sale caro Isabel hoy tiene un trabajo que la hace feliz, es directora de área en una empresa, ahora de relaciones públicas. Después de conseguir este trabajo todavía tardó seis meses en reordenar sus tarjetas de crédito; de hecho, fue con una empresa reparadora que le ayudó a establecer una estrategia. Hoy está ahorrando para tener un fondo de emergencia, ya tiene el equivalente a tres meses y quiere llegar a los seis meses de sus gastos fijos. Marisol, por su parte, tardó tres meses en encontrar un trabajo nuevo, aunque en realidad nunca dejó de trabajar. A la semana de su despido ya tenía un par de ofertas como freelance. Ahora, a unas semanas de iniciar su nuevo trabajo, se siente totalmente liberada de ese episodio en su vida que incluyó un primer despido. Cerró su ciclo e inició uno nuevo, solo que esta vez –antes de firmar contrato– preguntó muy bien todos los detalles de las prestaciones. No importa cómo hayas llegado a este periodo de tu vida en el que no cuentas con trabajo, tendrás que bajar tu consumo y gastos, pues enfrentarás costos nuevos que tenías como prestaciones –como el seguro de gastos médicos o un coche si tu empresa te daba esa prestación–. El desempleo no es un momento sencillo de sobrevivir; mientras buscas un empleo y lidias con el aspecto emocional, debes enfrentar una turbulencia financiera. Busca la ayuda existente –como lo que puede darte la Afore o los seguros de tus créditos–, trata de mantener una visión de mediano plazo y no pierdas de vista la meta.

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Salva tus deudas Salir de las deudas es uno de los procesos más complicados dentro de las finanzas personales. Lo sé porque lo he tenido que hacer. En México, ni la mitad de los que tienen tarjeta de crédito pagan en su totalidad las compras realizadas cada mes con sus plásticos; según Banxico, los totaleros son solo el 43% de los tarjetahabientes. El primer paso para sanar tus deudas es saber exactamente cuáles son y de cuánto. Haz una lista en la que pongas el nombre y el monto de la deuda. Para saber cuántos meses te vas a tardar en pagar cada deuda divide el monto total entre el pago mínimo. Esto es siempre y cuando no sigas consumiendo. Con toda esta información ordena la lista: pon hasta arriba la que puedes pagar primero y al final la que tardarás más en saldar. Lo difícil viene ahora. Para pagar la primera debes regresar a tu presupuesto y sacar tu capacidad de pago. De tus ingresos resta los gastos y el remanente, esa sobrita, que espero pudiera ser como el 10% de tus ingresos –si no lo son, empieza a recortar gastos–, es lo que vas a abonar a la primera deuda, además del pago mínimo. Cada mes pagarás el pago mínimo que te solicite el banco, más ese remanente de tus ingresos. Del resto de las tarjetas o créditos solo pagarás el mínimo para no meterte en problemas. Cuando acabes con la primera tarjeta o deuda, vas por la siguiente y así hasta acabar con la que tenía el plazo más largo. La belleza de esto es que conforme vas saldando deudas tu capacidad de pago se va incrementando porque puedes destinar a la nueva deuda lo que antes destinabas a la ya saldada. Cuando acabes tendrás ya el hábito de un ahorro del 10% de tus ingresos –ese remanente que pusiste desde la primera deuda–; aprovecha ese hábito y empieza a ser ahorrador, en vez de deudor.

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Sección masculina: Lo que sí le presto y lo que no Se quedó sin trabajo y tú entras en pánico. No importa si es tu esposa, compañera, novia o tu hija, ella va a necesitar un apoyo y ese serás tú. Acompáñala en el proceso de revisar presupuestos y encontrar cómo recortar gastos y ajustarlos. Debes ayudarle para que pueda salir adelante sola. Podrás, si tus finanzas te lo permiten, prestarle dinero para pagar un asesor financiero o un headhunter como lo hicieron los padres de Isabel (el caso del que hablo en este capítulo), pues este tipo de acciones son una inversión para que ella reencuentre su centro y pueda conseguir un nuevo empleo. Si lo que quiere es iniciar un negocio ahora que se ha quedado sin trabajo, mucho dependerá de su situación financiera y, obvio, de la tuya si puedes ayudarle a que inicie este sueño de emprender. Si es el caso, lean también el capítulo 5. Si le vas a ayudar a pagar deudas, revisa con ella qué tipo de deudas son y hagan un plan juntos de cómo las va a pagar y cuánto se tardará en pagarte a ti, si es que manejan por separado sus finanzas. Es obvio que la petición, la responsabilidad y el arreglo dependerán de si quien se ha quedado sin empleo es tu novia, tu esposa o tu hija. Lo importante es que va a voltear a buscar apoyo en ti y tú debes ver cómo proveerlo sin que esto afecte demasiado. • Cuida tus finanzas antes de ver por las de ella. O piensa en el bienestar de la familia y no solo en lo que ella necesite financieramente hablando ahora que no tiene ingresos. A lo que me refiero es que si es tu esposa, por ejemplo, y su ingreso era parte muy importante del ingreso familiar, es probable que deban poner juntos las prioridades para que los recursos que sí tengan se vayan a las metas correctas. • No importa para qué le puedas ayudar, armen el plan juntos. • Sé honesto, habla de lo que te parece y lo que no, de lo que puedes hacer por ella y lo que no. Un ejemplo, quizá te sea más fácil prestarle un poco de dinero a tu novia que pasarle tu directorio de contactos para que ella busque a alguien que pudiera darle empleo. Quizá prefieras hablarle a tu amigo y recomendarla a prestarle para pagar sus tarjetas de crédito. Lo único que debes hacer es decirle cómo puedes ayudarle y explicar por qué.

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Voy a ser mamá

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D

icen que todo cambia el día que tienes un hijo. Y tienen razón: dejas de dormir y habrá algo y alguien más importante que tu propio bienestar. Las fotos en tus redes sociales o teléfono inteligente serán de tu “gordit@ hermos@”, en vez de los viajes, las fiestas y mil eventos a los que solías ir. Uno de los cambios que da la vida con la llegada de un hijo y del cual hablamos menos es el presupuesto. El 21% del total de los ingresos familiares se destina a mantener y cuidar de un bebé, según datos de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco). Es un porcentaje alto, incluso más de lo que se gasta en vivienda, que según el INEGI equivale al 19.8% de los ingresos de los hogares mexicanos. La llegada de tu bebé te da un margen de nueve meses para recibirlo y uno de los preparativos debe ser cómo vas a enfrentar los gastos de su llegada y de todo lo que implica que esté junto a ti por los siguientes, ¿qué serán?, ¿20 años de su vida? Lo más importante es que la llegada de los hijos no se traduzca en una vida de sacrificios, sino de disfrute con ellos. Para eso, la planeación es tu mejor aliado (y el tiempo porque tienes muchos años de ahorro por delante para todas las metas que quieras compartir con ellos). Los gastos más obvios, y quizá más significativos cuando estás embarazada, son los de su nacimiento, sobre todo si va a venir al mundo en un hospital privado, que es el supuesto que vamos a analizar en este capítulo. A finales de 2011, Jana decidió que tendría un bebé en 2013. El día que recibió su aguinaldo en 2011 lo guardó para Nicolás, quien hoy tiene siete meses. “Ese fue el primer ahorro que le hicimos”, cuenta, y de ahí en adelante, cada que podían, ella o su esposo David le ponían un poco más de dinero al fondo para el bebé. Ya que supo que estaba embarazada, Jana visitó el módulo del seguro en la empresa donde trabaja para averiguar de cuánto era su cobertura por maternidad. Ya con el monto anotado, fue con su doctor y averiguó cuánto sería de honorarios médicos y gastos hospitalarios. “Lo que me daba el seguro era muy poco, fuera parto natural o cesárea me daban lo mismo, así que tuvimos que juntar el resto pensando en el monto más alto”, dice Jana. Estos son los pasos básicos para prepararse para la llegada de un bebé, y si como Jana se puede juntar un aguinaldo entero, ¡sensacional! 131

El camino al nacimiento En tu presupuesto debes considerar las visitas al obstetra, que podrían ser una vez cada trimestre o incluso una al mes. La frecuencia depende de cada médico y del caso particular del paciente y el embarazo. En una visita se te cobrarán los honorarios médicos y un estudio. “Yo no sabía que cada mes tendría que ir al médico y menos la cantidad de ultasonidos que piden”, comenta Jana, quien tuvo que incrementar su ahorro destinado al apartado médico. Más adelante ahondaré en los seguros, pero de una vez les adelanto que todas estas visitas al médico no las cubren. Además, hay una serie de estudios de laboratorio que te irán pidiendo en el transcurso de los 9 meses. Si tu médico te revisa en un consultorio dentro del hospital te puede ofrecer que los estudios los hagan ahí. No olvides que tienes la opción de ir a laboratorios especializados que pueden ofrecerte un mejor precio o un descuento con tu tarjeta del seguro de gastos médicos mayores. Como en todo, hay que comparar y decidir no solo por el factor del precio, sino también el servicio, la comodidad y la confianza. Estamos hablando de gastos relacionados con tu salud y la de tu bebé, es probable que no pienses en escatimar, pero tampoco hay que dejar de ser consumidores inteligentes. Pregunta a tu médico desde el inicio cuántas veces, en promedio, te revisará –al final del embarazo puede que aumenten–, qué estudios te va a pedir y cuándo para que vayas preparando tu presupuesto. Algunos hospitales ofrecen paquetes que incluyen las visitas prenatales, los laboratorios, el parto y una consulta posparto, pero te piden que el médico sea de los afiliados al hospital y que han aceptado ajustarse al presupuesto. Parte de prepararte para ser madre incluye saber qué pasa con tu cuerpo y el del bebé, además surgirán mil dudas en el camino. Hay cursos que ayudan a los padres a estar listos mental y físicamente para la llegada del bebé. Cuando iba a nacer mi primer hijo fui a un curso psicoprofiláctico. Un par de horas a la semana las dedicaba a educarme sobre el embarazo y ser mamá. Aprendí a hacer ejercicios para prepararme para el parto, escuché pláticas con pediatras, nutriólogos, especialistas en lactancia y tuve hasta clases de primeros auxilios. Fue un tiempo para entender y apreciar el embarazo, pero también tuvo un costo y si quieres hacerlo debes presupuestarlo. En este tipo de centros los cursos los imparten dulas, o acompañantes de parto, y si no puedes pagar el costo total del curso casi siempre tienen disposición para hacerte algún plan de financiamiento o descuento. En algunos hospitales también ofrecen charlas y cursos con costo, por si no quieres comprometerte a realizar una actividad semanal.

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El día cero El día de su llegada será el más caro, pues tendrás que pagar honorarios médicos y lo del hospital. Si planeas con tiempo, verás que hay forma de financiarse. Por ejemplo, la mayoría de los hospitales privados tienen paquetes para el parto, incluso hay planes para pagos mensuales, así durante seis meses del embarazo –no te dejan empezar a pagar hasta el segundo trimestre del embarazo– puedes hacer pagos al hospital. Si no has decidido en qué hospital quieres que llegue tu bebé, puedes ahorrar en una cuenta de inversión –sin riesgo por favor– para poder pagar de contado el día que nazca. En principio, los hospitales te ofrecerán dos paquetes: el de parto natural y el de cesárea. El de parto natural es siempre más económico. Si optas por este y el mero día resulta que es una cesárea, solo debes estar preparada para pagar la diferencia. Como ves, no puedes realmente planear el costo del nacimiento a ciencia cierta, por lo que es muy importante que tengas un extra para las eventualidades que pueden ocurrir. A Jana en uno de los primeros ultrasonidos le dieron la noticia de que Nicolás nacería con labio hendido, una malformación que se traduciría en tratamientos en los primeros meses de vida y en dos cirugías, una a los cuatro meses y otra a los 8 años de edad. De inmediato llamó al seguro y averiguó que le cubrirían las cirugías hasta un cierto tope. Jana tuvo que pagar de su bolsillo los ultrasonidos extras y especializados que solicitó su médico para darle seguimiento al desarrollo de Nicolás. El seguro solo le cubrió el ultrasonido en el que diagnosticaron la malformación. No obstante, como Nicolás era un bebé fuerte y en general muy sano, no se cubrieron más estudios u honorarios médicos. El aprendizaje, dice Jana, es que nunca sabes qué puede pasar y qué vas a necesitar durante el embarazo para que tú y tu bebé estén sanos “y en eso no quieres arriesgarte, más vale ahorrar para tener de más”, añade. Si planeas con tiempo, sales a buscar y comparas, puedes encontrar hasta promociones en el costo de los hospitales. Hay veces en que los hospitales ofrecen descuentos en el paquete hospitalario para maternidad, incluso varían los costos si los pagas de contado o en pagos diferidos. Debes preguntar y comparar. Tienes derecho a visitar hospitales y hacer todas las preguntas que quieras. Si vas a fijarte hasta en el uniforme de las enfermeras y el equipo médico, también compara los precios. Recuerda que los paquetes no incluyen los honorarios médicos. Así que para prepararte con tiempo pregunta a tu obstetra cuánto te va a cobrar por el día del nacimiento del bebé y que te explique también a detalle los honorarios de todos los miembros de su equipo. Tu lista deberá verse más o menos así: • Cirujano obstetra • Asistente • Anestesiólogo 133

• Pediatra neonatólogo (no es parte del equipo de tu ginecólogo, pero debes contemplar que necesitarás alguien que reciba al bebé y debes sumar sus honorarios)

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Opciones alternas La decisión de dónde y cómo quieres que llegue tu bebé a este mundo solo la puedes tomar tú. Infórmate de todas las opciones porque quizás haya alguna que te haga sentir más cómoda. Por ejemplo, además de un parto natural con anestesia o la cesárea, que es una intervención quirúrgica, puedes optar por un parto psicoprofiláctico, un parto natural sin anestesia. Estos son los más económicos en los paquetes de los hospitales, pues en principio te ahorras al anestesiólogo. No obstante, es probable que necesites una dula, o acompañante de parto, y esto suele tener un costo, aunque siempre menor que el de un anestesiólogo. Además del parto psicoprofiláctico, tienes la opción del parto en agua. Pocos hospitales ofrecen esta modalidad en México, pero los que la tienen la ofrecen con un costo menor que el de parto natural con anestesia y que el de una cesárea, aunque es más caro que un parto psicoprofiláctico. Finalmente, tienes la opción del parto en casa. Aquí te atenderá una partera y lo que piden es que el embarazo haya sido de muy bajo riesgo. Para un parto en casa debes tomar el curso psicoprofiláctico. Este es el esquema más económico. Aun así debes considerar estos gastos: • Partera • Pediatra • Instructora o dula • Materiales para el parto Todas las parteras y dulas te pedirán que tengas un “colchoncito” por si algo sucede y debes ir al hospital a la hora del nacimiento. Algunas piden, por precaución, que tengas una ambulancia durante el proceso, sobre todo si no estás muy cerca de un hospital.

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El seguro de gastos médicos Si vas a optar por un parto en una institución privada, lo más sensato es que lo costees con un seguro de gastos médicos mayores que, en su mayoría, incluyen una cobertura por maternidad. Incluso los que te dan como prestación en las empresas. No puedes correr a comprar tu seguro el día que te embarazas. Esta es una de las coberturas que piden un periodo de espera, es decir, compras tu seguro y en el contrato dice que la cobertura de maternidad aplica hasta los X número de meses desde el inicio de la póliza. En general, el periodo de espera es de ١٠ meses. Si ya estás embarazada no hay forma de que consigas cobertura. Si estás pensando en embarazarte, averigua los tiempos de espera, adquiere el seguro y espera. Las coberturas varían, pero tienen siempre un monto límite; por ejemplo: 25 000 pesos. Esto alcanza para un paquete de cesárea en un hospital de los que las aseguradoras ponen en sus grupos hospitalarios de segundo nivel. Lo que sea que te ofrezca tu seguro será de gran ayuda, así que desde el inicio averigua cuánto es y pregunta al asesor cómo es mejor manejar el procedimiento, si como pago adelantado o reembolso. No hagas caso a los que te dicen que el seguro solo cubre cesáreas, eso era antes. Ahora no importa qué tipo de parto escojas, mientras sea en una institución médica, y no en tu casa, el seguro cubre lo establecido en la póliza. Si bien la ayuda financiera para el nacimiento es parte importante del seguro, lo más valioso es que al nacer tu hijo está cubierto. Si llegara a haber alguna complicación y el bebé necesita un par de días en incubadora, por ejemplo, el seguro entra y cubre esos gastos. Aun así, no tardes más de 30 días en registrar a tu bebé con el seguro porque si te pasas de ese periodo y le encuentran alguna enfermedad, o le sucede algo, el seguro puede decir que es una preexistencia y ya no lo cubre. Entrados en el tema de seguros, les cuento una anécdota personal. El día que nació mi segundo hijo, Eduardo, estuve necia con mi esposo de que lo asegurara inmediatamente, como habíamos hecho con el primero, Emiliano. Esto básicamente es llamar a tu agente, avisarle que ha nacido y que todo está bien. El asesor de seguros prepara un formato, tú le envías copia del acta de alumbramiento, firmas y ya estuvo. Tu hijo tiene seguro. No pudimos dar de alta a Eduardo desde su primer día porque no habíamos decidido si se llamaría Eduardo, así que nos tardamos un par de días más en enviar los papeles y firmar. El bebé tenía unos ocho días cuando finalmente enviamos los papeles. Eduardo llegó a la casa y Emiliano tenía una de esas gripas de enojo, sí, estaba celoso del hermano recién desempacado. Al día 13 de Eduardo noté que tenía mocos, una tos leve y llamé para pedir una cita al pediatra. El día 14 llegamos con la pediatra. Lo revisaron, le mandaron hacer una placa torácica y me dijeron: ¡lo tenemos que internar porque tiene neumonía!

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Yo, fiel creyente de la lactancia materna, sostenía que los niños alimentados por su madre nunca se enferman. De hecho, lo había experimentado, pues Emiliano no se enfermó sino hasta el día que dejé de amamantarlo a sus ocho meses. Cuando me dijeron que internarían a Eduardo lloré, en serio lloré como desesperada. El bebé se fue a terapia intensiva y yo me mudé al hospital. Para que no probara fórmula y mantenerlo con seno materno exclusivo cada tres horas me permitían entrar a terapia para alimentarlo. Estuvimos así cuatro largos días. Mientras conectaban a Eduardo a todo tipo de cables y le ponían su tubito de oxígeno me pidieron que saliera de terapia intensiva y entonces fue cuando tuve un minuto para pensar. Lo primero que vino a mi mente fue: “no estoy segura si ya están los papeles del seguro”, y entré en pánico. No tenía idea de cuánto costaría una noche en terapia intensiva neonatal en un hospital privado. Pero lo que fuera, sería un trancazo para nuestras finanzas, pues el parto lo habíamos pagado de contado y meteríamos los gastos por reembolso, así que todo lo que teníamos ahorrado para la llegada del hermano de Emiliano ya no lo teníamos. Y, como Eduardo salió del hospital, lo llevamos a casa y enfermó después, el procedimiento con el seguro no es igual que si hubiera estado enfermo desde que nació o se hubiera enfermado antes de que a mí me dieran de alta. En fin, corrí a la oficina de mi aseguradora –en los hospitales normalmente tienen representantes de la mayoría de las aseguradoras– y lo buscaron en su computadora. Cinco minutos se tardaron en encontrarlo y en ese lapso de tiempo en mi cabeza se crearon por lo menos cuatro estrategias de pago que incluían tarjetas de crédito, préstamos de familiares y hasta empeñar algo. Nuestro fondo de emergencia no estaba en sus mejores momentos. (Lee sobre el fondo de emergencia en los capítulos 2 y 6.) En cuanto me dieron el número de cliente de Eduardo en un papel respiré y pude enfocarme en estar en el hospital para ayudarlo a mejorarse. El seguro cubrió todo. Ahora que investigues sobre la cobertura de maternidad, averigua qué debes hacer el día del nacimiento para que tenga seguro. Los bebés se enferman, las eventualidades suceden, siempre hay algo que puede agarrarte en curva.

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No tengo seguro Si no tienes seguro y vas a cubrir el costo de la llegada del bebé puedes aprovechar los paquetes mencionados antes. Otra opción es pedir un préstamo. Hay por lo menos dos instituciones que ofrecen préstamos para intervenciones quirúrgicas: Multiva e Ixe. Matices de Ixe es un financiamiento vinculado a las tarjetas de crédito que puedes pedir para cubrir honorarios de médicos especialistas, gastos de hospitalización y otros gastos relacionados con cirugías y ciertos tratamientos, como los de fertilidad, por ejemplo. Multiva también ofrece un préstamo para intervenciones quirúrgicas que incluyen el parto. Y si la intervención es en uno de los hospitales del Grupo Ángeles, la tasa es menor. Como el dueño es el mismo, dan preferencia a los que se tratan con ellos en todos los aspectos. Estos préstamos funcionan como los créditos personales que puedes conseguir en cualquier institución financiera, pero están diseñados para metas relacionadas con la salud. La diferencia es que, por ejemplo, con el de Multiva si entregas una carta de tu médico, del hospital en que te vas a atender y la evaluación del crédito, Multiva paga directamente los honorarios médicos y el costo de la intervención. La tasa de interés del crédito de Multiva es menor que la de cualquier plástico, así que es mejor estrategia que pagar con tu tarjeta de crédito y no saldar el monto total de la deuda cuando llegue tu estado de cuenta. Lo mismo pasa con Matices, aunque va adjunto a que pagues con tu tarjeta, el costo anual total es menor que si lo financiaras solo con tu plástico. El préstamo Multiva puedes usarlo también como complemento, por ejemplo, para pagar el deducible de tu seguro de gastos médicos o lo que tu seguro no haya cubierto del parto. Y, finalmente, pide recibos y facturas de todo para enviarlas a tu contador y que parte de lo que pagues sea deducible como gasto médico.

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Los gastos que olvidas No toda tu planeación financiera debe enfocarse al día de la llegada del bebé. Los gastos siguen y siguen. El primero: Pañales. Según un estudio de la Profeco, un bebé utiliza unos 6 pañales diarios, es decir, unas 2 190 piezas al año. El costo promedio por pañal que sacaron en el estudio es de unos 2.80 pesos, lo que se traduce en un gasto promedio de 6 132 pesos al año. Este estudio lo hicieron en 2011, así que esa cifra no solo variará si escoges el pañal más barato de las opciones o el más caro, también habrá sufrido los efectos de la inflación. Según el estudio, si escogías el pañal más caro pagabas al año 11 738.40 pesos. Mira: Cantidad de pañales Diario Semana

Mes

Año

6

42

168

2 190

$ 22.44

$ 2 912.70

Mínimo

$ 1.33

$ 7.98

$ 55.86

Máximo

$ 5.36

$ 32.16

$ 225.12 $ 900.48

Diferencia

$ 24.18 $ 169.26 $ 677.04 $ 8 825.70

$ 11 738.40

Fuente: Procuraduría Federal del Consumidor, Comparativo de Pañales, 2011.

Junto con el gasto de pañales viene el de toallas húmedas. El tip, o lo que a mí me ha funcionado, es que cuando estés en casa y tranquila utilices algodón y agua. Es más económico y es mejor para la piel de un recién nacido. Un paquete de toallas húmedas cuesta unos 35 pesos y utilizarás, probablemente, uno a la semana. El gasto puede llegar a ser de 1 680 pesos. Con el algodón podrías ahorrar unos 500 pesos al mes. Este ahorro no te va a salvar, pero es suficientemente significativo como para pensarlo, igual que optar por un pañal más económico o por los de tela y lavarlos en casa, cosa que varias mamás están haciendo de nuevo. Fórmulas. La lactancia materna es gratis, así que, si el seno materno es como alimentas a tu bebé, tu mayor gasto serán los pañales. Si no es un bebé exclusivo de lactancia y complementas con fórmula o solo le das fórmula, entonces debes tener un presupuesto para esto. El costo dependerá del tipo de fórmula que le des a tu bebé, la frecuencia –sobre todo si lo usas como complemento de la leche materna o no–, su hambre y la edad, pues ya que comen sólidos el consumo de leche desciende. Una fórmula, de las caras, cuesta unos 350 pesos en el supermercado por 900 gramos. Para un bebé de cero a seis meses es probable que utilices un bote a la semana. Al mes gastarías unos 1 400 pesos y al año 16 800 pesos. Visitas pediátricas. Durante el primer año de vida del bebé tu pediatra te pedirá visitas mensuales. En ellas te cobrará la consulta y las vacunas. El costo de las vacunas en los consultorios de médicos privados es elevado. Lo que puedes hacer, si tú o tu pareja están

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dados de alta en el Instituto Mexicano del Seguro Social, es dar de alta a tu hijo como derechohabiente y llevarlo a los centros de salud para las vacunas. La Secretaría de Salud tiene también un programa permanente de vacunación y puedes llevar a tus hijos con su cartilla para recibir las vacunas correspondientes gratis.

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Los objetos del deseo Desearás mil y una cosas para tu bebé. Lo primero que debes hacer es una lista. Para tener una guía puedes consultar sitios web especializados que tienen ya enumerados los productos que necesitas y recomendaciones de cómo escogerlos. Trata de analizar bien por qué estás escogiendo una cierta marca y tipo de producto, a veces lo que le funcionó a tu mejor amiga no será lo más eficiente para ti. Analiza no solo tu presupuesto, también tu estilo de vida para ver qué sí y qué no necesitas. Esto es lo básico: • Silla para el auto. Si tienes automóvil, no puedes sacar al bebé del hospital sin tener una silla, por lo que debes adquirirla desde el embarazo. • Carriola. Este es uno de esos productos que pueden causar estrés al escogerlos y que cuestan mucho dinero. Depende de tu estilo de vida qué tanto vas a usar la carriola y solo tú podrás valorar cuánto quieres invertir en ella. Yo no usé mucho la carriola mientras mis dos hijos fueron bebitos; prefiero, aunque camino mucho, usar un rebozo. La carriola no la utilicé hasta que estuvieron más grandes y pesados. Mi amiga Jana, por su parte, dice que es uno de los productos en el que no escatimó e hizo una muy buena investigación para tener un producto que le aguantara mucho tiempo, más de un hijo, y pesara poco. Depende de ti si este es o no un producto cuya adquisición podrías retrasar por un tiempo. • Cuna. Hay que tener dónde dormirlos. Aquí también tendrás muchas opciones. Pero si tu presupuesto está apretado durante el embarazo, puedes comprar una cuna pequeña o un moisés que sirva al bebé hasta los seis u ocho meses. También puedes adquirir un bambineto, en donde puede dormir un par de meses y te permitirá cargarlo de un lado a otro. De esta forma te das un tiempo para ahorrar de nuevo y poder comprar la cuna. La otra opción es comprar desde el inicio la cuna que va a usar varios años y olvidarte de los procesos intermedios. Así solo haces una inversión. • Tina. Mi amiga Liz bañó a su hijo en el fregadero de la cocina durante los primeros tres meses. Dice que no solo era el sitio más calientito de su casa –la cocina–, sino que podía poner el agua a la temperatura perfecta sin mucho lío. Esta es una opción real, aunque eventualmente tendrás que adquirir una bañera. La lista puede seguir y seguir. Tú sabrás qué es lo que puedes comprar durante el embarazo y qué puede esperar. Infórmate y compara precios. Y te invito a pensar en la teoría de la reutilización, no solo por ahorro de dinero, también por ser frugales y cuidar el medioambiente. Pregunta a tus amigas, hermanas o primas si no pueden prestarte algunas de las cosas que ya no usan con sus hijos. Jana, 141

por ejemplo, recibió mucha ropa de recién nacido de sus sobrinos. “Y como solo la usan un par de veces, estaba casi nueva”, dice. Emiliano, mi primer hijo, usó la cuna que aprovechamos todos en mi familia: mis dos primos, mis dos hermanos y yo. Aunque confieso que Emiliano destrozó tan linda cuna, por lo que para Eduardo sí adquirimos una y es de las pocas cosas que ha podido estrenar. Las bañeras, por ejemplo, son productos de plástico que podrían ir de casa en casa ahorrando a las familias un par de pesos y al planeta varios gramos de PET.

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Quiero una familia numerosa Dicen que el segundo hijo es un respiro para la madre y el tercero se cría solo. Financieramente hablando, solo en algunas cosas es menor el impacto del segundo o tercer hijo. Como ya sabes de qué trata todo, no por cualquier cosa irás a ver al doctor, eso te ahorrará unos pesos en honorarios médicos. Además, ya tienes ciertas cosas de los hijos anteriores, como la carriola, así que no debes comprar otra. Lo que no puedes decir es que donde comen dos, comen tres. Si bien le puedes echar agua a los frijoles, si tus finanzas no te dan para tres hijos en algún momento vas a sentir las repercusiones. Por ejemplo: los boletos de avión para salir de vacaciones. Los niños desde los dos años de edad pagan un boleto completo para viajar. Y no, en este caso no puedes pedir a la azafata que en un asiento siente a tus dos hijos. Otro ejemplo menos banal –digo, porque se puede vacacionar en automóvil y autobús–, un segundo seguro de gastos médicos, una tercera colegiatura en escuela privada y luego en una universidad. ¿En serio sigues creyendo que donde vive uno caben dos?, ¿o donde comen tres se alimentan cuatro? Tener hijos es una decisión que debe contemplar un plan financiero. No importa si es el primero o el cuarto.

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Previendo para el futuro Para cada etapa en la vida hay un seguro, dice Recaredo Arias, titular de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), y cuando planeas tener hijos es el momento de pensar en cómo vas a ayudarles con su educación. Si piensas en la prevención como algo que viene adjunto a la etapa de vida en la que estás, te será más fácil entender qué estrategia debes tener. Cuando quieres tener hijos hay tres aspectos que debes cubrir, tu salud, tu vida y su futuro. El tema de la salud lo hemos cubierto. Y el de vida y educación pueden ir de la mano. Sé que hoy piensas en cómo pagar el parto, en qué tipo de cuna quieres y cómo vas a decorar el cuarto. No obstante, es también momento de pensar en el futuro de tu bebé y su educación. Las colegiaturas se incrementan más rápido que la inflación. Según datos de la Aseguradora Axa, en 2012 debías ahorrar entre 500 000 y 750 000 pesos para poder pagar una licenciatura en una universidad privada en México, lo que era equivalente a una colegiatura mensual de entre 8 000 y 12 000 pesos. Si quieres que tus hijos puedan ir a una universidad privada en 20 años y que el esfuerzo económico no lo tengas a tus 50 años, sino que se diluya al transcurrir el tiempo, empieza a ahorrar desde que usan pañales. Para casi el 70% de los estudiantes de educación superior una de las principales razones para abandonar los estudios es la economía familiar, de acuerdo con datos de Axa. Los seguros educativos son un compromiso de ahorro que prometen un monto para tus hijos, incluso si falleces antes y no terminas de pagarlos. Están ligados a un seguro de vida, entonces si decidiste ahorrar 500 000 pesos en 10 años y mueres al quinto año de haber contratado el seguro, tu hijo recibe 500 000 pesos a la hora de tu muerte –por el seguro de vida– y otros 500 000 al término del contrato. Este es el mayor beneficio del seguro educativo, pues no obtienes esta cobertura cuando ahorras en una inversión, donde si falleces tu hijo recibe solo lo que pudiste ahorrar. El problema con la mayoría de los seguros educativos es que si dejas de pagar lo pierdes. Si los seguros no te convencen, siempre puedes tener una cuenta de inversión en la que tengas el dinero que usarás para sus colegiaturas o incluso para pagar la universidad por adelantado, algo que ofrecen en el Tecnológico de Monterrey. Si prefieres invertirlo, debes buscar asesoría para que, según el plazo y el estómago que tengas para el riesgo, puedas conseguir lo mejor para el futuro. La desventaja con este esquema es que puedes tener acceso al dinero cuando quieras y, por ende, usarlo para algo que se te cruce entre hoy y el día en que tu bebé entre a la universidad. Para que sea menos accesible, puedes poner el dinero en un fideicomiso, que se encomienda a una institución fiduciaria que se encarga de que se cumpla el objetivo que 144

se plantea para el dinero. Si vas a optar por esta opción, investiga bien los costos por el manejo del instrumento y las comisiones. En cuanto a pagar por adelantado la universidad, el Tecnológico de Monterrey ofrece su Plan de Inversión Educativa en el que puedes adquirir certificados de colegiatura a precios de hoy. Pagas materia por materia y no tienen vigencia o caducidad. Y si tu hijo decide que no quiere estudiar ahí, puedes vender los certificados, transferirlos o pedir un rembolso. Si no vas a optar por un seguro educativo, sino por una de las otras opciones, entonces debes pensar en tener un seguro de vida, me dijo Arias en una charla. Según datos de Axa, la educación es de los principales motivos de ahorro de los mexicanos, pues se ve como un patrimonio. De hecho, sus estudios dicen que 95% de los padres tienen en mente ahorrar para la educación de sus hijos, pero solo 64% de estos tiene un ahorro y es menor de los 10 000 pesos. Si necesitas el equivalente a 500 000 pesos para que tu hijo –en unos 18 años– pueda ir a una universidad privada, vas a necesitar más de 5 años para ahorrar ese dinero. Y digo 5 años porque es el plazo que los padres, de acuerdo con los estudios de Axa, creen conveniente para ahorrar y cumplir una meta.

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Por una vida de reyes Cuántos hijos van a tener es una decisión familiar. Haz un plan de cómo puedes pagar todo lo que quieren para su familia, establezcan metas de ahorro en conjunto para que se logren antes. Hablen de qué quieren y cómo piensan lograrlo. Si logras mantener bajo tu nivel de endeudamiento cuando tienes hijos te será más fácil alcanzar las metas de mediano y largo plazos. No debes olvidar que esta etapa es como una fase sándwich, vienes de un momento de tu vida en el que espero hayas podido ahorrar, entras a una época de gastos y vas a otra –el retiro– en donde vas a necesitar cosechar lo sembrado en tus periodos de ahorro, incluyendo este. Digamos que si logras prever la universidad de tus hijos desde un inicio no entrarás en pánico a la hora que te lleguen con la primera colegiatura y eso te permitirá un retiro más ordenado y decoroso.

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Sección masculina: El pánico del proveedor Mientras ella brilla con la idea de ser mamá es probable que tú te tenses pensando en cómo van a enfrentar los gastos del bebé. No te preocupes, a ella también le agobia eso. Ambos deben entender que los dos están experimentando angustias y mucha emoción por la llegada de un nuevo miembro de la familia. Consulta a tu asesor de seguros para ver qué productos hay que puedan ayudarte con el costo de los hijos, y con esto no solo me refiero a pagar o cubrir el parto, pregunta también por los seguros con ahorro o los educativos que te permitirán prepararte para cuando el “bebé” quiera estudiar una carrera profesional. Si los seguros no te convencen, siéntate con un asesor financiero que pueda ofrecerte opciones de inversión para dejar a tu familia cubierta. Por cierto, ya hay algunas empresas e instituciones que ofrecen unos días pagados a quienes se convierten en padres, así que pregunta en tu área de recursos humanos si lo ofrecen en tu trabajo para poder estar en casa unos días a la llegada del bebé. Si no lo ofrecen, piensa en tomar un par de días de tus vacaciones para estar con ella cuando llegue el bebé a la casa, sobre todo si es el primero. Esto la hará sentirse apoyada y tú podrás también entender un poco de qué va a tratar esta nueva etapa. La información para que las finanzas estén en el mejor estado a la hora de la llegada del bebé existe, solo debes buscarla. Lee este capítulo completo con tu pareja para que juntos armen el plan de ataque. Hagan un presupuesto detallado de cuánto pueden ahorrar y qué deben cubrir primero.

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A comprar casa

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N

atalia tiene 26 años y acaba de comprar una casa. Ha trabajado unos seis años y ahorrado más del 50% de sus ingresos. Esto lo pudo hacer gracias a que vive con sus padres y no tiene que pagar renta o servicios, como luz, agua, gas, etcétera. Para comprar la propiedad que quería, Natalia pidió un crédito hipotecario. Natalia no necesita una casa o piensa vivir ahí. Buscaba una inversión para su dinero. Quiere arreglar la casa y rentarla para con eso pagar el crédito hipotecario. Casi todas tenemos una casa en la cabeza. Y es que los ladrillos dan cierta seguridad y estabilidad. Para Natalia los ladrillos significaban una seguridad para una inversión a largo plazo, un seguro por si llegaran días lluviosos. Mi abuela decía: “tienes que tener tu casa”, y creía tanto en los bienes inmuebles que invirtió en eso con el propósito de vivir, en el futuro, de sus rentas. A mi abuela no le fue mal, pero esta no es una receta infalible. El conocido “negocio de las viudas” no es sencillo, requiere de tiempo, de estrategia e implica un cierto riesgo –como cualquier otra inversión–. Antes de que siga contado de mi abuela, hablemos de esa primera propiedad que uno quiere para vivir. En Estados Unidos, el 65% de la población es dueña de su casa, y el porcentaje ha bajado en los últimos años, según datos del Buró de Censo (Census Bureau). En México, Fernando Soto-Hay, director general de Tu Hipoteca Fácil, me platicó que alrededor de la mitad de los mexicanos son dueños de su casa gracias, en gran medida, a programas como los del Infonavit y el Fovissste y a los asentamientos irregulares. Cuenta Fernando que de 36 millones de casas en México, diez millones son de asentamientos irregulares, es decir, de familias que construyeron pero no podrán vender porque los terrenos no son de ellos. Existe la necesidad de tener ladrillos propios y en México ser dueño de un techo es importante. Se compra un bien inmueble cuando hay un cambio de vida o etapa, te independizas o tus hijos ya salieron de la casa. Y las finanzas se mezclan con la vida, a veces, sin que nos demos cuenta, así que hay compromisos implícitos en cada momento. Para que la compra de tu casa sea certera y no dañe tu cartera debes reconocer los compromisos y saber planear cómo vas a gastar. Antes de saber qué mujeres compran casa, qué tipo de vivienda y cómo la adquieren, analiza si estás lista para este gran paso. 150

Examina tus finanzas Saca el presupuesto. Afila el lápiz. Logra que tus ingresos sean más altos que tus egresos para que el sobrante lo destines para tu casa. En tus egresos o gastos debes considerar ya el ahorro y las inversiones. Haz un “pseudopresupuesto”, es decir, ¿si tuvieras tu nueva casa cómo cambiarían tus gastos? Incluye las cuotas de mantenimiento de los edificios o del jardín de la casa, el predial y demás gastos fijos y arreglos extras que siempre llegan. ¿Lo podrías enfrentar? Esto fue lo que hizo Natalia y se dio cuenta de que por los siguientes 10 años, pues piensa pagar el crédito antes, podrá vivir con lo que le quedará después de pagar su crédito. “No me daré tantos gustos como antes, pero lo tengo consciente”. La casa es su gran ilusión, y dice que podrá sacrificar el instante delicioso de las compras de placer por esta meta de más largo plazo. Sin embargo, no corras a comprar si… 1. Tienes deudas. Ya sea que debas en las tarjetas de crédito y andes pagando los mínimos, o le debas a tu primo un dinero y no hayas terminado de pagar el crédito personal que sacaste para las vacaciones del año pasado. 2. Tienes un negocio en periodo de crecimiento. Tu negocio es parte de tu patrimonio, invertir en él al mismo tiempo que en la casa puede comprometer tu capacidad de pago.

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Compra cuando te alcance Puedes comprar casa el día que tengas ahorrado por lo menos el 26% del valor de la propiedad y la capacidad de pagar una mensualidad de un crédito sin sacrificar por completo tu estilo de vida. Si ya tienes el 26% o más y quieres asegurarte de que puedes pagar la mensualidad de un crédito, haz este ejercicio: durante seis meses aparta el equivalente a la cuota mensual para ver cómo te va en tu día a día. Si pagas una renta, entonces lo que aportas al mes para la renta lo contemplas en este monto y solo aportas el extra que necesitarías para la mensualidad del crédito. Este ejercicio te ayudará a ver si debes ajustar más tus gastos o comprar algo más pequeño, y el dinero que juntes te ayudará a lograr o complementar tu fondo de emergencia para eventualidades y gastos no considerados en esta etapa de adquisición de bienes inmuebles. (Lee los capítulos 2 y 3.) Así que no es tiempo o dinero perdido. Si has pasado esta prueba, busca quién te ofrece la mejor hipoteca para tu perfil.

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Compra como inversionista y acepta el riesgo Mi abuela invirtió en propiedades para rentarlas. Les dedicó tiempo a remodelarlas y las dejó “preciosas” –ese es el adjetivo que usaba–. En el tiempo, pocos pagaban por esos detalles que las hacían “preciosas” y mi abuela enfurecía por el poco reconocimiento de su gusto. No importa si vas a comprar para invertir y rentar, o para vivir, un bien inmueble debe estar dentro de mercado para venderlo. Piensa la compra y busca espacios comerciales. No inviertas en materiales que sacarán a la propiedad del mercado en que está. Es decir, si todas las propiedades alrededor de la tuya valen un millón de pesos, no le pongas un yacuzzi, que sacará a tu casa de mercado a la hora de la comparación. Si tu sueño es tener un yacuzzi y lo vas a poner, no esperes que a la hora de vender tu casa te lo paguen, piensa que ya lo disfrutaste. Lección 1: déjala “preciosa” sin que eso la saque de mercado o sé consciente de que habrá una posibilidad de que nadie te pague por el mármol italiano en tu baño. Con el tiempo mi abuela fue perdiendo la vista y poco se daba cuenta de los detalles que le hacían falta a sus propiedades. No le gustaba pedir ayuda y eso resultó, en algunas ocasiones, en que la propiedad quedara vacía un par de meses. En esos meses, ella sufría porque no le llegaban sus ingresos. Lección 2: cada propiedad requiere un mantenimiento que quita tiempo, y el riesgo que corres es el de no rentar y quedarte con el espacio vacío por un tiempo. Sé consciente de este riesgo. A sus 70 y tantos años mi abuela tuvo necesidad de liquidez, es decir, efectivo. Para conseguirlo había que vender una casa. Le costó trabajo pero accedió. A la hora que llegaban las ofertas las rechazaba porque nadie estaba pagando lo que su casa “realmente valía”, decía. En realidad, ella quería que le pagaran por el lazo emocional que tenía con la casa y los detalles preciosos. Al final, vendió a precio de mercado, pero para ella fue emocionalmente difícil. Lección 3: no te encariñes con los inmuebles porque son inversiones que eventualmente deberás dejar ir. Otro riesgo que no debes olvidar: el dinero que inviertas en una propiedad puede ser tangible, incrementará tu patrimonio, es un bien heredable y, si se le da el mantenimiento correcto y necesario, no se depreciará, pero si un día necesitas dinero urgentemente, no lo sacarás de esta inversión. La disponibilidad inmediata de liquidez no va de la mano de las inversiones en bienes raíces. Finalmente, es una inversión a largo plazo. No vas a ver plusvalía y rendimientos en un par de meses. Piensa en años. Un periodo que se considera como inversión a largo plazo es de más de cinco años.

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Crea patrimonio con la casa Este término lo debes entender bien: La escalera de la vivienda. No lo olvides. En promedio una familia vive su casa ocho años, por eso para crear patrimonio hay que saber utilizar el sistema de rotación de propiedades; en otras palabras, compras, usas, satisfaces tus necesidades de un periodo, vendes y compras una que se adecuará a tus necesidades de ese momento. Así, eventualmente alcanzas la casa de tus sueños. Según Tu Hipoteca Fácil, una familia que gana 35 000 pesos al mes y tiene al menos el 26% del valor de la casa que quiere comprar ahorrado puede comenzar comprando una casa de 1.5 millones de pesos. A los ocho años con la plusvalía obtenida, más la amortización (pago) de capital de su hipoteca, más el capital invertido (enganche) en la primera casa, la podrá vender y adquirir una de 2.5 millones de pesos; siguiendo el mismo esquema, esta última la cambiará por una de 3.5 millones. A los 24 años de haber vivido en tres casas diferentes podrá comprar una de unos 5 millones de pesos. Esa será muy probablemente la casa de tus sueños, pero no será la primera que compres. Esta familia pagará una hipoteca por un periodo de 20 o hasta 24 años, pero no por la misma casa y ahí está la clave. Por cierto, la escalera de la vivienda implica también un hábito de ahorro y un balance en tus finanzas personales, esto no se logra si te pasas de tu nivel de endeudamiento o no puedes pagar cada mensualidad sin problemas. La regla de dedo es que la mensualidad de tu crédito no sea mayor del 30% de tus ingresos brutos –yo diría que es mejor ir por menos–. Mira esta tabla para que según tus ingresos puedas calcular qué sí puedes pagar: Concepto

Año 0

Año 8

Año 16

Año 24

Precio inmueble

$1 250 000

$2 250 000

$3 250 000

$4 250 000

Enganche

$ 250 000

$ 938 000

$2 004 000

$3 313 00

Hipoteca 15 años Tasa 10.53%

$1 000 000

$1 312 000

$1 246 000

$ 937 000

Mensualidad

$ 12 000

$ 16 000

$ 15 000

$ 11 400

Ingreso mensual requerido

$ 38 000

$ 51 000

$ 47 000

$ 37 000

Precio venta

$1 583 000

$2 850 000

$4 117 000

$5 383 000

Amortización a 8 años

$355 000

$ 466 000

$ 442 000

$ 333 000

Plusvalía

$333 000

$ 600 000

$ 867 000

$1 133 000

(ISR 30 a 35%) sobre “ganancia”

Exento

Exento

Exento

Exento por actualización

Enganche + amortización + plusvalía (-ISR)

$ 933 000

$2 004 000

$3 313 000

$4 779 000

Valor presente

$1 250 000

$2 037 000

$2 664 000

$3 174 000

Fuente: Tu Hipoteca Fácil. Nota: La tabla está actualizada con los efectos de la Reforma Fiscal 2013. A partir del 1 de enero de 2014 el efecto del ISR en la venta de vivienda usada aplica para aquella con valor superior a las 700 000 UDIS, que al día de hoy son alrededor de 3.5 millones de pesos. Por lo que cualquier diferencia por encima de estos 3.5 millones

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puede generar el ISR de entre 30 y 35 por ciento.

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No seas “pobre con casa” Este es otro término que debes entender. Ser pobre con casa quiere decir que tienes una propiedad lindísima, esa con la que siempre soñaste, pero tu ingreso no te alcanza para darle mantenimiento, el crédito de la hipoteca y seguir viviendo con tranquilidad. Puedes tener en la cabeza un jardín con fuente y una jacaranda bajo la cual jugarán tus hijos cada mes de abril, pero es probable que esa propiedad no sea la que hoy puedes pagar. No quiere decir que te olvides de tu sueño, solo que debes consolidarte financieramente para lograrlo. Piensa: ¿de qué me sirve una casa linda si no tengo para comprar las bugambilias o la cera para mantener los pisos de madera?, ¿de qué me sirve un jardín si cada mes le dan a mi hijo en la escuela un papel por retraso en el pago de la colegiatura?, ¿de qué me sirve tener la casa de mis sueños si no puedo disfrutarla? Adquiere la casa que puedes comprar cómodamente para no ser “pobre con casa” y caer en carencias innecesarias.

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Anímate si… 1. No tienes deudas en tarjetas de crédito. 2. No le debes a tus parientes o terceros. 3. Si tienes deudas, sabes a ciencia cierta que las podrás pagar en el corto plazo y no comprometerán el pago o mantenimiento de tu nuevo hogar. 4. Tienes un fondo de emergencias. (Si no sabes qué es esto, lee los capítulos 2 y 3.) 5. Tienes un ahorro para tu retiro y no dejarás de aportar a él por la compra de tu casa. 6. Eres sujeto de crédito y podrías pedir una hipoteca si la necesitaras para adquirir la propiedad. 7. Tienes un presupuesto y sabes a dónde se va cada centavo que ingresas. 8. Analiza qué compromisos vienen en el corto, mediano y largo plazos y considera si puedes enfrentar todos esos gastos. Por ejemplo, sabes que tu hijo entrará al maternal en dos años, ¿podrás pagar la colegiatura y la mensualidad de la hipoteca? 9. Tienes claridad en tus planes. Es decir, sabes que es el momento de comprar, tienes el dinero necesario, has estudiado las opciones, lo hablaste con tu familia y has seguido los ejercicios mencionados en este capítulo para enfrentar el pago de un crédito hipotecario. 10. Sabes cuánto puedes pagar.

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Compra la casa adecuada La casa adecuada no solo responde a lo que puedes pagar, también a tus necesidades y estilo de vida. Busca el balance entre los dos con estas recomendaciones: Busca los espacios ideales. Si vas a trabajar todo el día y a vivir sola, quizá no 1. necesitas una cocina enorme. Si tienes familia y disfrutan cenar juntos, este espacio es más importante. Sigue el mismo cuestionamiento para cada área de la casa. No compres metros cuadrados de más. Si no tienes hijos o un perro, ¿necesitas jardín? Podrás pensar que no hay metros cuadrados de más porque siempre les encontrarás 2. una utilidad; por ejemplo, en el jardín plantarás tus hierbas aromáticas o invitarás a los amigos los sábados. La realidad es que existen metros cuadrados de más para la cartera. Ten cuidado. Adquiere pensando en el futuro cercano. Comprar un bien inmueble alterará tu estilo de vida. Piensa bien qué quieres. No te vayas por un departamento de una recámara 3. si en dos años podrías casarte y en tres y medio tener hijos. Analiza qué quieres y dónde te ves en los siguientes 8 años.

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Las reglas del crédito hipotecario El mejor crédito hipotecario, ese bueno, bonito y barato que te ofrecen en los anuncios, no existe. Lo que debes buscar, y es mejor si lo haces asesorado por un experto, es el crédito hipotecario que se adecua a tu perfil. Cada persona tiene un historial crediticio, un nivel de endeudamiento, un ingreso, así como un estilo de vida y de gastos diferente. Un solo producto no responde a las necesidades de cada perfil. Aun así, cada que platico con Fernando Soto-Hay, de Tu Hipoteca Fácil, me recuerda que sí hay reglas básicas al pensar en un crédito hipotecario: 1. Que sea en pesos, no en unidades de inversión (UDIS) o salarios mínimos, ya que estas medidas dependen de la inflación y con el tiempo cambian, por lo que cada mes tu mensualidad se irá incrementando y no sabrás cuánto debes pagar. Además, con una mayor inflación pagarás siempre más, pero tus ingresos no necesariamente se van a incrementar a la par. 2. Que sea a tasas fijas, es decir, que los intereses no se incrementen o cambien con la vida del crédito. Esto te lleva a no conocer exactamente el monto que vas a pagar cada mes y hace más difícil el cálculo de tus finanzas personales. 3. Procura que sea a 15 años. La diferencia en el monto de una mensualidad en un crédito de 15 años en relación con el de 20 y hasta 30 años no es mucha y no necesariamente justifica los cinco años más de crédito. Con una hipoteca a 15 años por una propiedad de un millón de pesos pagarías unos 12 000 pesos al mes, a 20 años la mensualidad bajaría solo a 11 500. (Los datos considerados son a finales de 2013.) Si tu ingreso no te da para la mensualidad, entonces debes buscar una casa más barata, poner más en el enganche o pedir menos crédito. 4. No te vayas por la tasa, el Costo Anual Total (CAT) o la mensualidad más baja. Si hay promesas maravillosas es que algo anda mal. Ni modo, hay que dudar y hacer bien la tarea, es decir, compara las tablas de amortización y busca el crédito en el que pagues más cada mes por la casa. Por ejemplo, por un millón de pesos podrías pagar 10 400 pesos al mes con la tasa más baja del mercado (datos a finales de 2013), pero los primeros ocho años de vida de tu crédito aportarás más dinero de esta mensualidad a los intereses, seguros y comisiones por administración de tu crédito que por tu casa. Al amortizar menos capital tu costo por la casa al final es más alto, pues la base sobre la cual calculas los intereses se mantiene en el tiempo. Como he dicho, en promedio se vive una casa unos ocho años, así que si vas a vender tu casa a los ocho años de tu crédito lo que quieres es haber pagado la mayor cantidad de capital por ella. Cuando compares créditos, fíjate cuánto has pagado de la casa al año ocho, puedes encontrar diferencias significativas. Esto te 159

podría impedir lograr la adquisición de una mejor casa a la que ya tenías y no irás creando patrimonio. 5. Firma el crédito que puedes pagar. No destines más del 30% de tus ingresos brutos a este pago. No quieres ser pobre con casa, sino incrementar tu patrimonio. 6. Compara los seguros. Aunque son beneficios o características menos tangibles en los créditos, es importante que los entiendas. Una buena cobertura de daños hace la diferencia si piensas que el cambio climático llegó para quedarse y que los desastres naturales son parte de las noticias cada año. También revisa el seguro por desempleo, pues siempre cabe la posibilidad de que te quedes sin ingresos un tiempo y esto te ayudará. 7. Haz pagos adelantados solo con tus excedentes. Para decidir si vas a hacer pagos adelantados a tu hipoteca primero averigua si hay penalizaciones por hacerlo, después si la aportación se va directo al capital. Ya que tienes esto claro, entonces puedes hacer pagos adelantados cuando te llega un dinero extra, como el aguinaldo o un bono, siempre y cuando este monto no lo necesites para pagar otras deudas o necesidades personales. Finalmente, si vas a hacer pagos adelantados, intenta que sean en los primeros cinco y hasta ocho años de tu crédito, que es cuando pagas más intereses. 8. No caigas en la mercadotecnia. Pedir en automático el crédito que más has visto anunciado en la televisión o uno que sea solo para mujeres sin leer bien qué quiere decir esto puede ser un gran error. Los productos que hacen diferencias ofrecen beneficios según el perfil; por ejemplo, un crédito para mujeres te permitirá reducir tu mensualidad por tu titulación o la de tus hijos, por casarte o tener un hijo. Estos eventos que por un par de meses permitirían que pagues menos en tu mensualidad no son recurrentes y quizá no sucedan en el plazo por el que contrates el crédito. Por lo tanto, sal y compara con otros que no sean solo para mujeres. 9. Si tienes pareja, participen los dos en el crédito. Es recomendable que los dos queden como coacreditados porque todos los créditos tienen seguros: de vida, de desempleo o de incapacidad. En el momento en que los dos en la pareja son acreditados, el seguro los cubre a ambos. Si uno solo es beneficiario y queda incapacitado, la familia no recibirá beneficio alguno dentro del crédito; no obstante, los gastos familiares se van a incrementar de forma importante. 10. Toma en cuenta la Reforma. Los intereses reales que podrán deducirse por créditos hipotecarios solo serán aplicables por los que no rebasen las 700 000 UDIS, que hoy en día son unos 3.5 millones de pesos.

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Asegura tus ladrillos Según la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), solo 5% de los mexicanos tiene asegurada su casa. ¿Por qué asegurar la casa? Porque es de los activos más importantes de tu patrimonio y perderlo o sufrir un accidente puede hacerle mucho daño a tus finanzas. Y no, no es muy caro el seguro de hogar. De acuerdo con Axa, el de una casa de interés social cuesta menos de 2 000 pesos al año, y el de interés medio, entre 5 000 y 10 000 pesos. ¿Piensa cuánto costaría perder tu casa? Si tienes una hipoteca, durante la vida del crédito tendrás un seguro que cubrirá el saldo insoluto del crédito hipotecario que contrataste para comprar tu casa, en el cual el primer beneficiario es el banco, es decir, si pierdes tu casa el banco se cobrará lo que le debes y si sobra algo es lo que recibirás tú. En este caso, debes pedir un seguro por tu parte de la casa –la diferencia entre el saldo insoluto y el valor comercial de la casa– y los contenidos. En caso de que rentes, entonces, además de asegurar tus contenidos, pide un seguro de daños a terceros que cubra el que dejes la plancha encendida y causes un incendio en tu casa y la de tus vecinos. (Más sobre esto en el capítulo 3.) Si ya compraste casa, necesitas la cobertura de incendio y o rayo, y revisar las coberturas adicionales: • Terremoto. Depende geográficamente de dónde vives. Si estás en el Distrito Federal o en Oaxaca sería una tontería no tener esta cobertura. • Riesgos hidrometeorológicos. También depende de la localización del bien y cubre contra huracanes y todo evento relacionado. • Responsabilidad civil familiar. Te cubrirá de errores que dañan a terceros; por ejemplo: dejas la plancha prendida al salir de tu departamento en el quinto piso de un edificio de seis pisos. Tu error provoca un incendio y el fuego sube y quema, además de tu departamento, los dos del piso de arriba. Esto lo debe considerar la responsabilidad civil. Para calcular por cuánto debes estar cubierto, piensa en el valor de tu casa y tus bienes, asume que tus vecinos deben tener más o menos lo mismo. Si vives en un edificio, este monto lo multiplicas por el número de departamentos que podrías afectar con este tipo de accidentes. Lo mismo en una casa: si incendias la tuya, podrías incendiar las de los vecinos. • El robo y los contenidos. Haz un inventario de tus contenidos. Aunque la aseguradora no va a dudar de los electrodomésticos o muebles, siempre ayudará que tengas fotografías que muestren que de verdad tienes tres pantallas planas. De hecho, pide a tu agente de seguros que tome fotografías o un video de los contenidos que tienes en tu casa, esto puede agilizar y simplificar el proceso de pago de una indemnización.

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Por último. Si posees obras de arte en casa y joyas compradas o heredadas tienes lo que se conoce como “bienes de difícil o imposible reposición”. Lo recomendable es que al contratar el seguro de hogar avises a la aseguradora de dichos bienes. La aseguradora puede enviar a un valuador para hacer un aproximado del monto por el que se deben asegurar estas piezas, pero si prefieres, puedes buscar uno que tenga certificación y registro para hacer avalúos. Saca fotografías de estos bienes, guárdalas fuera de tu casa y envía copias a la aseguradora para que estén en tu archivo.

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Chicas que compran casa En la mezcla de clientes de Tu Hipoteca Fácil 45% son mujeres. Las mujeres también se animan a formar patrimonio con una propiedad. Estos son algunos de los perfiles de mujeres que adquieren casa en México, qué es lo que buscan según su etapa de vida y las consideraciones financieras que deben tener: • Profesionistas independientes. Tienen entre 27 y 32 años y están solteras. Trabajan sin parar y gastan en ellas. Buscan una seguridad financiera invirtiendo en ladrillos. Adquieren departamentos chicos en zonas muy céntricas y bien ubicadas que les permita mantener un estilo de vida similar al que han vivido en casa de sus padres. No llevan mucho tiempo trabajando y por lo tanto en su Subcuenta de Vivienda del Infonavit el ahorro que tienen no es muy alto. Cuando no tienes una cantidad importante acumulada en tu Subcuenta de Vivienda no conviene utilizarlo para adquirir esta primera vivienda, dice Fernando Soto-Hay, pues este dinero obtiene mejores rendimientos en la Subcuenta de Vivienda y servirá más para una segunda casa. Si estás en este grupo, busca un departamento que sea fácil de vender después, quizá en desarrollos mixtos –los que tienen departamentos y comercio– y que ahora han mostrado estar dentro de los más populares, y no olvides analizar la zona para que esta ofrezca todos los servicios que necesitas –supermercado, hospital, transporte público, bancos– y así puedas solucionar tu vida diaria sin mucho problema. Hacer un primer esfuerzo por un departamento resultará en que viajes menos o salgas menos a esos restaurantes que tanto te gustan, pero a la larga este será un primer ahorro que te ayudará en el largo plazo. • Recién casada. Entre 32 y 37 años. Algunas trabajan, otras no. En esta segunda etapa de vida, si eres de las que compraste algo antes, buscarás un espacio con dos recámaras pensando a futuro en la posibilidad de los hijos, si es que está en tu plan de vida. Estas mujeres con su pareja buscan departamentos pequeños con buena ubicación, sobre todo si ambos trabajan. Si la mujer trabaja y contribuye al ingreso familiar, entonces este ingreso tiene una capacidad de endeudamiento mayor y una mayor capacidad de compra. En otras palabras, si juntas tu sueldo y el de tu esposo podrán comprar algo mejor. Si cada uno de ustedes gana alrededor de 50 000 pesos podrían destinar juntos 33 000 pesos al pago de las mensualidades de una hipoteca, por ejemplo, y eso equivale hoy a un crédito de casi tres millones de pesos (datos a finales de 2013). Las mujeres que recién casadas siguen trabajando pueden utilizar su beneficio del Infonavit, como ya llevan más tiempo en el medio laboral su ahorro es más interesante. Si además de ella su pareja tiene beneficios con el Infonavit, normalmente 163

la mujer entra en el crédito hipotecario como coacreditada y se buscan instrumentos como el crédito conyugal que ofrecen instituciones como el Fovissste, el Infonavit y los bancos. Si utilizas a los institutos de vivienda, entonces la casa quedará a nombre de los dos porque los dos están acreditados. Si tu pareja no tiene Infonavit, entonces tú serás la acreditada y tu pareja será coacreditado del lado del banco. Aquí la casa puede quedar a nombre de los dos. Si ella no trabaja, la pareja será el acreditado y la mujer puede quedarse como dueña de la casa en la figura de garante hipotecaria. Si estás en este grupo, no debes olvidar el largo plazo y considerar los gastos de los hijos o de cambios de vida con la pareja en lo que dure el crédito. Ya sea que planeen tener hijos o que uno de ustedes tenga pensado iniciar un negocio dentro del periodo temporal del crédito, estos son elementos que deberán tomar en cuenta para decidir qué comprar y cómo. • Madres solteras. Tienen treinta y tantos años, mantuvieron a los hijos pequeños y destinaron recursos para eso, por lo que la posibilidad de adquirir vivienda se retrasa. Como también llevan ya un tiempo en el Infonavit, pueden utilizar su crédito y complementarlo con el de un banco. Piensan en espacios para los hijos, a veces prefieren alejarse de las zonas céntricas para adquirir algo más grande. Optan por vivienda con seguridad, ya sea en desarrollos verticales u horizontales. Si estás en este grupo, no debes olvidar el largo plazo y considerar los gastos de tus hijos en lo que dure el crédito. Si va a ser un crédito a 20 años, ¿qué gastos vendrán implícitos con el crecimiento de los hijos?, ¿la universidad? Y complementa con otros instrumentos financieros la estrategia para llegar a esas metas sin comprometer la mensualidad de tu hipoteca. • Divorciadas. Algunas enfrentarán la adquisición de la vivienda solas, como madres solteras, otras tendrán cierto apoyo del exesposo o tendrán una propiedad a su nombre. En el caso de no tener ningún apoyo de la expareja, deben reducirse a un espacio más pequeño del que estaban acostumbradas a vivir con la familia y lo recomendable es hacer un ajuste de gastos estricto en el que colaboren todos, y me refiero a los hijos, para que se pueda adquirir el bien inmueble sin correr el riesgo de endeudarte de más. Si la mujer quiere comprar la parte de la casa donde vivió con el exesposo, puede sacar un crédito para lograrlo siempre y cuando el divorcio esté firmado. Entre cónyuges los bancos no te van a prestar, pero al no ser familia puedes pedir un crédito para comprar la parte proporcional que quieres. • Concubinato. Este perfil funciona de forma similar a las parejas casadas y deben tomar las mismas consideraciones. 164

A veces los dos participan en el crédito como coacreditados o solo quien tenga ingresos. Pero la diferencia es que en este caso no pueden pedir un crédito Cofinavit porque el Infonavit pide el acta de matrimonio para poder utilizar el beneficio de un cofinanciamiento. En este tipo de relación es probable que en el aspecto financiero haya un balance parejo, es decir, que los dos participen activamente en la toma de decisiones y en las aportaciones. • Parejas del mismo sexo. Igual que en el caso del concubinato o la pareja casada, si tienen acta de matrimonio pueden tener acceso a financiamientos con el Infonavit, ya sea en conjunto con un banco o el del crédito conyugal. No todos los bancos permitirán un crédito en conjunto de personas del mismo sexo, a menos que se presente un acta de matrimonio. Según datos de Tu Hipoteca Fácil, el único banco al día de hoy que no pide acta de matrimonio es Santander; si llegan dos mujeres o dos hombres a pedir un crédito hipotecario, esta institución asume que son pareja y –si cumplen con los requisitos financieros– les otorga un crédito en conjunto. Si llega una pareja heterosexual, este mismo banco pedirá que se demuestre que están casados o que declaren que son concubinos. • Viudas. Ya sea que adquieran una segunda vivienda –si es que heredaron en la que vivió con su pareja– para obtener un ingreso extra o para mudarse a un espacio más pequeño y rentan la casa donde vivió primeramente.

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¿Y si tengo cuarenta y tantos? Gaby es madre soltera y por los cuidados y gastos económicos que tuvo desde que nació su hijo, Ernesto, quien hoy tiene ya 17 años, no ha podido comprar una casa. A sus 45 años, cuatro paredes y un techo es lo que más quiere, y siente que es el primer momento en su vida en que está financieramente preparada para una hipoteca. Su preocupación era si todavía podría endeudarse por un periodo de 15 años como mínimo. Gaby pudo pedir una hipoteca. Pero, gracias a que buscó la asesoría adecuada, se dio cuenta de que debía buscar una casa cuyo costo le permitirá poner atención y apoquinar a dos pilares en sus finanzas: su retiro y la educación de su hijo. La buena noticia es que Gaby adquirió, con ayuda de sus padres, un seguro educativo cuando su hijo nació, por lo que Ernesto podrá pagar su universidad sin muchos problemas. La mala noticia es que Gaby no tiene un ahorro para su vejez más allá de sus aportaciones a la Afore. La conclusión es que la casa de Gaby deberá ser apropiada en costo para que ella pueda pagar la hipoteca y ahorrar para su vejez. Comprar una casa y olvidar el retiro sería un error. Llegar a la jubilación con casa y sin ahorro es un escenario poco alentador: ¿cómo pagará Gaby el mantenimiento de su casa si no tiene una pensión digna?, ¿cómo cubrirá los gastos médicos normales de la vejez? Para blindar el retiro –si tu caso es igual o parecido al de Gaby– debes leer el capítulo 10. Ya con eso cubierto, puedes entrar al tema de la casa a los cuarenta y tantos. O incluso a más edad, pues en las entidades financieras establecen que la edad del cliente sumada con el plazo de la hipoteca no supere los 80 años de edad. Una hipoteca a 15 años te permitiría adquirir casa hasta tus 60 años recién cumplidos. Tu casa es tu patrimonio y será parte de lo que te ayudará a enfrentar la vejez; el día que necesites podrías venderla y utilizar parte de ese dinero para obtener una vivienda más pequeña y modesta, y otra parte para vivir cómodamente tu retiro. Comprar casa no es sinónimo de descapitalizarte, sino de tomar la decisión correcta de la casa correcta para sumar a tu patrimonio. Para no mermar tu situación financiera, pensando primordialmente en el retiro, a partir de los 40 años si vas a comprar casa toma en cuenta lo siguiente: 1. Compra la casa que responda a tus necesidades básicas, no la de tus sueños. Piensa en algo funcional y no muy grande para que con el tiempo el mantenimiento no sea una carga. Piensa que en esta casa es en la que iniciarás tu jubilación y no quieres que el predial se convierta en razón para no poder pagar medicinas o te impida pasarla bien en tu retiro. 2. Asegúrate de que si vas a tomar un crédito hipotecario el plazo sumado a tu edad no pase de tus 65 años para que cuando te jubiles no tengas que seguir pagando una hipoteca. Algunas instituciones financieras ofrecen créditos a personas que tienen hasta 64 años 11 meses de edad, siempre y cuando la suma del plazo y la edad no 166

supere los 75 años. Si vas a llegar a esto, piensa si de verdad podrás pagar la mensualidad sin apuros aun con tus gastos fijos y sin ingresos. 3. La mensualidad que pagues no debe interferir con tu posibilidad de ahorrar lo necesario para lograr una jubilación digna. Para lograrlo todo –retiro y casa–, Gaby hizo un presupuesto detallado de sus ingresos y egresos para después hacer un plan financiero por la vida del crédito, es decir, 15 años. Esto le ayudó a entender cómo iba a pagar la casa y lograr una jubilación para disfrutar su casa. “Tenerlo en blanco y negro me ayudó a encontrar fugas de dinero que no tenía localizadas y así hallar la forma de ahorrar y pagar la casa.” Gaby lleva un par de año con su crédito. Una estrategia que le ha funcionado es que con sus aguinaldos y un ahorro extra que le ha costado mucho trabajo, cuenta, hizo pagos adelantados con la meta de lograr pagar la casa en menos tiempo. Este pago adelantado era de dinero excedente, es decir, que de verdad no necesitaba ahorrar para su jubilación o los gastos necesarios para ella y Ernesto.

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Sección masculina: El compromiso de la casa Las mujeres tienden a impulsar a sus parejas a que adquieran casa. Ella buscará la casa que le guste y les quede mejor como familia, participará en todo el proceso y si está muy ilusionada lo hará todo sin que tú hagas mucho esfuerzo, hasta llenar la solicitud del crédito a tu nombre. ¿Por qué? Quizá por esta tradición cultural de que debemos ser dueños de algo, algunas porque crecieron con recomendaciones de otras mujeres que les decían: “dile que debe poner la casa a tu nombre”, tip que tiene bases sólidas. Estas tradiciones van evolucionando y cambiando, lo que sigue siendo interesante es que la tierra genera seguridad financiera en la cabeza de cualquiera. Si tu eres de los que no creen en la compra de inmuebles para vivir, tienes que sentarte y explicárselo a la mujer que tienes junto. A lo mejor sí creas en eso de comprar, pero no en el momento en el que están, explica por qué hoy no, pero mañana tal vez. Quizás dentro de tus inversiones hayas adquirido un terreno para tu negocio; en ese caso, podrías hacerle saber que tienen esa seguridad y que en una eventualidad pueden echar mano de esa inversión. Si para ti la adquisición de bienes inmuebles es una estrategia de inversión, no de disfrute, entonces piensa en la opción de comprar un departamento que se rente y con este ingreso pagar la renta o parte de la renta de la vivienda en la que ustedes escogen estar. Eso a ella le ayudará a disfrutar el espacio que vive y el que renta, pues sabrá que tiene unos ladrillos por ahí. No hay una receta, lo que importa es que le digas lo que piensas y la incluyas en por qué no quieres, ya sea hoy o nunca, comprar una casa. No todos van a ser dueños de una casa, solo hay que saberlo y entenderlo.

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El divorcio

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I

rene, quien me pidió que cambiara su nombre, tiene 34 años y lleva tres años divorciada. Su divorcio no fue resultado de pleitos monetarios, pero el manejo del dinero en su relación tampoco fue la más eficiente, en parte porque nunca hubo una comunicación abierta en cuanto a las finanzas. El divorcio, por sí solo, es uno de los procesos emocionales más desgastantes que existen, dice Margarita Tarragona, psicóloga y fundadora de PositivaMente, y cuando se le suma el factor financiero es todavía más complejo. Es un duelo, me explicó Margarita en una charla que tuvimos en su oficina en Santa Fe, y este tiene una duración indeterminada, pues depende de cómo te va en la feria lo que tardas en recuperarte emocionalmente. Por otro lado, el divorcio es una transición financiera, y para muchos es de las más difíciles de enfrentar. Tomar las decisiones correctas para no dañar tu patrimonio o el de tus hijos es una tarea monumental a la hora del divorcio. En el año 2011 se registraron en México 570 954 matrimonios y 91 285 divorcios, según datos del INEGI . El divorcio ha aumentado en México, ya que si en 1980 se divorciaban 4 de cada 100 matrimonios, para 2011 se registraron 16 divorcios por cada 100 matrimonios. Esta relación cambia según cada estado de la república. Por ejemplo, de acuerdo con el INEGI, en Chihuahua se registran 35 divorcios por cada 100 matrimonios; en el Distrito Federal, 32 divorcios por cada 100, y en Nuevo León, Colima y Baja California Sur, 26 divorcios. Aquí no voy a cuestionar por qué el divorcio se incrementa año con año o por qué hay estados con más divorcios que otros, solo plantearé que es un proceso común para el cual hay que estar preparados financieramente hablando. Además, cada situación será muy particular y dependerá de un sinfín de factores, entre ellos los legales, dice mi amigo el abogado Alonso Rivero Borrell. En este capítulo abordaré solo lo que nos compete, es decir, el tema financiero para que cubras los ángulos de tus finanzas personales. Solo un detalle legal que es importante entender: hoy en día el divorcio se declara con la sola petición de cualquiera de los dos miembros del matrimonio. “Basta con que uno vaya y lo pida y en ese momento se decreta”, dice Alonso. Lo que puede ser “litigioso” o causa de pelea o disputa es el convenio que regula las consecuencias del divorcio: el qué es de quién y el tema de los hijos. 171

Irene: no habló en serio de dinero Desde que Irene se comprometió con Daniel (a quien también le he cambiado el nombre) se dio cuenta que él era organizado con el dinero. Al instante de darle el anillo, le pidió que en una alcancía cada uno aportara 1 000 pesos al mes para la luna de miel. Ella lo hizo sin cuestionarlo y así juntaron para viajar después de su boda en el estado de Morelos. Esta es una buena estrategia de ahorro porque se establece una meta. En retrospectiva, Irene duda si fue justo que los dos aportaran un monto igual cuando uno ganaba mucho más que el otro. El esfuerzo, dice, “fue mucho mayor para mí”. El error no es si cada quien aporta un monto igual o un porcentaje del sueldo que cada uno ingresa, esa decisión la tomará cada pareja al organizarse con el dinero, lo que es un error es que nunca platicaron si les parecía justo o no el arreglo. Por eso ahora Irene siente que fue injusto, para ella fue una estrategia impuesta, Daniel no pidió su opinión y ella tampoco levantó la voz y lo cuestionó. Lo que también es un error es que hayan ahorrado ese dinero en una alcancía, cuando podían aprovechar e invertirlo en un instrumento que se los protegiera de la inflación. Durante un año los dos ahorraron, pero su dinero perdió valor porque no lo protegieron de este incremento natural de precios. Hablar de dinero en pareja es indispensable para que este no se convierta en un tema que cause rencores y enojos, dice Margarita Tarragona de PositivaMente, y más a la hora del divorcio. Según Alonso, las parejas que llegan con él y que tienen claridad sobre sus finanzas resuelven mucho más rápido su separación y el convenio de divorcio. Los pleitos surgen cuando hay sorpresas. Irene tenía la impresión de que su relación financiera con Daniel era sana. Ella le prestaba dinero para su negocio, él se lo regresaba. Él le conseguía algunos trabajos como freelance y el dinero lo aportaba para gastos en conjunto. Irene trabajaba en una universidad como profesora y en una fábrica de ropa como diseñadora. Cuando la línea de ropa que diseñaba fue clausurada y perdió uno de sus dos trabajos, empezó a dedicarle tiempo a los pendientes del negocio de Daniel y a la casa. “Fui su secretaria, chofer, administradora y cocinera”, dice Irene, “y no me importaba porque siempre pensé que estábamos construyendo algo juntos”. Pero después de cuatro años de casados el divorcio llegó. El proceso de Irene no fue corto, trataron de que el matrimonio funcionara con terapias de pareja y hasta una separación temporal. Cuando llegó el día de la decisión final de divorciarse, Irene estaba emocionalmente agotada y no quiso ni averiguar con un abogado cómo debía solucionar su divorcio. Se dividieron los muebles y los regalos de boda, cancelaron los servicios domiciliados y se despidieron. No hubo mucho papeleo, no había cuentas en conjunto, no había seguros familiares, no había propiedades o hijos.

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¿Qué establece la ley? La ley dice que entre cónyuges hay una responsabilidad alimenticia. El cómo se distribuye lo que se tiene dependerá de cada caso y la decisión del juez, pero me explicó el abogado Alonso que también importa bajo qué régimen te casaste: separación de bienes o sociedad conyugal. • Sociedad conyugal. No importa quién haya trabajado más o menos o quién haya adquirido más bienes durante el matrimonio, todo se divide conforme a lo que la pareja haya acordado, y si no hay acuerdo, a la mitad. Piensa que son socios y, como en la empresa, si se separan los socios todo se divide entre ellos. • Separación de bienes. Cada quien se queda con lo que es de cada uno. Y acuérdense que “bienes” incluyen todo: dinero, propiedades, cuentas de banco, automóviles, cuadros, artículos, objetos, joyas, o lo que se les ocurra. Es aquí cuando puede haber pleitos emocionales, y siempre habrá quien se pelee por una cafetera, no por el valor real de esta, sino por el enojo que conlleva un divorcio. Cuando los pleitos se ponen complicados, el estrés del convenio será mayor, igual que el costo, pues recuerden que los abogados trabajan por hora. ¿Qué puede causar líos a la hora del convenio? Un cuadro u objeto de valor heredado o regalado a uno de los cónyuges y que este no tenga cómo comprobar que es de su propiedad. Digamos que tu abuela te regala de cumpleaños una jarra de plata y cuando te divorcias el pleito es tal que tu pareja quiere quitarte la jarra que te dio tu abuela. Si tu abuela vive, ella tendrá que decir o firmar una carta que establezca que la jarra es tuya. Si tu abuela ya no vive, entonces habrá que traer testigos que digan que la jarra era de tu abuela y que te la regaló de cumpleaños para que el juez tome la decisión correspondiente. Si nunca se logra comprobar de quién es la jarra, el juez puede pedir que la jarra se venda y el dinero se divida entre los dos, me explicó Alonso.

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Tip: guarden papeles o tengan fotos de los regalos valiosos que reciben. Otro detalle de estar casados por separación de bienes es que existe la posibilidad de obtener u otorgar una pensión al divorciarte. La ley le llama una compensación y puede ser de hasta el 50% del valor de los bienes adquiridos durante el matrimonio. Esto se da cuando uno de los cónyuges no trabajó durante el matrimonio y el tiempo lo dedicó “preponderantemente” al cuidado de la casa o a los hijos. Irene trabajó tiempo completo durante un periodo de su matrimonio, después dedicó la mayor parte de su tiempo a la casa. Alonso me explicó que por eso ella tendría derecho a una compensación, según lo que decida el juez. “Al final, lo que la ley prevé es que el juez por las distintas circunstancias pueda tomar la decisión correspondiente buscando un acuerdo mutuo y que la resolución sea justa”, dice Alonso. Irene vive de sus ahorros y en el tiempo que lleva divorciada ha utilizado el 50% de lo que tenía en la cuenta de inversión que sus papás le dieron cuando era adolescente y en la que ella depositó el dinero extra que tenía. Daniel tiene un nivel económico más estable y más alto que el de Irene. Si ella hubiera querido una compensación, debió haber llevado su caso a un juez al momento del divorcio para que fuera analizado.

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En retrospectiva, Irene no puede cambiar lo acordado. La batalla hay que pelearla cuando se tiene enfrente, aunque esto solo haga el duelo más complicado porque, según Margarita, el proceso del convenio durante el divorcio puede ser un factor que alargue el dolor y el enojo de la pérdida de la pareja. Por cierto, hay momentos en que se puede pedir que se hagan ajustes al convenio del divorcio. Por ejemplo, si tu pareja a la hora de firmar está en bancarrota –en serio pasa más de lo que uno se imagina– quizás el juez no le pida que pague una pensión alimenticia a sus hijos o a su pareja porque no tiene el dinero. Pero digamos que cinco años después del divorcio tu pareja se recupera financieramente y le va mejor que a ti. Puedes pedir una modificación del convenio o una controversia de alimentos para que aporte una pensión a tus hijos ya que puede.

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Si hay hijos En este caso, independientemente de si hay o no divorcio, lo que establece la ley es que “ambos padres están obligados a proveer alimentos a los hijos, sin importar si trabajan o no, solo por el hecho de ser padres”, dice Alonso. En el caso del divorcio en particular se distingue según quién tenga mayores posibilidades. “La carga será mayor para quien tenga una mejor posibilidad de brindar los recursos”. Si uno de los dos en la pareja no trabaja, el que tenga los recursos tendrá –en principio– que absorber la manutención de los hijos y el cónyuge. Pero la ley prevé también que en el caso de la separación –cuando hay hijos– el que tiene mayores recursos o proveedor principal podría pedir al otro –si tiene las posibilidades– ponerse a trabajar para ayudar con la obligación alimenticia.

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Los seguros privados no son obligación Si bien el acceso a medicina y hospitalización es una obligación de “alimentos” entre cónyuges y para los hijos, esto se puede garantizar con el seguro social. No se puede obligar al cónyuge a pagar el seguro de gastos médicos mayores. Este es un tema, me dijo Alonso, que depende del convenio al que se llegue a la hora del divorcio. La recomendación es que si la familia está acostumbrada a la medicina privada, este sea un rubro importante a la hora del convenio. En otras palabras, no olvides los seguros. Por principio, los seguros médicos deben ser una de las prioridades a la hora de hacer tu presupuesto después del divorcio. Llama a tu agente y pídele que te cotice los nuevos costos. De hecho, sería bueno que antes de llegar al divorcio tengas claro cuánto se paga por los seguros médicos de la familia, dónde están las pólizas, qué cubren y cuándo vencen.

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¿La casa me la quedo? La casa es el espacio que representa el asentarse y echar raíces, y cuando se tiene hijos, este espacio es el que les crea una cierta identidad. Dejar la casa a la hora del divorcio es un proceso emocional complejo, pero quedarse en ella por no cortar lazos puede ser una terrible decisión financiera. No te quedes con la casa solo por no alterar el espacio de tus hijos o por el enojo que puedas tener por la separación. Recuerda que cualquier decisión tomada en “caliente” puede ser una mala decisión. Antes de ver si te conviene quedarte o no con la casa, haz presupuestos y ten claro el valor de tus ladrillos y si hay deudas avaladas con este inmueble o con referencia a este, como los servicios o el predial. Si bien el destino final de los bienes depende mucho del régimen bajo el cual te casaste, como lo vimos al inicio de este capítulo, de si había un contrato prenupcial o lo que dicte el juez en cuanto a la aprobación del convenio del divorcio, existen tres opciones básicas, explica Alonso: 1. Lo venden y cada quién se queda con su parte correspondiente. 2. Si está la propiedad a nombre de los dos, uno puede comprarle al otro su parte. 3. Se mantiene el bien en sociedad para dejarla como patrimonio a los hijos. Considera lo siguiente a la hora de tomar la decisión. Si te quieres quedar en la casa: • Que te alcanza para mantener bien el inmueble con el ingreso que tienes o la pensión. Si se deja de mantener la casa ésta pierde su valor con el tiempo y por lo tanto dañas tu patrimonio o el de tus hijos. • Si se quiere vivir en ese espacio con los recuerdos que trae consigo. • Si lo van a vender, analicen que no se está malbaratando la propiedad por la prisa de la separación, pues esto al final daña tu patrimonio y el de los hijos. • Ceder la casa también es una opción. No obstante, esta decisión se puede tomar por salir rápido del trámite y en el futuro afectar el patrimonio que hayas logrado o no. Si tienen una hipoteca que siguen pagando por la casa, deben hablar claramente de cómo se va a pagar esta deuda durante el proceso de divorcio y después de este. Recuerda que una deuda es un compromiso adquirido y hay que responder. Con hipoteca, estas son sus opciones: 1. Si el crédito está solo a nombre tuyo o de tu cónyuge, pueden decidir quién va a vivir en la casa. Lo que debe quedar claro es quién va a pagar y que siga pagando. 2. Si los dos pagan la hipoteca, es decir, es una hipoteca conjunta o mancomunada, pueden seguir con el esquema en el que cada quien paga lo que le corresponde hasta 178

el fin del crédito. Solo deben establecer claramente a nombre de quién se va a escriturar la propiedad en el futuro y si esta persona pagará a la otra su parte correspondiente. No olviden que habrá una carga financiera extra, pues ahora no vivirán juntos. Uno tendrá que pagar por un espacio donde vivir, además del monto del crédito, y a veces esto puede hacer más difícil el pago de la hipoteca. 3. Si sacaste un crédito mancomunado con el Fovissste, debes saber que el inmueble está hipotecado a favor de la institución en términos globales, pero en el contrato está establecido el monto del bien que le corresponde a cada uno de los acreditados. Solo un juez puede solicitar al Fovissste que se modifiquen las obligaciones y los derechos del contrato. 4. Si tienes Infonavit y uno de los dos deja de pagar se incrementan los intereses y el descuento a tu nómina mensual. Uno de los dos puede decidir pagar el resto del crédito sin la aportación del otro. 5. Si tienes un crédito cofinanciado que incluye a tu pareja, la institución puede pedir un análisis particular de tu caso y no ofrecerte una solución de cajón, pues dependerá de quién es acreditado del Infonavit y quién del banco. Uno de los temas más complejos en el matrimonio es el manejo del dinero. Debe haber un acuerdo familiar para que las prioridades sean las mismas y no se llegue a una ruptura. Si ya estás en el proceso de la separación o el divorcio, busca asesoría con un terapeuta, que incluso podría dar sesiones con tu expareja, no para tratar de arreglar la relación, sino para arreglar el divorcio de la forma más civilizada. También busca un abogado que te inspire confianza y a quien puedas decirle las cosas sin preocupación. Y a menos de que estés muy tranquila con la resolución de la separación, pelea tu batalla en el momento, no dejes para después, como hizo Irene, algo que puedes resolver ahora y que te ayudará a garantizar una separación justa y que te permita mantener tu patrimonio.

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Sección masculina: “Caite con la micha” de tu partida secreta Una práctica común es esconder dinero a tu pareja. Digamos que la prima de una amiga, cuyo nombre no revelaré, el día que se casó recibió de manos de su mamá unos papeles de una cuenta de inversión con los nombres de las dos. Le dijo: “Por si el matrimonio no funciona. Esta cuenta viene desde mi mamá, ella me la dio, ahora te la paso”. Y le pidió que conforme pudiera le fuera poniendo más dinero. Y por cierto, no es Elena, la del capítulo 4, es otra. Y, sí, hay muchas que hacen lo mismo. Mi amiga, que ya no trabaja, ahorra de la quincena que le da su esposo para los gastos de la casa y deposita un poco en su cuenta cada mes. Su esposo no tiene idea de que él aporta al seguro de divorcio de mi amiga o que tiene esta cuenta, pues los estados de cuenta llegan a la casa de su abuela. Y como dije también en el capítulo 4, esto no solo lo hacemos las mujeres, los hombres suelen decirle a sus mujeres que ganan mucho menos de lo que realmente ingresan. Y cuando les preguntas por qué, te responden porque si supieran se lo gastan. Y como ellas, en una cuenta tienen su dinero para un día lluvioso. Yo no estoy aquí para juzgar. Tener o no una partida secreta será decisión de cada quien. Lo que te debe quedar claro es que tener cuentas escondidas de tu pareja a la hora de un divorcio podría ser causa de acusación de delito si no se declaran ante el juez. Si uno de los dos sospecha que el otro tiene una cuenta escondida, puede pedirle al juez que pida a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) que busque todas las cuentas en las que aparece tu nombre. Y en este tipo de casos, puedes decirle adiós al secreto bancario. Si encuentran cuentas, este bien recibirá el mismo trato que el resto de los bienes en el divorcio.

180

181

Con canas ya no quiero trabajar

182

E

stás sentada en tu oficina a tus cincuenta y tantos años, te duele la espalda, quieres unas vacaciones y te imaginas esa fotografía algo cliché de los pies cruzados frente al mar. Y entonces dices: ¡Gulp! ¿Puedo vivir mi retiro como si fueran unas vacaciones interminables? Esa es la primera vez que muchas mujeres piensan en el retiro. Antes de eso, ese momento estaba lejos. Según una encuesta de la Asociación Mexicana de Afores (Amafore), solo 28% de los encuestados ha hecho planes para su retiro laboral. Cuando pregunté entre mis conocidas quién tiene una estrategia para cuando no quieran o puedan trabajar, todas hicieron cara de “eso no es necesario porque mi jubilación está muy, muy lejos en el tiempo”. Entonces pregunté: “¿quién, por lo menos, ha pensado en la jubilación?”. Solo una, Ami, me dijo que ella lo había pensado y solo porque hacía poco percibió a sus papás más cerca de la edad de su retiro. Es decir, los vio grandes. Recordarás a Ami porque fue quien cambió su Afore al banco donde tenía su cuenta de nómina por pura comodidad. La mayoría de las mujeres jóvenes profesionales o dedicadas al hogar no tienen registrada en su lista de prioridades ese momento de vida al que inevitablemente llegaremos: el retiro. De lo que no nos hemos dado cuenta, a nuestros treinta y tantos o a los cincuenta y tantos, es que como vivamos nuestra época de canas es problema nuestro y no podemos depender de otros. La realidad: • 8% de los encuestados por la Amafore dice hablar del retiro con la familia. • 36% nunca ha mencionado el retiro en casa. • 1% considera el ahorro para el retiro una de las cinco prioridades de su presupuesto familiar, según la Primera Encuesta sobre Cultura Financiera en México de Banamex y la uNam . • 74.4% de las mujeres quiere jubilarse con menos de 60 años, según una encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar). Conviene mencionar que la edad para el retiro en México es de 65 años. 183

• 4 de cada 10 mujeres ahorran para su retiro. • En 1943 había en México 26 jóvenes trabajando por un viejito pensionado. Para 2035 habrá 2 mexicanos trabajando por cada viejito pensionado, según la Consar. • En México la esperanza de vida para las mujeres es de 78 años; las mujeres viven en promedio más años que los hombres. En 1930 la esperanza de vida para las mexicanas era de 35 años y los hombres vivían 33. Para el 2010 esto cambió a 78 y 73 años, respectivamente, según el INEGI. • Hoy, si te jubilas a los 65 años vas a vivir, por lo menos, 13 años retirada. Para lograr un retiro digno tienes que aprovechar todos los instrumentos que existen, y entre más temprano en tu vida lo hagas, menos aportarás al mes y más lograrás en el futuro. Lo más importante: nunca es demasiado tarde para juntar algo extra para tu retiro. No importa si estás leyendo esto a tus 30 años y como Ami tienes 35 años para lograr un mejor retiro, o a tus 50 años. Si estás en el segundo caso, como Ana, de quien te platicaré más adelante, piensa que en 15 años todavía puedes sumarle algo para que cuando ya no te quieras pintar el pelo puedas comer en tu restaurante favorito de vez en cuando y comprar juguetes a tus nietos. Solo que tu esfuerzo va a ser mucho mayor.

184

Lección 1. Él no te va a mantener Si tienes todavía la idea de que tu pareja se va a ocupar económicamente de ti cuando sean viejitos o, incluso, te dejará su pensión cuando él falte y con eso la vas a hacer, estás en el peor de todos los errores. La pensión que va a recibir tu marido es probable que no alcance ni para él, y eso no solo lo digo yo, lo dice también Carlos Ramírez, el presidente de la Consar. Obviamente si tu pareja es muy precavida y tiene un plan para el retiro muy completo, como el que te voy a plantear más adelante, quizá logren un retiro digno, pero por eso debes hablar con él y tener en tus manos un plan. Carlos siempre dice que las mujeres somos más organizadas e impulsamos a nuestra pareja a tomar las decisiones importantes. Para que el retiro empiece a ser un problema menor y no una carga para las familias, las mujeres deben tener un rol más proactivo. En ellas está que los maridos lo registren en sus cabezas como una de las necesidades para la familia y que los hijos lo tengan también en su cultura financiera para que en el futuro sepan cómo abordar el tema con sus familias. ¿Otra vez todo cae en ti? Sí, el retiro es tu problema.

185

El plan para tener más Esto es lo que existe en el mundo financiero para que logres un mejor retiro: 1) Tu Afore, es decir, tu Administradora de Fondos para el Retiro. 2) El plan de pensión de tu empresa. 3) El plan personal de retiro, conocido como PPR. 4) Tu ahorro para las canas. Si logras tener un poco en cada uno de estos instrumentos puedes establecer una estrategia para tu jubilación. Si te falta uno, por ejemplo, tu empresa no ofrece planes de pensión, entonces debes reforzar alguno de los otros.

186

1. La Afore famosa Esta cuenta a tu nombre tiene tu dinero ahorrado para el retiro. Lo has ahorrado, en teoría, desde tu primer trabajo por medio de una aportación tripartita –tuya, de tu empleador y del gobierno– y la administra una institución financiera privada (para más detalle sobre esto ve al capítulo 2). De los siete años que lleva trabajando en una empresa, Ami aporta su cuota de 1.125%, el empleador 5.15% y gobierno 0.225% mensual, según su salario base. Este total de 6.5% es y será siempre “insuficiente” me ha dicho no una, sino varias veces, Carlos Ramírez, presidente de la Consar. Aun así, ese dinero es parte de tu patrimonio y es lo que tienes ahorrado –de forma obligatoria– para tu retiro. Ami trabaja en una empresa privada, por eso su aportación es de 6.5%. Si trabajara para el Estado, es decir, fuera empleada del gobierno y cotizara su Afore dentro del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), entonces tendría una aportación de 11.30%. Como habrás visto, el Estado provee un porcentaje muy pequeño para tu retiro. De hecho, el sistema en general –si piensas en una persona de ingresos medios o altos– no te protege mucho –dicen que con solo el 6.5% podrías retirarte con el 30% de tu ingreso al final de tu vida laboral y eso es muy probable que no te alcance para una pensión ya no digamos digna. Por otro lado, a un trabajador de ingresos bajos puede cubrirle –como está definida la ley hasta mediados de 2013– el 80% de su sueldo. Entre más dinero ganas, menos contribuyes por el tope de las aportaciones y se abre la brecha. No te deprimas. La Afore es un complemento genial para tu retiro y todo suma. Además, piensa que llevas años recibiendo 5.375% de tu sueldo base extra –por parte de tu patrón y del gobierno– y eso muchos no lo tienen. Otro beneficio de la Afore es que las aportaciones voluntarias o extras que realices son deducibles de impuestos. En los últimos años las Afores han mostrado rendimientos anuales muy, muy interesantes –en promedio de 11.34%– que pocos instrumentos ofrecen. Por lo tanto, es un gran lugar donde puedes ahorrar para tu retiro, sobre todo si le sumas un extrita cada mes. El ahorro voluntario en las Afores es un servicio que ofrecen aparte, en el que puedes ahorrar desde 1 peso. Este es el lugar en el que debes ahorrar cuando dejas de trabajar un tiempo o lo haces de forma independiente, para mantener tu Afore creciendo. Y ojo, en la Consar saben que el ahorro está quedándose corto; y sí han trabajado para mejorarlo, no solo cambiando reglas y permisos de inversión para que tu dinero esté en instrumentos con mejores rendimientos, también tienen claro que un incremento del 187

monto de ahorro es necesario. No te sorprendas si pronto te hacen aportar más cada mes y, en serio, si eso pasa no te enojes, mejor aplaude, pues tu viejito latente vivirá mejor. Para que con tu Afore logres retirarte con el 70% de tu ingreso, esto es lo que debes ahorrar extra con aportaciones voluntarias: Si cotizas con el IMSS: (En pesos) Nivel salarial

Saldo acumulado (TR = 70%)

Pensión mensual (TR = 70%)

Ahorro voluntario necesario a la edad indicada 25 años

40 años

50 años

60 años

1 SM

$1943

$358583

$13601 n.a.

n.a.

n.a.

n.a.

2 SM

$3886

$717165

$2720 $421

$1023 $2053 $9412

3 SM

$5828

$1075748

$4080 $698

$1696 $3405 $15611

4 SM

$7771

$1434330

$5440 $975

$2370 $4757 $21809

5 SM

$9714

$1792913

$6800 $1257 $3057 $6137 $28136

6 SM

$11657

$2151495

$8160 $1534 $3731 $7489 $34335

7 SM

$13600

$2510078

$9520 $1811

8 SM

$15542

$2868661

$10880 $2094 $5092 $10221 $46860

9 SM

$17485

$3227243

$12240 $2371 $5765 $11573 $53058

10 SM

$19428

$3585826

$13600 $2648 $6438 $12925 $59257

11 SM

$21371

$3944408

$14960 $2931 $7126 $14305 $65584

12 SM

$23314

$4302991

$16320 $3208 $7799 $15657 $71782

13 SM

$25256

$4661573

$17679 $3485 $8473 $17009 $77981

14 SM

$27199

$5020156

$19039 $3762 $9146 $18361 $84179

15 SM

$29142

$5378739

$20399 $4039 $9820 $19713 $90377

20 SM

$38856

$7171651

$27199 $5540 $13469 $27038 $123962

25 SM

$48570

$8964564

$33999 $6924 $16836 $33797 $154952

$4404 $8841 $40533

Fuente: Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro. Supuestos: Se quiere alcanzar una tasa de remplazo de 70% a la edad de retiro de 65 años. La densidad de cotización es de 75%, entró al mercado laboral a los 25 años a una Afore con una comisión de 1.29% y rendimiento antes de la comisión de 5.29%. Se consideró una carrera salarial plana, es decir, en la que toda tu vida ganas lo mismo.

Si cotizas con el ISSSTE: (En pesos) Nivel salarial

Saldo acumulado (TR = 70%)

Pensión mensual (TR = 70%)

Ahorro voluntario necesario a la edad indicada 25 años

1 SM

$1 943

$1 3601

$358 583

188

40 años n.a.

50 años n.a.

60 años n.a.

n.a.

2 SM

$3 886

$717 165

$2 7202

3 SM

$5 828

$1 075 748

$4 080 $435

$1 058 $2 124 $9 739

4 SM

$7 771

$1 434 330

$5 440 $619

$1 505 $3 021 $13 851

5 SM

$9 714

$1 792 913

$6 800 $803

$1 952 $3 918 $17 962

6 SM

$11 657

$2 151 495

$8 160 $986

$2 398 $4 815 $22 073

7 SM

$13 600

$2 510 078

$9 520 $1 170 $2 845 $5 711 $26 184

8 SM

$15 542

$2 868 661

$10 880

$1 354 $3 292 $6 608 $30 296

9 SM

$17 485

$3 227 243

$12 240

$1 538 $3 738 $7 505 $34 407

10 SM

$19 428

$3 585 826

$13 600

$1 721 $4 185 $8 401 $38 518

n.a.

n.a.

n.a.

n.a.

Fuente: Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro. Supuestos: Se quiere alcanzar una tasa de remplazo de 70% a la edad de retiro de 65 años. La densidad de cotización es de 75%, entró al mercado laboral a los 25 años a una Afore con una comisión de 1.29% y rendimiento antes de la comisión de 5.29%. Se consideró una carrera salarial plana, es decir, en la que toda tu vida ganas lo mismo.

Si eres independiente: (En pesos) Nivel salarial

Saldo acumulado (TR = 70%)

Pensión mensual (TR = 70%)

Ahorro voluntario necesario a la edad indicada 25 años

40 años

50 años

60 años

1 SM

$1943

$358583

$1360 $403

$980

2 SM

$3886

$717165

$2720 $807

$1961 $3937 $18048

3 SM

$5828

$1075748

$4080 $1210 $2941 $5905 $27072

4 SM

$7771

$1434330

$5440 $1613 $3922 $7873 $36096

5 SM

$9714

$1792913

$6800 $2016 $4902 $9841 $45120

6 SM

$11657

$2151495

$8160 $2420 $5883 $11810 $54144

7 SM

$13600

$2510078

$9520 $2823 $6863 $13778 $63168

8 SM

$15542

$2868661

$10880 $3226 $7844 $15746 $72192

9 SM

$17485

$3227243

$12240 $3629 $8824 $17714 $81216

10 SM

$19428

$3585826

$13600 $4033 $9805 $19683 $90240

11 SM

$21371

$3944408

$14960 $4436 $10785 $21651 $99264

12 SM

$23314

$4302991

$16320 $4839 $11766 $23619 $108288

13 SM

$25256

$4661573

$17679 $5242 $12746 $25587 $117311

14 SM

$27199

$5020156

$19039 $5646 $13727 $27556 $126335

15 SM

$29142

$5378739

$20399 $6049 $14707 $29524 $135359

20 SM

$38856

$7171651

$27199 $8065 $19610 $39365 $180479

25 SM

$48570

$8964564

$33999 $10081 $24512 $49207 $225599

189

$1968 $9024

Fuente: Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro. Supuestos: Se quiere alcanzar una tasa de remplazo de 70% a la edad de retiro de 65 años. La densidad de cotización es de 75%, entró al mercado laboral a los 25 años a una Afore con una comisión de 1.29% y rendimiento antes de la comisión de 5.29%. Se consideró una carrera salarial plana, es decir, en la que toda tu vida ganas lo mismo.

Para recibir tu pensión debes saber que existen dos tipos de regímenes en el IMSS y el ISSSTE, y depende de los años que hayas cotizado: 1) Si empezaste a trabajar antes del 1 de julio de 1997 o 2) si empezaste a trabajar a partir de esa fecha. Si no trabajaste ni un día después del 1 de julio de 1997, te pensionas por el régimen anterior y no tienes Afore; si trabajas desde esa fecha, entonces tienes tu Afore y tu pensión se basará en lo que hayas juntado ahí. Pero si cotizaste para los dos regímenes, eres un trabajador en transición y puedes optar por cualquiera de las dos opciones de pensión. Cada institución tiene sus propias reglas y requisitos para recibir la pensión, así que debes revisarlas bien antes de ir a pedir tu dinero. En principio, si trabajaste más tiempo bajo el régimen viejo es probable que te convenga retirarte por ese régimen y no el de las Afores, pues tendrás poco dinero en tu cuenta. Si optas por el régimen viejo, podrás recuperar parte del dinero que tengas en tu cuenta, como lo que hayas aportado en ahorro voluntario o tu Infonavit si nunca pediste un crédito. Toda esta información la puedes encontrar en el sitio de la Consar. Antes de tomar la decisión final, haz las cuentas, revisa cuánto recibirías por cada régimen y piensa qué es lo mejor para ti. Si eres de la generación Afore, no tengo todavía mucho que decir, pues nadie se ha retirado todavía por este régimen. La regla básica es que lo que tengas en tu cuenta será lo que te va a tocar, así que más te vale aportarle un poco más de lo mínimo requerido por ley.

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2. Lo que me da mi empresa Como sabes desde el capítulo 2, esta prestación no la ofrecen todas las empresas, así que si la tuya lo tiene considérate suertuda y espero que siempre aportes hasta el tope para que el ahorro sea el mayor posible. Se calcula que hay unos 2 000 planes de pensiones en el país, la mitad de ellos son de los últimos 10 años. Las empresas que otorgan esta prestación firman un contrato con una institución financiera que administra los recursos y lo ofrece a los empleados como una opción voluntaria, además de que hay niveles de aportación –en algunas puedes aportar hasta el 10% de tus ingresos y la empresa te ayuda con otro cachito–. Esta es una de las bellezas, alguien te ayuda aunque sea con algo y eso no se debe despreciar jamás. Si dejas de trabajar en la empresa este dinero es tuyo; cada empresa tiene sus opciones de traspaso, con algunas puedes pasarlo a la Afore o a un plan personal de retiro. Aquí entra de nuevo el tema del tiempo y aportaciones pequeñas que en el futuro te ayudarán a vivir mejor. Desde que entró a trabajar a su empresa, Ami pidió que le descontaran el porcentaje más alto posible para este fondo de pensión, pero, dice, lo hizo más pensando en el ahorro que en el retiro y con la idea de que si no le llegaba a su cuenta y no lo tenía disponible no lo gastaría. Y esa estrategia funciona, digamos que vas buscando candados que hacen difícil gastar todo tu dinero hoy y el que nunca llegue a tus manos ayuda porque no se convierte en tentación. Como ya mencioné también en el capítulo 2, con la reforma fiscal es probable que muchas empresas cambien sus formatos de estos planes, porque difiere la deducción que los patrones pueden hacer de las aportaciones hechas para la creación o el incremento de este tipo de fondos de pensión anual.

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3. El PPR El PPR es el Plan Personal de Retiro, una cuenta individual con beneficio fiscal para administrar el dinero pensado para cuando te jubiles. Y es una opción cómoda y necesaria para los trabajadores independientes que no tienen ayuda patronal o del gobierno. Ana tiene 56 años y ha trabajado toda su vida como independiente valuando arte. Su dinero siempre ha sido el extra de la casa y la familia. Su esposo paga los gastos fijos, lo que ella gana es y siempre ha sido para las vacaciones, remodelar la casa o ayudar a los hijos. Ana nunca ahorró de forma constante, nunca tuvo un trabajo formal que le ayudara a ahorrar en una Afore o una pensión. Un PPR es la herramienta ideal para ella y todavía puede juntar algo interesante en 9 años, edad del retiro, o incluso podría seguir aportando hasta los 70 y juntar un poco más. Ana no está totalmente descubierta. Tiene un ahorro y ella y su esposo cuentan con dos propiedades para rentar que les podrían generar un ingreso en la jubilación. Su esposo, además, recibirá una pensión y tiene ahorros. Pero Ana sabe que ella debe tener algo suyo. Y con el ahorro que tiene y sus ingresos está dispuesta a dejar a un lado un par de vacaciones y un par de “arreglitos” de la casa para estar más tranquila. La mayor gracia del PPR es que da beneficio fiscal. El artículo 176 de la Ley del Impuesto sobre la Renta (ISR) establece que cada año puedes aportar hasta 10% de tus ingresos anuales a un esquema de ahorro voluntario para la jubilación. Este monto tiene como tope 5 veces el salario mínimo anual, unos 116 000 pesos al año. Si te llegas a pasar, por el excedente sí se deben pagar impuestos al momento del retiro, pero por ley tienes 10 años para el efectuar el pago, lo cual minimiza el golpe. Al final de cada año, si inviertes en un PPR, puedes pedir una bonificación fiscal de los impuestos por el ingreso que obtienes. De cada 10 pesos que aportes, el fisco te va a devolver 2.50 pesos, es decir, el 25%. Esta es la contribución del gobierno, por ponerlo de una forma, a quien se preocupa por sus canas. La regla básica del PPR es que no saques el dinero hasta que cumplas 65 años. Si haces un retiro previo a la edad de jubilación pierdes el beneficio fiscal y pagas los impuestos correspondientes. Y representa otra barrera a las tentaciones porque si ya Hacienda te regresó dinero por ahorrar para cuando seas viejita, ¿quién quiere volverle a dar al fisco dinero por sacarlo antes de tiempo? Ami no tiene un PPR y cuando le platiqué de ellos me dijo que le parecía interesante encontrar otra fórmula de ahorro “a fuerzas” –los PPR los puedes domiciliar a una tarjeta de crédito, por ejemplo, y así se automatiza el pago. Le pasé su caso a Alan Gómez, director comercial de soluciones de inversión de Principal Financial Group, partiendo de que Ami no puede destinar más de 4 500 pesos al mes a otro rubro en su presupuesto y esto es lo que podría juntar: 192

Con 4 050 pesos al mes en los siguientes 35 años en un PPR Ami podría juntar 5.5 millones de pesos reales, pues en términos nominales ahorraría 10 870 699. Si ella lo guardara bajo su colchón, lograría a sus 65 años alrededor de 830 000 pesos en términos reales o 1.7 millones de pesos en términos nominales. La diferencia entre los 830 000 y los 5.5 millones se dan gracias a los rendimientos en el largo plazo y el beneficio fiscal. En el caso de Ana, Alan hizo este otro cálculo, evidentemente el monto de ahorro mensual de Ana debe ser mayor que el de Ami, pues está más cercana a la edad del retiro. Ana deberá ahorrar 10 000 pesos al mes por los siguientes 9 años para juntar 1.33 millones de pesos reales o 1.62 millones de pesos nominales. Si lo dejara hasta sus 70 años, lograría 2.4 millones de pesos reales o 3.2 millones de pesos nominales. Esta cantidad ayudaría a Ana a pasarla mejor. Aquí puedes verlo mejor: Monto acumulado nominal

Monto acumulado real

Monto Monto bajo acumulado bajo el colchón el colchón real

A los 65 años $1 624 449.73 $1 329 647.21 $1 080 000 $1 887 903.35 A los 70 años $3 244 048.35 $2 375 750.81 $1 680 000 $1 238 787.29

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4. Tu ahorrito extra Una parte de tu retiro tendrá que venir de tus inversiones más allá de los productos específicos para el retiro. ¿Cuánto necesito? Hay calculadoras en línea que puedes consultar, ya sea la de la Consar, las Afores o las instituciones que ofrecen los PPR. Ahí puedes sacar un número que te ayude a entender más o menos cuánto te falta. Y aunque creas que estás cubierta, lo más probable es que el resultado de “lo faltante” te asuste. Juan Musi, director general del Somoza, Musi y Asociados, siempre que lo entrevisto para artículos sobre ahorro para el retiro me dice que en México falta inversión a largo plazo en renta fija y variable. Este tipo de inversión te permite cumplir otras metas durante tu vida, y un pedazo debe tener una etiqueta que diga “retiro”. Digamos que esta cuarta parte es una cuestión patrimonial que contiene una visión hacia la jubilación. Esta parte patrimonial no es solo la cuenta de inversión, también contiene un apartado de previsión, es decir, seguros de vida y ahorro, así como un fondo de ahorro para contingencias –del que he hablado antes en los capítulos 2, 3 y 6–. Todo esto es el esfuerzo personal que haces para no pasarla mal. Y recuerda, a menos que recibas una herencia o te ganes la lotería, esta es la inversión que empiezas poco a poco, la que creas desde tu primer trabajo o tu primer aguinaldo y que evoluciona conforme avanza tu conocimiento financiero y tu capacidad de ahorro. Y sí, esta es la cuenta de la que puedes sacar dinero para una eventualidad porque no vas a tener candados que te castiguen por hacerlo y por eso debes cuidarla mucho.

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Sección masculina: ¿Tenemos para retirarnos? Si lees este capítulo completo sabrás que pocos mexicanos estarán cubiertos con la Afore para el día que se retiren. También te enterarás de que por cuestiones de longevidad y expectativas de vida cada vez es más difícil enfrentar la jubilación. La estrategia es igual para los hombres que para las mujeres: ahorrar de forma constante y desde jóvenes, aprovechar los instrumentos existentes como la Afore y los planes personales de retiro, y buscar la manera de que el gobierno te aporte lo que más pueda. Pero lo más importante es que hablen en familia del tema, que juntos busquen la estrategia que mejor les convenga para que disfruten del retiro juntos. Es probable que si tu esposa te dice: “hay que ahorrar para el retiro”, mientras que tú inviertes para el negocio familiar, parte muy importante para el patrimonio, pienses que el retiro es la última de tus preocupaciones. Pero no dejes de escuchar y de establecer un monto –aunque sea pequeño– para ese futuro. Solo así lograrán las vacaciones permanentes que hoy vislumbran a sus setenta y tantos. Y el día que tu esposa deje el mercado laboral por un tiempo o de forma permanente busquen que dentro del presupuesto familiar haya una pequeña aportación a su fondo de retiro. Créeme que tu pensión no le va a alcanzar y recuerda que ella es probable que viva muchos años más que tú y necesitará un soporte financiero para no convertirse en una carga para la familia. Eso de que los hijos nos regresen lo que les dimos, a estas alturas, no aplica porque ellos van a luchar por buscar un retiro digno mientras pagan las colegiaturas de tus nietos, no les mermes su futuro por no pensar en el tuyo y en el de tu pareja desde ya.

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QEPD

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V

ictoria tiene 65 años de edad y 28 de viuda. Su marido falleció en el Hospital Juárez el 19 de septiembre de 1985. Perdió a su pareja en el temblor. Tardó 21 días en poder enterrar al padre de sus cuatro hijos. Y después de eso su vida tuvo un “desbarajuste en todo el sentido de la palabra”, dice. La tragedia nacional hizo que todos los trámites tardaran más y Victoria no podía conseguir un certificado de defunción, lo cual atrasó el proceso para solicitar la pensión y los seguros de su esposo. El dolor de Victoria solo lo entiende una persona que ha pasado por un evento similar. No obstante, este periodo de duelo puede ser mucho más desastroso si se le suma un problema económico. Con tu pareja tienes ciertas metas, ciertos planes establecidos, y eso cambia de forma dramática cuando uno de los dos fallece, me explicó Robert Stammers, CFA, director de Educación a Inversionistas del CFA Institute, una organización sin fines de lucro que busca promover los más altos niveles de ética y educación en los mercados de inversión. También me dijo que esta transición es más difícil cuando quien muere es el único proveedor económico de la familia. Este fue el caso de Victoria. Su marido era médico, trabajaba en dos hospitales públicos y tenía un consultorio privado. Se casaron cuando ella tenía 19 años. Vivieron juntos en Tlaxcala por la residencia médica del marido y tuvieron hijos. Victoria nunca trabajó. El dinero de la casa se lo daba cada mes su marido y ella lo administraba para que todo funcionara. Un día ya no hubo más dinero.

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Busca los documentos y pon orden Después de la muerte de su esposo, Victoria se dio cuenta de que él había sido sumamente ordenado con sus papeles. Ella sabía dónde estaba el archivero y pensó que ahí encontraría los documentos importantes. Y así fue. Todo ordenado y acomodado. Gracias a eso la familia pudo conseguir la pensión que les tocaba por el trabajo del médico. “Era una pensión risible”, recuerda. El dinero le alcanzaba únicamente para hacer el supermercado de la familia de una semana del mes. ¿Qué documentos necesitarás de cajón? • Acta de defunción • La póliza de los seguros, si es que tiene • Documento que compruebe su afiliación al IMSS o al ISSSTE si vas a pedir pensión • Estados de cuenta de la Afore • Acta de nacimiento del fallecido y de los beneficiarios • Acta de matrimonio si es tu pareja • Identificaciones oficiales del fallecido y de los beneficiarios • Estados de cuenta bancarios y de cuentas de inversión La idea es que todos en la familia sepan dónde están estos documentos, dónde encontrarán las pólizas de los seguros, las actas, los estados de cuenta. Lo que se quiere evitar es que en un momento de pesadez emocional se complique más la vida de quienes acaban de perder a un ser querido. Ángeles tiene ٦٠ años y perdió a su mamá hace tres años. Recuerda que lo más complicado fue sentarse con los hermanos a revisar papeles. Si bien su madre fue muy ordenada, había ciertos documentos que le importaban menos que otros. “Parte del duelo es sentarte a sacar las cosas, pero siempre ayuda que este proceso no sea eterno”, cuenta ahora.

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¿Funeral por adelantado? El funeral puede ser un evento costoso. Según datos de la Profeco, puede ser más caro morir que nacer. (En pesos) Servicio

Monto mínimo Monto máximo

Nacimiento Paquete de maternidad $7 000

$ 26 952

Defunción Inmediato

$4 060

$120 000

A futuro

$4 406

$455 331

A futuro

Fuente: Procuraduría Federal del Consumidor, 2011.

En el renglón “A futuro” se consideran los planes funerarios pagados por adelantado y es ahí donde puede haber diferencias abismales. En cuanto al monto máximo, en el servicio de defunción se puede elegir desde un ataúd con chapa de oro, una misa con orquesta en vivo y hasta el transporte de los familiares que viven fuera. De acuerdo con la Profeco, el servicio pagado por adelantado puede ser 8.5% más caro. Si la persona a quien perdiste era precavida y quería un cierto tipo de funeral, quizá lo haya pagado por adelantado. Busca esos papeles. Algunas funerarias que ofrecen este servicio son Grupo Gayosso y J. García López Funerarias. Por cierto, los gastos funerarios de familiares directos son deducibles de impuestos. Pide facturas de todo. Con la nueva reforma esta deducción tiene un tope.

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Cobrar seguros, ayudas y pensiones Unos amigos cercanos de Victoria la pusieron en contacto con un gestor que le ayudaría a realizar todos los trámites relacionados con el fallecimiento de su esposo, las pensiones y los seguros. No habían pasado más de unos meses de la pérdida de su marido cuando el seguro privado estuvo listo para que ella pasara a recoger el cheque. “Y no pude ir”, me contó, “era un dinero por la muerte de mi esposo y no pude ir por él”. La pérdida emocional es irreparable. Pero no puedes dejar que esto nuble tus decisiones financieras. Si hay un seguro de vida y tú eres beneficiaria debes cobrarlo porque para eso lo pagó y dejó la persona que quiso que tuvieras ese dinero. No hay más.

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Pensión con el IMSS o el ISSSTE Esta pensión se otorga siempre y cuando tu familiar haya sido asegurado o pensionado el día de su fallecimiento. Hay pensiones para las esposas o concubinas, hijos o padres de los fallecidos. La primera en recibir la pensión sería la viuda o viudo, concubina o concubino; si no hay pareja, entonces se puede pedir para los hijos o los padres económicamente dependientes. Cada una de las posibilidades de pensión tiene excepciones; por ejemplo, no puede darse la pensión a una concubina si resulta que hay varias. O a un hijo que trabaje y esté asegurado por el patrón. Si los hijos son mayores de 18 años, deben estar incapacitados para trabajar o tener hasta 25 años y estudiar en planteles oficiales, seguir solteros y no trabajar. Para iniciar el trámite necesitas un documento que demuestre su afiliación al instituto correspondiente y el certificado de defunción, entre muchos otros. Por eso tener ordenados los documentos es tan importante.

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Ayuda funeraria El IMSS da una ayuda funeraria a un familiar. La suma es de 60 días de salario mínimo vigente en el Distrito Federal a la fecha de defunción. Esta ayuda la puedes solicitar en cuanto fallece el asegurado o hasta un año después. El ISSSTE tiene velatorios propios con servicios funerarios a precios accesibles para sus derechohabientes e incluso el público en general. No hay en todos los estados del país. Tiene en el Distrito Federal, el Estado de México, así como en Jalisco y Nuevo León. Si vives en otro estado o ciudad, entonces puedes preguntar en las delegaciones estatales por los convenios existentes con agencias funerarias privadas, que te darán un descuento de entre 10 y 25 por ciento.

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Con las Afores Si eres beneficiario del dinero que se tenía en la Afore, puedes acudir a las oficinas de la administradora correspondiente con los mismos documentos que necesitarás para casi todos los demás trámites (acta de defunción, comprobante de que tiene Afore, identificaciones oficiales).

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Crédito hipotecario Todos los créditos hipotecarios requieren que se cuente con seguros de vida. Si la hipoteca estaba a nombre de la persona fallecida, no deja como herencia la deuda, pues el seguro cubre el saldo pendiente; como en todo, hay que revisar las letras pequeñas de cada contrato en particular. Sin embargo, si tienes un crédito en el que eres cotitular con el difunto, se condona el crédito del fallecido, pero no de quien sigue con vida. En las letras pequeñas de los contratos de seguros de hipotecas se dice que si la muerte fue causada por un padecimiento existente a la hora de contratar el crédito, entonces el seguro no aplica. ¡Aguas! En cuanto puedas, debes hablar a todos los créditos que tuviera la persona que perdiste para dar aviso de su fallecimiento. Si no lo haces, el crédito sigue vigente. Además de dar aviso a la institución con la que se tiene el crédito, debes enviar una petición de liberación de la hipoteca al registro público para poder transferir la propiedad a quien se indique en el testamento del fallecido.

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Plásticos En principio, toda tarjeta de crédito tiene un seguro por fallecimiento que cubriría las deudas del difunto. No obstante, hay veces que este seguro solo aplica si la muerte fue accidental. Hay que fijarse en estos detalles para saber qué es lo que tenemos y con qué contamos.

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Con seguros privados Si tienes los papeles en orden, esto será más fácil. Lo primero que te van a pedir es la póliza y comprobar que los pagos estaban al día. Si no estás segura de que seas la beneficiaria del seguro, puedes entrar al sitio de la Condusef y localizar la póliza en el Sistema de Información sobre Asegurados y Beneficiarios de Seguros de Vida (siab-Vida) o a la aseguradora. Ya con la documentación básica mencionada en el apartado de documentos, puedes ir a un centro de servicio de la aseguradora. Inicia siempre pidiendo ayuda o información en los portales web o en los números telefónicos para siniestros. Al respecto, Mario di Costanzo, presidente de la Condusef, me explicó que las aseguradoras tienen 30 días desde el momento que presentas tus documentos para entregarte los recursos. Incluso, algunas aseguradoras entregan adelantos en 72 horas para ayudarte con los gastos inmediatos. Dos datos importantes: 1. Tienes dos años a partir del fallecimiento antes de que prescriban las acciones del seguro. 2. Si eres familiar en línea recta o la pareja no pagas impuestos por el dinero recibido. Si no es el caso, entonces te retendrán el 20% sobre el monto de las cantidades pagadas.

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Haz cita con el asesor financiero Si la persona a la que perdiste tenía cuentas de inversión debes buscar a un asesor financiero. Si era tu pareja, entonces debes entender, como me dijo Robert Stammers, del CFA Institute, que en el momento de la pérdida una de las cosas que cambian son las metas financieras que tenían como pareja o familia. Por lo tanto, debes acercarte al asesor y ver si puedes o debes rebalancear el portafolio de inversión de acuerdo con tus nuevas metas y necesidades como viuda. A la hora de restablecer tus metas ten presente temas básicos, como la educación de los hijos, la manutención del hogar, tu retiro. Haz un análisis y revisa por cuánto tiempo más necesitarán apoyo tus dependientes económicos. Si a quien perdiste era un padre u otro familiar y te ha dejado dinero en inversiones, también puedes visitar a su asesor financiero y entrevistarlo para ver si te quieres quedar con él o llevar tu dinero a otro lado.

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El testamento La mamá de Ángeles no tenía mucho que dejar y por eso nunca se animó a hacer un testamento. Pero a la hora en que se enfermó decidió que sí quería dejar algunas cosas y escribió una carta. Los hermanos de Ángeles fueron muy sensatos y siguieron las instrucciones de la carta al pie de la letra. No hubo pleito. Este es un caso poco habitual. Bien dicen que las familias se rompen a la hora en que se enfrentan a los últimos deseos escritos en un testamento. La madre de Ángeles estaba equivocada, hay que tener un testamento siempre. No obstante, según datos de la Profeco, ni siquiera 2 de cada 10 mexicanos tienen testamento. Expresar “no tengo hijos y no tengo nada que dejar, ¿para qué testar?”, es la peor de las actitudes que puedes asumir. El testamento es un documento para los bienes del futuro. Si eres joven pero crees que a futuro tendrás hijos, puedes establecer desde ahora que lo que sea tuyo será para ellos. Hay que tener presente que el testamento es el documento en el que expresamos que se cumplan nuestros deseos; por lo tanto, si quieres que la jarra de plata sea para tu nieta, especifícalo. Esto puede evitar futuros líos familiares. Los problemas no serán solo por los bienes materiales, también por quienes sobreviven. Por ejemplo, si muere el padre intestado y no deja dicho que quiere que sus hijos se queden bajo la tutela de la madre, los niños pueden terminar a cargo de los abuelos paternos. Este es solo un supuesto que puedes evitar con un testamento. Este documento, cuya elaboración no te tomará más de dos horas ni costará mucho dinero –sobre todo si lo haces en septiembre que es el mes del testamento y los notarios fijan un precio– es la clave para que tus familiares reciban lo que les quieres dejar. Un juez o un notario pueden declarar quién será heredero de tus bienes si no tienes testamento. Si Ángeles y sus hermanos hubieran tenido una mala relación, ella pudo haberse quedado con el poco dinero que dejó su mamá en la única cuenta de banco que tenía. ¿Por qué? Porque Ángeles era cotitular de la cuenta. Esto lo estableció su mamá cuando empezó a costarle más trabajo ir al banco, sacar dinero o firmar cheques. Al hacer a Ángeles cotitular, la hija podía hacer los pagos de la madre sin que ella se molestara. Tomen la decisión lo antes posible y hagan ya su testamento. Lo que debes saber del testamento: • Los jóvenes pueden y deben hacerlo, es un mito eso de que los jóvenes no mueren. El testamento lo puedes hacer desde los 16 años. • El testamento no es irrevocable, es decir, puedes hacer con tus bienes lo que quieras: venderlos, rentarlos o regalarlos. Los bienes que cuentan serán los que tengas el día de tu muerte. 209

• Si estás casada por bienes separados, cada uno debe tener su testamento. Hay dos tipos: el público abierto y el público cerrado. La diferencia es que en el cerrado solo el testador sabe quién se queda con qué y en el abierto lo sabe también el notario. El cerrado solo lo puede abrir un juez de lo familiar, así que si abres el sobre del testamento de tu pareja puedes invalidarlo. • No tienes que hacer un testamento en el que detalles qué dejas a cada quien. Puedes hacer uno universal que diga que todos tus bienes son para una sola persona o para dos dividido en partes iguales, por ejemplo. • Para hacer tu testamento debes pensar en las siguientes figuras: 1. Tutor: la persona que represente a los hijos menores de 18 años y los vigile. El tutor no puede hacer uso de los bienes que dejes a tus hijos. 2. Albacea: es el encargado de los bienes durante el proceso de la herencia y quien se asegura de que se cumplan tus deseos. 3. Curador: es quien vigila al tutor.

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Tú eres la cabeza de la familia Victoria me contó que lo que ayudó a mantener a la familia como unidad fue el hecho de que ella se mantuvo como la “cabeza de la familia”. Para sacar adelante a sus cuatro hijos, Victoria consiguió varios trabajos. En una casa de bronceados trabajó los fines de semana, entró al negocio de vender bienes raíces, fue la secretaria particular de una conocida de su madrina y siguió vendiendo tuppers, algo que hacía como entretenimiento cuando su esposo vivía. Su hijo más grande estaba en una preparatoria de la uNam, pues iba a ser médico como el padre, así que no había que pagar colegiatura. Su segunda hija estaba en la preparatoria cuando murió el padre y consiguió una beca para terminar sus estudios, después empezó a trabajar y así pagó su universidad. Para los otros dos chicos, Victoria juntó los ingresos de sus varios trabajos para mantenerlos en escuelas privadas. Ella se convirtió en la proveedora principal, aun cuando sus hijos grandes ayudaron desde jovencitos, cuenta. Victoria hizo un esfuerzo enorme por “mantener la casa como la tenían cuando su padre vivía”. Queda en ti que los papeles sigan en orden para que cuando tú llegues a faltar la transición sea lo más sencilla posible. Victoria y su familia salieron adelante. Sus hijos son independientes y todos trabajan. “Vieron la premura que vivimos, los cinco padecimos una verdadera tragedia, y comprendieron que parte de la angustia vino porque yo no había trabajado nunca.” La familia de Victoria tardó dos años en recobrar cierto balance, esto gracias a que una tía ayudó a Victoria a conseguir un trabajo constante como jefa de compras en un conglomerado de empresas de servicios. Y Victoria sigue trabajando ahí a sus 65 años. Por eso los expertos en seguros, como Recaredo Arias, director general de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), recomiendan que si vas a adquirir un seguro de vida para tu familia pienses en que pueda cubrir los gastos fijos de la familia por un periodo de entre dos y tres años.

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Sección masculina: Yo me encargo de todo Si tu esposa, novia, hermana o hija ha perdido a algún familiar, es el momento de que saques la casta. El proceso de duelo no solo implica un proceso emocional complejo que cada quien resuelve de forma distinta, también involucra una serie de decisiones financieras. Estas decisiones –con las emociones que se experimentan en este proceso– pueden ser abrumadoras. Tú puedes ayudar a tu pareja a aliviar el proceso administrativo. Aquí hay algunas recomendaciones que podrían hacer su proceso más sencillo: • Trata tú con los administrativos de la casa funeraria. Ayúdale, por ejemplo, con la revisión de esquelas, las flores, los pagos, incluso a recibir a quienes vienen a dar el pésame. • Recuérdale que debe buscar documentos importantes relacionados con seguros. Dentro de esto puede que encuentren ayuda para pagar el funeral. • Haz que coma y tome mucha agua. Sé que esto no tiene nada que ver con las finanzas, pero en un proceso de pérdida cuidarse será el último de sus pendientes. • Recuérdale que debe cancelar y dar aviso del fallecimiento a toda institución con la que el fallecido tenía contacto o contratos: cuentas de banco, hipotecas, créditos, tarjetas de crédito, seguros, inversiones, servicios (desde el celular, teléfono fijo, servicio de televisión por cable, etcétera). Este será un proceso que tome días, no se puede hacer de inmediato, pero es de las cosas que a veces se dejan al final y es necesario hacerlo lo antes posible para que –si es necesario– entren en acción los seguros correspondientes. • Si la familia empieza a tener pleitos por el testamento, sé objetivo y no te metas. Ayúdale a pensar en el largo plazo y a no perder más relaciones familiares por una herencia. Hay veces que estos pleitos se enredan más porque los que estamos alrededor metemos ideas en la mente de los involucrados en la herencia y causamos dudas y enojos innecesarios. • Ya que pase el proceso más complicado, es decir, una vez que hayan transcurrido uno o dos meses, recuérdale que ella debe ser responsable para dejar cubiertos a los suyos. Debes decirle que necesita seguros, testamento, metas financieras para estar tranquila y poder seguir adelante. • En principio una persona tarda hasta dos años en regresar a un ritmo de vida normal después de una pérdida muy cercana. Ella necesitará tu apoyo más o menos durante ese tiempo.

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Glosario

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Afores (Administradoras de Fondos para el Retiro): instituciones financieras privadas que administran los recursos para el retiro a tu nombre. Están destinadas para los trabajadores afiliados al IMSS o al ISSSTE. El dinero aportado se invierte con el propósito de ayudarte a generar una mejor pensión. Ahorro voluntario: las aportaciones adicionales a las obligatorias que complementan tu ahorro para el retiro; son voluntarias y las puedes realizar de forma personal en tu Afore o solicitar que cada mes te quiten en automático un monto establecido. No hay montos mínimos o máximos para este ahorro y sí tiene beneficios fiscales en la Ley del ISR. Ahorro voluntario solidario: es el ahorro voluntario que pueden hacer los trabajadores del Estado afiliados al ISSSTE; por cada peso aportado, el patrón contribuye con 3.25 pesos más. Puedes aportar hasta el 2% de tu Sueldo Básico. BMV (Bolsa Mexicana de Valores): institución privada que ofrece los servicios necesarios para la operación y desarrollo de los mercados financieros. Proporciona la infraestructura, supervisión y servicios para la realización de los procesos de transacciones con valores. Comisión: es la cuota cobrada por las instituciones financieras por el pago de servicios de administración o resguardo de recursos; también hay comisiones de apertura, que son las que se cobran por el inicio de un trámite, como un crédito. Condusef (Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros): es un organismo público descentralizado que da orientación e información sobre productos financieros y además promueve la educación financiera. Es a este organismo al que te acercas cuando tienes una queja o reclamación relacionada con una institución financiera. Consar (Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro): es el regulador y supervisor del Sistema de Ahorro para el Retiro (sar) y de las Afores. CAT (Costo Anual Total): es un indicador del costo total de un financiamiento. Puedes revisarlo en todo tipo de crédito y así comparar productos. El CAT incluye el monto del crédito, los intereses ordinarios, el Impuesto al Valor Agregado, las comisiones, los gastos, las primas de seguros, las amortizaciones de principal, los descuentos y bonificaciones pactadas en el contrato y cualquier otro cargo que debas pagar como cliente. Lo verás como un porcentaje anual. Cetes (Certificados de la Tesorería de la Federación): son títulos de crédito al portador emitidos por el Gobierno Federal. Digamos que le prestas dinero al gobierno y este tiene la obligación de pagarte el valor nominal al vencimiento. Se te garantiza un premio o una renta fija. El rendimiento consiste en la diferencia entre los precios de compra y de venta. Tiene el respaldo de Banxico. 215

Historial crediticio: tu carta de presentación ante las instituciones financieras, sobre todo a la hora de pedir un crédito; contiene el recuento de tus adeudos comerciales y bancarios, así como la puntualidad con la que realizas tus pagos. Hoja Rosa del IMSS: es el documento que comprueba tu afiliación, en el que se consigna tu número de seguridad social (Nss). Se prevé remplazar esta hoja por una credencial electrónica. Inflación: es el incremento de precios, en un periodo de tiempo, de una canasta de bienes y servicios. Institución financiera: instituciones que constituyen el sistema financiero mexicano; se encargan de captar, administrar y canalizar el ahorro de las personas hacia la inversión. Hay de varios tipos y ofrecen servicios diferentes. Son los bancos, las aseguradoras, las casas de bolsa, las sociedades de inversión, las arrendadoras, las afianzadoras, las Afores o los grupos financieros. Inversión: es utilizar una suma de dinero para comprar bienes duraderos o títulos; es el dinero destinado a la obtención de un rendimiento mediante instrumentos financieros o bancarios. Liquidez: es tener dinero en efectivo, de cierta forma; según la facilidad de convertir un activo en dinero, es su liquidez. Riesgo: la posibilidad de que ocurra un evento que resulte en pérdidas para los participantes del mercado, como los inversionistas. Este riesgo se produce por la incertidumbre económica. Rendimiento: es el premio o beneficio que produce una inversión. Se puede obtener por medio de la diferencia entre el precio de compra y el de venta o los intereses que ofrezca el instrumento. Siefore (Sociedad de Inversión Especializada en Fondos para el Retiro): son los fondos de inversión en los que las Afores invierten tu dinero para generar rendimientos. Hay cuatro Siefores divididas por edades de los trabajadores. Sociedad de Inversión o fondos de inversión: instituciones que invierten su capital – que proviene de varios inversionistas– en portafolios con una variedad de activos y niveles de riesgo. Por ejemplo, pueden invertir en acciones de empresas de distintas industrias cuando son de renta variable. También las hay de renta fija, commodities y divisas. Es un instrumento atractivo porque ofrece una variedad dentro de la cartera, en principio un rendimiento superior a instrumentos por sí solos y una gestión profesional. Sofom (Sociedad Financiera de Objeto Múltiple): son entidades financieras que otorgan crédito al público y realizan operaciones de arrendamiento y factoraje financiero. Se fondean por medio de instituciones financieras o emisiones públicas de deuda. No pueden captar recursos del público y no requieren de la autorización del Gobierno Federal para constituirse. Sofipo (Sociedad Financiera Popular): son entidades de microfinanzas constituidas como las Sociedades Anónimas de Capital Variable y autorizadas por la CNBV. Pueden 216

recibir depósitos, préstamos, créditos de bancos y fideicomisos públicos. Expiden y operan tarjetas de crédito y débito. Otorgan créditos y préstamos, y pueden distribuir seguros. Tasa de interés: el costo del dinero producto de un crédito, rédito que causa una operación en un plazo específico y que se expresa en porcentaje respecto al capital que lo produce. Es también el precio que se paga por el uso de fondos prestables. Es para un inversionista el porcentaje de rendimiento y para un emisor el costo respecto al capital comprometido por un instrumento. UDIS (Unidades de Inversión): unidades de valor que se basan en la inflación, el incremento de los precios y se usan para solventar obligaciones de créditos o actos mercantiles. Se crearon en 1985 para proteger a los bancos y están enfocadas principalmente a créditos hipotecarios.

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Acerca de la autora REGINA REYES-HEROLES, llegó al mundo del periodismo de finanzas personales por descuido y suerte. Siguiendo su pasión estudió literatura en la UIA y luego una mjçestría en periodismo en Boston University. Regina trató de iniciar su carrera en las revistas de cultura de Grupo Expansión, pero terminó en las de negocios porque ahí había trabajo. Escribió para Expansión y Dinero Inteligente. Descubrió que el mundo económico no era tan lejano a cómo manejaba su dinero. El bottom line de un estado financiero era igual al de su presupuesto personal. Y así encontró una segunda pasión, las finanzas personales. En CNNExpansión.com inició su blog «Vivir como reina y gastar como plebeya» y desde 2009 es periodista independiente y colabora para varios medios cubriendo el tema de finanzas personales. Si bien Regina siempre ha tenido un presupuesto, no siempre ha tenido finanzas sanas. Ha pasado por épocas de vacas flacas, de endeudamiento, de ahorro, de préstamos, de grandes ingresos y de cero sueldo. Así entendió que en la vida hay etapas para todo, pero que si se lleva un control se puede vivir mejor. Y para que todas puedan vivir como reinas es que decidió escribir este libro. Twitter: @vivircomoreina www.reginareyesheroles.com

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Diseño de portada: Alma Núñez y Miguel Ángel Chávez / Grupo Pictograma Ilustradores Diseño de interiores: Moisés Arroyo Hdez. Ilustraciones de interiores: A Corazón Abierto / Marcela Gómez Fotografía de autora: Blanca Charolet © 2014, Regina Reyes-Heroles C. Derechos reservados © 2014, Editorial Planeta Mexicana, S.A. de C.V. Bajo el sello editorial DIANA M.R. Avenida Presidente Masarik núm. 111, 2o. piso Colonia Chapultepec Morales C.P. 11570, México, D.F. www.editorialplaneta.com.mx Primera edición: febrero de 2014 ISBN: 978-607-07-2003-1 Primera edición en formato epub: febrero de 2014 ISBN: 978-607-07-2034-5 No se permite la reproducción total o parcial de este libro ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Arts. 229 y siguientes de la Ley Federal de Derechos de Autor y Arts. 424 y siguientes del Código Penal). Libro convertido a epub por: T ILDE T IPOGRÁFICA

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Índice Agradecimientos Prólogo Introducción Estudio y trabajo Paso 1. Controla tu deuda Paso 2. Las metas Paso 3. Conoce tu patrón de consumo y contrólalo Paso 4. El ahorro y la inversión Mi sueño: cuatro llantas No puedes tener auto sin seguro Crédito de auto Mi sueño: un posgrado Es tu momento para prever Seguro de vida Seguro de gastos médicos mayores De lo que se habla cuando se trata de seguros Seguros básicos estandarizados Sección masculina: ¡Ayúdame, papá! Mi primera chamba Escoger la mejor Afore Pensar en los seguros y potenciarlos Ahorrar hasta el tope en el plan de pensión Empezar un fondo de emergencia a la vista Escoger una buena cuenta de nómina Tu primera tarjeta de crédito Sección masculina: Gastos de novios Vamos a vivir juntos ¿Vivimos juntos? 220

8 11 17 23 26 27 28 29 32 33 35 37 38 39 41 42 44 45 48 51 53 55 56 57 58 59 61 63

Yo pago esto, tú eso, ¿o lo pagamos juntos? Sé feliz, pero no pierdas el piso 1. Mis deudas y sus deudas 2. Quiero una adicional de la tarjeta 3. ¿Hacemos un inventario? 4. Con los ahorros sé egoísta 5. Fondo de emergencia Lo que pagan juntos 1. Gastos fijos de la casa Seguro de vivienda Mi independencia financiera (no dejes de leer esto) Sección masculina: Juntos, pero no revueltos ¡Me caso! ¡Tan, tan, tan tan…! Una ayudadita para la boda (de la Consar para ti) La luna de miel Hablemos de dinero No hables de dinero a cualquier hora Nuestras metas La casa Los viajes Los hijos Los padres La previsión Tu cuenta, mi cuenta, nuestra cuenta La partida secreta Sección masculina: Lo tuyo es nuestro, y lo mío, mío Quiero mi negocio ¿Cuál es el primer paso? 221

65 66 67 68 69 70 71 72 72 73 74 76 78 80 82 83 84 85 86 87 88 89 90 91 92 93 95 98 101

Arma un plan de negocios Conoce tus objetivos Del empleado Un grave error (aunque a veces necesario) Dinero para mi negocio Crédito PYME El crédito personal Asegura tu empresa Tu negocio El seguro de vida Dejo mi trabajo, no dejo mi trabajo… Franquicia para aminorar el riesgo Sección masculina:¡Qué nervios que no lo sepa administrar! Me quedé sin trabajo Si aún puedes prever ¿Y lo del seguro? Si ya no tienes empleo Que la Afore te ayude Aguas con tu hipoteca Revisa las pólizas de los seguros El desempleo sale caro Salva tus deudas Sección masculina: Lo que sí le presto y lo que no Voy a ser mamá El camino al nacimiento El día cero Opciones alternas El seguro de gastos médicos No tengo seguro 222

101 102 103 104 105 106 107 108 109 110 111 112 113 115 118 119 120 122 123 125 126 127 128 130 132 133 135 136 138

Los gastos que olvidas Los objetos del deseo Quiero una familia numerosa Previendo para el futuro Por una vida de reyes Sección masculina: El pánico del proveedor A comprar casa Examina tus finanzas Compra cuando te alcance Compra como inversionista y acepta el riesgo Crea patrimonio con la casa No seas “pobre con casa” Anímate si… Compra la casa adecuada Las reglas del crédito hipotecario Asegura tus ladrillos Chicas que compran casa ¿Y si tengo cuarenta y tantos? Sección masculina: El compromiso de la casa El divorcio Irene: no habló en serio de dinero ¿Qué establece la ley? Si hay hijos Los seguros privados no son obligación ¿La casa me la quedo? Sección masculina:“Caite con la micha” de tu partida secreta Con canasya no quiero trabajar Lección 1. Él no te va a mantener El plan para tener más 223

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1. La Afore famosa 2. Lo que me da mi empresa 3. El PPR 4. Tu ahorrito extra Sección masculina: ¿Tenemos para retirarnos? QEPD Busca los documentos y pon orden ¿Funeral por adelantado? Cobrar seguros, ayudas y pensiones Pensión con el IMSS o el ISSSTE Ayuda funeraria Con las Afores Crédito hipotecario Plásticos Con seguros privados Haz cita con el asesor financiero El testamento Tú eres la cabeza de la familia Sección masculina: Yo me encargo de todo Glosario Acerca de la autora Créditos

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Vivir como reina y gastar como plebeya

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