Mi Chica - Celia Terrones

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Mi chica CELIA TERRONES

INFO ABOUT RIGHTS 1306135269305 www.safecreative.org/work

Para mamá. Sólo vive el que sabe.

CONTENIDO Agradecimientos I 1

Capítulo 1

1

2

Capítulo 2

8

3

Capítulo 3

14

4

Capítulo 4

18

5

Capítulo 5

22

6

Capítulo 6

26

7

Capítulo 7

29

8

Capítulo 8

36

AGRADECIMIENTOS Gracias a Gisele Maza, la foto que inspiró esta historia era hermosa, espero que te guste, ¡Y gracias por prestarme tu nombre! Gracias a Lizeth Flores y mi familia online que siempre están ahí incluso en los días en que (temporalmente) odio las computadoras. Gracias a las chicas sin medidas, incondicionales siempre. Una parte de mi corazón es suya. Gracias a todas las lectoras que de nuevo dan una oportunidad a mis historias y para los que lean por primera vez, espero que sigamos compartiendo letras.

i

CAPÍTULO 1 Voy a llegar tarde, voy a llegar tarde, voy a llegar tarde.

La frase se repetía en mi cabeza continuamente, traté de cambiarla por un pensamiento mucho más optimista pero no lo logré, aún estaba medio dormida, corría por la calle lateral de la escuela, mi falda se metía entre las piernas, sentía un sudor pegajoso en mi cuello y espalda, esa sensación a primera hora de la mañana incluso cuando no ha pasado la primera clase era horrible, mi cabello se cruzó por mi rostro y soplé para alejar los mechones mientras llegaba a la esquina, sentí un tremendo alivio al observar a los siempre presentes autos frente a la entrada y los estudiantes corriendo para llegar a los salones al pase de lista. Troté un poco más, con la respiración o la falta de ella, evidenciando mi falta de condición física y sentí como si hubiera terminado un maratón cuando cruce la entrada, el

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vigilante en la pequeña caseta que revisaba que todos portáramos correctamente el uniforme pareció divertido al verme, fruncí el ceño y seguí caminado hasta que pudo observar mi reflejo en una de las ventanas de las oficinas administrativas. Mi cabello estaba tan revuelto por el aire que parecía una peluca de película de terror, me pasé los dedos por las puntas que caían por mis hombros y seguí caminando hacia el salón de clases que para mi desgracia estaba subiendo las escaleras. Odiaba quedarme dormida en el autobús, casi siempre escuchar la música de mi reproductor era suficiente para permanecer alerta y bajarme en la parada a dos cuadras de la preparatoria. Llegué hasta el salón y miré al cielo entre agradecida y molesta, el maestro de Biología no había llegado, lo cual era bueno pero provocaba que todas mis prisas hacia ese instante perdieran su brillo victorioso. Saludé con la mano a Bere, Fabiola y Lily, eran lo más cercano a una amistad que tenía en la escuela, en la descripción más básica de la palabra, ya que Diana, mi mejor amiga desde primaria acababa de mudarse a España, carecía de BFF por ahora, al menos sin una conexión de internet de por medio. El maestro seguía sin aparecer y eso me dejó el tiempo suficiente para divagar sobre mi atropellada mañana, miré 2

los otros salones, tratando de adivinar si en alguno de ellos estaría el chico del autobús. Él habría podido decir algo, yo lo hubiera hecho. Cuando me subí al transporte público él estaba sentado en el lado de la ventana, solo había dos lugares disponibles, el del pasillo a su lado y en la parte de atrás, éste último aseguraba un dolor de espalda inminente, me senté junto a él, tratando de que no me importara que su costado chocaba con el mío, los asientos del autobús estaban hecho para chicas delgadas, a veces compartir el espacio con otra persona rompía la burbuja personal. Había notado de reojo que él llevaba el uniforme de la escuela, no recordaba haberlo visto anteriormente y no podía mirarlo fijamente, era lo suficientemente guapo para saber que si me le quedaba mirando era por su atractivo. Debía ser alto porque sus rodillas chocaban con el asiento de enfrente lo cual me resultó divertido y no pude evitar soltar una risita que mi mamá siempre decía que era contagiosa, él me miró y yo reí más. Ahora que lo pienso, que no me avisara que era la parada debió ser su venganza, me había quedado medio dormida al punto que cuando él me pidió permiso para salir del asiento, solo me hice a un lado y miré su espalda antes de reaccionar varios segundos más tarde cuando el autobús ya había avanzado al menos una cuadra, el chofer, todo un amor, me había bajado hasta la siguiente parada después 3

de dos cuadras y media más.

Parpadeé cuando el murmullo de mis compañeros de clase comenzó a ser lo bastante alto como para anunciar algo importante, miré hacia el frente y me ahogué con mi saliva, tosí varias veces, Luis, el chico a mi lado en la siguiente fila me dio dos palmadas en la espalda sin ninguna delicadeza. -Lo siento, mi síndrome de Munchausen, ya saben-, todos se rieron, era lo que se esperaba de mí. El maestro me miró negando con la cabeza y medio sonriendo de forma paternal mientras que ÉL mostraba una sonrisa de mil voltios.

El chico del autobús.

-Buenos días, antes de comenzar la clase, les presento a su nuevo compañero de clase, su nombre es Dag Romero, acaba de mudarse, les pedimos que lo ayuden para que se adapte lo más pronto posible al semestre. El murmullo pasó a ser casi ensordecedor, el maestro pareció no darse por enterado y comenzó a escribir en el pizarrón. Traté de no mirar al nuevo y observé a mis compañeros, las chicas estaban casi vibrando de emoción, la entrada de alguien nuevo no era muchas veces vista, todo era más 4

emocionante si ese alguien parecía alto, atlético y con un rostro atractivo, pestañas que cualquier chica envidiaría adornando unos hipnóticos ojos chocolate, todo un modelo. Fabi alzó las cejas emocionada y yo me reí, antes de que Lily señalara hacia mí, tardé varios segundos en entender, oh, oh. Por cosas del destino o quizás solo simple suerte, había en el salón dos sillas vacías que el chico nuevo podía ocupar, una estaba detrás de mí, la otra frente al escritorio del maestro, cualquier estudiante de preparatoria que se preciara de ser al menos un poco respetable huiría de este último lugar. Dag no fue la excepción, ante la mirada ávida de todos, sonrió y se sentó tras de mí.

Genial, ahora tendría una vista en primer plano de los nudos que seguro tendría mi cabello en la nuca.

-Hola-, escuché que alguien le hacía conversación y traté de

desconectarme

de

las

interminables

charlas

de

presentación. El maestro llamó por nuestra atención y la clase siguió a pesar del estado de excitación de todos los presentes.

Si bien no me sentaba en el lugar cercano al escritorio del maestro en turno, era la más cercana a ellos al tener el 5

nombramiento de jefe de grupo, en realidad me gustaba el pequeño trabajo que conllevaba, los anuncios, la logística. Cuando llegó el receso después de tres clases, dos de Biología

y una

de

Inglés,

todas

estábamos medio

enamoradas del chico nuevo, digo todas porque yo no era de plástico, sabía que era la novedad, lo más probable es que la siguiente semana él pareciera tan normal como todos los demás chicos, los que lo veían ahora como una especie de ejemplo al cual imitar. Volviendo al punto, Dag tenía ciertos trucos bajo la manga, hablaba inglés fluidamente y según él era divertido hacerlo con acento británico. Salí del salón de clases, me disculpé de Fabi y las chicas cuando me llamaron emocionadas para que me reuniera con ellas y seguramente hablar de la novedad, casi me quede, porque hubiera sido divertido oírlas, al final ganó mi necesidad de terminar el libro que había estado leyendo durante semana.

Las clases llegaron a su fin y antes de irme fui a la oficina de Control Escolar para preguntar si ya tenían noticas sobre la convocatoria para las becas estudiantiles. Me di la vuelta con los formularios en la mano y casi choco con el chico del autobús. Quizás debía dejar de llamarlo así. 6

-¿Siempre andas deprisa? -La vida es corta, eso dicen ¿no?-, logré contestar mientras daba un paso atrás, burbuja personal, burbuja personal. -Pues deberías de tomar un descanso, eso evitaría que te durmieras en lugares poco apropiados. Argumentó y entró a la oficina dejándome con la boca abierta y mi mano arrugando los papales que sostenía. Caminé hacia la parada hablando entre dientes todo el camino.

Corrección, mi enamoramiento por el chico nuevo terminó el mismo día que comenzó.

Me senté en la banca del transporte público a esperar y miré los coches pasar durante el tráfico de medio día. Algo tocó mi hombro y alcé el rostro para verlo a mi lado. -Lo siento, no debí burlarme de ti-, dijo pero aún parecía que lo estuviera haciendo. Me encogí de hombros. -¿Cómo te llamas?-, preguntó y yo volví a mirarlo, viéndolo ahora, el sol hacia parecer casi rubio su cabello. -Gisele. -Bonito nombre -Le diré a mi mamá tu cumplido cuando la vea, a fin de cuentas ella es la que me lo puso. 7

Dag se rió, un sonido que me gusto, mucho. -Parece que te gusta hacerte la chistosa.

Volví a encogerme de hombros, en realidad me gustaba, hacer reír a la gente hacía mejor la vida, aunque también me había acostumbrado al tópico de ser la chica graciosa, esa que es medio gordita, medio simpática, no precisamente el centro de nadie pero si en la periferia de todos. Nos quedamos callados durante un buen rato, al principio deseé que el autobús pasara rápido pero después me relajé, en realidad no era un silencio incómodo. El camión llegó y Dag subió detrás de mí, me senté en el primer asiento que encontré al lado de una señora mayor y él fue a la parte trasera, cuando bajé después de unos quince minutos de camino él ya no estaba.

Llegué a casa y dejé la mochila en mi habitación mientras comenzaba a medio recoger, medio bailar por la sala, preparé una sopa de arroz y bistec y comencé a hacer la tarea. Mi mamá era enfermera en el Centro de Salud, sus turnos eran alternados, cuando llegó después de la cinco de la tarde, le sonreí y ella se sentó a mi lado mientras me preguntaba sobre mi día.

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Por la noche mientras me daba el cepillado número treinta en el cabello recordé el sonido de la risa de Dag y sonreí, quizás no fuera a decírselo a nadie pero aún estaba un

poquito

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atontada.

CAPÍTULO 2 Una mano conocida me puso la taza de leche con café frente a mí y yo le sonreí aun sintiéndome un poco inestable, mi cabeza ansiaba de nuevo estar sobre una superficie plana, la mesa se miraba lo suficientemente lisa, tomé un sorbo del líquido caliente sintiendo como viajaba por todo mi cuerpo, aunque sabía que era imposible, me gustaba pensar que mi bebida favorita animaba a todas las células que me conformaban, una especie de gasolina solo para mí.

-¿Has hablado con Diana esta semana?-, la voz de mamá atrajo mi atención Negué con la cabeza, extrañaba mucho hablar con ella, era mi más íntima confidente, pero el distanciamiento suele suceder cuando hay varios miles de kilómetros de distancia entre las personas, habíamos prometido que no dejaríamos de

escribirnos,

ya

tenía

preparado un 10

gran

correo

contándole todo sobre mi día a día, desgraciadamente no había tenido tiempo para ir a la plaza comercial y disfrutar de internet gratis. -Voy a tratar de pasarme mañana por Centro Cosmo-, dije con la voz aun pastosa por el sueño. Mamá sonrió un poco y miró su café mientras comía su concha de chocolate. -Espero de verdad que pronto podamos contratar el servicio. Negué con la cabeza y señalé los dos libros que había ido a pedir prestados a la biblioteca el fin de semana pasado. -No lo hagas mamá, ser uno de los pocos adolescentes que aún no han sido atrapados por el internet 24/7 me hace especial. Ella sonrió y volvió a tomar de su café. -Te quiero mucho, Gisele. -Y yo a ti mamá, le sonreí y mordí uno de los extremos de mi pan dulce. Decíamos esas palabras al menos una vez al día, habíamos aprendido a hacerlo cuando papá aún estaba con nosotras, él era una persona alegre, llena de amor y de entusiasmo por la vida, el cáncer lo fue apagando poco a poco pero hasta el final, la mayoría de los días nos decía cuanto nos amaba y lo agradecido que estaba por haber tenido la oportunidad de querernos. 11

Tomé un poco más de mi gasolina personal y por fin sentí que el sueño se alejaba del todo de mi cuerpo, eran apenas las seis de la mañana, mamá tenía que salir al trabajo dentro de poco, casi todos los días ajustábamos nuestros horarios para comer juntas al menos una vez. -Podrías recostarte un rato más-, me dijo ella con una sonrisa mientras yo reprimía un bostezo. -Puedo ocupar el tiempo y avanzar con el libro. -¿Aun sigues con Hamlet? -Terminado, estoy con El perfume. Mi mamá frunció el ceño y luego chasqueó los dedos. -De ese han hecho una película hace poco, la veré y luego cuando termines el libro podremos tener un debate. Eso sonaba como un buen plan.

Cuando subí al autobús, él ya estaba allí, hace una semana que conocía a Dag, su popularidad solo iba aumentando más y más, no habíamos hablado desde nuestra conversación en la parada del transporte público. En la escuela no se podría decir que quisiera comenzar una conversación, estaba siempre entre varios chicos y chicas del grupo, quería tanto contarle a Diana mis impresiones acerca de este tipo que a veces maldecía que se hubiera mudado, repito, la extrañaba. No tuve que sentarme junto a él en el camión como la 12

primera vez, lo cual agradecí.

Me había cansado de escuchar los murmullos de todas hablando de lo perfecto que era, yo no lo describiría así, estaba bueno y era sumamente divertido cuando se lo proponía pero nadie era perfecto, las imperfecciones de las personas eran lo que te hace amarlas.

Para la tercera clase estaba deseado que llegara el receso y seguir donde había dejado el libro en casa. -¿Siempre ha tenido una invasión en su cabeza?-, su voz me hizo cosquillas en la nuca, había susurrado tan bajo que solo yo podía escucharlo, el maestro de Geografía estaba preparando sus cosas para pasar lista, reprimí una risita y algo de irritación, si bien era cierto que Dag no hablaba conmigo, parecía dispuesto a hacerme reír en clases. Sabía a lo que se refería, el profesor en turno era alto y delgado, su cabello había sido complemente blanco hasta que se lo tiñó, no era ni el primero ni el último hombre que lo había hecho, lo que lo hacía destacar es que por alguna razón parecía haber tenido una reacción adversa y parecía que el tinte se había hecho grumos pequeños en su casco, hacía dos semanas que su cabeza lucia así, el hombre estaba de pésimo humor y era entendible, había escuchado que lo más recomendable era rasurarse la cabeza pero él 13

no quería hacerlo. -No se llama invasión cuando traes a los visitantes, se llama reunión-, murmuré girando mi rostro hacia la ventana, escuché a Dag reír, alguien le llamó y su atención se dispersó.

Cuando por fin llegó el receso me dirigí hacia el tercer edificio de la escuela, caminé hacia la parte trasera donde habían puesto varios pupitres con alguna falla, había uno casi intacto que me servía como lugar de lectura. Abrí el libro dispuesta a continuar con la lectura, me fascinaban los libros de suspenso y misterio, El Perfume tenía eso y mucho más.

Escuché el sonido de los pasos sobre la hierba que crecía en donde me encontraba, levanté la vista y quise por un momento aventarle algo al visitante inesperado, ¡este espacio era mío!, los estudiantes más rebeles elegían detrás de las gradas para comportarse mal lo que me dejaba este lugar para mi sola, ahora Dag lo sabía.

-Así que aquí es donde te metes todos los días. No le hice caso, bajé la mirada al libro pero ya no podía concentrarme, sentía las mejillas ardiendo y un ligero temblor en mi cara, estaba tan avergonzada y lo peor es que no sabía por qué. 14

-Lo siento. Dijo después sentándose frente a mí, parecía no importarle que su pantalón fuera a ensuciarse, lo miré, sin entender muy bien porque se disculpaba, Dag estaba sonriendo, no parecía muy apenado. -Cada persona tiene un lugar que es suyo, el cual nadie puede traspasar sin ser una agresión, es como si invadieran tu cuerpo sin invitación-, alzó las cejas sugestivamente y yo entrecerré los ojos imaginándome que tenía el poder de esa Jane de la saga Twilight. -Hablo en serio, lo sé, no quería romper tu espacio, es simplemente que tengo curiosidad acerca de ti y tú sigues sin hacer cosas normales, no sabía a dónde ibas a cada receso, te busqué en casi todo la escuela estos días. Bajé la mirada al libro, me estaba sonrojando de nuevo. -Pues ya me encontraste-, fue lo único que se me ocurrió decir. -Sí, ya te encontré-, dijo él mirándome a los ojos, con una sonrisa electrizante y un significado mucho mayor en su mirada del que dejaban entre ver sus palabras.

Se levantó y alzó la mano en gesto de despedida, rodeé los ojos y bajé por tercera vez mi mirada.

-¿Gisele? -Mi espacio, no romperlo, ¿recuerdas? 15

Él se rió. -¿Gisele? -¡Que!-, exclamé aunque me estaba riendo, nervios, burla, no sabía que más brotaba de mi pecho. -Ojala un día me invites a venir.

No pude concentrarme más en el libro por ese día, en mi casa, tomé la portátil que mamá había comprado para mi gracias a los ahorros del año pasado, abrí el documento donde tenía lo que iba a mandarle a Diana y escribí justo debajo.

¡No entiendo a Dag!... quizás justo por eso sigue gustándome.

Al día siguiente en el receso casi espere que volviera a aparecer en mi espacio, pero no lo hizo, no había necesidad, había dejado un papel pegado con cinta adhesiva en mi asiento preferido.

Disfruta la lectura.

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CAPÍTULO 3 Centro Cosmo era una plaza comercial que quedaba a unos veinte minutos de casa yendo en autobús, había salas de cine, área de comida rápida, área de juegos y varias docenas de tiendas de todo tipo.

Justo después de la escuela había ido a casa, me cambie el uniforme por unos pantalones de pana (mis favoritos) y una blusa, tomé la portátil y me dirigí hacia Cosmo.

Después de decidirme por un refresco de tapa rosca y obtener gracias a esa compra el acceso al wifi del área de comida, accedí a mi cuenta de correo y envié mis divagaciones a Diana. Esperé un rato, en España sería de noche en esos momentos, si tenía suerte aun estaría despierta.

Aproveché para buscar algo de la tarea de investigación 17

que el maestro de Historia había dejado, en lo personal prefería las investigaciones hechas en la biblioteca, las líneas sacadas directamente de los libros, pero a veces Wikipedia era toda una bendición.

El sonido inconfundible de un saludo en el chat me hizo sonreír.

Yo: Hola Diani Diana: Hey Gi Yo: ¿Cómo va todo por allá?, ¿Algo que quieras contarme?, ¿Te casaras con un tío majo en cuanto seas mayor de edad? Diana: Muy graciosa, desviando la conversación cuando tú eres la que tiene los detalles interesantes. Yo: No tengo ni idea de que hablas. Diana: JA, JA, JA

Justo es esos momentos mientras intercambiaba con ella todas mis impresiones sobre el chico nuevo en la escuela sentí que el ligero peso en mi pecho se extinguía, a pesar de la distancia, no la perdería.

Diana: Te gusta, te gusta, te gusta. Yo: ¿Y la repetición tiene algún propósito? Diana: Deja de usar ambos signos de interrogación!!! 18

No contesté a eso.

Diana: Entonces... q vas a hacer con Dag Yo: Nada, suena aburrido ¿cierto?, si deseara perder mi virginidad joven e incauta él sería una buena elección. Diana: No es tan malo Yo: Ni tan bueno Yo: Basta ya, cuéntame que tal la tierras españolas.

Casi media hora después Diana debía irse a dormir y yo volvía al mundo real donde mi mejor amiga estaba muy lejos, al menos físicamente, cerré mi cuenta de correo y abrí una de las tantas páginas de carteles graciosos, me quedaría un poco más y reiría de la vida. Cuando estaba apagando la portátil miré mi refresco a la mitad, prefería las bebidas calientes aunque en verano aquello era muy engorroso, miraba la botella decidiendo si tirarla o no cuando lo vi acercándose, directamente hacia la mesa. -Hola Dag se sentó sin esperar permiso y echó un vistazo a la computadora que había terminado de apagarse. Le sonreí o hice una mueca que intento pasar por una sonrisa amistosa, lo malo de escribir sobre él y mi virginidad hace unos momentos es que inevitablemente me había 19

puesto nerviosa al tenerlo cerca. Él parecía llegar a su propia conclusión por mis titubeos. Alzó las manos divertido. -No te estoy siguiendo, lo juro-, se disculpó, con sus ojos picaros no dejando en claro sus palabras. -Ok-, me encogí de hombros, odiaba ser tan poco elocuente, piensa Gisele, piensa, una frase chistosa, algo divertido. -Prometo no poner una orden de restricción, me tengo que ir-, sonreí contenta por no sonar como una tonta adolescente babeante.

Se levantó y comenzó a caminar a mi lado mientras recorría el largo pasillo de tiendas comerciales hasta llegar a la salida este del Cosmo. -¿Ni un poquito acosador?-, pregunté y Dag puso su mejor cara de inocente. -Solo quiero ser tu amigo. Me toqué el pecho de forma dramática. -Acabas de romperme el corazón, yo que penaba que te había conquistado a primera vista. -Técnicamente no pudo ser a primera vista porque en ese encuentro tú estabas medio dormida, apenas y me notaste. Le saqué la lengua y él se rió mientras llegábamos a la salida. No pude contenerme de preguntar. 20

-¿Qué haces por aquí?-, traté de sonar casual. Dag se encogió de hombros y señaló hacia dentro de la plaza. -Me entrevistaron para preparar sándwiches. Me quedé por un momento con la mente en blanco mirándolo, nunca me hubiera imaginado esa respuesta, aquello solo lo hacía más interesante. Señalé la parada del autobús a unos metros, Dag sacó de detrás de su pantalón una gorra de tela azul y se la colocó en la cabeza. Justo en ese momento noté lo bien que se le miraban la camiseta gris y los vaqueros. -Aún tengo otros pendientes, ha sido muy placentero verte. -Lo haces a propósito-, dije, “placentero” se escuchaba sexy en su tono de voz, si Diana me viera en este momento, coqueteando con él, todo como una gran broma tonta, claro está. -Contigo,

siempre-,

dijo

21

antes

de

despedirse.

CAPÍTULO 4 No saludé a Dag cuando subí al autobús, ya era nuestra costumbre intercambiar solo una mirada de entendimiento, algo así como:

-Tú eres el chico al que no puedo sacarme de la cabeza.

-Tú eres la chica a la que me gusta intimidar.

Quería preguntarle si había conseguido el trabajo en Green & Green pero parecía demasiado condenatorio. Tenía casi la certeza que ya estaba trabajado después de clases, no había estado en la parada del autobús después de la escuela toda la semana anterior. Saqué mis audífonos e intente olvidarme del chico unos cuantos asientos detrás de mí, sobre todo de la forma en que no había dejado de mirarme.

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Es extraño como la simple mirada de cierta persona puede causar en ti, me gusta mi cabello, mis ojos y hasta mi cara redonda sin imperfecciones como el acné, había llegado a un entendimiento con mis manos gorditas y mis caderas anchas, pero una sola mirada de Dag bastaba para que todo mi cuerpo vibrara como si estuviera a punto de ganar un premio de Miss Universo, ojala no se necesitara de los ojos de un hombre para conseguir el efecto. Ese día después de clases, en casa y frente al espejo de mi habitación traté de verme de la manera en que él lo hacía, me encontré sonriéndole a mi reflejo sin mucho sentido.

Mi clase favorita era bastante obvia para cualquiera que conociera un poco de mí, era bastante predecible, Lectura y Escritura II era impartida por la profesora Hayde Venegas, una de mis mujeres favoritas a las que tenía la fortuna de conocer.

Hasta el día de hoy siempre esperaba sus clases con ansia, Dag estaba riendo a mi espalda por algo que algunos chicos estaban diciendo, la maestra Hayde entró y después de pasar lista y pedir que leyeran algunos de los resúmenes que había dejado de tarea, se levantó emocionada y 23

comenzó a repetir uno y dos, señalando a cada uno de mis compañeros, tarde solo unos segundo en entender... PAREJAS. Mi estómago dio volteretas y mis manos sudaban mientras

escuchaba

la

voz

lejana

de

la

maestra

enumerando bajo el pitido de mis oídos, el momento llegó, el uno me señalaba a mí, el dos a Dag.

-La actividad consiste en ejemplificar lo que les toque en la rifa, tienen esta hora para ponerse de acuerdo, si es necesario tendrán que trabajar en casa, para el miércoles todos harán su presentación. La maestra siguió explicando un poco más entre los gemidos adolescentes, yo hubiera estado pletórica de no sentir la respiración de mi compañero de trabajo justo en mi nuca.

Escuchábamos los nombres que iban saliendo: poesía, debate, fabula, obra teatral, los nombres seguían pasando, la maestra había pensado en bastantes para tantas parejas, Dag me indicó que fuera yo la que sacara el papelito. -Novela epistolar-, había un ligero tono de interrogación en mi voz. -Ejemplifiquen un intercambio de cartas-, explicó la maestra. -Eso no me lo esperaba-, anunció Dag, todos estábamos 24

reunidos con nuestras parejas tratando de llegar a un acuerdo. -Es el tipo de cosas que hace la maestra Hayde. Y que hasta hace unos momentos adoraba.

Ejemplificar un intercambio de cartas podría considerarse fácil, no quería hacer un vago ejemplo de intercambio de papelitos en clase, no quería fingir que intercambiaba sentimientos por carta con Dag, era simplemente extraño. -Podríamos intentar pensar en lo que le diría un hijo a su madre en época de guerra. Dag me miró, una lenta sonrisa formándose en sus labios. -Suena interesante, pero ambos sabemos que todos estarán esperando cartas de amor. -Eso es tan obvio -No con lo que tengo en mente.

Debo admitir que miré su boca al decir las palabras, luego sus ojos brillando con emoción. Por más que insistí Dag no me dijo nada por el resto de la clase, pidió que lo encontrara alrededor de las cinco en Cosmo, cuando acababa su turno de cuatro horas. Así que salí de la escuela y comí con mamá, le avisé sobre el trabajo y ella me dijo que tuviera cuidado antes de comenzar arreglar sus cosas para su turno de noche. 25

No pude evitar reírme al ver a mi compañero de trabajo en su uniforme de polo verde y gorra color camel, solo por el simple hecho de hacer algo y no quedarme babeando, ¿en serio?, incluso hasta vestido así me ponía nerviosa, traté de ignorar el hecho y comencé a sacar un cuaderno de la mochila esperando que él se sentara en la mesa. -¿Qué haces Gisele?-, la forma en que pronunció mi nombre me hizo sonreír, agradecí que mi cabello tapara mi rostro en ese momento. -Tratando de iniciar nuestra tarea. -Claro-, Dag tomó mi mochila, metió el cuaderno y sujetó mi mano. Puse algo de resistencia, le pedí la dirección de su casa y comprobé que no estuviera la bastante lejos de la mía. Para mi mala fortuna, estábamos a quince minutos uno del otro. Me sorprendió que viviera en un edificio de esos con departamentos demasiado pequeños para una familia, al entrar pude notar la limpieza del lugar y los muebles de buen gusto, en un estilo minimalista y nada recargado, Dag me invitó a sentarme en el sofá de color ladrillo y fue directo hacia una pecera con varios peces multicolor, les dio de comer y se giró a mirarme. -No pude conseguir un perro. Le sonreí, mi mente comenzó a comprender que no saldría una madre cariñosa a recibirnos, estábamos solos. 26

-Entonces... -¿Quieres algo de tomar? -Nada, gracias, el trabajo ¿recuerdas? Dag arqueó una ceja al mirarme y se sentó a mi lado. -¿Me dirás cuál es tu idea?-, pregunté mirando sus manos. -Ejemplificaremos el amor entre dos hombres que se envían cartas.

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CAPÍTULO 5 Al escuchar la propuesta de Dag me levanté con si un resorte se hubiera salido del sofá, mirándolo un tanto sorprendida y un poquitín molesta, eché mi cabello hacia atrás, el pareció seguir el movimiento con la mirada. ¡Maldito chico!

-¿Es una broma?-, pregunté y él frunció el ceño. -Para nada, será algo original de hacer, creí que no querías ser obvia. -No me voy a prestar para algún tipo de burla que estés planeando para quedar como un ídolo ante todos en el salón, sinceramente me extraña, ya los tienes en la palma de la mano-, le aseguré y Dag por primera vez dejó de sonreír al mirarme, eso calmó mi enfado.

Dag se levantó del sofá y fue hasta el mueble tipo librero

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de la sala, justo al lado del televisor había un pequeño cuaderno, un álbum de fotos, hasta ahora no me había dado cuenta que era de las pocas casa que conocía sin marcos fotográficos por todas partes. Me tendió el álbum abierto y señalando una foto. -Las burlas mezquinas no me van. La foto señalada mostraba a Dag en medio de dos hombres jóvenes de unos treinta años a lo mucho, quizás menos, uno era sin lugar a dudas su hermano o algún pariente cercano a eso. El mismo cabello castaño, los ojos oscuros y brillantes, el otro hombre que parecía estar abrazando al hermano de Dag era el más alto de los tres, de piel color chocolate y mirada amable.

-Esa es mi familia ahora, mi hermano y Jahir son todo lo que tengo, deberías ser menos propensa a juzgar rápido. Ellos vivían aquí con él, eran su familia, me sentía tan, tan tonta. Bajé la vista y seguí escuchando las palabras de Dag... "esa es mi familia ahora", él conocía la perdida, lo entendí, sentí mi dolor profundamente enterrado y el suyo. Una mano cálida levantó mi barbilla. -¿Comenzamos el trabajo Gisele?-, preguntó con una de sus sonrisas, simplemente le sonreí de regreso ignorando la humedad en mis ojos.

29

Le mostré las cartas a mamá al día siguiente, le sorprendió el giro que le habíamos dado y afirmó que papá hubiera estado feliz por la originalidad. Simplemente asentí, quería contarle sobre Dag, sobre todo, a ella y a Diana, pero ese momento en el apartamento de él, lo guarde para mí misma, para después.

En la presentación del miércoles ambos nos vestimos de negro, playera y pantalón, me recogí el cabello en un moño y nos colocamos gorras para enfatizar la expectación.

"... ¿Por qué tengo que sentir culpa de tocar tu cabello?" "Recuerdo nuestras aventuras infantiles, siempre has estado a mi lado, como una bendición..."

La voz de Dag era baja y profunda, yo comencé tímidamente y con voz clara aunque un tanto ronca.

"Hoy te mire y quise decirte cuando te quiero, tocar tu mano, estar a tu lado" "... odio no ser valiente, lo odio" "Al menos en esta hoja déjame ser atrevido, déjame pronunciar nuestros nombres juntos y pensar en que mañana podre estar a tu lado, te quiero Sergio, te quiero..."

Cuando terminé, leyendo la firma de Raúl, mi personaje, 30

hubo un pequeño momento de silencio y después loa aplausos de todo el salón, la maestra nos dio un punto extra para el semestre.

Miré a Dag y él me sonrió, esta vez por una extraña razón no desvié la mirada.

El recuerdo de aquel momento quizás fue el culpable de que el sábado fuera a Cosmo cuando mamá salió hacia el trabajo, le dije que iría para mandarle un correo a Diana, lo cierto es que Dag se estaba convirtiendo en mi secreto culposo.

Podría haberme sentido tonta por estar dos horas leyendo en el área de comida rápida de la plaza, pero cuando Dag se sentó a mi lado en la mesa al salir de trabajar y me sonrió todo pareció perfecto.

Nota para el siguiente correo de Diana: ¡Me estoy volviendo cursi!

Era bueno que nadie supiera hasta donde llegaba mi atracción por el chico frente a mí.

31

-¿Ahora quién es el acosador?-, bromeó él mientras yo seguía intentando leer. -Decidí que tal vez me gustaría que fueras mi amigo. Dag arqueó una ceja y deliberadamente recorrió mi rostro con su mirada hasta llegara mis labios. -Sera un placer.

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CAPÍTULO 6 Fuimos a las máquinas de juegos y me sentí orgullosa de ganarle al menos en los que utilizaban pistolas. -Que conste en el acta que necesito lentes-, afirmó mientras yo reía. De camino a la parada del autobús no pude refrenarme por más tiempo, esta compulsión por saber más de él, era demasiado. -¿Hace mucho que vives con tu hermano?-, pregunté en voz baja mirando hacia el suelo mientras caminábamos, sus pasos eran más largos que los míos, debía verme demasiado patosa y voluminosa a su lado, aunque no me sentía así, sino más bien, nerviosa, expectante. Pareció por un momento preocupantemente serio antes de contestar. -Desde hace un año y medio, el cambio de casa y escuela fue porque los gastos eran excesivos, Jahir es contador, Tiago es pintor, regularmente vende una o dos 33

piezas a tiendas de arte, eso les bastaba cuando eran solo dos, pero mis papás murieron en un accidente y...

Dag se detuvo, dejó de caminar y sin pensarlo tomé su mano, entrelazando mis dedos con los suyos. Él me dio un apretón y sonrió. -No aceptan que les ayude con los gastos, mi hermano dice que con el seguro de papá es suficiente para que tengamos algo cuando entre a la universidad pero prefiero hacer algo, preparar comida parece una buena forma de ganar dinero por ahora. Me sentí como una niña consentida, cuando le detectaron cáncer a papá, ni él ni mamá habían hablado de despedidas pero me di cuenta hasta tiempo después que habían creado una cuenta para mi futuro, la misma en la que prefería que mamá depositara algo antes de poner internet en casa o comprarme ropa de marca. No tenía necesidad de trabajar aun, aunque ahora mismo me di cuenta que podría hacer más. No hablamos mucho en el autobús, aunque nuestras manos siguieron unidas.

Las siguientes tres semanas seguimos un patrón casi rutinario, durante la semana apenas compartíamos unas palabras en la escuela, chistes y sarcasmos en la mayoría de las ocasiones, pero el sábado era para nosotros, ser 34

amiga de Dag significaba encontrar a una persona que no me hacía sentir rara, sabía que ambos habíamos pasado por cosas difíciles, cada uno reaccionaba a su manera pero juntos era mucho más fácil. La segunda semana conocí a su hermano y a Jahir, fueron a

recogerlo a Cosmo y Dag aprovechó para

presentarme como su nueva mejor amiga por ahora. El "por ahora" hizo reír a los dos hombres apuestos frente a mí. Me había acostumbrado al coqueteo bromista del chico, sabía que no pasaría de eso, era un mantra que tranquilizaba mi corazón y mi estómago.

Se cumplía un mes de estar esperándolo el sábado cuando Dag cambió la rutina y después del trabajo salimos de Cosmo y tomamos un taxi que nos llevó a una de las librerías del centro. -No tengo dinero para otro libro. -Yo te lo voy a regalar. Lo admito, fui feliz por varios segundos. -¡No, no, no!, Dag sé que esta no es tu idea de gastar dinero,

en

serio,

es

una

tontería,

completamente

innecesario, solo vámonos. Dag sonrió enmarcando mi rostro con sus manos, haciéndome callar. -Ok, no te compro nada si me das un beso-, su aliento chocó contra mi piel 35

¿Qué? Esto no era parte del juego, ¿Cómo iba a hacer su amiga y darle un beso?, ¿Cómo iba a poder seguir soñando con él si una probada de la vida real borraría el lustre de mis sueños? Le dio un gancho al hígado de forma juguetona. -Buena broma, vámonos-, me giré dispuesta a buscar alguna ruta que nos llevara de regreso cuando él tomó mi brazo y me jaló, atrayéndome a su cuerpo.

Sentí sus labios tersos, secos y dulces sobre los míos, antes

de

que

presionara

un

poco

más,

moviendo

ligeramente la cabeza generando un roce electrizante.

Me quede helada por un minuto antes de que mi cuerpo se estremeciera, solté el aliento contra sus labios y eso generó otra nueva sensación, ambos entreabrimos los labios, mas sensaciones, mas humedad.

Ni siquiera pasó por mi cabeza que estábamos en plena calle peatonal. Solo era consiente de él y de sus labios, de él y de la forma en que me hacía sentir. Al final regresé a casa con un nuevo libro y los labios llenos de su esencia.

36

CAPÍTULO 7 -Cuéntame sobre tu papá-, pidió Dag desde donde estaba sentado frente a mí, de nuevo sin importarle si se ensuciaba la ropa, sabía que no era buena idea cuando le dije que podía acompañarme durante el receso, siendo sincera no creí que lo hiciera, no tenía sentido, él seguía siendo uno de los reyes del salón y de varios grupos más en la escuela, ser popular en preparatoria era el sueño de todo adolescente ¿no? Miré el libro en mis manos pero no leí nada. Sabía que no estaba preguntando sobre la enfermedad ya le había contado a grandes rasgos lo que habida pasado, no, no era eso, Dag estaba preguntando sobre los momentos felices, sobre los recuerdos que ayudaban en los momentos de tristeza. Parecía algo demasiado íntimo compartirlos.

37

-Siempre

estaba

haciéndole

bromas

a

mamá,

asustándola, haciéndole cosquillas, me divertía mucho viendo como ella intentaba parecer enojada pero siempre terminaba abrazándolo, acariciando su mentón. Cuando era niña me cargaba todas las noches hasta mi cama y me decía que nunca creciera. Dejé de hablar y me traté de centrar de nuevo en mi libro, ya no dolía como una herida abierta pero aun sentía una tristeza honda al darme cuenta que mi papá nunca volvería a decirme aquello, ya había crecido y él no estaba para verlo. Sentí las manos de Dag en las mías, se había movido hasta estar de rodillas frente a mí, en esa posición sus hermosos ojos oscuros eran todo para mí, cerré los ojos no queriendo que mis sentimientos se notaran. A pesar de que desde hace varios días habíamos estado besándonos cada que era posible, antes de la escuela, en Cosmo, en su apartamento, la escuela era un terreno peligroso, su mano simplemente rozó mi mentón. -Creo que ya es hora de que me invites a tu casa ¿no crees? Después me daría cuenta que no había tenido dobles intenciones con aquella solicitud pero al estar con él todo tenía varias aristas, todas entrelazadas.

Dag tenía el día libre en Green & Green y yo sabía que 38

mi mamá no llegaría a casa hasta después de las ocho así que no pude encontrar ningún motivo por el que pudiera negarme a su petición.

La casa lucía limpia, ni mamá ni yo éramos muy dadas al desorden, era mejor poner cada cosa en su lugar en su momento que tener trabajo casero todo el fin de semana, ella estaba demasiado cansada y yo prefería una buena tarde con un libro, Dag negó cuando le invité un vaso de agua o refresco, se sentó en mi sala más tradicional que la suya y me senté a su lado.

-¿Has pensado que estudiaras?-, preguntó, faltaba menos de un año para cumplir dieciocho, comenzar la universidad, todo iba a cambiar, todo estaba cambiando. -Me gustaría ser maestra, ¿Tú? -Voy a estudiar psicología infantil, me gustaría ser consejero estudiantil o trabajador social. Lo miré un tanto sorprendida y él se encogió de hombros. -No eres ni la mitad de chico malo que aparentas ser-, murmuré y él se acercó. -Eso sonó a reto, Gisele-, tomó mi rostro entre sus manos anclándome más en el sofá, esta vez, no nos detuvimos en la serie interminables de besos, lo abracé y él nos recostó contra la mullida superficie. 39

-¿Quieres cambiar eso de que no soy un chico malo?-, preguntó

sonriendo aunque

para

mi satisfacción

su

respiración era desigual. -No-, mi respuesta tuvo el efecto deseado, él volvió a besarme.

Mi

cuerpo

temblaba,

mi

estómago

y

vientre

hormigueaban, mis manos ansiaban tocar más, todo, había leído bastantes escenas como está pero las sensaciones, ahora comprendía, eran indescriptibles. -Soy un chico malo, tengo un tatuaje y todo-, insistió y lo miré sorprendida antes de levantarme provocando perder su peso sobre el mío. -¿Tienes un tatuaje? -Debería sentirme insultado. Lo ignoré. -Enséñamelo. -Tendría que quitarme la camiseta-, advirtió arqueando una ceja. -Prometo no lanzarme contra ti-, alcé la mano en señal de promesa y él hizo un puchero ridículo. -Lastima. Dag se quitó su camiseta roja con un estampado de guitarra eléctrica, no le había creído del todo lo del tatuaje hasta que lo vi, era una frase escrita con hermosa letra sobre su costado izquierdo. 40

Sólo vive el que sabe.

Lo entendí por completo, lo amé por ello, quise tocar las palabras y vivir. Mis ojos dejaron del lado las letras de tinta, viajaron por la extensión de piel al descubierto, piel blanca, músculos ligeramente marcados, delgados pero fibrosos. Encontré sus ojos, parecían hablar por si solos, ansiaba tocarlo pero parecía paralizada por un extraño miedo.

-Me lo hice hace unos meses, Tiago tuvo firmarme un permiso especial por tener diecisiete, aunque no puso muchas objeciones. -Lo entiende-, le respondí. -Tú también-, afirmó con voz profunda, casi inadecuada para ser solo un chico. Mi cara ardía con un calor interno. -Quiero verte también-, murmuró y yo negué con la cabeza. Quizás podía gustarle a Dag pero esa clase de intimidad física era otra cosa completamente distinta. -¿Por qué no? -Simplemente acepta la negación, chico nudista -Lo haría si supiera que es por las razones correctas, no lo deseas, no estás lista... 41

-No lo estoy. -Tienes miedo, piensas demasiado en tu aspecto. -No haré dietas ni me mataré de hambre por bajar los kilos "extras", me alimento saludablemente y sé que en algún momento tendré que hacer ejercicio para mantener la forma pero...

-Te quiero

Sus

palabras

me

dejaron

muda,

completamente

paralizada, mi corazón latió frenéticamente contra mi pecho.

-Confía en mi Gisele. -No estoy lista.

Él me hizo mirarlo y sonrió mientras se inclinaba para besarme murmurando su acuerdo, mis manos tocando su espalda provocaron sensaciones completamente diferentes. Cerré los ojos, forcé mis manos a moverse y en un solo movimiento me quite la blusa, mi sostén lila de copas pequeñas quedo a la vista, mi estómago que se curvaba contra la cintura de mi pantalón, visible. Dag no dijo nada, su mano recorrió con reverencia desde mi hombro hasta la palma de mi mano, solo la punta de sus dedos tocando el tirante de mi sostén. Toqué su rostro y él se recargó en mi palma solo un 42

momento antes de comenzar a besarnos, amando la sensación de piel contra piel, de sentimientos contra sentimientos. Sus manos abarcaron mis pechos, me estremecí internamente mientras besaba mi cuello, quise detenerlo, quise acercarme, Dag bajó aún más la cabeza, cubriendo con su boca la piel hormigueante, los puntos sensibles. Mi cuerpo se llenó de sensaciones maravillosas que me hicieron creer que no podía haber nada mejor que eso, era como estar en la montaña rusa y comer chocolate, poco a poco dejamos de besarnos y Dag volvió a sonreírme. -Hermosa.

Nos miramos casi tímidamente cuando él salió del baño minutos después. Parecía ligero aunque algo apenado. Pedimos una pizza para comer y el tiempo paso volando, no platicamos mucho, no parecía necesario. Cuando me di cuenta la hora de llegada de mi mamá era evidente, no estaba segura de por qué no le había contado sobre Dag antes, por qué lo había mantenido como si fuera un sucio secreto, me sentí mal. Ella llegó diez minutos después y las presentaciones comenzaron, mamá parecía desconcertada porque hubiera estado toda la tarde sola con un chico y mi sonrojo no hizo más que empeorar la situación. Sabía que ella estaba molesta aunque no lo dejo ver. 43

-Mamá, él es Dag Romero, un amigo de la escuela-, justo al terminar de decirlo supe que había cometido un error, amigo parecía una palabra infinitamente corta para todo lo que Dag era para mí, pero si lo admitía todo sería real ¿no?, decir te quiero cuando estas excitado no es lo mismo que después, con la cabeza fría y los recuerdos latentes.

Dag me miró un momento, después sonrió a mamá. -Mucho gusto señora Salas. Todo fue torpemente realizado después de eso, Dag mencionando que era tarde, mamá preguntándole algunas cosas sobre la escuela, él y yo despidiéndonos. Cuando por fin solo quedamos mamá y yo, ella comenzó a hablar. -Traicionaste mi confianza. Me puse a la defensiva instintivamente. -Que rápido me has juzgado. -¿Por qué no me dijiste que tenías novio Gisele?-, preguntó respirando hondo, me daba cuenta que ella no quería una confrontación, desafortunadamente yo sí. -Porque no lo tengo. -¿Crees que soy tonta?-, gritó y después volvió a respirar hondo hablando más pausadamente. -Tengo muchos más años que tú, tu papá y yo también tuvimos nuestras tardes de besos y... 44

Dag no es papá, Dag no es papá.

-No es mi novio, no quiero uno, no necesito uno-, mi garganta

se

cerró,

las

lágrimas

salieron

sin

poder

contenerlas Algo en los ojos de mamá me dijo que ella sabía, parecían decir: Estas aterrada. -No es lo mismo, no es lo mismo ¿entiendes?, la historia no se repite, yo no, yo no... Corrí a mi cuarto poniendo el seguro y lloré hasta que el sueño me venció.

45

CAPÍTULO 8 Dag trató de hablar conmigo en los días posteriores a esa tarde pero simplemente le dije que no había pasado nada, dejé de leer en mi lugar habitual a la hora del receso y elegí la biblioteca en su lugar, al menos ahí Dag no podía hablar, aunque una vez permaneció mirándome al otro lado de la mesa de lectura. El sábado siguiente no fui a esperarlo después del trabajo, me quede en casa sin siquiera abrir el libro en turno, Demian no parecía interesarme lo suficiente. El lunes traté de salir de casa lo más temprano posible, sería mucho mejor no ver a Dag en el autobús, me quede paralizada al verlo en la esquina de mi calle. -Vas a hablar conmigo Gisele. Traté de quitarle seriedad al asunto, Dag había sido una de las mejores cosas que me habían pasado después de la muerte de papá, pero justo por eso, el simple recuerdo de la

46

perdida me hacía querer correr en dirección contraria. -No me culpes a mí de tu insomnio, si te has caído temprano de la cama no es por mí. Comencé a caminar hacia la parada del autobús con el aire fresco de la mañana chocando contra mis mejillas. -Estaba enojado contigo, por llamarme amigo como si fuera un simple conocido, uno de tus tantos compañeros de clase con los que te esfuerzas en no relacionarte. No dije nada. -¿Olvidaste lo que dije esa tarde?, Te quiero. -No lo haces, nos conocemos hace poco menos de cuatro meses, no confundas amor, con... con... Me di cuenta que no podía menospreciar lo que habíamos sentido, lo que habíamos vivido, mis sentimientos o los suyos. -¿Crees que eres la única con miedo? Negué con la cabeza. -Podemos hacerlo juntos Gisele. Cerré los ojos queriendo tocar su mano, abrazarlo. -No puedo.

Subí al autobús pero Dag no hizo lo mismo, ese día llegó dos horas tarde a la escuela y no intentó ni una sola vez hablar conmigo. Casi escuchaba la voz de Diana, lo que diría al saber que había dado a espalda a ese chico que parecía volverme 47

loca y entenderme tan bien. Pero no le había enviado ningún correo, permanecía lo más alejada de Centro Cosmo como fuera posible. Fabiola y Bere se acercaron a mí antes de que pudiera llegar a la biblioteca a la hora del receso. -Espera Gisele-, llamaron acercándose a mí. Sonreí deteniéndome, fue más una mueca, pero estoy en etapa de negación, así que... -¿Qué pasa chicas? -Necesito saber si tengo alguna posibilidad con Dag-, anunció Fabiola, parecía estar hablando completamente en serio, lo busqué a los alrededores para asegurarme de que no era una broma. Ahogué la ligera punzada de celos. -Eso deberías preguntárselo a él ¿No crees? Fabiola hizo una mueca y Bere rodeó los ojos. -Sabes que solo tiene ojos para ti. No creía que nadie de la escuela se hubiera dado cuenta de... nada. -Chicas, en serio, esto es ridículo. -Para que lo sepas ya le había preguntado a él directamente y dijo que no había posibilidad-, anunció Fabi con una sonrisa cómplice, me guiñó un ojo y se fueron de largo.

48

Terminaba de lavar los platos de la cena mientras luchaba contra la culpabilidad y la incertidumbre, había herido a Dag y aun así él le había dicho a Fabiola que no podía salir con ella. -Creo que ya está lo suficientemente limpio-, murmuró mamá detrás de mí, había estado lavando el mismo traste una y otra vez. Sabía que ella esperaba que dijera algo y sin darme cuenta empecé a contarle todo sobre Dag, su historia, su forma de ser conmigo, la forma en que yo me sentía junto a él. Hablamos casi toda la noche y ambas lloramos aunque no hubo esa tristeza de antes.

-A tu papá no le gustaría que tuvieras miedo de vivir-, murmuró ella mientras me abrazaba. -No tengo miedo de vivir, tengo miedo de perderlo -¿Así que eliges dejarlo?, no tiene sentido. No lo tenía. Recordé el tatuaje de Dag, “Sólo vive el que sabe”, creí que entendía su significado pero no lo había hecho hasta este momento.

Releí al menos tres capítulos de Los juegos del Hambre ese sábado antes de que Dag se acercara a la mesa en la que estaba en el área de comida rápida de Cosmo. 49

-¿Qué haces aquí Gisele?-, preguntó sentándose a mi lado y quitándose la gorra del trabajo. -Tengo algunas cosas que decirte. -Solo me interesa si vas a decir que estás lista-, sabía que estaba retándome, sabía que estaba molesto, sabía que lo quería muchísimo. -Estoy lista. Dag se sorprendió solo por un momento luego arqueó una ceja y sonrió. -¿En serio?, yo diría que quitarnos las camisetas aquí causara un gran revuelo. Omití su broma. Ambos sabíamos de qué estábamos hablando. -Te quiero. -Esa es mi chica-, dijo sonriendo y tomando mi mano.

Ese día cuando regresamos a casa tomados de la mano me pareció que la vida real era mucho mejor que cualquier libro.

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ACERCA DE LA AUTORA Celia Terrones es una joven mexicana que disfruta una buena tarde de lectura, ir al cine o teclear en la computadora un capítulo tras otro. Informática de profesión, en su tiempo libre echa a volar la imaginación creando historias. Siempre le gustó leer, adora la poesía y las novelas históricas, desde hace unos años, escribe sin que pueda imaginar detenerse, lo que explica su variedad de libros navegando por la red. https://www.facebook.com/pages/CeliaTerrones/237385249711568 http://www.compartamosunplacer.blogspot.mx/

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Mi Chica - Celia Terrones

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