Ione, Larissa - Lords of Deliverance 03 - Lethal Rider

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Sinopsis Thanatos, el Jinete del Apocalipsis más letal, ha soportado miles de años de celibato para impedir el fin de los tiempos. Pero una sola noche con la sexy guardiana de la Égida, Regan Cooper, hace pedazos siglos de determinación. Sin embargo, su pasión tiene un precio. Y Thanatos debe enfrentarse a una verdad más aterradora que un Apocalipsis: está a punto de convertirse en padre. La cazademonios Regan Cooper nunca imaginó que tendría instinto maternal, pero con el destino del mundo pendiendo de un hilo, no tiene más remedio que seducir a Thanatos y engendrar a su hijo. Ahora, mientras se acerca la batalla final y la cólera de Thanatos por haber sido traicionado se ve ensombrecida por la innegable pasión que siente por la madre de su hijo, Thanatos se da cuenta de algo desgarrador… para salvar al mundo debe sacrificar lo único que ha querido toda

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su vida: una familia.

Staff Traductoras Fabiola

Taly Danny

Cherry.lips Andrea

Esther

Monz

Correctoras Fabiola

Taly

Danny

Revisión Taly & Fabiola

Recopilación y Diseño

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Taly

Índice GLOSARIO

DOS

VEINTITRÉS

TRES

VEINTICUATRO

CUATRO

VEINTICINCO

CINCO

VEINTISÉIS

SÉIS

VEINTISIETE

SIETE

VEINTIOCHO

OCHO

VEINTINUEVE

NUEVE

TREINTA

DIEZ

TREINTA Y UNO

ONCE

TREINTA Y DOS

DOCE

TREINTA Y TRÉS

TRECE

TREINTA Y CUATRO

CATORCE

TREINTA Y CINCO

QUINCE

TREINTA Y SÉIS

DIESISÉIS

TREINTA Y SIETE

DIESISIÉTE

TREINTA Y OCHO

DIESIOCHO

TREINTA Y NUEVE

DIESINUEVE

CUARENTA

VEINTE

CUARENTA Y UNO

VEINTIUNO

SOBRE LA AUTORA

PRÓXIMO LIBRO

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VEINTIDOS

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UNO

Glosario Agimortus: El desencadenante de que se rompa el Sello de los Jinetes. Toman la forma de un símbolo grabado o marcado en el objeto o persona que lo porta. A día de hoy, existen tres tipos de portadores de un agimortus: Una persona, un objeto o un suceso o acontecimiento. Angeles Caídos: Aunque la mayoría de los humanos creen que los ángeles expulsados del Cielo son seres malignos, en realidad se pueden dividir en dos grandes grupos: los auténticos caídos y los semicaídos. Los semicaídos viven entre nosotros, caminando por una delgada línea entre el Bien y el Mal. En ese estado, raras veces consiguen regresar al Cielo, aunque cabe la posibilidad de que lo consigan. Los auténticos caídos son aquellos ángeles expulsados que deciden entrar en el Sheoul, el reino de los demonios, para completar su caída y ocupar un lugar junto a Satanás como verdaderos demonios. Daemonica: La Biblia de los demonios y fuente de docenas de religiones demoníacas. Con respecto al Apocalipsis, si es que éste llega a ocurrir, profetiza que los Jinetes lucharán del bando del Mal. Égida, La: Sociedad de guerreros humanos que se dedica a proteger al mundo del mal. (Véase Guardianes, Regente y Sigil). Carceris: Los carceleros del Inframundo. Todas las especies demoníacas envían a sus representantes para entrar al servicio de los carceris. Los carceris son los encargados de arrestar a los demonios acusados de haber violado las leyes del Inframundo y de actuar como guardianes en las cárceles demoníacas. Centinelas escogidos: Humanos que han sido hechizados por los ángeles y

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importancia. Los centinelas son inmortales e inmunes al daño físico. Sólo los

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dotados de una serie de habilidades especiales para proteger objetos de vital

ángeles (incluidos los caídos) pueden herirles o matarles. Su misma existencia es uno de los secretos mejor guardados. Falsang: Criaturas (tanto machos como hembras) extremadamente hermosas, astutas y deseosas de sexo. Son muy exigentes a la hora de elegir a sus compañeros de cama y sólo mantienen relaciones sexuales con los humanos y demonios más atractivos. Los miembros de esta especie suelen aburrirse con suma facilidad y uno de sus mayores entretenimientos es hacer creer a los humanos que son ángeles de verdad con el fin de corromperlos. Guardianes: Guerreros de la Égida entrenados en técnicas de combate, armas y magia. Cuando un guerrero se inicia en la Égida se le entrega una joya que porta el escudo de esta organización y que tiene una serie de poderes especiales, entre los que se encuentran la visión nocturna y la habilidad para poder ver a través del hechizo de invisibilidad de los demonios. Khote: Hechizo de invisibilidad que permite al que lo lanza moverse entre los humanos sin ser visto ni oído. Portales de desplazamiento: Invisibles para los humanos, permiten a los demonios trasladarse por la Tierra y el Sheoul. Situados en puntos fijos para el común de las criaturas del Inframundo, muy pocos seres, entre los que están incluidos los Jinetes, son capaces de convocar un portal para su uso particular. Puercoespines infernales: Carroñeros de tamaño similar a una rata almizclera que pueblan por millones el Sheoul. Sus espinas, tan largas como las de los erizos, son venenosas, al igual que sus mordiscos. Quantamun: Una especie de plano de super aceleración que permite al que lo usa viajar entre los humanos sin que estos perciban su existencia. Cuando se usa el quantum un, quien está dentro de él puede ver a toda la gente que le rodea, pero

paralelo.

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que éste último opera a tiempo real y es un hechizo, no un plano de existencia

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como si estuvieran congelados en el tiempo. La diferencia principal con el Khote es

Regente: Líder de una célula local de la Égida. Sabuesos del infierno: De similar tamaño al de los búfalos, los sabuesos del infierno son unos enormes perros negros con las patas del tamaño de platos, brillantes ojos rojos y una boca llena de sangrientos dientes. A diferencia de los canes terrestres, los sabuesos del infierno tienen garras replegables como las de los gatos que suelen causar efectos devastadores. El principal método de exterminio de su presa consiste en violarla primero, para después destriparla y darse un festín con ella mientras sigue con vida. Extremadamente difíciles de controlar, los sabuesos del infierno sólo pueden ser manejados por un profesional, e incluso en estos casos, con relativa frecuencia, se vuelven en contra de su adiestrador. Sheoul: El reino de los demonios. Situado en las entrañas de la Tierra, sólo se puede acceder a él a través de los portales de desplazamiento y las bocas del infierno. Sheoul-gra: El lugar al que van las almas de los demonios que han muerto. Una vez allí pueden volver a renacer o permanecer en un limbo de constantes torturas. Sheoulic: Lenguaje universal hablado por todos los demonios, aunque algunas especies también cuentan con sus propios idiomas. Sigil o Consejo Sigil: Consejo que ostenta el liderazgo supremo de la Égida y que está compuesto por doce miembros humanos conocidos como los sigils. Su sede central se encuentra en Berlín, y desde allí supervisan todas las células locales que la organización tiene por el mundo. Ter´tacea: Demonios que pueden hacerse pasar por humanos, bien porque ésa es la apariencia natural de su especie, o bien porque pueden transformarse

parte del acuerdo original entre ángeles y demonios que maldijo a Ares, Limos, Thanatos y Reseph a ser los que encabezaran el Apocalipsis, un vigilante es un

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Vigilantes: Los encargados de estar pendientes de los Cuatro Jinetes. Como

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adoptando dicha forma.

ángel y el otro un ángel caído, Ningún vigilante tiene permitido ayudar directamente a ninguno de los jinetes para empezar o detener el Apocalipsis, pero sí que pueden hacerlo de forma indirecta, lo que provoca que, en ocasiones, anden

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sobre una línea muy fina que, de traspasarla, podría resultar fatal.

Uno

R

egan Matthews iba a morir. Estaba tan segura como que el cielo era azul. Lo sabía tan seguro como que el bebé que crecía dentro de ella era un niño. Sabía que era tan cierto como que el padre del niño sería el

que acabaría con su vida. Gritando se puso rígida en la cama, sus ojos se centraron en el resplandor de la luz nocturna en el baño. Le llevó un segundo comprender que estaba despierta, segura y protegida en el Cuartel General de la Égida en Berlín. El sueño se había repetido de nuevo, aquel en el que se veía acostada en el suelo y cubierta con su propia sangre, mucha sangre. Thanatos, conocido por gran parte de la población humana como Muerte, Cuarto Jinete del Apocalipsis, se arrodilló a su lado, con sus manos recubiertas de sangre, goteando de su cabello claro y salpicado a través de su armadura ósea. Tomó una respiración profunda, para calmarse, obligándose a relajarse. Thanatos no podía tocarla. No aquí, en el complejo de apartamentos muy por debajo del edificio del Cuartel General que albergó a los doce Ancianos que dirigieron la antigua organización de la caza de demonios. La mayor parte de los Ancianos utilizaban sus apartamentos sólo cuando llegaban a Alemania por negocios de la Égida, pero Regan había llamado hogar, a este espartano*1 apartamento, durante años y a pesar del hecho de que debía dar a luz en menos de un mes, no había hecho ni una sola cosa para preparase para el bebé. No habría

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*espartano - adj. Austero, disciplinado, sobrio.

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De todos modos, ella siempre había odiado los pasteles.

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ninguna decoración, ni juguetes, ni cunas.

Su mano, hinchada por el embarazo, ya no llevaba su anillo de Sigil y temblaba mientras se frotaba el vientre a través del tejido de algodón del camisón de maternidad, esperando que el bebé se quedara dormido. Él era un tremendo golpeador y sus órganos todavía se estaban recuperando de su última ronda de Hacky Sack*2. Regan buscó a tientas en la oscuridad la lámpara de la mesita de noche. Su mano cayó primero sobre la daga recubierta de saliva de Sabueso del Infierno, que los doce Ancianos de la Égida fueron obligados a llevar como defensa contra los Jinetes malignos y luego al trozo de pergamino junto a la lámpara. Se permitió un instante para deslizar sus dedos sobre la tinta de las letras. Las palabras en latín eran una especie de plegaria, pero no fue en ellas donde Regan encontró consuelo. No, como una empática psicométrica, que poseía información divina con un toque o más concretamente, sentía las emociones de la persona que puso la tinta sobre la piel. Ese pedacito de escritura en particular fue escrito mientras el autor se encontraba tranquilo. Regan había conservado la página con ella durante años, tomando prestadas las emociones del autor como una especie de vampiro psíquico, y ella lo necesitaba más que nunca en estos últimos meses. Con un Jinete convertido al mal, con su Sello roto según la profecía en la Daemonica, la biblia demonio, la Tierra estaba cayendo en el caos. Ningún Apocalipsis prometía una fiesta, pero Regan con frecuencia se preguntaba por qué no podían hacer frente a la profecía de la Biblia en su lugar. Al menos en la versión

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*Hacky Sack -Es un juego donde se utiliza un saco de Hacky que es una bolsa pequeña llena de pequeñas piedras o cuentas que se utilizan para jugar a un juego con los pies. El objetivo es mantener el saco de Hacky en el aire y fuera de la tierra dando tantos golpes como sea posible y tratar de tener a todos en el círculo intentando golpearlo al menos una vez. 2

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bíblica, los Jinetes estarían luchando en el lado del Bien en vez del Mal.

Pero eso era sólo una parte de por qué había necesitado el pergamino. Su pesar por lo que había hecho a Thanatos la corroía y aunque ella no merecía cualquier cosa menos, por el bien del bebé tenía que encontrar la paz donde podía. Dejó que el pergamino la calmara durante otros treinta segundos, agradecida de tenerlo. La última página de un libro diminuto escrito por un ángel que había dado su vida para salvar a un Guardián, estaba más allá de cualquier precio. Los Ancianos compañeros de Regan estuvieron tras ella para que renunciara a él durante años, pero tendrían que esperar. Ella no lo entregaría hasta que estuviera muerta. Qué podría ser más pronto de lo que le gustaría, si Thanatos se apoderaba de ella. Levantó los dedos del pergamino, pero antes de encontrar el interruptor de la luz, un ruido la congeló. No era un sonido alto y de hecho, pensaba que el eco de unos pasos podría estar en su cabeza. Pero lo que no podía descartar era el hilo de la conciencia que se filtraba a través de su sistema, una alarma interna que no tenía sentido. Ningún lugar en la Tierra era más seguro que donde estaba ahora. Sin embargo, se encontró empuñando su daga y saliendo cautelosamente de la cama. El corazón le latía con fuerza, se arrastró por la habitación y pegó su oído a la puerta. Nada. Entonces ¿por qué todo su cuerpo temblaba con corrientes estáticas que advertían del peligro? Estás siendo una paranoica. La pesadilla con Thanatos debía haberla asustado más de lo habitual. Pero no podía lastimarla comprobarlo. Su instinto de Guardián nunca le había

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ignorar la profunda sensación de que algo andaba mal.

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fallado y había conocido a más de un Guardián que había pagado el precio por

Tan rápido y silenciosamente como le fue posible, se vistió con una blusa de maternidad y un par de pantalones de color caqui, y en la cadera se aseguró su cinturón de armas modificado por el embarazo y sujetó el móvil. Ella no iba a ninguna parte sin estar armada. Cambió la daga por un sfilo, prefiriendo el de dos puntas con la cuchilla en forma de S, en la batalla. Agarrando el sfilo en un puño con los nudillos blancos, abrió la puerta y salió al pasillo. La oscuridad, por lo general su amiga, ahora se convirtió en un incordio sin su anillo de la Égida, que le habría aportado una medida de visión nocturna. Regan pegó su espalda a la pared y se dirigió hacia el interruptor de la luz que se proyectaba en un tenue resplandor verde. Pero cuando ella lo conectó de un tirón, no pasó nada. —Sólo una bombilla fundida —susurró para sí. Incluso se lo repitió, pero un sentido de duda persistente se unió a la sensación de peligro. Miró hacia atrás, hacia su habitación, preguntándose si su opción más inteligente era volver al interior y bloquear la puerta, pero por supuesto... todo lo que constituía una amenaza para ella dentro del Cuartel General de la Égida no iba a ser detenido ni siquiera por una gruesa capa de madera y una cerradura de seguridad. Además, ella tenía un arma secreta, una que se había prohibido usar, a menos que la vida del bebé estuviera en peligro. Se deslizó hacia adelante, los cabellos de la parte posterior de su cuello punzándole a cada paso. —¿Quién está ahí? —No obtuvo respuesta, pero claro, ningún demonio daría

convertido en una imbécil de película clásica de terror a quien mataban en los primeros cinco minutos de la película. Increíble.

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El bebé, evidentemente, había modificado su cerebro a puré, y se había

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su nombre alegremente.

Le pareció ver un destello de movimiento hacia adelante, junto a la entrada del auditorio. ¿Dónde estaba todo el mundo? Incluso en medio de la noche, los Guardianes patrullaban el edificio o pasaban turnos investigando en la enorme biblioteca o en la organización mundial de operaciones. Este era el centro neurálgico de la Égida, y nunca había estado tan tranquilo. Se acercó, y al llegar a la puerta, su pie resbaló en algo cálido y húmedo. Su estómago se revolvió repentinamente. No tenía que mirar para saber que había pisado un charco de sangre, no necesitaba luz para saber que el bulto oscuro contra el muro era un cuerpo. No era bueno. Esto no era nada bueno. Algo crujió detrás de ella. Por instinto dio una patada, impulsándola adelante a través de las puertas del auditorio. Se estableció como una enorme aula universitaria, con varias filas de asientos de estadio y dos pasillos de escalones. Ella se movió tan rápidamente como pudo hacia el escenario en la parte inferior. Si pudiera llegar hasta la salida en el lado opuesto, saldría cerca de la recepción, donde podría dar la alarma. Un silencioso borrón rayado pasó junto a ella. Se volvió, el sfilo preparado, la adrenalina corriendo en un torrente caliente. Unos ojos carmesíes la miraron fijamente y ella juraría que escuchó el sonido de la saliva goteando al suelo. —Puta. —La voz grave y masculina rugió, y en su vientre, pateó el bebé. —No sé quién eres —dijo Regan—, pero deberías pensarlo dos veces antes de insultar a un Guardián dentro de su propia casa. Una estrepitosa carcajada se acompañó de un chasquido de dedos y de repente, las luces del auditorio aparecieron sucesivamente. Un vampiro estaba en

—No es un insulto si se trata de la verdad.

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colmillos, un no muerto. Su mirada se posó deliberadamente en su vientre.

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el escenario con ella, de más de un metro ochenta de bestialidad, con afilados

Ella ignoró el comentario que golpeó un poco demasiado cerca. —¿Quién eres? ¿Cómo llegaste aquí? En algún momento, Regan había colocado la mano sobre el bebé, como si al hacerlo lo mantuviera a salvo. Idiota. El sfilo en su otra mano podría hacer más, pero sólo si conseguía cortar la cabeza de la desagradable sanguijuela. El vampiro fue tan rápido que Regan no lo vio hasta que el impulso del golpe conectó con su mejilla. El dolor rebotó desde su mandíbula hasta el pómulo y ascendió hasta el cráneo mientras se estrellaba contra la pared, su hombro izquierdo sufrió las consecuencias del impacto. —Quién soy no será importante cuando tú y el bastardo del Jinete estéis muertos —dijo entre dientes, sus enormes colmillos goteaban saliva como un perro rabioso. Había algo muy... desagradable... acerca de este vampiro. No era que la mayoría de los vampiros no fueran «desagradables», pero ella había notado una sutil diferencia entre los vampiros Caminantes Diurnos de Thanatos y la cotidiana variedad de Caminantes Nocturnos. Es decir, que los vampiros de Than parecían más grandes, sus colmillos especialmente. —Eres uno de los sirvientes de Thanatos, ¿no? Él rugió. —Yo no pertenezco a nadie. No soy una de las mascotas castradas del Bludrexe. —Él se acercó a su vez, y al fallar con el sfilo, perdió el equilibrio y logró solamente un golpe de refilón que rozó sus bíceps.

El pánico se envolvió a su alrededor, exprimiendo tan fuerte como los dedos del vampiro. Ella podría haber tenido una oportunidad si no fuera por los casi

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fríamente apretó, cortándole la respiración.

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Las manos del vampiro se estiraron, atrapándola por el cuello. Sonriendo

nueve meses de embarazo, pero aunque se había mantenido en excelente forma, se cansaba rápidamente y su desequilibrado peso se hacía incómodo. No podía morir así. No podía permitir que el bebé muriera. Pero a medida que sus pulmones comenzaron a arder con una falta de oxígeno, ella sabía que esto podría suceder. Inhalando con dificultad para encontrar incluso una molécula de oxígeno, entró muy dentro de si misma buscando la habilidad que había mantenido firmemente sujeta durante la mayor parte de su vida. La habilidad que se había descontrolado la noche en que se había quedado embarazada. No era hora de pensar en eso. El hormigueo comenzó bajo, en su intestino. Atrayéndolo como si se tratara de un gatito callejero, ella lo incitó, pero parecía retroceder, pasando por un punto de luz de un brillo enfermizo. Y luego se apagó por completo. Qué diablos… —Muere, perra —susurró el vampiro en su rostro. ¡Mierda! Su don... no podía acceder a él. De repente, inexplicablemente, el vampiro aflojó su agarre, dándole una bocanada dulce de aire y cuando sonrió, supo por qué lo había hecho. Para arrastrarla a su muerte. —Cabrón —jadeó ella. Le arañó los hombros y le pateó en las espinillas, pero él no se movió. Una vez más buscó su habilidad, que tiraría de su alma extrayéndola de él, pero ahora era como si no existiera en absoluto. Su mente pasó a entumecerse debilitando sus esfuerzos, cuando la falta de

La gente mentía acerca de la visión de su vida destellando ante sus ojos, porque lo único que ella podía ver era a Thanatos. Recordaba cómo se veía cuando

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no las que ella esperaba mientras estaba en el umbral de la muerte.

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oxígeno cobró su precio. Imágenes se derramaron a través de su cerebro, aunque

se corría, como su cuerpo se tensaba y sus músculos se contraían y estiraban. Recordó el sonido de su voz, su risa. Y se acordó de la expresión de su cara cuando se dio cuenta de que ella le había traicionado. Ella iba a morir, y todo habría sido en vano. En su vientre, el bebé pateó, cada vez más fuerte, como si también supiera que el final estaba cerca. El vampiro sonrió. —Puedo sentir la vida dentro de ti —dijo—. Y voy a disfrutar sintiéndola extinguirse. —Su mano se dirigió a su abdomen abultado y en su mente, ella gritó. —¿Crees que podrás con los dos? —La voz de un desconocido se unió al grito en su mente y el golpeteo sordo de su pulso en los oídos de Regan, como una brisa susurrando sobre su piel. En el siguiente instante, el vampiro voló hacia un lado y ella fue arrancada de su agarre. Sólo tenía una fracción de segundo para ver al otro vampiro que se había unido la fiesta antes arrojarla a un lado. Ella cayó al suelo detrás de la tribuna y se quedó allí, respirando con dificultad, mientras el recién llegado, que sin duda reconoció como uno de los sirvientes Caminantes Diurnos de Thanatos, atacaba al vampiro que había intentado matarla. El recién llegado descargó un puñetazo en la cabeza del primer vampiro, enviándolo tambaleante hacia la pared. Antes que pudiera recuperarse, el nuevo vampiro empujó un pedazo de madera —¿dónde lo había conseguido?, no tenía ni idea— en el pecho del otro vampiro. El primer vampiro siseó mientras su cuerpo comenzó a ennegrecer y agrietarse convirtiéndose en polvo.

—Tú traicionaste a Thanatos —gruñó—. Tú nos traicionaste a todos.

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mezclaban en sus ojos.

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El vampiro superviviente fue cojeando hacia ella, la furia y el dolor se

Ella no estaba segura sobre el «todos», pero el resto era bastante cierto. —¿Entonces por qué me salvaste? —¿Salvarte? —El vampiro señaló el desorden de ceniza que antes era su colega—. Él se limitó a intentar matarte. Te voy a llevar con Thanatos. —Sonrió—.

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Confía en mí, no te salvé.

Dos

L

o único peor que ser paralizado y atrapado en el interior de tu propio cráneo, incapaz de moverte o hablar, era ser mantenido así por tu propio hermano y hermana.

Durante interminables ocho meses y medio que inducían a la locura, Thanatos, Cuarto Jinete del Apocalipsis, se había mantenido en la cama sin nada más que una televisión por compañía. Bueno, cada doce horas recibía la visita de alguien del Hospital General del Inframundo para inyectarlo con paralizante de saliva de Sabueso del Infierno, cambiar su bolsa de hidratante solución salina, y darle un humillante baño de esponja antes de cambiar sus pantalones de chándal. Pero generalmente quién lo visitaba era ¡zas!, ¡pam!, ¡gracias, mi dama, por todo! Y, por supuesto, su hermana, Limos, Tercer Jinete y Ares, Segundo Jinete, pasaban el tiempo con él, pero Ares no era tan hablador. Limos era una cotorra, pero a Than, en realidad, no le importa una mierda qué color de esmalte de uñas se había puesto esa mañana, o cómo ella y su marido, un humano llamado Arik, planeaban una luna de miel Europea después de que terminara el Apocalipsis. Y en serio, ¿una luna de miel? ¿No era un poco tarde para eso? Y tampoco era como si Limos no viviera en una isla paradisíaca de todos modos, por lo que cada maldito día era una luna de miel para ellos. ¿Amarga mucho, muchacho Than? Sí, puede que existiera algo de celos ahí. Porque tan retorcido como parecía, lo

estaban casados y felices, y a él lo dejaron paralizado, abatido y acumulando un odio masivo por la hembra que lo había puesto aquí.

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el hecho de que Ares y Limos estaban tan solos como él. Pero ahora, Ares y Limos

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único que lo mantuvo cuerdo durante los miles de años que había estado vivo era

Regan. Desde que fue maldecido como el Jinete que se convertiría en Muerte cuando su Sello se rompiera, él había creído que su sello era su virginidad. Había custodiado su polla como si fuera el puñetero Diamante de la Esperanza. Podría haber sido una granada desprendida a punto de estallar con la necesidad sexual, pero maldita sea, se había mantenido jodidamente virginal. Hasta que apareció Regan, con su cuerpo seductor, su astuta conspiración y su hidromiel adulterada. Se las había arreglado para conseguir desnudarlo, inmovilizarlo y consiguió que se corriera. El porqué todavía no estaba claro, ya que ni una sola vez, en todas las divagaciones de Limos y Ares, mencionaron a la Guardián de la Égida. Y el hecho de que ella era un Guardián, uno de los guerreros humanos que existían para liberar al mundo de los demonios, sólo hacía sus acciones más desconcertantes. Los Guardianes no querían iniciar el Apocalipsis, por lo que o ella trabajaba secretamente en contra de la Égida o no pensaba que follando le rompería su Sello. Pero si era esto último... ¿por qué había llegado a tal extremo para meterlo en la cama? Como una de las mayores leyendas vivas, podría tener un atractivo célebre y, por supuesto, él sabía que era guapo, pero ¿recurrir a las drogas y su habilidad sobrenatural para conseguir lo que deseaba? La furia se deslizaba a través de él, tan caliente como la lujuria que sintió cuando estuvo debajo de Regan, su apretado calor húmedo alrededor de su polla. Dios, que bueno había sido. Durante siglos había fantaseado con estar con una mujer, había imaginado todas las maneras en que la tomaría. Su fantasía favorita siempre había sido con ella a cuatro patas y él montándola por detrás, su pecho sellado en su espalda por el sudor, su peso sosteniéndola firme para sus

Regan era esa hembra sobre sus manos y rodillas.

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Durante estos últimos meses, cuando su mente se había desviado hacia el sexo,

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embestidas.

Su pene se sacudió en respuesta a la dirección de sus pensamientos, cabreándolo. Su polla no tenía por qué ponerse dura por ella en absoluto y en su brazo, su semental, Styx, pateó, sintiendo las emociones de su amo. El caballo, actualmente en forma de tatuaje, estaba atrapado en su piel, tan paralizado como lo estaba Than… Espera. Su polla estaba dura, su caballo se movía... lo que significa que el veneno de Sabueso del Infierno se estaba disipando. Los latidos del corazón de Thanatos iban a doble velocidad mientras la esperanza lo atravesaba. Quizás sus hermanos se decidieron a liberarlo finalmente. Vaya, hombre, si era así... tenía serios planes. En primer lugar, iba a patearles el culo a Limos y Ares. Luego iba a tener relaciones sexuales. Montones y montones de sexo. Antes de Regan, evitar las relaciones sexuales no había sido difícil porque no sabía lo que se perdía. Pero ahora lo sabía, y su cuerpo lo ansiaba casi tanto como anhelaba venganza. Y la venganza no iba a ser dulce. No podía decidir si iba a matar a Regan o a follarla. Tal vez ambas cosas. No en ese orden, sin embargo. Él no era un completo psicópata. La puerta se abrió. Las fuertes pisadas de Ares iban acompañadas de un suave susurro de Limos y el crujido de las garras de un Sabueso del Infierno en el suelo. —Eh, hermano —Limos canturreaba, como si Thanatos estuviera saliendo a divertirse. Sus manos comenzaron a apretar, pero rápidamente, controló sus músculos y se obligó a permanecer inmóvil. Ares cambió el canal del televisor que habían montado sobre su cama.

emocionante.

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festival de circonio cúbico en el Home Shopping Network no puede ser muy

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—Lo siento —gruñó—. Alguien debió golpear el mando a distancia. Un

Oh, no, de verdad. Yo sólo estaba pensando en lo bien que me sentaría un collar de filigrana de oro y unos pendientes de lágrima, y que setenta y cinco con noventa y nueve más gastos de envío, es un jodido robo. Pero, maldita sea, me perdí el trato porque, oh, es cierto, estoy jodidamente congelado. La mano de Limos cayó sobre el bíceps de Than, y luchó para evitar flexiones. —Oye... mira... tenemos que decirte algo. —Su voz era baja y seria, y joder, esto no podía ser bueno—. Sé que probablemente puedes sentir la alteración en el mundo y tiene que estar volviendote loco. ¿Loco? Intenta con lamer el techo, rabiar espuma por la boca, y deslizar una cuchara por el plato-malditamente-prudente. Limos y Ares le estuvieron manteniendo al día sobre las hazañas de Peste, pero no lo necesitaba. Gracias a su maldición, podía sentir el gran número de víctimas en todo el mundo, se sentía atraído por ellas como un adicto a la heroína. Obviamente, estar paralizado había puesto freno a su capacidad para viajar hacia ellas, pero la atracción todavía estaba allí, girando alrededor sus entrañas, como el humo de un horno crematorio. —Está a punto de empeorar —dijo Ares—. Las plagas de Peste han causado guerra, hambre y muerte en todo el mundo. Por eso no te hemos acompañado mucho. Estamos dedicando demasiado tiempo en los peores lugares. Limos y Ares sufrieron maldiciones similares a Than, Ares era atraído por escenas de batallas a gran escala y Limos era arrastrada a las hambrunas. Y sí, Than había notado que no estuvieron a su alrededor para mantenerlo entretenido. Al menos Cara, la esposa de Ares, estuvo allí. Ella le leyó a Thanatos mucho, y no creía que alguna vez pudiera agradecérselo suficiente.

—La semana pasada, Peste reclamó Australia en el nombre del Sheoul.

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mano izquierda, que estaba oculta a su lado, comenzar a enroscarse en un puño.

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¿Entonces por qué está a punto de empeorar? Quería gritarles, podía sentir su

Oh, mierda. Los demonios que estaban confinados normalmente al Sheoul —lo que los humanos llaman el infierno— podrían ocupar ahora Australia. Un país de ese tamaño podría albergar a millones de demonios y permitirles preparar el terreno para un ataque global masivo. Los demonios, ya desde el principio de los tiempos, deseaban iniciar el Apocalipsis con el fin de derrotar a la humanidad y apoderarse de la Tierra como un trofeo, y con Australia en sus bolsillos, acababan de lanzar la pelota mucho más cerca de la zona de anotación. ¿Qué pasa con los humanos? Limos, que había estado siempre en sintonía con sus pensamientos, respondió, como si lo hubiera oído. —Todos los humanos que no evacuaron están... perdidos. —Conseguimos sacar algunos. —La voz de Ares se volvió sombría—. Kynan, Limos, Arik y yo conseguimos salvar unos cuantos. —Es malo —dijo Limos—. Pero la buena noticia es que La Égida ha encontrado una forma de cerrar las Bocas del Infierno. Es temporal... la magia que están utilizando está siendo devorada por el demonio contramagia, pero ha demostrado lentitud de movimientos en masa. —Ella le dio unas palmaditas en el brazo—. Sé paciente, Than. Sólo un par de semanas y te liberaremos. ¿Un par de semanas? ¿Por qué entonces? Ares apretó el pie de Than. —Alguien vendrá en un par de horas para tu próxima inyección. Volveremos cuando podamos.

consiguiendo sacar su trasero de aquí.

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cerca de la siguiente inyección. Por alguna razón, podía moverse de nuevo y estaba

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Él y Limos se despidieron, y joder, no, Thanatos no tenía intención de estar

Reuniendo toda su fuerza de voluntad, sacudió su cuerpo hasta que consiguió el impulso suficiente para salir de la cama. Chocando contra el suelo y lastimándose como un hijo de puta, pero el dolor sólo le estimuló. Algo tiraba de sus entrañas. Peligro. Muerte. Las dos cosas. Excepto la atracción hacia el peligro que era una sensación distinta a cualquier cosa que jamás hubiera sentido. Era casi como si fuera él quien estuviera en peligro... pero la sensación era lejana. Fuera lo que fuese, lo llamaba, y tenía que ir. Se arrancó el catéter de su mano y se arrastró hasta la puerta corredera de cristal. Gruñendo, se puso a cuatro patas y se transladó hacia fuera. La muerte y el peligro seguían tirando de él, dos sogas distintas arrastrándolo en direcciones opuestas. La cuerda peligro parecía más... urgente, pero en su estado actual, debilitado, no podía arriesgarse a abandonarse en lo que podría ser una de las trampas de Peste. La muerte, sin embargo, lo llenaba de energía. ¡Vale! Muerte primero, peligro segundo Permitió que el tirón de la muerte lo guiara, abrió un Portal de Desplazamiento y se lanzó a través de él. Al instante, el aire caliente y húmedo golpeó a Than como un alto horno. El hedor a carne podrida y madera quemada escocía sus fosas nasales. Débilmente, levantó la cabeza y frunció el ceño ante la visión de tierra arrasada y árboles caídos. El GPS interno de Than le decía que eran Las Antípodas, pero nunca las había visto así antes. Tanta muerte. Era la explicación de por qué había sido arrastrado hasta aquí. —Hola, amigo. —Thanatos giró la cabeza hacia el macho descamisado con unos pantalones ajustados que se mantenían cambiando los colores para combinar con el fondo lleno de humo gris y negro.

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esto... Australia?

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—Hades. —Su voz sonaba como si hubiera tragado trozos de vidrio—. ¿Es

—Efectivamente. —Hades se acercó varios metros, haciendo crujir sus botas al pisar los huesos calcinados que parecían ser tanto de humanos como demonios—. Dado que se ha reclamado en nombre del Sheoul, puedo pasar el rato aquí. Por supuesto. Hades estaba tan ligado al Sheoul como un demonio, aunque por una razón muy diferente. Un ángel caído, que había sido obligado a correr al Sheoul-gra, el lugar donde los demonios y las malvadas almas humanas permanecían, a menos que Azagoth, también conocido como Muerte, le permitiera salir. —¿Azagoth te permite salir del... Sheoul-gra? —Me ha dado una hora —dijo Hades, su voz degenerando en un tono sarcástico—. Su generosidad no tiene límites. —Le dio un suave empujón con su bota—. Ahora supongo que tengo que quedarme a ayudarte. Recupérate rápidamente. Quiero toparme con uno de esos nuevos burdeles succubus antes de tener que regresar al Gra. Un millón de pinchazos apuñalaron los músculos de Than mientras se esforzaba por sostenerse contra un árbol caído. El muy bastardo de cabello azul se quedó allí mirándolo. —¿Por qué... me… ayudas? La expresión de la cara de Hades fue tan dura como el panorama que les rodeaba. —Porque tu maldito hermano me está fastidiando. Si bien puedo apreciar lo que está intentando hacer, iniciando un Apocalipsis y todo, me cabrea cuando mete sus narices en mis asuntos.

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—¿De qué estás hablando?

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Thanatos movió los dedos de los pies, aliviado al sentirlos de nuevo.

Las venas azules como entrelazadas de la pálida piel de Hades aumentaron su brillo y comenzaron a latir. —Él trata de desmantelar el Sheoul-gra y destruir a Azagoth. —Oh, joder. —Sin el Sheoul-gra, cualquier demonio o humano malvado muerto en el reino humano sería libre de causar estragos en su forma fantasmal. También había una teoría circulando que Azagoth podría ser el padre de los Jinetes, pero hasta ahora, nadie había sido capaz de verificar eso. Hasta que el rumor se pudiera confirmar, Thanatos preferiría que el tipo no fuera asesinado. —Oh, mierda, es cierto. ¿Quién hubiera pensado de tu excéntrico hermano podría llegar a ser un loco cabrón asesino en serie? Y ese era el gran problema. Reseph había sido el más amable y más tranquilo de todos ellos. Que él se hubiera vuelto tan perverso no presagiaba nada bueno para Ares, Limos, y Than. Percibió una rama punzante en su espalda, y al mismo tiempo, una vibración de bajo nivel se inició en la boca del estómago. Su cuerpo volvía a la vida. Y tenía hambre. Junto al hambre, el tirón hacia el peligro se fortaleció, se convirtió en una toma de conciencia latente en la parte posterior de su cerebro. ¿Qué demonios era? —Él se hace más fuerte cada día, Thanatos. Las almas que vigilo están empezando a reencarnarse a un ritmo que nunca había visto. Than frunció el ceño.

almas me están abandonando más rápido de lo que vienen. Peste está

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—Tal vez no directamente, pero a medida que el Apocalipsis se aproxima, las

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—¿Crees que Peste es responsable de eso?

consiguiendo un gran refuerzo en la población de los demonios y yo estoy debilitándome. Tienes que matarlo. Thanatos sacudió la cabeza contra el tronco del árbol. —Pretendo reparar su Sello, no matarlo. —Than había encontrado evidencias de que el Sello de Reseph podría ser reparado, pero sólo si era él quien lo apuñalaba con una daga específica en un momento específico. El problema era que no había descubierto el detalle del «momento». —¡Jesucristo! Lo que sea. Simplemente haz algo. Mi propia vida procede de esas almas. Las necesito. —¿Jesucristo? —Than se quedó mirándolo—. ¿En serio? ¿Un enorme demonio, feroz y con una cresta en el cabello dice «Jesucristo»? —Sí, Jesucristo. —Hades se frotó el pecho desnudo—. Y, vete a la mierda. Than cerró los ojos. —Eso está mejor. La vibración en el centro de Than se convirtió en un hambre apremiante que se enroscaba con malevolencia. El olor de la sangre lo golpeó, y sus ojos se abrieron de golpe. Hades estaba en cuclillas junto a Than, con un puñal en su mano. La sangre fluía de una hendidura en su muñeca y los colmillos de Than se extendieron a medida que la inanición, que se había mantenido a raya durante ocho meses, surgió a la superficie. Se abalanzó hacia Hades, pero el macho lo agarró por la parte trasera del cuello y golpeó la muñeca sangrando contra su boca. El cerebro de Thanatos quedó

—¡Ay, joder! —La voz áspera de Hades era un mero zumbido en los oídos de Than. En este punto, no le importaba una mierda, si estaba devastando el brazo del

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instinto animal.

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en blanco mientras su cuerpo era secuestrado por el hambre voraz y el puro

hombre. Lo único que importaba era llenar el hueco en su interior que, cuando se vaciaba, conducía a una alimentación indiscriminada y un montón de muerte. Afortunadamente para Than, Hades era una de las pocas personas que sabían lo que Than necesitaba, aunque no conocía el alcance de la misma. El tiempo se arremolinaba en círculos multicolores, hasta que finalmente, Hades se apartó y dejó a Than recostado contra el árbol, su cuerpo completamente recargado. El hambre había desaparecido, pero el otro extraño cosquilleo de un peligro inminente seguía vibrando en la base del cráneo. Era como un rastreador, gritándole que continuara su camino. —Gracias, amigo. —Impulsando sus pies, Than flexionó los músculos, poniéndolos a prueba luego de tantos meses de inactividad. Por el rabillo del ojo, vio un destello de movimiento en el bosque incendiado, y supo que iba a obtener un buen ejercicio en un minuto. Tenían compañía. —Sin problema. Te debía una. Manteniendo un ojo en la sigilosa criatura que salía de las sombras, Than casualmente pasó su dedo por la cicatriz en forma de media luna en su cuello, y al instante, su armadura ósea encajaba en su lugar. A continuación, convocó su guadaña. —Más de una. Te he enviado un montón de almas, idiota. —Estaba a punto de enviarle más a Hades. —Sí, que te den. Empezó a ponerse irónico con su respuesta habitual de, «No puedo tener

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podía. Sin embargo, Hades era un tipo y Than no estaba tan desesperado.

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sexo», pero recordó que sí, que podía. Gracias a Regan y su traición, sabía que

Pero la necesidad estaba allí, tan potente que sospechaba que era similar a lo que Ares sentía, una bobina de tensión que, si no se liberaba, se transformaba en muerte y destrucción. Lo bueno entonces, era que Thanatos estaba de humor para un poco de D & D3, y no precisamente el juego de rol. —Entonces, ¿qué vas a hacer ahora que no estás sólidamente congelado? —Primero voy a matar a esos demonios y ese ángel caído detrás de ti. —El tatuaje del escorpión en su garganta empezó a picar su cuello, la cola moviéndose como un pulso, recordándole a Than que la muerte era a lo que estaba destinado. Uno nunca discutía con el destino, balanceó la guadaña en un arco de gran alcance, rebanando a uno de los demonios de dos cabezas. Miró hacia atrás a Hades, que estaba observando como si deseara unas palomitas de maíz junto con la acción. —

*D & D Dungeons & Dragons: Juego de rol. Los jugadores crean personajes heroicos de fantasía - poderosos guerreros, pícaros sigilosos, o magos poderosos - que guiaran a través de una serie continua de aventuras, trabajando juntos para derrotar a los monstruos y otros desafíos y creciendo en poder, gloria, y logro.

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3

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Después haré lo mismo con la mujer que me ha traicionado.

Tres

R

egan se sentó en el suelo, mirando al vampiro que la había salvado de una amenaza y estaba planeando entregarla a manos de otra. —No me puedes llevar con Thanatos. Él está paralizado…

—Estúpida mujer —le gritó—. Voy a llevarte a su fortaleza hasta que él vuelva. Varios de nosotros hemos venido con un plan para traerlo de regreso. —Su voz se suavizó—. Y hay cosas que necesitas saber, advertencias que no puedo contarte aquí… —La sangre salió a borbotones de su boca, y él se sacudió hacia adelante, apoyándose en la tribuna. Una flecha de ballesta le atravesó el esternón. —¡Aléjate de ella! —Lance, uno de los compañeros Ancianos de Regan, se precipitó hacia ellos, con una ballesta en una mano y una estaca de madera en la otra. Más Guardianes acudieron pisándole los talones, incluso Suzi, que se había trasladado al Cuartel General para asistir a Regan en sus últimos meses de embarazo. Desde la entrada lateral, los ancianos Kynan y Decker irrumpieron atavezándo las puertas. —¡No lo mates! —gritó Regan, pero Lance la ignoró, conduciendo la estaca al corazón del vampiro. —¡Maldita sea, Lance! —Kynan gritó tajante a Lance mientras el vampiro ardía—. Así no es cómo hacemos las cosas. —Así no es cómo tú haces las cosas —dijo Lance—. No todos en la Égida están

—¿Estás bien? ¿Llamo a tu médico? ¡Oh amiga! Debería haber estado contigo…

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Suzi se agachó junto a Regan.

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de acuerdo con tu impecable y nueva forma de tratar al enemigo.

—Estoy bien —le aseguró Regan, pero Suzi se retorcía las manos, derramando preocupación por sus poros—. Pero sabes, me vendría bien una taza de tu impresionante té de manzanilla con miel. —Suzi sonrió, claramente aliviada de ser capaz de ayudar. Mientras ella se apartaba, Regan permaneció en el suelo, reuniendo sus pensamientos y su aliento—. ¿Por qué estaban los vampiros de Thanatos aquí? ¿Cómo entraron? Juan, otro Anciano, dio una patada a los restos. —Nosotros los capturamos hace un par de semanas. Necesitábamos ver a los Caminantes Diurnos nosotros mismos. De alguna manera se escaparon de sus celdas. —Idiotas —replicó Regan—. ¿No creéis que hemos hecho lo suficiente por Thanatos? —Nosotros no lo hicimos por el Jinete —dijo Lance, su expresión tan engreída que deseaba darle una bofetada—. Fue tu informe el que atrajo nuestra atención hacia sus vampiros. Teníamos que estudiarlos. Oh, maldita sea. Una vez más, ella había logrado implicar a Thanatos, sólo que de una manera diferente. Su culpabilidad se manifestaba en amarga ira, la cual iba dirigida hacia Lance. —El Apocalipsis está en nuestras puertas —gruñó ella—, ¿y tú pierdes el tiempo con vampiros? Excelente. Lance frunció el ceño. —Tú eres la única que se ofreció a asumir el cargo como experto vampiro cuando Jarrod murió el año pasado. Deberías saber que cuando se descubre una

Dios, ella odiaba cuando hacía eso. Él y un par de los otros Ancianos parecían creer que, como mujer, ella rompería a llorar por cualquier cosa. Habían sido las

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No vas a llorar por eso o alguna otra mierda, ¿verdad?

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nueva raza, vamos a querer analizarla. —Él le lanzó una mirada desagradable—.

voces negativas cuando el ascenso de Regan en el Consejo Sigil estaba sobre la mesa, y ahora ella nunca dejaba pasar una oportunidad para demostrarles que era tan capaz como ellos. Sin embargo no tuvo la oportunidad de interrumpirlo, ya que Kynan intervino y los condujo de nueva al tema. —Analizadlo. —Kynan metió su Sfilo en la ranura correspondiente del cinturón de su cadera—. Tenemos procedimientos estándar de operación para las nuevas especies, y eso incluye informar a otros ancianos sobre los planes de captura. No incluyen la disección. —Has estado muy ocupado con tu pequeña feliz familia demonio —dijo Juan—. No vimos la necesidad de realizar una gran puesta en escena para capturar a un par de sanguijuelas. Regan luchó contra el impulso de gritar de frustración. —¿Qué pasa si los Jinetes ven esto como otra traición? ¿Pensaste en eso? —La relación entre la Égida con Limos y Ares era tensa ya, gracias a lo que había sucedido entre Regan y Thanatos, y esto sólo podría empeorar las cosas. —Estoy más preocupado por el inminente Apocalipsis que por lo que puedan pensar los Jinetes, pero el hecho de que los vampiros escaparon es sin duda preocupante. —Lance asintió con la cabeza a Juan—. Vayamos a comprobar las celdas para asegurarnos de que ninguna de las otras inmundicias esté suelta. Mientras ellos se alejaban, Decker los fulminó con la mirada. —Espero que se los coman —murmuró. —¿Cómo te sientes? —Kynan le ofreció una mano, pero Regan la rechazó y se impulsó con sus pies por su cuenta. Había tenido suficiente de ser tocada esa

diminuto pie la sorprendió en las costillas—. Cuando no estoy siendo pateada.

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—Me siento sorprendentemente bien. —Hizo una mueca mientras un

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noche.

Kynan desabrochó su chaqueta de cuero, dejando al descubierto un arnés cargado de armas para matar a toda una legión de demonios. —Gema me decía lo mismo cuando estaba embarazada. —La hija de Ky, Dawn, tenía casi un año ahora, y era la cosita de cabello oscuro más bonita que había visto nunca. Regan se preguntó qué color de cabello tendría su hijo —un niño, lo había descubierto hace un par de meses atrás— teniendo en cuenta que el pelo de Thanatos era rubio y el suyo de color marrón oscuro—. Sé que hablamos de esto antes, pero si necesitas alguien con quien hablar acerca de cosas del embarazo, Gema está ahí para ti. Uf. Este había sido un tema incómodo desde que Juan trajo a colación el hecho de que Regan no tenía una madre para compartir la experiencia o para pedir consejo. No, la madre de Regan se había suicidado-por-culpa-de-un-demonio después de dar a luz a Regan. Como Lance dijo una vez—, Debes sentirte afortunada que no fuera en el mismo segundo en que se enteró de que su amante poseído por el demonio la dejó embarazada. Éra un idiota. Regan le ofreció una amable sonrisa. —Gracias, Ky, pero estoy bien. Él asintió con la cabeza. —La oferta sigue en pie. ¿Cuándo es tu próxima cita con el médico? —Mañana. El Dr. Rodanski está preocupado por el tamaño del bebé, por lo que va a hacer otra ecografía y decidir si vamos a hacer una cesárea en lugar de un

—No. —Ella cortó a Kynan antes de que pudiera sugerir que permitiera que la atendiera un médico demonio del Hospital General del Inframundo. Una cosa era

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—Realmente deberías ver a…

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parto natural.

estar trabajando con los demonios para prevenir el Apocalipsis, ¿pero permitir a uno tocarla íntimamente? No, a menos que las cosas se pusieron terribles. Muy terribles. —Regan —dijo Ky—. Tu cuerpo reacciona mal a la medicación. No se puede tener una cesárea, sin medicinas y tratamiento para el dolor. —Rodanski dijo que lo resolvería —Ella esperaba que así fuera, porque lo que Ky, un antiguo médico del ejército y médico de cabecera en el Hospital General del Inframundo, mencionó que era un motivo de gran preocupación. El parto del bebé podría ser potencialmente peligroso. Sin embargo, ella no estaba preparada para lidiar con los médicos demonios y sus terapias alternativas. Su estómago gruñó suficientemente alto como para que Decker lo escuchara. —¿Quieres que te traiga algo de comer? —No creo que tengas un batido de chocolate en tu bolsillo trasero. —Siempre había sido de comer algo más sano, pero el embarazo le había dado un antojo importante por todas las cosas heladas. Arrugó la nariz. —Esa basura va a matarte. Una imagen de Thanatos le vino a la cabeza, y no, no serían los batidos lo que la matarían. —Entonces —dijo—. Dime por qué estáis aquí a estas horas de la mañana. — Los muchachos se miraron, y a ella se le retorcieron los intestinos—. ¿Qué ocurre?

Al instante, Ky y Decker sacaron sus armas y cubrieron a Regan rodeándola.

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—Es Lance. Joder. Hay demonios sueltos en el edificio.

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Unos localizadores sonaron, tres a la vez. Decker cogió primero su teléfono.

—¿Qué diablos está pasando? Si no hubiéramos venido a discutir el despertar a Thanatos, Regan podría estar muerta. Regan se agarró de la tribuna con tanta fuerza que sus uñas se clavaron en la madera. —¿Estabais pensando despertarlo? ¿Ahora? —Es una larga historia, pero sí. Nos encontramos con nueva información. Tenemos que considerar despertarlo de inmediato. —Llegas un poco tarde para eso, Sigil. —La profunda e imponente voz, desde la puerta de entrada drenó hasta la última gota de sangre del rostro de Regan. Ella estalló en un sudor frío y pegajoso, mientras miraba hacia arriba para ver a Thanatos en la entrada del auditorio, su gran cuerpo irradiando peligro que ni siquiera su armadura podía contener. Y sabía, sin lugar a dudas, que la pesadilla estaba a punto de convertirse en

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realidad.

Cuatro

R

egan no podía respirar. No podía tragar. Lo único que podía hacer era mirar a la muerte —literalmente, la muerte— en la cara. Thanatos iba a matarla. Sus ojos amarillentos estaban taladrándola, pero cuando

habló, sus palabras fueron para Ky y Decker. —Dejadnos. —Escúchame, Thanatos —comenzó Kynan—. Si tienes algún reproche para alguien, debería ser yo… —Cállate. —La voz de Than se hizo eco por todo el auditorio, expandiéndose como si estuviera hablando a travez de un amplificador—. Vete ahora. Última advertencia. Avanzó hacia ellos, sus botas retumbaban como una sentencia de muerte en el suelo alfombrado, las placas óseas de su armadura repiqueteando, la espada en su cadera más amenazante de lo que recordaba. —Vete al diablo, gilipollas —Decker arrastró las palabras. Regan se acercó para sujetar por los hombros a Decker en advertencia, pero ya era demasiado tarde. Las sombras se levantaron alrededor de Thanatos, las almas de aquellos que había matado. Una vez liberados de la prisión de su armadura, eran mortales, armas espeluznantes y Regan no tenía deseos de encontrarse con ellas de nuevo. No tenía ni idea si alguna de ellas podría matar a Kynan, viendo cómo era inmune a cualquier daño, excepto a los ángeles caídos, pero Decker sería

para defenderse contra un ataque de almas, parecía haber sido afectada por el

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Ella también lo sería. Su habilidad para extraer las almas de una persona... o

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una presa fácil.

embarazo. La pérdida habría sido un gran alivio no hace mucho tiempo. Ahora la dejó vulnerable de un modo que no pensó que fuera posible. —Marcharos —dijo suavemente, sin apartar la mirada de aquellas almas arremolinadas—. Estaré bien. —Lo esperaba. En realidad, lo dudaba un poco. Pero no sería responsable de la muerte de Decker. —No vamos a abandonarte —dijo Kynan. Thanatos sonrió, y Regan se estremeció. —Acabo de matar a un ángel caído. —Extendió la mano, y una de las almas, a su forma de mancha oscura le brotaron unas tenues alas, y se lanzó como una flecha hacia Kynan. Se detuvo a escasos centímetros de distancia, forcejeando, como si estuviera amarrada por cadenas invisibles—. Puede succionarte la vida, humano. —¡Maldita sea! —dijo entre dientes—. Marchaos. Esperad en el pasillo, pero por favor... ¡iros! Ky y Decker, fulminaron con la mirada en persistente desafío pero finalmente, se marcharon. Cuando Ky llegó a la puerta, se dio la vuelta y le disparó al Jinete una fría mirada mortal. —Tienes cinco minutos. ¿Cinco minutos? Eso sería una eternidad, ya que Thanatos podía acabar con ella en menos de un segundo. En el momento en que Ky y Decker desaparecieron, Thanatos la alcanzó, arrastrándola fuera de la tribuna y sujetándola contra la pared con su antebrazo a través de su garganta. Ella ni siquiera podía alcanzar a su útil y

—Por favor —susurró ella.

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—Me has traicionado.

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práctica daga anti-Jinete.

—Por favor. —Su voz era gutural. Baja. Francamente malvada—. Dilo de nuevo. No va a ayudarte, pero quiero escuchar tus ruegos antes de matarte. Ella nunca suplicaría por su propia vida, pero haría cualquier cosa por el niño. Se lamió los labios, pero no tenía humedad en su lengua. —Por favor, no hagas esto. Cerrando los ojos, él inhaló y una sonrisa maliciosa curvó su boca. —El aroma de tu miedo es embriagador. ¿Cómo se siente al ser sujetado y vulnerable, Regan? Espantoso. Era horrible. —Haz lo que quieras conmigo —jadeó ella—, pero no... no lastimes al bebé. Sus ojos se abrieron de golpe. Durante un instante, él la miró con las cejas rubias caladas hasta sus dorados ojos. —¿Bebé? ¿Cómo pudo haberle pasado por alto el hecho de que parecía como si se hubiera tragado una sandía? El bebé pateó, como si fuese consciente que se estaba hablando de él, y Thanatos miró hacia abajo. —¿Qué dem…? Thanatos dio un saltó alejándose con los ojos muy abiertos y pegados a su vientre. —¿Cuándo? —Tragó audiblemente—. ¿Quién es el padre?

esperanza de que si venía después a por Regan con una furia asesina, por lo menos el bebé estaría a salvo. Ahora... mierda. No estaba segura de qué hacer. Extraño, ya que ella siempre había sido capaz de pensar con rapidez.

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nacimiento del bebé para despertar a Thanatos y contarle al respecto… con la

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Ahora tenía que andar con cuidado. El plan era esperar hasta después del

—Escúchame. —¿Quién? Ella respiró inestable. —Me sentiría mejor si estuviera aquí-Kynan. —¿Kynan? —Thanatos dejó escapar un gruñido espantoso, y juraría que vio el destello de unos colmillos—. ¿El Sigil es el padre? ¿Se atrevió a tocarte? ¿Se atrevió? —No… —¡Kynan! —Su rugido sacudió todo el edificio, y luego su espada estaba en su mano y las sombras espeluznantes revoloteando a sus pies. —No es Kynan —dijo abruptamente, pero Than no estaba escuchando. —Kynan es hombre muerto. —¡Thanatos! Hey!, Jinete sordo. No es Kynan. Eres tú. —Deslizó su mano sobre su vientre—. Este bebé es tuyo.

Thanatos había vivido durante los días cuando quedar petrificado no era sólo

tonto, contemplando aturdido el vientre de Regan. Arrastró su mirada hacia arriba, a los pechos que parecían más grandes que antes, a la esbelta garganta y finalmente, se encontró con sus ojos color avellana. Eran tan hermosos como los

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Ahora sabía exactamente lo que se sentía mientras estaba allí parado como un

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una expresión. Se las había arreglado para evitarlo... hasta ahora.

recordaba, brillantes, como duro hielo de un guerrero detrás de fuego. Pero también estaban teñidos de miedo, demostrando que no era estúpida. La primera vez que había entrado en el auditorio, estaba dispuesto a matarla. Ahora sólo quería un buen trago. Iba a ser padre. De virgen a padre de cero a sesenta. La puerta se abrió de golpe, y ambos, Kynan y Decker, estaban allí apuntando a Than con unas pistolas. Las balas no penetrarían su armadura o lo matarían, pero dolían como el infierno si golpeaban en las partes expuestas del cuerpo. Como su cabeza. —Disparad esas armas —dijo Than en voz baja—, y todo el edificio de la Égida pagará por ello. —No queremos problemas —dijo Kynan—. Márchate ahora. —¿Marcharme? —Than se echó a reír mientras las almas en su armadura giraban al igual que miles de pequeños tornados. ¿Miles? ¿Por qué habría tantas? No importaba. Ahora mismo no. Cogió el brazo de Regan antes de que pudiera escabullirse—. Me iré. Pero ella se viene conmigo. Los dedos de Decker se deslizaron desde el seguro de su pistola al gatillo. —De ninguna manera, ni de coña. —No pasa nada —dijo Regan rápidamente—. Estaré bien. —Imprudente, ¿no crees? —dijo Than, y después se sintió como un idiota

se movió con él, sus cuerpos en practicada sincronización—. Hablemos de esto, Jinete.

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—Regan, no tienes que protegernos. —Kynan se acercó un poco más y Decker

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cuando ella se puso pálida.

—¿Entreteniéndome hasta que puedas llamar a mis hermanos? No lo creo. — Él arrastró a Regan hacia la puerta al otro extremo del auditorio y cuando abrió la puerta de golpe no se sorprendió al encontrar a más de un docena de Guardianes, todos armados hasta los dientes, esperándole. Bueno, una mujer llevaba una daga y una taza de té de aspecto amenazador. —La primera persona que se mueva contra mí, morirá —les dijo—. La segunda persona conseguirá que os mate a todos. Regan permaneció rígidamente a su lado. —Atrás, todo el mundo. Me voy de buena gana. Todos excepto uno obedeció, y el único, un estúpido que se atrevió a blandir una delgada cuchilla contra él, descubrió con qué rapidez Thanatos podía lanzar un alma de su armadura. Los otros asesinos descubrieron cómo de ensordecedores podían ser los gritos de los humanos cuando sus almas eran arrancadas de sus cuerpos. —Ya basta —gritó Regan, pero ya era demasiado tarde. —Os lo advertí —dijo, mientras se la llevaba fuera del edificio—. Y no estoy de humor para una segunda oportunidad, Regan. Ten esto en cuenta. Un segundo después estaban fuera del Cuartel General. Than convocó un Portal de Desplazamiento y arrastró a Regan hasta él. Salieron en su Groenlandia, tenía un área señalizada especialmente reservada para los Portales, esas cosas tenían una tendencia a rebanar por la mitad a la gente si se materializaban al lado o encima de alguien.

coleta de Regan ondeó al pisar la hierba, con las mejillas sonrosadas por la fresca brisa. Podría ser verano, pero seguía haciendo frío y estaba nublado y húmedo.

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aroma del océano cercano y el humo de las chimeneas dentro de la fortaleza. La

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El viento rugía por todo el oscuro y estéril paisaje, llevándose consigo el ligero

—¿Por qué estamos aquí? Él la agarró del brazo y se dirigió hacia la puerta. —Yo vivo aquí. —Ya lo sé —Ella resbaló—. Pero supuse que querrías ir a algún lugar menos evidente. Sobre todo ahora que tendrás detrás a toda la organización de la Égida después de mi secuestro y matar a un Guardián. —Calculaste mal. —Él abrió la puerta e inmediatamente sus siervos vampiros llegaron corriendo. —¡Maestro! —Los oscuros ojos de Viktor se abrieron completamente, una sonrisa dividió su rostro—. Está de vuelta. No lo sabíamos aunque estamos preparados. —Está bien. Volveré hablar contigo más tarde. —Él condujo a Regan por las escaleras de piedra hasta su mazmorra, y cuando llegaron a la mitad, ella se resistió, él la levantó y la cargó. Curiosamente, donde la barriga tocó su armadura, un calor abrasante atravesó la placa ósea. —Suelta… me… —Ella luchó entre sus brazos y él maldijo, sujetándola con más fuerza mientras trataba de no hacerle daño. —Basta ya. Vas a lesionarte o al bebé. —Un destello plateado centelleó y él bloqueó la cuchilla antes de que le cortara la mejilla. Con un apretón de su muñeca, aflojó el agarre de Regan en la daga y esta cayó por los escalones de piedra—. Déjame adivinar. ¿Cubierto de veneno de Sabueso del Infierno? Buen intento. —También está impregnada de un hechizo localizador, gran imbésil. La Égida

casa. Después de ver la forma en que te saqué.

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—Exacto —él arrastró las palabras—, porque no adivinaran que estás en mi

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podrá rastrearme.

Ella clavó los dientes en su mano y él gruñó, pero no la dejó hasta llegar a la primera celda. Rápidamente, la empujó dentro antes de que le mordiera de nuevo. No es que se opusiese a morder, pero había momentos más adecuados para ello. Oh, mira... conseguiste follar una vez y ya estás planeando todo lo relacionado con el sexo. —¿Simplemente vas a dejarme aquí? —preguntó Regan, incrédula. Él cerró la puerta de la celda. —Sí. Manchas de color carmesí colorearon sus pálidas mejillas y se abrazó, frotándose los brazos desnudos. —¿Puedo al menos tener una manta? Mierda. Ahora se sentía como un canalla. Iba vestida para el verano con una vaporosa blusa blanca, pantalón pirata color caqui y los pies descalzos, hacía mucho frío durante todo el año aquí, y aunque a él no le afectaba, ella era humana, y sucumbiría a la hipotermia. No debería importarle. De hecho, no lo hizo. Pero él no pensaba dejarla morir mientras su bebé estuviera dentro de ella. —¿Y bien? —Cuando él no dijo nada, porque en realidad estaba considerando el llevarla de vuelta escaleras arriba, ella suspiró—. Mira, sé que estás enfadado… —¿Enfadado? —Escupió—. Me drogaste, me inmovilizaste, tomaste mi virginidad, y después me dejaste tan cabreado que mis hermanos tuvieron que aprisionarme más de ocho meses. Enfadado ni siquiera se acerca. ¿Tratabas de iniciar el Apocalipsis? ¿La Égida sabe lo que hiciste o formaban parte de eso?

estremecimiento—. Y no te drogué. Quiero decir, obviamente, estabas drogado, pero no fue idea mía. Uno de tus vampiros me dio ese vino.

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me di cuenta que te estaba atacando. —Ella tembló... o tal vez fue un

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—Yo no sabía que estabas inmovilizado, Than. Perdí el control de mi don y no

—Ninguno de mis vampiros me traicionaría. —Bueno, odio tener que decirte esto, pero uno lo hizo. —¿Por qué? Ella se encogió de hombros. —Tal vez se cansó de tu jodido mal humor y decidió que necesitabas echar un polvo. ¿Cómo diablos voy a saberlo? Él Apretó los dientes. —Ellos sabían que el sexo estaba fuera de los límites para mí. No lo harían. —Está bien. Lo que sea. Pregunta a Ares o Limos. Ellos lo saben. El vino me drogó a mí también. —Ella dio un respingo y palmeó su barriga, y antes de saber siquiera lo que estaba haciendo, él estaba dentro de la cámara, con las manos sobre sus hombros. —¿Estás bien? ¿Es el bebé? Ella parpadeó sorprendida. —Fue solo una patada. Ponyboy es muy activo. —¿Ponyboy? De nuevo sus mejillas se tiñeron de color, pero esta vez con un rubor suave y femenino. —Bueno, eres un Jinete... el padre... así que... Ponyboy. Quiso sonreír, pero entonces recordó que la odiaba y obligó a su expresión a

mano sobre su antebrazo.

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—Te traeré una manta. —Se dirigió hacia la puerta, pero ella lo detuvo con una

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permanecer neutral.

—Tengo que hacer pis. Señaló una esquina. —Hay un orinal. —¿En serio? ¡Puaj! —Ella retrocedió horrorizada de la polvorienta vasija de arcilla. —Los humanos de tu época estáis ridículamente malcriados. ¿Qué crees que hacía la gente antes de los inodoros? —Realmente no me importa. Tenemos inodoros ahora y prefiero utilizar uno. —Ella arrugó la nariz—. Si intento ponerme de cuclillas en eso, nunca podré volver a levantarme. —Bien —masculló, agarrándola por la muñeca—. Eres una prisionera terrible, ¿lo sabías? —Ella sabiamente mantuvo su boca cerrada mientras la llevaba a subir los escalones y a su dormitorio. Cuando vio donde la conducía, se quedó paralizada junto a la puerta. —Um... —¿Prefieres el calabozo? Elige. Sus ojos brillaron y se metió por delante de él. —Esto estará bien —dijo, como si fuera un huésped en un hotel que estaba despidiendo al botones. —No intentes nada, Regan —advirtió—. Habrá un guardia en la puerta.

directamente a los ojos—. Sin embargo, ten claro esto, tu vida es mía ahora.

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—Hasta que averigüe qué hacer contigo. —Se inclinó para mirarla

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—¿Cuánto tiempo me vas a dejar aquí?

Cinco

U

na hora después de que Regan hubiera sido secuestrada, el Cuartel General de la Égida se encontraba todavía en un estado caótico. Kynan debería estar dirigiéndose a su casa a Nueva York para

encontrarse con su esposa y su hija y poder reunirse con sus suegros en el Inframundo General para la reunión semanal familiar. Hoy Kynan llegaría tarde. Mierda, si lo lograba sería un verdadero milagro. —¿Cómo escaparon los vampiros y demonios, y cómo diablos ese Jinete encontró nuestro Cuartel General? —Ian, uno de los Ancianos de la Égida, recriminó a gritos—. Nunca, en todos nuestros miles de años de existencia, nos han encontrado. ¿Qué ha ocurrido? Kynan quería señalar que el Cuartel General la Égida había estado a punto de ser localizado por el enemigo, media docena de veces en el transcurso de su historia, y si no hubieran trasladado las ubicaciones, lo hubieran conseguido, pero se mantuvo callado. Ian era un gilipollas impulsivo, que no se retractaba en ninguna discusión y Kynan no estaba de humor para golpearlo de una puta vez. Chad, otro Anciano con una actitud problemática, rodeó a Kynan y Decker. —¿Y cómo permitisteis que ese cabrón simplemente saliera de aquí tan fresco con Regan? —Yo no vi que tuvieras alguna iniciativa —Decker arrastró las palabras, su acento de Texas, generalmente suave, vibraba con cada palabra. Cuando más

acusadora a la figura de Ky—. Tú deberías haber hecho algo.

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—El Jinete no podría haber tocado a Kynan —Chad dirigió una mirada

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hablaba, más cabreado estaba y más rojo tenía el cuello.

—Thanatos venía preparado para enfrentarme —dijo Kynan, y vaya si no le fastidió. El tipo fue lo suficientemente inteligente como para matar a un ángel caído y mientras Ky no estuviera seguro si el alma de uno podía dañarle, no estaba dispuesto a arriesgar su vida o la de alguien más... y menos aun la de Regan. —¿Y ahora qué? —preguntó Decker. Ky miró la cafetera, preguntándose si debería tomar cafeína. Iba a ser un día largo. —Valeriu, Lance y Juan están ya de camino a UK4 para comprobar un sitio para el nuevo Cuartel General. —Ahora que Thanatos conocía su actual ubicación, eso, junto con la totalidad de sus bibliotecas, secretos, artefactos y armas, estaban en peligro si su Sello se rompiera. —¡Hey! —Suzi irrumpió atravesando la puerta, aún más desesperada de lo que ya estaba por perder a Regan—. Hay otro Jinete aquí. Creo que es Guerra. —Ares —murmuró Kynan. Nunca conseguiría meter en la cabeza de esta gente que los Jinetes sólo se conocerían como Guerra, Muerte y Hambre después de que sus Sellos se rompieran—. Y ya era hora. Los verdes ojos de Ian casi salieron de sus órbitas. —¿Le dijiste a otro cómo encontrarnos? ¿Por qué simplemente no pones un letrero luminoso en el edificio y cargas nuestra dirección en Yahoo? —Lo llamé cuando Thanatos todavía estaba aquí —exclamó Kynan—. Tenía la esperanza de que él fuera capaz de tranquilizar a su hermano. Estos imbéciles realmente no tenían ni idea de la importancia de colaborar con

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*UK - Reino Unido, Gran Bretaña

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frente a Peste, pero si los humanos les cabreaban lo suficiente, podrían desaparecer

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los Jinetes. Eran los únicos seres lo suficientemente poderosos como para hacer

de la lucha por completo. Además de refugiarse en sus residencias y dejar que los humanos lucharan con Peste y sus demonios por su propia cuenta. Chad soltó un bufido. —Buen plan. Tal vez si hubieras... Chad se interrumpió con un sonido ahogado, cuando unas enormes manos se posaron sobre los hombros de Suzi para trasladarla a un lado suavemente pero con firmeza. Ares llenó el hueco de la puerta, sus anchos hombros rozaban el marco mientras avanzaba hacia dentro, una montaña de armadura de cuero y actitud. —¿Dónde está mi hermano? Kynan se reunió con el antiguo guerrero a mitad de camino en la habitación. —Se marchó. Y se llevó a Regan con él. Un torrente de maldiciones salió de la boca de Ares. —¿Cómo actuó? —Como si necesitara una vacuna contra la rabia. Mató a uno de nuestros Guardianes. —¿Sólo uno? Lo sorprendiste en un buen día. Ares probablemente tenía razón. Than podría haberlos matado a todos y hacerlo parecer algo natural. —Creí que habíamos acordado mantenerlo inmovilizado durante un poco más de tiempo.

—No lo sé.

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—Entonces, ¿cómo consiguió liberarse?

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—Lo hicimos, humano.

Kynan se frotó la mano por la cara. —Menuda ayuda. —Ares lo miró—. Simplemente consigue que Regan vuelva con nosotros. —Haré lo que pueda. —Ares giró sobre sus talones y comenzó a salir de la habitación, deteniéndose cuando Decker lo llamó por su nombre. —Tu hermano —dijo Decker—. No le hará daño, ¿verdad? Los anchos hombros de Ares subieron y bajaron con lentitud, como si estuviera respirando

profundamente

para

calmarse.

Cuando

habló,

su

voz

era

aparentemente suave. —Espero que no —dijo—. Por su bien, y por el bien de la humanidad, espero que no.

Thanatos tenía su pecho tenso, su piel temblaba mientras se paseaba a lo largo del gran salón. Sus vampiros habían intentado llevarle alimento y bebida, le habían preguntado si podían traerle libros, uno de ellos, el actual caballerizo de Styx, estaba arrodillado, dejando al descubierto la garganta que se había cortado él mismo. —Tome, señor. —Artur, su más viejo Caminante Diurno y el que había

—Ya me he alimentado.

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Joder

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acompañado a Thanatos durante casi 500 años, observaba con expectación.

—Entonces déjeme hacer algo —pidió Artur, su disposición para servir iba a toda velocidad. La ausencia de Than debía de haberle afectado. —¿Le gustaría que atendiera a Regan? Nadie se acercaba a Regan. Ni siquiera su criado de confianza. Era una decisión irracional, tal vez, pero en estos momentos se sentía malditamente irracional. Apartó a Artur a sus pies. —Si quieres hacer algo por mí, limpia el desastre que has hecho en el suelo. El vampiro asintió con la cabeza. —Ahora mismo. —De hecho, parecía feliz de tener algo que hacer. Sin duda todos estaban pasando el rato en la cocina, esperando angustiosos que Thanatos explotara. Estaba cerca. Razón por la cual se había alejado de Regan, que era un tremendo detonador. Se detuvo delante de la chimenea y apoyó los puños sobre la repisa mientras miraba las llamas. Su mente daba vueltas en un revuelo de mil pensamientos y no podía concentrarse. Parecía que cada vez que capturaba uno, le llevaba a otro y otro. Había demasiado en su cabeza, desde el bebé a Regan, a la Égida, a sus hermanos, a... todo. No ayudó que su cuerpo vibrara con la cantidad muertes en todo el mundo. Lo sentía todo, como un millón de cuchillos trinchando sus músculos bajo la piel. Y junto a los temblores que le hacía desear convocar un Portal de Desplazamiento hasta las escenas de muerte y matar a quienquiera que siguiera en pie, había una

matar. El deseo oscuro todavía estaba allí, una palpitante urgencia malévola, pero también quería sexo. Él quería tirar a Regan en el suelo y hundirse en ella hasta que no le quedara energía para la violencia.

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Antes, siempre que trataba con la muerte y destrucción, su instinto había sido

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tormenta en espiral de necesidad que se intensificó por la presencia de Regan.

Ella había despertado en él algo la noche en que lo tomó y no había forma de volver a dormirlo. El sonido de unos pasos resonó... unos pesados, lo que significaba que Ares había llegado. Y él estaba acorazado. Más pasos, más suaves, pero con el inconfundible crujido de las garras de Sabueso del Infierno en la piedra. Sacando su espada, Than se dio la vuelta. —Mantén el chucho lejos de mí, hermano. La expresión de Ares era glacial. —¿Dónde está Regan? —Vete al infierno. —El Sabueso del Infierno, una negra bestia peluda que era sólo medio adulto, seguía siendo del tamaño de un ñu, mostró los dientes y se deslizó hacia adelante—. Te he dicho, mantén lejos a Hal. —Lo último que quería hacer era luchar contra el Sabueso. Si lastimaba al querido chucho de Cara, ella le daría una patada en el culo. —Entonces vuelve a Grecia conmigo. —¿Para que vuelvas a paralizarme otra vez? No sucederá. —Es por tu propio bien. —El tono de Ares era incuestionable, como si mantener prisionero a su hermano no fuera gran cosa. Pero claro, Ares siempre había sido soldado, entrenado desde su nacimiento para hacer cualquier cosa para ganar una batalla a toda costa... aunque el precio fuera la vida de su hermano. Ares estaba plenamente dispuesto a acabar con Peste y fue desde el principio, por lo que mantener a Than en cautiverio, sin duda alguna, fue fácil para él.

—Por eso te llevé un televisor. Películas. Música. Limos y Cara te leían.

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dentro de mi cabeza, volviéndome loco de aburrimiento.

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—¿Mi propio bien? —Than rechinó los dientes—. Pasé ocho meses atrapado

—¿Crees que es suficiente? ¿Sabes cuántos episodios de Jersey Shore se pueden ver antes de querer arrancarte tus propios ojos? Yo si, y es probablemente mucho menos de lo que supones. —Than respiró hondo y empezó a pasear, porque la alternativa sería acabar en una gran cantidad de sangre... suya y de Ares—. ¿En qué estabais pensando? —Estábamos pensando en impedir que estallaras como una bomba atómica. —¿Quieres ver una explosión atómica? —gruñó Than y dio un puñetazo en la mesa, dejando una grieta sísmica en la madera antigua—. Me ocultaste un gran secreto Ares. Un secreto del tamaño de un bebé. Ares palideció y fue condenadamente muy satisfactorio. —Than... ¿qué has hecho? No mucho. Amenacé con matar a la madre de mi hijo y la mitad de los Ancianos de la Égida. —No es asunto tuyo. —¿Dónde está? Agarrando su espada fuertemente con su mano herida, Than ignoró su pregunta. —¿Por qué no me lo dijiste? Durante meses tú y Limos os sentasteis junto a mi cama. Y ni una sola vez entonces me dijiste nada como, «Oye, por cierto, vas a ser padre» o «hola, preñaste a la Guardiana». Hubiera sido bueno saberlo. Ares dejó escapar un suspiro de frustración.

preguntas y quién sabe qué pasando por tu cabeza. —¿Y de quién es la culpa? —replicó él.

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reaccionar. Te hubieras quedado allí, postrado, sin modo alguno de hacer

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—Maldita sea, Than. Eso no es algo que se le dice a alguien que no puede

El parpadeo de la luz de la hoguera bailaba en los ojos oscuros de Ares, oscureciendo cualquier indicio revelador de lo que su hermano estaba pensando. —La idea era esperar a despertarte cuando el bebé naciera. En ese momento, íbamos a decidir lo que decirte. —¿Decidir lo que decirme? —Thanatos frunció el ceño, y luego contuvo la respiración violentamente cuando se dio cuenta del plan—. No ibais a decírmelo, ¿verdad? —Sintió un desplazamiento de tierra debajo de él cuando la magnitud de la traición de Ares y Limos lo sacudió—. No ibais a decirme que era padre. —Sí, sí, pero el resto del plan no tiene que ver contigo. —Ares levantó las manos en un gesto tranquilizador que no fue tan relajante—. Si Peste se entera del embarazo de Regan, la vida del niño estará en peligro. Hijo de… Bueno, sí, no era eso. Había estado fuera de sí durante un tiempo, pero Ares estaba en lo cierto. —Peste estaría encantado de herirme a través de un niño. —Más que eso —dijo Ares—. Creemos que el bebé es tu agimortus. Por supuesto. Than había pasado los últimos meses preguntándose por qué su Sello no se había roto y tratando de averiguar qué lo rompería. Y ahora el calor que sentía cuando estaba cerca de Regan tenía sentido. Sentía a su agimortus. —¿Cómo llegaste a liberarte? —preguntó Ares—. No necesitabas una dosis de veneno de Sabueso del Infierno durante un par de horas. Thanatos miró a Hal, y juraría que el chucho sonrió. —Sentí una atracción que parecía neutralizar el efecto del veneno. Resultó ser

demonios sueltos y ella y el bebé estaban en peligro. —¿Así que sentiste al niño?

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era hasta que llegué al Cuartel General de la Égida y encontré a Regan. Había

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el bebé. —Than casi tropezó con la palabra bebé. Tan... extraña—. No supe lo que

—Al parecer. —La sensación se había debilitado ahora que el peligro inminente había pasado, pero por dentro, definitivamente vibraba con la conciencia de que lo había acompañado durante meses, pero que no había logrado identificarlo—. Siempre has sido capaz de sentir tu agimortus. Debe ser por eso que pude sentir al bebé. —Rechinó los dientes, frustrado por casi todo lo que había ocurrido actualmente—. Por cierto, vi a Hades. Dijo que Reseph tiene puestos sus ojos en destruir a Azagoth y el Sheoul-gra. —No hay mucho que podamos hacer al respecto. Tenemos suficiente en nuestros platos con el reino humano. Los seres del inframundo iran por su cuenta. Ahora, ¿dónde está Regan? —Repitió Ares. —Ella está a salvo. Eso es todo lo que necesitas saber. —Joder —murmuró Ares—. Hay que devolverla a la Égida. Esa es la única forma de que esté a salvo. —¿Crees que no puedo protegerla? —Tu temperamento… —Mi temperamento está bajo control —rugió, y sip, esa manifestación seguramente convencería a Ares. Ares pasó la mano sobre la cabeza del Sabueso, calmando a la bestia. Qué gran cambio, ya que hacía apenas un año, Ares estaba disparando para destruir a todos los Sabuesos del Infierno que existieran. —No te acuerdas, ¿verdad? —preguntó en voz baja. ¡Oh, no!

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—La razón por la que fuiste incapacitado al principio.

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—¿De qué?

El estómago de Than dio un vuelco. No quería saberlo. Realmente no quería. El escorpión comenzó a picar su cuello, haciéndole saber que lo que había hecho era un veneno para el alma. —Qué... mierda, ¿qué hice? —Aniquilaste la isla, casi matas a Arik, y por poco arruinas a Reaver y Limos de forma permanente. La mente de Thanatos daba vueltas por la confusión. —¿Qué isla? —La mirada en el rostro de Ares lo dijo todo, y Than se tambaleó hacia atrás un paso—. No. No esta isla. Oh, Jesús. ¿Cómo... de grave? —preguntó Than, pero en el fondo, lo sabía. Los vampiros eran inmunes a sus explosiones mortales, pero muy pocos lo eran. —Los ángeles interceptaron la onda expansiva, pero no pudieron salvar a muchos. Dejaste unos pocos con vida. Todo volvió a la carrera, una presa rota liberando tantos recuerdos. Las miles de almas en su armadura se volvieron locas, la evidencia de lo que había hecho. Si un millón de ángeles descendieran sobre él en este momento y le lanzaran un millón de relámpagos, el castigo no sería suficiente. Si se prolongara durante siglos, tampoco sería suficiente. —Yo estaba tan enfadado con Regan... con su traición. La Égida nos jodió, y entonces Reseph... —Thanatos cabalgaba duramente a Styx, persiguiendo a Regan a través de la explanada congelada, y Reseph... no Peste... salió de la nada, derrotó a Than con un choque sangriento y casi mató a Styx. Si no hubiera sido por Cara, el

una vez, fuera de la puerta del dormitorio. Debiste de oírlo por casualidad, porque dejaste escapar una pequeña ola de muerte que mató a dos de mis Ramreels.

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—Por eso no quería hablarte sobre Regan y el bebé. Mencionamos su nombre

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semental estaría muerto.

La voz de Ares balbuceaba, sólo un poco, pero para él, eso fue una gran demostración de emoción. —No sabíamos lo que harías si realmente intentábamos hablar contigo sobre ella. —Joder, Ares. Lo siento. —Thanatos se frotó el esternón, pero no alivió la pesadez que le aplastaba por la culpa. —¿Por qué la envió La Égida? Regan dice que ella no drogó el vino. —Ella no lo hizo. La Égida está en el meollo, pero no, Peste organizó lo del vino. —¿Cómo? —Reemplazó a Atrius con un doble. Encontramos al doble muerto. Lo que significaba que Atrius también estaba muerto. Dobles, seres que se crearon para sustituir a las fuerzas comunes de la vida. ¡Maldita sea! El sentido del humor de Atrius iluminaba hasta la fortaleza, y había sido fundamental para mantener la rivalidad bajo control entre las criaturas nocturnas y los vampiros Caminantes Diurnos. Than lo echaría de menos. —Así que Peste ha asesinado a Atrius después de que el mal ya estuviera hecho. —O uno de sus esbirros asesinó al doble pero todos lo negaron. Pusimos a prueba al resto de tu personal para asegurarnos de que nadie más era un doble. — Cuando Than levantó una ceja en cuestión, Ares expuso—. Sacamos un colmillo de cada vampiro. Todos volvieron a crecer.

—Hablando de colmillos…

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su cara.

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Un colmillo retirado de un doble no sería reemplazado. Than frotó la mano por

—No lo hagas. —Thanatos cortó a su hermano—. No vayas por ahí. —Voy a ir por ahí, Than —gruñó Ares—. A Reseph le crecieron los colmillos cuando se convirtió en Peste. Te crecieron después de tu desastre nuclear. O después del sexo con Regan. Algo ocurre y no voy a dejarlo pasar. —Tienes que hacerlo. No voy a hablar de ello. —Ares estaba tan equivocado sobre cuándo Than había obtenido los colmillos, pero Than no podía contarle a su hermano que los había tenido desde que fueron maldecidos como Jinetes. Era un secreto que tenía prohibido compartir, incluso con sus propios hermanos. Cambió de tema, aunque sabía que Ares no sería disuadido por mucho tiempo—. ¿Crees que Regan también está mintiendo sobre haber sido drogada? Si Regan de verdad había bebido el vino en lugar de limitarse a fingir, como sospechaba, gran parte de su ira estaba fuera de lugar. Él no fue capaz de enfrentarse a sus propiedades afrodisíacas, un humano no tenía ninguna posibilidad. Y si ella estaba diciendo la verdad acerca de perder el control de su don que lo inmovilizó... Joder. Ahora no sabía qué pensar. —Yo le creo sobre el vino, pero había venido aquí para seducirte. Una sensación de náusea le invadió. —Para quedar embarazada. Pero por qué... espera. No me lo digas. Voy a

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saberlo de la propia fuente.

Seis

T

u vida es mía ahora. Envolviéndose en la manta en el extremo de la cama de Than, Regan se dejó caer sobre el colchón y se concentró en mantener la calma. No era fácil. Ella estuvo en innumerables situaciones de vida o muerte, casi había muerto dos veces, pero nunca había

estado tan cerca de entrar en pánico como lo estaba ahora. Todas las otras veces, realmente nunca había temido por sí misma. Ella temía más por sus compañeros o por personas inocentes, pero incluso entonces, el miedo en ningún momento interfirió con su capacidad para pensar o luchar. Al contrario, el miedo le había dado una ventaja. Ahora estaba paralizada, porque en lo único que podía pensar era en el bebé. —Respira —murmuró—. Sólo respira. Inhaló lentamente mientras contaba hasta tres y espiró con la misma cuenta. Era un truco que un médico de la Égida le había enseñado para combatir sus ataques obsesivo-compulsivos… ataques como éste, donde conseguiría algo atascado en la cabeza. Podrían repetirse una y otra vez, como un disco rayado hasta que los alejaba encontrando una distracción o un ritual para calmar su mente. Ahora

mismo,

su

ritual

era

respirar,

pero

solamente

funcionaba

temporalmente. En el momento en que ella dejara de contar, el pánico volvería a

bebé podría morir.

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fuera de contexto, como que si ella no rebotaba una pelota cinco veces seguidas, el

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aparecer, y un nuevo y peor pensamiento surgiría en su cabeza, algo totalmente

Su lucha con el TOC5 era permanente, y el de ella no era un caso típico en absoluto. Los médicos jamás habían podido controlarlo, no sólo por sus síntomas y su comportamiento incoherente, sino porque no podía tomar ninguno de los medicamentos más comunes utilizados en su tratamiento. Diablos, no podía tomar ningún medicamento en absoluto. Incluso antes del embarazo, ella siempre tenía reacciones extrañas hasta con suaves medicamentos sin receta, como la aspirina. Inhala. Exhala. Inhala. Exhala. Piensa en la manera de salir de aquí. Inhala. Exhala. ¡Teléfono móvil! Se puso de pie, metió las manos en los bolsillos del pantalón. Nada. Debía de haber caído de su bolsillo cuando Thanatos la levantó como un cavernícola acarreando su presa hasta su guarida. Inhala. Exhala. Él también había consiguido la única arma que podía haber utilizado en su contra cuando le arrebató la daga de la mano. Inhala. Exhala. Lo que ella daría por ese pedacito de pergamino sobre su mesita de noche. La puerta se abrió, y no hubo más inhalaciones o exhalaciones. Su respiración se atascó en sus pulmones cuando Thanatos entró en la habitación, con una expresión tormentosa, con el cuerpo tenso como la cuerda de un arco.

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*TOC - Trastorno Obsesivo Compulsivo, una enfermedad mental que resulta en persistentes temores ilógicos e ideas, y, a menudo, los hábitos particulares creados y seguidos a cabo a fin de evitar los temores y ansiedad que provocan. 5

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—Tienes algo que explicarme. —Su voz sonaba como un trueno encolerizado.

Mientras cerraba la puerta en la cara de Ares, ella se mostraba despreocupada, cuando en realidad, en su interior se estaba preparando para un posible tornado EF-5. —¿Qué tal si empezamos con las explicaciones? —respondió ella—. Por ejemplo, ¿cómo me encontraste? El Cuartel General de la Égida siempre se ha mantenido en secreto, incluso de vosotros. Debía de estar rechinando los dientes ferozmente, porque los músculos de su mandíbula estaban saltando. —Sentí algo que me condujo hasta allí. —Sus ojos se movieron hacia su vientre—. Fue él. Ella frunció el ceño. —Tú no sabes que es un niño. —Lo llamaste Ponyboy. Pero aunque tú no lo hubieras hecho, lo sabía. Puedo sentirlo. Vale, no le gustaba que Thanatos tuviera una conexión más fuerte con su bebé que ella. Ella le había leído al bebé durante la noche, tocaba música para él, le habló de las maravillas, y peligros, del mundo en el que iba a crecer. ¿Cómo podía Thanatos saber del bebé durante cinco minutos y sentirlo? Por otra parte, tal vez era algo bueno. Si él podía sentir la fuerza vital del niño, tal vez les dejaría vivir. El bebé le dio otra de esas patadas mortales y aspiró el aire. Igual que antes en la celda Than avanzó, pero esta vez, se detuvo y evitó tocarla.

Su voz era tan afilada como la cuchilla de un sfilo.

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pies.

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—Ha sido una patada —murmuró—. Creo que debe tener pezuñas en lugar de

—Ni siquiera bromees sobre eso. —No lo hago. —Bueno, ella no era de ninguna especie. Esperaba que el niño no tuviera pezuñas, pero teniendo en cuenta que la madre de Thanatos era un demonio, y el padre de Regan había sido… no un demonio, exactamente, pero... sí. ¿Quién sabía qué tipo de cosas podrían salir torcidas en el ADN del pequeño potrillo? Thanatos dio un paso atrás, su bota golpeó el suelo como un trueno. —¿Por qué lo hiciste? Y no me mientas, Regan. Ares me dijo que querías seducirme con el fin de quedar embarazada. ¿Por qué? ¿Y por qué no fuiste sincera sobre esto la primera vez que viniste a verme? Maldito Ares. Todo este asunto se les había escapado de las manos. —Porque encontramos pruebas que sugerían que un hijo nacido de un Jinete y un Sigil podría detener el Apocalipsis, y además indicaba que no podías saber nada sobre el bebé. Thanatos entrecerró los ojos hasta que fueron rendijas. —¿Qué tipo de pruebas? —De tipo manufacturado —admitió—. Más tarde nos enteramos de que tu cabronazo hermano lo planeó. Ahora sabemos que lo hizo así para engañarnos creyendo que necesitábamos meterte en la cama y él conseguiría lo que quería, romper tu Sello. Todo tipo de maldiciones salió de la boca de Than, algunas en idiomas que no conocía.

pelo—. Pero, ¿te das cuenta de que en realidad se creó mis agimortus? Ya lo sabes, ¿verdad? Eres consciente de que cuando una persona es un agimortus, su muerte es

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sobre lo que rompería mi Sello. —Maldiciendo una vez más, pasó su mano por el

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—Fuiste tan condenadamente afortunada porque estábamos equivocados

lo que rompe un Sello —dijo, y sí, ella era consciente de ello—. Así que Peste no pudo romper mi Sello consiguendo que follara, pero ahora tiene una forma real de hacerlo. Ella deseaba que se hubiera quitado la armadura. Él era suficiente intimidante sin ella, pero con ella era aún más grande, una pared sólida de guerrero sin vulnerabilidades. —Lo sabemos. Pero esperamos que Peste no se diera cuenta de que este niño existe. —Un malestar se levantó en su estómago al pensar en lo que había pasado en el Cuartel General—. Pero de algún modo, los vampiros lo supieron. Uno de ellos trató de matarme a mí y al bebé esta noche. Thanatos se burló. —Imposible. Ninguno de mis vampiros pondría en peligro a un niño sabiendo que es mío. —Uno lo hizo. —Como he dicho, imposible. Terco idiota. —¿Se te ha ocurrido que no todos tus sirvientes son leales? Uno me dio el vino adulterado. —Ese era un doble. Mis vampiros son leales. Ella miró hacia arriba, odiando que iba a darle munición para su mis vampiros son leales.

Than sonrió.

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que iba a llevarme contigo.

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—Había dos Caminantes Diurnos. Uno de ellos me salvó del otro. Él me dijo

—¿Ves? —Entonces su sonrisa se desvaneció, reemplazada por una dura y sombría linea—. ¿Qué hacían allí mis vampiros? Mierda. Ella había entrado directamente en esto. —La Égida los capturó —murmuró. —¿Ellos qué? —Dio un paso atrás involuntariamente ante el grito de Than. —¿Informaste a la Égida de mis Caminantes Diurnos? —Él la clavó en su sitio con una mirada tan penetrante como una flecha—. Supongo que no debería sorprenderme, dado tu historial de traición. Tú, Sigil, simplemente no puedes dejar de buscar la manera de jodernos, ¿verdad? No había ninguna discusión sobre eso, porque él tenía razón. Ojalá pudiera cambiar todo lo que había sucedido, pero lo mejor que podía hacer era proteger la vida inocente que había llegado como resultado de las maquinaciones de la Égida. Un puño aporreó la puerta y se sobresaltó. Ares no esperó una invitación. Él abrió la puerta, y una vez que estuvo dentro, la habitación quedó increíblemente pequeña. No les había visto ni a Limos ni a él desde la noche de bodas de Limos... toda la comunicacion con los Jinetes habían pasado por Kynan, y ella no tenía idea de lo que sentía por ella. Oh, sabía que se encontraba a bordo por asegurarse de que el bebé estuviera a salvo, pero que muy bien podría odiarla tanto como lo hacía Thanatos. —¿Está todo bien? —Obviamente —replicó Thanatos—, no la he matado, así que sí, todo está bien. No es necesario que estés merodeando.

Aunque si Thanatos podía sentir al bebé, podría encontrarla dondequiera que fuera. Necesitaba algún tipo de habitación protegida.

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vez había venido para sacarla de allí y llevarla de vuelta al Cuartel General.

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Por favor, quédate merodeando... Regan casualmente se desplazó hacia Ares. Tal

La mirada de Thanatos se centró en los movimientos de ella como un halcón, y aunque él no se movió de su sitio, ella tuvo la impresión de que estaba listo para saltar, si Ares trataba de agarrarla. —Debemos mantener segura a Regan. —Ares acercó la mano hacia Regan—. Ahora, déjame llevarla de vuelta a la Égida. Ella empezó a moverse hacia él, pero Thanatos se colocó entre ella y Ares. —Ella se queda aquí. —No es una opción —gruñó Ares—. Hay una razón por la que vives aquí, en medio de ninguna parte. Los humanos no están a salvo a tu alrededor. —Yo nunca mataría a mi propio hijo —dijo Than—. ¿Cómo puedes pensar eso? —No creo que lo hicieras —dijo Ares en voz baja—. No deliberadamente. Pero a veces después de haber ido a una escena de muerte regresas a casa todavía evuelto en una furia asesina. ¿Recuerdas cómo tuvimos que alejar a Cara de ti una vez? —Esto es distinto. Cara no es mi hijo. —Thanatos golpeó la pared con el puño—. Si la situación fuera al revés, si Cara estuviera embarazada de tu hijo, ¿la perderías de vista? ¿La dejarías ir a algún lugar donde pudiera ser vulnerable a Peste? —Jamás —admitió Ares—. Pero no existe riesgo de que la mate accidentalmente. —Thanatos —dijo Regan—, la Égida me ha protegido durante casi nueve meses. Pueden controlar otro par de semanas. Incluso con el incidente de esta

Ella soltó un bufido.

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—Llegaré al fondo de esto. Mis vampiros no te tocaran de nuevo.

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noche, estoy más segura allí que aquí, con tus vampiros.

—Solo déjame volver. Dijiste que puedes sentir al bebé, por lo que nunca estaré fuera de tu alcance. —No soy estúpido, Sigil. Utilizarás la magia de la Égida o alguna mierda en ti misma para evitar así que no pueda percibir a mi hijo. Ella esperaba que el calor en sus mejillas culpables no la delatara. —Eso es una tontería. —Than —dijo Ares—, déjame llevármela. Lo mejor es que no te aferres al niño. —¿Por qué no? Oh, Dios, Regan no quería hacer esto. No mientras él estuviera tan ilusionado. —¿Por qué no? —repitió, esta vez haciendo que su pregunta sonara como una amenaza. —Porque no voy a quedármelo. —Inspirando profundamente una bocanada vigorizante, Regan dio un paso adelante—. Alguien va a criar a este bebé.

Jodidamente increíble. Thanatos miró a Regan y Ares con incredulidad. Ni siquiera estaba seguro de poder recuperar la voz. Así que en vez de hablar, se metió las manos entre el

necesidad sexual. Si la manera en que Ares estaba cerrando y abriendo sus manos era una indicación de que también sentía la tensión, las batallas se debían de estar incrementando en alguna parte.

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febril en su interior, parte de ira, parte de violencia global y muerte, y parte de

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cabello y empezó a pasearse. La espantosa tensión estaba creciendo a un punto

Efectivamente, mientras Than acechaba alrededor, tratando de mantener la cabeza sobre sus hombros, Ares se desplazó hacia la puerta. —Tengo que irme. Enviaré a Limos. —No necesito una niñera. —Hablaremos de esto cuando vuelva. —Al diablo con eso —escupió Than ligeramente abatido—. ¿Por qué estás a favor de Regan y no del mío? Ares descargó un puñetazo en el marco de la puerta, pero no se volvió hacia Than. —Lo creas o no, hermano, estamos haciendo todo esto por ti. ¿Qué harías si algo le sucediera al bebé, ya fuera por tu culpa, o porque fuese vulnerable a Peste? Yo sé lo que es perder un hijo y te juro por todo lo que es profano que voy a impedir que te suceda lo mismo. Tú y el bebé sois nuestra máxima prioridad, y hasta que Regan dé a luz, ella es parte de ese acuerdo. —Ares salió de la habitación, dejándolo solo con Regan. —Escúchame, Thanatos… —Dime, ¿quién es ese alguien que desea criar a mi hijo? —Un largo silencio se extendió, y el temperamento al que Ares se refería, empezó a agrietarse—. ¿Quién? —No es necesario gritar —le espetó ella. Paseó hacia ella, y aunque sus ojos brillaban con el miedo, ella se mantuvo firme, incluso cuando se acercó tanto que tocó su vientre abultado.

confabulación. —¡Cómo te atreves a suponer que estoy desechando a este bebé!

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mientras lo desechas como si fuera basura después de que hayas terminado con tu

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—Llevas a mi hijo. No puedes esperar que me siente de brazos cruzados

—¿Qué otra cosa voy a suponer? ¿Quieres a este niño? Su boca se movió sin emitir sonido durante un momento. —Yo no soy material para ser madre. —Eso no es una respuesta. Permíteme decirlo de otra forma. Cuando empezaste a seducirme, ¿deseabas este bebé? Ella vaciló, mirando a lo lejos antes de encontrarse con su mirada. —No. Su respuesta ensanchó la grieta de su temperamento. Ningún niño, concebido de forma deliberada, debería ser no deseado. —Así que el niño no es más que un instrumento para la Égida. Un peón. Y tú no eres más que una yegua de cría. —Eso es un poco duro. —Entonces suavízalo para mí. Dio un paso hacia atrás, y se trasladó con ella, manteniendo su presión. —Me ofrecí para salvar al mundo. —Te ofreciste para jugar a puta para tus colegas —gruñó él, teniendo un perverso placer ante su grito de indignación—. Así que éste es el trato. Permanecerás aquí hasta que des a luz y después dejaras el niño conmigo mientras yo decido tu destino. —Vete. Al. Infierno. —Ella repartió las palabras como extraño Neethul

bajó hasta su cara—. ¿Fue idea tuya? ¿O cuando a la Égida se le ocurrió el plan, estabas tan desesperada por una polla que saltaste ante la oportunidad de follar

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—Te llevaste mi semilla con engaños. No vas a llevarte a mi hijo, también. —Él

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lanzando estrellas, cada una punzante y ribeteada de ácido.

conmigo? ¿Cuántos hombres has follado en tu trabajo? ¿Cuántas veces te empujó la Égida a prostituirte? Ella le dio una bofetada tan fuerte que dio un paso atrás. —¿Cómo te atreves? —¿Cómo me atrevo? —Él le atrapó las muñecas y la aplastó contra la pared, a pesar de que moderó su fuerza, no estaba dispuesto a que lo empujara—. ¿Realmente vas a jugar a la santurrona, a la fiesta de los heridos? Tú me robaste, Regan. Me robaste mi virginidad y me robaste mi semilla. Tú y tus colegas planeasteis engendrar este niño inocente, concebido como un medio para un fin, y desecharlo cuando su utilidad hubiera acabado. —Eso no es verdad —soltó—. Eso significa que su fin lo convierte en la persona más importante del mundo, incluso si no es de la manera que esperábamos. —Es importante porque si él muere, se romperá mi Sello. Sin embargo a los ojos de la Égida, esa es la única razón por la que es importante. Siempre tuvieron el propósito de que fuera una herramienta y ahora también es un plan que falló. —Puede que las cosas hayan fallado, pero lo haremos bien. Te lo prometo. Él tendrá una madre y un padre que lo amarán, Thanatos. Se lo entregaré a Kynan y Gem. Ellos lo mantendrán a salvo de Peste y le darán el hogar y la vida familiar que yo no puedo. Vale, si esto no era simplemente un puñetazo en el estómago. —Yo le daré un hogar y vida familiar.

en tu armadura lo mecerán para dormirlo? ¿Y qué pasa si el tío Peste se deja caer para una visita? ¿Crees que solo dejará que este niño se críe en paz? Todo el Mal en el planeta intentará encontrar y matar a este bebé con el fin de romper tu Sello, y

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nada. Mataste a casi todos en la isla. ¿Tus vampiros serán sus niñeras? ¿Las almas

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—Estás bromeando, ¿verdad? Mira a tu alrededor, Jinete. Vives en mitad de la

en el primer lugar donde lo buscarán será aquí. —Ella aspiró profundamente, más combustible para su cantinela—. ¿O si Peste de alguna manera encuentra donde ha escondido Limos su agimortus y rompe su Sello? Con dos rotos, los otros dos se romperán en un efecto dominó, ¿verdad? Así que el tuyo lo seguirá. ¿Qué ocurrirá con el niño, entonces? Si los Sellos de Ares y Thanatos se rompieran en el efecto dominó tras la rotura de los dos primeros Sellos, tanto Cara y el hijo de Than tendrían que lidiar con todo lo que supone ser un agimortus. Y lo más probable sería que el «acuerdo» no fuera agradable. Desde que había visto lo de Peste, los Jinetes malignos estaban ansiosos por eliminar toda evidencia de su pasado feliz. —Si se rompe mi Sello, no importará dónde viva. Y puedo manejar todo lo demás. Incluyendo a Peste. —No funcionará, Than. Tenemos que mantener este bebé en secreto y seguro. Él irá con Kynan. —No, no lo hará. —Ciego idiota —escupió—. Esto no es sobre ti o sobre mí. Se trata de lo que es mejor para el bebé. —Tal vez deberías haber pensado en eso antes de obligarme a follarte. —Él lanzó las crudas palabras sobre ella como un arma, y su casi imperceptible estremecimiento le indicó que estaba en lo cierto. —Yo no te obligué. Dijiste que lo deseabas. —Ella parpadeó con fuerza, como si pestañeando retrocedieran las lágrimas, pero él la conocía mejor. Regan no

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que ibas a ceder.

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lloraba—. Dijiste que me deseabas más de lo que nunca habías deseado a nadie, y

Que Dios lo ayudara, él la deseaba. Y la verdad era que no estaba molesto por el sexo... estaba furioso como el infierno por el engaño. Pero no estaba dispuesto a separar las dos cosas. —Estaba drogado. —¿Estabas drogado cuando nos pusimos calientes e intensos en tu gimnasio? ¿Cuando me arrancaste la ropa interior e hiciste que me corriera con tu mano? ¿Cuando te corriste —dos veces— en la mía? Una fiebre caliente estalló sobre su piel al recordar, y su polla tembló ante sus palabras. —Eso fue diferente. —Bueno, ¿cómo iba yo a saberlo? Recorrías todo mi cuerpo. Y luego estaba ese... ese libro erótico de Jinetes. El demonio que lo escribió se jactó de cómo ella había conseguido la trifecta 6 con vosotros... —Regan volvió a parpadear—. ¿Cómo pudo lograrlo si eras virgen? —Mis hermanos y yo podemos modificar recuerdos. Le hice creer que habíamos tenido relaciones sexuales. Su respiración se paralizó. —Yo no lo sabía. Si hubiera… —¿Tú hubieras qué? ¿Hubieras renunciado a tu complot de locos para hacerte con mi semilla? Ella lo miró fijamente durante mucho tiempo antes de evitar su mirada.

hecho en él—. No después de llegar a conocerte. 6

Trifecta - Serie de tres perfecta. Se usa cuando se describe una anotación de tres puntos a la vez.

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plan —dijo, los ojos clavados en el colchón. Quizás ella recordaba lo que habían

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—Lo siento, Thanatos. Cambié de opinión. No quise seguir adelante con el

—¿Un ataque de conciencia? —Resopló él—. Sería un poco más comprensivo si no hubieras huido. Lo verdad habría avanzado mucho cuando estaba acostado, exhausto y saciado. Agotado, sí... pero ahora que lo pensaba, saciado... no tanto. Había tomado su virginidad y su Sello no se rompió, por lo que estuvo dispuesto a hacerlo otra vez. Diablos, se habría corrido una y otra vez si lo hubiera montado de nuevo en el colchón. —¿Querías que te confesara algo así después de amenazarme con romperme el cuello? Decirte la verdad no era una opción. Sí, se acordaba de estar tendido en la cama, clavado, mientras sus almas luchaban para liberarlo del arma destruye almas de ella, y diciéndole que iba a retorcerle el pescuezo en cuanto consiguiera liberarse. Sin embargo, Regan podría haberse entretenido algo más de tiempo explicando lo que había ocurrido. —¿Así que tu solución consistía en obtener lo deseado y largarte? —Lo admito —murmuró—, eso podría haberlo manejado mejor, y si pudiera cambiar las cosas, lo haría, pero no puedo. ¿Podría haberlo manejado mejor? No podría haberlo manejado peor. —No, no puedes cambiar nada, pero puedes hacer algo por mí. Su cabeza se levantó, sus dorados y expresivos ojos resplandecían muy abiertos. —¿Cómo? Sonriendo, la agarró por los hombros y tiró de ella acercándosela para poder

meses de vida que me robaste. Así que a partir de ahora, vas a devolvérmelos.

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—Tú —dijo contra la perfección de su piel aterciopelada—, me debes ocho

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hablarle directamente al oído. Ella no iba a perderse una palabra de esto.

—Yo… Yo no sé que esperas que haga. Le pellizcó el lóbulo de la oreja con los dientes y respiró profundamente, atrapando la esencia de su nerviosismo y debajo de ella, la suave y femenina especia de vainilla de Regan. El aire en sus pulmones volvió a encenderse, cuando la lujuria surgió por sus venas. Él podría estar furioso con ella, incluso odiarla. Pero su reacción física con ella era la misma hoy como lo fue la primera vez que puso los ojos en ella. —Vas a darme placer. —Obtuvo un oscuro y malvado entusiasmo desde su fuerte inhalación—. Cada vez que quiera. En cada uno de mis caprichos. Ella apretó sus puños bruscamente. —No pienso que… —No, tú no piensas. Si lo hicieras, en primer lugar no te hubieras metido en este lío. Así que durante los próximos ocho meses y medio, vas a ser mía. —Él le mordisqueó la mandíbula antes de aliviar la zona con su lengua—. Cada. Noche. —Estás loco —No —dijo, mientras la soltaba y se dirigía hacia la puerta—. Estoy cabreado. Hay una gran diferencia. Si estuviera loco, prácticamente no tendrías mucho que

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temer.

Siete

C

ada célula en el cuerpo de Thanatos vibraba con la familiar necesidad de abrir un Portal hasta una escena de muerte y participar en ella. Lo que no era familiar era la nueva vibración, la que palpitaba en su ingle.

Necesitaba sexo. Ares y Reseph siempre habían sido capaz de aliviar sus impulsos destructivos por echar un polvo, algo que tenía sentido, ya que su madre era un demonio del sexo. Pero Than nunca había tenido esa alternativa, y en lugar de tener sexo, iba derecho a matar. Ahora, tal vez, tuviera otra opción. La verdadera pregunta era qué acto —de matar o teniendo sexo— le daría mayor satisfacción. Y mayor culpabilidad después. Supuso que eso dependería de a quien matara o con quien tuviera relaciones sexuales. Vas a complacerme. Cada vez que quiera. En cada uno de mis caprichos. Claro. Él tendría que irrumpir de nuevo en el dormitorio y poner en marcha esos meses que Regan le debía. Excepto que en el estado de ánimo en que él se encontraba no confiaba en sí mismo para ser gentil... e incluso a través de su neblina de asesinato-lujuria, que lo asustaba un poco. —¿Bludrexe? Thanatos gruñó, listo para agarrar la cabeza del Caminante Diurno al final del

podía —no quería— empezar ahora.

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lealtad de sus siervos y lo consiguió porque nunca había abusado de ellos. Él no

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pasillo. Antes de que eso ocurriera, apretó los puños a sus costados. Exigió la

—¿Qué, Artur? —¿Hay que preparar una habitación para su mujer? Thanatos estaba ante la cara de Artur antes de que él siquiera se hubiera dado cuenta de que se había movido. —Ella no es mi mujer. —Sí, señor —dijo Artur, retrocediendo. —Joder —Than inspiró—. Lo siento. Tengo un montón de mierda en mi mente. —Como el hecho de que Regan estaba segura que uno de sus vampiros había intentado matarla. Los pelos se le pusieron de punta ante el pensamiento—. Regan dijo que dos de vosotros fuisteis capturados por la Égida. Artur, que normalmente era imperturbable, desvió la mirada. Sólo por un segundo, pero Than lo percibió, y en ese instante, se puso en alerta máxima. —Artur, dímelo. ¿Quién? El Caminante Diurno tragó. —Jacob, señor. —¿Y? —Cuando Artur no dijo nada, Than se puso rígido—. Maldita sea, Artur. ¿Qué está pasando? Artur inclinó la cabeza, su largo cabello rozando el tatuaje en el cuello que lucían todos los Caminantes Diurnos. —El otro vampiro no era uno de los nuestros.

para conseguir sangre humana y compañerismo. —¿Quién era? ¿Cómo consiguió estar aquí y que la Égida lo capturara?

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visitante de vampiros se permitía aquí. Sus vampiros tenían que ir a otro lugar

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Ahora Than entendía la renuencia de Artur para hablar de esto. Ningún

—Era... un wilding. Un siseo escapó de Than antes de que pudiera detenerlo. —¿Por qué estaba aquí? —No lo sé, señor. Than agarró a Artur por el cuello y lo estrelló contra el muro de piedra. —Estás mintiendo. Tú estás enterado de cada latido aquí. —La Égida lo atrapó a él y a Jacob antes de que tuviera la oportunidad de contarnos algo —dijo Artur rápidamente—. Pero sospecho que tiene que ver con su hijo. —¿Cómo pudo saber ese wilding que Regan está embarazada? —No sé cómo lo sabía. Jacob y algunos otros querían encontrarla para traérsela. —El labio de Artur se curvó—. Estábamos enfadados con su engaño, y queríamos que estuviera aquí cuando usted regresara. La idea de que un extraño wilding supiera del hijo de Than antes de que el mismísimo Than, le hizo hervir salvajemente en su interior la necesidad de matar. —¿Sabías dónde estaba? Artur asintió. —Limos y Ares nos avisaron de que estaba a salvo. Queríamos rescatarlo. Así que los siervos de Thanatos habían querido liberarlo de la prisión de su propio cuerpo, pero su hermano y su hermana, su carne y su sangre, no. Muy

su piel. El golpeteo de su pulso latía en sus oídos, ahogando la voz que le exigía regresar a la mujer que acababa de decirle a Artur que no era suya.

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Thanatos se apartó de Artur, su cuerpo vibraba, sus tatuajes cobraban vida en

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bonito.

Demonios. Encontraría algunos demonios para matar. Australia estaba repleta de ellos. Nueva Zelanda era un patio de recreo para los demonios. Pero él no quería dejar a Regan. Echó un vistazo a la entrada de uno de los dormitorios libres. La autogratificación nunca había funcionado para alejar a Ares de contínuas batallas —sólo el sexo completo lo había hecho— pero en ese punto, Than estaba desesperado por intentar cualquier cosa. —Dile a los otros que Regan no puede abandonar la fortaleza —le dijo a Artur—. Ve. El vampiro se escabulló, y Than se encerró en el dormitorio. La oscuridad se acercaba a él mientras se giraba hacia la pared y apoyaba la frente contra la fría piedra. No era lo suficientemente fría. Si estuviera hecha de hielo, no sería suficiente para aliviar la fiebre en su sangre. No cuando Regan estaba sólo a un par de puertas más abajo. Todo en lo que podía pensar era en su talentosa boca, sus cálidas manos, y ese lugar caliente entre sus muslos. Y a medida que se desataban los sudores y se acariciaba a sí mismo, rezó para que esto funcionara. Rezó para conseguir liberar parte de la terrible tensión que hacía estragos dentro de él, porque si no lo hacía, alguien iba a morir.

Regan se estaba esforzando para no enloquecer.

debían esa noche, aunque él no fuera virgen, aunque él hubiera saltado a la cama

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No podía culparlo. Incluso si las cosas no hubieran ido por el camino que

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Thanatos estaba fuera de sí. Irracional.

con ella con avidez, aun así, tenía todo el derecho a estar furioso por haber sido utilizado. Todas las noches desde entonces, ella había tratado de encontrar una forma de explicarle, de disculparse, de hacer algo para arreglarlo. ¿Pero pasar la mayor parte del año como su esclava sexual? No estaba segura de si la idea la aterrorizaba o emocionaba, pero definitivamente no iba a suceder. Tenía que estar con la gente que confiaba, la única familia que había conocido. Y sabía exactamente cómo salir de aquí. Thanatos mantenía una flota de motos de nieve y vehículos todo terreno fuera de su monstruoso castillo para sus sirvientes que viajaban con el Portal de Desplazamiento a un par de kilómetros de distancia. Si pudiera conseguir un teléfono, podría llamar a Kynan y pedirle que viniera a buscarla para recogerla a través del portal. Succionada, aunque los seres humanos, a menos que fueran especiales de alguna forma inmortal, morirían en cuanto cruzaran por el Portal de Desplazamiento estacionado mientras estuvieran conscientes. Una vez que estuviera de vuelta con la Égida, quizás podrían establecer una sala para el bebé para que Thanatos no pudiera encontrarla. Pero parada aquí no iba a llegar a ninguna parte. Necesitaba un plan si ella se metía en problemas de vampiro. Puedo sentir la vida dentro de ti. Voy a disfrutar sintiéndola extinguirse. Sí, definitivamente necesitaba una manera de protegerse, sobre todo porque Thanatos no la creía sobre lo peligrosos que eran sus vampiros. Por desgracia, el Jinete no tenía jarras de agua bendita o un saco de estacas de madera por ahí. Pero ella siempre había sido ingeniosa, y la silla de madera parecía justo lo que...

lo hizo agarró la pata de la silla de madera, puntiaguda en el extremo lista para apuñalar, y lentamente abrió la puerta. Thanatos y sus vampiros no estaban por

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Ella esperó un minuto para ver si el ruido atraía a alguien corriendo, y cuando no

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Le costó un buen golpe de la silla contra el suelo para romper una de las patas.

ningún lado. El arrogante idiota probablemente pensaba que no tenía adónde ir y no había manera de escapar. Llegó hasta su biblioteca sin ser vista. Rápidamente, se metió dentro, encontró su teléfono y se quedó boquiabierta de incredulidad. Había pasado días enteros con la nariz en sus libros, pero nunca se había dado cuenta de esto. Tenía un jodido teléfono de disco. ¿Quién sigue usando estas reliquias? Thanatos, al parecer. Increíble. Marcó el número del teléfono móvil de Kynan, pero no contestó, y el estúpido teléfono no le permitía alguna pulsación para dejar un mensaje. Ella tenía que perder su valioso tiempo esperando la otra opción, y cuando el buzón de voz por fin se conectó, le susurró que se reuniría con él en el Portal de Desplazamiento de Groenlandia. Esperaba, que él verificara sus mensajes pronto. Unos lejanos ruidos de tintineo provenían de la cocina, así como el aroma de delicioso pollo asado, y su estómago rugió. Dejó a su yo embarazada desear los alimentos durante un momento de evasión. Más tarde, se dijo. Después se atiborraría en un buffet completo, pero ahora mismo, tenía que largarse antes de que alguien la viera. Con todo el sigilo que pudo, se arrastró a través de la gran sala, con los pies descalzos y pasos silenciosos por el suelo de piedra helada. Caminó sobre las alfombras cuando pudo, cuidando de no pisar los flecos de seda. Sí, sus problemas de TOC estaban fuera de control. Esto era peor que nunca, y mientras una parte estaba probablemente relacionada con el embarazo, ser secuestrada y retenida como prisionera había disparado definitivamente su locointerruptor. Logró llegar hasta la puerta principal. Uno de los vampiros de Than, un tipo

—Nuestras órdenes son evitar que salga.

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bloqueó el paso.

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corpulento y feo, cuyo nombre no recordaba —jodido cerebro-de-embarazo— le

—Sólo estoy dando un paseo. Él enseñó los colmillos. —Y yo soy una sirena. Ahora vuelve a tu cuarto. Ella levantó la estaca improvisada. —¡Fuera de mi camino! Él se echó a reír. —Estúpida humana gorda. No eres rival para mí. —¿Gorda? ¿Gorda? Estoy embarazada, cadáver andante. Puede ser que esté gorda, pero tú estás muerto. —Con mucha menos gracia de lo que estaba acostumbrada, embistió, pero el vampiro la esquivó, y su propósito salió mal. La punta de la estaca sólo le rozó el hombro, pero eso fue suficiente para enfadarlo. Él Maldijo y movió rápidamente su mano hacia ella agarrándola por el cuello. Ella aspiró con fuerza, intentando inhalar una bocanada. ¿Qué sucedía con los vampiros y su hábito de agarrar por la garganta? Maldiciendo en su cabeza, ella le clavó las uñas en la nuca, rasgándole la camisa de seda en el cuello. Las yemas de sus dedos rozaron un tatuaje allí, y en un instante, la furia del vampiro se apoderó de ella y su mente se iluminó con una visión, un extraño e intimidante Thanatos se inclinó sobre este vampiro mientras el monstruo yacía sobre una losa de piedra. La extraña palabra que el vampiro pronunció en el Cuartel General, Bludrexe, maldijo a través de su mente, y luego la visión desapareció. Evidentemente, su capacidad de succionar almas se había ido, pero su don

vampiro echaba la cabeza hacia atrás por sus uñas, su cuerpo se movió, lo que le

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el anticuado combate sucio era todo en lo que podía confiar. A medida que el

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psicométrico seguía intacto. No es que eso pudiera ayudarla en esta situación. No,

permitió levantar la rodilla y chocarla en su entrepierna. Él se quedó inmóvil y la soltó al instante, por lo que ella casi cayó cuando sus pies tocaron el suelo. —¡Perra! —él gruñó y fue a por ella de nuevo. Los dedos de él nunca llegaron a tocarla. Un rugido espantoso sacudió la fortaleza, y más rápido de lo que ella pudiera parpadear, Thanatos había enganchado al vampiro alejándolo de ella y lo tenía en el suelo al otro lado de la habitación. Ella no perdió el tiempo dando vueltas para ver lo que iba a ocurrir a continuación. Dejando atrás los sonidos de una violenta paliza, corrió hacia el gris amanecer de la mañana, se lanzó a una de las motonieve, y la puso en marcha con las llaves que estaban puestas en el encendido. La enorme máquina rugió a la vida, y ella se alejó de allí. Aceleró, con las ruedas rebotando sobre el terreno desigual y haciéndola saltar tanto que tuvo que reducir la velocidad más de lo que hubiera querido. De vez en cuando, se arriesgaba a mirar hacia atrás, pero hasta el momento, todo iba bien. Hasta que llegó al marcador de media milla. Thanatos estaba allí, con los ojos como dorados láser y los brazos cruzados sobre su amplio pecho. Mierda. Detuvo el vehículo, pero no lo apagó. Lo miró, y él le devolvió la mirada, y no, no iba a ganar. Con calma —exteriormente, al menos— hizo girar la motonieve y se encaminó hacia la fortaleza. Incluso sobre el estruendo del motor, oyó el galopar, y un momento más tarde, el pálido caballo de Than, Styx, estaba al lado de ella, dando enormes pasos con sus largas patas que lo llevaban sobre la tundra

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excepto en ella.

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en un galope fácil. Thanatos se irguió en la montura, con la mirada atenta en todo

Grandioso. Ella preferiría que él estuviera mirándola enfurecido o gritándole. Odiaba el silencio. Apretando sus dientes, aceleró, desesperada por alejarse de él. No funcionó. Styx se mantenía a su mismo ritmo, y ella juraría que Thanatos sonrió. Sólo duró un segundo, pero era una sonrisa. Y no una buena. —¡Regan, detente! —La voz de Than se quebró como una avalancha desatándose en una montaña. Asustada, soltó el gas mientras un enorme caballo blanco y un Jinete acorazado apareció delante de ellos. Peste. Frenó violentamente —demasiado violentamente. La motonieve patinó, la parte trasera se desprendió, y volcó en el aire antes de chocar contra el suelo con un fuerte crujido de huesos. El bebé... oh, Dios, permite que el bebé esté bien. Regan presionó la mano en su vientre, rogando que la caída no hubiera lastimado al pequeño potro. Gimiendo, comenzó a levantarse y soltó un gritó cuando una flecha se clavó en el suelo a unos centímetros de su vientre. Unos caballos relincharon, y sonó el ruido metálico del choque de espadas. ¡Mierda, mierda, mierda! Desesperada por apartarse del camino de las pezuñas agitándose, perturbada y cojeando, se dirigió hacia la motonieve. Justo cuando alcanzó el vehículo, un soplo de aire helado cayó sobre la parte trasera de su cuello, y con ello, un bramido… profundo, malhumorado... y un escalofrío se deslizó por su espalda. Muy lentamente, se volvió, y se congeló al ver la cosa ahí de pie, con su enorme boca abierta llena de dientes afilados y sus garras extendidas en toda su longitud. La criatura era un dragón transparente, como un gigante árbol rocoso de caramelo, era todo fragmentos de hielo, ángulos rectos, y

Invisible hasta que te mordía la cabeza con las mandíbulas del mismo tamaño que las de un cocodrilo.

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glaciares, el demonio sería invisible.

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diminutos y triangulares ojos negros. En un paisaje de témpanos de hielo o

A lo lejos, oyó a Thanatos gritando su nombre. Incapaz de apartar la mirada del monstruo, se tambaleó hacia atrás, pero la siguió, sus escamosas patas cavaban surcos profundos en la tierra a medida que avanzaba. Entonces escuchó el bufido y sintió el aliento de nitrógeno líquido de una segunda criatura a su espalda. Un gélido frío se filtraba en su carne. Sus terminaciones nerviosas ardían con fuego al rojo vivo. El dolor la apuñaló con pequeñas punzadas malvadas, y los temblores sacudieron su cuerpo. Thanatos. Él estaba tratando de llegar a ella, pero estaba lesionado... con tanta sangre. Ella dio un paso hacia él —al menos, lo intentó. Sus piernas estaban entumecidas y su coordinación había huido junto con su calor corporal. ¿Hipotermia? Sí, debía ser hipotermia, ya que cuando una de las criaturas sopló sobre ella otra vez, no lo sintió. No, realmente ya no tenía frío. Sin embargo, estaba cansada. Tan agotada. Ella parpadeó. ¿Dónde estaba? Unos gritos rasgaron el aire, unos horribles, sonidos de dolor. Todo giraba a su alrededor, unas sombras se abalanzaron sobre los monstruos de hielo, que chillaban hasta volar en pedazos, enviando ráfagas de carámbanos como metralla. ¿Dónde estaba Thanatos? No tenía importancia. Ella sólo deseaba dormir, y el suelo parecía tan suave... El mundo giraba mientras sus piernas cedían y caía al suelo. No sabía dónde

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estaba, no podía recordar su nombre, pero al menos, estaba caliente.

Ocho

—¡R

egan! Thanatos observaba impotente como descendía y permanecía inmóvil. Él había liberado sus almas para destruir a los demonios de las heladas pero deseó matar a las bestias él mismo. En su lugar, estaba ocupado en

una batalla con Reseph, cuyo poder había crecido mucho en los últimos ocho meses. Reseph —Thanatos todavía tenía dificultad para pensar en él como Peste— estaba sentado sobre Conquest, con sus resplandecientes ojos azul claro, sedientos de sangre. Ambos caballos estaban sangrando, heridos por sus dientes y pezuñas, y Than había recibido un golpe de refilón de la espada de su hermano sobre su sien, pero Reseph permanecía ileso. —Tu puta sigil no parece estar muy bien —dijo Peste—. Las chicas embarazadas son muy frágiles. Pero ya sabes lo que dicen. Thanatos no se atrevió a acudir en su ayuda. No mientras Peste estuviera aquí. —¿Qué quieres? —Tenía la esperanza de torturar a tu mujer y luego matar a tu hijo, pero viniste tú y lo jodiste todo. La pregunta sobre si Peste sabía acerca del embarazo de Regan fue respondida

—¿Qué esa puta estaba preñada? Durante mucho más tiempo que tú. —Peste hizo una mueca—. ¡Huy! Eso debe doler, ¿eh?

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—¿Cuánto tiempo hace que lo sabes?

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en ese momento.

Hijo de puta. —Si rozas ligeramente a alguno de ellos, no habrá nada que te salve de mí. Ahora sal de mi isla. Peste sonrió. —De acuerdo, hermano. —Abrió un Portal de Desplazamiento—. Más adelante. Eso había sido demasiado fácil. Peste estaba definitivamente tramando algo, pero ahora mismo la prioridad de Than era Regan, y al instante Conquest llevó a su hermano a través del portal, Than bajó de su caballo y fue al lado de Regan. Sujetando su hombro, la sacudió con suavidad. —Regan. Oye, ¿puedes oírme? —Ella no se movió, y el miedo obstruyó su garganta. Su piel que era habitualmente canela estaba pálida y fría, y los labios azules. Los demonios de las heladas no la habían arañado con sus garras o dientes, pero su respiración podía congelar un ser vivo en un bloque sólido de hielo en cuestión de segundos. —Styx. A mí —el caballo se transformó en una espiral de humo que se metió en su antebrazo mientras recogía a Regan en sus brazos y abrió un portal de desplazamiento. Salió en el interior del servicio de urgencias del Hospital General del Inframundo. El cual era un caos. El hospital estaba lleno de demonios heridos, tantos que casi cada centímetro de espacio estaba ocupado por los cuerpos. Fuera de las puertas corredizas de cristal que conducían al estacionamiento subterráneo, más pacientes esperaban para entrar. Jesús... debía de haber doscientos demonios en el aparcamiento,

Esta gente no sería capaz de ayudar, y Regan no tenía tiempo para esperar. Maldiciendo, se volvió hacia la puerta interior de la sala de urgencias, pero quedó

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abrumado y claramente exhausto.

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algunos tirados en lagunas de sangre. El personal médico corría frenéticamente,

paralizado cuando las puertas del compartimiento de carga de la ambulancia se abrieron y un vampiro alto, de cabello negro, salió de su interior. Su rostro era familiar, pero eso no fue lo que disparó a Thanatos como un alambre tenso. El vampiro era un Caminante Diurno. Maldita sea. ¿Cómo? Thanatos había pasado innumerables siglos buscándoles por el mundo, y aunque sabía que un puñado de ellos existía en libertad, que se mezclaban con los caminantes nocturnos, ellos generalmente estaban fuera de combate, no esperaban que Thanatos se enterara de su existencia. No, Than fue, para muchos Caminantes Diurnos, su pesadilla personal. Este entró en el hospital con paso arrogante, al parecer no le preocupaba que Thanatos lo encontrara. Y cuando el Caminante Diurno se detuvo a media zancada y se encontró con la mirada de Than, no había miedo allí. Curiosidad, pero no miedo. El otro macho rompió el contacto visual primero, y se fue derecho a una mujer con una bata. Más adelante. Than tendría que resolver el misterio más tarde. Entró en el portal de desplazamiento y regresó a casa para cuidarla él mismo. Regan se dejó caer como un peso muerto en sus brazos mientras corría al interior y gritaba a sus vampiros. Artur estaba allí en un santiamén. —Calienta unas mantas y té, y encended un fuego en mi dormitorio. ¡Date prisa! Mientras sus sirvientes se apresuraban a obedecer, llevó a Regan a su habitación. Con cuidado, la depositó sobre la cama y luego la despojó de su ropa húmeda. El ángulo de su cuerpo evitaba que los vampiros que estaban encendiendo el fuego la vieran mientras le quitaba el sujetador y la dejaba sólo con

Se acomodó a su espalda con cuidado, su pecho pegado a su dorso congelado. Era como acurrucarse a un trozo de carne en una cámara frigorífica. Viktor entró

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y se metió en la cama con ella.

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su ropa interior. Él no tardó en tirar de las mantas y entonces se desnudó él mismo

con dos mantas ligeramente calientes, que Than extendió sobre la piel desnuda de ella antes de volver a colocar las cobijas. —Trae más mantas calientes en quince minutos —dijo Than—. Y llama a Ares o Limos para que consiga traer un médico del Hospital General del Inframundo aquí. Viktor asintió con la cabeza y salió sigilosamente de la habitación, dejándolo solo con Regan. Él envolvió sus brazos alrededor de ella, dejando una mano cerca de su garganta para poder controlar su pulso, que era demasiado lento. Su respiración era muy superficial. La preocupación se apoderó de él como un tsunami, en primer lugar estrellándose en un gran oleaje, a continuación, ondeando a través de él y acumulando más temor sobre la primera oleada. —Maldita sea, mujer —murmuró—. Justamente tenías que salir corriendo de esa manera. Enérgicamente, frotó sus hombros y fue descendiendo por sus brazos. Sus dedos rozaron su vientre, y de alguna manera, sintió que era como una violación tocarla allí, lo cual era ridículo, ya que él la había tocado en todas partes, y, además, el bebé en su interior era de él. ¿Estaría bien el niño? ¿Y si el frío y la caída le habían afectado aún más de lo que afectaron a Regan? Apartando el sentimiento de que estaba haciendo algo mal tocándola, puso su mano sobre la piel tirante, justo debajo de su ombligo. Durante un largo rato, lo único que sentía era el frío. Después, un movimiento. Algo rodó contra la palma de su mano —un pie, tal vez. Un gran orgullo burbujeó en su interior. Evidentemente, Regan estaba embarazada, pero realmente no se había centrado en ello hasta ahora. Iba a ser

padre? ¿Qué ocurriría si no podía proteger a su hijo? Él estuvo allí el día que Ares

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Un terror se enredó con el orgullo y la alegría. ¿Qué pasaría si fallaba como

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padre. Iba a tener un hijo.

perdió a sus hijos, y todavía podía recordar los gritos de Ares, podía recordar cuánto tiempo le llevó recuperarse. Y si no neutralizaba a Peste, él siempre sería un peligro para el hijo de Than. Regan tenía razón en eso, aunque él no quiso reconocerlo en ese momento. Acercó más a Regan para poder envolver su brazo alrededor de ella y su hijo, sorprendido por la intensidad de lo que ya sentía por el niño. Siempre había deseado niños, quería transmitir el tipo de amor con el que sus padres —los humanos que lo criaron—, lo colmaron. La clase de amor que no había recibido de su madre demonio o del ángel que le había engendrado. Si pudiera concebir y educar a un niño que fuera decente, que no causara dolor y sufrimiento de la forma en que Thanatos hacía, entonces tal vez algo en su vida tendría sentido. Singnificaría algo. Y tal vez, sólo tal vez, un niño le daría algo por qué luchar. Se había vuelto tan insensible al mundo humano que estaba a su alrededor, pero este bebé ya era un punto luminoso en su mundo gris de niebla. ¿Qué color de ojos tendría? ¿Su cabello sería fino y sedoso como el de Regan, o espeso como el de Than? ¿Tendría las mejillas redondeadas de Regan, o sus pómulos marcados y afilados? No es que nada de eso importara. El niño sería perfecto sin importar a quién se pareciera después. Hubo un golpe en la puerta y Viktor entró con dos mantas calientes, que las utilizó para reemplazar a las otras. La piel de Regan estaba empezando a sentirse menos helada, pero aún no se movía. —Vamos, Regan —dijo en su cabello—. Muéstrame algo de ese fuego que hay dentro de ti. Muéstrame de lo que estás hecha. No voy a dejarte morir. Nadie está autorizado a matarte más que yo. —Él quiso decir esto último como una broma,

Mierda. Podría haber cometido el mayor error de su vida.

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horas, y si hubiera tenido éxito, si él no hubiera triunfado sobre su ansia de muerte.

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pero no fue divertido, ¿verdad? Había estado dispuesto a matarla hacía pocas

Era un recordatorio de que necesitaba esforzarse más para mantener su temperamento bajo control. Porque tenía que demostrar a Ares que no era un peligro para su propio hijo. Nunca sería un peligro para las personas cercanas a él. El escorpión en su cuello le picó llamándole a la realidad. Tú mataste al hombre que te crió como su hijo. Has asesinado amigos. Sacrificaste un siervo hoy, cuando masturbarte no liberó tu necesidad de matar. Tú matas a todo el mundo. Tú. Eres. Muerte.

—¿Has encontrado algún lugar adecuado para el nuevo Cuartel General? — Kynan hablaba con Valeriu a través de una teleconferencia en su iPhone. Ahora que su ubicación se había visto comprometida, moverse lo más rápidamente posible se había convertido en su principal prioridad. Los Jinetes nomalignos podrían ser aliados —a pesar de que esa designación era un poco cuestionable en el caso de Thanatos—, pero si sus Sellos se rompían, podrían causar algunos estragos catastróficos con su conocimiento de la ubicación actual del Cuartel General en Berlín. —Estoy viendo uno en Escocia ahora. Es un castillo con conexiones a los templarios y cuenta con una extensa red de pasajes subterráneos. Yo creo que puede ser nuestra mejor apuesta. ¿Cómo lo lleváis por ahí? Kynan miró a Chad, Malik, Zachary e Ian, que estaban escuchando la

tipo de proyecto militar. Lance y Omar están en un vuelo de regreso aquí desde Australia. Takumi y Juan... No sé dónde están. Se supone que se encargarán de

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—Decker acaba de aterrizar en Washington para reunirse con Arik para algún

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conversación desde donde estaban sentados alrededor de la mesa de reuniones.

coordinar un ataque contra los demonios de Peste en Filipinas, pero no he tenido noticias de ellos. —Sin embargo, el símbolo de mensajes de la Égida estaba centellando en su teléfono, por lo que podría tener noticias de ellos cuando acabara con esta reunión. —¿Alguna noticia sobre Regan? Ky dejó escapar un suspiro. —No he sabido de ella. Ares me envió un mensaje cuando se dirigía a una batalla en algún lugar. Los encontró en casa de Thanatos. Regan está bien, pero voy a ir allí tan pronto como me sea posible. A ver si puedo disuadirlo de que me deje traerla de vuelta. —¿Qué pasa con tus suegros? ¿Sabes algo de ellos? Ky asintió con la cabeza. —La guerra entre los huargos nacidos y los convertidos se ha intensificado. Su Consejo se ha disuelto, y… —Y nos preocupamos por desacuerdos de hombres lobo… ¿por qué? — interrumpió Ian. —Porque —respondió Val—, su Consejo es tan antiguo como el nuestro. Si se puede romper, cualquier otro puede hacerlo. Ian rodó sus ojos. —No somos animales. Podemos gobernarnos a nosotros mismos. —No se trata sólo de eso —dijo Kynan —. Nos preocupa porque los huargos

lado.

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las arregló para que los huargos permanecieran unidos y estuvieran de nuestro

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nacidos se han aliado con Peste. Buscan iniciar el Apocalipsis. Mi cuñado, Con, se

—Así que empiezan —reflexionó Chad—. El inframundo se está organizando y comenzando a tomar partido. Kynan apoyó los codos en la mesa de reuniones. —Es sólo cuestión de tiempo antes de que aquellos que puedan caminar ocultos en el mundo humano inicien una guerra contra los humanos. —No es una cuestión de tiempo —dijo Val—. En la última hora, he recibido docenas de informes de las fuerzas organizadas en todo el mundo atacando a embajadas, estaciones de policía, instalaciones militares. —Van a iniciar un Apocalipsis sin los malditos Jinetes. —Esto era exactamente lo que temían. El verdadero, el Apocalipsis bíblico o de la Daemonica, no comenzaría, pero los detalles técnicos casi no importaban. Si venían décadas e incluso cientos de años de guerra entre humanos y demonios, se sentiría lo bastante apocalíptico. Kynan se puso de pie—. Hay que ponerse en contacto con todas las células de la Égida e iniciar reclutamiento de emergencia. Pulsó el símbolo de la Égida que centellaba en la pantalla de su teléfono, y cuando llevó el móvil hasta su oído, escuchó la voz susurrante de Regan diciendo que se dirigía al portal de desplazamiento de Than, enviando su pulso a velocidad crítica. Mierda. El mensaje era antiguo —un alarido espeluznante de fuera de la sala de reuniones cortó sus pensamientos, y medio segundo después, se unieron más chillidos, gritos y disparos. —¿Qué coño? —Chad saltó de su silla y abrió la puerta. Los siguientes segundos fueron un torbellino de sangre y vísceras, Chad se tambaleó hacia atrás y cayó al suelo, una flecha atravesándole el ojo y asomando por la parte trasera de su cráneo. Peste acechando en el interior, su armadura

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Jinete le dio un manotazo apartándole como si fuera una mosca.

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salpicada de sangre, trozos de carne y cabello, y cuando Ian se giró hacia él, el

Fuera de la sala, el sonido de la batalla se intensificó. Kynan sacó su Sfilo y se dirigió tras Peste, pero el enorme macho se escabulló por la habitación y se marchó. —¡Ian! ¡Zach! —Ky ayudó a Ian a levantarse—. Tenemos que proteger la cámara de los artefactos. —Las decenas de miles de objetos que la Égida tenía almacenados allí —algunos históricos o religiosos, algunos imbuidos de poderes mágicos o demoníacos— podrían convertirse en armas devastadoras en las manos de alguien como Peste. Los tres se apresuraron por el pasillo, su camino obstaculizado por demonios y Guardianes combatiendo. —Liberaron a los prisioneros. —Kathy, Regente de la sede de Frankfurt, derribó a un larguirucho demonio Croucher con una patada voladora en la garganta antes de apuñalarle en uno de sus tres ojos con la punta plateada de su Sfilo. Eso explicaba todos los demonios cabreados, muchos de los cuales fueron recapturados después de haber escapado del confinamiento con los vampiros que atacaron a Regan. Un demonio Cruentus, un hijo de puta horrible que vivía para matar, dobló la esquina que tenían delante y llegó a ellos en una torpe carrera. Ky e Ian lo enfrentaron, rebanando profundamente su pecho esquelético. Sus garras arremetieron, rastrillando a Ian a través del abdomen. La sangre brotó, pero los cortes eran superficiales y solo cabreó aun más a Ian. —¡Kynan! —El grito llegó desde atrás, y él se volvió justo a tiempo para ver a Peste enterrando su puño en el estómago de Zach y brutalmente arrancar una

que ya había despachado al Croucher, hizo todo lo posible para convertirse en parte

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Sonriendo, Peste dejó el Anciano moribundo y se dirigió hacia Ky e Ian. Kathy,

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masa sangrienta de órganos.

del muro, pero a medida que Peste caminaba, casualmente cerró de golpe la palma de la mano en su garganta, matándola instantáneamente. Ni siquiera había mirado en su dirección. —Huid —replicó Ky, dando un empujón a Ian—. Voy a detenerle. No puede dañarme. —Él no puede —dijo una voz profunda y oscura—, pero yo sí. Kynan no necesitaba darse la vuelta para saber que un ángel caído se encontraba detrás de él. No necesitaba girarse para saber que mientras él planeaba

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combatir hasta que no pudiera luchar más, el ángel ganaría.

Nueve

—T

e deseo, Regan. Más de lo que he deseado a nadie, y maldita sea, estoy a punto de ceder. La sensual y profunda voz de Thanatos retumbaba a través

de Regan como una droga, transformando sus huesos en líquido y su cerebro en puré. En alguna parte interior de su mente, ella sabía que esto era un sueño de la noche en que quedó embarazada, al igual que sabía que era inútil tratar de despertarse a sí misma. Cada vez que tenía ese sueño ella intentaba cambiarlo, como si al hacerlo, también pudiera cambiar el resultado en la vida real. —¡No! —Thanatos movió sus labios, pero el zumbido en los oídos de Regan ahogó el sonido. La hidromiel. Ella no debería haber bebido la hidromiel... En cambio, ajustó su cuerpo desnudo sobre la cabeza de su polla. —No lo hagas. ¡Regan! ¿No hacer qué? Ella lo escuchó, pero las palabras no tenían lógica. No cuando su cuerpo vibraba con la necesidad. Se dejó caer sobre él, tomándolo por completo. El placer rugió a través de ella, casi orgásmico ya, y ellos sólo habían empezado. Ella gimió, montando sobre él, adorando la sensación de su duro mástil deslizando sobre todos sus puntos más sensibles. Deseaba que él volviera a tocarla, deseaba que estirara sus brazos y acariciara sus pechos o mejor aún, que la sujetara de sus caderas en un violento agarre y la anclara a él. ¿Por qué no lo hacía? ¿Por qué no la tocaba? Ella quería que él se entregara a ella con tanta fuerza que pudiera sentirle para siempre, porque esta

cerebro... algo acerca de tener que salir de aquí después de esto. ¿Marcharse? ¡De ninguna manera!

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Pero espera... ¿por qué sería la última vez? Pensamientos confusos se filtraban en su

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sería la última vez con él.

El éxtasis ardía en sus venas mientras apartaba a un lado todo pensamiento de cualquier cosa que no fuera el sexo y se lanzó hacia delante para deslizar sus uñas sobre su pecho, marcándole. Reclamándole. Ella echó la cabeza hacia atrás y gritó mientras sus caderas se levantaban de la cama para llevarla más profundo. Más rápido... tenía que moverse más rápido. Su cuerpo ya no era suyo. Había tomado las riendas y lo dejó correr. —Detente —jadeó, pero el cerebro de Regan lo escuchaba como «más», y se movía más rápido. Ella no iba a disminuir la velocidad, ni prolongarlo. Ya habría tiempo más adelante para tener relaciones sexuales más apacibles, sin prisa—. ¡Regan para, ahora! —¡Más ahora! ¿Más? No podía hacer nada más que esto. —No puede ser... oh, oh, sí. —Su cuerpo se convulsionó con el placer, y a él igual, su orgasmo lo recorrió, su gran cuerpo sacudiéndose bajo ella. Ella se corrió de nuevo, antes incluso de que el primer clímax se hubiera desvanecido, y tuvo que aferrarse a sus hombros, o hubiera salido volando. Tan bueno... esto había sido tan... bueno. Tomaste mi virginidad. Regan parpadeó. Me drogaste y me violaste. El terror brotó. No... yo... ¡Traidora! Él estaba gritándole, amenazándola con romperle el cuello, y luego ella estaba corriendo

pesadilla, pero estaba en la cama de Thanatos. Ella respiró controladamente, inhalando el aroma terroso y masculino de Thanatos, y supo que estaba a salvo. Al

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Luchando contra un grito, Regan abrió los ojos. Ya no estaba atrapada en la

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por la nieve, donde Peste y los demonios de hielo se le acercaban…

menos, estaba a salvo hasta que diera a luz y luego Thanatos era probable que la matara por lo que había hecho. Él se encontraba de pie junto a la chimenea, su torso musculoso desnudo a excepción de los tatuajes que representaban escenas de su pasado, la parte inferior del cuerpo cubierto por un par de pantalones holgados de entrenamiento que se asentaban en niveles peligrosamente bajos en sus caderas. Tenía la cabeza inclinada, las trenzas de sus sienes caían sobre sus pómulos bien definidos, los tendones del cuello destacándose en marcada nitidez. Tenía la sensación de que sus ojos estaban abiertos. Esto era el dormitorio de Than, pero ¿cómo había llegado hasta aquí? Su mente funcionaba lentamente mientras buscaba en su memoria, y cuando los recuerdos volvieron, murmuró una maldición. Thanatos se dio la vuelta y estuvo a su lado en un santiamén. Ella ni siquiera lo había visto moverse. —Regan. —Su voz era un murmullo profundo—. Estás despierta. —Él puso la palma de su mano en su frente—. ¿Cómo te sientes? ¿Tienes frío? Ella se incorporó sobre un codo, lo cual no fue fácil, dado que debía de tener cincuenta kilos de mantas encima de ella. —En realidad, tengo calor. Thanatos apartó varias capas de mantas y acomodó algunas almohadas bajo ella para ayudarla a apoyarse cuando se sentó. Sorprendida por su atención, tardó un momento en encontrar su voz. Cuando lo hizo, tuvo que luchar para encontrar las palabras para preguntarle lo que necesitaba saber. —¿Qué pasó? Con Peste. Los demonios. —Patético. ¿Ella había luchado por

que un gruñido—. No te preocupes por Peste. Te mantendré a salvo. —La forma en que lo dijo, como si estuviera empeñando su propia alma con la causa, alivió

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—Los demonios nunca volverán a molestarte. —Su respuesta fue poco más

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esas seis palabras?

sus temores al menos de momento—. ¿Tienes hambre? ¿Sed? —Él señaló un plato cubierto y una jarra—. He tenido a mi personal preparando caldo caliente y bocadillos para cuando despertaras. Artur recordó lo mucho que te gustaban los bocatas de jamón y queso. —Me muero de hambre. —Regan no podría confiar en los vampiros, pero Artur había sido amable con ella y preparaba los mejores y enloquecedores bocadillos. Su boca se hizo agua al ver la comida—. Me encanta la forma en que Artur tuesta el pan. —A mí también. —Una mínima insinuación de sonrisa apareció en sus labios—. Con sólo un toque de mantequilla. Ella asintió con la cabeza. —Él dice que el secreto está en la auténtica mantequilla irlandesa con un toque de… —Un pinchazo agudo y punzante de dolor se clavó en el vientre de ella, y siseó. —¿Qué es? —El bebé —jadeó—. Creo que acabo de tener una contracción. Su mano se acercó a su mejilla en un gesto tierno que casi la hizo jadear de nuevo. —¿Es hora? —Creo que... creo que es una Braxton Hicks 7.

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*contracciones Braxton Hicks - son contracciones uterinas esporádicas que comienzan alrededor de la sexta semana del embarazo, aunque algunas mujeres no las notan. Pueden confundirse con las primeras señales del parto. Reciben su nombre de un médico inglés, John Braxton Hicks, quien las describió por primera vez en 1872. 7

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—¿Una qué?

—Una especie de dolores previos. Los he estado teniendo durante la última semana o así. El Jinete no parecía satisfecho con esa respuesta. —No deberías haber intentado escapar. —Dejó caer la mano, y ella odió la forma en que la ausencia de su toque le dejó una sensación de frío otra vez. —Estoy en peligro aquí —insistió, pero Than negó con la cabeza. —El vampiro que intentó matarte en el Cuartel General no era uno de los míos. Y te prometo, que el vampiro que intentó detenerte al salir no te tocará de nuevo. Ninguno de ellos lo hará. Regan no estaba tan segura de eso, pero no tenía nada que decir, era una corazonada. Y si bien confiaba en sus instintos, Thanatos era otra historia. Al oír un golpecito en la puerta Than se desplegó en toda su impresionante estatura. —Adelante. La puerta se abrió y uno de los vampiros entró con un enorme hombre moreno que llevaba un uniforme de paramédico negro. Llevaba una bolsa de lona de color rojo y su brazo derecho estaba envuelto en tatuajes. Este era Shade, uno de los hermanos demonio que trabajaban en el Hospital General del Inframundo. Y quien había utilizado su don de Incubus para garantizar que estuviera embarazada, aunque ella hubiera cambiado de idea. Cruzó la sala, pasando por un poco de sombra donde el resplandor del fuego no alcanzaba, y tal vez los ojos de Regan la estuvieran engañando, pero él pareció

El demonio disparó contra el Jinete una mirada irritada.

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—Fantástico —grunó Than—. Ya era hora.

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desaparecer, hasta que dio un paso atrás hacia la luz.

—Puede que no seas consciente de que estamos tambaleándonos hacia el fin del mundo, pero estamos desbordados de heridos. No tenemos tiempo para visitas a domicilio. —Necesitas sacar tiempo para esto —dijo Than—. El bebé que lleva Regan podría desencadenar el Apocalipsis si muere. —Ya lo sé. Sin embargo ni siquiera he estado en mi casa desde hace dos semanas. —Shade bajó su bolsa de paramédico—. Así que vete a la mierda. Llegué aquí tan pronto como pude. —Él se acercó a Regan—. ¿El mensaje que me dieron era que nos enfrentamos a una hipotermia? —Obviamente —dijo Than—, ella está mejor. No gracias a ti. Pero está teniendo... ¿cómo se llaman? ¿Rompiendo Vergas8? —Braxton Hicks —murmuró Shade. Descendió sobre sus talones junto a la cama—. ¿Cómo te sientes? Regan vaciló. Kynan podría confiar en su pariente demonio, pero ella no solo era menos confiada, sino que literalmente, había nacido para luchar contra ellos. Un odio hacia los demonios se encontraba en su ADN. —Humanos. —El tono de Shade era irónico, pero no desagradable—. Tú confías en mí tanto como yo confío en ti, pero tenemos un objetivo común aquí. Me gusta el planeta tal como es. Si eso significa asegurarme de que tú y el potrillo estáis médicamente sanos, haré todo lo que pueda. Ahora, dime cómo te sientes. Ella se irritó, pero al final, Kynan era bueno a la hora de juzgar a las personas, por lo que ella suponía que podía aguantar, sólo por esta vez. Además, el bebé era mitad... de lo que sea que fuese Than, así que un especialista en medicina demonio

Breaking Dicks - Juego de palabras de la autora. Than se confunde al pronunciarlo. Cambiando una palabra por otra, Braxton Hicks por Breaking Dicks. 8

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—Me siento un poco débil, pero bien.

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sólo podía ser una ventaja.

—¿Cómo la trataste? —preguntó Shade a Than. —Mantas calientes. Calor corporal. Ella contuvo el aliento, su mirada parpadeó hasta el Jinete, que la miró como desafiándola a que sacara el tema del calor corporal. Sí, él no tiene que preocuparse por eso. La idea de que él hubiera presionado aquel cuerpo de complexión fuerte y esbelta contra ella... hizo que se estremeciera ante la imagen prohibida. —¿Cuánto tiempo estuvo inconsciente? —Cerca de seis horas. Despertó el tiempo suficiente como para beber un poco de té caliente y volvió a desmayarse. ¿Ella bebió? No recordaba nada de eso. —¿Le tomaste la temperatura? —Cuando Thanatos negó con la cabeza, suspiró y Shade comenzó a apartar las mantas. Un ruido sordo se produjo al mismo tiempo que la mano de Thanatos cayó sobre el edredón. —Ella permanecerá tapada. Con horror, comprendió que estaba desnuda excepto por la ropa interior. La desnudez nunca la había molestado, pero una vez más, la idea de que Thanatos debía de haberla desnudado y que este demonio extraño podría tocarla así... bueno, le daba ganas de hiperventilar. —No puedo examinarla si está tapada, gilipollas —dijo Shade. —Iré a buscarle algo de ropa. —Than fue hasta el enorme armario al extremo

—A pesar de que se está comportando como un idiota, voy a comprobar tus constantes vitales. Dame tu muñeca.

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Shade, con sus ojos casi de un negro brillante, se volvió hacia Regan.

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de la cama.

Ella le tendió el brazo y Shade lo tomó. El bebé hizo una especie de salto mortal en su vientre y Shade voló hacia atrás como si hubiera salido disparado de un cañón. —Qué… —Shade se estrelló contra la pared y se sentó allí, aturdido. Regan se incorporó, aferrando las mantas contra su pecho. —¿Estás bien? —Por los Anillos del infierno. —Shade sacudió su cabeza como para despejarse, y empujó sus pies—. Ha sido como una descarga de millones de sacudidas, pero sin electricidad. Como si hubiera recibido un golpe en todo el cuerpo de un demonio Gargantua. Thanatos se acercó a la cama y le cogió la mano. —Nada me ocurre a mí. Regan miró la camiseta en la otra mano. —¿Puedo tener eso? Se la entregó. La camiseta negra era tres tallas más grande, pero serviría como ropa de maternidad temporal. Ella señaló a Shade, a Than y el vampiro situado junto a la puerta. —Daros la vuelta Lo hicieron, y ella se colocó la camiseta. Todavía no tenía los pantalones, pero eso podría arreglarlo. Tiró de las mantas sobre su regazo.

—Toma su mano otra vez, Jinete.

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Shade se acercó.

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—Podéis giraros ahora.

A pesar de que parecía extrañamente incómodo, Than colocó su mano sobre la de ella. —Nada. —¿Nada? —Tal vez no para él, pero ella sentía una descarga caliente procedente de su tacto. Evidentemente, su cuerpo recordaba el placer que le había dado con esas manos. Insoportable. —Voy a intentarlo de nuevo. —El dermoire de Shade comenzó a brillar mientras le presionaba ligeramente los dedos en la frente. El mismo resultado. Bueno, parecido. En esta ocasión dio una voltereta hacia atrás y aterrizó en un montón junto a la chimenea. Thanatos sonrió. —¿Qué está pasando? —preguntó ella, mientras Shade gruñía y se levantaba, un poco más despacio esta vez. —Creo que tu hijo me odia. —Él movió los hombros, estremeciéndose un poco por el dolor—. Antes de que me golpeara a traición esta vez, tenía un hilo de mi poder dentro de ti y lo sentí. —Él la miró—. Supongo que sabías que es un niño. —Sí, lo sabíamos —dijo Than—. ¿Entonces, encontraste algo más? —No mucho. Pero te puedo decir que el chico es grande. Tenéis sencillamente más de cuatro kilos ahí. Está desarrollando algún tipo de habilidad poderosa, y es, obviamente, quisquilloso con a quien le permite tocar a su mamá. —Shade miró a Thanatos—. O tal vez no tan exigente. Thanatos arqueó una ceja rubia.

—Soy un demonio. ¿Quieres un profesional?, arrástrala a la Clínica Mayo.

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Shade dirigió a Than una mirada divertida.

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—Eso no es muy profesional.

Thanatos soltó un bufido e hizo un gesto al vampiro Caminante Diurno para que se acercara. —A ver si puedes tocarla. Haciendo todo lo posible por no retroceder, Regan le tendió la mano. Los dedos del vampiro la rozaron inofensivamente en los nudillos. —Extraño —ella frunció el ceño—. Tuve una cita con el médico la semana pasada y no hubo problemas. ¿Tal vez el bebé sólo reacciona a los demonios? —Tal vez. —Shade extendió su brazo—. ¿Puedes tocar a alguien? Prueba conmigo. —No podía dolerle. Al menos, no podía hacerle daño a ella. El demonio no podía tener tanta suerte. Con precaución, ella puso los dedos en su antebrazo. No pasó nada. —Interesante. —Shade entregó a Than un termómetro—. ¿Puedes tomarle la temperatura? Thanatos pegó la cosa en su oído, y un instante después, emitió un pitido. —Treinta y seis punto siete. ¿Eso es malo? —Perfectamente normal. Parece que el bebé estuvo protegido de los demonios de las heladas. Regan, ¿Cuándo cumples? —El 29 agosto. Shade echó un vistazo a su reloj. —Diez días. Estás cerca. —Él se puso en cuclillas junto a la cama y bajó la voz—. ¿Estás bien? ¿Alguna preocupación que quieras compartir? ¿Quieres hablar

manera, no esperaba que tuviera en cuenta sus necesidades o fuera considerado en su privacidad.

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Su opinión sobre el demonio se disparó casi un millón de puntos. De alguna

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en privado?

—Estoy bien —dijo. Pero, ¿diez días? ¿Cómo puede haber pasado el tiempo tan repentinamente?—. Pero si puedes darle un mensaje a Kynan para hacerle saber lo que ha sucedido, te lo agradeceré. Shade asintió con la cabeza. —¿Alguna inquietud médica? ¿Ha sido un embarazo normal? —Hubo un incidente menor en el comienzo del sexto mes. Algunos calambres y sangrado. —Cuando vio, por el rabillo del ojo, a Than ponerse rígido, agregó rápidamente—. Todo está bien. Los médicos sospechaban que la placenta estaba adherida, pero la ecografía no reveló nada. —¿Qué es eso? —preguntó Than. Shade frunció el ceño. —Es cuando la placenta se adhiere demasiado profundamente en la pared del útero. Se puede requerir cirugía después del nacimiento del bebé para sacarla. — Shade se levantó—. ¿Estás con algún tratamiento especial? —Reposo en cama durante un tiempo, pero era sólo una precaución. —Avisaré a Eidolon para que venga en cuanto tenga oportunidad. —Se echó al hombro su bolsa de paramédico, pero antes de que pudiera salir, ella misma se sorprendió llamándole por su nombre. —Shade, espera. —Cuando se detuvo en la puerta, ella se mordió el labio inferior. No estaba acostumbrada a tener conversaciones civiles con los demonios, y,

Égida. Todos habían empezado con el pie equivocado, seguro. —¿Hay algo más? —preguntó Shade finalmente.

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sus hermanos habían sido unos hijos de puta antagónicos sin ningún respeto por la

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además, la primera vez que conoció a Shade, un par de años atrás en Egipto, él y

—Sí. Um... gracias. Shade gruñó. —Mira esto. Un agradecimiento de un asesino. El Apocalipsis realmente está aquí. —Me retracto —murmuró ella, y volvió a caer en la almohada mientras él se marchaba, sin molestarse siquiera en sofocar la risa. Thanatos le siguió, dejándola sola. Normalmente estaría agradecida. Siempre se había sentido cómoda con su propia compañía. Pero por alguna razón, no quería estar sola en estos momentos. Lo que quería era volver a casa. Al el único hogar que había conocido jamás. La Égida.

Thanatos siguió a Shade fuera de la habitación y lo detuvo cuando llegaron al salón. —Dime la verdad, demonio. La expresión de Shade era indescifrable —¿Qué te hace pensar que algo de lo que he dicho era mentira? que

hayas

mentido.

Creo

que

omites.

—Than

sonrió

sombríamente—. Yo trato a la muerte y percibí tus temores por Regan. —Soy un paramédico —dijo Shade mientras se ajustaba la bolsa en el hombro—, no un médico. Necesitas a Eidolon.

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creo

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—No

—Sí, bueno, él, aparentemente, no está disponible y no me vengas con gilipolleces de paramédico. Tú sabes más sobre medicina que la mayoría de los médicos humanos, así que suéltalo. Unas sombras brillaron en los ojos de Shade y Than se preguntó qué dones poseería este demonio Seminus —El bebé está completamente formado y listo para nacer, pero es grande. Podría ser un parto difícil, más aún por su problema anterior y el hecho de que en estos momentos parece que no puede haber ninguna intervención médica, siempre y cuando nadie pueda tocarla. Las mujeres habían dado a luz desde el principio de los tiempos, y aunque Thanatos sabía lo peligroso que podía ser, trató de consolarse con el hecho de que las mujeres fueron diseñadas para la reproducción, y no había nada más natural que tener un bebé. —Si pudieran tocarla, ¿qué haría un médico humano en esta situación? Shade se encogió de hombros. —Controlarla. Probablemente provocar el parto ahora para asegurarse de que el bebé no siga creciendo. Quizás programar una cesárea para estar seguros. —Él se encogió de hombros otra vez—. No me mantengo al día en la medicina obstétrica humana, así que podría estar hablando de mi culo. Thanatos sospechaba que el demonio estaba cubriendo su culo. —Tienes personal que no es demonio. Quizás alguno de ellos puede manejar su caso. Un vampiro al menos, ya que sabemos que los vampiros pueden tocarla.

hacer frente a esto.

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cantidad de médicos que no son demonios. Es posible que uno de ellos pueda

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—Tenemos un médico de vampiros —dijo Shade—. Y tenemos una gran

—¿Qué puedo hacer mientras tanto? ¿Qué me dirías que hiciera si las cosas fueran normales? Una ceja negra se arqueó. —Follarla. Than no estaba seguro de haber oído correctamente. Pero el demonio no podía haber sido más claro. —Ah... ¿qué? —Tener relaciones sexuales con ella. Eso puede ayudar a inducir el parto. — Shade sonrió—. Y a menos que estés dando brincos en su vientre, no va a afectarle. Thanatos rodó sus ojos. Estúpidos demonios sexuales. —Dile a Eidolon que necesito verlo inmediatamente. —Sí, ese es el asunto, Jinete —Shade arrastró las palabras—. Tú no ordenas a Eidolon que haga algo. La mayoría de los demonios tenían más respeto por los Cuatro Jinetes del Apocalipsis, pero no estos hermanos Seminus. Era molesto como la mierda. El único que le gustaba a Thanatos era Wraith, pero podría ser porque en muchos sentidos, el tranquilo demonio, hacía que Than recordara a Reseph. —Dijiste que te gusta el planeta como está. ¿Estás seguro de eso? Porque la mujer de mi habitación lleva un niño que puede hacer o deshacer el mundo. Y seguramente no es necesario recordarte que tu hermana empezó todo esto. —No, por favor, recuérdamelo, imbécil. Nunca hay suficiente culpa para

Thanatos se sacudió como si hubiera cerrado su mano en torno a un cable de alta tensión. Apretando los dientes, gruñó.

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deberías saber que yo soy la razón de que Regan esté embarazada.

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repartir. —Shade se detuvo, extrañamente indeciso—. Ah... hablando de culpa,

—Explícate. —Me conecté con su óvulo y tu esperma. No conocía ningún detalle sobre la situación en ese momento y supongo que Kynan me los ocultó, así no tendría que pasar por alguna lucha interna excesivamente moral. —Él se encogió de hombros—. Humanos. De todos modos, ahí lo tienes. Than no estaba seguro si debía matar al demonio o darle las gracias por admitir lo que había hecho. Tenía pelotas, sin duda. —¿Si hubieras estado al corriente de la situación? —¿Importa? Ya está hecho. Pero te diré que cuando se reduce a esto, yo vendería mi infernal alma, vendería tu alma, para mantener a mi compañera y a mis hijos a salvo. Haría lo que fuera necesario. No conozco a nadie que no lo hiciera. Tienes un hijo en camino, así que piensa en lo lejos que llegarías para protegerlo. —Shade giró sobre sus talones—. Le diré a E que venga. Mientras tanto, mantén a Regan a salvo. —El demonio desapareció por la puerta principal. ¿Mantén a Regan a salvo? ¿Qué pensaba Shade que estaba tratando de hacer Thanatos? Necesitando asegurarse de que ella seguía estando bien, silenciosamente abrió la puerta para echar un vistazo a la habitación. Regan estaba sentada en la cama, con una mano sosteniendo un bocadillo y la otra acariciando su vientre. Un asomo de sonrisa curvó sus labios mientras miraba hacia abajo, y no, esa no era la imagen de una mujer que estaba dispuesta a dar fácilmente a un bebé que no quería. Esa era la imagen de una madre y aunque ella no se lo admitiera a sí misma, Regan amaba al niño.

bebé era suyo? ¿Lo odiaba tanto que no quería que el recuerdo la persiguiera?

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podía amarlo, y sin embargo, estar tan dispuesta a renunciar a él? ¿Era porque el

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Ese conocimiento fue a la vez un alivio y un puñetazo en el estómago. ¿Cómo

Maldiciendo, caminó hasta su biblioteca. En un ataque de ira, deslizó su brazo sobre uno de los estantes. Libros, cestas y adornos se estrellaron contra el suelo. Algo metálico retumbó en todos los azulejos. El iPod de Reseph. Thanatos lo recogió, el suave estuche negro, tan frío en la mano. Reseph adoraba esa cosa, motivo por el cual había sido enterrado en la cesta de cuero — Than se lo había escondido como una broma. Bueno, algo así. Reseph a menudo había vuelto locos a todos cantando canciones country a todo pulmón. Claro, que en realidad tenía una gran voz, pero simplemente uno no podía aguantar tantas horas de alaridos —¿Qué estás haciendo? —La voz de Regan sonó detrás de él, y locamente, su pulso aumentó. Thanatos se encogió de hombros despreocupado, pero su cuerpo no se dejaba engañar, no cuando la vio en la puerta, todavía con su camiseta y uno de sus pantalónes de chándal que se había ceñido por debajo de su vientre. Ninguna mujer había usado nunca su ropa y un instinto primitivo curiosamente lo tenía todo irascible y posesivo ante la idea de que algo de él estaba al mismo tiempo sobre ella y en ella. —Nada —murmuró él, lanzando el reproductor de mp3 en su escritorio. —¿Nada consiste en hacer un desastre en tu biblioteca? —Ella caminó hacia el escritorio con los pies descalzos sin hacer ruido en el suelo de piedra. Incluso estando embarazada, su seguridad y gracia no disminuyó. —Necesitas calcetines.

—Nada. Pero no quiero que tus pies se enfríen.

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—¿Qué tiene que ver con la biblioteca desordenada?

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Ella parpadeó.

Una sonrisa curvó sus labios y él deseó que no hiciera eso, porque una sonrisa como esa podía desarmarlo finalmente. —Eres un hombre extraño, Jinete Thanatos. —Ella recogió el iPod. La pantalla se iluminó, y alzó las cejas—. No te hubiera imaginado como el tipo de hombre al que le gusta la música country. —No lo soy. Reseph lo es. Lo era. Y tú deberías estar en la cama. —Me siento bien y si estoy tumbada mucho tiempo, me duelen las caderas. — Ella miró el iPod de nuevo—. Alan Jackson. George Strait. Jimmy Buffett. Conway Twitty. ¡Guau! No es sólo una banda de rock. —Reseph fue la persona más superficial que he conocido, pero cuando él se enganchaba con algo, iba a por todas. Totalmente inquebrantable. Incluso tenía un par de pubs de múscia Country favoritos, donde iba a bailar. Le encantaba el twostep9. Regan arrugó la nariz. —No me lo imagino haciendo algo... normal. O amable. —De un modo extraño, él era el más normal de todos nosotros. Era sin duda el mejor. —Me cuesta creer eso. —Ella le lanzó una mirada de reojo—. Ya sabes, después de ver cómo intentó matarme hoy. Si eso hubiera sucedido... Thanatos no podía ni siquiera ir allí con sus pensamientos. Tenía intimidad con la muerte de la misma forma en que la gente normal intimaba con sus amantes, pero hacía cuatro mil años desde que había

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*two-step- “De dos pasos”. Paso de baile texano con dos pasos rápidos y dos pasos lentos, bailado con música country.

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sufrido una pérdida personal. Estaba bastante seguro de que reaccionaría... mal.

—Si Reseph te hubiera querido muerta, lo estarías —dijo llanamente—. Sus flechas no fallan. —Tal vez el bebé me estaba protegiendo. Than frunció el ceño. No había pensado en eso. —Si no te hubieras marchado de esa manera, no habría tenido la oportunidad de intentarlo. —Bueno, tal vez No deberías haberme secuestrado. —Quizás no deberías haberme seducido. —Le replicó él de nuevo, plenamente conscientes de que parecían un par de chiquillos. Mordiendo su labio inferior, Regan miró sus pies descalzos. —De verdad lo siento, Thanatos. Sé que no me crees, pero estoy arrepentida. La amargura brotó como la bilis. —Ya te dije cómo puedes convencerme y puesto que no tienes ningún problema en prostituirte para la Égida, prostituirte para mí no debería ser un problema. Algo triste brilló en sus ojos y su resentimiento hizo el efecto contrario en él, llenándolo de pesar. Sobre todo cuando, en lugar de replicar con algún comentario sarcástico sobre él como esperaba, se dio la vuelta. Maldita sea. Moderó su voz para poder continuar sin riñas de patio de escuela. —¿Por qué lo hiciste?

que aceptaras?

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—Sí, sí, salvar al mundo. Pero yo me refiero a, ¿por qué lo hiciste tú? ¿Qué hizo

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—Ya te lo dije, teníamos información…

—¿Salvar miles de millones de personas no es una razón suficiente? —Siempre hay una consideración personal. No me importa como son de desinteresadas las acciones de las personas. Siempre hay otro motivo. Ella se volvió hacia él, sus dedos ondeando sobre su vientre —Yo era la única que podía hacerlo. Mis compañeros pensaron que mi habilidad para extraer las almas de la gente podía protegerme de las de tu armadura. —Incluso si eso fuera cierto, todavía no estás respondiendo a la pregunta sobre tu opinión personal. ¿Qué era? —Nada. —Puta. Mentira. Las cicatrices en la sien y la barbilla, esas cicatrices que encontró tan atractivas, se oscurecieron como barómetros de paciencia. —Tal vez estaba desesperada por una polla, como dijiste. Tal vez la idea de joder con una leyenda me sedujo. Estaba mintiendo, a pesar de que no podía decir cómo lo sabía. Lo que estaba claro era que no le iba a decir la verdad. Excelente. Él había arrojado la mierda de vuelta hacia ella. —Bueno. Estar desesperada por joder con una leyenda durante los próximos meses hará que sea mucho mejor para ti. Una vez más, esperaba que ella le replicara y una vez más hizo lo contrario.

Una ira instantánea ardió ante el recuerdo de Serkhama lanzando un ataque contra Regan. El Caminante Diurno merecía un castigo por eso, pero Than estaba

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—¿Qué pasó con el vampiro que trató de impedir que saliera?

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Pero esta vez, en lugar de callar, ella cambió de tema.

demasiado enloquecido para considerar cualquier otra opción a la muerte. Su pequeña sesión de auto-gratificación no había hecho nada para disminuir su tensión. Sólo matando a Serkhama y a los demonios de las heladas lo había conseguido. —Se ha ido. —Se ha ido como muerto o se ha ido como que ya no está aquí. —Sí. —Eres un idiota a veces. —¿Crees que no he oído eso antes? Ella sonrió dulcemente, pero sus palabras eran ásperas. —Estoy segura que sí. Ahí estaba el fuego que había estado buscando. Detestaba cuanto le gustaba. Eso le resultaba fascinante. Su cerebro buscaba una réplica adecuada, pero cuando ella se estremeció y se tocó detrás, él transmitió la respuesta indicada. —¿Qué es? ¿Qué pasa? —Es mi espalda —suspiró ella—. El dolor de espalda es cosa del embarazo, al parecer. Sin pensarlo, se acercó a ella y le apartó la mano a un lado, sustituyéndola por la suya. —Déjame. —Ella se tensó, pero a medida que comenzó a masajear su espalda,

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—Oh, que bueno es eso —gimió.

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alternando un proceso de amasado, con ligeros golpes, se relajó con un gemido.

Le encantaba ese sonido. Adoraba la manera en que aliviaba su estado de ánimo y agitaba su sangre. Él quería ronronear como un gato grande. Y luego frotarse sobre ella. Jodido idiota. El frotamiento era lo que les metió en este lío. Ella arqueó la espalda, empujándose nuevamente en los dedos que le masajeaban, dejando escapar un ronroneo por su cuenta. Y sí, eso causó una inmediata erección. ¿Y qué desastroso era esto, que estaba deseando desnudarse con ella? Sí, le había dicho que le debía favores sexuales, pero estaba cabreado, confundido y todavía aturdido por el shock de salir de la hibernación para descubrir que iba a ser padre. Había arremetido contra ella como un adolescente que hubiera sido abandonado por su primera novia. Cinco mil años de madurez se habían ido por la ventana en cuestión de minutos. Era un tonto del culo. El carraspeo de una garganta lo sobresaltó y se apartó de Regan. —¿Qué ocurre, Viktor? El vampiro quedó rígido en la entrada de la biblioteca. —Hay un Sigil que ha venido a verle. Regan dio la vuelta tan rápido que perdió el equilibrio. Than saltó para atraparla antes de que golpeara la mesa y durante una fracción de segundo, su sonrisa de agradecimiento borró completamente la tensión entre ellos.

estado. Para Than fue difícil sentir lástima por él, teniendo en cuenta que el ser humano quería llevarse a su hijo. Regan se quedó boquiabierta.

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muy mala perspectiva. Tenía un ojo hinchado casi cerrado y la nariz en muy mal

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Y entonces Kynan entró tambaleante con un montón de cortes, contusiones y

—Dios… mío. ¿Qué ha pasado? Kynan se detuvo a unos tres metros de distancia, con su mirada glacial clavada en Thanatos. —Él ha pasado. —No he dejado la fortaleza, humano. Y aunque lo hubiera hecho, ya sabes que no puedo hacerte daño. —Lo cual apestaba. Porque había momentos en los que a Than realmente le gustaría moler a palos al tipo. Los labios partidos de Kynan se despegaron de nuevo en un gruñido que reveló unos dientes teñidos de sangre. —¿Cómo encontraste nuestro Cuartel General, Jinete? Thanatos enroscaba los puños para detener un puñetazo que no aterrizaría de todos modos. —Sentí al niño que estabais escondiendo de mí. Al niño que no vas a tener. —Ahora no es el momento para discutir eso. —El humano mantuvo su mirada en Thanatos, pero sus palabras fueron para Regan—. Gracias al papi de tu bebé, Peste encontró el Cuartel General. Rastreó el portal de desplazamiento de Than. — La voz de Kynan fue baja y las tripas de Than la siguieron. La fácil rendición de Peste durante la batalla anterior tenía sentido ahora. Él había dicho que tenía algo que hacer. Ahora sabía qué—. El edificio está casi destruido. El hijo de puta trajo un ángel caído con él. Entre los dos y los demonios que soltaron... —Él frotó la mano sobre su cara para limpiar la sangre de sus ojos. —¿Qué? —La voz de Regan era suave, un hilo de preocupación tejida en ella—

—Mataron a todos en el edificio excepto a mí.

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Ky se encontró con su mirada.

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. Entre los dos... ¿Qué?

Diez

R

egan se quedó allí, su cerebro no podía procesar lo que Kynan acababa de decirle. —¿Quién? —jadeó—. ¿Quién ha muerto? Los ojos enrojecidos de Kynan brillaron.

—Malik, Chad, Ian, Zachary, Kathy, Hans, Shylon, todos en el departamento de personal, dos docenas de Regentes que todavía no habían vuelto a sus células locales... Suzi. Oh, Dios. Regan golpeó la mano sobre su boca y luchó contra el impulso de gritar. Siempre fue tranquila y sensata, incluso ante la pérdida de aquellos que le importaban, pero las hormonas del embarazo la tenían llorando durante malditos anuncios de coches. Cuatro Ancianos muertos, varios a nivel de soldado-Guardián. Y a ella realmente le gustaba Suzi, que fue una de sus pocas amigas. Su única amiga, en realidad. La habitación comenzó a dar vueltas y ella se tambaleó hacia el sofá. Al instante, Kynan y Thanatos estaban allí, uno en cada brazo. Ella se apartó de Thanatos mientras los rostros de los muertos daban vueltas como naipes en su cerebro. —No me toques —le espetó—. Esto es culpa tuya. —Pero incluso mientras él retrocedía, también lo hizo Kynan... con un gruñido.

ayudara hasta el sofá. —Qué... —Kynan se miró las manos—. Sentí como si me hubieran golpeado.

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tenía otra vez, llevándola en sus fuertes brazos, y esta vez, le permitió que la

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Su apoyo desapareció y ella se desplomó. Antes de que cayera al suelo, Than la

Thanatos se apartó de ella, aunque se mantuvo cerca, apoyándose contra la pared con una rodilla doblada y un pie en la pared detrás de él. —Supongo que podemos agregar a los humanos a la lista de no-tocar. —El bebé de repente ha decidido que nadie más que Thanatos y los vampiros me pueden tocar —explicó, y luego se puso tensa al oír el sonido de voces elevadas y pasos pesados. Un segundo más tarde, Limos, Arik, y Decker se presentaron en la oficina. Limos arrojó una bolsa de lona al suelo. —Fui a unas rápidas compras para Regan. Supuse que ella se iría antes de que pudiera agarrar algo. Aun recuperándose de las noticias de Ky y demasiado nerviosa por la bondad de Limos como para hablar, Regan asintió con la cabeza en agradecimiento mientras Arik miró a Ky y ladró una maldición. —Necesitas un médico, hombre. —¿Eso crees? —Como si el aire lo hubiera abandonado, Kynan se apoyó en una estantería—. Iré al Hospital General del Inframundo después de esto. Obviamente, todos ustedes recibieron mi mensaje. —Yo estaba con Arik y Limos cuando llegó. Ellos me recogieron. —Decker inclinó su cuerpo acercándose a Ky, a su alcance por si el otro hombre colapsaba—. ¿Cómo de grave fue? —Grave —dijo Ky—. Muy grave. Peste y un ángel caído entraron como si fueran los dueños del lugar. Forzaron a Rebecca a abrir las puertas de la mayoría

de conferencias cuando nos enteramos de la batalla y los gritos. Los bastardos... mierda... nunca tuvimos una oportunidad.

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suerte. —Hizo una pausa—. Chad, Malik, Zachary, Ian y yo estábamos en la sala

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de las cámaras antes de matarla. Ella murió rápidamente. Pocos tuvieron la misma

Limos pasó su brazo alrededor de la cintura de Arik en un gesto reconfortante que a Regan le hubiera producido náuseas hace tan sólo unos meses atrás. Ahora sus hormonas estúpidas la tenían pensando en lo dulce que era. Y cómo ella nunca tendría eso. —¿Qué pasó? —preguntó Limos. —Jugaron con nosotros durante horas, algunos sólo por el gusto de escuchar gritos. Las cosas que hicieron... —Kynan se estremeció, sus ojos atormentados—. Su principal objetivo era conseguir abrir la cámara de artefacto. La abrí, pero lo hice para conseguir una cuchilla recubierta de qeres. Regan dejó escapar un suspiro inestable. —¿Eliminaste el ángel con ella? —Y no demasiado rápido. —La mirada de Ky se endureció con recuerdos de lo mucho que había disfrutado eso. Kynan era una de las personas compasivas de mayor nivel que Regan conocía, pero también era un soldado que haría lo que fuera necesario. Y era aún más peligroso cuando estaba enfadado. —¿Qué es el qeres? —preguntó Decker. Regan cambió de postura en el sofá para que su culo no se durmiera. —Es un arma desarrollada por los antiguos egipcios para luchar contra los ángeles. Bueno, los ángeles caídos. —¿Por qué la R-XR no sabe de ella? —Como miembro de la unidad paranormal del Ejército de EE.UU., el R-XR, Decker no estaba íntimamente

demasiado nueva, y tenía mucho para ponerse al día. —Porque no tenemos lo suficiente para compartir —respondió Regan.

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incluido en la Égida y convertirse en Anciano. Su condición de Guardián era

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familiarizado con todo lo que sabía y poseía la Égida, a pesar de haber sido

Arik acarició la espalda de Limos. Más dulcemente. —¿Qué pasó con Peste? —Se fue. Estaba furioso por no poder entrar en la sala de artefactos y preocupado de que sus hermanos aparecieran para detenerlo. —Él regresará. —la voz de Than era grave—. La Égida posee demasiados objetos poderosos. Le encantaría poner sus manos sobre algo, ¿pero había algo en especial que estaba buscando? Kynan dio la más ligera inclinación de cabeza, como si le doliera el cuello. —Él dijo algo acerca de Ajenjo. Es principalmente una estrella mencionada en el Apocalipsis, pero es también el nombre de un puñal que la Égida se apropió a finales de 1300. —¿Por qué querría eso? —Regan preguntó, más en general que a alguien en particular. —No tengo idea —dijo Than—. Recuerdo la daga. Se supone que pertenecía a un arzobispo prestigioso. Limos se tocó la barbilla. —¿No se rumoreaba que había sido forjada por un demonio? —El arzobispo dijo que era una reliquia celestial —dijo Kynan—. Originalmente usada por un ángel. Nunca hemos descubierto la verdad al respecto, pero tal vez Peste sabe algo que nosotros no. —Tenemos que transladar todos los artefactos —dijo Decker—. No podemos

cabeza de Regan dolía sólo de pensar cuánto tiempo llevaría y cuánto esfuerzo involucraría—. Y estarían vulnerables durante el movimiento.

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—Tardará una eternidad transferir los elementos a una nueva ubicación. —La

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permitir que consiga nada, especialmente algo que él quiere.

Kynan suspiró. —Lo sé, pero no tenemos otra opción. Val está asegurando un nuevo Cuartel General, y una vez hecho esto, puedo usar un Portal de desplazamiento para transportar las cosas más importantes rápidamente. ¿Las cosas más importantes? Todo en su inventario era importante. La Égida era el mayor coleccionista de artefactos históricos, bíblicos, y demoníacos en el mundo, poseyendo libros de hechizos únicos en su clase, cristales de invocación, y documentos que podrían arrasar con religiones enteras y desestabilizar a los gobiernos. ¡Caray! aunque Regan no lo había visto por si misma, el Arca de la Alianza se suponía que estaba bajo llave en el Cuartel General de la Égida. Dios, esto era un desastre. Y espera... —Si Peste fue capaz de seguir el Portal de desplazamiento de Thanatos, ¿podrían ser rastreados sus portales? —Cuando el Sello de Reseph se rompió, perdimos esa capacidad. —La expresión de Thanatos era pensativa mientras su mirada vagaba entre ella, Arik, y Decker, y finalmente, regresó a Ky—. ¿Dijiste que tenías qeres? —Muy poco —respondió Kynan lentamente—. La receta se ha perdido, así que no podemos hacer más. Lo que tenemos es todo lo que existe. —Dame un minuto —Él se alejó y Limos fue con él, dejando a Regan con Ky, Arik, y Decker. Decker se tumbó en una de las sillas de cuero grueso mientras que Arik permaneció de pie y Ky cojeó hacia Regan y se sentó en el sofá junto a ella.

—Estoy bien.

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He sido secuestrada, casi atravesada por una flecha, casi congelada, pero aparte de eso...

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—¿Estás bien?

Kynan miró en la dirección que Than se había marchado y bajó la voz a un murmullo discreto. —Recibí tu mensaje acerca de escapar justo antes de que Peste llegara. ¿Thanatos te hizo daño? Ella sacudió bruscamente la cabeza. —Él no dejaría que nada le suceda a este bebé. —Eso no es lo que he preguntado. —Ky giró en su asiento, con cuidado de no tocarla—. Si trataste de escapar, ¿por qué sigues aquí? —Thanatos me detuvo antes de que pudiera llegar a algún lado. En el camino de regreso Peste nos atacó y azuzó algunos demonios helados sobre mí. Recibí un poco de frío. Como puedes ver, estoy bien. Thanatos se hizo cargo de mí. No se arriesgará haciéndome daño. —¿Y qué pasa después de que nazca el bebé? ¿Y luego qué? Esa era la pregunta del siglo, ¿no? La recurrente pesadilla de Than matándola le vino a la mente, y una punzada helada de miedo se disparó por su columna vertebral. —Podemos preocuparnos por eso más tarde. Obviamente, Than conoce el plan para el bebé, y no está contento. Voy a trabajar en él. —Ja. Ella presentía que el Sheoul se congelaría antes de que él cambiara de opinión—. ¿Crees que el ataque de Peste contra el Cuartel General se relaciona con la liberación de los vampiros en la sede? Sin duda Kynan reconoció su táctica de distracción, pero el nuevo tema era

—No puedo creer esto —susurró Regan—. Las cosas siguen poniéndose peor.

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—Es demasiado pronto para saber, pero es un infierno de una coincidencia.

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demasiado importante para ignorarlo.

—No todo es malo —dijo Ky—. ¿Recuerdas que preguntaste por qué Decker y yo estábamos en el Cuartel General cuando te atacaron? —Dijiste que estábais allí para discutir el despertar de Thanatos. —Eso es porque hemos encontrado alguna nueva información justo en el último par de días. —Decker bajó la mirada hacia el vientre de Regan—. ¿Thanatos ha confirmado que el bebé es su agimortus? Ella asintió. —¿Por qué? —Creemos que el bebé podría ser la clave para el fin del mundo... pero también podría ser la clave para salvarlo, tal como nosotros creíamos al principio. —Hubo algunas miradas intercambiadas antes de que Ky hablara—. Hemos reunido todo lo que hemos encontrado respecto a Thanatos y su papel en terminar el Apocalipsis, incluyendo una mezcla de textos sobre un nacimiento que debilitará el corazón de Peste. ¿Y conoces la parte en la profecía de Thanatos sobre un llanto? Ella asintió. La profecía de Than, que formaba parte de la predicción apocalíptica de la Daemonica, fue grabada en su cerebro como una marca. ¡Mirad! La inocencia es la maldición de la muerte, su hambre su carga, una cuchilla su Liberación. La Estrella de la Muerte vendrá si el llanto falla. —Bueno —continuó Kynan—, se ajusta a un pasaje del Torran. Arik frunció el ceño. —¿Qué es un Torran? —Al igual que Decker, Arik era miembro del Ejercito RXR y sólo recientemente había sido nombrado Guardián. Regan todavía no había

y cada una de esas religiones se divide en pequeñas denominaciones? Al igual que, dentro de la designación de la cristiandad, hay católicos, bautistas, protestantes... y hasta estos se ramifican en sectas de diferente ideología. Bueno, los demonios

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manos en él—. ¿Tú sabes que los humanos tienen millones de religiones diferentes,

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tenido la oportunidad de profundizar en el tema, pero le encantaría poner las

tienen algo similar. La Daemonica es su biblia para la mayoría de sus religiones, pero tienen otras. Una de las religiones, Bletouth, se dividió en dos ideales muy diferentes. Hubo una guerra desagradable, y al final, su libro religioso se rasgó por la mitad, y cada uno le dio un nombre. El Torran y el Toreign. —Hemos tenido una copia del Toreign durante siglos, pero no conseguimos un Torran hasta hace un par de meses atrás, por lo que sólo ahora estamos descubriendo información útil. —Ky se frotó la parte posterior de su cuello—. Así que de todos modos, en el interior del Torran, encontramos un pasaje relacionado con los Jinetes y el Apocalipsis. Decía: «El primer llanto debilita el corazón... un hundimiento de la cuchilla lo termina». Básicamente, creemos que el nacimiento del bebé volverá a Peste mortal durante un corto período de tiempo, permitiendo que «la cuchilla», de la daga de la Liberación, lo mate. La daga de la Liberación fue forjada hacía miles de años como un arma contra los Jinetes —la única arma que se creía que tiene el poder de matarlos. Por desgracia, ya habían averiguado hacía ocho meses que el cuchillo no era eficaz contra Peste. —Por eso viniste al Cuartel General la noche en que fui atacada por el vampiro. Para discutir el despertar a Thanatos para que él pudiera estar allí en el nacimiento del bebé —musitó—. ¿Qué pasa con la parte de su profecía que habla de la Estrella de la Muerte? —Algunos creemos que la Estrella de la Muerte es el Cometa Halley. El cometa se ha asociado con todo, desde mensajes divinos a la herramienta del diablo hasta la Estrella de Belén. Pensamos que si Peste no es asesinado en el primer llanto del bebé, la próxima oportunidad no sucederá hasta que el próximo Cometa Halley

—Y apuesto que el cometa no mostrará su cara pronto. —El año dos mil sesenta y uno.

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Ella podía predecir hacia donde se dirigía esto.

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aparezca.

Jesús. Para entonces puede que no haya mucho mundo que salvar. Consideró todo lo que Ky y Decker le habían dicho. —¿Por qué no me dijistéis nada de esto antes? Kynan se limpió una gota de sangre de su sien con la palma de su mano. —Tienes suficiente con qué lidiar. No queríamos que te hicieras ilusiones antes de tenerlo todo calculado. A Regan no le gustaba que la mantuvieran fuera del círculo, pero en este punto, le importaba poco. No cuando el mundo se derrumbaba a su alrededor. Algo sonó, y Ky buscó un móvil en su bolsillo. Después de pulsar un botón, apoyó el teléfono en el escritorio de Than, y tanto Lance como Val saludaron a través del altavoz. —¿Podemos hablar con seguridad? —preguntó Val. —Ahora mismo sólo hay Sigils en la sala —dijo Ky. —Bien —dijo Val—. ¿Como va todo por alli? Regan se incorporó. —Yo estaba a punto de decirles a estos chicos que me llevaran de vuelta con ellos. Necesitáis mi ayuda… —Lo mejor que puedes hacer ahora es mantenerte a salvo —dijo Kynan—. Nunca pensé que diría esto, pero creo que estás mejor aquí con Than. El estómago de Regan dio un vuelco.

arriesgarnos a llevarte de aquí para allá.

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—Kynan tiene razón —dijo Decker—. Por mucho que lo odie, no podemos

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—¿Qué? ¿Estás bromeando? No puedo quedarme aquí.

—Sí, puedes. —Su voz se quebró—. Tienes que hacerlo. —Vas a darme placer. Cada vez que quiera. Cada. Noche. Oh, Dios—. Puedo permanecer en un Cuartel General regional. —Regan. —El grito militar de Kynan recuperó su atención inmediata, y se dio cuenta de que estaba siendo presa del pánico. Balbuceando—. Si Thanatos puede sentir al bebé, puede encontrarte. No podemos arriesgarnos a que venga a por ti y Peste lo siga. —Él estará de acuerdo en no venir a por mí. Él lo entenderá. Arik resopló. —¿Thanatos? ¿Entender? ¿Tú ni siquiera lo conoces? —Estoy de acuerdo —dijo Kynan—. Si tú fueras Gem, no te perdería de vista. Él no dejará que te marches. —Este lugar está lleno de vampiros —les recordó—. Y en caso de que lo hayas olvidado, uno de ellos intentó matarme. —Sí, Thanatos le había explicado que el vampiro no era de los suyo, pero en este momento, ella se aferraría a cualquier argumento para escapar de aquí. —Intentó —dijo Decker—. Podrías haberlo matado con tu poder. Tú puedes defenderte. ¿Se atrevería a decirles que su capacidad defensiva había fallado? Tal vez fue sólo una casualidad. Y, de todos modos, no cambiaría el pensamiento de nadie. En última instancia, tenían razón. Por mucho que odiara pensarlo, probablemente estaba más segura aquí, al menos por ahora.

Caminantes Diurnos. —Sí —intervino Lance—. Te dará algo útil para hacer.

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—Esto también te pondrá en una posición única para estudiar a los

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La voz de Val rechinó sobre las ondas.

Ella fulminó con la mirada el teléfono como si Lance pudiera ver su expresión. —¿Como si gestar un bebé que podría salvar al mundo no es suficiente? Casi podía oír a Lance encogerse de hombros. —Una vez que el niño salga, serás un lastre de nuevo. —Cállate, idiota —dijo Kynan. Decker adelantó los pies como si estuviera listo para ir a través del altavoz y darle una patada en el culo. —Eres un idiota. —Está bien —dijo Regan—. Todos estamos estresados. —Pero maldita sea, Lance había tocado un punto sensible. Oh, ella estaba acostumbrada a sus dardos venenosos, pero este, en realidad dio en el clavo. Ella se había sentido como si nunca pudiera ofrecer tanto como los otros Ancianos, y sospechaba que sus habilidades eran la única razón por la que había ascendido. Eso, y el hecho de que Lance una vez le dijo que querían mantener un ojo sobre ella. La capacidad de succión de almas era peligrosa, y la querían contenida. —Vete a la mierda —murmuró Lance—. Sólo estaba tratando de asegurarme de que tuviera algo útil que hacer. No quiero que siga el camino de su madre. La sala estalló en maldiciones, tantos insultos volandon hacia Lance que Regan no podía separarlos. Ella no era su madre. Sí, puede que diera a su hijo en adopción para una vida mejor, pero no iba a suicidarse. Incluso en los primeros

levantarse de la cama, no había pensado en el suicidio.

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picado en un profundo estado de depresión y culpa donde apenas podía

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dos meses después de aquella horrible noche con Thanatos, cuando había caído en

Por supuesto, ella podría haber considerado caer de nuevo en las filas de combate después de que naciera el bebé, porque morir en batalla no era suicidarse, ¿verdad? No si morir no era el objetivo, la forma en que había sido para su madre. Su estómago se revolvió de nuevo, amenazando con desbordarse, y ella empujó a sus pies y pasó rozando a Limos, que acababa de entrar en la habitación. —Yo... eh... me tengo que ir. Decker se acercó a ella. —¿Regan? —Estoy bien. —Alzó su mano para mantenerlos a raya—. Sólo necesito un minuto. Con eso, corrió tan rápido como pudo hacia el dormitorio, donde se lanzó

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hacia el baño y perdió su última comida.

Once

E

l golpe en la puerta de la habitación se escuchó cuando Regan terminaba de lavarse los dientes con uno de los cepillos de recambio que había encontrado en el armario del baño principal de Than.

—Realmente no quiero hablar contigo, Thanatos —dijo en voz alta, dándose cuenta de lo estúpido que era decir eso antes que la frase saliera de su boca: Thanatos, no habría golpeado. Habría irrumpido como un oso cabreado despertando de la hibernación. Guardó el cepillo de dientes mientras la voz apagada de Decker venía de la puerta. —No soy Thanatos. —Oh. —Ella caminó con pasos cautelosos hacia el dormitorio y se sentó en la cama—. Adelante. Decker se deslizó dentro, silencioso como un fantasma. Para ser un tipo grande, era muy ágil. Por otra parte, también lo era Thanatos... ágil en formas que su cuerpo se estremecía al pensar. —¿Estás bien? —preguntó Decker. —Sí. —No dejes que Lance te fastidie. Creo que la leche de su madre estaba agria.

Podría haber ayudado.

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—No es Lance. Es todo. Me siento tan inútil. Hoy debería haber estado allí.

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Ella suspiró.

—Parece que nadie podría haber ayudado. Solo hubieras conseguido que te mataran. Su aliento se estremeció. Él probablemente tenía razón, pero eso no disminuía la culpa de no estar con sus compañeros cuando la necesitaban. También la perseguía el hecho de que la crisis era peor de lo que ella había estado dispuesta a admitir. —Ya sabes, todo este tiempo, incluso cuando las cosas parecía que estaban en el peor momento, nunca dudé de que lograríamos vencer a Peste y detener el Apocalipsis. —Lo haremos —dijo Decker ferozmente—. Encontraremos la manera. —No estoy tan segura. —Dolía decir eso, y parte de ella no podía creer que lo hubiera dicho. La derrota nunca había sido una opción para ella. Ella había luchado por su propia vida desde el día en que nació. Ahora parecía como si luchar sólo pudiera alargar lo inevitable—. Con el Cuartel General en peligro, Peste no sólo nos ha detenido, él ha destruido nuestra capacidad para organizar y dirigir, por no hablar de que esto tiene que ser un duro golpe a la confianza de todos los Guardianes. —Para. —Decker se sentó a su lado—. Tenemos que mantener la esperanza. — Él miró hacia su vientre—. Y ese cacahuete de ahí es la esperanza. Ella le ofreció una leve sonrisa. —Eres una de las pocas personas, además de Kynan, que pueden decir eso sin que sea ofensivo.

enderezarlas—. No quiero ser grosera, pero... ¿hay alguna razón para que estés aquí? —Nadie más que Suzi se había tomado la molestia de visitar a Regan.

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—Gracias. —Ella miró las almohadas de la cama y luchó contra el impulso de

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—Porque es un bebé. No un monstruo, sin importar lo que piensen los demás.

—Eso es lo que siempre me ha gustado de ti —dijo Deck—. Sin rodeos. —Él se puso serio y ella se preparó para lo que se avecinaba—. Quería avisarte de una llamada que Kynan hizo a Samarra del Departamento Técnico. Realizó un control de los ordenadores del Cuartel General. Unas campanas de alarma sonaron en su cráneo. —No me digas que Peste tiene nuestros registros de personal. —Los tiene. —El tono de Decker era cabreado, con los ojos cansados—. Y lo peor, consiguió la ubicación de todas las células de la Égida en todo el mundo. —Oh, Jesús —jadeó ella—. La masacre será fuera de serie. —La buena noticia es que la información está encriptada —dijo Decker—. Tenemos tiempo, pero tal vez sólo sea cuestión de días. Y después de eso, los Guardianes muy bien podrían convertirse en una especie en peligro de extinción.

Thanatos entró sigilosamente a la biblioteca y se puso en alerta al instante. Arik y Limos estaban en el sofá, y Ky estaba tendido despatarrado en uno de los sillones. Alguien, probablemente Arik, había encontrado la caja de primeros auxilios de Than y atendido las heridas de Kynan, pero él tenía un color grisáceo

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¿Pero dónde diablos estaba Regan?

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de bilis de babosa muerta, y estaba claro que necesitaba atención médica.

—¿Dónde está ella? —La pregunta surgió más como un ladrido, pero a Thanatos no le importaba una mierda si sonaba histérico y de mal humor, y tal vez un poco asustado de que Regan hubiera desaparecido. —Está en el dormitorio —dijo con calma Limos—. Creo que tenía que vomitar. Thanatos se dirigió hacia la puerta, pero Arik lo llamó. —No, hombre. Dale unos minutos. Acaba de perder un montón de compañeros y amigos, gracias a tu hermano. —Mi hermano. No yo. —Idiota. —Arik golpeó a Than en el pecho con un lápiz—. Tienes cinco mil años y todavía no sabes nada acerca de los humanos. Than miró el lápiz y consideró ensartar a su cuñado con el mismo. —Porque yo no ando por ahí con humanos. —Sólo confía en mí en esto —dijo Arik, y Limos asintió con la cabeza—. Tu hermano, el que deseas salvar, acaba de destruir el mundo de Regan. Tú probablemente eres la última persona que quiere ver en estos momentos. Bueno, el segundo último. Peste gana el primer lugar. Than todavía no entendía por qué debía ser considerado responsable de las acciones de Peste, pero él escuchaba a los humanos, ya que Arik conocía a Regan mejor que él. Lo cual dolía. Limos se inclinó hacia delante en el sofá, apoyando sus antebrazos sobre sus rodillas.

podría haber un final a la vista a todo esto.

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acerca de tu profecía. —Ella dejó escapar un largo suspiro—. Maldita sea, Than,

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—Estos chicos acaban de ponerme al corriente de una mierda importante

Than escuchó mientras Ky exponía la profecía acerca del llanto del bebé —y el hecho de que enterrar la Daga de la Liberación en el corazón de Peste mientras estuviera debilitado lo mataría. Tenía sentido... pero a Than no le gustaba. No quería matar a su hermano. Quería salvarlo. —¿Qué pasa con esa cosa del Cometa Halley Estrella de la Muerte? —preguntó Than—. He encontrado algo en uno de mis santuarios que indica que puedo salvarlo usando la Daga de la Liberación en un momento particular. ¿Y si eso es de lo que se trata la parte de la Estrella de la Muerte en la profecía? Ky se frotó los ojos y maldijo. —No había pensado en eso. —No importa —dijo Arik—. El cometa no volverá a la Tierra hasta el dos mil sesenta y uno. No podemos esperar tanto tiempo. La sencilla forma en que Arik lo dijo, como si esperar salvar a Reseph ni siquiera fuera una opción, cabreó a Than sacándolo de sus casillas. Sí, lo conseguiría. Él lo haría. Vagar por ahí durante medio siglo esperando a un condenado cometa, mientras Peste devastaba la humanidad y los demonios luchaban entre sí no era exactamente una opción. Pero maldita sea, Reseph era hermano de Than, y el hombre que una vez había sido merecía un poco más de respeto. En lugar de moler a golpes a Arik por la habitación, Than se dio la vuelta hacia Kynan y le tendió el libro que había traído de la cámara acorazada en las mazmorras donde guardaba la mayoría de sus artículos de valor incalculable.

¿Dónde lo conseguiste? —Lo encontré en una cámara funeraria fuera de Babilonia.

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—Maldita sea. —Kynan cogió el libro—. Nosotros ni siquiera tenemos esto.

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—Es una historia de ángeles. He marcado algunos pasajes sobre qeres.

Ky enarcó una ceja. —Hace mucho tiempo. —Se podría decir. —Than miró a todos mientras dijo—. Dice que el qeres incapacita a los ángeles, lo cual ya sabes. Pero también enumera uno de sus ingredientes. «Veneno igual que el de los Sabuesos del Infierno». —¿Crees que esta hecho con saliva de Sabuesos del Infierno? —preguntó Arik. —No lo sé. Pero si funciona así, el qeres podría, potencialmente, funcionar con nosotros. La cabeza de Limos dio media vuelta. —Peste. Podemos usarlo con él. —Exactamente. Él se ha vuelto casi inmune al veneno de Sabueso del Infierno, pero el qeres tiene otras propiedades. Puede que sea vulnerable a eso. —¿Y luego qué? —Kynan deslizó sus largos dedos sobre la cubierta de cuero— . Tú lo paralizas, ¿pero que pasa si el efecto es sólo temporal? No tenemos mucho material, y una vez que se agote, no habrá manera de retenerlo. —¿Qué pasa con Regan? —preguntó Limos—. Su poder te retuvo durante unos minutos. Tal vez podría funcionar en Peste. El recordatorio puso a Than nervioso, no porque había estado inmóvil e indefenso, sino porque todo lo que podía pensar era en Regan sobre él, su sinuoso cuerpo desnudo, sus respiraciones jadeantes coincidiendo a medida que se acercaban al orgasmo.

que dura el llanto del bebé, la Daga de la Libración no lo matará. A continuación, definitivamente tendremos que esperar el cometa.

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Arik—, ¿entonces qué? Si fallamos en el increíblemente limitado periodo de tiempo

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—Incluso si puede retener a Peste mientras esté en el maldito parto —dijo

El pulso de Thanatos latía con fuerza en sus sienes ante la idea de matar a su hermano. —¿Qué pasa si lo congelamos? —preguntó Arik—. Ya sabes, como a Han Solo. Thanatos le dirigió a Arik una mirada de estás-bromeando. —Sí... máquinas de congelación de carbonita podrían ser un poco difícil de conseguir, dado que no vivimos en el universo de Star Wars. —Gilipollas —murmuró Arik—. Estoy hablando de hielo. Paralizarlo con una ráfaga de nitrógeno líquido o algo así. Limos jugaba con la flor anaranjada en su cabello. —Incluso si pudieras atraerlo a una trampa como esa, se descongelaría en cuestión de minutos. Kynan se removió en su silla con una mueca de dolor. Sin duda sus masivas heridas eran agonizantes. También estaba dejando sangre por todos los muebles de Than. —Entonces lo que nos queda es tratar de cazarlo e incapacitarlo mientras esperamos a que tu hijo llore. Hijo. Than se preguntaba si alguna vez se acostumbraría a escuchar eso. —Sí, ¿y quieres explicar por qué coño creíste esa evidencia que encontraste que dice que mi hijo salvaría al mundo? —Porque Regan inspeccionó el pergamino que tu hermano colocó para que lo encontráramos —dijo Kynan—. En ese momento, no sabíamos que era una trampa,

mismo que el hombre que había cargado el reproductor de mp3 con música country se odiaría a si mismo por lo que Peste estaba haciendo.

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Thanatos recogió el iPod de Reseph por la simple razón que recordarse a si

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pero Regan descubrió que el autor creía en la profecía que escribieron.

—Así que sabemos que Peste no lo escribió. Era una trampa suya para tomar mi virginidad. —Y eso es lo más extraño de la situación —dijo Ky—. Él pensó que era un engaño, pero el autor pensaba que era cierto, y puede ser cierto después de todo. ¿Así que el autor cree que tu hijo salvará al mundo porque sabían algo que nosotros no? Si ese es el caso, pueden estar trabajando en contra de Peste en lugar de con él. Thanatos realmente quería tener una charla con este autor misterioso. —Tenemos que encontrar a quien escribió la profecía del bebé. ¿Has hablado con Reaver o Harvester? Tal vez puedan proporcionarnos alguna información. Limos se pegó más contra Arik. Si se acercaba más estaría en su nariz. —La última vez que hablé con ellos... ¿cuánto, hace un mes? Me dijeron que no sabían nada. O si lo saben, no hablan porque va en contra de sus estúpidas reglas de Vigilante. —Y no los recibas en la misma habitación juntos —dijo Arik—. Cristo, tuvimos que reconstruir la mitad de la casa de fiestas de Limos después de nuestra última conversación con ellos. —¿Por qué? Limos estudió sus uñas, que hoy llevaba pintadas de amarillo y rosa. —Se pelearon. Fue como si dos aviones jumbo colisionaran en el aire. Harvester y Reaver nunca se habían querido mucho, pero generalmente no

—No sé. —Arik gesticuló levantando un hombro—. No dijeron una palabra. Estábamos hablando con Harvester, y Reaver apareció y se metieron en ello.

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—¿Por qué se peleaban?

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llegaban a las manos.

—¿Y esa es la última vez que alguien los ha visto? —preguntó Than. —Sip. Esos malditos ángeles. Sí, los Jinetes podían convocarlos, pero eso no significa que llegaran en el momento oportuno. Parecían deleitarse apareciendo sólo a su propia conveniencia. ¿Se habría enterado Reaver del ataque de Peste a la Égida? ¿Acaso siquiera sabía que Regan estaba embarazada? Hablando de eso, ella había estado ausente demasiado tiempo para su comodidad. Y, espera... —¿Dónde está Decker? —Ha ido a ver a Regan… —Limos ni siquiera había terminado la frase antes que Than estuviera a mitad del pasillo. Demencial, la ira posesiva lo arañaba mientras abría la puerta del dormitorio. La visión de Decker sentado tan cerca de Regan disparó la furia de Thanatos hasta un punto crítico. Antes de darse cuenta, tenía su puño en la camiseta de Decker y había arrojado al humano a través de la habitación. En el instante siguiente, Regan se puso en pie, poniendo su cuerpo entre ellos. —¡Basta! Decker sólo estaba hablándome. Decker se levantó tranquilamente y le enseñó el dedo medio a Thanatos. —¿Sabes lo que necesitas? Una clásica paliza en el trasero. —¿Y vas a ser tú quien me la dé? —se burló Than. Decker negó con la cabeza. —Por mucho que me gustara, no soy estúpido. Pero no me iré a menos que

de un punto. En una escala de cero a cien. Sin embargo, había que reconocer el

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El respeto de Thanatos por el hombre subió un punto. Lo cual le dio un total

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Regan me diga que me vaya.

mérito de un tipo que sabía cómo controlar su testosterona en la puerta y no tratar de derribar a un hombre que podía aplastarlo con un dedo. —Está bien, Deck —dijo Regan, con demasiada familiaridad y afecto de lo que le hubiera gustado a Thanatos—. Puedes irte. —¿Estás segura? —Decker miró amenazadoramente a Thanatos. —Ella está segura. —Gruñó Than, al mismo tiempo que Regan decía: —Estoy segura. Decker dirigió a Thanatos otra mirada de odio mientras iba hacia la puerta, y un momento después se marchó, Thanatos se volvió hacia Regan. —Nunca debes estar sola en una habitación con un hombre. Ella soltó un bufido. —No tienes nada que decir sobre a quién tengo en mi dormitorio. Si yo quiero invitar a todo el equipo de los Miami Dolphins a mi cama y tener una gran orgía mientras estoy cubierta con salsa de chocolate, no puedes decir absolutamente nada. La breve imagen prendió fuego su sangre, pero él mantuvo su temperamento en calma, poco dispuesto a dejar que lo provocara Sin embargo, él quería cazar a todos los jugadores del equipo de fútbol y convertirlos en manchas en el césped artificial. —Mi casa —dijo apretando los dientes—, mis reglas. No habrá orgías con los NFL con chocolate en mi fortaleza. Creo que es una petición razonable.

—Él te desea.

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estoy pensando en acostarme con Decker?

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—Por el amor de Dios —dijo, levantando los brazos—. ¿De verdad crees que

—No, no lo hace. E incluso si lo hiciera, no es como si yo fuera un auténtico premio en estos momentos. Mis pies están hinchados como salchichas demasiado cocidas, tengo estrías, estoy gorda y fea y torpe… —Para. —Apretó sus puños a los costados para evitar tocarla. Estaba tan bonita en su indignación, sus mejillas con un delicado rubor rosado, su oscuro cabello enmarcaba su rostro en ondas enredadas que le daban una ferocidad salvaje que no se veía disminuida por su embarazo en absoluto. —Nunca me vuelvas a decir eso. No eres gorda o fea. No hay nada más bello que una mujer embarazada de su pareja, y… —Se interrumpió con un gruñido horrorizado. ¿Pareja? Qué idiota—. No es que tú seas mi pareja. Es sólo que las mujeres en periodo de gestación son… Una vez más, se interrumpió, horrorizado por su propia divagación, imbécil. La humillación calentó sus mejillas y se dio la vuelta, con la intención de irse, pero su voz suave lo detuvo, y giro de vuelta. —¿Periodo de gestación? Mira, si me voy a quedar aquí, será mejor establecer algunas reglas básicas. —¿Cómo cuales? —Como que tú no vas a darme órdenes. Y tendré mi propio dormitorio. Y quiero un helado. Uno bueno, no esa porquería asquerosa de leche helada. Él arqueó una ceja rojiza. —¿Algo más?

Regan contuvo la respiración, preguntándose si había ido demasiado lejos mientras él avanzaba hacia ella, con sus grandes hombros balanceándose y sus los

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—Sí. Y ya que estamos en ello, quiero algunos Guardianes aquí conmigo.

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Su sarcasmo no pasó desapercibido para ella, pero lo ignoró.

ojos brillantes. Cuando él estuvo tan cerca que sus vientres se tocaban, bajó tanto la cabeza que ella pensó que iba a besarla. Locamente, ella no sabía si eso era algo bueno o malo. —Así es como será. Sin Guardianes. No confío en ninguno de ellos, incluida tú. Puedes tener todo el helado que desees. Dudo que deje de ordenarte. —Giró su rostro y acercó sus labios a su oído—. Y no tendrás tu propio dormitorio. Tú duermes aquí. Conmigo. Recuerda lo que dije. ¿Cómo iba a olvidarlo? Durante los próximos ocho meses y medio, vas a ser mía. Cada. Noche. Ella se estiró hacia arriba y cogió un mechón de pelo sedoso y obligó a su cara a que estuviera frente a la de ella. Sus labios firmes estaban sólo a centímetros de los suyos, y se puso de puntillas para acercarse todavía más, tan cerca que su calor acarició su piel. —¿Sí? —Murmuró—. ¿Quieres apostar, Jinete? Estarás muriéndote por librarte de mi mucho antes de que acaben los ocho meses y medio. Él deslizó la punta de su dedo a lo largo de su mandíbula, una provocación, un toque sensual que no coincidía con lo que dijo a continuación. —Ya lo estoy. No había ninguna razón, ninguna en absoluto, para la punzada de rechazo que provocó las palabras de Than. Pero ahí estaba. Bajando de nuevo hasta sus talones, ella lo soltó. —Entonces déjame ir. Entiendo por qué no puedo irme ahora, pero cuando la

conmigo durante estos últimos meses? No en voz alta, ya que no podía hablar, pero en mi cabeza.

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—¿Sabes cuántas veces le rogué a Ares y Limos que hicieran lo mismo

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Égida tenga un nuevo y seguro Cuartel General, déjame ir.

¿Qué podía decir a eso? Regan sólo podía pensar en un pobre: —Lo siento… —¿Lo sientes? ¿En serio? —Su voz se convirtió en un susurro bajo y suave—. Entonces demuéstralo. Sus manos agarraron las de ella bruscamente, y mientras su corazón latía fuera de control contra su caja torácica, él pegó la palma de la mano de ella contra su pecho. Lentamente, muy lentamente, arrastró su mano hacia abajo. Ella trató de detenerlo, pero no era rival para su fuerza. Su palma se deslizó sobre duros y ondulantes abdominales y, guiada por Thanatos, se deslizó mas bajo, a la gruesa longitud tras la bragueta de sus pantalones. Dios, estaba tan gloriosamente dura, presionando su polla tan firmemente contra la tela que podía sentir las curvas que definen la suave y contundente cabeza, y el rígido eje. Aclarándose la garganta, logró un áspero: —Estás loco. —¿Sí? —Él miró hacia ella, sus guturales palabras retumbando a través de ella en una oleada de calor—. Yo era virgen antes de ti. Despertaste un demonio dormido, Regan. Traté de saciarme yo mismo, pero fracasé. Ahora vas a tener que enfrentar las consecuencias. Con esto, se separó de ella y salió de la habitación, dejándola confusa,

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enfadada, y... muy, muy dolorida.

Las cosas se estaban complicando. En los últimos nueve meses, el reino de los humanos se había convertido en un campo de batalla, y Reaver había pasado gran parte de ello entrenando, trabajando para perfeccionar su lucha y sus habilidades curativas como preparación para el Armagedón. Sin embargo, durante el último mes se había sumergido en el celestial Salón de Registros, desesperado por encontrar cualquier fragmento de conocimientos que pudiera revelar algo sobre la historia de Harvester. Se la tenía jurada a ella desde hacía nueve meses, desde que lo había tenido cautivo en el Sheoul, le cortó las alas y trató de hacerle adicto al vino de médula. No podía matarla, no mientras estuviera asignada como Vigilante de los Jinetes malignos, pero sospechaba que ella estaba involucrada en el engaño que había dado lugar al embarazo de Regan, y de ser así, sería despedida —probablemente con fuego real— y destruida. Sonriendo ante ese pensamiento, apareció en el lugar donde estaba Than, y al instante la sonrisa desapareció. Si las expresiones sombrías en las caras de todo el mundo no fueran un indicio de que algo andaba mal, el hecho de que Kynan estuviera destrozado era una prueba. —¿Qué ha ocurrido? Limos lo atacó con un gran abrazo, como siempre, y tan pronto como dio un paso atrás, Kynan se puso en pie con una mueca de dolor. —¿Tú no lo sabes? Reaver se acercó a él y le palmeó suavemente el hombro. La energía divina fluía a través Reaver y hacia Kynan, y en un instante, fue sanado parcialmente.

daños causados por ángeles caídos.

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pero su entrenamiento reciente le había dado un poco de talento para reparar los

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Como un ángel de combate, las habilidades de curación de Reaver eran limitadas,

—Si hubiera sabido lo que ocurrió, no estaría preguntando —dijo con ironía Reaver. —¿Dónde has estado? —interrumpió Limos. —En el Salón de Registros. —¿Durante un mes? —Sólo fueron horas para mí. El tiempo corre de manera diferente en el Cielo. —Se centró en Ky—. ¿Ahora, qué pasó? ¿Y por qué está todo el mundo aquí? ¿Dónde está Thanatos? —Estoy aquí. —Than surgió de las sombras del pasillo, un rubor cálido coloreaba su piel. —¿El bebé ha nacido? Than resopló. —Genial. ¿Estabas en esto también? ¿Sabías que planeaban alejarme de mi hijo? —Mejor que alguien me explique lo que está pasando —dijo Reaver lentamente—. En este maldito momento. —Regan esta aquí —dijo Limos brillantemente—. Than la secuestró. Thanatos cruzó los brazos sobre su pecho como si estuviera esperando que Reaver profundizara en él. Reaver no iba a perder el tiempo. —¿Y el bebé?

Una ráfaga de furia extraña hacía vibrar el aire en torno a Kynan.

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El bebé parece estar ofreciéndole algo de protección.

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—Todavía madurando —dijo Than—. Los dos están a salvo en mi dormitorio.

—Ella no necesitaría esa protección si la hubieras dejado en el Cuartel General en lugar de secuestrarla como un cavernícola. Peste no hubiera encontrado el CG si no fuera por ti. Reaver giró la cabeza hacia Than. —¿Tú estabas en el Cuartel General de la Égida? —Sí —dijo Ky apretando los dientes—. Y ahora, gracias a él, Peste también ha estado. —¿Los daños? —Estamos jodidos. —Ky pasó su mano por su cabello oscuro, dejando surcos puntiagudos—.

Decenas

de

muertos.

Los

prisioneros

liberados.

Posible

compromiso de nuestras células regionales. —Maldita sea —respondió Reaver. Kynan flexionó sus dedos como si estuviera probándolos. Al menos uno se había roto antes de que llegara Reaver. —¿Sabes por qué Peste estaría buscando una daga llamada Ajenjo? —No, ¿por qué? —Respondió Reaver. —Eso es un grano en el culo para Peste —dijo Kynan—. Sin embargo, no todo son malas noticias. Tenemos nuevas pistas sobre como detener a Peste. —Kynan saturó a Reaver con los descubrimientos que habían hecho en el Torran. —Pero no hay manera de saber si los escritos son sólo divagaciones —dijo

—Tenemos que proceder como si fuera cierto. No tenemos otra opción.

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Kynan frotó su mano en su cara.

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Reaver—. Sólo porque alguien lo escribió no significa que sea cierto.

El momento del llanto del bebé había sido confirmado a ambos, a Reaver y a Harvester por sus jefes poco después de que el bebé de Than fuera concebido. Peste podría, de hecho, ser detenido en ese momento, pero Reaver no tenía ni idea de qué estaba pasando con la parte de la profecía de la Estrella de la Muerte. No es que pudiera hablar con el Jinete, incluso si lo supiera. —¿Sabes cómo incapacitar a Peste y así tenerlo para el nacimiento? — preguntó. —La Égida puede tener la respuesta a eso —Than dijo—. Ellos tienen qeres. Por supuesto. Peste, siendo mitad ángel, podrían ser susceptible a la sustancia. —¿Sabes si funcionará? —preguntó Ky. Reaver negó con la cabeza. —No lo sé, pero aunque lo supiera… —Sí, sí —murmuró Limos—. No podrías decírnoslo. Estúpidas reglas de Vigilante. —Hablando de reglas —dijo Reaver—, ten cuidado con lo que dices delante de Harvester. —¿Por qué? ¿Qué está pasando con vosotros dos? —preguntó Arik. —Nada de lo que tengáis que preocuparos. —Reaver miró a Than—. ¿Qué ocurre con el bebé? ¿Has mencionado que la está protegiendo? —Eso parece —dijo Than—. Los demonios y humanos parece que no pueden tocarla sin ser lanzados, y el ataque de aliento helado de un demonio debería

—¿Todo esto comenzó recientemente? ¿En la última semana o dos?

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Reaver frunció el ceño.

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causar mucho más daño.

—Sí —dijo Than —. ¿Cómo lo sabes? Sonriendo, Reaver palmeó a Than en el hombro. —Porque el bebé es parte ángel. Y a los ángeles, en torno a los ocho meses en el útero, comienzan a mostrar signos de los poderes que tendrá. Fantástico. Parece que el muchachito tendrá un ángel de batalla en él. Una sonrisa radiante apareció en el rostro de Thanatos y Reaver casi se atragantó con la buena clase de sorpresa que él nunca tuvo de ese Jinete. Fue agradable verlo rebosante de orgullo en su descendencia. —¿Hay alguna manera de evitarlo? —preguntó Than—. Quiero decir, es fantástico, como dijiste, pero podría interferir con la gente que trate de ayudar a Regan. Como los médicos. Sí, había una manera, pero neutralizar a un niño ángel significaba usar magia diabólica y sacrificio de sangre, que también llevaba un riesgo para el bebé y podría hacer un enorme daño a la madre. Incluso si Reaver pudiera compartir la información, no lo haría. —No puedo decirlo, pero te puedo decir que es mejor usar vuestro tiempo para capturar a Peste. —Reaver asintió con la cabeza hacia el pasillo—. Hablando del bebé, voy a ver a Regan. Así de rápido, Thanatos perdió la alegre-felicidad y se interpuso en el camino de Reaver. —No la alejes de mí, Reaver. —La postura de Than era rígida y agresiva, pero su voz revelaba algo que Reaver nunca había escuchado en el Jinete:

comprometida, era probable que estuviera más segura con Thanatos.

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—No lo haré —le aseguró Reaver—. Lo juro. —De todos modos, con la Égida

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vulnerabilidad.

Pero en cierto modo, eso era como decir que estaba más segura con una pitón

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que con una cobra.

Doce

R

egan pasó unos minutos moderando el ritmo, respirando y contando a través del ataque TOC que le estaba gritando para que ella tomara el control de su inminente situación. Incluso si todo lo que significaba era

que remodelara la habitación a su gusto, el deseo de hacer algo la estaba estirando como un elástico a punto de romperse. Un golpe en la puerta interrumpió sus pensamientos. Abrió la puerta... y se quedó boquiabierta. Parado en la puerta había un ángel. Un espécimen perfecto de hombre, su cabello dorado brillante caía en ondas inmaculadas alrededor de sus anchos hombros,

sus

penetrantes

ojos

zafiro

destacaban

con

inteligencia.

Era

impresionante. Había estado escuchando historias sobre el famoso Reaver durante años, incluso lo había visto a él y a otro ángel llamado Gethel un par de años atrás en Egipto. Por aquel entonces, era un ángel caído, pero fue redimido ante sus propios ojos después de una batalla casi apocalíptica en la que otro ángel caído estuvo a punto de abrir las puertas del Cielo a las fuerzas malignas del Infierno. Él sonrió, y ella juraría que él en cierto modo... brilló. —Hola, Regan. —Reaver entró en la habitación, y se preguntó si Thanatos se cabrearía porque este hombre estuviera en el dormitorio con ella—. ¿Cómo te

—Ah... —Se aclaró la garganta. No todos los días se hablaba con un ángel vestido con pantalones caros y una camisa de seda que hacía juego con sus ojos—. Bien. —¿Bien? Idiota.

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Voz. Tenía que encontrar su voz.

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sientes?

—¿Y el bebé? Su mano cayó de forma automática a su vientre. —Hambriento. Ladeando la cabeza, Reaver miró hacia su estómago. —Él no me permitirá tocarte. —El bebé parece ser un poco protector. Los resplandecientes ojos de Reaver subieron rápidamente. —No el bebé. Thanatos. —Yo… ¿qué? —No es que yo quiera tocarte. Sólo estoy diciendo que él es tan protector de ti como del niño. Su boca se abrió de nuevo, pero ella la cerró de golpe y sacudió la cabeza. —Thanatos me odia. —Él puede decirselo así mismo y hasta puede creerlo —dijo Reaver—. Pero no es verdad. Ella suspiró. —Para un ángel, tú eres en cierto modo… um… —¿Ingenuo? —Su sonrisa se ensanchó—. Confía en mí, pasé el tiempo

con ella, tenía momentos de... bueno, casi se podría llamarlo ternura. La ternura siempre la hacía bajar la guardia, cuando debería no sólo aumentarla, sino

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¿Podría Reaver estar en lo cierto sobre Thanatos? Entre sus arrebatos de enfado

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suficiente con demonios para no ser ingenuo con nada nunca más.

fortificarla. Pero ¿y si Reaver tenía razón? ¿Podría él superar lo que ella le había hecho? ¿Podía ella superarlo? La respuesta a esas preguntas no tardó en llegar. El dolor que ella había provocado era una barrera monumental que nunca podría borrarse. Ningún tipo de venganza extraída de ella iba a aliviar su sentimiento de culpa o sanar las heridas de él. No, Reaver no tenía razón sobre Thanatos. Ella le sostuvo la mirada fijamente, también mentalmente agotada por los acontecimientos del día para seguir dando vueltas al motivo por el que había venido el ángel. —Perdóname, Reaver, pero ¿por qué estás aquí? —Al grano. Me gusta eso. —Su voz era suave, pero firme—. Estoy aquí porque, técnicamente, no puedo ayudar a los Jinetes con todo lo relacionado al Apocalipsis. Pero puedo ayudarles con otras cosas. —¿Otras cosas? —Las relaciones. Ella soltó una carcajada. —Thanatos y yo no tenemos una relación. —Estáis a punto de ser padres. Esa es la relación más íntima que existe. Tal vez para la gente normal. Pero no había nada normal en Thanatos o la forma en que este niño había sido concebido.

padres para tu hijo. Pero Thanatos y tú juntos seríais aún mejor. Regan casi se ahogó.

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—Se cuál era el plan —comenzó Reaver—, y Kynan y Gem serían maravillosos

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—Este bebé pertenece a Kynan y Gem ¿Nadie te lo dijo?

—Nos mataríamos uno al otro. —Además, ella no sabía nada sobre ser madre y el bebé se merecía algo mejor. ¿Y qué sucedería cuando creciera y se enterara de lo que ella había hecho? Él la odiaría. Él no la querría. Un dolor espantoso la desgarró y tuvo que esforzarse para hablar sin tropiezos en su voz—. Confía en mí, el plan con Gema y Ky es lo mejor. —¿En serio? —Sí. Yo… Reaver levantó una mano, el sencillo gesto pero autoritario, la detuvo al instante. —Conozco los argumentos. Sé que la razón para entregar al bebé a Ky y Gem era mantenerlo oculto de sus enemigos. Pero también conozco a Thanatos. No deja ir las cosas fácilmente. Magnífico. Sencillamente genial. Ella no sabía qué responder a eso, pero resultó que no necesitaba decir nada. Reaver se trasladó hasta la puerta. —Cuídate, Regan. Y sé... amable... con Thanatos. —¿Amable? —Volvió a quedarse boquiabierta—. Él es un guerrero de cinco mil años de edad, llamado Muerte. No se me ocurre a nadie que se encuentre con menos necesidad de ser tratado con guantes de seda. Una leve sonrisa agitó las comisuras de los labios de Reaver. —De todos los Jinetes, es él quien más lo necesita. —No lo entiendo.

hermano Peste intentaba matarla, la Égida estaba siendo atacada y sus miembros

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Cuídate. Estaba viviendo con un hombre llamado Muerte, su malvado

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—Ya lo harás. —Abrió la puerta—. Cuídate.

caminando por ahí con precio por sus cabezas. Cuidarse parecía un sueño imposible en estos momentos. Todo se estaba desmoronando. Sus amigos habían muerto, su sentimiento de culpa por lo que había hecho a Thanatos estaba haciendo estragos y ahora que Peste sabía que estaba embarazada, su bebé corría un peligro terrible. Regan aspiró aire, tratando de no hiperventilar. No funcionó. Ella deambulaba alrededor de la habitación como una bala perdida, su mente era un torbellino mientras intentaba concentrarse en algo para aliviar ese frenesí en su cabeza. Cuando su mirada se posó en una colección dispersa de diminutos soldados de estaño en el tocador de Than, se apresuró a centrarse en el plan. Cayó sobre los soldaditos como un gato sobre una bandada de pollitos. —Están desordenados —susurró, mientras agrupaba los juguetes en tríos, perfectamente separados por una pulgada de distancia 10. A continuación, pensó en el armario, donde reorganizó la ropa de Than por colores... lo cual fue fácil considerando que la mayoría era negra. Separó las perchas de modo que quedara una pulgada entre cada una, y luego alineó las botas, deportivas y sandalias, en la parte inferior del armario. La cama. La cama estaba descentrada en la habitación. Y estaba orientada en la dirección equivocada. El cabecero tenía que estar debajo de la ventana. Ella la empujó, pero la cosa debía estar hecha de troncos macizos. Se dirigió hacia la puerta, la abrió y como sospechaba, había un guardia

—Peter. 10

*Una Pulgada - 2,54 cm.

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—¿Cómo se llama?

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vampiro de pie a unos pocos metros.

—¿Peter? —¿Qué tipo de nombre era ese para un aterrador vampiro? Su acento, ruso, pensó, era más aterrador que su nombre. Y su cabello rubio engominado y peinado hacia atrás. Lo que sea—. Necesito su ayuda —dijo secamente. —Puedo llamar a Thanatos. —Sólo necesito ayuda para mover la cama. La miró como si estuviera chiflada, pero él empujó la gigantesca cosa hasta donde ella quería. —El tocador, también. Debe ir tres centímetros a la derecha. —Ella consiguió otra mirada de estás loca, pero trasladó la cómoda. Cuando terminó, se precipitó hacia la puerta. Él se movió rápido, demasiado deprisa para que ella se apartara de su camino y su brazo chocó contra el hombro de ella en su trayecto. Lo siguiente que supo fue que él estaba viajando por el aire. Al menos, lo estaba hasta que la pared interrumpió su vuelo y cayó al suelo. —Oh, mierda. —Comenzó a decirle Regan—. Lo siento. Eso no les ha pasado a los otros vampiros. Peter se puso de pie, sus colmillos estaban al descubierto. Colmillos… espera, estos eran grandes, aunque no de un tamaño exagerado. —¿Es usted un Caminante Diurno? —preguntó. —Joder no. —La forma en que lo dijo, como si fuera un insulto, era curioso. —El que anteriormente trató de impedir que saliera... ¿es un Caminante

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—¿Era, querrá decir? Sí, lo era.

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Diurno?

Bueno, vale, eso respondía a la pregunta acerca de si Thanatos lo había matado o no. Pero ¿por qué los Caminantes Diurnos podían tocarla, pero no los comunes Caminantes Nocturnos? —Debo agradecérselo —dijo Peter—. Él era un cabrón. Pero tenga cuidado con su espalda, asesino. Hay Caminantes Diurnos que no están tan encantados con su muerte como mis hermanos nocturnos y yo. —Peter giró a la izquierda, esta vez dándole un gran rodeo. No sería un vampiro aterrador, pero era inteligente. Regan reflexionó sobre la nueva información y el hecho de que Peter le había ayudado dándole una advertencia mientras ella se dirigía a trabajar en los cajones —cajones del tocador, cajones de baño...— todo lo que pudiera encontrar. No encontró una explicación razonable a la diferencia en la reacción del bebé con los vampiros, pero bueno, Thanatos consiguió tener doblados correctamente sus calcetines y su tubo de pasta de dientes enrollado de modo que no quedaran abolladuras. Puso sus ojos en la siguiente ventana... una ventana que era estrecha, de espesor grueso, con vidrio de estilo medieval. Las burbujas en ella, distribuidas de manera desigual y de múltiples tamaños, le iban a provocar uno de sus ataques. No podía arreglarlo, pero podía ocultarlo. Oh, seguiría molestándole, pero esperaba que si lo perdía de vista, todo estaría bien. Agarró una de las camisetas de Than de un cajón y la metió en el alféizar empotrado contra la ventana. Pero cuando cayó en un montón arrugado sobre la cama, en el lugar exacto en el colchón donde ella y Thanatos tuvieron relaciones sexuales, le pareció que no,

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nada volvería a estar bien otra vez.

Una vez que todo el mundo estuvo fuera de su fortaleza, Thanatos consideró su próximo movimiento. Las últimas veinticuatro horas habían sido un torbellino de pesadilla, y por desgracia, tenía la sensación de que la pesadilla apenas comenzaba. Peste había conseguido ser más astuto que todos ellos, y si no podía detenerlo Than no tendría oportunidad de disfrutar de la paternidad. Y él definitivamente quería ser padre. Era algo que nunca había pensado que sería y tan furioso como estaba con Regan por utilizarle para quedarse embarazada, al mismo tiempo se sentía igual de ilusionado de que estuviera embarazada. Era tan jodido. Su traición le estaba dando lo que más deseaba en la vida. Aún más jodido era el hecho de que él estaba herido por su traición, pero aun así tan condenadamente posesivo. Enloqueció después de haber visto a Regan con Decker, y su cavernícola interno surgió dándose golpes en el pecho con una estúpida actitud tú-mía acompañada de gruñidos y amenazas extremas, interrumpiéndolos. Después había agravado su estupidez aportando el sexo a la situación de nuevo. Pero, maldita sea, lo había cabreado cuando le rogó volver a la Égida. Estaba embarazada y era su trabajo cuidar de ella. Había extrañado tanto que él debía haber sido una parte y lo único que quería era estos últimos días. En su brazo, Styx se resistió, sintiendo la agitación y la inquietud de Than aún

El semental se materializó en el centro de la sala e hizo un salto juguetón antes de mirar a su alrededor buscando su bola Jolly. Styx amaba lanzar el objeto a su

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—Styx, fuera.

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después de meses de inactividad.

alrededor asiéndolo por el mango, especialmente dentro de la fortaleza, donde su objetivo eran los objetos frágiles y los vampiros, era impresionante. Than lo dejó para localizar el juguete y fue en busca de Artur, a quien encontró en la cocina, supervisando los últimos detalles de la cena. —Amo. —Artur inclinó su cabeza en señal de saludo—. He oído a Styx. ¿Voy a tomar una cerveza con él? El caballo adoraba la cerveza barata y Than consideraba que darle una lata de vez en cuando no le haría daño, viendo cómo Styx era casi inmortal. —Envía a otra persona. Necesito hablar contigo. Artur asignó a Viktor la tarea de la cerveza y siguió a Than fuera, al patio junto a la entrada lateral de la cocina. —¿Sí, Bludrexe? —Artur, necesito cosas para el bebé. Por la forma en que se alzaron las cejas de Artur, lo que Than dijo no era lo que el vampiro estaba esperando escuchar. —¿Cosas para el bebé? Qué extraña conversación estaba teniendo con un antiguo vampiro. —Ya sabes, los bebés necesitan cosas. Ropa, biberones y pañales. Cosas así. Ah, y libros. Definitivamente libros. ¿Puedes hacer algunas compras? —Ah... sí, señor.

cierto?—. Y... —Se calló, sus mejillas se calentaron—. ¿Y podrías conseguir alguna 11

*Babies"R"Us es la tienda líder en listas de nacimiento.

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demás yo mismo. —Hombre, iba a parecer un tonto en Babies" R "Us11, ¿no es

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—No demasiado —dijo Than rápidamente—. Sólo lo básico. Quiero comprar lo

loción? ¿Algo que las mujeres embarazadas utilicen para las estrías? ¿Y para masajes en la espalda? —Regan había mencionado las estrías y si bien Than no había notado ninguna, había visto el modo en que se estremecía de dolor cuando ponía la mano atrás en su espalda. —Sí, señor. ¿Eso es todo? —Creo que sí. Oh, espera. Y algo para la hinchazón de pies. —Yo me ocuparé de ello ¿Va a matar a alguno más de nosotros hoy? —El tono de Artur era tan inexpresivo que Thanatos tuvo que volver a ejecutar esa última frase en su mente un par de veces para asegurarse de que lo había oído bien. De todos los vampiros de Than, sólo Artur sería lo suficientemente valiente para decir eso. —No tengo planes ahora mismo —dijo Than—. Pero eso siempre puede cambiar. ¿Por qué? ¿Están los otros interesados? Artur inclinó la cabeza. —Nadie cuestiona su derecho a proteger a su mujer y su hijo, pero no es propio de usted estar tan descontrolado con nosotros en su propia casa. Sí, eso pesaba sobre Thanatos, también. Reaccionó bruscamente, apenas se había dado cuenta de lo que hizo hasta que terminó y Regan se había ido. Si hubiera mantenido la calma, el vampiro estaría en el calabozo y Regan no habría sido capaz de salir de la fortaleza y ser atacada por el demonio de las heladas. La puerta de la cocina se abrió y Peter salió.

natural. —Está reorganizando su habitación como si su vida dependiera de ello.

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—Hay que ser más concreto —suspiró Than—, ya que parece ser su estado

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—Su, eh, la mujer Sigil está actuando como una loca.

¿Reorganizando su habitación? No, ni siquiera se acercaba. Regan estaba

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reorganizando su maldita vida entera.

Trece

—M

ujer, ¿qué estás haciendo? Ahogándose con un grito asustado, Regan se dio la vuelta hacia Than que estaba en la puerta, mirando

totalmente perplejo. En algún momento, él se había cambiado y llevaba un par de pantalones de cuero y un suéter de cuello alto negro que destacaba su cuerpo duro y masculino. Cada instinto femenino que tenía se despertó y empezó a jadear a pesar de lo inadecuado de la situación. —Estoy reorganizando. —Al menos su voz no sonaba tan falta de aliento como se sentía—. Si voy a ser una prisionera, quiero estar cómoda. —Tú no eres una prisionera. —¿En serio? —Ella cruzó los brazos sobre el pecho—. ¿Puedo salir? Él cruzó los brazos sobre su pecho en una imitación descarada. —No. —Entonces tengo curiosidad por saber cómo eso no me convierte en una prisionera. —Tú ahora, estás aquí por necesidad, Regan. A regañadientes, tuvo que admitir que tenía razón. No en voz alta, por supuesto. No cuando sabía condenadamente bien que él la hubiera tenido aquí,

demonio que desperté en ti? —Aquel que él necesitaba… saciar.

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—¿Entonces por qué estás aquí? —preguntó—. ¿Para informarme sobre el

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incluso aunque no fuera por su seguridad.

Ese pensamiento no debería hacer que su pulso se acelerara de la manera en que lo hizo. Sus ojos se encendieron con el calor y ella esperó su respuesta obscena. —Tenemos que hablar. Podemos hacerlo durante la cena. Bueno, esa no era la respuesta que esperaba. —¿La cena? —Sí. Es un concepto interesante que ha existido siempre desde que tengo memoria. La comida se sirve en una mesa y la comemos. Ella entrecerró los ojos mirándole. —Hay algo realmente mal en ti. —Cuando él no dijo nada, ella siguió su mirada. Su vientre. Estaba mirando su vientre y la expresión de su rostro, una de anhelo tierno, le tocó en su interior, en algún lugar profundo. Un lugar que ni siquiera sabía que existía, pero ahora estaba todo sensible y cálido—. ¿Than? —dijo ella suavemente, recordando a Reaver pidiéndole que fuera amable con él—. Puedes tocar, si quieres. Su mirada se levantó bruscamente. —No. Yo... ah... —No pasa nada. —Lentamente cogió su mano y la llevó hacia ella. En el momento en que puso la palma sobre su estómago, el bebé dio una patada. Una suave sonrisa se extendió en la cara de Than. Dios, nunca había visto nada tan hermoso o dulce. Este guerrero mortal y poderoso estaba perdido frente a

conexión entre ambos, al igual que un circuito que se hubiera completado cuando Thanatos puso la mano sobre su vientre. Una corriente surgió por sus venas,

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Un calor la inundó... un fuego extraño que no era del todo sexual. Existía una

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un diminuto bebé, que aun no había nacido.

ofreciéndole un impulso poderoso de energía que la hacía vibrar. Era tan cursi, pero Thanatos debía de haberlo sentido también, porque sus ojos estaban fijos en ella, cambiando de color desde el ambarino hasta el dorado y los tatuajes en su cuello palpitaban al compás de su corazón. Ella tragó saliva mientras una emoción conmovedora y maravillosa cargaba el aire entre ellos. Era como si estuvieran en una burbuja donde sólo ellos existían, ellos tres convirtiéndose de alguna manera en una sola unidad. Su reloj sonó y como si saliera de un hechizo, él dio un paso atrás, rompiendo el contacto. La hermosa energía cortada como si un interruptor hubiera sido pulsado y el aire frío se coló nuevamente, dejándola a ella sintiéndose extrañamente expuesta. El bebé expresó su descontento haciendo algo parecido a una lección de karate. —Entonces. —Aclaró su garganta de la emoción que se había instalado en ella—. ¿Qué hay para cenar? Thanatos le indicó que le siguiera. —Ven a ver. —Su voz sonaba agitada dominada por la emoción y ella se sentía feliz de no estar sola en esto. —¿Dónde están todos? —Han estado fuera desde hace tiempo. Estuviste reorganizando mi habitación durante más de dos horas. —Instinto de anidación. —Ella fingió no darse cuenta de la mirada dudosa de Than.

cabeza y otro en la esquina. Muchas bandejas repletas y cubiertas en un extremo de la tabla que podrían haber estado esperando una cena para veinte.

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mesa de caballete junto la pared del fondo se estableció con dos platos, uno en la

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Regan inhaló, atrapando los sabrosos aromas procedentes de la cocina. La

—¿Por cuántas personas crees que estoy comiendo? —murmuró mientras se acercaba a la mesa. —No sé lo que te gusta, así que pedí a mi personal que preparara varios platos. —Él retiró la silla lateral para ella. No sabía por qué estaba sorprendida por sus modales, pero lo estaba. Se dejó caer torpemente en el asiento y cuando Than la agarró del brazo para ayudarla, ella fue sorprendida una vez más. Y aturdida. —Um, gracias. —Echó un vistazo a la enorme variedad—. Pero no tienes que tomarte tantas molestias. Él se sentó a la cabecera de la mesa. —Mi hijo está dentro de ti —dijo simplemente—. Necesitas comer. Vale. Por supuesto, esto era por el bebé. No es que ella hubiera esperado otra cosa, pero... aún le dolía. ¿Y qué fue eso que Lance había dicho? ¿Que una vez que diera a luz al bebé, ella no sería nada? Él era un idiota, pero lo que dijo le llegó al mismo centro de por qué trabajó tan duro en la Égida, por qué se ofreció como voluntaria para todo, por qué había tratado de convertirse en una experta en vampiros y dhampires12... en todo lo que pudiera ser útil. En todo lo que fuera necesaria. La mantuvieron cerca a causa de su don para succionar almas, pero ahora que había desaparecido, ¿y si Lance tenía razón? La repentina urgencia de ordenar los cubiertos y los platos de comida le hacía temblar los dedos. —¿Regan? —Thanatos le apretó la mano—. Oye. ¿Qué pasa?

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Dhampir - El hijo de un vampiro y un humano. El término a veces se escribe dhampyre, dhamphir o dhampyr. Sus poderes son similares a los de los vampiros, pero sin las debilidades habituales. Se supone que son expertos en detectar y matar vampiros.

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uno de los vampiros salió de la cocina con un plato humeante. Se detuvo junto a

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—Nada. —Ella le ofreció una sonrisa temblorosa, y se sintió aliviada cuando

ella y utilizó unas pinzas para levantar un paño caliente y húmedo en sus manos. A la luz, el olor a limón debería haber despertado su apetito, pero en algún lugar de su cabeza, su hambre, había muerto. A medida que el vampiro retiraba las tapas de las bandejas, ella lo miraba, sin saber si su naturaleza era nocturna o diurna. Era grande, pero no tenía la sensación de que él fuese un Caminante Diurno. ¿Era de mala educación preguntar? Esperó hasta que se marchara para acercarse a Than y preguntarle en voz baja. —¿Era un vampiro diurno o nocturno? —Es un Caminante Diurno. ¿Por qué? —Porque antes en mi habitación, uno de tus muchachos nocturnos, Peter, me rozó al pasar y consiguió un lanzamiento por toda la habitación. Creo que sólo tú y los Caminantes Diurnos podéis tocarme. ¿Sabes por qué será eso? La expresión de Thanatos se cerró y cuando habló era una superficie plana, inexpresiva: —No. —Ella tenía la clara impresión de que estaba mintiendo. Bueno, nueva táctica. —Uno de los vampiros en el Cuartel General... te llamó Bludrexe. ¿Qué significa eso? —No tengo ni idea. —Su tono de voz era tan suave como su expresión. —Bueno, también escuché la misma palabra del vampiro que trató de impedir que me marchara. Y lo he leído en alguna parte.

Porque necesito que la Égida me necesite.

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—¿Por qué las preguntas?

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Than se encogió de hombros vagamente.

—Porque soy residente de la Égida experta en vampiros. —Ella giró el plato un centímetro hacia la derecha de modo que el diseño de uva italiano quedara derecho—. ¿Sabes cómo comenzaron a existir los Caminantes Diurnos? —¿Por qué diablos voy a saberlo? —Tal vez porque estás utilizando los únicos Caminantes Diurnos que hemos encontrado. —¿Y es por eso que los secuestrásteis? ¿Para descubrir cómo empezaron a existir? —Su voz era tan fuerte como la mirada que le dirigió—. ¿Cuál era el plan? ¿La Tortura? ¿La disección? Caramba. Él había dado en el clavo. —Yo no sabía nada de su captura, Than. Tampoco Kynan. Él estaba tan enfadado como yo. Fue una estupidez de nuestra parte hacer eso. Él la miró fijamente, como si calibrara la verdad de lo que había dicho y luego volvió la cabeza hacia la comida. —Come. Resignada, dirigió su atención a la comida y ahora que tenía una buena visión de todo, los ojos casi salieron desorbitados de su cabeza. La mesa era un buffet de carne asada, pollo frito, espagueti, enchiladas, una variedad de platos, incluyendo una ensalada de hojas verdes, ensalada de pasta, verduras al vapor, macarrones con queso, tres tipos de panes y dos de sopas. —Esto podría alimentar a un ejército —dijo aun mientras ensartaba los

sólo después de haber tomado una docena de bocados, cuando se dio cuenta de que Thanatos no estaba comiendo. No hacía más que... mirarla.

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Ella llenó su plato con una cucharada de todo, excepto de la carne asada y fue

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macarrones con queso, sus favoritos.

—¿No tienes hambre? Sus ojos se oscurecieron y de nuevo, esperó alguna respuesta típica masculina llena de subtexto, un "Oh, sí, estoy hambriento, está bien," pero este hombre estaba lleno de sorpresas. —Comeré después de asegurarme que has tenido suficiente. —¿Por qué? Él miró su plato vacío y luego otra vez a ella. —Porque mi gente... La gente que me crió... se aseguraba de que las mujeres embarazadas comieran primero y tuvieran los mejores alimentos. Algo se agitó en su pecho. ¿Cómo podía estar tan brusco y enfadado en un minuto y sin embargo, respetuoso y atento al siguiente? Sintió que su protección se deslizaba con cada gesto y palabra cariñosa y se le ocurrió pensar que el peligro que él representaba para ella no podría ser meramente físico. Se obligó a concentrarse en la comida antes de permitir a su mente vagar por lugares que no debía. —Pero hay tantas cosas aquí. Mucho más de lo que podría comer en un mes. —El bebé se retorció y ella revisó ese pensamiento—. Una semana más, al menos. Cuando vio que Than no parecía dispuesto a cambiar de opinión, ella señaló la bandeja repleta de rodajas de carne asada. —La carne no me ha sentado muy bien durante los últimos dos meses, así que por favor, adelante.

—¿Tienes antojos?

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salsa.

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Thanatos inclinó la cabeza en un gesto educado y llenó su plato con carne y

—La comida —dijo ella, y nuevamente apareció el asomo de su risa contenida—. Cualquier alimento. Lo que sea, yo lo quiero. —Trinchó un trozo de pollo con el tenedor—. Intento comer una variedad tan grande como pueda para que el pequeño desarrolle el gusto por un montón de diferentes platos étnicos. Leí en alguna parte que una dieta variada puede evitar que niños sean melindrosos para comer, tanto en el seno materno como después, cuando los niños comen sólidos. —Than la miró como si le hubiera crecido otra cabeza—. ¿Qué? ¿Por qué me miras así? —Parece extraño que te preocupe la dieta del bebé cuando no vas a tener nada que ver con él una vez que haya nacido. Auch. —Me importa más de lo que tú puedas creer, Thanatos. Se preocupaba tanto que intencionalmente no pensaba en el día en que tendría que entregar al bebé por su propio bien, porque si lo pensaba, se derrumbaría. El bebé era su centro exclusivamente... manteniéndolo seguro, garantizando su salud y asegurándose de que era muy querido. Pero no se molestó en explicárselo, porque no le creería y él dejó claro que no deseaba oírlo. Él le dirigió otra mirada extraña, como si estuviera sopesando la verdad de sus palabras de nuevo. Por último, señaló su plato y cuando habló, su tono era casi amistoso. —Entonces come. Y después, haz una lista de tus comidas favoritas. Pediré que estén preparados para esas comidas. También puedes utilizar la cocina siempre que quieras.

una desagradable pasada.

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armadura física y emocional era un hombre decente al que la vida le había jugado

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Una vez más, su consideración hizo revolotear las cosas. Debajo de toda esa

—Entonces si quiero hacer galletas con trocitos de chocolate a las dos de la mañana, ¿puedo hacerlo? —No es que supiera cocinar, pero podría aprender. Para eso estaban los libros de cocina, ¿verdad? —Sip. —Bizcocho de chocolate y nueces. —Sip. —¿Pastel de piña invertido? Su sonrisa le cortó la respiración. —Sólo si compartes. —¿Te gusta el pastel de piña invertido? —Es mi favorito. Una vez, había visto una edición de San Valentín en una revista femenina con un pastel de piña invertido con forma de corazón en la portada, y en el interior de la revista un artículo sobre el romance y la comida, y la creación de la velada perfecta. Una fotografía mostraba a una pareja sentada en una mesa romántica para dos iluminada con la luz de las velas y el pastel entre ellos. Ahora con su imaginación fuera de control encajaba a Thanatos y ella en la imagen, él apoyándose en la mesa, su boca a unos centimetros de la de ella, el suave resplandor de las velas destacando los ángulos agudos de su mandíbula, las sensuales curvas de sus labios. Tenía la voz ronca mientras le susurraba… Durante los próximos ocho meses y

de espaguetis en la boca y apartó la visión de su cabeza. Reaver estaba equivocado. Thanatos podría quererla, pero sólo por lo que ella podía darle: un hijo y el mérito

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La mano de Regan temblaba mientras se apresuró a meterse un tenedor lleno

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medio, vas a ser mía. Cada. Noche.

de varios meses de sexo, tras lo cual la mataría o bien le daría una patada hacia la puerta. Alguna parte secreta y culpable de ella, pensó incluso que tal vez se merecía cualquier cosa que le hiciera. Así que no, ella no iba a hacerle pastel de piña invertido a Than. Nunca.

A Thanatos le encantaba mirar a Regan comer. Había algo... placentero... en observar a una mujer alimentando a su pequeño, sin importar si el niño se encontraba en su regazo o en su vientre. Lo que no era agradable era cómo, de repente, parecía haber perdido el apetito y pensó que había visto un sutil temblor en la mano. Probablemente no debería haberle pinchado sobre la Égida capturando a su Caminante Diurno, Jacob. Idiota. Alterar a una mujer embarazada cuando debería estar comiendo era una estupidez. Pero tenía que admitir, que había sido sorprendido por lo que decía acerca de la alimentación del bebé. Había mujeres embarazadas que tenían la intención de quedarse con sus bebés, pero no se paraban a pensar dos veces en la basura que comían, bebían, esnifaban o fumaban. Y, sin embargo, Regan que estaba dispuesta

mundo estaba sentado en los hombros del inocente bebé. Pero cuanto más veía, menos seguro estaba que ella considerara al niño como nada más que una herramienta.

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Él creía que ella se preocupaba por el niño, pero sólo porque el destino del

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a renunciar a él, estaba preocupada por su dieta en el futuro.

—¿Más? —Él empujó el plato de macarrones con queso más cerca. —Oh, diablos no. —Ella miró el guiso como si fuera un enemigo—. Voy a estallar. —Se frotó el vientre—. La verdad es que sería agradable hacerlo. Aunque supongo que ahora tenemos que esperar que él se tome su tiempo para que podamos atrapar a Peste. Tenía en la punta de su lengua el ponerse desagradable, para preguntarle. «¿Y luego qué? ¿Entregarás el bebé a Kynan?» En lugar de eso se recordó a si mismo que acababa de darse unos azotes mentales por perturbarla y mantuvo una conversación ligera. —¿Tú cocinas mucho? —No sé cómo hacerlo. —Sus largas pestañas se agitaron descendiendo con su mirada, como si le avergonzara admitirlo—. Aunque no importa. No tengo cocina. —¿Sin cocina? ¿Dónde vives? —He tenido una habitación en el Cuartel General de la Égida desde que tenía dieciséis años. Es como un apartamento tipo estudio. Al menos tiene un cuarto de baño, así que no puedo quejarme. —No suena como si tuvieras mucho espacio. Ella se encogió de hombros. —No lo necesito. No es que organice un montón de fiestas o celebraciones ni nada de eso. —Suena solitario. —Las palabras salieron de su boca antes de que pudiera

—Me mantengo ocupada —dijo y sí, así lo hacía, pero ocupada no cambiaba el hecho de que aún dormía sola por la noche.

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también vivía una vida solitaria. Reconocía la soledad demasiado bien.

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pensar en lo que había dicho... o lo mucho que revelaba sobre si mismo, dado que

—¿Qué pasa cuando no estás trabajando? —Siempre estoy trabajando. —¿No tienes tiempo para disfrutar de vacaciones y celebraciones humanas? —Alguien tiene que trabajar. Los demonios no dejan de aterrorizar a la gente sólo porque es Navidad. —Ella arregló sus cubiertos cuidadosamente en su plato vacío—. Kynan y Val solían invitarme a sus casas por Acción de Gracias y esas cosas, pero es embarazoso entrometerse en reuniones familiares, ¿sabes? Así que yo trabajo. La Égida tiene una lista interminable de documentos que necesitan que se compruebe su autenticidad, así que es genial. No, no era genial. Ella no tenía familia real o amigos, ¿verdad? Pero ¿por qué? ¿Y una lista interminable? ¿Es que la Égida no tiene a nadie más para verificar la autenticidad de los textos en su biblioteca? —Entonces, ¿te mantienen encerrada en el Cuartel General y te obligan a cumplir órdenes? Regan se sacudió como si se hubiera pinchado con una picana13. —Por supuesto que no. Me ofrezco como voluntaria para el trabajo. Soy afortunada de estar ahí. La Égida normalmente mata a la gente como yo. —¿La gente como qué? —Cuando ella bajó la mirada hacia su plato, claramente incómoda, él moderó su voz—. ¿Regan? Puedes decírmelo. No hay nada que no haya escuchado. Durante un buen rato, se sentó allí, con el cuerpo tenso y sabiendo que ella estaba lista para salir corriendo de la mesa. Muy lentamente, se acercó y colocó su

habilidad para aliviar a su caballo, pero las mujeres eran tan ajenas a él. Su única 13

*Picana - Instrumento de tortura con el que se aplican descargas eléctricas en cualquier parte del cuerpo de la víctima.

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para calmar a Styx. Era triste, tal vez, que lo único que podía ofrecerle era su

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mano sobre la de ella, acariciándola con los mismos movimientos que utilizaba

experiencia era con Limos y ella no era precisamente una típica mujer, no importaba lo mucho que ella quería serlo. Además, cuando necesitaba consuelo, por lo general había acudido a Reseph. Poco a poco, Regan se relajó. —Mis padres biológicos eran guardianes. Pero mi padre fue poseído por un demonio y mientras estaba bajo la influencia del demonio, él dejó embarazada a mi madre. Yo no soy un demonio —agregó rápidamente, y él sonrió. —Ya lo sé. Eres una camborian. Alzó la cabeza. —Yo no soy un cambion. Él negó con la cabeza. —Un cambion es un niño nacido de una unión demonio-humano. Eres un camborian. Básicamente, la semilla humana de tu padre fue fecundada con energía demoníaca. Así que tú no eres un demonio, sino que posees algunos de los rasgos y habilidades del demonio. Y es probable que tenga algunas de las sensibilidades del demonio. Ella frunció el ceño. —No puedo soportar la mayoría de los medicamentos. —He oído que muchos de los demonios no toleran medicamentos de uso humano. Así que tiene sentido que tengas algunas alergias anormales.

—A la Égida no le interesa. Si matan a los bebés nacidos de una posesión, ¿realmente necesitan llamarlo de alguna manera?

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Él soltó un bufido.

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—Me parece extraño que la Égida no conociera el término de lo que soy.

Su mirada le dijo que no estaba preparada para la crítica de su gente. Especialmente, no por él. —Tenemos un nombre para ellos. Simplemente no es el que tú utilizas. —¿Sí? ¿Cómo llaman los Guardianes a la gente como tú? Ella desvió la mirada, y una furia se apoderó de él al instante, tan fuerte que sintió a las almas en su interior que comenzaban a agitarse incluso sin llevar su armadura. —Shitspawn14. Él no pudo contener el ensordecedor gruñido que surgió en su pecho. —¿Te llaman shitspawn? —No. —Ella sacudió la cabeza con fuerza, su negación demasiado violenta—. Quiero decir, no... ha sido hace tiempo. —Tal vez no te lo digan en la cara, pero el término está ahí. Lo oyes, pero te miran y dicen, «Oh, no me refiero a ti». ¿No es así? Una vez más, ella lo negó con un movimiento de la cabeza. —Tú no sabes… —Sí —interrumpió él—. Lo sé. Nadie me ha jodido de esa manera y ha vivido para arrepentirse, pero lo he visto un millón de veces en mi vida. —¿Thanatos? Thanatos.

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*Shitspawn - Término usado para bebés o criaturas fruto de relaciones entre humanos y seres

malignos que se consideran una abominación a la sociedad, engendro del mal.

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—Tus ojos brillan intensamente y la mesa está vibrando.

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—¿Qué? —contestó él bruscamente.

Él quería hacer trizas a todos los Guardianes que la habían herido. No tenía sentido, dado que en un momento dado él quería hacerle daño, también, pero gran parte de lo que él estaba sintiendo no tenía sentido. Cristo, no era de extrañar que se mantuvera ocupada trabajando en lugar de socializar. Salir con sus compañeros en su tiempo libre hubiera sido tan divertido como destapar un inodoro con una cuchara. Pensando en el modo desesperado en que estaba doblando la servilleta en cuadrados perfectos era una indicación de que el tema estaba a la altura de desatascar aseos, también, refrenó su temperamento y cogió uno de los tres postres en la mesa. —¿Pastel? Sus ojos se iluminaron. —No debería... pero te juro que este chico deja espacio al instante para los dulces no importa lo llena que esté. —Entonces… ¿mousse de queso con fresa, pastel de terciopelo rojo15 o de chocolate? —¿Las cabezas de tus compañeros en bandejas de plata? —Sí, por favor. —Ella prácticamente daba brincos en la silla y Than no podía evitar reírse, en parte por la cosa de las-cabezas-en-bandejas-de-plata. Esa mierda sería divertida. —También hay cinco sabores diferentes de helado en el congelador. Ella sonrió.

*Pastel de terciopelo rojo - es un pastel de color rojo oscuro brillante. Generalmente preparado a capas con sabor a vainilla o chocolate, cubierto con un glaseado blanco cremoso. Los ingredientes son mantequilla, harina, cacao, y colorante rojo o de remolacha (utilizada tradicionalmente). El glaseado de queso es lo más vinculado con el pastel, como también la crema de mantequilla.

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—Reservaré el helado para más adelante. Ahora mismo... esto.

Él sirvió una porción de cada uno de los postres y le ofreció el plato. —Come. —Tú vas a comer algo también, ¿verdad? No esperarás hasta que haya terminado, ¿no? Su barbilla se levantó mientras apartaba el plato. —No comeré el postre sola. ¿Quieres que me lo coma?, come conmigo. Mujer testaruda. Muy bien. Podía jugar a ese juego, también. —Tomaré un bocado —dijo con voz seductora—. Pero tienes que dármelo. Le divertía el modo en que entornó los ojos hacia él, pero aun así, con torpes y ariscos movimientos, cortó un trozo de tarta de queso con el borde de su tenedor. Ella extendió el brazo con el mango del tenedor hacia él. —Ten. —Qué, ¿no vas a darme tú de comer? —Él no era de los que se burlaban, flirteaban o jugaban, pero haría lo que fuera para hacerla comer. Sigue diciéndote eso, jovencito Than. —Estoy segura de eres capaz de alimentarte tú mismo. —Tienes razón. —Él cogió el tenedor, cubriendo los dedos con los suyos cuando lo hizo—. Yo debería ser quien te alimentara. —Suavemente, acercó el tenedor a su boca. —Dijiste que comerías algo si te lo daba —protestó ella.

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—Tú come esto, y yo tomaré un bocado.

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Él sonrió, poniendo el postre en sus labios.

Ella hizo un ruidito al gruñir que funcionó como una Viagra instantánea sobre él. El ronroneo sensual fue directamente a su ingle y él se acomodo para dejar más espacio en sus pantalones. Cuando ella a regañadientes abrió la boca para tomar el bocado, él estuvo a punto de gemir. Llevaba su ropa, estaba embarazada de su hijo y tomaba el alimento de su mano. En el clan que había crecido, ella habría sido considerada suya. Mía. Era una palabra que nunca había pensado que usaría. Nunca pensó que tendría oportunidad de utilizarla. Y todavía no debería. Regan no era suya. Incluso si ella no le hubiera engañado, ella no lo quería, no quería su hijo y evidentemente no veía la hora de alejarse de él. No, definitivamente no era suya Su estado de ánimo, eficazmente se arruinó, soltó el tenedor y la mano. —¡Ya está! No fue tan difícil, ¿verdad? La confusión brilló en los ojos de ella ante su tono, más agudo de lo que había previsto, pero él se endureció contra ella mientras tomaba un pedazo de pastel de terciopelo rojo. Acabaron de comer en tenso silencio, a pesar de que Than no terminó de comer hasta que Regan apartó a un lado su plato y se reclinó en su silla con un suspiro de satisfacción. Mientras él bajaba su bocado final con un refresco Mountain Dew, ella bostezó. Al instante, se puso en pie y la acercó hacia él. —Te ayudaré a acostarte.

Honestamente, no tenía ni idea. Después de todo lo que le había sucedido hoy, debía estar agotada... así que su primer impulso cuando bostezó había sido llevarla

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tirón para detenerlo—. ¿Por qué?

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—¿Qué? —Le permitió dar unos cuantos pasos con ella, pero entonces dio un

a la cama. Pero que se lo llevara el diablo si él iba a decirle que estaba aturdido por lo de su embarazo y tan ansioso por tener un hijo que lo único que podía pensar era en asegurarse de que estaba atendida. Miró su reloj en busca de ayuda. Medianoche. Excelente. —Ya es tarde. Tienes que ir a la cama. —No necesito que me digas cuándo es hora de acostarme, ¿sabes? Por supuesto que no. Ella no lo necesitaba para nada. Había estado apartado de su vida y la vida de su hijo durante más de ocho meses sin aportar absolutamente nada y ni manera para atenderlos. Una punzada de dolor le puso de nuevo a la defensiva y sonrió fríamente. —No he dicho que vayamos a dormir. Regan pasó delante de él y siguió por el pasillo. —Eres un imbécil. —No lo pensabas cuando estabas jadeando mi nombre. —Te recuerdo que era mi trabajo —dijo por encima del hombro. El recordatorio fue una patada en sus intestinos, pero se negó a demostrarlo. —Evidentemente, te gustó tu trabajo. Mucho. Entró en la habitación y dio media vuelta, su mandíbula apretada. —Evidentemente. —Soltó una risa amarga—. ¿Qué, estás sorprendido de que lo admita? No eres desagradable a la vista y tienes cierto atractivo sexual de chico

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—Vaya. Hablando de aprobación categórica.

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peligroso.

—¿Aprobación? No te estoy escribiendo una recomendación para conseguir una cita o algo así. Sólo estoy diciendo que no eres un fracasado total. —Te has equivocado de vocación. Realmente deberías estar escribiendo biografías de EvilLove.com16. Durante un instante, ella lo miró. Y entonces, inesperadamente, se echó a reír. Una auténtica risa desternillante que lo cogió tan de sorpresa que él retrocedió. —¿Porqué te ríes? —Porque puedes ser tal idiota que nunca esperé que tuvieras sentido del humor. —En verdad, tus elogios me entusiasman —dijo secamente. —Entusiasmo no es una palabra que yo usaría contigo. —Ella le dirigió una sonrisa sarcástica mientras se daba media vuelta, lo que dio lugar a que él dejara caer su mirada hasta su trasero bien formado. El embarazo había puesto un poco de relleno adicional allí, pero a él no le importaba. Le había gustado su duro y musculoso cuerpo de guerrera antes, pero la nueva y leve redondez, le daba una apariencia más suave que se adaptaba a ella, aunque él apostaría su colmillo izquierdo que mataría a cualquiera que le dijera eso. —¿A dónde vas? —A ducharme —dijo ella por encima del hombro—. ¿O es que es otra cosa que no se me permite hacer?

16

*EvilLove.com –Portal para buscar citas por internet con un juego de palabras, AmorMalvado.com.

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—Puedes ducharte.

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Se encogió de hombros.

—Vaya, gracias. —Ella se dirigió al baño y cerró de un portazo, y él finalmente se permitió una sonrisa. No se había divertido tanto en mucho tiempo y solamente iba a disfrutar más cuando ella se acostara en la cama. No, él no iba a exigirle favores sexuales... aunque era tentador. Ella había perdido amigos y colegas y él no era un completo bastardo. Lo único que quería era que le suplicara un poco. Para que supiese lo que fue para él permanecer congelado en la casa de Ares, rogando en silencio ser liberado. Al menos Than le estaba dando a Regan la oportunidad de utilizar su voz. Ella había pedido que la dejara sola y él lo haría. Diablos, él le daría lo que quisiera. Él sólo quería... qué, ¿una disculpa? Sí, tal vez eso era todo. Oh, ella lo había intentado, le había lanzado palabras como «lo siento» demostrándolo, pero él no se lo tragó. Ella se había ofrecido a la Égida como un soldadito bueno y un niño inocente iba a sufrir las consecuencias. Pero no si Than podía evitarlo. Si el niño podía, de hecho, salvar el mundo, bueno, eso era una ventaja. Pero incluso, si no lo hacía, Thanatos se aseguraría de que su hijo fuera atendido y amado. Porque aunque se hubiera enterado de la existencia del bebé hacía menos de cuarenta y ocho horas, él ya lo amaba. Hacía mucho tiempo que había renunciado a la idea de que alguna vez tendría un hijo, pero mientras que el sueño había muerto, el anhelo no lo hizo. Ahora su sueño se había levantado de entre los muertos y él no dejaría que se

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escapara entre sus dedos.

Catorce

R

egan se duchó, su estómago se revolvió ante la idea de lo que iba a suceder. ¿Realmente Thanatos iba a exigirle tener relaciones sexuales? Por mucho que su cuerpo estuviera todo caliente y dolorido ante

la idea, su mente se quedó fría y llena de pánico. Oh, ella quería tocarlo, sentir su piel deslizándose contra la suya, pero cada vez que iba demasiado lejos en la fantasía, esa noche regresaba a ella, y sus súplicas para que se detuviera funcionaba como una ducha helada en su libido. Era curioso cómo podía escuchar cómo le decía que no ahora, pero en ese momento, sus palabras no fueron registradas. No tenía ningún sentido y sólo se añadieron a las emociones confusas que la recorrían. Se secó lentamente, con la esperanza de que por algún milagro se hubiera cansado de esperarla. Pero cuando abrió la puerta del baño, su corazón dio un brinco en su garganta al verlo tendido en la cama, sin camisa, con las manos en la nuca y con un destello expectante en sus ojos entrecerrados. Dios mío, era magnífico. Estaba en un gran problema. Salió del cuarto de baño, con las piernas tambaleantes y con el puño firmemente apretado en la toalla alrededor de ella.

minuto. Un extraño tipo de terror se apoderó de ella.

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—Es una pérdida de tiempo cubrirte, cuando vas a perder la toalla en un

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Los labios de Than se curvaron.

—Yo… yo no creo que esto sea una buena idea. —No, no lo creía. Ella lo sabía. —¿De verdad vamos discutir esto otra vez? —Thanatos se movió ligeramente, por lo que los tatuajes de su pecho desnudo se retorcieron. Eran increíbles... en capas uno encima del otro y sin embargo distinto cada uno. Fueron extraídos de sus pensamientos por un demonio quien imbuyó cada uno con emociones tan poderosas que Regan no necesitaba usar su don psicométrico para leerlos. A pesar de que ella había utilizado su lengua en ellos una vez, todo lo que había sentido era lujuria y el recuerdo secó su boca tan minuciosamente que ella podría haber hecho gárgaras con arena—. Te dije lo que iba a suceder. Ella tuvo que aclararse la garganta para hablar. —Porque te lo debo. —Sí. Than estaba asentado como una mancha sobre su alma y no había nada que pudiera hacer al respecto, pero cogió el camisón de maternidad de la bolsa de ropa que Limos le habían llevado, regresó al baño y se lo puso. Cuando salió, Than estaba en la misma posición, con ojos depredadores, siguiéndola mientras apagaba la luz y utilizaba el débil resplandor de las brasas en la chimenea para orientarse hasta la cama. En el momento en que ella se subió al colchón, sus dedos le rodearon la muñeca. —¿Estás lista? No es que importe. —Su voz sensual y tan empalagosa como el chocolate negro, hizo que se le encogiera el estómago con el hambre, que no tenía nada que ver con la comida.

que estarás aquí durante un tiempo, es que soy terco como el infierno y nunca me doy por vencido. En una competición de voluntades, ganaré siempre, Regan.

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—Una cosa que también puedes aprender sobre mí ahora, teniendo en cuenta

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—Realmente no vas a renunciar a esto, ¿verdad?

—¿Por qué? —preguntó con amargura—. ¿Porque eres un hombre y yo soy una simple mujer? Sus dedos se tensaron en su muñeca. —¿Alguna vez te he dado la impresión de que soy misógino17? En realidad, no, no lo había hecho. Ese montón de mierda «los hombres deben ser mejor que las mujeres», era problema de Regan, no de Than. Había tenido que luchar por todo cuando entró en la Égida, entre ello, su lugar como Sigil, que la mayor parte de su existencia había sido un club solamente de hombres. —Tomaré tu silencio como un no —dijo Than—. Así que pregúntame otra vez por qué ganaré en una lucha de voluntades. —Bien. —Ella metió los pies bajo las sábanas—. ¿Por qué? —Porque soy inmortal y tú eres una simple humana. He tenido una eternidad para que ser mucho más terco que tú. —Ah, bueno. Entonces no es el hecho de que sea una mujer lo que te hace sentir superior… es el hecho de que soy un ser humano. Sabía que algo simple entraría en el juego. Ella sentía que su diversión era mayor de lo que aparentaba. —Estás atascado. —No sé de lo que estás hablando. Él arrastró la mano de ella por el espacio entre ellos y la depositó en su

pedirme que no lo haga.

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misógino,na – Que odia y siente rechazo hacia las mujeres.

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—Te voy a dar una oportunidad, Regan. Lo único que tienes que hacer es

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entrepierna.

—No lo hagas. —Eso ha sido una exigencia —dijo él con voz áspera y tenebrosa—. He dicho pedir. Muy amablemente. Un escalofrío recorrió su piel a pesar del crepitante fuego. —Suplicar, querrás decir. Cuando él no contestó, su primer instinto fue apartarle la mano de un tirón, pero su segundo instinto, más fuerte era dejarla allí. No fue difícil. La realización... le molestaba. ¿Por qué él insistía tanto si no estaba caliente? ¿Era realmente sólo para castigarla? ¿Para vengarse? ¿Para tener la satisfacción de escuchar su ruego? Después de su primer impulso, comenzó a alejarse. El agarre de Than fue aflojándose y su diversión se apoderó de ella otra vez. Él esperaba que ella se negara y al rehusarse, ella dejaría el juego en sus manos... o en las de ella, por así decirlo. Tendría más munición para usar contra ella, más motivos para fustigarla por acostarse con él solamente porque era su trabajo. De ninguna manera. Era el momento de una inyección de valor en su columna vertebral y ya era hora para que este Jinete aprendiera un poco acerca de las expectativas. Ella ahuecó su mano con firmeza y para el placer de ella, su aire de diversión lo abandonó. Y cuando comenzó un masaje lento y sensual, su cuerpo entero se puso

no se pondría duro si una mujer lo acariciaba de esa forma? Apoyándose en un codo, le bajó la cremallera y cuando su erección se liberó, él le atrapó la muñeca.

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¡Ja! Ella suponía que no debería sentirse demasiado victoriosa... ¿qué hombre

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rígido. Debajo de la palma de su mano, su pene aumentó.

—¿Qué estás haciendo? Ella lo agarró y él jadeó entre dientes. —Lo que quieres que haga. —Sintiendo un cierto grado de control que tanto necesitaba, deslizó su mano por su longitud, adorando la suavidad aterciopelada de la piel—. Me parece que me diste a elegir. Darte placer o rogarte. Yo no ruego. Tampoco sabía hasta dónde podría llegar esto. Si él quería que ella lo montara del mismo modo en que lo hizo esa noche..., de repente, no podía respirar. Y, sin embargo, su mano seguía moviéndose, evidenciando que su mente estaba muy separada de su cuerpo cuando se trataba de este hombre. Su gemido retumbó en la oscuridad. —Regan... —Su voz atormentada, el sonido era tan profundo y masculino que ayudó a despejar su ansiedad respecto a todo en el sexo. Tal vez esto sería suficiente para él por ahora. Esperaba que así fuera, porque no podía ir más allá, no con esos recuerdos que acechaban tan dolorosamente en su mente. Él estaba tan caliente en la palma de su mano, acero y seda, y se tomó su tiempo deslizando su agarre desde la base gruesa hasta la gran cabeza. Cada movimiento traía una bocanada ronca y lenta, buscando la rotación de sus caderas. Quizás esto supondría un paso en la dirección adecuada para ellos. Se había producido tanto dolor entre ellos y ambos podrían utilizar un encuentro positivo para empezar a equilibrar los aspectos negativos Ella lo miró furtivamente y en el tenue halo de la luz de las llamas de color anaranjado, él se veía magnífico. Las sombras creaban líneas duras a lo largo de su mandíbula y pómulos, mientras que la luz acentuaba sus labios carnosos,

partes cuando su mirada enfebrecida se posó sobre su cuerpo.

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iluminaba sus ojos, la miraba con tal intensidad que el calor la recorrió por todas

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exuberantes cuando se separaron para liberar un suspiro áspero. Su lujuria

Una gota de humedad se formó en la hendidura del pene, y cuando ella deslizó su pulgar a través de él y lo alisó por encima, sus labios se abrieron más, revelando indicios de unos relucientes dientes. Un sonido se escapó de él, un jadeo... débil, desesperado, que trajo un estremecimiento de emoción a su corazón. Suavemente, ella le apretó el eje, provocando otro grito de placer. Más. Deseaba más de él. Esto podría haber comenzado como un juego de poder entre ellos, pero ahora... Oh, esto era delicioso. Ella bombeaba su puño hacia abajo por la longitud de él, hasta la amplia base donde el borde de su mano golpeaba su cremallera y luego regresaba hasta la punta de la firme cabeza. Cuando ella bajó la mano de nuevo, trabajó con los dedos para acariciar su saco y él gimió. El sonido de un hombre extasiado envió un dolor visceral, directamente a su centro y la humedad floreció entre sus piernas. Ella deslizó la mano hacia arriba, apretando con firmeza y con su pulgar frotó círculos lentos sobre la piel sensible justo debajo de la cabeza. —Para. —Than cogió su antebrazo y apaciguó sus movimientos—. Voy a correrme. —¿No es ese el objetivo de esto? Él extendió la mano y ella hubiera jurado que su mano tembló cuando le rozó la cara. —¿Qué quieres? ¿Era esta una pregunta capciosa? ¿Iba a rechazar todo lo que ella dijera? Si ese era su juego, suponía que podía jugar.

Sus ojos ambarinos la taladraron y dejó caer la mano de su mejilla. —Sí, lo haces, ¿no es así? Sin importar las consecuencias.

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termino lo que empiezo.

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—Quiero que te corras —dijo, desafiándolo a que rechazara esto—. Yo siempre

Auch. Otra vez. Estaba lleno de veneno esa noche. Inesperadamente enfadada, ella desvió la mirada, negándose a dejarle ver cómo le afectaban sus palabras. Más bruscamente de lo que pretendía, volvió a acariciarlo. Como si hubiera encendido una cerilla junto a la gasolina, dejó escapar un grito ronco y se arqueó en su agarre. Su cabeza golpeó hacia atrás y todo su cuerpo se tensó con una potencia liberadora cuando ella cogió sus bolas y bombeó su puño más fuerte, más rápido. A él le gustaba lo rudo, pensó, y por alguna razón, ese conocimiento la mareó con deseo. Ella se apretó más a él, desesperada por un mayor contacto. —Regan —jadeó—. Me voy a… —Se interrumpió con un grito gutural, cuando su cuerpo se convulsionó y unos chorros húmedos y calientes salpicaron sobre su mano y en su estómago. Ella mantuvo la acción de la mano hasta que él la detuvo poniendo su mano sobre la suya. Durante varios segundos, él quedó allí, con los ojos cerrados y sus dedos acariciándole la piel. La oscuridad entre ellos se asentó en una calma confortable, a pesar de que su corazón latía a mil por hora y sus partes femeninas se enroscaban apretadas con el deseo insaciado. Una punzada extraña en su estómago empezó a ponerla nerviosa, llegaba rápidamente por encima de la excitación. El remordimiento se intensificó y cambió el deseo que la recorría. Su estómago se revolvió y una sensación ardiente se extendió por su torso. Se sentó con una mueca de dolor cuando un gran calambre arremetió a través de su abdomen. —Oh, no. —Thanatos la cogió por la muñeca cuando una angustia empalagosa y, malévola inundó su cuerpo, sus músculos se bloquearon convirtiendo cada terminación nerviosa en un cable de alta tensión—. No irás a huir de mí. No te

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los ocho meses y medio hayan terminado.

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estoy amenazando con romperte el cuello en esta ocasión. Al menos no hasta que

Había un tono burlón en su voz, pero ahora definitivamente no era el momento para eso. Las náuseas borboteaban en su garganta y un sudor helado se desató sobre su piel. —Déjame —susurró. Unas cuchillas de acero fundido la apuñalaron en los ojos, difuminando tanto su visión que el rostro de Thanatos se convirtió en sólo una mancha. —¿Por qué? La bilis se le agrió en la boca. —Porque creo que... —Ella gritó cuando un relámpago de ardiente y tortuoso dolor se disparó a través de su columna vertebral—. Oh, Dios, creo que estoy muriendo.

¿Muriendo? —¡Regan! —Than saltó de la cama, atrapando a Regan cuando ella se desplomó en el colchón. —El baño —jadeó. Él la recogió y consiguió llevarla al baño justo a tiempo para vomitar la cena.

apoyaba en el asiento del inodoro, sus brazos temblorosos amenazaban con derrumbarse. Una gota de sangre descendió por la nariz a la tapa del inodoro.

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sudor. Ella gimió en medio de una aguda dificultad para respirar, mientras se

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Todo su cuerpo se estremeció y su piel estaba caliente y resbaladiza por el

Mierda. Se apoyó sobre sus talones junto a ella y le apartó su sedoso cabello de la cara. —Voy a buscar ayuda. Sólo... quédate aquí. ¿Quédate aquí? ¿Dónde más iba a ir? Imbécil. Tardó cinco segundos en llegar a su móvil y marcar al teléfono del Hospital General del Inframundo, cinco más para gritar por el teléfono que necesitaba a Eidolon y otros cinco para volver junto a Regan que, en quince segundos, se había deslizado hasta el suelo y estaba acurrucada en una pelota. Unos escalofríos sacudían su cuerpo, agravados por su dificultosa respiración. Un extraño terror hizo a sus movimientos torpes y arrancó una manta de la cama y la envolvió en ella, lo cual no fue nada fácil, ya que estaba rígida, como si sus músculos se hubieran vuelto de cemento. Sintiéndose demasiado indefenso, se desplomó en el suelo y la arrastró a su regazo, sujetándola contra su pecho para calmar sus temblores. —¿Puedes hablarme? —Ella estaba ardiendo, fuego en la palma de su mano—. Oye, necesito que digas algo. —Si ella no lo hacía, gritaría. Jesús, estaba aterrorizado. —Duele... —Su columna vertebral estaba doblada imposible de enderezar mientras ella se sujetaba y gritaba. —¿Es el bebé? —No —exclamó, y luego se apartó de él para vomitar otra vez. Cuando

el embarazo? Repasó una lista masiva en su cabeza, pero cuando una tira siniestra de venas azules comenzaron a extenderse por la piel grasienta y unas manchas

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¿Qué demonios había sido eso? ¿Una gripe repentina? ¿O algo normal durante

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terminó, se desplomó y él la agarró, atrayéndola hacia sí.

negras florecieron bajo las uñas, él sabía que esto estaba fuera de su margen de conocimiento. Para el momento en que Eidolon y un rubio vampiro médico llegarón, Than no había conseguido nada que le hiciera sentirse mejor acerca de esto. Lo único que sabía era que ella estaba sufriendo y él haría cualquier cosa por intercambiarse en el lugar de ella. Eidolon, vestido con una bata arrugada que revelaban los turnos de trabajo sin parar, arrojó su bolsa de médico en el suelo y se arrodilló junto a Regan. —¿Qué está pasando? Regan intentó responder, pero los dientes le castañeteaban demasiado para hablar, así que Than habló por ella. —Ella dijo que se estaba muriendo y lo siguiente que recuerdo es que estaba vomitando. Tiene dolor y está ardiendo, Doc. —Cogió la muñeca del demonio—. Ayúdala. El miedo y la desesperación convirtieron su petición en una orden, pero el médico se lo tomó con calma, las marcas en su brazo —glifos conocidos como dermoire— comenzaron a brillar cuando convocó su poder curativo. —Voy a tratar de tocarla. Shade me advirtió, pero tengo que intentarlo. He traído a Con por si acaso. —El demonio agarró los hombros de Regan y una fracción de segundo más tarde, se precipitó hacia atrás, cayendo torpemente en un montón contra la bañera—. Hijo de… joder. —Gruñendo, se incorporó mientras Con ocupó su lugar al lado de Regan.

Con asintió con la cabeza.

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—Justo después de que vomitara la primera vez.

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—¿Cuándo empezó a dificultarse su respiración? —preguntó Con.

—Voy a tomarle el pulso… —el vampiro no terminó la frase. Ni siquiera consiguió ponerle más de un dedo en su muñeca antes de unirse a Eidolon junto a la bañera—. Supongo que no —gruñó. —Maldita sea —exhaló Than. Regan había dicho que Peter un Caminante Nocturno, tampoco fue capaz de soportar el contacto con ella. Esperaba que Peter hubiera sido un incidente aislado, pero una vez que supo que solo Than y los Caminantes Diurnos podían tocar a Regan, había preguntas que él no podía responder. Al menos, no podía responder con la verdad. Eidolon se frotó el hombro y se acercó. —Las venas en relieve, las uñas descoloridas y la hemorragia nasal son indicios de un envenenamiento de demonio. ¿Es posible que haya ingerido algo? De ser así, tenemos que averiguar qué. Tengo antídotos contra la mayoría de las toxinas de demonios, pero tenemos que actuar con rapidez. —Nadie en mi casa la envenenaría. —Than cerró los ojos, su negación sonaba demasiado infantil. Él no deseaba ir allí, no quería pensar que uno de sus vampiros pudiera haber hecho esto, pero tampoco podía perder el tiempo negándolo. Tampoco iba a negar que si alguien la envenenaba, sufriría de una manera que haría que los horrores del Sheoul-gra parecieran parques de diversión. —Ella podría haber comido algo en la cena... —Se interrumpió, preguntándose por qué él no estaba enfermo. Por supuesto, el veneno no le afectaba del modo en que lo hacía en los mortales, pero aun así debería sentir una punzada de dolor. A menos que...—. La mousse de chocolate. Fue lo único que ella comió que yo no probé. —La furia se enroscaba como una serpiente venenosa en su interior, pero

bebé están en peligro si no puedo tocarla para ayudarla. —Salva… al bebé. —La voz ronca de Regan era apenas audible.

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—Rápido, Jinete —dijo Eidolon, su voz era tranquila pero exigente—. Ella y el

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hasta mortalmente cabreado como estaba, lentamente intentó tranquilizarse.

—Lo haremos. —Than impulsó sus pies, odiando el tener que dejarla—. Vamos a salvaros a ambos. Regan miró hacia él con los ojos apagados y desenfocados, su hermoso cabello marrón formaba un abanico como si fuera sangre derramada en las baldosas. —Mátame. Si estoy muerta, puedes sacar al bebé para ayudarlo. Lo decía en serio. Querido... Dios, ella realmente quería que la matara. —Eso no va a pasar —gruñó—. Sólo espera, Regan. Maldita sea, espera. —Él salió corriendo de la habitación y en la cocina, una furia negra como la tinta, brotó de sus poros. Los vampiros se dispersaron antes de que el nubarrón de almas ondeara alrededor de él. —¿Quién hizo el mousse de chocolate? —Cuando varios vampiros intercambiaron miradas recelosas, él jodidamente enloqueció, agarrando a dos de ellos por la garganta y golpeándolos con tanta fuerza en la pared que los trozos de piedra cayeron al suelo—. ¿Quién? —Dariq —jadeó uno de ellos. Than los dejó caer y se dio la vuelta en busca de Dariq, que estaba blanco como el papel y se acercaba sigilosamente hacia la puerta. Antes de que Than se abalanzara, Dariq salió corriendo de la cocina. Gruñendo, Than sacó su guadaña y con un movimiento sencillo, la arrojó a través del gran salón. Dariq se lanzó hacia la puerta principal, pero el arma lo

todas las miradas de vampiro en la casa estaban sobre él. Agarró el mango de la guadaña, pero en lugar de tirar de la cuchilla liberándolo, lo retorció, deleitándose

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—¿Qué había en la mousse, Dariq? —Than atravesó la sala, consciente de que

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alcanzó entre los omoplatos y lo inmovilizó contra la madera.

con el alarido del vampiro—. Dímelo o la próxima cosa que haré con esta cuchilla será castrarte. —En realidad, eso iba a suceder de todos modos, en algún momento. Dariq siseó escupiendo sangre. —Mucosa de Neethul. El pecho de Thanatos se congeló. Esa mierda era mortal en cuestión de minutos para la mayoría de las criaturas. Than agitó su cabeza hacia Artur. —Díselo a Eidolon. ¡Rápido! —Artur despegó en una imagen borrosa y Than volvió a centrarse en Dariq—. ¿Por qué? ¿Quién más está involucrado? Por el rabillo de su ojo, Than observaba la reacción de los espectadores, pero hasta el momento, nadie parecía demasiado preocupado por escapar. —No... diré nada... más —gruñó Dariq, y estaba tan equivocado. Than metió su puño derecho en la espalda del macho y palmeó un blando y suave riñón. El órgano ya no trabajaba con la capacidad que tenía cuando Dariq era humano, pero aun así era una enorme fuente de dolor. —Vas a decírmelo. Si tengo que pasarme el próximo mes sin hacer nada más que hacerte gritar, lo haré. —Thanatos apretó el órgano con tanta fuerza que sus dedos perforaron la superficie resbaladiza. El alarido de Dariq resonó en las paredes del castillo y el olor de su sangre hizo que los colmillos de Than se extendieran como cuchillos. —J… jódete. Than se inclinó cerca, tan cerca que su aliento se condensó en la oreja del

agonizantes de Dariq. Antes de que el hombre, dejara incluso de hacer algún

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—Es jódete, Bludrexe. —Él arrancó el órgano, disfrutando de los gritos

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vampiro.

sonido, Than lo arrastró al calabozo y lo arrojó en la celda que una vez tenía pensada para Regan. Ahora la utilizaría para obtener respuestas… —¡Thanatos! —Artur saltó los escalones y aterrizó ágilmente en cuclillas al pie de los mismos—. El doctor lo necesita. Rápido. Mierda. Cerró de golpe la celda y señaló con el dedo a Dariq. —Volveré y te prometo que derramarás tus tripas. O lo haré por ti. Dejando al vampiro tendido en el suelo en un charco de su propia sangre, Than corrió a su habitación, donde Eidolon estaba llenando una jeringa. El médico levantó la vista cuando Than patinó hasta detenerse al lado de Regan. Estaba pálida, muy pálida. Incluso tenía los labios de un blanco invernal, teñidos de azul hielo. —Justo a tiempo. Este antídoto, cuando funciona, lo hace en cuestión de segundos. Cuando esto no funciona, prolonga lo inevitable. —Eidolon dejó la jeringa y un torniquete de goma en la mano de Than—. Inyecta esto en la vena cubital. Te mostraré dónde y cómo. ¿Cuando funciona? El corazón de Than latía con tanta fuerza contra sus costillas que le dolía. Regan permanecía inmóvil, su pecho apenas se elevaba con sus respiraciones. —Esto suele funcionar, ¿verdad? —Normalmente —dijo Eidolon, pero a Than no le gustaba la duda en su voz. Tampoco le gustó que el médico bajara la voz para decir el resto—. Es una toxina repugnante la que le fue administrada. La buena noticia es que sus efectos sobre el

Lo que significaba que si la agonía y la vida de Regan se prolongaban por el antídoto, Than aún debía matarla para salvar al bebé.

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probabilidad de salvarlo si podemos asistirlo rápidamente.

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bebé deberían ser mínimos, por lo que si... ocurre lo peor... tenemos una buena

—Eso no ocurrirá. —Santa mierda, sería mejor que eso no ocurriera—. Dime cómo hacer esto. —Than siguió las instrucciones del médico, y cuando sacaba la aguja de la vena libre de Regan, ella se quejó. —¿Than? Tiró la jeringa a un lado y le apretó la mano. —Estoy aquí. Todo estará bien. Sus ojos se aferraron a los suyos, más brillantes de lo que habían estado. —Lo siento. —Otra vez no —murmuró él—. Ahora no. No necesitamos hablar de ello… —No es eso. Sobre tus vampiros. —El color se extendió por su piel y el tono cereza que hacía a sus labios tan deliciosos regresó, una vez más—. Siento que alguien te haya traicionado. —La sinceridad y el dolor en su voz puso un nudo en su garganta. Maldita sea, se estaba ablandando para con ella, ¿no? Mátame. Si estoy muerta, puedes sacar al bebé. Sí, lo estaba. No podía. —Supongo que no era de extrañar que reconocieras la traición antes que yo. — Las palabras eran más punzantes de lo que había previsto y el dolor brilló en sus ojos antes de que ella los cerrara, desplazándolo eficazmente y encerrándose en si misma. Y maldita fuera por hacerle arrepentirse de sus duras palabras. Maldito él

—¿Puedo hablar contigo fuera? —El demonio no esperó una respuesta. Salió del baño y de la habitación con la arrogancia de alguien que espera ser seguido.

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Eidolon se levantó.

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por decirlas. Y maldita toda esta situación de mierda.

Una vez en el pasillo, Than cruzó los brazos sobre su pecho. —¿Hay algún problema? ¿Funcionó el antídoto? —Lo hizo. La limpieza de la pigmentación debajo de las uñas indica una inversión completa del envenenamiento. Pero eso no es lo que quería hablar contigo. —Eidolon lo taladró con unos serios ojos negros—. No sé lo que está pasando entre vosotros dos, pero esa hembra de ahí dentro lleva a tu hijo y ha tenido una serie de sustos. Está frágil, físicamente y probablemente también emocionálmente. Deja de ser un imbécil. Than apretó los puños a los costados para evitar romperle los dientes al demonio de un golpe. —No tienes ni idea de lo que ella me hizo. —Y no me importa una mierda. Como médico, mi preocupación es su salud y la salud del bebé. Como padre, mi preocupación es la salud del mundo. No estoy diciendo que tienes que perdonarla, o convertirla en tu pareja o que pongas una corona sobre ella y la llames Reina de Sementales. Estoy diciendo que necesitas evitar estresarla hasta que el bebé nazca. Después de eso, véngate, mátala, haz lo que un jodido Jinete haga. Pero si quieres un bebé sano, saca la cabeza fuera de tu culo y no empeores las cosas para ella. —Vosotros los demonios Seminus tenéis muchas pelotas para hablarnos de la forma en que lo hacéis —gruñó. Eidolon sonrió. —No tienes ni idea. —El doctor asintió con la cabeza hacia la puerta de la

tan bueno en esto. Dile a Con que me dirijo de nuevo al hospital.

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mejor trabajo para mantenerla a salvo, porque por lo que he visto y oído, no eres

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habitación detrás de él—. Regan debería estar bien después de descansar. Haz un

A Thanatos realmente no le gustaba ese médico, y si él no tuviera puestas sus esperanzas en él para Regan y el bebé en el momento del nacimiento, Than lo mataría por lo que acababa de decir. Imbécil. El hecho de que Eidolon hubiera dado en el clavo en su apreciación sólo empeoró las cosas. No era tan bueno en esto. Sí. Las propias palabras de Than regresaron a él como si hubieran sido lanzadas desde una catapulta. Te mantendré a salvo. Él se lo había prometido a Regan y había fracasado. Después había agravado su fracaso pisoteándola mientras estaba hundida. Hundida por tu culpa, idiota. Than abrió la puerta del dormitorio y se sorprendió al ver a Con caminando hacia él, con la bolsa de médico colgada del hombro. —¿E se fue? —Cuando Than asintió con la cabeza, Con señaló la cama, donde Regan estaba acurrucada con las mantas agrupadas alrededor de sus pies—. Llegó a la cama por su cuenta y cayó dormida en el momento en que su cabeza golpeó la almohada. Alguien te llamará por la mañana para ver cómo está. —Gracias, amigo. —Than sujetó el brazo de Con cuando se preparaba para irse—. Oye, ¿tienes a un vampiro trabajando en el hospital que puede caminar a la luz del día? Una rubia ceja se levantó. —Jamás había oído hablar de uno. —Tonterías.

No, no lo era. Regan y el bebé eran más importantes que un Caminante Diurno cualquiera con conexiones en el hospital. Por ahora.

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—¿Realmente es importante eso ahora?

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Con bajó la voz y dirigió su mirada plateada hacia la cama.

Tomando el silencio de Than como un no, Con le dio una palmada en la espalda y salió, dejando a Than a solas con Regan y su culpabilidad. Se acercó a ella, observando el constante subir y bajar de su pecho, los ronquidos suaves que salían de sus labios entreabiertos. Tenía una mano metida debajo de la almohada y la otra descansaba sobre su vientre como si estuviera tratando de proteger al bebé, incluso mientras dormía. Ella era tan testaruda acerca de dar al niño, pero era evidente, que le importaba. Un escalofrío erizó su piel y arrastró las mantas hasta colocarlas sobre sus hombros. Con un suave suspiro, ella las metió debajo de su barbilla y se acurrucó en una pelota con más fuerza. —Lo siento soy un imbécil —murmuró—. Es sólo que... me cabreas a veces. Quiero odiarte, pero no puedo. —No sabía lo que quería hacer con ella. Bueno, borra eso. En este mismo instante quería meterse en la cama con ella. Para arroparla contra él y protegerla del modo en que debería haber estado haciendo. Sin duda que ella lo odiaría más de lo que ya lo hacía, si se despertaba en sus brazos. Y maldita sea, ¿por qué estaba pensando así? Él no podía permitir encariñarse demasiado. ¿Y si ella lo traicionaba de nuevo? Su carácter era muy inestable, su mecha demasiado corta. Y, honestamente, la ira que se aferraba a él estaba empezando a preocuparle. Él nunca estuvo cargado de risas, pero nunca había sido intencionadamente cruel... especialmente no con las mujeres. Por lo tanto sí, él no sabía qué diablos le sucedía, pero una cosa era cierta: Hasta que no descubriera el alcance de quien participó en querer matar a Regan y por qué, él no la dejaría sola. Por mucho que deseara liberar un poco la furia satisfaciéndose con una visita a Dariq, no podía hacerlo hasta que lograra algo de

Así que en lugar de meterse en la cama con ella o torturar al vampiro que lo había traicionado, envió un mensaje de texto a Ares y Limos y sacó el puñal que le

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Que incluía la protección de simismo.

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protección extra para Regan...

había arrebatado el día en que la había traído hasta aquí. Luego se instaló en la silla de la esquina, cruzó las piernas por los tobillos y cerró los ojos. Había dormido en sitios peores. Podía sobrevivir.

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Si podía o no asegurar la supervivencia de Regan... esa era la cuestión.

Quince

L

os gritos llegaron primero a los oídos de Reaver. Luego, a medida que se acercaba a la puerta cerrada en el mismo centro de la central eléctrica nuclear abandonada, oyó los lamentos.

Gethel estaba detrás de esa puerta, torturando a quién sabe cuántos demonios por quién sabe que razones. En este momento, a Reaver le importaba una mierda lo que estaba haciendo ni por qué. Los tres reinos —el Cielo, el de los humanos y el Sheoul— estaban en guerra, y Reaver nunca había estado por encima de nadie haciendo lo que fuera necesario para ganar. Abrió la puerta de metal y Gethel, que estaba de pie en el centro de la sala de un enorme gimnasio, se volvió hacia él. Su túnica blanca estaba salpicada de sangre y en su mano había una treclan, un punzón brillante que era eficaz únicamente frente a otros ángeles, incluidos los de la variedad de caídos. Lo que significaba que la mujer desnuda sobre la mesa, su cara y cuerpo parcialmente ocultos por Gethel, era una especie de ángel. —Reaver. —Las alas de Gethel se desplegaron antes de plegarlas contra la espalda, una muestra de dominación. Los ángeles tenían jerarquías, y a los de alto nivel les gustaba hacer alarde de su estado siempre que fuera posible. Los de alto rango también raras veces escondían sus alas, como si necesitaran recordarles a todos que las tenían. Reaver generalmente mantenía las suyas ocultas, pero las desplegó en desafío,

—Me pregunto si eras tan rebelde antes de caer.

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La boca de Gethel se torció divertida.

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dejando que el zafiro en la punta de las plumas blancas susurrara contra el aire.

Él guardó sus alas. —Voy a lanzarte una descabellada suposición y decir que sí. —Y era una suposición, dado que no recordaba nada antes del evento que le causó su caída hacía treinta años atrás, y lo raro era que nadie lo recordaba a él, tampoco. Su falta de pasado lo dejó en clara desventaja cuando llegó a las maniobras políticas de sus hermanos angelicales, pero en última instancia, no importaba. Él ganaría un lugar en la Suprema Orden, pero lo haría sin tener que recurrir a juegos. —No estoy aquí para charlar. Quiero saber si tienes alguna información sobre Ajenjo. Ella arqueó una ceja. —¿La estrella? —La daga. Peste la quiere. Ella agitó la mano. —Es una reliquia tonta que se ha atribuido a los ángeles y los demonios, santos y pecadores. Es sólo una daga. Si Peste la quiere, debe pensar que tiene poder. No lo tiene. Maldita sea. —¿Estás segura? Gethel le dirigió una arrogante por-supuesto-estoy-segura-gañón mirada.

Como ex Vigilante de los Jinetes, Gethel estaba al tanto en los asuntos de los Jinetes, y como ángel involucrado en el destino del mundo, se mantenía al tanto en la profecía y cosas de menor importancia como un bebé que podría provocar el fin

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superficie del punzón que sostenía—. ¿Y el niño?

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—¿Cómo está Regan? —Gethel deslizó un dedo sobre la suave y larga

de la existencia humana. A veces Reaver pensaba que ella estaba un poquito demasiado implicada, pero entonces, supuso que él tampoco sería capaz de alejarse tan fácilmente de las personas que había conocido durante miles de años. —Los dos están bien. Y desde que el Cuartel General de la Égida ha sido comprometido, se quedaran con Thanatos hasta que el bebé haya nacido. Ella tocó su barbilla con el punzón como si estuviera inmersa en sus pensamientos. —¿Te resulta extraño que Peste rastreara los movimientos de Thanatos justo en el momento adecuado para encontrar el Cuartel General? Sí, de hecho, así era. Los jinetes podían convocar un portal de desplazamiento que los llevara al último lugar donde algún hermano hubiera ido. Thanatos no había estado en el Cuartel General durante mucho tiempo. Tal vez Peste debió tener una ventana de cinco minutos con la que rastreó a Than hasta el Cuartel General. —¿Por qué? La mirada de Gethel quedó fija en él, y bajó la voz, como si le estuviera permitiendo participar en un secreto. —Creo que fue Harvester quien le dijo a Peste como rastrear a Thanatos hasta el Cuartel General de la Égida. —Le dio la espalda volviendo a su horrible trabajo, y Reaver se detuvo sorprendido ante la visión de Harvester atada a una mesa, su cuerpo atravesado por cinco punzones treclan—. Pero no creo que ella vaya a admitirlo. Tampoco ha querido decirme quién le ordenó que te mantuviera preso hace nueve meses. —Ella incrustó un sexto treclan en la pelvis de Harvester y el

Por mucho que Reaver quisiera venganza, este no era el camino. —¿Por qué haces esto? Ya no eres la Vigilante de los Jinetes.

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estremeciera.

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grito que salió de la boca del ángel caído, hizo que el mismo edificio se

Negros nubarrones de tormenta pasaron sobre la expresión de Gethel, desapareciendo casi tan rápidamente como se habían formado. —Esto va más allá del trabajo de los Vigilantes. Su traición aceleró el Apocalipsis. Tonterías. Esto, de alguna manera, era algo personal. —¿Y? Hay algo que no me estáis diciendo. —No te debo ninguna explicación. —Gethel convocó otro punzón—. Harvester y yo tenemos... una historia. Pero confía en mí, ella sabe exactamente de qué se trata esto. Reaver se preguntó en cuántos problemas se metería si ponía a Gethel en uno realmente bueno. —¿Tienes permiso para matarla? —Como Vigilante de los Jinetes malignos, Harvester estaba en una posición protegida, sujeta a las órdenes de ejecución sólo por mutuo consentimiento de los agentes del Cielo y del Sheoul. —Desafortunadamente, no —dijo Gethel—. Tengo que liberarla cuando haya terminado. —Libérala ahora. —No lo creo. —Has dicho tú misma, que no vas a conseguir nada de ella. Libérala. Gethel se volvió hacia él.

el Apocalipsis puede estar a sólo unos días. Sin embargo, ¿deseas que esta maléfica... cosa… sea liberada?

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interferencias. Debido a que te mantuvo fuera del juego, Regan está embarazada y

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—Ella te torturó. Te retuvo para que Peste pudiera maniobrar en la Égida sin

—Quiero que la liberes, porque quiero ser yo el que la haga sufrir. Su sufrimiento y su muerte, cuando sea ordenado, será por mis manos. Por nadie más. Durante un largo rato, Gethel lo miró fijamente, con los ojos ardiendo como si tratara de ver todo el camino a la verdad. Sí, ese era el asunto, quería vengarse de Harvester, pero la batalla se llevaría cabo de igual a igual. Ella había sido horrible con él, pero también había sido curiosamente… tierna a veces, como si se hubiera arrepentido de sus acciones. Él no le iba a pagar con la misma ternura, pero tampoco la torturaría mientras estuviera indefensa. Por último, Gethel metió el punzón en la mano de Reaver y se alejó en una rabieta. Harvester, con sus ojos demasiado inflamados como para abrirse más que una simple ranura, se estremeció con tanta violencia que sacudió la mesa. Santo infierno. Combatiendo con el lado de sí mismo que quería dejarla podrirse y el lado que quería aliviar su sufrimiento, liberó cinco de los punzones de treclan, dejando el último que la mantenía en su lugar mientras desabrochaba las correas que sujetaban sus brazos y piernas a la mesa. Una vez que retiró todo, arrancó el último punzón de su hombro. Antes de que él pudiera detenerla, Harvester se giró en la mesa y aterrizó en un montón en el suelo. Mientras él rodeaba la mesa, ella arrastró su cuerpo hacia un polvoriento escritorio en la esquina de la habitación. Cuando llegó hasta ella, gateó por debajo de la mesa y se hizo un ovillo. —Caída. —Reaver utilizó ese apodo despectivo para los ángeles caídos como una orden, colocándose en ventaja sobre ella para hacerla enfadar y devolverla a su

temblar. Gethel se había divertido con ella. Poniéndose en cuclillas, la tocó.

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En cambio, ella gritó al oír el sonido de su voz y todo su cuerpo empezó a

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desagradable estado normal.

—¿Harvester? —Esta vez, su voz era suave, pero ella se estremeció aún, y él retiró la mano. —No voy a hacerte daño. Ella susurró. —¿Por qué no? —Porque parece que Gethel ya ha hecho suficiente. —Ella no está... bien. —Si ella estuviera bien, tú serías destruida por ayudar a Peste. —No, quiero decir... —Un temblor la sacudió y su mirada se volvió atormentada—. No importa. —Su tonó de voz era ronco de tanto gritar—. Debe gustarte esto. Extrañamente, no, no le gustaba esto. Deseó poder hacerlo, y tal vez si ella no se hubiera lanzado de la mesa y se hubiera asustado al verlo, lo habría hecho. Pero no le gustaba ver a nadie, tan poderoso como Harvester reducida a un charco indefenso. —Sal, no te hare daño. —Como si pudieras —replicó ella, pero los escalofríos que la atravesaron negaron su intento de bravura. —Tan desafiante —murmuró. Una maraña de cabello caía sobre el rostro de ella, y sin pensar, él se lo aliso

pudiera ver la forma de una lágrima en uno de sus ojos.

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estrechamente, con las manos protegiendo su cabeza, pero no antes de que él

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hacia atrás. En el momento en que sus dedos la tocaron, se acurrucó aún más

Esa única lágrima derribó a Reaver con fuerza. Harvester podría estar fingiendo su dolor y miedo, tratando de jugar con todo hasta conseguir su simpatía, pero lo dudaba. Ella realmente temía por su vida. —¿De qué hablaba Gethel cuando dijo que tú sabías exactamente de qué se trataba? Harvester dio un respingo, apenas perceptible, ante el endurecimiento de sus músculos, pero a Reaver no le pasó desapercibido. —Nada —gruñó ella—. Déjame. Si no vas a matarme, vete. Ella no quería que él la viera en ese estado, expuesta, débil y aterrorizada. Reaver no podía culparla. —Me voy —dijo, poniéndose de pie—. Pero ¿Harvester? Jódeme otra vez y la próxima vez, no detendré a Gethel. Y si me entero de que de alguna manera estuviste involucrada en intentar romper el Sello de Thanatos, o llevar a Peste hasta el Cuartel General de la Égida, seré yo quien sostenga los punzones treclan.

El bebé despertó a Regan con una serie de patadas. Sin duda estaba molesto por el sonido de su estómago gruñendo. Estaba feliz de que Ponyboy estuviera pateando. Ayer por la noche fue terrible, y mientras ella se estuvo retorciendo en el suelo, lo único que podía pensar era en el bebé. ¿Habría estado sufriendo? ¿Habría

arrepentimiento fue que si ella moría, nunca habría tenido la oportunidad de sostener a su hijo.

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Y cuando le había dicho a Thanatos que la matara para salvar al bebé, su único

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tenido miedo?

Su hijo. Dios mío, no podía permitirse el lujo de pensar de esa manera. Si lo hacia, no sería capaz de hacer lo mejor y darlo a alguien que pudiera mantenerlo a salvo. El bebé se movió, y un calor se instaló en su corazón. ¿Su madre habría sentido moverse a Regan dentro de ella y sonreído cada vez que lo hacía? ¿O acaso su madre habría tenido miedo del bebé que había concebido con un Guardián endemoniado? ¿Habría sido fácil para ella dejar a Regan? Porque por primera vez, Regan se estaba imaginando la entrega del niño... y sus ojos ardían. ¿Podría hacerlo realmente? Pensó que si Thanatos fuera capaz de destruir a Peste, Regan no tendría que renunciar a su bebé. ¿No? Tal vez ella y Thanatos podrían... podrían, ¿qué? ¿Compartir la custodia? No era probable. Él no era exactamente del tipo de los que comparten. Un zumbido se puso en marcha en su cerebro como su interruptor TOC. Todo estaba tan fuera de sus manos en este momento, y ni siquiera tenía idea, de cómo obtener un poco de control. Respira. Cuenta. Respira. El bebé atascó un pie en las costillas al mismo tiempo que su estómago gruñía, rompiendo su concentración. Acunando su abdomen en un intento de calmar al bebé y sus ruidos estomacales, abrió los ojos. A pesar de que sabía donde estaba, su corazón se hundió un poco. Nunca volvería a despertar en la habitación que tenía en el Cuartel General de la Égida. Por otra parte, tal vez eso era algo bueno. Cuando la Égida se mudara a su nueva ubicación, quizá esta vez tendría su propio

ocurrir en los próximos ocho meses. ¿Y dónde estaba él, de todos modos? El otro lado de la cama estaba intacto.

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Por supuesto, si Thanatos se salía con la suya, mudarse era algo que no iba a

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apartamento.

Supongo que no era de extrañar que reconocieras la traición antes que yo. Bueno, eso explicaba por qué no estaba en la cama. Cuando la abrazó tan tiernamente y no se precipitó ante la oferta que le hizo de matarla por el bien del bebé, realmente pensó que su odio había disminuido. Cuando su agonía estaba en su peor momento, se había sentido aliviada ante el cambio en su corazón. Evidentemente, era una tonta. Suspirando, se sentó y aspiró sobresaltada cuando lo vio en la silla de la esquina, las largas piernas estiradas hacia fuera por delante de él, sus brazos cruzados sobre su pecho desnudo, un libro abierto apoyado en sus manos. Tenía los ojos cerrados, pero en su brazo, Styx sacudía la cabeza. Tal vez el semental estaba tan impaciente por ser alimentado como lo estaba el bebé. Espera... ¿Styx incluso comía? Con toda la gracia que pudo, se apoyó sobre sus pies, los cuales estaban hinchados y ya no cabían en sus zapatos. Mientras caminaba hacia Thanatos, el suelo estaba congelado y se sentía como una pista de hielo en las plantas de sus pies, pero después de la agonía que sufrió por el veneno, acogió con satisfacción el frío. —¿Thanatos? —Se arrodilló junto a la silla, pero él no se movió. Styx pateó... ¿Tal vez la había oído? Muy suavemente, acarició con la punta del dedo el hombro del caballo. El caballo dejó de sacudir la cabeza, pero a medida que trazaba la línea de su lomo, pateó su pata. ¿Significaba eso que estaba molesto? Era tan difícil de descifrar como su amo.

permitió tocar. Probablemente eso era algo bueno, ya que sentía la emoción en la tinta de los tatuajes... y los tatuajes de Thanatos eran emociones transferidas a la piel.

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brazo de Than. Su cuerpo estaba cubierto de tatuajes, muchos de los cuales no le

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Se apartó del caballo, dejando que su dedo se deslizara hacia arriba por el

Tal vez... tal vez así era como podría empezar a hacer las cosas bien entre ellos y luego le mostraría que si bien él no se preocupaba por ella, ella se preocupaba por él y desde antes de aquella terrible noche. Si ella pudiera aprender más sobre él, conocer lo que él quería y necesitaba... Tentativamente, puso la punta de su dedo sobre un cráneo envuelto en llamas por encima de su pectoral derecho. Al instante, el calor subió lamiendo su mano, y mientras ella liberaba su don, las imágenes inundaron su cerebro. Thanatos, sufriendo mientras flechas ardientes perforaban su cuerpo a través de su armadura. Los demonios se acercaban a él a través de una llanura, cubierta de hierba que estaba empapada en sangre y sembrada de cadáveres humanos y demonios. Los pensamientos de Thanatos corrieron a través de ella... su agonía inimaginable, su furia mientras blandía su espada, su pesar por haber liberado a todas las almas en su armadura, dejándolo vulnerable a las flechas incendiadas. Ella retrocedió, su piel quemaba, como si simpatizara con lo que a él le había pasado. Siempre había asumido que él era inmune al daño y dolor físico, pero él había experimentado su carne quemándose hasta llegar al hueso, y su miseria fue genuina. —Oh, Thanatos —susurró—. Lo siento mucho. Su mano temblaba un poco mientras se movía a su pectoral izquierdo y como una pluma pasó la punta de los dedos sobre el exquisito diseño del Sabueso del Infierno. Como si hubiera sido introducida en una película, unos gruñidos desagradables sonaron en sus oídos y afilados dientes chasquearon en su rostro. Thanatos estaba en una caverna oscura, rodeado por una jauría de Sabuesos Infernales. Sus almas habían matado ya a una docena de ellos y otra docena estaba

Regan se revolvió. Ella se estremeció y se preparó para tocar la punta del diseño de una espada con diseños célticos que goteaba con carámbanos en su esternón. Una débil

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montones de huesos y cuerpos formaban una grotesca montaña y el estómago de

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en pedazos sobre el suelo, víctimas del toque masivo de Than. Detrás de él,

vibración brilló a través de su piel, y se filtró helada hasta sus huesos. Un paisaje austero, invernal se abrió ante ella, y la rabia... tanta rabia, corrió por sus venas. En la distancia, un bosque extraño se levantó en el hielo. ¿Qué tipo de árboles eran esos? Ella entrecerró los ojos, y cuando la verdad la golpeó, la bilis llenó su boca. No eran árboles —eran gigantescas estacas de madera que empalaban un cuerpo —Santo Dios, cientos —no— miles de hombres, mujeres y niños habían sido ensartados. Entre las estacas habían más muertos —soldados, despedazados hasta la muerte y desangrándose en charcos de sangre. —Has ido demasiado lejos, Thanatos. Demasiado lejos. —Gethel estaba cerca, con su mirada triste, mientras miraba a Thanatos en el bosque de muertos. Pero Than estaba más allá de la razón, y con un rugido, se lanzó hacia el ángel, su espada ensangrentada destelló en los rayos de la luz del sol que penetraban por las nubes. Gethel brilló a lo lejos con un destello de luz dorada, pero otra voz se oyó desde atrás, y él se giró, hundiendo su espada en el vientre de una mujer que Regan juraría que no estaba allí un momento antes. El demonio femenino quedó sin aliento, con los labios azules y la piel helada pareciendo aún más pálida. Regan no sabía su especie, pero sin duda, era un demonio. Una lágrima plateada cayó de un ojo gris azulado, mientras miraba a los ojos de Thanatos en shock. —Than... Thanatos soltó otro rugido furioso, y en un suave y poderoso movimiento,

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cabeza de su cuerpo.

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arrancó la espada de su cuerpo y la hizo girar en un arco enorme, separando la

Thanatos se quedó en silencio, mirando fijamente a la demonio muerta mientras su cuerpo se desintegraba de la forma en que la mayoría de ellos hacían cuando morían en el reino humano. Y entonces, cuando la furia asesina de Thanatos se desvaneció, la realidad de lo que había hecho lo hundió. El terror sustituyó a la ira. La tristeza y el dolor apretaron el corazón de Regan mientras las emociones de él se convertían en suyas. La demonio había sido su amiga. En su neblina de muerte, había matado a su amiga. Las lágrimas escocieron en los ojos de Regan. Se apartó de Than, incapaz de soportarlo más. El frío la rodeaba como una manta, y caminó hacia el fuego, agradecida de que los sirvientes lo hubieran mantenido ardiendo toda la noche. —¿Has visto todo lo que querías ver? —Su voz baja se filtró a través de ella, y cerró los ojos. Debería haber sabido que no estaba dormido—. ¿Te ha gustado violarme otra vez? Se dio la vuelta. —¿Qué? Yo no lo hice… —Miraste en mi pasado sin mi permiso. Tomaste algo sin pedir permiso. Esto es un hábito para ti, ¿no? Oh, Dios, no lo había pensado de esa manera. Si alguien abriera su mente e hiciera lo mismo, estaría enfadada como el infierno. —¿Por qué no me detuviste?

sólo... —No piensas en mí como una persona.

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—Lo siento —dijo, aunque sabía que él consideraba vacías sus palabras—. Yo

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—Decirte que no, parece que no funciona.

—No... —Se interrumpió, porque sí, eso era todo. Excepto que no era que ella no pensara en él como un ser vivo, con sentimientos... era que pensaba en él como un ser demasiado poderoso y más-grande-que-la-vida que se molestaba por cualquier cosa. Antes de que cavara un agujero más profundo, se volvió hacia el fuego—. ¿Quién era ella? —Rowlari. Era mi mejor amiga desde hacía mil años. Siempre le advertí que se mantuviera alejada de mí cuando era poseído por la muerte, pero ella pensó que yo nunca le haría daño. —Y esas personas... tú les hiciste... —No podía continuar. —¿Tú qué piensas? Se concentró en el rostro de él, buscando pistas en la línea dura de su mandíbula, en las severas líneas de su boca, en la oscuridad cerrada en sus ojos, pero no había nada en su expresión que le pudiera dar una respuesta. —Honestamente, no sé qué pensar. Su estómago rugió y el bebé pateó al mismo tiempo, recordándole que necesitaba alimentarlos a ambos a pesar de que ya no sentía ganas de comer. Las cosas que Thanatos había pasado —algunas de ellas por su culpa— le dejaron pensando que la comida sería un poco desabrida ahora. Él no dijo nada, y su mente volvió a los horrores de los que había sido testigo a través de sus tatuajes. —¿Cómo puedes vivir con todo esto? ¿Todo lo que has visto? ¿Cómo puedes estar todavía cuerdo?

libros antiguos. —¿Como cuales?

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Mantiene mi mente ocupada. Y cuando no estoy leyendo, estoy buscando más

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—He leído un montón. —Él levantó el libro que había apoyado en su pecho—.

Sus dedos largos y afilados rozaron el lomo del libro, y probablemente era patético que estuviera celosa de algo como eso. —He recorrido la Tierra y el Sheoul buscando todo lo que se refiere a Lilith y Yenrieth. —Puso el libro con cuidado sobre el extremo de la mesa junto a la silla—. Este es el segundo de tres en las crónicas de una súcubo quien afirmaba ser la hermana de Lilith. Me falta el tercero. He estado en su busca durante siglos. ¿Ves? Me mantengo ocupado. Como tú, siempre trabajo. Era curioso que los dos parecieran ocupar su tiempo persiguiendo demonios. Ella no estaba exactamente en condiciones de darles caza en estos momentos, pero tal vez había algo que podía hacer por él. Tenía que hacer una llamada a Kynan. —¿Así que leyendo y buscando libros te mantienes cuerdo? ¿Después de todo lo que has visto? Las manos de él cayeron sobre sus hombros, dejándola atónita. ¿Cómo se había movido tan rápido y silenciosamente? Se quedó congelada en el suelo, el temblor del miedo hizo que sus músculos se estremecieran. No pensaba que él le haría daño, no físicamente, pero sus palabras podrían ser más cortantes que cualquier cuchilla. —No. Es por eso que tengo los tatuajes. Cuando los tatuajes se estampan en mi piel, las emociones más fuertes también se gravan con ellos. —Así que las emociones ¿son borradas? —No borradas. Diluidas. Pero todavía recuerdo todo. Hablando de terapias alternativas.

—El resto de nosotros tiene que vivir con lo que hemos hecho y lo que hemos visto. Aprendemos de eso. ¿Cómo puedes aprender si lo que sientes se diluye?

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—¿Cómo es eso?

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—Sabes que eso es hacer trampa.

—Aprendo. Confía en mí, aprendo. —Dejó caer las manos—. ¿O es que crees que vivo solo en medio de la nada porque me gusta la nieve? —Bueno, entonces, tal vez deberías correr hasta tu artista del tatuaje para deshacerte de lo que hicimos la noche de la boda de Limos. —Confía en mí, es lo siguiente en mi lista. —Girando sobre si mismo caminó hacia la puerta, pero ella lo agarró del brazo. —¿En serio? —Parecía como si hubiera recibido una bofetada bastante dura que la hacía sentirse entumecida. —Creo que serías feliz de tener todo lo relacionado con nuestra relación en silencio. Si fuera inteligente, sí, sería feliz. Pero nunca había hecho las cosas de la manera fácil. —Tenemos que resolver las cosas, Jinete. Tenemos que hacerlo de forma natural, no a través de trucos artificiales. —¿Y por qué tenemos que hacer eso? —Porque te guste o no, siempre estaremos conectados a través de este bebé. —Un bebé que planeas regalar. Un bebé que no quieres. —Maldita sea, Thanatos —le replicó ella—. ¿De verdad quieres este bebé? Si hubiéramos venido a ti y te hubiéramos pedido que me hicieras un bebé ¿qué habrías dicho?

cuenta lo que yo creía acerca de mi Sello, pero este es el maldito siglo XXI. Los médicos podrían haber hecho que eso sucediera.

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—Habría dicho que sí —gritó—. El sexo estaba fuera de cuestión, teniendo en

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Él se volvió hacia ella.

—No podíamos correr ese riesgo. El texto en el documento era muy específico acerca de una unión física y el hecho de que tenía que ser secreto. —Ahora sabían que los detalles del pergamino habían sido establecidos para engañar a la Égida para que tomaran la virginidad de Than, pero en ese tiempo, sus colegas estaban desesperados por seguir lo que decía la carta—. ¿Y si hubieras dicho que no? Obviamente Limos no podía hacerlo, y estábamos condenadamente seguros de que Ares no iba a apartar a Cara a un lado para tener sexo conmigo. Thanatos gruñó. —Eso no habría ocurrido. —¿No es eso lo que acabo de decir? Su voz se hizo ronca. —Aun así debisteis haber acudido a mí. Dios, era muy terco. —Hicimos lo que creímos que teníamos que hacer. El destino de todo el maldito mundo estaba en juego. Él frunció el ceño. —Así que el fin justifica los medios. Las necesidades de la mayoría por encima de las necesidades de unos pocos, como diría Spock. —En este caso, sí. —Ella se abrazó a si misma, sintiendo un escalofrío a pesar del fuego—. Pero no creas que no tengo remordimientos. Algunos de nosotros no podemos purgar las emociones a través de un tatuaje. Tenemos que hablar.

culpa con una simple visita a un artista del tatuaje. No es mi trabajo hacer que te

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—No, tú necesitas hablar. Y estás celosa porque no puedes deshacerte de tu

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Su ceño se profundizó.

sientas mejor acerca de lo que has hecho, Regan. —Sus palabras cayeron sobre ella como golpes, pero se mantuvo firme. —¿Nunca has querido no seguir el camino fácil de algo así? En un ágil y suave arrebato, la apoyó contra la pared, su cara contra ella, sus ojos ardiendo con pesar. —¿Crees que mi vida ha sido fácil? ¿Alguna vez has visto a todos en el pueblo con los que creciste morir a manos de demonios? ¿Has matado al hombre que llamabas padre, porque estabas loco por la muerte y destrucción causada por dichos demonios? ¿Has sacrificado a tu mejor amigo? ¿Asesinado a miles de personas? ¿Visto la carnicería que dejabas atrás una y otra vez de tantas guerras que todas se van confundiendo entre si? ¿No? Bueno, hasta que lo hayas hecho, no me hables acerca de lo que es fácil. Ella no sabía por qué hizo lo que hizo a continuación. Tal vez fue debido a que el dolor de él estaba tan fresco en su mente. Tal vez fue porque su cuerpo duro se sentía muy bien tan cerca de ella. Tal vez porque su boca estaba tan cerca. Fuera lo que fuese, la hizo hacer algo que los sorprendió a ambos.

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Lo besó.

Dieciseis

E

lla lo estaba besando. No era sólo un beso en la mejilla o en los labios. Regan había metido su mano entre su cabello y acercó su boca a la suya. Su lengua se deslizó entre los labios chocando con la suya y el

calor se desencadenó con tanta rapidez que la mente de Thanatos se transformó de la sorpresa a la lujuria en cuestión de segundos. Santo infierno, lo enloqueció, lo enfureció y lo puso caliente, lo confundió con tanta fuerza que no tenía ni idea de donde estaba. Se estaba haciendo cada vez más difícil recordar por qué estaba tan enfadado con ella. Él le había dicho que iba a conseguir un nuevo tat18 para deshacerse de su ira, pero no estaba seguro de que fuera necesario. No cuando ella lo estaba besando de la forma en que lo estaba haciendo, con una mano enredada en su cabello y la otra aferrándose a sus bíceps. La acercó contra él, con cuidado de no ejercer demasiada presión sobre su vientre. Un suave gemido se le escapó a ella y él se lo tragó, con uno de los suyos. Su cuerpo se sentía tan bien cerca del suyo, e incluso sus curvas adicionales le quedaban bien. Se produjo un golpe en la puerta, seguido por la ronca voz de Ares. —¡Hey!, Than. De mala gana, o quizá con gratitud, Thanatos interrumpió el beso y le gritó a su hermano.

la noche anterior y la puso sin miramientos en las manos de Regan. 18

*tat - tatuaje

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Rebuscó en el bolsillo trasero la cuchilla forrada en cuero que había escondido

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—Espera.

—¿Mi daga? Él asintió con la cabeza. —Puede que no sea de utilidad contra Peste. Ha creado una cierta tolerancia contra el veneno que la recubre de Sabueso del Infierno. Pero es mejor que nada. Y debe funcionar si... —Si el Sello se rompe. —Sí. Y Regan... no tengas miedo de usarla contra mí. —Levantó los ojos para encontrarse con él, la gravedad de sus palabras claramente establecida—. Tengo que irme. —¿Para hacerte un tatuaje? —Su voz sin aliento y llena de amargura. —No —dijo con la misma amargura—. Para hacer cosas que requieren mayor cantidad de tinta. Eso le hizo a ella poner los pies en la tierra. —Lo siento. —Ella miró hacia el suelo, joder, ¿justamente no le dijo Eidolon que no la disgustara? ¿Y qué había hecho él en su primera oportunidad? —No, yo lo siento —murmuró. Los ojos de Regan se iluminaron y se quedó con la boca abierta. ¿No era increíble que siendo él tal imbécil una disculpa conmocionara jodidamente a alguien? —Maldita sea —suspiró—. Tengo que irme, pero no quiero... —Levantó la vista hacia el techo de vigas de madera, como si le pudieran ayudar con esto—. No

completo. —Sí. Lo que tú quieras.

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—¿En serio? —Ella sonaba tan esperanzada que le hizo perder el equilibrio por

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conseguiré el tat. —Más increíble aun, se había convertido en una chica.

Ella entrecerró los ojos mirándolo. —¿Por qué? Estás siendo demasiado agradable. —Tal vez me siento mal por no creerte cuando me decías que estabas en peligro por mis vampiros. —Y en realidad, sí, lo hacía. Él no debería haber desestimado sus instintos de Guardián tan fácilmente... ella era un Guardián por una razón, y por mucho que odiara a la Égida, no podía negar que había existido durante siglos porque sus miembros no eran unos completos idiotas. No todos ellos, al menos. —¿Quién ha sido? —preguntó. Thanatos apretó los dientes y gruñó. —Dariq. Ha estado conmigo desde hace casi 900 años. El Caminante Diurno apenas se despertó de su transformación, estaba confundido y hambriento, cuando Than le dio la opción de servirle o morir. Dariq había elegido la muerte. En lugar de matar a Dariq, Than se había apiadado del nuevo vampiro y lo trajo a su fortaleza para que los otros Caminantes Diurnos pudieran enseñarle cómo vivir. Evidentemente el extraño momento de compasión de Thanatos había sido un error. Era un gilipollas así era como pagaba a Thanatos por mantenerlo con vida, ¿o sería verdad eso de matar al hijo de Thanatos y comenzar el Apocalipsis?

el repentino impulso de abrazarla y darle las gracias. Estaba tan confundido.

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—¿Hay algo que pueda hacer? —preguntó Regan, con tal sinceridad que tuvo

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Ya era hora de llegar al fondo de esto.

—Sólo cuídate —dijo con voz ronca. —Me sentiría más segura si hubiera Guardianes aquí conmigo. —No los necesitas. Estoy organizando una mayor protección. Por eso Ares está aquí. Ella suspiró. —No se trata sólo de protección. Es por tener una cara amiga por aquí. Alguien que esté de mi parte. Como si él fuera el enemigo. —Yo estoy de tu parte. —No —dijo en voz baja—, estás de parte del bebé. Me gustaría... ya sabes... un amigo. —Su voz se quebró en la última parte, y la imagen de Decker le vino a la cabeza. El escorpión tatuado en su cuello se ondulaba mientras el aguijón se clavaba en él con ganas. —¿Quién? Su boca se abrió, pero no salió nada, como si no supiera la respuesta a su pregunta. Y demasiado tarde, se acordó de lo que había dicho durante la cena sobre mantenerse ocupada y no tener vida social. Ah, y sus compañeros llamándola shitspawn. Su reacción prácticamente confirmó sus sospechas de que ella no tenía amigos.

—No importa. Ares aporreó la puerta otra vez.

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Finalmente, ella murmuró:

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Ellos dos eran igual de extraños, ¿o no?

—No tengo todo el día. Algunos tenemos un Apocalipsis a donde ir. Extrañamente indeciso entre el deseo de hacer que Regan se sitiera mejor — incluso aunque no sabía cómo— y conseguir alejarse de ella lo máximo posible antes de causarle más daño, Than vaciló. —Regan… —Ve —dijo—. Tengo que llamar a Kynan de todos modos. Y hay cosas que puedo hacer en la biblioteca. Sintiendo como si hubiera sido despedido —ella era buena en eso— Than abrió la puerta de la habitación para encontrar a Ares de pie en el pasillo acompañado por dos Sabuesos del Infierno, sus garras se clavaban en el suelo de piedra. Ares no perdía el tiempo ni se andaba con rodeos. —¿Sabes cuántos de tus vampiros están involucrados? —No, pero estoy a punto de averiguarlo. —Than sacó su móvil del bolsillo y escribió un texto para Kynan mientras hablaba—. Puse a Dariq en el calabozo hasta poder interrogarlo. He restringido a los demás a sus aposentos hasta llegar al fondo de esto. —Y él llegaría hasta el fondo del mismo, aunque tuviera que poner a cada uno de ellos en la cámara de tortura—. Dime que estás aquí para ayudarme a vigilar a Regan. Ares asintió con la cabeza. —Limos y yo podemos turnarnos, pero he traído un Sabueso para que nos ayude cuando no podamos.

a tener un montón de accidentes, y no de la clase, Uy, Fido se ha meado en el suelo. Con Sabuesos Infernales eran más de tipo, Uy, Fido se ha comido a mi vecino.

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excelentes mascotas para la casa, pero Than no estaba convencido. Parecía que iban

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Thanatos miró las dos bestias. Ares podría haber decidido que serían

—Odian a Peste —le recordó Ares—. Cualquier cosa que desee Peste, los Sabuesos Infernales lucharán por defenderla. —Y Peste desea a Regan y a mi hijo, muertos. —Than asintió con la cabeza con decisión—. Está bien. Los chuchos pueden quedarse. Ares ordenó a la bestia infernal Uno que se quedara en la puerta del dormitorio y luego la bestia infernal Dos se unió a ellos mientras se dirigían a la mazmorra. El olor a sangre llegó a Thanatos en el escalón superior. El hedor a muerte le golpeó por la mitad. Y en la parte inferior, la fetidez de una nueva traición le arremetió como un golpe de un ariete 19. Dariq había sido estacado y colgado de cadenas, un mensaje claro para Thanatos. Dariq no hablaría. Lo que también era evidente era que Dariq no era el único traidor de la casa.

*Ariete - Antigua máquina de guerra empleada para derribar murallas, formada por una viga larga y pesada, reforzada en uno de sus extremos con una pieza de hierro o bronce, generalmente labrada en figura de cabeza de carnero.

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Alguien había matado a Dariq para evitar que diera nombres.

Diecisiete

K

ynan llegó a la fortaleza de Than quince minutos después de que Regan lo llamara. La encontró en la biblioteca, no se molestó en decir hola ni en sentarse, sin embargo sí detuvo su mirada en el Sabueso

del Infierno que hacía de su niñera, a pesar de que ella le había dicho a Ky que esa cosa era un amigo. La bestia se acercó silenciosamente rasgando con una garra los pantalones vaqueros de Ky mientras él caminaba. —Estaba pensando en venir hoy antes de que llamaras —dijo, lanzando una mirada molesta al Sabueso del Infierno—. Eidolon dijo que fuiste envenenada. ¿Estás bien? —Estoy bien. Y, como puedes ver, tengo un guardián permanente. —Thanatos me mandó un mensaje de texto. Dijo que podría traer algunos guardianes para ti. Pidió específicamente una mujer para que tuvieras a alguien con quien hablar. La mandíbula de Regan cayó. —¿En serio? —Sí, y es cuestión de tiempo. Haremos unos arreglos para traer algunos aquí por la mañana. —Le entregó una bolsa de plástico de supermercado—. Lamento este ir y venir, pero me tengo que ir. Nos aseguraremos de que tengas algunos guardianes. —Él apuntó con la cabeza a la bolsa en su mano—. Hace trescientos

—Lo hago. Y gracias de nuevo.

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que sepas lo que estás haciendo.

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años, casi cuarenta Guardianes murieron para conseguir ese libro, así que espero

Ky se fue, y Regan volvió a subir la escalera de mano para alcanzar el libro que había estado buscando antes de que Ky llegara. —¡Regan! Por los nueve anillos del infierno, ¿qué estás haciendo? —El rugido de Thanatos no sorprendió a Regan, pero el Sabueso del Infierno que estaba tendido cerca de la puerta de la biblioteca dejó escapar un ladrido asustado. Tranquilamente, Regan cambió su peso en el peldaño superior de la escalera de mano. —¿Realmente hay nueve anillos del infierno? Pensé que era ficción. —Así es. —Than entró en la habitación y se colocó lo más cerca que pudo sin tocarla, aunque sus manos se acercaron para sostener sus caderas—. Baja. Te vas a caer y lastimarte a ti o al bebé. Cogiendo su premio, Regan bajó tambaleándose lo suficiente para que Thanatos la agarrara por las caderas para sostenerla. Durante un largo segundo, se quedaron así, como si estuvieran confundidos de encontrarse a si mismos en un casi-abrazo, y no estuvieran seguros de qué hacer al respecto. Regan se aclaró la garganta. —¿Estas contento ahora? —No. —Las manos de Thanatos se demoraron en su cintura, y la sensación cálida, y agradable se filtró a través de ella, cada vez que él la tocaba la sensación regresaba. —¿Por qué sucede eso? —preguntó—. La calidez. Tiene algo que ver con el

rubor. —Ares experimenta ciertos efectos cuando está cerca de su agimortus-Cara. El bebé me está afectando, también.

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Thanatos dio un paso atrás, con sus mejillas sonrosadas con un indicio de

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bebé, ¿no?

—¿De la misma manera? Su mirada cayó a su vientre. —Similar. Mi armadura no se suaviza, pero cuando estoy cerca, la sensación de muerte en todo el mundo está en silencio. —¿Es eso algo bueno? —Muy bueno. —Sus cejas rubias se juntaron en un ceño fruncido contemplativo—. No me había dado cuenta, pero no había tenido esa especie de calma desde que era un niño. Era difícil imaginar a Thanatos como un niño, haciendo cosas normales como jugar. O reírse. Pero se alegró de poder darle un poco de paz. —¿Tuviste una infancia feliz? —La mejor. —Una sonrisa nostálgica curvo las esquinas de su boca, una que partió a su habitual, inmortal guerrero y expuso a un hombre con recuerdos y emociones normales. Sin pensarlo, ella se acercó y rozó con el dorso de sus dedos su mejilla, con ganas de sentir al hombre y no el guerrero. La mirada de Thanatos capturó la suya, sujetándola con una intensidad que crepitaba sobre toda la superficie de su piel. El deseo latía en sus venas, encendiéndola tan fácilmente cada vez que la miraba. Incluso cuando estaba enfadado, el poder que emanaba de él funcionaba como un afrodisíaco en ella, y se preguntó si tal vez el intenso efecto sexual había sido heredado de su madre súcubo.

fuerte que un susurro, pero Than se estremeció como si ella hubiera gritado.

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—¿Cuándo fue la última vez que fuiste así de feliz? —Su voz era apenas más

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O tal vez Regan era extraña.

—Hace demasiado tiempo —dijo con voz ronca, y su corazón se rompió por él. De alguna forma, tenía que encontrar una manera de traer un poco de felicidad a su vida. Dejando caer la mano de su cara, sujetó el libro contra su pecho y sacó otro libro de la bolsa que Ky le había traído. Tal vez este sería un buen comienzo. —Le pedí a Ky que te trajera esto de nuestra biblioteca. Than cogió el ejemplar, y en el momento en que lo tuvo en sus manos, inhaló en una maldición. —Regan. Tú sabes... ¿sabes lo que es esto? —Bueno, sí. Es por eso que lo pedí. Es el libro que has estado buscando. El tercero en los diarios de la súcubo. Su mirada se encontró con la de ella. —Esto tiene valor incalculable. —Probablemente más para ti que para nosotros —dijo en voz baja. Sí, la Égida estaba desesperada por todo lo que podía conseguir cuando se trataba de documentos históricos y demoníacos, pero para Thanatos, esto era algo personal. Para la Égida era necesario, pero Than lo necesitaba. —Yo… yo no estoy seguro de qué decir. —Ya somos dos. Ky dijo que aprobaste que vinieran algunos Guardianes aquí. Como si estuviera avergonzado de ser sorprendido haciendo algo agradable, él

Ella no mencionó el hecho de que él había pedido concretamente un Guardián femenino, y eso no se trataba de tener un guardia. Eso se trataba de ser un tipo decente y cariñoso, y cuantas más evidencias veía del hombre detrás de la

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—No puede hacer daño tener más guardias.

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volvió a mirar el libro y murmuró:

armadura, más quería ver ese lado de él. Más cerca quería estar. Muy poco en su vida se le había dado a ella —había tenido que trabajar, incluso para los más pequeños tesoros. Pero Thanatos quería darle cosas, como sus comidas favoritas y un amigo de la Égida, y maldita sea, ella quería darle un gran y sentimental abrazo. Se conformó con un ronco: —Bueno, gracias. Él inclinó su cabeza asintiendo y luego hizo un gesto hacia el libro que ella tenía en la mano. —¿Qué es? —La historia de un espectador de vampiros. —Ella deslizó la punta de sus dedos sobre la tapa de cuero agrietado—. Me acordé de dónde oí hablar del término «Bludrexe», y quería confirmar algunas cosas. Por desgracia, ya que no tengo acceso a la biblioteca de la Égida, no puedo encontrar lo que estoy buscando. Pero espero poder encontrar algo similar en tu biblioteca. Unas sombras cubrieron la expresión de Than. —El término no se encuentra en ese libro. —Está bien. De todos modos será una lectura interesante, estoy segura. Than le sonrió, lo que la hizo sospechar al instante. —Puedo encontrar mejor material de lectura para ti. —Sacó de un estante el libro Erótico de Jinetes que había leído la última vez que había estado aquí—. Sé

intentando distraer su atención del libro vampiro o estaba tratando de avergonzarla. Tal vez ambas cosas.

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Puesto que era imposible que estuviera coqueteando con ella, o bien estaba

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cuánto te gusta este.

Probablemente ambas cosas. Tenía un extraño sentido del humor. Por desgracia, a ella le resultaba extrañamente atractivo. Ella le devolvió la sonrisa, tan empalagosamente dulce mientras ardía la de él. —Gracias, pero tengo las hormonas del embarazo que me mantienen caliente y cachonda por la noche. Sus ojos se aferraron a ella, manteniéndola inmóvil. —¿Hacen que te pongas caliente? —La forma en que dijo «caliente», su tono oscuro, profundo y un poco jadeante, hacía bailar a sus hormonas. Ella lo deseaba. Desde el momento en que había puesto los ojos en él, pero tenía que arruinarlo todo, ¿no es así? —E irritable —agregó rápidamente—. No te olvides de irritable. —No creo que seas así de irritable, especialmente teniendo en cuenta todo lo que ha pasado y la situación en la que estamos. —Cruzó los brazos sobre el pecho y apoyó la cadera contra el escritorio, sus pies calzados con botas se cruzaron en los tobillos—. Hablando de eso, alguien mató a Dariq para evitar que hablara. Hasta que descubra lo que está pasando, estoy confinando a todos los vampiros a sus aposentos o a otras dependencias. Van a sudar su propio miedo, te prometo eso. Y no van a volver a entrar aquí. Maldita sea, ella había esperado que Dariq hubiera estado trabajando solo. La idea de que más vampiros pudieran venir después la tenían tanto asustada como cabreada. Nadie le haría daño a su bebé. —Está bien, concéntrate en buscar a tus vampiros malos, y yo trabajaré en eso

—Este libro estaba en mi biblioteca privada que guardo bajo llave —dijo—. No tengo idea de lo que está haciendo por aquí, pero no es para los ojos de un Sigil.

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pudiera intentar leer, Than dejó caer su mano sobre el libro con un gruñido.

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del Bludrexe. —Ella colocó el libro sobre el escritorio y lo abrió, pero antes de que

Bueno, no era tan interesante. —Thanatos, escúchame. Creo que, quien escribió esto, también podría haber escrito el texto que recuerdo haber visto con el término Bludrexe. La vibración de ambos es la misma. Se mencionaba a tu padre, e indicaba que se podía encontrar el resto de la historia dentro de pergaminos escondidos en una mezquita prohibida en Irak que incluso la Égida no ha sido capaz de tener acceso. Tal vez pueda obtener más información aquí, y entonces podríamos ir a la mezquita… —Déjalo ya, Regan. —Pero ellos hablan del Apocalipsis —dijo abruptamente—. En el momento en que leía los textos, no me centre en el Apocalipsis porque era una vaga referencia. Pero ahora que todo esto está sucediendo con tus vampiros, creo que podría tener cierta importancia. Los textos fueron escritos por alguien que decía ser el primer vampiro. Mientras él agonizaba, un ángel se le apareció y perdonó al moribundo. Luego, un ángel femenino se unió al primero, y discutieron sobre el fin de los días. —No me importa. Ella lo miró con una incredulidad total. Cuando finalmente encontró su voz, destilaba furia. —Tú, Jinete terco. El Apocalipsis ha estado en una cuenta atrás desde los últimos cinco mil años. Eso es lo que la Égida ha estado tratando de evitar. Esto es de lo que… —ella tamborileó sus dedos sobre su vientre—, se ha tratado todo esto. Estamos en el precipicio del infierno, ¡y este maldito libro podría tener una idea de lo que necesitamos! —¿Crees que no sé de qué se trataba? —gritó él, pinchando con el dedo en el

millones de vidas. Pero ¿sabes qué? No me importa. Probablemente soy el único hombre en el planeta que no quiere ser usado solo para tener sexo. Que no quiere ser tratado como un pedazo de carne. Tal vez eso me hace un enorme maldito

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follaste por el bien del mundo. Lo hiciste con la esperanza de salvar a miles de

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vientre de ella—. Sí, lo entiendo, ¿está claro, Regan? He comprendido que me

maricón, pero me importa una mierda. Pensé que me deseabas como yo te deseaba. —Golpeó con su puño sobre el libro tan fuerte que el escritorio saltó del suelo y el Sabueso del Infierno se puso en pie, mostrando los dientes. —Lo hice —le susurró—. Te deseaba. —Deseabas lo que yo podía darte. Tú no me deseabas. Ella respiró sobresaltada. ¿Él... quería que ella lo deseara? —Te lo juro, Thanatos. Yo te deseaba. Me preocupaba por ti. —Todavía me preocupo por ti. Tanto que estaba empezando a sospechar que, incluso si sobrevivía a los meses de la venganza que Than había previsto, no sobreviviría a su rechazo después. —Si te importara, no regalarías a nuestro hijo. El dolor la acuchilló, pero ella se lo regreso a él. —Si te importara, ¡me dejarías investigar esto con la esperanza de encontrar algo que le salve la vida! Hubo una pausa tensa y larga mientras Thanatos la miraba fijamente, sus ojos brillaban y el vapor casi silbaba por su nariz como un toro de caricaturas. El Sabueso del infierno se acercó más a ella, aunque no estaba segura de si eso era bueno o no. Finalmente, Thanatos entró en razón. —¿Dónde en Irak?

—No existe tal cosa.

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Él soltó un bufido.

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—La mezquita de El-Sheoulate.

Si esto hubiera sido hace apenas nueve meses, Regan se hubiera enorgullecido de que la Égida supiera algo que un ser sobrenatural de cinco mil años de antigüedad no sabía. Pero en este momento necesitaba mantenerse en el lado bueno de él. O al menos, permanecer en su lado no-homicida. —Es un refugio demoniaco debajo de una mezquita existente. Es por eso que no hemos sido capaces de entrar. —Tenéis Sigils en Irak, así que ¿por qué no habéis eliminado a los demonios? —Porque la mezquita real, se encuentra en una ciudad donde la mayoría de los gobernantes locales son ter'taceo, y además son un gran número de la población civil. La Égida no puede ni siquiera acercarse. —Dime dónde está. Mis hermanos y yo nos encargaremos de los demonios. —Te lo mostraré. Cruzó los brazos sobre el pecho. —Tú me lo dirás. —¿De verdad vamos a discutir sobre esto? —No estás en condiciones de ir. Traeré los pergaminos y luego los devolveré. —Thanatos, no pueden ser retirados de la mezquita o se convertirán en polvo. Todo dentro de la mezquita está vinculado a ello. Sabes lo común que es que los demonios vinculen objetos a lugares sagrados. Así que a menos que tú o tus hermanos seais capaces de leer pergaminos de la forma en que yo lo hago, me necesitas. Puedes llevarme y sacarme en un instante. —Casualmente pasó la punta

Muy enfadado con el Bludrexe—. Además, me estoy sintiendo un poquito claustrofóbica. Necesito salir un poco de aquí. Y tengo que recordarte que ningún

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el escritorio y abrió su don empático. El autor estaba enfadado cuando lo escribió.

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del dedo sobre la escritura en los libros que Thanatos todavía seguía sujetando en

demonio puede tocarme, y dudo sinceramente que vayamos a encontrar demonios de las heladas en Irak. —Bien —gruñó—. Pero permanecerás pegada a mí, y a la primera señal de peligro, estarás fuera de allí.

—Chicos estoy empezando a sentir que vosotros sólo me llamáis cuando necesitáis algo —Wraith le dio un puñetazo en el hombro a Thanatos lo suficientemente fuerte como para hacerle daño, incluso a través de la armadura—. La próxima vez que me llames, ¿qué tal si es para tomar una cerveza de barril? —Pensé que te gustaba pelear, demonio. —Es mi segunda cosa favorita de hacer. —Wraith, recogió su pelo rubio que llegaba hasta el hombro con una cinta de cuero, y luego probó uno de los picos de su estrella de lanzamiento—. Pero podrías al menos recibirme con hamburguesas y cerveza para empezar. Than no tenía que preguntar cuál era su primera cosa favorita. Amigo, era un demonio del sexo, hermano de Shade y Eidolon. —No hay tiempo para hamburguesas y cerveza. —La historia de mi vida —murmuró Wraith.

cabeza. —Podríamos haber hecho esto sin ningún molesto demonio, sabes.

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los había guiado, terminó de atar su cabello en un moño sobre la coronilla de su

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Limos, de pie en la entrada secreta subterránea de la mezquita a la que Regan

Ares pasó entre ellos y se movió por el oscuro pasillo. —¿Recuerdas cómo Wraith encontró tu agimortus? Él encuentra cualquier mierda, y cuanto más rápido encuentre los textos de Regan, mejor. Textos que no iban a ser leídos por nadie, excepto por Thanatos. No estaba seguro de lo que decían, pero si insinuaban algo de su secreto, no podía arriesgarse a que nadie lo supiera. No podía ser responsable de la destrucción de toda una raza de personas, y sólo esperaba como el infierno que los pergaminos de Regan sólo proporcionaran información acerca de su padre. Agarró la mano de Regan y la apretó, manteniéndola cerca, tal como lo había hecho desde que encontró a Dariq muerto en su calabozo. Y puesto que ella había admitido que lo deseaba. Y ya que ella le había dado un libro de un valor incalculable. Y desde que se había dado cuenta de lo muy idiota que era haberla aislado de sus compañeros de la Égida. Cuanto más llegaba a conocerla, más se daba cuenta de que la Égida era todo lo que ella conocía y todo lo que tenía. Él quería darle más, pero no sabía cómo. No sabía si ella aceptaría algo de él. Así que había cedido y le dijo a Ky que le asignara algunos Guardianes. Ella, por su parte, le había dado un tesoro, un libro que había buscado durante siglos. No tenía la menor duda de que la Égida lo consideraba como un tesoro también —no, él sabía lo valioso que era para la Égida. Justo antes de que Than los trajera a todos aquí, Ky había llamado. —Regan tiene muy pocas cosas a las que llamar suyas, y negoció su posesión más preciada, una oración escrita por la mano de un ángel, para conseguir ese libro

responder. En cinco mil años, le habían dado un montón de regalos, sobre todo por parte de sus hermanos, pero este libro, que comenzaba con, Mi hermana, Lilith,

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Eso que Regan había hecho lo conmovió y no estaba seguro de cómo

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para ti.

estaba decidida a dormir con el ángel Yenrieth, pero no si yo puedo llegar a él primero, significaba mucho. Cualquier nueva información que pudiera encontrar sobre Yenrieth era más valiosa que el oro. Regan le había dado eso. También iba a darle un hijo, que sería mucho más valioso que todos los libros de su biblioteca juntos. Él la mantuvo a su lado —probablemente más cerca de lo necesario— mientras se alejaban del lugar justo dentro del túnel subterráneo que se abría frente a ellos. Como la mayoría de los demonios habían reclamado la tierra, los pasajes de piedra y llenos de suciedad, estaban iluminados débilmente por un resplandor de otro mundo. Thanatos podía ver tan bien como si estuviera a la luz del día, pero Regan, sin sus joyas de la Égida encantadas, tenía que entrecerrar los ojos, lo que era otra razón para mantenerla cerca, especialmente teniendo en cuenta que el suelo era rocoso y desigual. Gracias a la protección del bebé, podría ser inmune a las lesiones de demonios, pero una caída podía hacerle daño a ella o a su bebé. Wraith y Ares tomaron la delantera, y Limos iba detrás de Than y Regan. —¿Hasta dónde tenemos que ir? —preguntó Limos, y Regan negó con la cabeza. —No tengo idea. El mapa trazado que vi en los escritos del vampiro no era preciso exactamente. —Fantástico. —Wraith tiró su estrella ninja al aire y la atrapó entre dos

La cuña afilada cortó el aire con un silbido, seguido por el rugido de su portador.

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—¡Mierda! —Ares rodó hacia un lado, esquivando una hoja de hacha enorme.

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dedos—. Podríamos pasar días deambulando…

El túnel volvió a la vida con el movimiento de decenas de especies de demonios que los rodearon, subiendo por las paredes, el techo, y volando por el aire sobre sus cabezas. En un instante, una sangrienta batalla estalló, pero Than no iba a jugar. Tenía miles de almas a su disposición y ellas ansiaban ser liberadas. Él lanzó un centenar, sus gritos entusiastas se unieron a los gruñidos y quejidos de los demonios que eran heridos por sus hermanos. Wraith pasó a través de los demonios como un colmillo a través de la carne, su encantamiento lo mantenía a salvo, siempre y cuando no aparecieran ángeles caídos. Junto a él, Regan levantaba su mano para tocar a cualquier demonio que estuviera lo suficientemente cerca de ella, enviándolos a volar hacia atrás conmocionados. Than se permitió una pequeña sonrisa. Su hijo era sorprendente. Así como Regan. Ella ni siquiera se inmutó con la avalancha de demonios, manteniendo una mano protectora sobre su vientre y la otra lista, con sus dedos empuñando la daga. Y cuando un demonio de diez metros, con tentáculos como látigos golpearon la mejilla de Than, Regan gruñó y atacó con su daga, cortando las extremidades del demonio y enviándolo chillando a la oscuridad. Hombre, su ferocidad lo vitalizaba. Ella podría tener casi nueve meses de embarazo, pero todavía estaba en su elemento aquí abajo mezclándose en una caverna llena de demonios. Era extraño cómo ahora mismo quería envolverlos a ambos en plástico de burbujas para protegerla y tenerla desnuda para poner en marcha esos meses de placer que le había dicho. Pero esta vez, él no quería llegar al orgasmo solo.

Repitieron el escenario cuatro veces más antes de llegar a una tosca escalinata de piedra que conducía a una fosa llena de coloridos azulejos que se convertían en primitivas imágenes en mosaico.

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presentimiento de que esto era sólo el comienzo. Resultó que tenía razón.

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La batalla había terminado en menos de dos minutos, pero Than tenía el

—¿Qué es esto? —Limos se paró en el centro de un diseño que representaba a un infernal semental destrozando un demonio. Thanatos entrelazó sus dedos con los de Regan mientras la llevaba cuidadosamente entre otros diseños, que representaban en su mayoría violencia, otros formaban escenas de sexo, algunos reflejaban ambos. —No los piséis —dijo Than en voz baja—. Este es un lugar de adoración. —Los demonios de los cuadros son dioses. —Ares rodeó ágilmente la imagen de un demonio con cuernos y una docena de ojos que se rumoreaba que comía tres elefantes en una sola sesión—. Podrían cobran vida. Regan tiró de la mano de Than. —Um... ¿Así que si piso en aquella de allá? ¿Vuelves a la vida? Él siguió su mirada... e inspiró violentamente. Oh, mierda. Wraith descendió sobre sus talones y miró la semejanza de Thanatos con los cientos de azulejos brillantes que estaban en el suelo. —Amigo. ¿Por qué estás chupando el cuello de algún tipo? ¿Y por qué hay vampiros arrodillados a tus pies? Un sudor frío emergió en su piel. —Ni idea. Limos guardó su espada en la vaina con tanta fuerza que le hizo perder el equilibrio. Pero sólo por un segundo.

Thanatos exhaló una maldición.

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bastante buena olfateando mentiras. Y hermano, apestas.

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—Respuesta equivocada, Than. He pasado miles de años mintiendo. Soy

—¿Te acuerdas de tu noche de bodas, Limos? ¿Cuándo nos rogaste que dejáramos tus secretos en paz? Las mejillas de su hermana flamearon en carmesí, y cuando ella desvió la mirada, la vergüenza recorrió la piel de Than. En ese momento, no había entendido por qué ella se había protegido tanto de él como de Ares, pero ahora que su propio pasado se dirigía hacia él, lo entendió. Excepto que él no se estaba protegiendo a sí mismo. Estaba protegiendo a miles de vidas. —Thanatos —dijo Ares, dando un paso al lado de Limos—. Sea lo que sea, podemos ayudar. No, no podían, pero antes de que pudiera empezar a explicarse, Wraith se había levantado y golpeó con el puño atravesando un panel de piedra delante del altar. —Aquí —dijo—. Pergaminos. —¿Cómo diablos el demonio había encontrado esa mierda tan fácilmente? Regan se trasladó hasta los pergaminos con una luz ansiosa y curiosa en sus ojos. Le encantaban este tipo de cosas, ¿no? Encontrar cosas nuevas, resolver misterios… rasgos admirables, pero peligrosos cuando tú eres el que está manteniendo el secreto que ella está olfateando. Con mucho cuidado, retiró los pergaminos y los puso en la parte superior del altar. —Son tan delicados —dijo, mientras pasaba sus dedos sobre la superficie lisa—. Este... —Su dedo se detuvo en el medio de cinco pergaminos—. El autor está

en su columna vertebral. —¿Qué?

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Than se movió hacia ella, una sensación que no auguraba nada bueno bailaba

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tan enfadado. Espera. ¿Thanatos?

—Él está enfadado contigo. Pero por qué… Un grito resonó, y de un centenar de grietas en las paredes y techo, surgieron demonios, tan negros como la tinta y esquivos como sombras. —Joder. —Than agarró su guadaña—. Nulls. —La especie más rara de todos los demonios, criaturas carentes de vida y alma, atravesaron la caverna, inmunes a las almas de Than y a cualquier arma conocida. Sus bocas se abrían ampliamente con dientes afilados que se llevaban trozos de carne a cada pasada que hacían. Sólo Wraith y Regan eran inmunes, lo que molestó a los Nulls aún más, y cada mordida en la desprotegida cabeza de Than se volvía más sanguinaria. —No puedo abrir un portal —gritó Ares. Limos saltó sobre su cabeza, desplazando uno de los Nulls. —¡Tenemos que salir de aquí! Than comenzó a arrastrar a Regan hacia la entrada, pero se la puso detrás cuando los demonios salieron delante de él —algunos demonios claramente, otros en pieles humanas. Regan gritó, y de repente, su mano estaba vacía. Dio la vuelta justo a tiempo para ver cómo le era arrebatada por un vampiro. Uno de sus vampiros. —¡Markus! —Than se lanzó, pero Markus giró, utilizando a Regan como escudo, y Than tuvo que detenerse en el último segundo para evitar rebanarla a ella con su guadaña.

hacia atrás, paralizado por la daga de Wraith. Than atrapó a Regan antes de que cayera al suelo, pero con una impresionante agilidad, ella se dio la vuelta y golpeó con el puño la garganta del vampiro.

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mancha de demonio Seminus se deslizó detrás del vampiro y Markus se volteó

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Regan gritó obscenidades, alcanzando el cuello de Markus para arañarlo. Una

Sí, él la dejaría tener la satisfacción de hacer que Markus se ahogara con su propia sangre. Pero Than tenía que ser el que lo matara. Estrelló su pie sobre el pecho del vampiro con tanta fuerza que sus huesos se quebraron y le enseñó los dientes al cabrón. —¿Quién mató a Dariq, Markus? ¿Quién está involucrado en todo este complot contra mí? —Vete al infierno —jadeó Markus, y luego sonrió, sus colmillos destellaron húmedamente—. Tu puta y tu bastardo van a morir. —Te equivocas —gruñó Thanatos—. Tú morirás. —Arqueó su guadaña como en un club de golf, cortando la mitad superior del cráneo del vampiro. La sangre y los sesos salpicaron la pared y de repente, todos los demonios se desvanecieron. Se volvió hacia Regan para asegurarse de que estaba bien, pero la expresión de desconcierto en su rostro le dijo que nada estaba bien. —El tatuaje del vampiro —murmuró Regan, mientras miraba primero su mano y luego a Thanatos. Oh, mierda, ella había tocado el Tatuaje de Markus...—. El pergamino. Oh, Dios mío. No lo digas, Regan. No lo digas. —Tú. —Regan miró a Than como si le hubiera crecido una nueva cabeza—. Bludrexe. Sheoulic para la sangre del rey. Oh, Dios mío, eres tú. —Ella se tambaleó hacia atrás, apoyándose en un pilar ennegrecido—. Por eso el autor de los pergaminos está tan enfadado contigo. Un ángel caído no es el padre de la raza de

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los vampiros. Tú lo eres.

Dieciocho

R

egan aún estaba conmocionada por lo que había visto y sentido en el tatuaje del vampiro. De repente todo tenía mucho sentido. Ahora sabía por qué los Caminantes Diurnos podían tocarla, eran creaciones de

Thanatos.

Eran su sangre. En cierto modo, eran sus hijos. Él permaneció sobre su propio mosaico, unos riachuelos de color carmesí goteaban por su cara, su respiración entrecortada entraba y salía como si hubiera corrido una maratón. —Regan... Ares enfundó su espada y se acercó. —¿Qué está pasando, Than? —Esto no es algo que podamos discutir. —Era la voz de Thanatos con un gruñido bajo—. Y lo que has oído no puede salir de estas paredes. —Thanatos. —Regan puso las manos sobre su vientre para detener el temblor—. Estos vampiros están tratando de matarme a mí y a nuestro hijo. Creo que es hora de que nos enteremos de lo que está pasando. Durante largo rato, Than simplemente se quedó allí, con la cabeza gacha colgando de sus anchos hombros. Finalmente, se dejó caer contra una columna y se

—Todos nos volvimos locos —dijo Ares—. Nunca has hablado de lo que hiciste.

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—Después de ser maldecidos...

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quedó mirando el techo de azulejos.

—Porque no podía. Tú me preguntaste por mis colmillos… los adquirí con la maldición. —Él dejó escapar un largo suspiro—. Yo necesitaba sangre. No recuerdo mucho de esos primeros años, a excepción de que tenía hambre. Arrasé tomando la sangre de los humanos… Devasté pueblos enteros. Lo que no sabía es que aquellos a los que drenaba, después recuperaban la sangre perdida aunque no morían de inmediato, sufrían fiebre durante varios días antes de morir… y luego despertaban como vampiros. Caminantes Diurnos. —Su hambre es su condena —murmuró Regan—. De tu profecía. Siempre nos preguntábamos qué significaba eso. Than asintió con la cabeza. —Ahora lo sabes. —Maldita sea —exhaló Limos—. Yo siempre supuse que era tu hambre de conocimiento. Siempre estás recorriendo el mundo buscando libros y toda esa mierda. —Ella miró el mosaico de Than en el suelo—. ¿Entonces creaste todos los Caminantes Diurnos o pueden reproducirse? —Ese es el asunto —dijo Than—. Sólo yo puedo crear Caminantes Diurnos. Sin embargo, los Caminantes Diurnos... crearon Caminantes Nocturnos. —Joder —soltó Wraith, y Regan casi saltó. Había olvidado que él estaba allí. Probablemente porque estaba oculto en las sombras—. Así que tú eres algo así como mi... abuelo. Thanatos lo fulminó con la mirada. Wraith levantó las manos.

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—¿Por qué no nos lo dijiste? —preguntó Limos.

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—Tranquilo, abuelo. No quiero sentarme en tu rodilla o algo así.

—No podía —dijo Ares—. Con nuestros Sellos rotos, podríamos haber utilizado esa información para poner a los vampiros en su contra o hacerle daño a través de ellos... un montón de posibilidades. Thanatos asintió. —Harvester me advirtió que lo mantuviera en secreto para todos, incluyendo a mis hermanos. Sólo a los ángeles y a los ángeles caídos se les permite crear nuevas especies. Las especies no autorizadas son destruidas. —Así que has hecho una leyenda sobre la creación de los vampiros. — Reflexionó Wraith—. Y no era del todo mentira, porque eres parte ángel. —¿Cómo has mantenido tranquilos a los Caminantes Diurnos? —preguntó Ares. Regan se quedó mirando el Caminante Diurno muerto, cuyo cadáver estaba todavía intacto puesto que yacía en suelo Sheoulic, y lo comprendió. —Los tatuajes —dijo—. Son una especie de conjuros, ¿no? —Sí. —Than se limpió la sangre de la frente, dejando atrás una piel suave y sana—. Los tenía a todos marcados con un conjuro de silencio, por lo que ninguno de ellos podía hablar de sus orígenes. El problema es que hay Caminantes Diurnos sueltos. Wildings, los llamamos. He intentado reunirlos a todos, pero existen clanes ocultos. Algunos no quieren tener que elegir entre servirme o ser destruidos. Wraith resopló. —Imagínalo.

orígenes se descubre, y eso incluye a los híbridos como dhampires y mestizos como tú.

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especies de vampiros al completo podrían ser erradicadas si la verdad de sus

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—Es un precio muy alto —admitió Than—, pero la alternativa es que las

—Yo no soy exactamente un mestizo —dijo Wraith—. Soy más un capricho de la naturaleza. Pero mi compañero es fangy, por lo que mis labios están sellados. —Eso ni siquiera importa ahora. —La voz de Than era severa—. Los Wildings parecen estar rebelándose y teniendo a mi personal de su parte. Una vez que se inicie el Apocalipsis, todas las viejas reglas saldrán por la ventana, que es probablemente con lo que cuentan. Limos pateó el cuerpo del vampiro. —Me pregunto si Peste tiene algo que ver con la rebelión. —Parece tener los dedos en todos los pasteles —dijo Than. Ares bajó la mirada hacia la escena que representaba a Thanatos con los vampiros. —Estoy sorprendido de que Harvester haya mantenido tu secreto. No es que ella sea muy agradable. —No cabe duda de que hay una razón —dijo Limos, su voz goteaba acidez—. Entonces, ¿qué pasa con tus siervos Caminantes Nocturnos? ¿Saben tu secreto? Thanatos cerró los ojos, y Regan deslizó la mano en la suya. Esto debía ser difícil para él, pero ella sólo podía imaginar que existía también una parte de alivio por finalmente, poder compartir su carga con sus hermanos. Cuando Thanatos abrió los ojos, le dirigió una mirada de agradecimiento. —Lo saben. Ellos fueron creados por Caminantes Diurnos y de alguna forma lo descubrieron, ya sea porque fueron mordidos durante el día o se enteraron de la verdad

de

un

Wilding.

Están

tatuados

con

los

mismos

conjuros

de

de que no sabía leer ese particular lenguaje Sheoulic, podía sentir las emociones que

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Regan volvió a los pergaminos y con mucho cuidado desenrolló uno. A pesar

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confidencialidad.

surgían de la tinta. Estos estaban definitivamente relacionados con los textos que se habían descifrado en el Cuartel General de la Égida. —¿Puede alguien leer esto? Ares organizó los pergaminos en el orden pertinente. —La mayor parte de esto es una autobiografía de un vampiro tras su conversión. Mierda aburrida. El tipo era tan sensible. Cristo, Than, ¿no podrías haber convertido a alguien menos quejica? Thanatos le enseñó el dedo medio a su hermano. Ares acarició el último pergamino. —Pero este... Este habla de nuestro padre. El nombre del ángel era Yenrieth, quien el otro, un ángel oscuro llamó Cordero. Regan frunció el ceño. —Pero en los escritos bíblicos, ¿no es Cordero el que cree ser Jesús? Ares tamborileó con los dedos. —Creo que el ángel hembra lo usa como un insulto, pero luego ella habla de... —Ares silbó y dio un paso atrás tan rápido que ella creyó que el rollo lo había quemado. Limos y Than continuaron. —¿Qué es?

—Los ángeles lucharon. Ellos lucharon por los niños de Yenrieth y sus Sellos. Y cómo Yenrieth... mierda.

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—¿Por qué? —preguntó Thanatos—. ¿Qué dice?

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—He leído eso mal —dijo Ares—. Debe ser eso.

—¿Mierda, qué? —Thanatos se situó detrás de Regan y con cuidado la acercó a él, como preparándose para sujetarla por lo que se avecinaba. O tal vez apoyarse él mismo. —Cómo Yenrieth necesitaba dejar de escapar y aceptar su destino. —¿Y cuál es, exactamente, su destino? —preguntó Limos, sus ojos violeta se redujeron a ranuras. Ares se volvió hacia ellos. —En el libro del Apocalipsis, cuando se habla sobre el Cordero, se está hablando de Yenrieth. —Él se pasó una mano temblorosa por el pelo—. Si la profecía de la Daemonica falla, todavía tenemos que preocuparnos por el Fin de los Días bíblicos. —Ares miró de Limos a Than—. Y nuestro propio padre está destinado a romper los Sellos y comenzar el Apocalipsis.

Thanatos no devolvió a Regan a su fortaleza de inmediato. Necesitaba aire fresco y sol, espacios abiertos y el olor del mar. También necesitaba un poco de tiempo a solas con Regan para evaluar sus intenciones respecto a la nueva información que acababa de darle. Si ella le contaba a la Égida lo que había aprendido, podrían procurar que miles de sus enemigos

Salieron de su Portal de desplazamiento en la arena cálida y blanca. Regan sonrió a la brisa, sus mejillas brillaban intensamente a la luz del sol.

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La playa de Ares era el lugar perfecto y seguro para tener una pequeña charla.

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fueran destruidos en un chasquido de dedos de un ángel.

—¿Dónde estamos? —Grecia. La isla de Ares. Pensé que te gustaría un cambio del clima frío de mi casa. Ella levantó una ceja. —Y pensaste que estaría más dispuesta a prometerte mantener el secreto si no me sentía prisionera y a la defensiva. —Eso también. Con un suspiro, ella se acercó a la orilla del agua y se desplomó en uno de los bancos de piedra que Ares había repartido por la costa, donde ella se quitó los zapatos y dejó que las olas lamieran sus pies. —Al ocultar esta información a la Égida, estaría traicionándolos. —A pesar de que su sangre comenzó a hervir, ella continuó—. Pero tú eres el padre de mi hijo y no puedo traicionarte. —Absolutamente un dilema —gruñó. —Absolutamente. —Ella dio unas palmaditas en el asiento junto a ella y él se sentó, se sentía a gusto de estar con ella así, incluso cuando el tema del momento no era el más agradable—. ¿Qué sabes de tu padre? Él miró a lo largo de la enorme extensión de agua azul verdosa. Siempre le había encantado este sitio, pero compartir este hermoso entorno con Regan lo hacía aún mejor. Eso, y el hecho de que estar cerca del bebé atenuaba la sensación de muertes en todo el mundo. Casi podía sentirse en paz por primera vez desde su

pergamino es exacto, entonces él todavía estuvo cerca de algún modo durante algunas décadas. Sin embargo no me indica dónde está ahora. —Tenemos que encontrarlo.

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—No mucho. Desapareció después de concebirnos. Si el relato en ese

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maldición.

—¿Y por qué exactamente? Regan se volvió hacia él, con su cabello rizado en ondas suaves alrededor de su cara. —Vuestros Sellos bíblicos... ¿son diferentes de los Sellos de la Daemonica? No estaba seguro de donde iba con esto, pero asintió. —De acuerdo con Gethel, son anillos de metal que protegen el contenido de cuatro pergaminos almacenados en algún lugar en el cielo. ¿Por qué? —Porque si es cierto que tu padre es el Cordero mencionado en el Apocalipsis, podríamos necesitarlo para romper esos Sellos. Él parpadeó. —¿Por qué? —Lucharéis en el lado del bien, si los Sellos bíblicos se rompen, ¿no? La única forma de detener el Apocalipsis del mal podría ser comenzando el del bien. Al menos comenzaremos en nuestros términos. Daremos a la humanidad una oportunidad. De pronto, comprendió cuánto de guerrero tenía Regan. Hasta dónde estaba dispuesta a llegar para salvar al mundo, y por qué había aceptado seducirlo con el fin de quedar embarazada. Parte de su ira por lo que le había hecho se desvaneció y fue sustituida por un respeto, a regañadientes, por su coraje. —Sería como combatir el fuego con fuego —dijo. Pero el fuego celestial era tan destructivo como el que surgía del infierno.

Égida, era bombero. He leído todo sobre ellos, cuando era adolescente, ya sabes, tratando de conectar con él, sin embargo he podido.

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—Es gracioso que digas eso, porque antes de que mi padre se uniera a la

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Ella esbozó una sonrisa.

—¿Nunca lo conociste? Negó con la cabeza. —Murió antes de que yo naciera. Aunque supongo que decir que murió no es tan preciso como la forma en que a Lance le gusta decirlo. Lance dice que fue «puesto a dormir». Sonaba como que ese Lance era un gilipollas que necesitaba ser «puesto a dormir». —¿Qué sabes de él? Una mano cubrió su vientre. Se había dado cuenta que hacía eso mucho cuando estaba estresada. —Procedía de un pequeño pueblo en Oregon. Jóvenes con problemas. Las cosas habituales que finalmente conducen a la gente a la Égida. Supongo que quería ser bombero toda su vida y después de sólo dos años de la misma, se topó con un demonio chamuscado. Él como que enloqueció hasta que descubrió la Égida y que los demonios eran reales. Fue mi madre quien lo ayudó a alistarse y luego él quedó poseído, la dejó embarazada y aquí estoy. —Ella bajó la mirada hacia donde el bebé se movía debajo de la camiseta—. ¿Y tú? Quiero decir, sé que nunca has conocido a tus verdaderos padres, pero pensabas que eras humano durante los primeros años de tu vida, ¿verdad? No estaba seguro de qué le hizo hacer lo que hizo después, pero él extendió su mano y le cubrió la mano con la suya. En un instante, la cálida conexión pasó por él, esa soga virtual que parecía enlazarlos a los tres juntos. La sensación era

demás. Sanaba rápido. Percibía cosas que los demás no podían ver, como Portales de desplazamiento y demonios. Yo era el único niño en la familia... Tenía tres hermanas, así que mi madre siempre estaba ocupada con ellas pero mi padre me

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—Sí. Quiero decir que sabía que era diferente. Yo era más fuerte que todos los

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adictiva y se preguntó si sería lo mismo cuando el bebé naciera.

llevaba de caza o en viajes para comerciar con otros clanes. Estábamos muy unidos. Su dedo pulgar se deslizaba de arriba a abajo sobre el suyo y la caricia íntima le recorrió todo el camino hasta su alma. —¿Quieres conocer a tu verdadero padre? —Viviré si no lo hago. —Eso no es lo que te he preguntado. Él lo sabía, pero no sabía cómo responder. Él había estado buscando pistas sobre su padre durante miles de años, pero ahora el propio bebé de Thanatos estaba en camino, él tenía una nueva perspectiva sobre el papel de un padre en la vida de su hijo. —No sé si debo hacerlo. —¿Por qué no? —Porque me gustaría saber por qué coño dejó que Lilith hiciera lo que hizo con nosotros —dijo bruscamente, sorprendiéndose a sí mismo por el nivel de rabia que brotó—. Dejó que Limos se criara en el infierno. Se sometió y permitió que nos separaran, y luego no nos ayudó cuando nuestro mundo se vino abajo. —Tal vez no podía —dijo en voz baja—. Tal vez él hizo lo que creía que era lo mejor. En su pecho, el corazón de Than se convirtió en hielo.

—Thanatos, no… Se soltó del agarre de un tirón y se empujó a sus pies.

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Ella le apretó la mano.

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—Quizás estás intentando justificar lo que vas a hacer a tu propio hijo.

—Yo no soy mi padre. No abandonaré a mi hijo. De tal palo, tal astilla, puedo haber caído en tus habilidades seductoras de la misma forma que él cayó en las de Lilith, pero no permitiré que entregues y alejes a nuestro hijo y menos aún, que se crie en la Égida. —La Égida me salvó la vida —dijo—. Me dieron una vida cuando nadie más me quería. Él soltó un bufido. —Te han utilizado, Regan. —Ellos me necesitan. —Te necesitan por lo que puedes hacer por ellos. Esa es la única razón por la que te necesitan. ¿Cuándo vas a abrir los ojos y ver eso? Los labios de Regan se separaron, pero no salió ningún sonido. Bien podría haber gritado, sin embargo, era tanto el dolor grabado en su expresión. En algún lugar en su interior, ella había tenido los mismos pensamientos sobre la Égida y su cometido en ella. —¿Y por qué debería abrir los ojos? —Las motas doradas en sus ojos avellana brillaban, unas pequeñas chispas destacaban la ira en sus palabras—. ¿Hará que te sientas mejor si no tengo nada ni a nadie? Se alejó de ella, porque aunque no le haría sentirse mejor que perdiera todo lo ella hubiera conocido, no estaba seguro de que sería algo malo, tampoco. Ella dependía demasiado de una organización que no la apreciaba. Además, no tenía a nadie. Ella tenía un hijo y si renunciaba a su loca idea de que el bebé necesitaba a

metros de distancia. Ares y Limos salieron disparados de él, ambos todavía con sus armaduras, las armas desenfundadas y ensangrentados.

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Su cuero cabelludo se erizó, y un Portal de desplazamiento se abrió a diez

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alguien que lo criara, él se aseguraría de que ella fuera parte de su vida.

—Tenemos problemas —dijo Limos—. Problemas Vampiricos. Tus Wildings se han apoderado de Notre Dame. Están matando a todos. —Es evidente. —La profunda voz de Ares controlada como sus movimientos, lo que significaba que estaba involucrado totalmente en el modo de estrategia—. Es un mensaje o una trampa. Los intestinos de Thanatos se retorcieron. —De cualquier forma, es para mí. —Él cabeceó hacia Limos—. Lleva a Regan a mi casa. Ares, vamos a ver lo que quieren. Y luego los mataremos.

Notre Dame Thanatos había sido testigo de la mayor parte de su construcción. Ahora estaba presenciando su terrible destrucción por una docena de Caminantes Diurnos que profanaban la catedral con la energía demoníaca y el sufrimiento humano. Una célula local de la Égida había unido sus fuerzas con la policía para mantener a todos fuera, pero no pudieron detener a Ares y Thanatos, que atravesaron el bloqueo, invisible, oculto por un hechizo Khote. En el interior, los Demonios Null se dispersaron como espirales de humo negro, y los vampiros se agazaparon en las cornisas, viendo como Ares y Thanatos caminaban por el suelo

Los Demonios Null bramaron, ahogando casi la profunda risa de un vampiro rubio que surgió de entre dos columnas, sus dientes relucían con los restos de su última comida.

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—¿Quién está al cargo aquí? —demandó Than.

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manchado de sangre y lleno de humanos muertos y heridos.

—Puedes llamarme Medras. —Él saltó sobre un órgano y el golpe de sus botas retumbó en las paredes. La sangre manchaba sus pantalones vaqueros descoloridos, su camisa blanca y sus brazos desnudos. El olor a muerte se adhería a él y el interior de Than bullía por su propio deseo de matar. —Jesús —murmuró Ares cuando vio a los vampiros reunidos a su alrededor— . ¿Como cuántos Caminantes Diurnos creaste? Thanatos tragó, su garganta ardiendo de odio hacia si mismo. —Más de los que pensaba. No sé cómo… —¿No sabes cómo? —gruñó Medras—. Permíteme recordarte. Yo era un monje, viajando por Franconia con mis hermanos y caíste sobre nosotros como un animal. ¿Recuerdas eso, al menos? No, Than no lo recordaba. Pensaba que conocía todos los incidentes, pero quizás él había estado en uno de sus arrasadores ataques de locura asesina. Oh, Dios, ¿cuántos Caminantes Diurnos más existían de lo que había creído? —Creo que no te acuerdas. —La amargura impregnaba cada una de las palabras de Medras—. Pero yo nunca olvidaré tu rostro. Tampoco olvidaré la maldad que se apoderó de mi cuerpo y me obligó a matar a tantas personas hasta que conseguí el control de mi sed de sangre. —En un suave impulso, arrastró a un humano encogido en el suelo. —¡Alto! —Thanatos avanzó hacia el vampiro, pero se congeló cuando Medras puso una cuchilla en la garganta del humano. —Un paso más, y muere.

qué estás haciendo esto?

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un poco más —gruñó Than. No es que tuviera mucho margen para hablar—. ¿Por

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—Si este es el control de tu sed de sangre, entonces será mejor que te esfuerces

La luz del sol se filtraba por las vidrieras de colores, bautizando a Medras en un calidoscopio de luz, mientras se burlaba de Than. —¿No lo has descubierto todavía? ¿No has conseguido averiguar con tu cabeza de alcornoque que los Caminantes Diurnos no queremos servirte? Queremos nuestra libertad. —Necios. Te estoy protegiendo. Protegiendo a la raza vampírica entera. —Ya no, Bludrexe. Una vez que el Apocalipsis empiece, no necesitaremos tu protección. Todo lo que tenemos que hacer es matar a tu mocoso y romper tu Sello. Thanatos siseó y, por primera vez delante de Ares, dejó que sus colmillos surgieran con furia. —¿Cómo supiste lo de mi Sello? No puedes haber puesto todo esto en marcha sin ayuda. —Es verdad. Mis hermanos y yo hemos estado ocultos durante siglos, pero hemos sido capaces de vigilarte. No todos tus pequeños esclavos domésticos son felices, Jinete. Than iba a arrancarle las pelotas a este cabrón y después haría que se las tragara. —Así que uno de mis sirvientes te ha informado de mi inminente paternidad. Pero eso no explica por qué crees que dañando al niño conseguirás lo que quieres. —Porque eres muy ingenuo. Estábamos cansados de ocultarnos, así que fuimos a tu hermano. Él estaba muy interesado en conocer nuestros orígenes. Nosotros estábamos interesados en saber que matar a tu bastardo rompería tu

La Batalla Final, en la profecía Daemonica, era la batalla entre los cuatro Jinetes, cuando se enfrentaran entre si para el control final de la tierra. Saber que sus

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regla si nosotros le jurábamos lealtad en la Batalla Final.

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Sello. Peste nos prometió poder sobre los Caminantes Nocturnos y la libertad de tu

propias creaciones no estarían junto a él le cabreaba como el infierno. Las traiciones seguían llegando. A este paso, Ares y Limos se volverían contra él antes de finalizar el día. Una furia helada atravesó su corazón y se añadió a la siniestra vibración creciente interior que le exigía buscar algún lugar masivo de muerte. La atracción de la muerte había sido silenciada mientras él estuvo con Regan y el bebé, pero ahora que estaba lejos de ella, rugía de nuevo con fuerza, nublando su mente y oscureciendo sus pensamientos. —¿Cuántos de vosotros hay? —Hay clanes por todo el mundo, todos unidos contra tí. —¿Y entre mi personal? —Por alguna razón, hay algunos que te son leales. Pero no voy a decirte quién. —Medras sonrió—. ¿Qué te ocurre, Bludrexe? ¿Sientes la necesidad de ir a alguna parte? —Yo también lo siento. —Ares cambió de posición, su inquietud creciendo igual que la de Than—. Peste ha hecho algo... malo Mierda. Than trató de abrir un Portal de desplazamiento, pero, como en la mayoría de los principales lugares sagrados, se protegían contra ellos—. Tengo que llegar a Regan antes de… Demasiado tarde. Como si una enorme mano hubiera aparecido de la nada y lo sujetara, Than fue arrastrado y cayó en medio de una pesadilla en la que ya había estado antes.

almas clamaba a gritos en su cráneo, pero otro nuevo deseo luchaba con él. Regan.

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a Styx y palmeaba su guadaña. Debía... matar. El deseo de liberar las masas de sus

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El hedor de muerte se convirtió en una droga embriagadora mientras llamaba

No. Oh, Dios, no. Una mitad de él la deseaba desnuda, gritando su nombre mientras él empujaba entre sus prietos muslos. Deseaba reclamarla, marcarla, penetrarla tan profundamente que ella estuviera demasiado cansada para salir alguna vez de su cama. La otra mitad quería matar, para extraer la sangre y destruir todo a su paso. Rugió de confusión y furia, tratando desesperadamente de aferrarse a un pensamiento consciente, ya que si no lo hacía, si permitía que la bruma de la muerte lo llevara a una masacre de asesinato, él podría dejar que las dos mitades ganaran. Y entonces su atracción hacia Regan y su deseo de matar podría convertirse en

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uno y el mismo, y Regan moriría.

Dieciueve

L

a luz del sol. Peste la odiaba. Y sin embargo, cuando matar y follar no le calmaban, el sol lo hacía. Sin duda, el calor era un consuelo que le quedaba de los días anteriores a que su Sello se rompiera, cuando ese

imbécil, Reseph, se tumbaba en las playas con mujeres y margaritas. Justamente la pasada noche, Peste soñó con uno de esos momentos, una de las juergas de Limos en una aislada playa de California. Podría no ser la mejor de las fiestas de Limos, pero era la que destacaba entre la mayor parte de recuerdos de Reseph. Incluso más que el baile que dio Limos en 1888 en Londres, donde Thanatos se transformó en un jodido demente y mató a uno de los invitados. Reseph nunca supo lo que había enloquecido a Than, pero gracias a Thanatos, el demonio asesino en serie que los periódicos habían bautizado como Jack el Destripador nunca atacó de nuevo. Peste se preguntaba dónde estaría el alma demoníaca del Destripador. Podría ser muy divertido volver a soltarlo en el mundo de nuevo. Había cientos de miles de almas demoníacas que Peste quería liberar en el mundo humano y en cuanto destruyera a Azagoth y Hades, haría exactamente eso. El problema era encontrar a alguien que supiera dónde estaba situado el reino del Grim Reaper. Solamente una cierta clase de ángeles conocían la ubicación y no era fácil atrapar a uno de esos cabrones resbaladizos. Los Memitim eran astutos. Y mucho más fuertes de lo que había previsto.

disecado y colgado, oscilaba en el Puente Sydney Harbor. No importaba. Lucifer, que seguía cabreado como el infierno con los Jinetes, y concretamente con Limos por haber matado a su mascota ángel caído, había

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completas de tortura sin revelar un solo detalle de utilidad. Ahora su cuerpo

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Había conseguido capturar uno, pero el macho había resistido dos semanas

recordado a Peste que un ex Memitim estaba sentado justo delante de sus narices: Idess, la misma ex Memitim que había realizado la ceremonia de boda para Limos y Arik. Cómo se iba cerrando el círculo, ¿no? Peste iba a hacer hablar a Idess. Y gritar. Y después de que revelara la ubicación de Azagoth, la haría gritar un poco más. Echó un vistazo a su reloj, preguntándose si Than se hubiera encontrado con el Peste actual le habría dejado marchar, todavía. Seguramente estaba acabando con los Caminantes Diurnos en Notre Dame por ahora. Y qué no hubiese dado Peste por ver la expresión en el rostro de Than cuando se enteró de que los Caminantes Diurnos estaban del lado de Peste. Su arreglo con los vampiros era como matar dos pájaros con un perfecto tiro con balas calibre demonio. No sólo jodía enormemente a Thanatos, sino que podría poner en marcha el Apocalipsis. Cuanto más consiguiera enfurecer a su hermano, más errores cometería, dejando aberturas que Peste podría aprovechar. Y, si Peste jugaba bien sus cartas, el temperamento de Than estallaría en una furia asesina y mataría al bebé él mismo. Sonriendo, Peste lanzó una concha marina a las olas del mar en la playa de Santa Bárbara, donde se realizó la fiesta de Limos. La concha emitió un sonido cuando se chocó contra el agua iluminada por el sol. Esto mismo era lo que había hecho el día de la fiesta de Limos, después de que todos los invitados se marcharan y Limos estuviera durmiendo una semana por el ron y tequila. Reseph no estaba cansado... sólo placenteramente tranquilo. Bebió mucho alcohol, tuvo un montón de sexo y había jugado dejándose el trasero en el agua y en la arena. Con todo el mundo fuera, él había estado de pie en la orilla tirando piedras y conchas contra el

—¿Qué pasa? —Reseph lanzó otra concha al agua. —Nada.

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Than se movió con calma a su lado, todo silencioso y pensativo.

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oleaje.

Sí, no había «nada» cuando se trataba de Thanatos. Si él se te unía en silencio, él quería algo, aunque fuera sólo compañerismo. Limos y Ares atosigaban a Than para obtener información, pero Reseph lo conocía mejor. El chico se abría cuando estaba listo y si le acosabas, acababas ya fuera mirando a un espacio vacío o viendo los nudillos en tu cara. A Reseph le gustaba su nariz intacta y sus dientes donde estaban, muchas gracias. Permanecieron así durante unos diez minutos, Reseph lanzando rocas y conchas a las olas y Thanatos haciendo su imitación de un maniquí. Por fin, Than tomó una respiración profunda, resignada. —Estoy cansado. —Para eso están las camas. Than cerró los ojos e inclinó el rostro hacia el sol. —No es eso. Estoy cansado de que no cambie nada. —Tío. —Resopló Reseph—. Las ruedas ni siquiera se habían inventado cuando nacimos. Ahora hay gente pasando el rato en el espacio. Las cosas cambian. —Teníamos ruedas —dijo Than secamente—. Pero no es eso de lo que estoy hablando. Reseph lo sabía. —Estás hablando de ti. —Estoy hablando de ti. —Than fijó una mirada severa en Reseph—. Eres un jodido idiota. —Ah... gracias. ¿Te puedo llamar ya odioso gilipollas?

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—Como si alguna vez hubieras necesitado permiso.

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Than resopló.

—Cierto. —Reseph le dio un puñetazo en el hombro—. Eres un odioso gilipollas. Ahora, ¿por qué soy un jodido idiota? —Hombre, acabas de abrir varias puertas con esa pregunta. —Thanatos sonrió y le dio otro puñetazo a Reseph, más fuerte—. Sí, sí. Limitaré la búsqueda. —Oh, esto debe ser bueno —dijo Reseph, apenas resistiendo el rodar los ojos. —Eres una puta. Reseph parpadeó. —Sigo sin ver el problema. Una suave brisa se levantó y Than se abandonó en ella como un perro con la cabeza fuera de la ventanilla del coche. —¿No deseas más? Después de cinco mil años tirándote todo lo que ves, ¿no quieres sentar cabeza con una pareja? ¿No quieres hijos? Una punzada de culpabilidad agrió el litro de piña colada en su estómago. No estaban hablando de Reseph... estaban hablando de Than. Así era como funcionaba Than. No podía simplemente llegar y decir que deseaba una familia tanto que sentía un enorme dolor… él tenía que tomar la maldita ruta más larga que podía y hacerte leer entre líneas. Por supuesto, si Reseph decía lisa y llanamente que conocía el acuerdo, Than simplemente se retiraría o atacaría, por lo que Reseph procedió con cuidado. Lo que en realidad no era su estilo. Pero Thanatos no se abría a menudo y Reseph no iba a hacer que se arrepintiera de hacerlo.

vida sexual. Es como, que las chicas se vuelven más calientes cada cien años más o menos. ¿Qué pasa si tomo una compañera hoy y luego dentro de cien años, todas se han convertido en supermodelos?

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distancia. Como comadrejas. ¿Y una pareja? Eso seriamente pondría un obstáculo en mi

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—No deseo niños. —Reseph lanzó otra concha—. Quiero decir, son lindos... desde la

Thanatos murmuró algo que sonaba muy parecido a "jodido idiota". —¿Así que nunca has conocido a nadie que ni siquiera te tentara a algo más que una aventura de una noche? Él se encogió de hombros. —Han habido unas pocas. ¿Recuerdas a la súcubo de Sri Lanka? Estuve con ella alrededor de un mes. —¿Exclusivamente? —No. Joder. —Reseph levantó la mano y se rascó el pecho, que se había vuelto extrañamente tenso—. Las mujeres inmortales son ideales para divertirse con ellas, ¿pero mantenerlas como pareja? La eternidad es mucho tiempo para estar pegado a una mujer. Y los humanos... —Mueren. Fácilmente. Morían tan... fácilmente. Y temprano. Sus esperanzas de vida eran tan patéticamente cortas. La tensión apretó más fuerte, hasta que prácticamente dolía respirar. Había perdido a un humano una vez y de alguna forma, el dolor había sobrevivido a los siglos. No volvería a suceder. —Si pudieras tener una pareja e hijos, ¿lo harías? —preguntó Reseph. El silencio se extendió, interrumpido por las olas y una ocasional gaviota. Thanatos recogió su propio puñado de rocas y conchas y las lanzó todas al agua. —En un instante —dijo en voz baja—. Renunciaría a todo, a mi propia alma, por tener solamente una vida humana con una pareja y niños.

modo se las arregló para lucir extremadamente follable. No podía esperar a que el Apocalipsis comenzara, y así poder tenerla siempre que quisiera.

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cuando Harvester se materializó frente a él. Se veía como el infierno, pero de algún

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La piel de la parte posterior del cuello de Peste se erizó y se apartó del mar

Ella fue directa al grano, algo que él apreciaba. —Tú maldita ex Vigilante tiene que morir. —¿Gethel? —¿Quién más? —gritó ella—. Le arrancaré las plumas y le meteré cada una de ellas por el culo antes de hacer una aureola sobre su cráneo. —Me gustaría ver eso. Házmelo saber cuando los tickets salgan a la venta. Harvester prácticamente negó con furia, sus negras alas temblando contra sus esbeltos hombros. —¿Cómo supiste rastrear a Thanatos hasta el Cuartel General de la Égida? Se dio unos golpecitos en la sien. —Intuición Fraternal. —Tonterías. Él exhaló un suspiro. —Está bien, me pillaste. Me avisaron. —¿Quién? —¿No debería ser «qué»? —Él se encogió de hombros—. Nunca fui bueno con toda esa cosa del lenguaje. Harvester, claramente hoy carecía de sentido del humor, resopló furiosa. Sacó un pie fuera de la arena, desplegó las alas y sus ojos comenzaron a brillar

La tenía sobre su espalda, con las alas aplastadas debajo de ella y la mano en su garganta, antes de que el eco de sus palabras se desvaneciera en el aire salado.

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—¡Me importa una mierda! ¿Quién te avisó?

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intensamente con un color rojo mientras los colmillos sobresalían de sus encías.

—No me grites, puta alada. —Él inhaló, asumiendo su rabia y su miedo. Esto último endureció su polla—. Tienes suerte de que estoy de buen humor o te hubiera enseñado lo que una mujer como tú debería estar haciendo con su boca. — Arrastró la mano libre por la garganta hasta sus pechos, donde deslizó su pulgar sobre el pezón—. Cuando se inicie el Apocalipsis gobernaremos el mundo, creando hermosos engendros del infierno y bebiendo la sangre de las vírgenes antes de follarlas. —Dios, su pene estaba tan duro que dolía. —Prefiero follar con Reaver que contigo. —Confesó ella. Él asintió. —Buena idea. Lo haremos después de romper el Sello de Than. Harvester susurró y salió rodando de debajo de Peste. Él permaneció en la arena, tendido y apoyando en un codo. —¿Quién? ¿Quién te avisó? ¡Contéstame! —Eres un maldito ángel con una espina. —Él se acostó de espaldas en la playa con un suspiro—. Está bien. Fue Lucifer. No tengo ni idea de cómo consiguió enterarse. De hecho, pensé que fuiste tú. Llegamos hasta él con un khnive. Khnives... seres repugnantes que podían ser convocados como espías o mensajeros. A alguien le gustaba usarlos, como lo demostraba el hecho de que docenas de ellos habían sido llamados para atacar al esposo de Limos, Arik, hacía algunos meses. A Peste le encantaría saber a quién agradecérselo, pero ese era el asunto acerca del Apocalipsis... tanto se maniobraba-tras-bambalinas.

No tardaría mucho. Sonriendo, él metió la mano en su bolsillo y sacó un pequeño sonajero azul. Era su regalo para su sobrino por nacer. Peste pensó que un

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que enseñarle buenos modales en cuanto fuera suya.

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Harvester se marchó de allí sin ni siquiera un gracias. La muy zorra. Tendría

bebé que iba a tener un puñal clavado en el corazón unos momentos después de nacer debería por lo menos tener un regalo. Movió el pequeño juguete, el sonido le producía escalofríos de placer. Renunciaría a todo, a mi propia alma, por tener solamente una vida humana con una pareja y niños. Las proféticas palabras de Thanatos resonaron en los oídos de Peste, un acompañamiento perfecto para el sonido metálico del sonajero. Thanatos tendría a

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su hijo y su muerte le costaría su Sello... y su alma.

Veinte

—M

e estás evitando, Limos. Limos, totalmente equipada con su armadura samurái

estilo víbora Croix y su cabello negro tejido en una gruesa

trenza, se dio la vuelta hacia Regan, la culpa cubría su expresión. —¿Yo? Nah. Sólo estoy ocupada. —Hizo un gesto a la puerta principal de la fortaleza—. Cazando ratas con Arik y los Sabuesos del Infierno. ¿Ves? Ocupada. Uh-huh. Durante las doce horas en las que Than se había ido, Regan también había estado ocupada, dividiendo su tiempo entre la biblioteca de él, donde intentó encontrar alguna información que pudiera aportar pistas sobre el paradero de Yenrieth, y limpiando. No es que Than tuviera necesidad de que le limpiaran. Ella sólo necesitaba poner orden. Así que había estado ocupada, pero no tan ocupada como para no notar el extraño comportamiento de Limos. Regan puso su sándwich y leche en la mesa frente a la televisión y se volvió hacia Limos, que se había acercado más a la puerta. —¿Qué está pasando? Durante la ausencia de Than, Limos y Arik se turnaban manteniendo un ojo en ella y Cara había asignado más de una docena de Sabuesos del Infierno para que estuvieran en la fortaleza, por lo que Regan dudaba de que esto se tratara de su

y Regan estaba bastante segura de que Limos había llevado aparte a un par de ellos para ser interrogados —y para asustar a los que aun no habían muerto.

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distancia, ya fuera confinados en sus aposentos o trabajando en las dependencias,

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seguridad. Sobre todo desde que los vampiros de Than habían mantenido su

Peste no se había presentado, lo que Limos determinó que significaba que estaba tramando algo, y eso era bastante cierto. Las noticias estaban llenas de sus obras, desde los suministros de agua contaminada con bacterias a la rápida propagación de las plagas de zombis malditos en Malta y Corea del Norte. Así que a pesar de la relativa calma en el hogar de Than, Limos estaba actuando extrañamente, y sus evasión estaba empezando a hacerse sospechosa para Regan. —No pasa nada malo. —dijo Limos radiantemente—. Enserio. Regan entrecerró los ojos a la Jinete. —¿Acaso Eidolon te ha dicho algo en privado? El médico había venido para un chequeo, y aunque no podía tocarla, hizo un millón de preguntas. Fue sincero con ella, advirtiéndole que este podría ser un parto difícil, pero juró estar ahí para ella. Por alguna razón, se sintió consolada por la idea de que el médico demonio fuera a asistir en el parto. —No pasa nada malo con el bebé o con Than, o con cualquier otra cosa. Es sólo que... —Limos se miró las uñas de color verde brillante, que se asomaban de sus guantes sin dedos. —Es sólo, ¿que? Limos cambió su peso y miró a la otra mano. —Son Brillantes. —¡Limos!

aquí, pero parece que Peste ha logrado descifrar la información codificada, la robó de tu Cuartel General. Él está atacando las células de la Égida en todo el mundo, y

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hablado con Kynan. La Égida reclutó una célula de Guardianes para que vinieran

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—Está bien. —La Jinete dejo caer las manos a los lados y suspiró—. Arik ha

los Guardianes que estaban programados para llegar aquí fueron algunas de las víctimas. Oh, Dios. Como si todas sus terminaciones nerviosas se hubieran marchitado, Regan sintió que todo el cuerpo se le adormecía y se dejó caer en el sofá antes de que sus piernas cedieran. Limos corrió y se sentó junto a Regan. —No queríamos decírtelo porque ya tienes bastantes preocupaciones. —Prefiero saber —dijo Regan en voz baja. —Está bien, entonces. Dejaremos de mimarte. —Bien. Los mimos no se te dan muy bien. —Regan miró a la otra mujer, preguntándose si la expresión de Limos era una mera máscara—. ¿Por qué estás siendo tan amable conmigo? —¿Amable? —Limos resopló—. Quiero pegarte con un palo de hueso Moraki. Basta de mimos. De alguna manera, sin embargo, esto era mejor. —¿Por lo que le hice a Thanatos? —Estuve enfadada durante un tiempo —admitió Limos—. Pero no soy quién para juzgar, y como señaló Arik, estabas tratando de salvar al mundo. —Hubo un instante de silencio, y luego Limos confesó—. Estoy celosa de ti. Ya está. Lo dije. Quiero un bebé. —Tienes miedo de quedar embarazada hasta que todo esto termine, ¿no es así?

cuando volvió a hablar, había una nota de enfado en su voz—. Estoy tan celosa que podría gritar. Quiero un bebé tan desesperadamente, y tú tendrás uno y lo regalarás.

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—Si mi Sello se rompe mientras estuviera embarazada... —Ella se calló, y

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Limos asintió.

En un instante, Regan sintió como si hubiera sido arrastrada por un camión, dejando todo, incluyendo sus emociones, como un trozo de chatarra. Se había metido en esto con piel semejando a una armadura de acero, pensando que podía quedar embarazada, dar al bebé y salir ilesa. Pero había recibido una infernal grieta en su armadura esa noche con Thanatos, y con cada día que pasaba, con cada movimiento que el bebé hacía, su armadura se desgastaba. Le encantaba tanto el pequeño pony que le dolía. Tanto que temía dar a luz, porque tendría que encontrar la fuerza y la generosidad para entregarlo a las personas que eran mucho más adecuadas para cuidar de él, de lo que ella era. —No es que yo quiera, Limos. —Ella exhaló un tembloroso suspiro—. Es que tengo que hacerlo. —Es lo mejor. Entiendo eso —dijo Limos—. Pero creo que yo haría cualquier cosa que fuera necesaria para asegurarme de que estar conmigo fuera lo mejor. — Ella se puso de pie, dándole la espalda rápidamente, pero no antes de que Regan viera el brillo revelador de unas lágrimas contenidas en los ojos violetas de Limos—. Tengo que cazar ratas. O cualquier cosa espeluznante que pudiera estar espiando la fortaleza. Um... adiós. Limos prácticamente salió corriendo por la puerta, dejando a Regan al borde de sus propias lágrimas. Una pesadez sofocante se centró en su pecho. ¿Podría asegurarse de que quedarse al bebé era lo mejor? Una vez que Peste desapareciera y la amenaza para la vida del bebé fuera eliminada, ¿Regan podría darle un hogar? Sí, porque un apartamento de una habitación en el Cuartel General de la Égida era un hogar. Está bien, tal vez podría conseguir un apartamento real. Y luego, ¿qué? La

alcantarilla llena de demonios, pero no sabía nada de criar a un niño. Por todo ello seguía insistiendo en que la Égida era su familia, no tenía a nadie que la ayudara.

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trabajo». Y ella podía tener confianza en su capacidad para derrotar a una

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Égida no era precisamente agradable con los niños. No habría «trae a tu hijo al

Te necesitan por lo que puedes hacer por ellos. Esa es la única razón por la que te quieren. ¿Cuándo vas a abrir los ojos y ver eso? Tal vez... tal vez era hora de un cambio. Tal vez, si ellos lograban evitar el Apocalipsis, tal vez podría construir una vida para ella y su hijo. Su hijo. Durante ocho meses, había tratado de hacer referencia a la vida dentro de ella como «el bebé», «el niño», «el pequeño». Lo había llamado por otros nombres cariñosos, pero sólo en el último par de días comenzó a pensar en él como suyo. Suyo y de Thanatos. ¿Podría hacerlo? Su estómago gruñó, sacándola de pensamientos que, de todos modos, probablemente eran peligrosos. No habría futuro para nadie si el asunto más urgente, detener el Apocalipsis, no tenía prioridad. Colocó el plato en su regazo y encendió la tele... e inmediatamente deseó no haberlo hecho. Noticias de última hora. Una unidad militar Paquistaní había descubierto cientos de cadáveres —todos empalados en estacas gigantes. Las imágenes no eran gráficas, pero incluso las granulosas y distorsionadas fotos mostraron a Regan todo lo que necesitaba saber. La escena era exactamente como la memoria que había leído en el tatuaje de Than. Algo brilló en la pantalla, algo que le heló el corazón a medio latir. Con su mano temblorosa, rebobinó la escena hasta las filas de estacas y cuerpos

—Thanatos. —El jadeo de Limos provenía de arriba del hombro de Regan. —Él no lo haría... —Regan se aclaró la garganta seca—. Él no lo hizo…

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de la imagen, una sombra con la silueta de un hombre en un caballo.

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destrozados en el suelo. Pero lo que atrajo su atención fue la sombra a la derecha

—Por supuesto que no —dijo Limos, pero hubo un temblor de duda en su voz. La puerta de madera gigante explotó desde adentro, y Thanatos irrumpió en el interior, su armadura chorreando sangre y vísceras, sus ojos ardiendo en un pecaminoso moteado dorado carmesí. —Mierda. —Limos arrancó a Regan de la silla y la puso a sus espaldas—. Tenemos que salir de aquí. Demasiado tarde para eso. Thanatos dejó escapar un gruñido furioso y caminó hacia ellas, con la espada en su mano, y la expresión de una máscara de homicida. Era la misma expresión que ella había visto en su rostro antes de que él matara a su mejor amiga. De la nada, Arik atacó, estrellándose contra el Jinete y haciéndole perder el equilibrio. —¡Marcháos! —gritó a Limos, y luego fue noqueado en el aire, por uno de los duros puños de Thanatos. —Corre, Regan —gritó Limos—. Afuera. Te sacaré de aquí. —Thanatos se abalanzó y sus espadas chocaron en un ensordecedor estruendo de metal contra metal. —No —gritó Regan—. ¡Alto! Nadie escuchó. Thanatos y su hermana eran un torbellino de hojas y armaduras. La fuerza de Than era contrarrestada por la velocidad de Limos, y con cada golpe, los dos Jinetes se volvían más salvajes, sus golpes dirigidos a sus

Limos bailó con gracia fuera del barrido que hizo la espada de Than. Mientras que la espada de él se hundía hacia abajo, ella metió la punta de la hoja debajo de

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No podría haber un ganador aquí... sólo dolor.

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cuellos, cabezas, ojos.

una de las placas que protegían uno de sus costados. Él gritó de dolor, la sangre corría por su costado en un flujo espantoso. —¡Basta! —gritó Regan. Thanatos se volvió hacia ella con ojos ardientes, y de repente se arrepintió de no seguir los consejos de Limos. Él se acercó a ella poco a poco, su mirada mantenía a Regan clavada en el suelo. Deslizó su mano detrás de la espalda, hacia la daga de la Égida que él le había devuelto. Él no se perdió esa acción, y sus labios se levantaron en una mueca desagradable. A pesar de que ella sacó la daga, él estaba sobre ella, su cuerpo grande apretándola contra la pared. Toda una vida de entrenamiento volvió a ella en un instante, y levantó la daga, poniendo la punta justo debajo de la mandíbula de él. —Está cubierta de saliva de Sabueso del Infierno, Jinete. Un movimiento, y serás una estatua. Un ronroneo bajo y vibrante se escapó del pecho de él. Sus manos, que habían estado sujetando sus hombros, se movieron, una hacia arriba donde acunó la parte posterior de su cabeza, y la otra se deslizó lentamente sobre su clavícula y hacia abajo, donde se detuvo entre sus pechos. —Hazlo, Regan. —Su tonó de voz era torturado—. Por favor, clávala. —¿Por qué? —Él había estado inmovilizado durante más de ocho meses. Que él pidiera más de esto, que él hiciera ese tipo de sacrificio... eso la dejó aturdida. —Te dije que despertaste un demonio dormido, Guardiana. Mi mitad medio demonio sexual está… furiosa.

Él bajó la cabeza, presionando la daga en su yugular, y cerró su boca sobre el cuello de Regan. La suavidad de sus labios era un claro contraste con el roce de sus

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—¿Tú no quieres matarme?

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Tragó saliva.

punzantes dientes seguido por los relajantes giros de su lengua. Todo el cuerpo de ella se fue aflojando y volviéndose de goma. Y calentando. Muy, muy caliente. En algún lugar de su mente, notó como la mano de él dejaba su pecho, y luego su armadura desapareció y él se estaba presionado contra ella, con el torso desnudo y su erección presionando en su vientre a través de la bragueta de sus pantalones. —¿Eso te hace sentir como que quiera matarte? —susurró contra su garganta. Y luego se puso rígido, sus labios retrocedieron mostrando sus dientes—. No lo hagas, Limos. Por encima el hombro de Than, Regan vislumbró a Limos deslizándose detrás de él, con la espada lista para atacar. —Limos… —Regan trató de ahuyentarla, pero ya era demasiado tarde. Thanatos lanzó su propia espada en una estocada hacia atrás, hiriendo a Limos en el cuello. Limos se tambaleó hacia atrás, agarrándose la garganta. Maldiciendo infernalmente a Than, Arik la atrapó. —Fuera. —La voz de Than era un estruendo mortal, pero él estaba besando la garganta de Regan mientras hablaba, y sus manos vagaban sobre su cuerpo con el tipo de cuidado que uno usaría mientras manipulas a un gatito recién nacido. Regan atrapó la mirada de dolor de Limos. Vete. Estaré bien. La Jinete hembra inclinó la cabeza en un gesto de asentimiento, y luego permitió que Arik la ayudara a salir de allí. Limos estaría bien, Regan lo sabía, pero

mordida antes de chuparla con los labios. Más abajo, su mano ahuecó su pecho

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Thanatos le mordisqueó el lóbulo de la oreja y movió su lengua por la pequeña

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estaría algo dolorida durante un tiempo.

mientras su pulgar acariciaba su pezón, incluso a través de la tela de su blusa y sujetador, el placer era un deleite. —Córtame. —Subió una mano para envolver la de ella donde todavía sostenía la daga en su garganta—. Es tu última oportunidad.

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Ella abrió su mano, y la daga cayó al suelo.

Veintiuno

—J

oder. La violenta maldición de Thanatos probablemente debería haber asustado a Regan, pero su cuerpo estaba ardiendo y lo único que había hecho era arrojar gasolina sobre las llamas.

Él la levantó en sus brazos y caminó por el pasillo, con la boca sobre la suya, sus dientes mordisqueando sus labios. Le dio una patada a la puerta de la habitación cerrada y en tres zancadas, estaba en el borde de la cama. A pesar de que apenas liberaba el poder que irradiaba su cuerpo, la puso tan suavemente sobre el colchón como si estuviera hecha del cristal más delicado. Mientras ella se incorporaba sobre un codo, él se había arrancado — literalmente— los pantalones. La herida en su muslo ya se había cerrado y se ocultaba tras un espléndido tatuaje de un león medieval. No importaba cuántas veces lo hubiera visto desnudo... cada vez, no podía dejar de mirarlo. Su cuerpo era una obra de arte masculina. Las tabletas de su terso y fornido músculo, se tensaban bajo un tapiz de tatuajes en su piel profundamente bronceada. Desde el cuello hasta los dedos de los pies, él era un ser vivo, una parte de historia, emoción y sexo. El silencio se extendió entre el metro y medio de espacio que los separaba mientras él permanecia de pie, jadeando, con los puños cerrados a los costados y la

Un serio caso de nervios hizo que se le revolviera el estómago.

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—Tengo que verte. —Su voz era apasionada, ardiente, mientras la miraba.

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cabeza gacha. Sin embargo, él la miró con unos llameantes ojos entrecerrados.

—Voy a ponerme el camisón —dijo ella, mientras buscaba a tientas sobre el edredón de la cama. Thanatos dio solo un violento paso más cerca. —He perdido ocho meses de ver a mi hijo crecer dentro de ti. No me prives de otro día. Una poderosa serie de gloriosos escalofríos se deslizaron sobre su piel. Dios, qué maravilloso esposo y padre habría sido si el destino no lo hubiera maldecido del modo en que lo había hecho. Habría estado allí durante cada segundo de su embarazo si ella se lo hubiera pedido —y, probablemente, aunque no lo hubiera hecho. La mayoría de las mujeres matarían por poseer ese tipo de interés y devoción. La mayoría de las mujeres. Regan nunca había considerado la idea de tener una relación o una familia fuera de la Égida. Así que tal vez fueron sus hormonas que jugaban con su cerebro, o tal vez era su reloj biológico, o tal vez era el hecho de que muchos de sus familiares en la Égida habían muerto hacía poco, pero de repente se preguntaba como sería tener una relación. Mantener una relación con Thanatos. Estás loca. Loca de Atar con mayúscula. —Regan. Ella levantó la vista. Thanatos se había acercado más, y Dios mío, él había tomado su erección en su mano y se estaba acariciando. Cada movimiento de su mano revelaba atisbos de carne bronceada sobre un fondo de fluidas líneas negras

quitó sus pantalones elásticos y la amplia blusa de maternidad. ¿Realmente iban a hacer esto? La expresión de sus ojos le dijo que sí, lo harían. Totalmente lo harían.

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El efecto en ella era increíblemente poderoso y con manos temblorosas, se

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que definían sus tatuajes.

Aunque las manos le temblaban, se desprendió de su sujetador y la ropa interior. —Preciosa —dijo con voz ardiente, y hombre, ella se derritió—. Ven aquí. Ella obedeció, obligada por el poder erótico en su tono. Durante toda su vida había necesitado tener control, recibiendo órdenes únicamente de sus superiores. Pero algo en Thanatos le hacía desear obedecer, por una vez estaba bien con dar el control a alguien que

no

le

haría daño.

Al menos,

no

físicamente.

Emocionalmente... eso era otra historia. —¿Y ahora qué? —preguntó ella cuando estuvo de pie directamente frente a él. En respuesta, él le cogió la mano y la colocó sobre su eje. Su aliento siseó entre dientes y su mirada estalló con el calor. El cuerpo de ella respondió con una descarga de necesidad que electrizó cada terminación nerviosa. Si ahora él apenas la había tocado, con sólo el más ligero roce de un dedo, ella se correría. Apretándo el puño, ella deslizó su pulgar sobre su cabeza satinada, y mientras él gemía, su sensibilidad aumentaba aún más, hasta que estuvo segura de que ni siquiera necesitaba un toque... sólo el susurro de su aliento sobre su piel sería suficiente para hacerla estallar. —La cama —dijo él—. Ahora. El pecho de Regan se encogió, tan fuerte, que cada latido del corazón dolía. Tonta, tal vez desde entonces sabía lo que él quería cuando la llevaba al dormitorio, pero ante la repentina, realidad innegable, se quedó paralizada en un lodo pegajoso de culpa. Le había causado tanto dolor a Thanatos, y todo había

—Yo... no puedo. —Abrumada por la vergüenza, se precipitó al cuarto de baño y azotó la puerta tras ella.

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En un susurro ronco, le espetó:

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empezado en ese colchón.

—Mujer. —Sus pasos resonaban con fuerza—. ¿Qué estás haciendo? Ella aseguró la puerta. —Quiero estar sola. —Es una lástima. No he terminado contigo. Las paredes se acercaban a ella, ¿y cómo había pensado alguna vez que el cuarto de baño era grande? De repente se sintió como recluida, como en un ataúd. Un fuerte golpe en la puerta la hizo saltar. —He dicho, que no he terminado contigo. Su mirada recorrió la habitación, ¿pero que esperaba encontrar? ¿Una puerta oculta? Cuando no encontró ningún pasadizo secreto, se dio por vencida y con la mirada perdida, simplemente se deslizó hasta el frío suelo. —Abre la puerta, Regan. —La voz de Than era suave y tranquila, lo que hacía que fuese todavía más aterrador. Era la calma antes de la tormenta. Una tormenta que se merecía. —Abre la maldita puerta —dijo lentamente—, o la derribaré. Ella envolvió sus brazos alrededor de sus piernas, preparándose para el huracán Thanatos. —Regan. —La voz de Than restalló como un látigo—. Es tu última oportunidad. Ella cerró los ojos y empezó a contar los segundos entre el relámpago y el

—No —dijo ella, con una voz que era mucho más insegura de lo que había querido—. No me toques.

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mientras se acercaba.

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trueno. A los seis, la puerta cayó hacia adentro. Sus pasos eran como truenos

Él aspiró bruscamente. —¿Es el bebé? —No —susurró. —Entonces, ¿qué diablos te pasa? Ella abrió los ojos, pero no podía mirarlo. En su lugar, se quedó mirando sus pies. —¿Regan? —Su tono era más suave ahora, atenuado por la preocupación. ¿Tendría miedo por el bebé de exteriorizar su ira?—. Contéstame. ¿Qué está pasando? —Yo... —Ella respiró, como si el aire pudiera ayudarla a encontrar su voz de chica grande—. Lo siento. —¿Por qué? —Por última vez. Lo siento. Lo siento mucho. He tratado de decírtelo, pero tú no me crees. No sé qué más hacer. Sé que quieres que pague por lo que te hice, y haré lo que quieras. Te lo juro. Pero no quiero tener sexo contigo. No quiero dañarte otra vez. —¿Dañar… me? —¿Y si... cuando estemos en la cama, te recuerdo estando... —Su estómago se rebeló, y tuvo que tragarse la amargura en la boca—. Estando drogado y... y sujeto mientras yo... —Un sollozo se le escapó y comenzó a temblar con tanta fuerza que sus dientes castañetearon.

Las lágrimas le escocían los ojos.

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mirarlo—. Regan, escúchame. Estabas drogada, también.

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—¿Regan? —Él se dejó caer de rodillas frente a ella, pero ella seguía sin poder

—Pero todo se aclaró después. No recuerdo mucho del real... sexo... excepto en mis sueños. Pero recuerdo que después era como cristal y no entiendo cómo no pude haberme dado cuenta de lo que estaba sucediendo. —Le colocó el extremo de un cálido dedo en los labios, silenciándola. —Fue la droga. Hace que confundas todo lo que estás haciendo, oyendo y viendo hasta tu punto culminante, y entonces como un interruptor se activa y todo vuelve a la normalidad. Ves lo que ocurrió, como fue en realidad. —Todavía... todavía... —Ella aspiró para poder hablar—. Desde esa noche, me he sentido tan vacía por dentro, y cuando el bebé creció, llenó ese espacio, pero cuando se haya ido... —¿Qué sería de ella? ¿Sería una cáscara vacía? ¿Era eso lo que le había sucedido a su madre?—. Oh, Dios, lo siento mucho. Si pudiera devolverlo, lo haría. Si pudiera hacerlo todo de nuevo, lo haría. Te lo juro. —Estaba balbuceando ahora, sus emociones anulando toda lógica con la que ella misma se había llenado, la lógica que le había permitido justificar lo que había hecho. Ella había intentado salvar al mundo. Thanatos juró, una maldición cruel y vil en Sheoulic. —No digas eso. No vuelvas a decirme eso otra vez. —Él la agarró por los hombros y la obligó a mirarlo—. He estado cabreado y haciéndote pasar un infierno por tu traición, pero la verdad es que he estado demasiado lleno de justa indignación para admitir que si yo hubiera estado en tu lugar, habría considerado la idea, también. Es muy fácil juzgar cuando todo sale mal y tú no fuiste la que tuvo que hacer algo desagradable por el bien común. —Fue un error…

llegaste aquí. Arriesgaste tu vida e hiciste algo que te marcaría para salvar a gente que probablemente te juzgará con dureza y nunca tendrá idea de para qué

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lo que hiciste fue muy valiente. No sabías en lo que te estabas metiendo cuando

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—Sí, fue un error, pero sólo porque te estaban engañando. Pero mierda, Regan,

arriesgaste tu vida. Sí, me jodiste —literalmente— pero lo hiciste por una causa mayor, y fue un acto desinteresado. No del todo. Lo había hecho por el asunto de salvar-al-mundo, pero él estuvo en lo cierto cuando dijo que existía siempre una consideración personal. Ella necesitaba ser útil a la Égida. Necesitaba ser necesaria. —Lo siento… —¿Qué acabo de decir? No te atrevas a arrepentirte. Si lo sientes, si pudieras cambiar las cosas, eso significaría que no estarías embarazada y yo no tendría un hijo en camino. Ella no estaba segura de haber oído bien. —Pero creamos tu agimortus. —¿Y sabes qué? No me importa. He estado solo durante cinco mil años, Regan. He querido tener hijos. He querido sexo. He querido estar con alguien. Habría vendido mi alma por esas cosas. Tal vez sea egoísta de mi parte, pero no puedo estar arrepentido y no quiero que tú lo estés, tampoco. —Él enganchó un dedo debajo de su barbilla y la miró fijamente durante tanto tiempo que ella comenzó a retorcerse—. Y no te odio. Odio lo que has planeado para nuestro hijo y ya hablaremos de eso, pero yo no te odio. Than se inclinó y ella se preparó para... no estaba segura de para qué. Pero seguro que no era para que él la cogiera en brazos y la sacara del cuarto de baño. —¿Vas meterme en el calabozo otra vez? —murmuró ella contra su pecho. Dios, esperaba que no. Estaba demasiado cansada para luchar. Lo haría, porque no

cuerpo contra su espalda. Una mano descendió sobre su brazo y comenzó a acariciarlo—. Lo siento. —Su voz era un murmullo en su pelo—. No más peleas.

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—Shh —Él la dejó en la cama y se tendió detrás de ella con su largo y duro

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sabía hacer nada más, pero no sabía qué quedaría después de hacerlo.

—No más peleas —susurró ella. —Debería estar cuidándote mejor. Si tienes hambre, te daré de comer. Si estás cansada, me sentaré junto a la cama y cuidaré de ti mientras duermes. Y no te obligaré con lo de los ocho meses. —Él presionó su frente contra la parte posterior de su cuello y ella gimió por la intimidad de la misma—. No estaba mintiendo cuando dije que habías despertado en mí algo sexual, algo que sinceramente, me asusta mucho. Pero ese es mi problema, no el tuyo. No voy a obligarte a hacer algo que no quieras hacer. —¿Qué... —Ella tragó—. ¿Qué pasa si quiero? Detrás de ella, él se tensó, y ella se dio una patada a si misma por preguntarle eso. Estaban en un lugar delicado en ese momento y podría ser sexo por venganza, pero tal vez no estaba preparado para la intimidad que no se basara en la ira. Su mano se deslizó por su brazo hasta la cadera. —Te lo daré, también. Ella reprimió un gemido mientras su palma se deslizó entre sus muslos. —No quiero ser un polvo por lástima. —Esto no es por lástima. —Hizo círculos lentos y relajados en la piel de sus muslos, su pulgar rozando donde ella necesitaba su tacto—. Y no será un polvo si no lo deseas. Bien, entonces. Ella lo deseaba. Dios, ella lo quería. Pero lo que le sorprendió, lo que realmente la sacudió con tanta fuerza que realmente la hizo temblar, era que de repente no quería simplemente un orgasmo, sino conexión. Por una vez le

interior, pero su obligación con ella concluía con comida, refugio y seguridad.

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dar, sino por lo que ella quería. Sí, Thanatos quería al bebé que llevaba en su

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gustaría sentir lo que era tener atenciones de alguien, no por lo que ella pudiera

Hacerla sentir bien era un regalo y era algo que sólo él podía hacer. Y era algo que ella quería solamente de él. —Yo... lo deseo. —Muéstramelo. Fuertemente, la excitación estremecedora se enroscaba en su vientre cuando ella se agachó y cogió su mano. Ambos estaban temblando cuando ella arrastró sus dedos hasta su eje. Su gemido vibró en su espalda mientras un dedo se deslizó entre sus pliegues. —Estás tan húmeda. Ella se arqueó contra su caricia, obligando a que su contacto fuera más profundo. Su polla empujó la unión de su trasero y ella instintivamente, levantó una pierna para permitir que su eje se deslizara entre sus muslos. El deseo se convirtió en un pulso atronador en sus venas y un rugido en sus oídos. —Yo no... —Thanatos apretó las caderas contra ella, haciendo deslizar su eje ardientemente contra su piel—. No sé mucho sobre esto. Debió de ser una confesión dolorosa para él, pero eso no le impidió seguir presionando un dedo dentro de ella y acariciar con movimientos circulares sus puntos sensibles como un experto. —Yo tampoco —jadeó ella—, pero te juro que lo estás haciendo bien. Él movió su mano, remplazándola con su polla. Su eje se deslizó hacia atrás y hacia adelante entre sus muslos, sin entrar todavía en su interior, pero sin dejar de

cabeza hacia atrás para poder verla. Sus ojos brillaban en la penumbra, el hambre en ellos era cruda y desesperada.

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codo, se inclinó sobre ella atrapando su barbilla en la palma de su mano ladeó su

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acariciar la carne dolorida con cada empuje de sus caderas. Apoyándose en un

—¿Me besas? —Hubo tal vulnerabilidad en su petición que tuvo un efecto tan poderoso en ella que casi se atragantó. Como respuesta, levantó la cabeza y le rozó los labios con los suyos. Incluso en esa incómoda posición, sus bocas se fundieron en un beso ardiente, urgente. Sus labios se abrieron para el barrido de su lengua contra la suya, y buen Dios, él sabía tan bien. Al igual que la cerveza y el chocolate amargo, el pecado y la decadencia. —Por favor —susurró ella entrecortadamente contra su boca—. Por favor... ahora. Ella se apretó contra él, y la punta de su cabeza encontró su núcleo. Durante un largo rato, quedaron inmóviles, su respiración y pulso en perfecta armonía. El calor se escurrió de él, bañándola a ella de calidez. La necesidad era algo que compartían y cuando ella no pudo soportar más la tensión, él pareció entenderlo y la penetró en un empuje largo y lento. Él la ayudó a bajar la cabeza sobre la almohada y se acomodó detrás de ella, a modo de cuchara. —¿Estás bien? —dijo con voz maravillosamente ronca. —Oh, sí. —Ella se arqueó, arrastrándolo más profundo, y él gimió. Su sangre se aceleró cuando él comenzó a impulsar sus caderas. Su toque era ligero, sus embestidas suaves, tan exasperantemente prudentes. Pero contra su cuello, su respiración se convirtió en ráfagas rápidas y calientes. —En lo único que podía pensar era en ti. —Él se movió más rápido, su mano se deslizó sobre su vientre hinchado hasta su centro, donde encontró su nudo sensible

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deseaba era volver a estar aquí contigo. Sólo contigo.

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que se estremeció bajo su toque—. Cuando estaba fuera de mí, lo único que

Veintidos

E

n lo único que podía pensar era en ti. Cuando estaba fuerade mí, lo único que deseaba era volver a estar aquí contigo. Sólo contigo. Thanatos no podía creer que hubiera dicho eso. Cinco mil años le

habían enseñado que los hombres decían y hacían el más jodido ridículo cuando se encontraban en el interior de una mujer, pero Than siempre había creído que él sería diferente. Si alguna vez conseguía tener relaciones sexuales, al menos. ¿Y qué había hecho? Había abierto su tonto corazón a Regan. Acababa de despellejarse a si mismo, completamente expuesto como uno de los idiotas enamorados a los que solía despreciar. Aun así, con cada lenta embestida, no podía negar que todo se sentía tan bien. Había sido educado para adorar la naturaleza, para comprender que todo sucedía por un motivo y si algo se siente bien, había que dejarse llevar por la corriente. El día en que fue maldecido para ser un Jinete, su vida humana fue anulada y remplazada por la ira y la violencia... todo lo que le habían enseñado a evitar. Sólo que ahora estaba recordando los principios de su juventud —la alegría de una sonrisa o de una comida con alguien que no fuera su hermano o hermana, la paz de compartir un momento de quietud frente a una hoguera, la energía crepitante tras una burlona sonrisa, el amor mutuo de algo tan simple como la mantequilla en un sándwich. Eso era la vida. Esas eran las cosas que hacían feliz a la gente de estar vivo.

Un grito gutural resonó, un hermoso sonido femenino que disparó su sangre. El sedoso canal de Regan latía a su alrededor, contrayendo y liberando en exquisita

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posible...

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Todo estaba regresando a él y fue este momento, con esta mujer, que lo hizo

sincronización con el balanceo de sus caderas. La posición de cuchara limitaba sus movimientos, así como la profundidad de sus embestidas, pero poder rodearla con sus brazos, para cubrirla con su cuerpo y proteger la vida en su interior la hacía increíble. Además, él no creía que la postura del misionero 20 pudiera ser cómoda —ni siquiera posible— en su estado, y aunque le encantaría tenerla sobre sus manos y rodillas con el tiempo, esto era lo que necesitaba ahora. —Más rápido —se quejó ella—. Más fuerte. —¿Estás segura? —Él levantó la pierna de ella para permitir la máxima penetración de su pene—. No quiero lastimaros a ninguno de los dos. —Oh, sí —dijo ella, todo su cuerpo temblaba—. Estoy muy segura. Su seguridad acabó con las contenciones que lo habían retenido. En su brazo, Styx se encabritó como un poderoso semental. Thanatos se abandonó, adentrándose en su dulce suavidad como si fuese a morir sin ella. Ella estiró su espalda y hundió el puño en su pelo, aferrándose a él, apretando su boca contra su cuello satinado. Dios, ella olía tan bien, como las fresas y la crema de jabón que Limos le había traído, pero por debajo estaba el aroma terroso que siempre asociaba con el poder. Regan era el poder. Los delicados músculos de sus brazos y su espalda se tensaban mientras se mecía contra él, y sus dedos se clavaron en su cuero cabelludo, guiando su boca donde ella quería. Sus colmillos se alargaron temblando con la necesidad de morder su tierna piel, y cuando accidentalmente la rozó, siseó y se echó hacia atrás.

había conocido de él, y sin embargo, estaba pidiéndole que aceptara lo que había 20

*La postura del misionero, postura sexual, el hombre sobre la mujer.

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Sus dulces palabras lo tranquilizaron. Ella tenía motivos para odiar lo que

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—No —susurró—. No es necesario que los ocultes más. No conmigo.

mantenido en secreto durante tanto tiempo. No podía morderla —jamás correría ese riesgo, sobre todo cuando no podía permitirse el lujo de perder la sangre que estaba alimentando al bebé. Pero bajó la cabeza para lamer la delicada vena bajo su mandíbula, saboreándola antes de presionar la punta de sus colmillos en su piel. El latido de su pulso contra sus dientes se unió al martilleo de su corazón, dejando su sangre en llamas. Y a medida que la respiración agitada de Regan se transformaba en gemidos y jadeos, su placer alcanzó su punto máximo. Ella se unió a él con un grito, acelerando sus movimientos y arqueándose, y él creyó haberla oído pronunciar su nombre. Impresionante. Después se quedaron allí, quietos, sus respiraciones irregulares ahogando el crepitar del fuego. Eso había sido... extraordinario. Nunca había experimentado algo así, todo lo que implicaba la fusión de los cuerpos y del placer y la intimidad. Sí, él y Regan habían follado una vez, pero estaban drogados y él estuvo distraído temiendo por su Sello. Esta había sido la toma real de su virginidad. —Esto es... —Él apoyó su frente contra su sedoso cabello con el corazón acelerado de tanto esfuerzo y una pizca de vergüenza. Silenciosamente estirada hacia atrás, Regan jugaba con una de sus trenzas. —Esto es… ¿qué? Sólo tienes que soltarlo de una vez. —¿Esto es siempre así? —¿Y se suponía que debía permanecer dentro de ella

acerca de qué hacer con una mujer.

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antiguo como la rueda, como Reseph solía decir, y no sabía absolutamente nada

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de esta manera? ¿O se suponía que debía a salir? Dios, odiaba esto. Él era tan

Regan se puso tensa, un sutil endurecimiento de sus músculos, una mera brusca inhalación, pero que estaba allí. —No lo sé. Él levantó la cabeza para mirarla. —Yo asumí… —Que yo era una puta. —Ella dejó caer la mano y cambió de posición, y su polla se deslizó de su calor. Bueno, mierda. Él en cierto modo la había llamado así, ¿no? Te ofreciste para jugar a puta. ¿A cuántos hombres has follado por tu trabajo? Pero desde el momento en que Regan estuvo allí con él, vio a una mujer que lamentaba lo que había hecho, que cuidaba la vida que crecía dentro de ella, que estaba dispuesta a morir para salvar esa vida. Sin duda, ella seguía siendo el rudo Guardián que conoció nueve meses atrás, pero había visto la emotiva, sensible y vulnerable humana bajo su caparazón de asesina de demonios. —No creo que seas una puta —dijo en voz baja—. Y... —Esto iba a doler—. Lo siento por dar a entender que lo eras. —Sí, vaya. Él y las disculpas no se llevaban bien—. Asumí que tenías algo de experiencia. ¿Estaba equivocado? Ella suspiró, y la mayor parte de la tensión se desvaneció de su postura. —Tú eres sólo mi segundo. Mi primero... no salió bien. Sólo lo hice una vez. Él adoraba jodidamente esa respuesta. Envolvió sus brazos alrededor de ella y la atrajo de nuevo en él.

noche contigo. Él frunció el ceño.

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—Mi poder. Cuando… me excito... pierdo su control. Por eso se liberó esa

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—¿Por qué sólo una vez?

—Entonces, ¿por qué no me ataca ahora? —Cuando ella no respondió, él trazó sus dedos sobre la suave pendiente de su hombro. —¿Regan? —Se ha ido. —Hizo una pausa, como si tuviera dificultades para encontrar las palabras adecuadas—. Creo que tiene algo que ver con el embarazo. Por favor, no se lo digas a nadie. —No se lo digas la Égida, quieres decir. Ella no respondió así que él cambió de nuevo al tema inicial, pero no lo olvidaría. —¿Mataste al tipo? —Esperaba que así fuera. No le gustaba la idea de que hubiera un hombre por ahí que hubiera tocado a Regan. —No, pero fue aterrador. Juré que nunca tendría sexo otra vez. —Se estremeció, y de inmediato arrastró un manta sobre ella. —Y entonces llegué yo, y pensaste que no tenías que preocuparte por tu capacidad para lastimarme. —Sí. —Ella se dio la vuelta, con un poco de esfuerzo, si sus gruñidos y gemidos eran alguna indicación—. Lo sien… —No lo hagas. ¿Recuerdas lo que dije sobre eso? No me hizo daño. —Él bajó su boca hasta Regan, era un beso con la intención de consolarla, pero en el momento en que sus labios se encontraron, el calor se avivó. Su hambre por ella lo consumía todo. Peligroso. Innegable—. Y parece que los dos tenemos mucho que

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ponernos al día.

Veintitres

D

ios, el sexo con Thanatos era bueno. Incluso cuando él no estaba en su interior, con solo su tacto y su voz la hacían arder. —Ven aquí —dijo él bruscamente, mientras rodaba sobre su

espalda y levantaba a Regan para que quedara a horcajadas sobre su cintura. Él levantó sus caderas para penetrarla, pero los horribles recuerdos se apoderaron de ella, arrastrándola hacia la culpa que Thanatos le había pedido que dejara atrás, y trató de quitarse de encima de él. La última vez que habían estado en esta posición, él estaba inmovilizado, y ella había estado... tomándolo. —Thanatos —susurró, luchando contra su agarre—. No puedo hacerlo así. —Olvídalo, Regan. —Él deslizó su mano desde sus costillas hasta sus senos, y a pesar de sus dudas, se arqueó con su caricia—. Yo lo quería. Los dos lo queríamos. —Pero tú no tenías elección. Él ahuecó su mejilla, su palma se sentía cálida y firme. —Tampoco tú. —Con exquisita ternura, él se llevó la mano de ella a su boca, donde le besó los nudillos—. Aparta la furia y la muerte, Regan. —Sus labios eran santén contra su piel—. Sólo tú puedes hacer eso. Sólo tú.

empezó a balancearse sobre él. Sus manos la acariciaban, la mimaban, la animaban. Esto no era nada parecido a la primera vez. Así era como debería haber sido.

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deseo y alguna otra emoción que no podía —o no quería— ponerle nombre,

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Las lágrimas escocían en sus ojos. Santo Dios, era increíble. Mareada por el

—Justo así. —Su profunda y gutural voz la atravesó como una ola de calor—. Tómame. —Él aumentó sus embestidas, hundiendo su eje profundamente, levantándola de la cama con el impulso de su pelvis. La expresión de él era intensa, su mirada salvaje, y cuando sus labios se abrieron revelando las puntas blancas de sus colmillos, las primeras contracciones de un orgasmo se enroscaron en su interior. Esas cosas eran malvadamente sexys, y ella ni siquiera se iba a poner a reflexionar sobre por qué pensaba eso, o por qué no lo negaba. En cambio, acercó su mano y le acarició uno. Thanatos dejó escapar un gruñido que debería haberla aterrorizado, pero su reacción le daba ganas de hacerlo de nuevo. Sus urgentes empujes se estrellaban contra ella más fuerte, más rápido, y su control sobre ella creció con más fuerza, más posesivo. Y cuando cogió el colmillo entre sus dedos índice y pulgar y acarició la superficie lisa, él rugió en éxtasis. Empujando bruscamente bajo ella, se corrió en un flujo caliente y húmedo, provocando el orgasmo de ella. El placer se repitió dos veces en oleadas masivas que la dejaron sin aliento y desplomándose plácidamente junto a él cuando todo terminó. —Caramba —suspiró Than—. Joder… ha sido condenadamente bueno. —Él cambió de postura hasta quedar frente a ella y con ternura apartó el cabello de su cara—. ¿Eso que hiciste con mi colmillo? Tendremos que recordar eso. Para la próxima vez. Las palabras no pronunciadas estaban allí, colgando incómodamente entre ellos. Bueno, tal vez era incómodo sólo para ella, porque no tenía ni idea de a donde los llevaba todo esto entre ellos. Él había retirado ya eso de los-meses-de-placer, pero ¿Y si ella todavía sentía como que se lo debía? Le

Ni siquiera la Égida.

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con el hecho de que nadie la había hecho sentir tan valorada.

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debía mucho, pero la razón por la que sentía que estaba en deuda había crecido

Ligeramente, su mano y su mirada vagaron por su cuerpo, con relajantes movimientos que le parecían extrañamente a caricias, como si estuviera mostrando su afecto a Styx. Sin embargo el único lugar que no estaba tocando, era su vientre. Sonriendo, ella le cogió la mano y la puso justo por encima de su ombligo. Fue divertido —entrañable, en realidad— su forma de ser indecisa e insegura sobre cómo tocar a una mujer embarazada. Pero después, supuso que cuando tratas principalmente con la violencia y la muerte, una nueva vida debe ser desconcertante. Y hablando de desconcertante... ella todavía estaba abrumada por todo lo ocurrido esta noche. Él había aparecido de la nada, sus ojos llenos de asesinato, y luego toda su energía se había transformado en otra cosa. La electrizante y letal furia, todavía seguía allí, pero de alguna manera, él cambió su enfoque de la violencia al sexo. —¿Thanatos? —Ella jugaba distraídamente con uno de los anillos de sus pezones—. ¿Por qué dijiste que cuando estás fuera de control, en todo lo que puedes pensar es en mí? En su vientre, la mano de él se detuvo. Justo cuando pensaba que no iba a responder, él gruñó. —Lo dije porque el sexo vuelve a un hombre estúpido. —Él cogió su mano entre las suyas y se la llevó a los labios. A ella le gustaba cuando él hacía eso, lo cual era bueno, porque él lo hacía mucho—. Y porque es verdad. Por lo general, cuando estoy atrapado en un fango de odio y de necesidad de matar, ningún otro pensamiento puede abrirse paso. Pero desde que tú estás aquí, ha habido una fiebre sexual corriendo a través de mí que empeora cuando estoy enfadado, o

había pasado antes, y yo sólo podía pensar en ti.

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quemar la violenta energía con el sexo en lugar de con la sangre. Eso nunca me

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como hoy, cuando me veo obligado a una escena de muerte. Sentí como si pudiera

—¿Crees que es porque hemos tenido sexo y eso despertó esa parte de demonio sexual en ti? —Sí. Al menos, Ares y Reseph descubrieron que hasta cierto punto, el sexo puede agotar la energía que de otro modo la usarían para matar. —Es extraño —dijo—, que para vosotros los hombres, el sexo pueda evitar que sucedan cosas malas, pero es todo lo contrario para mí. —Ella se mordió el labio inferior—. Bueno, hasta ahora. —¿Por qué no quieres que la Égida se enteré que has perdido tu habilidad? Ella se encogió de hombros, sin entenderse completamente a ella misma. La Égida había condenado su habilidad como una maldición, pero al mismo tiempo, la habían hecho la única Guardiana que podía manejar ciertos encargos. Sin eso, lo único que le quedaba era su don psicométrico, que era muy útil, pero limitado por que sólo funcionaba sobre la piel y la tinta. ¿Y si perdía eso también? Era una buena luchadora, pero también lo era prácticamente todo el mundo en la Égida. Probablemente sabía más que nadie sobre vampiros, pero no costaría mucho que otro Guardián se pusiera al día rápidamente, y si ella no podía compartir lo que sabía acerca de los Caminantes Diurnos, no tenía mucha ventaja sobre cualquier otro. —Supongo que me preocupa lo que vayan hacer. —¿Cómo qué? —No lo sé... degradarme de nuevo a un Guardián corriente.

—Yo sí lo hago. Me acogieron cuando deberían haberme matado, y me enseñaron a controlar mis habilidades.

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Lo que significaba que no confiaba en ella tampoco, pero no podía culparlo.

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—Son gilipollas —murmuró—. No confío en ellos.

—En la playa de Ares, dijiste que tu padre fue sacrificado. ¿Y tu madre? —Mi madre dio a luz y me dejó en la puerta del Cuartel General de la Égida antes de efecturar una muerte-por-demonio. —¿Encontró un demonio para que la matara? —Básicamente. La Égida casualmente había estado recuperando víctimas de un nido de demonios que pasaban el rato en algunos túneles eléctricos cercanos. Ella se armó, entró y acabó con tantos demonios como pudo antes que uno la matara. Era una misión suicida, y lo sabía, pero salvó muchas vidas. —Val encontró su cuerpo y la grabadora de voz que utilizó para relatar sus muertes—. Así que, de todas formas, en lugar de matarme, como exige el protocolo, me dejaron con padres adoptivos... otras parejas de la Égida. —¿Parejas? ¿En plural? ¿No una sola? Ella asintió con la cabeza. —Los primeros dos se divorciaron cuando yo tenía cuatro años, y ninguno de los dos quiso la responsabilidad de criar a un niño como yo, solo. Thanatos maldijo. —¿Están muertos? —No. —¿Quieres que lo estén? Ella se echó a reír. Thanatos definitivamente llevaba su nombre de Jinete en el

tuve nueve años, cuando mi madre adoptiva, Jean, murió en un accidente de coche. Mi padre adoptivo estaba tan angustiado que dejó la Égida, por lo que todo

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—Está bien. Apenas los recuerdo. La siguiente pareja me mantuvo hasta que

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corazón.

el mundo pensó que lo mejor era ponerme con otra familia de la Égida, ya que mis habilidades psicométricas estaban completamente desarrolladas. El traslado a la nueva familia había enviado a Regan en una espiral de depresión y exaltación. Había perdido el único hogar que jamás había conocido realmente, desde sus padres adoptivos, su casa, hasta su negro cachorro labrador llamado Buster. Aunque Kevin, su padre adoptivo, había sido estricto acerca del entrenamiento de Regan en la Égida, y distante con sus propios sentimientos, Jean había sido más cálida, y Regan los había amado a los dos. —¿Cuánto tiempo estuviste con la nueva familia? —Hasta que cumplí los trece años. —Su estómago se revolvió un poco, porque realmente odiaba volver a visitar esa parte de su pasado. Tabitha y Shawn estaban destinados en Sioux Falls, Dakota del Sur, y fueron buenos... al menos, superficialmente. El trauma de haber perdido a Jean y Kevin finalmente se había desvanecido, Regan había llegado a aceptar a Tabitha y Shawn, pensando que había encontrado una familia en ellos—. Entonces mi madre adoptiva quedó embarazada, y no me quisieron cerca de su hijo. —¿Están muertos? —gruñó Than. Ella esbozó una sonrisa. —No, y no quiero que lo estén. —Ignoró la ligera punzada de dolor que siempre se producía cuando abría una vieja herida—. Entiendo por qué se deshicieron de mí. Para entonces, yo estaba empezando a mostrar signos del poder que tanto temía la Égida. Podría haber sido un peligro para su hijo.

—No puedo culparlos. Haría cualquier cosa para proteger al pequeño pony. — Pero eso no significaba que su rechazo no le hubiera lastimado. Después de haber sido rechazada por tres familias y pasar por la pubertad con habilidades que no

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Ella pasó los dedos sobre el diminuto pie presionando contra su ombligo.

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—Putas excusas.

entendía, había necesitado a alguien que cuidara de ella. Que le dijera que todo estaba bien y que era querida—. Así que fui con la siguiente familia, una buena pareja que dirigía una de las Células de Londres, pero las cosas fueron mal desde el primer día. —Mordió su labio inferior, recordando esa misma época—. Habrás notado mi tendencia a ser un poco... obsesiva-compulsiva. Él levanto una de sus cejas. —¿Un poco? Nivelaste todas las pinturas en mi fortaleza. —¿Cómo lo sabes? Él le dirigió una arrogante sonrisa. —Porque arreglas todo lo que tocas, así que incliné todos los cuadros para ver cuánto tiempo te llevaba enderezarlos de nuevo. El hombre tenía el más extraño sentido del humor, tan peculiar, juguetón y tranquilo, pero a ella le gustaba. Sobre todo porque tenía el presentimiento de que él reservaba su alegría para aquellos que estaban dentro de su pequeño circulo íntimo. —Sí, bueno, espera a ver tus armarios. Sin dejar de sonreír, se inclinó y la besó en la punta de la nariz. Al igual que su sentido del humor, sus gestos de cariño eran espontáneos e inesperados. —No puedo esperar a ver lo que haces con mi cajón de juguetes sexuales. Sus mejillas se calentaron.

como pongo todo patas arriba. —Él se puso serio, trazando un dedo a lo largo de su mandíbula—. ¿Así que el TOC comenzó con esta nueva familia en Londres? Ella asintió.

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—No, pero creo que voy a montar uno solo para verte temblar cuando veas

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—¿Tienes un cajón de juguetes sexuales?

—No fue creciendo gradualmente... sólo, de repente me convertí en una loca que limpiaba todo. Todo tenía que estar organizado, ordenado y perfectamente separado. No podía empezar nada ni ir a ninguna parte si mi reloj no estaba adelantado cinco minutos. Cosas raras como esas. Fue frustrante para todos nosotros. Y entonces, tan sólo un año después de estar con ellos, mi habilidad de succión de almas mató a un hombre. —¿Qué pasó? —Estaba en una cacería de demonios junto con un par de Guardianes. Habíamos atrapado a un Soulshredder en un callejón, y me clavó fuertemente las garras en mis costillas. —El dolor fue cegador, lo suficiente para lanzar su furia en una matanza—. Lo siguiente que supe fue que un disparo de luz salió fuera de mi cuerpo y atacó al demonio. Arrancó su alma y el alma necesitaba un cuerpo. Se encontró un hombre en la calle y lo poseyó. —Se estremeció ante el horror de recordar que todo había empeorado cuando se vieron obligados a matar al pobre tipo. —No fue culpa tuya —dijo Than en voz baja—. No podías saberlo. —Lo sabía. La Égida había identificado mi habilidad cuando tenía once años y yo había estado entrenando para controlarla. Pensé que la tenía bajo control, pero estaba equivocada. —La Égida estaba equivocada. No tú. Sólo tenías catorce años. No podías saber nada mejor que ellos. —Eso es lo que mis padres adoptivos, dijeron. Y puede ser que incluso lo creyeran. Pero empezaron a pelear mucho después de eso. —El bebé pateó y se

Así que ahora había sido responsable de dos divorcios. Su TOC se había descarrilado entonces, y se había convertido en una bulímica. Ella necesitó control durante un tiempo en el que sintió que no tenía a nadie.

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discutiendo sobre mí. Se divorciaron justo antes de mi decimosexto cumpleaños.

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movió para darle al pequeñín más espacio—. Los escuchaba en su dormitorio

—De cualquier forma, después de eso, la Égida pensó que necesitaba mayor supervisión de un Guardián que cualquier padre adoptivo me hubiera dado, y tenían razón. Me fui al Cuartel General, y durante los primeros meses de entrenamiento, mi capacidad mató a alguien más. Un Guardián esta vez. —Ella pensó que sus colegas la matarían entonces y justo allí. Afortunadamente, Valeriu, que había sido quien la defendió por salvar su vida en primer lugar, convenció a los Guardianes para que le dieran otra oportunidad—. Con el tiempo, conforme trabajé para dominar mis habilidades, el TOC mejoró. Sólo tenía veintidós años cuando me ascendieron a Sigil. La más joven que nunca hubiera existido. Joven, pero a los veintidós años, tenía más experiencia en su cinturón que la mayoría de los Guardianes Ancianos, ya que había sido literalmente criada para luchar contra los demonios. Sus primeros libros no trataban de Dick y Jane. No, sus padres adoptivos le leían historias directamente de la Égida combatiendo y de recopilación de especies. —Y ahora estás al frente de una organización que hace que la mayoría de los demonios tiemblen en sus botas. —Bueno, al menos, los que usan botas. Él se rió entre dientes con un sonido ronco y ella decidió que él necesitaba hacerlo más a menudo. Su risa le llegó, atrayendo emociones felices que había tenido miedo de sentir desde hacía mucho tiempo. —¿Regan? —¿Hmm?

—Yo diría que es Limos quien merece la disculpa. Tú me compensaste muy bien.

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Ella sonrió contra su piel.

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—Lo siento si te asusté esta noche.

—Lo digo en serio. —Yo también. Él se apoyó en un codo, su rostro todo serio y sombrío. Incluso las trenzas en sus sienes colgaban en sogas rectas y serias. Sólo Thanatos podía tener el cabello serio. —Podría haberte lastimado. Ella suspiró. —Tú me dijiste a que habías venido, y no era para hacerme daño. —Sostuvo su mirada, que brillaba con reflejos dorados de veinticuatro quilates, a la luz del fuego—. Y sabía, sin ninguna duda, que no le harías daño a tu hijo. Su voz estaba cargada de emoción. —Tú no sabes lo que hice, en donde estaba antes de llegar aquí… —Sí, lo sé —susurró—. Lo vi en las noticias. Su expresión se ensombreció. —Los Empalados. Ella asintió, su estómago se encogió ante la vívida imagen. —Era idéntica a la escena que vi a través de tu tatuaje. —Fue Peste —dijo, con voz tan tormentosa como su expresión—. Él lo organizó para hacerme recordar.

—Y esa gente de antes... tú... —No podía continuar. Y honestamente, esperaba que él no contestara. Saber lo que él era capaz de hacer...

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noche, todavía tenía esa escena horrible del pasado en su cabeza.

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Vale, si bien era un alivio saber que Thanatos no había empalado a nadie esa

—No. —Él sacó las piernas fuera del colchón y las metió en unos pantalones de chandal—. ¿Alguna vez oíste hablar de Vlad Tepes? —Vlad el Empalador. También conocido como Drácula. Por supuesto. Algunos de los primeros libros que mis padres adoptivos me leían eran de sus hazañas. — Tuvo una visión del hermoso culo de Than mientras él tiraba de los pantalones, y su estómago revoloteó. Había rasguños en sus nalgas. —Y yo que pensaba que los padres demonios eran un desastre —murmuró—. Esa gente que viste en mi tatuaje fueron algunas de sus víctimas. Los habitantes de un pueblo que conquistó. Esto fue antes de que él realmente empalara personas y matara a treinta mil en un solo suceso. Ella frunció el ceño, recordando cómo la Vigilante de Than había aparecido en la escena y lo había regañado. —Entonces, ¿De qué estaba hablando Gethel cuando dijo que habías ido demasiado lejos? —Entré en una furia asesina y masacré a los soldados a los que Vlad había ordenado empalar a los aldeanos. Una gran cantidad de inocentes se vieron envueltos en ella. —No lo entiendo. Ares es atraído a la batalla y lucha en el reino humano sin tener víctimas en masa. —Sí, pero él lucha... él no tiene por qué matar. Yo necesito matar. Todos hemos aprendido a tener cierta medida de control con el paso de los siglos, y aunque me siento atraído a la muerte, por lo general puedo controlarme. Pero cuando estoy

consecuencias terribles. Las muertes y el dolor que ella había causado debido a su habilidad le pesaban como una ancla, dejándola incapaz de acercarse a cualquiera que pudiera sufrir a causa de ella.

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Qué bien entendía Regan cómo las cosas podían salirse de las manos y tener

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enfadado o herido, así... a veces las cosas se me pueden ir de las manos.

—¿Así que te metiste en problemas por matar a los seres humanos? —Inquirió, preguntándose qué clase de castigo podría ser dado a los Jinetes—. ¿Incluso los humanos que empalaron gente inocente? —Sí. Incluso aunque algunos de los soldados eran ter'taceo. Y Vlad mismo era medio demonio. Ares y yo finalmente lo matamos en un campo de batalla. —¿Tú lo mataste? Than se encogió de hombros. —No lo perseguimos para cazarlo... nuestros Vigilantes no nos dejan interferir en los asuntos humanos o la política a menos que seamos atraídos a una escena específica. Y aun así, las personas que son importantes en la línea temporal humana están protegidos por ángeles llamados Memitim, y no podemos matarlos hasta que ya no estén bajo protección. ¿Te acuerdas de Idess, en la boda de Limos y Arik? Ella antes era Memitim. —Él se puso una camiseta de color negro, cubriendo su magnífico pecho. Lástima que lo hiciera—. De cualquier forma, atrapamos a Tepes en el momento adecuado. Ya no estaba protegido. —Entonces, ¿cuál fue tu castigo? —Relámpagos. Se sentó con el ceño fruncido. —¿Fuiste golpeado con rayos? —Más de un centenar de veces. —Una sonrisa misteriosamente sombría curvó las comisuras de su boca—. Los ángeles no son las criaturas más misericordiosas.

Regan nunca había sido mimosa, pero sentía la necesidad de abrazarlo, como si con ello pudiera borrar el dolor.

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Dios, ni siquiera podía imaginar lo horrible que debió haber sido para él.

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No es que yo mereciera misericordia.

Quería hacer más preguntas, pero sus ojos se sentían como si hubieran estado expuestos en chorros de arena y no pudo sofocar un bostezo. Thanatos sonrió, una sonrisa maravillosa, que la hubiera tenido invitándolo a volver a la cama si no estuviera en estado al borde del coma. —Duerme un poco. Enviaré al Sabueso, pero no estaré lejos. Se inclinó y la besó en la mejilla. —Tengo algunos miembros más de mi personal que interrogar. —Él le guiñó un ojo—. Trataré de mantener sus gritos al mínimo. Sí, él realmente tenía un extraño sentido del humor. Sobre todo porque no

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tenía ninguna duda de que lo decía realmente en serio.

Veinticuatro

T

hanatos salió fuera de la habitación y a pesar de que el mundo se dirigía rumbo al infierno, él realmente se sentía… bien. Él y Regan habían sanado algunas heridas, y tal vez, solo tal vez, habían asentado

los cimientos para una especie de relación una vez que el bebé naciera. Primero debían conseguir un mundo seguro para el bebé. Tocó sus labios con un dedo mientras avanzaba por el pasillo, todavía sintiendo el cosquilleo de su beso. Era malditamente hermosa. Se sentía atraído por ella antes, cuando tenía un esbelto y fuerte cuerpo y su tonificada estructura muscular marcada por cicatrices de batalla que ella llevaba como insignias de honor. Pero el embarazo le había añadido otra dimensión a su belleza, y mientras que antes, lo único que quería era sacarla de la casa, ahora quería retenerla solo para él. —¿Va todo bien? —La voz de Ares llegó desde el final del pasillo—. Limos tiene un jodido dolor de cabeza y Arik quiere meter una M-80 en tu culo. —Pervertido —dijo Than—. Pero soy nuevo en cuanto al sexo, no estoy listo para lo duro aun. Ares rodó los ojos. —¿Dónde está Regan?

Estaba preocupada por Regan y el bebé. No los hubiera lastimado. Él no lo hubiera hecho. Una voz molesta le remarcó lo fuera de si que estaba y que había matado a su padre y a su mejor amigo durante

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—¿Qué pasó después de que Limos se marchara? Dijo que te volviste loco.

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—Durmiendo. —Él sostuvo su mano—. Y sí, está bien.

un ataque de cólera. Pero esto era diferente. Él parecía haber conseguido cierto control en presencia de Regan. Bueno, tal vez no control… pero la urgencia de matar se cambió por una urgencia por estar dentro de ella. ¿Y cuando ella se marchara? ¿Qué, haría entonces? ¿Qué le pasaría a su hijo cuando estuviera en una espiral de muerte? Joder. Miró a Ares. —No pasó nada. —Maldita sea, Than —dijo Ares, claramente exasperado—. No soy ningún extraño de la calle, soy tu hermano. Háblame. En este punto, Than tenía dos opciones: enviar a Ares a la mierda o confiar en él. Ellos siempre habían estado muy unidos, pero con el que Than se había abierto más a menudo era Reseph. La forma de ser despreocupada y divertida de Reseph le había facilitado hablar, mientras que Ares siempre había sido más serio y tenía tendencia a extender un plan de batalla para resolver todo lo que fuera que llevaras ante él. Than optó por un simple: —Resolvimos algunas cosas. —¿Y? —¿Y qué? —Thanathos empezó a salir del vestíbulo, teniendo la esperanza de que Ares captara la indirecta de que Than no quería hablar sobre esto, pero no. Ares le siguió el paso.

solamente quieres sexo? —Ares bajó su voz hasta un profundo y tenebroso arrastre de palabras—. ¿O estas planeando venganza? ¿Tal vez para matarla? —¿Qué? —Thanatos tropezó con su propia culpa y perdió el paso—. No.

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bebé haya nacido? ¿Quieres que se quede? ¿Quieres tomarla como tu pareja? ¿O

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—¿Qué es lo que quieres de Regan? ¿Estás planeando echarla una vez que el

Evidentemente, Ares no le creyó, lo agarró del hombro y sus dedos marcaron su piel a través de la camiseta. —No te estoy juzgando, hermano. He vivido con mucho odio en mi corazón después de que mi esposa y mis hijos murieran. Pero si tú la lastimas o la matas, tendrás que explicarle a tu hijo por qué lo hiciste. —No planeo lastimarla. —Than apartó los dedos de su hermano de su camiseta—. Lo único que quiero es que me dé a mi hijo sin una maldita pelea. —¿Y Regan? ¿Qué hay de ella? ¿La deseas? Si. La pregunta de Ares flotaba en el aire como una neblina ácida, consumiendo a Than, porque no era así de simple. Le llevó largo tiempo, una eternidad, para finalmente decir: —No sé si ella me desea. —¿Y si lo hace? —Ahora mismo, nada de eso importa si no podemos detener a Peste. Ares asintió dándole la razón. —Hemos hecho algunos avances en ese frente. Hace unos meses, Limos y yo contactamos con todos los que nos debían un favor. Lo que significa que tuvimos a cientos de cabrones haciendo el trabajo de espías en el Sheoul, y tengo algunas pistas sólidas sobre los lugares que frecuenta habitualmente. —Ya es hora de que consigamos un descanso —murmuró Than—. Concéntrate en los lugares que frecuenta que sirvan también de santuarios o lugares de

Thanatos asintió.

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—¿Tienes algún plan concreto en mente?

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reunión.

—Peste es una puta del drama. No querrá matar a mi hijo en cualquier lugar. Está preparando algo grande. —Tiene sentido —Ares estuvo de acuerdo—. ¿Qué hay de los vampiros? ¿Algo nuevo en eso? Maté a ese jodido Medras por ti. Y a algunos otros antes de que escaparan. Incluso la Égida mató algunos. —Mis vampiros son lo siguiente en mi lista por hacer. —Than llevó a su hermano a la biblioteca y apoyó su trasero en el escritorio, enfrentando a su hermano—. Regan tiene una idea… es una mierda, de última-hora. Es como envenenar tu propia reserva de agua para matar al enemigo, pero estamos hasta el cuello y este podría ser nuestro último recurso. Ares le lanzó a su hermano una mirada sombría. —No me gusta como suena eso. —A mí tampoco. Ya es hora de que enfrentemos a Azagoth acerca de ser nuestro padre. No más sentarnos y preguntarnos. Existe una gran probabilidad que sea nuestro donante de esperma y si toda esa cosa del Cordero que aprendimos en Irak es precisa y puede romper nuestros Sellos… tal vez necesitemos que él haga precisamente eso. —Jooooder —inspiró Ares—. Jodido infierno. —Él pasó sus manos por su cabello y se paseó—. Esto está jodido, Than. Un jodido plan. —Ares lanzó dos jodidos más hasta incluso un pack de seis antes de finalmente girarse de nuevo hacia Than—. ¿Cómo vamos a acceder a su reino? Ni siquiera sabemos donde está. —Idess nos puede llevar allí. Tuve la idea hace unos minutos, cuando estaba

—Bien pensado. Pero mierda… No puedo creer que haya llegado a esto.

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Ares asintió.

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con Regan.

Tampoco Than lo podía creer. Si no acababan con Peste al primer llanto del bebé, la Tierra estaría más que perdida de todos modos. El hijo de Than sería perseguido durante las veinticuatro horas, siete días a la semana, día y noche para siempre. Nunca conocería un momento de paz, y crecería en un mundo arrasado por una guerra demoniaca. Por lo tanto sí, todo se había reducido a esto. Detener a Peste y a su demoniaco Apocalipsis durante el primer llanto del bebé… o marcar el inicio en el Libro de las Revelaciones con su viejo y querido padre.

—La necesitamos de vuelta, Morgan. Kynan miró fijamente hacia Lance mientras dejaba caer la caja de armas que arrastraba desde el Cuertel General en Alemania hacia el nuevo Cuartel General en Escocia. —Envía estas y dos cajas más a Edimburgo. La célula del sur apenas fue atacada por los demonios y necesitan todas las armas que puedan conseguir. Y Regan se quedará donde está. —¿En serio confias en Thanatos? —Lance gesticuló hacia la Guardiana que Ky aun no conocía. —No tanto como para perderlo de vista. Y está cabreado como el demonio. —

—Y está haciendo un trabajo estelar en eso —dijo Lance.

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sé que él quiere mantener a salvo a Regan y al bebé.

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Ky ayudó a la Guardiana a levantar la caja y la miró mientras se marchaba—. Pero

—Solo dime que tienes más Guardianes preparados para enviar a Groenlandia. —Ky estaba angustiado por haber perdido el último grupo que asignó para ir con Regan— la célula entera había sido duramente golpeada por las fuerzas de Peste. El cabrón había eliminado células por todo el mundo, y lo único positivo que Ky podía pensar sobre esto, era que al menos estaba luchando contra gente que podía defenderse y no con la población civil. Ky, antes de detenerse en Alemania, se unió a una batalla con una célula en Quebec, y clavaron a los malditos demonios a la pared. Literalmente. La batalla había sido sangrienta, feroz y una de las pocas victorias que la Égida había visto últimamente. Se habían producido muy pocas. Juan levantó la vista de lo que estaba escribiendo en el ordenador. —Tenemos la situación del Guardián cubierta. Están en camino. —¿Qué? —Ky cruzó los brazos en su pecho ignorando el pinchazo del arnés de sus armas clavándose en sus bíceps—. Se suponía que no los meterías en un avión hasta que yo recibiera al Regente de Groenlandia por el Portal de Despalzamiento. —Ky no podía transferir una célula completa de esa manera, no cuando tenía que noquearlos para hacerlo, pero él había querido entregar el qeres y tener a su líder establecido en la fortaleza de Than antes de que llegara la célula. —No tenemos tiempo para informarte de cada movimiento que hagamos — dijo Lance—. Por si no te has dado cuenta, estamos en medio de una crisis. El Armagedón, el fin del mundo… ¿Algo de eso te suena familiar? ¿O es que tú y tus amigos demonio estáis metidos en los culos de los demás que no te has dado

—En primer lugar, yo y mis amigos demonios somos la única razón por la que tenemos un mundo que defender, ¿O ya olvidaste lo que sucedió en Israel? ¿O en

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En un instante, Ky estaba frente a Lance.

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cuenta?

la batalla con Peste el año pasado? Así que ten mucho cuidado con lo que vas a decir. Es de mi familia de la que estás hablando. —Eres tan arrogante, Morgan. Desde que intimidaste a tu manera al Sigil con tu encanto especial y tu compinche ángel crees que todos debemos seguir tu ejemplo. No hay lugar para la discusión. Es a la manera de Kynan o nada. —Lance escupió en el suelo, como si hablarle a Kynan le dejara un mal sabor en la boca—. ¿Se te ha ocurrido que no siempre puedes estar en lo cierto? ¿Qué podrías estar equivocado acerca de Thanatos? ¿Acerca de su profecía? ¿Sobre el bebé? —Si tenías dudas, deberías de haberlo dicho antes —le contestó Ky. —Lo intentamos. —Lance se inclinó tan cerca que, Ky podía oler la hamburguesa que había comido en el almuerzo—. No querías escuchar. Tú y tu puñetero corazón amante de los ideales de demonios está arrastrando a la Égida a la basura. La voz de Kynan hacía mucho tiempo que había sido dañada por un demonio que casí le había arrancado la garganta, y ahora empeoró aún más, como la grava mezclada con fragmentos de vidrio. —Ahora vas a decirme que soy el responsable del ataque contra nuestro Cuartel General. Sus narices se estaban tocando. —Yo no lo dije. Tú lo hiciste. Antes de que Kynan pudiera detenerse, cerró su puño alrededor del cuello de Lance, dispuesto a poner al bastardo en su lugar. Juan saltó, interponiendo su

—Sí —gruñó Ky—. Está bien. ¿Dónde están los qeres? Me encargaré de llevárselos a los Jinetes.

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—Chicos. Ahora no es el momento para esto. Tenemos que mantener el rumbo.

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brazo entre Ky y Lance para separarlos.

Lance esbozó una pequeña sonrisa. —Está en camino. Lo pusimos en el barco con los Guardianes. —¿Barco? ¿Cuántos malditos Guardianes enviaste? —Sólo un puñado —dijo Juan—. Necesitábamos más espacio para el equipo. Anclará frente a la costa de Groenlandia en pocas horas. Lance, Omar, Takumi y yo cogeremos un helicóptero de transporte en una hora para que nos lleve a la nave. Transladaremos Guardianes desde allí hasta la fortaleza del Jinete con el helicóptero. A Kynan no le gustó esto. No le gustó que todo se hubiera realizado sin su conocimiento o su participación. Y tenía serias reservas sobre la cantidad de equipos que un barco requería para enviar Guardianes a Groenlandia. Pero quizás Lance tenía razón sobre Kynan de que tenía demasiada cautela. La Égida había sobrevivido durante miles de años porque cada Sigil operaba bajo la base de que cada Anciano era igual. Aunque nunca admitiría que Lance podría tener razón. —¿Supongo que no habrás avisado al Jinete? —Le envié un mensaje a Arik. —Lance miró su reloj—. Deja de preocuparte. Todo está bien. Maldiciendo, Ky salió de la recámara, con una sensación de inquietud en el estómago. Siempre había confiado en sus instintos, y ahora iban como alarmas de tormenta en el Tornado Alley. Algo no estaba bien. No, algo andaba mal. Muy mal. Al llegar a la estrecha escalera que conducía al gran salón del castillo, su teléfono móvil sonó, y la alarma de la tormenta en su cabeza sonó más fuerte. Miró

Peste atacó el Hospital General del Inframundo. Muchas muertes. Ky, secuestró a Idess...

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cerebro como un garabato ensangrentado en la escena del crimen.

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la pantalla y subió las escaleras a la carrera, el mensaje de Gem parpadeaba en su

Veinticinco

T

hanatos dejó a Ares en la fortaleza para que actuara como un par de ojos extra sobre Regan. Ya era hora de que Than se ocupara de los vampiros que había dejado que se pusieran nerviosos mientras él

manejaba otra mierda Apocalíptica. Si había una cosa que los Caminantes Diurnos odiaban, era tener que mantenerse en la oscuridad. Literal y figuradamente. Than se permitió una siniestra sonrisa mientras avanzaba por el patio lateral, donde los Caminantes Diurnos lo observaban por entre las barras de las persianas de las dependencias que utilizaban para el almacenamiento, talleres de trabajo y cuartos de los vampiros. Un Sabueso del Infierno custodiaba la entrada a la fortaleza para evitar que las sanguijuelas entraran o salieran de sus cuartos sin permiso de Than. Dejó que los Caminantes Diurnos se alteraran un poco más y entró en el edificio que alojaba al personal nocturno. Esa gruesa pared sin ventanas mantenía al mínimo la luz solar, pero una vez dentro, había otra medida de protección. La sección superior estaba configurada como un espacio de reunión con muebles, electrodomésticos, media docena de consolas de video juegos y una mesa de billar. Sin embargo, había una escalera que conducía a los dormitorios en la profundidad de la tierra, donde un túnel proporcionaba una ruta de escape en caso necesario.

Descendió a las profundidades oscuras, y cuando pulsó el botón de las escaleras, una docena de Caminantes Nocturnos estaban de pie alrededor de la

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quería correr riesgos.

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Thanatos lo había sellado después de que Dariq envenenara a Regan. No

gigantesca mesa, algunos parpadearon después de ser despertados con su llegada, y otros con los ojos brillantes y observando con recelo. —Iré directo al grano —dijo—. ¿Qué es lo que sabéis del complot contra mí? Todos ellos intercambiaron miradas y finalmente, Peter negó con la cabeza. —Nosotros no sabemos nada señor. Los Caminantes Diurnos nos desprecian. Ellos no comparten precisamente sus planes de asesinato. Thanatos lo sospechaba. En verdad, no esperaba encontrar ningún Caminante Nocturno colaborando con los Caminantes Diurnos, y no era solo porque se odiaban. Era porque ningún vampiro nocturno querría ver a los Caminantes Diurnos llegar al poder en la era post apocalíptica de Peste. —Señor —dijo Roland, dando un paso hacia adelante—, estamos aquí porque queremos estarlo. Incluso si usted no nos hubiera confinado a las habitaciones, lo hubiéramos hecho nosotros mismos hasta que todo terminara. No queremos que tenga razón alguna para sospechar de nosotros si algo más ocurre. Peter asintió. —Pero sería un honor proteger a Regan. —En un movimiento coordinado, los vampiros se apoyaron sobre una rodilla con sus puños sobre sus corazones—. Somos suyos para lo que desee. Todo el dolor que los renegados Caminantes Diurnos habían causado enmudeció ante la humilde lealtad exhibida ante él. —Gracias, es un honor —se aclaró la garganta—. Abriré el túnel de escape, pero aún no puedo permitiros entrar en la fortaleza. No creo que ninguno de

Ares ni siquiera pueden distinguiros la mayoría de los días. No puedo arriesgarme a que alguien se introduzca en la fortaleza bajo la apariencia de un Caminante Nocturno.

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distingue la diferencia entre vosotros y los Caminantes Diurnos. Joder, Limos y

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vosotros esté involucrado en intentar matar a mi hijo, pero Regan no siempre

—Podemos esperar —Ronald miró a Than a través de su revuelta mata de pelo rojo que siempre colgaba sobre sus ojos—. Pero si nos necesita, estamos aquí. Tanathos se fue de ahí, antes de reunirlos en un ridículo abrazo de grupo o algo por el estilo y se preparó para la confrontación real. Se detuvo en el centro del patio en una zona de luz solar, y llamó a los Caminantes Diurnos. Venían de sus aposentos, parpadeando a la luz de la mañana. —He tenido una reunión muy interesante con vuestros hermanos en Francia — dijo Than, deteniendo a todos ellos en seco—. ¿Quién sabe de lo que estoy hablando? ¿Nadie? Eso es lo que pensaba. Así que este es el trato. No tengo tiempo para torturaros a todos, pero para lo que sí tengo tiempo es para que todos tengaís un nuevo tatuaje. Sorprendente, ¿Cierto? ¿A quién no le gusta la tinta nueva? —¿Bludrexe? —Owain, un rubio vampiro fornido con una cojera pronunciada, se adelantó y tiró hacia abajo el cuello de su camisa para revelar su tatuaje—. Ya los tenemos. —Así es, pero este será diferente. ¿Recuerdas a Orelia, el demonio Silas que te hizo el primero? Bueno, ella os hará uno que interpretará directamente desde vuestros pensamientos. —Thanatos sonrió, dejando sus colmillos expuestos—. Así que si no me habéis traicionado, no tendreís nada que temer. Si lo habéis hecho... digamos que es posible que deseís comenzar a mearos en los pantalones ahora. Señaló con el dedo a Viktor. —Vamos, amigo. Tú primero. —Mientras Viktor se acercaba, Thanatos perdió un poquito su humor arrogante, porque la verdad era que él quería a sus vampiros, y que le dolería matar a los traidores, casi tanto como el daño que iba a

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Casi.

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causarles.

Regan despertó sola. Bueno, sola, excepto por el Sabueso del Infierno tamaño vaca gigante que yacía cerca de la puerta. Bostezando, se sentó, esperando ver a Thanatos en la silla de la esquina, pero él no estaba allí, tampoco. La decepción penetró en su neblina somnolienta, pero en su vientre, se retorció el pequeño potro, y sonrió. Debería quejarse cuando él pateaba como una tormenta, pero el movimiento siempre era algo bueno, y siempre se sentía reconfortada cuando lo sentía. —Vamos a buscar a tu papi, muchacho —Papi. Caramba. Qué lejos había llegado Regan del primer pensamiento de Thanatos como nada más que un donante de esperma, a ser padre, y por último, un papi. Se bañó y se vistió con uno de los nuevos conjuntos que Limos había comprado para ella, silenciosamente agradeciendo a la Jinete por no tener un gusto terrible. Limos podía vestirse en forma femenina, con cosas brillantes, pero había escogido algo mucho menos llamativo para Regan. El conjunto estilo traje de pantalones de maternidad negros y la parte superior de oliva y negro era cómodo y práctico y las sandalias de cuero negro añadían un toque femenino sin ser demasiado delicado. Con un Sabueso del Infierno en sus talones, Regan se dirigió a la sala principal,

Un débil «Aquí» llegó de la biblioteca, y se deslizó en el interior para encontrar a Thanatos inclinado sobre un gran objeto de cuero en la esquina.

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—¿Thanatos? —dijo en voz alta.

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pero fue recibida solo por el silencio.

El Sabueso del Infierno se dejó caer en el suelo detrás de ella mientras se acercaba a Thanatos. —¿Qué estás haciendo? —Trabajando en un proyecto. —Él levantó la mirada, la cual se calentó cuando sus ojos se encontraron con los suyos. Ella se sonrojó, recordando lo que habían hecho la noche anterior—. Te he preparado unas tortitas. Unos gofres. Y huevos con tocino. —Hizo un gesto a los tres platos cubiertos sobre la mesa—. No estaba seguro de lo que te gustaba, y dijiste que no sabes cocinar. Su estómago gruñó. —Me gusta todo. Gracias. Ella levantó una de las cubiertas de un plato y echó una tira de tocino al Sabueso del Infierno antes de coger otro para ella. Y vaya, ¿realmente estaba ella alimentando a los perros demoníacos ahora? Este bebé la estaba volviendo blanda y estúpida. Dios, esperaba que eso desapareciera una vez que naciera. Y una vez que estuviera a salvo viviendo con Gem y Kynan. El pensamiento que antes llegaba tan fácilmente, ahora le hacía un nudo en el estómago. Se frotó el vientre, sintiendo los movimientos cambiantes bajo su palma. Un pie o mano pegado a la de ella, y se le hinchó el corazón. Yo haría lo que fuera necesario para asegurarme de que estar conmigo es lo mejor. Regan quería ser lo que fuera mejor. Pero ¿podría hacer que eso sucediera? —No estás comiendo —murmuró Than, sin levantar la vista de lo que estaba

para grabar diseños en el cuero de caoba endurecido—. ¿Despertaría tu apetito saber que Viktor es inocente de conspirar para matar a nuestro hijo?

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desnudos estaban flexionados mientras usaba delgadas herramientas de metal

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haciendo. El pelo le caía por la cara, protegiendo su expresión, pero sus brazos

Gracias a Dios. Se sintió aliviada no solo por el bebé, sino también por Thanatos. Él necesitaba esto. Mucho. —¿Cómo lo sabes con seguridad? —Lo llevé a Orelia, mi artista del tatuaje. No encontró ningún engaño en sus acciones. Pero no te sugiero que uses tu don en su tatuaje. Al parecer, no siempre fue un buen tipo—. Than la miró, una trenza estaba enganchada en su hombro, y ella tuvo el deseo de extender la mano y hacerla girar entre sus dedos—. Viktor se encargará del resto uno por uno. Después, ¿Tendrás algún problema con tu don para leer los tatuajes? Estaba con Viktor cuando le hicieron el suyo, así que Orelia pudo decírmelo, pero no tengo tiempo para sentarme con todos. —Por supuesto —dijo—, será agradable ser útil. —Tomó un bocado de tocino y estiró el cuello para tener una mejor visión de lo que Than estaba haciendo—. ¿Haces esto a menudo? —Sip. Tengo un cobertizo en el patio donde hago reproducciones históricas. Me mantiene en calma. Necesito una distracción mientras espero a que Viktor vuelva con Artur. —Él significa mucho para ti, ¿no es así? Cuando no contestó, ella se acercó y pasó el dedo sobre la base de madera curvada del proyecto en el que estaba trabajando. —Es hermoso. ¿Qué es… —Cerró la boca de golpe, finalmente viendo en lo que estaba trabajando. Una cuna. Thanatos estaba haciendo una cuna.

través de la obra de arte labrado con precisión en el cuero que estaba estirado sobre el marco.

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cariñosamente sobre las lisas líneas de madera de los ejes del balancín y luego a

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—¿Qué te parece? —Su voz era suave terciopelo mientras pasaba su mano

Regan no podía hablar. En el silencio solo interumpido por los jadeos del Sabueso del Infierno, su mirada se desvió a los diseños —animales, todo ello en un fluido estilo celta. Finalmente encontró su voz, pero ¿qué podía decir? ¿Podría él tener todavía la esperanza de criar al niño, incluso después de que sus propios sirvientes habían intentado matar al bebé? ¿A pesar de que todos los seres malignos del planeta estarían abriendo fuego para matar al bebé con el fin de iniciar el Apocalipsis? Ahora lo entendía... lo entendía muy bien, por qué él quería quedarse con el bebé. Pero hasta que la amenaza de Peste no desapareciera, ninguno de ellos podría criar a ese niño. Se conformó con un... —Es hermosa, maravilloso. Él parecía saber lo que ella estaba pensando, y muy suavemente, la agarró por los hombros y la volvió hacia él. —Conozco tus planes para nuestro hijo. Sabes que los odio. Pero hemos luchado demasiado, así que el tiempo que tenemos hasta que nazca, vamos a hacer que esto funcione. —Eso suena muy razonable —ella le dedicó una pequeña sonrisa—. Nada que ver con el hombre que irrumpió en el Cuartel General de la Égida y me secuestró. —Sí —él soltó un suspiró—, estaba un poco alterado. —Es comprensible, teniendo en cuenta lo que te había hecho.

Inhaló bruscamente. ¿Estaba dispuesta a hablar? Él tenía razón, ella había dicho que lo necesitaban. Al igual que las personas normales. Sí, porque un guerrero

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camino más fácil para escapar. Hablar de las cosas.

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—Estamos más allá de eso. Tú eres la que dijo que no debemos tomar el

de la Égida con poderes demoníacos y el cuarto Jinete del Apocalipsis eran perfectamente normales. —Está bien —dijo ella, preparándose—. Dado que tenemos que hablar, quiero que sepas que si las cosas van bien con Peste... ya sabes, si lo detenemos... —Contó tres trozos de tocino y se los dio al Sabueso. Than esperó pacientemente, lo que era extraño—. De cualquier forma, estaba pensando que tal vez podríamos arreglar algo con el bebé. Tragando saliva, Than cerró los ojos. Cuando los abrió, era como si una pequeña y nueva luz brillara en ellos. —Vamos a vencerlo, Regan. Lo haremos. Por ahora, vamos a concentrar nuestras energías en detener este condenado Apocalipsis. Averiguaremos todo lo demás después de esto. Él era una contradicción a veces. Sus rabias incontrolables podrían significar la muerte para miles de personas, y sin embargo, cuando estaba tranquilo, era una de las personas más razonables y bondadosas que jamás había conocido. No podía creer que una vez hubiera pensado en él como un monstruo con un corazón de hielo. Ahora que había visto aquel corazón fundirse ante la perspectiva de tener una familia, y de alguna manera su propio corazón se había abierto para dejar que él y el bebé entrarán. Pero ¿y si ya era demasiado tarde para averiguar dónde quedaba su relación? Regan notó un dolor en su estómago. —Puede que no tengamos mucho tiempo. —Ningún «puede» —dijo él gravemente—. No lo hagas. Mientras estoy

buscar a Idess para que lo guíe hasta Azagoth.

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estado trabajando en un plan para atrapar a nuestro hermano y Ares ha ido a

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lidiando con mis vampiros y tratando de mantenerte a salvo, Limos y Arik han

Cierto. El Grimp Reaper. El año pasado él había dicho que el tipo era posiblemente su padre, pero por lo que ella sabía, no se había confirmado la teoría. —¿Y si Azagoth no es tu padre? —Estaremos jodidos si no somos capaces de detener a Peste cuando nuestro hijo nazca. Lo único definitivo que tenemos es lo que he escuchado de tus compañeros esta mañana. Arik dijo a Kynan que la entrega de Guardianes y qeres será hoy. Por alguna razón, ahora que los Guardianes estaban en camino, ya no estaba segura de quererlos. La tensión entre ella y Thanatos había desaparecido prácticamente, y en este punto, la Égida podría desestabilizarlo todo. Además, una parte secreta lo quería para ella sola. —¿Thanatos? —¿Sí? —¿Estarás bien con lo que tendremos que hacer con tu hermano? Thanatos se atragantó, por lo que sus tatuajes se contrajeron violentamente. —Tendré que estarlo. —Creo que, incluso con todo lo que has hecho y pasado en tu vida, si hay un tatuaje que necesites, será ese. —¿Te molesta? —No tengo ningún derecho a estar molesta.

juzgarte a ti, ni la forma en que haces frente a las cosas.

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—No —se sonrojó un poco—. Tenías razón cuando dijiste que no debía

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—Eso no es lo que he preguntado. —Su tono fue una exigencia tranquila.

Él levantó la mano y apartó el pelo de su mejilla, dejando que su mano se quedara un momento en ella, su corazón tartamudeó. Su suave toque la hizo dolorosamente consciente de su capacidad de ternura, y con cada roce de sus dedos, ansiaba más. —No he dicho eso, exactamente. —No exactamente, pero es lo que querías decir. Y tenías razón. —Se frotó contra su mano como un gato necesitado—. Tengo un montón de experiencia luchando contra los demonios, pero cero experiencias en la vida normal. Y no tengo espacio para juzgar en ningún caso. Me enfrento reorganizando los calcetines en el cajón y haciendo ejercicios de conteo. —Enséñame. —¿Te enseño cómo organizo los calcetines? Él se rió entre dientes. —No, los ejercicios de conteo. —No es nada especial. Solo elige un número que te gusta. Yo tiendo a hacer las cosas de a tres. —Ella cogió su mano y la puso sobre el escritorio—. Ahora tamborilea tus dedos y cuenta. —¿Tamborilear? —Tamborilear. Él arqueó una ceja, pero sus largos dedos se movieron debajo de los de ella. Se le ocurrió que tan antiguo como era, deberían ser más asperos, más collosos. Pero

Su voz era ronca, su boca se curvó en una sonrisa peculiar. —Extrañamente, siento todo lo contrario a la calma.

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—Mira —dijo ella con voz ronca—. ¿No te sientes más tranquilo?

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su piel era tersa y suave, con las manos bien formadas y muy... hábiles.

—Puedes ser un guerrero feroz —resopló mientras retiraba la mano—, pero muy malo con el TOC. Él se rió, una deslumbrante risa con la cabeza hacia atrás. —Tal vez me puedes enseñar cómo reorganizar calcetines entonces. —Oh, eres muy gracioso. Él movió las cejas. —Tengo mis momentos. Cada vez más y más de esos momentos crecían cómodamente entre ellos, y a Regan le gustaban. Hubo demasiada fealdad entre ellos y el mundo. Lo que la aterrorizaba era que no tenía ninguna duda de que algo más feo se avecinaba. Sí, ella y Thanatos habían madurado en su relación, y él podía haber intentado que sonara como si él, sus hermanos y la Égida estuvieran progresando, pero en su experiencia, justo cuando las cosas empezaban a tener buen aspecto... bueno, ahí es

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cuando las cosas se iban al infierno.

Veintiseis

R

egan había venido. Gracias a dios. Oh, ella todavía seguía pensando en renunciar a su hijo si no detenían a Peste, pero por ahora él sabía que no era porque ella no quisiera al bebé. Había visto evidencias de que

ella amaba al pequeño muchas veces, pero ahora estaba menos segura de que entregarle su hijo a Gem y Ky era lo correcto. Bien, porque Thanatos no iba a dejar que eso sucediera. Regan podría no creer que él fuera capaz de mantener a su hijo a salvo de Peste y de sus fuerzas, pero una vez que Than consiguiera aclarar la situación con los vampiros, pondría guardias. Le pediría a Cara una jauría de Sabuesos del Infierno. Contrataría una docena de refugios de asesinos. Diablos, construiría una maldita fortaleza si tenía que hacerlo. Tendría a su hijo, y lo mantendría a salvo. Lo cual llevaba a otra pregunta. ¿Querría ella formar parte de la vida de su hijo? ¿Querría más que eso? Su corazón dio un vuelco, una agitación algo loca ante la idea de que realmente podría obtener más de lo que jamás hubiera esperado en la vida. Una familia. Sin piedad, sacudió ese pensamiento fuera de su cabeza mientras salía de la ducha. Había estado ejercitándose mientras Regan compartía el desayuno con el

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llegarían en cualquier momento.

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Sabueso del Infierno, y ya era hora de reunirse con Kynan y los Guardianes que

Una vez que se hubo vestido con unos vaqueros negros y un jersey de cuello alto, encontró a Regan en la biblioteca, con un libro en su regazo —pero sus ojos estaban pegados al televisor. Ella se volvió hacia él, con las mejillas ardientes y enrojecidas. —¿Qué es esto? ¿Porno vampírico? Bueno, joder. Esto era un poco embarazoso. Pero principalmente porque ahora él deseaba arrojar a Regan sobre el escritorio y realizar la escena de verdad. —Sip. —Than miró a un vampiro en la pantalla follando y chupando a una hembra humana mientras que otro vampiro la mordía en la muñeca. —Oh, y esta es una buena. Muffy la Capa del Vampiro. —Parece hecho por profesionales. —Así es. Existe un gran mercado. —¿Están los… participantes sanguíneos de acuerdo? Esa mujer… y la ahoraanémica en la habitación, estaban huyendo de los vampiros anteriores. —A veces los participantes están de acuerdo —dijo él, y después puso los ojos en blanco cuando ella resopló indignada—. ¿Qué? Eso es la mitad de lo que excita a los vampiros. La caza y captura de la víctima. Obviamente, las hembras en este caso están dispuestas. Lo están pasando bien. —Señaló hacia la pantalla con una mano y casualmente ajustó su erección con la otra—. Ves, ella está teniendo un orgasmo. Regan se volvió del color de un excitado demonio Sora. Y si su aroma era una

El tono enfadado de ella, habría tenido mayor impacto si no se escuchara de fondo a una mujer gimiendo y chillando, «oh, sí, sí, ¡sí!». Y si Regan no estuviera

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—¿Y ves eso?

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pista, la parte cachonda iba según lo previsto.

tan jadeante. Aunque Regan no hacía esos mismos sonidos en la cama. Sus gemidos eran un poco más profundos, con un borde ronco y entrecortado. —Creo recordarte disfrutando de la sensación de mis colmillos deslizándose en tu cuello —murmuró él. En la pantalla, uno de los machos arrastró a la hembra fuera del dormitorio y estaba excitándola acariciando el interior de su muslo, sus colmillos raspándole la piel, su lengua se movía rápidamente acercándose a su centro. Cuando cubrió su centro con su boca, Than tuvo que morderse el labio para reprimir un gemido. No le había hecho eso a Regan y de repente, quería hacerlo… muchísimo. Igualmente su boca se le hizo agua y sus colmillos palpitaron, y sí, iba a saborearla cuando se corriera. Echó un vistazo al escritorio y se preguntó lo rápido que podría quitarle la ropa. Un gruñido erótico se escapó de entre sus labios y se volvió hacia ella con la mirada fija en ella como un laser. La iba a tomar. Ahora. Ella se puso en pie y se reunió con él a mitad del cuarto, extendiendo sus manos en su pecho y levantando su boca hacia la suya. —¿Escritorio? —susurró ella contra sus labios. —Estamos tan en la misma sintonía —susurró él contestándole. Cuidadosamente pero con urgencia, le dio media vuelta y la levantó sobre la superficie de madera, sin importarle una mierda que los documentos, lápices, y platos del desayuno cayeran ruidosamente al suelo. Un resoplido llegó desde la

aullido descontento siguió al golpe de la puerta.

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en la habitación para limpiar los daños, Than cerró la puerta de una patada. Un

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puerta, y rápidamente, antes de que el maldito Sabueso del Infierno pudiera entrar

Regan suspiró su nombre y alcanzó sus pantalones, pero justo cuando sus dedos comenzaban a lidiar con su cremallera, el claro jup-jup de un helicóptero vibró a través de las gruesas paredes de la fortaleza. —Jesucristo —gruño él—. Puta. Madre. —Definitivamente en la misma sintonía. —La voz de Regan era ronca y fiera, y su guerrero interior gritó en señal de aprobación. —Tus Sigils son terriblemente inoportunos. Se separó de Regan, con insaciable lujuria quemándolo de adentro hacia fuera. Después de casi arrancar las puertas de la biblioteca de sus bisagras, irrumpió en la puerta delantera. La costumbre y el instinto hicieron que empujara a Regan detrás de él mientras se acorazaba en su armadura y abría la puerta. Un helicóptero de transporte había aterrizado a unos cincuenta metros más o menos de su fortaleza. Unos hombres estaban saliendo de él, algunos con uniforme y llevando armas y otros vestidos de manera más informal. Pero sin ninguna duda, esos eran Sigils. Pero ¿dónde estaba Kynan? Regan le dio un codazo. —Puedes guardar la espada. Conozco a esta gente. Than miró la cuchilla en su mano. Ni siquiera recordaba haberla sacado. Maldiciendo, metió la espada en su vaina. —¿Podrías deshacerte de la armadura, también? No es necesaria y los vas a poner a la defensiva.

enemigos. Por favor, hazlo. Por mí.

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—Thanatos. —Ella golpeó con su pie en el suelo, irritada—. No somos tus

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—Bien. Deben estarlo.

Maldita sea. Ella sabía exactamente como conseguir lo que quería de él. Eso nunca podía ser algo bueno. Deslizando los dedos por la cicatriz de media luna en su garganta, salió a la luz del día mientras desaparecía la armadura. —Alto —Los cuatro individuos que venían en cabeza se congelaron, y los otros hicieron lo mismo—. Identificaos vosotros y vuestro propósito. —Oh, por el amor de Dios. —resopló Regan—. ¿Acabas de retroceder automáticamente al habla medieval ante los Guardianes? Ese es Lance, Juan, Takumi, y Omar. Son Ancianos. Los otros no los reconozco, pero son definitivamente Guardianes. Genial. Bien. Pero ¿por qué diablos estaban todos aquí? Se hubiera esperado a Kynan y tal vez, a Decker. Aunque hubiera sido sabio por parte de Decker no aparecer otra vez. Nunca. —¿Dónde esta Kynan? —preguntó a los tipos. El que se llamaba Lance dio un paso adelante. —Está ocupado. Tratarás con nosotros ahora. ¿Cómo coño había sabido esta gente donde se encontraba su fortaleza? ¿Cómo podían verla? Tenía magia en el lugar que mantenía su hogar invisible para la mayoría de los ojos humanos y demonios. Una vez que alguien había sido escoltado a través del campo mágico, podían ver la fortaleza, pero gente nueva… no. Supuso que Kynan les había dado las coordenadas, pero eso no explicaba

Los cuatro hombres se adelantaron, y Regan saludó a todos con abrazos excepto a Lance. Los celos y su instinto protector casi lo volvieron loco, pero al

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—Los Ancianos pueden entrar —dijo él—. El resto de vosotros… quedaos.

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como eran capaces de ver realmente los edificios.

final, estaba condenadamente orgulloso de la forma en que no les arrancó la cabeza y se las dio de comer a los dos Sabuesos del Infierno que se movían sigilosamente detrás de ellos. Regan le dirigió a Than una mirada fulminante. —¿Podrías decirles a los Sabuesos que no se coman a mis amigos? —Lo siento, chicos —gritó a los chuchos—. No hay aperitivos hoy. Id a patrullar en busca de Peste. Los Sabuesos gruñeron con una rabieta de mal humor, pero se marcharon aullando su disgusto. Los Guardianes, mientras tanto, parecía como si necesitaran un cambio de ropa interior. Divertido. Se volvió hacia los humanos, que estaban de pie en un semicírculo en el centro del salón. —Explicadme. ¿Cómo podéis ver mi fortaleza? Lance sonrió, y Than instantáneamente sintió odio hacia él. Había algo… furtivo en ese. —No tiene importancia. Lo que importa es que trajimos Guardianes y el qeres. Dejaremos a los soldados y el resto de nosotros estaremos fuera de tu territorio después de discutir algunas cosas con Regan. Arrogantes hijos de puta. La tensión revoloteaba en el aire, y por mucho que Than quisiera pulverizar a estos tipos, recordó que estaban aquí para proteger a Regan. Sin importar lo que pensara de los cabrones, ella los tenía en alta estima.

gruñido herido ante la idea de que Regan necesitara a estos otros hombres para algo, pero el lado más civilizado de él lo entendía. Casi. Así que los dejaría vivir por ahora.

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El protector en él, el hombre que daría su vida por su pareja e hijo, dejó salir un

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Ella… los necesitaba.

—¿Estás bien, Regan? —Juan arrastró sus pies, y Than captó el aroma de sus nervios. Al menos había uno que era inteligente—. ¿Te ha hecho daño? La gente seguía preguntando eso. Se estaba volviendo molesto. —No. —Regan se interpuso entre ellos y Than resistió la urgencia de arrastrarla de vuelta—. Confiad en mí, Thanatos no es una amenaza. —No para ti. —Thanatos se encontró con los ojos de cada uno de los cuatro Ancianos—. Pero mataré a cualquiera que me joda con lo que es mío. —Gilipollas —murmuró Lance. Regan emitió un sonido como un pequeño gruñido que probablemente no debería ser sexy, pero eso encendió su motor otra vez y hubiera querido arrastrarla al dormitorio, al estilo cavernícola, para terminar lo que habían empezado en la biblioteca. Después de estrangular a Lance con sus propios intestinos. Debió haber expresado sus pensamientos en voz alta, porque Regan se volvió hacia él, colocó la palma de su mano en su pecho y buscó su rostro. Tan. Jodidamente. Sexy. —Modales, jinete. Es lo que nos separa de… bueno, de gente como Lance. — Ella le lanzó una mirada al Anciano antes de volverse hacia Thanatos—. ¿Podrías darnos un minuto? Sabía que ella necesitaba discutir asuntos con la Égida, y entendía que había cosas que no debía saber —si su Sello se rompía, podía usar su conocimiento

—Tenéis cinco minutos —dijo bruscamente rechinando los dientes. De todas formas, tenía que comunicarse con Ares y Limos. Bajó la voz y acercó sus labios al

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Pero eso no significaba que le gustara.

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contra ellos. Así que sí, lo entendía.

oído de ella, su sangre todavía se agitaba tan violentamente cuando sus colmillos rozaron su lóbulo—. Después de eso, necesito… Las manos de ella golpearon su pecho, con fuerza no violenta, pero sensual. —Sé lo que necesitas Jinete. Ella lo sabía, ¿no? Qué mujer tan increíble. Un ronroneo estremecedor sacudió su pecho incluso mientras fruncía el ceño a los Guardianes intrusos. Sip, se había metido a si mismo en un frenesí que de alguna forma Regan entendía. Sangre o semilla… algo se iba a derramar.

Una vez que Thanatos y su tormentosa nube de energía se perdió de vista, Regan se volvió hacia sus compañeros Ancianos. —¿En qué estabais pensando, apareciendo aquí sin Kynan? Debería ser él quien tratara con los Jinetes. —Y ese ha sido el problema —dijo Lance, y ¿qué se suponía que significaba eso? Juan abrió la puerta delantera y gesticuló señalando hacia fuera.

ser buena. —¿Qué está pasando?

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Mierda. Cualquier cosa en la que ellos necesitaran tanta privacidad no podía

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—Vamos. Necesitamos un poco más de privacidad que esto.

—Confía en nosotros. —Juan salió y Regan lo siguió, muerta de curiosidad. Los Guardianes que acompañaron a los Ancianos se habían desplegado, todos armados hasta los dientes y sosteniendo ballestas o espadas y con sus cinturones de armas llenos de estacas de madera. Lance ladeó su cabeza hacia el helicóptero, donde la puerta lateral de cargamento estaba abierta revelando filas de asientos. —Salta dentro. Las mujeres embarazadas no saltaban en ningún sitio y Regan se detuvo en seco. —¿Por qué? —El interior está preparado con un hechizo de insonorización —dijo Juan—. Todo lo que digamos dentro no puede ser escuchado fuera. —Él volvió a mirar a Omar, que se había arrodillado justo fuera de la puerta de la fortaleza para atar su bota—. Sé que parece una medida extrema, pero lo que tenemos que decirte es sumamente delicado. Una rampa se situó en la base del helicóptero, y ella torpemente subió al enorme helicóptero que parecía ser un transporte de tropas militares modificado. Juan, Lance y Takumi la siguieron dentro, y cuando Juan cerró la puerta de golpe… y la aseguró, sus entrañas se hundieron. Al instante siguiente, el piloto encendió las aspas del rotor y su corazón se unió a su estomago cayendo en picado. —¿Qué estáis haciendo?

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—Los rotores ayudan a bloquear el sonido.

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La sonrisa pacificadora de Lance no aumentó su confianza.

No le gustaba esto para nada ni tampoco a Thanatos. A través del parabrisas frontal, lo vio salir de repente de la fortaleza y correr hacia el helicóptero. Detrás de él, Omar, que todavía estaba arrodillado, se levantó, con una pistola en la mano. —¡Thanatos! —gritó Regan, como si él pudiera oírla. Los disparos resonaron y Thanatos cayó al suelo, un dardo con punta carmesí sobresalía de la parte trasera de su cuello. Los vampiros irrumpieron en el patio lateral, pero los Guardianes estaban preparados y mientras interceptaban al personal de Than, Regan gritaba. Trató de llegar a la puerta, pero Lance, Juan, y Takumi la bloquearon. —¡Esto es un maldito rescate, Regan! —dijo Lance bruscamente. —No necesito ser rescatada, ¡idiotas! En la parte delantera del pájaro, Omar saltó dentro y luego el helicóptero estaba en el aire, y Regan estaba atrapada. —¿En qué diablos estáis pensando? —gritó ella, agarrándose a una barra para estabilizarse—. ¡Llevadme de vuelta! Desde el frente, Omar meneó su cabeza. —Regan, tenemos un plan. Esto es lo mejor. Muévete. Piensa. El helicóptero estaba volando, así que ahora mismo, no tenía más opción que seguir con su plan. No le gustaba, pero hasta que supiera exactamente que estaba sucediendo, tenía que permanecer calmada. Lo que no era fácil, ya que quería arrojar a cada uno de ellos del helicóptero por herir a Thanatos.

y secuestrarme? Estoy cansada de ser secuestrada. —Y por Dios, Thanatos iba a estar furioso de forma homicida cuando volviera en si—. Utilizásteis saliva de Sabueso del Infierno con él, ¿verdad?

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—¿Cuál es el plan? ¿Y porque no hablamos de esto antes de atacar a Thanatos

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Se dejó caer rígidamente en un asiento.

Lance negó con la cabeza. —Qeres. Teníamos que probarlo para asegurarnos de que funcionaría con Peste. —Eso ha sido estúpido, chicos. Y probablemente habéis destruido nuestra alianza con los Jinetes. Cuando no dijeron nada, una amarga sospecha cayó sobre ella. —¿Ya lo sabéis, verdad? Lo sabéis y no os importa. ¿Por qué? —Porque —dijo Takumi—, después de hoy ya no importará. —Él miró por la ventana hacia fuera y de vuelta a ella—. Regan, tienes que confiar en nosotros. Solo queremos lo que es mejor para ti y para el mundo. Vamos a poner fin al Apocalipsis hoy. —¿Qué? —Ella los miró a todos—. ¿Cómo? ¿Tenéis a Peste? El helicóptero se ladeó bruscamente hacia la derecha, y ella casi resbaló de su asiento. Mientras se enderezaba, Lance se inclinó hacia delante, apoyando los antebrazos en sus rodillas. —Ahora mismo no es momento para preguntas, sospechas o dudas. Ha llegado la hora de que tú demuestres a todos, de una vez por todas, que la Égida tuvo razón cuando no te pusimos a dormir cuando eras pequeña. —Cómo te atreves. —Su voz tembló con emoción—. Cómo te atreves a decir de algún modo que he sido desleal. He hecho todo lo que la Égida me ha pedido, que incluía encamar y traicionar a un hombre que podía haberme matado con su dedo

dirigió a Lance una mirada de disgusto. —Lo que Lance está tratando de decir — bastante mal— es que lo que está sucediendo hoy no será fácil, pero tienes que

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—Regan —dijo Omar suavemente—, nadie está cuestionando tu lealtad. —Le

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meñique. Así que no te atrevas a hablarme como si te hubiera ofendido.

confiar en nosotros más que nunca y tendrás que ser fuerte. Tenemos que permanecer unidos. El helicóptero dio una sacudida y miró fuera de la ventana para ver que habían aterrizado en un barco enorme. Mientras la puerta se abría, ella se giró hacia Omar. —No lo entiendo. —Ya lo harás. Una brisa de agua salada le impregnó la piel mientras era escoltada desde el gran pájaro pasando un baúl abierto lleno de armas y suministros de la Égida hasta una puerta en la cubierta. La guiaron a través de un laberinto de pasillos hasta que llegaron a una puerta de metal lo suficientemente grande para permitir entrar a un rinoceronte. Entró en lo que parecía un centro médico. Sus compañeros Ancianos la siguieron dentro y cerraron la puerta. El siniestro sonido metálico vibró a través de su riego sanguíneo, pero se sintió tonta por su aprensión cuando el tocólogo que la había estado tratando durante meses entraba por un cuarto contiguo. —Regan. —Él sonrió cálidamente—. Es bueno verte. ¿Cómo te sientes? Dos enfermeras entraron, así como dos corpulentos técnicos varones transportando bandejas de instrumentos médicos y regresó la sensación siniestra de fatalidad. —Me siento muy bien —mintió, mientras miraba las jeringas en una de las bandejas—. Pero creo que es hora de que me digáis porque estoy aquí. El Dr. Rodanski le lanzó una mirada penetrante a Lance.

un instinto feroz la alertó y le decía que algo andaba muy, pero que muy mal aquí. Lance levantó las manos en un gesto que estaba segura que era para tranquilizarla pero que falló en una escala épica.

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—¿Decirme qué? —Regan apoyó las manos protectoramente sobre su vientre,

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—¿No se lo habéis dicho?

—Necesitamos el niño Regan. Lo necesitamos ahora. —No es el niño —dijo bruscamente—. Es mi hijo. ¿Y a que te refieres con que lo necesitáis ahora? ¿Habéis capturado a Peste? Necesitamos a Thanatos y la Daga de la Liberación… —No los necesitamos —interrumpió Omar—. Creemos que la traducción de la profecía que estabas siguiendo era errónea. Tenemos nueva información que cambia todo. —¿Nueva información? ¿Qué nueva información? El doctor se adelantó con la jeringa. —Solo relájate, Regan. Voy a sedarte y realizaré una cesárea para sacar al bebé. No podían tocarla. Ella sabía eso y sin embargo, su corazón comenzó a latir, dolorosamente fuerte. —¿Y luego qué? —Regan —dijo Juan gentilmente—, no es necesario que formes parte de esto. Te dejaremos fuera. Oh, Dios. Más latidos violentos y ahora sentía punzadas en su cabeza. —¿Dejarme fuera de qué? La mirada de Lance cayó al suelo, y cuando la levantó de nuevo para encontrar la de ella, reflejó tanto compasión como determinación.

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—Para poder detener el Apocalipsis, tenemos que sacrificar al niño.

Veintisiete

L

os sonidos de la batalla penetraron en la negra neblina de Thanatos. Fuera cual fuese lo que el cabrón de la Égida le lanzó, no era saliva de Sabueso del Infierno, o Than no se hubiera desmayado, aunque fuera

durante unos segundos, y no lo habría vuelto todo confuso en su cabeza. No, todo estaba claro cuando estaba paralizado por el veneno de Sabueso. Tenía que ser el qeres. Esos gilipollas, joder, lo habían derribado a sus pies con el arma que había prometido utilizar contra Peste. Hijos de puta. Y Regan... Su cuerpo temblaba como una lavadora en el ciclo de centrifugado mientras su cuerpo se agitaba volviendo a la vida. ¿Cómo de involucrada había estado en este ataque? Esperó a que la ira demencial se instaurara, ira por su engaño, pero no pasó nada. Quizás porque no, no creía que después de todo lo que habían compartido en los últimos dos días, las conversaciones, el hacer el amor, que ella le traicionara otra vez. Le daría el beneficio de la duda. Todos los demás involucrados en este esquema, sin embargo, iban a morir. Gruñendo, se balanceó levantándose del suelo y logró ponerse a gatas. A su alrededor, los Guardianes estaban luchando contra sus vampiros, y a unos cincuenta metros de distancia, un grupo de Sabuesos del Infierno estaban dominando la lucha. Muy bien. Que desgarraran a los gilipollas de la Égida en

Than a sus pies—. Le hemos fallado…

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—Mi señor. —Viktor, con una pierna gravemente herida, intentó ayudar a

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pedazos.

—No, no lo hicisteis. —Than se puso en pie y movió sus dedos sobre su garganta. Al instante, su armadura se replegó en su lugar—. Yo bajé la condenada guardia y confié en la gente incorrecta. Viktor abrió la boca, pero únicamente salió un jadeo y un torrente de sangre. Una estaca de madera abrió un agujero en el pecho del vampiro y se hizo añicos en la armadura de Thanatos. En una ráfaga de humo grasiento, Viktor se desplomó en un montón de ceniza ennegrecida en el suelo. —¡No! —rugió con angustia, Thanatos convocó su guadaña y en una rápido y cegador movimiento le cortó la cabeza al Guardián que había matado a Viktor. Los Sabuesos del Infierno cayeron sobre el Sigil restante, pero Than no esperó para disfrutar del espectáculo. ¡Rápido! ¡Tenemos que llegar a la nave! Había gritado alguien cuando Thanatos descendió, la voz era apenas audible por el estruendo de las hélices del helicóptero, y joder, eso significaba que no podía usar un Portal de desplazamiento. El agua afectaba al portal de destino, y un cálculo erróneo podría volcarlo directamente en el océano... donde no podría salir del portal. Su cerebro hirvió con la venganza, liberó a Styx, montó al semental y partió en dirección a su hijo. Styx corría como si estuviera siendo perseguido por los Sabuesos del Infierno que habían dejado atrás, y con cada zancada, la furia de Thanatos aumentaba. Jadeaba por el creciente deseo de matar, necesitaba mantener el control. Regan le había enseñado lo que hacía para mantener la calma, y en ese momento, tomó prestado el truco, chasqueando con el pulgar sobre el pomo de la montura. Uno,

de Sigil miembro a miembro, pero había que hacerlo de una manera ordenada y tranquila.

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Funcionó. Sólo un poco, pero funcionó. Oh, todavía iba a despedazar cuerpos

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dos, tres. Inspirar. Uno, dos, tres. Inspirar.

Y si ella o el bebé habían sido dañados de alguna forma, la tranquilidad se iría por la ventana. Si la Égida quería guerra, lo había conseguido.

—¿Sacrificio? ¿Sacrificio, como de matar? —Regan se apartó de sus colegas tan rápidamente que se estrelló contra una redonda bandeja, derribándola y tirando instrumentos en un estruendo, al suelo. —Vete a la mierda —suspiró ella—. A la mierda todos y cada uno de vosotros. No tocarás a mi hijo. —Regan —dijo Lance, con tanta tranquilidad que se le pusieron los pelos de punta—, estabas de acuerdo. Cuando acudimos a ti en un principio, estuviste de acuerdo… —Estuve de acuerdo en quedar embarazada. Jesucristo... ¡No estaba de acuerdo con matar a mi bebé! —Sé razonable, Regan. No es tu bebé. Pertenece a la Égida. —Juan se acercó y la habitación comenzó a dar vueltas—. De todos modos, no es realmente un bebé. Es un demonio. Un demonio cuya muerte salvará a la humanidad de innumerables horrores. —¿Innumerables horrores? Suenas como un narrador de una de esas películas de los años cincuenta de preparación nuclear. —El pecho de Regan se encogió

puede detectar al bebé. Nos encontrará y va a masacrar a cada uno de vosotros. Lance negó con la cabeza.

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tenían ningún problema asesinando a un niño recién nacido—. ¡Idiotas! Thanatos

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alrededor de su corazón que latía locamente. Lo decían en serio. Sinceramente no

—Teníamos planeado eso. Sabemos de buena tinta que los Jinetes no pueden abrir un Portal de desplazamiento en un barco. El vértigo de Regan aumentó, estaba tan mareada que alargó una mano para sujetarse a si misma en la pared. —¿Quién te dijo eso? Es una mentira. —No tenía ni idea de si su afirmación era cierta o no, pero en este momento, diría cualquier cosa para detener este plan demencial de los suyos. —Sabemos que es verdad. —Omar estaba flanqueado a su izquierda, y ahora ella estaba rodeada—. Vamos a hacer esto fácil para todos. Es la única manera, Regan. Está bien, cálmate... piensa... piensa. —No puedes tocarme. —Ella dudaba que la histeria en su voz estuviera ayudando en algo—. Este demonio, como lo llamas, me está protegiendo. Lance sonrió. —Una vez más, se planificó eso. —Él hizo un gesto a uno de los técnicos que estaban cerca del médico. El técnico abrió un armario y sacó una bandeja llena de velas, paquetes de polvos, un plato ceremonial, y algunos objetos que Regan no reconoció. Otro técnico trajo una jaula que contenía un conejo vivo. —¿Magia de sangre? —Ella iba a vomitar—. ¿Vas a neutralizarlo con un maleficio? No puedes saber si funcionará. ¡Podrías matarlo! —Se dio cuenta al instante que era una estupidez decir eso, ya que su objetivo era matar al bebé. Ellos estaban poseídos. Esa era la única respuesta. Sus compañeros, las personas a las

del mal. De alguna manera, Peste se había apoderado de ellos, ese hijo de puta. Bueno, al diablo con esto. Girando, cerró su puño en la cara de Lance. La energía surgió a través de ella, y él salió volando, haciendo crujir un panel y se

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ideología de la Égida y le había dado un hogar, tenían que estar bajo la influencia

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que consideraba su familia, los que habían luchado a su lado, compartían su

deslizó quedando inmóvil en el suelo. Unas manos la agarraron por detrás, pero una vez más, explotó la energía del bebé y ella se volvió a tiempo de ver a Omar haciendo una voltereta en un marco de una puerta y deslizándose malherido al suelo. —No te acerques —gruñó ella—. Tú has visto lo que puedo hacer. La próxima persona que intente hacerme daño conseguirá saborear mi don de succión de almas. —Otro farol, ya que ni siquiera sentía el cosquilleo en su interior. Manteniendo un ojo en cada uno, alcanzó la puerta que había detrás de ella y la abrió. Una vez en el pasillo, corrió tan rápido como pudo hacia la cubierta, con la esperanza de forzar al piloto del helicóptero para salir volando del barco, pero cuando se lanzó a abrir la puerta, la decepción la envolvió como una manta empapada. Hijo de perra, el pájaro se había ido. Escuchó el estruendo de unos pasos corriendo detrás de ella. No te asustes. Con tanta calma de la que fue capaz, cerró la puerta del pasadizo y giró el mecanismo de cierre. Una fregona que se encontraba apoyada cerca de allí, se convirtió en su mejor amiga cuando la agarró y metió la empuñadura por el mango de bloqueo de la puerta para evitar que girara. No lograría mantenerlos durante mucho tiempo, pero imaginó que solamente necesitaba un par de minutos. Se apresuró hacia el armario de los suministros de la Égida y cogió una ballesta. Bajo el arma había una gran caja de madera. En el interior, situados por encima de la espuma gris de cartón de huevos, había unos frascos de líquido lechoso. Qeres.

aquí y gracias a Dios los mares no estaban picados. Esto era factible.

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salvavidas motorizados en la parte estribor de la nave. Podía ver la costa desde

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Ella cogió un vial, y con la adrenalina impulsándola, corrió a los botes

Torpemente, ella subió a la balsa de lados duros, cogió la caja de control y accionó el interruptor. En un rechinar de engranajes y una sacudida que la dejó sin aliento, el bote bajó por el costado de la nave. Oyó gritos por encima, y cuando la pequeña balsa golpeó en el agua, los gritos se transformaron en maldiciones. —¡Joder! Invertid el cabrestante. ¡Tirad de ella hacia arriba! —La voz pastosa pertenecía a Lance y ella casi se echó a reír al saber que el golpe que le había metido debía haberle roto algunos dientes. —Demasiado tarde. —Con un movimiento de la muñeca ella desenganchó las abrazaderas que sostenían la balsa a los aparejos, y su pequeño bote flotó libre. Ella apuntó con la ballesta a la cabeza de Lance mientras él observaba por el borde de la nave—. Vete al infierno, gilipollas. Con una sola mano, sin soltar el arma, pulsó el botón de encendido del motor y la pequeña máquina diesel cobró vida. En cuestión de minutos, ella estaba lo suficientemente lejos de la nave de la Égida para finalmente poder tomar una respiración profunda. Para relajarse. Excepto que luego miró hacia adelante, hacia tierra y el muelle se adentraba en el agua, donde vio una figura que tomaba forma mientras ella se acercaba. Un enorme hombre acorazado, se erguía como una estatua, con el cabello ondeando al viento y azotando su rostro. Thanatos. Respirar se convirtió en una tarea. Oh, Dios, ella podía sentir su furia glacial desde aquí. No creía que le hiciera daño, aunque fuera accidentalmente, pero ¿y si estallaba como lo hizo el día que asoló la mayor parte de la población de la isla?

amenazadores mientras trataba de llegar a sus pies. Ella no podía saber si sus piernas estaban temblando o el barco se mecía, pero de cualquier manera, apenas

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hasta el destartalado muelle. Sus botas golpeaban la madera con sonidos secos y

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La boca se le secó y se le hizo un nudo en la garganta mientras guiaba el barco

podía mantenerse en pie hasta que su mano enlazó la suya y la levantó sin esfuerzo hasta el muelle. Por último, se encontró con su mirada. Y deseó no haberlo hecho. Toda esa gélida cólera se reflejaba en sus ojos con un cristalino brillo de muerte. Su mirada la recorrió de la cabeza a los pies, comprobando, supuso ella, que no había sufrido daño alguno. Cuando terminó, convocó un Portal de desplazamiento y sin mediar palabra, la condujo través de él. Cuando salieron frente a su fortaleza a las secuelas de la masacre, los acontecimientos del día la golpearon como un mazazo en las costillas. Los restos calcinados de vampiros muertos se mezclaban con sangre y partes de cuerpo de los Guardianes muertos. Guardianes que, probablemente, desconocían con exactitud lo que los Ancianos habían planeado. Habían sido considerados pérdidas aceptables para el bien común, ¿no? Todos a su alrededor, eran Sabuesos del Infierno... haciendo lo que hacían a sus víctimas. El estómago de Regan se revolvió ante la visión y el hedor de la muerte. No había palabras. Sólo el horror y la desesperación y la necesidad de conseguir mantener a su bebé a salvo. Thanatos, todavía aferrando su mano con fuerza, entró en la fortaleza, sin mirarla ni una sola vez. En el interior, dejó caer su mano y se dirigió derecho a la biblioteca. Ella lo siguió, cerrando la puerta detrás de ella, como si así pudiera excluir la muerte, la traición, el mundo entero. Thanatos, de espaldas a ella, se quedó mirando la cuna en la esquina. —¿Participaste en esto, Regan? ¿Sabías que la Égida vendría a buscarte y atacar

había traicionado. Una vez más—. No. Dios, no. No tenía ni idea de lo que habían planeado.

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—¿Que hice…? —Ella contuvo bruscamente el aliento. Él había pensado que lo

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a mi gente?

—Aun así, ¿te fuiste voluntariamente? Ella bajó la mirada hacia su vientre, sin saber qué responder. —¿Regan? —reclamó él. —Me metí en el helicóptero voluntariamente. Sé que no confías en ellos, pero yo no tenía ninguna razón para no hacerlo. Pero cuando el motor arrancó y salió rápidamente... —¿Qué? —Se volvió hacia ella, y ella odió la expresión cautelosa en sus ojos. Habían progresado tanto y esto podría haberlo destruido todo—. ¿Qué has hecho? —Intenté salir. Y de pronto estábamos en el aire y no había nada que pudiera hacer. No fue hasta que llegamos al barco y descubrí por qué me llevaron que tuve una oportunidad de escapar. —¿Por qué te llevaron? —La expresión cautelosa se volvió perpleja—. ¿No trataban de alejarte de mí? Su pulso saltó cuando su corazón comenzó a latir con fuerza en un nuevo pánico. Si Thanatos sabía lo que habían previsto, podría estallar en una furia enorme. Pero él necesitaba saberlo. Demasiado se le había ocultado por temor a su reacción. Ya era hora, finalmente, de tratarlo como si fuera algo más que una bomba de muerte a punto de estallar y darle el beneficio de la duda. —Conseguir alejarme de ti era sólo una parte de ello —dijo en voz baja—. Ellos querían que diera a luz. —¿Por qué? ¿Querían entregárselo a Peste?

Thanatos, y alrededor de él, sus almas salieron despedidas de su armadura. Cientos de ellas. Miles. Oh, mierda. Rápidamente, ella cogió su mano y apoyó sus

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naciera nuestro hijo... y matarlo. —Una repentina ráfaga de furia explotó de

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—No. —Su voz era ahora un gruñido gutural—. Ellos querían... planeaban que

dedos en la palma de la de ella—. Enumera, Than. Puedes hacerlo. Cuenta en voz alta. —¡Estoy lejos de poder contar! —gritó él. Miró hacia abajo, con los dientes apretados, y ella supo que a pesar de lo que él había dicho, estaba intentando concentrarse. Lo estaba intentando... por ella. —¿Thanatos? Necesito hablar con Kynan. Su cabeza se levantó bruscamente. —¿Después de lo que la Égida ha hecho, quieres a otro Guardián aquí? —Necesito entender esto. —Las lágrimas ardían en sus ojos nublando su visión y se odió por esa debilidad—. Los ancianos que me llevaron... estaban poseídos, o hechizados. Esa es la única explicación. Por favor, necesito entender. —Yo también. —Sonrió Thanatos, pero no había nada gracioso en ello—.

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Necesito saber a quién matar.

Veintiocho

L

a muerte y la locura vibraban dentro de Thanatos, sacudiéndolo como si fuera el epicentro de un terremoto. Todo a su alrededor, sus vampiros estaban muertos, los Guardianes estaban muertos; y encima

de todo eso, la furia profundamente arraigada por el secuestro de Regan era un veneno punzante que hacia que se intensificara la vibración. Estaba a punto de salir de su piel. La Égida había tratado de matar a su hijo. Oyó un zumbido en sus oídos... La voz de Regan. —Thanatos. Thanatos, escúchame. ¡Thanatos! Iba a matar a cada jodido Guardián de la Égida en el planeta. Iban a pagar por lo que habían hecho. En su brazo, Styx estaba pateando, luchando por salir y empezar una batalla. —Thanatos, detente. Matar. —¡Thanatos! Matar. Su sangre ardía como queroseno encendido en sus venas y su respiración se

hijo. Las imágenes se visualizaron en su cabeza, despedazándolo a él y su control en fragmentos.

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hijos de puta habían secuestrado a su mujer, planeaban abrirla, y luego matar a su

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volvió en jadeos mientras luchaba por mantenerse unido a si mismo. Pero esos

A través de su cuerpo, sus músculos temblaban y la fiebre humedeció su piel. Una sensación de pinchazos que lindaban con lo erótico estalló en su cadera, fracturando su enfoque en la muerte. La sangre corrió a hacia su ingle, endureciendo su polla. Regan. Parpadeando, bajó la mirada hacia ella. Ella le sostuvo la mirada mientras acariciaba con su pulgar el costado de Styx, calmándolo y consiguiendo la atención de Than. En algún momento, ella debió haber pasado su dedo sobre la cicatriz de su armadura, porque estaba con sus pantalones vaqueros y su jersey de cuello alto, pero lo único que quería ahora era salir de ellos. Su voz sonó rasposa y grave. —¿Sabes lo que estás haciendo? —Sí. No estaba tan perdido en la furia y lujuria como para no saber que ella estaba dejando a un lado su propio dolor y enfado por lo que sus colegas habían hecho, con el fin de mantenerlo calmado. —No es justo para ti. —Siseó mientras ella lo agarraba y apretaba con la cantidad justa de presión sensual. Sus ojos estaban acuosos, sus largas pestañas brillaban con las gotitas de lágrimas. —Necesito esto también —susurró—. Lo necesito tanto.

oportunidad incluso de arder. Las manos de ella se elevaron y agarraron su camisa reteniéndolo contra ella con sus puños, pero no había necesidad de ello. Él no iba a irse a ninguna parte.

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Su lengua se enredó con la suya, volviéndose caliente antes de que tuviera la

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Luchando contra el impulso incivilizado de poseerla justo en el suelo, la besó.

Tampoco iba a llevar esto lentamente. El deseo salvaje de reclamar lo que el grupo de Guardianes de la Égida le había arrebatado era un instinto contra el que no iba a pelear. Interrumpió el beso para morder y chupar su garganta, dejando pequeñas marcas que a nadie le importaría. Ella susurró suavemente: —Si. —Lo cual le dio a entender que le gustaba, y cuando él inhaló, el fuerte olor de su excitación se lo confirmó. Su piel tenía el sabor de la brisa salada del océano y de la batalla, y gruñó ante el recuerdo de lo que ella había pasado. —Está bien —murmuró ella—. Quédate conmigo. Abrió la boca sobre el hueco de la garganta de ella, saboreando más del océano, pero no fue suficiente. Tenía que saborearla en todas partes. Lugares en los que no había estado todavía. Lugares que nadie más estaría nunca. Ella era suya, e iba a reclamarla. En una carrera febril, se dejó caer de rodillas y se encontró al mismo nivel de su hermoso vientre. Él sonrió mientras levantaba la blusa de maternidad y la besó allí, en la piel tensa debajo de su ombligo. —Um... Thanatos... —Shh. —Él enganchó los pulgares en el cinturón elástico de sus pantalones y la ropa interior y tiró hacia abajo—. Colócate en la mesa. —Pero…

—Nunca he hecho esto...

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necesitaba estar en un ligero ángulo para tener un mejor acceso a lo que él quería.

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—Tengo que verte. Probarte. —Y debido a lo bajo que ella llevaba a su hijo,

—Yo tampoco. —La admisión de esto lo habría avergonzado hace unos días, pero ahora... ahora lo hacía sentir orgulloso. Después de un segundo de vacilación, se echó hacia atrás, apoyando sus manos detrás de ella en el escritorio. Sí. Él besó su camino hacia abajo, adorando cada centímetro que tocaba, y cuando llegó a la parte interna del muslo, ella gimió ensanchando su postura. Casi se corrió ante la vista de su carne femenina, brillante y lista para él. La anticipación cantaba a través de él mientras se apoyaba y lamía el pliegue de su muslo. Ella dejó de respirar, y cuando él arrastró su lengua a lo largo del pliegue en la otra pierna, ella aspiró buscando aire. —¿Estás lista? —murmuró contra su piel cremosa. Su respuesta fue alargar una mano hasta su cabello y tirar de él acercándolo más. Él no perdió ni un segundo. Por primera vez en su vida, puso su boca en el centro de una mujer. Por primera vez en su vida, se alegró de haber tenido que esperar. Suavemente, utilizó sus dedos para separar su dulce carne, y luego colocó su boca sobre su centro. Comenzó tímidamente, explorando, usando su lengua para probar y saborear lo que la hacía retorcerse y jadear más. A medida que la necesidad de Than se disparaba, se volvía más seguro, sus labios más urgentes y desesperados. Ella sabía como el sol y el mar combinados, y decidió que quería hacer esto tan a menudo como ella lo dejara. Y por la forma en que se estaba arqueando contra su

—Than —jadeó ella—. Yo voy a... ah... sí.

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Y le gustaba.

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boca, pensó que lo dejaría hacérselo tanto como él quisiera.

Animado, la penetró con su lengua, follándola con ella, hasta que ella gimoteó de deseo, rogándole que la dejara llegar. Su polla palpitaba, sacudiéndose dentro de sus vaqueros, pidiendo liberación. Incapaz de esperar ni un minuto más, arrastró la lengua a través del centro de su sexo y la pegó sobre el botón hinchado en la cima. Chupando suavemente, deslizó un dedo dentro de ella arrastrándolo dentro y fuera por su canal resbaladizo. Ella se corrió con un grito, sacudiéndose con fuerza. Su polla presionó y sí, se encargaría de eso en un segundo. Cuando ella se desplomó contra el escritorio, él cogió un abrigo que estaba sobre el respaldo de una de las sillas, y la envolvió, arrastrándola hasta el dormitorio. Tan pronto como la dejó en el suelo, ella se agarró a la barandilla de madera a los pies de la cama y se inclinó aún más, dejando su alegre culo al aire. No se molestó en desnudarse. Se arrancó los pantalones vaqueros y se hundió fundiéndose con el calor de ella. Ambos gimieron cuando él comenzó a moverse con movimientos largos y lentos, pero su control desapareció muy pronto y comenzó a golpear contra ella, alternando movimientos circulares con empujes rápidos y profundos. Necesitando aún más su contacto, se inclinó sobre ella, presionando su pecho a la espalda, y poniendo sus manos al lado de ella en la barandilla. Sus colmillos salieron disparados, y los utilizó para rasgar la parte de atrás de su cuello mientras bombeaba dentro de ella. —Hermosa —murmuró—. Eres increíble... —Sus bolas se apretaron, a punto de estallar—. Córrete, Regan.

acercó al borde con un grito, su caliente semilla se vertió en ella, la dulce agonía del orgasmo le hizo ver las estrellas. Se corrió más duro de lo que nunca lo había hecho, y mientras su primer clímax se desvanecía, otro se abalanzó sobre él.

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Su centro se contrajo en torno a él, apretándo y acariciándo, y él se perdió. Se

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—Sí —gimió ella—. Ahora.

Relámpagos eróticos se movieron en su interior, haciendo crecer una fiebre que lo lanzaba en picado y cuando lo golpeó, hizo que el orgasmo anterior se viera insulso. Echando la cabeza hacia atrás, Thanatos rugió en puro éxtasis. Esto era lo que había esperado toda su vida, y no se trataba sobre el sexo. Se trataba de una pareja. Una familia. Una familia... oh, mierda. El pánico se apoderó de él casi tan rápido como el orgasmo que había tenido. —No podemos hacer esto de nuevo —dijo con voz áspera—. No hasta que el bebé haya nacido. La voz de Regan era amortiguada, con una mejilla apoyada en el colchón. —¿Por qué? —Shade dijo algo sobre que las relaciones sexuales inducían al parto. —Con lo impaciente que estaba en sostener finalmente a su hijo mientras se retorciera en sus brazos, se le había olvidado otra consideración—. No podemos arriesgarnos a que nuestro bebé nazca hasta que atrapemos a mi hermano. —Eso apesta —murmuró, y él aceptó. Parecían ponerse de acuerdo sobre un montón de cosas por el estilo. Sus brazos temblaban mientras salía de ella, no queriendo que ella soportara nada de su peso. Ella no parecía querer moverse, así que él la levantó, besándola mientras la despojaba de su camiseta y la metía en la cama.

—Yo tampoco. Ella dormía en menos de treinta segundos.

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Se acostó junto a ella y la atrajo contra él.

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—No estoy cansada —dijo. Y luego bostezó.

Thanatos se deslizó fuera de la cama, dejando a Regan para que tuviera un muy necesario descanso. Con su rabia que había pasado de una ebullición completa a un tranquilo fuego lento, su función cerebral volvió, y mierda, tenía una desordenada maraña de temas del Apocalípsis que desentrañar. La Égida se habían vuelto una jodida demente, Peste estaba demasiado tranquilo para su comodidad y todavía no tenía noticias de si Ares habría tenido suerte con Idess y Azagoth. Él era un firme creyente en no decir nunca que las cosas podían empeorar. Porque siempre podían, pero en este momento estaba teniendo dificultad para ver de que manera. Salió al pasillo, donde se encontraba un Sabueso del Infierno haciendo guardia y Than lo miró. —¿Dónde estabas cuando la Égida la secuestró, bestia sarnosa? El Sabueso volvió la vista atrás, pero no ofreció ninguna explicación. No que Than la esperara, incluso aunque pudiera comunicarse con él. El Sabueso no había visto problemas en la llegada de la Égida tanto como Than lo había hecho. Y puesto que Regan se fue con ellos voluntariamente, la bestia no había actuado hasta que fue demasiado tarde. —Ah, no te preocupes. Voy a clavar a esos bastardos. Con picos de ferrocarril. —Than extendió la mano y acarició al chucho en la cabeza—. Te guardaré un brazo o una pierna. Dejó al Sabueso del Infierno y caminó por el pasillo, mandando un mensaje de texto a Ares como solo él podía hacerlo. La Égida secuestró a Regan. Trató de matar al

Than presionó el botón Enviar y se metió el teléfono en el bolsillo mientras se dirigía al exterior, donde fue golpeado inmediatamente por el hedor de la sangre, los intestinos y la muerte. Su corazón se volvió pesado ante la vista de los restos

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de Azagoth.

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bebé. Están a salvo ahora, pero ¿dónde coño estas tú? Necesitó saber que ha pasado con lo

calcinados de cuatro Caminantes Diurnos, incluyendo a Viktor, que se encontraba entre los cadáveres de varios Guardianes. Era difícil de decir el número exacto de Guardianes, ya que no había quedado mucho de ellos. Los Sabuesos del Infierno habían hecho el trabajo rápido con los humanos. Era difícil de creer que Than había odiado una vez a esas bestias. Ahora quería un criadero lleno de ellos. Mientras no trataras de reprimir sus instintos básicos, y aceptaras que ellos debían tener pleno dominio sobre las criaturas con las que estaban luchando —dejarlos tener un botín de guerra, por así decirlo— eran aliados impresionantes. Además, odiaban a Peste, y un enemigo de un enemigo, y todo eso. Hubo un movimiento a su izquierda, y se volvió con la guadaña en mano, para encontrar a Artur allí de pie, con la cabeza gacha. La sangre y la ceniza manchaban la pálida piel de Artur, y en su mano sostenía una estaca. —Le fallé —dijo con voz áspera—. Muchos de nosotros... le hemos fallado. Than se tensó. —Si estás hablando del secuestro de Regan, no fue culpa tuya… —No. —Artur tragó pesadamente—. Había traidores entre nosotros. —Él hizo un gesto con la mano hacia el polvo de vampiro—. Los que murieron eran fieles a ti. Pero los demás... corrieron. —¿Quién, Artur? ¿Dónde están? Artur levantó su vista hacia la hoguera.

transiciones, así que las traiciones debieron afectarle tanto como a Thanatos. Diablos, durante siglos, Artur había ayudado a buscar las… indiscreciones de Than… y los había traído de vuelta aquí.

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Artur había ayudado a la mayoría de los Caminantes Diurnos con sus

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—Yo les atrapé. Lamento que te hayan traicionado, Bludrexe.

—No lo lamentes. —Than se pateó mentalmente por no reconocer el dolor de Artur antes. Tenía que compensar al vampiro de alguna manera—. Tú no lo sabías. Una sonrisa amarga torció la boca de Artur. —Pero lo sabía. Por lo menos, lo sospechaba. Fui uno de los que guardaba rencor contra ti. Te amaba como a un padre, Thanatos. Siempre te he amado. Pero tú eras tan hermético, tan aprensivo. Estábamos destruyéndonos para liberarnos de eso. Perdóname. —¿Por qué? —Una sensación de hundimiento hizo que se removiera el intestino de Than—. Oh, Dios, Artur. ¿Qué has hecho? Los ojos de Artur se llenaron de lágrimas y la estaca tembló en su mano. —Yo encontré a los Wildings y los convencí para rebelarse. Pero le juro que no quería a su hijo muerto. No creí que llegarían tan lejos. —¿Tú? —La garganta de Thanatos se sentía como en carne viva, como si hubiera estado gritando—. ¿Y Dariq? ¿Quién lo mató? —Yo lo hice —dijo Artur—. Al igual que maté a todos los demás, Bludrexe — dijo Artur—. Su fortaleza es segura. —¿Has matado a todos los que estaban conspirando contra mí? —Excepto uno —susurró Artur. Alzó la mano y se arrancó la camisa desde el cuello hasta el dobladillo. Y allí, fresco e inflamado sobre su corazón, había un tatuaje —un tatuaje de Thanatos, con Artur poniendo una soga alrededor del cuello Than—. Esto es por lo que los otros corrían. Tú pronto sabrías la verdad. Lo siento mucho, Thanatos. —Él llevó la estaca hacia su pecho, la punta presionó el

—No lo hagas. Artur, escúchame…

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La respiración de Than se atravesó en su garganta.

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centro del tatuaje. La sangre corrió por su torso.

—Te fallé. Thanatos se abalanzó, pero Artur fue más rápido. Metió la estaca en su corazón, y Thanatos vio impotente cómo su más antigua creación, la de más confianza, se convirtió en nada más que una ennegrecida pila de carbón en el

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suelo.

Veintinueve

R

egan despertó con dolor de estómago. Era peor que las contracciones Braxton Hicks que había experimentado antes, pero estas no eran regulares. Maldita sea... ¿y si el sexo había provocado el parto? Con su

fecha prevista a menos de una semana, el bebé podría venir en cualquier momento, y mientras que en cualquier otra circunstancia estaría feliz de ayudar en eso, ahora sería un momento muy malo si no podían atrapar a Peste. Un sentido de urgencia la llevó a salir de la cama y vestirse con unos pantalones de maternidad y una sudadera. A pesar de que una mirada al reloj le indicó que había dormido menos de una hora, no podía creer que hubiera dormido, no cuando había mucho que hacer y tanto sucediendo. Era como si el bebé se hubiera llevado su don succionador de almas y le hubiera dejado la narcolepsia. El Sabueso del Infierno, que llamaría Velcro a partir de ahora, la estaba esperando fuera de la puerta del dormitorio. Él la siguió, chasqueando sus uñas en el suelo, hasta que llegó a la gran sala, donde Thanatos estaba entrando. La tensión llegó con él, un crepitar palpable en el aire. —No tienes que preocuparte por mis vampiros diurnos nunca más —dijo con voz monótona y aburrida—. Están muertos. —Oh Dios mío —susurró ella—. ¿Todos ellos? ¿Tú los has...? —La Égida mató a los que me eran fieles, y Artur... él mató a los que no lo

durante miles de años, los mantuvo con él y les dio un hogar del único modo que conocía. Fueron tanto su familia como la Égida lo era para ella.

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Regan no estaba segura de qué decir. Thanatos protegió a sus vampiros

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eran. Ha muerto, también.

—Lo siento —dijo, y antes de que pudiera terminar, él la atrajo hacia si y la abrazó con fuerza. El nudo en la garganta aumentó. En cierto modo, esto era lo más íntimo que habían tenido. Deseaba que pudiera ser más, deseaba que hubiera una manera de aliviar su dolor de la misma forma en que el sexo había disminuido sus tendencias violentas. No podía soportar la idea de ver tanto dolor. Si ella pudiera quitárselo, lo haría. —Y siento lo de tus compañeros —dijo ásperamente. Sabía que él realmente no lo sentía, pero era muy educado de su parte decirlo. Permanecieron así hasta que Velcro se encargó de separarlos presionando su hocico entre ellos, y así de rápido, el mundo cayó sobre ellos de nuevo. Regan miró a Thanatos. —Necesito tu teléfono. Than no dijo nada, sólo sacó un teléfono móvil del bolsillo y empezó a pasearse mientras ella marcaba. Kynan contestó al segundo tono, pero no le permitió decir nada más allá de un irascible: —¿Qué? —Ky, soy Regan. Necesito que mantengas la boca cerrada hasta que haya terminado de hablar, y después es mejor que me digas la verdad. —Soltó los acontecimientos del día, manteniendo un ojo en Than. Con cada palabra, la nube de tormenta que lo rodeaba se hacía más densa, hasta que casi podía sentir las corrientes estáticas sobre su piel.

las ondas. —¿Tú y el bebé estáis bien?

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nada. Finalmente, su voz grave, mucho más rasgada de lo habitual, se apoderó de

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Su voz era temblorosa al terminar, y durante mucho tiempo, Kynan no dijo

Todo lo que pudo decir fue un tranquilo: —Sí. —¿Y Thanatos? ¿Está estable? Decir que sí sería una mentira, pero decir —no— no era del todo exacto. —Por ahora. —Está bien, escúchame. Si nuestra gente ha sido comprometida con alguna posesión o un hechizo, esto podría ser generalizado. Peste conoce la ubicación de muchos Cuarteles Generales regionales. Joder, esto es peor que... —¿Peor que qué? —le preguntó. —Nada. Mantente cerca de Thanatos y mantenlo calmado. Estaré allí tan pronto como me entere de algo. Él colgó justo cuando la puerta se abrió de golpe y Ares entró. —Than, recibí tu mensaje. Joder... Regan, ¿estás bien? Ni siquiera de cerca. Pero ella asintió con la cabeza. Ares dirigió su mirada a Thanatos. —Nuestro hermano se está preparando para algo grande. Fui al Hospital General del Inframundo para buscar a Idess… —¿Está contigo? —interrumpió Than. —Eso es lo que estoy tratando de decirte. Peste rompió el conjuro contra la

—¿Qué quieres decir con que llegó a ella? —dijo Thanatos ferozmente—. ¿La mató?

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un jodido triturador de carne. Llegó a Idess antes que yo.

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violencia en el interior del hospital. Entró con sus secuaces y convirtió el lugar en

—Se la llevó. Hades te dijo que Peste estaba tratando de destruir el Sheoul-gra. Con Idess, él puede entrar, justo como lo planeamos. Regan no apartó los ojos de Thanatos. —¿Crees que tiene la misma idea sobre Azagoth? Tal vez quiere destruir a Azagoth para evitar que se rompan los Sellos y empezar el, uh... Apocalipsis del bien. —Ninguno de esos Apocalipsis podría ser bueno, pero por lo menos tres de los Jinetes estarían luchando en el lado correcto del mismo. —De cualquier manera, esta es una mala noticia —La ira se mezclaba con las palabras de Than—. Peste liberará a todas las almas del Sheoul-gra. Millones de ellas. Si eso ocurre, no importa si nuestros Sellos están rotos, porque la Tierra se convertirá en un Disneylandia de demonios.

Kynan tembló de rabia e incredulidad durante unos buenos cinco minutos después de colgar el teléfono. Un momento después, su esposa Gem se apresuró a salir del cuarto de baño con su cabello negro con reflejos rojos húmedo y sus manos titubeantes en los lazos de su bata de calavera con huesos cruzados. —Escuché el timbre del teléfono. ¿Quién era? ¿Alguna noticia sobre Idess? —No —su voz era baja y más chillona de lo habitual, y no sólo porque estaba agotado después de llegar a casa sólo media hora antes del caos en el Hospital

ducha con Gem. Habían llegado a casa para darse un baño y comprobar cómo estaba su hija Dawn quien, gracias a Dios, estaba aquí con Runa la compañera de

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Dejó caer la toalla que se había envuelto alrededor de su cintura después de la

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General del Inframundo—, era Regan.

Shade y sus trillizos cuando Peste atacó el hospital. Había sido un golpe de suerte que Eidolon hubiera cerrado la guardería un par de días atrás, a pesar de que no tenía nada que ver con mantener a los niños fuera de allí. El hospital necesitaba más espacio por el desbordamiento de pacientes. —¿Estás bien? —Por ahora —él tiró de sus pantalones vaqueros y una sudadera—, pero tengo que ir a Escocia. —¿Por qué? Tenía la esperanza de que pudieras quedarte con Dawn mientras vuelvo al hospital. La besó suavemente en la frente, deseando poder hacer exactamente eso. Ahora más que nada quería sostener a su hija y mantenerla a salvo de todos los horrores que habían invadido sus vidas. —Es una emergencia. Algunos Ancianos hicieron algo realmente jodido, y tengo que obtener respuestas antes de que los Jinetes enloquezcan y nos maten a todos. —¿Cuando sus Sellos se rompan? Abrió la puerta del armario y giró la cerradura de la caja fuerte de armas oculta en el interior. —No. Más bien hoy mismo —abrió la caja fuerte, y sacó un arnés de armas—. Necesito un hechicero o exorcista. Peste asesinó a los nuestros en el ataque al Cuartel General. Supongo que no conocerás a uno bueno. Gem se sentó en el extremo del colchón como si le fallaran las piernas. Es

pudieran encontrar tiempo para hacer algo juntos que no fuera sólo dormir. Claro, que se habían duchado juntos en este momento, pero sólo el jabón había sido la única acción entre ellos.

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semanas. Odiaba eso. Odiaba que él y su esposa estuvieran tan cansados que no

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posible que lo hicieran. Ella había estado trabajando casi sin parar durante

—¿Piensas que alguien en la Égida ha sido poseído o está bajo un hechizo enemigo? —Esa es la única explicación —la única que consideraba, porque la idea de que sus amigos y compañeros se hubieran vuelto unos canallas, que habían planeado matar a un niño inocente, simplemente no era posible. Gem suspiró. —El Hospital General del Inframundo tiene unos pocos magos entre su personal, pero no querrás que ellos sepan acerca de tu nuevo Cuartel General. —Iré a por Wraith. Con todos los artefactos que ha encontrado a lo largo de los años, debe tener algo que pueda romper el encantamiento. Se terminó de armar, vio a su hija, y luego le dio a Gem un beso de despedida que esperaba transmitiera todo lo que sentía por ella. El dolor de Lore cuando se dio cuenta que Idess había sido raptada por Peste todavía estaba fresco en la mente de Kynan, el rugido de angustia del demonio aún resonaba en sus oídos. Ky no estaba seguro de lo que haría si Gem estuviera en esa clase de peligro, pero tan solo pensar en ello hacía que su corazón doliera. Llamó a Wraith durante los quince minutos que le llevó conducir hasta el Portal de desplazamiento más cercano, el cual estaba ubicado en un barrio suburbano poco poblado de Nueva York, y luego trasportó el mismo a una playa alejada en Escocia. Wraith se presentó a los cinco minutos, vestido con su abrigo de cuero, jeans y botas de combate. A medida que el demonio salía de la puerta, que estaba camuflada contra un acantilado, palmeó la mochila colgada sobre un hombro.

Ky se puso en marcha por el sendero rocoso hacia el vehículo, que había aparcado en un campo cercano, ya que el Portal de desplazamiento del que

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para eliminar los hechizos.

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—Tengo un poco de pociones, polvos y chismes metálicos. Algo debe servir

acababan de salir era el más cercano al castillo de la Égida, y no había manera de Ky caminara las más de veinte millas. —¿Estás seguro? Wraith se encogió de hombros. —No, pero siempre es más divertido cuando hay un factor de riesgo involucrado. —Le brillaron los colmillos—. ¿Patearemos algunos traseros? —Joder, espero que no. —Normalmente, Ky estaría listo para una batalla, pero no para una pelea con gente con la que había trabajado y había sido de confianza durante años—. ¿Cómo está Lore? ¿Hubo suerte localizando a Idess? Wraith dio una patada a una roca y la observó caer en picado a la orilla de abajo. —Lore está como era de esperar. He tenido que sedarlo, pero no lo va a contener mucho tiempo. No tenemos nada de Idess. Llegaron a la cima del acantilado y Ky abrió el pequeño Volvo. —Cuando terminemos aquí, haz lo que puedas para evitar que Lore cometa alguna locura. Una vez que haya evaluado la situación en casa de Than, llevar a Lore allí podría ser una buena idea. Querrán cualquier ayuda para poder conseguir localizar a Peste. Subieron al coche, y Ky lo condujo derrapando en la carretera hasta llegar al Cuartel General. Las excéntricas observaciones de Wraith sobre el paisaje mantenían a Kynan centrado, lo que sospechaba, que era el objetivo de Wraith. El demonio podía ser un dolor en el culo, pero era mucho más astuto de lo que la

correr en la penumbra del atardecer y dentro del húmedo castillo, y que en perfecta sincronización... los muy idiotas que habían estado buscando estaban en la

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Ky estacionó en la base de los terrenos del castillo, y él y Wraith no tardaron en

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gente pensaba.

entrada reunidos alrededor de una pila de libros en una oficina improvisada. Y extrañamente, había docenas de Guardianes de pie en toda la sala, fuertemente armados. —¿Quién quiere explicar lo que pasó con Regan? Juan cerró el libro que estaba estudiando. —Hola a ti también, Morgan. Lance giró sobre sus talones, con su rostro hinchado, magullado y volviéndose púrpura de rabia cuando vio a Wraith. —¿Trajiste un demonio a nuestro Cuartel General. —¿De verdad quieres un concurso de meadas para ver quién ha hecho el delito más atroz de la Égida últimamente? Takumi se puso rígido con una mueca de dolor. Alguien había golpeado a estos tipos hasta dejarlos sin sentido, y Kynan mentalmente chocó los cinco con Regan. —Hicimos lo que pensábamos que era necesario. —¿Y pensaste que era necesario abrir a Regan y matar a su inocente bebé? —¿Inocente? —se burló Lance—. Es un demonio. Wraith resopló mientras abría su mochila. —Lo ves, Ky, esto es por lo que siempre quiero matar a todos tus amigos. — Sacó un frasco de vidrio lleno de líquido verde—. Sin ánimo de ofender.

de cambiar nuestro plan? —Dudaba que alguien mencionara quedar poseído o algo así, pero valía la pena intentarlo.

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él—. ¿Queréis explicar por qué no consultasteis con el resto de los Ancianos antes

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—Confía en mí, faltaba más —Kynan miró a los cuatro hombres delante de

—Te lo dijimos antes. Lo inténtanos —Omar le dirigió a Kynan una mirada triste, como si sintiera lástima por él—. Tú y Valeriu estáis demasiado cegados por vuestras relaciones con los demonios como para considerar otras opciones. Y a pesar del compromiso de Decker de lealtad a los Sigil, sigue siendo un miembro de las fuerzas armadas estadounidenses, y algunos de nosotros no confiamos en él. —Hay algo que está seriamente mal en vosotros —dijo Kynan, su temperamento subiendo. Él asintió con la cabeza bruscamente a Wraith, quien sonrió mientras arrojaba el frasco por el aire. Lance se lanzó a por él, pero golpeó el suelo de piedra y se hizo añicos antes de que pudiera atraparlo. Una densa niebla marrón explotó a través de la sala, cambiando y retorciéndose como si estuviera viva. Diez segundos después, desapareció. —¿Qué demonios ha sido eso? —gritó Juan. Wraith dejó caer su mochila en el suelo. —Un elixir revelador. Hace que cualquier persona que sufra un encantamiento brille como si hubiera tomado un baño en residuos nucleares. Ninguno de vosotros esta brillando —él se encogió de hombros—. Sin embargo, creo que sois unos seres despreciables. Lance giró la cabeza hacia Kynan. —¿Pensabas que estábamos bajo un hechizo? —¿Por qué otro motivo habríais hecho una maniobra tan estúpida? —

que hacerlo era inútil. Mientras Kynan llevara el Heofon, el amuleto alrededor de su cuello, era inmune al daño.

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—Bastardo. —Lance se abalanzó sobre él, a pesar de que debería haber sabido

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respondió Kynan de nuevo.

Wraith se movió velozmente, y en un instante, tenía sus dientes enterrados en la garganta de Lance. Los Guardianes entraron en acción, disparando sus ballestas y lanzando armas, pero Wraith, poseía un hechizo de inmunidad similar, estaba protegido. Después de unos segundos, el demonio desenganchó sus colmillos y lanzó lejos a Lance. —Él no está poseído por un demonio. No es más que un gillipollas. —¿Pensabas que estábamos poseídos, también? —La voz de Lance era ahogada, y tenía los ojos desorbitados. —Esperaba que así fuera —dijo Kynan—. Dios, realmente lo esperaba. —Las sienes de Kyan latían con furia y sentía la piel tensa, frotada en carne viva por su traición—. En el nombre de Dios, ¿Qué os hizo pensar que estabais haciendo lo correcto? —No lo pensábamos. Lo sabíamos. —Juan hizo un gesto a uno de los guardias, que desapareció por un pasillo—. Nos dieron nueva información que nos llevó a creer que la profecía no dice que hay que apuñalar a Peste en el corazón, sino al bebé. Estamos seguros de que eso destruirá a Peste. —¿Quién te dio esa nueva información? —Una fuente fiable —dijo Lance—. A diferencia de todas las pistas que hemos reunido durante años que resultaron ser falsas, puestas a propósito, o simplemente incorrectas, esta es real. Kynan no podía creer esto. ¿Qué clase de jodido Kool-Aid tenía a estos

romperéis el Sello de Thanatos. Deberías haber venido a mí y Val con esto. Podríamos haberlo resuelto.

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—Te equivocas. El niño es el agimortus de Thanatos. Matando al bebé

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imbéciles ciegos?

—No podemos confiar más en ti o Val. Nos has llevado por un camino que ha fallado. ¿Trabajando con demonios? ¿Formando una alianza con los hombres lobo? ¿Estableciendo la paz con los vampiros con intercambios de información? ¿Qué parte del hecho de que somos cazadores de demonios no estás entendiendo? —Se llama cambio de táctica y convertir a los enemigos en aliados. Se llama progreso, Juan. Hacer alianzas en lugares inverosímiles. Lance, dio una palmada sobre la herida de la mordedura que Wraith le había hecho y gruñó. —Nos gustan las viejas costumbres. Desde el día que llegaste, envuelto en ese hospital demonio y casado con un maldito monstruo, las cosas han ido a peor, y ahora estamos al borde de un Apocalipsis. Mil jodidas gracias. ¿Casado con un maldito monstruo? Una furia escarlata causó una franja hirviendo de cólera a través del campo de visión de Kynan. —Eres un hijo de puta. —Kynan apenas reconoció su propia voz, deformada y fundida con la profundidad de su ira. Se lanzó hacia Lance, pero Wraith le agarró por la cintura y lo arrastró hacia atrás. —Amigo —Wraith habló en voz baja al oído de Kynan—. Tranquilo, estoy a favor de hacerlos pedazos, pero mira a tu alrededor, hombre. Algo malo va a ocurrir. Kynan aspiró aire a través de sus dientes apretados, desesperado por cortar a trozos a Lance, pero a medida que el demonio lo sujetaba con fuerza, Kynan vio a cuatro chicos nuevos entrar en la sala, cada uno sosteniendo un frasco... pero también uno sostenía a un peludo demonio bebé Slogthu, un colgante de plata

—¿Qué es esto? —exigió Kynan—. ¿Qué diablos estás haciendo con ese demonio?

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le fue entregado a Takumi.

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minúsculo que Ky había visto antes, pero no podía ubicar, y un puñal, todo lo cual

Lance rodó los ojos. —Deja de preocuparte por un maldito demonio. —Él hizo un gesto a los cuatro recién llegados—. Y estos son nuestros nuevos Ancianos. —Nuevos... ¿qué? —Kynan miró a los nuevos Ancianos. Dos de ellos habían estado en la corta lista de la Égida para la promoción futura a Sigil. Los otros dos eran Regentes, los jefes de las células individuales, una en Toronto y otra en Río de Janeiro—. No se puede promover a los nuevos miembros sin un voto unánime de todos los Ancianos, y tú lo sabes. —Sí —dijo Lance—, ese es el asunto. Conseguimos un voto unánime, ya que, Val, Regan, y Decker no son bienvenidos en el Sigil. —Él hizo un gesto abarcando con un movimiento de su brazo indicando los ocho hombres de pie en un semicírculo delante de Ky y Wraith—. Somos el Sigil. Y tú... tú ya no eres bienvenido aquí. —No puedes hacer esto. —Podemos. Y lo hicimos. —La mirada fija de Tamuki bajó, como si tal vez esto no fuera algo que le sentara bien—. Sentinelium angelicus expellum. —Él hundió la daga en el pequeño demonio. —¡Hijos de puta! —gritó Wraith. Los cuatro frascos se iluminaron, brillando tan intensamente como el sol. El dolor atravesó el cerebro de Kynan. Wraith se agarró la cabeza, y mientras la agonía los perforaba a los dos, Kynan se tambaleó hacia atrás, superado por la necesidad de salir del castillo. Él y Wraith fueron empujados por una fuerza invisible mientras los ocho Ancianos avanzaban, la luz formando una pared en

de Kynan.

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—¿Qué demonios? —gruñó Wraith, expresando exactamente los pensamientos

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frente de ellos.

Se tambalearon hacia fuera de las puertas, y una vez que el aire fresco los golpeó, el dolor cesó, aunque el cerebro de Ky se sentía magullado, como si hubiera sido vapuleado por un boxeador de peso pesado. Lance y los demás se detuvieron en el umbral. —No regreses, el Cuartel General está ahora protegido de tus hechizos angelicales. —¿Cómo? ¿Cómo hiciste esto? —No eres el único con un amigo ángel —sonrió Lance. Kynan quería sacudir la arrogancia de la cara de Lance. ¿Un... ángel amigo? ¿Quién?... —Harvester. —Ahora recordaba dónde había visto el colgante de plata que Takumi tenía en la mano. Harvester llevaba ese collar—. Jesucristo, ella es un ángel caído. Es malvada. Has matado a un demonio bebé y usado magia negra contra nosotros. ¿Sabes lo mal que está esto? La expresión de Lance era divertida. —Se llama cambio de táctica —se burló—, hacer alianzas en lugares inverosímiles. —¡Necios idiotas! Hay un puto Apocalipsis a punto de llegar. No podemos darnos el lujo de fragmentarnos de esta manera. Ahora no. —No nos has dado otra opción —dijo Juan. —Así que eso es todo. Os apoderáis de los Cuarteles Generales, traéis nuevos

original. Estamos recuperando las viejas costumbres. —No vais a ganar —dijo Kynan—. No os dejaremos.

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—Somos la nueva Égida —dijo Omar—. O la manera en que lo vemos, la Égida

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Ancianos, y desterráis a cualquier persona que no esté de acuerdo con vosotros.

Lance abrió los brazos. —Mira a tu alrededor, muchacho hechizado. Contamos con todos los juguetes. Ya hemos ganado. El temperamento Kynan explotó y empezó por Lance, con la intención de ganarle a golpes, pero antes de llegar a la puerta, se encontró con una pared invisible que parecía tan sólida como una barrera de acero. Wraith lo agarró antes de que el dolor de cabeza aplastante pudiera afianzarse. —¿Sabes qué, amigo? —dijo Wraith—. No se lo merecen. Ahora no. Pero más tarde... —Él señaló con el dedo a Lance y le enseñó los colmillos—. Eres mío. Y

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amigo, yo juego con mi comida.

Treinta

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egan se sentía condenadamente inútil. Mientras Ares partió hacia el Sheoul para intentar advertir a Hades sobre la posible capacidad de Peste para entrar en el Sheoul-gra con Idess, Thanatos intentó convocar

a Reaver. Regan... tomó una ducha. Thanatos había sido firme en que el agua caliente y el vapor la harían sentirse mejor. Se había sentido bien eliminando el olor del barco de la Égida y el agua salada, pero cuando salió de la ducha, seguía estando tensa. Mientras se secaba, hizo todo lo posible para calmarse, porque los dolores y calambres en el vientre y la espalda parecían empeorar cuando se alteraba. Por favor, no dejes que me ponga de parto. Sí, el hecho de que aún no hubieran capturado a Peste era una gran preocupación, pero ahora mismo, sus propios temores fueron surgiendo. Durante ocho meses había evitado pensar en la maternidad, ya que iba a entregar al bebé a Kynan y Gem. Pero las cosas habían cambiado. Ella se había enamorado del bebé, y se estaba enamorando de su padre. Tal vez habría sido algo bueno en un mundo normal. Pero había tanta incertidumbre alrededor del nacimiento de su hijo, y demasiado peso sobre sus pequeños hombros. Quería tenerlo todo, y deseaba con todas sus fuerzas saber como. Thanatos llamó a la puerta. Al entrar, se escuchó el chasquido de su armadura osea, la tensión hacía que el escorpión en el cuello picara su yugular.

Casa llena. Perfecto, ya que se sentía como una mierda y no estaba segura de querer oír lo que Kynan había averiguado.

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Decker. Arik también está aquí, con Ares y Limos.

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—Tus amigos están aquí. —Él flexionó sus dedos a los costados—. Kynan y

—Dame un minuto para vestirme. —¿Necesitas ayuda? —No, yo… —Se interrumpió al ver una peculiar sonrisa en sus labios—. Creo —dijo con ironía—, que si me ayudas, podríamos tardar el tiempo suficiente en salir de aquí para que a nuestros invitados les resulte sospechoso. —Bueno. —Él se acercó a ella y situó la boca en su garganta. Con un pequeño rugido, arañó su piel con los dientes en una descarada marca posesiva—. Quiero que sea sospechoso. No quiero que nadie folle contigo nunca más. ¿Nunca más? ¿Qué quería decir con eso? Ambos habían evitado hablar del futuro, porque en verdad, el futuro parecía tan sombrío, tan incierto. En el caso de Regan, no se atrevía a planificar. Ya tenía la vida bastante destrozada, y cada vez que pensaba que su futuro con una familia estaba seguro, el suelo bajo sus pies se derrumbaba de nuevo. Thanatos se apartó y se dirigió hacia la puerta. Al salir, miró hacia atrás por encima del hombro. —No importa lo mala que sean las noticias de Kynan, te tengo a ti, ¿de acuerdo? —Antes de que pudiera responder, él cerró la puerta suavemente detrás de él. Conteniendo la emoción que parecía abrasar su garganta, ella terminó de vestirse y se unió a los demás en el salón. La tensión era tan espesa como la sangre de un demonio Oni. Pero estaba contenta de ver que los Caminante Nocturnos de Than estaban de vuelta al trabajo.

toda la longitud de un lado de la mesa de caballete. Ares, Limos y Thanatos estaban de pie, con su armadura al completo, como si estuvieran esperando a Ky y

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Kynan y Decker estaban sentados rígidamente en el largo banco que ocupaba

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Peter le dirigió un guiño respetuoso mientras se deslizaba hacia la cocina.

Deck para atacar. Reaver estaba allí, y Arik y él se habían interpuesto entre los dos grupos como si estuvieran preparados para impedir que estallara una batalla. Cuando Kynan vio a Regan, él y Decker se acercaron a ella. Percibía a Than contemplarla mientras cruzaba hacia ellos, sus manos sudando y su estómago revuelto. La expresión en la cara de sus compañeros Ancianos era la más sombría que jamás hubiera visto. Se detuvo junto a Thanatos y no se anduvo por las ramas. —Cuéntame. Ky y Decker se miraron. —Es malo, Regan —dijo Ky—. No fue un hechizo o posesión. Nuestros compañeros planearon el secuestro y el sacrificio del bebé basándose en algún tipo de jodida interpretación de la profecía. —No. —Ella sacudió la cabeza con tanta fuerza que su cabello húmedo le golpeaba las mejillas como una bofetada en la cara—. No lo creo. Tienes que estar equivocado. Habla con ellos de nuevo. Hablaré con ellos. Esto no puede ser cierto. No me harían algo así. A nosotros. —Lo siento —dijo Kynan—. Aún hay más. El resplandor que rodeaba a Reaver osciló mientras decía bruscamente: —¿Más? Regan escuchaba incrédula y horrorizada como Kynan describía lo que había pasado en Escocia. El Jinete no reaccionó hasta que Kynan llegó a la parte sobre la

—¿Harvester les ayudó? Como Vigilante, el riesgo sería... —Reaver negó con la cabeza.

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Las alas de Reaver se extendieron.

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posible participación de Harvester.

Kynan se frotó la incipiente barba en su mandíbula. —Nos dijeron que tenían ayuda angelical, y utilizaron magia de sangre en la sala contra mí. Sólo un ángel malvado sería capaz de utilizar ese tipo de hechizo. También tenían el amuleto plateado de Harvester. Ella podría haberles dicho cómo encontrar tu fortaleza y cómo encontrar una forma de evitar la habilidad del bebé para mantener a Regan segura. —¿Cómo puede alguien encontrar una forma de evitar la habilidad del bebé? —se preguntó Arik. Reaver parecía preocupado. —Hay varias formas de evitar cualquier cosa. Sólo tienes que encontrar la combinación correcta de magia, el mal, las hierbas, el poder, lo que sea. —Sólo espero que fueran lo suficientemente inteligentes como para no decirle la ubicación del nuevo Cuartel General. —Ky había tenido cuidado de guardar esa información a los Jinetes y además, hábilmente evitando cualquier referencia a Escocia, o incluso de Europa, mientras hablaba. Regan no tenía palabras. ¿Cómo podía la gente que había conocido toda su vida hacer algo tan inconcebible? —¿Regan? —Un toque de estresado acento tejano se había filtrado en la voz de Decker—. ¿Estás bien? —Yo sólo... —El sudor había humedecido sus sienes. Contó hasta tres, haciendo todo lo posible para no descomponerse—. ¿Qué hacemos ahora?

Decker y Kynan intercambiaron otra mirada antes de que Ky hablara.

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—¿Qué quieres decir con rescatar?

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—Rescataremos lo que podamos —dijo Ky.

—Lance y los demás se llevaron todo lo que pudieron para el nuevo Cuartel General. Y luego destruyeron el antiguo. No sé cuánto tiempo estuvieron planeando esto, pero sabían exactamente lo que estaban haciendo. Ascendieron a cuatro Guardianes a Sigils, y están buscando continuamente el apoyo de todos los Regentes en todo el mundo. Puesto que mantienen el Cuertel General, tienen ventaja. Val está intentando conseguir apoyo de nuestro lado, pero tendremos suerte si conseguimos que un veinte por ciento de la población Guardián nos respalde. —Él sopló un aliento tembloroso—. Ahora somos los rebeldes, y ellos son el Imperio. Regan, la Égida está disuelta.

Thanatos percibió que algo le ocurría a Regan, quizás incluso antes de que ella misma se diera cuenta. El anuncio de Kynan de que se había disuelto la Égida se apoderó de la habitación como un velo supulcral, pero mientras todos estallaban en maldiciones, Regan se quedó inmóvil y en silencio, con el rostro sin color y sus manos agarrando su vientre con tanta fuerza que sus dedos se pusieron blancos. Muy suavemente, Thanatos apoyó las manos sobre sus hombros y la apretó contra él, con la espalda de ella en su pecho, apoyándose en ella. Bajó la cabeza, dejando que sus labios rozaran la oreja. —¿Estás bien? Ella no respondió. Temblaba con tanta fuerza que sus dientes castañeaban. El corazón de Thanatos se sentía como si hubiera sido arrastrado por un coche que

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—¿Regan?

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iba a ochenta kilómetros por hora sobre reciente y caliente asfalto.

—Eran mi familia —susurró—. Les di todo, y trataron de hacerme daño. Intentaron matar a mi hijo. Sí, y alguien iba a pagar por eso. —Son unos hijos de puta, Regan. Nunca te merecieron. —Yo los necesitaba. Cada familia que me adoptó, se dio por vencida. La Égida era todo lo que tenía. —Ella tragó una y otra vez, tratando de contener las lágrimas—. Pertenecer la Égida significaba que no iba a ser repudiada nunca más. Él le dio la vuelta para que ella estuviera frente a él, y la expresión desolada en su rostro lo desolló vivo. Había dedicado su vida a la organización, les había dado su maldito cuerpo para utilizarlo cuando la enviaron para seducirlo, y se lo habían agradecido ofreciéndola a ella y a su bebé en sacrificio. Le había preguntado cuál era su objetivo personal cuando ella vino a seducirlo. Ahora lo sabía. Había sentido que tenía que hacerse indispensable —querida— por la única familia que había conocido jamás. Ella no deseaba ser abandonada. Esos hijos de puta. Esos jodidos hijos de puta. —Tú no eres una repudiada. —Ella no lo miró, así que enganchó su dedo debajo de la barbilla y le levantó la cara hacia él—. ¿Me escuchas? Te necesito. Te necesito a ti y a nuestro hijo. Cuando todo esto termine, cuando Peste se haya ido y el mundo vuelva a la normalidad, te quiero aquí conmigo. Sus ojos se encontraron con sorpresa, pero no tenía ni idea de lo que podría ser. ¿No había dado señales suficientes? ¿No había dejado claro que ella era suya? Él no hacia cunas para niños al azar, no secuestraba a mujeres al azar, y

Ella era suya.

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raza. Ella era parte de su vida ahora, y eso era todo.

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definitivamente no le contaba a extraños al azar que había engendrado a toda una

—¿Y si el mundo no vuelve a la normalidad? ¿Y si el mundo vuelve a la normalidad, y tú ya no me necesitas para ayudarte a conservar la calma? —Ella comenzó a mirar a su alrededor frenéticamente, y Than supo que estaba buscando algo para organizar o arreglar sus ideas—. ¿Y si.. Than la interrumpió con un dedo en los labios. —Shh —susurró—. Cuénta. —Y espera, ¿Y si el mundo vuelve a la normalidad, y tú ya no me necesitas para ayudarte a conservar la calma? ¿Ella sinceramente creía que lo que sentía dependía de su capacidad para darle algo? Joder, la Égida le había arruinado la mente. Sonó el repentino estruendo de un teléfono, que Than apenas escuchó con el zumbido de la incredulidad en su cabeza. Ares pasó sus dedos sobre su cuello, y desapareció su armadura. Él atrapó el teléfono móvil del bolsillo de la pernera de sus pantalones caqui. —¿Cara? Cara, joder. —El teléfono cayó de sus dedos temblorosos y de pronto, él estaba armado y otra vez corriendo hacia la puerta. —¡Ares! —Limos corrió tras él—. ¿Qué ocurre? —Peste. Está en mi casa. ¡Rápido! Kynan hizo un gesto a Than. —Ve. Deck y yo nos quedaremos con Regan.

Portal de Desplazamiento, Regan extendió su mano y pasó sus dedos por su mejilla.

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Cuando Ares y Limos desaparecieron por la puerta principal para abrir un

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—No puedo dejarla.

—Ve. Detenlo. Si deseas que el mundo vuelva a la normalidad, hay que detenerlo. —Cuando vuelva, tenemos que hablar. —Él la besó, deteniéndose sólo un segundo antes de volverse a Ky—. Gracias. Than corrió tras su hermano, su hermana y Arik, rezando para que esto fuera sólo una pequeña escaramuza que Peste había planeado para fastidiar. Pero a medida que Than salía de la fortaleza y abría su Portal de Desplazamiento, algo salió mal. La entrada, que por lo general era un portal brillante, estaba ennegrecida y retorcida, su superficie ondulante como el aceite en agua. Than trató de cerrarla, se echó hacia atrás, pero le succionó como arenas

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movedizas.

Treinta y uno

E

n el segundo en que Thanatos salió por la puerta, Regan se dirigió derecha hacia la biblioteca de Than. Ni siquiera tuvo que contar para salir del pánico que había empezado a sentir. Una emergencia

generalmente la hacía pensar con claridad. Y realmente esperaba que Cara estuviera bien. Regan no conocía a la esposa de Ares muy bien, pero la mujer había sido amable con Regan. Y cualquiera que pudiera encantar a los Sabuesos del Infierno definitivamente poseía un factor de simpatía. —Regan. —Ky venía tras ella, con Decker pegado a sus talones—. ¿Qué estás haciendo? Debes descansar. —¿Y que te contestó Gem cuando le dijiste eso a ella cuando estaba embarazada? Él suspiró. —Me sugirió que me metiera un objeto contundente en un lugar realmente doloroso. —Ahí lo tienes. —Regan buscó entre las estanterías de Than el libro que necesitaba. Y ahí, en la colección de Than de casi cada libro sagrado conocido por hombre y demonio, se encontraba una Santa Biblia. Su mano tembló cuando la cogió del estante y la colocó en la cuna que Than

—Magníficamente. —Ella se volvió hacia los chicos—. Ky, quiero que pongas la mano en la biblia y jures algo por mí.

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—Ah… ¿Regan? —preguntó Decker—. ¿Estás bien?

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había dejado en una esquina, sus herramientas de cuero esparcidas debajo de ella.

Las oscuras cejas de Kynan se levantaron. —Sabes que cualquier juramento hecho en un libro sagrado es un compromiso meramente moral a menos que esté acompañado por magia. —Claro. Pero con eso es con lo que estoy contando. Tú eres la persona con más moral que conozco. —No entiendo. —Ky la miró como si tal vez ella necesitara una camisa de fuerza—. ¿Estás segura que no deberías sentarte? —Solo pon tu mano en la Biblia. Estaba bastante segura de que él le seguía la corriente, pero lo hizo. —¿Ahora qué? —Júrame que si algo me pasa, no pelearas con Thanatos por su hijo. Kynan se enderezó. —¿Qué? Regan, nosotros decidimos que lo mejor para el bebé sería que Gem y yo lo criáramos. —Sip, y ese es el asunto. Nosotros decidimos. Thanatos no tuvo ni voz ni voto en todo esto. Hicimos lo que hicimos por el bien del mundo, pero lo destrozamos mientras nos aferrábamos a esta idea justificada de que estábamos haciendo algo grande. Estábamos muy seguros de que teníamos razón. No somos mejores que Lance y ese montón de gilipollas. A este punto, Thanatos necesita tomar las decisiones que mantendrán a nuestro hijo a salvo. Él se merece eso, al menos.

—No estoy segura de qué merezco, pero sé lo que quiero. —¿Y qué quieres?

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Ella miró hacia la cuna.

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—¿Y qué pasa contigo? ¿Qué es lo que mereces?

—A Thanatos y al bebé. —Si es que ellos la querían. Thanatos dijo que la quería, pero otras personas dijeron eso, también. Luego cambiaron de opinión. O trataron de matarla. La pesadilla que había tenido acerca de Thanatos matándola pasó por su cabeza. No había tenido ese sueño desde que estaba aquí, pero ahora las imágenes volvieron, tan vívidas como habían sido cada noche durante meses. Ella estaba convencida de que la pesadilla era una advertencia, y tal vez lo era, pero de ser así, ella tenía que tomar precauciones. —La Biblia, Ky. Él dejó escapar un largo, y frustrado suspiro, pero se inclinó sobre la cuna y una vez más descansó su palma sobre el libro. —Ahora, jura que sin importar lo que me pase, sin importar lo que Thanatos me haga, no harás ningún intento de llevarte a su hijo lejos. —Miró a Decker—. Y tú no dejaras que nadie más lo intente tampoco. —Lo juro —murmuro Ky. —Bien —dijo ella alegremente—. Ahora, creo que deberíamos preparar algunas armas recubiertas de qeres. —No tenemos ningún qeres. Lance y los otros los tienen. —Nop, yo agarré un vial de eso cuando estuve en su barco. Decker sonrió. —Fantástico.

Regan tocó con sus dedos su barriga mientras otro calambre la golpeaba.

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cabrón.

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—Ahora solo tenemos que esperar que uno de los Jinetes pueda cazar a ese

—Y algo me dice que ellos necesitan darse prisa. Tal vez quieras avisar a Eidolon. Creo que el pequeño pony quiere salir.

Peste era un maldito bastardo. Thanatos había experimentado mucha muerte en su vida, pero esto… esto iba más allá de la muerte. Esto era una carnicería. ¿Y cómo diablos había interceptado Peste su Portal de desplazamiento de esa forma? Lo que fuera que hubiera hecho, había atrapado a Thanatos en Finlandia, incapaz de incluso convocar el portal otra vez. Incapaz de volver con Regan. No tenía la menor duda de que lo que fuera que estuviera pasando en casa de Ares había sido una treta para llevar a Than a usar el Portal de desplazamiento adulterado, pero tampoco tenía dudas que lo que fuera con lo que estuviera lidiando Ares era muy real y muy violento. Su furia se mezcló con el efecto de toda la muerte a su alrededor, dejando su habilidad para pensar tan fragmentada como un ventana destrozada. Intentó llamar a Kynan para saber cómo estaba Regan, pero su furia era demasiado envolvente y aplastó su teléfono con la mano. Después de eso, solo la necesidad de matar quedó en sus pensamientos.

de enfermedad que los hacía enloquecer y masacrarse entre si. Thanatos estaba de pie entre los restos de una familia asesinada por su padre en su propia casa, su

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Aquí en las afueras de Helsinki, los humanos estaban en medio de alguna clase

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Y había mucho para matar.

guadaña chorreando sangre. Than había acabado con el padre, pero no antes de que el hombre hubiera cortado en pedazos a su esposa y tres hijos hasta la muerte. Su cuero cabelludo se erizó y se volvió mientras un Portal de desplazamiento se abría a través de la sala. Peste salió, desnudo y salpicado de sangre coagulada. Eso era lo suficientemente perturbador, pero lo que realmente hizo que el pecho de Thanatos se enfriara era la apariencia de su hermano. Este no era el hombre que parecía humano incluso después de que su Sello se hubiera roto. Este era un demonio. Una bestia con ojos tan negros como el alquitrán, la piel tan pálida y venosa como el mármol, y garras tan largas que destriparían a una ballena asesina. El odio y la maldad había destrozado todo lo que alguna vez había sido Reseph, hasta su apariencia. Peste siseó, sus colmillos eran unos buenos centímetros más largos de lo que jamás habían sido. Jesús. —¿Estás disfrutando esto? ¿Te gusta caminar hundido hasta la rodilla en sangre y entrañas, hijo de puta? —Reseph. —Than hizo una última suplica al demonio que solía ser su hermano—. Tienes que estar ahí dentro en alguna parte. —Él se ha ido —rugió Peste—. Malditos imbéciles ¿cuando entenderéis eso en vuestras cabezotas? Se ha ido y estoy harto de todos sus jodidos recuerdos, de ti, de todo lo que a él le importaba. Estoy haciendo borrón y cuenta nueva. Tu cachorro es el siguiente en mi lista. Una furia protectora vibró a través de Than.

por diversión. Para fastidiar. Para arruinar tu puta vida. —Él inclino su cabeza—. Aunque tal vez no necesite hacerlo. Con tu temperamento, es probable que tú mismo lo mates. Eso sería fantástico.

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—Oh, lo haré. Incluso si no necesitara matarlo para romper tu Sello, lo mataría

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—Nunca tocarás a mi hijo.

Por mucho que Than quisiera pensar que podía negarse a morder el anzuelo de Peste, su agarre en la guadaña estaba tan apretado que el mango parecía fusionarse con su carne. Tal vez porque Peste había dado voz a la preocupación que Thanatos había estado tratando de negar; que él podría ser un peligro para su propio hijo. Los niños muertos en el suelo, victimas de su propio padre, sacudió toda la casa como un bate de béisbol al cráneo. El hombre en el suelo probablemente había sido un buen y cariñoso padre, pero en su furia ciega, había masacrado a todos los que amaba. Thanatos había estado engañándose a si mismo acerca de su habilidad para controlarse, ¿no? Sí, con Regan sus necesidades pasaban de matar al sexo, pero, ¿y si su hijo no venía equipado con algún tipo de medida de seguridad a prueba de Thanatos? Y el mismo hecho de que Regan pudiera derribarlo… le gustaba, lo necesitaba, pero Cristo, lo que ella había dicho cuando estaban en su fortaleza se asentaba en él como un tronco. ¿Estaba él usando su habilidad para calmarlo del mismo modo que la Égida había usado sus dones? Él se había enamorado de ella, se había enamorado de su generosidad, su risa, del modo en el que ella podía discutir con él y mantenerse firme, tanto física como verbalmente. Pero si él la estaba usando, no era mejor que la Égida. ¿Estaría usando a su hijo de la misma manera? ¿Poniendo a un bebe inocente en peligro porque Thanatos necesitaba lo que un niño podría ofrecer… amor, alguien que le hiciera compañía, alguien que absolviera a Than de sus pecados? —¿Qué ocurre, hermano? ¿He dicho algo que te haya molestado?

propio hijo, pero Peste era uno mucho mayor, y Than estaba condenadamente cansado de estar dos pasos por detrás del maldito bastardo. Hazlo hablar.

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segundo para volver a meter su cabeza en el juego. Él podría ser un peligro para su

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Thanatos se apartó de la cosa que solía ser su hermano, necesitando un

—No quieres que yo mate a mi hijo —dijo Than, poniendo una nota estrangulada en su voz—. Quieres hacerlo tú mismo. Probablemente en algún elaborado ritual. —Adoro un buen ritual. Than levantó la vista, haciendo su mejor imitación de hermano lleno de pena. —Adoras una audiencia. Incluso como Reseph, querías que la gente te prestara atención. ¿Cuántos santuarios has construido para ti mismo, Peste? ¿A cuántos idiotas has engañado haciéndoles creer que si tan solo participan en el gran sacrificio del hijo de Muerte, ganaran poder y riqueza? Peste pasó su dedo a través de una salpicadura de sangre en el mostrador de granito que separaba la cocina del salón. —Solo unos pocos selectos estarán en la cámara durante la muerte de tu hijo, pero presentaré su corazón aun palpitante a decenas de miles de personas. —Bebida y comida para todos, ¿eh? —Tendré una copa de tu champán favorito esperando a que te unas a nosotros. —Incluso después de que se rompa mi Sello, sabes que querré ver a mi hijo. —Cuento con eso. —Peste lamió la sangre de su dedo—. Estarás desesperado por deshacerte de tu pasado y de cualquier asunto personal que te haga humillantemente débil. Y cuando nuestras fuerzas del mal te vean riendo sobre el cuerpo de tu hijo mientras se enfría en mi altar… —Cerró sus ojos como si estuviera imaginándose el éxtasis de todo eso.

alejó una distancia sorprendente de Thanatos y del portal. Ares salió, seguido de Limos, ambos acorazados y ardiendo por una pelea.

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comenzó el movimiento, un portal se abrió a unos metros de distancia, y Peste se

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Than apretó el agarre de su guadaña y se tensó para atacar. Pero cuando

—Así que aquí estamos todos —gruñó Peste—. Ares, debes haber encontrado los regalos que te deje en Grecia. —Tú, jodido retorcido. —Ares se adelantó, las venas en su sien palpitando—. Eres un maldito enfermo hijo de puta. Limos le echó una mirada a Than. —Peste masacró a todos los Sabuesos del Infierno de Cara en la isla excepto el nuevo cachorro, porque estaba con ella, y Hal, porque estaba con Ares. Después fue a mi casa y mató a los Sabuesos de allí. —Su voz se hizo más profunda, deformada por la furia—. Y colgó a cada uno de mis empleados de los árboles. —Como adornos de Navidad —dijo Peste—. Ya sabéis cómo me gusta la Navidad. —Él se volvió hacia Thanatos, quien juraría que los ojos del bastardo se volvieron incluso más negros—. ¿Disfrutasteis todos del truco en los Portales de desplazamiento? —¿Cómo hiciste eso? —exigió Ares. —Me he vuelto más fuerte de lo que vosotros jamás podréis imaginar. —El negro de los ojos de Peste se arremolinaba ahora, una mezcla de carmesí y motas blancas—. Puedo hacer casi cualquier cosa con un hechizo y un sacrificio de sangre. Para comprometer vuestros Portales temporalmente, todo lo que necesité fue a alguien importante para todos vosotros. Ares, ¿notaste que faltaba alguno de tus Ramreels? ¿No? Tal vez deberías pasar lista. Limos, ¿recuerdas ese chico lobo con el que entablaste amistad en Argentina? ¿Al que le llevaste zapatos y libros el mes pasado? —Él se volvió hacia Than—. Y tú… Sé cuánto significaba Orelia para ti.

Ella no era una amiga, eso era seguro, pero él la conocía desde hace miles de años, y la extrañaría. Sin duda ella no merecía cualquier jodida cosa que Peste la hubiera hecho pasar.

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bien, cuando no estaba en su escalofriante estado de trance con la mirada perdida.

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Maldito sea. La había visto hacia menos de doce horas con Viktor. Ella estaba

Sin mencionar que sin ella, él iba a ser un desastre emocional. Los tatuajes que lo ayudaban a mantenerse cuerdo serían cosa del pasado. De repente, a gran velocidad, Than balanceó su guadaña, pero Peste dio un prominente salto, evitando la perversa hoja y simultáneamente golpeando con su pie para noquear a Limos en el suelo. Ares lanzó su espada en un arco enorme, pero una vez más, Peste eludió el golpe. Repentinamente, su arco estaba entre sus garras y se había acorazado, y antes de que Than pudiera ni siquiera parpadear, una flecha pasó a través de la armadura de Limos y la inmovilizó a la pared. Otra flecha penetró el cuello de Ares con tanta fuerza que se cayó al suelo. Hijo de… La fuerza y habilidad de Peste habían cambiado a niveles que Than había creído imposibles. Thanatos se lanzó hacia él y enganchó su rodilla con la guadaña, pero Peste permaneció de pie. Algo crujió por abajo en la parte trasera del cuello de Than, y el dolor se convirtió en una descarga eléctrica que lo acuchilló bajando por su columna vertebral y subió a su cráneo. Cada hueso parecía hacerse añicos en una explosión de agonía al rojo vivo. Apretó sus dientes para soportar el dolor, luchando contra la ceguera de las estrellas brillantes que daban vueltas en su visión. Sangre caliente y pegajosa lo bañaba, y a su alrededor, oyó gruñidos, gritos, maldiciones. Y luego la voz de Peste estaba en su oído. —Tu hembra observará a su hijo morir —susurró él—. Y luego voy a follarla y dársela a mis secuaces para que la usen. Cuando este cansado de sus gritos,

movió con dificultad para sentarse, preguntándose porque nada estaba funcionando bien. A través de la sangre en sus ojos, vio a Ares tendido en el suelo,

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Thanatos rugió y arremetió, pero Peste ya no estaba. Confundido, Than se

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entonces la mataré.

todo su pecho aplastado, su armadura hecha añicos. ¿Cómo? ¿Cómo había hecho eso Peste? Than sacudió su cabeza, la cual se sentía como si estuviera colgando de sus hombros por tan solo una cuerda, y miró a Limos, quien estaba ahora enganchada a la pared con una docena de flechas. Ella lo observaba, aturdida, y trató de alcanzar débilmente una de las flechas. Pero su mano, llena de sangre, resbaló. Una ola de nauseas se estrelló contra Thanatos mientras la conciencia se volvía

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negra.

Treinta y dos

T

hanatos recuperó el conocimiento con Limos agachada frente a él, sus brillantes ojos de color violeta, estaban llenos de preocupación. —Hey. —Ella le pasó un paño húmedo sobre la cara, que parecía

extraño, dado que ella no se había limpiado—. Tu cabeza se está recuperando. —¿Está... recuperando? —dijo con voz ronca. Ella hizo una mueca. —Peste trató de decapitarte. Y cortó de un tajo el ancho pecho de Ares y revolvió sus órganos. —¿Cómo... cómo está? Ella se movió para que él pudiera ver a su hermano, que se había incorporado, con la espalda en el sofá empapado de sangre. Llevaba puesto únicamente, unos pantalones militares, y aunque su tórax había sanado en su mayoría, la carne estaba todavía entretejiéndose. —¿Cuánto tiempo...? —Una hora, tal vez. Él frunció el ceño. —Nuestras heridas eran demasiado graves para sanar solamente en una hora.

—Es evidente. —Levantándose, ella tiró el paño a un lado—. Pero, ¿quién?

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—Alguien nos curó.

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—Lo sé.

Thanatos intentó ponerse en pie, se tambaleó ligeramente y colocó su mano en el hombro de Limos para mantener el equilibrio. Todos los músculos, tendones y articulaciones protestaron mientras se agachaba para ponerse en cuclillas frente a su hermano. Esto iba a apestar. —Te debo una disculpa —le espetó antes de cambiar de opinión. La boca de Ares se curvó en una dolorida sonrisa. —Estoy seguro que sí. Pero, en concreto, ¿de que estás intentando disculparte? El sabelotodo. Thanatos se tragó su orgullo y «confesó». —Por ser tan jodidamente terco al intentar reparar el Sello de Reseph de nuevo cuando estaba tratando de matar a Cara. Yo lo protegía. Lo defendía. Juré que la única manera que terminaríamos con Peste era si Reseph podría volver. —Se preparó para la parte principalmente dura de esta disculpa. Él bajó la cabeza—. Lo siento, Ares. Siento no entender por qué estabas tan dispuesto a destruir a Peste. Ahora lo entiendo. —Levantó la mirada, perforándola en Ares para que su hermano supiera cómo de malditamente serio él hablaba—. Él ha jodido a nuestras familias y amigos, y ha amenazado a mi mujer y mi hijo, y te juro que voy a acabar con él. Todos intercambiaron miradas, nadie pronunció una sola palabra. Pero la comprensión entre ellos estaba allí. No darían cuartel a Peste. No habría ninguna charla más sobre la reparación de su Sello. Peste moriría porque la verdad era que repentinamente todo estaba muy claro.

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Reseph estaba muerto.

Thanatos entró en su fortaleza y se dirigió directamente hacia las voces que escuchaba en la biblioteca, pero lo que oyó lo detuvo en seco, como si hubiera sido atado de pies y manos con una soga. —Tengo miedo, Decker. —La voz de Regan tenía una nota ronca, igual que cuando estaba molesta. O excitada. Lógicamente, Than sabía que no estaba caliente. Pero aun así, que compartiera aquel tono íntimo con Decker no le sentó nada bien. En absoluto. ¿Y dónde estaba Kynan? Si estuviera aquí, Regan y Decker no estarían solos. —Bueno, estás a punto de tener un bebé que podría impedir el Apocalipsis — dijo el cabrón—. Creo que tienes motivos para estar asustada. Creo que tienes motivos para estar asustada, Than repitió en su cabeza. Sí, muy maduro. ¿Y qué? —No es eso. Quiero decir, sí, es eso, pero... no me preparé para este bebé. Intenté no encariñarme, pero lo hice, y ahora me encanta. Si algo le sucede... muchas cosas pueden salir mal con el parto y con su vida, y… —Hey —interrumpió Decker—. Sé que esto no te ayudará, pero trata de no preocuparte. Estoy seguro de que estás teniendo los mismos sentimientos que todos los padres. Estarás bien. Y sabes que estoy aquí para ti. Para cualquier cosa que necesites. Thanatos apenas contuvo un gruñido. Lo que no contuvo fueron sus afilados colmillos que asomaron preparándose para arrancar la garganta del humano.

siento si alguna vez fui una zorra contigo. Yo era una zorra para todos.

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lo que podía escuchar era el ruido sordo de su pulso acelerando en sus oídos—. Lo

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—Lo sé. Siempre lo he sabido. —Hizo una pausa durante mucho tiempo y todo

—Cariño, nadie te dio un motivo de ser amable. —La voz de Decker era baja, íntima y Thanatos lo vio todo rojo. Sangre roja. La sangre Decker—. La Égida te trató como un activo, no como una persona. Lamento eso. —Tú y Kynan nunca lo hicisteis —dijo. —No puedo hablar en nombre de Ky, pero mi madre me crió bien. —El tono burlón de Decker era semejante al martilleo de una pistola cargada. Than luchó por mantener el gatillo, porque matando al humano frente a Regan probablemente la jodería. —Gracias, Deck. Eres un buen amigo. Thanatos escuchó el crujido de la ropa, y ahora parecía un buen momento para acabar con esta pequeña fiesta. Se dirigió a la biblioteca cuando Regan y Decker se retiraban de un abrazo. Cuando ella lo vio, se quedó sin aliento. —Dios mío, Than, ¿qué te ha pasado? Cierto. Se había olvidado de que estaba cubierto de sangre y parecía que había pasado una semana en un matadero. —Tuve un pequeño enfrentamiento con Peste. —¿Pequeño? —Decker arrastró las palabras—. Parece que te enredaste con un cocodrilo y perdiste. Conseguiste que te pateara tu culo sobrenatural, ¿no es así? Las almas en la armadura de Than se retorcían, y con una sonrisa burlona, buscó a la más repugnante, el espíritu de un demonio llamado Cruentus que había

«no», Than lo detuvo a un paso de ese tipo. El alma del demonio gritó de frustración, rechinando los dientes. —Ah, ¿Decker? —dijo Regan—. Tal vez deberías irte.

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armadura y fue directamente hacia Decker, pero con nada más que un mental,

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matado antes del secuestró de Regan. La oscura cosa salió disparada de su

Tragando saliva, Decker no apartó los ojos del espíritu. —Estaré fuera. —Él se escabulló rodeando el alma y en dirección a la puerta—. He estado enseñando a uno de los Sabuesos del Infierno cómo darse la vuelta. El estúpido chucho sólo quiere comer. —Ten cuidado —advirtió Thanatos—con gusto—. Puede que te coma a ti. —Te gustaría, ¿verdad? Thanatos sonrió y llamó de vuelta al alma. —Sí. Decker murmuró algo sobre la basura del inframundo y salió de la biblioteca. Tan pronto como el bastardo desapareció, Than se permitió relajarse, pero no mucho. Estaba a punto de tomar la decisión más difícil de su vida y no podía permitirse el lujo de ablandarse. —Eso estuvo un poco fuera de lugar, ¿no te parece? —Le regañó Regan. —No. ¿Y dónde está Kynan? —Está patrullando afuera. —Ella se acercó a él, luciendo hermosa y perfecta y como si perteneciera aquí—. ¿Estás bien? Armándose de valor para lo que necesitaba hacer, dio un paso atrás. —Estoy bien. —No me mientas. Algo está mal. Muy mal. Quiso agarrarla, abrazarla fuerte, y hacer el amor con ella hasta que

—Sabes, durante mucho tiempo me pregunté por qué a mis hermanos y a mí nos asignaron nuestras funciones específicas. Pero todo tiene sentido ahora. Ares

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nada volvería a ser lo mismo.

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todo volviera a estar bien. Pero estaría utilizándola otra vez para sentirse mejor, y

era, y es, un guerrero que nunca dejará de luchar. Guerra se ajusta a él. Limos es Hambre porque ella siempre ha tenido hambre. Primero de reconocimiento y poder, y luego de amor y aceptación. Reseph... solíamos bromear diciendo que él era Peste porque era una plaga, pero ha demostrado ser una plaga para la humanidad, ¿no es así? —¿Y tú? Hizo una pausa, sin saber cómo seguir por este camino lleno de baches hacia el infierno. —¿Es porque tú quieres... quieres morir? Bajó la mirada, y ella se puso rígida al ver en sus ojos fuera lo que fuese que vio. —En cierto modo, creo que quiero ver un fin a esto. Su vil maldición le sorprendió, y entonces ella, de pronto, se encontraba en su cara, tomando su mano y posándola en su vientre. —Muerte no es todo lo que eres, Thanatos. Hiciste este bebé. Creaste vida. Dios, el pecho le dolía. —Pero hay una línea tan delgada, ¿no es así? Regan se aferró a su mano. —Permiteme ayudarte con cualquier cosa que sea mala. Si me necesitas para abrazarte fuerte para que las vibraciones de la muerte sean silenciadas, o si

ponía a su familia en peligro por sus propias razones egoístas. Era tan tentador caer de rodillas y besar el hinchado vientre donde su hijo crecía, sentir la vida

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¿Ayuda? Sí, ella lo haría. Y él estaría usándola. Sería un bastardo usuario que

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necesita sexo... lo que sea, yo te ayudaré.

dentro y adorar a la mujer que se lo había dado. En cambio, él retiró su mano, dio un paso atrás e hizo que sus palabras y su voz sonaran duras. Despiadadas. —Yo soy Muerte Regan. No puedo permitir que mi hijo crezca a su alrededor. A mí alrededor. Y si no logramos matar a Peste, cuando nazca nuestro hijo, siempre estará en peligro. Necesita estar oculto de Peste. Tenías razón. Ganaste, Sigil. Entrega el bebé a alguien que pueda mantenerlo a salvo según lo previsto. —¿Qué? —Ella lo miró conmocionada—. Thanatos, esto no consiste en ganar. ¿Es eso lo que piensas? Es decir, iba a hacer lo que la Égida pensaba que era lo mejor, pero… —Y tenías razón. —Mierda. Quería abrazarla, protegerla, pero mantuvo su distancia. Escasamente—. No estoy destinado a nada más que no sea matar. Cuando el bebé nazca, entrégalo a los padres que lo educaran adecuadamente. Y no regreses nunca aquí, Regan. Nunca. —Y entonces asestó el golpe mortal. Porque

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era tan jodidamente bueno en eso—. Ya no te deseo.

Treinta y tres

Y

a no te deseo. El pecho de Regan se hundió. Las palabras de Thanatos la picaron como un millón de abejas, y la cortaron como un millón de cuchillos. Él hablaba en serio acerca de querer que ella y el bebé se fueran, aunque la forma en la que eso podría ser, no lo

sabía. Después de todas sus protestas, después de todos sus juramentos de que quería ser un padre, ahora, cuando más lo necesitaba, ¿por qué habría decidido renunciar a los derechos de su hijo? —Thanatos, no hagas esto. El escorpión en su garganta apuñaló su yugular con su aguijón. —¿Por qué no? Es lo que querías. —Pero ya no lo es. —Está bien, me lo voy a creer. ¿Qué es lo que quieres ahora? ¿Dejar al bebé conmigo y luego salir corriendo para unirte a tus compañeros de la Égida? ¿Ligar con Decker sin la inconveniente carga de un hijo no deseado? Su boca se abrió. Se cerró. Luego se abrió de nuevo. —¿Es realmente lo que piensas? ¿He sido tan... horrible? Una mezcla de emociones agrietó la dura máscara de indiferencia en su rostro

Vale, sostenía la ira como un escudo contra las emociones que le dañarían. Ella consiguió que él hiciera eso. Ella lo entendía. Lo entendía tanto. Infiernos, acababa

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—No —dijo ásperamente.

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y la cola del escorpión se convirtió en un golpe de fuego rápido en su garganta.

de pedir disculpas a Decker por haber pasado años siendo una zorra furiosa con sus compañeros. Cuanto más blindaje tuviera a su alrededor, pensó que menos daño podían hacerle. Una impotencia paralizante la invadió mientras buscaba en su cerebro, palabras que pudieran aliviar los miedos de Than y hacerle cambiar de opinión, pero si algo había aprendido sobre el Jinete durante el tiempo que había estado aquí, es que era tan terco como las mulas en la granja de sus abuelos adoptivos. Haciendo caso omiso de las punzadas en su espalda, cogió su mano, desesperada por arreglar las cosas. —No necesitas ira. Necesitas escucharme. No quiero dejar al bebé contigo y huir con Decker. —De todos modos, ¿no era ridículo eso?—. Quiero quedarme aquí contigo. Quiero criar a este niño, juntos. —Regan —dijo con voz ronca—. No puedo. —Por favor. —Ella movió su dedo sobre la cicatriz de su armadura y luego puso su mano sobre su corazón, reconfortándose en su fuerte latido—. He perdido a la única familia que he conocido. He perdido mi trabajo. Mis amigos. No puedo perderte a ti también. —Es imposible, Regan. Mientras Peste viva, tú y nuestro hijo estaréis en peligro. —Tonterías. —Le replicó ella, y él echó su cabeza hacia atrás como si ella le hubiese abofeteado—. Con el Apocalipsis a la puerta, no hay lugar seguro ya. Entonces, ¿cuál es la verdadera historia?

preocupado por ti. Tienes miedo de ser un peligro para tu hijo. La garganta de Than convulsionó en un duro trago.

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—He dicho que no hay lugar seguro… —Inspiró con fuerza—. Estás

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—El peligro es la verdadera historia.

—Acabo de ver a un padre matar a su propio hijo en un arrebato de furia. Sé cómo soy cuando estoy en una de mis neblinas de muerte. No sé lo que estoy haciendo. Todo lo que toco se envenena, Regan. —El arrastró el cuello de su jersey hacia abajo, rasgándolo para exponer todo el escorpión—. Este... este es el único tatuaje que no ha sido tomado de un evento específico. He puesto este ahí, para recordarme lo que soy. Lo que le hago a aquellos que están cerca de mí. No importa cuánto me esfuerce para proteger a las personas, las mato. Echa un vistazo a mis vampiros. Mi método para protegerlos finalmente los ahogó. Los mató. Yo los maté. No puedo arriesgarme a hacerle lo mismo a mi hijo. O a ti. —No lo harías. Lo sé. —Regan apoyó la palma de la mano en el escorpión, y, Than decía la verdad... ninguna imagen procedió de él, pero su dolor estaba allí, infundido en la tinta. —Rowlari sabía eso, también. —Ahora tenemos una manera para ayudarte a atravesar tus violentos impulsos. Te puedo ayudar a controlarlos… —¡No! —Él se apartó rápidamente de ella—. ¿No te das cuenta, Regan? Te he estado utilizando, al igual que la Égida lo hizo. ¿No ves que estás dispuesta a estar conmigo porque te necesito? ¿No porque te amo? Espera... ¿eso es de lo que se trataba? ¿Él pensaba que la estaba utilizando? Y... ¿la amaba? Su admisión le robó el aliento. Nadie la había querido, y menos aún, la amaba lo suficiente como para preocuparse por sus motivaciones. Había perdido tanto en su vida... y no había manera de que perdiera a Thanatos y a su hijo también. Iba a luchar.

Su cabeza colgaba ligeramente sobre sus hombros caídos, y por un aterrador momento, pensó que él diría que sí. Pero cuando levantó la cabeza, una luz intensa y tenaz brillaba en sus ojos.

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calmar tus furias asesinas?

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—Thanatos, cuando me pediste que me quedara, ¿era porque podía ayudarte a

—Joder, no. Fue porque tú me devolviste la vida que perdí cuando fui maldecido. Eres valiente. Lista. Estás dispuesta a morir para proteger a tus seres queridos. Hay mucho más en ti que solo sexo, Regan. Ella sonrió. —¿Ves? No me has estado utilizando. No me necesitas. Tú me quieres. Como yo te quiero. Encontraré una manera de convencerte de que estoy en lo cierto, porque maldita sea, no estoy dispuesta a dejarte ir. —No tienes elección. —Le cogió la mano, suavemente pero con firmeza, y la apartó de su piel—. Hablaré con Kynan y Decker para asegurarme de que tú y el bebé os vais, por la fuerza si es necesario. —Suavizó su voz—. Pero me aseguraré de no te falte nada. —No nos faltará nada más que tú. —Dio un paso hacia atrás, enfadada y dolorida—. Todo el dinero y las comodidades en el mundo no van a compensar el hecho de que tú no estes ahí, eres obstinado como el infierno Jinete. Deberías haber sido uno de los Mulemen del condenado Apocalipsis. Así que puedes irte… —se interrumpió cuando una humedad caliente se derramó entre sus muslos—. Oh... oh, no. Thanatos frunció el ceño. —¿Qué es eso? Un calambre masivo le hizo aspirar aire.

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—He roto aguas. —Ella respiró—.Vamos a tener un bebé.

Reaver se materializó en el interior del Salón de los Registros, la biblioteca Akáshico en el reino Celestial. Se movió con rapidez entre las interminables filas de estanterías y encontró a su presa encorvada sobre un grueso tomo con una cubierta de cristal. —Gethel. El ángel dio un salto, sorprendida, pero se recuperó rápidamente y se volvió hacia él. —Reaver. ¿Me buscabas? Resistió el impulso de rodar los ojos. Siempre había odiado toda esa porquería formal. Por lo menos, lo había odiado durante todo el tiempo que podía recordar. —Sí, te buscaba. —Así que, bueno, había un tono sarcástico en sus palabras, pero hacía mucho tiempo que había dejado de tratar de ser un buen chico—. ¿Cuando fue la última vez que estuviste en el reino humano? Una delicada ceja se elevó. —¿Por qué? Reaver odiaba cuando la gente respondía a una pregunta con otra pregunta. —¿Tal vez porque la Tierra está a punto de iniciar el Apocalipsis? —No me gusta tu tono. —No me gusta el hecho de que estés gastando tiempo en una biblioteca mientras que los humanos están muriendo. —Replicó él. No era justo; ningún ángel podría pasar todo el tiempo supervisando las actividades humanas. Pero

con Gethel, Regan podría haber dado a luz—. ¿Sabías que la Égida se ha dividido? ¿Y que Harvester puede estar influyendo con la parte mayoritaria? Ellos secuestraron a Regan y trataron de matar a su niño.

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tiempo pasaba más lento aquí que en la Tierra, y para cuando terminara de hablar

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tampoco estaba de humor para entrar en un fastidioso enfrentamiento cuando el

Gethel cerró el libro de golpe. —¿Ellos qué? —Sus alas se desplegaron—. Peste está detrás de esto. Tiene que ser él. —Los Ancianos dicen tener ayuda angelical. Voy a confrontar a Harvester y preguntarle al respecto. —Ella no lo haría. Porque ello atraería la ira del cielo y el infierno sobre ella. Reaver asintió. —Pero si el niño muere, el Apocalipsis se inicia y no habría ningún castigo. Todas las reglas terminaran saliendo por la ventana. —Siempre he odiado ese ángel caído —dijo ella, como si su anterior tortura a Harvester no hubiera sido una gran pista. Desplegó sus alas de nuevo, antes de guardarlas detrás de ella dejando un erizar de plumas. —¿Al menos la Égida ya se instaló en su nuevo Cuartel General de Escocia? —Sí, pero me preocupa que sin darse cuenta, revelen más de lo que deberían a Harvester. —Y, por lo tanto, a Peste. —Gethel dejó escapar una suave maldición. Bueno, suave para la mayoría de los seres humanos. Aquí, en el Salón de los Registros, hizo temblar a la tierra—. Esto es muy malo, Reaver —dijo, indicando lo notoriamente obvio—. Pero tú eres el Vigilante de los Jinetes. ¿Qué es lo que quieres de mí? —Nada acerca de los Jinetes. Sin embargo, tú tienes acceso al Consejo

valioso para hacer una petición de audiencia con el Consejo Arcángel, mientras Gethel podría prácticamente caminar en medio de una reunión—. Ellos necesitan conocer la ruptura de la Égida. La organización más poderosa en la lucha contra

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un peón en la jerarquía angelical dentro de su orden, tendría que pasar un tiempo

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Arcángel. —¿Y no era eso irritante? Desde que Reaver era un ángel de bajo nivel,

los demonios en la historia, se está desgarrando por dentro, y con el Apocalipsis en el horizonte, no podemos ser comprometidos por corrientes ocultas del mal. Lo último que ellos necesitaban era que los demonios comenzaran a tirar de las cadenas a la Égida. —Veré lo que puedo hacer. —Date prisa. Regan se encuentra cerca del parto. El tiempo es corto. —Gethel le lanzó una sonrisa tolerante. —Soy consciente de eso, Reaver. —Con un movimiento de su mano, hizo que el libro que había estado leyendo volviera a aparecer de nuevo en los estantes—. Iré ahora. ¿Qué medidas estás tomando con los Jinetes? —Voy a buscar a Harvester. Ella está en su derecho de meterse con la Égida, pero si estaba involucrada en el complot para matar al bebé de Regan, la destruiré. —Tal vez incluso antes de que consiguiera el permiso para hacerlo. Gethel suspiró. —Es triste que ella se haya convertido en lo que es, teniendo en cuenta lo que era antes de caer. La coquetería era más el estilo de Harvester, pero Reaver le siguió la corriente. —Ella dijo que era una impartidora de la justicia. —Harvester había dicho todo tipo de basura, mientras que mantuvo prisionero a Reaver. —¿Es eso lo que te dijo? —Gethel se encogió de hombros—. Supongo que es cierto. ¿Pero te ha dicho el resto?

también era amante de Satanás. Caramba. Bueno, Reaver no había visto venir aquello.

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—Antes de caer, ella fue Verrine, un ángel de la justicia, como te dijo. Pero

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—¿El resto?

—Supongo que cuando él fue arrojado del Cielo, ¿se fue con él? —Algunos dicen que era el susurro en su oído, la voz que le decía que iniciara la rebelión en el Cielo. Y de hecho, cuando fue expulsado, ella le siguió poco después. —Entonces, ¿por qué no están juntos en un nidito de amor especial en el infierno? —Nadie lo sabe. Pero sabrás que fue ella la que redactó el contrato entre Limos y Satanás, ¿no? —Antes de que él pudiera responder, ella sonrió—. ¿No te preguntas por qué había una laguna en el contrato? Quería a Limos fuera de ahí, pero no era por el bien de Limos. Era por el suyo propio. No hay duda de que incluso ahora Harvester está trazando su camino de regreso a la cama de Satanás. —Y matando al bebé de Regan para iniciar el Apocalipsis habría sido una manera segura de hacerlo. Puesto que Satanás no puede interferir directamente con iniciar o detener el Apocalipsis más de lo que el mismo Dios puede, Harvester habría sido un héroe, y Satanás la habría premiado finalmente con gobernar ambos en el Sheoul y la Tierra. —Probablemente, ella estaba aún más desesperada para ganarse el favor de Satanás, ya que Peste tiene la vista puesta en conseguir a Harvester para si mismo. Reaver echó la cabeza hacia atrás con esa pequeña sorpresa. —Bueno, bueno. ¿No es Harvester una cosa de que ocuparse? —Él frunció el ceño, porque algo le hacía cosquillas en la espina dorsal. Era un zumbido similar a lo que sentía cuando estaba siendo convocado por un Jinete, pero este era más un

catastrófico—. Ya es hora. No esperó la respuesta de Gethel. Desapareció de allí, porque se trataba de un nacimiento que no se perdería por nada del mundo.

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—El bebé. —Deseó poder alegrarse, pero más bien esto podría resultar

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cosquilleo de la conciencia y menos de una llamada.

Apropiado, teniendo en cuenta cómo el nacimiento afectaría al mundo. Pero lo

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mejor o lo peor aún estaba por verse.

Treinta y cuatro

E

l parto progresaba rápidamente. Demasiado rápido para la comodidad de Thanatos. Regan apenas había roto aguas, y ahora estaba jadeando por las contracciones. Él la colocó en el sofá y se fue corriendo a la

puerta principal, donde se encontraba Decker, caminando y hablando. —Necesito a Kynan aquí. Ahora. Dile que se ponga en contacto con el Hospital General del Inframundo. Regan está de parto. —Enseguida. —Decker sacó el teléfono movil de su bolsillo incluso cuando Than se apresuró a llamar a Ares y Limos —desde su teléfono de la casa, ya que había destruido su móvil. —Ven aquí —le gritó a Limos cuando ella cogió el teléfono—. Trae a Ares y Cara. Arik. Sabuesos del Infierno. A quien puedas conseguir. —¿Tienes problemas? —preguntó. —Estoy esperando el Armagedon —dijo—. Regan está de parto, y si Peste aparece... Limos respiró hondo. —Estaremos ahí. Thanatos les ordenó a gritos a sus vampiros que prepararan su dormitorio para el nacimiento —necesitaban toallas limpias, mantas, fuego, y la cuna. Ellos

vientre y la otra en su espalda.

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biblioteca, donde Regan estaba caminando en círculos, con una mano sobre su

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corrieron a cumplir sus órdenes, mientras él se apresuraba a regresar a la

—¿Estás bien? —Él la agarró por el codo para sujetarla cuando se tambaleó—. ¿Puedo ofrecerte algo? ¿Agua? ¿Comida? Joder, ¿Qué es lo que necesitan las mujeres que están de parto? —Analgésicos —se quejó—. Necesitamos medicamentos para el dolor. —Me gustaría soportar el dolor por ti si pudiera —juró. Él soportaría eso y mucho más. Ella parpadeó sus magníficos ojos castaños, y entonces levantó la mano y pasó los dedos por su mandíbula. —Sé que lo harías. Un rubor apareció en su cara por su confianza en él, incluso después de que le dijera que quería que ella y el bebé se marcharan. Moriría interiormente, no sería más que una sombra de lo que podría ser con ellos en su vida, pero al menos estarían a salvo de su ira. Sólo tenía que encontrar un lugar para que estuvieran a salvo de Peste. —¿Qué puedo hacer por ti? —Haría cualquier cosa en estos momentos. Cualquier cosa en el tiempo que les quedaba. Ella abrió la boca, pero no salió nada. Entonces, de repente, el color desapareció de su rostro. Ella gritó y se dobló, casi perdiendo el equilibrio. Than la atrapó justo a tiempo. —¿Regan? Cariño, ¿qué ocurre? —Algo va mal —jadeó—. Puedo sentirlo.

—Te llevaré a la habitación. —Comenzó a llevarla, pero ella negó con la cabeza.

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Eidolon?

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La impotencia era un dolor crudo en su pecho. Maldita sea, ¿dónde estaba

—Puedo caminar. —Su voz era debil, mezclada con el dolor—. Lo necesito. — Ella jadeó por lo que debe haber sido una contracción horrible—. Nuestro niño merece una madre que pueda caminar por su propio pie a la sala de partos. Su pecho se llenó de orgullo y se hinchó su corazón. —Dios, eres increíble. —Lo sé. —Ella le dirigió una sonrisa temblorosa y comenzó a moverse hacia la puerta. Than la tranquilizó, y la acompañó al salón justo cuando la puerta se abría de golpe. Un montón de gente entró corriendo, pero los únicos en los que estaba centrado eran Eidolon y Shade. El médico, que llevaba dos bolsos de lona grandes, se apresuró junto con Shade, una mujer rubia vestida con una bata, y Lore, el demonio Seminus que era pareja de Idess. Lore se acercó a Thanatos, como un tanque, con la mano derecha enguantada en un puño, y Than se preparó para un golpe. Lore se detuvo a dos metros de distancia. —¿Dónde está tu hermano? ¿Dónde está Peste? —Tengo una idea muy buena, y en cuanto Ares y Limos lleguen, lanzaremos nuestra red. —Ahora que Regan estaba de parto, llegó el momento de atrapar al cabrón, y tan horrible como había sido la escena en Finlandia, había proporcionado una jodida enorme pista. El gran cuerpo de Lore temblaba.

Eidolon le dirigió a Lore una mirada de simpatía cuando se acercó a Regan. —¿Cómo estás?

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—Lo sé —dijo Than—. Lo atraparemos.

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—Secuestró a Idess.

—Está con mucho dolor —le dijo Than—. Se puso pálida y temblorosa. Y dijo que algo andaba mal. Eidolon dedicó a Regan una sonrisa tranquilizadora, pero su mirada turbia le mostró a Than que era todo lo contrario de tranquilizador. —Bueno, vamos a prepararte. Vladlena es enfermera. Ella te ayudará a cambiarte mientras Shade y yo vamos arriba. —Miró a Than otra vez—. ¿Tienes la habitación preparada? —Mi dormitorio. Sígueme. —Él ayudó a Regan hasta el baño, y luego se negó cuando Vladlena le dijo que se fuera. —Insisto, Jinete. Ya me han dicho que no puedo tocarla, pero ella necesita ponerse una bata de hospital, y tengo que examinarla lo mejor que pueda y no puedo hacerlo contigo gruñendo y gruñendome a mí. Él ni siquiera sabía que estaba haciendo eso hasta que Regan le dio una palmadita en el pecho. —Está bien. Vosotros tenéis que atrapar Peste. Y tienes que encontrar a Idess. Maldita sea. Necesitaba estar aquí con ella. Pero ella tenía razón. Se inclinó hacia Regan, la besó, diciéndole sin palabras que volvería pronto.

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Ella le devolvió el beso, diciéndole sin palabras que le creía.

Treinta y cinco

T

han corrió hasta el salón y patinó hasta detenerse mientras, los demás dejaron de colocar qeres en las puntas de las armas y se apresuraron a ir hacia él. Ares, Limos, Reaver, y Kynan le alcanzaron primero.

Los ojos de color zafiro de Reaver brillaban con preocupación. —¿Cómo está? —No lo sé. Y no sé cómo va a ayudarla Eidolon si no puede tocarla. Reaver puso la mano sobre su hombro para confortarlo. —Si hay alguien que puede ayudarla, es él. —Espero que estés en lo cierto. —Than comenzó a sentir un hormigueo en su cuero cabelludo y Haverster se materializó, sus negras alas tan brillantes como un cuervo las tenía replegadas. —Tú. —Kynan se encaró a Havester con un gruñido—. Tú ayudaste a que la Égida conspirara contra mí y les ibas a ayudar con el nacimiento y el sacrificio del bebé de Regan. —Estás delirando, humano. —Ella apartó su cabello negro de su hombro de ese modo altanero tan suyo—. Yo no hice tal cosa. Los ojos de Reaver centellearon con un fuego azul.

de Vigilante. Por eso no lo hice. ¿Por qué iba yo a correr un riesgo como ese?

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—¡No me digas! Por supuesto que lo sé. Hablamos de la ruptura de una regla

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—Si les ayudaste en el propósito de matar al niño, serás destruida. Lo sabes.

—Porque si hubiera funcionado y el Sello de Thanatos estuviera roto, el Apocalipsis habría comenzado y no habría ninguna regla más. Estabas deseando tener éxito. Harvester miró a su alrededor con desesperación, como si buscara un aliado, pero cuando se encontró con la mirada de cada uno reflejando sólo odio, le contestó. —¿Se os ha ocurrido a alguno de vosotros que tal vez, sólo tal vez, puedo jugar limpio? —Por alguna razón, ella dirigió una mirada superior en dirección a Reaver. —¿Estabas jugando limpio cuando se redactó el contrato de Limos con Satanás? Ella hizo un gesto despectivo con la mano. —Estáis diciendo tonterías. Piérdete. —Sé que ayudaste a la Égida —dijo Kynan—. Nadie en el Cuartel General lo negó, y vi la prueba con mis propios ojos. —¿Qué prueba? —Tu cráneo colgante. Se llevó la mano a la garganta, y Than no perdió de vista cómo le temblaban los dedos. —Yo… yo lo perdí. —Ella se giró hacia Reaver, un ahogo extraño sonaba en su voz—. En ese almacén. Gethel debió de cogerlo.

—Así que si has estado apoyando a Peste, ¿quiere decir que también eres responsable de intentar matar a Arik con los khnives el año pasado? —Limos probó el filo de su espada con un dedo, y Than tenía la sensación de que en cualquier

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—Estoy seguro de que deseaba tanto tu bisutería que recurrió al robo.

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La expresión de Reaver era totalmente desolada.

instante la hoja iba a ser enterrada en la garganta de Harvester. Dos hojas, ya que se uniría a su hermana. No podían matarla, pero podían hacer que conociera un mundo de dolor—. Porque supimos que teníamos un traidor entre nosotros, y yo juré que decapitaría a cualquier persona que intentara matar a mi marido. —¿Por qué querría yo usar esas bestias horrendas para algo? —La mirada de Harvester parpadeaba entre Limos, Ares y Than—. Y si querría ayudar a Peste, entonces por qué sané… —Ella frunció los labios con tanta fuerza que la piel alrededor de la boca se volvió blanca. Una súbita sospecha se enroscó en el vientre de Than. —Fuiste tú, ¿no es así? Limos miró boquiabierta a Harvester. —Oh, Dios mío, tú eres quien nos sanó en Finlandia después de que Peste nos pateara el culo. —No seas estúpida. —Harvester cruzó los brazos sobre el pecho y extendió sus alas—. Tu dolor me divierte. Ares levantó la vista de su espada recubierta con una fina capa de qeres. —¿Por qué estás aquí, Harvester? —Vine a daros buenas noticias. —¿Buenas noticias? —Resopló Reaver—. ¿De ti? Harvester parecía herida realmente, pero sólo durante un instante.

Peste es destruido vuestros argimotus serán liberados. —Ella frunció el ceño—. ¿Agimortus? De todos modos, si detenéis el Apocalipsis de la Daemonica, nunca tendréis que preocuparos de que vuestros Sellos se rompan. Al menos no a causa

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idiota. —Se volvió hacia Than—. El mensaje de los Poderes Existentes es que si

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—Si hubieras comprobado tu correo celestial, tendrías las mismas noticias,

de vuestros argimotus. Todavía tendréis que lidiar con el Bíblico más adelante, pero tú y Ares no tendréis que preocuparos de que Cara o tu hijo sean asesinados y Limos ya no temerá que alguien beba de su cuenco. —Ella dirigió una mirada a Reaver—. ¿Ves? Buenas noticias. Compruébalo tú mismo. Y muérdeme. —Después de eso, se esfumó de allí. Ares maldijo. —Maldita sea, ella es un coñazo. Pero si lo que dice es verdad, esa es la mejor noticia que hemos tenido en... bueno, nunca. No jodas. Than realmente sintió que se le aflojaban las rodillas, pero sólo durante un instante. Antes debían detener a Peste para que todo lo que prometía Harvester se cumpliera. —¿Y ahora qué? —preguntó Decker—. ¿Simplemente nos sentamos a esperar que aparezca Peste? —No, no nos sentaremos a esperar —le interrumpió Lore—. Los Jinetes deben tener alguna idea de dónde está ese hijo de puta. Than asintió con la cabeza con firmeza, comprendiendo la angustia de Lore de una forma que no hubiera imaginado apenas una semana atrás. —Lo encontraremos. Limos, Ares, encontrasteis sus santuarios, ¿no? —Sí —dijo Ares—. Y tres de ellos son enormes. Igual de grandes que la Basílica de San Pedro del Vaticano. —¿Alguno de ellos está en el extremo sur del Rio Acheron? ¿En la isla de

—Sí. ¿Cómo lo supiste?

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Los ojos de Ares se abrieron como platos.

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Steara?

Estarás desesperado por deshacerte de tu pasado y de cualquier asunto personal que te haga humillantemente débil. La mirada de Than se desvió hacia el dormitorio, donde Regan estaba dando a luz su hijo. —Porque Reseph sepultó a su hermana pequeña allí. Limos emitió un pequeño sonido de angustia. —Él acostumbraba a ir todos los años. Lo encontré allí una vez. Fue la única vez que le he visto llorar. Than asintió. —Él querrá que eso desaparezca. La sangre de mi hijo limpiará esos recuerdos. —Agarremos algunas armas untadas con qeres y vámonos. —Limos se desplazó hacia el montón de cuchillas que habían preparado. —Yo voy contigo. —Lore bajó la mirada hacia su puño enguantado, doblándolo mientras una fría sonrisa curvaba sus labios—. He estado guardando un poco de jugo, sólo para tu hermano. —Thanatos no tenía ni idea lo que estaba hablando Lore, pero sin duda estaba empezando a tener un nuevo respeto por estos hermanos Sem. No se acobardaban ante ninguna pelea. Reaver contempló la discusión durante un momento. —Ahora vuelvo. Tengo que comprobar algo en la Sala de los Archivos. No te vayas a ninguna parte hasta que vuelva. —Desapareció antes de que Than pudiera preguntar a Reaver que ocurría. Odiaba cuando hacían eso, pero no insistió con los malos modales que tenían

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—Vamos a prepararnos para la batalla.

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los ángeles mientras miraba alrededor de la habitación.

Batalla, tal vez. Muerte, sí. Porque si había algo que Thanatos había pulido hasta la perfección con los años era su sexto sentido cuando se trataba de la muerte. Y sabía, sin lugar a dudas, que alguien iba a morir hoy. Sólo rezaba para que ese alguien no fuera Regan o su hijo.

Parir apestaba. Regan decidió que nunca volvería a parir otra vez. El potro era. El Primero y último. —Regan —dijo Eidolon desde el extremo de la cama—. Sigues sangrando. Necesito que te eches hacia atrás. Hacía quince minutos que había comenzado a sangrar. Ella pensaba que iba a morir por el dolor, pero en los últimos par de minutos, el dolor había disminuido, y ella creía que la hemorragia también. —Eso es malo, ¿no? —No

—dijo

Edolon—.

No

siempre.

Algunas

especies

sangran

abundantemente durante el parto.

—No de esta forma. Pero estás dando a luz a un niño que es parte demonio y parte ángel, por lo que no esperaba que este nacimiento fuera rutinario para nada.

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Eidolon intercambió una mirada con Shade, lo cual no podía ser bueno.

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—Pero los humanos no, ¿verdad?

Su voz era tan dulce. Lástima que ella no creía una palabra de lo que dijo. No era que no confiara en su habilidad. Ella imaginaba que quería ahuyentar sus temores para que mantuviera la calma. El plástico se arrugó bajo ella mientras se acostaba en el colchón. —¿Alguno de vosotros tiene hijos? No sabía por qué estaba preguntando, sólo que tal vez no necesitaba pensar en cuántas cosas podrían salir mal. Shade le acercó una taza para que ella pudiera sacar a un cubito de hielo. —Tengo tres hijos. Trillizos. Tienen dos años. —¿Tres? —Querido Dios, dar a luz a uno solo ya era bastante malo. ¿Tres? Ser atropellado por un tren de mercancías sería menos doloroso. Se metió el hielo en la boca y casi gimió ante el lujo, ya que alivió su boca reseca—. ¿Vladlena? ¿Y tú? Vladlena negó con la cabeza. —Soy una recién casada. Pasará un tiempo antes de que mi compañero y yo consideremos la adopción. Mi pareja es un vampiro —explicó. Cierto... los vampiros no pueden procrear. Al menos, no dejar embarazada a alguien. Ella levantó una ceja a Eidolon. —¿Doctor? —Tayla dio a luz a un bebé sano hace seis meses. —Su sonrisa era agridulce—. Sólo espero poder ofrecerle un mundo decente para crecer.

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Eidolon metió la mano en su maletín.

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—Yo también lo espero —murmuró ella.

—Regan, voy a intentar escuchar tu útero de nuevo. La última vez no salió muy bien, pero espero sentir un pequeño de latido del corazón del bebé antes de que me lance por la habitación. Iba a decirle que siguiera adelante cuando un dolor desgarró su abdomen. Ella se dobló con un grito, seguro que alguien estaba cortando en su interior con una motosierra. Su pulso retumbó brutalmente en su garganta, obstruyéndola e interrumpiendo el resto de sus gritos. La habían apuñalado, arañado, mordido, casi destripado, y nada, querido Dios, nada, alguna vez le había dolido de esta manera. Boqueando como un pez moribundo, cayó de nuevo sobre la cama, agarrando las sábanas con sus puños y clavando los talones en el colchón mientras intentaba alejar el dolor. Eidolon y Shade estaban haciéndole preguntas, pero ella no podía contestar. Ahora ni siquiera podía entenderlos. Thanatos irrumpió por la puerta. —¿Qué va mal? —Él estaba a su lado en un instante cogiéndole la mano y ahuecando su mejilla. No estaba segura de si alguien respondió a Thanatos. El dolor la acuchilló otra vez, acompañado de un chorro caliente entre sus piernas. Oyó las maldiciones y las palabras técnicas en medicina, sentía cómo las toallas se empapaban con sangre. Un vértigo la hundió. Y el frío. Tenía tanto frío. La voz de Thanatos vagó hacia ella, llamándola por su nombre, pero ella no pudo contestar. Su boca estaba

que podía gritar. Y luego, la misericordiosa oscuridad.

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Otra cuchillada de dolor volvió su mundo del revés, esta vez duró más de lo

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demasiado seca. O quizás simplemente no podía abrirla.

Treinta y seis

T

hanatos nunca había tenido tanto miedo en su vida. —¿Eidolon? ¿Qué está pasando? Ella está inconsciente. —Y había sangre. Mucha sangre. —Thanatos-revisa su pulso.

Than presionó dos dedos contra la garganta de Regan, su propio pulso latiendo tan fuerte como el de Regan. —Es rápido. Tremendamente rápido. ¿Eso es bueno, verdad? —¡Joder! —la inhabilidad de Eidolon para hacer nada más que cambiar toallas empapadas por otras secas había liberado su temperamento. Sus ojos, una vez marrones, ahora brillaban dorados—. No es bueno. Su cuerpo está tratando de compensar la pérdida de sangre. Creo que tienen una rotura en el útero. La palabra rotura nunca era buena. —¿Que significa eso? —Significa que se está desangrando, y no puedo hacer absolutamente nada al respecto. —Eidolon maldijo otra vez—. El bebé la está protegiendo, e irónicamente, darle a luz la va a matar. —No. —Thanatos se puso de pie—. Tienes que hacer algo. Regan dijo que los

demasiado peligroso para intentarlo incluso si tuviéramos tiempo para descifrar lo que habían planeado. —Entonces déjame hacer algo. Por favor.

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—Si encontraron alguna forma, era con magia negra —interrumpió Eidolon—,

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bastardos de la Égida iban hacer que diera a luz. Ellos encontraron una forma…

—Puedes controlar su pulso y respiración. —Eidolon tiró una toalla empapada al suelo y miró hacia arriba, sus oscuros ojos tenían una mirada solemne—. Y en el peor de los casos… El estómago de Than cayó en picado. —No lo digas, Doc. No. Eidolon lo dijo de todas formas, el muy cabrón. —Es posible que tengas que practicarle una cesárea y rogarle al infierno que no se despierte. La mente de Thanatos se aceleró. Alguien tenía que ser capaz de ayudar. —Tienes un Caminante Diurno en el Hospital General del Inframundo. Tráelo. —No sé de lo que estás hablando. —¡Puta mentira! Lo vi. Reconozco a un vampiro Caminante Diurno cuando lo veo. Eidolon agarró más toallas. —Te lo juro, Jinete, no tengo a un Caminante Diurno en mi personal. Joder. Vale, espera… Reaver había sido médico en el HGI antes de volver a recuperar sus alas. Él había vuelto del Salón de Registros medio segundo antes de que Regan gritara. Than no perdió tiempo. Corrió hacia el salón. —Reaver, date prisa.

pero esto era diferente. Esta era de Regan, y era como si se estuviera derramando la suya propia, también. Tan pronto como estuvieron dentro, se hizo evidente que Reaver no iba a hacer nada.

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en la cara. Se había vuelto ciego al aroma de la sangre con el pasar de los siglos,

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Ellos corrieron hacia el dormitorio de nuevo, el hedor de la sangre abofeteándolo

—¿Reaver? —La voz de Than se quebró—. Vamos, se está muriendo. —No puedo tocarla. —No puedes —replicó él—, o no lo harás. —En este momento, a Thanatos le importaban una mierda las reglas de los Vigilantes o profecías o las jodidas leyes de física que mantenían al planeta girando. Él quería —necesitaba— que Regan sobreviviera. —Las dos cosas. Como Vigilante, se supone que no debo de ayudar, pero incluso aunque me arriesgara a romper esa regla, no importaría. No puedo tocarla más de lo que Eidolon puede. —Yo puedo tocarla. Than se dio la vuelta para ver a Gethel parada en la entrada. Thanatos jamás había estado más feliz de ver a su ex Vigilante. —¿Cómo? —Soy un ángel —dijo ella simplemente—. Solo a los Vigilantes se les impide tocar a Regan. —Ella se deslizó hasta la cama y puso la mano sobre el vientre de Regan—. El niño está bien. —Se hundió en la cama y recogió a Regan en sus brazos, casi como si fuera a mecerla para dormir—. Pobrecita. Los humanos son tan frágiles. Eidolon se quitó los guantes y cogió otro par. —No me gusta ser grosero, pero a ella no le queda mucho tiempo. —El miró a Than y Gethel—. Si no puedes detener la hemorragia interna, necesitamos llevarla

ella no podía tolerar medicamentos. Lo que significaba sin sedantes, sin control del dolor, sin transfusiones, sin agentes coagulantes. Eidolon no lo dijo, pero Thanatos

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A Thanatos no le gustaba esa idea, especialmente porque Regan había dicho que

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al Hospital General del Inframundo y yo os guiaré a los dos con la cirugía.

sabía que la cirugía no sería para salvarla a ella. La operación sería para sacar al bebe. —Puedo manejar esto, demonio —dijo Gethel, poniendo una nota amarga en la palabra demonio. En sus brazos, Regan jadeó, sus ojos completamente abiertos. —Regan. —Than comenzó a ir hacia ella, pero incluso mientras Regan gritaba de dolor, Gethel inclinó su cabeza en un lento asentimiento, y luego, en un destello de luz, ella y Regan habían desaparecido. —Por los malditos aros del infierno —dijo Shade bruscamente—. ¿A dónde ha ido? Thanatos estaba cerca de hiperventilar. Había confiado en Gethel durante miles de años, pero no le gustaba esto. Él necesitaba estar con Regan. Necesitaba estar cuando su hijo naciera. —¿Jinete? —preguntó Eidolon—. ¿Que está pasando? —No lo sé —jadeó él—. ¿Reaver, tú sabes algo de esto? Reaver parecía como si hubiera recibido un disparo en medio de los ojos. La confusión perpleja en su expresión hizo poco para tranquilizar a Than. —¿Reaver? Reaver se giró hacia él. —¿Puedes sentir al bebé? El miedo lo perforó, frío y urgente. —Sí.

Than—. Ábrenos un Portal hasta tu hijo. Lore se abrió paso entre Ares.

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atravesando como un rayo la puerta, armado y acorazado. Reaver se volvió hacia

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—¡Ares! —El bramido de Reaver hizo que todos saltaran, y luego Ares estaba ahí,

—Yo también voy. Cuantos más, mejor. Todos salieron de la fortaleza rogando que el Portal no rebanara a Regan al otro lado, Thanatos lo abrió y saltó rápidamente a través de él hacia alguna clase de cámara iluminada con velas. Su GPS interno le indicó que estaban exactamente donde él había predicho que Peste se llevaría al bebé; la isla de Steara en el Sheoul. Pero lo que no había predicho fue la furia instantánea y el horror que lo abrasaba, todo recalentado por la traición. Había encontrado a Regan. Ella gritó de dolor y terror mientras soportaba otra contracción. Detrás de ella, colgando del techo con alambre de púas, estaba Idess, golpeada y ensangrentada. Y ejecutando todo el show estaba Gethel, de pie ante un altar, con la mano sobre el vientre de Regan, y Peste, esperando, con una hoja preparada y lista para introducirla en el bebé que estaba a punto de nacer.

Reaver salió del Portal de desplazamiento con Ares y Lore, y no perdió tiempo con sutilezas. —Perra traidora. Arremetió contra Gethel con fuego infernal, un arma menor utilizada solo con los demonios más inferiores, pero él no podía arriesgarse a algo más potente con

Reaver no se podía dar el lujo de ayudar a ninguno de ellos. Gethel era su prioridad.

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Thanatos y Ares se lanzaron contra Peste mientras que Lore fue a por Idess, pero

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Regan e Idess tan cerca.

Los sonidos de batalla y dolor procedían del Jinete. Regan gritó, y Reaver juró que haría gritar a Gethel, también. La atacó de nuevo, pero ella devolvió el fuego con un abrasador relámpago blanco que lo estrelló contra la pared de piedra detrás de él. —¡Saca a Regan de aquí! —Hubo un grito, un disparo, un golpe. Cuando se puso en pie, captó una ojeada de Lore y Thanatos, abrazando a sus mujeres, y Ares, recogiendo a un Peste inconsciente. El alivio fue interrumpido por la aprensión. El qeres había funcionado. ¿Pero por cuánto tiempo? Parpadeó dos veces, y ellos se habían ido. —Inteligente, utilizando el qeres —gruñó Gethel, mientras le lanzaba una bola de fuego azul a la cabeza de Reaver. Reaver la esquivó y contraatacó, las llamas de su bola de fuego chamuscaron su túnica antes que ella pudiera esconderse detrás del altar en el que Regan había estado recostada. —Inteligente,

escondiendo

tus

pasos

detrás

de

Harvester.

Sabías

que

sospecharíamos de ella primero. Ella se asomó por el otro lado del altar. —¿Cómo lo descubriste? Como un ángel de batalla entrenado para destruir demonios, Reaver tenía algunos trucos bajo la manga, y convocó uno de ellos, enfocándose en sus ojos para

confrontó a Harvester acerca de los khnives que atacaron a Arik. Sólo alguien muy poderoso podría convocar más de uno o dos, y nadie en el Sheoul usaría espías de bajo nivel como asesinos. Recordé el libro que estabas leyendo en el Salón de los

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—¿Cómo? Lo admito, no lo relacioné todo hasta hace un momento. Antes, Limos

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retenerla con su mirada.

Registros. —Se e acercó un poco más, estrechando su mirada para enfocar la corriente de poder de agarre en un laser más concentrado. —Era un libro Sheoulic de invocación —continuó él—. Estabas un poco nerviosa cuando te encontré. Así que, por curiosidad, volví al Salón y encontré el libro. Esta lleno de hechizos de invocación khnives. Ella resopló. —También está lleno de miles de otros hechizos. —Cierto. Y por eso te concedí el beneficio de la duda. Tal vez estabas buscando el conjuro Angelical utilizado contra Kynan y Wraith en el Cuartel General de la Égida… ese hechizo también está en el libro. Pero entonces te llevaste a Regan y todas las pistas encajaron en su lugar. —¿Qué pistas? —Mientras estábamos en el Salón de los Registros, mencionaste que el Cuartel General de la Égida estaba en Escocia. Tú no deberías haber sabido eso… a menos que hubieras utilizado espías. Y luego estaba el ataque de Peste en el Cuartel General de Berlín. Tú sabías que Thanatos había secuestrado a Regan, ¿no es así? Habría sido fácil para ti alertar a Peste para que él pudiera seguir los movimientos de Thanatos antes de que el Portal de desplazamiento se enfriara. ¿Y qué hay del colgante de Harvester? Ella dijo que tú lo cogiste, y no le creí, pero lo hiciste. Se lo diste a la Égida, junto con la falsa información… tú los convenciste de que si ellos mataban al bebé de Regan, acabaría el Apocalipsis, y esos estúpidos te creyeron porque eres un ángel. —Él maldijo—. Apostaría a que tú también liberaste a los vampiros en el Cuartel de Berlín, ¿verdad? Esperabas que ellos mataran a Regan.

Ella sonrió. —Mírate. Debiste haber sido detective. Tan jodidamente inteligente.

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la salvó.

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Debiste haber estado cabreada como el demonio cuando, en realidad, uno de ellos

El pie de Reaver cayó sobre la daga con la que Peste tenía intención de atravesar el corazón del bebé. —Y mira eso —dijo él—. Ajenjo. Lo último que escuché es que Peste la estaba buscando. Tú debiste averiguar que la Égida la tenía. ¿Como hiciste para que te la entregaran? Ella se lamió los labios, lentamente, como si estuviera saboreando su ingenio. —La cambié por el hechizo de Harvester. Tan fácil. Todo lo que tuve que hacer fue decir que el conjuro solo proveería de poder si algo de igual valor era dado a cambio. Perra loca. —¿Por qué? Dijiste que no tenía poder. Garantizado, eres una gran y espeluznante mentirosa, pero aun así… ¿cual era tu propósito? —Tú eres el detective. Descúbrelo tú. Reaver rechinó sus muelas. Ahora decidía callarse. —Otra cosa que no entiendo. ¿Porque mandar a los khnives tras Arik? ¿Cuál era el propósito de matarlo? —Diversión. Qué, ¿no me crees? —Su suspiro dramático hizo que apretara los dientes más fuerte—. Está bien. Eso realmente era una mezquindad. Con Arik muerto, su alma pertenecería a Peste. Él hubiera sido torturado hasta que dijera el nombre de Limos, y ella hubiera sido enviada a pasar la eternidad en las garras de Satán.

bien. —Pero, entonces, ¿por qué salvarlo después? —preguntó él—. Cuando mi alma y la de Limos fueron arrojadas dentro de su cuerpo, ¿por qué salvaste su vida?

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un ángel celestial en toda regla, que se suponía que debía luchar en el lado del

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Vaya. Una. Perra. ¿Cómo no vio venir todo esto? Oh, claro, tal vez porque ella era

Ella se encogió de hombros. —Él y Limos ya estaban casados. Dejarlo morir no hubiera servido de nada, pero salvarlo… —Te haría parecer una heroína, y si alguien tenía sospechas acerca de ti, alejaría cualquier duda de que estabas jugando para el equipo bueno. —Retorcido. —¿Ves? Inteligente. —¿Pero por qué Gethel? —Tan cabreado como estaba, también se entristeció por esto. Gethel había sido la que le había devuelto sus alas. Ella lo había guiado a través de los primeros días de la transición. Él se había sentido como si tuviera una deuda de gratitud—. ¿Cuándo cambiaste de bando? Ella susurró entre dientes, como si Reaver hubiera presionado el botón que activaba su lado de perra malvada. —Tú los alejaste de mi, bastardo. Fuiste aceptado de nuevo en el Cielo y te dieron la tarea de controlar a los Jinetes. Desconcertado, él dejó de acercarse hacia ella. —Me dijeron que tú renunciaste a tu obligación libremente. Ella gruñó. —¿Discutirías con Michael si él sugiriera que tal vez era hora de dejarle la obligación a alguien más? Bueno, sip, Reaver lo haría, pero él nunca había tenido cuidado con su lengua. Sin

que fuera reemplazada. —Sus ojos relampaguearon—. Yo los amaba, y después de todo lo que hice por ellos, no hicieron más que desearme buen viaje.

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—Y los Jinetes —escupió ella—. Ellos no vinieron en mi defensa. No les importó

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embargo, él podía ver como los demás no discutirían con el arcángel.

Reaver experimentó un momento de compasión, pero fue rápidamente aplastado cuando ella le lanzó una lluvia de pequeñas descargas eléctricas—pequeñas en tamaño, pero cada una de ellas tenía el poder de una central nuclear. El dolor lo atravesó, quemando su sangre y convirtiendo su piel en cenizas. Su visión se hizo doble, como si una Gethel no fuera lo suficientemente malo. —Tus trucos de combate contra demonio no funcionan en mí, Reaver. —Su voz era tanto divertida como cruel, su risa colgaba con carámbanos. Con su propia sonrisa despiadada, él convoco un espada en llamas y la hizo girar lentamente, dejándose experimentar una macabra satisfacción cuando se hundió en el estómago de ella. Su chillido de agonía y furia sacudió las cadenas que colgaban en la sala. Ella se elevó un palmo del suelo y giró, convirtiéndose en un torbellino blanco. Reaver se arrojó al suelo mientras desataba una tormenta de chispas que perforaban sobre todo lo que aterrizaban —incluyendo a Reaver. Gruñendo, con su cuerpo acribillado de agujeros que lo atravesaban y lo convirtieron en un colador gigante, él se levantó. Hora de jugar sucio. Pasar tiempo con algunos demonios cuando era un caído iba a dar sus frutos. Se deshizo del dolor, canalizándolo en ira, y convocó una de sus armas favoritas, una que raramente tenía oportunidad de utilizar. El mango del látigo estaba caliente en su mano, pero helado comparado con el metal derretido que constituía la parte del azote del arma. Los ojos de Gethel se abrieron de golpe.

—Tú no eres un ángel. Eres una Caída. Simplemente no has tenido la decencia de perder tus alas.

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Reaver le enseñó los dientes.

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—¡Va en contra de las leyes de los ángeles usar esa arma en contra de otro ángel!

Girando sobre sus talones, él chasqueó el látigo, y con el susurro más suave, cortó una de sus alas. —Una menos. —Lo chasqueó de nuevo, hiriendo su torso y destrozando cada hueso de la parte superior de su cuerpo. Esa vez su grito de furia y dolor estalló en la cabeza de Reaver, la agonía era tan intensa que él cayó de rodillas. La sangre brotó de su nariz, orejas y ojos. Un trueno arrollador resonó, como un millón de pezuñas de búfalo sobre piedra. Demonios, probablemente convocados por Gethel, vinieron hacia él de todas partes. Lo invadieron cientos de garras y colmillos mutantes. —Tú… no… ganarás —jadeó él, pero no tenía forma de saber si Gethel lo había escuchado. Ella se alejaba arrastrándose, su cuerpo destrozado fallándole. De ninguna manera. Ella no escaparía. Tenía que morir o ser llevada ante la justicia por sus crímenes contra la humanidad y el Cielo. Reaver rebuscó profundamente en las reservas de su poder, su cuerpo zumbando mientras la corriente que se iniciaba en la base de su cráneo y sus alas formaba un circuito. Un brillo dorado lo rodeó, segando a los demonios que estaban casi sobre él. Sus chillidos impregnaron el aire y se añadieron a los tímpanos ya palpitantes de Reaver. Apretó sus dientes contra el dolor y dejó suelto su banco de poder Él se transformó en un supernova, disparando ráfagas de luz celestial por todos sus poros. Los demonios se desintegraron, sus gritos desvaneciéndose entre ecos mientras sus cenizas caían al suelo.

absorbido de la luz celestial de Reaver. Era un arma angelical. Respirando hondo, Reaver se sostuvo del altar mientras se inclinaba para recoger la daga. Cuando leyó la palabra de seis letras tallada en el mango junto a un

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una palabra que Reaver no entendía, irradiaba un brillo azulado que había

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Pero entre las cenizas había un resplandor. La daga Ajenjo Su mango, grabado con

símbolo de estrella, casi se le cayó, atrapándola por poco de la hoja antes de que tocara el suelo. MUERTE. La Estrella de la Muerte vendrá si el llanto falla. Oh… oh, maldición. La Égida había estado equivocada acerca de La Estrella de la Muerte en la profecía de Thanatos. No era el cometa Halley. Era La daga Ajenjo. Ahora Reaver tenía que tomar una decisión. Una decisión que con derecho le pertenecía a los Jinetes. Pero mientras estudiaba a La daga Ajenjo en su mano, tuvo el presentimiento que sabía cual sería la decisión que tomarían ellos. Y no era la que Reaver quería. Cerrando sus ojos, decidió hacer algo que juró que nunca haría. Iba a romper una regla de los Vigilantes.

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Y Dios querido, lo pagaría.

Treinta y siete

T

hanatos no habría podido correr más rápido si hubiera sido un guepardo. Irrumpió en el dormitorio donde Eidolon estaba esperando, y Regan yacía en la cama.

—El bebé ya viene. Por supuesto que el médico lo sabía, pero Thanatos se asustó de su insensatez. Por lo menos parecía que la hemorragia se había detenido, lo que tenía que ser una buena noticia. Regan gritaba como si estuviera siendo desgarrada y su corazón estaba justo allí, con ella. A pesar de que apenas disponía de tiempo, le besó la frente empapada de sudor. Su mirada era salvaje, febril y ella se aferró a su brazo con tanta desesperación que sus ojos le ardían. —Ahí está su cabeza. —Las manos enguantadas de Eidolon ahuecaron la cabeza del bebé intentando asistir al niño mientras procuraba no entrar en contacto con la madre. —Toma un respiro y luego dame otro empujón, Regan. Than apartó los ojos de la impresionante vista de su hijo naciendo a Regan, cuya mirada se aferró a él con tanta firmeza como su mano estaba a la suya. —Tenemos a Peste —él jadeó—. Todo estará bien.

Salva a nuestro hijo. No —Salva el mundo.

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—Ve. Salva a nuestro hijo.

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Ella asintió débilmente y lo soltó.

Por favor, por favor Dios, deja que Regan y el bebé salgan de esta, porque necesito a esa mujer como necesito respirar. Cuando Lore entró con Idess, Than se precipitó hacia la cómoda, cogió la Daga de la Liberación, y en una loca carrera corrió hacia el salón. Ares y Limos retenían a Peste, y de momento no parecía que estuviera en movimiento. El corazón de Thanatos latía con fuerza, su pulso atronaba en sus oídos mientras se lanzaba sobre su hermano y se sentaba a horcajadas en sus muslos. Esto fue todo. Esto era a lo que se reducía todo. La mirada de Limos captó la suya. —Su dedo se ha movido. Está desapareciendo. —Lo veo también —dijo Ares—. Su pie se mueve. Thanatos tragó saliva, su mente daba vueltas con mil pensamientos. ¿Cómo estaría Regan? ¿Y el bebé? ¿Estarían asustados? ¿De verdad iba a matar a su hermano? La última pregunta era indudable, un pensamiento fugaz que le vino a la cabeza tal vez porque debía. Pero nunca había estado más preparado para hacer algo. Mataría a cualquiera para salvar a su esposa e hijo. ¿Esposa? Sí, porque una vez que acabaran con esto, se iba a casar con ella. Por favor, por favor déjales salir de esto. —Joder. El susurro de Ares sacó a Than de sus pensamientos. Él bajó la mirada hacia

comenzaron a moverse.

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transformado en una sonrisa. Entre los muslos de Than, las piernas de Peste

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los ojos de Peste... ojos que eran conscientes. Burlándose. Incluso su boca se había

Y luego, resonando en el aire silencioso del castillo, llegó el sonido puro y sano del llanto de un bebé. En un fluido y rápido arco, Thanatos bajó la Daga de la Liberación y la enterró en el corazón de Peste. El llanto del bebé paró. Peste se quedó sin aliento. La sangre salpicó sus labios. Sus ojos, que habían brillado con tanta maldad, se nublaron, y en ese instante Thanatos supo que Peste ya no estaba. En su lugar, Reseph miró fijamente a Than. —Gr-gra… cias... —La voz de Reseph era poco más que un susurro, pero lo que había en ella era un gran alivio. Y luego desapareció. Debajo de Than, el cuerpo de Reseph se desintegró, hundiéndose sobre sí mismo hasta que sólo quedó la ropa. Incluso la Daga de la Liberación había desaparecido. He matado a mi hermano. La garganta de Than se oprimió. No había esperado eso. Estaba preparado —ansioso, en realidad— para matar a Peste. Pero no a Reseph. Jesús, no a Reseph. Se produjo un silencio. Tanto silencio. ¿Debería estar tan tranquilo cuando simplemente había matado al hermano que había amado durante miles de años? ¿Y cómo podía estar sintiendo sorpresa y alivio? El dolor y el entumecimiento. Combinaciones imposibles. —Thanatos. —La voz procedía de algún lugar...—. Thanatos. —Girando su cabeza hacia Cara. Las lágrimas en sus ojos no eran de alegría—. Tienes que darte

corazón acelerado. Se tambaleó hasta detenerse en el umbral, con el corazón atascado justo en su caja torácica.

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No. Oh, Dios, por favor no... Than salió corriendo hacia la habitación, con el

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prisa.

La enfermera, Vladlena, sostenía al hijo de Than retorciéndose —Claramente el muchacho estaba bien, y por mucho que Than quisiera ir con él, era la madre del bebé quien lo mantenía preocupado. Regan yacía en el suelo en un charco de sangre mientras Shade y E trabajaban desesperadamente sobre ella, sus dermoires brillando. Estaba pálida—demasiado pálida. —¿Qué está pasando? —Than corrió a su lado y se arrodilló junto a ella—. ¿Por qué está en el suelo? —Necesitábamos más espacio para trabajar —dijo Shade. —¿Regan? Sus ojos se abrieron. El fiero y desafiante brillo al que estaba acostumbrado había sido sustituido por un velo brumoso de dolor y agotamiento. La muerte acechaba dentro de esa nube, burlándose de Thanatos. —¿Lo… conseguimos? —Sí —dijo Than con voz ronca—. Peste se ha ido. —Él cogió su mano. Tan fría—. Estarás bien, pero necesito que luches. —¿Quieres… sostener mi mano? Él no le dijo que ya estaba apretándola con tanta fuerza que debería estar dolorida. Levantó la vista hacia E, cuya sombría mirada lo decía todo. Las lágrimas ardían en los ojos de Than.

—Lo sé —susurró—. Te... amo. —Cerró los ojos y en su palma, su mano quedó inerte.

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estos nueve meses. Quiero cuidarte.

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—Me hubiera gustado haber tenido más tiempo. Me hubiera gustado mimarte

—No —gritó él—. ¡No, no no! —Alzó la mano y agarró a Eidolon por el cuello—. ¡Haz algo! —Lo siento. Perdió mucha sangre antes de que naciera el bebé. El daño interno es demasiado incluso para mí si no queda sangre en ella. Desesperado, Than apartó al doctor. Regan aún tenía pulso, pero apenas. Diez latidos del corazón, tal vez. Sólo había una cosa por hacer y esperaba que la mierda funcionara. Y que ella lo perdonara. Con un siseo, tiró la cabeza hacia un lado y mordió su yugular. Su pulso era demasiado débil, la vena también colapsó para bombear la sangre en su boca. La urgencia lo llevó a succionar profundamente, esperando que su sistema circulatorio removiera la sangre que todavía quedaba en las venas para liberar la sustancia en su saliva que la hiciera regresar como vampiro. Su corazón se detuvo. Lo mismo hizo el suyo. La angustia convirtió en cemento el aire en sus pulmones. Un escalofrío familiar de conciencia brilló en el fondo de su mente, y se arrastró en un suspiro repentino de pánico. Levantó la mirada, temblando, sabiendo lo que vería. El alma de Regan. Él saltó de la cama y se quedó mirando su figura sombría. Ella estaba confundida, con los ojos húmedos por las lágrimas no derramadas mientras su mirada se encontró con la suya con lo que él juraría era una acusación. O tal vez era su culpabilidad que hablaba. Pero no le importaba. Él la había matado y ahora ella iba a convertirse en parte de su armadura, atormentada hasta la locura por la

En lugar de darle la vida eterna, le había dado la muerte eterna y condenado a la mujer que amaba al infierno.

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matanza. Que, a continuación, la enviaría directamente al Sheoul-gra.

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cautividad y por las otras almas hasta que finalmente escapara y realizara una

Treinta y ocho

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hanatos gritó rasgando su garganta mientras Regan se fundía en su cuerpo. No dolía, no físicamente, pero mentalmente, era insoportable. Él la había matado. Condenado. Y ahora ella estaba sufriendo.

Sólo en raras ocasiones podía sentir las almas cuando no llevaba su armadura, y por lo general era algo bueno. Pero no esta vez. Ahora no. Tenía que encontrarla, adherirla a su conciencia que era únicamente su fuerza de vida. Tal vez él no se merecía ser consolado por su presencia, pero esperaba que ella se consolara con la suya. Mientras Limos y Ares irrumpían en la habitación, alertados por los gritos de Than, él se puso la armadura. Al instante, el torbellino vibrante de almas se filtró a través de su cuerpo. Inhalando temblorosamente, revisó entre ellas, buscando a Regan, y se derrumbó en la silla junto a la cama. —¿Thanatos? —La preocupación en la voz de Limos fue un tono más alto de lo normal, y cuando vio el cuerpo sin vida de Regan, su voz se quebró lentamente—. Lo siento mucho. —Se dejó caer de rodillas al lado de la silla y apoyó la frente sobre su brazo. Thanatos miraba fijamente, apenas registrando el hecho de que el personal médico se había ido, dejándolo solo con Limos y Ares. Y su hijo.

alrededor de su hijo. El corazón de Than se sacudió y tiró de él como si hubiera estado muerto y alguien lo hubiera traído de vuelta a la vida. Dentro de él, su

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colocó al bebé envuelto contra el pecho de Than, obligándolo a envolver su brazo

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Ares había cogido al niño de los brazos de Vladlena y con mucho cuidado

sangre se calentó y tranquilizó el espíritu de Regan. Incluso el bebé, que había estado lloriqueando, se asentó pacíficamente en el pliegue del brazo de Than. Un sollozo se le escapó mientras dejaba caer su mirada, observando realmente y por primera vez el aspecto del niño, que él y Regan habían creado. Los ojos del bebé eran color avellana, como los de Regan, sus mechones de cabello eran tan rubios como los de Than. Era una mezcla perfecta de los dos. —Es hermoso —susurró Than. Y como si Regan estuviera de acuerdo, sintió una caricia desde el interior—. Regan también lo cree. —Su voz se quebró cuando dijo eso, y Dios mío, ¿cómo iba a sobrevivir a esto? Limos levantó la cabeza para intercambiar miradas con Ares. —Ah, ¿Than? Regan... ella no lo logró. No me digas. Él deslizó el dedo sobre la aterciopelada y suave mejilla del bebé. —Ella está en mi armadura. —Oh... mierda. —Ares se pasó la mano por el cabello—. ¿Estás bien? Thanatos miró hacia arriba. —No. —Tragó el nudo de miseria en su garganta, pero ese hijo de puta no se iba a ninguna parte—. La necesito. Tengo que hacer algo. ¿Pero qué? Le había fallado en convertirla, y ahora su cuerpo era una cáscara vacía, mientras que su alma descansaba en su interior. Ella estaba en paz en este momento, pero no pasaría mucho tiempo antes de que las otras almas comenzaran a atormentarla, y sería aún peor cuando él se quitara la armadura y no pudiera

—Tal vez Reaver pueda guiar su alma —sugirió Ares—. No tienes que preocuparte por ella de esa manera.

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Nunca se quitaría la armadura de nuevo.

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controlar las almas.

Thanatos estaba dispuesto a intentar cualquier cosa para evitar que Regan fuera enviada al Sheoul-gra una vez que ella escapara de la armadura. Sólo tenía que esperar a que Reaver fuera receptivo a la idea. Y fuera capaz de hacerlo. —Vale la pena intentarlo. —Iré a ver si ha regresado. —Ares salió corriendo de la habitación y volvió en un instante—. Él no está aquí. Espero que esté pateando el culo de la traidora de Gethel. En cualquier caso, lo he convocado. Thanatos no podía esperar. Regan no se merecía un solo minuto dentro del infierno de su armadura, pero ¿quién más negociaba con las almas? Espera... —¿Dónde está Idess? ¿Está bien? Limos asintió. —Eidolon la sanó. Ella está en el salón. ¿Por qué? —Necesito que me lleve hasta su padre. —El hombre que también podía ser el padre de los Jinetes. Hubo un silencio y luego los ojos de Limos se dilataron. —¿Estás pensando lo que creo que estás pensando? —Si estás pensando que él es el gran Grim Reaper y si alguien puede ayudar, es él, entonces sí. Ella se puso en pie en un santiamén.

—Gracias, Li. No olvidaré esto.

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Than miró hacia arriba y luego cogió la mano de su hermana.

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—Regresaré inmediatamente.

Las lágrimas brotaron de sus ojos. —No me gustaba Regan al principio, pero ella te daba algo que no has tenido en cinco mil años. Eras feliz. Y te ha dado un hijo. Haría cualquier cosa por vosotros tres. Cerrando los ojos, se echó hacia atrás y estrechó a su hijo más cerca. Than también lo había dicho cuando le dijo a Regan que le hubiera encantado haberla mimado en exceso, por todos los meses que se había perdido mientras su hijo estaba creciendo dentro de ella. Joder, él la habría mimado el resto de su vida. Le habría dado todo lo que quisiera.

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Ahora lo único que podía darle era paz.

Treinta y nueve

U

n gigantesco templo griego de ébano macizo, surgió de entre la niebla frente a Thanatos. Columnas y edificaciónes ennegrecidas lo rodeaban, todo era familiar, y sin embargo, no podía ubicarlo.

Después de unos pasos, cuando la niebla se despejó, se dio cuenta que se trataba de Atenas. No era la verdadera Atenas, sino una imitación de la tierra donde todo estaba corrompido por el mal y la muerte. Thanatos se sentía como en casa, no tendría que hacerlo, pensó con amargura. Idess había estado más que dispuesta a ayudarle, y mientras llevaba el cuerpo de Regan en sus brazos y su alma en su armadura, Idess le tocó la espalda en un gesto de fortaleza y consuelo. —Gracias por rescatarme de Peste. No quería hablar de ello, pero su hermano la había torturado y se merecía algo más que el silencio. —Lamento lo que te hizo. Peste estaba tan desesperado por encontrar a su padre como yo. —El objetivo de Peste había sido, probablemente, tanto destruir a su padre como tener acceso al Sheoul-gra. Más que de conseguir librarse de cualquier asunto personal. —¿Por qué quieres encontrar a Azagoth?

montón de razones, pero esas razones ya no eran tan importantes. La expresión de Idess se endureció.

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—Ahora no tiene importancia. —Sí, quería enfrentarse a su padre por un

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Than se quedó mirando fijamente al frente.

—Bueno, Peste nunca lo habría encontrado. Nunca me hubiera rendido. —Su fuerza le recordaba a Regan, y casi se tambaleó mientras subía las gigantescas gradas hacia el templo. —¿Estás segura de que tenía que traer su cuerpo con nosotros? —preguntó con voz ronca. La sonrisa triste de Idess casi hizo que se derrumbara de nuevo. No, no lo había tomado bien cuando ella se lo dijo, ni cuando había tenido que dejar a su hijo y abandonar su fortaleza. El niño era ahora parte del corazón de Than, y estar lejos de él parecía hacer que se detuviera su latido. —No —admitió—, pero si él puede verte con ella, tu dolor podría ser más... real... para él. —Ella comenzó a avanzar—. Él no es el individuo más amable que jamás hayas conocido, por lo que hay que aprovechar todo lo que puedas encontrar. Las King Kongnescas puertas dobles se abrieron, y dentro, interminables pasadizos se extendían hasta donde le alcanzaba la vista. Todo estaba oscuro, al igual que el exterior, salvo que en el interior del templo, todas las superficies brillaban. Estatuas de humanos y demonios llenos de dolor llenaban las habitaciones y salones, y la fuente que dejaron atrás en la gigantesca sala delantera manaba sangre. —Tu padre tiene gustos interesantes del arte —murmuró. —«Interesante» es una buena palabra para definirlo. —Lo condujo por un laberinto de pasillos que nunca cambiaban—. ¿Has pensado en un nombre?

—Sí —se atragantó—. Lo es. Y no, no hablamos sobre el nombre.

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—Para tu hijo. —Su sonrisa era cálida—. Es hermoso.

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—¿Nombre?

—Estoy segura de que el que sea que elijas será perfecto. —Ella se detuvo ante una puerta —¿cómo sabía cuál de las centenares de puertas idénticas que habían pasado era la correcta?, no tenía ni idea— y cogió el mango—. ¿Estás listo? Como si Regan supiera de qué se trataba, se hizo notar, y le propagó una calidez de su armadura a su piel. —Como nunca lo estuve. Idess abrió la puerta y cruzó el umbral hacia una brillante y colorida especie de oficina. Un hombre alto, de pelo negro estaba de pie delante del arco de entrada a lo que parecía la salida a un túnel, por el que pudo ver las almas de los demonios muertos siendo escoltados por griminions a través de ella como una cadena de montaje. El hombre levantó la mano y detuvo el desfile. Thanatos contuvo el aliento mientras el hombre se daba la vuelta. —Idess. Cariño, me alegro de verte. —Padre. —Ella inclinó la cabeza en un gesto respetuoso. Azagoth volvió la gélida mirada esmeralda sobre Thanatos. —Muerte. Interesante conocerte al fin. —Él hizo un gesto a la gente en el túnel—. Me has enviado a muchos de mis súbditos. —Hago lo que puedo para ayudar —dijo Than secamente—. Y ahora yo necesito que tú hagas lo mismo. Levantó una de sus cejas negras.

repentina de Thanatos, sino la suya propia. En algún momento, el semental había empezado a gustarle Regan, y no apreció las despectivas y frías palabras, como tampoco lo hizo Thanatos.

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Cadáver. En su brazo Styx se encabritó, sus acciones no reflejaban la furia

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—¿Supongo que esto tiene algo que ver con el cadáver que llevas?

Idess había advertido a Than sobre este tipo, por lo que mantuvo su temperamento bajo control. Él podría desquitarse de Azagoth en otro momento después de conseguir lo que quería. —Ella es la madre de mi hijo. Hubiera sido mi esposa. Yo la maté. —¿Por qué? —Azagoth dobló los brazos sobre el pecho, mirando completamente aburrido—. ¿Ella te traicionó? ¿Calentó la cama de alguien más? ¿Uno de tus hermanos, tal vez? Thanatos iba a estrangular a este imbécil. —Ella dio a luz —gruñó—. Traté de salvarla. —Así que lo que quieres decir es que ella está en tu armadura. —Hizo una pausa—. ¿Qué quieres que haga? —Quiero que la extraigas y le permitas pasar al otro lado en vez de ser llevada al Sheoul-gra por tus griminions. —¿Y por qué habría de hacerlo? Bueno, iba a usar una carta que esperaba que fuera su as. —Porque tú eres mi padre. La cabeza de Idess se giró para mirarlo. Azagoth lo miró durante largo tiempo, y a Than le dio la impresión de que el tipo estaba deliberadamente haciéndole sudar. —Tienes pelotas de venir ante mí y esperar un favor de un padre que nunca

Azagoth rió.

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—¿Así que es cierto?

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conociste.

—No. Yo no soy tu padre. Me acuerdo de la puta de Lilith. Esa perra ha estado detrás de mí durante siglos. Joder. Esa había sido la única buena jugada. No tenía nada más. Si hubiera sido alguien diferente a Azagoth, Thanatos podría haberle amenazado, torturado, golpeado hasta que accediera a ayudarle. Pero se trataba de un hombre que tenía el poder sobre las almas, lo que significaba que podía atormentar a Regan, y cualquier otro que le importara a Than durante toda la eternidad. —Por favor —suplicó Thanatos apretando el cuerpo inerte de Regan contra él, como si pudiera protegerlo de tener que mendigar—. Haré lo que sea. —¿Cualquier cosa? ¿Me darás a tu hijo? Una bola de fuego ardiente cayó en el intestino de Than, y en su interior, sentía como si estuviera siendo golpeado por unos puños. Los puños de Regan. —Cualquier cosa menos eso —gruñó. —Eso es lo que quiero. Dentro de su armadura, Regan clavó las uñas en él. Ella no tenía por qué preocuparse. Nadie tendría a su hijo. —Vete al infierno, Azagoth. —Than se dirigió a la puerta antes de enloquecer y matar a ese gilipollas. —Thanatos, espera. —Idess se acercó a su padre, sus manos unidas como si estuviera rezando—. Thanatos me salvó la vida. Excelente. Había una razón por la que no había sacado a relucir eso. No hay

—Explícate.

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Azagoth entrecerró los ojos hacia Than.

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nada como decirle a un padre que tu hermano torturó brutalmente a su hija.

Thanatos se puso rígido ante la orden, pero controló su orgullo antes de joder algo que podría salvar el alma de Regan. —Sabes que Peste estaba tratando de destruir el Sheoul-gra. —Por supuesto. —Asintio Azagoth mirando hacia la chimenea, que estaba ardiendo, pero sin calentar—. Se corre la voz por aquí. —Padre —dijo Idess—. Peste estaba capturando Memitim y torturándolos para que le diran tu ubicación. La cabeza de Azagoth dio la vuelta como si fuera el Exorcista, girando en torno a Idess sin mover su cuerpo. Sus ojos se volvieron de un óleo negro que engullía las partes blancas, y cuando habló, su voz tenía un tono peligroso y afilado. —¿Se atrevió a hacer daño a mis hijos? —Su cuerpo siguió finalmente su cabeza—. ¿Él te secuestró? Ella asintió con la cabeza. —Si no fuera por Thanatos, Ares, Lore, y Reaver, todavía estaría colgando del alambre de púas. El gruñido del Grim Reaper dispersó las almas y griminions en el túnel. —Deja tu armadura —dijo bruscamente a Thanatos. —¿Por qué? Azagoth prácticamente escupió fuego. —Porque yo lo solicito.

—Quítate la ropa.

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—¿Y ahora qué?

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De mala gana, Than hizo lo que el bastardo solicitaba.

Than apretó la mandíbula para no maldecir. Si Azagoth quería favores sexuales... Than se estremeció, pero dejó a Regan suavemente en el suelo y se desnudó. Nunca antes se había sentido tan expuesto como cuando Azagoth le rodeó, arrastrando el dedo sobre la piel de Than a su paso. Al menos Idess se había alejado. Se preguntó si su padre iba a dejar que ella se quedará ante lo que estaba por venir. Se preguntó si ella se quedaría cuando Thanatos matara a su padre después. —Conozco tu secreto, Jinete. —Azagoth se detuvo detrás de él, presionó su cuerpo contra Than y le susurró al oído—. Sé que engendraste una raza de vampiros. Tus Caminantes Diurnos han pasado por aquí de vez en cuando. —Eso ya no es un secreto —gruñó. —En serio. Sabes que yo tengo la última palabra en si una especie es aniquilada o no. Joder, no, Thanatos no lo sabía. —Y sabes que he destruido todas las especies no autorizadas. ¿Quieres saber por qué no he destruido a los vampiros? —¿Por qué? —Porque, al igual que mis Memitim, son una perfecta combinación del bien y del mal. Son equilibrados. Sí, optan por ser tan malos o tan buenos como quieren ser, pero también lo hacen los humanos. Así que he dejado que continuaran vivos, a pesar de que una vez que tu secreto llegue a las masas Celestiales, lanzarán órdenes de destruir a los vampiros, y estaré en problemas por saberlo todo el

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—¿Y qué harás entonces?

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tiempo.

En lugar de contestar, Azagoth reanudó su lectura del cuerpo de Than, deteniéndose de vez en cuando para trazar un tatuaje. Los que estában en su culo eran, naturalmente, los más interesantes para Azagoth. El hijo de puta. —Son extraordinarios. Los quiero. —Te traería a la artista del tatuaje, pero está muerta. —Ya lo sé. Pero no importa. Quiero los tuyos. —¿Por qué? Azagoth siseó. —Mis razones son mías. Pero te aseguro que vas a darme algo que he deseado desde hace mucho, mucho tiempo. Thanatos estaba bastante seguro que Azagoth podría conseguir un maldito tatuaje cuando quisiera, evidentemente, había algo en particular que quería de Than, algo especifico. Lo que probablemente significaba que dárselos sería una idea muy mala. Lo que sea. —Hecho. —Este —dijo Azagoth, acariciando con su dedo la serpiente alada en la cadera. Una agonía lo atravesó cuando lo arrancó de su carne, y después vino la agonía de ser azotado por los recuerdos que habían estado reprimidos. Las imágenes y las emociones eran penetrantes, agudas, y se quedó helado ante la explosión de ese día casi mil años atrás, cuando él mató a una legión de hombres

Thanatos siseó, los dolores del tormento eran mayores esta vez. Azagoth había cogido el arco que amortiguaba los recuerdos de haber matado a su padre. Una

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—Y este.

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cuyo símbolo era una serpiente alada.

docena de veces más Azagoth tomó tatuajes, cada uno ponía a Than prácticamente de rodillas. Se preguntó si Regan podía sentir su dolor, o si estaba a salvo de sus emociones cuando desapareció la armadura. Por último, Azagoth dio un paso atrás y abrió su camisa. Catorce de los tatuajes de Thanatos, decoraban el pecho del ángel caído. —Toda la belleza, sin todo el dolor —reflexionó Azagoth—. Maravilloso. —Habla por ti mismo. Azagoth inclinó la cabeza, estudiando, evaluando a Than con sus ojos. —Me imagino que sientes en un montón de dolor en este momento. —Viviré. —Than se puso los pantalones. —Sí, lo harás. Vas a vivir el resto de tu vida sin conseguir otro tatuaje. Than hizo una pausa mientras se encogía en su camisa. —¿Por qué no? —Porque llevas cinco mil años haciendo trampa. Las muertes que causas debirían significar algo. Deberían causarte sufrimiento. En su lugar, los entierras y no sientes nada. Eso me hace enfadar. Jesús. Regan había dicho lo mismo. Él la había desestimado en su momento, porque siendo humana no podría comprender cinco mil años de matanza. La vergüenza calentó su cara. La ira de Azagoth se calmó y su voz hizo lo mismo.

mayor parte de ambos. Tú lo compensabas de la única manera que podías. Pero no puedes hacer eso. Ese es el trato. Eso, y promete que nunca volverás a crear otro Caminante Diurno. Cuando esos cabrones celestiales vengan y me pregunten por

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violencia era especialmente dura para ti. Y tú, de todos sus hermanos, viste la

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—Entiendo por qué lo hiciste. Te criaste con gente pacífica. La muerte y la

qué no destruí a los vampiros, puedo decir que como no puedo destruirte, tu puedes crear más Caminantes Diurnos aunque yo acabara con la raza entera, por lo que te comprometiste a no crear más, bla, bla. Es un buen argumento. Lo tomas o lo dejas. —Lo tomo. Azagoth ladeó la cabeza. —Lo dijiste muy rápido. Pero ¿cómo puedes garantizar que no vas a hacer más, si has creado tus vampiros durante tus incontrolables ataques de muerte? Thanatos cerró los ojos, atrapado en la telaraña de Azagoth. —Me las arreglaré. Meditaré, o viajaré con Sabuesos del Infierno que me puedan morderme, o... —Abrió los ojos y se encontró con la mirada implacable de Azagoth—. Por favor. —Idiota. —Resopló Azagoth—. ¿No has aprendido nada en tu antigua vida? Hay un precio para todo. Sí creas vida, lo pagas. Piensa de nuevo en cuando creaste por primera vez un vampiro. Than indagó en lo más recóndito de su cerebro, que venía con un montón de basura. Pero allí estaba el recuerdo, la chispa que había empezado todo. —Fui maldecido como Jinete. Tenía colmillos, y estaba enfadado. Mordí un chico, drenándolo. Regresó como un Caminante Diurno. —¿Estabas ante un ataque de muerte? —No. Esos no se habían iniciado aún —Than inspiró una bocanada grande y

—¿Cómo voy a saberlo? ¿Me veo como un dios? —Azagoth rodó los ojos—. Sólo estoy diciendo que tú tienes que encontrar el precio detrás de cada acción. Hacer un Caminante Diurno, ir de saqueos asesinos. Lo que sea. —Azagoth se

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Ellos no... joder. ¿Soy la razón por la que a veces me vuelvo loco?

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dolorosa—. Esto no comenzó hasta después de crear el primer Caminante Diurno.

encogió de hombros—. No me importa una mierda de la forma que sea. Solo quiero tu maldita palabra, y quiero que la cumplas. —La tienes —Than respiró. Maldita sea, todos sus ataques de muerte tenían sentido ahora. Se habían alimentado entre sí en un ciclo que él no sabía cómo romper. Crear un vampiro, que provocara estragos, el cual causara vampiros, que provocara estragos... hijo de puta. —Además, debes saber que en el futuro, las emociones que normalmente se transferirían en un tatuaje ahora se trasladarán a Regan. Ella sentirá el dolor tanto como tú lo sientes. —¿Qué? ¡No! Tú no puede hacer eso... —Yo puedo hacer lo que quiera, Jinete —espetó Azagoth—. Hay un precio para todo. Si esto es demasiado fuerte para que lo puedas pagar, recoge el cadáver y lárgate de aquí. —Hijo de puta. —Thanatos levantó a Regan en sus brazos—. Estoy de acuerdo. —Regan podría sentir su dolor, pero al menos no estaría pasando el rato con los demonios durante toda la eternidad. Iría al cielo y sería feliz. Libre. —Buena elección. —Azagoth chasqueó los dedos—. Armadura. Ahora. Thanatos estaba tan contento de que este gilipollas no fura su padre. Aunque Azagoth era la última oportunidad que había tenido, y ahora... no tenía nada. Hoy había perdido a un hermano y un padre. Y a Regan. Thanatos se tocó la cicatriz de la armadura, y sus placas óseas desplegaron en

ojos. Tú irás al cielo ahora. Pero recuerda que Te amo. Espero que puedas escuchar eso. Te encontraré algún día, Regan. Te lo juro, te voy a encontrar.

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Adiós, dijo en silencio, sintiendo una punzada caliente de las lágrimas en sus

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su lugar. Al instante sintió a Regan, y exhaló un suspiro de alivio.

—¿Por qué demonios estás molesto? —Azagoth escupió las palabras en una oleada de disgusto—. Me gustaría pensar que los Jinetes no son tan maricas. —Él movió su dedo contra el hombro de Than y la sensación de tener a Regan dentro de él se fue. Él estaba solo. —Ahora vete. —Azagoth se volvió hacia el desfile de almas en el túnel, y empezaron a moverse de nuevo. En los brazos de Than, el cuerpo de Regan se sacudió, y ella contuvo el aliento jadeante, Thanatos se sorprendió tanto que casi la dejó caer. —¿Regan? Ella parpadeó hacia él. —¿Dónde estamos? Él la aplastó contra si en un abrazo asfixiante, un grito de risa haciendo que Azagoth se diese la vuelta y rodara sus ojos. —¿Por qué sigues aquí? —Azagoth sonaba seriamente molesto—. Esto era lo que querías, ¿no? —Sí —gritó—. ¡Dios, sí! —¿Thanatos? —La voz de Regan fue amortiguada contra su pecho—. Me estas…. aplastando. —Lo siento, cariño. —Él, aflojó un poco el abrazo, pero lo suficiente para poder

Sonriendo como un idiota, la dejó en el suelo, aunque prefería volver a cogerla otra vez. No quería volver a dejar de tocarla de nuevo. Ella no parecía darse cuenta de que aún llevaba la bata de hospital, que estaba cubierta de sangre seca y medio

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—Y todavía aplastada.

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besarla como un poseso—. No puedo creer que estés aquí. Estás viva. Y perfecta.

abierta. Than la arropó en su contra, Azagoth suspiró, se quitó la camisa y se la entregó a Thanatos. La levantó como una cortina mientras ella se despojaba de la bata y luego se puso la camisa, que colgaba hasta la mitad del muslo. —Gracias, Padre —dijo Idess. Thanatos repitió el sentimiento. —Gracias, Azagoth. Te lo debo. —Sí —dijo Azagoth con voz suave—. Me lo debes. —Hizo un gesto con la mano despidiéndolo. —Ahora vete. Y ten cuidado con ella. Ella es inmortal hasta que se rompa el Sello, pero no es especial en cualquier otra forma. Ella es un ser humano normal, debilucho que sufrirá cortes, fracturas de huesos, y pérdida de órganos como cualquier otra persona. Aunque no morirá por ello. —Te equivocas, Reaper —dijo Thanatos—. Ella es especial en todos los

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sentidos.

Cuarenta

T

hanatos no podía dejar de sonreír mientras traía de regreso a Regan e Idess a su fortaleza. —No puedo agradecerte lo suficiente, Idess. Si alguna vez necesitas

algo, ven a mí, y es tuyo. —Puede ser que te tome la palabra algún día —dijo—. Ahora, ¿vamos adentro? Me gustaría conocer a tu hijo. Regan lo cogió de la mano y prácticamente lo arrastró a través de la puerta principal. En el interior, todos los que habían venido por el nacimienparto todavía estaban allí. Una nube se cernía sobre ellos, la tristeza en el aire era tan densa que se podía comer con una cuchara. —Hola —gritó—. ¿Alguien quiere traer a mi hijo con su madre? Las expresiones atónitas rápidamente cambiaron a unas eufóricas, y de repente Thanatos y Regan fueron rodeados. Hubo abrazos y risas, y alguien pasó a Regan una bata. Than se alejó con cuidado de la multitud permitiendole tener un tiempo con Kynan y Decker, pero observó cuando Cara trajo al bebé en brazos y se lo entregó a Regan. Y entonces la mujer que juró que no era material para madre cogió al bebé en sus brazos y rompió en llantos y sonrisas. —Felicidades. —La desconocida voz retumbante venía del macho que había

Inframundo. El tipo era casi lo suficientemente alto como para nivelarse con la mirada de Than. Su cabello negro caía como una cortina gruesa hasta su cintura, y

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Se volvió hacia el vampiro que había visto en el Hospital General del

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entrado junto a Thanatos mientras estaba observando a Regan.

la cruel curva en su boca haría a cualquier persona pensar dos veces antes de joderle al respecto. Cualquiera excepto Than —Si estás aquí para causar problemas, Caminante Diurno, debes saber que te eliminaré con la misma falicilidad con la que te creé. —Hace un año —dijo lentamente—, no habría habido problemas. Thanatos miró a Regan y se animó ante la forma en que ella estaba sosteniendo a su hijo como si hubiera estado acunando bebés durante años. —¿Qué ha cambiado? —Yo. —Le tendió la mano, lo cual parecía tan... extraño... teniendo en cuenta que Than había, en un momento dado, tomado su sangre, casi con toda seguridad en contra de su voluntad—. Soy el compañero de Vladlena. Nathan. El cuerpo de Than se calmó mientras un vago recuerdo salía a la superficie después de... ¿dos siglos atrás? —El callejón... Than estaba luchando contra un demonio, y en una neblina de sed de sangre, había visto al hombre observando con horror, y lo atacó. —Así es. Te vi en Hospital General del Inframundo el año pasado, y te reconocí como mi creador. —¿Así que trabajas allí? ¿Eidolon me mintió?

que me conocía, es porque le he pedido a todos los que me conocen que guarden mi secreto. Aprendí pronto que los rastreadores noctámbulos parecen odiar a los Caminantes Diurnos.

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—No. No trabajo allí. Sólo voy al hospital a ver a Lena. Si Eidolon no te dijo

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Nathan sacudió la cabeza.

—Y viceversa —dijo Than con ironía, teniendo en cuenta el uso del vampiro de la expresión «rastreadores noctámbulos». Un grueso hombro se alzó en un gesto casual. —Estaba en el hospital como paciente la primera vez que te vi, y cuando Lena me dijo que eras un Jinete, pensé que me había equivocado acerca de quién eras. — Su mirada atravesó a Than directo en su conciencia culpable—. Entonces volví a verte hace unos días cuando le llevaba comida a Lena, y ya no tuve ninguna duda. Bueno, esto no era difícil. Había un montón de Caminantes Diurnos que Than tenía que encontrar y disculparse. Oh, él mataría a los que habían planeado ponerse del lado de Peste y matar a su hijo, pero quería empezar de nuevo con los otros. Ya no tenían que temer que él los matara o los obligara ser sirvientes. Se aclaró la garganta, pero eso no evitó su remordimiento. —Lo siento por lo que hice. —Te odié durante mucho tiempo —admitió el vampiro—. Pero ahora sólo quiero darte las gracias. He sido bendecido más de lo que puedo decir. Thanatos se volvió hacia Regan, que era suya hasta que su Sello Bíblico se rompiera, por lo cual oraba que no sucedería en mucho, mucho tiempo.

hacer. Demonios, podría meterse en problemas sólo por estar aquí.

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Reaver podía meterse en algunos problemas graves por lo que se disponía a

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—Yo también, Nathan. Yo también.

Aquí estaba el Sheoul-gra, el tanque de retención para los demonios y malvadas almas humanas. Aquí había una caverna oscura y húmeda donde los ocupantes eran tan sólidos como la piedra, tan cruel como un adolescente psicópata, y nadie era feliz. —Ángel. Ignorando los silbidos e insultos dirigidos a él de los demonios circundantes, Reaver se dirigió hasta el interlocutor, que estaba de pie en una plataforma de basalto, con el látigo en la mano chorreando sangre. —Hades. Hades alzó una ceja negra. —¿A quién le chupaste la polla para obtener el permiso de venir aquí? A Azagoth no le va la mierda gay. Lo he intentado. Realmente no había nada peor que un ángel caído cuando se trataba de crudeza. Pero sí, Reaver se había visto obligado a ir a Azagoth para poder entrar. ¿Qué precio podría extraer el Reaper?, estaba aún por determinar. —No importa cómo llegué aquí. Supongo que no tienes una nueva residente llamada Gethel. —¿Está caliente? —Ante la llana mirada de Reaver, Hades puso los ojos en blanco—. Está bien. Ninguna Gethel. Maldita sea. Entonces aún estaba viva. Y quién sabe los problemas que ella podría causar en el ámbito humano en el momento que Reaver regresara.

olvidada en la nieve—. Su cuerpo está en la caverna detrás de mí. Su mente... No sé dónde se encuentra.

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—¿Reseph? —La mirada de Hades se volvió dura y fría como una cuchilla

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—Siguiente pregunta. ¿Dónde está Reseph?

Reaver se dirigió hacia la entrada de la cueva, una boca abierta de dientes ensangrentados y chorreando. Un gruñido malvado detuvo a Reaver. —Dile a eso que me deje pasar, Hades. Hades apareció al lado de Reaver. —Ingresar no es el problema, ángel. Se trata de salir, esa es la trampa. —¿Por qué mantienes a Reseph ahí dentro? —Dolor máximo. Órdenes de Azagoth. Lo entenderás cuando lo veas. Él no es un alma como las que ves a tu alrededor. Él no puede volver a nacer. Es como siempre fue. Menos la cordura. —Así que una buena noticia atenuada por las malas. —¿No es siempre de esa manera? —Sí, Caído, lo es. —Reaver entró en la cueva, y al instante lo envolvió en el olor fétido de la podredumbre. Se abrió camino en torno a los cadáveres a medio comer... que no estaban realmente muertos. En el Sheoul-gra, nada moría. Los seres sufrían hasta que —y si— renacían en otro cuerpo. Evidentemente, las criaturas de aquí no podían salir y estaban siendo digeridas lentamente. Siguió caminando, los gemidos de las víctimas levantandose desde el blando, y empapado suelo de sangre. Por delante, los gritos atravesaron el aire, y erizó el vello de la nuca de Reaver. Lanzándose a caminar más deprisa, ya no trató de evitar los cuerpos retorciéndose debajo de él. Sus botas crujían sobre las costillas, extremidades y cráneos.

que debería haber utilizado.

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Cuando por fin vio al Jinete, se dio cuenta de que problema no era la palabra

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Por delante, Reseph estaba en problemas.

Reseph estaba agachado en el suelo en un charco de lo que probablemente era su propia sangre, sosteniendo su cabeza y gritando. Uno de sus ojos había desaparecido, y se hizo evidente que el mismo Reseph se lo había quitado. Otro grito brotó de la boca del Jinete, y se echó hacia atrás en una pared de piedra con tanta fuerza que salpicó sangre y Reaver escuchó los huesos quebrarse. —Sangre... tanta sangre... garras, patas, cabezas... joder... Yo los jodí... lágrimas, gritos, oh, mierda... el dolor... —El balbuceo de Reseph fue interrumpido por más gritos, más lanzamientos contra la pared, y más desgarros de su propio cuerpo. —Reseph. —La voz de Reaver era apenas un susurro ahogado por la emoción. Había odiado a Peste, se había preguntado cómo se sentiría al ver a Reseph otra vez, y ahora lo sabía. Esto... dolía—. Reseph. Jadeando, Reseph dirigió su mirada sobre Reaver. La confusión brilló en las profundidades inyectadas en sangre, y luego horror. Reseph rodó hacia atrás en una disputa, deslizándose a lo largo de la pared para escapar. —No —dijo con voz áspera—. No. Huesos rotos y vísceras desgarradas... Reaver se abalanzó, agarrando al Jinete de los hombros y le obligó a que se calmara. —Hey. Detente. Soy yo, Reaver. —No... no. Yo… —Reseph se apartó bruscamente hacia atrás, tratando de escapar, pero Reaver lo agarró más fuerte—. Te he hecho daño. Herí... a tantos. —No fuiste tú, Reseph. Fue Peste. Reseph se agarró la cabeza y se dejó caer en sacudidas espasmódicas hacia la

Las cosas que estaría viendo el Jinete, los recuerdos que debía estar reviviendo... Reaver sólo podía imaginarlo. Debía ser bastante malo ver lo que

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—¡Haz que se detenga! ¡Haz que se detenga!

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pared.

Peste había hecho, pero saber que tú fuiste quien lo hiciste debía estar más allá de cualquier cosa que una persona decente podría manejar. Y Reseph había sido decente. Un juerguista mujeriego con una moral cuestionable, pero no había sido cruel. Las cosas que había hecho como Peste habían ido mucho más allá de cruel y completamente retorcido, enfermo y malvado en una escala nunca antes vista. Reaver envolvió a Reseph en sus brazos, usando su cuerpo para aliviar las luchas del Jinete. Era como tratar de abrazar a un toro de rodeo. —Destrúyeme —gimió Reseph—. Termina conmigo. El corazón de Reaver no pudo soportar más. —No puedo. —Reaver no podría sanarlo, no podría disminuir el dolor. Pero había algo que podía hacer. Reaver arrastró a Reseph a sus pies y golpeó la palma de su mano en su frente—. Adiós —susurró—. Sé feliz. En un destello de luz plateada, Reseph desapareció. Podría el reino de los humanos recibirlo como un recién nacido. Le había costado cada pizca de energía a Reaver hacer lo que acababa de hacer, y ahora, agotado, se dejó caer de rodillas, con la cabeza inclinada, su entrecortado aliento dolorosamente entrando y saliendo de sus pulmones. Azagoth había permitido a Reaver mantener su poder cuando entró al Sheoul-gra, pero ahora Reaver estaba vacío y no había forma de repostar aquí abajo. Era un blanco fácil para cualquier demonio que apareciera. Lo que fuera que le pasara, probablemente no sería nada comparado con lo

relativas a un Jinete que había sido enviado al Sheoul-gra. —¿Qué demonios has hecho? —La voz de Hades retumbó por la caverna. No acababa de entenderlo—. ¿Dónde está Reseph?

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descubierta. Aunque en realidad, había una gran cantidad de fisuras en las normas

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que le esperaba cuando su enorme violación de las normas de Vigilante fuera

—Lo he destruido —gruño Reaver. Era una mentira, pero la verdad no era una opción. Para cualquier persona. Y nadie podía saber que Thanatos había utilizado la daga incorrecta para matar a Peste. Irónico, ¿no?, que Thanatos había estado buscando una forma de reparar el Sello de Reseph durante tanto tiempo, y al final lo había encontrado sin siquiera saberlo. La daga Liberación para reparar, la daga Ajenjo para matar. —Mmm... —Hades se puso en cuclillas delante de Reaver—. No te creo. De cualquier manera, Azagoth va a tenerte para la cena. Ver sufrir a Reseph era un serio grano en su culo. —Miró a Reaver como si lo estuviera calibrando para esa cena... que resultó ser el caso—. Alas de ángel a la parrilla. Mmm... —Apoyó un dedo en el pecho de Reaver y lo derribó—. Y parece que alguien está todo sin energía Celestial. ¿Sabes en la cantidad de problemas que estás en este momento? —Supongo que es una pregunta retórica —dijo Reaver, mientras se levantaba para sentarse contra la pared que Reseph había utilizado para castigarse. —Un poquito —coincidió Hades. —Supongo que no puedo convencerte de que me saques de aquí. Hades se pasó la mano por la firme cresta azul. —¿Fuera de la cueva? Puede ser que sea mejor quedarse aquí. Si sales, estarás a merced de los cientos de miles de demonios y humanos malvados a quienes les encantaría turnarse para torturarte hasta joderte. Literalmente—. Hizo una pausa.

—Fuera del Sheoul-gra, idiota —gruñó Reaver. —¿Idiota? Eso estuvo un poco fuera de lugar.

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lentamente. Muy doloroso.

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—Por otro lado, si te quedas aquí, te espera una eternidad de ser digerido

Suspirando, Reaver sacudió la cabeza contra la pared. Debería haber sabido que Hades jugaría con él. Azagoth le había advertido también. Por supuesto, Azagoth había estado lleno de advertencias. Quédate sin poder, y estarás impotente en el Sheoul-gra y atrapado allí para siempre. No expongas tus alas a menos que desees iniciar un motín. Muchos ya saben lo que eres. No dejes que nadie consiga una pluma. Una pluma de ángel solo podría dar a un demonio el poder de reencarnarse antes de tiempo. Si quedas atrapado en el Sheoul-gra, no te salvaré. Si alguien viene a rescatarte, más le vale que yo esté de buen humor, y tenga algo increíble para ofrecerme, o no ingresará. Azagoth era tan zopenco. Pero Reaver supuso que si hubiera sido relegado a este ámbito deprimente, donde sus únicos placeres provenían de lo que podía negociar, podría ser un zopenco, también. —Mira, este es el asunto, ángel. —Hades se sentó a horcajadas sobre las piernas extendidas de Reaver y lo miró directó a la cara—. Me agradan los Jinetes. Hemos intercambiado favores durante siglos. Limos envía helado. Eres su Vigilante, y les gustas. Por eso quiero ayudarte. —Palmeó la mejilla de Reaver no muy suavemente—. Por otro lado, eres un ángel en mi casa. Si tan sólo sales como si nada de aquí y te dejo ir, perderé mucho respeto. ¿Lo entiendes, verdad? Por desgracia, lo entendía. Hades negó con la cabeza, casi como si realmente lamentara la situación. —Tengo que hacer de tu vida un infierno, Reaver. No me imagino cómo, lo juro. Pero no me has dado otra opción. —Le dió una palmada en el hombro—. No te preocupes, voy a correr la voz a los Jinetes para que te rescaten.

—Creían que su hermano estaba muerto, y por ahora, al menos, era lo mejor.

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—No lo hagas. No pueden saber que yo estuve aquí o que vine a ver a Reseph.

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Reaver se lanzó hacia adelante, agarrando a Hades por la garganta.

Sonriendo, Hades presionó el agarre de Reaver, y Reaver supo entonces que el hombre disfrutaba del dolor. —Si no contactamos, limita tus opciones para rescate, ¿no es así? Así es. No podía obtener ayuda de los ángeles —incluso si alguno estaba dispuesto a tratar de conseguir pasar por Azagoth y atravezar el Sheoul-gra, él no quería que nadie supiera por qué había venido. Reaver había tomado recuerdos de Reseph y lo derribó en medio de la nada, con la esperanza de que él pudiera encontrar una nueva vida. El Jinete todavía era parte de la profecía Bíblica, y lo necesitaban entero —y cuerdo. Reaver esperaba que unos pocos cientos de años como una persona normal haría mucho para curar el daño en su mente, lo que disminuía el dolor al recordar. Reaver no quería que nadie se entrometiera con ese proceso delicado. Nadie podía saber dónde estaba Reseph, y él no confiaba en sus hermanos ángeles, no para encontrarlo, devolver sus recuerdos y verlo sufrir por todo el daño que había causado a la humanidad. La sonrisa de Hades se desvaneció, pero el brillo divertido en sus ojos no lo hizo. —No te preocupes, ángel. Nos divertiremos juntos. No muerdo. Mucho. —Él se levantó de encima de Reaver—. Espero que lo que sea que hayas hecho con Reseph valiera la pena, porque ya avisé a alguien que va a estar muy interesado en saber que estás atrapado aquí. Bueno, esto no podía ser bueno. —¿Quién? —Pero luego se dio cuenta que no tenía necesidad de preguntar—.

Sí, a ella le encantaría, es cierto. Porque no había nada que el ángel caído de alma-oscura amara más que la tortura.

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—Oh, vamos, Reaver, a ella le encantará verte.

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Bastardo de cabello azul. Avisaste a Harvester, ¿verdad?

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Torturar a Reaver.

Cuarenta y uno

G

racias a la increíble habilidad curativa de Eidolon, una semana después de dar a luz y ser declarada muerta, el médico demonio de Regan le dio el visto bueno a su salud... y la luz verde para tener sexo.

Lo cual era genial, excepto que Thanatos no parecía interesado. No es que no hubiera sido la definición misma de atento, protector y cariñoso desde el momento en que la trajo de regreso a la fortaleza. Pero también estuvo esquivo cuando ella trató de hablar de algo serio o íntimo, o cuando intentó llegar a algo físico. Había insistido en que Eidolon certificara su salud, pero tenía la sensación de que era una táctica de retraso, que fue más por evitar el sexo que otra cosa. No lo había enfrentado al respecto —diablos, ella había estado demasiado ocupada con el bebé para hacer gran cosa, pero hoy iba a obtener algunas respuestas de él. Después de librarse de los amigos y familiares, que habían venido para una celebración de nacimiento tardía para Logan Thanatos, el nombre de su padre y, obviamente, Than. Regan terminó de vestirse con pantalones vaqueros y un suéter, después revisó a Logan, que dormía apaciblemente junto a la cama en la cuna que Than había construido. Ella permaneció durante unos minutos más, lidiando con el pequeño pijama de camuflaje que fue un regalo de Kynan y Gem, asegurándose de que sus manitas estuvieran cubiertas con guantes y del doble control del monitor. Ella

nunca hubiera creído posible. Sonriendo hacia él, se frotó el cuello donde Thanatos la había mordido en su intento fallido para convertirla. Tal vez no la convirtió, pero su mordedura la había

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estaba allí, sino el conocimiento, y ella amaba al pequeño de una manera que

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había llevado la maternidad con mayor facilidad de lo que esperaba —el instinto

matado, lo que finalmente le permitió regresar. Nunca había pensado que estaría agradecida de tener colmillos marcados en la vena, pero ella lo repetiría en un santiamén. Aunque no sucedería algún tipo de mordida si Than ni siquiera tenía sexo con ella. Un dolor difuso le apretó el pecho, y luego desapareció antes de tener la oportunidad de saber lo que Thanatos había estado pensando. Ese fue uno de los efectos secundarios de su acuerdo con Azagoth —sus dolorosas emociones siempre se filtrarían a través de ella en lugar de a través de los tatuajes que había estado consiguiendo durante tanto tiempo. Al principio, sus recuerdos de los tatuajes Azagoth los había interpretado y tratado a través de ella, reduciéndola a lágrimas que ella escondió de Thanatos. Pero ahora habían desaparecido, y ella tendría que esperar a la próxima escena de muerte a la que él fuera atraído. Los heriría emocionalmente, pero ella y Thanatos lo trabajarían juntos. Tener su agonía emocional de vez en cuando era un precio muy pequeño a pagar por una vida con él y su hijo. Preparándose para el sonido de la fiesta, ella se unió a la multitud en la gran sala. La mesa de caballete estaba cubierta de comida, y un barril lleno de hielo había sido fijado para enfriar botellas de cerveza y vino. Por el aspecto de las cosas, todo el mundo estaba satisfecho. Muy satisfecho. Wraith caminó hacia ella, con su rubia compañera vampiro, Serena, de su brazo. —Felicitaciones, Sigil. Si necesitas algún consejo sobre cómo criar un niño, yo estoy ahí para ti.

que Thanatos puede echar a perder un hijo tan bien como tú. —Lo dudo. —Wraith plantó un beso en el cuello de Serena, interrumpiéndolo cuando Thanatos le propinó un puñetazo en el hombro.

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de ese modo universal que decía, sí-cariño-te-compensaré—. Pero estoy segura de

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—Eso es muy amable de tu parte. —Serena le dio unas palmaditas en la mano

—Me alegro de que hayas podido venir. —Than echó el brazo alrededor de los hombros de Regan mientras observaba a la multitud—. Me alegro de que todos tus hermanos y hermanas pudieran venir. —¿Es una broma? —dijo Wraith—. Vosotros, Jinetes siempre montáis grandes fiestas. Además, suele haber una pelea. —Esta vez no, hombre. No esta vez. Wraith parecía decepcionado, pero se animó cuando Sin, con el cabello negro recogido en una salvaje cola de caballo, se acercó y les entregó a Serena y a él dos vasos de whisky. —Esta —dijo Sin con un guiño—, es la mejor forma de hacerlo callar. —Ella se puso seria volviéndose hacia Than cuando Wraith y Serena se unieron a otro grupo de personas. —Quería darte las gracias. A ti y a tus hermanos. —¿Por qué? —Porque empecé todo esto. —Ella cambió de posición y se lamió los labios claramente incómoda—. Fue culpa mía que el Sello de Peste se rompiera. Si vosotros tres no hubierais hecho todo lo posible para detenerlo, estaríamos viendo el fin del mundo. —Tú no rompiste el Sello intencionalmente, y fue un esfuerzo de equipo volver a arreglarlo todo de nuevo. —Than dedicó a Regan una sonrisa que provocó un extraño revoloteo en su interior—. El Hospital General del Inframundo, La Égida —todo el mundo ayudó a detener el Apocalipsis.

en el caos, aunque las tierras reclamadas por los demonios habían vuelto de nuevo a los humanos. Se necesitarían décadas para recuperarse.

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los gobiernos se habían derrumbado, y continentes enteros se encontraban todavía

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Había sido detenido, pero mucho daño ya estaba hecho. Gente había muerto,

Ares y Limos se acercaron y Cara y Arik con ellos, y el resto de los invitados se reunieron a su alrededor. Era tan extraño tener un grupo de personas alrededor de Regan con afecto genuino. Extraño pero maravilloso y Regan nunca había sido tan feliz. —La hora de los regalos —gorjeó Limos—. Ares y Cara tienen el mejor. Ares le frunció el ceño. —Hasta aquí la sorpresa. Ella se ajustó la flor anaranjada en su cabello, a juego con su coqueto vestido sin tirantes. —Confía en mí, sigue siendo una sorpresa. —Su mueca le dijo a Regan que podría no ser un regalo normal, como un corralito infantil o una mecedora—. Y para que conste, yo no quiero uno cuando tenga mi bebé. Bueno, eso llamó la atención de todos. Especialmente la de Arik. Que perdió mucho color. —¿Estás... somos... —No. —Ella agitó sus pestañas hacia él—. Pero tal vez esta noche. Thanatos y Ares gimieron. —No sigamos por ahí —dijo Ares, y Arik asintió con vehemencia. —Así que... —Cara se interpuso, sin duda para salvar a Arik de una situación muy incómoda—. ¿Quieres tu sorpresa ahora?

—Por supuesto. Vamos a ver.

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—Ah... —Thanatos se frotó la mano por el rostro, pero Regan se echó a reír.

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—Esto va a ser divertido. —La sonrisa de Ares era francamente diabólica.

Cara salió corriendo, y un minuto después regresó con un bulto negro retorciéndose de Sabueso del Infierno en sus brazos. —Cada niño necesita un perro. Regan no estaba segura de qué decir. Querían darle a su bebé un animal demonio que devoraba a la gente. Un tiburón de tierra peludo. Era suficiente para que quisiera hiperventilar. —Eso no es exactamente un perro. —Than observó al cachorro con cautela. —Tienes razón —dijo Cara—. Es un perrito inofensivo. Peste mató a su familia, y necesita una nueva. Si él se vincula a Logan, confía en mí, tendrá el mejor protector durante toda su vida en el planeta. Regan miró a Hal, que nunca se movía del lado de Cara a menos que ella le pidiera que se fuera con Ares. Velcro, el Sabueso del Infierno que había custodiado a Regan, también estuvo atento e intimidante, y bueno, eso sonaba muy bien. Podrían llamarla madre sobreprotectora, pero Regan se quedaría con un guardián para su hijo que se comiera a cualquiera que intentara hacerle daño. Dios, que familia extraña a la que pertenecía ahora. Pero era una familia y era suya. —Oh, bueno —dijo Wraith—. ¿Cuántos de esos tienes? Mi hijo quiere un perro. O un oso. La conversación giró en torno a los cachorros de Sabueso del Infierno y niños, y Regan se retiró de ella, queriendo atrapar a Kynan antes de irse. Estaba solo, de pie junto al barril de cerveza, velando por todos, pero su

de la pared contra la que había estado apoyado y le dio un abrazo. —Nunca te he visto tan bien —dijo—. Los Jinetes se llevan bien contigo.

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cabeza estaba junto con su hermana gemela, Tayla. Cuando vio a Regan, se apartó

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mirada se mantenía a la deriva con el calor posesivo hacia su esposa, Gem, cuya

—Extraño, ¿verdad? —ella le robó una mirada a Thanatos, que fue tan hermosa, que la dejó sin aliento. Estaba segura de que iban a echar un polvo esa noche—. ¿Ky? Quiero estar ahí para ayudar a reconstruir y reunificar la Égida. Kynan sonrió con tristeza. —La Égida ha desaparecido, Regan. Esto ha estado sucediendo desde el día en que Tayla conectó con el jefe médico del Hospital General del Inframundo. Lo que ella puso en marcha cambió el curso de la Égida, y esta rotura ha estado próxima durante mucho tiempo. —Entonces, ¿qué estás diciendo? ¿Eso nos deja a Lance y a los demás solos para recomponer la Égida y funcionar en ella? Eso es mentira. —También estaba el hecho de que ella todavía tenía una cuenta pendiente con esos cabrones. Bueno, si Thanatos no llegaba a ellos primero. Esta vez, la sonrisa de Kynan cegaba. —Es una jodida mierda. Por eso digo que podemos rescatar —el conocimiento, los bienes, los Guardianes que compartan nuestra filosofía— y construir nuestra propia organización. Nuevo nombre, nueva declaración de objetivos. La Égida se queda atrás. Yo digo que nosotros sigamos adelante. La idea era aterradora. Dejar de lado todo con lo que había crecido y comenzar de nuevo le daba escalofríos. Pero lo que no le daba era el loco deseo de organizar la habitación o comer hasta que estuviera a punto de estallar y luego tirarlo todo. Vaya. Bueno, eso era nuevo. Y se sentía histéricamente impresionante. Esperó al impulso de contar o accionar un interruptor de la luz tres veces o algo así, pero

estrés. Había superado una etapa en alguna parte entre ser secuestrada y ser asesinada, y no era gracioso ver cómo el trauma definitivo hacía parecer todo lo demás tan trivial.

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Sus ojos le escocían por la constatación de que no había tenido TOC ante el

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nop, no pasó nada.

Oh, ella no dudaba de su TOC sería una labor en progreso, pero Thanatos y Logan le habían dado una estabilidad muy necesaria, y morir le había dado una muy valiosa perspectiva. No podía controlarlo todo, y no lo necesitaba. La vida era complicada e imprevisible, y aprender a lidiar con los golpes era parte de sobrevivir. Ella asintió con la cabeza. —Yo digo que tienes razón. —Sus dedos encontraron el monitor de bebé portátil que había guardado en el bolsillo—. ¿Esta nueva organización permitirá licencia de maternidad? Porque no voy a dejar a mi pequeño lejos de mi alcance durante un tiempo. Ky se inclinó y la besó en la mejilla. —Lo tienes, chiquilla. Llámame la próxima semana, y nos reuniremos con Decker, Arik, Tayla y Val. Conseguiremos que funcione. —¿Ky...? —¿Sí? Ella se mordió el labio inferior durante un segundo, indecisa por contárselo. Finalmente, ella soltó: —He perdido mi don de succionar almas. ¿Todavía me quieres si no lo tengo… —Hey. —Él la cogió por los hombros y bajó la cabeza para dirigirle su superseria mirada Kynan—. Siempre has sido valiosa para la Égida, con habilidades especiales o no. No me di cuenta del profundo rencor que tenían algunos de nuestros miembros, o habría intervenido, y nunca me perdonaré por no prestar

autoestima. Así que olvídalo. —Él guiñó un ojo azul oscuro—. Ellos están lamiendo sus heridas del fracaso tras los muros de su castillo, y tú salvaste al jodido mundo.

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que parecieras más importante de lo que ellos eran fue echando abajo tu

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más atención. Estaban celosos y la única manera que pensaron que podían evitar

Con una sonrisa, Kynan se fue, y todos los invitados comenzaron marcharse. Cuando solamente quedaron Ares, Cara, Limos, y Arik, se reunieron para un último brindis de champán. Ares levantó su vaso. —Por Logan Thanatos. Que crezca sano y fuerte y encuentre una pareja tan perfecta como las nuestras. —Inocentón —dijo Than—. Pero gracias, hermano. El tintineo de las copas sonó, y después de su primer trago Cara dijo con orgullo: —Rath ha dicho su primera frase. Arik arrastró a Limos contra él. —¿Qué ha dicho? Ares suspiró. —¿Cuáles son las tres frases pronunciadas con más frecuencia en nuestra casa? —¿Esta noche no, Ares? —sugirió Than. —Es curioso —gruñó Ares—. Cara nunca dice eso. —Podría hacerlo esta noche —murmuró ella Riendo, Limos dio unas palmadas. —Lo sé. ¡Hal! Perro malo.

Limos dejó el vaso sobre la mesa de la comida, y luego cogió a Arik e hizo lo mismo.

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fuera un demonio Ramreel adoptado. Ella estaba más que encantada.

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—Sí. —Cara sonrió como la más orgullosa mamá. No le importaba que su hijo

—Vamos —dijo ella, agarrando su mano. —¿A dónde vamos? —A casa. Ahora que el Apocalipsis está controlado me vas a dejar embarazada. —Arik se volvió ocho tonos de rojo, pero permitió que ella lo arrastrara a casa, y Ares y Cara los siguieron poco después, llevándose a Hal con ellos. Dejaron el cachorro, que colocaron sobre una manta bajo la cuna de Logan como si siempre hubiera pertenecido allí. Thanatos, sin embargo, parecía claramente incómodo cuando Regan comenzó a desnudarse. —Yo voy a ir a asegurarme de que mi personal no necesita ninguna ayuda para limpiar… —Oh, no, no. —Ella lo agarró por el brazo y le dio la vuelta para que la mirara—. Me has estado evitando todas las noches desde nació Logan, pero Eidolon me dio luz verde y no usarás esa mierda otra vez. —No sé de qué estás hablando. —Mentira. Me ayudas a meterme en la cama y luego pones alguna excusa para salir de la habitación, y no vuelves hasta que me duermo. ¿Por qué? —Cuando él apartó la mirada, ella agarró su barbilla y le obligó a mirarla—. ¿Por qué? —Joder, Regan… —¿Por qué? —Ella fue más insistente esta vez, y lo suficientemente fuerte para que tanto Logan como el cachorro gimieran. Con una voz más silenciosa, agregó—:

—¿Estás bromeando? Me salvaste la vida.

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—No —dijo rápidamente—. Oh, diablos, no. Soy yo. Yo... te ha fallado.

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Por favor, Than. No te cierres a mí. ¿Qué te preocupa? ¿He hecho algo mal?

—Después de matarte. Y ahora estás atrapada sintiendo lo que siento. Azagoth se llevó catorce de mis tatuajes más importantes... lo que tienes que estar pasando... Ella puso su mano en su pecho, sintiendo los latidos del corazón contra su palma. —¿Qué sientes? Durante un instante él no parecía comprender la pregunta. Finalmente dijo con cautela: —Nada. Recuerdo cada una de las escenas más claramente que antes, pero el dolor emocional ha disminuido tanto como cuando tenía los tatuajes. Al principio, después de que Azagoth se llevara los tatuajes, el dolor era terrible, y yo sabía que era terrible para ti también. Te vi llorar, Regan. —¿Y por eso has estado tan distante? ¿Te sientes culpable? —Ante su asentimiento compungido se arrojó sobre él, envolviéndose a su alrededor con tanta fuerza que él aspiró aire—. No lo hagas. No vuelvas a sentirte culpable por eso. Estoy acostumbrada a experimentar emociones que no me pertenecen. Lo mismo sucede cuando toco la tinta de los pergaminos. Siempre es así. Intenso durante algunas horas, y después de filtrarlos desaparecen y lo único que me quedan son los recuerdos. —¿Pero no las emociones que van con ellos? Al levantar la mirada, ella negó con la cabeza. —Eso es normal, Thanatos. Has estado alejando tu dolor durante tanto tiempo con los tatuajes que no recuerdas lo que se siente al ser... humano. Puede tardar un

de su severa mandíbula, disfrutando del modo en que su tensión disminuyó gradualmente—. Los dos tenemos que aprender a lidiar con nuestras emociones, a

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pasar por ello. Nos ayudaremos mutuamente a atravesar esto. —Ella trazó la línea

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tiempo, pero el dolor se alivia siempre. Ya lo verás, y yo estaré ahí para ayudarte a

controlar mi TOC, y que tú funciones como la persona que estás destinado a ser. Estoy contenta de compartir tu dolor, así que por favor no te preocupes por mí. Than sacudió incrédulo su cabeza. —Todavía no sé cómo puede parecerte bien esto. Rodando sus ojos, ella suspiró dramáticamente. —Vaya, es un gran sacrificio. Mmm… ¿Preferiría estar muerta o estar viva con un hermoso hijo, una amorosa familia y amigos y... bueno, tú. —Sí —gruñó él—. Acerca de eso. —Su corazón tartamudeó mientras se dejaba caer sobre una rodilla—. Cásate conmigo. —Su profunda voz tenía un gorjeo emotivo que a ella le llegó hasta la médula—. No tengo un anillo y no estaba preparado como debería haber sido, pero no sabía cómo ibas a reaccionar y soy un enorme gallina y… Ella lo interrumpió con un dedo en los labios mientras se dejaba caer de rodillas delante de él. —Sí. Con una condición. —Lo que sea —dijo con voz ronca. Inclinando la cabeza, ella arrastró su dedo por su garganta, directamente sobre el lugar donde Than la había mordido. —Tú me das todo. Tus emociones, tu temperamento, y tus deseos. Tu hambre ya no será una carga para ti. —Regan… —El gruñido de advertencia en su voz hizo que se le precipitara la

Lo prohibido, las traviesas imágenes del vampiro porno le pasaron por la cabeza.

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alargaron, provocó una respuesta aún más caliente en su centro—. ¿Estás segura?

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sangre caliente a zonas erógenas que no sabía que tenía. Y cuando sus colmillos se

—Estoy segura. —Sus dedos impacientes encontraron la bragueta de sus pantalones—. Estoy tan segura… Tras una ráfaga borrosa, la tenía con la espalda en el suelo, su pesado cuerpo sobre ella. Le arrancó la ropa como si estuviera hecha de papel de seda, y luego él comenzó a besarla de esa manera suya por todo su cuerpo, sus colmillos raspando su piel, su lengua calmando los eróticos rasguños. Separando sus piernas, jugueteó por el recorrido de su pelvis, con un cuidado exquisito cuando llegó a la sensible piel de los pliegues en los muslos internos. Él lamió su camino hacia el interior, manteniéndola firme cuando ella se retorcía, igualmente avergonzada y necesitada, tratando de escapar de su boca y ponerlo donde ella quería. Ella no podía decidir qué deseaba más, pero cuando su lengua se deslizó hasta su centro, la decisión fue hecha. Su gemido se unió al suyo mientras él la lamía de nuevo, esta vez más despacio, dejando que la parte plana de su lengua se arrastrara por su raja. —Podría hacer esto durante horas —susurró, su aliento caliente acariciando la carne tan sensible que ella se arqueó. Qué curioso que los dos fueran tan novatos en el sexo, pero a la vez tan impacientes. Y Dios, él era tan bueno. El arte erótico de vampiro le había enseñado una cosa o dos, seguro. Entonces, él se zambulló en su tarea de lamer, chupar y besarla en ese lugar privado con tanto cuidado que estuvo a punto de echarse a llorar. El placer rugía a través de ella, ardiente y dulce, y luego la habitación empezó a girar y ella comenzó a gritar su nombre. Antes de que ella colapsara completamente, él estaba sobre ella, besándola en la boca, con su sexo ubicado en su entrada.

llenándola. Completándola cuando ella ni siquiera sabía que le faltaba una parte.

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desprevenido y no cambiaría nada. —Se deslizó dentro de ella con un gruñido,

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—Te amo —susurró él contra sus labios—. Te quiero. No te vi venir. Me pillaste

—Me has dado tanto, Thanatos. Tuve que perderlo todo para ver que ya lo tenía todo. —Ella se arqueó contra su empuje, el placer casi dejándola sin aliento—. Nunca me he sentido tan viva. —Tú me hiciste darme cuenta que estoy vivo. —Su voz era gutural, salvaje, tan jodidamente sexy. —¿Thanatos? —¿Sí? —Muérdeme. Él sonrió, mostrando sus colmillos. —Lo tendrás, nena. Tendrás todo lo que quieras. A medida que su boca se posó sobre la garganta, el éxtasis alcanzó su punto máximo. No era sólo físico. Era mental. Emocional. Era una fusión perfecta entre el pasado, presente y futuro. El Apocalipsis había terminado, y el nuevo mundo, su nuevo mundo, estaba

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comenzando.

Cuando Jillian Cardiff encuentra un hombre —un hombre desnudo— tendido en la nieve, ella sabe que ha tropezado con algo más que un extraño necesitado... Él no recuerda nada de su pasado —ni siquiera su nombre. Pero una cosa está clara: si se queda con Jillian, la muerte, la destrucción y el Apocalipsis están en su

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futuro.

SOBRE LA AUTORA

LARISSA IONE Larissa Ione, una veterana de las Fueras Aéreas, ha sido meteoróloga, técnico en emergencias médicas y entrenadora de perros, pero nunca perdió la esperanza de dedicarse a su auténtica pasión, la escritura. Afortunadamente, hoy en día se dedica en cuerpo y alma a sus novelas, lo que es una bendición teniendo en cuenta la carrera militar de su marido. Vive de un lado a otro con su marido, un guardacostas de los Estados Unidos, su hijo y, como amante de los animales que es, unas cuantas mascotas, aunque siempre ha considerado que su autentico hogar se encuentra en la costa del

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Pacífico Noroeste.

Próximo Libro

Rogue Rider Jillian Cargiff llegó a esta remota ciudad montañosa para olvidar el ataque de demonio que casi la mata. En cambio, ella rescata —y se enamora— de un magnifico extraño que no recuerda más que su nombre. Guapo, encantador, y protector, Reseph parece ser la clase de hombre en el que Jillian puede confiar. Pero con matices de una historia perturbadora, él también puede ser la clase de hombre que puede resultar muy peligroso. Reseph no puede recordar de donde proviene,

ni

porqué

apareció

misteriosamente en la vida de Jillian, pero lo único que sabe es que quiere quedarse. Sin embargo, cuando los vecinos de Jillian son asesinados y unos cazadores de demonios acuden al lugar, Reseph teme estar poniendo en peligro a Jillian. Y una vez que descubre que Reseph es también Peste, el Jinete responsable de devastar el mundo con la muerte y la destrucción, él y Jillian deberán enfrentarse al mayor de los retos: ¿podrán olvidar los horrores de

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un pasado escalofriante para salvar el futuro que tanto desean?

¡Visítanos!

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http://moonlightvampireclan.blogspot.com.ar/
Ione, Larissa - Lords of Deliverance 03 - Lethal Rider

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