10. La Escuela Lancasteriana. Iragui. 2016

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Universidad Nacional de Tucumán Facultad de Filosofía y Letras Departamento de Ciencias de la Educación Cátedra de Historia General de la Educación y de la Pedagogía Ciclo Lectivo 2016 Docente a Cargo: Dr. Daniel Enrique Yépez

Textos Curriculares para Lectura y Reflexión de los Alumnos

La Escuela Lancasteriana y su Método Pedagógico (Aportes de la memoria) Por Graciela Mabel Iragui En Internet: http://www. educared.org.ar/infanciaenred/antesdeayer/files/GracielaIragui.pdf.

Niños proletarios con su tutora

Castigos Corporales en la Escuela

Presentación En Europa, durante la era moderna, el proceso educativo fue habilitando espacios para el desarrollo de distintos modelos pedagógicos de enseñanza. Todos ellos se encontraban estrechamente vinculados con la formación contractual de la alianza escuela-familia por medio de la cual, la familia transfería la educación de sus hijos a los docentes. En este trabajo se expondrá lo referido al sistema de instrucción basado en la enseñanza mutua que fuera creado por Joseph Lancaster en Inglaterra durante el siglo XIX., desarrollando las características de la escuela de enseñanza mutua o Lancasteriana, sus orígenes, y el modo en que ésta representaba una nueva filosofía. Se analizará entonces en forma general y descriptiva el proceso histórico de su evolución, su difusión y método, el rol del niño y el adulto, y se esbozarán los fundamentos de su calidad de disenso pedagógico, los aportes y críticas de que fue objeto y, por supuesto, su fracaso como método.

Una Nueva Filosofía de la Educación La vinculación entre la nueva corriente filosófica de la educación y la escuela de Lancaster, tiene su origen en el movimiento de escolarización de masas derivado de la corriente de pensamiento conocida como utilitarismo. Este movimiento se podría encuadrar en una serie de teorías sociales desarrolladas por algunos pensadores británicos dados en respuesta a la agitación social provocada por los primeros años de la revolución industrial, tratándose básicamente de los puntos de vista sustentados por Jeremy Bentham (1748-1832) y James Stuart Mill (1773-1836). Bentham, en especial, procedió a desmantelar las teorías educativas existentes hasta el momento (Rousseau, Pestalozzi, etc)

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basadas en la moral. La corriente filosófica de Bentham consideró a las otras teorías del pensamiento sostenedoras de los privilegios burgueses, siendo el lema Benthamiano -en tanto discrepa del concepto de bien moral propugnado por aquellos pensadores- “el mayor bien para el mayor número”. Estas proposiciones convirtieron a Bentham en el principal radical de su tiempo, y su utilitarismo proporcionó una base teórica a la reforma, en la que la educación mantuvo a partir de aquel momento una posición central.1 La posición filosófica de Bentham es aplicada al campo de la educación por James S. Mill, para quien toda la diferencia existente, o que podía llegar a existir, entre una clase de hombres y otra se debía enteramente a la educación. Mill reconoce la necesidad de que hubiese clases sociales para desempeñar la diferentes tareas de la sociedad, pero esto, según su opinión, no debería excluir la ampliación de oportunidades en cuanto a movilidad social. Lo dicho sería, entonces, la misión de la educación. Mill no tenía la menor intención de cambiar la sociedad por una estructura sin clases: aceptaba la estructura triple de clases de la sociedad, que estaba justificada por la necesidad de una división del trabajo, y llamaba a estas clases la “aristocracia”, “la categoría media” y “la clase de personas que se encuentran por debajo de la categoría media”. Es de la mayor importancia en su filosofía utilitarista y en su teoría educativa la afirmación de que la categoría media es el origen de la buena moral, el logro, las aspiraciones y el gusto; son “la fuente principal de todo lo que ha exaltado y refinado la naturaleza humana”.2 Siguiendo la opinión de Bowen en orden a la trascendencia de esta corriente filosófica, El utilitarismo gozó de una aceptación cada vez mayor en especial en Gran Bretaña, Francia y los Estados Unidos, aunque en forma fragmentaria y no como sistema completo.3 Al comenzar a afirmarse esta nueva concepción del hecho educativo que intrínsecamente excluía la enseñanza de características fundadas en aspectos morales, ello provocó la oposición de la Iglesia de Inglaterra quien monopolizaba hasta ese momento la enseñanza de los sectores necesitados. En opinión de Bowen, 4 la Iglesia Anglicana permitió el sistema denominado como mutuo de enseñanza, toda vez que dicho movimiento de cambio comenzó con el establecimiento de una serie de escuelas dominicales promovidas por sociedades caritativas independientes, siendo unos de los movimientos más importantes los que fueron dirigidos por el Reverendo Robert Raikes (1735-1811) y por Hannah More (1745-1833), quienes abrieron en Gloucester (1780) y Cheddar, respectivamente, sendas “escuelas dominicales parroquiales anglicanas para los niños pobres carentes de atención y que proporcionaba alfabetización e instrucción en la escritura, utilizando, en este proceso, a los niños más avanzados como monitores (es decir, como ayudantes del maestro)”.

Sin embargo, el hombre que verdaderamente promovió en forma espectacular el sistema mutuo fue el Reverendo Andrew Bell5 (1752-1832), quien trajo a Europa un método que había observado en la Academia Militar de Egmore de Madrás, La India, y puesto en práctica él mismo, concibiendo “la idea de enseñar los primeros pasos en el aprendizaje de la escritura haciendo que los alumnos trazaran letras del alfabeto en una bandeja con arena”.

Bell, en su informe titulado Un experimento en educación afirmaba que dicho método de enseñar letras y números elementales tenía eficacia y economía pues abarataba los costes del proceso educativo, al no ser necesaria la figura de profesores auxiliares, ya que eran preparados los alumnos más brillantes o mayores para que enseñaran a los demás, motivándoselos mediante un sistema de premios. Hacia el año 1800, el método se había difundido bastante entre otras sociedades protestantes con el fin de proporcionar instrucción caritativa, en particular dentro de la secta de los cuáqueros que se encontraba interesada en el tema de la educación. Los cuáqueros, hacia 1800, eran conocidos de manera formal como la Sociedad de Amigos, y tenían varios miembros famosos, entre ellos Joseph Lancaster (1778-1838), quien organizó y dirigió personalmente una escuela de caridad en Londres. La escuela Lancaster estaba en

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Borough Southwark, en Londres, abrió sus puertas en 1798, dos años después de que fuera impreso en Madrás el informe de Bell titulado Un experimento en educación.6 Por su parte, Lancaster habría de perfeccionar y ampliar el método de Bell hasta el punto de enseñar las primeras letras a gran cantidad de alumnos simultáneamente.

Niños y Adultos en la Escuela Lancasteriana Al instaurar una alternativa distinta a la instrucción simultánea, aunque respetando su disposición sistémica, en opinión de Narodowski, Andrew Bell y Joseph Lancaster generarán una polémica de proporciones mundiales acerca de la pertinencia de la introducción de reformas de en la educación, polémica que, tal vez, fue única por su envergadura en la historia de la pedagogía.7 La iniciativa educativa de Lancaster no hacía distingos con respecto al credo de sus alumnos, generó ataques por parte de la Iglesia Anglicana. No obstante, también tuvo apoyos importantes como el de James Mill, entre otros. En lo atinente a su financiación, el sistema contaba con aportes benéfico basados en la suscripción. Al principio, Lancaster informó que era ayudado económicamente sólo por Elizabeth Fry, aunque pronto se atrajo el apoyo del Duque de Bedford y de Lord Sommerville. Durante los primeros cinco años Lancaster recibía suscripciones de cincuenta principales donantes, cinco de los cuales eran miembros del Parlamento, entre ellos Williams Wilberforce, así como sumas ocasionales más.8 En cuanto a la difusión de su método, Lancaster llegó a regir un importante número de escuelas en las cuales eran formados en las primeras letras y números elementos gran cantidad de alumnos, trascendiendo hacia los continentes europeo y americano como señala el informe de Gregorio Weinberg. Alejado Lancaster de su país, contribuyó a propagar su método por Europa continental y los Estados Unidos. Pero fue sobretodo en Francia donde alcanzó verdadero éxito en ciertos períodos y perduró hasta mediados de los años setenta del pasado…En España, aparece la escuela lancasteriana en 1818 y bastante antes se propaga por Estados Unidos.9 Difusión que también incluyo a América del Sur, en especial Venezuela y nuestro país donde llegó introducido de la mano de Diego Thompson quien vino a América del Sur, aún cuando los países se encontraban en un tiempo de guerras en pro de su liberación, para difundir el método lancasteriano, muy apropiado para la educación elemental y la alfabetización… Para él, un sistema de educación centrado en la Biblia era la “pieza clave para el avance de cualquier pueblo.10 El método propuesto por la escuela lancasteriana, en la historia de la pedagogía, tuvo distintas denominaciones. A punto de nombrarlo por estas características: “método monitoreal” o “método de instrucción mutua” o “método mutuo”. También suele denominárselo siguiendo el nombre de uno de sus progenitores (“método lancasteriano) o el de la nacionalidad de sus primeros propulsores (“método inglés”).11 Sobre la base del sistema mutuo, desaparece el concepto de un salón para cada maestro, ya que será en un solo espacio físico, una sola sala grande, en el que todas las clases conformarán una escuela única, siendo característica inherente al método que los alumnos que aún se encuentran en formación enseñen a otros. El método monitoreal además de efectuar un ajuste al diseño del nuevo diagrama de las relaciones sociales dentro de la escuela, establece otra respuesta consistente en la construcción de un saber minucioso sobre el alumnado y la implementación de reglas burocráticas de control sobre la práctica escolar. Un motivo y otro expresarán en la pedagogía moderna la necesidad de un contralor estadístico fuerte y exhaustivo. El método monitoreal inaugura una nueva era también en lo concerniente a la burocracia educativa y a la contabilidad del cuerpo infantil.12 El sistema mutuo prevé la inscripción de datos del alumno en distintos registros: el control de los cuerpos; la proximidad al alumno, sus entradas y salidas, sus inasistencias, el uso del tiempo escolar, la objetivación de premios y castigos - pues se ponderan logros y son promediados sus fracasos. En síntesis, hay una cuantificación tanto de los errores (transgresiones cometidas) o aciertos (logros obtenidos) y se introduce un nuevo elemento que es original, a criterio de Narodowski 13 y que se aplica al desarrollo de la estrategia disciplinaria:

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“ahora todos miran. La vigilancia no es una herramienta monopólica de los niveles superiores de la organización escolar o una actitud exclusiva de adultez. La escuela de Lancaster democratiza el sistema de vigilancia haciendo de cada alumno un agente posible de control”.

Siguiendo las creencias de los cuáqueros, Lancaster se oponía al castigo corporal por no aprender y, en lugar de ello, utilizaba las recompensas positivas, lo cual ilustraba así: cuando enseñaba el alfabeto “el mejor niño ocupa el primer lugar; es asimismo condecorado con un boleto de cuero, dorado y con la palabra mérito”. 13

Aunque en lo que atañe a recompensas las mismas eran de dos tipos, Unas son premios materiales, que para Lancaster debían ser premios en dinero (este autor establece una rigurosa escala en la que estipulan cuántas libras corresponden a cada accionar correcto). Es más: una parte significativa del presupuesto escolar es destinado al pago (en dinero) de las recompensas a alumnos por méritos obtenidos. Pero de estas acciones se desprenden otras, pues esta moral utilitarista no solamente atraviesa toda la actividad explícitamente educativa de la institución escolar sino que pretende instalarse en el seno de la pedagogía, también en lo referido a la gestión administrativa de los establecimientos.14

Los Monitores En un intento por expresar de la forma más precisa en qué consistía y que alcances tenía el rol de los niños en la escuela lancasteriana, se ha señalado que la misma funcionaba a través de la designación de alumnos monitores -también denominados Decuriones- escogidos entre los alumnos más adelantados, quienes se ocupaban de conducir el proceso de enseñanzaaprendizaje de sus pares, bajo el control o la supervisión de un maestro. Sólo los monitores precisan comunicarse con un único maestro y así queda conformada una estructura piramidal que permite tener muchos alumnos en la base, los monitores sosteniendo la franja intermedia y al maestro único en la cúspide, controlando la totalidad del proceso de enseñanza-aprendizaje.15 De manera tal, que a partir del rol protagónico que pasa a cumplir el monitor, como afirma Narodowski, 16 las relaciones sociales en el espacio escolar se transformarán categóricamente “puesto que el lugar del que enseña será ocupado por alguien que aún se encuentra en proceso de formación dentro del mismo esquema institucional”.

Los Decuriones obtendrán la capacidad para el ejercicio de la enseñanza por medio de la práctica como alumno y no precisa de especializaciones, salvo las recomendaciones recibidas del maestro.17 A diferencia del sistema Lasalleano o método simultáneo, en el cual se recurre a los ayudantes para dar mayor impulso a algunos de los procesos escolares, en el sistema Lancasteriano la recurrencia a los monitores es a los fines de sostener, desde la base de la estructura organizativa, la escuela. De modo que el método inglés deslegitima el lugar del adulto como tal, pues a través de la función de un sistema meritocrático se encontrará la fundamentación de la posibilidad de ascenso de los alumnos. Será la meritocracia la que determinará que los avances de un estudiante lo ubiquen en el lugar de enseñanza. Dicho más claramente, el sistema de Lancaster, no exige la condición de adulto para ocupar el lugar del que sabe. Habrá de instituirse la alternancia como estrategia general en la expresión de las actividades: los que ahora son alumnos que luego podrán ser docentes; los avanzados que enseñan a los rezagados quienes a su vez están en condiciones de formar a otros poseedores de inferiores condiciones en el estudio, y así continuadamente. 18

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El Disenso Pedagógico: de los Aportes y Críticas al Sistema de Joseph Lancaster, a su Fracaso El sistema mutuo ha quedado presentado como un sistema capaz de materializar los ideales de la ilustración en relación a la educación básica y universal, consistente en la educación de las masas, de la población de menores recursos económicos. Es un sistema educativo que incorpora a la doctrina del utilitarismo como valor para lograr una mejor calidad de vida en el marco del desarrollo industrial y su relación entre escuela-trabajo y saber-trabajo, dirigida a la formación de agentes productivos. Inclusive el sistema lancasteriano de monitores representa una solución para la época ya que resuelve la dificultad de la carencia de docentes. La resolución del vínculo educación escolar-trabajo se resuelve en el sistema de enseñanza mutua a través de un modelo organizacional que semeja a la organización fabril y en ciertas prácticas institucionales análogas a las modernas prácticas laborales que el capitalismo acaba de introducir. 19 Un texto del Conde Alejandro de Laborde afirmaba que “los niños suelen enseñar con gusto la lección mientras el maestro realiza tal labor usualmente con fastidio”. 20

Un efecto de solidaridad horizontal se genera en el discurso de la pedagogía: la necesidad de enseñar a los compañeros habrá de fomentar, según los lancasterianos, lazos estrechos en las estrategias cotidianas de comprensión de los otros… Pero por sobre esta capacidad de relación horizontal se instala otra de tipo móvil (en sentido vertical) y meritocrática, es la capacidad de ocupar el lugar del que sabe. Entre las críticas al método, se alegaba que el mismo, si bien podía ser útil para la propagación del alfabeto y reglas aritméticas a un gran número de educandos y a la vez educadores, el método resultaba insatisfactorio para los niveles superiores de la enseñanza. Así también se consideraba que los monitores no tenían preparación para impartir instrucción, quedando lo aprendido confiado a la memoria y a la repetición de ellos quienes podían repetir de forma imperfecta lo oído o comprendido mal. La crítica al sistema y a su resultado final también encontraba raigambre en el hecho de que “cualquiera puede enseñar”: no importa su condición biológica concreta sino el mérito logrado en relación a la posesión del saber. Ya no hace falta ser un adulto para educar a los niños; los niños, bien que todavía con un mandato adulto, pueden educarse entre ellos, prescindiendo del blasón que la adultez le enrostra históricamente a la niñez: la experiencia. 21 Y junto a las críticas recibidas comenzaron a llegar las objeciones de la sociedad que se ubicaba en el plano histórico concerniente al avance de la educación a finales del siglo XIX, de las cuales no eran ajenas las cuestiones de tinte religioso y político debido a las pujas preexistentes en los distintos partidos (reaccionarios, liberales) y sectas (cuáqueros, anglicanos, etc.) que consideraban al método mutuo subversivo al orden y la autoridad del magisterio. Si bien todo esto marcó el final de este ciclo histórico en la pedagogía, Narodowski 22 sin embargo, señala que “las ventajas atribuidas al método en términos didácticos y psico-educacionales, como así también la denuncia de su falta de eficiencia, representan simples conjeturas. No conocemos estudios en los que se aborde no históricamente sino experimentalmente las posibilidades y las dificultades del método de enseñanza mutua. Hasta no poseer evidencias al respecto no parece pertinente, en nuestros días, argumentar a favor o en contra de las virtudes del método”. 23

Se hacía especial hincapié en la falta de la eficiencia que el lancasterismo había prometido: no enseñaba con la facilidad y la rapidez esperada. Sin embargo, es probable que la denuncia de ineficiencia no ronde tanto la enseñanza de contenidos programáticos como el disciplinamiento infantil: el fomentar el desorden comienza a ser la acusación típica, y la lentitud en los procedimientos irá a constituir su consecuencia. 24

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Notas 1] Bowen, J., Historia de la Educación Occidental, Tomo III, Herder, Barcelona, p. 368 2] Bowen, J., Ibídem, p. 371 3] Bowen, J., Ibídem, p. 373 4] Bowen, J., Ibídem, p. 374 5] Bowen, J., Ibídem, p. 374 6] Bowen, J., Ibídem, p. 375 7] Narodoski, M., Infancia y Poder. La Conformación de la Pedagogía Moderna, Aique, Buenos Aires, 1994, p.134. 8] Bowen, J., Ibídem, p. 378 9] “Las ideas lancasterianas en Simón Bolívar y Simón Rodríguez”,2006. 10] www.diegothomson.edu.pe, 2006 11] Narodowski, M., Infancia y Poder…, p. 135. 12] Narodowski, M., Ibídem, p.142. 13] Narodowski, M., Ibídem, p.147 14] Bowen, J., Historia de la Educación Occidental…, Tomo III: p 377. 15] Narodowski, M., Infancia y Poder..., p. 150. 16] Narodowski, M., Ibídem, p. 135. 17] Narodowski, M., Ibídem, p. 136. 18] Narodowski, M., Ibídem, p. 171 19] Narodowski, M., Ibídem, p. 137 20] Narodowski, M., Ibídem, p. 164 21] Narodowski, M., Ibídem, p. 174 22] Narodowski, M., Ibídem, p. 169 23] Narodowski, M., Ibídem, p. 173 24] Narodowski, M., Ibídem, p. 176

San Miguel de Tucumán, 28 de Noviembre de 2016

Un aula lancasteriana en Inglaterra a principios del Siglo XIX

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10. La Escuela Lancasteriana. Iragui. 2016

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