Falling 01 - This is falling - Ginger Scott

311 Pages • 103,166 Words • PDF • 4.8 MB
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Este documento es una traducción oficial del foro Eyes Of Angels, por y para fans. Ninguna otra traducción de este libro es considerada oficial salvo ésta. Agradecemos la distribución de dicho documento a aquellas regiones en las que no es posible su publicación ya sea por motivos relacionados con alguna editorial u otros ajenos. Esperamos que este trabajo realizado con gran esfuerzo por parte de los staffs tanto de traducción como de corrección, y de revisión y diseño, sea de vuestro agrado y que impulse a aquellos lectores que están adentrándose y que ya están dentro del mundo de la lectura. Recuerda apoyar al autor/a de este libro comprando el libro en cuanto llegue a tu localidad.

Staff

18. Rowe/Nate

Sinopsis

19. Rowe/NAte

1. Rowe

20. Rowe/Nate

2. Rowe

21. Rowe/Nate

3. Nate

22. Rowe/Nate

4. Rowe

23. Rowe

5. Nate/Rowe/Nate

24. Nate/Rowe

6. Rowe

25. Nate

7. Nate/Rowe

26. Rowe/Nate

8. Nate/Rowe

27. Rowe/Nate

9. Nate/Rowe

28. Rowe/Nate

10. Nate/Rowe

29. Rowe/Nate

11. Rowe

30. Rowe

12. Nate/Rowe

31. Rowe/Nate

13. Nate/Rowe

Adelantos you and everything after

14. Rowe 15. Nate/Rowe

You and Everything After (Falling #2)

16. Rowe/Nate Sobre la Autora 17. Rowe

Moderadoras de Traducción: Blonchick

Sandra289

BrenMaddox

Jazmin

Traducción: Sandra289

Crissern

Angyyy

Katiliz94

Nanami27

Key

Agoss

Jazmin

ZoeAngelikal

Lauu 12

Kellyruty

Clajace

Clcbea

Dydy

Shadowhuntertrp

Alisea95

BrenMaddox

Moderadora de Corrección: Key Corrección: Pily

Katiliz94

Mariabluesky

Key

Moonsdaughter

Nanami27

Recopilación y Revisión Final: Katiliz94

Diseño: Nanami27

En primer lugar, tuve que aprender cómo respirar. Entonces, tuve que aprender a sobrevivir. Dos años, tres meses y dieciséis días habían pasado desde que estuve con Rowe Stanton, desde que la tragedia robó mi juventud y mi corazón se fue junto con él. Cuando me fui a la universidad, puse mil millas entre mi futuro y mi pasado. Había hecho mi elección, iba a cruzar de nuevo al otro lado, para vivir con los vivos. Solo que no sabía cómo. Y entonces conocí a Nate Preeter. Todo un jugador de beisbol americano, no se supone que Nate notara a una-chica-fantasma como yo. Pero lo hizo. Él no debería querer saber mi nombre. Pero lo hizo. Y cuando se enteró de mi secreto y vio las cicatrices que éste dejó detrás, se suponía que él debería huir. Pero no lo hizo. Mi corazón está muerto, y nunca se suponía que iba a pertenecer a nadie. Pero Nate Preeter me hizo sentir, y me hizo querer ser suya. Me enseñó todo lo que me estaba perdiendo. Y entonces él me enseñó a amar. Falling #1

Rowe Traducido SOS por Sandra289 Corregido por Pily

Me había sentido valiente cuando escogí McConnell. Era una de esas tardes donde todo me sofocaba, y el paquete de la universidad me estaba mirando a la cara. Dos años siendo educada en casa por una mujer que enseñaba economía en la universidad estatal prepararía a cualquiera para su selectividad. La prueba fue en realidad fácil. Terminé rápidamente y ni siquiera pasé tiempo comprobando las respuestas como todos los libros de preparación decían que hiciera. Volví mi libreta al supervisor del campus y me libré del infierno de la sala de pruebas. Tres semanas más tarde, apareció en un correo —un 23901, casi perfecto. Eso significaba becas. Y becas significaba opciones. Durante meses, luché con la idea de irme fuera a la universidad. No estoy lista para estar fuera, para estar por mi cuenta. No creo que llegaré a estar lista. Dos años de educación en casa también me dejaron un poco fuera de práctica cuando se trata de interacción social. Y en la universidad todo es sobre interacción social. Mis padres me estaban empujando. No creo que pensaran que me había tragado su trola y escogido una universidad a miles de kilómetros de distancia. Pero estaba esperando que me reclamaran cuando deslizara la aceptación de McConnell sobre su mesa. No lo hicieron. Mi padre sonrió y miró a mi madre, ambos respirando profundamente, dispuestos a dar ese paso. Yo no lo estaba. Todavía no lo estoy. No me acerco ni remotamente a la posibilidad de estar lista. Pero quiero estarlo. Estoy desesperada por estar lista. He pasado los últimos setecientos días de mi vida viendo a todos los demás vivir desde mi autoimpuesta burbuja. Mi mayor romance era ver En Estados Unidos la selectividad es llamada SAT, y en esa prueba las calificaciones pueden ir de 600 a 2400 puntos, siendo 2400 la mejor nota. 1

alguna pareja enamorarse en un reality de la tele, y el único baile al que fui fue en una peli. Es como si estuviera atrapada en un tira y afloja conmigo misma, mi corazón rogando batir de emoción, pero enjaulado por el miedo Pero de alguna manera he llegado hasta aquí, con un mapa en la mano que conduce a mi habitación de Hayden Hall en el campus McConnell. Mis padres hicieron un viaje por carretera. Les llevó quince horas conducir desde Arizona a Oklahoma, y mi padre se alimentó durante todo el viaje —creo que preocupado de que me echase atrás si se detenía. Pensé en ello. Casi me derrumbé en una gasolinera en Nuevo México, vaciando mis ojos en un baño en Texaco. Pero tanto como quería dejar la seguridad de mi casa, estaba más asustada de lo que sería de mí si me quedaba. Está claro que me estaba muriendo allí. Bueno, tal vez no muriendo, pero ciertamente no viviendo. Estaba tachando días de mi calendario, poniendo un pie delante del otro, viviendo una rutina y llegando al siguiente. ¿Cómo podía? Mi mente estaba llena de culpa que me hacía imposible vivir. Ahora, estando aquí, mi mano agarrando el mango del gigante baúl de ruedas y mis padres acarreando maletas tras de mí, no estoy muy segura de que eligiese bien. —Rowe… ¿casi estamos allí, cariño? Creo que he perdido un galón de sudor. Esta humedad es brutal —dice mi madre, abanicándose la cara con uno de los programas que se repartieron durante la orientación. Siendo de Arizona, pensé que el calor sería soportable, pero creo que nunca había sentido la humedad real. Mi camiseta estaba pegada a mi espalda por el sudor, y delante de mí, la camiseta de mi padre estaba haciendo lo mismo con su piel. Estaría avergonzada, pero todo el mundo en el campus se veía exactamente igual, como si estuviéramos todos intentando ganar al juego Survivor. Finalmente veo el rótulo para Hayden Hall en el paseo y me vuelvo a sonreír a mi madre, asintiendo con la cabeza hacia ella. —¡Gracias a Dios! —dice, un poco melodramática. Lo dejo correr. En menos de una hora, sé que Tom y Karen Stanton se habrán ido lejos, y estaré completamente sola. Así tan mental como mi madre me ha hecho durante los últimos dos años, me aferro a la última gota de su personalidad, aterrorizada de cómo podré manejarme cuando realmente se haya ido. Tomamos un pequeño ascensor hasta la segunda planta y encuentro mi habitación al final del pasillo a la derecha. Trescientos

treinta y tres, recuerdo que pensé que me sentía afortunada cuando mi paquete de colocación de hospedaje llegó en el correo. Afortunada. Me siento tan lejos de afortunada ahora. La puerta está abierta, y puedo ver que dos de las tres camas ya han sido reclamadas. La única que queda es la más cercana a la puerta, obviamente mi última opción, y mamá puede ver la ansiedad atacando mi cara. —Quizás puedes mover la cama, mover la tuya más a la esquina — dice, dándole a mi hombro un pequeño apretón y arrastrando una de las maletas al lado de la que será mí cama durante los próximos ocho meses y medio. Todo lo que puedo hacer es asentir. Papá está deslizando el resto de mis pertenencias en la habitación y levantando la caja a la cama para que pueda empezar a desempacar. He traído todo lo que tengo conmigo. Creo que de alguna manera rodearme de mis cosas haría que este lugar se sintiera más como en casa, y tal vez podría aguantar en mi burbuja y no tener que aventurarme mucho desde mi habitación. —No la he conocido todavía. Dios, ¡espero que no sea una perra o algo! —dice una de las dos rubias al entrar en nuestra habitación. Mi madre tose un poco para conseguir su atención, y cuando miro hacia arriba, una de ellas se siente avergonzada, desafortunadamente, no la que deseó públicamente que no fuera una perra. —Oh, Dios. ¡Estás aquí! —dice la confidente número uno, caminando hacia mí con su mano extendida, casi como si me diera la bienvenida a su casa. Esto no va a ir bien; puedo decirlo. —Hola, soy Rowe —le digo, mi voz apenas un susurro. No hablo a menudo, así que a veces me toma un tiempo calentar mis cuerdas vocales, pero sé que era lo suficientemente alto para que lo oyera, lo que hace que su reacción sea mucho más ofensiva. —Lo siento... ¿has dicho Rose? —dice en voz alta, con el rostro todo fruncido, como si acabara de comer su brócoli rancio. Todo en ella es duro y abrasivo. —Rowe —repito, y solo sigue mirando—. Como... ¿cómo un barco2? —De hecho, empiezo a remar en el aire. —Ohhhhh. Bonito —dice, volviendo su atención a su cama, que está cubierta con montones de ropa—. Soy Paige. Y esta es Cassidy. En inglés Row significa “remar,” o Rower “remero,” de ahí que Rowe explique su nombre comparándolo con un bote/barco. 2

—Cass —dice la otra, sacudiendo la cabeza con los labios apretados y haciendo un gesto hacia Paige. Creo que me está diciendo que no debo tomarlo personalmente. No es un problema, ya la he archivado a ella y a la habitación en la categoría de cómo-de-rápido-puedo-marcharme-deaquí—. Me gusta que me llamen Cass. Y Paige y yo estamos encantadas de conocerte. Paige no está ni siquiera escuchando nuestra conversación ahora, ya más interesada en quien sea que le envió un mensaje por teléfono. Estoy en una residencia de estudiantes de primer año, pero nada acerca de Paige dice estudiante de primer año. Su cuerpo es alto y con curvas en todos los lugares correctos, y su piel es de bronce caliente, como me imagino que parece un socorrista en Florida. Su cabello rubio es largo y en capas, y cada hebra se encuentra en el lugar perfecto, como un marco de oro alrededor de sus ojos azules y cristalinos. Cass es rubia, también, pero se parece más a una persona real. Su cabello está recogido en una cola de caballo, y te puedo decir que hoy tenía maquillaje ligero, pero la humedad ha erosionado la mayor parte. Está claro que mi papel aquí será el bicho raro, la que no encaja. Sinceramente, eso es lo que esperaba. Desde hace dos años, he estado condenada a no encajar, como un superhéroe herido tatuado por la kriptonita. Y estando aquí, sin maquillaje, ojos marrones, una sencilla camisa y pantalones vaqueros, mi pelo color nogal torcido en un moño, todavía crujiente por mi ducha de hace casi un día completo, solo hace que las diferencias entre yo y todas los demás sea mucho más clara. —Paige y yo llegamos aquí ayer. En cierto modo escogimos camas; espero que esté bien —dice Cass, sentándose en su colchón cuya cama afortunadamente es la más cercana a la mía. —Está bien. Estoy bien con lo que sea —le digo, sabiendo que mamá estará feliz de saber que me dejo llevar. Internamente, hago una nota para comprobar en la recepción al segundo que mis padres se vayan, esperando como el infierno que haya una cama libre en algún lugar del campus que no esté a pasos de la puerta.

Tras una hora de desempaquetar y una pequeña charla con Cass, mis padres finalmente se van. No pude ocultar las lágrimas acumulándose en mis ojos cuando mamá me abrazó despidiéndose, y mi padre solo se despidió desde la puerta, sabiendo que era el más débil de ellos y que se derrumbaría si le pedía que me llevara a casa.

La decepción solo continuó cuando la chica de recepción me dijo que todas las habitaciones en el campus estaban llenas. Me dijo que revisara de nuevo después de la ajetreada semana porque muchos estudiantes terminan entrando en una hermandad. Pero eso sería un mes a partir de ahora. Un mes, podría sobrevivir un mes. ¿Podría? Paige desapareció casi al momento en que la conocí, lo cual era un alivio. Tendría que trabajar para adaptarme a su personalidad. Afortunadamente, Cass tenía que hacer un montón de desembalaje, así que he pasado el resto de la tarde con los auriculares puestos en los oídos y mi música lo suficientemente alta para ahogar todo lo demás. Probablemente podría encontrar una manera de mantenerme ocupada con mi ropa y la música e imágenes tontas para el resto de la noche, pero Cass está agitando sus manos animadamente, señalando a sus oídos y articulando los labios para conseguir mi atención, así que finalmente me ablando y alejo los auriculares. —Lo siento, lo tenía un poco alto. —Sí, me di cuenta. Tienes buen gusto en la música, por cierto. — Me gusta Cass. Su sonrisa es genuina, y me recuerda a los amigos que solía tener en Hallman High. Además, reconoce cosas como la grandeza que es Jack White y Broken Bells. Apuesto a que Paige es más por el estilo de Katy Perry. —Gracias. —No sé cómo mantener una conversación, así que mis ojos se mueven alrededor de sus cosas, buscando algo para devolver el cumplido—. Tu edredón es bonito. Es posiblemente la colcha más ordinaria en la tierra. Es de color gris y no tiene una etiqueta, por lo que ni siquiera es casera. Al segundo que lo digo, me siento ridícula, pero la forma en que Cass sonríe y se ríe no me hace sentir estúpida o pequeña, así que me uno a ella. Por primera vez en dos años, me siento como una adolescente otra vez, el tipo normal que no se despierta con pesadillas y oye gritos en sus sueños. Me doy cuenta de cosas que la mayoría de las personas no hacen, como que Cass está vistiendo una camisa púrpura con un corte con cuello en V y pantalones cortos blancos que se aprietan en la parte inferior. Sus uñas de los pies son de color azul, un poco picadas, y tiene una cuerda tobillera en su pie derecho con algunas perlas de color azul oscuro. He sido así desde el día en que mi mundo se vino abajo. Es como que estoy tratando de compensar por no haberme dado cuenta de las cosas.

—¿Te gusta? —Me toma un minuto o dos para seguir sobre lo que Cass está hablando, pero finalmente me doy cuenta que me atrapó mirando la tobillera. —Sí, lo siento. Solo estaba mirando las cuentas. Son bonitas —le digo, con la esperanza de que la mente de Cass no esté dándole vueltas a la idea de que podría tener un fetiche de pies o algo así. —Gracias. Mi madr es dueña de una tienda de abalorios, así que hace un montón de cosas como esta. Podría hacerte uno, ¿si quieres? Para ella, el gesto es probablemente pequeño e insignificante. Pero sonrío y asiento a su oferta, y mi estómago palpita un poco de emoción, del tipo de mariposas en una primera cita. De alguna manera, quizás he hecho lo imposible. De alguna manera, he demostrado estar equivocada. De alguna manera... hice una amiga.

Rowe Traducido por katiliz94 Corregido por Pily

Esta madrugada, los baños están oscuros, menos unos pocos paneles que quedan puestos por lo que los estudiantes pueden encontrar su camino dentro y fuera. Todo es parte de recortar el consumo de energía, ser ecologista. Hay horarios sugeridos, pero prefiero estar sola. Las luces del pasillo son tenues, pero lo bastante brillantes para que pueda ver si uso el urinario más cercano a la puerta. Esta es la parte que más me preocupaba, ducharme en público. Muchas de las chicas probablemente se ducharán por la mañana, sin embargo, así que planeo tomar la mía de madrugada, en la oscuridad. Cass y Paige salieron por la noche. Cass intentó que me uniese a ellas, pero la convencí de que estaba cansada de nuestro viaje. No todos están aún en el campus, pero muchos estudiantes de primer año han llegado, había unas pocas fiestas en los apartamentos en los suburbios de la ciudad. No estoy lista para fiestas. No lleva mucho tiempo que el agua se caliente, por lo que tras echar un vistazo por el cuarto una vez más, y mirar fuera de la puerta, decido que es lo suficiente seguro desvestirme. Hay muchas alcachofas de ducha al aire libre, y no puedo imaginar estar lo bastante cómoda en mi propia piel para, en efecto, caminar desnuda. Incluso si mi costado no estuviese acribillado con costras, no creo que sería el tipo de mujer que podría mostrar a todos sus bienes y cortes. Apilo mis ropas con cuidado sobre el pequeño banco justo al exterior de la alta ducha y entro, cerrando la cortina detrás de mí. Mi corazón se está acelerando bastante rápido por lo que tengo que recordarme respirar —largo y profundo— solo para ralentizarlo. Extraño mi bañera en casa, en el baño de mis padres, detrás de las dos puertas que lo bloqueaban. Extraño el zumbido del radiador, y la forma en que interrumpía mis pensamientos. Aquí se está en silencio, y eso me hace ducharme rápido, apresurarme al echarme el champú y el

acondicionador, apenas deslizando el gel de ducha sobre mi piel antes de girar el mango de la ducha en el off3 y envolverme en la toalla. Con rapidez me pongo la camiseta de dormir sobre la cabeza y dejo que la toalla caiga; estoy entrando en mi ropa interior cuando noto el sonido de la tubería del agua aun vibrando. La idea de que no estoy sola envía una oleada de pánico por mis venas; me siento delirante. Me siento en el banco y agarro mis ropas sucias y la toalla contra mi cuerpo, inclinándome hacia adelante lo suficiente para que mis ojos puedan escanear los otros puestos en busca de pies. Pero estoy sola. La tubería que suena se detiene segundos después; imagino que el agua probablemente venía de la planta de arriba. Termino de vestirme, poniéndome los pantalones cortos de algodón y metiendo los pies en mis sandalias antes de que entre en el pasillo. —Buenas noches —dice él, asustándome tan gravemente que dejo caer todas mis cosas y me empujo directamente contra la pared. Parezco un presidiario en una de esas películas en blanco y negro, intentando salir del foco durante una fuga—. Lo siento, no quise asustarte, pero imaginé que si no decía nada, y me veías en la oscuridad, sería peor. Está recogiendo mis cosas por mí, y de alguna manera me las arreglo para calmar mi pulso lo suficiente para darme cuenta de que está cogiendo manualmente mi ropa interior. ¡Oh, dios! Agarro mis pertenencias, pero mis manos se entrelazan con las suyas, lo cual solo me provoca más pánico y de nuevo se cae todo. —Por dios, ¿te asusté mucho, eh? —Se ríe entre dientes. Todo en lo que puedo centrarme es en reunir mis cosas y regresar a mi habitación, eso, y el leve acento sureño cuando habla—. Oye, ¿estás bien? No es hasta que su mano está envolviendo mi brazo que finalmente lo miro. No estoy preparada para mi reacción para nada, y estoy segura de que estoy divirtiéndole, porque me sonrojo con tanta rapidez que tendría una mejor oportunidad de enfrentar a alguien con una lata de pintura siendo vertida sobre mi cabeza. Es lindo. Es más que lindo; es exactamente el chico sobre el que fantaseé cuando tenía catorce años y al que soñaba tirarme al cuello en la universidad con mi mejor amiga Betsy. Pelo castaño lo bastante largo en lo alto para desplomarse sobre su frente y cejas, ojos azules que se ocultaban bajo pestañas oscuras y una apariencia de medio afeitado que me recordaba al instante que él no es un chico en absoluto. No, estoy de pie frente a un hombre. Ha pasado mucho tiempo desde que he estado en presencia de un hombre; de alguna forma salté ese momento entre medias. Es como un símbolo gigante, andante, y sin camiseta de mi vida antes de que todo lo que amase se 3

Off: Apagado.

alejase. Antes de que Betsy se fuese. Y antes de que mi primer, y único, novio se marchase con ella. Tengo que hablar. Claramente él vive en mi piso, y si me alejo de esto sin decir una palabra, eso solo va a ser más extraño cuando me topé con él en el ascensor, en las escaleras, en una clase. —Lo siento, la adrenalina todavía se mueve en mí, tuve un momento difícil al soltar las palabras —digo, recordándome llenar mis pulmones. Eso es lo que Ross, mi consejero, me dice que haga cuando se supone que lo llamo dos veces al mes. Estoy comenzando a pensar que dos veces una semana podría ser necesario durante un tiempo. —Entendible. —Acento del sureste. Hoyuelos. Sonrisa—. Así que, ¿vives… ahí abajo? —pregunta, gesticulando al largo pasillo que conduce a mi dormitorio. —Habitación trescientos treinta y tres —digo. ¿Por qué diablos le dije en que habitación estoy? Eso es completamente opuesto a mí, y se siente… inseguro. —Ah, bueno, encantado de conocerte, trescientos treinta y tres. Soy trescientos cincuenta y siete. —Me tiende una mano, y la sacudo, sintiendo cada célula de sus dedos destellar contra los míos. Esta sensación es extraña y aterradora, e increíble a la vez. —¿Vas a alguna de esas fiestas esta noche, treinta y tres? —Me gusta cuando me llama por mi número, y el hecho de que de repente me ha dado un apodo hace que mi estómago se sienta caliente, a pesar de cuan trivial y sin sentido probablemente es para él. También me hace darme cuenta de que nunca le di mi nombre. Debería hacer eso. ¿Debería, verdad? —No, estoy muy cansada. Condujimos directo desde Arizona. Y puedes llamarme Rowe —digo, mi corazón acelerándose solo al conseguir atravesar esta parte de la conversación. No sé porque, pero a mí, cada interacción me causa el mismo esfuerzo interno que otros sienten mientras dan un discurso. Solo que para mí, es el más mínimo discurso, el cara a cara, el que me desviste por completo. —Rowe. —Sonríe después de decir mi nombre, y oh dios mío, quiero escucharle decirlo de nuevo. Al mismo tiempo, sigo mirando hacia mi habitación en mi extrarradio, la otra parte de mi cerebro, la parte dominante, intentando convencerme de que regrese a salvo y me esconda—. Soy Nate. Y estoy muy contento de haber decidido tomar una ducha esta noche. Esto es flirtear. Lo recuerdo, vagamente, mientras sonríe y camina de regreso a su habitación en el otro extremo del pasillo, sus ojos

permaneciendo en mí el tiempo suficiente para enviar una avalancha por mi columna. Lo imito, y tampoco me alejo de inmediato, arriesgándome a mantener mi sonrisa en su lugar, para dejar a la noche en esta felicidad, para quemar la mirada en su cara en mi memoria —una nueva cara, marca nueva para mi vida, y mundos separados del demonio que me persigue cada noche en mis sueños. Tomo ventaja de que mis compañeras de cuarto están fuera y empujo mi cama unos centímetros de distancia de la puerta, casi nivelada con la ventana. Cass lo notará, pero estoy muy segura de que puedo convencer a Paige de que la cama siempre estuvo de esa forma. Y por alguna razón, creo que Cass se recuperará de ello. Preparar la cama siempre es un proceso. Tengo cuatro almohadas y dos mantas. No porque sea friolenta, sino porque he aprendido que mi mente descansa con más facilidad si tengo algo del tipo de barrera empujando contra mi cuerpo. Sé que la espuma y el algodón del edredón harán muy poco por protegerme en realidad, pero por alguna razón, hacen que el sueño venga más rápido. Así que me pongo en función, rodando y plegando hasta que he construido un tipo de fortaleza a lo largo de mi colchón, algo contra lo que yacer para que pueda sentirme oculta mientras duermo. Si duermo. Entonces vienen los medicamentos. Ahí está la primera dosis que tomé hace unas horas —melatonina. Ahora tomo el Zolpidem. Luché contra tomar pastillas durante un largo tiempo. No quería pasarme la vida siendo drogada. Pero no estaba durmiendo. Como… en absoluto. Y resulta que el no dormir desordena tu cerebro, y comienzas a ver cosas, cosas que solo deberías ver en sueños. A pesar de los tres pisos arriba, puedo escuchar el trino de los grillos fuera de mi ventana. Me gustan sus sonidos. Es regular y constante, algo en lo que centrarme. Así que mantengo la ventana abierta, permitiendo que el aire caliente se mezcle con el aire acondicionado mientras se vierte por la pantalla. Pongo el portátil en la cama conmigo, me cruzo de piernas, y cargo Facebook. Escribir a Josh se ha convertido en un ritual, y mi sucesión de mensajes para él ahora es más que un diario. Sin embargo, nunca los leo de nuevo una vez que pulso en enviar. Solo lo retomo donde lo dejaba cada vez, comenzando una nueva idea pero nunca volviendo atrás.

Así que lo hice. Soy una universitaria. Universidad. Se supone que haríamos esto juntos, ¿recuerdas? Y estoy segura como el infierno que no se supone que terminaría en Oklahoma. Lo sé, lo sé —es mi culpa en eso

por completo. Lo entendí. En realidad es un campus muy bonito. Los edificios están todos hechos de ladrillo rojo, y los arboles aquí son enormes. Todo es tan… verde. Tengo dos compañeras de habitación. Me gusta una de ellas. Imagino que puedo vivir con la otra. Es la semana de orientación. No estoy segura de que pueda esconderme en mi habitación todo el tiempo. No quiero. Esta es mi gran prueba, en lo que he trabajado durante dos años. Pero mi coraje disminuyó con cada milla que pasamos en nuestro camino a Oklahoma, y tengo miedo de que mi tanque esté cerca de vaciarse. Una de mis compañeras de cuarto, Cass, ¿la que me gusta? Se esforzó para hacerme salir esta noche. Creo que voy a tener que ceder en algunas cosas de lo social, así que podría también ser con las universidades sancionadas. Fui a ver a tu madre antes de que me marchase. Mi madre me llevó a la casa. Se veía bien. Tu padre no estaba, así que no conseguí despedirme de él, pero estoy segura de que lo veré durante mis vacaciones de otoño. Esa era la parte de lidiar con mis padres. Pre-acordamos cada uno de mis viajes a casa durante el semestre. Voy a ir a casa cuatro veces. La primera no es hasta dentro de un mes, así que va a ser difícil. Por supuesto, también tengo que conseguir un avión. Sola. Sé que no tengo que explicarte nada de esto. Imagino que es el porqué de que te escriba. Ojala pudieras responderme. Con amor, Rowe.

No responderá. Nunca lo hace. Pero eso no evitará que le escriba. Muevo el cursor sobre cerrar sesión cuando el sonido de un nuevo mensaje me sorprende. Mi madre en realidad es la única otra persona que ya se conecta con Facebook, pero no es la suya la foto que estoy mirando en este momento. Es una foto de Nate, en algún lugar en la playa, sin camiseta. No creo que los hombres incluso lleven una. Cliqueo en abrir, mi mano tiembla con nervios, y mi mente comienza a disminuir de los efectos de mi dosis de medicina de dormir.

Entonces, el primer mensaje que envié fue a una chica llamada Rowe. Ella tenía doce años, y eso era extraño. Estoy muy seguro de que sus padres ahora me tendrán que poner en una lista de bloquear ya que su madre fue la que lo interceptó. De cualquier forma, te encontré. Rowe… con una e… al final, ¿creo que esa eres tú? Quería saber si, ¿querrías ir a ver el área conmigo mañana? Dar un paseo, ¿alrededor de las once? Hazme saberlo.

-357 ;-)

No sé cómo hacer esto. No sé cómo hacer algo de esto. Y no soy buena en un buen lugar para esto. Flirtear es una cosa. Es inofensivo. Podría hacer de esto un hobby. No es que sea buena tampoco en eso, pero ¿hacer planes? Los planes conducen a lugares. Y no puedo ir a lugares, los lugares se sienten como relaciones. Y definitivamente no sé cómo hacer relaciones, habiendo tenido una en toda mi vida. Además, solo sería el veneno de alguien. Cierro el portátil y lo alejo de mí, como hace un niño con un plato de verduras. Los grillos todavía están trinando al exterior, y en la distancia puedo escuchar la música sonando desde el balcón del apartamento de alguien. Si escucho de cerca, casi puedo distinguir los sonidos de las chicas riendo y los chicos celebrando. Tal vez todo está en mi cabeza, la banda sonora que he imaginado para la universidad, basada en todas las películas que he visto. O tal vez es real. Nunca lo sabré porque me he mantenido en la periferia, demasiado asustada de estar en el medio. Me odio por tener tanto miedo. Mi pelo todavía está húmedo, así que extiendo la mano por debajo de la cama en busca de una toalla seca para cubrir mi almohada. Cuando capto mi reflejo en la ventana, me hace detenerme. Nada sobre mí es extraordinario. Mi pelo es largo y liso, el color de un nogal, al igual que mis ojos. Solía ser buena en los deportes; estaba en el equipo de tenis antes de que dejara el sistema del colegio, y continué al jugar con mi padre, por lo que mi cuerpo es esbelto. No soy como Paige, las cosas en mí no son curvas y no hay nada voluptuoso ocurriendo. Aceptar ahora mi inventario personal me hace reírme de mí, y reír con fuerza. Nate probablemente no me recordará por la mañana, y aquí he ido e imaginado algún loco escenario donde somos una pareja que salta y brinca lejos de la realidad. Soy una de un puñado de chicas que llega al dormitorio como lejos; un placentero desperdicio de tiempo hasta que algo mejor llega. Y si es algo, es un potencial amigo, y tal vez mi única esperanza de subir el numero en mi circulo interno de uno, si Cass siquiera cuenta ya, a dos. Sé que en alrededor de dos minutos más voy a estar profundamente dormida por lo que podría accidentalmente estar de acuerdo en donar todos mis órganos a Nate, así que abro la pantalla del ordenador y tecleo rápido, usando esta extraña mezcla de racionalidad y coraje que de repente ha tomado control de mi cuerpo.

Suena genial. Te encontraré en el ascensor. -333

Nate Traducido por Agoss Corregido por Mariabluesky

Sé que en el segundo en que lo descubra Ty me va a dar mierda. Ella es totalmente mi tipo. Lo sé, tengo un tipo. Las personas tienen tipos por una buena razón, para ayudar a quitar la mala hierba de los idiotas del planeta. Y mi tipo se ve exactamente como ella. Tengo muy buenos instintos. Es por eso que soy un receptor, puedo anticipar los malos lanzamientos, los giros cortos, y lo que va a hacer el bateador. Pero mis instintos son más profundos que eso. Puedo leer a la gente fuera del campo, también. ¿Y a trescientos treinta y tres? Ella no es del tipo de chica que pasa una hora preparándose para la noche. Ella es del tipo de vaqueros azules y camisetas. Hamburguesas y patatas fritas. Sus dedos eran simples, ninguna porquería de largas uñas falsas o brillantes colores. Ella estaba utilizando una vieja camiseta para dormir, no un atuendo especial que probablemente cuesta más que mi armario entero. Y, pensar que si ella supiese que yo sé esto probablemente la avergonzaría, su ropa interior era simple-blanca-lisa, de algodón. No bragas de anciana. Era pequeña y delicada y muy lejos de ser bragas de anciana. En los pocos segundos que estuvieron en mis manos, las imaginé en las de ella, y créeme, esa fantasía me iba a perseguir el resto de la noche. Incluso su nombre era perfecto. Rowe. No había lugar para letras burbuja4 y corazones. Solo cuatro letras que iban al grano. Está bien, quizá aún sigo un poco borracho por la fiesta de la que me largué hace una hora ya, su personalidad podía apestar mañana. Pero esta noche,

Letras burbuja: es una manera de escribir las letras a mano para que salgan de forma inflada, o sea, las letras parecen ser llenas de aire 4

estoy aceptando que esta chica es perfecta, y me vuelvo idealista y romántico después de un trago, así que voy con ello. Salí con un montón de muñecas, y algunas se han acercado a la perfección. Pero en algún lugar del camino, siempre tienen un gran problema. Sadie, mi ex de la preparatoria, estuvo muy cerca de llegar hasta que se acostó con mi mejor amigo en nuestra fiesta de graduación. Ese era su gran problema, y aparentemente tuvo ese gran problema por unos meses. Solo espero que no descubra el de Rowe mañana, porque me gustaría disfrutar esto por un rato. Gracias a Dios por Facebook. Prometo que haré algo bueno por el mundo esta semana, porque las personas se supone que tienen que agradecerle a Dios por cosas mucho más importantes que a un geek billonario inventor del ordenador. Pero, justo en este momento, le estoy dando el gran y poderoso grito ole a Facebook. Ella no parece publicar mucho en su página. ¿Quizá sea privada? Me siento aburrido enviándole una solicitud de amistad, pero supongo que ya le envié un mensaje, así que ¿Qué es subir otro nivel de acosador? Desearía como el infierno que ella tuviese alguna foto publicada. Probablemente me habría ahorrado mi primer intento de ir por alguien preadolescente en Arkansas. —¿A qué se debe esa sonrisa de suficiencia en tu cara? ¿Estás viendo porno? —Sip. Aquí viene la mierda de Ty. —No, idiota. Eso lo hago en tu cama. —No estoy ni siquiera sorprendido cuando su ordenador vuela hacia mi cabeza. Me agacho justo a tiempo, pero me agarra con la parte posterior de su sombrero. Para un chico que no puede mover sus piernas, mi hermano es bastante ágil. Él ha vivido con su parálisis por casi seis años ahora, y es la mitad de la razón por la que quise venir a McConnell. Él está aquí por un posgrado, una MBA5. Y parte del acuerdo cuando acepté jugar aquí era que tendría una habitación al lado. Ty es el bien en mí. Para algunos, es difícil ver eso, porque mi hermano puede ser directo y tosco, y es un verdadero idiota con las mujeres. Pero él también es exactamente quién es, sin disculpas, sin pretender. El día que despertó en el hospital y el doctor le dijo que no podría caminar más, él le pregunto qué podía hacer. Y ha puesto toda su energía en esas cosas desde entonces. Probablemente ese es el porqué es tan malditamente bueno en la escuela. 5

MBA: Maestría en Administración de Empresas.

Me esforcé en béisbol por él. Él era mejor que yo, e incluso como estudiante en la preparatoria estaba siendo reconocido. Pero se rompió la espina dorsal. El béisbol se convirtió en mi sueño entonces. Al principio, lo hice porque sentía que se lo debía, como un tributo o algo. Pero me abofeteó por eso más que un par de veces. Así que ahora juego por mí. Y como Ty, no me disculpo por quien soy y lo que quiero en mi vida. Y justo ahora, todo lo que quiero es saber más de Rowe. —¿Estás acosando a chicas virtualmente? Mierda, hombre. Eso es escalofriante. —La silla de Ty se pegó a mi escritorio, así que no había forma de esconder esto ahora. —Conocí a una chica —sonreí. —Oh Dios. Te vas a poner todo bobo y esa mierda. Hombre, ¡acabamos de llegar aquí! Está bien, ¿quién es ella? Enséñame a quien estamos acosando. Inclino el ordenador, y Ty lo desliza sobre su regazo. Me pongo nervioso cuando él sonríe con superioridad hacia mí, y solo se pone peor cuando comienza a seleccionar cosas. Cuando voy a agarrar mi ordenador y quitárselo, él solo se da la vuelta, aplastando mi pierna contra el costado de mi escritorio y alejándose con su enorme antebrazo. —Ella te contestó, hermano —se burla. Estoy en un lugar entre querer golpear a mi hermano y muriendo por saber que dijo Rowe—. ¿Rowe, eh? Eso es genial. ¿Sabes cómo es, cierto? —Sí, sí. Lo sé; tengo un tipo. Así que demándame. —Intento alcanzarlo de nuevo, pero él se gira completamente y se aleja, colocándose en el otro extremo de la habitación y sosteniendo su brazo hacia mí para bloquearme nuevamente. —Ella dice que se encontrará contigo en el ascensor. Oooooo, ¿qué vais a hacer en el ascensor? ¿Has estado leyendo mi Penthouse? —No seas idiota —gruño, golpeando su rueda lo suficiente para hacerlo girar hacia mí y así puedo recuperar mi ordenador. Ty puede decir que ya fue demasiado lejos, así que toma un descanso, por ahora. —Sabes que tienes que entrenar mañana, ¿cierto? —¡Mieeeeeeerda! —Es como si pensase que estaba de vacaciones o algo. Olvidé completamente el entrenamiento—. No es obligatorio —digo, esperando que él confirme mi plan para saltarme el entrenamiento.

—Cierto. Sí, podrías saltártelo. Es solo un entrenamiento. No es como si fueses un novato peleando por un lugar o algo así. Es decir, esta cita en el ascensor es realmente importante. Podría determinar tu futuro con… ¿Cuál era su nombre? —Rowe —digo, mis labios apretados con fuerza mientras trato de retener mi frustración con Ty. Estoy frustrado porque él tiene razón. Y quizá siga estando un poco borracho solo imaginando como me sentiré cuando me encuentre con ella en el recibidor. Farfullo unas cuantas maldiciones por lo bajo y llevo mi ordenador de vuelta hacia mi cama para contestar a Rowe.

Olvide que tengo que hacer algo por la mañana. No volveré hasta después del almuerzo. ¿Estas libre por la tarde? ¿O tal vez vamos a la fiesta? Házmelo saber. -357

—Idiota, —digo, lanzando el ordenador cerrado a mis pies y colocando la almohada sobre mis ojos para bloquear la luz… y aislarme de Ty. —Solo soy tu ángel de responsabilidad, hermano mío. Es por eso que estoy aquí —suelta una risita; le muestro mi dedo antes de dormirme y soñar con Rowe y esas malditas bragas de algodón.

Rowe Traducido por Sandra289 Corregido por Mariabluesky

Me siento como una idiota. He estado sentada en el pasillo durante veinte minutos, y he visto una docena más de estudiantes moviéndose hacia sus pertenencias. Casi cada habitación está llena, y los padres están regañando a sus hijos e hijas y algunos están llorando por dejarlos. Todo esto me hace apreciar lo rápido que mis padres hicieron el proceso. Pero ellos tenían diferentes motivos, si se quedaban mucho rato, todos hubiéramos dejado el plan. Y yo nunca crecería. Paige y Cass estaban muertas para el mundo cuando me desperté. Ese era otro elemento de la medicación para dormir, cuando ha hecho su trabajo, mis ojos están bien y listos, no importa con cuantas ganas me gustaría mantenerlos cerrados. Me levanté un poco después de las siete. Mi cabello se había secado durante la noche, así que sólo me puse un poco de delineador de ojos, lo justo para hacerme ver mayor de doce años, y me deslicé en mis zapatos de correr para ir a explorar. Estar fuera me hace ponerme nerviosa. Ross dice que tengo una ligera agorafobia provocada por mi trauma, y la mejor manera de superarlo es esforzarme un poco más cada día. Tengo cuatro días hasta que empiecen las clases, y si quiero exponerme a cualquiera de ellas, tengo que salir de la puerta frontal de nuestro dormitorio. Así que así es como pasé las primeras tres horas de mi mañana. Me paseé alrededor de la recepción. Entonces me senté en el salón. Finalmente, salí a la calle y me paré en los escalones, obligándome a contar hasta cincuenta. En el momento en que mi respiración se ralentizó, hice una vuelta completa alrededor del edificio, y pronto casi eran las once. He estado sentada aquí desde entonces.

Él no viene. Lo que me tiene molesta es que me sorprende que no vaya a venir. Estoy empezando a pensar que soñé todo. El Ambien6 me hace eso a veces, y los sueños se sienten tan reales. Saco mi teléfono para comprobar mis mensajes de Facebook y ver si esta conversación está aún allí, pero mientras estoy esperando a que cargue, un avión de papel aterriza bajo mi rodilla. —Hey, ¿te importa lanzármelo de vuelta? —Miro al pasillo y mis ojos se encuentran con una cara que es extrañamente familiar. Se ve justo como Nate, ¿o cómo imaginé que era Nate? Pero este chico es mayor, y está en silla de ruedas. Su sonrisa es encantadora, y estoy empezando a sentir como si alguien estuviera tirándome un truco. Llegando a mis pies, cojo el avión y miro por encima de las curvas en los pliegues antes de entrecerrar los ojos para alinearlo en su dirección. Lo doy un empujón, y navega varios metros por encima de él, que por alguna extraña razón me hace realmente feliz. Sí, si el lanzamiento de aviones fuera un deporte olímpico, sin duda me llevaría a casa el oro. —Hey, buen lanzamiento. Gracias —dice, rodando hacia atrás para recogerlo de nuevo. Sonrío y asiento con la cabeza, tirando hacia abajo mis pantalones cortos y la parte de atrás de mi camiseta, que se han arrugado de estar sentada en la esquina al lado del ascensor durante tanto tiempo. Estoy a punto de volverme a mi habitación cuando el misterioso hermano gemelo de Nate me para. —Eres Rowe, ¿verdad? —Es extraño cómo se acelera mi corazón sólo por su pregunta. ¿Tal vez no soñé nada de esto en absoluto? —Esa soy yo —digo, envolviendo los brazos a mi alrededor y apretando el estómago con fuerza. —No te debe haber llegado el mensaje de Nate. —Viene más cerca de mí, y cuanto más se acerca, más familiares son sus rasgos. Su cara es casi una réplica exacta de una que vi la noche pasada, pero sus ojos son un poco diferentes, y sus mejillas están más llenas. Todo lo que puedo hacer es encogerme de hombros en respuesta. —Nate tenía entrenamiento esta mañana. Creo que te envió algo al Facebook —dice, y soy incapaz de detenerme de sacar rápido el teléfono para comprobarlo. Estoy segura de que parezco desesperada, pero lo que

Ambien®: Marca estadounidense que distribuye el medicamento Zolpidem para trastornos de sueño. 6

sea, no soy buena en esto. No tiene sentido fingirlo. Cuando toco mi aplicación de Facebook, su aviso de mensaje es lo primero que veo. —¿Sabes qué? ¿Por qué no vienes conmigo? Podemos ver dónde están nuestras clases, y luego voy al gimnasio. Quizás Nate habrá terminado para entonces —va a su habitación a por las llaves. No puedo hacer que mi voz funcione, así que sólo miro de él a mi habitación y atrás otra vez, constantemente calculando si tengo suficiente tiempo para correr. Cass aplasta ese plan, sin embargo, cuando de repente está al lado de mí con su ropa de entrenamiento completa. —Te perdiste un infierno de fiesta anoche. Te vienes a la fiesta conmigo esta noche, no hay excusas —dice, enredando el brazo con el mío. No tengo tiempo para contestarle, porque de repente el misterioso hombre está de vuelta. —Hey, creo que te conocí ayer por la noche —dice, con una sonrisa tirando de la comisura de su boca cuando mira a Cass. Es la misma cara que puso Nate cuando se presentó, y lo reconozco, está completamente coqueteando con Cass. —Sip, estuvimos colgados un poco, creo. Estaba un poco pedo — se ríe ella, y estoy un poco sorprendida. No sé porque realmente, sé que es normal que los chicos de la universidad vayan de fiesta y beban. Pero la idea de eso me asusta completamente como el infierno. Nunca he estado borracha. Apenas he probado una bebida. Me refiero que no has echado de menos tu fiesta de graduación y te has escondido todo el tiempo de la vida de la fiesta. Y solo escuchar a estas dos personas, cuyas horas atrás eran extrañas, hacerse amigos, reír y flirtear en frente de mí, hace que las cicatrices de mi lado duelan y mi cabeza se esté mareando. —¿Cuál era tu nombre? —pregunta él, y te puedo decir que está fingiendo la expresión que está haciendo. Él no sabe su nombre en absoluto, pero esta es su manera de descubrirlo. —Cass —dice ella, y una risa real escapa de ella. Cada segundo hace tictac por su interacción, estoy aprendiendo más sobre mi compañera de habitación. —Cass. Está bien. Yo soy Ty —pasa su mano delante de mí para estrechar la suya, y me doy cuenta de los músculos tonificados de su brazo. Puedo decir que Cass también los ve, y cuando hacemos un breve contacto visual, ella se ve casi como si tratara de señalarme algo—. Rowe y yo estábamos justo dirigiéndonos al gimnasio. Íbamos a pasar por algunos de los edificios en el camino. Ya sabes, ¿explorar fuera de

nuestras clases? ¿Quieres venir? Te ves como si te dirigieras a ese camino. Cass frunció la frente, claramente confundida por cómo conozco a Ty, y por qué estoy haciendo planes con él. Me encantaría darle la respuesta, pero ni siquiera estoy segura de como llegué aquí y a esta situación, por lo que sólo sonrío y meto las manos en los bolsillos, mi pulgar frotando obsesivamente los surcos de mi llave de la habitación para mantenerme en calma. —Seguro, suena genial —dice ella, tirando de mi brazo de nuevo para caminar muy cerca de su lado. El viaje en ascensor es tranquilo e incómodo. Varios se unen a nosotros en el piso de abajo, y tenemos que esperar a que todo el mundo salga a la planta baja. En todo lo que puedo concentrarme es en la puerta principal del edificio, la que yo practiqué caminar dentro y fuera toda la mañana. Siempre es más fácil aventurarse fuera cuando no estoy sola. Y Cass me hace sentir cómoda, así que tomo una respiración profunda y muevo mis pies hacia adelante hasta que por fin estamos fuera. Debo de estar apretando el brazo de Cass con demasiada fuerza, porque en el momento que llegamos al siguiente edificio, ella se inclina hacia mí para preguntarme si estoy bien. —Lo siento, —le digo, dejando que el brazo quede suelto del de ella—. No soy buena con los extraños. —En realidad, ¿no lo conoces? —Se ríe, manteniendo su voz tranquila e inclinando la barbilla hacia delante, hacia Ty, que está a pocos metros por delante de nosotras en la pasarela. —Sólo lo vi esta mañana —digo, sacudiendo la cabeza. Cass se ríe y tira de mi manga así puede ponerse al día con él. —Así que, señoritas. ¿De dónde sois? —pregunta, con los ojos muy centrados en Cass cuando hace esa pregunta, y por alguna razón, estoy aliviada de que ella tenga que ir primero. —Yo y mi hermana somos de Burbank —dice ella, y te puedo decir que él está tratando de averiguar cómo me relaciono con Cass pero no mira nada salvo a ella, así que detengo su pregunta antes de que llegue. —Oh, no. Nosotras no estamos relacionadas. Cass y yo somos compañeras de cuarto. Yo soy de Arizona —digo, volviendo a Cass, ahora preguntándome de quién demonios está hablando.

—Oh sí. Lo siento, mi hermana es nuestra otra compañera de cuarto. La conociste anoche también. ¿Paige? Estoy tan sorprendida por esta revelación que soy incapaz de mantener mis pensamientos dentro de mi cabeza. —¿Qué? —Literalmente, dejo de caminar cuando hablo, y Cass no puede dejar de reírse de mi respuesta. —Lo sé, no podíamos ser más diferentes, ¿eh? —dice, encogiéndose de hombros y sonriendo a los dos—. Somos gemelas. Nadie se lo cree. —¡Y por qué habrían de hacerlo! Eres educada e inteligente y Paige... parece tener otras cualidades. —Trato de cambiar el curso de mis palabras a la mitad, dándome cuenta demasiado tarde de que voy a llamar a su hermana grosera y estúpida. Probablemente un poco pronto para que asuma que está bien hacerlo, y por dentro maldigo mi falta de habilidades sociales. Afortunadamente, mi perorata hace reír a Cass aún más fuerte ahora. —¿Lo sé, verdad? ¡Mi hermana es una verdadera perra! Mis ojos casi estallan fuera de mi cabeza, y miro a Ty para asegurarme de que la oí bien, pero él está sólo mirándola y sonriendo aún más fuerte que antes. Me pregunto si ella sabe que le gusta. Y me pregunto, ¿cuánto llegaron a conocerse el uno al otro en la fiesta de anoche? —Así que, ¿de dónde eres, Ty? —pregunta Cass, mordiéndose el labio inferior un poco. Ella se da cuenta de su mirada, y creo que le gusta. —Soy de Luisiana en un principio, aunque sólo me trasladé aquí desde Florida. Estoy en la escuela de posgrado, pero mi hermano es un estudiante de primer año. Pensamos que sería genial vivir juntos, por lo que ambos nos instalamos en la misma escuela. Tienen un gran programa de negocios aquí, y un infierno de equipo de béisbol, así que funcionó. —Nate es tu hermano —asiento y murmuro en voz baja a mí misma. Me siento como si estuviera atrapada en un episodio de 902107, y estoy agradecida de estar teniendo todas estas revelaciones de forma temprana en lugar de tener que esperar a que acabe la temporada para poner fin al rompecabezas.

90210: 90210 Beverly Hills, la nueva generación o Sensación de Vivir: La Nueva Generación es una serie de drama adolescente. 7

—Oh sí. Creo que lo vi ayer por la noche, también. Mi hermana estaba sobre él —dice Cass, y de repente estoy abrumada por una oleada de celos. Estoy avergonzada por ello, y estoy segura de que ambos pueden decirlo, por lo que vuelvo la mirada a mis pies y me pongo a buscar grietas en la acera. —Oh, la recuerdo. Es guapa —dice, y yo inclino la cabeza justo a tiempo para ver la misma emoción que estaba sintiendo inundando a Cass—. No es el tipo de mi hermano, sin embargo. La mirada de Ty pasa a mí cuando habla, y sostiene la mirada el tiempo suficiente para hacerme sentir incómoda y miro hacia abajo. ¿Estaba tratando de decirme que no soy el tipo de su hermano? ¿Era una advertencia para que me fuera antes de que saliera decepcionada? O simplemente confirma mi hipótesis de anoche, que Nate está sólo en busca de amigos. Nada más. Espero que eso sea todo, ya que cuanto más conozco a la gente, menos segura estoy de que esté lista para los amigos. Caminamos por el camino principal hasta el centro del campus, y soy capaz de detectar todos y cada uno de mis edificios a lo largo del camino. Tengo en su mayoría clases generales de estudio. Todavía no he elegido una carrera, y el asesor me dijo que podía esperar un semestre o dos antes de descubrirlo. No estoy segura que sea tiempo suficiente, sin embargo, no tengo ni idea de lo que quiero hacer con mi vida. Antes de que todo cambiara, solía pensar que quería ser diseñadora. No hay ninguna razón real de porqué, nunca he sido buena con los programas de ordenador, así que ese sueño fue del tipo que se disipó con la menor atención que pagué. Por desgracia, nada se acercó a tomar su lugar. —Nate está ahí. Conozco a los entrenadores, así que puedo ir contigo, si quieres. A él le gustaría saber que estás aquí —dice Ty, y no puedo dejar de notar la mirada que Cass está haciendo a sus espaldas. Ella quiere saber más, y sé que voy a tener que decirle sobre mi encuentro con Nate. —Oh, está bien. Supongo que sí, si piensas que está bien que vaya. Puedo esperar aquí, también. No quiero interrumpir algo. —Empiezo a inquietarme y puedo sentir mi piel hormigueando con molestias. Ty sonríe y guiña un ojo mientras me pasa, instándome a seguirlo. —Está bien. Vamos —dice él, así que miro a Cass, que todavía está meneando sus cejas hacia mí. Respira profundo. Toma aliento profundamente.

Nos dirigimos a través de un largo pasillo hasta una zona separada del gimnasio, y te puedo decir que aquí es donde los atletas de la universidad entrenan. Es temporada de fútbol en este momento, por lo que casi todo en la sala es cuatro veces mi tamaño. —Oh, Dios mío, Rowe. Paige va a estar tan molesta cuando se entere de que estábamos aquí sin ella. Esto es como su propio supermercado personal lleno de deportistas. Las dos nos quedamos atrás cerca de la puerta, pero dejamos que nuestros ojos se pierdan en la extensión de la habitación. Hay un ligero tinte de olor a sudor en el aire, pero no es grave en absoluto, y no puedo evitar la manera en que mi cuerpo reacciona. Me sonrojo cuando uno de los grandes hombres sin camisa camina hacia mí y dice—: Disculpa — rozando su brazo contra la parte delantera de mi cuerpo un poco mientras pasa. De repente, estoy de pie recta, y metiendo estómago, empujando hacia fuera lo que existe en mi pecho. —Ahí está. Espera, voy a dejarle saber que estás aquí —dice Ty, moviéndose hacia el fondo de la sala. Veo el perfil de Nate en la distancia, pero mis ojos se concentran en sus rasgos de inmediato. Él no fue un sueño. Todo lo que pensé que vi y recordé es exactamente como debe ser, y cuando su mirada golpea en la mía, soy catapultada de nuevo al pasillo y la manera en que se veía en la oscuridad, manteniendo mi ropa interior. —Estás como en siete tonos de rojo, chica —dice Cass, apoyándose en mí. —Eso está mal, ¿eh? —Solía pensar que yo sería el tipo de persona que mentiría cuando la gente nombrará mis emociones. Pero hay algo en Cass que me hace estar cómoda. Es eso, o estoy tan cansada de esconder todo lo demás que me importa un bledo volverme efusiva sobre un chico ahora mismo. —Aguanta, pichoncita. Él está de camino hacia aquí. Saco el aire lentamente por la nariz todo el tiempo que camina a mi lado, así que para el tiempo que está parado en frente mía, no tengo que entrar en pánico por respirar. —Hey, estoy totalmente arrepentido por saltarme nuestros planes. Me olvidé del entrenamiento de esta mañana —dice, y sus palabras salen como caramelos de mantequilla. Nunca he escuchado a alguien hablar como él, y daría cualquier cosa para que me leyera un cuento por la noche. Apuesto a que ni siquiera tendría que tomar Ambien para relajarme.

—Está bien, lo entiendo. —Mi corazón está latiendo salvaje y erráticamente, y me preocupa que esté haciendo a mi voz agitarse. —Ella está mintiendo, hermano —dice repentinamente, golpeando el viento de mí otra vez—. La encontré esperando en el ascensor. Algún gilipollas la dejó plantada. Quiero. Morir. Mis ojos se mueven de Ty a Nate y a Cass, que sólo se encoge de hombros ya que no he sido capaz de ponerla al día de la carrera en mi noche tardía todavía. —No, en serio. Es mi culpa. No revisé mis mensajes esta mañana —explico, dando a Ty una mirada que espero envíe una advertencia. Voy a tener que practicar esas caras, porque no estoy muy segura de cómo hacerlas. Éstaf no parece ser muy intimidante, porque él sólo se ríe en voz baja y se aleja. —Maldita sea, ese tipo es un imbécil. Y también lo es su hermano —dice Nate, rascándose bajo la barbilla y agitando la mano hacia Ty. Se vuelve hacia mí, sonriendo con hoyuelos—. Iba a pasar por tu habitación esta mañana, pero no te quise despertar. Hey, voy a compensártelo. ¿Tienes hambre? ¿Quieres comer? Mi estómago está gruñendo, y me estoy muriendo de hambre. Pero la idea de sentarme en una cafetería llena de gente hace que mi cuerpo explote en un sudor instantáneo. —Rowe, me tengo que ir. Tengo una cita con un entrenador personal en diez minutos —dice Cass, tirando de su reloj en su muñeca y metiéndolo en la pequeña bolsa de entrenamiento que está llevando—. Voy a ir ya de vuelta al dormitorio. Sonrío y digo adiós con la mano, cerrando la mano y metiéndola en el bolsillo. —Sí, así que... parece que yo soy su entrenador, ya que tengo una cita de mediodía. Maldita sea me encanta este día —dice Ty, mirando hacia arriba y sonriendo, lo que hace que tanto Nate como yo riamos—. Te veré más tarde, amigo. Ah... ¿y esta de aquí? Sí, es totalmente tu tipo. Quiero. Morir.

Nate Traducido por Lauu 12 Corregido por Moonsdaughter

Si no fuera mi hermano, lo mataría. Podría matarlo de cualquier modo. Puedo decir que está avergonzada. Su cuerpo ahora es de un rosa brillante, y prácticamente puedo sentir el calor irradiando de ella. No me gusta la manera en que se lo mostró. Pero me gusta que mi hermano la apruebe. Nunca le ha gustado Sadie; dijo que no confiaba en ella. Pero no lo escuché. Parece que los instintos de mi hermano son una mierda mucho más agudos que los míos. Y si piensa que Rowe tiene algo, entonces definitivamente voy a hacer a esta chica ir a almorzar conmigo. Tengo que descifrarla antes de que aparezca el resto de la universidad y tenga que competir por su atención. —Así que, ¿qué dices? —pregunto. Parece nerviosa, y siento como si pudiera echarse atrás. Tal vez puedo encontrar una manera de seguir con el plan original—. Si no tienes hambre, ¿podemos solo hablar y caminar por el pueblo? Se está tirando del labio inferior con los dientes y abrazándose, como si no estuviera segura de que hacer consigo misma, y veo sus ojos buscando a su amiga que está alejándose. Demonios. Está tratando de escaparse de esto. —O lo que sea. Si estás cansada, lo entiendo. Es mi culpa por faltar a nuestra cita. Por alguna razón, la última palabra capta su atención, y sus ojos se encuentran con los míos rápidamente, abriéndose un poco más. Mierda, no le gusta la palabra cita. —No, yo… podría comer, de hecho. Es solo, —comienza, y sus ojos caen a sus pies, mirando sobre sus brazos aún envueltos apretadamente

a su alrededor y hacia sus zapatos bajos—. Soy algo quisquillosa con la comida. Así que, ¿tal vez podemos ir a algún lugar en la ciudad? ¿Está eso… bien? Trato de actuar relajado, pero por dentro estoy feliz de que esté a bordo en mi plan de respaldo. Va a llevarnos unos buenos veinte minutos caminar hacia el pueblo, y ya sé que la voy a llevar a Sally's. La comida es buena, pero el servicio es lento como el demonio. Eso me da al menos un par de horas con ella. —Eso está perfecto. De hecho hay un lugar que he estado muriendo por probar. ¿Qué piensas? Solo asiente y sonríe, jugando aún con sus pies en su lugar. Me doy cuenta de que no está usando calcetines con sus zapatos de correr, y no sé por qué, pero parece que no puedo quitar los ojos de la línea a lo largo del músculo de su pantorrilla y el modo en que se extiende profundamente hacia su tobillo. Es extraño como una chica puede lucir tan suave, pero tan fuerte al mismo tiempo... —¿Practicas algún deporte? —pregunto, mis ojos aún bloqueados en su pierna. —Un poco. Solía, quiero decir. Era buena jugando tenis —dice, finalmente relajando su parte superior—. Ty dice que juegas al béisbol. Me encanta que no tenga ni idea de quién soy. No es que sea la gran cosa, pero rechacé un montón de universidades de Primera División para llegar aquí. La chica en la fiesta de anoche seguro sabía quién era. O, al menos, sabía que era un atleta de la escuela. Estaba descuidadamente borracha y seguía diciéndome como solo quería acostarse con un atleta esta semana. A algunos chicos les gusta esa mierda. Fácil. A Ty le gusta un poco, al menos de momento. Pero normalmente al día siguiente se enfada consigo mismo cuando tiene que enfrentar a una chica en la que realmente no está interesado. Prefiero esperar hasta encontrar a alguien que valga la pena, alguien que me gustaría ver por la mañana, no solo en la noche. —Sí, soy el catcher. —En cierto modo espero a ver cómo reacciona, y cuando no lo hace, continúo, sintiendo como que tengo que trabajar un poco para impresionarla—. Así que, más o menos juego todos los partidos. Estoy tomando el lugar de un mayor este año, y es un poco extraño, porque creo que probablemente me ponen a jugar más que a él.

—¿Eres bueno? —Su franqueza es adorable, si no intimidante. —Oh. Bueno, fui lo suficientemente bueno como para que me trajeran aquí. Supongo que espero ser lo suficientemente bueno como para que quieran que me quede. Todo lo que puedo hacer es sonreírla, a la forma en que arruga la nariz mientras piensa en lo que necesita saber sobre mí después. Cualquier cosa… quiero que esta chica me pregunte cualquier cosa. Estamos caminando hacia el vestíbulo ahora, así que le indico al entrenador que voy a salir, y él solo se despide con la mano. Estoy a punto de poner la mano en su espalda para guiarla fuera —tanto porque quiero que sepa en qué dirección ir como porque quiero sentir sus omóplatos bajo mis dedos. Pero me doy cuenta de que se detiene cuando alcanzamos la puerta; puedo ver su respiración acelerarse, así que alejo la mano antes de que la vea. Está nerviosa. —¿Alguien más te lo pidió? —¿Eh? —Sus ojos están mirando hacia la reja de metal que divide el interior del exterior, así que ni siquiera obtengo una pista por su expresión de lo que quiere decir. —Béisbol. ¿Alguien más te pidió jugar? —Oh. —Por un segundo pensé que me estaba preguntando acerca de otras chicas, y otras chicas es lo último de lo que quiero hablar en frente de Rowe. Pasé el verano olvidando todo sobre Sadie con la ayuda de mi hermano, y solo diré que así es como sé que no estoy hecho para aventuras de una noche ni lo suficientemente buenas. Durante los últimos tres meses, me he sentido como el más completo idiota, que es exactamente por lo que dejé la fiesta anoche. El destino me recompensó dirigiéndome a Rowe. —Sí, tuve algunas otras ofertas. —¿Cuántas? Aún no ha traído sus ojos de vuelta a mí, pero estamos caminando de nuevo, así que al menos no está tratando de huir —No lo sé. Diez o doce. Sé exactamente cuántas universidades me pidieron jugar, dieciséis. Y también hubo una oferta para entrar a la organización de los

Indians. Pero no quería intercambiar un viaje gratis por la escuela de negocios con mi hermano con un año o dos dentro de algún pueblo de mierda con un salario de profesor. —Por lo tanto, debes ser muy bueno ¿no? —Soy bueno. Nos lleva cerca de quince minutos llegar al pueblo, y tenemos una pequeña charla todo el camino. No tengo ninguna clase con ella, probablemente porque aún está tratando de averiguar lo que quiere hacer. Puedo decir que está estresada acerca del tema, así que no le insisto en eso por mucho tiempo. Habla un montón sobre sus padres, lo que por alguna razón hace que me guste más. Ty y yo tenemos una gran relación con nuestra madre y padre, y es un bajón cuando una chica quiere culpar a su madre por pequeñas estupideces. Cuando entramos a Sally's me estremezco. El hombre detrás de la barra me reconoce, y va a hacer volar mi cubierta. —¡Nate! ¡Oye hombre, como te ha ido! —Hey, Cal. Las cosas están bien. Es bueno verte. —Enderezo los hombros y levanto las manos cuando Rowe encaja su mirada en mí. Su frente está baja, y puedo decir que está sospechando. —Así que, ¿qué vas a querer? ¿Lo de siempre? Maldita sea. De todas las cosas que el hombre pudo haber dicho. Mi hermano y yo probablemente lo mantenemos en el negocio, estoy muy seguro de que he tomado aquí cada comida por las dos semanas que vine para jugar en verano. Pensé que era seguro, porque Cal no trabaja en el día. Sin embargo, parece que ahora me he equivocado. —No estoy solo, Cal, así que tal vez danos unos minutos para ver el menú —digo, deslizándome en la mesa cerca de la gramola. Estoy preparado para que Rowe luzca como si quisiera matarme; aguanto la respiración cuando volteo a verla. En el momento en que veo la sonrisa en su rostro, estoy extasiado. —Has estado aquí antes —dice, sus labios apretadamente como si tratara de contener la risa.

curvándose

—Sí. Ni siquiera voy a tratar de arreglar esto. Este es algo así como mi lugar. He estado viniendo aquí desde el juego de verano, y Cal nunca trabaja durante el día, así que pensé que podía salirme con la mía.

—¿Por qué no solo me dijiste que querías venir a tu lugar favorito? —pregunta, y cierro los ojos muy avergonzado. —Porque los cocineros son extremadamente lentos, y quería actuar como si estuviera sorprendido cuando se tomaran una hora para darnos nuestra orden. —Levanto un parpado y aún está sonriendo, así que abro los ojos y tomo el salero, derramando un poco sobre la mesa para revolverlo y tener algo que hacer con las manos—. Sí, así que… esto fue todo un gran engaño para pasar mucho tiempo contigo. Espero que no estés demasiado hambrienta. La sonrisa de Rowe nunca vacila, pero por unos segundos veo la preocupación pasar por sus ojos. Hay una historia en ella, pero sé que va a tomar tiempo para que confíe lo suficiente como para estar dispuesta a contarla. Sin embargo, creo que estoy bien con darle a esto algo de tiempo. —Así que, ¿qué te parecen las hamburguesas? Finalmente aparta la mirada de mí y saca el menú maltratado de papel del estante en la pared. —Las hamburguesas están bien —dice—. No como mucho. Normalmente solo como algo en casa. De alguna forma me gustan las cosas que son naturales. ¿Qué sugieres? —No puedo equivocarme con la clásica hamburguesa con queso — digo, esperando que me diga que no come pan o queso, o que pregunte si tienen hamburguesa vegetariana en su lugar. Nunca lo hace, en su lugar, repliega el menú y lo devuelve a su lugar. —Suena bien, pediré una de esas —dice, saliendo de la mesa—. ¿Te importaría ordenar por mí? Necesito encontrar el baño de mujeres. —Ahí lo tienes. —Le guiño y asiento hacia la parte de atrás, dejándole saber dónde están los baños. No mira atrás cuando se aleja, así que la dejo ir y me inclino por completo fuera de la mesa, viendo cada centímetro de sus largas y doradas piernas caminar por el pasillo. —Parece que fuiste e hiciste una nueva amiga, ¿eh? —Se burla Cal. —Sí, señor. Creo que sí. Y pedirá una hamburguesa con queso.

Rowe Una vez que bloqueo la puerta del baño, me derribo. No estoy segura de dónde vienen las lágrimas, además de todo el estrés de esta situación. Nate parece agradable. Parece más que agradable. Y creo que confió en él. Debo hacerlo, de otro modo no habría sido capaz de abandonar la seguridad del gimnasio y caminar a lo largo de la carretera con él. En algún lugar, muy en el fondo, sé que esto es coqueteo serio. Y tal vez una pequeña parte de mí espera ser más que una distracción para Nate. Sin embargo, estoy siendo tan aburrida. Respuestas de una palabra, preguntas superficiales, es como si ni siquiera supiera cómo ser real. Nuestra conversación suena como la mesa de la cena con mis padres. Creo que es porque mi espalda está hacia la puerta. No puedo pensar claramente, o incluso pensar en absoluto, porque sigo esperando a ver quién entra después. Tal vez podemos movernos a otro lugar. ¿Sería raro si le pido que nos movamos? Alguien está tocando, así que paso las manos en el agua caliente y después salpico un poco contra mi cuello, secándome con una toalla de papel. Salgo y cambio de lugar con una mujer mayor, y nuestros cuerpos se tocan cuando pasa. El intercambio prácticamente expulsa el aire de mí porque estoy tan envuelta en mi estúpido ataque de pánico, que me quedo escondida en la oscuridad del pasillo, mirando fijamente la parte de atrás de la cabeza de Nate. Su brazo está estirado en la parte superior de la mesa y su cuerpo está inclinado ligeramente hacia un lado mientras habla con el hombre que llamó Cal cuando llegamos. Los brazos de Nate son largos. Como que, realmente largos, me gustaría medirlos. Tiene bordes y líneas que definen sus músculos justo como los chicos que veo en televisión, y su camiseta se ajusta alrededor de su pecho y sus bíceps. Sus ropas no cubren su cuerpo como siempre lo hacía Josh, probablemente porque no es un flacucho de dieciséis años que todavía no ha conocido la sala de pesas. Cal me nota de pie en la oscuridad, así que me recuerdo respirar de nuevo y me obligo a continuar. No soy buena en esto. No soy buena en esto. No soy buena en esto. Entre más me acerco, más cómoda y convencida estoy con la idea de que Nate y yo solo somos amigos, así que una vez que alcanzo nuestra mesa, decido probar la honestidad.

—¿Te importaría si… si nos movemos a una mesa en la esquina? —Puedo decir que está confundido, pero no parece estar en contra de mi petición porque está deslizando nuestros dos vasos de agua hacia adelante y sosteniéndolos en sus grandes manos mientras sale de la mesa. Lo guio hacia la esquina, hacia el asiento que creo que me da una buena vista de todo el restaurante, y me siento ahí, ya respirando más fácil. Nate nunca pregunta por qué necesito moverme, y nunca se lo digo. En su lugar, retoma la conversación y comienza a contarme sobre su familia y sobre crecer en Luisiana, y lo escucho, primero, dividiendo mi atención entre mi ritmo cardíaco y mi respiración además de las palabras de Nate, hasta que eventualmente toda mi atención está en él. —Tú y tu hermano sois cercanos —digo, aunque realmente no necesito preguntar. Sonríe y asiente a mi pregunta. —Ty es mi mejor amigo. Siempre lo ha sido. Tuve amigos en la secundaria cuando se había ido a la universidad. Pero Ty, es el único chico con el que alguna vez comparto mis secretos. Por alguna razón, al segundo en que lo dice, todo lo que quiero hacer es convertirme en la segunda persona con la que comparte sus secretos. Tal vez es porque no tengo a nadie con quien compartir los míos, y la idea de dejar salir algunos de ellos es tan atractiva. —¿Qué hay de ti? ¿Tienes algún hermano o hermana? —pregunta. —Solo yo y mis padres. Paso casi todo el tiempo con mi madre, porque sus horas de oficina son en casa. Vivimos cerca del campus en donde trabaja, enseña economía en State. Me ha educado en casa por los últimos dos años, así que creo que eso la convierte en mi mejor amiga. — Y eso me haría… patética. —Es lindo que seas cercana a tu madre —dice, y sonrío mientras miro hacia mi regazo. ¿Soy cercana a mi madre? Creo que lo soy. Realmente no escondo mucho de ella, pero tampoco tengo mucho que esconder. Conoce mis problemas. Es más como mi doctora, mi doctora incapacitada capacitada que vive en casa. Pero Nate no está listo para escucharlo todo aún. Ni siquiera sabría cómo empezar a exponerlo sin decirle todo. —Así que, dime algo sobre ti —digo, queriendo alejar la atención de mí por un rato—. ¿Quién es Nate…? —Entro en pánico por un momento cuando me doy cuenta de que no recuerdo su apellido. En lugar de

preguntar, levanto un dedo y saco el teléfono de mi bolsillo para ver su mensaje de Facebook—. ¡Preeter! ¿Quién es Nate Preeter? La forma en que ríe me tranquiliza, y en ese momento me doy cuenta de que ya no puedo escuchar el ruido de mis latidos dentro de mi cabeza. —¡Ouch! Como que… no te impresioné del todo ¿o sí? —Bromea, y me sonrojo un poco, avergonzada porque olvidé su apellido. —No es verdad. Me impresionaste. Nos acabamos de conocer, así que eso no es justo. No puedes esperar que recuerde todo. ¡Sé el número de tu habitación! ¡El que está pegado! Además, estoy segura de que no recuerdas mi nombre completo. Tan pronto como lanzo ese reto, se inclina hacia adelante en sus codos, y tengo un buen vistazo de sus ojos. Eran fascinantes en la oscuridad, pero aquí, en plena luz del día, son impresionantes. Hay un matiz grisáceo en ellos, y cuando su cabello castaño dorado cae sobre su frente mientras habla, no puedo más que asombrarme del contraste de la luz y la oscuridad. Podría perderme en sus rasgos, pero de repente su voz capta mi atención. —Eres Rowe Stanton, una estudiante de primer año de Arizona, y estas aquí con honores. Todavía no has escogido una especialidad, pero puedo decir por las pequeñas cosas que dijiste durante nuestro camino hacia aquí que realmente te gusta el arte. Deberías pensar en ello. Solías jugar tenis, y apuesto a que aún podrías patearme el trasero, y no usas calcetines con tus zapatillas de deporte. Me gusta eso. Es sexy. Se vuelve a sentar cuando termina, y toma un largo trago de agua, la sonrisa en sus labios asomándose por los lados de su vaso. Me siento desnuda enfrente de él. Por supuesto, realmente no sacó a relucir nada muy personal, excepto por el comentario del arte, ese fue muy intuitivo, pero el hecho de que está guardando cada detalle que le he dado me hace sentir… algo. Y el latido está de repente golpeando de nuevo en mis oídos, pero por una razón completamente diferente. —Así que, arte, ¿eh? —digo, tratando de distanciarme un poco del hecho de que acaba de llamarme sexy. —Sí, arte… pareces interesada en eso. Deberías pensarlo. Y sí, Rowe. —¿Sí qué? —trago. —Creo que eres sexy. Tú me impresionaste.

Nate Algo me dice que si pongo un lápiz en su mano, Rowe me dibujaría un retrato, y probablemente sería el mejor maldito dibujo que jamás he visto. Deseo que hubiera un botón de avance rápido en algún lugar que pudiera presionar para obtener sus secretos. Mantiene todo tan adentro, y siento como que estamos jugando una partida de ajedrez, por la forma en que desvía la conversación lejos de sí misma. Nuestra comida ya viene, solo mi suerte, la única vez que la cocina es rápida. Rowe no pierde ni un momento, y normalmente amaría el hecho de que no juegue con su comida. Envuelve ambas manos alrededor del bulto de su hamburguesa y toma un bocado que de verdad se nota. A este paso, estará terminando y lista para irse en aproximadamente diez minutos. —Oye, ¿conoces la galería en construcción por la que pasamos cerca del final del campus? Se encoge de hombros, tapándose la boca con una servilleta mientras mastica, porque su bocado fue muy grande. Trata de decir la palabra “sí,” pero su discurso se amortigua por lo llenas que están sus mejillas. Puede ser impresionante. —Bien. —Río ligeramente, sonriéndole y tomando un mordisco gigante de mi hamburguesa así puedo hablar también con la boca llena— . Ellos tienn n esspocisionn la semnna qe vienn. ¿Quierss ir? Deja de masticar por completo, levanta sus hombros y me eleva una ceja, mirándome. —¿Quierss? Termino de masticar y me río más, cuando lo hago, se ruboriza un poco, finalmente captando que le estaba tomando el pelo. Se está poniendo tan roja que comienzo a sentirme mal, pero entonces me sorprende agarrando un puñado de patatas fritas y tomando un gran trago de su refresco, masticando con la boca abierta me mira a los ojos. —Seee, a la esspocisoooonn. Ireeeeé. —No puede ni siquiera terminar la oración sin reírse descontroladamente y cubrirse la boca de nuevo con la servilleta para evitar que su comida salga volando.

Pero escucho suficiente, justo las palabras correctas. Irá. Eso significa que tendré su atención por al menos otra semana.

Rowe Traducido por Clcbea Corregido por Moonsdaughter

Logré terminar mi almuerzo sin volver a perder el control. Y cuanto más caminábamos y hablábamos más cómoda estaba con Nate. Se sentía familiar, como si nos hubiéramos conocido desde que éramos niños o algo parecido y solo nos estuviéramos poniendo al día. Tal vez ese es el por qué me mantuve centrada en él. Le pregunté acerca de su juego de béisbol, y me enteré de que empezó a jugar teeball81 a los tres años. Su hermano solía jugar, también. En algunas de las historias que contó, habló de su hermano corriendo y jugando con él, y supe que algo debió haber pasado para ponerlo en una silla de ruedas, pero no me sentía lo suficientemente cómoda para preguntarle por eso. Habló de su casa de la infancia, y me preguntó por la mía. Luisiana y Phoenix no suenan tan diferentes, solo que sus veranos parecen más húmedos. Mi pasado se quedó en mi infancia, hablando de mi embarazoso primer día en el jardín de infancia donde protesté en la actividad de colorear e hice a la profesora llamar a mi padre para que me llevara a casa... y mi primer baile lento con un chico, donde hizo explotar el globo de su chicle y éste se quedó atascado en mi pelo. Conduciéndome a mi primer corte de pelo corto. Él parecía disfrutar de todo lo que decía, y me encontré con ganas de seguir hablando, contándole más. Y un par de veces, pensé en historias que podría compartir. Pero eran historias sobre Betsy y Josh. Nate no tiene que escuchar eso, y no estoy lista para revelarlas. Su hermano lo estaba esperando en el ascensor, así que subí las escaleras sola, todo lo que me llevó fueron unos pocos segundos en mi Tee-ball: Es un deporte de equipo basado y simplificado en el béisbol y el softball con el fin de servir como introducción a los niños para que perfeccionen sus habilidades de juego de pelota y se diviertan. 8

cabeza para cambiar de opinión, prometiéndome que me distanciaría después de hoy, asegurándome de que él no tiene una idea equivocada o que piense que podría darle más de lo que puedo. Necesito recordar que Nate no es diferente de Cass, nada más que un nuevo amigo. No importa lo que me hiciera sentir por dentro. Cass y yo hemos estado intercambiando música durante las últimas dos horas, mientras Page se prepara en el baño. El freshman mixer92 es esta noche, vi los preparativos en el gimnasio más temprano cuando me fui con Nate. Cass está obligándome a ir, creo que si me negara me tiraría encima del hombro y me llevaría. Realmente me agrada. Creo que tenemos mucho en común, por lo menos, las pocas cosas sobre mí que quedan. Nuestras bibliotecas de música son casi idénticas, y quiere ir a Austin al South-by-Southwest este año. Siempre he querido ir a un festival de música también, pero eso simplemente no está en mis planes. He pasado las últimas cuarenta y ocho horas hablándome a mí misma sobre abandonar la universidad. No creo que un viaje por carretera sea posible hasta que logre pasar un semestre o dos. —Entonces... ¿Cómo fue tu... almuerzo? —pregunta Cass, haciendo comillas al aire en la palabra almuerzo, lo que realmente no entiendo. —Estuvo bien, fue agradable —digo, notando que Paige nos está prestando atención. —Claaaaaro, agradable. —Cass se burla, y solo niego con la cabeza. —Somos amigos, eso es todo. —Hmmm, sí. Lo mismo que Ty y yo. Por supuesto, y aun así lo besé —dice, de pie al segundo en que habló, cubriéndose la boca con las manos mientras yo la abría en una gran O, y con los ojos muy abiertos. —Tú, puta. —Paige salta—. Sabía que te gustaba ese tipo. ¿Pero no está en una silla de ruedas? Cass se encoge de hombros en un y qué pasa, pero quería patear a Paige. Creo que nunca seré capaz de entender como ella y Cass son hermanas. —Sí, bueno, puedes tener a ese chico. Solo mantén las manos alejadas de su hermano —dice Paige. Freshman mixer: evento donde a los estudiantes de la universidad de primero año se les da una visión general de los acontecimientos y se les deja conocer a otros estudiantes de primer año para hacer contactos sociales. Además suele haber música y baile. 9

Mi cuerpo se dispara a la defensiva, pero mis ojos siguen abajo, viendo la música en mi iPod. Puedo sentir a Cass mirándome, y estoy esforzándome para controlar mi respiración. —Tal vez Rowe pueda ayudarte en eso —dice Cass—. Ella y Nate son amigos. Mi estómago está latiendo a su propio ritmo, y siento una estocada de dolor por encima de mi espina dorsal. Decido mantener la mirada hacia abajo, porque sé que mirar hacia arriba les daría una señal. Son celos. Recuerdo esta emoción, también. —¡Oh. Dios. Mío! ¿Eres amiga de Nate Preeter? ¡Él es tan malditamente sexy! ¿Cómo puedes resistirlo? Paige sigue hablando sobre Nate, sus perfectos abdominales, sus ojos, su trasero; es la versión femenina de un cliente de Hooters103. Cuanto más habla de él, más me gustaría no haberlo conocido en absoluto, porque entonces no tendría que estar en esta situación, sintiendo... ¡Gah! no sé lo que estoy sintiendo, y eso es parte del problema. —No lo conozco muy bien —le digo intentando que lo deje. —Bien. Solo preséntanos. Me recordará de la fiesta cuando lo hagas, y puedo encargarme desde allí. No le respondí, pero no importa. Vuelve a su armario, cambiándose su short por uno aún más corto. Cass me está mirando de nuevo, pero no puedo decir si está riendo o mostrando simpatía, porque no voy a mover los ojos para lidiar con nada más que pase en esta habitación esta noche. Poniéndome los auriculares, subo el volumen de mi IPod y cierro los ojos, recostada, y fingiendo descansar mientras mi mente evoca imágenes de mi puño en el rostro de Paige. Odio sentirme así. Katy Perry está a todo volumen por los altavoces del gimnasio, y Paige está cantando junto a ellos a gritos. Compruebo, una suposición más confirmada. Nada en contra de Katy, está en mi iPod también. Es seguida de Kings of Leon y The Nathional. Tal vez soy una esnob con la música, y es probable por dos años de aislamiento social, pero me siento con una persona que está cantando con Katy Perry... en público, por la atención... no tiene mucho más que ofrecer.

Hooters: Nombre comercial propiedad de dos cadenas de restaurantes estadounidenses. Se enfoca en la clientela masculina contando con un personal, en su mayoría, femenino, como camareras con muy poca ropa. 10

Por supuesto el hecho de que puedo ver los pezones de Paige a través de la tela de su vestido me hace verlo de otro modo. Sí, tiene algo más que ofrecer, y lo está presentando esta noche. Solo espero que a Nate no le interese. O tal vez no me importa. Tal vez espero que le interese de forma que pueda resumirlo y volver a poner mi vida en orden. —Treinta y tres. —No, definitivamente espero que no esté interesado en Paige. Su voz es profunda y perfecta; no podría imitar su acento sureño si lo intentara. —Heinz —digo y al instante deseé tener un vestido como el de Paige. No es que yo pudiera llenarlo como ella lo hace. Una vez más, estoy en pantalones cortos de jean y una camiseta sin mangas. Tiro de la parte inferior de la camisa hasta mis bolsillos, asegurándome de cubrir mis cicatrices. —¿Heinz? —Ya sabes, ¿Heinz fifty-seven114? Mi broma no se ve inteligente ahora, y puedo ver a Paige poniendo los ojos en blanco a mi lado, a la espera de robarme el centro de atención. Nate sonríe y se ríe en voz baja; estoy bastante segura de que era una risa de lástima. —Así que, ella es mi compañera de habitación, Cass, la conociste ayer. Nate sonríe y asiente con la cabeza hacia ella, moviendo rápidamente los ojos hacia mí. Puedo sentir a Paige dándole patadas a mis pies a la espera de su turno. —Ah, y esta es mi otra compañera de cuarto, Paige, son hermanas. —De sangre, pero en realidad, no somos para nada parecidas — dice Paige, dando un paso delante de Cass y de mí para asegurarse de que es la primera cosa que ve Nate. Y sé que el ve sus pechos, porque estoy viéndolos a ambos y Ty tensó su cuerpo cuando sus ojos aterrizaron exactamente donde Paige quería que fueran. Es como una maldita hipnotizadora, podría ser un genio.

Heinz fifty-seven: es la forma abreviada de un eslogan publicitario histórico "57 variedades" de la HJ Heinz Company, ubicado en Pennsylvania, Estados Unidos. Ha llegado a significar cualquier cosa que se hizo en un gran número de partes o que tiene varios orígenes. 11

—Estas son tetas, chicos. Superadlas —dice Cass, acercándose a la mesa de registro de entradas y dejándome un tanto mortificada y aterrorizada todo al mismo tiempo. Cuando me doy la vuelta los ojos de Nate están de nuevo en mí. Está frotándose la barbilla, riendo porque Cass lo atrapó. —Lo siento, no hay nada que ver aquí —le digo, agarrando mi pecho y apretando. Es como una experiencia fuera de mi cuerpo, y no puedo creer que haya dicho algo tan audaz y valiente, pero la forma en que sonríe me hace sentir orgullosa. El director del programa empieza llamándonos a todos al gimnasio principal de actividades. Así que todos seguimos a Paige por las puertas. La multitud es un poco abrumadora, y mis pies se sienten pegados a la alfombra. Paige está muy por delante de mí, y Cass y Ty están cerca detrás de ella. Puedo sentir mi pecho crepitar luchando por respirar, cuando de repente la mano de Nate descansa sobre mi espalda. Su toque hace que mis ojos parpadeen rápidamente, y se siente como mil voltios en mi corazón. Y entonces... calma. —Vamos, sobreviviremos a esto juntos —dice, su aliento caliente en mi cuello y oreja. A pesar de las decenas de extraños apretados en el pequeño espacio alrededor de mí, todavía estoy de pie... y respirando. Y creo que eso es debido a Nate. Durante la siguiente hora, partimos en grupos y conocemos gente nueva a base de las cosas que el operador dice en voz alta. La primera agrupación se basa en las iniciales. El mío es Anne, así que voy al grupo A, y me dirijo allí lentamente. Respira. Respira profundamente. Nate está conmigo otra vez, y al instante me relajo. —Andrew —dice, encogiéndose de hombros. —Anne. Mientras en nuestro grupo, la moderadora nos reorganiza por los cumpleaños, primero pidiendo meses, Nate sigue a mi lado para febrero, y luego días. —¿Cuándo es el tuyo? —me pregunta, con sus dedos debajo como si estuvieran calculando. —El quince —digo, oyendo a alguien a mi lado decir que es del quince, también.

—El dieciséis —dice Nate, y pone su mano extendida a lo largo de mi columna de nuevo, me mantiene cerca. —Ahora me gustaría que todo el mundo gire a la derecha y ponga las manos en los hombros de la persona que tienen enfrente. Dice la moderadora. Nate está delante de mí, y hay una chica bajita y tímida, con el pelo rizado detrás de mí. Todavía siento mis músculos contraerse cuando él pone sus manos sobre mí, pero soy capaz de soportarlo. Creo que sería peor si se tratara de una persona del otro grupo, pero estoy cómoda aquí entre esta chica y Nate. En el momento en que mis dedos se conectan con sus hombros siento de nuevo ese sentimiento y el corazón se me acelera. Sé que debería olvidarme de él, ignorarlo y enterrarlo en lo más profundo, porque solo tengo suficiente energía para concentrarme en ser un ser humano. No tengo la capacidad de centrarme en ser una chica. Pero no puedo evitar esta reacción. Sus músculos son duros, y siento cada curva de sus hombros y los surcos a lo largo de su espalda. —Esto es treinta y tres. Infórmate allí. —Bromea, mientras masajeo y trabajo sus músculos. Apenas puedo sentir a la chica detrás de mí, pero estoy dejando que mis dedos y pulgares rocen a lo largo de sus amplios hombros y la espalda de Nate. —¡Cambio! —Grita la moderadora, y me giro rápidamente, sabiendo que las manos de Nate estarán en mi piel desnuda. Estoy tan emocionada y preocupada porque llevo una camiseta de tirantes finos. Intento enfocarme en los hombros de la chica bajita delante de mí, haciendo mi mejor esfuerzo para mirar las palabras de la parte de atrás de su camiseta, pero no estoy cerca de darle la misma atención que le di a Nate. Estoy más bien acariciando sus hombros en círculos. Los dedos de Nate hacen a un lado mi cabello sobre mis hombros primero, y contengo la respiración todo el tiempo. Puedo oír su respiración detrás de mí, como si me desconectara de cualquier otro sonido del gimnasio, y me ruborizo, cuando me doy cuenta de que mis brazos están cubiertos de piel de gallina. Sé que lo ve, y por un momento, creo que siento que me sopla en el cuello. Sus dedos finalmente encuentran mis hombros y mis labios se abren y dejan salir un suspiro. Gracias a dios que no puede ver mi cara en estos momentos. Su tacto es lento y deliberado, con los pulgares rodeando suavemente a lo largo de la espalda y los dedos sintiendo cada centímetro de la piel desnuda de mis hombros. Mis ojos están fijos en la moderadora,

e internamente, le estoy pidiendo que se olvide del próximo ejercicio, cuando la veo tirar del micrófono hacia sus labios, casi lloro. —Bien, ahora quedaos quietos justo donde estáis. Poco a poco, quiero que todos os sentéis en el regazo de la persona de atrás. No estoy preparada para esto. No estoy preparada para esto. No puedo ser una chica. Tal vez pueda deslumbrar a Nate con los pezones de Paige. Estoy buscándola, en realidad buscando su distracción pero está a docenas de círculos de distancia. Cass parece haber recuperado completamente su lugar, sentada en la pared junto a Ty, y ambos están mirándonos a Nate y a mí y haciendo comentarios el uno al otro. Me sorprende mirándola y levanta la mano de la rodilla en un pequeño saludo. —Te tengo —dice Nate sobre mi hombro, devolviéndome la piel de gallina a lo largo de mis brazos. Sin previo aviso, de repente estoy sentada atrás, sus manos firmemente en mis caderas, guiándome hasta sus piernas. Todo el mundo se reía, todo el mundo... menos yo. Mi cuerpo empieza a temblar, y sé que puede sentirlo—. No te vas a caer, te tengo —dice sobre mi hombro. No estoy preocupada por la caída, lo que me preocupa es no poder salir cuando esté enredada con otros cuerpos. Y tal vez estoy preocupada acerca de cómo me voy a sentir al sentarme en el regazo de Nate. Sus piernas son fuertes, aún más fuertes que sus hombros. Son sólidas, y largas y cálidas; puedo sentir mi espalda presionar contra su pecho, que también es sólido y fuerte, diferente a cualquier cosa que he sentido. Ni siquiera me di cuenta de la chica de delante sentada en mis rodillas; mantengo las manos a lo largo de los hombros por apoyo. Dirigiendo mi mirada hacia abajo, veo las manos de Nate todavía a lo largo de mi cintura y por solo unos segundos, mi mente me engaña, y veo las manos de Josh en su lugar. Apretando los ojos cerrados con fuerza, me gustaría que mi visión se alejara. Josh no está aquí. Cuando abro los ojos de nuevo, veo las diferencias. La última vez que un chico me tocó aquí, en cualquier lugar, sus manos eran más suaves y jóvenes, las manos de alguien que apenas ha vivido. Solo han pasado dos años, pero parece que los dieciocho están tan lejos de los dieciséis. O tal vez es solo la constitución de Nate. Sus manos son ásperas y curtidas, y lo suficientemente grandes como para envolver completamente mi cintura si quisiera. Debo haber estado aguantando la respiración todo el tiempo, porque parece que minutos han pasado sin mi conocimiento, porque estoy de espaldas con los

perfectos ojos azules grisáceos de Nate mirando de un lado a otro, de un ojo al otro. Sus labios se mueven, pero no se oye ningún sonido. ¡No escucho el sonido! No se necesita mucho tiempo para que mi corazón reaccione, y de repente estoy sentada y luchando por liberarme. Las salidas, ¿dónde están las salidas? ¿Por qué están las manos de Josh en mí otra vez? ¿Por qué me detienen? —¡Rowe! ¡Rowe! ¡Respira! Respira. Eso está bien, solo respira. Parpadeo. Es como uno de esos dibujos en la arena, donde poco a poco todo cae en su lugar, y puedo ver la imagen completa. La mayoría de los otros estudiantes están abandonando el gimnasio, y la música viene de nuevo a los altavoces. Veo a Cass de pie sobre el hombro de Nate. Y Nate, Nate me está sosteniendo por los hombros y mirándome con preocupación en los ojos. —¿Qué... qué pasó? —pregunto, preguntándome por qué la habitación ya no está llena de estudiantes de primer año sentados en círculos. —Te has desmayado —dice Nate, moviendo sus manos de mis hombros a mi cara. La forma en la en que está apretando mis mejillas me hace sentir como si estuviera poniendo cara de pescado, y me alejo de él—. Te golpeaste la cabeza. Quiero asegurarme de que estás bien. —Estoy bien. Solo... solo un poco confusa ¿cómo he llegado al suelo? Sus manos estaban de vuelta en mi cara, y me estaba mirando de cerca. No estoy segura de que tenga alguna capacidad para hacerme un examen de conmoción cerebral, pero dejé que mirara durante un tiempo, sobre todo porque me gusta la forma en que mi cabeza se siente en sus manos. —Estabas en mi regazo, y luego, de repente, todo tu cuerpo quedó inerte. La chica que estaba en equilibrio cayó, también. ¡Se golpeó fuerte en la cabeza! Se encoge de hombros y me siento muy mal; todo lo que quiero hacer ahora es encontrar a esa chica tímida de pelo rizado que tiré conmigo. —¿Está bien?

—Creo que sí. Su amiga estaba con ella y se la llevó al centro de salud. Aunque estaba caminando, así que estoy seguro de que está bien —dice Nate, levantándome de debajo con mis brazos. Su mano encuentra rápidamente su camino hacia mi espalda de nuevo, y a pesar del sudor frío que cubre mi cuerpo, siento una oleada de calor. Durante nuestra caminata de regreso al dormitorio, Ty nos invita a todos a pasar el rato en su habitación y la de Nate; me doy cuenta de que Paige se anima con esta idea. Está de pie al otro lado de Nate, haciéndole una pregunta tras otra, sobre el béisbol y en qué posición juega, y cuál es su número, para así poder verlo en los juegos. Él está dando respuestas cortas, lo que extrañamente me agrada. —Sé que a veces las prácticas son abiertas. Me encantaría verte jugar —dice Paige, acercándose para intentar tomar su otro brazo mirándolo con los más fastidiosos ojos de borrego que jamás he visto. Algo en mi interior se rompe; me aparto de su lado y envuelvo mis brazos alrededor de mi cintura, presionando. —Sí, tal vez debas ir y analizar su swing125 y decirle que hunde demasiado el hombro, y por eso el bate no sale con la fuerza que debería salir —murmuro para mí misma, poniendo los ojos en blanco mientras busco el camino que nos conduce a nuestros dormitorios. Apenas termino la frase cuando la mano de Nate encuentra mi hombro de nuevo, y me hace girar para mirarlo. —Dilo de nuevo —dice y nos ralentiza bastante. Paige tiene que continuar con Ty, Cass, y algunos de los otros estudiantes de nuestra planta. —No fue nada. Estoy apretándome ahora, deseando que no me diga que soy una niña por estar celosa. —Eso no fue nada, y lo sabes. ¿Cómo sabes que hundo mi hombro? ¿Y cómo sabes lo que eso significa? —pregunta con los ojos entrecerrados, un indicio de una sonrisa tira de la comisura de su boca. Me mira mientras seguimos, muy por detrás de nuestros amigos. Si pudiera tener un súper poder, me gustaría tener la capacidad de poder revivir las cosas. Porque ahora mismo, todo lo que quiero hacer es

Swing: en términos de béisbol movimiento amplio con el bate para tratar de conectar a la pelota. Se le llama también abanico o abanicar. 12

volver a vivir los últimos dos minutos y mantener mi maldita boca cerrada. Pero eso no va a pasar... —Te busqué en Google. Me siento como una idiota. —¿Me... buscaste en Google? —Sí, te busqué en google. Después del almuerzo, quería ver que tan bueno eras, porque me di cuenta de que estabas siendo modesto. Y lo estabas siendo, por cierto ¡los Indians te querían! —A eso se le llama diarrea verbal. —Me... buscaste en Google —dijo de nuevo, con su acento haciendo que esas palabras salieran de sus labios mucho mejores que cuando salieron de los míos. —Sí, bueno... tu OBP136 es impresionante. Así que miré un video y lo vi. Noté tu swing. Eso es todo. —De hecho, me siento enfadada, y no sé por qué. —Viste mi swing. Y... ¿el OBP? —Parece sorprendido de que supiera de lo que estoy hablando, y por alguna razón me enfada. —Estás siendo un poco sexista, ¿no crees? —le digo acelerando el paso para alcanzar a los demás. —Disculpa pero... tú me ciber-acosas, ¿y soy yo el escalofriante? — pregunta medio riendo. —En primer lugar no te llame escalofriante, te llamé sexista. Y no te estuve acosando. Me gusta hacer un poco de comprobación en los antecedentes de una persona antes de confiar en ella. ¡Y me acosaste primero en facebook señor Rowe con una E! De hecho en algún momento de la última parte de alguna manera soy capaz de escuchar lo loco que suena mi bronca. Lo miro de reojo y lo sorprendo riendo por lo bajo. Pronto los dos estamos riendo. —Parece razonable —dice—. Bien, solo dime, ¿cómo sabes tanto de béisbol? —Mi padre es entrenador en una escuela de secundaria. Soy un poco esponja con el conocimiento. Y cuando estudias en casa, terminas

OBP: (On-base percentage) en términos de béisbol es el porcentaje de embasado de un jugador a la ofensiva. 13

viendo un montón de juegos en la televisión —digo, con mi mente intentando bloquear todos los juegos de Josh que solía ver. La mirada de Nate es intensa, y no dice nada durante un tiempo, lo que solo hace crecer mi malestar. En el momento en que llegamos al dormitorio, mi cabeza está golpeando, por una parte por el desayuno y por la otra por el estrés dando vueltas en mi interior. Cuando el ascensor llega a nuestro piso, todo el mundo se dirige hacia la habitación de Nate y Ty, pero yo me detengo. —¿No vienes? —me pregunta Nate. Veo los ojos de Paige mirando por encima de su hombro, rogándome que no lo hiciera. En ese preciso momento, sabía que si iba ese coqueteo que estaba haciendo con Nate solo continuaría. ¿Y hasta donde podría ir aquello? —No puedo. Todavía no me siento bien. Voy a acostarme. Pero divertíos. Os alcanzaré más tarde —digo, con un extraño matiz de remordimiento carcomiendo mi interior. Nate no responde, pero su sonrisa se desvanece y pasa su lengua por su labio inferior mientras me estudia con sus ojos. Levanto la mano y me despido aún antes de girar por el pasillo hacia mi habitación. Me lleva un minuto o dos deslizar la llave de mi bolsillo, y cuando por fin la tengo en la cerradura, siento mi corazón caer en picado. Solo me doy por vencida en algo porque tengo miedo. Y duele.

Nate Traducido por Agoss Corregido por katiliz94

Todos se quedaron en nuestra habitación anoche. Uno de los riesgos de estar en la habitación en la que se cuela el alcohol —todos quieren quedarse para la fiesta. Cass y Ty parecen cómodos, acurrucados en la esquina de su cama. Ella es diferente para él. Normalmente, él ya estaría detrás de su hermana, quien está completamente envuelta en las sabanas de mi cama, su vestido tan arriba que literalmente estoy viendo como su ropa interior abraza su trasero. Todos tomamos tragos anoche, pero yo me detuve después de uno o dos. Nadie lo notó; creo que Paige pensó que yo estaba tan borracho como ella. La dejé gatear dentro de mi cama, e incluso pensé en la idea de estar con ella. Pero tenía esa risita tonta sobre esa mierda que estaba diciendo, y era tan malditamente molesto, que me ayudó a mantener mi cabeza en orden. Si alguna vez quería acurrucarme en mi cama con Rowe, no podía entretenerme con su compañera de cuarto. Así que dejé a Paige recostarse sobre mi pecho hasta que su risita paró y se durmió. Luego trepé sobre ella y me deslicé fuera hacia el salón de estudio y dormí en ese miserable sofá por unas pocas horas. Necesito mis zapatillas. Esa es la única razón por la que he vuelto a la habitación. Y creo que puedo cogerlas. Solo espero que Paige no despierte mientras estoy aquí. Apenas puedo soportarla con un trago o dos de tequila. Creo que mi yo sobrio saldría corriendo de la habitación gritando. —Pssssst. —La cabeza de Ty se levantó de su almohada, y está haciendo señas para que me acerque.

—Hey hermano. Tengo que hacer ejercicio. Solo voy a tomar mis zapatillas y me voy. Tengo entrenamiento. Volveré cerca del mediodía. ¿Quieres tomar el almuerzo en Sally’s? —trato de mantener la voz en un susurro bajo para así no despertar a Cass. —Sí, estoy malditamente hambriento, ¡eh! —dice, agarrándose el estomago —Estabas bastante metido en la dieta líquida anoche —digo, palmeando su hombro una vez mientras me siento al borde de su cama y deslizo un pie en mi zapatilla—. Muy bien, te veo luego. Quizá… ¿nos reunimos aquí? No quiero tener que correr dentro… Asiento con mi cabeza hacia mi cama donde Paige sigue dormida. Ty alza una ceja y sacudo la cabeza en no. —Se durmió. Yo dormí en la sala —digo, finalmente parándome. —Oye —susurra cuando estoy a punto de irme. Lo miro, y levanta la cabeza un poco más, mirando hacia Paige y luego de nuevo hacia mí— . ¿Por qué mentiste acerca de tu segundo nombre y tu cumpleaños? Me estaba preguntando cuando me daría mierda por eso. Me agacho esta vez para asegurarme de que Cass está durmiendo. Cuando lo miro de nuevo a él, solo le guiño el ojo, y él ríe suavemente, chocando su mano contra su frente. —Eres un romántico inútil —dice—. Me asegurare de que Cass sepa que dormiste en la sala. No quiero que nada de eso se convierta en un malentendido. —Gracias, hombre —digo, dándole pulgares arriba. Espero en el ascensor unos minutos más, y luego decido tomar las escaleras, que están cerca del final del salón de Rowe. Cuanto más cerca estoy de su cuarto, menos respiro, tratando de escuchar algún signo de ella estando despierta. Pero el extremo de su puerta está oscuro. Ell, o bien sigue durmiendo, o hace tiempo que se fue. De cualquier forma, se va a dar cuenta de que sus compañeras de cuarto nunca volvieron al cuarto. Y espero que mi hermano cumpla su palabra.

Rowe Me levanté temprano ya que no me bañé anoche. Supuse que la mayoría de los residentes estarían dormidos, así que podía tomar mi baño sola. Parece que cualquier hora luego de las once y antes de las seis es buena. Tanto Paige como Cass se habían ido, o nunca volvieron. Sospecho que es lo segundo. Pasé toda mi ducha preguntándome donde durmió Paige, preguntándome si Nate le prestó atención. Debido a que ella no está aquí, supongo que sí, y odio que mi mente siga conjurando imágenes de ella sentada en su regazo, besando su cuello, haciéndolo con él. Celos es el tema del día, me temo. Mi laptop sigue observándome. No le he escrito en dos días. Ross dice que es bueno escribirle, pero también dice que no debería hacer de eso un ritual; debería hacerlo cuando lo necesito. Cuando quiero sentirme mejor sobre cosas. Y quiero eso ahora. Pero se siente mal escribirle a Josh acerca de otro chico. Enciendo mi laptop abierta de todas formas, y voy directo a mis mensajes de Facebook para leer las pocas oraciones que Nate me envió. Luego hago clic en su perfil y repaso sus fotos. Hay muchas de él y su hermano, y unas cuantas de él con su familia. Se ve igual que su padre —mandíbula afilada y angular, y claros ojos azul-grisáceos. Su madre es hermosa, oscuro pelo negro, ojos azules, y una estructura pequeña. Decido continuar, pasando a través de algunas fotos de su secundaria. Hay una chica en algunas de ellas, la mayoría es de una con la que parece que están en un baile o algo, y es guapa también. Se ve como una atleta, sus brazos son musculosos y hay algo en su sonrisa que se ve fuerte —valiente. Su color de pelo es muy parecido al mío — casi un marrón lodo. Por el número de imágenes que hay de ellos juntos, diría que habían estado juntos por un tiempo. Hay un par de fotos que son más recientes, y esas son con las cuales me estoy obsesionando. Se ven como si hubiesen sido tomadas este verano, y hay una chica diferente en cada una —y muchas de ellas se ven como Paige. Cada vez que cliqueo en una nueva escena, veo a Ty y a Nate, sosteniendo una cerveza en una mano y una chica en la otra.

A veces la chica está en el regazo de Nate, y otras veces él la está llevando en su espalda. Su estúpida sonrisa encantadora es lo único que se mantiene igual. Hago click en el botón de mensaje y comienzo a escribir:

He sobrevivido dos días, pero no estoy segura de esta cosa de la universidad. Para ser justa, no he ido a clases todavía. Esa parte probablemente será fácil. Pero…

Me detengo y observo la pantalla, porque estoy a punto de virar en una nueva dirección con Josh. Cerrando los ojos, escucho la voz de Ross en mi cabeza —escribe cuando lo necesites. Necesito a Josh. Lo necesito ahora.

…hay un chico. Ya está, lo dije. Sé que es raro para mí escribirte esto, pero no tengo a nadie más. Creo que me gusta, pero no lo sé. Creo que le gusto, pero… ¿sabes? Solo lo he conocido por 48 horas, pero he pensado en él 47. Es un jugador de beisbol, como tú. Bueno, excepto que él es muy bueno (sin ofender). Lo goglee totalmente –no le dije esto a él, pero he visto cada video de sus juegos publicado en el sitio de su colegio. Papá lo amaría –es un receptor. Sabes lo que mi padre piensa sobre los receptores. “Ellos son el corazón y el alma del equipo, Rowe.” Lo sé, entonces ¿cuál es mi problema, cierto? Bueno, es solo que no soy buena en esta cosa de… de… chico-chica. Ni siquiera sé cómo llamarlo. Cuando estaba contigo, sin embargo, era muy fácil. Me escribiste una nota en clase un día, diciéndome que te gustaba, y preguntaste si tu me gustabas. Te dije que sí, y luego ¡boom! Éramos novio-novia. Hasta que no lo fuimos más. Con Nate (ese es su nombre), no hay nota. Si, él dijo que yo era caliente. O, dijo algo como eso. Dijo que la forma en que uso mis zapatillas es caliente, y no estoy segura de si eso cuenta, pero luego salió con mi compañera y ella estuvo en su habitación toda la noche. No la genial, salió con ella también, pero ella estaba ahí para su hermano. Larga historia. De cualquier modo, podría haber ido, también. Fui a la que él invitó, pero luego me congelé.

Estoy congelada, Josh. Y no sé cómo librarme. Sé que no responderás. Sé que no tienes una respuesta para darme. Pero desearía que lo hicieras. Oh, y estoy pensando que quizá Ross podría estar lleno de mierda. Porque no me siento mejor. Como, para nada. Con amor, Rowe

Lo que necesito hacer es ser más como mi amiga Betsy. Betsy no pensaría —solo actuaria. Quizá ese es un nuevo mantra que debo seguir: ¿Qué haría Betsy? Sé que haría ella justo ahora. Ella marcharía directo hacia el cuarto de Nate y entraría como si perteneciera allí. Sé cómo Betsy. Sé cómo Betsy. Inclino la cabeza sobre mis rodillas y me paso los dedos a través de mi pelo mojado, dándole ondas. Sé cómo Betsy. Sé cómo Betsy. Meto los pies dentro de mis deportivas, agarro mi cartera y llaves, y los empujo dentro de mis bolsillos traseros después de que cierro la puerta detrás de mí. El salón esta silencioso, porque sigue siendo dolorosamente temprano. Soy cuidadosa con mis pasos, como si estuviera siguiendo sigilosamente a alguien. Todo lo que puedo escuchar es el golpe de mi pulso en mis oídos, y estoy preocupada de que eso me esté distrayendo –haciendo que no escuche si alguien se acerca. Me inclino contra la pared al lado de la puerta de Nate, y por unos minutos, solo escucho. Cuanto menos escucho, más rápido mi corazón va, hasta que no se si pasar o escoger ser fuerte. Más que un par de veces, me giro para marcharme, pero sigo deteniéndome en el ascensor y volviendo. Finalmente, en mi último viaje, cierro los ojos delante de su puerta y lentamente giro el picaporte, entrando cuidadosamente dentro de su habitación, la cual se ve como una versión más pequeña de la mía. Está oscuro aquí, así que dejo la puerta levemente abierta para que mis ojos se acostumbren. Al principio, no estoy bastante segura de que estoy viendo. Pero los rizos rubios del cabello de Paige se registran en mí, y ella rueda, enredando su cuerpo en las sabanas aún más —desafortunadamente no lo suficiente para cubrir su ropa interior. Bragas que no son en nada parecidas a las de mi cajón. Bragas de Victoria Secret, hechas de casi nada.

—Hey, —alguien susurra, y solo retrocedo un poco hacia la puerta—. Hey, soy Ty. ¿Rowe? ¿Eres tú? Ty está levantando su pecho desde la otra cama, y me sonrojo cuando reconozco a Cass acurrucada a su lado —Oh Dios, lo siento. Yo solo… ellas no volvieron al cuarto. Así que, yo… no lo sé. Solo me iré —me pongo nerviosa, golpeándome la rodilla contra la puerta cuando la abro. Dios, ¿podría ser más ruidosa? —Si estabas buscando a Nate, él tenía entrenamiento esta mañana. Está fuera en el campo, —susurra, acostándose de nuevo y colocando una almohada sobre su cara para bloquear el pequeño rayo de luz que estoy dejando entrar. —Está bien. Gracias —digo, sin intención de hacer algo con esa información más que volver a mi propia cama para enfurecerme con Paige y donde durmió anoche. —Oh, y oye. Cuando lo veas, asegúrate de preguntarle cuando es su cumpleaños, —dice Ty, en menos de un segundo, puedo jurar que está durmiendo de nuevo. Cierro la puerta detrás de mí, y antes de que pueda salir de esto, me dirijo al ascensor y presiono el botón para ir al primer piso. ¿Qué haría Betsy? Sé cómo Betsy. Se está haciendo más fácil dejar el edificio por mi cuenta, lo que es prometedor para mi primer día de clases pasado mañana. Pero justo ahora, estoy agradecida por las intenciones ocultas. Sigo diciéndome que cada acción que estoy haciendo es un gran logro en mi recuperación. Pero realmente, solo estoy actuando por los amargos celos —y también será la vergonzosa entrada que lanzaré en frente de Nate después de su práctica, cuando lo destroce por ser predecible y enrollarse con Paige durante la noche. A menos que… ¿a menos que no solo fuera por la noche? ¿Quizá se llevaron bien? Quizá él decidió que le gustaba después de conocerla. Y tal vez ella es más que letras de Katy Perry y tangas. Por más que la duda este ahí ahora, no puedo convencerme totalmente de la idea de Nate y Paige como una pareja. No es que quiera estar con Nate. Es solo que no quiero que nadie más lo sea. Creo que quizá necesite escribirle a Josh de nuevo.

Los campos de entrenamiento son fáciles de encontrar. Cuando trepo en las gradas, mi espalda contra la esquina solida del fondo, soy transportada hacia mi vida de hace dos años. La forma en que la pelota suena cuando es golpeada contra el bate —creo que es un efecto similar al que tienen algunas personas con los llamadores de ángeles. Una y otra vez, ¡ese repetitivo crack! El sonido de guantes atrapando pelotas, de chicos gritando jugadas, de maldiciones aleatorias, y risas. Es cada práctica en la que mi padre estuvo. Es cada prueba a la que fui con él. Es ver a Josh jugando con pelotas de verano, y quedándome hasta tarde para ver sus prácticas después de que terminara tenis. Estoy tan perdida en mi propio nirvana14, que casi olvido por qué vine. Y luego lo veo quitándose la máscara, colocándola sobre su cabeza. Él está parado al lado de otro receptor, y Nate lo empequeñece totalmente. Solía tener una cosa por los lanzadores. Ese fue el por qué al principio tuve un enamoramiento por Josh. Pero al ver a Nate ahí de pie—su pelo despeinado en diferentes direcciones, mojado por el sudor, y su cara manchada por la tierra del campo— ahora se ha convertido en mi recuerdo favorito. Y ahora estoy encontrando difícil mantener los intensos y odiosos celos que me trajeron aquí en primer lugar. Cuando sus ojos se precipitan hacia mí, me sobresalto. ¡Mierda! Realmente no quería que me viese, pero pensé que quizá tendría una mirada de miedo cuando lo hiciera. En lugar de eso, él es todo hoyuelos y dientes. Le está diciendo algo a uno de sus entrenadores, y puedo ver su cabeza asentir en mi dirección, lo que me tiene de pie de repente, luchando por bajar de las gradas. Creo que quizá lo logre, cuando él aparece detrás de la caseta, cortando mi camino. —Hey, ¿cómo está tu cabeza, Treinta y tres? —hoyuelos. Acento. Maldito encanto irresistible. Está mirándome a los ojos con interés, aun preocupado por el desmayo de anoche. —Oh, está bien. Estoy bien, quiero decir. Solo estaba… ¿cansada anoche? —lo digo como una pregunta, como si estuviera tratando de comprar mi propia excusa. No estaba para nada cansada. Tomé Ambien como siempre hago, y luego el desastre de mis sueños aumento por la droga haciéndome sentir peor por todo esta mañana. —No te perdiste de mucho. Tus compañeras tomaron un montón de tragos y se durmieron —dice, pateando con su pie la tierra del suelo y balanceando la máscara de receptor a su lado.

14

Nirvana: es el estado de liberación del sufrimiento

—Sí, las vi —digo, apretando mis dientes fuerte, forzándome a sonreír y no ahondar en que otra cosa vi. No quiero saltar con suposiciones, porque aun espero estar equivocada. —Tú… ¿pasaste por mi habitación? —su cabeza se inclina cuando pregunta, y puedo decir que está siendo cauteloso. —Sip. Vi a Paige bien y cómoda en tu cama. —¡Mi boca! Quizá tengo que revisar la campaña-que-haría-Betsy, porque sarcástica y mordaz no se siente bien en mí. —Sí —dice, aun mirando hacia abajo, su mano frotando su cuello— . Se me hizo algo difícil dormir ahí. Para referencia, ese sofá en el vestíbulo es miserable. Mi corazón está corriendo de nuevo, y creo que está saltando de arriba a abajo en mi pecho, estoy tan feliz por su respuesta. Lo cual es malo, porque solo se me va a hacer más difícil domesticar mi corazón para que seamos solo amigos. —¡Hey, Preeter! ¡Trae tu culo de nuevo al campo, hijo! —uno de los entrenadores grita. No quiero que él se meta en problemas por mí, así que solo le asiento para que vaya. —¿Seguirás por aquí? ¿Sí? —pregunta, colocándose la máscara de nuevo sobre su cabeza. No creo en las señales. Si las señales fueran ciertas, entonces seguramente habría tenido algunas para impedir que mi vida se desmoronara. Pero por alguna razón, mis ojos se centran en unas pequeñas letras rayadas grabadas en un lado de la máscara de metal –N.J.P. y la voz de Ty corre a través de mi cabeza. —Eso depende —digo, mirando las letras de su máscara. —¿De qué? —pregunta, sus pies comienzan a arrastrarse de nuevo hacia el campo. —¿Qué significa N.J.P., y cuando es tu cumpleaños? —pregunto, mi corazón ahora en mi estómago, rezando y esperando por la respuesta correcta. Los labios de Nate se elevan a un lado, y mete su labio inferior entre sus dientes mientras retrocede, y dentro estoy dispuesta a arriesgarme por él —“Dilo, solo dilo,” estoy pensando. —Mi cumpleaños es en Octubre, y la J es por Jackson. Que puedo decir, las chicas hermosas me convierten en un completo y absoluto fraude.

Vuelvo a las gradas sin decir una palabra, y puedo sentir los ojos de Nate en mí el camino entero —mirándome trepar hasta mi asiento, recostándome, y cruzándome de piernas, acomodándome. Esto aún es flirtear, y va a llevar al solo amigos malditamente cerca de lo imposible. Pero justo ahora, no me importa una mierda

Nate Traducido por Alisea95 Corregido por katiliz94

Ella se quedó la práctica completa. Incluso caminó conmigo a través del campus, de vuelta al lugar de ejercicio. Es otoño, por lo que solo tenemos unos pocos torneos para jugar —exhibiciones. El verdadero trabajo empieza en un mes o dos, pero todavía tengo un bonito programa completo. Lo hace complicado para exprimir asuntos extras... Rowe. Sin embargo, el fin de semana está libre. Los dormitorios están todos completos, porque las clases empiezan el lunes, y todo sobre este lugar se siente exactamente como pensé que se sentiría la universidad. —¡Hola, idiota! —grita Ty cuando viene hacia la puerta, lanzando sus calcetines sucios enrollados hacia mí—. ¡Piensa rápido! —Eres tan estúpido algunas veces —digo, sacudiéndolos desde mi regazo hasta el suelo. De verdad, los pies de Ty apestan. —Sí, bueno. Díselo a mamá. —Ríe—. Hablando de eso, hablé con ellos esta mañana. Vendrán de visita en un par de semanas. Llevándonos a cenar, y todo eso. Llevaré a Cass. La obsesión de mi hermano por Cass me fascina. Nunca ha mantenido a una chica más de una semana, pero ella parece haber encontrado su debilidad. Lo que es más sorprendente es lo completamente normal que es. Las chicas nunca han sido un problema para Ty. Era el rey del baile en el instituto, y eso fue después de su accidente. El periódico local pensó que era guay esta historia, sobre como nuestro cuerpo estudiantil escogió a un tío en una silla de ruedas. Entonces la reportera entrevistó a Ty, y su preciosa cita lo resumió mucho. —La silla quizás haga que las personas se den cuenta. Pero esta cara es tan bella, las chicas simplemente no pueden evitarlo —dijo, justo

ahí en el impreso. Mamá le dijo que no debía ser tan engreído, y papá solo le chocó los cinco. Ese es Ty. Ojala yo tuviese una pizca de su seguridad. —Debes pedírselo a Rowe —dice él, de espaldas a mí. Así es como sé que está siendo serio, y no solo burlón. Si estuviera dándome estupideces, habría sido en mi cara, implacable y grosero en lo referente a ella. Pero le gusta; le gusta la idea de ella y yo. Y me gusta eso. —¿Sí? ¿Crees que vendría? —Hermano, sé que vendría —dijo, dándose la vuelta y lanzando sus calzoncillos sucios hacia mí ahora. —¡Maldito imbécil! —Lo devuelvo cuando me pongo de pie y empujo su ropa interior a su cabeza mientras dejo la habitación. —¡Eso está bien, corre mejor! —grita mientras oscilo hacia la puerta.

Su puerta está abierta, y por alguna razón eso me pone nervioso. Puedo escuchar la música resonando mientras me acerco. No es la clase de cosa que había esperado escuchar en el cuarto de una chica. Golpeo en la puerta, pero sé que no pueden escucharlo, por eso camino lentamente por la esquina. La espalda de Rowe está hacia mí, pero Cass me ve inmediatamente y guiña el ojo. Rowe está cantando “Sex Is On Fire” de Kings of Leon, de pie en una silla en el medio de su cuarto, sus brazos moviéndose en el aire como si ella estuviera realmente en el escenario. Es lo único más dulce que he visto en toda mi vida. Lentamente me deslizo todo el camino hacia la habitación y deslizo mi espalda sobre la pared, levantando mis rodillas para poder sentarme y solo mirarla un poco más. Cuando el estribillo llega, Cass salta a la cama y canta con ella. Suenan fatal, pero vería un concierto entero de esto solo para mirar a Rowe. Gira una vez, pero sus ojos están cerrados, por lo que no se da cuenta de que estoy aquí, y eso me da una buena idea. Pongo el dedo en mi boca, haciendo señas a Cass mientras me acerco sigilosamente detrás de Rowe; Cass sonríe y asiente. Espero por unos pocos segundos por ellas para llegar al estribillo de nuevo, y cuando Rowe levanta los brazos, rodeo con mis brazos su cintura y la levanto desde la silla a mis brazos.

Rowe tiene un infierno de gancho derecho. Es sorprendente como de rápido está ensangrentada mi nariz. He estado golpeándome la cara por noventa mil golpes por hora, y nunca he sangrado de esta manera. —¡Ohhhhh mierda! —digo, avergonzado de que mis ojos estén lagrimeando tanto como lo están haciendo. —¡Oh dios mío! Lo siento mucho. Retenlo, tengo una toalla —dice Rowe, corriendo hacia su armario y sacando una enorme toalla de baño y dándomela. La llevo a mi nariz rápidamente porque lo último que quiero hacer es sangrar sobre su suelo. —¡Es mi culpa! —digo, alzando una mano y sentándome en la silla sobre la que Rowe estaba bailando. —No… ¡Oh dios! Lo siento mucho. Solo… Me asusto fácilmente realmente. —Sí, puedo ver eso. Cass apaga la música para que podamos escuchar mejor, y Rowe se arrodilla a mi lado, poniendo su mano en la mía para separar la toalla de mi cara. Es el gesto más pequeño en el mundo, pero por alguna razón, el modo en el que ella está mirándome me quita la respiración. Sus ojos están demasiado preocupados, y su mano está temblorosa contra la mía. Soy incapaz de evitar levantar mi brazo para sostener su mano con mi otra mano. Tan pronto como lo hago, su mirada salta a nuestras manos y se separa. —Debo traerte hielo —dice, poniéndose de pie y abrazándose a sí misma. —No, en serio. Estaré bien. Tengo un hermano y he sido golpeado... ¡mucho! Parará en un minuto. Rowe mantiene sus brazos alrededor de su estómago y se mueve hacia atrás hasta que se sienta en el borde de su cama. Cass va debajo de su propia cama por una bolsa de gimnasio, la saca y va hacia el armario para llenarla con la colada. —Voy a hacer una carga. Rowe, ¿necesitas que lave algo? — pregunta. —No, estoy bien. Gracias —dice Rowe, sus ojos observando a su amiga caminar fuera de la puerta, y su respiración se para en el segundo en el que la puerta se cierra detrás de ella. Cass quizás acaba de ser mi

nueva mejor amiga, porque sé que hizo esto para que Rowe y yo pudiéramos estar solos. Pero por alguna razón, su marcha tiene a Rowe actuando incluso más nerviosa e incómoda; se levanta y se acerca al pequeño panel de corcho sobre su cama, colocando algunas fotos, y apretándolas con unos pocos imperdibles. —Entonces, ¿estás preparada para el lunes? —digo, llevando la toalla lejos de mi nariz y compruebo que el sangrado ha parado. —Sí, supongo —dice. Su voz es distante, y no suena segura. —Ty dice que la primera semana siempre es fácil. Solo revisar el plan de estudios y las expectativas... todo eso —digo, levantando mis pies de nuevo y acercándome para estar detrás de ella. El cuerpo entero de Rowe se pone tenso tan pronto como me acerco. Está moviendo la misma foto en sitios diferentes en su tablón, como si no estuviera segura de dónde encaja o pertenece la imagen. —¿Puedo? —pregunto, estirando mi mano para mirar la foto más de cerca. Me la pasa y esboza una sonrisa tensa. La imagen parece que tiene un año o dos de antigüedad, porque Rowe parece más joven. Adivinaría que quizás tenía dieciséis en la foto. Está sentada en el regazo de algún chico, sus manos están alrededor de él, y su nariz acurrucada en su cuello. Él está sonriendo una de estas sonrisas sinceramente felices, y yo pondría la misma mierda de cara si estuviera en su lugar. Está llevando un sombrero de béisbol, y puedo decir que acaba de dejar de practicar o algo porque tiene pantalones de béisbol y están cubiertos de tierra. —¿Novio? —pregunto, solo para obtener bien el punto. No estoy realmente preparado para saber si esa palabra está en el tiempo del pasado o del presente. Ella asiente y toma la imagen de nuevo de mí, sujetándola en el fondo del armario y dejándola ahí. —¿Uno de los jugadores de tu padre? —pregunto eso, esperando que responda el resto sin preguntarle. Pero no lo hace. Solo asiente de nuevo. El silencio en la habitación es sofocante ahora, y me siento como un intruso, por eso sostengo arriba mi toalla y chupo mi labio inferior, dándome a mí mismo algo de tiempo para pensar—. Voy a lavar esto para ti. La traeré de vuelta, ¿vale? —digo, mi pies lentamente volviendo fuera de su habitación

—Puedes quedártela —dice, pero hay algo por el modo en el que sus labios se mueven que me hace sentir como que quiere decir más, por eso me paro. Estoy parado aquí, en medio de la habitación, mirándola a los ojos, y ellos quieren hacerme gritar. Después de un rato de unos pocos segundos, cuando no habla, giro y me voy.

Rowe Al segundo en el que se ha ido, las lágrimas bajaron como torrentes por mi cara. Odio estas fotos. Las odio, pero las adoro. Mi madre me dijo que no las trajera. —Estas cosas están mejor lejos en casa —dijo. Pero yo las quería conmigo. Quería a Josh y a Betsy conmigo, y no solo en mi cabeza. Te odio. Eso es todo lo que le escribí a Josh; cierro mi portátil de un golpe de nuevo y caigo en mi cama, acurrucándome en una bola con mis mantas. Cuando escucho a Cass llegar a la puerta, contengo la respiración, parando mis lágrimas, hasta que ella cree que estoy durmiendo; coge sus llaves y me deja sola. Dormí el sábado entero. Por supuesto, solo dormí en momentos de quince o veinte minutos. No estaba cansada realmente, pero mis emociones estaban agotadas. Paige estuvo fuera todo el fin de semana, lo cual fue una bendición. Pero cuando ella entró en nuestro cuarto en la tarde del domingo, compensó toda la paz y tranquilidad que disfruté en su ausencia. —Estoy pensando en asaltar a Deta o a Sigma. Me gustan ambos. Cass, ¿qué opinas? —Puedo decir que Cass no está escuchando, y sabe que Paige está solo volviendo a preguntar de nuevo, pero más claro, por lo que decido defender. —Creo que debes elegir a Sigma —digo, sin tener realmente una idea de qué significan Sigma o Delta o alguna de las cartas mierdas e irritantes que ha estado arrojando por los últimos treinta minutos. Francamente, quiero pedir hora con cada soltero de las hermandades de McConnell para advertirles de que como no la acepten, dejaré que sepan que una de clase baja estaría llegando a ellos en términos de sus estándares propios personales. Pero no. No lo haré porque también les daría algo para que Paige saliera y nos dejara a Cass y a mí aquí solas. —Creo que elegiré a Delta —dice ella, solo para fastidiarme. Lo que sea. Hay una luz golpeando en la puerta, pero soy la única que puede oírla. Es Nate. Sé que es Nate. Realmente reconozco ese golpe, el cual es

peligroso y aterrador, y hace que mi corazón sienta cosas muy nerviosas que no me gustan. Golpea de nuevo, esta vez un poco más fuerte, y Cass se levanta de su cama y se acerca para dejarle entrar. Ty está con él, y estoy aliviada. —Hola, señoritas. Vuestros héroes han llegado —dice Ty, tirándose en los nudos de los vaqueros de Cass y poniéndola en su regazo. Ella ríe cuando lo hace, solo observarles me hace sonreír. Todo es tan... fácil. Miro a Nate, y él está sonriendo justo como yo estoy cuando miro a su hermano y a Cass, y me pregunto si está sintiendo los mismos deseos y reservas. —Lleváis bastante tiempo. ¡Estoy hambrienta! —dice Cass, cogiendo su bolsa y abrochándola sobre su cuerpo —. Vamos a tomar la cena en la cafetería. ¿Vienes, Rowe? —Oh, no. Estoy bien. Solo comeré algo aquí. —Mi excusa inunda mi boca rápidamente, quizás demasiado rápido. —No tienes nada. Vamos, solo ven —dice, agarrando mi mano y poniéndome de pie. —Yo iré —dice Paige, sacando la capa extra de camiseta de sus manos para estar segura de que el chaleco de punto de un tamaño muy pequeño está apretando sus tetas lo suficiente para hacer que parte de ellas asomen. No quiero ir. No quiero ir a sitios buenos, especialmente las cafeterías que están abarrotadas de gente. Pero Paige está ya posicionándose ella misma cerca de Nate, y está poniendo excusas para tocarlo, señalando algo en su camisa y alzando la parte de atrás de su camisa para “mirar la etiqueta en sus vaqueros para ver de qué clase son.” —Vale, iré. —No sé que estoy haciendo, y no sé cómo voy a sobrevivir a esto. Pero gracias a ti, celos, por ser una fuerza para ser calculada con, quizás, la única emoción lo suficientemente fuerte para superar el miedo. Vamos caminando fuera de la habitación, y mi corazón está latiendo tan rápido que honestamente pienso que podría tener un ataque al corazón. Intento mantener mis manos fuera de mis costados porque mis axilas están sudando abundantemente. Nunca he estado tan nerviosa en toda mi vida. —¿De quién es el teléfono que está sonando? ¿Cass ese es tuyo? — dice Paige, tirando de la mochila de su hermana. Ella está en el otro lado de Nate, y tiene que pasar por él para llegar a Cass, la cual es la única

razón por la que está haciendo eso, y lo sé. Lo sé porque es mi teléfono el que está sonando, y cada uno de nosotros lo sabe. Es obvio, y Paige es patética. —Es mío. Vosotros chicos id delante. Os alcanzaré —digo, sacando mi teléfono y viendo la información del contacto de mi madre. —Esperaré. Os alcanzaremos —dice Nate, inclinándose contra el muro y asintiendo hacia mí para que me tome mi tiempo. Está esperando. Por mí. Y estoy muy agradecida, pero también avergonzada de que vaya a escucharme hablar con mi madre. Y ella va a hacerme preguntas. Personales—las que no quiero responder delante de él. —Hola, mamá —digo, tratando de sonar justo en la mezcla correcta de optimista y neutral. —Bueno, suenas bien —dice ella, ya analizando. Mi madre es una economista. Pero en algún momento a lo largo de su vida decidió ser también Dr. Phil. —Sí, justo iba a coger algo de cenar. ¿Qué pasa? —digo, tratando de instarla a ser rápida, pero también sin animarla a demasiadas preguntas. —¿Vas a salir? —Mierda. —Sí, he hecho algunos amigos. Mi compañera de cuarto es realmente encantadora. Vamos a comer. —Echo una rápida mirada a Nate, y está mirándome. Estoy muy avergonzada de que esté escuchando, porque sé que mi madre va a quemarme la cabeza sobre lo importantes que son los amigos, y como de orgullosa está de que lo intente tanto. Y ahí va. —Cariño, lo estás haciendo tan bien. Es la única manera de hacerlo más sencillo, también. Los amigos son una parte importante del proceso de curación... Desconecto la siguiente parte, porque he escuchado esta expresión antes. Los amigos son igual a la curación, sí... Lo entiendo. Ross me dijo esto una vez en una sesión con mi madre, y ella se aferra a eso. No creo que sepa incluso lo que estas palabras significan ahora, solo me las repite una y otra vez —como una ovación— hasta que alcanzo la línea invisible del final. —Mira, mamá. Lo siento, pero están esperándome. No quiero hacerles esperar —digo, mirando justo a Nate, quien es el único que está esperando realmente.

—Vale, bueno, llámame mañana. Déjame saber cómo van las clases —dice, no colgando justo en ese momento. —Vale. Vale, te quiero —digo, temiendo realmente de repente la idea de ir a la cafetería llena de gente. Pero hay algo de verdad en lo que mi madre dice –los amigos son parte de la curación. —¿Preparada? —dice Nate, separándose de la pared y extendiendo su mano hacia mí. No la tomo –no porque no quiera, porque dios, quiero– sino porque no me gusta lo que eso significa si lo hago. Solía coger la mano de Josh. Solía correr de su clase a la mía, esperándome fuera de la puerta solo para caminar conmigo a mi siguiente clase. Era nuestro, y creo que significa que no puede ser una cosa que haga con nadie más. Puedo decir que lo he puesto incómodo por el modo en el que está quieto en el ascensor, como si estuviera asustado de ofenderme. Está todo el camino en la esquina opuesta —dándome espacio desde que rechacé tocar su mano. Me gusta Nate. Y quiero ser su amiga porque quiero estar cerca de él. Y eso tiene que ser suficiente. Paramos en el segundo piso, y dos chicas entran. Nos notan de pie en esquinas opuestas. —Se tiró un pedo —digo, en parte queriendo ver como de incómodas les pone eso a las dos chicas, porque, como, ¿quién mierda coge el ascensor para un piso? Y, quiero traer de vuelta la sonrisa de Nate, lo cual parece haberlo hecho. Los dientes. Hoyuelos. —Ooooooh, sí. Lo siento señoritas. Creo que podría haberlo soltado —dice, y cubro mi boca con un resoplo realmente de risa mientras mis mejillas se encienden con el tono más luminoso de rosa. Las dos chicas solo miran fijamente al frente, los ojos grandes, inclinando sus manos en la otra, esperando para analizar este trayecto de ascensor. Cuando la puerta se abre, golpeo a Nate en la mano, perdiendo el equilibrio un poco. —¡No puedo creer que dijeras eso! —Eh, me dejaste pocas opciones. Debes saber que no pierdo el juego de avergonzarse. Si crees que quieres tener una pieza de esto, considera esta clara advertencia. Vas a perder, cada vez. —Está tan seguro de sí mismo que revuelve otro de mis sentimientos en mi vientre. Solía ser competitiva –lo era incluso con Josh, teniendo siempre uno de sus tests de puntuación, y corría mi milla solo un poco más rápido en Educación Física.

—¿Ah sí? ¿Crees que estoy asustada por eso? —La mirada en su ojo y el modo en el que sonríe –mordiéndose la lengua con la parte de atrás de sus dientes mientras me escucha– es suficiente para tirarme todo el camino—. Solo me siento mal por ti. Estas chicas creen que eres un guarro. Nunca estarás en sus suspiros ahora. —No quiero estar en sus suspiros —dice, la misma mirada en su rostro, y siento como hay un doble significado en sus palabras. Mis pulmones se sienten tensos con la esperanza que no debo tener. —Vamos —digo, girándome a mirar detrás en frente de mí, mis ojos enfocados en las dos puertas conduciendo a la cafetería. Este paso es tan sorprendentemente grande –deseo que alguien en mi círculo interior estuviera aquí para presenciarlo. Sé que la distracción con Nate es la única razón por la que estoy ahora empujando las puertas abiertas y pasando dentro de la ruidosa habitación llena de mesas y sillas y extraños. Mis pulmones se vuelven incluso más pequeños y se tensan cuando yo lo hago, pero mis pies siguen moviéndose. Sí, los amigos ayudan a sanar. Pero Nate es más fuerte que eso. Y está trayendo de vuelta piezas de mí que pensaba que estaban muertas para bien. —Hola, chicos. Siento que lleguemos tarde. Rowe cogió una llamada de que su ungüento estaba preparado. Tuvimos que ir a cogerlo. Es el único que ayuda con la... quemadura... ¿verdad? —Nate aparenta un susurro, sosteniendo mi mirada para ver como manejo su reto. Lucho contra mí misma, sabiendo como de mal quieren mis ojos ver el asombro, y mis mejillas quieren aumentar la vergüenza. Solía ser buena en esto. Y creo que puedo hacerlo de nuevo. Recuerdo a los amigos. —Sí, está mejor ahora. Ese chisme trabaja realmente rápido —digo, y sus labios se alzan en las esquinas en una pequeña sonrisa—. Aunque muy mal por tus jadeos. Dejo a todos pillados, porque sé que si espero el tiempo suficiente, alguien cogerá mi cebo. No será Nate. Es muy bueno, y sabe exactamente lo que estoy haciendo. Incluso me ve agarrar la botella de agua en línea y lentamente quitar el tapón. Aunque estoy muy segura de que puedo contar con Paige y cuando es la única para preguntar, una pequeña minúscula parte de mi mundo de los sentidos está bien de nuevo por primera vez en meses. —¿Qué le pasó a tus pantalones? —pregunta Paige. Comprobado.

—Oh, pensé que todos lo sabíais. Nate es incontinente15. Se meó en el camino hasta aquí —digo, volcando la botella de agua lo suficiente para derramar la parte de atrás de sus pantalones, pero detrás de él, para que nadie realmente lo vea mientras estamos en línea. Él no se encoge, pero en vez de eso, se queda ahí perfectamente todavía mientras yo empapo sus pantalones. Jaque mate. —Sí, totalmente me meé. Solo voy a tener que sentarme todo el día en mi orina creo. ¿Quién está hambriento? —dice, lanzando arriba una manzana y llevándosela a los dientes mientras coge una bandeja y mueve hacia abajo la línea en sus pantalones calados y húmedos. Cass y Paige lo miran fijamente, completamente pérdidas sobre lo que acaba de ocurrir, y Ty ríe y agita su cabeza, agarrando una bandeja para seguir a su hermano. Nate es el rival que siempre quise, me gusta más de lo que pensaba. Me gusta más de lo que debo. Y una pequeña parte de mí está de acuerdo con eso.

15

Incontinente: Una persona incapaz de reprimir sus necesidades, deseos o pasiones

Nate Traducido SOS por Crissern Corregido por katiliz94

—Cass, por favooooor sólo confía en mí. Rowe estará totalmente de acuerdo con esto. Sólo déjame hacerlo. —He estado suplicando a la compañera de cuarto de Rowe los últimos veinte minutos. Me encantó ver ese lado de Rowe, el lado que bromea y sonríe, y no toma las cosas en serio. Me fui a la cama pensando en ello. Me desperté pensando en ello. Pensé en ello a través de mis dos clases de la mañana. Y ahora estoy aquí, de pie en su habitación con su cajón de la cómoda en la mano. —¡Uuuuuugh! ¡Muy bien! Pero no me involucres en esta estúpida guerra que tú tienes con ella. Si ella pregunta, yo no tengo nada que ver con esto, ¿de acuerdo? —Cass agarra su mochila y la desliza por sus hombros para ir a clase. Yo la despido y hago una cruz en mi corazón; suspira de nuevo antes de darse la vuelta. —Me adoras, y lo sabes —le grito por encima de mi hombro cuando ella está a punto de salir. —¡Más le vale que no! —Oigo la voz de Ty un segundo después. —Hey, ¿qué pasa? —digo mientras empiezo a abrir de un tirón y a darle la vuelta a cada uno de los cajones de Rowe. Es una broma engorrosa, porque tengo que sostener su ropa con el interior del brazo mientras lo deslizo dentro. Paso un rato más del que debería con su ropa interior y sujetadores, que Ty puntualiza inmediatamente. —Este es un nuevo nivel espeluznante, hermano. Incluso para ti, —dice, deteniéndose justo a mi lado, pero acercando sus brazos arriba para ayudarme a sostener la ropa de ella. —Sólo una pequeña broma, —sonrío

—Oh, esta es buena. Estoy dentro. ¿Esta es de Cass? —Pregunta, señalando a la cómoda junto a la de Rowe. Simplemente me encojo de hombros porque sinceramente las únicas cosas que yo he notado en esta habitación son todas las que pertenecen a Rowe. Ty desliza el cajón superior y saca un sujetador, sosteniéndolo frente a él y apretando las copas. —Sí, esta es suya. Reconozco esta cosa preciosa —dice, y yo ruedo los ojos hacia él—. ¿Qué? Sólo porque no puedas cerrar un trato como yo puedo, no me des una mierda. Por alguna razón, lo que dice me hace empezar a pensar en cómo me siento acerca de Rowe. Y sí, quiero besarla. Y sí, quiero recordarme a mí mismo como se ven esas bragas de algodón otra vez en ella. Y hay probablemente un millón de otras cosas que la implican a las que yo nunca querría decir que no. Pero no tengo prisa. Y por alguna razón, siento como Rowe está en esto conmigo, una especie de alegría que yo no estoy empujando. —Hey, realmente te gusta Cass, ¿eh? —digo, moviendo de un tirón su cajón inferior y presionando mis brazos para sostener los pesados jeans. Ty sólo suspira, nunca responde, lo cual es suficiente para mí. A él realmente le gusta, y eso es una especie de primer acercamiento para él. Sólo espero que no haga algo estúpido que me haga imposible volver a esta habitación de nuevo Estoy a punto de empujar el último cajón hasta el final, cuando siento una pila de diapositivas caer sobre mi pie. Empujo el cajón lo suficiente para que yo pueda dejarme llevar y paso mis manos por el suelo. Al principio creo que es un juego de cartas, pero entonces al sacarlas y mirarlas me doy cuenta de que son fotos —fotos de Rowe... con el novio. Deslizo el cajón el resto de su camino y me siento atrás en su cama para hojearlas. La primera es de ella y él en lo que parece el camino de la entrada de sus padres, y ellos están vestidos con ropa formal, como si fueran a algún baile. Luego hay un par de fotos de ellos en una piscina. Él la está levantando, y amenazando con saltar al agua. Ella está riendo en la foto, y me golpea el que yo nunca la he visto reír así. —¿Ey, tío? ¿Sabes si Rowe...? Ella lo hace... —Casi tengo miedo de preguntar, así que sólo doy un tirón sobre la última foto y se la entrego.

Es una foto de la misma persona, besándola en la mejilla, y ella está literalmente gritando de felicidad—. ¿Ella tiene novio? Ty toma la foto, mirándola por un largo tiempo antes de finalmente encogerse de hombros y devolvérmela. —No tengo ni idea. Probablemente deberías preguntar. Es la última cosa en el planeta que quiero preguntarle. Sobre todo porque es la última respuesta en el planeta que quiero escuchar... a menos que la respuesta sea no. Ayudo a Ty con el último par de cajones, y cerramos la puerta desde el interior para que permanezca cerrada. Cuando pasamos al ascensor, oigo a Paige riendo mientras ella habla por teléfono, y levanta un dedo para tratar de llamar nuestra atención, pero ambos seguimos avanzando, fingiendo no ver eso. Los ojos de Ty giran hacia los lados hasta atrapar los míos, y ambos nos reímos en voz baja. —¡Tío, no puedo soportar a esa polluela! ¿Cómo es que estoy loco por su hermana? —Dice Ty, y sé que sólo respondió a mi pregunta de antes, pero él no quiere que yo haga un mundo de eso. Así que no lo hago. Y en cambio, me centro en la primera parte. —¡Ella tiene excelentes tetas! —digo, esperando a que responda. —Ah, eso es un buen punto. Una manera de centrarse en lo positivo. Ella en efecto tiene excelentes tetas —dice Ty, agarrando el mando a distancia y encendiendo la television en el Polideportivo.

Rowe Llamo a mamá en mi camino de regreso de clases. No me gusta hablar con ella en frente de otras personas, así que trato de aprovechar mis paseos para nuestras conversaciones. Eso, y la distracción me ayudan a centrarme en algo distinto de los espacios abiertos, y los coches y la gente dando vueltas. Después de ponerla al tanto de mi primer día del programa de estudios, y corriendo a través de mi lista de profesores para ver si hay alguno que conozca. Ella conoce a dos de ellos, de ahí pasa a mi letanía habitual de preguntas. ¿Estoy durmiendo? ¿Cómo están mis compañeros? ¿Estoy realmente haciendo amigos? ¿He llamado a Ross? Llamé a Ross justo antes de llamar a mamá, pero no se lo digo. En un desliz una vez, le dije que llamé a Ross primero por algo y herí sus sentimientos. No puedo soportar viajes de culpabilidad —Tengo suficiente. Así que sólo me pongo en su lugar, y le digo que llamaré a Ross el siguiente. Me siento como si en algún momento tuviese que estar delante de un ser supremo que decida si entro en el cielo y él abordara esta mentira —estaba justificada. Me gustaría pensar que el último juez en este caso, lo entendería. Nunca mencionaría a Josh. Mamá encontró los mensajes que le escribí una vez, así que le dije que eran mensajes antiguos y que no le he escrito más. Acabo de cambiar mi contraseña, sin embargo. Bien, así que dos mentiras. Ésta podría no ser tan fácil de explicar. El pasillo está inquietantemente vacío cuando salgo del ascensor, lo cual siempre me pone nerviosa. Estamos a media tarde, así que supongo que la mayoría de los estudiantes están en sus clases ahora. He descubierto que sólo unos pocos preferimos las clases por la mañana. Resulta que tengo un programa bastante completo —con el que pruebo un poco de todo— así que mi día empieza a las siete y dura hasta las tres y media. Después de que zarandeo la manija de la puerta, me empiezo a sentir tonta. La puerta está bloqueada, y yo estoy segura. Hay una serie constante de garantías que se ejecutan a través de mi cabeza en todo momento. Me dirijo a mi habitación y mi mochila cae al suelo. Uno de los inconvenientes de tener un tipo de horario de regreso a la espalda es la

presión que se pone en mi columna vertebral. Una clase de filosofía y una clase de historia del arte solo suman hasta quince kilos en libros. Pera las dos eran definitivamente mis favoritas, y creo que Nate podría haberme empujado en la dirección correcta con el arte. Hoy ha sido todo acerca de mirar imágenes de cuadros famosos, y todo lo que vi me inspiró. Cuando mis calcetines y ropa interior se derraman a mis pies, inmediatamente supe que Nate estuvo aquí. ¡Hijo de puta! Tiro del siguiente cajón y lo mismo sucede. Una y otra vez, hasta que todas mis pertenencias están en una pila a mis pies y mis cajones están dados la vuelta. —La madre... —Ey, cuidadito con lo que estás a punto de llamar al chico de pie en tu puerta —dice Nate, y mi corazón se acelera. —Que maternal, maravilloso, vecino mio del pabellón de abajo. ¿Qué hay de malo en decir eso? —Sonrío, acomodando mi cajón superior por encima y deslizándolo. Me pongo de rodillas para empezar a recoger mis delicadezas primero, sobre todo porque no los quiero fuera de exhibición. Nate, sin embargo, esta rápidamente a mi lado, ayudándome. —¡Oh! Ey, no lo toques —digo, arrebatando el par de ropa interior de seda negro de sus manos. Es la única pareja femenina de bragas que poseo, y me las compré con una tarjeta de regalo de Victoria Secret que mi tía me envió. Ella quería que yo comprara bonitos sujetadores, pero odio los que tienen en esa tienda, y no puedo soportar la idea de gastar cuarenta dólares en un sujetador. Así que me compré ropa interior y seis pantalones cortos y unas bragas de lujo. Yo estaba guardando estas, pero el señor sabe por qué. Nate simplemente se sienta atrás en mi cama y mira las piezas de nuevo juntas en mi tocador. —Realmente gracioso, Preeter. Pero mejor vigila tu espalda —le digo, con mi mente ya girando en un millón de direcciones con lo que puedo hacer para vengarme de él. Estoy disfrutando de mis ideas cuando él termina con ellas completamente. —Oh, también quería darte estas. Se, uhhh, —traga saliva y me entrega una pila de fotos que reconozco al instante—. Se cayeron de uno de los cajones. No quiero que se pierdan. Sin darlas la vuelta para mirarlas, y en su lugar sólo juntándolas en una pila ordenada, las guardo de nuevo debajo de mis pantalones

vaqueros. No me gusta mirar a la chica en esas fotos. Es difícil ver a Josh, pero es aún más difícil verme a mí —quien solía ser. —¿Rowe? ¿Puedo preguntarte algo? —dice Nate, y mi pulso comienza a acelerarse de nuevo, y mi respiración se vuelve entrecortada. —Depende —le digo, sin mirarle a los ojos y simplemente empujando cada cajón hasta que están todos en fila y cierran perfectamente de nuevo. Me siento en la cama de Cass cuando he terminado, y mantengo mis ojos en sus pies y luego en las manos. Está nervioso e inquieto, y sé lo que quiere preguntarme, pero no sé cómo responder a eso. —¿Ese chico? ¿El que está en las fotos? Dijiste que era tu novio. Él es... ¿Sigue siendo tu novio? Sin habla. Esta es la misma pregunta que he hecho al universo un millón de veces. La que le pregunté a Ross hace apenas una hora. La que le pregunté a mi madre antes de venir aquí. Y la que le pregunté a los padres de Josh, también. Pero nadie me da una maldita repuesta cuando les pregunto. Así que no voy a darle una a Nate. —Me tengo que ir —digo, agarrando mi pesada mochila y voy a través de mi puerta a cien por hora a las escaleras, así no tengo que esperar por el ascensor. Me detengo en la parte superior de la primera planta y me siento en los escalones, metiendo la cabeza entre las rodillas y recordándome a mí misma que tengo que respirar. Respira profundamente, Rowe. No sé cuánto tiempo me escondo allí, pero cuando llego al piso de arriba, mi puerta está abierta y Cass está en casa. —¡Maldita sea, Rowe! ¡Yo no quería ser parte de esta guerra, pero parece que estoy en esto ahora! —Está dando vueltas al montón de ropa a sus pies y la mueve de un tirón sobre sus propios cajones—. ¡Dime lo que necesitas que haga! Estoy dentro. No te metas con una hermana Owens! —¿Quién se está metiendo contigo? —dice Paige, pateando sus zapatos debajo de su cama y enganchando su mochila sobre su silla de escritorio. —¡Ty! ¡Y Nate! Le han dado la vuelta a nuestros cajones de la cómoda —dice Cass con una rabieta, metiendo su ropa de nuevo en sus cajones sin doblar. Paige se apresura a su tocador seguidamente, mordiéndose el labio y a la espera de que su ropa se derrame. Cuando

sus cajones están bien, veo la decepción inundar su cuerpo, y me siento triste por ella. —Está bien, chicas decidme que necesitáis que haga. Vamos a devolvérsela a esos gilipollas —dice Paige. No sé si ella acaba de volverse loca por haberse quedado fuera de la guerra bromas o si está tratando de poner cara de valiente, pero por primera vez desde que la he conocido, siento una conexión con ella, así que me aferro a eso. —Bueno, tengo una idea. Vamos a necesitar una ferretería, — empiezo, y ambas se levantan de sus sillas para escuchar.

Nate Traducido SOS por Crissern Corregido por katiliz94

Mantenerme alejado de su habitación era más difícil de lo que pensé que sería. Nunca me invitaron a ir a la galería de arte, y evitaba accidentales encontronazos cuando podía. No tuve entrenamientos durante la primera semana de clases, pero me encontré en el gimnasio de todos modos. A los entrenadores les gustaba verme allí, pero yo no estaba allí por ellos. No tenía necesidad de causarles una impresión —yo era su chico, y lo sabía. Conmigo en la lista, McConnell se mantenía en la media. Sin mí, eran un equipo decente, pero no lo suficientemente bueno para hacer la serie. Lo que, sin embargo, que yo estuviese aquí en un día de noentrenamiento me hacía quedar como un líder de equipo, y me querían para llenar ese papel para los otros chicos. Incluso si la única razón por la que estaba aquí era para mantenerme ocupado y lejos de Rowe. Ty estaba con Cass todas las noches. Ella vino a ver el Centro Deportivo con nosotros después de la cena, y dejaría caer estas historias totalmente obvias sobre Rowe, teniendo especial cuidado en decir su bonito nombre y fácil para mí de escuchar. No es que estuviera enfadado con ella. Maldita sea, tendría que entenderla para que esto fuese una parte de la ecuación. Supongo que estaba más enfadado conmigo mismo por estar tan intimidado por ella, y esas fotos. Ni siquiera podía mirarlas, y la forma en que ella salió corriendo de su habitación cuando le pregunté acerca de ellas me hizo empezar a pensar que ella podría tener cierta carga emocional para la que no estoy preparado. —Hey, ¿listo para regresar? —dice Ty, haciendo aparecer su cabeza mientras yo termino mi último set. Ty hace entrenamiento personal en el campus –fue contratado para trabajar con algunos de los estudiantes con

discapacidad en un principio, pero es tan disciplinado que también otros empezaron a solicitarle. Mi hermano tomó su rehabilitación en serio cuando salió del hospital, y el tío está probablemente en mejor forma que yo. —Un set más. Me reuniré contigo allí —digo. Él sólo asiente con la cabeza y me deja terminar mi entrenamiento, solo con mis pensamientos. Podría levantar mil libras y todavía no sería suficiente para distraerme de pensar en Rowe. Ella toma sus duchas a altas horas de la noche. La oí allí ayer mientras estaba tomando la mía, y pensé en encontrarme con ella de nuevo. Pero iba a darse cuenta de eso. En cambio, me senté en el banco casillero en silencio, escuchándola cantar suavemente en voz baja. Ella estaba fingiendo cuando canto con Cass en su habitación el otro día porque puedo decir que tiene la voz de un ángel. Apuesto a que si ella realmente se dejaba llevar, sorprendería a un montón de gente con su voz; probablemente se sorprendió a sí misma un poco, también. Es tarde para el momento en que Ty y yo estamos de regreso en el dormitorio, y puedo escuchar nuestros estómagos retumbando. —¿Cenamos? —digo, girando la llave en la cerradura. —Sí. Permíteme un simple mensaje a Cass. Ella quería venir. ¿Te importa? —No —digo. Sinceramente, no me importa. Me gusta la compañía de Cass, y me gusta tener esa pequeña conexión con Rowe. Todavía quiero invitarla a salir con mis padres el próximo fin de semana, pero me siento extraño para hablar con ella después de todo el incidente de las fotos. Creo que sólo necesito saber primero que significa para ella el chico de la foto. —¡Qué. Mierda! —Ty lo ve primero. Me toma unos minutos asegurarme de que mis ojos no me están engañando. Todo nuestro dormitorio, cada centímetro cuadrado de las paredes, es de color rosa. La parte posterior de la puerta –rosa. El techo de color rosa. Y no es un pastel sutil. No, ¡nuestra habitación de la residencia es un rosa de princesa Barbie! Tengo que admitirlo. Rowe es buena. Quiero decir, como, realmente buena. Esto tomó tiempo y esfuerzo, y sabía que tuvo ayuda –culpa de Ty por voltear la cómoda de Cass. Ty está echando humo, pero yo empiezo a reír, sacudiendo mi bolsa de deporte en mi cama.

—¡Tío, esto no es gracioso! ¡Joder odio el rosa! —Mi hermano está más alterado con el color de su habitación de lo que lo estuvo el año pasado, a punto de perder una gran apuesta en la Super-Bowl. —Rowe. —Digo, sentado en mi cama y teniendo en cuenta todo. Esto debe de haber tomado tres galones para conseguirlo cubierto tan bien, y deben haber trabajado en esto todo el día. El olor de la pintura aún es fresco. Tengo que admitirlo, estoy malditamente bastante impresionado. —Amigo, sé que te gusta esa chica o lo que sea, pero esta mierda es inaceptable —dice Ty, abriendo de golpe la puerta y dirigiéndose por el pasillo hacia la habitación de ellas. Me pongo al día con él, mi sonrisa cada vez más grande con cada paso que doy. La puerta está cerrada, y Ty tiene su mano dispuesta para llamar, pero le agarro para detenerlo. Levanto un dedo y le pido que se tranquilice, entonces voy a la habitación dos puertas más allá y le pido a la chica tranquila que vive allí que nos haga un favor. La traigo a la puerta, y ella golpea mientras Ty y yo nos ocultamos en un lado, fuera de la vista de la mirilla. —Soy Molly. Me he quedado sin tinta en la impresora, y la necesito para terminar el papeleo. ¿Me prestáis la vuestra? Sólo os llevará unos pocos segundos —dice Molly, tan creíble que creo que puede que la hayamos subestimado a ella también. —Muchiiiiisimas gracias —le susurro de nuevo a ella. Da miedo lo dispuesta que estaba para ayudarnos a Ty y a mí, pero los hermanos Preeter siempre hemos sido buenos en conseguir chicas para hacer las cosas. Cada una de ellas, según parece. —Espera. —Oigo a Cass, así que me preparo a mí mismo agachándome para colarme a través de ella a la habitación y así poder llegar a Rowe. Puedo decir que ella está mirando a través del agujero, y Molly se queda parada allí, sonriendo. La puerta está apenas abierta, y yo la empujo el resto del camino. Cass se echa a reír histéricamente y gritando solo un poco. —¡Rowe, corre! —Dice, y veo que las piernas largas de Rowe vuelan arriba de su cama y saltan sobre Cass en un esfuerzo para encerrarse en el armario. Paige está de pie en su cama, también, riendo y señalando a Rowe. —¡Todo esto fue idea de ella! —Grita Paige.

—Oh, sé exactamente de quién es esa idea —digo, mis dedos alcanzan lo suficiente de su camisa para conseguir pararla y agarrarla de la cintura. Ella es fuerte, y está moviéndose y riendo, y todavía tratando de alejarse de mí. Pero ella no es rival. Finalmente consigo poner mis brazos completamente alrededor de su cuerpo, y la levanto por encima de mi hombro, bloqueando que retuerza sus brazos y piernas antes de despegar en una carrera. —¡No! Nate, no te atrevas. ¿Qué estás haciendo? ¿A dónde me llevas? —Está pateándome como un demonio, pero todavía se está riendo, por lo que sigo adelante, todo el camino hasta las escaleras. —Dime, Rowe. ¿Ascensor o escaleras? —¿Eh? —pregunta ella, con la voz ahogada por la sangre bajándole a la cabeza. —No voy a dejarte ir a ti, pero te voy a llevar fuera. Tienes suerte de que te estoy dando una opción –¿ascensor o escaleras? ¿Yo? Me quedaría con ascensor. Porque yo no estoy tan seguro de poder equilibrar bajar tres tramos con tus largas piernas pateando mí culo. —Ascensor —dice ella, dejando su cuerpo inerte. —Una buena elección —digo, marchando con ella hasta el botón y esperando a que el ascensor se abra. Hay algunas personas en el interior, y todos ellos se mueven fuera del camino cuando llego con ella. —La chica pintó mi habitación rosa. Venganza. Ya sabes, ¿eso es una putada? —digo, golpeando el botón para cerrar la puerta. —¿Qué quieres decir con venganza? —pregunta Rowe, la cabeza detrás de mí y aún al revés. —Oh, vas a averiguarlo cariño. Sólo espera —digo, no muy seguro de dónde voy a llevarla, pero sólo fuera de mi mente emocionado por tenerla en mis brazos, incluso si esto es un poco como un secuestro. —¿Nate? No... me estás poniendo nerviosa —dice, pero todavía está riendo, por lo que sigo adelante. Se abre el ascensor, y camino rápidamente hacia la puerta principal. Tan pronto como llego a abrirla, despego rápidamente, y sus brazos y piernas empiezan a darme patadas y bofetadas otra vez. —¡Vas a hacerme caer!

Está levantando la parte trasera de mi camisa, y juro que siento algo húmedo. —¿Me has... me has lamido ahora mismo? Y oh dios mío la risa pícara que ella deja salir cuando le pregunto. Yo sé que ella piensa que es un culo inquieto y astuto, ¡pero jódeme! ¿Esa risa? ¿Su lengua en mi piel? Está siendo sexy como el infierno, y ella ni siquiera tiene una pista. Me detengo a dar un paseo, pero no la suelto. Los campos de juego están sólo a unos cien metros de distancia, lo que me da una idea. —Rowe, siento que tengo que decirte esto. Estamos lo suficientemente cerca y creo que te mereces honestidad. Poner tu lengua en mí es en ningún modo, en absoluto una tortura. Es más o menos la mierda que he estado soñando desde la noche que me topé contigo en el pasillo. Así que a menos que estés preparada para seguir adelante con lo que tu lengua le sugiere a mi mente, te animo a que la mantengas en tu linda boquita. Siento su cuerpo tensarse un poco cuando termino, y ya no está riendo. Pero tampoco creo que esté como loca. Sus músculos se relajan cuando finalmente corto por la puerta de atrás del campo de juego. Puedo oírlo, pero no creo que ella pueda porque está al revés. Probablemente sólo tengo unos minutos más para cogerla, así que le digo que se agarre y corro con ella sobre mi hombro al jardín central. Cuando oigo que se detiene por un segundo, la pongo por encima de mi hombro y dejó que sus pies toquen el suelo. Inmediatamente, ella trata de correr, así que de un tirón la acerco a mi pecho, pone su cara lejos de mí, y la encierro en mis brazos con fuerza. —Uh uh. Es hora de hacer frente a la música —digo, y en la señal perfecta los aspersores del campo abierto golpean, empapando su cuerpo, cabello y pantalones cortos con cada pasada. Estoy empapado también, pero no me importa. Me gustaría caminar por el fuego para sostenerla frente a mí como ahora. Y luego, una cosa inesperada sucede. Dejo a mis brazos aflojar su agarre, y Rowe se escapa de mí, pero ella no corre. Ella simplemente estira sus brazos a los lados y mira hacia arriba, con el pelo mojado, y su rostro perlado del agua que corre por su piel. Comienza a girar lentamente en un círculo, riendo. Y entonces está allí la sonrisa. La misma expresión que tenía su cara en esa foto. Es alegría. Y yo sólo se la di. Dios mío, quiero darle esto a ella de nuevo.

Nate El agua está tan fría que me pongo a temblar, pero no me importa. Sigo girando y riendo. Tal vez estoy teniendo un ataque nervioso. Sea lo que sea, no me importa, me siento libre y sinceramente feliz. Un verdadero momento de felicidad, sin interrupción, y Nate sólo se queda ahí mirándome y esperando. Su sonrisa es espectacular. Es como la de esos rostros que veo en mis revistas, cuando doy la vuelta a través de los anuncios de personas enamoradas. La forma en que un hombre mira a una mujer en los anuncios de perfumes, así es su rostro, ahora mismo, para mí. No quiero que se vaya, pero sé que tiene que hacerlo, y al segundo empiezo a dejar que mi realidad avance, mientras mi felicidad se desvanece. Dejo de girar, pero obligo a mi sonrisa a permanecer en su lugar, porque no quiero volver a esos otros sentimientos por el momento. —Eres hermosa, ¿lo sabías? —mi respiración se ha ido con sus palabras. Nate no puede pensar que soy hermosa. No –Yo soy fea y con cicatrices. —No hagas eso. —¿Que no haga qué? —Pregunta, inmersa en mi pose, y mis manos vuelven a ese lugar familiar alrededor de mi cintura, apretando con fuerza—. No te niegues a escucharme —dice, dando un paso más cerca. Doy un paso atrás, pero con cada dos que tomo, él toma tres, hasta que me está tocando, y sus manos agarrando mis codos—. Estás congelada. —Estoy bien —digo, no quería que este momento se terminara. Estoy tan aterrorizada –tan increíblemente asustada de que esta conversación continúe. Pero no he querido nada en tanto tiempo. Y en este momento, lo único que quiero es esto –este mismo momento, a solas con Nate. Sus manos se deslizan hacia arriba de mis brazos a mi cuello, y pronto sus manos están acunando mi cara. Mis dientes castañean, pero estoy pidiéndoles que se comporten. Puedo sentir que el aliento de Nate está tan cerca de mí, y por un momento, creo que me puede besar. En cambio, da un paso atrás y tira de su camisa de manga larga encima de su cuerpo y la desliza alrededor de mi cabeza, sosteniéndola para que yo meta mis brazos dentro.

—Gracias —digo, mis labios aun temblando, en parte a causa del frío y en parte por mi deseo de ser besada. —Bueno, en parte es por mi culpa. Yo corrí a través de los aspersores, —dice, poniendo su brazo alrededor de mí y acercándome a su costado. Caminamos por el campo, con nuestros pies aplastando la hierba. —¿Se supone que podemos estar aquí? —Pregunto, viendo la profundidad de las huellas que estamos dejando a nuestro paso. —Oh dios, no. Voy a conseguir que mastiquen mi culo, también. Hay cámaras por todo el lugar. Apuesto a que seguridad está en camino en este momento. Empiezo a coger mi ritmo, mi corazón está desbocado con pánico ahora. Pero entonces registro su risa, y me detengo. —No es agradable —digo. —Lo sé. Estoy bromeando. No hay cámaras. Probablemente no se supone que debemos estar aquí, pero nadie lo sabrá. Subimos por una pequeña pared al banquillo, y Nate alcanza mi mano para ayudarme a bajar. Sus manos son de alguna manera cálidas, a pesar de que todo sobre mi cuerpo se siente tan frío. Quiero sostener su mano, siento que mis dedos se entrelazan con los suyos, pero su toque me deja tan pronto como mis pies encuentran el suelo. Y no puedo ignorar el dolor agudo que eso provoca en mi corazón. El banco del banquillo es amplio; Me siento de lado en él, tirando de mi rodillas hasta abrazarlas cerca de a mí. Meto las piernas en su camisa por un rato, tratando de calentar el resto de mi cuerpo. Nate se sienta frente a mí, cruzando las piernas y tirando de mis zapatos. —Quise decir lo que dije, ya sabes —dice, mirándome con una ceja levantada—. ¿Que eres hermosa? Chupando mi labio inferior para ocultar la sonrisa en mi cara, asiento una vez y susurro—: Gracias. —Oh Nate, y por cierto, me parece que eres increíblemente guapo —dice, poniendo su mejor voz femenina para imitarme. Me río y miro hacia abajo en mi regazo, sin saber qué decir a continuación.

—Lo eres... no estás mal —digo, encogiéndome de hombros para dar énfasis—. Quiero decir, eres un poco grande y desgarbado. Y apuesto a que tus rodillas crujen y se resienten, por lo que probablemente vas a sufrir de artritis masiva. Pero, estás bien. Empuja hacia arriba mis inclinándome sobre mi espalda.

pies

sin

ninguna

advertencia,

—Maldita Sea, y por aquí Ty y yo pensamos que Paige era la malintencionada —bromea. —Nop. Fui yo todo el tiempo. De hecho, este no es aún el aspecto que tengo. Si me arrancaras esta capa de piel, por debajo olería como spray corporal brillante, y mi piel volvería a brillar, y mi pelo se sentiría como el cable de todos los productos que pondría en él. —¡Guau! Ahora así es como realmente estaba esperando que parecieras. Vamos, nena, arráncala. Muéstrame tu verdadero yo —dice, riendo y toma mi mano y tira de mí hasta que me sienta. Esta vez, sin embargo, deja sus dedos en los míos, cambiando su toque de un dedo a otro, como si no estuviera seguro de si es una buena idea aferrarse a mí con demasiada fuerza. —No quieres ver a mi verdadero yo —trago, y miro hacia otro lado. —Claro que sí —dice, y puedo sentir sus ojos en mí. Están quemando, y sé que no puedo esperar para sacar esto hacia fuera. —Háblame de Ty. ¿Cómo se lastimó? —Su mano cae de la mía, y agarra ambos lados del banco debajo de él, levantando todo su cuerpo hacia arriba unas pocas pulgadas del asiento, como un gimnasta. Deja escapar un gran aliento cuando descansa sus brazos de nuevo, cruzando las manos juntas en su regazo. Su mirada se queda ahí todo el tiempo. —Ty tenía dieciséis años. Yo tenía doce años. Estuvimos en ese gran lago, cerca de Nueva Orleans. Mis abuelos tenían un terreno allí. Ty me enseñó a nadar en ese lago cuando éramos realmente pequeños. Quiero decir, ese lugar era como un segundo hogar. Tantos recuerdos. Verlo recordar su juventud es increíble. La forma en que habla de su hermano sólo brota con cariño, y tengo envidia porque tiene algo en su vida que se siente así. —Bueno, a un año de esto, los dos estábamos sintiéndonos un poco aventureros. Había una gran cornisa en la que había visto a algunos adolescentes saltar el año anterior, y todo el año después, todo lo que hice fue hablar de esa repisa a mi hermano, rogándole y haciéndole

prometer que me llevaría allí, así podríamos saltar juntos. Sólo, que cuando nos subimos en la cornisa, realmente me asusté. No soy muy bueno con las alturas, y me puse a llorar. Ahora, ten en cuenta, que mientras que doce suena un poco joven para ti en este momento, no era tan joven para un niño que está llorando. Me sentía como un perdedor, y mi hermano se sentía mal por mí, así que me dijo que él iría primero y me mostraría lo fácil que era. Él, uh... no volvió a subir. Estoy cubriendo mi boca, porque no quiero que Nate vea mi reacción completa en mi cara. Sé que no puedo ocultar mis ojos, y puedo sentir poniéndose las comunes lágrimas ya, amenazando con caer por mi cara. —Se lesionó la L2 y L3. No, voy a ser franco –él se las hizo pedazos. Corrí por la colina y grité como en un sangriento asesinato. Unos pescadores me escucharon y me ayudaron a sacarlo. Para llegar al hospital había una gigantesca falta de definición, y me acuerdo de pensar todo el tiempo en que mis padres me odiaban. Yo me odiaba. Porque hice que mi hermano hiciera algo tan estúpido. —Pero no fue tu culpa —digo, tratando de alcanzar su mano en el instinto. Su respiración se detiene cuando mis dedos le tocan, y él engancha sus dedos en los míos un poco más esta vez. —Ahora lo sé. Ty me sacó de ello con bastante rapidez. Te habrás dado cuenta, de que mi hermano realmente no da lástima —dice, con los ojos aun mirando nuestras manos en su lucha por aferrarnos más fuerte el uno al otro. —Tú hermano es bastante impresionante —digo, a la espera de que sus pestañas se muevan por su mirada para llegar a la mía. Pero él mantiene sus ojos hacia abajo, en nuestras manos. —Sí, lo es. Soy bueno en el béisbol por él. Él siempre quiso jugar profesionalmente, o al menos en la universidad. Cuando no él pudo hacerlo, hice de eso mi sueño. Quería llegar aquí por él —dice, con una sonrisa débil tirando hacia arriba en la esquina de su boca. —No puedo esperar para verte jugar —digo, y sus ojos finalmente se encuentran con los míos, perforando mi corazón al segundo en que lo hacen. —Puedes venir al entrenamiento. Ya sabes... si quieres. En cualquier momento —mira hacia abajo de nuevo, mordiéndose el labio. Puedo decir que está avergonzado por pedirme eso.

—Lo haré —digo, y su sonrisa se hace más grande y asiente con la cabeza. —Bueno, eso está arreglado entonces. —La expresión de Nate comienza a cambiar después de eso; Pronto salen sus arrugas de la frente, y está masticándose el interior de la mejilla—. Tengo que preguntarte algo. Pero tengo miedo de tu respuesta. Mi latido del corazón se detiene por completo cuando dice esto. Sé lo que va a preguntar, y sé que tengo que empezar a dejar salir mi historia para que otros puedan oírla. Si alguna vez quiero amigos —amigos reales— del tipo que te ayudan a sanar, entonces tienen que ver cada parte de mí. —¿Quieres saber acerca de Josh? —digo, y sus dedos dejan de moverse con los míos, su mano se pone fuerte y rígida. Nate se limita a asentir una vez y me mira, su boca en una línea apretada, plana. Respiró profundamente. —Josh era mi novio de la escuela secundaria. Supongo que se le podría llamar mi novio de la secundaria o lo que sea. Él era el único chico que alguna vez... ya sabes —siento que mi cara se calienta, pero cuando miro a Nate él solo sonríe, instándome—. De todos modos, Josh jugó para mi padre. Él comenzó en el equipo en su primer año universitario. Era alto y muy fuerte. Era lanzador. —El típico lanzador —dice Nate, rodando los ojos y riendo a la ligera. Él deja ir mi mano y se inclina hacia atrás en las suyas; Echo de menos su toque al instante—. Lo siento, sólo estaba bromeando. — Empuja su pie en el mío, y me deja saber que lo siente por la broma, y luego lo deja allí. —Salimos durante un año y medio. Quiero decir, que el primer año, en realidad no era mucho. Cuando tienes quince años, como mucho te besas todo el tiempo, y eso es todo. —Sí, puedes omitir la parte de los besos —dice Nate, empujando los dedos en sus oídos—. La la la la. —Su pequeño acto me hace sonreír, me encanta que esté celoso, incluso si está sólo fingiendo estar celoso. —Era el último día de clases de nuestro segundo año, y todos estábamos en la cafetería firmando anuarios. De repente, se produjo el disparo. Había un hombre allí, con una máscara de esquí. Él tenía unos veinte años, y ni siquiera iba a nuestra escuela, nunca lo hizo. La gente gritaba y subían unos sobre otros para llegar a las salidas, pero

estábamos justo en el medio. Siempre nos sentamos en el medio, era nuestra mesa. Estoy llorando ahora, y mi cuerpo está temblando un poco. No he contado esta historia en voz alta a nadie más que a los investigadores, a mis padres y a Ross, y en este mismo momento, daría cualquier cosa para rebobinar el tiempo y tomar todo de vuelta. Pero quiero compartirlo con Nate, sin embargo. Lo necesito, por lo que va a entender por qué soy como soy, y que no soy el tipo de chica que cree que es hermosa y con la que coquetear en un campo de béisbol en medio de la noche. —Puedes decírmelo —dice, tratando de alcanzar mis manos otra vez, sosteniéndolas firmemente dentro de él, su agarre en mis muñecas es inquebrantable. Cierro los ojos, y cuando los aprieto cerrados, la última de mis lágrimas se desliza por mis mejillas, viene a descansar a mi clavícula bajo el calor de la camisa de Nate. —El hombre, su nombre era Thomas. Sufría de un trastorno psicótico y pensaba que había un complot en su contra, y de alguna manera en nuestra escuela secundaria. Josh... él... él se puso encima de mí. El hombre disparó a Josh en la cabeza, y terminó con graves daños cerebrales. Mi mejor amiga murió justo en frente de mí. Su nombre era Betsy. Ella fue la primera a quien disparo Thomas, y era una de las dos personas que no sobrevivieron. La otra era una maestra, la Sra. Sharring. Ella iba a jubilarse. Nate no hablo más. No hizo más preguntas, a pesar de que sé que debe tener docenas. Él sólo alcanzo hasta tocar mi rostro, y deslizó lentamente el resto de mis lágrimas, luego metió los pocos mechones de mi pelo que estaban sueltos en mi cara detrás de mi oreja. —Es por eso que nunca sé cómo contestar esa pregunta —digo, mirando lejos de él, porque sé que si miro en sus ojos me voy a enamorar. —¿Qué pregunta es esa? —Dice, su voz suave y apacible. —¿Sigue Josh siendo mi novio? —digo, dejando que las luces a lo lejos se confundan fuera de foco de mis ojos—. Dejó de ser Josh al segundo en que la bala cortó parte de su cerebro. Está con tubos de alimentación, y no puede hablar ni hacer nada por sí mismo. Incluso sus padres están dispuestos a dejarle morir. Sé que suena horrible, pero él ha estado a mi lado tanto tiempo que ahora sólo está ahí. Ya sabes, ¿mentalmente?

—Lo siento mucho, Rowe —dice Nate, y me doy la vuelta para mirarlo, con el rostro tan honesto e indulgente. Puedo decir con éste aspecto que daría cualquier cosa por tener lo que estoy sintiendo lejos de mí. —Gracias —digo, dejándolo mirarme mucho a los ojos, la próxima ronda de lágrimas alineando, pero por mi voluntad a la celebración. Y sucede todo a la vez, solo de mirarlo, me enamoro. Pero no importa, porque no puedo pertenecer a nadie.

Rowe Traducido por Sandra289 Corregido por Mariabluesky

Se lo dije. Te extraño. ~ Rowe

Nate Traducido SOS por Crissern Corregido por Mariabluesky

Durante una hora, nos sentamos allí en el banquillo, completamente en silencio. Yo no iba a volver a casa hasta que ella dijera que estaba lista. Y no iba a preguntarle nada más hasta que ella estuviera dispuesta a contarlo. Cuando los jardineros empezaron a aparecer, nos marchamos, no queriendo tener que hacer frente a porque estábamos allí. Fuimos en silencio todo el camino de regreso al dormitorio, pero en algún lugar durante la caminata, sus dedos encontraron los míos de nuevo, y yo los apreté con fuerza hasta que el ascensor se abrió en nuestra planta. Entonces, fue cuando ella desapareció. Cass dice que ha estado en la biblioteca durante toda la semana. Pero no lo creo. Sabiendo lo que sé sobre el pasado de Rowe ahora, tengo la sensación de que los lugares como la biblioteca son difíciles para ella. Entiendo por qué no está dando saltos por comer en la cafetería, por qué le gusta sentarse en las esquinas, por qué es voluble y está nerviosa todo el tiempo. Mis padres han venido para el fin de semana, y tienen entradas adicionales en las mejores butacas, las más costosas, para el partido de fútbol de esta noche. Cass va a venir, y hay otro asiento libre. Realmente quiero que Rowe lo ocupe. —Amigo, estoy tan harto de tu abatimiento. Ven conmigo —dice Ty, agarrando uno de mis zapatos de debajo de mi cama y tirándolo al pasillo. —Hombre Imponente, estaba cómodo. ¿Por qué hiciste eso? —Le digo, sentándome en la cama, y deslizando mi pie derecho en el zapato que aún está en mi poder.

—Porque te conozco. Te gustan las cosas ordenadas, y tu zapato colgando por ahí en ese pasillo va a volverte como un loco murciélago de mierda —su sonrisa es petulante, pero tiene razón. Siempre he sido un maniático del orden. Y odio tener un sólo zapato en uno de mis pies ahora. Lo sigo al pasillo y llego a mi zapato, pero antes de conseguirlo, él me bloquea y lo agarra con sus manos, sosteniéndolo como a una pelota de fútbol. —Venga. Dámelo —ruego. —Oh, vas a tenerlo. Allí abajo —dice, y lo lanza al otro extremo del pasillo. Con un ruido, golpea la pared cerca de la habitación de Rowe. Ruedo los ojos hacia él y cojeo en un pie hasta su puerta. Ty está detrás de mí, así que la opción de dar la vuelta no es una opción en absoluto. Cass abre la puerta y sonríe a Ty. —Porque eres tú Nate, qué sorpresa. Por favor, entra. —Ella está actuando raro, pero cuando veo su guiño a Ty y noto las piernas de Rowe en su cama dobladas hacia arriba, y la cara mirando hacia abajo mientras está con sus auriculares ergonómicos puestos en los oídos, lo entiendo. No me gusta que ambos me engañen, pero estoy muy contento de que ella esté atrapada en un solo lugar para mí finalmente. Tomo una respiración profunda, voy hacia la cama, y salto sobre ella extendiendo mucho mis piernas para quedar justo sentado junto a ella. Ella se sobresalta, cubriendo su corazón, y tirando de los auriculares de sus orejas, cosa que al instante me hace sentir mal. Rowe no es el tipo de chica que se sobresalta, y eso me regresa al ahora. —Lo siento, no me di cuenta de que tu música estaba tan alta. Pensé que me escuchaste —digo, esperando que mi estúpida sonrisa me consiga el perdón—. ¿Qué estás escuchando? —The Black Keys —dice ella, con los auriculares todavía aferrados en sus manos y sus brazos rígidos. —¿Puedo? —pregunto, llevando mi mano hacia la de ella. Me entrega uno de los auriculares, y me lo pongo, al principio un poco sorprendido por lo alto que está. Maldita sea, es un milagro que no esté sorda. Ella me mira con el ceño fruncido durante unos segundos antes de finalmente poner el otro extremo en su oído.

—¿En qué estás trabajando? —Mi voz es tan fuerte que Ty y Cass se vuelven a mirarme y luego se echan a reír—. Lo siento. Al parecer Rowe es dura de oído, porque tiene esta cosa ajustada en, como, siete mil. —Sólo está a treinta. Estás siendo hiperbólico16 —dice Rowe, con una pequeña sonrisa arrastrándose. —¿Así que vocabulario, entonces? ¿Eso es en lo que estamos trabajando ahora? —pregunto, desafiándola con descaro con la mía. Ella sostiene mi mirada por un momento, sus ojos se cierran hasta que me mira de reojo. Creo que está tratando de intimidarme, pero yo sólo imito su rostro, cuadrándome hacia ella hasta que nuestras narices se tocan. Cuando lo hago, sus labios se tuercen en una sonrisa. —Estoy trabajando en historia del arte. Tuve que elegir una pintura y escribir sobre lo que me hizo sentir —dice ella, posando rápidamente su ordenador en una de mis piernas. Ella quiere que yo vea sus notas, y yo nunca he querido leer más una asignatura. —Está bien, ¿cuál elegiste? —pregunto, alcanzando el portátil completamente y llevándolo a mi regazo. Mi mano roza la suya cuando lo hago, y la sensación que me da aumenta mis ganas de devolverle el ordenador, sólo para llegar a tocarla de nuevo. —Elegí esta. —Cuando se inclina hacia delante, su camisa se levanta un poco; Me doy cuenta de unas pocas profundas cicatrices rojas a lo largo de su costado. Eso me sorprende, pero no quiero que ella se dé cuenta de que las he visto. Muevo mis ojos a las notas en mi regazo antes de que se vuelva a mirarme a la cara. Abre su libro en una pintura de una mujer que lleva un pendiente de perlas. Reconozco éste, y se siente como que encaja con ella, y no es que yo sepa absolutamente nada sobre el arte. —Es bonito —digo, y ella se ríe—. ¿Qué? Quiero decir... el amigo, era un pintor amigo, ¿no? —Ella asiente con la cabeza, sin dejar de reír— . Bien, bien, el tío cogió colores agradables, y sus ojos son todos simétricos y cagados. Ella no se ve como una figura de palo, sino como una persona real. Algo así. Sí, así que me inclino por eso. Ella se ríe más fuerte ahora, y es hermoso. Ty y Cass se pierden en su propio mundo, mientras se abrazan en la cama de Cass. Asumiendo un riesgo, me inclino, y la beso rápidamente en la mejilla. Su risa se detiene inmediatamente, y sus ojos se abren como platos. 16

Hiperbólico: Exagerado.

—No, Nate —dice ella, su sonrisa ha desaparecido por completo ahora. Bueno, mierda. —Lo siento. Estás muy guapa cuando te ríes, y un hombre no puede ser responsable de sus actos por la forma en que reacciona ante tú risa. Debes ser consciente de ello. O podrías terminar siendo besada por camareros en restaurantes, profesores, chicos de fraternidad. No, espera. No hay chicos de fraternidad. Sólo camareros feos y viejos profesores. Ella está sonriendo de nuevo, no tanto, pero no está poniendo un muro entre nosotros. Ufff. —¿Quieres leer eso porque me gusta la pintura “bonita”? —dice, citando la palabra bonita sólo para burlarse de mí. Me encanta que lo haga. Chupo mi labio inferior y la estudio a ella, al igual que me hizo ella a mí antes. —Sí. Lo haré —le digo, girándome con el ordenador, y pasando rápidamente a poner mi cabeza en la almohada. Su respiración se detiene cuando me tumbo, pero con el tiempo se mueve hacia abajo también, así ella puede verlo junto a mí mientras yo leo. Cada pelo de mi brazo se está estirando para tocarla. Pero mi beso salió horriblemente mal, así que estoy contento con casi tocarla por ahora. La joven de la perla, por Juan Vermeer. —¡Muy bien! Recuerdo éste. Hicieron una película sobre ello o algo así —sueno tan inculto. Mi madre es una artista, lo que pensé que me haría estar más en sintonía con el arte, pero en su lugar, sólo acabo bloqueado. Simplemente no estoy en mi terreno. Yo soy más de números, finanzas y marketing. Nuestro padre dirige una empresa de contabilidad, y yo sigo sus pasos, por lo que la parte creativa de mi cerebro está atrofiada. Miro a mi derecha para verla tumbada a mi lado, sonriendo, y tengo que tomar una respiración profunda para recordarme a mí mismo lo que estoy haciendo aquí. —Lo siento. Léelo de nuevo. —Sonrío, y entonces ella anida en estrecha colaboración, con la barbilla en mi hombro mientras ella mira que mis ojos siguen las líneas de su escrito. Siento cada pequeño suspiro que toma, y el tiempo se detiene en realidad. Dios mío, nunca he querido besar a una chica más en mi vida.

Sé que ella siente la agitación en mi pecho cuando tengo que tomar una respiración profunda sólo para calmarme, porque ella se aleja a escasos centímetros para darme espacio. Pero ahora que sé lo que se siente, no estoy seguro de que mi hombro vuelva a sentirse completo otra vez. —No estás leyendo. ¿Es tan malo? —pregunta. —No. Yo, eh. Estabas. Estoy leyendo —digo finalmente, y arrastro el portátil contra mi pecho para tener una mejor visión.

Soy la chica en esta pintura. No literalmente, pero me identifico con ella. Es la única pintura que me detuvo por completo, y sé que es porque cuando la miro a los ojos, me veo a mí misma. Ella está hambrienta, pero está obligada por el deber. Cada parte de su cuerpo está envuelta, al menos por lo que se ve. Su cabeza está cubierta, y el corpiño también. Pero ella se molesta en poner en esta pendiente de una perla, una especie de rebelión a la ruta en la que está, casi como un toque de atención para alguien. Ella está pidiendo ser salvada. Y sus ojos están mirando hacia mí, como si me estuviera pidiendo que la salvarla. Y su boca apenas abierta, está a punto de decirme sus secretos, pero nunca hay tiempo suficiente. En cambio, estamos atascadas la chica y yo en esta coyuntura. Tengo que decidir si quiero romper su libertad. Y ella tiene que decidir si quiere dejarme libre. Y cada vez que abro el libro y miro esta página, hacemos el mismo baile de nuevo.

Rowe me está mirando. Puede que no sepa de arte, pero estoy bastante seguro de que hay una razón por la que Rowe me hizo leer esto. No estoy seguro de si ella quiere romper su libertad o si me está avisando, de que si yo la persigo, voy a estar atrapado en un círculo que nunca termina. —Es bueno —le digo, tirando de mí para incorporarme, sólo necesitando romper el disparo de electricidad de mi brazo en ella. —¿Sí? —dice, cerrando su libro y alcanzando el ordenador, sus dedos se mantienen alejados de los míos esta vez. —Sí, quiero decir, es probablemente como para una B. Realmente no hablas de los colores bonitos y de la elección del aceite frente a los acrílicos, pero está bien —bromeo, y frunce los labios, luchando contra su sonrisa antes de finalmente pegarme en el pecho con su ordenador.

—Puedo vivir con una B. Estoy pensando en hacerlo entonces — dice ella, poniéndose de pie y guardando su carpeta y el libro en su mochila. Me doy cuenta de que está poniendo distancia física entre nosotros, y eso me pone incómodo. —Así que, mis padres están aquí este fin de semana. Nos van a llevar al partido de fútbol de esta noche, y, uh... tenemos una entrada extra. Cass va a venir. Tal vez... ¿quieres venir? —Le pregunto cuando está de espaldas a mí, y todavía con un lío de tartamudeo. —Eres un marica —dice Ty, recordándome que todavía está en la habitación—. Rowe, Nate quiere que vengas con nosotros. Ha sido un gilipollas deprimido toda la semana porque tenía miedo de que dijeras que no. Por favor, por el amor de todos los santos, ven con nosotros y conoce a mis padres, así no voy a vivir en el infierno durante otro día. Estoy perplejo y mirando a la espalda de mi hermano mientras él va directo de nuevo a susurrar con su novia. Una vez más, me gustaría tener una onza de su confianza. Cambio mi enfoque a Rowe seguidamente, y la capturo mordiéndose el labio, con la mano en la cadera. ¡Mierda! Un partido de fútbol es una gran cosa para ella. Creo que no, y cuando ella me mira, me estremezco y le susurro—: Lo siento. —Iré —dice ella, con su sonrisa apretada, y abrazando su cuerpo con sus brazos. Me doy cuenta de que hace mucho eso. Creo que eso es su señal de que esta incómoda. Realmente no quiere hacer esto, pero lo hace por mí. Si yo fuera una buena persona, la dejaría fuera del gancho. Pero soy egoísta, y la quiero conmigo. —Mis padres tienen asientos en el palco, por lo que vamos a estar en una suite —digo, de pie al lado de la cama y apoyado sobre su escritorio. Ella se relaja con esa noticia, y me alegro de que eso ayude. —¿A qué hora? —Vamos a marcharnos alrededor de las seis. ¿Te viene bien? — digo, mirando mi reloj, que dice que son las tres y media. —Uf, supongo que lo hace. Pero tienes que irte ahora. Quiero decir, si voy a conocer a tus padres, necesito tiempo para ponerme toda reluciente y brillante —sonríe. —Ah, y asegúrate de que te pones un montón de mierda en el pelo, así todo crujiente y enredado —me río. Cass y Ty sólo nos miran como si estuviéramos locos, pero no rompen nuestro carácter y mantienen

nuestras risas. Esta es una de esas bromas entre nosotros, algo que es nuestro. Y me lo llevo, por pequeño e insignificante que sea. Rowe me acompaña hasta la puerta, y sigo con mis manos en los bolsillos, sin poder mirarla directamente a los ojos, porque cada vez que lo hago, siento como que debería estar besándola. Pero ella dejó claro que no puedo, al menos no hoy. Aunque estoy bastante seguro de que voy a seguir intentándolo.

Rowe —Te culpo a ti —le digo a Cass, que está sentada en el borde de la cama de Paige, dirigiéndome hacia el vestidor para probarme más de sus vestidos. —¿Me culpas por qué? No, no me gusta ese. Intentaremos con el azul —dice ella, empujando un vestido de verano de color naranja en mis brazos, y girándome de nuevo hacia el armario. —Por esto. Por tener que ir a un partido de fútbol y conocer a sus padres. —Puedo oír su risa detrás de la puerta. Cada vestido que me pruebo se me hace un intento demasiado grande. Y nada me cubre más que suficiente. —Éste parece ridículo —digo, mientras abro la puerta. Cass me estudia durante un minuto, y luego asiente con la cabeza. —Algo no está bien. ¿Por qué no te pones los pantalones vaqueros y una camisa, como siempre haces? —Sé que ella no quiere decir eso para que suene realmente como lo hace, pero lo que dice realmente crispa mi propio punto de vista. Vaqueros... como siempre los llevo. Estoy tan cansada de todo. Cansada de llevar la misma ropa que ha estado en mi armario desde que era una estudiante de segundo año. El tiempo se detuvo el día en que un hombre armado irrumpió en toda mi vida, y mi reloj nunca comenzó a andar de nuevo Dejando mi pose de mujer desaliñada de lado, suspiro, y me quedo en la cama junto a Cass. —No soy buena en esto —digo. —¿Qué quieres decir? Paige mataría por conseguir la atención de Nate —dice, en el momento que Paige entra, y me pongo nerviosa preguntándome lo que ha oído y lo que va a decir. —¿Paige mataría por qué? ¿Por qué vosotras pajaritas tenéis vuestro culo en mi cama? —Me levanto de inmediato, suavizando la arruga que he dejado en su colcha. Pero Cass se acuesta, extendiendo sus brazos a los lados, revolcándose. Ella en realidad se revuelca.

—Tu cama es siempre mucho más cómoda que la mía —dice, rodando hacia un lado para oler el edredón de Paige—. Y tus sábanas son más suaves. ¿Qué demonios? —Mamá y papá me dieron las mejores —dice Paige, sacando la lengua. Normalmente, pensaría que estaban bromeando cuando lo hicieron, pero por alguna razón cuando Paige lo hace, parece seria. —Claro que lo hicieron —dice Cass, rodando sus ojos mientras se levanta a sí misma de nuevo para sentarse. Ella mantiene sus ojos en su hermana, mirándola retocar su maquillaje, hasta que finalmente Paige no puede soportar su atención por más tiempo. —¿Qué? —dice, girándose para mirar a su hermana con las manos en las caderas. —Rowe, me temo que vamos a necesitar su ayuda —dice Cass, mirándome. ¡Oh, Dios, no! —¿Mi ayuda con qué? —pregunta Paige, antes de volver su atención a su propio reflejo. —En primer lugar, me tienes que prometer que no te vas a enfadar —dice Cass, y me siento como que estoy viendo al partido de tenis más cauteloso del mundo. Y yo soy la pelota. Paige pone la tapa en su brillo labial y desliza los labios, frunciéndolos de cerca al espejo mientras sus ojos se mueven para mirar a Cass de forma reflexiva. —Estoy bastante segura de que no puedo prometer eso. Sólo una corazonada —dice ella, sosteniendo la mirada de su hermana y agarrándose al borde del lavabo. —Nate invitó a Rowe a venir al partido conmigo y Ty esta noche... para satisfacer a sus padres. Ella no tiene nada agradable que llevar, y yo no soy buena en cambios de imagen, por lo que hemos estado prácticamente sólo fallando en nuestros intentos las últimas dos horas, y tenemos que salir como en treinta minutos —dice Cass, dejando escapar un suspiro agotado cuando termina. Paige no dice una palabra. Ni siquiera parpadea. Pero sus ojos se mueven lentamente de Cass a mí en el espejo. Dejé que me estudiara, levantando los hombros con un pequeño encogimiento de hombros y chupando mi labio superior en contra de mis dientes. Paige y yo somos un mundo aparte, y no puedo decir que me haya acercado a ella. Pero yo

no estaba tratando de ganar algún concurso sobre Nate. Ni siquiera puedo realmente estar con él. Cuanto más tiempo me mira, más incómoda me siento, y sigo esperando que Cass rompa el silencio. Pero ella no lo hace. Finalmente, después de segundos que parecían minutos, Paige se suelta del lavabo y se da la vuelta. —Levántate—dice, con la barbilla en la mano—. Los tonos joya. Tú eres definitivamente de tonos joya. Ella se da la vuelta y comienza a hojear las perchas acolchadas en su lado del armario. Miro a Cass cuando ella me mira a mí y digo—: ¿Tonos joya? —La boca de Cass simplemente se encoge y asiente con la cabeza hacia Paige, diciéndome que preste atención. —Ella es buena en esto —susurra. —¿Cómo te sientes acerca de los monos? —Está sosteniendo una... cosa... de algodón de una sola pieza que es como una camiseta sin mangas y pantalones cortos cosidos juntos. Arrugo mi nariz hacia ella, y ella deja caer su postura con un profundo suspiro—. Bien. Sin monos. Ella trabaja a través de varias perchas más, pero me doy cuenta de que hay una a la que sigue volviendo. Finalmente, sólo se detiene y mira hacia abajo, con la mano en un vestido de algodón azul profundo. —Ven aquí —ordena, así que mis pies se deslizan hacia ella—. Date la vuelta —dice, me muevo de un tirón, así que estoy ahora frente a Cass, de espaldas a ella. Si no estuviera tan traumatizada por su ayuda, podría haberlo visto venir. Pero sin previo aviso, Paige descomprime la parte trasera del vestido que llevo puesto, y la prenda cae al suelo. Mi madre, mi médico y los cirujanos que me operaron son los únicos que han visto mis cicatrices. Cass y Paige están viéndolas a la vez ahora. Son demasiado grandes para ocultarlas y van desde la cadera hasta mi caja torácica derecha: cicatrices profundas, donde los fragmentos de bala penetraron en mi piel y se alojaron en mi cuerpo, y cortes donde los cirujanos de emergencia tuvieron que entrar para sacarlos. No me atrevo a mirar a Cass a los ojos, y su silencio me está haciendo ponerme a temblar. —Aquí —dice Paige, me giro para mirarla de frente. Mis ojos están abiertos, y se amplían más, mientras me giro; cuando finalmente estoy enfrente de ella, estoy esperando ver el asco y el juicio en su rostro. Paige es, quizás, la última persona que jamás querría ver esto. Trato de

mantener mi mirada centrada en la ropa más allá de su hombro en vez de en su rostro, pero ella alcanza mi barbilla con su mano y la inclina hasta que mis ojos se encuentran con los suyos. —Este... —traga saliva, y luego sus labios se curvan en una suave y apretada sonrisa, sus ojos son simpáticos, y, por primera vez desde que la he conocido, autentica—, este es mi vestido favorito. Es suficiente largo para que puedas sentarte en el partido y no tengas que preocuparte, sino que sólo mostrará tus hombros y realmente acentuara tus piernas y el color de tus ojos. Brazos arriba. Ella me desliza el vestido a lo largo de mis brazos y por encima de mi cabeza, tirando del drapeado de la falda hacia abajo rápidamente sobre mis cicatrices sin mencionarlas una sola vez. Hay algunas pequeñas arrugas a lo largo de la espalda, y ella las empuja a su lugar antes de alcanzar mi pelo con sus manos y comenzar a reunir mechones en sus manos. Ella me mueve más cerca del espejo mientras hace esto, y luego se encuentra con mis ojos. —Debes llevar tu pelo así. Como ahora. Es bonito —dice, y me da una mirada silenciosa, pero tranquilizadora. No puedo evitar que mis ojos se humedezcan, por lo que me limpio con la palma de la mano hacia arriba de las dos mejillas y estornudo. —Gracias —digo, y ella alcanza mi mano libre en la suya, apretándola una vez antes de soltarla.

Nate Traducido SOS por Crissern Corregido por Key

—Sí mamá, sólo tendremos que encontrarnos allí. Vosotros ya aparcasteis. A ti y a papá os llevaría mucho tiempo caminar hasta aquí... Bien, te quiero. —Mis padres querían venir a ver nuestra habitación, pero aún sigue siendo de color rosa. De hecho, Ty y yo decidimos dejarla simplemente rosa, y sólo para mostrar a Cass y a Rowe lo mucho que no nos molesta, Ty fue al centro de la ciudad y compró edredones y almohadas de Barbie para nuestras camas. De hecho, estoy nervioso por esta noche... y por Rowe. No puedo evitar pensar que tal vez Rowe se puede sentir intimidada por ir al partido de esta noche. Ty no me deja hablar más del tema. Dice que me estoy convirtiendo en una chica, y un poco lo soy. Septiembre en Oklahoma es extraño. Hace muchísimo calor durante todo el día, y luego por la noche, muchísimo frío. Normalmente estoy bien con que haga frío, así mantengo mis pantalones cortos con la camisa de manga larga negra que llevaba Rowe la otra noche. Huele a ella, y jamás podré lavarla de nuevo. Joder, soy una chica. Estamos caminando de nuestro extremo del pasillo al de ellas cuando salen por su puerta, y dios mío... —Recoge tu barbilla, hermano. Tu chica está buenísima —dice Ty, y yo sólo sonrío porque sí, lo está. Ella lleva puesto un vestido azul que se abraza a su cuerpo y se balancea alrededor de sus piernas cuando camina. En sus pies lleva unas sandalias, pero su pelo está recogido, llevando instintivamente mis ojos a sus hombros desnudos y su cuello. Quiero ser un vampiro. Mientras más se acerca a mí, más se sonroja, y sus manos se aferran a su bolso y el suéter fino que lleva en sus manos. Va a tener frío más tarde, y yo probablemente debería decirle que tome algo que abrigue

un poco más. Pero no lo hago. Este es un movimiento estratégico por mi parte. —Hola —dice ella, casi en un susurro, con sus ojos mirando hacia abajo. Mi corazón late con fuerza tan fuerte que estoy convencido de que todo el mundo a mi alrededor puede oírlo. Rowe y yo no hemos hablado mucho desde la noche en el campo de juego, y se siente como que estamos empezando un poco de nuevo. Quiero sostener su mano en el ascensor, así que hacerlo es mi desafío. Nosotros entramos, y Ty de un tirón pone a Cass en su regazo; Rowe sonríe cuando los mira. Me pregunto dónde ha estado Cass durante toda la vida de mi hermano, porque viéndolos así simplemente parece ser lo correcto. Han estado saliendo desde hace tres semanas, pero se siente como que Cass ha sido parte de él desde siempre. Cuando se cierran las puertas, deslizo mi mano a lo largo de la barra de la parte posterior hasta que se topa con la de Rowe, y cuando ella no se aleja, engancho mi dedo meñique con el suyo. La doy una rápida mirada, y veo en sus labios una débil sonrisa. Eso me alivia, porque ahora no la voy a dejar ir hasta que tenga que hacerlo. Rowe y Cass parecen más hermanas que Cass y Paige. Ambas están llevando el pelo recogido en lo alto de la cabeza, y a pesar de que las dos están llevando vestidos, parece que acaban de llegar de la playa. —Te ves preciosa —digo, inclinándome más cerca de Rowe mientras caminamos por el vestíbulo principal, y aprovecho mi cercanía para enroscar otro dedo a través de ella. —No vas a creerlo, pero este vestido es de Paige —dice, sonriendo y tirando hacia arriba de un lado del vestido para colocárselo un poco. —Guau. No creí que tuviera nada sin bling. —No puedo creer que sepas lo que es el bling —dice Rowe, sonriéndome y alzando las cejas. —Oh, no has visto lo que Ty y yo hemos hecho en la habitación. La hemos transformado entera a bling —le digo, haciéndola reír. Me encanta cuando ella se ríe, incluso sus dientes son condenadamente abrasadores. Apuesto a que usó brackets de pequeña. —Bling completamente, ¿eh? Voy a necesitar ver eso.

Aparte del hecho de que sus hijos han decidido venir a esta universidad, mis padres no tienen ninguna asociación con McConnell en absoluto, pero mirando la configuración de su palco a medida que caminamos hacia arriba y la gente que está pasando el rato con ellos, se podría pensar que eran ex alumnos super-impulsores con edificios con sus nombres. —¿Qué es todo esto? —pregunto, tirando de las sillas plegables de McConnell, situadas bajo el dosel de McConnell, y al lado de los platos y servilletas de McConnell. —Pensamos que sería mejor dejaros las sillas y la carpa a vosotros. Sólo algo divertido —dice mamá, inclinándose para besarme y mirando notablemente a la chica de pie detrás de mí. —Tú madre sólo necesitaba una excusa para ir de compras. Ni siquiera pudimos meter la tienda de campaña en el maldito coche de alquiler. Tuve que ponerla arriba en la baca —dice mi padre, acercándose más para darme la mano y mirando a Cass y a Rowe que están detrás de mí al igual que lo hizo mamá. —Mamá, papá, ellas son Rowe y Cass —les digo, intentando recuperar el frágil control que tenía sobre la mano de Rowe. Ella me agarra un poco más fuerte ahora, y puedo decir que está nerviosa. —Cass, no hemos oído absolutamente nada de ti —dice papá, empujando sus gafas de sol en el bolsillo de su camisa, y por un momento, Cass se ve mortificada—. Eso debe significar que eres muy especial. Nosotros sólo escuchamos las historias de ruptura, y solíamos tener una de esas a la semana. —Eso fue dudoso por un tiempo —dice Cass, y la cara de Ty parece entrar en pánico—. Pinté su habitación de color rosa. —Y la sonrisa de Ty está de vuelta rápidamente. Papá se ríe, acercándose para estrechar la mano de Cass, nuestra madre, espera su turno detrás de él. —Ah, así que eso explica por qué no quieren que nos acerquemos a su habitación. —Fue idea de Rowe —dice Cass, desplazando la atención de papá a Rowe, quien está locamente poniendo y quitando el botón de su bolso, está muy nerviosa por tener que conocer a mis padres. —Recuérdame que te consulte cuando estos dos acorten las sábanas de mi cama durante las vacaciones. Y llenen mi coche con cascaras de cacahuetes. Y pinten mis uñas con rotulador rojo mientras

estoy durmiendo la siesta. —Rowe se ríe ligeramente cuando estrecha la mano de mi padre, y puedo verla relajarse un poco. —Le voy a hacer un manual sobre cómo lidiar con ellos —dice ella, y no puedo evitar acercarme a ella y poner mi brazo alrededor suyo. Al principio, temo que ponga distancia, pero en su lugar, alcanza las yemas de mis dedos con su mano y se aferra a mí. —Rowe, encantada de conocerte —dice mi madre, y me da un guiño de lado, que me hace saber que ella da el visto bueno. Mi madre aprueba mi gusto también. —Gracias por haberme invitado, Señor y Señora Preeter —dice Rowe cuando estrecha la mano de mi madre, su voz es vacilante; de hecho, puedo oír su pulso acelerándose a través de sus cuerdas vocales. Mi madre se aferra a su mano y la cubre con la otra, mirando directamente a Rowe a los ojos. —Por favor, sólo Cathy y Dave. Y es un placer —dice mamá. Veo a Rowe susurrar los nombres de mis padres para ella misma cuando ellos se dan la vuelta, como si estuviera tratando de memorizarlos, y casi me inclino para besarla en la mejilla cuando lo hace, pero eso me sorprende a mí mismo.

McConnell es más que una escuela de béisbol, que lo que parece. Para el tercer tiempo, los McConnell Bulls estaban detrás de los Miller Pirates por cuatro touchdowns, y el estadio sólo estaba a un tercio del camino completo. Me senté junto a Ty, y las chicas se sentaron en frente de nosotros. Yo estaba lleno, una de las cosas buenas de sentarse en el palco era la comida gratis, y buena comida, también. No es la mierda que he estado comiendo en la cafetería. Puedo decir que Cass y Rowe están discutiendo sobre algo. No es una lucha seria ni nada, pero Rowe definitivamente parece descontenta. Le doy un codazo Ty y las señalo con la cabeza; él simplemente se encoge de hombros. Estoy tratando de no fisgar, pero estoy escuchando retazos. —¿Dónde se supone que me voy a quedar? —susurra Rowe. Cass dice algo, pero no puedo entender que. —Cass... ¿por favoooor? ¿No puedes ir tú allí? —Más susurros, y Rowe se vuelve a mirar detrás de ella, sólo lo suficiente, que salto y rápidamente finjo que estoy intensamente concentrado viendo lo que está sucediendo en el campo.

Cuando termina el tercer tiempo, Cass se levanta de su asiento y Rowe se desliza hacia abajo en el suyo. Observo cuidadosamente mientras Cass camina hacia el otro lado de Ty, susurrándole algo en el oído, y pronto él quita el freno de seguridad de su silla y Cass agarra su bolso de una mesa. —Nos vamos. Mamá, papá, chicos ¿nos vemos mañana en la cena? —Mi madre se inclina y besa a Ty en la parte superior de la cabeza y sacude la mano de Cass de nuevo, caminando a la puerta de la suite antes de regresar a su asiento. Rowe está sentada sola directamente delante de mí, y se hace cada vez más pequeña con cada segundo que pasa. —¿Está ocupado este asiento? —Me apoyo en el respaldo del asiento que Cass dejó libre, sintiéndome como un idiota, pero muriendo por estar más cerca de ella. Ella sólo sonríe y mira al campo—. Sabes no tenemos que quedarnos, a mis padres no les importará. La empresa de mi padre tiene una sucursal aquí. Que es por lo que consiguieron los asientos. Ellos no pagan por ellos. —Quiero quedarme hasta el final —dice ella, con una sonrisa falsa y rígida. —Por supuesto —digo, deslizando mis pies hasta que se apoyan en el bar enfrente de nosotros. Mantengo mis manos en mi regazo, porque Rowe está abrazándose a sí misma de nuevo. Estoy bastante seguro de saber por lo que ella y Cass estaban peleando, pero quiero que ella me lo diga. No quiero ser el idiota que la empuja a pasar la noche en mi habitación cuando ella claramente no quiere hacerlo. —Paige llamó. Se aloja en la casa Delta este fin de semana. Ella probablemente va a marcharse allí en una semana o dos. A ellas les gusta ella. —Rowe mantiene sus ojos en el campo cuando habla. Trato de no mantener la mía en ella, también, pero me deslizo cada pocos segundos para echarle un vistazo a la inquietud en sus manos y el movimiento de su pierna. —Oh. Bueno... ¿Supongo que me alegro de que Paige haya encontrado a su gente? —No sé qué decir, y ni siquiera puedo hacer una broma divertida. —Ty va a pasar la noche en nuestra habitación. —Sospeché eso desde hace rato, y estoy haciendo volteretas interiormente ante la idea de que Rowe venga a casa conmigo. Pero quiero que ella quiera estar allí. El sentimiento forzado que emana de su cuerpo se siente realmente apestoso.

—Bueno, siempre está mi amigo el sofá del salón —digo, finalmente volviéndome hacia ella para poder ver cómo reacciona. Cuando no lo hace, estoy aún más confuso, ya sea porque la he ofendido al no ofrecerle mi casa o porque ella es realmente indiferente respecto al sofá del salón. —¿Puedes prestarme una manta? ¿Y tal vez unos pantalones de deporte o algo así? No creo querer volver a mi habitación si puedo evitarlo —dice ella, torciendo sus labios y con los ojos aún no del todo sobre mí, pero mirando hacia abajo. —Por supuesto. Puedo prestarte una manta. Y tengo algo de ropa. —Esto apesta.

rowe Caminamos de regreso a su habitación, y todo el tiempo estuve luchando internamente, tratando de obtener el valor para preguntarle si podía quedarme con él. Mi cuerpo quiere estar allí, y una parte de mí estaba en realidad un poco emocionada cuando Cass me puso en esta situación. Pero la otra parte de mí se siente enferma de pensar, sin saber que significará si paso la noche con un chico. Y me pregunto que podría esperar Nate. —Aquí, vamos. Puedes usar mi nueva manta —dice, encendiendo las luces y recordándome que su habitación todavía es de color rosa. Eso me hace sonreír. Miro hacia la esquina y traslado la mirada a su cama, donde hay extendida una manta brillante de Barbie. —Ahhh, el bling. Ahora lo entiendo —le digo, muy muy impresionada. —Te lo dije. Los Preeters no nos avergonzamos. Nosotros nos abrazamos —dice él, llegando al hueco entre su cama y la pared para sacar una mullida almohada púrpura con forma de corazón. La sostengo entre mis brazos y él sonríe con orgullo. Sigo esperando algún defecto, algo que me haga no quererlo. Pero todo lo que hace tiene el efecto contrario. —Aquí, puedes ponerte esto. Puedes cambiarte en nuestro armario si quieres. Te lo prometo, no voy a mirar. —Él se tapa los ojos, pero deja grietas entre los dedos, lo que me hace reír. Cojo la ropa de él y le doy un tirón a la luz de su armario, mientras cierro la puerta. Él me ha prestado una camiseta gris de manga larga de béisbol de McConnell, la deslizo sobre mi cabeza, tirando de los tirantes del vestido por debajo de mis hombros. Esperaba que el vestido se deslizara por mi cintura, pero tiene dos broches de presión que siguen estando cómodamente en su lugar, y no importa de cuántas maneras me retuerzo y estiro, no puedo llegar a ellos. —¿Todo bien? —He estado aquí durante varios minutos, y mi pulso se acelera tan rápido que estoy empezando a sudar. —Uhhhhh —le digo, mientras apoyo la frente contra la puerta. Respira, respira.

—¿Los pantalones de chándal no tienen lazo? —Se ríe. Todo mi cuerpo está temblando y mis dedos están entumecidos mientras agarro la manija de la puerta del armario y la giro abriendo la puerta. Cuando miro hacia fuera, él está sentado en el borde de su cama, pero se levanta rápidamente y se acerca más a mí, poniendo su mano sobre sus ojos, sin hacer trampa esta vez. —Es mi vestido. No puedo llegar a los broches de presión. —Oh. —Se detiene durante unos segundos, aún evitándome con sus ojos, y me encanta que no quiera aprovecharse de mí. Él es todo un modelo de la escuela de caballeros. —Está bien. Tengo puesta tú camiseta. Puedes simplemente... no sé, ¿tal vez levantar la parte posterior y desabrochar los broches de presión? Puedo oírle tragar, y luego se quita lentamente la mano de los ojos, con cuidado de mantener su mirada en mi cara. —Sí, puedo hacer eso. Me doy la vuelta y muevo mi cola de caballo hacía un lado de mi cuello. Unos segundos más tarde, siento que su mano levanta cuidadosamente la parte inferior de la camiseta, arrastrándola lentamente hacia arriba. Cuando llega a los broches de presión, se detiene, no sabiendo cómo hacerlo. Es imposible que sus dedos no toquen mi piel desnuda cuando los agarra y tira de la tela para desabrocharlos, y esa pequeña, suave caricia hace latir mi corazón a toda marcha. El vestido comienza a deslizarse; Yo trato de atraparlo, pero su peso lo hace caer por mis piernas rápidamente. Nate se aleja, moviendo las manos a sus lados; Me vuelvo hacia él, tirando de la parte inferior de su larga camisa hacia abajo para cubrir mis muslos. Él no está mirándome a los ojos esta vez. —Gracias —le digo, arrastrando el vestido con mis pies y metiéndome en el armario y cerrando la puerta de nuevo—. Voy a estar bien. Me pongo los pantalones de chándal con rapidez cuando cierro la puerta y me agacho para recoger el vestido de Paige, doblándolo lo mejor que puedo. Todo se siente urgente. Salir de este armario se siente urgente. Salir de esta habitación se siente urgente. Obligar a mis ojos a cerrarse... ¡mierda! No tengo mi Ambien.

Cuando abro la puerta, hago todo lo posible para poner una cara agradecida. Pero sólo hasta darme cuenta de que no sólo voy a estar descansando durante horas en un sofá a la intemperie cerca del lugar donde la gente va y viene libremente durante toda la noche, sino cualquier esperanza de quedarme dormida esta noche es discutible, porque no he dormido sin la ayuda de mi medicina desde hace más de 700 días. Cojo el edredón doblado y la pequeña almohada de corazón de su silla, poniéndomelos debajo de un brazo y el vestido de Paige bajo el otro. —Gracias. Voy a... solo estar de vuelta en la mañana, ¿supongo? —Cuando quieras. Quiero decir, no sé cómo voy a dormir sin Barbie, pero... me las arreglaré. —Él sonríe justo lo suficiente para mostrar un hoyuelo en su mejilla derecha. Cruzo por la puerta y me concentro en poner un pie delante del otro, enfadada conmigo misma por ponerme en esta situación. La puerta del salón está cerrada, pero no con llave, así que me deslizo dentro, cerrándola detrás de mí de nuevo. La pared está completamente aventanada, pero hay un sofá que está más en la esquina, lejos de la vista directa. Respiro profundamente y centro mi cabeza en ello, coloco primero la almohada y el vestido en la mesa de estudio, y luego extiendo la manta en el sofá para que pueda tumbarme sobre ella y taparme al mismo tiempo como si fuera un taco. El sofá es duro, e incluso Barbie no puede ablandarlo. Hay una televisión colgada en la pared, pero no veo el mando a distancia por ningún sitio, así que al final me doy por vencida y me acuesto con la almohada púrpura de corazón contra mi pecho como protección. Mis ojos están muy abiertos, y mi corazón está triste. Normalmente, cuando me siento así, es porque me estoy acordando de Josh y cómo se veía cuando me acompañaba de regreso a casa, o cuando salía corriendo del campo de béisbol, o cuando me esperaba en mi taquilla. Pero en este momento, estoy pensando en Nate, y el toque ligero como una pluma de su mano en mi espalda, y cómo eso encendió mi cuerpo en llamas. —Vamos —dice Nate, asomándose por la puerta abierta del salón. —¡Oh, no, está bien! Estoy bien. —Me acuesto. —No, no estás bien. Eres terca. Ahora coge a Barbie y sígueme, Treinta y tres.

Se siente diferente cuando entro a la habitación de Nate por segunda vez. Está oscuro aquí, sólo está encendida la pequeña luz del armario que apenas está abierto. Me doy cuenta de que la manta de Ty está ahora en la cama de Nate, lo cual me hace preguntarme si él planeaba solo irse a dormir, o si el motivo era que me estuvo esperando hasta que tuvo que venir a buscarme como lo hizo. —Puedes dormir en la cama de Ty, si quieres. Tomé su manta. Ya sabes, ¿a salvo de sus piojos? —Hoyuelos. —Gracias. —Le sonrío, extiendo a Barbie en el colchón de Ty, y coloco el vestido de Paige sobre la silla del escritorio de Nate—. ¿Puedo quedarme con Abundante? —Oh. Dios. Mío. Le has puesto nombre a la almohada. Sí, puedes seguir con Abundante —dice, rodando los ojos, pero riendo lo suficiente por lo que sé que está bromeando. —Dice el hombre que llama a su manta Barbie —bromeé de vuelta. —Si vas a burlarte de Barbie, puedes dormir sin una manta, señorita —dice él, fingiendo levantarse y tirar de la manta de la cama de Ty. Salto a la cama y cojo la manta en mis brazos rápidamente. —¡No! No. Estaba bromeando. Me encanta Barbie. Ella y yo somos amigas —le digo, riendo. ¿Desde cuándo puedo reír? —Hmmmmm —se queja él, se da la vuelta, y se tumba en su cama tirando de la manta de Ty hacia arriba hasta su cuello, sus largas piernas se quedan destapadas porque la manta es demasiado corta—. No sé lo que siento respecto a que tú y Barbie seáis amigas. Se queda callado después de eso, y me alegro de que la habitación esté tan oscura como lo está. Pero todavía puedo ver sus ojos. Están abiertos, y me están observando. Yo le estoy mirando también. Él está usando la versión de manga corta de la camisa que llevo puesta, y un par de pantalones cortos de baloncesto negros, y todo en él me hace desear que me toque, un sentimiento con el que lucho e intento ignorar, aunque lo hago mal. Nos miramos en silencio durante casi quince minutos, turnándonos en cerrar los ojos, tratando de engañar al otro y que piense que estamos dormidos, y un par de veces nos reímos en voz baja cuando nos cogemos entre sí. —¿Alguna vez has pedido un deseo? —dice, de la nada. Su voz rompe el silencio espeso, y eso hace que mi corazón de un salto. Creo que habría saltado al escucharlo de todos modos.

—Todo el tiempo —digo, pensando en la cantidad de veces que he deseado que esas balas impactaran en mí en lugar de en Josh y Betsy— . ¿Tú? —No —dice, y me pongo a reír, pero me doy cuenta de que él no lo hace—. Acabo de pedir el primero en años. Respira. —¿Oh sí? ¿Quieres a Barbie de vuelta? —No —dice sonriendo—. Desearía que estuvieras aquí en vez de allí. Oh. Más segundos pasan, y dejo que se deslicen en minutos, mis ojos no pueden salir de los de él. No preguntó. Él no lo hizo con doble intención. No ha sido más que perfectamente sincero, está bien, terriblemente sincero. Nos quedamos así durante quince minutos más mirándonos el uno al otro, este nuevo sentimiento nos engulle a ambos a toda velocidad, hasta que finalmente Nate rueda a su espalda y luego al otro lado, de espaldas a mí. Más segundos. Más minutos. Observo el ascenso y la caída de su cuerpo con cada respiración, y es constante y regular, pero sé que todavía está despierto. Ser amiga de Cass, ser amiga de Paige, incluso ser amiga de Ty, es todo parte de mí curación. Pero lo que voy a hacer en este momento no tiene nada que ver con mi propio crecimiento personal y la superación de mi trauma. Ser amiga de Nate es un nivel al que dejé desempolvarse al segundo de conocerlo. Y en este momento se trata de mí, y los golpes en mi pecho, y la voz en mi cabeza que me dice que tome lo que quiero. —¿Nate? —digo, con mis ojos cerrados herméticamente. —¿Sí? —¿Puedo ir allí? —Abro los ojos tan pronto como digo las palabras sorprendida de que salieran de mis labios. Se vuelve para mirarme a la cara, levantando su manta, y de alguna manera encuentro mi equilibrio y voy de puntillas al otro lado de la habitación, y me acuesto junto a él, y siento que es el lugar más increíblemente seguro en el que he estado jamás.

Él es lento con su brazo, tirando de la parte superior de la manta sobre mi hombro y luego colocándolo alrededor de la parte delantera de mi cuerpo para tirar de mí y ponerme cerca de él. Desliza el otro brazo bajo mi cabeza como almohada, y mi cabeza se apoya en gran medida en sus bíceps. Alcanzo y me quito el lazo de mi pelo, dejándolo caer suelto. La mano de Nate se desliza a lo largo de mi brazo cuando lo hago, a continuación, pone sus dedos sobre mi cuello y entre mi pelo, sacándome un montón de mechones y colocándolos a lo largo de mi piel. Él continúa recorriendo con sus dedos la línea de mi cabello por detrás de mi oreja, cada toque suyo es como una ola rompiéndose sobre mí, por lo que mis ojos se sienten pesados. —¿Oye Nate? —le digo, con mi voz apenas en un susurro. —Mmmmm —dice, presionado contra la parte posterior de mi cabeza mientras tira de mí para acercarme aún más, sin dejar de enrollar mi pelo entre sus dedos. —Debes pedir más deseos —le digo. —Acabo de pedir, como, unos veinte. Pero no te preocupes. Soy paciente. Todos los nervios de mi cuerpo hormiguean con lo que sea que estamos haciendo. Esto ya no es sólo un coqueteo. Se trata de niveles más allá del coqueteo. Y estoy a punto de dormirme sin la ayuda del Ambien por primera vez en meses.

Rowe Traducido por Nanami27 Corregido por Key

Incluso tu canción favorita en el mundo entero se hace vieja cuando es tu tono de llamada y tu madre sigue llamando a tu teléfono una y otra y otra vez. La primera vez, estiré la mano al suelo y golpeé ignorar. La siguiente vez lo dejé sonar, y mantuve mis ojos en los párpados de Nate, esperando que se despertase. Cuando ella volvió a llamar, esta vez despertándolo completamente, supe que tenía que responder. —Hola, mamá —digo, mis labios apretados con fuerza, y cada nervio de mi cuerpo disparándose ante la comprensión de que ahora estoy hablando con mi madre mientras estoy recostada en los brazos del chico que conocí en la universidad. Casi me río porque es una típica y normal cosa para suceder. Es también una de esas cosas que nunca pensé que me pasaría. —¿Estás bien? No contestaste de inmediato —dice, su voz ahondando en un tono que dice—: Estoy preocupada por ti, ¿estás comiendo, debería reservar una cita con Ross? —Estoy bien, mamá. Estaba lejos de mi teléfono —digo. Cuando ruedo mi cabeza sobre el brazo de Nate para mirarlo, él articula para mí: “Mentirosa,” y empieza a hurgar en mis costillas, haciendo todo lo posible para hacerme perder el control. —Quería revisar los detalles del vuelo contigo, para el próximo fin de semana —dice ella. De alguna manera, ya he estado fuera durante tres semanas. Esas primeras noches, estaba obsesionada con esta fecha, sabiendo que era mi recompensa por un hito, mi primer viaje a casa, la oportunidad de retractarme de todo si no creía que pudiera hacerlo. Sin embargo, ahora, no me quiero ir—. Papá te recogerá cuando tu vuelo llegue. Voy a tratar de incorporarme para poder verte, ¿de acuerdo?

—Claro, eso está bien. —Todo lo que era hace unos segundos increíble y maravilloso es tenso, incómodo y triste. Me obligo a mantener la apariencia feliz por los pocos minutos que dura mi conversación telefónica con mi madre, y me las arreglo para finalizar la llamada sin que me cuestione de nuevo. —Supuse que si quería darle una buena impresión a tu madre cuando me encuentre con ella, probablemente debería no hacer bromas sexuales en el fondo de su llamada telefónica —se burla Nate. Todo lo que escucho es la palabra sexo. —Oh, es probable que no llegues a conocerla alguna vez —digo, tratando de ocultar mis mejillas enrojecidas. Me doy cuenta de que los brazos de Nate caen planos a sus costados, y su sonrisa se desvanece. Su alegría de repente se ha ido mientras se aleja de mí, los músculos de su mandíbula flexionándose. —Tengo que realizar mi entrenamiento. Puedes pasar el rato aquí todo el tiempo que quieras —dice él, empujándose a sí mismo hasta el final de su cama y parándose al pie de ella, con los ojos ni una sola vez aterrizando en mí. —¿Pasa algo? —Mi pregunta sale suave y tímida, y estoy desesperada por saber qué de repente metió tanta distancia entre nosotros. Nate solo se detiene en la puerta de su armario, su mano sosteniendo el marco, mientras que su espalda da para mí, y toma una respiración profunda. —No pasa nada, Rowe. De verdad —dice él, volviendo a sonreír, pero sus labios ya no se estiran a la distancia completa de su rostro, y sus ojos todavía no se encuentran con los míos—. Mis padres me llevarán a mí y a mi hermano a cenar esta noche. Puedes venir si quieres. Estoy seguro de que Cass estará allí. La forma en que me lo plantea me tiene confundida sobre cómo responder. Casi suena como si se sintiera obligado a invitarme, y no quiero eso. Tal vez está preocupado por cómo voy a hacer frente a un nuevo restaurante. Mientras él está en su armario, tiro de la manta sobre su cama, sonriendo por la forma en que se ve, volantes rosa y arco iris en todas partes. Recojo el resto de mis pertenencias y me siento al final de su cama, esperando por él. No es mi intención mirar, pero cuando su cuerpo pasa por delante de la puerta ligeramente abierta, no puedo evitar ver

más de él de lo que probablemente se supone que haga —sus abdominales son tan definidos como los recordaba de la primera noche que me topé con él, y la línea de su musculoso torso se profundiza en un par de shorts de corte bajo que dejan muy poco a la imaginación. Verlo —esa parte de él— es intimidante y tiene mi pulso acelerado. —Por lo tanto, ¿nos vemos más tarde? —dice, finalmente parado en la puerta, sus shorts de entrenamiento puestos y una camiseta gris en la mano. Parpadeo, probablemente más de lo que debería, y cuanto más tiempo me lleva responder, más nerviosa me pongo—. A menos que no estés de acuerdo... —No, me encantaría. Lo siento, estaba... —Estaba dando los toques finales a mi retrato mental de su cuerpo, como una pervertida, eso es lo que estaba haciendo. Nate solo sonríe, pero todavía no la sonrisa completa de antes. Él se acerca, y cuando sus pies están casi directamente en frente de mí, cierro los ojos, esperando el beso que nunca llega. En lugar de eso me da palmaditas en la cabeza, como una hermana pequeña, y se dirige hacia fuera para su entrenamiento de la mañana. Cass y Ty finalmente despertaron alrededor del mediodía. Yo tenía hambre, y Nate no tenía nada para comer en su habitación, así que me obligué a visitar la cafetería sola. Mi cuerpo no reaccionó tan mal como pensé que lo haría, pero aún tenía que sentarme en la esquina, con la espalda pegada a la pared. Comí cereales, el tipo de caja que doblas en un bol, y guardo la caja cuando he terminado, mi trofeo por dar un paso tan grande. Cuando regresé, mi habitación estaba finalmente abierta, por lo que entré y puse mi tazón de cereales en el estante junto a mi escritorio. —¿Guardando para ganar el premio? —pregunta Cass, señalando a la caja vacía de Sugar Loops. —Algo así. —Sonrío. —Entonces, ¿cómo estuvo tu noche? —Cass quiere detalles, y sé que está esperando que mi noche haya sido similar a la de ella. Pero sé que no lo fue. Probablemente ni siquiera estuvo cerca. Pero en muchos sentidos, creo que fue probablemente un millón de veces mejor—. ¿Esa sonrisa en tu cara significa lo que creo que significa? —Noooooo —digo, lanzando el vestido de Paige hacia ella—. Nosotros solo... dormimos. Pero fue muy, muy, muy agradable.

—Hmmmmmm, suena muy, muy, muy aburrido —dice, sobreexagerando su ceño para subrayar su decepción—. ¿Quieres escuchar acerca de mi noche? —Oh, ¡Dios, no! —Debo estar completamente distraída por esta nueva experiencia de tener una amiga, porque por alguna razón empiezo a cambiarme la ropa de Nate justo en frente de ella, sin ni siquiera intentar ocultar las marcas horribles en mi cuerpo. No es hasta que subo mi propio par de shorts hasta mis caderas y los abotono que me vuelvo hacia ella y noto su mirada fija. Solamente empeoraría las cosas agarrar la camiseta de Nate o mi manta y cubrirme a mí misma rápidamente, así que no lo hago. En su lugar, solo me congelo, dejando que mis brazos caigan a mi lado y girándome aún más para que verdaderamente pueda verme—. Se han puesto mejor —digo, la fuerza en mi voz sorprendiéndome incluso a mí. —¿Qué pasó? —pregunta, doblando sus piernas para sentarse con comodidad en su propia cama. Creo que esa es una de las cosas que más me gustan de Cass, lo poco que sé de ella hasta ahora. Ella es franca, de una manera que corta a través de la mierda en la vida. La mayoría de la gente bailaba alrededor de las preguntas, no queriendo herir mis sentimientos. Pero estoy empezando a darme cuenta de que todo lo que se oculta en las sombras hace mucho más daño a mis sentimientos que solo mostrar al mundo lo que realmente soy. Paso mis dedos sobre los cortes profundos unas cuantas veces, chupando mis labios para mantener mi entereza mientras dejo que los recuerdos inunden a través de mí. Recogiendo mi camiseta, la deslizo sobre mi cabeza lentamente, tirando de la parte inferior hacia abajo para que se encuentre con mis shorts y oculte la prueba de mi historia de nuevo. —Hace dos años, hubo un tiroteo en mi escuela. ¿Alguna vez has oído hablar de la Secundaria Hallman? —Esta es la segunda oportunidad en que he contado esta historia alguna vez. Con Nate, fui más prudente y emocional. Pero las cosas son diferentes con Cass. Con ella, estoy buscando un aliado, alguien que pueda explicar mi extrañeza cuando surja de forma inesperada… y que vendrá. Vendrá en tropel. —Creo que sí. Esto suena horrible… pero hay tantos tiroteos en las escuelas, en cierto modo las confundo —dice ella, su rostro mostrando una disculpa ya que no recuerda cada detalle del mío. —Está bien. El mío no fue uno de los más notables. Quiero decir, lo fue para mí, por supuesto, pero no para el resto del mundo.

Meto la mano en el cajón de la parte inferior y agarro las fotos que escondí allí el otro día, luego me uno a Cass en su cama. Al igual que hice con Nate, rememoro lo básico, enfermedad mental, hombre con una pistola, la cafetería, Josh y Betsy. —Estos somos Josh y yo en el invierno formal —digo, mostrándole mi imagen favorita de los dos. Me gusta esta porque lucimos mucho mayores de 16. Tal vez me gusta fingir que llegamos a crecer juntos después de todo. Tengo menos fotos de Betsy, pero le muestro las pocas que he conservado. Betsy era mi otra mitad, la chica que realmente me conocía. Nos conocimos en el jardín de infancia y fuimos inseparables desde entonces. —¿Así que Betsy no lo logró? —pregunta Cass, entregándome el pequeño montón de fotografías de nuevo. Niego con la cabeza un no y las miro en mi regazo, todo lo que queda de las dos personas más importantes en mi vida resumidas en siete imágenes. —Guau. Bueno, eso es... —Ella hace una pausa durante unos segundos, meneando la cabeza de lado a lado mientras piensa en la palabra perfecta—. Mierda. Es simplemente mierda. Su elección me hace reír, y reír con fuerza. Porque sí, es mierda, y esa es realmente la única palabra perfecta que hay para mi historia. —¡Oh, Dios mío, es taaaaan mierda! —digo, poniendo en un tono de las Chicas de la Pradera. Burlarme de mi propia tragedia se siente bien, y ojalá lo hubiera hecho antes. —¿Cieeeerto? Quiero decir, como, oh Dios mío, ¡qué estúpida manera de empezar el verano! —Cass está hablando como una Chica de la Pradera conmigo, y me estoy riendo tan fuerte me duele el estómago. —¡Totalmente! —le respondo entre risas. Estamos rodando de espaldas, con las lágrimas cayendo de las arrugas de los ojos cuando Paige entra. —Oh, Dios mío, así que, Paige, ¿quieres totalmente escuchar mi historia mierda? —le digo, apenas capaz de terminar la frase, me estoy riendo tan fuerte. —Uhm, ¿supongo? —dice Paige, moviéndose hacia el armario para colgar su suéter en el gancho en la parte posterior de la puerta.

—Como, cuando tenía dieciséis años, este chico vino a mi escuela y le disparó a mi novio y mi mejor amiga. Quiero decir, ¿de veras? ¿Quién hace eso? —Cass se está sosteniendo el estómago porque se está riendo demasiado fuerte, su cara se pone roja, y casi estoy gorgoteando entre mi discurso. Paige sale del armario, con los ojos muy abiertos y centrados en mí; me doy cuenta de que en realidad ella no está en la misma broma que Cass y yo, y entonces me doy cuenta de que sí, estoy siendo probablemente muy insensible y tal vez un poco loca en este momento. Pero me importa una mierda. —Rowe, si te estás inventando esto, juro por Dios que voy a golpearte. Eso no está bien, y no es divertido —dice ella, con la mano en la cadera, lo que solo hace que mi risa rompa de nuevo. —Oh, Paige. Si solo se tratara de una broma —le digo, mis lágrimas medio de risa y medio de verdad, y el escape se siente eufórico. Una vez que me calmé, compartí las fotos con Paige también. Fue mucho más seria en su respuesta que Cass, más como mis padres y otras personas de mi ciudad natal. Ella fue simpática y amable, pero creo que me gustó más la respuesta de Cass. Necesito que más gente me trate así… normal. Paige nos dijo que se iba a mudar la próxima semana a la casa Delta, y pude decir que Cass estaba feliz por eso. Creo que disfrutaba de la idea de no ser una gemela por un tiempo, no es que no hubiera algo remotamente similar sobre ella y su hermana. Sorprendentemente, sin embargo, la partida de Paige me hizo sentir un poco triste. Ella era más que sus apariencias, y sentía como si estuviera llegando a conocer a su yo real. Paige se fue en la tarde para una cita, al parecer se movió rápidamente de su amor por Nate a un miembro del equipo de fútbol. Durante la última hora, he estado sentada inmóvil, observando a Cass probarse trajes para la cena a la que estaba medio invitada a ir, y cuando Cass nota que no me estoy alistando, me pregunta—: ¿Solo vas a ir así? —Ella hace un gesto a mis shorts y mi simple camiseta azul. —No estoy segura de si Nate realmente quiere que vaya. Él fue algo... no sé, raro al respecto —digo. —Hmmmm —dice Cass, tratando de alcanzar mi mano para tirar de mí hasta estar parada en frente de ella. Cuando estoy completamente de pie, eslinga mi brazo hacia delante, empujándome hacia mi ropa en el

armario y golpeando mi trasero cuando paso—. Este es el trato. No sé lo que quieres decir por raro, pero Nate tuvo unas horas de conversación para los preparativos con Ty y conmigo el otro día, tratando de reunir las pelotas para invitarte a cenar. Así que, si no te presentas, vamos a sentirnos como fracasados. Ahora ponte algo bonito, y apúrate, llegamos tarde. Amo a Cass. Está decidido; ahora ella es mi mejor amiga.

Nate Traducido por Jazmin Corregido por Pily

Por lo general, un entrenamiento muy duro me ayuda a deshacerme de las ganas de golpear algo, pero no esta vez. Está todavía aquí, una sensación de una bola de energía proveniente de mis bíceps y deslizándose a través de mi puño. No sé por qué me importa tanto y tan rápido, pero lo hace. Cuando Rowe dijo que no creía que alguna vez conocería a sus padres, fue como si un accidente de coche emocional se encendiera en mi pecho. Fue una declaración sin importancia para ella, pero para mí había sido tan condenadamente importante. Simplemente no soy de ese tipo, el tipo que mantiene las cosas en compartimientos y necesidad de satisfacción y sin enredarlos con el resto de la mierda que pasa en su corazón y su cabeza. Traté de ser ese chico por unos meses, y apestó. Me sentí como un idiota. Era un idiota. Mi recorrido por el mundo de los estúpidos fue breve —nop, no para mí. —¿Viene Rowe? —pregunta Ty, manteniendo su brazo lejos de mí hasta los botones de los puños en su camisa. Siempre nos vestimos de gala para la cena del domingo con mis padres. Mi madre siempre insistía en eso cuando éramos niños y nos reuníamos en casa, y eso se convirtió en una especie de tradición, incluso si salíamos a cenar. —No sé, no me importa —digo, sin levantar los ojos para encontrarme con los suyos y solo centrándome en el botón delante de mí. Hay un suave golpe en la puerta detrás de mí, y su voz le sigue. —¿Está bien si voy? —pregunta Rowe, sus palabras empujan la esquina de mis labios en una sonrisa en contra de mis deseos. —No me importa mi trasero —susurra Ty, inclinándose hacia adelante—. Rowe, sé que esto probablemente no es apropiado, pero demonios chica. ¡Te ves caliente!

Su risita empuja mis labios el resto del camino. No me he girado a verla aún, y parte de mí quiere hacerlo, sabiendo que me acabara completamente. Acabo los últimos botones de mi propia camisa, un sencillo blanco a medida que dejé fuera del pantalón y luego me giro para ver directo a mi hermano. Así es como una chica roba tu corazón. El cabello de Rowe está en ondas, la parte delantera puesta a un lado con una pequeña trenza manteniéndola en su lugar. Todo sobre su rostro es simple y puro, absolutamente besable. Usa un vestido largo negro con sandalias planas negras que de alguna manera la hacen ver como si fuera más alta gracias a la hendidura a lo largo del lado de su pierna mostrando lo que se está convirtiendo en mi parte favorita de su cuerpo. Estoy cada vez más cerca de ella sin darme cuenta, y cuando la alcanzo, toco la punta de mis dedos en su barbilla y giro su rostro para poder darle un beso en la mejilla. —¿Puedo? Solo asiente; sus ojos mirando lejos y su timidez haciéndola sonrojarse. Meto su cabello detrás de su oreja, dejando a mis dedos permitirse un ligero roce a lo largo de su hombro, yaciendo a lo largo de su cuello. Cuando mis labios encuentran su mejilla instantáneamente me cargo con una necesidad de besarla más, pero no lo hago. No lo haría, a menos que me lo permitiera. —Ty tiene razón —sonrío—. Te ves caliente. —Bueno, estás acostumbrado a la mujer ideal debido a tu nueva obsesión Barbie. Solo estás fantaseando —bromea, y puedo decir que es porque está incómoda con la atención. —Sí, bueno, puedes girar su cabeza completamente alrededor de su cuerpo, así que eso es un poco difícil de superar —le digo, tratando de ponerla cómoda de nuevo. —Oh, la mía también lo hace —guiña. Sí, corazón... robado.

Mis padres se encuentran con nosotros en el único semi-buen restaurante cerca del campus. Mi madre dice que no es una cena de lujo a menos que el lugar sirva pan antes de comer, así que siempre insiste en lugares como éste. Es un restaurante de carnes llamado Morgan, y estoy emocionado de que mis padres vayan a pagar la cuenta. —Rowe, Cass, estamos tan contentos de que pudierais uniros a nosotros —dice mi madre, estirándose para abrazar a ambas chicas. Saco

el asiento de Rowe a mi lado, y ella se desliza en él, sus dedos sujetándose en el lado de su vestido. —Así que, Cass ¿Ty nos dijo que estás estudiando educación física? ¿Tienes la esperanza de enseñar? —pregunta mi padre. Me doy cuenta de que las manos de Rowe se flexionan y aprietan aún más cuando Cass responde a la pregunta de mi padre. Está esperando que la pregunta que venga sea para ella, y está preocupada porque no tenga una respuesta. También estamos sentados en el medio del restaurante, y puedo ver sus ojos saltando de un lado a otro, furtivamente en miradas a su alrededor. Sin siquiera pensarlo, deslizo mi mano por su pierna y alcanzo sus dedos. Se asusta al principio, y le doy un diminuto encogimiento de hombros, esperando que me utilice como fortaleza, solo por esta noche. Su mano se mueve a la mía, y pronto está sosteniendo mi mano con fuerza. —Me gustaría entrar en trabajo de rehabilitación —termina de explicar Cass. Veo que mamá mira a Ty, asintiendo con la cabeza y sonriendo con su aprobación. Ty pone los ojos en blanco, pero sé que le gusta mucho Cass. —¿Qué hay de ti, Rowe? ¿Qué estás estudiando? —pregunta papá, y siento su agarre de alguna manera más fuerte. Nunca sabrías del esfuerzo sucediendo debajo del mantel por la mirada de completa calma que Rowe mostraba, y estoy realmente muy impresionado. —Bueno, realmente no lo he decidido aún. Pero estoy pensando en filosofía o arte. —Su voz se arrastra al final, casi como si estuviera haciendo una pregunta, tan ansiosa de que mis padres la aprueben. Rowe no tiene idea de lo perfecta que fue su respuesta, pero está a punto de descubrirlo. —Sabes, Cathy es artista —dice papá, siempre el primero en alardear de mamá. —Tengo un pequeño estudio —dice mamá modestamente. La verdad es que tiene tres pequeñas galerías de estudio en Nueva Orleans y California, y vende mucho de su trabajo. Hace trabajos de escultura y metal, no sé mucho sobre su mundo, pero sé que la gente le paga mucho dinero cuando encargan una pieza. —Deberías ver el sitio web de mamá —digo, consiguiendo la atención de Rowe—. Hace esculturas de metal. Apuesto a que te gustaran. —Rowe se muerde el labio y sonríe, su agarre en mi mano aflojándose con cada minuto que pasa. —Aquí... tengo una tarjeta. —Mamá mete la mano en su bolso y saca una tarjeta doblada con su sitio web en ella, y Rowe la estudia de cerca.

—Gracias, lo haré —dice, su sonrisa está en algún lugar entre asombro y alivio. Se inclina hacia abajo para meter la tarjeta en su bolso. Minutos más tarde, todos estamos tomado la hogaza de pan que dejaron en nuestra mesa, demasiado interesados en la mantequilla de ajo y tostadas irregulares para poner algo más de atención a la conversación. Solté la mano de Rowe, pero solo por unos minutos mientras hacemos nuestros pedidos y tomamos nuestras bebidas. Y tan pronto como la camarera deja nuestra mesa, la alcanzo de nuevo, y su mano está en realidad esperando la mía. —Oh, nos encontramos con los Maxwells —comienza mamá, succionando todo el aire de mis pulmones. No sé por qué cree que esta es una buena dirección para la charla de la cena, pero estoy rápidamente tratando de llamar la atención de Ty, esperando que pueda ayudarme a hacer un cambio de sentido coloquial de alguna manera. Pero no, solo lo empeora. —¿Si? ¿Se encontraba esa zorra de Sadie con ellos? —Ty tiene facilidad con las palabras, y aquello solo aseguró que Cass y Rowe fueran completamente marcadas en lo siguiente que dirá mi mamá. —Ty, tu vocabulario —dice mamá. —Oh, cierto. Lo siento. Supongo que el término apropiado es puta. ¿Esa es una buena manera para categorizar a la ex-novia infiel de tu hermano? —Pateo la silla de Ty bajo la meza, y finalmente mira hacia arriba—. ¿Qué? ¡Eso es lo que es! Sigo tratando de mover mis ojos hacia Rowe sentada junto a mí, y él finalmente lo comprende y articula lo siento, volviendo su atención a la ensalada ahora frente a él. —De todos modos —continúa mamá—. No vimos a Sadie, solo a sus padres. Pero dijeron que tomó la beca para el estado de Oklahoma. Genial. Mi infiel ex-novia, la primera y única chica a la que dije que amaba, estará jugando baloncesto para una universidad a menos de noventa millas de mí. Y me entero de esto mientras desesperadamente me aferro a los dedos de la chica sentada a mi lado. La chica que quiero. La única en la que he pensado desde que la conocí hace casi un mes. La chica que dice que probablemente nunca conoceré a sus padres porque nunca vamos a ser algo más que lo que demonios seamos ahora mismo. Y todo lo que puedo hacer es estar bien con todo eso, porque sus problemas son un infierno más difíciles que los míos.

—Ja, apuesto a que te encuentras con ella —dice Ty, y esta vez le tiro un pedazo de lechuga, como si fuera de cuatro. Cuando mi madre no está mirando, me levanta su dedo medio, y Rowe suelta mi otra mano.

rowe Todo cambió cuando los padres de Nate hablaron de Sadie. Su postura era diferente, su respiración era diferente, la forma en que su mano se sentía en la mía —diferente. La madre de Nate contó algunas historias acerca de él y Sadie, hablando de que ganaron el rey y la reina del baile en la escuela secundaria, y cómo Nate estaba enamorado en secreto de Sadie en su primer año y solía ir a todos sus partidos de baloncesto y salir antes del final del cuarto tiempo, por miedo a hablar con ella. Tuve un tiempo difícil imaginando a Nate siendo cualquier cosa que no fuera seguro, lo que me hizo empezar a preguntarme acerca de lo diferente que es conmigo. Sadie tenía su corazón, por lo que puedo decir. Al menos, lo tenía hasta que lo traicionó, Ty no era tímido sobre compartir esa parte, acerca de cómo Nate la encontró con su mejor amigo en su fiesta de graduación. El camino a casa con Nate, Cass, y Ty se sintió extraño ahora que tenía toda esta nueva información. Y no podía dejar de pensar que tal vez oír sobre Sadie había traído viejos sentimientos. —¿Quieres pasar el rato? —dice Nate, trayéndome de vuelta al presente. Ty y Cass están por delante de nosotros, ya rumbo por el pasillo de mi habitación. Cuando la puerta se cierra detrás de ellos, sé que no tengo a donde ir, al menos no por un tiempo. —Gracias —le digo, sintiéndome mucho más como una carga que como una pareja hace unas horas. Nate cambia la televisión a los “Sports Center”, y parte de mí piensa que solo quiere llenar el silencio en la habitación. Me siento en el borde de la cama de Ty, mi bolso en mi regazo, y veo un increíble montaje de juegos de béisbol. —Ese tipo es impresionante. ¿El campocorto de Colorado? —dice Nate, cayendo de vuelta en su cama y apoyando su cabeza sobre una almohada, la torpeza todavía muy viva entre ambos. —Apuesto a que te veré allí algún día —le digo, instantáneamente sintiéndome efusiva y estúpida, como una fanática. —¿Vendrás a mi torneo el próximo fin de semana? —Todavía no me ha mirado. No ha puesto sus ojos en los míos desde la conversación sobre Sadie.

—Oh, uh... no puedo. Voy a casa para el fin de semana. —Por alguna razón, eso parece llamar la atención de Nate, y sus ojos se mueven inmediatamente a los míos. Sostengo su mirada todo el tiempo que puedo sin romperla, pero con el tiempo se vuelve demasiado intenso, y miro hacia el suelo. —¿Cómo es que no puedo conocer a tus padres? —pregunta, y estoy tan perpleja por la pregunta que solo puedo responder con una de las mías. —¿Sigues enamorado de Sadie? Nate sostiene mi mirada de nuevo, al igual que lo hizo antes, solo que esta vez es una para doblegarse. Se estira al lado de su cama por el mando de la televisión, aprieta el botón de silencio por lo que estamos obligados a llenar el silencio entre nosotros. Se desliza hacia delante en su cama hasta que está en el borde, justo enfrente de mí, y luego pone sus largas piernas hacia un lado, enfrentándome completamente. —Sadie fue mi primera novia en la secundaria. Fue la primera chica a la que le dije que amaba y fue la que tomó mi virginidad. Antes de la graduación, estábamos planeando ir a la misma universidad. Ella juega baloncesto, y es jodidamente buena. —Hay algo en su tono, y eso me hace sentir incómoda—. Cuando la encontré con mi mejor amigo Seth, me desenamoré de ella, en un instante. No había pensado en ello, no me pregunté lo que hice mal. Me desperté esa mañana enamorado y llegué esa noche a casa ya superándolo. Así que no, Rowe. No estoy enamorado de Sadie. Sus padres siguen siendo amigables con los míos, pero estoy tan increíblemente desenamorado de Sadie que ni siquiera me enfado o amargo cuando mi familia me cuenta historias sobre ella. La única cosa que me hizo molestarme esta noche fue tener que escuchar esas historias en frente de ti. Se está tan tranquilo en su habitación que tengo miedo de tragar el nudo gigante que me está ahogando, pero lo hago. Y cuando lo hago, Nate se inclina aún más, sus codos sobre sus rodillas cuando junta sus manos en frente de él para mover cada nudillo, de nuevo, sus ojos nunca dejando los míos. —¿Por qué Rowe? —Solo deja su pregunta en el aire. Dos palabras que pueden significar lo que sea, y sé que significan todo. —¿Por qué, qué? —Sueno combativa y sarcástica, y no quería insinuar eso, pero no sé cómo cruzar esta línea con él, y ni siquiera sé si mi corazón es mío para darlo. Pero sé que no me gusta oír hablar de él y Sadie, y sé que estoy aliviada de que ya no esté enamorado de ella.

—¿Por qué te importa lo que siento por Sadie? —Sus ojos se intensifican sobre mí—. Quiero decir, si no soy el tipo de persona que le presentas a tus padres, ¿por qué importa con quien salgo? ¿Qué estamos haciendo aquí, Rowe? ¿Qué es esto? —¡No lo sé! —Me paro y llevo mi bolso a mi cuerpo, queriendo desesperadamente alejarme, volver corriendo a mi cuarto y esconderme. Pero hay una parte de mí que también quiere la boca de Nate sobre la mía, y esa parte tiene hambre y energía y pide a gritos ser escuchada. Y entonces cierro los ojos y veo la cara de Josh, y todo se siente peor. Cuando abro los ojos de nuevo, Nate está de pie frente a mí, sus brazos a su lado y sus dedos amenazantes por conectar conmigo, pero solo acercándose lo suficiente para que sienta su calor. Su pecho está a pulgadas de distancia, y poco a poco se estira para poner su dedo pulgar debajo de mi barbilla. Cierro los ojos con fuerza, y mis dedos se aferran a mi bolso, esperando que mi corazón pueda sobrevivir a todo lo que está por ocurrir. —Yo no juego, Rowe. Yo solo... no lo hago —dice en mi oído—. Esperaré, pero no voy a esperar para siempre. Oigo su puerta abrirse y cuando abro los ojos de nuevo, estoy de pie en su habitación a solas, mi respiración era casi la de una víctima de un ataque al corazón. Mis ojos quieren llorar, y también lo hace mi corazón, pero todo lo que puedo hacer es estar allí bajo la luz vacilante de la televisión de Nate mientras espero que mi compañera de cuarto desbloquee la puerta de nuevo.

Rowe Traducido SOS por Kellyruty Corregido por Mariabluesky

Él había desaparecido. Sabía que aun iba a clases y a practicar, porque alcancé a verlo, pero nunca estaba ahí por mucho tiempo. Mi vuelo salía mañana, y no había hablado con Nate desde esos pocos minutos a solas en su habitación. Es casi como si el universo estuviera de su lado. La conferencia de filosofía del día de hoy era sobre la autodeterminación, y cada ejemplo que mi profesor dio era como si lo estuviera arrancado de páginas de mi propia vida. Amo a Josh con todo mi corazón, pero también lo culpo por cada giro que ha tomado mi camino. Estoy atascada entre dejarlo ir y querer honrar todo lo que él era en mi vida, querer probar que yo era suya hasta el final. Anoche, compré unas pocas cosas de la tienda de la esquina, cansada de ser la tercera rueda de Cass y Ty en la cafetería. Empaqué un almuerzo liviano para comer entre mis clases. Sabía que eso me ahorraría tiempo y me dejaría algo para la lectura antes de mi clase de historia del arte, pero también sabía que si podría conseguirlo, encontraría el valor para sentarme bajo el árbol en el césped del campus principal, entonces Nate tendría que verme. Él recorría este camino a diario en su trayecto al edificio de matemáticas. Lo he visto de lejos, y espero que ponerme en su camino haga que él se fije otra vez en mí. Mi emparedado está algo seco porque lo hice con mucha prisa, tuve que pasarlo con la mayoría de mi refresco solo para tragarlo. Me pasé un poco con la bolsa de pretzels, empacando lo suficiente para una tropa de boyscouts, principalmente porque quería estar segura que seguiría comiendo algo cuando Nate pasara por aquí .Tenía que parecer autentico, y necesitaba estar distraída o si no parecería desesperada.

Siento sus piernas cruzar la calle sin siquiera levantar mi rostro, y observo de reojo desde mi perímetro para asegurarme que está pasando por este camino. Por un instante creo que él no va a detenerse, y mi audacia se comprime. Pero en el último segundo, escucho sus pies detenerse por el pequeño sendero de grava que serpentea entre los árboles y el césped, mi corazón da un vuelco. —¿Picnic para uno? —Está de pie junto a mí ahora y sé que cuando mire hacia él, su rostro revelará todo. —Solo intentando conquistar mis demonios —digo honestamente. Nate se arrodilla y recoge el libro abierto delante de mí, hojeando unas pocas páginas. Me permito mirarlo, cuando lo hago, atrapa y sostiene mi mirada. Su sonrisa apenas imperceptible, como que casi puede leer mi mente, y sabe cada pensamiento que he tenido desde que me dejó de pie en su habitación. Dobla mi libro cerrándolo, pero sostiene la página con su dedo. —¿Cuándo sales para Arizona? —todavía me está estudiando, y puedo decir que ahora mismo, en este mismo instante, él también está nervioso. —Mañana, alrededor de las tres. Estaré tomando un taxi hacia el aeropuerto —digo, mi voz vacilante ante los pensamientos de todo a lo que tengo por sobrevivir mañana—. Yo… francamente no me gusta volar. —¿Qué, volar? No, es fácil —dice, entregándome mi libro pero cuidando de no tocar mi mano con la suya. La ausencia de contacto duele—. ¿Quieres mi secreto? Asiento en sí, pero la verdad es que quiero todo de él, las partes que no me atrevo a pedir y las partes que temo que me romperán. —Pon Neil Diamond en tu iPod. Funciona con casi cualquier canción, pero “Sweet Caroline” es la mejor, porque no harás más que querer cantarla —me dice poniéndose de pie, y llevando su mochila al hombro—. Neil cuidara tu espalda. Me da un guiño cuando se aleja, y paso los siguientes quince minutos preguntándome si lo he perdido antes de que incluso lo tuviera.

Nate —Esto apesta —digo, lanzando el libro que he estado leyendo para mi clase de inglés contra la pared de la habitación. —Es eso por lo que elegí negocios, hermano. Una vez que sales de esas clases básicas, todos los libros que lees son sobre dinero. ¿A quién no le gusta leer sobre el dinero? —Ty hace un ademán con sus dedos para darle énfasis a la frase. —No, el libro está bien. En realidad, no sé. He leído la misma oración cien veces porque no puedo poner mi maldita mente a concentrarse en esta mierda. Lo jodí hasta en las prácticas de bateo de hoy. —Son casi las once y sé que Rowe no ha pasado por las duchas aun, porque sigo revisando. —El desastre de la chica ahora en el béisbol. Estaba dispuesto a dejar pasar las cosas cuando ella estaba arruinándote solo a ti, pero ahora ella está jodiendo mi deporte favorito. —Ty lo dice en tono serio. Sé que está bromeando, pero también sé que está un poco frustrado por mí. Le dije a Ty sobre el pasado de Rowe. Sé que él lo mantendrá para sí mismo. Pero mi hermano tiene una perspectiva diferente de la vida, todo se trata de aprovechar el momento y no vivir con remordimientos. Cuando le hablé de Rowe, trató de animarme a renunciar a mi propósito, diciendo que si ella había estado atascada durante dos años, entonces nada nunca iba a romper su patrón. Pero no puedo renunciar todavía. Aunque lo quisiera, no creo que mi corazón lo permitiera... —Ya regreso —digo cogiendo mis llaves y dirigiéndome otra vez a las duchas. Han pasado quince minutos desde la última vez que revisé. —¡Eres algo patético, solo para que lo sepas! —Ty grita detrás de mí. —Gracias, lo sé —digo, moviendo la cabeza para mí mismo.

Puedo oírlo a unas cuantas puertas de distancia, sé que ella está ahí dentro. No sé si se da cuenta que lo hace, pero cuando Rowe se ducha, tararea, a veces como ahora canta. Creo que es algo inconsciente que hace cuando está nerviosa, pero su voz es impresionante. Esta noche está

cantando esa canción de Maroon 5 “She Will Be Loved.” No sabe todas la palabras, así que cuando llega a la parte en que no está segura, inventa la letra, demonios, es lindo. El agua se detiene, sé que saldrá en dos minutos. Siempre se apresura, y ahora entiendo el por qué. Mi corazón late con tanta fuerza que puedo sentirlo en mis mejillas. Maldición, ¿cómo una chica me hace tan inseguro de todo? Hace dos horas estaba decidido, y hace una hora, seguía pensando que era una buena idea. Sin embargo no sé en qué más pensar. Tomo una respiración profunda y salgo del vestuario de los hombres, pasando a pocos metros de la salida de las mujeres, donde me apoyo contra la pared. Estoy seguro de que voy a asustarla, pero espero que lo supere rápido. Y espero que no me lance un puñetazo. En realidad estoy balanceando mis piernas, como un boxeador listo para entrar en el ring, cuando veo su sombra en la esquina. —No te asustes —digo eligiendo el peor momento, el peor tono y la peor frase como cuando alguien corre hacia ti en la oscuridad. Esto se confirma cuando se apega a la pared, dejando caer todas sus cosas, al igual que lo hizo la primera vez que nos vimos. Su cabello está envuelto con una toalla en la parte superior de su cabeza, aunque creo que se está deslizando ahora que acabo de asustarla hasta la muerte. Ella también, lleva la misma camiseta gigante y pantalones cortos que usaba la primera noche. Y mi corazón está haciendo, literalmente, un redoble de tambores. —Santo infierno, creo que acabo de tragarme la lengua —dice, con las manos apretadas contra su pecho—. Para que conste, gritar “No te asustes” en un pasillo oscuro a una chica con algunos graves problemas de estrés post-traumático es una forma segura de hacer que ella piense que se está muriendo. —Lo siento —digo con una mueca de dolor. Me agacho para agarrar la toalla, que ahora se ha deslizado completamente de su cabeza. Cuando me levanto de vuelta para entregársela, me llama la atención lo increíblemente hermosa que es. No hay una pizca de maquillaje en ella, y su cabello mojado, que está recogido a un lado de su cuello, gotea en la parte delantera de su camiseta blanca. No lleva sujetador, y soy cuidadoso de no llamar la atención ante ese hecho, porque no quiero que mueva sus brazos y cubra algo. Soy un buen tipo, pero no soy tan bueno. —¿Estabas... esperándome? —pregunta ella, sus ojos tristes y llenos de esperanza. En este momento, la forma en que se ve ahora mismo, hace que cada frustrante segundo de los últimos cuatro días valgan la pena.

—Lo estaba. —Sus ojos se amplían, solo un poco, pero es suficiente—. Así que, ¿tienes a Neil listo? —Lo tengo. Seguí tu consejo, “Sweet Caroline.” Sin embargo no estoy tan segura de que vaya a funcionar. La verdad es que no sé la letra —se muerde el labio, como si estuviera avergonzada de no saberse las letras de una canción de Neil Diamond. Aunque, realmente no puedo creer que no la sepa. —Es fácil. La sabrás después de oír el coro la primera vez. Es una de esas canciones —le digo. Curvo mis pulgares en los bolsillos de mi pantalón, porque en este mismo instante, si no lo hago, me temo que no voy a ser capaz de contenerme de tocarla. Su camiseta está completamente empapada por un lado, y su pezón se exhibe por completo a través del material. Es todo en lo que me puedo enfocar, eso y sus labios, que estoy resistiéndome a probar. Parece que no puede sostener mi mirada por mucho, y me propongo a hacer un reto de eso, inclino mis rodillas para mirarla, baja la cabeza cuando rompe nuestra conexión para concentrarse en sus pies y el suelo. Esto la hace reír, y Dios, amo ese sonido. —Ahí estás —digo cuando finalmente normaliza su respiración y sostiene mi mirada lo suficiente para menear su cabeza ante mi broma— . ¿Empacaste ya? Estoy haciendo tiempo. Quiero quedarme aquí en este pasillo oscuro y tener conversaciones de nada importante en absoluto, el tiempo que me tome tener las pelotas para hacer una declaración. Eso y que solo amo escuchar su voz, mirar su cuerpo. Amo verla salir de su caparazón. Y quiero hacerla sentir completa. —¿Es raro que empaque ropa sucia? —Iba a hacerlo solo que parecía una pérdida de tiempo. Se encoge de hombros. —No, a mamá le encanta cuando llevo colada a casa —digo. —Mi padre hace la colada. Oye tú cerdo machista. —Vuelve a ser luchadora, y adoro ver la forma en que esta parada con una mano en su cadera y su cabeza inclinada a un lado, como si acabara de ponerme en mi lugar. También la forma en que su postura hace que su camiseta se ciña a sus pechos. No necesito imaginar mucho como lucen por todas las muy-breves miradas que mis ojos les dan. Me encomiendo a memorizar cada curva. Se inclina para recoger su pequeño bolso de champú y acondicionador, de algún modo cuando se endereza la tela se aferra a ella aún más, y no soy capaz de esconder mi reacción por más tiempo.

Me quedo mirando, y mirando fijo y prolongado a la perfecta redondez y a las pequeñas puntas que se asoman a través del algodón, casi como si estuvieran intentando alcanzarme. Trago, y empiezo a lamer mis labios, cuando me doy cuenta cuan obvio estoy siendo, contengo el aliento y rápidamente muevo mis ojos a los suyos. No parece molesta pero sí avergonzada, por una fracción de segundo, baja la mirada y repara en su húmeda camiseta y todo lo que está revelando. Levanta la toalla en un rollo frente a ella y la presiona sobre su pecho, casi apenada y me siento como un idiota por hacerla sentir tan insegura. —Descuida, yo... yo de verdad no vi nada —miento, presionando mis dientes juntos forzando una sonrisa de disculpa. Mierda, lo estoy empeorando y ella está empezando a lucir enfadada. —Dios mío, estoy bastante segura que sí viste. Rayos... —empieza a respirar más profundo, como si se fuera a desmayar—. Lo... lo siento tanto. No me di cuenta de que mi camiseta estaba mojada. Tú deberías haber... ¡Aj! Ahora también esconde su rostro con la toalla y levantando la otra mano, la que está agarrando el bolso, hace lo mejor posible para cubrirse. —Ahora, voy a ir a presentar mi solicitud para el club de strippers. Fue bueno hablar contigo. Te veo cuando regrese —dice alejándose apresuradamente. Me quedo de pie por un par de segundos e intento descifrar mi siguiente movimiento, pero en todo lo que puedo concentrarme es en lo malditamente avergonzada que estaba, y cuan increíblemente hermoso es su cuerpo. —No deberías avergonzarte. Quiero decir, me gustó… ¿Lo que vi? O ¿Lo que creo que vi?... —¡No estás ayudando! —grita desde la seguridad de su puerta. Abre la puerta y la golpea de inmediato. Golpeo mi frente preguntándome cuando el infierno me convirtió en un chico de primera a uno de secundaria.

Ty está viendo la ESPN cuando regreso a la habitación. Me saluda a su manera con su brazo cuando me detengo frente a la televisión.

—Bien. ¿Cómo va el plan maestro? —dice, sólo medio interesado en mí. Claramente más interesado en los aspectos destacados del juego de fin de semana de los Saints. —Oh, ya sabes. Yo más o menos me quedé mirando descaradamente a sus tetas durante diez minutos hasta que se dio cuenta de lo pervertido que soy y huyó —digo, tirándome en la cama cubriendo mis ojos con una almohada. —Eso suena como un progreso para mí, hermano. ¿Lindas tetas? —pregunta Ty. Lo miro fijamente por unos segundos, en un primer momento con ganas de tirarle algo por su pregunta babosa, pero luego me doy cuenta que no soy mejor que él. —Sí. Son unas tetas fantásticas —le digo, recostando mi cabeza hacia atrás y enterrándola en lo más profundo bajo mi almohada. Los sonidos de Sports Center me adormecen y salgo a un estado de somnolencia durante la siguiente media hora, y estoy a punto de ceder por completo y dejar que este día de mierda llegue a su fin cuando una alerta en mi teléfono vibra a mi lado. Cuando quito la almohada de mis ojos, la luz de la habitación casi me ciega y me toma unos segundos para enfocar la pantalla de mi teléfono. Cuando me doy cuenta de que tengo un mensaje de Facebook de Rowe, me oriento rápido, me deslizo hasta sentarme con la espalda contra la pared y abro la sección de mensajes.

Hola Josh.

¡Mierda! Esto no es para mí. Dejo el teléfono y hago clic en la pantalla para que se apague. Me enderezo de regreso a mi cama, fuera de la vista de Ty, y me paso la mano por el pelo alrededor de mil veces con la esperanza de que algún tipo de señal venga a mí. Ella le escribe a él. Esto... esto no está bien. Rowe le envía mensajes a su ex-novio, que, por lo que entiendo, está condenado casi a una muerte cerebral. Yo sólo lo llamé su ex novio, pero incluso eso no es cierto. Él es su novio, o al menos eso es lo último que él recuerda de ellos como, si es que incluso lo recuerda. ¡Mierda!

—Vuelvo, amigo. —Agarro mi teléfono y deslizo mis pies de nuevo en mis zapatos y me dirijo hacia la puerta. Ty dice algo cuando me voy, pero ni siquiera puedo concentrarme en su voz. Me dirijo a las escaleras y simplemente sigo adelante, mis pies ganando velocidad hasta que llego a la puerta principal de la residencia de estudiantes. Empiezo a correr lento, y voy más rápido y más rápido, hasta que en realidad estoy corriendo todo el camino hasta el campo de béisbol. Las luces no están encendidas, pero puedo ver lo suficiente para encontrar el camino. Todo el equipo está todavía fuera, así que me deslizo por la puerta lateral y a través del pequeño espacio en la parte delantera de la jaula de bateo. Los bates todavía están colgados desde nuestra práctica de esta tarde, y sé que no debo estar aquí, pero, ¡diablos, los necesito para golpear algo ahora mismo! Le doy la vuelta el interruptor de la máquina y tarda un par de segundos para que las ruedas ganen velocidad. Está oscuro como el infierno, pero en pocos minutos, debería ser capaz de ver lo suficiente. Saco mi teléfono de mi bolsillo y miro la foto y el nombre de Rowe. Sé que no debería leerlo. Debería eliminarlo o no mirar y escribir de vuelta rápidamente, haciéndole saber que ella me envió algo destinado para otra persona. Alguien más. ¡Mierda! Ese es el problema. Siempre va a haber alguien más. Agarro el bate de madera porque quiero sentir el escozor en mis manos. A veces lo uso para calentar antes de los juegos, ya que hace que el de metal oscile aún más fácil. Pero esta noche quiero sentir el dolor y el estrés de la madera para empujar este sentimiento de mi corazón y empujo con mis manos. ¡Crack! La vibración duele como el infierno, retrocedo y dejo que los próximos dos lanzamientos choquen contra el plástico duro detrás del plato. Mis ojos están empezando a adaptarse, así que doy un paso atrás y golpeó tres veces más, balanceándome más difícilmente de lo que normalmente lo hago, castigando a la pelota por todo lo que estoy sintiendo. Una bola más se dispara en mi camino, golpeo y fallo, lo cual solo me enfada. —¡Maldita máquina estúpida! —Lanzo el bate a través de la jaula y golpeo mi mano contra el botón de apagado y el motor desacelera hasta

que lo único que escucho es mi respiración rápida y los grillos en la hierba. Tengo mi teléfono en mi regazo mientras me deslizo para sentarme con la espalda contra la alambrada de la jaula. Mi peso envía una pequeña nube de suciedad cuando golpeo el suelo. Me pongo de rodillas y sacudo el polvo de los camales de mis jeans y dejo escapar una pequeña risa pese a lo inútil que es. Estoy sucio, y me acabo de retirar de una pelea con una máquina de lanzar de una década de antigüedad. Soy lento al principio, al hacer clic en la pantalla del teléfono y cierno mi pulgar sobre la foto de perfil de Rowe en Facebook. Ni siquiera tengo su número. Nunca le pregunté, pero nunca me lo dio tampoco. Esta es la única manera en que puedo ponerme en contacto con ella, aparte de mantenerla en su propio dormitorio. Y ninguno de estos métodos era de su elección. La busqué en Facebook, y el cielo me dio un descanso cuando nos pusieron juntos en la misma planta en Hayden Hall. Pero nunca, ni una sola vez, Rowe vino a mí. Estoy leyendo antes de que pueda detenerme a mí mismo, y estoy leyendo con ira en mi corazón. No estoy enfadado con Rowe, Estoy enfadado conmigo mismo por enamorarme de ella, por enamorarme de una chica que no puede permitirse ser mía para amarla.

Hola Josh No he escrito en una semana, hay mucho para ponerse al día. Les dije a dos personas más de ti, mis compañeras, Cass y Paige. Lo sé, lo sé... pero me equivoqué con Paige. Ella es realmente muy agradable, una vez que llegas a pasar a través de todas esas falsas estupideces. Me he equivocado mucho. No creía poder hacer esto sin ti. Pero aquí estoy, casi un mes, y no quiero ir a casa, Josh. Por favor, no lo tomes a mal. Echo de menos a mis padres, y hay una parte de mí que quiere meterse de nuevo en el capullo en que viví durante dos años, donde me escondí del mundo porque ya no estás en él. Hay una razón por la que no entro a tu habitación cuando visito a tus padres. Al principio, pensé que era porque no podía, porque estaba demasiado preocupada de sufrir y verte no ser capaz de hablar o moverte. Pero creo que ya no es eso. No voy a verte porque soy egoísta. Soy egoísta, Josh, y me siento tan mal al respecto, pero lo soy. Quiero olvidarme de ti. Quiero recordarte en ese último día, momentos antes de que ese hombre entrara en nuestras vidas con su pistola, pero no quiero recordarte después. No quiero saber cómo te ves ahora, porque no quiero esa visión en mi cabeza haciéndome sentir culpable por estar viva.

Y quiero terminar contigo. Estoy siendo fría e insensible incluso al escribir esto, pero oh dios Josh, quiero terminar contigo. Cuanto más lo pienso, más sé que probablemente hubiéramos roto para ahora de todos modos, porque tan bueno como eras, éramos jóvenes, y mi yo que está creciendo dentro quiere experimentar más en la vida. Hay un chico, él es todo en lo que puedo pensar y, Josh, quiero amarlo. Estoy tan cerca de ceder, que creo que si pudiera permitírmelo, él me amaría también. Pero no puedo, porque siempre estás ahí... en el camino de mi vida. Probablemente solo estoy enfadada. Y siento que la estoy tomando contigo esta noche. No es como que si respondieras o vieras algo de esto. No voy a escribirte más. No porque no te quiera, porque siempre lo haré. Pero te estoy dejando ir. Te dejo ir, Josh. Por favor... por favor déjame ir también.

En algún momento, durante la lectura, comencé a llorar. Una sola lagrima esperando caer de mis ojos, la dejo caer. Leí el mensaje completo dos veces y luego lo borré de mi teléfono porque no quiero caer en la tentación de leerlo de nuevo, y no quiero que Rowe lo vea. Sé que hay una posibilidad de que se dé cuenta de lo que hizo, pero nunca lo voy a mencionar. Esas palabras eran privadas, ni si quiera para Josh. Pero leerlas era exactamente la bofetada en la cara que necesitaba. Antes de que pueda detenerme, o que la razón tenga el tiempo suficiente para asentarse en mi cabeza, echo a correr por los campos de juego, a través del campus, hacia los dormitorios. Tomo dos escalones a la vez hasta llegar a nuestra planta, ni siquiera soy cuidadoso o discreto cuando golpeo su puerta. Hay luz que brilla por debajo, por eso sé que no estoy despertando a nadie; tomo una respiración profunda cuando veo una sombra interrumpir la luz. —Nate, está bien. No soy así de avergonzada. Pero si lo vuelves a mencionar... —está hablando a través de la puerta y puedo decir que me está viendo por la mirilla. Coloco mis brazos a cada lado de la puerta y presiono mi frente contra la madera. —Solo abre la maldita puerta, Rowe —digo sin ser capaz de contener la creciente necesidad dentro de mí. —Nate, me voy mañana. Vamos a hablar cuando regrese. —Rowe, juro por Dios, que si no abres la puerta, voy a romperla — Sé que probablemente la estoy asustando, y no quiero. Pero necesito que reaccione, no puedo tenerla oculta, ahora no.

Cuando oigo la cerradura, agarro la manija y vuelvo a empujar su puerta antes de que ella o yo tengamos tiempo de reaccionar y pensar algo mejor que lo que estoy a punto de hacer. Está usando una camiseta seca, pero el mismo pequeño short de algodón, y su cabello todavía está húmedo y suelto en su espalda. Sus ojos están muy abiertos durante los cortos pasos que tropiezan cuando atravieso su puerta. Exploro rápidamente su habitación para asegurarme que está sola, no es como si eso me importara o me detuviera, pero sí lo está. Rápidamente cierro la distancia entre nosotros, antes de que tenga tiempo de protestar. Ahondo mis dedos en su húmedo cabello con ambas manos, levantando su rostro hacia el mío lo suficiente para que mis labios toquen los suyos, y la beso fuerte. Al principio puedo sentir su cuerpo sacudirse y sus manos se presionan ligeramente contra mi pecho, pero deja de luchar de inmediato. Succiono su labio superior hasta que está firme entre los míos, dejando solo el espacio suficiente para que mi lengua roce la suya, cuando siento su lengua contra la mía, la atraigo más hacia mí. Sus manos toman la parte posterior de mi camiseta, casi como si estuviera luchando con ella misma, hasta que finalmente se somete, siento la suavidad de sus palmas y sus dedos que se arrastran por mi espalda, mi pecho, y por encima de mi hombro hasta que llegan a mi cabello, atrayendo mi boca a la suya incluso más intenso. La hago retroceder hasta que su cuerpo está presionado contra la pared, y sostengo sus manos como rehenes en su contra, con los brazos atrapados a los lados de su cuerpo, mientras presiono besos a lo largo de su cuello y barbilla. No quiero llevar las cosas más allá, pero tengo que asegurarme que ella sienta, todo lo que estoy sintiendo. Sé que no debería haber leído el mensaje que envió, pero me alegro de haberlo hecho. Era toda la prueba que necesitaba para que hubiera esta apertura aquí, aunque sea pequeña, necesito atravesarla, y avanzar lentamente dentro de su corazón. De lo contrario, sólo va a seguir luchando para mantenerme fuera. Mi cuerpo está presionado contra el suyo, y puedo sentir su dolor por mí, así que deslizo mis manos por su clavícula, arrastrando mis dedos por su cuello y hombros, hasta que mis pulgares encuentran la dureza de sus pezones. Cuando la toco ahí, gime, y mi voluntad para detenerme casi se disuelve. —¿Dónde está Cass? —le susurro pesadamente al oído.

—Fuera. Con Paige. —Está jadeando, sus manos se clavan en mis hombros y su frente se presiona contra la mía, sus ojos cerrados con fuerza. —Mírame —digo, necesitando saber que está sintiendo esto. No quiero que se obligue a sí misma. Quiero que ella quiera estar aquí, para recordar esto, que se obsesione hasta que regrese a mí. Quiero que ella desee más, más de mí. —Voy a esperar por ti —digo, y contiene la respiración rápidamente, sus ojos están llorosos casi de inmediato—. ¿Me escuchas? Ella asiente con la cabeza un sí. Su movimiento es pequeño, pero está ahí. —Durante el tiempo que sea necesario. Siempre si tengo que hacerlo. Voy a esperar para siempre, ¿de acuerdo? —Todo lo básico y masculino de mí quiere bloquear la puerta y tirar lejos su ropa para que pueda saborear y tocar cada centímetro de su cuerpo hasta llegar a deshacerme dentro de ella, pero, sé que pedir algo más me haría ser egoísta. Y ella ya se siente lo suficientemente egoísta por nosotros dos. Así que voy a esperar, al igual que le dije que lo haría. La beso una vez más, esta vez más lento y más suave, dejando que mis pulgares rocen sus mejillas mientras sus labios tiemblan bajo mi tacto. Doy un paso lejos de ella, y veo su teléfono en el escritorio, por lo que lo recojo programo mi número en sus contactos, después se lo entrego y ella lo ve. —Quiero que me envíes un mensaje cuando aterrices... así sé que estás bien —le digo, llevando mis manos a las suyas y besando sus nudillos antes de salir de su habitación y regresar a la mía.

—¿Te das cuenta que vienes hecho una mierda? —dice Ty cuando entro, de espaldas a mí y con la luz encendida en su escritorio mientras hojea un bloc amarillo lleno de notas. —Sí, estoy bastante seguro de que así es. Sólo voy a las duchas. Vuelvo en un rato —digo, agarrando mi sudadera limpia y la camiseta de manga larga que Rowe llevaba la noche que durmió en mis brazos.

Me detengo en la división del pasillo, y miro hacia la puerta de su habitación, la luz sigue brillando debajo. Espero que ella vaya a dormir esta noche, pero si no lo hace, espero que no sea a causa de su pesar. Camino en silencio por el pasadizo con cuidado de no hacer algún ruido que haría que salga a ver y cuelgo mi camiseta en el pomo de su puerta. Luego me alejo en silencio hasta que estoy seguro que no hay moros en la costa. Dejo escapar un profundo suspiro, y me dirijo a las duchas. Después de treinta minutos de agua fría, finalmente me siento calmado. Cierro el grifo, me seco, y tiro de mi sudadera para volver a mi habitación. Cuando atravieso su pasillo, me detengo, sólo para ver que, la camiseta ya no está.

Rowe Traducido SOS por Nanami27 Corregido por katiliz94

Nate tenía razón. Para la tercera reproducción, tenía todas las palabras memorizadas de “Sweet Caroline.” El tipo sentado junto a mí, incluso me atrapó pronunciando las palabras durante el despegue y siguió a lo largo con la parte ba ba ba del medio. Me hizo reír, y antes de que me diera cuenta, nos elevábamos por encima de las nubes. No diría que me gusta volar. Pero creo que siempre que mi iPod esté completamente cargado, debería ser capaz de sobrevivir a mi viaje de regreso a la universidad. Sin embargo, preferiría volar sin escalas esta vez. Mis padres ahorraron dinero con este vuelo, pero tuve que sentarme en una puerta en Denver durante unas dos horas. Estar de vuelta a casa era extraño. Solo he estado fuera durante un mes, pero siento que hay tanto diferente. Tal vez soy yo. Mi madre esperó por mí, nos sentamos en la mesa de la cocina y comimos rebanadas de un pastel de manzana que compró en el mercado Kraft. Dormir en mi cama era extraño, también. Antes de irme a McConnell, no creí que alguna vez hubiera sido capaz de encontrar la comodidad en un colchón extraño, en una ciudad extraña, con una extraña como compañera de piso. Pero lo hice. Y ahora creo que dormía mejor con los ronquidos de Cass a unos metros de mí de lo que hacía aquí detrás de mi propia puerta del dormitorio. Pero mis mejores sueños vinieron desde la noche que me quedé con Nate. Me puse su camiseta para ir a la cama anoche. Le envié un mensaje breve, ya que era tarde cuando llegué, pero creo que él había estado esperando, porque contestó de inmediato, y dijo que hablaría conmigo por la mañana.

Le envié un mensaje a Cass, también. Me dijo que me tomara mi tiempo para volver, no porque ella no me extrañaría, sino porque estaba teniendo un fin de semana lleno de dormir fuera de casa con Ty. Yo también quería más de dormir fuera de casa, y estaba un poco envidiosa de que no estuviera allí para aprovecharme de Nate estando solo en su habitación. El olor de los huevos de mi padre y salchichas se derrama por el pasillo y me hace salir de la cama temprano. Ruedo mi maleta fuera conmigo, aparcándola en la lavandería, esperando a que alguien se dé cuenta. Cuando entro en la cocina, papá desliza un plato hacia mí. —Veo que trajiste a casa ropa para mí —dice él. —Eres mucho mejor en ello que yo —sonrío al empapar mi plato con salsa para mis salchichas. —Sí, sí. Eso es lo que dice tu madre, también. Creo que las dos estáis confabuladas en todo este complot para domesticarme. —Cariño, viniste domesticado. Es por eso que me casé contigo — mamá sonríe mientras se desliza en el taburete a mi lado y cava en su desayuno—. Mmmmm, oye. ¿Qué es esto? —Mi madre tira de la manga de la camiseta de Nate, y puedo sentir mi rostro enrojecer inmediatamente. No estoy segura de cómo explicar esto, y no soy muy buena mintiendo. —Camiseta de béisbol —digo, ocupando rápidamente mi cara con otro bocado. Puedo decir por la forma en que la ceja de mi madre está inclinada que ella sospecha, y espera hasta que la espalda de mi padre se vuelva para perforarme un poco más—. Parece la camiseta de béisbol de un chico —susurra. Sonrío, me encojo de hombros y sigo comiendo, haciendo mi mejor esfuerzo para no mirar fijamente a sus ojos. Así es como me atrapa, con contacto visual. Creo que es una de esas habilidades de ser profesor. —Hmmmmm, hablaremos de esto más tarde —dice ella, y espero como el infierno que no lo hagamos. Papá ya tiene mi ropa en marcha, y mamá se ha asentado en el gran sillón reclinable en la sala de estar con un montón de papeles en su regazo para su calificación. Normalmente, aquí es cuando examino los canales hasta que haya una película o un juego que quiera ver en la pantalla, pero nada está capturando mi atención hoy. Traje a casa un

poco de lectura, por lo que abro mi libro de filosofía en el capítulo sobre la lógica y el razonamiento. Soy capaz de concentrarme durante unos treinta minutos, pero mi mente sigue a la deriva a mi teléfono, esperando que sea tarde en el tiempo de Oklahoma. Cuán rápidamente mi vida se ha centrado en el tiempo de Oklahoma. Mamá está completamente absorta en su calificación, así que cuando llega la hora puedo enviarle un mensaje a Nate en privado, agarro mi libro y me dirijo de vuelta a mi dormitorio. Surgir con las palabras adecuadas parece imposible. Todo lo que pensé a lo largo de las últimas cuarenta y ocho horas fue en nuestro beso y lo mucho que quería que eso sucediera de nuevo. No puedo escribir eso, sin embargo. Quiero decir, supongo que podía. Pero ser adelantada como que no se siente como yo.

¿Qué tal el torneo?

Eso es lo que puse. Las tres palabras más tontas posibles —bien podría ser una periodista deportiva. Revisé el calendario mientras esperaba en el aeropuerto, y sabía que había un descanso entre juegos. McConnell juega esta noche, así que esperaba que pudiera coger a Nate durante una pausa para el almuerzo. Después de cinco minutos de espera, empiezo a ponerme inquieta, así que saco mi bolso y tamizo a través de algunos recibos viejos y restos que pueda limpiar y tirar. Cuando tropiezo con la tarjeta de visita de su madre, me decido a comprobar su sitio web. La primera cosa que parpadea en la pantalla de mi portátil cuando tipeo en ella es una serie de fotos, intrincados trabajos en metal en colores brillantes, piezas todas trenzadas juntas para formar cuerpos, algunos humanos, unos animales. Nunca he visto nada que se le parezca. Ella tiene tres galerías, una en Nueva Orleans y dos en California y, cuanto más hago clic en sus páginas, más impresionada estoy. Yo nunca podría hacer algo como esto, no con estas manos. Estoy demasiado nerviosa, y me cuestiono demasiado. Cada pieza que se exhibe tiene una historia. No hay palabras escritas con las fotos, pero puedo decirlo —puedo leer la historia en todos los matices y la curva del metal.

¡33! ¿Ya me extrañas?

El mensaje de Nate trae mi atención de vuelta al aquí y ahora, y el tono juguetón de sus palabras produce una sonrisa instantánea en mi rostro.

Todavía no. Encuéntrate conmigo después, tal vez te echaré de menos entonces.

Empiezo a repensar mi mensaje después de que lo envío. Después que Nate dijo que me esperaría, no estoy segura de que vaya a apreciar mi broma. Estoy a punto de decir que estoy bromeando cuando escribe de nuevo.

Sí, yo no te echo de menos tampoco. Como que extraño a mi camiseta, sin embargo. Ese fue un movimiento estúpido… debería haberte dado una de Ty.

Estoy tan aliviada de que esté bromeando conmigo. Tampoco puedo dejar de mirar hacia abajo, a las letras a través de mi pecho y pasar mis manos sobre la tela que estaba en su cuerpo antes de que estuviera en el mío. Todavía huele a él, a cualquiera que sea su colonia, y quiero ahogarme en su aroma.

Eso habría sido mejor. Tal vez sus camisetas no huelen tan mal.

Tiro del cuello y respiro profundamente mientras espero su respuesta, incapaz de evitar que mis labios sonrían.

Bueno, rodé en mierda antes de dártelo. Eso podría ser lo que hueles.

Él es tan condenadamente rápido con su respuesta que me río a carcajadas cuando lo leo, cubriéndome rápidamente la boca. No quiero que nadie me interrumpa, pues estaría contenta de acostarme aquí el resto del fin de semana y enviar mensajes de ida y vuelta con Nate.

Estoy bromeando. Realmente no rodé en mierda.

Me río de nuevo. Le extraño. Le extraño mucho, y se siente bien dentro de mi pecho sentirme de esta manera sobre alguien. Me gustaría tener una foto de él, así que mientras pienso en qué escribir de nuevo, lo Googleo en mi portátil solo para ver qué sale. Es en su mayoría imágenes de béisbol, y está generalmente con su máscara, pero todavía puedo decir que es él, y mi cabeza se pone un poco mareada al mirarlo.

Yo: Te acabo en de Googlear. Nate: Eso es espeluznante. Voy a tener que reportarte. Yo: Solo quiero estar segura de que no aparezcas en los tabloides con alguna tipa mientras estoy fuera. Nate: Solo Paige. La ayudé a mover algunas de sus cosas. Yo: Eso fue amable de tu parte. No mirar sus pechos. Nate: Bueno, soy un poco de un hombre de pechos. Yo: Uh, sí. Lo sé. Nate: Tú tienes lindos pechos. Yo: ¡Oh, Dios mío! Nate: Lo siento. Nate: No lo siento :-)

En algún momento de nuestros mensajes de texto, me metí debajo de mis frazadas para esconderme. Nate tiene una manera de hacer que me sonroje de la manera más maravillosa. Mi latido está golpeando en cada parte de mi cuerpo, pero la prisa es tan adictiva. No estoy segura de lo que es este sentimiento, pero me gusta muchísimo, y sé que Nate es la causa.

Yo: ¿Puedes hablar? Nate: Marcándote ahora mismo.

Él realmente lo está, porque mi teléfono suena mientras aún estoy leyendo sus palabras. Mi corazón da un vuelco antes de responder. —Hola —digo, mordiéndome los labios y enterrando mi rostro en la almohada. No puedo esperar a escuchar su voz, pero también estoy asustada porque no tengo ni idea de qué decir. —Pechos. —Él rompe el hielo inmediatamente, y nos estamos riendo. Lo echo de menos aún más—. Lo siento, sólo tenía que hacerlo mejor que tú. Me conoces. —Sí, ¿cómo es que la habitación rosa funciona para ti? —Le digo en respuesta, cayendo fácilmente en nuestra rutina. —Espléndidamente, muchas gracias. Ty y yo vamos a agregar más violeta… ¡pensamos que realmente es la BOMBA! —¿Acabas de decir espléndidamente? —¿Tu problema es con espléndidamente y no con bomba? Oh, Dios mío, lo amo. ¡Dios mío! ¡Lo amo! No, no amo. Pero pudo. Quiero. ¿Tal vez ya lo hago? No lo conozco lo suficiente. Se supone que debes conocer a alguien más, tener citas y más besos y sostenidas de mano, trabajar el amor. Me gusta. No, eso es todo. Me gusta… un montón. ¡Mierda! No estoy hablando. —¿Dónde está tu cabeza, Treinta y tres? —Mi cabeza está en mi trasero, ahí es donde está. Tengo que conseguir algo de control, así que me siento y llevo mi portátil a mi escritorio. Derecha, como una postura más formal repentinamente me hace actuar normal. —Lo siento, pensé que mi padre necesitaba algo —miento. Odio la mentira. —¿Cuándo vienes a casa? —Su voz es más suave de repente, y puedo decir que hemos terminado de hacer bromas, lo que de repente me tiene sudando. —El domingo, alrededor de las tres para el momento en que el taxi me lleve al campus —le digo, mi corazón de nuevo golpeando fuerte en mi oído. —¿Puedo recogerte? Quiero decir, realmente no tengo un coche. Pero puedo pedir prestado uno. Ya sabes, ¿de uno de los chicos? Yo... realmente me gustaría recogerte.

—Me gustaría eso, también —digo, mi frente plana en mi escritorio ahora. No debería haber abandonado la comodidad de mi escondite debajo de la manta. —Hey, ¿Rowe? —Su voz parece nerviosa, no como él. —¿Sí? —No soy como yo misma tampoco. —Me tengo que ir. Pero... —Puedo escúchalo respirar. De hecho, puedo oírle pensar, y estoy con él, en el borde, a la espera de que sus palabras sean lo que quiero. Lo que creo que quiero—. Te echo de menos. Eso es todo. —Yo también te echo de menos —digo, abrazando mi cuerpo fuertemente con las mangas de su camiseta. Esto... es enamorarse. Mi cabeza está atrapada con pensamientos y fantasías sobre Nate. Nos escribimos mensajes un par de veces más después de su torneo el sábado, pero nada tan significativo como las palabras que intercambiamos esa mañana. Dejé bajar mi guardia con él, y eso fue aterrador, pero sobreviví. Y quiero dejarlo entrar más. Quiero dejarlo entrar completamente. La rutina matutina del domingo Stanton es muy parecida al sábado. Papá tiene mi ropa doblada hermosamente en mi maleta y mamá y yo estamos comiendo rápidamente el desayuno de papá, asegurándonos de alabar sobre sus asombrosas habilidades culinarias. Es parte de nuestro numerito, bombear el ego de mi padre por lo que va a seguir cuidando de todo en la casa. No creo que realmente tengamos que hacerlo, porque mi padre es el tipo de hombre que haría cualquier cosa en el mundo para ver a sus mujeres felices. Pero lo hacemos de todos modos, tal vez más para nosotras que para él. —Oye, lavé esa camiseta de béisbol McConnell anoche —dice papá, y mi corazón se hunde un poco al saber que la camisa de Nate ahora huele a Tide and Downy. —Gracias —digo, poniéndome y moviéndome al tacho de basura para vaciar mi plato. Puedo sentir los dos ojos de mis padres en mí. —¿Un amigo te la dio? —Papá casi está guiñándome, y me siento tan incómoda que quiero gritar. —¿Uh huh? —Pregunto, haciendo mi mejor esfuerzo para evitar el contacto visual.

—Ellos tienen un buen equipo este año. Manojo de nuevos chicos; algunos realmente buenos. —Papá está a la pesca. Mamá lo metió en esto. Han pasado dos años desde que he salido con un chico. Diablos, han pasado dos años desde que he sido social, con alguien fuera de esta casa que no sea Ross, mi farmacéutico, y el ocasional encuentro con el cartero. —Su nombre es Nate —digo, rodando los ojos mientras me vuelvo para enfrentarlos, exagerando mi exasperación para que pueda actuar como una total adolescente. —¿Nate Preeter? —Ahora papá está interesado. Él es un entrenador de béisbol, y ha tenido algunos jugadores pasando a algunas cosas bastante grandes. Por supuesto que sabe el nombre de Nate. —Uh, sí —digo, deseando como el infierno un escape. —Así que este Nate... ¿es él, un amigo? —Mamá tiene intereses totalmente distintos en la conversación, y cuanto más nos detenemos en el tema, más quiero meter mi cabeza dentro de mi propio cuerpo como una tortuga. —Somos amigos —digo, conteniendo mi boca en una sonrisa recta y concentrándome mucho en no dejar nada más salir. Mamá deja esto asentarse durante unos segundos, esperando a ver si hay algo más, y su leve sonrisa me deja saber que ella sabe que hay más. Pero también sabe que una palabra equivocada me podría desencadenar en modo de completa retirada. Así que lo deja ir. —Bueno. Me alegro de que estés haciendo amigos, Rowe. Me gustaría conocer a Nate en algún momento. —Su sonrisa es suave. Es ese entendimiento pleno que se da entre una madre y una hija cuando se comunican sin palabras, y es la primera conversación que hemos tenido así desde esas semanas antes del tiroteo. —Creo que a él le gustaría conoceros también.

Rowe Traducido SOS por Dydy Corregido por katiliz94

No visité a los padres de Josh esta vez. Tuve que apegarme a mi promesa y dejarlo ir. Mi visita no es para él de todos modos, y yo sabía que ellos lo entenderían. Cuando me fui a McConnell, la madre de Josh me dijo que esperaba que encontrara mi vida en Oklahoma. Creo que lo hice, o al menos encontré una manera de empezar de nuevo. Les dije a mis padres que no quería venir a casa para las vacaciones de otoño, y en su lugar quería esperar hasta Acción de gracias. Me di cuenta de que puso a mi padre un poco triste, pero mi madre intervino y le recordó el gran paso que esto era. Les dije que quería tratar de hacerlo más largo, para empezar a expandirme a mí misma, y mi independencia. Pero en realidad, no quiero dejar de nuevo a Nate. Porque es lo suficientemente temprano, mis padres decidieron usar el crédito de avión para visitarme en su lugar. Le ayudé a mi padre a escoger algunas fechas que coincidieran con el segundo torneo de Nate de otoño. Estarían en Oklahoma en un poco más de un mes. Yo sólo esperaba que Nate aún quisiera conocerlos cuando el momento llegara. “Sweet Caroline” se volvió vieja después de unas siete repeticiones, así que cambié a la lista de reproducción que había hecho para el primer viaje en coche a McConnell. Tenía por lo menos sesenta canciones en esa lista, por lo que cada una era algo diferente y una sorpresa, lo que hizo que la última hora del viaje pasara rápidamente. Empecé a buscar a Nate en cuanto saqué mi equipaje de mano a través de la puerta, pero él no estaba allí. No creía que se le permitiría llegar tan cerca, por razones de seguridad, pero eso no me detuvo de fantasear. Me preguntaba si él me besaría cuando me viera. No estaba segura de cómo actuar con él ahora. No estaba muy segura de lo que éramos.

La voz de Nate es inconfundible, y golpea mis oídos y luego mi corazón. Él está cantando –Neil, por supuesto, en mi honor. Su tono es sordo, y está cambiando notas como un loco, y estoy bastante segura de que está haciendo lo peor a propósito, sólo para avergonzarme. Entonces veo el letrero, un gigantesco cartel rosa cubierto de brillantina y marcador negro en busca de la Señorita Butstynk. —¿Qué? ¿No “localizando la señorita Butstynk” por el sistema de teléfono? Nate, estoy decepcionada. Creo que te estás suavizando, —le digo, mi boca hormigueando solo al pensar en sus labios. Él baja el cartel hasta los pies y camina más cerca de mí, llevando su brazo alrededor de mi cuerpo para tirar de mí en un abrazo. Puedo oírle riendo en lo profundo de su pecho, el mejor sonido que he escuchado, y entonces me besa en la parte superior de mi cabeza, y empezamos a caminar. No puedo superarme de la sonrisa en su rostro, y la forma en que se mantiene mirándome a cada pocos pasos que damos. Algunas veces, toma aliento, como si estuviera listo para hablar, pero nunca lo hace. —El vuelo estuvo bien, gracias —finalmente digo cuando llegamos a los ascensores, burlándome de él, pero también deseando ponerle fin a esta extraña incomodidad. —Bien. Me alegro de que el viejo Neil pudiera ayudarte a salir, — dice, sosteniendo la puerta con su espalda mientras ruedo mi bolsa en el interior. Cuando las puertas se cierran, Nate se mueve delante de mí rápidamente, poniendo sus manos a cada lado de mi cara y levantando mi boca hacia la suya. Hace una pausa por los más pequeños segundos, el tiempo suficiente para ver mi reacción, y cuando sonrío contra sus labios, me besa por completo. Es suave y tierno, y agarra mi labio superior entre sus dientes durante unos segundos mientras gime suavemente. —Maldita sea —dice, retrocediendo y lamiendo mi sabor de sus labios. Dos personas más entran en el ascensor en el siguiente piso, y mi pulso se acelera sabiendo que pudieron habernos interrumpido. Supongo que es sólo un beso, y la gente hace eso en público todo el tiempo, pero antes de Nate, mis únicos besos fueron en los armarios, debajo de las gradas, en el porche de mis padres y en la habitación de Josh. —Así que, señorita Butstynk. ¿A dónde puedo llevarla? —Nate me sonríe, dando golpecitos con el dedo a su cartel y un guiño.

—A la oficina de trasplantes. Estoy lista... para convertirme en hombre, —le digo, y cuando cierra los ojos para sofocar su risa, sé que he ganado esta ronda. El dúo con nosotros en el ascensor se ve horrorizado. Salimos del aeropuerto y tomamos la carretera durante unos kilómetros antes de que Nate salga otra vez y se detenga en un lugar llamado Tucker’s Onion Burguers. Mi estómago gruñe sólo de ver la señal. —Imaginé que probablemente necesitas más que la pequeña bolsa de cacahuetes para el almuerzo. ¿Te importa? —Sigue siendo tan cauteloso acerca de llevarme a lugares, y eso hace que mi corazón salte. Sonrío y asiento con la cabeza, poniendo mis manos sobre mi vientre para tratar de mantener el gruñido al mínimo. Nate toma mi mano tan pronto como caminamos a la parte delantera del coche, y la mantiene apretada en las suyas, hasta que estamos cómodamente sentados en una cabina en la esquina del restaurante, nuestras bandejas cargadas de lo que puede ser la hamburguesa más indulgente que he visto nunca. —Siempre he querido probar una de estas —dice, tirando de la hamburguesa gigante hacia su boca con las dos manos, y tomando un gran bocado—. Ohhhhhh Dioooooos mííío. No puedo dejar de mirarlo, y es diferente esta vez, porque sé que Nate no está fingiendo ser otra cosa para mí. Esto no es él jugando algún juego donde hablamos con la comida en la boca —es sólo él, estando a gusto al alrededor de mí. Me muero de hambre, pero lo único que quiero hacer es mirarlo comer, así que lo dejo tomar dos más enormes mordidas por delante de mí antes de intentar probar mi propia hamburguesa. —Oh uao, esto está taaaaaan bueno, —le digo, sabiendo muy bien que una cebolla se acaba de deslizar de mi boca por mi barbilla. Trato de atraparla, y me siento un poco avergonzada, a pesar de que nunca voy a admitir esto ante él, pero Nate me detiene rápidamente con su servilleta, limpiando mi barbilla, y luego se inclina para un beso. —Así que, mis padres vienen a visitarme en octubre. Van a estar aquí para el Torneo Clásico. Mi padre, él uh... él está un poco emocionado por verte jugar —le digo, dando miradas cortas a Nate mientras hablo y cojo mis patatas fritas. —¿Ah, sí? —pregunta, asintiendo, con el ceño un poco arrugado.

—Sí. —Se queda en silencio durante unos minutos después de eso, y me pongo a patearme mentalmente por sólo decir sí, cuando Nate se inclina hacia atrás a lo largo de la esquina de la cabina y extiende su brazo para poder mirarme. —Tengo que preguntar. No estás haciendo que tus padres vengan aquí y me conozcan sólo porque te sientes mal, ¿verdad? —No lo había pensado de esa manera, pero puedo entender la reacción de Nate ahora. Tenía mucho trabajo que hacer para asegurarme de que él supiera que yo estaba tan dispuesta a dar este paso como lo estaba él. Después de tomar un largo trago de mi refresco, empujo mi bandeja y dejo caer mi servilleta encima, luego giro mi cuerpo de manera que mi pierna se dobla en la cabina y le estoy encarándolo. —No. Yo tenía que volver a casa para las vacaciones de otoño. Pero eso era antes, —digo, de repente caliente y ansiosa. —¿Antes de que te hiciera sentir mal por no querer que conociera a tus padres? —pregunta. —No. Antes de que me diera cuenta de lo mucho que no me gusta estar lejos de ti —le digo, esperando mientras sus ojos se quedan en los míos. Sus labios sonríen, y susurra en voz baja—: Oh. —Eso, y que mi padre te googleó, —bromeo, sólo necesitando romper la tensión. —¿Qué pasa con tu familia y el ciber-acoso? Nate lleva nuestras bandejas a la basura y alcanza mi mano en la puerta. Me acompaña todo el camino a mi lado, abriendo la puerta para mí mientras entro, y luego cierra la puerta suavemente, como si yo fuera alguien importante —importante para él.

Nate La he besado exactamente tres veces hasta ahora, y ella no ha protestado ni una sola. Una vez en la cabeza, una vez en el ascensor, y una vez en medio de la mejor-maldita hamburguesa que he comido. Cuando ella dijo que sus padres venían y querían conocerme, me sentí como una mierda por hacer una gran cosa de ello. Pero realmente creo que quiso decir lo que dijo, y no puedo dejar de sentir la esperanza de que ella prefiera estar aquí, en un estado a decenas de distancia de su casa, a volver al lugar que ella conoce. Todavía había mucho que quería saber, necesitaba saber. Pero tenía que tener cuidado de cómo extraía la información de la cabeza de Rowe, porque gran parte de ello está cubierto con las cicatrices de su corazón. Tenemos una hora sin más que tiempo para conversar, sin embargo, por lo que espero poder llegar a algunos de sus mejores secretos hoy. —Oh, debo advertirte. Ty y Cass... primera pelea —digo, todavía molesto de que no voy a ser capaz de decirle a Ty que pase la noche en la habitación de Cass esta noche. A menos, por supuesto, que las cosas hayan cambiado de la manera en que estaban cuando me fui. —¿Estás bromeando? ¿Qué pasó? —pregunta Rowe. —Bueno, es probable que sea culpa de Ty. Como dije, el modo por defecto de mi hermano es idiota cuando se trata de mujeres. Cass es realmente la primera con quien ha estado por más de una semana, si no tenemos en cuenta sus chicas-a-las-que-recurrir. —¿Ty tiene chicas-a-las-que-recurrir? ¿Qué es exactamente una chica-para-...? Oh... no importa. —Su inocencia era linda. Me olvidaba de lo poco que Rowe probablemente sabe cuando se trata de cosas como esas, porque ella puede hacerse a sí misma parecer tan segura y confiada. —Correcto. Bueno, se toparon con una de las chicas-a-las-querecurrir en casa de Sally. Una chica que conocimos cuando vino temprano conmigo al partido de verano. Y, bueno, ya conoces a Cass. Ella lo llamó, casi justo en frente de la chica, y él terminó siendo abofeteado por las dos. Por supuesto, ahora él está todo deprimido y mierda y se niega a ir a hablar con ella —le digo, mirando a Rowe y viéndola realmente interesada en la ruptura de Ty y Cass.

—Tenemos que arreglar las cosas —dice, y puedo notar que lo dice en serio. —No estoy seguro de que sea nuestro asunto arreglarlo, —empiezo a decir, pero puedo sentir sus ojos apresurarse hacia mí rápidamente, así que me detengo—. ¿Pero tal vez de alguna manera podemos hacerlos hablar? —Sí. Sólo necesitan hablar —dice ella, tirando de su teléfono fuera de su bolso y enviando un mensaje que parece tomarle minutos para completarlo—. Ya Está. Fase uno –hecho. Ahora, dame tu teléfono. Por alguna razón, con mucho gusto estoy de acuerdo con lo que sea que quiera, y meto la mano en el bolsillo y le entrego mi teléfono. No soy un entrometido por naturaleza, pero por alguna razón, que Ty y Cass estén juntos parece ser importante para Rowe, y tal vez sus razones son tan egoístas como las mías —deseando tiempo para nosotros poder estar solos. Pero siento que hay algo más que eso, y si es importante para ella, entonces es condenadamente importante para mí, también. —Ya está. Le envié un mensaje a tu hermano, también. Vamos a tener un pequeño picnic de despedida para Paige, y ambos estarán allí. Paige tiene una gran cantidad de alcohol, lo que llevó a ambos a decir que sí. Por supuesto que sí. Mi hermano ha soportado cosas mucho peores por bebidas baratas. ¿Dices gratis? No hay manera de mantenerlo alejado. —Está bien, así que ¿dónde tendrá lugar este día de campo? —Sí, sobre eso... —ella tiene un tono en su voz que me dice que voy a lamentar haberlo preguntado—. ¿Crees que puedes colarnos en el campo abierto, sólo una última vez?

Ella, literalmente, está poniendo mala cara con hinchados labios carnosos y ojos tristes, a centímetros de mi cara mientras cruzo a ochenta a lo largo de una carretera de dos carriles. Estoy a su merced. Creo que estaba a su merced la primera vez que la asusté en el pasillo. Asiento con la cabeza que sí, y ella chilla —uno de esos ruidos femeninos que no creía que ella era capaz de hacer— se escabulle cerca de mí y me besa en la mejilla. Eso hace cuatro.

—Así que, ¿cómo te invitó Josh a salir? —Me sentía valiente, toda esa confianza de su pequeño beso bombeó coraje por mis venas. Pero la forma en que se hunde hacia abajo en su asiento echa todo por la borda— . Lo siento. ¿Debería… no ir ahí? Ella está en silencio durante unos segundos, y me siento como un culo por presionarla. Pero sé que Josh es el gran elefante en la habitación. No importa lo que le dijo en su mensaje, sé que se necesita algo más que decir que has terminado con alguien para terminar con ello totalmente. Incluso pensé en Sadie alguna vez —por supuesto, por lo general era cuando estaba borracho y probando la marca Ty Preeter de terapia postruptura. —No, está bien. Es curioso, en realidad. Yo invité a Josh a salir, en última instancia. Él me envió una nota una vez, en clase, diciendo que yo le gustaba. Le había gustado por un tiempo, y yo solía fingir que esperaba a mi padre después de la práctica sólo para poder verlo lanzar. Él era bastante bueno. Quiero decir, no creo que él habría jugado en la universidad o cualquier cosa, pero nunca se sabe. Puedo ver el destello de dolor en su rostro, pero ella empuja a través de él, así que no la detengo. —Bueno, la nota llegó y se fue, pero en realidad nunca hizo nada al respecto. Él nunca me invitó a salir. Estaba esta otra chica a la que le gustaba. Trisha Harvest, es decir, su nombre suena como una fiesta de la ciudad, ¿verdad? —Ella arruga la nariz ante el recuerdo, y no puedo evitar dejar de reír al ver este lado malicioso con ella. No es molesto. Es honesto y real –y lo adoro. De todos modos, Trisha estaba sentada en las gradas junto a mí un día, y supe que era, como, el tiempo de hazlo-o-muere. Cuando él salió del campo, yo más o menos la encarcelé, como la vieja escuela de baloncesto de los Celtics, y simplemente salté pidiéndole ir al baile de primavera… Y él dijo que sí. Y estuvimos juntos durante más de un año.
Falling 01 - This is falling - Ginger Scott

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